Miradas Transcordilleranas Selección de trabajos del IX Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural Paula Núñez Compiladora Miradas Transcordilleranas Selección de trabajos del IX Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural Paula Núñez Compiladora 2011 Miradas Transcordilleranas: Selección de Trabajos del IX Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural / compilado por Paula Gabriela Nuñez. - 1a ed. - San Carlos de Bariloche: IIDyPCa, UNRN - CONICET, 2011. 1098 p. ; 21 x 29,7 cm. ISBN 978-987-26198-5-5 1. Historia de América. 2. Actas de Congreso. I. Nuñez, Paula Gabriela, comp. CDD 980 Fecha de catalogación: 28/07/2011 Miradas Transcordilleranas. Selección de Trabajos del IX Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural Paula Gabriela Núñez - Compiladora Primera Edición - Julio 2011 © 2011 Derechos reservados para todas las ediciones Foto de tapa: Álbum de la Cía Comercial y Ganadera Chile Argentina; c. 1908. Gentileza: Liliana Lolich Edición y Diseño interior y tapa: Coli Lai / diseño gráfico - lai.coli@gmail.com Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio Universidad Nacional de Río Negro Mitre 630, 5to piso 8400, San Carlos de Bariloche Río Negro – Argentina iidypca@unrn.edu.ar ISBN 978-987-26198-5-5 Queda prohibida la reproducción, total o parcial, por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma. Nuñez, Paula Gabriela. Compiladora 2011 Miradas Transcordilleranas. Selección de Trabajos del IX Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural. IIDyPCa-UNRN-CONICET. Bariloche. Comité de Referato Luis Carreño - Universidad de los Lagos - Osorno Jorge Muñoz - Universidad de los Lagos - Osorno Liliana Lolich - CONICET Lorenzo Berg - Universidad de Chile - Santiago Gian Piero Cherubini - Universidad de los Lagos - Osorno Inés Nercesian - Universidad de Buenos Aires – CONICET Verónica Giordano - Universidad de Buenos Aires – CONICET Lorena Soler - Universidad de Buenos Aires – CONICET Patrick Puigmal - Universidad de los Lagos - Osorno Adriana Arpini - Universidad Nacional de Cuyo - CONICET Mariana Alvarado - Universidad Nacional de Cuyo - CONICET Paula Ripamonti - Universidad Nacional de Cuyo Alejandro De Oto - Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco” María Marta Quintana - Universidad Nacional de Río Negro - CONICET Gabriela Pastor - CONICET Cecilia Raffa - CONICET Bernarda Ladrón de Guevara - Ministerio de Educación Chile Marta D. Casares - Universidad Nacional de Tucumán Teresa Izura - Universidad Nacional de Cuyo Silvia Augusta Cirvini -CONICET Laura M. Torres - CONICET Emanuela Martín - Universidad Nacional de San Juan Laura Avila - Universidad Nacional de San Juan Alfredo Azcoitia - Universidad Nacional de Río Negro Sergio Gustavo Astorga - Universidad Nacional de Cuyo Celia Romina Bruculo - Universidad Nacional de la Rioja Patricia Dreidemie - Universidad Nacional de Río Negro María Andrea Nicoletti - Universidad Nacional de Río Negro - CONICET Jorge Pinto - Universidad de la Frontera - Temuco Natalia Bustelo - Universidad Nacional de la Plata Adrián Celentano - Universidad Nacional de la Plata Inés Barelli - Universidad Nacional de Río Negro Graciela Iuorno - Universidad Nacional del Comahue Bettina Favero - Universidad Nacional de Mar del Plata Fernando J. Remedi - CONICET Índice Introducción ............................................................................................................................................................. 9 MESA 1 - Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX y XX) Coordinadores: Prof. Luis Carreño. Prof. Jorge Muñoz .................................................................................... 11 El ganado indígena en el proceso de industrialización de Valdivia. Siglo XIX Luis Carreño Palma (Chile) ....................................................................................................................... 13 Migraciones laborales entre la Isla de Chiloé (Chile) y Patagonia Austral: Relaciones históricas y cambios recientes en un espacio transnacional. Catalina Gobantes, Jonathan Barton, Álvaro Román, Alejandro Salazar (Chile) .......................................................................................................................................... 20 El trabajador en movimiento. La crisis fabril de Osorno y el desplazamiento de los trabajadores chilenos hacia el Territorio Nacional de Río Negro (1890-1920) Jorge Muñoz Sougarret (Chile) ....................... 31 El clivaje regional de la Primera Guerra Mundial. Paula G. Núñez (Argentina) ........................................... 37 MESA 2 - Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Coordinadores: Prof. Liliana Lolich. Prof. Lorenzo Berg. Prof Gian Piero Cherubini ........................................ 51 Influencia alemana en la tradición de construcción en madera en la Región de los Lagos. Gian Piero Cherubini (Chile) ..................................................................................................................... 56 La arquitectura neocolonial a uno y otro lado de los Andes. Verónica Cremaschi (Arg) ........................... 71 Hábitat en la Patagonia Argentina: la vivienda popular, sus procesos y las tecnologías constructivas. Juliana Tassinari Cruz (Brasil) .................................................................................................................. 82 La arquitectura de madera y la vivienda social. Víctor V. Gallardo (Arg) .................................................... 95 Los planes urbanos y su relación con el paisaje cultural en zonas de frontera. Caso Bariloche, Patagonia Argentina (1934-1979). Liliana Lolich (Arg) ............................................................................................. 106 El espacio habitacional del siglo XIX en Chile y la región de Cuyo, Argentina. Lorena Manzini (Arg) ....... 127 El proyecto de turismo en San Carlos de Bariloche a través de dos guías turísticas (1938). María de los Ángeles Picone (Arg) .......................................................................................................... 143 Osvaldo Barra Cunningham, pintor chileno en tierras mexicanas. Luciano Ramírez Hurtado (México) .. 154 La transformación urbana de Santiago y Buenos Aires. Un estudio comparativo, 1870-1890. Enrique Robira (Arg) ................................................................................................................................ 166 Atacama, a ambos lados de la cordillera. Relaciones sociales, sistemas de asentamiento pastoriles y tradiciones arquitectónicas desde mediados del siglo XIX. Jorge Tomasi (Arg).................................. 172 Arquitecturas locales en el concierto sur austral americano; exploraciones preliminares en torno a los factores históricos estéticos y extra estéticos: la concepción de la vivienda unifamiliar moderna en Osorno. Prof. Weibel (Chile) .................................................................................................................... 183 MESA 3 - Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX. Argentina y Chile en perspectiva Latinoamericana. Coordinadores: Prof Inés Nercesian. Prof Verónica Giordano. Prof Lorena Soler ............. 192 Estado, lucha de clases y transición al socialismo. Los aportes de Lelio Basso para repensar la experiencia de la unidad popular en Chile, a la luz de los procesos políticos actuales en América Latina. Hernán Ouviña. Mabel Thwaites Rey (Arg) .................................................................. 194 Democracia y doctrina de seguridad nacional en Venezuela, 1969-1979. Un estudio en perspectiva latinoamericana. Verónica Giordano (Arg) ............................................................................................. 209 Reflexiones sobre la violencia en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay en el siglo XX. Una mirada de larga duración. Inés Nercesian. Lorena Soler (Arg) ...................................................... 223 La recepción de la Revolución Cubana en el Partido Comunista Argentino. Alexia Massholder (Arg)..... 237 Conflictos docentes en 1925 ¿Dos formas distintas de pertenecer a la clase media? Cintia Mannocchi (Arg) ............................................................................................................................ 246 MESA 4 - Grupos subalternos, minorías, etnias durante la independencia: Actitudes de los ejércitos argentinos y chilenos. Coordinador: Prof Patrick Puigmal ................................................................................ 258 Chilenos para la liberación de Chile: Dinámicas y tensiones de la emigración patriota en Cuyo (1814-1817). Camilo Alarcón Bustos (Chile) .............................................................................................. 260 Los españoles liberales del Ejército de los Andes: ¿Traidores a la Patria o fieles a sus ideales? Hernán Delgado (Chile)............................................................................................................................ 271 Autogobierno de una ciudad secundaria del Virreinato del Río de la Plata en la crisis de la monarquía hispana. San Miguel de Tucumán 1808-1810 ........................................................................................... 278 Negros libres y esclavos en los ejércitos revolucionarios de Chile y el Río de la Plata. Carlos Guarda Navarro (Chile) ................................................................................................................. 287 Miradas Transcordilleranas 5 “De indios salvajes... a animales que hay que eliminar” Virtudes, certezas y actuares de los militares napoleónicos en relación a su encuentro con los pueblos indígenas. Patrick Puigmal (Chile) ............ 296 MESA 5 - Diversidad, reconocimiento e integración en Nuestra América: Discusiones filosóficas y desafíos educativos. Coordinadoras: Prof Adriana Arpini. Prof Mariana Alvarado. Prof Paula Ripamonti .................. 303 Cultura y reconocimiento en la filosofía de la liberación de Enrique Dussel. Flavio Hernán Teruel (Arg) ....................................................................................................................... 305 La movilidad académica como factor de integración cultural. Cuerpo Interdisciplinario de Investigación para la Integración de América Latina (Argentina-Chile) ............................................... 313 Diversidad e integración en dos pensadores peruanos del siglo XX: José Carlos Mariátegui (1895-1930) y Augusto Salazar Bondy (1925-1974). Adriana María Arpini ................................................................. 318 La tensión diversidad-universalidad a propósito de la enseñanza de la filosofía. Adriana María Arpini (Arg) ...................................................................................................................... 328 La institución incendiaria en clave Vergariana. Mariana Alvarado (Arg) .................................................... 333 Reconocimiento de los derechos de la mujer en la obra narrativa y periodística de Clorinda Matto de Turner. Gloria María Hintze (Arg) ............................................................................ 343 Bocetos para una educación latinoamericana. Mariana Alvarado. Paula Ripamonti (Arg) ...................... 354 Análisis de texto “Transformación intelectual de la filosofía” de Raúl Fornet-Betancourt. Germán Tavano (Arg) .............................................................................................................................. 361 MESA 6 - Historia, colonialidad y políticas de la alteridad. Coordinadores: Prof Alejandro De Oto. María Marta Quintana ........................................................................ 369 Apropiación y colonialidad. Los ardides de la representación y de la práctica desaparecedoras. Alejandro De Oto. María Marta Quintana (Arg) .................................................................................... 371 En la educación: Las marcas de la colonialidad y la liberación. Ines Fernández Mouján (Arg) ................. 380 Alteridad y teoría sociológica. Leonardo Martínez (Arg) ............................................................................ 388 MESA 7 - Historicidad del paisaje en los espacios andinos: lo natural y lo cultural; lo urbano y lo rural. Coordinadoras: Prof Gabriela Pastor. Cecilia Raffa ........................................................................................... 402 Exploraciones sobre los pequeños productores de La Rioja. Rasgos agropecuarios y pluriactivos 1988-2002. Pedro Tsakoumagkos. Teresa Godoy (Arg) ..................................................... 404 La edilicia escolar en la construcción del paisaje cultural mendocino de la década de 1930. Daniela A. Cattaneo (Arg) ....................................................................................................................... 425 Los pueblos rurales bonaerenses entre 1880 y 1960: una constelación de nodos entre el campo y el mundo construyendo un espacio derivado. Juan Manuel Diez Tetamanti (Arg) ................................. 438 Paradojas del paisaje. Reflexiones desde la historia cultural del paisaje de Mendoza. Cecilia Raffa. Gabriela Pastor (Arg) ........................................................................................................ 452 Espacios andinos transcordilleranos: El paisaje vernáculu como forma socioambiental de vida. Verónica Skvarca (Arg) ............................................................................................................................ 468 MESA 8 - Teoría de género y problemáticas trasandinas. Coordinadoras: Emanuela Martín. Laura Avila .................................................................................................. 479 ¿Existe una historia de la Inquisición desde una perspectiva de género? Un recorrido por la Historiografía Latinoamericana. Jaqueline Vassallo (Arg) .................................................................... 481 Repensar los mecanismos políticos promotores de la equidad de género. Un estudio con perspectiva comparada entre Argentina y Chile. Laura Lorena Leguizamón (Arg) ................................................. 493 Análisis de redes sociales de mujeres penadas, privadas de libertad, alojadas en el RAM (Régimen Abierto de Mujeres) dependiente del Servicio Penitenciario Provincial de Mendoza. Ivana Lucero. José María Vitaliti (Arg) .................................................................................................... 504 La resiliencia en mujeres privadas de la libertad en Mendoza-Argentina. Paula Catalano. Mariela Muñoz Rodríguez. (Arg) ................................................................................. 521 Las estrategias de empoderamiento de mujeres campesinas del Noroeste Cordobés de la República Argentina. Claudia del Huerto Romero. María Cristina Deza. (Arg) .................................... 529 Sesgos de género en la atención médica. Una mirada del sistema de atención médica desde Bariloche, Patagonia Argentina. Andrea Galaverna. Rosana González. (Arg) ....................................................... 539 ¿Qué sucede en casa? Mujeres inmigrantes de la Norpatagonia Andina, 1900-1955. Alina Carey (Arg) ... 547 Prostitución y trata de personas frente a una problemática trasandina. Emanuela Martín. Laura Avila. (Arg) ...................................................................................................... 559 MESA 9 - Integración y relaciones binacionales. Coordinador: Alfredo Azcoitia ........................................................................................................................... 569 Las relaciones chileno-argentinas durante la guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana. Gonzalo Serrano del Pozo (Chile) ........................................................................................................... 571 Miradas Transcordilleranas 6 Confianza, camaradería y sospecha. Las relaciones militares entre Chile y Argentina. Eva Muzzopappa (Arg) ........................................................................................................................... 579 Fuerza binacional de paz Cruz del Sur: Transformaciones cualitativas en las relaciones bilaterales de Chile y Argentina. Francisca Machado M. Daniela Sepúlveda S. (Chile) ............................................... 587 La mirada de Río Negro sobre Chile y el desarrollo regional. Alfredo Azcoitia. (Arg) ............................... 598 Perspectivas de la política exterior de Brasil en Chile y Argentina: Posiciones nacionales ante la reforma del Consejo de Seguridad. Irene Acevedo Albornoz (Chile) ....................................................................... 613 MESA 10 - Aspectos de historia política en Chile y Argentina. Coordinadores: Sergio Astorga. Romina Bruculo. ............................................................................................ 622 ¿Existió un movimiento obrero en Salta antes del Peronismo? José Daniel Benclowicz (Arg) ................ 624 Organizaciones obreras en Mendoza en el primer cuarto del siglo XIX: Anarquistas, sindicalistas y socialistas. La huelga de maestros de 1919 como factor aglutinante de las filiaciones de los obreros. María Cristina Satlari (Arg) ...................................................................................................................... 632 Chile y EEUU: 45 años de intervención y espionaje. Estudio sobre la injerencia de Estados Unidos en la sociedad, economía y política chilena durante la guerra fría. Daniela Sepúlveda Soto (Chile) ........... 647 El impacto en Mendoza de los preparativos del retorno a la democracia en Chile. Alejandro Paredes (Arg) ......................................................................................................................... 659 Las causas de la violencia organizada en la Argentina de las décadas de 1960 y 1970 según fuentes conservadoras. Dalmiro Alonso (Arg) .................................................................................................... 669 La izquierda y las representaciones de la crisis carbonífera en Chile, 1991-1998. Cristina Moyano B. (Chile) ...................................................................................................................... 673 Apuntes sobre el estado postneoliberal en Argentina y Chile. Acerca de sus condicionantes. Sergio Gustavo Astorga (Arg) ................................................................................................................. 684 MESA 11 - Migraciones, religiosidad y prácticas culturales Argentino-Chilenas. Coordinadora: María Andrea Nicoletti ............................................................................................................... 689 Un cuyano obispo de Chile: Fray José María Bazaguchiascúa. Cristian Leal Pino. Fr. Rigoberto Iturraga C. (Chile) ............................................................................... 691 Sueño, fragmento y utopía: Don Bosco hacia el Sur Sur del mundo habitado. Carolina Odone C. (Ch) ... 698 Nuestra Señora de Andacollo: un culto argentino-chileno más allá de la frontera. Lorena Narváez. Guillermo Vega. (Arg) .................................................................................................. 710 La inmigración alemana en Chile. Reflexiones en torno a los conflictos étnico-religiosos, en la primera oleada migratoria, 1846-1875. David Padilla M. ..................................................................................... 722 Compartir el territorio misionero entre Chile y Argentina en Tierra del Fuego: ¿Qué hacer con las Misiones Salesianas? María Andrea Nicoletti (Arg) ............................................................................................... 732 MESA 12 - Políticas y pueblos originarios, conflictos, negociaciones y reconocimientos del siglo XVI a la actualidad. Coordinador: Jorge Pinto Rodríguez ................................................................................................................. 745 La etnicidad de la frontera. Insularidad y archipiélago en el Canal de Beagle. Carlos Masotta (Arg) ...... 747 La política de Manuel Namuncurá ante el Estado: Desafío y negociación. 1873-1878. Virginia Habegger (Arg) .......................................................................................................................... 758 Política y pueblos originarios, conflictos, negociaciones y reconocimientos desde el siglo XVI a la actualidad. Martín Boleda. María Cecilia Mercado Herrera (Arg) ........................................................ 768 Indios que cautivan: deshumanización, muerte y seducción del indígena en su representación decimonónica en Argentina y Chile. Patricia Herrera Styles (Chile) ..................................................... 786 Acerca de las poblaciones étnicas en la Argentina. Mario Boleda. M Cecilia Mercado Herrera (Arg) ..... 796 MESA 13 - Intelectuales y política del siglo XIX a la actualidad. Coordinarores: Natalia Bustelo. Adrián Celentano ........................................................................................... 814 Los riesgos del anacronismo. Análisis del lenguaje político chileno durante la Patria Vieja 1810-1814 Natalia Petringa (Arg) ............................................................................................................................. 816 El primer antiimperialismo argentino: entre el derecho moderno y la formulación de una identidad hispanoamericana. Natalia Bustelo (Arg) .............................................................................................. 820 La identidad nacional y el progreso en el pensamiento de Ramos Mejía e Ingenieros. Bastián Abarca Hoffmann (Chile) ........................................................................................................... 827 Hacia un cambio en el modo de pensar, conocer y actuar. Elba del Carmen Riera (Arg) ......................... 836 MESA 14 - Conflictos sociales y políticos en la Historia reciente de Argentina y Chile. Coordinadora: Graciela Iuorno ........................................................................................................................... 846 Consecuencias sociales del neoliberalismo en América Latina: El caso de los trabajadores de Zanón, Neuquén. Argentina. Sandra López Dietz (Chile) .................................................................................. 848 Miradas Transcordilleranas 7 Gestión de los recursos naturales en Patagonia, el caso de la gran minería en Santa Cruz: ¿Desarrollo o aporía? Larry Andrade (Arg) ................................................................................................................... Actores sociales, recursos mineros y acciones colectivas de resistencia en la Patagonia Argentina. Estudios de casos (2003-2011) Graciela Iuorno y Orietta Favaro ........................................................... MESA 15 - Grupos sociales, prácticas y representaciones en dos realidades nacionales. Argentina y Chile durante los siglos XIX y XX. Coordinador: Fernando J. Remedi ..................................................................................................................... Imaginarios de niñez y criminalización de los adolescentes en Chile y Argentina. Rodrigo Sepúlveda (Chile) ...................................................................................................................... Maestros y escuelas: Un análisis desde los discursos de los autores educativos 1910-1945. María Cecilia Mecozzi. Liliana Lusetti. (Arg) .......................................................................................... Imágenes deseadas, realidades frustradas. Sensibilidades de la alta cultura chileno-argentina sobre los indígenas (1883-1910). Martín Lara (Chile) ............................................................................................. MESA 16 - Arte, cultura y política. Coordinadoras: Patricia Dreidemie. Cecilia Behrend ........................................................................................ Chile, 1953: Resonancias al Sur. O Modelo Gaúcho y el Club de Grabado en Mendoza. Mariana Serbent (Arg) ............................................................................................................................ La represión de la dictadura militar en la imagen fílmica en Chile y Argentina. Ana Francisca Viveros. Miguel Ángel Campos. (Arg) ............................................................................. Ecos antiguos en voces nuevas. Poesía de mujeres y post-memoria en Chile y Argentina. Alicia Salomone (Chile) ........................................................................................................................... Josefa Poncela. La cumbre de nuestra raza. Entre la narración y la denuncia. Leda García (Arg) ........... Pedro Udermales: inversión y mito. Osvaldo Núñez (Arg) ......................................................................... MESA 17 - Estudiantes investigadores o investigadores principiantes. Coordinadora: Inés Barelli ................................................................................................................................... LISTADO DE RESÚMENES ......................................................................................................................................... 859 876 886 888 901 915 927 929 934 954 963 972 979 995 Miradas Transcordilleranas 8 Introducción E l presente texto recoge los debates que se llevaron adelante durante el IX Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural. Este evento se realizó en la ciudad de San Carlos de Bariloche durante el 25, 26 y 27 de abril de 2011, en la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro. Para su realización se contó con el apoyo de Conicet, Agencia así como de todos los profesionales que se hicieron presentes, aportando trabajo en la organización del evento, la coordinación de las mesas o con el permanente acompañamiento y apoyo para este fin. El comité organizador estuvo dirigido por la Dra. Paula Gabriela Núñez (Conicet – UNRN) y tuvo como miembros a la Dra, Laila Vejsbjerg (Conicet – UNRN), la Lic. María Marta Quintana (Conicet – UNRN), el Prof. Alfredo Azcoitia (UNRN), la Lic. Inés Barelli (UNRN), la Dra. Laura Méndez (UNCo) y la licencianda Cecilia Behrend (IIDyPCa – UNRN). Como puede verse a lo largo del texto, las distintas propuestas se presentan en diferentes áreas temáticas, dentro de las cuales se han seleccionado una serie de textos que ilustran el estado de los debates propuestos. Esta selección se llevó adelante a través del Comité de Referato citado al principio de la obra. El inicio de cada sección contiene el título de la mesa temática que convocó, los coordinadores del espacio, así como también una fundamentación que se presenta como elemento estructurador del trabajo. A fin de tener una idea más cercana al dinamismo del encuentro, al final de la obra podrá consultarse el conjunto de resúmenes de los trabajos presentados en cada mesa, de modo que este texto se presenta como un libro de actas ampliado del evento. A la luz de la pluralidad de ejes de análisis queremos destacar algunos elementos para aproximarnos a la temática. El escenario que observamos se presenta atravesado por múltiples lógicas de apropiación del espacio, ello nos enfrentan a temporalidades diversas que refieren a actores muy distintos, cuya vinculación está atravesada por diferencias de poder, reconocimiento social, afectividad, entre otros elementos que complejizan el espacio y nos aleja de explicaciones lineales. Las reflexiones que se presentan en estas páginas están lejos de agotar estas perspectivas, pero se plantean como la apertura a multiplicidades, tanto por las agencias que se exponen como por las perspectivas de análisis que se diseñan. A las discusiones propias de cada temática convocada se agregó la riqueza del intercambio en el diálogo que se propuso entre las y los especialistas reunidos. Los relatos de la mesa dedicada al análisis económico del espacio binacional, Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia argentino-chilena (siglo XIX y XX), se cruzaron en gran medida con los debates que reflexionaban acerca de la efectiva materialización del espacio, llevados adelante en la mesa Los andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera. A ello se agregó la problemática específica de la edificación simbólica, indagada en Historicidad del paisaje en los espacios andinos: lo natural y lo cultural; lo urbano y lo rural. De este modo, cada perspectiva, lejos de cerrarse sobre sí se abrió a un intercambio enriquecedor que permite plantear este encuentro como punto de partida antes que como síntesis final. Otro de los tópicos que se indagaron fue el referido a la construcción de subalternidades, en esta línea las mesas Grupos subalternos, minorías, etnias durante la independencia: Actitudes de los ejércitos argentinos y chilenos; Diversidad, reconocimiento e integración en Nuestra América: Discusiones filosóficas y desafíos educativos; y Historia, colonialidad y políticas de la alteridad, dieron lugar a reflexiones que buscaron reconocer y pensar estrategias para desmontar la edificación de diferencias con sesgos peyorativos. En una línea de reflexión afín, la mesa Teoría de género y problemáticas trasandinas profundizó en la construcción de relaciones asimétricas tomando Miradas Transcordilleranas 9 como foco la situación femenina para de allí indagar a la dinámica de la construcción social desde la naturalización del paternalismo. Otro importante eje de debates se ligó a las relaciones internacionales y la interpretación de los conflictos en estos escenarios, las mesas Integración y relaciones binacionales, Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX. Argentina y Chile en perspectiva Latinoamericana, Aspectos de historia política en Chile y Argentina y Conflictos sociales y políticos en la Historia reciente de Argentina y Chile resumen el modo en que la vinculación internacional, así como los movimientos sociales, se enraízan en una larga tradición que tiene formas específicas en el escenario actual de la globalización. Estos aspectos se cruzaron con la pregunta por la movilidad humana, tema que fue abordado en la mesa Migraciones, religiosidad y prácticas cultuales argentino-chilenas que sumó a la revisión de los traslados la pregunta por la religión y las prácticas cultuales como elementos constituyentes de las sociedades locales y los grupos migratorios. Otro conjunto de debates se focalizó en la problemática representacional y formas comunicativas alternativas, la mesa Arte, cultura y política abordó el vínculo entre la producción artística y el mensaje política, elementos que se afianzaron en la mesa Grupos sociales, prácticas y representaciones en dos realidades nacionales. Argentina y Chile durante los siglos XIX y XX. Desde una perspectiva cercana la mesa Intelectuales y política, del siglo XIX a la actualidad sumó elementos de reflexión relativos a la intelectualidad del escenario latinoamericano con líneas de pensamiento directamente articuladas a la mesa Diversidad, reconocimiento e integración en Nuestra América: Discusiones filosóficas y desafíos educativos. La pregunta por los pueblos originarios fue tomada por una mesa que centralizó las presentaciones en esta línea: Política y Pueblos originarios, conflictos, negociaciones y reconocimientos desde el siglo XVI a la actualidad. Finalmente debemos destacar la mesa Estudiantes e investigadores principiantes reflexionando sobre la actividad académica, que llevó adelante uno de los trabajos de reflexión más extensos y ricos de la jornada, introduciendo la pregunta por los desafíos que deben superar quienes buscan incorporarse a este escenario de reflexión. Como se desprende de lo planteado, El Congreso Argentino Chileno es un evento que, si bien toma a la historia como centro, no se cierra tras una única configuración disciplinar. Por el contrario, se planteó como una convocatoria a múltiples áreas de investigación, y ello se refleja en la variedad de propuestas. Es un libro de debates abiertos, de invitaciones a reflexionar que tratan de motivar la apertura de una indagación antes que cerrar un debate. Miradas Transcordilleranas 10 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Coordinadores Prof. Luis Carreño Prof. Jorge Muñoz Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX y XX) Fundamentación Durante las últimas décadas la historiografía ha visto en la Patagonia decimonónica en ambas franjas de la cordillera un amplio espacio de relaciones humanas, relevando la existencia de un rico mercado interno de productores y consumidores. Estos trabajos han permitido reevaluar las apreciaciones negativas que diversos intelectuales, argentinos como chilenos, tuvieron sobre ella. Tal ampliación de los horizontes historiográficos es congruente con un renovado interés por expandir geográficamente al espacio entendido como Patagonia, particularmente siguiendo a las poblaciones humanas que se movilizaron a través del mismo, incluyendo así a la región valdiviana de Chile como parte de este espacio regional. Habituados por la crónica de viajeros creemos ver en la Patagonia exclusivamente a mercachifles, indígenas, bandoleros, tránsfugas y militares pero tal visión romántica aparece incongruente a los procesos modernizadores llevados a cabo por el mercado mundial. Debido a su alejamiento de los Estados Nación respectivos, la Patagonia se presentó como un espacio interesante y deseable para un amplio grupo de personas en busca de un desarrollo económico y político imposible en sus puntos de origen. Estos nuevos habitantes patagónicos erigieron de forma orgánica ciertos enclaves urbanos que afirmaban, para ellos, el triunfo final de la civilización sobre la barbarie. En estos centros comenzaron a aglutinar a elementos sociales antes ajenos al mundo patagónico, comerciantes, empresarios, campesinos convertidos en obreros y obreros europeos convertidos en argentinos y chilenos. Panal humano abastecido, a su vez, por una pléyade de pequeños productores artesanales como grandes inversores fabriles. A través de este paso de siglos, los sujetos antes nombrados condicionaran y construirán sus respectivas sociedades a espaldas de los intereses de los Estados nacionales como de los anteriores pobladores, disputándose entre sí la capacidad de conducir políticamente a la región. Conflictos intestinos que edificaron la compleja y muchas veces fracturada sociedad patagónica. Finalmente, el objetivo de esta mesa será explorar, discutir y reflexionar sobre los elementos más patentes del desarrollo económico social sufrido por la Patagonia argentino-chilena, indicando las problemáticas más patentes para sus contemporáneos como las proyecciones actuales de sus respectivos actuares. Miradas Transcordilleranas 11 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Trabajos Seleccionados Miradas Transcordilleranas 12 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Luis Carreño Palma Universidad de Los Lagos Osorno-Chile El ganado indígena en el proceso de industrialización de Valdivia. Siglo XIX E n la segunda mitad del siglo XIX para la región de Valdivia, llama la atención el elevado número de establecimientos industriales que funcionaban, los que lograron notables niveles de desarrollo y autonomía. Tal es el caso de las curtiembres y destilerías de alcohol de grano, cuyo estudio ha sido pasado por alto y no incorporada a una visión global de la historia económica chilena. Frente al funcionamiento de dichos establecimientos, ha sido asociado al llamado “embrujo alemán” que ha llevado a la historiografía clásica, a sostener que el progreso de la región de Valdivia fue producto del aporte de los colonos alemanes. No vamos a poner en duda el papel desempeñado por lo inmigrantes en la creación de dichos establecimientos, mediante el aporte de capital, tecnología, gestión y experiencia, pero no es menos cierto, que mientras se alaba al extranjero, se excluye o minimiza la intervención del chileno y la población indígena de la región, que sin duda fueron un aporte al funcionamiento de dichos establecimientos, como mano de obra, abastecimiento de materias primas, insumo y mercado para su producción. Desde el siglo XVIII hasta fines del XIX mapuches, pehuenches y Huilliches serranos controlaron una compleja red de caminos que unió la cuenca del Plata con Valdivia, que permitió satisfacer las necesidades de los indígenas y no indígenas, complemento sus actividades económicas y a la vez generó un alto grado de interdependencia entre ambos grupos, situación que permitió su articulación al resto de la economía colonial primero, y posteriormente con la republicana, a través de circuitos comerciales que impactaron la producción y el comercio de la macroregión de Valdivia, Araucanía y las Pampas Nuestra propuesta se centra en estudiar la configuración de un régimen de intercambio de vieja data, entre la región de Valdivia y los grupos indígenas asentados en la precordillera andina y las pampas, que estimulo fuertemente la economía ganadera de la norpatagonia como la industrial chilena en la segunda mitad del siglo XIX. Intentando así demostrar que el desarrollo económico de la región de Valdivia no solamente se debió al aporte de los colonos alemanes, sino que el mundo indígena cumplió un importante papel en el funcionamiento de uno de los pocos intentos exitosos de la industria chilena en el siglo XIX, como fueron las derivadas de la ganadería, a modo de las curtiembres, fabricas de jabón, velas, cola de pegar, charqui y tasajo. La escasez de ganado en la región por la falta de praderas y la estrechez del territorio chileno para la crianza de ganado vacuno a gran escala, materia prima básica para las curtiembres, facilito la transformación del indígena en proveedor de ganado para dicha industria y a la vez en mercado consumidor de la producción de alcohol de grano de las destilerías de Valdivia. Nuestra hipótesis descansa que sin los sectores indígenas y su tráfico de ganado habría sido imposible el desarrollo industrial de la región. Miradas Transcordilleranas 13 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Tráfico trasandino El trafico trasandino se remonta a los tiempos prehispánicos, ya que los grupos que habitaban a ambos lados de la cordillera de los Andes mantenían relaciones, quizás no permanentes ni estables desde los tiempos prehispánicos. En el siglo XVII este carácter esporádico de estos contactos tuvo cambios, cuando el interés del mapuche se centró en la riqueza ganadera de las pampas. Fue la base sobre la que se conformó y consolidaron los grandes circuitos ganaderos de la pampa que fueron estrechando los vínculos de las poblaciones de ambas vertientes de la cordillera de los Andes. En la Norpatagonia las relaciones económicas de los indígenas de las pampas y la precordillera andina comenzaron a tener cierta regularidad con la plaza fuerte de Valdivia a partir de su refundación en 1645, y fue constituyéndose en un polo de atracción para los indígenas de la región. Según Isauro Martínez soldado y vecino de Valdivia las relaciones con los indígenas “aunque siempre temidas, no han quebranta con claridad su palabra; han sostenido el comercio con el presidio; han concurrido a los parlamentos de cada gobierno a ratificar sus fidelidades” (Martínez de Bernabé, 1898: 100). Las dos sociedades se beneficiaron y empezaron a requerir los productos que la otra ofrecía. En más de una oportunidad los indígenas fueron los únicos proveedores para el mantenimiento de los pobladores de Valdivia. A mediados del siglo XVIII las relaciones de los indígenas de las pampas y precordillera andina con la plaza de Valdivia, tuvieron un prolongado periodo de relativa paz, situación que, facilitó el intercambio de productos. La intensidad y regularidad del comercio entre ambos grupos fue advertido por viajeros, funcionarios y exploradores que por distintos motivos y variadas procedencias recorrieron la Norpatagonia, es el caso del Coronel Pedro Andrés García, Basilio Villarino piloto de la Armada española, Luis Cruz alcalde de Concepción, Fray Antonio Menéndez y Pedro Isauro Martínez vecino y soldado de la plaza de Valdivia, todos ellos nos entregan valiosos testimonios de las características de dicho comercio. Igualmente informan de la capacidad de los indígenas para movilizar grandes cantidades de ganado. Villarino manifiesta que se encontró con una partida de 300 indígenas que llevaban 8000 cabezas de ganado vacuno y caballar para vender en Valdivia, Luis Cruz se cruzó con un arreo de 10.000 cabezas de ganado, ambos procedían del sur de Buenos Aires de las sierras del Tandil y Ventanas y se dirigían a Valdivia. A las autoridades coloniales les preocupaba dicho comercio, debido a que se utilizaban pasos cordilleranos, emplazados en territorio indígena no controlados por las autoridades españolas, situación que permitía la introducción ilegal de productos que la Corona tenía expresamente prohibido vender o intercambiar a los indígenas, como hierro y licor. Por tal motivo en reiteradas oportunidades las autoridades enviaron expediciones con orden de cerrar los pasos cordilleranos. Las medidas no surtieron efectos, porque los indígenas siguieron cruzando la cordillera y comerciando con los indios de Ranco y los pobladores de Valdivia Como espacio fronterizo marginal la plaza de Valdivia, funcionó como articulador de las relaciones con los indígenas de la precordillera y las pampas, que se vincularon históricamente con la sociedad blanca. Para los indígenas, Valdivia era vista como un lugar de encuentro y plaza comercial que les permitía adquirir productos imposibles de conseguir o fabricar en su territorio. En cambio para los habitantes de Valdivia, el comercio con los indios era visto como una posibilidad para abastecerse de productos que necesitaban (ganado, ponchos) y la posibilidad de comercializar los excedentes de los productos indígenas demandados por el mercado hispano criollo y satisfacer las demandas del mercado indígena. (Telas, alcohol, añil, hierro y otros) Las guerras de la independencia perturbaron seriamente las actividades productivas de la región, pero no tuvo un efecto desarticulador del circuito económico, pero significó la contracción del comercio con las poblaciones indígenas, y fue en este período cuando Pehuenches y Huilliches serranos consolidaron Miradas Transcordilleranas 14 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) su control en la pampa trasandina y los pasos cordilleranos, limitando su contacto con la banda occidental, a pequeños canje de artículos producidos en las misiones religiosas. Afianzada la independencia se restableció el tráfico comercial, pero la crítica situación económica de la región, seriamente afectada por el conflicto, que sumado al pequeño mercado local, determino que gran parte del ganado que llegaba a Valdivia a través de la cordillera fuera enviado a Concepción a través de la Araucanía. Un conocedor, Vicente Pérez Rosales encargado de recibir y establecer a los colonos alemanes, nos informa de este tráfico “al aproximarse la primavera, grandes cantidades de animales vacunos arreados desde Valdivia para dirigirse a los mercados de Concepción, atravesando, sin escolta el territorio araucano” (Pérez Rosales, 1980: 206). Colonización e industrialización A mediados del siglo XIX llegaron a la región las primeras familias alemanas, las que traían nuevas ideas y métodos de organización y trabajo que en la región eran desconocidos, traían el espíritu capitalista que valoriza la ganancia y la inversión rentable sobre el gasto. Entre los pobladores había artesanos, comerciantes, industriales y agricultores, pero dada las condiciones geográficas y características de la región, la mayor parte de los colonos se estableció en el campo. Pronto se percataron que la agricultura era insignificante, lo que se producía no tenía precio por la falta de mercados, situación que llevó a muchos colonos abandonar el campo y establecerse en la ciudad, donde desarrollaron actividades artesanales y comerciales. Aquellos que se dedicaron al comercio se percataron del potencial económico del tráfico de ganado con los indígenas. En un primer momento enviaban ganado y cueros en pelo a Concepción, pero su bajo precio los llevó a optimizar la producción y darle un mayor valor agregado a los derivados de la agricultura y ganadería Establecieron talleres e industrias caseras, iniciándose en diversos oficios muchos de los cuales los habían desempeñado en su patria, los comienzos fueron precarios, con vacilaciones y fracasos. Por general el artesano trabajaba en su casa y empleaba a sus hijos y de dos a tres trabajadores. En un primer momento su producción estaba destinada a satisfacer las necesidades de los colonos, el limitado mercado local y un excedente para intercambiar a los indígenas. Los pequeños talleres crecieron y se consolidaron como empresas familiares, incorporan nuevos socios y se constituyen en Sociedades Anónimas. El éxito de los productores locales va a depender de la capacidad para activar las redes y circuitos de vieja data, que utilizaban los indígenas para trasladar el ganado desde las pampas trasandinas a la plaza de Valdivia, situación que va a permitir a los productores locales abastecerse de ganado en forma regular y bajo costo. A esto se añadía la posibilidad de acceder a un mercado para comercializar el alcohol de grano, que comenzaban a producir con los excedentes del trigo y la cebada. El desarrollo de las destilerías de alcohol de grano se debió al limitado mercado local y a las dificultades para exportar los cereales a los mercados del centro y norte del país, por la falta de medios de transporte y vías de comunicación, además del conocimiento que tenían de la actividad algunos colonos. La actividad rápidamente se desarrollo llegando la región a producir un tercio de la producción nacional. La producción de alcohol de grano permitió a los industriales de Valdivia ahorrar los costos de importación de destilados desde la zona central, producto que tradicionalmente se utilizaba para intercambiar productos con los indígenas. La escasa presencia del Estado en la norpatagonia permitió la reactivación y supervivencia de un circuito comercial, que va a funcionar con un esquema propio al margen del control de Estado, no regido por el modelo vigente de Chile y Argentina, que se mantuvo en vigencia hasta fines del siglo XIX por encima de los límites políticos administrativo de los nuevos Estados. Los establecimientos industriales que funcionaban en Valdivia en la segunda mitad Miradas Transcordilleranas 15 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) del siglo XIX, abarcaban las más diversas ramas de la producción, curtiembres, destilerías de alcohol de grano, cervecerías, tonelería, zapatos, charqueo, jabón, velas, cola, molinos, astilleros y conservas. Pero las que mayor desarrollo alcanzaron fueron las curtiembres (41), destilerías de alcohol de grano (11) y cervecerías (23), que por la cantidad de mano de obra empleada, materia prima utilizada, tecnología, volumen de producción que distribuye a los mercados nacional e internacional, pueden ser consideradas como las actividades más relevantes y pilar de la economía de la región. Debido al elevado número y diversidad de establecimientos industriales que funcionaban en Valdivia en la segunda mitad del siglo XIX, limitaremos nuestro análisis a los complejos industriales más importantes, cuyo desarrollo y funcionamiento eran parecidos. Nos referimos a la Compañía Industrial de Valdivia, Hoffmann Hnos. Sucesión Schuller Hnos. y Luis Rudloff e Hijos. Compañía Industrial de Valdivia. En 1851 Hermann Schulke organiza una pequeña curtiembre en la isla Teja. Una década después ingreso como socio y administrador Eduard Prochelle. Finalmente se constituyó en Sociedad Anónima, cambio la razón social a Compañía Industrial de Valdivia e incorporo nuevas aéreas de negocios: molino, cecinas, destilería de alcohol de grano, fábrica de jabón, velas y cola, llegando a convertirse en uno de los complejos industriales más grandes del país. Hoffmann Hnos. Alberto Thater estableció una destilería de alcohol de grano en la isla Teja y fue incorporando nuevos rubros. Curtiembre, refinería de azúcar, fabricación de conservas de carne y cecinas, velas, jabón. La destilería de alcohol de grano y la curtiembre fueron las de mayor importancia del país, con una producción anual de 1.500.000 de litros de Alcohol de 96° y 10.000 suelas al año. En 1890 se asocia a Pablo Hoffmann Schuller Hnos. Los hermanos Schuler establecieron una curtiembre una curtiembre el año 1860 que añpos más tarde se organiza como empresa familiar bajo la razón social, Schuller Hnos. Extienden sus actividades económicas instalando una destilería de alcohol de grano, un matadero, fábrica de cecinas, de jabón y velas. Luis Rudloff e Hijos. Christian Rudloff, en 1853 fundó una fábrica de zapatos que rápidamente se consolidó en el mercado. Con el aumento de la demanda la empresa tenía problemas con el abastecimiento de suelas para la fabricación de calzado, debido a que las curtiembres locales orientaban su producción al mercado alemán. Situación que motivó a Rudloff a construir un establecimiento, donde instaló los métodos más modernos para la fabricación de calzado y suelas, con una producción de 900 zapatos diarios y 10.000 suelas. Además instaló una fábrica para la concentración de tanino insumo básico para la fabricación de suelas. Todas tienen la misma trayectoria, se inician como talleres o industria casera, instalando, ya fuera un molino, una destilería de alcohol de grano, una curtiembre o un taller de calzado. Prosperaron y se consolidaron como empresas familiares y comienzan a ampliar y diversificar sus actividades, introducen tecnología y formas capitalistas de organización y manejo, ingresan nuevos socios y se constituyen en Sociedad Anónimas. Como grandes empresas no sólo acceden al mercado nacional con productos de gran calidad. En el caso de las suelas la mayor parte de la producción era enviada al puerto de Hamburgo donde eran reconocidas por su calidad con el nombre de suelas de Valdivia. Los establecimientos “estaban organizadas como fábricas, es decir, como empresas modernas, que disponían de maquinarias movidas por vapor o electricidad, que pagaban salarios en efectivo” (Bernedo, 1999) y todas ellas empleaban a más de 10 trabajadores. Lo más destacable es que los industriales de Valdivia conformaron verdaderos complejos industriales, integrando actividades productivas del ámbito primario y secundario. Los excedentes de la producción de trigo eran utilizados para obtener alcohol de grano, y de los desechos de la cáscara del trigo de las destilerías, eran utilizados para alimentar cerdos que, eran faenados en la fábrica de cecinas. La producción de alcohol era enviada a los mercados del centro y norte del país, como Miradas Transcordilleranas 16 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) alcohol industrial. Pero como la producción era mayor que la demanda un alto porcentaje era entregado a los conchavadores que lo comercializaban por ganado a los indígenas de las pampas, que luego trasladaban a Valdivia para bastecer las curtiembres. Beneficiado el ganado se obtenían suelas, charqui y cecinas, la grasa y el sebo se utilizaba para la fabricación de jabón, y los huesos para la obtención de cola de pegar. Abastecimiento de ganado para la industria valdiviana María Cristina Hebilla manifiesta, que no ha sido reconocido el aporte del ganado trasandino en la industria chilena de derivados de la ganadería para la exportación, que funcionaron en Valdivia y Concepción en el siglo XIX. En relación al abastecimiento de ganado para las industrias derivadas de la ganadería, la historiografía chilena especuló que provenía de los productores locales y del valle central. Sin embargo la estadística comercial de la segunda mitad del siglo XIX, desde el puerto de Valdivia-Corral, se exportó un numero de suelas anuales, que considerando la masa ganadera de la región, debería haber utilizado toda la capacidad de ganado vacuno de Chile. Ante la imposibilidad matemática de esta exportación nos obliga a considerar que el único mercado que permitió abastecer la demanda de dichas industria fue el mercado ganadero trasandino, donde el indígena tuvo un importante papel. La historiografía argentina decimonónica y las autoridades de la época han colocado excesivo énfasis en el robo de ganado desde las estancias del sur de Buenos Aires como el principal abastecedor del mercado chileno. La lectura desapasionada y crítica de viajeros y exploradores, como Guinnard, Munster, Olascoaga, Zeballos, Moreno y Cox, nos permite sostener que el tráfico de ganado que se realizaba desde las pampas trasandinas hacia Chile, no sólo era producto de los malones realizados por los indígenas, sino fruto del surgimiento de una economía pastoril indígena al sur de la provincia de Buenos Aires, Neuquén, Rio Negro y Chubut, resultado de las transformaciones que había sufrido la sociedad indígena en los siglo XVII y XVIII. Es indudable que una parte del ganado que los traficantes trasladaban a Valdivia, era producto de los malones realizados a las estancias rioplatenses. Pero los indígenas tenían otras formas de proveerse de ganado para enviar a los mercados del Pacífico: las raciones que el gobierno argentino entregaba a los principales caciques, como lo relata un testigo que recorrió la Patagonia, ”yo he visto, con mis propios ojos mil cabezas de ganado vacuno en marcha con destino a Roque, Saihueque estaba esperando mil doscientas” (Munster, 1991: 44). Otro modo de abastecerse de ganado, era captura de ganado libre que era posible capturar en los valles cordilleranos meridionales hasta fines del siglo XIX, situación que ha sido mencionada por Munster y Cox. El desarrollo de una economía pastoril por parte de los indígenas, que incluía la mantención, crianza y cuidado de animales que hacendados chilenos dejaban a su cargo en las veranadas cordilleranas, ”hay otros caciques que hacen de capataces de hacendados chilenos y reciben en guarda miles de animales que devuelven religiosamente después de invernarlos” (Oloscoaga, 1974: 23). También los indígenas operaban como intermediario de hacendados argentinos del sur de Cuyo, que para ingresar el ganado a Chile y evitar el control de las autoridades lo enviaban por territorio indígena. Para María Cristina Hebilla, como la producción chilena del valle central no podía satisfacer la demanda de ganado de las curtiembres, los industriales “comenzaron a comprarlos a los productores intermediarios de Cuyo y ocasionalmente de la Pampas, siempre utilizando mano de obra indígena” (Hebilla, 1999). La autora manifiesta que este tráfico estuvo oficialmente silenciado para evitar el pago de impuestos. Cuanto ganado procedente de las pampas trasandinas ingresó a Valdivia, es una cuestión complicada y difícil de resolver con exactitud. El hecho de ser un comercio informal que funcionaba al margen del control del Estado, con un esquema y características propias, con ratos de palabra, no reglamentado por Miradas Transcordilleranas 17 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) legislación aduanera y comercial, incidió en la falta de documentación. En cuanto al número de animales movilizados, debió alcanzar miles al año. Los datos que manejaban las autoridades argentinas nos hablan de 40 a 80 mil cabezas al año, promedio que no parece excesivo, si se tiene en cuenta el elevado número de curtiembres que funcionaban en Valdivia y cantidad de suelas exportadas. De los datos estadísticos se desprende, que la producción de ganado de la región no estaba en condiciones de satisfacer la demanda de las curtiembres de Valdivia, igualmente la producción nacional, debido a que por temporada sólo se podía faenar el 25% de la producción. Ante la imposibilidad de abastecer las curtiembres de Valdivia con ganado nacional nos obliga a considerar que el único mercado que permitió aprovisionar a dichas industrias fue el mercado ganadero trasandino. Conclusiones La existencia de un régimen de intercambio de larga duración, que relacionaba la plaza de Valdivia con los grupos indígenas de la precordillera andina y las pampas trasandinas, permitió el funcionamiento de las industrias de los derivados de la ganadería en la segunda mitad del siglo XIX en Valdivia. Fue la complementariedad de redes indígenas con redes capitalistas lo que permitió el funcionamiento de uno de los pocos intentos exitosos de la industria chilena en el siglo XIX, como fueron las industrias derivadas de la ganadería, donde el indígena tuvo una importante participación que la historiografía chilena ha ignorado. Que sumado a otros factores nos permiten comprender dicha situación. Durante el periodo colonial el ganado trasandino siempre fue importante para la gobernación de Chile, la falta de praderas y la estrechez del territorio para la crianza de ganado vacuno a gran escala y la facilidad para adquirirlo a los indios, permitió satisfacer la demanda interna y transformó al indígena en ESTADISTICA 1883 200.000 SUELAS EXPORTADAS 156.000 PROCEDENTES DE LAS CURTIEMBRES DE VALDIVIA QUE CORRESPONDE AL 78% DE LAS EXPORTACIONES. 100.000 ANIMALES FAENADOS A NIVEL NACIONAL 75.000 ANIMALES FAENADOS REGIÓN PRODUCCION DE GANADO NACIONAL 267.310 ANIMALES VACUNOS REGIÓN 15.852 ANIMALES VACUNOS proveedor de ganado para los mercados del Pacífico. A mediados del siglo XIX se incremento la dependencia del ganado trasandino para abastecer el mercado chileno. La exportación de trigo a los mercados de Australia, California y Atlántico, impulso a los agricultores chilenos a aumentar los cultivos de cereales en el valle Central, incorporando tierras a la agricultura que antes eran utilizadas para la ganadería. De ahí la importancia histórica del ganado trasandino para abastecer la demanda de los mercados del Pacífico. La situación favorable de Valdivia dentro del espacio indígena y su marginalidad de los centros de poder del nuevo Estado, permitió la supervivencia de un espacio fronterizo hasta fines del siglo XIX, integrado por Valdivia, Araucanía y las Pampas que facilitó la circulación y comercialización de ganado a gran escala, que se convierte en soporte de la economía indígena y de los industriales de Valdivia. Los grupos indígenas además de proveedor de ganado para las industrias de derivados de la ganadería fue el mercado consumidor de la producción de alcohol de grano de las destilerías de Valdivia. Situación que se vio facilitada por la existencia de numerosos Miradas Transcordilleranas 18 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) pasos cordilleranos a baja altura, continuación de la ruta ganadera más importante de las pampas, la rastrillada de los chilenos. Por lo demás la crianza de ganado de los territorios del interior de la norpatagonia alejados de la costa, siempre estuvieron vinculados a los mercados del Pacífico. Finalmente debemos precisar que al hablar de industrialización de Valdivia, en ningún caso estamos planteando, que se puso en marcha una revolución industrial con implicancias económicas y sociales, sino que en el ámbito regional y local se impulso un cierto desarrollo de la actividad industrial siguiendo algunos patrones de países industrializados que la historiografía chilena ha pasado por alto, donde el mundo indígena tuvo una importante participación. Bibliografía ALCAMAN, Eugenio “Los Mapuches- Huilliches del Futahuillimapu Septentrional: Expansión Colonial y Alianzas políticas (1750-1752) Revista Indígena BANDIERI, Susana, BLANCO, Graciela, VARELA, Gladys “Hecho en Patagonia.La Historia en la perspectiva regional. CEHIR Facultad de Humanidades Universidad Nacional del Comahue. Neuquen 2006 BERNEDO, Patricio “Los Industriales Alemanes de Valdivia, 1850-1914” Revista Historia Vol. 32, Instituto de Historia Universidad Católica de Chile, 1999 BLANCPAIN, Jean Pierre “Los Alemanes en Chile.(1816-1945) Tesis Doctoral. Traducción (Mimeografiado) Yves Javet CARVALLO Y GOYENECHE, Vicente “Descripción histórica-geográfica del Reino de Chile”, Colección de Historiadores de Chile, Tomo X, Santiago, 1876 COX, Guillermo “Viaje a las regiones Septentrionales de la Patagonia. 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Editorial Elefante Blanco, Buenos Aires2001b MUNSTER, George “Vida entre los Patagones” Ediciones del Solar, Buenos Aires 1964 OLOSCOAGA, Manuel “Estudio Topográfico de la Pampas” Ed. EUDEBA 1974 PEREZ ROSALES, Vicente “Ensayo Sobre Chile” Ediciones de la Universidad de Chile” 1980, Pág. 206 PINTO, Jorge “La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche. De la inclusión a la exclusión” Pág. 45. Santiago 2003. VILLARINO, Basilio “Diario del Piloto de la Real Armada D. Basilio Villarino del reconocimiento que hizo del río Negro Costa Oriental de la Patagonia el año 1782: Imprenta del Estado. Buenos Aires 1839. Miradas Transcordilleranas 19 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Catalina Gobantes Universidad de Chile Santiago - Chile Jonathan Barton Álvaro Román Alejandro Salazar Universidad Católica de Chile – Santiago - Chile Migraciones laborales entre la Isla de Chiloé (Chile) y Patagonia Austral: Relaciones históricas y cambios recientes en un espacio transnacional E sta ponencia se enmarca en el proyecto FONDECYT Regular 2010 No.1100519, “Planificando una monocultura: actores y transformaciones territoriales en Chiloé frente al desarrollo de la salmonicultura, 1982-2008” (Chile), y cuenta con el apoyo adicional del proyecto del Norwegian Research Council, “Negotiating New Political Spaces” (Noruega). Introducción Desde fines del siglo XIX hasta la década de 1980, más del 50% de la población nacida en la Provincia de Chiloé se empleó temporal o definitivamente en industrias regionales intensivas en mano de obra no calificada, localizadas en la Patagonia Austral chilena y argentina. Este territorio corresponde a las Regiones de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo y de Magallanes y la Antártica Chilena, en Chile, y a las Provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en Argentina. La emigración desde Chiloé se ha visto recientemente disminuida en parte por el declive de algunas de estas industrias, pero principalmente por el fuerte desarrollo de la salmonicultura en la Provincia desde 1982. Ello ha generado importantes migraciones de retorno y ha incidido tanto en la disminución de la tradicional emigración chilota como en una fuerte migración campo-ciudad al interior del Archipiélago. Esta ponencia aborda los flujos migratorios de población desde el Archipiélago de Chiloé hacia la Patagonia Austral a partir de la tercera década del siglo XX. Desde un enfoque regional, nos centramos en los esquemas migratorios y en la relevancia de la migración laboral hacia Patagonia como rito de pasaje de los jóvenes chilotes. En este sentido, nuestro estudio se concentra tanto en las trayectorias de los migrantes hacia sus lugares de destino, como en las implicancias de los movimientos migratorios para sus comunidades de origen. Los resultados que se presentan provienen de una investigación aún en curso, y los datos se basan en dos fuentes principales: un estudio etnográfico llevado a cabo durante el año 2010 en Chiloé, y el análisis de una serie de más de 80 relatos de vida de chilotes en Patagonia, publicados por el historiador Felipe Montiel (2006 y 2010). De manera complementaria, se analizan fuentes secundarias y microdatos censales referidos a migración interna en Chile. Miradas Transcordilleranas 20 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Migrantes chilenos en la Patagonia Argentina Al igual que las demás migraciones limítrofes, la migración chilena en Argentina se relaciona estrechamente con el desarrollo de las economías regionales de exportación. Sin embargo, a diferencia de lo descrito para otros inmigrantes, la chilena no ha seguido los patrones de asentamiento de las migraciones internas –que han tendido a dirigirse al Área Metropolitana de Buenos Aires–, sino que se ha concentrado y mantenido en las provincias patagónicas, donde reside más del 50% de los chilenos en Argentina (Benencia, 2009) (Cuadro 1). En este contexto, los mayores flujos migratorios de chilenos a la Patagonia Argentina corresponden al período de implementación de la política de sustitución de importaciones (1930-1970) y hasta mediados de los años 90, con un corto período de retracción durante el conflicto por el Canal Beagle en 1978. En la región patagónica se distinguen dos grandes polos de atracción para los migrantes que buscan mejores oportunidades de empleo. Por un lado, las Provincias de Neuquén y Río Negro (Patagonia Norte), que se caracterizan principalmente por ofrecer empleo en la Centros poblados y provincias de destino en Patagonia Argentina Total país Distribución inmigrantes chilenos por regiones 18,4 Región Geográfica Área Metropolitana Resto de Bs.As. 11,4 Centro 2,9 Cuyo 12,2 Noreste 0,2 Noroeste 1,0 Patagonia 53,9 Total país 100,0 Fuente: Benencia, 2009 CUADRO 1 Distribución de los inmigrantes chilenos en Argentina, 1991 fruticultura de exportación; y por la otra, las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego (Patagonia Austral), donde se ha concentrado la demanda de mano de obra asociada a la ganadería ovina, la minería del carbón y la explotación de hidrocarburos. En 1997, la Patagonia Norte concentraba el 29,16% de los inmigrantes chilenos en Argentina y Patagonia Austral el 22,7% (Cuadro 2). Número de residentes chilenos 244.087 % 100,00 Neuquén (Neuquén) 29.981 12,28 Bariloche (Río Negro) 41.206 16,88 Total Patagonia Norte C.Rivadavia, Trelew y Esquel (Chubut) Río Gallegos (Santa Cruz) Río Grande y Ushuaia (Tierra del Fuego) Total Patagonia Austral 71.187 29,16 24.004 9,83 22.450 9,19 8.986 3,68 55.440 22,70 126.627 51,86 Total Patagonia Argentina Fuente: adaptado de Benencia, 2009 CUADRO 2 Localización de la población chilena según número de residentes, en provincias y grandes centros poblados de la Patagonia Argentina, 1997 Miradas Transcordilleranas 21 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Debe tenerse en consideración que los datos censales sólo registran aquella población legalmente asentada, quedando fuera la radicación no documentada (ingresados en su mayoría como turistas) y la que no permanece en el país (“golondrina”). Si bien la inmigración a la Patagonia Norte se encuentra bastante documentada (Benencia, 2000; Cerutti y Petruccelli, 2001; Sassone, Sánchez y Matossian, 2007; Ciarallo, et.al., 2008; Gundermann, González y De Ruyt, 2009; Matossian, 2010, entre otros), la Patagonia Austral no ha despertado el mismo interés, con la excepción del estudio de Mármora (1968) sobre los migrantes chilenos en Comodoro Rivadavia. Asimismo, la mayoría de los trabajos citados se ha enfocado exclusivamente en los mecanismos de integración o marginalidad de los inmigrantes en sus lugares de destino, no abordándose la situación en los lugares de origen. A pesar de esta desigualdad de información disponible, podemos deducir que los migrantes en cada zona provienen de regiones diferentes, lo que se observa a partir de la localización de los pasos fronterizos (Figura 1). De acuerdo con su localización, mientras la migración hacia las provincias de Neuquén y Río Negro se originaría principalmente en la Región de la Araucanía (Temuco), Los Ríos (Valdivia) y Los Lagos (Osorno y Puerto Montt) –lo que es confirmado por la bibliografía–, los flujos que se dirigen a la Patagonia Austral provendrían de las regiones fronterizas de Aysén (Aysén y Coyhaique) y Magallanes (Puerto Natales y Punta Arenas). Pero las regiones patagónicas de Chile (Aysén y Magallanes) han sido ellas mismas un foco de atracción de migraciones internas. Por Región De Aysén De Magallanes Total Patagonia Chilena Población residente 65.561 129.141 194.702 FIGURA 1 - Pasos fronterizos y principales ciudades de la Patagonia. Fuente: elaboración propia. ejemplo, si revisamos el lugar de nacimiento de la población que residía en esta zona en 1982, se observa que cerca del 45% había nacido en una región chilena diferente (Cuadro 3). De acuerdo con los datos censales de migración entre Divisiones Administrativas No Tasa de Inmigrantes migrantes inmigración 42.384 23.177 35,35 64.807 64.334 49,82 107.191 87.511 44,95 Fuente: www.cepal.org/migracion/migracion_interna/ CUADRO 3 Población residente e inmigrante interna en la Patagonia Chilena, 1982 Miradas Transcordilleranas 22 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Región de Magallanes y Región de Aysén Antártica Chilena Comuna de N° Residentes Comuna de N° Residentes Residencia nacidos en Residencia nacidos en Habitual Chiloé Habitual Chiloé Coyhaique 3.259 Natales 3.632 Torres Del Lago Verde 21 109 Paine Aysén 1.839 Punta Arenas 15.084 Cisnes Chile Chico 233 Rio Verde Laguna 313 Blanca 212 San Gregorio Río Ibáñez 191 Porvenir Guaitecas 169 161 402 1.126 Cochrane 78 Primavera 324 O’Higgins 15 Timaukel 143 Tortel 10 Navarino 81 Antártica 0 Total chilotes % del total de inmigrantes 6.171 Total chilotes % del total de 26,6 inmigrantes 21.231 33,0 Fuente: www.cepal.org/migracion/migracion_interna/ CUADRO 4 Población chilota residente en comunas de Patagonia Chilena, 1982 Menores –correspondientes a las Comunas–, esta inmigración proviene de los más diversos lugares del territorio nacional. Sin embargo, se observa una sobrerrepresentación de población originaria de las comunas de la Provincia de Chiloé (Región de Los Lagos). Ésta se concentra especialmente en la ciudad de Punta Arenas, seguida de las ciudades de Puerto Natales, Coyhaique, Aysén y Porvenir (Cuadro 4). Considerando la importancia que ha tenido la población chilota en la composición demográfica de las regiones patagónicas chilenas, es probable que sea también relevante entre la población que ha migrado desde éstas a la Patagonia Austral Argentina. Esta hipótesis se ve fortalecida por la existencia de numerosas organizaciones chilotas en el territorio patagónico, entre las que destaca el “Centro Hijos de Chiloé” de Punta Arenas. Por otra parte, las asociaciones de chilenos en Patagonia Argentina cuentan también con una mayoría proveniente de Chiloé. Entre éstas destacan: a) “Centro Chileno”, con sede en Río Gallegos, Río Grande y Ushuaia. b) “Asociación 18 de Septiembre” de Río Gallegos. c) “Centro de Residentes ChilenoArgentinos” de El Calafate. d) “Centro de Residentes Chilenos” de Comodoro Rivadavia. Además se han registrado otras asociaciones de residentes chilenos en San Julián, Puerto Santa Cruz y Río Turbio. Con el objetivo de profundizar en las trayectorias migratorias de la población chilota en Patagonia, a continuación de presentan los resultados preliminares de una serie de entrevistas enfocadas en la experiencia de esos viajeros. Miradas Transcordilleranas 23 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Trayectorias migratorias de chilotes en la Patagonia Austral Cuando se llega por primera vez al Archipiélago de Chiloé, llama la atención el dinamismo de sus principales centros urbanos y la numerosa población proveniente de los más distantes lugares del país. Estas cualidades se relacionan directamente con el vertiginoso crecimiento de la industria del salmón en las últimas décadas, y aun cuando ésta sufrió una enorme crisis en el 2007 –cuyos efectos aún se perciben–, la Provincia sigue siendo el principal polo de desarrollo de la salmonicultura en Chile. Ese dinamismo y mixtura de orígenes contrastan a simple vista con la sencillez y relativo aislamiento de cientos de pequeñas localidades donde sus habitantes viven de la ganadería de pequeña escala y la agricultura de autoabastecimiento, muchas veces complementadas con actividades de pesca y marisqueo artesanales. Sin embargo, ese aislamiento es sólo aparente. Mucho antes de la construcción de carreteras y la pavimentación de caminos para Provincia Chiloé Aysén Magallanes Total Los Canales 1895 1907 77.750 88.619 - - favorecer el transporte de salmones, los chilotes ya elaboraban avanzadas embarcaciones y lograban combatir así las dificultades que los bosques imponían al desplazamiento, algo indispensable para el intercambio comercial y la interacción social. Así, la vasta experiencia de navegación de esta población se extendió tempranamente desde el Canal de Chacao hasta el Estrecho de Magallanes. Desde mediados del siglo XIX los chilotes fueron además el principal contingente para el poblamiento de las nuevas ciudades que se fundaban: Punta Arenas en 1848, Porvenir en 1894 y Puerto Natales en 1911. Todas ellas crecieron enormemente con el auge de la explotación ganadera, favorecida a su vez por el crecimiento de la industria textil británica, dando origen a un movimiento migratorio que llegaría a conocerse como la “diáspora chilota” (Urbina, 2010:12) (Cuadro 5). Esta estrecha relación se consolidó además con la creación de la Región de Los Canales en 1950, que agrupaba a la actual Provincia de Chiloé y las Regiones de Aysén y Magallanes en una única unidad político-administrativa. 1920 1930 1940 1952 110.348 90.971 101.706 100.687 - 9.711 17.014 26.262 5.170 17.330 28.960 37.913 48.813 55.206 82.920 105.949 139.308 138.595 167.533 182.155 Fuente: Mancilla y Rehbein, 2007 CUADRO 5 Población en las provincias de la Región de Los Canales, 1895-1952 Como bien observan Mancilla y Rehbein (2007), la dinámica de crecimiento constante de la población de Chiloé entre fines del siglo XIX y la segunda década del siglo XX sufrió un quiebre hacia 1930, lo que coincide con el aumento de población en las regiones patagónicas. Asimismo, a pesar de existir una leve alza en 1940, la tendencia nos indica la persistencia de un movimiento emigratorio. Los primeros viajes temporales fueron protagonizados por chilotes que partían estacionalmente a la caza de lobos marinos y la tala de ciprés en las Guaitecas, o en busca de oro en las cercanías de Cucao. El resto del tiempo lo dedicaban a la agricultura, que en su ausencia quedaba a cargo de la mujer, los hijos más pequeños y los parientes que vivieran en las cercanías: “Mi padre fue viajero, trabajó cazando lobos marinos en la lobería de Chaiguaco… Salían en el mes de Diciembre para regresar a fines de Enero... // También mi padre hacía otros viajes en Miradas Transcordilleranas 24 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) busca de oro y de ahí aprovechaban el mismo viaje para cazar los coipos… eso era de Abril hasta Agosto, porque en esa época la piel estaba bien para trabajar y curtir los cueros, antes hacían abrigos con eso y eso se vendía. // El dinero que obtenían por la venta le alcanzaba para comprar las cosas de comer en la casa para dos o tres meses, porque él venía a estar a la casa un mes o dos meses… Yo me acuerdo de eso porque él nunca dejó abandonada la agricultura”. (Sonia Filomena Vera Vera, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:27). “… primero comencé a trabajar de obrero, de hachero, cortaba ciprés en las Guaitecas… Ya en Octubre más o menos se iba uno y la temporada duraba cuatro o cinco meses a veces. //… yo hice dos temporadas y se ganó un poquito nomás que alcanzaba para comprarse un par de zapatos o cualquier cosa; poco pagaban esos ricos…”. (Benjamín Nauto, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:46-47). La instalación de las primeras empresas de navegación marcó un hito decisivo. En 1938 se creó FERRONAVE, la división marítima de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, que unió regularmente las ciudades de Puerto Montt y Punta Arenas. Los chilotes entonces sólo debían cruzar el Canal de Chacao para embarcarse hacia el sur. En la década de 1950 esta empresa – ahora bajo el nombre de Empresa Marítima del Estado (EMPREMAR) – incorporó una línea directa entre el puerto de Castro y Punta Arenas (Montiel, 2010:23). A pesar de las repetidas crisis suscitadas por la baja en la demanda internacional de carbón, lana y carne de cordero, o por coyunturales nevazones que afectaban a la industria ganadera, la migración chilota hacia la Patagonia se mantuvo relativamente estable entre mediados de los años 30 y fines de la década del 70. Estos viajes tomaban una de tres posibles modalidades: migraciones temporales dependientes de las diversas ocupaciones (esquila y faena en frigoríficos, principalmente); semipermanentes en uno o varios empleos durante más de un ciclo anual; o permanentes, lo que implicaba la radicación definitiva fuera de Chiloé. Estas mismas modalidades han sido identificadas en la caracterización de los movimientos migratorios de campesinos mapuche hacia las regiones argentinas de Neuquén y Río Negro (Gundermann, González y De Ruyt, 2009). El trayecto que seguían estos flujos tenía dos destinos diferentes: Puerto Aysén o Punta Arenas. Quienes se dirigían a Puerto Aysén podían embarcarse en Castro o en alguno de los puertos intermedios del archipiélago, y seguir el rumbo hacia Coyhaique y las estancias cercanas, o llegar hasta Comodoro Rivadavia o Caleta Olivia, en Argentina: “Se embarcaban en el puerto de Chonchi, habían unos barquitos chicos no de la empresa marítima, sino de unos pequeños empresarios de Chonchi que tenían unos barquitos y movilizaban gente a Puerto Aysén que después seguía para Coyhaique y de ahí cruzaban a Balmaceda, Coyhaique Alto y se trasladaban a territorio argentino a la zona de Santa Cruz y a Comodoro Rivadavia que ya era provincia de Chubut. En todas esas partes frecuentó el chilote ganándose la vida”. (Humberto Gómez Bórquez, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:106). Quienes se dirigían a Punta Arenas podían hacerlo embarcándose en Puerto Montt o Castro. Desde Punta Arenas existían líneas de buses hacia Puerto Natales, Río Turbio, Río Gallegos y San Julián. Asimismo, muchos chilotes optaban por cruzar a Tierra del Fuego en lancha (desembarcando en la llamada “Bahía Chilota”, cerca de Porvenir), y desde ahí se movilizaban hacia Río Grande, Ushuaia y las estancias de la zona. Si bien ya en 1930 se había abierto una ruta aérea entre Puerto Montt y Punta Arenas, y posteriormente desde Punta Arenas a Río Grande, su uso no fue frecuente entre los viajeros chilotes, excepto entre aquellos cuyos empleadores pagaban el pasaje. Miradas Transcordilleranas 25 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) FIGURA 2 - Principales puertos de embarque en Chiloé y sus destinos en la Patagonia. Fuente: elaboración propia en base a Montiel (2010) e imagen disponible en www.chiloeweb.com La situación económica en Chiloé no era fácil a mediados del siglo XX. Además de la nula inversión en obras públicas por parte del Estado, gran parte del territorio estaba ocupado por bosques impenetrables. Por otra parte, la mayoría de las propiedades agrícolas eran “chacras” de alrededor de 600 m2 (Mancilla y Rehbein, 2007:93). Si bien la subsistencia era posible a partir de estas pequeñas unidades productivas, las constantes fluctuaciones en el precio del trigo y la papa –los principales cultivos del Archipiélago–, las dificultades para transportar estos productos fuera de Chiloé y el inclemente clima hacían muchas veces preferible el empleo temporal en otras industrias. Por lo demás, para muchos chilotes esta migración laboral era la única fuente de dinero pues la economía chilota se basaba mayoritariamente en el trueque y en complejos mecanismos de trabajo colaborativo. Las fuentes de empleo dependían del lugar de destino. En primer lugar, la industria ganadera ofrecía trabajo estacional en las grandes estancias ubicadas en todo el territorio patagónico, tanto en Chile como en Argentina. Asociados a éstas se instalaron numerosos frigoríficos, privilegiándose la localización en puertos para la exportación de lana y carne. Los más importantes estaban en Puerto Natales y el vecino Puerto Bories; en Puerto Santa Cruz, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Los considerables puestos de trabajo que ofrecía el frigorífico de Río Gallegos junto con otras industrias menores, hicieron de esta ciudad un sitio de gran atractivo para los chilotes. En segundo lugar, una de las industrias más importantes de la región fue la del gas y el petróleo. Con centros en Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia, y una importante refinería en Bahía Blanca (Provincia de Buenos Aires), esta Miradas Transcordilleranas 26 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) industria atrajo principalmente a aquellos chilotes que desembarcaban en Aysén, quienes tendieron a asentarse en los campamentos construidos por las empresas petroleras. Otras industrias relevantes en demanda de mano de obra no calificada fueron la minería del carbón en Río Turbio, la metalúrgica y agrícola en Chubut, y la minería de arcilla en San Julián. En algunas zonas de la costa atlántica fueron también importantes las plantas procesadoras asociadas a la pesca industrial. Finalmente, en todos los centros urbanos que crecían con el desarrollo de las industrias regionales se ofrecía empleo en construcción, y en los puertos existían también posibilidades laborales en múltiples tareas. Otro tanto ocurría en las zonas en que se construían obras públicas de gran envergadura: líneas de ferrocarril, carreteras, gasoductos, etc. En estas ciudades no fueron pocos los chilotes que ascendieron social y económicamente con la instalación de bares y pequeños locales comerciales. La radicación temprana de chilotes en Patagonia fue creando extensas redes de conocidos y familiares a las que se apelaba toda vez que se decidía emprender el viaje en busca de empleo o de aquel ideal de vida errante del que tantas veces se oyó hablar en torno al fogón. Por otra parte, ser oriundo de Chiloé constituía un argumento suficiente para ser recibido y ayudado por los “paisanos” radicados en los más remotos lugares, fortaleciéndose en la lejanía el sentimiento de arraigo. El primer viaje ocurría generalmente a los 16 años, edad en la que ya se había abandonado la educación escolar y era posible obtener un contrato de trabajo formal en las estancias (Montiel, 2010). Ese viaje se emprendía tradicionalmente en compañía del padre o algún tío o vecino, y en el caso de emplearse en una estancia, las temporadas se hacían como parte de una “comparsa” o “cuadrilla” (grupo de hombres que cubría las más diversas ocupaciones necesarias en las estancias). Otra forma recurrente de comenzar era cumpliendo el servicio militar en Aysén o Punta Arenas, donde solían quedarse los jóvenes chilotes durante varios ciclos anuales. El trabajo podía buscarse una vez arribado a la Patagonia, pero en muchas ocasiones se accedía a él a través de contratistas o “enganchadores” a los que se contactaba en Chiloé o en las principales ciudades australes del país. Con el tiempo, esos mismos trabajadores chilotes podían transformarse en reclutadores de mano de obra entre las islas del Archipiélago. En definitiva, el lugar de destino dependía en gran medida de la localización de las redes con que contaba el trabajador. Las redes eran necesarias también cuando la demanda de boletos de barco era muy alta. Estos “padrinos” aseguraban la posibilidad de viajar y eran además importantes fuentes de información sobre ofertas de empleo en lugares distantes. Las oficinas de venta de pasajes entregaban también información sobre la situación laboral en los lugares de destino, y en ellos se publicaban carteles de advertencia en los momentos de crisis y cesantía (Mancilla y Rehbein, 2007:93-94). Lo mismo sucedía con radios y periódicos locales, que siguen siendo fundamentales para el mercado laboral interno de la Provincia. Los flujos migratorios descritos generaron también fuertes transformaciones en las comunidades de origen de los viajeros. En primer lugar, éstos adquirían un estatus especial entre sus pares, que se manifestaba mediante la compra de vestimenta y accesorios como relojes y cinturones: “… uno se dedicaba a vestirse, regresé pilchado con 3 trajes, se vestía de pies a cabeza, buenos zapatos, camisa, corbata, pantalón, chaqueta y buen reloj de pulsera”. (Segundo Cárcamo Andrade, Comuna de Castro, en Montiel, 2010:100). “El che amigo se vestía con bombachas, unos pantalones grandotes que habían antes y botas acordeonadas, pañuelo de cuello y boina. El paisano nuestro se vestía con esa pinta para mandarse las partes aquí en Chile, también era costumbre comprarse un traje y corbata para que en Chile se cachiporree”. (Roberto Mancilla Soto, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:70). Miradas Transcordilleranas 27 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Más relevante aún era la inversión del ahorro de años de trabajo en mejoras para el hogar o la compra de terrenos y animales, lo que muchas veces permitió el acceso a la educación de hijos y nietos, así como la posibilidad de tener un predio en caso de no haber heredado. El sistema de herencia en Chiloé aparece como un elemento fundamental en las estrategias de los migrantes. Si bien esto no ha sido abordado aún en nuestro estudio, hemos podido observar que los terrenos de los padres se subdividen en chacras que se van entregando a los hijos en el orden en que éstos se emparejan. En la actualidad, se tiende a dar preferencia a las hijas en situación de convivencia pues siendo mujeres solteras tienen mejores posibilidades de recibir un subsidio estatal para construir su casa (posibilidades que aumentan si se trata de una madre soltera). Por su parte, los jóvenes que partían por primera vez a la Patagonia solían hacerlo siendo solteros, por lo tanto, a su regreso no siempre contaban con un terreno propio. Por su parte, los cortos viajes de retorno implicaban generalmente la provisión de alimento y ropa para todos los miembros de la familia, lo que actuaba también en favor del prestigio de los viajeros: porque la casa no era así como ahora antes de que él saliera”. (Tulio Orlando Mayorga Cárdenas, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:92). “… yo cuidé mi plata. Una vez me fui a Puerto Montt a comprar 25 quintales de harina y como 2 bolsas de azúcar, hierba y todo, me fui al fin para allá, para que le dé de comer a mis hijos, compraba en cantidades, dos años lo hice así”. (Amadeo Pérez Pérez, Comuna de Dalcahue, en Montiel, 2010:56). “Hice 35 años de esquilador, en total más de 40 temporadas, cuando fui cabro estuve como 8 años sin venir para acá y cuando ya conocí mi mujer iba a esquilar nomás y me venía…”. (Carlos Rogelio Muñoz Alvarado, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:82). “Por esos viajes hice todo lo que tengo, mi casita, compré terreno, eduqué mis hijos, tengo mi lanchita allá abajo tirada y así estoy feliz con lo que trabajé…”. (Carlos Rogelio Muñoz Alvarado, Comuna de Quinchao, en Montiel 2010:83). “[Mi padre] cuando vino trajo harta plata porque este campo en el que estamos hoy estaba todo sucio y él lo hizo limpiar y en aquella época hizo una casa también Sin embargo, el viaje de jóvenes y adultos durante largas temporadas operaba en desmedro de las labores agrícolas. Con ello se fue fortaleciendo el rol de la mujer y los ancianos en los campos, al mismo tiempo que los numerosos hijos se criaban ayudando a sus mayores antes de partir rumbo al sur. Hoy en día siguen siendo en su mayoría mujeres quienes se encargan de vender el excedente de su producción en las ferias locales. Cabe destacar que el total de viajeros entrevistados se casó en Chiloé, siendo la búsqueda de una esposa chilota un importante motivo para el regreso temporal o definitivo al Archipiélago: “… entré directamente a YPF, estuve trabajando 8 años, buena pega y buena paga… después yo me vine para acá, pedí la baja y me vine con mi platita, vine acá, me busqué una mujer y hasta la fecha estoy acá…”. (Roberto Mancilla Soto, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:68). La década de 1980 marcó un cambio profundo en las vidas de los chilotes. Por una parte, las fluctuaciones de la moneda argentina, la depreciación de los productos ganaderos y la crisis de la empresa petrolera YPF hicieron cada vez menos favorable el cambio y más escaso el trabajo. En ello contribuyó también la radicación de muchos de los migrantes, lo que fue paulatinamente estabilizando la oferta de mano de obra (sumado también a la crisis de la industria azucarera en el noroeste argentino, que propició la migración masiva de esa Miradas Transcordilleranas 28 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) población hacia las provincias patagónicas). Por el lado chileno, la exitosa instalación de la salmonicultura en 1982 dio el golpe decisivo. Miles de personas de todo el país se trasladaron a Chiloé para emplearse en las diversas tareas de la industria. Así, mientras algunos campesinos encontraron trabajo cerca de sus hogares en centros de cultivo –lo que es compatible con las labores agrícola-ganaderas–, fueron muchos más los que se proletarizaron empleándose en las plantas de proceso y producción de alimentos para la industria, debiendo trasladarse a los centros urbanos. Pero esta vez las mujeres no se quedaron en los campos para reemplazar el trabajo masculino: ellas también fueron atraídas por las posibilidades de independencia económica que ofrecía la industria y la urbanización. Muchos de esos campos han sido vendidos a los recién llegados, convirtiéndolos en residencias suburbanas. Por último y a la par del declive del viaje como experiencia fundamental en la vida de los jóvenes chilotes, la monetarización de la economía propiciada por la transformación del campesinado en mano de obra asalariada urbana ha afectado también los tradicionales mecanismos de trabajo solidario en el campo. Éstas y otras manifestaciones culturales han pasado a ser en la actualidad parte de una historia cada vez más lejana en el tiempo. Conclusiones preliminares El desarrollo de las economías regionales juega un papel central para la comprensión de las dinámicas migratorias en el extremo sur del continente. Sin embargo, a partir del trabajo realizado hasta la fecha podemos sostener que no se trata sólo de un fenómeno económico. Desde la perspectiva de su motivación, las migraciones chilotas a la Patagonia se explican en parte por la búsqueda de mejores oportunidades de empleo que las existentes en Chiloé. Pero más que un mejor salario en términos comparativos, se trataría de una oportunidad de obtener dinero en oposición al intercambio no monetario prevaleciente en el Archipiélago a mediados del siglo XX. Por otra parte, el viaje por mar y el enfrentamiento del chilote con la naturaleza patagónica forman parte también de un imaginario complejo en que se mezclan la mitología, el paso a la adultez, el prestigio y el ideal errante del viajero. Este imaginario desempeña un rol fundamental en las decisiones que motivan el viaje de los chilotes (demás está decir que este imaginario es exclusivamente masculino). En lo que respecta a la elección del destino de las migraciones, puede afirmarse que las distancias entre puntos de origen y destino son un factor menor comparado con la existencia de redes familiares y la solidaridad entre chilotes. Éstas operan tanto en la elección de los puntos de destino como en las estrategias adoptadas para la inserción laboral. Asimismo, ser oriundo de Chiloé constituye una cualidad central en la identidad de los viajeros y es probable que lo siga siendo entre quienes se radicaron fuera de la Provincia. En este sentido, surgen algunas interrogantes que exceden los alcances del trabajo hasta ahora realizado. En primer lugar, existe un sesgo en la muestra del estudio toda vez que los entrevistados son trabajadores que retornaron a Chiloé. Por lo mismo, cabe preguntarse sobre las estrategias de inserción social de los migrantes permanentes y el papel de las redes sociales y la identificación como chilotes o chilenos en dicho proceso. En relación a lo anterior, nos preguntamos por las posibilidades de una identidad asociada a una pertenencia binacional, particularmente en lo referido a las generaciones descendientes de chilotes nacidos en Argentina. Teniendo en consideración las disputas limítrofes que han caracterizado a la región por una parte, y dado el fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia de los chilotes, por la otra, ¿es posible que estas migraciones constituyan un caso excepcional de identificación fuera de las fronteras nacionales, donde el referente no sea la nación sino el particular territorio del Archipiélago de Chiloé? Miradas Transcordilleranas 29 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Bibliografía BENENCIA, Roberto, (2000), “Colectividades de extranjeros en Neuquén: génesis y trayectorias de sus organizaciones”. En Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 15 (45): 299-336. (2009), “La inmigración limítrofe”. 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Miradas Transcordilleranas 30 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Jorge Muñoz Sougarret Centro de Estudios para el Desarrollo Local y Regional (CEDER) Universidad de Los Lagos. Osorno, Chile M El trabajador en movimiento. La crisis fabril de Osorno y el desplazamiento de los trabajadores chilenos hacia el Territorio Nacional de Río Negro (1890-1920) uchas veces recordada, la sentencia de Juan Bautista Alberdi que condenaba a cien infructíferos años de instrucción al roto chileno, al gaucho y al cholo altiplánico —en su camino de igualación con el obrero inglés—, expone descarnadamente la consideración programática de la intelligentsia del cono sur americano. Consciente de las diferencias estructurales del mercado mundial y de las presiones ejercidas por las potencias metropolitanas —en pos de perdurar su monopolio tecnológico y fabril—, Alberdi, creemos, no denosta a los trabajadores sino, más bien, interpela a la élite. Despierta a los huérfanos de Rosas de su ensueño hacendal, informándoles que la riqueza y el progreso no descansaban en las haciendas del interior sino en los enjambres que revoloteaban las aduanas y mercados urbanos. La simplificación de Alberdi fue entendida en su simplicidad, obviando el trasfondo e incitando a políticos de menor perspicacia a creer que la solución al problema de la modernidad terminaba con la traída de trabajadores europeos que ya conocían los códigos y herramientas del mundo fabril-urbano. La obsesión relativa para con estos trabajadores —transformados en fenotipo deshumanizado—, provocó un reverdecimiento de las querellas contra todo aquel que no actuaba según el modelo ideal establecido. La consolidación, imaginaria, de una forma de trabajo y un tipo de trabajador, desconocía la existencia heterogénea de mercados laborales que captaban a un número de trabajadores igual de diversos. E, inclusive, la necesidad que tenían las economías fabriles de estos trabajadores no condicionados por los códigos modernos. La ortodoxia demostrada por las élites argentinas (y chilenas) manifestaba su desconocimiento del modelo fabril nor atlántico y las desnudaba como simples reproductoras de un modelo que conocían superficialmente. Nuestra ponencia se enmarca en la presentación del por qué aquellos trabajadores, sin disciplina, transitaron por las cordilleras en búsqueda de mejores mercados laborales y, particularmente, los chilenos que emigraron temporalmente al territorio de Río Negro debido a las coyunturas negativas en su país de origen. Miradas Transcordilleranas 31 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) El modelo fabril de Osorno: Mecanización de las labores, desmonetarización de los trabajadores Las remembranzas de las manufacturas osorninas, tanto en la reconstrucción popular como docta, han girado alrededor de odas y églogas a la labor llevada a cabo por la colonia germana (Aranda et al, 1920; Bernedo, 1999; Blancpain, 1974; Krebs, 2001; Minte, 2002). Llegados durante la segunda mitad del siglo XX, los germanos se asentaron en la ciudad y la transformaron en un parque industrial, monopolizando los flujos de personas y productos como la orientación urbanística que asumiría Osorno a futuro. Apoyados por los caudales públicos, erigieron sociedades comerciales que aprovechaban tanto el mercado indígena de materias primas (ganados pampeanos) como las capacidades del mercado interno para aceptar bienes a cambio de trabajo. La frontera sur de la Araucanía era, para la élite chilena, un espacio inhóspito, la última frontera de su mapa imaginario de la Nación. La visión de un croquis en blanco, impulsó la intervención indirecta del Estado —vía la traída de colonos nor europeos—, sin embargo, dio término a su intervención con tal acción. El retorno a la política de desatención, incentivó a la autonomía de las élites regionales —hegemonizadas por los germanos— y, postreramente, les permitió (a los colonos) llevar a cabo acciones impopulares sin mayores reacciones del Ejecutivo. La central, hacer descansar la industria en sus trabajadores. La falta de circulante, pandemia en las regiones limítrofes decimonónicas, invitó al acaparamiento del mismo por los empresarios, con miras a sus transacciones en las economías del Chile central o el extranjero. En tanto, para el mercado interior, se apoyaron en sus filiaciones con el mundo político e instauraron el pago de salario en notas firmadas, posibles de cambiar por un importe. Importe válido exclusivamente en las tiendas dependientes de la fábrica o del grupo comercial dueño de esta última. Durante la década de 1880, cuando se produjo el explosivo crecimiento de las manufacturas osorninas, este sistema no ocasionó mayores problemas ni agudizó las relaciones entre empresarios y trabajadores. No obstante, durante la década siguiente, la masificación de diversos bienes de consumo (básicos y suntuarios) incidió en el abandono de porciones de trabajadores sin calificación del mercado fabril; el lento aumento de los salarios era disipado en las tiendas y encarecía enormemente la vida sedentaria en la ciudad —e, indirectamente, la remuneración salarial dentro de la ciudad—. Sin abandonar completamente la ciudad, incontables hombres dejaron Osorno en pos de nuevas expectativas laborales, expectativas que traspasaban el macizo cordillerano. Bariloche, la dorada puerta al Territorio Nacional de Río Negro Antes del asentamiento de Carlos Wiederhold en la ribera sur este del lago Nahuelhuapi, ya los márgenes cordilleranos habían sido poblados por personas de diversos orígenes, destacándose el chileno por sobre otros. Bariloche apareció como la obvia extensión de los productores del lago Llanquihue e, incluso, de los hijos de los colonos germanos asentados en este último. Estableciendo casas comerciales, aserraderos y embarcaderos como ramificaciones del mercado fabril de Osorno y, posteriormente, del portuario de Puerto Montt, los germano descendientes configuraron un nuevo tipo de migrante —de perfil empresarial— que acompañaba a los ya tradicionales caminantes de la región. Los tiempos coloniales hubieron de consolidar al chilote (proveniente de la Isla de Chiloé, situada entre los paralelos 41º y 43º de latitud sur) como el referente fundamental al momento de establecer las rutas y trayectorias entre ambas franjas cordilleranas. El agreste clima de la isla y la abundancia de mano de obra, incentivo la expulsión masculina; grupo humano desarraigado en constante búsqueda de mejoras en los mercados laborales (Orrego, 1961: 45; Urbina, 1988: 40). Conducido por lo anterior, a través de la década dorada de la manufactura osornina, considerables chilotes se asentaron en la ciudad, integrándose en las plazas laborales que no exigían capacitación. Miradas Transcordilleranas 32 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Empero, la inversión en tecnología por sobre la instrucción, comenzó a distanciar a los sectores de trabajadores con la alta dirección industrial. En tanto aumentaba el número de trabajadores sin calificación, disminuía el porcentaje de personal capacitado; agudizando las oposiciones entre los sujetos al interior de la fábrica. Situación llevada al límite a comienzos de la década de 1890, cuando este modelo fabril comenzó a vivir sus primeros reveses —en gran medida, por la imposibilidad de expandir sus inversiones de capital sin aumentar sus costos y precio final del producto—, y se decidió trasladar los costos de inversión de capital a la mano de obra, particularmente vía la depreciación del salario-vale. Un Estado regional sediento de mano de obra para las obras públicas y un emergente mercado laboral trasandino (monetarizado), finalizaron por convencer al trabajador nacional sin calificación de la necesidad de dirigir sus intereses a nuevos horizontes (Mazzei, 1994: 154). Las circunstancias económicas particulares de Osorno se vieron potenciadas por la refractaria política emprendida por el Estado nacional, hacia el colono nacional. Asentados en una región de colonización, únicamente, desde 1898 nacionales pudieron optar a la entrega de terrenos públicos, en las provincias de Valdivia, Llanquihue y Chiloé. Sin desconocer el avance emprendido, la ley segregaba abiertamente a extensos contingentes poblacionales al exigir que el colono fuera padre de una familia constituida legalmente y que supiera leer y escribir. Ambas condicionantes que, por uno o ambos motivos, impedía el acogimiento a la ley por, aproximadamente, tres cuartos de la población regional (Comisión Parlamentaria de Colonización, 1912: 20; Torrealba, 1917: 150). Inmerso en tales circunstancias, se inició el proceso de crecimiento de las economías de Río Negro y Neuquén. El exponencial aumento de las plazas laborales, un salario mayor y pagado en moneda de curso forzoso —y no en bienes—, fueron las finales detonantes para demarcar el sendero que atravesarían un heterogéneo grupo de trabajadores chilenos hacia las plazas laborales del poniente argentino. La instalación de casas comerciales germano-chilenas (de Hube, Wiederhold y, posteriormente, la Compañía Chile-Argentina, fusión de ambos capitales), la construcción de aserraderos y conglomerados fabriles, hubo de solicitar a las poblaciones cercanas el mayor número posible de mano de obra. Desde Carmen de Patagones a Valdivia, el antiguo mundo colonial se dirigía a la nueva cuna de la urbanidad, la flor congelada de la Pampa, Bariloche. Los Estados involucrados dentro de este circuito humano, reaccionaron de forma disímil. Los representantes chilenos observaron, correctamente que, desde 1894, se realizaban nutridos intercambios entre los márgenes del Nahuelhuapi y las ciudades de los llanos centrales (Osorno, particularmente). A principios del siglo XX esta relación se hubo de estrechar, al consolidarse la ruta BarilochePuerto Octay-Osorno, con la creación del consulado chileno en la trasandina ciudad (Pizarro, 1894: 784). En tanto, desde la franja argentina, la relación con la población chilena fue ambivalente. Existió una aceptación plena a los germano descendientes, se les integró dentro de la población y le fueron otorgadas las respectivas facilidades de asentamiento e inversión. La visión general, relativa a sus personas, giró en torno a un grupo de corte empresarial y/o emprendedor que estaba dispuesto a invertir sus caudales en el país. Menos abierta fue la recepción del trabajador chileno, estigmatizado por la dirigencia de su país y la extranjera, era considerado inconstante, licencioso e insolente frente a la autoridad, sin embargo, posible de utilizar en trabajos de fuerza física. Elemento atenuante y, que bajo ciertas consideraciones, los hacía deseables como ciudadanos. Dirigido a aquel sector se propuso la conformación de políticas de entrega de terrenos, sin embargo, un porcentaje importante de trabajadores chilenos rechazaban el ofrecimiento argentino y preferían mantener su rol ambivalente de extranjeros. Ellos recibieron el encono de las autoridades y el acoso policial, provocando su progresivo desplazamiento hacia espacios meridionales hasta que, providencialmente, volvieron a Chile en la región de Aisén, posteriormente, Chile chico (Norambuena, Miradas Transcordilleranas 33 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) 1997; Ivanoff, 1999; Carreño, 2003). Contrastante con las políticas anteriormente presentadas, existió una nula recepción frente a los indígenas o chilotes que arribaban a las plazas laborales. Ambos eran considerados como escasos aportes a la economía regional; pobres en sus formas, pobres en su interacción con el mercado. El caso chilote es interesante, aún cuando es entendible para la época el prejuicio contra los indígenas, el referido a la población de Chiloé pareciera responder a una práctica aprendida. Visualizados como una degeneración del mestizo —por su humor hosco y pétreo silencio—, los chilotes deambulaban por los terrenos argentinos en busca de empleos temporales, transitando hasta el ansiado retorno a su mundo insular. Los funcionarios nacionales verán en ellos la cristalización de todo lo indeseable de la inmigración (la política de puertas abiertas comenzaba a cerrarse a fines del diecinueve), traspasando los límites verbales y semánticos, transformándose de inmigrante a extranjero y, finalmente, otro.1 Imposible no recordar a Alberdi al momento de leer en los informes oficiales, las series de adjetivos utilizados para identificar a la mano de obra chilena (en genérico), transcurren desde faltos de condición, habitantes accidentales a raza inferior. En esta transposición histórica de discursos, podemos observar la invariabilidad de la percepción de los funcionarios y dirigentes argentinos sobre un grupo social en específico. La prolongación en el tiempo del mismo discurso debería forzarnos a considerar su factibilidad y realidad de fondo (Villavicencio, 2003). La frase de Alberdi circunscrita a un contexto particular —imposible obviarlo— nos ha permitido evaluar y considerar una visión del otro que perduró (¿perdura?) durante gran parte del diecinueve y el siglo pasado. Su núcleo teórico, habría sido la suposición que el último agravante para el despegue de las economías del cono sur habría sido la imposibilidad de sus trabajadores de adaptarse al mundo moderno. Su falta de disciplina, emocional y laboral, los inciviliza (como diría Norbert Elias).2 Pero es posible entender la economía moderna exclusivamente desde uno de sus factores, despreciando la interconexión entre los factores sociales de la producción; en tanto los trabajadores vaciaban su vida en impulsos sensuales, ¿qué acciones estaban realizando los inversionistas y empresarios? ¿también estaban arrojados a su sensualismo monetario? Durante el período abordado podemos observar que el capital atlántico se movía en búsqueda de mano de obra más barata y sumisa, en tanto, en las economías del sur, el capital parecía desdeñar aquello y se asentaba en espacios sin habitantes, significándole altos costos de instalación y manutención de sus trabajadores. Cómo explicar lo anterior, nos surge una respuesta (balanceándose en los márgenes de nuestra cordura): que en una economía de espacios abiertos, en que los mayores excedentes consistían en intentar conectar a los territorios entre sí —la Pampa con la Araucanía, ambas a las ciudades chilenas y, por ellas, a los mercados de Europa del norte—, si la ciudad se transforma en un puesto comercial adyacente y complementario a lo importante (el camino), porqué no podemos pensar que buscaban y necesitaban la misma movilidad en sus trabajadores. La Estancia habrá de ser el monumento a la soledad y el desprecio a la vida urbana y sus códigos, esfinge de la autarquía Apolinario Lucero, en su informe relativo a la colonia agrícola del Nahuelhuapi, 1903, escribió: “De estos pobladores los únicos que tienen verdaderas condiciones para ser colonos son los alemanes pues tanto los indios como los chilotes se limitan a sembrar trigo y las papas que necesitan para su consumo empleándose después como peones a jornal. Es gente viciosa y dañina, incapaz de un trabajo continuado, que en cuanto reúnen algunos fondos se entrega a la bebida y a toda clase de excesos hasta consumir el último centavo, volviendo recién entonces al trabajo”. Posteriormente, la Memoria de la Dirección General de Tierras del año 1922 al 1928, indicaba que: “El mayor valor de nuestra moneda y la facilidad de trabajo en nuestro país son también causa de que sus fronteras sean a menuda traspuestas, con la agravante de que los nuevos habitantes, accidentales en su mayoría, son de raza inferior, sin ninguna conveniencia para nosotros […]”. Documentos citados por Méndez, 2007: 117 y 119. 1 El concepto de disciplina, en occidente, mantiene imborrables lazos con la vertiente psicológica que lo vio nacer — particularmente freudiana—, y descansa en la idea de la coacción interna de los instintos sensuales e individuales de la persona, como estrategia de integración al medio social. Para un estudio general de sus supuestos psicológicos, véase Mansilla, 2002. 2 Miradas Transcordilleranas 34 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) económica del liberalismo; los miles de fardos de lana acercaban más a Inglaterra que a Río Gallegos, dentro del mundo globalizado el primer elemento prescindible fue aquel que permitió la erección de aquel mundo, la ciudad. Hemos de olvidar la disciplina de Sarmiento —de ciudades, escuela, educación y ciudadanía—, en los espacios olvidados por los Estados (pero no por los mercados) la ciudadanía es la producción. En un mundo de movimientos, la ciudad inmoviliza, obstruye, genera dependencias y lazos. Los empresarios patagónicos, los verdaderos Thoreau del sur, apoyaban e incentivaban la libertad de tránsito de sus trabajadores. Los empresarios osorninos ya habían observado que se había provocado el deseado disciplinamiento, no según el modelo inglés, sino otro, uno más profundo. El disciplinamiento del sur augura los tiempos venideros, se expresa en la angustia del desempleo y se origina en la espera por el salario. La disciplina del dinero impulsó a los trabajadores a seguir al capital en su transitar por la Patagonia, hambrientos siempre de su recompensa, anhelantes de sus faenas como de sus familias abandonadas en sus puntos de origen. Olvidemos los discursos estatales de defensa de las naciones y sus identidades, el trabajador sólo es peligroso para otro trabajador; el miedo lo instala el mercado, la xenofobia el Estado. Esta es la antítesis de la disciplina civilizatoria de Elias, la disciplina del mercado de masas, fuera de las ciudades y su ciudadanía; alejada de los intereses de grupo, erigida en la competencia del hombre frente a la individualidad del otro. Miradas Transcordilleranas 35 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) Bibliografía ARANDA, Diego, LLARENA, José María y TENAJO, Rafael (1920). 