La hegemonía liberal en Colombia 1850 – 1880: logros y desafíos. Por: Laura Gutierrez UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA Bogota La hegemonía del partido Liberal en las diferentes organizaciones estatales1 que se conformaron durante la segunda mitad del siglo XIX incluyendo al actual territorio de Colombia, abarcó desde 1849, con el ascenso al poder de José Hilario López, hasta 1880 cuando Rafael Nuñez asumió el poder y dio inicio a su programa conservadurista conocido como la Regeneración La radicalidad en la aplicación de las políticas liberales durante la segunda mitad del siglo XIX fue, sin duda alguna, una peculiaridad del proceso histórico colombiano, cuyo único paralelo en el ámbito latinoamericano puede encontrarse en México. En general el ideal liberal que alimentaba el programa político del partido, teniendo en cuenta tanto a los más radicales o Gólgotas como a los moderados o Draconianos, podría sintetizarse en los siguientes preceptos siguiendo a Gerardo Molina2: En lo económico, los principios del laissez – faire con el libre comercio y la mínima intervención del Estado en los asuntos del comercio y la producción. En este contexto se enmarca la abolición de la esclavitud, la libertad de industria y comercio (inclusive en la producción y comercio de armas y municiones), la abolición de los monopolios, diezmos y censos, el libre cambio, la desamortización de los bienes de la Iglesia y el impuesto único y directo. En lo político, el liberalismo abogaba básicamente por un sistema republicano con la separación de poderes públicos y el voto popular (ya fuera restringido a los sectores pudientes y educados como lo proponían los draconianos, o extendido a toda la población adulta según las ideas de los Gólgotas) para elegir a los funcionarios estatales. De esta manera, tenemos el fin del fuero eclesiástico, el sufragio universal directo y secreto, la creación de un Congreso con representantes elegidos nombrados por elección popular en todas las provincias del país, la disminución de las funciones del Ejecutivo y el fortalecimiento del gobierno de las provincias (federalismo). 1 La República de la Nueva Granada (1831 – 1858), Confederación Granadina (1857 – 1861), Estados Unidos de Colombia (1861 – 1886) y finalmente la República de Colombia que se mantiene hasta nuestros días. 2 Molina, 1970: 26 1 En lo social, la libertad de pensamiento y expresión, la igualdad de todos los hombres ante la ley y en general los preceptos consignados en la Declaración de los Derechos Humanos. Las reformas pertinentes fueron la libertad absoluta de imprenta y de palabra, libertad religiosa y de enseñanza, supresión de la pena de muerte y dulcificación de los castigos, abolición de la pena de prisión por deuda, juicio por medio de jurados y expulsión de los jesuitas. La triste paradoja de la historia colombiana es que a pesar de todas estas reformas liberales el país nunca logró establecer un régimen liberal, capitalista; es más ni siquiera logró insertarse adecuadamente al mercado mundial como productor de materias primas. ¿Cuales fueron entonces las razones del fracaso del proyecto liberal? Para responder a este interrogante debemos primero preguntarnos sobre cuál era en realidad el proyecto económico y político del partido liberal que se escondía detrás de estas reformas y peticiones y cómo pensaba llevarlo a cabo. Los liberales estaban convencidos, evidentemente, de que la única forma de progresar era adoptar el modelo de desarrollo capitalista emprendido por Europa occidental y, en especial Inglaterra, para salir de la ignorancia y el atraso en el cuál los había sumido España durante los tres largos siglos de dominación colonial Sin embargo, los liberales colombianos también estaban muy conscientes de que no podían seguir por el mismo camino modernizador que los países más modernos. El largo proceso de disolución del sistema feudal a través de la protoindustrialización, la expansión de la economía monetaria y el mejoramiento de las técnicas agrícolas (revolución agrícola) que había conducido a las revoluciones burguesas3 y la expansión de la industria fabril en la Europa occidental