DICTAMEN N.º 104/2012, de 23 de mayo.* Expediente relativo a la reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración seguido a consecuencia de una reclamación efectuada por D. Z, en nombre y representación de D.ª X por los daños y perjuicios sufridos por ésta como consecuencia de un accidente ocurrido en dependencias de la Policía Local de Tomelloso, donde prestaba servicios. ANTECEDENTES Primero. Reclamación.- El procedimiento objeto de dictamen tiene inicio en una reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración dirigida al Ayuntamiento de Tomelloso, y formulada el día 11 de mayo de 2011 por D. Z, actuando en nombre y representación de D.ª X, funcionaria del Cuerpo de la Policía Local de Tomelloso. En la misma expone que “el día 1 de marzo de 2007, D.ª X se encontraba de servicio en las dependencias municipales de la Policía Local de dicha localidad, de 14:30 horas hasta las 22:30 horas. [...] Sobre las 21:30 horas estaba charlando con el compañero D. B, también policía municipal, que terminaba su servicio. […] Que mientras D. B desmontaba su arma reglamentaria, una pistola HK USO Compact 9mm, n.º 27-066501 la misma se le disparó. [...] Que el proyectil le entra a mi representada por encima de la rodilla, le atraviesa el fémur y le estalla [...]”. A consecuencia de los hechos anteriores, se abrieron diligencias previas por el Juzgado de instrucción n.º 2 de Tomelloso, dictándose Auto de 4 de noviembre de 2010, por el que se acuerda el sobreseimiento provisional y archivo de actuaciones con expresa reserva de acciones civiles. Como consecuencia de las lesiones sufridas, le ha sido reconocida una incapacidad permanente en grado de absoluta para cualquier profesión u oficio, por resolución del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Evalúa el importe de la indemnización reclamada en 301.795,69 euros, de los cuales 41.142,99 euros se corresponden por el periodo de incapacidad temporal y el resto por las secuelas producidas. Entre la documentación aportada junto a la reclamación figuran el auto de 4 de noviembre de 2010 del Juzgado de Instrucción n.º 2 de Tomelloso acordando el sobreseimiento provisional y archivo de las actuaciones; el informe de lata forense de lesiones; la resolución de la Directora Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social de 3 de diciembre de 2008, calificando a la reclamante como incapacitada permanente con el grado de absoluta y el correspondiente poder de representación otorgado por la interesada. Segundo. Admisión a trámite.- Recibida la referida reclamación mediante Decreto de la Alcaldía de 12 de julio de 2011 se acordó la incoación de expediente de responsabilidad patrimonial y la designación de los funcionarios encargados de instruir el expediente, comunicando tales extremos a la reclamante y a los funcionarios designados instructor y secretario. Tercero. Diligencias previas.- A instancias del instructor se ha incorporado al expediente copia de las diligencias previas practicadas por el Juzgado n.º 2 de Tomelloso, entre cuyos documentos figuran: - Atestado instruido por accidente laboral, elaborado el mismo día de los hechos por agentes de la policía local de Tomelloso. En la misma hacen constar que “a las veintiuna horas y treinta minutos del día de la fecha, cuando se encontraban los policías de este Cuerpo R, S y T en las dependencias de la Policía Local de Tomelloso, y mientras el segundo de ellos se encontraba manipulando el arma, se le ha escapado un disparo, hiriendo en la pierna a la policía R, que ha sido traslada de urgencia al Centro de Salud C y después al Hospital H donde ha sido intervenida de urgencia. [ ] Que los hechos se producen en la planta baja, en la dependencia de toma de denuncias situada frente a la ubicación del Policía de Puertas, primer despacho hacia el lado derecho desde la calle. [ ] Que los hechos se producen con el arma reglamentaria, una pistola HK USP compact 9mm, n.º 27-066501. [...]”. - Declaración de D. B que manifiesta que en el momento de los hechos “mientras manipulaba la pistola de dotación ha quitado el cargador de la misma, y cuando se disponía a extraer la bala que normalmente tiene en la recámara, se le ha disparado el arma hiriendo en la pierna a la compañera R. [ ] Que inmediatamente la ha asistido, colaborando en su evacuación a atención sanitaria. [ ] Que no sabe como se le ha podido escapar el disparo, pero que ha sido totalmente involuntario”. - Declaración de D. G que indica que “ha visto como su compañero S manipulaba el arma, desconociendo el motivo, aunque no le ha extrañado ya que es habitual sacar el arma cuando finaliza el servicio, para dejarla en los armeros de central. [ ] Que cuando el manifestante se ha vuelto para salir de la habitación ha escuchado una detonación, observando a la compañera R en el suelo sangrando. [...] Que no ha visto el momento de la ocurrencia del hecho, por lo que no puede dar más detalle sobre el mismo”. * Ponente: José Sanroma Aldea 1 - Informe del Subinspector-Jefe Accidental de 20 de marzo de 2007, sobre el procedimiento que se sigue cuando los agentes se encuentran en dependencias en relación con la tenencia del arma y si es normal la manipulación de quitar el cargador e intentar extraer la bala estando presentes los demás agentes. Señala el informante: “Que el agente S pertenece al Cuerpo de Policía Local de Tomelloso desde el 17 de junio de 2005, fecha en la que tras siete meses de academia en la Escuela de Seguridad Ciudadana de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en Toledo, pasó a formar parte de este Cuerpo. [ ] Que desde ese día no se ha abierto expediente disciplinario por motivo alguno, manteniendo una conducta correcta en todo momento, asistiendo regularmente a las prácticas de tiro que se programan [...] Por lo que respecta a la manipulación de las armas en estas dependencias, el procedimiento normal es que a la hora de iniciar el servicio se toma el arma de dotación, y a la hora de dejar el servicio se deja la misma, quedando a juicio de los agentes la comprobación del estado en el que se lleva o se deja el arma, así como la limpieza de la misma. [ ] Estas operaciones se realizan en presencia del resto de policías que toman o dejan el servicio, al ser las instalaciones de esta Policía Local dependencias de uso común para los 57 miembros del Cuerpo”. - Declaración del agente imputado ante el juez