LA FILOSOFÍA HELÉNICA EN MATRIX Gustavo Fernández Quesada Curso: Tendencias y contexto audiovisual actual Docente: Dra. María Lourdes Cortés El fenómeno Matrix, además de ser transmedia, tuvo la particularidad de que fue profundamente intertextual, es decir, en él los Hermanos Wachowski lograron hacer un síntesis de múltiples discursos, antiguos y modernos, para que convivieran dentro de una narrativa con la capacidad de articularlos en función de un resultado original y novedoso. Sin embargo, aceptando que hay influencias orientales y occidentales de diferente procedencia, desde mi primer contacto con la versión fílmica reconocí el marcado dominio de la Grecia clásica, en particular de los filósofos Sócrates y Platón. Trataré aquí de fundamentar esta interpretación. La primera evidencia la encontramos en los mismos nombres de los personajes principales. Neo es un prefijo griego que significa “nuevo” y en la trama viene dado porque quien lo encarna es la esperanza del cambio. Por su parte Morfeo es el Dios helénico de los sueños que, valga decir a modo de analogía, fue castigado por Zeus (el poder supremo) ya que reveló secretos a los humanos, desde el mundo onírico. A la luz de esto último, ambos Morfeos son claramente delatores y conspiradores. Asimismo se dan otras alusiones directas a la Grecia antigua como el nombre de Níobe (otra diosa helénica) quien pilotea en la película la nave The logos, o sea la razón. No obstante, quizá la muestra más contundente, pues nos vincula con los inicios de la filosofía occidental, es el Oráculo que Neo visita junto con Morfeo. Es muy claro que se trata de una referencia directa al Oráculo de Delfos, dedicado por los griegos al Dios Apolo y que era un lugar sagrado previsto para recibir su mensaje, mediatizado por una mujer. 1 Tanto el Oráculo de Delfos como el de Matrix tenían su propia Pitonisa y en ambos figura la frase “Conócete a ti mismo” que ha sido asociada con Pitágoras, Tales de Mileto, Heráclito pero, principalmente, con Sócrates (399 A.C.). Este patriarca de la filosofía occidental, si bien nunca escribió, dejó un legado centrado en el autoconocimiento personal, pues pone su acento en la búsqueda de la verdad como prerrequisito para alcanzar la felicidad y obrar con justicia. De Sócrates también es famoso el aforismo “solo sé que no sé nada”, toda vez que es deber del sujeto abandonar la radical ignorancia y, mediante un exploración interior, hallar su identidad y configurar su virtud. Esto es, en esencia, lo que Morfeo le pide a Neo: llegar a reconocer, mediante un esfuerzo intelectivo, que él es el elegido. Neo estaba sumido en la oscuridad (no sabía nada) hasta que llegaría a conocerse a sí mismo. Platón (427-347 a.C.) Matrix es, en esencia, una recreación del mito de la caverna de Platón, discípulo de Sócrates. Este mito, contenido en el libro séptimo de La República, describe la escena de un grupo de personas que, desde su niñez viven atados con cadenas en una cueva, de espaldas a la entrada y con su mirada puesta en la pared interior. El sol deja pasar su luz por el ingreso de la caverna y en aquella pared se proyectan las sombras de hombres y mujeres que transitan frente a dicha entrada. Los prisioneros creerán que estás sombras son la realidad del mundo y no le concederán razón al hombre que, una vez liberado y en contacto con el exterior, volviese a la caverna para relatar la verdad. Platón creía que nuestra alma proviene de un estado más luminoso, siendo el cuerpo humano su cárcel. Desde esa premisa, consideraba que los sentidos eran una barrera para que el alma contemplara la verdad, es decir, el mundo de las 2 ideas absolutas. A partir de esa lógica señala en el texto que “este cautivo que sube a la región superior y que la contempla, es el alma que se eleva hasta la esfera inteligible”1. La conversión del mito de la caverna a Matrix es automática. El alma de los humanos es engañada haciéndola transitar en un mundo virtual. Lo que sus sentidos ven son las sombras, nunca la verdad. Neo es, por ende, ese cautivo que se despega para subir a la esfera inteligible, es decir, subir al horizonte del logos. Cuando Morfeo convence a Neo de aceptar su propuesta, ocurre en la película un diálogo indiscutiblemente platónico: Morfeo: Matrix es el mundo que han puesto ante tus ojos para que no veas la verdad. Neo: ¿Qué verdad? Morfeo: Que eres un esclavo Neo. Igual que los demás naciste cautivo. Naciste en una prisión que no puedes probar, tocar ni oler. Una prisión para tu mente. Más adelante, cuando Neo despierta en el “mundo real”, lo primero que dice es que le duelen sus ojos, a lo que Morfeo responde: “nunca los habías usado”. Lo mismo dice Platón en el mito, al referirse al hombre que abandona la cueva: “Y cuando llegara a la luz del sol, deslumbrados sus ojos con tanta claridad, ¿podría ver ninguno de estos numerosos objetos que llamamos seres reales (…) Necesitaría indudablemente algún tiempo para acostumbrarse a ello”2. Hay en la filosofía de Platón un vínculo entre el encuentro con la verdad y la libertad, aspecto también muy latente en Matrix. Subyace en ambas narrativas la noción de que la mayor parte de las personas decide mantener su condición de esclavo y nunca salir de la cueva. Es mejor para ellas el confort pasivo de la 1 2 Platón (1986). La República o el Estado. Madrid, Colección Austral, decimoctava edición, p. 208. Idem, p. 207. 3 sumisión, que los riesgos implícitos en la toma de conciencia. Se renuncia a la libertad del alma, a favor de los placeres superficiales del cuerpo. Morfeo lo dice muy claro en un pasaje: “la gran mayoría no está lista para desconectarse” y colabora con el sistema. Desde mi punto de vista este enfoque debe estudiarse con cautela, porque supone como axioma el predominio de verdades absolutas y de realidades ontológicamente superiores. Tal perspectiva es muy útil como herramienta crítica y existencialista, pero también ha sido nefasta por ejemplo desde las religiones y, en particular, desde su influencia dentro del cristianismo, con la famosa frase de Jesús “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), que a la postre menosprecia la vida en la tierra, con la esperanza de un futuro mejor en otra parte. Sin embargo, ese es tema para otro ensayo. Concluyo proponiendo un último paralelismo entre Matrix y la antigua Atenas en el cual, más allá del planteamiento filosófico, ocurre una reproducción de la lógica Maestro-Discípulo, pues Sócrates es a Platón como Morfeo es a Neo. Al final del cuento el discípulo supera a su mentor, hacedor de la ruta. En suma, podemos asegurar que Matrix llega a ser una propuesta de culto precisamente porque recupera un idealismo muy anclado en el mundo occidental y definitivamente muy seductor. Logra además, vincularlo con la vacuidad que impone el capitalismo, acusado por muchos teóricos como carente de alma. Lo interesante aquí es que el consumidor promedio de Matrix disfrute HOY tanto a Platón, como jamás lo haría quizás leyendo La República. 4