MIJAÍL YEVGRÁFOVICH SALTYKOVSCHEDRÍN (МИХАИЛ ЕВГРАФОВИЧ САЛТЫКОВ-ЩЕДРИН- MIJAÍL EVGRÁFOVIČ SALTYKOV-ŠČEDRÍN) 15(27).01.1826-28.04.(10.05)1889 por Roberto Monforte Dupret Biografía Saltykov nació en el seno de una familia de ricos terratenientes y se crió en un ambiente dictatorial y cruel. Dotado de una gran sensibilidad y susceptibilidad, el joven Saltykov fue testigo mudo de los abusos y humillaciones que inflingía su despótica madre a los siervos de sus propiedades. Saltykov dejó extraordinariamente plasmados las horrorosas escenas a las que daba pie el retrógrado derecho de servidumbre en Rusia (muchas de ellas de carácter autobiográfico) en su obra Poshejón o la vida de antaño (18871889). En 1836, Saltykov estudió en un exclusivo Instituto moscovita para hijos de la nobleza. En 1838 fue enviado al Liceo Imperial de Tsárskoie Seló, institución encargada de la formación de los futuros altos cargos de la Admistración Estatal rusa. Fue precisamente en Tsárskoie Seló, lugar en el que también se había formado en el inigualable Pushkin, donde Saltykov empezó a escribir y publicar sus primeras estrofas. Su primera obra fue un poema (Lira), dedicado a Pushkin, que apareció en la revista Biblioteca de lecturas. A esta composición poética siguieran otras que se publicaron en las páginas de El Contemporáneo. Tras acabar su formación académica en el Liceo Imperial, Saltykov comenzó a trabajar (1844) en al Ministerio de Defensa, así como a frecuentar El Círculo de Petrashevski, tertulia de pensadores democráticos, progresistas radicales y socialistas utópicos donde se propagaban las ideas de Fourier y Saint Simon. Por entonces, Saltykov sigue publicando versos, pero poco a poco va cambiando las rimas por la sátira social en prosa. En 1847 empezó su carrera literaria como crítico publicista en los periódicos radicales El Contemporáneo y Anales de la Patria. De entre las primeras novelas satíricas que Saltykov publicó a finales de los años 40, podemos destacar Contradicciones (1847) y El embrollo (1848), enmarcadas todavía dentro de la Escuela Natural. Destaca especialmente El embrollo, impregnada de radicalismo político y de compasión para con los socialistas utópicos franceses. Esta obra le ocasionó problemas con las autoridades que se resolvieron con su envío en comisión de servicios a Viatka, donde permaneció hasta 1856. En Viatka trabajó como consejero de la Junta Local y contrajo matrimonio con una joven de 17 años, hija el vicegobernador, con la que tuvo un hijo y una hija. En 1856 regresó a S. Petersburgo y publicó su primer libro de éxito, Apuntes provincianos (1856 - 57), para cuya composición se sirvió de las valiosas observaciones de la vida de provincia que había acumulado durante su larga estancia en Viatka. Apuntes Provincianos, firmados con el pseudónimo de “consejero de provincia N. Schedrín”, son una serie de ensayos satíricos, humorísticos y, sobre todo, “reveladores” sobre el atrasado agro ruso, así como un magnífico cuadro de la vida rusa de provincias durante los últimos años de servidumbre. Los Apuntes provincianos de Saltykov fueron muy bien aceptados por la crítica y se convirtieron en el mejor ejemplo de la llamada literatura reveladora o literatura de denuncia. Tras su “exilio” en Viatka, Saltykov desempeñó las funciones de Vicegobernador de Riazán (1858-1860) y Tver (1860-1862), así como las de Delegado de Hacienda en Penzá (1865-66), Tula (1866-67), y Riazán (1867-1868). Su política enérgica de reformas como vicegobernador y su implacabilidad con la corrupción y la ineptitud le valieron el apodo de Vice-Robespierre. En 1868 se retiró (por presiones oficiales) del servicio público con el cargo de Consejero de Estado y se consagró por completo a la literatura. En 1864 rompió lazos con El contemporáneo y entre 1868 y 1884 fue coeditor, junto con Nikolai Nekrasov de Anales de la Patria y editor tras la muerte de éste último en 1878. Con la jubilación llegaron los años más fructíferos e intensos de la vida literaria de Saltykov. Desde finales de la década de los 60 hasta principios de los 