Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas Servicio Infoaeca Titulo: Cómo evitar el trauma del traslado Fuente: Expansión & Empleo Autor: David Rodrigo A los españoles les gusta trabajar cerca de su lugar de origen. Casi ocho de cada diez ocupados permanecen en su Comunidad. ¿Es posible lograr que la plantilla se mueva? "Se exige movilidad geográfica y absoluta disponibilidad para viajar". Este es el requisito, nada extraño, que para determinados puestos, a partir de una determinada responsabilidad, solicitan compañías como AC Hoteles en sus nuevas incorporaciones. Cada vez que se abre un nuevo complejo hotelero -en el territorio nacional ya cuenta con treinta en un gran número de provincias– es habitual que envíe para ocupar determinados puestos, hasta que el hotel esté en marcha, a algunos de sus directivos y cargos intermedios: el director del hotel, el jefe de recepción, etcétera. "En el sector de hostelería tenemos asumido el tema de la movilidad", señala Santiago García, director de Recursos Humanos. Sin embargo, "a veces es complicado trasladar personal de una localidad a otra, aunque sea de forma temporal", reconoce. "Sólo supone un acicate el hecho de tratarse de una apertura y un nuevo proyecto y el que el traslado no sea permanente", asegura. La experiencia le ha demostrado que para enviar a alguien fuera hay que tener en cuenta una serie de circunstancias, tanto personales como externas. Y aún así, no es tarea fácil. En general, los europeos y, en concreto, los españoles, buscamos el trabajo cerca de casa y somos reacios a aceptar un destino alejado de la ciudad de residencia habitual. De hecho, el 76,7% de los ocupados españoles desempeña su puesto dentro de su autonomía de origen, según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Y ello, a pesar de los desequilibrios en la generación de ofertas de empleo y la diferente tasa de desocupados entre unas regiones y otras. Madrid, con una proporción del 6,6%, y Cataluña, con el 5,2%, son las dos ciudades que más población ocupada reciben del resto de España. Cantabria, Extremadura y La Rioja destacan por lo contrario: sólo el 2% de sus respectivas poblaciones ocupadas ha llegado de otros puntos de España. Y dentro del escaso movimiento migratorio que se produce internamente son las comunidades de Andalucía, con un 4,3%; Castilla y León, con un 3,3%, y Castilla La Mancha, con un 2,5%, las que más fuerza laboral exportan –y las que mayor tasa de paro registran–. Por el contrario, Baleares y Canarias, con menos paro, sólo ceden el 0,1% de su fuerza laboral a otras regiones. A pesar de las dificultades para la movilidad geográfica, muchas empresas no pueden prescindir de ella: compañías con varios centros de trabajo, intereses en otros países, puesta en marcha de nuevos proyectos... "El mundo es cada vez más global, pero los empleados, a veces, son reticentes a serlo", señala María Benjumea, directora de Círculo de Progreso y del portal de empleo Infoempleo. Y la competitividad de algunas empresas puede verse en peligro por la falta de personal cualificado dispuesto a cambiar de residencia. ¿Se pueden eliminar las barreras que impiden la movilidad geográfica? La riqueza de una zona y su calidad de vida, el precio de la vivienda, el coste de vida o los distintos niveles salariales son razones de peso para no moverse de zona geográfica. Es cuestión de prioridades para un profesional. "O se renuncia a cierta calidad de vida –e incluso superior poder adquisitivo en determinadas áreas– y se opta por una carrera profesional, o lo contrario: conservar el nivel de vida y aspirar a menor promoción laboral", señala Carlos López, consultor senior de Watson Wyatt. Los españoles, en general, son más proclives a lo segundo. Aunque es difícil modificar hábitos tan arraigados, el cambio se puede producir, poco a poco, facilitando toda la información que precisa el profesional, planteando el traslado, en principio, temporal y ofreciendo condiciones ventajosas para el empleado en política de personal: incentivos, compensación de los costes del nivel de vida y ayudas a la vivienda, etcétera. La cuestión cultural también pesa. En un país como España, donde la emancipación de los jóvenes es muy tardía, aún resulta más difícil cambiar de provincia para trabajar, afirma María Benjumea. Sólo se produce el cambio cuando ayudan los incentivos o cuando no queda más remedio –situación de paro prolongada o cierre de una planta–, y muchas veces, aún así, resultan un fracaso. Como ha ocurrido con el ofrecimiento de traslado de planta a los empleados de la multinacional United Biscutis en Aguilar de Campoo a la planta de Vizcaya, que no ha tenido ningún éxito; al menos por ahora. En otros casos, el cambio ha tenido mejor aceptación. La última reorganización logística de Altadis, que ha supuesto pasar de trece