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NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015, es una publicación electrónica semestral editada por la Universidad Iberoamericana, A. C. Domicilio de la publicación: Departamento de Arte de la
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LA IRONÍA COMO ESTRATEGIA
ARTÍSTICA DE RESISTENCIA
5
NOTA EDITORIAL
Dina Comisarenco Mirkin
7
PRESENTACIÓN
Marian de Abiega Forcen
10
ARTÍCULOS TEMÁTICOS
Lo carnavalesco, lo cómico y lo irónico en los Caprichos
de Goya
Ma. del Pilar Aja Pérez
29
La ironía y el ritual en la obra de Alfred Schnittke: recuperando el
imaginario cultural y la ilusión de la “música clásica”
Emilia Ismael Simental
39
La ironía de Marcel Duchamp y la heroína de Leopold
von Sacher-Masoch
Karina Alvarado Matteson
50
El Museo Salinas o la ironía como táctica alternativa
de participación política
Ximena Escalera Zamudio
66
Gestos simples de subversión: conocimiento situado en la obra de
Ale de la Puente y Alyce Santoro
Mariana Pérez Bobadilla
75
A gozar con la globalización, si nos parece… La ironía en la obra de
Nelson Leirner (Brasil) y Abel Barroso (Cuba)
Olga Rodríguez Bolufé
86
PERSPECTIVA CRÍTICA
La gran trampa mexicana de Daniel Lezama. Alegoría, ironía, identidad y sacrificio en la era de la ensoñación
Sergio Rodríguez-Blanco
106 Archivos postcoloniales, raza y escrituras del cuerpo.
Del filme La Venus Negra a las grafías visuales de Belkis Ayón
Yissel Arce Padrón
118 ENTREVISTA
Eduardo Abaroa
Marian de Abiega Forcen
123 RESEÑAS
A veces el arte contemporáneo puede volverse pintura y a veces la
pintura puede volverse arte contemporáneo: Francis Alÿs, Relato
de una negociación
Tonatiuh López Jiménez
128 Libros de arte: la colección delirante
Karla Noguez
133 Testimonio de perseverancia: Las cuatro estaciones del
muralismo de Raúl Anguiano de Dina Comisarenco Mirkin
Roberto Rosique
138 DOCUMENTOS
La ironía feminista de Christine de Pisan: algunos fragmentos de
Le Livre du Duc des Vrais Amants (1404)
María Luisa Durán y Casahonda Torack
144 Caricatura política: progresos de la República Mexicana, 1829
Rocío Arce Casas
149 Cincuenta tonos de güera
Alejandra Junco
150 #ArtMeme: nuevos discursos y consumo de arte
Ana María Torres Valle Pons
Nota editorial
La ironía como estrategia
de resistencia
La figura retórica conocida como “ironía”, que a grandes rasgos consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender, es un recurso expresivo que a través del tiempo ha
permitido a los artistas de distintas épocas y lugares resistir y encontrar salidas humorísticas,
que ponen de relieve y nos permiten sobrevivir a muchas de las graves problemáticas
sociales que han caracterizado a la historia de la humanidad. Este nuevo número de Nierika.
Revista de Estudios de Arte se lo debemos a nuestra coordinadora invitada, Marian de Abiega,
frecuente colaboradora de la publicación, quien propuso este muy significativo tema. Nuestro reconocimiento para ella y para el distinguido grupo de colaboradores que respondieron a la convocatoria desde sus respectivos campos de especialidad, y que a través de una
gran variedad de temáticas y abordajes metodológicos demostraron la ubicuidad y significación de la ironía como estrategia de resistencia. Nuestro reconocimiento también para los
dictaminadores que, con sabiduría y generosidad, emitieron sus valiosos comentarios que
sin duda han contribuido a la riqueza y profundidad de los textos que aquí presentamos.
Este nuevo número comienza en el siglo xviii, con el estudio de los Caprichos de Francisco de Goya, a cargo de María del Pilar Aja Pérez; pasa por la icónica y controversial figura
de Marcel Duchamp con la interpretación de la figura de Leopold von Sacher-Masoch escrita
por Karina Alvarado Matteson; y, finalmente, también se hacen presentes los estudios de
artistas contemporáneos de distintos ámbitos y lugares como Ale de la Puente (México)
y Alyce Santoro (Estados Unidos) a cargo de Mariana Pérez Bobadilla; y de Nelson Leirner
(Brasil) y Abel Barroso (Cuba) en la pluma de Olga María Rodríguez Bolufé. Para concluir la
sección de artículos arbitrados se incluye además el impacto de la ironía en la música, con
la obra de Alfred Schnittke analizada por Emilia Ismael Simental; y la museografía, con el
caso de el Museo Salinas en el artículo de Ximena Escalera Zamudio. Como es claro, el conjunto de textos reunidos aquí nos invitan a reflexionar, a seguir construyendo una codesplegado tanto por los autores de los objetos de estudio analizados como, en la mayoría de
los casos, por los académicos de los textos aquí presentados.
En la sección “Perspectiva crítica” incluimos dos interesantes y muy relevantes artículos:
uno a cargo de Yissel Arce Padrón sobre La Venus Negra, de Abdellatif Kechiche, y las grafías
visuales de Belkis Ayón en relación a el cuerpo femenino y las marcas raciales analizadas
desde la perspectiva de los estudios postcoloniales; el otro, escrito por Sergio RodríguezBlanco, analiza la pintura La gran noche mexicana (2005), del artista contemporáneo Daniel
Lezama, con todos sus complejos códigos de representación en los que reaparece el tema
de la ironía, al que dedicamos el presente volumen como si se tratara, en palabras del
autor, de “un gran trampantojo pictórico en la época de la ensoñación de la publicidad, la
imagen digital y las redes sociales.”
El tema de la ironía ha traspasado también algunos textos de nuestra sección de
artículos no arbitrados, comenzando por la entrevista llevada a cabo por Marian de Abiega
al artista plástico y escritor mexicano Eduardo Abaroa, en donde se exploran algunas de las
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
munidad abierta al debate intelectual y, en este caso, también a reir a través del humor
6
ricas relaciones entre la teoría y la práctica artística en su obra; aparecen también dos rese-
nierika
ñas: una sobre la exposición Relato de una negociación, del artista Francis Alÿs, en el museo
E D I T O R IA L
Rufino Tamayo escrita por Tonatiuh López Jiménez a modo de sensible reflexión sobre la
situación de la pintura en el mundo actual; y el muy irónico texto de Karla Noguez sobre
el coleccionismo de libros de arte inspirado por la obra del artista mexicano Oscar Cueto,
presentada en el Museo Carrillo Gil. En la sección dedicada a documentos nos remontamos
al feminismo avant la lettre y a la ironía del texto Le Livre du Duc des Vrais Amants (1404), de
Christine de Pisan, seleccionado por María Luisa Durán y Casahonda Torack; a la caricatura
titulada Progresos de la República Mexicana (1829) analizada por Rocío Arce Casas; el cuento
de Alejandra Junco, Cincuenta tonos de güera, con el que nos inauguramos en la expresión
literaria contemporánea, como prueba de que nuestra apuesta editorial no sólo es la crítica
y la academia, sino la creatividad y la imaginación que es la base fundamental de nuestro
proyecto; finalmente, terminamos con el texto de Ana María Torres Valle Pons sobre el in­
teresante fenómeno que la autora denomina #ArtMeme, en relación con los nuevos discursos y consumo de arte en Internet que se apropia de obras de la historia del arte universal
para darle un significado humorístico original.
En la sección reseñas incluimos también la del libro titulado Las cuatro estaciones del
muralismo de Raúl Anguiano, de mi autoría, realizada por Roberto Rosique, pues su publicación felizmente coincide con el centenario del nacimiento del maestro, a quien así rendimos, desde las páginas de Nierika. Revista de Estudios de Arte, nuestro más humilde y sincero
homenaje por una trayectoria artística ejemplar.
Dina Comisarenco Mirkin
Editora, Nierika. Revista de Estudios de Arte
nierika.editora@gmail.com
La ironía como
estrategia
de resistencia
7
nierika
PRESENTACIÓN
Nota de presentación
Marian de Abiega
Acercarse a las producciones artísticas para intentar dar cuenta de la condición de lo contemporáneo, sin caer en esencialismos, implica preguntarse por los diversos modos de
relación entre el arte y la vida a partir del distanciamiento crítico que posibilita la misma
obra de arte. La relación entre la teoría y la práctica artísticas es algo que han subrayado
autores como Yve-Alain Bois —proponiendo a la pintura como un modelo teórico1—, Georges
2
Didi-Huberman —exhortando a “imaginar teoría” en vez de teorizar sobre las imágenes —
y Linda Hutcheon que hace “una petición de teoría como una respuesta a las realidades
estéticas”. 3 Todos ellos coinciden en que la teoría tiene que derivar de, y no ser impuesta
sobre la obra de arte; en este sentido es que la obra es considerada como portadora de la
teoría desde donde ser abordada.
El interés por el modo de relación irónica y paródica que ponen en marcha muchas
de las producciones artísticas contemporáneas es, específicamente en cuanto al complejo
sistema de enunciación —que implica una auto-reflexividad— y que pone en perspectiva
su relación con la historia y la historia del arte, así como también con el Otro y con la institución misma. La ironía es a la vez una estrategia crítica y un síntoma de lo contemporáneo
Bois Yve-Alain, Painting as
Model, Londres, mit Press,
1993.
1
2
Didi-Huberman,
Georges, Confronting
Images: questioning the
ends of a certain History
of Art, Pennsylvania,
Pennsylvania State
University Press, 2005.
3
Hutcheon, Linda, A Theory
of Parody, The Teachings of
Twentieth-Century Art Forms.
Illinois, University of Illinois
Press, 1985.
y necesita ser desmenuzada en tres registros específicos. Primero, la relación que construye
con el pasado que podría pensarse —o no— como nostálgica, ya que a la vez que dibuja
una continuidad con modos anteriores, su acento es en cuanto a las diferencias y no a las
coincidencias en esta relación. Segundo, su condición de “trasgresión autorizada” que
le concede la coartada estética y que la introduce en una tradición de cesura en la historia
codificador y decodificador de la ironía.
Mi relación de amor y odio hacia la producción artística contemporánea tiene que ver
con esta impresión de que el arte algunas veces expone los juegos de poder y otras muestra
una ambigüedad cómplice ante problemáticas sociales y políticas que son intrínsecas al
contexto al que pertenece. El interés por el papel del arte como constructor de mundo —y
no de ideología— me ha llevado a analizar el discurso, que está implícito tanto en la técnica
y materialidad de las piezas, como el contenido que existe en la estructura de las mismas; y
es en este sentido que percibo la importancia y efectividad de los modos poéticos irónicos
que articulan un extrañamiento de lo cotidiano, a la manera que Italo Calvino distingue en
la literatura: “El humor es lo cómico que ha perdido su pesadez corpórea y pone en duda el
yo y el mundo y toda la red de relaciones que lo constituyen”. 4
La ironía es una estrategia fundamental para poéticas como el “arte de apropiación”,
el “arte feminista” y la llamada “crítica institucional” al momento de abordar problemas
estéticos y políticos. El proceder irónico en las producciones artísticas también ha sido de
4
Calvino Italo. “Levedad”,
en Seis propuestas para el
próximo milenio, Madrid,
Siruela, 1998.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
del arte. Y tercero, la necesaria plataforma contextual que permite la coincidencia entre el
8
interés para la teoría crítica —en cuanto a las relaciones de intertextualidad que relativizan
nierika
la noción de autoría—, para los discursos poscoloniales —con respecto al empoderamiento
PRESENTACIÓN
del marginado que desde la hibridación des-privilegia el lenguaje hegemónico devolviéndolo transformado—, y también para los estudios visuales —por el des-dibujamiento de
fronteras entre los campos del saber que permite la multiplicidad de voces y miradas—.
Este tipo de reflexiones teóricas han puesto sobre la mesa de discusión estrategias artísticas
irónicas que tocan temas claves, anteriormente obviados, como son la no neutralidad del
lenguaje y de la historia, y la correspondiente responsabilidad de la voz en el acto de enunciación, que derivan en la puesta en jaque de las intenciones de objetividad y de totalidad
del supuesto sujeto moderno.
Bozal, Valeriano, La
necesidad de la ironía,
Madrid, La balsa de
la medusa, 1999.
5
Valeriano Bozal, en su libro titulado La necesidad de la ironía5, propone la postura irónica
del arte como la manera de lograr un distanciamiento crítico ante la situación en la que han
caído los dos principios estéticos fundantes de la modernidad: primero, lo pintoresco que
devino en el consumismo desechable y profundamente superficial del kitsch. Y segundo,
lo sublime que fue utilizado por los totalitarismos del siglo xx para la cooptación del sujeto
a través de la instrumentalización política del arte. En esta misma línea de pensamiento,
Linda Hutcheon señala que “los modos en que las obras de arte moderna y posmoderna
nos han enseñado a repensar la parodia en términos teoréticos están vigentes en cuanto
Hutcheon, Linda, A Theory
of Parody, The Teachings of
Twentieth-Centur y Art
Forms. Illinois, University of
Illinois Press, 1985.
6
a su uso crítico”. 6
Respecto a la primera condición a revisar, está la relación con el pasado, pues este modo
de resistencia artística no supone la eliminación de lo anterior otro, sino que comprende
poner en juego una coexistencia, activando la transformación a partir de continuidades
—puestas a revisión— y de diferencias. Con el tropo de la ironía se construye una relación
dialéctica entre dos niveles discursivos que no significa la destrucción del primero, sino una
incorporación en la distinción: “La ironía es una estrategia relacional en el sentido de que
opera no únicamente entre significados (lo dicho y lo no dicho) sino entre personas […] El
significado irónico llega a ser como la consecuencia de una relación, un dinámico y performático traer junto, de diferentes hacedores de significados pero también de significados
Hutcheon, Linda, Irony´s
Edge. The Theory and
Politics of Irony, London,
Routledge, 1998.
7
distintos”. 7
Además, la ironía es un ejercicio meta-reflexivo que conlleva cierta admiración de lo
apropiado, y la imitación paródica de modelos artísticos existentes es finalmente una estrategia que, en palabras de Marcel Proust, permite liberarse de “las toxinas de la admiración”. 8
8
Proust, Marcel, tomado
de Linda Hutcheon en
A Theory of Parody, The
Teachings of TwentiethCentury Art Forms, Illinois,
University of Illinois Press,
1985.
La segunda condición que me parece importante analizar es el estatus de “trasgresión
autorizada” del juego artístico irónico. El funcionamiento de este tropo se articula en una estructura doble, antifrasística y evaluativa, que a la vez seduce y agrede, y es en este sentido
que el tropo irónico, actualmente en boga, resulta paradójico en cuanto a su complicidad
con la ley, ya que no intenta abolirla sino únicamente suspenderla. Estas maniobras
poéticas, aun teniendo una clara intención subversiva, gozan de tal aceptación cultural
que devienen en norma a partir de cierta canonización de la intertextualidad crítica. La
práctica de la ironía se consagra irónicamente en una trasgresión subversiva que confirma
la regla.
La tercer condición a tener en cuenta es que, para que suceda el intercambio dialógico entre el codificador y el decodificador de la ironía, hace falta que este último tenga las
Hutcheon, Linda, “Ironía,
sátira, parodia. Una
aproximación pragmática
a la ironía” en De la ironía a
lo grotesco, México, UNAM,
1992.
9
suficientes competencias que le permitan: descifrar lo implícito, conocer las reglas del contexto del género artístico de la obra y comprender la ideología —entendida como el contexto compartido de la esfera de lo social a la que pertenece el autor—.9 Los textos irónicos son
considerados contextuales o situacionales, por lo que es necesario compartir los códigos
en los que están inscritos para poder acceder a la significación y dar cuenta de la burla
9
y el juicio puestos en marcha. En relación a esto, Linda Hutcheon señala que la estrategia
nierika
PRESENTACIÓN
artística de la ironía subraya la situación de “contexto específico” del significado del arte.
Esta situación permite preguntarnos por posiciones de poder en tensión en cuanto a la
recepción de la obra: ¿el artista es un productor elitista que demanda cierta sofisticación del
espectador, o el receptor tiene el privilegio de interpretar o malinterpretar la pieza desde su
punto de vista, o será que este supuesto elitismo del artista es en realidad una apuesta por
la capacidad hermenéutica del receptor?10
El presente número de Nierika da cabida a una conversación sobre los diferentes modos
de las estrategias artísticas irónicas, arrojando luz sobre ciertas especificidades de nuestra
contemporaneidad, como es la paradójica obsesión con recordar y a la vez olvidar. En nuestra relación actual con el pasado la ironía es quizás una de las estrategias más eficientes para
10
Hutcheon, Linda y Mario
J. Valdés, Irony, Nostalgia,
and the Postmodern: a
Dialogue. Universidad de
Toronto, revisado en línea
www.revistas.unam.mx/
index.php/poligrafias/
article/download/.../28977.
resistir la inercia de la continuidad acrítica y una forma en la que el arte, tan cercano a la vida,
se presenta como ese siempre “otro” que nos da un respiro de la opresión de lo único y lo
mismo, abriendo otras vías para explorar el mundo.
En este número se plantean también otras posibilidades que el arte propone como
resistencia a la naturalización de la ciencia —planteando otra óptica, otra verificación—
y a la estetización de la política, en los ejemplos analizados respectivamente por Mariana
Pérez Bobadilla en su ensayo “Gestos simples de subversión: conocimiento situado en la
obra de Ale de la Puente y Alyce Santoro” y Emilia Ismael en su revelador texto, “La ironía
y el ritual en la obra de Alfred Schnittke: recuperando el imaginario cultural y la ilusión de
´la música clásica’ ”. Ambos trabajos ponen de manifiesto los intersticios —lo que queda fuera
de campo, lo cotidiano, lo impertinente— que el arte potencializa desde la ironía como
forma de insurgencia ante la tiranía del canon. Las producciones artísticas, estudiados en
ambos casos, desde su estructura formal y su cualidad performática provocan el desplazamiento de categorías epistemológicas replanteando el imaginario cultural y evidenciando
su instrumentalización política.
El texto de Karina Alvarado “La ironía de Marcel Duchamp y la heroína de Leopold von
Sacher-Masoch” elabora, sobre otra característica fundamental de las poéticas irónicas, lo
que Linda Hutcheon denomina como “el doble filo de la ironía”11, esto es, el carácter ambiguo de la enunciación y lo hiriente de su ataque. Rrose Sélavy, alter ego femenino de
Marcel Duchamp, es el disfraz bajo el cual el artista juega a la ambigüedad sexual y, según
explica la autora, al placer masoquista de administrar el dolor. Eros es la vida, los retruécanos
de sus obras son guiños que se inscriben en el doble sentido, entre lo escrito y lo leído,
entre lo visual y lo auditivo. Y a la vez, el autor ataca con un filo punzante el blanco de su
crítica: la estética cartesiana retiniana y des-corporizada a base de agudas y perversas invitaciones libidinales al tacto.
La seducción de la ficción que muestra lo que la realidad oculta es siempre liberadora,
y el cuento “Cincuenta tonos de güera” de Alejandra Junco, ágilmente devela, a partir de
lo artificial y el maquillaje, la verdadera cara de un mundo constituido en un pensamiento
binario y excluyente. La estructura temporal del cuento es en retrospectiva, por vía de la memoria la protagonista repasa lo sucedido; sin embargo, la postura no es nostálgica puesto que
desde la escritura feminista no hay una época dorada a la que regresar; la actitud es más
bien de aligerar la pesadez de la existencia por medio del humor.
Los textos incluidos en este número de Nierika son ejercicios poéticos y filosóficos de
vivaz inteligencia que, de alguna u otra manera, escapan a la sentencia de lo impuesto y por
medio de una visión indirecta construyen la posibilidad de un mundo más habitable.
Hutcheon, Linda, en
Irony´s Edge, op.cit.
11
10
nARTÍCULOS
ierika
A
R T Í C U LO S
TEMÁTICOS
T E MÁT I CO S
Lo carnavalesco, lo
cómico y lo irónico en
los Caprichos de Goya1
Ma. del Pilar Aja Pérez
Profesor de asignatura, Universidad Iberoamericana
ajapili@hotmail.com
Este artículo pertenece,
principalmente, a la
tercera parte de mi tesis
de maestría en Filosofía:
Análisis fenomenológico
de la incidencia de la
técnica en la producción de
imaginarios oníricos: Los
Caprichos de Francisco de
Goya, uia, 2009, dirigida
por el doctor José Luis
Barrios Lara.
1
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Fig. 1 Francisco de Goya,
Capricho #1, Fran.co Goya
y Lucientes, Pintor, aguafuerte y puntaseca, 21.5
x 14.5 cm, Museo Nacional de San Carlos
Resumen
Caprichos es una serie de ochenta estampas que muestra la grandeza de un artista, Francisco de
Goya y Lucientes (1746-1828), y de una época, la Ilustración, al mismo tiempo que abre la puerta al
Romanticismo y a la Modernidad, y cuya incidencia seguirá siendo inagotable.
El sentido oculto de la ironía está presente en las cartelas que acompañan las imágenes y es
reforzado con las formas representadas en los grabados, así como con el des-orden de la serie, muestra del escenario social y político en el que fue creada. Lo carnavalesco, lo cómico y lo irónico son
categorías que se vuelven fundamentales en su análisis.
Palabras clave: Caprichos, Goya, carnaval, cómico, irónico
Abstract
Caprichos is a series of eighty stamps that show the greatness of an artist, Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), and his time: Enlightenment. They also open a pathway to romanticism and modernity, and they still have a great importance nowadays.
Irony is present in the inscriptions that accompany the images as well as in the representations
of the engravings and in the disorder of the series, showing the social and political scenery in which
they were made. Carnival, comical and ironic are terms that become basic in its analysis.
Keywords: Caprichos, Goya, carnival, comical, ironic
El filósofo ve en la ironía un componente
esencial de la dialéctica; el historiador, el motor
de ciertas evoluciones de la sociedad; el sociólogo,
un fenómeno que estructura las relaciones entre los
individuos; el crítico de arte, la característica primordial del posmodernismo. 2
Pierre Shoentjes
11
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Pierre Schoentjes, La
poética de la ironía, trad.
Dolores Mascarell. Madrid,
Cátedra, 2003, p. 13.
2
aprichos es una serie de ochenta estampas que muestra la grandeza de un artista, Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), y de una época, la Ilustración,
al mismo tiempo que abre la puerta al Romanticismo y a la Modernidad, y cuya
incidencia seguirá siendo inagotable.
Goya muestra un caleidoscopio de escenas, temas y formas que conviven, se entremezclan, se muestran y se ocultan, y que sirven de pistas para acceder a un mundo en donde lo
real y lo fantástico se relacionan, se confunden y se entretocan. En los temas tratados en
los Caprichos figuran distintas clases sociales: el clero, la nobleza, los burgueses y los
campesinos; también diversas problemáticas, como el matrimonio desigual, la prostitución,
la superstición, la razón y los sueños; entre los personajes hay asnos, brujas, búhos, monstruos, etcétera.
El sentido oculto de la ironía está presente en las cartelas que acompañan las imágenes
y es reforzado con las formas representadas en los grabados, así como con el des-orden de
la serie. Originalmente no se iba a colocar con la numeracion actual,3 pero, tal y como se
presenta hoy en día, la secuencia es i-lógica, sin coherencia capaz de sintetizar el sentido
unívocamente.
La búsqueda de coherencia en esta enigmática presentación ha sido sistemática, debido
al afán académico de encontrar una lógica acorde con la razón en los análisis de las obras
de arte. Como no hay un hilo conductor temático que ordene la narración satisfactoriamente
a partir de la numeración que presentan los grabados, el enfoque de los especialistas en los
últimos años se ha centrado en el análisis cuidadoso de las variaciones que hubo desde la
ejecución de los dibujos preparatorios hasta la impresión final de los Caprichos, tomando en
cuenta las pruebas inscritas en el proceso cronológico de creación.
Según este parámetro, las primeras impresiones presentaban composiciones más lineales y, conforme se fue adquiriendo un mayor dominio en el uso del aguafuerte, se complejizaron los ambientes. Aunque existen pruebas del interés por perfeccionar la técnica, es muy
probable que el artista haya elegido conscientemente utilizar formas más lineales o más
ambiguas, según el tema representado en cada grabado, así como la numeración final de
la serie. Es muy difícil encontrar algún tipo de orden lógico, ya sea formal o temático. Sólo
se puede detectar cuáles grabados responden a determinado uso del aguafuerte, pero no
es posible establecer un orden narrativo a partir de la secuencia de las estampas. El artista
es libre de escoger el modo en el que va a representar cada una de las imágenes, ya sea de
forma particular o todas en conjunto como serie numerada.
Independientemente del por qué Goya decidió plasmar la serie así, es un hecho que la
presentación de los grabados tiene una enumeración y, por consiguiente, una secuencia,
aun cuando ésta no sea lógica. Es altamente probable que el enigmático desorden de la
serie tenga que ver con el sentido de lo carnavalesco, lo cómico y lo irónico como función
social, por lo que la revisión y aplicación de cada una de estas categorías a los Caprichos se
vuelve fundamental.
3
Existen diversos
documentos que muestran
que, originalmente, el
capricho #43, El sueño de la
razón produce monstruos,
estaba destinado, a abrir
la serie (Licht, Fred, Goya.
Tradición y Modernidad,
Madrid, Encuentro
Ediciones, 2001, p. 144145).
12
La huella del tiempo en los Caprichos 4
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
La huella grabada está relacionada con la del tiempo, que se imprime paulatinamente en la
serie y que implica una evolución en la recepción social de las imágenes, según los intereses
de cada época.
La salida a la venta de los Caprichos se publicó el 6 de febrero de 1799, por lo que su
4
Este apartado sólo tiene
un fin introductorio para el
resto del artículo. En el
primer capítulo de mi
tesis desarrollo con mayor
profundidad tanto la
categoría de huella como el
contexto histórico y social
de los Caprichos, pero en
este texto el principal
objetivo es profundizar en
lo carnavalesco, lo cómico
y lo irónico.
anuncio, además de fines artísticos e intelectuales, tuvo motivos comerciales. Los numerosos avisos que se ofrecían en el Diario de Madrid por los años en que el artista concebía y
realizaba el suyo prueban esta tendencia:
Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte,
por Don Francisco de Goya. Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios
humanos (aunque parece peculiar de la eloqüencia y la poesía) puede también ser objeto
de la pintura: ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la multitud de
extravagancias y desaciertos que son comunes en toda sociedad civil, y entre las preocupaciones y embustes vulgares, autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés,
aquellos que han creido más aptos a suministrar materia para el ridículo, y ejercitar al mismo tiempo la fantasia del artífice. Como la mayor parte de los objetos que en esta obra se
representan son ideales, no será temeridad creer que sus defectos hallarán, tal vez, mucha disculpa entre los inteligentes: considerando que el autor, ni ha seguido los ejemplos de otro, ni
ha podido copiar tan poco de la naturaleza. Y si el imitarla es tan difícil, como admirable cuando
se logra, no dejará de merecer alguna estimación el que, apartándose enteramente de ella, ha
tenido que exponer a los ojos formas y actitudes que solo han existido hasta ahora en la mente
humana, obscurecida y confusa por la falta de ilustración o acalorada con el desenfreno de las
pasiones. Sería suponer demasiada ignorancia en las bellas artes el advertir al público, que en
ninguna de las composiciones que forman esta colección se ha propuesto el autor, para ridiculizar los defectos particulares a uno y otro individuo: que sería, en verdad, estrechar demasiado
los límites al talento y equivocar los medios de que se valen las artes de imitación para producir
obras perfectas. La pintura (como la poesía) escoge en lo universal lo que juzga más a propósito para sus fines: reúne en un solo personage fantástico, circunstancias y caracteres que la
naturaleza presenta repartidos en muchos, y de esta combinación, ingeniosamente dispuesta,
resulta aquella feliz imitación, por la cual adquiere un buen artífice el titulo de inventor y no de
copiante servil. Se vende en la calle del Desengaño no. 1 tienda de perfumes y licores, pagando
por cada colección de á 80 estampas 320 rs. vn.5
5 Edith Helman, Trasmundo
de Goya, Madrid, Alianza,
1963, p. 40-41.
Adquirir grabados sueltos o en serie era una práctica común entre los burgueses del siglo
xviii;
sin embargo, la venta original de los Caprichos fue un fracaso: cuatro años después de
su anuncio, Goya fue a la Real Calcografía y donó las placas tras afirmar que sólo se habían
vendido 27 series. La razón que se atribuye a dicho hecho es la de prevenirse contra posibles problemas con la Inquisición,6 lo cual se justifica con los escritos explicatorios de los
Janis Tomlinson, Goya en
el crepúsculo del Siglo de las
Luces, Madrid, Ensayos de
Arte Cátedra, 1993, p. 144
6
letreros que acompañan las imágenes, que muy probablemente se hayan redactado con el
mismo fin. Existen tres versiones de estos documentos: los del manuscrito del Prado, el de
la Biblioteca Nacional de Madrid y el manuscrito Ayala.
Aun así, sabemos que Goya tuvo que comparecer ante la Inquisición, como explicita
en la carta que envía a su amigo Ferrer durante su estancia en Burdeos en 1825, en la que
7
Edith Helman, op.cit., 54.
se niega a publicar una nueva edición de los Caprichos; afirma que había entregado las láminas al rey hacía más de veinte años y que, a pesar de eso, “me acusaron a la Santa”. 7
13
Es preciso señalar que durante este tiempo de crisis económica y de gestación de los
nierika
Caprichos que salieron a la venta en 1799, Francisco de Goya era pintor de cámara en la
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corte española, por lo que es a partir de este contexto que debemos considerar el contenido de los grabados. A pesar de que esta serie se ha interpretado como una prueba
heroica de Goya frente al gobierno y a la Inquisición, tan sólo nueve meses después de
la publicación del anuncio de los Caprichos en el Diario de Madrid, Goya fue ascendido a
pintor oficial de la corte.
Probablemente la crítica a determinadas clases sociales se haya aceptado porque, para
finales de 1790, el gobierno español enfrentaba una crisis de deudas severas. La solución fue
subir los impuestos, pero los principales afectados fueron el clero y los nobles, debido a
que eran los que tenían suficientes tierras y dinero para resolver el problema financiero.
La realidad económica forzó a la monarquía a retar estas jerarquías sociales, que eran ya
cuestionadas por los principales escritores ilustrados desde tiempo atrás.8
8
Tomlinson Janis, op.cit
Entonces, ¿por qué la necesidad de entregar las placas al rey? ¿Por qué escribir documentos explicatorios para su serie? ¿A qué se debe el miedo de imprimir más, si es que
verdaderamente lo tuvo? ¿Por qué se vendieron tan pocos ejemplares en tiempos del
propio artista y posteriormente se tuvieron que imprimir varias ediciones más? ¿Realmente
se vendieron 27 o fue un argumento que Goya utilizó para protegerse? ¿De quién debía
resguardarse si ese mismo año fue nombrado pintor oficial de la corte? Es complejo comenzar a dilucidar respuestas plausibles, aunque probablemente tengan que ver con la forma
lograda mediante la técnica en los Caprichos, que superó el sentido de lo cómico y lo irónico
que era social y políticamente aceptado en el siglo xviii.
Si analizamos estos grabados desde el punto de vista de los especialistas partidarios de
las ideas del Siglo de las Luces, podemos ver que Goya respiraba la misma fuente espiritual que sus amigos ilustrados, pues compartía preocupaciones, ilusiones, ideas, opiniones,
creencias y sentimientos con ellos.9 El Siglo de Las Luces se caracterizó por una indiscutible
9
Edith Helman, op.cit, p. 53
vuelta hacia lo terrenal, el pragmatismo y lo realizable. Tanto filósofos como reformistas
sociales, científicos, literatos y artistas pusieron la fe en la razón para analizar y comprender a
fondo el mundo, con una conducta crítica hacia las autoridades tradicionales que prepararon
el camino político que alcanzaría su punto álgido en 1789 con la Revolución Francesa.
Las ideas extendidas por los intelectuales influyeron en algunos temas de los Caprichos: el matrimonio desigual, la nobleza desocupada, el sufrimiento de los campesinos,
etcétera. Esto demuestra, cuando menos, que Goya conocía las preocupaciones de que se
hicieron eco estos escritores, o tal vez señale un compromiso sincero con tales cuestiones.
Al mismo tiempo que Goya sostuvo amistad con algunas de las figuras más importantes de la Ilustración española, manifestó ciertas distancias con respecto a estos y las
concepciones que defendieron. Precisamente por ello, se permite la entrada a la interpretación romántica de los Caprichos, en la que el pintor asume y expone la ambivalencia,
la complejidad y el trauma de lo moderno, cruza las líneas del pensamiento y da prioridad
a la tensión entre la mirada interior y la mirada exterior.10 Aquí es exactamente donde Edith
Helman inserta su distinción entre el Goya pintor de oficio y el pintor de Caprichos:
10
Lanceros Patxi,
La herida trágica. El
pensamiento simbólico
tras Hölderlin, Nietzsche,
Goya y Rilke, Madrid,
Anthropos, 1997.
Goya existe entre dos mundos y vive la tensión agónica entre dos visiones radicalmente opuestas
de la realidad. Cuando acaba de grabar su colección de estampas caprichosas Goya ya está de
espaldas al siglo xviii y de cara al siglo xix, de manera que los Caprichos ofrecen una recapitulación del modo de pensar y de sentir de toda una época terminada, o sea epílogo de la Ilustración,
y a la vez prólogo o más bien visión anticipada de la nueva época por venir.11
11
Helman Edith, op.cit.,
p. 46.
14
El espíritu romántico estuvo cautivado por las obras de Goya. Su éxito fue rotundo, mucho
nierika
mayor que en vida del propio artista. Se sabe de la influencia de Goya en pintores
A R T Í C U LO S
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del romanticismo francés, pero ¿cómo llega la influencia a Francia? Gwyn A. Williams relata
que en 1798 Guillemardet, el embajador francés, se llevó una colección de los Caprichos
a Francia, donde fueron estudiados por su ahijado Eugéne Delacroix.12
12
Gwyn A. Williams. Goya
y la revolución imposible,
Barcelona, Icaria, 1978,
p. 51.
13
Aunque ni siquiera
fue en tiempos de Goya
cuando se le llamó así,
como deja claro el anuncio
de la venta: “asuntos
caprichosos inventados
y grabados por Goya al
aguafuerte”.
Este dato es muy significativo, puesto que así como generalmente se trata de aludir
a Collot o a Tiépolo como posibles influencias de los Caprichos, por lo menos en el tipo
de temas o en el título de la serie,13 a partir del siglo xix la obra de Goya se convirtió en una de
las principales fuentes de inspiración de los artistas venideros. Tanto el manejo de los temas
como el del espacio, que generalmente remite a un ambiente onírico, iba más de acuerdo con
el gusto popular decimonónico.
