El tiempo del paso - Universidad del Salvador

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Psicología y Psicopedagogía
EL TIEMPO DEL PASO
Revista Virtual de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador
R. Escobar, rodolfojescobar@hotmail.com
2011, 25 (1), 77-108
ISSN 1515-1182
EL TIEMPO DEL PASO
Una proyección de los estudios de Ludwig Binswanger acerca de la temporalidad de la existencia frustrada
a la luz de la filosofía de Martin Heidegger después de la “Khere”
Rodolfo Escobar1
Resumen
Se presenta un estudio filosófico-psicológico acerca de la temporalidad. Se elaboran y
articulan conceptos propuestos por Ludwig Binswanger y por Martin Heidegger mediante
el empleo de la influyente noción heideggeriana de Khere. Se describen las implicancias
psicológicas de la reflexiones propuestas.
Palabras clave
Temporalidad, existencia frustrada, Khere, Heidegger
Introducción
Intentando comprender los desarrollos del psiquiatra suizo Ludwig Binswanger en su
Daseinsanalyze, fiduciario de la Filosofía de Heidegger, y en particular de lo que el mismo
considera como “temporalidad”, despierta nuestro interés hacerlo en particular en lo que él
mismo definiera como “formas de la existencia frustrada”.
Por lo que pretendemos comenzar reseñando la relación entre la psicología existencial de
Binswanger con la filosofía que adopta como fundamento, a saber: la obra desarrollada por
Martin Heidegger en Ser y Tiempo.
A continuación nos detendremos en esquematizar brevemente aquello que Binswanger
comprende por formas “frustradas” de existencia, para dar paso luego al tema de la
temporalidad de aquellas formas de existencia. Entre las formas de existencia haremos
hincapié en las de elevación y caída siguiendo la conferencia titulada Ensueño y existencia.
Esto nos permitirá en una segunda parte del trabajo intentar una proyección de esta
temporalidad de la existencia frustrada desde los desarrollos posteriores a la Khere,
trabajos que si Binswanger conoció no alcanzó a proyectar en sus análisis.
Para esto reseñaremos brevemente los elementos acerca de la concepción del tiempo y de
la temporalidad de la existencia desde la conferencia Tiempo y Ser y en los desarrollos
1
Correspondencia: rodolfojescobar@hotmail.com
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posteriores reunidos en los Aportes a la Filosofía, tarea que llevaremos a cabo siguiendo la
exposición del Dr. Garrido Maturano en el artículo El tiempo entre el cosmos y el abismo.
En el último apartado de la segunda parte profundizaremos la posibilidad de considerar el
“instante” heideggeriano como tiempo posible del “paso” o “tránsito” que Binswanger
considera entre el soñante y el ser despierto y que guarda una relevancia particular para la
comprensión de las restantes formas de existencia. Esto nos permitirá intentar finalmente
una breve proyección de la temporalidad de la existencia frustrada no ya como “fractura”
entre los éxtasis temporales, sino como afincarse en el “estado de no-apertura” al
ofrendarse acaeciente-apropiante del ser y la consiguiente imposibilidad de su devenir
historia.
Tiempo y temporalidad desde el Daseinsanalyze
1. La Daseinsanalytik como base y fundamento para el Daseinsanalyse
Si bien la obra de Binswanger recibió la influencia de autores como Carl G. Jung o Eugene
Bleuler, a partir de 1922, sus escritos dejan ver con facilidad la impronta fenomenológica2.
Pero su investigación acerca del problema del ser humano recibió la influencia capital de la
obra de Martin Heidegger: Ser y Tiempo de 1927 y Vom Wessen des Grundes de 1929, que
introducían una nueva época de investigación filosófica inagotable. Respecto a ellas señala
Binswanger:
“Solamente esta obra [Ser y Tiempo] permitió distinguir entre función
fundamental de la trascendencia e investigación científica de los fundamentos ya
dados en cada caso. Así encontramos la confirmación de nuestra propia concepción
del hombre, a saber, que el hombre es más que vida, más, y otra cosa, que
instintividad, más y otra cosa, que actividad cerebral, organismo, etc.; que su
realidad más bien, se ha de comprender como “estar-ahí”3.
Binswanger observa la vinculación, hasta entonces ajena a la Psiquiatría, entre los factores
que enlazan los elementos biológicos del hombre con su poder ser existencial. De esta
manera queda al descubierto una de las estructuras básicas en las que el poder ser libre,
cumple o frustra las posibilidades que hay en las entidades biológicas.
2
Así el mismo Binswanger señala: “El intenso estudio de Brentano y Husserl y su Fenomenología fue
aquello con lo que se intoxicó el autor de una vez y por siempre”. BINSWANGER, L. Sobre antropología
fenomenológica citado en VILLEGAS I BESORA, M. Ludwig Binswanger: en el centenario de su
nacimiento. Anuario de Psicología, 5-25, 24 (1981) I, 10.
3
Ibídem. El agregado entre corchetes es nuestro.
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Desde este momento se deja sentir la influencia de Heidegger en toda su obra como él
mismo reconoce en los escritos: La significación de la analítica existencial de Martin
Heidegger para la autocomprensión de la psiquiatría4 -1949- y Über Martin Heidegger
und die Psychiatrie5 de 1954.
La concepción heideggeriana de fondo se pone de manifiesto en estos y otros escritos, así
dice Binswanger: “En todas estas formas de existencia frustrada tiene un papel decisivo el
ser caído –Verfallen-, en el sentido de Heidegger”6. Sin embargo esta influencia se ve
limitada al Heidegger de Ser y Tiempo, y no a los desarrollos posteriores a la khere. Luego
Binswanger no seguirá estrictamente a Heidegger, sino que lo trascenderá, no por una mera
diferencia de opinión, sino de una diferencia ontológica, donde el punto fundamental de
diferenciación es la sustitución de la cura –Sorge- por el amor7.
En los años sucesivos a Ser y tiempo, Binswanger aplica el análisis fenomenológico de la
existencia humana concreta a base del estudio analítico-existencial de una serie de casos.
Su objetivo es la reconstrucción del mundo interior de la experiencia. Se trata
principalmente de casos relativos al problema de la esquizofrenia, entre otros el más
reconocido es el caso Ellen West: Der Fall Ellen West8, que abordaremos oportunamente.
Siguiendo esta línea en Tres formas de la existencia frustrada9 -cuya dedicatoria honra a
Heidegger- Binswanger analiza la exaltación, la excentricidad y el manierismo como
formas en las que la existencia se extraña de la comunicación y de la comunidad del amor,
convirtiéndose en inauténtica.
La filosofía heideggeriana se constituye en base y fundamento del análisis existencial de
Binswanger, como él mismo señala:
Por analítica existencial –Daseinsanalytik- entiendo el esclarecimiento
filosófico-fenomenológico de la estructura trascendental de la existencia como ser
en-el-mundo que debemos a Heidegger. Por Análisis Existencial –Daseinsanalyse-,
4
BINSWANGER, L. La significación de la analítica existencial de Martin Heidegger para la psiquiatría en
Artículos y Conferencias escogidas, II (Madrid: Gredos, 1973) 423-435.
5
BINSWANGER, L. Über Martin Heidegger und die Psychiatrie, Festchrift zur Feier des 350jhrigen
Bestehen des Heinrich-Suso-Gymnasiums zu Konstanz.
6
BINSWANGER, L. Tres formas de la existencia frustrada. Trad. Edgardo Albizu. (Buenos Aires:
Amorrortu, 1972)
7
Estos interesantes desarrollos se encuentran en la obra Grundformen und Erkenntnis menschlichen Daseins,
Max Niehans, Zurich, 1942; de la que lamentablemente no pudimos disponer en lengua española.
8
BINSWANGER, L. El Caso Ellen West en R. May et alt. (Ed.), Existencia. (Madrid: Gredos, 1967) 288434.
9
BINSWANGER, L. Tres formas de la existencia frustrada. Trad. Edgardo Albizu. (Buenos Aires:
Amorrortu, 1972).
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en cambio, el análisis científico empírico fenomenológico de las modalidades
fácticas de la existencia y de las formas de la existencia. Pero esta última sólo es
posible en base a la primera, es decir, teniendo siempre la mirada puesta en la
esencia, ser y acontecer de la existencia misma. En la medida en que sólo la analítica
existencial hace posible y fundamenta el análisis existencial, es el concepto más
amplio y el análisis existencial, el más reducido.10
Binswanger le reconoce a la Analítica Existencial de Heidegger una doble significación en
el campo de la Psiquiatría: por una parte cree encontrar en ella una base metodológica y,
por otra, la pone en situación de justificar un horizonte trascendental de comprensión para
esta ciencia: una auto-comprensión11.
Al referirse a Ser y tiempo Binswanger reconoce que el problema de la subjetividad está
sacado de la correlatividad de la relación sujeto-objeto y planteado sobre el terreno amplio
del ser-en-el-mundo como trascendencia. Subjetividad significa, la estructura apriorística
de la subjetividad trascendental en general, determinada terminológica y ontológicamente
como ser-ahí o ser-en-el-mundo12.
La importancia de Heidegger para la labor psiquiátrica está en que, al haber concebido la
realidad del hombre como existencia, ha dado expresión a la plenitud de la trascendencia
objetiva de lo real en el ser real del hombre, a su facticidad. Ha convertido al ser humano
en una “amplitud” nueva, objeto para la investigación científica de “la estructura de su
modo particular de ser”.
Sin embargo Binswanger reconoce la dificultad de llevar a cabo simultáneamente estos dos
tipos de análisis. Para la Daseinsanalytik nos remite a los textos de Ser y Tiempo, pero se le
impone la cuestión de la justificación de que el análisis empírico-fenomenológico –
Daseinsanalyse- descanse en la Analítica Existencial –Daseinsanalytik- de Heidegger.
Algunas críticas que se hacen a este intento, señalan una coincidencia puramente nominal
entre ambos análisis, mientras otros creen ver una interpretación falsa de Heidegger. Al
respecto el mismo Binswanger advierte que sus intenciones han sido distintas a las de
Heidegger:
10
BINSWANGER, L. Analítica existencial y psiquiatría en Artículos y Conferencias Escogidas. Versión
española de Mariano Marín Casero. (Madrid: Gredos, 1973) 436-457.