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Núñez IIDyPCa, UNRN - CONICET Argentina Alfredo Azcoitia UNRN Argentina El clivaje regional de la Primera Guerra Mundial Introducción E n el presente artículo buscamos poner en diálogo algunos de los aportes de la historiografía regional a la comprensión del cambio económico suscitado en la zona del Nahuel Huapi, durante la primera mitad del siglo XX. Revisamos centralmente la vinculación con Chile, cruzando los procesos de las primeras décadas de este período con los acercamientos, en términos diplomáticos, entre ambos países, tomando como centro el espacio del corredor trasandino Bariloche – Puerto Montt. A grandes trazos, uno de los aspectos que evidencia la historiografía regional de los últimos años, es la desintegración de las economías trasandinas en la década del ‘20 y la gradual consolidación de los territorios de frontera como espacios subordinados de la economía nacional. Un recorte paradigmático en este sentido lo establece Susana Bandieri (2001), quien marca un inicio con el cambio de políticas arancelarias que implementa Chile en el marco de la primera guerra mundial y el cierre a mediados de la década del cuarenta con la industrialización por sustitución de importaciones (en adelante ISI). Sin embargo, una lectura más detenida de los avances nos alejan de explicaciones monocausales introduciendo, de acuerdo a las regiones, nuevas variables o impactos diferenciados de procesos compartidos. Un ejemplo en este sentido lo aporta Héctor Rey para la zona cordillerana rionegrina, que aún haciéndose eco de la mencionada periodización, introduce una diferencia al rescatar como central el cambio relacionado con la llegada del ferrocarril proveniente de Buenos Aires primero a Pilcaniyeu (1925) y luego a San Carlos de Bariloche (1934). Así señala que la instalación de una aduana en 1920 marcó un quiebre en la economía nahuelhuapeña que se consolidó con el ferrocarril y la rearticulación económica hacia el Atlántico (Rey, 2005). Las políticas arancelarias, la presencia del ferrocarril, la ISI, los controles ideológicos, la pertenencia social de los actores claves en las regiones, los procesos de concentración de la tierra, el establecimiento de controles armados, son algunos de los elementos que se descubren operando, tanto en el armado de determinados dinamismos de intercambios como en la desestructuración de los mismos. Miradas Transcordilleranas 37 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) La economía transcordillerana Dentro de la historiografía actual muchos aportes a la comprensión de la economía de la región del Nahuel Huapi en las primeras décadas del siglo XX se encuentran en los escritos de Laura Méndez (2005, 2006,2007). Sus investigaciones evidencian el profundo intercambio con la localidad chilena de Puerto Montt, considerando ambas localidades como parte de un circuito unificado. La estructuración común de una economía compartida, más allá de la existencia de las fronteras estatales se reconoce en que las propias fronteras tuvieron un carácter difuso (Bandieri, 2001), de modo que la falta de presencia, e incluso la decisión explícita de abrir el intercambio, se pueden considerar, a principio de siglo XX, como condiciones fundamentales para la pervivencia del circuito económico argentino-chileno. La consolidación de la población encuentra en este proceso una explicación central, y no sólo por la importante corriente migratoria proveniente de la región trasandina, sino porque mayormente quienes conocían el potencial comercial de carnes rojas al área del Pacífico se ubicaron como pobladores materiales. Como contrapunto, el traslado de tierras públicas a manos privadas, iniciado con el decreto de fundación de 1902, otorgado a quienes no valoraron este potencial, dio lugar a la venta especulativa antes que al poblamiento concreto (Bandieri y Blanco, 2001). Numerosos inversores chilenos, atraídos por espacios donde criar su ganado y articular esta producción con el circuito comercial transoceánico que se estaba gestando desde Puerto Montt, participaron activamente en las compras de tierra de toda la región andina. Por esto, la cordillera patagónica, sobre todo aquella geográficamente constituida con valles transversales, operó como sector económico del sistema urbano chileno hasta las primeras décadas del siglo XX (Bandieri, 1991). En la región de los lagos estudiada, la consolidación de estructuras modernas de producción y comercialización se reconoce “pos conquista” con la llegada de pobladores desde 1890, Enrique Somerville, José Tauscheck y Otto Goedecke, son algunos de los nombres que se destacan entre quienes llegan a la región del Nahuel Huapi (Ministerio de Agricultura, 1938: 34). El chileno-alemán Carlos Wiederhold, que se asienta en 1895, es reconocido como el primer poblador blanco del actual asentamiento de San Carlos de Bariloche y fundamentalmente, el primer comerciante. Como un ejemplo que se suma a la lógica descripta, Wiederhold llega de la chilena provincia de Llanquihue, buscando espacios para expandir la industria maderera. Con este fin se establece en la región lacustre y promueve la conformación de un pueblo al incentivar la migración de sus conciudadanos hacia esta nueva zona de producción (Ministerio de agricultura, 1938). Así, de una economía que en el siglo XIX se articuló en función del intercambio ganadero, que repetía rutas y actores de pueblos originarios, que articulaban regiones argentinas y chilenas para el traslado, engorde y cría de ganado (Carreño, 2011), las últimas décadas del XIX, muestran un clivaje que, a la ganadería sumó la agricultura y la explotación maderera en un dinamismo que descubre una vasta pluralidad de actores y formas productivas tanto en el territorio argentino como en el chileno (Flores Chavez, 2006). En los primeros años del siglo XX Méndez (2006) reconoce tres prácticas económicas diferenciadas en la región nahuelhuapeña, e) la producción agrícola para el autoconsumo y abastecimiento de parajes vecinos (producía más del 90% de la producción agrícola de la región aledaña) f) la ganadería (ovina y bovina) para la exportación a Chile y a otras regiones del Territorio Nacional g) El establecimiento de una gran casa comercial en San Carlos de Bariloche, la Chile-Argentina. La creación de esta casa comercial forma parte de la edificación simbólica de la localidad, que de hecho reconoce su origen en el establecimiento comercial de Carlos Wiederhold, instalado en 1895, que será la base de la línea comercial que este poblador Miradas Transcordilleranas 38 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) proveniente de Chile, instala uniendo la región del Nahuel Huapi con Puerto Montt a través del paso Pérez Rosales. El inicio del siglo XX descubre este esquema con un cambio fundamental, Wiederhold transfiere sus bienes a Federico Hube y Rodolfo Achelis, quienes suman a este emprendimiento, en 1901, la estancia San Ramón (de más de treinta mil hectáreas) y en 1904 casi cuatrocientas veinte mil hectáreas del sur de Neuquén. Va a ser en octubre de ese mismo año cuando se constituya la “Sociedad Comercial y Ganadera Chile-Argentina” (Lusetti y Martín, 2000). El lago Nahuel Huapi se presenta como un eje vertebrador de las primeras décadas y San Carlos de Bariloche crecerá al ritmo de este comercio, dada su posición estratégica en relación al paso cordillerano Pérez Rosales. Los actores que se reconocen tienen, como en el resto de la Patagonia, carácter variado dado que contienen una pluralidad de situaciones, prácticas productivas y vínculos con la tenencia de la tierra, que nos obliga a alejarnos de las lecturas reducidas a un territorio dicotomizado entre grandes propietarios y peones u ocupantes sin propiedad, tanto en las formas de acceso a la tierra como en las estrategias productivas las situaciones son múltiples y diversas (Blanco, 2006). Esta descripción nos permite avanzar sobre algunos debates relacionados con las rupturas y continuidades de estos procesos tan heterogéneos. La fuerte presencia del Estado Nacional en Argentina, en la década del ‘30, permite plantear a Finkelstein y Novella (2006) la cristalización del cambio de proyectos a partir de eliminar las acciones y posibilidades de práctica alternativas a los lineamientos ideados desde el poder central. Esta destrucción de los proyectos que se habían generado regionalmente, en el espacio que nos ocupa, y que expresaban un funcionamiento económico diferenciado y diversificado, no sólo se explica por el ejercicio de consolidación del Estado Nacional en los ‘30, sino (y sobre todo para el espacio que nos ocupa) en el clivaje en la primer guerra mundial, que fue el inicio del desmembramiento económico de la región transcordillerana. La Primera Guerra y el clivaje de los años ‘20 Si observamos la región desde su faz transcordillerana, encontramos que en Chile se producen notables cambios iniciada la segunda década del siglo XX. Desde 1910 se asiste a un cambio en la organización económica, que pasa de una economía mayormente exportadora (de minerales y en menor escala de productos agropecuarios), focalizada en el centro y norte del país, a una economía volcada al desarrollo interno, crecientemente industrial (Almonacid, 2005; Mónica Alabart, 2003) afirma que la caída de la economía salitrera provocó la fractura del ordenamiento político transaccional de la República Parlamentaria y abrió un período de crisis política y ruptura institucional. La causa de la crisis a fines de la primera guerra la refiere a factores principales: la caída de la demanda del salitre al finalizar el conflicto europeo, la acumulación de reservas en los países consumidores y el impulso dado por Alemania a la producción de nitratos sintéticos. En el lado argentino también se reconocen procesos de inestabilidad, aunque de mucha menor envergadura si los pensamos en la escala nacional. Pero localmente se vivían tensiones, vale mencionar cómo los debates territoriales de Río Negro se circunscribieron, a lo largo del gobierno radical, a la disputa entre la autonomía del municipio de Viedma y las decisiones gubernamentales, generadas por las propias contradicciones que el poder ejecutivo nacional introdujo en la estructura de gobierno de este territorio (Ruffini y Varela, 2011) La lejanía y falta de pertenencia de la región nahuelhuapeña, en el concierto rionegrino, se presenta con claridad en el Memorial que desde Bariloche se eleva al entonces presidente Hipólito Yrigoyen en 1916 donde se explicita la falta de espacios de referencia y gestión para esta región, que no reconoce en Viedma a un espacio legítimo o eficiente para resolver los desafíos de la zona (Archivo Frey, 1916). Los problemas internos entre las autoridades del territorio nos permiten ver que hay una fuerte inestabilidad política en el espacio rionegrino. De hecho, con el fortalecimiento de debates Miradas Transcordilleranas 39 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) se pierde de vista la articulación política de todo el espacio y, en mucho mayor medida, la integración económica de una región como la nahuelhuapeña que, por las políticas fronterizas desplegadas en el período, ve desmembrarse la estructuración que la constituyó como región, sin mayores alternativas, con la excepción simbólica de la creación del Parque Nacional del Sud, en 1922 (Bessera, 2011). En Chile, la primera guerra mundial, y los problemas en cuanto a la exportación de salitre, se cruzan con un sistema político desgastado que a lo largo de estos años, y sobre todo a partir de 1920, verá desmoronarse a la oligarquía liberal gobernante. Siguiendo a Almonacid, encontramos que la agricultura, que había sido dominada sin contrapesos por los terratenientes del centro del país, empieza a experimentar demandas de tierras, de mejores remuneraciones y condiciones de vida de los campesinos, incluso se escuchan las primeras propuestas de subdivisión de las propiedades rurales, esto es, reforma agraria. A su vez, se manifiestan deficiencias productivas, escasean y se encarecen los alimentos, como la carne, y crecen las importaciones de ganado argentino afectando las iniciativas productivas propuestas para los establecimientos chilenos (Almonacid, 2005). La inestabilidad política es el signo de los tiempos en el Chile de los años ‘20 (Duque Poblete, 2009). A partir de la primera guerra, Chile fortalece su economía interna al tiempo que va perdiendo relevancia el comercio exterior. El Estado pasa a ser árbitro de los procesos económicos nacionales y la integración de los distintos espacios se reconoce con la estructuración del ferrocarril (Flores Chavez, 2006). El trabajo de Almonacid, que se fija especialmente en la relevancia de la producción agrícola asentada en el sur, evidencia una temprana intervención estatal, favorecida por la crisis de 1930, que obligó a una intervención general en los precios de artículos de primera necesidad, que con algunas suspensiones, se mantuvo a lo largo del tiempo. Va a ser en esta tercera década donde el historiador chileno encuentre cambios económicos a favor del desarrollo de una economía nacional más autónoma del comercio exterior, los cuales generaron una readecuación del papel de la agricultura, la que se convirtió fundamentalmente en proveedora de las necesidades del mercado interno. Algo similar acontece en el espacio argentino, donde en este período, y a partir de los cambios fundamentados en la crisis del ’30, se reconoce una dimensión de la intervención estatal nacional en la región patagónica que operó desestabilizando las pequeñas y medianas producciones favoreciendo proceso de concentración de capital que, a su vez, anularon una gran variedad de iniciativas (Finkelstein y Novella, 2006). Podemos pensar que los procesos de concentración forman parte de las resoluciones de la crisis del sistema capitalista en general, con lo cual serían parte del dinamismo esperable o extrapolable en estos contextos de crisis, sin embargo la variedad de estrategias y modalidades para la efectiva concentración en estos escenarios patagónicos retornan la pregunta por la particularidad del escenario que analizamos. En esta línea resulta provocativa la propuesta de Mendez (2006) quien reconoce, para el escenario del gran lago, el desgaste de los ’20 como la base de éxito de la propuesta de desarrollo de los ’30. La misma no se presenta tanto como una alternativa sino como el destino excluyente de lo que debía ser el devenir de la región. El desgaste del modelo agrícolamercantil en la década del ‘20 Los veinte fueron años duros para la zona cordillerana de Río Negro, Chubut y Neuquén. El precio internacional de la lana experimentó un gran ascenso en el contexto de la primera guerra mundial, sin embargo a partir de 1921 esta tendencia comenzó a revertirse y se mantuvo a la baja durante toda la década, hasta la estrepitosa caída de los años treinta. El mercado vacuno también se vio afectado durante estos años, en este caso la variable no fueron los precios internacionales sino las erráticas políticas arancelarias implementadas por el Estado chileno y las respuestas por parte Miradas Transcordilleranas 40 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) del gobierno argentino. A este contexto desfavorable debemos sumar, en el caso de aquellos que no habían accedido a la propiedad de la tierra, los aumentos en el arrendamiento percibidos por el Estado en un contexto que favoreció el acopio de tierras en pocas manos (Suarez, 2005; Finkelstein y Novella, 2007; Mendez, 2007). San Carlos de Bariloche no escapó a este contexto de crisis, sin embargo la misma tuvo sus particularidades. Como vimos, al igual que otras regiones fronterizas de la Patagonia, Bariloche estuvo integrado a un circuito económico que abarcaba una región comprendida por dos jurisdicciones nacionales. Su consolidación como polo dinámico de intercambio comercial estuvo ligada a La Compañía Comercial Ganadera Chile Argentina y a sus vínculos comerciales con Puerto Montt (Méndez, 2005). Este circuito comercial funcionaba a lo largo de todo el año a través del paso Pérez Rosales, el cual permitía un intercambio continuo posibilitando así que la zona nahuelhuapeña accediera a bienes manufacturados europeos y productos primarios provenientes de Chile, a la vez que colocaba sus excedentes primarios en el mercado trasandino. Desde Bariloche la principal exportación estaba conformada por lanas y ganado en pie, provenientes del Nahuel Huapi y del oeste del Chubut. Una breve consideración sobre las características de este comercio permitirá visualizar la estructura que se desmonta en los ’20. El 23 de agosto de 1904 el poder ejecutivo nacional, en la persona de Julio Argentino Roca, decretó zona libre de derechos aduaneros a toda la región del Gran Lago, eliminando así toda traba para los intercambios comerciales. Esta situación reportó grandes beneficios para la Chile-Argentina, compañía comercial que fue un claro ejemplo de la modalidad de inversión de los capitales chilenos en la región, al sumar la actividad comercial a las inversiones en tierra. La “Compañía” se convirtió en la más importante del espacio regional, gracias a su articulación con las burguesías locales y su rol de compradora de materias primas y proveedora de insumos, trabajo, vivienda y posibilidades de crecimiento individual (Méndez, 2005) También hay que destacar el poder político que alcanzó en las Comisiones de Fomento, al igual que la influencia que tuvo sobre la policía local, el juzgado de paz y la educación, ya que era quien proveía de los edificios para que estas instituciones funcionaran y muchas veces, era ella quien pagaba los sueldos de los empleados públicos (Méndez, 2005). Méndez observa a través del análisis de las actividades de la Chile-Argentina cómo las prácticas económicas influyeron en las redes sociales e impactaron en las decisiones políticas que, a pesar de un discurso nacionalista instalado como oficial en el siglo XX, permitieron e incentivaron el desarrollo de las inversiones chilenas en la zona andina. Mendez (2009) califica como “paradójico” el hecho de que el Estado argentino elaborara estrategias de “deschilenización” a la vez que dicta una serie de medidas que favorecen la radicación de grandes empresas de capital chileno en la región. Esta paradoja permite varias preguntas relacionadas con la caracterización de aquello reconocido como “chileno-peligro” en directa oposición a lo caracterizado como “chilenooportunidad” (Navarro, 2010). Aquí cabría analizar el grado que adquieren en cada caso la valoración de origen –chileno- y la valoración de clase –empresario o peón- en la elaboración de estas representaciones. La penetración extranjera aparece como problema en términos generales, que no se refieren a ningún actor en particular o directamente referidos a los sectores más vulnerables de la población, y fundamentalmente a los reconocidos como bandidos que tanto en Chile como en Argentina son considerados “elementos indeseables” (ver Sarobe, 1935). El análisis se torna menos claro si buscamos reconocer en forma acabada los criterios del Estado para definir la “penetración extranjera”. Posiblemente sea útil articular esta noción de pertenencia nacional con la de clase. El caso de Primo Capraro, inmigrante italiano enriquecido y principal empresario de la región de los lagos en estos años, resulta paradigmático. En la medida en que su emprendimiento se desgastaba, se incrementaron las críticas por su origen y su tendencia a traer coterráneos a poblar la región. Por ello, podríamos pensar Miradas Transcordilleranas 41 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) que, dada la variedad de valoraciones, posiblemente haya pesado más la necesidad del Estado de articular con capitales locales que su procedencia, y esto, en el caso de las críticas al vecino país, abre interrogantes en relación a la actitud de los capitalistas chilenos ante las políticas de deschilenización. Definitivamente los contextos permitieron o dificultaron la profundización de estas valoraciones. Un breve detalle de los mismos nos aporta claves explicativas. La tormenta desatada por la primera Guerra Mundial también se hizo sentir en los territorios marginales. En octubre de 1914 el ingreso aduanero en Puerto Montt, sitio clave de la articulación entre la economía alemana y la sudamericana, fue 20 veces menor que en el mes de septiembre de ese año. En este nuevo contexto la compañía comercial y ganadera Chile-Argentina inició un proceso de liquidación de sus activos y la comunicación con el Nahuel Huapi comenzó a restringirse por razones estrictamente económicas (Méndez, 2005). Como ya desarrollamos en la primer parte de la ponencia, hacia fines de la década del 10 la economía chilena se vio atravesada por una crisis profunda que derivó en la reorganización de su estructura productiva, la cual afectó los circuitos mercantiles entre el Gran Lago y la zona sur chilena. Laura Méndez, desde una perspectiva afín al trabajo de Flores Chavez (2006), reconoce en la llegada del ferrocarril a Puerto Montt la base del modo en que esta región trasandina se adviene a adecuarse a los dinamismos establecidos en función de los intereses de la región central de Chile. La consecuencia de estas transformaciones fue la profundización del proceso de aletargamiento de los intercambios binacionales que culminó prácticamente con su desaparición, hacia la década de 1920. (Méndez, 2005). Estos cambios generaron una profunda crisis económica en la zona de Nahuel Huapi, la cual se manifestó con particular intensidad a lo largo de la década del veinte. Laura Mendez analiza el censo nacional de 1914 y el de los Territorios Nacionales de 1920, cotejando la información de uno y otro se desprende que la zona andina pasó de 6909 habitantes a 5559. De esta forma en seis años la población de la zona andina disminuyó un 19,53%, entre las principales causas Mendez señala las numerosas migraciones de ocupantes de tierras hacia el Chubut y Santa Cruz y la paralización de las obras del ferrocarril San Antonio Oeste –San Carlos de Bariloche (Méndez, 2007). En el marco de esta crisis del comercio ganadero para la región, el Estado toma la decisión de instalar en el mes de diciembre de 1920 una “Receptoría de Rentas Nacionales” en la ciudad de San Carlos de Bariloche. Tanto Héctor Rey como Laura Méndez coinciden en que la instalación de la aduana marcó un quiebre en la economía de la región del Gran Lago, para Mendez “La decisión política de crear un resguardo aduanero significó la estocada final para la región económica de San Carlos de Bariloche y Puerto Montt vinculada por sólidos circuitos comerciales. La coyuntura política y económica de los años 20 a ambos lado de la Cordillera de los Andes, marcó la agonía de un Bariloche agrícola-ganadero y comercial vinculado estrechamente al pueblo chileno del sur, quien durante más de veinte años le proveyó de capital, mercaderías y sobre todo, población” (Méndez, 2005:7). Para Héctor Rey la región económica conformada por la zona del Nahuel Huapi y el mercado chileno “…se puso en tensión creciente hasta fracturarse en 1930. El instrumento fue la aplicación de políticas concretas: aduaneras arancelarias y para-arancelarias, tendido de transporte y comunicación entre otras cosas, en pos de sendos “intereses nacionales” que en el caso argentino busca orientar la economía hacia el Atlántico” (Rey, 2005:33). También señala como “punto de inflexión” la instalación de la Aduana de San Carlos de Bariloche “…institución de clara-aunque no definitiva- eficiencia en este proceso” (Rey, 2005:35). En este punto volvemos a encontrarnos con otra “paradoja” pero esta vez planteada por Héctor Rey “Paradójicamente, este éxito de la política nacional significaba, para la región cordillerana además de limitar la producción forestal y liquidar la de cereales incapaces de competir con la producción pampeana-un brutal encarecimiento de los bienes- Sin embargo, y ambivalentemente, compensó con creces a la economía cordillerana al potenciar el turismo Miradas Transcordilleranas 42 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) que se consolidó como actividad económica prácticamente excluyente del Nahuel Huapi hasta nuestros días” (Rey,2005:36). Según el autor la reestructuración de la economía nahuelhuapeña en torno al eje Atlántico, proceso que se consolida con la llegada del ferrocarril en 1934, redundó en un beneficio para la región debido a que el turismo como actividad excluyente “compensó con creces” las pérdidas de las otras actividades. No parece necesario para Rey reparar en quiénes fueron los actores sociales con capacidad de impulsar e insertarse en la actividad turística, ni cuál fue la suerte que corrieron los que vivían de las desplazadas actividades tradicionales, sobre todo cuando el turismo se pensó ligado a nuevos actores (Bustillo, 1999), pero es un interrogante abierto. A la luz de estas conclusiones no resulta ocioso repasar algunos elementos relevantes de la estructuración económica de la zona. Yendo a la explotación forestal y la industria maderera, central en los años ’20, Rey afirma que la principal demanda estaba en el Regimiento Militar, algunas pocas grandes estancias y comercios, luego a las medianas y pequeñas producciones rurales (granjeras y ganaderas) y, por fin, asalariados en general. Rey acota más este mercado al aclarar que varios de estos bienes eran durables sumado a que la pequeña y mediana estancia ovina de producción extensiva y sin seguridad jurídica sobre la tierra no estaba en condiciones de invertir en alambradas, bretes y bebederos. A ello debemos sumar que sólo el 15% de la masa boscosa es maderable, las dificultades geográficas que se conjugaban con formas primitivas de extracción y transporte, precios relativamente altos debido a los monopolios comerciales y la competencia de maderas provenientes del norte y del extranjeros que ingresaban por el puerto de San Antonio Oeste y el Ferrocarril. La producción maderera también parece haber experimentado un declive durante la década del veinte, Héctor Rey cita un aviso de Primo Capraro, actor fundamental en la zona y en la explotación maderera durante la segunda década del siglo XX, quien, en el periódico La nueva Era durante el año 1926, recuerda a los consumidores no sólo las bondades de la madera local, sino también el hecho de que comprarlas implicaba un aumento en el trabajo y en los ingresos de la ciudad. Con el tren a 200 kilómetros de San Carlos de Bariloche la producción maderera corría el riesgo de perder el mercado regional y tener una seria competencia en el local. En relación a los cereales y derivados Rey afirma que “Aunque estaba claro que la desaparición de este tipo de producción frente a la competencia pampeana era cuestión de tiempo, el proceso fue lento” (Rey, 2005:42). En las subsiguientes páginas respalda esta afirmación con cuadros que atestiguan sobre la presencia de producción cerealera en el Nahuel Huapi hasta 1940, a pesar de que podría pensarse la competencia pampeana desde 1934, cuando el ferrocarril facilitaba el traslado de esta producción. En relación a la actividad ganadera Rey llega a la conclusión que a fines de la década de 1920 siguió siendo un renglón exportador importante pero ya sin constituir una actividad económica central dada la generación de otras como la de cereales, forestal y particularmente turística. No se trató sólo una disminución en términos relativa respecto de otras actividades sino también en términos absolutos. En el marco de políticas restrictivas implementadas por Chile y Argentina, sumado a la inminente llegada del ferrocarril, “… el flujo ganadero, particularmente de los departamentos pre-cordilleranos (Pilcaniyeu y Ñorquincó) se irá desviando hacia el Atlántico. Y ya no será el bovino el renglón ganadero prevaleciente sino el ovino…” (Rey, 2005:59) Rey expone en forma de tablas los resultados del censo agropecuario de 1937 y de 1947, para arribar a la conclusión que mientras en Pilcaniyeu y Ñorquincó se produce un proceso “ovinización” por la caída del ganado vacuno y el aumento del lanar con destino a Bs As, en el caso de Bariloche se produce un fuerte descenso de ambos. Rey acuerda con Bandieri en que el cierre definitivo del comercio con Chile se produjo a mediados de los cuarenta “en el marco de una política nacionalista, proteccionista y centralizadora” (Rey, 2005:60). Por ello resulta interesante el cambio, situado en los procesos aduaneros de Miradas Transcordilleranas 43 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) los ’20 pero cristalizado 20 años más tarde. De allí que el cierre podría matizarse con otros factores para entender el desmantelamiento de la economía de la zona del Nahuel Huapi en estos tempranos años. Efectivamente, los últimos años de la década del ’20 fueron particularmente críticos y en esto tuvo mucho que ver el vínculo que se había armado con el ferrocarril. La relación con el ferrocarril se construyó al iniciarse el siglo XX pero lo que se encuentra en la década del veinte la economía nahuelhuapeña progresivamente fue aumentando su dependencia del Estado. Como señala Laura Mendez desde 1909, año en que el ferrocarril llegó a Valcheta, Primo Capraro, heredero económico y político de la Chile Argentina, ya era proveedor de postes y alambrados para el ferrocarril. A tal punto llegó la dependencia que en 1929 con motivo de la paralización del camino internacional entre Bariloche y el paso Pérez Rosales y del ferrocarril del Lago, Capraro eleva un informe al gobernador en el que detalla las penurias que atravesó Bariloche con el comercio parado y altas tasas de desocupación. Pese a la posible exageración del relato debido a que Capraro era un interesado directo en que las obras se reanudaran, parece innegable que hacia fines de la década del veinte la situación en la ciudad era más que preocupante. Desde 1927 no había luz eléctrica debido al incendio de usina del pueblo y a que las gestiones ante el gobernador para repararla habían sido infructuosas. El hospital cerró sus puertas un año después debido a que ya no llegaban fondos de la empresa de ferrocarril. Las ollas populares eran la noticia en el empobrecido pueblo de Bariloche, cuyo principal empresario, lleno de capital y sin acceso al crédito, se descubre cada vez menos capaz de pagar a sus empleados. Las políticas estatales aplicadas durante la década del veinte, sumado a factores de la economía internacional, fueron erosionando las bases sobre las que se construyó la economía de la región de Nahuel Huapi desde su fundación hasta los primeros años del siglo XX. La reestructuración de los años veinte vinculada con el Estado también acabó en un fracaso que se conjugó hacia fines de la década con el descalabro de la economía mundial. Los vínculos del enriquecido inmigrante Primo Capraro, conocido referente de todas las esferas gubernamentales, no sirvieron para que se le pagara la deuda tomada por el Estado con su empresa, y en ello se diferencia de otros actores patagónicos, con mayores vínculos familiares (Finkelstein y Novella, 2006). Esto nos pone frente a un debate entre los historiadores locales en relación al inicio de la década del ’20. Rey plantea la solidez de la economía local durante estos años, tomando como referencia el incremento del valor de la tierra y las inversiones inmobiliarias realizadas. Bessera, desde una perspectiva opuesta, marca que la producción se desgasta por un uso de la tierra ambientalmente falaz. Méndez reconoce la caída en el intercambio internacional, uno de los motivos para el cierre de la empresa ChileArgentina, dejando sus activos del Nahuel Huapi en las manos de Capraro, quien, como vimos, transita una economía en disminución. Pero hay otras explicaciones que trascienden lo económico. De hecho la salida de la primera guerra mundial se cruza, en este escenario, con una fuerte estructuración del control ideológico. El propio establecimiento de la policía fronteriza puede entenderse en esta línea, operando, además, como parte de los intereses de los grandes propietarios (Suarez, 2005). El control ideológico encuentra referencias a ambos lados de la cordillera en el reconocimiento de los movimientos anarquistas, cuyos antecedentes en Patagonia se remontan al año 1918 (Boshslavsy, 2006 y Gatica, et al, 2005). En este sentido, la explicación económica tiene que cruzarse con fuertes procesos de explicación política. Tal vez el control ideológico, al no reparar en la dinámica de crecimiento de una región tangencial, impacta en forma negativa y a ello se suma que la propia región tampoco tiene posibilidades de fortalecimiento en su vínculo con Chile. Desde las prácticas y discursos estatales se reconoce una política ambigua, que fluctuaba entre argumentaciones nacionalistas frente a otras liberales, que dejaron en un segundo plano las reflexiones relativas al desarrollo económico. Como ejemplo paradigmático de las perspectivas de desarrollo olvidadas debe Miradas Transcordilleranas 44 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) mencionarse la referencia obligada del informe de la Comisión de Estudios Hidrológicos redactado por el geólogo norteamericano Bailey Willis, a solicitud del Ministro de Obras Públicas, Exequiel Ramos Mexía, editado con el título “El Norte de la Patagonia”, en 1914. En relación al espacio que nos ocupa, en esta obra se encuentra que los Parque Nacionales tienen sentido como resguardo de los bosques y de las formaciones de los ríos y cuencas, que son la base del desarrollo energético propuesto para la Patagonia (Mendes, 2000). La concepción de desarrollo integral se eclipsa en un período donde se desdibujan las alternativas a la crisis, a pesar de que la primer Administración de Parques Nacionales se considerara heredera de las propuestas de Willis no consideró la visión integral de desarrollo que se marcaba en esta obra (Navarro Floria, 2007). La economía a escala nacional, tanto en Chile como en Argentina, focalizan otros territorios y en esa no-importancia económica se enmarca el desmoronamiento de los factores más dinámicos de la economía local. Podemos preguntarnos si esa falta de interés no estuvo vinculada, además, con la falta de pertenencia social de quien se instituyera como principal referente económico de la región y proyectar ese interrogante a los procesos trasandinos. Consecuencias del desgaste Ya dentro de los ’30, si observamos los acontecimientos a ambos lados de la cordillera encontramos que la frontera se va edificando al mismo tiempo que se construye la dependencia de estas regiones respecto de sus espacios centrales. En el espacio argentino, esta subordinación estuvo vinculada al establecimiento de la Administración de Parques Nacionales en San Carlos de Bariloche, con la creación de la Dirección de Parques Nacionales (en adelante DPN) y el Parque Nacional Nahuel Huapi, en 1934. Es interesante el recorrido de los primeros documentos de esta dependencia, dado que ponen en evidencia el carácter militarizado de edificación de fronteras asociado a la protección del paisaje que se diseñaba (Bessera, 2008). Esta perspectiva, que cristalizaba el espacio trasandino como antagónico, al tiempo que desarmaba la estructura comercial y productiva existente, expulsando pobladores (Valverde, García y Bersten, 2008), no era la única mirada de esos años sobre la región. Para la Patagonia, un importante antecedente de perspectiva diferenciada se presenta en el texto de José María Sarobe “La Patagonia y sus problemas”, que es la obra que gana el concurso de ensayos convocado por el Círculo Militar Argentino en 1934. Sarobe formó parte de un sector de oficiales del Ejército argentino con inquietudes profesionales e intelectuales que en el período de entreguerras asumieron un rol orientador respecto de diversas políticas nacionales. El escenario en el que Sarobe presenta su trabajo y gana el concurso del Círculo Militar es de una fuerte división interna del sector militar provocada por el desacuerdo fundamental entre programas políticos incompatibles y por las tensiones que Uriburu había alimentado, durante su presidencia, con sus vacilaciones y su autoritarismo (Navarro Floria y Núñez, 2011). En esta obra se denuncia el latifundismo, y las dificultades de acceso a la tierra de los pequeños productores, señalando entre los varios ejemplos de manejos denostables la forma arbitraria en que la DPN estaba permitiendo el acceso a la propiedad privada a un sector privilegiado que se estaba quedando con lo que debía ser propiedad pública. Otra visión contrapuesta del escrito de Sarobe se reconoce en la articulación con Chile. Desde un discurso afín a la política internacional de la época, describe al océano Pacífico como “mar del porvenir”, señalando como problema la diferencia demográfica entre las localidades a ambos lados de la cordillera, que, según entiende, se solucionaría con la adecuada política nacional. Este escrito no tiene mayor repercusión en el período en que es editado por primera vez, pero varias de sus propuestas son retomadas en los años subsiguientes. Dentro del territorio chileno, va ser en esta década donde Almonacid fija el cambio en la integración del espacio. El año 1938 se presenta como un giro hacia la izquierda en la política nacional y la definición de un Estado comprometido con la industrialización. En una Miradas Transcordilleranas 45 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) forma equiparable al proceso argentino, el gobierno de Chile apuesta por una política de sustitución de importaciones, que permitiera incrementar la riqueza nacional y situara al país en un desarrollo menos dependiente de las producciones y comercio internacional. En este proceso, el investigador encuentra que la agricultura fue quedando relegada a una posición secundaria en el sentido que deja de ser una actividad económica de relevancia central. Almonacid desarrolla una tesis muy provocativa, para el autor esta subordinación no se explica tanto por la actividad en sí, sino por la región en que se desarrolla la misma. Al tiempo que la agricultura perdía su preponderancia a los ojos de los gobernantes, la región sur se integraba en forma subordinada al escenario nacional. La discriminación que sufría la agricultura reflejaba cada vez más el deterioro de los intereses del sur del país. En el lado argentino el proceso tuvo caminos diferentes, porque en la idea de cuidado de una naturaleza prístina se arrancó de la región el supuesto agro-productivo que dio origen a la localidad de Bariloche. La idea de desarrollo económico en sí cobra un carácter ambiguo en el gran lago a partir del desgaste de la década previa. Desde la DPN se planteaba que el crecimiento se daría a partir de la turistificación de la región, siendo el turismo en Argentina, como el agro en Chile, una actividad secundaria a la hora de valorar las iniciativas productivas del país. Por otra parte, lejos de los discursos de generación de frontera resaltados por Bustillo, la política diplomática argentina estaba llevando adelante un fuerte proceso de integración con Chile en términos de intercambios energéticos y de materias primas (Lacoste, 2005), por ello podemos pensar que el planteo del turismo como actividad económica emerge como una alternativa a un espacio que en sí no se piensa como económico. Los números de visitantes de estos primeros años permiten poner en debate la efectiva relevancia de esta actividad en la zona (Rey, 2005). Así, con otras argumentaciones, la década del ´30 descubre al espacio argentino con similitudes al chileno, siendo atado a una actividad secundaria y desestimando su carácter de espacio económico en el orden nacional. Actividades y regiones son relegadas según esta perspectiva. El carácter de “agente económico” se desdibuja gradualmente en un proceso que descubre a las regiones cristalizando formas de dependencia respecto de los centros nacionales. El cuidado forestal, e incluso el turismo, que se vinculaban en la propuesta de Bailey Willis al desarrollo industrial de base hidroeléctrica no aparecen, siquiera como horizonte lejano, en los fundamentos originales de la DPN. Esta idea se repite, como contrapunto, en la obra de Sarobe, quien al referirse a los valles andinos, los compara con el desierto de la estepa, señalando en relación de los primeros que “… las mil quinientas leguas cuadradas de riquísimas praderas que contienen los valles argentinos de los andes serán, no hay que dudarlo, el asiento de la provincia más rica y poderosa de nuestro país, el día en que el tren pesado corriendo a 80 km por hora hasta el puerto atlántico más inmediato, con el mínimum de flete, traiga a nuestros grandes centros los productos industrializados por la hulla blanca que corre por doquier en aquel país de ensueño” (Sarobe, 1935: 10), una visión que nunca se concretaría. Al observar el proceso de desestructuración económica y reconversión subordinada a ambos lados de la cordillera, hay algunas diferencias que vale la pena mencionar. En Chile encontramos quejas y reclamos que dieron lugar a la formación de sociedades específicas de organización local, que con variadas formas de reclamos avanzan sobre las disputas que se plantean en torno al acceso de la tierra (Muñoz, 2007). En Argentina la edificación simbólica tuvo una profundidad más marcada. Los años ‘30 “se presentan” como un nuevo origen que deja de reconocer vinculaciones cotidianas con áreas que trascendían lo nacional. El nuevo origen se ligó a un nuevo destino, el ser paisaje para deleite del turista, condición reservada durante esos años para la burguesía bonaerense. A diferencia de la industria o la agricultura, el turismo históricamente no ha sido considerada como actividad productiva en Argentina, y en esto vale una aclaración, es efectivamente una Miradas Transcordilleranas 46 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) actividad económica y de hecho es la principal fuente de ingreso para la localidad (Núñez, 2003; Rey, 2005), pero como actividad no está contemplada ni organizada como el resto de las esferas productivas, de hecho la falta de datos, análisis o incluso planificaciones que focalicen este aspecto trascienden la etapa territoriana y se comienzan a resolver recién en las últimas décadas del siglo XX (Vejsbjerg, 2006). Las referencias al desarrollo dejan de asentarse en los “hacedores” de principios de siglo, para consolidar a aquellos “forjadores del destino” de la década del ‘30. El cambio permitió incluso la mutación del sentido de la metáfora “suiza-argentina” que originalmente evocaba a un desarrollo agropecuario o agroindustrial a paisaje intangible susceptible de ser aprovechado como destino turístico (Navarro y Vejsbjerg, 2009). Si bien Navarro y Versbjerg dan cuenta que la “turistificación” del paisaje es previa, reconocen en el ‘30 la consolidación de la imagen de “Suiza – Argentina” como fundamento del turismo como actividad excluyente a partir de 1934, con el establecimiento de Parques Nacionales. Este proceso es reconocido también por Bessera (2008), quien profundiza en el carácter de la nacionalización propuesta para esta región por la Administración de Parques Nacionales, evidenciando la cristalización de una desestructuración con claros antecedentes en los ‘20, al tiempo que se edifica un rumbo que en sí tiene carácter foráneo, porque la población que se idealiza es la de Europa central, las plantas valoradas son especies exóticas, favoreciéndose además la incorporación de truchas y ciervos en lagos y bosques (Núñez y Núñez, 2010). El cambio se presenta como un nuevo origen, que se superpone al precedente, al que niega y cuyo éxito simbólico se sustenta en el proceso de desgaste de los ‘20 más que en las claras políticas de los ‘30. Lo paradójico no es este cambio, sino que el mismo se establece en función del reconocimiento de la frontera como límite, en un período donde, desde los espacios centrales, promueven la integración. Conclusiones El estado actual de los debates nos permite establecer un cambio en el modelo económico de la región a partir del clivaje de la primera guerra mundial, y cuya explicación, en términos de desarrollo y planificación, ligan la situación de la región a los procesos chilenos. Sin embargo esta explicación se completa a la luz de los procesos de carácter político e ideológico, que atravesaban ambos países (Bohoslavsky, 2006) y que en Argentina tiene sus principales referencias en los acontecimientos de persecución de obreros de la producción lanera en las regiones de Chubut y sobre todo, Santa Cruz (Gatica, et al, 2005). Desde ambas esferas nacionales, la región deja de reconocerse como espacio económico de relevancia, siendo el desmantelamiento del vínculo productivo-comercial su resultado más notable. Lo que queda para la región de Puerto Montt y para la región del Nahuel Huapi, ya sí corre por las vías de las historias nacionales. En particular, en lo que toca a la Argentina, nos quedan abiertas preguntas, como por qué la relevancia de Primo Capraro, con su clara articulación con poderes centrales, no alcanzó para que su proyecto de desarrollo personal fuera resguardado, como sí lo fueron proyectos latifundistas en regiones al norte y al sur (Finkelstein y Novella, 2006). Tal vez las explicaciones sustentadas en los vínculos familiares y los hábitus de clase puedan traer más luz que las miradas de corte estrictamente económico. Lo que nos queda claro es que el turismo, lejos de instituirse en la actividad económica de relevancia, es meramente una actividad, que no se toma desde la misma lógica que cualquier otra actividad productiva. Yendo más adelante en el tiempo, en 1952 la municipalidad de Bariloche encuentra que no tiene antecedentes de la actividad cuando se propone planificarla. Más adelante aún, en 1958, cuando se elabora la Constitución de la Provincia de Río Negro, se citan taxativamente todas las actividades de este espacio, y se omite llamativamente al turismo (Núñez, 2003). Esto es más llamativo si se toma en cuenta que la Comisión constituyente estaba Miradas Transcordilleranas 47 Empresa, empresariado y trabajadores en la Patagonia Argentino-Chilena (siglo XIX Y XX) presidida por una vecina barilochense, hija del influyente Emilio Frey y esposa de otro vecino de relevancia, Juan Javier Neumeyer. En 1964, el entonces secretario de Turismo, Jesús Dionisio Fanjul, va a denunciar que el Turismo en Argentina se ha olvidado como actividad económica, “La definitiva y vigorosa puesta en marcha del turismo nacional, requiere en mi opinión, la modificación de estructuras tanto políticas como económicas que posibiliten las grandes realizaciones indispensables para el rendimiento inmediato de las industrias turísticas, mayores facilidades para créditos y un sólido respaldo económico son puntos de partida indispensables. El turismo en nuestro país no está contemplado como una industria, y por lo tanto carece de una asistencia crediticia equivalente, incluso en nuestra provincia con una de las mejores realizaciones turísticas de nuestro país, no se encuentra comprendida en la carta orgánica de su administración bancaria, tampoco se menciona concretamente el turismo en los planes de nuestro desarrollo (Río Negro, 11 de agosto de 1964)”. En Chile se fue edificando otro proceso, más consciente de su rol productivo pero también más explícitamente subordinado a los intereses de otros espacios. El resultado a ambos lados de la cordillera fue la incorporación subordinada de espacios con alto potencial de desarrollo, y cuyos dinamismos de articulación se presenta aún hoy como interrogante. Bibliografía Alabart, Mónica (2003) El Frente Popular como respuesta a la crisis de dominación oligárquica en Chile (1920-1938). En Ansaldi (ed) Tierra en llamas. América latina en los años 1930. Al Margen. La Plata Almonacid, Fabián (2005) La agricultura del sur de chile (1910-1960) y la conformación del mercado nacional. Tesis doctoral. Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid. Bandieri, Susana (1991) “Frontera comercial, crisis ganadera y despoblamiento rural. Una aproximación al estudio de la burguesía tradicional neuquina” Revista Desarrollo Económico nº 122. pp. 209-233. 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Administración de Parques Nacionales Miradas Transcordilleranas 50 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Coordinadores Prof. Liliana Lolich Prof. Lorenzo Berg Prof. Gian Piero Cherubini Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Fundamentación E l siglo XXI nos enfrenta a nuevos desafíos y, entre ellos, los cambios de paradigmas nos imponen nuevos retos, nuevas formas de pensar la realidad y el mundo. Con ello, la globalización que comenzó a gestarse en las últimas décadas del siglo pasado de la mano de acelerados cambios tecnológicos, se ha convertido en el sello distintivo de los tiempos actuales, caracterizado por la expansión del modelo neoliberal y el creciente poder de las corporaciones, acompañado del debilitamiento del poder de los estados, la expansión de las comunicaciones, la aceleración del tiempo y la disolución de la noción de espacio y de las fronteras (económicas, culturales, sociales, políticas, administrativas) que permitieron la creación de la Comunidad Económica Europea, del Mercosur, de UNASUR, entre otros. Como parte de una relación paradojal han surgido nuevas fronteras, entre ellas, el levantamiento del muro en el límite entre México y EEUU. También adentro de las ciudades se han conformado barreras urbanas a modo de ghetos sociales exacerbados en los shopping centers, countries clubs, barrios y edificios cerrados, pueblos amurallados, museos y espacios culturales de elite, además de nuevos y complejos sistemas de control con alarmas y video cámaras, por mencionar algunos. Fronteras históricas han sido las delimitaciones políticas y administrativas que no siempre han acompañado ni coincidido con las fronteras culturales y sociales. Entendemos que eso ocurrió cuando se consideró a la cordillera de Los Andes como una barrera física, como una línea que desconoció procesos que tradicionalmente estuvieron unidos. Hoy nos preguntamos si aun es posible identificar algún grado de integración regional, con prescindencia de la tendencia global. Otra cuestión detonante de nuevas inquietudes es si los procesos propios de la globalización serán capaces de traspasar las fronteras políticas e ideológicas, como sucedió en un pasado no muy remoto en que las distancias se medían en tiempo transcurrido y no en longitud. Es nuestro interés superar la tradicional mirada ceñida a límites espaciales cercados por esas líneas divisorias y comenzar a abrir y flexibilizar los criterios, enriqueciéndola con la integración, superando tradicionales hipótesis de conflicto. Por ello, la convocatoria al IX Congreso Argentino-Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural se nos ofrece como una oportunidad extraordinaria Miradas Transcordilleranas 51 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera para problematizar y poner en debate la multiplicidad de matices que el tema de la frontera encierra y abordar esta nueva mirada del escenario cordillerano como nexo, como vínculo y símbolo de hermandad. Las ciencias sociales y humanas estarán presentes en este simposio, como una manera de contribuir al diálogo e intercambio entre las diversas disciplinas. Al respecto a historia de la arquitectura y la historia del urbanismo tienen mucho que decir, porque la historia se construye en una dimensión espacial y la arquitectura, como escribió Octavio Paz, “es el testigo insobornable de la historia.” Por ello, convocamos a la presentación de trabajos que aborden la problemática binacional desde la integración cultural a lo largo de Los Andes. En coincidencia con los objetivos del Congreso, invitamos a presentar contribuciones dentro de los lineamientos expuestos, sin perjuicio de los estudios de casos nacionales, regionales y locales, siempre que sean abordados desde una perspectiva comparada. Se aspira generar un espacio de discusión enriquecedora que posibilite: • Un mayor y mejor conocimiento e integración de los trabajos de investigación que se realizan en ambos países, • Compartir y profundizar problemáticas comunes y potenciar soluciones, • Conocer cómo y por qué se ha producido la interrelación, en perspectiva histórica, entre dos realidades “separadas” por la cordillera, • Acercar investigadores favoreciendo el conocimiento personal y brindando la posibilidad de proyectar nuevos estudios integrados a escala binacional, que favorezcan el intercambio de conocimiento y el crecimiento disciplinar. Conclusiones Bajo el título “Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera”, hemos compartido dos jornadas de trabajo durante las cuales, las ponencias presentadas nos motivaron reflexiones y propiciaron el intercambio de problemáticas que nos hermanan. Las exposiciones giraron alrededor de especialidades vinculadas a la historia del arte, historia de la arquitectura y del urbanismo, preservación del patrimonio, antropología, turismo y aspectos políticos y sociales. La frontera, ya no como espacio de encuentro e intercambio entre culturas, sino como espacio propio de, prácticamente la misma cultura, quedó demostrado en la exposición del Dr. Tomasi, relacionada con los norteños pueblos pastoriles de Atacama. Su enfoque metodológico y rigor crítico lo convierte en modelo (y bibliografía inexcusable) para el abordaje de múltiples lecturas integradoras de nuestra región araucanía-norpatagonia. Desde otro enfoque y problemática, el estudio comparativo de dos guías turísticas realizado por Picone, demostró la diferente concepción de la frontera para un organismo público (en su caso la Dirección de Parques Nacionales) y para un viajero conocedor de la zona, en cuyos recorridos registró la continuidad del paisaje natural a uno y otro lado de la cordillera, vistos e interpretados como realidad espacial integrada. Ambos trabajos demuestran la arbitrariedad de la disociación entre ambiente natural y ambiente cultural y de la propia delimitación política y administrativa. Desde la historia de las ciudades, uno de los múltiples procesos que nos hermanan quedó reflejado en el estudio comparativo y sincrónico presentado por Robira, relacionado con la incursión del urbanismo higienista en los proyectos para Santiago de Chile y Buenos Aires que dieron lugar a la participación de especialistas (entre ellos los médicos) en la toma de decisiones relacionadas con importantes cambios en la estructura de ambas ciudades. El proyecto de investigación presentado por el Dr. Mora para la ciudad de Puerto Montt aborda la problemática del patrimonio arquitectónico y su posicionamiento frente al explosivo crecimiento urbano experimentado por los cambios paradigmáticos inducidos por la globalización. El violento cambio vincula la nueva arquitectura (edificios en altura, grandes complejos comerciales, etc) con el incremento demográfico, poniendo en tensión la identificación social con los antiguos edificios y la posibilidad de preservarlos. Desde Miradas Transcordilleranas 52 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera la historia urbana, el estudio de Lolich nos enfrentó a situaciones comparables. En una secuencia diacrónica, demuestra los fracasos de la planificación urbana por falencias en su aplicación y la relación con el incremento de la especulación inmobiliaria en la ciudad de Bariloche. Abordando períodos históricos diferentes, ambos estudios procuran demostrar los efectos negativos del crecimiento urbano explosivo y la necesidad de buscar alternativas de regulación urbana distintas a las de las reglas del libre mercado. También considerando los procesos de urbanización en Bariloche, Rodríguez presentó una propuesta de investigación orientada a la gestión participativa desde la hipótesis de que el conocimiento tácito de la población puede ser potenciado para optimizar el ejercicio democrático puesto en juego al momento de tomar decisiones sobre obras que comprometen el futuro de las ciudades. La ponencia de Cherubini se centró en las preocupaciones tecnológicas que giran alrededor del uso de la madera como material de construcción abundante en ambas vertientes cordilleranas, poniendo en evidencia la falacia de algunos mitos relacionados con el origen de los sistemas constructivos y la formación, en Puerto Montt, de una escuela de maestros carpinteros que motorizaron su propagación en toda la región, incluyendo los inicios de San Carlos de Bariloche (desde la creación de la Cía. Comercial y Ganadera Chile-Argentina), teniendo en cuenta a la madera como material de construcción que nos vincula identitariamente. Gallardo puso a consideración de la mesa su proyecto de investigación relacionado con el uso del material como alternativa de solución para Bariloche y la zona, al problema de la vivienda social, en la actualidad. Con preocupaciones similares y vinculadas a la patrimonialización, Cruz presentó sus ideas para investigar la vivienda popular desde la hipótesis de su sustentabilidad ambiental, agregando a la problemática tecnológica, aspectos vinculados a la valorización cultural y la interpretación de sus patrones indicadores, como estudio diagnóstico y propositivo para la arquitectura contemporánea. La exploración histórica de la arquitectura estuvo presente, también desde enfoques comparativos y sincrónicos, aplicados a ambos lados de la cordillera central. La Dra. Manzini abordó diversos aspectos relacionados con el espacio habitacional del siglo XIX (paralelo entre Cuyo y Chile) no sólo en cuanto su materialidad física sino también en cuanto al uso y significación de esos espacios, incluyendo las costumbres de sus habitantes. En tiempos del Centenario, la búsqueda de arquitectura con identidad regional en clave moderna se orientó, entre arquitectos argentinos y chilenos, hacia el neocolonial. Los estudios de Cremaschi han demostrado una mayor sobriedad en las resoluciones chilenas y, para ambos casos, su uso como lenguaje formal que lo relaciona más bien con el paisaje urbano, por la voluntad de crear imagen y representación social, que con la postulación un nuevo paradigma arquitectónico. Curiosamente el vínculo regional (MendozaSantiago) no se estableció a través de la relación directa, sino que a través de un “mediador” como fue la cultura neocolonial desarrollada en Buenos Aires. Siguiendo en clave moderna, Weibel expuso su proyecto de investigación en el cual explora la llegada de los postulados de la arquitectura racionalista e internacional (promovida por los CIAM) reinterpretados en nuevas construcciones erigidas en Osorno hacia mediados del siglo XX. Para su estudio centra la mirada en las condicionantes locales (factores extraestéticos) que hicieron posible una arquitectura apropiadamente moderna. Como conexión entre ambos temas: la construcción simbólica de la identidad nacional y la arquitectura moderna, el estudio de Ramírez sobre la obra del muralista chileno Barra Cunningham en México y en Chile puso en evidencia la necesidad de consolidar la integración en multiplicidad de escalas, en este caso, la de América Latina como región cultural. Con la cordillera como norte (¿o sur?) y símbolo de nuestra unión binacional, hemos coincidido en la imperiosa necesidad de incrementar la capacidad reflexiva y crítica no sólo de los intelectuales sino también de la Miradas Transcordilleranas 53 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera población en general, tanto a escala local como regional. Más allá del derecho a opinar sobre los cambios que la globalización y el neoliberalismo introducen hoy en nuestros espacios y culturas, frecuentemente de manera violenta, debemos adquirir la capacidad de “emitir juicio” lo cual exige estar informado y estar capacitado para interpretar esa información tanto en sus aspectos explícitos como en los implícitos, tanto en sus aspectos visibles como en sus consecuencias ocultas, tanto en sus efectos inmediatos como remotos. Esto nos lleva a recomendar, enfáticamente: 1) que como intelectuales nos comprometamos de manera creciente con la difusión del conocimiento, como primera y necesaria etapa en el proceso de conservación de la memoria histórica; 2) que gestionemos la incorporación, en la currícula escolar, de estas problemáticas espaciales y culturales que afectan tanto a nuestras ciudades como a las zonas rurales; 3) que las instituciones universitarias comprometidas con estos encuentros promuevan la creación de centros académicos para la formación de arquitectos y urbanistas especializados en la realidad local y regional; 4) que nos comprometamos a continuar promoviendo este tipo de encuentros binacionales, potenciando estudios que integren disciplinas y nacionalidades, explorando incluso la posibilidad de gestionar y realizar cursos diplomados binacionales. Los coordinadores de la mesa agradecemos a los ponentes el esfuerzo realizado para cumplir con los requisitos de la presentación y, muy especialmente, a quienes afrontaron importantes traslados no sólo dentro del país (Mendoza, Jujuy) sino también desde Chile y México. Del mismo modo, expresamos nuestro reconocimiento a quienes participaron activamente de la mesa con sus críticas y comentarios, siempre enriquecedores y estimulantes, para continuar trabajando en el sostén y acrecentamiento de los vínculos que nos unen. San Carlos de Bariloche, 27 de abril de 2011 Miradas Transcordilleranas 54 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Trabajos Seleccionados Miradas Transcordilleranas 55 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Gian Piero Cherubini Universidad de Los Lagos Osorno - Chile Influencia alemana en la tradición de construcción en madera en la Región de los Lagos Introducción L a construcción de la arquitectura tradicional en madera en la zona sur de Chile fue un producto de la colonización alemana, implantado en una zona geográfica aislada del resto del país, con una realidad técnica y económica precaria incentivada por el proceso de anexión a la República de Chile. La llegada de los colonos a mediados del siglo XIX, provenientes de los principados germanos, significó un aporte renovador de la cultura material, con un importante impacto en la arquitectura. No solo surgió una nueva forma de construir que se materializó en la escuela local de carpinteros de origen germano, sino que además cambió la forma de trabajar y lo que es más importante, también cambio la forma de vivir, lo que se tradujo en la forma de distribuir los recintos, es decir en la arquitectura. Todo esto sucedió en apenas veinte años. Esta nueva manera de relacionarse con el entorno material traspaso rápidamente las fronteras de la llamada Colonia del Lago Llanquihue, llegando a influenciar tempranamente a los artífices de la isla grande de Chiloé, quienes se adaptaron a la nueva realidad y aplicaron los nuevos conocimientos a las obras que realizaron, no solo en el territorio de la colonización, sino que también en su lugar de origen, y en todos los lugares en donde se desempeñaron. Finalmente, el nacimiento de San Carlos de Bariloche, a partir de un descendiente de aquellos esforzados colonos germanos, en principio llevó también estas ideas con él, confirmando los lazos de unión que desde la llegada de los misioneros jesuitas y la creación de la Residencia de Castro se han mantenido en la región, a ambos lados de la cordillera de los Andes. Presentación La llegada de los colonos alemanes al sur de Chile a partir de 1846 hasta 1875 fue un hecho que definió un momento especial en la historia de la Región que la divide en un periodo anterior y otro posterior a la colonización alemana que tomó forma después de un corto proceso creativo que fue influenciado por la razón de los conocimientos que trajeron los colonos y por el afecto de sus recuerdos más gratos. Este corto proceso, de menos de treinta años elevado a la categoría de carismática epopeya épica, en donde los cronistas e Miradas Transcordilleranas 56 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera historiadores han privilegiado el esfuerzo de los colonos, convirtiendo esta gesta casi en un sacrificio humano (Blancpaín 1977, Hoerll 1910), lo que ha dificultado su estudio desde una perspectiva diferente, negando la discusión de sus verdades, convertidas en irrefutables dogmas, en muchos de los cuales es posible establecer por lo menos una duda razonable acerca de su veracidad. En este contexto los chilotes, osorninos y valdivianos pasaron a ser actores secundarios a pesar de ser más del noventa por ciento de la población en el territorio de la colonización (Blancpain 1974, Blancpain 1985), por lo que los esfuerzos para revalorizar su aporte creativo y proactivo, ha permitido construir algunos dogmas que han logrado posesionarse no sólo en el conocimiento docto de los especialistas relacionados con la colonización alemana, sino que también lo han hecho en el saber popular. Uno de estos dogmas es el que afirma que la construcción de la arquitectura en madera realizada en Puerto Montt y en la colonia del Lago Llanquihue fue posible gracias a la participación activa de carpinteros chilotes, quienes aportaron sus conocimientos técnicos en el uso y el manejo del material. Un segundo dogma relacionado con la arquitectura de los inicios de la colonización tiene que ver con la implantación del estilo neoclásico como primera forma culta de hacer arquitectura, planteando que el estilo fue conocido en su lugar de origen por los marinos chilotes, quienes se embarcaban en naves de carga como marinos en los innumerables barcos que pasaron por Chiloé durante el siglo XIX producto del aumento del tráfico marítimo entre los puertos del pacífico y Europa. Gracias a sus capacidades como carpinteros lograban memorizar formas constructivas que después repetían en su tierra natal, es decir en Chiloé y que posteriormente lo hicieron también en la colonia de Llanquihue. Si bien es cierto, Montecinos acepta una influencia de la colonización alemana (Montesinos 1976: 30; Fisher 1987: 41), el carácter secundario del aporte chilote ha ido en desmedro del real conocimiento de la construcción de la tradición arquitectónica. Un último dogma ha establecido que la forma constructiva de la arquitectura tradicional es la de Balloon Frame, creada en Norteamérica en torno al año 1840 (Giedion, 1941). Estos tres dogmas de la arquitectura tradicional del sur de Chile se han enraizado de tal forma en el bagaje cultural, tanto de legos como de especialistas que resulta difícil ponerlos en discusión porque en general han sido parte de la enseñanza que nos han legado los maestros de la historia de la arquitectura de Chile y de la Región de Los Lagos. Sin embargo, la amplia difusión de documentos, textos inéditos, cartas e investigaciones sobre la colonización alemana del sur de Chile permite proponer una nueva visión de ella y reconsiderar su carácter de leyenda épica, para recargarla de una nueva realidad y de un nuevo sentido. Por último cabe considerar que el conocimiento a través del tiempo no ha tenido barreras físicas y ha sido siempre un elemento de unión entre los hombres, traspasando los límites físicos administrativos de los países, lo que ha quedado demostrado con el proceso de colonización de la Patagonia a partir de la aparición en el territorio argentino de San Carlos de Bariloche. I - Desarrollo tecnológico de la Región de los Lagos antes de la llegada de los colonos alemanes Antes de la llegada de los colonos alemanes a Puerto Montt el sector era conocido como Astilleros de Cayenel (Moraleda 1888: 216). Allí llegaban dos o tres veces al año hacheros contratados por los comerciantes de Calbuco a explotar los bosques de alerce cuya madera era vendida y despachada al norte del país. A pesar de esta importante exportación el estado del arte de la construcción era bastante precario, así como la vida misma, lo que estaba motivado por dos hechos significativos. El primero es el que la conquista y la colonia con la guerra de Arauco y el constante maloqueo produjeron el abandono de la zona. El segundo hecho importante fue la anexión de Valdivia y Chiloé a la naciente república lo que produjo una importante pérdida de bienes y capital Miradas Transcordilleranas 57 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera entregado a los republicanos para financiar las campañas, recursos que jamás fue devuelto, lo que trajo ruina, maltrato (Darwin 2001: 45) y olvido del gobierno central a lo que se sumó la pérdida del comercio con el virreinato del Perú (Berg y Cherubini 2009: 95). La construcción “tradicional” de viviendas, los conocidos “ranchos” derivaban de la Ruka mapuche pero desposeída de su significado social y cultural (Phillipi 1901: 300). Era una construcción monoespacial multifuncional (Pérez Rosales 1971: 564 y 565), con un lugar central que se organizaba alrededor del fuego. En el mejor de los casos la hoguera estaba rodeada de una tarima de madera que en torno al fuego servía para sentarse a su alrededor. Las viviendas se construían con sistemas de postería perimetral enterradas en el piso, cuyas aberturas se sellaban con barro o musgo, con una viga central y tijerales que recibían las costaneras sobre las que se amarraban las gavillas (Hoerll 1910). Otra variante era la de revestir la estructura del rancho con tablas sobrepuestas, las que quedaban apoyadas directamente en la tierra (Guarda 1995: 258260). Los techos eran de tablas o paja de gran pendiente para facilitar el escurrimiento del agua (Tornero 1872: 386). A su vez el padre Guarda informa que el uso de la tejuela no prosperó, seguramente por problemas técnicos en su ejecución (Guarda 1995: 20). Al espacio bajo las vigas y tijerales de las cubiertas no se le daba ninguna utilidad (Phillipi 1901: 300). A pesar del gran desarrollo que lograron los carpinteros en Valdivia durante la colonia, especialmente en el rubro naval y de carpintería de ribera (Guarda 1973: 45-52), la dificultad para obtener hierro (Guarda 1973: 55-56) así como el escaso comercio con el exterior limitó el desarrollo y la expansión de conocimientos, tanto es así que en Calbuco hubo que esperar hasta mediados del siglo XIX para que se iniciara la construcción de balandras y goletas, dejando de lado las ya extintas dalcas de tres tablas unidas con junquillos (Guarda 1973: 4849; Pérez Rosales 1971: 351). Si alguna vez existió en la zona de Chiloé y Melipulli un avanzado desarrollo tecnológico como el que existió en Valdivia durante la colonia (Guarda 1973), este se había perdido. Se Imagen de un rancho en construcción. Dibujo de Meiers. (Fuente: Encina y Castedo 1954:1181) había producido una involución de la tecnología con la consiguiente pérdida de conocimientos. Mientras el Padre Guarda señala la destreza con que los chilotes manejaban el hacha (Guarda 1995: 260), tal vez la única herramienta de metal que conocían, José de Moraleda, quién reconoció la zona en 1796 deja en claro que los carpinteros de Chiloé eran poco prolijos en la ejecución del oficio, afirmando incluso que desconocían las cualidades de la madera (Moraleda 1888: 207). Así mismo despreciaban los oficios que requerían destrezas manuales por considerarlos indigno para los señores (Pérez Rosales 1971: 472-473; Phillipi 1901: 361). Los edificios administrativos, así como los de las altas autoridades no eran tan diferentes en su composición y tecnología que los sencillos Puerto Montt. Imagen atribuida a sí mismo por Vicente Pérez Rosales. A la izquierda se aprecia la que fuera la casa de la familia Olavarría. (Fuente: Pérez Rosales 1971:526) Miradas Transcordilleranas 58 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera ranchos rurales y urbanos (Byron 1996: 98.). Estas son las construcciones que dibujó el naturalista francés Claudio Gay en su paso por Ancud el año 1835. En este contexto no es de extrañar que las primeras construcciones que se hicieron en el astillero de Melipulli en los momentos previos de la llegada de los colonos alemanes hayan sido de gran simplicidad formal y sencillez técnica. Una de ellas era la casa de don Javier Olavarría (Sine nomine 1927), la que se aprecia en un dibujo del pintor alemán Alexandre Simon, auto atribuido a Vicente Pérez Rosales (Pérez Rosales 1971), en donde se ve la citada casa. Un pequeño galpón con muros de postes enterrados en el suelo, puestos uno al lado de otro, techado con tablas de alerce. La casa fiscal no era tan distinta. Fue ordenada construir por el gobernador de Calbuco José Ramírez (Held 1988: 22) quien con toda certeza definió sus dimensiones. Su forma representaba la síntesis del estado del arte de la construcción en esa época y en ese lugar. Estaba ubicada en la actual calle Urmeneta, entre O´Higgins y Quillota, por la vereda sur (AAVV 2002: 90). Sin gran desarrollo tecnológico ni despliegue espacial, cumplía la función para la que fue construida, que era cobijar por un breve lapso de tiempo a los colonos mientras se organizaba la entrega de tierras. La inminente llegada de los colonos a Melipulli, que permanecía ligada a la gobernación de Calbuco, produjo la afluencia masiva de chilotes y calbucanos para realizar las obras que requería la naciente ciudad. Provenientes de las islas Mailllén, Huar, y de las caletas de Huelmo y de Chiloé, una vez trazada la planta de la ciudad construyeron sus habitaciones provisorias (Goycolea 1910), compuestas por horcones clavados en el piso sobre los que colocaba una vara que recibía tablas de alerce y ramas formando una improvisada techumbre, tal como se ve en un dibujo adjudicado a Vicente Pérez Rosales con una leyenda que dice “así se ve el Hotel Melipulli”. Otro factor que refleja la precarizad en el desarrollo tecnológico fue el hecho que mucho colonos lograron sobreponerse a las dificultades que planteó la colonización de terrenos boscosos que había que despejar, por medio del uso de herramientas, algunas de ellas sencillas como la guadaña, el rastrillo europeo, el yugo y el arado (Blancpain 1974: 225), o aquellas de carpintería (Philippi 1901: 300). En definitiva los conocimientos técnicos de los artífices de la zona, en especial de los de Chiloé, era bastante precario, lo que se traducía en las formas constructivas, las que habían variado poco en el tiempo. II - Valdivia. La llegada del Ingeniero Frick. El nuevo desarrollo tecnológico En 1842 llegó a Valdivia el Ingeniero germano Guillermo o Wilhelm Frick como cabeza de una sociedad industrial que pretendía construir una fundición de cobre en el país. La empresa no prosperó, pero el ingeniero Frick se quedó en Valdivia (Guarda 1973: 57), en donde desarrolló una multiplicidad de talentos. Ingeniero, agrimensor, arquitecto, dibujante y músico. Es este último ámbito destacó convirtiéndose en un importante referente del desarrollo musical chileno durante la segunda mitad del siglo XIX (Greve 1940; Guarda 1990). Además, durante los inicios de la colonización midió los terrenos fiscales disponibles. Sin embargo, poco se ha estudiado la influencia que produjo en el Iglesia Matriz de Valdivia construida por Guillermo Frick en 1846. Dibujo de Rodulfo Amandus Philippi en 1851. (Fuente: Guarda 2001: 481) Miradas Transcordilleranas 59 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera ámbito de la arquitectura y del desarrollo de la construcción. En 1846 estaba abocado a la construcción de la iglesia matriz de Valdivia, cuyos planos había realizado el mismo (Greve 1940: 45-46). De la descripción hecha por el padre Guarda se deduce que era de planta basilical. Medía 50 varas de largo y 20 varas de ancho (Guarda 1990: 457), lo que equivale a decir que la planta estaba en proporción de dos cuadrados y medio. Tenía además dos esbeltas torres neorrománicas (Guarda 1990: 457), que nacían de las esquinas y prolongaban el plano de la fachada. Además de la forma novedosa para la zona destaca el hecho de haber sido construida en madera, con grandes pies derechos, la que combinó con albañilería de cancagua, es decir adaptó el sistema constructivo en madera del norte de Europa, conocido como Fachwerk, a la realidad local utilizando maderas nativas y piedras locales. Usó en la cubierta tejuelas cortas de alerce, colocadas en tres capas de la forma en que se hacía en el norte de Europa. Con estos elementos creó un modelo arquitectónico que tuvo consecuencias enormes en el desarrollo de la construcción y de la arquitectura. El sistema constructivo de Fachwerk, consiste en tabiquerías de madera con complejas uniones como la de caja y espiga, media madera, cola de milano, empalme de quijera, o rayos de Júpiter, separadas del suelo por envigados de madera sobre fundaciones de mampostería de piedras o ladrillos. Sobre las tabiquerías, convenientemente diagonalizadas, se armaba el envigado de entrepiso, sobre el que se apoyaban los tabiques del segundo piso a la estructura de cubierta, la que consistía en un tabique central que permitía que se apoyen los tijerales y que se forme la pendiente del techo. Finalmente se procedía a techar y a rellenar los espacios entre pies derechos diagonales y cadenetas con albañilería de ladrillos, piedras o un entramado de madera el que se cubría con una mezcla de barro, estiércol y agua. Este sistema constructivo, realizado por etapas claramente individualizadas había alcanzado en Europa un alto grado de normalización (Rasmussen 2007: 102-103), lo que obligaba a los artífices a desarrollar importantes niveles de especialización que redundaba en el manejo de las herramientas, en la realización de empalmes y uniones, así como en el conocimiento de las propiedades mecánicas de los materiales que se emplean. Para el estudioso francés Jean Pierre Blancpain, el sistema constructivo de Fachwerk no fue útil para los colonos y sólo se usaron los modelos arquitectónicos (Blancpain 1974). Sin embargo la descripción de la iglesia matriz de Valdivia (Guarda 1990: 457), y el conocimiento del sistema constructivo de Fachwerk, permite Adaptación del sistema constructivo. Fachwerkhaus in mutschau. (Fuente: www.peterhofmann.de/fachwerkhaus.jpg [Consulta 2010.12.20]) Construcción de una casa en el lago Llanquihue en el siglo XIX. (Fuente: tarjeta postal, AAVV 2002:212) Miradas Transcordilleranas 60 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera clarificar que este sistema adaptado a la nueva realidad geográfica, fue la base técnica del desarrollo de la arquitectura de la colonia alemana del Lago Llanquihue. De la descripción hecha se deduce que el sistema de Fachwerk se asemeja al sistema de plataforma y se diferencia del de “Ballon Frame”. Este último apareció en América del norte en torno año 1840 (Geidion 2008: 335343). También se construye por etapas, pero la tabiquería hecha con piezas largas de un solo tramo permite construir la techumbre y revestir exteriormente para finalmente construir el entrepiso y los tabiques interiores. Las similitudes en el uso de madera como principal material de construcción, en las formas arquitectónicas y en la necesidad de techar y revestir exteriormente antes de completar el interior, ha producido una confusión en la definición del sistema constructivo introducido por Frick como de plataforma desarrollado a partir del sistema constructivo de Fachwerk y no de balloon frame. A este sistema, adaptado por el ingeniero Frick, el mismo incorporó otra importante innovación, como fue la de los de miradores centrados en la fachada los que utilizó por primera vez en la construcción, el año 1854, de la aduana de corral (Guarda 1990: 457). La inserción de un mirador en una cubierta inclinada de madera, que produce un inmejorable efecto estético, obliga a resolver los problemas técnicos para evitar las goteras en el interior del edificio en caso de lluvias, como es en el encuentro entre el muro y la cubierta y el encuentro perpendicular de los techos, por medio del uso de canales de madera, que conduzcan el agua lluvia hacía el exterior de la planta de la construcción. Según Blancpain tres fueron los aportes que hicieron los colonos germanos a la construcción de una tradición arquitectónica, los que se implantaron entre 1846 y 1870 (Blancpain 1974: 434). El primero fue la sustitución de los muros de postes clavados en la tierra por el sistema de tabiquerías armada sobre fundaciones, que fue una adaptación del Fachwerk germano. Las fundaciones que en principio consistía en grandes piedras alineadas y niveladas, sobre las que se apoyaba el envigado de piso permitieron aislar la madera del contacto con la humedad del suelo (Philippi 1901: 332). En este sentido un aspecto técnico que no menciona Blancpain fue la forma de colocar las tejuelas en tres capas traslapadas que volvía la cubierta verdaderamente impermeable. El segundo aporte fue la construcción de galerías vidriadas en reemplazo de los corredores aporticados exteriores, lo que permitió habilitar un confortable espacio de trabajo usado de preferencia en el invierno y los días de lluvia (Pérez Rosales 1971: 470; Held 1996: 51). Junto con lo anterior aportaron a la funcionalidad de las viviendas, separando la cocina de la sala de estar y de los dormitorios (Blancpain 1969: 100), lo que tempranamente derivó en la planta característica con corredor central. El tercer aporte fue el de la incorporación de miradores en el entretecho, construidos por primera vez por el ingeniero Guillermo o Wilhelm Frick en 1854. Además fue importante el aporte de nuevas herramientas, desconocidas hasta ese momento en la región como la gran variedad de cepillos, taladros, formones, entre otras, que facilitaban la ejecución de las elaboradas uniones entre piezas de madera, que obligaba el nuevo sistema constructivo (Vargas y Paredes 2004: 25). Estas herramientas las debían traer los colonos desde su lugar de origen (Hoerll 1910: 16-17), lo que lleva a pensar que no existía gran cantidad ni diversidad de herramientas en la región. Junto con lo anterior cabe agregar que también trajeron la forma de concebir y realizar el trabajo (Hoerll 1910: 57), el que compartieron con obreros y aprendices, como lo hacían las corporaciones de artesanos europeos desde la edad media, en donde el maestro enseñaba un oficio determinado a un grupo de aprendices. En el contexto de la arquitectura el aporte de los colonos germanos abarcó complejos aspectos técnicos como el novedoso sistema constructivo de Fachwerk, aspectos funcionales como la separación funcional de recintos y la incorporación de nuevos espacios de uso especialmente en días de lluvia, y aspectos estéticos como los miradores centrados en la fachada. Miradas Transcordilleranas 61 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera III - Puerto Montt, la fundación de la ciudad, cabecera de la colonización Los primeros colonos llegaron a Puerto Montt el 23 de noviembre de 1852. Diecinueve días después, el 12 de de diciembre llegó otro grupo. Totalizaban 212 personas provenientes de distintos principados germanos del norte de Europa. El lugar era desolador. Habías solo tres construcciones. Una ruka de Juan Millalonco, la casa de la familia Olavarría (Sine nomine 1927) y la casa fiscal llamada por los colonos “la casa grande” o el cuartel (Berg y Cherubini 2009: 124), a las que se sumaban las construcciones provisorias de los hacheros de Maillén, Huar, Huelmo y Chiloé, quienes se afanaban por despejar de bosques la planicie pantanosa en donde se construía la nueva ciudad (Sine nomine 1927). De frente a la inminente desilusión de los colonos al ver un tan poco auspicioso panorama, el agente de la colonización Vicente Pérez Rosales con una visión estratégica que diera una señal clara a los colonos de que el estado de Chile no los abandonaría, decidió fundar la ciudad de Puerto Montt el día 12 de febrero de 1853, clara alusión a la batalla de Chacabuco, cuya victoria selló el destino republicano del país. Habían transcurrido apenas 97 días después de la llegada de los primeros colonos al antiguo astillero de Cayenel y cuatro meses y medio antes de aprobado el decreto de fundación. La fundación de la ciudad tuvo otra razón de importancia estratégica, debido a que el principal medio de comunicación era el transporte marítimo, era absolutamente necesario contar con un puerto protegido que facilitara la entrada y salida de gente y de productos y de bienes de servicio (Pérez Rosales 1971: 512, 543), por lo que se comisionó al capitán de fragata Buenaventura Martínez, la exploración de las costas del seno de Reloncaví para ubicar un lugar adecuado para este fin. La ciudad recién fundada se transformó prontamente en un centro de febril actividad. Los colonos cuyo destino fue principalmente, Plaza de Puerto Montt en 1856. (Original gentileza de Alejandro Torres) Miradas Transcordilleranas 62 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera las riberas del lago Llanquihue, pasaban por Puerto Montt, y en general permanecían uno o varios meses. Una vez instalados en sus parcelas, por lo menos una vez al mes iban a la ciudad para recibir la ayuda en dinero que les entregaba la tesorería de la colonia, momento que aprovechaban para vender el excedente de la producción agrícola y para comprar lo que les faltaba y no podían producir. Este hecho facilitó la instalación de fondas, salas de juegos y posadas, señal ineludible de la función que cumplió Puerto Montt desde su fundación (Held 1980: 135-137, 138-140) como prestadora de servicios administrativos y portuarios. Estas visitas eran aprovechadas por los colonos para enterarse de las noticias disponibles en la ciudad, así como podían ver los adelantos arquitectónicos de la naciente ciudad. A esto se agregó el hecho que Puerto Montt reemplazó las plazas comerciales perdidas después de la anexión a la naciente república, lo que produjo un incesante flujo de chilotes que con sus embarcaciones acudían al puerto para vender sus productos. La ciudad de Puerto Montt se consolidó como prestadora de servicios receptivos, como plaza comercial y como puerto, lo que permitió que a partir de allí se difundiera una nueva cultura arquitectónica. IV - Constructores, carpinteros y mueblistas Entre los Colonos que asistieron a la ceremonia de fundación de la ciudad había cuatro carpinteros y dos mueblistas (Held 1970). Estos fueron los primeros constructores que le dieron la impronta neoclásica a la arquitectura de los primeros años de la colonización. El padre Guarda señala que el término castellano carpintero es la traducción general de una variedad de vocablos alemanes que describe una variedad de oficios distintos (Guarda 1995: 90-94). Entre estos Zimmerman es el carpintero y Zimmermeister el maestro carpintero. El Bauunternehmer era el contratista de obras de edificación, asimilable a los actuales constructores, los que según la tradición europea tenían sólidos conocimientos técnicos. El Tishler era el ebanista especializado en la confección de detalles de madera y el Möbeltischler era el mueblista. El Schreiner era quien fabricaba puertas y ventanas. Todos oficios relacionados con el trabajo de la madera que son especialidades de la carpintería y que en el momento de inscribir la profesión, previo al viaje a Chile fueron anotados como carpinteros o mueblistas. Todas estas eran profesiones a las que se accedía después de aprobar exámenes teóricos y prácticos frente a una comisión elegida por el gremio correspondiente, lo que significa que existía una jerarquía clara que diferenciaba a maestros, ayudantes y aprendices, quienes poseían sólidos conocimientos técnicos en relación al grado de especialización.. El padre Guarda cita que uno de los rubros desarrollados por los Colonos en Osorno fue el de Bau und Möbeltischlerei, es decir el de construcciones y mueblería. Esto trajo como consecuencia que la ejecución de los detalles constructivos, así como las terminaciones fueran de gran calidad, superando con creces y siendo más importante que la distribución de la planta, o que la concepción arquitectónica de los edificios (Guarda 1981: 13-16). La construcción en madera en el norte de Europa había alcanzado un alto grado de perfeccionamiento técnico, desarrollando conceptos de estandarización especialmente en la confección de puertas, ventanas y escaleras (Rasmussen 2007: 102-103), lo que facilitaba el proceso constructivo. En el caso de Puerto Montt, la pendiente de los techos, la dimensión de los vanos, los zócalos y las cornisas se adaptaron al estilo neoclásico. Más que sencillos carpinteros los maestros germanos eran verdaderos empresarios de la construcción, capaces de coordinar todas las faenas necesarias para realizar una construcción, desde la obtención de los materiales, como la madera, los pernos y los clavos, hasta la contratación de obreros para la ejecución de las construcciones en donde, el carpintero era también proyectista y dirigía personalmente los trabajos, así como se preocupaba de obtener los recursos necesarios para realizar la construcción. Esto es de gran importancia ya que uno de Miradas Transcordilleranas 63 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera los presentes en la fundación fue don Matthias Doggenweiler carpintero de profesión, quién llegó a Corral, el 1º de agosto de 1852, junto a su esposa Agnes Eisele, provenientes a Andelfingen, en Württermberg (Held 1970: 52). Se trasladó a Puerto Montt con los primeros colonos en noviembre de 1852, por lo que con toda certeza entabló contacto con el ingeniero Guillermo Frick, y se interiorizó de las adaptaciones técnicas y las creaciones realizadas por el ingeniero germano. Desde los inicios de la colonia su nombre está asociado a importantes edificios públicos, como el de la Gobernación, también llamado el palacio (Sine nomine 1927), la catedral de Puerto Montt (Tampe 1983: 90), el hotel Llanquihue de Puerto Varas (Horn y Kinzel 1983: 88). Todas estas eran construcciones de influencia neoclásica, que tenían la fachada simétrica y la cornisa que marca la separación entre los dos pisos. El padre Harter, reconociendo la importancia de su trabajo lo llamó el “carpintero de la colonia” (Held 1988: 121), citando que en 1855 puso las ventanas, las puertas y el revestimiento y además construyó las dos torres de la iglesia, construyó el segundo piso de la cárcel, hizo tabiques divisorios en la intendencia y reparó la casa fiscal, donde se alojaban los colonos recién llegados, y también reparó la escuela (Held 1988: 193). En este periodo junto con Carl Biebrach construyó la primera talabartería de Puerto Montt, de propiedad del Señor Joseph Resczinsky (Held 1970: 88-90). Además el padre Tampe lo anota en la lista de propietarios de carpinterías que existían entre 1880 y 1890 en la ciudad de Puerto Montt (Tampe 2002: 108). Una prueba de su capacidad de organización quedó demostrada al ser nombrado como encargado de la custodia de los intereses fiscales, cuando en 1854 el intendente Jacob Foltz fue apresado por el gobernador de Calbuco por negarse a dejar de contratar hacheros para la construcción del camino a la laguna (Pérez Rosales 1971: 538; Held 1988: 103). El carpintero Doggenweiler, fue un actor importante en la definición arquitectónica de Puerto Montt, tanto como lo fue Frick en Valdivia. Además fue un promotor de la influencia neoclásica en la colonia, estilo Intendencia de Puerto Montt, también llamada El Palacio. Construida por Matthias Doggenweiler, ayudado por carpinteros de Dalcahue. (Fuente: AAVV 2002: 199) arquitectónico con el que con toda certeza se había familiarizado en su ciudad de origen y en su paso por Valdivia. V - La escuela de carpinteros alemanes En los inicios de la colonia de Llanquihue, los colonos no construyeron solos su primera habitación, sino que se hicieron ayudar por los especialistas que llegaron como colonos (Blancpain 1969: 100). Algunos trajeron todos los elementos necesarios para la construcción de sus habitaciones, no solo herramientas, sino que además puertas, ventanas con sus vidrios, pequeñas cantidades de fierro para hacer alguna pieza que pudiera faltar, o también papel para revestir las paredes interiores de la casa (Held 1996: 78). De las listas elaboradas por Emilio Held, y el destino que siguieron muchos de los llegados, se puede concluir que eran pocos los especialistas para los requerimientos constructivos de la colonia, sean para edificios públicos, como para habitación. Este hecho, que generó inmediatamente un ámbito de trabajo, le facilitó a algunos artesanos además la decisión de quedarse en la ciudad a ejercer el oficio que ya conocían. Así mientras algunos profesionales Miradas Transcordilleranas 64 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera decidieron convertirse en agricultores (Held 1970: 52; Held 1970: 54; Held 1970: 44), otros una vez que llegaron a Puerto Montt decidieron por el oficio de la construcción. Esto permitió la consolidación del oficio de los carpinteros y albañiles en el seno de la colonia y la consecuente formación de una escuela local de constructores, guiada por los maestros germanos. Esta escuela de carpinteros alemanes de Puerto Montt se consolidó con la definición de la casa de planta rectangular con pasillo central y mirador, tipo constructivo básico que permaneció con diversas variaciones hasta la primera mitad del siglo XX, y que a su vez permitió la aparición de una innumerable variedad de modelos arquitectónicos como la casa cajón de dos pisos, entre otras (Berg y Cherubini 2009: 164172; Benavides, Pizzi y Valenzuela 1994: 75). El padre Tampe señala que en la década entre 1880 y 1890 existían ocho carpinterías y siete mueblerías (Tampe 2003: 108). Todas de maestros alemanes. De estas solo tres eran de maestros carpinteros: la de Matthias Doggenweiler, la de José Lengfeld (Held 1970: 85) y la de Augusto Lafrenz (Held 1970: 58). Este último era hijo de Hans Lafrenz, quien fue carpintero de buques. Las otras cinco carpinterías eran de colonos cuya profesión no se ha registrado, como la de Friedrich Wenderoth, quien fue ayudante del ingeniero de la colonia en 1858 (Held 1970: 95), la de Juste Krefft y la Theodor Langenbach, o eran de agricultores como la de August Trautmann, hijo de un agricultor, quien llegó de 13 años al país (Tampe 1983: 90; Held 1988: 190). Por último estaba la carpintería de Wilhelm Krebs o Krefft (Held 1970: 102). Esto indica que aprendieron el oficio en Puerto Montt, seguramente motivados por la falta de especialistas para absorber todo el trabajo que implicaba la construcción de la nueva ciudad. También el padre Tampe indica que en la ya citada década existían siete mueblerías en la ciudad. Cuatro fueron los mueblistas que llegaron Puerto Montt de Alemania con dicha profesión. Las mueblerías de Wilhelm Biewer (Held 1970: 120), Christian Heinrich Goecke (Held 1970: 102), Joseph Rotter (Held 1988: 100) y Friedrich Francke (Held 1988: 100). Las otras Campanario del cerro de los Jesuitas. Construido por Teodoro Langenbach. (Fotografía Givanni Cifuentes) tres eran propiedad de otros tanto alemanes que llegaron al país con otras profesiones, como la mueblería del organista Ferdinand Schaffaartzich (Held 1970: 94), la de Johan Prussing (Held 1970: 59) quien llegó como agricultor y la del carpintero Johan Sebastián Baumgartner (Held 1970: 91). También en este rubro, mientras algunos mueblistas deciden ejercer su profesión en la recién formada ciudad, otros formaron talleres de mueblería seguramente después de trabajar con los profesionales del rubro y aprender el oficio. En estos talleres no sólo se confeccionaban muebles propiamente tales, sino que también se hacían puertas, ventanas y otros elementos prefabricados necesarios para la construcción, los que se ejecutaban siguiendo modelos estandarizados de determinadas dimensiones lo que facilitaba la construcción. Cabe recordar que la construcción en el norte de Europa estaba normalizada, no solo en la calidad del material, sino que también en el distanciamiento de los elementos y la disposición de las partes (Rasmussen 2007: 102-103). También recibieron estas enseñanzas los carpinteros que llegaron de Chiloé (Vargas y Paredes 2004: 27), quienes aprendieron el oficio y mejoraron sus conocimientos trabajando Miradas Transcordilleranas 65 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera con los maestros alemanes. De hecho en enero de 1854, el comerciante español José Díaz Belunzarán, avecindado en la naciente ciudad fue comisionado por el agente de la colonización don Vicente Pérez Rosales para contratar trabajadores en Achao, debido a la escasez de mano de obra para terminar los edificios fiscales (Held 1980: 70), en los que trabajaban algunos maestros alemanes, entre ellos Matthias Doggenweiler. Este hecho fue una necesidad motivada por que los maestros alemanes debían partir a sus chacras y porque los chilenos que se acercaron a la colonia eran “de la peor especie: vagabundos, borrachos, jugadores, delincuentes que huyen de la justicia” (Blancpain 1974: 300). En 1852, llegaron a Puerto Montt embarcados en el Susana los mueblistas Johan Gottlieb Bitterlich (Held 1970: 51), y Jose Heinrich Osterhold (Held 1970: 161). El colono Karl Diettrich, en “Recuerdos de una Travesía” indica que ambos siguieron viaje a la ciudad de Ancud, en donde hicieron los trabajos de terminación de la catedral (Krebs et al 2002: 8494), la que se quemó en 1859. Posteriormente se inició otra dirigida por el albañil germano August Freibose, la que proyecto en madera y cancagua (Fisher 1987: 42; Held 1970: 124), es decir probablemente con el sistema faschwerk. De la calidad de los conocimientos que poseían, que pusieron en práctica y transmitieron estos maestros carpinteros, da cuenta don Theodor Langenbach, a quien se le encomendó la construcción del campanario de los Jesuitas el año 1889, en cuyo diseño aplicó un sistema de trazos reguladores sobre la base de un módulo cuadrado de 6 metros de aristas para la planta y el cuerpo de la base, de la caña y de la cubierta y un sub modulo cuadrado de un metro y medio de arista para los faldones que imbrican los cuerpos de la torre. Estos conocimientos teóricos los combinó con gran precisión con la ejecución de las uniones y empalmes de las construcciones, resolviendo además, todos los problemas técnicos como por ejemplo el de la instalación de las campanas en la parte alta de la torre (Cherubini 2006). Al revisar los registros hechos por Emilio Held se constata que de todos los colonos que pasaron por Puerto Montt entre 1852 y 1875, hubo 27 carpinteros y 27 mueblistas. De estos especialistas 30 recibieron una chacra al interior de la colonia o se trasladaron a otra ciudad como el mueblista Conrad Amthauer, acompañado por su hermano Johann de 19 años (Held 1970: 98), o Ferdinand Kurth ((Held 1.970: 101; Held 1970: 96-98)). Así como hubo agricultores que se dedicaron a la construcción, fueron muchos los carpinteros y mueblistas que optaron por la agricultura. Esto deja en evidencia que el objetivo de la colonización era el de ocupar y explotar el potencial agrícola en un gran territorio, y que en el cumplimiento de este fin, Puerto Montt cumplió un importante rol como lugar de recepción de los colonos. El desarrollo industrial, el comercio y la arquitectura fueron el resultado de este proceso. Como conclusión es posible establecer que la escuela de carpinteros de Chiloé es heredera de la tradición nord europea de construcción en madera, y por lo tanto las formas constructivas, así como la influencia neoclásica, presente en la arquitectura del archipiélago, es el reflejo de aquella construida en Puerto Montt y en la colonia de Llanquihue. VI - Una ciudad armónica El resultado de la forma de construir fue la introducción de una forma novedosa de hacer arquitectura que incluía elementos propios de la composición como la simetría no solo en la fachada, sino que también de la planta, y el uso de un sistema modular con incorporación de elementos prefabricados como puertas y ventanas. Un problema que obligaba, a pesar de la simpleza del resultado, a tener un pensamiento previo acerca de la distribución de la planta. La repetición de esta forma de construir generó una ciudad con una gran unidad y coherencia formal, lo que se vio reforzada con la ordenanza de 1854 que obligó a construir pegados a la línea de edificación indicada en el plano de la ciudad trazado por Buenaventura Martínez previo a la fundación de la ciudad y cuyo objetivo era ordenarla en torno a las Miradas Transcordilleranas 66 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Primera fotografía de la ciudad de Puerto Montt. (Fotografía gentileza Museo Juan Pablo II de Puerto Montt) calles (Held 1988: 104). La simetría, la alternancia rítmica de muros y vanos, la composición por adición y sobre posición de volúmenes fácilmente reconocibles, la cornisa que separa los pisos, los dinteles de las puertas y de las ventanas en forma de tímpano rebajado, son elementos propios del estilo neoclásico con el cual crecieron los colonos en su lugar de origen y que reprodujeron en la ciudad de Puerto Montt y en la colonia de la laguna, creando un conjunto de obras de arquitectura en madera coherente y unitario. VII - La expansión La escuela de carpinteros alemanes de Puerto Montt, caracterizada por la forma cooperativa de trabajar de los maestros europeos, produjo no solo buenos discípulos que aprendieron rápidamente, sino que además al independizarse, estos llevaron los nuevos conocimientos más allá de los límites de la ciudad puerto, contribuyendo de esta manera al desarrollo material de la arquitectura en la región. La colonia del lago Llanquihue fue el área que primero recibió la influencia de la escuela de carpinteros. A pesar de la abundancia de maderas el colono no construyó el mismo su casa definitiva sino que acudió a los especialistas, entregándoles sus propios peones para que ayuden en la construcción. Tampoco usó los árboles disponibles en su propiedad para obtener madera, sino que la compraba ya dimensionada en las barracas de la ciudad más cercana (Blancpain 1969: 100). Esto contribuyó al desarrollo y afianzamiento de la industria de la construcción, así como el de los contratistas en construcción que difundieron las tipologías arquitectónicas en las márgenes del lago Llanquihue. En estos lugares los artífices fueron maestros alemanes, en general dedicados a la agricultura que abandonaban temporalmente su parcela para ayudar a un vecino. El maestro definía la forma, trazaba la planta en el terreno, explicaba y enseñaba a los obreros lo que había que hacer, la forma de ejecutar las uniones y el uso de las herramientas, para después volver a su parcela a trabajar el campo. Volvía periódicamente al lugar de la faena para resolver los problemas técnicos que se presentaban durante la ejecución de la construcción, enseñando de esta manera y de forma progresiva, no solo el Miradas Transcordilleranas 67 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera oficio de la carpintería, sino que también el de la construcción de edificios con entramado de madera. Importantes difusores de esta nueva forma de construir, fueron los nuevos carpinteros chilotes quienes al no poder acceder a tierras, las que estaban reservadas a los colonos germanos, pudieron recorrer el territorio para contratarse como carpinteros o contratistas, o volver a su tierra, donde replicaron los modelos arquitectónicos aprendidos con los maestros carpinteros europeos. El objetivo de la colonización fue el de incorporar grandes áreas de territorio a la economía nacional. El de la gran mayoría de los colonos que se asentaron en torno al lago Llanquihue fue el de transformarse en propietarios. Esto permitió que la difusión de la cultura, más allá de los límites de la colonia del lago Llanquihue, quedara en manos de los chilotes y no de los colonos alemanes. Los chilotes, gracias a su capacidad práctica lograron aprender un nuevo oficio y a usar y fabricar nuevas herramientas, lo que les permitió, al igual que sus maestros, contratarse, primero en los lugares apartados (Treutler 1958: 393), y después competir con los artífices germanos. La menor dinámica social y económica de la provincia de Chiloé produjo un estancamiento del desarrollo, una de cuyas consecuencias fue la permanencia de las tipologías constructivas hasta más allá de la segunda mitad del siglo XX. Mientras, como efecto de un descontrolado crecimiento, la ciudad de Puerto Montt y las principales ciudades de la cuenca del lago Llanquihue, vieron desaparecer, de manera inexorable, parte importante de su patrimonio. En 1976 llegaron a Castro los arquitectos Edward Rojas Vega y Renato Vivaldi, y fundaron el Taller Puertazul, que funcionó como un lugar de encuentro cultural, que los llevo a interiorizarse de la cultura y arquitectura de Chiloé. Su trabajo de difusión, aun más allá de las fronteras del archipiélago coincidió con la cúspide del movimiento posmoderno que revalorizó el contexto y la historia como elemento fundante de una nueva arquitectura. Fotografía de la ciudad de Ancud en 1876. Al fondo se aprecia la Catedral de Ancud construida por Freibose. (Fotografía Gentileza Museo Juan Pablo II de Puerto Montt) El Taller Puertazul inició una reflexión crítica y propositiva en torno a la cultura local que facilito la aparición de una postura arquitectónica, así como la valorización de la arquitectura tradicional (Berg y Cherubini 2009: 216-217). Este hecho, sumado a los estudios desarrollados por Hernán Montecinos y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile produjo el olvido de los verdaderos orígenes de las formas arquitectónicas y de los sistemas constructivos usados en la región. Por último, en 1895 Carlos Wiederhold se instaló en la ribera oriente del lago Nahuel Huapi con un pequeño negocio, el que fue el inició de la ciudad de San Carlos de Bariloche. Las imágenes de las primeras construcciones realizadas por Wiederhold revelan la filiación con la arquitectura construida en Puerto Montt y en la ribera del Lago Llanquihue (Wiederhold 1945). Wiederhold había estudiado arquitectura en Alemania, por lo cual conocía, no solo las formas de la arquitectura imperantes en el país del norte de Europa a fines del siglo XIX, sino que su experiencia le permitió familiarizarse rápidamente con los métodos y sistemas constructivos del sur de Chile (Wiederhold 1945). La casa y negocio de Wiederhold, de volúmenes simples, con techo a dos aguas, mirador centrado en la fachada principal, fue Miradas Transcordilleranas 68 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera el resultado del desarrollo cultural sucedido en la región de los Lagos entre los años 1846 y 1875. Posteriormente aparecieron otros artífices en la naciente ciudad de San Carlos de Bariloche (Biedma 1987: 171). Entre ellos destacó Primo Capraro, constructor de origen italiano (Biedma 1987: 174), que aportará nuevas imágenes a las formas ya conocidas, lo que contribuyó a definir la primera imagen urbana de la ciudad. A pesar de lo anterior, pasado el inicio del siglo XX continuaron llegando maestros del sur de chile, especialmente chilotes, a construir a Bariloche. De esta manera, la tradición constructiva en madera de influencia nord europea originada en Puerto Montt y consolidada en la cuenca del lago Llanquihue fue llevada más allá de los límites naturales, confirmando que la difusión de los patrones culturales trasciende los confines administrativos de los estados, transformando la frontera en un verdadero mito. Casa comercial La Chile Argentina constuida por Carlos Wiederhold. Se leen los mismos patrones formales de la arquitectura del territorio del lago Llanquihue. (Fuente: http:// www.flickr.com/photos/archivovisualpatagonico) Bibliografía A.A.V.V. 2002. Pioneros del Llanquihue. 150 años de la emigración alemana al Lago Llanquihue. 1852-2002. Edición Liga Chileno Alemana. Santiago de Chile. BENAVIDES JUAN, PIZZI MARCELA, VALENZUELA MARIA PAZ. 1994. Ciudades y arquitectura portuaria. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. BERG COSTA, LORENZO; CHERUBINI GIAN PIERO. 2009. Ocupación, Arquitectura y Paisaje. Región de los Lagos. 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A pesar de la enorme masa de piedra que significa la cordillera de los Andes la relación fue, las más de las veces, de constante intercambio. Por estas relaciones y compartiendo inquietudes arquitectónicas regionales ambos países fueron testigos del surgimiento del estilo arquitectónico neocolonial en sus territorios. El mencionado surgimiento se produjo a principio de siglo XX en distintos países latinoamericanos. El mismo, se caracterizó por ser una tendencia que observó el pasado arquitectónico como una cantera digna, con material para representar problemas identitarios de las jóvenes naciones que conmemoraban, en su mayoría, los primeros centenarios de sus independencias. Para comenzar aclararemos que en este trabajo se utilizarán los términos estilo y neocolonial en un sentido amplio con la intención de incluir distintas variantes y tendencias que surgieron en los países latinoamericanos como respuestas a una gran diversidad de realidades político- sociales, y como una alternativa válida frente a la supremacía arquitectónica de tendencias académicas. El hablar de estilo neocolonial presenta complejidades terminológicas cuya aclaración excede las intenciones de este trabajo. Por ello, y haciendo uso de los convencionalismo y del poder evocativo fuertemente arraigado que presenta esta clasificación, se la utilizará de un modo genérico con la intención de definir el uso de patrones estético-decorativos del pasado americano en arquitectura. Sin embargo se utiliza el concepto de estilo neocolonial en un sentido que excede una búsqueda plástica exclusivamente, se comprende que sus formas estéticas surgieron y se utilizaron como expresión de complejas búsquedas culturales americanas. Dichas búsquedas no se expresaron solamente a través de la arquitectura, sino también a través de la literatura, pintura, filosofía, etc. El repertorio decorativo utilizado por esta corriente en arquitectura durante la primera mitad del siglo XX manifestó la intención de acentuar el poder comunicativo de las construcciones, haciendo que su “lenguaje” fuera fácilmente decodificable por estar realizado con formas visuales “familiares” a los receptores. Dentro de este amplio horizonte estilístico se distinguen tendencias hispanas, criollas, indigenistas, eclécticas, californianas, entre otras. El grado de intensidad en la adopción Miradas Transcordilleranas 71 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera de estas variantes fue desigual, incluso dentro de un mismo país. Además poseyeron distintas característica de acuerdo con los factores culturales de cada nación. La importancia primordial del estilo es que podría considerárselo como la primera búsqueda de una arquitectura con elementos identificatorios latinoamericanos cuya amplitud fue continental. Fue la primera oportunidad en que arquitectos de distintos países se plantearon de forma más o menos sistemática la intención de encontrar expresiones formales que condensaran elementos identitarios propios. Además de los ejemplos constructivos, distintos arquitectos mostraron interés por elaborar teorías que soportaran sus búsquedas. Esta situación se produjo simultáneamente en países como Venezuela, México, Ecuador, etc. a raíz de los festejos de los centenarios de sus independencias, entre otras causas. Hablando ya específicamente de la provincia de Mendoza, diremos que se encuentra al pie de la cordillera de los Andes, distante 1090 Km de Buenos Aires esta distancia favoreció la integración de la región de Cuyo con los territorios del oeste. Las relaciones culturales entre la región de Cuyo y Chile se remontan hasta la época colonial. Francisco de Villagra, al regresar de una expedición a Perú, “descubrió” la región para los españoles en el año 1551(CUETO, ROMANO & SACCHERO S/F: 8). A partir de ese momento la región pasó a integrar la Capitanía General de Chile. Este descubrimiento no implicó la ocupación de la región, que se realizó diez años más tarde cuando fue fundada la ciudad de Mendoza en 1561 por Pedro del Castillo en lo que se conocía como el Valle de Huentota. Para entonces la región estaba poblada por grupos indígenas entre los que se destacaban los Huarpes (MONTAÑA, 2007:280). Aún cuando el primer contacto con los españoles fue pacífico se produjo un proceso de “exportación” de mano de obra indígena hacia Chile lo que llevó a una disminución notable de los grupos étnicos autóctonos (Ibíd.). La pertenencia a la Capitanía General de Chile tuvo lugar hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, entonces los territorios fueron incluidos a esta última jurisdicción. Sin embargo, al ser Mendoza paso obligado en el tránsito a Chile, la relación continuó de forma muy estrecha. Fue muy intenso el comercio de ganado en pie que, durante fines del siglo XVII y hasta las últimas décadas del siglo XIX, además de dar lugar al ascenso de una clase oligárquica local (Ibíd.), favoreció el contacto fluido entre ambas regiones. Un dato que demuestra la intensa relación es que a fines del siglo XVIII, se registraba en Mendoza una circulación de 10.000 mulas de carga anuales, la mayoría con punto de origen o destino en Chile (LACOSTE, 1995:24). Se marcaba como un hito la integración de Mendoza al Virreinato del Río de la Plata en 1776, sin embargo dicha integración no se dio de manera efectiva hasta la llegada del ferrocarril en 1885. Este medio de transporte intensificó la relación de la provincia con la Capital de la Argentina y facilitó el fluir de ideas entre Buenos Aires y Cuyo. A partir de este impulso de modernidad que trajo el ferrocarril se produjo una mayor integración entre las provincias que conformaban el país. Buenos Aires, ciudad cosmopolita y portuaria, se encargó de esparcir las nuevas tendencias arquitectónicas por todo el territorio mediante los nuevos medios de transporte. Años antes de la llegada del ferrocarril se produjo otro hecho que acentúo las diferencias coloniales de la provincia con Chile. La vida tranquila y apacible de Mendoza se vio alterada cuando el 20 de marzo de 1861 ocurrió un movimiento sísmico que la destruyó completamente y mató al 70% de la población de la ciudad que contaba con trescientos años de existencia. Para entonces el país se encontraba en un período de organización nacional que, junto con las ideas modernistas, propició la intención de eliminar de la representación de ciudad el pasado colonial preterremoto (PONTE, 2007:62). La refundación de Mendoza en su actual emplazamiento implicó una actitud de ruptura con este pasado colonial (IBID, 1999:374).El desastre natural significó una bisagra en la historia provincial y condicionó la relación de los mendocinos con su historia. Si bien la relación con Chile continuó, y ello Miradas Transcordilleranas 72 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera se evidencia en la ayuda científica y técnica que brindó ese país luego del movimiento telúrico a la provincia (CIRVINI,1989:63), Mendoza sepultó con sus ruinas el período colonial y por ende su pasado común con Chile. La reconstrucción de la ciudad en su actual emplazamiento, generó la oportunidad de desprenderse del pasado y crear una ciudad de “la nada”. Representativo de ello es que en el plano de 1863 llamado Plano Nuevo de Mendoza ni siquiera se dibujó la traza de la “Ciudad Vieja”. (PONTE, 1999, pág. 89). El sismo significó una bisagra en la historia provincial y condicionó la relación de los mendocinos con su pasado histórico y con la ciudad y su arquitectura. Luego de la catástrofe existió entre los pobladores una representación del pasado material como endeble y susceptible de ser destruido. Esta forma de relacionarse con el pasado va a condicionar la forma de ver e interpretar la arquitectura colonial y por ende al neocolonial. Luego de esta “ruptura” con el pasado a partir del sismo y a raíz de la incorporación del ferrocarril, Mendoza se distanció culturalmente de Chile para acercarse a la capital Argentina. En este contexto histórico cultural y a partir de condicionantes regionales tan particulares consideradas anteriormente, se analizará el estilo neocolonial en ambos lados de los Andes. Arquitectónicamente ambas regiones cultivaron en la primera mitad del siglo XX un interés creciente por la cultura nacional y la problemática de la identidad. Esto se percibía, en el caso de Argentina, en grupos que trabajaban en la Revista de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires: Álvarez, Pellet, Lastra, Noel, entre otros nombres. En Chile la revalorización de lo nacional tuvo su paladín en Pedro Prado Calvo, escritor, poeta, pintor y arquitecto que conformaba el grupo de Los Diez(FERRARI,1994:165) . Pensadores argentinos y chilenos tuvieron contacto para estas fechas e intercambiaron las nuevas ideas. Posiblemente Prado conoció a Martín Noel, gran impulsor del Neocolonial en Argentina, en un congreso de estudiantes al que concurrió en 1912. Prueba de la relación entre el neocolonial argentino y chileno aparece en Ensayos sobre la arquitectura y la poesía escrito por Prado en 1916: “en el último tiempo, una poderosa tendencia nacionalista desea abarcar todas las manifestaciones de la vida de nuestro país. Este movimiento se hace más sensible en Chile años después de que apareciera en la república Argentina. Allá el emigrante portador de ideas cosmopolitas obligó a pensar en el nacionalismo” (Prado cit. por FERRARI,1994: 166): Buenos Aires, con figuras destacables como Guido, Álvarez, Noel, influenció fuertemente no solo a Chile sino también a la provincia de Mendoza. A partir de esta influencia surgieron en Mendoza, a mediados de la década del ´20, distintas vertientes del neocolonial. El estilo probablemente arribó a esta provincia con el arquitecto Álvarez, que en 1917 fue nombrado Jefe de Arquitectura y Director de Obras Públicas, para la fecha comenzaron a aparecer manifestaciones de las distintas líneas neocolonialistas. Recordemos que el mencionado arquitecto había tenido especial participación en la difusión de las ideas arquitectónicas neocoloniales ya que era, para la época, director del centro de estudiantes de la facultad de arquitectura de Buenos Aires, donde surgieron y se difundieron principalmente estas ideas. Una característica del neocolonial en la provincia de Mendoza fue que tuvieron gran arraigo las variantes extranjeras, destacándose las de procedencia hispana como el neoplateresco español, actualización de la arquitectura heredera de la influencia del Renacimiento italiano en tierra española. Según la clasificación de Gutiérrez esta variante formó parte da las tendencias hispánicas del neocolonial en Latinoamérica. (GUTIERREZ, 1978) Esta apropiación de estilos extranjeros por parte de arquitectos que trabajaron en Mendoza, se relacionó con la carencia de un pasado formal a qua remitirse después del sismo, ya que, como se ha hecho mención, el movimiento había sido extremadamente Miradas Transcordilleranas 73 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera destructivo y había dejado en pie sólo unos pocos restos. Sumado a esto, las ruinas que se conservaban hasta el momento del surgimiento del neocolonial en la provincia estaban investidas de una fuerte carga negativa. Muestra del desprecio de estos restos arquitectónicos se evidencia en una extensa nota que expone los argumentos por los cuales deben demolerse los vestigios que, para la fecha, existían de los templos fundacionales San Francisco y San Agustín, que fueron los de mayor envergadura y monumentalidad de la ciudad colonial(PONTE, 1999: 76).Estas construcciones, a diferencia de las civiles, estaban realizadas en ladrillo cocido, por ello resistieron de mejor manera los embates del movimiento sísmico. Los restos de los templos no tenían valor patrimonial y para este corresponsal solo representaban un mal recuerdo: “Son deformidades urbanas fácilmente corregibles, y de su exhibición permanente y cruel, cabe el pecado a las autoridades edilicias [...]. Nos referimos, como indica el enunciado, a las ruinas de San Francisco y de San Agustín, verdaderos adefesios, que en forma tan obstinada como inadmisible atentan contra el progreso de una importante sección del municipio.” “Obra piadosa; obra especialmente humana sería aliviar a la población de la pesadilla que esos escombros significan, sobre todo en los enfadosos momentos en que a la tierra se le ocurre despabilarnos con sus convulsiones.” (LAS RUINAS DE SAN FRANCISCO Y SAN AGUSTÍN., 1929) La solicitud de demolición que se expresa en la nota anterior contrasta con actitudes que habían surgido durante la primera mitad del siglo XX en distintos países latinoamericanos que sentaron los principios de la conservación y la necesidad de legislación de distintos monumentos coloniales. Revelador en este sentido es la obra del arquitecto húngaro Kronfuss quién relevó las iglesias coloniales cordobesas, dibujando sistemáticamente innumerables ejemplos de este tipo arquitectónico. Diferente era la actitud de Mendoza, las ruinas eran vistas, todavía durante la primera parte de 1900, desde una perspectiva muy emotiva, vividas como un dolor corporal. Evocaban un momento no muy distante de desolación y angustia, habían pasado escasos sesenta años. Esta situación se percibe en una nota la revista La Semana: “Y ante las rotas columnas por el suelo como mutilados troncos humanos y las gruesas paredes como enormes espaldas que sugieren los vestigios seculares de una gigantomaquia colosal[…]”(PARRA DEL RIEGO, 1918: S/P) Probablemente los vestigios coloniales permanecieron y se conservaron en Mendoza, no por una conciencia patrimonial, sino porque estaban situadas en un sector de la ciudad que no recibía mantenimiento ni inversión en obra pública. De hecho los escombros conformados por los restos de las viviendas de adobe se conservaron más de veinte años luego del siniestro(PONTE, 1999:85). Esta situación promovió la incorporación de repertorios foráneos a esta arquitectura que, a nivel continental, por primera vez buscaba en su pasado un estilo que la representara. A causa de la falta de vestigios valorados los arquitectos y comitentes de la región de Mendoza se apropiaron de formas de otras latitudes, es por ello que tuvieron gran acogida los repertorios relacionado con lo hispano, aunque también existieron apropiaciones de arquitecturas lombardas, tudor, alpinas, etc. Sin embargo, esta apropiación no se hizo sin oposiciones y discusiones. A partir de la popularización de estas tendencias extranjeras hubo detractores que consideraron esa actitud contradictoria a las nuevas búsquedas nacionalistas en arquitectura. Esto es visible en los comentarios de Castillo referente a la obra que Ramos Correa, un famoso arquitecto de la nueva elite mendocina que trabajó profusamente con tendencias hispanas: “El renacimiento español, con sus escudos, leones de Castilla, etc., están muy bien en España, pueblo que aún está Miradas Transcordilleranas 74 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera bajo la monarquía, país de blasones y de nobleza. Entre nosotros todos esos atributos ancestrales, no tienen significado alguno. País republicano por excelencia, democrático y cosmopolita, los escudos, leones y blasones, los miramos como adornos y no como símbolos y por lo tanto están demás. Una casa con esa arquitectura, para un señor cuya fortuna proviene de que sus antepasados llevaron ganado a Chile o plantaron viña, es una cosa simplemente ridícula.”(CASTILLO, 1928: S/P). El arquitecto Castillo hacía referencia al caso de Don Angelino Arenas que en su juventud había comerciado ganado con Chile y había introducido el moscatel rosado a la provincia (D. Angelino Arenas, 1913) y que financió a mitad del ´20 las casas de sus hijas: una en la variante neoplateresca y otra en variante vasca. A pesar de las protestas de Castillo, aquellas casas de adobe, con patios, blancas y austeras, con techos planos, no fueron consideradas valiosas para encarnar la arquitectura neocolonial. La vida moderna requería otra tecnología, otra monumentalidad y ornato que no tenían las humildes casas coloniales de barro. En Chile esta situación se presentó de forma diferente. Si bien durante la colonia la región se caracterizó por ser un finis terrae constantemente amenazado por la guerra de Arauco y los piratas que no tuvo un desarrollo arquitectónico monumental(FERRARI, 1994:168) existió, con el surgimiento del neocolonial, un rescate de la arquitectura popular chilena. En sus características formales propias, la arquitectura típica nacional, se distinguía de las del resto de Latinoamérica por ser más sencilla, robusta y chaparra en sus proporciones. Según Prado, representante del grupo de los Diez, que rescata las características nacionales desde múltiples disciplinas, estas características se ajustaban al ideal chileno: “La primera belleza de la arquitectura debe ser la propiedad […] la sobriedad que nos caracteriza, la sencillez de la decoración, la justa simplicidad, tan de acuerdo con la psicología chilena, exenta de lirismos excesivos.”(PRADO cit. por Ibíd.:.169) Si bien el neocolonial en Chile no fue un movimiento o una posición con postulados homogéneos, Ferrari distingue al menos tres tendencias o variantes a lo largo de 19151945(FERRARI 1994: 169), existió en este país un intento de rescate y una valoración de la arquitectura nacional. Esta situación se diferencia a las que se evidencian en la ciudad de Mendoza debido a la ya nombrada relación particular con el pasado arquitectónico colonial. Figura 1 - Casa de Los Diez Este rescate por la arquitectura autóctona chilena se percibe sobre todo en el primer estadio o período que sucedió entre los años 1916 y 1925, que es cuando el neocolonial se encontraba más impregnado del componente ideológico del nacionalismo (Ibíd.). Entre los arquitectos de esta primera etapa se distinguen los vinculados al grupo de Los Diez: Bertrand, Prado, Ried, Ortiz de Zárate, Benavides, entre otros. Estos proponían una vuelta a las formas de arquitectura chilena pero con una perspectiva nueva, no repitiendo sino adaptando las formas heredadas a los hábitos y costumbres contemporáneos. Miradas Transcordilleranas 75 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Las obras representativas de este período son, en su mayoría, restauraciones o adiciones a obras preexistentes, tales como la casa de Los Diez en Santa Rosa esquina Taparacá, la casa de Salvador Valdés Morandé de Ried, la casa de los Velasco de 1928, entre otros ejemplos. Es notable esta actitud valorativa frente al pasado y su consiguiente accionar arquitectónico si se la compara con lo analizado en las fuentes primarias de la provincia de Mendoza donde lo que se solicitaba era que se derriben los restos existentes. Y si bien a partir de la segunda (1926- 1935) etapa puede percibirse en el caso de Chile una expansión de las búsquedas estilísticas más allá de sus fronteras y su estricto pasado colonial, ejemplo de ello ocurrió en La Serena, este no deja de ser valorado y tenido en cuenta por los arquitectos (IBID: 170). Aunque ambas regiones utilizaron elementos del pasado como “ideas” que actualizaban en sus aspectos funcionales contemporáneos, los elementos que rescataron fueron de distinto origen, ya que fueron recuperados de acuerdo a una valoración condicionada por la relación con su pasado colonial. En Chile hubo un intento deliberado por rescatar los modelos propios, esta arquitectura tradicional donde habitaba el espíritu de lo nacional, que si bien había que actualizar era una cantera digna a la cual acceder para encontrar los elementos de esta nueva arquitectura. En Mendoza la relación con este pasado negado propició que se minusvalorara la tradición arquitectónica propia. La postura del mendocino de esta época fue eminentemente proyectiva. Larraín, filósofo chileno especialista en temas identitarios, remarca que en las distintos imaginarios sociales la tradición proviene de un tiempo pretérito mítico y es retrotraible a un “origen inmemorial” (LARRAÍN, 2001:21). Sin embargo ello no es observable en los textos de las revistas culturales de la provincia de Mendoza de la primera mitad de siglo. La tradición no era algo que provenía del pasado, sino algo que se forjaba y se construía en la actualidad. Esta situación se manifiesta en una poesía publicada en la revista “La Quincena Social” que habla sobre el tema de la Figura 2 - Casa Velasco Fuente identidad: “Tradición no es pasado ¡Es presente! ¡Presente que preanuncia futuro! “¡Tradición no es pasado! ¡Pasado es sombra! ¡Pasado es lo que ya no es! ¡Tradición! ¡Nuestra tradición! ¡Es luz! ¡No es un cadáver! ¡Es un hombre! ¡Hombre que acucia al hombre que Es para ser en el Hombre lo que ha de ser! ¡Hombre! He aquí”(FAVONI,1945:S/P). La sensación del mendocino de que estaba construyendo la tradición, se reflejó en la forma de comprender y percibir la arquitectura a inicios del siglo XX. Esta, si bien rescataba elementos del pasado, sobre todo en relación con los estilos hispánicos, no era asociada al pasado endeble de la ciudad colonial, sino percibido como algo nuevo, destacado por ser algo recientemente construido. Ejemplo de ello se percibe en la siguiente fotografía que presenta el Hospital Español de Mendoza proyectado por el arquitecto Álvarez bajo el título de arquitectura moderna: Si bien en esta fotografía se observa un estilo hispánico que evoca la tradición, es percibido como una novedad debido a la carga negativa que representaba el pasado y lo tradicional en arquitectura. Imágenes como la anterior pueden encontrarse repetidamente en las revistas culturales mendocinas. Miradas Transcordilleranas 76 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Figura 3 - Hospital Español Otra de las diferencias encontradas entre ambas regiones, se encuentra en el ámbito de la decoración. A diferencia de la sobriedad que planteaban los arquitectos neocolonialistas chilenos, visible en la afirmación que pregonaba que la arquitectura chilena se reconocía en su “castellana sobriedad, austeridad y pureza” (DÁVILA en FERRARI, 1994: 169), en Mendoza prendieron con mucha fuerza distintas variantes estilísticas con fuerte carga ornamental en las fachadas. Esta situación se percibía tanto en edificios públicos como en residencias privadas. Existió una marcada valoración por la exterioridad mostrada en lo arquitectónico, favoreciendo la introducción de la fachada- telón que manifestaba no sólo el progreso económico sino el progreso social y cultural. Evidencia esta valoración la cita siguiente: “la Mendoza culta, debe exteriorizar sus grandes progresos en materia de construcciones de gusto, para que se evidencie, que la construcción progresiva se manifieste en el aspecto económico como en el orden social y cultural [...]” (La arquitectura elegante en Mendoza. Nuestro número especial destinado a reflejar las construcciones moderna, 1926) Esta predilección por lo exterior y ornamental se evidencia en la elección de estilos con fuerte carga decorativa. En las antípodas se encuentra el Chile de la primera etapa cuya postura es “casi ascética, evitando los entusiasmos formales o la imitación de formas ajenas” (FERRARI, 1994:169). En otro orden puede analizarse el tema de las alturas de la edificación, en este sentido encontramos una de las diferencias más Figura 2 - Casa de Los Diez. Interior Miradas Transcordilleranas 77 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Figura 5 - Banco Hipotecario Mendoza notables. Mientras los pioneros del neocolonial en Chile, al ser su motivo de inspiración las viviendas populares, promovieron una arquitectura horizontal, en Mendoza se valoró la verticalidad que habían comenzado a adquirir los edificios a partir de la introducción de nuevas tecnologías como el hormigón armado, utilizado por primera vez por la Constructora Andina en 1906. Esta verticalidad probaba la superación del problema sísmico que había afectado a la Mendoza de antaño, era la prueba de que se había vencido a la tragedia y que la arquitectura podría expresarse sin condicionamientos apoyada por la técnica. En este sentido y con motivo de la inauguración del Banco Hipotecario Nacional, construida en la variante del neoplateresco español, se pondera la parición de estos nuevos edificios monumentales en la provincia: “[Mendoza] como demostración de su poderío presente eleva a los cielos la maravilla de sus torres. Y como si todo obedeciera a un plan amplio de trabajo metódico, fríamente calculado y cumplido, los grandes edificios van sucediéndose en una interminable proyección de grandeza.”