boletín de la maternidad CONT ENIDOS | JU NIO D E 2 0 1 2 ¿QUÉ ES EL OB SERVATOR IO DE LA M ATERNIDAD? La Fundación Observatorio de la Maternidad es un centro de estudios sin fines de lucro, cuya misión es promover el valor social de la maternidad. Para ello, se incentiva la generación de información y conocimiento especializado y actual, que integre los aspectos sociales, laborales, educativos y de salud, y contribuya a iluminar la realidad y los problemas relacionados con el fenómeno de la maternidad. El objetivo es aportar soluciones creativas y de implementación factible, a fin de mejorar la calidad de las políticas públicas y privadas dirigidas a las madres, sus hijos y sus familias. BOLE T ÍN DE L A MATERNID A D Es una gacetilla informativa que procura condensar y divulgar opiniones, estudios e iniciativas vinculados a la maternidad, de elaboración propia o de terceros. Cada número del Boletín –de difusión cuatrimestral– incluye una columna de opinión, una entrevista a profesionales o especialistas, una sección de tendencias que abarca las novedades sobre maternidad, y una nota sobre políticas y programas públicos o privados a favor de la madre, sus hijos y su familia. E Q UI PO DE TRAB AJO Coordinación editorial y redacción: Lic. Carina Lupica y Lic. Gisell Cogliandro Fotografía: google images ISSN: 1851-3395 www.o-maternidad.org.ar A PO Y O INSTITU CIONA L La distribución postal del Boletín de la Maternidad nº 15 se realiza gracias al apoyo de: Grupo Logístico Andreani n° 15 columna de opinión escenario local paternidad, educación y trabajo PÁGINA 2 el acceso a las oportunidades y capacidades básicas para el desarrollo en los últimos cinco años los hombres con responsabilidades familiares han alcanzado mejoras en los niveles básicos de educación y en la participación laboral. sin embargo, la mitad de ellos (48,7%) no logró completar el nivel secundario y el 41,7% tiene un empleo informal. por carina lupica profesionales y maternidad el nuevo proyecto de ley para ampliar las licencias por maternidad y paternidad que se está debatiendo en Diputados PÁGINA 9 héctor recalde, presidente de la comisión de legislación del trabajo de la cámara de diputados de la nación, analiza la nueva iniciativa, sus implicancias y las posibilidades de que se convierta en ley. por gisell cogliandro tendencias 12 hijos más tarde y en vínculos consensuales: los principales cambios del perfil demográfico de la paternidad PÁGINA una característica común a hombres y mujeres que habitan hogares biparentales es que, pese a que la mayoría de ellos están casados cuando tienen hijos, se registra una tendencia creciente de los que conviven en uniones de hecho. por carina lupica políticas y programas hombres, paternidad y cuidado PÁGINA 16 algunos hallazgos de la encuesta internacional de masculinidades y equidad de género (IMAGES) en Brasil, Chile y México. por francisco aguayo, eme- cultura salud (chile); gary barker, instituto (PÁGINA 1) promundo (brasil-us) y pablo correa, mmc (chile) COLUMNA DE OPINIÓN escenario local paternidad, educación y trabajo el acceso a las oportunidades y capacidades básicas para el desarrollo por Carina Lupica Según el enfoque sobre desarrollo humano propuesto por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, este existe si en una sociedad se logra crear un entorno en el que las personas puedan hacer plenamente realidad sus posibilidades y vivir en forma productiva y creadora de acuerdo con sus necesidades e intereses (PNUD, 2001, citado en PNUD, 2010: 33). A partir de esta orientación, se propone aquí adoptar la perspectiva de las capacidades a fin de observar el progreso de las sociedades conforme a la afirmación de que las personas concretas deben ser actores y beneficiarios del desarrollo y de la creatividad de la sociedad. Si se considera que las capacidades son “aquellos bienes creados por la sociedad de los que las personas se apropian –como salud, participación, ingresos, educación, seguridad, sentido de pertenencia– y que les permiten en mayor o menor medida elegir libremente y realizar efectivamente sus proyectos de vida” (PNUD, 2010: 33-34), resulta entonces pertinente centrar esta indagación sobre aquellas desigualdades que se hallan en las capacidades de las personas a la hora de adquirir conocimientos que faciliten el desenvolvimiento de sus potencialidades, su participación de la vida social (educación) y el acceso a recursos y oportunidades económicas para disfrutar de un nivel de vida decente (empleo e ingresos). Se cuestiona esencialmente cuáles han sido los avances en este tema en los últimos cinco años y cuáles los obstáculos que restringen el acceso de las personas a estas capacidades y recursos básicos. En especial, se intenta analizar de qué manera la convivencia cotidiana con hijos e hijas afecta las posibilidades de desarrollo social, cultural y económico de los hombres en comparación con las madres, ya que el acceso a aquellos bienes básicos por parte de hombres y de mujeres que tienen responsabilidades familiares son cuestiones que superan su individualidad y afectan las condiciones de vida en las que nacen y crecen sus hijos e hijas. Es decir, que tienen impacto en el presente y también en el futuro de las nuevas generaciones. A su vez, esta realidad impone nuevos retos a las agendas y políticas públicas para poder satisfacer las necesidades ciertas de los individuos y de la comunidad. 1.Acceso a la educación En la Argentina, la Ley de Educación Nacional N° 26.206 (2006) establece que la educación formal es obligatoria hasta terminar el nivel secundario de estudios. Sin embargo, uno de cada dos hombres que conviven con hijos1 –el 48,7%– no completó los doce años de estudios que se consideran como mínimos para poder acceder a un trabajo que les permita conseguir el bienestar familiar (Cepal, 1994: 95). Dentro de este grupo de hombres, el 4,7% no logró siquiera completar la educación primaria, mientras el 44% restante finalizó el nivel primario de estudios pero no el secundario. En contraposición a lo que expresan tales guarismos, en la cúspide de la pirámide educativa se halla el 25% de los hombres que conviven con hijos que pasaron por la universidad, 14,4% de los cuales concluyeron los estudios terciarios o universitarios. Pero, los varones que son jefes de hogar o cónyuges y conviven con hijos alcanzan menores niveles educativos que aquellos que no comparten con hijos la vida diaria. Así, el 26,8% de los jefes de hogar o cónyuges en hogares sin hijos completaron los estudios terciarios o universitarios frente al 14,4% entre los que habitan hogares en los cuales hay hijos2. Y lo mismo sucede si se coteja la base de la pirámide educativa: mientras el 48,7% de los hombres con hijos tienen bajo nivel educativo, ese porcentaje se reduce prácticamente a la mitad (25,6%) entre los que no conviven con descendencia (gráfico 1). ¿A qué se debe este rezago entre los hombres que conviven con hijos si los niveles de educación de la población en general mejoraron y se alcanzó la cobertura casi universal del nivel básico? ¿Cómo han sido estos avances en los últimos cinco años? Gráfico 1: Nivel educativo de mujeres y de hombres de 14 a 49 años según posición de parentesco. Total aglomerados urbanos. Año 2010. bajo 100% 17,2% 80% 18,5% 60% 20,6% medio 8,5% alto 14,4% 21,3% 37,7% 23,3% 18,2% 31,2% 10,6% 10,6% 26,3% 24,4% 40% 20% 0% 43,7% 50,0% 15,4% superior 48,7% 43,7% restantes no convive con hijos 11,0% 15,5% 19,6% 26,8% 20,8% 22,2% 58,7% 51,3% 25,6% 15,7% total 5,3% 16,4% 26,8% convive con hijos convive con hijos restantes no convive con hijos mujeres total hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. Notas: Bajo: Primaria incompleta, Primaria completa y Secundaria incompleta. Medio: Secundaria completa. Alto: Universitaria incompleta. Superior: Universitaria completa. En primer lugar, hay que aclarar que los principales adelantos educativos entre los hombres se han producido en la alfabetización, asistencia y conclusión del nivel básico de estudios: la proporción de hombres con hijos que tienen hasta primario incompleto se redujo alrededor de un 30% (de 7% en 2006 a 4,7% en 2010), y mermó un 7% la de aquellos que tienen hasta el secundario incompleto (de 47,2% en 2006 a 44% en 2010). Nótese una diferencia respecto al avance educativo de las mujeres. La situación educativa de las madres supera a la de los hombres que conviven con hijos: el 43,7% de ellas tienen un nivel educativo bajo (hasta secundario incompleto); 24,4%, medio (secundario completo); 10,6%, alto (terciario o universitario incompleto); y 21,3%, superior (terciario o universitario completo). Mientras que, entre ellos, estos porcentajes son: 48,7%; 26,3%; 10,6%; y 14,4%, respectivamente. Ellas no solo han mejorado en los niveles básicos de estudios, sino que han adelantado más en la finalización de los estudios superiores de educación. En consecuencia, la brecha de egresos universitarios entre hombres y mujeres se amplió en los últimos cinco años, de 5,3 puntos porcentuales a 6,9 puntos porcentuales. Así pues, en 2006 el 18,6% de las madres y el 13,2% de los hombres que convivían con hijos tenían estudios universitarios o terciarios completos, en Gráfico 2: Nivel educativo de madres y de hombres de 14 a 49 años que conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y 2010. 