Anexos II. Escalas y referencias para Centro América, Mexico y

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Anexos II. Escalas y referencias para Centro América, Mexico y
República Dominicana
Anexo II.a. Melgar_Quiñonez H, Zubieta AC, Valdez E, Whitelaw B, Kaiser L.
Validation of an instrument to monitor food insecurity in Sierra de Manantlán, Jalisco.
Salud Pública Mex. 2005;47(6):413-22.
Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco
ARTÍCULO
ORIGINAL
Validación de un instrumento para vigilar la
inseguridad alimentaria en la Sierra de
Manantlán, Jalisco
Hugo Melgar-Quiñonez, MD, PhD,(1) Ana Claudia Zubieta, PhD,(1) Enriqueta Valdez, MD, MS,(2)
Barbara Whitelaw, MS,(3) Lucia Kaiser, PhD, RD.(3)
Melgar-Quiñónez H, Zubieta AC, Valdez E, Whitelaw B.
Validación de un instrumento para vigilar la inseguridad
alimentaria en la Sierra de Manantlán, Jalisco.
Salud Publica Mex 2005;47:413-422
Melgar-Quiñónez H, Zubieta AC, Valdez E, Whitelaw B.
Validation of an instrument to monitor food
insecurity in Sierra de Manantlán, Jalisco.
Salud Publica Mex 2005;47:413-422
Resumen
Objetivo. Validar una versión de la Escala de Seguridad Alimentaria (FSS) en comunidades de la Sierra de Manatlán, Jalisco. Material y métodos. Usando grupos focales se
modificó la FSS. Posteriormente se aplicó una encuesta a mujeres con niños preescolares. La FSS se validó correlacionándola con el inventario de alimentos del hogar y con la variedad
de dieta de la entrevistada. La encuesta incluyó un cuestionario socio-económico. Resultados. El 44% de los hogares
indicaron inseguridad alimentaria leve, 33% hambre moderada y 19.7% hambre severa. La inseguridad alimentaria estuvo
inversamente correlacionada con el inventario de alimentos
(r=-0.36**), alimentos de origen animal (r=-0.28**), lácteos
(r=-0.25**), alimentos procesados (r=-0.37**), frutas (r=0.21*) y verduras (r=-0.28**); *p<0.05, **p< 0.01. La inseguridad alimentaria estuvo asociada a la baja variedad de dieta
(r=-0.23; p=0.02). Estas asociaciones se mantuvieron en modelos multivariados. Conclusión. La FSS es un instrumento
útil para vigilar la inseguridad alimentaria en zonas rurales de
Jalisco.
Abstract
Objective. To validate a version of the Food Security Scale
(FSS) in communities located in Sierra de Manantlán, Jalisco.
Material and Methods. Using focus groups, the FSS was
modified to fit the Mexican context. Subsequently, a survey
was applied to women with pre-school aged children. The
FSS was validated in correlation with a household food inventory and the dietary variety of the individual being interviewed. The interview also included a socioeconomic
questionnaire. Results. Forty-four percent of the households reported mild food insecurity, 33% reported moderate hunger and 19.7% reported severe hunger. Food
insecurity was significantly and inversely correlated with the
number of food items in the household (r=-0.36**), animal
source foods (r=-0.28**), dairy products (r=-0.25*), processed foods (r=-0.37**), fruits (r=-0.21*), and vegetables
(r=-0.28**); *p<0.05, **p< 0.01. Food insecurity was also
associated with low dietary variety (r=-0.23, p=0.02). These associations were maintained in multivariate models.
Conclusions. The FSS is a useful tool for monitoring food
insecurity in rural regions of Jalisco.
Palabras clave: inseguridad alimentaria; inventario de alimentos; diversidad de dieta; México
Key words: food insecurity, food inventory; diet diversity,
México
Este estudio fue financiado por el programa UC-MEXUS Collaborative Grants y, parcialmente, por el programa Global Livestock CRSP ,USAID PCE-G-0098-000036-00.
(1)
(2)
(3)
Department of Human Nutrition, The Ohio State University
Facultad de Medicina, Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara
Department of Nutrition, University of California at Davis
Fecha de recibido: 6 de enero de 2005 • Fecha de aprobado: 12 de octubre de 2005
Solicitud de sobretiros: Hugo Melgar-Quiñonez, Department of Human Nutrition, 325 Campbell Hall,
1787 Neil Avenue, Columbus, OH 43210-1295.
Correo electrónico: melgar-quinonez.1@osu.edu
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
413
ARTÍCULO
ORIGINAL
a Reserva de la Biosfera de la Sierra de Manantlán
(RBSM) está ubicada en el suroeste del estado de
Jalisco y comprende un área de 140 000 hectáreas. La
agencia que la administra busca conservar el medio
ambiente del área, mientras impulsa proyectos de desarrollo con el fin de mejorar las condiciones de vida
de los habitantes de la reserva. No obstante, estos programas carecen de indicadores válidos y fáciles de aplicar que permitan medir el impacto de las intervenciones
en la situación de seguridad alimentaria de las comunidades localizadas en la reserva.
La inseguridad alimentaria se ha definido como
la disponibilidad limitada o incierta de los alimentos
que permiten cubrir los requerimientos nutricionales
de los individuos, así como la habilidad limitada o incierta para adquirir dichos alimentos de una manera
aceptable desde la perspectiva social y cultural.1 Por
su parte, el concepto de hambre se refiere específicamente a la sensación física incómoda o de dolor causada por la escasez de alimentos. Dada su complejidad,
la medición del fenómeno de inseguridad alimentaria
en el ámbito del hogar incluye varios factores. El primero de ellos es el cuantitativo relacionado con la habilidad o posibilidad de tener acceso a suficientes
alimentos. El segundo se refiere al aspecto cualitativo
que tiene que ver con el tipo y la variedad de la dieta
de los miembros del hogar. El tercer elemento es de
carácter psicológico y está asociado al estado de ansiedad causado por la carencia de los alimentos. El cuarto componente se relaciona con las normas para obtener
los alimentos de manera social y culturalmente aceptable.2 El marco conceptual de la inseguridad alimentaria sostiene que este fenómeno es un “proceso
manejado” por las familias a lo largo de una secuencia
de eventos de inseguridad alimentaria, donde los hogares afectados recurren a una serie de estrategias que
les permiten hacerle frente.3 Primero, se vive un periodo caracterizado por ansiedad y preocupación en torno a la provisión de alimentos disponible. Luego, se
ajusta el presupuesto del hogar, lo que afecta la calidad de la dieta en términos de diversidad de los alimentos. Este periodo representa el nivel de inseguridad
alimentaria más leve (nivel del hogar/leve). Posteriormente, los adultos limitan la cantidad y calidad de los
alimentos que ellos consumen, lo cual corresponde al
nivel moderado de inseguridad alimentaria (nivel
adulto/moderado). Finalmente, se ven afectadas la
cantidad y calidad de los alimentos consumidos por
los niños, que es el grado más severo (nivel infantil/
severo). Algunos estudios cualitativos en América Latina indican que las mujeres limitan su propia ingesta
de alimentos en un esfuerzo para proteger a los hombres del hogar, así como a los niños.4
Melgar-Quiñonez H y col.
L
En el marco de la inseguridad alimentaria, la falta
de diversidad en la dieta tiene implicaciones nutricionales muy importantes especialmente cuando la dieta
tiene poca variedad y baja ingesta de frutas, verduras
y productos animales. Un indicador muy prometedor
en la estimación del acceso a alimentos es la variedad
o diversidad de la dieta, expresada como el número
de alimentos o grupos de alimentos consumidos durante un periodo de tiempo específico.5-7
Con el fin de cuantificar la inseguridad alimentaria
en los Estados Unidos de América (EUA), se desarrolló
una escala que permite determinar de manera regular el
nivel de inseguridad alimentaria y hambre en el hogar.
Dicha escala, conocida bajo el nombre de Encuesta de
Seguridad Alimentaria (FSS: Food Security Survey), es
parte de la Encuesta Continua de Población (Current
Population Survey). Cada año, el Departamento de Agricultura de los EUA (ERS-USDA) publica un informe sobre la prevalencia de inseguridad alimentaria para toda
la nación.8 Durante los últimos 10 años se han llevado a
cabo numerosos estudios para evaluar la solidez de la
FSS, los cuales han confirmado el marco conceptual planteado, así como la utilidad de la escala en la población de
ese país.9-11 Estos estudios han establecido la asociación
entre inseguridad alimentaria y factores adversos a un
buen estado nutricional y de salud, como el consumo
inadecuado de energía y nutrimentos,12 la disminución
en los suministros alimentarios en el hogar13 y los problemas emocionales en los niños.14 Algunos estudios indican también una relación entre niveles de inseguridad
alimentaria leve y moderada con sobrepeso en mujeres,
que pudiese estar determinada por ciclos de un consumo elevado de alimentos altos en calorías.15-18
Adicionalmente, se han llevado a cabo estudios con
familias de origen latinoamericano en los EUA y en América Latina, los cuales indican la validez que la FSS tiene
en estas poblaciones.19-22 Los estudios con inmigrantes
latinoamericanos en los EUA han demostrado que el estado socioeconómico, la escolaridad y la habilidad en el
uso del inglés se asocian indirectamente con la inseguridad alimentaria. Asimismo, se ha encontrado una correlación entre inseguridad alimentaria y disponibilidad de
frutas, verduras y productos de origen animal.23-26
Aunque la pobreza está íntimamente asociada con
la inseguridad alimentaria, la medición de este fenómeno usando indicadores económicos es muy compleja.
Los ingresos salariales, por ejemplo, no son fáciles de
tasar, especialmente en países en vías de desarrollo y
áreas rurales donde la agricultura de subsistencia y los
recursos naturales contribuyen al capital del hogar.
Con base en la experiencia previa de los autores
con poblaciones rurales latinoamericanas y debido a la
necesidad de contar con instrumentos de fácil uso y bajo
414
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco
costo para medir el nivel de inseguridad alimentaria en
la RBSM, se llevó a cabo un estudio con el propósito de
validar una versión modificada de la FSS en comunidades localizadas en esa región.
Material y métodos
Ulterior a la exploración cualitativa del concepto y percepción local de la inseguridad alimentaria y el hambre,
sus causas y consecuencias, así como de las estrategias
desarrolladas por las familias para enfrentar ese fenómeno, y como parte del proyecto Planificación Local de la
Agricultura y la Naturaleza (PLAN),3,25 el cual tuvo lugar entre los años 2000 y 2003 en áreas rurales de Bolivia,
Ecuador y México, los autores llevaron a cabo un estudio
con el propósito de validar una versión modificada de la
FSS en comunidades de la RBSM. Esta encuesta comprendió también un inventario de alimentos, tres cuestionarios de recordatorio de dieta de 24 horas, así como un
cuestionario socio-económico. Antes de llevarse a cabo,
este estudio fue aprobado por el comité de ética de la
Universidad de California en Davis y el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara en Ciudad Guzmán, y se obtuvo el consentimiento informado
de los participantes.
Debido a que no se cuenta con un estándar confiable para la inseguridad alimentaria en el hogar contra
el cual validar la FSS, se utilizaron en este estudio dos
variables íntimamente asociadas con ese fenómeno: el
inventario de alimentos en el hogar y la variedad de
dieta de la persona entrevistada. Dicho enfoque ha sido
propuesto y utilizado en múltiples estudios de validación de esta herramienta.27
Selección de comunidades y hogares
Con base en sus principales características geográficas
(tales como accesibilidad con vehículo terrestre), las comunidades de la RBSM se clasificaron en dos áreas geográficas ubicadas en los márgenes norte y sur de la zona
central o zona núcleo: 1-Norte) área del río (comunidades cerca del río Ayuquila); 2-Sur) área del bosque (comunidades en la zona forestal). Las comunidades se
clasificaron con respecto al tamaño de su población, definiendo como comunidades pequeñas a aquéllas con una
población menor a 150 habitantes y como comunidades
grandes a aquéllas con una población mayor. La selección se hizo a partir de un listado inicial de 34 comunidades proporcionado por las autoridades de la RBSM. Un
total de diez comunidades, cuatro en área del río (tres
grandes y una pequeña) y seis en el área más boscosa
(tres grandes y tres pequeñas), se eligieron de manera
aleatoria simple para la encuesta. Es importante hacer
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
ARTÍCULO
ORIGINAL
notar que debido a problemas que pudieran poner en
peligro la seguridad del equipo encuestador, no se incluyeron algunas comunidades en la selección.
En estas comunidades se seleccionaron todos los
hogares con niños en edad escolar (n=107). Se excluyeron hogares sin niños, ya que la FSS incluye siete insumos relacionados con los hijos de la persona entrevistada.
Debido a que la situación de inseguridad alimentaria de
los hogares puede variar dependiendo de la edad de los
niños que viven en ellos, se determinó enfocar el estudio
en un grupo restringido a la edad escolar. En cada uno
de los hogares seleccionados se entrevistó a la mujer a
cargo de la preparación de los alimentos para la familia.
Desarrollo y codificación del
instrumento de seguridad alimentaria
La inseguridad alimentaria se midió usando una versión en español modificada de la FSS utilizada con anterioridad en un estudio con inmigrantes mexicanos en
California.21 Previo a la aplicación de la FSS en Jalisco,
se llevó a cabo una serie de 12 grupos focales con el objetivo de examinar la validez aparente del instrumento,
y la discusión se enfocó principalmente en el lenguaje
utilizado en las preguntas (n=133 participantes). Investigadores del Centro Universitario del Sur, apoyados por
un equipo de asistentes de campo entrenados en metodología de grupos focales, actuaron como facilitadores
y moderadores de las sesiones de discusión. Todas las
sesiones se grabaron y transcribieron al pie de la letra
para su análisis (los resultados no se incluyen en esta
publicación). Con base en los hallazgos de los grupos
focales se procedió a la modificación de las 18 preguntas incluidas en la FSS para adaptar el lenguaje del instrumento al contexto local. Se modificaron algunas
palabras del cuestionario de seguridad alimentaria original porque los participantes las desconocían o no entendían su significado. En estas comunidades, seguridad
alimentaria fue entendida como “tener los alimentos
necesarios” para comer, lo cual significa, tener frijoles,
tortillas, sal y, a veces, huevos y leche. Aunque todos
los grupos admitieron que han pasado periodos de hambre, también todos informaron haber tenido, siempre,
al menos tortillas disponibles. Las principales causas de
inseguridad alimentaria y hambre indicadas por los habitantes de la RBSM son la falta de trabajos bien remunerados, falta de transporte público efectivo, alto índice
de nacimientos y mal entendimiento de las leyes ambientales de la reserva.
Previo a la aplicación de la encuesta, un grupo de
estudiantes del Centro Universitario del Sur, quienes
recibieron un entrenamiento previo de dos días, llevaron a cabo una prueba piloto en 15 hogares de la región.
415
ARTÍCULO
Melgar-Quiñonez H y col.
ORIGINAL
La FSS consta de 18 ítemes orientados a medir la
percepción de la persona entrevistada en torno a su situación de seguridad alimentaria y la de su familia (cuestionario anexo). Tres de los ítemes corresponden a
preguntas respecto a la frecuencia de ocurrencia de la situación presentada en la pregunta anterior. Diez de los
ítemes en la FSS se refieren a la inseguridad alimentaria
del hogar en general y de los adultos. Los restantes ocho
ítemes están relacionados con los niños. Esta escala asigna al hogar en cuestión un puntaje de inseguridad alimentaria basado en el número de respuestas respondidas
de manera afirmativa, donde las tres preguntas de frecuencia se codificaron con un punto en aquellos casos en
que la situación en cuestión ocurrió más de una vez en el
marco de tiempo de referencia. En caso contrario, los ítemes de frecuencia se codificaron con 0. En consecuencia,
el puntaje de inseguridad alimentaria tiene un rango de
0 a 18 puntos, correspondiendo el nivel de inseguridad
alimentaria más severo al puntaje más alto. El cuestionario tuvo como marco de referencia los últimos tres meses
previos a la entrevista, ya que se esperaba que la población fuera más vulnerable a la inseguridad alimentaria
durante esos meses. Las respuestas a los ítemes se codificaron y ordenaron de acuerdo con procedimientos estándares sugeridos por el Departamento de Agricultura de
los Estados Unidos de América.28
Con base en el puntaje de inseguridad alimentaria,
se generó una variable categórica de cuatro niveles, con
la cual se clasificaron los hogares de la siguiente manera:
1) hogares seguros = 2 o menos respuestas afirmativas;
2) hogares inseguros sin hambre = 3-7 respuestas afirmativas; 3) hogares en inseguridad alimentaria con hambre
moderada = 8-12 respuestas afirmativas; 4) hogares en
inseguridad alimentaria con hambre severa = 13 o más
respuestas afirmativas.
La sumatoria de los alimentos generó un puntaje de inventario de todos los alimentos presentes en el hogar,
así como puntajes específicos por grupos de alimentos
(productos de origen animal, lácteos, carnes, frutas, alimentos procesados, etc.) para cada hogar.
Inventario de alimentos
De los 107 hogares del estudio, en 103 se tuvieron datos
completos de inseguridad alimentaria. De éstos, 99 completaron tres días de recordatorio de dieta. Por considerarse aberrante, se eliminó del estudio el dato
correspondiente a una mujer con la variedad de la dieta
de más de tres desviaciones estándar arriba de la media. El análisis de los datos se efectuó con SAS para
Windows, versión 8.02 (Cary, NC, USA). La validez del
instrumento de seguridad alimentaria se examinó a través de la asociación del puntaje de inseguridad alimentaria con el número de alimentos en el hogar, así como
con la variedad de la dieta. Además, se evaluó la correlación de inseguridad alimentaria con otras variables
socioeconómicas, como la educación de la madre, características de la vivienda y pertenencias. La relación
entre las variables se midió con las pruebas de correlación de Pearson. Finalmente, para identificar las princi-
Para evaluar el inventario de alimentos al momento de
la entrevista inicial, se desarrolló una lista de los 112
alimentos más comúnmente encontrados en esta región
de México. Los autores adaptaron originalmente el inventario utilizado a partir de un instrumento que se usó
en estudios con inmigrantes latinoamericanos en los
Estados Unidos de América.29 Además de agrupar los
alimentos por grupos (cereales, frutas, verduras, carnes,
etc.), el inventario de alimentos contenía también preguntas abiertas sobre otros alimentos no incluidos en el
cuestionario, así como una pregunta respecto a la última ocasión en que se habían adquirido alimentos en el
hogar en cuestión. Cada alimento presente en el hogar
fue codificado con “1”, mientras que aquellos alimentos no presentes en el hogar fueron codificados con “0”.
416
Recordatorios de dieta de 24 horas
Se administraron tres recordatorios de dieta de 24 horas
en días consecutivos a la persona entrevistada (madre de
familia encargada de la preparación de los alimentos).
Estos cuestionarios correspondieron en cada caso a dos
días ubicados entre semana y un día de fin de semana,
por lo que las entrevistas se realizaron de dos maneras:
1) jueves, viernes y sábado y 2) domingo, lunes y martes.
Los entrevistadores anotaron los tipos de alimentos y
bebidas que se consumieron en esos días. A todas las
mujeres entrevistadas se les preguntó si estaban embarazadas y/o lactando, y de ser así, si estaban evitando comer ciertos alimentos. Con base en estos datos, se calculó
la variedad de la dieta a la cual cada tipo de alimento
consumido contribuyó con un punto, excluyendo los condimentos usados en la preparación de las comidas.
Datos sociodemográficos
La encuesta administrada incluyó también datos relativos a la composición del hogar, las características físicas de la vivienda y los materiales de construcción, la
escolaridad y alfabetización de la persona entrevistada,
el acceso al programa gubernamental Progresa (actualmente conocido como Oportunidades) y la posesión de
animales domésticos, huertas y otras pertenencias.
Análisis de datos
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco
ARTÍCULO
pales variables asociadas con la variedad de la dieta y
con el número de alimentos en el hogar, se realizó un
análisis de regresión lineal múltiple ajustado por el efecto de conglomerado mediante ecuaciones generalizadas
de estimación (GEE), incorporando el área geográfica
como conglomerado.
