boletín de la maternidad - Observatorio de la Maternidad

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boletín de la maternidad
CONT ENIDOS | JU NIO D E 2 0 1 2
¿QUÉ ES EL OB SERVATOR IO
DE LA M ATERNIDAD?
La Fundación Observatorio de la Maternidad es un
centro de estudios sin fines de lucro, cuya misión
es promover el valor social de la maternidad.
Para ello, se incentiva la generación de información
y conocimiento especializado y actual, que integre
los aspectos sociales, laborales, educativos y de
salud, y contribuya a iluminar la realidad y los problemas relacionados con el fenómeno de la maternidad. El objetivo es aportar soluciones creativas
y de implementación factible, a fin de mejorar la
calidad de las políticas públicas y privadas dirigidas
a las madres, sus hijos y sus familias.
BOLE T ÍN DE L A MATERNID A D
Es una gacetilla informativa que procura condensar
y divulgar opiniones, estudios e iniciativas vinculados a la maternidad, de elaboración propia o de
terceros.
Cada número del Boletín –de difusión cuatrimestral– incluye una columna de opinión, una entrevista a profesionales o especialistas, una sección
de tendencias que abarca las novedades sobre maternidad, y una nota sobre políticas y programas
públicos o privados a favor de la madre, sus hijos
y su familia.
E Q UI PO DE TRAB AJO
Coordinación editorial y redacción:
Lic. Carina Lupica y Lic. Gisell Cogliandro
Fotografía: google images
ISSN: 1851-3395
www.o-maternidad.org.ar
A PO Y O INSTITU CIONA L
La distribución postal del Boletín
de la Maternidad nº 15 se realiza
gracias al apoyo de:
Grupo Logístico Andreani
n° 15
columna de opinión
escenario local
paternidad, educación y trabajo
PÁGINA
2
el acceso a las oportunidades y capacidades
básicas para el desarrollo
en los últimos cinco años los hombres con responsabilidades familiares han
alcanzado mejoras en los niveles básicos de educación y en la participación
laboral. sin embargo, la mitad de ellos (48,7%) no logró completar el nivel
secundario y el 41,7% tiene un empleo informal.
por carina lupica
profesionales y maternidad
el nuevo proyecto de ley para
ampliar las licencias por maternidad
y paternidad que se está debatiendo
en Diputados
PÁGINA
9
héctor recalde, presidente de la comisión de legislación del trabajo de la cámara
de diputados de la nación, analiza la nueva iniciativa, sus implicancias y las
posibilidades de que se convierta en ley.
por gisell cogliandro
tendencias
12
hijos más tarde y en vínculos
consensuales: los principales cambios
del perfil demográfico de la paternidad
PÁGINA
una característica común a hombres y mujeres que habitan hogares biparentales
es que, pese a que la mayoría de ellos están casados cuando tienen hijos, se
registra una tendencia creciente de los que conviven en uniones de hecho.
por carina lupica
políticas y programas
hombres, paternidad y cuidado
PÁGINA
16
algunos hallazgos de la encuesta internacional de
masculinidades y equidad de género (IMAGES) en
Brasil, Chile y México.
por francisco aguayo, eme- cultura salud (chile); gary barker, instituto
(PÁGINA 1)
promundo (brasil-us) y pablo correa, mmc (chile)
COLUMNA DE OPINIÓN
escenario local
paternidad, educación
y trabajo
el acceso a las oportunidades
y capacidades básicas para
el desarrollo
por Carina Lupica
Según el enfoque sobre desarrollo humano propuesto por el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo,
este existe si en una sociedad se logra
crear un entorno en el que las personas
puedan hacer plenamente realidad sus
posibilidades y vivir en forma productiva y creadora de acuerdo con sus necesidades e intereses (PNUD, 2001, citado
en PNUD, 2010: 33).
A partir de esta orientación, se propone
aquí adoptar la perspectiva de las capacidades a fin de observar el progreso de
las sociedades conforme a la afirmación
de que las personas concretas deben ser
actores y beneficiarios del desarrollo y
de la creatividad de la sociedad.
Si se considera que las capacidades son
“aquellos bienes creados por la sociedad de los que las personas se apropian
–como salud, participación, ingresos,
educación, seguridad, sentido de pertenencia– y que les permiten en mayor o
menor medida elegir libremente y realizar efectivamente sus proyectos de vida”
(PNUD, 2010: 33-34), resulta entonces
pertinente centrar esta indagación sobre
aquellas desigualdades que se hallan en
las capacidades de las personas a la hora
de adquirir conocimientos que faciliten
el desenvolvimiento de sus potencialidades, su participación de la vida social (educación) y el acceso a recursos y
oportunidades económicas para disfrutar de un nivel de vida decente (empleo
e ingresos).
Se cuestiona esencialmente cuáles han
sido los avances en este tema en los últimos cinco años y cuáles los obstáculos
que restringen el acceso de las personas
a estas capacidades y recursos básicos.
En especial, se intenta analizar de qué
manera la convivencia cotidiana con
hijos e hijas afecta las posibilidades de
desarrollo social, cultural y económico
de los hombres en comparación con las
madres, ya que el acceso a aquellos bienes básicos por parte de hombres y de
mujeres que tienen responsabilidades
familiares son cuestiones que superan
su individualidad y afectan las condiciones de vida en las que nacen y crecen
sus hijos e hijas. Es decir, que tienen
impacto en el presente y también en el
futuro de las nuevas generaciones.
A su vez, esta realidad impone nuevos retos a las agendas y políticas públicas para
poder satisfacer las necesidades ciertas
de los individuos y de la comunidad.
1.Acceso a la educación
En la Argentina, la Ley de Educación
Nacional N° 26.206 (2006) establece
que la educación formal es obligatoria
hasta terminar el nivel secundario de
estudios. Sin embargo, uno de cada dos
hombres que conviven con hijos1 –el
48,7%– no completó los doce años de
estudios que se consideran como mínimos para poder acceder a un trabajo
que les permita conseguir el bienestar
familiar (Cepal, 1994: 95). Dentro de
este grupo de hombres, el 4,7% no logró siquiera completar la educación primaria, mientras el 44% restante finalizó
el nivel primario de estudios pero no el
secundario.
En contraposición a lo que expresan
tales guarismos, en la cúspide de la pirámide educativa se halla el 25% de los
hombres que conviven con hijos que pasaron por la universidad, 14,4% de los
cuales concluyeron los estudios terciarios o universitarios.
Pero, los varones que son jefes de hogar o cónyuges y conviven con hijos alcanzan menores niveles educativos que
aquellos que no comparten con hijos la
vida diaria. Así, el 26,8% de los jefes de
hogar o cónyuges en hogares sin hijos
completaron los estudios terciarios o
universitarios frente al 14,4% entre los
que habitan hogares en los cuales hay
hijos2. Y lo mismo sucede si se coteja
la base de la pirámide educativa: mientras el 48,7% de los hombres con hijos
tienen bajo nivel educativo, ese porcentaje se reduce prácticamente a la mitad
(25,6%) entre los que no conviven con
descendencia (gráfico 1).
¿A qué se debe este rezago entre los
hombres que conviven con hijos si los
niveles de educación de la población en
general mejoraron y se alcanzó la cobertura casi universal del nivel básico?
¿Cómo han sido estos avances en los últimos cinco años?
Gráfico 1: Nivel educativo de mujeres y de hombres de 14 a 49 años según posición de parentesco. Total aglomerados urbanos. Año 2010.
bajo
100%
17,2%
80%
18,5%
60%
20,6%
medio
8,5%
alto
14,4%
21,3%
37,7%
23,3%
18,2%
31,2%
10,6%
10,6%
26,3%
24,4%
40%
20%
0%
43,7%
50,0%
15,4%
superior
48,7%
43,7%
restantes
no
convive
con
hijos
11,0%
15,5%
19,6%
26,8%
20,8%
22,2%
58,7%
51,3%
25,6%
15,7%
total
5,3%
16,4%
26,8%
convive
con
hijos
convive
con
hijos
restantes
no
convive
con
hijos
mujeres
total
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
Notas: Bajo: Primaria incompleta, Primaria completa y Secundaria incompleta. Medio: Secundaria completa. Alto: Universitaria incompleta. Superior: Universitaria completa.
En primer lugar, hay que aclarar que los
principales adelantos educativos entre
los hombres se han producido en la alfabetización, asistencia y conclusión del
nivel básico de estudios: la proporción
de hombres con hijos que tienen hasta
primario incompleto se redujo alrededor
de un 30% (de 7% en 2006 a 4,7% en
2010), y mermó un 7% la de aquellos
que tienen hasta el secundario incompleto (de 47,2% en 2006 a 44% en 2010).
Nótese una diferencia respecto al avance
educativo de las mujeres. La situación
educativa de las madres supera a la de
los hombres que conviven con hijos: el
43,7% de ellas tienen un nivel educativo bajo (hasta secundario incompleto);
24,4%, medio (secundario completo);
10,6%, alto (terciario o universitario incompleto); y 21,3%, superior (terciario o
universitario completo). Mientras que,
entre ellos, estos porcentajes son: 48,7%;
26,3%; 10,6%; y 14,4%, respectivamente.