instructor de 2 de abril de 2007. A preguntas de su Señoría el agente imputado contesta que “en las dependencias de la Policía Local el armero está en una zona común a todos los agentes. Que al llegar por las mañanas se coge el arma y se devuelve cuando se acaba el servicio. Cada agente tiene su propia arma y cada uno de ellos decide como deja el arma, si desmontada o cargarla. [ ] Que el declarante tiene como práctica habitual quitar el cargador, desmontar el arma para que salga el cartucho que está en la recamara y guardar cada parte por separado. [ ] Que el día de los hechos volvía de un servicio y cuando se dispuso a dejar el arma, éste se disparó. Que no se explica como se disparó el arma. Que cree que a lo mejor tocó el gatillo al intentar extraer el cargador porque la pestaña para extraer el cargador y el gatillo están muy juntos. […] Que fue un disparo accidental. [ ] Que el Ayuntamiento tiene un seguro para cubrir los daños que los agentes causan a terceros. [ ] A preguntas de su letrado. [ ] Que el desmontaje del arma se realiza apuntando el arma hacia el suelo, y así lo hizo el declarante”. - Declaración de la víctima ante el juez de instrucción el 14 de mayo de 2007. En comparecencia ante el juez, la agente lesionada declara “Que estaban en las dependencias de la policía, su compañero Antonio terminaba el servicio, que éste procedió a desmontar el arma cuando se produjo un tiro; que dicho disparo se produjo de forma accidental. Que su compañero Antonio y otros más la trasladaron al centro de salud. Que no le cabe ninguna duda de que el disparo se produjo de forma accidental. [ ] Que es frecuente este tipo de manipulación del arma para desmontarla. Que lo suelen hacer en esa sala o en otra dependencia policial”. - Auto de 4 de noviembre de 2010 del Juzgado de Instrucción n.º 2 de Tomelloso, por el que se acuerda el sobreseimiento provisional y archivo de actuaciones con expresa reserva de las acciones civiles. Cuarto. Trámite de audiencia.- Consta en el expediente que con fecha 28 de septiembre de 2011, el instructor del expediente ha comunicado a la representación de la reclamante la apertura de trámite de audiencia por espacio de quince días, informándosele de la posibilidad de acceder al expediente, formular alegaciones y presentar los documentos y justificaciones que estime procedentes. Dentro del plazo otorgado al efecto, el representante de la reclamante presentó escrito en el que se ratifica en su reclamación al estimar acreditado que los hechos se produjeron en dependencias municipales como consecuencia de la acción de otro agente que no guardó la diligencia debida, disparándosele el arma reglamentaria por esta circunstancia. Quinto. Propuesta de resolución.- Con fecha 17 de enero de 2012 el instructor del expediente formula su propuesta de resolución en sentido desestimatorio de la pretensión planteada, al estimar que no concurre el requisito de antijuridicidad del daño, por tratarse de un accidente en el que no ha concurrido ningún elemento extraño imputable a la Administración, por lo que la agente lesionada “ha asumido voluntariamente un riesgo que, de acuerdo con la Ley, tiene el deber jurídico de soportar, por lo que excluye que pueda apreciarse responsabilidad patrimonial de la Administración”. En tal estado de tramitación V.E. dispuso la remisión del expediente a este Consejo Consultivo, en el que tuvo entrada con fecha 17 de febrero de 2012. Mediante acuerdo del Pleno de este Consejo de 29 de febrero de 2012, se acordó solicitar a la Entidad Local instructora que completase el expediente mediante la remisión de la documentación relativa a la situación de incapacidad actual de la reclamante, acreditativa de las prestaciones percibidas conforme a la legislación ordenadora de su relación con la Administración y, en su caso, prestaciones derivadas del seguro que el Ayuntamiento tiene suscrito para cubrir los daños que los agentes causen a terceros. En cumplimiento al anterior requerimiento, con fecha 19 de abril de 2012 ha tenido entrada en el registro de este Consejo la siguiente documentación: Escrito de la representante de la interesada de 4 de abril de 2012 en el que comunica que el reconocimiento de incapacidad permanente absoluta ha sido modificado a permanente mediante resolución de 28 de febrero de 2012. Añade que “como consecuencia de la incapacidad que le fue reconocida mi representada ha sido merecedora del percibo del 100 % de su base reguladora, que asciende a la cantidad de 1.949,55 € brutos, […] ante la modificación de su declaración de invalidez percibirá, a partir del 1-3-12 una pensión equivalente al 55 % de su base reguladora por valor de 1.145,03 € brutos”. 2 Resolución de la Dirección Provincial del Instituto de la Seguridad Social en Ciudad Real, de 27 de febrero de 2012, que eleva a definitiva la propuesta de incapacidad permanente total para su profesión habitual de policía municipal. Escrito de la reclamante de 28 de noviembre de 2008 reconociendo haber recibido a cuenta de la entidad M la cantidad de 10.818,2 euros, que estima es a cuenta de la indemnización que se fije en su día. Informe de la responsable del departamento de personal del Ayuntamiento de Tomelloso relativo a las percepciones percibidas por la trabajadora tras el accidente y hasta el 31 de agosto de 2008 en que se procedió a darle de baja en Seguridad Social. Posteriormente, con fecha 18 de mayo de 2012, ha tenido entrada en este Consejo copia del contrato de seguro de accidentes del personal al servicio del Ayuntamiento suscrito el 4 de agosto de 2006, vigente en la fecha del accidente. Según las condiciones de dicho seguro, queda garantizada la invalidez permanente por accidente profesional en 54.091 euros. A la vista de dichos antecedentes, procede formular las siguientes CONSIDERACIONES I Carácter del dictamen.