Resultados
Las características de los hogares participantes en el estudio se ilustran en el cuadro I. La mitad de las comunidades se ubicaban en el área del bosque y la otra mitad
en el área del río de la reserva. Tal como se demuestra
en la figura 1, casi la totalidad de los hogares informaron padecer algún grado de inseguridad alimentaria. El
cuadro II muestra la relación entre inseguridad alimentaria y el inventario de alimentos. En la medida en que
aumenta la inseguridad alimentaria, disminuye el número de alimentos en el hogar. Esta relación negativa es
estadísticamente significativa en lo tocante a alimentos
procesados, alimentos altos en azúcares refinados, frutas, verduras/legumbres y alimentos de origen animal,
Cuadro I
DE LOS HOGARES (N =103)
Media
Desviación estándar
31.1
6.7
7.5
2.7
Edad (años de la entrevistada)
Tamaño del hogar (# de personas)
Características de la vivienda
• Piso de tierra
• Dueños de casa
• Agua entubada
• Progresa
Porcentaje % (n)
83 (85)
74 (76)
85 (88)
81.4 (83)
especialmente lácteos, (p ≤ 0.05). El porcentaje de familias que poseían alimentos provenientes de la caza o la
pesca al momento de la entrevista fue muy bajo para
detectar diferencias significativas cuando se comparó
con el puntaje de inseguridad alimentaria, el cual fue
más alto en los hogares localizados en el área del bosque en comparación con aquellos ubicados en el área
del río. No se encontró una relación significativa entre
inseguridad alimentaria y los indicadores socioeconómicos, tanto en la medida continua como categórica.
Tampoco se halló relación entre indicadores socioeconómicos y el puntaje de inventario de alimentos.
En el análisis bivariado se descubrió una asociación significativa y positiva entre el puntaje de inventario de alimentos y variedad de la dieta (r= +0.34, p <
0.001). Del mismo modo, este análisis demostró una
asociación significativa e inversa entre el puntaje de
inseguridad alimentaria y variedad de la dieta (r=-0.23,
p< 0.02). Por otro lado, ni el embarazo ni la lactancia,
al momento de la entrevista, estuvieron asociados con
la variedad de la dieta. A través de modelos de análisis de regresión múltiple se examinó la relación de inseguridad alimentaria con la variedad de la dieta y con
el inventario de alimentos (cuadros III y IV, respectivamente), para lo cual se tomaron como elementos de
control del análisis el embarazo y lactancia de la entrevistada, la localización de la comunidad, el tamaño del
hogar, las características de la vivienda, el tipo de propiedad sobre la misma, la participación en el programa gubernamental Progresa, la siembra de frijol y maíz,
el acceso a agua entubada, las prácticas de caza y pesca, la recolección de plantas silvestres, la compra de
alimentos y el nivel de educación de la persona entre-
50
40
Alimentos disponibles en el hogar
• Maíz
• Frijoles
• Huerta de verduras
• Árboles frutales
• Caza
• Pesca
• Plantas silvestres
96.3 (99)
41.1 (42)
35.5 (37)
66.4 (68)
16.6 (17)
45.8 (47)
50.5 (52)
Animales domésticos presentes en el hogar
• Gallinas y pollos
• Puercos
• Vacas
• Cabras
93.5 (96)
50.5 (52)
17 (18)
15.9 (16)
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
Porcentaje (%)
DESCRIPCIÓN
ORIGINAL
30
20
10
0
Seguros
Inseguros
moderados
Hambre
moderada
Hambre
severa
% población
FIGURA 1. NIVELES DE INSEGURIDAD ALIMENTARIA
EN LOS
HOGARES PARTICIPANTES
417
ARTÍCULO
Melgar-Quiñonez H y col.
ORIGINAL
vistada. Tanto la asociación entre inseguridad alimentaria y variedad de la dieta como la relación de inseguridad alimentaria e inventario de alimentos fueron
estadísticamente significativas en el análisis multivariado (cuadros III y IV).
Cuadro III
COEFICIENTES
DE REGRESIÓN LINEAL MÚLTIPLE ENTRE
LA VARIEDAD DE LA DIETA, INSEGURIDAD ALIMENTARIA
Y VARIABLES RELACIONADAS (N=98)
Variedad de dieta*
Coeficiente Error
de regresión estándar Valor t Valor p
Discusión
Con base en los resultados de los grupos focales previos a la encuesta, se esperaba que la inseguridad alimentaria estuviera asociada con una disminución de
alimentos en el hogar, en lo que se incluyen proteínas
de origen animal, productos lácteos, comidas procesadas y, consecuentemente, una baja variedad de la dieta. Por otra parte, el tener que recurrir al uso de plantas
silvestres y a la pesca era comúnmente visto entre la
gente más joven como vergonzoso. Por lo tanto, se esperaba que las familias en inseguridad alimentaria hicieran más uso de estos productos en comparación con
hogares más seguros.
La versión de la escala de seguridad alimentaria
que se utilizó en este estudio fue adaptada al entorno
de la RBSM a través de la exploración en grupos focales de la validez aparente del instrumento (datos no
incluidos). En el presente estudio la inseguridad ali-
Cuadro II
CORRELACIÓN DE
INSEGURIDAD ALIMENTARIA
CON VARIABLES DE SUMINISTRO DE ALIMENTOS
EN EL HOGAR ( N=103)
Grupos de Alimentos
Correlación de Pearson (r)
Valor p
Inventario de alimentos
Origen animal*
Lácteos‡
-0.36
-0.28
-0.25
≤ 0.001
≤ 0.01
≤ 0.01
Alimentos Procesados§
Alimentos altos en azúcar#
Frutas&
Verduras y legumbres≠
-0.37
-0.30
-0.21
-0.28
≤ 0.001
≤ 0.01
≤ 0.05
≤ 0.01
*
‡
§
#
&
≠
Carne de res, carne de puerco, cecina, vísceras, pollo, pescado, carne de
animales silvestres, huevos, leche, crema, queso, yogurt
Leche, crema, queso, yogurt
Aceite, café, productos en lata, sopas y caldos instantáneos, harinas, pastas,
botanas procesadas, refrescos, pan dulce, galletas, pastelitos, jugos, bebidas
en polvo, azúcar
Refrescos, pan dulce, galletas, pastelitos, jugos, bebidas en polvo, azúcar
Manzanas, plátano, zarzamora, granada china, melón, sandía, naranja,
toronja, mandarina, limón, lima, mango, papaya, jícama, bonete, guamuchiles,
parotas y otros
Aguacates, betabel, col, zanahoria, pepino, lechuga, verdolaga, berros,
acelga, cebolla, ajo, chícharos, habas, ejotes, chiles, papas, camote, calabaza,
calabacita, chayote, jitomates, tomate verde, rábanos, nopales, frijoles,
lentejas, guajes
418
Puntaje de inseguridad alimentaria‡
Comunidad
Tamaño del hogar§
Material de la pared de casa
Material del piso de casa
Agua entubada
Ultima vez que compró alimentos#
Animales
Plantas silvestres&
-0.2504
0.3309
-0.0811
-1.4004
1.8335
2.0164
0.3547
8.1027
0.8464
0.1221 -2.05 0.044
0.2080 1.59 0.116
0.1728 -0.47 0.640
0.6470 -2.16 0.033
1.1954 1.53 0.129
0.8117 2.48 0.015
0.1595 2.22 0.029
2.7086 2.99 0.004
0.3390 2.50 0.015
(R2=0.3430)≠
* Puntaje de variedad de dieta calculado como el número de diferentes
tipos de alimentos consumidos durante los tres días de recordatorio
de dieta de 24 horas; no incluye condimentos
‡
Puntaje de inseguridad alimentaria como variable continua donde 0=más
seguros, 18=nivel más severo de inseguridad alimentaria
§
Tamaño del hogar representado por el número de personas que viven y
comen en el hogar de la persona entrevistada o comen ahí la mayor
parte de las veces.
#
Ultima vez que compró alimentos dentro de dos o más semanas antes
de la entrevista
&
Recolectó plantas silvestres para comer durante la última semana
≠
Este modelo incluyó también variables relacionadas con la siembra de
maíz y fríjol, el tipo de propiedad de la vivienda, la participación en el
programa Progresa (actualmente Oportunidades), el número de miembros
en el hogar, y el estado fisiológico de la entrevistada (embarazada o
lactando)
mentaria se asoció de manera inversa al inventario de
alimentos, así como a la diversidad de la dieta de las
mujeres entrevistadas. Si bien es cierto que el marco
de tiempo para la FSS fue diferente al de las variables
que se emplearon para su validación, se recurrió a éstas porque, por un lado, el inventario de alimentos refleja aspectos centrales de la seguridad alimentaria:
disponibilidad de alimentos y acceso a los mismos; por
otro, la variedad de la dieta ha mostrado ser un indicador muy útil para evaluar la ingesta, además de que
otros estudios indican una asociación entre esa variable y el gasto en alimentos, así como con el consumo
de alimentos básicos y otros.5,6,30,31 Asimismo, ya se
informó de una relación similar entre inseguridad alimentaria y el inventario de alimentos en estudios realizados con inmigrantes de origen mexicano residentes
en el estado de California,22 así como en otros países
de América Latina, donde se usaron marcos de tiempo
de un año para todos los intrumentos.32-34 Finalmente,
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
Medición de la inseguridad alimentaria en Jalisco
ARTÍCULO
Cuadro IV
COEFICIENTES
DE REGRESIÓN LINEAL MÚLTIPLE
ENTRE EL INVENTARIO DE ALIMENTOS , INSEGURIDAD
ALIMENTARIA Y VARIABLES RELACIONADAS ( N=98)
Inventario de alimentos*
Coeficiente Desviación
de regresión estándar Valor t Valor p
Puntaje de inseguridad alimentaria‡
Comunidad
Tamaño del hogar§
Material de la pared de casa
Material del piso de casa
Agua entubada
Ultima vez que compró alimentos#
Animales
Plantas silvestres&
-0.4349
-0.4935
-0.3896
-0.3612
0.8721
0.4974
-0.2247
-3.9852
0.5640
0.1738
0.2960
0.2459
0.9207
1.7010
1.1550
0.2270
3.8542
0.4823
-2.50
-1.67
-1.58
-0.39
0.51
0.43
-0.99
-1.03
1.17
0.014
0.099
0.117
0.696
0.610
0.668
0.325
0.304
0.246
(R2=0.3421)≠
* El puntaje de inventario de alimentos se calcula y registra al momento
de la entrevista
‡
Puntaje de inseguridad alimentaria como variable continua donde 0=
más seguros, 18=nivel más severo de inseguridad alimentaria
§
Tamaño del hogar representado por el número de personas que viven y
comen en el hogar de la persona entrevistada o comen ahí la mayor
parte de las veces
#
Ultima vez que compró alimentos dentro de dos o más semanas antes
de la entrevista
&
Recolectó plantas silvestres para comer durante la última semana
≠
Este modelo incluyó también variables relacionadas con la siembra de
maíz y fríjol, el tipo de propiedad de la vivienda, la participación en el
programa Progresa (actualmente Oportunidades), el número de
miembros en el hogar, y el estado fisiológico de la entrevistada
(embarazada o lactando)
a falta de un estándar confiable para evaluar la inseguridad alimentaria en el hogar, se recurrió a dichas
variables debido a su íntima relación con el fenómeno
de la inseguridad alimentaria.27
El análisis bivariado reveló una asociación significativa entre el inventario de alimentos en el hogar al
momento de la entrevista y la variedad de la dieta para
la persona entrevistada. A pesar de que los coeficientes
de Pearson que se encontraron nunca fueron mayores a
0.36, todos mostraron una alta significancia estadística,
y los hallazgos respecto a grupos de alimentos específicos fueron siempre muy consistentes con lo esperado:
cuanto mayor inseguridad alimentaria, tanto menor el
número de alimentos en el hogar. Finalmente, la validación de la FSS se hizo a través de modelos multivariados que se controlaron por estado socioeconómico, y
otras variables de interés. Se mantuvo la asociación significativa entre inseguridad alimentaria y las dos variables seleccionadas para la validación de la FSS. En un
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
ORIGINAL
tercer modelo multivariado (no se presentan los resultados) se examinó la relación entre inseguridad alimentaria y variedad de la dieta, y se incluyó el inventario de
alimentos como variable independiente. En ese caso la
relación entre esta variable y la de variedad de dieta,
encontrada previamente en el análisis bivariado, mantuvo su significancia estadística (coeficiente=0.25;
p=0.001), pero la asociación de variedad de dieta e inseguridad alimentaria perdió su significancia (coeficiente=0.15; p=0.26). Esta situación podría explicarse si se
considera que la situación de inseguridad alimentaria
está determinando el suministro de alimentos en el hogar, y este último, a su vez, tiene un efecto directo en la
variedad de la dieta. De esta manera la inseguridad alimentaria estaría afectando de manera indirecta a la variedad de la dieta y por ello no se detecta una relación
directa en este último modelo.
Entre las limitaciones afrontadas por este estudio
se encuentra la poca variabilidad en términos socioeconómicos y, por ende, de seguridad alimentaria al interior de la muestra. Sin embargo, a pesar de que la
muestra de hogares no fue seleccionada de manera aleatoria, sí lo fue la selección que se hizo de las comunidades y corresponde a las características socioeconómicas
bajo las que viven la gran mayoría de los hogares ubicados en las comunidades localizadas en la RBSM. Los
índices de inseguridad alimentaria son altos en esa zona,
tal y como lo muestran los hallazgos de este trabajo, lo
cual determinó que fuese imposible reclutar hogares más
prósperos. Pese a ello, la asociación de inseguridad alimentaria con el suministro alimentario y la variedad de
la dieta tuvo la dirección esperada y se mostró estadísticamente significativa en el análisis bivariado.
Hasta donde los autores tienen información, este
estudio es el primero en explorar en el área rural mexicana la utilidad de esta herramienta. Sin embargo, los
resultados del estudio convergen con los de otro realizado en la Ciudad de México, en el cual se encontró
una relación significativa e inversa entre inseguridad
alimentaria y el consumo diario de frutas, verduras,
carnes y productos lácteos.35
Los resultados de este estudio indican que la versión adaptada al contexto mexicano de la escala de seguridad alimentaria es una herramienta útil para medir el
estado de inseguridad alimentaria en la Sierra de Manantlán en Jalisco. En una población que aparenta poca
variación en indicadores socioeconómicos, es todavía
posible detectar diferencias en el suministro de alimentos en el hogar usando el instrumento de seguridad alimentaria.
Es importante subrayar la necesidad de llevar a cabo
más investigación en torno a esta herramienta y a otros
instrumentos similares con el fin de contar con indicado419
ARTÍCULO
ORIGINAL
res válidos y confiables que permitan evaluar el estado
de inseguridad alimentaria en el plano nacional en México. Los resultados de este estudio indican la factibilidad
de contar con un instrumento con esas características.
Debido a su bajo costo, su fácil aplicación y la facilidad
para obtener resultados inmediatos, aun bajo condiciones de poca infraestructura y limitados recursos para el
análisis de datos, la FSS representa un instrumento de
gran utilidad como parte integrante de sistemas de supervisión y evaluación en los programas alimentarios y
asistenciales en todo el país. La cuantificación de la inseguridad alimentaria en el ámbito nacional contribuiría
de manera sustancial en la definición de los objetivos a
corto, mediano y largo plazo de los programas orientados a combatir el hambre y a la evaluación de su impacto. Asimismo, la identificación de los grupos en mayor
riesgo permitiría orientar los esfuerzos de dichos programas hacia los grupos más vulnerables.
Agradecimientos
Un especial agradecimiento se extiende a todas las familias que participaron en este estudio. A los estudiantes del Centro Universitario del Sur en Ciudad Guzmán
por su impecable trabajo como encuestadores. Finalmente, a los directivos de la Reserva de la Biosfera de
la Sierra de Manantlán, a los colegas del Centro Universitario de la Costa Sur en Autlán, Jalisco, y al proyecto PLAN por todo el apoyo brindado a este trabajo.
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salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
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salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
ARTÍCULO
ORIGINAL
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Colombia. Oral presentation at the Experimental Biology Meeting.
FASEB J 2005; 19 (5) Abstract 748.6: A 1350.
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household food security and food expenditure in Bolivia. Oral
presentation at the Experimental Biology Meeting. FASEB J 2005; 19 (5)
Abstract 748.7: A 1350.
35. Pérez-Escamilla R, Parás P, Dolkar T, Melgar-Quiñonez H. The USDA
food security module is a valid tool for assessing household food
insecurity in Mexico City. Oral presentation at the Experimental
Biology Meeting. FASEB J 2005; 19 (5) Abstract 748.4: A 1350.
421
ARTÍCULO
Melgar-Quiñonez H y col.
ORIGINAL
ANEXO
ESCALA
MODIFICADA DE SEGURIDAD ALIMENTARIA EN EL HOGAR
Encuestador
Participante #
Nota al entrevistador: Por favor lea toda la pregunta primero y elija solamente una respuesta.
Por favor recuerde asegurarse de que las respuestas positivas a las preguntas se deben a “falta de dinero”. Haga una pregunta de prueba solamente si el
sujeto responde de manera positiva.
Entrevistador: Ahora le voy a hacer unas preguntas de lo que comieron en los últimos 3 meses, o sea de mayo para acá. Por favor dígame si aquí en su casa
estas situaciones fueron verdaderas “muy seguido”, “a veces” o “nunca”.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
En los últimos tres meses, ¿estuvieron preocupados de que los alimentos se les terminaran antes de tener dinero para comprar más?
Muy seguido
A veces
Nunca
No sabe
En los últimos tres meses, ¿los alimentos que habían comprado no les alcanzaron, y no tuvieron dinero para comprar más?
Muy seguido
A veces
Nunca
No sabe
En los últimos tres meses, ¿comieron los mismos alimentos diario porque se les terminó el dinero para comprar más alimentos?
Muy seguido
A veces
Nunca
No sabe
En los últimos tres meses, ¿tuvieron pocos tipos de alimentos para sus hijos porque se les terminó el dinero para comprar más?
Muy seguido
A veces
Nunca
No sabe
En los últimos tres meses, ¿no le dieron a sus hijos comidas variadas porque no les alcanzó el dinero?
Muy seguido
A veces
Nunca
No sabe
En los últimos 3 meses, ¿sus hijos no estuvieron comiendo lo necesario porque no tenía dinero para comprar comida?
Muy seguido
A veces
Nunca
No sabe
Durante los últimos 3 meses, ¿usted u otros adultos en su casa comieron menos o dejaron de comer en el desayuno, en la comida, o en la cena
porque no había dinero para comprar más?
Sí
No. En este caso pase a la 8
No sabe
7a.
En los últimos 3 meses, ¿cada cuánto le pasó esto?
Cada semana
Algunas semanas
Sólo una vez
No sabe
8.
Durante los últimos 3 meses, ¿comió usted alguna vez menos de lo que creía que debería comer a causa de que no había dinero para comprar
más alimentos?
Sí
No
No sabe
9.
Durante los últimos 3 meses, ¿tuvo usted hambre pero no comió porque no pudo comprar la comida necesaria?
Sí
No
No sabe
10. Durante los últimos 3 meses, ¿perdió peso porque no tenía el dinero necesario para comida?
Sí
No
No sabe
11. Durante los últimos 3 meses, ¿dejó usted u otros adultos en su casa de comer por todo un día porque no tenía dinero para comprar comida?
Sí
No. En este caso pase a la 12
No sabe
11a. En los últimos 3 meses, ¿cada cuánto pasó esto?
Cada semana
Algunas semanas
Sólo una vez
No sabe
Las siguientes preguntas son con respecto a
___________________________________________________
(Nombre del niño objetivo del estudio)
12.
Durante los últimos 3 meses, ¿le sirvió menos comida en el desayuno, comida o cena a su hijo(a) porque no había dinero para comprar más
alimentos?
Sí
No
No sabe
13. Durante los últimos 3 meses, ¿dejó de comer su hijo(a) el desayuno, la comida o la cena porque no había dinero para comprar alimentos?
Sí
No. En este caso pase a la 14
No sabe
13a. En los últimos 3 meses, ¿cada cuanto pasó esto?
