CiberGeografía y la destrucción del “mito” de la red mundial

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Estudios Socioterritoriales. 2001. 2(2):9-24
www.ciberespacio.vigilancia-online.red
Cibergeografía y la destrucción del “mito” de la red mundial sin centro
Gustavo D. Buzai
Centro de Estudios Avanzados – UBA
buzai@sinectis.com.ar
No dejaremos de explorar
Y al final de toda nuestra investigación
Habremos llegado a donde comenzamos
Y conoceremos el lugar por primera vez…
Cuando las lenguas de fuego se plieguen
Para formar un mundo de fuego
Y el fuego y la rosa sean sólo uno.
T.S. Eliot, Four Quartets
Resumen
INTERNET, la red de redes, ha nacido bajo el paradigma de la descentralización, sin embargo,
su desarrollo presenta un espacio altamente polarizado. A través de procedimientos propios del
trabajo geográfico se ha realizado el mapa del ciberespacio desde Buenos Aires a fin de
determinar la posición de esta ciudad en el nuevo territorio. Un espacio que se presenta apto
para realizar nuevas exploraciones, pero no exento de peligros, ya que al intentar darle
respuestas a las configuraciones obtenidas se llega inevitablemente al tema de la vigilancia on-
line.
Palabras clave: CIBERGEOGRAFÍA, CIBERESPACIO, INTERNET, VIGILANCIA ON-LINE.
Introducción
Todo aquel que está conectado a Internet tiene un lugar y una posición en el ciberespacio.
Desde esta ubicación se realizan las habituales tareas de enviar y recibir correos electrónicos
(e-mail) o consultar páginas web.
Uno siempre se queda maravillado con la rapidez con las que se realizan este tipo de
comunicaciones y al mismo tiempo, como geógrafos, experimentamos cierto tipo de
preocupación al presenciar la gran cantidad de opiniones que desde diferentes sectores
mencionan la falta de relevancia que puede adquirir el espacio ante estas actuales tecnologías;
la distancia se torna irrelevante y ante este tipo de situación uno se podría preguntar si tiene
sentido aplicar procedimientos geográficos al estudio de esta realidad. (1)
En su libro La Conexión Cósmica, Carl Sagan (1990) afirma que desde los primeros tiempos los
seres humanos han reflexionado acerca del lugar que les tocaba ocupar en el universo, por lo
tanto, preguntarse que lugar nos toca ocupar en el ciberespacio no es una pregunta con
sentido original, lo que si resulta ser original es el nuevo universo que el hombre ha creado.
Desde hace no más de tres años, se ha comenzado a desarrollar en los países centrales una
nueva especialidad en nuestra disciplina: la Cibergeografía, cuyo estudio comprende la
naturaleza espacial de las redes de comunicaciones computacionales, incluyendo INTERNET, la
World Wide Web y otros “lugares” electrónicos que existen entre las pantallas de las
computadoras, lo que generalmente se lo conoce como ciberespacio (Dodge & Kitchin, 2001).
La Cibergeografía, considerando al ciberespacio como un espacio social (Miles, 1997), abarca
un amplio espectro de líneas en su estudio; la infraestructura física de las tecnologías de la
comunicación y la información, los flujos comunicacionales, los aspectos demográficos de las
nuevas comunidades virtuales y la visualización y percepción de los nuevos espacios virtuales.
www.ciberepacio.vigilancia-online.red es una dirección especulativa que consigna los puntos
fundamentales de cómo un estudio en el marco de la Cibergeografía, desde nuestra posición en
el ciberpacio, presenta una fuerte evidencia que lleva a la destrucción del mito de la red
mundial sin centro.
Cuando nos conectamos a INTERNET y realizamos allí cualquier procedimiento nuestras
comunicaciones recorren un camino, nuestros mensajes y búsquedas circulan por lugares
precisos (Buzai, 2000b) y el análisis de estos recorridos llevados a cabo por los flujos
comunicacionales nos ha permitido determinar cual es la ubicación de Buenos Aires en el
ciberespacio, y de esta manera avanzar hacia una explicación de las relaciones surgidas.
