Anexos II. Escalas y referencias para Centro América, Mexico y República Dominicana Anexo II.a. Melgar_Quiñonez H, Zubieta AC, Valdez E, Whitelaw B, Kaiser L. Validation of an instrument to monitor food insecurity in Sierra de Manantlán, Jalisco. Salud Pública Mex. 2005;47(6):413-22. Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco ARTÍCULO ORIGINAL Validación de un instrumento para vigilar la inseguridad alimentaria en la Sierra de Manantlán, Jalisco Hugo Melgar-Quiñonez, MD, PhD,(1) Ana Claudia Zubieta, PhD,(1) Enriqueta Valdez, MD, MS,(2) Barbara Whitelaw, MS,(3) Lucia Kaiser, PhD, RD.(3) Melgar-Quiñónez H, Zubieta AC, Valdez E, Whitelaw B. Validación de un instrumento para vigilar la inseguridad alimentaria en la Sierra de Manantlán, Jalisco. Salud Publica Mex 2005;47:413-422 Melgar-Quiñónez H, Zubieta AC, Valdez E, Whitelaw B. Validation of an instrument to monitor food insecurity in Sierra de Manantlán, Jalisco. Salud Publica Mex 2005;47:413-422 Resumen Objetivo. Validar una versión de la Escala de Seguridad Alimentaria (FSS) en comunidades de la Sierra de Manatlán, Jalisco. Material y métodos. Usando grupos focales se modificó la FSS. Posteriormente se aplicó una encuesta a mujeres con niños preescolares. La FSS se validó correlacionándola con el inventario de alimentos del hogar y con la variedad de dieta de la entrevistada. La encuesta incluyó un cuestionario socio-económico. Resultados. El 44% de los hogares indicaron inseguridad alimentaria leve, 33% hambre moderada y 19.7% hambre severa. La inseguridad alimentaria estuvo inversamente correlacionada con el inventario de alimentos (r=-0.36**), alimentos de origen animal (r=-0.28**), lácteos (r=-0.25**), alimentos procesados (r=-0.37**), frutas (r=0.21*) y verduras (r=-0.28**); *p<0.05, **p< 0.01. La inseguridad alimentaria estuvo asociada a la baja variedad de dieta (r=-0.23; p=0.02). Estas asociaciones se mantuvieron en modelos multivariados. Conclusión. La FSS es un instrumento útil para vigilar la inseguridad alimentaria en zonas rurales de Jalisco. Abstract Objective. To validate a version of the Food Security Scale (FSS) in communities located in Sierra de Manantlán, Jalisco. Material and Methods. Using focus groups, the FSS was modified to fit the Mexican context. Subsequently, a survey was applied to women with pre-school aged children. The FSS was validated in correlation with a household food inventory and the dietary variety of the individual being interviewed. The interview also included a socioeconomic questionnaire. Results. Forty-four percent of the households reported mild food insecurity, 33% reported moderate hunger and 19.7% reported severe hunger. Food insecurity was significantly and inversely correlated with the number of food items in the household (r=-0.36**), animal source foods (r=-0.28**), dairy products (r=-0.25*), processed foods (r=-0.37**), fruits (r=-0.21*), and vegetables (r=-0.28**); *p<0.05, **p< 0.01. Food insecurity was also associated with low dietary variety (r=-0.23, p=0.02). These associations were maintained in multivariate models. Conclusions. The FSS is a useful tool for monitoring food insecurity in rural regions of Jalisco. Palabras clave: inseguridad alimentaria; inventario de alimentos; diversidad de dieta; México Key words: food insecurity, food inventory; diet diversity, México Este estudio fue financiado por el programa UC-MEXUS Collaborative Grants y, parcialmente, por el programa Global Livestock CRSP ,USAID PCE-G-0098-000036-00. (1) (2) (3) Department of Human Nutrition, The Ohio State University Facultad de Medicina, Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara Department of Nutrition, University of California at Davis Fecha de recibido: 6 de enero de 2005 • Fecha de aprobado: 12 de octubre de 2005 Solicitud de sobretiros: Hugo Melgar-Quiñonez, Department of Human Nutrition, 325 Campbell Hall, 1787 Neil Avenue, Columbus, OH 43210-1295. Correo electrónico: melgar-quinonez.1@osu.edu salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 413 ARTÍCULO ORIGINAL a Reserva de la Biosfera de la Sierra de Manantlán (RBSM) está ubicada en el suroeste del estado de Jalisco y comprende un área de 140 000 hectáreas. La agencia que la administra busca conservar el medio ambiente del área, mientras impulsa proyectos de desarrollo con el fin de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la reserva. No obstante, estos programas carecen de indicadores válidos y fáciles de aplicar que permitan medir el impacto de las intervenciones en la situación de seguridad alimentaria de las comunidades localizadas en la reserva. La inseguridad alimentaria se ha definido como la disponibilidad limitada o incierta de los alimentos que permiten cubrir los requerimientos nutricionales de los individuos, así como la habilidad limitada o incierta para adquirir dichos alimentos de una manera aceptable desde la perspectiva social y cultural.1 Por su parte, el concepto de hambre se refiere específicamente a la sensación física incómoda o de dolor causada por la escasez de alimentos. Dada su complejidad, la medición del fenómeno de inseguridad alimentaria en el ámbito del hogar incluye varios factores. El primero de ellos es el cuantitativo relacionado con la habilidad o posibilidad de tener acceso a suficientes alimentos. El segundo se refiere al aspecto cualitativo que tiene que ver con el tipo y la variedad de la dieta de los miembros del hogar. El tercer elemento es de carácter psicológico y está asociado al estado de ansiedad causado por la carencia de los alimentos. El cuarto componente se relaciona con las normas para obtener los alimentos de manera social y culturalmente aceptable.2 El marco conceptual de la inseguridad alimentaria sostiene que este fenómeno es un “proceso manejado” por las familias a lo largo de una secuencia de eventos de inseguridad alimentaria, donde los hogares afectados recurren a una serie de estrategias que les permiten hacerle frente.3 Primero, se vive un periodo caracterizado por ansiedad y preocupación en torno a la provisión de alimentos disponible. Luego, se ajusta el presupuesto del hogar, lo que afecta la calidad de la dieta en términos de diversidad de los alimentos. Este periodo representa el nivel de inseguridad alimentaria más leve (nivel del hogar/leve). Posteriormente, los adultos limitan la cantidad y calidad de los alimentos que ellos consumen, lo cual corresponde al nivel moderado de inseguridad alimentaria (nivel adulto/moderado). Finalmente, se ven afectadas la cantidad y calidad de los alimentos consumidos por los niños, que es el grado más severo (nivel infantil/ severo). Algunos estudios cualitativos en América Latina indican que las mujeres limitan su propia ingesta de alimentos en un esfuerzo para proteger a los hombres del hogar, así como a los niños.4 Melgar-Quiñonez H y col. L En el marco de la inseguridad alimentaria, la falta de diversidad en la dieta tiene implicaciones nutricionales muy importantes especialmente cuando la dieta tiene poca variedad y baja ingesta de frutas, verduras y productos animales. Un indicador muy prometedor en la estimación del acceso a alimentos es la variedad o diversidad de la dieta, expresada como el número de alimentos o grupos de alimentos consumidos durante un periodo de tiempo específico.5-7 Con el fin de cuantificar la inseguridad alimentaria en los Estados Unidos de América (EUA), se desarrolló una escala que permite determinar de manera regular el nivel de inseguridad alimentaria y hambre en el hogar. Dicha escala, conocida bajo el nombre de Encuesta de Seguridad Alimentaria (FSS: Food Security Survey), es parte de la Encuesta Continua de Población (Current Population Survey). Cada año, el Departamento de Agricultura de los EUA (ERS-USDA) publica un informe sobre la prevalencia de inseguridad alimentaria para toda la nación.8 Durante los últimos 10 años se han llevado a cabo numerosos estudios para evaluar la solidez de la FSS, los cuales han confirmado el marco conceptual planteado, así como la utilidad de la escala en la población de ese país.9-11 Estos estudios han establecido la asociación entre inseguridad alimentaria y factores adversos a un buen estado nutricional y de salud, como el consumo inadecuado de energía y nutrimentos,12 la disminución en los suministros alimentarios en el hogar13 y los problemas emocionales en los niños.14 Algunos estudios indican también una relación entre niveles de inseguridad alimentaria leve y moderada con sobrepeso en mujeres, que pudiese estar determinada por ciclos de un consumo elevado de alimentos altos en calorías.15-18 Adicionalmente, se han llevado a cabo estudios con familias de origen latinoamericano en los EUA y en América Latina, los cuales indican la validez que la FSS tiene en estas poblaciones.19-22 Los estudios con inmigrantes latinoamericanos en los EUA han demostrado que el estado socioeconómico, la escolaridad y la habilidad en el uso del inglés se asocian indirectamente con la inseguridad alimentaria. Asimismo, se ha encontrado una correlación entre inseguridad alimentaria y disponibilidad de frutas, verduras y productos de origen animal.23-26 Aunque la pobreza está íntimamente asociada con la inseguridad alimentaria, la medición de este fenómeno usando indicadores económicos es muy compleja. Los ingresos salariales, por ejemplo, no son fáciles de tasar, especialmente en países en vías de desarrollo y áreas rurales donde la agricultura de subsistencia y los recursos naturales contribuyen al capital del hogar. Con base en la experiencia previa de los autores con poblaciones rurales latinoamericanas y debido a la necesidad de contar con instrumentos de fácil uso y bajo 414 salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco costo para medir el nivel de inseguridad alimentaria en la RBSM, se llevó a cabo un estudio con el propósito de validar una versión modificada de la FSS en comunidades localizadas en esa región. Material y métodos Ulterior a la exploración cualitativa del concepto y percepción local de la inseguridad alimentaria y el hambre, sus causas y consecuencias, así como de las estrategias desarrolladas por las familias para enfrentar ese fenómeno, y como parte del proyecto Planificación Local de la Agricultura y la Naturaleza (PLAN),3,25 el cual tuvo lugar entre los años 2000 y 2003 en áreas rurales de Bolivia, Ecuador y México, los autores llevaron a cabo un estudio con el propósito de validar una versión modificada de la FSS en comunidades de la RBSM. Esta encuesta comprendió también un inventario de alimentos, tres cuestionarios de recordatorio de dieta de 24 horas, así como un cuestionario socio-económico. Antes de llevarse a cabo, este estudio fue aprobado por el comité de ética de la Universidad de California en Davis y el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara en Ciudad Guzmán, y se obtuvo el consentimiento informado de los participantes. Debido a que no se cuenta con un estándar confiable para la inseguridad alimentaria en el hogar contra el cual validar la FSS, se utilizaron en este estudio dos variables íntimamente asociadas con ese fenómeno: el inventario de alimentos en el hogar y la variedad de dieta de la persona entrevistada. Dicho enfoque ha sido propuesto y utilizado en múltiples estudios de validación de esta herramienta.27 Selección de comunidades y hogares Con base en sus principales características geográficas (tales como accesibilidad con vehículo terrestre), las comunidades de la RBSM se clasificaron en dos áreas geográficas ubicadas en los márgenes norte y sur de la zona central o zona núcleo: 1-Norte) área del río (comunidades cerca del río Ayuquila); 2-Sur) área del bosque (comunidades en la zona forestal). Las comunidades se clasificaron con respecto al tamaño de su población, definiendo como comunidades pequeñas a aquéllas con una población menor a 150 habitantes y como comunidades grandes a aquéllas con una población mayor. La selección se hizo a partir de un listado inicial de 34 comunidades proporcionado por las autoridades de la RBSM. Un total de diez comunidades, cuatro en área del río (tres grandes y una pequeña) y seis en el área más boscosa (tres grandes y tres pequeñas), se eligieron de manera aleatoria simple para la encuesta. Es importante hacer salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 ARTÍCULO ORIGINAL notar que debido a problemas que pudieran poner en peligro la seguridad del equipo encuestador, no se incluyeron algunas comunidades en la selección. En estas comunidades se seleccionaron todos los hogares con niños en edad escolar (n=107). Se excluyeron hogares sin niños, ya que la FSS incluye siete insumos relacionados con los hijos de la persona entrevistada. Debido a que la situación de inseguridad alimentaria de los hogares puede variar dependiendo de la edad de los niños que viven en ellos, se determinó enfocar el estudio en un grupo restringido a la edad escolar. En cada uno de los hogares seleccionados se entrevistó a la mujer a cargo de la preparación de los alimentos para la familia. Desarrollo y codificación del instrumento de seguridad alimentaria La inseguridad alimentaria se midió usando una versión en español modificada de la FSS utilizada con anterioridad en un estudio con inmigrantes mexicanos en California.21 Previo a la aplicación de la FSS en Jalisco, se llevó a cabo una serie de 12 grupos focales con el objetivo de examinar la validez aparente del instrumento, y la discusión se enfocó principalmente en el lenguaje utilizado en las preguntas (n=133 participantes). Investigadores del Centro Universitario del Sur, apoyados por un equipo de asistentes de campo entrenados en metodología de grupos focales, actuaron como facilitadores y moderadores de las sesiones de discusión. Todas las sesiones se grabaron y transcribieron al pie de la letra para su análisis (los resultados no se incluyen en esta publicación). Con base en los hallazgos de los grupos focales se procedió a la modificación de las 18 preguntas incluidas en la FSS para adaptar el lenguaje del instrumento al contexto local. Se modificaron algunas palabras del cuestionario de seguridad alimentaria original porque los participantes las desconocían o no entendían su significado. En estas comunidades, seguridad alimentaria fue entendida como “tener los alimentos necesarios” para comer, lo cual significa, tener frijoles, tortillas, sal y, a veces, huevos y leche. Aunque todos los grupos admitieron que han pasado periodos de hambre, también todos informaron haber tenido, siempre, al menos tortillas disponibles. Las principales causas de inseguridad alimentaria y hambre indicadas por los habitantes de la RBSM son la falta de trabajos bien remunerados, falta de transporte público efectivo, alto índice de nacimientos y mal entendimiento de las leyes ambientales de la reserva. Previo a la aplicación de la encuesta, un grupo de estudiantes del Centro Universitario del Sur, quienes recibieron un entrenamiento previo de dos días, llevaron a cabo una prueba piloto en 15 hogares de la región. 415 ARTÍCULO Melgar-Quiñonez H y col. ORIGINAL La FSS consta de 18 ítemes orientados a medir la percepción de la persona entrevistada en torno a su situación de seguridad alimentaria y la de su familia (cuestionario anexo). Tres de los ítemes corresponden a preguntas respecto a la frecuencia de ocurrencia de la situación presentada en la pregunta anterior. Diez de los ítemes en la FSS se refieren a la inseguridad alimentaria del hogar en general y de los adultos. Los restantes ocho ítemes están relacionados con los niños. Esta escala asigna al hogar en cuestión un puntaje de inseguridad alimentaria basado en el número de respuestas respondidas de manera afirmativa, donde las tres preguntas de frecuencia se codificaron con un punto en aquellos casos en que la situación en cuestión ocurrió más de una vez en el marco de tiempo de referencia. En caso contrario, los ítemes de frecuencia se codificaron con 0. En consecuencia, el puntaje de inseguridad alimentaria tiene un rango de 0 a 18 puntos, correspondiendo el nivel de inseguridad alimentaria más severo al puntaje más alto. El cuestionario tuvo como marco de referencia los últimos tres meses previos a la entrevista, ya que se esperaba que la población fuera más vulnerable a la inseguridad alimentaria durante esos meses. Las respuestas a los ítemes se codificaron y ordenaron de acuerdo con procedimientos estándares sugeridos por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América.28 Con base en el puntaje de inseguridad alimentaria, se generó una variable categórica de cuatro niveles, con la cual se clasificaron los hogares de la siguiente manera: 1) hogares seguros = 2 o menos respuestas afirmativas; 2) hogares inseguros sin hambre = 3-7 respuestas afirmativas; 3) hogares en inseguridad alimentaria con hambre moderada = 8-12 respuestas afirmativas; 4) hogares en inseguridad alimentaria con hambre severa = 13 o más respuestas afirmativas. La sumatoria de los alimentos generó un puntaje de inventario de todos los alimentos presentes en el hogar, así como puntajes específicos por grupos de alimentos (productos de origen animal, lácteos, carnes, frutas, alimentos procesados, etc.) para cada hogar. Inventario de alimentos De los 107 hogares del estudio, en 103 se tuvieron datos completos de inseguridad alimentaria. De éstos, 99 completaron tres días de recordatorio de dieta. Por considerarse aberrante, se eliminó del estudio el dato correspondiente a una mujer con la variedad de la dieta de más de tres desviaciones estándar arriba de la media. El análisis de los datos se efectuó con SAS para Windows, versión 8.02 (Cary, NC, USA). La validez del instrumento de seguridad alimentaria se examinó a través de la asociación del puntaje de inseguridad alimentaria con el número de alimentos en el hogar, así como con la variedad de la dieta. Además, se evaluó la correlación de inseguridad alimentaria con otras variables socioeconómicas, como la educación de la madre, características de la vivienda y pertenencias. La relación entre las variables se midió con las pruebas de correlación de Pearson. Finalmente, para identificar las princi- Para evaluar el inventario de alimentos al momento de la entrevista inicial, se desarrolló una lista de los 112 alimentos más comúnmente encontrados en esta región de México. Los autores adaptaron originalmente el inventario utilizado a partir de un instrumento que se usó en estudios con inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos de América.29 Además de agrupar los alimentos por grupos (cereales, frutas, verduras, carnes, etc.), el inventario de alimentos contenía también preguntas abiertas sobre otros alimentos no incluidos en el cuestionario, así como una pregunta respecto a la última ocasión en que se habían adquirido alimentos en el hogar en cuestión. Cada alimento presente en el hogar fue codificado con “1”, mientras que aquellos alimentos no presentes en el hogar fueron codificados con “0”. 