no tenía paralelo alguno en las colonias americanas. La economía - mundo4 capitalista ya estaba consolidada para el siglo XIX y funcionaba, de acuerdo a la división internacional del trabajo, a partir de un centro desarrollado productor de manufacturas, y una periferia, proveedora de materias primas y de mercado para los bienes del centro del sistema. El sistema - mundo funcionaba como una ampliación de la división del trabajo inherente al capitalismo la cual combinaba en un principio las primeras fases de la industria fabril con la producción de unidades familiares campesinas protoindustriales. De esta manera, como lo dicen Peter Kriedte, Hans Medic y Jurgen Schlumbohm las fases de la producción textil en Inglaterra que requerían menos especialización siguieron siendo 3 4 En especial la revolución inglesa de 1640 y la francesa de 1789. Wallerstein, 1979: 2 realizadas por la familia campesina bajo el sistema de Verlagerssystem, mientras que las fases de mayor especialización se realizaban por medio mecanizados en las fabricas: “La invención de las máquinas hilanderas de los años 1670 y 1770 [...] hizo posible controlar parte del proceso de producción, eliminando el tradicional desequilibrio entre la producción de hilos y de tejidos [...]. Sin embargo, el proceso de transformación del hilo seguía estando basado en un modo de producción domestico y no podía seguir su ritmo de producción..”5 Debido a que Colombia, al igual que el resto de las ex - colonias españolas, se mantuvo después de la Independencia como productora de materias primas para el mercado internacional, la manera más lógica de vincularse al sistema de desarrollo capitalista era mediante el comercio exterior, desempeñando así de la mejor manera posible su lugar como periferia asignado por la “mano invisible” que se creía guiaba la economía. Según el liberalismo clásico, representado en Adam Smith, la mejor manera para que un país se desarrollara era siguiendo la teoría de las Ventajas Comparativas que afirmaba que cada país debía aprovechar las condiciones naturales que le permitían producir ciertos bienes de manera más competitiva que otros países y, por lo tanto, hacían posible la acumulación de capital, factor básico para el crecimiento económico. Por lo tanto, Colombia, al ser privilegiada con unos recursos minerales en abundancia, clima tropical y tierras fértiles para el cultivo de productos como el tabaco, el anís, la quina y, ya hacia finales del siglo, el café, debía mantenerse a partir de ellos en el modelo exportador primario. El proceso lógico a seguir para desarrollarse era que los capitales acumulados mediante el comercio exterior fueran posteriormente fueran invertidos en la creación de un mercado interno fuerte y en la industrialización del país. Se desarrollaría un proceso paralelo alde la protoindustrialización europea en donde se vincularía al capital mercantil a la esfera de la producción para que poco a poco rompiera los lazos de la economía campesina autosuficiente y sin división del trabajo y evolucionara hacia la centralización y mecanización de la producción que, finalmente, terminaría en la creación de industria fabril. Sin embargo, este proyecto se vio truncado por la constatación de que una economía de bienes primarios difícilmente puede generar una industrialización real, porque la baja especialización del proceso productivo permite y hace necesaria para la reproducción del sistema capitalista, la existencia de formas precapitalistas de producción basadas en trabajo no libre, 5 Kriedte, 1989: 205. 3 impidiendo la formación de un mercado interno, de una economía monetaria y, por tanto, alcanzar el desarrollo de la zona centro: El trabajo libre es, en efecto, un carácter definitorio del capitalismo, pero no el trabajo libre en todas las empresas productivas. El trabajo libre es la forma de control utilizada para el trabajo cualificado en los países del centro, mientras que el trabajo obligado se utiliza para el trabajo menos especializado en las áreas periféricas. Esta combinación es la esencia del capitalismo.6 Por lo tanto, la economía de exportación colombiana de la segunda mitad del siglo XIX pudo seguir produciendo con trabajo no libre – aparcería, agregatura, etc.