Goya es conocido en Francia primero a través de la crítica y después mediante la difusión cada vez más sistemática de su serie de grabados. Nigel Glendinning explica cómo la
interpretación romántica del artista gira en torno a la influencia francesa, ya que en
ésta había predominado el gusto por lo neoclásico, que evidentemente se rompió tras
la invasión napoleónica. A pesar de esto, sabemos que el gusto por lo español se introdujo
antes de la lucha contra los franceses.
La accesibilidad de las series de grabados mantuvo la prioridad en el imaginario colectivo, a diferencia de las pinturas oficiales que mantenían más firme el gusto estético de la
época del propio Goya. La ruptura que representaron los Caprichos respecto a la estética
tradicional, indudablemente, fue fuente de inspiración de múltiples interpretaciones.
Glendinning analiza la influencia de Goya en los textos de dos críticos fundamentales
para entender el pensamiento del siglo xix: Gautier y Baudelaire, lo cual es muy significativo
en términos de su recepción social, puesto que a partir de entonces la figura del artista
se ensalzará cada vez más junto con la grandeza de sus obras. No sólo los temas, sino también las referencias iconográficas son claras. Edouard Manet, por ejemplo, las muestra tanto
en sus toreros como en El fusilamiento de Maximiliano, en el que retoma el cuadro del dos
de mayo de Goya.
La lista de nombres famosos que en alguna ocasión hicieron referencia a la grandeza de Goya se puede volver inmensa: Apollinaire resaltó que su arte no era de imitación,
sino interior. Las pesadillas goyescas que habían sido tan aplaudidas en el Romanticismo se
retoman de un modo más significativo en el simbolismo y, sobretodo, en el surrealismo;
este movimiento resalta la relación entre las imágenes de Goya y las experiencias reales, que
no habían sido tomadas en cuenta. El sueño de la razón produce monstruos, núm. 43, es una
de las imágenes favoritas de la serie, como muestran numerosos análisis y grabados que
la retomaron. El expresionismo también hace alarde de influencias goyescas.
A pesar de lo que podría pensarse hoy en día, Goya se volvió famoso por sus grabados
y no por sus pinturas, aunque la popularidad de La maja desnuda sea mayor recientemente.
Por consiguiente, el grabado abre la posibilidad a la circulación de la imagen.
Lo carnavalesco en los Caprichos de Goya
Una de las aportaciones más significativas del análisis de lo carnavalesco en los grandes
14
Stoichita Víctor y Ana
María Coderch, El último
carnaval. Un ensayo sobre
Goya, Madrid, Siruela,
2000.
ciclos de grabado de Goya parte de El último carnaval. Un ensayo sobre Goya14, de Víctor
Stoichita y Ana María Coderch, que integra la categoría del carnaval en situaciones sociales específicas y codificadas; lo hace a partir de la fecha en que se publicó la venta de los
Caprichos, y también en el análisis de algunas estampas específicas, por lo que comenzaré con
algunos de los aspectos más relevantes de esta interpretación para mostrar después cómo el
15
orden ilógico en que las estampas se presentan tiene relación con esta misma categoría y
nierika
función social.
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Generalmente las estampas populares se adquirían en la calle, afuera de las iglesias, en
librerías o en imprentas, por lo que el sitio elegido para ofrecer los Caprichos, una botica
de licores y perfumes en la calle del Desengaño número 1 resulta particular. Entre la va­
riedad de productos en venta, se ofrecía la serie de estampas. ¿Por qué se eligió esta botica?
Probablemente tiene que ver con el nombre de la calle: Desengaño. En cierto modo, el
anuncio que saca a la venta la serie trata de aludir a un tipo de receptor inteligente, que va
a ser sacado de los “vicios más comunes” a través de las imágenes.15
15
Aquí se integra el
carácter irónico de la serie
que se desarrollará más
adelante.
Fig. 2 Francisco de Goya,
Capricho #2, El sí pronuncian y la mano alargan al
primero que llega, aguafuerte y puntaseca,
21.5 x 14.5 cm, Museo
Nacional de San Carlos.
La fecha también es fundamental, porque el 6 de febrero de 1799 es el día treinta
de la luna y, por consiguiente noche de luna nueva. Este detalle, al que normalmente no se
le pone atención y, que Stoichita y Coderch detectaron con una brillantez asombrosa, aparece en la parte superior de la página del Diario de Madrid, en la misma portada en la que
fue publicado el anuncio de los grabados. ¿Por qué es importante este dato? Las noches sin
luna en el mes de febrero se distinguen de las demás por coincidir con el apogeo y fin del
carnaval. En España hubo diversos intentos por alargar el ciclo del carnaval. El único más o
menos válido fue la fiesta del Entierro de la sardina,16 celebrada en Madrid precisamente
el Miércoles de Ceniza, en la que se enterraba un cerdo disfrazado de sardina gigante, por lo
que irónicamente se simbolizaba la muerte del carnaval y el principio de la prohibición de
los días grasos. El 6 de febrero de 1799 era Miércoles de Ceniza, y por consiguiente el primer
día de la Cuaresma y el último del carnaval.
El carnaval es un rito festivo que celebra la renovación periódica del tiempo: desencadena energías, invierte jerarquías y confunde individuos en una masa dinámica. La inversión
16
Goya pinta un cuadro
con este tema.
16
de roles juega un papel fundamental en el sentido de lo cómico, como se hace evidente en
nierika
las estampas tituladas El Mundo al Revés, que tenían precisamente este fin. Mijaíl Bajtín ha
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visto en el carnaval la manifestación suprema de esa inversión, aquel tiempo en que el pueblo, liberado de las ataduras cotidianas, invierte el orden del mundo y del poder establecido
sobre él. El carnaval es un mundo al revés respecto al cotidiano que no es sometido a pautas
oficiales: es la fiesta de la alteridad gozosa.17
17
Bozal Valeriano,
“Introducción. Cómico
y grotesco”, Lo cómico y
la caricatura, Baudelaire
(ed.). Madrid, La Balsa de
Medusa, 2001.
El disfraz juega un papel fundamental en el carnaval porque implica una inversión del
orden cósmico en el que reinos, sexos y clases sociales trastocan sus papeles. La inversión
se da de hombre a animal, de hombre a mujer, de mujer a hombre, de oprimido a opresor
y viceversa. Todos estos cambios tienden a la abolición simbólica de la norma y a la gozosa
instauración de la anti-norma. La máscara es el signo más rico de todas las metamorfosis
simbólicas, forma un todo con la permisividad y el exceso; el travestismo es el principio
carnavalesco por excelencia para encarar la alteridad.
En el capricho núm. 2 (fig. 2) la novia presenta dos máscaras. El juego que posibilita
el sentido de esta palabra es riquísimo y además muy irónico, ya que puede leerse simplemente como la máscara que se utiliza con el disfraz en el carnaval o como más-caras,
que irónicamente alude a la doble cara o hipocresía. Para reforzar este sentido, otros dos
rostros, medio humanos y medio monstruosos, flanquean a la joven. La ironía es planteada
tanto formalmente, mediante la caricaturización de algunos personajes, como con los juegos establecidos por los signos y las palabras. El título de la estampa, El sí pronuncian y la
mano alargan, proviene de un poema de Jovellanos titulado “A Arnesto”,18 que critica a las
18
Schulz Andrew, Goya´s
Caprichos. Aesthetics,
Perception and the Body,
Reino Unido, Cambridge
University Press, 2005, p. 7.
Tomlinson, Janis A,
Francisco de Goya y
Lucientes 1746-1828, Nueva
York, Phaidon, 1994,
p. 123.
19
Fig. 4 Francisco de
Goya, Capricho #57, La
Filiación, aguafuerte y
puntaseca, 37 x 28 cm,
Colección Museo Franz
Mayer
mujeres que se casan para escapar.19 La risa es evocada con la propia figura de Goya que
se asoma, con su sombrero de copa, en la máxima oscuridad del fondo. Aquí, en la primera
estampa, es clarísima la deconstrucción de lo naturalista; en esta que le sigue, de lo onírico.
17
El núm. 57 (fig. 4) es, para Stoichita y Coderch, el ejemplo más complejo de la represen-
nierika
tación del carácter carnavalesco de la imagen. La puesta en escena hace alusión a la mascu-
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linidad enmascarada de la mujer sentada, personaje doblemente disfrazado: una máscara le
cubre la cara y otra el sexo. La indecencia y la obscenidad ganan espacio gracias al bagaje
carnavalesco de licencia y trasgresión. El vientre convertido en cara es una antigua figura de
los ritos orgiásticos que, bajo la forma de la diosa-vulva Baubo, provoca la risa inevitable y
regeneradora, y que sobrevive en los cortejos carnavalescos hasta el siglo xviii. El monóculo
que utiliza uno de los personajes llama la atención sobre la necesidad de agrandar los detalles. El término mono alude a la unidad y culo al sexo, por lo que resalta la representación
hermafrodita. Además, en la parte superior destacan unos anteojos o binóculos, que formalmente presentan forma fálica. Los bi-nóculos, en consonancia con el monóculo, desvelan, de
manera cuidadosa y cifrada, la alusión y el equívoco sexual.20
En el mundo del carnaval, la moral no juega un gran papel: es un tiempo de absoluta
20
Stoichita Victor y Ana
María Coderch, op.cit, p.
224 -237.
permisividad y de alegría desenfrenada en el que la inversión es uno de los juegos favoritos.
La iconografía de la estampa popular de El Mundo al Revés nos invita a reflexionar sobre este
topos. Desde su aparición en el siglo xvi, las estampas no ilustran la fiesta, sino el mundo. La
inversión temporal que el carnaval propone se convierte en una ley permanente, el mundo
se carnavaliza y las estampas nos muestran su imagen mediante ejemplos escogidos con
una gran dosis de utopía y crítica social.
Caprichos es un proyecto muy ambicioso y con una repercusión sumamente importante. Podemos considerarlo como la más grande e ingeniosa puesta en escena simbólica
del siglo agonizante. En primer lugar, se saca a la venta en la última luna nueva de 1799,
es decir, del último año del siglo xviii, y utiliza las páginas de un periódico para insertar su
propio imaginario transgresivo en la concreta temporalidad del último carnaval. ¿Por qué
el último? Porque tanto la Revolución francesa como el fin del siglo xviii implican el fin del
carnaval.21
21
Ibid, p. 143.
22
Ibíd, p. 34
Ni la Revolución ni el Antiguo régimen pueden erradicar el deseo de la fiesta carnavalesca. De ahí que éste encuentre otros medios de manifestarse, por ejemplo la imprenta
popular. La difusión de las caricaturas aumenta de manera considerable, se convierten en
las imágenes preferidas para representar polémicamente los acontecimientos políticos.
Todavía tenían en su contra la realidad ridiculizada como referente, pero cada vez es mayor
la autonomía de la que gozan. El final de una época se esconde bajo máscaras cuyos signos
debemos aprender a descifrar, por lo que la revolución es una realización del carnaval, por
la inversión que representa, y a su vez el carnaval es la irrealización de la revolución, por lo
que se prohíbe debido a su peligrosidad.22
La condena a muerte del carnaval es en sí un rito. La creación de un vestuario revolucionario es la contrapartida necesaria: el gorro frigio dará paso al sombrero de copa de los
independientes. La crítica de Goya en el modo en que se autorrepresenta en la primera
estampa (fig. 1), en la segunda (fig. 2) y en la núm. 30 (fig. 3) con vestimenta burguesa y
sombrero, funciona precisamente como signo del régimen al que se opone.
Stoichita y Coderch apuntan la intersección de tres vías que originan la modernidad a
fines del siglo xviii: la renovación carnavalesca, la inversión revolucionaria y su lugar en el
calendario. La maestría de Goya se inscribe precisamente en estas coordenadas, pero
lo carnavalesco va más allá de la fecha de publicación de los Caprichos o de algunas alusiones
concretas en ciertas estampas, por lo que el análisis de la función de lo cómico y de lo irónico
se vuelve fundamental en este punto.
18
nierika
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Análisis fenomenológico de lo cómico y lo irónico
Hasta el barroco, la deformación se había entendido como un simple error o recurso de corrección, como muestran numerosos ejemplos en la literatura picaresca y en las imágenes
serviles y deformes de los clasicistas barrocos italianos como Annibale Carracci, Tiépolo y
Collot. Sin embargo, las formas producidas en los Caprichos generan un nuevo tipo de imágenes, que aparentemente no iban acorde con el gusto de la propia época del pintor, sino
que fueron ampliamente revalorizadas posteriormente.
Aunque tradicionalmente lo feo se había entendido como una indicación de la inferioridad moral y en las caricaturas se usaba para reírse de lo malo o reprensible, con la aceptación
romántica del todo de la realidad como sujeto del arte, Baudelaire se opuso a las preocupaciones tempranas y fue influido por la percepción paradójica de la belleza en Goya; por ello
construye una particular yuxtaposición de lo bello y lo feo en su poema Phares:
Goya no es exactamente nada de especial, de particular, ni cómico absoluto, ni cómico puramente significativo, a la manera francesa. Sin duda alguna, a menudo se zambulle en lo
cómico feroz y también se eleva hasta lo cómico absoluto; pero el aspecto general bajo
el que ve las cosas es principalmente fantástico, o, mejor dicho, la mirada que echa sobre las
cosas es una traductora naturalmente fantástica […] imagino a un hombre, un curioso,
un aficionado, que no tiene la menor idea de los hechos históricos a los que varias de esas
planchas hacen alusión, un simple espíritu de artista que no sabe ni quién es Godoy, ni el rey
Carlos, ni la reina; sin embargo, sentirá en lo más hondo de su cerebro una viva conmoción,
producida por el estilo original, la plenitud y la certeza de los medios del artista, y también por
esa atmósfera fantástica que baña todos sus temas. Por lo demás, en las obras surgidas de las
personalidades profundas hay algo que recuerda esos ensueños periódicos o crónicos que
asedian regularmente nuestro sueño. Es eso lo que define al verdadero artista, siempre duradero y vivaz hasta en sus obras fugitivas, por así decirlo pendientes de los acontecimientos, que
llamamos caricaturas; es eso, digo, lo que distingue a los verdaderos caricaturistas históricos
23
Baudelaire, Charles,
Lo cómico y la caricatura,
Madrid, La Balsa de
Medusa, 2001, p. 182-183.
de los caricaturistas artísticos, lo cómico fugitivo de lo cómico eterno.23
El poeta ha relacionado lo cómico con los sueños, y desde estos sólo hay un paso para llegar
a la pesadilla. En este sentido, lo cómico no siempre produce la risa, sino que los juegos de
luz y sombra hiperbolizan en el sueño todos los horrores grotescos. En este sentido, el gran
mérito de Goya es el de crear lo monstruoso verosímil, con monstruos viables que se aventuran en la dirección del absurdo posible. Para Baudelaire, todas esas contorsiones, caras
bestiales y muecas diabólicas están imbuidas de humanidad, por lo cual resulta difícil trazar
24
Idem..
la frontera entre lo real y lo fantástico.24
La catarsis es el elemento que hace posible la simbolización y por lo tanto la que mantiene el equilibrio social en la tragedia y la comedia, porque hace controlable el elemento
pulsional y pasional del ser humano; sin embargo, la mediación cómica ante lo informe
siempre se va a entender como un sobrepasamiento de la identidad, es decir, como solidaridad que apuesta por la alegría de la vida.
Gautier resalta el poder de la oscuridad y su relación con la construcción de otro mundo
en las imágenes de Goya:
Goya carries out his drawings in aquatint, reworking and sharpening them by biting the plate
with acid. Nothing could be simpler, freer or more direct. A single line indicates a whole face
and its character; a trail of shadow takes the place of a background, or suggests half-sketched,
sombre landscapes, mountain gorges in the sierras, settings for a murder, a witches’ coven
19
or a gipsy tertulia. Yet even such hints as these are rare, for backgrounds simply do not exist
nierika
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in Goya’s work. Like Michelangelo, he has no regard for nature’s externals, and only takes the
bare minimum to create an environment for human figures. He even puts some of his figures
among the clouds. A stretch of wall bisected by a huge angle of shadow; a black prison arch,
or a barely suggested hedgerow: nothing else is needed. We have called Goya a caricaturist
for want of a better world. But these caricatures of his are in the manner of Hoffmann –always
mixing fantasy with their criticism, and frequently having an atmosphere of terror or gloom
about them. One would say that these grimacing faces were scratched by Samara on the wall
of some awesome cavern, by the intermittent light of a guttering candle. One is transported
into an unheard of world: unbelievable yet real.25
El tratamiento dado a las imágenes perfila un horizonte en el que la realidad se empieza a representar en el marco de lo grotesco. Cuando las imágenes se hacen familiares, se
aprende a vivir con la deformidad y esta pierde su excepcionalidad, por lo que la crítica,
originalmente reformadora e ilustrada, transforma la función social de lo cómico hacia una
Glendinning Nigel, Goya
and his critics, London, Yale
University Press, 1977,
p. 79.
25
consideración mas global26.
El sueño media el horror, hace soportable el dolor de la vida, por lo que tiene que ver
con el estatuto de la representación. Por eso en los Caprichos siempre nos movemos en el
ámbito de la fantasía, donde se pone en juego la aparición de la ironía que activa la invisibilidad de otro fondo.
Los componentes esenciales de la ironía son el comportamiento, la situación, el discurso y el arte. En el comportamiento se colocan el físico y las actitudes de los personajes; en
la situación la ironía se deriva de un arreglo particular de los hechos; en el discurso se escuchan las voces; y en el arte se supone un autor consciente de las técnicas e instrumentos
que maneja, y deseoso de mostrarlos.27
Valeriano Bozal, “Los
Caprichos: el mundo de
la noche” en Francisco
de Goya, grabador:
instantáneas: Caprichos, José
Luis Villar (ed.), Madrid,
Turner / Real Academia
de Bellas Artes de San
Fernando (Calcografía
Nacional), 1992, p. 20.
26
En los Caprichos es fácil identificar la ironía en el comportamiento de los personajes,
tanto por su aspecto físico, como en el núm. 4, como por ciertas actitudes, como la mirada
del propio Goya en el núm. 1 (fig. 1). En cuanto a la situación, como sirve de principio estructural, juega con las identidades ocultas y con la distancia entre el ser y el parecer. La burromaquia (núm. 37 - núm. 42) sirve como ejemplo de la sustitución de un elemento por otro,
de un personaje por otro, y sobre todo de un sentido por otro (relación hombre-animal). En
este elemento oculto es donde el significado aparente no cubre el sentido real de la imagen
27
La poética de la ironía
de Pieter Schoentjes va
a ser una herramienta
fundamental en el análisis
de esta categoría de la
ironía a lo largo del resto
del texto.
ni el de la inscripción verbal.
El discurso se presenta como una clara y fuerte crítica social hecha por Goya a partir del
arreglo onírico de la serie. Es evidente cómo la maestría técnica y el uso de los instrumentos
de grabado tienen como objetivo multiplicar las imágenes el mayor número de veces posible con el fin de darlas a conocer, y junto con ellas la ironía implícita en la serie. El anuncio
con el que los grabados salen a la venta, así como los documentos explicatorios que se
escriben después, refuerzan este último componente.
El sentido oculto en los Caprichos se puede detectar en varios niveles. En primer lugar,
por el vínculo entre imagen e inscripción, que abre una clave de lectura. La primera forma
utilizada por Goya para construir la otredad es la fantasía, mediada por el interdicto del
lenguaje. Por eso el uso del letrero está íntimamente ligado con el proceso creador de los
grabados. Cuando se entremezclan signos que involucran dos códigos de representación
distintos, como la plástica y la escritura, generalmente se impone como norma de relación la
subordinación de uno de los dos sistemas, como el pie de foto que acompaña una imagen.28
28
Carmen Vidaurre,
Sincronía Verano
2000, Universidad de
Guadalajara, [en línea]:
http://fuentes.csh.udg.mx/
CUCSH/Sincronia/goya.
htm [Consultado: 10 junio
2009].
20
nierika
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El título constituye una clave de lectura, pero no la norma del sentido de la imagen:
“De entrada podríamos pensar que en la obra de Francisco de Goya el título y las leyendas
aseguran que el espectador pueda ser también lector, porque los signos verbales amplían o
reducen las cargas semánticas potenciales de la imagen”. 29 En varios Caprichos observamos
29
Idem
un claro ataque irónico, reforzado precisamente a través de los letreros; esta es otra diferencia
entre las estampas goyescas y sus contemporáneas.
Sin embargo, debemos ser muy cautelosos al no querer encasillar la significación
de esta clave de representación exclusivamente en este sentido, puesto que la función del
letrero varía según los niveles de significación que encierra un Capricho, que a veces
es únicamente un juego visual de palabras que condensa los diversos sentidos del grabado
en una breve frase viva y expresiva, complicando su significación, haciéndola adrede mu-
30
Helman Edith, Trasmundo
de Goya, Madrid, Alianza,
1963, p. 45.
cho más ambigua.30 El propio título que adquirió la serie muestra esta complejidad. Lo
corroborra la relación del término capricho con su sentido originario de macho cabrío y la
aparición de este tipo de personajes en la serie (núm. 67).
En términos semánticos, la ironía no es ciertamente una simple sustitución antifrásica
de lo “no dicho” por su opuesto, “lo dicho”, que se diluye y casi se borra. La ironía no se comprende en un primer momento; ella se crea primero, o más exactamente, se provoca, se
suscita. Tanto lo dicho como lo no dicho coexisten y toman su significado en relación el uno
Schoentjes Pierre, op.cit.,
p. 243
31
con el otro.31
En este sentido, la ironía ocurre como componente de un proceso de comunicación.
No es una herramienta retórica estática que hay que poner en marcha, sino que nace de las
relaciones entre los sentidos, así como entre las personas, los enunciados y, a veces, entre
las intenciones y las interpretaciones.
Más allá de la ironía manifiesta que envuelve a los personajes y las escenas, se observa
cómo se ironiza con la propia forma, en este caso del grabado, al reforzar el carácter oculto
que se pretende manifestar. El dibujo ambiguo resulta la imagen perfecta de una ironía,
pues pone siempre el sentido en oposición y nadie intenta reducirlo.
Por otra parte, la ironía es reforzada por la oscuridad de los ambientes y el des-orden
temático de las estampas. Estos factores ponen en operación el principio de relación entre lo invisible y la motricidad. La complejidad en la interpretación de estas imágenes es
mayor de lo que puede parecer, por lo que una cuidadosa deconstrucción fenomenológica del sentido de lo cómico y lo irónico en los Caprichos se vuelve fundamental en este
análisis.
Anteriormente, el sentido de lo cómico y lo irónico sólo se atribuía a las intenciones del
autor. Sin embargo, cada vez ha cobrado más importancia el papel que juega quien interpreta la ironía, de acuerdo a los conocimientos y la época del artista o mediante creencias
no expresadas por él. Por consiguiente, tanto las pistas implícitas como su hermenéutica
juegan un papel fundamental en el análisis fenomenológico de lo cómico y lo irónico.
Por otra parte, la escena de la ironía implica relaciones de poder dentro de la comunicación. Si se desean abordar estas cuestiones complicadas, la ironía tiene que estudiarse
no como un tropo retórico restringido ni como una actitud general ante la vida, sino más
bien como una estrategia discursiva que opera en el nivel de la lengua (estrategia verbal) y
en el de la forma (estrategia visual o textual).
El irónico quiere que sus ilusiones sean comprendidas y se cuidará de no bloquear el
acceso al significado de su intención. Por consiguiente, de acuerdo a la analogía planteada
por Schoentjes, la ironía cierra aparentemente la puerta al intérprete, pero deja una llave
21
visiblemente colgada en la cerradura para invitar al que se encuentra detrás y mostrarle el
nierika
camino que permita que ambos se junten.
A R T Í C U LO S
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Existen ciertos indicadores que no se pueden dejar de lado. Por ejemplo, una sonrisa o
un guiño significan “sígueme”. En este sentido, la mirada que presenta el pintor en el grabado núm. 1 (fig. 1) abre la clave de la ironía en los Caprichos. El juego que establece Goya al
representarse “a la última moda y mirando de reojo al espectador con un desdén innegable”32 no es casual, sino que se utiliza para dar entrada al contenido de la serie.
Por su origen oral, las técnicas de captación de la ironía se han pensado siempre en función
32
Tomlinson Janis, op.cit.,
p. 133
de las características de la retórica del discurso público, y existen una serie de juegos
corporales que funcionan como códigos tanto en la conversación como en la práctica artística. Así, la mímica es fundamental en la comunicación de lo irónico, tanto en el observador
como en el blanco de la ironía.
En este nivel no se puede ignorar la complejidad de las dimensiones sociales e interactivas del funcionamiento de la ironía. Ésta implica siempre relaciones dinámicas y plurales
entre el texto y su contexto, lo mismo que una interacción constante entre la persona que
llamamos irónica, el intérprete y las circunstancias generales de la situación discursiva.
La ironía se mantiene como hilo conductor precisamente porque funciona como orden discursivo, mientras que los imaginarios constantemente se negocian debido a que el
sueño tiene que ver con el orden simbólico. Ambos están estrechamente ligados, como se
muestra desde la primera estampa de la serie y en su melancólica explicación: “Verdadero
retrato suyo, de mal humor y gesto satírico”. A continuación trataré de mostrar cómo el símbolo da entrada al sentido oculto de la imagen. “El satírico es un agente moral, a veces una
especie de vocero social que trabaja sobre un montón de bilis”33. Etimológicamente, sátira
proviene de satura y significa colmado o saturado, mientras que ironía describe un tipo
33
Schoentjes Pierre, op.cit.,
p. 185
particular de comportamiento; aunque hasta el siglo xviii ambos términos se utilizaban
indistintamente.
Asímismo, el sentido que se ha atribuido a la serie es el satírico, que a la vez pone en
operación el vínculo con la melancolía. Pero habría que preguntarse si en realidad los Caprichos funcionan como sátira o más bien como ironía. La confusión es inevitable, por la
ambigüedad que presentaban los términos en tiempos del artista.
Como afirma Schoentjes, entre los recursos de la sátira figura cierto número de procedimientos, como la caricatura y la invectiva, pero no toda sátira es irónica. La sátira pasa necesariamente por el ridículo, al igual que la burla es constitutiva de aquella. La preocupación
del satírico es ridiculizar los abusos de la sociedad o los defectos de las personas al apelar a
una norma moral más estricta que se intenta imponer. La ironía es el humor de la sátira y “el
irónico es cualquier cosa según su capricho”.34
El satírico no es maestro ni guía, sino un juez que no teme encargarse de la faena del
verdugo, pues a veces ejecuta sin piedad a sus víctimas. En este sentido, la sátira destruye y
la ironía enseña. ¿Acaso el sentido de las imágenes queda expuesto claramente, al modo de
una imposición moral? ¿Por qué la necesidad de escribir explicaciones extras para reforzar u
ocultar el sentido expuesto en ellas? ¿Por qué las numerosas reinterpretaciones que se han
hecho del sentido de las estampas a través del tiempo?
Cuando analizamos las imágenes por separado, en algunas ocasiones da la impresión de
remitir a un sentido muy claro, aunque no del modo en que lo ponen las caricaturas satíricas.
Por otra parte, si ponemos de manifiesto la complejidad implícita en los niveles de interpretación, indiscutiblemente nos tenemos que inclinar por el carácter irónico en los Caprichos,
incluso cuando se alude al carácter didáctico del anuncio que acompaña su publicación.
34
Ibid, p. 184
22
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Al apostar por la continuación del carnaval, y por consiguiente del desorden, de lo caótico y de la inversión, el estuche abierto por el autorretrato funciona como irónico y la producción de fantasmagorías, consecuencia de su propio método de purgación, lo hace como
liberación de prácticas sociales que critica muy sutilmente, como buen irónico, al inscribir
los registros en imágenes oníricas.35
35
La categoría de estuche
interior, la estructura
narrativa, el método de
purgación y lo onírico los
profundizo más en la
segunda parte de mi tesis,
pero por ser la ironía el
tema de interés de este
número de la revista
Nierika, en este artículo
se queda de lado.
La melancolía se cita para poner en operación la ironía, y la repetición de ambas alusiones sirve para reforzar el vínculo entre los dos órdenes de representación, lo simbólico
y lo discursivo, con lo melancólico y lo irónico respectivamente. De este modo se muestra
cómo la metáfora y la alegoría también son figuras relacionadas con la ironía, como manera
de decir otra cosa. Pero en lugar de reposar, la ironía explota las posibilidades del contraste
y la contradicción.
La ironía rompe el fluir previsible del discurso como la ficción el del mundo. Por eso
su relación con lo fantástico muchas veces es tan estrecha. Se puede afirmar que tanto
lo irónico como lo fantástico marcan una ruptura con la lógica. Son las dos prácticas que
no respetan el principio de no contradicción en el que basamos nuestra interpretación del
mundo y de los textos. Ambas se caracterizan por la ambigüedad y por la indecisión; lejos
de construir tendencias contrarias en el romanticismo, nacen de un mismo foco.
Minar con frecuencia la credibilidad de la propia narración con el fin de trastornar las
convenciones de la mímesis, es un recurso narrativo típico de la ironía. Cervantes lo emplea
en el Quijote (1605-1615) y Goya lo utiliza en la elaboración de los Caprichos. El carácter ilógico en la continuidad de la serie hace que los registros narrativos se rompan con el fin de
introducir la crítica a través de lo onírico.
La narración no sólo remite a la serie como totalidad, sino a la estructura de cada imagen
en particular. En el capricho núm. 71 (fig. 5), la espacialidad narra una escena que sin duda
Fig. 5 Francisco de Goya,
Capricho #71, Si amanece; nos vamos, aguafuerte y puntaseca, 21.5 x 15
cm, Museo Nacional de
San Carlos
tiene una gran ironía implícita. En ella podemos ver un grupo de brujas rodeado por un
23
ambiente nocturno con estrellas. El ojo es guiado en la misma dirección de las manecillas
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
del reloj.
Podemos notar cómo una bruja está sentada en algo que a primera vista parece una
piedra. Sin embargo, una vez que acabamos de realizar el recorrido visual según el modo
en que las imágenes guían nuestra mirada, nos encontramos con que no es un montículo,
sino un gran culo. La duda característica que nace de la llegada de un suceso inexplicable,
venido para perturbar brutalmente el orden normal del mundo, recuerda la aporía de la
ironía: ¿el trasero sustituye a la tierra o está sobre ella? Una vez más la sexualidad implícita
en la estructura carnavalesca hace su aparición triunfal en las imágenes.
No aparece con el carácter moralizador con el que se hubiera hecho referencia a estos
atributos sexuales anteriormente, sino que simplemente forman parte del juego irónico y
carnavalesco de la serie. Una vez más se refuerza la distinción entre el carácter satírico y el
irónico, puesto que el primero impone respuestas inferidas a partir de normas morales rígidas, mientras que el segundo propone una pregunta y se esfuerza por poner en entredicho
las verdades.
¿Cómo funciona lo carnavalesco en las imágenes? Tradicionalmente, el carnaval pro­
movía lo caótico que después volvía a la normalidad con la Cuaresma. Pero ¿cómo funciona
el carnaval en la representación? En su introducción al texto Lo cómico y la caricatura de
Baudelaire, Valeriano Bozal explica que podemos decir que el desorden relatado por la comedia es a plazo fijo; debe terminar en algún momento y entonces volverán las cosas a su
cauce al igual que sucede después del carnaval. En esto hay una sustancial diferencia con lo
que sucede en el mundo moderno, capaz de convertir el desorden en parte de la naturaleza misma de las cosas, componente de pleno derecho de la normalidad.36
En este sentido, me parece oportuno aplicar los dos rasgos del planteamiento de la inversión del carnaval de Bajtín, citados por el mismo Bozal. El primero es que Bajtín remarca
el carácter provisional, excepcional, anormal del carnaval: empieza, pone en pie esa entidad
36
Bozal Valeriano, Cómico y
grotesco, op.cit., p. 16
grotesca de la cultura popular, y termina. Tras el carnaval, un período de penitencia y ayuno
nos reincorpora a la vida normal, al orden establecido. ¿En realidad funcionan así los Caprichos? ¿No existe una especie de fijación en el tiempo carnavalesco? ¿Cómo se da la ruptura
y la vuelta a la normalidad en las imágenes? ¿Acaso con la captación de lo irónico?
Precisamente aquí es donde existe un vínculo con el segundo presupuesto de Bajtín,
que considero el más importante porque atribuye al carnaval la capacidad de desbordar los
límites de la sátira en los que frecuentemente se había encerrado lo cómico y de destacar
el aspecto positivo, la entidad de lo grotesco, más allá de lo satírico y de la crítica moral. La
novedad principal de este planteamiento es la relación entre lo grotesco y la naturaleza, en
donde el mundo oficial expulsa la naturaleza por la puerta de atrás, convirtiéndola en lo
onírico, característico del mundo al revés que se hace fuerte en la cultura popular.37
Grotesco es aquel tipo de deformación que se funda en una actitud o perspectiva ante
las cosas según la cual la distorsión desvela su condición verdadera y más íntima; lo que es
37
Idem.
más, revela que esa es su verdadera condición. La sátira y la caricatura, en cambio, son deformaciones de tipo diferente, ya que remiten a un contrario mejor, ridiculizan al personaje
para corregir y moralizar y, por tanto, la deformación no se entiende sino como el procedimiento para remitir a lo más perfecto, un medio para salir de la negatividad mediante la
reforma: el que es puesto en ridículo trata de corregirse.38
Ahora bien, la máscara, que juega un papel fundamental en el carnaval, también es la
imagen por excelencia entre el ser y el parecer. Hacerse pasar por otro provoca la risa, sobre
Bozal Valeriano, “Los
Caprichos: el mundo de la
noche”, op.cit., p. 24.
38
24
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
todo en el momento de desvelar la identidad. Sin embargo, nuevamente se da la ruptura de
un elemento simbólico para dar paso a la complejidad del orden discursivo.
El mundo visible aparece como un velo que hay que traspasar para hacer patente una
realidad más profunda tras la apariencia engañosa de las cosas. Este juego no se reduce a
una simple operación de sustitución, a una inversión que oculta lo bello tras la máscara de
lo feo o bien tras la del mal, sino que detrás de la imagen de la máscara hay un señalamiento
de la ironía.
Ver la ironía a través de la máscara significa observarla en una perspectiva diferente
que privilegia la idea de ambigüedad. Esta imagen, en su contexto filosófico, es la de la
modestia, pero en el discurso de todos los días es la del gracioso que profiere su juicio sin
pestañear y dice la broma pareciendo estar serio. Queda para el interlocutor la tarea de
desenmascarar al irónico, desvelarlo.
