PDF - Revista Clínica Española

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EDITORIAL
Perspectivas y evolución de la SEMI
M. A. González de la Puente
Presidente de SEMI
Hoy, la profesión médica y no solamente la Medicina
Interna se enfrenta a una serie de retos que ponen en
peligro su tradicional rol social. Para mayor exactitud
se puede decir que dicho rol ya ha cambiado de forma irreversible. La evolución tecnológica, el cambio
en las fuerzas sociales, el reconocimiento del derecho
universal a la salud, la globalización o la generalización del acceso al sistema asistencial a través de una
organización despersonalizada han dado lugar a una
transformación revolucionaria del papel del médico
en la sociedad. También se están produciendo grandes cambios en la relación entre el médico, profesional integrado en un sistema asistencial complejo, y dicho sistema: la libertad de prescripción, mediatizada
por la necesidad de controlar el gasto sanitario, el desarrollo de sistemas de acreditación y reacreditación
de servicios y de profesionales, o el progresivo control social a cargo de organizaciones de pacientes cada vez mejor informados son algunos ejemplos.
Nuestra especialidad, además de este cúmulo de factores de desestabilización, ha vivido una experiencia
más: el desarrollo ¿desmedido? de especialidades médicas, lo que ha dado lugar a una serie de reacciones.
En muchos casos los internistas en mejor situación o
disposición para contribuir al desarrollo científico y
quizás en un esfuerzo por establecer cierto paralelismo con las nuevas especialidades se fueron agrupando en torno a nuevas sociedades científicas, muchas
de ellas integradas casi exclusivamente por internistas, con el consiguiente doble efecto: el debilitamiento de la SEMI y la dispersión de esfuerzos que, si bien
han contribuido de forma importantísima al desarrollo científico médico de nuestro país, no han servido
o lo han hecho en escasa medida para reforzar la propia especialidad.
También aquí se están produciendo cambios. La Medicina Interna se articula en dos modelos básicos: el
de quienes practican actividades científicas de alta referencia, más o menos vinculadas a su quehacer asistencial cotidiano, y el basado en la asistencia de pacientes con procesos prevalentes. Ambas opciones
son perfectamente compatibles, tanto que en muchos
casos son ejercidas de forma simultánea o secuencial
por los mismos profesionales.
En los últimos años ha surgido en el seno de la SEMI
un movimiento que sin duda requiere una reflexión.
Las dos opciones referidas han sabido encontrar lugares comunes y al impulso de líderes de opinión se
ha producido, se está produciendo, una auténtica movilización de la sociedad científica, cuyas últimas juntas directivas han sabido impulsar y canalizar.
Uno de los resultados, no quizás el más importante,
está siendo el rediseño del mapa asistencial. Procesos
prevalentes que siempre han sido tratados en su gran
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mayor parte por internistas, pero de forma casi anónima, son ahora reivindicados por nuestra sociedad a
través de sus diferentes grupos de trabajo, lo que ha
dado lugar a no pocas reflexiones acerca de ¿quién
debe tratar...? 1,2, debate ni mucho menos limitado a
nuestro país 3.
Y es que nada de lo dicho hasta ahora es privativo de
España. Abundan las reflexiones en este sentido. Una
de dichas reflexiones supuso un punto de inflexión
por lo singular de su puesta en escena, adecuada a la
importancia de su contenido. Me refiero al documento «Medical professionalism in the new millennium:
a physicians’ charter» que se publicó de forma simultánea en Lancet 4 y en Annals of Internal Medicine 5 y después fue recogido por otras muchas publicaciones científicas. Dicho documento, fruto de una
convocatoria realizada por la European Federation
of Internal Medicine, el American Collage of Physicians-American Society y el American Board of
Internal Medicine, quiso dar respuesta, entre otros, al
hecho de que «el compromiso del médico con su paciente se está viendo confrontado a fuerzas externas...»
Una de tales fuerzas externas es, sin duda, la necesidad de reforzar la propia imagen. Así, en otro documento de la Federación Europea de Medicina Interna 6 se postula acerca de la necesidad de explicar
mejor lo que el internista puede aportar tanto al sistema sanitario como a sus propios pacientes. Pero
con frecuencia la reflexión a la que nos sometemos
los internistas no es acerca de la imagen, sino de la
propia identidad. Podemos encontrar opiniones que
definen la situación actual como caótica 7 o como próxima al crepúsculo de la especialidad 8. El denominador común de todas éstas y otras muchas opiniones
es la evidencia de que cosas muy importantes, determinantes, están cambiando y que es preciso adaptarse positivamente, aunque las opiniones acerca del futuro van desde el más radiante optimismo, basado en
el análisis de la necesidad objetiva de la especialidad 9,
hasta las más distantes y que llegan a apuntar el riesgo de desaparición 10, quizás excesivamente pesimistas, pasando por posiciones intermedias que basan dicho futuro en la renovación 11,12.