INTERNET, la red de redes, que ha nacido bajo el paradigma de la descentralización y el libre
flujo de información en una sociedad mundial neoliberal muestra otra faceta al momento de ser
apuntada desde los métodos geográficos. A fin de determinar nuestra posición en este nuevo
territorio y realizar en él nuevas exploraciones nos encontramos con caminos no exentos de
peligros, ya que al intentar darle respuesta a las configuraciones espaciales obtenidas llegamos
inevitablemente al tema de la vigilancia centralizada, en este caso on-line.
El presente trabajo explora el surgimiento de la red como idea y de que forma se ha separado
de ella al momento de ser implementada en una escala planetaria. Avanzamos en las
posibilidades actuales que nos permite su ciber-exploración y a través de software específico
mostramos como hemos llegado a cartografíar parte de estos nuevos espacios. A partir de allí
hemos determinado nuestra posición y el significado que se le puede atribuír en una estrategia
global.
Porque, así como en la década del sesenta Estados Unidos se lanzó a la conquista del espacio y
en los ochenta pusieron toda su creatividad al servicio de la ingeniería financiera (Nora, 1997)
hoy se largan a la conquista de un nuevo territorio: el ciberespacio. Conocer esta realidad nos
permitirá pensar diferentes estrategias desde el lugar que nos ha tocado vivir e interactuar en
un mundo definitivamente globalizado.
La red como idea
A lo largo de la historia, gran cantidad de avances en materia de ciencia y tecnología han
aparecido de ideas provenientes del campo bélico. INTERNET no es la excepción.
Todo comenzó el 4 de Octubre de 1957 con el exitoso recorrido espacial del Sputnik 1. El
primer satélite artificial en órbita enviado por la Unión Soviética trajo una inmediata respuesta
de los Estados Unidos al destinar un importante presupuesto económico al desarrollo de las
actividades aeroespaciales y comenzar la denominada “carrera espacial”.
Esta respuesta se haría palpable en la búsqueda de la conquista del espacio a través de un
apoyo notable a la investigación universitaria, principalmente en los campos de ciencias “duras”
y la creación de organismos como la National Aeronautics and Space Administration (NASA)
encargada de competir en cuestiones espaciales y el Advanced Research Project Agency (ARPA)
dependiente del Departamento de Defensa, volcado al área de las comunicaciones.
En 1961 se produce un gran impulso a las actividades de ARPA cuando un sabotaje a varias
antenas retransmisoras en Utah demuestra la alta vulnerabilidad del sistema de comunicaciones
utilizado por los militares. Por este motivo, en los años siguientes se destacarían notables
esfuerzos intelectuales que apuntan a brindar respuestas concretas para el desarrollo de
canales de comunicación resistentes a posibles sabotajes locales, como al mismo tiempo de un
posible ataque masivo mediante misiles por parte de los países del bloque comunista,
principalmente la Unión Soviética.
La red de comunicaciones “sin centro” estaba en marcha como una de las prioridades en
materia de desarrollos estratégicos por parte de Estados Unidos durante los años de la “guerra
fria”.
La red como realidad
La comunicación entre computadoras se hizo posible y el crecimiento de su uso aumentó de
forma exponencial. De los cuatro host que estando geográficamente dispersos (Los Angeles,
Santa Barbara, Utah y Massachussets) dieron inicio a ARPANET (red computacional de ARPA)
en 1969, encontramos para enero del 2000 unos 72.398.092 de host conectando a la mayoría
de los países del mundo a la red mundial de INTERNET (Zakon, 2000).
Al comenzar la década de 1980 ARPANET se divide en una red militar (MILNET) y otra civil
(NSFNET). Esta última, administrada por la National Science Fundation es el inicio de
INTERNET, ya que las diferentes redes nacionales comenzarían a conectarse a ella. A finales de
la década son 18 los países conectados a la NSFNET: Australia, Alemania, Canadá, Dinamarca,
Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Islandia, Israel, Italia, Japón, México, Noruega,
Nueva Zelanda, Puerto Rico y Suecia. Por su parte Argentina se conecta a la red mundial en
1990.