416 Recordatorios de dieta de 24 horas Se administraron tres recordatorios de dieta de 24 horas en días consecutivos a la persona entrevistada (madre de familia encargada de la preparación de los alimentos). Estos cuestionarios correspondieron en cada caso a dos días ubicados entre semana y un día de fin de semana, por lo que las entrevistas se realizaron de dos maneras: 1) jueves, viernes y sábado y 2) domingo, lunes y martes. Los entrevistadores anotaron los tipos de alimentos y bebidas que se consumieron en esos días. A todas las mujeres entrevistadas se les preguntó si estaban embarazadas y/o lactando, y de ser así, si estaban evitando comer ciertos alimentos. Con base en estos datos, se calculó la variedad de la dieta a la cual cada tipo de alimento consumido contribuyó con un punto, excluyendo los condimentos usados en la preparación de las comidas. Datos sociodemográficos La encuesta administrada incluyó también datos relativos a la composición del hogar, las características físicas de la vivienda y los materiales de construcción, la escolaridad y alfabetización de la persona entrevistada, el acceso al programa gubernamental Progresa (actualmente conocido como Oportunidades) y la posesión de animales domésticos, huertas y otras pertenencias. Análisis de datos salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco ARTÍCULO pales variables asociadas con la variedad de la dieta y con el número de alimentos en el hogar, se realizó un análisis de regresión lineal múltiple ajustado por el efecto de conglomerado mediante ecuaciones generalizadas de estimación (GEE), incorporando el área geográfica como conglomerado. Resultados Las características de los hogares participantes en el estudio se ilustran en el cuadro I. La mitad de las comunidades se ubicaban en el área del bosque y la otra mitad en el área del río de la reserva. Tal como se demuestra en la figura 1, casi la totalidad de los hogares informaron padecer algún grado de inseguridad alimentaria. El cuadro II muestra la relación entre inseguridad alimentaria y el inventario de alimentos. En la medida en que aumenta la inseguridad alimentaria, disminuye el número de alimentos en el hogar. Esta relación negativa es estadísticamente significativa en lo tocante a alimentos procesados, alimentos altos en azúcares refinados, frutas, verduras/legumbres y alimentos de origen animal, Cuadro I DE LOS HOGARES (N =103) Media Desviación estándar 31.1 6.7 7.5 2.7 Edad (años de la entrevistada) Tamaño del hogar (# de personas) Características de la vivienda • Piso de tierra • Dueños de casa • Agua entubada • Progresa Porcentaje % (n) 83 (85) 74 (76) 85 (88) 81.4 (83) especialmente lácteos, (p ≤ 0.05). El porcentaje de familias que poseían alimentos provenientes de la caza o la pesca al momento de la entrevista fue muy bajo para detectar diferencias significativas cuando se comparó con el puntaje de inseguridad alimentaria, el cual fue más alto en los hogares localizados en el área del bosque en comparación con aquellos ubicados en el área del río. No se encontró una relación significativa entre inseguridad alimentaria y los indicadores socioeconómicos, tanto en la medida continua como categórica. Tampoco se halló relación entre indicadores socioeconómicos y el puntaje de inventario de alimentos. En el análisis bivariado se descubrió una asociación significativa y positiva entre el puntaje de inventario de alimentos y variedad de la dieta (r= +0.34, p < 0.001). Del mismo modo, este análisis demostró una asociación significativa e inversa entre el puntaje de inseguridad alimentaria y variedad de la dieta (r=-0.23, p< 0.02). Por otro lado, ni el embarazo ni la lactancia, al momento de la entrevista, estuvieron asociados con la variedad de la dieta. A través de modelos de análisis de regresión múltiple se examinó la relación de inseguridad alimentaria con la variedad de la dieta y con el inventario de alimentos (cuadros III y IV, respectivamente), para lo cual se tomaron como elementos de control del análisis el embarazo y lactancia de la entrevistada, la localización de la comunidad, el tamaño del hogar, las características de la vivienda, el tipo de propiedad sobre la misma, la participación en el programa gubernamental Progresa, la siembra de frijol y maíz, el acceso a agua entubada, las prácticas de caza y pesca, la recolección de plantas silvestres, la compra de alimentos y el nivel de educación de la persona entre- 50 40 Alimentos disponibles en el hogar • Maíz • Frijoles • Huerta de verduras • Árboles frutales • Caza • Pesca • Plantas silvestres 96.3 (99) 41.1 (42) 35.5 (37) 66.4 (68) 16.6 (17) 45.8 (47) 50.5 (52) Animales domésticos presentes en el hogar • Gallinas y pollos • Puercos • Vacas • Cabras 93.5 (96) 50.5 (52) 17 (18) 15.9 (16) salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 Porcentaje (%) DESCRIPCIÓN ORIGINAL 30 20 10 0 Seguros Inseguros moderados Hambre moderada Hambre severa % población FIGURA 1. NIVELES DE INSEGURIDAD ALIMENTARIA EN LOS HOGARES PARTICIPANTES 417 ARTÍCULO Melgar-Quiñonez H y col. ORIGINAL vistada. Tanto la asociación entre inseguridad alimentaria y variedad de la dieta como la relación de inseguridad alimentaria e inventario de alimentos fueron estadísticamente significativas en el análisis multivariado (cuadros III y IV). Cuadro III COEFICIENTES DE REGRESIÓN LINEAL MÚLTIPLE ENTRE LA VARIEDAD DE LA DIETA, INSEGURIDAD ALIMENTARIA Y VARIABLES RELACIONADAS (N=98) Variedad de dieta* Coeficiente Error de regresión estándar Valor t Valor p Discusión Con base en los resultados de los grupos focales previos a la encuesta, se esperaba que la inseguridad alimentaria estuviera asociada con una disminución de alimentos en el hogar, en lo que se incluyen proteínas de origen animal, productos lácteos, comidas procesadas y, consecuentemente, una baja variedad de la dieta. Por otra parte, el tener que recurrir al uso de plantas silvestres y a la pesca era comúnmente visto entre la gente más joven como vergonzoso. Por lo tanto, se esperaba que las familias en inseguridad alimentaria hicieran más uso de estos productos en comparación con hogares más seguros. La versión de la escala de seguridad alimentaria que se utilizó en este estudio fue adaptada al entorno de la RBSM a través de la exploración en grupos focales de la validez aparente del instrumento (datos no incluidos). En el presente estudio la inseguridad ali- Cuadro II CORRELACIÓN DE INSEGURIDAD ALIMENTARIA CON VARIABLES DE SUMINISTRO DE ALIMENTOS EN EL HOGAR ( N=103) Grupos de Alimentos Correlación de Pearson (r) Valor p Inventario de alimentos Origen animal* Lácteos‡ -0.36 -0.28 -0.25 ≤ 0.001 ≤ 0.01 ≤ 0.01 Alimentos Procesados§ Alimentos altos en azúcar# Frutas& Verduras y legumbres≠ -0.37 -0.30 -0.21 -0.28 ≤ 0.001 ≤ 0.01 ≤ 0.05 ≤ 0.01 * ‡ § # & ≠ Carne de res, carne de puerco, cecina, vísceras, pollo, pescado, carne de animales silvestres, huevos, leche, crema, queso, yogurt Leche, crema, queso, yogurt Aceite, café, productos en lata, sopas y caldos instantáneos, harinas, pastas, botanas procesadas, refrescos, pan dulce, galletas, pastelitos, jugos, bebidas en polvo, azúcar Refrescos, pan dulce, galletas, pastelitos, jugos, bebidas en polvo, azúcar Manzanas, plátano, zarzamora, granada china, melón, sandía, naranja, toronja, mandarina, limón, lima, mango, papaya, jícama, bonete, guamuchiles, parotas y otros Aguacates, betabel, col, zanahoria, pepino, lechuga, verdolaga, berros, acelga, cebolla, ajo, chícharos, habas, ejotes, chiles, papas, camote, calabaza, calabacita, chayote, jitomates, tomate verde, rábanos, nopales, frijoles, lentejas, guajes 418 Puntaje de inseguridad alimentaria‡ Comunidad Tamaño del hogar§ Material de la pared de casa Material del piso de casa Agua entubada Ultima vez que compró alimentos# Animales Plantas silvestres& -0.2504 0.3309 -0.0811 -1.4004 1.8335 2.0164 0.3547 8.1027 0.8464 0.1221 -2.05 0.044 0.2080 1.59 0.116 0.1728 -0.47 0.640 0.6470 -2.16 0.033 1.1954 1.53 0.129 0.8117 2.48 0.015 0.1595 2.22 0.029 2.7086 2.99 0.004 0.3390 2.50 0.015 (R2=0.3430)≠ * Puntaje de variedad de dieta calculado como el número de diferentes tipos de alimentos consumidos durante los tres días de recordatorio de dieta de 24 horas; no incluye condimentos ‡ Puntaje de inseguridad alimentaria como variable continua donde 0=más seguros, 18=nivel más severo de inseguridad alimentaria § Tamaño del hogar representado por el número de personas que viven y comen en el hogar de la persona entrevistada o comen ahí la mayor parte de las veces. # Ultima vez que compró alimentos dentro de dos o más semanas antes de la entrevista & Recolectó plantas silvestres para comer durante la última semana ≠ Este modelo incluyó también variables relacionadas con la siembra de maíz y fríjol, el tipo de propiedad de la vivienda, la participación en el programa Progresa (actualmente Oportunidades), el número de miembros en el hogar, y el estado fisiológico de la entrevistada (embarazada o lactando) mentaria se asoció de manera inversa al inventario de alimentos, así como a la diversidad de la dieta de las mujeres entrevistadas. Si bien es cierto que el marco de tiempo para la FSS fue diferente al de las variables que se emplearon para su validación, se recurrió a éstas porque, por un lado, el inventario de alimentos refleja aspectos centrales de la seguridad alimentaria: disponibilidad de alimentos y acceso a los mismos; por otro, la variedad de la dieta ha mostrado ser un indicador muy útil para evaluar la ingesta, además de que otros estudios indican una asociación entre esa variable y el gasto en alimentos, así como con el consumo de alimentos básicos y otros.5,6,30,31 Asimismo, ya se informó de una relación similar entre inseguridad alimentaria y el inventario de alimentos en estudios realizados con inmigrantes de origen mexicano residentes en el estado de California,22 así como en otros países de América Latina, donde se usaron marcos de tiempo de un año para todos los intrumentos.32-34 Finalmente, salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco ARTÍCULO Cuadro IV COEFICIENTES DE REGRESIÓN LINEAL MÚLTIPLE ENTRE EL INVENTARIO DE ALIMENTOS , INSEGURIDAD ALIMENTARIA Y VARIABLES RELACIONADAS ( N=98) Inventario de alimentos* Coeficiente Desviación de regresión estándar Valor t Valor p Puntaje de inseguridad alimentaria‡ Comunidad Tamaño del hogar§ Material de la pared de casa Material del piso de casa Agua entubada Ultima vez que compró alimentos# Animales Plantas silvestres& -0.4349 -0.4935 -0.3896 -0.3612 0.8721 0.4974 -0.2247 -3.9852 0.5640 0.1738 0.2960 0.2459 0.9207 1.7010 1.1550 0.2270 3.8542 0.4823 -2.50 -1.67 -1.58 -0.39 0.51 0.43 -0.99 -1.03 1.17 0.014 0.099 0.117 0.696 0.610 0.668 0.325 0.304 0.246 (R2=0.3421)≠ * El puntaje de inventario de alimentos se calcula y registra al momento de la entrevista ‡ Puntaje de inseguridad alimentaria como variable continua donde 0= más seguros, 18=nivel más severo de inseguridad alimentaria § Tamaño del hogar representado por el número de personas que viven y comen en el hogar de la persona entrevistada o comen ahí la mayor parte de las veces # Ultima vez que compró alimentos dentro de dos o más semanas antes de la entrevista & Recolectó plantas silvestres para comer durante la última semana ≠ Este modelo incluyó también variables relacionadas con la siembra de maíz y fríjol, el tipo de propiedad de la vivienda, la participación en el programa Progresa (actualmente Oportunidades), el número de miembros en el hogar, y el estado fisiológico de la entrevistada (embarazada o lactando) a falta de un estándar confiable para evaluar la inseguridad alimentaria en el hogar, se recurrió a dichas variables debido a su íntima relación con el fenómeno de la inseguridad alimentaria.27 El análisis bivariado reveló una asociación significativa entre el inventario de alimentos en el hogar al momento de la entrevista y la variedad de la dieta para la persona entrevistada. A pesar de que los coeficientes de Pearson que se encontraron nunca fueron mayores a 0.36, todos mostraron una alta significancia estadística, y los hallazgos respecto a grupos de alimentos específicos fueron siempre muy consistentes con lo esperado: cuanto mayor inseguridad alimentaria, tanto menor el número de alimentos en el hogar. Finalmente, la validación de la FSS se hizo a través de modelos multivariados que se controlaron por estado socioeconómico, y otras variables de interés. Se mantuvo la asociación significativa entre inseguridad alimentaria y las dos variables seleccionadas para la validación de la FSS. En un salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 ORIGINAL tercer modelo multivariado (no se presentan los resultados) se examinó la relación entre inseguridad alimentaria y variedad de la dieta, y se incluyó el inventario de alimentos como variable independiente. En ese caso la relación entre esta variable y la de variedad de dieta, encontrada previamente en el análisis bivariado, mantuvo su significancia estadística (coeficiente=0.25; p=0.001), pero la asociación de variedad de dieta e inseguridad alimentaria perdió su significancia (coeficiente=0.15; p=0.26). Esta situación podría explicarse si se considera que la situación de inseguridad alimentaria está determinando el suministro de alimentos en el hogar, y este último, a su vez, tiene un efecto directo en la variedad de la dieta. De esta manera la inseguridad alimentaria estaría afectando de manera indirecta a la variedad de la dieta y por ello no se detecta una relación directa en este último modelo. Entre las limitaciones afrontadas por este estudio se encuentra la poca variabilidad en términos socioeconómicos y, por ende, de seguridad alimentaria al interior de la muestra. Sin embargo, a pesar de que la muestra de hogares no fue seleccionada de manera aleatoria, sí lo fue la selección que se hizo de las comunidades y corresponde a las características socioeconómicas bajo las que viven la gran mayoría de los hogares ubicados en las comunidades localizadas en la RBSM. Los índices de inseguridad alimentaria son altos en esa zona, tal y como lo muestran los hallazgos de este trabajo, lo cual determinó que fuese imposible reclutar hogares más prósperos. Pese a ello, la asociación de inseguridad alimentaria con el suministro alimentario y la variedad de la dieta tuvo la dirección esperada y se mostró estadísticamente significativa en el análisis bivariado. Hasta donde los autores tienen información, este estudio es el primero en explorar en el área rural mexicana la utilidad de esta herramienta. Sin embargo, los resultados del estudio convergen con los de otro realizado en la Ciudad de México, en el cual se encontró una relación significativa e inversa entre inseguridad alimentaria y el consumo diario de frutas, verduras, carnes y productos lácteos.35 Los resultados de este estudio indican que la versión adaptada al contexto mexicano de la escala de seguridad alimentaria es una herramienta útil para medir el estado de inseguridad alimentaria en la Sierra de Manantlán en Jalisco. En una población que aparenta poca variación en indicadores socioeconómicos, es todavía posible detectar diferencias en el suministro de alimentos en el hogar usando el instrumento de seguridad alimentaria. Es importante subrayar la necesidad de llevar a cabo más investigación en torno a esta herramienta y a otros instrumentos similares con el fin de contar con indicado419 ARTÍCULO ORIGINAL res válidos y confiables que permitan evaluar el estado de inseguridad alimentaria en el plano nacional en México. Los resultados de este estudio indican la factibilidad de contar con un instrumento con esas características. Debido a su bajo costo, su fácil aplicación y la facilidad para obtener resultados inmediatos, aun bajo condiciones de poca infraestructura y limitados recursos para el análisis de datos, la FSS representa un instrumento de gran utilidad como parte integrante de sistemas de supervisión y evaluación en los programas alimentarios y asistenciales en todo el país. La cuantificación de la inseguridad alimentaria en el ámbito nacional contribuiría de manera sustancial en la definición de los objetivos a corto, mediano y largo plazo de los programas orientados a combatir el hambre y a la evaluación de su impacto. Asimismo, la identificación de los grupos en mayor riesgo permitiría orientar los esfuerzos de dichos programas hacia los grupos más vulnerables. Agradecimientos Un especial agradecimiento se extiende a todas las familias que participaron en este estudio. A los estudiantes del Centro Universitario del Sur en Ciudad Guzmán por su impecable trabajo como encuestadores. Finalmente, a los directivos de la Reserva de la Biosfera de la Sierra de Manantlán, a los colegas del Centro Universitario de la Costa Sur en Autlán, Jalisco, y al proyecto PLAN por todo el apoyo brindado a este trabajo. Referencias 1. Anderson SA. Core indicators of nutritional state for difficult-tosample populations. J Nutr 1990; 129:1559-1600. 2. Campbell CC. Food Security: A nutritional outcome or a predictor variable? J Nutr 1991; 121: 408-415. 3. Radimer KL, Olson CM, Greene JC, Campbell CC, Habicht JP. Understanding hunger and developing indicators to assess it in women and children. J Nutr Educ 1992; 24: 36S-45S. 4. Melgar-Quiñonez HR, Zubieta AC, Moermond TC. Seguridad alimentaria en comunidades rurales de América Latina: Diagnóstico cualitativo. XIII Conferencia de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición. Acapulco, México, 2003; Poster CNP 373. 5. Ruel MT. Operationalizing dietary diversity: a review of measurement issues and research priorities. J Nutr 2003; 133:3911S-3926S. 6. Hoddinott J, Yohannes Y. Dietary diversity as a household food security indicator. Food and Nutrition Technical Assistance Project, Academy for Educational Development, Washington, D.C. 2002; 43. 7. Tarasuk VS, Beaton GH. Women’s dietary intakes in the context of household food insecurity. J Nutr 1998; 129: 672-679. 8. Nord M, Andrews M, Carlson S. 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An Adapted Version of the U.S. Department of Agriculture Food Insecurity Module Is a Valid Tool for Assessing Household Food Insecurity in Campinas, Brazil. J Nutr 2004;134:1923-1928. 20. Parás P, Pérez-Escamilla R. El rostro de la pobreza: la inseguridad alimentaria en el Distrito Federal. Revista Este País, 2004;158 (Mayo):45-50. 21. Melgar-Quiñonez HR, Kaiser LL, Martin AC, Metz D, Olivares A. Inseguridad alimentaria en latinos de California: observaciones de grupos focales. Salud Pública Méx 2003;45:198-204. 22. Kaiser LL, Melgar-Quiñonez HR, Townsend MS, Nicholson Y, Fujii ML, Martin AC et al. Food insecurity and food supplies in Latino households with young children. J Nutr Educ Behav. 2003; 35:148-153. 23. Kaiser LL, Valdez-Curiel E, Melgar-Quiñonez H, Zubieta AC, Poster: Development of a tool to monitor food insecurity in the Sierra de Manantlán, Mexico. American Public Health Association 131st Annual Meeting. San Francisco, California. 2003. 24. Perez-Escamilla R, Himmelgreen DA, Ferris A. Community nutritional problems among Latino children in Hartford, Connecticut. Storrs and Hartford, CT; 1997. 25. Melgar-Quiñonez HR, Zubieta AC, Kaiser LL, Valdez E, Moermond TC. Seguridad alimentaria y disponibilidad de alimentos en hogares del área rural. XIII Conferencia de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición. Acapulco, México, 2003; Poster CNP 374. 26. Kaiser LL, Melgar-Quiñonez H, Lamp C, Sutherlin J, Johns M, Harwood J. Food Security and Nutritional Outcomes of Latino Preschoolers. J Am Diet Assoc 2002; 102(7):924-929. 27. Frongillo EA, Jr. The use of scaling and indexing to measure the severity of food insecurity. En: Conference on Food Security Measurement and Research. Food and Consumer Service. U.S. Department of Agriculture and National Center for Health Statistics, Centers for Disease Control and Prevention, U.S. Department of Health and Human Services, Washington, DC, 1994. 28. Bickel G, Nord M, Price C, Hamilton W, Cook J. Guide to measuring household food security. Alexandria VA: U.S. Department of Agriculture, Food and Nutrition Service, 2000. salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco 29. Beto JA, Sheth G, Rewers P. Assessing food purchase behavior among low-income black and Hispanic clients using a self-reported shelf inventory. J Am Diet Assoc 1997; 97: 69-70. 30. Ortega MI, Valencia ME. Measuring the intakes of foods and nutrients of marginal populations in North-west Mexico. Public Health Nutr 2002; 5:907-910. 31. Cristofar SP, Basiotis PP. Dietary intakes and selected characteristics of women ages 19-50 years and their children ages 1-5 years by reported perception of food sufficiency. J Nutr Educ 1992; 24:53-58. 32. Johnson M, Melgar-Quinonez HR, Zubieta AC. Food security and household food supplies in rural Ecuador. Poter presentation at the Experimental Biology Meeting. FASEB J 2005; 19 (5) Abstract 595.3: A 1023. salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 ARTÍCULO ORIGINAL 33. Montoya-Puerta EC, Alvarez-Uribe MC, Estrada-Restrepo A, MelgarQuiñonez HR.Validation of a household food security scalein Antioquia, Colombia. Oral presentation at the Experimental Biology Meeting. FASEB J 2005; 19 (5) Abstract 748.6: A 1350. 34. Zubieta AC, Melgar-Quinonez HR, Dunford C. Relationship between household food security and food expenditure in Bolivia. Oral presentation at the Experimental Biology Meeting. FASEB J 2005; 19 (5) Abstract 748.7: A 1350. 35. Pérez-Escamilla R, Parás P, Dolkar T, Melgar-Quiñonez H. The USDA food security module is a valid tool for assessing household food insecurity in Mexico City. Oral presentation at the Experimental Biology Meeting. FASEB J 2005; 19 (5) Abstract 748.4: A 1350. 421 ARTÍCULO Melgar-Quiñonez H y col. ORIGINAL ANEXO ESCALA MODIFICADA DE SEGURIDAD ALIMENTARIA EN EL HOGAR Encuestador Participante # Nota al entrevistador: Por favor lea toda la pregunta primero y elija solamente una respuesta. Por favor recuerde asegurarse de que las respuestas positivas a las preguntas se deben a “falta de dinero”. Haga una pregunta de prueba solamente si el sujeto responde de manera positiva. Entrevistador: Ahora le voy a hacer unas preguntas de lo que comieron en los últimos 3 meses, o sea de mayo para acá. Por favor dígame si aquí en su casa estas situaciones fueron verdaderas “muy seguido”, “a veces” o “nunca”. