EFCA Declaración de Fe con Citas Bíblicas La Declaración de Fe de la EFCA Adoptada por la Conferencia en Junio 26, 2008 (con citas Bíblicas) La Iglesia Evangélica Libre de América (Evangelical Free Church of America - EFCA) es una asociación de iglesias autónomas unidas con las siguientes convicciones teológicas: Dios 1. Creemos en un sólo Dios (Dt. 6:4; Mr. 12:29), Creador de todas las cosas (Gen. 1:1; Sal. 33:6; Jn. 1:3; Col. 1:15-17; Heb. 11:3), santo (Ex. 15:11; Is. 6:3; 57:15), infinitamente perfecto (Dt. 32:4; Job 1:7-10; Sal. 18:30; 50:2; 90:2; 145:3; Mt. 5:48), y el cual existe eternamente (Sal. 33:11; 102:2527; 115:3; Dn. 4:34-35; Jn. 5:26; Hch 17:24-25) en unidad de amor (Jn. 3:35; 17:24; 1 Jn. 4:8,16) en tres personas divinas e iguales (Jn. 17:11; Mt. 3:16-17; 28:19; 2 Co. 13:14; 1 P. 1:2): el Padre (Dt. 32:6; Mt. 6:6; Ro. 8:15; 1 Co. 8:6), el Hijo (Mt. 3:17; Jn. 1:14; 3:16; Gal. 4:4; Heb. 1:5), y el Espíritu Santo (Jn. 14:16, 17, 26; 15:26; 16:7-15; Ro. 8:9, 26; Gal. 4:6). Teniendo conocimiento ilimitado (Sal. 139:1-16; 147:5; Is. 46:10; Jn. 21:17) y poder soberano (Jer. 32:17; Ef. 1:11; Ro. 8:28; 2 Co. 6:18; Ef. 3:20; Ap. 1:8), Dios en su gracia se ha propuesto desde la eternidad el redimir a un pueblo para sí mismo (1 Co. 2:7; Ef. 1:11; 3:10,11; 2 Ti. 1:9; Tit. 1:2; 1 P. 1:20; Ap. 13:8) y el hacer todas las cosas nuevas (Mt. 19:28; Hch 3:21; Ro. 8:19-21; Ap. 21,22) para su propia gloria (Sal. 19:1-2; Is. 43:7; Jer. 13:11; Col. 1:15-23; Ap. 4:11; 5:9-14). La Biblia Creemos que Dios ha hablado en las Escrituras (Mt. 1:22; 4:4; 19:4,5; Heb. 1:1-2), en ambos, Antiguo y Nuevo Testamento (2 P. 3:15,16), a través de autores humanos (Lc. 1:1-4). Como la palabra inspirada de Dios (2 Ti. 3:16; 2 P. 1:20,21), la Biblia no tiene errores en los idiomas originales en los cuales fue escrita (Nm. 23:19; 2 Sam. 7:28; Pr. 30:5; Sal. 119:96, 160; Mt. 5:18; Jn. 10:35; 17:17; Tit. 1:1,2), en donde se revela completamente su voluntad para la salvación (Lc. 16:29-31; Gal. 1:8,9; 2 Ti. 3:15), y la cual será la autoridad principal para juzgar todo pensamiento y comportamiento humano (Jn. 17:17; 1 Ti. 3:15-17; 1 P. 1:23; Sal. 119:44,45,165). Por lo tanto, debe creerse en todo lo que enseña (Mt. 22:29; Ro. 15:4; 2 Ti. 3:16), obedecerse en todo lo que requiere (Mt. 28:20; 2 Tes. 3:14; 1 Jn. 2:5), y confiarse en todo lo que promete (Ro. 1:2; 4:21; Heb. 10:23; 2 P. 1:4; 3:13). La Condición Humana Creemos que Dios creo a Adán y a Eva a su imagen (Gn. 1:26-27; 5:1; 9:6; 1 Co. 11:7; Col. 3:10; Stg. 3:9), pero que pecaron cuando fueron tentados por Satanás (Gn. 3:1-6; Jn. 8:44; Ro. 5:12-14; 16:20; 2 Co. 11:3; 1 Ti. 2:13-14). En unión con Adán (Job 14:4; Ps. 