11
Cfr. BINSWANGER, L. La significación de la analítica existencial de Martin Heidegger, 424.
12
Cfr. BINSWANGER, L. Analítica existencial y psiquiatría, 440. Puede completarse este desarrollo con la
explicación que hace A. de Waelhens acerca de este tema. Cfr. DE WAELHENS, A. La Filosofía de Martin
Heidegger (Madrid: CSIC, 1945) 136.
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En Ser y Tiempo se trataba de plantear de una forma nueva la pregunta por el
sentido del Ser y despertar una comprensión del sentido de esta pregunta. Pero para
esto se requiere una explicación anterior adecuada del ente que pregunta, es decir,
de la existencia en orden a su ser. Esta explicación tiene lugar en Heidegger
expresamente en orden a la comprensión del ser y en orden a la comprensión del
tiempo como horizonte posible de una tal comprensión13. Esta fue la meta
provisional de Ser y Tiempo14.
Lejos de pretender completar el desarrollo heideggeriano, Binswanger introduce la
“modalidad dual del amor”, y señala que la explicación que hace Heidegger de la
existencia se desarrolló en orden a la comprensión del ser, pero no con intencionalidad
antropológica, ni con intención de describir la existencia humana en todas sus direcciones
significativas y posibilidades de su proyecto del mundo, su ser-en y auto-poder-ser15.
Al señalar la estructura fundamental de la existencia como “ser-en-el-mundo”. Heidegger
ha puesto en manos de la Psiquiatría una línea directa metódica, con la que le llegó a ser
posible comprender y describir imparcialmente los fenómenos que había de investigar y
sus relaciones esenciales fenoménicas, de acuerdo con su contenido total.
Heidegger pone el fundamento de la intencionalidad de la conciencia en la temporalidad de
la existencia, por lo que se da un retroceso de la intencionalidad de la existencia como seren-el-mundo, incorporándose el ego trascendental a la existencia fáctica. Como
trascendencia no sólo se constituye el mundo, sino también el sí-mismo –selbst-16. En lugar
de la división del ser en sujeto y objeto se muestra la unidad de existencia y mundo en la
trascendencia. Trascendencia no sólo como proyecto sino también como proyecto del ser,
de poder ser yo-mismo.
Para el hombre, su ser-en-el-mundo significa, aunque no haya puesto sus fundamentos
propios y haya sido arrojado a la existencia en un ambiente, tener la posibilidad de
trascenderla.
13
Cfr. HEIDEGGER, M. Ser y Tiempo. Trad. José Gaos (México: F.C.E., 1971) 256-257.
BINSWANGER, L. Op. Cit. 441-442.
15
Binswanger completa diciendo: “Se comprende que en Heidegger no hallemos ninguna explicación de la
consistencia o la materialidad, o de la iluminación de los proyectos del mundo, mientras que esta explicación
es indispensable en relación a las formas existenciales de subir y caer, o aquellas otras del ser-en-el-mundo
maníaco-depresivo, esquizofrénico, o neurótico”. Ibídem, 442.
16
Al respecto De Waelhens, señala que la ipseidad –selbstheit-, sea que se afirme como “yo mismo” o como
“uno mismo”, dimana “como de su fuente” de la “cura”, en tanto ésta determina el ser del Dasein. DE
WAELHENS, A., Op. Cit., 136.
14
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Ese hombre se presenta para Binswanger, como objeto de la Psiquiatría, en una doble
vertiente: el hombre enfermo, en tanto tiene aspecto de “organismo enfermo” objeto de la
Psiquiatría, de la medicina, la biología. Pero el objeto de la Psiquiatría es también el
hombre enfermo, por lo que debe convertirse en Psicoterapia.
Esta división aparece en la práctica psiquiátrica, Binswanger señala que la ciencia no tiene
presente que se halla ante dos concepciones científicas totalmente diferentes y que sólo
puede hacer justicia a la realidad cuando se retrocede a la comprensión del ser como
función fundamentante y se la comprende de una forma estrictamente filosófica.
La Analítica Existencial –Daseinsanalytik- abre el horizonte para una percepción de la
totalidad. En ella el horizonte está libre para la comprensión del hombre creado o natural,
yecto, como también como ser comunitariamente determinado o histórico y, a partir de una
visión óntica, sin llegar a la separación de cuerpo, alma y espíritu.
La existencia no ha puesto el fundamento de su ser. Ciertas posibilidades le son
arrebatadas por su facticidad, aunque al mismo tiempo le ofrece a la existencia
posibilidades asequibles al proyecto del mundo.
Por la penetración en el ser temporal de la existencia la Psiquiatría aprende a comprender
no sólo su objeto –las diferentes formas anormales de existencia- sino que también se autocomprende a sí misma como ciencia.
El aporte de Binswanger radica en la clave interpretativa que permite comprender la
estructura patológica del ser humano no como la reproducción transferencial de un
acontecimiento histórico aislado –propio del Psicoanálisis-, sino como la modificación
sucesiva a este acontecimiento traumatizante que se encarna en una estructura actual y
actuante: inflexión histórica de las modalidades de ser.
El análisis estructural de la constitución del mundo permite descubrir los puntos de
inflexión por los que el hombre escapa a la autenticidad. Estos puntos son siempre
renuncias a la libertad, lo que lleva al hombre a enfermar. En su origen, estas huidas de la
propia libertad, son represiones que encuentran su procedencia en el pasado y su
transformación en el futuro.
2. La existencia frustrada
Como ya hemos mencionado el horizonte filosófico para comprender la analítica de
Binswanger es sobre todo el pensamiento de Heidegger tal como se expone en Ser y
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Tiempo. Binswanger interpreta existencial-analíticamente el pensamiento ek-sistencial de
Ser y Tiempo, llevándolo al dominio de las posibilidades “psíquicas” y “psiquiátricas” de la
ek-sistencia17.
En Heidegger la esencia del hombre es la existencia, es el ente cuyo ser consiste en un
tener-que-ser, una apertura que ponen en juego a su ser a cada instante. El Dasein, como
ente cuyo ser se encuentra fuera de él, cuyo ser está en juego; cuyo ser es, lo es por una
parte suyo, pero por otra es para él lo más extraño y lejano. El término Dasein en tanto es
más originario que hombre, indica un ser o estar puesto ahí, en el mundo. “En” que es el
hombre mismo; pero por otra parte, el ser no “está” ahí sino que se da en el “en” como lo
no-alcanzado, con su presencia y su ausencia. El ser del Dasein consiste en la proyección y
la apertura al ser en cuanto tal.
Binswanger utiliza la palabra Dasein en sentido heideggeriano, llegando en varias
oportunidades al español traducida como existencia.
En Tres formas de la existencia frustrada Binswanger aborda la comprensión de las
transformaciones y formas de la existencia a la luz del marco de la estructura de la
existencia humana como ser-en-el-mundo desarrollada por Martin Heidegger. La analítica
de la existencia es el fundamento y el “suelo ontológico” de las investigaciones de
Binswanger, investigaciones que sólo se ocupan de la estructura “fáctica” u “óntica” de
determinadas formas y procesos existenciales. De esta manera considera a la psicopatía o
enfermedad mental como formas determinadas del fracasar la existencia humana.
Este fracaso o logro de la existencia se reconoce deudor de las expresiones de W. Szilasi
pero sobretodo de la analítica existencial del Dasein, de Heidegger. En el sentido de esta
última, la existencia es entendida como “la posibilidad de ser libre para el más auténtico
poder-ser”, de modo que ésta renunciando a las posibilidades de su ser, puede “extraviarse
y desconocerse”18. De Waelhens completa diciendo que “la existencia caída no es un noser sino, sino tan sólo una manera de existir en la cual no soy verdaderamente yo mismo”19
17
En la conferencia De la dirección analítico-existencial de la investigación en psiquiatría, Binswanger
presenta a la estructura de la existencia como “ser-en-el mundo” o trascendencia, y el concepto de las
psicosis como variaciones del “ser-en-el-mundo”, también desarrollado en el estudio del caso de Ellen West.
Cfr. BINSWANGER, L, De la dirección analítico-existencial de la investigación en psiquiatría. En
Artículos y conferencias escogidas, Versión española de Mariano Marín Casero (Madrid: Gredos, 1973)
166- 189.
18
HEIDEGGER, M. Op. Cit., 161-162.
19
DE WAELHENS, A. Op. Cit., 119.
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y en la que no se niegan posibilidades a la existencia, sino que ésta se ve privada de sus
propias posibilidades.
Las formas de “fracaso” de la existencia tienen como “rasgo común”: la “parálisis” o el
“llegar-a-un-final” de su auténtica movilidad histórica. Y aunque esta movilidad de la
existencia, no significa aquí “movilidad de un ente dado”, Binswanger deja de lado “el
horizonte de la constitución temporal de la existencia”, limitándose a señalar las
estructuras de la “mutación fáctica” de aquella movilidad. En la obra mencionada el
análisis se detiene en “tres formas de la existencia frustrada”, a saber: la exaltación, la
excentricidad y el manierismo.
La “exaltación” se resuelve en el puro deseo, disociado de la experiencia. La
“excentricidad” consiste en un desconocimiento de los nexos referenciales del ser-en-elmundo. El “manierismo” es una forma particular de alienación en el “se”20, en los modelos
o protocolos que ofrece la cultura.
Pero los tres se presentan como aspectos de una esencia única en la que la existencia se
atasca y pierde su movilidad histórica. Aislada de la participación común, de la comunidad,
del amor, del tú, extrañada de la propia libertad, la existencia arraiga en formas de
temporalización y mundanización que impiden cualquier crecimiento orgánico. De ahí la
ambivalencia que frustra lo propio de la existencia -Binswanger dirá: disociación
esquizofrénica21- cuando el Dasein no puede resistir el asalto de la angustia y pierde
totalmente la dimensión histórica.
Respecto de estas formas de la existencia frustrada Binswanger agrega: “téngase
expresamente en cuenta que, en todas las formas de existencia frustrada tiene un papel
decisivo el ser-caído en el sentido de Heidegger”22.
Señalemos brevemente una de estas formas que nos permita luego acercarnos a la cuestión
de la temporalización de estas formas inauténticas de la existencia.
