Reseñas - Universidad de Lima

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Reseñas
Persona Nº 6, 2003
Kazdin, Alan E. (2001)
Métodos de investigación en psicología clínica. 3. ed.
México D.F.: Pearson Educación de México. 524 pp.
Alan Kazdin, profesor de la Universidad de Yale, con numerosas publicaciones en
el área de la metodología y el diseño de investigación, nos presenta este libro que
sintetiza con coherencia diferentes aproximaciones metodológicas que real o artificialmente, con sustento o sin ellas, han estado “enfrentadas” en el interior de las
ciencias de la conducta y, específicamente, de la psicología clínica.
Con la popularidad del conductismo radical de los años posteriores a la mitad
del siglo pasado, se “enfrentaron” dos modelos de investigación y de construcción
científica: el tradicional, formal o hipotético deductivo y el modelo intrasujeto. El
modelo hipotético deductivo tiene como principal objetivo poner a prueba una hipótesis, para lo cual el investigador organiza un experimento que le permite lograr
datos, de por lo menos dos grupos de sujetos, los cuales compara con una prueba
estadística que determina si entre ambos grupos de datos existen o no diferencias
significativas. El modelo intrasujeto, informal, no estadístico, muy ligado al análisis experimental de la conducta y al análisis conductual aplicado; muy ligado al
estilo inductivista de construcción del conocimiento, cuyo objetivo principal es
observar los cambios que un evento manipulado produce en el comportamiento
directo o abierto. Este modelo insiste en dos aspectos; en primer lugar, en el valor
de los datos directos con los cuales el comportamiento es observado, razón por la
cual da prioridad a las comparaciones de los datos en términos de las frecuencias,
generalmente, o de la latencia, la velocidad o la magnitud de la respuesta, paralelamente le resta importancia al valor de la estadística inferencial en la determinación del valor de una prueba hipotética. En segundo término, discute sobre el valor
que tienen las hipótesis para la investigación psicológica y para la construcción
teórica en el momento “actual” de desarrollo de la ciencia psicológica. Antes de la
publicación de este libro, nos hubiéramos atrevido a ubicar a Kazdin como uno de
los teóricos del modelo filosófico, epistemológico y metodológico; después de este texto, catalogarlo de este modo resultaría injusto.
Actualmente presenciamos otro “enfrentamiento”, una metodología cualitativa
que surge o resurge renovada y con mucha fuerza para discutir, criticar y proponer alternativas frente a las limitaciones que presenta la metodología cuantitativa,
cuando de estudiar hechos sociales y humanos se trata.
Esta “nueva” metodología no rechaza lo cuantitativo, propone que ella no alcanza para estudiar hechos de la sociedad y de la cultura humanas, tampoco para estudiar un enorme conjunto de variables absolutamente individuales. Por una parte,
la metodología cuantitativa da prioridad a la objetividad de los datos logrados, al
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análisis estadístico o directo de datos positivos, a la capacidad de generalizar las
interpretaciones y de construir teorías generales. De otro lado, los expertos en
metodología cualitativos enfatizan el valor de la subjetividad, del análisis cualitativo de los datos y los significados del hecho observado, del valor de la comprensión más que de la explicación y de las limitaciones que las ciencias sociales en
general poseen, para construir teorías que tengan capacidad explicativa independientemente de la cultura.
Kazdin presenta, en este texto, algunas ideas novedosas. En primer lugar, la tesis
de que el uso de una aproximación metodológica o de un diseño particular no puede manejarse dogmáticamente con un afronte filosófico y epistemológico cerrado,
que define a un objeto y un tipo de afrontamiento de la realidad, lo que determina
un conjunto de decisiones que se toman en el proceso de la investigación, capaces
de ser planificadas sobre la base de ciertas normas. Por el contrario, cada tipo de
problema exige una metodología y un diseño específico y particular, una sola
“metodología” no alcanza para estudiar y enfrentar todos los hechos que involucran a la sociedad y el hombre.