Cada semana
Algunas semanas
Sólo una vez
No sabe
14. Durante los últimos 3 meses, ¿ocurrió alguna vez que su hijo(a) tuviera hambre pero no le pudo comprar comida?
Sí
No
No sabe
15. Durante los últimos 3 meses, ¿dejó de comer su hijo(a) por todo un día porque no había dinero para alimentos?
Sí
No
No sabe
422
salud pública de méxico / vol.47, no.6, noviembre-diciembre de 2005
Anexo II.b. Parás P, Pérez-Escamilla R. El rostro de la pobreza: la inseguridad
alimentaria en el Distrito Federal. Rev Este País 2004; 158(5):45-50.
E N C U E S T A
El rostro de la pobreza: la inseguridad
alimentaria en el Distrito Federal
Pablo Parás y Rafael Pérez-Escamilla
a Organización de las Naciones Unidas define la seguridad alimentaria en el
hogar como el “acceso de todas las
personas en todo momento a una
alimentación de suficiente cantidad
y calidad por medios socialmente
aceptables. La alimentación disponible debe ser suficiente para que
los moradores del hogar tengan una
vida sana y activa.”1 La seguridad
alimentaria tradicionalmente se ha
medido calculando la disponibilidad de calorías per cápita en el país
o a través de mediciones del peso y
la talla de niños menores de cinco
años. En la década de los ochenta
investigadores de la Universidad de
Cornell, en Estados Unidos, reconocieron la necesidad de medir de
una manera más específica y especializada el problema de la inseguridad alimentaria en los hogares.
Para ello realizaron investigaciones
con herramientas de carácter cualitativo entrevistando a personas
consideradas bajo el umbral de la
pobreza en el estado de Nueva
York, estas personas se caracterizaban por haber experimentado inse-
L
Los autores agradecen la asistencia de la
OPAS -Brasil para la elaboración de este
ensayo.
Rafael Pérez Escamilla es profesor de
nutrición y salud pública de la Universidad
de Connecticut. Pablo Parás es director general de la empresa Data Opinión Pública y
Mercados y estudia el doctorado en ciencia
política en la Universidad de Connecticut.
mayo 2004
guridad alimentaria y, en algunos
casos, hambre (la forma más extrema de inseguridad alimentaria).
Con los resultados de las investigaciones, se concluyó que existían
distintos grados de inseguridad alimentaria. 2 En orden de menor a
mayor gravedad se pueden identificar tres grados: preocupación
sobre la capacidad futura de consumo de alimentos, aceptación de
que el consumo de alimentos no es
suficiente en su calidad o cantidad,
y el hambre (primero en adultos y
luego en niños). En el primer grado
se identificaron familias que no experimentaban hambre en el momento del estudio pero que tenían
la preocupación de enfrentar en un
futuro cercano, un panorama en el
que no contarían con los ingresos
suficientes para consumir una dieta
sana y variada. Esto podría suceder
por ejemplo, ante una enfermedad
repentina o el riesgo de pérdida de
empleo por parte del jefe de familia. La primer estrategia de la familia afectada por el estrés socioeconómico es “estirar” el consumo
de alimentos, es decir, la implementación de estrategias que buscan un
mayor rendimiento de la dieta.
Ejemplo de estas estrategias son el
diluir la leche con agua para un mayor rendimiento o el consumo de un
mayor número de alimentos más
baratos que suelen ser ricos en
calorías pero pobres en valor nutri-
cional. Si la situación que está llevando a la inseguridad alimentaria
no se corrige entonces el hogar
puede escalar los siguientes grados.
En estos casos algunas familias optan por disminuir la cantidad de alimentos destinada a los adultos, y si
la situación continúa, las porciones
dedicadas a los menores de edad
sufrirán el mismo destino, es decir,
serán más pequeñas de lo usual.
Una vez que el problema del hambre se presenta en los niños, se puede sostener que se ha llegado a la
forma más extrema de la inseguridad alimentaria, ya que el concepto
supone que los adultos del hogar
harían todo lo posible por proteger
la seguridad alimentaria de los
menores de edad bajo su cuidado.
El siguiente paso dado por los
investigadores de Cornell fue confirmar, mediante la utilización de
datos cuantitativos, sus hipótesis
sobre el proceso de desarrollo y los
distintos grados de severidad en la
inseguridad alimentaria. Para ello
elaboraron una escala con doce
ítems para establecer una medición
precisa sobre el problema de investigación. Los ítems incluyeron preguntas sobre preocupación y exposición a la inseguridad alimentaria
en el hogar (incluyendo hambre)
tanto en adultos como en niños. Las
preguntas de la escala se construyeron con los términos utilizados
de manera usual por los sujetos que
Este País 45
E N C U E S T A
participaron en los estudios cualitativos previos a la instrumentación
de la sección cuantitativa. Después
de varias pruebas, la escala de
Cornell se redujo de doce a diez
ítems y utilizando un algoritmo los
hogares se clasificaron en cuatro
categorías mutuamente exclusivas:
seguridad alimentaria, inseguridad
alimentaria en el hogar, inseguridad
alimentaria en adultos y hambre en
niños. Esta escala, desarrollada predominantemente entre personas de
raza blanca en Estados Unidos, se
aplicó posteriormente entre distintos grupos étnicos incluyendo hispanos, 3 demostrando con ello su
validez externa.
A principios de los años noventa,
el gobierno de Estados Unidos reconoció la inseguridad alimentaria
como un problema social y de salud
pública de suma importancia, por
esta razón, encomendó al Departamento de Agricultura (USDA) encabezar el esfuerzo de desarrollo de
una escala de medición para la inseguridad alimentaria y que pudiera
ser utilizada a nivel nacional. Como
resultado, el USDA convocó a un
grupo de expertos (incluyendo los
investigadores de Cornell) los cuales recomendaron una escala parecida a la de Cornell pero con 18
ítems. Los análisis de este grupo
indicaron que esta escala era unidimensional y que sería suficiente
calcular un puntaje único aditivo
con un rango teórico de 0 a 18 puntos en hogares con niños o adolescentes y de 0 a 10 en hogares con
sólo adultos (asignando un punto
por cada respuesta afirmativa). Utilizando la escala los hogares fueron
clasificados en cuatro categorías: 1)
seguridad alimentaria; 2) inseguridad alimentaria leve; 3) inseguridad
alimentaria media; y 4) inseguridad
alimentaria severa o grave. Este
esfuerzo tuvo un gran éxito por lo
Este País 46
que se decidió incluir un módulo
(de 18 ítems o reducido) de inseguridad alimentaria en la encuesta
telefónica mensual de la Oficina del
Censo de Estados Unidos y en la
Encuesta Nacional de Nutrición y
Salud (NHANES). Gracias a esto y a
los muchos investigadores que ahora utilizan esta escala, Estados Unidos cuenta ahora con una mejor
comprensión de los orígenes y consecuencias de la inseguridad alimentaria en este país.4
Debido a la sencillez y utilidad
de la escala de hambre del USDA,
otros países han expresado su interés en adaptar el instrumento a sus
poblaciones. Un ejemplo importante es el reciente estudio realizado
en Brasil llevado a cabo en conjunto por la Universidad de Connecticut y la Universidad de Campinas.
Investigadores de ambas universidades coordinaron, durante 2003,
un destacado esfuerzo por adaptar y
validar el cuestionario de inseguridad alimentaria en cuatro ciudades
brasileñas (Campinas, Manaus,
Joao Pessoa y Brasilia).5 En cada
ciudad, el cuestionario fue probado
y modificado mediante dos grupos
de enfoque, uno con expertos
locales en el área de alimentación y
salud pública y otro con miembros
de las comunidades-objetivo. Una
vez que se ajustó el cuestionario, se
aplicó entre 125 y 200 familias en
cada ciudad. Los resultados mostraron una consistencia interna muy
alta de la escala (comprobando así
que efectivamente los ítems medidos pertenecen a una misma dimensión) y tal y como se esperaba, una
fuerte asociación en cada muestra
poblacional entre: a) el nivel de
pobreza y la intensidad de inseguridad alimentaria, y b) la probabilidad de consumo diario de una dieta
sana y el nivel de intensidad de
inseguridad alimentaria. La investi-
gación en Brasil ha ofrecido algunos logros destacados, por ejemplo, la escala ya ha sido utilizada
para estimar la presencia de los distintos grados de inseguridad alimentaria en la ciudad de Campinas
utilizando para ello una muestra
poblacional representativa de más
de 800 hogares.6 También se aplicó
simultáneamente con una campaña
de vacunación en Brasilia con el fin
de configurar un mapa de focos de
inseguridad alimentaria en la ciudad.7 Debe destacarse que estos esfuerzos tuvieron gran apoyo tanto
en lo político como lo financiero de
parte del gobierno federal de Brasil,
y esto se debe en buena medida a
que los resultados han sido muy útiles para que el gobierno brasileño
comprenda mejor los avances alcanzados con sus políticas de erradicación de hambre conocidas como Fome Zero instrumentadas por
el presidente Luiz Inácio da Silva.
México es un país que puede beneficiarse de manera importante de
un esfuerzo de adaptación, validación, y aplicación de la escala de de
inseguridad alimentaria del USDA,
retomando en buena medida la experiencia en Brasil. En este marco
los autores del presente artículo iniciaron una fructífera colaboración
para adaptar el instrumento a la
realidad mexicana y aplicar el cuestionario en una muestra representativa del Distrito Federal en 800
hogares. Los ítems se validaron por
medio de entrevistas piloto previas
al estudio cuantitativo y fueron incluidos en la ola número 19 del Termómetro Capitalino, una investigación periódica de la opinión pública de la capital de México.8
A continuación se presentan los
principales resultados obtenidos de
esta investigación sin precedentes
en nuestro país. Las cifras muestran
los resultados de la validación de la
mayo 2004
E N C U E S T A
escala, la cuantificación de los grados de inseguridad alimentaria en el
D. F., y los factores de riesgo para
los distintos niveles de inseguridad
alimentaria en la capital mexicana.
Esperamos que al igual que en
Brasil, los resultado sean útiles para
que tanto las autoridades, académicos e investigadores, y organizaciones de la sociedad civil se dirijan
a: 1) proponer objetivos de reducción de inseguridad alimentaria a
nivel de hogar a corto, mediano y
largo plazos; 2) dirigir de manera
más precisa sus esfuerzos de ayuda
para la alimentación de los grupos
más desprotegidos; y 3) medir el
impacto de las políticas de reducción de pobreza, particularmente
sobre la seguridad alimentaria en
los hogares. Del mismo modo, la
medición de la inseguridad alimentaria podría establecer vínculos de
comunicación con esfuerzos similares, como las mediciones sobre
pobreza realizadas por la Secretaría
de Desarrollo Social (Sedesol), que
tienen como eje central la utilización de encuestas por muestreo,
especialmente la Encuesta Nacional
de Ingreso y Gasto en Hogares
(ENIGH) del INEGI.
Inseguridad alimentaria
en el Distrito Federal
A pesar de que las 16 delegaciones
del Distrito Federal están catalogadas en el nivel 7 del nivel de bienestar del INEGI, y que ello coloca a
esta entidad por encima de la media
nacional en distintos indicadores
como acceso a servicios de alimentación, salud, educativos, vivienda, cultura y recreación, aun
persisten rezagos importantes en el
aspecto social. Con el fin de documentar la persistencia de carencias
sensibles en lo relacionado con las
condiciones básicas de desarrollo,
mayo 2004
los días 14 y 15 de diciembre de
2003, se aplicaron las preguntas del
índice de inseguridad alimentaria
del USDA en el Distrito Federal; el
método utilizado para ello fue una
encuesta por muestreo de 800 casos
representativa de la población adulta de 18 años o más.9
El cuestionario se dividió en dos
perfiles ya mencionados en la introducción, por un lado se aplicó una
batería de preguntas en los hogares
que contaban con menores de edad
bajo responsabilidad de adultos (niños y/o adolescentes), y una batería
adicional a los hogares sin menores
de edad. La escala con la cual se
define el grado de inseguridad alimentaria del hogar cuenta con ocho
iítems en hogares sin menores de
edad y quince items en hogares con
niños y/o adolescentes. Cada ítem
mide una situación específica y se
pregunta al entrevistado si dicha
situación ha ocurrido en su hogar
en los últimos tres meses; un ítem
pregunta por ejemplo si en los últimos tres meses, alguna vez se le dio
menor cantidad de comida a los
niños porque no hubo suficiente dinero para comida. Con base en el
número de respuestas afirmativas
para cada una de las ocho/quince
situaciones se construye un índice
aditivo que puede ir desde cero
(ninguna situación sucedió en ese
hogar en los últimos tres meses)
hasta un puntaje de ocho/quince
(todas las situaciones sucedieron en
ese hogar). Los hogares cuyo puntaje en la escala fue cero se clasificaron como hogar con seguridad
alimentaria. El resto de los hogares
es clasificado en uno de los tres
niveles de inseguridad alimentaria
de acuerdo con el número de respuestas afirmativas en grupos equidistantes. Los hogares con niños o
adultos que contestaron afirmativamente a cinco de las quince situa-
ciones son considerados como inseguridad leve, los que contestaron de
seis a diez como inseguridad mediana y los que afirmaron once a
quince son considerados como inseguridad grave. Tal y como sucedió
en Brasil, los análisis psicométricos
mostraron una consistencia interna
excelente de la escala. En el D. F.
también se encontró que el grado de
severidad de inseguridad alimentaria (IA) se asoció fuertemente con el
nivel de pobreza y con una probabilidad cada vez más baja de consumir diariamente una dieta variada
y saludable. La primera gráfica
muestra la distribución de la IA para
el Distrito Federal. La imagen
muestra que 42% se clasifica en la
primera categoría, seguridad alimentaria; el 58% restante enfrenta
algún grado de inseguridad alimentaria: 28% manifiesta inseguridad
leve, 23% inseguridad mediana y
7% inseguridad grave.
Al analizar los datos por tipo de
hogar observamos que aquellos hogares con niños muestran mayores
proporciones de inseguridad alimentaria que aquellos hogares sin
niños. La grafica dos muestra que
mientras que la mitad de los hogares sin niños (53%) goza de seguridad alimentaria, ese porcentaje
es significativamente menor en hogares con niños (35%). Esto muestra que tanto la incertidumbre (percepción) como la realidad (capacidad de alimento y hambre) son más
severas en hogares con menores.
La tabla 1 muestra el porcentaje
de hogares que afirmaron haber sufrido cada una de las situaciones
medidas para cada una de las cuatro
categorías de IA. Esta tabla ayuda a
entender lo que significa cada una
de las categorías y en gran medida
dibuja el rostro de la pobreza. Como
ya se había mencionado, aquellos
hogares que se encuentran en
Este País 47
E N C U E S T A
seguridad alimentaria contestaron
negativamente a cada una de las
situaciones medidas. Las últimas
tres columnas muestran para cada
una de las situaciones el porcentaje
de hogares que contestó afirmativamente. La primera situación por
ejemplo, muestra que en 62% de los
hogares clasificados en IA grave por
lo menos un adulto dejó de comer
durante todo el día por falta de
recursos. Este porcentaje se reduce
a 6% en IA mediana y no existe en
IA leve. Si por lo general la dureza
de los números suele ser fría en este
caso congela. En tres cuartas partes
de los hogares clasificados en el
grado de inseguridad más grave
(7% de lo hogares del D. F.) algún
adulto no satisface el hambre o
pierde peso por falta de alimento; en
nueve de cada diez hogares o más
se come menos de lo que se desea,
la comida es de baja calidad, hay
una constante preocupación por la
capacidad de alimentarse y la comida no rinde lo suficiente. Para esta
misma categoría los datos para hogares con menores de edad son igualmente crudos. Y la situación no es
mucho más alentadora en el grado
de IA mediana en donde además de
preocupación se identifican porcentajes importantes con carencias y
hambre. La IA leve podría ser una
meta para el mediano plazo; en esta
categoría se identifican niveles
muchos menores de preocupación y
de carencias aunque están presentes
todavía, sin embargo la cantidad de
Distribución de la inseguridad alimentaria
en el Distrito Federal
42%
28%
23%
7%
Seguridad
alimenticia
(SA)
Inseguridad
leve
(IL)
Inseguridad
mediana
(IM)
Inseguridad
grave
(IG)
alimentos o el hambre (definida
como el dejar de comer alimentos
durante todo un día) no parecen presentarse en este nivel.
Los datos sirven también para
identificar si los programas sociales
llegan a los más necesitados. La
tabla 2 muestra que la efectividad
Tabla 1. Composición de la inseguridad alimentaria.
Porcentaje de hogares en donde ocurre la situación
TODOS LOS HOGARES
Seguridad
Alimentaria
Inseguridad Alimentaria
Leve
Mediana
Grave
En los últimos tres meses algún adulto de su familia no comió durante todo el día porque
no hubo suficiente dinero para comida
0
0
6
62
En los últimos tres meses perdió peso porque no tuvo suficiente dinero para comprar comida
0
1
9
74
En los últimos tres meses algún adulto dejó de comer porque no había suficiente dinero
0
2
13
78
En los últimos tres meses comió menos de lo que pensaba que debía porque no había
suficiente dinero para comida
0
3
29
90
En los últimos tres meses: No teníamos lo suficiente para comer una comida sana y variada
0
47
93
94
En los últimos tres meses: Nos preocupó que la comida se podía acabar antes de tener dinero
para comprar más comida
0
65
95
96
En los últimos tres meses tuvo hambre pero no comió porque no tuvo suficiente dinero para comida
0
2
21
96
En los últimos tres meses: La comida que compramos no duró mucho y no había dinero para comprar más
0
49
97
98
HOGARES CON NIÑOS MENORES DE 18 AÑOS
Seguridad
Alimentaria
Inseguridad Alimentaria
Leve
Mediana
Grave
En los últimos tres meses algún niño no comió durante todo el día porque no hubo suficiente
dinero para comida
0
0
4
53
En los últimos tres meses algún niño no comió por que no hubo suficiente dinero para comida
0
0
5
66
En los últimos tres meses alguna vez un niño tuvo hambre pero no contó con suficiente dinero
para comprar más comida
0
1
13
79
En los últimos tres meses dió menos cantidad de comida a los niños porque no hubo suficiente
dinero para comida
0
3
29
84
En los últimos tres meses: Dependíamos de unos pocos alimentos de baja calidad para dar comida
a los niños, porque se nos terminó el dinero disponible para comprar alimentos
0
27
93
95
En los últimos tres meses: No teníamos el dinero suficiente para ofrecer una comida sana y variada
a los niños
0
34
92
97
En los últimos tres meses: Mis hijos no comían lo suficiente porque no
teníamos dinero para comprar suficiente comida
0
11
83
100
Este País 48
mayo 2004
E N C U E S T A
de los programas sociales parece
depender del tipo de apoyo del que
se trate. Por un lado efectivamente
si existe una relación entre el nivel
de inseguridad y el porcentaje de
hogares que recibe leche: 62% de
los hogares en IA grave, 35% en IA
mediana y leve y 21% en los de
seguridad alimentaria. Habría que
evaluar el costo de tener todavía
una mejor asignación de recursos
para beneficiar a los hogares de
mayores carencias. En el caso de
apoyos en medicamentos y servicios médicos no parece existir la
misma efectividad ya que en todas
las categorías alrededor de 10% indica que recibe este tipo de apoyos.
Adicionalmente parece existir
una correlación importante entre el
grado de inseguridad alimentaria y
Distribución de la inseguridad alimentaria en el
D.F. por tipo de hogar (%)
53
35
34
26
22
17
8
4
SA
IL
Hogar sin niños
IM
IG
Hogar con niños
algunos indicadores de capital
social y humano así como de la
preferencia democrática. Los datos
presentados en la tabla 3 son tan
sólo una sugerencia de esta relación
que debe de ser explorada con mayor profundidad para determinar si
efectivamente existe y si dicha
relación no es espuria (es decir generada por una causal común). Las
teorías de capital social definen a la
confianza interpersonal como una
de sus variables de más relevancia.