2.1 Una de las formas de la existencia frustrada: la exaltación
En cuanto ser que no sólo proyecta amplitud y anda en ella, sino también proyecta altura y
sube hacia ella23, la existencia humana cuenta con la posibilidad de ex-altarse24. El sentido
20
Forma en la que encontramos los vínculos más evidentes con la modalidad inauténtica de la existencia
descripta por Heidegger. Cfr. Ibídem, 113-121; HEIDEGGER, M. Op. Cit., 142-147.
21
BINSWANGER, L. Tres formas de la existencia frustrada, 19.
22
Ibídem, 20.
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antropológico del poder-exaltarse hace referencia a las condiciones de posibilidad por las
cuales el subir -de la caída del Dasein- se torna en la forma de ser de la exaltación.
Binswanger aclara que estas condiciones por las cuales el subir puede trocarse en
exaltación no deben entenderse sólo desde la dirección del movimiento que es propia del
subir, sino desde su koinonía –expresión deudora de Szilasi-, o su ser-en-común –
comunidad-. La exaltación, como forma frustrada de la existencia, se basa, en una
determinada desproporción entre el subir a las alturas y el andar por lo amplio.
Pero para Binswanger el ser-hombre no se agota en el ser-en-el-mundo, en la
espacialización y temporalización del mundo; sino que lo entiende como: “el estar-másallá-del-mundo” en el sentido del “terruño” –como lugar donde se vive, donde se habita,
lugar de las propias raíces- y la “eternidad del amor”, en los que no hay un arriba y un
abajo, un cerca y un lejos, un antes y un después25. Y si, a pesar de esto, el ser-hombre, en
cuanto ser finito, queda siempre “asignado” a la altura y a la amplitud puede exaltarse sólo
allí donde ha sido arrancado del terruño y la eternidad del amor, absorbido totalmente en
“espacio y tiempo”. Porque sólo allí donde la communio del amor y la communicatio de la
amistad han dimitido, y la exclusiva dirección del ser del hombre ha sido asumida por el
mero “trato” con “los otros” y consigo mismo, pueden altura y profundidad, cercanía y
lejanía, ser-sido y ser-advenidero; alcanzar un significado tan decisivo que el subir llegue a
un final y a un ahora desde el cual no hay retorno ni adelante, esto es: donde el subir se ha
trastocado en exaltación.
La existencia se ha “atascado” –y por ello frustrada- en una determinada “ex-periencia”.
Privada de communio y de la communicatio, según entiende Binswanger, la existencia ya
no puede ampliar, o volver sobre su “horizonte de experiencia” y permanece fija en un
punto de vista “estrecho”, limitado. Así la existencia se ha clavado, en-casillado, pero
todavía no se ha ex–altado porque a la condición de posibilidad de la exaltación pertenece,
además, el que la existencia suba más alto, que lo que corresponde a su amplitud, a su
horizonte de experiencia y de comprensión.
23
Cfr. BINSWANGER, L. Ensueño y existencia en Artículos y Conferencias Escogidas. Versión española
de
Mariano Marín Casero (Madrid: Gredos, 1973) 67-88.
24
Respecto de la idea de exaltación Binswanger aclara que: “la palabra exaltación da idea de este estar afuera
del camino, pero de modo tal que el “fuera” es un “sobre”; el que se halla en tal función ya no tiene “los pies
sobre la tierra”. BINSWANGER, L. Tres formas de la existencia frustrada, 21.
25
Cfr. BINSWANGER, L. Op. Cit., 22-24.
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Pasemos ahora, nuevamente a la consideración de las formas de temporalidad de las
formas frustradas de existencia.
2.2 Temporalidad de las formas frustradas de existencia
En La escuela de pensamiento de análisis existencial26 Binswanger reconoce la
importancia de la temporalización en el análisis existencial diciendo: “Lo que hace el
problema del tiempo tan vital es el hecho de que la trascendencia está arraigada en la
misma naturaleza del tiempo, en su irradiación hacia el futuro, el pasado y el presente”27.
De donde se sigue que en la investigación empírica deberán buscarse las respectivas
variaciones de la estructura de tiempo del paciente.
Estas “variaciones” también las describe Binswanger como: “un poder dejar que el mundo
siga su curso y verse arrollado por cierto proyecto del mundo”, como el mismo constata en
los análisis que surgieron del caso de Ellen West28.
Para Binswanger el existente es él mismo, o existe auténticamente, cuando resuelve
decididamente una situación en acto; cuando el presente y el pasado se funden en un
presente auténtico29.
Pero cuando el individuo protagonista de la existencia inauténtica intenta escapar a su
destino, a su ser fundamental, y protagoniza el movimiento circular en que la existencia se
aleja de su fundamento para luego volver a él como a un abismo, entonces la existencia
adopta la forma de “terror”.
Desarrollos coincidentes con las explicaciones de De
Waelhens cuando señala: “El miedo, angustia, encogida y reducida al mundo próximo es
un sentimiento en el que la revelación de nuestra condición original es esquivada”30.
Binswanger aclara que los procesos elementales –como hundimiento y destrucción- de ser
y esas “metamorfosis” de la existencia humana presentan muy variadas formas. Todas
adoptan las características elementales de aire –luz, cielo, agua, fuego y tierra- tan
26
BINSWANGER, L. La escuela de pensamiento de análisis existencial en Existencia. MAY, R. et Alt. ED.
(Madrid, Gredos, 1967) 235-261.
27
Ibídem, 239. Estas expresiones se encuentran en consonancia con la Analítica Existencial propuesta por M.
Heidegger, aunque con A. de Waelhens cabe recordar que el ser del Dasein constituye, y es constituido por el
tiempo. Cfr. DE WAELHENS, A. Op. Cit., 188.
28
En este caso Binswanger señala que “mundo” implica también la forma de ser-en-el-mundo y la actitud
hacia el mundo. Por lo que “el paso” del mundo etéreo al mundo sepulcral podría establecerse también en el
cambio reflejado entre la existencia de un ave que se remonta alegremente a las alturas –elevación- y la
existencia de un gusano que se arrastra sobre el barro –caída-. Cfr. BINSWANGER, L. Op. Cit., 239;
Ensueño y existencia, 68.
29
Cfr. DE WAELHENS, A., Op. Cit. 192.
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plurifacéticas como pueden serlo los diferentes sentidos individuales existenciales y sus
relaciones mutuas existenciales. Esas formas fundamentales y sus modalidades
metamórficas son modos de temporalización31. Por ejemplo en el análisis del caso Ellen
West, en la imagen de la “llama” vemos la “súbita ascensión” de la forma metamórfica de
la tierra hasta el cielo. Así Binswanger cita:
Pero ¿qué es la llama, sino el mismo momento? ¡Es lo que hay en el mismo
instante de loco, feliz y tremendo…! La llama es el acto de ese momento
colgado entre la tierra y el cielo. Todo lo que pasa del estado pesado al
estado sutil, pasa por este momento de fuego y de luz… Y esa llama, ¿no es
también la forma intangible y orgullosa de la más noble destrucción? Lo que
nunca volverá a ocurrir está pasando gloriosamente ante nuestros mismos
ojos32.
En contraste con este ejemplo, Binswanger señala como elemento “destructivo” de la
existencia frustrada, no el relampagueo “instantáneo” de la llama, que sube de la tierra al
cielo –del estado “pesado” al estado “sutil”-, sino el oscurecimiento gradual, el lento
proceso de putrefacción o de reducción a polvo –el paso del estado “sutil” al estado
“pesado”- la caída en picada del cielo a la tierra.
En el caso el fuego aparece como una figura temporal de lo “instantáneo”, el agua en
cambio aparece como lo “eterno”. Sin embargo, en el proceso de putrefacción y
pulverización no interviene el modo temporal de la instantaneidad ni el de la eternidad,
sino el de la imagen de un hundimiento, del misterioso reptar del tiempo; más aún de su
congelamiento, propio de la existencia frustrada.
En oposición a estos modos está el de los deseos rimbombantes, que vuelan sobre la
pesadez de la tierra, para esfumarse rápidamente, y el del tiempo que fluye, pero que es
devorado una y otra vez por el gusano terrestre con su forma temporal, con su reptar ciego.
Este ser devorado tiene su tiempo también: es la forma temporal del infierno33.
30
Ibídem, 197. Y en el mismo sentido agrega De Waelhens: “El miedo es un sentimiento revelador de la
inautenticidad”. Ibídem.
31
Citando a E. Satiger, Biswanger señala que el tiempo en movimiento está representado por el “flujo”, y el
tiempo en reposo, por la “luz penetrante”. Cfr. BINSWANGER, L. El caso de Ellen West, 359.
32
VALERIE, P. L’Ame et la danse, citado por Binswanger en Ibídem 359-360.
33
Debe entenderse “Infierno” como una “estructura sin fin”, como “agonía inacabable”, como un asfixiarse
el alma en su propia oscuridad”. Este tiempo es aquél en el cual el “pasado” cobra una supremacía tal que
siempre está haciéndose presente, como única posibilidad. Cfr. BINSWANGER, L. El caso de Ellen West,
360.
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En el análisis del Caso Ellen West Binswanger reconoce que esta temporalidad constituye
el horizonte fundamental de toda explicación existencial, y el hecho de que el “mundo”
pueda sufrir un cambio tan inequívoco presupone el postulado existencial de que bajo ese
cambio late un fenómeno inequívoco y unificado: la temporalización. Es decir el “paso”
desde la vivacidad, amplitud, brillantez y colorido del mundo etéreo al oscurecimiento,
ensombrecimiento, ajamiento, desintegración, putrefacción y de aquí a la estrechez,
oscuridad, ordinariez, superficialidad; al estado de tierra muerta.