Ellas no solo han mejorado en los niveles básicos de estudios, sino que han
adelantado más en la finalización de los
estudios superiores de educación. En
consecuencia, la brecha de egresos universitarios entre hombres y mujeres se
amplió en los últimos cinco años, de 5,3
puntos porcentuales a 6,9 puntos porcentuales. Así pues, en 2006 el 18,6%
de las madres y el 13,2% de los hombres
que convivían con hijos tenían estudios
universitarios o terciarios completos, en
Gráfico 2: Nivel educativo de madres y de hombres de 14 a 49 años que conviven con hijos. Total aglomerados
urbanos. Años 2006 y 2010.
10%
18,6
21,3
10,5
10,6
9,5
10,6
6,5
4,6
20%
7,0
4,7
30%
22,2
24,4
23,0
26,3
40%
13,2
14,4
42,2
50%
2010
39,1
47,2
44,0
2006
hasta pi
pc a si
sc
ui
madres
hombres que
conviven
con hijos
madres
hombres que
conviven
con hijos
madres
hombres que
conviven
con hijos
madres
hombres que
conviven
con hijos
madres
hombres que
conviven
con hijos
0%
uc
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2010.
Notas: PI: Primaria Incompleta, PC: Primaria Completa, SI: Secundaria Incompleta, SC: Secundaria Completa, UI: Universitaria Incompleta, UC: Universitaria Completa.
(PÁGINA 3)
Gráfico 3: Condición de actividad de mujeres y de hombres de 14 a 49 años según posición de parentesco. Total
aglomerados urbanos. Año 2010.
ocupado
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
desocupado
1,9%
3,1%
20,7%
46,5%
8,3%
3,5%
23,0%
40,1%
4,5%
58,4%
inactivo
41,0%
3,9%
7,4%
5,3%
95,0%
6,9%
total
88,3%
74,8%
71,6%
51,6%
56,0%
48,2%
5,4%
34,7%
restantes
no
conviven conviven
no
restantes
conviven con hijos con hijos conviven
con hijos
con hijos
mujeres
total
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
tanto que en 2010 dichos porcentajes
son 21,3% y 14,4%, respectivamente.
No obstante estos avances educativos,
aún existe un gran número de hogares
dentro de un contexto educativo familiar
crítico. En ellos nacen y crecen muchas
niñas y niños en este país: prácticamente uno de cada dos jefes de hogar o cónyuges –43,7% de las mujeres y 48,7%
de los varones– que conviven con hijos
tiene bajo nivel educativo, pues no culminó los doce años de estudios que se
consideran obligatorios en la Argentina.
manente y no está condicionada por
la llegada de los hijos, a diferencia de
lo que sucede con las mujeres. Mientras ellas sufren las “desventajas de la
maternidad”, ellos parecen gozar de las
“ventajas por la paternidad” en el ámbito productivo.
Sin dudas, uno de los grandes desafíos
de nuestro país en materia educativa es
la permanencia y finalización del nivel
medio de estudios de un contingente
importante de personas si se desea romper con la reproducción de las condiciones de pobreza de una generación a otra.
Así, los datos estadísticos del Observatorio de la Maternidad permiten concluir que cuando hay hijos en el hogar
los hombres participan más en el mercado de trabajo, mientras que cuando
ellas son madres en muchos casos lo
2. Acceso al trabajo y a los
ingresos
La trayectoria de inserción de los hombres en el mercado de trabajo es per-
38,8
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2010.
madres
1,9
1,5
hombres que
conviven
con hijos
3,9
5,5
madres
3,1
2,9
hombres que
conviven
con hijos
desocupado
inactivo
40,1
2010
56,0
55,7
ocupado
madres
hombres que
conviven
con hijos
100
80
60
40
20
0
2006
95,0
95,6
Gráfico 4: Evolución de la condición de actividad de las madres y de los hombres que conviven con hijos de 14 a
49 años. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y 2010.
abandonan. Participan del mercado laboral (están ocupados o desocupados)
el 98,1% de los jefes de hogar o cónyuges que conviven con hijos y el 91,8%
de los que no conviven con descendencia. En cambio, la participación laboral
entre las mujeres es muy distinta según tengan o no hijos: están insertas
en el ámbito productivo el 79,3% de las
mujeres que no tienen hijos y el 59,9%
de las madres (gráfico 3).
de educación formal: más de la mitad
de las madres en “inactividad laboral”
(51,9%) tienen bajo nivel educativo. Se
trata de mujeres que trabajan por necesidad y entre quienes la participación
laboral es más irregular: ingresan al
mercado de trabajo en momentos de
crisis para sostener o contribuir al sostén económico de sus hogares para luego retirarse en épocas de crecimiento o
estabilidad económica.
En segundo lugar, en los últimos cinco
años la participación laboral de los hombres que conviven con hijos se mantiene prácticamente constante: el 98,5%
de ellos en 2006 y el 98,1% en 2010.
Tercero, la participación laboral de los
hombres es alta cualquiera sea el nivel
educativo alcanzado: toman parte del
mercado de trabajo el 99,8% de los
hombres que conviven con hijos que
pudieron completar la universidad; el
97,7% de los que tienen estudios terciarios o universitarios incompletos; el
99,2% de quienes tienen el secundario
completo; y el 97,2% de aquellos con
secundario incompleto y menos años
de escolarización (gráfico 5).
Aquí se encuentra otra diferencia respecto a las madres, cuya actividad laboral
disminuye 1,3 puntos porcentuales en el
mismo período de análisis: de 61,2% a
59,9% de 2006 a 2010 (gráfico 4).
La menor intervención en el mercado
de las madres se explica principalmente por una caída en el nivel de desocupación (de 5,5% en 2006 a 3,9% en
2010) y un incremento en el nivel de
inactividad (de 38,8% en 2006 a 40,1%
en 2010). Es decir, se trata de mujeres
que “dejaron de buscar trabajo remunerado” y se quedan a cargo de sus hogares y familias.
Si se desagregan los datos estadísticos
por nivel educativo, se corrobora que
se trata de mujeres con menos años
Esto marca otra diferencia en relación
con las madres, ya que ellas se incorporan en mayor proporción a la fuerza de
trabajo en función de su nivel educativo.
Entre las mujeres que conviven con hijos
lo hacen el 85,2%, 66,7%, 55,9% y 48,1%
de ellas, respectivamente (gráfico 5).
Debido a que la participación laboral
femenina está en conexión directa con
el nivel educativo alcanzado, las brechas más reducidas con respecto a los
Gráfico 5: Participación laboral de las madres y de los hombres de 14 a
49 años que conviven con hijos según nivel educativo. Total aglomerados
urbanos. Año 2010.
bajo
medio
alto
superior
97,2%
99,2% 97,7%
99,8%
85,2%
100%
55,9%
60%
48,1%
40%
20%
0%
mujeres que conviven
con hijos
En cuarto término, en los últimos cinco
años mejoró la calidad de los empleos
para los hombres que conviven con hijos. Aumentó 5,3 puntos porcentuales
la proporción de hombres con hijos que
están insertos en el mercado formal de
trabajo (de 52,8% en 2006 a 58,1% en
2010), como consecuencia de la disminución del porcentaje de los que se desempeñan en la economía informal (de
47% en 2006 a 41,7% en 2010). Pese
a lo cual, aún el 41,7% de los hombres
que viven con hijos tienen empleos informales (gráfico 6).
Nuevamente, se encuentra otra diferencia entre hombres y mujeres. Aunque entre las madres también se produce una mejoría en la calidad de los
empleos (entre ellas aumenta la formalidad de 39,9% en 2006 a 47,8%
en 2010), esto ocurre por efecto de la
salida del mercado de aquellas con menores calificaciones, tal como se expresó en párrafos anteriores. No obstante
ello, aún están sobrerrepresentadas en
los empleos de menor calidad: el 52,2%
de las madres tienen un empleo informal o trabajan en el servicio doméstico
frente al 41,9% de los hombres en igual
situación que conviven con hijos.
El servicio doméstico remunerado es
un tipo de trabajo ejercido de forma
exclusiva por mujeres, y estas trabajadoras continúan hoy en los escalones
inferiores de la jerarquía laboral y social. Los principales problemas del sector son los bajos salarios, el déficit de
calidad de las condiciones del empleo
y la ausencia de beneficios otorgados
a otros trabajadores en relación de dependencia3 (Lupica, C., 2010b).
Se debe destacar además que el 81,8%4
de las empleadas del servicio doméstico no están registradas y, por tanto, no
cuentan con los beneficios de la seguridad social, y solo un porcentaje muy
reducido recibe otros beneficios sociales, como aguinaldo, vacaciones pagas,
días por enfermedad u obra social (Lupica, C., 2010c).
66,7%
80%
hombres se producen entre los profesionales, mientras que las más amplias
se registran entre aquellos con menos
años de educación formal.
hombres que conviven
con hijos
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
Notas: Bajo: Primaria incompleta, Primaria completa y Secundaria incompleta. Medio: Secundaria completa. Alto: Universitaria incompleta. Superior: Universitaria completa.
El trabajo fuera de los hogares que llevan a cabo mujeres y hombres supone,
entre otras, dos implicancias cardina-
(PÁGINA 5)
Gráfico 6: Situación ocupacional de las madres y de los hombres de 14 a
49 años que conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y
2010.
