Sala de Filipinas

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PORTADA
Anito. Kankanay. Lepanto (Cordillera de Luzón). Siglo XIX. Esta figura
tiene las manos, dedos y muñecas incisas con diseños del tatuaje utilizado en este grupo. Son muy imprecisas las referencias existentes
sobre su función y sobre lo que contenía el cuenco, pero parece ser
que se utilizaban en determinadas ceremonias relacionadas con las
cosechas y en el recipiente se colocaba el vino de arroz utilizado en
ellas.
CONTRAPORTADA
Molinillos para batir el chocolate. Tagalog. Bataan (Luzón). Siglo XIX.
El chocolate era una bebida muy popular entre las élites filipinas de
finales de siglo XIX.
Filipinas
Museo Nacional de Antropología
MINISTERIO
DE CULTURA
DIRECCIÓN GENERAL
DE BELLAS ARTES
Y BIENES CULTURALES
SUBDIRECCIÓN GENERAL
DE MUSEOS ESTATALES
m
Texto:
Pilar Romero de Tejada y Picatoste
Conservadora de las colecciones de Filipinas y Oceanía
Fotografías:
Miguel Ángel Otero
MINISTERIO DE CULTURA
Edita:
© SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Subdirección General
de Publicaciones, Información y Documentación
NIPO: 551-09-022-1
ISBN: 978-84-8181-402-6
Déposito legal: M. 10229-2009
Imprime: EGRAF, S. A.
http://www.mcu.es
MINISTERIO
DE CULTURA
Ángeles González-Sinde
Ministra de Cultura
María Dolores Carrión Martín
Subsecretaria de Cultura
José Jiménez
Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales
MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA
C/ Alfonso XII, 68. 28014 Madrid
Teléfono: 91 530 64 18 - Fax: 91 467 70 98
e-mail: antropologico@mna.mcu.es
web: mnantropologia.mcu.es
ÍNDICE
Introducción
9
Geografía e historia
13
Economía y transporte
17
Vivienda y ajuar doméstico
27
Indumentaria y adorno
37
Música y actividades lúdicas
47
Creencias
57
Bibliografía
66
INTRODUCCIÓN
Filipinas tiene estrechas conexiones históricas con
España y todavía persisten muchos rasgos culturales
nuestros. Efectivamente, la antigua influencia española
queda manifiesta en numerosas facetas actuales de la
cultura filipina.
Si el espacio geográfico del archipiélago filipino
está compuesto por unas 13 islas grandes e innumerables islotes, hasta alcanzar una cifra superior a 7.000,
consecuentemente también existe en su población una
gran diversidad –física, cultural y lingüística–, que se
debe en una gran parte al variado contexto geográfico
del que procede.
[9]
Su clasificación desde el punto de vista de la antropología cultural se establece según dos criterios principales: el religioso y el ecológico. El primero titula
cristianos, moros y paganos a los diferentes grupos étnicos que la componen. El segundo distingue otros tres
tipos: llaneros, nómadas del mar y monteses.
Actualmente se reconocen en el archipiélago unos
80 grupos lingüísticos, aunque todos forman parte de la
familia lingüística malayo-polinésica, el Tagalog, el Visaya y el grupo Mindanao-Joló proceden de la rama indonésica. Ahora bien, las lenguas oficiales son el filipino
y el inglés.
A pesar de esta diversidad cultural y lingüística se
observan algunas regularidades, como son –entre
otras– el cristianismo y la creencia indígena en espíritus
(llamados anito o diwata), evidente desde la época prehispánica. Hoy día existe también una uniformidad básica en los tipos de vivienda, de vestido y en otros
campos de la cultura material.
[10]
Las colecciones proceden de la Exposición General
de las Islas Filipinas que tuvo lugar en Madrid en el año
1887. Posteriormente se han ido ampliando con compras y donaciones.
La sala de divide en cinco áreas temáticas en las
que se exponen objetos pertenecientes a los diferentes
grupos que componen la población de las islas; a través
de estos objetos se van a poder percibir mejor las diferencias y semejanzas existentes.