10% 18,6 21,3 10,5 10,6 9,5 10,6 6,5 4,6 20% 7,0 4,7 30% 22,2 24,4 23,0 26,3 40% 13,2 14,4 42,2 50% 2010 39,1 47,2 44,0 2006 hasta pi pc a si sc ui madres hombres que conviven con hijos madres hombres que conviven con hijos madres hombres que conviven con hijos madres hombres que conviven con hijos madres hombres que conviven con hijos 0% uc Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2010. Notas: PI: Primaria Incompleta, PC: Primaria Completa, SI: Secundaria Incompleta, SC: Secundaria Completa, UI: Universitaria Incompleta, UC: Universitaria Completa. (PÁGINA 3) Gráfico 3: Condición de actividad de mujeres y de hombres de 14 a 49 años según posición de parentesco. Total aglomerados urbanos. Año 2010. ocupado 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% desocupado 1,9% 3,1% 20,7% 46,5% 8,3% 3,5% 23,0% 40,1% 4,5% 58,4% inactivo 41,0% 3,9% 7,4% 5,3% 95,0% 6,9% total 88,3% 74,8% 71,6% 51,6% 56,0% 48,2% 5,4% 34,7% restantes no conviven conviven no restantes conviven con hijos con hijos conviven con hijos con hijos mujeres total hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. tanto que en 2010 dichos porcentajes son 21,3% y 14,4%, respectivamente. No obstante estos avances educativos, aún existe un gran número de hogares dentro de un contexto educativo familiar crítico. En ellos nacen y crecen muchas niñas y niños en este país: prácticamente uno de cada dos jefes de hogar o cónyuges –43,7% de las mujeres y 48,7% de los varones– que conviven con hijos tiene bajo nivel educativo, pues no culminó los doce años de estudios que se consideran obligatorios en la Argentina. manente y no está condicionada por la llegada de los hijos, a diferencia de lo que sucede con las mujeres. Mientras ellas sufren las “desventajas de la maternidad”, ellos parecen gozar de las “ventajas por la paternidad” en el ámbito productivo. Sin dudas, uno de los grandes desafíos de nuestro país en materia educativa es la permanencia y finalización del nivel medio de estudios de un contingente importante de personas si se desea romper con la reproducción de las condiciones de pobreza de una generación a otra. Así, los datos estadísticos del Observatorio de la Maternidad permiten concluir que cuando hay hijos en el hogar los hombres participan más en el mercado de trabajo, mientras que cuando ellas son madres en muchos casos lo 2. Acceso al trabajo y a los ingresos La trayectoria de inserción de los hombres en el mercado de trabajo es per- 38,8 Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2010. madres 1,9 1,5 hombres que conviven con hijos 3,9 5,5 madres 3,1 2,9 hombres que conviven con hijos desocupado inactivo 40,1 2010 56,0 55,7 ocupado madres hombres que conviven con hijos 100 80 60 40 20 0 2006 95,0 95,6 Gráfico 4: Evolución de la condición de actividad de las madres y de los hombres que conviven con hijos de 14 a 49 años. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y 2010. abandonan. Participan del mercado laboral (están ocupados o desocupados) el 98,1% de los jefes de hogar o cónyuges que conviven con hijos y el 91,8% de los que no conviven con descendencia. En cambio, la participación laboral entre las mujeres es muy distinta según tengan o no hijos: están insertas en el ámbito productivo el 79,3% de las mujeres que no tienen hijos y el 59,9% de las madres (gráfico 3). de educación formal: más de la mitad de las madres en “inactividad laboral” (51,9%) tienen bajo nivel educativo. Se trata de mujeres que trabajan por necesidad y entre quienes la participación laboral es más irregular: ingresan al mercado de trabajo en momentos de crisis para sostener o contribuir al sostén económico de sus hogares para luego retirarse en épocas de crecimiento o estabilidad económica. En segundo lugar, en los últimos cinco años la participación laboral de los hombres que conviven con hijos se mantiene prácticamente constante: el 98,5% de ellos en 2006 y el 98,1% en 2010. Tercero, la participación laboral de los hombres es alta cualquiera sea el nivel educativo alcanzado: toman parte del mercado de trabajo el 99,8% de los hombres que conviven con hijos que pudieron completar la universidad; el 97,7% de los que tienen estudios terciarios o universitarios incompletos; el 99,2% de quienes tienen el secundario completo; y el 97,2% de aquellos con secundario incompleto y menos años de escolarización (gráfico 5). Aquí se encuentra otra diferencia respecto a las madres, cuya actividad laboral disminuye 1,3 puntos porcentuales en el mismo período de análisis: de 61,2% a 59,9% de 2006 a 2010 (gráfico 4). La menor intervención en el mercado de las madres se explica principalmente por una caída en el nivel de desocupación (de 5,5% en 2006 a 3,9% en 2010) y un incremento en el nivel de inactividad (de 38,8% en 2006 a 40,1% en 2010). Es decir, se trata de mujeres que “dejaron de buscar trabajo remunerado” y se quedan a cargo de sus hogares y familias. Si se desagregan los datos estadísticos por nivel educativo, se corrobora que se trata de mujeres con menos años Esto marca otra diferencia en relación con las madres, ya que ellas se incorporan en mayor proporción a la fuerza de trabajo en función de su nivel educativo. Entre las mujeres que conviven con hijos lo hacen el 85,2%, 66,7%, 55,9% y 48,1% de ellas, respectivamente (gráfico 5). Debido a que la participación laboral femenina está en conexión directa con el nivel educativo alcanzado, las brechas más reducidas con respecto a los Gráfico 5: Participación laboral de las madres y de los hombres de 14 a 49 años que conviven con hijos según nivel educativo. Total aglomerados urbanos. Año 2010. bajo medio alto superior 97,2% 99,2% 97,7% 99,8% 85,2% 100% 55,9% 60% 48,1% 40% 20% 0% mujeres que conviven con hijos En cuarto término, en los últimos cinco años mejoró la calidad de los empleos para los hombres que conviven con hijos. Aumentó 5,3 puntos porcentuales la proporción de hombres con hijos que están insertos en el mercado formal de trabajo (de 52,8% en 2006 a 58,1% en 2010), como consecuencia de la disminución del porcentaje de los que se desempeñan en la economía informal (de 47% en 2006 a 41,7% en 2010). Pese a lo cual, aún el 41,7% de los hombres que viven con hijos tienen empleos informales (gráfico 6). Nuevamente, se encuentra otra diferencia entre hombres y mujeres. Aunque entre las madres también se produce una mejoría en la calidad de los empleos (entre ellas aumenta la formalidad de 39,9% en 2006 a 47,8% en 2010), esto ocurre por efecto de la salida del mercado de aquellas con menores calificaciones, tal como se expresó en párrafos anteriores. No obstante ello, aún están sobrerrepresentadas en los empleos de menor calidad: el 52,2% de las madres tienen un empleo informal o trabajan en el servicio doméstico frente al 41,9% de los hombres en igual situación que conviven con hijos. El servicio doméstico remunerado es un tipo de trabajo ejercido de forma exclusiva por mujeres, y estas trabajadoras continúan hoy en los escalones inferiores de la jerarquía laboral y social. Los principales problemas del sector son los bajos salarios, el déficit de calidad de las condiciones del empleo y la ausencia de beneficios otorgados a otros trabajadores en relación de dependencia3 (Lupica, C., 2010b). Se debe destacar además que el 81,8%4 de las empleadas del servicio doméstico no están registradas y, por tanto, no cuentan con los beneficios de la seguridad social, y solo un porcentaje muy reducido recibe otros beneficios sociales, como aguinaldo, vacaciones pagas, días por enfermedad u obra social (Lupica, C., 2010c). 66,7% 80% hombres se producen entre los profesionales, mientras que las más amplias se registran entre aquellos con menos años de educación formal. hombres que conviven con hijos Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. Notas: Bajo: Primaria incompleta, Primaria completa y Secundaria incompleta. Medio: Secundaria completa. Alto: Universitaria incompleta. Superior: Universitaria completa. El trabajo fuera de los hogares que llevan a cabo mujeres y hombres supone, entre otras, dos implicancias cardina- (PÁGINA 5) Gráfico 6: Situación ocupacional de las madres y de los hombres de 14 a 49 años que conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y 2010. 47,8 58,1 39,9 20,4 servicio doméstico madres madres hombres que conviven con hijos 0,2 0,2 hombres que conviven con hijos informal Entre las principales causas de la menor participación y desarrollo laboral de las mujeres, se destacan las labores domésticas y de cuidado de los hijos y otras personas dependientes dentro del hogar, tareas que aún siguen desempeñando ellas de forma casi exclusiva, sean amas de casa o trabajen percibiendo un salario (Lupica, C., 2010a). 