Se abría un nuevo mundo entre las pantallas de las computadoras. Inicialmente un territorio
inhóspito de datos hasta que se creó en 1993 el mejor equipamiento para su exploración, el
programa navegador (browser). Este permitía que cualquier usuario se moviera dentro de la
maraña electrónica de datos por medio de enlaces de “hipertexto” y con un clic del mouse
poder acceder al instante a cualquier punto de la red sin importar el lugar geográfico en el que
se encuentre el destino.
Mosaic, el primer programa navegador, permitió una presentación multimedia de los datos, por
lo cual desde su aparición y amplia difusión no solamente se podía acceder a textos, sino que el
intercambio de información podía incluír también imágenes y sonidos. La red, ahora también
llamada World Wide Web (WWW) comenzaba a mostrar paisajes placenteros y entretenidos.
Al finalizar la década del noventa las estadísticas mostraban que los usuarios de INTERNET a
nivel mundial alcanzaban a 1 millón en Africa, 14 millones en el sudeste asiático, 20 millones en
Europa, 525 mil en el medio oriente, 70 millones en América Anglosajona y 7 millones en
América Latina (Dodge, 1998).
Ciber-exploración
En 1984 el escritor William Gibson en su novela de ciencia ficción Neuromancer utilizó por
primera vez el concepto de ciberespacio, definiéndolo como “Una alucinación consensual
experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por
niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos… Una representación gráfica de la
información abstraída de los bancos de datos de todos los ordenadores del sistema humano.
Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente,
conglomerados y constelaciones de información. Como luces de una ciudad que se aleja…”
(Gibson, 1998:69-70).
A partir de esta perspectiva, el ciberespacio se considera como una matiz (the matrix)
electrónica de interconexión entre bancos de datos digitales a través de los sistemas
computacionales conectados en red. Un nuevo espacio que se superpone cada vez con mayor
fuerza a la geografía real de los paisajes empíricos, en el cual se puede interactuar (2), y a su
vez, según Capel (2001), es un espacio que se presta a ser dominado en una etapa posterior a
la de la ocupación terrestre.
Explorar tiene que ver con la empresa de conocer lugares desconocidos, la utilización de medios
materiales para localizar el nuevo mundo y la conservación de los hallazgos para su difusión. El
espacio relacional que hoy encontramos entre las pantallas de las computadoras ha abiertos
nuevas puertas a la exploración (Buzai, 2000ª) y algunos geógrafos interesados por el estudio
del ciberespacio nos hemos lanzado a esta aventura, cambiando el laberinto del bosque por las
hojas del hipertexto y el machete que abre caminos por el mouse, sin desconocer el sentido
antropológico de la relación hombre-maquina (Piscitelli, 1995) y los riesgos del intercambio de
la relación sujeto-objeto al momento en que la tecnología se presenta como “inteligente”. (3)
En este sentido, el nuevo siglo nos presenta novedosas perspectivas para el análisis del mundo
en el marco de la cibercultura y aspectos de simulación digital que harán de uso corriente la
“realidad virtual” como medio exploratorio (Levis, 1999). La Cibergoegrafía se presenta
entonces, como el estudio de la naturaleza espacial de las actuales redes de comunicación y los
espacios existentes entre las pantallas de las computadoras. Los estudios posibles incluyen una
amplia variedad de fenómenos, desde los puramente materiales como el estudio de la
distribución espacial de las infraestructuras físicas de comunicación hasta los más abstractos
como la percepción humana de los nuevos espacios digitales.
El contenido de los flujos de comunicación puede considerarse un espacio de conocimientos y
decisiones, muestra características demográficas de las nuevas “comunidades virtuales” cuya
pauta sobresaliente es su discontigüidad espacial (Rheingold, 1994), la globalización de las
actividades económicas y el e-commerce, el teletrabajo y la reestructuración organizacional del
empleo y la reestructuración urbano-regional del espacio geográfico real (4), mientras que
desde un punto de vista de la geografía política, social y cultural pueden comenzar a
vislumbrarse nuevos desafíos para la democracia y el posible control cibernético de la sociedad
(Graham, 1999).