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. En los últimos tres meses, ¿estuvieron preocupados de que los alimentos se les terminaran antes de tener dinero para comprar más? Muy seguido A veces Nunca No sabe En los últimos tres meses, ¿los alimentos que habían comprado no les alcanzaron, y no tuvieron dinero para comprar más? Muy seguido A veces Nunca No sabe En los últimos tres meses, ¿comieron los mismos alimentos diario porque se les terminó el dinero para comprar más alimentos? Muy seguido A veces Nunca No sabe En los últimos tres meses, ¿tuvieron pocos tipos de alimentos para sus hijos porque se les terminó el dinero para comprar más? Muy seguido A veces Nunca No sabe En los últimos tres meses, ¿no le dieron a sus hijos comidas variadas porque no les alcanzó el dinero? Muy seguido A veces Nunca No sabe En los últimos 3 meses, ¿sus hijos no estuvieron comiendo lo necesario porque no tenía dinero para comprar comida? Muy seguido A veces Nunca No sabe Durante los últimos 3 meses, ¿usted u otros adultos en su casa comieron menos o dejaron de comer en el desayuno, en la comida, o en la cena porque no había dinero para comprar más? Sí No. En este caso pase a la 8 No sabe 7a. En los últimos 3 meses, ¿cada cuánto le pasó esto? Cada semana Algunas semanas Sólo una vez No sabe 8. Durante los últimos 3 meses, ¿comió usted alguna vez menos de lo que creía que debería comer a causa de que no había dinero para comprar más alimentos? Sí No No sabe 9. Durante los últimos 3 meses, ¿tuvo usted hambre pero no comió porque no pudo comprar la comida necesaria? Sí No No sabe 10. Durante los últimos 3 meses, ¿perdió peso porque no tenía el dinero necesario para comida? Sí No No sabe 11. Durante los últimos 3 meses, ¿dejó usted u otros adultos en su casa de comer por todo un día porque no tenía dinero para comprar comida? Sí No. En este caso pase a la 12 No sabe 11a. En los últimos 3 meses, ¿cada cuánto pasó esto? Cada semana Algunas semanas Sólo una vez No sabe Las siguientes preguntas son con respecto a ___________________________________________________ (Nombre del niño objetivo del estudio) 12. Durante los últimos 3 meses, ¿le sirvió menos comida en el desayuno, comida o cena a su hijo(a) porque no había dinero para comprar más alimentos? Sí No No sabe 13. Durante los últimos 3 meses, ¿dejó de comer su hijo(a) el desayuno, la comida o la cena porque no había dinero para comprar alimentos? Sí No. En este caso pase a la 14 No sabe 13a. En los últimos 3 meses, ¿cada cuanto pasó esto? Cada semana Algunas semanas Sólo una vez No sabe 14. Durante los últimos 3 meses, ¿ocurrió alguna vez que su hijo(a) tuviera hambre pero no le pudo comprar comida? Sí No No sabe 15. Durante los últimos 3 meses, ¿dejó de comer su hijo(a) por todo un día porque no había dinero para alimentos? Sí No No sabe 422 salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005 Anexo II.b. Parás P, Pérez-Escamilla R. El rostro de la pobreza: la inseguridad alimentaria en el Distrito Federal. Rev Este País 2004; 158(5):45-50. E N C U E S T A El rostro de la pobreza: la inseguridad alimentaria en el Distrito Federal Pablo Parás y Rafael Pérez-Escamilla a Organización de las Naciones Unidas define la seguridad alimentaria en el hogar como el “acceso de todas las personas en todo momento a una alimentación de suficiente cantidad y calidad por medios socialmente aceptables. La alimentación disponible debe ser suficiente para que los moradores del hogar tengan una vida sana y activa.”1 La seguridad alimentaria tradicionalmente se ha medido calculando la disponibilidad de calorías per cápita en el país o a través de mediciones del peso y la talla de niños menores de cinco años. En la década de los ochenta investigadores de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, reconocieron la necesidad de medir de una manera más específica y especializada el problema de la inseguridad alimentaria en los hogares. Para ello realizaron investigaciones con herramientas de carácter cualitativo entrevistando a personas consideradas bajo el umbral de la pobreza en el estado de Nueva York, estas personas se caracterizaban por haber experimentado inse- L Los autores agradecen la asistencia de la OPAS -Brasil para la elaboración de este ensayo. Rafael Pérez Escamilla es profesor de nutrición y salud pública de la Universidad de Connecticut. Pablo Parás es director general de la empresa Data Opinión Pública y Mercados y estudia el doctorado en ciencia política en la Universidad de Connecticut. mayo 2004 guridad alimentaria y, en algunos casos, hambre (la forma más extrema de inseguridad alimentaria). Con los resultados de las investigaciones, se concluyó que existían distintos grados de inseguridad alimentaria. 2 En orden de menor a mayor gravedad se pueden identificar tres grados: preocupación sobre la capacidad futura de consumo de alimentos, aceptación de que el consumo de alimentos no es suficiente en su calidad o cantidad, y el hambre (primero en adultos y luego en niños). En el primer grado se identificaron familias que no experimentaban hambre en el momento del estudio pero que tenían la preocupación de enfrentar en un futuro cercano, un panorama en el que no contarían con los ingresos suficientes para consumir una dieta sana y variada. Esto podría suceder por ejemplo, ante una enfermedad repentina o el riesgo de pérdida de empleo por parte del jefe de familia. La primer estrategia de la familia afectada por el estrés socioeconómico es “estirar” el consumo de alimentos, es decir, la implementación de estrategias que buscan un mayor rendimiento de la dieta. Ejemplo de estas estrategias son el diluir la leche con agua para un mayor rendimiento o el consumo de un mayor número de alimentos más baratos que suelen ser ricos en calorías pero pobres en valor nutri- cional. Si la situación que está llevando a la inseguridad alimentaria no se corrige entonces el hogar puede escalar los siguientes grados. En estos casos algunas familias optan por disminuir la cantidad de alimentos destinada a los adultos, y si la situación continúa, las porciones dedicadas a los menores de edad sufrirán el mismo destino, es decir, serán más pequeñas de lo usual. Una vez que el problema del hambre se presenta en los niños, se puede sostener que se ha llegado a la forma más extrema de la inseguridad alimentaria, ya que el concepto supone que los adultos del hogar harían todo lo posible por proteger la seguridad alimentaria de los menores de edad bajo su cuidado. El siguiente paso dado por los investigadores de Cornell fue confirmar, mediante la utilización de datos cuantitativos, sus hipótesis sobre el proceso de desarrollo y los distintos grados de severidad en la inseguridad alimentaria. Para ello elaboraron una escala con doce ítems para establecer una medición precisa sobre el problema de investigación. Los ítems incluyeron preguntas sobre preocupación y exposición a la inseguridad alimentaria en el hogar (incluyendo hambre) tanto en adultos como en niños. Las preguntas de la escala se construyeron con los términos utilizados de manera usual por los sujetos que Este País 45 E N C U E S T A participaron en los estudios cualitativos previos a la instrumentación de la sección cuantitativa. Después de varias pruebas, la escala de Cornell se redujo de doce a diez ítems y utilizando un algoritmo los hogares se clasificaron en cuatro categorías mutuamente exclusivas: seguridad alimentaria, inseguridad alimentaria en el hogar, inseguridad alimentaria en adultos y hambre en niños. Esta escala, desarrollada predominantemente entre personas de raza blanca en Estados Unidos, se aplicó posteriormente entre distintos grupos étnicos incluyendo hispanos, 3 demostrando con ello su validez externa. A principios de los años noventa, el gobierno de Estados Unidos reconoció la inseguridad alimentaria como un problema social y de salud pública de suma importancia, por esta razón, encomendó al Departamento de Agricultura (USDA) encabezar el esfuerzo de desarrollo de una escala de medición para la inseguridad alimentaria y que pudiera ser utilizada a nivel nacional. Como resultado, el USDA convocó a un grupo de expertos (incluyendo los investigadores de Cornell) los cuales recomendaron una escala parecida a la de Cornell pero con 18 ítems. Los análisis de este grupo indicaron que esta escala era unidimensional y que sería suficiente calcular un puntaje único aditivo con un rango teórico de 0 a 18 puntos en hogares con niños o adolescentes y de 0 a 10 en hogares con sólo adultos (asignando un punto por cada respuesta afirmativa). Utilizando la escala los hogares fueron clasificados en cuatro categorías: 1) seguridad alimentaria; 2) inseguridad alimentaria leve; 3) inseguridad alimentaria media; y 4) inseguridad alimentaria severa o grave. Este esfuerzo tuvo un gran éxito por lo Este País 46 que se decidió incluir un módulo (de 18 ítems o reducido) de inseguridad alimentaria en la encuesta telefónica mensual de la Oficina del Censo de Estados Unidos y en la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (NHANES). Gracias a esto y a los muchos investigadores que ahora utilizan esta escala, Estados Unidos cuenta ahora con una mejor comprensión de los orígenes y consecuencias de la inseguridad alimentaria en este país.4 Debido a la sencillez y utilidad de la escala de hambre del USDA, otros países han expresado su interés en adaptar el instrumento a sus poblaciones. Un ejemplo importante es el reciente estudio realizado en Brasil llevado a cabo en conjunto por la Universidad de Connecticut y la Universidad de Campinas. Investigadores de ambas universidades coordinaron, durante 2003, un destacado esfuerzo por adaptar y validar el cuestionario de inseguridad alimentaria en cuatro ciudades brasileñas (Campinas, Manaus, Joao Pessoa y Brasilia).5 En cada ciudad, el cuestionario fue probado y modificado mediante dos grupos de enfoque, uno con expertos locales en el área de alimentación y salud pública y otro con miembros de las comunidades-objetivo. Una vez que se ajustó el cuestionario, se aplicó entre 125 y 200 familias en cada ciudad. Los resultados mostraron una consistencia interna muy alta de la escala (comprobando así que efectivamente los ítems medidos pertenecen a una misma dimensión) y tal y como se esperaba, una fuerte asociación en cada muestra poblacional entre: a) el nivel de pobreza y la intensidad de inseguridad alimentaria, y b) la probabilidad de consumo diario de una dieta sana y el nivel de intensidad de inseguridad alimentaria. La investi- gación en Brasil ha ofrecido algunos logros destacados, por ejemplo, la escala ya ha sido utilizada para estimar la presencia de los distintos grados de inseguridad alimentaria en la ciudad de Campinas utilizando para ello una muestra poblacional representativa de más de 800 hogares.6 También se aplicó simultáneamente con una campaña de vacunación en Brasilia con el fin de configurar un mapa de focos de inseguridad alimentaria en la ciudad.7 Debe destacarse que estos esfuerzos tuvieron gran apoyo tanto en lo político como lo financiero de parte del gobierno federal de Brasil, y esto se debe en buena medida a que los resultados han sido muy útiles para que el gobierno brasileño comprenda mejor los avances alcanzados con sus políticas de erradicación de hambre conocidas como Fome Zero instrumentadas por el presidente Luiz Inácio da Silva. México es un país que puede beneficiarse de manera importante de un esfuerzo de adaptación, validación, y aplicación de la escala de de inseguridad alimentaria del USDA, retomando en buena medida la experiencia en Brasil. En este marco los autores del presente artículo iniciaron una fructífera colaboración para adaptar el instrumento a la realidad mexicana y aplicar el cuestionario en una muestra representativa del Distrito Federal en 800 hogares. Los ítems se validaron por medio de entrevistas piloto previas al estudio cuantitativo y fueron incluidos en la ola número 19 del Termómetro Capitalino, una investigación periódica de la opinión pública de la capital de México.8 A continuación se presentan los principales resultados obtenidos de esta investigación sin precedentes en nuestro país. Las cifras muestran los resultados de la validación de la mayo 2004 E N C U E S T A escala, la cuantificación de los grados de inseguridad alimentaria en el D. F., y los factores de riesgo para los distintos niveles de inseguridad alimentaria en la capital mexicana. Esperamos que al igual que en Brasil, los resultado sean útiles para que tanto las autoridades, académicos e investigadores, y organizaciones de la sociedad civil se dirijan a: 1) proponer objetivos de reducción de inseguridad alimentaria a nivel de hogar a corto, mediano y largo plazos; 2) dirigir de manera más precisa sus esfuerzos de ayuda para la alimentación de los grupos más desprotegidos; y 3) medir el impacto de las políticas de reducción de pobreza, particularmente sobre la seguridad alimentaria en los hogares. Del mismo modo, la medición de la inseguridad alimentaria podría establecer vínculos de comunicación con esfuerzos similares, como las mediciones sobre pobreza realizadas por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), que tienen como eje central la utilización de encuestas por muestreo, especialmente la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en Hogares (ENIGH) del INEGI. Inseguridad alimentaria en el Distrito Federal A pesar de que las 16 delegaciones del Distrito Federal están catalogadas en el nivel 7 del nivel de bienestar del INEGI, y que ello coloca a esta entidad por encima de la media nacional en distintos indicadores como acceso a servicios de alimentación, salud, educativos, vivienda, cultura y recreación, aun persisten rezagos importantes en el aspecto social. Con el fin de documentar la persistencia de carencias sensibles en lo relacionado con las condiciones básicas de desarrollo, mayo 2004 los días 14 y 15 de diciembre de 2003, se aplicaron las preguntas del índice de inseguridad alimentaria del USDA en el Distrito Federal; el método utilizado para ello fue una encuesta por muestreo de 800 casos representativa de la población adulta de 18 años o más.9 El cuestionario se dividió en dos perfiles ya mencionados en la introducción, por un lado se aplicó una batería de preguntas en los hogares que contaban con menores de edad bajo responsabilidad de adultos (niños y/o adolescentes), y una batería adicional a los hogares sin menores de edad. La escala con la cual se define el grado de inseguridad alimentaria del hogar cuenta con ocho iítems en hogares sin menores de edad y quince items en hogares con niños y/o adolescentes. Cada ítem mide una situación específica y se pregunta al entrevistado si dicha situación ha ocurrido en su hogar en los últimos tres meses; un ítem pregunta por ejemplo si en los últimos tres meses, alguna vez se le dio menor cantidad de comida a los niños porque no hubo suficiente dinero para comida. Con base en el número de respuestas afirmativas para cada una de las ocho/quince situaciones se construye un índice aditivo que puede ir desde cero (ninguna situación sucedió en ese hogar en los últimos tres meses) hasta un puntaje de ocho/quince (todas las situaciones sucedieron en ese hogar). Los hogares cuyo puntaje en la escala fue cero se clasificaron como hogar con seguridad alimentaria. El resto de los hogares es clasificado en uno de los tres niveles de inseguridad alimentaria de acuerdo con el número de respuestas afirmativas en grupos equidistantes. Los hogares con niños o adultos que contestaron afirmativamente a cinco de las quince situa- ciones son considerados como inseguridad leve, los que contestaron de seis a diez como inseguridad mediana y los que afirmaron once a quince son considerados como inseguridad grave. Tal y como sucedió en Brasil, los análisis psicométricos mostraron una consistencia interna excelente de la escala. En el D. F. también se encontró que el grado de severidad de inseguridad alimentaria (IA) se asoció fuertemente con el nivel de pobreza y con una probabilidad cada vez más baja de consumir diariamente una dieta variada y saludable. La primera gráfica muestra la distribución de la IA para el Distrito Federal. La imagen muestra que 42% se clasifica en la primera categoría, seguridad alimentaria; el 58% restante enfrenta algún grado de inseguridad alimentaria: 28% manifiesta inseguridad leve, 23% inseguridad mediana y 7% inseguridad grave. Al analizar los datos por tipo de hogar observamos que aquellos hogares con niños muestran mayores proporciones de inseguridad alimentaria que aquellos hogares sin niños. La grafica dos muestra que mientras que la mitad de los hogares sin niños (53%) goza de seguridad alimentaria, ese porcentaje es significativamente menor en hogares con niños (35%). Esto muestra que tanto la incertidumbre (percepción) como la realidad (capacidad de alimento y hambre) son más severas en hogares con menores. La tabla 1 muestra el porcentaje de hogares que afirmaron haber sufrido cada una de las situaciones medidas para cada una de las cuatro categorías de IA. Esta tabla ayuda a entender lo que significa cada una de las categorías y en gran medida dibuja el rostro de la pobreza. Como ya se había mencionado, aquellos hogares que se encuentran en Este País 47 E N C U E S T A seguridad alimentaria contestaron negativamente a cada una de las situaciones medidas. Las últimas tres columnas muestran para cada una de las situaciones el porcentaje de hogares que contestó afirmativamente. La primera situación por ejemplo, muestra que en 62% de los hogares clasificados en IA grave por lo menos un adulto dejó de comer durante todo el día por falta de recursos. Este porcentaje se reduce a 6% en IA mediana y no existe en IA leve. Si por lo general la dureza de los números suele ser fría en este caso congela. En tres cuartas partes de los hogares clasificados en el grado de inseguridad más grave (7% de lo hogares del D. F.) algún adulto no satisface el hambre o pierde peso por falta de alimento; en nueve de cada diez hogares o más se come menos de lo que se desea, la comida es de baja calidad, hay una constante preocupación por la capacidad de alimentarse y la comida no rinde lo suficiente. Para esta misma categoría los datos para hogares con menores de edad son igualmente crudos. Y la situación no es mucho más alentadora en el grado de IA mediana en donde además de preocupación se identifican porcentajes importantes con carencias y hambre. La IA leve podría ser una meta para el mediano plazo; en esta categoría se identifican niveles muchos menores de preocupación y de carencias aunque están presentes todavía, sin embargo la cantidad de Distribución de la inseguridad alimentaria en el Distrito Federal 42% 28% 23% 7% Seguridad alimenticia (SA) Inseguridad leve (IL) Inseguridad mediana (IM) Inseguridad grave (IG) alimentos o el hambre (definida como el dejar de comer alimentos durante todo un día) no parecen presentarse en este nivel. Los datos sirven también para identificar si los programas sociales llegan a los más necesitados. La tabla 2 muestra que la efectividad Tabla 1. Composición de la inseguridad alimentaria. Porcentaje de hogares en donde ocurre la situación TODOS LOS HOGARES Seguridad Alimentaria Inseguridad Alimentaria Leve Mediana Grave En los últimos tres meses algún adulto de su familia no comió durante todo el día porque no hubo suficiente dinero para comida 0 0 6 62 En los últimos tres meses perdió peso porque no tuvo suficiente dinero para comprar comida 0 1 9 74 En los últimos tres meses algún adulto dejó de comer porque no había suficiente dinero 0 2 13 78 En los últimos tres meses comió menos de lo que pensaba que debía porque no había suficiente dinero para comida 0 3 29 90 En los últimos tres meses: No teníamos lo suficiente para comer una comida sana y variada 0 47 93 94 En los últimos tres meses: Nos preocupó que la comida se podía acabar antes de tener dinero para comprar más comida 0 65 95 96 En los últimos tres meses tuvo hambre pero no comió porque no tuvo suficiente dinero para comida 0 2 21 96 En los últimos tres meses: La comida que compramos no duró mucho y no había dinero para comprar más 0 49 97 98 HOGARES CON NIÑOS MENORES DE 18 AÑOS Seguridad Alimentaria Inseguridad Alimentaria Leve Mediana Grave En los últimos tres meses algún niño no comió durante todo el día porque no hubo suficiente dinero para comida 0 0 4 53 En los últimos tres meses algún niño no comió por que no hubo suficiente dinero para comida 0 0 5 66 En los últimos tres meses alguna vez un niño tuvo hambre pero no contó con suficiente dinero para comprar más comida 0 1 13 79 En los últimos tres meses dió menos cantidad de comida a los niños porque no hubo suficiente dinero para comida 0 3 29 84 En los últimos tres meses: Dependíamos de unos pocos alimentos de baja calidad para dar comida a los niños, porque se nos terminó el dinero disponible para