Parece que con el recurrente uso de esta imagen Goya está utilizando otro tipo de gesto con el que nos invita a participar de la ironía de los Caprichos. Es tarea del espectador
desvelar al irónico, al propio artista, que se muestra a través de las múltiples construcciones
dialécticas con las imágenes; éstas no presentan el típico sentido claro que provoca la risa,
sino el más intelectualizado que nos lleva a la sonrisa. En este punto es indispensable hacer
una distinción.
Lo cómico y el humor se asocian de manera directa o indirecta a la risa, cuya función es
divertir, mientras que la ironía se relaciona con la sonrisa, cuyo propósito es interrogar. La
risa sale irresistible y súbitamente; es un reflejo que sirve como descarga, ya que marca el
punto final de una tensión. En cambio la sonrisa se puede modular, porque acompaña en
su duración a una reflexión.
El humor y lo cómico son prácticas directas y francas, mientras que la ironía es un
modo indirecto y disimulador. La risa revela lo afectivo, mientras que la ironía es un fenómeno más intelectual. La degradación propia de la risa, que opera con la separación entre
lo bello y lo feo, entre lo grotesco y lo sublime, remarca que con frecuencia apela más a los
sentidos y a los sentimientos. Es una anestesia al espíritu que acalla la razón, mientras que
la ironía la solicita al poner en marcha una dialéctica cuyo punto de llegada no es necesariamente conocido.
En la primera estampa (fig. 1) Goya se representa serio, incluso de mal humor, pero en
realidad pretende que el espectador capte el sentido irónico del resto de la serie. Cuando
esto sucede, lo que se produce en el receptor es una sonrisa, característica de la ironía. En
otros grabados (fig. 2 y 3) vemos figuras riéndose, asomándose muy sutilmente, en algunos
casos en la oscuridad (núm. 2, 5, 26, 30, 38 y 49); otras conteniendo la risa (núm. 55 y 76),
o simplemente sonriendo (núm.14 y 41). ¿Cuál es el motivo de estas expresiones? ¿Acaso
todas se mueven en el mismo sentido?
Stoichita y Coderch afirman que “mirar por dentro suele ir unido al tema de la risa que
desenmascara. El capricho núm. 2 (fig. 2), que sigue inmediatamente después al autorretra-
Stoichita Victor y Ana
María Coderch, op. cit.,
p. 294.
39
to-frontispicio, parece fundir en la oscuridad a un rostro con una amplia sonrisa”.39 Para ellos,
sería la contraposición del autorretrato de mal humor de la estampa anterior, sólo que en
este que le sigue “el artista se esconde y camufla en el interior (y detrás) del mundo de la
representación. En este sentido sería una especie de autorretrato en el límite entre aparición
40
Ibid, p. 295.
y desaparición”.40
Lo que más llama la atención de esta imagen es la risa que brota del rostro escondido.
¿Qué sensación produce la risa representada? ¿Acaso refuerza el sentido de carnaval propuesto por las máscaras utilizadas por el personaje central? ¿Qué produce en el espectador
que contempla la imagen? Definitivamente no es risa como explosión, sino que a lo largo
25
de la serie se va evocando y reforzando el sentido irónico de las imágenes, en este caso,
nierika
A R T Í C U LO S
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visualmente, con la risa representada.
Con esto Goya inaugura una especie de diálogo interior con la mascarada social a la
que él mismo pertenece, y también con su álter ego del frontispicio. A primera vista pudiera
Fig. 3 Francisco de Goya,
Capricho #30, Porqué
esconderlos?, aguafuerte
y puntaseca, 39 x 30 cm,
Colección Museo Franz
Mayer
pensarse que si en el autorretrato Goya se representa “de mal humor y gesto satírico”, en la
imagen que le sigue su intención es paradójicamente la de descubrirse como autor (escondido) “en actitud satírica y de buen humor”.41
Existe una idea programática reforzada por la recurrencia al autorretrato escondido y
sonriente a lo largo de todo el ciclo, como en el capricho núm. 30 (fig. 3), que resulta revelador por la claridad que presenta, en contraposición con la oscuridad de la imagen núm. 2
(fig. 2). La alternancia entre el mostrar y el ocultar también es recurrente, así como la polarización entre el objeto de burla y los que se ríen, en primer y segundo plano respectivamente. Estos últimos los encontramos en los caprichos núm. 26, 30, 38 y 55.
El capricho núm. 26 presenta el sentido irónico de las prostitutas que sientan cabeza
mientras sus probables clientes se burlan al fondo. En esta imagen la ironía del primer plano
puede parecer clara por sí sola. Pero al fijarnos en las carcajadas del fondo que refuerzan
este sentido, probablemente la crítica a la prostitución como problema social sea más profunda de lo que parece a simple vista. La ironía abre la pregunta sin establecer el sentido
estricto en el que se debe leer la imagen, mientras que el título Ya tienen asiento, refuerza el
primer significado aludido.
En el núm. 38 dos personajes se burlan, nuevamente al fondo, del concierto dado por
el mono al burro; ¿de quién se estarán riendo, del músico o del espectador?; en el núm. 55,
41
Ibid, p. 296
26
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
el juego de la identidad y del espejo es puesto en escena mediante la imagen de una vieja
decrépita que contempla su belleza e intenta arreglarse, ¿será capaz de hacerlo?
En el núm. 30 (fig. 3), el objeto de burla se presenta en primer plano y los que se burlan,
al fondo. Stoichita y Coderch resaltan que:
La disposición en la página y la manera de cortar el plano confieren una monumentalidad
indiscutible a las figuras, entre las que se destaca una que se adelanta hacia el espectador para
presentarle el objeto de burla. Este personaje aparece con un extraño traje, con sombrero de
copa y con su boca quebrada en una enorme carcajada. La expresión del personaje puede ser
interpretada dialécticamente. Respecto a las otras imágenes de la misma estampa, el rostro
sonriente contrasta con los rasgos dolorosamente contraídos del avaro; pero con relación al
resto de la serie, propone un desdoblamiento de la personalidad del autor.42
42
Ibid, p. 297-298
Este grabado se relaciona con el capricho núm. 2 (fig. 2) porque las risas de las dos imágenes presentan cierto parecido. Asimismo, el sombrero de copa burgués refuerza la identidad que se había presentado en la primera estampa. Este desdoblamiento de la personalidad se da al representarse de mal humor la primera vez e integrarse de buen humor en las
siguientes alusiones. Por otra parte, llama la atención la presentación de estos rostros: en la
primera estampa, de perfil; en la núm. 2, de tres cuartos; en la núm. 30, de frente (fig. 1, 2 y 3).
Esta posición frontal del autor riendo establece un diálogo con el espectador. Por consiguiente, la dialéctica de esta estampa, a diferencia de la que muestra un rostro de perfil y objetiva
la representación, se da en tres sentidos: con las demás imágenes representadas en ella,
con el resto de la serie y con el espectador que la contempla: “la risa diagnostica un exceso
de bilis negra porque es al mismo tiempo síntoma y paliativo de la melancolía. La terapia
antidepresiva, que se efectúa mediante el buen humor, es un motivo de la antigua medicina,
considerada como un medio de purgación fisiológica del humor negro. La risa melancó-
43
Ídem.
lica es, sin embargo, una risa controlada, alejada del desenfreno vital y cósmico”.43
La máscara triste es la exterior; la alegre, la interior. Goya no esconde las diferencias en las similitudes, pues el retrato sonriente (e interior) es al mismo tiempo producto de un proceso de
abstracción y de alegorización del retrato-frontispicio. El triunfo de la carcajada sobre el llanto
se justifica por el hecho de que es en el humor negro y la risa del que lo produce donde el
44
Ibid, p. 303
desencanto halla su expresión más plena.44
Goya también representa sonrisas moduladas en su serie (núm. 14 y núm. 41). ¿No es significativo que Goya, más que producir risa, produzca sonrisas irónicas en sus espectadores?
En este sentido, ¿se puede decir que una vez más la melancolía y el método de purgación
sirven para poner en operación la ironía de la serie?
La observación más frecuente en relación con la ironía estriba con la ética de la emoción: se la considera como un modo de distanciamiento intelectual. Pero los grados de
malestar que la ironía es capaz de provocar sugieren más bien lo contrario. Para Schoentjes
45
Esto es especialmente
evidente en su otra serie
de grabados Los Desastres
de la Guerra.
la ironía irrita, se burla, ataca, ridiculiza, excluye, inquieta, humilla. Su empleo en la sátira y
46
que no debería obviarse y que es imposible separar de su política de uso.46
Pierre Schoentjes, op.cit,
p. 244.
en la invectiva sugiere un compromiso estrecho en el plano de las emociones. Por consiguiente, la ironía tiene siempre un doble filo: existe una carga afectiva alrededor de ella45
Las dimensiones sociales, aún las más simples, implican casi siempre una componente
afectiva. En la ironía esto se pone en operación porque siempre hay un blanco, una víctima.
Incluso si un autor desea que la ironía se interprete dentro de un contexto de oposición, no
27
hay garantía alguna de que se lleven a cabo sus intenciones subversivas.47 Probablemente
nierika
A R T Í C U LO S
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por esta razón Goya obtuvo el cargo de pintor oficial meses después de publicar su serie.
Generalmente este recurso se utiliza en regímenes totalitarios o en contextos discursivos represivos. Ambos factores atañen al ambiente de creación de los Caprichos. Usar
47
Ibid, p. 245..
la ironía o atribuírsela con el fin de socavar el sistema desde el interior revela una tarea clara
aunque peligrosa, porque las normas y las reglas se conocen y, tomándolas al pie de la letra, el enunciado irónico parece estar de acuerdo con ellas al mismo tiempo que la mente
las rechaza. Esta función no sólo se pone en operación en las cartelas de las imágenes, sino
en el mismo texto que acompañó su publicación.
Pero los verdaderos peligros no toman cuerpo si las autoridades se atribuyen ellas mismas
la ironía, borrando así toda cubierta protectora. El rechazo hacia los sectores afectados por
el gobierno es el que borra la atribución irónica contra su propio autoritarismo. La relación
entre el que se deja picar por la ironía y el que queda excluido por no entenderla es de
naturaleza política, en la medida en que inclusión y exclusión implican una jerarquía. En
otras palabras, aquí hay algo más en juego: el poder.
Esto corrobora la teoría de la Poética de la ironía, puesto que “no es la ironía la que crea
comunidades o grupos de iniciados, sino que ésta sobreviene a causa de lo que podríamos
llamar comunidades discursivas que proporcionan el contexto para su atribución y decodificación”.48 Por eso la ironía apela, en el nivel formal, tanto a una política como a una estética,
ya que aunque los indicadores sean gestuales, fónicos, gráficos o retóricos, para que adquieran sentido son tributarios a una comunidad discursiva.49
48
Ibid, p. 247..
49
Ibid, p. 248.
50
Idem.
Para abordar la política se debe tener un conocimiento amplio sobre el tema, porque
los agentes no toman la palabra a partir de posiciones de poder iguales. Dado que el intercambio comunicativo o la actividad discursiva es una dinámica social implica relaciones
de poder no sólo reales, sino simbólicas, para no hablar de relaciones de fuerza. Por consiguiente, cuando la ironía surge en el discurso sus dimensiones semántica y sintáctica no se
deben separar de sus aspectos sociales, culturales e históricos, del contexto en el que ésta
se emplea.50
La violencia política condujo a la creación de estampas en las que el otro, el enemigo,
quedaba reducido a la condición de objeto a exterminar. Proliferaron las escenas de gran
crueldad y, entre ellas, para lo que a este tema afecta, no son irrelevantes las de ahorcamientos: la figura humana colgando de una cuerda, un motivo que Goya representó en Los
desastres de la guerra con todo su patetismo, se hizo tan familiar como cotidiana: “la figura
humana colgada es la más próxima a un muñeco, a un ser dislocado y mecánico que ha
perdido su gravedad que se mueve descoyuntado y sin vida, parodiando el movimiento y la
acción propios de los vivos. El ahorcado es un mimo trágico, grotesco 51 (núm. 12).
Esta imagen explica bien el sentido que a partir de ahora adquiere lo grotesco: se trata
de entrar en un mundo cerrado, incomprensible, y de hacerlo, —puesto que la puerta delantera está cerrada— por la puerta de atrás, por la puerta de servicio: a partir de lo inferior y
popular, del teatro de marionetas, de la farsa, lo cómico y lo irónico. Mas entonces lo cómico
no sirve para diluir las penas, no es un ejercicio terapéutico, ni un instrumento de corrección o reforma moral. Para Valeriano Bozal, los frailes voladores que ha representado Goya
explican en su delirio la entraña del mundo, como en las marionetas que mueve el titiritero
de Kleist. El poeta aplica un razonamiento grotesco que conduce a la verdad; con él fuerza
la puerta de atrás:
51
Valeriano Bozal, Cómico y
grotesco op.cit., p. 50.
28
Los muñecos son ingrávidos, como los frailes goyescos, como sus brujas y brujos, como los
nierika
ahorcados; sólo rozan el suelo, no necesitan asentarse o descansar en él. Las estampas grotescas
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
muestran que tales monstruos pueden encerrar una verdad más grande que la aceptada a la
luz del día, a la luz de la razón. Las brujas y los frailes, los currutacos, las dueñas, las celestinas,
las prostitutas, los campesinos que transportan burros, los alguaciles, todos esos caprichos se
52
Ibid, p. 53.
configuran de modo semejante a las marionetas de Kleist.52
Esto explica la posición diferente de Goya y la creciente importancia que va adquiriendo
el ridículo, ese rasgo que paulatinamente coloca al artista como testigo del mundo en
que vive más que como protagonista, ya que también son estos muñecos ingrávidos
los que abren la puerta de atrás mostrando la verdad, especialmente evidente en la serie
de los Desastres: “cuando sólo son algunas las cosas ironizadas, cabe pensar en la reforma;
cuando todo lo es, más vale apartarse y contemplar en la distancia: las estampas grotescas
53
Bozal Valeriano, “Los
Caprichos: el mundo de la
noche”, op.cit., p. 17-37..
oscilan entre el sarcasmo y el patetismo sin renunciar a ninguno de los dos”. 53
Consideraciones finales
El hecho de que las series de grabados de Goya se hayan producido precisamente a finales
del siglo xviii, cuando se instaura la Revolución como forma de gobierno preponderante,
es muy significativo, de acuerdo a Stoichita y Coderch, por la alusión al último carnaval
representado. Pero a la vez que los Caprichos amplían el sentido de lo cómico y lo irónico
insertándose en la nueva producción de lo grotesco, que a partir de entonces será mucho
más importante en este tipo de discursos (evidente en Los desastres de la guerra), evocan
el desorden simbólico de la máscara y del carnaval. La propia construcción narrativa de la
serie muestra y oculta los temas y las formas, al igual que la ironía. La posibilidad unívoca
del sentido se complejiza al representar el mundo en múltiples niveles, como muestran los
gestos, los fondos, los personajes, las cartelas y el sentido enmascarado de cada estampa en
particular y de todas en conjunto.
El carnaval es forma y práctica de lo grotesco, ya que celebra la alegría de la vida por
el desbordamiento que se lleva a cabo en él. Suspende la tensión de tecnología del poder
porque como cuerpo colectivo; no es representación ni escena y no responde a la lógica
de simbolización del cuerpo, sino a la pura pulsión. El disfraz desimboliza porque no hay en
el identidades corporales ni lógica; de ahí la relación intrínseca con el desorden y lo ilógico
de la serie. ¿Será que la narración carnavalesca de las estampas goyescas evoca la ironía e
inaugura lo grotesco?
La ironía y el ritual en la
obra de Alfred Schnittke:
29
nierika
ARTÍCULOS
A R T Í C U LO S
TEMÁTICOS
T E MÁT I CO S
recuperando el imaginario cultural
y la ilusión de la
“música clásica”
Emilia Ismael Simental
Universidad de las Américas Puebla
maria.ismael@udlap.mx
Resumen
El simulacro musical del realismo socialista, que marcó la actividad composicional de la urss a lo largo
Abstract
The musical simulacrum of socialist realism that marked the compositional activity of the ussr throughout the twentieth century intended to establish an official cultural order by normalizing and numbing the imagery of Soviet society. Within that context, the works of the late Russian composer Alfred
Schnittke were often received as expressions of political disobedience and cultural resistance due to
their heterogeneity of musical languages and cultural references. However, in a cultural and critical
analysis of his “Faust Cantata” (1983), thus not only in compositional terms but also in its performativity and performance, the musical discourse seems to go beyond the juxtaposition or collision of
polarized cultural symbols as a postue of resistance. Although sometimes musical paraphrases of a
conflict between “good and evil” seem obvious, the use of irony through aesthetic and interpretative
ambiguities in the work’s performativity and the ritualistic dimension of its first performance reveal
more complex levels of meanings displacement and cultural and political negotiations.
Keywords: simulacrum, classical music, Alfred Schnittke, irony, performativity, Cantata Fausto
l repertorio del compositor Alfred Schnittke (1934-1998) reúne géneros y materiales
sonoros de diferentes ámbitos musicales y culturales: desde las consagradas formas
de la música clásica en sus tradiciones barroca, clásica o romántica combinadas con
técnicas modernistas y música sacra, hasta lenguajes del folclor, el rock, el jazz y otros
géneros. Debido a estas características sus composiciones fueron fácilmente interpretadas
como discursos de contracultura durante la Guerra Fría, tanto al interior como al exterior de
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
del siglo xx, pretendía contribuir a fijar un orden cultural oficial mediante la normalización y el adormecimiento del imaginario de la sociedad soviética. Dentro de ese contexto, la obra del fallecido
compositor ruso Alfred Schnittke, por su heterogeneidad de lenguajes musicales y referencias culturales, era frecuentemente interpretada como expresión de desobediencia política y resistencia
cultural. Sin embargo, en un análisis crítico cultural de su Cantata Fausto (1983), no sólo en términos composicionales sino de performatividad y performance, el discurso musical parece ir más allá
del choque o yuxtaposición de símbolos culturales polarizados como postura de resistencia. Aunque a veces parecieran obvias las paráfrasis musicales del conflicto entre lo bueno y lo malo, el uso
de la ironía a través de ambigüedades estéticas e interpretativas en la performatividad de la obra y la
dimensión ritual de su primer performance revelan niveles más complejos de desplazamiento de
significados y de negociación cultural y política.
Palabras clave: simulacro, música clásica, Alfred Schnittke, ironía, performatividad, Cantata Fausto.
30
la entonces Unión Soviética. Su condición como artista marginal y miembro representati-
nierika
vo del underground artístico soviético, por encontrarse continuamente en tensión con el
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régimen, propició aun más la lectura de su obra como manifestación de desobediencia
política desde el ámbito cultural. Sin embargo, en un análisis crítico cultural de su Cantata
Fausto (1983) no sólo en términos composicionales sino de performatividad y performance,
en el marco del ejercicio artístico del compositor, el discurso musical parece ir más allá del
choque o yuxtaposición de símbolos culturales polarizados como postura de resistencia.
Aunque a veces parecieran obvias las paráfrasis musicales del conflicto entre lo bueno y
lo malo, lo oficial y el tabú, las ambigüedades estéticas e interpretativas, es decir, la ironía
generada en la performatividad de la obra como acto creativo y la dimensión ritual de su
primer performance, revelan niveles más complejos de desplazamiento de significados y de
negociación cultural y política.
El propósito del presente texto es, en primer lugar, exponer a través del caso de la actividad artística musical en Rusia y la desaparecida urss cómo el canon musical occidental,
comúnmente llamado música clásica, se convierte en una hiper realidad sin referentes que
vacía a la producción musical artística de su capacidad política; y luego, mostrar cómo
la obra de Alfred Schnittke, en su dimensión performativa, genera una desestabilización
cultural a través del uso de la ironía como una humillación estética que silencia la autoridad de la representación oficial para reactivar el imaginario cultural y político. A la luz de la
noción de simulacro de Jean Baudrillard, el careo entre lo bueno y lo malo en el discurso
musical va más allá de la iluminación de dicotomías políticas y económicas entre lo público
y lo privado, lo noble y lo vulgar, lo oficial y lo prohibido, para evidenciar los mecanismos
político-culturales que sostienen dicha realidad y sus dicotomías explicativas. La negociación entre distintas formas de la alta cultura musical y expresiones populares occidentales,
a través de la ironía como ambigüedad interpretativa, disloca en la obra de Schnittke los
mecanismos de representación y significación cultural de la tradición de la música clásica
en la que supuestamente se inserta, revelando así su operación como una realidad simulada que no sólo produce su propio estatuto privilegiado sino también antagonismos culturales. La dislocación de este simulacro, intentaré concluir, sucede al confrontarlo consigo
mismo, puesto que propicia un diálogo con las mismas estructuras con las que ha logrado
legitimar su inmanencia y reintroduce así el potencial político en el quehacer artístico de
la música clásica para liberarla de su propia carga ideológica y la marginalidad de su propia
conceptualización.
El simulacro de la música clásica en la Unión Soviética
La relación entre la música y la política en Rusia se remonta a la cristianización de los territorios eslavos en el siglo x. El bautismo de Vladimiro I, Gran Príncipe de Kiev, marcó no sólo
alianzas políticas entre Rusia y Bizancio, sino el comienzo de la conformación del Estado
ruso como tal dentro del marco de una cultura religiosa cristiana. El vínculo entre Iglesia
y Estado, y con ello el vínculo cultural entre música (religiosa) y política, se hizo evidente
desde ese momento y permanecería así por nueve siglos hasta la llegada de la Revolución
en 1917. La música de la Iglesia ortodoxa se convirtió en la principal actividad legitima del
pueblo, que renegaba a su vez, como toda región convertida, de las formas folklóricas paganas. Durante varios siglos, la música de influencia bizantina, legitimada no sólo por la Iglesia
sino también por el Estado, se hibridó con el gusto musical eslavo.
Después de la muerte del zar Boris Godunov en 1605, la breve pero significativa
intervención polaca abrió las puertas de Rusia a la influencia musical de Europa occidental.
Dentro de este encuentro, la Iglesia católica romana se filtró a través del influjo cultural
31
polaco y de las formas de música sacra latina. Esta influencia comenzaría una serie de re-
nierika
formas en distintos niveles a la música ruso-ortodoxa, desde notación y forma hasta estilo
interpretativo. Los cambios se hicieron oficiales a mitad del siglo xvii bajo el liderazgo del
patriarca Nikon, quién proclamó renovaciones importantes no sólo en la música sino en
la estructura de la Iglesia y en la vida eclesiástica para que ésta estuviera en armonía con los
valores latino-romanos. Esto produjo una severa ruptura interna en la Iglesia rusa que dio
como resultado el surgimiento de una fracción disidente conocida como “Antiguos Creyentes”; sin embargo, las nuevas formas y estilos occidentalizados permanecieron dentro de la
línea oficial y fueron acogidos por la clase zarista gobernante.
La práctica secular identificada en occidente como música clásica hizo su entrada en el
territorio ruso en la segunda mitad del siglo xviii bajo el reinado de Anna de Rusia. La emperatriz, en el espíritu occidentalizador de Pedro I el Grande, gustaba reunir en su corte
eventos exóticos y expresiones aristócratas europeas. Así, cientos de tropas de ópera italiana y eventualmente maestros músicos del resto de Europa comenzaron a introducir sus
modelos artísticos al gusto ruso. De tal suerte que la influencia de formas y prácticas de
la música occidental se dio no sólo en el ámbito de la música sacra sino también en la
secular bajo la anuencia de la clase gobernante. En pocas palabras, la música clásica afianzó
su lugar como símbolo de cultura oficial y aristocrática.
Más adelante, a lo largo del siglo xix, los esfuerzos de músicos rusos como Mikhail Glinka
y los hermanos Rubinstein consolidaron no sólo una escuela de música clásica rusa, sino
que legitimaron la identidad social y económica del músico a través de la práctica de la
música clásica de concierto. Progresivamente, la influencia de las actitudes nacionalistas durante el siglo xix fortaleció el desarrollo de la actividad musical popular y sacra a través de las
formas y estilos de la música clásica como parte de una imagen nacional. Con la fundación
de los conservatorios de Moscú y San Petersburgo en 1861, el intercambio entre Rusia y las
potencias musicales de Europa occidental se intensificó.
Llegada la última década del siglo xix, bajo los ideales insurgentes comunistas, la música
de vanguardia occidental fue bien acogida por los intelectuales revolucionarios como camino
para distanciarse de las formas clásicas asociadas con la cultura aristocrática. Sin embargo, ya
establecido el régimen socialista, la estrategia política de consolidar el Estado llevó al partido
a buscar mecanismos de producción cultural de alcance masivo. El régimen proyectó que
para que el arte pudiera fungir como medio de propaganda y herramienta de cohesión social tenía que ser inteligible y accesible para todos. Aunque en algún momento hubiese sido
condenada como una expresión aristocrática, por así convenir a los intereses revolucionarios,
la música clásica era finalmente el lenguaje musical más familiar para el pueblo ruso, especialmente después de la popularidad internacional de personajes como P. I. Tchaikovsky y N.
Rimsky Korsakov. De este modo, la música clásica de Europa occidental —junto con formas
específicas de canción folklórica— se convirtió nuevamente en paradigma del arte ruso y del
realismo socialista. Dentro de este realismo cualquier otro tipo de discurso musical era penado
estrictamente por el Comité Central del Partido Comunista, con sanciones que iban desde la
censura, marginación, cárcel y, en algunos casos, la pena capital. De tal suerte que en el nuevo
contexto socialista la música clásica perdía su referente cultural como actividad musical de la
Rusia zarista para resignificarse como el lenguaje sonoro del nuevo orden social, no sólo definiendo su propia identidad artística como “verdadera”, sino adjudicando a aquellas prácticas
experimentales calificativos de falso artificio.
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32
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El problema no era que el Estado retomara las prácticas aristocráticas, sino que regresara
a ellas para trasplantarlas como mecanismos de significación de una realidad simulada,
es decir, vaciándolas de referentes culturales y anulándolas como ejercicio artístico de expresión y articulación social al fijar sus valores y estructuras. Los valores promovidos por el
realismo socialista a través de la música incluían un lenguaje sencillo que insistiera sobre
el trabajo común, la organización proletaria y la consagración del socialismo y de sus caudillos. Otras prácticas fueron censuradas: tanto la música sacra como las prácticas populares
occidentales eran prohibidas por su estrecha y añeja relación con la Rusia zarista. La actividad musical en Rusia no era entonces sólo propaganda de un realismo socialista, sino que
se convirtió en una hiperrealidad cultural donde el imaginario musical estaba paralizado y
había sido sustituido por representaciones normalizadoras.
Para el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, un contexto como el descrito aquí
es vivir en una seducción en la cual ya no es posible experimentar una realidad que permita
1
Baudrillard, Jean, De la
Seducción, México, Rei,
1990, p. 150.
acceder a la esfera del hechizo, la dimensión del encanto y el sueño.1 Si bien Baudrillard
expresa esto cuando habla sobre la era de la enajenación con la imagen audiovisual, (su
argumento analiza principalmente el orden de realidad reconfigurado a partir de la imagen
en la pantalla) quiero mostrar aquí cómo la música clásica funcionó de manera similar en la
Unión Soviética. Para Baudrillard lo lúdico es la manera como nos relacionamos y operamos
dentro de una realidad donde medios de comunicación e imágenes se sistematizan con las
formas de vida. Esto implica que las posibilidades de los sujetos para relacionarse se restringen únicamente a los comandos de sociabilidad de medios como la televisión, los medios
publicitarios y el Internet. Dicho orden lúdico de la imagen, que no es ya opcional según
2
Ídem.
Baudrillard, es una virtualidad de funcionamiento óptimo.2 Es una administración lúdica, en
palabras de Baudrillard, “en cuanto no es nada más que manipulación del teclado sensorial,
del tablero de mandos de neuronas”; ya no hay pasión, ilusión ni puesta en escena, ya no
3
Ibíd. p. 151.
queda otra cosa más que manipular los comandos de acción”. 3
Aunque el uso del término lúdico podría sugerirnos otras líneas de reflexión relacionadas con la espontaneidad o la creatividad sin reglas, un ejercicio hasta cierto punto improvisador que podría reintroducir el campo de ilusión, la idea a la que refiere Baudrillard apunta
hacia la acción del juego con una serie de normas y objetivos específicos. Esta connotación
de lo lúdico conduce críticamente hacia un distanciamiento de la realidad producido por
el complejo de la imagen a través de codificaciones y reglas de verdad, tal y como la música clásica operaba en la cultura soviética como complejo sonoro. Se produce entonces
4
Ibíd. p. 91.
un efecto que Baudrillard llama “seducción fría”, 4 donde lo real no es más que una imagen insulsa que puede ser manipulada para crear espectadores disciplinados. Los individuos viven a través de imágenes y unidades de información que simulan una realidad no
presente: “ La información es vida como ambiente, como servicio, como holograma de lo
5
Ibíd. p. 154.
social”. 5
Esta imposición de funcionamiento, esta disuasión de la ilusión y suplantación de realidad es el simulacro, y mi interés aquí es explorar cómo éste se ha producido también a
través de prácticas artísticas, en específico la música, y no sólo con el advenimiento de
la tecnología audiovisual. La realidad simulada es producida y reproducida a través
de matrices y modelos que no sólo han sido virtud de la imagen mediatizada, sino que
otras prácticas, como la música clásica, han operado bajo una lógica análoga en determinados contextos y momentos históricos. Baudrillard plantea el simulacro como una hi-
6
Baudrillard, Jean, Cultura
y Simulacro, Barcelona,
Kairos, 2007, p. 11.
perrealidad producto de una síntesis irradiante de modelos combinatorios en un hiperespacio sin atmósfera.6 Es decir, es un espacio artificial sin referentes, sin verdad ni realidad
detrás, que reproduce fielmente todos los signos de lo real y elimina el espacio de lo imagi-
33
nario y la ilusión. Así fue trasplantada la música clásica en el contexto soviético para generar
nierika
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un nuevo orden sin referentes. Se esfumaba de esta manera la diferencia soberana entre el
mundo y su representación artística, entre la realidad y la ilusión que producía el encanto
de la abstracción crítica; 7 la música clásica y sus mecanismos de significación suplantaban
7
Ibíd. p. 10.
8
Ibíd. p. 9
y reproducción; sacrifica el imaginario para preservar su estatus de realidad.9 La simulación
9
Ibíd. p. 43.
disuelve la diferencia entre lo “verdadero” y lo “falso”, lo “real” y lo “imaginario”, 10 adormece así
10
Ibíd. p. 12
11
Ibíd. pp. 27- 31
el orden de realidad.
La propaganda cultural del Estado desde el liderazgo de José Stalin, entre 1922 y 1952,
promovía la música clásica como un lenguaje accesible y representativo de los valores
sociales de la ideología comunista, cuando apenas en los años revolucionarios había sido
símbolo de la opresora cultura aristocrática. La búsqueda de identidad socialista trasplantaba entonces una práctica musical que había de simular una realidad sin origen.8 El poder de
organización del simulacro seduce y se convierte en absoluto, al grado de no permitir su
distinción como hiper-realidad: no sólo reproduce un modelo de realidad sino que reproduce también el modelo de lo imaginario. No deja lugar así para la distancia entre referente
11
el imaginario cultural y suplanta la ilusión para mantener el orden de lo real.
Baudrillard está de acuerdo en que el arte también se ha convertido en parte del simulacro al ceder su papel como productor de ilusión y de toda posibilidad estética de representación.12 Para Baudrillard, la simulación como mecanismo de orden social, dentro del cual
operamos con confianza sin cuestionar la puesta en escena, no puede ser desarticulada13.
12
Baudrillard, Jean, El
Complot del Arte, Buenos
Aires, Amorrortu, 2006,
p.45.
13
Ibíd. p. 42.
14
Ibíd. p. 46.
Ni siquiera el arte es capaz ya de distanciarse y de proponer nuevos mecanismos de sociabilidad. Para el autor, la única salida es el regreso a la ilusión mágica del tribalismo.14
Más allá del discurso. Ironía y performatividad como mecanismos
para reactivar el imaginario en la Cantata Fausto
Ya hacia la tercera década del siglo veinte, la rigidez de la vida en la urss y la disolución del
ideal comunista en oligarquía y opresión promovió una actitud de inconspicua resistencia
en diversas prácticas culturales. A raíz de las crecientes condiciones de tensión y represión
social, en la música se desarrolló particularmente una práctica de ambigüedad de discursos
y lenguajes encriptados cuyo ejemplo más famoso es el compositor Dimitri Shostakovich.
Él fue uno de los primeros en sufrir la censura artística de la era estalinista, lo que fortaleció la
dimensión política en la interpretación y recepción artística en Rusia. Particularmente por
la ambiguedad de la representación sonora, la música era propicia para el ejercicio de lecturas disidentes. El repertorio de ciertos compositores considerados marginales por rehusarse
a cumplir con las normas institucionalizadas, entre ellos Alfred Schnittke, se prestaba para
ser leído tanto por instituciones oficiales como por la audiencia en general a manera de
manifiestos de desobediencia política.
Sin embargo, es importante ir más allá de un análisis estructuralista y de una interpretación semiótica del discurso musical como expresión de posturas disidentes. Si se comparte la postura de investigadores de música popular como Pablo Vila, podemos encontrar
ejemplos de cómo el discurso y práctica musical activaba dispositivos de resistencia social y
no sólo los simbolizaba.15 Quiero así mostrar, a través de la Cantata Fausto de Schnittke, los
momentos en que la música en la urss no fue sólo testigo de las condiciones de vida sino un
mecanismo de reorganización de relaciones sociales, de los vínculos de la sociedad civil
con las instituciones del Estado, sus ideologías y las estéticas que éstas suscribían.
15
Pablo Vila, “Música e
identidad: la capacidad
interpeladora y narrativa
de los sonidos, las
letras y las actuaciones
musicales,” en Recepción
artística y consumo cultural,
México, Casa Juan Pablos,
-Conaculta-inba-Cenidiap,
2000.
34
nierika
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La Cantata Fausto fue comisionada por los organizadores del Festival de Viena en
1982. Schnittke, quien ya tenía considerado componer una obra de tipo operístico basada
en el Fausto de J. W. von Goethe, inmediatamente se vio motivado a realizar una versión
a menor escala para este festival. La obra, como el término “cantata” lo indica, es una composición dramática que no requiere gran producción escénica. El género, si bien conserva
algunos rasgos teatrales narrativos, está diseñado para prescindir de una representación
dramática; tradicionalmente se utilizaba en la música sacra para incorporar breves historias
bíblicas durante alguna celebración litúrgica.