(LA LIBERTAD, 1928: S/P) La situación inicial, del surgimiento y aparición del neocolonial en Mendoza es más cercana a la segunda etapa de este estilo en Chile (1926-1935), en que se recurre a variantes ajenas al pasado nacional (España, Perú, California, México) y cuya envergadura es más monumental (FERRARI, 1994:170). Esta etapa va a caracterizarse por la variedad de tendencias que fueron trabajadas contemporáneamente incluso por los mismos arquitectos. Dentro de las obras de esta etapa se destaca el Palacio Ariztía en calle Monjitas esq. McIver, Banco Hipotecario en calle Huérfano, el conjunto parroquial de Papudo, entre otros. Figura 6 - Casa Ariztía. Chile Miradas Transcordilleranas 78 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera A modo de conclusión: Se ha mostrado en este trabajo distintas características neocolonial a uno y otro lado de los Andes. Estas regiones, si bien se mantuvieron unidas de forma muy estrecha durante la época colonial, muestran disimilitudes a la hora de concebir el estilo a inicios del siglo XX. Analizar las características arquitectónicas de estas regiones en paralelo ha permitido pensar diferencias entre ambas, ya que, aunque las dos poseyeron manifestaciones neocoloniales, existieron particularidades en la elección y el tratamiento de las distintas variantes del estilo que respondieron a causas histórico-culturales más profundas. Si bien el neocolonial tiene alcance continental y es rico tratarlo como una unidad, también resulta fructífero evidenciar las características propias de cada región. Esta situación propone la revalorización de las particularidades aunque no se olvida la pertenencia a un todo mayor. Ello representa la complejidad y la riqueza de tratar temas latinoamericanos. Otro binomio complejo es el que relaciona la identidad con la arquitectura. El neocolonial ha sido criticado por comprendérselo como encarnación identidad arquitectónica inventada o falsa (RUBIO, 2003:25). Sin embargo, se considera, siguiendo la línea que plantea la Dra. Lozoya a la identidad como una construcción narrativa, como un relato que da cohesión a una sociedad determinada (LOZOYA,2010: 1516). De esta manera se la interpreta como un concepto provisional e histórico, por lo que no puede hablarse de una identidad falsa o verdadera ya que son creaciones sociales. En la misma línea se encuentra la teoría de las representaciones sociales (MOSCOVICI, 1961)la que se basa en la existencia de un metasistema de regulaciones sociales interviniente en el funcionamiento cognitivo (MOÑIVAS, 1994:409). En este sentido, esta teoría comprende a la identidad como una representación social (ABRIC, 1994:16) intersubjetivamente construida y reconocida. De allí su carácter de invención o artificialidad. Si entendemos la identidad como una invención será más sencillo comprender actitudes de los arquitectos que trabajaron en neocolonial, aparentemente contradictorias. Ejemplo de ello es la libertad interpretativa existió en los casos analizados de Mendoza y en el caso de La Serena, Chile, plan urbanístico que ha sido considerado “homenaje a lo falso” (AMARAL, 1994:14). Si bien ambas regiones tuvieron un pasado común “se permitieron” construir y relatar su identidad de forma distinta a partir de la valoración de momentos parciales de sus historias, lo que dio origen a la materialización de diversas arquitecturas identificatorias. Los ejemplos de las regiones de Chile y Mendoza patentizan la necesidad de comprender y analizar el neocolonial a nivel continental desde conceptualizaciones que tengan amplitud para englobar las distintas situaciones nacionales. En este sentido resulta muy apropiada una de las definiciones que aplica la Dra. Lozoya para definirlo: “arquitectura moderna imaginada a partir de múltiples formas hispánicas nacionales”(LOZOYA, 2008: 58).Estos conceptos permiten partir de bases comunes que posibiliten la integración de las distintas regiones, dejando abierta la posibilidad de plantear las particularidades que se observan en cada caso. El diseñar y utilizar conceptos comunes, sentará las bases para el inicio de una historiografía de la arquitectura latinoamericana con criterios de valoración propios ajustados a nuestras problemáticas que nos permitan conocernos a partir de miradas propias. Este será el primer paso para la creación de una crítica y una historia del arte y la arquitectura que hunda sus raíces en nuestros aspectos culturales y sea útil para enfrentar el intento de imposición de categorías y parámetros de valoración extranjeros. Miradas Transcordilleranas 79 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Bibliografía: ABRIC, Jean. (1994). Practiques sociales et represéntations. Paris: Universitaire de France. AMARAL, Aracy. (1994). La Invención de un pasado. En A. AMARAL, El neocolonial en América Latina, Caribe, Estados Unidos (págs. 11-21). Sao Paulo: Memorial. Fondo de Cultura Económica. CASTILLO, Enrique (1928). Evolución de la construcción en Mendoza 1898-1928. (L. Napolitano, Ed.) 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Una vez finalizado el programa de maestría, donde desarrolló la tesis titulada “Patrones de lenguaje indígena: el reflejo de su forma de ser,” en el que trató de ampliar el debate sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza, subrayando el carácter de interconexión y unidad. La unidad de análisis de la búsqueda fue el entorno construido de una comunidad indígena en el sur de Brasil. Se destacaron formas de ser y de vivir, las técnicas y procesos de construcción, basadas en el respeto que los nativos poseen por la naturaleza, así como la conciencia de la interrelación de todos los fenómenos en el medio ambiente. Con el desarrollo de la investigación los aspectos que más se destacaron fueron los valores de esa comunidad y cómo ellos se expresan en su medio. Y a continuación surgieron cuestiones sobre la forma de transmitir el conocimiento y el aprendizaje adquirido ¿Cómo describir los valores? ¿Y cómo estos valores se pueden presentar en el contexto del medio ambiente en la construcción de hoy en día? Se cree que antes de objetivar la transmisión de los conocimientos, es necesario explorar una más amplia descripción de valores arquitectónicos similares a los observados en la comunidad indígena. Valores que emergen de acontecimientos naturales, y aprendidos a través de experiencias vivenciales, valores basados en percepción holística1 de la realidad, que salen de una visión sistémica de la vida, la mente, la conciencia y la evolución; valores encontrados en los antepasados, expresados a través del arte, la arquitectura, la poesía, la música. Suponiendo, también describirlos como los valores obtenidos mediante la observación del estado de armonía e interrelación de la naturaleza. El proyecto de investigación que se presentará tiene como objetivo identificar los valores arquitectónicos existentes en las viviendas populares de carácter patrimonial en la Patagonia argentina a través de una perspectiva histórica y de la naturaleza. La Se cree importante aclarar que el término “holístico”, proviene del griego “holos”, “totalidad”, y se refiere a una comprensión de la realidad en función de totalidades integradas las cuales no pueden ser reducidas a unidades menores (CAPRA, 1982). 1 Miradas Transcordilleranas 82 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera observación de la naturaleza representará el lugar – el aquí – y a través de la historia se interpretará el tiempo pasado a luz del presente– el ahora. Se plantea, a partir de los resultados obtenidos en el estudio anterior, que ellas son las dos dimensiones – tiempo y lugar – que enmarcan la tarea de diseñar el hábitat conjuntamente con la identidad – seres humanos entendiéndose parte integral de la naturaleza. Para obtener y evaluar tales valores en el ambiente construido se aportarán los cuatro elementos de la arquitectura: firmitas - que se refiere a la estabilidad, al carácter constructivo, utilitas - al utilitarismo y funcionalidad, venustas asociada con la belleza y el decoro - asociada con la dignidad de la arquitectura, la necesidad del rechazo de elementos superfluos y el respeto de las tradiciones y órdenes de arquitectura (VITRÚVIO, 1999). A través de un enfoque interdisciplinario y eco-céntrico, se analizará el patrimonio cultural de la Patagonia argentina, ocupándose específicamente de viviendas populares, a fin de encontrar los valores que representan la autarquía de la naturaleza. 1.1. CONTEXTO: Así como el estudio realizado con la comunidad indígena en Brasil ha demostrado la importancia de observar y reconocer los patrones de comportamiento de los pueblos tradicionales con el fin de aprender una manera de ser, vivir y construir más respetuosa con la naturaleza, con el mismo fin se realizaron también otros estudios alrededor del mundo. Algunos ejemplos fueron seleccionados para ilustrar el contexto y, brevemente, las propuestas y los resultados de estas investigaciones: En la isla de Chipre, los investigadores presentan la casa Mesaorian como una tipología única de la planicie central de la isla. Según los autores de las casas de esta región, construidas con los recursos naturales que pertenecen al lugar, fueron moldeadas por las tradiciones, las prácticas y la cultura de la comunidad local. Los edificios tradicionales de Chipre responden al entorno de una manera apropiada para sus funciones y la comodidad de sus habitantes (DINCYUREKA, MALLICKB Y NUMANA, 2003). Siguiendo esta línea se encuentra el estudio realizado por Saleh (2000), donde se propuso evaluar el entorno cognitivo del paisaje vernáculo de la aldea de Al-Alkhalaf situado en el suroeste de Arabia Saudita. En este estudio el autor trató de explorar los valores estéticos, los patrones de uso de la tierra y las relaciones humanas con el contexto ambiental de la aldea, resaltando que lecciones deben ser aprendidas de estos pueblos (SALEH, 2000). El autor considera que, al estudiar y analizar en profundidad las fuerzas que dan forma y mantienen un paisaje vernáculo es posible generalizar y contribuir para nuevas relaciones entre humanos y el medio ambiente. Otra obra importante fue publicada por una organización sin fines de lucro con sede en California, en la obra se agrupan informaciones sobre construcciones artesanales, detalles constructivos y el cobijo. Sin abogar por un retorno a la vivienda en cuevas, esta literatura busca rescatar una sabiduría constructiva y resalta la manera de interpretar y resolver el problema de la escasez de los recursos naturales a través de la creatividad y la capacidad individual para la auto-construcción. El trabajo representa una recopilación de soluciones, desde las consideradas más primitivas hasta las más tradicionales, y también de los materiales naturales aplicados en diferentes países tales como África, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, entre otros (PUBLICACIONES SHELTHER, 1981). En Argentina, se encontraron estudios que se ocupan de los aspectos históricos y presentan la descripción de los tipos de vivienda que debido a factores sociales fueron destinadas a los residentes y poco énfasis es dada en los edificios que representan las adaptaciones y creaciones de sus residentes (CRAVINO, 2009). Así como también se publicaran los estudios sobre la vivienda rural en la región cordillerana de la provincia de Río Negro, en especial describiendo la construcción en madera desde un punto de vista formal, estructural y funcional. La autora aporta a las relaciones estructurales que ocurren en el fenómeno de la arquitectura y también abre camino a la reflexión crítica frente a las propuestas contemporáneas para Miradas Transcordilleranas 83 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera la construcción del hábitat (LOLICH, 1989). De misma autoría, se puede referir al registro de la arquitectura desarrollada por las estancias de la región de la Patagonia que tuvo como uno de los objetivos preservar la memoria de los estilos de vida, de la estética y técnicas de construcción (LOLICH, 2003). Además, existen estudios que se centran en soluciones planteadas para resolver un problema social - la vivienda - que proponen metodologías participativas de diseño con el fin de asegurar la satisfacción del usuario y también transmitir los conceptos de una vivienda bioclimática en la ciudad de Mendoza (MITCHELL et. al., 2010). Siguiendo la misma línea de investigación se encuentra la proposición de diseño de una vivienda bioclimática de interés social en Tapalqué (SAN JUAN y otros. Al., 2010). E igualmente, el monitoreo de viviendas de interés social del Valle del Uco en la provincia de Mendoza, a fin de promover una herramienta para evaluar el potencial de mejora de las condiciones de vida de sus usuarios, también basándose en conceptos bioclimáticos (CORTEGOSO et. al. 2010). En estos estudios, se demuestra la preocupación de buscar alternativas que sean adecuadas al medio en que la vivienda se introduce, tanto cultural como ambiental, y se sobresale la preocupación para insertar elementos en el hábitat de un uso más eficiente de los recursos naturales. Son evidentes las preocupaciones actuales de desarrollo de tecnologías que sean más coherentes en las elecciones y usos de los recursos naturales, así como decisiones de diseño que incluyan todos los fenómenos que lo componen - desde culturales a los factores ambientales. Por lo tanto, esta investigación surge con una mirada que trate de describir, a través del análisis del patrimonio cultural de la región patagónica de la Argentina, los elementos arquitectónicos más significativos del respeto al espacio, al tiempo y a la identidad. Sugiriendo adaptaciones en el campo de la arquitectura a partir de la descripción de tecnologías, materiales y procesos tradicionales de construcción. Por otra parte, se buscará amparo en los avances actuales de utilización eficiente de energía en el contexto de la construcción de viviendas (aquellos que afines con los conceptos de investigación), para acentuar posibles soluciones para las construcciones contemporáneas. 2. Planteamiento del problema En este momento se pretende estructurar la idea de investigación presentada anteriormente, tratando de describir los objetivos, las preguntas y justificaciones de la investigación. 2.1. OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN A partir del problema de investigación presentado, el objetivo principal propuesto consiste en explorar los aspectos funcionales, estructurales y formales de viviendas populares de la Patagonia argentina que posean valor patrimonial, centrándose en su relación con el tiempo, lugar e identidad con el propósito de sugerir una recopilación de los elementos esenciales (valores) para el desarrollo de diseños de hábitat contemporáneo más sustentables. Para ello es necesario: • Demostrar que la casa popular de la Patagonia argentina tiene valores que proporcionan lecciones útiles para el diseño de viviendas contemporáneas, en conformidad con los requisitos actuales de calidad de vida y sustentabilidad. • Describir los valores encontrados en las viviendas populares de la Patagonia argentina en forma de patrones de construcción y ocupación. • Sugerir adaptaciones a los patrones de construcción y ocupación extraídos de las viviendas populares de la Patagonia argentina contemplando los requerimientos actuales de calidad de la vida y sustentabilidad para proponer requisitos para diseños de viviendas contemporáneas. 2.2. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN ¿Cómo se relacionan los aspectos funcionales, formales y estructurales de las viviendas populares de la Patagonia argentina con el tiempo, el lugar y la identidad en el sentido de desarrollar patrones de Miradas Transcordilleranas 84 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera construcción y ocupación, adaptados a los requisitos actuales de la calidad de vida y sustentabilidad, contribuyendo al diseño de viviendas contemporáneos? • ¿Cuáles son las contribuciones de la vivienda popular en la Patagonia argentina, que proporcionan una lección útil para los diseños de las viviendas contemporáneas considerando los aspectos de la calidad de vida y la sustentabilidad? • ¿Cuáles son los valores arquitectónicos que se encuentran en las viviendas populares de la Patagonia argentina? • ¿Cómo pueden adaptarse los valores encontrados en las viviendas populares de la Patagonia argentina con el fin de proponer requisitos para los diseños de las viviendas contemporáneas? 2.3. PROPOSICIÓN El propósito de este estudio es describir los valores arquitectónicos que se encuentran en viviendas populares de valor patrimonial de la Patagonia argentina con el fin de contribuir al desarrollo de diseños contemporáneos más sustentables en la región. Además de auxiliar en el registro del patrimonio cultural. 2.4. DELIMITACIÓN Y UNIDAD DE ANALISIS En principio, los casos de estudio se seleccionaran de los relevamientos registrados por Lolich, Gonzáles y por los inventarios de patrimonio arquitectónico de la Patagonia, además de nuevos casos que se detecten aún cuando no hayan recibido reconocimientos patrimoniales explícitos. Esto se fundamenta en la convicción de que la arquitectura popular ambientalmente sustentable constituye un patrimonio cultural en sí misma. Entretanto, se pretende restringir el análisis a la vivienda popular unifamiliar que se entiende por ser aquella desarrollada a partir de la cultura, modo de ser y percibir la realidad; es resultado de esfuerzos individuales, producidas localmente, utilizando los elementos disponibles y posiblemente planeada y ejecutada por su morador en busca de abrigo. La vivienda popular comprende el entorno, la identidad, una historia, el tiempo y el territorio donde está inmersa. 2.4.1. Los límites geográficos: Este estudio se llevará a cabo específicamente en la región patagónica de Argentina. Se propone utilizar como ancla de esta investigación los estudios recientes sobre la preservación del patrimonio cultural de la región (LOLICH, 2009). Por esta razón las ciudades de Ushuaia, Río Negro, Río Gallegos, Caleta Olivia, Comodoro Rivadavia, Rawson, San Carlos de Bariloche, Viedma, San Martín de los Andes, Neuquén y Carmen de Patagones, definen los límites geográficos, aunque se pueden agregar localidades de acuerdo a las tipologías que se encuentran durante el estudio. 2.4.2. Las tipologías: Este estudio se dedicará exclusivamente a la exploración de la vivienda popular unifamiliar de valor patrimonial. Centrándose en tipologías como: • Arquitectónica: cueva, casa subterránea, casa con galería abierta, casa invernadero con paravientos, vivienda de durmientes de ferrocarril, viviendas de madera, vivienda de tierra cruda y cocida; vivienda de piedra; techos planos e inclinados. • Funcionales: casa-cocina. • Formales: casa compacta. 2.5. JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN En la Agenda 21 (2002) se describe que en los países en desarrollo hay una fuerte capacidad popular de innovar en el uso de los materiales de construcción y desarrollo de los asentamientos que deben ser considerados como uno de los recursos más importantes para incitar el desarrollo de edificios sustentables. En este sentido, se plantea ser de suma importancia un adecuado relevamiento y la descripción de los modos de construcción popular en distintas regiones. De esta forma, es posible fomentar la manera creativa y auto-suficiente de construir que podría proporcionar una solución al déficit de vivienda, aunque este no es el objetivo principal de esta investigación. Además permitirá adquirir y acumular experiencias de aprendizaje que auxilien a la promoción de los asentamientos humanos más sustentables. Y, por otra parte, como Miradas Transcordilleranas 85 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera señaló Gutiérrez (apud LOLICH, 2009) llevar a cabo una “radiografía” de un medio consiste en consolidar el conocimiento y también ayuda para el reconocimiento del lugar donde se habita. Por lo tanto, esta investigación además de justificase a través de las motivaciones personales de la investigadora, es apoyada también por la importancia de realizar el registro del patrimonio arquitectónico de la región a ser estudiada. Este registro contribuirá para preservar la cultura y la identidad regional, para transmitir los conocimientos tradicionales de la construcción, y también asignará más valor al objeto arquitectónico y lo mantiene vivo para calentar las miradas, los sentimientos, las percepciones y conocimientos de las futuras generaciones. Por otra parte, se cree que la sustentabilidad entrelazada a temas como el patrimonio, proporcionará una contribución ambiental clave para el desarrollo de viviendas contemporáneas con menor impacto ambiental, y más adaptada a su entorno. 3. Revisión de la literatura Considerando que dos son las variables de valor teórico más importantes - Sustentabilidad y Patrimonio Cultural, ambas dirigidas hacia la vivienda popular, se propone en la secuencia profundizar la comprensión de los temas. En la descripción se aportarán los autores y literaturas que se considera de una contribución sustancial al campo de la investigación. 3.1. SUSTENTABILIDAD Y PATRIMONIO CULTURAL La sociedad actual pasa por un punto en el que una crisis ambiental es evidente. Al reflexionar sobre una relación de interdependencia entre el medio ambiente y la sociedad, la política y la economía mundial son de suma importancia. Así como también es importante la búsqueda de alternativas de acción para el desarrollo sustentables sobre la base de esta conciencia. Al pensar tanto en la política económica como en el desarrollo de nuevas tecnologías es necesario confrontar también los problemas y soluciones en la dimensión ambiental. En este propósito surgió la Agenda 212 que consiste en una propuesta de desenvolvimiento sustentable, entendido como el desenvolvimiento que busca suplir las necesidades de la generación actual respetando la capacidad de soporte del planeta sin comprometer la posibilidad de las futuras generaciones de que atiendan sus propias necesidades. Investigadores, al igual que Silva y Shimbo (2001), siguiendo el ejemplo de la Agenda 21, han tratado de comprender mejor los conceptos de sustentabilidad, dividiéndolos en dimensiones tales como ambiental, social, económica, política y cultural. Donde cada dimensión tiene por objeto aclarar qué se debe hacer para obtener un ambiente equilibrado, como debe portarse una sociedad y su política desde un punto de vista medioambiental, ¿cómo debería cumplirse una economía que damnifique menos el medio ambiente, y también cómo promover la diversidad cultural mediante el fortalecimiento de las raíces y las características de cada comunidad? El enfoque propuesto por los autores, así como en la Agenda 21 busca satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos en todas las dimensiones de la sustentabilidad (AGENDA 21, Principio 14). Comúnmente da énfasis en la participación activa de cada individuo para lograr el desarrollo sustentable. Sin embargo, Coelho (2006) señala que este paradigma antropocéntrico, en el cual se hace presente la percepción del “dominador” (humanos) frente al “dominado” (la naturaleza), se caracteriza por varios factores históricos, y origina la creencia del no agotamiento de los recursos naturales, en la necesidad del desarrollo y también establece una confianza en la solución de problemas socio-ambientales a través de la ciencia y la tecnología (COELHO et al. al., 2006). Se cree que esta confianza, 2 La Agenda 21, resultado de la Conferencia ECO-92 ocurrida en Rio de Janeiro / Brasil, estableció la importancia de que cada país se comprometa con la aplicación de políticas socio-ambientales, objetivando hacia la igualdad social, la promoción de la paz, la cooperación, el desenvolvimiento y el respeto al medio ambiente. Miradas Transcordilleranas 86 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera mientras fomenta el desarrollo sustentable, con la misma intensidad, ha provocado una competencia entre los profesionales y científicos, alentados por la demanda de un sistema o una tecnología más limpia y eficiente. Un ejemplo de ello se encuentra en el informe: ¿Quién va a ganar la carrera de la energía limpia? Edición 2010, los datos del informe fueron compilados para el PEW Environmental Group por la organización de Bloomberg New Energy Finance3 (THE PEW, 2011). Así como también es ejemplo la competencia internacional en China para el edificio de oficinas más sustentable del mundo, en el cual Grontmij en colaboración con Soeters Van Eldonk architects fueron los ganadores (BUILDING FOR CHANGE, 2011). La palabra sustentabilidad es una de las más utilizadas en la ciencia en este momento (LEAL FILHO, 2000) y representa una tendencia que se estableció en los discursos y proyectos. Sin embargo se entiende que una aplicación efectiva del concepto sustentabilidad requiere de un nuevo orden, una nueva actitud y enfrentamiento de los hechos (MELLO, 2005). En la actualidad las medidas adoptadas para promover un medio ambiente más equilibrado, así como las competencias presentadas anteriormente, promueven un cambio en el sistema, pero se cuestiona si estas acciones logran una transformación profunda con bases sociales y culturales, tales como las identificadas por Capra (1997) como el medio más eficaz de lograr la sustentabilidad. Por lo tanto se enfrenta a una situación en la que la interpretación del problema y la solución propuesta es sobre todo antropocéntrica y no sistémica (COELHO, 2006). En este sentido, Capra (1982) sugiere que este escenario que trae al hombre como el centro de atención debe ser revalidada a través de un cambio de enfoque desde el antropocentrismo al eco-centrismo. Para el eco-centrismo, la naturaleza es una dimensión espiritual y de valor intrínseco que es reflejada en las experiencias humanas relacionadas con los sentimientos sobre el ambiente natural; el hombre está conectado a la naturaleza y la valoriza por sí misma (COELHO, 2006). Según el autor explica que “actitudes antropocéntricas se basan en los efectos que los problemas ambientales están causando a los seres humanos, mientras que las eco-céntricas se basan en valores intrínsecos de la naturaleza.” (COELHO, 2006 apud SCHULTZ, 2002) En conformidad con una visión eco-céntrica otras maneras, con bases más cognitivas e interdisciplinarias para interpretar el problema de sustentabilidad están siendo continuamente traídas a la discusión. Desde la química, Lovelock (2011) en los años 70 defendió la hipótesis de Gaia, que define la Tierra como un súper organismo compuesto por todos los organismos vivos y su entorno material. De la misma forma como pensaba el mundo griego, la visión de que el planeta tiene la capacidad de auto-regulación, siendo capaz de generar, mantener y cambiar sus propias condiciones ambientales, también fue apoyada por el ambientalista Lutzenberger (1986). Luego, la teoría de la Ecología Profunda4 (NAES, 1973 apud CAPRA, 1997) defiende la opinión de que los seres humanos y cualquier otro ser están inseridos en los procesos cíclicos de la naturaleza y pertenecen completamente a ella. En el mismo entendimiento, sino que en el contexto de la física cuántica, Capra (1997) describe una nueva visión de la realidad, una interpretación que todos los eventos están interrelacionados y son interdependientes. Estos son fenómenos que interfieren en sí mismo, y provocan resultados o transformaciones en un sistema definido por el autor como la red de la vida. 3 La institución Bloomberg New Energy Finance es considerada líder en el abastecimiento de análisis independientes, datos y novedades sobre energía limpia y mercados de carbono; Disponible en http://bnef.com/ [ultimo acceso en 2 de abril de 2011]. 4 La definición más recurrente de Ecología Profunda se da justamente por medio del discurso del indio norteamericano Chefe Seattle. En su carta al presidente Franklin Pierce, él afirma: “De una cosa sabemos. La tierra no pertenece al hombre: es el hombre que pertenece a la tierra. Todas las cosas están interligadas, como la sangre que une una familia. Toda agresión a la tierra, agrede a los hijos de la tierra. No fue el hombre quien tejió la trama de la vida: él es meramente un hilo de la misma. Todo lo que él hiciera a la trama, hará a sí mismo.” (WIKIPEDIA, Ecología Profunda - ingreso en 2 de abril 2011). Miradas Transcordilleranas 87 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Inspirado por esta visión o una similar, autores como Christopher Day (2006), Christopher Alexander (2002), Sattler (2007) analizan las causas de la crisis mundial contemporánea y critican los enfoques recientes que tratan de aportar correcciones que sean, principalmente, fiscales, tecnológicas y metodológicas como las únicas soluciones para los problemas que enfrenta la sociedad. Los autores convergen sus puntos de vista al atribuir la crisis en el planeta a un desajuste entre el hombre y la naturaleza. Está claro que el alineamiento mencionado por los autores se refiere al alineamiento de la sociedad, o más bien, cada individuo con el medio ambiente y su propia naturaleza. Aunque en apariencia moderna e inspirar una nueva generación de científicos, esas teorías son antiguas y son parte de la filosofía de vida para muchos pueblos indígenas (LUTZENBERGER, 1990). Sattler (2007) señala que muchos de los conceptos relacionados con la sustentabilidad han sido, a lo largo de la historia humana, la única o la mejor opción disponible para orientar la mayor parte de las intervenciones en el hábitat. Por lo tanto, se pueden aprender grandes lecciones mediante la observación del comportamiento de la naturaleza (MOLLISON, 1998), así como de la filosofía de vida de los primeros habitantes de la Tierra (AGENDA 21, 1987). En muchos aspectos el más nuevo y el más antiguo se unen en el presente para renovar y ampliar el modo predominante de percibir la realidad. El reconocimiento de las culturas tradicionales y el modo de ser de los ancestros, posiblemente, revela una línea que une a todas las dimensiones de la sustentabilidad (CRUZ, 2008). Esta línea es representada por los valores, adquiridos a partir de una conciencia de unidad, de un sistema integrado y de una nueva percepción de los acontecimientos, de las interrelaciones y de la identificación con la naturaleza (CRUZ, 2008). Para Alexander (2007) cuando sea predominante la percepción de que cada persona pertenece a la totalidad, emergerá una conciencia de que el ambiente es naturalmente constituido y se compone por centros de la vida que, según el autor inevitablemente son sustentables. Esto significa que la sustentabilidad puede ocurrir en un sentido mucho más profundo que el tipo de tecnología sustentable que ha sido puesto de moda en los últimos años (ALEXANDER, 2007). Por lo tanto, reflexionar sobre sustentabilidad es ahora una tarea esencial para realizar o promover cualquier acción, conocimiento o teoría. Sin embargo, no debe interpretársela como un nuevo elemento, o una nueva herramienta, como un elemento que puede ser incorporado en la interpretación de un problema concreto a resolver, ni como algo innovador. La sustentabilidad debe ser entendida principalmente como un comportamiento que es inherente a todos los seres. Una actitud a la vida que es un espejo de la forma en que percibimos el tiempo, espacio y la propia identidad. Es un contador que determina un equilibrio exacto con la naturaleza. Ser sustentable se origina por el conocimiento de que hacerse parte, por completo, de la naturaleza es una condición necesaria. La sustentabilidad en este contexto es un proceso en el que se vive en total armonía5 con la naturaleza y tal comprensión genera una actitud de respeto entre todos los seres existentes. ¿Y en qué medida es que este entendimiento se aplica a la construcción del hábitat? 3.2. SUSTENTABILIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DEL HABITAT En el medio de la construcción, globalmente se encuentran referencias centradas en el desarrollo de proyectos que consideran el cuidado del medio ambiente. Las nuevas tecnologías y sistemas de construcción, adaptados a la situación del medio ambiente, han sido plenamente explorados por arquitectos e ingenieros preocupados por la sustentabilidad del planeta. Eficiencia en la construcción, los sistemas pasivos de generación de energía, el ciclo de vida de los materiales, la huella ecológica, las tecnologías 5 Armonía es un concepto clásico que se relaciona a los ideales de belleza, proporción y orden (WIKIPÉDIA, ingreso en 3 de abril de 2011). Miradas Transcordilleranas 88 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera renovables, cuestiones sociales, económicas, políticas, entre otras, son temas ampliamente discutidos e investigados. Así mismo, el informe emitido por la unión de las organizaciones UNEP-SBCI (Iniciativa para Edificios Sostenibles y Clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente - PNUMA) registra que a nivel mundial los edificios son responsables del 40% del consumo anual de energía y hasta un 30% de todos los gases de efecto invernadero relacionados con la energía. En conjunto el sector de la construcción es responsable de un tercio del consumo de recursos de la humanidad, incluyendo el 12% del consumo total de agua dulce, y produce hasta un 40% de nuestros residuos sólidos (UNEP-SBCI, 2011). Entre tanto, la mayor cantidad de energía que se consume está registrada principalmente durante la fase de uso de los edificios, calefacción, refrigeración, ventilación, iluminación, electrodomésticos, etc. Un porcentaje menor, por lo general el 1020% de la energía consumida es producto de la fabricación de materiales de construcción y demolición (UNEP-SBCI, 2009). Teniendo en cuenta la creciente y rápida urbanización en los países más poblados del mundo, el documento destaca que la construcción más sustentable es esencial para lograr el desarrollo sustentable (UNEP-SBCI, 2011). También de acuerdo a la misma organización, algunos países están aplicando diferentes políticas para reducir el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero en los edificios que son en su mayoría instrumentos de legislación, medidas fiscales, y económicas. El estudio realizado por la entidad reveló que entre los instrumentos de política evaluados, las regulaciones, tales como los códigos de construcción, fueron más eficaces y rentables si se garantiza su cumplimiento (UNEP-SBCI, 2009). Se cree que el avance tecnológico es también una manera de disminuir el impacto negativo de la construcción sobre el medio ambiente, muchas de las tecnologías tradicionales adaptadas a las exigencias actuales pueden apoyar el diseño de un producto de la construcción que es más limpio y que considere el uso eficiente de la energía. Por otra parte, a través de los conocimientos tradicionales de los pueblos se pueden aprender actitudes simples que posiblemente generan grandes transformaciones y “requieren solamente sensibilidad y el respeto por el planeta, por la vida, finalmente, tanto de nuestros contiguos y de nuestros descendientes como de los otros seres que conozco conviven” (Sattler, 2007, p. 21 – traducción nuestra). Tratando de enfatizar los valores en el contexto de la construcción del hábitat e ilustrar una forma de construir amparada en los principios de respeto a la naturaleza, se destacan los estudios realizados por Christopher Alexander. Transmitidos a través de la serie de publicaciones (tres libros: The timeless way of building, A pattern language e The Oregon experiment). El primer volumen ofrece una teoría de las instrucciones de uso y comprensión del lenguaje de patrones - el segundo volumen. Conceptos actuales a cerca de una arquitectura basada en la relación auténtica entre las personas y los espacios, sus actividades diarias, sus percepciones, entre otros factores involucrados explicados por la forma intemporal de construir (ALEXANDER, 1979). El segundo volumen, A Pattern Language, contiene 253 patrones obtenidos de diferentes culturas tradicionales, que se combinan para admitir infinitas posibilidades del lenguaje para el desarrollo de un proyecto. Cada elemento que compone una lenguaje se llama patrón y describe un problema que se produce repetidamente en un entorno determinado y, por último, el núcleo de la solución de este problema (ALEXANDER, 1977). Estas obras han sido sometidas a un proceso de reevaluación por el autor y culminaron en una serie de cuatro libros que tratan de describir la naturaleza del orden: The phenomenon of life, The process of creating life, A vision of a living world e The luminous ground (ALEXANDER, 2003-2004) Otros ejemplos son los estudios y las propuestas de Christophe Day (2006) que demuestran las cualidades esperadas en la construcción teniendo en cuenta los problemas ambientales que enfrentamos hoy en día. El autor propone un manual que indica cómo diseñar y construir con cuidado a fin de garantizar los requisitos de calidad actuales Miradas Transcordilleranas 89 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera tanto para los edificios como los globales - en el individuo o en la comunidad. A través de los elementos - tierra (las raíces de la tierra), agua (agua para la vida), aire (aire fresco), el fuego (creación de calor) y de la comprensión de la relación entre las personas, el lugar y los procesos, el autor trata de describir un proceso de diseño para producir edificios que curen y ambientes que sean saludables. Otro ejemplo puede encontrarse en la Permacultura que simboliza la cultura permanente (MOLLISON, 1998). Es una manera de interactuar con el medio ambiente a través del cuidado basado en principios del cuidado de la tierra y de las personas. Según la Permacultura el diseño eficiente de una casa está basado en la energía natural que penetra al sistema – procedente del sol, viento y lluvia – en la vegetación de su alrededor y de las prácticas de sentido común aplicadas al construirla. Esta obra describe una serie de prácticas adaptadas al medio ambiente que se deben realizar para obtener un hábitat más sustentable (MOLLISON, 1998). Dentro de este entendimiento de la observación de los elementos naturales, como lo sugiere Mollison (1998), John y et. al. (2005) apunta que a través de una comprensión clara de los procesos naturales y sus interacciones con las necesidades humanas, los diseñadores pueden crear edificios agradables, funcionales y regenerativos. El objetivo del estudio de John et. al. (2005) es revisar la literatura existente sobre Biomimética, según el mismo autor define el termino se refiere a la obtención de un buen diseño a través de la observación de la naturaleza, es una ciencia interdisciplinar, particularmente interesada en hacer surgir nuevas propiedades de materiales y estructuras como resultado de la organización jerárquica de la naturaleza (JOHN, 2005). Es considerada por el autor relevante para las decisiones de diseño y de los materiales, principalmente por entender que las adaptaciones de los animales y de las plantas a las condiciones ambientales (temperatura y la unidad) se basan en principios físicos relativamente simples que pueden inspirar a arquitectos e ingenieros en el desarrollo de sus proyectos (JOHN et. al., 2005). Los primeros estudios presentados justifican sus principios en la interpretación y comprensión de los fenómenos naturales y de las culturas tradicionales. El objetivo de este proyecto de investigación está en línea con estas observaciones y propone la evaluación del patrimonio cultural con el fin de entender los modos de vida, las tradiciones, valores y significados presentes en su hábitat. Sin embargo, este trabajo difiere de los demás, porque tratará de evaluar las viviendas unifamiliares populares con valor patrimonial de la región de la Patagonia argentina. Entendiendo que cada región y cada cultura posee una manera específica de relacionarse con el medio ambiente. 4. Metodología de investigación El método de investigación propuesto se formula a partir de la definición de la pregunta de investigación, las motivaciones de la investigadora y del estudio inicial de la literatura existente sobre el tema. En esta sección se presentará la metodología que será utilizada para obtener los resultados que se sugiere en los objetivos de este trabajo, y describe los procedimientos para su realización. Se busca entender en esta investigación, la interpretación y la descripción de las relaciones entre el sujeto y el objeto y su entorno. Se basará en los aspectos fenomenológicos, pues ella se caracteriza por una propuesta compleja para la interpretación y descripción de los hechos alrededor de un objeto - la vivienda popular, combinando diferentes enfoques para la construcción de un conocimiento que exprese la realidad observada - tiempo, lugar e identidad. Se propone un análisis interpretativo, donde el observador será parte integral de lo que será investigado y se tratará de enfocar la investigación sobre el significado y descripción de los acontecimientos que rodearon el contexto de las viviendas populares. La revisión de la literatura permitirá la asimilación y retención de los principales conceptos, y todavía se utilizaran como fuente primaria para ayudar a validar los datos que se obtengan. En este sentido debe ser consultada a lo largo del Miradas Transcordilleranas 90 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera desarrollo de la investigación. Para obtener el marco teórico, el análisis y la validación de los datos recogidos se utilizan también libros, documentos, textos, artículos y documentos (impresos, medios digitales e internet), sobre cuestiones relacionadas con el tema. La estrategia de investigación consiste en métodos para abordar el problema, con el apoyo de herramientas para la colecta y análisis de datos (HIROTA, 2001). Y por esta razón la propuesta es hacer cumplir a través de un estudio de caso, donde la vivienda popular de la Patagonia argentina es la unidad de análisis. Dentro del estudio de caso más amplio que se ocupará de la vivienda popular en todos sus aspectos se pretende realizar estudios de caso específicos para cada objeto a ser explotado, de acuerdo a la tipología. Cada situación será considerada de forma individual teniendo en cuenta que, aunque están en una misma región geográfica, se encontrarán microambientes diferentes y, posiblemente, factores desencadenantes de diferentes soluciones tipológicas y adaptaciones al medio ambiente. Para cada caso a estudiar serán consideradas estrategias como la recolección y análisis de datos apoyados por múltiples fuentes archivos históricos, declaratorias nacionales, provinciales o municipales, registros históricos, fotografías, planos de arquitectura. Un cuaderno de campo se utilizará para registrar las interpretaciones personales de la investigadora. Se propone realizar entrevistas para obtener información inicial sobre el objeto que se investiga y también como un enfoque estratégico en situaciones donde se encuentre la vivienda ocupada. Para complementar los datos acopiados se harán registros fotográficos para facilitar la investigación, ya que tiene un campo muy amplio. Así como se consultará a las entidades provinciales y municipales y profesionales en diferentes lugares en busca de una muestra representativa de las viviendas. La justificación del uso de múltiples fuentes de evidencia es la triangulación (YIN, 2005) que han caracterizado el desarrollo de líneas de convergencia de investigación como se muestra en la Figura 1: Figura 1 - Convergencia de evidencias adaptado de (YIN, 2005, p. 127) 4.1. DELINEAMENTO: Esta investigación se desarrollará en cuatro fases donde la primera consistirá en la realización de un relevamiento e identificación de las viviendas populares del patrimonio de la Patagonia argentina a través de entrevistas y análisis de registros históricos como fuentes primarias, el segundo paso consistirá en un estudio empírico de datos, el análisis y descripción de los resultados basándose en la literatura (viviendas populares) para la validación y la finalización de la etapa, mientras que la tercera etapa es la formulación de los valores encontrados en las viviendas populares en forma de patrones, y para completar la investigación se objetiva unir la información obtenida y proponer adaptaciones a los requerimientos actuales frente a las normas de calidad de vida y la sustentabilidad a los patrones descriptos a fin de formular requisitos para las viviendas contemporáneas. A continuación se presenta el delineamiento de la investigación (figura 2): La etapa inicial tiene como objetivo la recopilación de información que proporcionará el apoyo necesario para alcanzar los objetivos propuestos, tales como el reconocimiento y la organización de un grupo de profesionales dispuestos a contribuir a la investigación y verificar la disponibilidad de materiales y registros. En la segunda etapa del proyecto de investigación se presentará una revisión de la literatura que abarca temas que tienen por Miradas Transcordilleranas 91 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera objeto ayudar en el desarrollo de la investigación: Sustentabilidad, Patrimonio cultural, Hábitat sustentable y vivienda popular. En el paso 3 se describirán los valores arquitectónicos de los casos seleccionados con el fin de demostrar los conceptos dentro de ellos: firmitas, utilitas, venustas y decoro. El módulo 4 es el último módulo de este estudio, este paso tiene como objetivo desarrollar los requisitos para una vivienda contemporánea más sustentable y evaluar el resultado obtenido. Se sugiere que el resultado final de esta investigación consista en una guía conteniendo sugerencias para el desarrollo de tecnologías renovables y el uso de recursos renovables para la construcción de viviendas contemporáneas respetando el bienestar y los hábitos de sus habitantes encontrándose en completa armonía con la naturaleza. Además de promover la discusión acerca de la sustentabilidad en la región y ayudar para el registro de las viviendas populares que será objeto de este estudio. Bibliografía ALEXANDER, C. (1977) A Pattern Language: towns, building, construction. Berkeley, California: Oxford University Press. (1979) El modo intemporal de construir. Barcelona: Gili. (1978). Urbanismo y participación. Barcelona, Gustavo Gili. 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Las grandes ciudades son receptoras en sus barrios periféricos, de migraciones que van de ningún lado a ningún lado, porque quienes se desplazan encuentran en el horizonte los mismos paisajes que dejaron atrás…o quizás peores. Nuestra región es un muestrario de migraciones hacia uno y otro lado de la frontera, y esas antiguas migraciones, llevaron dentro del carro no solo los enseres domésticos, sino también las técnicas constructivas y las herramientas para esas técnicas, principalmente la madera. En esta región del sur argentino las primeras construcciones fueron de madera, y velozmente permitieron la fijación de la cultura, la apropiación del espacio y el fin de la agorafobia. La arquitectura de madera permitió dar abrigo rápidamente a los primeros pobladores estables, dando una respuesta inmediata a las necesidades de vivienda. Abrevando en los ejemplos del pasado, y dentro de un marco de cambios tecnológicos sustentables, esta propuesta plantea un interrogante: ¿puede la vivienda de madera, ser reconsiderada en la actualidad, como respuesta a las necesidades tangibles de este tiempo? La respuesta a este interrogante deberá encontrarse, en un pormenorizado trabajo de investigación, siendo el presente escrito solo una aproximación. Objetivo general En estos tiempos tan rápidos, se debería reflexionar sobre la responsabilidad que la arquitectura y la política tienen, no solo de dar respuesta a las necesidades físicas, sino también de rever su accionar sobre lo mediato y lo inmediato, quizás abrevando en los lenguajes arquitectónicos de origen y que curiosamente, hoy no solo, no son anacrónicos, sino que perfectamente comulgan con los principios de lo que se da en llamar arquitectura sustentable. Tal vez deberían los arquitectos recuperar los conceptos sociales de la arquitectura y ver cuál es la respuesta que en lo inmediato se puede dar, para minimizar el déficit habitacional o solucionar con arquitectura concreta, las deficiencias en la calidad habitacional de los sectores más necesitados. Rever de qué Miradas Transcordilleranas 95 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera manera, la recuperación del lenguaje de la arquitectura de madera para soluciones puntuales, como lo son las viviendas individuales por lote, pueden recuperar el paisaje urbano y la identidad arquitectónica de Bariloche, con viviendas de bajo costo, alta calidad de eficiencia energética, sustentable, y de rápida ejecución con recursos materiales y humanos disponibles en la región. Análisis Si se observa de qué manera se han creado nuevos barrios, como el Nahuel Hue por ejemplo, nacidos de la necesidad y la autogestión, vemos que la apropiación (sin documento formal) de la tierra parcelada en lotes, (5,17 % de la población) ha llevado a la tenencia u ocupación de una propiedad, aunque más no sea de manera no formal. Sin más asistencia que los recursos propios, los nuevos pobladores, auto-construyeron en la medida que sus posibilidades les permitieron, sus viviendas, muchas de carácter muy precario, y otras en módulos de sucesivas ampliaciones sin planificación. Por otra parte, el 19,51 % de la población, (según el estudio de CER.FASTA), de habitantes viven en viviendas alquiladas, y que no se concentran en ningún barrio en particular, habría allí un potencial propietario o poseedor de vivienda, la que podría obtenerse mediante un crédito, gestionado a través de un crédito como por ejemplo el “Pellegrini” del Banco Nación patrocinado por el estado, ejemplos de este tipo de plan existen en el pasado, como los que mediante el Banco Hipotecario (cuando era estatal), se otorgaban a los que poseían lote propio, y a través del crédito podían construir su casa propia, (Plan Eva Perón década del 70). Situación de la vivienda social en San Carlos de Bariloche Según los estudios realizados por el “Centro de estudios regionales de la Universidad Fasta” (CER) y “Nutriente sur”, expuestos a continuación, en Bariloche año 2009, hay 41.450 personas con problemas de falta de vivienda, lo que representa un 31,78% de la población total. Considerando las características de nuestro medio, donde hay un sistema económico dependiente casi de una única fuente, como lo es el turismo, el fuerte incremento del valor de la tierra, desde el 2003 a la fecha, y la casi exclusiva inversión en propiedades de medio y alto poder adquisitivo, vemos como se produce un empuje hacia arriba, de los valores inmobiliarios y los costos de los materiales en la región. Ante este panorama, miles de familias, se debaten con la cada vez más difícil adquisición de una vivienda propia. Según el informe del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), presentado por la Secretaria de Planeamiento y Medio Ambiente de la Municipalidad de San Carlos de Bariloche, hay una densidad poblacional de 3,57 habitantes por Ha, contra el promedio de 2,57 Habitantes por ha del resto de la provincia, habiéndose constatado que en Río Negro, el 89% de la población es urbana, contra un 11% de población rural, estimando que la migración interna que se produce desde los medios rural y urbano de otras urbes, no se detendrá en el futuro, sino que tiende a crecer en la medida que, el movimiento expansivo de las inversiones relacionadas con el turismo, continúe acelerándose. Con este panorama: al 30 de abril del 2008, 11,10% de la población se encontraba en situación de indigencia, y el 20,10% no podía acceder a la canasta básica (POT), lo que da un total de 31,20% de la población por debajo de la línea de pobreza. Con tasa de desempleo del 67 % (en los barrios Malvinas y Nahuel Hue) y de subempleo o “trabajo en negro” del 67%, se deduce fácilmente que una gran franja de la sociedad, no puede acceder a bienes de consumo básicos, no puede tener acceso a un trabajo digno y por consiguiente debe enfrentarse a diario, con la exclusión social, no solo desde lo económico sino también desde lo cultural. La división entre las capas sociales o bien lo que podría denominarse brecha, se agranda día a día. Veamos los datos del informe del Centro de Estudios Regionales (CER), realizado en el año 2009, consignando porcentajes sobre el Miradas Transcordilleranas 96 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera total de la población, estimada entre 130.000 a 140.000 habitantes. llamados barrios del alto, donde se concentran las mayores necesidades. GRUPOS FAMILIARES QUE ALQUILAN VIVENDAS: 20,18% • Familias que alquilan casas, deptos, etc. • Familias que viven en pensiones, hospedajes, inquilinatos, etc. GRUPOS FAMILIARES EN SITUACION IRREGULAR: 6,43% • Familias que cohabitan en viviendas separadas en terreno de otra persona, familiar o no y que no pagan alquiler. • Familias que habitando terreno propio, se encuentran hacinadas (mas de tres personas por habitación). • Familias que comparten la vivienda de otra persona, familiar o no, sin pagar alquiler. • Familias que habitan vivienda de otra persona, familiar o no, sin documentación que lo avale. GRUPOS FAMILIARES EN SITUACION DE HABITACION IRREGULAR : 5,17% • Familias que habitan terreno ajeno (público o privado o sin titular conocido), con certificado de ocupación o pre adjudicación por el municipio. • Familias que ocupan terreno ajeno (público, privado o sin titular conocido), en forma irregular. SINTESIS: PORCENTAJE DE POBLACION BAJO DEFICIT HABITACIONAL: 31,78% (C.E.R.) A continuación exponemos un mapa, extraído del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), donde se observa como existe hacinamiento en los barrios del sur, y baja densidad en los sectores de los kilómetros o del oeste. Datos de la Secretaria de Planeamiento y Medio Ambiente, Municipalidad de San Carlos de Bariloche. Obsérvese que las zonas en rojo coinciden con los barrios del sur, o los Análisis del Plan de Ordenamiento Territorial Problemática de la falta de vivienda En los resultados expuestos anteriormente se refleja el actual déficit habitacional, no solo están los sectores más necesitados, sino también amplios sectores de clase media que, por el aumento del precio de la tierra y la construcción no puede acceder a viviendas propias, transformándose en inquilinos permanentes. Esta situación genera siempre una angustiosa dependencia de las condiciones laborales de los mismos, o sea que, en la medida que se mantenga el nivel de ingresos, se puede mantener el nivel de vida, pero si aquel decae, o los alquileres aumentan de precio por cuestiones de mercado , de oferta y demanda de vivienda, la situación empeora y puede haber un desplazamiento no deseado y socialmente descendente. En cambio en los otros sectores sociales de necesidades básicas insatisfechas, la meta es de corto plazo, es el día a día, es conseguir trabajo formal, es hacer una vida sostenible como se pueda y con lo que se pueda. La falta de trabajo formal y una vivienda, aunque más no sea una mínima expresión de arquitectura, solo acentúa a diario cuán lejos están los individuos de su inclusión social, con las consecuencias individuales primero y universales después, o sea que nos Miradas Transcordilleranas 97 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera afecta a todos los miembros de una sociedad. “La arquitectura, trabajo de hombres para los hombres, interviene en todos los momentos y actos de la existencia, media y condiciona las relaciones vitales del hombre con la realidad, determina las dimensiones, define el espacio de la vida y el trabajo humano, es casi un segundo cuerpo que los hombres, se procuran para esa vida más elevada y auténtica, no solamente natural, sino organizada e histórica, que es la vida social. Sin arquitectura sería imposible imaginar al hombre más allá de su naturaleza originaria, en su ser histórico, es decir en la función que lo hace miembro de una sociedad.” Gropius Walter.( ARGAN, Giulio (1977) /Walter Gropius y el Bauhuas/ Ediciones Nueva Visión) El desmesurado incremento en los precios de la tierra y los costos de la construcción, no han hecho más que ahondar la brecha que existe entre las necesidades y las soluciones, traducido a términos que tengan que ver con la vivienda social, podríamos decir, que los planes de vivienda van a una velocidad, que no puede dar respuesta a las necesidades reales de quienes están necesitados de alcanzar la vivienda propia. Es demasiado el tiempo que lleva concluir una vivienda social, por consiguiente son altos los costos también y los modelos de barrios de vivienda que conocemos, los que se hicieron en la época de la última dictadura militar y los que se están terminando ahora, responden además a modelos universales, es decir que su tipología no realiza un aporte a la identidad, ni del individuo particular, ni al paisaje urbano de la ciudad. Los lenguajes arquitectónicos son dictaminados desde las capitales, diseños que no acercan al hombre a su totalidad, sino mas bien a una parcialidad, que tal vez resuelva la falta de vivienda a algunas familias, pero no contribuye a reforzar la identidad cultural, ya que la casa, el barrio, las calles y los espacios públicos, responden a una desangelada versión del espacio urbano. El punto es, que respuesta puede dar la arquitectura oficial, ante la demanda y la necesidad?, pareciera que el problema es difícil de resolver, ya que los modelos de barrios de vivienda, se establecen con uniformidad en casi todo el territorio, pero que hay considerar que las condiciones, climáticas, socioculturales, y técnicas no son iguales en todos lados, no es lo mismo el Valle de Río Negro que la pre cordillera, sin embargo los modelos tipológicos son casi idénticos, y el sistema constructivo, casi igual de no ser por las condiciones sismo resistentes, que deben tener las construcciones en la región de Bariloche. Otra cuestión importante no menor, es la búsqueda del sentido de la belleza, que no debería ser una cuestión desdeñada, y tener presente que vivienda social no es necesariamente sinónimo de orfandad, la belleza es algo innato en la profunda mente humana, es lo que nos atrae y enamora, es lo que nos ayuda a conectarnos con el ser profundo. Así dice Giulio Argan: “La satisfacción de la psique humana que resulta de la belleza, es tan importante para una vida plena y civilizada, como la satisfacción de nuestras necesidades de comodidad material e incluso más importante”. (ARGAN, Giulio (1977) / Walter Gropius y el Bauhuas/Ediciones Nueva Visión) Breve reseña histórica de la vivienda en Bariloche Las exploraciones del rio negro y el Limay, por Villarino y Moreno, tenían por objetivo explorar un paso a través de la cordillera hacia Valdivia, y la chilena de Cox, obedecía al anhelo de cruzar a la inversa, es decir desde Valdivia hacia Carmen de patagones, pero ni los unos ni los otros pudieron con la férrea oposición de los pueblos aborígenes y los manzaneros bajo el gobierno de Sayhueque, quienes temían que ambas fuerzas combinadas, los despojaran de sus territorios. Y razones para ese temor no les faltaba, años después el ejército nacional (Gral. Conrado Villegas) culminó su campaña de ocupación del territorio, desplazando en un éxodo final a los pueblos manzaneros hacia el rio Chubut. El vacío resultante entonces del Miradas Transcordilleranas 98 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera territorio del Nahuel Huapi, quedó libre para la ocupación del mismo por el hombre no aborigen. Es recién a fines del siglo XIX cuando comienzan los primeros afincamientos del hombre no originario en la región, los Jones en Tequel Malal en las proximidades de la naciente del Limay, los Tauschek a orillas del lago entre la actual Dina Huapi y Bariloche, los Goye en las cercanías del cerro López en lo que hoy es colonia Suiza, y don Carlos Wiederhold en lo que hoy es Bariloche, donde instaló un almacén en el año 1895 llamado “La alemana”. La inmigración mayoritaria vino desde el lado chileno, y con ella han traído la tradición constructiva de la madera, propia de la región del Chiloé. ”En un trasplante a veces de una fidelidad sorprendente, el naciente pueblo se llenó de construcciones de madera. Y merced al aporte de excelentes carpinteros, se erigieron obras de asombrosa calidad de ejecución y diseño” ( LOLICH, Liliana (1991)/ Patrimonio arquitectónico y Urbano de San Carlos de Bariloche/ M.S.C.B) Cuando Bariloche se consolida como pueblo, recibe la tradición de la madera que penetro desde el oeste, desde la vieja escuela alemana del sur de Chile, y no solo se dio una rápida respuesta a la ocupación del sitio, sino que la madera como elemento de construcción básico, alimentó con su lenguaje una infinidad de postales que definieron y fijaron su identidad, su ser urbano universal. Así como en los Estados Unidos se construyeron rápidamente, los pueblos que fijaron el territorio oeste ganado a los pueblos nativos, aquí de igual modo velozmente se afianzó la población, entre estructuras de balloom frame, tablas de ciprés y tejuelas de alerce. Hacia 1919 el pueblo ya contaba con oficina postal, comisaría, usina eléctrica, escuela, molino harinero, templo, oficina de bosques, cine, hoteles y confitería. El modelo arquitectónico inmediato respondió al lenguaje de la madera, pero como se puede observar en todos los registros, el uso de la misma fue de piezas aserradas racionalmente, en general se aprovechó al máximo el recurso, lo que dio Colección: Capraro Denominación: Vivienda Familia Márquez (ARCHIVO VISUAL PATAGÓNICO) por resultado esa concordancia de lenguaje común de uno y otro lado de la cordillera. Los ejemplos de arquitectura de troncos, o bien denominada “pintoresquista” no corresponden a la arquitectura originaria de la región, sino mas bien a la importación de un modelo más ligado al imaginario que a la realidad, aunque si en el ámbito rural se encuentran ejemplos de construcciones con troncos, pero no consisten de por si la característica tipología urbana regional. De aquel modo con el uso racional y las técnicas centroeuropeas de arquitectura de Colección: Pefaure/ Vivienda Pefaure / calle Mitre y Palacios (ARCHIVO VISUAL PATAGONICO) Miradas Transcordilleranas 99 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Bariloche Vista parcial/Coleccción: Capraro/Denominación: Vista parcial casco urbano de S. C. de Bariloche en invierno /Año: ca. 1925//Ubicación: Calle Bmé Mitre y Palacios (ARCHIVO VISUAL PATAGONICO) Hotel Suizo Nahuel Huapi/Coleccción: Capraro/Denominación: Hotel Suizo/Fotógrafo: S/datos /Año: Ca. 1930//Ubicación: Bmé Mitre entre E Frey y John O´Connor (ARCHIVO VISUAL PATAGONICO) viviendas, Bariloche comenzó a tomar la forma de pueblo que la caracterizó ante el mundo. A posteriori con el desarrollo que implicó la consolidación del Parque Nacional Nahuel Huapi, se produce en la década del 30, la introducción de otro modelo arquitectónico, que genera un momento de cambio importante, al imponer una tipología que no es objeto de estudio en nuestro caso. LA VIVIENDA DE MADERA EN ARGENTINA Y PAÍSES CON TRADICIÓN FORESTAL A diferencia de lo que ocurre en otros países, donde la tradición del uso de la madera para la construcción no se ha discontinuado, en la argentina existe una “mala prensa” hacia las casas de madera, afirmándose erróneamente que es de un tipo de calidad menor a las casas de mampostería o inclusive a las de reciente adopción como son las construcciones con steel frame, sin embargo numerosos ejemplos de construcciones hechas en madera, algunas de carácter patrimonial y otras no, sobreviven airosamente el paso del tiempo. Que paso que abandonamos la tradición? …en parte por la paulatina pérdida de de mano de obra Hotel Italia, Banco Nación Nahuel Huapi/Coleccción: Capraro/ Denominación: Vista parcial Edificio Banco Nación Suc. Bariloche y Hotel Italia/Fotógrafo: Bruno Salamon /Año: ca. 1940/Color: Blanco y negro/Ubicación: Calle Bmé Mitre y Villegas (ARCHIVO VISUAL PATAGONICO) calificada, otro tanto por trabajar maderas, que no estaban lo suficientemente estacionadas, tal vez por el peligro de incendios que supone una casa de madera, sea cual sea la respuesta, lo cierto es que es una técnica constructiva que en la región no se expande, sino mas bien se retrae. En los países con larga tradición maderera, como Canadá y los Estados Unidos, el porcentaje de casas de madera construidas alcanza al 90% del total, desde Florida hasta Miradas Transcordilleranas 100 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Alaska. Por lo que podemos deducir que las estructuras de madera son versátiles aún en diferentes climas. Un factor importante a tener en cuenta, son los tratamientos de conservación de la madera, de manera de utilizar productos que ataquen a los agentes destructores de la misma. Estos agentes se dividen en abióticos y bióticos, y su proliferación depende del grado de humedad, que contenga la madera. En ese campo los avances tecnológicos han encontrado soluciones compatibles con la conservación del medio ambiente. Por otra parte, desde el inicio mismo de la producción de los materiales, el uso de la madera implica un consumo de energía menor que, para fabricar por ejemplo acero y aluminio (415% menos), sin mencionar los aportes al medio ambiente favorables para contrarrestar el efecto invernadero. La madera proveniente de bosques implantados con criterio ambiental, puede ser certificada como proveniente de bosques con manejo sustentable a largo plazo. Aquí podemos apreciar en qué circunstancias se repiensa la arquitectura de madera, en la primer foto se ve una casa construida en el barrio de Parques Nacionales (circa 1940), bajo la gestión de Exequiel Bustillo. La urgencia no era un terremoto, era dar casas rápidas, buenas y habitables a los empleados acometidos en la gestión fundadora del Parque Nacional Nahuel Huapi. En la foto que tenemos al pie, una vivienda histórica y patrimonial, que perteneció a la familia Sáenz Valiente (1910), y a posteriori fue la primer maternidad de Bariloche, la casa ya centenaria se mantiene en perfectas condiciones, a pesar de no tener un mantenimiento adecuado. En los Estados Unidos y Canadá, la tradición de arquitectura de madera se remonta ya a más de 200 años, y con variaciones lógicas por el avance tecnológico en el campo de las aislaciones, los selladores, los anclajes y las terminaciones en general, se siguen básicamente los mismos principios conceptuales, como por ejemplo la estructura de tipo balloom frame. Los componentes que estructuran una casa de madera se ensamblan en seco, al pie de obra o en taller con mínimo desperdicio. También se puede hacer todo Vivienda en barrio de Parques Nacionales / calle Rolando (foto del autor) el montaje y armado en la obra misma, y una vez que la estructura esta armada, se emplaca con tableros fenólicos u OSB, que sirven de transversales anti deformantes y apoyo de la membrana hidrófuga. Hay variaciones respecto al tipo de fundaciones, porque lógicamente dependen del tipo de suelo y las características topográficas. Pero a partir de las bases, ya sean aisladas, pilotes o plateas, el montaje es el mismo, paneles que se arman horizontalmente y se ensamblan verticalmente. Con este sistema en los Estados Unidos se construyen por año, desde la década del 60 entre 1,5 a 2 millones Casa Sáenz Valiente / calle Villegas (foto del autor) Miradas Transcordilleranas 101 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera de viviendas unifamiliares de alta calidad. En los Estados Unidos particularmente, el estado se encarga de la auditar la calidad energética de las viviendas, controlando los niveles de aislación, la calidad de los elementos de fijación, la solidez estructural, los tratamientos ignífugos etc. Lo que permite tener un alto nivel de calidad y además obtener la certificación de la obra (LEED: Leadership in Energy y Environmental Design), que permitirá una reducción en la carga impositiva, ya que las casas de mampostería suelen tener una carga impositiva mayor. A continuación ejemplos de montaje de viviendas de madera. Armado del panel - http://www.facebook.com/pages/Casas-de-Madera-vivir-ecologicamente/137146796316515 Montaje. La construcción de madera por las propias características constructivas es sismo resistente. http:// www.facebook.com/pages/Casas-de-Madera-vivir-ecologicamente/137146796316515 Miradas Transcordilleranas 102 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Estructura interior - http://www.facebook.com/pages/Casas-de-Madera-vivir-ecologicamente/137146796316515 La arquitectura de madera y la sustentabilidad Conceptualmente se afirma la sustentabilidad en tres sistemas: ecológicos, económicos y sociales. Los tres sistemas integrados sintetizan, un proceso de desarrollo con una distribución racional de recursos, el programa ambiental de las Naciones Unidas (IUCN 1991) definió, las tres ediciones éticas en las que se basan los principios del desarrollo sostenible: • Respeto y cuidado para la comunidad de la vida. • Mejora de la calidad de la vida humana. • Conservación de la vitalidad de la tierra y la diversidad. Más adelante se amplió los siguientes principios: • Integridad cultural y social del desarrollo. • Diversidad ecológica y uso sostenible de recursos. • Solidaridad social. • Emancipación con independencia. • Control local y participación de todos los sectores. • No violencia y precaución que permite un margen de error, para las consecuencias imprevistas o de la variabilidad de impactos. Dentro de las tres categorías, (ambiental, económico y social) se pueden observar subcategorias y principios: Ambientales: • Conservar la vitalidad y diversidad del planeta. • Conservar sistemas de soporte. • Conservar ambientes culturales históricos. • Uso sustentable de recursos renovables. • Minimizar el uso de recursos no renovables. • Minimizar polución y daños ambientales a la salud. Económicos • Promover equidad entre naciones y generaciones. • Evitar intercambios desparejos. • Promover la distribución pareja de costos y beneficios. • Asegurar costos reales. • Dar apoyo a las economías locales. • Promover las políticas éticas. Sociales • Permita la mejora en la calidad de la vida. • Promueva la equidad social entre toda la gente. Miradas Transcordilleranas 103 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera • Tenga en cuenta la integridad cultural y social. • Independencia y autodeterminación. • Anime la participación y la cooperación en la toma de decisión, en todos los niveles, desde el individual al universal. Como se puede observar, no solo en el uso del material en sí mismo basta para considerar una arquitectura sustentable, es un universo de acciones que, de una manera u otra afectarán para bien o para mal el hábitat del hombre. Es muy importante que no solo sea una acción individual aislada, sino que forme parte de repensar la política desde la raíz misma, desde donde se toman las decisiones mismas. La definición de sustentabilidad reconocida es: “Desarrollo que promueve las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de resolver sus propias necesidades”. EVANS, Julián(2010)/ Sustentabilidad en Arquitectura/CPAU Los planes de vivienda oficiales El mundo se mueve hacia las ciudades, poniendo en aprietos a cualquier sistema urbano que se considere equilibrado. Ante estas circunstancias, los países en vías de desarrollo como Chile y Argentina ven comprometidos exponencialmente sus recursos económicos destinados a los planes de vivienda. En Río Negro dependiente del gobierno provincial, esta el Instituto Provincial de la Vivienda (IPPV), y dependiente del gobierno municipal está el Instituto Municipal de Tierra y Vivienda para el Hábitat Social, quien se ocupa del interés y las necesidades de los vecinos en este tema. Los planes de vivienda social, se ocupan esencialmente de proyectar soluciones a través de barrios de vivienda, con casas apareadas y conjuntos habitacionales. La propuesta de esta ponencia, refiere a otro tipo de solución, en casos puntuales y en terrenos individuales dispersos en barrios distintos, con una o dos familias por lote; e investigar, de qué manera se puede industrializar la producción de viviendas de madera. Propuesta de investigación La arquitectura de madera es un recurso posible, para dar respuesta rápida y eficiente al déficit habitacional urgente, desde donde se toman las decisiones, el poder político, se podría investigar qué posibilidades hay de elaborar un proyecto donde sea protagonista el estado, como productor de viviendas industrializadas de madera. Conformando equipos de trabajo por ciudadanos que están fuera de trabajos productivos formales, incorporándolos, capacitándolos e integrándolos como trabajadores en la producción de viviendas, y por otro lado utilizando los productos de esta industrialización, en solucionar con calidad las necesidades urgentes de la falta de viviendas. La propia administración provincial posee plantaciones de pinos en la región de El Bolsón, La Empresa Forestal Rionegrina (Emforsa) posee unas 250 ha, sin contar emprendimientos privados de plantaciones de pino Oregón, que se extraen con fines comerciales aplicados a uso en la construcción. En Neuquén, la compañía Corfone, (Corporación Forestal Neuquina) planificaba sembrar 3500 hectáreas durante 2009 y tiene como meta para el corto plazo, llegar a las 10 mil hectáreas anuales. Desde Chile y desde hace muchos años se comercializa en la región, pino Oregón de excelente calidad, que se usa para fines estructurales y también en usos más refinados como ser carpinterías de madera y muebles. Desarrollar un proceso de investigación sobre la vivienda social de madera, implica la participación de diversas instituciones, quienes aportarían un marco de referencia para cada área en particular. Marco Tecnológico: desarrollo de proyectos de viviendas de distintas complejidades y costos, prototipos de aplicación según las condiciones socio económicas, cuadros familiares, y condicionantes topográficas de sitio. En este segmento del proyecto podrían participar la Universidad Nacional de Rio Negro a través de su Instituto de Investigación, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires a través del Centro de Investigaciones de Energía y Hábitat (CIHE), la municipalidad de Bariloche a través del IMTVHS. Miradas Transcordilleranas 104 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Marco de aplicación ejecutiva: puesta en práctica en campo, donde la municipalidad coordine con sus políticas de desarrollo social, la puesta en operación de la planta de capacitación y producción de viviendas. Registro de bolsa de trabajo con individuos sin trabajo formal y en condiciones de ser parte del proyecto, como mano de obra calificada. En este segmento participaría la Municipalidad de San Carlos de Bariloche, a través del Instituto Municipal de la Tierra y Vivienda para el Hábitat Social, la Secretaria de Desarrollo Social, bajo la órbita del Poder Ejecutivo. Marco económico financiero: esta área de gran contenido técnico específico deberá estar en la órbita del Ministerio de Economía Provincial, que depende del Poder Ejecutivo Provincial. Técnicamente se trata de analizar, con que herramientas se dispone para enmarcar un proyecto de esta naturaleza, ya sea para poner en producción una planta como también, para administrar los fondos de financiamiento sostenibles en el tiempo, capaz de alimentarse con sus propios recursos y con los aportes de quienes obtenida la vivienda, pagarían la cuota parte retributiva correspondiente. Conclusiones Como dijimos en la introducción, los diversos factores que intervienen en la compleja trama social, determinan el destino de los hombres y su hábitat, sea este económico, cultural, espiritual, sus efectos combinados finalmente determinan la inclusión o exclusión de los individuos. A esto se lo denomina complejos dinámicos, que son aquellos donde intervienen los actores económicos que mueven las economías y las migraciones, los análisis econométricos de estos complejos, incluyen los problemas sociales de hoy y de siempre: poder, desarrollo regional y pobreza. El crecimiento de las ciudades es inevitable. Hay que preparase para lo que vendrá, los planes sobre la vivienda social deberían reforzarse con ideas nuevas, aún volviendo la mirada sobre el pasado si es necesario, reconvirtiendo las necesidades, utilizando la energía de las carencias en energías creativas que incluyan a quienes no están incluidos. Bibliografía LOLICH, Liliana (1991)/Patrimonio arquitectónico y Urbano de San Carlos de Bariloche/ M.S.C.B HANONO, Miguel (2001)/Construcción en madera/ CIMA ARGAN, Giulio (1977) /Walter Gropius y el Bauhuas/Ediciones Nueva Visión CAVALLI SFORZA, Luigi (2004)/La evolución de la cultura/Anagrama/Barcelona EVANS, Julián(2010)/Sustentabilidad en Arquitectura/CPAU Agradecimientos Centro de Estudios regionales Universidad FASTA, Dr. Héctor Partridge, Lic. Hugo Monasterio. Municipalidad de San Carlos de Bariloche/Secretaria de Planeamiento y Medio Ambiente/ Instituto Municipal de la Vivienda y el Hábitat Social. Archivo visual patagónico/ sr Federico Silin. Miradas Transcordilleranas 105 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Liliana Lolich CONICET – Bariloche Argentina Los planes urbanos y su relación con el paisaje cultural en zonas de frontera. Caso Bariloche, Patagonia Argentina (1934-1979)1 Introducción P or qué abordar un estudio sobre la ciudad en el período propuesto? La América Latina decimonónica se caracteriza por la obsesión por simbolizar y constituir naciones, por fijar límites fronterizos y por consolidar modelos republicanos y democráticos. Patagonia inició el proceso sólo después de ser conquistada militarmente a fin del siglo y de crear ciudades como “cuna de civilización”. En el período estudiado (1934-1979), en Bariloche (BRC) se agudizó la deschilenización del paisaje urbano, característico de la etapa pionera (1895-1934), dando continuidad al mito de la frontera como límite y separación de los tradicionales vínculos binacionales. El período comprende la etapa previa a la provincialización del ex Territorio Nacional de Río Negro, el surgimiento del peronismo, truncado por el golpe militar de 1955 y el retorno a la democracia estable en la década de 1980 tras intervalos en los cuales se sucedieron gobiernos elegidos democráticamente y gobiernos que llegaron al poder tras cruentos golpes militares. A mediados del s. XX, junto al resto de la Patagonia, la ciudad inició su proceso de democratización y de constitución del gobierno local y, con ello, su cultura ciudadana con las dinámicas y potencialidades necesarias para producir transformaciones. Sin embargo, como veremos, el estudio de sus planes urbanos (PU) nos demuestra hasta qué punto se desaprovecharon grandes oportunidades históricas. La presente ponencia indaga sobre los planes urbanos (PU) entendidos como postulados teóricos que procuraron llevar a la práctica el ordenamiento territorial y conformar un paisaje cultural singular. Formalmente fundada a principios del s. XX como colonia dentro de un Territorio Nacional, su destino urbano pasó a quedar en manos de la Dirección de Parques Nacionales creada en 1934 para conservar la riqueza natural del país. Recién en la segunda mitad del siglo el municipio adquirió el derecho de ejercer un poder que, sin embargo, ha seguido marcado por la dependencia que afecta no sólo a la localidad (Abaleron, 1990) sino a toda la región (Navarro Floria, 2007). Hace más de treinta años, Suárez advertía sobre la preeminencia de relaciones con el poder central antes que el regional, por el escaso compromiso que la ciudad asume con sus vecinas evidenciado en “una falta de vocación regional de la ciudad que en muchos aspectos tiende a relacionarse con centros urbanos más alejados e importantes, como Miradas Transcordilleranas 106 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera (…) Buenos Aires, que a comunicarse más estrechamente con su entorno regional.” (1977:21). La problemática que se pretende responder guarda relación con el contexto cultural de la disciplina, su marco teórico, las expectativas de los autores de los planes y las razones por las cuales su implementación no logró la concreción esperada. La hipótesis en la cual nos hemos basado entiende que las mencionadas “debilidades estructurales” y la persistencia de una lógica de dependencia interna (persistencia de mentalidades colónicas) allanan el camino de los especuladores económicos que son quienes presionan sobre el sector político, influyendo sobre sus decisiones. Para ello, se describirán, analizarán y compararán los planes sobre los cuales se pudo obtener información. Si bien se trata de un estudio preliminar con conclusiones provisorias, consideramos necesaria su presentación y puesta en debate, con la esperanza de estimular la profundización de este tipo de estudios a nivel binacional. Planificación urbana Por planificación urbana (PU) entendemos los proyectos que reflejan un ideal de ciudad futura representada gráficamente en planos, acompañados de especificaciones y formulaciones teóricas. En términos más amplios, constituye, un “modelo sistemático de una actuación pública o privada, que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla” (RAE. On line). Se aplica tanto a la creación de ciudades como a la rectificación de ciudades existentes. Es la herramienta fundamental del urbanismo, disciplina que contempla el “conjunto de problemas que se presentan en el arte de construir las ciudades y principios de esta construcción en cada época de la historia” (Ware y Beatty, 1987:146). Alude a los estudios sistemáticos y metódicos y a las prácticas intencionales relacionadas con la problemática de las ciudades, tanto en sentido histórico como prospectivo. Involucra, por lo general, un código urbano y de edificación, entendido como conjunto de normas legales. La forma y distribución de calles, servicios, espacios, características arquitectónicas, entre otros, responden a un determinado diseño plasmado en planos que integran el plan. El plan integral elaborado por técnicos es propio del urbanismo científico y la planificación, al actuar sobre el espacio, puede comprender diferentes escalas: plan territorial, plan regional, plan urbano o plan sectorial (p.e: barrios cerrados). Para el caso de las ciudades existentes, los PU aportan conocimiento sobre el estado de la ciudad en el momento de su elaboración, a la vez que reflejan, como documento anticipatorio, el mundo representacional y las aspiraciones de sus proyectistas. Urbanismo en Latinoamérica El proceso republicano iniciado en América en el siglo XIX buscó superar el modelo colonial, creando identidades territoriales. Pero, el camino elegido, en muchos casos, condujo a una nueva dependencia, en este caso cultural, que en buena medida mantiene su vigencia. Hacia fines del siglo XIX irrumpió el paradigma de la modernidad que prometían los modelos franceses e ingleses (como luego lo harían los estadounidenses) con sus correspondientes representaciones sociales vinculadas al progreso civilizado y continuo. De 1894 data el Plan de Manuel Concha para la ciudad de Santiago de Chile: Poco después, una serie de disposiciones oficiales obligaban a las ciudades peruanas a realizar planes urbanos por razones de salubridad (Hardoy, 1997). A comienzos del siglo XX el urbanismo alcanzó su estatus disciplinar al complementarse con otras especialidades (sanidad, higienismo, hábitat social), aunque fueron los períodos de la posguerra europea los que estimularon, con la reconstrucción, el fortalecimiento del rol del Estado. Así, las políticas estatales comenzaron a impregnarse de la preocupación sobre la problemática de las ciudades y el control de su crecimiento, con el aporte de los nuevos avances científicos y disciplinares de la ingeniería, la arquitectura, la economía, las ciencias jurídicas y sociales, entre otras. El primer Plan Regulador y de Reforma (1925) fue el elaborado por la Comisión Miradas Transcordilleranas 107 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera de Estética Edilicia durante la intendencia de Carlos Noel, para la ciudad de Buenos Aires. Cuatro años después, la ley 4563 sancionada por las autoridades chilenas, estableció la obligatoriedad de realizar planes urbanos en ciudades de más de 20.000 hab. Una nueva modalidad fue iniciada por los municipios al recurrir a consultores externos, frecuentemente europeos. Eran planes físicos centrados, más bien, en el tránsito y en las condiciones sanitarias, con escasa o nula consideración de las condicionantes históricas, sociales y económicas (Hardoy, 1995:27). Con el transcurrir del tiempo a esas preocupaciones se fueron sumando ideas de reforma social relacionadas con el mejoramiento de la calidad de vida, la pobreza y la resolución de la vivienda económica. Considerando que el urbanismo es producto de la vida en sociedad, la legislación urbanística, comprendida en el derecho administrativo, implica restricciones al dominio que procuran equilibrar el derecho de propiedad común con el derecho de propiedad privada. No obstante ello, “dentro de la doctrina se afirma que el derecho urbanístico se basa en un nuevo concepto de propiedad urbana, por lo que las restricciones no deben considerarse como limitaciones o condicionamientos legales del dominio, sino como el contenido normal del mismo.” (Suárez. 1977:148). Aun así, parece inevitable el agravamiento de la situación que Gutiérrez advertía hace tiempo: la aceleración de la renovación urbana está volviendo ineficaces los esfuerzos por planificar y, lo que es más grave, “el propio desarrollo del pensamiento teórico de nuestro tiempo.” (1983:661). Modelos teóricos de urbanización En trabajos anteriores (Lolich.2000) hemos desarrollado este punto basándonos en la metodología propuesta por Nicolini (1990) a partir de la formulación de modelos teóricos de urbanización aplicados en ciudades argentinas según períodos históricos. Sintéticamente, esos modelos aparecen caracterizados como ciudad hispanoamericana, ciudad liberal, ciudad jardín, ciudad CIAM y ciudad postmoderna. El autor se apoya en la visión del tiempo histórico en tres niveles: larga, mediana y corta duración, postulada por Braudel en su célebre obra La Méditerranée, y los equipara a tres componentes del sistema urbano: la estructura, la función y el paisaje. La importancia relativa de cada uno de ellos es idéntica por considerar que su estudio en conjunto y en forma individual es igualmente importante para la interpretación de los procesos urbanos: . Estructura: fenómeno de larga duración (relativamente estable). Involucra a todo lo relacionado con la traza de la ciudad: calles, manzanas (o su equivalente, incluidas las divisiones internas en lotes o parcelas), plazas y otros espacios públicos. Las operaciones urbanas que plantean su cambio suelen ser muy resistidas por la sociedad, además de que el monto de las inversiones necesarias suele hacerlas inviables para la mayoría de las ciudades. . Función: fenómeno de mediana duración que refiere a las actividades que se desarrollan en la ciudad, al uso de los espacios y sus correlatos edilicios. Es usual encontrar sectores urbanos: cuadras o manzanas dedicadas a una misma función. Aquí la resistencia social al cambio es menor. Nuestro caso más emblemático lo constituye la construcción del Centro Cívico sobre los terrenos que había ocupado la antigua Cía. Comercial y Ganadera Chile-Argentina reemplazando funciones industriales y comerciales por administrativas, culturales y de gobierno. Si bien hoy constituye el centro emblemático de la ciudad, en su momento (1937-1940) la localización fue resistida “por estar lejos del centro”. - Paisaje: pertenece a la microhistoria y se trata de un fenómeno de corta duración en el cual entre en juego la morfología: relación plano, uso del suelo y edificación. El paisaje urbano lo integran los edificios y su relación con los espacios abiertos y el ambiente natural: fachadas, volumetrías, equipamiento urbano, espacios verdes: arboledas, jardines, paseos, bulevares, baldíos, etc. Se trata del fenómeno más frágil, expuesto a los avatares de la renovación urbana, la especulación inmobiliaria, las modas arquitectónicas, los Miradas Transcordilleranas 108 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera cambios de reglamentaciones, las innovaciones y, aun, los cambios climáticos. Bariloche y el urbanismo científico Por su fecha fundacional, 1902, corresponde a las ciudades de nueva fundación propias del período liberal (republicano) pero su tipología reitera el modelo de ciudad hispanoamericana que caracterizó a las ciudades de traza cuadricular fundadas por la Corona Española. El anacrónico trazado incluyó, también, la avenida perimetral que en las ciudades fortificadas tenía finalidad defensiva (calles de ronda) si bien aquí lo entendemos como la voluntad de establecer una neta separación entre pueblo y ejido, entre zona urbana y zona rural. El año 1934 marca un salto en la gradual evolución que se venía dando en la ciudad. Prácticamente ser re-fundó la ciudad. Junto con ello, se dio inicio a su planificación racional. - 1934-1944. Cambios paradigmáticos en el sistema urbano. En el mismo año confluyeron dos fenómenos transformadores: la llegada del ferrocarril y la creación de la Dirección de Parques Nacionales (DPN). Esta última, durante los diez años que duró la conducción del Dr. Exequiel Bustillo, concretó la mayor intervención urbana y arquitectónica a escalas local y regional del norte patagónico y, muy posiblemente, la más significativa del país. Por primera vez intervino un urbanista: el arquitecto Ernesto de Estrada (Lolich, 2007:49). El plan territorial, para el Parque Nacional Nahuel Huapi (PNNH), incluyó una red de asentamientos satélites: villas turísticas con centro en la ciudad de BRC. La motivación no fue tanto la conservación de los parques sino dar respuestas a la estrategia nacional de fortalecimiento y ocupación de la frontera, ante las frecuentes hipótesis de conflicto con Chile que alentaron las políticas nacionales. La fórmula no tardó en mostrar sus propias contradicciones internas: conservar la naturaleza y, a la vez, crear infraestructura turística adentro de los bosques. Tanto el ejido como el pueblo quedaron incluidos dentro del PNNH, con lo cual tanto la tierra pública como el control del crecimiento PNNHU, red caminera y villas turísticas. Plan Director de la ciudad de BRC (Fte: DPN, c. 1939) Miradas Transcordilleranas 109 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera urbano quedaron bajo su control. El loteo de tierras fiscales dio lugar a la venta de parcelas a la elite porteña para construir residencias de veraneo. Con ello se financió buena parte de las obras ejecutadas en el período, merced a la liberalidad con que el organismo manejó la política de tierras. Si bien inicialmente la encomienda planificadora recayó en el Ing. Carlos María Della Paolera, uno de los primeros urbanistas profesionales del país, promotor de la construcción de centros cívicos que no llegaron a concretarse, fue el Arq. Estrada quien, finalmente tuvo a su cargo buena parte de la resolución de la planificación urbana y territorial. Entre 1937-1938 se realizaron estudios de rectificación de la traza urbana dando inicio al moderno urbanismo científico. De 1937 son las normas de construcción que acompañaron y consolidaron el modelo urbano. El inventario patrimonial del Municipio nos permite deducir que en 1940 comenzó a funcionar la primera oficina técnica municipal la cual debe haber servido de apoyatura a los estudios urbanísticos centralizados en la DPN (Inventario Nro.1, 1930-1955). Si bien no hemos encontrado un cuerpo erudito que contenga la totalidad de los estudios realizados, parte de ellos fueron publicados a fines de la década de 1939 (DPN). Ya estaban previstos el Plan de Urbanización, su Plan Director y el ensanche oeste (actual barrio Belgrano). El diagnóstico comprendió estudios catastrales y planialtimétricos que evidenciaron la incompatibilidad entre el trazado y la topografía, la tendencia de crecimiento lineal, paralelo a la costa, y el “desorden existente en el desarrollo de la edificación” (DPN, c. 1939). El principal mentor de los cambios del paisaje urbano fue el Arq. Alejandro Bustillo, asesor de la DPN y hermano de Exequiel. Asociadas a la temida chilenización, las tradicionales construcciones de madera debían ser demolidas. Se impuso una nueva “moda”, también pintoresquista, caracterizada, en líneas generales, por la construcción de basamentos de piedra natural sin labrar sobre los cuales se construyó con paredes de tronco tipo Block Haus, manteniendo la fuerte Cambios en el paisaje urbano: de aldea de montaña a ciudad turística (Ftes: colecc. Museo de la Patagonia / Centro Cívico: foto Kalschmidt) pendiente de techos revestidos con pizarra o tejas cerámicas. Las mayores alturas de edificación estuvieron dadas por las torres de la catedral y de la Municipalidad, las dos plantas y media del Centro Cívico y los cuatro pisos y medio del Hotel Llao Llao. Por su parte, la normativa promovía la progresiva demolición de las antiguas construcciones de madera o, al menos, el revocado de fachadas para simular mampostería. - 1946-1955. Período peronista. El organismo regulador pasó a llamarse Administración General de Parques Nacionales y Turismo (AGPNT), sincerando el énfasis puesto Miradas Transcordilleranas 110 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera en esa actividad económica, pero con un importante giro ideológico hacia el turismo social, promoviendo la construcción de hoteles sindicales tras la obligatoriedad de otorgar vacaciones a todos los trabajadores, en consonancia con el Primer y Segundo Plan Quinquenal. Se volvió a ampliar el ejido (Decreto Nac. 6237/52) para regularizar la situación de “vecinos a quienes alcanza la prestación de los servicios municipales” y que ocupan sectores loteados por la DPN, entre ellos, las villas Tacul y Golf mientras que, hacia el Este, el límite llegó hasta el río Ñirihuau, límite actual del ejido. Los cambios incidieron, también, en las funciones urbanas con la construcción de la iglesia catedral, mercado, frigorífico y matadero. La inversión en obra pública de elite giró hacia la política social. Ello se manifestó, entre otras cosas, en la disolución de la oficina técnica. Sus funciones pasaron a ser cumplidas por otros organismos estatales encuadrados dentro de los Planes Quinquenales (Gutiérrez. 2007:46). En 1949, declarado el año de la “recuperación del paisaje”, la política de tierras se orientó a la expropiación de latifundios privados creados dentro de los parques durante la gestión anterior (Lolich, 1992). Los mismos hermanos Bustillo habían hecho sus propios negocios inmobiliarios: Exequiel en Cumelén (Villa La Angostura) y Alejandro en península San Pedro (BRC). Pero, el proyecto de desarrollo más importante previsto para la zona fue la transformación de BRC en un polo científico, con grandes inversiones realizadas desde 1949 para concretar el frustrado proyecto de creación de un centro para la investigación de la fusión nuclear controlada en la isla Huemul (Lolich, 2001). Iniciativa que dio lugar al surgimiento de la Comisión Nacional de Energía Atómica y del Instituto Balseiro, en BRC. Para la ciudad, en cambio, la planificación (aparentemente informal) priorizó la construcción de hoteles sindicales, barrios de vivienda popular, entre ellos, el de empleados de Parques, e instalaciones deportivas. Hemos encontrado acciones puntuales como la construcción del actual cementerio, la plaza Belgrano, el Salón de Turismo Social y el campo de deportes Croquis con la ubicación de los edificios que se construyeron en la isla Huemul. Carta de Perón a Richter, otorgándole poder absoluto sobre la isla (1951) (Fte: Mariscotti. 1996 / Carta colección Beibo) “Eva Perón” (actuales CEF Nro. 8 y Estadio Municipal). La arquitectura, si bien mantuvo el pintoresquismo característico, se volvió más sobria, acentuándose la preeminencia del funcionalismo y la economía constructiva por encima de las consideraciones estéticas, posiblemente influenciada por el movimiento moderno. Se incrementó el uso del ladrillo y el hormigón armado. En mayor o menor grado, persistió la resolución ecléctica de tendencia pintoresquista, poco asociable al “nacionalismo popular” que caracterizó a la arquitectura peronista en el resto del país. En la ciudad Miradas Transcordilleranas 111 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera se autorizaron fachadas de mampostería revocada y mayores alturas de edificación, con incremento de una a dos plantas más. De este modo, la incidencia sobre la ciudad se dio, fundamentalmente, con relación a sus funciones y su paisaje. - 1955. Se inicia el proceso de provincialización de los Territorios Nacionales. Con ello, la situación urbana, lejos de resolverse, se complejizó, por la superposición de jurisdicciones nacionales, provinciales y municipales. Entró en vigencia el Reglamento de Construcciones, aprobado a fines de 1954. Su contenido prioriza la estética urbana y la distribución de actividades. Si bien no se trata, en rigor, de un PU, nos interesa incluirlo porque apela a la zonificación funcional y por la incidencia que sus normativas constructivas tuvieron sobre el paisaje urbano. Inspirado en el reglamento de la ciudad de Buenos Aires, organizó el área urbana en seis zonas de carácter funcionalista y físico (usos comercial, industrial y residencial) a las que sumó las “rutas turísticas”. Las primeras zonas formaban franjas paralelas al lago y hasta la calle Tiscornia. Para todos estableció una altura máxima de edificación de 4 pisos y “dependencias” en el entretecho, con la aclaración de que “la Municipalidad podrá otorgar excepciones”. Con relación a la estética urbana dispuso que “únicamente se permitirán los estilos usados en las distintas zonas frías de montaña o ciudades con características similares” (Municipalidad, 1955:28), desalentando la construcción de techos planos” (1955:41). Los casos controversiales eran tratados por la Comisión de Estética y Urbanismo integrada por dos arquitectos y un ingeniero. La zona 1 estaba constituida por la zona aledaña al lago. En ella se permitían las máximas alturas con exigencia de retiro ajardinado al frente, impidiendo la radicación de actividades comerciales excepto hoteles y confiterías. La zona 2 era una franja paralela a la anterior, con la calle Moreno como límite sur. Debía ser comercial y, por ende, sin retiros de la línea municipal. Sólo para las zonas tercera y cuarta establecía, expresamente, la construcción con “materiales incombustibles”. Salón de Turismo Social. Calle Mitre (1949) (Fte: colecc. CEDODAL/ colecc. Museo de la Patagonia) El área industrial fue establecida al este de la calle 9 de Julio, con excepción de las cercanías a la avenida costanera. En cuanto a materiales de construcción, prohibió el uso de adobe en todas las zonas y de madera al norte de la calle Tiscornia, salvo para revestimientos. Como prevención de incendios se estableció un retiro perimetral. El sistema de calefacción predominante quedó evidenciado por la cantidad de especificaciones previstas para la construcción de hogares, estufas y chimeneas (1955:60 y 61). Se permitía un alto porcentaje de ocupación de la parcela, dejándose sólo del 6 a 14% de superficie libre de edificación, según los casos. A ello se sumaban las escasas dimensiones de patios de aire y luz y circulaciones comunes Miradas Transcordilleranas 112 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Plano A25. Estado de la construcción creando, para el ambiente humano, situaciones contrastantes con la calidad del ambiente natural debidas a la escasa ventilación e iluminación natural, drenaje del suelo, calidad de visuales, entre otras y sobre las que Suárez llama la atención, por haber estado vigente durante más de veinte años (1977:151). En 1958, tras la provincialización del Territorio Nacional, la ley 14487, conocida como “ley Luelmo”, anexó las tierras fiscales que administraba la DPN, ampliando nuevamente el ejido hasta alcanzar los límites actuales. - 1964. Plan Hardoy. De carácter físico y propositivo, el Plan físico para San Carlos de Bariloche fue realizado por un equipo de especialistas dirigido por el Arq. Jorge Enrique Hardoy. Si bien no llegó a aplicarse, de él derivó el Reglamento de Subdivisiones. De los tres cuerpos previstos, sólo se desarrolló el segundo. Los recaudos ambientales estuvieron planteados en tres categorías: área de Reserva, área de Recreación y área de Recuperación mientras que se reservaban para uso público, las costas de lagos. La relevancia asignada al Miradas Transcordilleranas 113 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera turismo aparece reflejada en la creación de cinco “Centros de Urbanizaciones Turísticas” en Llao-Llao, Tacul, brazo Campanario, Colonia Suiza y laguna El Trébol. Con el mismo espíritu descentralizador, se planteó la creación de cuatro “Centros Rurales” en Puerto Moreno, lago Gutiérrez, arroyo Ñireco y zona de quintas, más hacia el Este. La morfología urbana estuvo prevista con una graduación de altura de edificación, creciendo desde planta baja y un piso para la costanera, hasta planta baja y seis pisos en la primera terraza urbana. La finalidad era evitar que los edificios taparan las visuales paisajísticas. El mencionado Reglamento de Subdivisiones mantuvo la zonificación prevista en el plan pero modificó sustancialmente las superficies de parcelamiento permitidas: donde el plan planteaba un mínimo de 150 ha se redujeron a menos de 2 ha; en otros casos, el mínimo de 5 ha fue llevado a 1000 m2 (Suárez. 1977:152). Tras estudiar la ocupación de los loteos existentes, el PU concluye que no se loteaba por necesidad sino por especulación (1964:12). Lo mismo ocurre con las alturas de edificación ya que la morfología urbana estaba muy lejos de mostrar un perfil consolidado en los 3 ó 4 pisos de altura tradicional. Consolidación que aun hoy, casi medio siglo después, sigue pendiente. Para la ciudad propone cinco zonas. En la periferia del área central, propone la construcción de puentes urbanos con edificios en tiras corridas. Algunas podían pasar por arriba de las calles, a modo de puentes, creando nuevos lotes aéreos como posible “bolsa de lotes, para canjes o permutas con otros lotes que deben expropiarse para lograr el arreglo de otras áreas (...) Los puentes irán creando cortes en las visuales indefinidas que cerrarán parcialmente ámbitos dentro de la ciudad.” (1964:93). Esta idea, nunca estudiada de manera integral, fue usada en la década de 1980 por el Concejo Deliberante para la aprobación de los puentes aéreos del Hotel Panamericano, como excepción a la normativa, respondiendo a la extorsión especulativa de los privados. Otra de las novedades del plan fue la incorporación, por primera vez, del concepto Propuesta de puentes urbanos y de centro comercial en el parque de la Catedral (Fte: Hardoy. 1964) de corazón de manzana, como espacio libre para asoleamiento y drenaje (1964:92). El plan no sólo no contempló la preservación del patrimonio arquitectónico sino que realizó propuestas para el parque de la Catedral y para la Capilla San Eduardo que, de haberse concretado, habrían alterado seriamente la vinculación paisajística de las obras. - 1977. Plan Suárez: diagnóstico y propositivo. Realizado bajo la dictadura militar, con la presidencia del Gral. Jorge Rafael Videla. Ese año, en el municipio se sucedieron tres intendentes (Jorge E. Brussa, Mengheti y Barberis) aunque la encomienda laboral corresponde a la gestión del primero. El Plan anuncia un nuevo proyecto de ampliación del ejido que correspondería a la voluntad Miradas Transcordilleranas 114 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Análisis de la red vial y circulación urbana (Fte: Plan O. Suárez. 1977) del gobierno provincial de crear municipios departamentales. Esa ley no prosperó, posiblemente, porque implicaba someter a jurisdicción municipal todo el PNNH. El Plan de Ordenamiento Urbano – San Carlos de Bariloche fue desarrollado por un equipo de especialistas bajo la dirección de la Arq. Odilia Suárez, se trata de una primera etapa de diagnóstico y avances propositivos que requería una segunda y tercera etapas, no realizadas. Aun así, constituye una importante fuente de información sobre las características físicas y sociales del momento. Uno de los aspectos destacables es el abordaje de la problemática turística a escala regional y local, con circuitos binacionales. Como consecuencia del mayor dinamismo de crecimiento relativo y por comparación con otros asentamientos de la región (San Martín de los Andes, El Bolsón y Esquel), el diagnóstico concluye que la ciudad reúne las mejores condiciones de asumir el rol de “polo turístico y regional” recomendando encaminar en tal sentido “…tanto los patrones de su estructuración urbana como sus funciones político-administrativas...” (1977:22 y 191). De alguna manera, actualizaba la centralidad prevista en el PU de Estrada y, en sintonía con él, proponía obras de infraestructura y servicios planificadas para esa escala: centros Miradas Transcordilleranas 115 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera sanitarios, educativos, financieros, culturales y de servicios en general y en particular, servicios para la construcción; rutas, comunicaciones y transporte que converjan en la ciudad; desarrollo industrial de producción regional, entre otros (1977:188). En lo que a turismo respecta, el diagnóstico pone en evidencia las carencias relacionadas con la integración binacional y reitera la importancia de que BRC asuma el liderazgo regional. Pero, advierte sobre el necesario control de las inversiones, proponiendo la creación de una Comisión de Desarrollo “encargada de promocionar proyectos y establecer controles de ‘calidad’ de los mismos” en los tres niveles de la administración pública: nacional, provincial y municipal (1977:190). Entre otros aspectos, destacamos la delimitación a planta baja y dos pisos la altura máxima de edificación en un radio de 100 m de los límites del Centro Cívico y de la iglesia catedral (1977:198 a 200). La protección del ambiente natural y del patrimonio arquitectónico se lo considera contemplado por la ley provincial 718/72 de “intangibilidad” de la estética urbana y bellezas naturales. Sin embargo, advierte que, al igual que otras normativas comparables, no explicitan los alcances de las restricciones al dominio privado ni las sanciones a aplicar a los infractores (1977:154). - 1979. Plan Hernández. Racional y ambientalista. Al igual que el anterior, fue realizado bajo la misma dictadura militar pero, durante la intendencia de. Comandante Principal (RE) de Gendarmería Nacional, Osmar Barberis (1977-1983), quien demostró una apertura intelectual poco habitual en la época. Durante su gestión se comenzó a construir el Centro de Congresos y Convenciones (proyecto de la Arq. Graciela Mochkofsky), se realizaron estudios de urbanización de barrios marginales y se conformó un equipo técnico de especialistas dirigido por el Arq. Raúl Hernández (sociólogo y socialista) para la elaboración del PU, en consonancia con las más modernas tendencias ambientalistas. De manera progresista, el gobierno local asumía, por primera vez, su independencia política en lo que a planificación urbana se refiere. Escalonamiento de alturas de edificación. Tercio libre para corazón de manzana Miradas Transcordilleranas 116 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Sin embargo, poco antes de la entrada en vigencia del nuevo PU, se aprobaron los loteos de los barrios Jardín Botánico, Casa de Piedra, Parque Tres Lagos, Organización Lago Moreno y Las Cartas. Así, en poco tiempo, “lo que fue una delimitada zona de avance del casco urbano hacia el oeste de la ciudad (…) Esta enorme extensión está ya casi completamente parcelada en lotes (…) y siempre cubrirá con pena para los ojos que antaño en los mismos sitios divisaban espesos bosques.” (1979:31). El plan promovió la delimitación del área urbana en conformidad con el Código de Planeamiento Urbano (Ord. 201/79). A diferencia del plan de OS, no definió áreas de protección del patrimonio arquitectónico y urbano y dejó el tema en manos de una Comisión de vecinos creada ad-hoc pero de carácter voluntarista: Comisión de Apoyo para la Preservación del Patrimonio Histórico. Se establecieron, para el microcentro, límites de altura y escalonamiento de frentes como resultante del análisis de la incidencia del viento en calles y veredas y del hielo sobre las calzadas. Se fijó la obligatoriedad de dejar el tercio de fondo de terreno libre para garantizar el asoleamiento y favorecer la conformación del corazón de manzana previsto por Hardoy. Se dispuso la construcción de recovas de madera respondiendo a un perfil normalizado que fijaba alturas y pendientes de techos. El Plan Director se complementó con sus correspondientes Código de Planeamiento y Código de Edificación, siendo el que mayor grado de concreción alcanzó, aún en la actualidad. No obstante, falló su aplicación por parte de las autoridades municipales quienes lo viciaron rápidamente mediante el otorgamiento de innumerables e incomprensibles excepciones (Lolich. 2000:219). Con la llegada de la democracia (1983) fue descalificado por haber sido gestado por un gobierno de facto, sin comprender lo progresista de muchos planteos. Queda pendiente, para un próximo trabajo, un estudio más detallado de este PU, de sus códigos y de las excepciones a la normativa que las autoridades comunales otorgaron, ni bien fue aprobado. Recovas urbanas. Construcciones en ladera (Fte: Plan Hernández. Códigos Urbano y de Edificación; 1979) Edificio sede Aerolíneas Argentinas con recova urbana (Foto: Lolich) Miradas Transcordilleranas 117 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Un caso testigo: edificio Bariloche Center (1968-1872) A partir de 1967 llegaron a BRC compañías vinculadas al turismo internacional, entre ellas, Lagos del Sur S.A, empresa vinculada a Austral, líneas aéreas. Promovieron la creación de centros de esquí (Chapelco) y la construcción de hoteles en varios puntos de la Patagonia. En ese contexto, el municipio barilochense aprobó, como excepción al Reglamento de Construcciones, la construcción del Bariloche Center (BC): imponente placa racionalista de 80 m de largo (expuestos a barlovento) por 40 m de alto. Con proyecto del Arq. Raúl Servente, fue inaugurado en 1972. Esta obra produjo un quiebre irreparable en el paisaje urbano afectando el entorno del Centro Cívico (la obra emblemática de la ciudad), alterando el microclima, tapando visuales e introduciendo una estética extraña y volumetrías (la de la arquitectura racionalista) inéditas en la zona. El Plan Hardoy había incluido, para la manzana 209 (donde luego se construiría el edificio), una propuesta de conjunto edilicio con una altura máxima de tres pisos, dejando libre el centro de manzana, como espacio común. Cuatro años después, todas las parcelas fueron compradas por la firma que luego pasaría a denominarse “Cantegril Internacional S. A. Comercial, Inmobiliaria, Financiera e Industrial”, presidida por Mauricio Litman. La vista del expediente de obra nos ha permitido detectar notables diferencias entre la obra aprobada y la finalmente construida en cuanto a morfología, altura y superficie cubierta, faltando la documentación que permita interpretar estos cambios. El proyecto original constaba de dos cuerpos de edificios unidos por un conector. En diagonal con la esquina de San Martín y Pagano se planteaba un volumen en PB y subsuelo con techo plegado destinado a locales comerciales. Hacia calle Libertad, el volumen principal era una curva convexa de planta baja once pisos con techo plano destinado a viviendas (ver croquis) y se admitía una superficie cubierta máxima de 24.320 m2. Como “conforme a obra” se presentaron planos de subsuelos, PB, entrepiso, doce Propuesta de urbanización para la manzana 209 (Fte: Plan Hardoy; 1964) pisos y entretecho que superaron en casi 10.000 m2 la superficie aprobada inicialmente. En 1968 el tratamiento del tema estuvo a cargo de la Comisión Asesora Permanente de Planeamiento (CAPP) presidida por la Arq. Diana Belaus de Torres Curth en cuya Acta explica que no se pudo sesionar por falta de Miradas Transcordilleranas 118 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera quórum pese a lo cual aconsejan aprobar la obra “en principio y ad referéndum del Comisionado Municipal” (Nota CAPP 122-68, Exp. 52/68, fs.1), por entonces, Antonio José Miralles. En otra nota aclaran que “dado la premura con que se pretende comenzar la construcción y de la importancia de esta para Bariloche (…) si bien los planos se aprobarán sin estudio de fachada y carácter regional, esta CAPP mantendrá contacto continuo con los profesionales (…) hasta llegar a un acuerdo definitivo…” (Nota CAPP 54-68, Exp. 52/68, fs.5). Inicialmente estaban previstas salas de convenciones y piscina cubierta en subsuelo. Nada de ello se construyó. En cambio, sí se hicieron salas para casino. ¿Cómo se construyeron las representaciones sociales reflejadas en los PU? porque cada generación está impregnada de determinadas representaciones correspondiente al momento histórico que le tocó vivir. De esa manera, se construyen miradas de una realidad resignificada con el discurrir del tiempo. Importa, entonces, tener en cuenta las vigencias estéticas y los valores de cada generación de arquitectos. Croquis de la autora según plano de planta aprobado (Exp. 52/68) Considerando que no sólo es necesario elaborar un repertorio, como el que hemos presentado, sino también, y fundamentalmente, interpretarlo, nos hemos basado en la propuesta metodológica de Silvia Arango (1989) para abordar las biografías de los principales responsables de los PU. Así, la arquitectura y el urbanismo pueden ser estudiados desde la biografía de sus autores Perspectiva de proyecto. La obra en la actualidad (Fte: diario Río Negro; jul. 1972. Foto Lolich, 2011) Miradas Transcordilleranas 119 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera En el cuadro siguiente, resumimos los datos más relevantes que Arango recomienda registrar, para avanzar en la interpretación de Ernesto de Estrada (Fte: Gutiérrez. 2007) Vivió años 1909 1998 Jorge Enrique Hardoy 1926 (Fte: Gutiérrez. 1995 y Caride.2004) 1993 Odilia Suárez 1923 (Fte: Vallejo. 2004) - Raúl Hernández (Fte: Lolich. 2002a) - 2006 1930 2007 las condicionantes intelectuales que influyen en la obra de los arquitectos, en este caso, urbanistas: Formación académica Ejerce en relación al urbanismo (teoría y praxis) Arq. UBA (1932). Colegio Libre de C. Sociales, París (1933). Instituto de Urbanismo, Univ. de París (1935). Se forma como pasante en el estudio de Alfred Agache (PU de Orleáns y “Ciudad Jardín Balnearia” en Sao Pablo, Brasil) y, en Alemania, en el estudio de Jansen (PU de Ankara) Jefe de la Sección Arquitectura y Urbanismo de la Dirección de Parques Nacionales (1936-1943). Tuvo a su cargo el plan regional del PNNH con trazado de caminos y villas turísticas, el PU de BRC y la elaboración del código de construcciones. Diseñó el Country Club Cumelén, en Villa La Angostura. Presidió la Comisión de Urbanismo de Catamarca y la del Partido de Las Conchas, Tigre (1944), integrando, luego, la Comisión de Zonificación. Propuso reformas urbanas para San Miguel de Tucumán (1944-1945) y numerosas urbanizaciones en Córdoba, Buenos Aires y Uruguay. Arq. UBA (1950). Historia y Sociología, Univ. de París. Master PU y Regional, Harvard (1955). PhD, Harvard (1963) Fundó el Centro de Estudios Urbanos y Regionales CEUR (1961). Dirigió el equipo que elaboró el Plan físico para S. C. de BRC (1964). A partir de la década de 1970 publicó numerosos estudios urbanos. Creó el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo-AL (1976). Integró el Ctro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), Bolivia. Presidió la Comis Nac de Monumentos (1984-1993). Arq. UBA (1950). PU OEAEEUU. York University, Canadá y British Council, Gran Bretaña Antes de graduarse integró el equipo del Plan de Buenos Aires. Desde 1958 integró equipos de planeamiento y ganó concursos, entre ellos, el del Plan Regulador de M. del Plata (en coautoría). Realizó el Plan de Desarrollo de B. Blanca (196871). Participó del proyecto Sistema Metropolitano Bonaerense SIMEB (desde 1975). Dirigió el equipo que elaboró el Plan de Ordenamiento Urbano – S. C. de BRC (1977). Fue Jefa del Departamento “ENTECAP” para el proyecto de traslado de la capital a Viedma (1985-1986), que incluía la eliminación del estatus de Capital Arquitecto UNT (c. 1957). Sociólogo (FLACSO, Chile, c. 1960) En 1970 se radicó en BRC se incorporó a FB. Dirigió el equipo interdisciplinario que elaboró el Plan de Ordenamiento Ambiental de BRC y Código Urbano y Código de Edificación (1979), precursor del urbanismo ecológico. Hacia 1990 fue nombrado profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem (Insituto Harry Truman). Al regresar a Tucumán, dirigió el Centro de Investigaciones Sociológicas de la UNT y el Programa de Posgrado para estudios avanzados en Sociología Aplicada. Fue profesor de la UCSE y autor, entre otros, del libro Teoria del Entorno Humano. Miradas Transcordilleranas 120 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Como vemos, nuestros cuatro urbanistas, si bien se graduaron en Argentina, recibieron su formación de posgrado en el extranjero, principalmente en Europa y Estados Unidos. No resulta extraño considerar la gran influencia que tuvieron en ellos las ideas y las construcciones teóricas imperantes en los países que, en esos tiempos, lideraban las tendencias urbanas, especialmente, Francia, Inglaterra y Alemania; posteriormente, el mencionado país americano. Arango (1989) advierte sobre la necesidad de relativizar el determinismo de las influencias extranjeras, considerando que todo es más ambiguo y complejo. Según la autora, las ideas se adoptan sólo cuando existe un vacío que llenar, cuando una crisis o un cambio de modelo las hace necesarias. Pero en este punto nos permitimos disentir por cuanto hoy, más que nunca, las ideas se instalan (a través de los medios de comunicación, de la mercadotecnia, de la formación de intelectuales, de la educación) para producir cambios de paradigmas. Estrada tenía 27 años cuando comenzó a trabajar en la planificación de la ciudad; Hardoy, 38; Suárez, 54 y Hernández, 47. Estrada no sólo fue el más joven de todos sino que acababa de llegar de su experiencia europea. Hardoy, por su parte, venía de obtener su PhD en Harvard. Siete años antes de comenzar a trabajar en el PU de BRC, Hernández estuvo radicado por dos años en Suiza, trabajando con Peter Heintz en el Instituto de Sociología de la Universidad de Zurich. Radicado en nuestra ciudad, dirigió el Departamento de Sociología de FB y poco antes de iniciar el PU de BRC, volvió a Zurich para trabajar con Heintz, durante seis meses. ¿Procuró, Hernández, actualizar el sueño de la Suiza Argentina imaginado por Moreno, Willis, Bustillo, entre otros (Navarro Floria. 