–
–
–
–
–
Economía y transporte
Vivienda y ajuar doméstico
Indumentaria y adorno
Música y actividades lúdicas
Creencias
[11]
Mapa de las
islas Philipinas
hecho por el
Padre Murillo
Velarde (1744).
[12]
GEOGRAFÍA
E
HISTORIA
El archipiélago filipino –situado en la región suroeste del océano Pacífico– está compuesto por once islas
grandes que suman el 95% del territorio, y más de
7.000 pequeñas islas e islotes. Todas son muy montañosas, y están ubicadas en una región que tiene la
mayor frecuencia de ciclones tropicales del mundo conocidos aquí con el nombre de tifón, se producen alrededor de veintidós tifones anuales, variando su cantidad
según la región y la época del año. Estos son causa de
importantes pérdidas: económicas, de edificios y de
vidas humanas. También hay una docena de volcanes
en activo, cuya actividad ha dejado seguramente alguna
huella en la manera de ser del filipino. El clima es cálido
y húmedo, pero variado a lo largo del archipiélago.
La fauna es muy variada tanto la terrestre como la
marítima y fluvial. De la primera destacaremos por la
importancia que tienen en la economía y en la alimen-
[13]
tación: el cerdo, el jabalí, el perro, el caballo y el carabao, entre otros. La flora es básicamente tropical: la
selva se extiende por casi todas las islas, pero también
se encuentran bosques de encinas y pinos en las zonas
altas de las montañas.
Su poblamiento inicial se debe al arribo por mar
de pequeños grupos que fueron poblando gradualmente
el archipiélago, probablemente familias emparentadas o
bandas aisladas, de orígenes continentales diversos.
Posteriormente llegaron a las islas, antes del contacto
con Europa, otros grupos de población de diferentes orígenes (chinos, japoneses, indo-indonesios y árabes).
Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI tenían ya
gran importancia las colonias chinas y japonesas que se
habían establecido en Manila, pues el comercio local estuvo siempre en manos de los comerciantes chinos.
Los españoles alcanzan por primera vez las Filipinas en 1521, pero se establecen definitivamente en
1565 con la llegada de Miguel López de Legazpi desde
Méjico, y con la posibilidad del retorno al mismo lugar,
[14]
instaurándose entonces y hasta 1815, una ruta de ida
y vuelta periódica por la que iba a circular el “Galeón
de Manila”, que llevaría –cruzando el Pacífico hasta Acapulco para continuar a España– las especias, los tejidos
de seda, joyas y otras producciones artesanales que llegaban a Manila desde China y otros países orientales, y
a su regreso traería a oriente la plata de la Nueva España.
En 1898 se desvinculan de España y se declara la
primera República filipina, pero no adquirieron la independencia total, ya que Estados Unidos les ayudó en su
lucha contra España y por esta razón se quedaron allí
formalmente desde 1901, pasando así a ser una colonia norteamericana. No obtienen la independencia hasta
1946, después de sufrir grandes pérdidas a manos de
Japón durante la II Guerra Mundial.
[15]
ECONOMÍA
Y TRANSPORTE
La economía es básicamente agrícola, siendo cultivable el 35% de la superficie del país y produciendo intensivamente casi todos los alimentos de primera
necesidad para la población. La agricultura asegura una
parte importante del producto nacional bruto, ya que la
mayoría de los habitantes viven de ella. El arroz y el
maíz son los principales cultivos, dedicándose al primero
casi la mitad de la tierra cultivada, del que existen más
de cien variedades; y se produce tanto en las montañas
como en las llanuras, siendo la principal región productora la llanura central de Luzón, donde la alternancia de
períodos secos y húmedos es particularmente favorable para este cultivo. Del segundo se llegan a obtener en
la isla de Cebú hasta tres cosechas anuales. Ambos forman la dieta básica de los filipinos. Otros cultivos son los
de ñame, yuca, mijo, tabaco, café y árboles frutales
como el plátano y la papaya.