47,8
58,1
39,9
20,4
servicio doméstico
madres
madres
hombres que
conviven
con hijos
0,2
0,2
hombres que
conviven
con hijos
informal
Entre las principales causas de la menor participación y desarrollo laboral
de las mujeres, se destacan las labores
domésticas y de cuidado de los hijos y
otras personas dependientes dentro del
hogar, tareas que aún siguen desempeñando ellas de forma casi exclusiva,
sean amas de casa o trabajen percibiendo un salario (Lupica, C., 2010a).
18,1
39,7
52,8
2010
34,1
madres
hombres que
conviven
con hijos
100
80
60
40
20
0
47,0
41,7
2006
formal
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2010.
les: contribuye simultáneamente a su
desarrollo personal y al bienestar social
y económico de la familia. En efecto, los
ingresos monetarios que se obtienen a
cambio de un trabajo remunerado representan un poder adquisitivo sobre
bienes y servicios, los cuales favorecen
el bienestar material personal y familiar y coadyuvan para alcanzar mejores
estándares de vida.
Como se muestra en el gráfico 7, el
ingreso promedio de los hombres
($2.734,2) representa el 58,5% del ingreso total del hogar (ITH), mientras
que el de las mujeres ($1.177 mensuales) representa el 46,2% del ITH5.
presentación de hombres y mujeres en
los distintos sectores económicos, las
características de la oferta de empleo
femenino, la participación en el trabajo
a tiempo parcial y los mecanismos de
retribuciones salariales.
Estos datos permiten inferir que la contribución monetaria de las mujeres es
representativa e implica para ellas una
responsabilidad en el sostén económico del hogar. Además, la mayor proporción de mujeres en el ITH indica que
se rompió el esquema de único proveedor (masculino). Pese a ello, aún en la
actualidad, en promedio los hombres
continúan proporcionando el ingreso
más importante del hogar.
Existe un conjunto complejo y a menudo interrelacionado de factores que
originan la brecha salarial de género.
A la valoración de las competencias
laborales hay que unir la segregación
del mercado de trabajo con disímil re-
Como resultado, su actividad se convierte en una doble jornada laboral, que
en los hechos es una sobrecarga de trabajo en perjuicio de su acceso a oportunidades de capacitación y participación social, con carreras profesionales
interrumpidas, lagunas previsionales,
salarios más bajos y empleos de peor
calidad que los de los hombres.
Los datos estadísticos respaldan esta
afirmación. Tal como se puede confrontar en el gráfico 7, la contribución económica de los hombres no varía significativamente en función de la posición
de parentesco que ocupan en el hogar,
a diferencia de lo que sucede entre las
mujeres. Los jefes de hogar o cónyuges
aportan en promedio aproximadamente
el 71,4% del ITH ($3.064,7 mensuales)
cuando hay hijos en el hogar, y el 75,9%
del ITH ($3.633,4 mensuales) cuando
no los hay. En contraposición, las jefas
Gráfico 7: Proporción de ingresos de mujeres y de hombres en el ingreso total del hogar (ITH) y promedio de
aporte, según posición de parentesco. Total aglomerados urbanos. Año 2010.
proporción del ingreso en el ith
32,7%
restantes
no conviven
con hijos
conviven
con hijos
total
35,5%
64,8%
75,9%
mujeres
restantes
no conviven
con hijos
1.771,7 1.974,1
3.051,1
3.633,4
71,4%
conviven
con hijos
2.310,6
3.064,7
58,5%
total
2.250,2
2.734,2
49,1%
46,2%
aporte promedio
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
mujeres
hombres
de hogar o cónyuges sin hijos aportan
el 64,8% del ITH ($3.051,1 mensuales),
porcentaje que disminuye al 49,1%
($2.310,6 mensuales) entre las madres.
De hecho, las madres resultan las más
desfavorecidas en cuanto a ingresos
respecto de sus pares varones, incluso
ante otras mujeres que no tienen hijos:
las madres ganan en promedio aproximadamente el 82% de lo que perciben
las mujeres sin hijos y el 40% de los
hombres que conviven o no con hijos.
Reflexiones finales
En los últimos cinco años los hombres
con responsabilidades familiares han
logrado mejoras en los niveles básicos
de educación. Sin embargo, la mitad de
ellos (el 48,7%) no consiguió completar
el nivel medio de estudios. A su vez, en
el extremo superior de la pirámide educativa han sido superados por las mujeres: en 2010 el 21,3% de las madres
tenían estudios terciarios o universitarios completos contra el 14,4% de los
hombres que convivían con hijos.
A pesar de tener menos años de educación formal, ellos se encuentran en mejor posición relativa que ellas con relación al acceso al trabajo y a los ingresos.
Los hombres tienen una participación
alta y constante en el mercado de trabajo, con independencia de su posición
de parentesco y su nivel educativo. Por
el contrario, las mujeres restringen su
participación en el mercado cuando
tienen hijos (participa el 79,3% de las
jefas de hogar o cónyuges sin hijos,
proporción que disminuye al 59,9%
entre las madres) y cuando no cuentan
con suficientes años de educación formal (participa el 85,2% de las madres
universitarias vs. el 48,1% de las que
tienen hasta secundario incompleto).
También respecto a los últimos cinco años, la participación laboral de los
hombres aumentó mientras que la de
las mujeres disminuyó, como consecuencia de que una proporción de ellas
dejaron de buscar trabajo remunerado
para quedarse al cuidado del hogar y de
los hijos. La salida del mercado las ubica en una situación de vulnerabilidad,
ya que pierden la oportunidad de conseguir mejores empleos e ingresos en
el tiempo que pueden ser imprescindibles ante un cambio en las condiciones
socioeconómicas del país o de sus ho-
gares (si el cónyuge pierde el trabajo o
en un contexto de alta inflación), o una
modificación de su estructura familiar
(si estas mujeres se separan, divorcian
o quedan viudas y tienen que hacerse
cargo en soledad de la manutención
económica de sus hogares).
Los hombres con responsabilidades
familiares no solo participan más del
mercado laboral sino que lo hacen en
puestos de mejor calidad y con mejores
remuneraciones: el 58,1% de ellos tienen un empleo formal vs. el 46% de las
madres, y con sus ingresos aportan el
58,5% del ingreso total del hogar vs. el
46,2% de las madres.
De todas maneras, aunque los hombres
que conviven con hijos están en una situación relativa más positiva en comparación con las madres, su situación
laboral no es óptima, ya que el 41,7%
de ellos tienen un empleo informal y
muchos no pueden con sus ingresos
mantener económicamente a sus familias. El ingreso promedio que generan
las madres es tan sustantivo como el de
los hombres para el sostenimiento económico de sus familias.
En suma, para mejorar los índices de
desarrollo humano en la Argentina es
forzoso saldar la deuda pendiente en
materia educativa. En particular, se
debe contribuir a que los hombres y las
mujeres con responsabilidades familiares finalicen los doce años de estudios
obligatorios y considerados como mínimos para conseguir un buen empleo.
Acerca del acceso a los recursos y oportunidades económicas, los varones parecen estar en un estadio más avanzado que las mujeres. Si bien para ellos
es menester mejorar la calidad de sus
empleos, entre las mujeres todavía es
necesario promover y facilitar su inserción en el mercado de trabajo, en especial entre las que son madres y tienen
menos años de educación formal.
Estas son las nuevas vulnerabilidades
sociales: el acceso desigual o condicionado a capacidades y oportunidades
básicas como la educación y el trabajo.
Su atención exige la implementación
de políticas públicas innovadoras para
luchar contra los riesgos y las desigualdades y conseguir que las fuerzas dinámicas del mercado beneficien a todas y
a todos por igual.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
• Comisión Económica para América Latina y el CaribeCEPAL (1994). “Panorama social de América Latina”. Santiago de Chile.
• Lupica, Carina (2010). Los hijos ¿influyen de igual manera
en la vida de las mujeres y de los hombres? Anuario de la Maternidad. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires,
diciembre.
• Lupica, Carina (2010a). “Trabajo decente y corresponsabilidad de los cuidados en Argentina”. Organización
Internacional del trabajo–OIT. Buenos Aires.
• Lupica, Carina (2010b). “Trabajo doméstico mal remunerado: un reflejo de la subvaloración de las tareas del hogar y de cuidado”. Observatorio de la Maternidad, Boletín
de la Maternidad N° 10. Buenos Aires, octubre.
• Lupica, Carina (2010c). “Desprotección de la maternidad en el trabajo doméstico remunerado. ¿Solo una cuestión de ley?”. Observatorio de la Maternidad, Boletín de la
Maternidad N° 10. Buenos Aires, octubre.
• Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo–
PNUD (2010). “Desarrollo Humano en Chile 2010. Género: los desafíos de la igualdad”. Santiago de Chile, marzo.
1. Es importante señalar que, debido a la imposibilidad de vincular directamente a un padre con sus hijos a través de la información proporcionada por la Encuesta Permanente de Hogares del
INDEC que se utiliza para este informe como base de datos, se
optó por recurrir a una variable sustitutiva (proxy). Así, se dividió
al universo de análisis de hombres de 14 a 49 años de edad de los
principales aglomerados urbanos del país en tres categorías de
estudio: jefes de hogar o cónyuges que conviven con hijos en los
hogares que habitan, jefes de hogar o cónyuges que no conviven
con hijos, y restantes hombres (no son jefes ni cónyuges en los
hogares donde viven, generalmente son hijos, nietos o sobrinos).