2007), adaptando las más recientes tendencias urbanas aplicadas en el país europeo? Según José de la Cruz (2011), Hernández habría traído planes urbanos suizos en los cuales se aplicaban las fórmulas matemáticas que implementó en BRC. Cuando Estrada estuvo en Alemania (1935) se interiorizó de la génesis del planeamiento territorial a través de la red vial, precursora de la creación, en 1937, de la Dirección Nacional de Vialidad, en nuestro país. Conocimientos que, sin duda, aplicó en la planificación del Parque Nacional Nahuel Huapi, en la construcción de caminos y puentes y trazado de circuitos realizados por Parques Nacionales durante su labor al frente de la Sección de Arquitectura y Urbanismo (Gutiérrez. 2007:40). Su formación reconoció influencias francesas y estadounidenses: lineamientos del Mariscal Lyautey para Marruecos y la experiencia del National Park Service (Gutiérrez. 2007:43). Fue discípulo de Gastón Jezé, especialista en derecho urbano y de quien adquirió conocimientos de administración y finanzas en políticas de PU. Los textos de Jezé sobre la especialidad fueron centrales en la formación académica de urbanistas durante el siglo XX. La formulación del PU para BRC realizado por Jorge Enrique Hardoy coincide con la presidencia del Dr. Illia, uno de los pocos gobiernos democráticos del período estudiado, previo a su derrocamiento en 1966. Sufrió las consecuencias de la dictadura militar, que Gutiérrez (1995:7) ironiza como “vacaciones forzadas”. En otra obra, el mismo autor cita a Almandoz (2007:48) para señalar que Hardoy “era el urbanista latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX que había tenido una visión más abarcante y de manejo universal de las fuentes.”. Su importante legado teórico constituye una fuente ineludible para todo historiador urbano que busque desentrañar, interpretar y reflexionar sobre la problemática de las ciudades de América Latina. Para BRC no previó la preservación patrimonial. Su PU fue concebido como parte de un urbanismo modélico e instrumentalista, pero, el mismo Hardoy promovería un cambio de paradigma al impulsar el reconocimiento del patrimonio cultural y, más concretamente, el arquitectónico y urbano desde su función como presidente de la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos (CNMLH) a partir de 1984 (Gutiérrez.1995:8). Así, comenzó a formar parte de una concepción del urbanismo que considera que la carga histórica de la ciudad lo condiciona. Odilia Suárez es, quizás, la mujer que más se destacó entre los urbanistas argentinos, con una larga y reconocida trayectoria. Miradas Transcordilleranas 121 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Según Vallejo (2004:78), en ella predominó la influencia del urbanismo británico post-CIAM que dio prioridad al ordenamiento del tránsito vehicular inspirado en el Plan de Londres de 1945. Los PU en los que participó fueron, en muchos casos, los primeros estudios en profundidad de la realidad física y social, que aportaron sugerencias para el desarrollo posterior. Fue consultora de las Naciones Unidas para el Plan de Reconstrucción de Managua (1974) y el Plan de Desarrollo de Guayaquil (1976-1977). Su larga trayectoria profesional en el país la llevó a convivir con distintas y opuestas ideologías políticas participando, durante la última dictadura militar en el Programa de Concertación del Hábitat y Ordenamiento Territorial –CONHABIT- (luego, Fondo Nacional de Ordenamiento Ambiental –FONOA-). Financiado por las Naciones Unidas (PNUD) instala, como nuevo paradigma, la temática ambiental para la interpretación del territorio y sus recursos, cuestionando el urbanismo tecnocrático y propiciando el planeamiento participativo descentralizado. Se comenzaba a preparar el terreno propiciatorio del debilitamiento del poder del Estado. La trayectoria de Raúl Hernández, por su lado, muestra un marcado predominio de la sociología por encima de otras disciplinas subsidiarias del urbanismo. Mantuvo una estrecha amistad con el sociólogo suizo Peter Heintz, quien ejerció una gran influencia sobre él. Su cientificismo planificador extremó la aplicación de métodos cuantitativos y matemáticos a situaciones extremas como fue el uso fórmulas que incluyeron logaritmos neperianos para establecer los parámetros del Código de Edificación que los arquitectos debían aplicar en sus proyectos. El desconocimiento y la complejidad del método (en tiempos previos a la masificación informática) predispusieron negativamente al resto de los profesionales quienes, desde posiciones pragmáticas, promovieron (y promueven, ya que sigue parcialmente vigente) acríticamente la suspensión de la normativa. Novick advierte que los contrastes “entre el urbanismo ‘científico’ y ‘culturalista’, y el urbanismo ‘progresista’ (…) son muy fuertes en el plano doctrinario” (2004:136) Especulación urbana. Cambios morfológicos Como veremos, hubo notables modificaciones dimensionales en la superficie de parcelas reglamentarias previstas en el PU de Hardoy y las efectivamente aprobadas en el Reglamento de Subdivisiones de 1965. A ello se suman las expresiones de Suárez con referencia a las ordenanzas y sus modificatorias en el sentido de que “en general estas modificaciones han respondido a presiones conducentes a permitir mayores alturas de edificación en la planta urbana y a posibilitar loteos de menores dimensiones de parcelas y más intensa ocupación de las mismas en el resto del ejido.” (1977:153). La autora data en 1970 la alteración del skyline al modificar el límite tradicional máximo de 4 pisos por el equivalente a 7 pisos sobre las calles céntricas y dos años más tarde (Ordenanza 52/72), la elevación a 10 pisos del área central y la costa del lago. Esa última reforma invirtió la propuesta de Hardoy, al escalonar las alturas desde un máximo sobre la costa del lago hasta la terraza morenítica, enrasando el skyline y creando una infranqueable barrera visual. Gutiérrez señala que “los únicos que han ido planificando ajustadamente sus acciones han sido los especuladores del terreno urbano” (1983:662). La oposición sistemática de algunos sectores a todo tipo de regulación por parte del Estado, en este caso, el Municipio, se asocia a las presiones coyunturales basadas en la urgencia, la escasez de recursos y la ineficacia de la estructura burocrática. El discurso de que las normativas ahuyentan a los inversores, se ha mantenido a lo largo del tiempo. Así, la ciudad, que debe dar respuestas a sus habitantes y constituirse en su cobijo, se ha ido convirtiendo en una aceleración de improvisaciones para satisfacer a los sectores terciarios de la economía, en lo que Pierre Chaunu califica como “urbanización de terciarios arcaica” (cit. por Gutiérrez. 1983:661), calificación fundada en la falta de previsión y proyección futura. Miradas Transcordilleranas 122 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera El mito de la frontera Los inmigrantes chilenos contribuyeron a resolver la demanda creciente de mano de obra, no obstante lo cual, tuvieron serias dificultades para superar las condiciones de pobreza y marginalidad. Aportaron principalmente a la construcción, hotelería, gastronomía y servicio doméstico. Abaleron (1992:38-40) advierte sobre la problemática social generada por la conformación de barrios y asentamientos en situaciones de precariedad extrema, sin infraestructura ni servicios, y con un alto porcentaje de construcciones precarias erigidas en terrenos alquilados a particulares. La monoeconomía productiva que se desarrolló alrededor de la actividad turística, tras la creación de los Parques Nacionales, con las consecuentes limitaciones a la actividad forestal y ganadera, indujo la llegada de contingentes de trabajadores, especialmente chilenos. Un precedente de ello fueron los contratos del empresario local Primo Capraro para sumar mano de obra a las tareas del tendido ferroviario, seriamente afectadas por la crisis de 1930. De todos modos, mucho antes, desde la radicación de Wiederhold y con más razón después, con la creación de la Cía. Comercial Chile Argentina, los obreros y peones eran de origen chileno. Suárez señala que, al crearse la Dirección de Parques Nacionales en 1934, la intención fue hacer de BRC “una ciudad central de fronteras y atraer una corriente demográfica que neutralizara la de Chile” (1977:163). Ciertamente, el porcentaje de población chilena era abrumador y la realidad que muestran las estadísticas se contrapone al tradicional discurso de que la ciudad fue poblada por europeos, principalmente alemanes y suizos. La marcada estacionalidad de la demanda turística durante los siguientes años contribuyó a sostener la condición de la población marginal. Hacia 1980 la población chilena constituía poco más del 24 % de la población total (Altimir, “La pobreza en la Argentina”. Cit. en Abaleron. 1990:42). Esta situación presenta marcadas desigualdades a ambos lados de la cordillera: mientras los inmigrantes chilenos integran mayoritariamente los sectores marginales, los inmigrantes argentinos radicados en el sur de Chile forman parte de la clase media y cuentan con capital propio para iniciar sus actividades económicas (Abaleron. 1990: 53). Conclusiones En este estudio hemos procurado descubrir qué escenarios futuros imaginaron los planificadores y qué de ellos se concretó. Los PU, los Códigos Urbanos y de Edificación surgieron como herramientas democráticas de planificación urbana tendiente a administrar las ciudades con justicia y equidad social. En BRC, su vigencia a partir de la “era Bustillo” se diluyó hacia la década de 1960. En su lugar, se instaló la cultura de la excepción favorable a la especulación. Hoy, el discurso del fracaso de los PU y sus correspondientes cuerpos normativos se ha constituido en la representación social de políticos y profesionales. Pero lo cierto, es que en la práctica, no hubo voluntad política de aplicarlos ni voluntad profesional de cumplirlos. Sólo en aquel primer momento se lograron cambios significativos en la estructura urbana. Debido a la profunda transformación social y económica del modelo bustillista, podríamos inferir que la rigidez de la estructura urbana de las ciudades, como fenómeno de larga duración, se altera con mayor facilidad cuando se da como complemento de ciertos cambios estructurales de alcance más global, bajo condiciones políticas y económicas favorables, puesto que requieren de grandes inversiones y rigor en las decisiones. Luego, por la escasa receptividad de los PU por parte de los gobiernos municipales, BRC perdió la posibilidad de ocupar un lugar destacado entre las ciudades de América Latina. Afirmamos esto teniendo en cuenta que Gutiérrez reconoce ese rol para Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, por ser una de las pocas que respetó su Plan Regulador (1983:666). Ello no parece haber sido obstáculo para su desarrollo económico. La responsabilidad de las academias en la instalación y transmisión de ideas generadoras de cambios paradigmáticos, no Miradas Transcordilleranas 123 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera siempre constituyen respuestas adecuadas a nuestras realidades. En tiempos recientes, la globalización impuso su discurso privatizador con resultados desastrosos para la mayor parte de las economías locales y regionales. Con nuevas ideas se inducen cambios de modelo y se imponen paradigmas que encubren nuevos colonialismos, en sociedades que no reúnen las condiciones socio-económicas ni culturales para su manejo y control. BRC y la Patagonia en general ofrece mayor fragilidad, en este sentido, ante la escasez de centros académicos especializados que aborden la problemática desde las realidades locales y regionales. Esta situación agudiza la dependencia y el colonialismo interno destacado por Navarro Floria (2007). Hemos visto la gran influencia que ejercieron los modelos foráneos, la falta de concreción de la mayoría de los planes, una marcada discriminación de determinados sectores sociales, la formación académica extra territorial de los profesionales responsables de los proyectos urbanos (también de los arquitectos que con su labor cotidiana van construyendo ciudad) y el desproporcionado poder alcanzado por los especuladores inmobiliarios y turísticos. Se reitera aquí la conducta del subdesarrollo, que, lejos de consolidar modelos, busca crear siempre algo nuevo, siempre improvisando y sin acumular experiencia. Se sucedieron gobiernos que desconocieron los aciertos de los anteriores, de allí que calificáramos a la ciudad como “banco de pruebas de modelos y modas” (Lolich, 2000). Más que un proceso histórico de planificación, hubo una sumatoria de propuestas, con un gran paréntesis entre la década de 1940 y 1960, en correspondencia con el proceso de provincialización. Las continuas transgresiones, con la complicidad del gobierno municipal, constituyen nuevas formas de violencia, en este caso, violencia democrática al derecho a la ciudad, que instaura el poder del privilegio sobre unos pocos habitantes, en perjuicio de la mayoría. El discurso de la planificación participativa está en crisis. La sucesión de rupturas que los distintos modelos teóricos introdujeron en la ciudad impidió el completamiento y consolidación de una evolución proyectual que permitiera que la comunidad se sintiera partícipe del diseño de su ciudad y que, por lo tanto, pudiera apropiárselo como signo de identidad. Mientras las rupturas históricas fueron impuestas por la autoridad vigente, en la actualidad la ruptura del modelo se fue dando, precisamente, por la ausencia de autoridad. La apatía de los integrantes de barrios organizados con Juntas Vecinales por participar en la resolución de problemáticas comunes refleja la situación general del ciudadano barilochense (Abaleron .1990:55). Vemos en ello una marcada impotencia social frente a un poder oculto (el de la especulación) que manipula las decisiones en todos los niveles. La coexistencia entre ciudad legal y ciudad ilegal “como las dos fases del mismo proceso de concentración económica, segregación socioespacial y exclusión política…” (Fernándes, 2000:13. Cit. de Freitas, 2010) sigue arrastrando, en BRC, los problemas estructurales generados por su originaria dependencia del gobierno nacional, a ello se suma la pasividad impotente de una población resignada. En una ciudad donde sus pobladores no se sienten identificados y representados, se mantiene la condición de inmigración desarraigada, transitoria y nómade. Miradas Transcordilleranas 124 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera BIBLIOGRAFÍA: ABALERON, Carlos Alberto (1992). “Tendencias de Crecimiento Poblacional y Espacial en San Carlos de Bariloche con Énfasis en el Sector Marginal”. (manuscrito) Bche: Fundación Bariloche. ARANGO, Silvia (1989). Historia de la Arquitectura en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional, Centro Editorial. CARIDE, Horacio (2004). Entrada “Hardoy, Jorge Enrique” en LIERNUR, F. y ALIATA, F. (Comp.) Diccionario de Arquitectura en la Argentina. Buenos Aires: Clarín. P. 143-144. DAUS, Federico (1970). “El Bolsón y el valle longitudinal” en Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos GÆA. T. XIV. Buenos Aires: Imprenta CONI. P. 37-54. DE FREITAS, Julio (2010). “La ciudad como escenario de lo múltiple: planificar entre la diferencia y la invisibilidad” en Cuaderno urbano. Espacio, Cultura y Sociedad. V. 9. La Plata: EUDENE. P. 61-76. DIRECCIÓN DE PARQUES NACIONALES (c. 1939). 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OTROS: De la Cruz, José (2011). Entrevista telefónica realizada por la autora. Bariloche; 20.04.11. NOTAS (1) Nota de la autora: nos referiremos a los planes urbanos según la acreditación tradicional, nombrándolos por el apellido del principal responsable de la autoría, p.e: Plan Hardoy, en alusión al estudio que dirigiera el Arq. Jorge E. Hardoy. También usaremos la sigla “PU” para referirnos, indistintamente, a planes urbanos y a planificación urbana. Miradas Transcordilleranas 126 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Lorena Manzini INCIHUSA – CONICET – CCT CONICET Mendoza Argentina El espacio habitacional del siglo XIX en Chile y la región de Cuyo Argentina I – Introducción T anto las ciudades de la región de Cuyo como Santiago de Chile son del tipo de oasis localizadas en zonas altamente sísmicas y con recursos naturales y técnicos similares para poder afrontar la construcción de sus edificaciones. Esto condujo a que el desarrollo tanto de las ciudades como de sus construcciones habitacionales en general tuvieran características materiales comunes pero también presentaron diferencias en el transcurso del tiempo como lo manifestaron en los relatos de sus travesías los viajeros ingleses Darwing y Campbell en 1835 entre otros. El siglo XIX fue un siglo de transición de lo colonial a lo “moderno”. En ambos países sus ciudades y edificaciones fueron trasformando su materialidad, formas de vivir y costumbres, como reflejo de los cambios ideológicos, políticos y económicos de la época. La independencia de argentina y chile hacia 1810, puso de manifiesto una ruptura ideológica de la sociedad americana decimonónica, encontrando sus referentes modélicos tanto filosóficos como culturales en todas sus manifestaciones (arte, moda, costumbres, etc.) en la cultura europea en especial Francia e Inglaterra. Esto produjo el comienzo de una transculturación de la sociedad, es decir, una europeización que lentamente fue en progreso y de una forma vertiginosa a fines del siglo XIX. En las casas se desarrolla la vida privada de las familias. Las viviendas coloniales de la región de Cuyo y Chile, como en la gran mayoría de las ciudades hispanoamericanas de la época, se realizaba tanto la función del habitar como la comercial. No sólo se alojaba el grupo familiar sino también proveedores y clientes. Estas en el transcurso del siglo XIX mantuvieron las características constructivas y técnicas del siglo XVIII, pero después del movimiento revolucionario las casas sufrieron importantes cambios en cuanto al uso de los espacios de sociabilidad como la sala, su mobiliario y la decoración dejando de manifiesto una clara ruptura con las tradiciones y formas de vida hispana. Desde la segunda mitad del siglo XIX la europeización de la cultura americana continuó transformando paulatinamente tanto los hábitos domésticos como los de sociabilidad, lo que fue cambiando las formas de vivir de las salas, comedores, habitaciones, y espacios de servicios. El estudio de la red de relaciones en torno al espacio habitacional nos permitirá dar luz sobre el significado de los aspectos arquitectónicos relacionados con la vida privada de estas sociedades culturalmente vinculadas. Miradas Transcordilleranas 127 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Es por ello, que en el presente trabajo nos proponemos efectuar un estudio histórico arquitectónico sobre las características materiales de las viviendas del siglo XIX de Chile en especial Santiago de Chile y la Región de Cuyo de Argentina focalizándonos en las ciudades de las provincias Mendoza y San Juan que la integran en estrecha relación a las formas de vivir y costumbres, con el fin de poder comprender su significado inmerso en un marco contextual de la época que abarca a los dos países. Para ello hemos analizado fuentes documentales provenientes de viajeros decimonónicos ingleses y autores de época como (Bond Head,1825); (Brand, 1828); (Cambaceres, 1887), (Campbell Scarlet, 1838); (Caldcleugh, 1825); (Crommelin, 1894); (Davié, 1803); (Darwing, 1849); (Essex Vidal, 1817); (Haigh 1829); (Hibbert, 1824); (López, 1884); (Ruiz Aldea, 1862); (Sánchez, 1903), (Sarmiento, 1845 y 1850); (Videla, 1801), entre otros. A ello se le suma la consulta de autores de referencia que han abortado la temática desde diversas disciplinas y ópticas de ellos mencionamos a: (Busaniche, 1959); (Cicerchia,2000); (Cirvini, 1989); (De Ramón, 1985); (Guaycochea de Onofri, 1983); (Giamportone, 2006 y 2007); (Gutiérrez,1997) ; (Lacoste, 2008); (Lecuona, 1993); (Micale, 2010); (Moreno, 1994) ; (Ponte, 2008); (Porro Girardi, 1999); (Rípodas Ardanaz, 1999); (Vásquez, 2005); (Zañartu, 1975), entre otros. La metodología empleada para el análisis de las fuentes corresponde al método histórico crítico arquitectónico cuyos autores de referencia son (Tafuri, 1972), (Argán, 1884), (Waisman, 1993), (Gutierrez, 1997), entre tantos otros. II – La ciudad y los espacios habitacionales de la colonia A través del análisis de los textos de viajeros decimonónicos como de las narraciones realistas de época podemos vislumbrar el marco contextual de las urbes coloniales, sus edificaciones habitacionales y los diversos actores de la sociedad. En el relato de las travesías por el territorio argentino y chileno efectuada por los viajeros ingleses dejan de manifiesto los espacios habitacionales disponibles que le permiten resguardarse, como también las dificultades en la que se aventuraban. Ya sea por los peligros de muerte y vandalismo a la que estaban expuestos como la escasa cantidad y estado deplorable en general de los refugios para los viajantes (postas, casuchas, etc.). A ello se le suma las incomodidades de los medios de comunicación de la época, carretas, caballos, mulas e incluso a pié. Sobre ello Bond Head en 1826 narra lo siguiente: “La posta de Villavicencio, que parece tan respetable en todos los mapas de América, actualmente se compone de un rancho solitario sin ventana, con un cuero vacuno a guisa de puerta y escasísimo techo. Como la noche era fría, preferí dormir en la cocina junto al fogón…Tomé por almohada un cráneo de caballo, de los que sirven para sentarse en Sudamérica, y envolviéndome en el pocho, me sumergí en el sueño. Cuando desperté, antes del alba, encontré a dos peones y a uno de mis compañeros dormidos junto al fogón, mientras un gran perro roncaba a mis espaldas.” (Giamportone, 2006, p65) Ruiz Aldea en 1862 y años posteriores en sus relatos realistas sobre la sociedad chilena menciona que los viajeros usualmente tenían que descansar a la intemperie o debajo de un árbol expuesto a las inclemencias climáticas y al vandalismo. Por lo tanto las villas como las ciudades coloniales se presentaban como los espacios urbanos consolidados que brindaron abrigo y protección a estos expedicionarios. En 1835 Campbell Scarlett viajando por las pampas hacia Chile describe la llegada a la ciudad de Mendoza y sus características materiales de la siguiente manera: “…Desde esta posta a Mendoza había solamente diez millas. El camino yacía sobre el lecho seco de un torrente. Montones de piedritas agudas cortaban y estropeaban los vasos de los caballos que, como de Miradas Transcordilleranas 128 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera costumbre no estaban herrados; por lo tanto nuestra tentativa de apresurar su paso con el propósito de que fueran al compás de nuestra impaciencia resultó vana. Ahora cabalgábamos entre muros de barro, que cercaban campos de pastoreo. A medida que avanzábamos aparecían a nuestra vista casas de estancias, algunas de ellas blanqueadas. Prontamente, bajo las montañas oscuras, que formaban la base de la gran cordillera de los Andes, percibimos delante de nosotros las torres, cúpulas y los montecillos de álamos de Mendoza. Saludamos el panorama con alegría sincera, contemplándolo, después de viaje tan rudo, como una tierra de promisión, rebosante de leche y miel. El destino bondadoso nos había guiado libre de toda clase de desastres, por las llanuras de las pampas, y no hubo jamás marineros que llegaran a puerto más alegremente que nosotros al estimular a nuestros animales derrengados para entrar en Mendoza.” (Giamportone, 2006, p132) En cambio Darwing en esta misma época efectuando su viaje desde Chile a Mendoza manifiesta su arribo con una óptica y actitud diferente: “Tenemos, pues, por delante dos largos días de marcha. La primera etapa es de 14 leguas hasta Estancado; la segunda de 17, hasta Luján, cerca de Mendoza. En toda esta distancia se atraviesa una llanura desierta, donde no hay más que dos o tres casas, quema el sol, y el camino no ofrece interés alguno. En esta travesía hay muy poca agua…Después de estos dos días de viaje desagradable no se ven sin mucha alegría las filas de álamos y sauces que crecen alrededor de la villa y del río Luján… Pasamos la noche en Luján, villa rodeada de jardines y límite meridional de las tierras cultivadas en la provincia de Mendoza… Nos dirigimos a Mendoza atravesando un país muy bien cultivado, y que se parece a Chile…Lo mismo que en chile debe su fertilidad el suelo al riego artificial; sorprendiendo ver hasta donde alcanzan los beneficios producidos por él, en un terreno naturalmente árido.” (Giamportone, 2006, p132) Ruiz Aldea describe el impacto generado en los viajeros desde el interior de chile en su llegada a Santiago manifestando lo siguiente: “Los antiguos provincianos, pues viajando penosamente a caballo, alojándose en corrales o debajo de los árboles, bregando con mulas y con arrieros, gente por lo general, “tan entumida” de miembros como de inteligencia, entrapajados para preservarse del sol, sorprendidos de cuánto veían; llegaban a Santiago… Los provincianos al divisar sus arrogantes chapiteles, sus frondosas alamedas, su inmenso caserío, no lanzaban como los peregrinos de Jerusalén esas súbitas exclamaciones de Jubilo que les arrancaba la vista de la Ciudad Santa, sino que, al contrario, sepultaban su alegría en el pecho y se sentían desfallecer cuando consideraban que Santiago era para ellos ciudad de otras historias”. (Ruiz Aldea, 2000. pp. 22-23) Tanto las citas expuestas como el testimonio de numerosos viajeros como (Hibbert, 1824); (Haigh, 1829); (Campbell Scarlet, 1838) entre otros, nos introducen en el conocimiento de algunas características que poseen las viviendas ubicadas en las zonas rurales, urbanas y en los caminos de alta montaña. Las postas o refugios tanto de alta montaña como los llanos desiertos, por lo general eran “ranchos”, volúmenes simples, de Miradas Transcordilleranas 129 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera pequeñas dimensiones. Estos se construyeron con materiales disponibles en los lugares, los sistemas constructivos empleados más comunes son el adobe, la quincha (en especial en Chile), piedra o ladrillo, con techo de palos con ramas, paja, o ladrillos en el caso de las bóvedas de las casuchas, como podemos observar en la fotos del archivo documental de Silvia Cirvini que mostramos a la derecha en la página anterior. También los autores en las citas hacen referencia a las viviendas ubicadas fuera de las urbes, denominadas haciendas, quintas o estancias. Estas por lo general poseyeron las mismas características materiales de las viviendas urbanas con la diferencia que en algunos casos también se observó que el diseño de sus plantas se vincularon más con el entorno a través de las galerías que daban a las plantaciones y jardines que la rodeaban. Esta característica dio origen a la tipología de planta con forma de I o T, como es el caso de la Estancia de los Molina a fines del siglo XVIII en Maipú Mendoza. Los terrenos de las propiedades generalmente materializaron sus límites con tapiales y cultivos de álamos. A continuación mostramos una litografía de 1857 elaborada por Göering en donde se observan estos tapiales divisorios en un camino de Luján de Cuyo, Mendoza. Cuando los viajeros ya citados, relatan su entrada a las ciudades coloniales de Santiago Chile y Mendoza destacan sus trazas regulares, la presencia de caseríos, templos, la alameda como paseo del esparcimiento y diversión, sus acequias y la plaza principal en donde se desarrolla el eje de la vida social, política y comercial de la ciudad colonial. Es importante destacar que la ciudad de Santiago si bien tuvo características similares a Mendoza por ser ambas ciudades de oasis, ubicadas en zona sísmica y de disponer de los mismos recursos constructivos (tierra) y saberes técnicos constructivos tuvo diferencias en cuanto a que era poseedora de una mayor magnitud y calidad en su manufactura como lo manifiesta el inglés Edward Hibbert en 1824. Independientemente de ello las características de las formas de vivir de las ciudades, la plaza central y la alameda eran similares tanto en Santiago como en Mendoza. Rípodas de Ardanaz en su trabajo de 1999 sostiene que la plaza mayor era el centro, el escenario de la vida pública de la sociedad colonial. Alrededor de este espacio se ubicaron los edificios de mayor relevancia religiosa y administrativa. La plaza era el paso obligado de los pobladores, en ella se ubicaban los pregoneros informando las noticias Miradas Transcordilleranas 130 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera importantes. También, desde la mañana se montaba el mercado en donde se podía adquirir y comercializar todo tipo de productos. En la plaza mayor se celebraban distintos tipos de fiestas, como las religiosas y civiles, a ello se le suma que en ocasiones se podían efectuar ejecuciones públicas. A su vez, en las calles de la ciudad se disponían locales comerciales en el frente de algunas viviendas. Estos eran las habitaciones frontales de las casas, adaptadas como tiendas, sastrerías, pulperías, entre otras. Era corriente que las calles fueran recorridas por vendedores ambulantes acercando a las casas diversos tipos de enseres y novedades locales. Las calles eran transitadas por hombres y mujeres a pie. Los hombres en general se dirigían a sus quehaceres y entretenimiento y las mujeres a misa o de visita. Por las calles, también circulaban jinetes, carretas y carretillas tiradas por bueyes o caballos. A ello se le suma que estos espacios también eran utilizados para el juego por los niños y para procesiones religiosas. A continuación mostramos una litografía pintada por Edmond Lattuane de la plaza principal de la Ciudad de Mendoza en 1826: En Mendoza en 1808, el cabildo dispone en el límite oeste de la ciudad la creación de un paseo arbolado público entre tajamares. La alameda fue el espacio de esparcimiento en la ciudad de la sociedad local en la primera mitad del siglo XIX. El paseo ofrecía una magnífica vista de las montañas. Los vecinos más respetables concurrían al mismo por la noche, en donde hacían tertulia formando grupos y tomaban sorbetes o nieves y confituras hasta hora muy avanzada. (Caldcleugh 1ed 1821 – 1943 y Vidal Emeric, 1999) Una situación análoga se vivió en Santiago de Chile, Sady Zañartu en su obra “Santiago: Calles viejas” nos recrea la “alameda de las delicias” de la siguiente manera: “La alameda, al comienzo de la república, empieza a ser la arteria principal de Santiago. En 1829 se prolongaba hasta el Llano de Portales…Cuatro hilera de los álamos que en 1809 introdujera al país el provincial franciscano Javier Guzmán, crecían a gran altura, formando canales de cielo azul en el espacio. Entre las filas de árboles corrían pequeñas acequias de agua muy clara en contacto con sus raíces. Al centro quedaba el paseo, mantenido por una gruesa capa de arena que se barría y regaba dos veces al día en el verano. La alameda era interrumpida por dos espacios circulares que llamaban “Los óvalos” y que servían para dar paso a los carruajes y caballerías… En las tardes, las bandas de músicos tocaban en “los óvalos” y los paseantes formaban filas, como en el estrado, para saludarse y conversar. El lujo de la alameda eran sus grandes bancos de piedra pulida, labrados en forma de lechos griegos, y donde las damas, al bajar de sus calesas, descansaban y se hacían servir refrescos de los cafés vecinos. La gente de a caballo quedaba a la expectativa, por los caminos fuera del paseo, y muchos se divertían en tintinear con las rodajas de plata de sus espuelas para atraer sonrisas de las buenas mozas.” (…) “En la alameda las reuniones sociales se verificaban en la mañana, después de misa, y en la tarde, después de la novena. Por entre los árboles los novios bebían los aires de la república y las luces del hogar chileno. Al frente en casa de corredores, los cafés de mesitas y asientos tenían música y canto, y hasta improvisadores que hacían sátiras sobre caudillos y generales, priores y abadesas. En el costado sur quedaban las casas de grandes parrales, bajo cuyas verdes hojas celebraban “los picholeos” y jaranas los mozos santiaguinos, y sus meriendas, las personas graves que no podían ir al parral de los Gómez o a las sombras de las higueras del Tuerto Trujillo”. “En esas quintas de la calle Duarte, a un paso de la Alameda, estaban los mejores rabelistas, arpistas y cantoras de tonadas y zambas nacionales.” (Zañartu, 1975, p21) Las citas expuestas ya sean tanto la alameda de Santiago como de Mendoza, nos dejan de manifiesto la presencia de viviendas con locales comerciales en torno a las mismas, como también se observa la presencia de casas de grandes parrales o quintas que ofrecían sus espacios para fines de esparcimiento. En 1817 el escritor y hombre público chileno Miradas Transcordilleranas 131 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Vicente Pérez Rosales describe en su libro “Recuerdos del pasado” un sarao que se organizó para los vencedores de Chacabuco, y en su texto describe la típica casa urbana de la colonia en Santiago de Chile de la siguiente manera: “Ocupaba la casa de mi abuelo el mismo sitio que ocupa ahora el palacio del héroe de Yungay, y contaba como todos los buenos edificios de Santiago, con sus dos patios que daban luz por ambos lados al cañón principal. Ambos patios se reunieron a los edificios por medio de toldos de campaña hechos con velas de embarcaciones que para esto solo trajeron de Valparaíso. Velas de buques también hicieron las veces de alfombras sobre el áspero empedrado de aquellos improvisados salones. Colgáronse muchas militares arañas para el alumbrado, hechas con círculos concéntricos de bayonetas puntas abajo en cuyos cubos se colocaron velones de sebo con moños de papel en la base para evitar chorreras. Arcos de arrayanes, espejos de todas formas y dimensiones adornaron con profusión las paredes, y en los huecos de algunas puertas y ventanas se dispusieron alusivos transparentes debido a la brochapincel del maestro Dueñas, profesor de Mena…Los salones interiores vestían el lujo de aquel tiempo, y profusión de enlazadas banderas daban al conjunto un armonioso aspecto que tan singular ornamentación requería. Ocupaba el cañón principal de aquel vasto y antiguo edificio una improvisada y larguísima mesa sobre cuyos manteles, de orillas añascadas, lucía su valor, junto con platos y fuentes de plata maciza que para esto sólo se desenterraron, la antigua y preciada loza de la China…Excusado me parece decir cuál fue el estruendo que produjo en Santiago este alegre y para entonces lujosísimo sarao. Dio principio con la canción nacional Argentina, entonada por todos los concurrentes a un mismo tiempo, y seguida después con una salva de veintiún cañonazos, que no dejó casa sin estremecerse en todo el barrio. Siguió el minué, la contradanza, el rin o rin bailes favoritos de entonces, y en ellos lucían su juventud y gallardía el patrio bello sexo y aquella falange chilenoargentina de brillantes oficiales, quienes supieron conseguir, con sus heroicos hechos, el título para siempre honroso de Padres de la Patria…” (Busaniche, 1959, p255,256 y 258) Sady Zañartu sobre estas casas de la colonia menciona lo siguiente: “Estoy frente al gran claustro…Veo el auténtico tejadillo criollo, asentado en pilares de dura madera de montaña. Toda la gracia de la obra arquitectónica está en esas pilastras que reposan sobre ménsulas de sencillo arabesco, para caer sustentadas con livianura y esbeltez. En el corredor, oculto por la sobra de la inclinada techumbre, empiezo Miradas Transcordilleranas 132 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera a detallar este oro puro de la colonia. ¡Cómo renace la dulce canción de la abuela! La vieja casona está intacta, con el perfume de sus enredaderas florecidas.” (Zañartu, 1975, p152) Podríamos decir que las casas coloniales de Santiago, eran del tipo de patios es decir, su planta se organizaba a través de la adición simple de sucesivas habitaciones con galería en torno a espacios abiertos que generalmente eran dos, pero podían ser más. Estas casas en general eran de una planta pero también podían tener altillos o locales superiores que presentaban balcones. Los techos eran de tejas. A continuación vemos dos dibujos del libro de Zañartu que ilustra el tema. Uno (Izquierda) muestra viviendas en la calle de las claras publicada en la pág. 43 y la otra (derecha) corresponde a una casa de los Baratillos viejos publicada en la pág. 109 Sarmiento en “Recuerdos de provincia” publicado 1850 describe como era su humilde casa paterna hacia 1815 aproximadamente en San Juan, Argentina, y la describe de la siguiente manera: “La casa de mi madre, la obra de su industria, cuyos adobes y tapias pueden computarse en varas de lienzo tejidas por sus manos para pagar su construcción, ha recibido en el transcurso de estos últimos años algunas adiciones que la confunden hoy con las demás casas de cierta medianería… Hacia la parte sur del sitio de treinta vara de frente por cuarenta de fondo, estaba la habitación única de la casa, dividida en dos departamentos; uno sirviendo de dormitorio a nuestros padres, y el mayor, de sala de recibo con su estrado alto y cojines, resto de las tradiciones del diván árabe que han conservado los pueblos españoles. Dos mesas de algarrobo indestructibles, que vienen pasando de mano en mano desde los tiempos que no había otra madera en San Juan que los algarrobos del campo, y algunas sillas de estructura desigual, flanqueaban la sala, adornando las lisas murallas dos grandes cuadros al oleo de Santo Domingo y San Vicente Ferrer, de malísimo pincel, pero devotísimos, y heredados a causa del hábito domínico. A poca distancia de la puerta de entrada, elevaba su copa verdinegra la patriarcal higuera que sombreaba aún en mi infancia aquel telar de mi madre cuyos golpes y traqueteo de husos, pedales y lanzadera nos despertaba antes de salir el sol para anunciarnos que un nuevo día llegaba, y con él la necesidad de hacer por el trabajo frente a las necesidades. Algunas ramas de la higuera iban a frotarse contra las murallas de la casa, y calentadas allí por la reverberación del sol, sus frutos se anticipaban a la estación, ofreciendo para el 23 de noviembre, cumpleaños de mi padre, su contribución de sazonadas brevas para aumentar el regocijo de la familia.” (…) “En el resto de sitio que quedaba de veinte varas escasas de fondo, tenían lugar otros recursos industriales.” (Sarmiento, 2008, pp159-160) La narración de Sarmiento nos presenta las características materiales de una vivienda modesta de la colonia construida de adobe con locales escasos donde los más importantes son la sala como espacio de sociabilidad, y los dormitorios como el corazón de la vida privada, el patio como lugar de trabajo y reunión, y la presencia de lugares de servicio al fondo junto con frutales, patos, pollos, jardín de hortalizas, rozas y arbustos de flores. La sala de las viviendas coloniales hispanas a principio del siglo XVIII era el espacio donde se vivía, se recibían las visitas y se efectuaban las transacciones de negocios. Hacia fines del XVIII, la situación había cambiado, esta habitación era concebida como un espacio de relevancia dedicado exclusivamente a la familia y sus visitas, ya no se utilizaba como espacio de uso comercial. Podríamos decir que la sala marcaba el tono social de la vivienda el prestigio de la familia. En ella, tanto a fines del siglo XVIII como en 1810 y años posteriores, era vivida como un espacio de sociabilidad. En ella se trataba de poseer todas las comodidades para agasajar las amistades y fortalecer la imagen de la familia. En la sala se encontraba el estrado. (Lacoste, 2008) En este espacio de la vivienda también se efectuaban conversaciones y se tocaba música, Miradas Transcordilleranas 133 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera se celebraban todo tipo de tertulias. Estas últimas eran reuniones privadas que podían tener carácter de lectura, conversación, juego y crítica hacia ciertos sectores de la sociedad. En estos espacios privados se libraron debates que contribuyeron en la conformación de los ideales revolucionarios. (Micale, 2010) Sarmiento en su descripción de la sala de su hogar hacia 1815 menciona aún la presencia del estrado colonial o tarima. Este es una costumbre heredada de la cultura árabe incorporada a América por los españoles. Es importante destacar que el estrado era de exclusivo uso femenino, en donde efectuaban sus labores y a su vez se les permitía estar en él para vincularse con la sociedad, en especial con el sexo masculino. La tarima de madera poseía cálidas y mullidas cubiertas de alfombras o tapetes, que podían tener almohadas, taburetes o sillas bajas. (Moreno, 1994) No obstante una de las consecuencias del movimiento revolucionario que se plasmó en las viviendas fue la total eliminación del estrado en las salas como símbolo de libertad, igualdad y ruptura cultural. Este fue reemplazado por hileras de sillas apoyadas en la pared que representaba una actitud moderna como se plasma a continuación en la cita de Sarmiento: “Estas ideas de regeneración y de mejora personal, aquella impiedad del siglo XVIII, ¡Quién lo creyera!, entraron en casa por las cabezas de mis dos hermanas mayores. No bien se sintieron llegadas a la edad en que la mujer siente que su existencia está vinculada a la sociedad, que tiene objeto y fin esa existencia, empezaron a aspirar las partículas de ideas nuevas, de belleza, de gusto, de confortable, que traía hasta ellas la atmósfera que había sacudido y renovado la revolución. Las murallas de la común habitación fueron aseadas y blanqueadas de nuevo, cosa a que no había razón de oponer resistencia alguna. Encontrola la manía de destruir la tarima que ocupaba todo un costado en la sala, con su chuse (palabra quichua que significa alfombra.) y sus cojines, diván como he dicho antes, que nos ha venido de los árabes, lugar privilegiado en que solo era permitido sentarse a las mujeres, y en cuyo espacioso ámbito, reclinada sobre almohadones (palabra árabe), trataban visitas y dueños de casa, aquella bulliciosa charla que hacía de ellas un almácigo parlante” (el estrado colonial fue sustituido por sillas en hileras en las salas modernas) “…aquel estrado revelaba que los hombres no podían acercarse públicamente a las jóvenes, conversar libremente y mezclarse con ellas, como lo autorizan las nuevas costumbres, y fue sin inconveniente repudiado por las mismas que lo habían aceptado como un privilegio suyo. El estrado cedió, pues, su lugar en casa a las sillas, no obstante la débil resistencia de mi madre que gustaba de sentarse en un extremo a tomar mate por las mañanas, con su brasero y caldera de agua puesto en frente en el piso inferior, o a devanar sus madejas, o bien a llenar sus canillas de noche, para la tela del día siguiente. No pudiendo habituarse a trabajar sentada en alto, hubo de adoptar el uso de una alfombra, para suplir la irremediable falta de estrado, de que se lamentó largos años.” (Sarmiento, 2008, pp.165 a 167) No obstante el espíritu revolucionario también cambió e influyó en los gustos artísticos y por lo consiguiente en la decoración con “buen gusto” de las casas, como podemos observar a continuación: “El espíritu de innovación de mis hermanas atacó enseguida aquellos objetos sagrados… Aquellos dos santos, tan grandes, tan viejos, Santo Domingo, San Vicente Ferrer, afeaban decididamente la muralla. Si mi madre consintiera en que los descolgasen y fuesen puestos en un dormitorio, la casita tomaba un nuevo aspecto de modernidad y de elegancia refinada, porque era bajo seductora forma del buen gusto, que se introducía en casa la impiedad iconoclasta del siglo XVII. ¡Ah! ¡Cuántos estragos ha hecho aquel error en el seno de la América Española!...Pero la revolución venía ensañándose contra los emblemas religiosos. Ignorante y ciega en sus antipatías, había tomado entre ojos la pintura, que sabía a España, a la colonia, a cosa antigua e inconciliable con las buenas Miradas Transcordilleranas 134 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera ideas. Familias devotísimas escondían sus cuadros de santos, por no dar muestra de mal gusto en conservarlos, y ha habido en San Juan, y en otras partes, quienes remojándolos, hicieron servir sus lienzos mal despintados para calzones de los esclavos.” (Sarmiento 1850, pp.166 - 167) Podríamos decir que las viviendas coloniales tanto en Cuyo como en Santiago de Chile, como en la mayoría de las ciudades hispanoamericanas, en rasgos generales mantenían las características de las construcciones de fines del siglo XVIII tanto en la organización espacial como en los materiales y técnicas constructivas empleados. Las edificaciones habitacionales se encontraban conformadas en torno a patios de uno hasta tres. Las habitaciones junto a galerías techadas se disponían una al lado de otra alrededor de los espacios abiertos con sus funciones ya con mayor diferenciación y privacidad. En el frente de la casa se ubicaban tiendas, comercios y al patio se accedía a través de un zaguán que daba a la calle. En el segundo patio, estaba la cocina, las habitaciones de servicio y la huerta con plantas frutales. La sala era considerada el espacio de mayor importancia en las viviendas de la colonia. En un principio la sala se ubicaba alejada del frente y no tenía acceso directo. Pero esta situación fue cambiando con el transcurso del tiempo, ya que la sala en el transcurso de la primera mitad del siglo XIX junto a los espacios de recepción se ubicaron en el frente y se vinculaban con el exterior por medio de ventanas con rejas. La presencia femenina en las ventanas significaba una transgresión para la época ya que se consideraba que una mujer de bien no podía estar allí, por que se mostraba y se vinculaba directamente con los varones. Alrededor de las ventanas, sus rejas y balcones se tejieron numerosas historias de amor de la época. (Lacoste, 2008) El tamaño y calidad de las viviendas y la cantidad de servidumbre era directamente proporcional al poder económico y prestigio social de los propietarios coloniales. Los materiales constructivos fueron los disponibles en los lugares y las técnicas constructivas aplicadas eran las adquiridas por el saber popular como la construcción de muros de tapias, adobes, la quincha, techos de estructura de palos como también con cerchas de madera y en algunos casos también se efectuaron techos de bóvedas. Las cubiertas en Mendoza fueron casi exclusivamente de barro, caña y grasa pero en Santiago de Chile se utilizó la teja. En Mendoza la construcción en general poseyó solo un nivel pero la de Santiago de Chile, presentó un mayor número de construcciones de dos pisos o solo algunas partes de las casas de doble altura. A continuación mostramos dos imágenes del frente y patio interior efectuadas por Göering de una quinta de Rudecindo Ponce hacia 1857-58 en la zona de la alameda en Mendoza que ilustra las características generales de la vivienda colonial que hemos mencionado. Es importante destacar que las casas coloniales de este tipo en muchos casos perduraron y fueron utilizadas en general hasta fines del siglo XIX y principio del XX, las que sus propietarios las modernizaron decorando sus interiores y fachadas. Incluso algunas de ellas han perdurado hasta la actualidad, poseemos Miradas Transcordilleranas 135 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera el ejemplo de la casa de Juan de Don Juan de la Cruz Videla en Maipú, la fachada corresponde al estilo neoclásico tardío y es posterior, cuya foto vemos a continuación (foto del archivo documental del proyecto PICT 13 – 14022) III - La ciudad “moderna” y las viviendas de fines del siglo XIX El proceso de modernización tanto de las ciudades como de la vivienda en Santiago de Chile y Cuyo como las del resto de la Argentina, se va desarrollando lenta paulatinamente desde la declaración de la independencia y transformándose en vertiginoso a fines del siglo XIX. Esta situación conllevó un proceso de cambios políticos y económicos de los países en busca de su conformación nacional. El crecimiento de los capitales de la mano del liberalismo, junto a los cambios ideológicos cuya mirada política, económica y social se direccionó al modelo de Europa, en especial Francia e Inglaterra, produjo la necesidad de efectuar cambios culturales, es decir a finales del siglo XIX las ciudades de Argentina como Chile pretendían ingresar a la modernidad y fueron transformando su fisonomía y en gran parte sus costumbres domésticas y sociales en busca de demostrar y aparentar lujo, buen gusto, confort, en definitiva ser parte del progreso y civilización dando la espalda al pasado como requería los nuevos tiempos. Trabajos literarios con sesgo realista como el “Facundo” y “Recuerdos de Provincia” de Sarmiento en 1845 y 1850, los diversos relatos costumbristas chilenos de Ruiz Aldea hacia 1862 y posteriores, “La gran aldea” de Lucio V. Lopez escrita en 1884, “En la Sangre” de Eusebio Cambaceres en 1887 y la obra de teatro “M´hijo el Dotor” de Florencio Sánchez escrita en 1903, son solo unos ejemplos que a través de sus personajes e historias de vida, romances y tragedias nos muestran la idiosincrasia y el proceso de modernización y transculturación francesa e inglesa que va sufriendo la sociedad argentina y chilena de la segunda mitad del siglo XIX. Abraham Lemos en 1889 sostiene que la Ciudad de Mendoza en rasgos generales es moderna, aristocrática y afrancesada y la describe de la siguiente manera: “El municipio de la Ciudad… se compone de dos ciudades, la Nueva y la Vieja, separadas una de otra por magnífico Boulevard San Martín, de siete kilómetros de largo, por treinta metros de ancho. Aunque la parte Este se llama Ciudad Vieja, su construcción no data como la nueva sino desde el año 1861, época del gran terremoto que la redujo a un montón de ruinas. Hoy es una magnífica ciudad, encerrada su parte central, de ocho hectómetros por costado, por cuatro boulevares de treinta metros, plantados a ambos costados de hermosos álamos carolinos, cuyas copas se tocan, formando una extensa copa bóveda. El resto de sus calles, de 20 metros, están plantadas de igual manera, empedradas con pequeños cantos rodados y teniendo a cada lado un arroyito que corre perennemente. En el centro de este perímetro tiene una magnífica plaza parque de cuatro hectáreas, lleno de jardines, bosques, juegos de agua y un extenso estanque en el centro… Un tranway, de diez kilómetros de extensión, circula por varias de las principales calles de la ciudad, tanto nueva como vieja. Inmensidad de coches públicos y particulares alegran las calles con su continuo tránsito… La edificación en general es de una sola planta y de ladrillo crudo amasado con paja, siendo convicción general que este material tiene mucha elasticidad y es, para resistir a la acción desplomadora de los temblores, muy superior al ladrillo cocido. Los techos son cubiertos con barro y sobre ellos se coloca uno de cinc. Este es el sistema usado generalmente en toda la provincia…” (…) “El coche es en Mendoza no solo un elemento de lujo, de comodidad; lo es más bien de necesidad”. Definitivamente la cita nos muestra una Miradas Transcordilleranas 136 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera ciudad nueva moderna y progresista. Esto fue posible ya que en 1861 en Mendoza ocurrió un terremoto que dejó la ciudad colonial completamente en ruinas. Después de dos años de debates se optó por materializar una nueva Ciudad en un terreno que correspondía a la ex - hacienda de los Agustinos, llamada de “San Nicolás” cercana a la vieja ciudad. (Cirvini, 1989) Este acontecimiento posibilitó que se pudiera aplicar el proyecto de modernización liberal liderado por la clase dirigente de la generación del 80. La visión de este grupo político a nivel nacional como provincial focalizó su mirada con una fe ciega en el progreso, la riqueza, el lujo y el confort adoptando para ello nuevos valores de la cultura europea. que se comportaba de una manera más elástica frente al sismo. En los primeros edificios de la reconstrucción de la ciudad de Mendoza se intentó incorporar un sistema constructivo de entramado mixto de madera y barro utilizado en las construcciones de Chile, pero no obtuvo buenos resultados por lo tanto no perduró ya que las construcciones se deterioraban rápidamente y favorecía el desarrollo de alimañas e insectos. Si bien las viviendas mantuvieron características de principio de siglo, la imagen de las mismas eran distintas a las pretéritas coloniales, ya que el diseño tanto de planta como de alzada se encontraba modulado métricamente, más compacto y decorado con detalles clásicos historicistas, incorporado por la inmigración en especial italiana de fines de siglo que se dedicó a la construcción. La decoración de las viviendas en conjunción con su magnitud se encontraba directamente relacionada al prestigio familiar. Las casas de la reconstrucción en Mendoza de familias prestigiosas construían sus viviendas en torno a patios con galerías como el caso de la antigua casa de Francisco Civit, actual Junta de estudios históricos, cuya foto mostramos a la derecha. La misma pertenece al archivo documental del proyecto PICT 13 – 14022. No obstante, las viviendas de la reconstrucción mantuvieron la tipología de planta heredada del siglo XVIII organizando sus locales en hileras por yuxtaposición simple en torno a patios con galerías. Pero la organización de los espacios era gradual, jerárquica y más compacta, al frente se localizaban los espacios de mayor jerarquía - sociabilidad (salas, salones de recepción o halls, y escritorios – bibliotecas entre otros), en segundo lugar se ubicaba el corazón de la vida privada los dormitorios y en tercero el espacio de trabajo doméstico y servicio, como comedor íntimo (espacio de transición), cocinas, lavanderías depósitos, etc. Los patios y las galerías continuaron siendo espacios de reunión y esparcimiento. También mantuvieron el uso del adobe como material constructivo principal ya que creían Miradas Transcordilleranas 137 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Otras de las características que poseyeron las viviendas mendocinas de fines del siglo XIX fue la presencia de puentes con bancos que cruzaban las acequias en los frentes de algunas casas. Estos se utilizaban como un lugar de reunión familiar y de vínculo con los vecinos, como podemos observar tanto en el dibujo de Revoredo Correas de Moreno publicado en el libro “Mendoza del 900” por Raúl Aguirre Molina de 1966, como en el relato de May Crommelin en 1894. La escritora inglesa en un paseo pedestre con sus anfitriones por la ciudad de Mendoza le llamó la atención la amplitud de sus calles arboladas, el sonido del agua al circular por las acequias y los pequeños puentes que vinculaban la vereda con la calle, y consideró que eran espacios propicios como salones de chismes para el dueño de casa en las tardes frescas. No obstante el mayor número de edificaciones habitacionales en Mendoza correspondió a la clase media y baja, denominada comúnmente como “casa chorizo” que es la vivienda urbana de patio lateral. Esta se compone de habitaciones ordenadas linealmente recostadas sobre los límites del terreno en el frente y en uno de los costados medianeros. Hacia el frente se ubican los locales de sociabilidad como la sala principalmente. Se accedía a la vivienda por un zaguán que comunicaba con la galería que funcionaba como eje organizador de la vivienda y espacio de transición con el patio que generalmente tenía parral, frutales, enredaderas y flores, también podían encontrarse patios con los pisos embaldosados. Las habitaciones tenían puertas en su frente que daba a la galería como también había puertas que unía una habitación con otra, y hacia el fondo se ubican el comedor y los locales de servicio como la cocina, baño y lavandería. Es importante destacar que en un lateral del frente podía haber una cochera o un portón que comunicaba al patio. Estas casas cuyos frentes se construían sobre la línea de construcción, con decorados neoclásicos, formaban en su conjunto, muros continuos de edificaciones, que se diferenciaban entre las viviendas por sus colores y la decoración, como por el tipo de aberturas empleadas. Como ejemplo mostramos una foto a la derecha del archivo documental del proyecto PICT 13 – 14022. Como resultado de entrevistas a propietarios mendocinos podríamos decir que en las casas existía un orden jerárquico, un código social preestablecido en la posibilidad de acceder a los espacios de la vivienda vinculado a las relaciones de amistad y de parejas. Por ejemplo cuando una pareja de enamorados estaba conociéndose, el novio no podía pasar del zaguán o hall el único lugar de la casa en donde se les permitía platicar, cuando el mismo era aceptado en la sala, significaba que la familia de la novia estaba interesada en el pretendiente y de esta manera se le otorgaba un grado de aceptación, y finalmente cuando la relación entre los novios prácticamente era formal y el candidato era aprobado y considerado como un miembro de la familia se le permitía acceder al interior de la vivienda. Cambaceres en su obra “En la sangre” esboza este tipo de códigos en la sociedad porteña. El crecimiento económico entre 1890 – 1925 acontecido en Chile ocasionó un gran cambio y crecimiento de la ciudad de Santiago tanto en los estilos arquitectónicos como en sus costumbres, límites urbanos, equipamiento, locomoción colectiva y privada etc. La clase alta de Santiago hacia 1890 poseía casas de patios de grandes dimensiones, estas viviendas poseían numerosas habitaciones, grandes comedores, diversos salones denominados por el color de sus empapelados, sus interiores albergaban pesados muebles, espejos, cuadros, mesas, alfombras y lámparas. Los patios poseían Miradas Transcordilleranas 138 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera galerías, huertas e invernaderos, muchos de estos edificios provenían de mediados del siglo XIX, y se podían encontrar fachadas de estilos muy diversos renacentista, pompeyano, gótico, románico, morisco, etc, que le daban a ciertas calles una imagen ecléctica y mixta. Los revestimientos exteriores e interiores eran de yeso con molduras, a veces se revestían con planchas de mármol, pero en otras, simple estuco de colores delicados, se insertaban columnas que no sostenían nada, se mezclaban todo tipo de falsos adornos que daban una imagen de grandiosidad pero falsa. Armando de Ramón describe la materialidad de las viviendas de fines del siglo XIX en Santiago de la siguiente manera: “… los materiales de construcción que, tanto para las viviendas de clase alta como media o baja eran fundamentalmente, en 1890, el adobe colonial y la teja, disimulados, como se veía debajo de una capa de yeso que fingía otros materiales. Ocasionalmente la fachada o el primer piso solía ser de ladrillo, pero las habitaciones interiores solo eran de tabique de pies derecho de madera y adobillo o listoneado, embarrado y estucado. Muchos de los “palacios” santiaguinos estaban construidos así y, por este motivo, no habían podido ser erradicados de ellos los parásitos que turbaban el reposo de los moradores.” (Armando de Ramón, 1985 pp.7980) A continuación mostramos dos fotos actuales de una vivienda ubicada en calle Lastarria de Santiago de dos pisos, de ladrillo en planta baja y con tabique mixto de madera y barro en planta alta. Las viviendas de la clase media chilenas se diferenciaron de la clase alta solo en el tamaño y en la decoración exterior, estas eran modestas no poseían la abigarrada mezcla de estilos que caracterizaban las viviendas de mayor jerarquía. Su organización espacial constaba según Armando de Ramón (1985) de “una sala o salón, un largo pasillo o un patio rodeado de habitaciones, con las dependencias al fondo: igual distribución en el primero o segundo piso faltando a éste solo el patio que era reemplazado por largas galerías que daban luz a las habitaciones.” De acuerdo a las características mencionadas de las viviendas de Cuyo y Santiago observamos que en ambos lugares se mantuvieron algunas características de las casas del siglo XVIII y principio del XIX como la organización de los espacios en torno de patios, como otras no. Las casas que estaban ya construidas se adaptaron al buen gusto moderno ocultando las características coloniales con revestimientos, decoración y nuevos mobiliarios. Se les otorgó a las habitaciones existentes nuevas funciones acorde a los requerimientos de sociabilidad modernos. Los espacios se organizaban en torno a una graduación de jerarquía, los más cercanos al frente eran los de mayor jerarquía vinculados a las relaciones sociales. Los espacios ubicados en el centro de la vivienda fueron los destinados al corazón de la vida privada de la familia y al final de la vivienda los locales de servicio. En el caso de Mendoza que tuvo que reconstruirse mantuvo en sus edificaciones los mismos materiales, con algunas mejoras en los sistemas constructivos incorporadas por técnicos extranjeros. A fines del siglo XIX la llegada del ferrocarril permitió la incorporación de nuevos materiales, como hierro, cemento, instalaciones eléctricas sanitarias, pero su costo obstaculizó su utilización. Estas nuevas tecnologías se aplicaron posteriormente cuando se fabricaron en los propios países. Las viviendas manifestaron un gran cambio en la apariencia de las mismas, tanto en los estilos de sus fachadas como en las decoraciones interiores, los mobiliarios, como la incorporación de confort en las mismas. A ello se le suma los cambios de hábitos en las formas de sociabilizar como la incorporación Miradas Transcordilleranas 139 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera de tomar el té en la tarde en vez de mate; las cenas sociales programadas en preferencia a los almuerzos como momento para reunirse socialmente; estos son solo un ejemplo de puestas en escena modernas de cambios de hábitos entre tantos otros. Es importante destacar que estos cambios en ocasiones solo eran fachadas montadas en circunstancias especiales ya que en la intimidad de las familias perduraban algunas costumbres, como la vestimenta de los integrantes de la familia y la clásica reunión para tomar mate en la tarde que continua hasta la actualidad en Argentina. A ello se le suma el cambio en la expresión de la lengua intercaladas con el vocabulario y modismos franceses e ingleses. Es importante destacar que el crecimiento de las ciudades a fines del siglo XIX acarreó consigo muchas mejoras urbanas y edilicias mostrando un nivel de progreso y civilización acorde con los requerimientos políticos, sociales y económicos modernos, liberales y positivistas. No obstante su brillo opacaba y se ignoraba una realidad miserable habitacional en la que se encontraba sumida la clase obrera, sus moradas fueron los populares conventillos, y los rancheríos. La complejidad social, política, económica y material, de estos espacios habitacionales escapa a los limites y objetivo de nuestro trabajo, ya que requiere se trate con una investigación particular sobre el tema. IV – Conclusión “El espacio habitacional del siglo XIX en Chile y la región de Cuyo Argentina.” El siglo XIX es un siglo de transición de la colonia hacia la modernidad liberal de fines del siglo XIX. En este siglo se rompe con la cultura pretérita española y se comienza un camino de búsqueda y conformación de la identidad nacional, cuyo reflejo se manifiesta en los espacios habitacionales. El camino elegido para ello no fue el de autocrítica, el de mantener los aciertos y modificar los errores, sino el de oposición y negación de un pasado. Se focalizó la mirada en los modelos de Francia e Inglaterra. Este proceso de transculturación en las viviendas y en las formas de vivir inicia tímidamente con la revolución de mayo hacia 1810, haciendo desaparecer el estrado, renovar mobiliarios, detalles artísticos y cambios en las formas de sociabilizar entre los individuos en las reuniones como las tertulias. Pero en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX y fundamentalmente a fines del siglo se pretendió emular en lo posible la cultura francesa e inglesa ya que era considerada como los modelos a seguir para poder ingresar a la modernidad, convertirse en civilizados y en cierta medida participar del progreso. Esto condujo a que las viviendas ya construidas poseedoras de un tipo de planta organizada en torno a patios efectuaran cambios en la ubicación de las funciones en la vivienda otorgando un nuevo orden jerárquico de los espacios. La sala, el espacio principal de la colonia protegido en el ceno de la misma vivienda colonial es desplazado completamente al frente junto a una serie de locales destinados a las relaciones sociales. El comedor familiar ocupa el lugar de transición estratégico entre el corazón de la vida privada de la familia las habitaciones y los locales de trabajo y servicio. Las galerías, los patios y jardines mantienen la función de esparcimiento y reunión familiar. Las viviendas de las ciudades como las formas de vivir y costumbres de sus propietarios se modernizaron más rápido que las casas y los moradores de las haciendas o estancias de la zona rural. Esto ocasionó algunas distancias culturales entre los dos grupos sociales, tardando estos últimos un poco más en efectuar los cambios requeridos por la modernidad en ambos países. En Cuyo especialmente Mendoza y San Juan principalmente desde la llegada del ferrocarril en la década del 80´ la vitivinicultura fue una fuente de riqueza provincial lo que condujo que las casas construidas en los establecimientos a fines del siglo XIX se construyeran acordes a los requerimientos modernos pero de una forma moderada debido a que sus propietarios ya sean tanto criollos, como inmigrantes estaban en su mayoría iniciando sus emprendimientos y en la construcción de sus viviendas se observa la organización de las plantas de viviendas a través de sucesión de habitaciones con galería Miradas Transcordilleranas 140 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera que se abre al jardín y a las viñas. Esta realidad cambiará sustancialmente a principio del siglo XX donde se observa una total incorporación de los estilos europeos en la decoración y organización de los espacios habitacionales tanto urbanos como rurales junto a las formas de vida y costumbres moderna, en ambos países. Podríamos decir que en el transcurso del siglo XIX se produjo paulatinamente el traspaso de la organización de la planta de una vivienda introvertida y negada al exterior a una composición extrovertida cuya función era mostrase y vincularse con los demás, graduando el grado de exposición de lo público social, a lo más intimo y finalmente a lo que debe ocultarse como los locales de servicios. A fines del siglo XIX la decoración exterior e interior de las viviendas, como el mobiliario y las modas de la vestimenta junto a las palabras francesas e inglesas incorporadas al vocabulario manifestaron y fueron el reflejo del proceso de transculturación europea que acontecía. A ello se le suma las nuevas forma de vivir de los espacios y las costumbres en relación a los modos de sociabilizar y en menos grado a los hábitos domésticos en las casas, llegando a su punto culmine en las primeras décadas del siglo XX. Podríamos decir que la clase dirigente y los grupos de elite de las últimas décadas del siglo XIX tanto en Santiago de Chile como en las Provincias de Cuyo, fueron participes de un programa nacional e internacional político y económico. Estos grupos consideraron que tenían que representar ante el país lo que significa ser un país civilizado, moderno y progresista, a través de sus bienes materiales como con su propia vida, poniendo en escena una visión de mundo que fue copiada por el resto de la sociedad como símbolo de inclusión al proceso modernizador. Esto produjo que los cambios materiales en las viviendas de la segunda mitad del siglo XIX como en las formas de vida y en las costumbres, no fueran de una profundidad consensuada identitataria incurriendo frecuentemente en apariencias, y falsedades, tanto materiales como sociales. ………… ESCENA II de M´Hijo el Dotor por Florencio Sánchez, en 1903 Mariquita es del campo, Adelaida ahora vive en la ciudad con su hija Sara y van de visita a la estancia de tipo colonial… … “ADELAIDA: -¡Qué cosa, comadre!... ¡Qué desgracia!... ¡Julio nos ha contado todo!... MARIQUITA: - ¿Pero no se sacan los sombreros?... Supongo que vendrán a pasar la tarde… ¡Jesusa, llévate a Sara al espejo!...¡Ah!... y prepara un matecito…(SARA Y JESUSA VAN AL ESPEJO, SARA SE QUITA EL SOMBRERO Y SE ARREGLA EL PEINADO.) ADELAIDA: -¡No gracias!...Hemos dejado de tomar mate. Nos hacía daño… MARIQUITA: -¡Vea que cosa!...” (Sánchez 2007, p57) V – Bibliografía y fuentes ARGAN, Giulio Carlo, (1984), Historia del arte como historia de la ciudad, Barcelona: Editorial Laia. BOND HEAD Francis, (1997), Las pampas y los Andes, Buenos Aires: El elefante blanco, BUSANICHE, José Luis, (1959), Estampas del pasado, Buenos Aires: Hachette. CALDCLEUGH, Alexander, (1943). Viajes por América del sur. Río de la Plata 1821, Buenos Aires: Solar. CAMBACERES, Eugenio, (2009). En la Sangre. Argentina: Gradifco. CAMPBELL, Scarlett, (1957) Viajes por América a través de las Pampas y Los Andes, desde Buenos Aires al istmo de Paraná. 1° edición. Buenos Aires: Editorial Claridad. 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Miradas Transcordilleranas 142 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera María de los Ángeles Picone Universidad Católica Argentina - Argentina El proyecto de turismo en San Carlos de Bariloche a través de dos guías turísticas (1938) E n Argentina, la década de 1930 fue período de reajustes políticos y económicos; y en la región del Nahuel Huapi, uno de nuevas experiencias en ambas esferas. Después del golpe militar del 6 de septiembre de 1930, la vida política argentina tomó un nuevo rumbo con el objetivo de restaurar los valores conservadores anteriores a las elecciones de 1916 pero con un discurso político reformulado cargado de la misión patriótica de consolidar la frontera. A nivel económico, la crisis de 1930 forzó a la clase gobernante a reflexionar sobre la viabilidad de proyecto agroexportador, el cual había sido uno de los pilares de la política conservadora de antaño. A nivel local, la crisis económica había sacudido la región en la década anterior por motivos diferentes y una de las soluciones que se propusieron fue el desarrollo de la industria turística para revitalizar la economía (Méndez, 2004). En la esfera política, la década de 1930 comenzó con nuevas prácticas de participación ciudadana (por ejemplo, las elecciones del Concejo en 1930). La creación de la Dirección de Parques Nacionales y la llegada del ferrocarril (ambas en 1934) significaron el fin de la búsqueda de alternativas económicas para la región y la consolidación de un modelo económico basado en la industria del turismo (Ruffini: 2005). Estas circunstancias confluyeron en la creación de la Dirección de Parques Nacionales en octubre de 1934, la cual se encargó de formular un proyecto económico para la región de Nahuel Huapi que sirviera a los intereses nacionalistas del gobierno (Navarro Floria, 2008a). La iniciativa que tuvo este organismo, presidido por Exequiel Bustillo, de implementar un proyecto económico exclusivamente basado en el turismo fue materializada de diferentes maneras. Una de éstas fue a través de guías de turismo. Este tipo de publicaciones para brindar información a turistas que viajaban al Nahuel Huapi datan de por lo menos 1900 (Navarro Floria, 2008b). La particularidad de las guías de Parques es que su objetivo trascendía la simple convocatoria turística: buscaron, además, redefinir la concepción del espacio. Sin embargo, las guías de esta Dirección que se comenzaron a publicar en la década de 1930 no fueron las únicas que se editaron: además de otras agencias estatales (como los Ferrocarriles del Estado), hubieron particulares que publicaron guías de turismo para la región del Nahuel Huapi. En el presente trabajo nos proponemos comparar dos guías, una publicada por la Dirección de Parques Nacionales y una particular, escrita por Adrián Patroni. Los puntos que buscamos confrontar son el Miradas Transcordilleranas 143 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera contenido de las guías (cómo se justifica el viaje al sur, qué mensaje transmiten y qué vocabulario utilizan), el público al cual están dirigidas y la percepción que tienen sobre San Carlos de Bariloche. A simple vista, parecería que una guía particular estaría menos atada a un discurso político porque tendría objetivos menos tendenciosos. Sin embargo, las diferencias entre las publicaciones no son necesariamente tan nítidas y el hecho de que una sea oficial y la otra no, no excluye que la segunda se sintonice con el mensaje de la primera. Este trabajo está enmarcado por nuestra investigación de licenciatura, “La problemática del cambio en los proyectos de desarrollo para San Carlos de Bariloche (1930-1943)” que estamos llevando a cabo. El proceso de descripción, comparación y confrontación de las guías que hemos escogido es el paso anterior al análisis de fuentes que hacemos en nuestra tesis. Portada de la guía de Parques Nacionales (1938) El contenido de las guías La guía oficial editada por la Dirección de Parques se llama “Parque Nacional Nahuel Huapi: guía”, y es presentada como un primer folleto de 108 páginas que anticipa una guía en cuatro partes de cuatrocientas páginas en total. Es decir que el documento que elegimos es a la vez adelanto y síntesis de las cuatro publicaciones posteriores (en el mismo año). Estas publicaciones son: 1) Cómo llegar al Parque, 2) Los deportes en el Parque, 3) Historia y Etnología del Parque y 4) Flora, fauna, geología y morfología, climatología del Parque. La guía escrita por Patroni lleva el título de “Bellezas de los lagos Argentinos-Chilenos”, lo cual a primera vista nos da un panorama mucho más regional, sin que la cordillera denotase división. Ambas guías fueron publicadas en 1938 y podemos asegurar que Patroni tenía la guía de Parques en sus manos (o por lo menos, una edición anterior) cuando escribió la suya porque la cita en una ocasión. La guía de Adrián Patroni tuvo por objeto reflejar la belleza de los lagos del sur para invitar a los turistas que no conocían la zona Portada de la guía de Adrián Pattoni (1938) a recorrerla, para traer el recuerdo a quienes ya lo habían hecho y para compartir semejante belleza con quienes no podían viajar. El Miradas Transcordilleranas 144 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera planteo del texto es informal, es casi un diario de viaje, y el mismo autor lo presenta como una prosa, pobre a su criterio. Además, incluye fotograbados “por ser ellos más elocuentes que todo lo que se pueda referir acerca de aquellas bellezas inigualadas en ninguna otra parte del mundo” (Patroni, 1938: 5). La guía de Parques explicita que los parques son para la preservación de la flora y fauna pero, a su vez, para el disfrute de la población (DPN, 1938). Las dos características que quedan en evidencia en sus primeras páginas son la belleza imponente del parque y la posibilidad de disfrute, específicamente, la práctica deportiva, científica y artística (DPN, 1938). Sin embargo, en las páginas siguientes se puede percibir más que una simple descripción de las bellezas del sur, aunque esta idea de naturaleza pura y protegida sea un componente significativo en esta publicación. La guía de Parques buscará transcribir una nueva forma de entender el territorio que va más allá de la pureza de la naturaleza: mostrará la acción de la Dirección como marcas de nacionalidad inscriptas en una política territorial nacionalista (Navarro Floria, 2008a). Esta última guía parece tener un público mucho más nítido y un propósito más objetivo. Así como Patroni buscaba contagiar lo que él había vivido como turista, la guía de Parques lo intenta mostrar en una guía que se presenta como más seria, exhaustiva y oficial. Esto no quiere decir que las bellezas de Nahuel Huapi no vayan a encontrarse traducidas en palabras ni fotografías sino que se incluye otra información que refuerza la credibilidad de la publicación y la hace la herramienta básica del turista que quiera visitar el Parque. A lo largo de toda la narración, la Intendencia del Parque y los guardaparques se presentan como la referencia necesaria ante cualquier duda de los visitantes. El turismo está a cargo de la Dirección de Parques. Por ejemplo, además de una breve descripción de las bellezas del Parque, la guía armada por la Dirección de Parques establece primero el origen del Parque y transcribe la carta del perito Francisco P. Moreno que dona las tres leguas cuadradas que dieron origen al parque nacional. Inmediatamente, se describe cómo se administra el parque, explicando el rol del directorio, el intendente y los guardaparques, encuadrándolos en una burocracia nacional. Hay dos puntos que salen a la luz en el discurso de las dos publicaciones: el contraste entre pasado y presente y la alabanza casi constante de la naturaleza. La guía de Parques acentúa la relevancia del gobierno en obras de infraestructura –concretamente, la construcción de hoteles, caminos y vías de ferrocarril– que se presenta como significativa porque sin ella el acceso a la región quedaba restringida a aquellos que se animaban a soportar el viaje. La reivindicación de las acciones de Parques en la región reflejan la idea de apropiación del territorio de este organismo: la tarea civilizadora se distancia, entonces, de una visión de naturaleza prístina que hay que proteger y se acerca a la de una naturaleza a civilizar. Así se disfruta el parque. En la guía de Patroni, el contraste queda en evidencia cuando el autor describe su primer recorrido hacia Nahuel Huapi en 1918, junto a Francisco Moreno y Manuel Láinez y, en el resto de la guía, el viaje que hizo en 1938 que dio origen a su publicación (Patroni, 1938). A lo largo de todo este recorrido, el contraste entre pasado y presente es constante: la cantidad y calidad de los edificios, la estación de ferrocarril, el muelle del puerto mejorado. Más aún, el autor detalla que las obras de infraestructura (y su posibilidad de ampliar el recorrido en este segundo viaje) son gracias a la obra de Parques en la región: “En cambio ahora [en contraste con el viaje anterior], debido a que la Dirección de Parques Nacionales, organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, que funciona desde 1935 [sic], ha realizado una labor formidable, en cuanto a la red caminera que en conjunto abarca 500 kilómetros… La ejecución del hotel Llao-Llao, el asfalto que une a Bariloche con la península mencionada, las edificaciones que se ejecutan… no sólo representan un esfuerzo digno de encomio, sino que contribuye a dar gran impulso al progreso de la región…” (Patroni, 1938: 125126). La segunda cuestión tiene que ver con uno de los objetivos enunciado en la creación del Miradas Transcordilleranas 145 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Parque: la preservación de la naturaleza de la actividad humana. El planteo del la naturaleza como santuario y “los seres humanos de paso en una región impropia” (Nuñez, 2008: 6) toma forma en la narración de Patroni, dominada por la presencia imponente de la naturaleza en todas sus formas (por ejemplo, el no poder estar en la cubierta del vapor que los cruza de Bahía López al Hotel Correntoso por el viento que soplaba, o el tiempo que se tardó en hacer este recorrido por la amplitud del lago). Sin embargo, hay una característica que diferencia a la guía de Patroni de la de Parques es la concepción bastante más regional, la cual se pone en evidencia en el título y en los capítulos. La mitad de la obra se refiere a las zonas chilenas que visitó el autor. Mientras los Parques Nacionales buscaban consolidar el estado nacional en zona de frontera (Navarro Floria, 2008a) la idea de región en Patroni es más integral y menos dividida por la cordillera. El trayecto de viaje en ferrocarril es descripto por ambas guías de manera diferente aunque con un mensaje similar. La guía de Parques describe el recorrido dentro de su aparto “Cómo llegar a Nahuel Huapi” (junto con los itinerarios en automóvil y en avión). La guía de Patroni, por otro lado, lo describe en primera persona contando cómo él llegó a Nahuel Huapi en su segundo viaje. Es interesante observar cómo se repiten ciertos elementos pero cómo otros son diferentes o están más matizados en una u otra guía. Concretamente refiriéndonos al viaje en ferrocarril, la recurrencia a la comodidad en ambas guías nos ayuda a pensar que era un aspecto de real importancia a la hora de elegir un lugar para viajar y que ciertos estándares de confort eran esperados entre los públicos destinatarios de estas guías, como veremos más adelante. En sí, el contenido de la guía oficial no exagera la comodidad de los coches pero la acentúa y, a su vez, exalta la belleza de los paisajes. Patroni, en cambio, se aburre con la monotonía de éstos pero acepta que el confort de los coches facilita el viaje, especialmente en comparación con un viaje anterior que a tales fines había descripto en su primer capítulo. Así como la guía de Parques, en su narración, transmite dinamismo y rapidez, Patroni da la cuenta de que cada vez que se llega a una ciudad, “todos experimentan la sensación del viaje que, en pos de un recorrido por zonas de relativo desierto, llega al anhelado oasis” (en esta cita en particular, el autor se refería a la llegada a Valcheta) (Patroni, 1938: 18). El trayecto, contado en primera persona, no aparece como tan cómodo y ameno como se infiere de la guía de Parques. (Posteriormente, Patroni anotará que un turista que frecuenta la zona le recomienda el camino en automóvil por Junín de los Andes). Si bien las guías mencionan la posibilidad de practicar esquí (y se mencionan las escuelas de esquí de Otto Meiling y de Hans Nöbl), están totalmente orientadas a la temporada de verano: describen las excursiones para hacer en esta época del año. Dado que las guías son guías para el turista, y el turista busca esparcimiento, además de las descripciones sobre cómo llegar al Parque, la ciudad en sí y las comodidades que se ofrecen, ambas publicaciones dedican varias páginas a especificar las oportunidades de prácticas deportivas en el Parque. Patroni lo hila con su narración en primera persona y transcribe más un diálogo con turistas recurrentes que conocen sobre aquellas prácticas. Por ejemplo, uno de sus compañeros en la excursión al lago Mascardi le cuenta sobre el alpinismo: “La única diferencia es que se le denomina andinismo. En Bariloche existen cultores con proezas de haber llegado algunos a la cumbre de este volcán [el Tronador], a 3470 metros” (Patroni, 1938: 62). Sigue una lista de quiénes lo hicieron, y se aclara que son miembros del Club Andino Bariloche, dándole entrada a esta institución a la guía. De aquí es un solo el paso que se da a describir el esquí: “Simultáneamente al andinismo, adquiere interés el esquismo, deporte de invierno, existiendo en Bariloche y sus contornos, aficionados que llaman la atención de muchos expertos… Cuenta la región de los lagos con canchas excelentes para llevar a cabo el esquí; parece que la más admirable, es la del cerro Catedral, rivalizando con las mejores del mundo” (Patroni, 1938: 63). Por último, va a referirse a la pesca deportiva en el lago Traful: “Su fama es conocida en Gran Bretaña y en Estados Unidos de Norte América, Miradas Transcordilleranas 146 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Una de las láminas desplegables de la guía de Parques Nacionales, con fotografías del hotel Llao-Llao. pues llegan aficionados de ambas procedencias. En cuanto al salmón, está equiparado con el de Escocia, que es considerado el mejor del mundo” (Patroni, 1938: 90). Al referirse a la hotelería barilochense, Patroni es más informal que la guía de Parques, nombrando la ubicación de los hoteles a medida que los visita. La otra guía, en cambio, enlista los hoteles y detalla la cantidad de habitaciones, camas y baños y la forma de iluminación (todos contaban con energía eléctrica, excepto el hotel “Santa María” en el camino al Correntoso). Esta guía incluye además una lista de tres recreos y detalles sobre dónde acampar. Es curioso que el mensaje básico sea el de cuidado con el fuego, no con la basura: “quemar los desperdicios, enterrar las latas y botellas. No olvidar que estas últimas, con el sol, en tiempo de sequía producen incendios… EL FUEGO ES EL MAYOR ENEMIGO DEL PARQUE” (DPN, 1938: 40, mayúsculas en el original). En ambas guías el claro ejemplo de confort es el hotel Llao-Llao, a cuya descripción se Fotograbados del hotel Llao-Llao en la guía de Adrián Patroni (páginas 40 y41) Miradas Transcordilleranas 147 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera dedican un par de páginas, subrayando la arquitectura en sintonía con el paisaje, el lujo, los detalles modernos de decoración, la cancha de golf de nueve hoyos y las instalaciones para la vida social (como la diversidad de salones) y la comodidad de los huéspedes (como los dormitorios para los valets). La terminología utilizada nos ayuda a revelar las ideas detrás de los objetivos concretos de las guías. Una de estas acepciones es el patriotismo o la labor patriótica. La guía de Patroni utiliza esta expresión para referirse al trabajo que había desempañado hasta entonces el Ingeniero Emilio Frey durante cuarenta años como miembro de la Comisión de Estudios Hidrológicos, como Intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi y como poblador. También utiliza este término para hablar de la labor del Perito Moreno en la comisión de límites y su actitud “devolviendo al Estado las tierras que por ley del Congreso le fueron acordadas…expresando las ventajas que reportaría mantener la propiedad de la mayor parte de esos lugares hermosos, para el mejor provecho de las generaciones presentes y de las venideras…” (Patroni, 1938: 115). Otro término utilizado por ambas guías con bastante frecuencia es el progreso materializado en las obras de infraestructura impulsada por la Dirección de Parques. Patroni dedica un capítulo a exaltar esta labor y lo considera la base del desarrollo local. La guía oficial describe a Bariloche como un pueblo en pleno crecimiento y símbolo de progreso, auspiciado por la misma Dirección. La audiencia. Ambas guías están pensadas para un público turista de élite radicado en Buenos Aires. Como tal, es un grupo interesado en determinadas actividades de recreación y turismo y que espera ciertos servicios y comodidades. Desde 1934 la Dirección de Parques Nacionales había promovido la llegada de turistas acomodados (Navarro Floria, 2008b), razón por la cual es fácil suponer que sus publicaciones turísticas estaban orientadas a esta audiencia particular. Las características mencionadas (un público acomodado, porteño y exigente) están reflejadas a lo largo de las guías en las explicaciones de cómo llegar al Parque, qué excursiones hacer y qué servicios hoteleros y recreativos se ofrecen. En la guía de Parques, se detalla bajo el título “Cómo llegar al Parque” el itinerario a seguir para llegar a San Carlos de Bariloche tanto en automóvil, ferrocarril o avión, siempre partiendo desde la ciudad capital. Queda en evidencia que el público que se esperaba era un público porteño. Se enlistan seguidamente las fuentes de información para el turista, todas ellas sitas en la ciudad capital con sus respectivos números de teléfono. Se incluye, además, la posibilidad de transportar por ferrocarril un automóvil o lancha, lo cual esclarece aún más la audiencia en cuestión: una que evidentemente es propietaria de estos medios de transportes y no sólo puede abonar su traslado sino que, además, lo desea. En esta misma publicación se detalla el viaje en ferrocarril desde la estación Constitución en Buenos Aires. Se incluyen fotografías tanto de las estaciones como de los coches para demostrar que los 1700 kilómetros de recorrido no eran necesariamente fatigosos e incómodos. Por el contrario, se presenta el viaje como “una excursión de placer... [un viaje] descansado y ameno debido a la variedad y colorido que ofrecen las diferentes regiones y ciudades que el ferrocarril atraviesa” (DPN, 1938: 13). Estas descripciones son ampliadas con una detallada reseña del viaje en sí, acentuando las comodidades (por ejemplo, la falta de necesidad de hacer trasbordo entre el ferrocarril del Sud y el ferrocarril del Estado) y las bellezas del paisaje. En su narración, Patroni (que viajó en ferrocarril) no se detiene demasiado en estos detalles, aunque sí subraya la diferencia de comodidad entre un antes y un después, comparando los dos viajes que hizo, uno en 1918 y otro en 1938. En su primer capítulo, el autor narra el viaje y sus peripecias, para luego resaltar las comodidades del tiempo en que publica su guía, incluyendo la novedad de que no se necesitaba hacer trasbordo en todo el viaje (Patroni, 1938). El confort del viaje es recurrente en ambas publicaciones, Miradas Transcordilleranas 148 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera posiblemente refleje las audiencias a las cuales estaban destinadas: muy probablemente el mismo tipo de público. En su descripción de Bariloche y sus alrededores en toda la guía, Patroni tiene un lector en mente, alguien que, como dijo en su primer capítulo, se contagie de su prosa y quiera ir a visitar el sur. La clave en su escrito no es solo la belleza del paisaje y la arquitectura moderna, lujosa y acorde al paisaje que la rodea, sino también el progreso que se hace visible por medio del desarrollo urbano. Uno de los ejemplos que proporciona Patroni de este progreso conectado a la acción de Parques es el hotel Llao-Llao (inaugurado en enero de 1938). Destaca el autor no sólo la inversión de Parques Nacionales sino también la labor del arquitecto en los detalles, la ubicación y la planificación moderna y lujosa. A su vez, promociona la cancha de golf y la venta de terrenos en la península Llao-Llao, lo cual nos acerca aún más a una audiencia bastante más limitada. “¡Lástima que sólo beneficie a los menos!” agrega el autor (Patroni, 1938: 42), lamentándose que tanta belleza no pueda ser disfrutada por la mayoría. El turista que va en automóvil, también tiene sus consejos y, nuevamente, está explícito que aquel proviene de Buenos Aires (DPN, 1938). También se incluyen mapas de cada etapa del itinerario Buenos Aires–Bariloche y su correspondiente descripción. Además de los caminos, vías, estaciones de ferrocarril y accidentes geográficos, se incluyen en los trazados, hoteles, oficinas de correos, telégrafos y telefónica, delegaciones del A.C.A, surtidores (carga de combustible), talleres mecánicos, curiosidades, plazas, canchas de tenis y de golf y piletas de natación. Llama la atención, quizá, la inclusión de los últimos tres Últimos tramos del recorrido Buenos Aires-Bariloche en automóvil y parte de la explicación (Guía Parques Nacionales). En la parte superior de cada tramo están las referencias que incluyen surtidores, canchas de tenis y golf y pileta de natación. Miradas Transcordilleranas 149 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera ítems, lo cual nos lleva a pensar que la estadía en algunos lugares era lo suficientemente extensa como para hacer uso de aquellas instalaciones. Por otro lado, consolida la visión de un público con determinadas características económicas y preferencias recreativas. Es curiosa la constante contraposición entre lo que este público está acostumbrado a enfrentar en Buenos Aires y lo que puede encontrar en el camino hacia el sur. Por ejemplo, en el apartado sobre cómo viajar a Nahuel Huapi en automóvil se advierte sobre la importancia de chequear el funcionamiento del coche de forma exhaustiva y llevar todo tipo de repuestos y herramientas en caso de que ocurra un desperfecto en el camino: “estos detalles, olvidados en Buenos Aires, deben ser especialmente tenidos en cuenta...” (DPN, 1938: 20). La descripción de las posibilidades de práctica deportiva que hemos visto (andinismo, pesca y esquí) también denotan un público en particular, uno que quiera (e incluso acostumbre) a practicar esos deportes. La percepción de Bariloche. Si bien las dos guías están escritas para un público específicamente capitalino y de cierta solvencia económica, la perspectiva que tienen de la ciudad de San Carlos de Bariloche no es la misma, aunque hay puntos de encuentro. Como hemos visto, ambas guías utilizan el término progreso reiteradamente para referirse a la expansión urbana de Bariloche apoyada y dirigida por la Dirección de Parques Nacionales y dinamizada por la actividad turística: “Puede decirse que el progreso de San Carlos de Bariloche está en sus comienzos, pues ello deriva del incremento que ha tomado el turismo, debido a la eficaz propaganda que le prestan los grandes rotativos metropolitanos, sin desconocer la de la Comisión Nacional del Parque Nahuel Huapí, al par que cada turista… difunde en forma entusiasta sus impresiones” (Patroni, 1938: 24). La guía de Parques define a esta ciudad como “el núcleo de población más importante del Parque,... es la ‘entrada al Parque’ y terminal de los FF.CC. del Estado” (DPN, 1938: 29 y 33) y consolida su importancia con una lista de decretos sobre mesuras y límites de la ciudad e incluso se presentan medidas efectivas del gobierno nacional para el desarrollo de la zona. Bariloche es el eje de acción de la Dirección de Parques acorde a sus intereses nacionalistas con especial hincapié en la frontera. Más allá de la mención de Carlos Wiederhold (y su introducción como el fundador), la ciudad es presentada como un ejemplo dinámico de progreso: “La importancia de San Carlos de Bariloche está señalada por su propio movimiento económico y social. El progreso de su movimiento social, se señala cada día en aumento por la constante afluencia de turismo y por oportunas medidas del Gobierno Nacional y de la Dirección de Parques Nacionales” (DPN, 1938: 30). Aclaremos que la única mención de “300 años de fecunda historia” (DPN, 1938: 9) no quiere decir que se desconozca la tradición conquistadora y misionera. De hecho, en el volumen de historia del Parque (que se publicó en el mismo año), se detalla extensamente la labor expedicionaria rastreada hasta el siglo XVI, cuando comenzaron los intentos de encontrar una ciudad legendaria a orillas de un gran lago. El turismo y los agentes de gobierno nacional son responsables de aquel dinamismo. Concretamente, se listan los ejemplos edilicios que demuestran esta avanzada como destello del futuro del Parque, asociándolos a la gestión de la Dirección de Parques y enmarcándolos en un plan de urbanización (en cuyo eje se encuentra el Centro Cívico y la estatua a Roca). Lo primero que percibe Patroni al llegar a Bariloche en su segundo viaje al sur es cómo la aldea progresó y cómo la arquitectura transmite aquel progreso: “Nos fue fácil advertir la favorable transformación y amplitud adquirida por la primitiva aldea. La primera nota llamativa en tal sentido nos la dio el edificio de la estación,… como otros varios, hasta llegar al hotel donde nos alojábamos” (Patroni, 1938: 21). El autor enlista estas construcciones: el Banco Nación, la Escuela Francisco P. Moreno, la Administración de Parques Nacionales, el Hospital Regional y el Centro Cívico. Como lo Miradas Transcordilleranas 150 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera indica la guía de Parques, estas últimas dos edificaciones no estaban terminadas en el momento que Patroni realizó su viaje. Si la guía se terminó de imprimir en septiembre de 1938, su recorrido por el sur fue anterior, razón por la cual es imposible que haya visto terminado el Hospital Regional (inaugurado el 19 de diciembre de ese año) y el Centro Cívico (habilitado el 17 de marzo de 1940). Según Juárez (2001), se esperaba que se inaugurara el Centro Cívico en invierno de 1938 por lo cual es probable que Patroni haya visto las obras avanzadas. Además de la intención de subrayar el rol estatal en la promoción del turismo de élite como sostén dinamizador del progreso en la ciudad, hay otras dos esferas en las cuales la guía de Parques promueve una apreciación propia de Bariloche: el ámbito geográfico y el ámbito histórico. En primer lugar, la descripción se basa en la comparación con los paisajes europeos, especialmente los Alpes suizos. Sin embargo, esta comparación no es exclusiva de Parques Nacionales pues cuando narra su llegada a Bariloche, Patroni también hace alusión a los mismos paisajes a la hora de describir el pueblo, incluso también cuando recorre la base del cerro Tronador. En otras palabras, esta imagen de aldea suiza inscripta en las montañas a la orilla de un lago parece tener relevancia en los imaginarios de los posibles lectores y es una herramienta útil a la hora de referirse a Bariloche. En segundo lugar, en la guía de Parques se enumeran ciertos “motivos históricos” (DPN, 1938: 29-30) que se insertan en un discurso sustentado en la apropiación del paisaje en sintonía con valores específicos heredados de una época. En forma concreta, se referían a la conquista del desierto como al dominio y la explotación de una naturaleza salvaje no necesariamente vacía de habitantes (Nuñez, 2008). Este corpus ideológico fue reformulado en función de nuevos intereses nacionales que se reforzaron durante la década de 1930, contextualizados por un ambiente bélico en el cual se buscaba consolidar la nación, traducida en el territorio (Navarro Floria, 2008a). Los motivos históricos aludidos en la guía de Parques son “el añoso ciprés que se encuentra frente al lago,... [y] la primera casucha de madera levantada en el pueblo por Don Carlos Wiederhold” (DPN, 1938: 30-31). Según se describe, estos monumentos representan dos hitos históricos que buscan transmitir un momento fundacional del pueblo de Bariloche: la aventura de Francisco Moreno (porque, describe la guía, en aquel ciprés fue donde estuvo atado en cautiverio ordenado por el cacique Shaihueque) y el acto fundacional de Wiederhold. De esta manera, el valor histórico atribuido a Bariloche yace en su testamento como Así como se hace referencia al pasado para legitimar y vigorizar el proyecto de Parques, también se recurre al presente para consolidar las perspectivas a futuro. Para Patroni, como hemos visto, el progreso está en sus comienzos y todo a su alrededor demuestra lo que ha de venir: menciona al Centro Cívico y al Hospital Regional sin que éstos estén terminados, nombre a la avenida costanera, en su primera etapa de construcción, y a las mansiones que han de edificarse, precedidas por algunos ejemplos. Este progreso, para el autor, no está sólo conectado con la acción de Parques Nacionales sino también con la presencia militar en la zona y, más profundamente, con la necesidad de argentinizar la frontera patagónica. La medición del progreso que explicita Patroni (y que la guía de Parques refleja de manera más formal) tiene que ver más con lo que las nuevas construcciones representan para Bariloche que con la edificación en sí. La apertura de caminos, la usina eléctrica instalada en Puerto Moreno que provee electricidad al pueblo, el muelle del puerto mejorado, las oficinas de diferentes dependencias estatales (como la de Correos y Telégrafos), la biblioteca pública (y la supuesta próxima biblioteca nacional, que nunca se concretó), el futuro centro cívico y hospital regional, todos ellos muestran, según las fuentes que estudiamos, el progreso porque contribuyen con la comodidad del turista. Además, la oferta hotelera mayormente referida en la guía de Parques da cuenta de las facilidades que se brindan para cumplir con las exigencias de los visitantes (DPN, 1938). En otras palabras, la visión de Miradas Transcordilleranas 151 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Bariloche que las guías buscan transmitir es de un pueblo preparado para recibir a determinado público turista acostumbrado a determinadas comodidades, en pleno crecimiento en función de esta actividad económica y en condiciones de satisfacer las necesidades de quienes lo visitan. Por último, salta a la luz en ambas guías el liderazgo de la Dirección de Parques Nacionales para impulsar el pueblo. En palabras de Patroni, es digna la mención de las obras completas y proyectadas de caminos e infraestructura edilicia (varias de las cuales no se llevaron a cabo): “Por lo que dejamos constancia, advertirá el lector la labor desarrollada y la que tiene entre manos la… Dirección de Parques Nacionales, entidad de carácter honoraria (sic), que en tan corto lapso de tiempo ha realizado un esfuerzo meritorio que dice mucho a favor de los caballeros que la integran, impulsados por miras altamente patrióticas…” (Patroni, 1938: 128). Más aún, este autor cita la definición que la Dirección da a los parques nacionales (y que hemos citado más arriba). Conclusión. Hemos descripto y comparado hasta aquí los contenidos de dos guías de turismo de San Carlos de Bariloche publicadas en 1938. Estos documentos nos acercan a la visión que tenían tanto la Dirección de Parques Nacionales como un turista particular como lo era Adrián Patroni respecto al Nahuel Huapi. Hemos visto que la audiencia era básicamente la misma: un público localizado en Buenos Aires que viaja al Sur en verano y espera ciertas comodidades y servicios. Las guías intentaron reflejar que la oferta hotelera y recreativa se ajustaba a sus exigencias. El gran ícono que refleja el tipo de público que se espera es el hotel Llao-Llao, descripto extensamente en ambas publicaciones. Los contenidos de las guías son similares, aunque presentados y desglosados de diferente manera, porque los objetivos de las publicaciones eran distintos. Mientras Patroni buscaba contagiar su entusiasmo y admiración por la región del Nahuel Huapi Fotograbados de la calle Mitre y la escuela Perito Moreno de la guía de Adrián Patroni (páginas 22 y 23) para que fuera visitada (y que ha logrado en nosotros), la guía oficial buscaba más que nada informar y preparar al turista para su viaje al sur, además de adelantar lo que se publicaría posteriormente en cuatro tomos. A pesar de la diferencia en los objetivos, ambas guías transmiten la sensación de progreso que se veía en la ciudad, liderado por la efectiva acción de la Dirección de Parques. Además, las dos publicaciones resaltan la belleza de región, aunque Patroni es mucho más auténtico posiblemente porque transmite experiencia en primera persona mientras que la de Parques reafirmaba la labor en obras de infraestructura como herramientas de civilización y, por ende, nacionalización de la frontera. Sin embargo, el contraste entre pasado y presente, puesto en evidencia en la intervención urbanística de Parques, es un elemento común en ambas publicaciones y de reconocimiento hacia esta institución. Ambas publicaciones contienen un mensaje básico común: la obra de la Dirección de Parques Nacionales es, al tiempo de impresión, determinante para el progreso de Bariloche. Miradas Transcordilleranas 152 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera La percepción que transmiten las guías sobre el pueblo es de un lugar que gracias a la acción de Parques (traducida en la promoción del turismo como modelo económico excluyente y exclusivo y el liderazgo en las obras de infraestructura más allá de sus funciones), estaba despegando en términos de progreso. Patroni subrayó esta característica en diversas ocasiones, en especial porque pudo confrontar dos viajes, antes y durante la gestión de Parques. Es clave para este progreso la industria turística, impulsada exclusivamente por aquel organismo. A su vez, la ciudad se inscribe, según las publicaciones, en un marco de referencia geográfico (Europa, en especial los Alpes suizos) e histórico (a partir de la donación del perito Moreno, recordemos que esta esfera se amplía en una guía publicada luego). Se plantea así el proyecto de Parques en ambas guías enmarcado por un pasado, reafirmado en el presente y proyectado en el futuro. Por último, una diferencia sutil pero muy importante es la visión que cada guía tiene de la región. Para Parques, la región es un territorio dentro de la nación y su acción está condicionada por el límite internacional mientras que para Patroni la región que visita no está dividida por la cordillera: entiende los paisajes chilenos como una extensión de la visita al sur argentino que ocupan la mitad de su libro. La guía de Parques los excluye con la ausencia en su narración de viaje. Patroni unifica a nivel paisaje una región que había estado integrada económicamente. La visión de Parques busca delimitar esa región económica a los límites internacionales. La originalidad radica en el quiebre en esta proyección territorial por medio del turismo. Sin embargo, la división no tiene que ver con la actividad turística en sí porque la integración se repetirá de todos modos. Fuentes DIRECCIÓN DE PARQUES NACIONALES, (1938), Parque Nacional de Nahuel Huapi. Guía. Buenos Aires. PATRONI, Adrián, (1938), Bellezas de los lagos argentinos-chilenos, Lotito Hnos & Cía, Buenos Aires. Bibliografía. JUÁREZ, Francisco N. “Bariloche camino al centenario”, en Río Negro, 24 de junio de 2001, disponible en www. rionegro.com.ar, http://www1.rionegro.com.ar/arch200106/s24s29.html MÉNDEZ, Laura, (2004) “Economías regionales en crisis. La crisis económica de 1920 y su resolución en el Gran Lago. La región de Nahuel Huapi 1920-1934”, (mimeo). NAVARRO FLORIA, Pedro, (2008a), “El proceso de construcción social de la región del Nahuel Huapi en la práctica simbólica y material de Exequiel Bustillo (1934-1944), en Revista Pilquen, año IX, n° 9, disponible en www. scielo.org.ar, http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-31232008000100003 NAVARRO FLORIA, Pedro. “La ‘Suiza argentina’, de utopía agraria a postal turística: la resignificación de un espacio entre los siglos XIX y XX”, III Jornadas de Historia de la Patagonia, 6-8 Noviembre 2008b, S.C. de Bariloche, disponible en www.hechohistorico.com.ar, http://www.hechohistorico.com.ar/Trabajos/Jornadas%20de%20 Bariloche%20-%202008/NavarroFloria1.pdf NUÑEZ, Paula G. “Apropiaciones del paisaje cordillerano en los albores del siglo XX” en III Jornadas de Historia de la Patagonia, 6-8 Noviembre 2008, S.C. de Bariloche disponible en www.hechohistorico.com.ar, http://www. hechohistorico.com.ar/Trabajos/Jornadas%20de%20Bariloche%20-%202008/N%C3%BA%C3%B1ez.pdf RUFFINI, Martha, (2005), “Gestando la ciudadanía en la cordillera: participación y representación política en la región andina rionegrina (1920-1945)” en REY, Héctor Daniel (compilador), La cordillera rionegrina. Economía, Estado y sociedad en la primera mitad del siglo XX, Editorial Patagonia Gráfica, Viedma, pp. 123-181. Miradas Transcordilleranas 153 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Luciano Ramírez Hurtado Universidad Autónoma de Aguascalientes México Osvaldo Barra Cunningham, pintor chileno en tierras mexicanas Trayectoria del artista E l pintor chileno Oswaldo Barra Cunningham (n. Concepción, Chile, 4 de febrero de 1922 – m. México D.F., 19 de mayo de 1999), llegó a México en 1953, becado por el gobierno de nuestro país para estudiar y perfeccionarse en pintura mural. Estudió la técnica al fresco en la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda” de la Secretaría de Educación Pública, y la de materiales sintéticos en el Instituto Politécnico Nacional. Muy pronto contactó con el maestro Diego Rivera, se convirtió en su principal ayudante y posteriormente en el restaurador de su obra. La mejor escuela que pudo tener Oswaldo Barra, definitivamente, fue el haber sido discípulo de Rivera, de quien asimiló sus enseñanzas directamente en los andamios y en su estudio –diseñado por el arquitecto Juan O´Gorman, otro de sus discípulos- instalado en su casa de San Ángel Inn. El artista chileno pertenece a esa tercera generación de muralistas que continuó su desarrollo al margen de la academia, por el sendero realista de objetivación históricopolítica de corte nacionalista y acento latinoamericanista. Nos dice la historiadora y crítica de arte argentina –radicada en México desde hace más de cinco décadas- Raquel Tibol: A la escuela mexicana objetivista y humanista han adherido con vivo entusiasmo, sin abandonar su sensibilidad original, artistas extranjeros definitivamente radicados en México, como Angelina Beloff, Pablo O´Higgins, José García Narezo, Antonio Rodríguez Luna, Benito Messeguer, Roberto Berdecio, Phillip Stein, Rina Lazo, Oswaldo Barra Cunningham. Para buscar prolongar su estancia en México y conseguir trabajos que le redituaran mejores dividendos, Barra solicitó al ya muy enfermo y cansado Diego Rivera le extendiera una carta de recomendación, a lo que accedió gustoso, pues el 21 de agosto de 1955, el maestro elogiaba y se expresaba de su aventajado discípulo chileno en los siguientes términos: Encuentro en Osvaldo Barra condiciones básicas para muralista. Se puede estar ricamente dotado para la plástica pero carecer de esas condiciones que consisten en poder crear pinturas capaces de vivir en comunidad de emoción e intereses con los espectadores obligados a ello. La pintura sobre el muro que carezca de esta condición esencial además de ser absurda, resulta necesariamente aborrecible para los que deban sufrirla. Y a ello Miradas Transcordilleranas 154 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera se debe, precisamente, la decadencia de la pintura mural durante siglos. Durante mi permanencia en la ciudad de Santiago de Chile me llamó la atención un fresco escolar de Osvaldo Barra ejecutado en la Escuela de Bellas Artes y que representa mineros trabajando. Osvaldo procede de una ciudad minera, de ahí que su pintura hablara a los suyos un lenguaje propio dentro de un valor plástico innegable. Por medio de esta carta quiero hacer constar que el pintor Osvaldo Barra ha aprovechado el tiempo de su estancia en México en un trabajo continuado y sin descanso y que, en este trabajo, es evidente su continua progresión, tanto en el dominio de la técnica, que naturalmente se aumenta con la práctica y la experimentación, como –lo que es aún más importante- en su concepto de la pintura mural. De sus adelantos técnicos fui testigo y usufructuario, a causa de su colaboración eficacísima, desde que empezó a trabajar conmigo; pero ahora que he podido ver las obras originales que ha realizado aquí [en la ciudad de México] últimamente he podido constatar que, aparte de ese adelanto en el dominio de la técnica, ha desarrollado su personalidad y que ha orientado su concepto estético y su sentido humano en forma tal que actualmente nadie podrá regatearle un puesto entre los más avalorados muralistas del continente americano, con lo cual ha compensado con gran amplitud los esfuerzos hechos a favor de él por el aparato estatal de su país como del mío. Y me creo autorizado a esperar que ahora más que nunca se continuará ese esfuerzo a favor de Osvaldo Barra, ya que sus resultados son absolutamente positivos y probados con sus conocimientos técnicos brillantemente aplicados a una excelente producción original y personal de pintura mural. Antes de llegar a Aguascalientes Barra Cunningham hizo varias obras murales a título personal, principalmente para el sector privado tanto en la ciudad de México como en Ashkelon, en Israel. En la capital hidrocálida realizó en 1960 la pintura Las cárceles y el impulso revolucionario (junto con Enrique Valderrama Anaya y Roberto Martínez García), ubicada en la entrada principal de la Casa de la Juventud (hoy IDEA), de esa manera comenzaba una historia de relaciones profesionales con el más importante mecenas del arte público en Aguascalientes: el Estado. Al inicio de los sesentas, después de casi una década de estancia en nuestro país, Oswaldo Barra se integró plenamente a la acción reconstructora del régimen del presidente Adolfo López Mateos. Aunque ya habían pasado los mejores momentos de entusiasmo generalizado, basados en la idea de que todo el potencial creativo y productivo debían ponerse al servicio del progreso de la nación, y a pesar de la brutal represión del movimiento ferrocarrilero de 1959-59, se mantenía la propuesta de que la Revolución había dado un signo social; en el discurso del Estado posrevolucionario se veía como protagonista del devenir histórico de la nación al pueblo. En el ámbito artístico, creadores como Barra Cunningham mantenían la convicción de que su quehacer debía cumplir con la función social que los tiempos reclamaban. El arte público, cuyo paradigma fue el muralismo, llegó tardíamente a Aguascalientes, pero todavía con el vigor de verlo como el medio que mejor podía lograr la aspiración de hacer llegar a las masas una nueva cultura revolucionaria. Aguascalientes en la Historia El contexto histórico y la atmósfera socio-religiosa. Cabe recordar que en esa época había una serie de tensiones y traumas de las posguerra, cuyo estado de ánimo era de desequilibrio moral y social; estaba en apogeo, a nivel mundial, la denominada “guerra fría” entre los bloques capitalista y socialista, la polémica entre derecha e izquierda, entre democracia y comunismo. Los principales encabezados y noticias de la sección internacional publicados en la prensa local y nacional se esmeraban en atacar y desprestigiar tanto a la Unión Soviética como a sus dirigentes y aliados. En este sentido Cuba, Fidel Castro y su revolución triunfante eran vistos como una plaga comunista, un experimento peligroso que amenazaba con invadir y contaminar otros Miradas Transcordilleranas 155 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera países de Latinoamérica. El Papa Juan XXIII, por su parte, había condenado tajantemente “la esclavitud del comunismo”. Era preciso, por lo tanto, combatir y desarraigar por todos los medios posibles a la sociedad de “tan nefastas doctrinas disolventes”. En el contexto nacional se criticaba la labor de proselitismo que en favor de los comunistas realizaban algunos artistas que, como el caso de David Alfaro Siqueiros y Jorge L. Tamayo, a quienes se les mantenía una estrecha vigilancia policiaca pues se les había sorprendido en actos de agitación con estudiantes normalistas y se temía fuesen a poner en marcha un plan de agitación nacional junto con otros “jerarcas” del comunismo en México. Por otro lado, Aguascalientes fue durante 1961 sede de varios eventos eclesiásticos relevantes a nivel nacional en los que, invariablemente, se comentó el tema del comunismo y la manera más eficaz de contrarrestar su creciente influencia en el medio social, laboral y educativo. Destaca por su relevancia, la XIII Asamblea General de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, suceso que definitivamente, contribuyó a la formación de un clima beligerante, de fuerte matiz anticomunista e intolerancia religiosa que se manifestaría con nitidez en aquellas personas que criticaron los mensajes plasmados en las pinturas de Palacio de Gobierno. Un gobernador con inquietudes plásticas Fue deseo del ingeniero Luis Ortega Douglas, gobernador de Aguascalientes (19561962) que las paredes nuevas, resultado de la ampliación del Palacio de Gobierno, fuesen decoradas con pinturas murales. Retomaba las inquietudes plásticas de dos gobernadores que lo precedieron, como ya vimos. Al jefe del ejecutivo debió de haberle satisfecho el curriculo de Barra Cunningham y el halo de prestigio de haber sido discípulo y restaurador de la obra de Diego Rivera. Asimismo, debió de haberle gustado el trabajo realizado recientemente en la Casa de la Juventud. Salido de las filas del Partido Revolucionario Institucional, el gobernador se consideraba así mismo un político de centro, es decir, enemigo tanto de los comunistas como de las fuerzas de extrema derecha. Confesó además, en una entrevista, que era católico practicante pues acudía a misa cada ocho días. Dejó muy en claro que una cosa era ser creyente y otra muy distinta sus funciones como gobernante de “filiación revolucionaria”, pues “ahora puedo declarar que apegado a la Constitución y a los lineamientos de mi partido, soy católico practicante porque puedo adorar a Dios conforme a mi propia conciencia, con plena libertad”. Por otro lado, en las muchas entrevistas que concedió Oswaldo Barra, siempre aseguró que hubo un certamen convocado por el gobierno del estado de Aguascalientes, y que él lo había ganado. La verdad es que no hubo tal concurso, pues ni la prensa local ni los documentos oficiales localizados en los archivos lo mencionan. Barra lo inventó para ocultar que había sido un encargo directo del gobernador, que gozaba de fama de autoritario y déspota en un amplio margen de la población y organizaciones sociales de Aguascalientes. El devenir histórico de un pueblo en un monumento cívico Al penetrar a palacio, al fondo del segundo patio, en el muro sur, nos encontramos con la pintura. Ese es el espacio físico en el que se encontró Oswaldo Barra para iniciar su obra pictórica en donde habría de plasmar una síntesis de la historia de Aguascalientes. A continuación la descripción preiconográfica, análisis iconográfico e interpretación iconológica, con base en el modelo de Erwin Panofsky, del mural Aguascalientes en la Historia, quizás el más importante –junto con el de la Feria de San Marcos- de los realizados por el pintor chileno en la República Mexicana. Se trata de una pintura al fresco de aproximadamente noventa metros cuadrados que inició en enero de 1961 y concluyó exactamente un año más tarde. Es una pared dividida por varias arcadas terminadas con remates de cantera rosa, lo cual le permitió al artista separar su obra en Miradas Transcordilleranas 156 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera tres grandes temáticas, de izquierda a derecha: geográfico-económica, política y cultural; a su vez, en la parte superior del mural trata temas nacionales y en la parte inferior son los motivos locales y populares los que están presentes. En la pintura, destaca la armonía de sus brillantes e intensos colores, aparecen infinidad de personajes que participaron de la historia local y nacional representados con cierto dramatismo, a fuerza de jugar con claros y obscuros, con luces y sombras, con ocres y sepias, blancos y rojos. Aspectos geográfico-económicos de la región. En esta sección, del lado izquierdo de la obra mural, el pintor no cuidó el rigor cronológico, pues se funden y confunden el pasado con el presente. En él se conjugan la geografía y los recursos naturales (agua, tierra, animales) con que se cuenta en la región, fuente material de sustento y de vida, así como el paisaje hidrocálido, que nos remite a la orografía que rodea al valle de Aguascalientes: cerros, planicies y mesetas. La composición, con base en líneas diagonales que se entrecruzan, formando estructuras piramidales que guardan una estrecha relación unas con otras, representan actividades agropecuarias, artesanales, mineras e industriales en la entidad, actividades en que se desarrolla de una manera armónica el trinomio hombre-naturaleza-técnica. Arriba a la izquierda el origen. Una corriente subterránea de agua que bordea serpenteante el fragmento del mural, que en su trayectoria recibe un calor de la tierra y aflora a la superficie en forma de ojos de agua, en donde se bañan y chapotean alegremente tres mujeres vestidas de blanco: son los manantiales termales que dieron el nombre a Aguascalientes, fundada en 1575. Al centro y arriba, la Conquista española “a sangre y fuego” de los indómitos y rebeldes chichimecas. Al fondo se dibuja la figura del “Cerro del Muerto”, símbolo de la entidad y mudo testigo de los acontecimientos, y otros accidentes geográficos de la región –entre ellos el Cerro de la Mesa, cercano a la población de