comprar alimentos 0 27 93 95 En los últimos tres meses: No teníamos el dinero suficiente para ofrecer una comida sana y variada a los niños 0 34 92 97 En los últimos tres meses: Mis hijos no comían lo suficiente porque no teníamos dinero para comprar suficiente comida 0 11 83 100 Este País 48 mayo 2004 E N C U E S T A de los programas sociales parece depender del tipo de apoyo del que se trate. Por un lado efectivamente si existe una relación entre el nivel de inseguridad y el porcentaje de hogares que recibe leche: 62% de los hogares en IA grave, 35% en IA mediana y leve y 21% en los de seguridad alimentaria. Habría que evaluar el costo de tener todavía una mejor asignación de recursos para beneficiar a los hogares de mayores carencias. En el caso de apoyos en medicamentos y servicios médicos no parece existir la misma efectividad ya que en todas las categorías alrededor de 10% indica que recibe este tipo de apoyos. Adicionalmente parece existir una correlación importante entre el grado de inseguridad alimentaria y Distribución de la inseguridad alimentaria en el D.F. por tipo de hogar (%) 53 35 34 26 22 17 8 4 SA IL Hogar sin niños IM IG Hogar con niños algunos indicadores de capital social y humano así como de la preferencia democrática. Los datos presentados en la tabla 3 son tan sólo una sugerencia de esta relación que debe de ser explorada con mayor profundidad para determinar si efectivamente existe y si dicha relación no es espuria (es decir generada por una causal común). Las teorías de capital social definen a la confianza interpersonal como una de sus variables de más relevancia. Los datos muestran que a mayor gravedad en la IA menor la confianza interpersonal. En cuanto al capital humano un indicador importante es la percepción del estado de salud de los individuos; aquí también encontramos una relación inversa entre el estado de salud y la IA. Es interesante notar que a mayor inseguridad, es menor el porcentaje que considera que la democracia es el mejor tipo de gobierno. En dos de estas tres categorías (capital social y preferencia de régimen) no existen diferencias estadísticamente significativas entre seguridad alimentaria y los niveles leve y mediana de IA lo cual sugiere una importante diferencia cualitativa entre las actitudes y preferencias entre IA grave y el resto de las categorías. Esto Tabla 2: Efectividad de apoyos gubernamentales por tipo de Inseguridad Alimentaria Seguridad Alimentaria Inseguridad Alimentaria Leve Mediana Grave Porcentaje que recibe leche 21 35 35 52 Porcentaje que recibe medicamentos o servicios médicos 10 11 9 8 Tabla 3. Relación entre IA, capital social, capital humano y preferencia democrática Seguridad Alimentaria Inseguridad Alimentaria Leve Mediana Grave Porcentaje que afirma que se puede confiar en la mayoría de las personas 19 17 16 6 Porcentaje de personas que reportan un estado de salud “muy bueno” o “bueno” 70 57 38 32 Porcentaje que afirma que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno 73 69 66 56 mayo 2004 sugiere que quizás el resolver las condiciones que generan la condición de IA más grave traerá beneficios sociales adicionales. Un argumento similar, el de beneficios sociales adicionales, ha sido sugerido al investigar los efectos de combatir la corrupción y el crimen.10 Los resultados de esta encuesta muestran la urgencia de tomar en cuenta a la inseguridad alimentaria cuando el gobierno toma decisiones sobre políticas públicas. Es evidente que políticas que conlleven a más y mejores empleos y a reducir la pobreza pueden mejorar sustancialmente la seguridad alimentaria de los hogares mexicanos. También es muy importante ampliar la red de apoyo de alimentos para las familias más desprotegidas en tiempos de crisis sociales y económicas como las que vive el país actualmente. Un paso muy importante que se debe dar es el que, tal y como sucedió en Brasil, el gobierno explícitamente proponga el objetivo de reducir sustancialmente la inseguridad alimentaria en México en un tiempo razonble. Para que esto suceda será necesario comprender mejor la distribución de la inseguridad alimentaria a nivel nacional, por lo que resulta deseable que se realice este mismo diagnóstico en cada una de las entidades federativas. La erradicación de la inseguridad alimentaria severa debe ser una prioridad muy alta para el país. Este esfuerzo va a requerir el trabajo en equipo de las autoridades locales, estatales y federales del sector salud y de las responsables del desarrollo social y económico del país ❚ 1 Organización Mundial de la Salud, oficina regional de Europa, http://www.euro.who.int/nutrition/Security/ SecTop 2 Radimer K. L., “Measurement of household food security in the USA and Este País 49 E N C U E S T A other industrialized countries”, Public Health Nutrition, dic. 2002, 5(6A):859-64. 3 Pérez-Escamilla R., Ferris A. M., Drake L., Haldeman L., Peranick J, Campbell M., Peng Y. K., Burke G., Bernstein B., “Food stamps are associated with food security and dietary intake of inner-city preschoolers from Hartford, Connecticut”, Journal of Nutrition, nov. 2000, 130(11):2711-7, y Frongillo E. A., “Validation of measures of food insecurity and hunger”, Journal of Nutrition, feb. 1999, 129(2S Suppl):506S-509S. 4 Carlson S. J., Andrews M. S., Bickel G. W., “Measuring food insecurity and hunger in the United States: development of a national benchmark measure and prevalence estimates”, Journal of Nutrition, feb. 1999, 129(2S Suppl): 510S-516S y Nord M., Andrews M., Winicki J., “Frequency and duration of food insecurity and hunger in US households”, Journal of Nutrition Education and Behavior, jul-ago. 2002, 34(4):194-200. 5 Segall Corrêa A. M., Pérez-Escamilla R., (In)Segurança alimentar em Campinas: inquérito de base populacional, Universidade Estadual de Campinas, 2003. 6 Segall Corrêa A. M., Pérez-Escamilla R., Kurdian Maranha L., Archanjo Sampaio M. F., (In)Segurança alimentar no Brasil: validaçao de metodologia para acompanhamento e avaliação, Universidade Estadual de Campinas, 2003. 7 Leao M., Trabajo presentado en el Congreso Latinoamericano de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (SLAN), Acapulco, México, noviembre, 2003. 8 El objetivo del Termómetro Capitalino ( TC ) es tener una lectura periódica y confiable de la opinión pública de los adultos de la capital del país. Dicha investigación nace por la iniciativa de Alejandro Moreno y Pablo Parás en diciembre de 1997. Las primeras quince olas del TC fueron realizadas por el Centro de Estudios de Opinión Publica bajo la dirección de Pablo Parás. Las olas 16 a 19 del TC han sido finan- Este País 50 ciadas y realizadas por la empresa Data Opinión Pública y Mercados. Los resultados principales del TC han sido publicados en la revista Este País. 9 Levantamiento: 14 y 15 de diciembre de 2003. Tamaño de la muestra: 800 casos. Metodología: entrevistas personales en domicilio con habitantes del D. F. de 18 años o más. El marco muestral es de secciones electorales, seleccionadas otorgando probabilidad proporcional al tamaño de personas en el listado nominal de cada sección. Se realizaron diez entrevistas por sección siguiendo un método aleatorio de selección de manzanas, hogares y entrevistados. Los resultados se manejan con un nivel de confianza de 95% con margen de error de +/3.5 por ciento. 10 Parás P., “Unweaving the social fabric: The impact of crime on social capital”, Center for U.S.-Mexican Studies. Project on Reforming the Administration of Justice in Mexico, may 15,2003, http://repositories.cdlib.org/usmex/prajm/paras mayo 2004 II.c. Dávila Díaz OG, Torres Mendoza BM, Márquez Campos FJ. Inseguridad alimentaria y frecuencia de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y osteoartritis en adultos mayores ambulatorios de la estancia diurna del DIF Zapopan, Jalisco. Revista de la Universidad del Valle de Atemajac. 2007;12(59). Inseguridad alimentaria y frecuencia de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y osteoartritis en adultos mayores ambulatorios de la estancia diurna del DIF Zapopan, Jalisco Obdulia Graciela Dávila Díaz*, Blanca Miriam Torres Mendoza** y Francisco Javier Márquez Campos*** “…2006 representó un año más para continuar con la importante tarea de dar seguimiento al actual y cada vez más creciente tema de la senectud, novedoso por el crecimiento acelerado de la población añosa del mundo…” Investigación presentada en el II Congreso Internacional de Nutrición en la UNIVA, que obtuvo el Primer Lugar en el concurso de carteles en la modalidad Profesionista. Resumen Se define la seguridad alimenticia como el acceso de toda la gente a tener alimento suficiente para una vida activa y saludable, así como la disponibilidad inmediata de víveres adecuados y seguros adquiridos por vías socialmente aceptables. De los adultos mayores ambulatorios, 69% presentan algún grado de insuficiencia alimentaria acompañada en 18% de hambre severa y en 39% de moderada. La hipertensión arterial es 7.3 veces más frecuente en los individuos con insuficiencia alimentaria. *Docente en el departamento de Histología del Instituto de Ciencias Biológicas, Universidad Autónoma de Guadalajara; **Docente en la Maestría en Nutrición Clínica, UNIVA y en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud, U. de G; ***Médico adscrito al Centro de Atención para el Adulto Mayor del DIF de Zapopan, Jalisco. El envejecimiento es un proceso natural, universal, progresivo e irreversible que inicia con el nacimiento y dura toda la vida; por ello la importancia de preparar al individuo y a la sociedad en su conjunto, a fin de que esta transición conlleve seguridad y dignidad. Un logro importante de la humanidad ha sido el crecimiento de la esperanza media de vida como resultado de la mejora de servicios de salud y avances tecnológicos; al mismo tiempo, implica un gran reto que exige la resolución de diversas problemáticas ligadas a este fenómeno demográfico, ya que se estima que para el año 2050 el número de personas adultas mayores será del 30% en la población y alcanzará la cifra mundial de 2,000 millones (Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo Social, 1994). Por ello, el tema del envejecimiento poblacional ha sido abordado en diversos foros internacionales donde se han hecho propuestas para mantener, fortalecer y proteger a la familia, además de convocar a gobiernos para asegurar que todas las personas puedan envejecer con seguridad y dignidad, propiciando su continua participación en la sociedad como ciudadanos en plenitud de derechos. El 2006 representó un año más para continuar con la importante tarea de dar seguimiento al actual y cada vez más creciente tema de la senectud, novedoso por el crecimiento acelerado de la población añosa del mundo. En nuestro país, dicha tendencia no ha sido diferente, encontrándose cada vez más elevada, particularmente en el Estado de Jalisco. En el censo del 2000 se registraron 7’423,876 adultos mayores, y corresponden a nuestro estado 475,419, de los cuales 53.6% son mujeres; 40% son viudos, divorciados o solteros; 25% analfabetas; 14% presenta alguna discapacidad. En 35% de los hogares existe un adulto mayor, por lo que se torna prioritario el establecimiento de acciones de apoyo a esta población, asumiendo equitativamente la corresponsabilidad entre gobierno, familia y la propia población adulta mayor, tomando conciencia de la importancia que representan como integrantes de nuestras familias, aunque no todos ellos tienen la oportunidad de contar con una que les dé abrigo, protección y, sobre todo, que aprenda de su valioso capital de experiencias (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 2000). Los adultos mayores son considerados población vulnerable, presentan riesgo elevado de adquirir enfermedades, así como de tener un estilo de vida y nutrición deficiente, entre otras carencias que afectan su calidad de vida. La preocupación por la carencia de alimentos y el hambre determinó que la Asociación Dietética Americana en 1990 convocara a enfrentarlos (Anderson, 1990). El primer problema fue definir y medir el hambre, y el Instituto Americano para la Nutrición definió la inseguridad alimentaria (IA): “Cuando la disponibilidad o la habilidad de adquirir los alimentos nutricionalmente adecuados y seguros de manera socialmente aceptable sea limitada o incierta” y al hambre como “la sensación desagradable o dolorosa causada por la falta de alimento”, subrayando que el hambre y la malnutrición son potencialmente consecuencia de la IA (Campbell, 1991). El grupo Cornell elaboró posteriormente un instrumento para la medición del hambre e IA; después, en 1992, Radimer manejó la evaluación en forma gradual por niveles, donde primero se experimenta la IA en el hogar, seguida de un compromiso en la calidad y cantidad de alimentos consumida por los adultos, considerando el hambre en los niños, que es caracterizada por un detrimento en la calidad de los alimentos consumidos, y finalmente un estadio que representa el problema más severo en los hogares con IA, que es el hambre (Kendall, Olson & Frongillo, 1995). La seguridad alimentaria se ha estudiado identificándola como un indicador del estado nutricio, el cual permite determinar actividades en la vigilancia de la nutrición, que pueden incluir información sobre características demográficas, la frecuencia del consumo de frutas y verduras, y suministros de alimentos en los hogares (Melgar-Quiñones, 2003). El proyecto de la seguridad alimentaria y nutricional se enfoca al acceso económico, es decir, al aspecto de que las personas tengan suficiente comida y no así al aspecto nutricional; si la dieta es nutritiva o si tienen el conocimiento de cómo hacer la comida cuando ya tienen acceso a ella. La inseguridad del alimento existe siempre que la seguridad sea limitada o incierta. La evaluación de la inseguridad del alimento en el hogar a nivel individual implica la medida de esas construcciones cuantitativas, cualitativas, psicológicas y sociales o normativas que sean centrales a la experiencia de la inseguridad del alimento, caracterizadas por ser involuntarias y periódicas. Los factores de riesgo para la IA incluyen cualquier factor que afecte recursos del hogar o la proporción de esos recursos disponibles para la adquisición del alimento. Las consecuencias potenciales de la inseguridad del alimento incluyen al hambre , la desnutrición y directa o indirectamente, los efectos negativos sobre la salud y la calidad de la vida (Nord, Andrews, Winicki, 2002). La disminución significativa de la frecuencia del consumo de frutas y verduras y de la cantidad de alimento en los hogares, y el aumento importante en las deudas son patrones indicativos de un desorden alimentario que se han asociado a un empeoramiento de la inseguridad del alimento (Rose, 1999). El consumo de potasio y de fibra a través de la fruta son diferencias perceptibles entre un alimento seguro y los grupos inseguros de alimento. El porcentaje de individuos que consumen menos del valor recomendado de vitamina C y de cinco frutas y verduras por día es perceptiblemente mayor entre los individuos con IA que entre los que tienen seguridad del alimento (Kaiser & Dewey, 1991). Asimismo, se ha encontrado que la IA está asociada con cambios en la calidad de suplementos alimentarios en el hogar (Kaiser, 1991), particularmente el alimento disponible en hogares y el consumo de frutas y verduras disminuyen los problemas cada vez más severos de inseguridad y hambre (Pierrot, 2001). Además, se ha observado que un patrón cíclico de restricción alimentaria involuntaria, debido a una limitación financiera, puede causar sobrealimentación cuando se obtienen más recursos económicos para adquirir comida. La IA en mujeres se ha asociado con la adecuada variedad de ingesta de frutas y vegetales disponibles, así como con obesidad; y en forma controversial también se ha sugerido la relación con la diabetes mellitus tipo 2 (Townsend, Peerson, 2001). Los mecanismos fundamentales quedan por ser determinados; pueden estar involucrados tanto los factores psicosociales como los biológicos (Pierrot, 2001). Material y métodos Se realizó un estudio con diseño transversal, de junio a agosto de 2006; se incluyeron, del Centro de Atención para el Adulto Mayor del DIF de Zapopan, Jalisco, a cien adultos mayores ambulatorios de bajos recursos económicos y que no tuvieran registrado en su expediente el diagnóstico de deterioro cognitivo. La edad de la población evaluada fluctuó entre 65 y 94 años de edad. De cada individuo se registraron sus datos generales como edad, sexo, estado civil, dependencia económica y con quién cohabitaba; así como la presencia de enfermedades diagnosticadas por su médico. En entrevista se aplicó un cuestionario de 14 preguntas para evaluar la inseguridad alimentaria (Servicio de Nutrición y Alimentación, Depto. de Agricultura, EUA), durante los últimos 12 meses, que incluía además una pregunta de la IA durante la niñez. Cada pregunta de la 2 a la 7, 8 y 12 son de carácter ordinal con las siguientes posibilidades de respuesta: nunca, a veces, muy seguido, siempre y no sabe. En el resto de las preguntas las opciones de respuesta son sí, no y no sabe, excepto las preguntas 1 y 14. Este instrumento evalúa cuatro niveles en secuencia: seguridad alimentaria, inseguridad alimentaria, hambre moderada y hambre severa. Se asociaron los datos por desigualdad relativa (OR) considerando un intervalo de confianza (IC) del 95% y se compararon con la prueba ji2 considerando como diferencia cuando se presentó un nivel de significancia de probabilidad menor a 0.05, con un intervalo de confianza del 95%. Para el análisis de la información se utilizó el software de Excel y Epinfo 2000 con el que se determinó el riesgo de IA y la frecuencia de diversas enfermedades en la población de adultos mayores de la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco. Resultados De los cien adultos mayores ambulatorios incluidos de la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco, 80 fueron del sexo femenino y 20 del masculino, el promedio de edad fue de 74.19 años, con un rango de 65 a 92 años; de los cuales el estado civil se distribuyó como sigue: 8 solteros, 29 casados, 56 viudos, 4 divorciados y 3 separados. 