En este punto del análisis Binswanger se detiene para insistir en que: “la mundanidad –
Weltlickheit- y la temporalidad no son dos cosas que puedan separarse ni ontológica ni
antropológicamente, sino que constituyen dos problemas especiales dentro del problema
único de ser-en-el-mundo34. De donde se colige que varios mundos de los que hablamos
significan a la vez ciertos modos básicos que regulan la forma concreta en que la existencia
está en el mundo y según la cual adopta una actitud con respecto a lo que es. Ese existir,
tomar posiciones y atenerse a ellas debe desarrollarse partiendo de la temporalidad. De
Waelhens lo expresa diciendo: “Se da un mundo en cuanto que un Dasein se
temporaliza”35
Pero Binswanger entiende por temporalidad no el hecho de experimentar el tiempo, ni el
tener conciencia de él, ni estarlo observando36. Sino que entiende por “temporalización” la
experiencia del tiempo37, pero más allá de los límites de cuanto se entiende por sucesión
del tiempo, tiempo vivido, tiempo pático o experimentalmente inmanente, y señala:
Entendemos por temporalidad: no lo que está-en-ser, ni un suceder, ni un
devenir que surge sólo por sí mismo, sino la auto-temporalización de la
existencia en cuanto tal. Ésta denota la “salida de sí” –éxtasis- original en
los fenómenos del futuro, pasado y presente, que Heidegger designa como
éxtasis o transfiguraciones de la temporalidad. El futuro, pasado y presente,
los tres éxtasis del tiempo son: prevenirse a sí mismo (futuro), haber sido
(pasado) y ser con (presente)38.
34
Cfr. HEIDEGGER, M. Op. Cit., 365.
DE WAELHENS, A. Op. Cit., 210.
36
BINSWANGER, L. Op. Cit, 361.
37
Este concepto de “experiencia del tiempo” –Zeiterleben- se reconoce deudor de E. Strauss y de Von
Gebsattel en el de “tiempo vivido”. Binswanger declara que ambas expresiones se relacionan mutuamente,
como la sucesión real del tiempo interior y su objetivación y pensamiento. Cfr. Ibídem, 362.
38
Ibídem.
35
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Binswanger reconoce que la temporalidad tiene para su desarrollo un sentido ontológico, lo
que debe tenerse presente aún cuando, al analizar una existencia humana concreta, deba
limitarse a mostrar las metamorfosis antropológicas por las que pasa aquél significado
ontológico. En consecuencia, a la investigación de las formas frustradas de la existencia le
incumbe comprender las modificaciones en la temporalización de estas existencias por los
modos de ser en el mundo, investigar los diferentes modos existenciales de moverse “en el
tiempo” para encontrar el modo de su temporalización.
El futuro representa para Binswanger el fenómeno primordial de la temporalidad original y
auténtica, éste a su vez contiene el sentido primario de la existencialidad, de los planes que
el existente tiene sobre sí mismo y por sí mismo. En esta interpretación ontológica
fundamental de la temporalidad encontramos confirmada la idea de la significación
“primordial” del futuro. En consonancia con Heidegger y la estructura de la cura en tanto
que “temporalidad”, Binswanger señala que:
El sentido existencial de la temporalidad en general nos impide concebir el
futuro sólo como la serie de las posibilidades vacías de lo preestablecido,
deseado y esperado, lo mismo que nos impide ver en el pasado únicamente
algo que fue presente y que dejó de ser. El pasado, en su sentido existencial,
debe denotar para nosotros el “hemos sido”, con lo que declaramos no sólo
que fuimos, sino que seguimos siendo de hecho desde el punto de vista de
“hemos sido”. En este haber sido se fundan las potencialidades, en virtud de
las cuales existe la existencia. La existencia no significa estar al alcance,
sino ser capaz de ser, y el conocer ese ser capaz de ser significa
comprender39.
En este sentido ya no es sólo el futuro el que determina la existencia –es decir la
comprensión de ser capaz de ser-, sino también y siempre el pasado; siempre la existencia
ha sido “disparada” hacia su ser, y está ya en su ser, o está ya sintonizada con cierta nota
clave. Así, Binswanger reconoce que todo el futuro de una existencia es un “ha sido”, y
todo “haber sido” pertenece al futuro. Pero, el sentido existencial del presente está en la
39
BINSWANGER, L. Op. Cit., 363. Creemos que este futuro se encuentra en línea con aquella anticipación
por la cual el Dasein es capaz de reconocerse finito y reconociendo la posibilidad de la muerte como
posibilidad última, puede “futurizarse”. Cfr. DE WAELHENS, A. Op. Cit., 216-218.
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creación del mismo presente mediante la resolución decisiva de una situación determinada
en acción40.
Si para la existencia el “ascenso” y la “caída” constituyen dos formas particulares de
aquella,41 Binswanger describe una temporalidad para cada uno de ellos, así se da una
temporalidad del mundo etéreo y una temporalidad del mundo sepulcral.
Acerquémonos a continuación a los modos de temporalidad propios de estas formas de
existencia, en la temporalidad del mundo etéreo y del mundo sepulcral.
2.2.1. La temporalidad del mundo etéreo42.
El “mundo etéreo” –como plexo de fantasías, deseos y anhelos- no debe concebirse sólo
como el mundo en que el existente deja que el futuro “venga a sí”; sino que debe
comprendérselo en todo su sentido existencialmente, como un anteproyecto por amor y con
miras al propio yo. Esta auto-planificación es posible cuando el yo comprende la manera
de captar el fundamento –metafísico- en la autentica confección de uno mismo.
Pero cuando la existencia cierra las posibilidades de su propio ser fundamental e intenta
escapar de él, entonces también el futuro adquiere un sentido diferente, el sentido de un
anteproyecto hacia un yo inauténtico, o fantástico. Un futuro así ya no se funda en el
pasado (que va construyendo las posibilidades y potencialidades de cada existencia
particular), sino en realidad es un futuro de “potencialidades huecas”43. Un futuro donde
“todo es posible”; el futuro de los deseos y anhelos ilimitados –inconexo con el presente y
el pasado-, sin obstáculos ni restricciones44 y ambiciosamente optimista. Binswanger
señala que ese futuro se traduce espacialmente en el cielo, el océano; su atuendo material
es el éter, al aire. Por lo que reconoce a los fenómenos de: “oscurecerse”, “pesar”,
“limitar”, desarrollados en el mundo etéreo, u otros como el “volar” por el mundo etéreo
40
De Waelhens indica al presente como “tiempo fuerte de la preocupación” que se ejerce en la forma de
“hacer presente”. Cfr. Ibídem, 210.
41
Así Binswanger señala: “Yo por mi parte, bajo la imperiosa impresión de Ser y Tiempo en el año 1930, no
he destacado ya el subir y el caer como formas de vivencia, sino como formas de existencia”.
BINSWANGER, L. Analítica existencial y psiquiatría, 439.
42
BINSWANGER, L. El Caso Ellen West, 364.
43
Nos parece encontrar una fractura en la unidad de los tres éxtasis que conforman la temporalidad del
Dasein, por cuanto cada uno de ellos se encuentra separado del resto como ante un “abismo”, con la
consecuente estructuración “frustrada” de aquella existencia, en el caso la del existente en el mundo etéreo.
44
Puesto que es propio de la existencia inauténtica esta inconsistencia que la lleva a vivir olvidando y
lanzada “a la conquista de fantasmas”. Cfr. DE WAELHENS, A. Op. Cit., 215.
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como un ave, el “mariposear sobre el mundo práctico”; como fenómenos que tienen
también un sentido temporal45.
Aquella auto-planificación para la construcción del propio yo –condición para la apertura
propia de una existencia auténtica- que mencionáramos, queda sustituida por el “pasado” a
secas –sin relación con el futuro-, por un rodar a la deriva y sin rumbo fijo, un estar
desligado del futuro, un ir a la deriva –Schwermut- que se expresa como “depresión”46.
Volviendo sobre el “mundo etéreo” de anticipaciones fantásticas –sobre sí y sobre su
futuro- en el que no hay sombras ni límites, éste se ve amenazado por las sombras y
limitaciones del pasado, porque aunque pueda modificarse la estructura histórico-temporal
de la existencia en un gesto de desafío, no puede romperla y menos darle la media vuelta.
En la futurización inauténtica, en la planificación del yo con miras a un yo de puro
capricho, se falsifica la significación del mundo y se la nivela de manera artificial,
desconociendo su “ser-ya-en” y su “ser-sido”47.
Cuando ese mundo fantástico sustituye al mundo “real” de la acción práctica, el
fundamento vuelve a hacerse presente, pero no como una llamada al pasado, como la
conciencia de que hay que volver a la tierra, sino como una amenaza, sombra fatal,
misteriosa –terror y ansiedad-. Y cuanto más se remonta la existencia hacia el mundo
etéreo, tanto más amenazador se presenta el fantasma de esa sombra.
2.2.2 La temporalidad del mundo sepulcral
Así como el mundo etéreo se gobierna por un futuro inauténtico, el mundo de la tumba, el
mundo “sepulcral” se gobierna por un pasado inauténtico48 y omnipresente.
La condensación y consolidación de la “sombra” es la expresión del creciente predominio
del pasado sobre la existencia, de la supremacía del pasado en los alrededores del
“infierno” –como agonía inacabable- y del movimiento inevitable de regreso a él.
Cuando la existencia no puede proyectarse sobre un plan de autodesarrollo, cuando está
desligada del futuro, el mundo en que vive se “hunde” en la insignificancia. La existencia
no encuentra ya nada que pueda darle luz para comprenderse; por lo que existe en la
modalidad de “miedo”, vive en puro horror. Binswanger aclara que esa nada del mundo,
objeto del terror, no significa que en el terror no se sientan como ausentes los contenidos
45
Cfr. BINSWANGER, Op. Cit., 364.
Ibídem, 365.
47
Cfr. HEIDEGGER, M. Op. Cit. 353.
46
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interiores del mundo, por el contrario el individuo no puede evitar encontrarlos en su vacía
implacabilidad49. La insignificancia del mundo, como se da en la ansiedad, hace patente la
futilidad de todo lo que puede captar nuestra atención en el mundo práctico: la
imposibilidad de auto-planificarse con vistas a un ser-capaz-de-ser de la existencia fundado
en la acción práctica.