[17]
El cultivo de todos estos productos se llevaba a
cabo tanto en parcelas de regadío como de secano. En
algunas zonas se preparan con la tala y quema del bosque, utilizándose generalmente un año y dejándose en
barbecho otros cuatro. En la Cordillera de Luzón destaca el cultivo en terrazas escalonadas desde el fondo de
los valles hasta la divisoria de las cumbres. Sus muros
se construyen de piedras y tierra, y el agua de riego se
distribuye por una red de acequias y canales.
La pesca proporciona un aporte considerable de
proteínas a la dieta. Se pesca no sólo en el mar sino
también en los ríos y lagos; lo que implica el uso de distintos tipos de redes, nasas, trampas de bambú y anzuelos. Se utilizan también explosivos, oficialmente
prohibidos por el gran daño que hacen a la pesca en general. Pero la captura anual –principalmente de caballa,
atún, anchoa, sardina, cangrejos y camarones– no
cubre las necesidades básicas de la población. Por ello,
recientemente se han creado piscifactorías en las costas. La embarcación más comúnmente utilizada es la
banca con uno o dos balancines de bambú y un motor.
[18]
El desarrollo industrial comenzó lentamente a partir
de 1900, experimentando un gran avance en las últimas
décadas. La transformación de los productos agrícolas es
la principal industria, siendo las fábricas azucareras las
que emplean más mano de obra. El tratamiento del arroz,
la fabricación de la copra y del aceite de coco, de cigarros
y cigarrillos son la base de las principales industrias de los
puertos y en particular de Manila. La textil también se encuentra en fase de gran expansión: principalmente en el
sur de Luzón y en las islas Visayas, donde existen plantaciones comerciales de abacá (cáñamo de Manila) sujetas
a la incertidumbre de los tifones y a la demanda.
La artesanía rural para el comercio interno y externo está muy desarrollada. Se fabrican sombreros,
bordados, textiles, cestería, cerámica, y trabajos en madera y metal, entre otras manufacturas.
A pesar de lo accidentado del terreno, Filipinas
tiene actualmente uno de los mejores sistemas de
transportes de toda Asia, tanto marítimo como terrestre y aéreo.
[19]
Nasa. Centro y Sur de Luzón.
Siglo XIX. La pesca se lleva a
cabo en los mares circundantes,
ríos y lagos, y ello implica el uso
de distintos tipos de redes, nasas,
trampas de bambú, represas y
anzuelos.
[20]
Carcaj para guardar las flechas utilizadas con la
cerbatana. Aeta. Centro de Luzón. Siglo XIX. La caza
puede ser individual o en grupo, e implica la
utilización de reclamos, cepos y trampas, así como
diferentes tipo de armas: cerbatanas, arcos y
flechas, lanzas y escopetas.
[21]
Maqueta que representa a un grupo de personas
descascarillando y limpiando manualmente el
arroz. Tagalog. Manila. Siglo XIX. Del arroz
existen en Filipinas más de cien variedades, pero
una vez que ha sido recolectado, necesita varias
operaciones para poder consumirse, que pueden
hacerse de forma mecánica o manual. En las
figuras se distingue claramente cómo era la
indumentaria de los campesinos filipinos
del s. XIX. El autor de esta maqueta es el
escultor filipino Bonifacio Arévalo y Flores
(1850-1920).
[22]
[23]
Acuarela que
representa a
“Indio zacatero”
Félix Martínez y
Lorenzo
(1859-ca. 916).
[24]
Covit, recipiente utilizado para
recoger la savia del cocotero, llamada
tuba. Visaya. Samar (Visayas
orientales). Siglo XIX. Su obtención
se lleva a cabo por medio de
incisiones en la parte superior del
árbol, donde se encuentran los brotes
aún sin desarrollar, bajo las que se
coloca este recipiente. Se ponen en la
mañana y se quitan por la tarde. Así
se obtiene una bebida dulce, fresca y
ligeramente fermentada.
[25]
Modelo de embarcación denominado Vinta. Moros. Mindanao. Siglo XIX.
Es una embarcación característica de los grupos musulmanes del Sur de
Filipinas, que se ha mantenido hasta la actualidad, utilizándose para la
pesca, y el transporte fluvial y marítimo.
