un poco de nuestra historia

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UN POCO DE HISTORIA
Belmonte (Cuenca) está situado en la histórica Mancha de Montearagón. En
nuestra comarca vivía el pueblo Indoeuropeo de los Carpetanos (llamados así a los
primeros Manchegos de que tenemos noticias), formando en un principio pequeños
asentamientos de carácter agrícola y ganadero. A partir del siglo IV a.c. este grupo
étnico comienza a construir poblados fortificados, situados en lugares altos y
estratégicos, con el fin de poder controlar su territorio y los ejes principales de
comunicación. Construcciones de la época del bronce medio y final, se pueden ver
en el cerro de las Ánimas o de San Isidro y en los Yesares (parajes belmonteños).
Bajo la dominación romana fue una comarca agrícola, ganadera y minera.
Aunque debido a su organización política y social la población vivía en
ciudades, también existían asentamientos más pequeños como las aldeas y las
villas. En el siglo I se excavan y explotan en el término de Belmonte, las minas de
“Lapis Specularis” llamadas Las Horadadas ( ya en esa época, indicaba Plinio, que
“se hallaban no lejos de la antigua Segóbriga, dentro de un radio de 100.000 pasos
alrededor de la ciudad”). La piedra especular se subdividía en delgadas láminas que
se empleaban en vidrieras y otros destinos, así como en las mezclas o morteros y
como polvo finísimo para cubrir el circo en los juegos circenses. Para la mejor
explotación de estas minas se construye una vía de carácter secundario que enlazaba
con la calzada que comunicaba la antigua ciudad de Segóbriga (en la provincia de
Cuenca), con Cartago Nova (Cartagena), que salía desde Alconchel de la Estrella y
partía hacia Haro y Belmonte, hasta enlazar con las vías de la provincia de Toledo.
Desde el siglo III, comienzan a surgir grandes casas de labranzas, llamadas Villaes.
A partir del siglo V, y debido a la crisis política, económica y ocial, se permitió la
entrada y el asentamiento de los Visigodos en el imperio Romano, estos se
independizaron y formaron el reino de Toledo. Durante las obras de construcción
de la venta de D. Quijote, en el antiguo palacio de D. Juan Manuel, se descubre un
horno de parrilla romano con restos de cerámica del siglo II, y en las zonas de
Manosola y la Moraleja se encuentran los restos de dos Villas Romanas.
Los visigodos solían establecerse en las antiguas poblaciones romanas. La
economía de Belmonte, durante esta época al igual que en la época romana, fue
agrícola y ganadera, necesitada de agua, donde se practicaba el sistema de secano o
se recurría a los molinos y afines, sistema que fue heredado de los romanos. En la
vida rural predominaban los latifundios, cuyos dueños eran grandes señores, que
contaban con cierta autonomía, en los más importantes se construyeron las
llamadas iglesias “Propias”, en las que el propio señor sin autorización episcopal
nombraba al clérigo de la misma. De esta época data el primer templo construido
en Belmonte, cuyos restos aparecen debajo de la iglesia actual, lo que hace suponer
que era el centro de un gran latifundio y residencia habitual de un gran Señor
visigodo. También de la misma es la necrópolis de la senda alta o de las vacas, a 3
km. de la población.
Los musulmanes que invadieron esta tierra a partir del 711, se adaptaron a la
división administrativa existente de la península, en un principio se dedicaron al
bandolerismo y el saqueo, hasta que los Emires pudieron reprimir y poner orden.
Calmados, se fueron estableciéndose casi siempre en poblaciones abandonadas,
aunque también fundaron otras, prevaleciendo la vinculación de tribu a la hora de
asentarse. Representó una alteración del orden antiguo, con traslado de población
a los nuevos núcleos con perjuicio de los primitivos. En esta época junto a las
calamidades producidas por las sequías que siguieron al siglo VIII y siguiente, el
bandolerismo, las continuas guerras entre los propios Musulmanes y las incursiones
cristianas, muchas poblaciones se quedaron deshabitadas, y otras se perdieron
totalmente; durante la reconquista, los castellanos se encontraron gran número de
ruinas anónimas.
Tras la conquista definitiva de Alarcón, en 1184, según Ximénez de Rada,
Belmonte pasa a depender de la jurisdicción de la villa de Alarcón y a tener una
doble dependencia de la Orden de Santiago y del Obispado de Cuenca. Los
cimientos de un templo de la época y un altar del siglo XIII, están enterrados
debajo de la Ex- Colegiata actual.
Las primeras noticias escritas que se tienen de Belmonte: “En el año 1200
Doña Elvira Alfonso y su marido D. Nuño González, dan a la Orden de Santiago
todo lo que poseen; en agradecimiento, el maestre de Santiago D. Gonzalo Ruiz y
el Cabildo de Uclés le dan dos yugadas de Bueyes en Belmonte”.
Belmonte fue donado por la reina María de Molina, esposa de Sancho IV
de Castilla a D. Juan Manuel, junto con todo el alfoz de Alarcón como
compensación de la pérdida de Elche y otras poblaciones suyas en la provincia de
Alicante, que le fueron arrebatadas por el Rey Jaime II de Aragón. La concesión
tuvo lugar en el año 1297, tomando posesión D. Juan Manuel en el año 1305. En
1323 mandó construir una cerca defensiva, y en 1324 reedificó sobre una
construcción anterior un castillo en el cerro de S. Antonio Abad, que a finales del
siglo XV se convirtió en monasterio de clausura y hoy en día, totalmente
restaurado, en Hotel-Spa.