Ciber-cartografía
Uno de los puntos clave de la Cibergeografía es la representación cartográfica de los
ciberespacios, esto ha quedado demostrado cuando la prestigiosa revista National Geographic
en su primera publicación del año 2000 ha presentado el mapa realizado por Bill Cheswick y
Hall Burch de los Laboratorios Bell (Carroll, 2000) y recientemente saliera publicada la mayor
obra sobre el tema, presentando la totalidad de las posibilidades dentro de esta especialidad
(Dodge & Kitchin, 2001).
Los mapas llamados “topológicos” son los que presentan las conexiones lineales del espacio
relacional, los vínculos entre los lugares, sus posiciones relativas y las distancias ciberespaciales
medidas en tiempos. Utilizando esta posibilidad cartográfica, como geógrafo de este lugar del
mundo, nuestra pregunta inicial ha sido: ¿cuál es la posición que Buenos Aires tiene en el
ciberespacio?.
Para responder esta pregunta hemos trabajado con un sistema computacional denominado
trazador de rutas (traceroutes), el cual permite seguir el camino que recorre la comunicación
entre dos computadoras recibiendo al final un reporte que nos indica por que lugar ha pasado
nuestra conexión y cuales son los tiempos que ha llevado realizar el recorrido.
A través del software VisualRoute 5.0b (Rickard, 1996) hemos obtenido el primer mapa del
ciberespacio visto desde nuestra posición en el mundo (mapa que acompaña este artículo).
Para lograrlo hemos conectado nuestra computadora en el Centro de Estudios Avanzados de la
UBA a por lo menos una página Web de cada país integrante de la red mundial y mediante el
empleo del software hemos obtenido los datos correspondientes a la cantidad de routers que la
conexión fue transitando, su nombre y número identificatorio (IP), su localización geográfica en
latitud y longitud, zona horaria mundial, y tiempo del viaje (total y en cada tramo de la red) en
milésimas de segundo (ms).
Los datos obtenidos se convirtieron en la materia prima para la representación cartográfica y las
técnicas geográficas permitieron llegar al resultado buscado.
Ciber-posición
La simple visión de la configuración espacial de las conexiones realizadas muestra
inmediatamente la existencia del “mito” de la red sin centro. El ciberespacio se presenta
altamente jerarquizado y nuestra ubicación, en el extremo inferior del cibermapa, es netamente
periférica.
Ninguna de nuestras conexiones recorrió un camino directo al lugar de destino. Todas ellas han
pasado primero por algún punto que finalmente se transformó en lo que denominamos “punto
de control”.
De todas las conexiones solicitadas el 27,27% pasaron primero por Pennsauken (New Jersey,
EEUU), el 25,75% por Tysons Corner (Virginia, EEUU), el 15,91% por Italia (Europa), el
15,15% por Middletown (New Jersey, EEUU), el 11,36% por Miami (Florida, EEUU) y el 4,56%
restante entran por Boston (Massachussets, EEUU), Bagnolet (Francia, Europa) y Vienna
(Virginia, EEUU). En el mapa los principales puntos de control aparecen con círculos.
Todos los viajes confirman la alta jerarquización ciberespacial, por ejemplo Nueva York (480
ms) queda más cerca que Uruguay (713 ms), puesto que el viaje hacia nuestro país limítrofe no
cruzó el Río de la Plata, sino que pasó previamente por Miami, Atlanta, New York, Newark,
Baltimore, Fairfax para llegar a Montevideo. Llegar a Chile fue un recorrido un tanto más
extraño, ya que nuestra conexión entró por Pennsauken para pasar por Elkridge, Washington,
New York, Boston, volver a Buenos Aires y llegar a Santiago de Chile (1068 ms).