Existe, por tanto, una actitud más abierta, menos dogmática y cerrada, una nueva
actitud científica que no se ajusta a una sola visión del mundo. Así, podemos considerar que la discusión presentada para “optar” entre una u otra perspectiva metodológica, sobre la base de una justificación filosófica y epistemológica que se convirtió en el pasado casi en un problema de tipo ideológico, ya no tiene mayor sentido. En segundo lugar, plantea la existencia de cierta continuidad entre las diferentes metodologías y diseños, continuidad que está en dependencia con el tipo de
problema que se desea investigar, con los objetivos que se quieren alcanzar, el tipo
de datos que se tiene acerca del fenómeno, y con la forma en que se desea realizar la interpretación de éstos. Desde estas perspectivas, clasifica los diseños en diseños de grupo y cualitativos. Los diseños de grupo incluyen a los que trabajan
con un solo sujeto, y aun a aquellos de tipo observacional, dentro de lo que en general se puede denominar metodologías cuantitativas; los diseños de este tipo tienen en común el tratamiento de datos positivos y la búsqueda de la objetividad, el
valor del dato cuantitativo a partir de lo cual se infieren cambios en los procesos,
estados internos o de eventos que, en general, se estudian. Los diseños cualitativos representan otra perspectiva y visión de los hechos estudiados, de las prácticas investigativas y de lo que se desea alcanzar a través de ellas; Kazdin es muy
cuidadoso cuando presenta este modelo metodológico, al que caracteriza con precisión, analiza sus ventajas y limitaciones, lo compara con los modelos cuantitativos y nos presenta sus diferentes perspectivas de investigación.
El texto referido se estructura sobre cinco grandes temas que actúan como ejes:
el primero está referido a los problemas de la validez (interna y externa), tema fundamentalmente concentrado en la lógica de la investigación experimental, a los
que dedica los dos primeros capítulos que sirven de base para el desarrollo del se-
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gundo tema, consistente en el diseño de investigaciones. En los capítulos que van
del 3 al 9 se revisan, con amplitud y precisión, las relaciones existentes entre el tipo de problema que se aborda y el diseño de investigación; se refiere a los diferentes diseños de investigación experimental, tanto a los que se fundamentan en la estadística, como a aquellos que trabajan en la lógica de los diseños con sujetos únicos (N=1). Igualmente, presenta a los diferentes diseños que en general se denominan diseños observacionales; termina con un capítulo dedicado a la investigación de campo o cualitativa, que refleja una visión holística y fundada en las percepciones de los investigadores y de quienes perciben el fenómeno materia del estudio. Un tercer tema está constituido por los métodos de evaluación y los problemas que en ella se encuentran y las fuentes de sesgo y error más importantes dentro de la investigación. El cuarto eje, presentado en dos capítulos (14 y 15), en los
que trata sobre algunos aspectos problemáticos de la significación de los datos y
la prueba de las hipótesis. Por último, en una quinta parte podemos encontrar temas también relacionados, que guían la investigación: en el capítulo 16 las normas éticas que rigen la investigación psicológica, y especialmente aquella de carácter clínico; el capítulo 17 presenta una guía para elaborar el reporte final y, por
último, el capítulo 18 trata de replantear, a manera de comentarios finales, algunos de los temas para la discusión en el campo de la metodología y de sus perspectivas en cuanto contribución a la psicología clínica.
Si bien desde el título mismo se sugiere un aporte metodológico a la psicología
clínica, el texto puede servir para cualquier estudioso de las ciencias sociales y humanas en general, para psicólogos, psiquiatras, antropólogos, sociólogos, etc.
Aun cuando de nuestro comentario se puede desprender solamente una visión
positiva del texto que reseñamos, consideramos que siendo el objetivo fundamental del libro presentar diferentes prácticas y opciones metodológicas, los capítulos
2 y 3 solamente apuntan a un tipo de investigación, por lo que pueden quedar un
poco aislados del contexto global y de los propósitos mencionados por el propio
autor para su libro; temas que, por lo demás, no resultan aportes sustantivos para
la investigación clínica, y que aparecen en otros textos referidos a investigación
experimental y psicométrica.
Edwin Salas Blas
Reeve, J. (2003)
Motivación y emoción
México D.F.: Mac Graw-Hill. 623 pp.
La investigación psicológica actual sobre la motivación se ocupa de averiguar
“por qué hacemos lo que hacemos y queremos lo que hacemos”, es decir, acerca
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de las condiciones internas y externas que inician y dirigen el comportamiento de
la gente.