- El artículo 142 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, establece los elementos esenciales del procedimiento de responsabilidad patrimonial que han de seguir todas las Administraciones Públicas -tal y como indica su apartado 1- y por tanto, también las Corporaciones Locales. El apartado 3 del citado artículo en la nueva redacción otorgada por la Disposición Final cuadragésima de la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, dispone lo siguiente: “Para la determinación de la responsabilidad patrimonial se establecerá reglamentariamente un procedimiento general con inclusión de un procedimiento abreviado para los supuestos en que concurran las condiciones previstas en el artículo 143 de esta Ley. En el procedimiento general será preceptivo el dictamen del Consejo de Estado o, en su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma cuando las indemnizaciones reclamadas sean de cuantía igual o superior a 50.000 € o a la que se establezca en la correspondiente legislación autonómica”. Por su parte, el artículo 54.9.a) de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, dispone que el Consejo Consultivo deberá ser consultado, entre otros asuntos, en los expedientes tramitados por la Administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha referidos “a reclamaciones de responsabilidad patrimonial por cuantía superior a seiscientos un euros”; y el artículo 57 de la misma Ley establece que “Las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha solicitarán el dictamen del Consejo Consultivo, a través de la Consejería de Administraciones Públicas, cuando preceptivamente venga establecido en las leyes”. Este Consejo, en sesión celebrada el 25 de enero de 2012 acordó comunicar a la Federación de Municipios y Provincias de Castilla-La Mancha su criterio respecto a la cuantía a partir de la cual las Corporaciones Locales han de solicitar su dictamen preceptivo en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial, considerando que “la remisión efectuada por el inciso final del citado artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, respecto a la cuantía a partir de la cual es preceptivo el dictamen del órgano consultivo “o a la que se establezca en la correspondiente legislación autonómica”, debe entenderse referida al límite de seiscientos un euros que establece la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, para considerar preceptivo el dictamen del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha en los expedientes tramitados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Límite éste que opera de igual manera con respecto a los expedientes tramitados por las Corporaciones Locales de la Región, al ser el único establecido por la legislación autonómica, y porque de otro modo la garantía que supone la intervención del órgano consultivo en el procedimiento tramitado podría verse mermada en el ámbito local respecto al autonómico, si considerásemos que en el primero sólo es preceptiva la intervención cuando la cuantía de la reclamación iguala o supera un límite (50.000 euros) que es sensiblemente superior al establecido para el segundo (601 euros). [ ] En consecuencia, es criterio del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha que su dictamen ha de ser solicitado, conforme al artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y a los artículos 54.9.a) y 57 de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial tramitados por las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha de cuantía superior a seiscientos un euros”. En el presente caso, la reclamación presentada ante el Ayuntamiento de Tomelloso asciende a la cantidad de 301.795,69 euros, por lo que procede la emisión del presente informe con carácter preceptivo. II Examen del procedimiento tramitado.- Corresponde analizar, seguidamente, la adecuación de los trámites realizados por el Ayuntamiento de Tomelloso a las disposiciones aplicables a los procedimientos para exigir 3 responsabilidad patrimonial ante las Administraciones Públicas, contenidas en los artículos 142 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre y en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo. El contraste de lo preceptuado en el citado Real Decreto con las actuaciones realizadas por el Ayuntamiento permite afirmar que el expediente se ha ajustado, en lo esencial, a lo establecido en la normativa que resulta de aplicación, lo que ha propiciado su normal examen y conocimiento. No obstante, debe ponerse de manifiesto, que la tramitación ha superado el plazo de seis meses previsto en el artículo 13.3 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, para la adopción de la resolución expresa. La irregularidad procedimental expuesta no presenta entidad suficiente para viciar de nulidad el procedimiento sustanciado, estimándose que el mismo cumple en lo esencial los requisitos formales establecidos en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo. III Presupuestos normativos y jurisprudenciales para la exigencia de la responsabilidad patrimonial.- La responsabilidad patrimonial de la Administración es una institución jurídica que goza en nuestros días de rango constitucional, con reflejo en los artículos 9.3 y 106.2 de la Constitución, el último de los cuales establece que “los particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”. Los presupuestos caracterizadores de la responsabilidad patrimonial de la Administración tienen su principal formulación legal en los apartados 1 y 2 del artículo 139 y 1 del 141 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en los que se establece que los particulares tienen derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos; que, en todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas; y que sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley. A partir de las notas legales antedichas, la copiosa jurisprudencia existente sobre la materia ha estructurado una compacta doctrina, según la cual “los requisitos exigibles para imputar a la Administración la responsabilidad patrimonial por los daños y perjuicios causados a los administrados son los siguientes: en primer lugar, la efectiva realidad de un daño material, individualizado y económicamente evaluable; segundo, que sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en una relación directa y exclusiva e inmediata de causa a efecto, cualquiera que sea su origen (Reglamento, acto administrativo, legal o ilegal, simple actuación material o mera omisión); por último, que no se haya producido por fuerza mayor y que no haya caducado el derecho a reclamar por el transcurso del tiempo que fija la Ley” -Sentencias de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de 23 de febrero de 2004 (Ar. JUR 2004\83545, FJ 2º) y de 13 de octubre de 2006, entre otras muchas, o, en parecidos términos, Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de marzo de 1989 (Ar. RJ 1989\1986, FJ 3º)-. A la relación