Pero, no sería correcto identificar la primera categoría –jefes de
hogar o cónyuges que conviven con hijos– como “padres”. Entre
otros motivos, porque no siempre quien convive con los hijos es
el padre biológico, y muchos hombres que no conviven con sus
hijos biológicos asumen y ejercen con responsabilidad su rol de
padres.
2. Y lo mismo sucede entre las mujeres: mientras el 37,7% de las
jefas de hogar o cónyuges sin hijos logran finalizar los estudios
terciarios o universitarios, solo el 21,3% de las que son madres lo
consiguen. En la base de la pirámide educativa, el 43,7% de las
madres tienen bajo nivel educativo, porcentaje que disminuye
al 15,7% entre aquellas que no tienen hijos. Estos datos estarían
revelando que las mujeres y los hombres que conviven con hijos a
diario tienen algunas desventajas en el acceso a recursos básicos
para el desarrollo en comparación con quienes viven en hogares
donde no hay descendencia.
3. Debido a que se trata de un trabajo encarado solo por mujeres,
entre las restricciones sustanciales se destaca la ausencia de garantías para las empleadas de hogar en su condición de madres
–presentes o futuras– y trabajadoras con responsabilidades familiares. Ellas no gozan de los derechos establecidos en la Ley de
Contrato de Trabajo, como la protección y estabilidad del empleo,
licencia por maternidad, permisos para la lactancia, licencias por
necesidades familiares y servicios de cuidado en el espacio de trabajo. La causa de ello es que el trabajo doméstico remunerado en
la Argentina sigue siendo regulado por una legislación especial: el
Estatuto de los Trabajadores Domésticos, establecido por el Decreto-Ley 326 del año 1956. En el marco de la primera sesión del
año 2011, el 16 de marzo en la Cámara de Diputados de la Nación
se aprobó, sin discusión y por unanimidad, el “Régimen especial
de contrato de trabajo para el personal de casas particulares”.
Este se elaboró sobre la base de un texto enviado al Congreso por
la presidenta Dra. Cristina Fernández de Kirchner, un año atrás.
El nuevo régimen, aún en discusión parlamentaria, asegura a
todas las personas que prestan servicios de cuidado y limpieza en
domicilios particulares los mismos derechos y obligaciones que
los que tienen las trabajadoras y trabajadores formales del sector
privado, regulados por la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) Nro.
20.744 (t. o 1976) y sus modificatorias.
4. Encuesta Permanente de Hogares (EPH), cuarto trimestre
2010. INDEC.
5. El análisis se realiza sobre la base de la Encuesta Permanente
de Hogares cuarto trimestre 2010, motivo por el cual los montos
correspondientes a los aportes monetarios de los hombres y las
mujeres al hogar han quedado desactualizados. De todas maneras, los valores absolutos se especifican solo como referencia
para el análisis de las desigualdades o brechas entre los ingresos
de ellos y ellas según convivan o no con hijos en el hogar.
(PÁGINA 7)
entrevista al dr. héctor
recalde, presidente de la
comisión de legislación
del trabajo de la cámara
de diputados de la nación
el nuevo proyecto de ley para
ampliar las licencias por
maternidad y paternidad
que se está debatiendo
en Diputados
por Gisell Cogliandro
héctor recalde es abogado, profesor titular de derecho en el ciclo básico común (uba), profesor adjunto de derecho del trabajo y la seguridad social en la facultad de derecho (uba), y profesor titular de derecho administrativo del trabajo en la facultad de ciencias sociales (uba).
es también asesor letrado de organizaciones sindicales, jefe de asesores de la confederación
general del trabajo de la r. a. y miembro del consejo consultor de la asociación de abogados
laboralistas. se desempeña como diputado nacional por la provincia de buenos aires desde 2005
y preside la comisión de legislación del trabajo de la cámara de diputados de la nación.
(PÁGINA 9)
PROFESIONALES Y MATERNIDAD
Actualmente, en el Congreso de la Nación se está debatiendo un
proyecto de ley que propone cambios a la Ley de Contrato de Trabajo referidos a las licencias por maternidad, paternidad y equiparación de los derechos en casos de adopción, entre otros. Este
proyecto, que ya fue aprobado por unanimidad en el Senado el 30
de junio de 2010, es producto de trece iniciativas estudiadas por
la Comisión de Población que elaboró un único dictamen para
facilitar su aprobación. La iniciativa también cuenta con el aval
del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
En este sentido, si el objetivo es igualar los derechos de los
padres, ¿se le reconocerá la asignación por paternidad?
A mediados de abril de este año, la Comisión de Legislación del
Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación decidió volver
a tratar el proyecto. Es por ello que el Observatorio de la Maternidad entrevistó al Dr. Héctor Recalde, presidente de dicha comisión, para que nos cuente acerca de esta propuesta, sus implicancias y las posibilidades de que se convierta en ley.
¿Cuáles son los cambios para las licencias de las madres?
¿Qué propone el nuevo proyecto sobre la extensión de la licencia por paternidad?
Una de las principales modificaciones es extender la licencia
por paternidad de 2 días, actualmente vigente, a 5 días por el
nacimiento del hijo. Pero también se otorga esta licencia a
los padres que adopten, quienes hasta el momento no cuentan con este beneficio.
Esto es una política de avance gradual; nosotros inicialmente
en Diputados planteamos que fueran 15 días desde el nacimiento; yo a su vez había elaborado un proyecto donde proponía 12 días, pero el Senado aprobó una ley más restrictiva.
Pero lo más importante es que podamos avanzar, es por eso
que estamos conversando ahora con los miembros de la Comisión de Trabajo del Senado para asegurarnos de que la modificación que le realicemos a este proyecto cuenta con el apoyo de ellos y que no va a demorar el proceso de aprobación.
¿Cuál es la importancia de extender la licencia por paternidad?
El nacimiento y crianza de un hijo es un acontecimiento familiar único y transformador, pero tradicionalmente el rol
asignado al hombre en este suceso era el de simple “colaborador” de la madre. En la actualidad, con las mutaciones
culturales y sociales que se han dado, se reconoce que el derecho y la responsabilidad del hombre es “participar” en la
crianza y cuidado del hijo. Por ello, es necesario promover
y facilitar desde la legislación laboral que los padres puedan
involucrarse en esta tarea fundamental e irreemplazable.
Entonces, la igualdad tiene que ver con el rol del padre, que
no colabora sino que participa de la vida familiar. Lo trascendente de esto es que se reconozca el papel del padre.
Sí, se modificará el régimen de asignaciones familiares y se
reconocerá la asignación por maternidad o por paternidad
tanto biológica como adoptiva. Y en el caso que tanto la madre y el padre estén incluidos en el régimen, podrá ser percibida por ambos.
Se equipara la licencia por maternidad que tienen las madres biológicas a las madres adoptivas. Además, el proyecto
contempla la extensión de licencias para madres en el caso
de nacimientos o adopción múltiples a 30 días más por cada
hijo a partir del segundo hijo.
El proyecto contempla también licencias adicionales para los
casos de nacimientos con riesgos o problemas de salud. ¿En
qué consisten? ¿Se aplicarán tanto a madres como a padres?
En el caso de nacimiento de bajo riesgo, cuando el hijo al
momento de nacer pese entre 1,5 kg y 2,5 kg se sumará solo
para la madre una licencia de 30 días. Mientras que en los
casos de nacimientos de alto riesgo, cuando el hijo al nacer
no supere los 1,5 kg, la madre contará con 60 días más y el
padre con 10 días más.
Por otra parte, se considera también el caso de nacimiento
o adopción de hijos con discapacidad o enfermedad crónica.
En estos casos, a la licencia de la madre se suman 6 meses y
a la del padre se adicionan 30 días. Asimismo, cabe destacar
que todas las licencias establecidas podrán ser ejercidas por
el padre en el supuesto fallecimiento de la madre.
¿Hay cambios respecto a la lactancia?
La madre podrá disponer de una hora durante el horario laboral para amamantar a su hijo. Pero podrá elegir de qué
manera utilizarla. Este derecho también se extenderá para
las madres adoptivas y para el padre, en caso de fallecimiento
de la madre.
¿Qué reformas se proponen referidas a la protección del empleo para madres y padres?
Se busca garantizar la protección del empleo para el padre,
que hoy no está contemplado en la actual ley de contrato de
trabajo. Pero además se amplía el período para las madres.
Entonces, con este nuevo proyecto no se podría despedir por
razones de maternidad, paternidad o embarazo dentro del
plazo de 8 meses y medio y anteriores y 7 meses y medio
posteriores a la fecha del parto o fecha de inicio de los trámites de adopción.
De esta manera, si los padres son despedidos durante este
período deberán recibir la indemnización correspondiente
(que hasta ahora solo estaba prevista para la madre).
Incluso se contempla la posibilidad de contar con un período
de excedencia tanto para la madre adoptiva como para el padre, que hoy no lo tienen.
¿Cree que al igualar en el trabajo los derechos y la protección
de padres y madres contribuirá a que las mujeres sufran menos la discriminación laboral por su maternidad?
