“MILK” (1984) de Jeff Wall. Análisis realizado por Adam Brenes Dutch En el nivel contextual, podemos comenzar destacando que nos encontramos ante una imagen claramente definitoria de la filosofía pictórica de Jeff Wall. Para conocer mejor su pensamiento y la forma de enfocar sus obras, citaré una opinión crítica realizada por Chantal Poutbriand en la revista Parkett1: “Como lugar de caos, de tránsito, de violencia real o imaginada, cada obra es una puerta abierta hacia el subconsciente, hacia momentos de intensidad que retornan al espectador. Al dirigir nuestra mirada hacia esos espacios desolados, esos umbrales que son los puertos o los cementerios, o hacia relaciones humanas transitorias por medio de la fotografía, Jeff Wall se inventa una antropología de la vida contemporánea. Una antropología que muestra su preocupación del colapso de las ideologías tradicionales, por lo que hemos hecho a la naturaleza y a nuestras ciudades, por aquello en lo que se han convertido los seres humanos […] En esos espacios geográficos y psicológicos, tan emblemáticos de la vida contemporánea, se pueden sentir momentos de soledad infinita, una soledad que redefine el significado del término comunidad”. Entrando a analizar la fotografía que hoy nos concierne, Milk, podemos resaltar que es una imagen en color que destaca por sus grandes dimensiones 187x 229 cm. Unas 1 POUTBRIAND, CH: “The Non-Sites of Jeff Wall”. Parkett, n 49, 1997, p.102. 1 dimensiones que están completamente justificadas por el modo en que se expone la instantánea: en trasparencia, en cibachrome y en cajas de luz de 204.5 x 245.1 x 22.2 cm. Es por ello, que, aunque esté dato no lo hemos podido confrontar, la fotografía se haya podido tomar con una cámara de gran formato. Las razones que nos han llevado a considerar esto son que el negativo de dicho formato es más grande, lo que permite obtener una mayor resolución y, por consiguiente, una mayor calidad en las ampliaciones de ésta. En lo que hace referencia al nivel morfológico, y como descripción del motivo fotográfico, podemos resaltar que en la fotografía es posible contemplar a un homeless sosteniendo un brick de leche cuyo contenido es vertido en el aire a semejanza de un volcán en plena erupción. Este instante fugaz queda detenido en el tiempo dotando a la escena de un gran poder embriagador. El entorno en el que se produce la acción nos remite a un espacio urbano que descontextualiza al personaje de la fotografía, ya que lo sitúa en un entorno limpio e iluminado en contraposición al típico callejón oscuro y lúgubre en el que suelen ubicarse este tipo de personas. En ‘Milk’ podemos encontrar dos focos de atención que atraen la mirada del espectador, erigiéndose en vectores de dirección de la misma: la erupción de leche y el vacío negro que sirve para fragmentar la escena. Ambos elementos se caracterizan por no ocupar el centro geométrico de la imagen, aunque sus extremos si que llegarían a invadir los límites imaginarios de éste. La leche nos orienta a mirar hacia la izquierda de la imagen, topándonos enseguida con ese enigmático agujero negro. Por su parte, la ausencia de grano dota a la escena de una mayor realidad, aspecto que entronca directamente con el eje temáticofilosófico de las obras de al autor: la (re)presentación de la realidad. Asimismo se puede comentar dentro de este apartado que el orden cuadricular en el que están dispuestos los ladrillos de la pared, que conforma una parte del fondo de la imagen, conjuntamente con las bandas/líneas verticales situadas a la izquierda de la fotografía y que fragmentan la escena en tres, contrasta directamente con la marcada tensión (línea horizontal) del brazo izquierdo del hombre y la acentuada línea curvada que genera la explosión de la leche. Todas estas líneas que están presentes en la imagen la dotan de un alto ritmo y dinamismo. Por otra parte, podemos diferenciar cinco términos que van desde el primer nivel en el que se sitúa el personaje retratado hasta el plano más lejano compuesto por la vidriera de la fachada de un edificio. Entre estos dos niveles, nos encontramos un