18,1 39,7 52,8 2010 34,1 madres hombres que conviven con hijos 100 80 60 40 20 0 47,0 41,7 2006 formal Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2010. les: contribuye simultáneamente a su desarrollo personal y al bienestar social y económico de la familia. En efecto, los ingresos monetarios que se obtienen a cambio de un trabajo remunerado representan un poder adquisitivo sobre bienes y servicios, los cuales favorecen el bienestar material personal y familiar y coadyuvan para alcanzar mejores estándares de vida. Como se muestra en el gráfico 7, el ingreso promedio de los hombres ($2.734,2) representa el 58,5% del ingreso total del hogar (ITH), mientras que el de las mujeres ($1.177 mensuales) representa el 46,2% del ITH5. presentación de hombres y mujeres en los distintos sectores económicos, las características de la oferta de empleo femenino, la participación en el trabajo a tiempo parcial y los mecanismos de retribuciones salariales. Estos datos permiten inferir que la contribución monetaria de las mujeres es representativa e implica para ellas una responsabilidad en el sostén económico del hogar. Además, la mayor proporción de mujeres en el ITH indica que se rompió el esquema de único proveedor (masculino). Pese a ello, aún en la actualidad, en promedio los hombres continúan proporcionando el ingreso más importante del hogar. Existe un conjunto complejo y a menudo interrelacionado de factores que originan la brecha salarial de género. A la valoración de las competencias laborales hay que unir la segregación del mercado de trabajo con disímil re- Como resultado, su actividad se convierte en una doble jornada laboral, que en los hechos es una sobrecarga de trabajo en perjuicio de su acceso a oportunidades de capacitación y participación social, con carreras profesionales interrumpidas, lagunas previsionales, salarios más bajos y empleos de peor calidad que los de los hombres. Los datos estadísticos respaldan esta afirmación. Tal como se puede confrontar en el gráfico 7, la contribución económica de los hombres no varía significativamente en función de la posición de parentesco que ocupan en el hogar, a diferencia de lo que sucede entre las mujeres. Los jefes de hogar o cónyuges aportan en promedio aproximadamente el 71,4% del ITH ($3.064,7 mensuales) cuando hay hijos en el hogar, y el 75,9% del ITH ($3.633,4 mensuales) cuando no los hay. En contraposición, las jefas Gráfico 7: Proporción de ingresos de mujeres y de hombres en el ingreso total del hogar (ITH) y promedio de aporte, según posición de parentesco. Total aglomerados urbanos. Año 2010. proporción del ingreso en el ith 32,7% restantes no conviven con hijos conviven con hijos total 35,5% 64,8% 75,9% mujeres restantes no conviven con hijos 1.771,7 1.974,1 3.051,1 3.633,4 71,4% conviven con hijos 2.310,6 3.064,7 58,5% total 2.250,2 2.734,2 49,1% 46,2% aporte promedio hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. mujeres hombres de hogar o cónyuges sin hijos aportan el 64,8% del ITH ($3.051,1 mensuales), porcentaje que disminuye al 49,1% ($2.310,6 mensuales) entre las madres. De hecho, las madres resultan las más desfavorecidas en cuanto a ingresos respecto de sus pares varones, incluso ante otras mujeres que no tienen hijos: las madres ganan en promedio aproximadamente el 82% de lo que perciben las mujeres sin hijos y el 40% de los hombres que conviven o no con hijos. Reflexiones finales En los últimos cinco años los hombres con responsabilidades familiares han logrado mejoras en los niveles básicos de educación. Sin embargo, la mitad de ellos (el 48,7%) no consiguió completar el nivel medio de estudios. A su vez, en el extremo superior de la pirámide educativa han sido superados por las mujeres: en 2010 el 21,3% de las madres tenían estudios terciarios o universitarios completos contra el 14,4% de los hombres que convivían con hijos. A pesar de tener menos años de educación formal, ellos se encuentran en mejor posición relativa que ellas con relación al acceso al trabajo y a los ingresos. Los hombres tienen una participación alta y constante en el mercado de trabajo, con independencia de su posición de parentesco y su nivel educativo. Por el contrario, las mujeres restringen su participación en el mercado cuando tienen hijos (participa el 79,3% de las jefas de hogar o cónyuges sin hijos, proporción que disminuye al 59,9% entre las madres) y cuando no cuentan con suficientes años de educación formal (participa el 85,2% de las madres universitarias vs. el 48,1% de las que tienen hasta secundario incompleto). También respecto a los últimos cinco años, la participación laboral de los hombres aumentó mientras que la de las mujeres disminuyó, como consecuencia de que una proporción de ellas dejaron de buscar trabajo remunerado para quedarse al cuidado del hogar y de los hijos. La salida del mercado las ubica en una situación de vulnerabilidad, ya que pierden la oportunidad de conseguir mejores empleos e ingresos en el tiempo que pueden ser imprescindibles ante un cambio en las condiciones socioeconómicas del país o de sus ho- gares (si el cónyuge pierde el trabajo o en un contexto de alta inflación), o una modificación de su estructura familiar (si estas mujeres se separan, divorcian o quedan viudas y tienen que hacerse cargo en soledad de la manutención económica de sus hogares). Los hombres con responsabilidades familiares no solo participan más del mercado laboral sino que lo hacen en puestos de mejor calidad y con mejores remuneraciones: el 58,1% de ellos tienen un empleo formal vs. el 46% de las madres, y con sus ingresos aportan el 58,5% del ingreso total del hogar vs. el 46,2% de las madres. De todas maneras, aunque los hombres que conviven con hijos están en una situación relativa más positiva en comparación con las madres, su situación laboral no es óptima, ya que el 41,7% de ellos tienen un empleo informal y muchos no pueden con sus ingresos mantener económicamente a sus familias. El ingreso promedio que generan las madres es tan sustantivo como el de los hombres para el sostenimiento económico de sus familias. En suma, para mejorar los índices de desarrollo humano en la Argentina es forzoso saldar la deuda pendiente en materia educativa. En particular, se debe contribuir a que los hombres y las mujeres con responsabilidades familiares finalicen los doce años de estudios obligatorios y considerados como mínimos para conseguir un buen empleo. Acerca del acceso a los recursos y oportunidades económicas, los varones parecen estar en un estadio más avanzado que las mujeres. Si bien para ellos es menester mejorar la calidad de sus empleos, entre las mujeres todavía es necesario promover y facilitar su inserción en el mercado de trabajo, en especial entre las que son madres y tienen menos años de educación formal. Estas son las nuevas vulnerabilidades sociales: el acceso desigual o condicionado a capacidades y oportunidades básicas como la educación y el trabajo. Su atención exige la implementación de políticas públicas innovadoras para luchar contra los riesgos y las desigualdades y conseguir que las fuerzas dinámicas del mercado beneficien a todas y a todos por igual. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA • Comisión Económica para América Latina y el CaribeCEPAL (1994). “Panorama social de América Latina”. Santiago de Chile. • Lupica, Carina (2010). Los hijos ¿influyen de igual manera en la vida de las mujeres y de los hombres? Anuario de la Maternidad. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires, diciembre. • Lupica, Carina (2010a). “Trabajo decente y corresponsabilidad de los cuidados en Argentina”. Organización Internacional del trabajo–OIT. Buenos Aires. • Lupica, Carina (2010b). “Trabajo doméstico mal remunerado: un reflejo de la subvaloración de las tareas del hogar y de cuidado”. Observatorio de la Maternidad, Boletín de la Maternidad N° 10. Buenos Aires, octubre. • Lupica, Carina (2010c). “Desprotección de la maternidad en el trabajo doméstico remunerado. ¿Solo una cuestión de ley?”. Observatorio de la Maternidad, Boletín de la Maternidad N° 10. Buenos Aires, octubre. • Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo– PNUD (2010). “Desarrollo Humano en Chile 2010. Género: los desafíos de la igualdad”. Santiago de Chile, marzo. 1. Es importante señalar que, debido a la imposibilidad de vincular directamente a un padre con sus hijos a través de la información proporcionada por la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC que se utiliza para este informe como base de datos, se optó por recurrir a una variable sustitutiva (proxy). Así, se dividió al universo de análisis de hombres de 14 a 49 años de edad de los principales aglomerados urbanos del país en tres categorías de estudio: jefes de hogar o cónyuges que conviven con hijos en los hogares que habitan, jefes de hogar o cónyuges que no conviven con hijos, y restantes hombres (no son jefes ni cónyuges en los hogares donde viven, generalmente son hijos, nietos o sobrinos). Pero, no sería correcto identificar la primera categoría –jefes de hogar o cónyuges que conviven con hijos– como “padres”. Entre otros motivos, porque no siempre quien convive con los hijos es el padre biológico, y muchos hombres que no conviven con sus hijos biológicos asumen y ejercen con responsabilidad su rol de padres. 