Schnittke no utilizó finalmente el texto de Goethe ya que por su complejidad y extensión hubiera sido imposible adaptarla a una obra de menores dimensiones como la cantata. En su lugar recurrió a los textos de un libro medieval de cuentos populares publicado
en 1587 en Frankfurt por Johann Spies, titulado: Das Volksbuch vom Doktor Faustus.16 De tal
16
Ivashkin, Alexander,
Alfred Schnittke, Londres,
Phaidon, 1996, p. 174.
publicación tomó los últimos capítulos (67 y 68), donde se relata la muerte del antihéroe,
el doctor Fausto, después de haber confesado sus pecados ante sus alumnos. A diferencia del Fausto de Goethe, el Fausto que Schnittke representa desde su interpretación del
texto medieval no está totalmente condenado, sino que guarda cierta esperanza de reden-
17
Ídem.
ción al final.17
La obra de Schnittke está estructurada en diez movimientos continuos sin interrupción
formal, pero con intervenciones frecuentes y repentinas de un narrador. La forma musical
que Schnittke escogió para la pieza fue la pasión barroca, forma utilizada en los siglos xvii
y xviii para representar la vida y muerte de Cristo. En este caso, como el mismo Schnittke lo
calificó, la cantata es irónicamente una especie de pasión negativa: relata la pasión y muerte
18
Ídem
del más pecador.18 Es entonces la figura retórica de la ironía lo que le permitió a Schnittke
articular un discurso donde la ambigüedad y la vergüenza del personaje central crean el
silencio; en palabras de Mijaíl Bajtín, donde nadie habla y se habilita un espacio para la re-
19
Bajtín, Mijaíl, Speech
Genres and Other Late Essays,
Estados Unidos, University
of Texas at Austin, 1986,
p.134.
significación de la narrativa.19
A través de una serie de ambigüedades y humillaciones musicales formales, la ironía de su discurso confronta y se burla de una de las formas más reverenciadas y paradigmáticas de la música sacra barroca. No sólo la utiliza para representar la antítesis del
personaje típicamente honrado por este género, sino que manipula su estructura mezclando el orden de la narración. Normalmente la pasión se presenta en una sucesión clara
de acciones, —recitativos del narrador— y momentos de reflexión —arias y coros—. En el
caso de la Cantata Fausto, las intervenciones del narrador no siguen un orden lógico y
muchas veces son intromisiones. A su vez, los momentos de reflexión son de carácter
inestable y de mucha tensión, y frecuentemente son interrumpidos por el narrador o el
personaje de Mefistófeles. En la obra parece dominar el desorden sobre la coherencia narrativa. Schnittke presenta también en esta obra elementos de música popular extranjera:
en el movimiento siete, por ejemplo, la escena de la muerte de Fausto tiene como contexto
sonoro un tango. Schnittke tenía presente que en la versión del Fausto de Tomas Mann,
20
Ivashkin, Alexander,
op.cit., p.178.
publicada en 1947, Mefistófeles afirma que el peor castigo en el infierno no es el dolor sino
la humillación.20 Así, mediante la introducción de este género popular en la obra, Schnittke
experimentó a través de la ironía en el uso de un material estilísticamente exógeno, con
una especie de humillación del ethos del contexto musical en el que suscribía la obra. Una
21
Ídem.
humillación quizás no tanto dirigida a la forma de la pasión como tal sino hacia el público.21
Otro elemento relacionado con la estrategia irónica está en la ambigüedad de Mefistófeles, quien es personificado al mismo tiempo por un contra-tenor (hombre soprano) y
una contralto (mujer de rango más bajo). De hecho, para el papel de Mefistófeles contralto,
Schnittke pensaba en una cantante de pop con un color vocal áspero, ya que no sólo ima-
35
ginaba una voz femenina grave sino de color crudo y un tanto vulgar.22 El contra-tenor
nierika
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desarrolla la dimensión del diablo seductor mientras que la contralto es la cara cruel que
castiga al doctor Fausto.23
De este modo Schnittke ironiza sobre algunos de los principales elementos del género
sacro. Como he referido, el compositor generó una serie de ambigüedades desordenando
22
Ibíd. p. 180.
la estructura, exaltando a un antihéroe, introduciendo material sonoro de origen secular,
23
Ibíd. p. 178.
—y cierto grado de sensualidad— y utilizando voces con timbres confusos que, dado el
contexto, le confieren un carácter grotesco al performance y suspenden su significado.
Al mismo tiempo que Schnittke desarrolla el tema de la ambigüedad del mal en la narrativa textual, lo hace en el contexto de las formas musicales más respetadas y glorificadas,
exhibiéndolas irónicamente como una verdad relativa que sólo se legitima dentro de una
realidad simulada. Es decir, retoma la idea de Bajtín de la ironía como silencio; esta serie de
ambigüedades generan una ausencia o vacíos de significados donde los dispositivos de
verdad se suspenden.
Sin embargo, como he apuntado ya, la ironía no se limita a las formas y estilos de la
música clásica. La obra como objeto artístico no resuelve por sí sola las tensiones políticas
y culturales que ironiza a nivel discursivo, simplemente las ubica en un silencio, en una suspensión del acto de significación. A partir del análisis de las formas clásicas y populares, y de
su articulación a través de planteamientos ambiguos en la obra, se vuelve necesario ahora
interpretar este repertorio más allá de la representación para entenderlo como facilitador
de nuevas relaciones sociales. Como se mencionó al inicio de este texto, la idea de simulacro como suplantación de la realidad es importante, ya que nos permite observar cómo
la identidad de la musical clásica es cuestionada si se ironizan sus propios mecanismos
de significación. El efecto que estos elementos discursivos tienen en su relación con el escucha va más allá de la representación simbólica.
El filósofo del lenguaje John L. Austin (1911-1960) es ampliamente reconocido como
fundador de las investigaciones acerca de los actos de habla. Él propuso una categorización con base en la forma como las palabras hacen y los sujetos actúan a través de ellas y
sus elocuciones. Como ha sido ya abundantemente referido en estudios literarios y de la
cultura, Austin distingue tres actos de habla: locuciones, ilocuciones y perlocuciones. Los
primeros son los actos de decir algo; los segundos son los actos hechos al decir algo, como
una orden, y los terceros son los actos que provocan que algo pase, como la persuasión.24
En cuanto a estos últimos, se caracterizan principalmente por devenir en un efecto.
Ahora bien, Ted Cohen, en sus reflexiones e interpretaciones sobre la teoría de Austin,
desarrolló el tema y reconoció dos tipos de perlocuciones: directas y oblicuas.25 Las pri-
24
Ted Cohen, “Figurative
Speech and Figurative
Acts,” en The Journal of
Philosophy, Vol. 72, No.
19, Seventy-Second
Annual Meeting American
Philosophical Association,
Eastern Division, nov. 6,
1975, pp. 669-684 y p. 672.
25
Ibíd. p. 673.
26
Ídem.
meras son aquellas que se forman a través de los actos de locución e ilocución, como la
intimidación, que necesariamente tiene que formarse como amenaza antes de intimidar.
Sin embargo, Cohen reconoce que hay perlocuciones oblicuas que pueden ir de la mera
sintaxis o locución directamente al efecto a través del tono y expresión del sonido.26
En el caso de la música de Alfred Schnittke, la cita o alusión de material musical —ya sea
proveniente de la tradición de la música clásica o de la cultura popular— no se limita a la
recreación o reproducción de estilos. A través de la ironía produce una confrontación estética entre los elementos formales y estructurales del material. Dicha confrontación expone
sus mecanismos de significación y ofrece la posibilidad de cuestionarlos. De este modo la
obra musical se vuelve un acto perlocutivo; no sólo enuncia una sintaxis, sino que provoca
un cambio en la manera en la que ese material había sido escuchado y asido culturalmente.
36
Al confrontar dentro de un mismo discurso, a través de la ironía, la música seria oficial (per-
nierika
sonalizada en el lenguaje clásico) y la música considerada tabú (la música popular occi-
A R T Í C U LO S
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dental, entre otras) podemos no sólo observar los dispositivos de operación ideológica
que las significan como lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, sino reimaginar sus
capacidades como instrumentos de crítica, negociación política y reorganización cultural.
La ironía como silencio, según lo proponía Bajtín, trasciende la autoridad de lo serio y li-
27
Bajtín, Mijaíl, op.cit.,
p.134.
bera al hombre de la monotonía de las culturas autoritarias.27
El ritual en la realidad faustiana
Una vez consideradas las estrategias de composición y producción, los fenómenos de
recepción son fundamentales aquí para entender en su conjunto los potenciales desplazamientos culturales a nivel de construcción de significados, referencias relacionadas con la
obra, y cómo esto potencialmente genera cambios en las relaciones sociales y en la organización cultural. Los estudios de Richard Schechner sobre performance constituyen un marco
conceptual importante para el análisis de la obra como evento, una espacio-temporalidad
que facilite la negociación de significados. Schechner plantea que la conformación de la
expresión artística se sucede tras dislocaciones espacio-temporales y de resignificación de
28
Schechner, Richard,
Performance Theory, Nueva
York y Londres, Routledge,
2003, pp. 8-14.
29
Ibíd. p. 188.
objetos derivadas y heredades de las prácticas tribales del ritual.28 En un gesto más optimista
que el de Baudrillard, señala que la obra de arte y los artificios de la era industrial se unen en
la representación, aunque se separan cuando se involucran con el sujeto y lo transforman.29
Para Schechner, el proceso de la presentación o performance de cualquier expresión
artística implica no sólo la composición de una obra sino la reunión de la comunidad —tanto los participantes directos como la audiencia—, el acto de presentación y la posterior
dispersión de aquella comunidad.30 Este proceso completo es lo que une al arte y al ritual
30
Ibíd. p. 176.
como prácticas transformadoras. A través de la primera parte, de reunión, la comunidad
comparte expectativas y afectos en cuanto al proceso que inicia. De igual manera, la fase de
dispersión es un momento de intercambio de la comunidad acerca de lo sucedido, experimentado y aquello transformado.
Ahora bien, en cuanto a la fase de presentación, Schechner coincide con Victor Turner
en que es un momento liminal; un momento de indefinición donde se da la transformación espacio-temporal dentro del ritual y sucede la resignificación de espacios, tiempos y
objetos.31 Es esta fase liminal heredada del rito donde se genera un desplazamiento de los
31
Ibíd. p. 188.
mecanismos a través de los cuales le damos significado a la experiencia y se transforma
nuestra manera de relacionarnos con todos los agentes involucrados en ella.
Como he tratado en la sección anterior, a través de la ironía o la ambigüedad en el uso
de ciertos signos, Schnittke expone la vulnerabilidad de las formas clásicas como mecanismos absolutos de significación. La forma musical en sí es trasladada a otro tiempo y a otro
espacio: la pasión, normalmente haciendo referencia a tiempos bíblicos, es utilizada para
representar un momento de sufrimiento que podría ser hoy o en cualquier otro momento.
Al citar un tango internacionaliza en cierta manera la localización de la obra: podría suceder en cualquier parte. Aunque la cantata fue comisionada y estrenada en Viena, Schnittke
era consciente de que su música nunca estaba desvinculada del público ruso debido a
su propia identidad como figura pública tanto artística como política. Prueba de ello es que
al poco tiempo la obra se estrenó en Moscú, donde una sociedad que reflexionaba sobre las
consecuencias de dejarse seducir por un proyecto político habría ahora de sufrir su propia
pasión e identificar la historia de Fausto en su propia experiencia.
37
Los registros indican que la recepción de la obra en Rusia durante su estreno fue escan-
nierika
dalosa. Ante la posibilidad de una afluencia masiva al evento, el ensayo general fue abierto
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al público; el teatro se abarrotó desde ese momento y la función de gala superó todas las
expectativas en cuanto a asistencia.32 El mismo fenómeno se suscitó en la entonces ciudad
de Leningrado mientras el Estado trató sin éxito en varias ocasiones de censurar y cancelar
la obra por su contenido “pro-religioso” y “anticomunista”. 33 Así, las formas y géneros canonizados como verdades musicales y culturales, sancionadas por el régimen soviético, son en
32
Ivashkin, Alexander,
op.cit., p. 180.
33
Ídem.
este ejemplo desestabilizados por estrategias que trastornan su significado. La interacción
de elementos heterogéneos y “anti-oficiales” en un planteamiento irónico desplaza los significados de las formas consideradas serias y trasciende la relación formal de la audiencia
con ellas.
La Cantata Fausto sigue así un proceso análogo en varios momentos al ritual explicado por
Schechner y Turner. Las expectativas creadas por el público antes del estreno provocaron una
afluencia masiva de público y el nerviosismo del Estado, lo que inmediatamente alimentó la
lectura de desobediencia. El acto de performance, donde sucede la transformación ritual, es
ese intersticio más allá de la partitura donde a Schnittke le es posible, a través de la ironía, la
ambigüedad y, en sus propias palabras, la humillación social y política del evento, confrontar las representaciones del bien y el mal, las nociones de lo verdadero y lo falso, de arte
y artificio. La ironía en la obra alcanza una fase liminal desbordada, o ese silencio del que
hablana Bajtín donde no hay palabra y la hiper-realidad generada por el canon musical es
resignificada por aquellos signos que ella misma había definido como falsos.
Conclusiones
Es común encontrarse con lecturas de la obra de Schnittke que la describen e interpretan
a través de conceptos como poliestilismo, collage o posmodernismo para tratar de explicar
la heterogeneidad de signos y significados en su discurso. Esto propicia a su vez que el
material musical sea interpretado a través de marcos estilísticos definidos que formalmente parecen yuxtaponerse o chocar unos con otros creando manifiestos “posmodernos”,34
de vanguardia o de resistencia cultural. Como he intentado evidenciar aquí, este tipo de
lecturas de corte aún formalista, a mi juicio, obscurecen la lectura de procesos mucho
más sutiles de suspensión y reconstrucción de significados culturales y mecanismos de
sociabilidad.
¿Es entonces posible para la práctica artística generar distanciamientos críticos y socia-
34
Taruskin, Richard,
Defining Russia Musically,
Princeton, Princeton
University Press, 2000,
p. 103.
bilidad dentro del simulacro o sólo nos queda operar dentro de sus comandos de orden? El
simulacro no sólo fija verdades sino que recrea al mismo tiempo sus propias falsedades para
sostener su continuación e inmanencia. De otra manera, sin recrear también falsedades e
ilusiones, no alcanzaría a ser una reproducción perfecta de realidad. Ante esto, el arte, cuya
tarea en el pasado era la de crear ilusiones, se ve superado continuamente: “La distopía rea-
35
López Cuenca, Alberto J.
“Baudrillard o la disolución
del arte”, en Revuelta, udla,
Núm. 7, julio 2007, p. 56.
lizada, arte y vida disueltos”35 en una realidad recreada y sin distancia crítica.36
Sin embargo, he querido evidenciar aquí que la ironía generada a través de la ambigüedad de significados culturales más allá de la forma, el estilo y la partitura en la obra de
Schnittke, permitió posicionamientos y ejercicios políticos diferentes dentro de sus condiciones culturales de producción. Facilitó otras micro-prácticas, congregaciones, experiencias
e historias a partir de una práctica musical ya normalizada. Al compartir elementos de los
procesos de ritual descritos por Turner y Schechner, la obra restituyó las posibilidades del arte
de crear ilusión y significado. Ilusión no sólo dentro de la forma de la composición musical
al jugar con el simbolismo de ciertos materiales sonoros, sino una ilusión espacio-temporal
36
Ibíd .p. 56.
38
alrededor de toda la performatividad del evento, desde las expectativas creadas ante el es-
nierika
treno, el performance y lo que se construyó como historia de aquel suceso. Dentro de lo que
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
he comparado con la fase liminal del ritual, la obra permite resignificar tiempos y espacios
para propiciar una transformación en la manera como el público se relaciona con la trama
y las identidades sonoras que está escuchando, así como con el canon y los tabúes de su
contexto sociocultural. La reorganización en los mecanismos de sociabilidad comenzó a
generarse desde que las convenciones sociales alrededor de un concierto fueron cuestionadas por la actitud de la audiencia soviética en torno al estreno de la cantata en Moscú.
La obra sitúa a los espectadores nuevamente en una fase liminal entre lo real y lo imaginario cuando el simulacro es confrontado con los mismos mecanismos de significación que
ha generado para validarse. La música considerada “menor”, desde el discurso del Estado
soviético impugna su posición como artificio o falsedad al cuestionar la posición de la música clásica como modelo de verdad. El simulacro comienza a desarticularse en el momento
en que su propia falsedad simulada lo pone a prueba y en el público se facilita una relectura
sobre las categorías impuestas, como en este caso fueron las de música oficial y tabú, seria
y popular, verdadera y falsa. Así, aún dentro del simulacro parecen existir rutas artísticas
que permiten distanciarnos, generar ilusiones y posicionamientos críticos, distinguir lo real
de lo simulado a través del ritual del acto de performance en su complejidad social y no
sólo formal y estética. La ironía como estrategia artística y política parece en este caso haber
ofrecido una salida del simulacro cultural de la música clásica para reintroducir la ilusión de
la actividad musical de concierto como práctica de sociabilidad. Un espacio donde el imaginario cultural despierta de su letargo y la práctica artística recupera su potencial político.
La ironía de
Marcel Duchamp
y la heroína de Leopold
von Sacher-Masoch
39
nierika
ARTÍCULOS
A R T Í C U LO S
TEMÁTICOS
T E MÁT I CO S
Karina Alvarado Matteson
Doctoranda en Historia del Arte, Universidad de Barcelona
karinalv_2000@yahoo.com
Resumen
El presente ensayo propone una interpretación inédita de algunas obras de arte creadas por “Rrose
Sélavy” (1920), seudónimo de Marcel Duchamp. A razón de una suerte de desplazamientos literarios,
referencias autobiográficas y fuentes biográficas, se establece una analogía de dicho personaje
con la heroína descrita en la obra literaria La Venus de las pieles (1870) escrita por Leopold von
Sacher-Masoch. Ambas ficciones proyectan una serie de signos dispuestos a determinar los elementos
y características en la definición del masoquismo y la ironía sutil como su razón de ser. Ella se halla
de forma creativa envuelta en ambas ficciones, no en lo que aparece, sino la ironía que se encuentra
latente como lenguaje retórico.
Abstract
This essay suggests a new interpretation of a variety of works of art created by “Rose Sélavy” (1920);
Marcel Duchamp’s, pseudonym. Through literary, autobiographical and biographical sources, the
following dissertation provides an analogy between Duchamp’s character and the heroin described
in Leopold von Sacher-Masoch’s “Venus in Furs” (1870). Both fictions cast a constellation of symbols
that define and characterize masochism. Furthermore, both creations converge upon the raison
d’être in the rhetorical figure of irony. Duchamp’s titles, puns, photographs and juxtaposition of
elements assembled in his assisted readymades and collage appear incongruous; however, their intention is far beyond from what appears evident and is intrinsically associated with Sacher-Masoch´s
literary experience of masochism. Simultaneously, the very fact of being punished as a strategy proposed by Masoch becomes equally ironic. Creatively speaking, irony seems to embroil the fantasies
of both fictions as a latent rhetorical meaning.
Keywords: photography, Modern Art, masochism, puns, assemblage
A pocos pasos del banco, las joyas, los vestidos,
los automóviles esperan en los escaparates el
día en que servirán para demostrar el esplendor
creciente de un industrial siniestro y de su vieja
esposa, más siniestra aún.1
Georges Bataille, La conjuración sagrada.
Ensayos 1929-1939
Nos reímos siempre que una persona nos da la
impresión de una cosa.2
Henri Bergson, La risa
Bataille, Georges, La
conjuración sagrada. Ensayos
1929-1939, Buenos Aires,
Adriana Hidalgo Editora,
2003, p. 125.
1
Bergson, Henri, La risa,
Madrid, Sarpe, 1985, p. 66.
2
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Palabras clave: Fotografía, arte moderno, masoquismo, juego de palabras, ensamblado
40
ste ensayo establece un parecido concomitante aludido por Rrose Sélavy, seudó-
nierika
nimo utilizado por Marcel Duchamp, con Wanda von Dunajew, heroína descrita
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
en la obra literaria La Venus de las pieles (1870) del novelista alemán Leopold von
Sacher-Masoch. En ambas obras las protagonistas comparten cualidades de carácter y se
desenvuelven en contextos afines. No existe ningún documento que afirme que Duchamp
haya leído a Masoch, menos aún que haya ejercido influencia sobre su producción artística.
No obstante, encuentro una suerte de referencias que sugieren nuevas posibilidades para
interpretar la obra de Duchamp bajo la perspectiva del masoquismo planteado por aquel
escritor. Ambas obras artísticas proyectan una serie de signos dispuestos a determinar
los elementos característicos del masoquismo, así como las circunstancias y consecuencias
que lo definen: el látigo, la esclavitud, el calzado, el engaño, la frialdad, la suspensión del
tiempo, la incertidumbre, la denegación, la infidelidad, el disfraz, el fetiche y el contrato.
Por último, la ironía siempre presente, no en lo que aparece, sino latente en la noción de
castigo propia de Masoch y en el lenguaje verbal de Duchamp como retóricas de ambas
ficciones.
El castigo se impone a la persona que quebranta una ley. La ley y el deseo reprimido son la misma cosa. El objeto de la ley y el objeto del deseo son lo mismo; paradójicamente, el masoquista obtiene placer en el propio castigo. Lo absurdo del castigo estriba
en que provoca el placer que prohíbe. Aún más irónico resulta constatar que el masoquismo
no es placer en el propio dolor como tampoco en la imposición del castigo, sino que
encuentra en éstos un preámbulo para su obtención:
Cada vez que consideramos un fantasma o un rito masoquista nos sorprende lo siguiente:
la más estricta aplicación de la ley tiene aquí el efecto opuesto al que se había esperado normalmente (los latigazos, por ejemplo, lejos de castigar o de prevenir una erección la provocan,
la garantizan). Es una demostración de absurdidad. El masoquista, que considera la ley como
proceso punitivo, empieza por hacerse aplicar la punición; y en esta punición padecida encuentra, paradójicamente, una razón que lo autoriza y que incluso le ordena experimentar el
placer que la ley estaba supuestamente encargada de prohibirle. El humor masoquista es este:
la misma ley que me veda realizar un deseo bajo pena de la consiguiente punición es ahora
Deleuze, Gilles,
Presentación de SacherMasoch. Lo frío y lo cruel,
Buenos Aires, Amorrortu,
2001, p. 92.
3
una ley que pone la punición primero y me ordena en consecuencia satisfacer el deseo.3
La paronimia, el calambur y el juego fonético de palabras en la obra de Duchamp, por
otro lado, se entiende como una forma que deshace el aspecto meramente retiniano de
la obra de arte. El sonido es más importante que la percepción visual en la experiencia
estética del espectador. Esta actitud, en contra de los aspectos tradicionales del arte
relativos a la vista, adoptó técnicas diversas. Los juegos verbales en francés o inglés cuyo
objetivo fue quebrantar el sentido original de las palabras resultó también irónico. Si bien
la ironía, en ocasiones, no puede ser traducida literalmente a otro idioma porque se torna
incongruente, en la obra duchampiana tiene la intención de ir más allá del significado evidente de las palabras asentadas en el título de las obras. También, dado que en este periodo
los juegos verbales eran considerados ordinarios para algunos y hasta vulgares para otros,
Duchamp consiguió burlarse sutilmente del gusto refinado vinculado con las bellas artes. Raymond Roussel, dramaturgo contemporáneo francés, también había utilizado esta
táctica en la combinación o yuxtaposición de objetos imaginarios dentro de sus narrativas.
Duchamp admitía abiertamente dicha influencia: “Raymond Roussel juega verbalmente
mucho. Estos juegos de palabras son vulgares […] tanto en inglés como en francés. Utiliza
un juego de palabras bajo, ni siquiera bueno. Este siglo tiene un gusto por lo miserable, en
41
todos los sentidos […] el gusto se ha desviado, y aún sigue desviándose, ahora, más que
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
nunca“. 4
Era evidente que en el periodo de entreguerras se respiraba una atmósfera de transgresión de los preceptos artísticos. El arte moderno, especialmente el círculo de intelectuales
y artistas plásticos surrealistas, resucitaron al marqués de Sade, rescatando textos inéditos
de los calabozos intelectuales obscenos y situando su obra dentro de la poesía, la literatura
y las artes plásticas más inminentes de la época. El interés en el sadismo tenía como antecedente literario más inmediato el ensayo L’œuvre du Marquis de Sade (Las obras del marqués
4
Tomkins, Calvin, Marcel
Duchamp. The Afternoon
Interviews, New York,
Badlands Unlimited, 2013,
p. 90-91. La traducción
es mía.
de Sade), de1919, escrito por el crítico de arte italiano Guillaume Apollinaire, quien lo dejó
inconcluso debido a su muerte prematura a los treinta y ocho años de edad. Maurice Heine
retomaría esta investigación durante las siguientes dos décadas para finalmente publicar su
versión en 1950, acompañada del descubrimiento de textos inéditos del marques de Sade.
En la publicación periódica Le Surréalisme ASDLR no. 5, del 15 de mayo de 1933, Heine
había sacado a la luz ciento once manuscritos de Sade bajo el título de “Petites Feuilles”
(“Pequeñas hojas”); el tono violento de los artículos de las reseñas surrealistas connotaba
también la ironía y el sarcasmo implacable en la obra del marqués. El poeta francés Paul
Éluard en “D. A. F. de Sade, écrivain fantastique et révolutionnaire” (“D. A. F. de Sade, escritor
fantástico y revolucionario”) publicado en La Révolution surréaliste no. 8, del 1 de diciembre
de 1926, entendía las prácticas sádicas como el anhelo de restituir los instintos primitivos en
el hombre civilizado. Hay que recordar que los propios surrealistas se ubicaron al “servicio
de la revolución”. Anhelaban idealmente una liberación espiritual, social y económica manifestándose en contra de una sociedad hipócritamente acatada a reglas de decoro y a una
burguesía naciente identificada con la economía capitalista.
Se crearon también diversos dibujos, pinturas y fotografías impresas que complementaban muchos artículos de las revistas surrealistas; el fotógrafo estadounidense Man Ray
tuvo un papel imprescindible dentro de esta línea de conceptualización y a menudo sus
obras servían como suplemento de muchos textos que brindaban homenaje a Sade. El
“Monument à DAF. de Sade” publicado en 1933 para la revista Le Surréalisme au service de
la Révolution, sucesora de la revista La Révolution surréaliste, se acompaña de la fotografía
del glúteo de una figura femenina que enfatiza los pliegues carnosos y redondeados
enmarcados e intervenidos directamente en el negativo con el signo de una cruz cristiana
invertida, lo que connota el placer sexual, uno de los tantos sacrilegios de Sade.
El uso profano de lo sagrado, el placer sexual, la crueldad y el dolor eran factores determinantes en las experiencias íntimas de Man Ray. A finales de la década de los veinte y principios de los treinta, el fotógrafo había entablado amistad con William Seabrook, periodista
excéntrico y alcohólico. En una ocasión Seabrook le mandó llamar para que pasara a un hotel
en el barrio de Montparnasse en París para vigilar a su mascota: se trataba de una joven
desnuda, salvo por un calzón sucio que traía puesto, sus manos atadas a la espalda estaban
sujetas a la escalera con un candado y lamía restos de comida cual un perro. En otro momento, Seabrook le había encargado al fotógrafo el diseño de una gargantilla de plata para su
esposa Marjorie. La joya debía seguir la línea de su barbilla obligándola a mantener la cabeza
alta e inmóvil. La señora debía ponerse el collar para complacer los caprichos de su marido,
quien encontraba placer en verla comer y beber con mucha dificultad.5
De igual forma, cuenta Man Ray que cuando era pequeño y vivía en el barrio de Brooklyn no disponía de mucho dinero para sus gastos y no se atrevía a pedírselo a su madre.
Había una tienda que vendía materiales para arte y de vez en cuando iba a comprar un lápiz
Ray, Man, Autorretrato,
Barcelona, Alba Territorial,
2004, p. 243-44.
5
42
o una goma de borrar; sin embargo, se le iba la mirada hacia un mostrador con tubos
nierika
de pintura al óleo: de uno en uno, decidió robárselos. ¡Había logrado reunir un juego
A R T Í C U LO S
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completo! En poco tiempo Man Ray se había convertido en un maestro del robo. Hurtó
lápices de colores, carretes con hilos de seda y frascos de tinta roja, verde y morada. Había
inaugurado una industria delincuencial para la obtención de sus materiales y herramientas
artísticas en la que incluso participaron sus hermanos y amigos más cercanos. Hasta que
un día una compañera indignada se echó para atrás y lo acusó con su madre. Man Ray
recibió una buena paliza. ¡Se alegró de sobremanera! Otro día cogió un ratón, cargó un
cañón de hierro con pólvora, ató la cola del ratón a una bola de papel mojado y encendió
6
Ray, Man. Autorretrato…,
p. 21.
la mecha.6 Cuando adulto se mudó con su primera pareja a una pequeña casa en el campo en Ridgefield, Nueva Jersey. Un día de otoño de 1915 apareció Duchamp acompañado
de Walter Arensberg, coleccionista de arte moderno; ese sería su primer encuentro con
Duchamp. El artista francés no hablaba inglés y el francés de Man Ray era elemental;
Adon Lacroix (Donna Lecoeur), poetisa belga, fue su intérprete, aunque básicamente platicó con Duchamp. Man Ray sacó un par de raquetas viejas y una pelota, con las que se
entretenían jugando. Para entablar una conversación, el fotógrafo nombraba cada uno de los
golpes: “quince, treinta, cuarenta, amor”, en tanto que Duchamp siempre respondía: “sí”. Sin
duda esta escena era fuera de lo común. Duchamp tenía gran elegancia, era alto, con modales gráciles y cortés; en contraste, Man Ray, cuyo cuerpo compacto no medía más de metro y medio, no pronunciaba las vocales en su entonación. Mientras Duchamp se hallaba al
borde de la sutileza, Man Ray era ocurrente y mañoso. No tardaron en agradarse formando
Baldin, Neil, Man Ray.
American Artist, New York,
Clarkson N. Potter, Inc,
Publishers, 1988, p. 46-47.
7
Fig. 1. Marcel Duchamp,
Fresh Widow, 1920,
réplica de ventana en
miniatura, madera pintada de azul con ocho
paneles de vidrio cubiertos con cuero, 1.9 x 53.3
x 10.2 cm., The Museum
of Modern Art, Nueva
York, legado de Katerine
S. Drier
una larga amistad de más de cinco décadas.7
43
Ningún transeúnte cuenta haber visto a Duchamp travestido con pieles, joyas y ma-
nierika
quillaje paseando por las calles neoyorquinas. Con una “r” o con dos, el personaje Rrose
A R T Í C U LO S
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Sélavy se hizo entre el final del verano y principios del otoño de 1920; su talento sugestivo
la llevó a realizar muchos juegos irónicos de índole verbal y visual hasta que en 1941 Duchamp discretamente cerró el telón. El artista francés no quería cambiar de identidad, no
iba a conformarse con tan poco: ambicionaba poseer dos identidades. En un principio
había pensado sustituir su nombre por uno de origen judío y contrarrestar su formación
católica; sin embargo, le gustó más el nombre de una mujer y en Francia el nombre más
cursi era Rose.8 Su primera aparición fue cuando firmó Fresh Widow (fig. 1), un juego de
palabras en inglés bastante perverso que traducido al español significa viuda espabilada; Sélavy había encargado a un carpintero la elaboración de una puerta a la francesa
sin vidrios traslúcidos, sólo cuero color negro. No es de sorprender que el ensamblado
8
Cabanne, Pierre,
Conversaciones con Marcel
Duchamp, Barcelona,
Editorial Anagrama, 1972,
p. 57.
de ready-mades asistidos no pretendían experimentar con la yuxtaposición semántica de
elementos incongruentes para descontextualizar un objeto ordinario, sino que más bien
tenían la intención de neutralizar e inclusive obstaculizar su uso ordinario. En este caso,
la función de la ventana, que es la de iluminar y ventilar el interior de una habitación, ahora
se halla censurada. La luz es reemplazada por la oscuridad. La puerta está sostenida en
una base de madera en la que se lee con letras mayúsculas de tipo industrial: FRESH WIDOW
COPYRIGHT ROSE SÉLAVY. Según ella, cada mañana había que darle brillo a los cristales
como se bolea el calzado: ¡Vaya faena! Sélavy hace del hombre su esclavo; si no, muere
quien desobedece. ¿Está de luto? Wanda von Dunajew, joven viuda de veinticuatro años,
mujer de pieles y látigo que hace del hombre su esclavo, fue el prototipo de mujer de
Severin von Kusiemski, narrador de La Venus de las pieles. Se trata de una heroína sádica que
le place hacer sufrir y le encanta torturar.
La pieza de Sélavy tiene otra connotación análoga a la serie de suplicios masoquistas narrados y descritos por Masoch en su célebre novela. Si en lugar de pronunciar las palabras en inglés se juega con ellas en francés, queda claro que la referencia
con “veuve noire” (viuda negra) y el color negro “noir” simbolizado en el cuero connotan el duelo (le deuil). También “veuve”, término de la jerga francesa podría significar,
guillotina o instrumento cortante:
9
Mi esclavo… Me está permitida la más grande crueldad y, si os mutilo, tendréis que soportarlo
sin quejas. Deberéis trabajar para mí como un esclavo […] Vuestro honor me pertenece, así
como vuestra sangre, vuestro espíritu, vuestra energía de trabajo. Soy vuestra soberana, dueña
de vuestra vida y de vuestra muerte.9
Como se puede advertir, Sélavy se ocultaba, no se mostraba abiertamente; entre 1920 y 1921,
durante su estancia en la ciudad de Nueva York, deseaba posar para quien más tarde iba a
ser el mejor fotógrafo de glamour artístico: Man Ray.10 El fotógrafo encontró el estereotipo de
una mujer vanidosa y fría como la muerte. En el retrato de Marcel Duchamp como Rrose Sélavy (fig. 2), está cubierta de pieles oscuras que contrastan con una piel pálida, está adornada
con alhajas, lleva puesto un sombrero de fieltro y sobresalen sus facciones toscas. La mujer
Deleuze, Gilles
Presentación de SacherMasoch. Lo frío y lo cruel…,
p. 144-145
10
En julio de 1921 Man
Ray había llegado a París
instalándose en la Rue
de La Condamine en una
habitación de servicio.