A esta interrogante se han dado diversas respuestas mucho antes de la irrupción
de la psicología como disciplina científica por filósofos, antropólogos, teólogos,
etc., mediante teorías complicadas sobre los motivos que preceden la conducta del
hombre. Así, por ejemplo, el autor del libro, en su breve pero sustanciosa referencia histórica, nos recuerda que fue la voluntad el primer motivo esgrimido para
explicar el comportamiento motivacional desde la antigua Grecia hasta el Renacimiento. Posteriormente, los estudios para explicar la motivación mudaron de la
filosofía a la fisiología y la psicología, a finales del siglo XIX.
El nuevo campo de la psicología eligió el concepto mecanicista de instinto, que
se transmitía genéticamente. Después de algunas décadas de popularidad, fue desplazado por el concepto de pulsión biológica, cuyas necesidades intensificadas daban origen a la pulsión psicológica, que a su vez activaba el comportamiento dirigido hacia una meta para reducir la tensión hacia el estado de saciedad, hasta el
surgimiento de una nueva necesidad, y así el ciclo de la motivación se reiniciaba
indefinidamente. Al final, la teoría de las pulsiones, como la anterior de los instintos, fue demasiado estrecha en su visión para ofrecer una mejor explicación de
la conducta humana motivada.
Con el tiempo las investigaciones se desplazaron de las grandes teorías (ya que
ninguna era lo suficientemente general como para abarcar todas las fuentes de la
motivación humana, incluyendo las genéticas, fisiológicas, biológicas, cognitivas,
emocionales, sociales y culturales) al terreno de los principios motivacionales
–incentivos, acercamiento-evitación, expectativas, intereses, atribuciones, discrepancia, etc.– hasta contarse con un valioso puñado de ellos, para la explicación
del proceso motivacional desde los puntos de vista teórico y práctico.
Estas nuevas orientaciones le merecieron al autor del libro el siguiente juicio:
“Nunca en sus 100 años de estudio formal la materia ha sido más prometedora de
lo que es en la actualidad”. Añadiendo que a dicha situación contribuyeron tres
tendencias fundamentales. La primera, que el estudio de la motivación rechazó
una visión pasiva de la naturaleza humana y adoptó una más activa de los seres
humanos. La segunda, que la motivación se volvió decididamente cognitiva y,
hasta cierto grado, humanista en su materia de estudio. La tercera, que la investigación se volcó a problemas aplicados, socialmente relevantes.
El abandono de las grandes teorías en el campo tradicional de la motivación permitió que surgiera un grupo ecléctico de investigadores que profesaban tres cosas
en común: 1) preguntas centrales (¿qué causa el comportamiento energético y dirigido?), 2) constructos centrales exploratorios (necesidades, cogniciones, emociones y eventos externos para dar una respuesta) y 3) una visión compartida de su
objeto de estudio.
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En ese contexto, la obra que nos ocupa se desarrolla sobre la base de una explicación pormenorizada de las fuentes fundamentales de los motivos humanos como
necesidades, cogniciones, emociones, estímulos ambientales y contextos sociales,
enmarcadas en diversas conceptualizaciones, que orientan sus investigaciones en
el campo de la motivación y emoción, como las teorías de la motivación de logro,
atribución, disonancia cognitiva, evaluación cognitiva, impulsos, emociones diferenciales, excitación, motivación de efectividad, desarrollo del ego; expectativa y
valor, establecimiento de metas, desamparo aprendido, afecto positivo, hipótesis
de retroalimentación facial, psicodinámica, reactancia, autorrealización, autodeterminación, autoeficacia percibida, búsqueda de sensación, de estrés y capacidad
para enfrentarlo y manejarlo. Enfoques, cada uno de ellos, que abonan desde su
propia perspectiva hacia una amplia comprensión de los componentes fundamentales de la motivación y de su componente dinámico: la emoción.
La conjunción, en la obra, de todo lo anterior, estructura un panorama actualizado del estudio de la motivación, lo que constituye uno de los atractivos para los
interesados en el tema. Asimismo, la relación de lecturas recomendadas permiten
familiarizar al lector con la perspectiva y la visión del autor acerca de este campo
de estudio y profundizar en aquellos tópicos que el libro aborda de manera general. La inclusión de recuadros al final de cada capítulo nos abre la posibilidad de
entrever la aplicación práctica en nuestras vidas de los principios motivacionales
que se describen en cada uno de ellos. Por ejemplo, cómo reducir la ansiedad en
situaciones de logro en el capítulo seis. Todos ellos escritos de una manera sencilla y amena a partir de un conocimiento exhaustivo de los principios implícitos en
cada presentación.