Los datos muestran que a mayor
gravedad en la IA menor la confianza interpersonal. En cuanto al capital humano un indicador importante
es la percepción del estado de salud
de los individuos; aquí también encontramos una relación inversa entre el estado de salud y la IA. Es
interesante notar que a mayor inseguridad, es menor el porcentaje que
considera que la democracia es el
mejor tipo de gobierno. En dos de
estas tres categorías (capital social
y preferencia de régimen) no existen diferencias estadísticamente significativas entre seguridad alimentaria y los niveles leve y mediana
de IA lo cual sugiere una importante
diferencia cualitativa entre las actitudes y preferencias entre IA grave
y el resto de las categorías. Esto
Tabla 2: Efectividad de apoyos gubernamentales por tipo de Inseguridad Alimentaria
Seguridad
Alimentaria
Inseguridad Alimentaria
Leve
Mediana
Grave
Porcentaje que recibe leche
21
35
35
52
Porcentaje que recibe medicamentos o servicios médicos
10
11
9
8
Tabla 3. Relación entre IA, capital social, capital humano y preferencia democrática
Seguridad
Alimentaria
Inseguridad Alimentaria
Leve
Mediana
Grave
Porcentaje que afirma que se puede confiar en la mayoría
de las personas
19
17
16
6
Porcentaje de personas que reportan un estado de salud
“muy bueno” o “bueno”
70
57
38
32
Porcentaje que afirma que la democracia es preferible a
cualquier otra forma de gobierno
73
69
66
56
mayo 2004
sugiere que quizás el resolver las
condiciones que generan la condición de IA más grave traerá beneficios sociales adicionales. Un argumento similar, el de beneficios
sociales adicionales, ha sido sugerido al investigar los efectos de combatir la corrupción y el crimen.10
Los resultados de esta encuesta
muestran la urgencia de tomar en
cuenta a la inseguridad alimentaria
cuando el gobierno toma decisiones
sobre políticas públicas. Es evidente
que políticas que conlleven a más y
mejores empleos y a reducir la
pobreza pueden mejorar sustancialmente la seguridad alimentaria de
los hogares mexicanos. También es
muy importante ampliar la red de
apoyo de alimentos para las familias más desprotegidas en tiempos de
crisis sociales y económicas como
las que vive el país actualmente. Un
paso muy importante que se debe
dar es el que, tal y como sucedió en
Brasil, el gobierno explícitamente
proponga el objetivo de reducir sustancialmente la inseguridad alimentaria en México en un tiempo
razonble. Para que esto suceda será
necesario comprender mejor la distribución de la inseguridad alimentaria a nivel nacional, por lo que
resulta deseable que se realice este
mismo diagnóstico en cada una de
las entidades federativas. La erradicación de la inseguridad alimentaria
severa debe ser una prioridad muy
alta para el país. Este esfuerzo va a
requerir el trabajo en equipo de las
autoridades locales, estatales y federales del sector salud y de las responsables del desarrollo social y
económico del país ❚
1
Organización Mundial de la Salud,
oficina
regional
de
Europa,
http://www.euro.who.int/nutrition/Security/
SecTop
2
Radimer K. L., “Measurement of
household food security in the USA and
Este País 49
E N C U E S T A
other industrialized countries”, Public
Health Nutrition, dic. 2002, 5(6A):859-64.
3
Pérez-Escamilla R., Ferris A. M.,
Drake L., Haldeman L., Peranick J,
Campbell M., Peng Y. K., Burke G.,
Bernstein B., “Food stamps are associated
with food security and dietary intake of
inner-city preschoolers from Hartford,
Connecticut”, Journal of Nutrition, nov.
2000, 130(11):2711-7, y Frongillo E. A.,
“Validation of measures of food insecurity
and hunger”, Journal of Nutrition, feb.
1999, 129(2S Suppl):506S-509S.
4
Carlson S. J., Andrews M. S., Bickel
G. W., “Measuring food insecurity and
hunger in the United States: development
of a national benchmark measure and prevalence estimates”, Journal of Nutrition,
feb. 1999, 129(2S Suppl): 510S-516S y
Nord M., Andrews M., Winicki J., “Frequency and duration of food insecurity and
hunger in US households”, Journal of Nutrition Education and Behavior, jul-ago.
2002, 34(4):194-200.
5
Segall Corrêa A. M., Pérez-Escamilla
R., (In)Segurança alimentar em Campinas:
inquérito de base populacional, Universidade Estadual de Campinas, 2003.
6
Segall Corrêa A. M., Pérez-Escamilla
R., Kurdian Maranha L., Archanjo Sampaio
M. F., (In)Segurança alimentar no Brasil:
validaçao de metodologia para acompanhamento e avaliação, Universidade
Estadual de Campinas,
2003.
7
Leao M., Trabajo
presentado en el Congreso Latinoamericano de la Sociedad
Latinoamericana de
Nutrición (SLAN), Acapulco, México, noviembre, 2003.
8
El objetivo del
Termómetro Capitalino ( TC ) es tener una
lectura periódica y
confiable de la opinión pública de los
adultos de la capital
del país. Dicha investigación nace por la
iniciativa de Alejandro
Moreno y Pablo Parás
en diciembre de 1997.
Las primeras quince
olas del TC fueron
realizadas por el
Centro de Estudios de
Opinión Publica bajo
la dirección de Pablo
Parás. Las olas 16 a 19
del TC han sido finan-
Este País 50
ciadas y realizadas por la empresa Data
Opinión Pública y Mercados. Los resultados principales del TC han sido publicados
en la revista Este País.
9
Levantamiento: 14 y 15 de diciembre
de 2003. Tamaño de la muestra: 800 casos.
Metodología: entrevistas personales en
domicilio con habitantes del D. F. de 18
años o más. El marco muestral es de secciones electorales, seleccionadas otorgando
probabilidad proporcional al tamaño de personas en el listado nominal de cada sección.
Se realizaron diez entrevistas por sección
siguiendo un método aleatorio de selección
de manzanas, hogares y entrevistados. Los
resultados se manejan con un nivel de confianza de 95% con margen de error de +/3.5 por ciento.
10
Parás P., “Unweaving the social fabric:
The impact of crime on social capital”,
Center for U.S.-Mexican Studies. Project
on Reforming the Administration of Justice
in Mexico, may 15,2003, http://repositories.cdlib.org/usmex/prajm/paras
mayo 2004
II.c. Dávila Díaz OG, Torres Mendoza BM, Márquez Campos FJ. Inseguridad
alimentaria y frecuencia de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y osteoartritis en
adultos mayores ambulatorios de la estancia diurna del DIF Zapopan, Jalisco. Revista
de la Universidad del Valle de Atemajac. 2007;12(59).
Inseguridad alimentaria y frecuencia de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y
osteoartritis en adultos mayores ambulatorios de la estancia diurna del DIF Zapopan,
Jalisco
Obdulia Graciela Dávila Díaz*, Blanca Miriam Torres Mendoza** y Francisco Javier Márquez Campos***
“…2006 representó un año más para continuar con la importante tarea de dar seguimiento al actual y cada vez más creciente tema
de la senectud, novedoso por el crecimiento acelerado de la población añosa del mundo…”
Investigación presentada en el II Congreso Internacional de Nutrición en la UNIVA, que obtuvo el Primer Lugar en el
concurso de carteles en la modalidad Profesionista.
Resumen
Se define la seguridad alimenticia como el acceso de
toda la gente a tener alimento suficiente para una vida
activa y saludable, así como la disponibilidad inmediata
de víveres adecuados y seguros adquiridos por vías
socialmente aceptables. De los adultos mayores
ambulatorios, 69% presentan algún grado de
insuficiencia alimentaria acompañada en 18% de
hambre severa y en 39% de moderada. La hipertensión
arterial es 7.3 veces más frecuente en los individuos
con insuficiencia alimentaria.
*Docente en el departamento de Histología del Instituto de Ciencias Biológicas, Universidad Autónoma de Guadalajara;
**Docente en la Maestría en Nutrición Clínica, UNIVA y en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud, U. de G;
***Médico adscrito al Centro de Atención para el Adulto Mayor del DIF de Zapopan, Jalisco.
El envejecimiento es un proceso natural, universal, progresivo e irreversible que inicia con el nacimiento y dura toda la vida; por ello
la importancia de preparar al individuo y a la sociedad en su conjunto, a fin de que esta transición conlleve seguridad y dignidad.
Un logro importante de la humanidad ha sido el crecimiento de la esperanza media de vida como resultado de la mejora de
servicios de salud y avances tecnológicos; al mismo tiempo, implica un gran reto que exige la resolución de diversas problemáticas
ligadas a este fenómeno demográfico, ya que se estima que para el año 2050 el número de personas adultas mayores será del
30% en la población y alcanzará la cifra mundial de 2,000 millones (Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo Social,
1994).
Por ello, el tema del envejecimiento poblacional ha sido abordado en diversos foros internacionales donde se han hecho
propuestas para mantener, fortalecer y proteger a la familia, además de convocar a gobiernos para asegurar que todas las
personas puedan envejecer con seguridad y dignidad, propiciando su continua participación en la sociedad como ciudadanos en
plenitud de derechos.
El 2006 representó un año más para continuar con la importante tarea de dar seguimiento al actual y cada vez más creciente tema
de la senectud, novedoso por el crecimiento acelerado de la población añosa del mundo. En nuestro país, dicha tendencia no ha
sido diferente, encontrándose cada vez más elevada, particularmente en el Estado de Jalisco.
En el censo del 2000 se registraron 7’423,876 adultos mayores, y corresponden a nuestro estado 475,419, de los cuales 53.6%
son mujeres; 40% son viudos, divorciados o solteros; 25% analfabetas; 14% presenta alguna discapacidad. En 35% de los hogares
existe un adulto mayor, por lo que se torna prioritario el establecimiento de acciones de apoyo a esta población, asumiendo
equitativamente la corresponsabilidad entre gobierno, familia y la propia población adulta mayor, tomando conciencia de la
importancia que representan como integrantes de nuestras familias, aunque no todos ellos tienen la oportunidad de contar con una
que les dé abrigo, protección y, sobre todo, que aprenda de su valioso capital de experiencias (Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática, 2000).
Los adultos mayores son considerados población vulnerable, presentan riesgo elevado de adquirir enfermedades, así como de
tener un estilo de vida y nutrición deficiente, entre otras carencias que afectan su calidad de vida.
La preocupación por la carencia de alimentos y el hambre determinó que la Asociación Dietética Americana en 1990 convocara a
enfrentarlos (Anderson, 1990).
El primer problema fue definir y medir el hambre, y el Instituto Americano para la Nutrición definió la inseguridad alimentaria (IA):
“Cuando la disponibilidad o la habilidad de adquirir los alimentos nutricionalmente adecuados y seguros de manera socialmente
aceptable sea limitada o incierta” y al hambre como “la sensación desagradable o dolorosa causada por la falta de alimento”,
subrayando que el hambre y la malnutrición son potencialmente consecuencia de la IA (Campbell, 1991).
El grupo Cornell elaboró posteriormente un instrumento para la medición del hambre e IA; después, en 1992, Radimer manejó la
evaluación en forma gradual por niveles, donde primero se experimenta la IA en el hogar, seguida de un compromiso en la calidad
y cantidad de alimentos consumida por los adultos, considerando el hambre en los niños, que es caracterizada por un detrimento
en la calidad de los alimentos consumidos, y finalmente un estadio que representa el problema más severo en los hogares con IA,
que es el hambre (Kendall, Olson & Frongillo, 1995).
La seguridad alimentaria se ha estudiado identificándola como un indicador del estado nutricio, el cual permite determinar
actividades en la vigilancia de la nutrición, que pueden incluir información sobre características demográficas, la frecuencia del
consumo de frutas y verduras, y suministros de alimentos en los hogares (Melgar-Quiñones, 2003).
El proyecto de la seguridad alimentaria y nutricional se enfoca al acceso económico, es decir, al aspecto de que las personas
tengan suficiente comida y no así al aspecto nutricional; si la dieta es nutritiva o si tienen el conocimiento de cómo hacer la comida
cuando ya tienen acceso a ella.
La inseguridad del alimento existe siempre que la seguridad sea limitada o incierta. La evaluación de la inseguridad del alimento en
el hogar a nivel individual implica la medida de esas construcciones cuantitativas, cualitativas, psicológicas y sociales o normativas
que sean centrales a la experiencia de la inseguridad del alimento, caracterizadas por ser involuntarias y periódicas.
Los factores de riesgo para la IA incluyen cualquier factor que afecte recursos del hogar o la proporción de esos recursos
disponibles para la adquisición del alimento. Las consecuencias potenciales de la inseguridad del alimento incluyen al hambre , la
desnutrición y directa o indirectamente, los efectos negativos sobre la salud y la calidad de la vida (Nord, Andrews, Winicki, 2002).
La disminución significativa de la frecuencia del consumo de frutas y verduras y de la cantidad de alimento en los hogares, y el
aumento importante en las deudas son patrones indicativos de un desorden alimentario que se han asociado a un empeoramiento
de la inseguridad del alimento (Rose, 1999). El consumo de potasio y de fibra a través de la fruta son diferencias perceptibles entre
un alimento seguro y los grupos inseguros de alimento. El porcentaje de individuos que consumen menos del valor recomendado
de vitamina C y de cinco frutas y verduras por día es perceptiblemente mayor entre los individuos con IA que entre los que tienen
seguridad del alimento (Kaiser & Dewey, 1991).
Asimismo, se ha encontrado que la IA está asociada con cambios en la calidad de suplementos alimentarios en el hogar (Kaiser,
1991), particularmente el alimento disponible en hogares y el consumo de frutas y verduras disminuyen los problemas cada vez
más severos de inseguridad y hambre (Pierrot, 2001).
Además, se ha observado que un patrón cíclico de restricción alimentaria involuntaria, debido a una limitación financiera, puede
causar sobrealimentación cuando se obtienen más recursos económicos para adquirir comida. La IA en mujeres se ha asociado
con la adecuada variedad de ingesta de frutas y vegetales disponibles, así como con obesidad; y en forma controversial también se
ha sugerido la relación con la diabetes mellitus tipo 2 (Townsend, Peerson, 2001).
Los mecanismos fundamentales quedan por ser determinados; pueden estar involucrados tanto los factores psicosociales como los
biológicos (Pierrot, 2001).
Material y métodos
Se realizó un estudio con diseño transversal, de junio a agosto de 2006; se incluyeron, del Centro de Atención para el Adulto Mayor
del DIF de Zapopan, Jalisco, a cien adultos mayores ambulatorios de bajos recursos económicos y que no tuvieran registrado en
su expediente el diagnóstico de deterioro cognitivo. La edad de la población evaluada fluctuó entre 65 y 94 años de edad.
De cada individuo se registraron sus datos generales como edad, sexo, estado civil, dependencia económica y con quién
cohabitaba; así como la presencia de enfermedades diagnosticadas por su médico. En entrevista se aplicó un cuestionario de 14
preguntas para evaluar la inseguridad alimentaria (Servicio de Nutrición y Alimentación, Depto. de Agricultura, EUA), durante los
últimos 12 meses, que incluía además una pregunta de la IA durante la niñez. Cada pregunta de la 2 a la 7, 8 y 12 son de carácter
ordinal con las siguientes posibilidades de respuesta: nunca, a veces, muy seguido, siempre y no sabe. En el resto de las
preguntas las opciones de respuesta son sí, no y no sabe, excepto las preguntas 1 y 14.
Este instrumento evalúa cuatro niveles en secuencia: seguridad alimentaria, inseguridad alimentaria, hambre moderada y hambre
severa. Se asociaron los datos por desigualdad relativa (OR) considerando un intervalo de confianza (IC) del 95% y se compararon
con la prueba ji2 considerando como diferencia cuando se presentó un nivel de significancia de probabilidad menor a 0.05, con un
intervalo de confianza del 95%.
Para el análisis de la información se utilizó el software de Excel y Epinfo 2000 con el que se determinó el riesgo de IA y la
frecuencia de diversas enfermedades en la población de adultos mayores de la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco.
Resultados
De los cien adultos mayores ambulatorios incluidos de la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco, 80 fueron del sexo
femenino y 20 del masculino, el promedio de edad fue de 74.19 años, con un rango de 65 a 92 años; de los cuales el estado civil
se distribuyó como sigue: 8 solteros, 29 casados, 56 viudos, 4 divorciados y 3 separados.
26% de los individuos estudiados vive solo y, del resto, 66% vive con sus hijos o su pareja y 8% con otro familiar (Cuadro No. 1).
Cuadro No. 1 Cohabitación y el nivel de insuficiencia alimentaría en los adultos mayores ambulatorios que asisten a la
Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco.
Cohabita con:
Solo
Hijos
Pareja
Familiar segundo
Nivel de Insuficiencia Alimentaria
Seguridad
IA con hambreIA con hambre
alimentaria
IA sin hambre moderada
severa
Total
6
5
8
7
26
3
10
18
8
39
12
5
9
1
27
0
2
4
2
8
21
22
39
18
100
Respecto al origen de sus recursos económicos para subsistir, 24% dependen económicamente de ellos mismos, 36% de sus hijos
o la pareja, 5% de otro familiar y 11% viven de la caridad, careciendo de un ingreso (Cuadro No. 2).
Cuadro No. 2 Dependencia económica y el nivel de insuficiencia alimentaría en los adultos mayores ambulatorios que
asisten a la Estancia Diurna del DIF de Zapopan, Jalisco.
Dependencia económica
Por sí mismo
Hijos
Pareja
Familiar en 2do. grado
Caridad
Total
Nivel de Insuficiencia Alimentaria
Seguridad
IA con hambreIA con hambreTotal
IA sin hambre
alimentaria
moderada
severa
8
5
8
3
24
5
12
21
10
24
7
2
3
0
12
1
1
3
0
5
0
2
4
5
11
21
22
39
18
100
Todos los adultos mayores refirieron padecer alguna enfermedad, presentando como las más frecuentes la diabetes mellitus tipo 2
(DM-2) con 17%, hipertensión arterial (HTA) con 20%, ambas DM-2 y HTA en un 20% y osteoartritis (OA) en 31% (ver cuadros No.
3 y 4); el resto de las enfermedades incluía Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) (6%), asma (3%), insuficiencia
venosa (4%), urticaria (2%), migraña (1%), Parkinson (1%) y gastritis (13%)
La HTA mostró asociación con la IA (p< 0.05), encontrándose 7.35 (IC 95% 0.86-163.46) veces más riesgo de HTA en los adultos
mayores ambulatorios que sufrieron algún tipo de IA que los individuos con alimentos suficientes.
En la historia de su niñez sólo 5% de los pacientes entrevistados refirieron haber tenido suficientes alimentos, el resto no (95%),
destacando que la mayoría (55%) sufrió carencia de alimentos
Discusión
La presencia de seguridad alimentaria en 21% de la población estudiada de adultos mayores ambulatorios es pequeña, y la gran
mayoría (79%) presentaron una frecuencia elevada de algún nivel del IA. Con respecto a lo reportado en las poblaciones adultas
en Estados Unidos, fluctúa entre 7.5 y 15%, y las cifras en adultos mayores no han sido reportadas.
Además, se encontró una asociación de riesgo de HTA con la presencia de IA en adultos mayores ambulatorios; aunque esta
asociación no ha sido reportada en estudios previos, es posible que se deba a su alta frecuencia en pacientes diabéticos o con
obesidad, situación que debe confirmarse en estudios futuros.
Se ha descrito asociación de riesgo de la IA con obesidad y se ha sugerido la posible relación DM-2, sustentado en que el
antecedente de carencia de alimentos en la vida temprana favorece la ingesta durante la edad adulta de alimentos hipercalóricos y
posiblemente de atracones. En este estudio, contrario a lo esperado, no se encontró asociación entre la IA y la DM-2, OA y al resto
de las enfermedades registradas, excepto HTA, posiblemente debido a que la muestra estudiada era exclusiva de pacientes
ambulatorios.
Respecto a la frecuencia de enfermedades crónicas más frecuentes reportadas en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006,
la diabetes en el grupo de 60 a 69 años tuvo una prevalencia de 19.2%, en este estudio se encontró elevada a 37%, considerando
que nuestro grupo es una población con mayor edad, que alcanza los 88 años de edad, y por lo tanto tienen una prevalencia
mayor. En lo que se refiere a la prevalencia de HAT, fue menor a las cifras publicadas en la encuesta donde se registran cifr as por
arriba del 50% de la población, estas diferencias se deben probablemente a que la población estudiada no incluye a pacientes
discapacitados para movilizarse por ellos mismos, lo que permite encontrar menor número de afectados, además de que Jalisco no
se encuentra entre los estados con mayor prevalencia registrada en dicha encuesta. (Olaiz-Fernández G., Rivera-Dommarco J.,
Shamah-Levy T y cols., 2006).