80, Saltykov escribió obras tan importantes como Historia de una ciudad (1869-70), una mordaz sátira histórica de Rusia, llena de alusiones a personajes históricos y críticas no sólo hacia sistema político zarista, sino también hacia la sempiterna sumisión esclava del pueblo. Otras obras de esta época son: Cartas desde las provincias (1868), Los Pompadures y las Pompaduras (1863-1874) o Los Señores de Tahkent (1869-1872). Saltykov sufría de reumatismo que le inflingía dolores insoportables y, con le tiempo, le dejó prácticamente paralizadas las piernas. A mediados de los 70 viajó en repetidas ocasiones a los mejores balnearios de Alemania y Francia en busca de una mejoría. Residió en París, donde conoció, a través de Turguénev, a Flaubert y Zola. Sus impresiones sobre la vida de Occidente aparecieron en su obra En el extranjero. En 1875, durante su estancia en París, comenzó a escribir su obra cumbre Los señores Golovliov, que publicó en 1880. Esta obra, considerada el monumentum odiosum de la nobleza provinciana y uno de los ejemplos más claros del realismo crítico ruso, trata de la decadencia moral, física y espiritual de la familia Golovliov, donde su héroe principal, Porfiri-Judas, es un símbolo de la mezquindad, avaricia, racanearía, hipocresía y desidia. Como podemos deducir rápidamente, Saltykov nos presenta una visión de la aristocracia terrateniente y de la situación en la provincia totalmente diferente a la que nos ofrece Tolstói o Turguénev. En marzo de 1881 es asesinado al zar Alejandro II, lo que conllevó un periodo de reacción que desembocó en la clausura, en 1884, de la revista Anales de la Patria, uno de los principales voceros del pensamiento social y literario ruso. A pesar de tan grave contratiempo, Saltykov continuó escribiendo en revistas hasta el día de su muerte. Durante la década de los 80, la sátira de Saltykov se hace más furibunda y penetrante como, por ejemplo, en Un idilio moderno (1877-1883), Cartas a mi querida tía (1882), Relatos de Poshejón (1884), Cuentos (1869, 1884, 1886), Pequeñeces de la vida (1886), Poshejón o la vida de ataño (1887-1889). Entre estas últimas obras cabe destacar los Cuentos de Saltykov, pequeñas estampas alegóricas sobre la vida y el carácter rusos de la segunda mitad del siglo XIX. Saltykov-Schedrin escribió en un lenguaje esópico para tratar de burlar a la censura. Algunas de sus frases y palabras se hicieron corrientes en el idioma ruso. El variado y rico estilo de Saltykov era en muchas ocasiones rudo y adusto, entremezclando el lenguaje ministerial con la jerigonza militar, o expresiones religiosas con la jerga agraria y el habla popular. Saltykov fue uno de los escritores satíricos más grandes de la literatura rusa, sin cuyas obras, a pesar de su carácter pesimista, desesperanzador y acre, resulta muy difícil entender la amplitud y profundidad de la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX. Obra De entre los muchos temas que Saltykov-Schedrín trata en sus sátiras, resulta especialmente relevante el de las relaciones entre Estado y nación. El autor muestra la maquinaria estatal como un aparato tiránico, corrupto e indiferente a las necesidades de la población, cuya pasividad y falta de conciencia política, a su vez, también son objetivos de la mordaz crítica de Saltykov. En Sátiras en prosa y Los Pompadures y las Pompaduras, Saltykov nos indica claramente que las grandes reformas proyectadas por Alejandro II se quedaron en papel mojado y no alteraron lo más mínimo el equilibrio de poderes existente hasta el momento. Con la publicación Historia de una ciudad, Saltykov consigue expresar de forma contundente y definitiva su opinión sobre la relación entre Estado-nación. La obra narra la administración de la ciudad de Glúpov (Villatontos), identificada con toda Rusia, por una serie de tiranos–lunáticos cuya política común consistía en “fustigar a los inhabitantes”. Otro tema de especial importancia en las obras de Saltykov fue el de las condiciones económicas y sociales de Rusia, así como los efectos que acarreó las reformas de