En la introducción del libro el autor confiesa su esperanza de que una vez finalizada su lectura el lector se sienta a gusto con su estudio en dos niveles. Primero,
en el aspecto teórico: por las respuestas suministradas acerca de “por qué hacemos
lo que hacemos” y “queremos lo que queremos”. Segundo, en el sentido práctico:
que la comprensión de la motivación y la emoción proporcione los medios para
desarrollar la motivación tanto en uno mismo como en los demás.
En tal sentido, consideramos que se trata de una obra muy bien lograda, por los
conocimientos exhaustivos del campo al que se aplica y por los aditamentos al
texto que hace más sugestiva su lectura.
El título, Motivación y emoción, parece resumir perfectamente el pensamiento
del autor expuesto en uno de sus apartes: “Las emociones funcionan como un sistema de lectura de los estados motivacionales de una persona”.
Enrique Bryce
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Santacreu, J.; Hernández, J.; Adarraga, P. & Márquez, M. (2002)
La personalidad en el marco de una teoría del comportamiento
humano
Madrid: Pirámide. 173 pp.
A pesar de que a la psicología conductual se le atribuye el hecho de no prestar
atención a los elementos internos de la persona, los autores plantean que ese aparente abandono no ha sido total. Ellos discuten los modelos de la personalidad,
tanto el del rasgo como el conductual, en un intento de integrarlos, para así desarrollar una teoría conductual de la personalidad. Para esto incorporan la propuesta de Staats acerca de la necesidad de “conductualizar” la psicología y “psicologizar” el conductismo.
En primer lugar, se presenta el modelo del comportamiento humano, prestándole mayor importancia al comportamiento verbal, debido a que en la psicología de
la conducta se han estudiado con más interés las relaciones de las respuestas motoras con las psicofisiológicas. Resalta, en el modelo que ellos proponen, analizar
tanto el componente motor y verbal y su papel en la interacción de la persona y su
contexto. Asimismo, analizan la integración de los diversos procesos de aprendizaje entendidos como los mecanismos involucrados en el origen, mantenimiento
y cambio del comportamiento.
Las aproximaciones cognitivas del aprendizaje se han focalizado en entender
qué es lo que realmente se aprende y, en la mayoría de los casos, tratando de obtener la respuesta mediante preguntas al agente (persona) formuladas verbalmente.
En ese sentido se sugiere que las tendencias de comportamiento generadas por el
propio agente (persona) tienen el máximo valor cuando son ejecutadas. Esto quiere decir que los aprendizajes por observación e instrucción serán incorporados especialmente si se pueden constatar por el sujeto en el contexto adecuado.
Se plantean los problemas de salud como dificultades de adaptación del sujeto a
su contexto. Dichas dificultades vienen determinadas tanto por las características
del propio sujeto (competencias, personalidad o motivación), como por las características del contexto en el que vive. Se enfatiza la importancia de la historia y la
forma en que la persona organiza sus experiencias, en el origen de los problemas
psicológicos. Esto quiere decir que existen contextos a los que es difícil adaptarse y que por esa razón pueden provocar casos de enfermedad psicológica; como
se sabe, pueden darse también casos de inadaptación personal aun en contextos
facilitadores.
Con estos antecedentes los autores presentan lo que llaman un proyecto de investigación básico, que contempla un modelo de sujeto humano con personalidad
(la O del modelo E-O-R), su desarrollo y su participación en un momento determinado de su historia. Este enfoque se centra en la observación de la regularidad
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del comportamiento, que permitirá identificar los patrones comportamentales. La
persona aporta a la interacción una serie de factores disposicionales: competencia,
motivación y los estilos interactivos que posibilitan y facilitan que se produzca la
interacción con las situaciones a las cuales ha de enfrentarse.