2. Y lo mismo sucede entre las mujeres: mientras el 37,7% de las jefas de hogar o cónyuges sin hijos logran finalizar los estudios terciarios o universitarios, solo el 21,3% de las que son madres lo consiguen. En la base de la pirámide educativa, el 43,7% de las madres tienen bajo nivel educativo, porcentaje que disminuye al 15,7% entre aquellas que no tienen hijos. Estos datos estarían revelando que las mujeres y los hombres que conviven con hijos a diario tienen algunas desventajas en el acceso a recursos básicos para el desarrollo en comparación con quienes viven en hogares donde no hay descendencia. 3. Debido a que se trata de un trabajo encarado solo por mujeres, entre las restricciones sustanciales se destaca la ausencia de garantías para las empleadas de hogar en su condición de madres –presentes o futuras– y trabajadoras con responsabilidades familiares. Ellas no gozan de los derechos establecidos en la Ley de Contrato de Trabajo, como la protección y estabilidad del empleo, licencia por maternidad, permisos para la lactancia, licencias por necesidades familiares y servicios de cuidado en el espacio de trabajo. La causa de ello es que el trabajo doméstico remunerado en la Argentina sigue siendo regulado por una legislación especial: el Estatuto de los Trabajadores Domésticos, establecido por el Decreto-Ley 326 del año 1956. En el marco de la primera sesión del año 2011, el 16 de marzo en la Cámara de Diputados de la Nación se aprobó, sin discusión y por unanimidad, el “Régimen especial de contrato de trabajo para el personal de casas particulares”. Este se elaboró sobre la base de un texto enviado al Congreso por la presidenta Dra. Cristina Fernández de Kirchner, un año atrás. El nuevo régimen, aún en discusión parlamentaria, asegura a todas las personas que prestan servicios de cuidado y limpieza en domicilios particulares los mismos derechos y obligaciones que los que tienen las trabajadoras y trabajadores formales del sector privado, regulados por la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) Nro. 20.744 (t. o 1976) y sus modificatorias. 4. Encuesta Permanente de Hogares (EPH), cuarto trimestre 2010. INDEC. 5. El análisis se realiza sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares cuarto trimestre 2010, motivo por el cual los montos correspondientes a los aportes monetarios de los hombres y las mujeres al hogar han quedado desactualizados. De todas maneras, los valores absolutos se especifican solo como referencia para el análisis de las desigualdades o brechas entre los ingresos de ellos y ellas según convivan o no con hijos en el hogar. (PÁGINA 7) entrevista al dr. héctor recalde, presidente de la comisión de legislación del trabajo de la cámara de diputados de la nación el nuevo proyecto de ley para ampliar las licencias por maternidad y paternidad que se está debatiendo en Diputados por Gisell Cogliandro héctor recalde es abogado, profesor titular de derecho en el ciclo básico común (uba), profesor adjunto de derecho del trabajo y la seguridad social en la facultad de derecho (uba), y profesor titular de derecho administrativo del trabajo en la facultad de ciencias sociales (uba). es también asesor letrado de organizaciones sindicales, jefe de asesores de la confederación general del trabajo de la r. a. y miembro del consejo consultor de la asociación de abogados laboralistas. se desempeña como diputado nacional por la provincia de buenos aires desde 2005 y preside la comisión de legislación del trabajo de la cámara de diputados de la nación. (PÁGINA 9) PROFESIONALES Y MATERNIDAD Actualmente, en el Congreso de la Nación se está debatiendo un proyecto de ley que propone cambios a la Ley de Contrato de Trabajo referidos a las licencias por maternidad, paternidad y equiparación de los derechos en casos de adopción, entre otros. Este proyecto, que ya fue aprobado por unanimidad en el Senado el 30 de junio de 2010, es producto de trece iniciativas estudiadas por la Comisión de Población que elaboró un único dictamen para facilitar su aprobación. La iniciativa también cuenta con el aval del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. En este sentido, si el objetivo es igualar los derechos de los padres, ¿se le reconocerá la asignación por paternidad? A mediados de abril de este año, la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación decidió volver a tratar el proyecto. Es por ello que el Observatorio de la Maternidad entrevistó al Dr. Héctor Recalde, presidente de dicha comisión, para que nos cuente acerca de esta propuesta, sus implicancias y las posibilidades de que se convierta en ley. ¿Cuáles son los cambios para las licencias de las madres? ¿Qué propone el nuevo proyecto sobre la extensión de la licencia por paternidad? Una de las principales modificaciones es extender la licencia por paternidad de 2 días, actualmente vigente, a 5 días por el nacimiento del hijo. Pero también se otorga esta licencia a los padres que adopten, quienes hasta el momento no cuentan con este beneficio. Esto es una política de avance gradual; nosotros inicialmente en Diputados planteamos que fueran 15 días desde el nacimiento; yo a su vez había elaborado un proyecto donde proponía 12 días, pero el Senado aprobó una ley más restrictiva. Pero lo más importante es que podamos avanzar, es por eso que estamos conversando ahora con los miembros de la Comisión de Trabajo del Senado para asegurarnos de que la modificación que le realicemos a este proyecto cuenta con el apoyo de ellos y que no va a demorar el proceso de aprobación. ¿Cuál es la importancia de extender la licencia por paternidad? El nacimiento y crianza de un hijo es un acontecimiento familiar único y transformador, pero tradicionalmente el rol asignado al hombre en este suceso era el de simple “colaborador” de la madre. En la actualidad, con las mutaciones culturales y sociales que se han dado, se reconoce que el derecho y la responsabilidad del hombre es “participar” en la crianza y cuidado del hijo. Por ello, es necesario promover y facilitar desde la legislación laboral que los padres puedan involucrarse en esta tarea fundamental e irreemplazable. Entonces, la igualdad tiene que ver con el rol del padre, que no colabora sino que participa de la vida familiar. Lo trascendente de esto es que se reconozca el papel del padre. Sí, se modificará el régimen de asignaciones familiares y se reconocerá la asignación por maternidad o por paternidad tanto biológica como adoptiva. Y en el caso que tanto la madre y el padre estén incluidos en el régimen, podrá ser percibida por ambos. Se equipara la licencia por maternidad que tienen las madres biológicas a las madres adoptivas. Además, el proyecto contempla la extensión de licencias para madres en el caso de nacimientos o adopción múltiples a 30 días más por cada hijo a partir del segundo hijo. El proyecto contempla también licencias adicionales para los casos de nacimientos con riesgos o problemas de salud. ¿En qué consisten? ¿Se aplicarán tanto a madres como a padres? En el caso de nacimiento de bajo riesgo, cuando el hijo al momento de nacer pese entre 1,5 kg y 2,5 kg se sumará solo para la madre una licencia de 30 días. Mientras que en los casos de nacimientos de alto riesgo, cuando el hijo al nacer no supere los 1,5 kg, la madre contará con 60 días más y el padre con 10 días más. Por otra parte, se considera también el caso de nacimiento o adopción de hijos con discapacidad o enfermedad crónica. En estos casos, a la licencia de la madre se suman 6 meses y a la del padre se adicionan 30 días. Asimismo, cabe destacar que todas las licencias establecidas podrán ser ejercidas por el padre en el supuesto fallecimiento de la madre. ¿Hay cambios respecto a la lactancia? La madre podrá disponer de una hora durante el horario laboral para amamantar a su hijo. Pero podrá elegir de qué manera utilizarla. Este derecho también se extenderá para las madres adoptivas y para el padre, en caso de fallecimiento de la madre. ¿Qué reformas se proponen referidas a la protección del empleo para madres y padres? Se busca garantizar la protección del empleo para el padre, que hoy no está contemplado en la actual ley de contrato de trabajo. Pero además se amplía el período para las madres. Entonces, con este nuevo proyecto no se podría despedir por razones de maternidad, paternidad o embarazo dentro del plazo de 8 meses y medio y anteriores y 7 meses y medio posteriores a la fecha del parto o fecha de inicio de los trámites de adopción. De esta manera, si los padres son despedidos durante este período deberán recibir la indemnización correspondiente (que hasta ahora solo estaba prevista para la madre). Incluso se contempla la posibilidad de contar con un