fábricas a doce y pronto llevará a que sean sólo ocho, ha conllevado un rediseño en su distribución de personal. La compañía ha puesto a 285 trabajadores en la tesitura de elegir tres opciones: aceptar una indemnización y salir de la empresa; otra modalidad de indemnización y recolocación en una compañía diferente, pero dentro de la zona donde está ubicada la planta o, por último, el traslado de profesionales a otra planta de la empresa ubicada en diferente provincia. Esta última propuesta ha sido la más exitosa; el 60% de los tentados la ha aceptado. "Las ventajas de trabajar en esta empresa son bastante mayores que las de la competencia, y esto hace que antes de salir de la compañía los empleados se lo piensen dos veces", señala José Luis Relea, director de Recursos Humanos de Altadis. Este tipo de movilidad es la que Relea clasifica como "extraordinaria", producto de una reorganización empresarial pero, como en muchas empresas, habitualmente también se promueve, aunque con dificultades, la movilidad ordinaria: traslados de personal para desarrollar un proyecto concreto, poner en marcha una nueva planta, etcétera. El problema viene cuando hay que decidir a quién enviar. "El personal más joven –o incluso el de más edad–, con menos cargas familiares, con mente abierta y capacidad de afrontar retos es en el que hay que poner en el punto de mira", comenta Carlos López. Pero si hay que convencer a alguien para un cambio geográfico también hay que tener en cuenta factores que incentiven a un profesional, sobre todo la posibilidad de ascenso y aumento salarial, así como considerar su entorno familiar: el cónyuge y su trabajo, los hijos y su educación, dejar atado su futuro profesional a la vuelta, etcétera. Es una práctica habitual en multinacionales –Unilever, Procter & Gamble, L'Oreal...– y empresas especialmente activas en la apertura de nuevos centros y en continua expansión: Punto Fa (Mango), Inditex o las grandes de distribución. Alcampo es una de ellas. Cuenta con 43 hipermercados en toda España y unos 14.000 empleados. Los niveles más bajos –cajeras, reponedoras, etcétera– suelen cubrirse con mano de obra local, pero la compañía fomenta la rotación, siempre voluntaria, de puestos intermedios y directivos entre las distintas provincias españolas en casos de nuevas inauguraciones, cambio de residencia o situaciones especiales. "La empresa recompensa con mayor sueldo ese desplazamiento, así como contribuye también con una parte de ayuda a la vivienda", señala José Vicente Esteban, director de Recursos Humanos de la empresa de distribución. Inmovilidad, también europea Si la movilidad es un asunto complicado en el entorno geográfico nacional, en el entorno europeo y la Zona Euro se acrecienta. Máxime después de que la UE se haya impuesto como objetivo alcanzar el pleno empleo en 2010. En un estudio del Banco Central Europeo se ponen de manifiesto los desajustes en el mercado laboral europeo debidos a la falta de información, los bajos incentivos salariales, la barrera idiomática y la cultura de arraigo al lugar de origen que no comparten, por ejemplo, los americanos. En determinados puestos la situación es especialmente preocupante. "La falta de ingenieros en España es el principal inconveniente para nuestro crecimiento en el país y poder competir en Europa; es un verdadero problema por resolver", decía recientemente en una conferencia con empresarios españoles Jeffrey Immelt, actual presidente de General Electric. La solución podría venir de fuera pero la situación tampoco es fácil. Según un estudio de PricewaterhouseCoopers, menos del 15% de los ciudadanos de la UE está dispuesto a cambiar de país para conseguir trabajo. De nuevo, aunque es más un tema de calado político, "la solución podría venir de manos del incentivo, el planteamiento del traslado temporal y, en última instancia, de la inversión en formación que puedan aportar muchas empresas, directamente entre su plantilla o a través de acuerdos con universidades y centros de formación", señala Juan Manuel Cruz, director de PwC. Otra de las barreras que dificultan la movilidad, de las más complicadas de salvar, es la de la seguridad, sobre todo en determinados países en conflicto. Muchas empresas la salvan ofreciendo a sus empleados importantes primas y medidas de seguridad particulares por acudir a dichos destinos: Repsol-YPF, Telefónica o Endesa... Pero no hay que salirse del territorio nacional. Altadis, por ejemplo, ha tenido que enviar recientemente a un directivo al País Vasco para un proyecto concreto, por unos cuatro o cinco años. No ha sido fácil y no han valido los incentivos, la promoción... "El voluntario que se ha ido lo ha hecho por fidelidad a la empresa y porque, por los años que lleva en ella, es parte de la casa", concluye Relea. Al final, la movilidad es cuestión de voluntad.