Entrevista con... Antonio Alonso Marcos

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Entrevista con… Antonio Alonso Marcos, experto en Asia Central
e islamismo
Antonio Alonso Marcos es profesor en la Universidad
CEU San Pablo de Madrid y Doctor por la UCM.
Especialista en Asia Central y el islamismo. Ha sido
observador electoral de la OSCE en el año 2012 y es
colaborador habitual en varios medios de comunicación.
Sus publicaciones abarcan libros, capítulos de libros y
artículos en revistas especializadas sobre distintas
cuestiones internacionales, entre ellas, podemos
destacar La Política Exterior de España: Aliados y
competidores (2013); Kazajstán: modelo de tolerancia
religiosa (2011); “Una lectura neorrealista de los veinte
años de la independencia de Asia Central” (2012);
“Rusia en el “Gran Juego” de Asia Central" (2012).
Pregunta. Desde el fin de la Unión Soviética, Asia Central se ha constituido como una
región de países jóvenes que han sabido mantener una frágil estabilidad. No obstante, son
muchas las amenazas que deben afrontar las repúblicas centroasiáticas, una de ellas es el
crecimiento del islamismo extremista. ¿Constituye este fenómeno un peligro real para Asia
Central? ¿Se han adoptado medidas para paliar esta posible amenaza?
Respuesta. Estamos hablando de una región muy compleja, con sistemas políticos y
económicos muy diferentes entre sí. Pero hay una serie de retos y de amenazas que afectan a
la región en su conjunto, y el terrorismo yihadista es uno de ellos. En efecto, desde los
primeros momentos de la independencia ha habido países que se han visto azotados por este
tipo de grupos, como fue el caso del Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU). Este mismo
grupo fue derrotado por las intervenciones militares que se llevaron a cabo en el norte de
Afganistán desde octubre de 2001, aunque posteriormente se ha ido desplazando al
Waziristán, la zona situada entre Afganistán y Pakistán.
El yihadismo es una amenaza real para Asia Central. No se trata sólo de que después de 70
años de ateísmo impuesto desde Moscú haya habido un reverdecer religioso musulmán y
muchos jóvenes hayan acudido a las madrazas más radicalizadas de Oriente Próximo –Egipto,
Arabia Saudita, Afganistán, Pakistán— sino que hay grupos terroristas que han puesto su
mirada en la zona, bien como lugar de paso desde el Cáucaso al Af-Pak, bien como lugar de
reposo, o bien como lugar de reclutamiento; no tanto como lugar para cometer atentados, al
menos de momento. La presencia de alrededor de 4.000 centroasiáticos en las filas del Estado
Islámico así lo indicaría.
Cada país ha respondido a lo largo de 20 años como ha podido a esta amenaza. Pero también
han surgido varias iniciativas para contrarrestar regionalmente la acción de estos grupos, como
son las llevadas a cabo en el seno de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC)
y de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
Obviamente, no hay recetas mágicas para luchar contra el terrorismo, lo que mejor ha
funcionado en España, en Europa, y puede funcionar bien en Asia central es invertir mucho en
servicios de información –vigilancia y control— que prevengan contra cualquier ataque. Y
habría que contrarrestar el mensaje ideológico de algunos pseudopredicadores del islam que
al final son predicadores de una causa muy prosaica: ganar dinero con la ingenuidad de cientos
de creyentes.
P. Si bien la población centroasiática es, en su gran mayoría, musulmana, su concepción del
Islam difiere de la que observamos en otras regiones, como Oriente Medio o el Magreb.
¿Como definiría el Islam de Asia Central? ¿A qué son debidas estas diferencias?
R. El Islam llegó a Asia Central con la batalla de Talas (751) y así se extendió rápidamente por
la región. No obstante, hay una gran diferencia entre las poblaciones del entorno del valle de
Fergana –mucho más sedentarios— y las poblaciones de las estepas kazajas. No obstante, a
pesar de las diferencias, el sustrato religioso-espiritual de esta región no es el islam sino el
zoroastrismo, de manera que la versión del islam que cuajó aquí tenía que ser a la fuerza
compatible con ese culto a los ancestros, a los espíritus de los muertos, a las fuerzas de la
naturaleza, etc. Así, se aceptó cierto chiismo en lo que hoy es Tayikistán y la escuela sunnita
Hanafi en los demás territorios de la región.
