DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. CAPÍTULO XXXIII LA CUOTA DE PARTICIPACIÓN Y EL DEBER DE CONTRIBUIR A LOS GASTOS COMUNES Mª del Carmen González Carrasco Profesora Titular de Derecho Civil UCLM 1. LA CUOTA DE PARTICIPACIÓN a) Determinación. La cuota de participación centesimal que corresponde a cada elemento privativo en el total del valor del inmueble ha de fijarse necesariamente en el título constitutivo de la propiedad horizontal (art. 5 II LPH y 8.4º LH), bien sea por el propietario único del edificio al iniciar la venta por pisos, por todos los propietarios existentes, por laudo o por resolución judicial. Los criterios que dicho artículo establece para su fijación son la superficie útil de cada piso o local en relación con el total del inmueble, que habrá de comprender asimismo la de los anejos, su emplazamiento interior o exterior, su situación, y el uso que se presuma racionalmente que va efectuarse de los servicios de elementos comunes. Ello no obstante, dichos criterios no son imperativos en sí mismos, sino como indicativos del valor inicial del piso en relación con el del total del inmueble, independientemente de sus mejoras y menoscabos posteriores (art. 3 II LPH). En el régimen previsto por el art. 24.2b) LPH para los complejos inmobiliarios sometidos a la LPH, la cuota de participación la determina la participación de cada comunidad agrupada en los elementos comunes al complejo y, salvo de pacto en contrario, cada comunidad agrupada responderá de forma conjunta según la misma a los gastos comunes del complejo. b) Función. La cuota sirve de módulo para determinar la participación en las cargas contribución a los gastos, y responsabilidades contractuales y extracontractuales contraidas por la comunidad-, y beneficios comunes -porcentaje de propiedad sobre el solar, participación en las rentas de elementos procomunales-, ex arts. 3.II, 9.5º y 21 LPH, y para determinar el interés del propietario en la formación de la voluntad comunitaria a través del régimen de adopción de acuerdos (art. 16 LPH). Antes de la reforma operada por Ley 8/1999, entre ambas funciones no se establecía una relación de causa a efecto; el derecho de voto era consecuencia inescindible de la titularidad en el inmueble, de forma que el incumplimiento de la obligación de satisfacer la contribución a los gastos generales no susceptibles de individualización podría determinar su exigencia a través de los cauces previstos por la Ley, especialmente reforzados por la afección DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. real establecida en el art. 9.5º LPH, pero no impedir el ejercicio de un derecho legal y estatutario (v. STS cont. 14.12.1989, RA 9125, en relación con una Entidad de Conservación). Pero el art. 15.2 LPH ha sancionado al propietario moroso que no ha discutido a través de la impugnación del acuerdo de contribución al gasto con la pérdida del derecho de voto. El precepto ha de interpretarse de forma restrictiva, tal y como se expuso en el Capítulo anterior. c) Intangibilidad. Una vez fijada, la cuota de participación determina la posición dominical del partícipe dentro de la comunidad, y sólo podrá variarse a través de acuerdo unánime (art. 3 II LPH). No variarán la cuota de participación las mejoras o menoscabos posteriores del piso o local, ni las mejoras que experimente el inmueble. Según la doctrina registral más reciente (RRDGRN 19.4.2007, RA 3396), a no ser que se trate de un supuesto de establecimiento o variación de cuotas expresamente sometido en la LPH a un acuerdo unánime de la Junta (ej. desafectación e inmediata venta de elemento común), las modificaciones de las mismas, en tanto en cuanto afectan al contenido esencial del derecho de dominio, habrán de realizarse con el consentimiento individual y singular de todos los propietarios afectados, manifestado en escritura pública y, sin éste, sólo será posible variar su cuota de participación a través de un proceso judicial en el que el mismo figure como demandado de forma individual, y no sólo a través del Presidente (SAP Barcelona, 3.1.1996, AC 79). Las reservas establecidas en el título constitutivo por las que el promotor reserva en su beneficio o en el de un tercero la fijación de las nuevas cuotas de participación resultantes de las operaciones objeto de reserva han de contener las mismas o los criterios por los que se determinarán (v. art. 16.2 RH y doctrina registral expuesta en capítulo XXXI). La alusión a la fijación de la cuota de participación a través de laudo (art. 5 II LPH), requiere el consentimiento previo y expreso del propietario para la formalización del convenio arbitral (art. 5 LA). La DGRN había venido entendiendo, creemos que de forma correcta, que la cuota de participación no puede ser modificada a través del procedimiento de equidad del art. 17, regla 3ª LPH, ya que éste queda reservado a las cuestiones para las que basta la mayoría simple (v. RDGRN 24.9.1992, RA 6922). Pero la DGRN 19.4.2007 (RA 3396), asumiendo la interpretación de la norma conforme a la realidad social llevada a cabo por la STS 13.3.2003 (RA 2579), ha entendido que dicha sustitución judicial de la unanimidad bastará para la inscripción registral de los actos sometidos a unanimidad en la LPH. 2. LA CONTRIBUCIÓN A LOS GASTOS GENERALES a) Carácter general del gasto. A pesar de que la LPH utiliza el término «no susceptible de individualización» (art. 9.5 LPH), lo determinante para caracterización de un gasto como general es el hecho de que la Ley o los estatutos lo consideren tal. Será gasto general el que se genere por un servicio que los propietarios, a través de los estatutos o de sus modificaciones posteriores, han decidido colectivizar, independientemente de que pudiera ser fácilmente individualizado (SAP Murcia, 28.2.1996, AC 383), vgr. a través de la medición del consumo individual de cada piso; y no será gasto general en el sentido del art. 9.1e) LPH aún cuando se derive de la instalación o mantenimiento de un elemento, infraestructura o servicio de carácter común dentro del régimen, si la Ley sólo considera obligados por el mismo a quienes votan expresamente a favor del acuerdo o deciden aprovecharse del mismo posteriormente (ej. infraestructuras o DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. instalaciones comunes contempladas en el art. 17.2ª y mejoras no exigibles a tenor del art. 11 LPH). Ello no significa que los propietarios no puedan hacer valer sus pretensiones dirigidas a individualizar el gasto, pero para ello son necesarios dos requisitos. En primer lugar, el voto favorable de la doble mayoría de 3/3 establecida en el art. 17.3ª de la Junta de Propietarios si la instalación o servicio que lo genera está establecido en el título constitutivo como común a todos los propietarios. Este requisito ha sido superado por nuestros Tribunales a través de la apreciación de abuso de derecho en los propietarios injustamente beneficiados por el sostenimiento común del gasto susceptible de individualización (SSAP Madrid 7.12.1994, AC 284; Murcia 3.7.1993, AC 1584). En segundo lugar, es necesario el consentimiento del tercero suministrador, puesto que a los efectos de su posición acreedora, la individualización del gasto equivale a un cambio de deudor (v. STS 27.3.1987, RA 1838). Los gastos generales pueden ser ordinarios o extraordinarios en función de que se produzcan de forma habitual o periódica y se satisfagan con las cantidades asignadas en los presupuestos anuales o atendibles con cargo al fondo de reserva [art. 9.1f) LPH y DA 1 LPH], o surjan de forma imprevista, obligando a la comunidad a fijar la contribución de cada propietario y el modo de hacerla efectiva (vgr. costas procesales). La insusceptibilidad de individualización del gasto, y por lo tanto su carácter de gasto común no siempre coincide con el carácter comunitario del interés que aquél satisface. El gasto será general y no será susceptible de individualización aunque provenga de las reparaciones necesarias para un elemento privativo si la necesidad de su rehabilitación tiene su origen en los daños ocasionados por la defectuosa conservación o las obras realizadas en los elementos comunes del inmueble (STS 1.10.2004, s.r.). El propietario que litiga contra la comunidad y la vence no está obligado a contribuir a los gastos judiciales causados a instancia de la comunidad, que tendrán que ser satisfechos por el resto (SSTS 5.10.1983, RA 5229; 23.5.1990, RA 3835; 24.7.1997, RA 5797). Razones de tutela judicial efectiva justifican esta solución. b) Criterios de reparto. La posibilidad de fijar un sistema de reparto de gastos distinto al determinado por la cuota de participación se deduce claramente del art. 9.5º LPH (SSTS 22.4.1.974, RA 1793; 10.3.1993, RA 1788). En todo caso, la sustitución generalizada de un sistema