período de excedencia tanto para la madre adoptiva como para el padre, que hoy no lo tienen. ¿Cree que al igualar en el trabajo los derechos y la protección de padres y madres contribuirá a que las mujeres sufran menos la discriminación laboral por su maternidad? Creo que cuanto más equiparemos los derechos de los trabajadores entre los distintos sexos y/o géneros, los empleadores tendrán menores incentivos para preferir trabajadores de un sexo por sobre otro. Las brechas de inserción laboral e ingresos entre trabajadores y trabajadoras se han reducido mucho en los últimos años, gracias a las políticas inclusivas del gobierno en su fuerte alianza con el trabajo. Sin embargo, es cierto que mientras se mantengan derechos diferenciados para hombres y mujeres, los empleadores seguirán ejerciendo discriminación para con estas últimas, más allá de que las trabajadoras se conviertan en madres o no posteriormente. Hasta el día de hoy, las mujeres sufren de mayores tasas de desempleo e informalidad laboral y menores ingresos que los hombres. Los proyectos de ley que intentaron reformar las licencias por maternidad y paternidad tienen una larga historia parlamentaria, pero no lograron convertirse en ley. ¿Será factible revertir la situación con este nuevo proyecto de ley? Efectivamente, en el año 2006 la Cámara de Diputados había aprobado con amplio apoyo un proyecto que proponía una reforma de la Ley de Contrato de Trabajo que ampliaba en 15 días la licencia por paternidad, entre otros temas. Pero el Senado nunca la trató y perdió estado parlamentario. Ahora, la comisión tiene una nueva conformación y para revertir esta situación estamos dialogando con los miembros de la Comisión de Legislación del Trabajo para acordar las modificaciones que queremos llevar a cabo, aparte de la adecuación técnica que es necesario hacer a partir de la sanción de la ley del peón rural. De este modo, lo que buscamos es que estas reformas puedan convertirse en ley lo antes posible. Una vez que este proyecto se convierta en ley, ¿las licencias parentales, que tienen mucho de los países desarrollados, podrían ser el próximo paso? Creo que sí, que es un próximo paso, pero se alcanzará “a su tiempo y armoniosamente”, como decía el general Juan Domingo Perón. Pienso que las licencias parentales son importantes porque en el período posterior al nacimiento y en la primera infancia la extrema dependencia de los niños genera grandes obligaciones para la familia y profundas transformaciones en la vida de sus integrantes. Los trabajadores hombres tienen el derecho y la responsabilidad de participar de tal etapa. El problema es que existe una creencia social sobre la mayor responsabilidad que la mujer debe tener en la crianza de los niños, que ha fundamentado en su origen a las licencias por maternidad y a la reglamentación de cuidado vinculadas exclusivamente al personal femenino. Esta creencia se va desdibujando en forma paulatina. Hasta hoy las tareas de cuidado aparecen como un segundo trabajo que muchas veces dificulta el desempeño femenino en el trabajo remunerado, fuera del hogar. Todo este “segundo trabajo” no reconocido pero muchas veces naturalizado, y la diferenciación de derechos laborales que comentábamos antes, produce disparidades en las preferencias de algunos empleadores a la hora de contratar personal femenino o masculino, considerando que la mujer comúnmente lidiará con estas tareas extralaborales en el corto o mediano plazo. Es cierto que la ampliación del sistema de licencias es una tendencia en los países “desarrollados”, con el fin de reconocer y distribuir el trabajo de cuidado. Y hay varios ejemplos exitosos en términos de distribución del ingreso así como en el ascenso y participación social de la mujer. Sin embargo, entiendo que en la Argentina se trata todavía de un camino por recorrer, en el que se avanza a paso lento pero seguro. En cada paso, nuestra sociedad debate los roles que hombres y mujeres tienen dentro de ella, como trabajadores y como ciudadanos. En los últimos años la Argentina ha avanzado mucho en materia de género; en temas como la ley nacional de violencia contra la mujer y muchas otras conquistas. Por eso, no sería extraño esperar un desarrollo superior del sistema de licencias de cara al futuro. (PÁGINA 11) TENDENCIAS hijos más tarde y en vínculos consensuales: los principales cambios del perfil demográfico de la paternidad por Carina Lupica Las estructuras familiares en la Argentina están inmersas en un profundo proceso de cambio. La cohabitación, la fecundidad no matrimonial, las familias ensambladas y la monoparentalidad constituyen vías cada vez más frecuentes de formación de familias y, por ende, requieren un ahondamiento sobre sus determinantes y repercusiones, así como el diseño de políticas orientadas a paliar la inequidad social vinculada a la estructura familiar. De hijas e hijos a madres y padres: una transición más tardía para ellos más asiduidad que las jóvenes, posicionándose en esta categoría (“restantes”) un 82,7% de ellos y un 77% de ellas (gráfico 1). La mayor parte de la población femenina y masculina ocupa distintas posiciones de parentesco a lo largo de su vida, aun cuando en la etapa infantil no se aprecian diferencias, ya que los menores de 15 años de edad aparecen ante todo como hijos de quien encabeza el hogar. Sin dudas, estas modificaciones afectan la experiencia de la paternidad y la maternidad, que en la Argentina, a su vez, está signada por la desigualdad social entre mujeres y varones con diferentes niveles socioeconómicos y educativos. En el período de adolescencia y de juventud (14 a 29 años), los varones viven como hijos, nietos o sobrinos con En esta misma etapa de la vida, un 23% de las mujeres son jefas de hogar o cónyuges, situación que disminuye al 17,3% entre los varones. Incluso, el 14,1% de las mujeres jefas de hogar o cónyuges conviven con hijos, porcentaje que desciende al 9,5% entre los varones jefes de hogar o cónyuges. Con el objetivo de interpretar el contexto familiar en el que nacen y crecen ahora niños y niñas, se pretende dar respuesta a estos interrogantes clave: ¿se ha modificado la edad de la maternidad y la paternidad en los últimos años?, ¿cómo ha cambiado la situación conyugal de mujeres y varones en la etapa adulta?, ¿influye la llegada de los hijos en la formalización de vínculos conyugales?, ¿en qué medida el nivel educativo de las mujeres y de los hombres afecta los comportamientos reproductivos? Y por último y no menos importante, ¿cuáles son las similitudes y diferencias de los cambios acontecidos en el perfil demográfico de la maternidad y la paternidad? Esto significa que en promedio los hombres permanecen más tiempo en Gráfico 1: Posición de parentesco de mujeres y de hombres por grupos de edad. Total aglomerados urbanos. Año 2010. conviven con hijos no conviven con hijos 16,2% 30 a 49 años 83,7% 20,5% 11,5% 15,2% 72,2% 79,5% 64,3% 82,7% 77,0% 14 a 29 años 23,0% 8,9% 7,8% 17,3% 14,1% 9,5% 45,9% 52,3% 10,2% 11,4% total 43,9% mujeres restantes 36,3% hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. condición de hijos que las mujeres, y que en la etapa de adolescencia y juventud ellas duplican las probabilidades de asumir la maternidad (convivir con hijos) en comparación con los varones y su paternidad. jeres y hombres que tuvieron hijos durante el último año): 29,0 años y 31,2 años, respectivamente, lo cual denota fehacientemente que la edad de la paternidad se está postergando entre las nuevas generaciones. Pero en la etapa adulta (entre los 30 y 49 años), la brecha entre la posición de parentesco de mujeres y hombres disminuye: alrededor del 83,7% de la población femenina y el 79,5% de la masculina es jefa/e de hogar o cónyuge (gráfico 1). No obstante, este promedio esconde profundas diferencias relacionadas con el nivel educativo de las mujeres y los varones, las que han ido en aumento en el tiempo. Hacia el interior de ese subconjunto, el 72,2% de ellas conviven con hijos, proporción que desciende al 64,3% entre los varones. En suma, en el rango etáreo caracterizado por el solapamiento entre la etapa reproductiva y productiva, las mujeres tienen mayores probabilidades que los varones de asumir la responsabilidad del cuidado cotidiano y la crianza de los hijos. Edad media de la maternidad y de la paternidad En promedio, en la Argentina las mujeres tienen su primer hijo dos años antes que los hombres: a los 23,3 años y 25,1 años de edad, respectivamente. Hecho que se repite incluso cuando se trata de madres y padres recientes (mu- Si se analiza la edad de la maternidad y de la paternidad por nivel educativo se comprueba que ellas tienen hijos a edades más tempranas que ellos en todos los niveles educativos. Esta brecha en promedio es de dos años, excepto en el nivel educativo inferior (hasta primario incompleto) y cuando se logra ingresar a la universidad (UI), en que la diferencia se incrementa a tres años. Esto sucede porque la educación formal influye sustancialmente en la edad en la que se tienen hijos, sobre todo entre las mujeres. Ellas retrasan su maternidad un año a medida que pasan de un nivel educativo inferior a uno inmediatamente posterior, menos en los extremos de la pirámide educativa: cuando completan el primario posponen su maternidad dos años, mientras que cuando pasan del nivel Universi- Gráfico 2: Edad promedio de mujeres y de hombres al tener su primer hijo según nivel educativo. Total aglomerados urbanos. Años 2006 y 2010. 