Lagos- en donde se refugiaron para resistir al invasor, contraatacar y vengar agravios. En la escena del mural aparece un grupo de aborígenes semidesnudos y despavoridos que intenta escapar de las armas invasoras, pero es imposible, pues no logran ponerse fuera del alcance de las espadas y los proyectiles de los bien equipados soldados españoles, y caen inexorablemente muertos, hacinados, mientras otros con mejor suerte logran huir y escapan hacia las lejanas montañas. Acompaña la escena un religioso del clero regular, un franciscano con mirada de desquiciado, quien con el brazo derecho anima a un Capitán de Frontera y los soldados de metálica armadura a emprender el ataque, mientras que con la otra mano se apoya en una enorme cruz; a un lado, en primer plano, un reluciente cañón, que muestra la superioridad tecnológica española, dispara una enorme y destructiva bocanada de fuego hacia los indefensos nativos. En esta escena el pintor quiso mostrar que junto a la conquista material hubo también una conquista espiritual. Los temas en que se representó el papel de la iglesia provocaron reacciones. Siguiendo la secuencia del mural, más abajo la tradición hortelana rodea al tradicional barrio de Triana con su legendario Cristo Negro; enseguida, los cultivos tradicionales que han dado prestigio a la región: granada, durazno, uva, chile y guayaba. Al centro llama nuestra atención un enorme mantel blanco, en alusión a los finos y delicados deshilados, arte popular que tuvo un desarrollo notable en Aguascalientes, que brota de unas manos femeninas ungidas de gracia, de fama nacional que nos define y nos distingue; también se hacen presentes los productos pecuarios de la comarca y extrañas fábricas asoman detrás. Abajo a la derecha el pintor representó con sentido crítico la entonces pujante actividad vitivinícola, pues una buena parte de los campos –delimitadas entre sí las propiedades por alambradas de púas- de la entidad se dedicaban al cultivo de la vid; las humildes jornaleras trabajan intensamente de sol a sol y no obstante ni ellas ni sus hijos tienen acceso a los productos de la cosecha (racimos de uvas). En la parte inferior izquierda destacan las figuras de varios trabajadores ferrocarrileros en plena faena, en los entonces muy importantes Talleres del Ferrocarril, bastión Miradas Transcordilleranas 157 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera de la economía local durante mucho tiempo; los empleados del riel, sucios, “chorreados”, con sus característicos overoles y cachuchas azules, pañuelo rojo anudado al cuello. Un obrero en posición de tres cuartos y de la cintura hacia arriba manipula, enguantado, un volante que dirige una grúa hidráulica que levanta con ganchos y cadenas pesados tubos que van a parar a un horno incandescente; uno más nos da la espalda (lleva los guantes en la bolsa posterior del pantalón), mientras aprieta unas tuercas de la maquinaria con una enorme llave inglesa; se observan nueve ferrocarrileros más, hacia el fondo, en distintas posiciones, subidos en una locomotora –asoma el frente, pues el resto está oculta detrás de la grúa, en primer plano- realizando diversas maniobras: entre las ruedas, en los estribos, etc. A la derecha y arriba cierra en una visión circular, las presas Plutarco Elías Calles y del Jocoqui que irrigan los campos. A un lado, la tierra y el agua serpean el muro hasta transfigurarse en la explotación de la riqueza minera tanto en Tepezalá como en Asientos; podemos observar a un grupo de pobres mineros indígenas semidesnudos que cargan sobre sus espaldas pesados canastos fijados con una banda a sus cabezas mientras son acicateados por un capataz de aspecto mestizo, emergiendo del fondo, entregan a la Madre Patria el producto de las entrañas de la misma; un grupo de peninsulares arrodillados en actitud de adoración, reciben de un ángel los metales preciosos. Damas bien vestidas conversando y tomando el té o chocolate con un obispo, completan el complejo social del Virreinato (bailes palaciegos). En el horizonte, arriba de ese cuadro se aprecian las construcciones de los diferentes templos de la ciudad. Aspectos políticos. A la derecha del complejo novohispano, en una transición hacia la sección de los aspectos políticos, vemos a varios personajes que se relacionan con los prolegómenos de la Independencia. Enseguida más promotores del movimiento insurgente, de perfil y luciendo su singular chongo, doña Josefa Ortiz de Domínguez, la famosa corregidora de Querétaro y un poco más atrás - apenas visible- acaso la figura de Leona Vicario, la famosa heroína declarada “Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria”; y enseguida el inconfundible rostro del general Ignacio Allende y Unzuaga, luciendo sus enormes patillas y su peculiar sombrero militar. Así, a través de figuras como el minero y el campesino explotados, el pasado indígena se desatanizaba y, sobre todo, se confirmaba la injusticia de la conquista y de la dominación española. Este fue uno de los argumentos que los criollos esgrimieron cuando buscaban razones para sostener sus ideas independentistas frente al despotismo español. El reclamo de independencia de la Nueva España se convertía, así, en un acto de justicia ante los ojos de las demás naciones civilizadas. Los criollos recuperaban aquello que servía para justificar el reclamo de sus muy precisos objetivos, es decir, obtener el control político y económico del lugar donde habían nacido. Podemos apreciar varias figuras que con Miguel Hidalgo y José María Morelos –retratos de gran fuerza expresiva que simbolizan la lucha por la libertad y la independencia, conforman un marco de entrada a un semicírculo en donde dentro de él hay una multitud de figuras históricas. La actitud de los criollos de desprecio a los españoles peninsulares, de sentir como una injusticia su gobierno, de tener sentimientos encontrados frente a la Madre Patria, de creer que al ser americanos eran distintos de los españoles, de sentir en suma una identidad americana, ha sido interpretada como el momento del nacimiento de una difusa conciencia nacional. Cabe señalar que para la venerable figura del Padre de la Patria, el pintor se basó en una fotografía del médico legista y poeta doctor Salvador Gallardo Dávalos, lo cual sería motivo de futuras críticas. Abajo está un valeroso y desarrapado pueblo en pie de lucha, pobremente vestido pero con la suficiente fuerza para abrirse paso hacia la libertad, héroe anónimo que pelea (con machetes, hachas y trinches) contra el invasor extranjero, fuertemente armado con fusiles, representado con soldados rubios y barbados de altos tocados azules; pero también está Miradas Transcordilleranas 158 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera el pueblo campesino que recoge en la figura de la mujer el producto agrícola; mujer de rebozo, descalza inclinada hacia la tierra que con una mano trata de alcanzar la cosecha y en la otra lleva a cuestas el maíz. Más adelante el campesino indígena, correoso y enjuto, curtida su piel por el sol y herida la espalda por el castigo que un capataz le imprime con un fuete, amarrado con fuertes sogas que lo aprisionan y postrado a los pies del mayoral vestido de charro, quien lo señala con su dedo acusador. Destaca en la composición temática, a la izquierda, la desgarradora escena en la que el Presidente de México, general Antonio López de Santa Anna, pierde más de la mitad del territorio nacional a manos del imperialismo norteamericano, a la vez que recibe en los primeros días de mayo de 1835 un beso en la mejilla de parte de la “verdaderamente hermosa” señora María Luisa Gonzaga Tomasa Cayetana Jesús del Refugio Fernández Villa Larrañaga, esposa de Pedro José García Rojas y García Rojas, que está detrás de ella, a cambio de la independencia de Aguascalientes. Levantando la mirada encontramos, entre ambas figuras alegóricas –Miguel Hidalgo contactando con la tea ardiente al campesino de sombrero-, a varios personajes históricos decimonónicos del devenir local y nacional: de izquierda a derecha, luciendo patillas canas crecidas y sin bigote tenemos al gobernador José María Chávez, héroe aguascalentense que luchó contra la intervención francesa y murió fusilado en 1864; la pareja imperial Carlota y Maximiliano cuya ambición los llevó a aceptar el trono de México, flanqueados por los dos principales brazos armados del conservadurismo, los generales Tomás Mejía y Miguel Miramón; el licenciado Benito Juárez, de gesto siempre adusto y carácter tenaz y perseverante, con sus Leyes de Reforma (separación de la Iglesia y el Estado, desamortización de bienes del clero), seguido de otras personalidades liberales de la época. Debajo de éstos, observamos a un grupo de señores bien vestidos y de bombín, llamados en esa época los Científicos, rodean el busto del general Porfirio Díaz que luce en su elegante chaqueta militar múltiples galardones. Al centro de la composición dos mujeres recostadas, en posición horizontal, una frente a la otra, roban la atención del espectador. La de la izquierda, de larga cabellera rojiza, pintados los párpados de manera grotesca, las piernas desnudas y el resto del cuerpo cubierto con hojas de papel periódico, recibe monedas de dos hombres ricamente ataviados; entre sus dedos chorrea tinta; debajo de ella una rotativa y un hombre amordazado: es la prensa prostituida y corrupta, que no se atreve a decir la verdad al pueblo ni a informarle con objetividad. La mujer de la derecha, pelo anaranjado recogido en chongo, párpados pintados en forma exagerada, enjoyada con aretes, anillo y reloj; de senos protuberantes de generoso escote, apenas cubierta con una sábana amarilla, lleva una balanza y también recibe dinero de un hombre vestido de frac y bombín que le acaricia el mentón, mientras numerosas manos que vienen del pueblo bajo se esfuerzan por alcanzarla rasgando sus vestiduras: es la Justicia corrupta y prostituida al servicio de los intereses de las clases pudientes e inalcanzable para los pobres, víctimas de la justicia social. A continuación, arriba a la derecha, un conjunto de banderas que nos recuerdan las huelgas de Cananea y Río Blanco. Aparece Francisco I. Madero llevando en su mano izquierda el Plan de San Luis y con la derecha estrechando a la muerte en una mano cadavérica que procede de un militar de rostro mortecino que se encuentra detrás de Victoriano Huerta. En relación a este pasaje, Felipe Reynoso Jiménez escribió en una serie que intituló “Una lacerante injusticia”, lo siguiente: … si somos católicos y sentimos respeto para nuestra religión y sus ministros, es un bofetón para la dignidad… soportar el injurioso mural de Barra, quien sitúa detrás de Victoriano Huerta, figura histórica repugnante por su inconsciencia, por sus traiciones y por su sanguinaria conducta, las mitras representativas de la intervención del Clero, como fuerza impulsora de la insanía huertista. Miradas Transcordilleranas 159 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Esta sección del mural concluye con Venustiano Carranza, el Teatro Morelos y los asistentes a la Soberana Convención Revolucionaria de 1914 firmando la bandera mexicana en donde el águila aparece de frente y con sus alas abiertas, rematando esta escena en la parte superior, junto a Carranza aparece la Constitución Política de 1917 en manos de una persona joven. A la derecha de la puerta, se representa un episodio del proceso revolucionario en el que la ciudad de Aguascalientes jugó un papel importante: la Convención Revolucionaria de octubre de 1914. A la altura del dintel, asoma parte de la fachada neoclásica (frontón, mezanine del segundo piso y parte de la simétrica planta baja) de un edificio cuadrado: se trata del histórico “TEATRO MORELOS”, como se puede confirmar en una inscripción del edificio sede del evento. Cuatro listones amarillos con letreros, lo cruzan de arriba abajo con un sesgo hacia la derecha. El mensaje es que algunas ideas y propuestas acordadas por los delegados convencionistas en el Teatro Morelos, en el Aguascalientes de 1914, fueron retomadas en lo esencial por los diputados constituyentes de Querétaro, se reafirmaron en la Constitución de 1917, contribuyendo con ello a poner los cimientos de “una nación política y económicamente libre”, revitalizada por los renovados impulsos para crear al nuevo ciudadano. Un elemento puente, de transición, entre el edificante pasado y el promisorio porvenir. Y volviendo a leer en la segunda sección del mural, desde el extremo superior izquierdo, el artista abordó la política local como parte de un todo nacional. Cedamos la palabra a Raquel Tibol. Hacia abajo, diversificación de intereses, diferencias de clase, luchas ideológicas, revolución de Independencia, organización nacional, cercenamiento del territorio patrio, tendencias políticas, el poder con sus intrigas, sus traiciones y sus instrumentos; la irrupción progresista del liberalismo, su deformación, la dictadura, la revolución agrario democráticoburguesa, sus desencadenantes, sus líderes, sus programas, sus conquistas, las luchas intestinas, la contrarrevolución, los usurpadores, los cómplices, reafirmación constitucional, acuerdos y compromisos, cimientos para la edificación de una nación política y económicamente libre. Nuevamente abajo como sustento o pedestal de la complicada estructura, el pueblo como víctima de un juego vertiginoso, que todavía no se altera, por su justa indignación, por su impostergable rebeldía. ...lo trascendental de la segunda [sección] es la lealtad de los líderes revolucionarios. Aspectos culturales. Oswaldo Barra dejó para el final la realización pictórica de la parte relacionada con la cultura de Aguascalientes; nos dice Tibol: Fundamentada en esa lealtad florece la cultura, la cultura de la tierra y del hombre, por causa de esa lealtad el pasado se reacomoda y cobra vigencia, impulsados por esa lealtad los hombres nuevos tratan de librarse de la opresión de falsos idealismos, gracias a esa lealtad las previsiones del poeta cobran cuerpo material. La cultura, limpia de compromisos deformadores, se abre como un haz de luz hacia el universo, erguida sobre sus valores locales. Esta sección del mural nos muestra a personajes ilustres que han tenido relación cultural con Aguascalientes, estado “materno o asilo providente de poetas, músicos y pintores”, semillero de artistas, tanto nacidos en la entidad como oriundos de otros lados. Representados en un balcón, de izquierda a derecha un historiador (el profesor Alejandro Topete del Valle), un pintor (Osvaldo Barra Cunningham), un poeta (Salvador Gallardo Topete), un gobernador (Luis Ortega Douglas) y otro poeta (Víctor Sandoval), colaboradores cercanos del gobernador y “observadores de aquella grandeza histórica”. Buscaban, así, perpetuar su memoria. En buena medida la discusión en torno al mural de Palacio de Gobierno se debe a la inclusión en él “de personas –aseguró Mario Mora Barba- que de ninguna manera deben figurar en ese sitial mientras estén ocupando cargos oficiales y sean ellas precisamente las que paguen la obra…”. Por su cuenta, el licenciado Felipe Reynoso Jiménez, apuntó que el gobernador Ortega Douglas cometió el Miradas Transcordilleranas 160 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera pecado de megalomanía al consentir que él y sus principales colaboradores figurasen en la pintura; afirmó: Por la fuerza propia de la verdad histórica, no se puede admitir que se nos presenten como valores consagrados, ni al señor Gobernador del Estado o al señor profesor Topete del Valle, ni a Salvador Gallardo, Víctor Sandoval o al propio muralista, quien también aparece, juntamente con los anteriores. (…) Sólo los hombres que al través de toda su existencia y al agotar el último de sus esfuerzos soportan la prueba del agua fuerte del juicio de todo un pueblo, son los que merecen ocupar un sitio entre los consagrados y sólo ellos son dignos de ocupar el sitial más alto que la patria premia a sus mejores hombres. Encima y a la derecha de los personajes del balcón aparece Ignacio T. Chávez sosteniendo el “Reglamento y Plan de Estudios de la Escuela de Agricultura” que él dirigió (antecedente remoto de la actual Universidad Autónoma de Aguascalientes); a su lado el diplomático doctor Pedro de Alba, con uno de sus ensayos: “De Bolívar a Roosevelt”; de cuerpo entero el poeta jerezano Ramón López Velarde, que estudió en Aguascalientes a principios del siglo pasado, sostiene el poema “Al son del corazón” y se representa una alegoría poética de La suave Patria (...tu superficie es el maíz... y tu cielo, las garzas en desliz, y el relámpago verde de los loros...), poema escrito en ocasión del Centenario de la consumación de la Independencia. En la centralidad de esta sección del mural, La Patria atrae hacia sí a la Juventud, representada por un joven desnudo al que rescata del oscurantismo clerical. En la parte inferior, de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba, la escultura “Malgré Tout” señalada por el escultor manco finisecular Jesús F. Contreras, oriundo de Aguascalientes; a su lado el escritor y editor políglota Jesús Díaz de León, en pose de pensador, apoyado sobre su obra “Las Raíces Griegas y latinas” y su periódico El Instructor; enseguida, el grabador José Guadalupe Posada levantando de la plancha una de sus magistrales obras; encima a la izquierda, una joven estudiante vestida a la usanza de la segunda mitad del siglo XIX cruza la mirada con la severa maestra Antonia López de Chávez (1836-1895), primera directora del Liceo de Niñas; a su lado, el pintor Saturnino Herrán, “poeta de la figura humana”, con uno de sus cuadros más famoso detrás: Tehuana; a la derecha, al final, el músico de Fresnillo pero criado y educado en Aguascalientes, Manuel María Ponce, sostiene la partitura de su composición mundialmente conocida: “Estrellita”. Más arriba, rodeada de un grupo de párvulos de ambos sexos, Vicenta Trujillo (1872-1941), “maestra de tres generaciones”, pues fue muchos años directora de la Escuela Normal para mujeres y de la Escuela Práctica Anexa, luce un suéter amarillo, mientras pacientemente - con un aspecto maternalenseña una lección a los niños que se muestran atentos a lo que dice. Molesto por la censura e intolerancia exhibidas por la prensa conservadora, acaudaladas personalidades y sobre todo la campaña difamatoria que algunos miembros del clero local habían montado en su contra, el discípulo de Diego Rivera decidió responder a sus impugnadores y criticó dura y frontalmente desde su propio terreno a quienes lo interpelaban mordazmente y sin descanso. Con pincel en mano y el decidido apoyo del gobernador, el pintor arremetió contra la Iglesia y lo que él interpretó como funesta labor insidiosa y férreo control ideológico sobre los habitantes de Aguascalientes. Aprovechando el lenguaje metafórico del citado poema de López Velarde, Barra Cunningham representó a la madre tierra que con sus poderosos brazos ayuda a un joven desnudo, jalándolo hacia sí; a un tiempo, el muchacho, de complexión atlética, hace un desesperado movimiento de contorsión, su mirada y brazos se topan con la madre-tierra, que es en esta ocasión también madre-salvadora. Detrás de la cabeza del joven, un rayo de luz. En medio de ambas figuras, el cosmos. El mensaje que el pintor quiso plasmar fue el de la juventud de Aguascalientes “que trata de salirse del medio cerrado en que lo tenía la Iglesia y se viene a la Universidad [Nacional] Autónoma de México, donde ya es un criterio más amplio, más abierto y de conocimiento universal”. La asociación de ideas entre la Iglesia y la Edad del Oscurantismo es evidente. En los años sesenta, Miradas Transcordilleranas 161 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera efectivamente, los artistas e intelectuales más notables o cualquier persona que quisiera hacer una carrera profesional universitaria, simple y sencillamente no encontraban en Aguascalientes nivel académico ni campo cultural apropiado, razón por la cual muchos de ellos “decidían emigrar a la capital para encontrar situaciones más propicias de desarrollo intelectual y, sobre todo, con el objeto de obtener un reconocimiento a su obra”. En la parte más oscura de este fragmento del mural aparecen representadas varias figuras masculinas que con los brazos hacia arriba, pugnan por alcanzar la luz e imploran rescate. A un lado se advierte un sacerdote con una cruz en la mano, como amenazando a un numeroso y abigarrado grupo de mujeres. Éstas, cubiertas con largos mantos negros que les cubren hasta la cabeza, observan al religioso con una expresión que denota a un tiempo resignación, arrobamiento y pánico. Más abajo, un obispo (según se desprende de su indumentaria y particularmente del solideo que porta, además de que guarda un cierto parecido en sus facciones con el obispo Salvador Quezada Limón) abraza cariñosa pero firmemente, con las manos cruzadas, las piernas de un joven que intenta escapar de la férula del clero y hace esfuerzos por alcanzar a la madretierra. Este pasaje, cuyo mensaje evidente es que los principios de la religión católica son representados como meros instrumentos ideológicos de la Iglesia para oprimir al pueblo, es el que más protestas levantó en su contra. Una serie de artículos plagados de frases ofensivas, fueron escritos para defender la religión católica, a sus representantes y la fe de los creyentes. Se emplearon frases duras y xenófobas contra el “extranjero pernicioso”. Se hizo un virulento llamado al pueblo católico para que reaccionara ante “este manojo de vulgaridades artísticas y falsedades históricas...; todas estas zarandajas –dijo Pérez Romo- sólo sirven para aderezar un vitriólico y mal intencionado ataque a la religión católica”. Varios pugnaron porque el mural fuese modificado. Entre los sectores conservadores de Aguascalientes que “mueven y remueven cuantas influencias tienen o creen tener al alcance de sus manos para ver si logran borrar el fresco”, destacaron personalidades de fuerte presencia en la sociedad hidrocálida: periodistas, médicos, abogados, sacerdotes, empresarios, ganaderos, dirigentes sindicales, diputados y senadores. Todos, a su manera, ejercieron presión sobre el gobernador para que ordenara desaparecer el mural o por lo menos indicara borrar o modificar ciertos temas. Parte de la estrategia de los sectores conservadores fue intentar atemorizar al pintor. Osvaldo Barra fue amenazado de muerte mediante llamadas telefónicas y avisos anónimos en abril de 1962, cuando comenzaba los primeros trazos del mural de la Feria de San Marcos. En una nota publicada en la sección policiaca, acompañada de una fotografía del pintor, bajo el encabezado “El genial pintor chileno no se da por aludido de sus enemigos”, se leía: Aunque no se ha querido confirmar oficialmente, ha trascendido y EL HERALDO ha logrado captar ese rumor, de que el pintor muralista… fue amenazado de muerte y personalmente ha recibido los misteriosos avisos. (…) Fue precisamente en estos días, cuando se inicia un segundo trabajo del pintor, cuando trascendió que ya ha recibido telefonemas en varias ocasiones, en donde se le amenaza si continúa utilizando el pincel para insultar los sentimientos de todos los ciudadanos hidrocálidos. Es de creerse que alguna persona que a raíz de las críticas hechas contra el muralista, haya tomado el asunto muy personalmente y ahora pretenda intimidarlo primero, amenazándolo de muerte, y es posible que después lleve a cabo su fin, asesinándolo. El gobernador, no obstante ser acusado de déspota y obstinado, se mantuvo firme y no accedió a las demandas de los impugnadores del pintor. La prensa siguió en su afán de fastidiarlo y a finales de abril surgió una organización de laicos ex profeso para hacer el último intento para presionarlo a modificar el mural. La Liga Católica Aguascalentense “se Miradas Transcordilleranas 162 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera constituyó recientemente como un organismo integrado por representantes de distintos sectores sociales, para combatir la pintura aludida, el cual anunció que recurriría a lo que fuera necesario para conseguir un desagravio a la conciencia y a las buenas costumbres del pueblo.” La LCA continuó haciendo labor de proselitismo, aseveró que estaba preparando un amplio y bien organizado programa de actividades para dar la batalla contra el mural, pero lo cierto es que allí quedó la cuestión. Platicaron con el gobernador electo, profesor Enrique Olivares Santana, hábil político cuyo rasgo distintivo era la conciliación. Supongo que éste llegó a algún tipo de arreglo tanto con la prensa local como con el obispo Quezada Limón, quien a su vez habló con los integrantes de la beligerante Liga Católica Aguascalentense y los persuadió de dejar las cosas como estaban. Fue así que las fuerzas religiosas alzaron su voz, se movieron, defendieron su posición dentro de la incipiente “modernidad”. Por un lado flotaba en el ambiente socio - religioso de los años sesenta, como hemos dicho, una atmósfera plagada de anticomunismo que alcanzaba a amplios sectores sociales, y por el otro, en el ámbito político-económico las empresas periodísticas también hicieron sentir su peso específico como cuarto poder en vísperas de un proceso electoral. Conclusiones Se enfrentaban dos posturas ideológicas contrapuestas. Por un lado, Aguascalientes en la historia, nos dice Raquel Tibol en 1962, constituye un monumento cívico de excepcional calidad y su valor se acrecienta al advertir que fue realizado en una ciudad que en ese entonces, en materia de pintura mural, era verdaderamente pobre. Y agregó: Monumento público, monumento nacionalista, monumento de sentido estético realista, monumento revolucionario situado dentro de las fronteras de este arte que hace cuarenta años comenzó a surgir como el producto más rico y original de la revolución cultural mexicana, arte que se empeñó en la conquista de los términos plásticos necesarios para la clara expresión de contenidos dinámicos, arte que se hizo accesible a una mayoría al utilizar para la composición de símbolos, elementos objetivamente reconocibles, arte cuya personalidad maduró en la lucha de sus productores, obra tras obra, por el derecho a criticar, predicar, idealizar, revisar y analizar con trazos y tonos los componentes y los valores de la sociedad, no sólo de la sociedad mexicana, sino también de la sociedad de nuestro tiempo en su conjunto. Osvaldo Barra al realizar este primer mural en el Palacio de Gobierno hace una crítica social, para ello se basó en un análisis económico, político y cultural, de un conocimiento de la historia de México y de Aguascalientes – a sugerencia principalmente del cronista e historiador Alejandro Topete del Valle, de quien recibió apoyo, consejo y orientación-, a fin de plasmar en este muro el acontecer de nuestra nación, ligando magistralmente el devenir histórico desde la Colonia, la Independencia y sus caudillos, el Porfiriato, la Revolución y la proyección del México Moderno. Concluye con los anhelos de un pueblo en busca de nuevos caminos y vigorosa lucha por alcanzar mejores horizontes. Durante algún tiempo continuó el asedio, la verborrea anticomunista y los daños físicos al mural. Desde el púlpito se hacía campaña en contra de los temas representados en el mural, los sacerdotes aprovechaban las homilías para atacar las expresiones pictóricas del Palacio de Gobierno, todo lo cual contribuyó a soliviantar los ánimos a tal grado que hubo personas dispuestas a agredir físicamente las pinturas y se hizo necesario montar un tiempo vigilancia especial hasta que, pasado un tiempo, la gente aprendió a valorarlo y respetarlo. Pasados los años, desde hace ya varios lustros, el mural Aguascalientes en la Historia es visto –tanto por los habitantes de la localidad como por quienes visitan la ciudad- como un atractivo turístico dentro del Palacio de Gobierno de Aguascalientes. Miradas Transcordilleranas 163 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera FUENTES CONSULTADAS Fuentes de Archivo Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, Fondo Secretaría General de Gobierno, 1922-1965 Informes de gobierno, 1895-1963 Hemerografía El Heraldo de Aguascalientes, 1945-1965 El Sol del Centro, Aguascalientes, Ags., 1945-1965 Periódico oficial del gobierno del estado de Aguascalientes, 1933-1965 Tiempo de Aguascalientes, Aguascalientes, Ags., 1995 y 1999 Tinta Roja, Aguascalientes, Ags., 1962 Bibliografía AZUELA DE LA CUEVA, Alicia, (2005), Arte y poder. Renacimiento artístico y revolución social, México, 1910-1945, México, El Colegio de Michoacán-Fondo de Cultura Económica. BERNAL SÁNCHEZ, Jesús Bernal, (2005), Apuntes históricos, geográficos y estadísticos del estado de Aguascalientes, Aguascalientes, Filo de Agua, [estudio introductorio de José Luis Engel, edición revisada respecto a la 1ª. de Alberto E. Pedroza en 1928], Colección Ascuario. 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Cinta magnetofónica Oswaldo Barra Cunningham, Aguascalientes, Ags., marzo de 1991 entrevista realizada por Carlos Reyes Sahagún, (publicada en Espacios. Cultura y sociedad, Aguascalientes, Ags., Año 2, No. 5, primavera-verano de 1991, Instituto Cultural de Aguascalientes, pp. 18-28) Oswaldo Barra Cunningham, México, D,F., entrevista realizada por Luz María Medina (publicada con el título “Al plasmar la cultura de Aguascalientes en mis murales trato de hacer un homenaje a los muralistas mexicanos”, en Hechos municipales, órgano del Centro Nacional de Desarrollo Municipal, México, D.F., año 2, No. 9, 1991, p. 55-57) Otros materiales Bocetos Bocetos en acuarela “Aguascalientes en la historia”, “Feria de San Marcos”, e “Interpretación de los colores de la bandera”, realizados por el pintor Oswaldo Barra Cunningham en 1961, 1962 y 1989, respectivamente. Vídeos RAMÍREZ HURTADO, Luciano, Investigación histórica e iconográfica, así como asesor de contenido del vídeo “El Palacio de Gobierno. Arquitectura del poder”, realizado por el Departamento de Videoproducción de la Dirección General de Difusión de la UAA, (Realización, guión, edición a cargo Hugo Castañeda Torres; locución, Mario de Ávila Amador), Aguascalientes, diciembre del 2008; duración, 23 minutos. investigación histórica e iconográfica, idea original y asesor de contenido del vídeo “<<Aguascalientes en la Historia>>, el polémico mural de Palacio de Gobierno”, realizado por el Departamento de Videoproducción de la Dirección General de Difusión de la UAA, (Realización, guión, edición y locución a cargo da L.M.M.C. Mario Gerardo de Ávila Amador), Aguascalientes, abril del 2009; duración, 56 minutos. Investigación histórica, contenido y texto literario del vídeo “Mural de la Feria de San Marcos. Alegorías y retratos sociales de una época”, realizado por el Departamento de Videoproducción de la Dirección General de Difusión de la UAA, (Realización, guión, locución y edición a cargo de Mario de Ávila Amador), Aguascalientes, Ags., septiembre del 2007; duración, 48 minutos. Miradas Transcordilleranas 165 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Enrique Robira Universidad Nacional de Lanús Argentina La transformación urbana de Santiago y Buenos Aires Un estudio comparativo, 1870-1890 Introducción Contexto histórico as ciudades forjaron a lo largo de la historia, un sentido profundo de pertenencia en sus habitantes. Cada una de ellas tiene una particularidad que las caracteriza y al mismo tiempo las distingue y unas de otras. En el presente trabajo, que es una parte de la investigación de mi tesis doctoral, me aboco a estudiar los proyectos reformistas que se aplicaron sincrónicamente en las dos capitales sudamericanas, emplazadas en distintos espacios geográficos, por los Intendentes Benjamín Vickuña Malckenna, en la ciudad de Santiago y Torcuato de Alvear en Buenos Aires. Esa transformación urbana estuvo orientada por dos principios básicos sustentados en el pensamiento positivista que dominó desde mediados del siglo XIX: la higiene y la estética. En ambas capitales, prevaleció en el tiempo, un lugar que se convirtió en el icono visible y simbólico de la intervención modernizadora, según el sentido del espacio que cada una construyó en el imaginario colectivo. Este es el caso del cerro Santa Lucía en Santiago de Chile y la plaza de Mayo en Buenos Aires. El proceso comprendido entre 1870 a 1890, implicó una adaptación de las ciudades latinoamericanas volcadas sobre el litoral Atlántico. Ante las nuevas reglas que exigían el mercado exterior y la división internacional del trabajo, éstas debieron reformular su estructura material. Es el ciclo que José Luis Romero tipifica en su obra ya clásica, como la “ciudad burguesa”, porque es la burguesía comercial quien termina por darle forma a la ciudad moderna de acuerdo a su mirada y modelos europeos. Este sector social se “avergonzaba de la modestia del casco antiguo de la ciudad en muchos casos todavía presentaba un aspecto colonial.” (Romero, 2009:257) Miguel Rojas Mix, analizando puntualmente el contexto chileno dice: “La remodelación de Santiago de Chile tuvo lugar después del auge económico que experimenta el país como consecuencia de la exportación y del precio del trigo.” (Rojas Mix, 2009:113) La burguesía se retiró del centro de Santiago y lo propio hizo la clase terrateniente en Buenos Aires refundándose en el barrio Norte porteño. L Miradas Transcordilleranas 166 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera El primer censo nacional de población realizado en 1869, reveló que solo el 28,6 % de sus habitantes, vivía en ciudades. Sin embargo, desde la década de 1870, se venía revirtiendo esta tendencia del crecimiento demográfico en la ciudad de Buenos Aires. Este proceso de urbanización, que también se estaba verificando en Santiago de Chile, se alimentó con la llegada de inmigrantes a gran escala. La consiguiente aglomeración demográfica en el radio céntrico de las capitales, el déficit habitacional, dieron como resultado la aparición de un fenómeno común el llamado “conventillo” y el hacinamiento crítico generó las enfermedades infectocontagiosas. La epidemia de fiebre amarilla desatada en 1871, como primera experiencia de muerte masiva en Buenos Aires, dejó su marca indeleble en la memoria ciudadana, diezmando aproximadamente el 10 % de la población. En las capitales europeas, donde la segunda fase de la revolución industrial, tuvo un fuerte impacto, se planteó la necesidad de diseñar un nuevo modelo de ciudad, basado en la modernización tecnológica y la infraestructura sanitaria, desagües, aguas corrientes. Los integrantes de la elite santiaguina y porteña, recurrieron a Europa Central como inspiradora de reformas urbanas en la búsqueda de soluciones y mejoras a los problemas por las que atravesaban contemporáneamente las capitales sudamericanas. En sus frecuentes viajes, observaron, estudiaron y en la medida que la realidad local se lo permitió, aplicaron distintas respuestas a los problemas higiénicos y estéticos en América, encarando proyectos sobre los tableros cartográficos. La reforma urbana de George Haussmnn en París y el ensanchamiento de Barcelona por Ildefonso Cerdá en la década de 1850, se constituyeron, sobretodo el primero, en el modelo de la ciudad moderna y el eclecticismo arquitectónico a replicar en otras capitales europeas y en diversos puntos de Latinoamérica. Tanto Torcuato de Alvear como Benjamín Vicuña Mackenna tuvieron la utopía de “refundar” las capitales como una “París en Sudamérica” borrando de su paisaje todo vestigio hispánico., según el paradigma de reforma urbana vigente entonces. El crecimiento poblacional urbano provocó inquietudes en la elite dirigente. Si ese crecimiento era librado a la deriva podía ser caótico en el futuro. De ahí que el Estado municipal jugó un papel rector a través de reglamentaciones e intervenciones. A esto se sumó, el largo proceso de estructuración y configuración de los Estados nacionales que tuvo lugar durante el siglo XIX, donde las ciudades capitales jugaron un papel importante en las representaciones simbólicas. La transformación de Santiago de Chile La capital de Chile, está emplazada en un valle entre la Cordillera de la Costa y de los Andes, atravesada por el río Mapocho, como expresó Benjamín Vicuña Mackenna, “Chile es una nación de montañas y valles.” (El Industrial, 19-VI-1880) Esta ubicación, mediterránea, es condicionante y causa de uno de sus principales problemas históricos: la contaminación atmosférica. A esto se sumaban otros factores como los sismos, los desbordes del Mapocho y las enfermedades. En 1872 tuvo lugar la gran epidemia que azotó a la capital y generó en la elite dirigente una toma de conciencia en la mejora de las condiciones sanitarias, como fue expuesto en el plan de la Transformación de Santiago. Ese mismo año, Benjamín Vicuña Mackenna fue designado por el presidente Errázuriz, Intendente de la ciudad de Santiago, cargo que mantuvo hasta 1875. Su intervención urbana tuvo el carácter de un plan integral que puso en marcha desde su asunción: “Mi primera preocupación -dice- ha sido trazarme un plan tan completo como sea posible, de la manera de acometer las obras y las reformas que exige la localidad (…) Un plan previo es una necesidad capital de la población.” (Vicuña Mackenna, 1872: 7 y 8) Conforme a esta idea, proyectó la canalización del rio Mapocho y un camino de cintura para delinear los límites de la ciudad, a fin de evitar que la población estuviera fuera de control; porque “Santiago se va haciendo Miradas Transcordilleranas 167 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera una ciudad imposible.” (Vicuña Mackenna, 1872: 129) Pero también, como dice Wehner Venegas, significaba en los hechos “(…) dividir a la población entre “civilización” y “barbarie”. (Venegas, 2000:85). Es decir demarcar quienes quedaban dentro y afuera de la modernidad. La alameda del Libertador O`Higgins, que también entró en el plan de reforma, pasó a convertirse en el eje estructurante de la ciudad en dirección Este-Oeste. Pero en el imaginario colectivo, la obra más representativa del Intendente, se redujo a una: la creación de un paseo en el cerro fortaleza de Santa Lucía. Este peñasco revestía de un potente significado para la cultura indígena allí establecida: “Los aborígenes, siendo bárbaros, según interpreta Mackenna de manera despectiva, lo habían declarado, un lugar sagrado (el misterioso Huelen) y los conquistadores, siendo casi tan bárbaros como aquellos, lo bendijeron desde el primer día, erigiendo ermitas en su cúspide.” (Vicuña Mackenna, 1874: 36) El Jefe comunal se proponía terminar con los vestigios coloniales del castillo Hidalgo y del cementerio de disidentes que aún se mantenían. Pese a las críticas de algunos sectores opositores a su gestión, expone la conveniencia en realizar la obra por el estado de abandono y ruinoso en que se encontraba el lugar: “En cuanto a los que acusan al paseo de Santa Lucía de obra de lujo, ya hemos demostrado que estamos muy distantes de pensar de igual manera, pues queda evidenciado que el antiguo sitio predilecto del vicio y de la ociosidad será en los años venideros el paseo favorito de las clases medias de la sociedad y del pueblo de la capital.” Y luego asocia el paseo como “una obra esencial de democracia” (Vicuña Mackenna, 1874:139) Simultáneamente, Domingo F. Sarmiento inauguró el parque “3 de Febrero” en San Benito de Palermo, (1875) pensándolo, como un espacio democrático abierto a todos los ciudadanos en contraposición a Rosas que allí tenía su residencia particular y de gobierno y una vez derrocado el predio se convirtió en símbolo de la tiranía. El cerro transformado en un paseo vertical, ascendente, mediante la construcción de terrazas ajardinadas, es un vergel en medio de la ciudad. Frente al avance de artificialidad sobre la naturaleza, el jardín y el parque son revalorizados como refugio y lugares de regeneración física y espiritual. Un Edén, imagen recurrente del imaginario de América, recobrado en la ciudad. Estéticamente el paseo fue concebido por el mismo Mackenna con una idea historicista que prevaleció en la època: “una colosal construcción feudal”. (Vicuña Mackenna, 1873:9) Pero no se agota solo en un lugar para la recreación, la parquización se completó con la instalación de una Biblioteca y el museo, instituciones típicas de la ilustración republicana. De esta manera los ciudadanos que pasean al mismo tiempo se instruyen en el conocimiento de las especies vegetales y la historia. El agua, elemento tan preciado para la higiene, esta muy presente y circula en medio de conductos y fuentes de agua. Los senderos y caminos están diseñados para terminar en la cúspide donde se encuentra el mirador y obtener la típica vista del siglo XIX, la panóptica, abarcadora de la totalidad de la ciudad. La magnitud de las obras proyectadas por la gestión de Mackenna, varias de las cuales no se vieron materializadas, le otorgaron prestigio para presentarse como candidato a la presidencia de la republica en las elecciones de 1875, razón por la cual se alejó de la Intendencia. A su muerte en 1886, sus restos mortales fueron depositados en el cerro Santa Lucía en una bóveda neogótica. La transformación de Buenos Aires La prolongada indefinición para el establecimiento de la capital argentina le otorgó a la ciudad de Buenos Aires, el aspecto de una ciudad efímera y provisional como la Miradas Transcordilleranas 168 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera ha caracterizado Jorge Liernur. Por esta razón había una carencia de edificación institucional sólida. Esta incierta y conflictiva situación culminó con un enfrentamiento armado y la sanción de la ley de federalización del municipio de Buenos Aires en 1880. En ese mismo año, Torcuato de Alvear asumió sus funciones como Presidente de la Corporación Municipal, designado por el presidente Nicolás Avellaneda. Su apellido esta estrechamente ligado con la genealogía patria histórica. Lo unía su pertenencia a una familia afincada en el Río de la Plata desde el virreinato, además era hijo de un antepasado de la independencia, el General Carlos María de Alvear que lo vinculaba al Gral. San Martín. Su padre fue su mejor carta de presentación a la hora de su designación como Presidente de la Corporación Municipal. Tras la sanción de la Ley Orgánica Nº 1260, Alvear pasó a la historia de Buenos Aires como el primer Intendente del nuevo régimen municipal y como gestor de una transformación urbana de gran envergadura. Su gestión transcurrió entre dos hechos claves en el periodo comprendido entre los años 1880 a 1887, la federalización y el ensanchamiento, donde se incorporaron los municipios provinciales de Flores y Belgrano. Los cambios suelen apoyarse en un trípode compuesto por las circunstancias históricas que hacen viable una innovación, los recursos económicos y humanos con que se cuenta para hacerlo y un intérprete que sea capaz de captar los factores mencionados anteriormente y llevarlos a la práctica. Este fue el caso de Torcuato de Alvear que contó con el respaldo permanente del titular del Poder Ejecutivo Nacional, el Gral. Julio Roca. La federealización implico que el Gobierno Nacional absorbió los derechos políticos de la ciudad de Buenos Aires, quedando ésta privada de poder elegir a su jefe comunal: “(...) en la Capital de la República, dice el editorial de un diario, el único Presidente de la Municipalidad ha de ser el Jefe del Poder Ejecutivo.” (La Patria Argentina, 10III-1882) Las ocupaciones de Alvear estaban vinculadas a la producción ganadera, que por entonces tomó un auge creciente en la economía exportadora, situación que lo obligó a ausentarse al exterior en reiteradas oportunidades y por tiempo prolongado. (Fernández Lalanne, 1980: 271). Antes de su designación como Intendente, residió varios años en París, lo que le permitió conocer los problemas urbanos que por entonces afectaban a la capital francesa y las transformaciones que el Prefecto del Sena, George Haussmann, había realizado durante los años 1851 a 1870 del segundo imperio. No fue un hombre comprometido con la tarea intelectual como lo fue su par Benjamín Vicuña Mackenna. Adrian Gorelik resume los puntos básicos de su proyecto: “Alvear imagina un boulevard de circunvalación que rodee y contenga la ciudad tradicional manteniendo su centralidad en torno de la Plaza de Mayo, que permita regularizar la superficie de la ciudad, para organizar la administración y la percepción de rentas y para ordenar la figura urbana; y que estructure una cintura higiénica para una ciudad que se concibe pequeña y concentrada (…)” (Gorelik, 1998:92) En esa cintura de circunvalación de la ciudad, el Intendente proyectó reubicar o instalar en los suburbios, hospitales, el cementerio, mataderos, fábricas y talleres que se encontraban en la zona céntrica de Buenos Aires. También se planificó construir viviendas para obreros en torno a las plantas fabriles. (Alvear, 1881:449) El intendente contó con un cuerpo de profesionales entre los que se destacó el arquitecto Juan Buschiazzo, nombrado Director del Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, fue prácticamente el asesor técnico mas allegado para las intervenciones urbanísticas del gobierno comunal. Podemos citar también a los médicos Pedro Arata, José M. Ramos Mejía. Entre los arquitectos a Pedro Benoit, Pablo Blot, ingeniero socio del Club Industrial Argentino. Todos ellos integraron distintas áreas de la función pública y en la actividad particular. Si bien hubo un consenso favorable hacia su administración, la misma también recibió críticas, coincidentes sobre cierto favoritismo hacia la zona norte de la ciudad y a la pujante Miradas Transcordilleranas 169 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera burguesía que allí se estaba afincando en desmedro del sur: “La Municipalidad ha podido disponer de algunos millones de pesos para improvisar grandes paseos en el barrio “Norte” abrir calles lujosas por el mismo lado, hacer grutas, lagos y jardines para los mismos señores, construir costosos y cómodos macadams para que rueden gratis los aristocráticos carruajes que van a Palermo conduciendo la high life del dinero que alza radiante de orgullo la cabeza en la gran capital (…)” ( El Industrial, 10-IX-1882) Si para la ciudad de Santiago, el sentido del espacio se construye desde la verticalidad, para Buenos Aires, en cambio, es la horizontalidad lo que va a definir su paisaje urbano. Una enorme extensión plana, según la mirada de Vicuña Mackenna sobre la Argentina, que se pierde hacia lo infinito en la pampa, “semejante a la Rusia en sus vastas planicies (…) Por eso cuando el ferrocarril pampeano haya hecho oír los silbatos de sus locomotoras al pie de los Andes, Chile estará por fuerza 7 días mas cerca de Europa.” De ahí la importancia del puerto de Buenos Aires y el proyecto del ferrocarril trasandino. Vicuña Mackenna está entre los que buscaban la pacificación entre Chile y Argentina por el Atlántico, espacio que lo conecta con la civilización europea “(…) porque es nuestro camino real en la pampa líquida de los mares” (El Industrial, 19-VI-1880) La transformación que expresa esa horizontalidad pampeana planeada por el Presidente Julio Roca y el Intendente Torcuato de Alvear es el ensanchamiento de los límites del municipio de Buenos Aires avanzando sobre la provincia. Toda la ciudad esta por ensancharse y su superficie se cuadruplica hacia 1887 al sumarse Flores y Belgrano. De manera que la ciudad se proyecta con dirección noroeste. La transformación de la plaza de Mayo y la apertura de la avenida homónima, será la obra con que la historiografía sobre la ciudad de Buenos Aires asoció a Alvear como el “Haussmann argentino.” El cambio de imagen con respecto a la plaza, icono simbólico de la ciudad por excelencia, que propulsaron Roca y Alvear, apuntó a mostrar el nuevo status de ciudad como capital definitiva, moderna y en transformación permanente. Esta plaza particularmente, no es el pulmón de oxígeno, como pueden ser otras plazas o parques, sino el “espacio cordis” de la ciudad, conmemorativo y afectivo, motivador del “re-cordis” o recuerdo. Es decir, un lugar potente que remite a evocar el acontecimiento fundacional de la revolución de 1810 como punto de partida temporal y espacial., conmemorado anualmente en las fiestas mayas. En 1884 se puso en marcha el plan que, aunque no se concretó en su totalidad, produjo un cambio sustancial en la fisonomía de la plaza matriz. La desaparición de la recoba fusionó la plaza “25 de Mayo” con la “de la Victoria”. Esta unidad espacial de forma rectangular se denominó “Plaza de Mayo”. Mayo, como mes, hace referencia a dos significados. Por un lado, según la etimología latina viene de mayor, con lo cual se siguió reconociendo en la jerarquía espacial urbana como la plaza mayor. Desde la década de 1880 se pensó a esta plaza con sentido transnacional, según una interpretación difundida en la época, se situó el acontecimiento histórico surgido en mayo de 1810 como fundacional en el tiempo y en el espacio, desde donde “(…) partió el movimiento emancipador que dio la libertad a medio continente”. (La Patria Argentina, 22-IX-1883). Obviamente se tratará de borrar todo recuerdo del período hispánico, iniciando la historia desde mayo de 1810 como hecho fundante de la historia nacional. Es decir se planificó una capital, trascendente a las fronteras que por entonces, ambos estados estaban definiendo. La decisión final de depositar los restos del Gral. José de San Martín, como héroe máximo nacional y libertador de Chile y Perú, en el recinto sagrado de la catedral metropolitana, implicó ubicarlo en la centralidad espacial y simbólica de la ciudad-capital, desde donde extendió y potencio su prestigio como referencia histórica nacional y supranacional. El Intendente de Santiago de Chile, Guillermo Vicuña Mackenna al recibir la medalla conmemorativa de la ley de capitalización en 1882 reconoció a Buenos Aires como “(…) ciudad tanto mas querida (…) cuanto que ella encierra las cenizas del valiente soldado (…)” (Alvear, 1882: 643) Miradas Transcordilleranas 170 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera La figura de Alvear trascendió como la de un administrador pragmático, conforme a los axiomas básicos de la política positivista, el prototipo del hombre útil, basado en la pacificación y el orden para disciplinar a la sociedad y encarrilarla en el ideal del progreso. Dice Noé Jitrik acerca de la posición de esta elite que integró Torcuato de Alvear: “Los hombres del ’80 sienten que la historia les ha concedido un espacio enorme y abierto que tienen que ordenar; no precisamente un espacio físico, al que dan por supuesto sin duda porque lo poseen, sino un espacio social (...)” (JITRIK, 1982:63-64) Ese espacio reclamado esta en la historia y sus reliquias reposan en el panteón familiar que se encuentra en el cementerio de la Recoleta y que el propio Intendente se encargó de preservar. A modo de Conclusión A través de esta aproximación comparativa en el proceso modernizador de las dos capitales emplazadas en geografías muy diferentes, intenté observar el sentido y la conciencia que se construyó en el sentido espacial. En Santiago, donde predomina el paisaje montañoso, la transformación urbana se focalizó en el cerro Santa Lucía, icono simbólico y fundante de la ciudad donde a su vez se refunda como ciudad moderna. En Buenos Aires, el símbolo de esa modernización está en la plaza de Mayo que duplicó su superficie. Asimismo la capital avanzó, incorporando dos municipios provinciales hasta convertirse en una metrópoli. Esta proyección espacial marcó una tendencia hacia el crecimiento en futuro. Benjamín Vicuña Mackenna, cuya reforma urbana se inició una década antes, tuvo una idea de “plan” urbano más abarcativa e integral de la ciudad de Santiago que Torcuato de Alvear con respecto a Buenos Aires, donde se habló más de “mejoras”. Su intervención contribuyó a centralizar más aún el eje comprendido por la Avenida de Mayo, la plaza el puerto. Pero ambos iniciaron un proceso de reformas urbanas que se prolongaron en las décadas sucesivas. Bibliografía Archivo Histórico Municipal, Correspondencia Municipal, Año 1881. FERNANDEZ LALANNE, Pedro, (1980) Los Alvear, Buenos Aires: Emecé. GORELIK, Adrián, (1998), La grilla y el parque, Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmas.. 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WEHNER VENEGAS, Leslie Erharhrd, (2000), Génesis de la transformación de Santiago, Universidad Católica de Chile. Periódicos: El Industrial La Patria Argentina Miradas Transcordilleranas 171 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Jorge Tomasi CONICET – Instituto Interdisciplinario Tilcara FFyL-UBA Argentina Atacama, a ambos lados de la cordillera. Relaciones sociales, sistemas de asentamiento pastoriles y tradiciones arquitectónicas desde mediados del siglo XIX Introducción L os límites entre Argentina y Chile en el área de la Puna de Atacama se definieron, al menos en los papeles, a principios del siglo XX. A partir del laudo Buchanan en 1899 se estableció que Argentina recibiría una parte sustancial de la Puna de Atacama y el límite se trazó asumiendo a la cordillera como una frontera natural indiscutible. Como ocurrió en otras áreas, esta traza comenzó a dividir y distanciar a poblaciones de ambos lados de la cordillera que tenía una larga historia compartida signada por las relaciones entre personas y, sin dudas, por el intercambio de ideas y prácticas. Nos enfocaremos en este texto particularmente en la localidad de Susques y su área circundante, en la provincia argentina de Jujuy, para desde allí observar estos procesos en el resto del área atacameña. En una primera parte nos concentraremos en la caracterización del proceso de conformación histórica de la Puna de Atacama y en especial de la frontera chileno-argentina. Veremos asimismo el modo en que esta frontera se planteó sobre espacialidades, relaciones y prácticas preexistentes. En la segunda parte nos enfocaremos ya en los sistemas de asentamiento pastoriles. En este punto nos proponemos caracterizar de un modo general estos sistemas de asentamiento en el área de Susques y las prácticas arquitectónicas que hacen a la conformación de este espacio doméstico. A estos efectos recurriremos al material surgido del trabajo de campo que hemos encarado en esta localidad desde el 2003 y que hemos presentado en nuestra tesis doctoral (Tomasi, 2011). A su vez buscaremos poner estas observaciones en relación con lo que otros investigadores han descripto para las poblaciones que actualmente están en territorio chileno, particularmente en los alrededores de San Pedro de Atacama. Aproximarnos a estos sistemas de asentamiento requerirá que nos dediquemos brevemente a la definición de las prácticas pastoriles y agropastoriles en estas áreas. Cabe adelantar en esta introducción algunas consideraciones respecto a la noción de frontera. Distintos autores han marcado cómo desde la década de 1990, y en especial en los últimos 10 años, los estudios sobre fronteras cobraron una cierta repercusión en las ciencias sociales y particularmente en la geografía. Las observaciones sobre las fronteras han tendido a inclinarse por dos líneas de interpretación. Una primera vinculada a la idea de límite, es decir a la separación entre los territorios de dos estados, y una segunda donde la Miradas Transcordilleranas 172 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Figura 1. Ubicación de las localidades mencionadas en el texto (Elaboración propia) frontera se entiende como un área por fuera del control de los estados o de un grupo, y en la que se pretende una apropiación de los recursos allí contenidos y el control sobre las poblaciones preexistentes (Zusman, 2000 y 2006; Benedetti, 2005). En todo caso, ambas cuestiones pueden estar unidas en tanto y en cuanto en muchos casos “el proceso de delimitación de fronteras internacionales es simultáneo al de apropiación de territorios no sometidos al proyecto “civilizatorio” o sea en manos de población indígena” (Zusman, 2000). Esta idea es importante para lo que nos proponemos reconocer en la primera parte de este trabajo. La conformación de los límites entre Argentina y Chile en la Puna de Atacama es indisociable de los procesos de incorporación al estado argentino de este territorio y la población que allí residía a partir de la transformación de sus prácticas. En lo que respecta a este texto, es interesante observar que estos procesos de incorporación de la población a uno u otro estado implicaron también transformaciones en las lógicas de asentamiento de la población. El análisis en torno a la frontera implica aproximarse a relaciones conflictivas ya no simplemente entre diferentes estados, lo que estaba implícito en las nociones más tradicionales, sino más bien entre territorialidades diferentes. La conformación histórica de la Puna de Atacama El proceso de conformación histórica de lo que se conoce como Puna de Atacama ha estado signado por sucesivos cambios jurisdiccionales particularmente a partir de la época república. Estos procesos han sido estudiados en los últimos años por distintos investigadores (p.e. Delgado y Göbel, 1995; Sanhueza, 2001 y Benedetti, 2005). En el marco de los procesos de reordenamiento territorial de la corona Miradas Transcordilleranas 173 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera española en el área, a mediados del siglo XVIII el Corregimiento de Atacama extendió sus fronteras hacia el Este incorporando el área puneña, que incluía a Susques, con la intención de someter de un modo más efectivo al control fiscal y doctrinario a la población (Sanhueza, 2008). El Corregimiento dependía de Potosí y estaba organizado en dos partes: Atacama la Alta y Atacama la Baja. La primera con su cabecera en San Pedro de Atacama y la segunda en Chiu-Chiu. Susques era por esos años uno de los anexos de Atacama la Alta, dependiendo de San Pedro tanto desde lo civil como desde lo eclesiástico, junto con San Lucas de Toconao, Santiago de Socaire, San Roque de Peine e Ingaguasi. La porción occidental del Corregimiento tenía, desde la óptica española, una posición más bien periférica con una presencia más bien escasa de las autoridades. Esta situación estaba asociada más que con las distancias físicas con los grandes centros administrativos y económicos, con la construcción que ya era hegemónica en esa época de que la Puna era un lugar absolutamente inhóspito para la vida. A partir de 1825 esta área pasó a formó parte del territorio boliviano como parte de la Provincia de Atacama. A partir de 1829, Atacama siguió siendo una provincia pero, aunque no tenía rango de Prefectura, era ya independiente de Potosí, y la capital se trasladó de San Pedro de Atacama al puerto de Cobija (Cajías 1975). Dentro de la provincia, la Gobernación de Atacama estaba organizada en tres cantones, cada uno con su Corregidor: San Pedro de Atacama, Chiu Chiu y Calama. A su vez, el de San Pedro tenía tres vicecantones Rosario, Susques y Conche. Con la Guerra del Pacífico (1879-1884), toda el área de Atacama fue ocupada por Chile formándose en 1888 el Departamento de Antofagasta con capital en San Pedro de Atacama (Benedetti, 2005). Al igual que Bolivia, Chile no generó demasiadas políticas concretas sobre esta área ni demostró un interés particular en el territorio y la población puneña. En realidad, sus intereses estaban más puestos en la costa, las zonas salitreras y los minerales (Sanhueza, 2001). A principios del siglo XX la mayor parte de la Puna de Atacama fue anexada por vía diplomática por la Argentina. Bolivia, por el tratado Quirno Costa-Vaca Guzmán, le había cedido sus derechos sobre la Puna de Atacama a la Argentina a cambio del reconocimiento de la soberanía boliviana sobre Tarija (Benedetti, 2005). El territorio que Bolivia había cedido estaba ocupado por Chile por lo que la cuestión se definió en marzo de 1899 a través de la mediación del diplomático estadounidense William Buchanan (Benedetti, 2005). El área anexada por Argentina se constituyó como el Territorio de Los Andes y en 1901 se subdividió en tres departamentos: Susques, Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra, mientas que la capital se estableció 1902 en San Antonio de los Cobres. El Territorio de Los Andes fue disuelto en 1943 y dividido entre Figura 2. Mapa de la Gobernación de los Andes con la división de los departamentos (Tomado de Boero, 1941). Miradas Transcordilleranas 174 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. El departamento de Susques pasó a la primera, el de Pastos Grandes y el de San Antonio de los Cobres a Salta, y el de Antofagasta de la Sierra a Catamarca. Estos procesos de cambios jurisdiccionales y de pertenencia nacional de las poblaciones de la Puna de Atacama tuvieron sus repercusiones significativas en las distintas comunidades que se veían afectadas. Particularmente los pobladores de Susques, al igual que los de Coranzulí, un poco más al Norte, mostraron rápidamente su descontento con la incorporación a la Argentina. La situación de constantes cambios jurisdiccionales, sumado al escaso interés de los distintos estados, le daba un cierto margen de acción a sus pobladores en sus relaciones con los estados (Sanhueza, 2001). Los pobladores negociaban con cada uno de estos estados en pos de la obtención de ciertos beneficios o la minimización de potenciales daños, amenazando, por ejemplo, con unirse a alguno de los otros países. Al respecto, el primer gobernador del nuevo Territorio Nacional, Daniel Cerri, observó que los pobladores de Susques le indicaron que “las comisiones de límites aún no habían establecido los mojones divisorios entre Bolivia y Argentina, en consecuencia, ellos, no estaban bien seguros de pertenecer a ésta última” (1993 [1903]:57). En el mismo sentido se expresó el antropólogo sueco Eric Boman, quien recorrió parte de la Puna de Atacama en 1901 y 1903, cuando indicó que “en el momento de la anexión argentina, los indios de Susques estaban tan convencidos de su independencia, que se presentaron primero ante el sub-prefecto de la provincia boliviana de Sud-Lípez, y luego ante el gobernador la provincia argentina de Jujuy, solicitando ser anexados a uno u otro de estos territorios. Es decir que ignoraban que Jujuy formara parte de la República Argentina” (1992 [1908]:432) Efectivamente, la población de Susques negaba la pertenencia a Argentina prefiriendo permanecer en la situación de menor control estatal que presentaba Bolivia. Es significativo que las referencias incluso ignoran el período bajo control chileno. Lo que se buscaba era mantener los márgenes de maniobra que habían tenido hasta ese momento. La idea estatal de la Puna de Atacama como un lugar poco interesante en la práctica era en cierto modo funcional a los intereses locales porque venía de la mano con una baja injerencia en sus asuntos. La incorporación a la Argentina, como lo preveían, implicó un cambio sustancial en las relaciones de la población local con el estado. Relaciones e intercambios Los límites trazados entre Argentina y Chile en Atacama, como en otros sectores, se superpusieron separando a poblaciones que históricamente habían mantenido vínculos sostenidos. Contradiciendo la condición de la cordillera como una barrera natural, los contactos entre las poblaciones a ambos lados fueron habituales con personas yendo y viniendo recurrentemente. Sanhueza observó que “al menos en tiempos coloniales, una significativa población de la Puna de Atacama tenía estrechos vínculos sociales y de parentesco con aquella del salar” (2008:206). Como lo observó esta investigadora, al menos en la segunda mitad del siglo XVIII, se hace evidente en los libros parroquiales que una notable cantidad de población de los oasis atacameños, particularmente Toconao, estaba presente en este anexo puneño (Sanhueza, 2008). Estos vínculos basados en relaciones cercanas a través de las prácticas religiosas, y su institucionalidad, y basadas en buena medida en lazos de parentesco parecieran haberse seguido sosteniendo hasta la anexión. Al respecto, Boman resaltó “las relaciones que los indios de Susques han mantenido con Atacama llevando allí sus niños en lugar de hacerlos bautizar en Casabindo o Cochinoca, situados mucho más cerca de su pueblo y que no están separados de Susques por la Gran Cordillera” (1991 [1908]:435) Algo similar observó Boman respecto a los matrimonios que los pobladores de Susques, según su relato, también celebraban en San Pedro de Atacama. Además de la importancia de estos vínculos de los pobladores puneños con San Pedro, no podemos dejar pasar la significación dada por Boman a la “Gran Miradas Transcordilleranas 175 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Cordillera”. La condición de barrera que se asocia con la Cordillera de los Andes se constituye como una obviedad que es contradicha por la población de Susques que prefería hacer ese recorrido para las celebraciones antes que dirigirse a poblados, aparentemente, más cercanos. La delimitación de las fronteras entre Argentina y Chile implicó una reorganización eclesiástica tal que Susques, al igual que el resto de las localidades anexadas, ya no dependieron de San Pedro de Atacama y los sacerdotes de allí dejaron de recorrer el área. Aunque esto llevó a un cambio en las relaciones, los vínculos entre las poblaciones puneñas y aquellas de los oasis persistieron al menos hasta pasada la mitad del siglo XX a partir especialmente de los viajes de intercambio. Debemos partir observando que, dada su especialización, las sociedades de pastores, como las de la Puna de Atacama, requieren de vínculos con un “afuera” para poder acceder a determinados productos que no pueden obtener localmente, particularmente los agrícolas. Las etnografías sobre pastores en los Andes han asumido este como uno de sus temas de trabajo y han dado cuenta de la existencia de distintas estrategias de complementariedad. Los viajes de intercambio han sido una de estas estrategias y como tales han sido estudiados por distintos autores para los Andes Centro-Sur (p.e. Karasik, 1984; Göbel, 1998; García y Rolandi, 1999; Nielsen, 2000; Abeledo 2008). Históricamente la población de Susques supo estar sumamente conectada por senderos que la vinculaban con otras localidades cercanas y lejanas en relación con estos viajes de intercambio hacia los Valles Calchaquíes, particularmente Cachi y Molinos, la Quebrada de Humahuaca o el Norte de la Puna de Jujuy y el Sur de Bolivia. Una de estos destinos tradicionales fueron también los oasis en los alrededores de San Pedro de Atacama, como Toconao o Socaire. Es decir lugares con los que la población, como hemos visto, tenía ya vínculos de parentesco. Estos viajes tenían un doble rol: por un lado formaban parte de una estrategia de complementariedad para el acceso a ciertos productos, y por el otro permitían la consolidación de vínculos en una escala regional. Estos viajes solían organizarse en torno a algunas familias emparentadas que conformaban grupos de 12 a 15 burros y transportaban ciertos productos, como tejidos, charqui, panes de sal o coypa, una especie de sal jabonosa, que intercambiaban por otros como harina o frutas. En el caso de los oasis atacameños, la población de la Puna solía buscar productos como orejones o pasas Estos viajes de intercambio se han debilitado profundamente en las últimas décadas tal que sólo hemos podido reconocer a una familia en Susques que los realiza con periodicidad y otras que lo han hecho muy esporádicamente, aunque ya no hacia Chile. El debilitamiento de estas prácticas encuentra una combinación de razones asociadas con cambios generales en las prácticas locales, la priorización de otras formas de acceso a los productos, la consolidación de ciertas vías de comunicación y la delimitación de las fronteras. En la misma línea, Molina Otarola observó que la ruptura de estas articulaciones estaba relacionada “aspectos económicos, tensiones bélicas, aumento de la presencia del Estado, políticas de integración de zonas aisladas y de control del intercambio destinado a salvaguardar las economías exportadoras de los países limítrofes” (2008). El establecimiento de las fronteras con los países vecinos ha sido una causa importante tal que fue limitando y con el tiempo prácticamente impidió la continuidad de los lazos. Las fronteras, y no la cordillera, se fueron constituyendo como barreras cada vez más difíciles para las poblaciones puneñas. Los contactos se sostuvieron a través de estos viajes al menos hasta la década de 1970. Fue por esos años cuando en el contexto de las hipótesis de conflicto entre ambos países las fronteras comenzaron a volverse infranqueables. Esta imposibilidad es intrínseca al conflicto asociado con la superposición de estas fronteras sobre espacialidades y vínculos existentes que a través de distintas políticas los estados buscaron disolver explícitamente (Cfr. Molina Otarola, 2008). Miradas Transcordilleranas 176 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Las lógicas de asentamiento pastoriles en Atacama Como hemos visto las poblaciones atacameñas han sostenido históricamente vínculos intensos asociados incluso con la existencia de lazos de parentesco. Estos vínculos comenzaron a debilitarse primero con la consolidación del límite entre Argentina y Chile en esta área, y especialmente a partir de la década de 1970 con el endurecimiento de las fronteras entre ambos países y las políticas aplicadas. Lo que nos proponemos ahora es aproximarnos a una cuestión particular como es la de las lógicas de asentamiento de la población en relación con las prácticas pastoriles y agropastoriles. Esta temática en el área ha sido tratada en las últimas décadas por distintos investigadores (p.e. Serracino y Stehberg, 1975; Gundermann, 1988 y 1998; Nuñez, 1995; Yacobaccio et al., 1998 o Göbel, 2002). Una primera diferencia sustancial que ha sido planteada entre las poblaciones puneñas y las de los oasis en el contexto atacameño ha sido, al menos hasta la primera mitad del siglo XX, que las primeras tendrían una mayor tendencia al asentamiento disperso mientras que las segundas, en cambio, estarían asociadas con una residencia más aglutinada (Sanhueza, 2008). De hecho, las descripciones de distintos viajeros en las primeras décadas del siglo XX acentuaban el hecho de que el pueblo de Susques no tenía una población permanente sino que sólo era visitado en ciertos momentos específicos del año para determinadas celebraciones (p.e. Bertrand, 1884; Muñoz, 1894; Cerri, 1993 [1903]; Boman, 1992 [1908]). La población, en cambio, residía en sus “casas de campo” y “estancias” al cuidado de sus rebaños. Para poder caracterizar el sistema de asentamiento en Susques, tal como hemos podido reconocerlo a lo largo de nuestro trabajo de campo, debemos partir observando que el pastoreo en Susques se organiza en torno a unidades domésticas conformadas por miembros que en la inmensa mayoría de los casos tienen relaciones de parentesco entre sí. Estas unidades domésticas controlan un determinado “pastoreo”, es decir un territorio familiar, de uso exclusivo en el que poseen una cierta cantidad de asentamientos dispersos. Estas familias manejan cotidianamente rebaños, en general, mixtos que pueden estar constituidos por llamas, cabras y ovejas. El pastoreo es una práctica esencialmente dinámica basada en el desplazamiento de las familias junto con sus rebaños en pos del aprovechamiento de ciertos recursos, como las pasturas y el agua, y del control simbólico y material sobre su espacio. En este sentido, los asentamientos que cada familia controla son recorridos por sus miembros a lo largo del año siguiendo un cierto ciclo anual que tiende a repetirse y que implica un desplazamiento entre el campo, donde se ubica la casa principal o “domicilio”, y los cerros, donde están emplazadas las “estancias” o “puestos”. El sistema de asentamiento de cada grupo familiar en Susques se compone entonces de un “domicilio” o “casa de campo” y una cierta cantidad de “estancias”. El “domicilio” se constituye como el asentamiento principal de la familia aunque eso no necesariamente implica que sea donde pasan la mayor parte del año. La condición de principal está asociada en cambio con la significación que tiene ese lugar para el grupo en su identificación dentro de Susques como un colectivo, el tipo de rituales anuales que allí se desarrollan y la mayor densidad de construcciones actuales y pasadas que lo componen. En relación con esto y a partir del caso de Huancar, al sur de Susques, Göbel observó que la “casa de campo” “es un icono que condensa todo un sistema de ocupación espacial, derechos de uso de recursos y de prácticas económicas” (2002:56). En términos arquitectónicos los “domicilios” se estructuran a partir de la sumatoria de una cierta cantidad de recintos, que también se conocen como casas y que tienen una relativa autonomía. Cada uno de estos recintos puede estar asociado con distintos usos pero, en general, son rectangulares y tienen alrededor de 3 metros de ancho y entre 3 y 6 metros de largo. En la mayoría de los casos están construidos en adobe y piedra, o exclusivamente piedra en los más antiguos, Miradas Transcordilleranas 177 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Figura 3. Croquis y fotografías de un “domicilio” en los alrededores de Susques. a. Dormitorios; b. Casas de los “abuelos” sin su techo; c. Cocina techada; d. Cocina exterior, el “fueguero” (Elaboración propia). mientas que el techado de estos recintos ofrece ciertas alternativas. Tradicionalmente se tendía al armado de techos a dos aguas con tijeras de madera, habitualmente de cardón o queñua, cubriendo el lado corto, para luego generar la cobertura final con “torta de barro” o “guaya”, es decir con paja. Los distintos recintos que conforman el “domicilio” se distribuyen en torno a un patio que se constituye como el centro simbólico y cotidiano de la casa. Los recintos se disponen tal que la configuración se asemeja a una L o U en su planta generando una suerte de protección sobre el patio. Las configuraciones son cambiantes, pero el promedio es de cuatro a cinco recintos por casa con un mínimo de uno y un máximo de once. Además de las “casas de las personas” cada “domicilio” tiene entre una y tres “casas de la hacienda”, es decir los corrales. Es importante señalar que la construcción de los “domicilios” es sumamente dinámica, aunque estable, en relación con el ciclo de desarrollo de las unidades domésticas. Cada nueva generación va agregando nuevas construcciones y las de los “abuelos” se mantienen ya sin su techo como una referencia ineludible de su presencia en la familia. En este sentido, existe una relación muy directa entre la conformación de la casa y la del grupo familiar. En conjunto con este “domicilio”, cada familia tiene una cierta cantidad de “estancias” o “puestos” con un promedio de entre cuatro y cinco, con un mínimo de una y un máximo de entre siete y ocho. El ámbito de las “estancias” es el de las topografías más accidentadas asociadas con las peñas, los aleros o las pequeñas quebradas rocosas que suelen estar incorporadas directamente en la construcción. En este sentido, las “estancias” no son tan fácilmente reconocibles para un ojo extraño como los “domicilios” y tienden Miradas Transcordilleranas 178 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera a ser mucho más inaccesibles. Las “estancias” suelen ser una menor superficie construida que los “domicilios”. Las técnicas constructivas utilizadas también son diferentes debido al intenso aprovechamiento de los accidentes de la topografía como un recurso constructivo. Por otro lado, el uso de técnicas, tanto en muros como techos, que requieren un consumo importante de agua es muy restringido puesto las “estancias” en general no tienen fuentes cercanas de agua para consumo y mucho menos para emplear en la confección de adobes o la preparación del barro. En la mayoría de los casos que hemos relevado se optó por usar “pirca seca”, es decir muros de piedras unidas por forma y no por un mortero de barro. En relación a las cubiertas se da una situación similar siendo que suelen adoptarse soluciones secas a partir del aprovechamiento de aleros en combinación con tejidos de ramas. Entre cada uno de los asentamientos, el “domicilio” y las distintas “estancias” se dan los desplazamientos estacionales de los miembros de las familias. Con una cierta flexibilidad, estos desplazamientos siguen un cierto ciclo que tiende a repetirse cada año. La permanencia en cada una de las “estancias” puede oscilar entre los 15 días y hasta más de tres meses. Estas variaciones suelen estar asociadas, por un lado, con las características del pastoreo pero también con las preferencias de la pastora y su estrategia de manejo. Si consideramos el tiempo de permanencia en cada asentamiento veremos que nos encontramos con un alto nivel de movilidad estacional que puede implicar incluso más de diez desplazamientos entre los distintos asentamientos a lo largo del año. En el caso de Susques, pero también en otras localidades puneñas, el pueblo no forma parte de los recorridos asociados con el pastoreo y esta podría ser la base para comprender por qué el pueblo no solía tener una población constante en ningún momento del año. Esta es una diferencia sustancial para aproximarnos a las particularidades de los asentamientos en el área en torno a San Pedro de Atacama. Uno de los primeros trabajos sobre los asentamientos pastoriles en esta área fue el de Serracino y Stehberg (1976) sobre Guatín a unos 25 km al noreste de San Pedro. De la Figuras 4 y 5. Detalles de dos “estancias” ubicados en los territorios de pasturas pertenecientes a Susques. información que presentaron en su trabajo se desprende que las familias contaban con una “vivienda” principal, vinculada con campos de cultivos con sistemas de regadíos, y una serie de “estancias”, que el caso mencionado son tres. La práctica pastoril estaba asociada a los desplazamientos durante el día desde cada asentamiento y los estacionales entre estos. Como ocurre en el caso de Susques, las ubicaciones de las “estancias” permitían el aprovechamiento de recursos en distintos nichos ecológicos. Al referirse a las características de la “vivienda” plantearon un caso con 6 recintos organizados en forma de Miradas Transcordilleranas 179 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera L y construida con piedra y argamasa de barro y techo a dos aguas con tijeras de chañar y cardón recubiertas con paja. Tal como ha sido descripto un punto sustancial para comprender el asentamiento de la población en el área de Atacama es el rol que juegan los oasis como una escala importante dentro de los circuitos de movilidad de los pastores (Nuñez, 1995). Este es el caso de Toconao, Socaire o Peine, todos cercanos a San Pedro de Atacama donde la actividad pastoril se combina con las prácticas agrícolas. Estos oasis son los que le han permitido a estos grupos incorporar diversos cultivos forrajeros y hortícolas que han sido intercambiados con poblaciones de las punas altas como las de Susques. En estas situaciones el oasis es un punto central dentro de los sistemas de asentamiento. Para el área de Peine, Nuñez (1995) observó un esquema en torno a una residencia más o menos permanente en los oasis, especialmente durante el invierno, y el ascenso a las “estancias” de las tierras altas durante el verano dentro de lo que dio en llamar un patrón de doble residencia. En Socaire, Gundermann (1988) observó también una transhumancia de verano que implicaba el desplazamiento del rebaño a la alta cordillera, y una de invierno que requiere bajar a los sectores inferiores en las cercanías del Salar de Atacama. En relación con esto, Gundermann (1998) se refirió a una “dualidad chacraestancia” donde mientras que en el espacio “chacra” se producen forrajes, la “estancia” provee pasturas para los rebaños que, al igual que en Susques, se componen de distintas especies. De acuerdo a estas descripciones, en términos generales en los oasis suelen estar los asentamientos principales nucleados tal que conforman poblados, mientras que en los cerros se ubican las estancias usadas estrictamente para el pastoreo de los rebaños en ciertos momentos del año. Es interesante observar ciertas similitudes que están asociadas con la movilidad de la población y la existencia simultánea de diferentes asentamientos usados en distintos momentos del año por los grupos domésticos. Lo propio podríamos observar respecto a la arquitectura de estos asentamientos y sus lógicas constructivas. Debemos indicar que las características de estos sistemas de asentamiento y de los patrones arquitectónicos y constructivos en Atacama también tiene puntos muy importantes de contacto con lo que se ha descripto para otros grupos pastoriles en las tierras altas de los Andes. Este “aire de familia”, no implica que dejen de existir características diferenciales en los modos de hacer arquitectura y en las lógicas de asentamiento en relación con las particularidades históricas locales. La principal diferencia que puede reconocerse entre las poblaciones a ambos lados de la cordillera está vinculada con el rol que le cabe a los oasis, y por ende a los centros poblados, dentro de las lógicas de asentamiento. Consideraciones finales La noción de frontera está asociada, desde la lógica de los estados nacionales, con el extremo, la línea final que delimita el territorio que consideran como propio. En este sentido, la frontera es propia de la territorialidad de los estados nacionales. Tal como observó Benedetti, “todas las fronteras son manifestaciones de relaciones sociales que involucran algún grado de territorialidad” (2005:55). Un punto sustancial es que estas territorialidades en el contexto de la formación de los estados se superpusieron sobre otras existentes que estaban asociadas con determinado tipo de relaciones sociales y prácticas materiales y simbólicas. En definitiva ciertos modos de concebir los espacios. Tal como sostuvo Zusman (2000) la delimitación de las fronteras internacionales muchas veces es inseparable de los procesos de apropiación y transformación bajo la lógica del estado de los territorios. El caso de la Puna de Atacama nos pone en evidencia que la delimitación de las fronteras entre Argentina y Chile es indisociable de las acciones de estos estados en pos de la transformación de las prácticas locales en el marco de sus proyectos “civilizatorios”. Un punto importante dentro de estas acciones Miradas Transcordilleranas 180 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera fueron las políticas tendientes al cambio de las lógicas de asentamiento de la población. Ya para la organización colonial el patrón disperso del asentamiento pastoril y la movilidad asociada presentaba importantes problemas tanto para el empadronamiento y posterior cobro de tributos como para el adoctrinamiento de la población (Sanhueza, 2008). Esta situación continuó a partir de la conformación de los estados nacionales tal que ese patrón disperso y la falta de una residencia urbana se asociaba con el imaginario del supuesto “atraso” de la población puneña. En este sentido, lo urbano se constituía como un sinónimo de civilización. Lo concreto es que la dispersión y movilidad ciertamente complicaban las estrategias de control estatal. En el caso del estado argentino a través de distintas acciones como la instalación de las instituciones oficiales en los centros poblados, la obligatoriedad de la incorporación al sistema educativo o la consolidación de ciertas vías de comunicación en detrimento de otras se buscó que la población puneña se asentara en los centros poblados. En el caso de Susques, estas estrategias tuvieron un cierto éxito tal que la población que residía en el pueblo comenzó a crecer sistemáticamente a partir de la década de 1970 y especialmente de la de 1990. Hoy en día no son las familias completas las que manejan los rebaños sino sólo algunos de sus miembros mientras que la mayoría reside en el pueblo. Al mismo tiempo la casa en el pueblo cobró una importancia muy grande que antes no tenía y debe ser considerada como parte del sistema de asentamiento. En todo caso esto no implicó al día de hoy la desaparición del pastoreo aunque sí una reorganización profunda de la actividad. 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Miradas Transcordilleranas 182 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera Prof. Weibel Universidad de Los Lagos, Chile Arquitecturas locales en el concierto sur austral americano; exploraciones preliminares en torno a los factores históricos estéticos y extra estéticos: la concepción de la vivienda unifamiliar moderna en Osorno Héctor Valdés Mario José Buschiazzo HÉCTOR VALDÉS - MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO P ara mirar la obra de un arquitecto latinoamericano cualquiera, en Chile, Argentina o Nicaragua, hay que enfocar la realidad social, económica y técnica del lugar correspondiente”. Extracto de carta enviada por el Arquitecto chileno y premio nacional de Arquitectura Héctor Valdés Phillips, al Arquitecto argentino Mario José Buschiazzo, investigador y fundador del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, en el contexto de la correspondencia que ambos sostuvieron con motivo de la preparación de la publicación de la obra de la oficina chilena Bresciani, Valdés, Castillo, Huidobro, en el año 1962. En esta ponencia sostenemos que, para comprender la producción arquitectónica local, además de las realidades nombradas por Valdés, es preciso también observar otros factores que aquí se consideran. 1.- Caracteres locales, los sistemas estéticos en la arquitectura de la región de Los Lagos, Chile. Aproximarse a explorar el campo de los caracteres locales emplaza a tender una mirada al devenir histórico, mirada también verificable desde la arquitectura, toda vez que la difusión arquitectónica local constituye un reflejo cultural que expone el devenir temporal y los momentos históricos presentes en una localidad. Los arquitectos Berg y Cherubini (2008), han planteado la labor arquitectónica histórica en la región de Los lagos en los siguientes términos: Miradas Transcordilleranas 183 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera VIVIENDA MAPUCHE, 1930 TARJETA POSTAL SR. ROBERT GERTSMANN A.- Período de ocupación prehispánica: presencia de arquitectura vernacular, tiendas y rukas realizadas por diversas etnias nómadas y el mundo Mapuche Huilliche. FUERTE DE SAN ANTONIO DE AHUI, ANCÚD, ISLA DE CHILOÉ, REGIÓN DE LOS LAGOS, CHILE B.- Período de ocupación hispánico y de los primeros años tras la independencia. Los asentamientos urbanos presentan variadas temáticas arquitectónicas, construidas en piedra, ladrillo y cal, madera y adobe. La diversidad temática de la arquitectura de este período, formalizada mediante el sistema estético colonial, se presenta amparada por el conocimiento de diversas técnicas constructivas importadas de Europa, no siempre adecuadas a las condiciones locales. CASA STUCKRATH, 1890, OSORNO, MONUMENTO NACIONAL C.- A partir de mediados del siglo XIX, se desarrolla la colonización centroeuropea, en la que predominan las temáticas arquitectónicas materializadas en madera. Sobre todo en vivienda, se aprecia la adopción del sistema estético neoclásico. El uso de esta materialidad y sistema estético se proyecta hacia el siglo XX, en conjunto con la aparición de las obras del período siguiente. Miradas Transcordilleranas 184 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera CASA CALDUMBIDE, OSORNO, DÉCADA 1920 D.- Período pre moderno: Período ecléctico, en los albores del siglo XX, de influencia marcada por sistemas estéticos de las vanguardias europeas como el Jugendstil o Art Nouveau. No obstante lo anterior, en este período muchas obras todavía fueron diseñadas siguiendo los cánones de la academia, primando aún los diseños neoclásicos. VIVIENDAS MODERNAS, CALLE COCHRANE, OSORNO E.- A partir de la década de los 30, desechando los cánones estilísticos pasados y adoptando un nuevo sistema estético, una cantidad de obras asume la concepción arquitectónica propuesta por el movimiento moderno, caracterizado, según Fernández Cox (1990 p 56) por una nueva “actitud frente al hacer arquitectura… la actitud común es, en lo fundamental, el respeto de cada realidad”. La arquitectura moderna permite asumir los nuevos adelantos técnico constructivos y marca el desarrollo de las urbes de la mano del impulso modernizador del estado, dando respuesta a las demandas de la nueva masividad y productividad, extendiéndose su influencia temporal hacia la contemporaneidad. VIVIENDA UNIFAMILIAR CONTEMPORÁNEA, CALLE EDUVIGES, OSORNO F.- A partir de la década de los 70 se diversifican las tendencias arquitectónicas, en sintonía con la también diversa realidad arquitectónica mundial. La concepción arquitectónica explora en las variantes estéticas y también no estéticas surgidas a partir de las propuestas de los diversos “ismos”. Tal panorama general, revela que el diseño arquitectónico local asume y sigue los sistemas estéticos foráneos prevalentes en cada etapa temporal. Teniendo esta línea de difusión de la arquitectura local, en la que los sistemas estéticos no son una constante, sino que más bien varían a lo largo de su desarrollo temporal, constituyéndose en un factor de cambio, vale Miradas Transcordilleranas 185 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera preguntarse: ¿Qué otros factores inciden en la arquitectura de la región de Los Lagos de manera persistente o continua?, ¿Existen aquellos que pudieran considerarse como factores propios de continuidad? CUATRO TIEMPOS EN LA VIVIENDA UNIFAMILIAR DE OSORNO 2.- Los factores extra estéticos incidentes en las arquitecturas locales. Si los sistemas estéticos foráneos utilizados son el factor de constante mutación o cambio de la arquitectura local, entonces los agentes de continuidad deben ser explorados en otros factores incidentes en la concepción arquitectónica local, los extra estéticos. CASA PÜSCHEL – OPITZ, LAGO LLANQUIHUE COMPACIDAD VOLUMÉTRICA, ALEROS PROTECTORES 1.- Uno de estos factores es el clima: Las condiciones regionales (clima templado lluvioso con influencia mediterránea / inviernos fríos y veranos frescos / precipitaciones durante todo el año y promedio anual entre 1100 y 2000 mm), inciden en los diseños. La arquitectura responde a los inviernos fríos adecuada y económicamente, generando volúmenes compactos, logrando una mayor eficiencia en la mantención calórica interior de las viviendas y optimizando, mediante expedientes de diseño arquitectónico pasivo, una condición adecuada ante los rigores climáticos. De tal manera, y en concordancia con la escasez de recursos - otro factor importante - las formas extendidas en un piso o con mucho perímetro expuesto, no son la tónica. Miradas Transcordilleranas 186 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE LEONARDO DA VINCI, OSORNO. COMPACIDAD, ALEROS Las cubiertas, con inclinaciones acusadas y aleros, responden a la presencia de abundante pluviosidad asociada a esporádicos vientos intensos. Las inclinaciones favorecen la pronta evacuación de las aguas lluvias, evitando acumulación y posibles filtraciones. Los aleros, trascendiendo su función de protección solar, son usados como protección ante la lluvia asociada a vientos intensos, generalmente vientos norte. Estas características se presentan en la arquitectura local de diversos períodos históricos. Ejemplos pueden ser verificados in situ, en viviendas de colonos alemanes y en posteriores viviendas modernas. VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE HERMANOS PHILLIPPI, OSORNO FERTILIDAD, ORDEN Y CONTINUIDAD VISUAL 2.- Otro factor es la fertilidad: Las condiciones climáticas antes expuestas, sumadas a la calidad del sustrato suelo, ricamente fertilizado por la histórica presencia de volcanes y por la propia abundancia y diversidad vegetal, suponen un adecuado suelo soporte para la vida vegetal, la que se presenta como un exuberante telón de fondo de la actividad humana rural y urbana. El constante crecimiento y los cambios estacionales de esta notable presencia vegetal dotan al espacio público de Osorno de un dinamismo hermoso y excepcional. Al respecto, arquitectos locales como Andrés Angulo (2008), sostienen que ciudades como Osorno han de ser desarrolladas considerando su condición de cuidad parque. La fertilidad de la localidad genera el ineludible hábito, en autoridades y civiles, de cuidar los espacios no construidos de la ciudad, dando como resultado una arquitectura en estrecha relación con un cuidado espacio exterior. Este cuidado, que es observable en viviendas contemporáneas y en los mejores ejemplos modernos de mediados de siglo pasado, también se presentó en casas construidas por los colonos alemanes. De acuerdo a Berg y Cherubini (2008) “El jardín se constituyó en un elemento importante en la cultura de ocupación del paisaje, a tal punto, que una casa en el campo no se podía entender a cabalidad sin los espacios abiertos que la rodeaban, relacionados con la economía doméstica, es decir, el jardín, la huerta y los frutales, los que eran parte importante aún dentro de las ciudades”. Miradas Transcordilleranas 187 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE AMTHAUER, OSORNO. CHIMENEA Y VANOS PEQUEÑOS ORIENTADOS AL SUR 3.- Los recursos: La limitante económica condujo al uso de medios pasivos en el acondicionamiento arquitectónico, cuyos diseños prescindieron de características poco eficientes contra los rigores climáticos, tales como grandes vanos y volúmenes extendidos o dispersos. Muchos ejemplos logrados consideran la escasa disponibilidad de recursos, asumiendo estrategias de diseño que tienden a favorecer su función económica, aún careciendo, por los mismos motivos económicos, de una calidad de construcción que los refuerce en el intento. En los buenos ejemplos de los siglos pasados, no se encuentran envolventes especialmente eficientes, pero si formas generales y tamaños y orientaciones de vanos y de sistemas de calefacción usados de forma eficiente. Son arquitecturas naturalmente bioclimáticas y sostenibles. En los casos en los que no se verifica la antedicha limitante en los recursos, y, por tanto, habiendo podido contar con métodos activos, los diseños han tenido más libertades. VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE MACKENNA, OSORNO ORDEN CONSTRUCTIVO ESTRUCTURAL CLARO Y PRECISO 4.- La condición sísmica local asociada a la materialidad y técnicas constructivas. Estructura, espacio y forma de la arquitectura se adecuan en respuesta a las solicitaciones sísmicas, haciendo imperativo un diseño de orden estructural claro y preciso, modulando la concepción. En estas construcciones, de diversas materialidades, predomina el orden planimétrico y la simplicidad constructiva. No obstante dicho orden, las construcciones de adobe y de piedra no siempre han tenido buena respuesta ante los sismos. Pero no son los materiales los que no han sido aptos, sino que las técnicas constructivas históricamente utilizadas, las que en ocasiones fueron implementadas de acuerdo a estándares foráneos que no consideraban las solicitaciones sísmicas. En el caso de la arquitectura en madera, en la que el orden estructural claro y preciso también fue una necesidad, la conjunción de los desarrollos locales, junto a los aportes de las técnicas tributadas por los inmigrantes, permitieron arribar a concepciones con adecuada respuesta a la condición sísmica. La dupla claridad planimétrica – construcción en madera, resultó en un factor adaptativo de la arquitectura histórica local. En paralelo, la aparición del hormigón, la estandarización de la calidad de los materiales constructivos y la profesionalización de la arquitectura y construcción que supuso la modernización, se constituyeron en férreos aliados en pos de la consecución de esta adaptación. Miradas Transcordilleranas 188 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE MACKENNA. ZOCALO HABITABLE 5.- Finalmente, las formas de vida de los habitantes de una localidad, ligadas a los caracteres que presentan sus prácticas cotidianas. La arquitectura de una localidad refleja los usos y actos de sus habitantes, evidenciando las especializaciones formales, constructivas o espaciales, concebidas para responder a las particulares actividades de sus habitantes y a las maneras en las que los realizan. Aquí se postula que formas de vida desarrolladas por los colonos centroeuropeos avecindados en el siglo XIX, han influido en el ulterior desarrollo de la arquitectura del siglo XX de Osorno, fundamentalmente en vivienda unifamiliar. Espacios como los zócalos habitables multifunción (que fueron usados como sala de guarda de frutos, de preparación de cecinas, lavandería, leñera, bodega y habitaciones de empleados domésticos), así como los espacios Estos factores extra estéticos antes reseñados, así como otros, sobre los que se habrá de seguir inquiriendo, han incidido en la concepción arquitectónica histórica local, señalando sus directrices. Trascendiendo el diseño de las formas por las formas, o de los estilos por los estilos, estos factores median la continuidad histórica de la concepción arquitectónica local. No importando el sistema estético empleado en el transcurso de su devenir histórico, dichos factores extra de cocina comedor, semejantes a los “stube” alemanes, ambos desarrollados en respuesta paralela a unas particulares costumbres de los colonos y a las condiciones climáticas locales, han permanecido en los programas de ciertas viviendas osorninas del siglo XX y XXI. estéticos marcan la vertiente de continuidad. Este panorama revela que las señas de continuidad en la arquitectura local no deben ser buscadas en un sistema estético particular, sistemas que representan más bien la vertiente del cambio, sino más bien en el conjunto de factores extra estéticos históricamente incidentes en la concepción arquitectónica. Así, continuidad y cambio, tensan el desarrollo histórico de la arquitectura local. Miradas Transcordilleranas 189 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera 3.- Concepción arquitectónica moderna: universalidad y localidad, la particular dimensión del sistema estético del siglo XX. VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE O´HIGGINS, OSORNO Al igual que en anteriores períodos históricos, parte del quehacer arquitectónico local del siglo XX, paralelamente a nutrirse de los factores extra estéticos locales, adoptó un particular sistema estético, por cierto también foráneo, originado en los centros europeos: el movimiento moderno. Una de las particularidades más notables de la concepción arquitectónica moderna, y que difiere respecto de sistemas estéticos puestos en práctica en las arquitecturas locales precedentes, radica en su modo de ordenar el espacio, cuya característica más sobresaliente es que prescinde de patrones o cánones de diseño preestablecidos o “de manual”, usuales en anteriores sistemas estéticos académicos. Prescindiendo del “tipo”, la concepción moderna permite dotar a cada obra de una consistencia específica y adecuada a sus propios requerimientos y condicionantes proyectuales particulares, ciertamente también en sintonía con el lugar para el que se concibe el diseño. VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE BARROS ARANA, OSORNO Esta flexibilidad de la concepción moderna hace posible ensayar diseños que cuenten con altos grados de libertad para dar adecuada respuesta a los requerimientos provenientes de los factores extra estéticos locales. Al tratarse de una respuesta proyectual específica para cada caso, propicia activamente una respuesta adaptativa a los factores extra estéticos locales. La buena arquitectura moderna, concebida mediante este flexible y universal sistema estético, posee, entonces, la elegancia de adecuarse a las condiciones locales, dando cabida a la incorporación proyectual de los factores extra estéticos locales, sin por ello dejar de ser moderna. Al quedar modelada por el factor local, sus obras amalgaman así señas locales con otras universales. Son locales y universales a la vez. Miradas Transcordilleranas 190 Los Andes, la cultura arquitectónica y el mito de la frontera VIVIENDA UNIFAMILIAR EN CALLE AMTHAUER, OSORNO La concepción moderna actúa como un crisol, facilitando que, juntos, el factor estético y los extra estéticos, modulen el carácter de la arquitectura local. Atendiendo a esta particularidad, la propuesta de esta ponencia es centrar la exploración en arquitecturas locales de aquel período histórico, y enfocar en una temática arquitectónica representativa del desarrollo de la región, la vivienda unifamiliar, como objeto de estudio. La interrogante a resolver es: ¿En qué medida, y en qué medida no, la temática de la vivienda unifamiliar en Osorno, adoptando y adaptando el sistema estético del movimiento moderno, pero fundamentalmente mediante su particular y flexible forma de concebir el espacio, respetando cada realidad, fue capaz de responder adecuadamente a los requerimientos de diseño que surgen a raíz de la consideración de la diversidad de factores extra estéticos permanentes condicionantes de la realidad local, generando así arquitectura adecuada, a la vez local y universal? Ocuparse de estos temas en la Región de Los Lagos, así como también en toda la región Sur Austral americana, es una tarea que aún no ha sido del todo asumida. El arquitecto argentino Jorge Francisco Liernur (2002 p 14) refiriéndose al enfoque historiográfico tradicional de la arquitectura moderna anuncia “Lo que ha estado llamativamente ausente es la gigantesca experiencia que fue resultado de la articulación entre el sistema de ideas de la arquitectura y el urbanismo occidental - centrado en el Atlántico Norte y en las zonas frías y templadas del hemisferio norte - con las realidades culturales, con las nuevas necesidades programáticas y con las condiciones del clima de las zonas tropicales del globo.”. Podríamos ampliar esta cita señalando que no solo las zonas tropicales de esta parte del globo han estado ausentes, también están llamativamente ausentes las zonas húmedas y frías del Sur Austral americano, latitudes en las que las características de la concepción moderna tradicional del atlántico norte parecen no coincidir por completo con los requerimientos de diseño impuestos por los factores extra estéticos locales. Revisar la experiencia moderna en la región de Los Lagos es un aporte en esa dirección. Bibliografía ANGULO CÁRDENAS, Andrés, (2008), Referentes territoriales del espacio urbano de Osorno, propuesta no publicada. BERG Lorenzo, CHERUBINI Gian Piero, (2008), Ocupación Arquitectura y Paisaje, Región de Los Lagos 15.000 años de historia, Santiago de Chile, Ed. Universitaria. FERNÁNDEZ COX, Cristian, (1990) Arquitectura y modernidad apropiada, tres aproximaciones y un intento, Santiago de Chile, Ed. Taller América. LIERNUR, Jorge Francisco, (2002), Escritos de Arquitectura del siglo XX en América Latina, Madrid, Ed. Tanais. Miradas Transcordilleranas 191 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Coordinadores Prof. Inés Nercesian Prof. Verónica Giordano Prof. Lorena Soler Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX. Argentina y Chile en perspectiva Latinoamericana. Fundamentación L a propuesta de esta mesa es reunir trabajos que tengan como preocupación el conflicto social y las transformaciones políticas, muchas veces expresadas en términos de violencia armada, durante el siglo XX en América Latina. Tras la disolución del orden colonial, el proceso de formación y consolidación estatal combinó un liberalismo económico con Estados oligárquicos cerrados y excluyentes. La violencia fue, en este caso, el reflejo de una sociedad profundamente verticalista. Con el fin del ciclo liberal, en los albores del siglo XX, la cuestión social comenzó a pensarse como problema y, en estas primeras décadas, el conflicto social se expresó en términos de violencia. Los años 1930-1960 fueron los del largo ciclo de expansión capitalista mundial y regional cuyo carácter regulador y estatista permitió combinar, en algún sentido, los intereses de los sectores subalternos con los de los grupos dominantes. Con el agotamiento de este esquema – Revolución Cubana mediante –nuevamente el conflicto volvió a instalarse con gran vigor y la política se expresó en términos de violencia. El fin del ciclo de expansión capitalista del paradigma neoliberal trajo consigo una nueva coyuntura de conflictividad social en donde los niveles de violencia fueron, también, la nota destacada. Con todo, las posibilidades de construcción de un nuevo orden social y político posneoliberal han abierto interrogantes – seguramente todavía pendientes – acerca de los alcances y limitaciones de estos nuevos procesos latinoamericanos. En este marco de grandes ciclos capitalistas que fueron combinando, a su tiempo y a su modo, conflictos sociales y violencia (estatal y subalterna) de donde derivaron diferentes órdenes societales, la mesa alienta la presentación de trabajos comparativos que tomen, o bien Argentina y Chile, o bien centren su objeto en un caso nacional en perspectiva latinoamericana. Se espera reflexionar acerca de las condiciones sociohistóricas de la violencia a partir de perspectivas novedosas que complejicen las miradas más usuales que asocian la violencia con el quiebre de la democracia representativa. Se propone – si se prefiere – una inversión de los términos: observar el conflicto para poder explicar el orden. Miradas Transcordilleranas 192 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Trabajos Seleccionados Miradas Transcordilleranas 193 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Hernán Ouviña Mabel Thwaites Rey Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe Universidad de Buenos Aires Argentina Estado, lucha de clases y transición al socialismo. Los aportes de Lelio Basso para repensar la experiencia de la unidad popular en Chile, a la luz de los procesos políticos actuales en América Latina. E l objetivo de la presente ponencia es realizar una breve reconstrucción de la original propuesta de transición al socialismo planteada por el pensador italiano Lelio Basso, así como del debate que ella generó en Chile durante el convulsionado periodo del gobierno de la Unidad Popular (1970-1973). Partiremos de revisar críticamente la polémica entablada en torno a la necesidad (o no) de una vía violenta de acceso al poder político, para luego describir las modalidades a través de las cuales es factible incidir en el ordenamiento jurídico-estatal, e insertar en él “elementos” de la sociedad futura, aún antes de la conquista plena del poder. Para ello, se recuperará la relación entre lucha política cotidiana y objetivo estratégico de superación del orden social capitalista, destacando los aportes que Basso formula para reinterpretar la transición al socialismo, teniendo como eje central la dimensión prefigurativa de la construcción política de los sectores subalternos y la combinación de reforma y revolución. Al mismo tiempo, se retomará la noción dialéctica que de la legalidad reivindica este autor, no como expresión monolítica del poder de la clase dominante, sino en tanto cristalización, contradictoria y en permanente disputa, de la lucha de clases. Una de nuestras hipótesis es que lejos de perder vigencia, sus tesis resultan fructíferas no solamente para analizar las potencialidades y límites de la truncada experiencia de gobierno liderada por Salvador Allende, sino también para repensar las estrategias políticas contra-hegemónicas que en la actualidad se intentan desplegar en varios países de América Latina. Vía violenta o pacífica: ¿un falso dilema? “Hace un tiempo, cuando en Chile estaba de moda entre la izquierda el problema de la vía armada o la vía pacífica, un cazurro político chileno afirmó que a él no le interesaban los ‘problemas ferroviarios’. Tenía toda la razón. El problema de fondo no es el de las ‘vías’, es el de la vigencia del socialismo como posibilidad histórica” Tomás Moulian Una primera cuestión que surge al momento Miradas Transcordilleranas 194 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de abordar el problema de la transición al socialismo desde la óptica propuesta por Basso, es el de los posibles modos o caminos que permitirían avanzar hacia una sociedad poscapitalista. Como es sabido, esta discusión se encontraba a la orden del día en el contexto del gobierno de la Unidad Popular. Y no resulta ocioso expresar que desde los orígenes mismos del marxismo, la dicotomía entre conquista violenta del poder o vía pacífica ha signado la discusión dentro del movimiento obrero y de las organizaciones de izquierda. Pero desgraciadamente, como afirma el propio Basso en su libro póstumo Socialismo y revolución, debido a una serie de factores, no ha habido una comprensión cabal de la posición de Marx al respecto, llegándose a difundir, en especial durante la hegemonía stalinista, que resulta imposible acceder al poder gubernamental a través de elecciones generales (Basso, 1983). Ahora bien, si esta polémica siempre signó los debates en el seno del marxismo, durante los años sesenta se convirtió en el eje estructural que separaba a “revolucionarios” de “reformistas”. En América Latina, el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959, así como diversos procesos de liberación nacional e insurrecciones vividas en Africa y Asia, abonaron aún más a esta hipótesis. Sin embargo, en su extenso artículo titulado “El uso de la legalidad en la transición al socialismo” (preparado para ser discutido en octubre de 1971 en Santiago de Chile), Basso intentará desmontar este argumento en favor de la vía violenta de acceso al poder como algo ineludible. De acuerdo con su lectura, esta teoría “es más bien una elaboración de Stalin que de Marx o de Lenin, los cuales seguramente la habrían rechazado por su esquematismo no dialéctico” (Basso, 1974: 9). Lejos de abrevar en la larga tradición del marxismo crítico, esta doctrina de “asalto al poder” actualizaría una tradición revolucionaria forjada por fuera de la obra y el accionar de los grandes pensadores de la clase trabajadora. Sus antecedentes hay que buscarlos en la rebelión encabezada por Graco Babeuf durante los últimos estertores de la revolución francesa, que ofició de modelo para las numerosas sectas y sociedades secretas que proliferaron en la primera mitad del siglo XIX en Alemania, Bélgica y Francia. El blanquismo hará de ella su vocación militante, apelando a la conjura como mecanismo de trastocamiento del orden social dominante. Ahora bien, el cuestionamiento que Basso realiza de este tipo de doctrina de la revolución no implica su impugnación descontextualizada. En este sentido, recupera el planteo del propio Marx al respecto, para quien “el desarrollo de las sectas socialistas y el del verdadero movimiento obrero se encuentran siempre en razón inversa. Mientras las sectas tienen una justificación histórica, la clase obrera no está todavía madura para un movimiento histórico independiente. Pero en cuanto ella se acerca a tal madurez, todas las sectas se vuelven esencialmente reaccionarias” (Marx, 1968: 81). En este y otros párrafos, Marx deja en claro que esta concepción de la revolución, entendida en los términos de un mero suceso protagonizado por un reducido número de militantes profesionales, respondió a un momento histórico específico (que tal vez, con sus particularidades, se replicó también en otras coyunturas y latitudes, como la Rusia de finales del siglo XIX y principios del XX). Basso coincide con esta caracterización realizada por Marx, expresando que si bien dicha doctrina “constituyó un progreso para su tiempo”, se encuentra rezagada “respecto del desarrollo posterior en la medida en que permanece inmutable”. Y a pesar de haber propuesto, especialmente a partir de 1850 desde Inglaterra, una estrategia alternativa que involucra como protagonistas centrales del proceso revolucionario a las masas y concibe la transición al socialismo de manera compleja y dialéctica -amalgamando condiciones subjetivas y factores objetivos-, lo cierto es que gran parte de quienes interpretaron a Marx lo hicieron desde aquel prisma blanquista. Dejemos que sea el propio Basso quien lo explique: “como sucede en general a los grandes maestros que, con la agudeza de su ingenio, se anticipan a su tiempo y adelantan ampliamente a sus contemporáneos, Marx fue a menudo leído, incluso por aquellos que se proclamaban sus discípulos, a través de la lente de esta simplista tradición y despojado con ello de lo que constituye su aporte fundamental, Miradas Transcordilleranas 195 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX esto es, la concepción dialéctica del devenir histórico, que ve el proceso revolucionario como un momento inseparable del desarrollo capitalista, un largo proceso que no comienza con la toma del poder, sino que culmina con ella, después de haber puesto ya la base de la nueva sociedad en el interior de la vieja, parte de lo cual es la creación del hombre nuevo para la nueva sociedad” (Basso, 1974: 10; cursivas nuestras). En este fragmento Basso clarifica una concepción prefigurativa de la transición al socialismo, que asimismo toma distancia de aquellas corrientes que vislumbran los límites del marxismo en los términos de una radical dicotomía entre vía violenta o pacífica de acceso al poder. De acuerdo con la caracterización de la obra de Marx que realiza Basso, si bien durante su momento juvenil el “barbudo de Tréveris” supo pregonar, con evidentes reminiscencias babeuvistas, la necesidad ineludible de la utilización de la violencia para garantizar la conquista del poder por parte del proletariado, debido a que ninguna otra vía parecía posible en aquel entonces, lo cierto es que el Marx maduro diferencia claramente, a partir de las respectivas condiciones particulares, entre aquellos países en que la violencia será necesaria, y los que sería superflua e incluso contraproducente. Para validar esta distinción, Basso indaga en las potencialidades otorgadas por Marx al sufragio universal y a la tribuna de debate y denuncia que podría resultar el Parlamento en determinados contextos. Desde ya, este planteo no implicaba para los padres del marxismo renegar de la construcción de una sociedad sin clases sociales ni -por consiguienteEstado. Sí nos muestra la complejidad y riqueza de las diversas formas que asume la lucha política de acuerdo con la coyuntura específica de cada sociedad. De esta manera se torna comprensible, por ejemplo, por qué Marx redacta el 5 de marzo de 1852, en The New York Daily Tribune, un artículo titulado Los Cartistas, en el que asegura que “en Inglaterra, donde el proletariado constituye ampliamente la mayoría de la población, el sufragio universal equivaldría al poder político de la clase obrera (...) Aquí, la dominación política de la clase obrera sería una consecuencia inevitable” (Texier, 1994). Años más tarde, y en un contexto totalmente diferente -febrero de 1871-, Engels escribe en el marco de la Asociación Internacional de los Trabajadores que “el sufragio universal nos proporciona un medio de acción excelente” (Basso, 1983). Pocos meses después de la sangrienta represión sobre los communards en París, será Marx quien, en su famoso discurso pronunciado en septiembre de 1872 en Amsterdam, afirme que existen países como Estados Unidos, Inglaterra, y hasta tal vez Holanda, en los que es posible la conquista del poder político por medios pacíficos. Ya en marzo de 1891, en una carta enviada a Oppenheim, Engels avizoraba que “dentro de cinco o diez años, los distintos parlamentos presentarán un aspecto completamente diferente” (Marx y Engels, 1974: 194). Además de estas, podrían citarse numerosas ocasiones en las que los autores del Manifiesto Comunista revalorizan la posibilidad de avanzar hacia una conquista del poder a través de medios legales y pacíficos, aunque por la extensión del texto nos remitimos a los citados trabajos donde se pasa revista a cada uno de estos momentos. Lo que sí es importante destacar es -al decir de Basso- que puede ocurrir que la violencia sea necesaria en todos los países si ocurre que la burguesía se niega a ceder el poder, y pretende defender por la fuerza las relaciones salariales de producción. En todo caso, se tratará más bien de una “violencia de retaguardia” de la clase que reclina, a la cual la clase trabajadora deberá responder, sin duda, con la violencia revolucionaria. Pero más allá de esta posibilidad cierta, lo sustancial para Basso es que “el Marx maduro no concebía la conquista violenta del poder por parte del proletariado como un momento insustituible de la transición al socialismo, sino que confiaba sobre todo en la maduración, simultánea y conjunta, a través de un largo proceso de lucha de clases, tanto de las condiciones objetivas (desarrollo y socialización de las fuerzas productivas y consiguiente transformación de la estructura), como de las condiciones subjetivas (formación y desarrollo de la conciencia de clase, capacidad democrática de autogobierno del proceso productivo por parte del proletariado, remoción progresiva Miradas Transcordilleranas 196 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de las relaciones de poder, etc.)” (Basso, 1974: 15). En función de esta lectura, cabe plantear, a modo de conclusión, que lo que diferencia a una estrategia auténticamente revolucionaria de una de tipo reformista, no es la lucha violenta por la toma del poder, sino sobre todo la capacidad de intervención subjetiva en los procesos objetivos de desarrollo contradictorio de la sociedad, solventada en la vocación estratégica de mantener adecuadamente, en cada fase y momento de la lucha de clases, una estrecha conexión entre cada una de las acciones desplegadas por los grupos subalternos organizados de forma autónoma -sean éstas pacíficas o violentas- y la perspectiva de totalidad que tiene como horizonte el trastocamiento integral de la sociedad capitalista. En línea con estas ideas, podemos destacar el planteo de Ralph Miliband contenido en el libro Marxismo y política (1977). En un capítulo titulado “Reforma y Revolución”, señala que, en las filas del marxismo, se ha dado una permanente tensión entre los seguidores de las vías “constitucional” e “insurreccional”, lo que no necesariamente se debe asociar a los términos reforma y revolución. Para Miliband, la vía insurreccional no asegura la culminación en una transformación verdaderamente revolucionaria, ni el acceso al poder a través de un proceso eleccionario signa el camino reformista. Más bien, lo que distingue al reformismo es su renuncia a abolir las relaciones de producción burguesas. El carácter contradictorio del derecho burgués y la lucha por introducir “elementos de la nueva sociedad” en el ordenamiento estatal “Hay que partir de la realidad, que es necesariamente contradictoria, y utilizar uno de los aspectos de la contradicción, que se halla en la sociedad, en las instituciones y, de rebote, en la propia conciencia humana, como punto de apoyo para renovar esa realidad” Lelio Basso Ahora bien, una vez cuestionado el falso dilema entre vía armada y pacífica, y reafirmada la concepción de la revolución en Marx como una prolongado proceso subjetivo-objetivo que (aunque no lo niega como posibilidad) “no se identifica en modo alguno con el simple momento de la insurrección y de la toma del poder” (Basso, 1974: 16), resta responder a la pregunta en torno a cómo llevar adelante este complejo y multifacético tránsito hacia el socialismo. De acuerdo con Basso, el marxismo crítico caracteriza a este pasaje como un arduo recorrido que surge de las entrañas mismas de la sociedad capitalista, y que tiene a la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción como su motor principal. En esta contradicción que da vida al proceso revolucionario, el agente catalizador no es sólo la clase trabajadora tomada en sí misma, sino todo el conjunto de fuerzas productivas que se desarrollan de manera dialéctica y en el marco de la totalidad social; con lo cual la clase obrera oficia de protagonista, aunque como parte fundante de -y en vinculación estrecha con- los restantes elementos que constituyen a aquellas. En este sentido, “a medida que el desarrollo de las fuerzas productivas plantea nuevas exigencias de socialización, la clase dominante se ve obligada, sea por las exigencias objetivas de este crecimiento, sea por la intervención consciente de la clase trabajadora que de allí deriva, a aceptar reformas, es decir, modificaciones de su propia organización, acentuándose el elemento colectivo o social. Es en esta dirección en que