En 1361, Belmonte se independiza de Alarcón, constituyéndose en estado
independiente, junto con sus aldeas de Osa, Monreal e Hinojosos del Marquesado,
Incorporándola el Rey Pedro I de castilla a la Corona, lo que confirmó el Rey
Enrique II en el año 1367. En 1429 se añadieron al Señorío de Belmonte:
Tresjuncos, Hontanaya, Villarejo y Fuentes, y los despoblados del Robledillo y
Martín Ovieco, en 1445 Las Pedroñeras, Las Mesas, y El Pedernoso, y en 1554
Villarrobledo.
Enrique III, dona la villa con sus Aldeas, castillo, términos, montes, y
prados, dado en Tordesillas el 16 de Mayo de 1398 a Don Juan Fernández
Pacheco, oriundo de Santarén (Portugal).
Según un documento fechado el 12 de octubre de 1456, Don Juan Pacheco,
III señor de Belmonte y su tierra, primer marqués de Villena, ordenó construir una
nueva fortaleza o castillo en lo alto del cerro de San Cristóbal y una muralla de cal
y canto que rodease la villa hasta el castillo, cuya tercera parte sería costeada por el
marqués y el resto por sus vasallos, los vecinos de Belmonte y sus aldeas. En 1467
la villa de Belmonte pasa a pertenecer al heredero del marquesado de Villena Don
Diego López Pacheco, hijo de Don Juan Pacheco, constituyéndose en el IV Señor
de Belmonte y segundo Marqués de Villena, quien, al igual que su padre, tomó
partido por la Beltraneja, a la que pretendían legitimar como Reina de Castilla
enfrentándose contra los Reyes Católicos quienes, tras la batalla de Toro librada en
1476, y la firma de su rendición en 1480, le obligaron a jurarles fidelidad,
arrebatándole la mayoría de sus posesiones, conservando en la provincia de Cuenca
los señoríos de Alarcón, Garcimuñoz y Belmonte con las aldeas de Tresjuncos,
Monreal, Osa, Hontanaya e Hinojosos del Marquesado ( el señorío de Belmonte
permaneció hasta el año 1812).
Durante la guerra de sucesión de 1713, Belmonte se constituyó en un punto
importante, por su situación geográfica cercana a Valencia; sobre todo para la
detención de los correos del bando de los partidarios del pretendiente a la corona
de España de la casa de Austria. En 1742 Eugenio Larruga en sus Memorias
Políticas y Económicas sobre los Frutos de España, comentaba: “Belmonte villa de
señorío con título de Marquesado, partido de Cuenca, á distancia de cerca de once
leguas de esta ciudad. Está situada a la falda de un cerro, con buen clima y campiña.
Tiene frayles Dominicos y Franciscanos. Se puede gloriar esta villa de ser patria del
célebre maestro Fray Luis de León. Se gobierna por Alcalde Mayor. En el término
de Belmonte se halla una mina de espejuelo. Produce: Vino, Aceyte, ganado lanar,
cabrío, vacuno, mular y caballar. En la villa de Belmonte se celebran feria y mercado
a la que concurren diferentes personas con especierías, lienzos, lamparillas, y
sempiternas, quinquilleros, albarqueros, cerrajerías, cabestrerías, correoneros, y
zapaterías; mulas, y algún platero, con quatro dixes, y algunas cucharas, tenedores, y
caxas. Se fabrica corta porción de albornoz y berbina, para el surtido de sus
familias. Se texe lienzo, que llaman cáñamo, y le consumen sus vecinos”.
A principios del siglo XIX, durante la invasión francesa, Belmonte tuvo gran
relevancia por utilizarse el castillo como cárcel francesa, éste fue heredado por
Eugenia de Montijo, Emperatriz de Francia, esposa de Napoleón III, que realizó
una profunda restauración.
En la llamada Guerra la Independencia contra el invasor Francés, en la
comarca de Belmonte actuó uno de los grandes guerrilleros Manchegos, el
“Francisquete”, llegando a infringir grandes pérdidas al ejercito de Napoleón.
Perseguido por un destacamento francés, a las órdenes del general D´Armagnac,
jefe de la columna que había llegado desde Tarancón, y tras una larga lucha por las
calles de la población, es apresado en un edificio próximo a la plaza del Pilar de
Belmonte el 13 de Noviembre de 1811. El día 14 de noviembre de 1812 los
componentes apresados de su partida, fueron fusilados por los franceses en la
muralla de la Troneda, detrás del Convento de las Monjas Dominicas. Aún existe
una cruz de piedra en el cementerio municipal como recuerdo y homenaje de estos
hechos.
En 1814, con motivo de la última constitución promulgada, las Cortes,
siguiendo las pautas de la Constitución de Cádiz, es nombrado cabeza de partido
Judicial. Partido que fue suprimido en 1966 con motivo de la reorganización de la
provincia de Cuenca.
Desde 1833 a 1876, se vio implicado en los diferentes conflictos de las tres
Guerras Carlistas.
27 de julio de 1936, Belmonte es ocupado por una fuerza de milicianos
anarquistas, procedentes del barrio de Vallecas de Madrid, proclamando
oficialmente el Comunismo en el municipio. Colocaron sus banderas en el
Ayuntamiento, en la torre de la Colegiata y en el castillo.
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