2006 2010 hasta pi 20,6% 19,8% 23,9% 23,1% pc a si 22,0% 22,1% 24,0% 23,9% sc 23,3% 23,2% 25,9% 25,7% ui 24,3% 24,1% 26,4% 27,2% uc total 27,2% 27,7% 23,2% 23,3% mujeres 29,1% 29,6% 25,1% 25,1% hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y 4° trimestre 2010. Notas: PI: Primaria Incompleta, PC: Primaria Completa, SI: Secundaria Incompleta, SC: Secundaria Completa, UI: Universitaria Incompleta, UC: Universitaria Completa. tario Incompleto (UI) a Universitario Completo (UC) demoran su maternidad prácticamente tres años. Entre los hombres, la principal diferencia se produce cuando terminan el secundario (retrasan su paternidad casi dos años respecto a los que tienen entre primaria incompleta y completa) o sus estudios terciarios o universitarios (retardan su paternidad prácticamente dos años y medio en comparación con aquellos que tienen universitario incompleto). Por su parte, las mujeres con más años de educación formal (UC) son en promedio madres ocho años más tarde que las que tienen menos años de educación formal (hasta PI): 27,7 años y 19,8 años, respectivamente. Entre los hombres, esa diferencia es de seis años: aquellos con UC tienen su primer hijo a los 29,6 años y los que tienen menos años de educación formal (PI), a los 23,1 años. Cabe entonces preguntarse: ¿qué ha sucedido en los últimos cinco años respecto a la edad de la maternidad y de la paternidad? A partir de los datos recientes, se concluye que la edad de la maternidad y de la paternidad se ha mantenido constante en los últimos cinco años: en promedio, las mujeres tuvieron su primer hijo a los 23,2 años en 2006 y a los 23,3 en 2010, y los hombres lo hicieron a los 25,1 años en los dos años de medición. En rigor, esto es producto de dos fenómenos contrapuestos: mientras las mujeres y los varones con mayores años de educación formal retrasan la edad de tener hijos, los que tienen menos años de educación formal la adelantan. En los últimos cinco años, las mujeres y los varones con bajo nivel educativo (hasta PI) adelantaron su maternidad y paternidad un año (de 20,6 años en 2006 a 19,8 años en 2010, y de 23,9 años a 21,3 años, respectivamente), y aquellas y aquellos con nivel educativo superior la postergaron medio año (de 27,2 años a 27,7 años, y de 29,1 años a 29,6 años, respectivamente), como lo muestra el gráfico 2. Por todo ello es que puede afirmarse que la brecha de la edad de la maternidad y de la paternidad según nivel edu(PÁGINA 13) Gráfico 3: Mujeres y hombres en hogares monoparentales y biparentales según situación de parentesco. Año 2010. hogares biparentales hogares monoparentales 3,1% 100% 14,7% 90% 70% 45,9% 51,3% 60% 87,5% 89,0% 96,9% 50% 85,3% 40% 30% 53,6% 51,9% 48,7% 54,1% 48,1% 46,4% 20% mujeres no conviven con hijos conviven con hijos conviven con hijos 11,0% no conviven con hijos restantes 12,5% total 0% restantes 10% total 80% hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. veinticinco años se duplicó la proporción de hogares monoparentales femeninos con presencia de hijos: en 1985, el 6,7% de las madres se hallaban sin una pareja estable, mientras en 2010 lo están el 14,7% (Lupica, C., 2011). Las familias monoparentales con jefatura femenina provienen, en una gran proporción, de mujeres separadas o divorciadas que conviven con hijos respecto a los varones (8% y 2,1%, respectivamente), y también de aquellas que tienen hijos y son solteras (5,4% y 0,7%, respectivamente)2, según deja ver el gráfico 3. Estos datos permiten inferir dos conclusiones: 1) los hombres que asumen solos la responsabilidad del ejercicio cotidiano de las funciones paternas son una excepción en la Argentina; y 2) las mujeres sobrellevan casi exclusivamente las responsabilidades de crianza y cuidados cotidianos de los hijos cuando se separan, divorcian o son madres solteras (Lupica, C., 2011b). El auge de la consensualidad Gráfico 4: Situación conyugal de los jefes de hogar o cónyuges –mujeres y hombres– que conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Año 2010. casado unido separado/ divorciado soltero viudo 51,1% 57,5% 33,8% 39,4% 8,0% 5,4% 1,3% mujeres 2,1% 0,7% 0,3% hombres Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 4° trimestre 2010. cativo se ha ampliado en un año en los últimos cinco años. Hogares monoparentales, una realidad exclusivamente femenina En la etapa adulta es más común que las mujeres y los hombres convivan en pareja, tengan o no hijos: viven en hogares biparentales sin hijos el 54,1% de las mujeres jefas de hogar o cónyuges y el 48,1% de los varones jefes de hogar o cónyuges, porcentajes que se incrementan al 85,3% y 96,9%, respectivamente, cuando hay hijos en el hogar. Ahora bien, si se examinan los hoga- res monoparentales1 se verifica que la proporción es equitativa entre mujeres y hombres cuando no hay hijos en el hogar: el 45,9% de las mujeres jefas de hogar o cónyuges sin hijos y el 51,9% de los varones jefes de hogar o cónyuges sin hijos viven sin pareja estable. La brecha considerable entre mujeres y hombres en hogares monoparentales se produce cuando llegan los hijos: mientras el 14,7% de las mujeres con hijos viven sin pareja estable, solo el 3,1% de los varones lo hacen. Las cifras expresan con claridad que esta tendencia está en alza: en los últimos Acerca de la formalidad del vínculo conyugal, en el presente es dable establecer que la mayoría de las mujeres y de los hombres que conviven con hijos lo hacen en el seno de una familia formada por la vía del matrimonio: el 51,5% de las madres y el 57,5% de los hombres que conviven con hijos están casados. A su vez, el 33,8% de ellas y el 39,4% de ellos conviven en uniones consensuales. Sin embargo, analizando la evolución en los últimos años de la formalidad de los vínculos conyugales de las madres y de los hombres que conviven con hijos, se aprecia dentro de los hogares biparentales una tendencia en aumento de las uniones consensuales. Así, si en 1985 el 85,5% de las madres estaban casadas, en 2010 lo están el 51,5% de ellas. En contraposición a esto, se triplicó la proporción de madres en vínculos consensuales, pues pasaron del 7,8% al 33,8% en el mismo período de estudio. Incluso, si se estima la tendencia reciente (últimos cinco años) entre los hombres, la proporción de aquellos que conviven con hijos y se encuentran Gráfico 5: Evolución de la situación conyugal de las madres en hogares biparentales. Total aglomerados urbanos. Años 1985-2010. unida 33,8% 7,8% casada hijos en el hogar, mientras ellas son quienes afrontan en soledad su maternidad cuando se separan/divorcian o son madres solteras: el 14,7% de las mujeres con hijos viven sin pareja estable, y solo el 3,7% de los varones lo hacen. Esta organización familiar de “mujeres solas con hijos a cargo” se duplicó en los últimos veinte años. 100% 90% 80% 70% 40% 51,5% 50% 85,5% 60% 30% 20% 0% 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 10% Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de datos de la EPH 1984-2010. Notas: Para el período 1984-2002 corresponde la EPH puntual onda octubre, para el período 2003-2006 corresponde la EPH continua 2° semestre y para el período 2007-2010 corresponde la EPH continua 4° trimestre. INDEC. Gráfico 6: Situación conyugal de los hombres de 14 a 49 años que conviven con hijos. Total aglomerados urbanos. Período 2006-2010. 39,4 57,5 2010 2009 2008 2007 35,0 2006 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 unido 62,6 casado Fuente: Observatorio de la Maternidad. Elaboración propia sobre la base de la EPH 2° semestre 2006 y EPH 4° trimestre 2007-2010. en uniones conyugales de hecho creció del 35% al 39,4% de 2006 a 2010, y la de los que están casados disminuyó de 62,6% al 57,5%, en el mismo período. A modo de conclusión Es innegable que el nivel educativo de las mujeres y de los hombres representa hoy una variable crucial para investigar las desigualdades en las tendencias Finalmente, aparece una característica común a hombres y mujeres que habitan hogares biparentales: pese a que la mayoría de ellos están casados cuando tienen hijos, se registra una tendencia creciente de los que conviven en uniones de hecho. Es decir, que el matrimonio ha dejado de ser el ámbito exclusivo de la procreación y cada vez es más habitual la cohabitación como vía de formación familiar. En síntesis, la información sobre las circunstancias familiares de nuestro país es importante para anticipar la demanda potencial de las políticas sociales dirigidas a equiparar los derechos de las niñas y niños que viven en hogares con estructuras familiares diversas. Pero también, para estimar las necesidades de reformas institucionales, se trate de modificaciones de los cuerpos normativos que rigen los derechos y obligaciones en las relaciones personales y familiares, o del diseño de nuevas políticas para apoyar nuevas realidades, por ejemplo, a las madres con responsabilidades familiares no compartidas. demográficas. Mientras las mujeres y los hombres con menores niveles educativos han adelantado la edad de la maternidad y paternidad, aquellos con más años de educación formal la han postergado. En consecuencia, se profundizó la brecha en la vivencia de la maternidad y de la paternidad –edad a la que las mujeres y los hombres tienen hijos– según su nivel educativo. Las mujeres que completaron la universidad son madres ocho años más tarde que aquellas con menos años de educación formal (PI), y entre los varones, dicha diferencia es de seis años. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA En segundo lugar, se producen algunas singularidades en los perfiles demográficos de la maternidad y la paternidad según se trate de mujeres y varones: en tanto ellos se convierten en padres a edades más tardías que ellas en madres (en promedio los hombres tienen su primer hijo dos años más tarde que las madres: a los 25,1 años y 23,3 años, respectivamente), entre las madres ha aumentado la probabilidad de encabezar hogares monoparentales con hijos a cargo. • Lupica, Carina (2011). Madres solas en la Argentina. Dilemas y recursos para hacer frente al trabajo remunerado y al cuidado de los hijos. Anuario de la Maternidad. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires, diciembre. • Lupica, Carina; Cogliandro, Gisell; Saavedra, Laura; Chávez Molina, Eduardo (2011a). Cuadernillo Estadístico de la Maternidad N° 5. Características socio-laborales de los hombres que conviven con hijos en la Argentina. Procesamiento de datos de la EPH. INDEC. 2° semestre 2006. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires, abril. • Lupica, Carina (2011b). “Madres más temprano y más solas. Una realidad familiar que crece, en especial entre las mujeres más pobres”. En Revista Observatorio Social N° 30. Modelos de familias y políticas públicas N° 30. Asociación Civil Observatorio Social. Buenos Aires, marzo. • Lupica, Carina (2010). Los hijos ¿influyen de igual manera en la vida de las mujeres y de los hombres? Anuario de la Maternidad. Observatorio de la Maternidad. Buenos Aires, diciembre. Tal como se expresó en el desarrollo del presente artículo, una de las características más distintivas entre las mujeres y los hombres es que ellos están siempre acompañados cuando hay 1. Se reconocen como familias monoparentales aquellas en las que una mujer o un hombre no convive de forma habitual con un cónyuge o pareja y, por lo tanto, ejerce en soledad la jefatura del hogar (Lupica, C., 2011). 2. La escasa proporción de viudos que conviven con hijos se explica porque la muestra utilizada en el análisis está conformada por mujeres y hombres de 14 hasta 49 años de edad, y la condición de viudez es más común entre los adultos mayores. (PÁGINA 15) POLÍTICAS Y PROGRAMAS hombres, paternidad y cuidado algunos hallazgos de la Encuesta Internacional de Masculinidades y Equidad de Género (IMAGES) en Brasil, Chile y México1 Francisco Aguayo, EME- Cultura Salud (Chile); Gary Barker, Instituto Promundo (Brasil-US) y Pablo Correa, MMC (Chile) Introducción La Encuesta Internacional de Masculinidades y Equidad de Género (IMAGES por sus siglas en inglés) se inscribe en el “Proyecto Masculinidades, Equidad de Género y Políticas Públicas”, coordinado por el Instituto Promundo y The International Center for Research on Women (ICRW). El coordinador del proyecto global es Gary Barker. Las organizaciones coordinadoras e investigadores responsables en los tres países latinoamericanos participantes fueron, en Brasil, Instituto Promundo, Marcio Segundo, Gary Barker y Marcos Nascimento; en Chile, CulturaSalud/ EME, Francisco Aguayo; en México, Colegio de México, Salud y Género, 123-Contando-te y Juan Guillermo Figueroa. IMAGES se llevó a cabo también en Croacia, India y Ruanda. La encuesta buscó conocer las opiniones, actitudes y prácticas de los hombres en tópicos relacionados con la equidad de género, tales como experiencias en la infancia, relaciones de pareja, vida doméstica, paternidad, salud y violencia, entre otros. Se aplicó mediante muestreos probabilísticos en hogares de los barrios o ciudades seleccionados en cada uno de los países. En la encuesta participaron hombres y mujeres de entre 18 y 59 años, con muestras independientes para cada uno de estos grupos. El Tabla N° 1: Encuesta IMAGES: características de las muestras por país. brasil chile méxico tamaño muestra hombres 750 1.192 1.002 tamaño muestra mujeres 448 426 383 edad 18-59 18-59 18-59 año de aplicación 2009 2009 2009 lugares una gran ciudad metropolitana, río de janeiro, con dos barrios: maré (bajos ingresos, n=686 hombres, 408 mujeres) y villa valquiere (ingresos medios, n=64 hombres, 40 mujeres) tres áreas metropolitanas: valparaíso (n=198 hombres), concepción (n=197 hombres) y santiago (n=797 hombres, 426 mujeres) un área metropolitana: monterrey (n=515 hombres, 172 mujeres) y dos ciudades: querétaro (n=222 hombres, 127 mujeres) y jalapa (n=264 hombres, 84 mujeres) institución promundo cultura salud, eme el colegio de méxico, salud y género, 123-contando-te investigadores responsables marcio segundo, gary barker y marcos nascimento francisco aguayo juan guillermo figueroa proceso de aplicación del cuestionario encuesta en papel (combinación de encuestador con partes autoadministradas) encuesta en papel (administrado por el encuestador) encuesta en papel (administrado por el encuestador) chile méxico el rol más importante de la mujer es cuidar de su hogar y cocinar para su familia 54% 54% 56% cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños o niñas es responsabilidad de la madre 10% 46% 26% es responsabilidad de la mujer evitar quedar embarazada 36% 47% 22% el hombre debe ser quien tiene la última palabra en las decisiones importantes del hogar 43% 40% 24% me indignaría si mi mujer o pareja me pidiera que use preservativo con ella 20% 33% 13% lavar ropa brasil 23% 25% 31% 29% 28% 35% hombres cuyos padres sí participaban en las tareas del hogar 80% 33% 28% limpiar el baño hombres cuyos padres no participaban en las tareas del hogar 60% brasil chile 43% cuidar hermanos pequeños chile 69% méxico Gráfico 2: Participación en tareas domésticas, según si el padre participaba o no (% quienes juegan un rol igual o mayor en una o más tareas). 44% Gráfico 1: Hombres no socializados en tareas domésticas en la infancia/adolescencia. 59% Presentamos en primer lugar algunos ítems de la escala GEM de actitudes de género (Pulerwitz y Barker, 2008). En los tres contextos a mayor escolaridad se encontraron puntajes más altos, es decir, actitudes más equitativas de género. Se observa la presencia de actitudes tradicionales de género en cuanto a la paternidad en una proporción importante de los hombres. Por ejemplo, poco más de la mitad de ellos apoyan la afirmación “el rol más importante de las mujeres es cuidar de su hogar y cocinar para su familia”. A un porcentaje importante de hombres jamás se los socializó para hacer tareas domésticas durante su infancia o adolescencia, tal como se puede apreciar en el gráfico 1. Esta proporción oscila entre un 19% y un 35% según el tipo de actividad y el contexto. Se observa que hay una diferencia importante en la participación en tareas domésticas entre aquellos hombres cuyos padres (u otra figura masculina sig- brasil 60% La paternidad de los hombres en la encuesta IMAGES Tabla N° 2: Ítems escala GEM (% totalmente de acuerdo y parcialmente de acuerdo). 58% cuestionario fue diseñado para ser contestado por hombres y mujeres, con o sin pareja, casados o no casados, heterosexuales o no, con o sin hijos. La versión para hombres tenía aproximadamente 250 ítems y tomaba entre 45 minutos y 1 hora en ser contestado. La versión para mujeres era algo más breve y se tardaba cerca de 35 minutos para responderla. Se aplicó en formato papel. En Brasil y Chile, encuestadores hombres entrevistaron a los hombres y encuestadoras mujeres a las mujeres. En México se mantuvo el mismo patrón con las mujeres, pero para la encuesta a hombres en la mayoría de los casos intervinieron encuestadoras mujeres. La encuesta IMAGES fue realizada en Brasil, Chile y México a través de una encuesta a hogares representativa de las ciudades o barrios en cuanto a su tamaño y distribución etaria. No son muestras nacionales, por tanto los datos no se pueden aplicar al total de la población. No obstante, para facilitar la lectura, en este artículo los resultados se presentan nombrando al país en cada caso. Este es un elemento que se debe tener en cuenta al momento de interpretar los resultados que se entregan. 