51:5; Jn. 3:6; Ro. 3:12; 5:12-14; 1 Co. 15:22a; 1 Jn. 1:8), todos los seres humanos son pecadores por naturaleza y por elección (Gn. 6:5; Jer. 17:9; Is. 6:5; Rm. 5:15; 8:5-8; Ef. 2:1-2; 4:17-19), estando bajo su ira (Ro. 1:18, 2:5; 3:9-19; 3:23; Ef. 2:3). Solo a través del sacrificio de Jesucristo (Hch 4:12; 1 Ti. 2:5) podemos ser rescatados 1 EFCA Declaración de Fe con Citas Bíblicas (1 Tes. 1:10), reconciliados (Ro. 5:1, 2,10; Col. 1:20) y renovados (Ro. 8:29; 2 Co. 3:18; Ef. 4:24; Fil. 3:21; 1 Jn. 3:2). Jesucristo Creemos que Jesucristo (Mt. 1:21; 16:18) es Dios encarnado (Jn. 1:14, 18; 1 Jn. 4:2), totalmente Dios (Is. 9:6; Jer. 23:6; Jn. 1:1; 20:28; Ro. 9:5; Col. 2:9) y totalmente hombre (Mt. 4:2; Lc. 2:40, 52; Jn. 11:35; Heb. 5:7-8; 1 Jn. 1:1-3), una persona con dos naturalezas (Jn. 3:13; 10:30; 17:5). Jesús el Mesías prometido a Israel (Gn. 3:14-20; 12:1-3; 49:8-12; 2 Sam. 7:11b-16; Mt. 1:1, 17; Lc. 4:16-22; 24:25-27; Jn. 1:41; 4:25-26; Hch 2:36; 13:23,32; Ro. 1:2-3; 2 Ti. 2:8,9)- fue concebido por el Espíritu Santo (Mt. 1:18; Lc. 1:34,35) y nacido de María la virgen (Is. 7:14; Mt. 1:20; Lc. 1:34,35). Vivió una vida sin pecado (Ro. 5:19; Gal. 4:4,5; Mt. 3:15; Fil. 2:7,8; Heb. 4:15), y fue crucificado bajo Poncio Pilato (Dt. 21:23; Sal. 16:10; Mt. 27:26; Mr. 15:15; Lc. 23:16; Jn. 19:16; Hch 2:27, 37), resucitó corporalmente de entre los muertos (Mt. 28:1-10; Mr. 16:1-8; Lc. 24:39; Ro. 4:25; 1 Co. 15:20, 44-45; Col. 1:18; Ap. 1:5), y ascendió al cielo (Lc. 24:51; Hch 1:6-11; Ef. 1:20; 4:8-10; 1 Ti. 3:16) en donde se encuentra sentado a la derecha del Padre (Ef. 1:20; Col. 3:1; Heb. 1:3; 8:1; 10:12; 1 P. 3:22) como nuestro intercesor (Ro. 8: 34; Heb. 7:25; 9:24; 1 Jn. 2:1) y sumo sacerdote (Heb. 2:17; 3:1; 4:14; 6:20; 8:1). La Obra de Cristo Creemos que Jesucristo, como nuestro representante (Gn. 2:15-17; Mt. 4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:113; Ro. 5:18-19; 1 Co. 1:30; 15:45, 47; Fil. 3:9) y sustituto (Mr. 10:45; Heb. 2:16-17; 1 P. 2:24; 3:18), derramó su sangre en la cruz (Lv. 17:11; Mt. 26:28; Heb. 9:14, 22; 10:19; 1 P. 1:18-19; Ap. 12:10-11) como el perfecto, y suficiente sacrificio (1 Co. 5:7; Heb. 9:23-24, 26, 28; 10:1; 13:11, 12) por nuestros pecados (Is. 53:5-7, 12; Jn. 1:29; Ro. 3:21-26; 2 Co. 5:21; Gal. 3:13; 1 Jn. 3:5). Su muerte expiatoria (Ro. 3:25; Heb. 2:17; 1 Jn. 2:2; 4:10) y Su victoriosa resurrección (Col. 1:13; 2:13-15; Heb. 2:14-15) constituyen la única base para la salvación (Ro. 4:25; 6:4, 11, 14; 1 Co. 6:14; 15:20; 2 Co. 4:14; Ef. 1:19-20; 2:5-6; 1 P. 1:3). El Espíritu Santo Creemos que el Espíritu Santo, en todo lo que hace, glorifica al Señor Jesucristo (Jn. 16:14). Él convence al mundo de su