No había tardado en
presentarse con el modisto
francés Paul Poiret, quien
le hizo fotografiar modelos
y maniquíes para de este
modo ganar rápidamente
prestigio, fama y dinero
con sus fotografías..
de esta fotografía y Wanda, la heroína de Masoch, tienen en común sus formas robustas,
fornidas y fuertes, una personalidad soberbia y una voluntad autoritaria. Las manos y el sombrero pertenecían a Germaine Everling, amante del dibujante y pintor francés Francis Picabia,
tal como Sélavy lo había inscrito en una de sus versiones fotográficas.11
11
Shwarz, Arturo, The
complete Works of Marcel
Duchamp, New York,
Delano Greenidge
Editions, 1997, p. 697
44
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Fig. 2. Man Ray, Marcel
Duchamp como Rrose Sélavy, 1920-1921, gelatina
de plata, fotografía con
paspartú, 21.6 x 17 cm.,
Philadelphia Museum
of Art.
Era más que evidente que en un segundo viaje a la ciudad de Nueva York,
Duchamp no engendraría el personaje de R. Mutt12 como lo había hecho en su exilio y
12
R. Mutt, nombre que
utilizó Duchamp en 1917
para ocultar la autoría
del urinario de alfarería
esmaltada que presentó
en el Salón de los Artistas
Independientes en la
ciudad de Nueva York,
donde participó como
uno de los miembros
fundadores y jurado de
la exposición que llevó
el mismo nombre. El
objetivo de este espacio
alternativo había sido
organizar exposiciones
libres sin premio ni jurado.
El urinario se escondió
estratégicamente detrás
de un tabique el día de la
inauguración y por razones
obvias nunca apareció en
el catálogo.
13
Deleuze, Gilles,
Presentación de SacherMasoch. Lo frío y lo cruel…,
p. 57.
primera estancia en aquella ciudad; ahora un personaje femenino sería su propio medio, instrumento y soporte artístico en la búsqueda de una vida (Rrose-eros) feliz y
color de rosa, una vida artificial en todos los sentidos de la palabra.
La obra ¿Por qué no estornudar Rrose Sélavy? (fig. 3) es una jaula de pájaros con un hueso, un termómetro y terrones de mármol que parecen azúcar e irónicamente dan la apariencia de ligereza, pero que cuando se levanta la jaula sorprende el gran peso que tiene.
En términos retóricos, Sélavy quiere dar a entender lo contrario de lo que está expresado
visualmente. No es de asombrar porque a esta mujer, además de la burla sutil, el juego y
la tortura, le fascina el engaño, que traducido al ideal masoquista se halla comparado a la
infidelidad.
El termómetro registra la temperatura de los cubos de mármol acomodados aleatoriamente dentro de la jaula y cuya asociación está relacionada con el frío. Por otra parte, las
heroínas de Masoch estornudan con frecuencia: “Cuerpo de mármol, mujer de piedra, Venus de hielo, son sus expresiones favoritas”. 13 El frío literalmente provoca a Sélavy a estornudar, a “éternuer”, que fonéticamente suena como “éterniser”, invitación a la creación de algo
inmortal, perenne e incluso a la búsqueda de “prolongar en el tiempo”. Por ello, la mujerverdugo masoquista se halla rodeada de hielo y protegida por las pieles. Lo que subsiste bajo
el frío es la represión por encima de la sensualidad. Mientras que el deseo sexual del sadismo se caracteriza por la negación del sentimiento o el afecto, la frialdad de la mujer verdugo masoquista está siempre presente. En ella hay denegación de la sensualidad porque no
existe como tal. No siente deseos sexuales. Luego entonces, el sometido está condicionado
a una experiencia de espera. Ésta es la forma pura del masoquismo:
45
El masoquista es el que vive la espera en estado puro. Es propio de la pura espera el desdoblarse
en dos flujos simultáneos, el que representa lo que uno espera y que por esencia tarda, hallán-
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
dose siempre retrasado y siempre postergado, y el que representa lo que uno prevé, única cosa
que podría precipitar la llegada de lo esperado […] El masoquista espera el placer como algo
esencialmente retrasado y prevé el dolor como una condición que hace posible, por fin (física
y moralmente), el arribo del placer. Posterga, pues, el placer todo el tiempo necesario para
que un dolor también esperado le dé permiso. La angustia masoquista adquiere aquí la doble
determinación de esperar infinitamente el placer, pero previendo intensamente el dolor.14
La jaula suspendida con un gancho de báscula reafirma la metáfora de la experiencia
14
, Deleuze, Gilles,
Presentación de SacherMasoch. Lo frío y lo cruel…,
p. 75-76.
de la espera y del suspenso. Las escenas masoquistas incluyen el enganche y la suspensión
física de colgamiento del moroso; la mujer verdugo adopta posiciones inertes comparables
a un retrato, reflejo en el espejo, fotografía y estatua de mármol aludiendo a una experiencia que perpetua la duración del dolor para retrasar el placer. Estornudar, éternuer, éterniser,
eternizar…
Fig. 3. Marcel Duchamp,
Why not Sneeze Rose Sélavy?, 1921, ready-made,
jaula, cubos de mármol,
termómetro y hueso,
12.4 x 22.2 x 16.3 cm.,
The Louise and Walter
Arensberg Collection,
Philadelphia Museum
of Art).
46
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
La otra aparición de Sélavy fue cuando perfumó y enfrascó su aliento en una
botella de perfume Rigaud (fig. 4). La fotografía del perfume había aparecido un año
después en la cubierta de la revista New York Dada. Man Ray había capturado la imagen
glamourosa y fugaz de Sélavy, además de inscribir cuidadosamente el nombre del perfume: en la etiqueta del frasco se lee Belle Haleine (Bello aliento). Sélavy ha
querido “coger” el aire porque de él derivan todas las formas de vida. Tomando en cuenta que a Sèlavy le gusta el doble sentido: “haleine en dessous” (aliento debajo) y “les dessous en laine” (la ropa interior de lana), hace pensar que la bella trae calzón de lana o que
15
Sanouillet, Michel, The
Writings of Marcel Duchamp,
New York, Oxford
University Press, 1973, p.
109.
por debajo emite cierto olor; quizá ambos.15 Sélavy además lleva puesto un sombrero
emplumado elegante, que a diferencia del otro es más femenino. Es una seductora,
torturadora, viuda alegre, infiel y además está perfumada… Este perfume se distribuye
en Nueva York y París. En el frasco no se lee “Eau de toilette” (agua de olor), cuanto Eau
de voilette (agua velada), lo cual confirma el pacto de Sélavy con la muerte. El frasco
y la caja con doble fondo, característico de este perfume, son objetos que se abren y
cierran, o si se quiere, el personaje que oculta a la mujer que se oculta.
Fig. 4. Marcel Duchamp,
Belle Haleine (Bello Aliento), 1921, frasco de perfume con etiqueta, 16.3
x 11.2 cm., Colección
privada, París.
Todo esto conlleva a pensar en el disfraz. El personaje de Duchamp y las heroínas imaginadas por Masoch existen únicamente en razón de éste. El primero hace
de su personaje la construcción artificial de un ideal conforme a su modelo, que es
Sélavy; el segundo encarna su ideal en diversas protagonistas literarias. El disfraz está
vinculado con el fetiche, el cual conceptualmente ha sufrido, desde sus orígenes,
una distorsión semántica. Primero su significado original estaba relacionado con la
47
“fabricación” de un “artefacto”; deriva del latín “facticius”. En esta primera acepción, el
nierika
sentido de “hacer” es primordial. Después, en un segundo sentido, “imitar con sig-
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
nos” es lo que está presente, derivando del vocablo “maquillaje” como en las raíces germanas “maken, to make, machen” o “facio, facticius, feitico” y que en español
deriva “afeitar” (embellecer), “afeite” (cosmético). En francés “feint, feindre” (simulación, fingir) y también en español “hecho”, “hacer”. De ahí “hechizo” (artificial, fingido,
postizo). Por lo que “maquillar”, así como los vocablos derivados de “facticius”, sugiere
no sólo pintar el rostro, sino también disfrazar y enmascarar. Asimismo, las pieles y
los zapatos tienen ciertas cualidades que atañen los sentidos del tacto y el olfato
en la construcción del fetiche. La alusión al olfato también está presente en el frasco de
perfume y el juego de palabras implícito en él, sin olvidar la tendencia obsesiva
de algunas personas hacia la colección de todo tipo de cajas y frascos cual tesoro.
La ropa de mujer, en particular, la forma de los sombreros y sus adornos, de
acuerdo con el surrealismo revelaba metafóricamente una búsqueda de identidad, así como los deseos e impulsos más recónditos. En “D´un certain Automatisme du Goût” (“De cierto automatismo del gusto”, 1933) publicado en la revista
Minotaure, Tristan Tzara decía que los sombreros tenían connotaciones en la teoría del gusto independientemente del capitalismo, la moda y su respectiva publicidad. Si bien la moda influía en el gusto, siempre subsistía una mínima posibilidad de
elección. Al ensayista rumano le había llamado la atención que las mujeres llevaran
puestos fedoras cuando habían sido exclusivamente diseñados para el sexo opuesto.
Este cambio no sólo había sido sorprendente, sino también significativo. El autor hace un
inventario de diferentes sombreros y su analogía con el sexo femenino en una interpretación psicoanalítica bastante curiosa. La forma del sombrero que cubre la cabeza o en su
defecto el rostro lo llevó a plantear lo siguiente:
Los labios de las hendiduras de los sombreros que están de moda van desde el resquicio más
ancho (podemos encontrar sombreros verdaderamente crapulosos), hasta aquellos que tienen
los labios muy finos invitando a un sueño de fragilidad y delicadeza. El extremo del erotismo está
en la hendidura cuyos labios están cosidos para dejar visible sólo la comisura, constituyendo un
correctivo o acto de compensación. Entre decenas de modelos, lo que determina la elección
de un sombrero en lugar de otro corresponde infaliblemente a un deseo automático. En la
serie de sombreros hendidos según su abertura encontramos imágenes llenas de pureza […]
también encontramos los órganos sexuales de la mujer que parecen carne magullada (ver los
sombreros de duelo que representan con el color negro el dolor y cuyo velo cae en colgajos
buscando satisfacer ciertos deseos masoquistas; o simulacro con la caída completa, donde la
hendidura, en lugar de indicar un vacío, está en relación con la superficie visible). Algunos de
estos sombreros se adornan con botones o cintas cosidas. Para aumentar o reducir la hendidura hay cintas que se pueden jalar hasta juntar los bordes de las valvas; hay anillos metálicos que
atraviesan los labios, castidad involuntaria […] Los sombreros con abertura ancha son los más
baratos […] las mujeres muy inhibidas llevan también sombreros con una gran abertura en búsqueda de una identidad.16
Por último, las firmas con seudónimo y el pacto están presentes en ambas ficciones. Sélavy se endeudó en el juego y no hay masoquismo sin contrato en Masoch.
Mientras Duchamp esperaba a que se inaugurara un torneo internacional de ajedrez
16
Tzara, Tristan, “D´un
certain Automatisme du
Goût” en Minotaure 19331939 (Réédition en fac-similé),
no. 3-4, Paris, Genève
Editions d’ Art Albert Skira,
pp. 81-82. La traducción
es mía.
48
celebrado en Niza del 5 al 15 de abril de 1924, había aprovechado para frecuentar
nierika
las salas de juego del casino de Montecarlo. Al artista francés le fascinaba el juego, aunque
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
nunca tenía dinero, excepto la modesta cantidad que le dejó su padre, que había sido nota­
rio. No quería trabajar y sus obras raramente eran vendidas. Sin embargo, desarrolló un sis­
tema que hacía saltar la banca de Montecarlo. Ideó la emisión de una edición limitada de
treinta litografías para ser vendidas a quinientos francos con una garantía del 20 por ciento
de interés, para financiar su pasión por el juego (fig. 5). En ellas se reproduce una mesa de
ruleta verde y en la parte superior la fotografía del artista tomada por Man Ray mientras
se afeitaba y lavaba la cabeza, con el rostro y el cabello blancos de espuma y jabón. La cara
cubierta de espuma de afeitar y los cabellos modelados en forma de casco sugieren un parecido literal con Mercurio, dios romano del comercio y de la ciencia a la vez, protector de
ladrones y vagabundos. En el fondo de la obligación está impreso el retruécano “Moustiques
domestiques demi-stock” (Mosquitos domésticos semi-stock). La emisión, fechada el 1 de
noviembre de 1924, está firmada a la vez por un “administrador”, Marcel Duchamp, y por
el “Presidente del Consejo de Administración”, Rrose Sélavy. En el reverso de la “Obligation
pour la roulette de Monte-Carlo” (Obligación para la ruleta de Montecarlo), se leen los esta­
tutos de la Sociedad que se refieren a “la explotación del Treinta y Cuarenta y otras minas
de la Costa Azul”, así como las reglas de pago de los dividendos: “El rendimiento anual se
basa en un sistema de montante, probado sobre cien mil fichas, propiedad del Consejo de
Hulten, Pontus, Marcel
Duchamp. Work and Life,
Cambridge, Mass., The MIT
Press, p. 83.
17
Administración”.17
El contrato de Rrose Sélavy con Marcel Duchamp, cuyas firmas aparecen por propia
mano con la emisión de obligaciones, hace recordar los contratos que formalizan y verbalizan las relaciones amorosas en la obra de Masoch. Estas relaciones contractuales regulan
una serie de cláusulas degradantes donde el masoquista debe persuadir a la mujer dés-
Fig. 5. Marcel Duchamp,
Obligación para la ruleta
de Montecarlo, 1924,
fotocollage con una foto
de Marcel Duchamp
realizada por Man Ray,
sobre litografía en color,
31.5 x 19.5 cm., Colección Arturo Schwarz,
Milán)
pota para hacerla “firmar”. La función contractual es establecer la ley, que cuanto mejor se
49
instaura, más cruel se hace, restringiendo los derechos de una de las partes contratantes y
nierika
otorgando el poder a la mujer verdugo.
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
La fascinación cruel de las heroínas en la obra de Masoch tiene sus antecedentes en la
infancia. El literato alemán narra que ya de pequeño tenía una preferencia por la crueldad.
Un día se hallaba en casa de su tía cuando la vio entrar envuelta en su gran pelliza. Le había
pedido a Masoch que se la quitara y éste también se arrodilló para calzarle sus pantuflas
dándole un beso. Ella se echó a reír al tiempo que le daba un ligero puntapié. Mientras su
tía preparaba la cena, Masoch se puso a jugar a las escondidas ocultándose detrás de un
perchero en la habitación de su tía. Pocos minutos después ella y un muchacho entraron
al cuarto. El niño no entendía lo que decían y menos lo que hacían. Dominado por la angustia, Masoch cerró los ojos y se tapó los oídos. Un estornudo lo delató, se abrió violentamente
la puerta y entró el esposo de su tía. Ella sin decir nada le lanzó a su marido un golpe en la
cara. En ese instante el perchero cayó al suelo y toda la pasión de la señora se volcó sobre
el niño. Lo tuvo tendido sobre la alfombra dándole latigazos. Masoch se retorció de placer
bajo los golpes de su tía. En aquel momento comprendió a esa mujer envuelta en pieles
voluptuosas que traicionaba al marido y luego lo maltrataba. La odió y la amó al mismo
tiempo a esa mujer que con su fuerza y su belleza brutal había sido creada para apoyar insolentemente su pie sobre la nuca de la humanidad.18 ¿Por qué no estornudar Rrose Sélavy?
18
Sacher-Masoch,
Leopold, Venus in Furs…,
p. 275-276.
50
nARTÍCULOS
ierika
ATEMÁTICOS
R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
El Museo Salinas o
la ironía como táctica
alternativa de participación
política
Ximena Escalera Zamudio
Doctoranda en Historia del Arte, Universidad Nacional Autónoma de México
ximena_escalera@yahoo.com.mx
Resumen
Al apelar a la estética precaria y al imaginario popular concentrado en las baratijas, resultado del
comercio informal, Vicente Razo utiliza la ironía como estrategia artística para crear un museo en
el baño de su departamento. A través del estudio del Museo Salinas exploro el papel de la ironía
como mecanismo de denuncia que evidencia las fallas del sistema político, desmonta la figura de
autoridad y expone la fragilidad de las instituciones museísticas en México. Este texto se concentra
en las estrategias artísticas detrás del Museo Salinas, principalmente en la proposición de circuitos alternos de circulación de la obra, así como en el uso de medios masivos de comunicación para lograr
un acercamiento a nuevos públicos, con miras a alcanzar una participación política en el país en el
contexto de la década de los noventa.
Palabras clave: imaginario, ironía, instituciones, política, medios.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Abstract
By using precarious aesthetics and popular imaginary focused in the trifles resulting from street trade,
Vicente Razo uses irony as an artistic strategy in order to create a museum inside his apartment´s
bathroom. Through the study of the Museo Salinas I will explore the use of irony as a mechanism
for denouncing, which highlights the failures in the politic system, unveils the figure of authority
and shows the fragility inside Mexico´s institutions. This text concentrates in the artist´s strategies
behind the Museo Salinas, not only on the proposal of alternative circuits but also on the use of mass
media to address new audiences, seeking to include them in political participation in Mexico during
the nineties.
Keywords: imaginary, irony, institutions, politics, mass media.
El grunge es un género
musical derivado del
rock, que nació en
Seattle a finales de los
años ochenta. Cobró
popularidad durante los
años noventa gracias a
sus letras de desencanto,
el pesimismo ante el
contexto de aquellos años
y la manifestación de una
creciente inconformidad
social, especialmente en
adolescentes y jóvenes.
Entre las bandas más
reconocidas están Nirvana
y Pearl Jam.
1
Datos obtenidos en
entrevista personal
realizada a Vicente Razo,
21 de mayo de 2013.
2
áele a mi casa, nos tomamos unas chelas y de paso visitas mi museo”, era
lo que Vicente Razo probablemente le decía a sus amigos, chavos veinteañeros que escuchaban grunge,1 usaban camisas de franela a cuadros y se
reunían para discutir sobre política.2 Nadie imaginaría que ese museo, ubicado en el baño
del departamento de Vicente en la colonia Condesa, se convertiría con el paso de los años
en una de las estrategias artísticas más significativas de la década de los noventa en México.
El Museo Salinas nació en marzo de 1996, dos años después de que Carlos Salinas de
Gortari finalizara su sexenio en el poder como presidente de México. El clima político era
tenso luego de una serie de eventos que habían conmocionado al país, entre ellos el fraude electoral de 1988 en el que Salinas se proclamara presidente luego de que las cifras
electorales indicaran que su contrincante, Cuauhtémoc Cárdenas, había sido triunfador.
Asimismo, en medio de la crisis económica de 1994 (o como el propio Salinas la denominaría,
“el error de diciembre”) de la que se deslindó de toda responsabilidad al olvidar su participación en el Tratado de Libre Comercio (tlc), con el que se prometía una apertura comercial
sin fronteras con los países vecinos, lo que derivaría en una dependencia económica con
51
Estados Unidos y en una devaluación sin precedentes del peso mexicano frente al dólar; fue
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
un problema que dejaría en manos del recién nombrado presidente Ernesto Zedillo en 1994.
No se puede dejar de mencionar el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (ezln) el primero de enero de 1994, hecho que marcaría un parteaguas en el acontecer
histórico nacional. En pocas palabras, los mexicanos estaban decepcionados de las promesas
fallidas por parte del gobierno y sobre todo de los engaños de Salinas de Gortari.
En el momento en el que el Museo Salinas apareció, las imágenes del ex mandatario eran
las más reproducidas, difundidas y criticadas por los mexicanos, para quienes —en especial aquellos nacidos antes de 1990— la imagen del ex presidente era inconfundible. Sus
rasgos físicos se prestaban a todo tipo de bromas y caricaturizaciones:3 un hombre de baja
estatura, calvo, cuyos ojos pequeños y hundidos son enmarcados por una gran nariz con
un bigote poblado y con unas grandes orejas. Unas orejas que sobresalen por su tamaño
y forma, y que han dado pie a comparar su rostro con el de otros seres como ratas, ratones y
murciélagos.
En este texto se abordan las estrategias que Vicente Razo, mediante la construcción
del Museo Salinas, utilizó para la transmisión de su discurso artístico-político. Se parte de la
premisa de que Razo hace uso del humor como válvula de escape ante la corrupción y los
engaños de las políticas gubernamentales para mostrar cómo funciona el Museo Salinas en
términos artísticos y de qué manera el humor posibilita un discurso crítico.
La primera de estas estrategias fue la creación de su colección. Razo había coleccionado a lo largo de dos años más de cien objetos relacionados con la imagen de Salinas.
Los objetos reunidos no fueron encontrados en un sentido fortuito; en cambio, tenían una
razón de ser fundamental más allá de actuar como un conjunto de simpáticas curiosidades.
Esta colección retrataba la realidad nacional del país y exhibía la imagen de Salinas como
un elemento primordial dentro de un proceso histórico. Dicha imagen había sido construida mediante el humor y la burla como mecanismos para evidenciar una problemática
histórica y, al igual que la caricatura política, criticar al poder. Si bien los objetos resultaban
provocadores por sí mismos, al encontrarse reunidos dentro de un conjunto enfatizaban no
sólo los defectos y errores del mandato salinista, sino que despertaban el rechazo del público ante el sentimiento de impotencia frente a los discursos gubernamentales. Razo activaba estos objetos por medio de una lectura política, es decir, más allá de reconocerlos por
su factura o valor estético se centraba en su particularidad dentro de su propia condición
histórica. En otras palabras, estos objetos no podían haber surgido en otro lugar ni en otro
momento; detrás de cada uno de ellos habitaba la evidencia y la historia de la actividad
cultural del país de mediados de los años noventa.
La segunda estrategia fue el montaje de su colección dentro de un museo, en este
caso dentro del baño. Razo, en un acto curatorial, juntó objetos esparcidos por la ciudad y
los dotó de un nuevo significado mediante su reorganización. De tal modo, éstos dejaron
de ser souvenirs o recuerditos del efecto de la crisis y comenzaron a formar parte de un
museo que constataba las prácticas de producción y consumo que el propio Salinas impulsó. Dichas prácticas desembocaron en el desarrollo del comercio de ocasión, factor que
produjo aquellos monstruosos personajes que después lo apuñalaron por la espalda. Asimismo, la creación de un museo para salvaguardar estos objetos permitió evidenciar algunos posicionamientos ante la realidad artística del México de los años noventa; entre ellos,
el surgimiento de los espacios alternativos de exhibición y la emergencia de una serie de
actitudes clave —la desobediencia ante la figura institucional, el cinismo y la rebeldía—
José Luis Barrios señala la
importancia de la caricatura
en tanto que “es una
forma de secularización
y profanación del cuerpo
[…] es una herejía a la
representación en muchos
sentidos. El primero, y
quizás el más importante,
es que la caricatura es
una herejía en tanto que
significa, en sentido casi
absoluto, una suerte de
profanación al cuerpo
inscrito en lo animal y en
la carne […] el segundo
registro herético de la
caricatura: la crítica al
poder y la objetivación del
otro”. Se trata de una “doble
aparición de animalizar el
cuerpo y objetivarlo, en
el contexto de los sistemas
de poder, significa la
construcción de un ámbito
de representación que
permite la crítica a partir
de la risa”. Barrios, José Luis,
“Maquinarias de
rostricidad”, en Useda
Miranda, Evelyn, Mariana
Casanova Zamudio, Arturo
López Rodríguez, et al.,
(coords.), Los sueños de
una nación. Un año después
2011, México, Munal-inbaConaculta, 2011, p. 9.
3
52
dentro de la producción artística de dicho periodo. Estos posicionamientos desembocaron
nierika
en una especie de modelo mexicano, muy particular, de crítica institucional.4 En este senti-
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
do, la obra de Razo no se circunscribe al modelo clásico de crítica institucional que cuestiona la capacidad de cosificación del museo de arte, sino que reta a la autoridad del museo al
redefinir aquello que constituye una exhibición y reelabora el involucramiento del artista en
la creación de la obra de arte.
Por último, la tercera estrategia de Razo fue el uso de la prensa para construir un fenómeno mediático y social en torno al Museo Salinas. Esta acción constituyó una operación
lógica que no podía ser vista de manera escindida de la pieza, sino que formó parte de ella
y generó nuevos agenciamientos sociales. Así pues, los medios de comunicación fueron
utilizados como mecanismos de validación de la colección como obra de arte (fig. 1).
Fig. 1. Máscaras de
Salinas, 1997, máscaras
de látex, Colección
muac (Foto cortesía
del Laboratorio de
restauración del muac,
2013)
La ironía como vehículo transmisor del discurso artístico
El papel del humor es fundamental en el arte contemporáneo. Su aparición como forma de
denuncia o estrategia política posibilita abordar ciertas temáticas desde diversas perspectivas críticas. En el caso del Museo Salinas, se aborda una crítica a las instituciones, a las políticas culturales y a la representación histórica promulgada por algunos museos en México y
su permisibilidad para mostrar ciertas imágenes y rechazar otras.
El uso de la ironía como mecanismo transgresor ha sido frecuente en la obra de Vicente
Razo, donde sus gestos rompen los límites del sistema mediante su inserción en el mismo.
La ironía y la burla funcionan en sus obras según el modelo semiótico, es decir, postulan un
signo como un indicador con cierto significado dentro de un contexto (enunciado), pero
éste puede significar otra cosa en otro contexto. De tal modo, Razo adopta una distancia
irónica con respecto a la tradición artística, construye un juego entre el estar adentro y
Para Mónica Mayer este tipo de artistas son el ejemplo de cómo la rebeldía se va institucionalizando. Ella llama
a estos personajes los lumpen wetlook. Los describe como “jóvenes clandestinos […] que no se cobijan bajo los
antros culturales estatales o privados, y ni siquiera les importa que Raquel Tibol los conozca. Hacen performances,
instalaciones, objetos y poesía visual con seriedad y disciplina […] Artistas y promotores a la vez, organizan eventos
multitudinarios en espacios públicos o privados, y se invitan unos a otros a exponer. Así como la generación anterior
de artistas fue hija del 68 y se arrulló con la nueva trova cubana, los Lumpen Wetlook han crecido oyendo rock en
español y chapoteando en la crisis”. Mayer, Mónica, “Lumpen Wetlook: la nueva generación de las artes visuales” en El
Universal, 22 de septiembre de 1990, p. 2.
4
53
afuera de las convenciones institucionales que oscilan entre ser o no arte, ser tomado en
nierika
serio o ser visto como una travesura insolente.
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Tal es el caso de su participación en La feria del rebelde, también recordada como La
preposada del inconforme o La kermes del descontento.5 Esta feria fue el evento inaugural del entonces espacio alternativo La Panadería, justo el primero de diciembre de 1994,
mismo día de la toma de posesión como presidente de Ernesto Zedillo. Dicho evento,
organizado por Vicente junto con su hermana, la teórica de arte Mariana Botey, y la curadora
Itala Schmelz, estuvo íntimamente relacionado con la emergencia del ezln y tuvo como
Dorfsman, Alex y Yoshúa
Okón, La Panadería 19942002, México, Turner, 2005,
p. 8.
5
objetivo propiciar una serie de discusiones en torno a las acciones de la guerrilla. La
idea detrás de La feria del rebelde era trasladar diversas acciones artísticas fuera de las
paredes de los espacios de arte instituidos, además de generar un lugar de encuentro que
acogiera no sólo diversos modos de expresión, sino que permitiera la convivencia entre
jóvenes de distintos sectores sociales. La feria del rebelde, lejos de ser un espacio de exhibición de arte fue, aunque sólo por un día, un centro de resistencia ante el sistema político
de mediados de los noventa. Los organizadores y los invitados se consideraban a ellos mismos “los rebeldes”, los outsiders, que se levantaban en contra de los discursos oficiales, las
normas instituidas y lo políticamente correcto, además de que demostraban su apoyo a la
rebelión zapatista.
La feria del rebelde es un ejemplo del comportamiento de muchos artistas jóvenes de
los noventa, quienes propusieron un circuito alternativo de distribución para distintas manifestaciones culturales y evidenciaron su desaprobación total y su completa falta de respeto
ante los sistemas autoritarios. En este caso, la crítica política ejercida mediante el recurso del
humor en las distintas acciones llevadas a cabo durante el evento (hacer vudú para proteger al Subcomandante Marcos, seguir las instrucciones pintadas por el propio Razo sobre
una lona para hacer una bomba molotov, o bien presenciar un acto de magia en la que un
personaje introducía una botella por su ano) desafiaba al sistema a partir de narraciones
históricas críticas con respecto a los discursos oficiales.
Otro ejemplo en el que Razo propuso una narración crítica e insertó el arte en lo cotidiano es la serie Ediciones de interés general (2012), que consta de un sobre con monografías
impresas en offset en las que el artista escribía su propia historia sobre el arte del siglo xx y
las vanguardias haciendo una crítica a los cánones tradicionales y las narraciones oficialistas.
En palabras de Razo:
Ediciones de interés general consiste en la producción de una serie de monografías escolares
tipo papelería que explican diversos temas relevantes al arte contemporáneo. Las monografías
de Ediciones de interés general son obras de arte que sirven para entender y acercarse de manera crítica a las prácticas actuales del arte contemporáneo, obras disfrazadas de herramientas
pedagógicas que analizan cuáles son las problemáticas, los intereses y la genealogía del arte
actual: nos explican por qué los artistas tenemos los espacios que ahora tenemos, cómo hemos
conquistado —o tramitado— los permisos y las licencias de las que ahora disfruta el arte, y qué
se ganó y qué se perdió en este proceso.6
Asimismo, su compromiso social se manifestó en Disco Club Tepito (2003), una biblioteca
pública creada dentro de la Galería José María Velasco para que la gente de la zona de
Tepito, después de sacar una membresía gratuita, pudiera llevarse a casa videos y discos
difíciles de encontrar en otros lugares. En estos ejemplos, Razo muestra su táctica de cómo
abandonar lo artístico para resignificar la vida cotidiana y proponer soluciones ante las fallas
Razo, Vicente,
“Introducción a Ediciones
de Interés General” (2012),
disponible en: <https://
interesgeneraldotorg.
wordpress.com/>,
(consultado el 6 de
febrero de 2014). Todas
las monografías de este
proyecto se encuentran
digitalizadas dentro de
una plataforma en línea
apoyada por el Fonca
a través de la beca del
Sistema Nacional de
Creadores de Arte.
6
54
y carencias del sistema. El gesto político de su obra se dio desde los distintos emplazamien-
nierika
tos de sus acciones, pero siempre vinculado a momentos coyunturales dentro del contexto
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
socio-político mexicano.
Construyendo el Museo Salinas
¿Por qué esperar o buscar al museo, si se puede
empezar uno propio? Para crear una zona autónoma,
un posible espacio de poder y resistencia,
lo único que se necesita es una idea.7
Vicente Razo
Razo, Vicente, The Official
Museo Salinas Guide, Santa
Mónica, California, Smart
Art Press, 2002, p. 63.
7
El caso más evidente del uso de la ironía como estrategia artístico-crítica en la obra
de Razo fue el Museo Salinas, mediante el cual el artista generó su propia institución dentro de
una narración histórica subjetiva. Cabe mencionar que la primera vez que Razo buscó un
espacio para mostrar su colección fue acercándose al Museo de Arte Moderno (mam) del
“Una vez propuse
exponer el Museo
Salinas en el baño del
Museo de Arte Moderno,
como actividad paralela
a la presentación de
la revista Generación,
pero obviamente no me
dejaron”, dijo Razo en
entrevista a Yoloxóchitl
Casas. Casas Chousal,
Yoloxóchitl, “¿Porqué
esperar o buscar el museo
si se puede elaborar uno
propio?”, en La Crisis, no. 70,
19 de abril de 1997, p. 20.
8
Razo menciona esto con
referencia a los objetos de
su colección relacionada
a la imagen de Salinas de
Gortari. Razo, op. cit., p. 64. .
9
Instituto Nacional de Bellas Artes (inba), sin embargo su solicitud fue negada.8 Con respecto
a esto el artista menciona:
A partir de estas reflexiones y considerando el entumecido estado de los museos mexicanos
—inmersos en una agenda colonizada y elitista, con un cuerpo burocrático atrofiado y temerosos de todo fragmento de realidad que tengan que afrontar— decidí que sería un acto
saludable y necesario otorgarles el espacio de un museo a estos singulares testimonios de la
historia contemporánea de México: activar estos objetos.9
Así pues, a raíz de no encontrar un lugar para mostrar su colección al público, Vicente
Razo decidió construir su propio espacio artístico fuera de los destinados a la exhibición
tradicional. Al montar los objetos en su baño y transformarlo en un espacio de exhibición, su
táctica sería rebasar las formas de distribución del arte dentro del sistema institucional
de los museos y diluir los límites entre la pieza y su mediación. Así pues, tanto el espacio de
exhibición (baño) como el de difusión mediática (notas en prensa) funcionarían como un
mismo lugar de construcción de sentido, al ser los espacios de intervención política de la
Mayer, Mónica,
Escandalario. Los artistas y la
distribución del arte, México,
Pinto mi raya, Ex Teresa
Arte Actual, Conacultainba-Fonca, Fundación
bbva, 2006, p. 7.
10
obra. De este modo, ambos espacios operaron como alternativos, entendiendo como tal
lo que Mónica Mayer define como “un proyecto que se plantea en oposición a algún tipo de
poder dominante, sea estético o político, manejado o no por otros artistas”.10
Conjuntamente, Razo decidió deslindarse de su papel como artista y adquirió la función
de director del museo, hecho que hacía pensar que aquello exhibido en el baño no era una
instalación de objetos, sino efectivamente un museo. En este sentido, el gesto irónico de
Razo resulta equiparable con la definición dada por Miguel Ángel Barrón Gavito, para quien
“la ironía pone en entre dicho el sentido de un objeto o persona y lo desplaza de este centro
Barrón Gavito, Miguel
Ángel, “El poder de las
imágenes. Habitadas por el
afecto, sacudidas por sus
efectos”, Useda Miranda, et
al., op. cit., p. 140.
11
de ‘verdad’ o ‘naturaleza’, con el fin de dejar ver el carácter contingente de su valoración y así
abrir una posibilidad de inversión”.11 Así pues, la ironía en este caso recae en que mediante
la exhibición de sus objetos, Razo jugaba con la cuestión de la enunciación del objeto cotidiano como objeto artístico para poder resaltar la idea de que el circuito de validación del
arte era tan efímero y frágil que él mismo podía autonombrarse artista, después quitarse
ese título y volverse director de una institución, e incluso dar a su colección el nombre de
museo. La ironía participaba a modo de engaño, al jugar con la realidad y generar una
suerte de trampa en la que el público espectador dudaba de si aquello efectivamente se
trataba de un museo, una instalación, un performance o un juego de la vida real (fig. 2).
55
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Fig. 2 Rolo Castillo y
Vicente Razo, Poster
oficial del Museo Salinas,
1996, serigrafía (en Razo,
Vicente. The Official
Museo Salinas Guide,
Santa Mónica, California,
Smart Art Press, 2002,
p. 24 (foto cortesía del
artista).