Creo que cuanto más equiparemos los derechos de los trabajadores entre los distintos sexos y/o géneros, los empleadores tendrán menores incentivos para preferir trabajadores de
un sexo por sobre otro.
Las brechas de inserción laboral e ingresos entre trabajadores
y trabajadoras se han reducido mucho en los últimos años,
gracias a las políticas inclusivas del gobierno en su fuerte
alianza con el trabajo. Sin embargo, es cierto que mientras
se mantengan derechos diferenciados para hombres y mujeres, los empleadores seguirán ejerciendo discriminación
para con estas últimas, más allá de que las trabajadoras se
conviertan en madres o no posteriormente. Hasta el día de
hoy, las mujeres sufren de mayores tasas de desempleo e informalidad laboral y menores ingresos que los hombres.
Los proyectos de ley que intentaron reformar las licencias por
maternidad y paternidad tienen una larga historia parlamentaria, pero no lograron convertirse en ley. ¿Será factible revertir la situación con este nuevo proyecto de ley?
Efectivamente, en el año 2006 la Cámara de Diputados había aprobado con amplio apoyo un proyecto que proponía
una reforma de la Ley de Contrato de Trabajo que ampliaba
en 15 días la licencia por paternidad, entre otros temas. Pero
el Senado nunca la trató y perdió estado parlamentario.
Ahora, la comisión tiene una nueva conformación y para revertir esta situación estamos dialogando con los miembros
de la Comisión de Legislación del Trabajo para acordar las
modificaciones que queremos llevar a cabo, aparte de la adecuación técnica que es necesario hacer a partir de la sanción
de la ley del peón rural. De este modo, lo que buscamos es
que estas reformas puedan convertirse en ley lo antes posible.
Una vez que este proyecto se convierta en ley, ¿las licencias
parentales, que tienen mucho de los países desarrollados, podrían ser el próximo paso?
Creo que sí, que es un próximo paso, pero se alcanzará “a
su tiempo y armoniosamente”, como decía el general Juan
Domingo Perón.
Pienso que las licencias parentales son importantes porque
en el período posterior al nacimiento y en la primera infancia la extrema dependencia de los niños genera grandes obligaciones para la familia y profundas transformaciones en la
vida de sus integrantes. Los trabajadores hombres tienen el
derecho y la responsabilidad de participar de tal etapa.
El problema es que existe una creencia social sobre la mayor
responsabilidad que la mujer debe tener en la crianza de los
niños, que ha fundamentado en su origen a las licencias por
maternidad y a la reglamentación de cuidado vinculadas exclusivamente al personal femenino. Esta creencia se va desdibujando en forma paulatina.
Hasta hoy las tareas de cuidado aparecen como un segundo
trabajo que muchas veces dificulta el desempeño femenino
en el trabajo remunerado, fuera del hogar. Todo este “segundo trabajo” no reconocido pero muchas veces naturalizado, y
la diferenciación de derechos laborales que comentábamos
antes, produce disparidades en las preferencias de algunos
empleadores a la hora de contratar personal femenino o masculino, considerando que la mujer comúnmente lidiará con
estas tareas extralaborales en el corto o mediano plazo.
Es cierto que la ampliación del sistema de licencias es una
tendencia en los países “desarrollados”, con el fin de reconocer y distribuir el trabajo de cuidado. Y hay varios ejemplos
exitosos en términos de distribución del ingreso así como en
el ascenso y participación social de la mujer. Sin embargo,
entiendo que en la Argentina se trata todavía de un camino
por recorrer, en el que se avanza a paso lento pero seguro.
En cada paso, nuestra sociedad debate los roles que hombres
y mujeres tienen dentro de ella, como trabajadores y como
ciudadanos.
En los últimos años la Argentina ha avanzado mucho en materia de género; en temas como la ley nacional de violencia
contra la mujer y muchas otras conquistas. Por eso, no sería
extraño esperar un desarrollo superior del sistema de licencias de cara al futuro.
(PÁGINA 11)
TENDENCIAS
hijos más tarde y en
vínculos consensuales:
los principales cambios
del perfil demográfico
de la paternidad
por Carina Lupica
Las estructuras familiares en la Argentina están inmersas en un profundo
proceso de cambio. La cohabitación,
la fecundidad no matrimonial, las familias ensambladas y la monoparentalidad constituyen vías cada vez más
frecuentes de formación de familias y,
por ende, requieren un ahondamiento sobre sus determinantes y repercusiones, así como el diseño de políticas
orientadas a paliar la inequidad social
vinculada a la estructura familiar.
De hijas e hijos a madres y padres: una transición más tardía
para ellos
más asiduidad que las jóvenes, posicionándose en esta categoría (“restantes”)
un 82,7% de ellos y un 77% de ellas
(gráfico 1).
La mayor parte de la población femenina y masculina ocupa distintas posiciones de parentesco a lo largo de su vida,
aun cuando en la etapa infantil no se
aprecian diferencias, ya que los menores de 15 años de edad aparecen ante
todo como hijos de quien encabeza el
hogar.
Sin dudas, estas modificaciones afectan la experiencia de la paternidad y
la maternidad, que en la Argentina,
a su vez, está signada por la desigualdad social entre mujeres y varones con
diferentes niveles socioeconómicos y
educativos.
En el período de adolescencia y de juventud (14 a 29 años), los varones viven como hijos, nietos o sobrinos con
En esta misma etapa de la vida, un
23% de las mujeres son jefas de hogar
o cónyuges, situación que disminuye
al 17,3% entre los varones. Incluso, el
14,1% de las mujeres jefas de hogar o
cónyuges conviven con hijos, porcentaje que desciende al 9,5% entre los varones jefes de hogar o cónyuges.
Con el objetivo de interpretar el contexto familiar en el que nacen y crecen
ahora niños y niñas, se pretende dar
respuesta a estos interrogantes clave:
¿se ha modificado la edad de la maternidad y la paternidad en los últimos
años?, ¿cómo ha cambiado la situación
conyugal de mujeres y varones en la
etapa adulta?, ¿influye la llegada de los
hijos en la formalización de vínculos
conyugales?, ¿en qué medida el nivel
educativo de las mujeres y de los hombres afecta los comportamientos reproductivos? Y por último y no menos importante, ¿cuáles son las similitudes y
diferencias de los cambios acontecidos
en el perfil demográfico de la maternidad y la paternidad?
Esto significa que en promedio los
hombres permanecen más tiempo en
Gráfico 1: Posición de parentesco de mujeres y de hombres por grupos de
edad. Total aglomerados urbanos. Año 2010.
conviven con hijos
no conviven con hijos
16,2%
30 a 49
años
83,7%
20,5%
11,5% 15,2%
72,2%
79,5%
64,3%
82,7%
77,0%
14 a 29
años
23,0%
8,9% 7,8%
17,3%
14,1% 9,5%
45,9%
52,3%
10,2% 11,4%
total
43,9%
mujeres
restantes
36,3%
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
condición de hijos que las mujeres, y
que en la etapa de adolescencia y juventud ellas duplican las probabilidades de asumir la maternidad (convivir
con hijos) en comparación con los varones y su paternidad.
jeres y hombres que tuvieron hijos durante el último año): 29,0 años y 31,2
años, respectivamente, lo cual denota
fehacientemente que la edad de la paternidad se está postergando entre las
nuevas generaciones.
Pero en la etapa adulta (entre los 30 y
49 años), la brecha entre la posición
de parentesco de mujeres y hombres
disminuye: alrededor del 83,7% de la
población femenina y el 79,5% de la
masculina es jefa/e de hogar o cónyuge (gráfico 1).
No obstante, este promedio esconde
profundas diferencias relacionadas
con el nivel educativo de las mujeres y
los varones, las que han ido en aumento en el tiempo.
Hacia el interior de ese subconjunto, el
72,2% de ellas conviven con hijos, proporción que desciende al 64,3% entre
los varones. En suma, en el rango etáreo caracterizado por el solapamiento
entre la etapa reproductiva y productiva, las mujeres tienen mayores probabilidades que los varones de asumir la
responsabilidad del cuidado cotidiano
y la crianza de los hijos.
Edad media de la maternidad y
de la paternidad
En promedio, en la Argentina las mujeres tienen su primer hijo dos años
antes que los hombres: a los 23,3 años
y 25,1 años de edad, respectivamente.
Hecho que se repite incluso cuando se
trata de madres y padres recientes (mu-
Si se analiza la edad de la maternidad
y de la paternidad por nivel educativo
se comprueba que ellas tienen hijos a
edades más tempranas que ellos en todos los niveles educativos. Esta brecha
en promedio es de dos años, excepto
en el nivel educativo inferior (hasta primario incompleto) y cuando se logra
ingresar a la universidad (UI), en que
la diferencia se incrementa a tres años.
Esto sucede porque la educación formal influye sustancialmente en la edad
en la que se tienen hijos, sobre todo entre las mujeres. Ellas retrasan su maternidad un año a medida que pasan
de un nivel educativo inferior a uno
inmediatamente posterior, menos en
los extremos de la pirámide educativa:
cuando completan el primario posponen su maternidad dos años, mientras
que cuando pasan del nivel Universi-
Gráfico 2: Edad promedio de mujeres y de hombres al tener su primer
hijo según nivel educativo. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y
2010.