de contribución por otro ha de hacerse por unanimidad no sometida a plazo (STS 30.5.1997, RA 4329), mientras que la decisión de contribuir de forma atípica a un gasto determinado se ha estimado sometida a mayoría simple (SAP Huesca 13.11.1993, AC 2252) o, lo que en la práctica viene a ser lo mismo, sujeta a los plazos de impugnación ya transcurridos del (anterior) art. 16.IV LPH, hoy alargado a un año, ex art. 18.3 LPH (SAP Cantabria 21.9.1999, AC 1775). Ante el silencio de los Estatutos en relación con los gastos de conservación derivados del uso de los elementos comunes cuyo uso está atribuido estatutariamente a uno de los propietarios, ha de entenderse que los mismos corresponden a éste, mientras que los extraordinarios corresponden a la comunidad conforme a la cuota de participación o a lo especialmente establecido (STS 17.2.1993, RA 1239). La posibilidad de contribuir «conforme a lo especialmente establecido», no se refiere a la posibilidad de contemplar como gastos generales expensas ajenas al régimen de PH, sino al módulo de la contribución a los gastos a que se refiere a la LPH. Los gastos DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. comprendidos en la obligación de contribuir vienen establecidos por el artículo en referencia a un inmueble construido necesitado de mantenimiento. Las cuotas fijadas por la comunidad de edificantes para la construcción de un edificio meramente comenzado, aunque esté dividido horizontalmente, no son gastos de sostenimiento del inmueble incluíbles en el art. 9.5º LPH, sino créditos de carácter refaccionario de los que son titulares los restantes copropietarios constructores frente al comunero moroso. Sin embargo, la preferencia establecida por el art. 9.5º LPH in fine ha sido aplicada a las cuotas de contribución a los gastos de construcción del inmueble en régimen de prehorizontalidad, siempre y cuando se hubiera otorgado la escritura de división horizontal (STS 23.7.1990, RA 6177). c) Exenciones. La no utilización de un servicio no exime de la contribución a los gastos que el mismo genere (art. 9.6º LPH, STS 14.3.2000, RA 1832). Pero las cláusulas de exención de la contribución a determinados gastos que los Estatutos suelen contener en favor de los propietarios de determinadas unidades privativas -generalmente locales comerciales- son válidas en la medida en que estén justificadas en función de la imposibilidad material de utilización de los servicios que los generan por no estar instalados para el piso o local de que se trate, y no en función de la voluntad de no utilizar el elemento o servicio (SSTS 7.10.1978, RA 3212; 28.12.1984, RA 6300; 2.3.1989, RA 1745; 10.3.1993, RA 1788; 30.12.1993, RA 9907; 21.1.2008, nº rec. 5230/2000). Ante la inexistencia de una cláusula estatutaria que exonere al propietario de los gastos de contribución a determinado servicio, cuando éste no está instalado en favor de su unidad privativa, la única defensa de aquél es oponer, por vía de reconvención, la impugnación del acuerdo por falta del carácter general del gasto exigido. En cuanto a las cláusulas estatutarias de exención o reducción del deber de contribuir a los gastos generales predispuesta por el promotor a su favor, la STS 14.12.2005 (RJ 10167) considera que no es nula por contravención de la normativa imperativa contenida en la LPH ni por su pretendido carácter abusivo norma estatutaria de la comunidad de propietarios incluida por promotor en la escritura de declaración de obra nueva y división horizontal limitando al 25% la contribución de sus fincas privativas a los gastos comunes mientras estén desocupadas. El propietario estatutariamente exento de la contribución a los gastos comunes derivados del mantenimiento de cierto elemento o servicio (generalmente el ascensor, en relación con los propietarios de los bajos comerciales) ha de contribuir a los gastos de sustitución del mismo y a los derivados de las adaptaciones impuestas para adecuarlo a las exigencias de la normativa vigente, porque dichos actos provocan un aumento del valor del inmueble y no pueden considerarse de mera conservación o mantenimiento (SSTS 25.6.1984, RA 3261; 10.12.1992, RA 7374; 17.2.1993, RA 1239; SAP Zaragoza 21.7.1998, AC 59, Burgos, 26.7.2002, SP 39590, Zaragoza 17.10.2001, AC 2011 y 24.7.2002, AC 1201). Como hemos sostenido infra, la LPH no contiene propiamente exenciones a gastos comunes, sino que niega el carácter general del gasto en determinados supuestos, aunque los mismos sean consecuencia de la instalación, mantenimiento o mejora de un elemento o servicio común: mejoras no exigibles a los disidentes en función del art. 11 LPH, instalación y mantenimiento de ICT, sistemas de aprovechamiento de energía solar e infraestructuras de acceso a nuevos DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. servicios suministros energéticos colectivos (art. 17.2ª). Pero existen otras normas no incorporadas a la LPH que habrá que interpretar en el mismo sentido: 1. Tampoco será exigible a los propietarios la contribución a la instalación y mantenimiento del ascensor o el coste de la eliminación de la barrera arquitectónica que, por no haberse decidido a través de un acuerdo mayoritario ex art. 17.1ªIII LPH (que sí obligará a todos los propietarios, con independencia de su importe, como hoy resulta patente conforme a la redacción del art. 11 LPH tras la reforma operada por Ley 51/2003 de Igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad), haya tenido que ser solicitada por el minusválido o anciano beneficiario conforme a lo dispuesto en el art. 6 Ley 15/1995. En este caso (hoy ciertamente residual), el beneficiario (que no tiene que ser obligatoriamente propietario según la Ley 15/1995), no tiene que impugnar el acuerdo de la comunidad, sino acudir al Juez a través de los trámites del juicio verbal para que se declare el derecho a las obras o instalaciones necesarias o la condena a la ejecución de alguna de las medidas alternativas propuestas por la comunidad. Pero además, ha de tenerse en cuenta que, tras la reforma operada por la Ley 51/2003 ya citada, se ha añadido un párrafo 2 al art. 10 LPH según el cual es obligación de la comunidad -y por lo tanto es exigible aún sin el acuerdo mayoritario necesario como regla general según el art. 17.1ªIII-, la realización de las obras de accesibilidad que sean necesarias para un uso adecuado a su discapacidad de los elementos comunes, o para la instalación de dispositivos mecánicos y electrónicos que favorezcan su comunicación con el exterior, cuyo importe total no exceda de tres mensualidades ordinarias de gastos comunes. Y ello a instancia de los propietarios en cuya vivienda vivan, trabajen o presten sus servicios altruistas o voluntarios personas con discapacidad, o mayores de setenta años, por lo que la asunción de los gastos por parte del interesado que prevé la ley 15/1995 sólo será necesaria cuando no habiéndose obtenido la mayoría exigida por el art. 17.1ªIII, las obras superen el montante de tres mensualidades indicado. En caso de que la obra requiera una aportación menor, el propietario podrá exigir a la comunidad la realización de la obra y la asunción de su coste como si de una obra de conservación o reparación necesaria se tratara, con las mismas consecuencias en caso de comportamiento obstativo por parte de algún propietario (art. 11…3. Los propietarios que se opongan o demoren injustificadamente la ejecución de las órdenes dictadas por la autoridad competente responderán individualmente de las sanciones que puedan imponerse en vía administrativa). 2. El RDL 1/1998 sobre Infraestructuras Comunes en los Edificios para el Acceso a los Servicios de Telecomunicación contempla el caso de que la ICT (no el resto de instalaciones a que se extiende hoy el art. 17.2ª LPH) venga impuesta debido al número excesivo de antenas individuales o a su carácter peligroso o antiestético [V. art 6.1.a) y b)]. En este caso, serán sus propietarios quienes tendrán que costear la instalación comunitaria, repercutiendo posteriormente parte de su coste en el propietario que pretenda su acceso a la misma. Si un propietario ejercita su derecho a realizar la instalación común o adaptar la ya existente conforme al derecho individual que le sigue otorgando el art. 9 del RDL, la ejecutará a su costa, pudiendo igualmente repercutir el gasto en los propietarios que decidan beneficiarse de la misma [art. 9.2.b)]. En ambos casos, la repercusión en el propietario posteriormente sumado a dicha ventaja no puede fijarse de acuerdo a su cuota de participación en el inmueble. