EL DESARROLLO SOSTENIBLE-SOCIEDAD-EDUCACIÓN Mirna Mahmud mahmudlic@yahoo.es Actualmente nos enfrentamos, y sin exagerar; a una emergencia planetaria marcada por una degradación ambiental y social, lo que hace necesario la conjunción de medidas tecnológicas, educativas y políticas en cada una de las sociedades, con el fin de fomentar actitudes y comportamientos favorables para el logro de un desarrollo sostenible. ¿Realmente estamos frente a una emergencia planetaria? Existe una abundante documentación del conjunto de problemas ambientales, estrechamente interconectados y que manifiestan la situación actual del planeta Tierra, entre los que se conocen: 1. Contaminación ambiental 2. Destrucción de recursos naturales 3. Urbanismo creciente 4. Degradación de los ecosistemas 5. Crecimiento económico acelerado 6. Hiperconsumo de las sociedades desarrolladas 7. Explosión demográfica 8. Insostenibles desequilibrios Por consiguiente, la mayor parte de estas problemáticas, por no decir todas, es conocida por cualquiera de nosotros, pero estar conscientes de la situación planetaria que vivimos, supone comprender que dichos problemas están estrechamente relacionados y se potencian mutuamente, por lo que se exige un tratamiento global (Morín, 2001). En relación a lo antes expuesto, Mahmud (2007) declara la importancia de responder a la pregunta, si es una emergencia planetaria lo que actualmente está viviendo el planeta. De acuerdo a las investigaciones realizadas es un proceso gradual, que se acelera como resultado de la magnitud de los impactos ambientales causados por el hombre y, que puede desembocar en una catástrofe ecológica. Las situaciones expuestas hasta este momento, apuntan a un escenario en el cual se perfilan espacios de coincidencias que proporcionan una visión general que permita la comprensión de la gravedad de los actuales procesos, relacionados con la contaminación, degradación de los ecosistemas, acelerado cambio climático, agotamiento de recursos, desequilibrios insostenibles, conflictos destructivos y pérdida de la diversidad biológica y cultural, que amenazan muy seriamente la continuidad de nuestra especie. En la declaración de Johannesburgo, en la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible 2002, se designa como organismo rector del decenio a la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 57/254. Los líderes mundiales se comprometieron a fomentar la equidad en la distribución de bienes y conocimiento, promover la conservación y cuidado del medio ambiente, divulgar los derechos humanos, proteger la diversidad biológica y cultural e impulsar el desarrollo tecnocientífico que contribuya a la sostenibilidad. Aunado a lo anterior, estamos alcanzando un punto de no retorno en donde el proceso de degradación sería irreversible e inevitable, por se hace necesario trabajar para generar cambios en los factores que amenazan la continuidad de la especie. Por otra parte, entre las referidas construcciones de la realidad, América Latina ha sido, en el marco del estado de lo descrito, una de las regiones más afectadas, generando profundas transformaciones de diversa índole; existen países que han modificado en los últimos cuarenta años su condición de eminentemente rurales a urbanos, hasta aquellos que revirtieron de manera sustancial las tendencias observadas en la primera mitad del siglo. En tal sentido, Gabaldón (2006), sostiene que ecológicamente hablando estas naciones latinoamericanas están seriamente comprometidas, de seguir la trayectoria que ha tomado la especie humana el futuro depara graves problemas desde la perspectiva de la capacidad del planeta para albergar la vida biológica en general y en particular por sus consecuencias sociales y económicas para la población humana. Frente a lo anteriormente expuesto, los educadores de todas las áreas y niveles, deben contribuir a formar ciudadanos y ciudadanas, conscientes de la situación de la emergencia planetaria y así replantear la educación a fin de promover actitudes y conductas propicias para una cultura de sostenibilidad tal como lo estableció la UNESCO (1998). ¿La sostenibilidad que planteamiento ofrece? El concepto surge como el resultado del análisis de la emergencia planetaria ante la situación insostenible que amenaza el futuro de la humanidad. Entre los conceptos utilizados se refiere a Mayor (1999), el desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. El desarrollo sostenible es un concepto complejo y en evolución. Muchos académicos y profesionales han invertido años enteros en tratar de definir dicho concepto y visualizar la manera de lograrlo a nivel nacional y local. Además, como el desarrollo