2006
2010
hasta pi
20,6%
19,8%
23,9%
23,1%
pc a si
22,0%
22,1%
24,0%
23,9%
sc
23,3%
23,2%
25,9%
25,7%
ui
24,3%
24,1%
26,4%
27,2%
uc
total
27,2%
27,7%
23,2%
23,3%
mujeres
29,1%
29,6%
25,1%
25,1%
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y 4° trimestre 2010.
Notas: PI: Primaria Incompleta, PC: Primaria Completa, SI: Secundaria Incompleta, SC: Secundaria Completa, UI: Universitaria Incompleta, UC: Universitaria Completa.
tario Incompleto (UI) a Universitario
Completo (UC) demoran su maternidad prácticamente tres años.
Entre los hombres, la principal diferencia se produce cuando terminan el
secundario (retrasan su paternidad casi
dos años respecto a los que tienen entre primaria incompleta y completa) o
sus estudios terciarios o universitarios
(retardan su paternidad prácticamente
dos años y medio en comparación con
aquellos que tienen universitario incompleto).
Por su parte, las mujeres con más
años de educación formal (UC) son en
promedio madres ocho años más tarde que las que tienen menos años de
educación formal (hasta PI): 27,7 años
y 19,8 años, respectivamente. Entre
los hombres, esa diferencia es de seis
años: aquellos con UC tienen su primer hijo a los 29,6 años y los que tienen menos años de educación formal
(PI), a los 23,1 años.
Cabe entonces preguntarse: ¿qué ha
sucedido en los últimos cinco años respecto a la edad de la maternidad y de la
paternidad?
A partir de los datos recientes, se concluye que la edad de la maternidad y de
la paternidad se ha mantenido constante en los últimos cinco años: en promedio, las mujeres tuvieron su primer hijo
a los 23,2 años en 2006 y a los 23,3 en
2010, y los hombres lo hicieron a los
25,1 años en los dos años de medición.
En rigor, esto es producto de dos fenómenos contrapuestos: mientras las mujeres y los varones con mayores años
de educación formal retrasan la edad
de tener hijos, los que tienen menos
años de educación formal la adelantan.
En los últimos cinco años, las mujeres
y los varones con bajo nivel educativo
(hasta PI) adelantaron su maternidad
y paternidad un año (de 20,6 años en
2006 a 19,8 años en 2010, y de 23,9
años a 21,3 años, respectivamente), y
aquellas y aquellos con nivel educativo
superior la postergaron medio año (de
27,2 años a 27,7 años, y de 29,1 años a
29,6 años, respectivamente), como lo
muestra el gráfico 2.
Por todo ello es que puede afirmarse
que la brecha de la edad de la maternidad y de la paternidad según nivel edu(PÁGINA 13)
Gráfico 3: Mujeres y hombres en hogares monoparentales y biparentales
según situación de parentesco. Año 2010.
hogares biparentales
hogares monoparentales
3,1%
100%
14,7%
90%
70%
45,9%
51,3%
60%
87,5%
89,0%
96,9%
50%
85,3%
40%
30%
53,6%
51,9%
48,7%
54,1%
48,1%
46,4%
20%
mujeres
no
conviven
con hijos
conviven
con hijos
conviven
con hijos
11,0%
no
conviven
con hijos
restantes
12,5%
total
0%
restantes
10%
total
80%
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
veinticinco años se duplicó la proporción de hogares monoparentales femeninos con presencia de hijos: en 1985,
el 6,7% de las madres se hallaban sin
una pareja estable, mientras en 2010 lo
están el 14,7% (Lupica, C., 2011).
Las familias monoparentales con jefatura femenina provienen, en una gran
proporción, de mujeres separadas o
divorciadas que conviven con hijos
respecto a los varones (8% y 2,1%, respectivamente), y también de aquellas
que tienen hijos y son solteras (5,4%
y 0,7%, respectivamente)2, según deja
ver el gráfico 3.
Estos datos permiten inferir dos conclusiones: 1) los hombres que asumen
solos la responsabilidad del ejercicio
cotidiano de las funciones paternas
son una excepción en la Argentina; y 2)
las mujeres sobrellevan casi exclusivamente las responsabilidades de crianza
y cuidados cotidianos de los hijos cuando se separan, divorcian o son madres
solteras (Lupica, C., 2011b).
El auge de la consensualidad
Gráfico 4: Situación conyugal de los jefes de hogar o cónyuges –mujeres y
hombres– que conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Año 2010.
casado
unido
separado/
divorciado
soltero
viudo
51,1%
57,5%
33,8%
39,4%
8,0%
5,4%
1,3%
mujeres
2,1%
0,7%
0,3%
hombres
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010.
cativo se ha ampliado en un año en los
últimos cinco años.
Hogares monoparentales, una
realidad exclusivamente femenina
En la etapa adulta es más común que
las mujeres y los hombres convivan en
pareja, tengan o no hijos: viven en hogares biparentales sin hijos el 54,1% de
las mujeres jefas de hogar o cónyuges
y el 48,1% de los varones jefes de hogar
o cónyuges, porcentajes que se incrementan al 85,3% y 96,9%, respectivamente, cuando hay hijos en el hogar.
Ahora bien, si se examinan los hoga-
res monoparentales1 se verifica que la
proporción es equitativa entre mujeres
y hombres cuando no hay hijos en el
hogar: el 45,9% de las mujeres jefas de
hogar o cónyuges sin hijos y el 51,9%
de los varones jefes de hogar o cónyuges sin hijos viven sin pareja estable.
La brecha considerable entre mujeres
y hombres en hogares monoparentales se produce cuando llegan los hijos:
mientras el 14,7% de las mujeres con
hijos viven sin pareja estable, solo el
3,1% de los varones lo hacen. Las cifras expresan con claridad que esta
tendencia está en alza: en los últimos
Acerca de la formalidad del vínculo
conyugal, en el presente es dable establecer que la mayoría de las mujeres y
de los hombres que conviven con hijos lo hacen en el seno de una familia
formada por la vía del matrimonio: el
51,5% de las madres y el 57,5% de los
hombres que conviven con hijos están
casados. A su vez, el 33,8% de ellas y
el 39,4% de ellos conviven en uniones
consensuales.
Sin embargo, analizando la evolución
en los últimos años de la formalidad de
los vínculos conyugales de las madres
y de los hombres que conviven con hijos, se aprecia dentro de los hogares biparentales una tendencia en aumento
de las uniones consensuales. Así, si en
1985 el 85,5% de las madres estaban
casadas, en 2010 lo están el 51,5% de
ellas. En contraposición a esto, se triplicó la proporción de madres en vínculos consensuales, pues pasaron del
7,8% al 33,8% en el mismo período de
estudio.
Incluso, si se estima la tendencia reciente (últimos cinco años) entre los
hombres, la proporción de aquellos
que conviven con hijos y se encuentran
Gráfico 5: Evolución de la situación conyugal de las madres en hogares
biparentales. Total aglomerados urbanos. Años 1985-2010.
unida
33,8%
7,8%
casada
hijos en el hogar, mientras ellas son
quienes afrontan en soledad su maternidad cuando se separan/divorcian
o son madres solteras: el 14,7% de las
mujeres con hijos viven sin pareja estable, y solo el 3,7% de los varones lo
hacen. Esta organización familiar de
“mujeres solas con hijos a cargo” se
duplicó en los últimos veinte años.
100%
90%
80%
70%
40%
51,5%
50%
85,5%
60%
30%
20%
0%
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
10%
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de datos de la EPH 1984-2010.
Notas: Para el período 1984-2002 corresponde la EPH puntual onda octubre, para el período 2003-2006 corresponde la EPH
continua 2° semestre y para el período 2007-2010 corresponde la EPH continua 4° trimestre. INDEC.
Gráfico 6: Situación conyugal de
los hombres de 14 a 49 años que
conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Período 2006-2010.
39,4
57,5
2010
2009
2008
2007
35,0
2006
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
unido
62,6
casado
Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia
sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2007-2010.
en uniones conyugales de hecho creció
del 35% al 39,4% de 2006 a 2010, y la
de los que están casados disminuyó de
62,6% al 57,5%, en el mismo período.
A modo de conclusión
Es innegable que el nivel educativo de
las mujeres y de los hombres representa hoy una variable crucial para investigar las desigualdades en las tendencias
Finalmente, aparece una característica
común a hombres y mujeres que habitan hogares biparentales: pese a que la
mayoría de ellos están casados cuando
tienen hijos, se registra una tendencia
creciente de los que conviven en uniones de hecho. Es decir, que el matrimonio ha dejado de ser el ámbito exclusivo de la procreación y cada vez es más
habitual la cohabitación como vía de
formación familiar.
En síntesis, la información sobre las
circunstancias familiares de nuestro
país es importante para anticipar la
demanda potencial de las políticas
sociales dirigidas a equiparar los derechos de las niñas y niños que viven
en hogares con estructuras familiares
diversas. Pero también, para estimar
las necesidades de reformas institucionales, se trate de modificaciones de los
cuerpos normativos que rigen los derechos y obligaciones en las relaciones
personales y familiares, o del diseño
de nuevas políticas para apoyar nuevas
realidades, por ejemplo, a las madres
con responsabilidades familiares no
compartidas.
demográficas. Mientras las mujeres y
los hombres con menores niveles educativos han adelantado la edad de la
maternidad y paternidad, aquellos con
más años de educación formal la han
postergado. En consecuencia, se profundizó la brecha en la vivencia de la
maternidad y de la paternidad –edad a
la que las mujeres y los hombres tienen hijos– según su nivel educativo.