segundo plano delimitado por el matojo de hierba situado en el extremo izquierdo de la escena que es seguido por un nivel intermedio marcado por la columna de ladrillos no uniformes. Finalmente, nos encontramos con un cuarto plano representado por la banda negra y la pared de ladrillos que abarca casi dos tercios de la imagen. Los dos focos de atención, anteriormente citados, se ubican en el primer y cuarto nivel respectivamente. La composición ilustrada, cuya escalaridad refuerza ese realismo que impregna la imagen, es enormemente rica en cuanto a la visualización de formas se refiere. Con el primer golpe de vista, nos resalta rápidamente el triángulo equilátero que se puede establecer al unir los tres vértices imaginarios del personaje representado: la cabeza, la rodilla y la punta del zapato. Figura que contrasta enseguida con el enorme rectángulo que conforma la pared de ladrillos situada justo detrás de él. Una pared que, a su vez, puede ser fragmentada en múltiples rectángulos de menor tamaño que conforman, como ya se ha comentado anteriormente, una especie de rejilla. Otras figuras geométricas que encontramos son los dos rectángulos dispuestos verticalmente (vacío negro y pared de ladrillos rugosos), cuyas dimensiones son inferiores en cuanto a la anchura se refiere. Finalmente podemos discernir un triángulo escaleno marcado por los vértices de la acera del espacio urbano. Esta riqueza formal denota una gran y cuidada planificación de la escena y del motivo representado. La fotografía posee una gran nitidez, convirtiéndola es una especie de escaparate de la realidad. Únicamente podemos encontrar un ligero desenfoque en los elementos situados en el extremo izquierdo de la fotografía: el matojo de hierba y el cristal de la fachada situado en el plano más lejano. Por su parte, la sombra que proyecta el homeless nos hace pensar que la fotografía ha podido ser tomada a plena luz del mediodía. Esta iluminación natural, que sirve de nuevo como instrumento expresivo para reforzar el carácter real de la representación, está reforzada con una iluminación artificial procedente de un flash rebotado, cuyo objetivo es el de realzar ciertas facciones del personaje. La presencia de este flash se hace patente en el brillo de la parte frontal del cabello, la manga derecha de la camisa, así como el empeine del zapato izquierdo. El abismo negro, carente de toda iluminación, se erige como elemento contrastador de la 2 escena. Esta cuidada iluminación de la imagen nos permite disfrutar de un juego de texturas que nos presenta la fotografía. Uno de los aspectos que más llaman la atención es el hecho de que un componente líquido como es la leche sufra un proceso de solidificación derivado de ese instante fugaz que es capturado y paralizado en el tiempo. Una solidez que se ve incrementada en el espacio contextual de la escena gracias a la combinación de dos tipos de ladrillos: uno menos uniforme, más rugoso y rústico y uno más convencional y liso. Cabe destacar también la textura del cabello y vestimenta del personaje, que es grasienta y húmeda a la vez. Para finalizar con el análisis morfológico, cabría resaltar el hecho de que los dos focos de atención, comentados ya en el primer apartado de esta sección, sufren un potente contraste cromático: el blanco y el negro, el yin y el yang. Algo similar ocurre con los dos bloques de ladrillos, cuya tonalidad difiere entre sí considerablemente. También podemos encontrar un contraste de color entre el personaje retratado (con una tonalidad más oscura) y su fondo más próximo, la pared de ladrillos (con una tonalidad más viva). La información que nos proporciona sus niveles de color nos indica que en la escena no tenemos reflejados el blanco puro ni el negro puro, configurándose en una representación equilibrada entorno a la zona V (gris medio) del sistema de sombras. En referencia al nivel compositivo, comenzaremos diciendo que encontramos una línea de fuga que actúa como guía para nuestra mirada. Ésta se ubica paralelamente a la línea que marca la acera de la calle y que, partiendo del codo del personaje, atraviesa