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. Como afirma la SAP Guipúzcoa 12.3.2001 (El Derecho 76661) la incorporación de un nuevo vecino a nuevas infraestructuras de suministros energéticos, conlleva la obligación de abonar la parte correspondiente de los gastos que resulte aplicable en función del número de copropietarios que se integre en el condominio específico de la misma, ya que los gastos de instalación inicial de la infraestructura fueron abonados con criterios diferentes a los contemplados en la cuota de participación y porque la integración en la subcomunidad de nuevas instalaciones energéticas de un copropietario aportando simplemente lo que corresponda en función de su cuota de participación en el inmueble, es contraria al espíritu de la norma y a los propios principios generales de toda comunidad, ya que supondría una contribución desigual al mantenimiento, cargando a los copropietarios más dinámicos con costos superiores. Un supuesto especial de no consideración de un gasto como general es el contemplado en el art. 10 LPH, que interpretado de conformidad con lo dispuesto en el art. 16 LOE resulta como sigue: la comunidad está obligada, tanto frente a los propietarios como frente a la Administración (art. 19.1 LSV y 245.1 TRLS), a realizar las obras de conservación y sostenimiento de las partes comunes del inmueble. Si finalmente procede sanción por el incumplimiento de este deber (cuyo montante ha de considerarse en principio como gasto general no susceptible de individualización) debido a que un propietario no ha permitido realizar en su elemento privativo las intervenciones necesarias para asegurar la seguridad, estanqueidad y seguridad del inmueble en su conjunto o ha demorado la ejecución de las obras necesarias con su oposición, el sujeto responsable en último término (y por lo tanto obligado al pago) no será la comunidad, sino aquél. d) Innovaciones y mejoras. Mejorando sustancialmente el anterior art. 10 LPH, el art. 11 LPH establece un mecanismo de protección de las minorías en relación con los acuerdos sobre innovaciones o mejoras no requeridas para la adecuada conservación, habitabilidad y seguridad del inmueble, según su naturaleza y características [v. Capítulo XXXII]. En el caso de que dichas mejoras sean válidamente acordadas -por el quórum mayoritario de adopción de acuerdos que corresponda según la incidencia de la misma en el título constitutivo (v.arts 12 y 17.1ª LPH)-, el propietario disidente no resultará obligado por los gastos requeridos para la instalación del nuevo servicio o mejora, ni se modificará su cuota, aún cuando la comunidad no pueda privarle del disfrute de la misma por no ser ésta susceptible de aprovechamiento individualizado (si lo es, el propietario disidente quedará obligado desde el momento en que haga uso del servicio). Los frecuentes abusos en la disidencia a fin de liberarse del pago de nuevas instalaciones comunitarias, habían propiciado una línea jurisprudencial incomprensible e incompatible con la validez intrínseca del acuerdo mayoritario por el que se acomete la mejora. Según la misma, para considerar disidente al propietario a efectos del (anterior) artículo 10 LPH no bastaba con que hubiera mostrado su disconformidad en la Junta correspondiente; era necesario además la impugnación del acuerdo en plazo, conforme a lo dispuesto en el anterior art. 16.4 LPH (SSTS 10.6.1981, RA 2519; SSAP Madrid 3.4.1993, AC 481; Sevilla, 5.7.1994, AC 1236). Esta interpretación, adoptada en la tramitación de la Ley 8/1999, pudo ser corregida a tiempo a su paso por el Senado. Hoy, claramente, el propietario no está obligado a impugnar. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. Siguiendo una línea ya iniciada por la STS 22.9.1997, (RA 6820), hoy la LPH es clara al entender que si la mejora objetiva en que consista la obra o instalación (vgr. ascensor) puede reconducirse a cualquiera de los supuestos del art. 17.1ª y es acordada por las dobles mayorías allí indicadas (3/5 o simple, dependiendo de que se considere o no eliminación de barrera arquitectónica para personas con minusvalía), todos los propietarios estarán obligados a costearla, sin que quepa aplicar entonces el art. 11.2 LPH (en este sentido, SAP Álava 8.3.2000, AC 784; en contra, erróneamente, SAP Palencia 17.11.2000, AC 2607, Barcelona 11.6.2002, JUR 21874). De manera que esta última norma quedará reservada a aquellos supuestos de intervenciones no necesarias que no signifiquen una modificación estatutaria o del título constitutivo y a su vez no persigan la eliminación de barreras arquitectónicas en favor de personas con minusvalía. Lo anterior es todavía más claro si se trata de obras de accesibilidad que sean necesarias para un uso adecuado a su discapacidad de los elementos comunes, o para la instalación de dispositivos mecánicos y electrónicos que favorezcan su comunicación con el exterior, en cuyo caso el nuevo párrafo 3 del art. 11 LPH, redactado conforme a la DA Tercera Ley 51/2003, establece que cuando se adopten válidamente acuerdos para la realización de obras de accesibilidad, la comunidad quedará obligada al pago de los gastos aun cuando su importe exceda de tres mensualidades ordinarias de gastos comunes. e) El fondo de reserva. La DA 1 Ley 8/1999 determina imperatividad de la constitución de un fondo de reserva excepto en los casos de los complejos inmobiliarios que se constituyan como una agrupación de comunidades adoptando la modalidad prevista en el art. 24.2 b) LPH [art. 24.3c)]. La obligación de contribuir al mismo, impuesta por el art. 9.1f) LPH, forma parte del deber general de contribución a los gastos generales, como lo prueba su inclusión en el art. 21.1 LPH, dedicado al procedimiento de reclamación de deudas frente a la comunidad. Por ello, y en virtud de lo dispuesto expresamente para las obras de conservación en el art. 10 LPH, también a esta obligación de contribución al fondo está afecto el piso o local en las mismas condiciones del art. 9.1.e). La única especialidad contenida en la letra f) del art. 9.1 es la de impedir que se contribuya al mismo «conforme a lo especialmente establecido». La imperatividad de que la contribución se realice en función de la cuota de participación obedece a que, estando afecto el fondo a las obras de conservación del inmueble, el propietario contribuye al mismo con el único módulo equivalente a su interés en la salvaguarda del valor de la cosa, ya que la cuota (de ahí la variedad de criterios conjugables para su determinación en el art. 5 LPH) es la medida de participación que cada propietario tiene en el total del valor del inmueble, según art. 3b) 2 LPH. La afección del fondo a los gastos de conservación y reparación de la finca es imperativa. Por ello, la comunidad sólo puede suscribir con cargo al mismo un seguro que cubra los daños causados en la finca, o bien concluir un contrato de mantenimiento permanente del inmueble y sus instalaciones generales. La comunidad puede destinar el fondo de reserva a la suscripción de un seguro. Pero no considerar innecesario el fondo por la existencia de un contrato de seguro, y menos por la vigencia de los seguros obligatorios del art. 19 LOE, que, entre otras cosas, no cubren los daños derivados del mal uso. Tampoco cabe que destine el fondo de reserva a seguros combinados que cubran riesgos distintos de los gastos de conservación y reparación a que hace referencia el art. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. 9.1f) LPH si no desglosa el importe de las primas reponiendo al fondo las cantidades no destinadas a cubrir aquellos gastos (vgr. el seguro de daños a terceros a que obliga el art. 30.1 de la Ley valenciana de la vivienda 8/2004). Ni cabe que el fondo de reserva comunitario se considere suplido por la existencia del fondo de reserva de la cooperativa en los casos en que la administración de los elementos comunes se lleva a cabo en régimen cooperativizado (v. art. 89.3 LC y Capítulo XXXVIII), sin perjuicio de que si existe verdadera alteridad entre la cooperativa y la comunidad de propietarios, ésta pueda suscribir con aquélla un contrato de mantenimiento a los que hace referencia el art. 9.1f) LPH. La dotación del fondo ha sido considerada por la DA 1 Ley 8/1999 como materia de vivienda reservada a las CCAA. Las competencias de éstas podrán alcanzar a los aspectos administrativos de la constitución del fondo, ej. convirtiendo la inexistencia del mismo en infracción sancionable o, como en el caso de la Ley 8/2004 de la Vivienda de la Generalitat Valenciana, estableciendo la preferencia para las ayudas públicas a las comunidades que lo constituyan, pero no a las consecuencias civiles de las obligaciones de aportación, ni a la determinación de su destino, ni a su cuantía. Respecto a esto último, la LPH obliga a que éste haya quedado ya constituido -como más tarde- en los ejercicios presupuestarios de las comunidades referentes al año 2000. En las comunidades de nueva creación deberá efectuarse en la primera Junta ordinaria anual que se celebre. El fondo no es cumulativo. La cuantía del mismo no puede ser inferior en ningún momento del ejercicio presupuestario, al 5% del último presupuesto ordinario, considerándose haberes los gastos de conservación y reparación realizados en el ejercicio y bastando, según la DA 2ª, con que se hagan las reposiciones necesarias al inicio del ejercicio siguiente (obligadas tras los gastos de conservación y reparación que se imputaron al mismo). Se exceptúa de la regla anterior el primer ejercicio presupuestario anual en que el fondo se constituya (sea o no comunidad de nueva construcción), durante el cual se permite una dotación paulatina del mismo que sólo obliga a desembolsar inicialmente el 2,5 de su presupuesto ordinario. El porcentaje restante, hasta completar el 5% establecido como mínimo legal, habrá de dotarse en el momento de la aprobación del presupuesto del ejercicio posterior, y referido al mismo. 