26% de los individuos estudiados vive solo y, del resto, 66% vive con sus hijos o su pareja y 8% con otro familiar (Cuadro No. 1). Cuadro No. 1 Cohabitación y el nivel de insuficiencia alimentaría en los adultos mayores ambulatorios que asisten a la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco. Cohabita con: Solo Hijos Pareja Familiar segundo Nivel de Insuficiencia Alimentaria Seguridad IA con hambreIA con hambre alimentaria IA sin hambre moderada severa Total 6 5 8 7 26 3 10 18 8 39 12 5 9 1 27 0 2 4 2 8 21 22 39 18 100 Respecto al origen de sus recursos económicos para subsistir, 24% dependen económicamente de ellos mismos, 36% de sus hijos o la pareja, 5% de otro familiar y 11% viven de la caridad, careciendo de un ingreso (Cuadro No. 2). Cuadro No. 2 Dependencia económica y el nivel de insuficiencia alimentaría en los adultos mayores ambulatorios que asisten a la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco. Dependencia económica Por sí mismo Hijos Pareja Familiar en 2do. grado Caridad Total Nivel de Insuficiencia Alimentaria Seguridad IA con hambreIA con hambreTotal IA sin hambre alimentaria moderada severa 8 5 8 3 24 5 12 21 10 24 7 2 3 0 12 1 1 3 0 5 0 2 4 5 11 21 22 39 18 100 Todos los adultos mayores refirieron padecer alguna enfermedad, presentando como las más frecuentes la diabetes mellitus tipo 2 (DM-2) con 17%, hipertensión arterial (HTA) con 20%, ambas DM-2 y HTA en un 20% y osteoartritis (OA) en 31% (ver cuadros No. 3 y 4); el resto de las enfermedades incluía Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) (6%), asma (3%), insuficiencia venosa (4%), urticaria (2%), migraña (1%), Parkinson (1%) y gastritis (13%) La HTA mostró asociación con la IA (p< 0.05), encontrándose 7.35 (IC 95% 0.86-163.46) veces más riesgo de HTA en los adultos mayores ambulatorios que sufrieron algún tipo de IA que los individuos con alimentos suficientes. En la historia de su niñez sólo 5% de los pacientes entrevistados refirieron haber tenido suficientes alimentos, el resto no (95%), destacando que la mayoría (55%) sufrió carencia de alimentos Discusión La presencia de seguridad alimentaria en 21% de la población estudiada de adultos mayores ambulatorios es pequeña, y la gran mayoría (79%) presentaron una frecuencia elevada de algún nivel del IA. Con respecto a lo reportado en las poblaciones adultas en Estados Unidos, fluctúa entre 7.5 y 15%, y las cifras en adultos mayores no han sido reportadas. Además, se encontró una asociación de riesgo de HTA con la presencia de IA en adultos mayores ambulatorios; aunque esta asociación no ha sido reportada en estudios previos, es posible que se deba a su alta frecuencia en pacientes diabéticos o con obesidad, situación que debe confirmarse en estudios futuros. Se ha descrito asociación de riesgo de la IA con obesidad y se ha sugerido la posible relación DM-2, sustentado en que el antecedente de carencia de alimentos en la vida temprana favorece la ingesta durante la edad adulta de alimentos hipercalóricos y posiblemente de atracones. En este estudio, contrario a lo esperado, no se encontró asociación entre la IA y la DM-2, OA y al resto de las enfermedades registradas, excepto HTA, posiblemente debido a que la muestra estudiada era exclusiva de pacientes ambulatorios. Respecto a la frecuencia de enfermedades crónicas más frecuentes reportadas en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, la diabetes en el grupo de 60 a 69 años tuvo una prevalencia de 19.2%, en este estudio se encontró elevada a 37%, considerando que nuestro grupo es una población con mayor edad, que alcanza los 88 años de edad, y por lo tanto tienen una prevalencia mayor. En lo que se refiere a la prevalencia de HAT, fue menor a las cifras publicadas en la encuesta donde se registran cifr as por arriba del 50% de la población, estas diferencias se deben probablemente a que la población estudiada no incluye a pacientes discapacitados para movilizarse por ellos mismos, lo que permite encontrar menor número de afectados, además de que Jalisco no se encuentra entre los estados con mayor prevalencia registrada en dicha encuesta. (Olaiz-Fernández G., Rivera-Dommarco J., Shamah-Levy T y cols., 2006). Si bien, a mayor edad la prevalencia de enfermedades es más frecuente, en este estudio se destaca que 100% presentaban algún padecimiento, posiblemente por la condición de bajos recursos de la población estudiada, donde la OA tuvo la frecuencia más alta de las enfermedades crónicas. Es importante mencionar que la gran mayoría de los de adultos mayores ambulatorios estudiados dependen de otros familiares e incluso de parientes en segundo grado y por lo tanto cohabitan con estos. La independencia es rara y el estado civil que más frecuentemente se presentó fue la viudez, careciendo de pareja, lo que trae como consecuencia la situación afectiva y social que presenta este grupo de adultos mayores ambulatorios, aunado a que un poco más de la décima parte carece de recursos y vive de la caridad. Por otro lado, es importante destacar que en este grupo estudiado, entre mayor es el promedio de edad se incrementa más e l riesgo de IA, sugiriendo que los factores relacionados con IA, como la carencia de alimentos, y el deterioro psicológico y social están presentes en esta población. La disponibilidad alimentaria y las condiciones de salud de la población geriátrica ambulatoria de bajos recursos evaluada permite resaltar las condiciones de abandono y desatención por la familia y la sociedad, lo que hace necesario sensibilizar a la pobl ación para mejorar la calidad de vida de la población mayor de 60 años y pugnar por que se establezcan políticas que preserven el derecho a la alimentación en estas poblaciones vulnerables. Conclusiones: Existe asociación de riesgo de HAT e IA en adultos mayores ambulatorios de la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco. Es elevada la frecuencia de HAT, DM-2 y/o OA en los adultos mayores ambulatorios de la estancia de día del DIF de Zapopan, Jalisco. A mayor edad, mayor nivel de IA en adultos mayores de la estancia de día del DIF de Zapopan, Jalisco. Las condiciones de vida de los adultos mayores evaluados son deficientes, donde 11% de la población vive de la caridad y uno de cada tres dependen de otras personas para subsistir económicamente. Referencias bibliografias. Anderson, S.A. (1990). Core indicators of nutritional state for difficult to simple populations. Nutr 121:1559-1600. Campbell, C.C. (1991). Food insecurity: a nutritional outcome or a predictor variable? J Nutr. 121(3):408-415. Conferencia Internacional sobre población y desarrollo social. 1994; El Cairo, Egipto. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. (2000). Anuario Estadístico Jalisco 2000. Gobierno del Estado de Jalisco. p. 82-84. Kaiser, L.L., Dewey, K.G. (1991). Migration, cash cropping and subsistence agriculture: relationships top household food expenditures in rural. México: Soc. Sci. Med. 33(10):1113-26. Kendall, A., Olson, C.M., Frongillo, E.A. Jr. (1995). Validation of the Radimer/Cornell measures of hunger and food insecurity. J Nutr. 125(11):2793-2801. Melgar-Quiñonez, H., Kaiser, L.L., Martin, A.C., Metz, D., Olivares, A. (2003). Inseguridad alimentaria en latinos de California: observaciones de grupos focales. Salud Pública. México: 45(3):198-205. Nord, M., Andrews, M., Winicki, J. (2002). Frequency and duration of food insecurity and hunger in US households. J Nutr. Educ. & Behav. 34(4):194-200. Olaiz-Fernández, G., Rivera-Dommarco, J., Shamah-Levy, T., Rojas, R., Villalpando-Hernández, S., Hernández-Avila, M., Sepúlveda-Amor, J. (2006) Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública. Pierrot, M.F.(2001).Theory in behavioral diabetes research. Diabetes Care 24(10):1703-4. Radimer, K.L., Olson, C.M., Greene, J.C., Campbell, C.C., Habicht, J.P. (1992). Understanding hunger and developing indicators to assess it in women and children. J Nutr Edu. 24 (suppl):36S-44S. Rose, D. (1999). Economic determinants and dietary consequences of food insecurity in The United States. J. Nutr. 129: 517S-520S. Townsend, M.S., Peerson, J. (2001). Food insecurity is positively related to overweight in women. J Nutr 131: 1738-1745 Universidad del Valle de Atemajac, Av. Tepeyac #4800, Prados Tepeyac, Zapopan, Jalisco, México. Teléfono Conmutador 31.34.08.00 www.univa.mx © Derechos Reservados Anexo II.d. Rivera-Márquez JA, Guerrero-Alcocer EV. Inseguridad alimentaria en ancianos pobres de la Ciudad de México: importancia para la salud pública y para la agenda social. Nutr Clin. 2006; 9(2):13-9. Nutrición Clínica. 2006;9(2):13-9. ARTÍCULO ORIGINAL Inseguridad alimentaria en ancianos pobres de la Ciudad de México Importancia para la salud pública y para la agenda social José Alberto Rivera Márquez, PhD,* Elvia Vianey Guerrero Alcocer** * Doctor en Epidemiología y Salud Poblacional. Profesor-Investigador del Departamento de Atención a la Salud. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco ** Estudiante de la Licenciatura en Nutrición. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco RESUMEN Objetivo: Analizar la relación entre inseguridad alimentaria y pobreza en ancianos con recursos económicos limitados de la Ciudad de México. Materiales y métodos: Se estudiaron 1 275 hogares con adultos mayores (≥ 70 años) de la Ciudad de México y su zona metropolitana. Se exploraron indicadores de inseguridad alimentaria a nivel individual, pobreza por consumo e índice de masa corporal. Resultados: Las prevalencias de inseguridad alimentaria en la población de estudio oscilan entre 8 y 25%, dependiendo de la temporalidad con la que se analiza el problema. Sin embargo, a medida que la pobreza crece, el acceso a los alimentos es más limitado o incierto. Las experiencias recientes de inseguridad alimentaria afectan a 40% de los ancianos en el estrato más pobre y sólo a 14% en el estrato con menores niveles de pobreza (p < 0.01). Entre tanto, las experiencias pasadas de inseguridad alimentaria fueron reportadas, respectivamente, por 24 y 11% de los ancianos en las categorías antes mencionadas (p < 0.01). Aunque la obesidad es altamente prevalente, su distribución no responde a diferencias socioeconómicas. Conclusiones: Es necesario redoblar esfuerzos para enfrentar de manera más exitosa la inseguridad alimentaria y sus consecuencias en etapas avanzadas de la vida. Palabras clave: inseguridad alimentaria, acceso a los alimentos, pobreza, envejecimiento, Ciudad de México Introducción La inseguridad alimentaria se define como una condición que resulta de un acceso nulo o incierto a los alimentos.1 Estudios realizados en Estados Unidos demuestran su presencia en la población de adultos mayores de distintos orígenes étnicos, condiciones socioeconómicas y áreas de residencia.2-5 Estos trabajos evidencian una estrecha relación entre pobreza e insatisfacción de las necesidades de alimentación durante la vejez. Desafortunadamente, este tipo de aproximaciones son escasas en América Latina, pese a los elevados índices de pobreza y a las profundas desigualdades sociales que se observan en la región. Por ejemplo, en un estudio transversal realizado en hogares con adultos de 65 años de edad y más de la zona urbana de Campinhas, Brasil, se encontró algún grado de inseguridad alimentaria en 50% de la muestra (n = 195).6 Esta cifra llama la atención sobre los determinantes, la distribución y las consecuencias del acceso inadecuado a los alimentos en ancianos de otras áreas urbanas latinoamericanas. En la Ciudad de México la investigación sobre inseguridad alimentaria en adultos mayores se encuentra en sus etapas * Correspondencia: José Alberto Rivera Márquez Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Maestría en Medicina Social. Edificio Central 2do. Piso. Calzada del Hueso 1100, Col. Villa Quietud. Coyoacán, México, DF. 04960 E-mail: arivera@correo.xoc.uam.mx Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006 iniciales. El interés por esta temática surge por las razones que posiblemente han llevado a otros autores a explorar los obstáculos que impiden a muchos envejecer de manera exitosa en ciudades y metrópolis de otros países dependientes. En las últimas décadas se han registrado en América Latina incrementos importantes en la proporción de individuos de 60 años de edad y mayores con respecto a la población total. Esta característica de la transición demográfica se da con mayor énfasis en las áreas urbanas,7 aunque existen expresiones diferenciadas del proceso de envejecimiento a lo largo de la región. Sin embargo, surgen otros factores que hacen suponer la existencia de inseguridad alimentaria entre los ancianos de la Ciudad de México. Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en el año 2000 poco más de la mitad de la población mexicana adulta mayor residente de áreas urbanas no contaba con una fuente de ingreso. Esta cifra fue prácticamente igual a la de Honduras y El Salvador (54.5 y 51%, respectivamente), países que poseen desarrollo menor al de México, y muy superior a la de Brasil (alrededor de 29%), con quien teóricamente se comparten índices de bienestar similares.8 La falta de recursos económicos, así como de oportunidades para generar ingreso propio crean condiciones de profunda vulnerabilidad social durante la vejez.9-12 De hecho, hay quienes afirman que los ancianos enfrentan mayores dificultades para salir de la pobreza que las cohortes poblacionales más jóvenes.13 Así, si se asume al dinero como el elemento más importante para la supervivencia en el ámbito de la ciudad: 13 Rivera-Márquez JA y Guerrero-Alcocer EV ABSTRACT Objective: To analyze the relationship between food insecurity and poverty in elders with limited economic resources from Mexico City. Materials and Methods: 1 275 households with older members (age, ≥ 70) were studied in poor areas of Mexico City and its metropolitan zone. Selected indicators of individual food security, poverty from consumption conditions and body mass index were evaluated. Results: The prevalences of food insecurity in the study population ranked from 8% to 25%, depending on the temporality used in its measurement. However, as poverty increased, limited or uncertain access to food rose. Recent experiences on food insecurity affected 40% of elders in the poorest socioeconomic stratum and only 14% in the wealthiest group (p < 0.01). In turn, past experiences on food insecurity were respectively reported by 24% and 11% of elders in the above-mentioned categories (p < 0.01). Even though obesity is highly prevalent, its distribution is not associated to socioeconomic differences. Conclusions: More efforts are needed to face food insecurity and its consequences in successful ways. Key words: food insecurity, access to food, poverty, aging, Mexico City a mayor poder adquisitivo, mayores posibilidades de satisfacer el hambre y otras necesidades básicas14 y, por tanto, mejores condiciones de seguridad alimentaria. El análisis de las condiciones de acceso a los alimentos en adultos mayores a través de escalas convencionales diseñadas para evaluar inseguridad alimentaria en hogares con adultos más jóvenes y niños es una práctica común.2-6 Uno de los componentes principales de estas escalas es la escasez de recursos económicos como responsable directa de la insatisfacción del hambre. Es necesario reconocer, sin embargo, que el poder adquisitivo no es el único mecanismo que explica las condiciones alimentarias y nutricionales en ancianos. Otros determinantes tales como la salud y la funcionalidad, el acceso a seguridad social, la disponibilidad de apoyo familiar y social, la posibilidad de decidir sobre asuntos cruciales para el funcionamiento del hogar y la calidad de la dieta, por mencionar algunos ejemplos, deben ser explorados a profundidad en el enfoque de este problema. Pese a los vacíos teórico-metodológicos que aún entraña el estudio de las relaciones entre acceso inadecuado a los alimentos, y condiciones precarias de vida y vejez, el objetivo de este trabajo es documentar la existencia de inseguridad alimentaria en individuos con edad ≥ 70 años de la Ciudad de México, y recalcar la relevancia de este problema para la salud pública y la agenda social. 14 ubicados en áreas geoestadístias básicas (AGEB) definidas como pobres, de acuerdo con el XII Censo Nacional de Población y Vivienda (en adelante, Censo 2000).16 En cada hogar de la muestra fue seleccionado un adulto mayor que cumpliera los requisitos de edad y que estuviera dispuesto a participar en el estudio. En total se estudiaron 1 263 individuos, lo que correspondió a 99% de la muestra; sin embargo, sólo fue posible medir el índice de masa corporal (IMC) en 1 247 sujetos, esto es, 98% de la muestra. Inseguridad alimentaria en adultos mayores Materiales y métodos Las condiciones de inseguridad alimentaria en adultos mayores fueron exploradas a través de cinco dominios adaptados de la escala Radimer-Cornell.17,18 Tres de éstos se refieren a experiencias de inseguridad alimentaria que hubiesen ocurrido durante la semana anterior y los otros dos a las percibidas por los ancianos durante el año previo. La escala Radimer-Cornell tiene un componente importante de ingresos y ha sido utilizada para evaluar condiciones de acceso a los alimentos en la población de adultos mayores de Estados Unidos, incluyendo a grupos de origen hispano y de extracción urbana,2-5 quienes presumiblemente poseen características socioculturales similares a las de los ancianos de la Ciudad de México u otras áreas urbanas de México y América Latina. Se construyeron además dos indicadores de inseguridad alimentaria en adultos mayores que registran la presencia de al menos una experiencia reciente o pasada de acceso limitado o incierto a los alimentos. Diseño de estudio y selección de la muestra Pobreza según condiciones de consumo Se analizó la base de datos de un estudio cuasiexperimental15 en el que se incluye una muestra polietápica compuesta por 1 275 hogares con adultos mayores de la Ciudad de México y su zona metropolitana, se midieron indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria y condiciones de vida en adultos de 70 años y más de ambos sexos. Todos los hogares estuvieron Se ha propuesto a la pobreza según consumo como un indicador que expresa de manera más clara las condiciones de vida, en comparación con la pobreza según ingreso.19 Tomando en cuenta el gasto mensual en alimentos, bienes y servicios, así como el valor real o estimado de la renta se construyó un indicador de pobreza según condiciones de consumo en el hogar. Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006 Nutrición Clínica. 2006;9(2):13-9. Los rubros de gasto en éste correspondieron a los propuestos por la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) para el año 2000.20 El valor estimado de la renta se obtuvo a través de modelos de regresión logarítmica lineal, en los que se incluyeron variables del Censo 2000.16 Se construyeron quintiles de gasto promedio per capita mensual con la finalidad de encontrar diferencias socioeconómicas de inseguridad alimentaria y estado nutricio en los adultos mayores de la muestra. En esta desagregación, el quintil I indica el mayor grado de pobreza por consumo, mientras que el quintil V agrupa a quienes tuvieron mejores condiciones de vida según la dimensión antes señalada. Índice de masa corporal (IMC) El IMC se obtuvo a través del peso corporal y la altura de rodilla, siguiendo estándares internacionales para su medición.21,22 Se recomienda el uso de la altura de rodilla como estimador de la talla en etapas avanzadas de la vida dado que muchos individuos tienen problemas posturales o dificultades para mantenerse de pie, lo que complica la medición de la estatura.23 -30 La talla fue obtenida a través de las ecuaciones propuestas por Chumlea y col.,24 tal como se describe a continuación: Para hombres: Talla (cm) = [1.83 ⫻ altura de rodilla (cm)] – [0.16 ⫻ edad] + 82.77 Para mujeres: Talla (cm) = [1.82 ⫻ altura de rodilla (cm)] – [0.26 ⫻ edad] + 84.25 Se utilizaron los puntos de corte para IMC recomendados por la Organización Mundial de la Salud31,32 para clasificar a los adultos mayores medidos en alguna de las siguientes categorías: a) peso bajo: < 18.5 kg/m2, b) peso normal 18.5 a 24.9 kg/m2, c) Sobrepeso I: 25.0 a 29.9 kg/m2, d) Sobrepeso II: 30.0 a 39.9 kg/m2, e) Sobrepeso III: ≥ 40 kg/m2. Análisis de datos A través de modelos de regresión Probit (para variables de resultado binarias, continuas y con tres o más categorías, según el caso), ajustados por efecto de diseño, se analizaron las asociaciones entre inseguridad alimentaria e IMC, inseguridad alimentaria y pobreza, e IMC y pobreza en la población de estudio. Los datos se analizaron con la ayuda del programa estadístico STATA™ versión 8.1.33 Resultados El Cuadro 1 muestra la distribución de algunas variables sociodemográficas referidas a la población de estudio. Alrededor de dos tercios de ésta fue de sexo femenino; la edad promedio de la muestra total fue 77 años. Poco más de la mitad de los sujetos encabezaba su hogar, lo que indica que muchos adultos mayores Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006 siguen teniendo un lugar importante en la toma de decisiones. Sin embargo, los niveles de escolaridad fueron bajos, ya que apenas un tercio de la población contaba con educación primaria o mayor. Aun cuando la disponibilidad de una pareja también fue baja, la mayor parte de los individuos vivía con otras personas, particularmente en hogares multigeneracionales. Cuadro 1. Distribución de la población de estudio de adultos mayores según variables sociodemográficas seleccionadas Ciudad de México, 2002 Variables Sexo Hombres Mujeres Total % 37.2 62.8 100.0 Núm. 470 793 1 263 Edad promedio (promedio ± DE Hombres Mujeres Ambos 77.2 ± 5.8 76.9 ± 5.9 77.0 ± 5.9 Adulto(a) mayor jefe de su hogar 59.9 757 Primaria completa o estudios más avanzados 31.1 393 35.3 74.6 15.7 9.7 100.0 446 942 199 122 1 263 Composición del hogar Tiene pareja Hogar multigeneracional Vive solo(a) Sólo adultos mayores Total 470 793 1 263 De acuerdo con el Cuadro 2, las diferencias de talla estimada según altura de rodilla, peso e IMC por sexo, así como las diferencias de IMC por grupo de edad fueron estadísticamente significativas (p < 0.01). Aunque los hombres fueron más altos y más pesados que las mujeres, el valor promedio del IMC −que en ambos sexos sugiere sobrepeso grado I− fue mayor en la población femenina. Al estratificar a la población de estudio por IMC y grupo de edad se observó sobrepeso en los sujetos de 70 a 89 años y condición normal por este indicador en los de mayor edad. Los datos del Cuadro 3 confirmaron la existencia de inseguridad alimentaria en la población de estudio según indicadores seleccionados. Entre 15 y 21% de los entrevistados informó no haberse alimentado de manera adecuada durante la semana anterior por falta de recursos económicos. Además, menos de 15% de la población de estudio reconoció haber padecido alguna manifestación somática asociada a inseguridad alimentaria en el último año. La agregación de los indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria según periodo de observación reveló que cuatro de cada diez individuos percibió al menos una experiencia reciente de acceso limitado o incierto a los alimentos, mientras que sólo 16% reconoció haber tenido inseguridad alimentaria al menos una vez en 15 Rivera-Márquez JA y Guerrero-Alcocer EV Cuadro 2. Valores promedio de talla estimada, peso e índice de masa corporal en la población de estudio de adultos mayores por sexo Ciudad de México, 2002 Promedio DE Núm. Talla estimada según altura de rodilla (m)* Hombres Mujeres Ambos 1.64 1.52 1.56 6.1 4.9 8.0 462 786 1 248 Peso (kg)* Hombres Mujeres Ambos 69.0 62.0 64.6 11.5 12.5 12.6 464 785 1 249 Índice de masa corporal (kg/m2)* Hombres Mujeres Ambos 25.6 26.8 26.4 3.8 4.8 4.5 462 785 1 247 Índice de masa corporal (kg/m2) por grupo de edad* 70 a 79 años 80 a 89 años ≥ 90 años 26.9 25.4 23.7 4.5 4.4 4.4 885 315 47 * p < 0.01; DE = desviación estándar Cuadro 3. Indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria en la población de estudio de adultos mayores Ciudad de México, 2002 Indicador % Núm. 1. Durante la semana anterior, el adulto mayor… a) no comió adecuadamente por falta de dinero b) tuvo hambre con frecuencia pero no comió porque no pudo comprar alimentos por falta de dinero c) comió menos de lo que creía que debía comer porque no tuvo suficiente dinero para comprar alimentos d) al menos una experiencia de inseguridad alimentaria durante la semana anterior 18.7 15.2 20.7 24.9 236 192 261 315 2. Durante los últimos doce meses, el adulto mayor… a) perdió peso porque no comió adecuadamente b) tuvo dolores (retortijones) por hambre, pero no comió porque no pudo comprar alimentos por falta de dinero c) al menos una experiencia de inseguridad alimentaria en los últimos doce meses 13.9 7.7 16.2 176 97 204 *n = 1 263 Cuadro 4. Sobrepeso u obesidad de acuerdo con alguna condición de inseguridad alimentaria en la población de estudio de adultos mayores. Ciudad de México, 2002 Sobrepeso u obesidad Sí No % Núm. % Núm. Al menos una experiencia de inseguridad alimentaria durante la semana anterior 58.4 548 58.9 182 Al menos una experiencia de inseguridad alimentaria en los últimos doce meses * 60.0 627 51.0 103 * p < 0.01; n = 1 247 16 Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006 Nutrición Clínica. 