sostenible es difícil de definir e implementar, también es difícil de enseñar. Más desafiante aún es la tarea de reorientar por completo un sistema educativo entero para lograr la sostenibilidad es por ello que esto exige tomar en consideración la totalidad de los problemas interconectados a escala planetaria. A este respecto Mayor Zaragoza (2008), señala: …”la preocupación, surgida recientemente por la preservación de nuestro planeta es indicio de una auténtica revolución de mentalidades, aparecida apenas una o más generaciones, esta metamorfosis cultural, científica y social rompe con una larga tradición de indiferencia , por no decir de hostilidad”. De acuerdo a los razonamientos que se han planteando, no es observar a los seres humanos y al medio ambiente como contradictorios, lo que se persigue es que ambos intervengan en la evolución de las sociedades y por lo tanto no deben de tratarse por separado, sino en una integración ambiente-desarrollo humano, es decir, la búsqueda de un bienestar social global. En este sentido, es importante señalar los planteamientos de los expertos en Ambiente sobre el papel de la educación, planteado en el lanzamiento de la Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible”(DEDS) (2005-2014) promulgada por la ONU(2002), que promueve una sociedad más viable para la humanidad, integrando al sistema de enseñanza escolar una percepción adecuada de los problemas y desafíos del planeta en todos los niveles educativos. En este orden de ideas, la educación es un ámbito importante porque desde esta óptica puede contribuirse a la generación de cambios. Primero, en la tarea de formar personas con conciencia de que un desarrollo social y económico no es posible sobre un planeta agotado y deteriorado; y segundo la incorporación de currículos con propuestas que permitan avanzar hacia el logro de una vida digna para el conjunto de los seres vivientes. Las últimas aseveraciones implican que los problemas ambientales son complejos por su naturaleza y no serán resueltos apenas con medidas educativas pero la educación, en especial la universitaria, debe asumir su responsabilidad, la educación ambiental debe ser incorporada a la educación, comenzando por la infantil, es preciso que primeramente los profesores se formen con otras concepciones , con percepciones que vayan más allá de la memorización de contenidos ecológicos y que superen la simple aplicación de técnicas ecológicas. En este orden de ideas, se puede citar la campaña “Compromiso por una educación para la sostenibilidad (2005-2014)” propuesta por la ONU (2002), en el que muchos países, tanto en el ámbito iberoamericano como en el resto del mundo, han ido dando pasos positivos en esta dirección, al prestar atención en los diferentes niveles educativos a la situación del mundo y a las medidas que se precisan para avanzar hacia los cambios mencionados Por lo tanto se debe incorporar a las acciones educativas una visión de la situación del mundo, tales como: 1. Un consumo responsable que se ajuste a las tres R (Reducir,Reutilizar y Reciclar). 2. La reivindicación e impulso de desarrollos tecnocientíficos favorecedores de la sostenibilidad, con control social y la aplicación sistemática del principio de precaución. 3. Acciones sociopolíticas en defensa de la solidaridad y la protección del medio, a escala local y planetaria, que contribuyan a poner fin a los desequilibrios insostenibles y a los conflictos asociados, con una decidida defensa de la ampliación y generalización de los derechos humanos al conjunto de la población mundial, sin discriminaciones de ningún tipo. En este mismo sentido, deben multiplicarse las iniciativas para implicar al conjunto de los educadores, con campañas de difusión y concienciación en los centros educativos, congresos, encuentros, publicaciones… y, finalmente, el compromiso de un seguimiento cuidadoso de las acciones realizadas, dándolas a conocer para un mejor aprovechamiento colectivo. Por las consideraciones anteriores es necesario destacar el impulso de las Recomendaciones del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente con la incorporación de la sostenibilidad en el currículum y que países como Portugal, Francia, Alemania, entre otros han ido incluyendo en sus programas educativos básicos. Así, los aspectos publicados en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, promulgados por la UNESCO (1998), se destacan numerosas referencias (tanto en las competencias básicas como en los objetivos, contenidos y criterios de evaluación) al conjunto de problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad y a las medidas necesarias para el logro de convertir a