Para entender el uso de la ironía es necesario reconocer los diversos paradigmas insertos en la lógica conceptual del Museo Salinas a partir de la frase inscrita en el póster
que se ubicaba en la entrada del baño de Razo y que decía: “Dejar de hacer readymades.
Empezar a hacer museos”.12 Éste fue el primer acertijo ante el que nos posicionó el artista.
La frase podía ser o bien una expresión irónica que reconocía al Museo Salinas como un
readymade,13 o una suerte de afirmación en la que el artista decidía que su obra era un
museo y no un objeto artístico, manifestándose en contra de los readymades. Esta declaración era una toma de poder, por lo menos en términos sintácticos. Razo utilizó la idea
de museo como vehículo de transmisión de su discurso artístico y realizó un acto de nominación al afirmar que la colección que exhibía en el baño de su casa era un museo. Éste
era su propia propuesta ante el sistema. La frase colocada en la entrada del Museo Salinas
permitió postularlo como un museo “real” en términos de lenguaje. El gesto de nominación
por parte del artista afirmaba la condición de posibilidad de la pieza, es decir, su devenir en
arte. Este póster es significativo ya que por un lado es el único objeto hecho por el artista
(es una serigrafía hecha por Razo y Rolo Castillo en 1996) además de sus tarjetas de presentación como “Director del Museo”. En el póster, Razo hace una declaración en la que afirma
que su colección es un museo y que el museo como pieza es arte; también alude a las
cédulas de obra en tanto que indica qué estamos viendo y cómo debemos verlo. Razo nos
dice: “No es un readymade, es un museo”.
Cabe mencionar que el Museo Salinas surgió en un momento crucial en el arte mexicano, en un ambiente en el que se volvía a las prácticas de objetos encontrados (retorno
El readymade, como práctica artística propuesta por Marcel Duchamp en 1915, consiste en la utilización de imágenes
preexistentes o pertenecientes a otros ámbitos de la cultura, pero fuera del ámbito artístico, con el objetivo de cuestionar
los límites de las convenciones establecidas. Para Hal Foster “el readymade de Duchamp articula las condiciones
enunciativas de la obra de arte desde fuera, con un objeto extraño. Pero el efecto sigue siendo la revelación de los
límites convencionales del arte en un tiempo y un lugar particulares”. Foster agrega que “la mayoría de los readymades de
Duchamp proponían que objetos con valor de uso sustituyeran a objetos con valor estético y/o de cambio/exposición:
un botellero en lugar de una escultura o, recíprocamente, un Rembrandt utilizado como tabla
de planchar”. Esta aparente “carencia de razón” es lo que para Foster se convertiría en la razón misma de ser del objeto.
Por ende, los objetos que Duchamp elegía para sus readymades —objetos de los cuales no importaba su forma ni su
significado— no tenían valor alguno en términos de valor de uso y podían ser sustituidos por otros. Foster, Hal, El
retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo, Alfredo Brotons Muñoz (trado), Madrid, Ediciones Akal, 2001, pp. 9 y 113.
13
Palabras de Razo
respecto al Museo Salinas.
Razo, op. cit., p. 24.
12
56
de los años setenta a los noventa), en donde el objeto es sustraído de su contexto original
nierika
y su significado se transforma al ser puesto en otro contexto. Estas prácticas, en las que
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
los artistas utilizaban objetos industrialmente producidos y de manufactura local, no hechos
por ellos, fueron rescatadas en los neo conceptualismos de los noventa para poner en juego
la posibilidad de la representación artística en relación con la institucionalidad del arte. En
este sentido el Museo Salinas cuestiona la noción de qué es arte al develar las prácticas de
selección de los curadores y museos que permiten que un artefacto se convierta en una
obra de arte.
Otro ejemplo de un museo ficticio, realizado una década después, que cuestiona la
noción del objeto de arte y que refiere a una problemática de carácter social al revelar las
estrategias de resistencia en contra de la mercantilización de la obra de arte, es el LiMaC,
de la artista peruana Sandra Gamarra. LiMaC son las siglas para el Museo de Arte Contemporáneo de Lima, museo virtual producto del imaginario de la artista, que se origina de su
necesidad de establecer un espacio de esta índole en la capital peruana. LiMaC consiste
en una plataforma en Internet en la que al entrar, en principio, se pensaría que se trata de un
museo constituido en el mundo real. En la página del LiMaC aparece un listado de obras de la
supuesta colección permanente, exposiciones permanentes y temporales, una justificación
del espacio arquitectónico, publicaciones, un archivo y un vínculo a la tienda. Las obras que
se muestran son reproducciones de obras reales, son la idea de lo que para Gamarra debería
o podría estar exhibido en el LiMaC. A diferencia de las demás categorías que aparecen en
el desplegado de la página de Internet, la tienda es el único sustento que podríamos consi­
derar material de este museo, lo demás sólo existe en línea. Los objetos que el visitante puede
llevarse como recuerdo o constancia de que visitó el espacio inexistente sí existen, y son
Para obtener mayor
información sobre
esta obra se puede
ver el catálogo de la
exposición Colección
crimen fundacional,
presentada de agosto a
noviembre de 2012 en el
muca Roma. Solomonoff,
Analía. “LiMaC, El Museo”
en Dorotinsky, Deborah,
Analía Solomonoff,
Mireida Velázquez
(coord.), Colección El Crimen
Fundacional, México,
Posgrado en Historia del
Arte unam-Instituto de
Liderazgo de Museos,
2013, p. 77.
14
lo que la artista exhibe después a modo de instalación bajo el nombre de Tienda LiMaC.14
De este modo, la única evidencia de la existencia de este museo fuera del ámbito virtual se
da a partir de la mercadotecnia y la cosificación de la experiencia estética. Aunque dicha
experiencia no se lleva a cabo, el objeto que conmemora el encuentro entre el espectador y
la obra de arte es lo que construye el sentido de la experiencia misma. Con esta obra, Gamarra realiza por un lado una crítica a los museos entendidos como máquinas que generan
un conocimiento que se traduce en mercancía, y por otro cuestiona si realmente es necesario un espacio físico para que el museo exista y cuáles son las condiciones que permiten
que un museo aparezca en una ciudad, independientemente de la necesidad que se tenga
en términos culturales y sociales. Podríamos entonces pensar en la manera crítica en que
opera LiMaC: en tanto readymade que se considera una pieza de arte, o como un vehículo
discursivo de exhibición.
Si partimos de la premisa que se ha venido desarrollando hasta este momento, donde
la diferencia se hace a partir de que el artista toma un objeto y lo pone sin modificación
alguna en el contexto del arte, es decir, en el museo, tanto en LiMaC como en el Museo
Salinas la diferencia entre el objeto de arte y el objeto ordinario es una diferencia que va
Groys, Boris, Art Power,
Cambridge, The mit Press,
2013, p. 3.
15
más allá de la diferencia,15 es decir, una diferencia que no es perceptible en términos formales en el objeto, pero que se da a partir de la producción de sentido dentro de un sistema
particular (dentro del muca) o incluso fuera del espacio de un museo (dentro de la virtualidad de la página de Internet). Cabe mencionar que aunque esta obra existe sólo de manera
virtual, sí necesita de la idea del museo para poder ser considerada un gesto artístico. Aunque no requiera una infraestructura física, LiMaC necesita una plataforma virtual que avale
la existencia de los objetos de su colección y un espacio que albergue los objetos de la
tienda. Para poder permanecer, dichos gestos requieren de una temporalidad que se dé
57
fuera de la temporalidad del objeto en su contexto de origen y que se fije por el espacio-
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
idea del museo.
El mecanismo del humor en el Museo Salinas
Ahora bien, D. C. Muecke, en su libro Irony and the Ironic, analiza las acepciones de la palabra
ironía en diversos modelos literarios a lo largo de la historia. Estos significados van desde
la idea de que con la ironía se dice una cosa cuando en realidad se trata de decir otra, hasta la
ironía como figura retórica que genera múltiples significados subversivos. Para Muecke,
la ironía ha sido concebida básicamente de dos modos: la intencional (instrumental) y la
observable (algo pasa de manera natural y le damos un significado irónico).16 Asimismo, el
autor menciona que la ironía puede aparecer o bien de modo discursivo o bien mediante
acciones. En este sentido, me interesa hacer referencia tanto a las dos definiciones como a
los dos modos de aparición de la ironía que menciona Muecke para hablar del mecanismo
irónico que Razo utiliza en el Museo Salinas. En el mecanismo generado por Razo, en este
caso, por un lado aparece la ironía discursiva cuando declara: “Dejar de hacer readymades.
Empezar a hacer museos”; y por el otro, la ironía como acción aparece en el momento en
que el artista hace de su baño un museo. La verdad oculta detrás de “dejar de hacer readymades” es “vamos a hacer lo nuestro”; se trata de una declaración abierta antisistema. Lo
irónico aquí es que “lo nuestro” (es decir, el museo) significa el rechazo a las convenciones
del arte (la tradición-institucionalización del readymade), pero a su vez esto “nuevo” recae
paradójicamente en la misma convención (la creación del museo).
Considero que en el caso del Museo Salinas, Razo daba a entender lo contrario a lo que
se pensaba en relación con la función tradicional de los museos, cuyo ideal es preservar y
conservar aquellos objetos que son valorados por la sociedad por sus cualidades estéticas
y merecen ser resguardados en un lugar especial. De este modo enaltecía la figura de un
Salinas corrupto y sucio para denunciar al sistema político mexicano, pero también para
cuestionar el carácter de validación histórica de algunos museos en México.17
Desde que Razo decidió abrir su colección al público y plantear su baño como un
museo, la connotación escatológica de dicho espacio fue primordial para aludir a la inmundicia y la descomposición que para el artista ocurría dentro de los espacios tradicionales de
Otro ejemplo significativo de una estrategia artística que pretendió desenmascarar los discursos nacionalistas
detrás de los museos fue Destrucción total del Museo de Antropología, de Eduardo Abaroa (Ciudad de México, 1968),
presentado en marzo de 2012 en la galería Kurimanzutto. En esta pieza el artista simulaba la demolición del Museo
Nacional de Antropología, el modelo más evidente para ejemplificar los dispositivos de exhibición de la historia oficial
mexicana dictada por las autoridades. Dicho espacio, inaugurado en 1964, ha enfocado su labor a la construcción
de la identidad del mexicano y de “lo mexicano”. La pieza de Abaroa estaba formada por una serie de instalaciones
mediante las cuales el artista presentaba los diversos estados de destrucción del museo hasta alcanzar su demolición
total. Abaroa criticaba la mirada curatorial detrás de las exposiciones de historia mexicana que, según el artista,
categorizan, folklorizan y fetichizan las culturas prehispánicas. Igualmente, en 1995, Miguel Calderón (Ciudad de
México, 1971) realizó en el Museo de Historia Natural la intervención titulada Historia artificial, en la que criticaba los
mecanismos que utilizan los museos y las instituciones culturales para elaborar y reproducir sus valores a través de
narrativas ficticias. Calderón realizó una serie de fotografías de él mismo disfrazado como un excéntrico personaje
que irrumpía en los dioramas del museo y que aparecía en situaciones irreales, por ejemplo disparando a los animales
con una pistola de juguete. Asimismo, en abril de 2012 se presentó la exposición Quodlibet, del artista Pablo Helguera
(Ciudad de México, 1971), en el Museo del Palacio de Bellas Artes del inba. En esta muestra, Helguera, a partir de
una exhaustiva investigación en los archivos del Palacio, recreó su propia historia oficial de este recinto a partir de
la idea del museo mexicano como dispositivo de identificación nacional. Su historia surgió como resultado de la
reconstrucción de los hechos ocurridos en este recinto y vistos desde su perspectiva. El artista intervino el espacio y
construyó su propio museo dentro de una de las salas de exhibición de Bellas Artes mostrando objetos sacados de las
bodegas del inba. Esta exposición cuestionaba los mecanismos de poder ejercidos por este recinto, considerado una
de las máximas instituciones culturales del país, cuyo papel ha sido, desde su creación en 1934, legitimar y oficializar
aquellas manifestaciones artísticas canonizadas por el poder estatal.
17
Muecke, D. C., Irony
and the Ironic, Londres,
Methuen, 1982, p. 19.
16
58
distribución y consumo del arte,18 y para deconstruir por medio de la sátira19 la figura del
nierika
“ídolo” promulgada por el gobierno, en contraste con la que reconocía el pueblo, que era la
A R T Í C U LO S
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del “villano”. La recopilación de todos los objetos que conforman el Museo Salinas representó la vía por la cual el pueblo pudo burlarse y en cierta forma vengarse de Salinas de Gortari.
Es decir, estas piezas ejercieron performaticamente una agencia simbólica, una violencia
simbólica. Esta violencia recaía en un modelo discursivo, ya que la mayoría de estos objetos
se activaban mediante un juego de palabras, a través del significado oculto en el humor y
el doble sentido. Por ejemplo, el Salinas-boxeador, cuyas partes de madera ensambladas le
permitían articular movimientos de pelea en contra de su contrincante, el Subcomandante Marcos; o los Robo-Salinas, muñecos de plástico policromado que aludían a los robots de
las caricaturas japonesas en donde Salinas es representado como una máquina con un poder de superhéroe que le permite robar al país y salirse con la suya. Asimismo, existen objetos de “temporada”, resultado del comercio de ocasión y de la producción local; objetos que
surgen en fechas cívicas o días festivos, como los judas de cartón y de papel maché que se
venden para quemarlos en Semana Santa, así como los tradicionales diablitos, las calaveras
para el Día de Muertos y las piñatas para las fiestas decembrinas. Además de estos objetos
satíricos, la colección también reúne cómics, ropa, veladoras, tarjetas postales, pinturas, estampas monográficas, encendedores, fotografías, libros, revistas, periódicos, calcomanías,
audio y video casetes, artículos escolares, discos compactos, serigrafías, dibujos, fotocopias
y volantes; la más reciente adquisición fue un billete de lotería que Razo encontró dentro de
un libro de viejo que compró hace un par de años. Si bien cada pieza genera una burla
distinta, todos estos objetos parten de mecanismos irónicos que presentan al personaje
desde connotaciones relacionadas con el robo, el crimen y la mentira, o que lo muestran
vulnerable ante las acciones que la gente puede tener hacia él (la quema, los palazos, etcétera) (fig. 3).
Razo ejecutó una suerte de recuperación del objeto cotidiano para cuestionar la obtención del estatuto artístico a través de la institución al llevar a cabo estrategias de resistencia
y utilizar el humor ejercido por los objetos, ya fuera de manera individual, o bien mediante
las asociaciones que hizo entre ellos como parte de su colección. De este modo, el Museo Salinas se burlaba de las etiquetas puestas por el mundo del arte. Es decir, transgredía
mediante un mecanismo de transposición la categoría de arte culto para considerar algo
que no era arte como tal. Dicha transposición se dio mediante el uso de la simple palabra
“museo”. Para Henri Bergson,20 quien analiza los mecanismos del humor y de la risa en el
teatro y la comedia a finales del siglo xix, la transposición ocurre cuando un objeto deja
de ubicarse en el terreno de lo real para pasar al de lo ideal (muta de lo que es a lo que debe
ser, de mundano a honorable) mediante el uso de la ironía. En el caso del Museo Salinas, al
Para Flavia González Rosetti, los circuitos de distribución durante la década de los noventa fueron los que redefinieron
el sentido de la obra; argumentaba que “es paradigmático del arte de los noventa en México que los artistas sean
reflexivamente conscientes del lugar que ocupan y de qué lugar quieren ocupar políticamente, culturalmente y
artísticamente dentro de este panorama”. Por esta razón, para González Rosetti la búsqueda de nuevos espacios fuera
del circuito institucional del arte como estrategia política le otorgó a la obra, además de cierta estética (basada en
el uso de objetos cotidianos), una carga contextual que se convirtió en parte de la obra misma. Estos espacios no se
limitaban solamente a ser destinados a la exhibición de obras, sino que la producción de los discursos artísticos estaba
entrelazada con dichos lugares como sitios inmersos dentro de la realidad social y cultural de mediados de los ochenta
a inicios de los noventa. González Rosetti, Flavia, Identidad-identidades: un análisis desde México del fenómeno artístico
contemporáneo (1985-1995), Tesis de doctorado, Doctorado en Historia del Arte, México, unam, Facultad de Filosofía y
Letras, 2006, p. 26.
19
Para Miguel Ángel Barrón Gavito, la ironía y la sátira son las dos características principales de la caricatura. A través de la
imitación del otro, “la caricatura permite que se genere risa y burla porque se supondría que es semejante ‘al original’ y a
la vez no es ‘el original’ porque ya es otra cosa”. Así, “la sátira capta el malestar social y lo imita”. Barrón Gavito, Miguel Ángel,
“El poder de las imágenes. Habitadas por el afecto, sacudidas por sus efectos” en Useda Miranda, et al., op. cit., p. 140
20
Bergson, Henri, La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico, Buenos Aires, Ediciones Godot, 2011, p. 140.
18
59
nierika
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Fig. 3 Niño en condición
de calle disfrazado como
Salinas-Chupacabras,
Ciudad de México, 1997
(en Razo, Vicente. The
Official Museo Salinas
Guide, Santa Mónica,
California, Smart Art
Press, 2002, p. 8) (foto
cortesía del artista).
decir que los objetos son una colección de arte, éstos pasan de ser chácharas a piezas de
museo. Llamar a un baño museo, llevar los objetos al escusado, coleccionar baratijas, todos
son mecanismos irónicos de transposición.
Como hemos observado, el Museo Salinas osciló entre el documento y la ficción,21 y
fue justamente el humor el hilo conductor que permitió que este juego entre lo real y lo
simulado pudiera ocurrir. Si bien la ficción recae en la imitación de la vida, para Bergson
lo cómico tiene que ver con “hallar lo mecánico en lo vivo”.22 Así pues, el ser humano se ríe
de sí mismo cuando se proyecta en figuras caricaturizadas que exaltan los defectos de la
humanidad, es decir, cuando se reconoce a sí mismo dentro de actitudes “negativas”. En
este sentido, Razo generaba un vínculo entre el humor y la imaginación popular para relacionar lo cómico con las actitudes humanas (en un sentido físico y moral),23 mientras se
aprovechaba de la risa como acción colectiva para darle una significación social al gesto
artístico.24 Podríamos entonces pensar que las figuras caricaturizadas de Salinas son cómicas porque representan características del “mexicano” con las que nos podemos identificar:
el mexicano tranza, gandalla, chorero, mentiroso, etcétera. Nos reímos de lo que somos,
pero también de lo que odiamos.
21
Bergson alude al vodevil como mecanismo ficticio (voix de ville, voz del pueblo) que es una especie de teatro
de variedad que incluye actos de comedia musical. Dentro del vodevil existe una situación llamada quiproquo
o interferencia de series en la que una cosa es sustituida por otra. Se trata de “una situación que presenta
simultáneamente dos sentidos diversos, posible el uno, el que los autores le dan, y real el otro, el que le da el público.
Advertimos el sentido real de la situación, porque se han cuidado de mostrárnosla en todos sus aspectos, mientras los
personajes sólo conocen un aspecto de la misma, y de ahí su confusión, su falso criterio de cuanto ocurre a su alrededor
y de cuanto hacen ellos mismos. Por el contrario, el espectador pasa de este falso juicio verdadero, oscila entre el
sentido posible y el real, y de esta fluctuación entre dos interpretaciones opuestas nace la distracción que el quiproquo
nos proporciona”. Ibid. p. 112.
22
Ibid. p. 45.
23
En este caso podríamos mencionar que las singularidades físicas del ex presidente se prestaron para que ser llevadas
a lo ridículo.
24
Para Bergson “la risa es una acción colectiva que tiene una función útil e integral” y “debe tener una significación
social”. Bergson, op. cit., p. 8.
60
nierika
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Pienso que otro modo en el que opera el humor en el Museo Salinas es al relacionar la
mecanización o la automatización de la figura de Salinas de Gortari atrapada en los objetos
con la noción de Bergson de lo cómico y pensar que el hecho de ver a un personaje vivo
convertirse en un muñeco o títere del pueblo (a la inversa de cómo fue en realidad, donde
el pueblo fue su títere) es cómico. En este sentido, Bergson se refiere al humor que opera
cuando se habla de las personas como si fueran cosas, acción que permite darle a la persona/cuerpo de Salinas una suerte de cosificación que reivindica al pueblo como la autoridad,
denigrando la imagen del ex presidente a una especie de objeto inservible. Llevar a Salinas
al baño y ponerlo junto al escusado era compararlo con un desperdicio, e incluso con el
acto de defecar, siendo Salinas un equivalente a la mierda. De este modo operó lo que
25
Ibid., p. 91
Bergson llamaría “el artificio mecánico en el humor”,25 en donde lo cómico recae en los
actos y las situaciones que “encajados unos en otros nos dan la ilusión de la vida y la sensa-
26
Ídem.
ción clara de un ensueño mecánico”.26 Así, lo cómico en el artificio mecánico radica en que
27
Ídem.
“expresa cierta imperfección individual o colectiva que exige una corrección inmediata”.27 La
ironía funciona al llevar a Salinas al baño, como una connotación escatológica, y proclamar
el baño (con todo y su suciedad y putrefacción) como un recinto para la contemplación
(fig. 4).
Ahora bien, para entender la burla antisistema del museo de Razo había que ser partícipes de las reglas del juego. Es decir, conocer la figura pública de Salinas y lo que había
hecho, entender el momento en el que se producían los objetos, quién los hacía y para
quién. Podríamos decir que el discurso que se desprendió de la obra fue local en varios
Fig. 4 El Museo Salinas
en su locación original,
1997 (foto en Razo,
Vicente. The Official
Museo Salinas Guide,
Santa Mónica, California,
Smart Art Press, 2002,
p. 12) (foto cortesía del
artista).
sentidos, pues la producción industrial de los objetos era propia de la ciudad de México y
61
abarcaba el ambulantaje, la venta de chácharas en los semáforos, la producción de parafer-
nierika
nalia, los pequeños talleres en Tepito y Ciudad Neza en los que se hacían los objetos alusivos
a las fechas importantes en el calendario, la llegada del comercio chino y la entrada al país de
una serie de baratijas que fueron sustituyendo la mano de obra del gremio artesanal mexicano; en fin, el comercio informal que emergía en casi todas las esquinas de esta gran ciudad.
Pero, ¿quién consumía las chácharas de Salinas? Considero que hubo dos tipos de consumidores: aquellos que compraron los objetos como decoración y podían tener una figurilla para colgarla en el espejo retrovisor, o la máscara para disfrazarse en Día de Muertos; y
los que fueron al baño y dieron a estos objetos una lectura distinta al comprender el gesto
irónico detrás de la actitud de Razo. Podríamos entonces pensar que la obra de Razo fue
una broma dedicada a la gente que conformaba el circuito del arte en aquellos años. Cabe
mencionar que dentro de este grupo diverso se encontraban por igual aquellos que ejercían
la emergente crítica de arte en esos años,28 junto con los personajes que formaban parte
de los museos del inba, mismos que no permitían que expresiones como la de Razo fueran
mostradas dentro de sus espacios. En un principio, el público que visitó el baño de Razo
—en casa de su madre, la diputada federal del prd Carlota Botey— constó de amigos del
artista y varios personajes de la entonces izquierda mexicana, conformada principalmente
por miembros de la comunidad universitaria, escritores, personajes de la política y artistas, la
mayoría pertenecientes a la clase media. Algunos de los visitantes del museo fueron: Carlos
Monsiváis, Federico Navarrete, Cuauhtémoc Medina, Yishai Judisman, Rubén Ortiz, Olivier
Debroise, entre otros.
La estrategia mediática como juego mordaz
Quizás el morbo generado alrededor del Museo Salinas lo llevó a aparecer en diversas publicaciones, desde suplementos culturales a revistas de corte amarillista.29 Así, durante 1997
esta obra fue objeto de controversia, admiración y análisis en las páginas de periódicos
como El Financiero, La Jornada, el diario ruso Pravda —que fuera la publicación oficial del
Partido Comunista de la Unión Soviética hasta 1991—, así como en revistas como Proceso,
La Crisis, Huellas, Cómo, Generación y La Pusmoderna. Incluso se hizo un reportaje para Ocurrió Así, el noticiero sensacionalista de Telemundo, la segunda cadena estadounidense de
televisión en español, y una de las más grandes del mundo. Podría, pues, parecer sorprendente la visibilidad que tuvo este museo, quizás incluso mayor a la que su creador esperaba.
Como ejemplo de esta emergente crítica, se encuentra el caso de la revista Curare. Dicha publicación fue fundamental
en estos años para abrir un espacio de reflexión sobre las políticas culturales aunadas directamente a la práctica
museística y la producción y circulación del arte.
29
La intervención en los medios masivos de comunicación es una constante en el trabajo de Razo. Tal es el caso
de su proyecto Public Address, el cual parte de intervenir una serie de revistas y catálogos a los que el artista se suscribe
temporalmente. En Estados Unidos resulta muy común que la gente se suscriba y reciba por correo postal todo
tipo de publicaciones comerciales que van desde catálogos de moda de las grandes tiendas departamentales, y
revistas dedicadas a la vida de las celebridades hollywoodenses hasta folletos especializados en anzuelos para pescar y
jarrones para el hogar. El rango de consumismo es bastante amplio. La estrategia de Razo consiste en adherir etiquetas
“falsas” encima de la etiqueta original que contiene el nombre del destinatario (que en este caso es el propio Vicente)
y sustituir los datos personales por frases que aluden a personajes críticos de la cultura de masas y a la sociedad de
consumo. Así, en la etiqueta del catálogo de Sears (una de las tiendas departamentales más grande de Estados Unidos)
Vicente escribe Dan Graham´s cash (El dinero de Dan Graham), aludiendo a las reflexiones que Graham hace en sus
obras sobre las subculturas americanas que no serían clientes asiduos de Sears. Otro caso es la inserción de la frase
Guy Debord Crying (Guy Debord llorando) sobre la portada de la revista dedicada a chismes de la farándula People,
refiriéndose a Debord y La sociedad del espectáculo, además de la etiqueta pegada sobre el catálogo de la tienda de lujo
Sak´s Fifth Avenue dirigida a Karl Marx in Hell (Karl Marx en el infierno). Razo elabora una crítica a la sociedad
de producción y consumo, y a lo desechable de las relaciones socio-comerciales entre los seres humanos, además de
generar una reflexión en torno a la unicidad del objeto dentro de la producción industrializada. Véase Razo, Vicente,
“Public Address” en Dispatch, Nueva York, mayo-junio 2008, disponible en: <www.dispatchbureau.com/projects/
piblicadrress.html> (consultado el 27 de febrero de 2015).
28
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Considero que parte de la astucia de Razo partió de lo siguiente: no sólo tener publicidad y difundir su museo, sino hacer que los diferentes emplazamientos del Museo Salinas
le dieran visibilidad y que, incluso sin ser exhibida en una institución oficial, la hicieran una
exposición ampliamente visitada. Lo anterior con la finalidad de desafiar los límites institucionales y evidenciar la fragilidad del sistema de museos en México. Así pues, las intenciones contextuales de Razo otorgaron un estado no fijo a la obra. Es decir que, a pesar de su
inscripción en el contexto del baño mediante su difusión mediática, se permitió la posibilidad de existencia de diferentes narrativas no circunscritas a los marcos expositivos.
Por medio de su presencia en la prensa, el Museo Salinas se convirtió en un fenómeno
sensacionalista, equiparable con el Chupacabras o los ovnis. Su mitificación evidenció la
facilidad con la que una institución, mediante el consenso social, puede denominar algo
como arte, difundirlo, darle credibilidad y atraer multitudes. La presencia del Museo Salinas
en los medios masivos de comunicación fue una operación crítica que sirvió para evidenciar
la conversión del objeto artístico en evento mediático y, de nueva cuenta, resaltar las operaciones institucionales detrás de las lógicas del mercado del arte al generar un efecto de
extrañamiento. De este modo Razo hizo su propio espacio, lo institucionalizó en términos
de validez artística y lo convirtió en un evento mediático. La obra no terminó con la exhibición en el baño, sino que parte de la estrategia artística fue construir un furor mediático que
activara los objetos (que seguramente de otra manera no habrían sido activados y hubieran
En este sentido, como
bien dice Boris Groys, “la
fetichización del arte se
da fuera del museo, lo que
quiere decir que está fuera
de la zona en la cual se
ejerce tradicionalmente
la autoridad. Las obras de
arte ahora se convierten
en icónicas no como
resultado de su exposición
en el museo, sino por su
circulación en el mercado
del arte y los medios
masivos”. En otras palabras,
cada aparición del Museo
Salinas en prensa fue
construyendo una serie
de agenciamientos que
permitieron contribuir al
discurso y darle sentido
a la obra. Groys, Boris, op.
cit., p. 47
30
quedado en la basura), les diera resonancia y lograra una trascendencia a distintas audiencias.30 En las notas de prensa se incluía al final la leyenda “Para mayores informes y visitas al
Museo Salinas comunicarse al teléfono 2868824”. Así, para 1998, el Museo Salinas había sido
visitado por turistas, grupos escolares y reporteros, entre otras personas.
Razo usó a la institución mediática y la hizo partícipe de su broma, presa de su juego.
Los medios cayeron en la trampa y comenzaron a hacer reportajes del museo sin darse
cuenta de que el artista estaba burlándose de ellos: su museo ahora era visto como tal. Razo
se mantenía siempre en la cábula que evidenciaba las operaciones y lógicas de consumo
detrás de los hechos mediáticos. Sus tácticas, que parecían burdas, estaban perfectamen
te elucubradas. Nuevamente el artista utilizó lo que Salinas construyó para utilizarlo en
contra de éste. El mismo juego que Salinas hizo, utilizar los medios de comunicación a su
favor, ahora se volteaba en su contra. A partir de su aparición en prensa Razo comenzó a
sufrir amenazas, fue asaltado, entraron a su departamento, robaron su computadora, intentaron envenenar a su perro, en fin, un sinnúmero de anécdotas. ¿Verdad o mentira?,
¿parte del morbo intencional generado por el artista? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es
que las notas de prensa dieron pie a la creación de una leyenda y que la gente constantemente preguntaba: “¿Ya fuiste al Museo Salinas?”
La estrategia de difusión ideada por Razo —
­ la cual era una operación artística que aparentaba no serlo­— tuvo que ver con cómo la práctica artística se definía a partir de opera-
Krauss, Rosalind, “La
escultura en el campo
expandido” en La
originalidad de la vanguardia
y otros mitos modernos,
traducción de Adolfo
Gómez Cedillo, Madrid,
Alianza Forma Editorial,
1996, p. 302.
31
ciones lógicas sobre un conjunto de términos culturales.31 En otras palabras, el espacio de
sentido del Museo Salinas no fue la colección de parafernalia política, sino los espacios
de discursividad concebidos a lo largo de su transcurrir como obra de arte. Podemos
entonces pensar que el Museo Salinas desató una serie de relaciones con respecto a su
posibilidad narrativa. Lo anterior nos hace pensar que la vida de la pieza no tuvo que ver
únicamente con un territorio físico-espacial, en el sentido de que los objetos de la colección
migraron de un espacio de exhibición a otro, es decir, de la colección del baño del artista al
museo. Considero que también tuvo que ver con los cambios de lectura por los que pasa
una obra de arte al ser diseminada culturalmente; cambios que, por lo general, no dependen
63
del artista, pero que en este caso sí, ya que fueron ocasionados de manera consciente por
nierika
Razo como parte de su estrategia artística.
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Joseph Grigely, teórico crítico de los estudios textuales, habla de los efectos discursivos y posibilidades de narración que los diferentes contextos le pueden dar a la obra
de arte. Grigely explora los límites de la crítica textual como metodología, argumentando
que los textos no son estáticos y cambian constantemente, con lo que recalca el problema de
adaptar una teoría literaria al arte. Propone diferencias entre los distintos tipos de textos mediante un modelo flexible en el que “las dinámicas textuales puedan desmenuzarse en una
fenomenología de la producción de textos […] este reconocimiento marca la emergencia
de textualterity”.32 Con el término textualterity (el cual es complicado de traducir al español;
quizás sería algo como textualteridad), Grigely afirma la imposibilidad de establecer una teoría general de la interpretación, ya que cada texto representa la convergencia de distintos
tipos de relaciones que se dan desde la producción, la recepción, la circulación y el consumo de la obra. Grigely utiliza este término para hablar de cómo la obra no acaba cuando
se exhibe, lo que reafirma la necesidad de reconsiderar sus límites (si es que los hay). Para
el autor, “el lenguaje de un texto puede repetirse, pero el texto como declaración no”. 33 Así
pues, el significado de un texto reside en su relación con la sociedad, en el sentido de que
al igual que ésta se encuentra en constante transformación. En este sentido, “el contexto de
la lectura de un texto enmarca el texto”.34
Por consiguiente, si consideramos desde la perspectiva de Grigely al Museo Salinas
como un texto cultural, podríamos hablar de cómo desde su salida del baño los distintos
lugares en los que ha sido montado y exhibido le han dado diversas cargas simbólicas y
significados. Todas las veces que los objetos han sido montados, y que implican no sólo
la curaduría del artista, sino otros marcos curatoriales, se ha o bien generado una réplica
de lo que era el museo en su contexto original o se han montado de acuerdo con nuevos
órdenes categóricos, lo que lleva a reconocer los cambios ocurridos en términos de interpretación, presentación, ubicación espacial y conceptual de la obra a lo largo de su transcurrir como pieza.
Consideraciones finales
En 2007 el Museo Salinas fue adquirido por la Dirección General de Artes Visuales de la
Universidad Nacional Autónoma de México (dgav, unam) para formar parte de su colección.
Olivier Debroise, quien fuera el encargado de formar dicha colección (enfocada a obras
realizadas de 1952 en adelante, último año de creación de las obras adquiridas por el inba
durante los años ochenta y noventa), participaría junto con Cuauhtémoc Medina como
curador de la exposición “La era de la discrepancia. Arte y cultura visual en México. 19681997” en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (muca, campus unam). Dicha exposición
funcionó como plataforma para la construcción de la colección de lo que en 2009 sería el
Museo Universitario Arte Contemporáneo (muac). Con la incorporación de esta obra a la colección del muac nació una paradoja: el Museo Salinas, que había resistido todos estos años
frente a la institución, ahora pertenecía a ella. Empero, si el objetivo de Razo había sido que
la pieza quedara en la memoria colectiva y se difundiera, era necesaria la presencia de un
museo para enmarcar la obra dentro de un contexto histórico y artístico que le permitiera
darse a conocer a nuevos públicos.
Así pues, la colección del baño acabó siendo un museo que, después de burlarse del
museo, terminó como parte de la colección del muac y fue exhibida como obra de arte. A
fin de cuentas la ironía está en que Razo necesitó del sistema para que su obra pudiera ser
Para Grigely el término
textualterity “nos libera
de las limitaciones de la
objetividad del arte y al
mismo tiempo nos ata
a la pesadumbre de las
interminables locaciones y
dislocaciones temporales”.