de requisitos precitados cabría agregar también, como elemento de singular significación para apreciar la referida responsabilidad patrimonial, que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño producido. El sistema de responsabilidad extracontractual aplicable a nuestras Administraciones Públicas ha sido calificado por la doctrina como de carácter objetivo. Este rasgo ha sido perfilado por nuestra jurisprudencia señalando que “al afirmar que es objetiva se pretende significar que no se requiere culpa o ilegalidad en el autor del daño, a diferencia de la tradicional responsabilidad subjetiva propia del Derecho Civil, ya que se trata de una responsabilidad que surge al margen de cuál sea el grado de voluntariedad y previsión del agente, incluso cuando la acción originaria es ejercida legalmente, y de ahí la referencia al funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en la dicción del artículo 40 [de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, hoy 139 de la Ley 30/1992], pues cualquier consecuencia dañosa derivada de tal funcionamiento debe ser, en principio, indemnizada, porque de otro modo se produciría un sacrificio individual en favor de una actividad de interés público que, en algunos casos, debe ser soportada por la comunidad” -Sentencias del Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1998 (Ar. RJ 1998\6836) o de 28 de noviembre de 1998 (Ar. RJ 1998\9967)-. Sin embargo, como dijo el Consejo de Estado en su dictamen de 3 de junio de 1999, “este carácter objetivo, tal y como en reiteradas ocasiones ha puesto de manifiesto la jurisprudencia del Tribunal Supremo y la doctrina del Consejo de Estado, no implica que todos los daños producidos en los servicios públicos sanitarios sean indemnizables, pues ello llevaría a configurar la responsabilidad administrativa en estos casos, de forma tan amplia y contraria a los principios que la sustentan, que supondría una desnaturalización de la institución. Así pues, de acuerdo con dicha doctrina, para apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a parámetros como la lex artis, de modo que tan solo en el caso de una infracción de esta ley cabrá imputar a la Administración de la cual dependen los servicios sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que tales perjuicios no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular, sin que generen, en modo 4 alguno, el derecho a percibir una indemnización”. En idéntica línea el Tribunal Supremo en su Sentencia de 4 de abril de 2000 declaró que “el criterio fundamental para determinar si concurre responsabilidad patrimonial en materia de asistencia sanitaria es la de la adecuación objetiva del servicio prestado, independientemente de que existan o no conductas irregulares por parte de los agentes de la Administración y del buen o mal éxito de los actos terapéuticos, cuyo buen fin no siempre puede quedar asegurado”, añadiendo en otra Sentencia de 25 de abril de 2002 que “prestada la asistencia sanitaria con arreglo a la regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia de la enfermedad o padecimiento objeto de atención sanitaria no son imputables a la actuación administrativa y por tanto no pueden tener la consideración de lesiones antijurídicas”. Así mismo, la responsabilidad patrimonial de la Administración se asienta en el criterio objetivo o concepto técnico de lesión, entendida ésta como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tiene el deber de soportar. Dicho deber existe cuando la medida impuesta por la Administración constituye una carga general que todos los administrados afectados por su esfera de actuación están obligados a cumplir, y puede venir determinado por la concurrencia de una concreta imposición legal o por otros factores vinculados ordinariamente a la propia situación o actitud del perjudicado, con incidencia sobre la entidad del riesgo generado por el actuar de la Administración. La carga de la prueba de los hechos en que se base la reclamación de responsabilidad patrimonial recae necesariamente sobre el sujeto que la plantea, lo que incluye la acreditación de la relación causal invocada, de los daños producidos y de su evaluación económica. Es ésta una formulación enunciada sistemáticamente por nuestra jurisprudencia, que encuentra ahora su principal apoyo en los artículos 6 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, y 217 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, Ley 1/2000, de 7 de enero, que viene a recoger las reglas del onus probandi dentro de la categoría de las obligaciones, sentando la conocida máxima de que incumbe la prueba de las obligaciones al que reclama su cumplimiento y la de su excepción al que la opone; todo ello, sin perjuicio del deber genérico de objetividad y colaboración en la depuración de los hechos que pesa sobre la Administración, en consonancia con lo previsto en los artículos 78.1 y 80.2 de la citada Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y que se extiende a sus órganos, autoridades y funcionarios. De otro lado, recae sobre la Administración imputada la carga de la prueba cuando ésta verse sobre la eventual concurrencia de una conducta del reclamante con incidencia en la producción del daño, la presencia de causas de fuerza mayor o la prescripción de la acción -v. gr. Sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 1999 (Ar. RJ 1999\4440) y de 21 de marzo de 2000 (Ar. RJ 2000\4049)-. También debe de ser objeto de consideración el tiempo que haya mediado entre la producción del evento lesivo y el ejercicio de la acción tendente a su reparación, pues, conforme a lo dispuesto en los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, el derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación o estabilización de sus efectos lesivos. El análisis de la relación de causalidad existente entre el actuar administrativo y los efectos lesivos producidos aparece de ordinario como elemento esencial en el examen de los procedimientos seguidos en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración. Ante la falta de referencias legales respecto de sus notas caracterizadoras, se dispone de una amplía creación jurisprudencial al respecto, que vino tradicionalmente considerando como rasgos definitorios de dicho vínculo teleológico su carácter directo, su inmediatez y su exclusividad respecto de los perjuicios generadores de la reclamación -así, Sentencias del Tribunal Supremo de 19 de enero de 1987 (Ar. RJ 1987\426) o de 4 de junio de 1994 (Ar. RJ 1994\4783)-. Sin embargo, dicha tendencia doctrinal ha sido matizada y corregida, admitiéndose también formas de producción mediatas, indirectas y concurrentes que plantean la posibilidad de una moderación de la responsabilidad cuando intervengan otras causas, lo que deberá tenerse en cuenta en el momento de fijar la indemnización -Sentencias del Tribunal Supremo de 28 de julio de 2001 (Ar. RJ 2001\10061), de 15 de abril de 2000 (Ar. RJ 2000\6255) o de 4 de mayo de 1999 (Ar. RJ 1999\4911)-. Este planteamiento conduce en cada supuesto al examen de las circunstancias concretas concurrentes y a la búsqueda de referentes en la abundante casuística que ofrece la jurisprudencia existente. Finalmente, la intervención de este Consejo Consultivo en los procedimientos seguidos como consecuencia de reclamaciones de responsabilidad patrimonial debe centrarse esencialmente en el examen de los elementos aludidos en el artículo 12.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, en el que se dispone: “Se solicitará que el dictamen se pronuncie sobre la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la lesión producida y, en su caso, sobre la valoración del daño causado y la cuantía y modo de indemnización [...]”. IV Responsabilidad Patrimonial de las Administraciones Públicas y accidente laboral de empleados públicos.Como ya se puso de manifiesto en nuestros dictámenes 32/2004, de 30 de marzo, o 257/2010, de 17 de noviembre, la admisibilidad de las reclamaciones de responsabilidad patrimonial efectuadas por empleados de la propia Administración imputada no es una peculiaridad que resulte novedosa en la labor llevada a cabo por el Consejo, pues ya en anteriores dictámenes -como el 28/2000, de 18 de abril, 51/2001, de 5 de abril, o 52/2002, de 9 de abril- se ha ponderado tal circunstancia, admitiendo que bajo el concepto “particulares”, utilizado para la configuración de dicho instituto jurídico -artículo 106 de la Constitución y 139.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre-, cabe encuadrar a los propios empleados de la Administración reclamada. 5 El caso ahora analizado, presenta asimismo la singularidad de que los efectos lesivos por los que se pretende reparación derivan presuntamente de un evento que debe ser calificado inequívocamente como accidente laboral. En este ámbito se han venido planteando ciertas dudas en relación con el grado de compatibilidad de las compensaciones procedentes de ambos cauces de reparación: las prestaciones inherentes al sistema de cobertura de accidentes de trabajo y la eventual indemnización correspondiente al instituto de la responsabilidad patrimonial de la Administración. La titubeante trayectoria seguida en el pasado por nuestra jurisprudencia respecto a dicha problemática ha sido corregida posteriormente con nitidez, entre otras en la Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de mayo de 1998 -Ar. RJ. 1998\4956-, en la que se dilucidaba la procedencia de una reclamación de responsabilidad patrimonial formulada por una funcionaria municipal a causa de una caída sufrida en su centro de trabajo, afirmando: “Para desestimar este primer motivo de casación basta citar la consolidada doctrina de esta Sala Tercera del Tribunal Supremo, establecida, entre otras, en sus Sentencias de 2 de marzo, 20 de mayo y 28 de noviembre de 1985, 27 de marzo y 17 de abril de 1998, que siguen idéntico criterio [...] según el cual las prestaciones devengadas por aplicación del ordenamiento sectorial son compatibles con las indemnizaciones derivadas de la responsabilidad patrimonial de la Administración por tener su causa en títulos diferentes y ser exigencia de ésta la plena indemnidad de la víctima, que no se alcanzaría con el percibo de las prestaciones prefijadas en las invocadas normas sectoriales, de manera que la minoritaria y aislada orientación jurisprudencial de las Sentencias, citadas como infringidas, de 9 de febrero de 1987, 26 de enero de 1988 y 21 de marzo de 1989 ha sido abandonada y corregida por la constante y uniforme jurisprudencia de esta Sala que, como doctrina legal, tiene el valor normativo complementario que le otorga el artículo 1. 6 del Código Civil”. Se precisa también en dicha sentencia: “la compatibilidad jurisprudencial declarada, entre la reparabilidad de los daños y perjuicios sufridos a consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos y el derecho a la percepción de las pensiones o indemnizaciones, derivadas de dicho ordenamiento sectorial, resulta más evidente, si cabe, cuando de indemnizaciones o pensiones contributivas se trata, ya que éstas no son sino la contraprestación de lo cotizado o pagado para asegurar los riesgos derivados de determinadas situaciones o actividades, por lo que la Sala de instancia, al conceder a la demandante una indemnización por la invalidez que sufre a consecuencia de la caída provocada por una inadecuada instalación en la sede de la Administración donde ejercía su trabajo como funcionaria, a pesar de que ésta haya sido indemnizada, en la forma prevista por los Estatutos de la Mutualidad a la que cotizaba, y venga percibiendo la pensión extraordinaria en ellos prevista para casos de inutilidad sobrevenida en acto de servicio, no ha infringido dichos preceptos estatutarios ni los que regulan la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas, sino que, por el contrario, ha interpretado y aplicado correctamente éstos”. Sentada, por tanto, la compatibilidad de las dos vías de reparación mencionadas la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo ha avanzado también en la determinación del grado de interconexión de ambos institutos, decantándose por proclamar la complementariedad de los mismos, según recogen numerosos fallos recaídos por causa de exigencias de responsabilidad patrimonial ligadas a daños producidos en actos de servicio del personal militar o de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y por accidentes laborales o enfermedades profesionales de empleados de la Administración. Cabe así citar una constante doctrina que aboga netamente por la complementariedad de las compensaciones señaladas a través de los instrumentos de reparación analizados -según lo expuesto en Sentencias de 5 de febrero de 2000 (Ar. RJ. 2000\2171), 2 de marzo de 2000 (Ar. RJ. 2000\2455), 17 de noviembre de 2000 (Ar. RJ. 2000\9122), 29 de junio de 2002 (Ar. RJ. 2002\8799) o 23 de octubre de 2002 (Ar. RJ. 2003\259)-, de las que cabe extraer como criterio consolidado de modulación de la indemnización de responsabilidad patrimonial que “en los supuestos en que concurran ambas [...] no cabe hacer abstracción de las cantidades percibidas por las diferentes vías, sin perjuicio del carácter compatible de unas y otras, dado el principio que rige este instituto de la plena indemnidad o de la reparación integral”. Así, en la última de las sentencias precitadas se llega a señalar el importe de la indemnización de responsabilidad patrimonial considerando primeramente el importe de la pensión de invalidez ya reconocida, manifestando que ésta, “en cuanto sólo alcanza al 55 % del sueldo real del reclamante [...] necesita ser complementada para obtener, según venimos declarando en supuestos semejantes [...] la reparación integral del daño sufrido por el recurrente”. El carácter compensable de ambas prestaciones para alcanzar la plena indemnidad, ha sido mantenido en posteriores Sentencias del Tribunal Supremo, pudiendo citarse entre las más recientes la de 15 de marzo de 2011 (RJ 2011,2139 o la de 19 de abril de 2011 (RJ 2011,3644), indicando esta última que “no sólo se estableció la compatibilidad de la pensión extraordinaria que prevé el régimen de clases pasivas con la indemnización por título de responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas, sino que, además o también se introdujo muy pronto la idea de evitar el enriquecimiento injusto y, por ello, el principio de la compensación entre ambas vías o títulos jurídicos”. Otro aspecto que caracteriza la responsabilidad patrimonial de los empleados públicos es el relativo al funcionamiento normal o anormal del servicio. En este sentido, la sentencia del Tribunal Supremo de 1 de febrero de 2003 -Ar. 2003\2358-, introdujo un valioso elemento de discriminación tendente a diferenciar en qué casos los daños sufridos por un servidor de la Administración como consecuencia de su propia actividad laboral o funcionarial pueden recibir el amparo complementario del instituto de la responsabilidad patrimonial, afirmando al efecto: “la clave para resolver el enunciado conflicto está en la normalidad o deficiencia en la prestación del servicio y, en su caso, si esta última es o no imputable al funcionario o servidor público. [ ] En el supuesto de funcionamiento normal, el servidor público ha asumido voluntariamente un riesgo que, de acuerdo con la ley, tiene el deber jurídico de soportar, por lo que el daño no sería antijurídico y la Administración no vendría obligada a indemnizarle por el concepto de responsabilidad patrimonial sino con las prestaciones previstas expresamente en el ordenamiento jurídico aplicable a su relación estatutaria, siendo este el criterio mantenido en la Sentencia de esta Sala de 10 de abril de 2000. [...] En el caso de funcionamiento anormal del servicio público, se debe 6 discernir si la deficiencia o anormalidad es consecuencia exclusivamente de la propia actuación del servidor o funcionario público, en cuyo caso su misma conducta sería la única causante del daño o perjuicio sufrido, con lo que faltaría el requisito del nexo causal [...] o si la deficiencia o anormalidad del servicio obedece a otros agentes con o sin la concurrencia de la conducta del propio perjudicado. [ ] En el caso de que ninguna participación hubiese tenido el funcionario o servidor público perjudicado en el resultado producido, debe ser cabalmente resarcido e indemnizado por la Administración Pública de todos los daños y perjuicios que se le hubiesen irrogado hasta alcanzar su plena indemnidad, pero en el supuesto de que hubiese cooperado en el funcionamiento anormal del servicio, la indemnización habrá de moderarse en atención a su grado de participación”. Esta doctrina ha sido mantenida por el Alto Tribunal en sus posteriores Sentencias de 6 de junio de 2005 (RJ 2005,5207), 24 de enero de 2006 (RJ 2006,1037), 7 de julio de 2008 (RJ 2008, 3418), 10 de marzo de 2009 (RJ 2009, 2145) y más recientemente, Sentencia de 19 de abril de 2011 (RJ 2011/3644), entre otras muchas. V Requisitos para el ejercicio de la acción.- Establecida la compatibilidad del instituto de la responsabilidad patrimonial de la Administración y la percepción de las correspondientes prestaciones por accidente laboral, entendiendo que, en el caso de que existiera dicha responsabilidad, las citadas prestaciones se restarían de la cantidad que procediera recibir por la misma, procede analizar si concurren los requisitos exigidos para el ejercicio de la acción de responsabilidad patrimonial en el supuesto objeto de consulta. El reconocimiento de la legitimación activa de la reclamante para sostener acción de responsabilidad contra la Administración no suscita controversia, por su condición de empleada pública que trabajaba como policía local del Ayuntamiento de Tomelloso, y que ha sufrido las lesiones físicas objeto de la reclamación. Asimismo, el Ayuntamiento de Tomelloso se halla legitimado pasivamente pues es el titular del servicio público de policía local, en cuyas instalaciones se produjo el accidente. Ninguna incidencia presenta tampoco el plazo en que la acción ha sido ejercitada, pues si bien el accidente se produjo el 1 de marzo de 2007, dada su naturaleza se abrieron diligencias penales que finalizaron con el sobreseimiento provisional y archivo, acordado por Auto del Juzgado de Instrucción n.º 2 de Tomelloso, de fecha 4 de noviembre de 2010, de manera que cuando se presentó la reclamación el día 11 de mayo de 2011, aún no había transcurrido el plazo del año fijado en el artículo 142.5 de la tantas veces mencionada Ley 30/1992, de 26 de noviembre. VI Requisitos sustantivos: daño, relación de causalidad y antijuridicidad de aquél.