- aunque se hubiera insertado de manera definitiva al mercado mundial mediante formas de comercio que exigía el capitalismo industrial y no bajo las formas del capitalismo mercantil que había seguido en la Colonia. Es decir, que en Colombia se combinaron efectivamente formas de producción precapitalistas con intereses comerciales del capitalismo industrial, siguiendo la lógica del funcionamiento económico de la periferia dentro del sistema – mundo. Por otro lado, la persistencia de las instituciones y practicas coloniales, las constantes guerras civiles y las inconsistencias y errores en la aplicación de las políticas liberales significaron obstáculos adicionales al desarrollo del capitalismo y reforzaron su tendencia a estancarse en la producción periférica. Estos obstáculos pueden resumirse en varias cuestiones: El monopolio de la tierra, principal bien de capital en una economía básicamente agrícola, en manos de los indígenas (resguardos), los grandes terratenientes y de la Iglesia que hacia imposible su comercialización y los aumentos en su productividad. Ante la alta concentración de la tierra había dos posibilidades: a) Realizar una reforma agraria en la cual el estado expropiara la tierra y la vendiera a precios módicos al campesinado. De tal manera se estimularía la producción de tabaco, por ejemplo, mediante el trabajo de los pequeños productores. b) Transformar las grandes haciendas en empresas capitalistas rurales mediante la supresión de los medios de subsistencia campesinos (sus parcelas) para que se vieran obligados a vender su fuerza de trabajo en las haciendas; en otras palabras a convertirse en asalariados. Este proceso podría entenderse como algo similar al proceso de enclosures inglés en donde los campesinos vieron amenazada sus métodos de 6 Kriedte, 1989: 179 – 180. 4 subsistencia tradicional cuando el Parlamento concedió la apropiación privada de los recursos comunales como pastos, bosques, y tierras de labor. Durante el gobierno de José Hilario López se dictó la Ley 30 de mayo de 1851 sobre la redención de censos, y la Ley 22 de junio de 185, autorizó a las cámaras provinciales para procesar a la división y repartición de los resguardos.7 La desamortización de bienes de manos muertas fue más difícil de conseguir, debido al inmenso poder de la Iglesia, no lográndose hasta el segundo gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera con el decreto del 9 de septiembre de 1861. La intención de la administración liberal con estas reformas era claramente el desarrollo agrícola mediante la primera opción de reforma agraria y sin embargo, el resultado de las mismas fue exactamente el contrario al esperado. El gobierno no tuvo la precaución o, más bien, el suficiente poder, para frenar los intereses de los terratenientes conservadores e incluso liberales, mediante la imposición de un tope máximo de tierra que podía ser adquirida y la condición de que los nuevos propietarios la pusieran a producir rentablemente. De esta manera, los grandes terratenientes con capital se apropiaron de la gran mayoría de las tierras reforzándose aún más el patrón de alta concentración de tierra en pocas manos. La modernización del campo no fue posible y con esto una menor productividad para el mercado internacional base de la economía. Además, se eliminó toda posibilidad de una industrialización urbana pues no había una capacidad productiva suficiente en el campo para alimentar a la potencial masa asalariada. Sin embargo, los liberales ante el fracaso de la reforma agraria pudieron haber seguido la segunda opción basada en las grandes propiedades con mano de obra libre y producción maquinizada. Esta opción no resultó viable ante la férrea oposición de los conservadores, e incluso de muchos liberales, a eliminar por completo las formas de trabajo serviles. La esclavitud fue abolida mediante la ley del 21 de mayo de 1851, lo que afectó la agricultura de las haciendas esclavistas del Cauca y en mayor medida a la minería. El resto de los terratenientes que producían sobre la base de mano de obra campesina continuaron con prácticas como la aparcería y la agregatura. Haciendo un rápido recorrido por las diferentes zonas económicas del país podemos ver la perpetuación de estas formas de sujeción extraeconómica: En Santa Fe de Bogotá las haciendas tenían un régimen concertado en donde los trabajadores residentes tenían en arrendamiento parcelas de subsistencia y debían prestar servicios de ordeñe, vaquería, siembra y trilla del trigo y la cebada. En las haciendas paneleras del Sumapaz, existían 7 Tirado Mejía, 1989: 163. 