el brick de leche en plena erupción, pasando, posteriormente, por el hueco no iluminado, el bloque de ladrillos rústicos y finalmente el matojo de hierbas. De esta forma, el recorrido visual que nos marca la instantánea viene establecido por la rigurosa y meditada planificación de los elementos que en ella aparecen. Se produce una dirección de escena que partiendo del brazo izquierdo del hombre nos conduce a leer la imagen de derecha a izquierda, potenciado por la gran marca direccional que configura la curvatura que forma la explosión de leche. En contraposición a esto, la mirada perdida del personaje nos remite a un misterioso fuera de campo situado en la parte inferior derecha de la escena. Cabría preguntarnos, ¿es en este espacio no visible donde se ubica el elemento que ha provocado tal reacción en el homeless? Por otra parte, la escena sufre de una clara fragmentación rítmica que nos permite dividir, desde este punto de vista, la fotografía en dos. Por una parte, nos encontramos con un potentísimo ritmo marcado por la periodicidad y estructuración de los ladrillos que conforman la pared más amplia de la representación. Ritmo que se ve complementado fuertemente por el dinamismo de la línea establecida por la ebullición del líquido blanco. Pero todo esto se pierde de forma abrupta con la aparición en escena del enigmático espacio negro que produce una fractura rítmica, dotando a los elementos situados en la parte izquierda de la imagen de una estaticidad pronunciada. Asimismo, la tensión pictórica viene determinada por la ebullición láctea que queda suspendida en el aire. La incógnita de no saber la causa que justifica dicha explosión y, por consiguiente, el estado emocional (ejemplificado con su rictus corporal) que ha llevado al personaje ha provocarlo, se erige como claros exponentes tensionales. El no conocer que ha ocurrido momentos antes (narratividad/fuera de campo) agudiza la preocupación del espectador. Esta marcada tensión se ve reforzada con el carácter enigmático del agujero negro que fragmenta, como ya se ha citado anteriormente, la escena en dos. Si tenemos en cuenta los puntos fuertes compositivos de la ley de tercios, podemos decir que el centro geométrico está copado en esta escena por tres de los cuatro elementos más significativos de la imagen: los dos focos de atención principales (la leche y el vacío negro) y el ladrillo de la primera pared. Los dos primeros se encuentran situados en los márgenes imaginarios de este centro geométrico, separados entre sí por la estructura sólida de los ladrillos. Por su parte, el sujeto fotografiado, con una potente carga expresiva, queda aislado de ese espacio potencialmente atractivo. Por el contrario, el peso en esta imagen recae en la parte inferior derecha de la fotografía, espacio en el que aparecen representados el sujeto fotografiado y el principal foco de atención: la leche. Dichos elementos ganarían mayor peso visual si estuvieran colocados en un nivel superior de la escena. 3 Pero el motivo de dejar aire, tanto en la parte superior como en lado izquierdo del espacio visual, se erigen en potenciales exponentes emocionales del estado mental del personaje: la opresión del entorno urbano y su desprotección ante ello. Finalmente, la iconicidad de la imagen nos remite a lo que el propio Wall denominada “microgestos”, y que no son más que determinadas anomalías en unas situaciones supuestamente placenteras. De esta manera, mediante una adecuada y planificada puesta en escena aparece la soterrada agresividad que nos amenaza a diario. En este sentido, el rictus corporal del sujeto fotografiado complementado con la posición defensiva que nos muestra, denota que se trata de un individuo lleno de emociones reprimidas que hacen explosión con la presión ejercida sobre el brick, dejando entrever las contradicciones internas que lo agitan. El homeless representado en Milk se ubicaría dentro de la coralidad pictórica del propio autor en la que nos muestra a personajes que están sujetos a una fuerte presión social y a una importante alineación en la que ninguno parece hacer aquello que le