[26]
VIVIENDA
Y AJUAR DOMÉSTICO
En la vivienda rural existen diferencias regionales,
aunque la estructura y los materiales empleados son básicamente los mismos: bambú y madera para la estructura, muros y suelos; y nipa o cogón para los tejados.
Los grupos de la Cordillera de Luzón siguen
construyendo un mismo modelo de vivienda, de
planta rectangular y levantada sobre postes. Los
muros son de madera o de bambú trenzado, y el tejado a dos aguas, de hierba de cogón; pero actualmente se está sustituyendo por chapa ondulada. Es
también un claro ejemplo de la diferencia de clases,
ya que las de las personas con más poder económico
son mayores y suelen tener más habitaciones. En su
construcción participan generalmente todos los hombres de una misma unidad residencial sin que recibir
ningún pago por parte del propietario, a excepción
de la comida.
[27]
En el Sur destaca la vivienda de los Bajau de Joló,
que se construye sobre embarcaciones y donde suele vivir
sólo una familia: consiste en una estructura de madera
con techo de nipa, situando el fogón en la popa. El único
mobiliario que tienen son esteras, que se guardan durante
el día enrolladas a ambos lados y sólo se extienden para
dormir; las pertenencias personales y los alimentos se
guardan en bolsas que se almacenan en la popa.
La vivienda rural entre los grupos cristianos –también levantada sobre postes– consta de una sola habitación
rectangular –utilizada como sala, comedor y dormitorio– y
un porche abierto en la parte posterior. Los muros son de
madera y a veces de bambú tejido, mientras que el suelo
es de finas tiras del mismo material. El techo alto se hace
de nipa, a dos aguas y con caballete. Actualmente también
se está sustituyendo por chapa ondulada. La cocina está en
el interior sobre un fogón de madera, y sus ocupantes suelen dormir en ella sobre esteras.
Para la fabricación del ajuar doméstico se utilizan
todas las materias primas existentes en el medio am-
[28]
biente. Las fibras vegetales para el tejido de platos y
cestos para los alimentos, o las esteras para dormir, teniendo los artesanos muy en cuenta los ciclos estacionales del crecimiento de las plantas productivas con el
objeto concreto de equilibrar el medio ambiente de
donde éstas proceden.
La caña de bambú y el coco tienen múltiples utilizaciones en la vida diaria, con ellos se hacen diferentes
útiles de uso doméstico. Sirven como recipiente para
agua, vino, cal, tabaco, objetos preciosos, documentos
y en los que asimismo se pueden cocer alimentos.
El barro, para las ollas donde se cuecen y conservan los alimentos. Se modela a mano. La decoración puede ser incisa o pintada y el acabado a base
de engobe, pero nunca vidriado. La alfarería era una
actividad típicamente femenina y de carácter rural,
pero actualmente la especialización ha desaparecido
y la cocción en hornos ha reemplazado a la que se
hacía en un hoyo cubierto de paja utilizada como
combustible.
[29]
El asta, la madera y las conchas son algunas de
las materias primas que se han utilizado tradicionalmente para la fabricación de diferentes útiles de uso doméstico, como cuencos, bandejas, cucharas, cajas, los
mangos de los tabos. Muchos de estos objetos se tallaban artísticamente con diversos motivos ornamentales.
[30]
Modelo de vivienda. Tagalog.
Centro de Luzón. Siglo XIX.
[31]
Cucharas. Ifugao. Cordillera de Luzón. Siglo XIX.
Cuando no se utilizaban, se guardaban en el hogar
en cestas especiales, después de limpiarlas
cuidadosamente al acabar cada comida. En sus
mangos está presente toda la vida de este grupo y
gran variedad de temas: los antepasados, la
maternidad, la muerte, el placer del acto sexual, los
trabajos domésticos, la flora, la fauna....
[32]
[33]
Juego de café. Visaya. Negros (Visayas occidentales).
Siglo XIX. Con la nuez de coco se fabricaban
numerosos objetos utilizados en la vida cotidiana:
juguetes, instrumentos musicales, como asimismo
diferentes útiles de uso doméstico. Los más
bellamente adornados y los que tenían adornos de
plata eran utilizados en el siglo XIX por la emergente
burguesía para sus servicios de mesa, siguiendo la
moda europea del momento. Para esta clase social la
profusa utilización de este metal precioso era un
símbolo de su prestigio y riqueza.