los ciudadanos y ciudadanas en impulsores a los cambios que hagan posible la supervivencia de las especies. Merece la pena detenerse en especificar los cambios de actitudes y comportamientos que la educación debería promover: ¿Qué es lo que cada uno de nosotros puede hacer “para salvar la Tierra”? Las llamadas a la responsabilidad individual se multiplican, incluyendo pormenorizadas relaciones de posibles acciones concretas en los más diversos campos, desde la alimentación al transporte, pasando por la limpieza, la calefacción e iluminación o la planificación familiar (Vilches y Gil Pérez, 2003). Con respecto a lo anterior, los teóricos tienen dudas acerca de la efectividad que pueden tener los comportamientos individuales, los pequeños cambios en nuestras costumbres, en nuestros estilos de vida y que la educación pueda favorecer a contribuir a los cambios que se hacen urgentes frente a la emergencia planetaria planteada. Además, pudiera parecer insignificante, pero resulta fácil mostrar (con cálculos muy sencillos) que si bien esos “pequeños cambios” suponen, en verdad, un ahorro energético per cápita muy pequeño, al multiplicarlo por los muchos millones de personas que en el mundo pueden realizar dicho ahorro, éste llega a representar cantidades ingentes de energía, con su consiguiente reducción de la contaminación ambiental (Furió et al., 2005). En efecto, esta incorporación de la problemática del desarrollo sostenible, no puede ser sólo informativa, ni quedar en las distintas asignaturas, es permitir a los estudiantes discutir, tomar decisiones y llevar a la práctica acciones concretas de ahorro energético, de cuidado del medio… y también de protagonismo ciudadano (en el barrio, en la ciudad, de intercambio con estudiantes el otros lugares, etc.). Cabe agregar, que se requieren acciones educativas que transformen nuestras concepciones, nuestros hábitos, nuestras perspectivas... que nos orienten en las acciones a llevar a cabo, en las formas de participación social, en las políticas medioambientales para avanzar hacia una mayor eficiencia, hacia una sociedad sostenible, acciones fundamentadas, lo que requiere estudios científicos que nos permitan lograr una correcta comprensión de la situación y concebir medidas adecuadas. Este nuevo enfoque, compone transformaciones en el aspecto sobre la ética social a través de la cultura y la educación para la sostenibilidad, con el objetivo de adquirir el compromiso de conservar, En consecuencia, es preciso la contribución que todos tenemos que aportar entre educadores, científicos e investigadores para forjar las condiciones de un futuro sostenible para las generaciones futuras. El futuro del planeta va a depender de las soluciones a corto y largo plazo y de los modelos de vida que sigamos, ya que la sostenibilidad es una responsabilidad compartida, por tanto el reto consiste en que individuos e instituciones actúen cuidando y compartiendo equitativamente los recursos de los que depende la supervivencia humana y de las otras especies. FUENTES DE INFORMACIÓN Furió, C., Carrascosa, J., Gil-Pérez, D. Y Vilches, A. (2005). ¿Qué problemas plantean la obtención y el consumo de recursos energéticos? En: Gil- Pérez et al. (Eds.). ¿Cómo promover el interés por la cultura científica? Una propuesta didáctica fundamentada para la educación científica de jóvenes de 15 a 18 años. Santiago de Chile: UNESCO. Gabaldón, A. (2006). Desarrollo Sustentable. La salida de America Latina. Editorial Grimaldo. Caracas. Mahmud, M. (2007, Octubre 27). Desarrollo sustentable, Educación y Currículo. Ponencia presentada en el foro Orientaciones curriculares en la enseñanza-aprendizaje de las ciencias naturales y sus implicaciones en el desarrollo sustentable. Mayor, F.(1999). The role of culture in Sustainable Development In: EDP/UNESCO (Ed.) Sustainable Development education the force of change. Caracas: EDP/UNESCO, p 1115. Mayor Zaragoza, F. (2008). Eikasia. Revista de Filosofía, año III, 18 (mayo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Morín, E. (2001). Instrucción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa. Barcelona. España. ONU (2002). Decenio de las Naciones Unidas de la educación con miras al desarrollo sostenible 2005-20014. Resolución nº 57/254 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. UNESCO (1998). Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: visión y acción. París. Documento en línea. Disponible: www. unesco.org/educación/educprog/wche/declaration spa.htlm. . [Consulta: 2008, Junio 30]. Vilches, A. y Gil-Pérez, D. (2007). Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia. Madrid: Cambridge University Press. Capítulo 13.