El estudio conductual de la personalidad adopta los supuestos de consistencia y
estabilidad del comportamiento no en términos grupales, sino en términos individuales. Así, se asume la consistencia transituacional y la estabilidad temporal del
comportamiento. La consistencia, a su vez, es entendida en términos de eficacia
comportamental, y no como la mera repetición de comportamientos, sino porque
buscan la funcionalidad de éstos; es decir, pretenden resolver con eficacia las situaciones morfológicamente distintas pero funcionalmente idénticas a las que se
han de enfrentar.
El modo de funcionamiento humano se describe como los mecanismos de aprendizaje y su forma de integración, la conducta de los sujetos como salida de un sistema (lo que el sujeto hace y lo que dice) y, por último, cómo se va integrando su
experiencia con su historia como modos consistentes de actuación. Los autores
también reflexionan acerca de los determinantes biológicos y la historia de aprendizaje en el comportamiento actual de la persona. Los denominan factores disposicionales que intervienen en la interacción pero no la determinan funcionalmente. Ellos pueden delimitar el contacto con el medio; en otros casos lo posibilitan,
y en otros, lo facilitan con mayor o menor probabilidad.
Los autores presentan la alternativa metodológica para estudiar los patrones de
comportamiento consistentes y estables en las personas mediante la utilización de
la simulación como herramienta básica.
Así, arriban a la propuesta de un modelo y una arquitectura informática del SCH
(Simulador de Comportamiento Humano). El objetivo es construir un simulador
que haga posible la predicción del comportamiento de los seres humanos en diversas situaciones.
Esta es una obra de interés que propone una visión moderna de la psicología y
cuya lectura ofrece múltiples ideas sugerentes para profesionales y estudiantes de
las ciencias del comportamiento.
Cecilia Chau Pérez-Araníbar
Bados López, A. (2000)
Agorafobia y ataques de pánico
Madrid, Pirámide. 364 pp.
La agorafobia es un conjunto de temores a los lugares públicos, en especial cuando la persona se encuentra sola ante situaciones como salir a la calle, utilizar el
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transporte público o asistir a lugares concurridos: cines, restaurantes, estadios,
iglesia, etc., lo cual interfiere gravemente en el desenvolvimiento cotidiano del individuo. A este miedo pueden sumarse otros temores relacionados con variables
externas, como situaciones en las que la persona tenga que entrar en un ascensor,
cruzar puentes o atravesar túneles; asimismo, otros temores que corresponden a
aspectos internos: preocupación excesiva por las respuestas somáticas (palpitaciones, temblores, ahogos o mareos), miedo intenso a los ataques de pánico, temor a perder el control o a volverse loco, e incluso temores relacionados con cada
interacción social.
Los ataques de pánico pueden surgir súbitamente en cualquier situación agorafóbica (centro comercial, estancias vacacionales, campo de fútbol, etc.), cuando el
individuo se encuentra en un estado de activación y ante un stress específico (enojo, preocupación, enfermedad, etc.). Una vez experimentado el primer evento agorafóbico, la tendencia será evitar dicha situación, para posteriormente generalizar
esta evitación a otras situaciones. Esto se convierte en la causa principal de la
incapacidad de los pacientes, mientras que en ocasiones, por la gravedad de sus
temores, quedan confinados en sus hogares a una vida social limitada, pudiendo
originarse otros problemas, como ansiedad generalizada, depresión, fobias específicas, abuso de alcohol, fármacos, drogas, etc.
Este trastorno representa entre el 50% y 60% de toda la población fóbica vista
en la práctica clínica. Por eso, en la actualidad, se ha constituido en uno de los
principales campos de investigación de la terapia cognitivo-conductual, dentro del
área de los trastornos por ansiedad, dado el carácter crónico del trastorno, así como por la afección que produce en el desenvolvimiento del individuo.
El presente libro es una nueva presentación de Bados López, quien desde la Universidad de Barcelona viene aportando por más de una década trabajos relacionados con el trastorno agorafóbico. Cinco años antes de publicar el libro, entregó dos
textos titulados Agorafobia I: naturaleza, etiología y evaluación y Agorafobia II:
tratamientos psicológicos y farmacológicos (Barcelona, Editorial Paidós, 1995),
los cuales proporcionaban algunas pautas prácticas de actuación, pero donde, sin
embargo, predominaba la orientación teórica. En este sentido Agorafobia y ataques de pánico es un libro que pretende complementar sus antecesores, ya que
ofrece un programa didáctico y detallado de la evaluación y tratamiento de la agorafobia y los ataques de pánico, basándose para esto en los criterios diagnósticos
del DSM-IV y el CIE-10.