- La efectividad de los daños se documenta mediante el informe forense de fecha 12 de julio de 2010 que describe las lesiones sufridas por la reclamante, dejando constancia del periodo de incapacidad temporal transcurrido hasta su estabilización y de las secuelas resultantes. No obstante, como ya se indicó en la consideración IV, dichos daños fisiológicos únicamente son resarcibles por la vía de la responsabilidad patrimonial en la medida que no lo hayan sido por otra vía, hasta alcanzar la indemnidad integral, aspecto éste que se tratará de manera detallada en la consideración sobre la cuantificación de la indemnización. De los hechos acreditados en el expediente se constata que se trata de un accidente laboral ocurrido en dependencias de la comisaría cuando la reclamante, agente de la policía local, sufrió una herida por impacto de bala, disparada accidentalmente por un compañero que se encontraba desmontando su arma reglamentaria. A la vista de tales hechos, que no son cuestionados, y partiendo de la doctrina jurisprudencial señalada en la consideración IV, el funcionario responsable de la instrucción ha concluido que nos encontramos ante un supuesto de funcionamiento normal del servicio, en la que “el servidor público asume voluntariamente un riesgo que, de acuerdo con la ley, tiene el deber jurídico de soportar, por lo que el daño no resulta antijurídico y la Administración no viene obligada a indemnizarle en concepto de responsabilidad patrimonial, sino exclusivamente con las prestaciones previstas expresamente en el ordenamiento jurídico aplicable a su relación estatutaria [...]”. No comparte este Consejo la anterior conclusión de que nos encontramos ante un funcionamiento normal del servicio, pues la lesión se ha producido como consecuencia de un accidente ocurrido en la propia comisaría cuando un agente de la policía local disparó su arma por descuido, cuando la estaba manipulando en presencia de otros agentes. Tal situación no puede calificarse como de riesgo propia de esta profesión, sino derivada de una imprudencia de un empleado del propio Ayuntamiento, que debe relacionarse con la ausencia de protocolo o instrucción alguna por parte de éste, relativa al mantenimiento, limpieza y comprobación de las armas, actividades que quedaban al libre juicio de los agentes, como se acredita en el expediente. Por tanto lo que nos encontramos es ante un supuesto de funcionamiento anormal de la Administración que, de conformidad con la doctrina jurisprudencial expuesta anteriormente, debe dar lugar a la preceptiva indemnización. Tal criterio ha sido seguido por diversos tribunales en supuestos semejantes al presente en que el daño sufrido por agentes de cuerpos y fuerzas de seguridad deriva de un accidente sin que concurra una situación objetiva de riesgo 7 inherente al concreto servicio público que se presta. (Por ejemplo Sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco de 17 de febrero de 2006, JUR 2006/161175; Audiencia Nacional de 21 de noviembre de 2002, JUR 2003/25951 o Tribunal Superior de Justicia de Galicia de 26 de septiembre de 2001, RJCA/2002/51.) A modo de ejemplo cabe citar el razonamiento contenido en el fundamento jurídico tercero de la primera de las Sentencias citadas: “Como quiera que la Administración demandada no niega los hechos tal como han sido establecidos por la recurrente, esto es, que la lesión se produce como consecuencia de dispara un Agente de la Ertzaina un arma escopeta lanzapelotas, de forma inopinada y antirreglamentaria (por no formar parte de los ejercicios prácticos y estar prohibido no sólo el disparo, sino el hecho de portar la escopeta en un momento de descanso); sin intervención alguna por acción u omisión de la Agente recurrente, es llano que nos encontramos ante un supuesto de funcionamiento anormal del la Administración que, de conformidad con la doctrina jurisprudencial anteriormente expuesta, debe dar lugar a la preceptiva indemnización”. VII Sobre la indemnización solicitada.- El caso ahora analizado, presenta la singularidad de que los efectos lesivos por los que se pretende reparación derivan de un evento que debe ser calificado inequívocamente como accidente laboral que habrá motivado el abono de prestaciones económicas a cargo de la Seguridad Social. Establecida la compatibilidad del instituto de la responsabilidad patrimonial de la Administración y la percepción de las correspondientes prestaciones por accidente laboral, el Consejo entiende que las prestaciones percibidas por la funcionaria se deberían restar de la cantidad que procediera recibir por la misma en concepto de responsabilidad patrimonial cuando se trate de conceptos que presenten homogeneidad, tal como se señaló en la consideración IV, criterio éste seguido de forma uniforme por el Tribunal Supremo. El montante a indemnizar, en su caso, sería la cantidad resultante de descontar las prestaciones económicas que hubiera percibido la perjudicada por la incapacidad temporal y en concepto de lesiones permanentes derivadas del accidente laboral, con el fin de evitar el enriquecimiento injusto, llegando incluso a quedar excluido el régimen de responsabilidad patrimonial cuando las circunstancias del caso demuestren que se ha llegado a una reparación total confrontando la valoración de los daños y perjuicios causados con la cuantía de la indemnización o compensación obtenida. Pasando en primer lugar al cálculo de la indemnización que correspondería en concepto de responsabilidad patrimonial, la reclamante insta 301.795,69 euros en concepto de daños, de los cuales 41.142,99 euros son en concepto de incapacidad temporal, y 260.652,70 euros en concepto de incapacidad permanente, cantidades resultantes de aplicar el baremo contenido en el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, conforme al informe médico pericial aportado. Dicho criterio de valoración empleado por la reclamante es el que viene empleando habitualmente este Consejo, debiendo significarse que las sucesivas alteraciones anuales de las Tablas conformadoras del mismo, integradas en el correspondiente Anexo, llevan a tomar para el proceso de cuantificación los criterios y cantidades correspondientes al momento de acaecimiento del percance o al de la estabilización de las secuelas resultantes del mismo, por ser éste el procedimiento que literalmente impone el artículo 141.