culpabilidad (Jn. 16:8; 1 Co. 2:14), regenera al pecador (Ez. 36:25-27; Jn. 3:3, 5; 1 Co. 12:3; 2 Co. 5:17; Ef. 2:5; Col. 2:13; 1 Ts. 1:4-5; 2 Ts. 2:13; Tit. 3:5; Stg. 1:18; 1 P. 1:3), y en él las personas son bautizadas (Mr.3:3 1:8; Hch 1:5; 1 Co. 12:13) en unión con Cristo (Ro. 3:24; 5:15-21; 12:5; 1 Co. 1:2; 5:19; 15:22b; 2 Co. 5:17; Gal. 1:22; 2:17; 3:28; Ef. 1:4; 2:12; 3:6; 4:32; 2 Ti. 2:10; 1 Ts. 4:16) y adoptadas como herederos (Ro. 8:15, 23; 9:4; Gal. 4:5; Ef. 1:5; Tit. 3:7) en la familia de Dios (Mt. 12:49-50; 2 Co. 6:18; Ef. 3:14; 1 Jn. 3:14-18). El también habita (Jn. 14:17; Ro. 8:11; 1 Co. 3:16), ilumina (1 Co. 2:2; 2 Co. 4:4-15; Ef. 1:17-19; Fil. 1:9-11), guía (Jn. 16:13; Hch 15:28; Ro. 8:4, 14; Gal. 5:16, 18), equipa (Ro. 12:4-8; 1 Co. 12: 4-10; Ef. 4: 7-11; 1 P. 4:10-11) y da poder (Hch 1:8; 10:38; Ro. 15:13; 1 Co. 12:11; Ef. 3:16; 2 Ti. 1:7) al creyente para vivir una vida de servicio a semejanza de Cristo. (Hch 6:8; Ro. 8:4-6, 12-16; 2Co. 13:14; Gal. 3:3, 5; 5:22-23, 25; Ef. 2:22; 4:3; Fil. 2:1-2). La Iglesia Creemos que la iglesia (Mt. 16:18; 1 Cor. 12:28; Ef. 4:4-6; 5:25; Heb.12:28) está constituida por todo aquel que ha sido justificado por la gracia de Dios sólo través de la fe y sólo en Cristo (Sal. 103:12; Is. 44:22; Jn. 3:16; Hch 16:31; Ro. 3:20-28; 4:3; 5:1, 21; 8:1, 30, 33-34; 10:4, 9; 2 Co. 5:21; Gal. 2:16; Ef. 2:8-9; Fil. 3:9; Tit. 3:7; Heb. 10:14). Ellos han sido unidos por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12-27), del cual él es la cabeza (Ef. 1:22-23; 4:15-16; Col. 1:18; 2:19). La verdadera iglesia se manifiesta en las iglesias locales (Hch 9:31; 20:28-30; Ro. 16:5; 1 Co. 2 EFCA Declaración de Fe con Citas Bíblicas 1:2; 16:19; 2 Co. 1:1; 1 Ts. 1:1; Flm. 1-2), en las cuales sus miembros deben ser creyentes (Mt. 18:15-20; Acts 2:41, 47; 14:23; 20:7; 1 Co. 1:2, 9; 11:20; 12:13; 14:40; 16:1-2; 1 Ti. 3:1-13; 5:9; Tit. 1:5-9; Heb. 10:25). El Señor Jesucristo mandó dos ordenanzas, bautismo (Mt. 28:18-20; Ro. 6:3-4; Col. 2:12) y la mesa del Señor (Mt. 26:26-29; Mr. 14:22-25; Lc. 22:15-20; 1 Co. 11:23-26), las cuales visible y tangiblemente expresan el evangelio. Aunque no son los medios para la salvación, cuando la iglesia las celebra en genuina fe, éstas confirman y nutren al creyente (Jn. 6:55-56; Hch 2:38; 8:39; 16:34; 1 Co. 10:16; 11:29-30; Col. 2:12). Vida Cristiana Creemos que la gracia justificadora de Dios no debe de ser separada de su poder y propósito santificador (Mt. 7:17-18; 12:33, 35; Heb. 11:6; Eph. 2:10; 1 Co. 10:31; Col. 3:17, 23; 2 Ts. 2:13; 5:23; 2 Co. 5:17; 1 Jn. 2:29; 3:9; 5:18; 2 Co. 3:18; Tit. 3:5; 1 Co. 6:11; Ro. 6:11, 14; 1 P. 1:15; Fil. 2:12-13; Heb. 12:1, 14; Ro. 6; 2 Ti. 1:9; 