[34]
[35]
Tampipi o cesto con tapa. Palawanes. Isla de Palawan. Siglo XIX.
La cestería es una importante artesanía rural y con ella se fabrican
numerosos objetos de uso doméstico. Se utilizan diferentes fibras
vegetales y diversas técnicas de trenzado y tejido. Aunque las técnicas y
los diseños pueden variar de una localidad a otra, generalmente suelen
ser geométricos, y se ejecutan por medio del cambio de color o la
textura de los materiales. Es un trabajo que llevan a cabo tanto
hombres como mujeres.
[36]
INDUMENTARIA
Y ADORNO
La indumentaria está influenciada por numerosos
factores como la clase social, las creencias, el clima y la
flora. En el pasado era muy diferente de un grupo a
otro, y servía como símbolo de la pertenencia a un determinado poblado, grupo étnico, e incluso a determinada clase social dentro del mismo. Aunque el atuendo
sea igual, hay una serie de particularidades que señalan el estatus, el poder y la riqueza de la persona que
lo lleva.
En las clases populares la indumentaria se confeccionaba en tela de algodón, de abacá o de corteza. Las
superiores utilizaban seda brocada, encaje o tejido de
piña, todo ello profusamente bordado a mano. Pero en
ocasiones especiales ambas clases empleaban sus mejores atavíos, cuyos motivos ornamentales eran más
elaborados.
[37]
Básicamente el traje utilizado por las mujeres estaba compuesto principalmente por dos piezas: la camisa y la falda. Esta podía ser corta, llamada tapis, larga
–saya– sobre la que a veces se colocaba el tapis, pero
también podía ser larga y estrecha –malong–. Se sujetaba con una faja o cinturón. Entre ciertos grupos se
añadía el pañuelo. Los hombres vestían camisa y pantalón o taparrabos.
Como complemento ambos sexos utilizan cinturones, fajas, así como monederos y bolsas, que llevan colgadas a la espalda o en la cintura, guardando en ellas
el utillaje necesario para fumar tabaco o los elementos
para mascar las hojas de betel.
El sombrero, todavía hoy en las zonas rurales, es
indiscutiblemente indispensable en la indumentaria. Se
hace de diferentes formas, se utilizan diferentes materiales como asta de carabao o carey y fibras vegetales,
nipa, burí, nito o buntal, principalmente. Su fabricación
constituye una artesanía muy extendida entre las mujeres, y es producto para la exportación.
[38]
Igualmente la indumentaria se acompaña de adornos. Así se engalanan la cabeza, cuello, cintura, orejas,
brazos y piernas con adornos que presentan gran variedad de formas y figuras. Realizados en vidrio, concha,
metal, madera, piedra, semillas, fibras vegetales, y utilizados indistintamente por hombres y mujeres, son
también símbolo del estatus y del prestigio social. Ahora
bien, en las regiones donde existe una economía de
subsistencia los adornos se realizan principalmente con
materiales efímeros, mientras que en aquellas donde
existe una organización más compleja se utilizan materiales más perdurables, incluidos los de joyería.
La escarificación y el tatuaje eran adornos corporales muy importantes entre algunos grupos, pues simbolizan la resistencia al dolor y la bravura. El tatuaje
entre los hombres de la Cordillera de Luzón estaba asociado con la caza de cabezas, y ciertos modelos no podían utilizarse hasta que no se hubiera capturado una.
[39]
Pañuelo, alampay.
Tagalog. Manila. Siglo XIX.
Este pañuelo se colocaba
encima de la blusa. Con el
tejido de piña bordado y calado
se confeccionaban vestidos, camisas,
velos y diferentes tipos de pañuelos.
Quienes los utilizaban generalmente
eran las clases más pudientes y eran un
símbolo de su estatus social.
[40]
[41]
Traje masculino. Bukidnon. Mindanao.
Siglo XIX. Los rasgos característicos de
la indumentaria de este grupo son la
falda voluminosa, y no estrecha, y la
camisa masculina bastante más larga.