Algunos datos confirman que nuestro punto más cercano es Middletown (380 ms) y el punto
más lejano es Armenia (2852 ms). Paraguay es nuestro segundo país más alejado en el
ciberespacio (2765 ms), bastante más lejos que países como Sri Lanka (1219 ms), Mongolia
(1373 ms), Zambia (1285 ms) o Kuwait (1409 ms). El centro del ciberespacio se encuentra a la
distancia de medio segundo: Boston (552 ms), Montreal (583 ms), Italia (559 ms) y Londres
(555 ms), otros puntos de Europa Occidental formarían un primer anillo a su alrededor: Ginebra
(646 ms), París (620 ms), Estocolmo (668 ms) y Luxemburgo (637 ms), mientras que Europa
Oriental se aleja un poco más: Moscú (690 ms), Bratislava (704 ms), Budapest (786 ms) y
Varsovia (800 ms). La región del Océano Pacífico amplía aún más las distancias: Auckland (753
ms), Sydney (865 ms), Canberra (994 ms), Hong Kong (981 ms) y Beijing (1192 ms).
Ciber-privacidad
La jeraquía ciberespacial determinada a nivel cartográfico, muestra que las conexiones desde
Buenos Aires deben pasar por ciertos puntos centrales en su tránsito, en estos puntos,
¿deberemos pagar un ciber-peaje?. Esta no es una pregunta menor, Cukier (1999) ha llegado a
proclamar un colonialismo basado en el “ancho de banda” de las comunicaciones y en este
sentido ve de forma problemática en el E-commerce que la mayoría de las comunicaciones
francesas pasen por Londres.
La privacidad en el ciberespacio es uno de los principales temas de debate con los cuales
hemos ingresado al siglo XXI, según Echeverría (1998) el orden y la seguridad son los dos
principales problemas a resolver para la verdadera consolidación de la red. Con el mapa
ciberespacial que aquí presentamos queda expresado con total claridad que la “red sin centro”
se mantuvo en el nivel de idea, y que quedan al descubierto áreas privilegiadas desde donde se
pueda ejercitar la gestión y el control total de los flujos de las comunicaciones. (5)
Nuevamente, entonces, comienzan a aparecer metáforas como las del Panóptico de Jeremías
Bentham y la de Big Brother de George Orwell, al ver que no nos podemos desligar, ni siquiera
en INTERNET, de la centralidad del poder totalitario que representan. Un control real y virtual al
mismo tiempo, ya que todo individuo, al sentirse vigilado termina actuando en consecuencia
(Maldonado, 1998).
La geografía nos brinda un elemento más que apoya con una visión de jerarquía ciberespacial
la tesis de la televigilancia global (Virilio, 1999), aunque en este nivel solamente nos referimos a
la vigilancia de información on-line, en su recorrido por la red. (6)
Por lo tanto en este punto no puede estar ausente la mención al sistema ECHELON, que tanta
discusión ha traído a la comunidad científico-tecnológica y a la opinión pública internacional
desde inicios del año 2000. (7)
ECHELON es el sistema automatizado de intercepción global de transmisiones operado por los
servicios de inteligencia de cinco países: Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y
Nueva Zelanda. La vigilancia de este sistema alcanza todo tipo de transmisiones sobre el
planeta con una performance de 3 billones de comunicaciones diarias entre las cuales se
encuentran, llamadas telefónicas, mensajes de correo electrónico (e-mails), downloads en
conexiones a páginas Web y transmisiones vía satélite.
Si bien en los días de la “guerra fría” este programa estaba dirigido a interceptar las
comunicaciones de la Unión Soviética y del bloque de los países comunistas, hoy su costo multimillonario se justifica por el accionar oficial en contra del terrorismo (Goodspeed, 2000). Sin
embargo la captación de mensajes es indiscriminada y hasta se ha desatado un escándalo de
espionaje industrial (8). El sistema ECHELON intercepta el 90% del flujo de las comunicaciones
on-line por la red mundial para luego “filtrar” los mensajes a través de palabras claves
(dictionary).