Si bien, a mayor edad la prevalencia de enfermedades es más frecuente, en este estudio se destaca que 100% presentaban algún
padecimiento, posiblemente por la condición de bajos recursos de la población estudiada, donde la OA tuvo la frecuencia más alta
de las enfermedades crónicas.
Es importante mencionar que la gran mayoría de los de adultos mayores ambulatorios estudiados dependen de otros familiares e
incluso de parientes en segundo grado y por lo tanto cohabitan con estos. La independencia es rara y el estado civil que más
frecuentemente se presentó fue la viudez, careciendo de pareja, lo que trae como consecuencia la situación afectiva y social que
presenta este grupo de adultos mayores ambulatorios, aunado a que un poco más de la décima parte carece de recursos y vive de
la caridad.
Por otro lado, es importante destacar que en este grupo estudiado, entre mayor es el promedio de edad se incrementa más e l
riesgo de IA, sugiriendo que los factores relacionados con IA, como la carencia de alimentos, y el deterioro psicológico y social
están presentes en esta población.
La disponibilidad alimentaria y las condiciones de salud de la población geriátrica ambulatoria de bajos recursos evaluada permite
resaltar las condiciones de abandono y desatención por la familia y la sociedad, lo que hace necesario sensibilizar a la pobl ación
para mejorar la calidad de vida de la población mayor de 60 años y pugnar por que se establezcan políticas que preserven el
derecho a la alimentación en estas poblaciones vulnerables.
Conclusiones:
Existe asociación de riesgo de HAT e IA en adultos mayores ambulatorios de la Estancia Diurna del DIF de Zapopan,
Jalisco.
Es elevada la frecuencia de HAT, DM-2 y/o OA en los adultos mayores ambulatorios de la estancia de día del DIF de
Zapopan, Jalisco.
A mayor edad, mayor nivel de IA en adultos mayores de la estancia de día del DIF de Zapopan, Jalisco.
Las condiciones de vida de los adultos mayores evaluados son deficientes, donde 11% de la población vive de la caridad
y uno de cada tres dependen de otras personas para subsistir económicamente.
Referencias bibliografias.
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Universidad del Valle de Atemajac, Av. Tepeyac #4800, Prados Tepeyac, Zapopan, Jalisco, México.
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Anexo II.d. Rivera-Márquez JA, Guerrero-Alcocer EV. Inseguridad alimentaria en
ancianos pobres de la Ciudad de México: importancia para la salud pública y para la
agenda social. Nutr Clin. 2006; 9(2):13-9.
Nutrición Clínica. 2006;9(2):13-9.
ARTÍCULO ORIGINAL
Inseguridad alimentaria en ancianos pobres de la Ciudad de México
Importancia para la salud pública y para la agenda social
José Alberto Rivera Márquez, PhD,*
Elvia Vianey Guerrero Alcocer**
*
Doctor en Epidemiología y Salud
Poblacional. Profesor-Investigador del
Departamento de Atención a la Salud.
Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Xochimilco
**
Estudiante de la Licenciatura en Nutrición.
Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Xochimilco
RESUMEN
Objetivo: Analizar la relación entre inseguridad alimentaria y pobreza en ancianos con
recursos económicos limitados de la Ciudad de México. Materiales y métodos: Se estudiaron 1 275 hogares con adultos mayores (≥ 70 años) de la Ciudad de México y su zona
metropolitana. Se exploraron indicadores de inseguridad alimentaria a nivel individual,
pobreza por consumo e índice de masa corporal. Resultados: Las prevalencias de inseguridad alimentaria en la población de estudio oscilan entre 8 y 25%, dependiendo de la
temporalidad con la que se analiza el problema. Sin embargo, a medida que la pobreza
crece, el acceso a los alimentos es más limitado o incierto. Las experiencias recientes de
inseguridad alimentaria afectan a 40% de los ancianos en el estrato más pobre y sólo a
14% en el estrato con menores niveles de pobreza (p < 0.01). Entre tanto, las experiencias pasadas de inseguridad alimentaria fueron reportadas, respectivamente, por 24 y
11% de los ancianos en las categorías antes mencionadas (p < 0.01). Aunque la obesidad es altamente prevalente, su distribución no responde a diferencias socioeconómicas.
Conclusiones: Es necesario redoblar esfuerzos para enfrentar de manera más exitosa la
inseguridad alimentaria y sus consecuencias en etapas avanzadas de la vida.
Palabras clave: inseguridad alimentaria, acceso a los alimentos, pobreza,
envejecimiento, Ciudad de México
Introducción
La inseguridad alimentaria se define como una condición que
resulta de un acceso nulo o incierto a los alimentos.1 Estudios realizados en Estados Unidos demuestran su presencia
en la población de adultos mayores de distintos orígenes étnicos, condiciones socioeconómicas y áreas de residencia.2-5
Estos trabajos evidencian una estrecha relación entre pobreza
e insatisfacción de las necesidades de alimentación durante
la vejez. Desafortunadamente, este tipo de aproximaciones
son escasas en América Latina, pese a los elevados índices de
pobreza y a las profundas desigualdades sociales que se observan en la región. Por ejemplo, en un estudio transversal realizado
en hogares con adultos de 65 años de edad y más de la zona
urbana de Campinhas, Brasil, se encontró algún grado de inseguridad alimentaria en 50% de la muestra (n = 195).6 Esta
cifra llama la atención sobre los determinantes, la distribución
y las consecuencias del acceso inadecuado a los alimentos en
ancianos de otras áreas urbanas latinoamericanas.
En la Ciudad de México la investigación sobre inseguridad alimentaria en adultos mayores se encuentra en sus etapas
* Correspondencia:
José Alberto Rivera Márquez
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
Maestría en Medicina Social. Edificio Central 2do. Piso. Calzada
del Hueso 1100, Col. Villa Quietud. Coyoacán, México, DF. 04960
E-mail: arivera@correo.xoc.uam.mx
Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006
iniciales. El interés por esta temática surge por las razones
que posiblemente han llevado a otros autores a explorar los
obstáculos que impiden a muchos envejecer de manera exitosa en ciudades y metrópolis de otros países dependientes.
En las últimas décadas se han registrado en América Latina
incrementos importantes en la proporción de individuos de
60 años de edad y mayores con respecto a la población total.
Esta característica de la transición demográfica se da con mayor énfasis en las áreas urbanas,7 aunque existen expresiones
diferenciadas del proceso de envejecimiento a lo largo de la
región. Sin embargo, surgen otros factores que hacen suponer la existencia de inseguridad alimentaria entre los ancianos de
la Ciudad de México. Según la Comisión Económica para
América Latina (CEPAL), en el año 2000 poco más de la mitad de la población mexicana adulta mayor residente de áreas
urbanas no contaba con una fuente de ingreso. Esta cifra fue
prácticamente igual a la de Honduras y El Salvador (54.5 y
51%, respectivamente), países que poseen desarrollo menor al
de México, y muy superior a la de Brasil (alrededor de 29%),
con quien teóricamente se comparten índices de bienestar similares.8 La falta de recursos económicos, así como de oportunidades para generar ingreso propio crean condiciones de profunda vulnerabilidad social durante la vejez.9-12 De hecho, hay
quienes afirman que los ancianos enfrentan mayores dificultades para salir de la pobreza que las cohortes poblacionales
más jóvenes.13 Así, si se asume al dinero como el elemento más
importante para la supervivencia en el ámbito de la ciudad:
13
Rivera-Márquez JA y Guerrero-Alcocer EV
ABSTRACT
Objective: To analyze the relationship between food insecurity and poverty in elders with
limited economic resources from Mexico City. Materials and Methods: 1 275 households
with older members (age, ≥ 70) were studied in poor areas of Mexico City and its metropolitan zone. Selected indicators of individual food security, poverty from consumption conditions and body mass index were evaluated. Results: The prevalences of food insecurity
in the study population ranked from 8% to 25%, depending on the temporality used in its
measurement. However, as poverty increased, limited or uncertain access to food rose. Recent experiences on food insecurity affected 40% of elders in the poorest socioeconomic
stratum and only 14% in the wealthiest group (p < 0.01). In turn, past experiences on food
insecurity were respectively reported by 24% and 11% of elders in the above-mentioned
categories (p < 0.01). Even though obesity is highly prevalent, its distribution is not associated to socioeconomic differences. Conclusions: More efforts are needed to face food
insecurity and its consequences in successful ways.
Key words: food insecurity, access to food, poverty, aging, Mexico City
a mayor poder adquisitivo, mayores posibilidades de satisfacer
el hambre y otras necesidades básicas14 y, por tanto, mejores
condiciones de seguridad alimentaria.
El análisis de las condiciones de acceso a los alimentos
en adultos mayores a través de escalas convencionales diseñadas para evaluar inseguridad alimentaria en hogares con
adultos más jóvenes y niños es una práctica común.2-6 Uno de
los componentes principales de estas escalas es la escasez de
recursos económicos como responsable directa de la insatisfacción del hambre. Es necesario reconocer, sin embargo, que
el poder adquisitivo no es el único mecanismo que explica las
condiciones alimentarias y nutricionales en ancianos. Otros determinantes tales como la salud y la funcionalidad, el acceso a
seguridad social, la disponibilidad de apoyo familiar y social, la
posibilidad de decidir sobre asuntos cruciales para el funcionamiento del hogar y la calidad de la dieta, por mencionar algunos
ejemplos, deben ser explorados a profundidad en el enfoque de
este problema. Pese a los vacíos teórico-metodológicos que aún
entraña el estudio de las relaciones entre acceso inadecuado a
los alimentos, y condiciones precarias de vida y vejez, el objetivo de este trabajo es documentar la existencia de inseguridad
alimentaria en individuos con edad ≥ 70 años de la Ciudad de
México, y recalcar la relevancia de este problema para la salud
pública y la agenda social.
14
ubicados en áreas geoestadístias básicas (AGEB) definidas como
pobres, de acuerdo con el XII Censo Nacional de Población y Vivienda (en adelante, Censo 2000).16 En cada hogar de la muestra
fue seleccionado un adulto mayor que cumpliera los requisitos de
edad y que estuviera dispuesto a participar en el estudio. En total
se estudiaron 1 263 individuos, lo que correspondió a 99% de la
muestra; sin embargo, sólo fue posible medir el índice de masa
corporal (IMC) en 1 247 sujetos, esto es, 98% de la muestra.
Inseguridad alimentaria en adultos mayores
Materiales y métodos
Las condiciones de inseguridad alimentaria en adultos mayores fueron exploradas a través de cinco dominios adaptados de
la escala Radimer-Cornell.17,18 Tres de éstos se refieren a experiencias de inseguridad alimentaria que hubiesen ocurrido
durante la semana anterior y los otros dos a las percibidas por
los ancianos durante el año previo. La escala Radimer-Cornell
tiene un componente importante de ingresos y ha sido utilizada para evaluar condiciones de acceso a los alimentos en la
población de adultos mayores de Estados Unidos, incluyendo
a grupos de origen hispano y de extracción urbana,2-5 quienes
presumiblemente poseen características socioculturales similares a las de los ancianos de la Ciudad de México u otras áreas
urbanas de México y América Latina. Se construyeron además
dos indicadores de inseguridad alimentaria en adultos mayores
que registran la presencia de al menos una experiencia reciente o pasada de acceso limitado o incierto a los alimentos.
Diseño de estudio y selección de la muestra
Pobreza según condiciones de consumo
Se analizó la base de datos de un estudio cuasiexperimental15
en el que se incluye una muestra polietápica compuesta por
1 275 hogares con adultos mayores de la Ciudad de México y
su zona metropolitana, se midieron indicadores seleccionados
de inseguridad alimentaria y condiciones de vida en adultos de
70 años y más de ambos sexos. Todos los hogares estuvieron
Se ha propuesto a la pobreza según consumo como un indicador que expresa de manera más clara las condiciones de vida,
en comparación con la pobreza según ingreso.19 Tomando en
cuenta el gasto mensual en alimentos, bienes y servicios, así
como el valor real o estimado de la renta se construyó un indicador de pobreza según condiciones de consumo en el hogar.
Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006
Nutrición Clínica. 2006;9(2):13-9.
Los rubros de gasto en éste correspondieron a los propuestos
por la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares
(ENIGH) para el año 2000.20 El valor estimado de la renta se
obtuvo a través de modelos de regresión logarítmica lineal, en
los que se incluyeron variables del Censo 2000.16 Se construyeron quintiles de gasto promedio per capita mensual con la
finalidad de encontrar diferencias socioeconómicas de inseguridad alimentaria y estado nutricio en los adultos mayores
de la muestra. En esta desagregación, el quintil I indica el mayor grado de pobreza por consumo, mientras que el quintil V
agrupa a quienes tuvieron mejores condiciones de vida según
la dimensión antes señalada.
Índice de masa corporal (IMC)
El IMC se obtuvo a través del peso corporal y la altura de rodilla, siguiendo estándares internacionales para su medición.21,22
Se recomienda el uso de la altura de rodilla como estimador
de la talla en etapas avanzadas de la vida dado que muchos individuos tienen problemas posturales o dificultades para mantenerse de pie, lo que complica la medición de la estatura.23 -30
La talla fue obtenida a través de las ecuaciones propuestas por
Chumlea y col.,24 tal como se describe a continuación:
Para hombres:
Talla (cm) = [1.83 ⫻ altura de rodilla (cm)] – [0.16 ⫻
edad] + 82.77
Para mujeres:
Talla (cm) = [1.82 ⫻ altura de rodilla (cm)] – [0.26 ⫻
edad] + 84.25
Se utilizaron los puntos de corte para IMC recomendados por la Organización Mundial de la Salud31,32 para clasificar a los adultos mayores medidos en alguna de las siguientes
categorías: a) peso bajo: < 18.5 kg/m2, b) peso normal 18.5 a
24.9 kg/m2, c) Sobrepeso I: 25.0 a 29.9 kg/m2, d) Sobrepeso II:
30.0 a 39.9 kg/m2, e) Sobrepeso III: ≥ 40 kg/m2.
Análisis de datos
A través de modelos de regresión Probit (para variables de resultado binarias, continuas y con tres o más categorías, según
el caso), ajustados por efecto de diseño, se analizaron las asociaciones entre inseguridad alimentaria e IMC, inseguridad
alimentaria y pobreza, e IMC y pobreza en la población de
estudio. Los datos se analizaron con la ayuda del programa
estadístico STATA™ versión 8.1.33
Resultados
El Cuadro 1 muestra la distribución de algunas variables sociodemográficas referidas a la población de estudio. Alrededor
de dos tercios de ésta fue de sexo femenino; la edad promedio de la
muestra total fue 77 años. Poco más de la mitad de los sujetos
encabezaba su hogar, lo que indica que muchos adultos mayores
Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006
siguen teniendo un lugar importante en la toma de decisiones. Sin embargo, los niveles de escolaridad fueron bajos, ya
que apenas un tercio de la población contaba con educación
primaria o mayor. Aun cuando la disponibilidad de una pareja también fue baja, la mayor parte de los individuos vivía
con otras personas, particularmente en hogares multigeneracionales.
Cuadro 1. Distribución de la población de estudio de adultos
mayores según variables sociodemográficas seleccionadas
Ciudad de México, 2002
Variables
Sexo
Hombres
Mujeres
Total
%
37.2
62.8
100.0
Núm.
470
793
1 263
Edad promedio (promedio ± DE
Hombres
Mujeres
Ambos
77.2 ± 5.8
76.9 ± 5.9
77.0 ± 5.9
Adulto(a) mayor jefe de su hogar
59.9
757
Primaria completa o estudios más avanzados
31.1
393
35.3
74.6
15.7
9.7
100.0
446
942
199
122
1 263
Composición del hogar
Tiene pareja
Hogar multigeneracional
Vive solo(a)
Sólo adultos mayores
Total
470
793
1 263
De acuerdo con el Cuadro 2, las diferencias de talla estimada según altura de rodilla, peso e IMC por sexo, así como
las diferencias de IMC por grupo de edad fueron estadísticamente significativas (p < 0.01). Aunque los hombres fueron
más altos y más pesados que las mujeres, el valor promedio del
IMC −que en ambos sexos sugiere sobrepeso grado I− fue mayor en la población femenina. Al estratificar a la población de
estudio por IMC y grupo de edad se observó sobrepeso en los
sujetos de 70 a 89 años y condición normal por este indicador
en los de mayor edad.
Los datos del Cuadro 3 confirmaron la existencia de inseguridad alimentaria en la población de estudio según indicadores seleccionados. Entre 15 y 21% de los entrevistados
informó no haberse alimentado de manera adecuada durante
la semana anterior por falta de recursos económicos. Además,
menos de 15% de la población de estudio reconoció haber padecido alguna manifestación somática asociada a inseguridad
alimentaria en el último año. La agregación de los indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria según periodo
de observación reveló que cuatro de cada diez individuos percibió al menos una experiencia reciente de acceso limitado
o incierto a los alimentos, mientras que sólo 16% reconoció
haber tenido inseguridad alimentaria al menos una vez en
15
Rivera-Márquez JA y Guerrero-Alcocer EV
Cuadro 2. Valores promedio de talla estimada, peso e índice de masa corporal en la población de estudio de adultos mayores por sexo
Ciudad de México, 2002
Promedio
DE
Núm.
Talla estimada según altura de rodilla (m)*
Hombres
Mujeres
Ambos
1.64
1.52
1.56
6.1
4.9
8.0
462
786
1 248
Peso (kg)*
Hombres
Mujeres
Ambos
69.0
62.0
64.6
11.5
12.5
12.6
464
785
1 249
Índice de masa corporal (kg/m2)*
Hombres
Mujeres
Ambos
25.6
26.8
26.4
3.8
4.8
4.5
462
785
1 247
Índice de masa corporal (kg/m2) por grupo de edad*
70 a 79 años
80 a 89 años
≥ 90 años
26.9
25.4
23.7
4.5
4.4
4.4
885
315
47
* p < 0.01; DE = desviación estándar
Cuadro 3. Indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria en la población de estudio de adultos mayores
Ciudad de México, 2002
Indicador
%
Núm.
1. Durante la semana anterior, el adulto mayor…
a) no comió adecuadamente por falta de dinero
b) tuvo hambre con frecuencia pero no comió porque no pudo comprar alimentos por falta de dinero
c) comió menos de lo que creía que debía comer porque no tuvo suficiente dinero para comprar alimentos
d) al menos una experiencia de inseguridad alimentaria durante la semana anterior
18.7
15.2
20.7
24.9
236
192
261
315
2. Durante los últimos doce meses, el adulto mayor…
a) perdió peso porque no comió adecuadamente
b) tuvo dolores (retortijones) por hambre, pero no comió porque no pudo comprar alimentos por falta de dinero
c) al menos una experiencia de inseguridad alimentaria en los últimos doce meses
13.9
7.7
16.2
176
97
204
*n = 1 263
Cuadro 4. Sobrepeso u obesidad de acuerdo con alguna condición de inseguridad alimentaria en la población de estudio de adultos
mayores. Ciudad de México, 2002
Sobrepeso u obesidad
Sí
No
%
Núm.
%
Núm.
Al menos una experiencia de inseguridad alimentaria durante la semana anterior
58.4
548
58.9
182
Al menos una experiencia de inseguridad alimentaria en los últimos doce meses *
60.0
627
51.0
103
* p < 0.01; n = 1 247
16
Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006
Nutrición Clínica. 2006;9(2):13-9.
los últimos 12 meses. En este trabajo existen evidencias que
demuestran una asociación entre sobrepeso u obesidad e inseguridad alimentaria en adultos mayores. Esta asociación ya
ha sido probada, por ejemplo, en mujeres estadounidenses de
menor edad.34-35
De acuerdo con el Cuadro 4, la diferencia de nueve
puntos porcentuales entre los ancianos con sobrepeso u
obesidad que admitieron haber padecido al menos una experiencia de inseguridad alimentaria en el pasado y aquellos que también informaron esta última condición pero
que presentaron IMC ≤ 24.9 kg/m2 fue estadísticamente
significativa (p < 0.01).