2006;9(2):13-9. los últimos 12 meses. En este trabajo existen evidencias que demuestran una asociación entre sobrepeso u obesidad e inseguridad alimentaria en adultos mayores. Esta asociación ya ha sido probada, por ejemplo, en mujeres estadounidenses de menor edad.34-35 De acuerdo con el Cuadro 4, la diferencia de nueve puntos porcentuales entre los ancianos con sobrepeso u obesidad que admitieron haber padecido al menos una experiencia de inseguridad alimentaria en el pasado y aquellos que también informaron esta última condición pero que presentaron IMC ≤ 24.9 kg/m2 fue estadísticamente significativa (p < 0.01). El Cuadro 5 muestra una clara diferenciación socioeconómica tanto de la inseguridad alimentaria reciente como de las experiencias pasadas: a peores condiciones de consumo, prevalencias más altas de problemas derivados del acceso inadecuado a los alimentos (p < 0.01). Cuando se compararon a los ancianos del quintil I con los cuatro estratos restantes, las diferencias en las prevalencias de inseguridad alimentaria reciente oscilaron entre 11 y 26 puntos porcentuales. Estos contrastes son menos acentuados cuando se analizan las prevalencias de experiencias pasadas de inseguridad alimentaria. Por ejemplo, la diferencia entre los quintiles I y II fue de 13 puntos porcentuales. En cambio, no se observa un gradiente socioeconómico en la distribución de sobrepeso u obesidad. Discusión Los hallazgos de este trabajo no sólo demuestran la existencia de problemas derivados del acceso limitado o incierto a los alimentos en ancianos de la Ciudad de México, sino además una distribución socialmente diferenciada. Estos resultados sugieren, asimismo, que aun cuando la totalidad de la población de estudio reside en zonas precarias, las relaciones entre pobreza e inseguridad alimentaria no se expresan de manera homogénea en todos los individuos. A medida que la pobreza crece, la satisfacción de las necesidades de alimentación en los ancianos es más restringida. El estudio de las relaciones entre pobreza y vejez continúa despertando polémica. Algunos coinciden en que los ancianos tuvieron la oportunidad de acumular capital físico, financiero y social con anterioridad, lo que les permite subsistir o enfrentar problemas económicos posteriores. Por tal razón se piensa que la pobreza es menos significativa al final de la vida que en sus fases iniciales y, en consecuencia, las acciones en materia de política social deben estar enfocadas preferentemente a niños menores de cinco años o madres, entre otros grupos poblacionales. Sin embargo, tales conclusiones comúnmente se derivan de aproximaciones cuyas unidades de análisis y observación son los hogares y no los individuos, lo que supone formas de distribución distintas del ingreso y de los recursos. Por otro lado, en países pobres no todos los habitantes tienen las mismas oportunidades para obtener bienes y transformar recursos durante la etapa económicamente productiva. Así, superar la precariedad durante la vejez parecería difícil, ya que las opciones para la supervivencia son comparativamente menores en este sector de la población que en cohortes jóvenes.13 Otro hallazgo que confirma la dimensión de la pobreza en la población de estudio se refiere a la composición de los hogares. Aunque la convivencia entre personas de distintas franjas etáreas pudiera ampliar el espectro de las redes de apoyo, se ha observado que en América Latina la mayoría de los ancianos que reside en hogares multigeneracionales es pobre.36 De acuerdo con la CEPAL, la incidencia de la pobreza en hogares con adultos mayores de áreas urbanas mexicanas fue de 40% en el año 2000, cifra similar a la de países como Bolivia y El Salvador que, en teoría, tienen un desarrollo económico menor comparado con el de México.8 El exceso de peso tuvo alta prevalencia en la población de estudio y se relacionó con inseguridad alimentaria. Sin embargo, su distribución no siguió patrones socioeconómicos claros. Con algunas excepciones, en los cinco estratos socioeconó- Cuadro 5. Indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria y sobrepeso u obesidad en la población de estudio de adultos mayores por quintil de gasto mensual promedio per capita. Ciudad de México, 2002 Al menos una EIA durante la semana anterior* 40.3 I 102 29.2 74 22.2 56 18.6 47 14.3 36 Total 24.9 315 Al menos una EIA en los últimos doce meses* 24.5 62 22.1 56 10.7 27 11.9 30 11.5 29 16.2 204 62.8 159 58.7 145 68.1 169 66.4 166 63.4 158 63.9 797 Hombres 45.7 37 50.6 45 54.5 54 55.7 59 59.8 52 53.5 247 Mujeres 70.9 122 63.3 100 77.2 115 74.3 107 65.4 106 70.1 550 Sobrepeso u obesidad Ambos sexos II III IV V * p < 0.01; EIA = experiencia de inseguridad alimentaria Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006 17 Rivera-Márquez JA y Guerrero-Alcocer EV micos se observaron cifras similares entre sí, con prevalencias mayores para la población femenina. Una probable hipótesis de trabajo pudiera ser que no obstante las desigualdades observadas, la población de adultos mayores, al menos la de esta metrópoli, tiene, en general, hábitos alimentarios poco saludables, independientemente de lo que gasta en alimentación. Esta suposición exige; sin embargo, profundizar el análisis de otros determinantes tales como diversidad de la dieta, actividad física, salud y funcionalidad, por mencionar sólo algunos ejemplos. Convendría, asimismo, explorar con más detalle las relaciones entre sobrepeso e inseguridad alimentaria por género, grado de escolaridad, asistencia social, condición de jefatura en el hogar y disponibilidad de una pareja, entre otras variables, muchas de las cuales se analizan en otro artículo. Sin duda, las aproximaciones cualitativas serían útiles para entender las percepciones de los ancianos en torno a sus necesidades de alimentación-nutrición. Conclusiones Las relaciones entre inseguridad alimentaria y pobreza durante la vejez no sólo deberían llamar la atención por sus implicaciones para la salud pública sino por los vacíos que aún caracterizan a la política social dirigida a los ancianos. En México existen intervenciones cuyo objetivo es elevar la calidad de vida de este grupo poblacional. Sin embargo, la idea ampliamente difundida del adulto mayor como improductivo, enfermo y dependiente, y del envejecimiento como problema social o como una carga para el Estado, la comunidad y el hogar, ha influenciado de forma negativa la manera de asumir la vejez y las formas de enfrentar la insatisfacción de las necesidades alimentarias y nutricionales de esta población. Urge, por tanto, redoblar esfuerzos para hacer más accesible un envejecimiento cada vez más exitoso para todos a través de la mejora de las condiciones de seguridad alimentaria. Referencias 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 18 Anderson SA. Core indicators of nutritional state for difficult-to-sample populations. J Nutr 1990; 120: 1559S-600S. Olson CM, Kendall A, Wolfe WS, and Frongillo EA Jr. (1996, May). Understanding the measurement of hunger and food insecurity in the elderly. Institute for Research on Poverty: Discussion papers, No. 1088-96, University of Wisconsin: Madison. Lee JS, Frongillo EA Jr. Factors associated with food insecurity among U.S. elderly persons: importance of functional impairments. J Gerontol B Psychol Sci Soc Sci. 2001 Mar;56(2):S94-9. Lee JS, Frongillo EA Jr. Nutritional and health consequences are associated with food insecurity among U.S. elderly persons. J Nutr. 2001 May;131(5):1503-9. 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(2001), Características sociodemográficas y socioeconómicas de las personas de edad en América Latina. CEPAL/CELADE, Santiago de Chile. 19 Anexo II.e. Ortíz-Hernández L, Acosta-Gutierrez MN, Nuñez-Pérez AE, PeraltaFonseca N, Ruiz-Gómez Y. Food insecurity and obesity are positively associated in Mexico City schoolchildren. Rev Invest Clin. 2007;59(1):32-41. ARTÍCULO ORIGINAL En escolares de la Ciudad de México la inseguridad alimentaria se asoció positivamente con el sobrepeso Luis Ortiz-Hernández,* María Nayeli Acosta-Gutiérrez,** Alma Elisa Núñez-Pérez,** Nadia Peralta-Fonseca,** Yoko Ruiz-Gómez** * Departamentos de Atención a la Salud. ** Licenciatura en Nutrición. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Food insecurity and obesity are positively associated in Mexico City schoolchildren ABSTRACT Objective. Here we analyzed the relationship of the food insecurity with overweight and food consumption in schoolchildren of Mexico City. Materials and methods. Sample (n=768) students of six primary schools of Mexico City. Socioeconomic status and food insecurity were evaluated by means of a questionnaire. According to food security-insecurity, the students were categorized in three groups (food secure, moderate food insecure and severe food insecure). Food consumption frequency was evaluated with a questionnaire. It was considered that students were overweight when their Z score values of body mass index (BMI) to age was greater than +2 standard deviations, according to CDC reference. Results. The highest rate of overweight was observed in children with severe food insecurity (15.8%), followed by children with moderate food insecurity (10.4%), and by food secure children (6.9%). The same pattern was observed after adjusting by age, sex and socioeconomic status. The students with food insecurity had greater consumption of fatty cereals, salty foods and high energy density sweets. Conclusion. In schoolchildren, food insecurity is related to greater risk of overweight, possibly because the more food insecure households acquire more low cost and high energy density foods. RESUMEN Objetivo. Analizar la relación de la inseguridad alimentaria con el sobrepeso y el consumo de alimentos en escolares de la Ciudad de México. Métodos. Muestra (n=768 escolares) por conveniencia de seis primarias de la ciudad de México. Por medio de un cuestionario se evaluó el estrato socioeconómico y la inseguridad alimentaria, de acuerdo con la última se clasificaron a los escolares en tres grupos (seguridad alimentaria, inseguridad moderada e inseguridad severa). Para evaluar el consumo de alimentos se aplicó un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos. Se consideró que los escolares presentaban sobrepeso cuando el valor de la puntuación Z del índice de masa corporal (IMC) para edad fue mayor a +2 desviaciones estándar de acuerdo con las tablas de los CDC. Resultados. La tasa más alta de sobrepeso se observó en los niños de hogares donde existía inseguridad alimentaria severa (15.8%), seguida por la de los niños que experimentaban moderada (10.4%), finalmente la tasa más reducida se observó en los que experimentaban seguridad alimentaria (6.9%), este patrón no se modificó después de ajustar por edad, sexo y estrato socioeconómico. Los escolares con inseguridad alimentaria tuvieron mayor consumo de cereales con grasa y de alimentos salados y dulces de alta densidad energética. Conclusiones. La inseguridad alimentaria se relaciona con mayor riesgo de sobrepeso en escolares, lo cual se puede deber a que en los hogares en los que se experimenta se adquieren más alimentos de bajo costo y alta densidad energética. Key words. Food insecurity. Food insufficiency. Hunger. Obesity. Overweight. Schoolchildren. Palabras clave. Inseguridad alimentaria. Insuficiencia alimentaria. Hambre. Obesidad. Sobrepeso. Escolares. INTRODUCCIÓN en México, ya que entre 1988 y 1999, las prevalencias de sobrepeso (índice de masa corporal -IMC- de 25.0 a 29.9) y obesidad (IMC ≥ 30.0) en mujeres de 12 a 49 años pasaron de 16.4% y 18.7%, respectivamente, a 30.8% y 21.7%. Otros estudios muestran A partir de los resultados de las dos versiones de la Encuesta Nacional de Nutrición (ENN)1 se ha alertado sobre el incremento acelerado del sobrepeso 32 Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad asociada positivamente con el Revista de Investigación Clínica / Vol. 59, Núm.alimentaria 1 / Enero-Febrero, 2007 / pp 32-41 Versión completa de este artículo disponible en internet: www.imbiomed.com.mx sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 que, por su magnitud, el sobrepeso en escolares también debe ser considerado un problema de salud pública. En la misma ENN de 1999 se informó que entre los niños de cinco a 11 años la prevalencia de sobrepeso (IMC > percentil 85) fue de 27.2%, al analizar las diferencias regionales se observó que la región norte y la Ciudad de México tuvieron una prevalencia de 35.1% y 33.4% respectivamente, mientras que en la región centro fue 25.4% y en la región sur 21.9%. A partir de la Encuesta Urbana de Alimentación y Nutrición en la zona metropolitana de la Ciudad de México (ENURBAL)2 llevada a cabo en 2002, se observó que 34.2% de los escolares se ubicaban por arriba de +1 desviación estándar de las tablas NCHS-OMS. La alta prevalencia de sobrepeso y obesidad ha sido motivo de preocupación, pues dichas condiciones se relacionan con mayor probabilidad de morbilidad y mortalidad por padecimientos crónicos como hipertensión y diabetes mellitus. La inseguridad alimentaria se presenta cuando un individuo experimenta disponibilidad limitada o incierta de alimentos inocuos, lo que impide que consuma una dieta variada que le permita cubrir sus requerimientos nutrimentales, o bien, cuando no tiene la capacidad de acceder a los alimentos mediante formas socialmente aceptables.3 En los últimos años ha existido un interés creciente por el estudio de la inseguridad alimentaria, ya que en algunas poblaciones se ha observado que está asociada con mayor riesgo de obesidad. A mediados de los noventa, Dietz4 presentó el caso clínico de una niña afroamericana de estrato socioeconómico bajo que presentaba obesidad pero que no podía consumir una dieta hipocalórica ya que en su hogar periódicamente se experimentaban momentos en los que, por falta de dinero, no se podía adquirir una cantidad suficiente de alimentos, lo que tenía dos efectos: 1) aumentaba el consumo de alimentos ricos en grasa y 2) los periodos de restricción con frecuencia eran seguidos de momentos en que los miembros de la familia consumían alimentos de alta densidad energética (p.e. en los días posteriores a los días en que el jefe de familia recibe su salario) lo que redundaba en un consumo de energía mayor a los requerimientos de los sujetos. Desde entonces se han realizado varias investigaciones en las que se postula que la inseguridad alimentaria puede aumentar el riesgo de presentar obesidad. La mayoría de los estudios que han investigado la relación entre inseguridad alimentaria y obesidad se han realizado en países de altos ingresos.5 En los Estados Unidos de Norteamérica se ha explorado dicho vínculo en mujeres adultas 6-12 y en niños preescolares.13-18 Sin embargo, existen pocas investigaciones en las que se hayan estudiado escolares19 o adultos20,21 de países con ingresos bajos o medios. En dichos países la relación entre inseguridad alimentaria y obesidad puede tener mayor relevancia debido a que el aumento de la prevalencia de obesidad que ha ocurrido en las últimas décadas ha sido paralelo al incremento de la proporción de la población en pobreza, siendo ésta última uno de los principales determinantes del acceso a los alimentos.22 Considerando lo anterior, el principal objetivo de nuestro estudio fue analizar la relación de la inseguridad alimentaria con el sobrepeso y el consumo de alimentos en escolares de la Ciudad de México. MATERIAL Y MÉTODOS Se realizó una investigación transversal, observacional y analítica. Se estudió a una muestra por conveniencia de niños que estudiaban en seis primarias localizadas en el Distrito Federal. Con el fin de obtener una muestra heterogénea en términos de condiciones socioeconómicas, las primarias fueron elegidas considerando el tipo de financiamiento (públicas versus privadas) y su localización geográfica. Se acudió a dos primarias privadas (escuela Galileo Galilei de la delegación Tlalpan y Liceo Moderno Infantil de la delegación Tláhuac) y a cuatro públicas; de éstas, una estaba en una zona socioeconómica media (primaria Celerino Cano Palacios de la delegación Venustiano Carranza) y tres en zonas con peores condiciones socioeconómicas (primarias Grecia y Juárez y Constitución en la delegación Xochimilco y escuela Miravalles de la delegación Iztapalapa). El número de estudiantes de cada escuela fueron 70, 37, 61, 221, 251 y 128, respectivamente, por lo que la muestra total fue de 768 escolares. En las primarias se encuestaron los estudiantes de cuarto, quinto y sexto grados, ya que a partir de los nueve años la mayoría de los sujetos pueden proporcionar información confiable respecto al consumo de alimentos.23 Considerando el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de investigación para la salud, 24 nuestro estudio puede ser clasificado como sin riesgo en tanto que no se realizó ninguna intervención o modificación intencionada en las variables fisiológicas, psicológicas y sociales de los individuos que participan en el estudio (artículo 17), por lo cual no era indispensable que los sujetos que participaran en el proyecto proporcionaran su consentimiento informado (artículo 23); aun así, obtuvimos el consentimiento verbal de los estudiantes. Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 33 El estrato socioeconómico se evaluó a través del grado de hacinamiento y el número de bienes existentes en la vivienda de los niños, los cuales son indicadores de la riqueza acumulada de los hogares. De acuerdo con Krieger, et al.25 la riqueza puede entenderse como los bienes acumulados que por lo regular se obtienen por herencia, inversión o ahorro. Los bienes en el hogar pueden ser indicativos de la capacidad del hogar para enfrentar emergencias o situaciones económicas imprevistas como el desempleo o la enfermedad; por tanto, la riqueza es una fuente de seguridad y poder económicos. Mediante un cuestionario aplicado a los niños se indagaron las variables de interés. Se ha informado26-28 que es confiable la información que los escolares proporcionan sobre las características socioeconómicas de sus padres y familias. El grado de hacinamiento se calculó al dividir el número de cuartos que, en la vivienda, se utilizan para dormir entre el número de personas que regularmente viven en ella; a partir de este índice se formaron tres estratos: alto (≤ 1.49 personas por cuarto), medio (1.50 a 2.49) y bajo (≥ 2.50). Se indagó si en la vivienda habían o no cinco bienes (lavadora, línea telefónica sin contar celulares, automóvil, computadora y estéreo sin contar grabadoras), posteriormente se sumó el número de bienes y se clasificaron los niños en tres categorías: alto (cinco bienes), medio (cuatro) y bajo (≤ 3). Respecto al último indicador, mediante análisis de componentes principales se observó que los cinco bienes conformaban un solo factor (eigen value = 1.83, que explicaba 36.5% de la varianza) con los siguientes pesos: lavadora: 0.56, línea telefónica: 0.65, automóvil: 0.71, computadora: 0.66 y estéreo: 0.39. La alfa de Cronbach del índice fue de 0.56. En el cuestionario se incluyeron dos preguntas para saber si las familias de los escolares habían experimentado inseguridad alimentaria (¿Alguna vez alguien en tu casa se ha quedado sin desayunar o cenar porque no hay comida? y ¿En alguna ocasión has escuchado que en tu casa no hay suficiente dinero para comprar alimentos?), las opciones de respuesta para estas preguntas eran sí o no. También se incluyeron dos preguntas para saber si los escolares habían experimentado inseguridad alimentaria; en una de esas preguntas (¿Te has quedado sin desayunar o cenar porque no hay comida en tu casa?) las opciones de respuesta también eran sí o no. La otra pregunta consistió en que los escolares eligieran una frase de cuatro posibles (De las siguientes afirmaciones con cuál te identificas: 1. Nunca me quedo con hambre, 2. Me quedo con hambre porque no me gusta la comida, 3. Me quedo con 34 hambre porque no hay suficiente comida y 4. Me quedo con hambre porque no tengo tiempo para comer), en este caso la tercera opción de respuesta se consideró como respuesta afirmativa. La alfa de Cronbach de esta escala de inseguridad alimentaria fue de 0.61, en el análisis de componentes principales sólo se identificó un factor (eigen value = 1.93, que explicaba 48.2% de la varianza) con los siguientes pesos: pregunta 1: 0.78, pregunta 2: 0.59, pregunta 3: 0.78 y pregunta 4: 0.61. Se formaron tres grupos de inseguridad alimentaria: 1. Seguridad alimentaria: respuestas negativas a las cuatro preguntas. 2. Inseguridad alimentaria moderada: respuesta positiva a por lo menos una de las dos preguntas de inseguridad en el ámbito familiar, pero ninguna respuesta positiva en las preguntas sobre inseguridad en escolares. 3. Inseguridad alimentaria severa: respuestas positivas a por lo menos una de las dos preguntas de inseguridad en los escolares, independientemente de si había o no respuestas positivas en las dos preguntas de inseguridad en el ámbito familiar. Esta clasificación se derivó considerando que en la literatura se ha informado3,29 que la inseguridad alimentaria es experimentada por etapas de severidad: en un primer momento los adultos experimentan cambios en la cantidad o calidad de su alimentación para evitar que los niños la padezcan, es decir, existe inseguridad en la familia, pero los niños no se ven afectados, lo que correspondería un grado moderado de inseguridad alimentaria; la inseguridad puede agravarse (ej. el poco dinero se agota) y por tanto los niños de la familia inevitablemente se ven afectados, lo cual significaría un grado severo de inseguridad. Para evaluar el consumo de alimentos se aplicó un cuestionario de frecuencia de consumo que incluía una lista de 32 alimentos. Se indagó el número de días de la última semana que los escolares habían comido cada alimento. Los alimentos incluidos en el cuestionario fueron (entre paréntesis se encuentran los términos que se utilizaron en el cuestionario, pero que no aparecen en el cuadro 1): pan dulce (de panadería) o pastelitos (de Marinela, Bimbo, Wonder u otras marcas), frituras (de Sabritas, Barcel u otras marcas), papas fritas (a la francesa), antojitos mexicanos (tamales, quesadillas o tacos vendidos en la calle); bollillo o pan blanco (de Bimbo o Wonder), retazo de pollo (alas o guacal), chicharrón de cerdo Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 (de carnicería); jamón o salchicha; cortes magros de pollo (pierna, muslo o pechuga), quesos blancos (como panela o cottage), quesos amarillos (como Chihuahua, manchego o americano), yogurt; helados o paletas de hielo; cacahuates, jugos envasados (Del Valle, Jumex, Boing o de otras marcas); mieles (cajeta, mermelada, Lechera o miel); dulces (paletas, chicles o bombones), chocolates (Carlos V, Tin Larín, pasitas con chocolate o Lunetas), postres (gelatinas, flanes y otros postres), refrescos (como Coca-Cola, Pepsi, Sprite, Mirinda o de otras marcas), papaya, melón, sandía, naranja, plátano, hojas verdes (espinacas, acelgas o verdolagas), pepino, jitomate, elote, calabaza y lechuga. Se consideró que los escolares presentaban sobrepeso cuando el valor de la puntuación Z del IMC para la edad fue mayor a +2 desviaciones estándar, para lo cual se calculó la puntuación Z del IMC con la fórmula: pz=((x/M)L)-1 LS Donde: pz: puntuación Z x: valor del sujeto M: media L: factor de transformación de Box-Cox S: la desviación estándar. Se tomaron como valores de referencia las tablas de los CDC.30 El análisis estadístico se realizó en el programa SPSS versión 10. Primero se obtuvo la estadística descriptiva de cada variable (frecuencia simple y relativa). Posteriormente, se estimó la prevalencia de inseguridad alimentaria y sobrepeso de acuerdo con el sexo y el estrato socioeconómico (Cuadro 2). Mediante análisis de regresión lineal se ajustó el efecto de posibles confusores (edad, sexo y estrato socioeconómico) sobre la relación entre consumo de alimentos e inseguridad alimentaria, a partir de los modelos se estimaron las medias ajustadas de la frecuencia de consumo (Cuadro 1); cabe señalar que sólo se presentan los alimentos en los que por lo menos existieron diferencias marginalmente significativas (p < 0.09). Se estimó la prevalencia de sobrepeso en cada grupo de inseguridad alimentaria, este análisis se realizó estratificando de acuerdo con el sexo (Cuadro 3). Finalmente, se probaron cuatro modelos de regresión logística (Cuadro 4), en los cuales la variable dependiente fue el sobrepeso. En la primera regresión (modelo A) sólo se incorporó a la inseguri- dad alimentaria como variable independiente; en la siguiente regresión (modelo B) se incluyó además el sexo; en el modelo C se añadió el estrato socioeconómico; finalmente en el modelo D se incorporaron las cuatro covariables. También se probaron modelos en los que se hizo interactuar a la inseguridad alimentaria con las variables confusoras (edad, sexo y estrato socioeconómico). Cabe señalar que en los modelos de regresión sólo se utilizó una de las dos variables (grado de hacinamiento) que medían el estrato socioeconómico ya que la otra variable (número de bienes) tuvo menor capacidad para discriminar diferencias en las prevalencias de sobrepeso (Cuadro 2). RESULTADOS En el cuadro 5 se presenta la distribución de la población de acuerdo al estrato socioeconómico. Tanto con el grado de hacinamiento como con el número de bienes poco más de 40% de la población se ubicaba en el estrato bajo, no existiendo diferencias por sexo. La mayoría de los escolares contaban con nueve a diez años de edad y muy pocos tuvieron de 13 a 15 años, para estas variables tampoco existieron diferencias entre hombres y mujeres. En el cuadro 2 se muestra la prevalencia de inseguridad alimentaria y sobrepeso en la población total y de acuerdo con el sexo y el estrato socioeconómico. Cuatro de cada diez escolares presentaron inseguridad alimentaria, siendo más frecuente la inseguridad moderada. La tasa de sobrepeso fue de 9% en la población general, aunque fue mayor en los varones que en las mujeres. Con ambos indicadores de posición socioeconómica se observó que los niños de estratos altos presentaron prevalencias de inseguridad alimentaria inferiores a las de estratos bajos. Por ejemplo, considerando el grado de hacinamiento, en los niños con menos recursos la prevalencia de inseguridad moderada fue de 30.9%, mientras que en los de estrato alto fue 16.4%. Aunque la tasa de sobrepeso tendió a ser mayor conforme aumentó el estrato socioeconómico, las diferencias fueron marginales (p = 0.079). La frecuencia de consumo de alimentos en función de la inseguridad alimentaria y el estrato socioeconómico se presentan en el cuadro 1. Conforme aumentó la severidad de la inseguridad fue mayor el consumo de pan dulce o pastelitos, antojitos mexicanos, chicharrón de cerdo, helados o paletas de hielo, cacahuates, dulces y refrescos. Considerando el indicador de número de bienes en la vivienda, los niños de estrato alto con menos frecuencia consumían papas fritas y chicharrón de cerdo; por el contrario, Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 35 Cuadro 1. Consumo de alimentos 1 de acuerdo con la inseguridad alimentaria y el estrato socioeconómico en escolares de la Ciudad de México. Inseguridad alimentaria2 Pan dulce o pastelitos Papas fritas Antojitos mexicanos Bolillo o pan blanco Chicharrón de cerdo Jamón o salchicha Quesos blancos Yogurt Helados o paletas de hielo Cacahuates Jugos envasados Mieles Dulces Refrescos Papaya Melón Sandía Pepino Lechuga ESE por bienes3 ESE por hacinamiento4 SA IAM IAS p B M A p B M A p 2.1 0.6 0.9 2.7 0.4 2.1 1.5 2.6 1.6 0.7 2.4 1.3 1.8 2.2 2.2 1.7 1.8 1.9 2.3 2.3 0.7 1.1 2.7 0.6 2.1 1.5 2.4 1.7 0.9 2.3 1.3 2.1 2.5 2.0 1.6 1.7 1.7 2.1 2.5 0.7 1.3 2.8 0.7 2.2 1.6 2.4 1.9 1.1 2.4 1.3 2.3 2.8 1.9 1.5 1.7 1.7 2.1 0.033 0.585 0.002 0.359 0.015 0.328 0.372 0.515 0.039 0.003 0.649 0.571 0.027 0.006 0.170 0.429 0.964 0.530 0.644 2.2 0.8 1.0 2.5 0.6 2.0 1.4 2.2 1.8 0.8 2.1 1.1 1.9 2.3 2.1 1.6 1.7 1.6 2.0 2.2 0.6 1.0 2.7 0.5 2.2 1.6 2.6 1.7 0.8 2.5 1.3 2.0 2.3 2.1 1.7 1.8 1.8 2.3 2.3 0.5 1.0 2.9 0.4 2.3 1.7 3.0 1.6 0.8 2.8 1.5 2.0 2.4 2.2 1.7 1.9 2.0 2.6 0.267 0.003 0.801 0.068 0.045 0.042 0.022 0.001 0.341 0.357 0.001 0.042 0.190 0.377 0.634 0.886 0.514 0.197 0.013 2.3 0.6 1.0 2.5 0.5 2.1 1.4 2.2 1.6 0.8 2.0 1.2 2.2 2.4 1.9 1.5 1.6 1.6 2.0 2.2 0.7 1.0 2.7 0.5 2.1 1.6 2.6 1.7 0.8 2.5 1.3 1.9 2.3 2.2 1.7 1.8 1.8 2.3 2.1 0.7 1.0 2.9 0.5 2.1 1.6 3.0 1.8 0.8 2.9 1.3 1.6 2.3 2.4 1.8 2.0 2.1 2.5 0.161 0.040 0.876 0.136 0.407 0.883 0.446 0.003 0.070 0.993 0.001 0.997 0.009 0.795 0.013 0.065 0.041 0.013 0.027 1 Promedios del número de días que se consumieron los alimentos en la última semana. Se presentan medias ajustadas por edad, sexo, inseguridad alimentaria y estrato socioeconómico. En el texto se describen los productos que abarcan ciertos rubros (ej. antojitos mexicanos o quesos blancos).2 SA: Seguridad alimentaria; IAM: Inseguridad alimentaria moderada; IAS: Inseguridad alimentaria severa.3 Estrato socioeconómico por bienes: B: Bajo (0 a 3 bienes); M: Medio (4 bienes); A: Alto (5 bienes). 4 Estrato socioeconómico por hacinamiento: B: Bajo (2.50 y más personas por cuarto); M: Medio (1.50 a 2.49 personas por cuarto); A: Alto (1.49 o menos personas por cuarto). Cuadro 2. Frecuencia de inseguridad alimentaria y sobrepeso de acuerdo con el sexo y estrato socioeconómico en escolares de la Ciudad de México. Sexo Total ESE por hacinamiento Varones Mujeres ESE por bienes p Bajo Medio Alto p Bajo Medio Alto p 0.204 50.5 60.9 70.2 0.000 51.4 62.9 67.1 0.002 Inseguridad alimentaria (%) Seguridad 58.8 58.2 59.6 Inseguridad en familia 23.9 22.4 25.6 30.9 20.8 16.4 27.7 23.4 18.1 Inseguridad en niño 17.3 19.5 14.9 18.6 18.3 13.5 20.9 13.7 14.8 N 767 Sobrepeso (%) N 9.3 766 411 13.3 412 356 4.5 311 0.000 354 6.5 310 284 11.0 283 171 11.7 171 354 0.079 8.5 354 197 9.7 195 216 10.2 0.766 216 ESE: Estrato socioeconómico. tuvieron un consumo mayor de bolillo o pan blanco, jamón o salchicha, quesos blancos, yogurt, jugos envasados y mieles. Al utilizar el grado de hacinamiento se observó que los niños de estrato socioeco- 36 nómico alto consumían dulces con menos frecuencia, pero fue mayor su consumo de papas fritas, yogurt, helados o paletas de hielo, jugos envasados, papaya, melón, sandía y pepino. Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 Cuadro 3. Asociación de la inseguridad alimentaria con el consumo de alimentos y el sobrepeso en escolares mujeres de la Ciudad de México. Seguridad Inseguridad moderada Inseguridad severa p Población total Sobrepeso (%) 6.9 10.4 15.8 0.007 Varones Sobrepeso (%) 10.0 15.2 21.3 0.033 Mujeres Sobrepeso (%) 3.3 5.6 7.5 0.358 Cuadro 4. Modelos de regresión logística considerando como variable dependiente la probabilidad de presentar sobrepeso. Modelo A Constante Inseguridad alimentariaa Inseguridad moderada Inseguridad severa Modelo B Constante Inseguridad alimentariaa Inseguridad moderada Inseguridad severa Sexob Varones Modelo C Constante Inseguridad alimentariaa Inseguridad moderada Inseguridad severa Sexob Varones Edadc 9 10 años Modelo D Constante Inseguridad alimentariaa Inseguridad moderada Inseguridad severa Sexob Varones Edad 9 10 años ESEd Medio Alto b p OR IC 95.0% 2.60 0.000 0.45 0.93 0.137 0.002 1.58 2.53 0.87-2.87 1.40-4.58 3.60 0.000 0.49 0.88 0.112 0.004 1.64 2.41 0.89-3.00 1.32-4.39 1.16 0.000 3.21 1.80-5.72 3.50 0.000 0.49 0.86 0.111 0.005 1.64 2.36 0.89-3.00 1.30-4.32 1.15 0.000 3.16 1.77-5.64 0.24 0.357 1.28 0.76-2.15 4.01 0.000 0.62 0.95 0.048 0.002 1.87 2.59 1.00-3.47 1.41-4.78 1.15 0.000 3.17 1.77-5.68 0.24 0.378 1.27 0.75-2.14 0.68 0.77 0.028 0.025 1.97 2.17 1.08-3.60 1.10-4.26 OR: Razón de momios. IC: Intervalo de confianza del OR al 95%. ESE: Estrato socioeconómico por hacinamiento. aEl grupo de referencia fue seguridad alimentaria.b El grupo de referencia fueron los hombres.c El grupo de referencia fue el de 11 a 15 años.d El grupo de referencia fue el estrato bajo. Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 37 Cuadro 5. Características sociodemográficas de escolares de la Ciudad de México. Total % Hombres % Mujeres % p Edad (años) 9 a 10 57.6 60.0 54.8 11 a 12 41.0 39.1 43.3 13 a 15 Total (n) 1.4 100.0 (768) 1.0 100.0 (412) 0.220 2.0 100.0 (356) Estrato socioeconómico según hacinamiento Bajo 40.6 39.8 41.6 Medio 37.1 35.9 38.5 Alto 22.3 24.4 19.9 Total (n) 100.0 (766) 100.0 (410) 0.333 100.0 (356) Estrato socioeconómico según bienes Bajo 46.2 46.0 46.3 Medio 25.7 24.1 27.5 Alto 28.2 29.9 26.1 Total (n) 100.0 (767) La relación entre inseguridad alimentaria y obesidad se muestra en el cuadro 3. Considerando a todos los escolares, la tasa más alta de sobrepeso se observó en los niños que habían experimentado inseguridad severa (15.8%), seguida por la de los niños que en sus hogares había inseguridad moderada (10.4%), finalmente la tasa más reducida se observó en los que experimentaban seguridad alimentaria (6.9%). Al hacer el análisis en cada sexo, tanto en varones como en mujeres se observó la misma tendencia (el riesgo de sobrepeso es mayor conforme aumenta la severidad de la inseguridad), pero en las mujeres las diferencias no fueron estadísticamente significativas. En el cuadro 4 se puede apreciar que, sin ajustar por otras variables (modelo A), los niños con inseguridad alimentaria severa tuvieron 2.53 más probabilidades de presentar sobrepeso (p = 0.002); aunque los niños con inseguridad moderada tuvieron mayor riesgo de tener sobrepeso que los niños con seguridad alimentaria (OR = 1.58), las diferencias no fueron significativas (p = 0.137). Al añadir la variable sexo (modelo B), la relación del sobrepeso con la inseguridad severa se mantuvo (OR = 2.41, p = 0.004), al tiempo que los varones tuvieron más riesgo de sobrepeso que las mujeres 38 100.0 (411) 0.394 100.0 (356) (OR = 3.21, p = 0.000). En el modelo C, las asociaciones del sobrepeso con la inseguridad alimentaria severa (OR = 2.36, p = 0.005) y el sexo (OR = 3.16, p = 0.000) persistieron al agregar la variable edad, aunque esta última no se relacionó con el sobrepeso (OR = 1.28, p = 0.357). Al incluir las cuatro covariables (modelo D), continuó la relación del sobrepeso con la inseguridad alimentaria severa (OR = 2.59, p = 0.002) y el ser varón (OR = 3.17, p = 0.000), además la relación con la inseguridad alimentaria moderada comenzó a ser estadísticamente significativa (OR = 1.87, p = 0.048); finalmente, los niños de los estratos socioeconómicos medio y alto tuvieron mayor probabilidad de tener sobrepeso que los del estrato bajo (OR = 1.97, p = 0.028 y OR = 2.17, p = 0.025, respectivamente). En otros modelos (datos no presentados en cuadros) se evaluó si las interacciones de la inseguridad alimentaria con las variables confusoras podían predecir la presencia de sobrepeso; sin embargo, ninguna tuvo significancia estadística (interacción de la inseguridad alimentaria con el sexo: χ 2 = 0.033, p = 0.984; interacción de la inseguridad alimentaria con la edad: χ 2 = 1.70, p = 0.427; e interacción de inseguridad alimentaria con el estrato socioeconómico: χ2 = 4.11, p = 0.301). Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 DISCUSIÓN La prevalencia de inseguridad alimentaria moderada (23.9%) fue mayor que la inseguridad severa (17.3%), lo cual es congruente con lo observado por otros autores3,31 y corresponde con la noción de que existen diferentes grados de intensidad de inseguridad alimentaria y que las formas más severas (cuando los niños se ven afectados) son menos frecuentes que las moderadas o leves (sólo los adultos la experimentan). En nuestro estudio, los niños con peores condiciones socioeconómicas presentaron mayor riesgo de ambos grados de inseguridad alimentaria, lo que coincide con lo observado en otros estudios.13,19,32 Es bien sabido que en la satisfacción de la mayoría de las necesidades, el ingreso es un elemento decisivo y la alimentación no es la excepción.31,33 En los niños de la Ciudad de México que estudiamos, se observó que respecto a los que presentaban seguridad alimentaria, los que experimentaban inseguridad moderada o severa tuvieron mayor riesgo de presentar sobrepeso y dicha diferencia fue independiente del estrato socioeconómico, edad y sexo. Este hallazgo es similar a lo observado en estudios de países de altos ingresos realizados con preescolares,13,16 escolares13,18,19 y adolescentes.13 Sin embargo, en otros estudios se ha observado patrones inconsistentes en la relación entre obesidad e inseguridad alimentaria.14,15,17 Un hallazgo inesperado fue que, por un lado, los niños que experimentaban inseguridad alimentaria tuvieron más riesgo de presentar sobrepeso respecto a los que tenían seguridad alimentaria y, por otro lado, los escolares que pertenecían a estratos bajos tuvieron menos probabilidad de tener esa condición. Este resultado es inesperado ya que los niños de estratos bajos presentan con más frecuencia inseguridad alimentaria. Una posible explicación de esta situación es que los dos grupos de niños (los de estrato socioeconómico alto y los que experimentan inseguridad alimentaria) alcancen un balance excesivo de energía mediante el consumo de distintos alimentos: los niños de estratos altos consumen una mayor cantidad de diferentes tipos de alimentos independientemente de su costo, mientras que los niños con inseguridad alimentaria con mayor frecuencia consumen alimentos de bajo costo y con mayor densidad energética. Lo anterior es apoyado por los resultados del cuestionario de frecuencia de consumo, pues los escolares de estrato alto con menos frecuencia consumían dulces y chicharrón de cerdo, pero con más frecuencia consumían bolillo o pan blanco, ja- món o salchicha, quesos, yogurt, jugos envasados, mieles, helados o paletas de hielo, papaya, melón, sandía y pepino. Por su parte, los niños con inseguridad alimentaria consumían con más frecuencia pan dulce o pastelitos, antojitos mexicanos, chicharrón de cerdo, helados o paletas de hielo, cacahuates, dulces y refrescos. En los estudios sobre inseguridad alimentaria y obesidad se ha observado diferencias por sexo: la relación es positiva en las mujeres, mientras que en los hombres no se observa la asociación14,17 o incluso la relación es negativa.18 En el caso de los escolares de la Ciudad de México, la relación fue más clara en los hombres que en las mujeres ya que si bien en las últimas el patrón fue el mismo, las diferencias no fueron estadísticamente significativas cuando el análisis se realizó en cada sexo por separado (Cuadro 3); sin embargo, en el modelo de regresión, al ajustar por sexo se mantuvo la relación entre inseguridad y sobrepeso (Cuadro 4). En el futuro se requerirá explorar este tema con detalle. Una posible explicación de por qué la inseguridad alimentaria puede aumentar el riesgo de sobrepeso es que en los hogares en que se experimenta se destina mayor gasto en alimentos de alta densidad energética, de menor precio y con mayor capacidad para generar saciedad. En nuestro estudio se encontró apoyo a esta explicación, ya que los niños con inseguridad alimentaria tuvieron mayor consumo de cereales con grasa (p.e. pan dulce o pastelitos y antojitos mexicanos) y alimentos salados (p.e. chicharrón de cerdo y cacahuates) y dulces (p.e. helados o paletas de hielo, dulces y refrescos) de alta densidad energética; estas