5 arrendatarios que pagaban 8 pesos al año por la tierra y debían trabajar una semana de por medio en el trapiche del hacendado por el cual recibían un salario casi simbólico8. En Ambalema, la producción de tabaco era realizada por aparceros que, a diferencia de los arrendatarios de las haciendas, laboraban en pequeñas parcelas más compatibles con el cuidado meticuloso que requería el cultivo. El aparcero debía vender todo su cosecha al terrateniente a un precio que en 1848 representaba un diferencial del 30% a favor del propietario.9 Con la abolición de la esclavitud las haciendas del cauca vieron reducidas sus posibilidades de encontrar mano de obra y trataron de convertir a sus antiguos esclavos en agregados. El sistema de arrendamiento con sus obligaciones de trabajo representaba una renta anual para el hacendado que era fruto evidente del trabajo no remunerado de sus arrendatarios dado por la diferencia entre el salario y el precio del arriendo, siendo éste último más alto. La aparcería el hacendado recibía trabajo no remunerado en la diferencia de precios en su favor cuando compraba los productos del aparcero. En la agregatura, los trabajadores eran considerados libres y, sin embargo, en la realidad de hecho y, aun frente a la ley, existían derechos desiguales para la apropiación de bienes y obligaciones sin contraprestación alguna del propietario, tras la ficción de un documento que presuponía el acatamiento voluntario, pero que estaba coaccionado por el desalojo violento y las posesiones del agregado.10 Por lo tanto, en todas estas formas de producción el trabajo del arrendatario no constituye un valor, una mercancía, sino que el elemento prevaleciente entre el terrateniente y el campesino es la renta y la coacción externa, en vez del salario. Durante la segunda mitad del siglo XIX lo que quedaba de la estructura fiscal colonial fue desmantelada y reemplazada por un sistema unitario. Con el decreto de 1847 de la administración de Tomas Cipriano de Mosquera, quedó establecida la libertad plena de exportación e importación, acabando con todo monopolio estatal. El estanco de tabaco se suprimió en 1850 y con la descentralización de las rentas muchas provincias abolieron el monopolio estatal del aguardiente, los diezmos, quintos, derechos de fundición, etc. Sin embargo, con la pérdida del estanco del tabaco, el estado perdió su mayor fuente de ingresos y recurrió al gravamen de las exportaciones y pedir préstamos a las casas financieras extranjeras, especialmente inglesas, para aliviar la grave situación de las finanzas publicas. 8 Kalmanovitz, 1989: 117 Ibid: 122 10 Ibid: 125 9 6 Esta política fiscal fue altamente contraproducente al desarrollo del capitalismo en el país puesto que promovía el endeudamiento del estado y la destinación de las exportaciones para el pago de la deuda que, a su vez, alentaba la formación de capital extranjero y no nacional. Lo ideal habría sido un sistema fiscal que gravara el consumo, y no la producción, y que ayudaran a la exportación como se implantó en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVII. Durante la revolución burguesa en Inglaterra fueron implementados dos modernos impuestos: el Excise, un impuesto al consumo sobre una amplia gama de artículos de consumo masivo (bebidas alcohólicas, sidra, café, té, chocolate) y la Tasación o impuesto a la tierra, que recaía tanto sobre hacendados como sobre pobres rurales11. Estos impuestos no se basaban en el status del contribuyente, medido generalmente en la riqueza, sino en el consumo: la riqueza no consumidaes decir el capital- estaba exenta de impuestos. Por este medio podía lograrse que la clase hacendada