Volviendo a la Medicina Interna española, y al margen
de los comentarios precedentes, se trata de una especialidad presente en todos los hospitales de la red pública (2,5 internistas/100 camas o 4 internistas/100
camas si nos referimos solamente a los hospitales comarcales), con una serie de rasgos que le confieren personalidad propia y entre los que podríamos destacar la
visión global del paciente (planteamiento integral de la
asistencia), la continuidad asistencial y la capacidad de
liderazgo de equipos multidisciplinarios 12.
Rev Clin Esp. 2006;206(1):1-2
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GONZÁLEZ DE LA PUENTE MA. PERSPECTIVAS Y EVOLUCIÓN DE LA SEMI
Nosotros, en nuestro entorno más próximo, hemos
entendido la renovación de la especialidad y de la sociedad científica que la representa como un proceso
de armonización. Y es que la actividad profesional se
encamina, en líneas generales, en dos direcciones
complementarias y en muchos casos coincidentes. Ya
se ha dicho algo de ello. Por una parte, las actividades
de alta referencia, que en algunos casos comparten
áreas de conocimiento con determinadas especialidades y que podrían tener en el futuro consideración de
áreas de capacitación específica, modelo de diferenciación acorde con la idea de troncalidad de la Medicina Interna y defendido por la SEMI. Los líderes de
opinión de estas actividades de alta referencia han
puesto su prestigio y parte de su actividad a disposición de la sociedad a través de los Grupos de Trabajo, que tantos y tan brillantes resultados están dando.
La segunda dirección mencionada en el párrafo anterior la constituye la atención a pacientes con procesos
prevalentes. La conforman la mayoría de los internistas. También entre ellos está teniendo lugar un proceso de diferenciación en relación con una serie de propuestas de renovación asistencial 13 que están
cambiando el panorama de nuestros servicios, encaminándolos en cierta medida hacia lo que podríamos
denominar el hospital virtual. El gasto sanitario, de
nuevo el gasto sanitario, y la racionalidad asistencial
han ido sugiriendo la creación de nuevas estructuras
que en su mayor parte han sido lideradas por internistas, desde los servicios de urgencias modernos hasta
las unidades de hospitalización domiciliaria, o las
orientadas al diagnóstico, o los hospitales de día, o las
de estancias cortas o los programas de coordinación
entre niveles asistenciales. El desarrollo de cualquiera
de estas actividades se está haciendo de forma un tanto artesanal. No hay modelo de referencia y cuando
existe es difícil adaptarse al mismo por requerimientos
locales específicos, lo que está posibilitando una serie
de experiencias enriquecedoras que sin duda terminarán conformando una nueva forma de organización.
Así, vemos cómo en algunos centros se ha desarrollado particularmente la actividad que demandan las
interconsultas 14, mientras que en otros se ha puesto
más hincapié en la organización de programas de coordinación entre niveles asistenciales 15,16 o en torno a
procesos asistenciales de entre los que quizás sea el
más paradigmático entre internistas la atención al paciente pluripatológico 17,18, actividades que tratan de
complementar al hospital convencional, como sucede
también con las unidades de hospitalización domiciliaria 13,19 o las orientadas al diagnóstico 20.
Con unos y con otros, la Medicina Interna en su conjunto se postula, como siempre ha hecho, como una
especialidad capaz de liderar la transformación de
nuestros hospitales en una dirección más acorde con
las necesidades sociales del presente y del futuro.
Piedra angular de dicho futuro es sin duda la formación
de nuevos especialistas, cuestión que también requiere
un profundo cambio para el que estamos preparados.
A la redacción de un nuevo programa de formación
MIR a cargo de la Comisión Nacional de la Especialidad se añade el desarrollo de un programa de carácter
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nacional para la formación de Tutores y el diseño de un
nuevo modelo de evaluación de nuestros residentes.
Todo ello dibuja el actual panorama de la Medicina Interna y, consiguientemente, de su sociedad científica
que consciente de la situación descrita está articulando
iniciativas y coordinando esfuerzos para facilitar los
encuentros, el debate, la formación y la investigación.
Para ello la SEMI ha hecho un verdadero esfuerzo por
acercarse al perfil profesional real de la especialidad,
superando su anterior imagen, más vinculada al mundo académico. Y todo ello en una firme apuesta por
la armonización referida antes y que no es sino la
constatación de que las diferentes formas de entender
la Medicina Interna son no sólo compatibles, sino
complementarias, necesarias entre sí.
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