Se ha dado una pérdida de estructura del mundo, como “hundimiento” de un mundo
enormemente
móvil y flotante en un mundo sumamente rígido y amorfo, donde la
existencia ya no puede entenderse a sí misma a base de algo nuevo, sino sólo a base de los
elementos, ya en desintegración, de lo acostumbrado y familiar. Así, la existencia teme ya
la misma posibilidad de ser, aún cuando se encuentra a su disposición el poderse planificar
libremente a sí misma50. Por tanto, lo que está al alcance en el mundo interior ya no
necesita mostrarse en su vacía implacabilidad, sino que basta que se muestre como
“vacuidad”, traducida en las imágenes de “tierra”, “tumba” y “hoya”. Todas esas
expresiones señalan que ese vaciar al mundo de su significado y la “vacuidad existencial”
significan lo mismo, fundado en la modificación del único sentido existencial de la
temporalización. De modo que cuando el mundo pierde su significado y su carácter
referencial progresivamente, cuando la existencia encuentra cada vez menos elementos que
le den luz para comprender-se y para proyectar-se en el futuro; cuando el mundo se
muestra en su aspecto de desinflamiento –tumba, tierra, hoya-; cuando la existencia ya no
marcha por delante de sí misma –en alusión al modo futuro de temporalización-, sino que
se ve aferrada a un puro pasado, en el que le es imposible entenderse a base de algo nuevo,
algo que salga de la rutina de lo acostumbrado y familiar, entonces todo eso significa que
“no hay nada que hacer” y que “todo sigue igual”51, ante lo cual la existencia se contenta –
pretendiendo completar su vacuidad- con lo primero que encuentra a la mano. Binswanger
agrega que: La forma de temporalización de este ser-en-el-mundo ya no es la expectación
del futuro, sino sólo una vuelta al presente, “un hacer presente”, un “puro ahora” que ni se
inspira en el futuro ni deja detrás la estela de un pasado52.
48
Pasado signado por la negación de lo “sido” por medio del olvido. Cfr. DE WAELHENS, A. Op. Cit., 217.
Cfr. BINSWANGER, L. Op. Cit. 367.
50
Encontramos aquí uno de los puntos de inflexión más significativos para poder poner en relación el
concepto de psicopatía con el de existencia inauténtica, o como Binswanger prefiere “forma de existencia
frustrada”.
51
Binswanger alude a este estado con las sensaciones de “estancamiento” y de “reptar” que extrae del
análisis del Caso de Ellen West. Cfr. BINSWANGER, L. Op. Cit., 367.
52
Ibídem, 368; Cfr. DE WAELHENS, A. Op. Cit., 213.
49
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Es un presente donde la existencia se comprende a sí misma como “voracidad”53, una mera
expresión de la vacuidad del mundo de la existencia y de su reducción a pura “tierra”, es
“terror”, es “angustia”. Y así, impulsada por el terror, la existencia se convierte en esclava
de su voracidad -por darse a sí misma algún contenido- en el próximo instante.
El contraste entre el mundo etéreo y el mundo del sepulcro, entre la deslumbrante luz
existencial y la sombra existencial, señala la contradicción entre el esfuerzo excesivo por
vencer el peso de la temporalidad de la existencia y el tirón de su gravedad. Pero ambos
mundo son mundos de terror. Ambos representan el mundo de formas de existencia que se
temporalizan de manera fragmentaria, huyendo una hacia un futuro “ilimitado” y “vacío”;
e insertándose la otra en la vorágine por huir de un pasado que amenaza siempre por estar
delante de ella.
El mundo etéreo expresa el terror futuro real, producido por el deseo de ser diferente, y
también el miedo a la muerte54; en cambio el mundo sepulcral se mueve en el terror del
puro pasado. En uno se consume la existencia en puros deseos fantásticos; en el otro en
pura voracidad vital. La contradicción entre ambos no consiste en que en uno no hay terror
y en otro sí, sino en que cada uno presenta una forma diferente de terror, el miedo a la
vejez y a la muerte; y el miedo a la vida. En palabras de Binswanger: “en ambas formas
puede encontrar su expresión el único terror de la nada de la existencia, y así los dos
terrores son intercambiables”55.
La contradicción entre ambas formas de terror se da en una relación dialéctica, en el
sentido de una antinomia de la existencia, en la íntima conexión de la vida con la muerte y
de la muerte con la vida.
Como hemos señalado la existencia que padece de una especie de vértigo por escaparse y
huir de sí, traducido en un afán constante de novedad; cierra la entrada a su auténtico
futuro, y pierde realmente el sentido de su propio pasado, sin experimentar
ningún
contacto objetivo con nada –como corresponde a un auténtico presente-. En este sentido,
esta existencia nunca está metida, en contacto con la cosa, que sólo puede encontrar de
manera auténtica el yo verdadero.
53
Creemos encontrar una forma de esta “voracidad” en la “curiosidad” propia de la modalidad inauténtica de
la existencia, a lo que De Waelhens señala: “se quiere lo nuevo por lo nuevo, porque se quiere, sobre todo,
cogido en un círculo infernal, colmar el vacío de las conquistas logradas con nuevas adquisiciones, más
superficiales a medida que son más numerosas”. DE WAELHENS, A., Op. Cit., 117.
54
Miedo a la muerte, que en tanto huída, se encuentra en las antípodas de la anticipación de la propia muerte
característica de la existencia auténtica. Cfr. Ibídem, 217.
55
BINSWANGER, L., Op. Cit., 368.
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En lugar de una auténtica temporalización, aquella existencia muestra sólo una
“preocupación por el tiempo”, un reparto pedante de “su tiempo” y un empleo
desesperado, inquieto de él56, que Binswanger reconoce como signos de una temporalidad
de la “rendición incondicional al mundo”, pero no de la temporalidad de una atenta
preocupación57. Por lo que tampoco puede temporalizarse la existencia –en el sentido
propio- ni mantenerse en el presente auténtico del momento existencial; no puede estar
“aquí” decididamente “al momento” con relación a la situación que se presenta propicia.
En la existencia frustrada la temporalidad se desintegra más o menos en sus éxtasis
particulares, le falta madurez auténtica y temporalización existencial. La constante
necesidad de llenar su tiempo, de aprovecharlo, es una característica reveladora de su
necesidad desesperada de llenar su vacío existencial. Esa vacuidad es sólo un fenómeno de
la temporalidad de su existencia; de aquí que pueda “llenarse de tiempo”, aunque sólo
escasa, artificial y temporalmente. Ese llenar el tiempo, se convierte en una manía –
voracidad- a medida que la existencia se va vaciando más y más. De modo que sólo
cuando tiene su meta a la vista, cuando tiene otra vez “algo que hacer”, es cuando tiene
tiempo. Y vuelve a hacerse inocuo el “tiempo”.
Al procurar una satisfacción y tranquilidad puramente momentánea vuelve siempre a
colocarse la existencia, de nuevo, en el vacío existencial, y así se mantiene constantemente
bajo la esclavitud del mundo. Esa esclavitud al tiempo objetivo del mundo ocupa el lugar
que corresponde a la posibilidad de la auténtica temporalización y madurez. En estos casos
la existencia sólo puede apoyarse y depender de los puntos de tiempo en que aparezca el
vacío y la oportunidad de “llenarlo”, cerrándose “el círculo” de su estado de
encarcelamiento.
La temporalización muestra entonces el carácter de un acortamiento o encogimiento de la
existencia, de un paso de la estructura ontológica rica y flexiblemente articulada -Sorge- a
un nivel menos articulado: la unidad de esta estructura se desintegra en sus diferentes
éxtasis; se rompe la relación ontológica entre los diversos éxtasis; el éxtasis “futuro” se
retira cada vez más, predominando el éxtasis “pasado” y convirtiéndose el presente en un
mero ahora o en puro lapso de tiempo58. De la gravedad de esta fractura puede
56
Ibídem, 369.
Cfr. DE WAELHENS, A. Op. Cit., 220.
58
Lapsos de tiempo identificados desde la concepción vulgar del tiempo. Cfr. HEIDEGGER, M. Op. Cit.,
459-460.
57
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comprenderse la consecuente “fragmentación” de la personalidad del existente y la
frustración del ser del Dasein.
Consideremos ahora la elevación y la caída, como formas de la existencia, y veamos qué
relación pueden tener con la temporalidad de las formas frustadas de existencia según
hemos estado desarrollando.
3. Elevación y Caída
En la conferencia Ensueño y existencia, Binswanger analiza el carácter esencial
fenomenológico antropológico de la “ascensión” y la “caída”, como “formas de la
existencia”59. Utilizando el material onírico proporcionado por sus pacientes identifica los
elementos “histórico-vitales” que conforman la existencia humana. Y basándose en la
diferencia existente entre los estados de “sueño” y “vigilia”, Binswanger pretende
investigar acerca de la diferenciación entre el “mundo propio” –vinculado con el sueño- y
el “mundo común”.
Otro elemento que sirve al análisis de Binswanger está dado por las diferentes expresiones
del lenguaje, como ya hiciera al abordar el análisis del caso de Ellen West. Sin embargo se
detiene de manera particular en algunas formas poéticas del lenguaje ligadas a la caída que
denotan –según Binswanger- la experiencia de la desilusión, o “sentirse defraudado” ante
el no cumplimiento de una ilusión apasionada y “se pierde en el mundo todo sostén”60.
Pero esta caída –aclara Binswanger- aunque real, no mienta una caída corpórea; sino que
en aquella desilusión la conformidad con el mundo que acompañaba a la existencia, tal
que aparece ese mundo como “otra cosa”, se ha visto vacilar. La existencia se encuentra
entonces despojada de aquellos elementos que representaban una seguridad en ese mundo,
dando lugar al “tropiezo, al hundimiento y a la caída”61.
Binswanger rescata el valor de estas imágenes, en tanto portan “una orientación general de
la significación de arriba-abajo” (mundo etéreo, mundo sepulcral) capaces de transmitir –
por su disposición de “ser arrojado”- “una noción existencial especial para nuestra
existencia”62. Estas expresiones encuentran su asidero en la estructura ontológica del
59
Dice Binswanger: “Yo por mi parte, bajo la imperiosa impresión de Ser y Tiempo en el año 1930, no he
destacado ya el subir y el caer como formas de vivencia, sino como formas de existencia”. BINSWANGER,
L. Analítica existencial y psiquiatría, 439.
60
BINSWANGER, L. Ensueño y existencia, 67.
61
Ibídem.
62
Ibídem, 68.
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existente, a saber: el “poder ser dirigido” de arriba abajo, que Binswanger señala como
caída. Esta misma estructura ontológica se constituye en fuente para el “ensueño”63.