Alejandro II, especialmente las que hacen referencia a la emancipación de los siervos (1861). Saltykov refleja la eterna pobreza en la que se ve sumida los campesinos, la degeneración de los latifundistas y la aparición de una nueva clase social de depredadores y capitalista rurales en obras como Diario de un provinciano en San Petersburgo, Discursos bienintencionados, Los señores Golovliov o Poshejón o la vida de antaño. Otro tema que trata mucho Saltykov en sus obras es la disposición política de la sociedad rusa. Saltykov reprueba al pueblo ruso su pasividad e ignorancia (Historia de una ciudad), y a la vez critica ácremente las inefectivas reformas de la década de los 60, así como las crisis políticas de los años 1870-1880. Atacó agresivamente al falaz liberal del periodo de las reformas (Sátiras en prosa, Los Pompaduros y las Pompaduras) y su posterior conformismo y abandono de los principios en favor de una actitud y posición reaccionarias (Un idilio contemporáneo, Cartas a mi querida tía, Cuentos). También se mostró muy crítico con la inclinación general de la población durante la década de los 80 a estar postrados y a evitar toda conclusión seria y efectiva para los problemas de la época. Los dones satíricos de Saltykov quedan bien patente en sus narraciones, repletas de humor, ironía y sarcasmo, donde lo fantástico y lo grotesco adquieren una importancia de primer orden como, por ejemplo, en Historia de una ciudad y Cuentos. Saltykov era un escritor especialmente hábil presentando una tendencia social determinada o personajes arquetípicos (tanto colectivos como individuales). Esta habilidad es especialmente observable en su Cuentos, escuetas narraciones en la que la sustancia de su crítica social se enuncia de modo muy sucinto, pero de forma extraordinariamente brillante y certera. Saltykov tenía un estilo robusto y era un maestro a la hora de crear distintos tipos de registros idiomáticos. Debido a la rigidez de la censura, Saltykov se vio obligado a utilizar un lenguaje esópico, repleto de significados indirectos y alusiones, que para el lector actual supone una dificultad añadida. De entre toda su prolífica producción literaria quizás Los señores Golovliov e Historia de una ciudad sean las obras más aclamadas por público y crítica. Los señores Golovliov cuenta la historia de una familia de terratenientes a través de tres generaciones. Con esta obra Saltykov pretendía exponer la degradación de aquellos principios que se consideraban los pilares de la sociedad rusa: el Estado, la familia y la propiedad, pilares que se veían sistemáticamente violados por aquellos que los proclamaban y los defendían. La obra es, sin duda, una denuncia sin remilgos al principio de la familia. Entre los Golovliov no hay ningún lazo de simpatía o afecto, tan sólo malicia, desconfianza e indiferencia. Faltos de cualquier valor moral, la fuerza tiraniza y destruye al débil. Aparte del tema de la familia, Saltykov en su novela nos transmite su opinión sobre la clase social “educada” y latifundista. Saltykov cifra las causas de la degeneración de los Golovliov en la desidia, la incapacidad para trabajar en cualquier cosa y la bebida. De los rasgos mencionados, los dos primeros, al menos, pueden verse como atributos de la clase educada, corrompida durante generaciones por la relación amo-criado/esclavo. La heredad de Golovliovo (alegoría de Estado ruso) simboliza la fuente de la enfermedad familiar, siendo su perniciosa influencia denunciada por Aninka al final de la novela. El interés socio-histórico de la obra es, sin embargo, superado por el retrato psicológico de los dos principales protagonistas de la novela, Arina Petrovna y, en particular, Porfiri, cuya presencia se hace predominante a partir del tercer capítulo de la novela. Arina Petrovna es rigurosa, enérgica y obtiene grandes beneficios y éxitos en su búsqueda por ampliar la propiedad de los Golovliov, pero su actividad es un ritual obsesivo que le brinda más privaciones que beneficios. Porfiri, alias Judas, es una creación destacable, la figura clásica del