3. SUJETO OBLIGADO AL PAGO a) Transmisión de la propiedad. La obligación de contribuir a los gastos comunes es una obligación propter rem, porque la cualidad de deudor se transmite por la transmisión de la propiedad por las deudas devengadas en relación con el objeto a partir del momento de la transmisión. Pero, a pesar de la nueva redacción del art. 9.1e) LPH, ello no significa que el nuevo propietario sea personalmente responsable de las deudas vencidas con anterioridad a dicho momento (y menos todavía de las adeudadas con anterioridad al período de afección, como sostuvo anteriormente la SAP Murcia 21.7.1998, AC 6808). La cualidad de deudor, al igual que ocurría con anterioridad a la reforma, la ostenta quien tuviera la cualidad de propietario en el momento de la exigibilidad de la obligación de contribuir al gasto (SSAP Tenerife 28.7.1990, Act. Civ. 1990-12; Asturias 1.4.1993, AC 578; Albacete 18.1.1993, AC 624; Valencia 7.4.1993, RGD 1993, pág. 6436; Tarragona, 25.11.1997, AC 2574), no el actual titular dominical del elemento privativo, aunque éste se vea sujeto en su dominio a la afección real que establece el artículo 9.1 e) LPH (SAP Zaragoza 26.2.2001, JUR 118096). La nueva redacción de la norma ha hecho variar de criterio a las Audiencias que sostenían la obligación personal del nuevo adquirente (expresamente, SAP Murcia 18.10.1999, AC 2200). DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. Los efectos retroactivos de la resolución del vínculo contractual que originó la transmisión no afectan a la comunidad, por lo que el adquirente sigue siendo deudor personal por la obligación de contribuir vencida en el período en que poseyó el elemento privativo en concepto de dueño. El antiguo propietario que recupera el bien únicamente responderá posteriormente por dichos gastos a través de la afección real del (actual) art. 9.1e) LPH (SSAP Madrid, 30.3.1996, AC 811; Jaén, 14.5.1996, AC 1022). El deudor es pues el propietario, concepto dominical y no necesariamente registral (igualmente se entendía antes de la reforma, a pesar de que el art. 20.1 designaba «a quien tenga la titularidad del piso o local»). En todo caso, y virtud de lo dispuesto en el art. 21.4 LPH, en su redacción según DF 1ª.2 LEC, la comunidad no ha de asumir los riesgos de demandar al verdadero propietario, cuando no ha tenido conocimiento de la transmisión o cuando el titular registral y dominical no coinciden, ya que en este caso, la petición inicial del proceso monitorio podrá realizarse contra cualquiera de los obligados o contra todos ellos conjuntamente, sin perjuicio de los derechos de repetición interna que procedan. Sobre la responsabilidad del transmitente por las deudas exigibles con posterioridad, nos remitimos al epígrafe 5e) de este mismo capítulo. b) Cotitularidad sobre el piso o local. Pese a la regla general de la mancomunidad (art. 1137 CC), la jurisprudencia ha entendido que los propietarios proindiviso de un piso o local en régimen de PH quedan obligados de forma solidaria al pago de los gastos comunes frente a la comunidad (SSTS 30.3.1973, RA 1131; 4.5.1973, RA 2291; SAP La Coruña 28.5.1996, AC 908), de la misma forma que, frente a la comunidad, se relacionan de forma unitaria, a través de un representante común que ejercita el derecho de voto que corresponde a cada piso o local (art. 15.1 II LPH). Esta doctrina es criticable, ya que, como pone de manifiesto el art. 22.1 LPH, una representación unitaria frente al acreedor no significa de suyo la aplicación de la regla de la solidaridad (art. 1137 CC). Tampoco es justificable la solidaridad por el hecho de que, conforme al art. 395 CC, cada comunero pueda realizar los gastos de conservación necesarios sin contar con el consentimiento del resto, teniendo derecho a un posterior reembolso en la vía interna (SAP Málaga 10.10.1996, La Ley 1997.1). Otra cosa es que el acreedor pueda negarse a aceptar pagos parciales y que, no obteniendo la cantidad global, pueda demandar a todos los propietarios proindiviso, haciendo sólo entonces efectiva la ejecución sobre el piso o local. Por ello resulta más acertada aquella otra línea doctrinal que considerando la obligación mancomunada, obliga a demandar a todos los propietarios (SSAP Guadalajara, 24.9.1997, AC 1913 y Huesca, 13.11.1993, AC 2252). No existe copropiedad sobre el piso por el hecho de que el mismo se adquiera con carácter ganancial o para la sociedad de gananciales. La demanda habrá de dirigirse frente al cónyuge titular del elemento privativo, sin que (como entienden incorrectamente las SSAP Valencia 17.6.1996, act. Civ. 1996, 2065; Madrid, 27.4.1994, AC 712; Zaragoza 2.11.1993, RGD 1994,10311) exista litisconsorcio pasivo necesario entre éste y el cónyuge no titular, sin perjuicio de la necesidad de notificar el embargo a éste último conforme al art. 144.1 RH. Todavía más incorrecto resulta entender (como entendió la SAP Baleares 7.10.1996, AC 2005) que basta demandar a cualquiera de los cónyuges (también al no propietario) si el piso es ganancial. Ni el art. 1367 ni el 1376 CC justifican la solución de la solidaridad. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. c) Arrendatarios y usufructuarios. En el supuesto de locales o viviendas arrendados, los gastos comunes han de ser satisfechos por los propietarios, con independencia de los pactos entre arrendador y arrendatario en relación con la asunción por éste de los gastos comunitarios, permitidos por el art. 20 I LAU-, que no son oponibles a la comunidad (SAP Asturias, 3.9.1998, AC 1791). Otra cuestión es que, frente a la comunidad, el pacto entre propietario y arrendador acerca del pago de la contribución a los gastos generales haya de ser considerada como una asunción cumulativa de duda, en cuyo caso podrá dirigirse frente a cualquiera de ambos, de forma solidaria, sin que pueda estimarse en ningún caso necesidad de litisconsorcio pasivo necesario. Aunque los servicios con que cuente la finca y que se individualicen por contadores siempre serán a cuenta del arrendatario, considerándose su impago como causa de resolución del arrendamiento (art. 20.3 LAU), dicha excepción no se refiere a los servicios generales del edificio cuyo control de gasto individualizado se realice comunitariamente, sino a los suministros individuales del piso o local con control del gasto por parte del suministrador. Si la finca se halla en usufructo, concurrirán el usufructuario y el nudo propietario a la satisfacción de los gastos conforme a lo dispuesto en los arts. 500 y 501 CC, pero ante la comunidad será el segundo el responsable de la obligación de contribuir. 4. LÍMITES TEMPORALES DE LA OBLIGACIÓN DE CONTRIBUIR a) Vencimiento de la deuda por gastos. Según el art. 21 LPH, la obligación de contribuir al sostenimiento de los gastos comunes ha de cumplirse por el propietario del piso o local «en el tiempo y forma determinados por la Junta». El artículo se dirige a determinar el sujeto obligado al pago y el momento en que éste tendrá que proceder al cumplimiento -vencimiento de la obligación-, que será el plazo señalado por la Junta para el pago en período normal de cumplimiento; pero no a la fecha en que, constatado el incumplimiento, la Junta decida reclamar la deuda o hacer efectiva la afección real del art. 9.5º II LPH. En el caso de los gastos ordinarios, la fecha de vencimiento -generalmente mensual-, vendrá determinada estatutariamente o a través de un acuerdo comunitario. En caso de gastos extraordinarios, se hayan o no realizado ya las mejoras que originan los mismos, el momento en que las derramas sean exigibles (art. 11.4 LPH), y no quien participase en el acuerdo que aprobó el gasto. Si son exigibles antes de ser realizadas, la obligación personal no se extingue por el hecho de que las obras se realicen tras la transmisión del piso o local. Quien resulte ser propietario en tal fecha habrá de proceder al pago en el tiempo y forma determinados por la