Se confecciona principalmente en
algodón, los motivos decorativos se
aplican a la prenda, se realizan en telas
de diferentes colores y se
complementan con bordados.
[42]
Sombreros masculinos. Bontoc. Cordillera de Luzón.
Siglo XIX. Los decorados con conchas y colmillos son
utilizados exclusivamente por los hombres solteros,
mientras que los casados los usan sin ningún tipo de
adorno.
[43]
Chinelas femeninas. Tagalog. Centro de
Luzón. Siglo XIX. En las ciudades se
utilizaba el calzado, mientras que en las
zonas rurales
iban descalzos. Dependiendo
de la clase social se bordaban
con aplicaciones, eran de
cuero repujado o se tejían
en fibra vegetal.
[44]
Collar de colmillos de jabalí. Bontoc. Cordillera de Luzón.
Siglo XIX. Este tipo de collar es muy raro y apreciado, se lleva
exclusivamente por los hombres en las ceremonias de corte de
cabezas y es un signo de prestigio.
[45]
Abanico de carey. Tagalog. Centro de Luzón.
Siglo XIX. La filigrana es característica de los trabajos chinos.
[46]
MÚSICA
Y ACTIVIDADES LÚDICAS
La música juega un papel primordial en todos los
grupos de las Filipinas y está presente en todas las actividades de la vida cotidiana, en las celebraciones del
ciclo vital así como en las fiestas, ceremonias y rituales.
Los cantos y bailes se acompañan de diferentes instrumentos musicales, de origen diverso.
Los instrumentos musicales de bambú, los gongs
y los xilófonos pertenecen a la familia musical del sudeste asiático y se utilizan desde la época prehispánica.
En cambio los instrumentos de viento de madera –como
la flauta, el clarinete y el oboe– fueron introducidos en
la época colonial e incorporados a las bandas que acompañaban a las procesiones y a otras celebraciones, y su
fabricación fue una de sus principales industrias.
En las numerosas festividades que se celebran en
cada ciudad o pueblo, encontramos la rondalla, la banda
[47]
y la orquesta –de claro origen español– en las que se
mezclan los ritmos hispánicos con los prehispánicos.
La música vocal también es muy importante.
Todas las actividades musicales son un factor de cohesión social, pues en ellas se reúne y participa toda la
comunidad. Se cantan canciones épicas, relatos míticos, de héroes; hay canciones de caza, agrícolas, de
amor o incluso de comunicación con el mundo de los
espíritus.
Son numerosos los juegos infantiles, en los que
pueden participar ambos sexos. Muchos reproducen las
actividades de los adultos, pero la mayoría son de habilidad o de fuerza, y se utilizan pocos juguetes. Ahora
bien, el juego de la peonza o trumpo está muy extendido por todas las islas, e incluso en la mitología de los
Ifugao se recoge que uno de sus héroes juega con uno.
Los filipinos son muy aficionados a la pelea entre
animales, principalmente la pelea de gallos, recogida ya
en las primeras crónicas españolas. Es el juego nacio-
[48]
nal, cada pueblo o ciudad tiene su gallera y las apuestas están permitidas.
Entre las actividades lúdicas con una importante
función social se encuentra el consumo del tabaco y del
betel. El tabaco fue introducido por los españoles en el
s. XVII y su consumo pronto se extendió a toda la población sin distinción de edad ni sexo, utilizándose asimismo como recurso medicinal contra muchas
afecciones. No formaba parte de las ceremonias religiosas, pero sí era una importante actividad social. Se
fuma en cigarros o en pipa a cualquier hora del día,
también se bebe, inhala, chupa o mastica.
El consumo del betel forma parte de las actividades sociales, es un signo de hospitalidad y está relacionado con los principales acontecimientos del ciclo vital:
nacimiento, matrimonio, muerte. Se ofrece betel a los
huéspedes, se toma durante el cortejo, y entre los
bienes con los que se entierran a los difuntos, se incluyen los ingredientes con los que se forma el masticatorio. Este tiene efectos estimulantes y se forma con la
[49]
nuez que procede de la palma areca –muy astringente
y aromática–, las hojas frescas del betel, la cal de buyo
y húmedas hojas de tabaco.