En una entrevista, el periodista e historiador escocés Duncan Campbell afirma que el sistema ya
fue utilizado aquí durante la guerra de Malvinas (Copani, 2000), interceptando las
comunicaciones argentinas y retransmitiéndolas a Gran Bretaña desde dos bases ubicadas en
Australia y Nueva Zelanda, mientras que actualmente hay cuatro bases que ponen su atención
en este lugar del mundo, ubicadas en Puerto Rico, Canadá (Ottawa), Estados Unidos
(Washington) e Inglaterra (Menwith Hill).
Como se ha visto en nuestro ciber-mapa, la gran mayoría de las conexiones realizadas pasan
por Estados Unidos de forma directa, de manera que en estos casos no se hace necesaria una
estación especial para interceptarlas, sino que el ciber-peaje ya se encuentra en marcha.
Consideraciones finales
Un estudio realizado a inicios de la década de 1990 demostraba que el tema acerca del impacto
espacial de las comunicaciones telefónicas había sido tenido en cuenta muy poco desde una
perspectiva geográfica en nuestro país (Leskó & Velázquez, 1992), sin embargo, en la
actualidad el tema adquiere nueva relevancia si se aborda desde un punto de vista del efecto
sobre el espacio geográfico que traerán las actuales infraestructuras de comunicación digital y
al mismo tiempo, se considera la posibilidad de utilización de los importantes recursos
enumerados por Bosque Sendra (1999) para poder realizar su estudio sistemático hacia el
futuro. (9)
Se sabe que el teléfono inicialmente permitió el surgimiento de los rascacielos centrales debido
a que ya una oficina podía administrarse aunque estuviera dispersa en diferentes plantas
(comunicación vertical) y a su vez permitió una importante suburbanización al no necesitarse
necesariamente trasladarse para lograr una comunicación efectiva. Trajo simultáneos procesos
de centralización y descentralización.
Las redes telefónicas son la infraestructura base de INTERNET con lo cual se le brinda un nuevo
objetivo y significado al ampliar sus posibilidades incorporando la aptitud de traslado de una
mayor variedad de información en diferentes formatos. El efecto sobre el espacio real no se
hará esperar y como hemos visto que las distancias ahora se pueden medir en milésimas de
segundo nos encontramos todos más cerca y hasta se discute si en el futuro serán funcionales
las megalópolis de millones de habitantes de la actualidad (10); el Gran Buenos Aires hoy
cuenta con aproximadamente 14 millones de habitantes.
Muchas especulaciones pueden aparecer y la situación está lejos de tomar otro rumbo. A inicios
del 2001 muchos autores hablan de que todo se encontrará en la red, mientras que ya
técnicamente se sabe que a través de las posibilidades de conexiones inalámbricas la red estará
en todo. Una visión que muestra ya amplias ventajas pero también nuevas formas del control
cibernético de la sociedad.
Las nuevas tecnologías nos muestran en una perspectiva histórica el inexorable camino que las
distintas potencias mundiales siguen en la búsqueda del dominio planetario; los caminos, los
mares, el aire y el espacio. Hoy se debe sumar la nueva frontera electrónica, el ciberespacio.
Mientras tanto la localización cobra una nueva dimensión; dime por dónde pasas y te diré quien
te vigila.
Notas
1. Los iniciales estudios geográficos se basaron en representar de forma temática los datos
censales y estadísticos en unidades espaciales amplias. De esta manera, el trabajo de Batty &
Barr (1994) da cuentas a nivel mundial de la difusión de INTERNET mostrando la incorporación
de los países a la red mundial desde julio de 1991 a enero de 1994 en una secuencia
cartográfica que indica también el número de hosts conectados en cada caso.
2. La red no es únicamente comunicación e intercambio de información, sino que permite
actuar. Cuando se envía un virus por INTERNET o cuando se realiza una transacción comercial
se está principalmente actuando (Echeverría, 1999) y esa posibilidad de manipulación a través
de “recorrer” los caminos de la red es la que nos ha permitido realizar la cartografía
ciberespacial que ha posibilitado encarar este estudio.