Junta, aunque llegado tal momento haya dejado de serlo. b) Prescripción. A las deudas surgidas entre el propietario deudor y la comunidad les es aplicable el plazo general de quince años señalado por el art. 1964 CC, no el art. 1966.3º CC, referido a cualesquiera otros pagos que deban hacerse por años o en plazos más breves (SAP Madrid 14.7.1992, AC 1131; Málaga, 16.4.1996, AC 706; Sta. Cruz de Tenerife 2.10.1999, AC 2114; contra, SSAP Madrid, 13.7.1992, Málaga 4.11.1995, Las Palmas, 17.2.1995). Lo anterior DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. resulta claro si se piensa que lo que la comunidad pretende es la satisfacción del montante global de lo debido, no el cobro de mensualidades concretas, como así lo demuestra la necesidad de que el Secretario certifique el saldo deudor antes de proceder contra el propietario moroso por la vía del art. 21 LPH. 5. GARANTÍAS CREDITICIAS DE LA COMUNIDAD DE PROPIETARIOS a) Preferencia. El actual art. 9.1e) LPH matiza la preferencia del crédito de la comunidad de propietarios para el cobro de las deudas derivadas de la contribución a los gastos generales, que con anterioridad se le reconocía «de forma absoluta y frente cualquier otro». El límite temporal (parte vencida de la anualidad en curso y año natural inmediatamente anterior), siendo más preciso, es idéntico al enunciado antes de la reforma de la Ley 8/1999. Pero hoy se trata de forma diferenciada la cuestión de la preferencia crediticia y la cuestión de la responsabilidad del adquirente en cuanto a deudas vencidas con anterioridad a su adquisición, con la consiguiente afección legal que éste debe soportar, debido a las distintas condiciones que nuestros Tribunales han venido imponiendo para su realización y, en todo caso, para evitar que la preferencia de los créditos comunitarios frente a terceros acreedores y la afección legal del piso o local en caso de transmisión sean confundidas entre sí (cfr. SAP Barcelona 19.7.1999, AC 1654). En atención a la remisión al art. 1923 CC, habrá que entender que la preferencia opera frente a los créditos enumerados en los números 3º, 4º y 5º de dicho artículo, sobre «los bienes inmuebles y otros derechos reales el deudor», y por lo tanto sobre el piso o local con gastos generales impagados. De manera que, pese a que ya no se hace referencia a la afección del piso o local en caso de no transmisión, esta preferencia está estableciendo una garantía real de origen legal o, como se calificó a dicha afección, de una «hipoteca legal tácita». Sin embargo, la garantía, que antes se expresaba como afección real junto con la existente frente al nuevo titular, quedaba y seguirá quedando, frente a la interpretación de esta última, muy mermada en la práctica. La comunidad de propietarios no puede accionar contra el inmueble gravado con plena eficacia en cualquier momento. Por el contrario, se hace preciso distinguir entre el plazo de prescripción de la acción de la comunidad para reclamar al propietario deudor las mensualidades pendientes (15 años), del plazo de caducidad a que queda sometido el privilegio extraordinario de la afección real (determinado por el hecho de que los gastos correspondan, como máximo, a la anualidad anterior). Las RRDGRN 9.2.1987 (RA 1066), 18.5.1987 (RA 3924) y 1.6.1989 (RA 4801), hubieron de decidir sobre la colisión de la afección real sobre el piso o local que el art. 9.5º LPH concede a la comunidad de propietarios y el crédito de otros acreedores del propietario moroso. Según la DGRN, la falta de constancia registral de la demanda en el momento adecuado motiva que aquellas cantidades vayan perdiendo cobertura a medida que transcurre el tiempo. La afección alcanza al último año transcurrido y al período vencido de la anualidad corriente anteriores a la presentación de la demanda; pero, además, si la demanda no se anota preventivamente en el Registro de la Propiedad, la afección desaparecerá frente a terceros paulatinamente a medida que la mensualidad reclamada ya no corresponda al año anterior a la interposición de aquélla. Realizados esos actos procesales (demanda) y registrales (anotación de la misma), la caducidad de dicha pretensión queda impedida, y ello aún cuando en el momento de la sentencia dichos gastos ya no sean anualidad corriente. Pero la comunidad no puede anotar registralmente la demanda de reclamación de gastos, ni la posterior sentencia obtenida, pretendiendo hacer constar en esta anotación la preferencia de la afección sobre otras cargas DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. y gravámenes anteriormente inscritos, si no dirige la demanda también contra los titulares de dichas cargas anteriores (RRDGRN 15.1.1997, RA 281 y, 4.1.2000, RA 141, 26.12.1999, RA 9425). b) Afección real. El art. 9.1e) LPH sigue estableciendo una afección real sobre el piso o local cuya cobertura viene limitada a los gastos imputables a la parte vencida de la anualidad en la cual tenga lugar la adquisición y al año natural inmediatamente anterior. Con la anterior redacción del precepto, los gastos comunitarios correspondientes a la anualidad anterior y a la parte vencida de la anualidad corriente que no hubieran sido satisfechos por el titular con anterioridad a la transmisión del piso o local, podrían ser reclamados al nuevo propietario no deudor, a los solos efectos de la evitación de la realización de la afección real. La nueva redacción del precepto («el adquirente..responde con el propio inmueble adquirido... el piso o local estará afecto al pago de esta obligación»), ya ha hecho variar de criterio a parte de la doctrina y a algunas Audiencias, que entienden que tras la Ley 8/1999, y con independencia de que el anterior propietario siga siendo deudor personal, no se podrá negar la legitimación pasiva al nuevo adquirente por las deudas vencidas en ese período (SAP Málaga, 21.6.1999, AC 1784). Sin embargo, creemos que no existe razón alguna para una nueva interpretación del precepto. Si el nuevo propietario fuera deudor personal junto con el anterior, no respondería con el piso o local, sino con todo su patrimonio. Si el nuevo propietario ha de ser demandado de forma necesaria, ello sólo es así a los efectos expuestos, y sólo en el caso de que la comunidad quiera hacer uso frente a éste de la garantía de la afección real del piso o local. Como entienden las RRDGRN 3.4.2001 (RA 2860) y 7.4.2001 (RA 2864) -que niegan la procedencia de anotación de embargo por deudas comunitarias sobre la finca adquirida por un tercer adquirente si no consta que el mismo fuese parte en el proceso o que, cuando la finca todavía constaba inscrita a favor del deudor, fuese anotada preventivamente la demanda- la LPH supone procesalmente la posibilidad del ejercicio de dos pretensiones: una personal de obtención de una sentencia condenatoria del pago, y otra real por la que se pretende el reconocimiento y reflejo registral de la afección real ya existente por disposición legal, y para que esta última pueda hacerse efectiva contra los posteriores adquirentes es preciso que, en su momento, se hubiera hecho constar en el Registro por medio de la correspondiente anotación preventiva, la demanda dirigida contra los titulares registrales entonces existentes, pues, de no ser así, se haría hacer caer sobre los titulares actuales la afección, sin que pudieran alegar lo que a su derecho conviniere, produciéndose indefensión y contraviniendo, en consecuencia, el artículo 24 CE, que tiene su desenvolvimiento registral en el principio de tracto sucesivo recogido en el artículo 20 LH. En este caso (en que se quiere hacer valer la afección contra el adquirente, no la preferencia crediticia contra otros acreedores del deudor), la fecha determinante para el cómputo, independientemente de cuando se inste la reclamación, es la de la transmisión (SSAP Asturias 20.1.1993, AC 79; Gerona, 14.5.1996, AC 909), sin que la garantía se entienda caducada si no se ejecuta, al contrario de lo que ocurre en el caso de que la preferencia crediticia de la comunidad se quiera hacer efectiva frente a terceros acreedores. Esta criticable diferenciación en la interpretación del art. 9.5ºII LPH se basaba antes de la reforma operada por Ley 8/1999 en que el interés del adquirente ya queda protegido por la posibilidad de obtener el reembolso de dichos gastos del anterior dueño, derivada de la obligación legal de saneamiento por la carga no aparente de los mismos que se contemplaba expresamente en el art. 9.5º III LPH. Pero todavía está más justificada hoy, dada la cumplida información acerca de las deudas que presupone el art. 9.1e) LPH. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. c) Posición del propietario: obligación de saneamiento. Según el anterior art. 9.5ºIII LPH, en la escritura por la que se transmitiera el piso o local a título oneroso debería el transmitente declarar hallarse al corriente en el pago de los gastos o, en su caso, expresar los que adeudare. En la actualidad, el art. 9.1e) obliga a esta declaración cuando la transmisión opere en documento público y alcanza también a las transmisiones a título gratuito (cfr. 633 CC). Pero, además, obliga al transmitente a aportar certificación sobre el estado de deudas con la comunidad coincidente con su declaración, sin la cual, a diferencia de lo que entiende la DGRN en relación con la omisión de la declaración del transmitente de estar al corriente de los gastos de la comunidad (RRDGRN 10.1.1991, RA 584; 11.12.2003, RA 228), no podrá autorizarse el documento público, salvo que fuese expresamente exonerado de esta obligación (se entiende que sólo de la obligación de aportar la certificación) por el adquirente. No obstante, la exoneración ha de considerarse nula por abusiva en las transmisiones realizadas por profesionales, habida cuenta de lo dispuesto en la LCU y en el RD 515/1989. Con esta obligación de información entiende el Legislador que pierde sentido la obligación de saneamiento a la que el anterior art. 9.5º III sujetaba al transmitente «por la carga no aparente de los gastos a cuyo pago esté afecto el piso o local», habida cuenta de que: a) pese a que la afección opera en las transmisiones por cualquier título, el saneamiento por gravámenes ocultos sólo es aplicable a las transmisiones en escritura pública (art.1.483 CC), caso en el que hoy se establece la obligación de certificar las cargas a no ser que concurra la renuncia del adquirente a conocerlas; b) si lo incorrecto es la declaración del vendedor, habiendo renunciado el comprador a la certificación del Secretario, no debe presumirse que, conforme al art. 1483 CC, éste no habría adquirido la finca de haber conocido la carga (que sólo se extiende a las mensualidades del año anterior y a las vencidas en el año de la transmisión); c) Si lo incorrecto es la certificación adjunta, ello originará, según el art. 9.1e) LPH, «la responsabilidad del Presidente y del Secretario de la comunidad», en caso de culpa o negligencia. Al contrario que la responsabilidad por el retraso en la certificación (que puede ocasionar perjuicios a los contratantes) la responsabilidad por inexactitud ha interpretarse en el sentido interno u orgánico (en el que, además, la responsabilidad se estimará con menor rigor si el Secretario no es un Administrador profesional, ex art. 1726 CC). Ello será así porque ni el transmitente ni el adquirente podrán considerarse perjudicados: de una parte, la comunidad que certifique el estado de deudas frente al adquirente queda vinculada a su propia declaración, sin poder hacer efectiva la afección real del art. 9.1e) en cuanto a las cantidades no certificadas frente al nuevo adquirente, que no es deudor personal. De otra, tampoco el transmitente podrá considerarse perjudicado por el hecho de responder posteriormente única y personalmente de los gastos no satisfechos antes de la transmisión, porque su posición deudora no desaparece con la transmisión del piso o local. Por otra parte, hay que seguir entendiendo que la expresión y certificación de los gastos que gravan el piso no convierte por sí sola al adquirente en deudor personal, aunque la comunidad podrá dirigirse frente a él como tal (novación por delegación), si en la escritura de compraventa existe una cláusula que exprese con claridad la asunción de la deuda -no necesariamente limitada al período contemplado en el art. 9.5º LPH-, del anterior propietario frente a la comunidad (STS 15.6.1996, RA 488). Y habrá que seguir entendiendo igualmente que la afección real opera frente al adquirente al margen del régimen de la publicidad registral («aún con título inscrito en el Registro de la propiedad»), porque inscrito el régimen de propiedad horizontal, consta ya DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. suficientemente la carga de la afección, que forma parte del contorno ordinario de poder en que consiste el dominio de cada piso (RDGRN 9.2.1987, RA 1066). d) Alcance y colisión con el crédito de otros acreedores. La preferencia expresada en el art. 9.1e) LPH que cumpla las condiciones expuesta en el subepígrafe a) opera en relación con el piso o local sobre los créditos hipotecarios y los refaccionarios anotados e inscritos en el Registro de la propiedad que hubiesen sido hipotecado u objeto de refacción, sobre los preventivamente anotados en el Registro de la propiedad, secuestro o ejecución de sentencias, y sobre los refaccionarios no anotados ni inscritos, en relación a los inmuebles a los que se refiera la refacción, todo ello sin perjuicio de la preferencia establecida a favor de los créditos salariales en el ET. Cualquier hipoteca o embargo constituidos anteriormente sobre el piso o local únicamente tendrán eficacia en cuanto no menoscabe el crédito comunitario, que por Ley es preferente en cuanto a las cantidades comprendidas en la anualidad anterior y en la vencida correspondiente a la fecha de la anotación (RDGRN 15.1.1997, RA 281). Al tiempo de ejecutarse la carga preferente, se comunicará el inicio de la ejecución a los titulares de otras cargas o derechos anteriormente inscritos que hayan de cancelarse tras la misma, a fin de que puedan hacer valer sus derechos de pago y subrogación en el crédito de la comunidad de propietarios, intervención en el avalúo y subasta. Si, por el contrario, se ultima la ejecución de una de las hipotecas o embargos registrados con anterioridad, la adjudicación al rematante se producirá con subsistencia de la preferencia (arts. 131.8º y 133 LH), pero no de su anotación preventiva correspondiente, que será cancelada tras la ejecución si es posterior a la inscripción de hipoteca o a la carga que se ejecuta (art. 131.17º LH). Frente a los créditos refaccionarios, inscritos o no, la efectividad de la preferencia crediticia comunitaria también queda supeditada a anotación preventiva correspondiente. E igual ocurrirá en cuanto a los créditos anotados preventivamente de embargo, si, tras dicha anotación, se deja transcurrir la caducidad temporal de la preferencia comunitaria sin hacer constar registralmente la reclamación de la deuda. Una vez obtenida sentencia judicial firme contra el propietario, cabe la «conversión» de la anotación preventiva de la demanda en inscripción de aquélla (RDGRN 4.1.2000, RA 141). Pero según la misma Resolución, no puede hacerse constar registralmente la declaración judicial de preferencia del crédito comunitario frente al de otros acreedores (vgr. hipotecarios anteriores) si éstos no han sido partes en el proceso, sin perjuicio de que dicha preferencia pueda hacerse valer frente a aquéllos en el procedimiento que corresponda. En todo caso, sea o no anotada registralmente la reclamación de la deuda comunitaria, el superprivilegio salarial del art. 32.1º ET (referido al cobro de los salarios de los últimos treinta días de trabajo de los trabajadores del propietario moroso, en cuantía que no supere el doble del salario mínimo interprofesional) será antepuesto a aquélla; también la refacción del párrafo 2º del art. 32 ET, si el propietario moroso es, demás, el promotor o constructor del edificio que adeuda salarios a los trabajadores empleados en la obra. El privilegio ordinario del nº 3 del art. 32 ET será preferente al crédito comunitario si la constancia registral de éste se omitió. e) Solidaridad. El apartado i) del art. 9 ha aumentado las garantías crediticias de la comunidad imputando al propietario transmitente que no comunique el cambio de titularidad a los órganos comunitarios una responsabilidad solidaria en relación con las deudas comunitarias devengadas con posterioridad a la transmisión por el nuevo titular. La necesidad de litisconsorcio pasivo entre ambos que para este estableció inicialmente el nuevo art. 21 LPH, fue DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. derogado por la entrada en vigor de la DA 1ª 4) LEC. A partir de esa fecha el art. 21 LPH permite que se demande solo al propietario anterior o frente al titular registral, sin perjuicio de su derecho a repetir contra el actual propietario. Afortunadamente, el párrafo que sigue a esta regla (y que exceptúa de ella el caso en que los órganos comunitarios han tenido conocimiento de la transmisión por otro medio), la hace de muy rara aplicabilidad en la práctica, como demuestra la SAP Málaga 3.9.1999 (AC 1804): la comunidad de propietarios no puede alegar desconocimiento de la cualidad del nuevo dueño, a cuyo nombre venían girándose los recibos. 