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre. Así, en el presente supuesto habrían de emplearse las reglas y parámetros de evaluación extraídos de las Tablas aplicables al año 2007, al ser éste el ejercicio en que se produjo el accidente. Por tanto, han de tomarse para dicha cuantificación las Tablas contenidas en la Resolución de 7 de enero de 2007 de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones. Así, el periodo acreditado de estancia hospitalaria ha sido de 248 días, correspondiendo a 61,97 euros/día, da un total de 15.368,56 euros. El tiempo de baja impeditiva ha sido, según el informe forense de 392 días, correspondiendo 50,35 euros/día, da un total de 19.737,20 euros. En consecuencia el importe de la indemnización por incapacidad temporal conforme al baremo ascendería a 35.105,76 euros. Respecto a las secuelas resultantes, según también el informe forense, suman un total de 32 puntos, por lo que aplicando la Tabla III de la citada resolución y teniendo en cuenta la edad de la reclamante, le corresponde 1.341,38 euros/punto, lo que da un total de 42.924,16 euros. A dicha cantidad debe aplicarse un factor de corrección del 10 %, que son 4.292,41 euros. La siguiente partida indemnizatoria que ha sido tenida en cuenta por la reclamante es la determinada por la aplicación del factor de corrección acogido en la Tabla IV, orientado a compensar la existencia de una incapacitación permanente total para la profesión habitual (y no absoluta, como pretende la reclamante), que con arreglo a las valoraciones imperantes en aquel año se habrá de tasar entre 16.537,11 euros y 82.685,58 euros. 8 Considera este Consejo que procede en este caso acoger la cuantía indemnizatoria en un lugar intermedio -49.611,34de entre los dos extremos señalados, que se estima ajustado atendiendo a la edad de aquélla, (40 años) en el momento de la declaración de incapacidad. Respecto al perjuicio estético, cuya valoración ha de hacerse separadamente del perjuicio fisiológico, el informe forense lo cuantifica en 24 puntos cuyo valor es de 1.085,60 euros/punto, lo que supone un total de 26.054,4 euros. En consecuencia la cantidad resultante de aplicar el baremo para el cálculo de las lesiones permanentes es de 122.882,31 euros. Como se decía al principio, de la indemnización anterior debe detraerse lo ya percibido por la interesada mientras siguió en activo y posteriormente, con el reconocimiento de la pensión y cantidades recibidas del seguro suscrito por el Ayuntamiento para cubrir los daños de su personal. De la documentación aportada por el Ayuntamiento a instancias de este Consejo se comprueba que la reclamante ha percibido del Ayuntamiento durante los años 2007 y 2008, hasta su baja en la Seguridad Social, la cantidad de 35.756,78 euros, cantidad ligeramente superior a la que resulta de la aplicación del baremo de indemnizaciones para la incapacidad temporal, por lo que no ha sufrido ninguna mengua retributiva durante su periodo de baja. A partir de la declaración de incapacidad permanente de 3 de diciembre de 2008, la interesada ha venido percibiendo una pensión del 100 % de su base reguladora (1.949,55 euros brutos), hasta la resolución de 1 de marzo de 2012, en que se calificó su incapacidad de permanente total, pasando a percibir una pensión equivalente al 55 % de su base reguladora (1.145,03 euros brutos). También consta en el expediente que la reclamante ha cobrado en noviembre de 2008 de la entidad aseguradora del Ayuntamiento la cantidad de 10.818,20 euros, del total de los 54.091 euros que le corresponden según las condiciones de dicho seguro. Una vez acreditadas las cantidades percibidas por la interesada y que se corresponden con el 55 % del sueldo real que venía percibiendo, cabe reconocer que esta pensión es manifiestamente insuficiente y, por tanto necesita ser complementada para obtener, según lo indicado anteriormente, completa reparación que cubra la totalidad de los daños y perjuicios sufridos, logrando la indemnidad del derecho subjetivo o del interés que ha resultado lesionado. La dificultad consiste en evaluar económicamente el mismo. Estima el Consejo que para ello debe seguirse el criterio seguido por la jurisprudencia (por ejemplo Sentencias del Tribunal Supremo de 20 de octubre de 1987 (RJ 1987,8676), 15 de abril de 1988 (RJ 1988,3072) y efectuar una valoración global, que, a tenor de la sentencia del mismo Tribunal de 3 de enero de 1990 (RJ 1990,154) derive de una “apreciación racional aunque no matemática”, pues según la sentencia del Tribunal Supremo de 27 de noviembre de 1993 (RJ 1993,8945) se carece de parámetros o módulos objetivos, debiendo ponderarse todas las circunstancias concurrentes en el caso, aun reconociéndose las dificultades que comporta la conversión de circunstancias complejas y subjetivas en una suma dineraria. En este contexto puede tomarse como referencia la Sentencia del Tribunal Supremo de 23 de octubre de 2002, (RJ/2003/259), en la que en un supuesto de accidente laboral sufrido por un empleado público del Ministerio de Defensa que al igual que en el presente caso, tuvo por consecuencia la declaración de incapacidad permanente total para su profesión habitual, con derecho a una pensión equivalente al 55 % de su base reguladora. Señala la citada Sentencia que “debe reconocerse una indemnización para cubrir los perjuicios habidos, a raíz de las secuelas, apreciadas por el Tribunal Médico militar, en base al rígido baremo establecido por la Orden Ministerial de 16 de marzo de 1987; por lo que con el fin de conseguir una completa indemnidad de los perjuicios ocasionados al recurrente, por responsabilidad patrimonial de la Administración, ciframos la indemnización que el debe ser concedida por secuelas y daños morales de diecisiete millones de pesetas- equivalentes a 102.172,06 euros-; cantidad en la que ya está comprendida la actualización monetaria al día o fecha de ésta, nuestra sentencia”. En el presente caso, tomando por referencia el baremo contenido en el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, antes analizado, la indemnización correspondiente ascendería a 112.064,11 euros, cantidad resultante de detraer los 10.818,20 euros que la reclamante reconoce haber cobrado del seguro suscrito por el Ayuntamiento de los 122.882,31 euros que corresponden por secuelas según baremo indicado. De la cantidad citada el Ayuntamiento podría detraer las cantidades que pudiera acreditar que han sido abonadas posteriormente por la compañía aseguradora. En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha es de dictamen: Que existiendo relación de causalidad entre el funcionamiento servicio público y los daños sufridos por D.ª X, procede dictar resolución parcialmente estimatoria de la reclamación de responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento de 9 Tomelloso y el derecho de la reclamante a percibir una indemnización conforma a lo señalado al término de la consideración VII. 10