Grigely, Joseph,
Textualterity: Art, Theory, and
Textual Criticism, Michigan,
University of Michigan
Press, 1995,
p. 119.
32
33
Grigely, op. cit., p. 104.
34
Ibid, p. 178.
64
validada e integrada en él.35 Sin embargo, este gesto más que diluir el sentido crítico de la
nierika
obra evidencia que la vida es así, que todos formamos parte de un sistema y que contribui-
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
mos a su desarrollo y estabilidad. Pienso que, aun así, el Museo Salinas conservó su actuar
crítico en la medida en que construyó una memoria histórica en dos sentidos: primero en
torno al periodo histórico, político, económico y social de mediados de la década de los no-
Como menciona
Cuauhtémoc Medina:
“toda muestra de rebeldía
en la esfera pública
comprende la opción de
negociación de insertarse
en el sistema”, ocurre una
“relación de abuso mutuo”
en la que el artista necesita
del sistema, y el sistema de
las acciones antisistema.
Cuauhtémoc Medina,
durante el Seminario
“Tres Crisis. Seminario
sobre cultura y economía
política” dictado dentro
del Programa de Campus
Expandido en el muac,
marzo 2013.
35
venta en México; y segundo, con respecto a la noción de arte, el estatuto artístico del objeto
y la relación entre el coleccionismo como práctica artística y su vínculo con las instituciones
museísticas.
Pareciera que en el 2015, dieciocho años después, el Museo Salinas opera básicamente
como documento histórico acerca del imaginario colectivo de la población mexicana de
aquellos años. No obstante, en 2012, con el regreso del Partido Revolucionario Institucional
(pri) al poder, después de doce años de ausencia, la pieza se revitalizó y volvió a cobrar sentido no sólo en términos artísticos sino también en términos de relevancia política. En este
caso podríamos preguntarnos. ¿cuál es la importancia estético-política de la obra? Quizás
su particularidad estética es que se inscribe entre el arte y la realidad como un dispositivo
de representación entre un acontecimiento histórico y su registro, y una práctica de denuncia que plantea una condición crítico-política hacia la historia. La relevancia de las acciones
artísticas de Razo es que están atadas a la condición geopolítica de México y funcionan
como co-constructoras de la memoria histórica social e individual de los objetos, aunada a
la cultura visual y la creación popular de sus décadas correspondientes. La estética precaria
o de “lo chafa” se presenta entonces como una alternativa artística en donde lo ordinario y
lo comercial rompen con la sacralización del objeto.
Desde mi punto de vista, la crítica política de Razo se efectuó mediante su inserción en
el sistema, a partir de su propia recolocación con respecto a la institución y por medio de la
construcción de una narración histórica alterna. La historia (del arte) que el artista propone
parte de un sentido de diferencia, en tanto que discrepa de la historia oficial, con la finalidad
de modificar las estructuras existentes a partir de la construcción de un nuevo discurso. Así
pues, su práctica resultó crítica en relación con los medios de producción estética, pues
buscaba transformar la institución desde la diferencia, no estando en su contra sino tratando de mejorarla.
Si bien la obra de Razo osciló entre el estar adentro y afuera de los márgenes institucionales, justamente fue la ironía la que le permitió tener verosimilitud dentro del sistema artístico. Quizás la única forma de reconocer la importancia de estos objetos fue mediante su
inserción en un sistema de reconocimiento social, que en este caso no era una exposición
dentro de una institución oficial, pero sí lo fue la creación del Museo Salinas, que por el simple hecho de llamarse “museo” abrió la posibilidad de visitas, públicos y lecturas paralelas.
Al decir algo que en realidad no era, al hablar de la ficción como verdad, operó como un
juego subordinado al convencionalismo: entendíamos que el Museo Salinas era un museo
y que Vicente Razo era su director, en tanto convenciones del arte; pero justo eso era lo
irónico: que ni el baño era un museo ni Razo su director, aunque al final ambos fueran
vistos como tales.
Como conclusión, me gustaría apuntar que resulta interesante pensar en la producción
de objetos a partir de la figura de Salinas de Gortari que se dio en ese momento. Como
se mencionó anteriormente, no pudo darse antes ni pudo darse después, ya que estuvo
sujeta a un momento histórico particular. Ahora bien, si pensamos en un equivalente a
esa producción hoy día, tendríamos que remitirnos al surgimiento del Internet y las redes
sociales. Las imágenes que ahora circulan del actual presidente Enrique Peña Nieto y demás
65
figuras políticas, son memes o imágenes cuyo vehículo son las redes sociales y los medios
nierika
electrónicos. Los aparatos de visibilidad de las imágenes ahora son distintos. Esto implica
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
que los modos de representación han cambiado, pero también que las formas de recepción en tanto sociedad se han modificado. El carácter efímero y pasajero de los memes no
permite que se genere una colección de objetos como en el caso del Museo Salinas, y las
condiciones para construir un archivo de imágenes de este tipo son completamente distintas. Simplemente preguntémonos: ¿cómo recordar la singularidad de cada imagen con
tanta invasión y saturación mediática, con la simultaneidad de datos, con la velocidad con la
que circula la información y con lo fácil que es olvidar un acontecimiento de un momento
a otro?
Fig. 5 Figura de Salinas
como demonio hecha
en Chilapa de Álvarez,
Guerrero, México, 1997,
Colección muac (Foto
cortesía del Laboratorio
de restauración del
muac, 2013)
66
nARTÍCULOS
ierika
ATEMÁTICOS
R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Gestos simples de
subversión: conocimiento
situado en la obra de
Ale de la Puente y Alyce Santoro
Mariana Pérez Bobadilla
Ma en Estudios de Género y Arte Contemporáneo, Bolonia, Italia
marianapb05@gmail.com
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Fig. 1 Ale de la Puente,
de siempre = -1,
medios mixtos, 2012
y su transcripción (foto
cortesía de la artista)
Resumen
En el trabajo de Alyce Santoro y Ale de la Puente, un gesto simple puede tener grandes implicacio­
nes de resistencia, como posicionamiento a favor del conocimiento situado. Aquí el arte funciona
como herramienta política de subversión, donde la apropiación y las relaciones intertextuales con el
lenguaje científico son resignificadas a través de la ironía desacralizando este lenguaje y generando
un espacio para la duda. Esta investigación parte de la noción de arte contemporáneo como sistema
de producción de conocimiento que, a través de su lenguaje característico, construye discurso, ge­
nera experiencia y le permite funcionar como resistencia a un consumo positivista de la ciencia (que
pensábamos ya superado, pero que persiste sobre todo en el imaginario) al proponer alternativas a
nuestro acercamiento al conocimiento y a la ciencia.
Palabras clave: ironía, feminismo, arte y ciencia, epistemología.
Abstract
In the artworks of Alyce Santoro and Ale de la Puente, a simple gesture can have great implications
of resistance, as a positioning in favour of situated knowledge. In this artworks, art becomes the poli­
tical tool of subversion, in them the appropriation of, and the intertextual relations with the scientific
language are resignified through irony, to desacralize this language and generate a space for doubt.
This research considers contemporary art is a system that can produce knowledge, and that through
its characteristic language, it can build discourse and generate experiences; which allows it to per­
form resistance to a positive consumption of science (that we thought to have already overcome, but
that persists especially in the imaginary) through artworks that propose alternatives to our approach
to science and knowledge.
Keywords: irony, feminism, art and science, epistemology.
1. Introducción
67
nierika
n la cultura contemporánea, el conocimiento científico tiene una relevancia funda-
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
mental por su autoridad para describir y determinar la realidad; en respuesta a esto,
algunas obras de arte ofrecen a través de la ironía, una mirada crítica al imaginario en
torno al conocimiento producido bajo los criterios de la modernidad. Mi punto de
partida es una obra de Ale de la Puente: Versos, una colección en curso de interpretaciones
de nuestro universo. Esta obra consiste en cinco campanas de vidrio y cada una contiene un
modelo en papel estampado. Con la ayuda de un astrónomo, la artista construyó estas representaciones de la estructura del universo con base en las teorías de autores reconocidos
con el premio Nobel. En Versos, Ale de la Puente presenta lo que ha descubierto trabajando con
astrónomos. En una entrevista, me explicó a manera de provocación: “La astronomía es pura
ficción, no es una ciencia exacta o dura: no hay forma de que comprobemos lo que sabemos, o
lo que creemos que sabemos”. 1 Con esta afirmación, De la Puente destaca que muchas cosas
que asumimos como hechos de la naturaleza son solo teorías.
Así pues, esta investigación parte de una noción de arte contemporáneo como sistema de
1
Ale de la Puente, entrevista
con la autora, Ciudad de
México, Septiembre, 2012.
producción de conocimiento2 que, a través de su lenguaje característico, construye discurso
y genera experiencia, lo que le permite funcionar como resistencia al poder y a la ideología.
Se consideran aquí algunas obras que proponen alternativas a nuestro acercamiento al conocimiento y a la ciencia, en particular las obras de Alyce Santoro y Ale de la Puente, en donde
un gesto simple puede tener grandes implicaciones de resistencia, como posicionamiento a
favor del conocimiento situado. La ironía como parte del lenguaje del arte contemporáneo
funciona como herramienta clave de cuestionamiento en el proceso del subvertir.
El tema del arte y el
conocimiento es otra
discusión muy amplia,
véase por ejemplo Young,
James, Art and Knowledge,
Londres, Routledge,
2001; o Guzman, Rodrigo.
“Contested knowledges:
a rhetorical analysis of
‘Eclipses for Austin’ by
Pablo Vargas Lugo at
the intersection of art
and science”, Tesis de
Maestría, New Mexico
University, 2013. https://
repository.unm.edu/
handle/1928/23275.
2
Fig. 2 Ilustración del “De
viribus electricitatis in
motu musculari...”, Luigi
Galvani, en Bononiensis
Scientiarum et Artium
Instituto atque Academia
Commentarii, Volumen 7,
1791 (foto tomada de la
edición digital, difundida
por el CIS de la Universidad de Bologna, http://
cis.alma.unibo.it/Galvani/
liber.html).
2. ¿Qué resisten?
El grabado anterior (fig. 2) es una ilustración al tratado De viribus electricitatis in motu
musculari, publicado por Luigi Galvani en 1791, que describe la base eléctrica de los impulsos nerviosos. En él son manos flotantes las que llevan a cabo los experimentos y
demuestran los principios; el cuerpo de la persona que realiza los experimentos no está
presente. Por lo tanto, esta imagen funciona como una representación visual de la “ciencia como de costumbre”,3 es decir, de la posibilidad de producir conocimiento neutral y
pensar desde todos y ningún lado; en contraste con pensar desde la experiencia subjetiva de
3
Concepto tomado de
Harding, Sandra G., Whose
Science? Whose Knowledge?:
Thinking from Women’s
Lives, Ithaca, N.Y., Cornell
University Press, 1991.
68
nuestros cuerpos, y negar así el papel que tienen en la historia de los individuos, la estruc-
nierika
tura de pensamiento, y los valores, la posición política y el habitus4 en el conocimiento
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
que producimos.
Lo que las obras de Ale de la Puente y Alyce Santoro resisten es el consumo de conocimiento universal y abstracto (pero en realidad rico, masculino y blanco); una retórica que
4
Como fue definido
por Bourdieu, Pierre,
Distinction: A Social Critique
of the Judgement of Taste,
Londres, Routledge, 1984.
propone a la ciencia como productora de verdad, como un progreso lineal y acumuativo,
monolítico, objetivo y neutral que no reconoce su historia de valores patriarcales e imperialistas, que han validado y justificando la opresión, la explotación y la discriminación. Una
meta-narrativa que sitúa al resto de las disciplinas en un nivel jerárquico inferior por no producir verdades mensurables. En general, resisten a una visión positivista de la modernidad
que pensábamos ya superada pero que persiste, sobre todo, en el imaginario. La siguiente
cuestión es pensar si tiene sentido resistir desde el arte.
3. Arte como resistencia
Alentar la imaginación con la intención de
transformar la visión colectiva dominante, es la
función subversiva inherente a un
profesional creativo.
Alyce Santoro5
“Fostering imagination
for the purpose of
transforming the
prevailing collective
vision is the inherently
subversive function of the
creative practitioner.”
Santoro, Alyce.
Philosoprops: A Unified Field
Guide. TX?, Obvious Press,
2013. (Edición digital)
<http://alycesantoro.com/
philosoprops_book.html>.
5
¿El arte puede hacer política, debe ser político? Tomando una posición en este debate, considero que en sus múltiples sentidos y usos, el arte —para serlo— no tiene que resistir o luchar,
pero sí tiene un potencial para hacerlo. No es una condición necesaria para el arte
luchar nuestras revoluciones, pero puede ser parte de ellas con una eficacia particular. El
arte, como se entiende después de las vanguardias, funciona entre otras cosas como un
instrumento crítico, un recurso con el que no cuentan el vocabulario científico ni el lenguaje filosófico.
El lenguaje del arte se beneficia de recursos de representación, presentación, analogía y
metáfora. Es polisémico, abierto a diversos niveles de interpretación, por lo que, no se limita
con una lectura completa o definida, sino que se mantiene en un flujo de transformación
enriqueciéndose con nuevos significados, dependiendo de otras obras, del contexto de
lectura y principalmente del espectador que lo interpreta desde su experiencia.
Estos recursos le otorgan gran elocuencia para comenzar un proceso de repensar
muchos campos; en este caso con una selección de obras, que encienden o catalizan un
proceso de revisión de nuestros imaginarios científicos. Propongo que el arte puede ser
una alternativa apropiada para pensar la ciencia y el conocimiento porque implica, por su
lenguaje particular, formas distintas y críticas de mirar.
El método científico de la tradición de Galileo Galilei se basaba en las propiedades
medibles y cuantitativas y relegaba lo no mensurable. En cambio artistas como Alyce Santoro se preguntan qué hacer con lo que no puede medirse y con lo que se queda fuera
6
Smelik, Anneke, The
Scientific Imaginary in Visual
Culture, Goettingen, V&R
Unipress, 2010.
del método científico y autores como Anneke Smelik6 llaman la atención a las dimensiones
culturales y éticas de la investigación que son a menudo ignoradas. En estas circunstancias,
explorar otras formas válidas de generar conocimiento es un acto de resistencia y el arte se
vuelve un espacio para las investigaciones desacreditadas o heterodoxas, un espacio para
el cuestionamiento subversivo.
El arte consigue una elocuencia particular a través de la ironía, el humor y la excusa de
la belleza, entre otras características particulares que le permiten filtrarse a un nivel más
profundo de nuestras emociones que otras retóricas de lógica lineal. Por ejemplo, Alyce
Santoro considera que el sonido, la escultura, el tejido, la escritura, la jardinería y la cocina
69
son medios que también se pueden utilizar para explorar y expresar aspectos particulares
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
de las maravillas del mundo.7
4. Algunas implicaciones filosóficas
Un gesto simple puede ser altamente político como posicionamiento a favor de los co8
nocimientos situados, —una conciencia del lugar donde se produce el conocimiento—
de la posición de poder y de sus intenciones. El productor de conocimiento es reconocible, comunicando su posición y tomando responsabilidad de las afirmaciones hechas. Con
plena conciencia de que la neutralidad absoluta no es posible y de que el conocimiento es
siempre integrado y encarnado.9
En esta perspectiva, existe siempre el riesgo de pensar la ciencia como inherentemente
malintencionada, como un sujeto abstracto que desea controlar los cuerpos e imponer
modelos patriarcales opresivos. Más bien, como lo explica la bióloga y filósofa Donna Haraway, la ciencia no es un “ellos” maligno, así que propone entenderla como una retórica.
Su interés es ir más allá de los prejuicios que se pueden tener y superar el pensamiento
en términos de ciencia “buena” o “mala”. El aspecto de la ciencia que ella consideraba que
7
Santoro, op. cit.
Haraway, Donna,
“Situated Knowledges:
The Science Question in
Feminism and the Privilege
of Partial Perspective”,
Feminist Studies, vol. 14,
núm. 3, Otoño, 1988,
p. 577.
8
9
La traducción de
embedded and embodied, es
dificil y se discute todavía.
Esta idea es parte de la
Teoría Nómada; Braidotti,
Rosi, Nomadic Theory:
The Portable Rosi Braidotti,
Nueva York, Columbia
University Press, 2011.
necesitaba ser replanteado era la separación entre el sujeto y el objeto que pensaba podía
trascender todos los límites y la responsabilidad, desde una mirada neutral sin lugar ni
cuerpo, como en las manos flotantes de los grabados de Galvani (fig. 2).
Haraway planteó el concepto de “conocimiento situado” para responder a la necesidad
de debatir las afirmaciones de verdad desde las ciencias hostiles sin perder la capacidad de
hablar de la realidad. Esto como alternativa tanto a la “ciencia normal”10 como a una explicación posmoderna de la diferencia que tiene un gran riesgo de relativismo.
El conocimiento situado es una herramienta que Haraway propone para trabajar desde
una radicalidad histórica específica, con premisas de perspectiva parcial y una ubicación
delimitada. Posicionarse es una responsabilidad y representa una alternativa al realismo
10
Kuhn, Thomas, The
Structure of Scientific
Revolutions; with an
introductory essay by
Ian Hacking, Chicago,
University of Chicago
Press, 2012.
(o positivismo), se trata de un conocimiento crítico o, parcial y posicionable que viene de las
políticas y las epistemologías de posicionamiento11 donde la parcialidad es una condición.
Es un proceso de traducción, de interpretación y de entendimiento parcial.
Cabe destacar que, como parte de una materialización específica, el sujeto que adquiere conocimiento es parcial y está en construcción. La materialización o encarnación feminista no se produce en un punto fijo, pues la mirada desde un cuerpo es siempre compleja,
11
En relación a las ˝Politics
of Location˝, Rich,
Adrienne ˝Notes toward
a politics of location˝en
Blood, Bread, and Poetry:
Selected Prose 1979-1985,
Nueva York, Norton, 1994.
contradictoria, estructurada y estructurante. El conocimiento se produce y se reconoce por
las comunidades, que juntas debaten, deconstruyen, construyen con pasión y tejen conexiones. En términos políticos se podría llamar solidaridad y en términos epistemológicos,
conversaciones compartidas.12
5. ¿Cómo resisten Alyce Santoro y Ale de la Puente?
Un gesto simple de ironía y resistencia es The social and scientific implications of a perfectly
round tortilla, donde Alyce Santoro convierte una idea del historiador Enrique Madrid en
una obra de arte a partir de un mecanismo de identificar, señalar, nombrar, descubrir su
potencial y hacerla devenir en la obra. The social and scientific implications… consiste en
expresar un procedimiento para hacer una tortilla perfectamente redonda a través de una
fórmula matemática que expresa también la idea de la expansión uniforme de universo
después del Big Bang.
12
Haraway, op.cit., p.191.
70
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Como explica Alyce Santoro, “para muchos, el profundo poder y significado del acto
cotidiano de hacer tortillas puede no ser tan obvio.”13 Esta obra se resiste al discurso de la
ciencia neutral al utilizar el lenguaje científico para hablar de lo cotidiano, al reconocer el
valor de la sabiduría y habilidad necesarias para producir alimentos de calidad y analogarlos
a la importancia de describir la expansión del universo. Así, integrando estas dos esferas
13 “
To many, the profound
power and meaning
contained in the everyday
act of tortilla making
may not be so obvious”
Santoro, op.cit.
disuelve el binarismo de la ciencia precisa, universal, que se dedica a lo extraordinario, complementándola en lugar de oponerla a lo cotidiano, local y aproximado.
Fig. 3 Alyce Santoro,
The social and scientific
implications of a perfectly
round tortilla, 2012 (foto
cortesía de la artista)
La obra, además del planteamiento conceptual (fig. 3), funciona como una acción participativa en la que se ofrecen elementos en oposición, tal como la producción física de
las tortillas y la clase teórica sobre la expansión uniforme y omnidireccional del universo
—representado su plano central en la tortilla misma—. Con estos elementos se genera un
espacio de posibilidad para que el público construya conclusiones y haga una lectura de la
ironía. De esta forma, la obra puede provocar desfamiliarización con los modelos e imaginarios de la “ciencia normal” como práctica dominante en el conocimiento que consumimos,
lo que permite generar espacios para prácticas más inclusivas y responsables.
Raíz cúbica de siempre igual a menos uno
Otro gesto muy sencillo es el de Raíz cúbica de siempre igual a menos uno, donde Ale de la
Puente asigna a variables matemáticas valores fuera de su lógica, como adverbios. Esta asignación le permite pensar el tiempo desde sus adverbios dentro de una lógica matemática y
expresar las relaciones humanas y su percepción subjetiva del tiempo a través del lenguaje
matemático. También en este caso la obra propone nociones en oposición o en relación
y deja un espacio para la lectura irónica donde se tensan los límites expresivos y comunicativos del lenguaje científico, las limitaciones de la pretensión de verdad y certeza, y se puede
comenzar a pensar en todo lo que no se puede expresar a través del lenguaje científico.
The Raisin Cake Theory, de Alyce Santoro
Durante el Simposio Internacional de Arte Electrónica (isea, por sus siglas en ingés) 2012,
visité una exposición en la galería 516 Arts como parte de las actividades del simposio en
Albuquerque, Nuevo México, eua. En el segundo piso encontré dos grandes sillones puf
color café y con muchos pliegues que evocaban la forma de las uvas pasas. Junto a ellas,
sobre una repisa blanca, estaban algunas cajas que parecían el empaque de una mezcla de
ingredientes para preparar un panque de pasas y un frasco lleno de pasas. También había
un mapa de una parte del universo en la pared y otras imágenes y textos explicando cómo
el universo se está expandiendo.
71
Tomé una de las cajas y me senté en uno de los sillones-pasa, la caja tenía una cita de la
nierika
Guía de campo a las estrellas y planetas, de Peterson:14
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Las observaciones del [telescopio] Hubble que muestran que las galaxias más distantes se están alejando de nosotros de forma más veloz que las galaxias más cercanas se puede explicar
si el universo se estuviera expandiendo en una forma similar a la cual una gran hogaza de pan
de pasas sube. Ya que hay más masa entre usted y las pasas más distantes, la masa se expande
más y las pasas distantes se alejarán más rápidamente que las cercanas. De forma similar, el
universo está en expansión. Tenemos la misma vista no importa en qué pasa o galaxia estemos,
entonces aunque las pasas y las galaxias parezcan estar alejándose no significa que estemos en
14
Menzel, Donald H. y
Jay M. Pasachoff, A Field
Guide to the Stars and
Planets. Boston, Houghton
Mifflin, 1983 citado
en Santoro, op.cit.
La traducción es mía.
el centro del universo. Ciertamente, el universo no tiene centro. (Tendríamos que imaginar una
hogaza de pan de pasas expandiéndose infinitamente en todas las direcciones para obtener
una analogía más precisa.)
Para acceder a la ironía es necesario tener información contextual necesaria, por ejemplo, el
estar de acuerdo con la existencia del universo y que éste está en expansión, así como que
desde la Tierra, estrellas que son más cercanas, parecen estarse moviendo más despacio
que las que están más lejos, dando la impresión de que estamos en el centro del universo.
Operación: provocar la reflexión y la conciencia (a través de un viaje sobre una
pasa)
La primera operación que lleva a cabo Alyce Santoro es una de apropiación y rearticulación
del conocimiento científico; esta obra rearticula lo que sabemos sobre la expansión del universo como aparece representado en el libro de divulgación científica de Peterson. No es directamente la experiencia estética con la obra lo que desencadena la reflexión, sino el notar
y recuperar una metáfora simple que tiene el poder de comunicar un fenómeno inmenso
como el de nuestra posición en la expansión del universo. Es en el uso y la re-enunciación
de estas metáforas que esta obra propone un nuevo conocimiento sobre el fenómeno.
La segunda operación es adaptar, hacer una irónica traducción de la metáfora original
del texto a una caja con la mezcla de ingredientes para preparar un panque de pasas. Este
gesto enfatiza lo cotidiano, la cocina en el ámbito de lo privado y su fuerte contraste con lo
científico lo profesional y lo público.
Una tercera operación es la instalación en sí misma, con los posters en la pared, las cajas
y las pasas en las repisas y los sillones puf; y la experiencia misma de sentarse en una pasa
e imaginar tu posición dentro de un panqué o una hogaza de pan mientras se hornea y se
expande, ver el resto de las pasas alejarse y que las más lejanas parecen moverse con más
velocidad.
Este doble proceso de traducción de la teoría a la metáfora y de la metáfora a la realidad
material (de los sillones), nos permite tener una conciencia instantánea de la subjetividad
de nuestra posición, un giro post-vitruviano, posthumano, sugerido por las cajas con la receta para hacer un panque de pasas y sillones representando pasas en este pastel o nuestra
posición en el universo. Te puedes sentar ahí, en la pasa-sillón a leer y considerar la experiencia de su posición subjetiva (no central) dentro de un universo en expansión.
Conexión con la teoría: resistencia
Ese gesto simple de posicionamiento se puede interpretar en relación al Neo-materialismo.
En una entrevista para un libro de este tema, Rosi Braidotti15 plantea que las perspectivas
situadas hacen posible la condición básica de responsabilidad ética del conocimiento de
Dolphijn, Rick e
Iris van der Tuin, New
Materialism: Interviews &
Cartographies, Michigan,
Open Humanities Press,
2012.
15
72
las estructuras de poder con las que nos enfrentamos para poder resistirlas. Al recordar qué
nierika
tan pequeña y subjetiva es nuestra posición, y la facilidad con la cual nuestra percepción
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
puede darnos una engañosa ilusión de centralidad, The Universal Raisin Cake Theory desafía
la percepción de centralidad en el universo, abriendo la puerta a nuevas posibilidades
en las que el hombre no es el centro.
Con los elementos que ofrece la obra, de nuevo se abre un espacio para que el público
imagine relaciones entre los elementos. Esta obra, como simple sugerencia, puede llevar
a des-centrar al “hombre”, es el primer paso a un pensamiento posthumano y a todo un
nuevo rango de posibilidades de un continuum entre lo que hemos considerado lo natural
y lo cultural, lo material y lo semiótico, lo animal y lo humano, es decir, un nuevo conjunto
de relaciones con todo lo que nos rodea, que reemplaza una relación dominante opresiva de los humanos con el resto del mundo, encontrando conexiones más horizontales y
entendiendo la dependencia y ecología a la que pertenecemos. Y todo parte de nuevas
formas de mirar, con imaginarios alternativos de cómo ver el mundo a través de la ciencia.
Ubicar a la artista
Alyce Santoro estudió biología marina en eua, trabaja como artista, es blanca y actualmente vive en Texas. Está comprometida con el activismo y tiene experiencia en navegación,
un actividad que entrenó sus sentidos a prestar atención a los detalles y que tiene en común con Ale de la Puente. Alyce Santoro tiene un gran interés en la filosofía y me acercó al
trabajo de la filósofa Karen Barad.
Fig. 4 Ale de la Puente,
Versos, medios mixtos,
2012 (foto cortesía de la
artista)
Versos (fig. 4)
En la saturación de una feria de arte en ciudad de México en 2012 me encontré con un
espacio tranquilo, una repisa blanca con cinco campanas de vidrio que parecían contener
algo apreciado o valioso. Cada vidrio protegía una figura de papel diferente, estampada con
patrones de estrellas. Como describí al inicio de este artículo, Ale de la Puente construyó
estas representaciones de la estructura del universo basándose en teorías de autores que
habían recibido el premio Nobel. De acuerdo a la artista, las formas son:
• Tubo o cilindro: la posibilidad del universo en un solo plano, explorando la (im)posibilidad de la tridimensionalidad de la forma del universo.
• Crutch: la posibilidad de viajar de un punto a otro del universo a través de sus pliegues, una organización arbitraria.
• En forma de cinta de Moebius: la infinitud del universo como una infinidad contenida.
• Redondo y plano: una de las primeras proyecciones que proponían que el universo
fuese unidireccional.
• Origami: es lo que hacemos, construyendo versiones de nuestro universo.
Estrategia/Operación
73
nierika
La operación de Versos es la materialización de nuestra vanidad en la ciencia. Al conte-
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
ner los modelos en una dimensión manipulable, reflejamos un deseo de poseer el universo, un deseo de control, de abarcar —al menos intelectualmente— todo el universo.
De esta manera, la obra funciona como gesto irónico del sublime kantiano en la ciencia,
un deseo de dominar o al menos de entender lo inmensamente grande, que no podría ser
contenido físicamente ni siquiera a través de los sentidos: lo infinitamente grande. Parte de
su sentido lúdico proviene del intercalar una figura de origami entre los modelos científicos atesorados; pensando en los futuros modelos como invenciones creativas; para ellos
ha dejado un lugar vacío, ha generado un espacio para la duda.
Una obra de arte que alude a la experiencia sensible (estética), fenomenológica, de lo
sublime, nos permite experimentar la conciencia de la imposibilidad de un conocimiento completo y definitivo, desechar la suposición de que lograremos un dominio completo
de nosotros y del mundo alrededor de nosotros. Queda un espacio vacío entre la tercera y
cuarta campana de vidrio, un espacio para rellenar con cualquier nuevo modelo.
Versos genera un espacio a través de la ironía de su origami, del juego de la sacralización
en las campanas de cristal y del espacio vacío para una crítica a la excesiva confianza que
tenemos en la ciencia como una respuesta definitiva y verdadera para entender la naturaleza y en particular el universo.
Ale de la Puente destaca que muchas cosas que damos por hechas son sólo teorías.
Poner los modelos dentro de las campanas de cristal les confiere un sentido de legitimidad
y sacralidad comparable al que da un museo o un libro. Sin embargo, ese sentido se contrarresta por la multiplicidad, por su materialidad humilde de papel, como un origami, como
cualquier otro modelo.
Relación con la teoría: desafiar los imaginarios
Se hace una afirmación implícita del conocimiento situado en Versos, de un conocimiento
crítico, posicionado y parcial; y de la necesidad de una producción y consumo responsable
de la ciencia.
En La estructura de las revoluciones científicas16 Thomas Kuhn hace una crítica a la retórica
que presenta a la ciencia como un proceso lineal y acumulativo, donde cada nuevo modelo reemplaza al anterior, pero sólo el modelo actual se representa como el resultado de
una acumulación de conocimiento que parece no fallar, sino mantener un camino lineal,
cada vez más cercano a una explicación perfecta y verdadera de la realidad.
Como alternativa, Versos presenta con diferentes versiones de la explicación de un fenómeno, todos en el mismo nivel, sin jerarquías, sugiriendo que cada uno corresponde a una
situación particular y que cada uno fue considerado adecuado y válido por la comunidad
científica en un momento o contexto específico.
Como ejemplo de los procesos de las revoluciones científicas, Thomas Kuhn propone
el ejemplo de la luna, que fue pensada como planeta por un período y conceptualizada
como satélite durante el giro copernicano. De manera similar, en Versos se hacen presentes
los cambios radicales en la percepción científica que acompañan un cambio de paradigma,
a una nueva forma de mirar el mundo.
La experiencia con la obra resulta en un incidente que enfatiza cómo nuestra predisposición mental determina lo que percibimos, desafiando la posibilidad de la objetividad pura
hacia el mundo, sin mediación de la palabra. Cuando pensamos, por ejemplo, en aprender
cuál es la forma del universo, tendemos a recibir información que pareciera producida por
16
Kuhn, op.cit.
74
manos flotantes con un criterio neutral, tendemos a olvidar que estos modelos fueron crea-
nierika
dos por cuerpos particulares en un contexto definido de clase, género, etnicidad, etcétera,
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
y con una agenda específica que refleja sus ideologías y visiones. En Versos, tener todos los
modelos del universo juntos nos puede recordar la necesidad de reconocer a los productores de cada paradigma.
Ubicar a la artista
Ale de la Puente es una artista contemporánea mexicana graduada en diseño industrial,
estudió orfebrería en Barcelona y construcción de barcos en California. Se define a sí misma
como una madre y artista de tiempo completo. Tiene un gran interés por la ciencia, especialmente la astronomía. Por muchos años ha trabajado en cooperación con astrónomos
para generar una poética del espacio y del tiempo.
6. Conclusiones
Este texto ha explorado brevemente cómo Santoro y De la Puente aprovechan la ironía
para generar distancia crítica, aplicar filtros y generar un sentido lúdico que desarticula estructuras y meta-narrativas. He propuesto que el arte puede ser una alternativa apropiada
para pensar la ciencia y el conocimiento, porque el arte implica formas distintas y críticas de
mirar debido a su lenguaje particular. Así, estas obras encienden o catalizan un proceso de
revisión de nuestros imaginarios científicos.
En los casos considerados, la ironía es el recurso que hace posible una crítica a la
meta-narrativa o retórica moderna sobre la ciencia, al desarticular un discurso que parece describir la realidad y que se ha sacralizado como verdad con el tiempo. Esta crítica
intenta contenerse, no desanimarse ni diluirse en el relativismo posmoderno, al aferrarse
a nociones como el conocimiento situado y a relaciones no dualistas entre lo material y
lo semiótico, como en el neo-materialismo. Requiere de la responsabilidad del productor
de conocimiento, el reconocimiento de la posición (teórica, de poder, etcétera) desde
donde se hacen las afirmaciones. En un campo donde las posiciones están claramente declaradas y no se reconoce una continuidad dualista ni jerárquica, la resistencia consiste en
buscar mejores probabilidades de una distribución horizontal del poder en una producción
inclusiva de conocimiento.
Fig. 5 Alyce Santoro, The
Universal Raisin Cake
Theory, medios mixtos,
2012 (foto cortesía de la
artista).
A gozar con
la globalización,
si nos parece…
75
nierika
ARTÍCULOS
A R T Í C U LO S
TEMÁTICOS
T E MÁT I CO S
La ironía en la obra de Nelson
Leirner (Brasil) y
Abel Barroso (Cuba)
Olga María Rodríguez Bolufé
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
olga.rodriguez@ibero.mx
Abstract
The irony is one of the most used resources in the Latin American and Caribbean art as a strategy
of resistance and to make visible the contrasts and inequalities that affect these territories in the
economic order. The creators studied here ponder about setting up the story, their own contextual
circumstances of cliches about the region and their links with the Western aesthetic paradigms. Topics such as globalization and multiculturalism are analyzed by the Brazilian Nelson Leirner and the
Cuban Abel Barroso, having the irony as a resource that contributes to detonate symbolic meanings;
while establishing an effective communicative relationship with the Viewer.
Key words: Latin American art, Cuban art, Brazilian art, irony in art, Nelson Leirner, Abel Barroso.