6. RECLAMACIÓN POR LA COMUNIDAD DE PROPIETARIOS a) Acuerdos liquidatorios de la deuda. La Ley 2/1988 reformó el art. 20 LPH, a fin de permitir a la comunidad de propietarios la reclamación judicial de la deuda por gastos al propietario moroso sin necesidad de requerimiento previo, salvo disposición estatutaria. A la vez, la reforma declaró la suficiencia documental de la certificación del acuerdo de la Junta aprobatorio de la liquidación de la deuda a los efectos del art. 1400.1º LEC, para que pudiera decretarse el embargo preventivo de los bienes del deudor, siempre y cuando tal acuerdo hubiera sido notificado al deudor en el domicilio en España que previamente haya designado o, en su defecto, en el propio piso o local. Se entendió entonces que el acuerdo liquidatorio no es preciso para la reclamación judicial al propietario moroso, sino al sólo efecto de instar el embargo preventivo (SAP Tenerife 30.4.1994, AC 714). La falta de citación o de notificación del mismo acuerdo tampoco eran causas legítimas de oposición al pago, (STS 15.6.1996, RA 488; SAP La Coruña 28.5.1996, AC 908), porque la obligación de contribuir no nacía con ese acuerdo comunitario. Tras la Ley 8/1999 (modificada en el art. 21 por DF 1ª.2 LEC 2000), la certificación del acuerdo liquidatorio de la deuda del propietario frente a la comunidad, y su notificación al propietario con los requisitos establecidos en el art. 9 LPH, no es requisito de la reclamación a aquél, pero si constituye el documento acreditativo de la petición inicial para la utilización del proceso monitorio regulado en los arts. 812 y sigts. LEC (v. art. 812.2.2º), con las especialidades establecidas por el art. 21 LPH. Aunque el art. 21.7 LPH no exige fehaciencia, una interpretación correcta del precepto exige un previo intento de notificación personal, lo que sólo se asegura si se intenta por un medio que asegure la recepción del mismo (SAP Castellón 8.5.2002, AC 1033). Según la SAP Madrid 29.4.2004 (JUR 247100) la falta del visto bueno del Presidente en la certificación emitida por el secretario acompañada con la petición de proceso monitorio es de carácter insubsanable. b) Procedimiento para la reclamación. Tras la reforma de la LPH por Ley 8/1999, el art. 21 LPH contenía inicialmente toda la regulación procesal del procedimiento monitorio especial por el que las comunidades podrían reclamar a los propietarios morosos. Tras la modificación operada por la DF 1ª.2 LEC, las especialidades contenidas en dicho artículo han de conjugarse con el proceso monitorio general previsto en los arts. 812 y sigts. LEC. Como especialidades del mismo, además del documento acreditativo de la petición inicial (art. 21.1 LPH y 812.22º LEC) han de resaltarse las siguientes: 1. Están legitimados para el proceso el Presidente de la comunidad, y el Administrador, ambos previa autorización de la Junta. La legitimación pasiva para la causa corresponde DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. al que fuese titular del piso o local en el momento del vencimiento de la obligación, sin que exima de la obligación de pago el hecho de haberse visto privado temporalmente del derecho al uso de su piso o local por la sanción prevista en el art. 7.2 LPH. Pero el art. 21.4 LPH permite que la petición inicial del proceso monitorio (art. 814.1 LEC) se dirija frente al titular registral, frente al propietario deudor o frente al ex propietario que haya de responder solidariamente con el posterior adquirente por no haber puesto en conocimiento de la comunidad el cambio de titularidad sobre el inmueble [art. 91.i) LPH]. Posteriormente, estos podrán oponerse a la petición alegando las razones por las que niegan su cualidad deudora (ej. que las deudas son anteriores a la transmisión efectuada) o, si estas no triunfan (ej. porque está obligado a responder en todo caso, ex art. 9.1.i) o si se paga voluntariamente la deuda ante la evidencia de la responsabilidad (ej. anterior), repetir en la esfera interna contra el propietario que lo fuese en el momento de exigibilidad de la deuda de contribución vencida. Si se pretende hacer efectiva la afección real derivada de los gastos del año anterior y la anualidad vencida de la anualidad corriente contra el piso o local, será necesario demandar en todo caso al nuevo adquirente, pero no en cuanto a la pretensión personal, sino en cuanto se pretende el reconocimiento y traslado al Registro de una afección real ya existente por disposición legal (RDGRN 9.2.1987, RA 1066). 2. A la cuantía reclamada podrá añadirse ya en la petición inicial los gastos de requerimiento previo al propietario deudor, en caso de que dichos gastos se justifiquen documentalmente, lo cual será de interés cuando se reclame al ex propietario en virtud de lo dispuesto en el art. 9.1.i) LPH, ya que no será sujeto pasivo de las notificaciones realizadas a través del art. 9 LPH, ni de la notificación de los acuerdos. Ello no obstante, la providencia de requerimiento judicial del art. 815.1 LEC es preceptiva, como lo demuestra el art. 815.2 LEC, debiéndose notificar en el domicilio designado por el deudor para sus relaciones con la comunidad; si ello no es posible, en el piso o local; y si tampoco es ello posible, mediante edictos, de la forma que dispone el art. 164 LEC. 3. Si el deudor no comparece, se despachará ejecución. Si se opone a la petición inicial, el asunto se resolverá definitivamente en el juicio que corresponda según la cuantía, procediéndose de inmediato a convocar la vista si es el verbal; si es otro procedimiento, el acreedor habrá de interponer la demanda en el plazo de un mes desde el escrito de oposición, sobreseyéndose las actuaciones y siendo condenado en costas si no lo hace (arts. 816 y 817 LEC). Pero en los casos de oposición, la comunidad podrá solicitar embargo preventivo de la forma expuesta en el epígrafe siguiente. 4. Aunque para la solicitud inicial del proceso monitorio no es preceptiva la asistencia de Abogado y Procurador (art. 814.2 LEC, en relación con el art. 241.1.1º), el deudor tendrá que pagar sus honorarios (con los límites del art. 394 LEC), tanto si atiende el requerimiento como si no comparece ante el Tribunal. Igual ocurrirá si, ante la oposición del deudor, el acreedor acude asistido de dichos profesionales a un procedimiento en el que la intervención de éstos no es preceptiva, siempre y cuando obtenga una sentencia totalmente favorable a su pretensión. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. La reforma operada en el art. 21 LPH por la DF 1ª.2 LEC ha eliminado la posibilidad de acumular al procedimiento las cuotas vencidas con posterioridad a la presentación de la demanda, que ahora se sujeta a las normas generales de los procesos monitorios, así como la extensión de esta posibilidad a la fase de ejecución de sentencia y la necesidad de satisfacer o consignar la cantidad líquida objeto de la sentencia condenatoria como requisito previo a la apelación. c) Anotación preventiva de embargo en favor de la comunidad. La certificación del acuerdo comunitario liquidatorio de la deuda se consideraba por el anterior art. 20 LPH «documento suficiente» para que pudiera decretarse el embargo preventivo de los bienes del deudor. Sin embargo, salvo excepciones como las de las SSAP Málaga 13.3.1995 (AC 471) y Tenerife 23.3.1995 (Act. Civ. 1995.3), dicho documento se consideraba suficiente a los solos efectos del artículo 1400.1º LEC (en orden a su consideración como documento del que resulta la existencia de la deuda), pero para que pudiera decretarse el embargo preventivo era necesario, además, que concurriera alguno de los supuestos previstos en el art. 1400.2º LEC, constitutivos de indicios racionales de los que se puede inferir una sustracción a la ejecución de la sentencia que culmine el proceso (SAP La Coruña 22.12.1989, s.r., que reduce el efecto del artículo a que la comunidad quedará relevada de prestar fianza). En el art. 21 LPH, como especialidad con respecto al proceso monitorio regulado en el art. 818, el acreedor tiene abierta la posibilidad del embargo preventivo de los bienes suficientes del deudor para hacer frente a la cantidad reclamada, los intereses y las costas, desde que el deudor se opone a la petición inicial del proceso monitorio, sin necesidad de prestar caución. El deudor podrá enervar el embargo prestando aval bancario por la cuantía que hubiera sido decretado. No existe traba registral alguna en cuanto a la posibilidad de anotar preventivamente un embargo de un piso del deudor a favor de la comunidad de propietarios. Basta con indicar las circunstancias que individualizan a la comunidad para dar cumplimiento a los artículos 9.4 y 72 LH (RDGRN 19.2.1993, RA 1358) hoy reforzados por el principio de responsabilidad patrimonial comunitaria dispuesto en el art. 22.1 LPH. Esta doctrina se vio corroborada por el art. 11 in fine del RH (RD 1867/1998), que permitió expresamente practicar anotaciones preventivas de embargo y de demanda en favor de las comunidades de propietarios en régimen de PH, pero el inciso fue anulado por STS (cont.) 31.1.2001 (RA 1083). Sin embargo, como afirma expresamente el TS en cuanto al alcance de esta anulación, no se pone en duda tampoco el reconocimiento «de lege ferenda» -y de hecho, añadimos nosotros-, de las anotaciones preventivas de demanda o de embargo en favor de las comunidades de propietarios en régimen de propiedad horizontal, pero lo que no cabe admitir es que así se haga por un Reglamento mientras subsistan las exigencias de los artículos 9.4ª y 72 LH que se consideran conculcados por dicho apartado. 