hipócrita y del hombre vacío, exento de toda moral. Ruin y vicioso, adopta en todas sus fechorías una postura pía a la que acompaña de una verborrea nauseabunda de demagogia y falsa moral. Al final de la novela, la mala conciencia caerá, de forma inesperada (improbable según Goncharov), como un azote vengador sobre Porfiri. La aparición de la conciencia en tan vil personaje responde a la creencia de Saltykov de que el elemento humano nunca puede ser suprimido por completo La otra gran novela de Saltykov es, sin lugar a dudas, Historia de una ciudad. Se trata de una crónica ficticia de la ciudad de Glupov (Villatontos), que simboliza a toda Rusia. La obra es una serie de informes sobre la administración de la ciudad por 21 gobernadores, de 1731 hasta 1826. La narración relata con especial detalle la actividad desde el gobernador Brudustky (el octavo) hasta el penúltimo gobernador, UgruimBurchéyev. El relato es una acerba crítica a la tiranía y a la ineptitud. Los absurdos habitantes del municipio son maltratados y subyugados por la fuerza; padecen hambrunas e incendios; e incluso, al final, son compelidos a destruir su propia ciudad y construir un campo militar. Todos los gobernadores se caracterizan porque a lo único que se dedican es a fustigan a lo “inhabitantes” . La administración de la ciudad no actúa en aras del bien de los habitantes, sino en contra de ellos, dejando como única posibilidad la subordinación. Paradójicamente, sólo durante el gobierno de los gobernadores más incompetente, los habitantes de Villatontos pudieron disfrutar de un periodo de cierta prosperidad y alivio. La identificación de la historia de una ciudad con Rusia se basa en la obvia similitud existente entre ciertos gobernadores y determinadas figuras históricas del periodo en cuestión. La sucesión de emperatrices del siglo XVIII se refleja claramente en el episodio de Las seis gobernadoras, también existe una clara relación entre el gobernador Negodiáiev (Negodiai=miserable, canalla) y el emperador Pablo I, entre Grustilov (Grust=tristeza) y Alejandro I, así como entre Benevolenski (sobran las explicaciones) y Ugrium-Burcheiev (Ugriumy=taciturno, lúgubre; Burchat=refunfuñar, gruñir) y los ministros de la época de Alejandro I, Speranski y Arakchéiev. Estas conexiones demuestran claramente que Glúpov es una metáfora de Rusia. A pesar de todo, la obra no está pensada como una mera parodia del pasado de Rusia. El escenario constituía tan sólo un medio para hablar sobre el verdadero objetivo de Saltykov: las relaciones entre el Estado y el pueblo rusos a lo largo la historia y no sólo durante la época en que Historia de una ciudad fue escrita. Compuesta durante la reforma de la década de los 60 del siglo XIX, la obra quiere transmitirnos la idea de que por muchos cambios que pueda ocurrir en el gobierno de Rusia, estos siempre son superficiales y no alteraran lo más mínimo el equilibrio existente entre el excesivo poder del Estado y la falta del mismo por parte del pueblo. Con su obra, Saltykov no quiso, en palabras suyas, crear una sátira histórica, sino una sátira dirigida a aquellas características de la vida de Rusia que no la hacen del todo cómoda. La atemporalidad de la sátira también viene marcada a través de la fusión del pasado y el presente en referencias anacrónicas a acontecimientos y personajes de la vida contemporánea de Saltykov. El hecho de que Saltykov viera la necesidad de un cambio radical en Rusia, no significaba que estuviera afiliado a un determinado programa o facción política. En sus sátiras intentó, por un lado, exponer, y socavar al mismo tiempo, la arbitrariedad, la hipocresía, la mentira, la rapiña, la tacañería y el vacío que caracterizaban la vida rusa; y por otro, levantar la dormida conciencia política del pasivo pueblo ruso. A pesar de la naturaleza negativa de sus obras, Saltykov siguió creyendo en un utópico futuro de orden, justicia y razón. La clave de esta creencia era la conciencia, en la que vio un atributo humano indestructible, capaz de sobrevivir en personas tan degradadas como Porfiri.