practicara una especie de ahorro forzado y acumulara capital. Además, este sistema fiscal era democrático y acorde con el ideal liberal de otorgar a todos los individuos igualdad ante la ley. Por otro lado, la reducción de impuestos a la importación, de acuerdo al ideal del libre cambio, era beneficiosa en tanto se estimulaba la importación de bienes de capital para desarrollar la industria y mecanizar el campo. Sin, embargo, debido a la división internacional del trabajo y la posición del país como periferia dentro del sistema mundo, las grandes potencias estaban más interesadas en vendernos su sobreproducción de alimentos, telas y otros bienes de consumo básico que bienes de capital. Por lo tanto, las importaciones no pudieron ayudar al desarrollo del país. Por otro lado, la importación de bienes implicaba la ruina del artesanado, base social muy influyente y que los liberales, especialmente los draconianos, apoyaron para acceder al poder político. Los draconianos reclamaban un estado proteccionista bajo un fuerte régimen centralista y apoyaron las revueltas de los artesanos en contra de las importaciones. El federalismo y la debilitación del estado fueron en última instancia contraproducente para el desarrollo del país. Evidentemente la política del laissez – faire exigía el libre desarrollo de las fuerzas económicas sin ninguna intervención de elementos ajenos como el estado. Sin embargo, esta política era adecuada para países ya industrializados en los cuales el estado ya había creado las instituciones y la infraestructura necesarias para el funcionamiento de la economía. 11 Hill, 1980 : 207. 7 La descentralización de las rentas impidió al estado unos ingresos nacionales fuertes que pudieran servir para la integración económica de la nación a través de caminos, ferrocarriles, sistema postal eficiente, etc. Por otro lado, la Constitución de 1863 proclamó la Confederación de los Estados Soberanos12 en una sola nación, bajo el nombre de Estados Unidos de Colombia, cuya soberanía residía en cada uno de los Estados, constituyéndose en la máxima expresión del federalismo en la historia de Colombia. Las agudas diferencias regionales, no sólo económicas, sino partidistas y sociales, exacerbadas por el federalismo hacían del Estado una entidad incapaz de mantener el orden público y propiciar el adelanto. Según la ley del 3 de abril de 1854 los ciudadanos estaban autorizados a comerciar y portar toda clase de armas sin restricción alguna, medida que estimulaba la sedición permanente de los conservadores y las luchas fraccionarias de los liberales13. De esta manera, se dieron numerosas guerras civiles y rebeliones a lo largo del periodo, de las cuales sobresale la guerra civil de 1860 que trajo de vuelta al poder a Tomás Cipriano de Mosquera. Por último, las libertades individuales concedidas a lo largo del periodo de hegemonía liberal, en especial con la Constitución de Rionegro de 1863 fortalecieron en muchos aspectos la oposición conservadora. La libertad de culto y de enseñanza, si bien atacaron la posición privilegiada de la Iglesia, también permitió la movilización de las masas analfabetas en favor de la institución religiosa bajo el pretexto de la defensa de la religión cristiana y el orden que esta sustentaba. La libertad de prensa y conciencia igualmente dejaron el camino abierto para la critica abierta de religiosos y conservadores al régimen y la rápida difusión de sus ideas. La implantación del sufragio universal era un arma política de doble faz. Por un lado, ampliaba las bases del poder político a la burguesía comercial criolla, tradicionalmente excluida, pero por el otro implicaba el riesgo de acrecentar el poder de los conservadores que controlaban gran parte de la población, especialmente campesina que laboraba en sus haciendas. Los Gólgotas, defendían, quizás de manera ingenua, el sufragio universal y secreto para varones mayores de 21 años, en concordancia con las ideas socialistas de la época14. Los Draconianos por el contrario tenían una idea de democracia aristocratizante e ilustrada. Florentino González, Ministro de Hacienda en la primera administración de Mosquera, afirmaba que el partido Liberal debía instaurar 12 Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima. Molina, 1970: 45. 