El Cuadro 5 muestra una clara diferenciación socioeconómica tanto de la inseguridad alimentaria reciente como de
las experiencias pasadas: a peores condiciones de consumo,
prevalencias más altas de problemas derivados del acceso inadecuado a los alimentos (p < 0.01). Cuando se compararon
a los ancianos del quintil I con los cuatro estratos restantes,
las diferencias en las prevalencias de inseguridad alimentaria reciente oscilaron entre 11 y 26 puntos porcentuales.
Estos contrastes son menos acentuados cuando se analizan
las prevalencias de experiencias pasadas de inseguridad alimentaria. Por ejemplo, la diferencia entre los quintiles I y II
fue de 13 puntos porcentuales. En cambio, no se observa un
gradiente socioeconómico en la distribución de sobrepeso
u obesidad.
Discusión
Los hallazgos de este trabajo no sólo demuestran la existencia
de problemas derivados del acceso limitado o incierto a los
alimentos en ancianos de la Ciudad de México, sino además
una distribución socialmente diferenciada. Estos resultados
sugieren, asimismo, que aun cuando la totalidad de la población de estudio reside en zonas precarias, las relaciones entre
pobreza e inseguridad alimentaria no se expresan de manera
homogénea en todos los individuos. A medida que la pobreza
crece, la satisfacción de las necesidades de alimentación en los
ancianos es más restringida.
El estudio de las relaciones entre pobreza y vejez continúa
despertando polémica. Algunos coinciden en que los ancianos
tuvieron la oportunidad de acumular capital físico, financiero
y social con anterioridad, lo que les permite subsistir o enfrentar problemas económicos posteriores. Por tal razón se piensa
que la pobreza es menos significativa al final de la vida que
en sus fases iniciales y, en consecuencia, las acciones en materia de política social deben estar enfocadas preferentemente
a niños menores de cinco años o madres, entre otros grupos
poblacionales. Sin embargo, tales conclusiones comúnmente
se derivan de aproximaciones cuyas unidades de análisis y observación son los hogares y no los individuos, lo que supone
formas de distribución distintas del ingreso y de los recursos.
Por otro lado, en países pobres no todos los habitantes tienen
las mismas oportunidades para obtener bienes y transformar
recursos durante la etapa económicamente productiva. Así, superar la precariedad durante la vejez parecería difícil, ya que
las opciones para la supervivencia son comparativamente menores en este sector de la población que en cohortes jóvenes.13
Otro hallazgo que confirma la dimensión de la pobreza en la población de estudio se refiere a la composición de
los hogares. Aunque la convivencia entre personas de distintas franjas etáreas pudiera ampliar el espectro de las redes de
apoyo, se ha observado que en América Latina la mayoría de
los ancianos que reside en hogares multigeneracionales es pobre.36 De acuerdo con la CEPAL, la incidencia de la pobreza
en hogares con adultos mayores de áreas urbanas mexicanas
fue de 40% en el año 2000, cifra similar a la de países como
Bolivia y El Salvador que, en teoría, tienen un desarrollo económico menor comparado con el de México.8
El exceso de peso tuvo alta prevalencia en la población de
estudio y se relacionó con inseguridad alimentaria. Sin embargo, su distribución no siguió patrones socioeconómicos claros.
Con algunas excepciones, en los cinco estratos socioeconó-
Cuadro 5. Indicadores seleccionados de inseguridad alimentaria y sobrepeso u obesidad en la población de estudio de adultos mayores por
quintil de gasto mensual promedio per capita. Ciudad de México, 2002
Al menos una EIA durante
la semana anterior*
40.3
I
102
29.2
74
22.2
56
18.6
47
14.3
36
Total
24.9 315
Al menos una EIA
en los últimos doce meses*
24.5
62
22.1
56
10.7
27
11.9
30
11.5
29
16.2
204
62.8
159
58.7
145
68.1
169
66.4
166
63.4
158
63.9
797
Hombres
45.7
37
50.6
45
54.5
54
55.7
59
59.8
52
53.5
247
Mujeres
70.9
122
63.3
100
77.2
115
74.3
107
65.4
106
70.1
550
Sobrepeso u obesidad
Ambos sexos
II
III
IV
V
* p < 0.01; EIA = experiencia de inseguridad alimentaria
Nutrición Clínica Volumen 9 Número 2. May/Agto 2006
17
Rivera-Márquez JA y Guerrero-Alcocer EV
micos se observaron cifras similares entre sí, con prevalencias
mayores para la población femenina. Una probable hipótesis
de trabajo pudiera ser que no obstante las desigualdades observadas, la población de adultos mayores, al menos la de esta
metrópoli, tiene, en general, hábitos alimentarios poco saludables, independientemente de lo que gasta en alimentación.
Esta suposición exige; sin embargo, profundizar el análisis de
otros determinantes tales como diversidad de la dieta, actividad física, salud y funcionalidad, por mencionar sólo algunos
ejemplos. Convendría, asimismo, explorar con más detalle
las relaciones entre sobrepeso e inseguridad alimentaria por
género, grado de escolaridad, asistencia social, condición de
jefatura en el hogar y disponibilidad de una pareja, entre otras
variables, muchas de las cuales se analizan en otro artículo.
Sin duda, las aproximaciones cualitativas serían útiles para
entender las percepciones de los ancianos en torno a sus necesidades de alimentación-nutrición.
Conclusiones
Las relaciones entre inseguridad alimentaria y pobreza durante la vejez no sólo deberían llamar la atención por sus implicaciones para la salud pública sino por los vacíos que aún
caracterizan a la política social dirigida a los ancianos. En
México existen intervenciones cuyo objetivo es elevar la calidad de vida de este grupo poblacional. Sin embargo, la idea
ampliamente difundida del adulto mayor como improductivo,
enfermo y dependiente, y del envejecimiento como problema
social o como una carga para el Estado, la comunidad y el
hogar, ha influenciado de forma negativa la manera de asumir
la vejez y las formas de enfrentar la insatisfacción de las necesidades alimentarias y nutricionales de esta población. Urge,
por tanto, redoblar esfuerzos para hacer más accesible un envejecimiento cada vez más exitoso para todos a través de la
mejora de las condiciones de seguridad alimentaria.
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Anexo II.e. Ortíz-Hernández L, Acosta-Gutierrez MN, Nuñez-Pérez AE, PeraltaFonseca N, Ruiz-Gómez Y. Food insecurity and obesity are positively associated in
Mexico City schoolchildren. Rev Invest Clin. 2007;59(1):32-41.
ARTÍCULO ORIGINAL
En escolares de la Ciudad de México la inseguridad
alimentaria se asoció positivamente con el sobrepeso
Luis Ortiz-Hernández,* María Nayeli Acosta-Gutiérrez,**
Alma Elisa Núñez-Pérez,** Nadia Peralta-Fonseca,** Yoko Ruiz-Gómez**
* Departamentos de Atención a la Salud. ** Licenciatura en Nutrición.
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Food insecurity and obesity are positively
associated in Mexico City schoolchildren
ABSTRACT
Objective. Here we analyzed the relationship of the food insecurity with overweight and food consumption in schoolchildren of Mexico City. Materials and methods. Sample
(n=768) students of six primary schools of Mexico City. Socioeconomic status and food insecurity were evaluated by
means of a questionnaire. According to food security-insecurity, the students were categorized in three groups (food secure, moderate food insecure and severe food insecure).
Food consumption frequency was evaluated with a questionnaire. It was considered that students were overweight when
their Z score values of body mass index (BMI) to age was
greater than +2 standard deviations, according to CDC reference. Results. The highest rate of overweight was observed
in children with severe food insecurity (15.8%), followed by
children with moderate food insecurity (10.4%), and by food
secure children (6.9%). The same pattern was observed after
adjusting by age, sex and socioeconomic status. The students
with food insecurity had greater consumption of fatty cereals,
salty foods and high energy density sweets. Conclusion. In
schoolchildren, food insecurity is related to greater risk of
overweight, possibly because the more food insecure households acquire more low cost and high energy density foods.
RESUMEN
Objetivo. Analizar la relación de la inseguridad alimentaria
con el sobrepeso y el consumo de alimentos en escolares de la
Ciudad de México. Métodos. Muestra (n=768 escolares) por
conveniencia de seis primarias de la ciudad de México. Por medio de un cuestionario se evaluó el estrato socioeconómico y la
inseguridad alimentaria, de acuerdo con la última se clasificaron a los escolares en tres grupos (seguridad alimentaria, inseguridad moderada e inseguridad severa). Para evaluar el
consumo de alimentos se aplicó un cuestionario de frecuencia
de consumo de alimentos. Se consideró que los escolares presentaban sobrepeso cuando el valor de la puntuación Z del índice de masa corporal (IMC) para edad fue mayor a +2
desviaciones estándar de acuerdo con las tablas de los CDC.
Resultados. La tasa más alta de sobrepeso se observó en los
niños de hogares donde existía inseguridad alimentaria severa
(15.8%), seguida por la de los niños que experimentaban moderada (10.4%), finalmente la tasa más reducida se observó en
los que experimentaban seguridad alimentaria (6.9%), este patrón no se modificó después de ajustar por edad, sexo y estrato socioeconómico. Los escolares con inseguridad alimentaria
tuvieron mayor consumo de cereales con grasa y de alimentos
salados y dulces de alta densidad energética. Conclusiones.
La inseguridad alimentaria se relaciona con mayor riesgo de
sobrepeso en escolares, lo cual se puede deber a que en los hogares en los que se experimenta se adquieren más alimentos
de bajo costo y alta densidad energética.
Key words. Food insecurity. Food insufficiency. Hunger.
Obesity. Overweight. Schoolchildren.
Palabras clave. Inseguridad alimentaria. Insuficiencia alimentaria. Hambre. Obesidad. Sobrepeso. Escolares.
INTRODUCCIÓN
en México, ya que entre 1988 y 1999, las prevalencias de sobrepeso (índice de masa corporal -IMC- de
25.0 a 29.9) y obesidad (IMC ≥ 30.0) en mujeres
de 12 a 49 años pasaron de 16.4% y 18.7%, respectivamente, a 30.8% y 21.7%. Otros estudios muestran
A partir de los resultados de las dos versiones de
la Encuesta Nacional de Nutrición (ENN)1 se ha
alertado sobre el incremento acelerado del sobrepeso
32
Ortiz-Hernández
L, et al.
Inseguridad
asociada positivamente
con el
Revista de Investigación
Clínica
/ Vol.
59, Núm.alimentaria
1 / Enero-Febrero,
2007 / pp 32-41
Versión completa de este artículo disponible en internet: www.imbiomed.com.mx
sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
que, por su magnitud, el sobrepeso en escolares también debe ser considerado un problema de salud pública. En la misma ENN de 1999 se informó que
entre los niños de cinco a 11 años la prevalencia de
sobrepeso (IMC > percentil 85) fue de 27.2%, al analizar las diferencias regionales se observó que la región norte y la Ciudad de México tuvieron una
prevalencia de 35.1% y 33.4% respectivamente,
mientras que en la región centro fue 25.4% y en la
región sur 21.9%. A partir de la Encuesta Urbana de
Alimentación y Nutrición en la zona metropolitana
de la Ciudad de México (ENURBAL)2 llevada a cabo
en 2002, se observó que 34.2% de los escolares se
ubicaban por arriba de +1 desviación estándar de
las tablas NCHS-OMS. La alta prevalencia de sobrepeso y obesidad ha sido motivo de preocupación, pues
dichas condiciones se relacionan con mayor probabilidad de morbilidad y mortalidad por padecimientos
crónicos como hipertensión y diabetes mellitus.
La inseguridad alimentaria se presenta cuando un
individuo experimenta disponibilidad limitada o incierta de alimentos inocuos, lo que impide que consuma una dieta variada que le permita cubrir sus
requerimientos nutrimentales, o bien, cuando no tiene la capacidad de acceder a los alimentos mediante
formas socialmente aceptables.3 En los últimos años
ha existido un interés creciente por el estudio de la
inseguridad alimentaria, ya que en algunas poblaciones se ha observado que está asociada con mayor
riesgo de obesidad. A mediados de los noventa, Dietz4
presentó el caso clínico de una niña afroamericana
de estrato socioeconómico bajo que presentaba obesidad pero que no podía consumir una dieta hipocalórica ya que en su hogar periódicamente se
experimentaban momentos en los que, por falta de
dinero, no se podía adquirir una cantidad suficiente
de alimentos, lo que tenía dos efectos: 1) aumentaba
el consumo de alimentos ricos en grasa y 2) los periodos de restricción con frecuencia eran seguidos de
momentos en que los miembros de la familia consumían alimentos de alta densidad energética (p.e. en
los días posteriores a los días en que el jefe de familia recibe su salario) lo que redundaba en un consumo de energía mayor a los requerimientos de los
sujetos. Desde entonces se han realizado varias investigaciones en las que se postula que la inseguridad alimentaria puede aumentar el riesgo de
presentar obesidad. La mayoría de los estudios que
han investigado la relación entre inseguridad alimentaria y obesidad se han realizado en países de altos
ingresos.5 En los Estados Unidos de Norteamérica se
ha explorado dicho vínculo en mujeres adultas 6-12 y
en niños preescolares.13-18
Sin embargo, existen pocas investigaciones en las
que se hayan estudiado escolares19 o adultos20,21 de
países con ingresos bajos o medios. En dichos países
la relación entre inseguridad alimentaria y obesidad
puede tener mayor relevancia debido a que el aumento de la prevalencia de obesidad que ha ocurrido
en las últimas décadas ha sido paralelo al incremento de la proporción de la población en pobreza, siendo ésta última uno de los principales determinantes
del acceso a los alimentos.22 Considerando lo anterior, el principal objetivo de nuestro estudio fue analizar la relación de la inseguridad alimentaria con el
sobrepeso y el consumo de alimentos en escolares de
la Ciudad de México.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó una investigación transversal, observacional y analítica. Se estudió a una muestra por conveniencia de niños que estudiaban en seis primarias
localizadas en el Distrito Federal. Con el fin de obtener una muestra heterogénea en términos de condiciones socioeconómicas, las primarias fueron
elegidas considerando el tipo de financiamiento (públicas versus privadas) y su localización geográfica.
Se acudió a dos primarias privadas (escuela “Galileo
Galilei” de la delegación Tlalpan y “Liceo Moderno
Infantil” de la delegación Tláhuac) y a cuatro públicas; de éstas, una estaba en una zona socioeconómica media (primaria “Celerino Cano Palacios” de la
delegación Venustiano Carranza) y tres en zonas
con peores condiciones socioeconómicas (primarias
“Grecia” y “Juárez y Constitución” en la delegación
Xochimilco y escuela “Miravalles” de la delegación
Iztapalapa). El número de estudiantes de cada escuela fueron 70, 37, 61, 221, 251 y 128, respectivamente, por lo que la muestra total fue de 768
escolares. En las primarias se encuestaron los estudiantes de cuarto, quinto y sexto grados, ya que a
partir de los nueve años la mayoría de los sujetos
pueden proporcionar información confiable respecto
al consumo de alimentos.23 Considerando el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de investigación para la salud, 24 nuestro estudio puede
ser clasificado como “sin riesgo” en tanto que no se
realizó “ninguna intervención o modificación intencionada en las variables fisiológicas, psicológicas y
sociales de los individuos que participan en el estudio” (artículo 17), por lo cual no era indispensable
que los sujetos que participaran en el proyecto proporcionaran su consentimiento informado (artículo
23); aun así, obtuvimos el consentimiento verbal de
los estudiantes.
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
33
El estrato socioeconómico se evaluó a través del
grado de hacinamiento y el número de bienes existentes en la vivienda de los niños, los cuales son indicadores de la riqueza acumulada de los hogares.
De acuerdo con Krieger, et al.25 la riqueza puede entenderse como los bienes acumulados que por lo regular se obtienen por herencia, inversión o ahorro.
Los bienes en el hogar pueden ser indicativos de la
capacidad del hogar para enfrentar emergencias o situaciones económicas imprevistas como el desempleo
o la enfermedad; por tanto, la riqueza es una fuente
de seguridad y poder económicos. Mediante un cuestionario aplicado a los niños se indagaron las variables de interés. Se ha informado26-28 que es confiable
la información que los escolares proporcionan sobre
las características socioeconómicas de sus padres y
familias. El grado de hacinamiento se calculó al dividir el número de cuartos que, en la vivienda, se
utilizan para dormir entre el número de personas
que regularmente viven en ella; a partir de este índice se formaron tres estratos: alto (≤ 1.49 personas
por cuarto), medio (1.50 a 2.49) y bajo (≥ 2.50). Se
indagó si en la vivienda habían o no cinco bienes
(lavadora, línea telefónica –sin contar celulares–,
automóvil, computadora y estéreo –sin contar grabadoras), posteriormente se sumó el número de bienes y se clasificaron los niños en tres categorías:
alto (cinco bienes), medio (cuatro) y bajo (≤ 3). Respecto al último indicador, mediante análisis de componentes principales se observó que los cinco bienes
conformaban un solo factor (eigen value = 1.83, que
explicaba 36.5% de la varianza) con los siguientes
pesos: lavadora: 0.56, línea telefónica: 0.65, automóvil: 0.71, computadora: 0.66 y estéreo: 0.39. La alfa
de Cronbach del índice fue de 0.56.
En el cuestionario se incluyeron dos preguntas
para saber si las familias de los escolares habían experimentado inseguridad alimentaria (“¿Alguna vez
alguien en tu casa se ha quedado sin desayunar o cenar porque no hay comida?” y “¿En alguna ocasión
has escuchado que en tu casa no hay suficiente dinero para comprar alimentos?”), las opciones de respuesta para estas preguntas eran “sí” o “no”.
También se incluyeron dos preguntas para saber si
los escolares habían experimentado inseguridad alimentaria; en una de esas preguntas (“¿Te has quedado sin desayunar o cenar porque no hay comida
en tu casa?”) las opciones de respuesta también eran
“sí” o “no”. La otra pregunta consistió en que los
escolares eligieran una frase de cuatro posibles (“De
las siguientes afirmaciones con cuál te identificas: 1.
Nunca me quedo con hambre, 2. Me quedo con hambre porque no me gusta la comida, 3. Me quedo con
34
hambre porque no hay suficiente comida y 4. Me
quedo con hambre porque no tengo tiempo para comer”), en este caso la tercera opción de respuesta se
consideró como respuesta afirmativa. La alfa de
Cronbach de esta escala de inseguridad alimentaria
fue de 0.61, en el análisis de componentes principales sólo se identificó un factor (eigen value = 1.93,
que explicaba 48.2% de la varianza) con los siguientes pesos: pregunta 1: 0.78, pregunta 2: 0.59, pregunta 3: 0.78 y pregunta 4: 0.61.
Se formaron tres grupos de inseguridad alimentaria:
1. Seguridad alimentaria: respuestas negativas a las
cuatro preguntas.
2. Inseguridad alimentaria moderada: respuesta positiva a por lo menos una de las dos preguntas de
inseguridad en el ámbito familiar, pero ninguna
respuesta positiva en las preguntas sobre inseguridad en escolares.
3. Inseguridad alimentaria severa: respuestas positivas a por lo menos una de las dos preguntas de
inseguridad en los escolares, independientemente
de si había o no respuestas positivas en las dos
preguntas de inseguridad en el ámbito familiar.
Esta clasificación se derivó considerando que en la
literatura se ha informado3,29 que la inseguridad alimentaria es experimentada por etapas de severidad:
en un primer momento los adultos experimentan
cambios en la cantidad o calidad de su alimentación
para evitar que los niños la padezcan, es decir, existe
inseguridad en la familia, pero los niños no se ven
afectados, lo que correspondería un grado moderado
de inseguridad alimentaria; la inseguridad puede
agravarse (ej. el poco dinero se agota) y por tanto
los niños de la familia inevitablemente se ven afectados, lo cual significaría un grado severo de inseguridad.