En el capítulo I, “Naturaleza y explicación de la agorafobia”, se ofrece como
punto de partida los lineamientos teóricos que permiten entender la naturaleza de
este trastorno de conducta, observándose varios componentes en juego, como son
la evitación de situaciones temidas, el temor de éstas, el miedo al miedo y los ataques de pánico o síntomas similares a los del pánico.
La edad promedio de comienzo de la agorafobia es 28 años, sin embargo, el
rango de amplitud del cuadro va desde los 5 a los 58 años de edad. La agorafobia
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suele empezar antes de los 16 años en el 10% de la población y después de los 40
en un 15%. Los ataques de pánico y el trastorno de pánico con o sin agorafobia en
particular se dan en niños usualmente relacionados con cuadros de ansiedad de
separación o fobia escolar, aunque, al parecer, es menos común: la frecuencia es
mucho mayor en la adolescencia.
En la actualidad, la prevalencia de la agorafobia alcanza valores aproximados
del 2% al 5% al menos en las culturas occidentales, y varía en función del sexo.
La prevalencia de la agorafobia es menor en adolescentes que en adultos (una
cuarta parte). Según estudios norteamericanos, se presenta en todas las clases sociales; no obstante, es más frecuente en los grupos socioeconómicos más bajos. En
estos mismos estudios se menciona que la probabilidad de ocurrencia es el doble
cuando se tiene un nivel de instrucción bajo. Por otro lado, se observa que tiene
un mayor nivel de incidencia en personas que viven en zonas urbanas que aquellas que viven en rurales. El estado civil parece ser también una variable influyente, ya que se observa que las personas viudas, divorciadas o separadas son más
propensas a desarrollar agorafobia que las casadas.
La frecuencia según sexo en las investigaciones fluctúa entre 63% al 100%, tendiéndose a observar mayor agorafobia en las mujeres que en los varones. Las causas a las cuales se atribuye dichos hallazgos están relacionadas, al parecer, con
factores ligados al mismo género (mayor nivel de rasgos de ansiedad y mayor disposición a admitir miedos por parte de las mujeres o a los estereotipos de roles sexuales), así como factores endógenos (problemas hormonales, prolapso de la válvula mitral o una predisposición biológica). Sin embargo, es importante tomar en
cuenta que esta diferencia entre sexos puede sólo ser más aparente que real, ya que
en el caso de los varones la agorafobia puede ser enmascarada con facilidad con
el abuso del alcohol, con el objeto de aliviar la ansiedad y tolerar así situaciones
que son tomadas por el individuo como difíciles de manejar o temidas.
En cuanto al origen de la agorafobia, éste se ha asociado a experiencias traumáticas vivenciadas directamente por el individuo fuera de casa, así como a distorsiones cognitivas que él mismo ha ido generando en sus diferentes etapas de desarrollo, por ejemplo, un estilo atribucional erróneo, en el que prima un locus de
control externo que predispone al individuo a los ataques de ansiedad/pánico en
períodos de estrés. Los eventos estresantes, las características personales y las experiencias en etapas tempranas, relacionadas principalmente con la falta de cariño
y sobreprotección, separación, etc., pueden condicionar el desarrollo de la agorafobia. De igual modo, en el plano fisiológico se observa como posibles causales
para la agorafobia, la hiperventilación, problemas hormonales, cardiacos, etc.,
aunque en ocasiones pueden no tener un papel etiológico sino más bien ser una
consecuencia.
“Guión de sesiones de evaluación de la agorafobia” es el capítulo II, en el cual
se proporciona una pauta para las sesiones de evaluación de este trastorno de con-
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Reseñas
ducta, elaborada por el autor, la cual está programada –por cuestiones didácticas–
en cinco sesiones para la evaluación pretratamiento. Las primeras sesiones están
orientadas a establecer contacto con el paciente, y su importancia radica en la entrevista clínica y en la entrega de cuestionarios, que son desarrollados por éste
fuera de consulta, la mayor parte de estos instrumentos son de origen estadounidense. En la primera sesión se evalúan psicométricamente los aspectos relacionados de manera directa con la agorafobia; en la segunda, aquellos que se asocian a
ésta, como depresión, ansiedad, insatisfacción marital, etc. En la tercera se elabora un cuestionario de conductas-objetivo y el entrenamiento para completar registros conductuales, mientras que en la cuarta se trabaja con un cuestionario denominado “Test individualizado de aproximación conductual” y un cuestionario
de actividades. La última sesión de evaluación previa al tratamiento está directamente trabajada con la persona significativa para el paciente, quien es el que proporciona y corrobora la información ofrecida y extraída de éste. El tiempo de las
sesiones varía según el paciente y la forma de trabajo de cada psicólogo.