7. EJECUCIÓN DE CONDENAS DINERARIAS POR DEUDAS CONTRAÍDAS POR LA COMUNIDAD DE PROPIETARIOS a) Responsabilidad patrimonial y fondo de reserva. Como excepción a lo dispuesto en el art. 544 LEC en relación con las entidades sin personalidad jurídica, el art. 22 LPH declara la responsabilidad patrimonial universal de la comunidad de propietarios frente a terceros al declarar afectos a la misma «todos los fondos y créditos a su favor». Sólo subsidiariamente DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. puede accionarse la responsabilidad de sus miembros por las deudas de la comunidad. Pero en esta fase previa de responsabilidad comunitaria, puede surgir la duda de si la finalidad del fondo de reserva contemplado en el art. 9.1h) LPH (obras de reparación y conservación o suscripción de un seguro o contrato de mantenimiento) impide considerarlo como fondo comunitario ejecutable por acreedores distintos de los sujetos ejecutantes de dichas obras o encargados del mantenimiento de la forma expuesta. El destino típico del fondo de reserva no obsta a que cualesquiera acreedores de la comunidad puedan dirigirse contra el mismo de conformidad con lo dispuesto en el art. 22.1 LPH, y a que los propietarios puedan hacer excusión del mismo cuando sean requeridos personalmente por aquéllos para responder de las deudas comunitarias, sin perjuicio de la obligación de reintegro posterior en virtud de lo dispuesto en la DA 2 Ley 8/1999. No así los acreedores particulares de los propietarios, ya que el fondo pertenece a la comunidad «a todos los efectos». b) Ejecución contra el propietario. Conforme a los arts. 20 II LH y 140.1º RH, procede la denegación de la anotación de embargo si de los títulos presentados no resulta que el titular registral fuera parte, con carácter personal y directo, en las actuaciones judiciales que dieron lugar al embargo de sus bienes privativos. Ello plantea el problema de la eficacia de los títulos de ejecución obtenidos frente a la comunidad por impago de las deudas contraídas con terceros con respecto al patrimonio privativo de los propietarios, que no han sido demandados personalmente en el proceso declarativo correspondiente. En la LPH anterior a la reforma operada por Ley 8/1999 no existía norma alguna dedicada a la responsabilidad patrimonial de las comunidades de propietarios. La doctrina registral entendía que cuando la comunidad incurría en responsabilidad y no existían bienes comunes sobre los que hacer efectiva la condena, (dinero, créditos que estén a disposición de los órganos colectivos de la comunidad demandada), para actuar sobre los bienes privativos de los propietarios se necesitaba todavía un acuerdo de la Junta, debidamente convocada, por el que se determine el tiempo y forma de la contribución de cada uno de ellos (RRDGRN 27.6.1986, RA 3845; 7.7.1986, RA 4928; 30.6.1986, RA 3846; 5.2.1992, RA 1526; 24.7.1993, RA 7123; SAP Zaragoza 6.5.1997, AC 1190). Con todo, la celebración de la Junta no significaba su participación en el proceso, pese a lo cual el TC (STC 173/1989) denegaba el amparo a los propietarios que denunciaban la vulneración a la tutela judicial efectiva por esta razón. Claro que, posteriormente, la STC 247/1993 denegó el amparo al acreedor de la comunidad contra el que se habría decretado la nulidad de las actuaciones, por entender que la ejecución de condenas contra los miembros de la comunidad requería demandar previamente a todos ellos, como supuesto de litisconsorcio pasivo necesario, tal y como había entendido la Audiencia Provincial. El actual art. 22 LPH también entiende que la responsabilidad del propietario es subsidiaria de la ejecución de los fondos y créditos de la comunidad de propietarios (no así de los elementos comunes, por su inseparabilidad de la propiedad de la que forman parte según el art. 3 LPH y 396 CC). Y también que es necesario el previo requerimiento de pago a los propietarios respectivos a fin de proceder contra sus patrimonios privativos, a pesar de que la existencia de una sentencia obtenida frente a la comunidad. Pero, a diferencia de lo que entendía la doctrina DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. anterior, para que el acreedor de la comunidad pueda dirigirse contra el propietario, no es necesario que medie un acuerdo comunitario distributivo de la responsabilidad (que ahora se fija en función del criterio objetivo de la cuota de participación), sino que éste haya sido parte en el correspondiente proceso. La redacción del precepto exige demandar nominalmente a todos los propietarios cuyos bienes privativos pretendan ser embargados, y no a través de los órganos de representación orgánica (STS 13.2.2001, RA 854) ya que no puede entenderse que el derecho a la tutela judicial efectiva, cuando están en juego los intereses patrimoniales de los propietarios, quede cumplido con la actuación del presidente en nombre de la comunidad. En este sentido era ya reveladora con anterioridad a entrada en vigor de la Ley 8/1999 la STC 115/1999, que estimó el recurso de amparo del propietario que, ante la demanda dirigida contra la comunidad y sus miembros no nombrados nominalmente, vio negado su derecho -a través de una simple diligencia de ordenación- a contestar a la demanda a través su propia defensa, independiente y divergente en el fondo de la defensa articulada por la comunidad). Ello no significa que el acreedor haya de demandar a todos mancomunadamente; estando dividida la deuda a través del criterio objetivo de reparto de gastos, puede dirigirse frente a los propietarios que desee, pero sólo de ellos podrá hacer efectiva la deuda, y sólo en la parte que a ellos corresponda. Por otra parte, si el acreedor sólo se dirige frente a la comunidad y no frente a los propietarios personalmente, sólo podrá hacer efectiva la deuda sobre los bienes, fondos y créditos comunitarios, de forma que la intervención de los propietarios en dicho proceso (dado su interés legítimo en la defensa de los bienes comunes), sólo puede hacerse efectiva a través de una intervención adhesiva, prevista expresamente en el art. 13.1 LEC 2000. Aunque resulta evidente tras lo dicho, tampoco pueden embargarse los bienes propios de los comuneros que hayan actuado en virtud de su cualidad de representantes comunitarios frente a los terceros, como demuestra la exclusión expresa de las comunidades de propietarios de lo dispuesto en el art. 544.2 LEC. c) Oposición a la ejecución y protección de los derechos de terceros. El art. 22.2 LPH condiciona el éxito de la oposición a la ejecución por parte del propietario a la prueba de que se encuentra al corriente en el pago de la totalidad de las deudas vencidas con la comunidad en el momento de formularse el requerimiento personal a que se refiere el apartado 1º del mismo artículo. Las deudas que han de estar satisfechas por el propietario requerido de pago no son solamente las de contribución a la derrama extraordinaria que supone la sentencia condenatoria obtenida frente a la comunidad (que habrá sido distribuida en el interín y, en todo caso, podrá ser distribuida objetivamente por el acreedor en atención al criterio de la cuota de participación o a lo especialmente establecido en los estatutos convenientemente inscritos en el Registro de la Propiedad) sino todas las vencidas hasta el momento, ya que las mismas son un crédito de la comunidad realizable por el acreedor (incluso aún cuando pague en ese momento, habrá de sumarse posteriormente a la cantidad debida las costas causadas hasta entonces en la parte proporcional que le corresponda). En definitiva, no puede decirse que las relaciones internas de la comunidad sean oponibles al acreedor, puesto que éste siempre podrá aplicar un criterio objetivo que perjudica a terceros (art. 5 LPH) para exigir la parte que corresponde a cada propietario (con la consiguiente complejidad en los casos de complejos inmobiliarios organizados de acuerdo a lo dispuesto en el art. 24.3 LPH). Pero su posición acreedora será perjudicada si se piensa que, tras relacionarse jurídicamente de forma unitaria con un colectivo organizado, ninguno de los miembros habrá de suplir la falta de pago de los demás. DERECHO DE LA CONSTRUCCION Y LA VIVIENDA. DILEX 2008. 6ª EDICIÓN. 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