El “ensueño” representa para Binswanger el continente de múltiples imágenes capaces de
reflejar nuestra propia existencia. A continuación se sirve de ejemplos similares a los que
le proporcionara el caso Ellen West64, entre los que cita imágenes de aves que denotan el
anhelo de la existencia por elevarse y ascender, aunque también imágenes de aves caídas,
fiel reflejo de la posibilidad que tiene la existencia de caer. Así, Binswanger rescata como
rasgo esencial de la existencia su posibilidad de elevarse y caer, rasgo que se da
independientemente de cualquier voluntad deliberada, rasgo que se presenta de manera
inconsciente y que al aparecer “interpela con toda familiaridad”65. Esta “familiaridad”,
señala hacia una experiencia de irreductibilidad, en la cual se hace imposible captar de
manera absoluta el fundamento de la propia existencia. En este punto de la investigación,
Binswanger señala la diferencia entre sueño y vigilia. Al referirse al sueño, dice
Binswanger:
Aquí, para hablar con palabras de Heidegger, se ha puesto la existencia
frente a su ser, en cuanto a la primera le ocurre algo y no sabe cómo ni qué
le ocurre. Este es el rasgo fundamental ontológico de todo ensueño y su
parentesco con la angustia.66
En el estado del ensueño, en este “no saber cómo a uno le pasa”, se da un parentesco,
desde su rasgo esencial ontológico, con la experiencia de la angustia67. Este sentimiento de
angustia aparece en el quiebre de la familiaridad de lo cotidiano, dando lugar a aquello que
se experimenta como extraño.
El tránsito del estado del ensueño al estado de despierto, según indica Binswanger,
constituye un elemento crucial: el existente deja de ser un soñante “para convertirse en un
ser despierto en el insondable instante en que se resuelva”68. Para Binswanger el tránsito
entre el ensueño y el ser despierto “están en lo infinito”69. Desde ese instante el existente
63
Ibídem, 69.
Cfr. BINSWANGER, L. El caso Ellen West, 298.
65
BINSWANGER, L. Ensueño y existencia, 71.
66
BINSWANGER, L. Op. Cit., 87.
67
La angustia que aquí surge es la que se da a causa de la “nada” del Dasein. Caído en la plena
insignificancia, por ningún modo determinado de ser sino por su verdadero poder ser. De allí que la angustia
permita al Dasein acceder al mundo proyectándose esencialmente a sus posibilidades. Cfr. DE WAELHENS,
A. Op. Cit. 197.
68
BINSWANGER, L. Op. Cit., 87.
69
Cfr. Ibídem 88.
64
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asume un protagonismo, interviniendo en el decurso de los acontecimientos, al decidir ser
consecuente en la vida que se eleva y cae. Entonces –señala Binswanger- hace “algo”, hace
historia. Asume su ser historia, y encuentra la vía que le posibilita proyectar sus
posibilidades desde su propia comprensión en su yección. Binswanger encuentra que en
este carácter histórico70, único e irrepetible puede accederse a la esencia misma del Dasein,
e introduce el concepto de “biografía interior”. Biografía desde la que se despliega y
configura la esencia interior del hombre, su persona individual, su persona espiritual, y a la
inversa, sólo de la biografía interior se aprende a conocer a la persona espiritual.
Intentemos recapitular los diferentes elementos hasta ahora desplegados para encontrar qué
relación se da entre los fenómenos de la elevación y caída, el paso o tránsito entre ambos
fenómenos, y el tránsito entre el estado del sueño al estar despierto.
Comenzábamos señalando que cuando se produce una fractura en la movilidad de los
éxtasis temporales, la existencia se “atasca”, volviéndose una forma de existencia
frustrada. Y también señalamos en este sentido que cuando la existencia se ha atascado en
uno de los éxtasis, particularmente el pasado, ésta se vuelve “terror”. En la existencia
frustrada la temporalidad se desintegra en sus éxtasis particulares, le falta madurez
auténtica y temporalizacion existencial.
También señalamos que las muy diversas formas de existencia implican modos diversos de
temporalización, y que la auto-temporalización de la existencia en cuanto tal es lo que
Binswanger considera como temporalidad.
Luego señalábamos que la elevación y la caída constituyen ambas, dos formas particulares
de la existencia, entonces ambas tienen sendos modos de temporalidad y temporalización
particulares. De donde surge que el darse el “tránsito” o el “paso” entre una y otra
constituye una variación en la estructura temporal del existente y la posibilidad para la
existencia frustrada de restablecer el flujo entre los éxtasis temporales, venciendo el
estancamiento. Situación que describíamos como darse el “paso”, la “caída en picada” del
cielo a la tierra.
Del mismo modo, siguiendo a Binswanger, señalamos que “mundo” implica también una
forma de existencia. Y en el marco de la existencia frustrada, anclada en uno de los éxtasis
70
BINSWANGER, L. Función vital e historia vital interior en Artículos y Conferencias escogidas. Función
vital e historia vital interior en Artículos y Conferencias Escogidas. Versión española de Mariano Marín
Casero (Madrid: Gredos, 1973) 46-66.
97
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temporales, describíamos el mundo etéreo y el mundo sepulcral, en las imágenes del ave
(ligada a la elevación) y el gusano (ligado a la caída).
En el mundo “etéreo”, signado por el futuro inauténtico, y como mundo de una
futurización inauténtica, nos parece encontrar el mundo propio del “ensueño”; en tanto se
presenta como un mundo propicio a la elevación, mundo propicio a las fantasías y carente
de límites. Mundo que desconoce sus propias posibilidades acercándose a veces a un
optimismo peligroso.
También hemos expuesto que el “ensueño” es capaz de reflejar la propia existencia y entre
sus caracteres aquél fundamental, el de su ser caído.
Y aunque la existencia inauténtica intenta huir de enfrentarse con esta verdad, reflejada en
el “tránsito del cielo a la tierra”, procurando siempre una mayor elevación; cuando la
existencia encuentra que su mundo aparece como “otra cosa” pierde su seguridad y se
precipita la “caída”.
Este mismo “no saber qué le pasó” lo experimenta en el ensueño y posibilita la aparición
de aquél sentimiento que ahora “despierta” a la existencia: la angustia, la que posibilita
aquella “elección fundamental”. Por eso en el “tránsito” del ser soñante al ser despierto, el
existente se convierte en un ser “despierto” –resuelto- en el “insondable instante en que se
resuelva”. Lejos de la fractura en que la existencia se encontraba ahora se pro-yecta
pudiendo ver su por-venir en el pasado, asumiendo el presente, se lo hace presente.
Creemos que estos desarrollos de Binswanger, aunque con sus esperables particularidades,
se mantienen fieles a las concepciones acerca del tiempo y la temporalidad del existente
según los ha expresado Heidegger en Ser y Tiempo, lo que hemos podido apreciar cada
vez que éstos se presentan como su base y fundamento.
Podríamos pensar como una posible proyección el tránsito que plantea Binswanger desde
el instante heideggeriano donde es asumido el triple desplazamiento, desplazado por el
mismo acaecimiento y que le da a la existencia un tiempo que ella a su vez tiene que
temporaciar y el cual devenido temporacíon se convierte en historia. Señalemos ahora los
elementos fundamentales en la concepción de tiempo y temporalidad en los desarrollos
heideggerianos posteriores a la Khere para en la última parte de nuestro trabajo intentar
una proyección de la teoría de Binswanger tomándolos como “base y fundamento”.
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Proyección de la temporalidad de la existencia frustrada desde los desarrollos
heideggerianos posteriores a la Khere
Si hasta ahora hemos desarrollado la experiencia de Ludwig Binswanger con el
Daseinsanalyze considerando la Daseinsanalytik heideggeriana como su base y
fundamento acerquémonos ahora a la filosofía de Martin Heidegger luego del viraje –
Khere- para luego intentar una proyección hacia el Daseinsanalyze.
1. El “ofrendarse” del tiempo desde el acaecimiento apropiador
La filosofía heideggeriana de Ser y Tiempo pensaba al ser, como ya hemos mencionado,
desde una perspectiva horizontal-trascendental. Perspectiva que parte del estado de yecto
del Dasein, quien asumiendo su yecticidad –proyectando sus posibilidades sobre el
trasfondo de su finitud-, comprende de acuerdo a esas posibilidades al ente en su
conjunto71. Esta comprensión trasciende el ente hacia su sentido, en tanto al proyectarse
el Dasein conforma el mundo en el cual el ente es de determinado modo.
En este segundo período, según aclara Garrido Maturano: “Heidegger reinterpreta la
Geworfenheit como la yección (Zuwurf) del ser y el proyecto (Entwurf) de sentido como
una respuesta a esa yección”72. Heidegger comprende ahora la yecticidad como el modo en
que el ser en su acaecer se yecta al Dasein, quien es el único ente capaz de comprender esa
yección, único capaz de empuñarla y proyectarla. De modo que, luego del viraje, no se le
pide al Dasein una “resolución activa”, sino “entrega”, apertura a la yección del ser. La
proyección de aquella yección en el todo del ente, podrá hacerla el Dasein sólo en
“correspondencia” con el modo en que el ser se le ha yectado en el mismo todo del ente.
En este sentido Garrido Maturano señala que sin en los desarrollos propios a Ser y Tiempo
se hacía hincapié en el movimiento de proyección de sentido por parte del existente,
después de la Khere, el acento cae sobre la yección del ser como “origen último” que
posibilita
“toda proyección de un determinado sentido del ente en totalidad”73. La
copertenencia de la yección acaeciente-apropiante del ser y de la proyección acaecida-
71
Cfr. GARRIDO MATURANO, A. El tiempo entre el cosmos y el abismo. Observaciones acerca de la
relación entre tiempo originario y tiempo cósmico en la filosofía heideggeriana posterior al viraje. Escritos
de Filosofía, 399-427; 43 (2003) 401.
72
Ibídem, 402.
73
Ibídem.
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apropiada de esa yección por el Dasein constituye la estructura del acaecimiento74 –
Ereignis75- .
En la conferencia Tiempo y Ser76 Heidegger señala que se da –es gibt- el ser, y que se da el
tiempo77. En estos desarrollos el ser es comprendido dentro de la lógica del “don”, la
donación del tiempo es mentada con la palabra alemana reichen que significa: “extender”,
“alcanzar”; pero también en el sentido que más nos interesa: “ofrendar”78. Heidegger
visualiza esta extensión del tiempo, este despliegue original del tiempo, como “extensión”
e insiste en la función esclarecedora que tiene ese despliegue.