[50]
Placa de plata dedicada a un célebre cómico
de teatro en la zarzuela
“Torear por lo fino”. Su autor
es el escultor y orfebre
filipino Ciriaco Gaudínez y
Javier (1848-1919/20). La
zarzuela tuvo y todavía tiene
un fuerte arraigo en Filipinas.
De origen español, pronto se
escribieron en las lenguas del
país y se formaron compañías
con cantantes, letristas y músicos
locales. En ellas se reflejaban las
costumbres, tradiciones y la
música de las Filipinas, y tenían
un significativo componente
nacionalista.
[51]
Calibaos. Tinguian. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Su sonido
se obtiene golpeando con la mano y permite cambiar el tono
con la introducción de anillas de bejuco trenzado. Es un
instrumento exclusivamente femenino y se toca para
ahuyentar a los espíritus.
[52]
Cuchillas que se colocan en los espolones a los gallos durante
la pelea. Tagalog. Centro de Luzón. Siglo XIX. En Filipinas las
peleas de animales son relevantes, pero el juego nacional es la
pelea de gallos.
[53]
Tabaquera de bambú. Tagalog.
Pampanga (Luzón). Siglo XIX.
Esta tabaquera tiene
decoración tallada en relieve,
en la que se muestra con gran
detalle escenas de la vida
cotidiana, de lo que parece ser
una comunidad agrícola, pero
también se observa a través
de esta decoración cómo era
la vivienda y la flora de la
zona.
[54]
Pipas de madera. Ifugao. Cordillera de Luzón. Siglo XIX.
Las pipas pueden ser de madera, arcilla o metal. Las de
madera se hacen por sus propietarios y se utilizan
localmente. Las más elaboradas se fabrican sólo en
ciertas localidades y se comercializan en otras áreas.
[55]
Recipientes de bambú para guardar la cal de buyo. Tinguian. Abra
(Cordillera de Luzón) y cajas para guardar los ingredientes del betel.
Mindanao. Siglo XIX. La cal de buyo se hace de conchas molidas. Las
cajas más pequeñas suelen llevarse a la cintura, sujetas por medio de
un cinturón o guardarlas en las bolsas, otras se tienen en las casas para
ofrecer el betel a los visitantes. La posesión de estas cajas es un
símbolo de prestigio social.
[56]
CREENCIAS
La religión predominante es la católica –el 84% de
la población la practica, siendo considerado por ello el
único país católico de todo el sudeste asiático–, pero a
nivel rural aún se conservan las creencias animistas en
los espíritus invisibles de la tierra y en que las almas de
sus antepasados influyen en sus vidas en lo bueno y en
lo malo. El resultado es un catolicismo popular, con una
mezcla de la religión de los colonizadores españoles y
del animismo local. Existe un elaborado calendario religioso, marcado con diversas actividades que cumplen
funciones rituales y sociopolíticas.
Se venera a la Virgen, pues en ella se simboliza el
papel preponderante que tiene la madre en la familia
filipina, y de ella hay una importante representación iconográfica. Asimismo se venera al Niño Jesús, como niño,
al que se le representa generalmente con una mano
bendiciendo y en la otra con una esfera, y esta imagen
[57]
se encuentra en gran cantidad de lugares, siendo la más
conocida el Santo Niño de Cebú. Ahora bien, Jesús hombre tiene su principal iconografía en su Pasión y Muerte,
que se celebra en numerosos lugares de Filipinas con
procesiones, penitencias, vía crucis, etc. Igualmente son
reverenciados una serie de “Santos”: San Roque, patrón de las enfermedades; San Isidro, de los agricultores celebrándose importantes fiestas en su honor; San
Miguel, de los comerciantes; Santiago, etc.