avanza la legislación social para la protección de los trabajadores, la extensión del sufragio hasta hacerse universal, la intervención creciente del Estado en la vida económica, hasta llegar a las nacionalizaciones y ciertas formas de planificación” (Basso, 1974: 17). Pero no obstante dicha tendencia, también es cierto que más allá de que cada una de estas reformas y conquistas parciales chocaron, en sus orígenes, con el descontento y la resistencia de las clases dominantes, con el transcurrir del tiempo y en función tanto de determinadas debilidades de los sectores subalternos, como de la lógica integradora Miradas Transcordilleranas 197 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX del sistema, estas dinámicas socializantes y disruptivas terminaron siendo reabsorbidas en el marco del viejo ordenamiento socio-estatal, sobre la base de un nuevo equilibrio que logró mantener invariante a los núcleos de las relaciones de poder y dominio existentes. Por ello para Basso resulta fundamental el insistir en la necesidad de concebir la estrategia política prefigurativa como un esfuerzo constante “por preconstituir, ya desde ahora mismo, el máximo de elementos de la sociedad futura, y por recogerlos orgánicamente en torno a (…) la lógica antagónica al sistema (…) a fin de hacerla convertirse en un sólido polo de atracción para todos los cambios estructurales siguientes” (Basso, 1974: 19; cursivas nuestras). Para garantizar el triunfo progresivo de este proceso revolucionario, es menester enmarcar los diversos momentos que lo constituyen, en una perspectiva de totalidad, de manera tal que no puedan ser afrontados como disociados entre sí. Será por tanto un proceso integral que permita ir gestando y sedimentando los elementos de la sociedad futura en un ordenamiento socio-estatal de nuevo tipo. En suma: se trata de “hacer avanzar juntos a todos los aspectos de la vida que deberán animar la sociedad futura y esto significa (…) la estructura y la conciencia de los hombres, las instituciones y la cultura, las relaciones de poder y los valores éticos” (Basso, 1974: 19). Precisamente en este marco de transformación revolucionaria, dirá Basso, el derecho tiene un lugar predominante como instancia de disputa por introducir aquellos elementos prefigurativos en el ordenamiento estatal. Analicemos a qué se refiere exactamente, y por qué es posible, según él, la “utilización” de la dimensión contradictoria de la legalidad, en el marco de esta nueva estrategia de transición al socialismo, que según su caracterización comenzaba a ser ensayada (no sin ambivalencias y tensiones) por parte del gobierno de la Unidad Popular. Basso parte de reconocer que la concepción bastante generalizada al interior del marxismo es aquella que define al derecho como mero reflejo superestructural del dominio capitalista de clase, por lo que “no es y no puede ser otra cosa que la expresión de la voluntad de la clase dominante”. De ahí que, según esta tradición, pensar en poder hacer un “uso” de las normas del ordenamiento jurídico burgués antes de la toma del poder, es pura utopía. Esta lectura rígida y unilateral, de acuerdo con Basso, olvida el carácter dialéctico y contradictorio de la sociedad capitalista (sintetizado en la coexistencia en el interior de la propia sociedad, de dos lógicas antagónicas), lo que implica reconocer que “el derecho, como el poder en general, no puede sino ser el resultante de esta lucha, no puede dejar de reflejar, más que la voluntad de la sola clase dominante, la correlación de fuerzas existente entre las diversas clases sociales e incluso, entre los diversos grupos presentes en el seno de una misma clase” (Basso, 1974: 21). Si así no fuese, ironiza Basso, tendríamos que considerar al poder como “un instrumento enteramente homogéneo cuyas palancas de mando son maniobradas a exclusivo beneplácito de la clase dominante; tendríamos que concluir que la lucha de clases que se desenvuelve desde el nacimiento de la sociedad capitalista ha sido enteramente vana, una inútil lucha por el poder que no ha incidido en lo más mínimo sobre las relaciones de poder mismas” (Basso, 974: 21-22). Pero en el devenir histórico de nuestras sociedades hay sobrados ejemplos de que éste dista de ser el derrotero invariante de la lucha de clases. Basso menciona como referencia descollante la limitación legal de la jornada laboral, que Marx supo considerar durante los años ’60 del siglo XIX un triunfo rotundo de la “economía política de la clase obrera” frente a la vocación expoliadora de las clases dominantes. Lo que allí se logró imponer no fue otra cosa que la lógica antagónica que en un contexto más global de lucha tendía a erosionar los cimientos mismos del capitalismo (o cuanto menos, su lógica de ganancia y explotación como único principio de regulación de la vida social). Esto le permite concluir afirmando que para Marx “el derecho no era simplemente la expresión monolítica del poder de la clase dominante, sino por el contrario, la expresión contradictoria de la lucha de clases, la expresión del conflicto Miradas Transcordilleranas 198 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX entre las dos lógicas antagónicas que se disputan el campo en la sociedad capitalista” (Basso, 1974: 23). Por lo tanto, la lucha de clases ha ido moldeando históricamente el ordenamiento jurídico, que lejos de mostrarse totalmente refractario a las demandas de la clase trabajadora, ha ido modificándose al calor de sus reivindicaciones, de manera tal de “plasmar” estos elementos antagónicos que condensan sus reivindicaciones y anhelos prefigurativos, en su configuración simbólicomaterial. Ahora bien, ¿cuáles son las vías o aristas a través de las cuales estos elementos pueden ir insertándose en el ordenamiento estatal? Basso considera que sin duda son múltiples, y que en particular algunas de ellas ameritan ser problematizadas en función de la original coyuntura abierta en Chile a partir de 1970. Una primera remitiría a lo que llama la “función ideológica del derecho burgués”. Con ella alude a su rol mistificador de la conciencia a través de una falsificación de la realidad misma. Si en su sustrato profundo el capitalismo es una sociedad basada en la explotación y la apropiación privada del plusvalor, en un plano meramente fenoménico se nos presenta como una sociedad armónica, donde rige la igualdad y la libertad como preceptos universales. Este desacople entre forma y contenido que podría traducirse en los términos de una igualdad formal en el cielo estatal, que tiene como contratara una desigualdad concreta en el ámbito terrenal de la sociedad civil- ya había sido analizado por el joven Marx en su clásico ensayo sobre La Cuestión Judía. Basso recupera esta lectura crítica en pos de poner en evidencia el carácter constitutivamente contradictorio del ordenamiento jurídico y, en un plano más general, del Estado burgués en su conjunto. Esta contradicción entre su finalidad ideal y sus presuposiciones reales no es algo coyuntural, sino un rasgo inherente de la dimensión estatal. De ahí que advierta: “Si nosotros nos limitásemos entonces a decir que los principios proclamados por el Estado burgués, e insertos en el ordenamiento jurídico mismo, son solamente un engaño, si nos limitásemos a denunciar que la ley no es igual para todos, haríamos como aquellos utopistas criticados por Marx que veían en la miseria solamente la miseria y no la potencialidad revolucionaria que dialécticamente origina. Toda contradicción interna a la sociedad, al Estado, al ordenamiento jurídico burgués, contiene en sí una carga revolucionaria, y debe ser utilizada por el proletariado como un punto de apoyo para destruir la opresión: en este caso la ideología jurídica, como la ideología religiosa, debe ayudarnos a comprender la contradicción que ella trata de esconder y convertirse así en un arma para superar esa contradicción” (Basso, 1974: 25). Desde esta óptica podemos expresar que si el Estado es monolíticamente una forma definida, entonces estamos cayendo en la eseidad que destruye la dimensión contradictoria que es inherente a las relaciones sociales de producción y que permite pensar el cambio social como posible. Como toda forma, el Estado es y no-es; por lo que desgarrar aquello que no-es, reapropiarlo, arrebatarlo para los intereses populares debe ser parte de la lucha de clases. Claro que esto no equivale a negar que el Estado es el garante de una relación social desigual de dominación y, por lo tanto, resulta erróneo pensar que podría convertirse en su reverso por una simple evolución progresiva de reformas. Pero sí a reconocer que no obstante esta restricción constitutiva incontrastable que aleja cualquier falsa ilusión instrumentalista -es decir, “usar” libre y arbitrariamente el aparato estatal como si fuera una cosa inanimada operada por su dueño-, es posible y necesario forzar el comportamiento real de las instituciones estatales para que se adapten a ese “como si” de neutralidad que aparece en su definición (burguesa) formal. En el camino, en el mientras tanto productivo de una nueva configuración social, puede empujarse al Estado a actuar “como si”, verdaderamente, fuera una instancia de articulación social. Esto es, forzar de manera consciente la contradicción incita del Estado, provocar su acción en favor de los mas débiles, operar sobre sus formas materiales de existencia sin perder de vista nunca el Miradas Transcordilleranas 199 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX peligro de ser cooptados, de ser adaptados, de ser subsumidos. Pero este peligro no puede hacer abandonar la lucha en el seno del Estado mismo, en el núcleo de sus instituciones (Thwaites Rey, 2004). Una segunda vía de incidencia en el ordenamiento estatal es la que, de acuerdo con Basso, se refiere a la inaugurada a través del desarrollo y expansión de las fuerzas productivas, que compele a las clases dominantes a adaptarse a la naturaleza cada vez más social y colectiva de estas fuerzas. En este caso, lo que se pone en evidencia es el carácter irracional de las relaciones privadas de producción, así como su tendencia a obstruir el libre despliegue de las fuerzas productivas. Frente a esta dinámica de contraposición, la legislación estatal se ve forzada a introducir normativas y resoluciones en las que la presencia del elemento colectivo y planificador se acentúa cada vez más. Esto lleva a Basso a afirmar que “la apropiación privada de la plusvalía, que es la consecuencia de estas relaciones de producción, ya no es hoy en día el mero resultado de la simple relación capitalistaobrero, sino que requiere, para poder realizarse, toda una serie de mecanismos de intervención pública, una movilización general del aparato estatal llamado a intervenir para hacer funcionar regularmente la economía y para asegurar la posibilidad de supervivencia del capitalismo privado” (Basso, 1974: 26). Son numerosos los ejemplos que podrían citarse como referencia de esta propensión a incorporar la lógica antagónica de las fuerzas productivas en la estructura jurídico-política del Estado: desde organismos responsables de garantizar las condiciones generales del proceso de acumulación capitalista, pasando por la nacionalización de determinadas empresas e industrias, hasta la puesta en práctica de políticas de planificación socioeconómica. Todo lo cual permite aseverar que cuando las clases subalternas logren conquistar la dirección de la institucionalidad pública, no tendrán que “comenzar ex nihilo la construcción de una sociedad nueva” (Basso, 1974: 27), sino que en ese arduo proceso de edificación revolucionaria, habrán prefigurado -y cristalizado en el andamiaje estatal- un conjunto de elementos antagónicos con respecto a la lógica del capital. Asimismo, una tercera vía por medio de la cual es factible irrumpir en el ordenamiento jurídico burgués remite a la presión subjetiva de la clase trabajadora, que para Basso es la más importante de las fuerzas productivas. No está demás insistir en la posibilidad de que los grupos subalternos -a través de lo que Marx llamaba su “capacidad creativa”logren incorporar en la dimensión material del Estado normas y principios que cristalicen en él ciertos “elementos” de la nueva sociedad en gestación. Al respecto, Basso nos recuerda que “la historia dura y luminosa de las luchas, de los sacrificios y de las conquistas de la clase obrera (…) han modificado continuamente las correlaciones de fuerzas y han impreso su sello hasta en la legislación (Basso, 1974a: 28). Por último, Basso plantea que existe una especie de vía silenciosa de transformación del ordenamiento que está dada por el significado cambiante de las palabras. Aquí cabe establecer una profunda afinidad con respecto a lo que Antonio Gramsci denominaba, dentro de la lucha contra-hegemónica, la “gramática normativa”, y que dota de relevancia a la disputa en torno las formas en que las relaciones de dominio, así como los “elementos” de la sociedad futura que late en las entrañas de la vieja, co-constituyen a -y se cristalizan en- el lenguaje cotidiano de la población, moldeando la subjetividad de tal manera que resulte acorde, o bien obture e impugne, a las relaciones sociales que solventan el status quo capitalista (Gramsci, 2000). No es posible, desde esta perspectiva, desacoplar al lenguaje del contexto social y político dentro del cual su gramática está necesariamente inmersa. Como expresa Basso, “expresiones como ‘moral’ o ‘costumbres’, que se repiten frecuentemente en las leyes, cambian de significado con el cambio de los tiempos y de los hábitos de vida” (Basso, 1974: 28). Esto implica tener en cuenta que la introyección, por parte de la mayoría de la población, de su propia subordinación a las múltiples relaciones de poder que configuran la sociedad capitalista, está dada también por la predominancia de un conformismo Miradas Transcordilleranas 200 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX gramatical, que establece “normas” o juicios de corrección y sanción (una especie de “censura intersubjetiva”) al momento de simbolizar la realidad que nos circunda, neutralizando aquellas gramáticas alternativas y alterativas. Pero este proceso, desde ya, dista de ser algo inevitable y armónico. En el caso específico del ordenamiento estatal, los grupos subalternos pueden modificar el contenido jurídico que lo constituye (incluso el de las normas constitucionales), en la medida en que logre mediante su lucha contra-hegemónica imponer nuevos valores culturales y éticos en la propia vida social. Por tanto, cabe postular que si la ideología (dominante) se materializa sobre todo en actos, el impugnar el conjunto de prácticas enajenantes al interior del campo popular, que fomentan un significado específico de las palabras, supone inevitablemente edificar de forma simultánea una nueva gramática, que permita prefigurar en el hoy esos otros universos de significación pos-capitalistas anhelados y hacer que la mentalidad popular asuma como propia la necesidad de un nuevo horizonte civilizatorio. Ahora bien, más allá de dar cuenta de las potencialidades de estas diferentes vías de incidencia en el ordenamiento jurídicopolítico, Basso advierte que lo fundamental es que estos múltiples elementos de la lógica socializante no sean sofocados y subsumidos dentro de la legislación general capitalista, sino que se aceleren y engarcen, asumiendo una función general de orientación, tanto de la interpretación y aplicación de los viejos textos y normativas, como de los desarrollos de la nueva legislación de cara al futuro, haciendo emerger en ambos casos sus contenidos antagónicos latentes y contribuyendo a la construcción progresiva de la sociedad socialista. La estrategia prefigurativa como proceso transicional que hace posible la transición Llegado a este punto, es preciso explicitar que lo que Lelio Basso nos propone es una evidente reinterpretación de la concepción tradicional de la transición al socialismo, tal cual fuera delineada por Marx y Lenin. En el caso del primero, es conocida la caracterización de este proceso que realiza en sus notas críticas al “Programa de Gotha”. En ellas (publicadas póstumamente, y conocidas como Crítica al Programa de Gotha). Marx traza lo que sería, a grandes rasgos, el derrotero de la sociedad capitalista hacia el comunismo. Sin embargo, poco y nada nos dice de la transición o proceso revolucionario que permita sentar las bases de este sinuoso y prolongado camino. Su anotaciones dan cuenta, ante todo, del puente entre el momento inmediatamente posterior a la conquista del poder por parte de los trabajadores, y el horizonte comunista de una sociedad sin clases. Al margen de estas anotaciones (recordemos: no escritas con el propósito de que fueran publicadas), algo similar ocurre con Lenin. El texto clásico donde aborda con mayor profundidad este derrotero transicional es sin duda El Estado y la revolución, escrito semanas antes de la toma del poder en octubre de 1917. Pero allí nuevamente lo que se desarrolla en detalle son las llamadas fases inferior y superior del comunismo, omitiendo los pasos previos para llegar a ese momento de inicio del derrotero transicional. Aunque pueda resultar un tópico recurrente, no está de más recordar que el interés inmediato del libro de Lenin no fue indagar en la naturaleza de clase del Estado per se, sino intervenir en el debate político coyuntural de su época -en un contexto pre-revolucionario de ascenso de masas- polemizando alrededor de las posibilidades o no de la participación de la clase trabajadora en la gestión del aparato estatal. Su problema, por lo tanto, era teóricopráctico. De ahí que la reflexión crítica en torno al Estado resulte para Lenin indisociable de la lucha concreta por destruirlo (en el caso del burgués) o por avanzar hacia su total extinción (en el del “semi-Estado” proletario). Dentro de este marco, la dictadura del proletariado se concebirá como la forma política que, durante la fase transicional iniciada tras el asalto al poder, despliega este complejo proceso de transformación social que permita sentar las bases de una sociedad comunista. De acuerdo con Basso, las lecturas Miradas Transcordilleranas 201 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX contemporáneas y posteriores de estos textos tuvieron como principal referencia a la categoría de dictadura del proletariado (llegando incluso, en sus versiones más ortodoxas, a exacerbar el primero de los términos que compone a este vocablo, como objetivo prioritario y casi excluyente de garantía del triunfo), desvalorizando lo que resultaba ser un aporte sustancial, especialmente en el caso de Marx, para pensar una estrategia de transición revolucionaria de nuevo tipo, que no ancle su propuesta en experiencias pasadas como la revolución francesa, sino que -según la feliz expresión de El XVIII Brumario- extraiga su poesía revolucionaria del porvenir. Pero más allá de las circunstancias específicas que condicionaron el sentido de estos escritos, Basso reconoce que “está claro que el período de transición del cual habla Marx en éste párrafo se orienta a la toma del poder por parte del proletariado, porque de otra manera no se podría hablar de dictadura revolucionaria, pero caeríamos en el talmudismo si pretendiéramos que, después de que Marx la haya usado una vez en este sentido, la palabra ‘transición’ no pueda ser más utilizada en una acepción más amplia o más restringida” (Basso, 1972: 233). Por lo tanto, si bien existe en Marx una concepción de la transición entendida como momento sucesivo a la toma del poder, también puede rastrearse en él, claro está que de manera no sistemática, otra acepción que remite a la larga y contradictoria metamorfosis que se inicia antes de aquella conquista, y que culmina mucho después de que ella se logra. Una de nuestras hipótesis -validada por Basso en varios de sus escritos- es que precisamente la estrategia prefigurativa constituye el eje que estructura y dota de coherencia a este prolongado tránsito denominado proceso revolucionario. Desde esta óptica, la transición al socialismo sería entonces el mismo proceso que primero conduce a la conquista del poder, y luego a la utilización del poder popular para la edificación de una sociedad sin clases. Basso aclara que desde ya los medios a disposición de los trabajadores serán diversos, antes y después de la toma del poder: “el traspaso del poder de la burguesía al proletariado debe implicar también un cambio radical de los instrumentos y de las formas de ejercicio del poder, y no simplemente el pase de mano de los mismos instrumentos y del empleo de los mismos métodos” (Basso, 1972: 245). Subyace aquí una clara ruptura respecto de la relación entre medios y fines que establece la racionalidad instrumental burguesa, así como una vocación por amalgamar lo más estrechamente posible -y desde una perspectiva prefigurativa- los medios de construcción política del proletariado, con los fines socialistas a los que se aspira. Por ello no resulta ocioso explicitar que aquel momento particular (el de la conquista del poder) oficia de bisagra o “punto de viraje”, aunque ello no equivale a hacer de él un corte neto de separación entre dos fases que, en rigor, se encuentran estrechamente conectadas y que, en última instancia, representan un continnum histórico en términos del proyecto político de largo aliento que le otorga sentido. Así, la llamada conquista del poder, lejos de ser producto de un acto abrupto de violencia física que hace tabula rasa con todo lo precedente (como ya intentamos cuestionar en el primer apartado), en los países capitalistas occidentales sería resultado de un prolongado proceso, una síntesis de continuidad y ruptura, aunque sin vacíos históricos; de maduración tanto de las condiciones objetivas (que se asientan en un crecimiento de los elementos de la sociedad futura que anidan en las fuerzas productivas) como de la conciencia de clase (que no puede medirse sólo en términos “cuantitativos”, sino que siempre contempla una dimensión cualitativa de desarrollo). En este último punto, Basso apela a la teoría luxemburguista que pregona como motor de la transformación social a la capacidad de iniciativa y de auto-educación político-democrática que el proletariado va conquistando progresivamente, en la medida en que se organiza de manera autónoma e incide en la dinámica de la lucha de clases como fuerza revolucionaria a partir de un ejercicio dialéctico que aúna demandas cotidianas y objetivo final (Basso, 1977). Desde esta original perspectiva, la transición al socialismo equivaldría a la contradictoria y prolongada fase que precede y prepara la conquista del poder en términos integrales. Miradas Transcordilleranas 202 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Potencialidades y límites del uso de la legalidad en la transición al socialismo: el debate en torno a la experiencia de la Unidad Popular en Chile “Saben que en torno a esta estrategia se desarrollan encendidas batallas polémicas en el seno de la izquierda chilena, y nosotros no tenemos ninguna autoridad para dar lección: por el contrario, hemos venido aquí para aprender de su experiencia” Lelio Basso Una vez hecho este racconto en torno a relectura crítica que de la transición al socialismo realiza Lelio Basso, resulta interesante realizar una breve reconstrucción del debate que generaron sus tesis en Chile durante el convulsionado periodo del gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), cruentamente truncado como consecuencia del golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet. Cabe destacar que si el vínculo entre Lelio Basso y América Latina ha sido por demás intenso durante sus años de militancia e involucramiento con los procesos políticos que se vivieron durante la década del sesenta y setenta, el que llegó a entablar con el pueblo chileno fue de hermanamiento y solidaridad excepcional. Será el triunfo de la coalición conformada por la Unidad Popular, que levantará a Salvador Allende como candidato a presidente en septiembre de 1970, lo que generará un acercamiento mayor de Basso a la realidad chilena. No obstante, ya en 1965 había comenzado su acercamiento a la compleja y diversa realidad latinoamericana. En aquel entonces, un grupo de exiliados venezolanos en Italia le habían solicitado que aceptara ser el relator principal en una Conferencia centrada en la demanda de amnistía para los presos políticos de ese país. Tal como ha relatado Alberto Filippi, estrecho colaborador de Lelio Basso que ofició de puente entre él y nuestro continente, aquella sesión del Tribunal Russel realizada en Roma -en la que cumplirá el rol de relator general- le permitirá tener un primer contacto con la convulsionada realidad latinoamericana. A partir de ahí, manifestará “su vivísimo interés por el socialismo en America Latina” que “no se había agotado con la Conferencia” (Filippi, 2006: 101). Serán varias las iniciativas que impulse junto con un entusiasta grupo de jóvenes italianos para analizar en profundidad las problemáticas que, en aquel entonces, aquejaban a nuestro continente y colaborar en los procesos políticos que se estaban desarrollando en varios países. Entre ellas, merecen destacarse dos: en primer lugar, la edición de un número especial de la revista por él dirigida -Problemi del Socialismo- dedicado a indagar en la especificidad de América Latina; en segundo término, la organización por parte del ISSOCO del Primer Convenio Internacional, en julio de 1971, destinado al mismo propósito, y al que asisten algunos de los principales referentes teóricos del pensamiento crítico latinoamericano, como André Gunder Frank y Armando Córdova. Sin embargo, lo que marcará a fuego el vínculo político y hasta afectivo de Basso con América Latina será su obsesión por el proceso de la Unidad Popular en Chile. Nuevamente, el joven Alberto Filippi resultará el eslabón decisivo que hará posible concretar este puente. Junto a otros italianos comprometidos, en mayo de 1971 había sido invitado por la Presidencia de la República de Chile para colaborar con la organización de la llamada “Operación Verdad”, una campaña internacional destinada a difundir (especialmente en Italia y Europa) lo que realmente estaba ocurriendo en este país. Tras varios encuentros realizados en Santiago con autoridades del gobierno de Allende (entre las que se destacaba el Viceministro de Justicia José Antonio Viera Gallo), Filippi retorna a Italia y convence a Basso de la necesidad de intensificar las relaciones entre la Universidad de Camerino y el ISSOCO por un lado, y el Centro de Estudios sobre la Realidad Nacional (Ceren), el Centro de Estudios Socioeconómicos (Ceso) y el Ministerio de Justicia del Poder Ejecutivo chileno por el otro. Basso no solamente fomenta este vínculo, sino que además da impulso a la creación de un “grupo de trabajo sobre Chile” en el marco del ISSOCO, del que participarán varias personalidades de la izquierda intelectual italiana, como Luigi Ferrajoli, miembro fundador y uno de Miradas Transcordilleranas 203 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX los principales referentes de la asociación Magistratura Democrática (corriente creada en 1964 y que agrupaba al sector más progresista del poder judicial italiano). Precisamente en el seno de este laboratorio de pensamiento y acción se pergeñará, junto con el empeño que aportarán desde Chile personajes como VieraGallo, el histórico Simposio sobre “Transición al socialismo y experiencia chilena” que será realizado en octubre de 1971 en la ciudad de Santiago. Hecha esta breve contextualización, cabe expresar que existen varios escritos y entrevistas en donde Lelio Basso sienta posición respecto de la inédita experiencia política vivida en Chile durante el gobierno encabezado por la Unidad Popular en los primeros años de la década del setenta. No obstante, la ya mencionada ponencia titulada “El uso de la legalidad en la transición al socialismo” es sin duda uno de los que mayor densidad teórico-política ostenta, y el que más revuelo generó entre la intelectualidad crítica y la militancia de izquierda de este país. Es por ello que al igual que hicimos en los apartados precedentes, tendremos a este texto como referencia obligada, aunque cotejándolo con otros artículos y manifestaciones públicas contemporáneas. La conferencia pronunciada por Lelio Basso durante el citado Simposio sobre “La transición al socialismo y la experiencia chilena” -concretado a instancias del Centro de Estudios Socio-Económicos de la Universidad de Chile y el Centro de Estudios de la Realidad Nacional de la Universidad Católica- instaló sin duda un enorme debate al interior de las fuerzas progresistas y de izquierda del vecino país. Pero más allá de las discusiones, es importante rescatar lo que el catedrático brasileño Thetonio Dos Santos (encargado por el Centro de Estudios Socio-Económicos de la Universidad de Chile de realizar el Simposio en su contribución realizada a modo de balance del encuentro,) sintetizó como uno de los acuerdos generales que allí se dieron: el hecho de que al margen de ciertos análisis referidos a experiencias históricas, las investigaciones en torno al problema de la transición al socialismo resultan bastante insuficientes, por lo que “los estudios históricos están todavía en estado muy preliminar, y ellos se hacen necesarios para que estas categorías puedan operar, realmente, sobre los procesos concretos, y enriquecerse como categorías que expresan un movimiento histórico concreto, un proceso dialéctico” (Dos Santos, 1972: 319). Precisamente atendiendo a este déficit es que Basso elabora su sugestiva ponencia. Ahora bien, al margen de esta carencia teórico-política, a grandes rasgos -y omitiendo los matices entre sí- podríamos dividir en dos corrientes a quienes participaron del Simposio. Por un lado, aquellos intelectuales que pregonaban que el proceso de transición del capitalismo al socialismo era factible que aconteciera de manera similar (obviamente, con las particularidades del caso) al largo período de alumbramiento que signó el pasaje de la sociedad feudal a la capitalista. Esta postura abrevaba obviamente en la perspectiva prefigurativa propuesta por Lelio Basso en su ponencia, y tuvo como principales defensores a la marxista Marta Harnecker y al ya mencionado Viceministro de Justicia del gobierno de Salvador Allende, Antonio VieraGallo. Por el otro, quienes postulaban que la transición al socialismo no tenía puntos de comparación ni analogía alguna con respecto a la profunda metamorfosis que se vivió entre la edad media y la modernidad capitalista. Entre aquellos que reivindicaban esta postura durante el Encuentro pueden mencionarse al economista norteamericano Paul Sweezy y al “dependentista” brasileño Rui Mauro Marini. Teniendo como trasfondo esta “divisoria de aguas” teórica y política, resulta interesante recuperar este eje del debate por cuanto, más allá de las discusiones historiográficas, cobra una centralidad mayúscula en la actual coyuntura latinoamericana. En efecto, la concepción del proceso revolucionario como algo que puede surgir (o no) de las entrañas de la sociedad capitalista constituye una de las principales aristas de la discusión general en torno a cómo concebir la transición al socialismo que hoy se ha reinstalado con fuerza en nuestra región. Entre las muchas repercusiones políticas que tuvo la ponencia de Basso, una de las más Miradas Transcordilleranas 204 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX interesantes fue la que obligó al prestigioso intelectual e integrante de la dirección del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Rui Mauro Marini, a redactar una serie de materiales a propósito de las tesis expuestas. En todos ellos, polemiza con la lectura realizada por Basso de los principales referentes del marxismo y de las consecuencias políticas que de ello se desprenden. Marini inicia su discusión argumentando que el objetivo prioritario al que debe subordinar su práctica política toda organización revolucionaria es “la conquista del poder político”, por lo que hasta tanto no se logre “la destrucción de las estructuras de explotación y opresión que se oponen al surgimiento de la nueva sociedad, resulta imposible hacer emerger esos elementos en el seno de la vieja. Según su caracterización, Basso borraría las fronteras entre la reforma y la revolución al reducir el proceso transicional a una mera sumatoria de elementos que se introducirían sin el ejercicio de la violencia en el ordenamiento estatal tradicional. Por contraposición, de acuerdo con Marini -quien curiosamente se vale de los argumentos de Karl Kautsky para impugnar las hipótesis de Bassosólo pueden considerarse como fases de un proceso revolucionario aquellas reformas que son la obra de una clase que, hasta entonces oprimida política y económicamente, acaba de conquistar el poder político y lo emplea para metamorfosear la totalidad del andamiaje estatal. De ahí que concluya expresando que “las transformaciones superestructurales siguen, no preceden a la revolución política” (Marini, 1974: 81, cursivas nuestras). En sintonía con este planteo, un segundo punto de distanciamiento que desliza Marini es lo que califica como una interpretación errónea, por parte de Basso, de la dialéctica entre reforma y revolución esbozada por Rosa Luxemburgo: “para Rosa -dirá- las reformas no tienen como efecto crear los ‘elementos’ de la nueva sociedad dentro de la vieja, sino tan sólo mejorar las condiciones a partir de las cuales la clase que niega a la sociedad existente acumula fuerzas para liquidar esa sociedad” (Marini, 1974: 82). En consecuencia, la teórica polaca negaba enfáticamente que pudiese realizarse, en función de esta acumulación de reformas en el plano estatal, un tránsito pacífico hacia el socialismo. Para validar este argumento, Marini hace uso de algunos textos escritos por Lenin, donde el dirigente bolchevique asevera que “las reformas son el producto subsidiario de la lucha de clases revolucionaria: lo fundamental es la lucha revolucionaria, la lucha por la conquista del poder” (Marini, 1974: 84). He aquí una lectura del vínculo entre medios y fines que se encuentra en las antípodas del que supone una estrategia prefigurativa: las reformas devienen según Marini un mero objetivo “táctico” (subsidiario según sus propias palabras) respecto de lo que constituye el objetivo excluyente: la toma del poder. Esto lo lleva a afirmar que “el proletariado no tiene la menor posibilidad de crear algo distinto en el interior del capitalismo, y mientras permanezca bajo la dominación burguesa. Para transformar la economía, necesita conquistar el poder político” (Marini, 1974: 87). Es importante mencionar que esta absolutización del objetivo final (el asalto al poder por medio de la violencia) por parte del “dependentista” brasileño es plenamente coherente con la posición política sostenida durante el gobierno de la Unidad Popular por parte del MIR, la organización en la que se desempeñaba incluso como miembro de su dirección nacional. En efecto, a lo largo de los tres intensos años del gobierno de Allende, el MIR se mantuvo al margen de esta coalición, denunciando la imposibilidad de avanzar hacia una sociedad de tipo socialista por medios pacíficos y a través del “uso de la legalidad”. Esto lo lleva a Marini a alegar, en un plano más general, que el desplazamiento violento de la burguesía por el proletariado en el poder político es la condición previa para garantizar llevar a cabo las transformaciones socialistas: “cuando se trata de la revolución burguesa, se da la posibilidad, aunque sea teórica, del cambio político gradual y pacífico, sea por el hecho de que el capitalismo como modo de producción es la condición previa de existencia de la burguesía y precede a la sociedad política burguesa, sea porque las dos clases que pugnan entre sí por el poder se basan igualmente en la explotación de otras, lo que abre márgenes Miradas Transcordilleranas 205 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de acuerdo entre ambas. La situación del proletariado, cuya condición de existencia no es el socialismo sino el mismo capitalismo y que tiene como objetivo de clase la supresión de la explotación, plantea en un plano totalmente distinto el problema del enfrentamiento político y de la posibilidad de proceder al cambio social mediante adaptaciones o reformas en el modo de producción” (Marini, 1973: 69). En consonancia con esta posición, en su intervención en el Simposio la marxista italiana Rossana Rossanda dirá que mientras subsista el modo de producción capitalista y su andamiaje jurídico-político (sintetizado en el Estado), “el proletariado no podrá nunca poner en acto un embrión de contrasociedad” (Rossanda 1972: 98). Más aún, alegará que el desarrollo mismo de las fuerzas productivas (que Basso identifica con la “lógica socializante”, en creciente conflicto con las relaciones capitalistas) se encuentra profundamente marcado con el signo del modo de producción en el que se despliega, por lo que lejos de poder concebirse a aquellas como parte de los “elementos de la nueva sociedad” de los que habla Basso, expresan el dominio del capital. Frente a estas posturas convergentes, la intelectual chilena Martha Harnecker saldrá al cruce y, reivindicando las tesis de Basso, postulará la pertinencia de una lectura prefigurativa de la transición al socialismo, ya que si bien aclara que niega “la posibilidad de que en el seno de la sociedad capitalista surjan relaciones de producción socialista, consideramos importante afirmar que en ella van germinando los elementos de la nueva sociedad, aspecto que Rossana Rossanda parece relativizar en forma excesiva, al afirmar que existe una vinculación tan grande entre las fuerzas productivas y las relaciones capitalistas de producción, que todas las contradicciones que surgen llevan el signo de su vinculación” (Harnecker, 1972: 121; cursivas nuestras). Lo que le critica a la pensadora italiana, en última instancia, es que llevado al extremo, su argumento supondría que el desarrollo del sistema capitalista, en lugar de agudizar las contradicciones que le son constitutivas, generaría la consolidación de fuerzas productivas revestidas de un carácter cada vez más capitalista, alejándose por tanto del horizonte socialista, y no acercándose a él como pregona Basso. Por el contrario, Harnecker sostendrá que la dinámica misma de la sociedad burguesa tiende a intensificar las contradicciones, sin que esto implique obviamente que ella vaya a sucumbir o derribarse de manera catastrófica, aunque sí preparando las condiciones materiales para la superación de este sistema de opresión en su conjunto. Desde ya que estas bases no podrán desplegarse acabadamente si no se inscriben en un proyecto consciente y subjetivo de transformación global, dinamizado por la clase trabajadora y sus aliados estratégicos, es decir, si ya desde ahora no se disputa y asume de manera progresiva el “poder decisional” de la sociedad. Con este término, Basso no se refiere sólo -ni principalmente- al poder gubernamental, sino al que brota de una estrecha interpenetración entre el poder económico y el político, entendidos ambos en un sentido amplio, y al que se integran incluso el poder burocrático, cultural, educativo y hasta religioso. Por ello se encargará de aclarar esta distinción en un artículo periodístico escrito en marzo de 1973 a propósito de las recientes elecciones en Chile: “El poder no coincide con el gobierno, menos aun con un gobierno minoritario, y no es pues esperable realizar un gobierno socialista solamente por medio de elecciones. Se necesita cambiar la situación de base, las relaciones sociales, el cuadro institucional, se necesita sobre todo dotar de consciencia a las masas y movilizarlas no tanto para un enfrentamiento violento sino para un aun mas difícil compromiso socialista, para la construcción de una sociedad nueva que transforme al mismo tiempo la estructura y los hombres” (Basso, 1973a). Más allá de esta interesante polémica, y visto retrospectivamente, resulta claro que la lectura de Basso en torno al proceso chileno adolece de algunas deficiencias teóricopolíticas. Además de su sobrevaloración de las posibles fisuras y contradicciones existentes al interior del aparato represivo del Estado, quizás una de las más graves haya sido la señalada con suma agudeza por Alberto Filippi, al expresar que la mencionada ponencia sobre el “uso” Miradas Transcordilleranas 206 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de la legalidad “concluía con una evidente y deliberada laguna: Basso no quiere tratar el aspecto, crucial e imprevisible, del contexto internacional, americano y europeo, en el cual se infería el estrepitoso (y por eso mismo escandalosamente subversivo) ascenso al poder de los partidos de la Unidad Popular” (Filippi, 2006: 119). Asimismo, analizada epocalmente, la posición de Rui Mauro Marini de apuntar de un modo más firme hacia la ruptura total con el orden burgués tenía sentido. El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 podría darle la razón a quienes se planteaban avanzar de un modo más veloz hacia el socialismo, lo que suponía necesariamente el empleo de la fuerza contra las clases dominantes. También la tesis de Rossanda y Marini, de que el devenir del desarrollo capitalista podría consolidarlo y no sentar las bases del socialismo en su seno, puede tener verosimilitud a la luz de las derrotas sufridas por el campo popular durante el siglo pasado. Sin embargo, la estrategia prefigurativa que hemos esbozado plantea una cuestión más profunda y que tiene que ver con la capacidad de sostener una transformación revolucionaria basada en la participación amplia y democrática de las masas. La famosa disputa intelectual y moral de Antonio Gramsci y la diferencia entre Oriente y Occidente propuesta en sus Cuadernos de la Cárcel reside en la necesidad de advertir que la dominación no se ejerce solo por la fuerza. Por la fuerza, eventualmente, podría arrebatársele el poder a las clases dominantes, pero sin el desarrollo de un entramado ideológico-político denso y extendido será difícil, si no imposible, ampliar el ejercicio democrático y transformador del poder revolucionario de las clases oprimidas. Si el caso chileno puede usarse como ejemplo de la imposibilidad de usar la vía democrático-burguesa para construir el socialismo, los fracasos insurreccionales de toda América latina en los setenta y ochenta (El Salvador, Nicaragua, por caso) también ilustran sobre los límites de la estrategia insurreccional. Es tan cierto que a la fuerza hay que oponerle fuerza, como que esta no se construye solo con armas. El proceso de articulación ideológica y política necesario para construir el porvenir es contradictorio, largo y mutante, y en este punto los planteos de Lelio Basso resultan sumamente vigentes, por lo que más que recetas o dogmas lo que se precisan son herramientas para interpretar la realidad tal cual se va produciendo en cada momento histórico. No obstante, a la vuelta de la historia, aquellas dos dimensiones convergentes subestimadas por Basso (el peligro de un golpe de Estado y el condicionamiento del imperialismo norteamericano) demostraron ser mucho más determinantes del trágico desenlace de la inédita experiencia de intento de tránsito pacífico hacia el socialismo en Chile. Y hoy en día deben ser vistas, nuevamente, como dos de las más grandes amenazas que pueden hacer fracasar a los proyectos políticos emancipatorios que se ensayan, con diversos grados de desarrollo, en varios de los países latinoamericanos. Al margen de estos problemas, los planteos de Basso que hemos reseñado resultan sumamente fructíferos para sopesar los límites y las potencialidades que estos procesos en curso evidencian, en especial teniendo en cuenta que al igual que en el caso de la Unidad Popular en Chile, y sin omitir las notables diferencias que con ella existen, lo que en los últimos años se intenta construir en países como Venezuela, Bolivia y (en menor medida) Ecuador, es un similar tránsito hacia el socialismo que, no obstante su vocación “pacífica”, no desestime la confrontación de clases y la disputa en el seno mismo de los aparatos estatales y del ordenamiento jurídico existente. Que se avance o no en esa dirección, no es algo que pueda responderse a priori y desde la mera relectura de los autores clásicos, sino en función de un diálogo fraterno y autocrítico con aquellas complejas realidades que, cual laboratorios de experimentación política, se encuentran en permanente transformación y cambio. Al fin y al cabo, como supo expresar Basso en su alocución de Santiago de Chile, toda revolución “se topa en su curso con contradicciones que están ligadas a las contradicciones de la propia sociedad de la cual brota: en la capacidad de resolver esos problemas, de superar estas contradicciones, allí reside la grandeza de los dirigentes, la Miradas Transcordilleranas 207 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX madurez de un movimiento obrero; [por lo que] podemos concluir diciendo que no existen soluciones que puedan ser consideradas válidas sobre el papel: la revolución es un movimiento, y el problema del movimiento, como el sofisma de Zenón, se resuelve caminando, solvitur deambulando” (Basso, 1974: 73). Bibliografía BASSO, Lelio (1972), “Momento soggetivo e processi oggettivi nella transizione al socialismo”, en Rivista Problemi del socialismo N° 9. Roma. BASSO, Lelio (1973a), “Un round per Allende, ma la guerra continua”, en L’Espresso, 11 de marzo. 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Junto con Costa Rica, México y Colombia, Venezuela se inscribe en esta categoría por ser uno de los pocos países que mantuvo su régimen democrático estable en un contexto regional en el que proliferaron los golpes de estado y los regímenes dictatoriales. Más específicamente, siempre en referencia al militarismo contemporáneo, Rouquié definió a Venezuela como un caso de “compromiso democrático”. Desde una perspectiva latinoamericana que apunta a la identificación de las singularidades, puede decirse, en efecto, que Venezuela se destaca por la excepcional estabilidad de su democracia durante los revolucionarios años sesenta y setenta. En general, se ha argumentado que esta singularidad obedece a las características de las relaciones cívicomilitares articuladas en el Estado. En esta argumentación, el Pacto de Punto Fijo del 31 de octubre de 1958 es señalado como el factor explicativo principal. Dicho Pacto afirmó el compromiso de AD (Acción Democrática), COPEI (su nombre fundacional ya en desuso: Comité de Organización Política Electoral Independiente) y URD (Unión Republicana Democrática) de formar un Gobierno de Unidad Nacional. Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba eran, respectivamente, los referentes de estas fuerzas políticas. La URD se retiró en 1962 y dio lugar a la afirmación de un sistema bipartidista que se mantuvo estable durante todo el período de democracia puntofijista (1958-1999).1 Creemos relevante tomar en consideración los años cincuenta. El proyecto colectivo del cual esta ponencia es tributaria propone prestar Esta ponencia es una contribución que ofrece resultados parciales de una investigación colectiva de más largo aliento: Condiciones sociohistóricas de la violencia política en América Latina, 1954-1989, financiado por CONICET. 1 En Venezuela, el sistema de partidos con alcance nacional se constituyó recién a partir de la creación de AD en 1941 y de URD y COPEI en 1945 y 1946 respectivamente, constelación que se conformaba con el ya existente PCV creado en 1931. * Miradas Transcordilleranas 209 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX atención a esa década, pues en su transcurso se evidencia de modo embrionario un proceso de cambio social que luego desemboca en los revolucionarios años sesenta y setenta. Precisamente, el proyecto matriz propone explicar comparativamente el fenómeno de la violencia política a partir de las condiciones sociohistóricas, es decir, los elementos estructurales y coyunturales que confluyen en un proceso de cambio social más amplio en el que la violencia política se hace manfiesta. Para ello, toma como punto de partida la coyuntura crítica de los años cincuenta y analiza un período de duración media que abarca toda la década de 1980.2 Siguiendo esta misma línea de investigación, entonces, el Pacto de Punto Fijo de 1958 es un factor clave. Según sostiene Romero (1988: 3), “al momento de darse el derrocamiento de la dictadura de [Marcos] Pérez Jiménez en 1958, existían en el escenario nacional varias alternativas por las que habría podido enrumbarse el proceso político venezolano. Entre éstas, las principales eran: a) una opción militarista, fundada en el reacomodo parcial del modelo hegemónico del decenio 48-58, con mayor base de apoyo; b) una opción popularrevolucionaria, engendrada por las circunstancias turbulentas que se vivían, y liderizada por una izquierda poderosa; c) una opción partidaria-reformista, que garantizase representación de los más importantes grupos sectoriales, dentro de un sistema abierto a la participación en base a un marco definido de reglas de conducta política”. El Pacto de Punto Fijo significó la opción por la vía partidaria-reformista. Sin embargo, el “compromiso democrático” excluyó a la “poderosa” izquierda de la participación en el sistema de partidos y en la vida política nacional. Esto y las impopulares medidas implementadas por el gobierno de Rómulo Betancourt de AD (1958-1964), son los factores causales más visibles del estallido de la lucha armada en Venezuela en este período. Aún contando con la legitimidad de las urnas, la democracia venezolana se vertebró, además de en el compromiso, en los postulados de la DSN como fundamento ideológico para el ejercicio violento de la dominación. El gobierno de Betancourt no sólo tomó medidas impopulares en el plano socioeconómico, tales como la reducción del gasto social y del salario mínimo y una política entreguista frente al capital extranjero, sino también en el plano político, en el cual apeló a una brutal represión y a la suspensión de las garantías constitucionales. En 1960, la situación se volvió más tensa cuando de AD se desprendió un sector que levantó las consignas del marxismo y la revolución nacional, formando el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y volcándose enseguida a la lucha armada. La violencia insurgente y la violencia estatal fueron parte de un mismo proceso de intensificación de los conflictos sociales. En las secciones que siguen, esta ponencia presenta una reflexión sobre la estrategia comparativa en la que se encuadra la presentación del caso de Venezuela y un análisis de los modos de control del conflicto social por la vía jurídica y los modos de institucionalización de la DSN. 2. Venezuela desde una perspectiva latinoamericana En el libro citado antes, Rouquié (1984) se detuvo en la dificultad de hacer generalizaciones, aunque propuso que a través de la comparación se abarcase la diversidad de las experiencias nacionales y se identificase la homogeneidad de los problemas de América Latina. Con la intención de abarcar la singularidad de la experiencia nacional venezolana desde una perspectiva latinoamericana atenta a la “homogeneidad de los problemas”, esta ponencia propone engarzar el análisis de un Waldo Ansaldi (dir.) et al, Proyecto de Investigación Plurianual (CONICET), Las condiciones sociohistóricas de la violencia política en América Latina (1954-1989), sede IEALC, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. 2 Miradas Transcordilleranas 210 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX solo caso con las hipótesis de trabajo de una investigación colectiva de más largo aliento que, como se ha dicho más arriba, aspira a explicar a través de la comparación las condiciones sociohistóricas de la violencia política en América Latina en el período 19541989. La hipótesis de trabajo de esta investigación colectiva sostiene que “hay situaciones históricas en las cuales la violencia se torna medio o instrumento político-armado para la resolución de conflictos de distinta magnitud”. Se trata de una situación de “conflicto social politizado” en la que es manifiesta la opción por la violencia política, tanto la “insurgente” como la “vigilante” (Reinares Nestares, 1999: 820-821). La hipótesis de trabajo respecto del caso de Venezuela sostiene que para el control estatal de los conflictos, la democracia puntofijista se articuló en los postulados de la DSN como fundamento ideológico para el ejercicio violento de la dominación. Esta hipótesis toma como referencia una proposición de Ansaldi (2004 y 2007b), quien afirma que la DSN fue “fundamento ideológico” de las “dictaduras institucionales de las FFAA”, las cuales recurrieron a ella en ausencia de una “legitimidad de origen”. Ansaldi construye el concepto de dictadura institucional de las FFAA a partir de una estrategia de “comparación universalizadora”, esto es, procurando encontrar los elementos comunes a todos los casos considerados y postulando una cierta unidad de los procesos históricos (Tilly, 1991). De este modo, el autor engloba en ese tipo de dictaduras a las experiencias nacionales de Brasil, Uruguay, Chile y Argentina, y también designa a las dictaduras de Hugo Banzer (1971-1978) y Luis García Meza (1980-1982) en Bolivia, aunque señalando que en la primera el carácter institucional sólo se adquiere a partir de 1974 cuando la institución FFAA se coloca jurídicamente por encima de la figura del presidente.3 Esta referencia a la proposición de Ansaldi sobre los países del Cono Sur permite avanzar en el estudio de la experiencia nacional venezolana considerando, al mismo tiempo, su singularidad y la “homogeneidad de los problemas” en el mapa de América Latina. Tilly (1991) denomina comparación “individualizadora” y comparación “diferenciadora” a las comparaciones orientadas primordialmente a identificar las particularidades de cada caso. La primera contrasta casos específicos estudiando cada caso en sí mismo a fin de identificar sus singularidades. La segunda identifica los puntos críticos diferenciadores a través de la indagación sistemática de un conjunto de variables a fin de establecer un principio de variación, observando cada caso en relación con el conjunto. Aquí se sigue la estrategia “individualizadora” con la intención de que el estudio del caso de Venezuela en sí mismo arroje resultados pasibles de ser contrastados con los referidos a otros casos considerados en la investigación colectiva en la que esta contribución se enmarca. En particular, se espera que sea relevante la comparación con Colombia (otro caso de “democracia testigo”). Asimismo, la estrategia de abordar un solo caso enfocado desde una perspectiva latinoamericana permite avanzar en la identificación de una lógica sociohistórica de construcción del orden que atraviesa a los diversos procesos más allá de la forma adoptada por el régimen político, esto es, dictadura o democracia, y en el cual la violencia política es un factor articulador del ejercicio del poder tanto de parte de las clases dominantes como de parte de las clases subalternas. Desde la perspectiva de la sociología histórica, una “comparación globalizadora” (Tilly, 1991) permitiría colocar distintos 3 Estudios recientes de miembros del equipo de investigación que dirige el mismo Ansaldi han avanzado en la categorización de la dictadura de Efraín Ríos Montt (1982-1983) en Guatemala y de Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989, especialmente desde mediados de los años sesenta), identificando variables que son comunes a los otros casos y que permitirían caracterizar a estas dos dictaduras como casos híbridos en los cuales es posible identificar rasgos típicos de las dictaduras institucionales de las FFAA. Véase: Rostica (2010) y Soler (2009). Miradas Transcordilleranas 211 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX casos dentro de un mismo sistema histórico general que los contenga y explique, esto es, considerando a los casos con regímenes de dictadura y de democracia en un determinado período como función de sus relaciones variables con el sistema (el orden social, siempre conflictivo) como un todo. Esta es la hipótesis general y la estrategia comparativa que guía la investigación colectiva de la cual esta ponencia es contribución.4 Esta perspectiva ha sido abonada por el uruguayo Álvaro Rico en su libro Cómo nos domina la clase gobernante. Orden político y obediencia social en la democracia posdictadura, Uruguay 1985-2005, donde se detiene en el análisis de “la contradicción entre autoritarismo y democracia como tensión constitutiva del sistema político estatal moderno” (Rico, 2005: 27-31). Por su parte, la venezolana Ana Irene Méndez, en su libro Democracia y discurso política. Caldera, Pérez y Chávez, ofrece una revisión de los conceptos de Democracia y Estado y se detiene en particular en la relación entre capitalismo, democracia y dictadura (Méndez, 2006: 48-56). También el argentino Waldo Ansaldi en la introducción al libro América Latina. Un barco a la deriva, sostiene que “la democracia representativa, liberal o capitalista, como se quiera- es una idea importada por grupos por lo general nada o escasamente burgueses (…). El drama de América Latina es que la democracia burguesa, proclamada como objetivo, carece de su sujeto principal, la burguesía democrática” (Ansaldi, 2007a: 35). Esta reflexión le sirve al autor para argumentar a favor de una visión sociohistórica de la construcción de la democracia en América Latina, en la cual las instancias de vigencia de un régimen democrático o de uno autoritario aparecen como momentos de un largo proceso de construcción del orden que comienza con las crisis de independencia. Cabe señalar que los tres aportes reseñados se ubican en un espacio de interdisciplinariedad. Rico tiene un enfoque del pasado reciente como presente de la historia y Ansaldi asume la perspectiva de la sociología histórica comparativa. Por su parte, Méndez hibrida la mirada de las ciencias de la comunicación con la de las ciencias políticas. 3. El control estatal del conflicto social por la vía jurídica En una conferencia pronunciada el 16 de octubre 1987 en la Facultad de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, Anderson (1988) afirmaba que, de acuerdo con cierta literatura sobre la democracia, “uno esperaría que, allí donde el desarrollo capitalista fuera más avanzado (en términos de grado de acumulación, implantación de industrias modernas, tasas de urbanización, niveles de alfabetismo, tradiciones culturales, etc.), encontraríamos regímenes políticos más representativos, es decir, democracia presidenciales o constitucionales con libertades cívicas y pluralidad de partidos, mientras que allí donde hay sociedades más atrasadas socialmente, con menos preparación cultural y una industrialización más débil o más reciente, probablemente encontraríamos, por el contrario, regímenes más rudimentarios o represivos, tiranías policíacas o militares”. El historiador británico descartaba esta perspectiva porque ella correspondía al “capitalismo metropolitano”, donde “hay una correlación altísima entre el grado de desarrollo económico y la estabilidad de la democracia participativa”. En los países de América del Sur, en el período 1973-1982, sigue Anderson, la correlación señalada aparece invertida: “las dictaduras más sangrientas y represivas se encontraron en las sociedades social y económicamente más desarrolladas del continente, esto es en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, mientras que las democracias más o menos precarias que se podrían encontrar se 4 Cabe añadir que aunque la mayoría de las comparaciones combinan dos o más de las estrategias señaladas hasta aquí, la distinción de los cuatro tipos señalados surge de las combinaciones entre el “propósito teórico” y la “unidad de observación” (Tilly, 1991: 104). Miradas Transcordilleranas 212 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX localizaban en sociedades menos avanzadas en su parque industrial o configuración, esto es, inicialmente, sólo en Venezuela y Colombia”. El autor sugiere “un hilo conductor heurístico que, seguramente, tendrá que ser afinado y enriquecido ulteriormente” para explicar este fenómeno latinoamericano. Su hipótesis es que “la clave para comprender la paradoja cartográfica de la década del ‘70 tal vez se encuentre en la correlación de dos fuerzas sociales básicas en esta sociedad. Es decir, por un lado, la clase terrateniente, el capital agrario en el campo, y, por el otro, la clase obrera o la mano de obra en las ciudades”.5 El autor afirma que esta hipótesis fue elaborada a partir de una “meditación sobre el enigma de la democracia venezolana”. En el contexto latinoamericano de 1980, Venezuela ofrecía circunstancias únicas: “una democracia representativa plenamente estabilizada, es decir, con treinta años de alternancia regular de partidos competitivos en el poder, basada en el sufragio universal efectivo y en una participación electoral masiva”. Rechazando el argumento más “convencional”, esto es, que la renta petrolera es condición necesaria y suficiente para explicar la estabilidad de la democracia en Venezuela, el autor exploró en su conferencia otros horizontes argumentativos y propuso dos factores explicativos. Respecto del primer factor, diremos brevemente que, según hipótesis de Anderson, el “éxito” de la estabilidad democrática en Venezuela se debe a “la debilidad de la clase terrateniente tradicional” y a “la debilidad simétrica, también, de la case obrera”. El autor sostiene que “el enfrentamiento entre estas dos fuerzas fundamentales -terratenientes y obreros- ha sido estructuralmente decisivo para el advenimiento de las dictaduras militares” en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile.6 El segundo factor que Anderson propuso, sobre el que en esta ponencia nos interesa detenernos un poco más, es “la inflexión populista”. El autor señala que a comienzos de la década de 1960, “se produce una radicalización política de los elementos más activos de las antiguas coaliciones populistas, una radicalización hacia algo también totalmente nuevo, o sea una socialismo revolucionario incipiente”. Y caracteriza a este proceso como “inflexión populista”. La evolución de la “inflexión populista” hacia la instauración de dictaduras en el Cono Sur, según Anderson, se explica por dos rasgos típicos del populismo: la ideología amorfa y el desprecio por las instituciones representativas. Siguiendo en esta línea de argumentación, el autor sostiene que las intervenciones militares en el Cono Sur fueron “contrarrevoluciones preventivas”, y a continuación afirma: “Su función esencial, primordial, pues, fue la de traumatizar a la sociedad civil en su conjunto con una dosis de terror suficiente para asegurarse de que no habría ninguna tentación ulterior de reincidir en desafíos revolucionarios contra el orden social vigente; para romper cualquier aspiración o idea de un cambio social cualitativo desde abajo; para eliminar permanentemente, en suma, el socialismo de la agenda política nacional. 5 Ansaldi (2007b) toma esta idea de Anderson para plantear sus propias hipótesis sobre la construcción sociohistórica de la democracia en América Latina. 6 Para una lectura que ofrece una perspectiva sociohistórica multicausal que permite observar los matices entre Brasil, Chile y Uruguay, véase: Nercesian (2010). Respecto de la excepcionalidad de las democracias de Venezuela y Colombia, puede pensarse en una argumentación, alternativa o complementariamente a la de Anderson, que ofrezca una mirada de las condiciones sociohistóricas más compleja (más variables). Así, puede pensarse en la debilidad de la industrialización y en el arrastre de violencia de la coyuntura anterior a 1958, en Colombia exacerbada con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, en Venezuela con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez iniciada en 1952. Este segundo factor en particular puede explicar tanto la valoración positiva de la democracia y el “compromiso” con esta forma de ejercicio de la dominación como la conciliación de intereses de los sectores dominantes en torno a ella (y de otros sectores poderosos como la izquierda organizada y los sindicatos) en Venezuela, en contraste con los países del Cono Sur, donde había una valoración negativa de la democracia como forma de gobierno que fuera favorable a los intereses de las clases dominantes, las cuales, además, lejos de la conciliación, tenían fuertes puntos de fractura, entre ellas y con los otros sectores poderosos que se disputaban el poder del Estado. Miradas Transcordilleranas 213 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX “Al mismo tiempo, su vocación secundaria fue la de restaurar las condiciones de una acumulación viable, disciplinando la mano de obra con represión, bajos salarios y deflación, promoviendo al mismo tiempo la capacidad exportadora y asegurando nuevos niveles de inversión externa, para que pudiera desarrollarse el crecimiento sin interrupciones redistributivas o escasez de capitales: esa fue la idea” (el subrayado es mío). Dejando a un lado una reflexión sobre los factores que llevaron a la instauración de dictaduras en el Cono Sur y a la estabilidad de la democracia en Venezuela, esta ponencia pretende plantear otras preguntas igualmente relevantes.7 Aún cuando en Venezuela no hubo una “inflexión populista”, ¿es posible pensar que el “compromiso democrático” de 1958 tuvo los mismos dos objetivos de “eliminar” a la izquierda revolucionaria y de “disciplinar” la mano de obra? ¿Cómo se articularon los mecanismos necesarios para cumplir con dichos objetivos en el marco del “compromiso” con la estabilidad de la democracia? En efecto, en Venezuela hubo un férreo control sobre el movimiento obrero que combinó la represión violenta, el encarcelamiento y/o la muerte, con formas de violencia simbólica, prominentemente, a través del Derecho.8 En esta ponencia nos detenemos en dos instrumentos normativos claves: el Avenimiento Obrero Patronal de 1958 y la Ley de Universidades de 1970. El movimiento obrero venezolano puede no haber sido tan poderoso como los articulados en el Cono Sur; y bien puede decirse que esa debilidad es un factor decisivo para explicar la estabilidad democrática, según hipótesis de Anderson. Ahora bien, cabe señalar algunos matices, retomando dos factores que el autor menciona al pasar: la izquierda política y el movimiento sindical. A partir de los años sesenta, Venezuela buscó seguir un modelo de industrialización basado en los lineamientos de Estados Unidos y su Alianza para el Progreso, que postulaba desarrollo económico y estabilidad política. Pero la fabulosa renta petrolera tuvo efectos negativos para la industrialización y contribuyó a debilitar tanto a la gran burguesía agraria como al movimiento obrero. En el mediano plazo, las perspectivas alentadoras del pacto de 1958 se diluyeron. Como afirma Rouquié (1984: 221), el petróleo “no posee virtudes estabilizadoras, ni mucho menos aún democráticas”. Pero no sólo los efectos negativos del petróleo afectaron al movimiento obrero. También el Estado contribuyó a ello con la articulación de un férreo sistema de control sindical, puesto en marcha por el gobierno de Betancourt y sostenido luego durante tres décadas. En este marco, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) se convirtió poco a poco en una organización controlada por AD mediante una política de conciliación y clientelismo. Un instrumento sin duda clave para la articulación de dicho sistema de control fue el Pacto de Avenimiento Obrero-Patronal del 24 de abril de 1958, el cual en momentos de alta conflictividad social articuló el encuadramiento estatal del movimiento sindical. A través de ese pacto, los sectores históricamente en conflicto aceptaron frente al Estado el compromiso con la estabilidad de la democracia, después de haber conocido las persecuciones y la represión del régimen de Pérez Jiménez. En representación de los trabajadores firmó 7 Retomando lo expuesto en la nota anterior, puede pensarse que la exacerbación violenta del conflicto social (rural y/o urbano), en vez de la “inflexión populista”, puede explicar la opción por una forma de dominación alternativa a la vigente en el momento de la “inflexión” (en Colombia y Venezuela, autoritarismo; en el Cono Sur, democracia). De este modo, se puede entender la coincidencia entre Venezuela y los países del Cono Sur respecto de la existencia de una izquierda política y unos sindicatos fuertes y la diferencia en el régimen adoptado. El caso de Colombia, por su particular fenómeno de La Violencia, exige una consideración aparte. Esta condición singularísima derivó según Rouquié (1984: 238) en la articulación de una “dictadura constitucional”. 8 Al respecto, Bourdieu (1986: 3) sostiene que “l’autorité juridique” es la “forme par excellence de la violence symbolique légitime dont le monopole appartient à l’État et qui peut s’assortir de l’exercice de la force physique”. Miradas Transcordilleranas 214 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX el Comité Sindical Unificado, organización que agrupaba a todas las corrientes sindicales del país de todos los colores políticos, inclusive la representada por el PCV. Por este pacto, los sectores sindicales aceptaron el compromiso de agotar todos los mecanismos de la conciliación antes de plantear acciones de confrontación (López Maya, 2003a; Urquijo, 2004).9 En representación de los sectores patronales participó la Federación Venezolana de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (Fedecámaras). Romero (1988: 3) sostiene que el “objetivo clave -despojado de eufemismos- fue comprometer más a fondo a los sectores económicamente dominantes de la sociedad venezolana con el nuevo orden democrático a cambio de un freno a las aspiraciones salariales de los obreros”.10 Como el Pacto de Punto Fijo, este otro pacto tuvo por efecto desalentar la confrontación y las movilizaciones violentas, instalando la idea de que éstas eran perturbadoras del orden democrático, el cual en vistas del rumbo crítico que había tomado la dictadura de Pérez Jiménez era ahora el orden mejor valorado por todas las fuerzas en conflicto. Según Urquijo (2004), el movimiento obrero venezolano nació, se desarrolló y tuvo su auge en el período 1936-1989. Después de una fase de obligada clandestinidad, durante la dictadura de Pérez Jiménez, el movimiento obrero tuvo una fase de expansión (1958-1973) y de auge (1974-1989). En la fase de expansión, el movimiento sindical se fragmentó, surgiendo la Central Única de Trabajadores de Venezuela (CUTV) en 1963, por iniciativa de la izquierda del PCV y el MIR, expulsados de la CTV; y la Confederación de Sindicatos Autónomos (CODESA) en 1964, de inspiración socialcristiana y favorable a la política petrolera del gobierno. En 1971, CODESA se dividió y se creó la Confederación General de Trabajadores (CGT), por iniciativa de quienes juzgaban excesivo el acercamiento de CODESA a COPEI. López Maya (2003b) sostiene que en 1959, las movilizaciones de confrontación constituyeron un tercio del universo que la autora definió para su investigación. Señala también que el año 1963 fue especialmente violento (casi el 50% de las movilizaciones tuvieron ese carácter). La autora explica que siendo un año electoral en el cual los grupos afines a la vía insurreccional llamaron a la abstención, la confrontación entre el gobierno de Betancourt y las fuerzas volcadas a la lucha armada fue especialmente virulenta. Como se ha dicho, ese año se formó la CUTV. El otro año que López Maya (2003b) señala como de intensificación de las movilizaciones confrontacionales fue 1970, cuando las movilizaciones que tuvieron este carácter constituyeron el 75% del total (en general, huelgas y paros). Según la misma autora, “los paros de estos trabajadores fueron declarados ilegales por el Ministerio del Trabajo, lo que revela no sólo el alto componente conflictivo que implicaban, sino también la represión de que serían objeto”. En efecto, cuando se mira el período del tercer gobierno puntofijista, el de Rafael Caldera de COPEI (1969-1974), se observa que las protestas en las calles aumentaron y que los años 1970 y 1973 fueron especialmente conflictivos. Esta mirada permite matizar la visión hegemónica de la historia venezolana que señala al gobierno de Caldera como el responsable de la “pacificación”.11 En las conversaciones que derivaron en el Pacto de Punto Fijo se trató la promulgación de una nueva Ley del Trabajo que reemplazase la de 1936, pero no hubo acuerdo. La legislación laboral se transformó sustantivamente recién en 1997. Cabe señalar, además, que desde 1939 el país tenía una Ley de Vagos y Maleantes, que estuvo vigente hasta 1987, cuando fue declarada inconstitucional. 10 Después de una larga historia de afirmación del poder autoritario en el siglo XX (1908-1935, Juan Vicente Gómez; 1935-1945, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita; 1952-1958, Marcos Pérez Jiménez), era prioritario “comprometer más a fondo a los sectores económicamente dominantes con el nuevo orden democrático”. 11 Caldera llevó adelante una política de pacificación que logró que sectores de la lucha armada con disposición para regresar a la legalidad se vieran atraídos por su política. También, profundizó la subordinación de las FFAA al poder civil y afirmó los acuerdos con los sectores política y económicamente poderosos de la sociedad. 9 Miradas Transcordilleranas 215 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Según López Maya (200b), en 1970, el porcentaje de protestas violentas (17% aproximadamente), en general: tomas, marchas, cierres de vía y disturbios, correspondieron a estudiantes tanto de educación media como universitarios. En 1973, según la misma investigación, las protestas aumentaron cuantitativamente y el porcentaje de manifestaciones violentas se mantuvo casi idéntico al de 1970. Para la autora, esto “indica la permanencia de una manera extrainstitucional de hacer política en la calle”. Ahora bien, el protagonismo de los estudiantes universitarios fue menguando (respecto del que sostenidamente detentaron los estudiantes de la escuela media), según López Maya (2003b), en razón del allanamiento y el cierre de los que fue objeto la Universidad Central de Venezuela (UCV) en octubre de 1970, después de intensos enfrentamientos entre las autoridades de la Universidad y el gobierno de Caldera. Desde mediados de la década de 1960 venía perfilándose un movimiento de renovación académica en la UCV que tuvo su punto más álgido en el período 1969-1970. Según López Maya (2003b), la movilización estudiantil de 1970 “ya no estaba promovida principalmente por el peso que ejercía en este movimiento las organizaciones y sectores excluidos de los pactos hegemónicos de 1958 en adelante, que habían optado por la lucha armada -los partidos PCV y MIR- sino que, más bien, venía recibiendo un nuevo impulso de un proceso sociopolítico más reciente que se relacionaba indirectamente con esa lucha armada y la trascendía: el proceso de “renovación académica”. El proceso conocido como “Renovación Académica” fue protagonizado por estudiantes y profesores (y también empleados administrativos de la Universidad) críticos de la burocracia y del saber que se impartía desde la UCV, que era considerado obsoleto para dar respuesta a los problemas de la sociedad. En esos momentos, ésta atravesaba un proceso de violencia política y aumento de la marginalidad social por efecto de una modernización que exacerbaba las migraciones del campo a la ciudad (Negrón Varela, 2007). Los sectores dominantes “vieron al proceso de renovación universitaria como una amenaza al orden político construido desde 1958, y como una prolongación de las luchas del decenio anterior libradas por la guerrilla”. Como respuesta, el gobierno de Caldera “ejerció una represión muy severa contra la movilización estudiantil y contra las ideas que emergían de la renovación académica” (López Maya, 2003b). Una reforma a la Ley de Universidades (de 1958) fue aprobada el 8 de septiembre de 1970. Cuando las autoridades y la comunidad de la UCV articularon su oposición a esta medida, el gobierno dispuso su allanamiento (3 de octubre de 1970). La ley enmendada afectó gravemente el régimen de autonomía que habían conseguido las universidades con la promulgación en 1958. Desde 1970, las universidades quedaron subordinadas a un Consejo Nacional de Universidades, un organismo dedicado a velar por el cumplimiento de la ley reformada y presidido por el ministro de Educación.12 Con este nuevo marco legal, muchos profesores y autoridades fueron destituidos y en su lugar se nombraron interventores afines a los intereses de los partidos de gobierno. La UCV volvió a abrir sus puertas en 1972, cuando se realizaron elecciones y asumieron las autoridades nombradas de acuerdo con la ley de 1970. En este contexto, el año 1973 fue un año de recrudecimiento de la violencia. Según López Maya (2003b), “El traumático proceso produjo por años una situación de alta beligerancia de las diversas organizaciones representativas del sector educativo público, la extensión del conflicto a todos los liceos y universidades importantes del país en solidaridad con la UCV, y la utilización de un repertorio de protesta altamente confrontacional y violento en su naturaleza. La violencia de la 12 El texto de la ley reformada puede verse en: http://www.ucv.ve/fileadmin/user_upload/auditoria_interna/ Archivos/Material_de_Descarga/Ley_de_Universidades_-_1.429_E.pdf. Miradas Transcordilleranas 216 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX represión estatal dejó un saldo significativo de estudiantes muertos que realimentaban la espiral de violencia de las protestas”.13 Las condiciones económicas fueron favorables a la exasperación de los conflictos sociales durante el gobierno de Caldera. El modelo de desarrollo por sustitución de importaciones intentado por la “democracia de compromiso” desde 1958, que si no tuvo el mismo arraigo que en los países del Cono Sur sí tuvo un éxito mayor comparado con otros países latinoamericanos, comenzó a mostrar claros signos de deterioro que provocaron desempleo, baja en los salarios y disminución del consumo. En estas circunstancias, la “pacificación” convivió con el recurso a la represión. En esta sección hemos presentado dos instrumentos normativos que dan cuenta de la centralización del poder, la partidocracia y el clientelismo que caracterizaron al régimen político que emergió del Pacto de Punto Fijo. El recurso a cierta legislación funcionó como forma de legitimación por la fuerza frente a la debilidad de la legitimidad de las urnas, claro está, un uso de la fuerza que remite al Derecho en tanto instrumento de violencia simbólica, aunque como se ha visto el proceso no estuvo exento de expresiones de violencia física. 4. Los modos de institucionalización de la DSN Mientras que en otros países el ejército fue formador del Estado (e.g. Argentina), en Venezuela ni el ejército ni los partidos políticos cumplieron ese rol (López Alves, 2003). Esto tuvo efectos duraderos durante el siglo XX, a tal punto que se ha llegado a afirmar que Venezuela entró en el siglo XX recién en 1935 con la muerte de del dictador Juan Vicente Gómez, una dictadura que cayó no por degradación del poder (como en otros países, por ejemplo, México) sino por la muerte natural del caudillo. El pacto de 1958 afirmó el compromiso tanto de los partidos como de las FFAA respecto de las normas de la alternancia democrática, mostrando como ilegítima la búsqueda de formas no previstas legalmente para acceder al control del Estado. Así, en su artículo 132, la Constitución de 1961 estableció por fuerza de ley el carácter apolítico de la institución FFAA, cuyo fin era asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto de la Constitución y las demás leyes. Ahora bien, a pesar de esta particularidad, de modo similar a los países del Cono 13 “Para el primer cuatrimestre de 1972, la ciudad de Caracas parecía un polvorín por la movilización sin solución de continuidad de liceístas y universitarios. Estas movilizaciones eran acompañadas o complementadas en ciertos momentos por asaltos guerrilleros, que le daban un carácter profundamente violento a la atmósfera del día a día. Sirva como ejemplo el mes de enero de 1972, cuando a las puertas de unas elecciones estudiantiles en la UCV, elecciones que muchas organizaciones de izquierda rechazaron por considerar que la manera como se decidieron entrañaba una severa lesión a la autonomía universitaria, una mirada a las reseñas de El Nacional nos señala los siguientes episodios de protesta, la mayoría de ellos violentos: a) el 4 de enero, asalto guerrillero al cuartel de las Fuerzas Armadas en Ocumare del Tuy, mientras en Caracas se desarrollaba un paro escalonado en los hospitales municipales por parte de los trabajadores; 2) asalto y robo a la Escuela de Comunicación Social el día 12; c) asalto guerrillero a la medicatura de la Colonia Tovar, estado Aragua el día 19; en Puerto Ordaz ese mismo día es disuelta violentamente una manifestación estudiantil y se llevan 17 detenidos: hubo quema de neumáticos, mítines relámpagos y quema de una camioneta de la compañía petrolera Creole; también ese día hubo disturbios en la Escuela Técnica Industrial (ETI) de Caracas con saldo de 10 estudiantes y 5 policías heridos; d) los disturbios comenzados el día 19 se prolongan los dos días siguientes cuando, además de la ETI, 7 liceos de Caracas se suman a las protestas; e) el 24 del mismo mes estalla una huelga de profesores, estudiantes y empleados de la Universidad de Carabobo, f) el 25 el Ministerio de Educación acuerda suspender clases en la capital por la ola de violencia. En febrero y marzo las protestas estudiantiles siguen dentro del mismo patrón, son protestas violentas que tienen como respuesta gubernamental una fuerte represión, que implica detención de estudiantes, ocupación de universidades y liceos en distintas ciudades del país por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, decenas de heridos y pérdidas de vidas humanas. El 13 de abril más de 500 motos se unieron a una manifestación de estudiantes en Caracas que primero se concentró en la plaza La Concordia y luego marchó a pie hasta el Panteón Nacional, donde se desarrolló otra concentración para protestar 3 muertes violentas ocurridas en los días pasados, así como la detención de estudiantes. Esa protesta ocasionó más de 100.000 bolívares en daños a la propiedad. Al día siguiente moría un estudiante en una manifestación en la plaza Las Tres Gracias de los Chaguaramos, con lo cual seguía la espiral de violencia” (López Maya, 2003b). Miradas Transcordilleranas 217 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Sur, Venezuela adscribió a la DSN como instrumento de legitimación del ejercicio de la dominación. Claro está que mientras que en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, las dictaduras institucionales se erigieron como alternativas para la refundación de un orden corrupto y viciado a causa de una democracia mal practicada, en Venezuela, el sistema democrático fue formalmente sostenido. Así, las FFAA desempeñaron un papel fundamentalmente represivo-policial orientado a poner freno a todo aquello que consideraban que era una amenaza subversiva, con el autoproclamado fin de proteger la democracia. En un contexto de auge petrolero, la economía venezolana se orientó al mercado internacional. El Estado logró paliar los efectos negativos del fracaso de la implementación de la industrialización por sustitución de importaciones (ISI), pero al mismo tiempo requirió reforzar el disciplinamiento en un contexto de acentuación creciente de la brecha social. Tal como afirma Núñez (2006), “A partir de los años sesenta penetra definitivamente en Venezuela -así como en otros países latinoamericanos- la Doctrina de la Seguridad Nacional (…). A través de esta doctrina, los cuerpos militares y policiales venezolanos adquirieron conceptos y herramientas ideológicas y operativas para actuar contra los disidentes políticos, considerados enemigos internos”. En este marco, las FFAA tuvieron asignado un rol más claramente vinculado al mantenimiento del orden interno y el desarrollo nacional. Según Child (1990: 49), “las revistas militares y la prensa popular manejan conceptos geopolíticos, y se aplican estas ideas a los problemas del desarrollo venezolano”. Según Da Silva (1990: 82), “El proceso de consolidación del régimen democrático (entre 1959 y, aproximadamente, 1966-1967) se produce en el marco de una percepción Este-Oeste de la escena internacional. (…) Una vez que se percibe como consolidado el régimen democrático, se acentúa la identidad de país en desarrollo y pluralista en sus relaciones internacionales; hacia mediados de la década de los setenta cobra el mayor auge la visión “Norte-Sur” de las relaciones internacionales y se acentúa la identidad y las gestiones “tercermundistas” de Venezuela, en medio de la bonanza producida por el incremento del ingreso petrolero”.14 Para dar existencia institucional a este nuevo modo de ver las cosas, en 1969, el presidente Caldera disolvió la Dirección General de Policía (DIGEPOL), que había sido durante diez años el aparato policial de la democracia puntofijista encargado de los “delitos que atenten contra el orden público y la seguridad de la nación” (Núñez, 2006).15 Era parte de su proyecto de “pacificación”. En reemplazo de la DIGEPOL, Caldera creó la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), con funciones de inteligencia y represivas para el mantenimiento del “orden” y la “seguridad” de la “nación”. Según Núñez (2006), “Ante el olvido del prometedor programa económico propuesto por el gobierno, se localizó un nuevo enemigo interno: todo un nuevo contingente que reclamaba la solución de sus conflictos, no ya políticos, sino sociales y económicos, y hacia ellos irá enfocada la nueva escalada de represión”. En aquel mismo año, el presidente Caldera propuso revertir la política internacional adoptada por el presidente Betancourt (Doctrina Betancourt, de alineamiento automático con Estados Unidos contra toda forma de totalitarismo), que llevó a Venezuela a una suerte de aislamiento Más adelante, sostiene: “La llamada acción cívica parece enlazar la fase defensiva inicial, como apoyo a la estrategia de contrainsurgencia, con la fase más estable de construcción del consenso buscando la legitimación socioeconómica de la democracia, en la que se sustituye esa iniciativa por una más activa participación en el proyecto de desarrollo económico y social” (Da Silva, 1990: 86). 15 La DIGEPOL reemplazó a la Seguridad Nacional, aparato policial creado durante el gobierno de Medina Angarita, de “estructura piramidal, altos niveles de burocratización y escasa flexibilidad y permeabilidad ante las exigencias sociales” (Núñez, 2006). 14 Miradas Transcordilleranas 218 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX respecto de los otros países de América del Sur. En 1969, Caldera declaró: “Venezuela no puede continuar confinada, sin relaciones con pueblos vinculados al nuestro por obligante fraternidad”.16 En estas circunstancias, bajo la tesis del “pluralismo ideológico” sostenido por la cancillería venezolana, se restablecieron las relaciones diplomáticas con Argentina, por entonces gobernada por la dictadura autoproclamada Revolución Argentina (19661973). En 1970 se creó el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (IAEDEN), adscripto al Ministerio de Defensa. El 28 de agosto de 1976, se dictó la Ley Orgánica de Seguridad y Defensa, que en su artículo 3 estipulaba: “La seguridad y defensa de la República comprenden fundamentalmente (…) la garantía y el empleo racional del poder nacional en todo conflicto interior o exterior, conmoción o catástrofe que puedan perturbar la paz de la República”.17 Esta ley creó el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (CONASEDE), máximo organismo de planificación y asesoramiento del Poder Ejecutivo en dichas materias. La ley de 1976 debe ser interpretada en el contexto de los cambios producidos en el equilibrio de poderes del sistema político: las elecciones de 1973 dieron inicio a una fase de “bipartidismo atenuado” (Molina y Pérez Baralt, 1998: 4), por el creciente peso electoral del MAS y la progresiva pérdida de legitimidad de AD y COPEI (Molina, 2001). Según Gil Yépes (1986), con la creación del IAEDEN y el CONASEDE se buscaba ampliar el concepto de seguridad y defensa para vincularlo con el concepto de desarrollo. El autor acota una diferencia que vale la pena señalar: “la versión venezolana de esta vinculación no proviene del Cono Sur, es decir, no está enmarcada dentro del concepto expansionista de la geopolítica, sino que se inspira en el Preámbulo de la Constitución Nacional según el cual se repudia la guerra, la conquista y el predominio económico como instrumentos de política internacional”. Otro elemento que revela el espíritu de independencia de criterio que asumía la política exterior venezolana en los años setenta es su posición frente al plan de acción coordinada de los servicios de inteligencia de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, denominado Plan Cóndor, para eliminar a los adversarios políticos independientemente de las jurisdicciones y fronteras nacionales. El 27 de agosto de 1975, Manuel Contreras, cabeza de la DINA (Dirección Nacional de Inteligencia) chilena, se reunió en Caracas con el cubano-americano Rafael Rivas Vázquez18, director de la DISIP, con intenciones de sumar a Venezuela en el Plan Cóndor.19 Según la investigación del periodista norteamericano John Dinges (2004),20 el 25 de agosto de aquel mismo año, para conseguir apoyos en la lucha contra el “enemigo interno”, Contreras se reunió en Estados Unidos con Vermon Walters, alto funcionario de CIA, quien le sugirió que pidiera la colaboración de Venezuela (“Nosotros trabajamos muy bien con ellos”). Por entonces, los servicios de inteligencia venezolanos estaban comandados por agentes entrenados en Estados Unidos. Muchos de ellos eran cubanos y rabiosamente anticastristas. Se cree que Caldera creó la 16 Testimonio tomado de Linares, Antonio Historia de la posición venezolana sobre el reconocimiento de los gobiernos de facto. Disponible en http://www.msinfo.info/default/acienpol/bases/biblo/texto/boletin/1980-1981/ BolACPS_1980_1981_38_82_83_75-90.pdf. 17 Véase: http://www.gobiernoenlinea.ve/legislacion-view/sharedfiles/leyorgseguridaddefensa.pdf. 18 Su CV puede consultarse en: http://www.amigospais-guaracabuya.org/g_rivas.php. 19 Cuya (1996) también refiere a este episodio pero no cita la fuente. 20 Los párrafos que siguen están basados en la información brindada en el artículo “Cóndor también acechó en Venezuela”, El Nacional, 21 de mayo de 2005, el cual comenta los hallazgos de Dinges en su libro. Dinges trabajó en Chile como corresponsal de la revista Time, ABC Radio y The Washington Post durante la década de 1970. El periodista toma como fuente principalmente los testimonios de los agentes venezolanos en el juicio llevado a cabo en Estados Unidos en junio de 1978 por el asesinato del embajador del gobierno de Allende en Estados Unidos, Orlando Letelier, en el marco del Plan Cóndor. Miradas Transcordilleranas 219 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX DISIP recurriendo a la CIA y a agentes de la contrainsurgencia norteamericana como parte de la estrategia de desmontar unos aparatos de seguridad hegemonizados por partidarios de la AD, partido de gobierno durante los dos primeros períodos puntofijistas (Allard, 2006: 80). Contreras consideró positivamente esta sugerencia puesto que importantes figuras de la escena política chilena se encontraban exiliadas en ese país. Dos días más tarde estaba en Caracas. Según hallazgos de Dinges, Rivas Vázquez invitó a la cena que ofreciera para Contreras al comisario general Orlando García también miembro de la DISIP. El plan de Contreras era pedir información sobre los exiliados chilenos en Venezuela a cambio de entregar al gobierno de este país información secreta sobre la JCR (Junta Coordinadora Revolucionaria), una organización de alcance continental con sede en Buenos Aires. Contreras dijo haber obtenido, mediante interrogatorios realizados por la DINA a Jorge Fuentes y Amílcar Santucho, dos importantes dirigentes de la JCR, información acerca de las intenciones de la JCR de mudar su sede de Buenos Aires a Caracas. El proyecto no prosperó por el veto del presidente Carlos Andrés Pérez de AD (19741979), lo cual pone de manifiesto la singularidad de Venezuela respecto del papel desempeñado por las FFAA. Mientras que en las dictaduras del Cono Sur, las FFAA ocupaban qua institución el Estado, en Venezuela, las FFAA estaban, por disposición constitucional, subordinadas al poder civil.21 En este sentido, si bien los planes de Contreras tuvieron buena recepción por parte de las fuerzas de seguridad, la subordinación de éstas al poder civil se impuso.22 5. Colofón: el presente de la historia En 2005 se publicó el libro del historiador Agustín J. Arzola La desaparición forzada en Venezuela (Editorial Tropykos, Caracas)23. El 28 de septiembre de ese año, durante la presentación del libro, el vicepresidente José Vicente Rangel24 declaró que era necesario abrir los archivos de las agencias de inteligencia y de seguridad del Estado actuantes durante los años sesenta, setenta y ochenta. A mediados de julio de aquel año, la Asamblea Nacional nombró una comisión para investigar las desapariciones, los asesinatos y las torturas ocurridas en el período de democracia puntofijista.25 En la Universidad Bolivariana de Venezuela, los trabajos del antropólogo forense Pedro Pablo Linárez desde la Cátedra de la Memoria de los años 60 han permitido resolver varios casos de desapariciones.26 En abril de 2011, según declaraciones de la diputada por el Partido Socialista Unido 21 Incluso, el 27 de junio de 1958, por decreto de la Junta de Gobierno, se disuelve el Estado Mayor General y las diferentes fuerzas adquieren independencia administrativa (Da Silva, 1990: 88). 22 Dinges también relata la colaboración entre el gobierno de Venezuela y el de Estados Unidos en las acciones que condujeron a la captura de Michael Townley, acusado del asesinato de Letelier. Como parte de la participación de Venezuela en el Cóndor, el mismo periodista también asevera que el cubano-venezolano anticastrista Luis Posada Carriles estuvo en la reunión en la cual se pergeñó el atentado contra el chileno Orlando Letelier. En un trabajo sobre este agente cubano-americano, Allard (2006: especialmente pp. 79-85) se refiere a la colaboración entre Venezuela y Estados Unidos y a las articulaciones con Guatemala y el Plan Cóndor. 23 Véase una reseña del libro en http://congresodehistoriaregionalenmiranda.blogspot.com/2010/03/ladesaparicion-forzada-en-venezuela.html. 24 José Vicente Rangel es autor de Expediente Negro, una investigación sobre la violencia durante los primeros años de la democracia puntofijista, editada por primera vez en 1967 y reeditada por quinta vez en 2006. Rangel fue electo diputado por URD en 1958. En los años setenta se candidateó a la presidencia por el MAS. En 1999 fue designado ministro del gobierno de Hugo Chávez y en 2002 ocupó la vicepresidencia (hasta 2007). 25 Véase: http://www.asambleanacional.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=8974&lang=e s. 26 Véase la reseña de Lino Eduardo Meneses Pacheco y Gladys Gordones Rojas del libro Arqueología de la represión y la resistencia en América Latina (1960-1980) de Pedro Pablo A. Funari y Andrés Zarankin (comps.), publicada en Boletín Antropológico, Vol. 25, Núm. 71, septiembre-diciembre, 2007, pp. 449-455. Disponible en: http://redalyc. uaemex.mx/pdf/712/71207107.pdf. Miradas Transcordilleranas 220 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de Venezuela (PSUV) Marelis Pérez Marcano, se ha propuesto una Ley para hacer justicia a familiares de desaparecidos durante la democracia de Punto Fijo. La diputada informó que existen hoy Venezuela dos proyectos de ley sobre el tema. Uno se denomina “Ley Contra los Crímenes Tortura y Desapariciones por Razones Políticas durante los años 60, 70 80 y Reparación a las Victimas”, del presidente de la Asamblea Nacional, diputado Fernando Soto Rojas. El otro, elaborado por víctimas y familiares de desaparecidos, se denomina “Ley Contra el Silencio y el Olvido”.27 Referencias Anderson, Perry (1988): “Democracia y dictadura en América Latina en la década del ‘70”, en Cuadernos de Sociología, Nº 2, Carrera de Sociología, Universidad de Buenos Aires. Disponible en: http://catedras.fsoc.uba.ar/toer/ articulos/txt-anderson.html Ansaldi, Waldo (2007a): “A mucho viento poca vela. …Una introducción”, en Waldo Ansaldi (dir.), La democracia en América Latina, un barco a la deriva, FCE, Buenos Aires. Ansaldi, Waldo (2007b): “La democracia en América Latina. …Una explicación de larga duración” en Waldo Ansaldi (dir.), La democracia en América Latina, un barco a la deriva, FCE, Buenos Aires. 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Así, la violencia política ha sido objeto de debates y se ha instalado en la agenda académica, muy especialmente desde la década de 1980. La nueva coyuntura de revalorización del régimen democrático que habían legado las transiciones contribuyó a delinear un juicio condenatorio de la violencia política, en particular la de los años 1960/1970. Este contexto favoreció la proliferación de estudios que asociaron al fenómeno de la violencia con el quiebre de las democracias y centraron sus investigaciones en la dimensión política – que reducía el estudio de la democracia en tanto sistema político – dejando a un lado la dimensiones económica y social. De este modo, la violencia política quedaba disociada del conflicto social, otro fenómeno que, en definitiva, le es constitutivo. En este trabajo asumimos que la política, ejercida en términos de violencia, es expresión del conflicto social y este último, en tanto expresa la impugnación de los sectores subalternos a un orden establecido, constituye una instancia democratizadora. Analizados en la larga duración, el conflicto social y la violencia cobraron gravitación en momentos de ruptura, crisis o agotamiento del orden social y político vigente. No obstante, este estudio propone invertir los términos. Es decir, mirar el conflicto para entender cómo se construye el orden político. Así, se observa que en la mayoría de los casos las posibilidades de construcción de un nuevo orden dependieron del éxito de las alianzas entre distintas clases o bien entre distintas fracciones de una misma clase. En tanto centraremos la atención en el conflicto (antes que en el orden) los recortes temporales no coincidirán con las periodizaciones más usuales. Analizaremos tres coyunturas históricas: 1. los conflictos posMiradas Transcordilleranas 223 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX independentistas y el pacto de dominación oligárquico (1825-1910), 2. conflicto y crisis del orden oligárquico. La alianza de clases en sociedades de masas (1910-1954), 3. el conflicto social, la violencia y el momento neoliberal (1954-2001). En definitiva, se trata de un ejercicio de reflexión que propone ubicar al conflicto en el centro de la escena y contribuir con una perspectiva que integre las dimensiones económica, social, política y, fundamentalmente, histórica de la violencia en cuatro países: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. 1. Los conflictos pos-independentistas y el pacto de dominación oligárquico (1825-1910) Tras la disolución del orden colonial, el largo proceso de formación y consolidación estatal, denominado por Tulio Halperin Donghi, “La larga espera (1825-1850)” – en el clásico trabajo Historia contemporánea de América Latina (1998) –, tuvo como rasgo predominante la militarización de la vida política. Puesto que la convocatoria a las armas significó interpelar a los sectores subalternos, cuya participación estaba absolutamente clausurada en el orden colonial anterior, Halperin Donghi sostuvo que esa militarización implicó un proceso de democratización de la vida política y social. En el mismo sentido Ansaldi – recuperando a Jorge Domínguez (1985) – refirió a la militarización política en los procesos de emancipación. Sostuvo que al solaparse las guerras civiles con las de la independencia, la violencia devino un rasgo permanente de los nuevos sistemas políticos: la sociedad se politizó y la política se militarizó (en Ansaldi, 2010, resaltado es nuestro). En efecto, el conflicto y la politización de la sociedad, fueron dos rasgos destacados de la época. Más tarde, con el fin de las guerras por la independencia, la coyuntura de auge del liberalismo económico obligó a definir distintas cuestiones, entre las cuales la primera y más urgente fue la del orden y su construcción política: “el orden antes que el progreso, el orden antes que la democracia” (Ansaldi, 2007). Asimismo, la urgencia se depositó en la necesidad de definir la titularidad del poder y su ejercicio en nombre de algún principio que permitiera dotar de legitimidad a la dominación política. En ese contexto, cuestiones como la nación, la democracia y la igualdad, que habían constituido las proclamas del momento emancipatorio (Romero y Romero (comps.), 1977), comenzaban a ser revisadas al calor de las nuevas urgencias de mediados de siglo: cómo construir los Estados nacionales. Así, el problema de la violencia y la política comenzaba a ser objeto de reflexión académica, aunque en este caso fue formulado en términos de caudillismo (Halperin Donghi, 2005/ De la Fuente, 2007/ Goldman y Salvatore, 2005/ Fradkin 2006). La retardada construcción de la Nación y los alcances y limitaciones del federalismo fueron los otros ejes que delinearon los debates políticos de la época, en particular en el Río de La Plata (Buchbinder, 2005). No sólo el caudillismo – denominación que alude a las tensiones propiamente locales –, fue la nota destacada el siglo XIX, también, los conflictos bélicos deben ser comprendidos como una disputa entre las distintas élites de los noveles países. De hecho, así puede ser leída la Guerra del Pacifico (1879-1883) y la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870). Ésta última, (que involucró a Brasil, Argentina Uruguay y Paraguay) considerada hasta hoy un conflicto único en la historia latinoamericana, fue también, el resultado de las tensiones de poder y pujas territoriales entre las élites del Río de La Plata, durante el proceso de construcción de los Estados Nacionales. Si bien las consecuencias de la guerra fueron disímiles para todos los países involucrados, es indudable que en todos ellos el conflicto delineó el rumbo de los nuevos regímenes políticos. Como ha demostrado Doratioto (2004), para la Argentina la guerra significó la institucionalización del Estado. Le permitió enfrentar rebeliones federales internas, legitimar el poder del Estado o, si se prefiere, de la burguesía porteña, y otorgó beneficios económicos en la región nordeste, donde se abastecía el Imperio brasileño para la Miradas Transcordilleranas 224 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX subsistencia de sus tropas. En cambio, para Brasil, la Guerra de la Triple Alianza significó el fin de la monarquía constitucional. En el país brasileño, la independencia (1822) fue un acontecimiento sin conflictos bélicos, ocurrido luego de que un levantamiento militar liberal en Portugal exigiera el retorno de la corona – trasladada a Río de Janeiro en 1808 – a su país de origen. De este modo, Brasil lograba conformar un Estado independiente bajo la forma de un sistema monárquico de gobierno (1822-1889). Si bien es cierto que durante este período hubo conflictos, en particular con las revueltas de los esclavos, fue la Guerra de la Triple Alianza uno de los acontecimientos más significativos. La contienda bélica aceleró las contradicciones políticas internas del régimen monárquico, impulsadas por el grupo cafetalero paulista. Asimismo, la guerra dio origen, seguramente sin proponérselo, a un ejército “nacional” que, alentado por sectores republicanos, empujó, en 1889, a la instauración de la República (1889-1930) (véase Izecksohn, 2004). El Brasil monárquico, además, parecía no tener lugar en una región mayoritariamente republicana. El trámite independentista de Asunción (1811) fue precoz, breve, con bajo conflicto y con un llamativo proceso de centralización política. En el caso paraguayo la Guerra de la Triple Alianza disolvió el orden existente. Contrariamente a lo ocurrido en Brasil y Argentina, cuyo legado de la guerra fue la redefinición del régimen político (República en Brasil y centralización del poder en Buenos Aires en Argentina), en Paraguay hubo ante todo disolución. Con todo, cabe destacar que fue recién con la guerra y la desarticulación absoluta de la institucionalidad, que germinó un espacio para el conflicto. El nuevo régimen pos-bélico desarrolló una vida política con turbulencias similares a las conocidas con anterioridad por otros países latinoamericanos. Al igual que Brasil y Paraguay, Chile fue otro caso de formación temprana del Estado, aunque con diferencias notables. El ciclo independentista iniciado en 1810 se resolvió con la proclamación de la República Centralista de los “pelucones”, tras celebrarse la Constitución de 1833 de Diego Portales. A partir de entonces, se inició un sistema de gobierno profundamente verticalista y conservador que buscaba combatir el – por entonces considerado – “endémico bandidaje rural” (Halperin Donghi, 1998: 203). En Chile, la Guerra del Pacífico (1879-1883), que enfrentó al país trasandino con Perú y Bolivia, contribuyó a delinear el sistema político de fines del siglo XIX. La victoria chilena trajo dos consecuencias evidentes: la conquista del salitre y la definición del límite territorial del país. Como destaca Patricia Funes (1999) la explotación del enclave salitrero modificó las reglas políticas, debilitó el presidencialismo y lo reemplazó por un sistema parlamentarista – período denominado la República Parlamentaria. En Uruguay, el proceso de emancipación iniciado en 1811 culminó en 1828 con la firma del tratado entre Argentina y Brasil, por el cual la República Oriental del Uruguay se convertía en un país soberano. Así, en 1828 se abre un prologando período de inestabilidad política y de guerras internas (1828-1876), cuya resolución fue alcanzada con el gobierno autoritario y colorado de Lorenzo Latorre (1876-1880), quien había logrado consolidar una alianza política, apoyada en los hacendados y en los comerciantes exportadores. A diferencia de otros países de América Latina, el gobierno de Latorre expresó una novedad política. No era un caudillo rural, sino un militar profesional que gobernaba en nombre del ejército (Halperin Donghi, 1998). En Uruguay las guerras civiles dieron a luz a los partidos Nacional y Colorado, cruciales en la historia política por haber moldeado el sistema bipartidista (hasta 1971). La centralidad de los partidos ha sido objeto de varios estudios. A nuestro juicio, una de las interpretaciones más agudas fue la de José Rilla (2007) quien matizó la muy usada definición de la “partidocracia” (Caetano, Rilla, Pérez, 1988/De Riz, 1986). Para Rilla, en Uruguay rige una “pauta politicocéntrica” y subsidiariamente hay “una partidocracia que lo gobierna”. Es decir, que la característica central de la sociedad uruguaya es su lógica política y el sistema de partidos es – luego – el vehículo que la posibilita. Está claro que el proceso emancipatorio Miradas Transcordilleranas 225 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de principios de siglo XIX tuvo como nota predominante el conflicto armado. A excepción de Brasil y Paraguay, que transitaron la independencia sin enfrentamientos bélicos, las revoluciones independentistas fueron cruciales en la historia política de todos los países. Ellas no sólo legaron una sociedad profundamente politizada y una política militarizada, sino que fueron el principio legitimador y “el núcleo duro de la formación de los Estados” (Ansaldi, 2003). Las guerras civiles de la segunda mitad del siglo, también marcaron el devenir de los órdenes políticos en construcción. Asimismo, las Guerras de la Triple Alianza y del Pacífico moldearon, cada una a su modo, los nuevos ordenamientos políticos. Hacia fines del siglo XIX, la mayoría de los países había logrado consolidar un nuevo orden político el cual asumió, en muchos de los casos, la forma de dominación oligárquica. El carácter cerrado, verticalista y excluyente de este nuevo orden, con prácticas paternalistas y de apelación a la violencia estructural (exclusión social y política), combinada con la violencia represiva, fueron las características de un régimen que – paradójicamente – levantaba las banderas de la democracia liberal. La condición de posibilidad del orden oligárquico, o su matriz societal – al decir de Ansaldi – fue la existencia de unidades de producción basadas en la hacienda (Ansaldi, 2007). El largo proceso de construcción del orden en los países de América Latina y de disputas por el poder político se resolvió, más tarde o más temprano, mediante un pacto de dominación entre los distintos grupos regionales de poder. En Chile el núcleo de poder de las haciendas del valle central logró consolidar, en forma temprana, un pacto de dominación con los poderes locales. En Argentina el proceso fue más tardío, y probablemente más tortuoso que en Chile, y se erigió en torno al poder de Buenos Aires. En Brasil el pacto de dominación se estableció entre dos grandes grupos económicos los de São Paulo y Minas Gerais, expresado en el mecanismo de alternancia en el poder. A este período se lo denominó la República Velha (1889-1930). No en todos los países hubo dominación oligárquica. Paraguay y Uruguay fueron, por diferentes razones, la excepción. En el caso paraguayo la ausencia de grandes hacendados y latifundios (Soler, 2007) y, luego, la reforma de la tenencia de la tierra, mediante las “Estancias de la Patria” evitaron la formación de una clase propietaria capaz de disputar un nuevo orden. En consecuencia, se consolidó un régimen independentista mediante una autocracia republicana popular (Galeano, 2009), centrada en la figura de Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840). En Uruguay, la estancia con contenidos capitalistas (en cuanto al papel desempeñado por el capital y las formas de organización del trabajo) fue la unidad económica predominante y generó un marco favorable para el desarrollo del régimen democrático (Ansaldi, 2007). Además, las tempranas reformas de José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915) y Claudio Williman (1907-1911), que ampliaron los derechos de ciudadanía social – aunque no ocurriera lo mismo con la ciudadanía política – generaron un marco propicio para el despliegue del régimen democrático. Este proceso de consolidación de los distintos órdenes políticos coincidió con el período primario exportador c. 1880-1930, cuya característica fue que el desarrollo económico de las sociedades latinoamericanas dependía de la demanda externa proveniente de las economías industrializadas del centro capitalista mundial. En este marco, las élites dominantes, la mayoría de las veces vinculadas al sistema productivo exportador, constituyeron pactos políticos en un doble sentido: hacia fuera (vinculándose a los nuevos centros hegemónicos) y hacia dentro (configurando alianzas con distintos grupos dominantes locales) (Cardoso y Faletto, 2004). Este pacto de dominación se viabilizó a partir del ingreso de la élite económica al Estado. De este modo, se aseguraba el orden interno y su propia reproducción de clase, ya sea mediante el control nacional de la producción (Argentina, Brasil, Uruguay) o bien mediante el control de las rentas provistas por el enclave (Chile) (Cardoso y Faletto, 2004). En Paraguay este mecanismo se dio en forma inversa. El proceso de extranjerización de la tierra – legado de la Guerra de la Triple Alianza – significó que los Miradas Transcordilleranas 226 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX recursos del Estado se volvieran fundamentales para la reproducción de la élite política. De esta forma, la superposición entre la élite política y la económica se vio obstruida. 