Las mujeres que completaron la universidad son madres ocho años más
tarde que aquellas con menos años de
educación formal (PI), y entre los varones, dicha diferencia es de seis años.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
En segundo lugar, se producen algunas singularidades en los perfiles demográficos de la maternidad y la paternidad según se trate de mujeres y
varones: en tanto ellos se convierten en
padres a edades más tardías que ellas
en madres (en promedio los hombres
tienen su primer hijo dos años más
tarde que las madres: a los 25,1 años y
23,3 años, respectivamente), entre las
madres ha aumentado la probabilidad
de encabezar hogares monoparentales
con hijos a cargo.
• Lupica, Carina (2011). Madres solas en la Argentina. Dilemas y recursos para hacer frente al trabajo remunerado y al
cuidado de los hijos. Anuario de la Maternidad. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires, diciembre.
• Lupica, Carina; Cogliandro, Gisell; Saavedra, Laura;
Chávez Molina, Eduardo (2011a). Cuadernillo Estadístico
de la Maternidad N° 5. Características socio-laborales de los
hombres que conviven con hijos en la Argentina. Procesamiento de datos de la EPH. INDEC. 2° semestre 2006. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires, abril.
• Lupica, Carina (2011b). “Madres más temprano y más
solas. Una realidad familiar que crece, en especial entre las
mujeres más pobres”. En Revista Observatorio Social N°
30. Modelos de familias y políticas públicas N° 30. Asociación Civil Observatorio Social. Buenos Aires, marzo.
• Lupica, Carina (2010). Los hijos ¿influyen de igual manera
en la vida de las mujeres y de los hombres? Anuario de la Maternidad. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires,
diciembre.
Tal como se expresó en el desarrollo
del presente artículo, una de las características más distintivas entre las
mujeres y los hombres es que ellos están siempre acompañados cuando hay
1. Se reconocen como familias monoparentales aquellas en las
que una mujer o un hombre no convive de forma habitual con un
cónyuge o pareja y, por lo tanto, ejerce en soledad la jefatura del
hogar (Lupica, C., 2011).
2. La escasa proporción de viudos que conviven con hijos se explica porque la muestra utilizada en el análisis está conformada por
mujeres y hombres de 14 hasta 49 años de edad, y la condición
de viudez es más común entre los adultos mayores.
(PÁGINA 15)
POLÍTICAS Y PROGRAMAS
hombres, paternidad
y cuidado
algunos hallazgos de la Encuesta
Internacional de Masculinidades
y Equidad de Género (IMAGES)
en Brasil, Chile y México1
Francisco Aguayo, EME- Cultura Salud (Chile); Gary Barker, Instituto Promundo (Brasil-US) y Pablo Correa, MMC (Chile)
Introducción
La Encuesta Internacional de Masculinidades y Equidad de Género (IMAGES
por sus siglas en inglés) se inscribe en
el “Proyecto Masculinidades, Equidad
de Género y Políticas Públicas”, coordinado por el Instituto Promundo y
The International Center for Research
on Women (ICRW). El coordinador del
proyecto global es Gary Barker.
Las organizaciones coordinadoras e investigadores responsables en los tres
países latinoamericanos participantes
fueron, en Brasil, Instituto Promundo,
Marcio Segundo, Gary Barker y Marcos
Nascimento; en Chile, CulturaSalud/
EME, Francisco Aguayo; en México,
Colegio de México, Salud y Género,
123-Contando-te y Juan Guillermo Figueroa. IMAGES se llevó a cabo también en Croacia, India y Ruanda.
La encuesta buscó conocer las opiniones, actitudes y prácticas de los hombres en tópicos relacionados con la
equidad de género, tales como experiencias en la infancia, relaciones de pareja, vida doméstica, paternidad, salud
y violencia, entre otros.
Se aplicó mediante muestreos probabilísticos en hogares de los barrios o
ciudades seleccionados en cada uno
de los países. En la encuesta participaron hombres y mujeres de entre 18 y
59 años, con muestras independientes para cada uno de estos grupos. El
Tabla N° 1: Encuesta IMAGES: características de las muestras por país.
brasil
chile
méxico
tamaño muestra
hombres
750
1.192
1.002
tamaño muestra
mujeres
448
426
383
edad
18-59
18-59
18-59
año de
aplicación
2009
2009
2009
lugares
una gran ciudad
metropolitana, río
de janeiro, con dos
barrios: maré
(bajos ingresos,
n=686 hombres,
408 mujeres) y
villa valquiere
(ingresos medios,
n=64 hombres,
40 mujeres)
tres áreas
metropolitanas:
valparaíso
(n=198 hombres),
concepción
(n=197 hombres) y
santiago
(n=797 hombres,
426 mujeres)
un área
metropolitana:
monterrey
(n=515 hombres,
172 mujeres) y
dos ciudades:
querétaro
(n=222 hombres,
127 mujeres) y
jalapa
(n=264 hombres,
84 mujeres)
institución
promundo
cultura salud, eme
el colegio de
méxico, salud y
género,
123-contando-te
investigadores
responsables
marcio segundo,
gary barker y
marcos nascimento
francisco aguayo
juan guillermo
figueroa
proceso de
aplicación
del cuestionario
encuesta en papel
(combinación de
encuestador
con partes
autoadministradas)
encuesta en papel
(administrado por
el encuestador)
encuesta en papel
(administrado por
el encuestador)
chile
méxico
el rol más importante de la mujer es cuidar
de su hogar y cocinar para su familia
54%
54%
56%
cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños
o niñas es responsabilidad de la madre
10%
46%
26%
es responsabilidad de la mujer evitar
quedar embarazada
36%
47%
22%
el hombre debe ser quien tiene la última
palabra en las decisiones importantes del hogar
43%
40%
24%
me indignaría si mi mujer o pareja me pidiera
que use preservativo con ella
20%
33%
13%
lavar
ropa
brasil
23%
25%
31%
29%
28%
35%
hombres
cuyos padres
sí participaban
en las tareas
del hogar
80%
33%
28%
limpiar
el baño
hombres
cuyos padres
no participaban
en las tareas
del hogar
60%
brasil
chile
43%
cuidar
hermanos
pequeños
chile
69%
méxico
Gráfico 2: Participación en tareas
domésticas, según si el padre participaba o no (% quienes juegan un rol
igual o mayor en una o más tareas).
44%
Gráfico 1: Hombres no socializados en tareas domésticas en la
infancia/adolescencia.
59%
Presentamos en primer lugar algunos
ítems de la escala GEM de actitudes de
género (Pulerwitz y Barker, 2008). En
los tres contextos a mayor escolaridad se
encontraron puntajes más altos, es decir, actitudes más equitativas de género.
Se observa la presencia de actitudes
tradicionales de género en cuanto a la
paternidad en una proporción importante de los hombres. Por ejemplo,
poco más de la mitad de ellos apoyan
la afirmación “el rol más importante
de las mujeres es cuidar de su hogar y
cocinar para su familia”.
A un porcentaje importante de hombres jamás se los socializó para hacer
tareas domésticas durante su infancia o adolescencia, tal como se puede
apreciar en el gráfico 1. Esta proporción
oscila entre un 19% y un 35% según el
tipo de actividad y el contexto.
Se observa que hay una diferencia importante en la participación en tareas
domésticas entre aquellos hombres cuyos padres (u otra figura masculina sig-
brasil
60%
La paternidad de los hombres en
la encuesta IMAGES
Tabla N° 2: Ítems escala GEM (% totalmente de acuerdo y parcialmente
de acuerdo).
58%
cuestionario fue diseñado para ser contestado por hombres y mujeres, con o
sin pareja, casados o no casados, heterosexuales o no, con o sin hijos. La versión
para hombres tenía aproximadamente
250 ítems y tomaba entre 45 minutos y
1 hora en ser contestado. La versión para
mujeres era algo más breve y se tardaba
cerca de 35 minutos para responderla.
Se aplicó en formato papel. En Brasil
y Chile, encuestadores hombres entrevistaron a los hombres y encuestadoras
mujeres a las mujeres. En México se
mantuvo el mismo patrón con las mujeres, pero para la encuesta a hombres
en la mayoría de los casos intervinieron
encuestadoras mujeres.
La encuesta IMAGES fue realizada en
Brasil, Chile y México a través de una
encuesta a hogares representativa de las
ciudades o barrios en cuanto a su tamaño y distribución etaria. No son muestras nacionales, por tanto los datos no se
pueden aplicar al total de la población.
No obstante, para facilitar la lectura, en
este artículo los resultados se presentan
nombrando al país en cada caso. Este es
un elemento que se debe tener en cuenta al momento de interpretar los resultados que se entregan.
40%
20%
20%
limpiar
la casa
22%
20%
19%
preparar
la comida
0%
méxico
31%
30%
27%
0% 10% 20% 30% 40%
nificativa de la infancia) sí participaban
en las tareas del hogar y aquellos cuyos
padres no lo hacían. Esta situación es
estadísticamente significativa en Chile
y México (p<0,01), es decir, hombres
que tuvieron padres involucrados en el
hogar reportan participar más en las tareas domésticas que aquellos hombres
cuyos padres no intervenían en las actividades del hogar (gráfico 2).