En el capítulo III se proporciona una guía para las sesiones de tratamiento de la
agorafobia elaborada por el autor, la cual está dividida en 16 sesiones para el tratamiento mismo y una sesión más como parte del programa de mantenimiento. El
número de sesiones modelo es referencial, ya que depende del discernimiento del
terapeuta para su puesta en práctica. Los componentes del tratamiento abarcan estrategias de afrontamiento al problema (entrenamiento en respiración controlada,
técnicas de inervación vagal, relajación aplicada, control de pensamientos negativos mediante autoinstrucciones y reestructuración cognitiva) por una parte, y exposición en vivo a las situaciones temidas y a las situaciones temidas por otro. Si
bien en este capítulo se presentan múltiples técnicas, dependerá de la adecuación
que crea el profesional para su uso.
En la segunda parte del libro podemos apreciar varios apéndices relacionados
con la evaluación y el tratamiento de la agorafobia.
El apéndice 1, “Instrumentos de evaluación”, contiene 84 páginas dedicadas íntegramente a métodos objetivos que van desde la entrevista estructurada hasta
escalas psicométricas, que tratan de explorar la interpretación del medio y la autopercepción del paciente agorafóbico. Los instrumentos son en su mayoría de origen estadounidensecano y han sido utilizados en trabajos de investigación publicados en revistas como Behavior Research and Therapy, Journal of Consulting
and Clinical Psychology y Behavior Therapy. Sólo dos son de origen español: la
escala de interferencia, que es una escala que trata de indagar el grado de afección
de la agorafobia sobre las actividades cotidianas; y el cuestionario de conductasobjetivo, que trata de abordar metas para generar expectativas positivas en el paciente.
Los ítemes de los instrumentos de evaluación son, en su mayoría, de redacción
simple, elaborados con frases cortas y un número de subítemes adecuado, los que
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se podrían clasificar fácilmente en instrumentos de evaluación para respuestas autonómicas, emocionales, cognitivas y sociales. Las respuestas se dan, en la mayor
parte de casos, a través de una escala Likert, que puede ser dicotómica o de valores que van del 0 al 8.
En esta relación también podemos observar tres inventarios, elaborados por D.
Chambless: inventario de movilidad (que evalúa la conducta de evitación cuando
se está acompañado y cuando se está solo, y la frecuencia de los ataques de pánico); cuestionario de sensaciones corporales (mide el grado de miedo que el paciente agorafóbico presenta a las diversas respuestas corporales asociadas con la
ansiedad) y el cuestionario de cogniciones (evalúa la distorsión cognitiva acerca
de los resultados de la ansiedad), estos tres instrumentos pueden ser de gran ayuda
a la hora de la elaboración de un análisis funcional para la comprensión de la conducta problema. Este apéndice culmina con una entrevista estructurada dirigida a
una persona significativa y cercana del paciente, quien se convierte en un miembro importante para el inicio del tratamiento del problema.
“Práctica programada para la agorafobia: manual del paciente” y “Práctica programada para la agorafobia: manual del compañero” conforman los apéndices 2 y
3. Ambos han sido traducidos y adaptados al español por Bados López, del libro
de A.M. Mathews, M.G. Gelder & D.W. Johnston, titulado Agoraphobia: nature
and treatment, publicado en 1981 en Nueva York por Guilford Press. En el primer
manual se ofrece una guía programada para el tratamiento de la agorafobia, en la
que el paciente agorafóbico a través de instrucciones de autoayuda y bajo la supervisión del profesional puede ir manejando sus cogniciones, aquellas que de un modo u otro refuerzan y mantienen la respuesta agorafóbica. En el segundo se aprecia un programa de estructura similar al anterior, pero en este caso dirigido al familiar o amigo (compañero) que asume el rol de apoyo en el tratamiento del paciente, considerándose importante trabajar la forma de actuar del compañero en el
momento del comportamiento agorafóbico, ante situaciones sociales cotidianas y
los mensajes pertinentes que es conveniente emitir por parte del compañero ante
situaciones o eventos que provoquen la agorafobia en el paciente.