gustaría. En cuanto al espacio de la representación, es oportuno reseñar que estamos ante un espacio abierto, urbano, donde todos y cada uno de los elementos que lo componen están dispuestos con una intencionalidad marcada. Como ya hemos comentado anteriormente, la fotografía se transforma en una ventana abierta que nos deja visualizar la realidad de nuestro mundo, donde los verdaderos sentimientos y emociones afloran suspendiéndose eternamente en el aire. Además, la representación es estándar ya que concuerda con la visión del espectador. A pesar de ello, tal como hemos indicado en el apartado plano(s)-espacio, podemos diferenciar ciertos niveles de profundidad que van desde el objeto más cercano (el homeless) al más lejano (la ventana-fachada). Respecto al tiempo de la representación, señalar que la imagen capta el momento exacto en el que el brick de leche explota a modo de un volcán en plena erupción. El contenido lácteo queda suspendido en el aire sufriendo, como ya hemos comentado antes, un proceso de solidificación, que sólo puede ser conseguido gracias a la precisión en la toma y a la estudiada puesta en escena. Esta suspensión temporal que nos presenta la imagen, hace que el punctum de la instantánea cobre una gran carga poética y narrativa, pidiéndonos a gritos que nos introduzcamos en la reflexión de la miseria objetiva de la sociedad y el desastroso funcionamiento de sus valores. Por su parte, nos encontramos con una carencia de marcas temporales en el marco visual de la escena. La atemporalidad de la representación le otorga todavía más poder embriagador. En este sentido, la denuncia social que la instantánea intenta transmitirnos permanece igual de viva en el 1984, año en el que se tomó la fotografía, como en la actualidad. Únicamente hay un elemento que nos sitúa la fotografía en un momento dado y que es el pie de foto en el que se indica, como hemos dicho, que la imagen es de 1984. En referencia al nivel enunciativo, nos interesa resaltar que la fotografía no toma como punto de referencia los ojos del sujeto fotografiado, sino, más bien, éste se dispone en la escena como un elemento más de significación. El espacio representado simula el punto de vista de un viandante que está observando la acción que se está desarrollando. Por lo tanto, se podría señalar que los ojos que han servido de referente no son los del homeless sino los del fotógrafo. En este sentido, son numerosos los elementos dispuestos en la escena que nos permiten reconocer en la propia imagen la figura del enunciador. Aspecto que resalta, de nuevo, la meditada y estudiada puesta en escena. Entre estos componentes podemos destacar la tensión que se genera a través del juego de líneas descrito en apartados anteriores, la contraposición de formas geométricas (diversidad de triángulos vs rectángulos de diferentes dimensiones), la variedad cromática y de texturas, así como la perfecta fragmentación del campo visual a través del enigmático abismo carente de cualquier tipo de luz. Finalmente, y a modo de intertextualidad, sería oportuno indicar que el empleo del vertido de leche (así como de otros líquidos relacionados con la alimentación) paralizado en el 4 tiempo, convirtiéndose en metáfora visual del estado mental de un sujeto, así como vía de denuncia de las injusticias sociales que se producen, ha sido empleado como eje comunicativo de la campaña contra la pobreza llevada a cabo por Oxfam. En ellas aparecen diversas personalidades del mundo de la música, el arte, el cine… retratados de la siguiente forma: Como conclusión e interpretación global, sería adecuado resaltar que ‘Milk’ es una dramática escenificación de la vida urbana y de la moderna alineación que se concentra, cual plano cinematográfico, en un instante fugitivo, en un torrente emocional que cautiva la mirada del receptor y le apela directamente, hablándole del flujo de la vida. El sujeto retratado podría fácilmente representarnos, su enigmático estado mental y emocional, sus experiencias… no son algo exterior a nosotros, sino que más bien son un fiel reflejo de una lenta degradación: la nuestra. 5