1 P. 2:24; 2 P. 1:3-11). Dios nos ordena amarlo por sobre todas las cosas y a nuestros semejantes sacrificialmente (Dt. 6:5; Lev. 19:18; Mt. 22:37-39; Mr. 12:30; Lc. 10:27), y a vivir nuestra fe con compasión (Ro. 12:10; 14:13; 15:7, 14; Gal. 5:26; Ef. 4:32; 1 Ts. 3:12; 5:11, 15; Heb. 10:24-25; 1 P. 4:9), por los pobres (Dt. 15:11; Sal. 82:3,4; 140:12; Pr. 14:21,31; 19:17; 22:9,16,22,23; 28:8; 29:7; 31:8,9; Jer. 22:16; Gal. 2:10) y con justicia para los oprimidos (Ex. 23:6; Lev. 19:15; Sal. 82:3,4; 140:12; Pr. 29:7; 31:9; Is. 1:17; Jer. 9:24; Mi. 6:8; Zac. 7:9,10; Mt. 23:23; Lc 4:18). Con la palabra de Dios, el poder del Espíritu, y la ferviente oración en el nombre de Cristo, podemos combatir las fuerzas del mal (Ef. 6:10-18; Heb. 3:13; 10:25; 2 Co. 10:3-5; Ef. 6:11, 12; 2 Ti. 4:7; 1 Jn. 5:3-4). En obediencia a la comisión de Cristo, debemos hacer discípulos de entre todos los pueblos (Mt. 28:19; Jn. 20:21; Ap. 7:9), siempre dando un buen testimonio del evangelio (Hch 1:8) tanto en obra como en palabra (Mt. 5:13-16). Retorno de Cristo Creemos en el retorno personal, corporal (Mt. 24:30; 26:64; Hch 1:11; Ap. 1:7) y premilenial (Ap. 20:1-10) de nuestro Señor Jesucristo (Mt. 25:31; Tit. 2:13; 2 Ts. 1:6-8; Ap. 19:11-21). Esta venida del Señor, de la cual el momento es sólo sabido por Dios (Mt. 24:36; Mr. 13:32), demanda una constante expectación (Mt. 24:42-51; Ro. 13:11- 14; 1 Ts. 5:1-11; Stg. 5:8,9; 2 P. 3:10-14; Ap. 3:3) y, es nuestra bendita esperanza (Tit. 2:13), que nos motiva a vivir una vida justa y sacrificial al servicio y a la misión (2 Ts. 1:6-8; 2 Ti. 4:8; Tit. 2:14; Heb. 9:28; 1 Jn. 3:2-3; 2 P. 3:10-14). Respuesta y Destino Eterno Creemos que Dios ha ordenado a todos, en todo el mundo (Hch 17:30; 20:20), a creer el evangelio (Mr. 1:15; Jn. 6:29; 8:24; 11:26; 14:1; 20:31; Hch 16:31; Ro. 3:22; 10:14; Gal. 3:22; 1 Ti. 1:16; 1 P. 1:8; 1 Jn. 3:23) por medio del arrepentimiento (Is. 55:6-7; Lc. 24:47; Hch 2:37-38; 3:19; 14:15; 17:30; 20:21; 26:17,18; Ro. 2:4; 2 Co. 7:9-10) y por medio de recibir al Señor Jesucristo (Jn. 1:12). Creemos que Dios resucitará corporalmente (Is. 26:19; Dn. 12:2; 1 Co. 15; 1 Ts. 4:13-18; Ap. 20:13) a los muertos y juzgará al mundo (Ec. 12:14; Mt. 12:36; 26:31-32; Hch 17:31; Ro. 14:10; 2 Co. 5:10; 2 Ti. 4:1; Ap. 20:12), asignando al no creyente a la condenación y al tormento eterno (Mt. 25:46; Lc. 16:26; 2 Ts. 1:9; Ap. 14:11; 21:6,8; 22:14,15) y al creyente a una bendición eterna en regocijo con el Señor (Mt. 25:34, 46; Jn. 14:2; Ap. 21:1-3), en la nueva tierra y en el nuevo cielo (Is. 65:17; 66:22; Ro. 8:19-21; Heb. 12:26;27; 2 Pe. 3:13; Ap. 21:1; 22:3), para alabanza de su gloriosa gracia (Ef. 1:6, 12). Amén. 3