El apéndice IV, “Entrenamiento en relajación aplicada: manual para el paciente”, está referido específicamente a una de las técnicas más comunes para el control de las reacciones somáticas, propuesta por Edmund Jacobson y Joseph Wolpe.
Mientras que en el último apéndice se proporcionan otros materiales y técnicas
que son útiles en el tratamiento de la agorafobia, como son la técnica de respiración controlada, técnicas de intervención vagal, técnicas de afrontamiento al problema y la exposición imaginaria.
Un aspecto que se menciona al inicio del primer capítulo, pero no se desarrolla
dentro del libro, es el relacionado con la agorafobia en la niñez, ya que la mayor
parte de la información se centra en la adultez. Como se sabe dicho trastorno
puede aparecer desde los cinco años, hacia la segunda infancia, con lo cual el libro
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Reseñas
responde a muy pocas interrogantes relacionadas con la agorafobia, con relación
a métodos de evaluación y tratamiento, en dichos casos. Ahora este asunto cobra
vital importancia, considerando que la aparición de la agorafobia a edades tempranas es un indicador de la gravedad que podría tener el cuadro en la vida adulta si no se recibe un diagnóstico adecuado.
Si bien la proporción de mujeres con agorafobia es de dos tercios con respecto
a los varones, sería recomendable investigar, en nuestro medio, el trastorno agorafóbico en la población masculina y su relación con el consumo de alcohol, el
cual es muy común y, como menciona el autor, puede enmascarar –de un modo u
otro– la ansiedad no manejada por los varones; pudiéndose hacer más evidente
este problema en las mujeres, ya que no cuentan con este aval social para encubrir
sus ansiedades.
De igual modo, se dice en el texto que las personas que han tenido una ruptura
con sus parejas, ya sea por fallecimiento, divorcio o separación, son más proclives a desarrollar agorafobia; sin embargo, no se especifica si la diferencia la hace
la mera compañía de la pareja o el tipo de relación con ésta.
Como ya se dijo, éste es un libro que abarca aspectos teóricos y prácticos; sin
embargo, no se puede negar que es un texto técnico y directivo, que requiere información previa para su manejo, ya que dependerá del discernimiento del profesional hacer uso de lo necesario según las características de su paciente.
Finalmente, el presente libro es un texto obligado para los interesados en la terapia cognitiva conductual, ya que Bados López, junto con Cristina Botella, Enrique
Echeburúa, Paz de Corral, Javier Labrador, entre otros, es uno de los principales
investigadores de este enfoque en habla hispana.
Javier Humberto Vargas Ordinola
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Información para las contribuciones
Persona, revista anual de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lima, publica estudios teóricos y de carácter metodológico, reportes de investigación y revisiones de literatura referidos a la psicología como disciplina y como profesión.
Persona promueve una visión amplia de la disciplina psicológica en la cual los diversos enfoques teóricos y las distintas ramas aplicadas de la psicología puedan
encontrar un espacio de expresión.
Todas las contribuciones deben ser remitidas al editor, David Álvarez, Facultad
de Psicología, Universidad de Lima, Apartado 852, Lima 1, Perú (correo electrónico: dalvarez@correo.ulima.edu.pe).
Los manuscritos deben ajustarse a las normas convencionales adoptadas en el
manual de publicación de la American Psychological Association. La revista somete todas las contribuciones a un sistema de revisión por pares.
Preparación del manuscrito. Los trabajos deben presentarse en un disquete (versión Microsoft Word) acompañado de una versión impresa. Se debe incluir un resumen de 80 a 100 palabras y palabras clave, en español e inglés. En la parte superior debe indicarse el título de la contribución, nombre del autor, la afiliación académica o profesional y, de ser posible, la dirección electrónica.
Esta revista se terminó de imprimir en diciembre del 2003
en el Departamento de Impresiones de la
Universidad de Lima
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