Un 5% de la población sigue las creencias rituales
musulmanas, Sunnita y Chiita. Fueron islamizados
desde Borneo antes de la conquista española. La influencia islámica se hizo manifiesta fundamentalmente
a través de tres grupos diferentes: comerciantes y
aventureros árabes, misioneros de la secta Sufi procedentes de Malasia y de Sumatra, y musulmanes y comerciantes del sur de China. Observan la costumbre
islámica de no comer carne de cerdo, así como el calendario ceremonial. Ahora bien, entre algunos grupos
creen que la estricta adhesión a los cinco pilares del
Islam, sólo es necesaria para los mayores, pues los más
[58]
jóvenes son más laxos en el cumplimiento de sus obligaciones religiosas. Los Imanes son quienes dirigen la
oración comunal de los viernes, ofician en ciertas ceremonias relacionadas con el ciclo vital y frecuentemente
resuelven casos con implicación en la ley religiosa.
Ahora bien, junto al Islam, persiste todavía la creencia en los seres y espíritus locales: cada individuo
nace con un “compañero”, cuya desgracia o desaparición supone la enfermedad o la muerte de la persona.
Y en relación con estas creencias existen también dos
tipos de sacerdotes que están en relación con los espíritus: frecuentemente, una mujer mayor experta en ponerse en contacto con ellos, y un hombre que puede
producir u oponerse a la magia negra.
Todavía se encuentra un 4% de la población animista, que comparte la creencia en que todas las cosas
tienen un “ánima” invisible, que no muere con la visible.
Su vida se centra alrededor del anito –el espíritu de la
persona muerta– con poder para lo bueno y lo malo,
para proteger las cosechas o causar enfermedades. Se
[59]
cree que los espíritus –anitos–, humanos o de la naturaleza, son los causantes del bien y del mal, y hay que
aplacarlos por medio de rituales. Se ofrecen numerosas ceremonias en relación con la enfermedad, las tareas agrícolas, la guerra, el nacimiento, el matrimonio
y la muerte. En ellas se encuentra el culto a los antepasados y el sacrificio de animales (pollos, cerdos y perros).
Existe también una estructura jerárquica de espíritus ancestrales con un importante papel en la vida diaria. Creen además en un ser superior o en un principio
vital, pero que suele ser indiferente a los asuntos de los
hombres. Tienen especialistas religiosos de ambos
sexos, que ofician en todas las ceremonias, curan la enfermedad, recobran las almas de los muertos que andan
errantes, e interpretan los sucesos sobrenaturales.
[60]
Anito. Kankanay. Lepanto (Cordillera de
Luzón). Siglo XIX. Estas figuras representan
el espíritu de los antepasados, anito, y se
colocan cada vez que se construye una
nueva casa, quedando fijadas en su interior
con funciones protectoras. Pueden estar de
pie o sentadas y generalmente tienen
conchas en los ojos y trozos de metal en los
dientes.
[61]
Bulol sentado. Ifugao. Cordillera de Luzón.
Siglo XIX. Los bulol representan a los dioses
de los graneros y se guardan en su interior
para que aumenten el arroz almacenado. En
cada cosecha se celebra una ceremonia con
ofrendas y sacrificios de animales, con cuya
sangre se baña a estas imágenes y se
asegura su poder fecundador. En esta talla se
puede apreciar la pátina que han dejado los
diferentes rituales celebrados con ella.
[62]
Imagen del Niño Jesús con la
cabeza y manos de marfil. Escuela
Hispano-filipina. Siglo XVIII. Es
una imagen vestidera que se
enmarca dentro de la tradición del
Santo Niño de Cebú.
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Armadura, kurab-a-kulang. Maranao. Lanao
del Sur (Mindanao). Siglos XVII-XVIII. Entre
los grupos moros de Sur de las islas se
utilizaba un elemento defensivo de claro
origen español: las armaduras, que servían
como protección de la parte superior del
cuerpo. Este tipo de arma defensiva era
exclusivo de estos grupos, ya que no se
encontraba en el resto de Filipinas.
Fueron los artesanos nativos los que copiaron
estas armaduras capturadas a los españoles,
las hicieron con los materiales propios de su
medio, como es el asta de carabao, y en los
adornos de plata repujada recogían los
motivos decorativos curvilíneos
característicos del ukkil: volutas, hojas,
enredaderas, etc.
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