Su Islam es más ritual, sociológico, que creyente. Pocos centroasiáticos rezan cinco veces al día,
pocos van el viernes a escuchar el sermón, pocos no beben alcohol… pero casi ninguno come
carne de cerdo, se procura que los jóvenes guarden una moral recta, se busca que lleguen
vírgenes al matrimonio –sobre todo las mujeres—, etc.
Representación pictórica de
la batalla del río Talas.
Fuente: Library of Congress
Prints and Photographs
Collection
La principal diferencia de esta región con otras de Oriente Próximo o el Magreb es que aquí se
ha asumido que religión y Estado van separados, si bien es cierto que hay una especial
predilección por cuidar las tradiciones –muchas de las cuales hunden sus raíces en el islam—
pero también se vela por proteger a las minorías religiosas, de manera que un cristiano puede
acudir libremente a los oficios religiosos correspondientes, los judíos tienen sus propias
sinagogas, los zoroastristas tienen sus celebraciones… Esta tolerancia religiosa se vive
especialmente en Kazajstán y Uzbekistán. En Samarcanda, por ejemplo, hay un lugar que
recibe peregrinos judíos, cristianos y musulmanes al ser la tumba del profeta Daniel.
P. En los países de población musulmana, es habitual que se desarrollen organizaciones o
movimientos, pacíficos en su mayoría, vinculadas a lo que habitualmente se denomina Islam
político. ¿Cuál es la situación del Islam político en Asia Central? ¿La existencia de regímenes
autoritarios y la persecución de la oposición han condicionado su desarrollo?
R. El Islam político en Asia Central está aquí completamente desactivado, a excepción de
Tayikistán, donde una de las facciones de la guerra civil (1992-97) era precisamente el Partido
del Renacimiento Islámico, aunque en las últimas elecciones parlamentarias de marzo de este
año este partido ha quedado fuera del Parlamento. En el resto de países, además, está
prohibido crear partidos políticos de matriz confesional.
Se han desarrollado algunos movimientos sociales con cierta fuerza, como Hizb ut Tahrir,
Akramiya, Hizb un-Nusrat, así como Uzun Soqol (Túnicas Largas), Nurcular, Tabligh Jamaat,
Lashkar-i-Taiba, entre otros, sin entrar en los grupos terroristas –el MIU, el Movimiento
Islámico del Turkestán Oriental, el Movimiento Islámico de Asia Central, el Grupo de la Yihad
Islámica y Jund al Khilafah— que sí han ido surgiendo pero que han tenido relativamente poca
eficacia.
En torno a la cuestión del papel de la persecución a los grupos de oposición hay que decir dos
cosas: en primer lugar, hay ejemplos históricos de cómo en países sin libertades este tipo de
grupos ha proliferado con mucha fuerza quizás precisamente como reacción popular a la
brutalidad de los regímenes establecidos –Egipto, Siria, Arabia Saudita, por citar tres ejemplos
significativos—. Esto no ha sido así en Asia Central, ni siquiera en el más represivo –
Turkmenistán—. En segundo lugar, la prácticamente nula existencia de oposición en estos
países –pienso ahora en Kazajstán o Uzbekistán— no se debe tanto a que se la persiga sino a
que el liderazgo ejercido es tan fuerte que la población lo asume como el elemento natural, el
“dato” de partido, el prius de todo cálculo político. En ambos países, no hay prospectiva de
futuro que no parta de la estabilidad del régimen garantizada por los dos líderes más longevos
de la zona; de ahí la preocupación por buscarles un recambio aceptable pues ya superan los 75
años. En Kirguistán, el problema no es la existencia o inexistencia de oposición, ni la existencia
de una Constitución y una legislación aceptables sino la inestabilidad política originada por las
luchas de poder entre clanes.