14 Los draconianos llamaban despectivamente a los Golgotas levellers en alusión a este grupo radical ingles que lucho por los intereses de la masa campesina y obrera durante la revolución de 1640. 13 8 “una democracia en la que la inteligencia y la propiedad dirijan los destinos del pueblo, no queremos una democracia bárbara...”15. El partido liberal colombiano durante la segunda mitad del siglo XIX pretendió insertar la economía del país al mercado internacional mediante la política del libre cambio. Sin embargo, el poco desarrollo de las fuerzas productivas del país hacia imposible la vinculación, al menos en un principio, con el sistema capitalismo de otra manera que no fuera la producción de materias primas, Esta inserción como parte de la periferia del sistema – mundo se mantuvo debido a las dificultades para romper con los métodos de producción y la estructura corporativista heredados de la colonia, en parte porque la economía de materias primas puede subsistir en condiciones económicas no enteramente capitalistas. Gerardo Molina afirma, acertadamente al respecto, que: “...al proclamar {los liberales} la ruptura total con la colonia al tiempo le abrían paso a una forma más peligrosa de colonialismo, la que se crea entre los países productores de alimentos y materias primas y las naciones industriales”16. La falta de una burguesía nacional fuerte y consistente en su ideología debilitó ampliamente el partido liberal y dio cabida a una amalgama de intereses y políticas contradictorias por parte de las clases dirigentes del país. La separación de intereses económicos entre conservadores y liberales nunca fue clara pues finalmente toda la economía llegó a depender del comercio internacional y, por tanto, el librecambismo se mostraría como la política económica más adecuada: “...free - enterprise capitalism was generally accepted {by both parties} as the ideal, and disagreements concerned the relative haste with which colonial survivals that conflicted with the economic freedom of the individual – from human slavery to the official limitation of interest rates- ought to be liquidated.”17 Igualmente, tanto liberales como conservadores defendieron un sistema republicano con libertades individuales y separación del poder ejecutivo, legislativo y judicial. Al fin y al cabo ambos partidos estaban conformados por la oligarquía criolla que luchó por la independencia y en contra de los españoles. Como afirma Bushnell, este pensamiento político fue una forma de diferenciamiento con el régimen colonial y por lo tanto de legitimidad ante la sociedad en su 15 Molina, 1979: p. 59. Ibid: 44 17 Bushnell: 56 16 9 conjunto: “The general type of institutions adopted, ostensibly popular in origin and subject to constitutional limitations as distinct from patriarcal absolutism of the old regime”.18 Para finales del siglo con la llegada al poder de Rafael Nuñez, la era de hegemonía liberal llega a su fin, sin haber conseguido insertar plenamente al país al mercado internacional ni industrializar su economía. Colombia tendría que esperar hasta el siglo XX para poder desarrollar la industria y formar tanto burguesia como proletariado, e iniciar asi su camino hacia una incipiente economía capitalista. 18 Bushnell: 78 10 BIBLIOGRAFÍA BUSHNELL, David The Emergence of Latin America in the Twentieth Century. HILL, Christopher. 1980. De la Reforma a la Revolución Industrial. Barcelona, Editorial Ariel, KALMANOVITZ, Salomón. 1989 “El régimen agrario durante el siglo XIX en Colombia”. En Nueva Historia de Colombia, Planeta Colombiana Editorial S.A. KRIEDTE Peter, Hans Medic y Jurgen Schlumbohm. 1986 Industrialización antes de la industrialización. Barcelona, Editorial Crítica. MOLINA, Gerardo. 1970 Las ideas liberales en Colombia 1849 – 1914. Bogotá, Ediciones Tercer Mundo. WALLERSTEIN, Immanuel. 1979 El moderno sistema mundial, tomo 1. México, Siglo XXI Editores. TIRADO MEJÍA, Alvaro. 1989 “El Estado y la política en el siglo XIX”. En Nueva Historia de Colombia, Planeta Colombiana Editorial S.A. 11 2046813 12