2. Conflicto y crisis del orden oligárquico. La alianza de clases en sociedades de masas (1910-1954) La complejidad de las sociedades latinoamericanas durante el período de la dominación oligárquica ha sido muy bien ilustrada por Norbert Lechner (1977). Según el autor, el régimen oligárquico se caracterizó por una doble ambigüedad. En las relaciones exteriores, el liberalismo es contradicho por la dependencia económica. En las relaciones internas, el liberalismo, en cuanto democracia, es contradicho por la dominación oligárquica. El Estado no tuvo un carácter plenamente soberano (dominación externa) ni plenamente nacional (ciudadanía restringida). En efecto – siguiendo a Lechner – fueron regímenes que abrazaron los postulados liberales para su inserción en el mercando mundial, pero fueron profundamente antiliberales en términos políticos. Esta doble ambigüedad fue la condición de posibilidad del orden pero también una de las causas de su crisis. En las primeras décadas del siglo XX, el cuestionamiento a este desfasaje entre principios democráticos y prácticas excluyentes se convirtió en una de las banderas de los sectores subalternos. No obstante, estos principios democráticos comenzaron a ser revisados desde un prisma antiliberal, nacionalista y, en algunos casos, antiimperialista, toda vez que ese liberalismo había significado la exclusión política – y no la inclusión – desde 1880 hasta esta parte. Como todo recorte temporal 1910 puede resultar caprichoso. Sin embargo ¿por qué no señalar a la Revolución Mexicana – la primera de las grandes revoluciones de América Latina del siglo XX – como un mojón en la historia social y política de la región? México llevó a cabo una de las primeras rupturas con el orden oligárquico y además adquirió, más tarde o más temprano, una enorme repercusión en la historia política de la región. Asimismo, la crisis de 1930 – usualmente señalada como un punto de quiebre en las periodizaciones sobre América Latina – en rigor, se lució en un contexto crítico ya iniciado con la Primera Guerra Mundial que marcó el fin del predominio de Gran Bretaña y del patrón oro. Junto a este acontecimiento ocurrieron otros sucesos en el mundo: la Revolución Soviética (1917), la Crisis de Wall Street (1929) y los fascismos europeos. Todos estos eventos fueron leídos en una clave común. Parecía quedar demostrado que el paradigma liberal entraba en una etapa de crisis irreversible (véase Annino, 1994. Sobre la década de 1930 véase Ansaldi, 2003. Un interesante ejercicio comparativo sobre la coyuntura crítica de 1930 y los derechos de las mujeres es el de Verónica Giordano, 2003). En ese marco, se “removieron las certidumbres en las que se pensaba la política (la matriz histórica e ideológica del pensamiento liberal), lo social (exclusión “natural” de las mayorías), la economía (el colapso de la guerra en muchas producciones primarias del subcontinente evidencia la fragilidad del modelo primario exportador), el mundo cultural (permeado de “europeísmo” y cosmopolitismo) (Ansaldi y Funes, 1998: 9). Entonces, se produjo el desarrollo de las más variadas experiencias políticas las cuales comenzaron a cobrar forma, muy especialmente, desde la década de 1920 (véase Funes, 2006). La propia dinámica del desarrollo capitalista del modelo primario-exportador y el proceso de modernización de ese período (desarrollo de un mercado interno, despliegue de ferrocarriles, concentración en las ciudades, desarrollo de incipientes industrias, auge y expansión de las actividades mineras – en donde hubo –) había dado forma a nuevos sujetos políticos: campesinos, obreros, mujeres, militares y sectores medios. Todos ellos comenzaban a cobrar una enorme gravitación en la arena política. La salida del orden oligárquico ocurrió de modos variados. En Argentina, la Ley Sáenz Peña de 1912, impulsada por sectores de la burguesía local y algunas capas medias, Miradas Transcordilleranas 227 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX que proclamó el voto universal masculino secreto y obligatorio, significó el pasaje de una sociedad oligárquica a una democrática (véase Halperin Donghi, 2000/ Ansaldi, 2002). Aunque distaba de ser verdaderamente universal (quedaban excluidas las mujeres, los extranjeros, entre otros), la ley permitió la victoria de Hipólito Yrigoyen (1916-1922/ 1928-1930) por la Unión Cívica Radial, lo cual coronó el proceso de democratización. Este proceso de incorporación de la burguesía local y ciertos sectores medios al bloque de poder dominante, vía democratización política, lejos de clausurar el conflicto social, lo potenció. En ese mismo 1912 se produjo la revuelta de los pequeños y medianos arrendatarios rurales en Santa Fe, denominada el Grito de Alcorta, cuyo legado fue la constitución de la Federación Agraria Argentina. En 1918 ocurrió la revuelta estudiantil por la reforma Universitaria en Córdoba, devenida en un movimiento reformista de alcance latinoamericano. Más tarde, el propio movimiento estudiantil se convirtió en una escuela política “en donde se formaron muchos futuros líderes revolucionarios o reformistas latinoamericanos, desde Víctor Raúl Haya de la Torre hasta Fidel Castro” (Halperin Donghi, 1998). En 1919 el movimiento obrero urbano de Buenos Aires, que reclamaba por una reducción de la jornada laboral y mejores condiciones, fue brutalmente reprimido por las fuerzas policiales y para policiales en un hecho conocido como la Semana Trágica. En los años 1920-1921, los trabajadores anarquistas rurales de la Patagonia fueron reprimidos por las fuerzas del ejército bajo las órdenes del presidente Hipótlito Yrigoyen. En 1930 el ciclo de conflicto se cerró con el golpe de José Félix Uriburu (1930-1932) que inició un período de restauración conservadora denominado la Década infame (1930-1943). En Brasil, si bien la salida del orden oligárquico se produjo con la fractura del pacto de dominación, el conflicto social se hizo evidente antes de 1930. En el plano cultural, 1922 fue el año de la Semana do Arte Moderno y el surgimiento del modernismo que, no por conflictivo pero sí por transformador, se convirtió en un hecho de crucial relevancia en el plano intelectual y cultural. También en 1922 se creó el Partido Comunista, cuyo núcleo de origen fue un grupo de anarquistas que adoptaron los lineamientos de la III Internacional. En 1922 los tenentes liderados por Luiz Carlos Prestes se insurreccionaron contra el régimen oligárquico de la República Velha. Se trató de un movimiento iniciado con reclamos de tinte corporativo, aunque su accionar y su mera existencia representaban la impugnación al propio régimen oligárquico. Más tarde, en 1924 un nuevo levantamiento en los estados de São Paulo y Rio Grande do Sul dio inicio a la llamada Columna Prestes, que recorrió 25.000 kilómetros de tierras brasileñas hasta llegar a Bolivia, entre 1925 y 1927. El fin de la República Velha se produjo con la revuelta de 1930. Los episodios se desataron cuando debía procederse a la renovación presidencial, finalizado el mandato del paulista Washington Luís (1926-1930) y éste violó el acuerdo – mediante el cual debía sucederle un candidato de Minas Gerais – proponiendo otro hombre de São Paulo, Júlio Prestes. Así, se formó un frente opositor representado por los estados de Minas Gerais, Rio Grande do Sul – por ese entonces bajo la gobernación de Getúlio Vargas (1928-1930) – y Paraíba. Dicho proceso estuvo impulsado por distintos sectores entre quienes se destacaban los grupos oligárquicos no cafetaleros, que demandaban mayor participación en la dominación política. Más tarde ocurrió la revuelta comunista de 1935 con apoyo de la Tercera Internacional, que fue brutalmente reprimida. En 1937 Getúlio Vargas llevó a cabo un autogolpe e inició la dictadura denominada Estado novo (1937-1945). A diferencia del golpe argentino, la dictadura varguista no tuvo rasgos restauradores sino que implicó un proceso de ampliación de los derechos de ciudadanía social (véase Carvalho, 1995). En Chile, el tipo de economía de enclave produjo dos consecuencias: el desarrollo de un movimiento obrero fuerte (devenido en sindicalismo clasista) y un débil desarrollo de la burguesía nacional. Además, la primacía de la hacienda como matriz societal y el consecuente peso del sector latifundista conservador, fueron otros elementos significativos que Miradas Transcordilleranas 228 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX permiten entender los años treinta chilenos. El proceso de democratización se produjo de un modo singular: mediante la incorporación de la izquierda en el bloque de poder dominante. En 1912 en el seno del enclave minero, el sindicalista Emilio Recabarren fundó el Partido Obrero Socialista, que devino, en 1921, en el Partido Comunista Chileno. Para Igor Goicovic, interesado en estudiar los movimientos populares durante el siglo XIX (inquietud compartida por investigadores como Gabriel Salazar y Sergio Grez Toso), este hecho significó el pasaje del movimiento popular dinámico y violento hacia formas de intervención social intrasistémicas encuadradas en estructuras partidarias. Esta interpretación asume ribetes interesantes para discutir incluso más allá del caso chileno. Con todo, aun asumiendo su interpretación, ello no puede ocultar un hecho evidente: los veinte y treinta en Chile fueron años en los cuales el conflicto social adquirió una enorme gravitación. La experiencia antioligárquica y reformista que representaba Arturo Alessandri (19201924/ marzo-octubre de 1925) fue interrumpida en 1924 por un golpe de estado militar liderado por sectores conservadores dentro del ejército y la marina. En 1925, un nuevo golpe restituyó el poder a Alessandri, quien contaba con apoyo de los sectores medios y del movimiento obrero. En 1930, la crisis de la economía exportadora del enclave volvió a quebrar el delicado equilibrio del poder. En 1932 se produjo un nuevo golpe. En este caso estuvo impulsado por la aviación e instauró la República Socialista bajo el liderazgo de Marmaduque Grove. Pese a su breve duración (apenas doce días), este hecho señaló el agotamiento tanto de soluciones reformistas como del proyecto modernizador autoritario de Ibáñez (1927-1931) (Funes, 1990). Tras este acontecimiento, en 1933, se constituyó el Partido Socialista. Entre 1934 y 1935 el campo de la izquierda ensayó tentativas de salidas a la situación política. En esos años, se formó el Bloque de Izquierdas, por iniciativa de los socialistas, a quienes se sumó el Partido Radical y el ala Izquierda Comunista (un grupo que rompía con el Partido Comunista). El Partido Comunista no formó parte de esta iniciativa porque impulsaba la formación de un Frente Popular, hecho que finalmente ocurrió en 1938. Uruguay, como ya se ha dicho, fue un caso singular. Si bien no hubo dominación oligárquica el proceso de democratización social no estuvo acompañado de una democratización política. Este desfasaje explica, en parte, la conflictiva coyuntura de los años 1920 y 1930, con dos eventos descollantes: el autogolpe de Gabriel Terra (1933-1938) liderado por civiles y la proclamación de una nueva Constitución (1934), y el levantamiento armado contra la dictadura (1935), en el cual participaron los blancos, los independientes, y un ala radical del batllismo (véase Dutrénit, 2003). En 1942, frente a la negativa de llevar a cabo un nuevo proyecto de transformaciones en el sistema político, el Presidente, Alfredo Baldomir (gobierno constitucional: 1938-1942/ 19431946; gobierno de facto: 1942-1943), llevó a cabo un nuevo golpe de estado, apoyado por todas las fuerzas democráticas, con excepción del Partido Socialista. Ese año fue reformada la Constitución. En Paraguay la década de 1920 fue expresión de contradicciones, pero también una época de grandes innovaciones políticas. Una guerra civil de dimensiones nacionales, comandada por fracciones del Partido Liberal (Cívicos y Radicales) entre 1922-1923; la defensa del presidente constitucional Eusebio Ayala por las armas de los cadetes de la escuela militar y la Liga de Obreros Marítimos; la creación de la primera asociación de pequeños propietarios nacionales, manifestaciones estudiantiles reclamando la defensa militar del Chaco; la “toma” de la ciudad de Encarnación declarado “zona liberada de la voracidad capitalista”; y hasta el presidente José R. Guggiari solicitando su propio juicio político, a raíz de una brutal represión contra una manifestación que demandaba la guerra con Bolivia, son sólo algunas imágenes que permiten describir la eclosión de la época. El proceso de conflicto termina por expresarse en la “necesidad” de acudir a la Guerra del Chaco (1932-1935), expresado finalmente en la Revolución Febrerista de 1936 comandada por el Coronel Rafael Franco, que en sólo 18 meses de duración se propuso la reforma agraria y Miradas Transcordilleranas 229 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX hasta el nuevo código laboral, contó el apoyo de las organizaciones obreras y campesinas y la compañía del Partido Comunista. El ciclo de innovaciones políticas paraguayo se cerró en 1954, con el golpe de estado y la instauración de la dictadura de Alfredo Stroessner. En los cinco países estudiados, los años transcurridos entre 1910 hasta la segunda posguerra, estuvieron marcados por el conflicto social. En muchos casos, el conflicto fue una instancia democratizadora, como el movimiento reformista de 1918 y los conflictos obreros de la década de 1920 en Argentina, el movimiento tenentista en Brasil, la República socialista en Chile (1932), el levantamiento comunista en Brasil (1935), el levantamiento contra la dictadura de Terra en Uruguay (1935) y la irrupción de una diversidad de experiencias políticas en Paraguay entre los años 1920 y 1930, pasando por la Guerra y la “revolución”. Pero también, en muchos otros casos la violencia fue el recurso utilizado para las restauraciones conservadoras como el golpe de 1924 en Chile, el de 1930 en Argentina y el de 1933 en Uruguay; transformaciones tinte modernizador capitalista, como la “revolución” de 1930 en Brasil y el golpe de 1954 en Paraguay. La crisis económica de 1930 profundizó transformaciones que venían desde algunos años atrás, entre ellas, la intervención del Estado en la Economía y en la sociedad. Más tarde o más temprano, buena parte de los países de América Latina, a excepción de Paraguay, comenzaron un proceso de cambio orientado por la ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones) y por la ASI (Agricultura por Sustitución de Importaciones). Este cambio pudo implementarse no sólo por la beneficiosa coyuntura internacional, que se potenció luego de la segunda posguerra, sino también por la existencia de ciertas condiciones internas favorables: las posibilidades de un mercado interno y la organización de un sistema productivo industrial en base a relaciones capitalistas – condiciones existentes en México, Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. En términos políticos, la coyuntura abierta tras la disolución de los regímenes oligárquicos u órdenes excluyentes de otro tenor, se caracterizó por ser una crisis tal que ninguna clase lograba asegurar su hegemonía sobre las otras. Esto obligó a la constitución de pactos o alianzas de clases en sintonía con el nuevo ritmo del desarrollo capitalista de la segunda posguerra. Según Francisco Weffort, en Brasil la dificultad de la burguesía y de los sectores medios para imponer su interés como legítimo, es decir construir hegemonía, los obligó a establecer alianzas con otros sectores sociales, particularmente con el proletariado urbano industrial (1999). Esta tesis que se ajusta a las experiencias políticas que inaugura Getúlio Vargas desde 1945 hasta el golpe de 1964 – Eurico Gaspar Dutra (1946-1951), Getúlio Vargas (1951-1954), Juselino Kubistchek (19561961), Jânio Quadros (1961), João Goulart (19611964) –, también se aplica al caso argentino durante los gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1952/1952-1955). En efecto, la alianza de clases es nodal para entender las experiencias populistas de Argentina y Brasil. En Chile la alianza tuvo características singulares. En 1936, la izquierda chilena lograba consolidar el Frente Popular, integrado por el Partido Radical, que representaba al centro político, y los partidos Comunista y Socialista. Esta experiencia fue posible gracias al impulso de los comunistas quienes seguían los lineamientos de formar frentes antifascistas, promovidos desde Moscú. El Frente Popular gobernó desde 1938 hasta 1947 – Pedro Aguirre Cerda (1938-1941), Antonio Ríos (1942-1946), Gabriel González Videla (1946-1952) –, cuando el gobierno de González Videla expulsó a los comunistas de la coalición de gobierno (los socialistas se habían apartado en 1943). El Frente significó un avance en términos de transformación capitalista, que incluyó un proceso de industrialización promovida por un estado intervencionista y desarrollista volcado hacia el mercado interno. No obstante, esta trasformación no alcanzó todos los niveles. Uno de los cambios largamente postergados fue una reforma agraria que combatiera la concentración de la tierra y aboliera, en forma definitiva, la hacienda, matriz societal del orden excluyente. Tampoco se avanzó en otras dos cuestiones centrales: la nacionalización de las riquezas básicas y el perfeccionamiento del Miradas Transcordilleranas 230 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX régimen electoral (Moulián, 1985). En Uruguay el impacto de la crisis económica de 1930 fue menos gravitante que en los tres países ya mencionados. La política estatal y partidaria en los años del predomino político de Luis Batlle Berres del Partido Colorado (19481958) permiten observar algunos elementos comunes con Brasil y Argentina, en cuanto a la redistribución social y la intervención del estado en la economía a partir del fomento de la industrialización y el desarrollo del mercado interno (Azúa, 2000). El acento redistribucionista de la posguerra se hizo menos evidente en una sociedad integrada mucho más tempranamente como fue la uruguaya. En Paraguay no existió un sector capaz de construir un bloque hegemónico de poder, ya sea por impulso de una sola clase o bien mediante una alianza de clases. Así, el conflicto que se había iniciado en la década de 1930 continuaba todavía vigente. La inestabilidad tras el fin de la Guerra del Chaco, con su punto más álgido en la guerra civil de 1947, es tanta o mayor que la acaecida al término de la Guerra de la Triple Alianza: ni la dictadura del coronel Higinio Morínigo (1940-1948), con su programa de gobierno «Revolución Nacional Paraguaya»; ni el nacionalista colorado Natalicio González (1948-1949), con la excéntrica doctrina de «Socialismo Nacional»; ni tampoco los sucesivos gobiernos civiles colorados (19491954), enfrentados en sus propias fracciones; ni los Guiones Rojos al mando de Natalicio González y los «democráticos» liderados por el Dr. Federico Chávez pudieron evitar esta etapa. El ansiado orden político y la restitución del monopolio de la coacción (Weber) y de la decisión (Schmitt), inesperados hasta para las propias elites políticas locales, serán proporcionados por la lenta pero efectiva construcción del régimen stronista. En los distintos países el conflicto social y político se resolvió en forma de pactos. En Argentina y Brasil los populismos constituyeron una alianza entre la burguesía industrial nacional y el proletariado. En Chile el pacto tuvo rasgos inéditos: la incorporación de la izquierda en el poder del Estado mediante una alianza con el centro político. En Uruguay, el neobatllismo delineó políticas integradoras aunque la alianza de clases fue menos evidente. Paraguay es el caso contrastante, puesto que el conflicto social y político sólo pudo resolverse en 1954 con la instauración de la dictadura patrimonialista de Alfredo Stroessner. 3. El conflicto social, la violencia y el momento neoliberal (1954-2001) Desde la segunda mitad de la década de 1950, los países de América Latina vieron frenado el proceso de industrialización y las economías entraron en una fase de estancamiento. En buena medida, el modelo sustitutivo, basado en la formación de un mercado protegido y regulado, se había agotado porque las economías del centro capitalista hallaron su recuperación. La nueva demanda internacional requería de América Latina la internacionalización de su mercado, en contraposición al período sustitutivo anterior. Esta crisis en el patrón de acumulación, acompañada de un importante proceso de cambio social, hizo necesaria la reestructuración del bloque de poder dominante. A esa altura, resultaba imposible mantener el sistema de alianzas que había viabilizado el orden en los años anteriores: los populismos en Argentina y Brasil, el Frente Popular chileno y el neobatllismo uruguayo. En este marco de agotamiento de un modelo de acumulación económica, los sectores subalternos, que durante el período anterior habían sido invocados como parte de la alianza estratégica que promovió el proyecto industrializador, continuaron teniendo voz en este período y ejercieron su presión sobre una economía ahora estrangulada (Nercesian, 2010a). En el plano regional la guerra fría se solapó con distintos acontecimientos de gran agitación política: el Bogotazo en Colombia (1948), el impacto de las reformas que en Guatemala estaba llevando a cabo el gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz desde su elección en 1951 (véase Rostica, 2009), el estallido de la Revolución en Bolivia en 1952 y la Revolución Cubana en 1959. En el Miradas Transcordilleranas 231 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX campo de la izquierda los años 1950 fueron convulsionados. En 1956 se produjo el XX Congreso y se conoció el informe de Nikita Jrushchov donde se reveló – tras la muerte de Joseph Stalin (1953) – la masacre de los Gulags. Este suceso generó grandes discusiones en las filas del comunismo. En 1954 Alfredo Stroessner dio un golpe de estado iniciando una la larga dictadura (19541989). La construcción del régimen stronista fue la respuesta a la crisis de dominación del liberalismo de la década de 1920. Los ensayos por resolverla fueron varios, pero recién la fórmula política que propuso el stronismo fue políticamente exitosa. La misma incluía la reinvención personal de Stroessner como heredero de las “familias fundadoras”, los López y su heroísmo nacional; un crecimiento económico inédito; las elecciones y el juego representacional y democrático. Se trató de un proceso de transformación social que debió ejercerse desde el Estado, ante la ausencia de una clase social con capacidad para llevar a cabo los cambios (Soler, 2008). Recién, al ser el Estado el motor del desarrollo de la década de 1950, una tibia burguesía nació bajo su calor y amparo, demostrando ser doblemente dependiente (del estado y del capital internacional). En 1954 se produjo el suicidio del líder trabalhista Getúlio Vargas en Brasil. En 1961, las derechas vislumbraron el peligro que significaría el avance de las propuestas de João Goulart, líder histórico del Partido Trabalhista Brasileiro, en particular la de la reforma agraria, e intentaron impedir que éste, en su condición de vice y segundo en el mando, asumiera el Poder Ejecutivo luego de la renuncia del presidente Jânio Quadros (União Democrática Nacional) en 1961. El intento no prosperó, pero en 1964 Goulart fue depuesto por el golpe de estado. La reforma agraria y la reforma electoral (eliminación del voto alfabeto) eran dos medidas que el varguismo nunca llevó a cabo, lo cual había sellado un acuerdo tácito con los latifundistas brasileños. Cuando João Goulart pretendió avanzar en la reforma agraria, este acuerdo se quebró (Nercesian, 2010b). En 1955, los militares argentinos, con el apoyo de civiles de distintas fuerzas del arco político, derrocaron al gobierno de Juan Domingo Perón. Así, se dio inicio a la autoproclamada “Revolución Libertadora” (1955-1958) bajo el mando de Eduardo Lonardi, como presidente provisorio y luego Pedro Eugenio Aramburu. Tras el golpe, se inició una larga etapa de proscripción del peronismo que duró hasta el retorno del líder en 1973. En 1966 se produjo un nuevo golpe de estado, esta vez liderado por Juan Carlos Onganía, autoproclamado “Revolución Argentina” (1966-1970). Más tarde, la revuelta popular del 29 de mayo de 1969 (conformada por obreros y estudiantes), conocida como el Cordobazo, y las tensiones dentro de la propia interna militar precipitaron tentativas de salida de la dictadura. En 1970, en reemplazo de Onganía, fue designado Roberto Marcelo Levingston (1970-1971) y éste fue sucedido por Alejandro Agustín Lanusse (1971-1973). Tras el asesinato de 16 militantes de izquierda en agosto de 1972, episodio conocido como la Masacre de Trelew, Lanusse convocó a elecciones en 1973. Éstas dieron como ganadora a la fórmula Héctor José Cámpora – Vicente Solano Lima, que impulsaba Juan Domingo Perón, todavía desde su exilio en España (Nercesian, 2010a). En Uruguay el desmantelamiento del neobatllismo se produjo de un modo gradual. En 1966, se llevó a cabo una reforma constitucional, que suponía el retorno al presidencialismo con ampliación de poderes de veto y de injerencia sobre los derechos individuales y las libertades públicas. Más tarde, los gobiernos colorados de Oscar Gestido (marzo-diciembre de 1967) y Jorge Pacheco Areco (1967-1972) iniciaron un proceso de clausura política y persecución a todo movimiento opositor con aplicación reiterada de las Medidas Prontas de Seguridad Nacional. La apelación a la violencia, ya sea por francos golpes de estado o intentos desestabilizadores fue un recurso de los grupos dominantes aunque con distintos objetivos. En Paraguay el golpe significó la clausura del conflicto social que venía de más larga data y la conformación de un nuevo bloque de poder, en cambio la intentona golpista en Brasil y el golpe en Argentina tuvieron como objetivo redefinir el Miradas Transcordilleranas 232 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX bloque hegemónico de poder para desarmar el esquema de alianzas del pacto populista. En Uruguay no hubo intentos desestabilizadores pero sí un avance gradual hacia una economía liberal con gobiernos que apelaron reiteradamente a la persecución política. La experiencia de Chile contrasta con los casos anteriores. Las elecciones de 1958 dieron ganador a Jorge Alessandri (1958-1964), representante de las derechas. Alessandri debía gobernar atento a la progresiva presencia de la izquierda, en especial, después de que en aquellas elecciones de 1958 la coalición de izquierdas (por entonces el Frente de Acción Popular, formado por comunistas y socialistas) alcanzara el segundo lugar con la figura de Salvador Allende al frente. Tras un intento de aplicación de medidas de corte tecnocrático y conservador, en 1962, Alessandri avanzó en la toma de medidas reformistas (reforma electoral y aprobación de la ley para la reforma agraria), las cuales eran resultado de la aplicación del Programa impulsado por los Estados Unidos denominado la Alianza para el Progreso. Estas primeras medidas del derechista Alessandri fueron cruciales para que el gobierno de Eduardo Frei (1964-1970), representante de la Democracia Cristiana, llevara adelante un programa reformista que fue denominado la “Revolución en Libertad”. Para las derechas, estas reformas moderadas eran preferibles a una revolución radical. La apelación a la violencia fue también el recurso de los sectores subalternos para cambiar el orden existente. Las primeras manifestaciones de violencia provinieron de organizaciones que eran expresión de los conflictos locales (Argentina: Utruncos (1959), el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (1962) – con una tendencia ideológica nacionalista de derecha -, Brasil: las Ligas Camponesas (1961), el Movimento Nacionalista Revolucionário (1966), Uruguay: el Coordinador (1962), Paraguay: el Movimiento 14 de mayo (1954) y Frente Unido de Liberación NacionalFUNLA (1959) (ambas coordinadas por los partidos políticos opuestos al régimen) y el Frente Unido de Liberación Nacional (brazo del PC) (1960), Chile: el Movimiento de Izquierda Revolucionario (1965)). Tiempo más tarde, tras la celebración de la Tricontinental (1966) y la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS, 1967), la violencia revolucionaria se instaló con mayor vigor. En un contexto de agudización del conflicto en las ciudades y de gobiernos de carácter represivo surgieron las organizaciones armadas urbanas. Entre las más destacadas en términos de organización y desarrollo cuentan: en Uruguay, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (1965); en Brasil, la Aliança Libertadora Nacional (1968), el Movimento Revolucionário-8 de Outubro (1968), la Vanguarda Popular Revolucionária (1968) y la guerrilla de Araguaia (1967-1974) impulsada por el maoísta PCdoB, un caso de guerrilla no desplegada en la ciudad; en Chile, el Movimiento de Izquierda Revolucionario (1965); en Argentina, las más destacadas fueron, el Partido Revolucionario de los TrabajadoresEjército Revolucionario del Pueblo (1970) y Montoneros (1970); en Paraguay se formó la Organización Político Militar (1974) articulada con las Ligas Campesinas y con fuertes vínculos con las principales organizaciones argentinas (ERP y Montoneros). Como ya se dijo, el ciclo de dictaduras se inició con el golpe de Stroessner en Paraguay. Con todo, su larga duración (1954-1989) permite identificar distintos momentos internos. Tras la Revolución Cubana y la instauración de la dictadura institucional de las Fuerzas Armadas en Brasil (1965-1985) la dictadura stronista acomodó el régimen a tono con la coyuntura de la época: la definición del enemigo interno y la adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional. Luego de los golpes de Paraguay y Brasil, siguieron los de Bolivia (1971-1978) Uruguay (1973-1985) y Chile (1973-1990) y, años más tarde, Argentina (1976-1983). De este modo, quedaba completa la saga de dictaduras del Cono Sur. En materia económica, la nota distintiva la ofrecen el caso paraguayo, con un fuerte intervencionismo estatal, mediante una modernización conservadora, y el brasileño, con un modelo económico de tipo desarrollista. En contraposición, el modelo económico neoliberal se impuso en Chile, Argentina y Uruguay en ese orden de intensidad de aplicación (sobre las similitudes y diferencias Miradas Transcordilleranas 233 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX de las dictaduras institucionales véase Ansaldi, 2004/ Tcach, 2006. Sobre Paraguay véase Soler, 2008). En términos de magnitud, la violencia de los años sesenta y setenta tuvo mayor envergadura que en el momento de la crisis de la dominación oligárquica. Es que, a diferencia de las décadas de 1910 y 1920 en donde el conflicto fue expresión de impugnación a un orden excluyente, en los sesenta el conflicto social expresaba el agotamiento de un modelo integrador (propio de la segunda posguerra) cuyos actores políticos eran el resultado de un proceso de cambio social que los había organizado y politizado. Con las transiciones a la democracia y tras la caída del muro en 1989, comenzaron a trazarse los actores que constituirían el nuevo bloque de poder. Éste estuvo hegemonizado por el capital financiero aliado a los grandes grupos exportadores, a los bancos, a los medios de comunicación y a las grandes corporaciones industriales y comerciales. La aplicación del modelo neoliberal tuvo como principales promotores a los gobiernos de Carlos Saúl Menem en Argentina (1989-1999), Fernando Collor de Mello en Brasil (1990-1992), el gobierno Patricio Aylwin (1990-1994) quien representó la continuidad del neoliberalismo pinochetista en Chile. En Uruguay y Paraguay, este proceso fue mucho más tenue que en estos otros países, aunque no estuvo ausente la imposición de nuevas formas de acumulación capitalista. El proceso de expansión capitalista de corte neoliberal tuvo como rasgos predominantes una apertura acelerada de las economías, un proceso de concentración del ingreso, la exclusión de derechos formales de los trabajadores y desempleo, así como un proceso de desindustrialización de las economías del continente (Sader, 2009). Los casos de Brasil, Uruguay y Paraguay deben ser matizados. Pese al avance neoliberal varias empresas públicas continuaron en manos del Estado y tampoco fueron afectadas muchas áreas de la industria local. Este proceso de expansión capitalista de corte neoliberal, al no distribuir ingreso, no producir valor y en consecuencia empleo desestructuró las bases productivas y a sus actores: burguesías, obreros o campesinos (Sader, 2009). La desestructuración de estos actores era una consecuencia de la aplicación del modelo pero a su vez su condición de posibilidad. Es posible que allí se encuentre la clave para entender el ciclo de conflictos que se abrió con el agotamiento del orden neoliberal. A modo de cierre En este trabajo hemos realizado un ejercicio de reflexión acerca del conflicto y la violencia en cinco países de América Latina. Centrar la mirada en el conflicto y la perspectiva de la larga duración nos condujo a algunas consideraciones destacadas: 1. en determinados momentos históricos la construcción del orden político sólo fue posible mediante el establecimiento de alianzas de clases o bien de alianzas entre fracciones de una misma clase, 2. la violencia ha sido el recurso de los sectores dominantes para la recomposición del bloque de poder en momentos de reformulación del modelo de acumulación capitalista, 3. la violencia, cuando ésta es apelada por los sectores subalternos para la búsqueda de la libertad o una mayor igualdad económica y social constituye una instancia democratizadora. 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Ambos personajes representaron la cohesión y verticalidad del Partido Comunista argentino (PCA) durante la mayor parte del siglo XX, y promovieron la línea política que seguía las tendencias generales marcadas por el Partido Comunista de la Unión Soviética. Uno de los efectos de la Revolución Cubana en 1959 fue poner en cuestión los postulados etapistas sostenidos por partidos comunistas de todo el mundo. Temas como la violencia revolucionaria, la lucha armada, el foco guerrillero, el rol del campesino en la revolución, y la vanguardia partidaria introdujeron nuevos temas a la agenda de discusión de la intelectualidad de la época, y generaron fuertes debates al interior movimiento comunista. Este trabajo se centra en lo acontecido en el PCA, intentando avanzar más allá de la bibliografía que se ha limitado a señalar como única interpretación el rechazo a la Revolución Cubana debido a la “cerrazón ortodoxa” de la dirección partidaria. Entendemos que el PCA no es solamente lo publicado por esa dirección. Es por eso que, metodológicamente, además de fuentes escritas incluimos en este trabajo algunas entrevistas a militantes de aquella época que no tuvieron oportunidad de dejar su testimonio por escrito. A pesar de que las entrevistas reflejan la forma que desde el “hoy” se recuerda el “ayer”, permitiendo otro tipo de valoración de los acontecimientos, creemos que la palabra de aquellos que militaron en el PCA puede aportar interesantes elementos que permitan complejizar un poco las lecturas un tanto “simplistas” que se han hecho sobre el tema. Hipótesis central del trabajo es que los acontecimientos cubanos no tuvieron una recepción lineal ni homogénea en la militancia comunista, y las discusiones se iban renovando paralelamente al desarrollo de los acontecimientos en la isla. Miradas Transcordilleranas 237 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Los inicios Lo primero que debe mencionarse para comprender más en profundidad la forma en la que el PCA “leyó” la Revolución Cubana es el perfil de los que por 1959 integraban su militancia. En aquel momento, la Revolución Rusa era el modelo de revolución a seguir para llegar a una sociedad socialista. La mayoría de los militantes de aquel momento se habían formado en una línea de pensamiento que condicionó, en cierta manera, la percepción de aquella realidad. Un testigo de aquella época, afiliado al PCA en 1958, explica. “nosotros veníamos de haber nacido de todo un periodo de estalinismo y de habernos educado con todo aquello. Eso más la clandestinidad, y las dictaduras nos ponían vallas también para que podamos conocer el más allá. Estábamos formados en una clandestinidad, que también nos impedía ver. Hubo un momento en que sí, en que hubo un señalamiento, en que había errores en la revolución cubana, que había errores en las concepciones del Che, que había esto y aquello y empezó a darse marcha atrás en todo aquello por que todavía imperaban aquellas viejas concepciones, el frente democrático como burguesías, que nos juntaban más con los radicales que con el verdadero movimiento popular, y todo eso nos impidió ver las nuevas realidades latinoamericanas” (Lozza, 2007). Los avatares del proceso eran seguidos con atención por la militancia comunista argentina a través de la prensa, y luego del triunfo de Fidel y sus hombres, el PCA organizó el envío de profesionales voluntarios que contribuyeran con la revolución. Más allá del reconocido trabajo de solidaridad del PCA llevó adelante con Cuba, la situación parece no haber sido sencilla. “Todo lo que se pudo hacer de acá para ayudar a la Revolución Cubana se hizo. Pero esto no significa que no se mirara críticamente las desviaciones maoístas trotzkizantes y oportunistas que había dentro de Cuba, como había dentro de la Argentina. Es decir, acá teníamos a Sarlo, a Juancito Gelman, y ya teníamos a Portantiero y la barra creando esto de `esto que se hizo en Cuba es lo que hay que hacer en la Argentina´. Y apoyando la guerrilla.” (Socolovsky, 2009). En vísperas de la Revolución Cubana, el campo cultural argentino comenzaba a radicalizarse hasta niveles desconocidos anteriormente. Si bien en la mayoría de los casos esta radicalización intelectual tenía alguna vinculación con la izquierda representada por el PCA, se inicia un proceso de diferenciación de algunos grupos. Aquí citaremos el que sería denominado “izquierda nacional” (Kohan, 2000), con el que el PCA mantuvo fuertes polémicas. Algunos de los grupos que se perfilaron dieron nacimiento a dos de las publicaciones más influyentes de la época: Contorno y Pasado y Presente. Esta última surge por iniciativa de José Aricó y un grupo de jóvenes militantes del PCA que habían seguido a Héctor P. Agosti en la iniciativa de introducir a Gramsci en la Argentina, pero que posteriormente rompen con el partido acusando a Agosti de no haber querido llevar a fondo la iniciativa por “disciplina partidaria”. Creemos que es una conclusión un tanto simplista, pero no nos detendremos en ella en este trabajo. Agosti fue impulsor de la traducción sistemática al español de las obras de Antonio Gramsci y uno de los únicos interlocutores reconocidos como válidos por la intelectualidad no comunista en Argentina. Su relación con numerosas figuras de la cultura le permitió, por ejemplo, recibir información sobre la realidad Cubana a través de su epistolario con el poeta Nicolás Guillén. En una carta que el cubano escribe a Agosti desde París le comentaba ya en 1955: “En Cuba, Batista se ha tirado a la calle del medio. No hay día son que se registre un abuso, un atropello, una arbitrariedad. Hace un mes, la policía irrumpió en la casa de Carlos Rafael Rodríguez, a quien conoces muy bien (…) y le levantó en peso la biblioteca, compuesta de varios miles de volúmenes (…) El otro rollo que tenemos en Cuba es que el gobierno va a partir la isla en dos. Así como suena… Para ello, ha ideado la construcción de un canal que según el decreto ley que lo establece, es considerado de `utilidad pública, internes social y conveniencia nacional´. Este canal tendrá una extensión de alrededor de 80 kilómetros y una anchura de 40 metros, por donde podrán navegar “barcos de gran calado”—es decir, de guerra, esto es, Miradas Transcordilleranas 238 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX americanos (…) Contra todo esto, el pueblo cubano se ha puesto de pie. El malestar es enorme” (Guillén, 1955). Producido ya el derrocamiento de Batista, Agosti comentaba a su amigo Enrique Amorín que Fidel Castro le parecía “un demócrata honrado, y que si lo es verdaderamente, como lo pienso, pronto va a tener que enfrentarse con los temas de la crisis estructural de su país, que son esencialmente el monocultivo y la dependencia ominosa frente a los Estados Unidos. No quiero en esto pecar de ese optimismo exagerado de que siempre me acusas, pero a mí me entusiasman los episodios de Cuba.” (Agosti, S/E: 185) Recibía también las novedades de Cuba a través de Juan Marinello, dirigente del Partido Socialista Popular de Cuba, quien en una carta de noviembre de 1959 le comentaba: “Esto marcha muy bien, como sabes. Peligros, desde luego, y grandes. Estamos en una verdadera lucha histórica, enfrentándonos a grandes enemigos, que no renuncian ni a la mentira ni al bombardeo. Pero acrece la unidad combatiente y nos parece segura la victoria. Naturalmente que todo lo que pueda por ahí esclarecerse y ayudar, tiene real valor y lo estimamos grandemente” (Marinello, 1959). Agosti hace una lectura de la Revolución Cubana como respuesta legítima a la situación de la isla. En un informe leído ante los trabajadores de la cultura en Buenos Aires en junio de 1960 apunta: “La acción de los intelectuales a favor de los derechos democráticos y en resguardo de la paz es, por lo tanto, inseparable de sus propias posibilidades de creación y de realización, porque mal podría desarrollarse una cultura cuando se asaltan bibliotecas, cuando se amenaza la soberanía de un pueblo que forja su destino como el cubano, o cuando se crean focos provocativos a lo largo del mundo” (Agosti, 1969: 63). Es interesante el planteo de Silvia Sigal respecto a los intelectuales y la dicotomía entre éstos y pueblo reavivada por la Revolución Cubana. Escribe: “en verdad se estaba debatiendo el rol de los intelectuales en la medida en que la controversia cuestionaba las ideas mismas ¿Eran necesarias las ideas y las discusiones? ¿Eran necesarios los intelectuales?” Y respecto a la necesidad de un programa: ¿acaso la Revolución Cubana lo había necesitado?”. (Sigal, 2002: 169). Creemos que si bien no es acertado plantear que la Revolución Cubana había carecido de ideas y de discusiones previas, sí es cierto que el papel de los intelectuales se vio cuestionado, ya no sólo por la difusión del modelo de intelectual orgánico planteado por Gramsci en sus trabajos (que recordemos, llegan al español poco antes de la Revolución Cubana), sino también por la “Palabras a los intelectuales” de Fidel Castro de junio de 1961. El tema de la lucha armada fue uno de los principales puntos de controversia porque “en el partido había en realidad una corriente contraria a la lucha armada, en el sentido que no estaban creadas las condiciones para la lucha armada. Cuando se produce lo de Cuba hubo discusiones sobre esto, pero bueno, el criterio fue que había que apoyar. Pero el concepto básico era que no había las condiciones para que una lucha armada pudiera triunfar en el continente.” (Berstein, 2009). Especialmente durante los primeros años de la Revolución, temas como la lucha armada, la estrategia revolucionaria y el papel de la vanguardia generaron discusiones al interior del PCA que no es fácil reconstruir con las fuentes oficiales tradicionales. Pero la tónica de las menciones al proceso cubano en dichas fuentes así como los testimonios orales permite pensar en la dificultad de “unificar” criterios acerca del tema. Encontramos en Agosti, por ejemplo, una operación interesante, y que en cierta forma refleja las complicaciones que el hacer referencia a Cuba implicaba, exaltando la Revolución Cubana sin entrar en el terreno espinoso del etapismo. “Cuando en América latina se dice ahora que “el socialismo habla en español”, en manera alguna quiere aludirse a un camino original, a una excepcionalidad capaz de desvirtuar las leyes clásicas del paso al socialismo. Se muestra, eso si, el impacto de una revolución como la cubana que, por producirse en tierras americanas, por manifestarse con giros de nuestro idioma y nuestra psicología y por atacar visiblemente las prerrogativas del imperialismo yanqui, actúa más directamente sobre la conciencia y la sensibilidad de las vastas masas de pobres Miradas Transcordilleranas 239 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX del continente” (Agosti, 1975: 151). Las divergencias respecto al camino a seguir por el movimiento revolucionario provocaron un distanciamiento aún mayor del PCA respecto al Che. Los documentos escritos de la época no nos brindan referencias que permitan reconstruir directamente la opinión que el partido tenía sobre aquel líder revolucionario. Hay algunos testimonios que nos permiten comprender un poco más lar razones de esta ausencia. “La línea del Che era distinta y lo que el Partido Comunista argentino señalaba es que cada país tiene su experiencia particular y su situación particular, y que no se podía trasladar la situación cubana a otro país. Y en eso el Che estaba totalmente opuesto. Él consideró que en el Congo, en aquel entonces estaba Lumumba en el Congo Belga, y estaban líderes africanos en distintas zonas con sus más y sus menos. Y el Che planteaba `1, 2, 3, 100 Vietnam´” (Socolovsky, 2009). Las ideas del Che tuvieron marcada aceptación por sectores de izquierda que se pronunciaron a favor de la acción armada para llevar adelante la revolución. A pesar de que el PCA no renegaba completamente de ese tipo de acción (de hecho realizaba entrenamientos militares), consideraba que era impracticable en el país debido a sus condiciones en aquel momento. La posición del Che en Guerra de guerrillas negaba la necesidad, defendida por el PCA, de esperar las condiciones para la toma del poder, y que un grupo decidido de revolucionarios era capaz de vencer a grandes ejércitos. A ésta posición adhirió también la revista Pasado y Presente, que en la palabra de Héctor Schmucler afirmaba que “la revolución se debe realizar aún cuando las fuerzas productivas bajo el capitalismo pudieran tener un desarrollo indefinido”, ya que “lo revolucionario es, sobre todas las cosas, la voluntad revolucionaria” (Sigal, 2002: 164). Las divergencias con el Che duraron muchos años. Una entrevistada que se afilió al PCA en 1973 recuerda: “cuando yo me afilié y vieron en mi casa la foto del Che medio que… es foquista… decían que era foquista, era una figura no del todo aceptada (…) Dije yo: `Yo no voy a quitar ni el retrato del Che, porque no le voy al Che quitar mi reconocimiento y devoción´ (…) muchos compañeros admiraban al Che (…) El Che no estaba de acuerdo con los lineamientos del Partido, veía como cierto esquematismo, cierta cerrazón, y muy dependientes de la Unión Soviética. El Che estaba convencido de que acá se podía hacer la revolución en la Argentina, pero penetrando desde el norte” (Ramb, 2009). Y efectivamente, en el norte argentino grupos armados habían comenzado a movilizarse. Un dirigente de la Federación Juvenil Comunista (FJC) de aquel momento cuenta: “lo del Che tenía que ver con el episodio de Salta. No se si sabés lo de Salta, el planteo… en la Juventud Comunista en Córdoba se planteó un conjunto o un grupo de compañeros que empezaron a armar todo un grupo a favor de la lucha armada. Antes de la Revolución Cubana. Y que bueno, plantearon un conflicto, tuvimos que expulsarlos de la Fede, no había otro camino, y organizaron en Córdoba para ir a la sierra en el norte, un grupo armado se preparó, y que yo después me entero que estaban conectados con el Che. Y bueno, los sancionamos” (Berstein, 2009). Efectivamente, en el XII Congreso del PCA, celebrado en 1963, sostuvo que “en lo que respecta a nuestro país, si bien puede afirmarse que está madurando una situación revolucionaria, no existen aun las condiciones subjetivas para asegurar el triunfo de la Revolución” (PCA, 1963: 9). Fue el mismo año de la aparición de la revista Pasado y Presente, que pretendía “dejar de lado la actitud puramente polémica, que corresponde a una fase primaria de la lucha ideológica del marxismo, para pasar al plano crítico y constructivo” (Aricó, 1963). La iniciativa de los jóvenes cordobeses desató una fuerte polémica que se ve reflejada en el número 66 de Cuadernos de Cultura, en cuya editorial se los acusa de haber “extendido al leninismo su partida de defunción”. La revista cultural del PCA Cuadernos de Cultura publica en 1960 una conferencia de Juan Marinello en un ciclo de disertaciones sobre Revolución y Universidad en Santiago de Cuba, y que contiene “al mismo tiempo que criterios culturales y pedagógicos, orientaciones de aplicación inmediata, realizadoras, en lo universitario, del profundo y hermoso proceso revolucionario que vive su país. (N de la R)”. Miradas Transcordilleranas 240 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX Encontramos también alusiones a la Revolución Cubana por parte del mismo Victorio Codovilla, quien en la editorial del número 48 de Cuadernos de Cultura escribía: “El viento de la liberación nacional y la justicia social sopla también cada día con más fuerza en América Latina. Cuba es hoy un ejemplo muy aleccionador al respecto. La valiosa experiencia del heroico pueblo cubano, que ha demostrado y demuestra cómo se debe puede y se debe batir al imperialismo y a sus sirvientes nacionales y construir una nueva vida de progreso y bienestar social, debe ser difundida siempre más. Y hay que decir en su honor que la intelectualidad progresista cubana ha jugado y juega un gran papel en esa revolución. ¡Que el ejemplo cunda entre los intelectuales argentinos!”. Podemos advertir que no hay menciones muy osadas a la hora de calificar la “experiencia del heroico pueblo cubano” como una revolución. Pero a 6 meses de producida la entrada victoriosa de Fidel no podía hacerse caso omiso de lo que estaba aconteciendo en la isla, por más incómodo que fuera el cuestionamiento que de hecho los acontecimientos cubanos planteaban a las vías para la revolución planteadas por el PCA. En el siguiente número de la revista, es Agosti quien escribe, también el la editorial: “El episodio cubano se ha convertido en la piedra fundamental para el proceso liberador en América Latina (…) El gobierno cubano – lo decimos una y más veces, enfáticamente – no es comunista; es un gobierno popular, antioligárquico y antiimperialista. Pero ¿Y si lo fuera? (…) Si en Cuba hubiese en estos omentos un gobierno comunista, suponemos que su perduración o su vacancia serían problemas intransferibles e irrenunciables del pueblo cubano, que, como ningún otro pueblo, no necesita de tutores para discernir y decidir acerca de lo que le conviene (…) Los argentinos estamos obligados a la defensa de Cuba por razones de solidaridad americana, pero también por profundas razones nacionales. Sometidos a un gobierno que se ha entregado de manera incondicional al imperialismo, Cuba nos indica como a los demás pueblos, un camino”. Efectivamente, más allá de las posiciones respecto al proceso cubano es bien sabido que el PCA desplegó un movimiento de solidaridad. Desarrollar el tema requeriría de un escrito aparte. Nos limitaremos aquí a citar a uno de sus protagonistas: “Debo decir que al margen de las elucubraciones internas sobre las enseñanzas de esa revolución, como el tema de la lucha armada, del fatalismo geográfico, etc., que contenían bastante desconfianza sobre la posibilidad de su éxito, desarrollamos una intensa campaña de solidaridad. Enviamos dinero, producto de colectas, brigadistas para la campaña de alfabetización, técnicos y profesionales de la salud y diversas disciplinas tecnológicas.” (Berstein, 2003: 112). Cuba socialista El 16 de abril de 1961 la Revolución Cubana se define cómo “socialista”. Más allá de las dificultades que presentaran las explicaciones de la estrategia revolucionaria, el acercamiento a la Unión Soviética por parte de la Revolución Cubana permitió la incorporación de Cuba al discurso partidario oficial. La hazaña del cuartel Moncada, la expedición del Granma, la victoria del ejército rebelde, la reforma agraria, comienzan a ser mencionados y descriptos en las publicaciones del PCA. Cuadernos de Cultura había suspendido su publicación entre los meses de mayo y agosto de 1961 debido a secuestros policiales del material. Al reiniciarse la publicación en septiembre, puede verse ya claramente un cambio más generalizado de postura respecto a la Revolución Cubana. El número 53 de Cuadernos de Cultura empieza con un artículo titulado “La cultura, niño mimado de la Revolución Cubana” en el que se describe en profundidad el proceso de alfabetización. Se hacen luego referencias a la Segunda Declaración de la Habana como “la respuesta histórica del pueblo cubano a la agresión imperialista…”. Para el año 1962, el número 56 de Cuadernos de Cultura publica las “Palabras de Fidel Castro a los intelectuales” y una serie de artículos que tienen a Cuba como centro de las reflexiones. Raúl Larra introduce el tema de manera contundente: “A lo largo de su Miradas Transcordilleranas 241 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX dramático proceso la Revolución Cubana ha ido imponiendo a los intelectuales la obligación de definirse. La actitud frente a ella permite valorar las esencias mismas de cada personalidad, de cada individuo, descubre sus ideas, su pasión, su entrega o su rechazo, su definición en pro o en contra del avance de la humanidad.” Identifica entonces tres posiciones que pueden verse representadas por tres tendencias de los escritores. Una de izquierda, en quienes manifiestan sin reservas la solidaridad con la Revolución y su condena al imperialismo (los comunistas por supuesto entren en este grupo), una tendencia de centro que condena ciertos “excesos no democráticos” en el gobierno revolucionario (posición de los directivos de la SADE, Sociedad Argentina de Escritores), y una tendencia de derecha que sostiene la existencia de una “revolución traicionada”, que se aleja de la “democracia representativa” (Revista Sur, con J. L Borges y Victoria Ocampo entre otros). Cuestionando los fundamentos teóricos del “desarrollismo” imperante en la clase dominante argentina, Juan Carlos Portantiero, señala en el número 56 dde Cuadernos de Cultura cómo la Revolución Cubana demuestra que “sólo un proceso socialista puede conseguir un auténtico desarrollo económico en los países dependientes”. Y concluye: “Cuba, a través de la capacidad de sus dirigentes, del fervor revolucionario de su pueblo y de la lucidez científica del marxismo – leninismo, destruye también el fatalismo político que los “desarrollistas” burgueses llaman “realismo”. Finalmente Cuba, a través de su revolución socialista, libera a las conciencias latinoamericanas del fatalismo económico, según el cual la lucha contra la miseria, el analfabetismo y el monocultivo, sería estéril.” A la inexistencia de desarrollo en la Argentina, Juan Gelman agrega la inexistencia de la verdadera libertad. Luego de asistir al tercer aniversario de la Revolución, escribe: “Para quien toca Cuba, suenan bien ridículas las palabras de los cruzados de la reacción internacional y nacional cuando hablan de la `necesidad´ de invadirla para `liberar a su pueblo de la dictadura castrista´. En Cuba no sólo hay desarrollo con libertad, sino que una de las razones principales de ese rápido desarrollo es precisamente el tipo de libertad que allí reina, esa democracia cubana de formas en proceso de creación y ya vigorosas, la participación masiva del pueblo cubano en la construcción del socialismo y en la dirección de la vida política y económica del país.” A fines de diciembre de 1962 en Nueva Era, la revista teórico – política del PCA dirigida por Victorio Codovilla, el cambio de actitud hacia la Revolución Cubana se deja ver en la misma editorial. Bajo el título “Algunas enseñanzas que nos deja el año 1962” se realiza un balance de la situación política, social y económica de aquel año desemboca, entre otra cosas, en la conclusión de que “la clase obrera y el resto de las masas populares, si se unen y luchan, pueden derrotar en forma aplastante a la reacción y establecer su propio poder. La gloriosa Revolución Cubana, encabezada por el héroe nacional Fidel Castro, es un ejemplo valioso”. El editorial emprende luego un análisis de la situación internacional en la que la exaltación del proceso cubano es aún más contundente: “La Revolución Cubana representa la vanguardia de todos los movimientos de liberación latinoamericanos. La causa de Cuba es la independencia económica y política de cada nación en América Latina. De ahí que en la Argentina, las fuerzas vayan concentrándose en dos frentes, el frente democrático antiimperialista, de la liberación nacional y social, que tiene como ejemplo la Revolución cubana; y el frente anticomunista y proimperialista, que tiene como ejemplo a la contrarrevolución cubana”. La Revolución Cubana se ha convertido ya en un parteaguas que refleja representa a su vez las posiciones comunistas - progresistas, y anticomunistas - reaccionarias. Su asimilación no implicaba su aplicación mecánica, pero sí era reconocido su mérito de aplicar creadoramente la “ciencia de la revolución”. Fidel dirigía claramente el proceso revolucionario cubano. El binomio dirigentes – dirigidos, permite introducir el tema de la vanguardia, ya se trate esta de un partido político o de un “gran hombre” en tanto estos se transforman en mayoría debido al “sostén” y al “sustento” de las masas. Pero ¿cómo Miradas Transcordilleranas 242 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX explicar el protagonismo absoluto de Fidel Castro por sobre el Partido Socialista Popular? El PCA publicó en ese mismo número de su revista teórico política una lectura interesante. Primero, se considera el anticomunismo como la ideología de la división, y la división como la herramienta del imperialismo para mantener sus privilegios. La Revolución Cubana estaba triunfando sobre el enemigo justamente por su capacidad de caminar hacia la unidad. Fidel Castro había dicho el 1 de diciembre de 1961 en “honestísima e histórica declaración: Fui influido por la propaganda del imperialismo? Sí. Tuve prejuicios contra el PSP… lo confieso con toda la honradez con la que uno debe confesar las cosas”. Las propias palabras del líder revolucionario contribuían a la idea de que el anticomunismo es sinónimo de pro imperialismo, y que debía ser abandonado en la búsqueda de la unidad y la liberación. En conclusión, “hay quienes sostienen la posibilidad de hacer la revolución, y hasta llegar al socialismo, sin la participación de los comunistas. Más propiamente, sin la participación del Partido Comunista. O no entienden, o no quieren entender la experiencia cubana”. La unidad en la lucha debía ser además tras la ideología del marxismo – leninismo, como única teoría científica del socialismo. La superioridad de dicha ideología defendida, por supuesto, por el PCA encontró también sustento en la posición adoptada por la Revolución Cubana. Dijo Fidel “Nuestra revolución ha hecho suya la bandera del marxismo – leninismo... Fue la propia vida la que nos enseñó el camino, y lo hemos seguido sin vacilaciones, sin miedo.” Debray vs. Ghioldi Como dijimos anteriormente, la polémica respecto a las posiciones del Che en relación a la lucha armada y las condiciones para la revolución, duró muchos años más. Cuando en 1967 la Casa de las Américas publica Revolución en la Revolución de Régis Debray, las aguas volvieron a agitarse. Esta vez, el propio Rodolfo Ghioldi, dirigente histórico del PCA, fue quien salió al cruce del escritor francés con un escrito titulado No puede haber una “Revolución en la Revolución”. Si bien ambos trabajos despertaron simpatías y duras críticas, el primero de ellos ha sido más difundido y trabajado. El segundo, en cambio, ha sido sencillamente rechazado (salvo por la ortodoxia del PCA en aquel momento), por considerarse una lectura típica del estalinismo pro soviético de aquel momento, caracterizando un contexto de “corrupción ideológica” signada por el financiamiento de la CIA a numerosos diarios, editoriales, organismos culturales y partidos políticos, entre otras cosas. Y si era necesario prestar atención al texto de Debray, afirma Ghioldi, es porque “viene a integrar la profusa literatura de la llamada `izquierda nacional´, que en Argentina, y también en otros países, es un reflejo bullicioso de ciertas ideologías de la pequeña burguesía y de la burguesía nacional, que tratan de arraigar en el seno del movimiento obrero.” (Ghioldi, 1976: 227) En efecto, las coincidencias que Ghioldi visualiza entre las ideas de ¿Revolución en la Revolución? y la “izquierda nacional” latinoamericana reflejan el contexto en que la dirección del PCA recibe el texto de Debray. Hay quienes argumentan que para Ghioldi, Debray fue solo una excusa para tratar de frenar las “herejías” y grietas que se habían desatado con lo acontecido en Cuba, argumento que, verdadero o no, tiene el mérito de vincular el texto de Ghioldi con el contexto de su producción (Kohan, 2000: 274). El líder comunista acusa a Debray de antileninismo, por su menosprecio a la concepción de los marxistas leninistas sobre la revolución, la negación del papel del Partido como vanguardia revolucionaria y la minimización del proletariado. En 1960 había tenido lugar la Conferencia de Representantes de los Partidos Comunistas y Obreros, cuya posición sostenía que “la clase obrera y su vanguardia, el partido marxista – leninista. Tienen a hacer la revolución socialista por vía pacífica (…) si las clases explotadoras recurren a la violencia, hay que tener presente otra posibilidad: el paso al socialismo por vía no pacífica; en el caso de cada país, el camino depende de “condiciones históricas concretas” (Ghioldi, 1976: 229). Si bien el Miradas Transcordilleranas 243 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX PCA había contemplado la posibilidad de la revolución socialista por vía no pacífica en el XII Congreso del Partido de 1963, consideraba que la lucha armada “no puede empeñarse si no se ha creado una situación revolucionaria directa” (Ghioldi; 1976: 230). La situación Argentina en aquel momento mostraba, según la lectura del PCA, una creciente maduración una situación revolucionaria, pero sin las condiciones subjetivas para asegurar el triunfo de la revolución. La tesis del foco guerrillero de Debray, centrada según Ghioldi en las especificidades latinoamericanas, acentuaba “la interpretación mesiánica y caudillesca, gracias a la cual la estructura leninista de la dirección colectiva, y del centralismo democrático son hipotecadas a favor de un jefe inspirado” (Ghioldi, 1976: 243). Estas especificidades llevan a Debray a silencias u ocultar la importancia de las modificaciones sustanciales en la historia introducidas por la Revolución Rusa, “como si el movimiento de de liberación social y nacional, tanto en América latina como en Asia y en África, transcurriese independientemente de las condiciones mundiales y, sobre todo, de la presencia, existencia y acción de la Unión Soviética y de todo el sistema de Estados socialistas” (Ghioldi, 1976: 254). Ghioldi reconoce las peculiaridades de América Latina y la necesidad de tenerlas en cuenta, pero no para “evadirse” del marxismo leninismo sino para aplicarlo con la mayor correlación a las condiciones concretas dadas. Y sostiene que Debray no atiende a las notas propias de los países que la integran, a los rasgos nacionales específicos y a sus diferentes grados de desarrollo entre otras cosas. Al proceder así “olvida algo que es esencial: que es tarea de los marxistas leninistas de cada país extraer las propias conclusiones del análisis de la realidad nacional y determinar el camino y las formas de lucha en cada momento dado. Nadie puede, desde afuera, decir si se debe o no comenzar la lucha armada y cuándo, dónde y cómo” (Ghioldi, 1976: 255). Otro de los puntos álgidos respecto al papel del Partido es el que refiere a su relación con las fuerzas armadas. Basado en la afirmación de Debray de que hubo en la Unión Soviética un momento de doble instancia, política con Lenin y militar con Trotski, Ghioldi no duda en sostener que el autor de ¿Revolución en la revolución? “adhiere a las concepciones trotskistas contra el pensamiento marxista leninista en asunto tan importante como la relación entre el partido y las fuerzas armadas” (Ghioldi, 1976: 239). Aquí deben tenerse presentes dos cuestiones. Por un lado, el hecho de que la Revolución Cubana había adoptado ya el marxismo leninismo como ideología. Esto permitía a Ghioldi una defensa del marxismo leninismo sin estar, necesariamente, criticando al Revolución Cubana, actitud que seguramente le hubiera despertado enemistades, incluso al interior del PCA. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en aquel momento el “trotskismo” era uno de los enemigos ideológicos más fuertemente combatido por el Partido Comunista. Comentarios finales Se planteó en la introducción la intención de explorar la forma en que la Revolución Cubana fue recibida por el PCA. Lejos de haber agotado las instancias de indagación pueden formularse, sin embargo, algunas conclusiones provisorias que deberán ser profundizadas. Primero: teniendo en cuenta los testimonios que permitieron complejizar la linealidad de ciertas afirmaciones demasiado generalizadoras, entendemos que la “aceptación” de la Revolución Cubana en el PCA (y nos referimos a la dirección y a su militancia de base) no fue ni automática ni lineal. Tuvo avances y retrocesos signados por el desarrollo de los mismos acontecimientos cubanos y por las reflexiones de algunos militantes del PCA. Segundo: para evitar generalizaciones imprecisas, debe analizarse por separado temas como el la vanguardia, la lucha armada y la estrategia revolucionaria, todos parte de u mismo proceso indisociable, pero que a nivel teórico generaron reflexiones diferenciadas. Los objetivos generales de la Revolución Cubana fueron saludados desde sus inicios por el PCA. Sin embargo, la formación ideológica de su militancia condicionó más a los comunistas que a otras corrientes de izquierda que no Miradas Transcordilleranas 244 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX tuvieron que buscar una explicación dentro de sus propios esquemas. Tercero: vinculada también a los temas citados, hubo una apreciación diferente de la figura de Fidel y de la figura del Che. Las posiciones sobre este último fueron mucho más explícitamente enfrentadas a los partidos comunistas y sus estrategias revolucionarias tradicionales. Esto suscitó, desde luego, mayor hostilidad desde la dirigencia comunista hacia el Che, que como vimos, no era compartida por muchos militantes del partido. Cuarto: cuando la Revolución Cubana se declara como socialista y tras el marxismo – leninismo, se reformularon las líneas de discusión. La adopción del marxismo - leninismo contribuía a la legitimación de la ligazón de la Revolución Cubana con el PCA. Pero esto no resolvió el problema de la lucha armada como estrategia, sino que agudizó las diferencias con nuevos grupos que comenzaron a identificarse mayormente con el pensamiento del Che. Quinto: hubo un doble movimiento ideológico y práctico entre el PCA y la Revolución. En el plano ideológico, además de los debates mencionados, el diálogo con la revolución implicaba posicionarse frente a la realidad de los avances de la revolución. Especialmente entre los intelectuales, la centralidad de lo cultural en el proceso cubano fue aportando nuevos elementos al concepto de “intelectual revolucionario”. En la práctica, se llevó adelante un vasto movimiento de solidaridad organizado por el partido, que le permitió contribuir a la consolidación de la Revolución, a la vez que tener un conocimiento más adentrado de los procesos. 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Introducción E n 1925 docentes chilenos y argentinos protagonizaron importantes movimientos de demanda. La Asociación General de Profesores de Chile -constituida por maestros primarios- secundada por los obreros de todo el país pidió por un renovado régimen escolar que suplante a la Ley de Educación Primaria Obligatoria (1920) que consideraban segregadora de las clases bajas. Estos maestros serán acusados de subversivos por el presidente Alessandri, exonerados más tarde e inscriptos al índex condenatorio. Ese mismo año en Argentina las asociaciones docentes comienzan una ola de protestas a raíz del suicidio de una maestra que habría tomado la lamentable decisión al no obtener un cargo directivo a causa de las conveniencias mezquinas y los favores políticos que guiaban los nombramientos. Desde la prensa gremial se acusó al gobierno escolar de inepto y corrupto. El Consejo Nacional de Educación respondió con la exoneración de dieciocho maestros, líderes del movimiento, a los que tildó de subversivos y antinacionalistas. Si bien el rápido repaso de los hechos nos invitaría a sostener grandes similitudes entre ambas situaciones, una descripción de mayor detalle conduce a conocer sus diferencias. Diferencias motivadas, y es este el supuesto que nos orientará, en una identidad y una adscripción social distinta de los docentes chilenos y argentinos. Mientras en Chile los maestros hacían pie en el orgullo de ser próximos al proletariado al que se unían para atacar el sistema; en Argentina, los maestros -moderados y enfrascados en la lucha por ascender socialmente- demostraban un franco temor de que la “clase enseñante” -culta y pacífica- sea confundida con la muchedumbre obrera. Nuestra pregunta es: ¿De qué modo estos maestros evidenciaron en sus protestas las diversas posiciones sociales asumidas? Lejos estaremos de realizar una historia comparada de la docencia, se intentará sí - a partir del análisis de dos conflictos concretosarrojar un poco de luz sobre la constitución del magisterio en tanto categoría social. Nuestro objetivo es contrastar la identidad de clase del maestro argentino con la del chileno a razón de un fin más ambicioso: conocer y contrastar la construcción identitaria de la clase media de los dos países. Miradas Transcordilleranas 246 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX El origen social de los maestros en Argentina y Chile El maestro se erigió en la segunda parte del XIX como el permanente mediador entre dos mundos: la civilización y la barbarie, y ese “ser medio” no podía hacer otra cosa más que alejarlos de los “desajustados” al proyecto de Nación orquestado por la élite. Según Varela y Álvarez Uria (1991), la tarea del maestro, los intereses estatales y la escuela con sus reglas y métodos terminan por hacer de él un individuo desclasado, individualizado, pero con constantes deseos de reclasamiento. Pero ¿qué procedencia de clase tenían estos docentes? Para el caso chileno, quienes realizaban estudios para convertirse en profesores primarios ocupaban el deslinde entre la baja clase media y el pueblo. Socialmente, venían de éste, y con frecuencia del campo, pues muchas de las quince escuelas normales en funcionamiento hasta 1927 se encontraban allí (Vial Correa, 2001). La mayoría de los futuros preceptores, y poco más tarde preceptoras, hacia mediados del siglo pasado constituían una extracción social precaria propia de niños y niñas pobres con “familias decentes”, como gustaba decirse en la época. No es casual que desde el Estado se brindaran becas, sinónimo de una posibilidad para que “hijos del pueblo” abrazaran una profesión digna que, sin dudas, elevaba su estatus. La segmentación y la diversidad al interior del sistema escolar estatal se evidenciaban en que los profesores secundarios productos del liceo o del circuito universitario procedían -por lo general- de una clase media alta. En Argentina el ingreso al magisterio partía de tan distintas motivaciones como biografías que incluían muy disímiles orígenes sociales. Había muchachos y muchachas (de las provincias muchas veces) que veían en su conversión a maestros una forma de progreso no únicamente basado en el estatus de un trabajo no manual sino en las condiciones económicas que confería un empleo estable. Por otro lado, tenemos señoritas procedentes de familias económicamente consolidadas para las cuales la docencia se presentaba como un medio de acrecentamiento del capital cultural y una forma decente de adentrarse en la trama pública, a ellas y sus familias el sueldo poco les importaba. Existían también quienes habiendo pertenecido a la aristocracia caían en desgracia y la docencia les surgía como un empleo respetable. O quienes siendo hijas de pequeños comerciantes o industriales de escasa envergadura podían mejorar su posición en el mercado matrimonial a través de la Escuela Normal. En contraste a estos orígenes, la burocracia educativa o los profesores de los Colegios Nacionales – educación secundariase constituía por egresados universitarios que veían en la función un empuje en su carrera de honores como políticos y hombres públicos. En el magisterio argentino vemos una amalgama entre integrantes de sectores sociales acomodados y hogares de escasos recursos pero “decentes”. Aunque Alliaud sostiene que “analizando la producción discursiva del periodo estudiado (1810-1910), parecería que el destinatario legítimo o cliente ideal de la escuela normal no eran ni los muy pobres, cuyos padres no podían ayudarlos económicamente pero tampoco moralmente, ciertas escuelas exigían a sus alumnos ‘comprobantes de buena conducta, aplicación y moralidad, a fin de eliminar elementos perniciosos’ (Memoria 1910, p.240, Escuela Normal de Jujuy) ni los que tuvieran posibilidad de acceso a otras carreras u ocupaciones, ya que estos eran candidatos de abandono de la docencia por aspirar a mayor remuneración, prestigio o reconocimiento social. Ello generalmente se asociaba a la condición masculina (…) El candidato ideal pareciera ser, más bien, el modesto cultural, económica y socialmente hablando. Modestia que la formación normal tendía a inculcar, pero que resultaba más acorde a las disposiciones de la clase media baja, expresada en una conciencia económico-moral del justo medio y en el riesgo hacia una caída social” (Alliaud, 1992:96) Convenimos que a ambos lados de la cordillera los maestros provenían de sectores que no eran ni pobres ni tan ricos como para acceder a otras carreras que les otorgue mayores prestigios, integraron las primeras generaciones que lograban el acceso al nivel medio de enseñanza a través de las escuelas Miradas Transcordilleranas 247 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX normales. Justamente, una de las motivaciones para la inclusión en el magisterio fue la perspectiva de la movilidad social ascendente, perspectiva de progreso que impregnaba el imaginario de la época, especialmente el de los obreros, pequeños comerciantes y artesanos. Esto coincide con el discurso hegemónico del maestro apóstol, humilde y sacrificado, no atento a los beneficios económicos y sí a la vocación de ilustrar a los “bárbaros”. Era esta misma misión la que elevaba su estatus social por sobre los demás mortales más allá de contar con una situación económica precaria. La interiorización de esta predica moldeó las prácticas escolares al igual que legitimó su trabajo pedagógico y complejizó la adscripción social de los docentes como ¿asalariados, misioneros, profesionales, funcionarios públicos? Clase media e identidad de clase entre los maestros Quizás la heterogeneidad y fragmentación de la clase media1 han llevado a su omisión por parte de muchos historiadores amigos de las clasificaciones claras y las categorías universales, aunque en ambos países se la invocado frecuentemente como la fuerza impulsora de cambios sociales y políticos en las primeras décadas del siglo XX y en la actualidad la pertenencia a la clase media es utilizada como una identidad por la mayor parte de la sociedad chilena y argentina. Esta clase comenzó a crecer gracias a la expansión del Estado y los empleos demandados por el aparato sostenido, en un caso, en los impuestos del salitre; y en el otro en las riquezas generadas por la actividad agropecuaria. Al revisar la escasa bibliografía chilena y la mucho más escasa bibliografía argentina referida al tema, pareciera que la clase media logró posicionarse como actor social – con una relevancia dispar según el casoentre los años 1920 y 1960. La participación y adquisición identitaria de estos grupos medios, ligados a las labores terciarias, dieron sustento a su condición de clase diferenciada y colocada entre la élite y el pueblo. La educación fue en ambos países el trampolín para que hijos y nietos de trabajadores obtuvieran un estatus basado en bienes simbólicos más que materiales; la posibilidad de realizar tareas no manuales y contar con cierto nivel de instrucción les otorgaba una posición social destacada a vastos sectores sociales al servicio -especialmente- del Estado2. Pero mientras en Argentina la conformación de una identidad de clase media se habría dado recién a mediados de siglo con la irrupción peronista y mediante categorías raciales que dieron por tierra el esquema binario de pueblo y oligarquía que articuló la élite liberal bajo el mito de una imagen de nación blanca y homogénea (Garguin, 2009); en Chile la identidad de clase habría sido previa y esto se contempla, por ejemplo, en la conformación de asociaciones como la Federación de Clase Media (1919) y en el intento de cooptación explicito de partidos como el liberal y el conservador que la incluyeron dentro de sus plataformas. Se demostraba la existencia de una clase que rápidamente tomaba conciencia de si misma (Armand y Michelle Mattelart, 1968) En Chile se reprodujo la separación de sectores sociales desde la política, en cambio en Argentina se procuró la homogenización del pueblo sin diferencias de clase a su interior, eso puede explicar cómo del lado este de la cordillera no sólo la expresión “clase media” fue de infrecuente uso, sino que además ningún partido político de la época se proclamó Esta misma heterogeneidad hace que el uso de la noción de clase media sea muy amplio, aquí no nos vamos a atener a una definición universal del término, simplemente diremos que no partimos de un reduccionismo economicista propio de las formulaciones marxistas, sino de un planteo weberiano que distingue entre una posición de clase y un estatus social que incluye el honor, el prestigio y la moral junto a características culturales y conductuales. 2 J. P. Silva (2009), para el caso chileno, y E. Adamovsky (2009), para el caso argentino, han dado ejemplos claros de cómo en los años veinte el imaginario social asociaba a la clase media con los empleados que realizaban actividades intelectuales. 1 Miradas Transcordilleranas 248 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX explícitamente su defensor (Adamovsky, 2009). La clase media terminará por hacer de la neutralidad política su ideología por excelencia. Más allá de que la asunción del presidente Yrigoyen en 1916 -finalizando con el régimen oligárquico- abrió una puerta real al poder a las capas del medio a través del clientelismo, los líderes radicales seguían siendo de la élite y no usaron la expresión clase media ni se arrogaron su bandera hasta los años treinta (Adamovsky, 2009). Para los chilenos, en contraste, es indiscutible la hegemonía de una mesocracia desde el gobierno de Alessandri, incluso el golpe militar que lo saca del poder por un breve lapso contó entre sus ejecutores a exponentes del ascenso social, líderes con franca conciencia de su procedencia y con deseos de cambio. Excelente ejemplo de una clase contestataria e ilustrada fue la Asociación de Profesores de Chile -creada en 1922- que intervino con fuerza en el espacio público. La Asociación se conformó en grueso por el profesorado primario y también por estudiantes del Instituto Pedagógico. Realizaba su acción gremial sin depender de un partido político pero con manifestaciones y sentidos claramente políticos. Ya los profesores habían tenido un lugar destacado junto a los trabajadores en la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (1918) y en el mismo año habían llevado a cabo en Santiago una huelga, la primera en su tipo en Latinoamérica, motivada en las irregularidades del escalafón y la pésima situación económica. La utilización de una metodología de protesta propiamente obrera, como también se implementará en 1922, no era ajena a una identidad que se definía muy cercana a las clases asalariadas. Los profesores primarios decían: “Nadie como nosotros tiene más contacto con los obreros… tenemos los mismos medios de vida. Ellos viven de un salario que se llama jornal y nosotros vivimos de un salario que se llama sueldo. En vano tratan de establecer diferencia entre esas dos cosas…”3 En Argentina los maestros normalistas, con un débil y fragmentado sistema gremial, desde 3 4 las publicaciones que emitían en las primeras décadas del siglo pasado daban muestra de una identidad social distanciada del proletariado. Su lugar en la sociedad y la originalidad de “su clase” se explicitaba mediante atributos correspondientes a valores morales que en algunas ocasiones los acercaban al obrero (sacrificio, humildad, honestidad) y en otras a los sectores poseedores (cultura, higiene, serenidad). La proximidad a un polo u a otro sumó complejidad a una construcción identitaria anclada en el capital simbólico, en forma de decencia y honradez. Es claro que las penurias materiales no eran asumidas como un modo de identificación o, más no sea, de aproximación de intereses con los trabajadores asalariados a los que consideraban inferiores aún envidiando la sólida organización de sus gremios: “… que los maestros se penetren de la necesidad de agruparse todos bajo su amplia bandera y de ser todos, de hecho y de verdad, miembros activos asociados entre si: una clase culta, trabajadora y honrada como somos no puede ofrecer el espectáculo de desinterés, de desorganización y de desconocimiento del más elemental de los deberes de solidaridad, cual es el de la protección mutua. Es necesario retemplar en nosotros el espíritu y la conciencia de clase que tienen los gremios inferiores…” 4 Teniendo en cuenta estas distintas concepciones identitarias, los conflictos docentes de 1925 nos pueden decir bastante sobre la construcción de la clase media en ambos países, en tanto el magisterio fue uno de los grupos ubicados en el heterogéneo espacio intermedio entre el proletariado y la élite. Conflicto docente en Argentina En Argentina, la disputa se desencadenó en abril de 1925 con el suicidio de una maestra postergada en su carrera profesional. La Confederación Nacional de Maestros sostuvo en una Asamblea convocada en homenaje de Nuevos Rumbos, 15/8/1923. Citado en Leonora Reyes Jedlicki (2010) El Magisterio, 9-4-1924 Miradas Transcordilleranas 249 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX la fallecida que “el Consejo corrupto guiado por favoritismos y la tan mencionada cuña” le impidió a la maestra ascender en el escalafón, “su esfuerzo y sus méritos nada le valieron”. El Consejo Nacional de Educación se convertía ante la sociedad en el responsable del suceso. La maestra había tomado “la heroica y lamentable decisión” al no acceder a un cargo directivo y favorecerse en cambio a alguien que no lo merecía, ella se convertía en un ejemplo “del concepto de dignidad profesional que se debe tener y que está siendo manoseado por las autoridades escolares que prefieren ascender injustamente a sus amigotes o crear puestos para sus comprovincianos”.5 La CNM a la cabeza de otras asociaciones docentes escribe en la Asamblea un memorial dirigido al presidente de la República Marcelo Torcuato de Alvear donde se levantaban una serie de cargos graves contra el Consejo acusándolo de corrompido. Se elevó además un petitorio que subrayaba especialmente, junto al pago puntual de haberes y la apertura de nuevas escuelas en relación a la desocupación docente que aumentaba cada día el “ejército de reserva”, la renovación de los miembros del CNE junto a su reemplazo por maestros capaces, ascensos sólo a quienes cuenten con título habilitante y el fin de los puestos inútiles creados en el Consejo. Estos docentes no sólo querían hacer de la docencia una “profesión autónoma” desde la cual se tomen las decisiones, sino que ante todo se imponían la tarea de vaciar de corrupción al organismo y la responsabilidad de marcar una conducta moral ejemplar para las autoridades abusadoras del poder. Sin desestimar el peso del pedido de mejoras laborales y materiales en la lucha de la Confederación6, sería inocente sostener que las demandas se realizaban desde la inmediatez de las necesidades, aisladas de lo que podía ser una crítica general al orden sociopolítico. En tiempos del presidente radical Hipólito Yrigoyen (1916-1922) el empleo público se tornó un modo de retribuir los favores políticos. La capacidad, el mérito o cierta posición social fueron dando lugar a la militancia partidaria o afiliación al comité a la hora de nombrar funcionarios y empleados estatales (Persello, 2000). Los maestros desde sus publicaciones acusaban de incompetentes y desconocedores de la situación escolar a aquellos “usurpadores”. El patronazgo político a la hora de asignar cargos –ya sean de altas esferas o de simples maestros de escuela- o las múltiples denuncias por malversación de fondos del CNE sirvieron de marco en la “relajación de la disciplina” de los docentes implicados en el conflicto, entre los que se cuentan principalmente maestros normales pero también directivos y visitadores. La docencia, percibida como medio para ascender socialmente en buena parte de los casos, había interiorizado la prédica que colocaba al esfuerzo, el mérito y la educación como trampolines sociales, y veía en las maniobras clientelistas lo peor de la vieja política. La burocracia que mediaba la relación entre maestros y Estado empleador no era acusada sólo de incapaz, la reprobación tenía sus raíces en una esfera mayor, la de la inmoralidad, la del mal ejemplo cívico. Existía en la percepción de los docentes un desfasaje entre la bochornosa realidad y el discurso de la importancia de la competencia individual y el mérito en el progreso social, propio del bagaje ideológico del radicalismo y antepuesto a la importancia de tener un apellido reconocido durante la Argentina oligárquica: “El individuo que en virtud de los procedimientos hoy en auge alcanza a escalar un puesto que no se merece y le queda grande a sus medios, usa de su situación privilegiada en modo desatentado e impúdico (…) se entiende pues el achatamiento colectivo del gremio ¿Para Tribuna del Magisterio, 10/04/1925 La Confederación integró para Ascolani una vertiente gremial legalista e independiente del poder político, nace en 1917 en Capital Federal con la vocación de extenderse al resto del país, orientada a la lucha por el salario y el escalafón, identificada con los valores nacionales y el evolucionismo social que la llevan a tomar, por ejemplo, una posición conservadora durante la Semana Trágica. 5 6 Miradas Transcordilleranas 250 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX qué comprar libros, asistir a la biblioteca, estar al tanto de los adelantos frecuentes de la ciencia y el arte? ‘Seigual’ ”7 Unos días después de la Asamblea que había homenajeado a la fallecida en el periódico “Verdad”, dirigido por Julio Barcos8 y en otros salen artículos que despotricaban contra el Consejo, acusándolo de estafador y “vil explotador del magisterio”, las palabras llevaban la firma de varios docentes. La respuesta fue rápida y contundente por parte del CNE: el 20 de abril dieciocho maestros son exonerados. El decreto hablaba de un grupo minúsculo de subordinados que se encontraban en situación de alzamiento hace varios años y atacaban a la institución constituyendo una presencia perturbadora para el personal dependiente.9 El apoyo total a los exonerados se hizo llegar desde el grueso de la prensa -aunque diarios conservadores como La Razón y La Nación tuvieron algunos reparos- que habló de una resolución dictatorial clásica del autoritarismo gaucho. En los artículos y editoriales, los docentes viraban constantemente en sus concepciones, hablaban de la docencia como un trabajo o una profesión, como un apostolado o una misión, llamándose a si mismos “obreros de la cultura” o “misioneros del progreso”. Es notable cómo a lo largo de los seis meses del conflicto, el magisterio va radicalizando su protesta en la misma medida que se afirma como patriota, “buen ciudadano” y se distancia de los métodos de protesta obreros. Y como los periódicos acordaban con sus pedidos -y hasta abucheaban al Consejo- en igual forma que percibían en el maestro un ideal de serenidad y delicadeza extrañamente dañado por la contienda. Por su lado, el órgano de difusión del CNE insistía en el carácter vocacional o de apostolado de la docencia, discutía sobre la moral supuestamente perdida como modo de encausar al magisterio a la obediencia, y -ante todo- se burlaba de su gremialismo. Desde su órgano oficial, el Consejo era muy claro en un punto: los maestros no podían usar el lenguaje contestatario de los obreros, y mucho menos parecerse a ellos con su accionar. Incluso la recién creada Asociación de Trabajadores del Estado expuso ante el conflicto, que los empleados estatales tenían legítimo derecho de sindicalizarse pero la ATE no admitiría en ellos la práctica de huelga o la crítica excesiva que sí tenían permitido realizar los obreros estatales. La asociación decidió no enviar siquiera un apoyo moral a los maestros, hacerlo respondía a un compromiso moral con consecuencias desagradables para la entidad. Se planteaba de ese modo una división entre empleado (maestro) y obrero no basada simplemente en distinciones técnico-económicas o ligadas a las condiciones materiales que –por otro lado- eran similares, sino en distinciones de clase, concebida como categoría social que agrupa personas con valores y conductas similares. Por su parte, el diario socialista la Vanguardia festejaba “la sólida y consciente organización gremial de esta clase” y continuaba pidiendo que tanto el gobierno como el pueblo vean en el movimiento colectivo docente un síntoma de cultura, “sólo así la paz y tranquilidad natural volverá al magisterio”10. La serenidad propia de la “gente civilizada” era la característica asignada por la prensa a “esta clase”. La docencia la describía, se describía, sumando otras cualidades comunes y atemporales puestas en juego durante el conflicto: La Obra, 15-04-1925 Militante anarquista y maestro que hacia 1910 dirigía la “Liga Nacional de Maestros”, organismo gremial y político que encabezó luchas contra el progresivo anquilosamiento del CNE y del sistema educativo. En 1912 encabeza un fallido intento huelguista entre los maestros metropolitanos que no prestaron su solidaridad. Durante el gobierno de Sáenz Peña es enviado a Estados Unidos para estudiar el desarrollo de la escuela intermedia en una misión de seis meses, pero a los cuatro meses se lo deja allí varado y sin sueldo demostrándose la clara intención de Saavedra Lamas, Ministro de Instrucción Pública, de alejarlo del país. 9 Monitor de la Educación Común, 5-05-1925 10 La Vanguardia, 16/8/1925 7 8 Miradas Transcordilleranas 251 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX “…inquieto, culto, estudioso, activo, díscolo a veces; ha sabido mantener el magisterio su personificación como clase y plasmar un vinculo común entre sus miembros (…) al maestro le agrada pensar con su cabeza y defiende con ahínco su independencia (…) Mientras la autoridad escolar ha tenido el buen tino de respetar la idiosincrasia descripta, el magisterio ha seguido con su obra silenciosa y eficaz… 11 Es curioso que La vanguardia, habiendo aplaudido la conciencia gremial de la “clase enseñante” se burlara a la vez de la acusación de rebeldía anárquica y antinacionalismo que pesaba sobre los maestros. Subestimaba así al movimiento con adjetivos variados no del todo compatibles a los usados por el magisterio a la hora de calificarse: era simpático, llamativo, sugestivo y se le admitían “exageraciones teatrales”.12 El Consejo intentó con ahínco en los seis meses que duró el conflicto desprestigiar a los docentes que se unían a la protesta mediante proclamas y asambleas, para ello aludía al “docente apóstol” y a su moral corrompida o a la pérdida de los valores éticos e ideales colectivos que durante años habían engalanado a los maestros argentinos. Los mismos maestros en conflicto se sentían en el incesante deber de mencionar su lejanía de la izquierda que aterrorizaba a los sectores sociales medios y altos y, especialmente, a los propios colegas. El reconocimiento de clase del magisterio se vincularía a una perspectiva cognitiva signada por la contradicción, en la medida en que en su retórica sí existían clases contrapuestas - una élite y un proletariado-, también se negaba paralelamente la existencia de las clases en el sentido materialista, asociándose, por el contrario, a una imagen liberal de la sociedad que reconoce la responsabilidad, la cultura y el esfuerzo como los resortes fundamentales de la movilidad y posición social. Es en ese sentido que los valores morales instaurados como hegemónicos eran los elementos en disputa entre los docentes y el Consejo. Así, mientras los obreros reprimidos en las huelgas sufrían de violencia activa, los maestros representantes de la argentinidad, con el peso del capital cultural institucionalizado hecho cuerpo - se convertían en las perfectas victimas de una violencia simbólica que ellos mismos cristalizaban en sus discursos que orientaban la acción a los medios decentes y pacíficos de reclamo. “El anarquismo va más allá, es la disolución, como los son las manifestaciones obreras violentas que realizan algunos exaltados ignorantes (…) Decimos estas cositas porque sabemos que algunos maestros y maestras han querido ver en nuestra predica principios revolucionarios disolventes, nada más lejano…” 13 A seis meses de las exoneraciones, finalmente en octubre renuncia el presidente y los vocales del CNE. Los maestros habían ganado, aunque faltarían más de tres décadas para conseguir un marco regulatorio del escalafón. El nuevo funcionario decide “la solución más decorosa para los maestros”14 y deja sin efecto las exoneraciones del veinte de abril. No encuentra en su resolución mejor forma de justificar la decisión que aludir al escaso peligro y la ignorancia de los docentes de la cuestión social demostrada en “teorizaciones vagas y candorosos desahogos retóricos, destituidos de todo alcance revolucionario” y en su “jocoso gremialismo”15. El dirigente basaba sus críticas en una comparación entre magisterio y proletariado, marcando las distancias abismales entre uno y otro. Entre los docentes el liberalismo individualista constituía la ideología dominante, yendo en disonancia al discurso pedagógico hegemónico con el que se habían formado y en el que el la La Obra, 22/5/1925 La Vanguardia, 18/8/1925 13 Tribuna del Magisterio, 11/8/1925 14 La Vanguardia, 12/9/1925 15 Citado en el Monitor de la Educación Común, 25/10/1925 11 12 Miradas Transcordilleranas 252 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX homogenización y el autoritarismo tenían un lugar destacado. Llevaban ellos arraigados, en cambio, como valores supremos la libertad democrática y la voluntad en los seres humanos en el cambio de sus destinos. Eran ante todo ciudadanos, y esta categoría no puede referir únicamente al voto cuando las filas del magisterio se integraban mayoritariamente por mujeres. Ser ciudadano comprendía “respetar los principios de moralidad y legalidad del país y que se respeten los elementales derechos individuales que en toda democracia son sagrados”.16 Reclamaban una eticidad en el terreno cívico y político que, en realidad, nunca había existido en la Argentina moderna, bogaban por la hegemonía de principios éticos por sobre las facciones y personalismos, por un lugar destacado por sobre la aristocracia y la clase política: “ … Por razones jerárquicas el Consejo ocupa las alturas y los maestros el llano. Pero el desigual nivel no es todo para que surja aquel vínculo moral. Sólo lo hacen nacer virtudes reales: austeridad, decoro, sabiduría, justicia, pensamiento recto y conducta ejemplar, en suma, en los tiempos que vivimos el respeto no se puede imponer ya por la violencia, se gana por el comportamiento, no es privilegio de la aristocracia ni de las investiduras…” 17 El gremio percibía el desprecio del CNE y su indiferencia a los reclamos de transparencia en el escalafón y escala de sueldos. Los pedidos no dejaban de ser parte del bagaje ideológico liberal y de acompañarse –por extensión- de aclaraciones en relación a la moralidad de la llamada clase enseñante, construcción simbólica en la que la posición social tenía sitio preponderante y les permitía despegarse de una imagen revolucionaria u obrera impropia para los valores de nacionalismo, mesura y orden que como maestros debían transmitir: “Los maestros no alientan vagos ideales de orden gremial sino anhelos de ese orden social perfectamente lícitos y pertinentes. Han bregado por conseguir el respeto y la consideración a la que son acreedores aún sin nacer en cuna de oro (…) y bregaran por obtener las mejoras profesionales y económicas que les correspondan contribuyan a la moralidad y progreso ético de la clase enseñante…” 18 Conflicto docente en Chile19 Desde 1915 los maestros chilenos asumen el protagonismo en las luchas gremiales al constituir la Federación de Profesores de Educación Primaria que en los años siguientes provocará protestas y huelgas de importancia. Luego de la huelga de 1922 queda conformada, por la unión de dicha Federación y la Liga del Magisterio Primario de Chile, la Asociación General de Profesores que tendrá una importante presencia de docentes anarcosindicalistas y socialistas. Entre sus fines y banderas estaban la felicidad individual y colectiva de sus asociados, la protección moral y material en pos de conseguir mejoras profesionales y la defensa de la dignidad del magisterio. La Asociación, además de encontrase atenta al desarrollo económico de los maestros, estaba guiada por los principios de la Escuela Nueva y contaba entre sus ideales con los de la reconstrucción integral de la educación bajo ideas progresistas -lo cual significaba un replanteo de la Primera Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (1920)-, la unificación el sistema educativo, la apertura democrática en la escuela, la participación de la comunidad y el uso de métodos activos y cooperativos en el aprendizaje. (Iván Núñez, 1986) El modelo comunitario de la educación, con una fuerte responsabilidad social de los maestros, llevaba necesariamente a la alianza entre ellos y la clase obrera en contra del La Acción, 10/05/1922 La Prensa, 12/6/1925 18 Tribuna del magisterio, 11/11/1925 19 En el apartado se toman los datos y referencias que Leonora Reyes Jedlicki vertió en sus estudios sobre la historia del gremialismo docente chileno. 16 17 Miradas Transcordilleranas 253 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX papel hegemónico estatal en la enseñanza; llevaba también a la organización integral de los trabajadores manuales e intelectuales comandada por estos últimos. Los maestros pudieron hacer una reapropiación revolucionaria del papel de guía moral e intelectual que le otorgaba la tradición del docente apóstol propia del normalismo. Las experiencias educativas organizadas desde la Federación Obrera de Chile y las organizaciones anarquistas desde principios de siglo -sobre todo las Escuelas Libres, Racionalistas y Federadas- se acoplaban a las reformas impulsadas por la Asociación en momentos de precariedad social y económica.20 Según Reyes Jedlicki los obreros confiaron y dejaron que los maestros lideraran la propuesta pedagógica del conjunto a partir de la confianza, un proceso de diálogo y la puesta en contacto del circuito de educación popular y el de educación pública que condujo, incluso, a que los maestros den clases en las escuelas racionalistas de la FOCH y que los mismos obreros participen en la construcción de los lineamientos curriculares de la reforma que pedía la Asociación. No se puede entender el impacto del conflicto que estalla entre los docentes y el presidente Alessandri en 1925 sin antes dar breve cuenta de los hitos de la radicalización docente y la alianza entre el profesorado y los obreros en los años veinte. Por ejemplo, el Manifiesto de 1923 donde los maestros, en principio, piden por una mejorar salarial y luego -al conseguirla- por un lugar destacado en la Reforma Educativa que había prescindido de ellos como productores intelectuales y los colocaba en lugar de simples reproductores autómatas. Deseaban terminar de una vez y para siempre con el centralismo y el oligarquismo que imperaba en el sistema escolar, ese era su objetivo último por sobre las mejoras salariales. Así dio cuenta Julio Barcos de que Alessandri no pudo comprar la voluntad docente, el argentino demostraba una sana envidia desprendida de la comparación entre el magisterio de su país y el chileno: “No puedo evocar esta magnifica actitud de los maestros chilenos sin anegarme interiormente de una inmensa tristeza al pensar en el opuesto ejemplo que ofrecen los maestros de este suelo donde nació Sarmiento, para los cuales fuera del aumento del sueldo no existe otro problema gremial de la educación. No deja de ser humillante para el orgullo nativo, comprobar que mientras del otro lado de la cordillera el magisterio es la encarnación idealista de don Quijote, de este lado representa en cambio la glorificación de Sancho Panza” (Boletín de la Internacional del Magisterio Americano,8/8/1928) La Convención de Delegados (1924) fue otro de los momentos claves para el profesorado, allí se propone y publicita finalmente un proyecto de reforma de la educación primaria y normal contra el analfabetismo, las diferencias sociales, regionales y raciales que convertían a la educación un problema político. Ese mismo año se realiza un comicio popular en el cual maestros, empleados de los más variados, obreros y estudiantes discuten legislativa y constituyentemente la reforma educacional y el Estado Docente en nombre de la autoeducación 21 Por último en este repaso, y primero en importancia, está la Asamblea Constituyente de Trabajadores e Intelectuales de 1925 que marcó la solidez de la alianza docentes-obreros y la fuerza de una clase media autoproclamada guía y reducto moral de la nación. 22 Reunida a las pocas semanas de haber llegado Alessandri de su obligado exilio En el caso argentino el proyecto pedagógico anarquista no sólo fracasó por los fallidos intentos de captar a los trabajadores y los impedimentos colocados desde el Estado en su afán de controlar la educación, sino también porque cuando el racionalismo y los que profesaban un “anarquismo blando” intentan -desde 1915- penetrar en la educación estatal mediante reformas graduales, encuentran los principales escollos en los propios maestros que se configuran como elementos conservadores (Ver Suriano, 2004; Barrancos, 1990) 21 Según Gabriel Salazar V. “el comicio no se centró técnicamente en el problema educacional, sino, más bien, en las políticas públicas que afectaban a todos los trabajadores, y en la necesidad de unir de nuevo a todos los trabajadores en una fuerza única capaz de doblegar a la oligarquía dominante” ( Salazar Vergara, 2009: 63) 22 La Asamblea estuvo integrada por un 20% de empleados, 20% de profesores, 8% de profesionales e intelectuales, 7% de estudiantes y 45% de obreros. 20 Miradas Transcordilleranas 254 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX luego del golpe de septiembre de 1924, tuvo el fin -no alcanzado en sus términos- de formular un proyecto de Carta Fundamental y apoyar el Plan Educacional para la Nueva Republica. El intento era el de acotar el poder del Estado en la enseñanza pública otorgándole como únicas funciones las de proporcionar los fondos para que ésta realice sus fines propios y la de ejercer el control de la capacidad técnica de los educadores, respetando siempre la autonomía del magisterio que contaba con una fuente de legitimidad indiscutible: el apoyo del grueso de los asalariados. Las propuestas llegaron por medio de una Comisión de Reforma Educacional al presidente Alessandri como un osado proyecto de ley que él no aprobó argumentando que cualquier reforma concernía exclusivamente al Estado y no a la sociedad ¿Pero los maestros no eran también parte del Estado? La desaprobación del presidente hacia una campaña que consideraba “inconveniente y desquiciadora” se vinculaba al supuesto de que el carácter de funcionarios públicos que tenían los docentes los obligaba a una fidelidad absoluta a la superioridad y a la utilización de medios pacíficos en el convencimiento de las bondades de la reforma, Alessandri hacía referencia a la vieja mística del servidor público preocupado por las necesidades estatales que durante años debilitó los esfuerzos por legitimar científicamente la enseñanza, mística que este profesorado denostaba. “Es el Gobierno el encargado de explicar las leyes sociales y no ustedes, porque su labor está en la escuela y nada más que en la escuela. Ustedes han constituido un Estado dentro del Estado y su Club es un centro donde se reúnen toda la gente que sustenta principios disolventes y en donde se me ataca diariamente. Tengo la mesa llena de partes que me trae la policía, y es increíble que los maestros de mi patria haya que tenerlos constantemente vigilados por la policía”23 En tiempos de oleadas revolucionarias que amenazaban el orden capitalista, no era únicamente el movimiento obrero el que preocupaba a la clase dominante, también lo hacían los intensos lazos de solidaridad y lucha en común que los trabajadores podían tejer con amplios sectores medios. El riesgo de que el “internacionalismo” llegara a ellos en Chile fue una realidad tangible. La campaña por la Reforma Educacional, sentida por la Asociación como más importante que la propia reforma constitucional, fue llevada a lo largo de todo el país por los obreros y maestros ante la falta de apoyo del presidente - más cercano a la clase política que a la masa ciudadana- que finalmente la negará amparándose en que el plebiscito que aprobó la Constitución (visada por notables del mundo político y no por la soberanía popular) y mantuvo vigente al Estado Docente junto a la centralización de funciones en la Superintendencia de Educación. La radicalización del movimiento sumó a todos los gremios del país que crearon Comités Educacionales para llevar a la práctica la Reforma impulsada por el profesorado que con sus cien agrupaciones provinciales luchaba, así lo decía, los privilegios y el poder de aquellos a los que los convenía un sistema educativo discriminador. Como consecuencia esperada de la campaña, el día primero de julio el gobierno exonera del Servicio Educacional a siete de los máximos dirigentes de la Asociación. Dos semanas después un Tribunal Militar llama a declarar a dieciséis profesores que son acusados de usar la violencia frente al gobierno promoviendo un proyecto de ley para el cual no estaban preparadas las arcas estatales y guiar al paro y al desquicio del pueblo, porque como había dicho Alessandri: “(Ustedes) se encuentran empeñados en agitar al pueblo sobre una campaña que es de incumbencia del Gobierno, y que la ignorancia del pueblo no permite comprender” 24 La ignorancia era la del propio poder político que escindía a los maestros del pueblo, que Nuevos Rumbos, 2/6/1925. Citado en Leonora Reyes Jedlicki (2004) Ídem 23 24 Miradas Transcordilleranas 255 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX insistía en la construcción de una identidad de clase en los docentes mediante barreras simbólicas que los alejaran del trabajador llano, que intentaba romper la unión de clases argumentando subversión y antinacionalismo. El primer legislador socialista de América, Alfredo Palacios, sostuvo al respecto: “Fue en contacto con el pueblo que los maestros de pueblo fecundaron su inteligencia y su corazón (…) La alianza espiritual de los maestros chilenos con los obreros de su país para proponer la extensión y el mejoramiento de la enseñanza, lejos de representar una actitud antipatriótica implica un concepto claro y elevado del verdadero interés nacional.” 25 Reflexiones finales A diferencia de lo ocurrido en Chile, en Argentina no se expandió hasta mediados del siglo XX la referencia a la clase media en variados ámbitos políticos y sociales. Esto no significa que los grupos ubicados entre la clase obrera y la élite no hayan construido identidad e intentado diferenciarse. A partir del caso de los maestros de Buenos Aires y el conflicto que protagonizan en 1925 se puede vislumbrar cómo, aún sin utilizar el término, ellos dan síntomas de sentirse parte de una clase social distinta (la clase enseñante) en base a una moralidad que los distancia de la aristocracia y del proletariado con el que podían compartir pesares económicos pero al que, de ningún modo, se sentían cercanos. Comparativamente, en Chile se difundió rápidamente la categoría de clase media desde los medios de prensa, los partidos políticos también intentaron cooptarla e hicieron mención a sus necesidades especiales. Incluso desde la legislación social a través de la Ley de Empleados (1924) se refuerza la pertenencia de éstos a una clase legalmente distinta a la de los obreros (Silva, 2009: 136). Lo maravilloso del caso es que sea esta clase media chilena, con una identidad definida hasta desde la dirigencia, la que constituyó a través de su organización26 un sindicalismo de papel decisivo en el conjunto de la actividad gremial de todos los trabajadores en los años veinte y treinta. Que sea además esta clase la aliada al proletariado, la que encabeza los movimientos de renovación que intentan cambiar el orden social. En tal sentido, los maestros chilenos de 1925 son sólo un ejemplo de una identidad social que se perfilaba como tutora moral e intelectual de todos los asalariados. Lo que en Chile se llamó “clase esperanza” en Argentina fue durante varias décadas una “clase sin nombre” que se debió dar identidad separándose discursivamente de los obreros y colocándose como punto de equilibrio entre los polos sociales. Su organización sindical fue fragmentada entre varios gremios (maestros, periodistas, bancarios, empleados públicos, etc.) que no se colocaron bajo el abrigo de un arco social mayor que los hiciera parte de una misma clase y en contadas ocasiones asumieron una actitud contestataria que los llevara, por ejemplo, a la huelga. La protesta del magisterio porteño en 1925 otorga una muestra de las distancias entre la baja clase media y la clase obrera, a partir de la sola anécdota de que la Asociación de Trabajadores del Estado -que nucleaba obreros estatales- le haya dado la espalda al movimiento. Desde el órgano de la asociación Pueblo y Escuela que agrupaba a los pocos docentes de izquierda del país, el líder y maestro anarquista Julio Barcos pidió sin éxito el apoyo de los obreros a los exonerados por el Consejo Nacional de Educación y los invitó a unirse al “maestro consciente que se empeña en sacar a la niñez de la obscura noche del analfabetismo y librarla de las bajas presiones políticas” 27 La alianza entre los trabajadores a sueldo más allá de sus categorías y la asunción de los maestros de una tarea intelectual que los ponga al frente de la emancipación económica y Revista Crítica social, 17/9/1925 Reflejada en la Asociación General de Profesores de Chile, la Unión de Empleados de Chile y, poco más tarde, la Unión Social Republicana de Asalariados de Chile que reunía empleados, maestros y obreros. 27 Verdad, 12/06/1925 25 26 Miradas Transcordilleranas 256 Conflicto social, transformaciones políticas y violencia en el siglo XX política del pueblo, fueron pedidos constantes y frustrados en los escritos de Barcos. Ya que aún habiéndose desarrollado a lo largo del siglo XX fuertes tendencias antioligárquicas en Argentina, el magisterio y la clase media asumió una identidad alejada de los intereses y las luchas populares, haciéndose funcional a los propósitos de la élite con la que compartía los principios liberales. Dentro de la historiografía chilena hay visiones que le restan importancia a las acciones de la clase media del país en el primer tercio del siglo y la convierten en un grupo social que obnubilado por los elementos culturales de la oligarquía no cumplió con su “destino manifiesto” y terminó por hacerse enemigo del progreso; estas visiones bien podrían replantear el proceso de construcción de la identidad de la clase media a la luz de lo sucedido en otros países donde no llegó a existir ni insinuarse una hegemonía mesocrática. Los conflictos protagonizados por los maestros chilenos y argentinos en 1925 nos ayudaron a pensar en una identidad magisterial conformada, entre tantas otras piezas, por una identidad de clase -hecho que los pedagogos e historiadores de la educación suelen soslayarque no deja de ser una construcción social dinámica y variable28 ¿Y podrá ser también una destrucción? A la sombra de la historia y las calamidades político-sociales que vivimos a ambos lados de la cordillera, surge inevitable el deseo de destruir ciertos elementos que vinieron a conformar de modo lamentable a la compleja clase media desde los años veinte hasta el presente. Bibliografía ADAMOVSKY, E. (2009), Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Buenos Aires: Planeta. ALLIAUD, F. (1993) Los maestros y su historia: los orígenes del magisterio argentino. Buenos Aires: CEAL. ALVAREZ URIA, F. y VARELA, J. (1991), “Arqueología de la Escuela”, La Maquinaria Escolar. 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Disponible en http://www.fchst.unlpam.edu.ar/iciels/078. pdf A su vez, si tenemos en cuenta la feminización y feminilización del magisterio, la construcción de la identidad de clase en los docentes no puede prescindir como variable explicativa del género. Si bien este breve escrito no nos permite ahondar en el tema, las fuentes dan cuenta de marcadas diferencias en el accionar de las maestras, la posición social y el lugar que asumen en la organización gremial de Chile y Argentina. 28 Miradas Transcordilleranas 257 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Coordinador Prof. Patrick Puigmal Grupos subalternos, minorías, etnias durante la independencia: Actitudes de los ejércitos argentinos y chilenos Fundamentación L as guerras de la independencia en Argentina y en Chile han generado muchos trabajos y publicaciones sobre diversos temas relacionados a estrategias militares, ambiciones personales, oposiciones entre grupos y/o proyectos políticos y, entre otros, roles de los ejércitos en la construcción del modelo nuevo. Pero pensamos que persisten temas poco estudiados y que, planteados simultáneamente a los dos lados de la cordillera, podrían permitir tener una visión más amplia, más compleja y menos excluyente del proceso emancipador: una serie de grupos, que llamamos subalternos por nunca llegar a ser mayoritarios, juegan un papel particular como por ejemplo, los militares napoleónicos, los oficiales liberales españoles favorables a la independencia o los británicos. Otros grupos, los indígenas, los negros libres y esclavos, los mulatos, son también participe de este proceso, sea a favor o en contra. Todos actúan tanto bajo órdenes como por convicción, a veces los dos conjuntamente, pero falta mucho para entender los sentidos de aquellos actuares, para explicar las oposiciones y los acuerdos, para estimar su papel en los procesos emancipadores sin caer en caricaturas o sentencias tan comunes en la historiografía clásica. Miradas Transcordilleranas 258 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Trabajos Seleccionados Miradas Transcordilleranas 259 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Camilo Alarcón Bustos Academia de Guerra Chile Chilenos para la liberación de Chile: Dinámicas y tensiones de la emigración patriota en Cuyo (1814-1817) T ras la derrota del Ejército Restaurador en la plaza de Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814, los revolucionarios chilenos no vislumbraron otra alternativa que buscar el refugio y protección al otro lado de la cordillera, donde gobernaba el coronel mayor José Francisco de San Martín y Matorras, héroe de la jornada de San Lorenzo y una de las figuras militares de mayor proyección de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Solamente, José Miguel Carrera Verdugo y sus partidarios pensaban en replegarse hacia la nortina provincia de Coquimbo para recuperar fuerzas y lanzar desde allí un contra-ataque. El movimiento migratorio hacia la provincia de Cuyo evidenciaba dos importantes hechos políticos: 1º) el descrédito en el que había caído José Miguel Carrera, no sólo por parte de los chilenos, sino también ante los ojos de las autoridades rioplatenses que auxiliaban al proceso revolucionario chileno; y 2º) Cualquier intento para reconquistar el territorio del restaurado Reino de Chile debía contar con el respaldo de las autoridades rioplatenses. A través de la presente ponencia estudiaremos las dinámicas y tensiones que reinaron dentro de la colectividad de emigrados patriotas chilenos en las Provincias Unidas del Río de la Plata, llegando al extremo de confundirse con los problemas internos rioplatenses. En este periodo se exacerbaron las odiosidades entre los principales caudillos al interior de la elite revolucionaria chilena. Este problema se hallaría entre las consideraciones de las autoridades porteñas a la hora de organizar los esfuerzos destinados a la liberación de Chile. Además, es menester considerar que la emigración se produce en el marco de una coyuntura crítica, ya que en aquel entonces la obra continental de la restauración absoluta comenzaba a rendir frutos en la América hispana. Por lo tanto, en primer término es importante ver como se resolvió la cuestión chilena, para luego analizar los mecanismos utilizados por el Gobernador Intendente San Martín para la cooptación de los patriotas chilenos que auxiliarían en el desarrollo de la campaña militar a Chile, y que posteriormente serían agentes claves en la organización institucional del Chile independiente bajo el gobierno del Brigadier Bernardo O’Higgins Riquelme. A modo de hipótesis planteamos que este grupo y la experiencia de la emigración en Cuyo sería una escuela para la formación de la elite políticomilitar que respaldaría y ayudaría a asegurar el éxito, o al menos, dar viabilidad a la acción de San Martín en Chile. Miradas Transcordilleranas 260 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Las Disensiones Internas de los Patriotas Chilenos El año 1814 se había caracterizado para la revolución chilena, por la agudización de las disensiones internas. Carrera solo pudo ser relevado por O’Higgins en febrero de 1814, a pesar de que el decreto databa del 27 noviembre de 1813. El Gobierno de Francisco de la Lastra se abocó, bajo la influencia de Antonio José Irisarri y Juan Mackenna, a la persecución de los hermanos José Miguel, Luis y Juan José Carrera, a pesar de ser el Director Supremo primo de estos. Posteriormente, en el golpe dado el 23 de diciembre, José Miguel Carrera dio cuenta de sus enemigos, a los cuales mando al exilio a la provincia de Cuyo o recluyó en haciendas. Es sintomático el hecho de que en el consejo de guerra efectuado en Talca el 26 de julio, los 40 oficiales participantes (desde el grado de capitán hacia arriba) más el Auditor de Guerra, el abogado Miguel Zañartu, se pronunciaron por no obedecer al poder que se constituyó en Santiago. Hubo formas solapadas de inobediencia condicional (si resultaba ser cierto que era un gobierno no representativo) por parte de oficiales cercanos a la facción carrerina (BN,MSBA,V.40,f.69-72v). Dos días más tarde, cuando se volvió a sesionar dicho Consejo, para debatir las medidas a tomar para con el gobierno de Carrera, la gran mayoría se pronunció para que el general en jefe Bernardo O’Higgins marchase directamente a Santiago a restaurar al gobierno de La Lastra. (BN,MSBA,V.40,f.73-76v). El 26 de agosto la situación alcanzó el extremo de verificarse un choque armado entre las fuerzas organizadas por los Carrera en Santiago, y las del Ejército Restaurador que conducía O’Higgins. El resultado fue favorable a José Miguel Carrera, pero ante el amenazante avance de la 3ª invasión, conducida por el Brigadier Mariano Ossorio, las cabezas de ambas facciones debieron dar un paso al lado con sus pugnas, y unificar sus esfuerzos para enfrentar esta amenaza. Pero para esas alturas las odiosidades políticas habían calado hondo en la elite patriota. La derrota en Rancagua solamente sería el desencadenante de la tragedia criolla. (ALARCON,2009) La decisión de José Miguel Carrera de retirarse hacia Santiago en vez de enviar a la 3ª División, comandada por Luis Carrera, a Rancagua, fue interpretada por los sobrevivientes de Rancagua como un acto de traición a la patria. (ALARCON,2009b) Por última vez, José Miguel Carrera se reuniría con O’Higgins el 2 de octubre, pero fuera de las recriminaciones mutuas, no se pudo sacar algún plan común en limpio. Cada uno, junto a sus partidarios, tomaría el camino hacia Mendoza: O’Higgins encabezando la columna emigrada, mientras que Carrera intentaría defender la retaguardia emigrada con los pocos restos que quedaban del llamado Ejército Restaurador. Carrera y las autoridades rioplatenses. La principal dificultad que enfrentaron los emigrados a la provincia de Cuyo, fue el conflicto que se verificó entre José Miguel Carrera y José de San Martín. El núcleo del conflicto radicó en el enfrentamiento entre las legitimidades que reclamaban uno y otro. De un lado, Carrera todavía se arrogaba la autoridad correspondiente al mando militar sobre los restos de la fuerza militar chilena, así como también pretendía continuar al frente de los emigrados, en su calidad de presidente de la Junta de Gobierno, algo así como un gobierno en el exilio: esto se evidencia en que se le extendió un pasaporte a Luis Carrera y a Diego José Benavente, firmado por los otros dos vocales, para pasar a Buenos Aires con la comisión de obtener auxilios por parte del Director Supremo Gervasio Antonio Posadas. También en este supuesto, es la reclamación hecha por Carrera a San Martín donde le recrimina el trato recibido: “Niega V.S. haber sido atropellada mi autoridad, y empleo, desde que pise este territorio cuestionando “si en un país extranjero hay mas autoridad, que la que el Gobierno y Leyes constituyen”. Los países dejan de ser extranjeros cuando se unen por una mutua alianza. Tal ha sido la que constituyó hermano al Estado chileno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Así es que rendido cualquiera de ambos dominios debía ser protegido por el que aun conservase Miradas Transcordilleranas 261 Los españoles liberales del Ejército de los Andes su poder. En este debía aquel reunir sus fuerzas bajo las órdenes del oficial que hubiere nombrado Jefe de ellas. No me aparto de que las facultades de V.S. lleguen á la de contener los desordenes, que cometiesen algunos emigrados; pero le niego la de hacer generales de Chile á mis subalternos, en cuyo numero está el Comandante de la 1ª División D. Bernardo O’Higgins, é igualmente la de mezclarse en el régimen interior y economía de las tropas que mando”. (ANCH,VM,122,56-56v) Según se desprende del texto, Carrera creía que San Martín no era un interlocutor valido y de importancia, toda vez que pretendía entablar comunicaciones directas con Posadas, y de quién obedecería las ordenes y providencias que se dictasen. Por esto mismo, no estaban dispuestos a someterse a la autoridad de un subordinado y su intrusión en la cuestión de los emigrados, que consideraba de su particular competencia. Por otro lado, San Martín alegaba sus derechos correspondientes a la jurisdicción que le competían por su investidura de Gobernador Intendente. No estaba dispuesto a ver menoscabada su autoridad, y en este sentido contó con el respaldo del Director Posadas, a pesar de los influjos que pudiese tener sobre él su sobrino Carlos Alvear. San Martín estaba al tanto del carácter de Carrera, a través de los informes verbales y escritos que recibió del Coronel Marcos Balcarce y el Comandante Juan Gregorio de las Heras, del Diputado Juan José Passo. También tenía en consideración los rumores y acusaciones que le manifestaban los emigrados. Así se evidencia en un documento firmado por 76 patriotas prominentes, encabezados por los brigadieres O’Higgins, Mackenna, jefes militares y civiles de renombre. Este documento contenía 2 acusaciones: a) a 15 personas por la perdida de la provincia de Concepción y por ser “Ladrones Públicos”; b) la segunda acusación, extendida por robo del erario público, estaba dirigida al círculo íntimo, incluyendo a Javiera Carrera, a la esposa de José Miguel, a los hermanos Benavente, Rodríguez, Cuevas y Ureta, estos dos últimos grupos familiares consanguíneos del caudillo chileno. (AO,VII,9) Además, Andrés del Alcazar, coronel veterano, que comandaba el único cuerpo que no se había desintegrado durante la emigración, tomó la voz entre los jefes militares para acusar a Carrera, que en vista de la autoridad que aún se arrogaba, no estaba entregando los dineros necesarios para la manutención de la tropa. (DHLGSM,II,319 y 325). Ante estas acusaciones, San Martín ordenó la revisión de los equipajes de los Carreras, acto que no fue aceptado por Juan José, quién amenazó con quemar los equipajes de ser verificado dicho procedimiento. (AHM,I,233,32,1) Días más tarde, el 26 de octubre, el Cabildo acusaría un acto de desacato por parte de uno de los oficiales subordinados de Carrera, quién sin orden escrita retiró a un reo de los trabajos que realizaba por ser este un militar y no estar afecto al fuero civil. (AHM,I,746,58) Inclusive, el 31 de octubre se dictó la orden de instruir un sumario respecto al destino de los caudales del tesoro chileno, sin embargo, no se pudo obtener pruebas concluyentes que ratificaran la acusación. (AGN,X,5-5-4;275-288v) A estas alturas, para San Martín la situación se tornaba compleja: en primer lugar, ahora debía lidiar con la amenaza de las fuerzas contrarrevolucionarias que se encontraban a las espaldas de la provincia de Cuyo. En segundo lugar, una emigración en estado de efervescencia política, que podía alterar la tranquilidad y seguridad interna de la provincia. Es por ello que el 31 de octubre reunió a las fuerzas chilenas y las disolvió, proclamando que “no existe, ni puede existir mas autoridad que la comisionada por el mismo Supremo Director”; (DHLGSM,II,318) que los emigrados quedaban bajo la protección de las Provincias Unidas, que quienes quisieran seguir la carrera de las armas podían integrarse a los ejércitos rioplatenses. Ante la amenaza de un nuevo desacato contra su autoridad, le ordeno impuso a Carrera que “ya no tiene V.S. ni los vocales que componían aquel gobierno mas representación que la de unos ciudadanos de Chile, sin otra autoridad, que la de cualquiera otro emigrado, por cuya razón, y no debiendo existir en esta ningún mando, sino el del Supremo Director, o el que emane de el”, además de entregar el mando de sus tropas al coronel Balcarce. Ante la negativa de Carrera, San Martín se resolvió Miradas Transcordilleranas 262 Los españoles liberales del Ejército de los Andes a arrestar a José Miguel y Juan José Carrera y a los oficiales que le secundaban, para luego remitirlos a Buenos Aires. Mientras tanto al interior del grupo emigrado, las tensiones se agudizarían con el duelo que se efectuó en Buenos Aires entre Luis Carrera y Juan Mackenna, cayendo este último fatalmente herido. Este hecho consternó a los anticarrerinos, toda vez que Mackenna estaba ligado a la familia Larrain y era uno de los pocos militares profesionales que tenían los patriotas chilenos. En este sentido, O’Higgins vio consolidada su situación a la cabeza del conglomerado informal de los adversarios de los Carrera. Por su parte, José Miguel Carrera ejerció presión sobre el Director Supremo para que el caso fuera cerrado y se decretase la libertad de su hermano. Posadas mando a archivar el caso. Posadas no pretendía sumar un nuevo problema a la compleja situación interna que estaba agudizada por la debilidad del Ejército Auxiliar del Perú en las provincias del norte, así como la amenaza de Artigas sobre la zona del litoral. Pudo cambiar la suerte de Carrera la asunción de Carlos Alvear a la Dirección Suprema. José Miguel lo había conocido en Cádiz en 1810 y había trabado amistad con el. Prueba de los favores hacia Carrera, Alvear envió una orden a San Martín para que se detuviera a Miguel Zañartu, declarado anticarrerino, que fue desestimada por San Martín. Inclusive, bajo el gobierno de Alvear, se dieron órdenes para destituir a San Martín de su cargo de Gobernador Intendente y reemplazarlo por el Coronel Gregorio Perdriel, partidario de Alvear. Sin embargo, este cambió no fue acatado por los vecinos de Mendoza, quienes devolvieron al recién nombrado, y aclamaron a San Martín para ratificarlo en su puesto, a pesar de que este había manifestado que obedecería los mandatos del gobierno supremo. Las cosas se complicaron para Alvear, y por alcance, la situación de los Carrera se vio mermaba: en febrero de 1815 se les dictaron órdenes para pasar a Santa Fe, aunque al día siguiente se le extendió pasaporte a José Miguel y a Luis para que pasasen a Europa. (ANCH,VM,122, 18 y 20). Tras el motín de Fontezuelas en abril de 1815, el nuevo director supremo, brigadier Ignacio Álvarez Thomas llevó a cabo un trato deferente con los Carrera. José Miguel presentó un plan para la liberación de Chile, pero este fue pasado a San Martín para que lo evaluase. Como era de esperar, ante el juicio negativo del gobernador intendente de Cuyo, este plan fue desechado. Considerando el continuo rechazo a sus planes y la poca disposición hacia materializar un plan que liberase a Chile en el corto plazo, Carrera tomó la determinación de viajar a Estados Unidos a solicitar el apoyo material y monetario para emprender su propia campaña para liberar a Chile. La actuación de Carrera ante las autoridades del Río de la Plata resultó incómoda. Este se aferro a una autoridad que ya no existía y espero que fuera su llave maestra ante la elite política porteña. Pero su arrogancia y elocuencia, llevaron a que el favor y simpatía del mando político se dirigiese a sus rivales. Chilenos para la liberación de Chile El factor José Miguel Carrera tomó relevancia a la hora de organizar los esfuerzos para llevar a cabo la campaña libertadora de Chile. Las divisiones entre los patriotas emigrados habían llegado al paroxismo, donde la filiación partidista primó más que tantas veces aclamado sentimiento patriótico. Al parecer hubo una tentativa para aunar esfuerzos entre los dos caudillos. En 1817, a raíz del juicio que se llevó a cabo para descubrir los alcances de la conspiración carrerina, Juan Felipe Cárdenas declaró que “el Señor O’Higgins proyectó alquilar una quinta para que todos los emigrados habitasen en ella, y se proporcionasen, al mismo tiempo, arbitrios de subsistencia; recurso que realizado habría sofocado los partidos por medio de aquella reunión”. Sin embargo, este esfuerzo fue minado por Tomás Urra, pariente de Carrera, quién convenció al caudillo de que no formase parte de ese proyecto a menos que O’Higgins fuese en persona a invitarlo. El mismo Urra, procesado en el mismo caso, respondería las acusaciones señalando que desconocía el Miradas Transcordilleranas 263 Los españoles liberales del Ejército de los Andes tenor y estado de avance de las negociaciones de este plan. (FELIÚ CRUZ,1966: 528-529) En sus recuerdos sobre O’Higgins, su entonces edecán, José María de la Cruz, da referencias, por lo cual dicho intento puede tenerse por verosímil. (CRUZ,1960) Pero al final del día, salvo notables excepciones, los carrerinos serían desafectos a los planes de San Martín para estructurar una futura campaña sobre Chile. Y en la otra vereda, los enemigos del caudillo se pondrían de manera inmediata al servicio del gobernador intendente de Cuyo. En este sentido, desde Buenos Aires se dieron ciertas directrices sobre el conjunto de individuos con los cuales debería contar San Martín ante la eventualidad de emprender la campaña. En enero de 1816, Álvarez Thomas le recomendaba apoyarse en el grupo de los “Larreines”. (DASM,II,134) Por su parte, Juan Martín Pueyrredón le recomendaba, en las instrucciones reservadas a las que debía sujetar su actuar en Chile, un proceder equilibrado, para evitar conflictos: “Entre estos dos extremos el General elegirá los medios, sin confundir absolutamente los unos y realzar a los otros, dando siempre lugar al mérito y a la virtud”. (CDIP,VIII,I,101) Pero en la práctica, San Martín procedió con cautela, exaltando el patriotismo pero sin buscar excitar a los bandos chilenos. Es cierto que cuando se trataba de la colaboración de algún partidario de Carrera procuraba informarse sobre el comportamiento y fiabilidad de los sujetos en cuestión. Hubo una variación en su actuar en la medida que se acercaba el momento de emprender la campaña y se anuncia la posible llegada de Carrera con su expedición a Buenos Aires. En ese entonces, San Martín emitió una nómina de los principales carrerinos, los cuales, mediante una orden suya posterior, no debían pasar a Chile: de estos habían 5 en Buenos Aires, 10 en Mendoza y 4 en San Juan. (AGN,X,4-2-8, 65) Esta orden obedecía al hecho de impedir el resurgir de las odiosidades entre los patriotas chilenos, lo cual podía perjudicar el desarrollo de la campaña. Lo que en el fondo se planteaba San Martín era contar que al hacerlos partícipes de la preparación de la campaña libertadora a Chile, los estaba preparando para las tareas que asumirían en la organización del gobierno patriota una vez que se recuperara Chile. (ALARCÓN,2009a) Es así que en un bando de octubre de 1816 planteaba: “Nada hay más grato á los verdaderos hijos de Chile, que recuperar su país á costa de sus propios esfuerzos. El indolente a tan sagrado empeño es un americano indigno: bórrese del catálogo de los chilenos libres.” (DASM,II,263) En este sentido, la expresión de San Martín que rescata Beatriz Bragoni en la biografía que escribió de San Martín, “Un gobierno de amigos sólidos” como filosofía de acción política de San Martín, no debe restringirse al caso del gobierno de San Martín en Cuyo, sino que también se debe aplicar al proyecto que tenía en mente el libertador, el del Chile independiente, proyecto que se materializaba desde ese entonces. (BRAGONI,2010:74) Por eso no debe sorprender que se repitan nombres de este periodo con los que gobernaran Chile después de la batalla de Chacabuco. A continuación reseñaremos los ámbitos en los cuales se verificó la cooptación de los emigrados chilenos. a) Colaboración civil: En este ámbito clasificaremos a los individuos civiles que prestaron servicios administrativos por órdenes de José de San Martín. En este sentido, había un grupo no despreciable y destacado del cual podía echar mano San Martín. Es por ello que tras la disolución del articulado carrerino en octubre de 1814, se abocó a la indagación para dar con el paradero de los restos del tesoro público chileno, cuyas sumas podían contribuir a la manutención de los emigrados, si consideramos que hacia ese entonces la provincia de Cuyo contaba con aproximadamente 46.000 habitantes, de ellos 13.318 vivían en la jurisdicción de Mendoza, lugar a donde llegó la mayoría de los 3.000 emigrados. (COMADRAN,1978, 581) Para ello formó una comisión depositaria de los fondos del estado de Chile, que alcanzaron la cifra de 300 pesos y que se repartieron a 38 emigrados. (GUERRERO,2002:103) Esta comisión estaba conformada por Miguel Zañartu, antiguo Auditor de Guerra del ejército Miradas Transcordilleranas 264 Los españoles liberales del Ejército de los Andes de O’Higgins, Francisco Prats y el abogado José Gregorio Argomedo, uno de los hombres del 18 de septiembre de 1810. Estos tres sujetos eran anticarrerinos y habían firmado el manifiesto ya citado, donde se acusaba de ladrones a los Carrera y sus partidarios. (ALARCON, 2009a) Esta misma comisión pasaría posteriormente a administrar la Hacienda de El Melocotón, entregada para que usufructo de esta sirviese para el ayudar al sustento de los emigrados. Un caso similar sería el de Hipólito Villegas, abogado nacido en Buenos Aires, pero cuya carrera había desarrollado en Chile, participando activamente en los hechos de la llamada Patria Vieja chilena. Éste, al igual que Argomedo, Mackenna, Irisarri, fue uno de los que marcharon al exilio cuyano tras el golpe de estado con el cual Carrera recupero el poder el 23 de julio de 1823. Villegas por su parte se desempeñó como apoderado de la ciudad de Mendoza en la capital porteña, defendiendo los intereses de la ciudad y la provincia, aunque también oficiando de agente informante de O’Higgins respecto a lo que sucedía en la capital.