Para evaluar el consumo de alimentos se aplicó
un cuestionario de frecuencia de consumo que incluía una lista de 32 alimentos. Se indagó el número
de días de la última semana que los escolares habían
comido cada alimento. Los alimentos incluidos en el
cuestionario fueron (entre paréntesis se encuentran
los términos que se utilizaron en el cuestionario,
pero que no aparecen en el cuadro 1): pan dulce (de
panadería) o pastelitos (de Marinela, Bimbo, Wonder u otras marcas), frituras (de Sabritas, Barcel u
otras marcas), papas fritas (a la francesa), antojitos
mexicanos (tamales, quesadillas o tacos vendidos en
la calle); bollillo o pan blanco (de Bimbo o Wonder),
retazo de pollo (alas o guacal), chicharrón de cerdo
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
(de carnicería); jamón o salchicha; cortes magros de
pollo (pierna, muslo o pechuga), quesos blancos
(como panela o cottage), quesos amarillos (como
Chihuahua, manchego o americano), yogurt; helados o paletas de hielo; cacahuates, jugos envasados
(Del Valle, Jumex, Boing o de otras marcas); mieles
(cajeta, mermelada, Lechera o miel); dulces (paletas,
chicles o bombones), chocolates (Carlos V, Tin Larín, pasitas con chocolate o Lunetas), postres (gelatinas, flanes y otros postres), refrescos (como
Coca-Cola, Pepsi, Sprite, Mirinda o de otras marcas), papaya, melón, sandía, naranja, plátano, hojas
verdes (espinacas, acelgas o verdolagas), pepino, jitomate, elote, calabaza y lechuga.
Se consideró que los escolares presentaban sobrepeso cuando el valor de la puntuación Z del IMC
para la edad fue mayor a +2 desviaciones estándar,
para lo cual se calculó la puntuación Z del IMC con
la fórmula:
pz=((x/M)L)-1
LS
Donde:
pz: puntuación Z
x: valor del sujeto
M: media
L: factor de transformación de Box-Cox
S: la desviación estándar.
Se tomaron como valores de referencia las
tablas de los CDC.30
El análisis estadístico se realizó en el programa
SPSS versión 10. Primero se obtuvo la estadística
descriptiva de cada variable (frecuencia simple y relativa). Posteriormente, se estimó la prevalencia de
inseguridad alimentaria y sobrepeso de acuerdo con
el sexo y el estrato socioeconómico (Cuadro 2). Mediante análisis de regresión lineal se ajustó el efecto
de posibles confusores (edad, sexo y estrato socioeconómico) sobre la relación entre consumo de
alimentos e inseguridad alimentaria, a partir de los
modelos se estimaron las medias ajustadas de la frecuencia de consumo (Cuadro 1); cabe señalar que
sólo se presentan los alimentos en los que por lo menos existieron diferencias marginalmente significativas (p < 0.09). Se estimó la prevalencia de sobrepeso
en cada grupo de inseguridad alimentaria, este análisis se realizó estratificando de acuerdo con el sexo
(Cuadro 3). Finalmente, se probaron cuatro modelos
de regresión logística (Cuadro 4), en los cuales la
variable dependiente fue el sobrepeso. En la primera
regresión (modelo A) sólo se incorporó a la inseguri-
dad alimentaria como variable independiente; en la
siguiente regresión (modelo B) se incluyó además el
sexo; en el modelo C se añadió el estrato socioeconómico; finalmente en el modelo D se incorporaron las
cuatro covariables. También se probaron modelos en
los que se hizo interactuar a la inseguridad alimentaria con las variables confusoras (edad, sexo y estrato socioeconómico). Cabe señalar que en los
modelos de regresión sólo se utilizó una de las dos
variables (grado de hacinamiento) que medían el
estrato socioeconómico ya que la otra variable (número de bienes) tuvo menor capacidad para discriminar diferencias en las prevalencias de sobrepeso
(Cuadro 2).
RESULTADOS
En el cuadro 5 se presenta la distribución de la
población de acuerdo al estrato socioeconómico.
Tanto con el grado de hacinamiento como con el número de bienes poco más de 40% de la población se
ubicaba en el estrato bajo, no existiendo diferencias
por sexo. La mayoría de los escolares contaban con
nueve a diez años de edad y muy pocos tuvieron de
13 a 15 años, para estas variables tampoco existieron diferencias entre hombres y mujeres.
En el cuadro 2 se muestra la prevalencia de inseguridad alimentaria y sobrepeso en la población total
y de acuerdo con el sexo y el estrato socioeconómico.
Cuatro de cada diez escolares presentaron inseguridad alimentaria, siendo más frecuente la inseguridad
moderada. La tasa de sobrepeso fue de 9% en la población general, aunque fue mayor en los varones que
en las mujeres. Con ambos indicadores de posición
socioeconómica se observó que los niños de estratos
altos presentaron prevalencias de inseguridad alimentaria inferiores a las de estratos bajos. Por ejemplo,
considerando el grado de hacinamiento, en los niños
con menos recursos la prevalencia de inseguridad moderada fue de 30.9%, mientras que en los de estrato
alto fue 16.4%. Aunque la tasa de sobrepeso tendió a
ser mayor conforme aumentó el estrato socioeconómico, las diferencias fueron marginales (p = 0.079).
La frecuencia de consumo de alimentos en función de la inseguridad alimentaria y el estrato socioeconómico se presentan en el cuadro 1. Conforme
aumentó la severidad de la inseguridad fue mayor el
consumo de pan dulce o pastelitos, antojitos mexicanos, chicharrón de cerdo, helados o paletas de hielo,
cacahuates, dulces y refrescos. Considerando el indicador de número de bienes en la vivienda, los niños
de estrato alto con menos frecuencia consumían papas fritas y chicharrón de cerdo; por el contrario,
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
35
Cuadro 1. Consumo de alimentos 1 de acuerdo con la inseguridad alimentaria y el estrato socioeconómico en escolares de la Ciudad de México.
Inseguridad alimentaria2
Pan dulce o pastelitos
Papas fritas
Antojitos mexicanos
Bolillo o pan blanco
Chicharrón de cerdo
Jamón o salchicha
Quesos “blancos”
Yogurt
Helados o paletas de hielo
Cacahuates
Jugos envasados
Mieles
Dulces
Refrescos
Papaya
Melón
Sandía
Pepino
Lechuga
ESE por bienes3
ESE por hacinamiento4
SA
IAM
IAS
p
B
M
A
p
B
M
A
p
2.1
0.6
0.9
2.7
0.4
2.1
1.5
2.6
1.6
0.7
2.4
1.3
1.8
2.2
2.2
1.7
1.8
1.9
2.3
2.3
0.7
1.1
2.7
0.6
2.1
1.5
2.4
1.7
0.9
2.3
1.3
2.1
2.5
2.0
1.6
1.7
1.7
2.1
2.5
0.7
1.3
2.8
0.7
2.2
1.6
2.4
1.9
1.1
2.4
1.3
2.3
2.8
1.9
1.5
1.7
1.7
2.1
0.033
0.585
0.002
0.359
0.015
0.328
0.372
0.515
0.039
0.003
0.649
0.571
0.027
0.006
0.170
0.429
0.964
0.530
0.644
2.2
0.8
1.0
2.5
0.6
2.0
1.4
2.2
1.8
0.8
2.1
1.1
1.9
2.3
2.1
1.6
1.7
1.6
2.0
2.2
0.6
1.0
2.7
0.5
2.2
1.6
2.6
1.7
0.8
2.5
1.3
2.0
2.3
2.1
1.7
1.8
1.8
2.3
2.3
0.5
1.0
2.9
0.4
2.3
1.7
3.0
1.6
0.8
2.8
1.5
2.0
2.4
2.2
1.7
1.9
2.0
2.6
0.267
0.003
0.801
0.068
0.045
0.042
0.022
0.001
0.341
0.357
0.001
0.042
0.190
0.377
0.634
0.886
0.514
0.197
0.013
2.3
0.6
1.0
2.5
0.5
2.1
1.4
2.2
1.6
0.8
2.0
1.2
2.2
2.4
1.9
1.5
1.6
1.6
2.0
2.2
0.7
1.0
2.7
0.5
2.1
1.6
2.6
1.7
0.8
2.5
1.3
1.9
2.3
2.2
1.7
1.8
1.8
2.3
2.1
0.7
1.0
2.9
0.5
2.1
1.6
3.0
1.8
0.8
2.9
1.3
1.6
2.3
2.4
1.8
2.0
2.1
2.5
0.161
0.040
0.876
0.136
0.407
0.883
0.446
0.003
0.070
0.993
0.001
0.997
0.009
0.795
0.013
0.065
0.041
0.013
0.027
1
Promedios del número de días que se consumieron los alimentos en la última semana. Se presentan medias ajustadas por edad, sexo, inseguridad alimentaria y estrato socioeconómico. En el texto se describen los productos que abarcan ciertos rubros (ej. antojitos mexicanos o quesos “blancos”).2 SA: Seguridad
alimentaria; IAM: Inseguridad alimentaria moderada; IAS: Inseguridad alimentaria severa.3 Estrato socioeconómico por bienes: B: Bajo (0 a 3 bienes); M: Medio (4 bienes); A: Alto (5 bienes). 4 Estrato socioeconómico por hacinamiento: B: Bajo (2.50 y más personas por cuarto); M: Medio (1.50 a 2.49 personas por
cuarto); A: Alto (1.49 o menos personas por cuarto).
Cuadro 2. Frecuencia de inseguridad alimentaria y sobrepeso de acuerdo con el sexo y estrato socioeconómico en escolares de la Ciudad de México.
Sexo
Total
ESE por hacinamiento
Varones Mujeres
ESE por bienes
p
Bajo
Medio
Alto
p
Bajo
Medio
Alto
p
0.204
50.5
60.9
70.2
0.000
51.4
62.9
67.1
0.002
• Inseguridad alimentaria (%)
Seguridad
58.8
58.2
59.6
Inseguridad en familia
23.9
22.4
25.6
30.9
20.8
16.4
27.7
23.4
18.1
Inseguridad en niño
17.3
19.5
14.9
18.6
18.3
13.5
20.9
13.7
14.8
N
767
• Sobrepeso (%)
N
9.3
766
411
13.3
412
356
4.5
311
0.000
354
6.5
310
284
11.0
283
171
11.7
171
354
0.079
8.5
354
197
9.7
195
216
10.2
0.766
216
ESE: Estrato socioeconómico.
tuvieron un consumo mayor de bolillo o pan blanco,
jamón o salchicha, quesos “blancos”, yogurt, jugos
envasados y mieles. Al utilizar el grado de hacinamiento se observó que los niños de estrato socioeco-
36
nómico alto consumían dulces con menos frecuencia,
pero fue mayor su consumo de papas fritas, yogurt,
helados o paletas de hielo, jugos envasados, papaya,
melón, sandía y pepino.
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
Cuadro 3. Asociación de la inseguridad alimentaria con el consumo de alimentos y el sobrepeso en escolares mujeres de la Ciudad de México.
Seguridad
Inseguridad moderada
Inseguridad severa
p
Población total
Sobrepeso (%)
6.9
10.4
15.8
0.007
Varones
Sobrepeso (%)
10.0
15.2
21.3
0.033
Mujeres
Sobrepeso (%)
3.3
5.6
7.5
0.358
Cuadro 4. Modelos de regresión logística considerando como variable dependiente la probabilidad de presentar sobrepeso.
Modelo A
Constante
Inseguridad alimentariaa
Inseguridad moderada
Inseguridad severa
Modelo B
Constante
Inseguridad alimentariaa
Inseguridad moderada
Inseguridad severa
Sexob
Varones
Modelo C
Constante
Inseguridad alimentariaa
Inseguridad moderada
Inseguridad severa
Sexob
Varones
Edadc
9 – 10 años
Modelo D
Constante
Inseguridad alimentariaa
Inseguridad moderada
Inseguridad severa
Sexob
Varones
Edad
9 – 10 años
ESEd
Medio
Alto
b
p
OR
IC 95.0%
–2.60
0.000
0.45
0.93
0.137
0.002
1.58
2.53
0.87-2.87
1.40-4.58
–3.60
0.000
0.49
0.88
0.112
0.004
1.64
2.41
0.89-3.00
1.32-4.39
1.16
0.000
3.21
1.80-5.72
–3.50
0.000
0.49
0.86
0.111
0.005
1.64
2.36
0.89-3.00
1.30-4.32
1.15
0.000
3.16
1.77-5.64
0.24
0.357
1.28
0.76-2.15
–4.01
0.000
0.62
0.95
0.048
0.002
1.87
2.59
1.00-3.47
1.41-4.78
1.15
0.000
3.17
1.77-5.68
0.24
0.378
1.27
0.75-2.14
0.68
0.77
0.028
0.025
1.97
2.17
1.08-3.60
1.10-4.26
OR: Razón de momios. IC: Intervalo de confianza del OR al 95%. ESE: Estrato socioeconómico por hacinamiento. aEl grupo de referencia fue seguridad
alimentaria.b El grupo de referencia fueron los hombres.c El grupo de referencia fue el de 11 a 15 años.d El grupo de referencia fue el estrato bajo.
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
37
Cuadro 5. Características sociodemográficas de escolares de la Ciudad de México.
Total %
Hombres %
Mujeres %
p
• Edad (años)
9 a 10
57.6
60.0
54.8
11 a 12
41.0
39.1
43.3
13 a 15
Total (n)
1.4
100.0 (768)
1.0
100.0 (412)
0.220
2.0
100.0 (356)
• Estrato socioeconómico según hacinamiento
Bajo
40.6
39.8
41.6
Medio
37.1
35.9
38.5
Alto
22.3
24.4
19.9
Total (n)
100.0 (766)
100.0 (410)
0.333
100.0 (356)
• Estrato socioeconómico según bienes
Bajo
46.2
46.0
46.3
Medio
25.7
24.1
27.5
Alto
28.2
29.9
26.1
Total (n)
100.0 (767)
La relación entre inseguridad alimentaria y
obesidad se muestra en el cuadro 3. Considerando a todos los escolares, la tasa más alta de sobrepeso se observó en los niños que habían
experimentado inseguridad severa (15.8%), seguida por la de los niños que en sus hogares había
inseguridad moderada (10.4%), finalmente la tasa
más reducida se observó en los que experimentaban seguridad alimentaria (6.9%). Al hacer el
análisis en cada sexo, tanto en varones como en
mujeres se observó la misma tendencia (el riesgo
de sobrepeso es mayor conforme aumenta la severidad de la inseguridad), pero en las mujeres las
diferencias no fueron estadísticamente significativas.
En el cuadro 4 se puede apreciar que, sin ajustar por otras variables (modelo A), los niños con
inseguridad alimentaria severa tuvieron 2.53 más
probabilidades de presentar sobrepeso (p = 0.002);
aunque los niños con inseguridad moderada tuvieron mayor riesgo de tener sobrepeso que los niños
con seguridad alimentaria (OR = 1.58), las diferencias no fueron significativas (p = 0.137). Al
añadir la variable sexo (modelo B), la relación del
sobrepeso con la inseguridad severa se mantuvo
(OR = 2.41, p = 0.004), al tiempo que los varones
tuvieron más riesgo de sobrepeso que las mujeres
38
100.0 (411)
0.394
100.0 (356)
(OR = 3.21, p = 0.000). En el modelo C, las asociaciones del sobrepeso con la inseguridad alimentaria severa (OR = 2.36, p = 0.005) y el sexo (OR
= 3.16, p = 0.000) persistieron al agregar la variable edad, aunque esta última no se relacionó
con el sobrepeso (OR = 1.28, p = 0.357). Al incluir las cuatro covariables (modelo D), continuó
la relación del sobrepeso con la inseguridad alimentaria severa (OR = 2.59, p = 0.002) y el ser
varón (OR = 3.17, p = 0.000), además la relación
con la inseguridad alimentaria moderada comenzó
a ser estadísticamente significativa (OR = 1.87, p
= 0.048); finalmente, los niños de los estratos socioeconómicos medio y alto tuvieron mayor probabilidad de tener sobrepeso que los del estrato bajo
(OR = 1.97, p = 0.028 y OR = 2.17, p = 0.025,
respectivamente). En otros modelos (datos no presentados en cuadros) se evaluó si las interacciones de la inseguridad alimentaria con las
variables confusoras podían predecir la presencia
de sobrepeso; sin embargo, ninguna tuvo significancia estadística (interacción de la inseguridad
alimentaria con el sexo: χ 2 = 0.033, p = 0.984;
interacción de la inseguridad alimentaria con la
edad: χ 2 = 1.70, p = 0.427; e interacción de inseguridad alimentaria con el estrato socioeconómico: χ2 = 4.11, p = 0.301).
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
DISCUSIÓN
La prevalencia de inseguridad alimentaria moderada (23.9%) fue mayor que la inseguridad severa
(17.3%), lo cual es congruente con lo observado por
otros autores3,31 y corresponde con la noción de que
existen diferentes grados de intensidad de inseguridad alimentaria y que las formas más severas (cuando los niños se ven afectados) son menos frecuentes
que las moderadas o leves (sólo los adultos la experimentan).
En nuestro estudio, los niños con peores condiciones socioeconómicas presentaron mayor riesgo de
ambos grados de inseguridad alimentaria, lo que
coincide con lo observado en otros estudios.13,19,32 Es
bien sabido que en la satisfacción de la mayoría de
las necesidades, el ingreso es un elemento decisivo y
la alimentación no es la excepción.31,33
En los niños de la Ciudad de México que estudiamos, se observó que respecto a los que presentaban
seguridad alimentaria, los que experimentaban inseguridad moderada o severa tuvieron mayor riesgo de
presentar sobrepeso y dicha diferencia fue independiente del estrato socioeconómico, edad y sexo. Este
hallazgo es similar a lo observado en estudios de
países de altos ingresos realizados con preescolares,13,16 escolares13,18,19 y adolescentes.13 Sin embargo, en otros estudios se ha observado patrones
inconsistentes en la relación entre obesidad e inseguridad alimentaria.14,15,17
Un hallazgo inesperado fue que, por un lado, los
niños que experimentaban inseguridad alimentaria
tuvieron más riesgo de presentar sobrepeso respecto
a los que tenían seguridad alimentaria y, por otro
lado, los escolares que pertenecían a estratos bajos
tuvieron menos probabilidad de tener esa condición.
Este resultado es inesperado ya que los niños de estratos bajos presentan con más frecuencia inseguridad alimentaria. Una posible explicación de esta
situación es que los dos grupos de niños (los de estrato socioeconómico alto y los que experimentan inseguridad alimentaria) alcancen un balance excesivo
de energía mediante el consumo de distintos alimentos: los niños de estratos altos consumen una mayor
cantidad de diferentes tipos de alimentos independientemente de su costo, mientras que los niños con
inseguridad alimentaria con mayor frecuencia consumen alimentos de bajo costo y con mayor densidad
energética. Lo anterior es apoyado por los resultados del cuestionario de frecuencia de consumo, pues
los escolares de estrato alto con menos frecuencia
consumían dulces y chicharrón de cerdo, pero con
más frecuencia consumían bolillo o pan blanco, ja-
món o salchicha, quesos, yogurt, jugos envasados,
mieles, helados o paletas de hielo, papaya, melón,
sandía y pepino. Por su parte, los niños con inseguridad alimentaria consumían con más frecuencia
pan dulce o pastelitos, antojitos mexicanos, chicharrón de cerdo, helados o paletas de hielo, cacahuates, dulces y refrescos.
En los estudios sobre inseguridad alimentaria y
obesidad se ha observado diferencias por sexo: la relación es positiva en las mujeres, mientras que en los
hombres no se observa la asociación14,17 o incluso la
relación es negativa.18 En el caso de los escolares de
la Ciudad de México, la relación fue más clara en los
hombres que en las mujeres ya que si bien en las últimas el patrón fue el mismo, las diferencias no fueron
estadísticamente significativas cuando el análisis se
realizó en cada sexo por separado (Cuadro 3); sin embargo, en el modelo de regresión, al ajustar por sexo
se mantuvo la relación entre inseguridad y sobrepeso
(Cuadro 4). En el futuro se requerirá explorar este
tema con detalle.