tendencias se mantuvieron después de ajustar por posibles confusores. Al respecto, cuando las personas consumen alimentos de alta densidad energética tienden a consumir más energía, lo cual puede ser producto de que los alimentos con alto contenido de energía no generan saciedad, lo que lleva a su sobreconsumo.34 Lo anterior, podría implicar que una dieta con alta densidad energética incrementa el riesgo de sobrepeso, sin embargo, han sido inconsistentes los resultados de estudios epidemiológicos que vinculan la densidad energética con la grasa corporal.34 En varios estudios se ha documentado que los niños que experimentan inseguridad alimentaria consumen menos cereales integrales, 13 frutas,13,15 verduras, 13,15 lácteos15, 16 y carnes magras,19 lo que redunda en menor consumo de nutrimentos como hierro, vitamina B6 y magnesio.35 Por el contrario, la inseguridad alimentaria está asociada con mayor consumo de huevo,13 carnes con alto contenido de grasa y cereales.19 Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41 39 Otra explicación que se ha propuesto es que los sujetos que con frecuencia sufren inseguridad alimentaria experimentan una restricción cognitiva que hace que posteriormente centren su atención en los alimentos, lo que se expresa en atracones de comida cuando ésta se encuentra disponible.6 Una tercera explicación es que los sujetos que sufren inseguridad alimentaria experimentan ciclos de pérdida (en los momentos cuando no tienen acceso a los alimentos) y ganancia de peso (cuando tienen acceso), lo que provocaría cambios en su composición corporal y metabolismo que hacen que sean más eficientes para acumular grasa corporal.6 Sin embargo, no se han realizado estudios para probar estas hipótesis. Es pertinente mencionar que hasta ahora los estudios que se han realizado incluyendo el nuestro para explorar la relación entre inseguridad y obesidad han sido encuestas transversales. Se requiere que en el futuro se lleven a cabo estudios de cohorte que permitan elucidar con mayor validez si efectivamente la inseguridad puede incrementar el riesgo de obesidad. Otra limitación de nuestro estudio es que no utilizamos una muestra representativa de escolares, lo que reduce la posibilidad de extrapolar los resultados. Aunque los resultados de las investigaciones han arrojado hallazgos inconsistentes, nuestro estudio y algunas otras experiencias apoyan la hipótesis de que la inseguridad puede incrementar el riesgo de sobrepeso, lo cual puede tener dos implicaciones. En primer lugar, tradicionalmente se consideraba que las personas de estratos bajos presentaban mayor riesgo de desnutrición y menor de obesidad pues tenían menos acceso a los alimentos. Sin embargo, en nuestro estudio y en otras investigaciones se ha documentado que las personas de los estratos bajos consumen menos verduras y con más frecuencia experimentan inseguridad alimentaria; esta última, a su vez, se relaciona con mayor riesgo de sobrepeso y consumo de alimentos de alta densidad energética. Parece que será necesario plantear que ahora la obesidad se asocia con la falta de satisfacción de necesidades básicas. En segundo lugar, en las políticas tendientes a promover un estilo de vida saludable se debe considerar la posibilidad de estrategias como el salario mínimo para una vida saludable33 que garantice el acceso a todos los satisfactores necesarios para mantener la salud y prevenir el desarrollo de enfermedades o la regulación de precios para hacer más accesibles los alimentos con alta densidad nutrimental (ej. verduras, frutas y productos de origen animal con bajo contenido de grasa) y limitar el acceso y la disponibilidad de alimentos de alta densidad energética.36 40 REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. Rivera Dommarco J, Shamah Levy T, Villalpando Hernández S, González de Cossío T, Hernández Prado B, Sepúlveda J. Encuesta Nacional de Nutrición 1999. Estado nutricio de niños y mujeres en México. Cuernavaca, Morelos, México: Instituto Nacional de Salud Pública; 2001. Ávila-Curiel A, Shamah T, Chávez A, Galindo C. 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Inseguridad Alimentaria en México Ésta es la primera medición que se hace en México considerando la Escala Incidencia de factores de Inseguridad Alimentaria. Latinoamericana y del Caribe sobre Porcentajes divididos de acuerdo con el grupo de población. Seguridad Alimentaria. D enfoque enfoque@reforma.com Una publicación de GRUPO REFORMA Número: 743 Fecha: 29 de junio René Delgado Director Editorial Agustín Correa Subdirector Comercial Ernesto Núñez Albarrán Editor Maricarmen Vergara Octavio Ortega Coeditores Ernesto Montes de Oca Coordinador Gráfico Karla Garduño Morán Reportera Olivia Payán Coeditora Gráfica Miguel Cedillo Alfredo González Diseño Alejandro Fernández Publicidad / 5628 7534 Es una publicación semanal editada y distribuida por Consorcio Interamericano de Comunicación, S.A. de C.V. Oficinas y Talleres : Av. México Coyoacán No. 40. Col. Santa Cruz Atoyac C.P. 03310. Delegación Benito Juárez, México, D. F. Correo electrónico: enfoque@reforma.com Teléfono: 5628 7272 Fax: 5628 7259 Internet: http://www.reforma.com/enfoque No. de Reserva Derechos de Autor: 04-2007-091317342600-107 Certificado de Licitud de Título y Contenido: En trámite Fotoarte portada: Luis San Vicente e acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, la seguridad alimentaria existe “cuando toda persona en todo momento tiene acceso económico y físico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias y preferencias en cuanto alimentos a fin de llevar una vida sana y activa”. Según la ONU, existen 800 millones de personas en el mundo que no consumen suficientes calorías para sus necesidades y hay millones de personas más cuya alimentación se basa en consumir alimentos que aportan suficientes o excesivas calorías pero que son muy bajos en calidad nutricional. Tradicionalmente la Inseguridad Alimentaria (IA) se ha medido a través de métodos indirectos basados en evaluar la dieta a nivel individual o agregado a nivel país, o bien a través de mediciones de peso y talla de las personas para estimar su grado de malnutrición. Recientemente, países de la región han comenzado a utilizar un método basado en medir la experiencia directa de los hogares con IA. Esta metodología comenzó a ser desarrollada en la década de los ochenta cuando investigadores de la Universidad de Cornell aplicaron métodos cualitativos para comprender el fenómeno de la IA entre mujeres pobres que habían experimentado este fenómeno. El resultado de esta investigación llevó al desarrollo de una escala de 10 preguntas, cubriendo tanto la percepción de preocupación como de problemas con la cantidad de consumo y/o con la calidad de la dieta. Estas preguntas reflejan que el proceso de IA comienza con un estimulo negativo que genera primero una preocupación, seguido por una reducción en la calidad de la dieta y, si el problema no es corregido, por una reducción en el SeguridadIA LeveIA MedianaIA Grave En los últimos 3 meses alguna vez… 1. ¿Se preocupó de que la comida se acabara? 0 77 89 93 2. ¿Se quedaron sin comida? 0 6 29 63 3. ¿Se quedaron sin dinero para una alimentación sana? 0 32 85 95 4. ¿Un adulto en su hogar dejó de desayunar, comer o cenar? 0 3 34 74 5. ¿Algún adulto en su hogar sintió hambre pero no comió? 0 3 26 69 6. ¿Un adulto en su hogar comió una vez al día o dejó de comer? 0 2 14 63 para conseguir comida (mendigar o mandar a niños a trabajar)? 0 1 4 22 8. ¿Algún menor en su hogar dejó de tener una alimentación sana? 0 6 41 69 9. ¿Algún menor de 18 años sintió hambre pero no comió? 0 1 9 42 10. ¿Algún menor comió sólo una vez o dejó de comer todo un día? 0 0 3 33 7. ¿Tuvieron que hacer algo que hubieran preferido no hacer La población mexicana consumo de calorías, primero en los adultos y luego en los niños. Basados en las experiencias nacionales de Estados Unidos y la extensión de ésta a Brasil y Colombia, investigadores latinoamericanos desarrollaron recientemente la Escala Latinoamericana y del Caribe sobre Seguridad Alimentaria (ELCSA). Primera medición en México En México se han aplicado encuestas para medir la Inseguridad Alimentaria en por lo menos cinco ocasiones utilizando el método basado en experiencia: Distrito Federal 2004; Sierra de Manantlán, Jalisco, 2005; medición nacional 2006, y Guanajuato 2007, antes de la medición nacional del ELCSA hecha este año. Los resultados que se presentan aquí representan la primera medición de Inseguridad Alimentaria usando este método. La escala contiene 16 ítems, de los cuales se enlistan 10 en la tabla adjunta. Las respuestas se obtuvieron en una encuesta aplicada en forma personal –del 27 de enero al 26 de febrero del 2008– a una muestra nacional representativa de mil 560 adultos. Como se mencionó, la escala permite clasificar a cada hogar de la muestra en una de cuatro SEGURIDADalimentaALIMENTARIA SEGURIDAD ALIMENTARIA categorías: seguridad ria (puntuación 0), inseguridad leve, inseguridad media e inseguridad grave. Los hogares %que % reportan haber sufrido una o más de las situaciones pregunta9% das son clasificadas en alguna de 9% IA grave 30% las tres categorías de acuerdo aIA grave 30% IA levey siguiendo proIA leve su puntuación 13% IA mediana 13% IA mediana cedimientos estadísticos. Fuente: Encuesta 2008 del Barómetro de las AméSe observa que mientras el ricas (http://www.vanderbilt.edu/lapop/) realizada 48 por ciento de los hogares vipor Data OPM para LAPOP. ve en condiciones de seguridad alimentaria, el otro 52 por ciento pertenece alguna de las tres categorías de inseguridad. La Inseguridad Alimentaria cia en los últimos tres meses de leve debe entenderse principallos componentes de ELCSA pamente como un estado de estrés ra cada una de las cuatro cateeconómico; es decir una preocugorías de clasificación del hogar. pación por la suficiente capaciLa incidencia en las categorías dad económica del hogar para de inseguridad cambia según la cubrir las necesidades alimentiseveridad de cada condición en cias de sus miembros. La insegucada grupo. ridad mediana es un poco más La presente documentación severa e implica estrategias alide la distribución de la IA en menticias que sacrifican la caliMéxico se hace en el contexto dad y/o la cantidad de alimentos de una crisis alimentaria munque consumen los miembros dial, evento potencialmente del hogar. Por último, la insegucrítico para la economía de ridad grave implica una clara muchos hogares de nuestro insuficiencia en la capacidad país. Como referencia comparaalimenticia del hogar, en donde tiva, reportamos que en Brasil no todos los miembros cuentan el 60 por ciento de la población con una alimentación suficiente de los hogares (IBGE 2004) ni regular, llegando inclusive y en Estados Unidos el 88 por al extremo del hambre y/o a ciento (USDA 2004) están clasirecurrir a estrategias extremas ficados como seguros “alimentipara conseguir alimentos. ciamente” hablando. En México, La tabla describe la incidensólo el 48 por ciento. 48 48 Anexo II.g. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Metodología para la medición multidimensional de la pobreza en México. Diciembre 2009. Sección referente a la medición de seguridad alimentaria. El documento completo se envía aparte y está disponible en: http://www.coneval.gob.mx/contenido7med_pobreza/6793.pdf Metodología para la medición multidimensional de la pobreza en México Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social Diciembre de 2009 Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México • no cuentan con servicio de drenaje, o el desagüe tiene conexión a una tubería que va a dar a un río, lago, mar, barranca o grieta; • no disponen de energía eléctrica, o • el combustible que se usa para cocinar o calentar los alimentos es leña o carbón sin chimenea. 34 Si bien se reconoce la existencia de otros servicios cuya incorporación es deseable en la vivienda, se seleccionó las características que indispensablemente deben estar en funcionamiento al momento de ser ocupada. Otras características, como el servicio de eliminación de basura, la disposición de servicio sanitario, y la frecuencia con la cual se dispone de agua en la vivienda, serán analizados dentro del conjunto de indicadores complementarios que permitirán caracterizar con mayor precisión las condiciones de habitabilidad de las viviendas. Acceso a la alimentación El derecho a la alimentación es el derecho de todos los individuos a disfrutar del acceso físico y económico a una alimentación adecuada y los medios para obtenerla (OACDH, 2004). No padecer hambre es el mínimo nivel que debe estar garantizado dentro del derecho a la alimentación. Sin embargo, y a diferencia de las dimensiones anteriormente presentadas, en la CPEUM se ha incorporado el derecho a la alimentación para las niñas y los niños, pero no para el resto de la población. Por lo tanto, es relevante que la LGDS haya establecido el acceso a la alimentación como uno de los derechos para el desarrollo social. A pesar de la falta de criterios en el marco normativo mexicano para definir los componentes del derecho a la alimentación, es posible recurrir a lo dispuesto en los acuerdos internacionales ratificados por el Estado mexicano en la materia. Al respecto, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 35 establece, en su artículo 11, el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, lo cual incluye el derecho a la alimentación. Asimismo, la Declaración de Roma de 1996 sobre la Seguridad Alimentaria Mundial reafirma “el derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y 34 La información necesaria para evaluar la instalación que se usa para cocinar no ha sido incorporada dentro de las fuentes de información a utilizar para la medición del año 2008 (ver la sección “Fuentes de información”). Por ello, no será considerado en la medición de pobreza multidimensional del año 2008, sino a partir de la del año 2010. 35 Firmado por México el 23 de marzo de 1981. 45 Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre”. 36 De esta forma, se establecen dos elementos constitutivos del derecho a la alimentación: el derecho a no padecer hambre y el derecho a gozar de acceso a una alimentación sana y nutritiva. Con el propósito de disponer de una medida para evaluar el avance en el derecho a la alimentación, diversos organismos internacionales e instituciones han desarrollado el concepto de seguridad alimentaria. De acuerdo con la FAO (2006), la seguridad alimentaria comprende el acceso en todo momento a comida suficiente para llevar una vida activa y sana, lo cual está asociado a los conceptos de estabilidad, suficiencia y variedad de los alimentos. Este concepto se encuentra estrechamente vinculado al acceso a la alimentación, por lo que se considera apropiado para la medición del indicador de carencia para esta dimensión. 37 Las escalas de seguridad alimentaria evalúan aspectos como la preocupación por la falta de alimentos, los cambios en la calidad y cantidad de los mismos, e incluso las experiencias de hambre. Para el caso latinoamericano, un grupo de especialistas en nutrición ha venido desarrollando una adaptación de esta escala, la cual ha sido validada para el caso mexicano después de una serie de estudios y levantamientos de información en el país. 38 Con el propósito de disponer de una herramienta que permita evaluar el ejercicio del derecho a la alimentación, se empleará una escala de seguridad alimentaria basada en la propuesta de PérezEscamilla, Melgar-Quiñonez, Nord, Álvarez y Segall. 39 Esta escala detecta cuatro posibles niveles de inseguridad alimentaria: inseguridad alimentaria severa, inseguridad alimentaria moderada, inseguridad alimentaria leve y seguridad alimentaria. Aun cuando cualquier nivel de inseguridad alimentaria implica una restricción relevante para disponer de acceso a la alimentación, existen diversos factores culturales y contextuales que pueden dificultar la comparación del grado de seguridad alimentaria entre hogares. 36 El documento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales puede ser consultado en la dirección electrónica http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/a_cescr_sp.htm. El documento de la Declaración de Roma sobre Seguridad Alimentaria Mundial puede ser revisado en http://www.fao.org/WFS/index_es.htm. 37 Existen al menos cinco métodos para medir el concepto de seguridad alimentaria. Dos de ellos se basan en la información sobre ingresos y gastos en los hogares, los cuales tienden a asumir que lo gastado en alimentación es muy parecido a lo que se consume, por lo cual suele tener sesgos de medición, especialmente en las zonas rurales. Otros métodos requieren de información cuyos costos y nivel de especialización hacen inviable su utilización a nivel municipal (por ejemplo, medidas antropométricas y de consumo de alimentos). Las escalas de seguridad alimentaria basadas en experiencias han sido desarrolladas desde los años 80, y presentan la ventaja de requerir pocos reactivos y de que su validez ha sido probada no sólo para el caso mexicano, sino para al menos otros veintidós países en el mundo. Para mayor información sobre las escalas de inseguridad alimentaria y sus propiedades, consultar Bickel et al. (2000), Hamilton et al.(2000), Moncada y Ortega (2006) y Pérez-Escamilla y Segall-Correa (2008). 38 Además de la información contenida en la ENIGH 2008 y el MCS 2008, se ha levantado información de la escala en otras fuentes: Termómetro Capitalino (2003), por el Centro de Estudios de Opinion Pública; Encuesta Guanajuato Estatal (2007), por Data OPM; Encuesta de Umbrales Multidimensionales de Pobreza (2007), del CONEVAL; Encuesta de Cultura Política de la Democracia: México (2008), por la Universidad de Vanderbilt en el marco del Latin American Public Opinion Project. Para mayor referencia de los estudios realizados sobre el tema veáse: Parás y Pérez-Escamilla (2004); Pérez-Escamilla et al. (2005), Melgar-Quiñonez et al. (2005). 39 Véase: Pérez-Escamilla et al. (2007) y Melgar-Quiñonez et al. (2007) 46 Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México A fin de contar con una medida que refleje con la mayor precisión posible la existencia de limitaciones significativas en el ejercicio del derecho a la alimentación, se considera en situación de carencia por acceso a la alimentación a los hogares que: • presenten un grado de inseguridad alimentaria moderado o severo. Para complementar la información contenida en este indicador, se reportarán dentro de los indicadores complementarios los cuatro grados de inseguridad alimentaria, así como otros indicadores que reflejen aspectos distintos del ejercicio de este derecho. Grado de cohesión social Una revisión exhaustiva de las distintas definiciones de cohesión social presentes en la bibliografía permite comprobar que no existe un corpus conceptual único que delimite con precisión sus componentes y alcances. Asimismo, es posible señalar la ambigüedad en su utilización y en su relación con otros términos comúnmente asociados, como los de capital social, inclusión y exclusión social, integración social y ética social, entre otros (Berger-Schmidt y Noll, 2000; Rajulton, Ravanera y Beajout, 2003). Lo anterior dificulta la adopción o construcción de un indicador único para la medición de esta dimensión, debido a la variedad de fenómenos que suelen estar vinculados a ella. 40 Si bien no es posible disponer de una definición única de cohesión social, las consultas realizadas con especialistas en el tema plantearon tres aspectos fundamentales: en primer lugar, que la cohesión social está asociada a un concepto de naturaleza relacional, lo cual implica que la unidad de análisis no son los individuos, sino las comunidades o grupos sociales y por tanto, se trata de un concepto que sólo puede medirse como una característica de conjuntos de población; en segundo lugar, que para algunas definiciones la pobreza es parte de los fenómenos que disminuyen o afectan la cohesión social en un país, mientras que para otros esta relación es inversa, por lo que no se puede definir claramente si la cohesión social es parte intrínseca de la pobreza o no; finalmente, que una sociedad más equitativa puede generar mejores condiciones para desarrollar la cohesión entre sus miembros. 40 Algunos de estos fenómenos son la violencia, la desigualdad social, los índices delictivos, la discriminación, la corrupción, las redes sociales, la solidaridad y reciprocidad, la conciencia ciudadana, la pertenencia a grupos, el compromiso cívico, la participación política, el análisis del funcionamiento institucional, entre otros. Véase, por ejemplo, BID (2005) y CEPAL (2007a). 47 Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México