El tiempo no se encuentra en la medición de los sucesos, sino en el acaecimiento mismo de
los sucesos y para ello es necesario “alguien” a quien le acaezcan y que se dé un “estado de
cosas”. Es decir alguien dispuesto a recibir el “don”, el Dasein. Así, el tiempo tiene que ver
con el modo en que se va haciendo presente lo que se hace presente. Un presente que no es
algo “en” lo cual los sucesos se hacen presentes, sino la presencia misma de las cosas79.
En Ser y Tiempo había sido especialmente analizada la temporalidad, o imbricación del
presente, pasado y futuro; como estructura constitutiva de la existencia pero ahora y desde
la conferencia Tiempo y Ser se habla más en términos de tiempo que de temporalidad. El
punto de referencia no es el Dasein sino el ser, cuyas modalidades de necesidad,
imposibilidad,
posibilidad
o
contingencia
implican
evidentemente
temporalidad
ontológica.
Como ya hemos mencionado, desde la perspectiva horizontal-trascendental la esencia del
Dasein se determinaba como cura –Sorge- y la unidad de la estructura de la cura como
temporalidad. Como también hemos mencionado la temporalidad constituye así, la unidad
de los tres fenómenos originarios del futuro, pasado y presente; respectivamente: advenir,
sido y presentar. Por lo que Heidegger señala que: “A este fenómeno unitario de esta
74
Cfr. Ibídem.
Respecto de la cuestión acerca de la diversidad de traducciones y la pertinencia de cada una de ellas sobre
el término Ereignis, preferimos utilizar la misma palabra en idioma alemán, custodia de todos los posibles
significados y proyecciones que ella encierra, y cuando fuese necesario utilizarla en español creemos en la
opción de traducción que propone Manuel Garrido en la Introducción a Tiempo y Ser, donde traduce Ereignis
por acaecimiento apropiador. Cfr. GARRIDO, M. Introducción. Los vericuetos de Heidegger: de Ser y
Tiempo al “Acaeciemiento Apropiador” en HEIDEGGER, M. Tiempo y Ser. Trad. Manuel Garrido et alt.
(Madrid: Tecnos, ³2001), 16-17.
76
HEIDEGGER, M. Tiempo y Ser. Trad. Manuel Garrido et alt. (Madrid: Tecnos, ³2001).
77
Ibídem, 24-25.
78
HEIDEGGER, M. Op. Cit, 32.
79
Cfr. Ibídem, 31.
75
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forma, como ‘advenir presentante que va siendo sido’ lo llamamos temporalidad”80. De
modo que la temporalidad consiste en el temporaciarse el Dasein. Así entendida, la
temporalidad en cuanto constituye un dinámico extenderse fuera de sí e “interpenetrarse”
de las dimensiones de la temporalidad, reviste un carácter extático. Por lo que el Dasein es
originariamente “fuera de sí”: “en el estado de abierto del ser”. De lo que se sigue que los
diferentes “éxtasis” de la temporalidad son los modos por los cuales el ser del existente es
desplazado hacia el ahí –da-, hacia el “estado de abierto del ser”.
Garrido Maturano sostiene que es éste el punto en que puede verse la conexión en el
tratamiento de la “temporalidad” en ambas etapas del pensamiento de Heidegger, y señala
que “el estado de abierto” del ser en Ser y Tiempo es el modo en que el ser “acaece” en el
todo del ente en función de cómo el Dasein proyecta su yección81. Por lo que el mismo
autor agrega: “Así comprendido, el estado de abierto es equiparable a la verdad del ser”82.
Verdad que es develada como el ser en su respectivo acaecer, acaecer que se da en el
marco de la co-pertenencia de yeccion-acaeciente y proyecto-acaecido, constitutiva de la
estructura misma del Ereignis.
Garrido Maturano nos conduce al nexo de esta relación al señalar que así como se da este
nexo entre la verdad del ser y el “estado de abierto” del ser puede también encontrarse un
nexo en el tratamiento de la temporalidad como el estar fuera de sí –extático y original- en
la “patencia del ser”83.
Y si en el desarrollo anterior al viraje los éxtasis de la temporalidad se consideraban como
“desplazamientos” hacia el estado de abierto del ser, en los Aportes a la Filosofía84
Heidegger considera el “juego-espacio-tiempo” como ensamble de desplazamientosemplazamientos hacia y en la verdad del ser85.
En esta misma obra Heidegger piensa la pro-yección de las posibilidades que hace el
Dasein desde su comprensión del ente, según hemos mencionado en co-pertenencia y correspondencia con el modo en que el ser se le yecta. Y también mencionamos que esta copertenencia entre la yección aceciente-apropiante del ser y la proyección acaecidaapropiada de esa yección por el Dasein “constituye la estructura del –Ereignis-.
80
HEIDEGGER, M. Ser y Tiempo, 354.
GARRIDO MATURANO, A. Op. Cit., 405.
82
Ibídem.
83
GARRIDO MATURANO, A. Op. Cit , 405.
84
HEIDEGGER, M. Aportes a la filosofía. Acerca del evento. Trad. Dina V. Picotti (Buenos Aires:
Almagesto, 2003).
85
GARRIDO MATURANO, A. Op. Cit.,405.
81
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Desde esta nueva comprensión, el tiempo es abordado desde el “acontecimiento
originario”, como “abismo”. Abismo que representa el modo originario en el que se funda
el fundamento, a la manera de un estar-ausente, en el “rehuso”86 del fundamento. El
fundamento originario se “abre como lo que se oculta sólo en el abismo”.
Tanto el espaciar como el temporaciar aparecen como modos en que el ser, como “abismo”, como rehúso, funda el espacio y el tiempo de su acaecer, saliendo fuera de sí para
yectarse al Dasein. Y el modo en que el Dasein despliegue su propio temporaciarse será la
contrapartida de aquél abismo.
Garrido Maturano señala que la yección acaeciente al tiempo desde el abismo como
rehusamiento, se la puede llamar, des-plazamiento87. De esta manera y en tanto
rehusamiento, el abismo puede determinarse como un “triple desplazar temporaciante” en
que se temporaliza el tiempo originario: un triple desplazamiento en que el Dasein recibe
un tiempo que tiene que temporaciar. Son estos tres desplazamientos los que constituyen
las tres dimensiones del tiempo originario: espera, evocación y experiencia; cada uno
relación con el futuro, el pasado y el presente respectivamente.
La esencia de estos desplazamientos se da como “rehusamiento” que señala al ser como lo
“ausente” y abre la posibilidad de la espera, pero también la posibilidad de la evocación del
sido-que-sigue-siendo.
El “vacío” en tanto desplazante de lo venidero y de un sido-que-sigue-siendo constituye el
presente como desplazamiento en el abandono del ser del ente, abandono que “recuerda
evocando” y “aguarda estando a la espera”.
Esta noción de estar a la espera, Heidegger la identifica con la relación del Dasein con lo
advenidero que abre el futuro (el llamado del ser); la evocación: en la relación del Dasein
con lo sido-que-sigue-siendo y que abre la dimensión del pasado (la pertenencia del Dasein
al ser); y finalmente la de experiencia: en la relación del existente con lo que proviene
contra él abriendo el presente en que se encuentra88.
Garrido Maturano señala que:
En esta experiencia del abandono del ser que evoca nuestra pertenencia al
ser y aguarda su llamado es asumido en el instante en su todo estructural el
triple desplazamiento temporalizante al que nos desplaza el acaecimiento
86
HEIDEGGER, M. Op. Cit., 303.
GARRIDO-MATURANO, A. Op. Cit., 412.
88
GARRIDO MATURANO, A. Op. Cit , 417.
87
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del ser en su verdad como abismo. Este triple yectarse desplazante del ser
(como pertenencia, como abandono y como llamado) en el instante no es
otra cosa que el abrir del Sein desde su anunciarse la temporación acaeciente
del tiempo originario…89
Los tres desplazamientos que hemos mencionado encuentran su punto de reunión en lo que
Heidegger llama: el “instante”, y que mienta en el existente el triple estar desplazado a
proyectar –evocando, experimentando y aguardando- en el “instante”, la triple yección
desplazante: el extático estar abierto el Dasein, aguardando el llamado del ser a
temporaciar su tiempo acaecido. Y que Garrido Maturano destaca –siguiendo los Aportescomo “temporación histórica”90.
El “instante” se convierte, según hemos mencionado, en el centro de reunión de los
desplazamientos. Se da como “presente” en el que se consuma la temporación de modo
que aquella experiencia de abandono del ser no queda en la “nada”, por el contrario evoca
la pertenencia del Dasein a lo “sido-que-sigue-siendo” y “está a la espera” del advenidero
llamado del ser. En el “instante” tanto los desplazamientos como los modos de ser
desplazado del Dasein “se dan en su co-pertenencia mutua”, de manera que, en cuanto
instante, el presente, es en relación con los otros dos desplazamientos, “el éxtasis en el cual
se reúnen”91.
Cobra importancia aquí “el presente” como ya mencionáramos al reseñar el darse del
tiempo según la conferencia Tiempo y Ser. El presente como “presencia”, en tanto todo lo
que “atañe”92 al existente está presente en lo que está presente en el ahora. Sólo al Dasein
puede concernirle la presencia de lo presente. Él recibe el tiempo como “don”, del estar
presente de lo presente y a la vez lo presente no es nada sin su presencia.
El presente atañe al existente también negativamente como la “ausencia” de lo presente.
Así los dos modos en que concierne al Dasein el darse del ser, son el de la presencia y el
de la ausencia, en éste último no se abandona el modo de darse del ser, éste sigue estando
presente como pasado o como futuro. En la esencia misma del pasado y el futuro está el
“ponerse al alcance” –Reichen-, la atingencia no está en el Dasein, le es dada. Pero de
parte del Dasein es esperable una “apertura” a dejarse encontrar, una llamada a la que debe
89
Ibídem, 418.
Ibídem.
91
GARRIDO MATURANO, A. Op. Cit, 416.
92
HEIDEGGER, M. Tiempo y Ser, 32.
90
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responder. También cabe señalar que para que se de esa concernencia es necesaria una
“cercanía” de lo que concierne.