40% 20% 20% limpiar la casa 22% 20% 19% preparar la comida 0% méxico 31% 30% 27% 0% 10% 20% 30% 40% nificativa de la infancia) sí participaban en las tareas del hogar y aquellos cuyos padres no lo hacían. Esta situación es estadísticamente significativa en Chile y México (p<0,01), es decir, hombres que tuvieron padres involucrados en el hogar reportan participar más en las tareas domésticas que aquellos hombres cuyos padres no intervenían en las actividades del hogar (gráfico 2). Entre un 44% y un 70% de los hombres declaró que la pareja mujer reali- za más actividades domésticas que él, mientras que solo entre un 2% y un 11% señaló tener mayor participación en dichas tareas, dando cuenta de lo segregado que es el orden de género en el hogar. En el caso chileno y mexicano, el 70% y el 65%, respectivamente, indicó que sus parejas son más partícipes en el hogar y solo el 4% y el 2% señaló que ellos están más involucrados que sus parejas mujeres en las tareas domésticas. El caso de Brasil es algo distinto, ya que solamente el 44% señaló que sus parejas participan más, un 45%, igualmente, y un 11% ellos (gráfico 3). Los hombres dicen que participan en el cuidado de las/os hijas/os más que lo que las mujeres dicen que ellos participan. En los casos de Brasil y Chile, (PÁGINA 17) Gráfico 4: participación de los hombres en el cuidado diario de los hijos. 0% brasil chile 7% hombre proveedor 36% 5% 6% ambos trabajan 59% 34% 3% 4% mujer proveedora 2% 7% ninguno trabaja 65% 27% 80% 60% 40% no trabaja remuneradamente 0% trabaja remuneradamente brasil chile méxico Tabla N° 3: Padres y cuidado de hijas/os de 0-4 años (% varias veces a la semana o más). 10% 10% 10% reporte hombres reporte mujeres 6% 39% 53% 10% Gráfico 6: Relación entre condición de empleo y cuidado diario de hijas/os (reporte hombres). 30% 20% 48% 8% 20% 31% 36% 40% 39% 50% reporte mujeres 46% reporte hombres 37% 10% 68% 2% méxico 44% 11% 44% chile méxico 40% 57% brasil reporte hombres reporte mujeres 40% 34% 0% 4% 20% chile 53% 26% 11% 40% brasil reporte hombres reporte mujeres 33% 45% 60% 44% 80% 65% 70% ella participa más participan igualmente él participa más Gráfico 5: Situación laboral de la pareja. 35% Gráfico 3: división de tareas en el hogar (reporte hombres). jugar cocinar cambiar pañales bañarlos reporte hombres 83% 46% 52% 55% reporte mujeres 72% 25% 42% 37% reporte hombres 70% 27% 39% 30% reporte mujeres s/i s/i s/i s/i reporte hombres 64% 28% 35% 52% reporte mujeres 46% 15% 23% 23% méxico mientras que alrededor de 4 de cada 10 hombres señalaron participar diariamente en el cuidado de los hijos, en el reporte de mujeres esta cifra baja a 1 de cada 10 (gráfico 4). Aún se encuentra una proporción importante de parejas –entre 40% y 65%– que tienen un formato tradicional en el cual el hombre es proveedor económico. Entre 27% y 40% de las parejas son proveedores ambos. Entre 2% y 11% de los casos la mujer es la proveedora (gráfico 5). El trabajo remunerado aparece relacionado con la participación de los hombres en el cuidado de sus hijas e hijos. Además, se encontró una diferencia estadísticamente significativa en el promedio de la Escala GEM entre quienes señalaron cuidar a diario a sus hijos y quienes no (p<0,01), indicando que quienes cuidan a diario presentan actitudes más equitativas de género (gráfico 6). brasil chile méxico * Nota: *Estas preguntas no se realizaron en el caso de Chile. En cuanto a la participación de los padres hombres en el cuidado diario de hijas/os de 0 a 4 años se aprecian discrepancias importantes entre los reportes de hombres y mujeres y entre los tres contextos. Jugar con sus hijas/os es la actividad que los hombres declararon efectuar más frecuentemente. A su vez, la actividad que menos hacen es la de cocinar para sus hijas/os. Hay diferencias de hasta un 30% entre los reportes de hombres y mujeres. Puntajes más equitativos según Escala GEM están asociados a un mayor involucramiento de los padres en tareas de cuidado con sus hijos pequeños (tabla 3). En el gráfico 7 se visualizan los porcentajes de hombres que acompañaron alguna vez a su pareja a las visitas prenatales, siendo México (92%/80%) el país con mayor tasa, seguido por Chile (86%/72%) y finalmente Brasil (78%/59%). Cabe mencionar que hay una diferencia de entre un 12% y un 19% entre los reportes de hombres y mujeres, mostrando una vez más que existen discrepancias entre ellos y ellas acerca de la magnitud de la participación de los hombres. En el caso chileno es donde se observa una mayor presencia de los hombres en el parto, ya que la mitad de ellos 60% 80% reporte hombres reporte mujeres 40% 20% brasil chile méxico Gráfico 8: Presencia en el momento del nacimiento del último hijo/a (reporte hombres). 7% brasil 39% en la sala de parto 54% en otro lugar de l hospital chile méxico 24% 0% 50% 22% 3% 73% 20% 40% 28% 60% 80% no estuvo presente 100% Gráfico 9: Exposición de hombres a mensajes y campañas de paternidad. 15% 16% 8% 8% 10% 10% 15% 18% 20% 0% brasil chile méxico (50%) afirmaron haber estado en la sala de parto y solamente cerca de 1 de cada 4 hombres (22%) indicó no haber estado en el hospital en ese momento. Estas cifras son muy distintas para el caso de Brasil, donde apenas un 7% señaló haber estado en la sala de parto y más de la mitad de los hombres (54%) declararon no haber estado en el hospital. Por su parte, en México 1 de cada 4 ha escuchado campañas que promueven el involucramiento de los padres ha participado en actividades promoviendo el involucramiento de los padres 5% mente entre un 8% y un 10% de ellos han participado en alguna actividad que promueva la paternidad (gráfico 9). Conclusiones 59% 80% 72% 78% 86% 100% 92% Gráfico 7: Hombres que acompañaron alguna vez a su pareja en las visitas prenatales del último embarazo. hombres (24%) indicó haber estado en la sala de parto y solo un 3% estaba en otro lugar del hospital, lo que expresa que casi 3 de cada 4 hombres (73%) no estaban presentes al momento del nacimiento de su último hijo (gráfico 8). La exposición a campañas o actividades de paternidad es escasa. Entre un 15% y un 18% de los hombres han escuchado de campañas de paternidad. Y sola- Los datos de la Encuesta IMAGES muestran la importancia de estudiar temas de equidad de género como la paternidad y el cuidado preguntando a los hombres. Asimismo, las discrepancias en los reportes de hombres y mujeres sugieren que se debe consultar a ambos grupos cuando se investigan estos tópicos. Uno de los hallazgos de este estudio es que el orden de género aún está muy segregado en sus roles y que las mujeres tienen la mayor carga de las tareas domésticas y de cuidado. La participación de los hombres en tareas de paternidad y cuidado se relaciona con temas tales como edad, escolaridad, haber sido o no socializados en la infancia y adolescencia en hacer tareas domésticas; haber tenido o no un padre involucrado en hacer esas tareas; si uno o dos miembros de la pareja son proveedores económicos; las actitudes de género más o menos equitativas. Para lograr una mayor equidad de género en lo doméstico los hombres tendrían que compartir las labores de cuidado y domésticas con las mujeres. Para ello se requieren políticas de paternidad tales como postnatales masculinos largos y exclusivos y una mayor oferta de campañas y programas sobre paternidad y cuidado de los hombres. Para mayor información sugerimos revisar el informe Masculinidades y Políticas de Equidad de Género: Reflexiones a partir de la Encuesta IMAGES y una revisión de políticas en Brasil, Chile y México (Barker y Aguayo, 2012). BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA • Barker, G. y Aguayo, F. (coords.) (2012). Masculinidades y Políticas de Equidad de Género: Reflexiones a partir de la Encuesta IMAGES y una revisión de políticas en Brasil, Chile y México. Río de Janeiro, Promundo. Disponible en: http://www.promundo.org.br/en/wp-content/ uploads/2012/03/PROMUNDO_Images_Web29.pdf • Pulerwitz, J. y Barker, G. (2008). Measuring Attitudes toward Gender Norms among Young Men in Brazil. Development and Psychometric Evaluation of the GEM Scale. Men and Masculinities. Volume 10, Number 3. http://promundo.org.br/en/wp-content/uploads/2010/03/04.pdf 1. Texto basado en la publicación: Barker, G. y Aguayo, F. (coords) (2012) Masculinidades y Políticas de Equidad de Género: Reflexiones a partir de la Encuesta IMAGES y una revisión de políticas en Brasil, Chile y México. Rio de Janeiro: Promundo, que contó con el apoyo de UNFA en colaboración con la Organización Panamericana de la Salud (OPS). (PÁGINA 19) www.o-maternidad.org.ar El presente Boletín de la Maternidad es enviado periódicamente desde el portal de la Fundación Observatorio de la Maternidad - Buenos Aires, Argentina. Cualquier comentario, noticia, recomendación o sugerencia que quiera remitir puede hacerlo a info@o-maternidad.org.ar. Si desea cancelar su suscripción, por favor envíe un correo electrónico desde dicha dirección a info@o-maternidad.org.ar con la frase “Cancelar suscripción”. avenida ingeniero huergo 1167 EP, c1107aol buenos aires, argentina / info@o-maternidad.org.ar / www.o-maternidad.org.ar