3. Según Kurzweil (1999) existen evidencias concretas para afirmar que ya hemos comenzado a
vivir la era de las máquinas dotadas de inteligencia, y desde la computadora HAL de 2001 A
Space Odyssey a los modelos Nexus 6 de Blade Runner existe un amplio espectro de
posibilidades evolutivas. Mientras tanto el androide P3 de Honda, el robot humanoide más
avanzado del mundo (wwqw.honda.co.jp) y la mascota Aibo de Sony en su segunda generación
(www.aibo-europe.com) nos muestran una tendencia que difícilmente sea revertida
4. Tanto Kitchin (1998) como Dodge & Kitchin (2001), desde la geografía, consideran que la
tecnología ciberespacial volcada a la economía global comienza a mostrar evidencias de la
“ciudad dual” propuesta por Castells (1995) como manifestación socio-espacial empírica de la
ciudad informacional. El caso de estudio que toman estos autores es Dublin (capital de la
República de Irlanda) quien ha creado el fenómeno de crecimiento económico basado en la
industria de alta tecnología que llevó a su denominación como el “Tigre Celta” desde los 90, al
mismo tiempo que el United Nations Human Developmen Report del año 1998 considera al país
con el más alto nivel de polarización social entre ricos y pobres dentro de la Unión Europea.
5. El contenido “invisible” de los flujos comunicacionales también ha resultado motivo de
análisis. Los códigos ocultos que aparecen en nuestros escritos digitales, como manifestación
artística han sido bien retratados desde un punto de vista gráfico por el artista español Jorge
Dragón, en imágenes de textos multicolores que, según Gómez Miranda (2000), nos
demuestran que estamos actuando, sin saberlo, como transmisores del virus del poder.
6. Estas tecnologías se basan en información. Mientras la información se mueve por
propagación y difusión, los objetos físicos lo hacen por distribución, en este sentido, la
información que no se encuentra en movimiento, según Barlow (1998) deja de existir. La
práctica de guardar información, propia de las burocracias, se convirtió en un mecanismo
obsoleto ya que su calidad se degrada muy rápidamente, tanto en tiempo como en distancia,
desde su fuente de producción.
7. Recomendamos al lector incursionar en “Petits débats sur Echelon” (Le Monde
Diplomatique: www.monde-diplomatique.fr/dossiers/echelon), donde se podrán encontrar
trabajos de Philippe Riviere y Paul Virilio.
8. “Escándalo internacional: las reacciones por el espionaje industrial”. De Le Monde, especial
para Clarín. En el artículo se denuncia la posición dominante de Estados Unidos para beneficiar
a sus empresas. Sábado 26 de febrero de 2000. Asimismo, el trabajo de Green (1999) presenta
ampliamente la relación entre vigilancia y poder en la economía informacional global.
9. Basta con considerar los cuatro aspectos principales que estructuran la definición de Ciencias
de la Información Geográfica: conceptos teóricos, algoritmos matemáticos, programas
informáticos y dispositivos físicos. El ciberespacio aportará nuevos elementos para la
comprensión del espacio relacional multidimensional actual, los algoritmos matemáticos y los
programas informáticos permitirán la delimitación y medición de estos nuevos espacios y los
dispositivos físicos, de los que se destacan los instrumentos de realidad virtual, permitirán
recorrer otros mundos, inclusive aquellos generados por la tecnología SIG (ver Bosque Sendra,
1999).
10. Graham (1997) considera que la disolución urbana motivada por el avance de las
telecomunicaciones es uno de los cinco mitos que rodean a estas tecnologías, junto al
determinismo tecnológico, su acceso universal, la sustitución del transporte por las
telecomunicaciones y la ampliación del poder local. El debate entre la relación de la telemática y
los nuevos escenarios urbanos lo ha desarrollado Maldonado (1998) con gran amplitud, quien
rescata consideraciones de autores como Elias o Mattelart, quienes lo han estudiado como una
relación histórica en la que cada sociedad se estructura en base a las infraestructuras que
posibilitan la interdependencia entre los hombres, es decir, su configuración comunicativa.
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