(CABRERA,1912) No esta de más decir, que con los 4 casos que hemos indicado, tenemos a 3 importantes actores del periodo inmediatamente posterior: los futuros ministros de Estado y Relaciones Exteriores Miguel Zañartu; al de Hacienda Hipólito Villegas, y al futuro Consejero de Estado y miembro de la Corte Suprema José Gregorio Argomedo. b) Colaboración militar: Un segundo ámbito se refiere al aspecto militar. Un estado de fuerza de los restos del ejército restaurador, indican que al 22 de octubre de 1814, se hallaban en Mendoza, 708 individuos de tropa y un total de 108 oficiales, sin embargo estas cifras no consideran a los milicianos. Por otro lado, del universo de 654 emigrados que hemos logrado identificar en un estudio anterior, a 370 se le logró identificar su ocupación principal antes del desastre de Rancagua, y de ellos 260 estaban relacionados al mundo de las armas, ya fuera como oficiales de los cuerpos de línea, así como milicianos. (ALARCÓN,2009a:78) Por lo tanto, se contaba con un contingente no menor del cual San Martín podría aprovechar para la organización del Ejército de los Andes. Sin embargo, el factor Carrera tendría un peso que iba en contra de toda expectativa de San Martín. Tras los eventos del 31 de octubre de 1814, los restos de las fuerzas patriotas fueron reorganizados e incorporadas a los cuerpos trasandinos, a pesar de las deserciones y fugas que protagonizaron tropa y oficiales que eran afectos del partido carrerino. Solamente se mantuvo el cuerpo de Dragones de Concepción comandado por el veterano Andrés del Alcazar, que en enero de 1815 marcharon a Buenos Aires, donde fue disuelto e incorporado a las tropas de la guarnición de la capital. (AGN,X,278-6) Allí algunos oficiales como Andrés Alcazar y Enrique Campino colaboraron con las tareas del estado mayor, el primero como miembro de la comisión militar, y el segundo agregado al estado mayor de plaza. Otros como O’Higgins se retirarían a la vida privada, aunque este gozaba de la amistad del coronel Juan Florencio Terrada, importante militar quién le abriría la puerta a los círculos de poder en Buenos Aires, y quién jugaría un papel importante en el ascenso de O’Higgins como el líder de los emigrados ante las autoridades rioplatenses. Los esfuerzos para la colaboración militar de los emigrados se puede dividir en dos tipos: i) colaboración directa en los cuerpos armados de línea; ii) colaboración en la formación de cuerpos armados de bandera chilena. I) Colaboración militar bajo bandera Chilena: En diciembre de 1815, el comandante general de armas de Cuyo, Manuel Corvalán, realizó un catastro de los oficiales chilenos que se encontraban disponibles en la provincia, alcanzando el numero de 115, y cuya graduación iba desde cadetes hasta coroneles. En esta nomina los oficiales acreditaron sus empleos mediante títulos, los que los conservaban, así como también por informes de O’higgins, del coronel Juan de Dios Vial, el sargento mayor José Bernardo Cáceres, y el porteño comandante Juan Gregorio de las Heras. (DHLGSM,III,104114) También existe otra nomina en la cual se clasifica a los oficiales según graduación y arma de pertenencia, tanto milicianos como de fuerzas de línea, predominando la caballería con 69 oficiales, 59 de infantería y 16 de artillería. Miradas Transcordilleranas 265 Los españoles liberales del Ejército de los Andes En este recuento la cifra llega al número de 149 sujetos. (ALARCÓN,2009b:49) Estos registros dan cuenta del plan de San Martín para crear cuadros militares chilenos. En marzo de 1816 el Director Supremo Álvarez Thomas lo recomendaba. (CDIP,VIII,I,60) En abril de 1816, San Martín creó una comisión para formar los cuadros veteranos de futuro ejército de Chile: entre los integrantes de la comisión formaban parte carrerinos declarados como José María Benavente y Pedro Antonio del Villar, o’higginistas acérrimos como Juan de Dios Vial y Venancio Escanilla, y los patriotas Antonio Hermida y Antonio Merino, cuya filiación política no se tenía clara, a pesar de que a veces eran sindicados favorables a O’Higgins. (ALARCON:2010) Los cuadros a formar servirían para crear un batallón de infantería, un regimiento de caballería y un batallón de artillería. Las propuestas de nombramiento estaban sujetas al visto bueno de San Martín, quién podía rechazarlas sobre la base de antecedentes que recogía sobre los susodichos, mientras que el nombramiento de los jefes de estos cuadros era una competencia que se guardaba San Martín: el escogería a Juan de Dios Vial como Coronel, y a Enrique Campino como 2º comandante de los cuadros de infantería y a Joaquín Prieto del de artillería. Estos tres sujetos eran contrarios a Carrera. Para el 23 de mayo de 1816, ya había 80 emigrados propuestos. Sin embargo, las nominaciones variaban en múltiples ocasiones, debido a la renuncia que hacían los individuos del titulo que se les otorgaba. Para graficar esto, podemos citar el caso del Batallón de Infantería, donde 36 de los oficiales nominados originalmente, solo 12 formaron parte del grupo que cruzo la cordillera a retaguardia del Ejército de los Andes en 1817. (ALARCÓN, 2010) En algunos casos la declinación se basaba en la situación precaria en la que se encontraban o por motivos de salud. Pero sucedía también que rechazaban el nombramiento por que consideraban que el grado otorgado no se correspondía con los que habían obtenido en la guerra de 1813 – 1814. Inclusive, más de algún despacho fue devuelto por parte de los oficiales carrerinos. De hecho, el cuadro de caballería no se creó, toda vez que el arma de caballería se basaba en oficiales de la Guardia Nacional, cuerpo comandado por los hermanos Benavente, partidarios de los Carrera. Podemos señalar que hubieron dos oficiales de los cuadros de Artillería que fueron agregados a la dotación de la misma arma del Ejército de los Andes mientras durase la campaña. (AGN,X,42-8,121) Un segundo intento de San Martín por crear fuerzas de bandera chilena, fue el que se intento en octubre de 1816, cuando se publico un bando que invitaba a “todo emigrado de Chile que quiera coadyuvar a su reconquista… se reunirán en San Juan en el termino de quince días a esta fecha a formar un cuerpo denominado Legión Patriótica de Chile”. (DASM,II,262-263) Queda constancia que en Enero de 1817 esta fuerza sólo tenía una fuerza de 69 hombre enrolados, los cuales cruzaron bajo las ordenes de la columna del teniente coronel Juan Manuel Cabot. (ALARCÓN,2010b; DHLSGM,IV,25) Podemos señalar que los esfuerzos de San Martín por levantar cuerpos militares chilenos fueron parcialmente exitosos. El influjo del faccionalismo dentro de los emigrados determinó que muchos de los partidarios de Carrera desistiesen de cooperar con San Martín ante la noticia de que José Miguel Carrera estaba preparando una expedición propia en Estados Unidos. II) Colaboración militar en el Ejército de los Andes: El caso de la presencia de los emigrados chilenos en el cuerpo militar que formó San Martín es minoritaria a nivel de oficialidad, pero no por ello insignificante. El cronista Jerónimo Espejo cifra en 19 los oficiales chilenos que formaron parte del Ejército de los Andes, no obstante la cifra ronda alrededor de los 30, siendo el 10% del total de cuadros de oficiales. (ESPEJO,1882: 421) Y en este sentido podemos colocar el caso de Bernardo O’Higgins. No fue sino hasta los primeros meses del año 1816 cuando el gobierno de Álvarez Thomas le reconoce grado de Brigadier y lo envía a Mendoza a secundar los esfuerzos de San Martín. La presencia de O’Higgins en Mendoza implicó un efectivo reconocimiento a sus Miradas Transcordilleranas 266 Los españoles liberales del Ejército de los Andes capacidades. No por nada, es durante tres oportunidades, en las cuales San Martín se ausentó de la capital de Cuyo, el mando de las armas de la provincia recayó interinamente en la persona del brigadier chileno. Esto no es un asunto menor, ya que en la primera oportunidad, en marzo de 1816, ante la sugerencia de San Martín de realizar este interinato, el Director Supremo Álvarez Thomas le replicó: “siendo este oficial sino un individuo agregado con el preciso objeto de auxiliar en la reconquista de Chile, sería exponer la economía de nuestra disciplina si se le diese entrada en el ejercicio de una autoridad que inmediatamente lo pone a la cabeza de esas tropas.” Sin embargo, O’Higgins ya contaba con la confianza de San Martín. Una segunda responsabilidad militar fue la de ejercer la presidencia de la Comisión Militar del Ejército de Mendoza, función que tenía a su cargo el ejercicio de la justicia militar. Una tercera función en la cual se probarían las dotes de O’Higgins en cuanto a la administración, fue que estuvo supervigilando la construcción del campamento militar del Plumerillo, así como también en la instrucción de la tropa hasta la llegada del Brigadier Soler quién asumió las funciones de Mayor General del Ejército de los Andes. El Director Supremo Pueyrredón, quien confiaba bastante en las decisiones de San Martín, le manifestaba a éste sobre el papel de O’Higgins una vez que se libertase Chile: “si usted considera conveniente poner en aquel gobierno á O’higgins, hágalo con entera seguridad de mi aprobación, así en esto como en todo lo que usted obrare.” (CDIP,VIII,I,147) Las razones que movían a Pueyrredón a aprobar el actuar de San Martín era que “la necesidad de llevar un sistema sostenido de unidad, y nada nada podrá alterarlo: la reconquista de Chile, y el establecimiento del orden en el es nuestro objeto, y para conseguirlo no debemos dejar estorbos en el camino.” (DHLGSM,V,94) La decisión no fue solamente fruto del influjo del Secretario de Guerra Juan Florencio Terrada, sino que también de la convicción que le transmitía San Martín a Pueyrredón. Otro sujeto importante en el desarrollo de la estructuración de la campaña libertadora, y que será uno de los ministros destacados de O’Higgins, es José Ignacio Zenteno. Natural de Santiago y estudiante de derecho, estudios que abandonó por la muerte de su padre, este individuo no tomó un papel importante durante la Patria Vieja, periodo en el cual se desempeñó como Escribano y secretario del Director Supremo De la Lastra. Su ascenso se debió gracias a San Martín, quien lo descubrió en las afueras de Mendoza, donde atendía un modesto local, con el cual lograba subsistir en el exilio. San Martín lo convirtió en su Secretario de Guerra. Zenteno tenía a su favor el hecho de no haberse visto involucrado en las disputas internas de los patriotas, a pesar de que en una carta a Tomás Guido, el gobernador intendente de Cuyo le manifestaba respecto de Zenteno: “El secretario que tengo es emigrado y no puedo tener la menor confianza de el, en asuntos que tengan relación con Chile” (AGN,VIII,2007,43). Este texto debe ser interpretado con la intencionalidad de San Martín por obtener que Pueyrredón le remitiese a Tomás Guido para tenerlo en calidad de consejero y asistente, lo cual se verificara hacia mediados de 1817. Después de la Batalla de Chacabuco, Zenteno obtendría el Ministerio de Guerra y Marina, desde donde continuaría apoyando con recursos el esfuerzo de la guerra que conducía San Martín. Otros oficiales, fueron incorporados de forma selecta a las unidades del Ejército de los Andes: Ramón Freire, partidario de O’Higgins, no obstante hay fuentes carrerinas que lo sindican dentro de sus hombres, se había destacado en una de las naves que formaban parte de la empresa corsaria del futuro almirante Guillermo Brown. Es probable que Freire fuese recomendado por O’Higgins para que se incorporase al Ejército de los Andes. De hecho, fue agregado al Regimiento de Granaderos a Caballo, y se le confió la conducción de una de las columnas de distracción, la que debía reunirse con las guerrillas de Manuel Rodríguez, Francisco Villota y Francisco Salas, quienes operaban en la zona del río Maule. Freire junto a Joaquín Prieto se convertirían en importantes actores políticos y militares de Chile en las décadas de 1820 y 1830. También podemos citar el caso de José Bernardo Cáceres o Juan de Dios Rivera, Miradas Transcordilleranas 267 Los españoles liberales del Ejército de los Andes militares chilenos que después de la Batalla de Chacabuco pasaran a desempeñar responsabilidades militares en el naciente Ejército de Chile, y cuyo paso por el Ejército de los Andes le valdrán de testimonio para alcanzar dichas responsabilidades: el primero sería Sargento Mayor de Plaza de la Capital, mientras el segundo comandaría al Batallón Nº 1 de Infantería de Chile. Inclusive, un religioso como Casimiro Albano Pereira, compañero y amigo de infancia de O’Higgins, se desempeñaría como provisor del Ejército de los Andes, para luego convertirse en el Vicario Castrense del Ejército de Chile. Otros, como Ramón Picarte y Diego Guzmán Ibáñez, obtendrían sus despachos y empleos en el Ejército de los Andes debido a los servicios prestados en sus servicios de espionaje en Chile en el año 1816. Pero veamos que sucedía con los carrerinos que colaboraron con el Ejército de los Andes. Esta el caso de Bernardo de Vera y Pintado, intelectual santafecino que jugo un papel importante durante la Patria Vieja en la radicalización del pensamiento criollo. Fue cercano a la figura de José Miguel Carrera, sin embargo tenía sus reparos respecto al estilo de gobierno de este. Tras la Batalla de Rancagua se le comisionó para solicitar auxilios a San Martín. Vera y Pintado no formó parte de las polémicas disputas que hubieron en suelo cuyano por parte de los emigrados. Se puso rápidamente al servicio de San Martín, convirtiéndose en su asesor letrado. Debido a sus prestaciones, San Martín obtuvo que se le nombrase como Auditor de Guerra del Ejército de Mendoza, y luego del de los Andes. En Chile se desempeñaría con igual funciones respecto del Ejército de Chile, además de encargarse de la redacción del periódico oficial del gobierno. Solamente la conspiración carrerina de finales de 1817 vendría a opacar su figura y posteriormente sería reemplazado por Bernardo de Monteagudo. Fray Luis Beltrán es otro de los casos paradigmáticos de carrerinos que se pusieron al servicio de San Martín. en 1814. Conforme a sus conocimientos y habilidades mecánicas, había servido al Ejército de José Miguel Carrera, de quién fue partidario. Una vez emigrado en Mendoza, El fraile fue sindicado como uno de los ladrones públicos que perdieron a Chile. A pesar de esto, colaboró con San Martín estando a cargo de la Maestranza del Ejército, encargado de fabricar todos los elementos necesarios para el servicio de campaña que no pudieran ser provistos desde la Comisaría General de Buenos Aires. Dentro del grupo de espías que San Martín mantenía en Chile, encontramos varios nombres carrerinos. El más célebre de estos espías fue Manuel Rodríguez. Tras la batalla de Rancagua y la llegada a Mendoza se desligó de sus antiguos aliados, y a pesar de haber sido acusado junto a ellos, logro granjearse la atención de San Martín, y este lo colocó como uno de los principales agentes del espionaje patriota. (ALARCON,2009b) El hecho de haber ejecutado estas tareas poniendo en riesgo su vida, puede ser que haya sido el medio por el cual exculpó su antigua filiación política, y San Martín lo tendrá en consideración. Pero como veremos adelante, pronto terminó por cosechar desconfianza y odiosidades por parte de las autoridades del gobierno chileno. Otros carrerinos que participaron en estas tareas fueron Miguel Ureta, Pedro Alcántara Urriola y Pedro Aldunate. (ALARCÓN,2009b) Palabras Finales La situación que debió enfrentar el Gobernador Intendente José de San Martín no fue fácil. La perdida de Chile resultó ser un golpe fatal para la economía de la provincia de Cuyo. Ahora debía lidiar con una masa considerable de emigrados, cuyas disensiones intestinas amenazaban con la seguridad y estabilidad interna, así como implicaba un desafío importante respecto a la defensa de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El conflicto intestino también introdujo nuevos factores a la ya compleja situación que vivía la región del Río de la Plata: en España el rey había vuelto y reclamaba la reincorporación de los territorios insurrectos: para ello armaba una expedición que inicialmente iba contra el Atlántico Sur americano, sin embargo, por Miradas Transcordilleranas 268 Los españoles liberales del Ejército de los Andes esos azares del destino, esta fuerza termino en la zona de la Nueva Granada. Pero además, internamente comenzaba a materializarse el espíritu federalista del cual Artigas se alzaba como el principal adalid. En ese complejo escenario, resultaba difícil que en el corto plazo se pudiera emprender una campaña para liberar a Chile. Y aquí una de las principales tensiones: la desesperación e impetuosidad de los emigrados que exigían una solución al problema chileno, mientras que las autoridades debían jerarquizar sus prioridades, lo cual requería de paciencia. La otra tensión tenía que ver con lo que hemos denominado el factor Carrera. Entre los emigrados, este factor causó profundas divisiones que complicaba el aunar esfuerzos. Y con este factor también tuvieron que lidiar las autoridades rioplatenses a la hora de los preparativos para la campaña de los Andes. San Martín, entre sus múltiples preocupaciones y responsabilidades, debió trabajar pacientemente en la selección y formación del grupo de chilenos que lo secundaría en su empresa continental. Por que cuando se estaba trabajando en organizar una fuerza militar expedicionaria, además se trabajaba con la mente en el futuro. Era el Chile de O’Higgins era el que se comenzaba a gestar. Bibliografía ALARCÓN BUSTOS, Camilo, (2009), “La emigración patriota al Río de la Plata durante la Reconquista de Chile (1814 – 1817)”. Seminario Simon Collier 2008. Santiago: Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Chile: 51 – 86. ALARCÓN BUSTOS, Camilo, (2009) “Soldados sin Ejército: la vida de la emigración militar patriota en las Provincias Unidas del Río de la Plata”. Cuadernos de Historia Militar 5: 29 – 74. ALARCÓN BUSTOS, Camilo, (2010), “El cuadro de oficiales emigrados y el nacimiento del Ejército del Chile Independiente. (1816 – 1817)” Ponencia en las VIII Jornadas de Historia de Chile de la Escuela Militar. AMUNATEGUI, Gregorio Víctor & Miguel Luis (1912), La Reconquista española. Santiago: Imprenta Litografía y Encuadernación Barcelona. BARROS ARANA, Diego (1888), Historia Jeneral de Chile. Tomo IX. Santiago: Rafael Jover Editor. BRAGONI, Beatriz, (2010), San Martín. De soldado del rey a héroe de la nación. Buenos Aires: Sudamericana. 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(AHM) Archivo Histórico Nacional de Chile, Vicuña Mackenna, v. 122. (ANCH) Archivo O’Higgins, v. VII, (AO) Biblioteca Nacional, Manuscritos Barros Arana, V. 40. (BN,MSBA) Colección Documental de la Independencia del Perú, v. VIII. La Expedición Libertadora. (CDIP) Documentos del Archivo San Martín, v. II(DASM) Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, v. II,(DHLGSM) Miradas Transcordilleranas 270 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Hernán Delgado Universidad de los Lagos Osorno Chile Los españoles liberales del Ejército de los Andes: ¿Traidores a la Patria o fieles a sus ideales? A gradezco la aceptación de esta ponencia en este relevante punto de unión e integración, como lo es este Congreso de nuestro sur común que siempre fomentó Pedro (Q.E.P.D.) La Nueva Historia se propone como alternativa al positivismo, particularmente desde la aparición de la Escuela de los Anales. La Nueva Historia abarca, entre otras áreas, a la historia viva, la historia de la vida privada, de las mentalidades, del cotidiano, etc. Por otra parte, propone nuevos problemas (el debate en torno a los conceptos de cuantificación, hecho histórico y temporalidad), nuevos objetos (el clima, la lengua, las mentalidades, el libro, el cuerpo, la enfermedad, la fiesta, etc.) y nuevos abordajes (la contribución de la economía, demografía, religión, literatura, psicoanálisis, etnología, sociología, etc.)1 Claude Levi-Strauss resaltaba “que el poder traumatizante de una situación cualquiera no puede resultar de sus caracteres intrínsecos, sino de la capacidad que poseen ciertos acontecimientos que surgen en un contexto psicológico, histórico y social apropiado, de inducir una cristalización afectiva que tiene lugar en el molde de una estructura preexistente”2. Con este texto pretendemos argüir que los militares liberales españoles que arribaron a nuestro continente no lo hicieron a causa de un hecho puntual, externo a ellos, sino que de un conjunto de factores de diversa índole (invasión napoleónica, gobierno extranjero, reyes españoles incapaces –Carlos IV- o felones –Fernando VII-, medidas de represión, influencia de ideas de la Ilustración y de la Revolución Francesa, etc.), por lo que su venida, insistimos, no debe verse de manera advenediza o accidental, engendrada en el fuero interno sin más. 1 Adriana Kaulino, “El estatuto ético de la historia: una contribución a la historiografía crítica de la psicología chilena”, en Ximena Zabala (editora), Epistemología y Psicología: preguntas cruzadas, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, 2007, 58. 2 Esteban Radiszcz, “Breve nota sobre acontecimiento y estructura o la exigencia de historia en psicoanálisis”, en Ximena Zabala (editora), Epistemología y Psicología: preguntas cruzadas, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, 2007, 78. Miradas Transcordilleranas 271 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Lo anterior se puede ver reforzado si consideramos a la memoria personal –y, por qué no, histórica- como un sistema complejo de procesamiento de la información con una multiplicidad de etapas entrelazadas y no sólo como algo que media entre la aparición de un estímulo y la eventual respuesta automática del sujeto (en este caso de los militares en comento).3 El Siglo de las Luces (XVIII) fue el inicio de profundos cambios que redundarán finalmente en América. Las fortalecidas ideas de la libertad, la igualdad, la razón y el progreso se plasmarán profundamente en Europa, particularmente en Francia desde donde, tras la invasión napoleónica a España, América se verá influenciada por estas fortalecidas perspectivas intelectuales que se intentarán trasuntar en la materialidad con mayores o menores éxitos, según ya se sabe. Son justamente estos intentos los que contribuirán a la construcción y desarrollo de modelos incipientes de Estado con los pilares de la Ilustración sustentados en las ideas de americanos y de extranjeros pletóricos de estas frescas ideas que terminarán fusionándose y derivando en la idea de Estado y nación. Es en este sentido que se indagará en torno a cuatro extranjeros que incidirán de alguna u otra forma en los países americanos y que parecen ser verdaderos modelos liberales arrancados del centro neurálgico de los cambios europeos. El eje central del tema a tratar radica en la afluencia de liberales europeos (principalmente hispanos) hacia Latinoamérica, todo ello en relación con el influjo que estos individuos ejercieron sobre las todavía incipientes, volátiles y nóveles bases de la autonomía política y económica que buscaban los territorios geográficos y culturales que representaban las colonias iberoamericanas en dicha época, ejerciendo un influjo no sólo en aquellos sentidos, sino que también desde la perspectiva militar, política, filosófica, social, etc. En definitiva, y a lato sensu, podrían colegirse de este primer acercamiento dos vertientes que podrían explorarse y explotarse en un futuro trabajo. Una, discurriría sobre las razones que movieron a estos individuos (de número no insignificante) a optar por dejar sus respectivos países, transmitir los ideales revolucionarios franceses recién enarbolados y, aún más, a luchar contra la tierra que los vio nacer. El estudio histórico, biográfico y prosopográfico debería arrojar luces respecto a esto; mas, lo anterior no dejaría de ser interesante si se tomaran también herramientas de otras ciencias sociales o biológicas (sociología, psicología) para argumentar a favor de las carencias (o excesos…) emocionales e intelectuales que sirvieron de motor al cambio de mentalidad, si es que se optara por explicar mejor las acciones que emprendieron estos liberales, las que redundarían en la libertad política y económica de nuestros actuales nichos soberanos. La otra vertiente de estudio, se sustentaría en la intención de estos liberales españoles afrancesados (en su mayoría) de crear una cierta forma de Estado, similar a los principios revolucionarios, pero distinta a la vez, al concurrir las particularidades inherentes a la idiosincrasia de la vida en la región de estudio. El tema es interesante, a pesar de la amplitud de su encuadramiento, debido a que, justamente, se trata de un proceso que va de lo particular a lo general, del sujeto al objeto, del pensamiento liberal a la aprehensión militarista (directorial, dictatorial o como se denomine en la coyuntura), lo que, si bien lo constituye en una trama compleja de acceso, al consumir los textos relativos a la cuestión, permitirá ir deshilando la madeja e ir apartando los elementos, aspectos y factores que más se avengan con la intención del futuro trabajo. En este último sentido, podría avizorarse, desde ya, el rol de ciertos movimientos como la masonería y el carbonarismo como ejes del liberalismo, pero también como sustentáculos José María Ruiz-Vargas, Memoria y olvido. Perspectivas evolucionista, cognitiva y neurocognitiva, Madrid, Editorial Trotta, 2002, 144. 3 Miradas Transcordilleranas 272 Los españoles liberales del Ejército de los Andes de la construcción de un cierto tipo de Estado en la Región. De igual modo, la tradición historiográfica (tanto textos de estudio como creencias genealogizantes y arraigos nacionales) nos presenta a los españoles como defensores de la monarquía absoluta y del colonialismo. No obstante, este trabajo pretende indagar el rol de otros españoles, esta vez en pos de la independencia de los países de la Región por medio del liberalismo. Sus causas, motivaciones, inclinaciones u obligaciones son el conjunto en que se tratará de decantar la investigación. La Ilustración “La Ilustración (Roberto Breña, 176) es más una cultura que una ideología y la revolución liberal habría sido, básicamente, un proceso político, por lo que se estarían comparando dos realidades heterogéneas.” Como dicen algunos autores, “La Ilustración (Breña, 179) es el gobierno de una minoría, y el pensamiento liberal sería la expresión de la voluntad nacional, aunque sí lucharon y se enfrentaron a enemigos comunes: conservadores y la jerarquía eclesiástica. El divorcio radical entre estas dos ideologías tiene su clímax en que para el esquema teórico liberal el concepto de soberanía popular era esencial e implicaba la noción de igualdad entre los hombres (cosa que en las Cortes de Cádiz de 1812, si bien con influjo liberal, no se concretó totalmente), concepto totalmente ajeno a la ideología ilustrada, que era substancialmente elitista.” “Por otra parte (Breña, 181), para los ilustrados, el poder real era el centro y origen de todas las decisiones reformadoras; en cambio, para el liberalismo, las decisiones políticas importantes debían emanar de las Cortes, cuyos diputados representaban a la Nación sobre la cual “residía esencialmente” la soberanía como señalaba el artículo 3º de La Pepa4.” Durante la Guerra de Independencia de España, la guerrilla, partidas o guerra irregular fue determinante, de hecho sin ella, Arthur Wellesley (o I duque de Wellington) no hubiese triunfado por sobre las tropas francesas. La guerrilla propició la unión entre el ejército avezado y el pueblo llano ante la necesidad de resistencia conjunta contra las tropas de Napoleón. Posibilitaron flujos constantes de información, hostigaron y desmoralizaron al ejército invasor. Estas actividades darán fruto a una camada de célebres personajes históricos españoles liberales, en particular a los navarros Xavier Mina Larrea (encontrado como: El Mozo, El Joven o El Estudiante o El Corso Terrestre) y Francisco Espoz Ilundaín (alias Francisco Espoz y Mina, tío del primero), quienes no cejaron hasta ver libre a España. Este excesivo personalismo o caudillismo si realmente existió así- dotará a las colonias americanas de militares liberales europeos que constituirán un aporte a la Independencia, aunque debe entenderse que el caudillismo no necesariamente es consecuencia de las guerrillas. En Navarra, destacó notoriamente Xavier Mina y su tío Francisco Espoz. A pesar de lo dicho anteriormente, existieron guerrillas o guardias españolas que estuvieron al servicio de los franceses invasores, con lo que podría hacerse hincapié en un colaboracionismo armado que aún no se ha reflotado desde el punto de vista histórico5. “Artículo 3.- La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.” 5 Una caricatura de lo vivido por los españoles y los afrancesados por conveniencia puede verse de manera forzada en el filme Los fantasmas de Goya, 2006, del director checo Miloš Forman. El cine nos aporta con otra filmografía más atingente y que puede resultar más interesante como Sangre de Mayo, 2008, del director español José Luis Garci. Mejor resulta, no obstante, el documental de 80 minutos llamado Xavier Mina, sueños de libertad, 2009, del director Albert Solé, que constituye una recuperación de la figura de Mina en España, México y Navarra, su tierra natal, basado en el libro de Manuel Ortuño: Vida de Mina. 4 Miradas Transcordilleranas 273 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Los 4 personajes Una vez establecidos los móviles (políticos, ideológicos, sociales) de absolutistas, afrancesados y liberales, y las semejanzas más patentes e independientes de sus requerimientos particulares, sobre todo entre liberales y afrancesados (monarquía constitucional, libertades civiles, gobierno representativo, reformas económicas, control de la Iglesia, supresión del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición) que los impulsaron a actuar en su época y la lucha entre ellos y en conjunto contra la ocupación napoleónica, podremos hacer referencia a nuestros sujetos de estudio con mayor profundidad. Durante el período de afianzamiento nacional, participan una serie de sujetos extranjeros que por diversos motivos deciden (o se ven forzados a) radicarse en incipientes países americanos, aportando sus diferentes experiencias “militares, filosóficas y políticas”. En el marco del arribo de estos sujetos multinacionales, cabe hacer el alcance que el sustento volitivo que los impulsaba era, asimismo, diverso. Así tenemos un conjunto de individuos que constituían el fenecido ejército napoleónico, cuyo denominador común, principalmente, era la vida de las armas, no obstante sus múltiples actividades secundarias como “periodistas, escritores, políticos o empresarios”. Pese a lo mencionado recién, estas actividades accidentales o adventicias permitieron la influencia de estos extranjeros de manera profunda en la historia nacional, pero, y es lo más importante, también en al ámbito regional, en el caso de Chile, en la zona centro sur (Valparaíso, Talca). Es el caso de: Antonio Santiago José Arcos y Arjona: Peleará primero por España, luego por Napoleón y, después por Chile contra España. El Soldado – El Especulador. ¿Lobo con piel de oveja? Uno de los casos es Antonio Arcos y Arjona. Arcos, tan poco biografiado en la historia chilena, se manifiesta como una coyuntura en el proceso de transición entre la independencia de facto, la llamada Reconquista y la construcción del Estado, siendo un actor privilegiado en las diversas bases fundadoras de la institucionalidad del país. Como ejemplo, cuatro puntos: La dirección de la Escuela Militar, el diseño de la bandera nacional, primer asentista del Ejército chileno y la creación de la primera institución bancaria, aunque de este último punto se pueda discordar. En el futuro trabajo en cuestión se elucidarán algunos rasgos de estas actividades, así como de sus influyentes y altos contactos europeos como el emperador del Brasil Pedro I, nacido en Portugal; el mariscal napoleónico conde de Jourdan; el banquero y custodio del dinero de Napoleón Bonaparte, Jacobo Lafitte; etc., de forma tal que las dudas, preguntas, inquietudes e inconsecuencias que manifestó en dichas acciones serán el motor de nuestra investigación que conformará un cuerpo teórico o simplemente ensayístico que permitirá obtener mayores y ricas herramientas de acercamiento y profundización. Previamente debe señalarse que Antonio Arcos pertenecía a una familia de militares con no pocas figuras relevantes en el acontecer americano más antiguo. Su progenitor lucha por el ejército napoleónico, de hecho es nombrado capitán de los volteadores de la 4° compañía del 5° batallón del regimiento José Napoleón y lucha en diversos sitios europeos hasta ser licenciado a los 51 años por incapacidad física, nunca volverá a ver a su familia, pero será el ejemplo que, de alguna manera, seguirá su hijo Antonio. Puntos a destacar: 1) Área militar: altos grado como oficial y secretarios de la Orden de la Legión del Mérito con alta renta. 2) Propone nuevo y actual diseño de la bandera nacional chilena y el escudo patrio argentino; esto último disponible en: <http://webcache.googleusercontent.com/ search?q=cache:FOPCsFN4ADYJ:www.todoargentina.net/biografias/san_martin/mili009. htm+Escudo+patrio+argentino+antonio+arco s&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=cl&source=www. google.cl> 3) Primer Director de la Escuela Militar de Miradas Transcordilleranas 274 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Chile el 20-III-1817. Su subdirector y verdadero gestor fue el oficial napoleónico avecindado en Chile: Jorge Beauchef. 4) Penumbras en su carrera militar. 5) Relaciones políticas: Respecto a sus relaciones políticas cabe decir que debido a que aún la recopilación de fuentes es precaria, sólo podemos especular en torno a que las relaciones que Antonio Arcos mantuvo con O’Higgins, San Martín, Rodríguez Aldea, entre otros, y las influencias positivas que estos personajes ejercieron en el entorno de Arcos y en él mismo, se debieron a un pensamiento político similar; por lo mismo, Arcos se muestra abiertamente discordante con el general Michel Brayer (sitio de la fortaleza realista en Talcahuano, XI-1817)6 y en discrepancia ideológica con las tendencias de José Miguel Carrera (a quien Arcos presumiblemente no conoció). Cabe señalar que las tendencias liberales que imperaban en este español afrancesado encontraban su cauce, seguramente, en la influencia masónica que irradió en él la socialización con sectores o grupos cuyos integrantes más connotados eran los indicados anteriormente. 6) Aspectos económicos. En cuanto a los aspectos económicos que lo rodearon y en concordancia con lo anterior, Arcos obtiene beneficios que le serán cuestionados más adelante. Así, por ejemplo, al volver de las acciones con el Ejército del Sur, se le acusará de enriquecerse con los contratos entregados y transados por el ejército; facilitados por el entonces ministro de Hacienda, el chillanejo José Antonio Rodríguez Aldea. Primero, porque el 15-VI-1817 es encargado de abastecer en sables, carabinas y uniformes al nuevo regimiento de cazadores a caballo de la escolta presidencial. Sin embargo, a pesar de estos cuestionamientos a su probidad, las relaciones sólidas que había creado con los próceres americanos, lo protegen de cualquier duda; siendo, en este caso puntual, protegido por O’Higgins, por lo que volverá a reintegrarse al servicio activo en el ejército. Tanto es así que volverá a dirigir la Escuela Militar desde 6 noviembre al 16 de diciembre de 1817. Principal asentista, proveedor o contratista. Críticas de maría Graham y Nicanor Molinare. Crea el primer banco en Chile. 7) En la corte portuguesa. ¿Cómo tendría entonces que ser considerado Arcos: como un hombre de su época que aprovechó de sobrevivir en un mundo convulsionado y cambiante aferrándose a lo que la vida le ponía por delante, o como un astuto especulador que aprovechó la coyuntura de las ideas liberales y masónicas para llenarse los bolsillos? Tal vez de ninguna de estas formas, pero sí es un personaje histórico que debe ser redescubierto por sus innegables roles y vínculos en momentos cruciales para nuestra incipiente y aún no completamente develada conformación nacional, como ya han adelantado actualmente el Prof. Patrick Puigmal y el Dr. Santiago Arcos, descendiente de Antonio Arcos. Carlos Spano Padilla: Peleó por España contra los franceses y luego por Chile contra España. El Idealista – El Mártir Spano llega muy joven a Chile, específicamente al batallón de Infantes de Concepción, luego de haber luchado por España en África y Francia. El historiador Sergio Martínez Baeza nos dice que el malagueño Spano Padilla vivió en Concepción, luego de casarse en Mendoza y luego se va a Santiago, donde en 1810 ayuda a sofocar el Motín de Figueroa (connacional suyo y teniente coronel que había descubierto las ruinas de la ciudad desde donde vengo, Osorno, en 1793), pues ya había optado por la causa patriota. Posteriormente, participa en la batalla de Yerbas Buenas (26-IV-1813) y en la toma de Concepción y Talcahuano. Para esta fecha, a Spano ya se le había otorgado la ciudadanía, el 12-V-1813. Ese mismo año se le asciende a coronel y resulta herido en el sitio de Chillán por una explosión de granada. Aún sin sanar O’Higgins le envía a Talca y, como jefe de Puigmal, Patrick. Memorias de Jorge Beauchef. Centro de Investigaciones Barros Arana. Santiago, 2005. P. 95. Miradas Transcordilleranas 275 Los españoles liberales del Ejército de los Andes la plaza, asume su defensa. El 4-III-1814 muere heroicamente en batalla, según los relatos, sin rendir la plaza. Esta acción bélica se efectuó en disparidad de condiciones, ya que los sitiados chilenos, si bien eran similares en número a los monarquistas, una quinta parte eran milicianos no entrenados. Además, el día anterior a la toma de la plaza de Talca, se le había ordenado a Spano enviar auxilios adicionales para cubrir la retaguardia de O’Higgins que iba rumbo a la capital de Chile, lo que significaba contar con menos hombres y municiones para un posible enfrentamiento. Por otro lado, Ildefonso Elorreaga,7 comandante de las tropas realistas, con 300 soldados ataca Talca, desobedeciendo las órdenes de Gabino Gaínza,8 capitán general del reino y general en jefe de las fuerzas realistas, utilizando la lealtad de un vecino de la ciudad, destruyendo la defensa y asesinando a una gran cantidad de patriotas, incluido, claro, Carlos Spano. Respecto al envío el día anterior de pertrechos y hombres a O’Higgins, cabe señalar que fue muy discutido políticamente, como se puede desprender de parte de la lectura del Diario de José Miguel Carrera (P. 266 y 277), debido a órdenes mal ejecutadas u omitidas por parte de las autoridades de la época (Director Supremo O’Higgins) como explícitamente declara Carrera, salvando un poco la persona de Juan Mackenna y a pesar de la petición de “auxilio” que alcanzó a enviar hasta Curicó Spano. Carrera también critica la publicación que O’Higgins hace en el Monitor Araucano comunicando la muerte del coronel Spano. Como vemos las diferencias entre Carrera y O’Higgins, próceres de la independencia chilena, eran, a esas alturas, irreconciliables. Pero, tras esta gesta heroica, ¿Quién fue Carlos Spano Padilla? ¿Qué lo motivó a dejar las armas del rey y dejarse llevar por la causa criolla? ¿Qué creyó ganar en esto? ¿Fueron los ideales liberales sus guías volitivos? ¿La masonería fue su bisagra actitudinal? ¿Por qué AJ de Irisarri (como Director Supremo interino) decreta lo que aparece en el Monitor Araucano el 11-III-1814?: “1° Luego que se reconquiste Talca, se levantará en medio de la plaza mayor de aquella ciudad una pirámide con esta inscripción: La patria agradecida al Héroe de Talca, Spano. 2° Se grabará también su nombre en la Pirámide de la Fama, con la distinción de que sea inscrito con letras de oro. 3° En todos los cabildos del Estado se registrará este Decreto. 4° Luego que se concluya la guerra, el Estado hará donación a su apreciable familia de un fundo cuyos productos sean suficientes para que se sostenga; y en el entre tanto, se asignará a su viuda una pensión de cien pesos mensuales. 5° Se celebrarán en esta capital a costo del Estado, exequias fúnebres por su alma con asistencia mía y de todos los cuerpos públicos, y con la mayor pompa y solemnidad.” Tampoco es menor que uno de sus ilustres descendientes, Carlos Guido (y Spano), poeta argentino, hubiera agregado su apellido a su patronímico, sabiendo que era hijo del Llegó muy joven a Chile. Participó en varios encuentros bélicos entre 1813 y 1814. Vencerá a los chilenos en el desastre de Rancagua (1 y 2-X-1814). Morirá en la batalla de Chacabuco el 12-II-1817. 8 Curiosamente, Gaínza terminará siendo proclamado como Presidente de una Junta Provisional Consultiva y, siendo Jefe Político Superior de la Provincia de Guatemala, proclamará la independencia el 15-IX-1821 en el Palacio Nacional de Guatemala, pasando a ser uno de los próceres guatemaltecos y centroamericanos en esta lucha por la emancipación. 7 Miradas Transcordilleranas 276 Los españoles liberales del Ejército de los Andes teniente coronel de San Martín, Tomás Guido, de quien se dice que su célebre Memoria,9 fruto de sus conversaciones con el General San Martín, fueron determinantes para que el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón le diera su apoyo a la realización de la campaña libertadora de Chile y Perú. Paralelo entre estos dos personajes históricos poco remembrados y los otros dos militares liberales poco reconocidos: el navarro Xavier Mina y el catalán Joseph Sardá. Preguntas finales: ¿Es lo mismo la masonería que los principios liberales enarbolados por los militares liberales españoles llegados a América? ¿Por qué sujetos de relevancia en la autonomía americana permanecen tan oscurecidos, qué factores incidieron en ello? ¿Qué sentido tiene el rescate de esta memoria histórica perdida? ¿Qué intereses movieron a estos próceres extranjeros a luchar contra su tierra natal, sólo la independencia lisa y llana? En definitiva: ¿Se trata realmente de visiones cruzadas en mundos paralelos o es la copia feliz con otro nombre e intenciones?.- El 20 de mayo de 1816 Guido presentó al Director Delegado Antonio González Balcarce su célebre Memoria, basada en las conversaciones sostenidas con San Martín en Saldán, Córdoba, durante la convalecencia del Libertador. En ellas exponía con detalle los aspectos económicos, militares y políticos del plan consistente en abrir un frente occidental cruzando la cordillera con una fuerza de 4000 hombres para liberar Chile y continuar por mar a las costas del Perú en vez de insistir con la Campaña del Alto Perú. Entre otras cosas sostenía que una victoria en Chile bastaría para alentar el espíritu de los pueblos y desalentaría al ejército realista que atacaba desde el norte comandado por Joaquín de la Pezuela. Balcarce apoyó la idea con entusiasmo y la cursó al Director elegido por el Congreso, Juan Martín de Pueyrredón. Éste, escarmentado por las malas experiencias en el Alto Perú, aprobó la memoria el 24 de junio y dio las instrucciones pertinentes para que de inmediato se apoyara la campaña libertadora a Chile disponiendo una entrevista con San Martín destinada a ultimar detalles del caso. 9 Miradas Transcordilleranas 277 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Gabriela Paula Lupiañez Universidad Nacional de Tucumán Argentina Autogobierno de una ciudad secundaria del Virreinato del Río de la Plata en la crisis de la monarquía hispana. San Miguel de Tucumán, 1808-18101 E l año de 1810 constituye un hito fundacional para aquella historiografía política tradicional hispanoamericana centrada en la construcción de los estados nacionales a partir del quiebre de la monarquía hispana. 2 Año en que las ciudades capitales de la Capitanía General de Chile, y del Virreinato del Rio de la Plata, formaron juntas de gobierno. Santiago y Buenos Aires, en tanto capitales y representantes de las demás ciudades de sus jurisdicciones administrativas, decidían asumir la soberanía retrovertida en los pueblos en depósito, a la manera en que lo habían hecho las juntas peninsulares en 1808. De este modo, desconocían al Consejo de Regencia y a los representantes de las autoridades supletorias peninsulares en América. Según la interpretación de una renovada historiografía política, los años de 1808-1809 son cruciales para la monarquía compuesta hispana que constituía aún una unidad. 3 Por esos años el debate político en la Península versó sobre cómo constituir un poder único e indiscutible. La ilegitima acefalia del trono, había intentado ser cubierta en un primer momento por juntas de gobierno provisionales en la península para el conjunto de la Monarquía. Esto planteó la pregunta sobre quién debía gobernar y en nombre de quién lo haría. Se trataba de una cuestión de principios en relación con la 1 Este escrito se inscribe en el marco de los avances de mi tesis doctoral cuyo título es “San Miguel de Tucumán en la crisis de la monarquía hispana. Autogobierno en una ciudad subordinada del Virreinato del Rio de la Plata, 1808-1816”. 2 En Hispanoamérica no fue objeto de atención para la historiografía sino hasta hace muy poco tiempo. Esta carencia de interés se vinculaba con que los diferentes estados americanos centraron sus relatos en la construcción de los respectivos estados nacionales dejando de lado una visión global de la política de aquel momento, cuando los territorios americanos y peninsulares bajo la Corona del rey de España fueron participes obligados de una inédita acefalia iniciada en sucesos peninsulares. 3 En este sentido, François-Xavier Guerra fue pionero en este cambio de paradigma historiográfico. FrançoisXavier Guerra , Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1993. Ver especialmente el capítulo IV. Miradas Transcordilleranas 278 Los españoles liberales del Ejército de los Andes legitimidad de los poderes monárquicos, esto es, una discusión sobre los fundamentos de un poder. Pero también de poder de hecho, quién de hecho tenía el poder para gobernar. En este sentido, recientes estudios vienen indagando sobre las alternativas de localización de la soberanía en los diversos territorios integrantes de la monarquía4 que influirían en los siguientes años en los modos diversos de reconstitución del cuerpo político hispano, adecuando autonomía y nación.5 Ya en esos primeros años, la tradición de las ciudades de autogobierno hispanoamericanas adquirió características inéditas.6 Tulio Halperín Donghi sostuvo que la “debilidad de las autoridades supremas favoreció el accionar magistraturas locales”.7 En el caso rioplatense, incluso desde junio de 1806 las instituciones coloniales han adquirido un poderío que ya no perderán en manos de la Corona”.8 En sintonía, Antonio Annino, afirmaba que para América, especialmente a partir de 1809 se produjo la “consolidación de la soberanía urbana”. 9 Los mencionados son estudios cuya mirada se centró en las ciudades principales, cabezas de virreinatos (reinos) y de provincias (intendencias), o aquellas que rivalizan con las principales.10 Pero, ¿cuál fue la respuesta de ciudades secundarias? En el caso de San Miguel de Tucumán, ciudad subordinada en la jerarquía administrativa perteneciente a la Intendencia de Salta de Tucumán, en líneas generales la historiografía local no se ocupó de indagar acerca de la cuestión del autogobierno.11 Entonces, ¿dónde se localizaba la soberanía en un tiempo en que más de una propuesta de gobierno invocaba la representación de la soberanía? Interesa entonces mirar los asuntos locales en relación con los sucesos peninsulares Dos obras colectivas referidas al bienio son las de Manuel Chust (coord.), 1808. La eclosión juntera en el mundo hispano, México DF, Fondo de Cultura Económica. Fideicomiso historia de las Américas. El Colegio de México, 2007 y Alfredo Ávila y Pedro Pérez Herrero (comp.), Las experiencias de 1808 en Iberoamérica, Instituto de Estudios Latinoamericanos/ Universidad de Alcalá e Instituto de Investigaciones Históricas UNAM, Madrid/México DF, 2008. También Richard Hocquellet, “Los reinos en orfandad:la formación de las juntas supremas en España en 1808”, en Marta Terán y Jose´Antonio Serrano Ortega (eds.), Las guerras de independencia en la América Española, Zamora, Morelia y México, EL Colegio de Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, Instituto de Antropología e Historia, 2002, pp.23-32. 5 Portillo Valdés, José María, Crisis Atlántica. Autonomía e independencia en la crisis de la monarquía hispana, Fundación Carolina/Marcial Pons, 2006, p. 24. 6 Las prácticas de autogobierno vienen siendo objeto de estudio por una renovada historiografía. A modo de ejemplo Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, Monográfico: Orígenes y valores del municipalismo iberoamericano, Año 9, Nº 18 Segundo semestre de 2007. Editora: Federica Morelli. 7 Las ideas del historiador argentino Tulio Halperin Donghi, quien planteaba los orígenes peninsulares de la crisis de la monarquía, han inspirado una prolífica actividad historiográfica. Halperin Donghi, Tulio, Reforma y disolución de los imperios ibéricos: 1750-1850, Madrid, Alianza, 1985. 8 Halperin Donghi observa ya rasgos autonómicos en Buenos Aires con anterioridad, desde 1806, como efecto invasiones inglesas.”La conquista británica… enseñó por lo menos a magistrados y funcionarios un nuevo tipo de relación con la autoridad suprema en la que es ésta la que solicita… una adhesión que antes ni siquiera se había discutido; les enseñó entonces a descubrir una nueva dimensión más estrictamente política para las actividades de corporaciones y magistraturas”. Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, Siglo XXI editores, Argentina, 1979, p. 137-138. 9 Ver Antonio Annino, “Soberanías en lucha”, en François-Xavier Guerra y Antonio Annino (coord.), Inventando la Nación. Iberoamérica s. XIX, México DF, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp.152- 184. 10 Como en el caso de Montevideo en relación con Buenos Aires. Cfr. Ana Maria Frega, “Montevideo ante la crisis de 1808”, en Alfredo Ávila y Pedro Pérez Herrero (comp.), op.cit., pp.535-557. 11 García de Saltor, Irene, La construcción del espacio político. Tucumán en la primera mitad del siglo XIX, San Miguel de Tucumán, Instituto de Historia y Pensamiento Argentino/Facultad de Filosofía y Letras/Universidad Nacional de Tucumán, 2003; Leoni Pinto, Ramón, Tucumán y la región noroeste. Periodo 1810-1825, San Miguel de Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras/Universidad Nacional de Tucumán, 1996;Lizondo Borda, Manuel, Historia de Tucumán (s.XIX), UNT, Tucumán, 1948, Páez de la Torre, Carlos (h), Historia de Tucumán, Buenos Aires, Plus Ultra, 1987. La excepción seria Tío Vallejo, Gabriela, Antiguo Régimen y Liberalismo. Tucumán, 1770-1830, Col. Cuadernos Humanitas, San Miguel de Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras/ Universidad Nacional de Tucumán, 2001. 4 Miradas Transcordilleranas 279 Los españoles liberales del Ejército de los Andes a través de actitudes y comportamientos relativos a juramentos a los representantes reales y de las autoridades supletorias en tanto “acto jurídico que daba validez a una norma regia” 12 y a la selección y el envío de representantes a reuniones supralocales a partir de actas capitulares y documentos de la sección administrativas del Archivo Histórico de Tucumán, principalmente.13 I. ¿Quién manda? El juramento a las autoridades. El año de 1808 trajo novedades políticas interesantes a las tierras rioplatenses. Por ese tiempo, la máxima autoridad en representación de la soberanía real era Santiago de Liniers. De origen francés, el héroe de la resistencia a la invasión inglesa de 1806 había asumido el cargo de virrey interino luego de la deposición del Marqués de Sobremonte 14 por parte del cabildo porteño. Tulio Halperín Donghi señaló que esta decisión capitular demostraba un rasgo de debilidad de la autoridad suprema. Liniers, fiel funcionario de la monarquía hispana, era confirmado como virrey interino en diciembre de 1807, de lo cual tomaba conocimiento el cabildo tucumano en junio de 1808.15 Pero las inéditas novedades peninsulares llegarían hacia los últimos meses del año. El 7 de septiembre de 1808, el cabildo de Tucumán reconocía “por nuestro rey y señor natural a Su Majestad el Señor don Fernando VII” y al día siguiente publicaba por medio de un bando la Real Cédula del 10 de abril de 1808 que daba cuenta de la abdicación de Carlos IV y la “posesión, propiedad y gobierno de la corona” del nuevo monarca que ordenaba le “presten obediencia”.16 El cabildo local acataba así la orden de José de Medeiros, gobernador intendente interino de la provincia de Salta del Tucumán, por esos días en Tucumán, tal vez ante la trascendencia del asunto a tratar. La ciudad de San Miguel de Tucumán repetía el juramento realizado casi un mes atrás por la capital de la Intendencia, Salta, el 13 de agosto. Un mes después, el cabildo se comprometía a obedecer a la Junta (insurreccional) de Sevilla. Ésta junta, era una entre las varias que discutían cómo formar un poder único en el verano peninsular. Su propósito era “conservar unión y fidelidad de esos dominios a estos Reinos y a esta Junta Suprema, que los representa” en defensa de “nuestra sagrada Religión, del Rey y de la Patria”. La misma se arrogaba la representación de Fernando y con ello una legitimidad monárquica y absoluta; en simultáneo con la “representación de la Nación y de su Gobierno”. 17 Esta “nación” a la que alude el documento debe ser entendida de manera corporativa, como conjunto de comunidades políticas antiguas con igual peso, pero que se utiliza por primera ver con el ánimo de designar al conjunto de la Monarquía, en un tiempo que Guerra define como “época bisagra” en términos de vocabulario político.18 En este sentido, la historia conceptual y de los lenguajes políticos ha logrado interesantes 12 Antonio Annino, “Imperio, constitución y diversidad en la América Hispana”, Nuevo Mundo.Mundos Nuevos, Debates, 2008 [en línea], puesto en línea el 17 de mayo 2008, www.nuevomundo.revues.org., p.13 13 En adelante Archivo Histórico de Tucumán (AHT). 14 Ante la primera invasión inglesa de 1806, el virrey marqués de Sobremonte, había huido de Buenos Aires hacia el Interior del virreinato para organizar la defensa. La resistencia y expulsión de los invasores fue organizada por el cabildo porteño. 15 AHT, Documentos de la Sección Administrativa (en adelante SA), 1808, Vol. 19, f.159-160 v. 16 AHT, SA, 1808, Vol. 19, f.105-107 y 235 v. 17 Sin embargo, a diferencia de lo que enuncia Ana Frega en la obra citada en este escrito, el despacho no aludía a la formación de juntas locales. Ver “Despacho de la Suprema Junta de Sevilla”, 17.06. 1808, AHT, SA, f.164-167. 18 F-X Guerra, op.cit., p. 121. Miradas Transcordilleranas 280 Los españoles liberales del Ejército de los Andes avances respecto de los “usos” de conceptos políticos claves para la modernidad política.19 Sin transición, los vecinos de la ciudad pasaron de la organización de fiestas públicas por la exaltación del nuevo rey Fernando VII20 por esos tiempos cautivo- a ser citados a cabildo abierto para tratar el modo de recaudar fondos para auxiliar a la metrópoli en guerra contra su hasta poco tiempo atrás aliada francesa. 21 En muy poco tiempo, entonces, esta ciudad secundaria de la jerarquía virreinal rioplatense tomaba conocimiento de manera oficial de la abdicación de Carlos IV en su hijo, ocurrida el 19 de marzo de 1808; de las “abdicaciones de Bayona” en mayo, y de la formación de la junta de Sevilla –creada en torno de junio-, que se autocalifica de “Suprema” pero cuya legitimidad era disputada con otras tantas juntas peninsulares que habían asumido la representación de la soberanía de sus pueblos. Las noticias habían demorado en llegar a San Miguel de Tucumán, pequeña ciudad mediterránea situada en el camino al Perú entre Buenos Aires y Potosí, más o menos lo mismo que a otras distantes regiones.22 Las nuevas se habían conocido en el Rio de la Plata durante julio. 23 En tanto en Santiago de Chile se supo que Fernando VII estaba cautivo y que José Bonaparte había sido coronado rey el 10 de septiembre.24 San Miguel de Tucumán, no reaccionó de manera diferente a como lo había hecho el resto de las ciudades hispanoamericanas. A modo de ejemplo, el cabildo de Buenos Aires decía a la Junta (insurrecional) de Sevilla, que la voluntad de los habitantes de Buenos Aires era “no obedecer a otra autoridad que la legítima y en caso de faltar ésta, nombrarse independientes”.25 Independencia es una de las voces cuyo uso la historiografía ha venido a establecer no implicaba romper los vínculos que unían estos territorios al monarca ausente.26 Por su parte, el cuerpo capitular de Santiago, como capital se adjudicaba la representación de toda la Capitanía General de Chile, expresaba que “La lealtad de los habitantes de Chile en nada degenera de la de sus padres… [Sólo] queremos ser españoles y la dominación de nuestro incomparable rey.”27 Frente al enemigo que se identificaba con el francés, ambas ciudades meridionales reafirmaban su relación de lealtad al monarca y con ello el rechazo de los enviados del usurpador francés. Esto cambiaria recién hacia 1810 cuando los reclamos de los españoles americanos se volvieran hacia los americanos peninsulares. Frente a avalancha desordenada de noticias que debieron haber arribado a las costas occidentales de la monarquía hispana Ver Javier Fernández Sebastián y Noemí Goldman (ed.) “El léxico de la política: el laboratorio conceptual iberoamericano, 1750-1850”, Monográfico en Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, Año 9, Nº 17 Primer semestre de 2007. Editores: y Javier Fernández Sebastián (ed.), “Iberconceptos”, Monográfico en Anuario de Historia de América Latina, Nº45, 2008. 20 AHT, Actas Capitulares transcriptas por Samuel Diaz, Vol.13 (en adelante AC), 07.09.08; f.166v. 21 Las solicitudes por parte del intendente, del cabildo de Buenos Aires y del virrey, de “contribuciones patrióticas” para la guerra contra el francés no cesan en los dos años a que alude este trabajo. Ver en AHT: AC, 16.09.08, f. 167 v.; SA 09.09.08, f- 240-241, SA 26.09.08, f.261-262; SA 02.10.08, f.270; SA, 24.10.08; f.318 v; SA, 04.11.08, f.334-335; SA 28.10.08, f.200; SA 26.11.08, f.349; SA 02.08.09, f.525-528v; SA 26.08.09, f. 524 v., SA s/d. 08.08, f.535-541v; SA 10.08.09, f.510-513. 22 F-X Guerra, op.cit., p.130 y Manuel Chust, “Un bienio trascendental: 1808-1810”, en M.Chust (coord..), op.cit., pp. 11-50. 23 T. Halperín Donghi, op.cit. y A. Frega, op.cit.. 24 Sol Serrano, “La representación en el Reino de Chile, 1808-1814”, en A.Ávila y P.Pérez Herrero (comp.), op.cit., pp. 491-508. 25 “Mensaje del cuerpo superior y autoridades de Buenos Aires” a la Junta de Sevilla, 9.09.1808, en Gazeta Ministerial de Sevilla, nº 60, 23.12.1808. Citado en F.-X. Guerra, op.cit., p.128. 26 Noemí Goldman, “Las experiencias de 1808 en el Rio de la Plata: en torno al depósito de soberanía”, en A. Ávila y P. Pérez Herrero (comp.), op.cit., pp. 560-570. 27 “Acta del Cabildo de Santiago”, 19.09.1808. Citado en Guerra, op.cit., p. 126, 19 Miradas Transcordilleranas 281 Los españoles liberales del Ejército de los Andes por medios tan diversos como gacetas, cartas personales o documentos oficiales; los documentos disponibles en el archivo de San Miguel de Tucumán, eminentemente administrativos, dan una imagen bastante ordenada. Muestran sólo las certezas de un itinerario capitular que sostenía la legitimidad monárquica. Estos documentos ocultan el debate que la historiografía hoy se ocupa de develar. Debate respecto de “lo que hay de discutible en la pretensión a actuar en nombre del rey cautivo”, 28 que conmovía a todo el mundo hispano y que repercutía en el espacio rioplatense, expresándose en otras opciones la de obedecer a José Bonaparte, rechazado popular y espontáneamente como rey por los pueblos de la península, siendo considerado un usurpador de la Corona. Esta fue la propuesta del marqués de Sassenay, enviado de Napoleón con pliegos para el virrey interino Santiago de Liniers y que arribó al Rio de la Plata a comienzos de agosto. Una segunda alternativa era reconocer a Carlota Joaquina como regente. La esposa del príncipe regente de Portugal y hermana de Fernando VII, residía junto a su marido y su corte en Brasil desde enero del 1808 donde se habían trasladado huyendo de los ejércitos napoleónicos. La infanta había hecho distribuir un manifiesto fechado el 19 de agosto, dirigido a los vasallos del rey de España a todos los centros administrativos de la América española. Pero su propuesta, cuyo objetivo era eludir la dominación francesa, era difícil de separar de las amenazas de operaciones militares combinadas luso-británicas. Aun cuando las alianzas hubieran cambiado desde los sucesos del mayo peninsular, las autoridades rioplatenses rechazaron esta posibilidad y simpatizaban con la junta sevillana que había expresado su voluntad de mantener en sus posiciones a los funcionarios en América.29 Sin embargo, la propuesta de la infanta no carecía de fundamento legítimo, por el contrario, su base era el ”justo título al gobierno nacido de razones dinásticas y no de ninguna investidura popular“ como la que esgrimían las juntas surgidas en la metrópoli, según apuntó correctamente Tulio Halperín Donghi. 30 Y este título sirvió para que un grupo de criollos, luego protagonistas de los sucesos revolucionarios de 1810 porteños, trabajase infructuosamente a su favor. Éstos “discutían la validez jurídica de un único depósito de soberanía en la Junta de Sevilla, fundándose en el argumento de la pertenencia de los súbditos americanos a una misma monarquía patrimonial”31 y con ello obtener márgenes mayores de autonomía. No parecían haber estado solos en este intento pues sus redes de sociabilidad se habrían extendido al interior del virreinato. Las posibles conexiones tucumanas deben explorarse. Entre los destinatarios de la propaganda carlotista, resurgida a mediados de 1809 luego de una breve declinación, figuraban los Molina de Tucumán. Podria tratarse de Manuel Felipe, abogado y representante por Tucumán a la Junta de Gobierno creada en 1810 y su hermano Agustín, cura defensor de la revolución que llegó a obispo.32 Por otra parte, en ese año de 1809 el Dr. Nicolás Valerio Laguna, había sido visitado por José Moldes, militar de carrera de origen salteño, en un viaje que unió Madrid con Cochabamba y La Paz –previo paso por T.Halperin Donghi, op.cit., p. 148. Ver “Despacho de la Suprema Junta de Sevilla”, 17.06. 1808, AHT, SA, f.164-167. 30 Este autor observó que “La infanta podría… llenar el vacío que se habría producido en la cima de la monarquía española salvando mejor los rasgos dominantes de esa organización política. Ello explica sin duda que no pocos funcionarios regios hayan sido atraídos por el carlotismo; por otra parte explica menos coherentemente que también se hayan orientado a él algunos veteranos del partido de la independencia y otros que, sin serlo, no tenían motivo alguno para consagrarse al salvataje del absolutismo. Para éstos era determinante el contenido concreto que las alternativas al carlotismo iban adquiriendo”. T.Halperin Donghi, op.cit., p.149. 31 Se trata de Juan José Castelli, Antonio Beruti, Hipólito Vieytes, Saturnino y Nicolás Rodriguez Peña y Manuel Belgrano. Noemí Goldman, op.cit., p.564. 32 “Felipe Contucci a Rodrigo de Souza Coutinho”, Rio de Janeiro, 16.11.1808, en Mayo documental, IV, 196-9. Citado por T. Halperín Donghi, op.cit., pp.155-157. 28 29 Miradas Transcordilleranas 282 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Londres, Cádiz y Buenos Aires- en el propósito de difundir la idea de “independencia”. Moldes había llegado con otros emigrados a Buenos Aires en enero de 1809. Inmediatamente entró en contacto con algunos personajes que parecían no acordar con la administración virreinal. El Dr. Nicolás Laguna era uno de aquellos “sujetos de opinión en sus respectivos pueblos, y que obraron a favor de la causa [de la independencia] tan pronto como les fue posible”.33 En este sentido, conviene insistir en que la historiografía ha establecido que la voz “independencia” por esos tiempos no tenía el sentido que adquirió mucho después como paso a al conformación de un nuevo cuerpo políticos sino que se aproximaba a nociones como “autonomía”, “autogobierno” o “autotutela”.34 En ese sentido, Laguna sostenía por 1809 que “hallándonos sin rey en el reyno recae toda la autoridad gubernativa en el pueblo”.35 Así Laguna parecía tener una conciencia mayor que sus vecinos tucumanos, incluidos los capitulares, acerca de los posibles itinerarios que se abrían con la ilegítima vacancia del trono. “Persona de influjo” y de gran actuación posterior, era doctor en leyes por la Universidad de Córdoba y fue diputado por San Miguel de Tucumán en la Asamblea del año XIII autoproclamada “soberana” y “constituyente”. Antes había sido síndico procurador general de la ciudad de San Miguel de Tucumán ante el cabildo en 1805 y asesor del gobierno provincial sito en Salta. Por último se podía adherir la Junta de Gobierno de Montevideo, formada el 21 de septiembre de 1808, presidida por Francisco Javier de Elio,36 una vez conocidas las abdicaciones de Bayona y llegado Goyeneche con papeles de la Junta de Sevilla en agosto de 1808. “Los impulsores de esta Junta la vez que reconocieron la existencia de una autoridad Suprema –La junta de Sevilla primero, la Junta Central y Gubernativa después-encontraron allí un nuevo camino para intentar acrecentar territorios y privilegios en el marco del virreinato, especialmente frente a la capital”.37 A la manera de las juntas surgidas en la Península, la de Montevideo fundaba su autoridad en la voluntad del pueblo.38 El traumático año de 1808 para la monarquía hispana, se cerraba en esta pequeña ciudad con la celebración de los triunfos de armas contra Francia.39 Mientras 1809 se iniciaba con el tratamiento por parte del cabildo local de la “plausible noticia de haberse elegido la Junta Central Suprema de España y las Indias”, el 25 de octubre de 1808.Como en las ocasiones del año anterior, imitando lo realizado por las autoridades de Buenos Aires (Virrey, tribunales, etc.), el cabildo le rendía obediencia y juraba reconocer en ese órgano peninsular “la representación y autoridad real de nuestro augusto y soberano el Señor don Fernando VII, establecida legítimamente por el voto universal de la Nación para regir y gobernar el Reino de España y su Indias durante, la ausencia y detención de nuestro Monarca y que obedecerá y cumplirá sus órdenes, y disposiciones como dirigidas José de Moldes, “Exposición”, en Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo. Colección de Obras y Documentos para la Historia Argentina, Tomo II. Autobiografías, Edición Especial en Homenaje al 150 aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, Buenos Aires, 1960, p. 1330. 34 N.Goldman, op.cit.. 35 Citado en Guillermo Furlong, Diego León Villafañe y su Batalla de Tucumán (1812), Col. Escritores coloniales rioplatenses, Ediciones Teoría, Bs. As., 1962, p.29. 36 Cesó el 30.06.09 obedeciendo lo dispuesto por la Junta central Suprema y Gubernativa que nombró virrey del Rio de la Plata a Baltazar Hidalgo de Cisneros. 37 A. Frega, op.cit., p.545. 38 la ciudad de Montevideo había ya iniciado gestiones en 1807 con el objeto de mejorar la posición relativa de la ciudad, siempre en competencia con Buenos Aires, de lo que dan cuenta escuetamente dos documentos oficiales encontrados en el Archivo Histórico de Tucumán que mencionan gestiones de Nicolás Herrera, comisionado por el cabildo de Montevideo a la península, para obtener “gracias” de la Suprema Junta de Gobierno. AHT, SA, 19.07.09. f.493 y 494. 39 AHT, SA, 12.11.08, f. 334 v; SA., 07.12.08, f.388v. y AHT, AC, 28.11.08, f. 173; AC, 19.12.08, f. 175. 33 Miradas Transcordilleranas 283 Los españoles liberales del Ejército de los Andes a mantener la pureza de Nuestra sagrada religión, conservar la integridad, y unión de España, y estos Dominios a su Majestad, y sostener invariablemente el sistema monárquico, y leyes fundamentales que nos gobiernan ”. 40 Este documento expresaba valores tradicionales como la lealtad al rey, la defensa de la religión, de las costumbres y de la patria. La soberanía se encontraba en depósito y provisoriamente en la Junta mientras durara el cautiverio del monarca.41 Así lo entendió se el cabildo tucumano que hubo de rendir obediencia a las autoridades designadas por la Junta Suprema Gubernativa. El nuevo virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros arribó a costas rioplatenses en julio y su autoridad era reconocida en agosto de 1809. 42 Una vez más la imagen de orden se impone en los documentos que aluden a hechos que sostenían una legalidad que pronto entraría en crisis. Así en marzo de 1809 aceptaba al nuevo gobernador interino de la Intendencia de Salta del Tucumán, Nicolás Severo de Isasmendi, nombrado por Liniers antes de ser reemplazado.43 Nacido en Salta a mediados del siglo XVIII, hijo de un general español, educado en España donde había actuado como coronel del Ejército español.44 A partir de 1810, si bien “aparecía en comunión ostensible con la Junta de Mayo”, actuó” en activa y secreta comunión con los jefes realistas de Córdoba y del Alto Perú”.45 Nada se sabe a partir de los documentos oficiales sobre la posición del cabildo local sobre el levantamiento del saliente alcalde de primer voto del cabildo de Buenos Aires, el comerciante español Martín de Álzaga y su fallido intento de conformar una “Junta como en España”, ocurrido el 1º de enero de 1809.46 Tampoco existen para ese año alusiones al movimiento de mayo en Chuquisaca o los sucesos de La Paz de julio que involucraron la creación de una “Junta tuitiva defensora de los derechos de Fernando VII” en La Paz en julio de ese año, que venían a demostrar en hechos la fragmentación de la soberanía única y las dificultades para una total aceptación de los gobiernos peninsulares. II. La búsqueda del necesario consenso: la convocatoria a elección de representantes de los pueblos a la Junta Suprema Central. Reconocida en la Península y en América, la Junta Central resolvía el problema de la unicidad del poder. Sin embargo su legitimidad seguía siendo precaria pues era una delegación de poder de las “juntas insurreccionales peninsulares”, 47 órganos de gobierno de los pueblos peninsulares. Casi cuatro meses después de su conformación, el 25 de septiembre de 1808, la Junta Central emitía la la Real Orden del 22 de enero de 1809, según la cual convocaba a la elección de diputados americanos para representar a América en la Junta Central. La convocatoria debió ser precisada por la Real Orden de 6 de AHT.SA, f.181 v. Se trataba de hacer uso, de administrarla al mismo tiempo que admitir la incapacidad de alterar el ordenamiento Portillo Valdés, José María, “La revolución constitucional en el mundo hispano”, Center for Basque Studies, Universidad of Nevada (Reno)/Universidad del País Vasco, en www.foroiberoideas.cervantesvirtual.com, 07/02/2005. 42 AHT, SA, 18.08.09, f. 521. 43 AHT.SA, f.460-462. 44 Bernardo Frías, Historia del general Martín Güemes y de la provincia de Salta, o sea de la independencia argentina, Buenos Aires, Ediciones de Palma, 1971, T.I, p.461. 45 Ibidem, p. 473. 46 N.Goldman, op.cit., p.561.Un análisis de los agentes, motivos y argumentos en T.Halperin Donghi, op.cit., pp144-146. 47 F-X. Guerra, op.cit., p. 133. 40 41 Miradas Transcordilleranas 284 Los españoles liberales del Ejército de los Andes octubre del mismo año que venía a solucionar el debate sobre el significado de ser “cabeza de partido”.48 Estas elecciones pusieron en posición de igualdad con las antiguas cabeceras 49 a ciudades de diversa jerarquía toda vez que dado que ciudades, en principio no electoras reclamaban su participación como un privilegio.50 De hecho, fue este contexto el que hizo posible que una ciudad subordinada como San Miguel de Tucumán y se iniciase, junto al resto de la América hispana en un nuevo tipo de elección. Una elección que no era a Cortes sino a una junta de carácter soberano. La elección fue tardíamente realizada en San Miguel de Tucumán, en abril de 1810.51 Y se ejecutó respetando el procedimiento expresado en la Real Orden del 6 de octubre de 1809, con una combinación de elección y sorteo que estuvo bajo la organización del cabildo. El encargo recayó en el Dr. Manuel Felipe Molina. Éste reunía los criterios de deferencia o notabilidad que exigía un encargo de tal magnitud en aquella época. Bien vinculado con las familias principales de Tucumán, era abogado de la Real Audiencia de Distrito de Charcas, natural de Tucumán aunque residente habitual de Buenos Aires. Había obtenido su título en la Universidad de Chuquisaca y era asesor de la expedición mandada por el virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros para pacificar el Alto Perú. Probablemente esto no se consideraba entre los “primeros empleos” Gobernador Intendente Oidor, asesor, oficial real Administrador que la Real Orden proscribía para su elección. Se encontraba en Charcas al momento de su elección y llegó a Tucumán a fines de agosto. Debía partir a Buenos Aires donde se definiría al representante por el virreinato a la Junta. Así las reales órdenes mencionadas reconocían lo que de hecho se aplicaba desde 1808, que “la soberanía estaba físicamente depositada en los reinos”.52 Sin embargo, Molina no partió de Tucumán con ese encargo. En realidad ninguno de los diputados americanos llegó antes de la disolución de la Junta Central. Ésta nunca pudo reconstituir una soberanía “central” o única toda vez que los “reinos” eran los depositarios últimos de la soberanía de la monarquía. De este modo se producía la paradoja de enviar diputados con mandato imperativo, esto es, sin delegación de soberanía, a una junta que se definía soberana. La caída de la Junta Central, ocurrida a fines de enero de 1810 dio lugar a la formación de un Consejo de Regencia y a la convocatoria a Cortes. Noticias que, junto a la de los reveses bélicos peninsulares, llegaron al Rio de la Plata a comienzos de mayo de 1810. El Rio de la Plata hizo caso omiso de la convocatoria a Cortes. Una nueva etapa se iniciaba el 22 de mayo cuando la soberanía retrovirtió en el pueblo de Buenos Aires pero en depósito. Asumió así el gobierno provisorio una Junta con sede en Buenos Aires, capital y representante virtual del virreinato. Los sucesos de mayo cambiaron la historia y Molina, elegido nuevamente diputado pero esta vez por cabildo abierto, González, Julio V., Filiación histórica del gobierno representativo argentino, Buenos Aires, La Vanguardia, Vol., 1937-1938, pp.267-270. 49 A.Annino, op.cit., p.166. 50 Se trataba de hacer uso, de administrarla al mismo tiempo que admitir la incapacidad de alterar el ordenamiento Portillo Valdés, José María, “La revolución constitucional en el mundo hispano”, Center for Basque Studies, Universidad of Nevada (Reno)/Universidad del País Vasco, en www.foroiberoideas.cervantesvirtual.com, 07/02/2005. 51 El gobernador Nicolás de Isasmendi comunicaba el 4 de abril de 1810 el envio de las Reales Órdenes del 22 de enero y la del 6 de octubre de 1809 junto a “decretos asesorados impondrán a UD en orden a las elecciones de vocal para la suprema Junta Central. ” La demora había sido causada por “mala inteligencia” escribano” por haber pedido [o ¿perdido?]… la copia testimoniada al de este Ilustre Cabildo. Lo cierto es que el virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros había enviado las copias en torno del 08.01.1810 desde Buenos Aires, el gobernador Isasmendi las había firmado en Salta el 06 de febrero de 1810. Pero éste último las enviaba desde Salta el 04.04.1810. AHT, SA, Vol. 20, 1810, f.472. Corchetes de la autora. 52 A.Annino, op.cit., p.164. 48 Miradas Transcordilleranas 285 Los españoles liberales del Ejército de los Andes partió a Buenos Aires en noviembre de 1810 a integrarse a la Junta que ya gobernaba al virreinato desde Buenos Aires. III. Epílogo Durante los dos primeros años de la crisis política de la monarquía hispana causada por la acefalia del trono, la ciudad subordinada de San Miguel de Tucumán de la Intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de la Plata pareció comportarse como buen vasallo de la Corona respetuoso de los valores tradicionales de la monarquía, sumisa respecto de la jerarquía administrativa y obediente de las órdenes de los gobernadores intendentes y virreyes. Aunque de hecho no existió un monarca ni un poder único en la península desde el verano de 1808. En este sentido, la ciudad de San Miguel de Tucumán, pareció seguir los pasos de la capital virreinal, Buenos Aires. Voces alternativas expresaron consideraciones divergentes sobre la “localización” del depósito de la soberanía y sus alcances; sin embargo, la opción por mantener el vínculo con la península pareció más fuerte. Así la obediencia a las autoridades supletorias peninsulares que actuaban en nombre del ausente rey Fernando VII, no sólo no se vio cuestionada entre 1808 y 1810 sino que hubo una respuesta positiva a la demanda de colaboración con recursos para la guerra. Sin embargo, la conformación de la Junta Suprema Central y el reconocimiento de la necesaria representación de los reinos americanos en este cuerpo soberano, no detuvo el proceso de fragmentación de la soberanía iniciado en 1808 con el surgimiento de las juntas insurreccionales en la Península. De hecho, en 1809 avanzó a ciudades secundarias y tuvo los ejemplos de los fracasados movimientos de Chuquisaca y La Paz pero también con la extensión del privilegio de las ciudades subordinadas a participar de la elección de representantes americanos a la junta soberana. Las noticias llegadas de la península en 1810 y el desgaste de la relación con los organismos de gobierno peninsulares, significaron para Santiago y Buenos Aires la decisión de asumir el depósito de soberanía en sus pueblos, desconociendo la representación peninsular para toda la nación y formar juntas de gobierno en sus capitales. Así iniciaban una “fase autonómica” en sus jurisdicciones. La misma que, en el caso rioplatense se cerró recién en 1816 con la independencia definitiva respecto de la monarquía hispana y con ello la redefinición del status jurídico de estos territorios y la construcción de un nuevo cuerpo político53 mientras en Chile seria el 12 de febrero de 1818. Para el caso rioplatense ver Marcela Ternavasio, Gobernar la Revolución, Poderes en disputa en el Rio de la Plata, 1810-1816, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007. 53 Miradas Transcordilleranas 286 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Carlos Guarda Navarro Universidad de Los Lagos Osorno Chile Negros libres y esclavos en los ejércitos revolucionarios de Chile y el Río de la Plata1 Resumen A comienzos del siglo XIX el continente americano será sacudido por una ola revolucionaria, entonces lo impensado fue posible y con la crisis del imperio español y la consiguiente ruptura política de las antiguas colonias con la metrópoli, quedaba atrás el viejo orden colonial para dar paso a uno nuevo marcado por la construcción del Estado y la Nación. En este escenario y contrariamente a lo sostenido por la “historiografía de bronce” ningún estamento de la sociedad quedará al margen de tal forma que Negros esclavos, libres, pardos y morenos serán actores de este proceso de transformación en ambos lados de la cordillera cargando sobre si todo el peso del antiguo régimen. Las revoluciones de independencia hispanoamericanas así como la posterior construcción de los Estados nacionales, han sido y siguen siendo un tema controvertido; esa razón explica la centralidad que han tenido en la agenda de los historiadores desde la misma constitución de las disciplinas académicas que acompañaron y legitimaron la formación de los Estados modernos, y que hicieron de ellas los cimientos de las narrativas o mitos fundacionales de las nacionalidades hispanoamericanas en el siglo XIX. Si bien la historiografía ha abordado el estudio de la población esclava y afromestiza para el periodo colonial con relativo y dispar éxito, las investigaciones acerca de su participación en las guerras de la independencia y construcción del Estado nacional, resultan aún insuficientes. Sin embargo cabe destacar que en las últimas décadas esta participación de los esclavos y libertos en la guerra de la independencia se ha enriquecido notablemente merced al creciente interés por estudiar a los sectores subalternos en el proceso revolucionario centrando la atención en la construcción de identidades sociales y políticas y por ende a los procesos de interacción del conjunto social así como la participación en los proyectos políticos de la elite revolucionaria y las expresiones, a través de su participación, de una cultura política Este Trabajo se desprende de las conclusiones parciales de nuestra tesis de Magíster en Ciencias Humanas, mención en Historia, Universidad de los Lagos 2010-2011 y es financiado en el marco del proyecto Fondecyt N| 1080063. 1 Miradas Transcordilleranas 287 Los españoles liberales del Ejército de los Andes “plebeya” en no pocas ocasiones articulada en torno a esos proyectos políticos. De tal forma que la negociación y la violencia política se ingresan de esta manera en la resolución de los conflictos sociales pre-revolucionarios potenciados por la revolución y la guerra. De esta manera la historiografía hispanoamericana ha tendido a preocuparse de un tiempo a esta parte de las formas de inclusión social y política de los esclavos y castas de color como resultados de las revoluciones de independencia haciendo generalmente de las áreas más densamente pobladas de los hombres y mujeres de color un ámbito privilegiado de análisis. No resulta entonces del todo desconocido el papel desempeñado por la población esclava masculina en las formaciones militares que alimentaron las huestes de los ejércitos de la independencia; así como menos aún resultan totalmente desconocidas las formas en que los esclavos conceptualizaron la libertad o la formas de acceder a esta mediante la negociación y la resistencia, tampoco los historiadores han eludido el desafío de restituir las manera en que la revolución y la guerra representaron una vía de ensayo libertario para la gente de color. Así también, las implicancias de la sociabilidad urbana de la población negra han sido eficazmente restituidas para el período inmediatamente posterior a las guerras de la independencia como también se ha establecido las formas de acceso a la propiedad.2 Esclavitud, libertad y resistencia Acerca de la cifra de personas secuestradas para trabajar en América hay cierta discrepancia. Muchos investigadores centran su atención en dilucidar dos asuntos: cuantos africanos fueron deportados y de donde procedían los cautivos. Tal empresa no resulta nada fácil y la cantidad de africanos victimas de la trata aun resulta indescifrable. Existen, se podría decir, incontables colecciones de fuentes primarias: como los archivos españoles, los locales, los nacionales, los africanos, los franceses en la ciudad de Nantes, los holandeses en la Haya, los ingleses en el museo Británico en Londres, los portugueses y los africanos que se encuentran entre otras en Libreville (Gabon), Porto Novo (Benín). Toda esta información siempre resulta incompleta por el factor del contrabando durante la trata. Por tanto Nadie ha podido aducir cifras exentas de dudas, ni siquiera sospechas. Para conocer con cierta aproximación la cantidad de personas que fueron arrancadas de su tierra natal en África para ser vendidas como esclavos en América, una primera dificultad es precisamente, el concepto que se esconde tras la denominación “pieza de indias”, utilizada hasta fines del siglo XVII para “contabilizar” el trafico negrero, otorgar los permisos para esta trata inhumana y cobrarle impuestos. Una “pieza” no era sinónimo de un esclavo, sino una “unidad de medida” que tomaba en cuenta la capacidad de trabajo de un hombre joven, sano y fuerte. González Arzac ofrece una especie de vocabulario de la esclavatura: Cabeza de Negro. Cabeza de esclavo: cualquier persona sometida a la trata, sea cual fuere su edad, sexo o condición. Pieza de indias: hombre o mujer de 15 a 25 o 30 años, sin vicios y con todos los dientes. Cuarto, medio, cuatro quintos de pieza: cuando no llenaban aquellas condiciones. Tres piezas de indias: era una tonelada de negros. Véase para el caso neogranadino Hoyos, Pedro, Bolívar y las Negritudes, Manizales, Colombia, Hoyos editores, 2007. Los negros en la independencia de la nueva granada, Almario, Óscar, Negros y mulatos en la independencia de Cartagena de Indias: un Balance, Múnera, Alfonso, Participación de negros, mulatos y zambos en la independencia de Venezuela, 1810-1823, Ramos, José, en Bonilla Heraclio (editor), Indios, negros y mestizos en la Independencia, Bogotá, Colombia, editorial planeta, 2010. Para el caso rioplatense vale citar Afrosoldados de Buenos Aires en armas para defender a sus amos, Goldberg, Marta, Libertad y esclavitud en el río de la Plata entre el discurso y la realidad, Mallo, Silvia, Esclavos Insurrectos en tiempos de revolución (Cuyo 1812), Bragoni, Beatriz, en Mallo, Silvia, Telesca Ignacio (editores), Negros de la Patria, Buenos Aires, Argentina, editorial SB, 2010. 2 Miradas Transcordilleranas 288 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Bozal: negro recién introducido de África, que no habla el idioma local Ladino: negro que había sido esclavo en América, por lo menos un año, y que ya conoce la lengua local. Muleque: negro bozal de 7 a 10 años. Mulecón: negro bozal de 10 a 15 o 18 años.3 Como ha señalado Felipe Pigna, siguiendo a Liliana Crespi, Una persona que reuniera las condiciones de “una pieza de indias”, hacia 1620 podía rematarse en Buenos Aires en unos 130 pesos para ser vendida en chile el alto Perú o en Lima a precios en torno a los 500 pesos o más si es que sobrevivía a las durísimas condiciones de “traslado”. Pero los enfermos, heridos, mujeres, ancianos y niños rara vez eran considerados, individualmente, una “pieza”. Para completar esta “unidad”, entonces, los negreros, reunían a un adulto sano, aunque no robusto, con un anciano, o varios chicos, o dos mujeres y así sucesivamente en una casi infinita variedad de posibilidades que hacían que una pieza, en realidad significase dos, tres, cuatro e incluso mas seres humanos4. Si bien ha quedado de manifiesto la imposibilidad de obtener cifras precisas respecto a la importación de esclavos al continente americano resulta de utilidad graficar este fenómeno a partir de los cálculos más fiables como los de Philip D. Curtin5 quien Para el periodo de 1521 a 1550, ofrece un total de 15.000 negros desembarcados solo en Hispanoamérica (un promedio anual de 500), y para los años que van de 1551 a 1595, la cifra se eleva a 36.300 individuos (un promedio anual de 810). Durante el periodo de 1595 a 1640, el promedio de la importación anual alcanzo las 2880 personas (un total de 132.600) con destino principal en México y Perú ricos en plata. El gobierno español en más de algún momento trato de normar el tráfico. Pero el contrabando británico, holandés, francés y portugués, duplico o triplico las cuotas de importación autorizadas. La corona hizo lo que pudo para controlar esas ilegalidades, y si bien se permitieron solo dos puertos de entrada de primera magnitud para el comercio de esclavos, Cartagena y Veracruz, donde no solo se contaban los esclavos, sino que se registraban los buques en busca de mercancías no autorizadas procedentes del norte de Europa. Los reglamentos se aplicaron unos sobre otros, y no podía rechazarse la voraz demanda del mercado. Los esclavos fueron llegando a otros puertos, y no solo en el Caribe. En concreto Buenos Aires cerrado oficialmente a todo comercio excepto, a una reducida, cantidad se convirtió en una herida abierta en el sistema comercial español. Esclavos y manufacturas entraban por Buenos Aires y como se ha visto Cruzaban los Andes desafiando cualquier intento de control del gobierno. El cálculo de la magnitud del tráfico de esclavos a Hispanoamérica, desde la disolución del monopolio portugués en 1641 hasta la independencia a principios del siglo XIX, es una empresa difícil y delicada. Después de 1739, el historiador no cuenta ni siquiera con la referencia de las falsamente bajas cifras oficiales del asiento, y existe el problema añadido de la reexportación (es decir, esclavos en apariencia transportados a las islas azucareras inglesas o francesas, pero en realidad destinados a ser vendidos a los españoles). Sin embargo resulta claro que el siglo XVIII será la época dorada del trafico, lo queda de manifiesto en la siguiente tabla. Arzac González, Alberto, Abolición de la esclavitud en el río de la Plata, Edición del autor, Buenos aires, 1974. Pigna, Felipe, 1810 la otra historia de nuestra Revolución fundadora. Buenos Aires, Argentina, Editorial Planeta, 2010, p137. 5 Las cifras de la importación de esclavos africanos en la Hispanoamérica colonial proceden de Philip D. Curtin, The Atlantic slave trade; a census, Madison, 1969. En Los africanos en la sociedad de la América española colonial, Bowser, Frederick, en Historia de América latina, Leslie Bethell, (Editor),Barcelona, España, Editorial crítica, 2000. 3 4 Miradas Transcordilleranas 289 Los españoles liberales del Ejército de los Andes Transporte según nacionalidad durante el siglo XVIII Ingles: 2.532.300 Portugués: 1.796.300 Frances: 1.180.300 Holandés: 350.900 Norteamericano: 194.200 Danés: 73.900 Otros (sueco, noruego, brandenburgués, etc.) 5.000 Total General: 6.132.9006 De estos totales alrededor del 40% provenía del Congo y Angola, otro tanto de Benín y Biafra, alrededor del 15% de la Costa de Oro, Senegal y Senegambia, y el resto del sudeste africano y Madagascar. Este aumento desenfrenado se explica sin duda, por el surgimiento de la “nueva” plantación esclavista a fines del siglo XVIII especialmente en el Caribe anglo-francés, el cual más allá del impacto negativo de la guerra y la piratería, fue muy significativo para la economía capitalista emergente, entre otras cosas por las dificultades que desde la segunda década del siglo había venido atravesando el comercio mundial en general. Como ha argumentado clásicamente Eric Hobsbawm, quien sugiere que la demanda de las plantaciones coloniales actúo como “abanico de las llamas de la acumulación metropolitana”. El comercio triangular con África y América, en efecto, capturaba crecientes cantidades de manufacturas de todo tipo. Y, como lo dijo en su momento Marx la producción para un voraz mercado capitalista, en un contexto semejante, articuló los horrores “civilizados” de la sobreexplotación del trabajo a los horrores “bárbaros” de la esclavitud y la servidumbre. Es cierto que esto no lo llevo a considerar que por ejemplo las plantaciones fueran en si mismas, vistas por así decir “desde su interior”, “capitalistas”, puesto que para el circuito completo de la acumulación capitalista requería del trabajo asalariado y su relación con el capital. Sin embargo, como aclara Blackburn y Wallerstein en la teoría del sistema-mundo, el hecho de que las plantaciones no sean estrictamente hablando capitalistas plenas, no significa en absoluto que deba vérselas cómo ajenas al modo de producción capitalista. Ellas fueron “inventadas” con el propósito directo y consiente de servir al mercado europeo: esa era la única razón de ser. La mayor parte de sus productos se exportaba, y muchísimos imputs productivo se importaban de Europa, incluidos, en cierto modo-a través del comercio triangular- los esclavos africanos. El intercambio de Europa occidental con las plantaciones esclavistas fue, por lo tanto, durante toda una época decisiva para el proceso de acumulación a escala mundial, el más equilibrado y el más eficiente para una expansión acumulativa y recíproca.7 Es natural pues, en este marco que durante el iluminado siglo XVIII se haya producido un vertiginoso crecimiento del comercio esclavista atlántico. De tal forma que la riqueza que salía de la sangre, del sudor y de las lágrimas de los esclavos era tal, que hombres “ilustrados” de entonces, como Montesquieu, saludaban las glorias de la dominación y la explotación a que estaban sometidos. En su célebre El Espíritu de las leyes, llegó a firmar frases tan “iluminadas” como éstas: “Una vez que los pueblos de Europa Hubieron Exterminado a los de América, tuvieron que someter a la esclavitud los de África, para utilizarlos en el trabajo de tantas tierras. Es imposible que supongamos que esa gente sean hombres; porque si lo supiéramos hombres, empezaríamos a creer que nosotros mismos no somos cristianos. El Azúcar Sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su Datos procedentes de Loveyoy, Paul, “The Volume of The Atlantic Slave Trade: A Synthesis”, en journal of African Hitory, 1982, p.483. En La oscuridad y las luces, Gruner, Eduardo, editorial edhasa, Buenos Aires, Argentina, 2010, p 261. 7 Véase Gruner, Eduardo, La oscuridad y las luces, editorial edhasa, Buenos Aires, Argentina, 2010. 6 Miradas Transcordilleranas 290 Los españoles liberales del Ejército de los Andes producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro”.8 Haití por poner solo un ejemplo, Producía entonces el 40% del Azúcar que endulzaba las comidas y bebidas en Europa, y el 60% del Café que se consumía en sus salones, clubes y encuentros políticos. Como ha sostenido Eduardo Gruner, en algunas culturas africanas se creía (y se sigue creyendo) que los hombres blancos son espíritus malignos de gente muerta, que se alimenta de manera perversa de los seres vivos: a luz de lo que venimos viendo, no parece una “superstición” demasiado cuestionable9. Naturalmente la explotación tendría consecuencias y las rebeldías esclavas serian constantes, particularmente en los territorios anglo-franceses y del caribe español, arrancaron en el siglo XVI y arreciaron desde el XVII, proyectando sobre cada medio social el signo del temor y marcando a buena parte de la historia económica del régimen colonial. Los esclavos permanentemente buscaban librarse de sus cadenas “fugándose a zonas apartadas de las colonias, lejos del látigo del blanco. A estos fugitivos (en realidad, liberados por su propia mano) los esclavistas les pusieron el seudónimo de cimarrón, el mismo usado para el ganado que se apartaba de los rodeos y se volvía salvaje. Los cimarrones en muchas partes de América formaron poblaciones independientes, conocidos como palenques en las colonias españolas y como quilombos en las portuguesas, que resistieron las campañas militares llevadas en su contra.10 En el palenque de Cartagena (Actual Colombia) triunfo la resistencia y se instauro una república independiente en la primera mitad del siglo XVI, que permaneció libre e invicta por un siglo. El Rey de España llego a pedir en una real cedula que no se persiguiera a los rebeldes. En Brasil, a partir de la década de 1580 se fue formando otra nación afroamericana independiente, conocida como O Quilombo Dos Palmares. Que resistiría hasta 1710. En palabras de Jorge Emilio Gallardo “La revolución francesa extendió consignas libertarias y los buques de esa bandera fueron portadores de un virus ideológico tan activo que España ordenó reservadamente a sus gobernadores la expulsión de todo esclavo procedente de las islas de aquel origen, sin explicitar las razones”11. La precoz insurrección victoriosa de la parte francesa de santo domingo en 1804 significó entonces la simultánea abolición e independencia y la inauguración de un poderoso factor de contagio. Ingrediente de poder e ideología trazaron el mapa de los intereses respectivos, que atravesaron por la cambiante legislación domestica de las naciones esclavistas, los acuerdos bilaterales y los tratados de proyección general. En particular, la restitución de cautivos fugados por fronteras terrestres o marítimas ocupó a los funcionarios coloniales y obligó a las metrópolis esclavistas, a adecuar con frecuencia sus leyes, sin embargo, en ocasiones los esclavos construyeron reductos invisibles como los cimarrones de las Guayanas o inexpugnables, como la fortaleza de palmares en el Pernambuco de siglo XVII. Si algunos refugios de aquellos cimarrones sobrevivieron hasta hoy al amparo de las selvas y alejados de las costas, otros de ellos construyeron verdaderas fortalezas y los estados solo pudieron vencerlos mediante toda su capacidad En Pigna, Felipe, Op cit. P.204 Gruner, Eduardo, Op cit. P. 264. 10 La expresión palenque hace referencia a las empalizadas defensivas construidas en torno a los poblados construidos por los cimarrones; quilombo en voz africana, lengua kimbundu que significa aldea. De allí se la empleó para nombrar a los poblados de los esclavos fugitivos en el Brasil. Y luego despectivamente para todo desorden o lío. 11 Gallardo, Jorge Emilio, De la Rebeldía a la Abolición, Buenos Aires, Argentina, ediciones Elefante Blanco, 2010, p8. 8 9 Miradas Transcordilleranas 291 Los españoles liberales del Ejército de los Andes bélica. La inenarrable crueldad de los métodos represivos de holandeses y británicos no fue tan reconocible en nuestras latitudes australes, acaso porque las rebeldías no fueron tan crudas ni frecuentes como en el resto del continente, pero ello no debe amortiguar la consciencia de una culpa que es universal e imprescriptible. El esclavo era un hombre sin derechos y sin capacidad de derecho, inexistente para el derechos civil, reconocida su igualdad con los demás hombres sólo en el derecho natural y regida su existencia por el derecho de gentes. Como lo ha señalado Liliana Crespi En la América española la población de color libre creció a ritmo más acelerado en el siglo XVIII que en los anteriores y se extendió, aun más en las primeras décadas del siglo XIX. En el Perú, Chile y el río de la Plata, donde imperaba a fines del régimen colonial una esclavitud de carácter artesanal, los libres igualaban o superaban a los esclavos que allí residían. La mezcla racial fue evidente y los grupos mestizos ocuparon aquellas funciones económicas o militares para las cuales no había suficientes blancos y no podían se encomendados a la mano de obra esclava12. Fue formándose en cada región un estrato de hombres de color libres, que no gozaban sino de una libertad restringida, ya que siempre se le impusieron limitaciones a causa de su color y su origen. Libertad y plena aceptación social no siempre fueron justas. Durante el periodo revolucionario y de consolidación del estado republicano, los esclavos pudieron cambiar su status jurídico, siguiendo las prácticas hispánicas. Pero nuevas modalidades de liberación se sumaron a la manumisión ofrecida por los amos y el peculio personal como vehículos de liberación (formas tradicionales de liberación permitidas durante el régimen colonial). La guerra no solo hizo aparecer la libertad de vientres sino que los ejércitos revolucionarios crearon el rescate de esclavos, aceptaron donaciones y préstamos13, sumaron a los esclavos tomados en alta mar por el corso, liberaron a quienes se encontraban en las cárceles por delitos menores y sumaron por voluntad a muchísimos negros libres como esclavos lo que pareciera ser una característica de las poblaciones negras de Chile y el Río de la Plata. Ampliamente conocido es el hecho de que Aproximadamente la mitad de las fuerzas de ataque de San Martín que entre 1816 y 1823 libraron y ganaron batallas en Chile Perú y Ecuador estaba compuesta por libertos reclutados en Buenos Aires y en las provincias de Cuyo segregados en batallones de infantería y artillería siendo particularmente conocido el regimiento N°814 compuesto íntegramente por gentes de color que jugara un rol decisivo en Chacabuco teniendo además la particularidad de que buena parte de sus miembros eran músicos, sin embargo poco se ha dicho respecto de la participación de negros libres y esclavos en prácticamente todos los cuerpos militares creados por los gobiernos revolucionarios si bien existían desde mediados del siglo XVIII milicias de pardos y morenos tanto en Chile como en Argentina será desde la invasiones inglesas al río de la Plata cuando estos cuerpos se multiplicaran, de hecho miembros de estos cuerpos serán recompensados por sus servicios en forma pública y el cabildo bonaerense realizará un sorteo para otorgar la libertad a quienes cumplieron con un rol destacado en el marco de la reconquista, desde ahí en adelante estos cuerpos se destacaran en todos los frentes aparecen entonces como la base del ejercito del norte al mando de Belgrano quien incorpora la compañía de pardos y morenos de Córdova, clave también será el regimiento N°6 de Soler que sitia Montevideo en 1812, también en Uruguay destaca el regimiento Nº 10 de las Véase, Crespi, Liliana, Ni esclavo ni libre, el status del liberto en el Río de la Plata desde el periodo indiano al republicano, en Mallo, Silvia, Telesca, Ignacio(editores), Op cit. 13 El archivo Gral. de la Provincia de Mendoza registra, demandas al Estado argentino hasta fines del siglo XIX, pidiendo las compensaciones correspondientes, así como Numerosos documentos referidos a la comisión liquidadora de las deudas de la independencia. Y peticiones de pago por servicios prestados por guerreros de la independencia. 14 Seria refundido con el N° 7 de los Andes en la campaña al Perú en el regimiento Río de la Plata. 12 Miradas Transcordilleranas 292 Los españoles liberales del Ejército de los Andes provincias unidas, en tanto en Buenos Aires se crearan cuerpos de granaderos así como se potenciaran las milicias creadas en tiempos de la reconquista, en 1816 se crean cuatro compañías de esclavos de entre 15 y 60 años, denominadas de auxiliares argentinos, en el mismo año se incorporan en Mendoza unos 1200 esclavos al ejercito de los Andes. Caso particular resulta el del Paraguay en donde negros y mulatos se integraran a los ejércitos de línea. Probablemente donde más destacan tanto negros libres como esclavos es en el territorio salto-jujeño, donde las milicias de Martín Miguel de Güemes, particularmente sus gauchos o infernales serán clave en la defensa de la frontera del norte frente a los repetidos intentos realistas que se sucederán desde 18151821. Al respecto vale la pena dar cuenta de una Carta de Domingo, Tiburcio y Silvestre Tineo todos esclavos a Martín Miguel de Güemes azarosa y parecía haber sido cuidadosamente escogida, pues la definición jurídica, de la palabra ingenuo indica que éste es quien ha nacido libre y no ha perdido su libertad. A pesar de lo paradójico que en principio parezca dicha denominación, es probable que ella apelara en términos discursivos al cambio beneficioso entre el nuevo régimen y el antiguo gobierno monárquico, pues los nuevos gobernantes parecían considerar que la libertad natural no era posible de ser perdida y, por lo tanto, la esclavitud era una práctica ilegitima que hacia dependientes a quienes en su origen inalienable eran libres. Según su decreto de creación el batallón se iba a componer de: “Jamás en choque alguno hemos desmentido la fama aterrante de las legiones de gauchos que creadas por vs. Son a la faz de toda América singulares en valor, inimitables en virtudes” y se preguntan “vs. Que nos a elevado a ese renombre que respetan no solo los españoles, sino los demás europeos, ¿habrá de permitir que vivamos gimiendo siempre bajo el yugo de una esclavitud amargarte? No señor, no es posible que los gauchos de Güemes se degraden con yerros que tratan de quitar a los demás seres. Hacer libres a nuestros hermanos es el objeto de nuestros botos y el alma de nuestros sacrificios. ¿Y a nosotros únicamente nos habrá de envolver sin esperanzas el funesto lazo de la esclavitud?”15 Y de lo cual el único responsable era el cada vez más demonizado régimen monárquico y ciertamente no los dueños de los esclavos y todos los que participaban en la cadena de compras, ventas, tasaciones y transporte de los mismos. Después de semanas un nuevo bando rezaba lo siguiente: Para el caso chileno vale destacar que a fines de agosto de 1814 la junta de gobierno de Chile decidió formar un batallón de infantería formado por esclavos al que denominó “ingenuos de la patria”. Dicha denominación tenía poco de “esos miserables esclavos, que con infamia de la naturaleza, y oprobio, de la humanidad han llevado hasta aquí el yugo, propio de las bestias”. “los esclavos que prefiriesen la ocultación cobarde o huyesen de sus casas antes que alistarse en las legiones de la patria y obtener el don inapreciable que esta les franquea, serán castigados con cien azotes, tres años de presidio y perpetua esclavitud al servicio del gobierno”16. Sin embargo y contrariamente a la imagen clásica de la leva forzosa y a lo que se pudiera inferir del bando anterior, negros libres y esclavos acudirán en buen numero de forma voluntaria a enlistarse siendo muy distintas las razones a modo de ejemplo es posible citar el trabajo de Beatriz Bragoni17 quien nos presenta la vida política cuyana a través del estudio de Véase, Mata, Sara, Negros y esclavos en la Guerra por la independencia, 1810-1821. Véase, Contreras Cruces, Hugo, Artesanos Mulatos y soldados beneméritos. 17 Bragoni, Beatriz, Op cit, 116. 15 16 Miradas Transcordilleranas 293 Los españoles liberales del Ejército de los Andes un proceso criminal, elevado por el gobierno a un grupo de esclavos y negros libres en 1812, por tener evidencias firmes que organizaban una rebelión con el fin de obtener la carta de libertad e integrar los ejércitos patriotas. A la cabeza de la red rebelde figuraron el negro libre Joaquín Fretes y Bernardo, esclavo de Francisco Aragón, quien habían fortalecido su amistad desde el arribo del primero desde Santiago de Chile por compartir, entre otras cosas, el oficio de músicos. Joaquín era natural de Guinea, tenía 24 años y había sido uno de los pocos manumitidos como consecuencia de la legislación chilena creada por Manuel de Salas en 1811. Allí la iniciativa oficial que declaro la libertad de vientres y prohibió la introducción de esclavos en la jurisdicción había dado lugar a la movilización de los negros para tomar las armas en defensa de la patria. Como lo señalo un testigo del bando realista: “Es increíble la impresión que esta ley hizo en el ánimo de los esclavos, y el orgullo y osadía que han concebido con la esperanza de la libertad futura de sus hijos. Los propios esclavos se conceptúan, ya en aquella esfera con tal que manifiesten su adhesión al nuevo gobierno. Es caso singular lo que se experimentó pocos días después de publicado el bando. Se mancomunaron todos los criados, e hicieron una bolsa, para que un abogado les hiciera representación a la junta pidiéndole su libertad, mediante un generoso ofrecimiento de que se les diera armas para defender la patria. La liga de más de 300, y todos ellos estaban ya armados de cuchillos prontos para activar una sublevación en el pueblo, de cuyos resultados hay más de siete en la cárcel, que fueron las cabezas del proyecto. Joaquín que había servido al canónico Juan pablo Fretes miembro de la sociedad de caballeros racionales, difunde las libertades introducidas en chile, lee la Gazeta de Buenos Ayres, que anunciaba prontas medidas para la población afro-argentina y sembraría el terror al informar sobre los sucesos ocurridos en Haití. Así como lo que por aquella época ocurría en el Perú. Tras ser descubiertos resulta al menos curiosa la determinación del tribunal. “la conducta guardada por estos miserables se explicaba por el laudable objeto de conseguir la libertad. Por ello se vieron inteligenciados por el eco dulce que formaron en sentimiento los papeles públicos de hallarse el hombre fuera del siglo del oprobio, esclavitud, despotismo, y de poder consultar con la prenda apetecible de la libertad. Escucharon providencias superiores prohibidas para el comercio de la naturaleza, y condición de hombre y como este es ingenioso en sus adelantamientos acomodaron el sentido y la ley a su estado actual con el aditamento que el gobierno de Chile, combinado al nuestro, ya alivio los vientres, esto lo supieron y lo entendieron. Y agrega “Estas cualidades de ningún modo podían ser catalogadas como “delito” sino como memorables estímulos no solo para el vulgo torpe y arrojado, sino también para los sensatos y de luces”. De este caso sin duda resulta al menos curiosa la cita del negro Joaquín al ejemplo de Haití y habría que preguntarse hasta que punto tal situación permeó a este sector de la sociedad, pues conocido es el terror que despertaba en las elites revolucionarias esa experiencia. A modo de ejemplo basta solo citar una carta de Bolívar en la que señala. ¿Qué remedio más adecuado ni más legitimo para obtener la libertad que pelear por ella? ¿Será justo que mueran solamente los libres por emancipar a los esclavos? ¿No será útil que estos adquieran sus derechos en el campo de batalla y que se disminuya su peligroso número por un medio poderoso y legitimo? A pesar de tal temor lo cierto es que los ejércitos revolucionarios se vieron en la obligación de contar con todos los brazos que pudieran, sin embargo a pesar de la necesidad de contar con aquellos que para San Martín “eran los mejores para la infantería” los gobiernos “patriotas” se verán inmersos en un conflicto de derechos mientras los esclavos persistirán en la solicitud de la libertad. Los amos, de acuerdo con la ideas liberales van a recurrir al nuevo Estado solicitando también la defensa de sus derechos, reclaman a la justicia por la atención prestada a los pedidos de libertad de los esclavos en igualdad de Miradas Transcordilleranas 294 Los españoles liberales del Ejército de los Andes condiciones y derechos considerando que ello implica el perjuicio a los derechos y a la honra del ciudadano y su desprestigio ante la sociedad, mal ejemplo ante la familia y los criados. Es otra sin embargo la cuestión central respecto a la cual los amos esperan la protección del Estado: la defensa de la propiedad. A la hora de poder entender la desaparición física e histórica de la población afroamericana en Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay. Sin duda existe una multicausalidad evidente, por una parte La desaparición paulatina se originó en las bajas tasas de natalidad y a las altas de mortalidad, las que alcanzaron su clímax durante la epidemia de fiebre amarilla en 1871 al menos para el caso de Argentina, a esto hay que sumar la declinación paulatina del comercio de esclavos, Las guerras de independencia e intestinas que seguirán, La acción ejecutada por los encargados de los censos, los estadísticos que unidos a los historiadores cultivaron la tesis del Chile y la Argentina Blanca (reemplazo del negro por el trigueño), Incremento de la inmigración europea y evidentemente el Mestizaje. Resulta difícil establecer entonces a través del estudio de algunos casos excepcionales, las expectativas y reivindicaciones de aquellos a quienes las elites dirigentes consideraron inferiores e incapaces de sostener un ideario revolucionario y a quienes la historiografía generalmente ha omitido en el análisis político. Sin embargo a pesar de los silencios de las fuentes documentales es posible establecer que lejos de haber sido indiferentes a la convulsión política, que la revolución instauró en el extenso territorio americano, los hombres y también las mujeres de color libres o esclavos se involucraron en ella en diferentes tiempos y con distinta intensidad. ¿Existieron razones que los impulsaron, además de la tan ansiada libertad personal, o tan solo aceptaron mansamente un destino en la guerra por su condición de esclavos? ¿Es posible suponer que para los esclavos la lucha por la libertad se convertía en un objetivo que trascendía el mero interés individual? ¿Solo el reconocimiento social movía a los afrodescendientes para abr