Una posible explicación de por qué la inseguridad
alimentaria puede aumentar el riesgo de sobrepeso
es que en los hogares en que se experimenta se destina mayor gasto en alimentos de alta densidad energética, de menor precio y con mayor capacidad para
generar saciedad. En nuestro estudio se encontró
apoyo a esta explicación, ya que los niños con inseguridad alimentaria tuvieron mayor consumo de cereales con grasa (p.e. pan dulce o pastelitos y
antojitos mexicanos) y alimentos salados (p.e. chicharrón de cerdo y cacahuates) y dulces (p.e. helados o paletas de hielo, dulces y refrescos) de alta
densidad energética; estas tendencias se mantuvieron después de ajustar por posibles confusores. Al
respecto, cuando las personas consumen alimentos
de alta densidad energética tienden a consumir más
energía, lo cual puede ser producto de que los alimentos con alto contenido de energía no generan saciedad, lo que lleva a su sobreconsumo.34 Lo anterior,
podría implicar que una dieta con alta densidad energética incrementa el riesgo de sobrepeso, sin embargo, han sido inconsistentes los resultados de
estudios epidemiológicos que vinculan la densidad
energética con la grasa corporal.34 En varios estudios se ha documentado que los niños que experimentan inseguridad alimentaria consumen menos
cereales integrales, 13 frutas,13,15 verduras, 13,15 lácteos15, 16 y carnes magras,19 lo que redunda en menor
consumo de nutrimentos como hierro, vitamina B6 y
magnesio.35 Por el contrario, la inseguridad alimentaria está asociada con mayor consumo de huevo,13
carnes con alto contenido de grasa y cereales.19
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
39
Otra explicación que se ha propuesto es que los sujetos que con frecuencia sufren inseguridad alimentaria experimentan una restricción cognitiva que hace
que posteriormente centren su atención en los alimentos, lo que se expresa en atracones de comida
cuando ésta se encuentra disponible.6 Una tercera explicación es que los sujetos que sufren inseguridad
alimentaria experimentan ciclos de pérdida (en los
momentos cuando no tienen acceso a los alimentos) y
ganancia de peso (cuando tienen acceso), lo que provocaría cambios en su composición corporal y metabolismo que hacen que sean más eficientes para
acumular grasa corporal.6 Sin embargo, no se han
realizado estudios para probar estas hipótesis.
Es pertinente mencionar que hasta ahora los estudios que se han realizado –incluyendo el nuestro–
para explorar la relación entre inseguridad y obesidad
han sido encuestas transversales. Se requiere que en
el futuro se lleven a cabo estudios de cohorte que permitan elucidar con mayor validez si efectivamente la
inseguridad puede incrementar el riesgo de obesidad.
Otra limitación de nuestro estudio es que no utilizamos una muestra representativa de escolares, lo que
reduce la posibilidad de extrapolar los resultados.
Aunque los resultados de las investigaciones han
arrojado hallazgos inconsistentes, nuestro estudio y
algunas otras experiencias apoyan la hipótesis de
que la inseguridad puede incrementar el riesgo de
sobrepeso, lo cual puede tener dos implicaciones. En
primer lugar, tradicionalmente se consideraba que
las personas de estratos bajos presentaban mayor
riesgo de desnutrición y menor de obesidad pues tenían menos acceso a los alimentos. Sin embargo, en
nuestro estudio y en otras investigaciones se ha documentado que las personas de los estratos bajos
consumen menos verduras y con más frecuencia experimentan inseguridad alimentaria; esta última, a
su vez, se relaciona con mayor riesgo de sobrepeso y
consumo de alimentos de alta densidad energética.
Parece que será necesario plantear que ahora la obesidad se asocia con la falta de satisfacción de necesidades básicas. En segundo lugar, en las políticas
tendientes a promover un estilo de vida saludable se
debe considerar la posibilidad de estrategias como el
“salario mínimo para una vida saludable”33 que garantice el acceso a todos los satisfactores necesarios
para mantener la salud y prevenir el desarrollo de
enfermedades o la regulación de precios para hacer
más accesibles los alimentos con alta densidad nutrimental (ej. verduras, frutas y productos de origen
animal con bajo contenido de grasa) y limitar el acceso y la disponibilidad de alimentos de alta densidad energética.36
40
REFERENCIAS
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Reimpresos:
M en C Luis Ortiz-Hernández
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco,
Calzada del Hueso No. 1100,
Col. Villa Quietud, Coyoacán,
04960, México, D.F.
Tel.: 5483-7243
Fax: 5483-7218
Correo electrónico: lortiz@correo.xoc.uam.mx
Recibido el 24 de agosto de 2006.
Aceptado el 17 octubre de 2006.
Ortiz-Hernández L, et al. Inseguridad alimentaria asociada positivamente con el sobrepeso en escolares. Rev Invest Clin 2007; 59 (1): 32-41
41
Anexo II.f. Parás P, Pérez-Escamilla R. Inseguridad Alimentaria en México. Enfoque,
Diario
Reforma.
2008.
[citado
el
2
de
marzo
2010].
http://sistemason.vanderbilt.edu/files/IL0vVC/Enfoque_ELCSA.pdf
Disponible
en:
02 columna invitada enfoque ■ Domingo 29 de junio del 2008
>> reforma
Pablo Parás / Rafael Pérez Escamilla
Fundador y director de la empresa encuestadora Data OPM y candidato a doctor en ciencia
política por la Universidad de Connecticut. / Doctor en nutrición por la Universidad de California.
Inseguridad Alimentaria en México
Ésta es la primera medición que se
hace en México considerando la Escala
Incidencia de factores de Inseguridad Alimentaria.
Latinoamericana y del Caribe sobre Porcentajes divididos de acuerdo con el grupo de población.
Seguridad Alimentaria.
D
enfoque
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Una publicación de
GRUPO REFORMA
Número: 743
Fecha: 29 de junio
René Delgado
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Luis San Vicente
e acuerdo con la Organización de las Naciones
Unidas, la seguridad
alimentaria existe “cuando
toda persona en todo momento
tiene acceso económico y físico
a suficientes alimentos inocuos
y nutritivos para satisfacer sus
necesidades alimentarias y preferencias en cuanto alimentos
a fin de llevar una vida sana y
activa”. Según la ONU, existen
800 millones de personas en el
mundo que no consumen suficientes calorías para sus necesidades y hay millones de personas más cuya alimentación
se basa en consumir alimentos
que aportan suficientes o excesivas calorías pero que son muy
bajos en calidad nutricional.
Tradicionalmente la Inseguridad Alimentaria (IA) se ha
medido a través de métodos
indirectos basados en evaluar
la dieta a nivel individual o
agregado a nivel país, o bien
a través de mediciones de peso
y talla de las personas para
estimar su grado de malnutrición. Recientemente, países
de la región han comenzado
a utilizar un método basado
en medir la experiencia directa
de los hogares con IA.
Esta metodología comenzó
a ser desarrollada en la década
de los ochenta cuando investigadores de la Universidad de
Cornell aplicaron métodos
cualitativos para comprender
el fenómeno de la IA entre mujeres pobres que habían experimentado este fenómeno. El resultado de esta investigación llevó al desarrollo de una escala de
10 preguntas, cubriendo tanto la
percepción de preocupación como de problemas con la cantidad de consumo y/o con la calidad de la dieta. Estas preguntas
reflejan que el proceso de IA
comienza con un estimulo negativo que genera primero una
preocupación, seguido por una
reducción en la calidad de la
dieta y, si el problema no es corregido, por una reducción en el
SeguridadIA LeveIA MedianaIA Grave
En los últimos 3 meses alguna vez…
1. ¿Se preocupó de que la comida se acabara?
0
77
89
93
2. ¿Se quedaron sin comida?
0
6
29
63
3. ¿Se quedaron sin dinero para una alimentación sana?
0
32
85
95
4. ¿Un adulto en su hogar dejó de desayunar, comer o cenar?
0
3
34
74
5. ¿Algún adulto en su hogar sintió hambre pero no comió?
0
3
26
69
6. ¿Un adulto en su hogar comió una vez al día o dejó de comer?
0
2
14
63
para conseguir comida (mendigar o mandar a niños a trabajar)?
0
1
4
22
8. ¿Algún menor en su hogar dejó de tener una alimentación sana?
0
6
41
69
9. ¿Algún menor de 18 años sintió hambre pero no comió?
0
1
9
42
10. ¿Algún menor comió sólo una vez o dejó de comer todo un día?
0
0
3
33
7. ¿Tuvieron que hacer algo que hubieran preferido no hacer
La población mexicana
consumo de calorías, primero en
los adultos y luego en los niños.
Basados en las experiencias
nacionales de Estados Unidos
y la extensión de ésta a Brasil
y Colombia, investigadores latinoamericanos desarrollaron recientemente la Escala Latinoamericana y del Caribe sobre
Seguridad Alimentaria (ELCSA).
Primera medición
en México
En México se han aplicado encuestas para medir la Inseguridad Alimentaria en por lo menos cinco ocasiones utilizando el
método basado en experiencia:
Distrito Federal 2004; Sierra de
Manantlán, Jalisco, 2005; medición nacional 2006, y Guanajuato 2007, antes de la medición
nacional del ELCSA hecha este
año. Los resultados que se presentan aquí representan la primera medición de Inseguridad
Alimentaria usando este método.
La escala contiene 16 ítems,
de los cuales se enlistan 10 en la
tabla adjunta. Las respuestas se
obtuvieron en una encuesta
aplicada en forma personal
–del 27 de enero al 26 de febrero del 2008– a una muestra nacional representativa de mil 560
adultos.
Como se mencionó, la escala permite clasificar a cada hogar
de la muestra en una de cuatro
SEGURIDADalimentaALIMENTARIA
SEGURIDAD ALIMENTARIA
categorías: seguridad
ria (puntuación 0), inseguridad
leve, inseguridad media e inseguridad grave. Los hogares
%que
%
reportan haber sufrido una o
más de las situaciones pregunta9%
das son clasificadas en alguna de 9%
IA grave
30%
las tres categorías
de acuerdo aIA grave 30%
IA levey siguiendo proIA leve
su puntuación
13% IA mediana
13% IA mediana
cedimientos estadísticos.
Fuente: Encuesta 2008 del Barómetro de las AméSe observa que mientras el
ricas (http://www.vanderbilt.edu/lapop/) realizada
48 por ciento de los hogares vipor Data OPM para LAPOP.
ve en condiciones de seguridad
alimentaria, el otro 52 por ciento
pertenece alguna de las tres categorías de inseguridad.
La Inseguridad Alimentaria
cia en los últimos tres meses de
leve debe entenderse principallos componentes de ELCSA pamente como un estado de estrés
ra cada una de las cuatro cateeconómico; es decir una preocugorías de clasificación del hogar.
pación por la suficiente capaciLa incidencia en las categorías
dad económica del hogar para
de inseguridad cambia según la
cubrir las necesidades alimentiseveridad de cada condición en
cias de sus miembros. La insegucada grupo.
ridad mediana es un poco más
La presente documentación
severa e implica estrategias alide la distribución de la IA en
menticias que sacrifican la caliMéxico se hace en el contexto
dad y/o la cantidad de alimentos
de una crisis alimentaria munque consumen los miembros
dial, evento potencialmente
del hogar. Por último, la insegucrítico para la economía de
ridad grave implica una clara
muchos hogares de nuestro
insuficiencia en la capacidad
país. Como referencia comparaalimenticia del hogar, en donde
tiva, reportamos que en Brasil
no todos los miembros cuentan
el 60 por ciento de la población
con una alimentación suficiente
de los hogares (IBGE 2004)
ni regular, llegando inclusive
y en Estados Unidos el 88 por
al extremo del hambre y/o a
ciento (USDA 2004) están clasirecurrir a estrategias extremas
ficados como seguros “alimentipara conseguir alimentos.
ciamente” hablando. En México,
La tabla describe la incidensólo el 48 por ciento.
48
48
Anexo II.g. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Metodología para la medición multidimensional de la pobreza en México. Diciembre
2009.
Sección referente a la medición de seguridad alimentaria. El documento completo se
envía aparte y está disponible en:
http://www.coneval.gob.mx/contenido7med_pobreza/6793.pdf
Metodología para la medición
multidimensional de la pobreza en México
Consejo Nacional de Evaluación
de la Política de Desarrollo Social
Diciembre de 2009
Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México
• no cuentan con servicio de drenaje, o el desagüe tiene conexión a una tubería que va a dar a
un río, lago, mar, barranca o grieta;
• no disponen de energía eléctrica, o
• el combustible que se usa para cocinar o calentar los alimentos es leña o carbón sin
chimenea. 34
Si bien se reconoce la existencia de otros servicios cuya incorporación es deseable en la vivienda,
se seleccionó las características que indispensablemente deben estar en funcionamiento al momento
de ser ocupada. Otras características, como el servicio de eliminación de basura, la disposición de
servicio sanitario, y la frecuencia con la cual se dispone de agua en la vivienda, serán analizados
dentro del conjunto de indicadores complementarios que permitirán caracterizar con mayor precisión
las condiciones de habitabilidad de las viviendas.
Acceso a la alimentación
El derecho a la alimentación es el derecho de todos los individuos a disfrutar del acceso físico y
económico a una alimentación adecuada y los medios para obtenerla (OACDH, 2004). No padecer
hambre es el mínimo nivel que debe estar garantizado dentro del derecho a la alimentación. Sin
embargo, y a diferencia de las dimensiones anteriormente presentadas, en la CPEUM se ha
incorporado el derecho a la alimentación para las niñas y los niños, pero no para el resto de la
población. Por lo tanto, es relevante que la LGDS haya establecido el acceso a la alimentación como
uno de los derechos para el desarrollo social.
A pesar de la falta de criterios en el marco normativo mexicano para definir los componentes del
derecho a la alimentación, es posible recurrir a lo dispuesto en los acuerdos internacionales ratificados
por el Estado mexicano en la materia. Al respecto, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, 35 establece, en su artículo 11, el derecho de toda persona a un nivel de vida
adecuado para sí y su familia, lo cual incluye el derecho a la alimentación. Asimismo, la Declaración de
Roma de 1996 sobre la Seguridad Alimentaria Mundial reafirma “el derecho de toda persona a tener
acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y
34
La información necesaria para evaluar la instalación que se usa para cocinar no ha sido incorporada dentro de las fuentes de información a
utilizar para la medición del año 2008 (ver la sección “Fuentes de información”). Por ello, no será considerado en la medición de pobreza
multidimensional del año 2008, sino a partir de la del año 2010.
35
Firmado por México el 23 de marzo de 1981.
45
Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México
con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre”. 36 De esta forma, se establecen
dos elementos constitutivos del derecho a la alimentación: el derecho a no padecer hambre y el
derecho a gozar de acceso a una alimentación sana y nutritiva.
Con el propósito de disponer de una medida para evaluar el avance en el derecho a la
alimentación, diversos organismos internacionales e instituciones han desarrollado el concepto de
seguridad alimentaria. De acuerdo con la FAO (2006), la seguridad alimentaria comprende el acceso
en todo momento a comida suficiente para llevar una vida activa y sana, lo cual está asociado a los
conceptos de estabilidad, suficiencia y variedad de los alimentos. Este concepto se encuentra
estrechamente vinculado al acceso a la alimentación, por lo que se considera apropiado para la
medición del indicador de carencia para esta dimensión. 37
Las escalas de seguridad alimentaria evalúan aspectos como la preocupación por la falta de
alimentos, los cambios en la calidad y cantidad de los mismos, e incluso las experiencias de hambre.
Para el caso latinoamericano, un grupo de especialistas en nutrición ha venido desarrollando una
adaptación de esta escala, la cual ha sido validada para el caso mexicano después de una serie de
estudios y levantamientos de información en el país. 38
Con el propósito de disponer de una herramienta que permita evaluar el ejercicio del derecho a la
alimentación, se empleará una escala de seguridad alimentaria basada en la propuesta de PérezEscamilla, Melgar-Quiñonez, Nord, Álvarez y Segall. 39 Esta escala detecta cuatro posibles niveles de
inseguridad
alimentaria:
inseguridad
alimentaria
severa,
inseguridad
alimentaria
moderada,
inseguridad alimentaria leve y seguridad alimentaria. Aun cuando cualquier nivel de inseguridad
alimentaria implica una restricción relevante para disponer de acceso a la alimentación, existen
diversos factores culturales y contextuales que pueden dificultar la comparación del grado de
seguridad alimentaria entre hogares.
36
El documento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales puede ser consultado en la dirección electrónica
http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/a_cescr_sp.htm. El documento de la Declaración de Roma sobre Seguridad Alimentaria Mundial
puede ser revisado en http://www.fao.org/WFS/index_es.htm.
37
Existen al menos cinco métodos para medir el concepto de seguridad alimentaria. Dos de ellos se basan en la información sobre ingresos
y gastos en los hogares, los cuales tienden a asumir que lo gastado en alimentación es muy parecido a lo que se consume, por lo cual suele
tener sesgos de medición, especialmente en las zonas rurales. Otros métodos requieren de información cuyos costos y nivel de
especialización hacen inviable su utilización a nivel municipal (por ejemplo, medidas antropométricas y de consumo de alimentos). Las
escalas de seguridad alimentaria basadas en experiencias han sido desarrolladas desde los años 80, y presentan la ventaja de requerir
pocos reactivos y de que su validez ha sido probada no sólo para el caso mexicano, sino para al menos otros veintidós países en el mundo.
Para mayor información sobre las escalas de inseguridad alimentaria y sus propiedades, consultar Bickel et al. (2000), Hamilton et al.(2000),
Moncada y Ortega (2006) y Pérez-Escamilla y Segall-Correa (2008).
38
Además de la información contenida en la ENIGH 2008 y el MCS 2008, se ha levantado información de la escala en otras fuentes:
Termómetro Capitalino (2003), por el Centro de Estudios de Opinion Pública; Encuesta Guanajuato Estatal (2007), por Data OPM; Encuesta
de Umbrales Multidimensionales de Pobreza (2007), del CONEVAL; Encuesta de Cultura Política de la Democracia: México (2008), por la
Universidad de Vanderbilt en el marco del Latin American Public Opinion Project. Para mayor referencia de los estudios realizados sobre el
tema veáse: Parás y Pérez-Escamilla (2004); Pérez-Escamilla et al. (2005), Melgar-Quiñonez et al. (2005).
39
Véase: Pérez-Escamilla et al. (2007) y Melgar-Quiñonez et al. (2007)
46
Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México
A fin de contar con una medida que refleje con la mayor precisión posible la existencia de
limitaciones significativas en el ejercicio del derecho a la alimentación, se considera en situación de
carencia por acceso a la alimentación a los hogares que:
• presenten un grado de inseguridad alimentaria moderado o severo.
Para complementar la información contenida en este indicador, se reportarán dentro de los
indicadores complementarios los cuatro grados de inseguridad alimentaria, así como otros indicadores
que reflejen aspectos distintos del ejercicio de este derecho.
Grado de cohesión social
Una revisión exhaustiva de las distintas definiciones de cohesión social presentes en la bibliografía
permite comprobar que no existe un corpus conceptual único que delimite con precisión sus
componentes y alcances. Asimismo, es posible señalar la ambigüedad en su utilización y en su
relación con otros términos comúnmente asociados, como los de capital social, inclusión y exclusión
social, integración social y ética social, entre otros (Berger-Schmidt y Noll, 2000; Rajulton, Ravanera y
Beajout, 2003). Lo anterior dificulta la adopción o construcción de un indicador único para la medición
de esta dimensión, debido a la variedad de fenómenos que suelen estar vinculados a ella. 40
Si bien no es posible disponer de una definición única de cohesión social, las consultas
realizadas con especialistas en el tema plantearon tres aspectos fundamentales: en primer lugar, que
la cohesión social está asociada a un concepto de naturaleza relacional, lo cual implica que la unidad
de análisis no son los individuos, sino las comunidades o grupos sociales y por tanto, se trata de un
concepto que sólo puede medirse como una característica de conjuntos de población; en segundo
lugar, que para algunas definiciones la pobreza es parte de los fenómenos que disminuyen o afectan
la cohesión social en un país, mientras que para otros esta relación es inversa, por lo que no se puede
definir claramente si la cohesión social es parte intrínseca de la pobreza o no; finalmente, que una
sociedad más equitativa puede generar mejores condiciones para desarrollar la cohesión entre sus
miembros.
40
Algunos de estos fenómenos son la violencia, la desigualdad social, los índices delictivos, la discriminación, la corrupción, las redes
sociales, la solidaridad y reciprocidad, la conciencia ciudadana, la pertenencia a grupos, el compromiso cívico, la participación política, el
análisis del funcionamiento institucional, entre otros. Véase, por ejemplo, BID (2005) y CEPAL (2007a).
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Metodología de Medición Multidimensional de la Pobreza en México
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