P. Hizb ut-Tahrir –que podemos traducir como Partido de la Liberación- es una organización
política que cuenta con presencia en decenas de países y es especialmente activo en Asia
Central. ¿Qué es exactamente Hizb ut-Tahrir y cuales son sus objetivos? ¿Por qué Hizb ut
Tahrir es una amenaza para la seguridad, tal como afirma en su tesis1?
R. Hizb ut Tahrir al Islami, el Partido de la Liberación Islámica es un movimiento social, no un
grupo político, pues su interés no es presentarse a las elecciones de ningún tipo sino sólo
agitar las calles. Su objetivo es cambiar la mentalidad de los musulmanes de manera que se
cree un ambiente cultural que reclame la existencia, la realización de la genuina forma política
de la Umma –la comunidad de los creyentes—, que es el califato.
Tal y como se recoge en el Corán y como cuenta la Historia que se desarrolló la sucesión de
Mahoma a manos de los cuatro primeros califas, los musulmanes deberían unirse sin distinción
de nacionalidades –concepto de origen occidental, y por tanto pernicioso por ser no islámico e
incluso anti-islámico— bajo una misma forma de Estado supranacional. Este califato debería
abarcar todos los territorios que en algún momento de la Historia han estado bajo dominio
musulmán –dar al islam— para después pasar a conquistar militarmente el resto de territorios,
el territorio de los infieles –dar al Kufr—.
Aunque Hizb ut Tahrir defiende que primero habría que cambiar la mente y los corazones de
los musulmanes –especialmente de sus élites—, a nadie se le escapa que el paso siguiente es
convencer con palabras a todos los demás; y si no valen las palabras, deberán convencerse por
la espada. Además, el lenguaje que usa este grupo es de todo menos pacífico, siembra el odio
a Occidente y a los judíos allá por donde va.
Curiosamente, su sede central está en Londres, pues sabe que el Reino Unido defiende por
encima de todo la libertad de expresión. Tras los atentados de julio de 2005 –si se estudian las
biografías de los terroristas, se descubren varios nexos en común, uno de ellos es haber sido
radicalizado por Hizb ut Tahrir— hubo intentos para ilegalizarlo en Reino Unido, tal y como han
hecho otros países europeos. La tolerancia de la que presume el Reino Unido hizo que no
pudieran actuar contra este grupo y ahí siguen, operando abiertamente, manifestándose por
las calles de Londres, organizando encuentros en universidades, apareciendo en medios de
comunicación, etc.
Manifestación de Hizb ut Tahrir por las calles de Londres. Fuente: Hizb ut Tahrir.
P. Para terminar, ¿nos podría recomendar un libro o un documental para comprender
algunos aspectos de la realidad de Asia Central que hemos tratado?
R. Hay algunos documentales sobre Asia Central. El último sobre españoles en Kazajistán en la
segunda Guerra Mundial, “Los olvidados de Karagandá”, dirigido por Enrique Gaspar.
Sobre Hizb ut Tahrir en Reino Unido es imprescindible el libro escrito por Ed Husain “The
Islamist”: Husain, Ed (2007): The Islamist: Why I joined radical Islam in Britain, what I saw
inside and why I left. Londres, Penguin.
Para entender el islam en Asia Central son imprescindibles:
 Khalid, Adeeb (2007): Islam after Communism: Religion and Politics in Central Asia,
Berkeley/Los Angeles, University of California Press.
 Naumkin, Vitaly V. (2005): Radical Islam in Central Asia: Between Pen and Riffle, Oxford,
Rowman & Littlefield Publishers.
1 Alonso Marcos, Antonio (2008). El movimiento islamista Hizb ut Tharir en Asia Central: una amenaza para la seguridad y
la estabilidad (1995-2007). Universidad Complutense de Madrid. Madrid. Disponible en: http://bit.ly/1CNIZdo
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