Entre un 44% y un 70% de los hombres declaró que la pareja mujer reali-
za más actividades domésticas que él,
mientras que solo entre un 2% y un
11% señaló tener mayor participación
en dichas tareas, dando cuenta de lo segregado que es el orden de género en el
hogar. En el caso chileno y mexicano, el
70% y el 65%, respectivamente, indicó
que sus parejas son más partícipes en
el hogar y solo el 4% y el 2% señaló que
ellos están más involucrados que sus
parejas mujeres en las tareas domésticas. El caso de Brasil es algo distinto, ya
que solamente el 44% señaló que sus
parejas participan más, un 45%, igualmente, y un 11% ellos (gráfico 3).
Los hombres dicen que participan en
el cuidado de las/os hijas/os más que
lo que las mujeres dicen que ellos participan. En los casos de Brasil y Chile,
(PÁGINA 17)
Gráfico 4: participación de los
hombres en el cuidado diario de
los hijos.
0%
brasil chile
7%
hombre
proveedor
36%
5%
6%
ambos
trabajan
59%
34%
3%
4%
mujer
proveedora
2%
7%
ninguno
trabaja
65%
27%
80%
60%
40%
no trabaja
remuneradamente
0%
trabaja
remuneradamente
brasil
chile
méxico
Tabla N° 3: Padres y cuidado de hijas/os de 0-4 años (% varias veces a la
semana o más).
10%
10%
10%
reporte
hombres
reporte
mujeres
6%
39%
53%
10%
Gráfico 6: Relación entre condición de empleo y cuidado diario de
hijas/os (reporte hombres).
30%
20%
48%
8%
20%
31%
36%
40%
39%
50%
reporte
mujeres
46%
reporte
hombres
37%
10%
68%
2%
méxico
44%
11%
44%
chile
méxico
40%
57%
brasil
reporte
hombres
reporte
mujeres
40%
34%
0%
4%
20%
chile
53%
26%
11%
40%
brasil
reporte
hombres
reporte
mujeres
33%
45%
60%
44%
80%
65%
70%
ella participa más
participan igualmente
él participa más
Gráfico 5: Situación laboral de la pareja.
35%
Gráfico 3: división de tareas en el
hogar (reporte hombres).
jugar
cocinar
cambiar
pañales
bañarlos
reporte hombres
83%
46%
52%
55%
reporte mujeres
72%
25%
42%
37%
reporte hombres
70%
27%
39%
30%
reporte mujeres
s/i
s/i
s/i
s/i
reporte hombres
64%
28%
35%
52%
reporte mujeres
46%
15%
23%
23%
méxico
mientras que alrededor de 4 de cada 10
hombres señalaron participar diariamente en el cuidado de los hijos, en el
reporte de mujeres esta cifra baja a 1 de
cada 10 (gráfico 4).
Aún se encuentra una proporción
importante de parejas –entre 40% y
65%– que tienen un formato tradicional en el cual el hombre es proveedor
económico. Entre 27% y 40% de las
parejas son proveedores ambos. Entre
2% y 11% de los casos la mujer es la
proveedora (gráfico 5).
El trabajo remunerado aparece relacionado con la participación de los
hombres en el cuidado de sus hijas e
hijos. Además, se encontró una diferencia estadísticamente significativa
en el promedio de la Escala GEM entre
quienes señalaron cuidar a diario a sus
hijos y quienes no (p<0,01), indicando
que quienes cuidan a diario presentan
actitudes más equitativas de género
(gráfico 6).
brasil
chile
méxico
*
Nota: *Estas preguntas no se realizaron en el caso de Chile.
En cuanto a la participación de los padres hombres en el cuidado diario de
hijas/os de 0 a 4 años se aprecian discrepancias importantes entre los reportes de hombres y mujeres y entre los
tres contextos. Jugar con sus hijas/os es
la actividad que los hombres declararon
efectuar más frecuentemente. A su vez,
la actividad que menos hacen es la de
cocinar para sus hijas/os. Hay diferencias de hasta un 30% entre los reportes
de hombres y mujeres. Puntajes más
equitativos según Escala GEM están
asociados a un mayor involucramiento
de los padres en tareas de cuidado con
sus hijos pequeños (tabla 3).
En el gráfico 7 se visualizan los porcentajes de hombres que acompañaron alguna vez a su pareja a las visitas
prenatales, siendo México (92%/80%)
el país con mayor tasa, seguido por
Chile (86%/72%) y finalmente Brasil
(78%/59%). Cabe mencionar que hay
una diferencia de entre un 12% y un
19% entre los reportes de hombres y
mujeres, mostrando una vez más que
existen discrepancias entre ellos y ellas
acerca de la magnitud de la participación de los hombres.
En el caso chileno es donde se observa
una mayor presencia de los hombres
en el parto, ya que la mitad de ellos
60%
80%
reporte hombres
reporte mujeres
40%
20%
brasil
chile
méxico
Gráfico 8: Presencia en el momento del nacimiento del último hijo/a
(reporte hombres).
7%
brasil
39%
en la sala
de parto
54%
en otro lugar
de l hospital
chile
méxico
24%
0%
50%
22%
3%
73%
20%
40%
28%
60%
80%
no estuvo
presente
100%
Gráfico 9: Exposición de hombres a mensajes y campañas de paternidad.
15%
16%
8%
8%
10%
10%
15%
18%
20%
0%
brasil
chile
méxico
(50%) afirmaron haber estado en la
sala de parto y solamente cerca de 1 de
cada 4 hombres (22%) indicó no haber
estado en el hospital en ese momento.
Estas cifras son muy distintas para el
caso de Brasil, donde apenas un 7% señaló haber estado en la sala de parto y
más de la mitad de los hombres (54%)
declararon no haber estado en el hospital. Por su parte, en México 1 de cada 4
ha escuchado
campañas que
promueven el
involucramiento
de los padres
ha participado
en actividades
promoviendo
el involucramiento
de los padres
5%
mente entre un 8% y un 10% de ellos
han participado en alguna actividad
que promueva la paternidad (gráfico 9).
Conclusiones
59%
80%
72%
78%
86%
100%
92%
Gráfico 7: Hombres que acompañaron alguna vez a su pareja en las visitas
prenatales del último embarazo.
hombres (24%) indicó haber estado en
la sala de parto y solo un 3% estaba en
otro lugar del hospital, lo que expresa
que casi 3 de cada 4 hombres (73%) no
estaban presentes al momento del nacimiento de su último hijo (gráfico 8).
La exposición a campañas o actividades
de paternidad es escasa. Entre un 15%
y un 18% de los hombres han escuchado de campañas de paternidad. Y sola-
Los datos de la Encuesta IMAGES
muestran la importancia de estudiar
temas de equidad de género como la
paternidad y el cuidado preguntando a
los hombres. Asimismo, las discrepancias en los reportes de hombres y mujeres sugieren que se debe consultar
a ambos grupos cuando se investigan
estos tópicos.
Uno de los hallazgos de este estudio es
que el orden de género aún está muy
segregado en sus roles y que las mujeres tienen la mayor carga de las tareas
domésticas y de cuidado.
La participación de los hombres en tareas de paternidad y cuidado se relaciona con temas tales como edad, escolaridad, haber sido o no socializados en la
infancia y adolescencia en hacer tareas
domésticas; haber tenido o no un padre involucrado en hacer esas tareas; si
uno o dos miembros de la pareja son
proveedores económicos; las actitudes
de género más o menos equitativas.
Para lograr una mayor equidad de
género en lo doméstico los hombres
tendrían que compartir las labores de
cuidado y domésticas con las mujeres.
Para ello se requieren políticas de paternidad tales como postnatales masculinos largos y exclusivos y una mayor
oferta de campañas y programas sobre
paternidad y cuidado de los hombres.
Para mayor información sugerimos revisar el informe Masculinidades y Políticas de Equidad de Género: Reflexiones a partir de la Encuesta IMAGES y
una revisión de políticas en Brasil, Chile y México (Barker y Aguayo, 2012).
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
• Barker, G. y Aguayo, F. (coords.) (2012). Masculinidades y Políticas de Equidad de Género: Reflexiones a partir
de la Encuesta IMAGES y una revisión de políticas en Brasil, Chile y México. Río de Janeiro, Promundo. Disponible en: http://www.promundo.org.br/en/wp-content/
uploads/2012/03/PROMUNDO_Images_Web29.pdf
• Pulerwitz, J. y Barker, G. (2008). Measuring Attitudes
toward Gender Norms among Young Men in Brazil. Development and Psychometric Evaluation of the GEM Scale. Men
and Masculinities. Volume 10, Number 3. http://promundo.org.br/en/wp-content/uploads/2010/03/04.pdf
1. Texto basado en la publicación: Barker, G. y Aguayo, F. (coords)
(2012) Masculinidades y Políticas de Equidad de Género: Reflexiones a partir de la Encuesta IMAGES y una revisión de políticas en
Brasil, Chile y México. Rio de Janeiro: Promundo, que contó con el
apoyo de UNFA en colaboración con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
(PÁGINA 19)
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