El tiempo no se da como algo ente, como algo temporal, sino que es continuo, él mismo es
el mutuo acercarse de las tres dimensiones: el mutuo ofrendarse de presente, pasado y
futuro y, aunque no todos a una vez, presentes en ese ofrendarse. Ese mutuo ofrendarse
constituye el “estar presente”. Puede comprenderse la existencia auténtica en esta
perspectiva como el dejarse concernir, dejar que el mundo, las cosas y los otros le salgan al
encuentro en el sentido más originario. En tanto más tiempo y más espacio tiene es más
auténticamente hombre, en el dejarse concernir y en el des-alejarse.
Volviendo sobre aquél “estar presente”, no se lo puede adjudicar a una de las dimensiones
del tiempo, sino a la unidad de las tres dimensiones del tiempo en el juego con cada una de
las cosas93. De manera que el tiempo auténtico es “tetradimensional”. Heidegger se refiere
a ello con la idea de “juego” –zu-spiel- o inter-juego donde cada una de las dimensiones se
hace presente pre-conteniendo a la anterior o posterior, es decir se esclarecen mutuamente.
Este ofrendarse alcanza al existente de quien reclama su concernencia.
Podemos establecer una relación entre este ofrendarse-desplazante del ser “en el instante”
con el extático abrir del ser desde la temporación acaeciente y en el mismo sentido entre el
estar alcanzado el Dasein por aquél ofrendarse, el que es proyectado en el instante, y el
estar abierto del Dasein por el cual temporacía su tiempo acaecido.
El instante se da como aquél presente esencial en el que se asume el evocante aguardar del
ser. Pero el instante se encuentra ligado a la decisión, la que se asienta allí donde el
rehusamiento del ser permanece apartado como fundamento, y cuya Verdad funda como abismo. Garrido Maturano indica que es este mismo fundar el ámbito de la decisión aquello
para los cual y desde lo cual el tiempo originario se temporacía94. Es en la decisión donde
se asume el triple desplazamiento temporalizante que da al existente un tiempo que el a su
vez tiene que temporaciar desde el muto ofrendársele el pasado, el presente y el futuro.
2. El “instante” como tiempo del “paso” en Binswanger
Al desarrollar los análisis de Binswanger hemos hecho referencia al darse el “paso” –y
también al estancamiento que mienta el no darse- entre elevación y caída; ser soñante y ser
despierto; y asimismo entre los distintos “mundos”. Este paso o “tránsito”, como también
93
94
Ibídem, 34.
GARRIDO-MATURANO, A. Op. Cit. 417.
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hemos mencionado, signado por el sentimiento de la “angustia” –“no saber qué le ocurrió-,
“despierta” a la existencia y conduce al existente a su estado de “resuelto”. El existente
asume su yecticidad.
Binswanger señala que este “despertar” se da en un “instante insondable”95, que pone
delante del existente su ser histórico. Y en una clara diferenciación entre un estado y otro,
señala que “despierto” el existente hace “biografía”, la de su propia vida. Cabe recordar
aquí la diferenciación entre “biografía”96, propia del existente “despierto”, o en términos
heideggerianos “abierto”; y el hombre como “función vital” –propia del sueño- donde el
existente no asume, no decide ni resuelve.
Pero Binswanger agrega que el “tránsito” entre un estado y otro –ensueño y vigilia- que se
dan en el “insondable instante” está en lo “infinito”, puesto que como él señala, “no
sabemos dónde empiezan sueño y vida”97, y termina reconociendo lo insondable y abisal
del transcurso de la propia vida. Si éste “tránsito” está ajeno a la “espontaneidad” del
existente quien sin saber “qué le ocurre” se encuentra ante lo que se le “presenta” y debe
acoger, podemos expresar este “insondable instante” en que se da el “paso”, en términos
heideggerianos, remitiéndonos a la estructura misma del Ereignis, en la que se da la copertenencia entre la yección acaeciente-apropiante del ser y la proyección acaecidaapropiada de esa yección por parte del existente. Por lo que podemos pensar la
temporación del Dasein y su “volverse historia” como un proyectar a la manera en que el
ser temporacía su yección que acaece.
Podemos pensar el carácter “abisal” del “insondable instante”, como ese modo originario
en que se funda el fundamento desde el “rehusarse” del mismo fundamento. De manera
que lo “infinito” mienta el “hacerse abismo” del fundamento. En el estar-ausente, que el
Dasein experimenta desde el abandono del ser, se abre la posibilidad de esperar y aguardar
al ser como así también de evocarlo como sido-que-sigue-siendo. La espera, la evocación,
y el experimentar el abandono del ser señala la manera en que el Dasein se relaciona con el
abismo -en tanto rehusamiento- que se determina como “desplazamiento temporaciante” en
el cual el Dasein temporacía el tiempo.
95
BINSWANGER, L. Ensueño y existencia, 87.
Cfr. BINSWANGER, L. Función vital e historia vital interior, 52.
97
L. BINSWANGER, Ensueño y existencia, 88
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El “instante” está constituido por aquella consumación de la temporación, como
congregación de los tres desplazamientos en su co-pertenencia con los modos de ser
desplazado del Dasein.
Y aunque el tránsito y el “instante” que Binswanger piensa está “situado” aún en la misma
yecticidad del Dasein, podemos intentar una proyección de la resolución del Dasein en el
instante, pero ahora como “acogida” a la yección del ser.
Binswanger señala que sólo al enfrentar la resolución “al tránsito”, el existente “hace
algo”, ese hacer estaría signado ahora por la apertura y recepción de lo que se le extiende y
ofrenda –Reichen-; aguardando, evocando y experimentando. Aguardando la “llamada”
del ser, evocando la pertenecía al ser-sido-que-sigue-siendo y experimentando el abandono
del ser.
Es en el instante, desde el presente como presencia, donde se asume la relación entre el
Dasein y aquél ofrendarse acaeciente-apropiante del ser. Presencia, que según hemos
mencionado, reúne todo lo que atañe a la existencia en lo que está presente y que tanto en
el modo de estar ausente como de estar presente contiene el pasado y el futuro.
Como “receptor” del tiempo el existente podrá liberarse de la existencia “frustrada” y de su
temporalidad, “abriéndose” a la presencia de lo que se le hace presente. El existente es
tiempo, no puede dejar su relación originaria de lo yecto y pro-yectado. En su apertura y
acogida al ofrendarse acaeciente-apropiante del ser, en la apertura al “tránsito” en el
instante, el existente de la existencia frustrada puede liberarse de aquella fractura que lo
“esquizofreniza” y puede ya “hacer algo”, puede hacer y comprender-se como historia.
Intentemos una breve proyección de la temporalidad de la existencia frustrada, partiendo
desde su imposibilidad de reconocer la “caída”, de dar el “paso” y de acceder al instante.
De manera que desde esta nueva comprensión la temporalidad de la existencia frustrada
podría pensarse como aquella que persiste en la “fractura”, mentada ésta última ahora en la
imposibilidad no en un hacer tal o cual del Dasein, la fractura ahora no estaría mentada por
la estaticidad de en uno de los éxtasis –como hemos señalado al hablar de la temporalidad
de esta forma particular de la existencia- sino en permanecer en el estado de “no-abierto”
al “instante”.
El existente persistiría en una forma frustrada de existencia y de temporalidad, por su “no
acogida” al ofrendarse acaeciente-apropiante del ser, el instante que ahora pierde su
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dimensión de “insondable” y de “abismo”, es ante la presencia inmediata de tal existente
sólo una cáscara vacía, otro “ahora”, vacío de todo contenido y de todo “don”.
Finalmente al no poder acoger aquello que en el acaeciente-apropiante ofrendarse del ser
se le extiende, tampoco podría reconocer la unidad de los tres desplazamientos en el
“instante”, privándose a sí mismo de su posible comprensión como tiempo e historia.
Conclusión
Desde nuestro doble interés psicológico-filosófico en el abordaje de la temporalidad de las
formas “frustradas” de la existencia, el abordaje de ambos autores ha resultado sumamente
enriquecedor desde su propia complejidad.
Los desarrollos del Daseinsanalyze representan una lectura deudora de las concepciones de
Heidegger en Ser y Tiempo, lo que creemos haber podido reseñar en el punto inicial.
Asimismo puede verse esta relación en su concepción de “temporalidad” y en la propia de
la existencia “frustrada” desarrollos que permiten ponerse en relación con los propios
heideggerianos, a saber: la estructura del Dasein como “cura” y como temporalidad.
El abordaje de la concepción del tiempo y la temporalidad en Heidegger luego del “viraje”
–Khere-, y la novedad que representa la perspectiva en la yección acaeciente-apropiante
del ser y la relación del Dasein con el ser en su apertura inaugurante; nos permitió acceder
desde este “fundamento” a una proyección del “instante” como ámbito para el “trayecto”
en la relación de aquél con el “insondable instante” mentado por Binswanger. Lo
“insondable” de ese instante pudo contemplarse desde el “abismo” del acaecimiento
originario, abismo fundante en tanto yecta desde su unidad originaria el modo en que el
Dasein experimenta el temporaciarse del tiempo.
El Dasein espera, evoca y experimenta, cuando resuelve intervenir en el decurso de los
acontecimientos en el “instante insondable”, ámbito en que se reúne la experiencia del
abandono del ser evocando la pertenencia a lo “sido-que-sigue-siendo” y aguardando la
llamada del ser. Instante en que el tiempo se hace historia, y señala una respuesta del
existente por medio de la que asume la historia del mismo acaecer del ser.
Desde esta comprensión del tiempo del “paso” en el instante, nuestra proyección de la
existencia “frustrada” y de su posible modo temporal, signada por el cerrarse a la espera, a
la evocación y al experimentar la yección acaeciente-apropiante del ser, en la “ofrenda”,
creemos pude profundizarse más aún de manera que no sólo permita considerar mejor estas
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perspectivas sino que, según nos parece, contiene un carácter particularmente iluminador
para volver sobre la tan discutida relación entre salud y enfermedad.
Referencias
BINSWANGER, L. Analítica existencial y psiquiatría en Artículos y Conferencias
Escogidas. Versión española de Mariano Marín Casero. Madrid: Gredos,
1973.
------, La significación de la analítica existencial de Martin Heidegger para la
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