Introducción
a ironía es una de las estrategias más recurrentes en las producciones artísticas de
los países de América Latina y el Caribe. Desde sus respectivos contextos, distintos creadores recurren a esta figura retórica, sobre todo como herramienta de la
resistencia, y justo desde esa postura propician interesantes giros epistemológicos para
confrontar los sistemas de valores establecidos por la cultura occidental y la mirada “del
otro” sobre esta región.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Resumen
La ironía es uno de los recursos más utilizados en el arte latinoamericano y caribeño, representa una
estrategia de resistencia que hace visibles los contrastes y desigualdades que en el orden económico
afectan a estos territorios. Los artistas de los que hablamos en este trabajo reflexionan acerca de sus
propios contextos, de la configuración de la historia, de los clichés sobre la región y su vinculación
con los paradigmas estéticos occidentales. Temas como la globalización y el multiculturalismo son
analizados por el brasileño Nelson Leirner y el cubano Abel Barroso teniendo a la ironía como principal recurso, que detona significados simbólicos y a la par establece una eficaz relación comunicativa
con el espectador.
Palabras claves: Arte latinoamericano, arte cubano, arte brasileño, ironía en el arte, Nelson
Leirner, Abel Barroso.
76
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Los creadores latinoamericanos y caribeños esgrimen entonces la ironía como una
burla de la propia condición tercermundista; en una doble lectura de provocación
subyace una reflexión crítica sobre la historicidad de los conflictos que perviven en su
contemporaneidad. La experiencia de estos artistas plásticos se ancla en sus respectivos contextos para exponer las desigualdades y desventajas con respecto a las ansias
globalizantes. La ironía, entonces, opera como detonante de las intencionalidades reflexivas y se revela como un recurso altamente eficaz a nivel comunicativo.
Así es, si nos parece…
Un enorme librero aparece como un retablo neobarroco híbrido en la portada de ingreso a
la página web oficial del artista brasileño Nelson Leirner (1932). Entre libros agrupados por
secciones, llama la atención el espectáculo de colores que protagonizan las máscaras de
monos maquillados con antifaces, las figuras chinescas, los santitos de yeso, los Mickey
Mouse, las jirafas, los pequeños Santa Claus y los cochecitos de juguete junto a caritas felices, lagartos, peces y plátanos, que en algarabía circense se integran con la Venus de Milo,
Giocondas en distintos tamaños y alguno que otro signo de interrogación.1 Es el universo
Página oficial de Nelson
Leirner: <http://www.
nelsonleirner.com.br/>.
(Consultada el 30 de enero
de 2015). En este sitio
podrán visualizarse las
obras del artista que son
referidas en este texto.
1
del mordaz paulista, que desde la década de los sesenta del siglo xx se distinguió por sus
piezas plenas de ironía, lo que desató polémica y le permitió congeniar con sus contemporáneos miembros del Grupo Rex. En 1966 todos ellos decidieron crear el periódico Rex Time
y la Rex Galley & Sons, donde promovían sus ideas estéticas en una estrategia irreverente
e iconoclasta que parodiaba al sistema artístico vigente.2
Ya desde aquellos convulsos años de dictadura militar en Brasil, Leirner se interesó por
confrontar a la sociedad de consumo, en una estrategia de creación que integró diversos
medios expresivos y de enunciación, a la vez que propició la participación del público. De
los años 1965 y 1966 datan obras que parodiaban el propio concepto de arte (Figura, metal
y madera; Mona Lisa, hierro, peluche y granito) y Adoración (Altar para Roberto Carlos). En
esta última se remitió al modelo del retablo religioso rodeado por imágenes pictóricas de la
tradición devocional católica, la cual contrastó con una imagen central: el cantante Roberto
Carlos, cuya silueta es destacada por luz neón. La intención de confrontar al espectador con
el poder manipulador de las imágenes religiosas se reforzaba con un componente externo: a manera de talanquera, de las que se usan en los teatros para acceder, que debía ser
accionada por el visitante para que se descubriera un paño que cual telón cubría a la obra y
reforzaba el irónico gesto de sacralizar la experiencia.
Pero fue en 1967 cuando Nelson provocó uno de los escándalos más paradigmáticos
en la historia del arte latinoamericano: el conocido como Happening de la crítica. Se trataba
de una peculiar propuesta para el iv Salón de arte moderno de Brasilia, que serviría como
alternativa al arte de protesta figurativo que sistemáticamente había sido rechazado por los
jurados de este evento. Leirner presentó un cerdo, que portaba una pieza de jamón amarrada al cuello, dentro de una jaula de madera; la institución, para neutralizar la provocación,
2
Ya desde finales de 1963 se detectaron en el país varias señales de agudización de la oposición al presidente Joao
Goulart por parte de los grupos de derecha. Esto se radicalizó cuando en marzo de 1964 el presidente firmó varias
leyes que incluían la expropiación de tierras, refinerías de petróleo y ferrocarriles, entre otros intereses económicos
importantes del país. Poco después se produjeron levantamientos armados en varias zonas del país y el presidente fue
destituido el 2 de abril. Lo que siguió fue una dictadura militar comandada por el general Humberto de Alencar Castelo
Branco, y apoyada por los grupos de más poder económico y Estados Unidos, los cuales se oponían a la vinculación del
gobierno de Goulart con la ideología de izquierda. A partir de entonces el país se vio privado del orden constitucional y
se instaló una política de represión, control y persecución. El grupo Rex surgió después de que varios de sus integrantes
retiraron sus obras de la exposición colectiva Propostas 65, en protesta contra la censura impuesta al artista Décio Bar
por el régimen militar.
aceptó su participación. Pero el artista cuestionó públicamente al jurado los criterios que
77
se habían tenido en cuenta para tal decisión, en un gesto irónico que intentaba poner en
nierika
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T E MÁT I CO S
crisis al sistema de validación artístico, al publicar su crítica en el periódico Jornal da Tarde.
En ese mismo año, Leirner inicia su serie Homenaje a Fontana, en el que combina el uso
de la lona con cierres o cremalleras sustituyendo la célebre hendidura pictórica por otra de
naturaleza industrial.3 De este modo, la apropiación irónica se potencia al agregar volúmenes
y texturas a obras significativas en su bidimensionalidad original, por lo que el artista
consigue transgredir los postulados estéticos que les dieron origen y genera otra lectura
desde los márgenes.
En 1980, el texto que Leirner preparó para inaugurar su exposición Pague para ver, en
la galería Múltipla de Sao Paulo, provocó que la dueña de la galería lo considerara como una
crítica al sistema artístico y se opusiera a su exhibición.4 Sin embargo, aunque no se pudo
mostrar al público, el texto escrito por el artista se convirtió en una especie de manifiesto que denunciaba, mediante el recurso de la ironía, los intereses que controlan el
mercado del arte. Allí Nelson proponía una fórmula para hacer arte comercial en la que recomendaba usar siempre el mismo estilo, la misma medida e idéntica moldura, ya que esto respondía al deseo de la sociedad de querer reconocer al autor y que no le dieran “gato por
liebre”; también insistía en que a mayor dimensión, mayor valor financiero, y que no se debía
olvidar el espacio medio de vivienda del comprador precisando que los tamaños más
vendibles eran por encima de un metro y por debajo de un metro cincuenta centimetros.
No podía faltar la alusión a una tabla de precios en la que enfatizaba el valor de un trabajo
al óleo, aunque reconocía que él había utilizado todas las técnicas porque, de ese modo,
podía subir el valor de la obra. El creador se refería así a la estética (problema “secundario”, en que había optado por utilizar tanto el lenguaje figurativo real como el abstracto que
apelaba a lo imaginario) y al rol de los marchands y de la crítica. Desenfadadamente, Leirner
concluía que la fiesta estaría completa, ya que el marchand tendría pagadas las inversiones mediante sus comisiones, más allá de cualquier afán de lucro o “pseudo-sensación de
mecenazgo”. También, desde su irónica perspectiva, los críticos continuarían con sus empleos garantizados a través de reportajes, columnas sociales y demás trabajos dentro de
los órganos gubernamentales. Por último, aludía a que el artista se podría sentar en una
rueda de jugadores, jugar la última carta, apostar alto y esperar a que pagaran para ver.5
Con esto, el artista brasileño arremetía contra el sistema artístico en primera instancia,
“Consegui, vinte anos de tentativas para finalmente chegar aonde queria: VENDA GARANTIDA, ARTE COMPROMISSADA,
ARTE COMERCIAL PURA. Divulgo a fórmula: 1 – PRODUTO: tem de ter certas características constantes. (Usei em todos
os trabalhos o mesmo estilo, a mesma medida e a mesma moldura). A sociedade sempre quer reconhecer o autor,
pois isto lhe dará uma dupla satisfação: a de não estar comprando gato por lebre e a de sentir-se altamente culta.
2 – DIMENSÃO: quanto maior a dimensão do trabalho, maior o seu valor financeiro, sem esquecer o espaço médio
da moradia do comprador. Os tamanhos mais vendáveis são acima de um metro e abaixo de um metro e cinqüenta.
(Usei, como medida base, um metro e dez). 3 – TABELA DE PREÇOS: nos trabalhos bidimensionais, temos um valor já
preestabelecido em função dos matérias usados. Do mesmo autor, um trabalho a óleo vale mais que acrílico, que vale
mais que aquarela, que vale mais que têmpora, que vale mais que bico-de-pena, que vale mais que lápis de cera, que
vale mais que lápis de cor, que vale mais que grafite, e assim por diante. (Resolvi usar todos os matéria pois deve valer
muito mais um trabalho que usa óleo, mais acrílica, mais aquarela, mais têmpora, mais bico-de-pena, mais lápis de cera,
mais lápis de cor, mais grafite e outros matérias). 4 – ESTÉTICA: o problema estético, apesar de secundário, também
deve ser levado em conta. Nos dias de hoje a sociedade divide basicamente sua preferência entre duas tendências: o
figurativismo e o abstracionismo. No figurativismo, o fato do trabalho ser entendido lhe dá a sensação de aproximação
com o artista, tornando-se cúmplice. Os que preferem o abstracionismo alegam que, ao sentir o artista, colocam-se
mais perto de seu mundo mágico, tornando-se também seu cúmplice. (Agora terei todos como amigos; usei ambas
tendências: o real e o imaginário) 5 – O MARCHAND E A CRÍTICA: será uma festa completa. O marchand terá, através de
suas comissões, pagos todos os investimentos, fora o lucro e a pseudo-sensação de mecenato. Os críticos continuarão
com seus empregos garantidos através de suas reportagens, colunas sociais e trabalhos representativos dentro dos
órgãos governamentais. 6 – O ARTISTA: ele poderá sentar-se numa alta roda de jogadores, filar a última carta, apostar
alto e esperar que paguem para ver.” Leirner, Nelson. Citado en “Nelson Leirner e a política do pop”, <http://obviousmag.
org/archives/2011/11/nelson_leirner_e_a_politica_do_pop.html>. Consultado el 14 de febrero de 2015.
5
Retoma esta serie entre
2009 y 2011 junto al
Homenaje a Mondrian,
aquí aparenta respetar la
seccionalidad geométrica
de la bidimensionalidad
pero la subvierte con
la inserción de cajones
que desestabilizan, con
su posible apertura, la
quietud aportada por el
rigor racional del fundador
del suprematismo, o
utilizando cochecitos de
juguete para conformar
las líneas coloridas que
evocan su New York.
4
Más información sobre
este acontecimiento
en: “Entrevista com
Nelson Leirner”, por
Rafael Vogt Maia Rosa,
en línea: <http://www.
mariantonia.prceu.usp.
br/celeuma/?q=revista/1/
entrevistas/entrevistacom-nelson-leirner>.
Consultada el 28 de enero
de 2015.
3
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pero también contra el sistema social, económico y político imperante, del cual el sistema
artístico formaba parte.
Se puede entonces constatar cómo en la producción plástica revisada la ironía se
instaló como estrategia de resistencia, como años más tarde lo confirmaría él mismo Nelson
Leirner: “La violencia, la crítica, la ironía son maneras que el artista tiene de mandar su men-
6
“Jornal Joven entrevista
al artista plástico Nelson
Leirner”, en Jornal Joven,
no. 8, Brasil, diciembre de
2007, en línea: <http://
www.jornaljovem.com.
br/edicao8/jovem48.
php>. Consultado el 8 de
diciembre de 2008. El texto
original en portugués dice:
“A violência, a crítica, a
ironia são maneiras que
o artista tem em mandar
sua mensagem, sem ser
literária e panfletista (...)”
La traducción es mía.
saje, sin ser literario ni panfletista”.6 En este sentido, se opone a una lectura codificada del
arte, a la que desde su punto de vista únicamente los conocedores pueden acceder.
Por ello, desde mediados de los años ochenta del siglo xx, Leirner apela al uso de
figuras de yeso, que se consiguen en cualquier tienda comercial, para crear grupos heterogéneos que organiza y recicla en desfiles, combates y entierros. Un repertorio de sirenas,
imágenes de la religiosidad popular, elefantes, leones, gatos, Venus de Milo, carritos, lagartijas, sapos, reproducciones del David de Miguel Ángel, monos, Blanca Nieves y sus
enanos, desfilan en caravanas que arremeten contra las connotaciones del buen gusto, a
la vez que pretenden hacernos reflexionar sobre nuestros imaginarios, sobre el concepto
de arte, la manipulación de las conciencias, la masificación de la cultura en la era global
y, por supuesto, sobre la condición humana. Al respecto, la historiadora y crítica de arte
Graciela Kartofel, observa“ una vertiginosa invasión de seres y cosas que el espectador
Kartofel, Graciela,
“Exposición Individual
Nelson Leirner”, en
ArtNexus, no. 57, junioagosto, 2005, p. 143.
7
reconoce como despojados de vida, pero que despierta las experiencias mnemónicas
individuales y la memoria histórico-social de manera inequívoca.”7
Estas figuras acompañarán a Leirner en su trayectoria posterior, ya que están cargadas de significados simbólicos muy dúctiles y pueden adaptarse con facilidad a sus intenciones creativas. Volvieron a aparecer de espaldas al espectador y encima de las bancas
dispuestas en el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói. Les comparto la vivencia que
tuve oportunidad de experimentar en este lugar, ya que puede contribuir a comprender
las intenciones detrás de la propuesta de Nelson: en principio se trataba de un edificio imponente por la creatividad impregnada por su arquitecto, Oscar Niemeyer, al concebirlo como
una especie de platillo volador donde la plasticidad resalta en curvas y líneas dinámicas
propias del lenguaje de su autor. El paisaje de la Bahía de Guanabara, que se avistaba desde
el edificio, resultaba una “competencia” visual para las obras expuestas. Esto fue lo primero
que me inquietó en mi recorrido por el espacio museal: el paisaje ejercía una atracción indiscutible en el espectador, por lo que los proyectos curatoriales y la museografía debieron
considerar este factor para implementar propuestas creativas que activaran el espacio de
forma interesante. Es así como Tierra a la vista, de 1998, ironizaba sobre esta circunstancia al
disponer entonces a las “obras de arte” de espaldas al espectador y seducidas por el paisaje
natural. De este modo, Leirner logró enfatizar en esta circunstancia y establecer un diálogo
Cotter, Holland, “Art in
review; Nelson Leirner”,
en The New York Times,
diciembre 10, 2004: “The
World Cup at stake here
is, apparently, the world
itself, threatened by the
imperialism of military
power and religious
dogma, and by the
militant secular religion
of consumer culture.”
(La traducción es mía.)
Disponible en:
<http://query.nytimes.com/
gst/fullpage.html?res=9E0
7EEDB1131F933A25751C1
A9629C8B63>, consultado
el 8 de febrero de 2015.
8
en tensión entre la naturaleza, el artificio del museo, la obra misma y el papel del sujeto
como espectador activo ante esta triangulación de estímulos.
Otra de sus instalaciones más propositivas con estas figuras de resina y yeso fue Maracaná, de 2003, donde recrea un partido de fútbol en un estadio. Allí, jugadores y público son “interpretados” por cientos de estas pequeñas figuras de la cultura popular: legiones romanas
y personajes de Disney se mezclan con batallones de Budas y figuras de la religiosidad católica en una especie de embate entre un desfile sagrado y la épica hollywoodense. Y es que
como bien descubre el crítico de arte Holland Cotter: “la Copa del Mundo en juego aquí es,
al parecer, el mundo mismo, amenazado por el imperialismo del poder militar y los dogmas
religiosos y por la religión secular militante de la cultura del consumo”. 8
La estrategia de subversión del canon estético se explicita también a principios del siglo
xxi con su serie Sotheby’s (2001), donde interviene las cubiertas de los catálogos de la famosa
casa de subastas, denotando nuevas lecturas que ironizan la supremacía del comercio
79
de arte. En una estrategia similar, y cual heredero del gesto duchampiano, Leirner desmonta
nierika
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la noción de arte al intervenir la Mona Lisa o La última cena, cuya iconografía se conserva
para visibilizar la subversión, en múltiples versiones paródicas, que pone de manifiesto su
agudeza como creador, dueño de los artilugios lúdicos de la ironía en las series El arte como
hobby y Cuadro a cuadro, de 2012.
Los mapas han sido otra de las obsesiones del brasileño, quien comenzó a intervenirlos
con estampas infantiles entre 2003 y 2011. Las posibilidades simbólicas que se abrían a la
interpretación de la concepción ordenadora del mundo sedujo a Nelson, quien nos hace
cómplices desde el título —Así es, si le parece—, de esta especie de juego de poder, de
evidentes implicaciones políticas y sociales. Al respecto, puntualiza el crítico Adolfo Montejo Navas: “se produce una operación de resignificación, de transferencia de sentidos y de
negociación simbólica en medio de cartografías que delatan el juego de las representaciones: los mapas como doble. Estos mapas postcoloniales son una verdadera clonación
de la representación cultural y política actual”.9 Esto es así porque el intercambio de los
adhesivos mediante múltiples asociaciones se convierte en la posibilidad de cambiar la
historia universal, de desarticular las maniobras del poder, de desmitificar los estereotipos
construidos para intentar definir y diferenciar al Norte (pegatinas de Mickey Mouse) del
Sur (pegatinas de esqueletos), entendidos más allá de sus circunstancias geográficas en
su dimensión histórico-cultural. Por ello intercambia las pegatinas y disloca las relaciones
espaciales vinculadas a las hegemonías y a las periferias.
Nelson Leirner se convierte entonces en una especie de demiurgo de un universo en el
que confluyen las nociones más contemporáneas de arte con las manifestaciones de la cultura popular y el kitsch; en creador de un bestiario que se inserta generosamente en las urgencias de la sociedad contemporánea. A partir de una sabia maniobra irónica, trastoca
las convenciones, las neutraliza y genera nuevos significados aparentemente juguetones,
divertidos pero profundamente reflexivos.
De este modo, el creador brasileño se inserta en el tipo de prácticas de muchos artistas latinoamericanos y caribeños que desean evidenciar, cada vez con mayor persistencia,
que sus entornos pueden trabajar en sus poéticas desde dentro, no sólo como referentes
contextuales que detonan posturas de compromiso ético, sino también como generadoras
de textos negándose a compartir los clichés que históricamente han operado en la difusión
y comercialización de la cultura de la región. La apropiación y el reciclaje inciden en el constante intercambio de mensajes y de enfoques, que denotan la conciencia que tiene el
artista de las potencialidades simbólicas de la hibridación.
¡A gozar con la globalización!
El otro artista que he seleccionado para analizar el uso de la ironía procede del Caribe hispano: se trata del grabador cubano Abel Barroso (1971). Su propuesta se inserta entre las estrategias del arte contemporáneo de esta región, que buscan visibilizar y enaltecer los significados de la otredad. Sin embargo, no se trata en esta ocasión de un discurso retórico que apela a
ideales patrióticos o a héroes políticos de la historia. La intención de muchos de los creadores
actuales se vincula con las revisitaciones críticas a la historia, con el empleo de la apropiación y
el humor, con el replanteamiento de los metarrelatos sobre la identidad y con la necesidad
de experimentar con diversos lenguajes, y crear una obra abierta y sin rastros de demagogia.
En este sentido, es importante reconocer que la cultura cubana experimentó en las
últimas décadas del siglo xx una confrontación compleja a nivel interno y con el contexto
Montejo Navas, Adolfo.
“Monografía. Nelson
Leirner. O cómo mantener
el equilibrio de la obra de
arte”, en ArtNexus, no. 52,
abril-junio, 2004, p. 62
9
80
internacional. Después de la caída del campo socialista a finales de la década de los ochenta
nierika
la isla quedó sumida en una profunda crisis económica, a la vez que el gobierno de Fidel
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Castro confirmaba su voluntad de dar continuidad al proyecto socialista de la Revolución.
Esta circunstancia impactó en el escenario de las artes plásticas propiciando, por un lado,
un replanteamiento de la creación misma desde las escasas posibilidades de acceso a los
materiales y al vínculo con el mercado internacional, y por el otro una profunda reflexión
acerca de los valores ideológicos que fundamentaban la historia más reciente del país.
Abel pertenece a la llamada “generación de los noventa” en el arte cubano, que tras las
polémicas provocadas por sus antecesores en el escenario artístico de la isla,10 optaron por
no confrontar de forma directa y crítica a la historia pasada y presente, sino que propusieron alternativas más tangenciales que apelaban a la metáfora y a la parodia en sus obras.
Su formación en las escuelas de arte cubanas le dotó de un manejo de la técnica y del
oficio que distinguen sus propuestas. No obstante, el artista parte de este conocimiento
e ironiza con el procedimiento de elaboración de sus piezas, evidenciando una multiplicidad de intenciones, más allá de las reflexiones que sugiere acerca de la tradición del grabado y su permanencia en tiempos actuales.
Abel Barroso decide seleccionar las matrices y tacos, en lugar del grabado impreso, para
vociferar la condición del arte generado desde el Sur.11 Comenta el artista: “Si por un lado
el grabado es considerado un género conservador, desde que yo comencé a crear decidí
hacer algo diferente con esta técnica, usar su lenguaje, desarrollarlo de la manera que me
interesaba, buscar nuevas variantes […] quería revolucionar sobre la base, por ejemplo, hacer grabados tridimensionales”. 12
La madera que utiliza Barroso es principalmente el cedro, una madera preciosa y suave
que también se emplea para hacer las cajas de los puros y cigarros cubanos; en ocasiones
también usa madera de los países en los que permanece trabajando en su obra, lo cual
enriquece su producción, tanto a nivel material como en su carga de significados: en su
selección está implícita una relación vivencial con su materia prima, con el lugar de donde
procede, con las experiencias allí vividas y con la historia misma del material y del lugar. Por
otro lado, desde el punto de vista simbólico, la madera le remite a la sencillez, al origen, a la
autenticidad, a la sinceridad y también a la pobreza.
Los temas que continuamente aborda Abel Barroso en sus grabados tridimensionales
—también se las ha llamado “objetos-arquitecturas”— se remiten a la confrontación del
habitante de países en vías de desarrollo con la “invasión” tecnológica cada vez más acelerada y creciente, emanada de los países que concentran el mayor avance económico. De
este modo, la preterida subalternidad se erige cual fecunda alma máter de la creación y
seduce desde su autenticidad franca, pero más aún por el tejido agudamente hilvanado
entre humor, ironía y resultado plástico. También le interesa mucho al joven creador cubano reflexionar sobre las fronteras virtuales o reales de la globalización, así como acerca
de la migración como consecuencia, en gran medida, de no poder tener acceso al sueño del
consumo global.
En 1995, cuando la isla padecía el dramático período de crisis económica que trajo
consigo la caída del campo socialista a finales de la década anterior, una de las alternativas
10
Buena parte de la generación de los ochenta en la plástica cubana se caracterizó por la confrontación crítica directa
a las instituciones culturales del estado, muchos creadores emplazaban con los temas abordados y con sus actitudes,
al sistema político e institucional, y una buena parte emigró de la isla, debido en gran medida al escenario de
conflictividad, al clima de censura que se generó en el país en torno a las artes plásticas.
11
Las obras de Barroso pueden verse en: <http://www.ecured.cu/index.php/Abel_Barroso_Arencibia#Galer.C3.ADa>.
(Consultado el 2 de febrero de 2015)
12
Barroso, Abel, citado en “Abel Barroso”, <www.soskine.com>. (Consultado el 4 de febrero de 2015)
de subsistencia que emergió entre los simpatizantes extranjeros, o por parte de los cuba-
81
nos que vivían en el exterior, fue el sistema de donaciones.13 Desde su visión como creador,
nierika
Barroso realizó en 1995 la exposición personal Las donaciones llegaron ya en el Centro de
Desarrollo de las Artes Visuales de La Habana.14 La parodia se configuraba al combinar en el
título de la muestra el reacomodo lingüístico de una popular canción de chachachá con la
política de las donaciones, estimulada y organizada por el sistema político como paliativo
ante la difícil situación económica que vivía el país. Resulta interesante la interpretación que
ofrecen las historiadoras del arte Anaeli Ibarra y Patricia Martínez:
En Las donaciones llegaron ya el autor se centra en la crítica a los mecanismos que implementa
el Estado, cuyas consecuencias traspasan el ámbito de lo económico. La propia teatralidad de
la instalación funciona como una metáfora del espectáculo que genera el poder para vender el
país, ya sea a través del turismo, la inversión o las cooperaciones.15
Y allí estaban los objetos deseados, esos que remitían al mundo desarrollado; el desconcierto se verificaba al constatar que estaban elaborados en madera, que eran parte de un simulacro que finalmente provocaba el gozo que garantiza la risa. De este modo, los vínculos
entre la estética preconcebida intencionalmente y la experiencia vital —
­ tanto del creador
como del público— se articulaban de forma muy coherente. A la vez, nos recordaba que el
entorno en que se producía la obra era esencial para su propia génesis.
La curadora cubana Corina Matamoros explica cómo Abel “se las ha ingeniado para que
los circuitos de información y comunicación de las grandes urbes globales estén configurados con lo tradicional local a través de la elección de sus materiales y su modo artesanal de
producción artística”. 16
Su concreción física del anhelo por insertarnos en el tecnológico mundo desarrollado,
lleva a Barroso a concebir un Café Internet del Tercer Mundo (2000) (fig. 1), justo en un país
donde el acceso a Internet es sumamente limitado y se concentra mayormente en algunas
instituciones o empresas. Cual ambiente de disfrute, mientras se conversa en un bar cafetería,
Recuerdo cuando el bibliotecario de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de la Habana, donde yo trabajaba,
emigró a España y se convirtió en el principal “proveedor” de artículos de primera necesidad, —ropa, zapatos,
alimentos, medicinas— para todo mi centro de trabajo. Desde mi rol como integrante del comité sindical, teníamos que
recibir “la donación” y repartirla entre las distintas áreas de la escuela, lo cual se convertía en una tarea titánica, por la
responsabilidad y la justeza que debíamos mantener para realizar un reparto equitativo, de acuerdo a las necesidades
de los trabajadores. Después, cuando en un viaje de trabajo coincidí con el otrora bibliotecario en Madrid, fui testigo de
su compromiso con el tema de las donaciones: se iba en las noches a recuperar objetos y se vinculó con una brigada
de la Cruz Roja que le proporcionaba muchas de las cosas que generosamente enviaba a sus antiguos compañeros de
trabajo en Cuba. Fui testigo del arribo casi glorioso de un horno de microondas que había sido abandonado y que
llegaba a su casa madrileña con la esperanza de ser enviado a la isla. Sin embargo, en cuanto fue conectado
y probado con un vaso de agua, el horno dio muestras de ser inútil, al detonar una explosión que conmovió a todos
los que, esperanzados, se imaginaban ser los portadores del preciado equipo. La inventiva del cubano, coloquialmente
resumida en “la resolvedera”, afloró entre aquel grupo y de inmediato brotaron varias voces que confirmaban que
no importaba, que se lo llevaban, y que en Cuba todo se arreglaba. El bloqueo económico impuesto por Estados
Unidos a la isla desde la década del 60 del siglo xx, tras el triunfo revolucionario, trajo como consecuencia la falta de
piezas de repuesto y de infraestructura tecnológica, así como la imposibilidad de renovar y actualizar maquinarias,
autos y equipos de trabajo. Por ello, el cubano desarrolló una capacidad de innovación a partir de los recursos con los
cuales contaba, que aún sigue sorprendiendo a cuantos visitan la isla. Autos clásicos de los años 40 siguen rodando,
ventiladores, radios, cocinas, refrigeradores, licuadoras, dan buena cuenta de la necesidad de supervivencia. Muchos
artistas plásticos han incorporado estos referentes en sus obras, y en épocas más recientes se hizo una exposición con
refrigeradores antiguos intervenidos por artistas plásticos, en homenaje al imprescindible aparato que los cubanos
siempre procuraron mantener y arreglar con escasos recursos y poderosa inventiva.
14
La elección del título remedaba una rítmica canción popularizada por la orquesta de Enrique Jorrín, creador del cha
cha chá, cuyo estribillo decía: “Los marcianos llegaron ya y llegaron bailando ricachá”. Puede escucharse en: <http://
www.descargarmusicagratis.club/mp3/los-marcianos-llegaron-ya.html>.
15
Ibarra, Anaeli y Patricia Martínez, “¡Esto no hay quien lo arme! Abel Barroso y su mapa de la isla global”, en Revista
ArteSur, no. 1, 2010, p. 96
16
Matamoros, Corina. “Contra las fronteras”, La Habana, marzo de 2012. Disponible en: http://www.uprising-art.com/
wp-content/uploads/2012/10/CorinaMatamoros-Contralasfronteras-2012.pdf (Consultado el 3 de febrero de 2015)
13
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
82
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Fig.1 Abel Barroso,
Café Internet del Tercer
Mundo, 2003
(foto: cortesía del artista).
degustando una cerveza o escuchando música, se puede también acceder al juego simbólico que el artista tiene previsto para el público. Las “computadoras” estaban hechas de
madera y para accionarlas el usuario debía mover unas manivelas para poder conectarse a
la imaginaria red (figs. 2 y 3). Esto le permitía desplazar una serie de imágenes y mensajes
que el artista había incluido en cada máquina.
La muestra se expuso inicialmente en el antiguo castillo de El Morro, durante la Séptima
Bienal de La Habana, y posteriormente en el Center for Cuban Studies de Nueva York y en
el Museum of Art and Sciencie de Key West, Florida, donde fue muy bien recibida. En la Galería Promo-Arte de Tokyo, Japón, repetiría su éxito, aunque en esa ocasión integró nuevos
Figs. 2 y 3 Ejemplos de
las computadoras que
integraban el Café Internet del Tercer Mundo, de
Abel Barroso, 2003.
ingredientes que le aportó el contexto. Comenta el artista:
[En Japón] hice performances con mi robot y mis teléfonos. Antes los hacía con manivela […]
pero ahora los estoy haciendo ‘touch’, ¡van a ser táctiles! Tienen sus audífonos, su cargador […]
Fig. 2- Abel Barroso, Pentium, 2003 (foto: cortesía del artista).
Fig. 3- Abel Barroso, Windows, 2003 (foto: cortesía del artista).
83
Me interesaba la idea de la tecnología e ironizar sobre la globalización y la comunicación. En
nierika
Japón hay esa cultura súper tecnológica que me interesó analizar.17
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Se estableció entonces una lectura a la inversa, donde el margen se posicionó desde la
estrategia irónica para visibilizar su condición de alteridad vital ante los centros de poder
tecnológico. Se produjo un intercambio de capitales simbólicos y entonces afloró, después
de la risa, la convicción de reconocer la creatividad auténtica, el imaginario consistente y el
compromiso del artista con su tiempo, con su lugar.
Y es que para Barroso esta estrategia de producción artesanal también le sirve para
criticar el tipo de obra que apela a una tecnología sofisticada, pero que a pesar de todo
el despliegue y derroche no consigue transmitir nada. En este sentido es muy interesante el
Coussonnet, Clelia,
« Entrevista a Abel
Barroso”, mayo de 2012.
Disponible en: <http://
blog.uprising-art.com/
es/entrevista-exclusivacon-abel-barroso-2/>.
(Consultado el 12 de
febrero de 2015)
17
contraste que se refleja entre lo producido en serie y lo elaborado a mano, lo cual enfatiza,
en la materialidad y su proceso de transformación, una perspectiva más humanizada del
sujeto creador:
Toda esta obra que hago con low-tech, con computadoras de madera, me permite hacer una
especie de ironía sobre quién tiene acceso a Internet, quién tiene acceso a la tecnología, cómo
se distribuye esto, y al mismo tiempo cómo influye en que haya muchos artistas haciendo un
arte contemporáneo atado a la tecnología. Mi obra es un poco una respuesta a esa tecnología
del primer mundo, pero vista desde el tercer mundo.18
En esa misma sintonía, los teléfonos celulares, máquinas de pinball, ordenadores, cámaras,
y juegos de Visa Monopolio19 nos recuerdan el entorno en que se han producido las piezas, el de la escasez que impulsa la inventiva, cual metáfora de alcanzar el sueño de mejorar
económicamente y llegar a nivelar esa historia eternamente desfasada que nos relegó al
margen del desarrollo mundial. Se trata de piezas elaboradas de forma artesanal e individual que remiten a productos industriales, por lo que el contraste con la tradicional técnica
de grabar la madera (xilografía) acentúa la intención irónica.
Una obra como Visa para El Dorado (fig. 4) da cuenta de lo anterior, en una estética híbrida donde las secuelas del pop juegan divertidas con la ironía de pretender reconfigurar
la historia. Más aún cuando se trata de obras emanadas de un país donde han tenido lugar
18
“Computadoras
con manivelas”, en:
<http://news.bbc.
co.uk/hi/spanish/misc/
newsid_7033000/7033037.
stm>. (Consultado el 20 de
febrero de 2015)
19
Lo que se “juega” en esta
propuesta que subyace en
la pieza Visa Monopolio es
un permiso de extranjería,
de acuerdo al pib (producto
interno bruto) de los
países, por lo que a más
alto pib, el visado resultará
más costoso. Intenciones
similares evidencia Visa
Vending Machine (Máquina
vendedora de visas) donde
el artista parodia acerca
del país que se seleccione
para emigrar, de acuerdo
a las opciones disponibles
y el dinero con que se
cuente.
Fig. 4- Abel Barroso, Visa
para el Dorado, 2007
(foto: cortesía del artista).
84
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
profundas crisis sociales, como es Cuba, de las cuales dan cuenta el éxodo y la fuerte presencia de una comunidad de exiliados en el exterior.
Abel Barroso propone un discurso ideoestético desde el espacio conceptual transterritorializado de los “subalternos”. Por eso decide crear la Mango tech, una “Compañía productora de equipos de todo tipo —autos, computadoras, electrodomésticos…—, devenida
símbolo de una tecnología hecha con recursos alternativos, que remeda en tono jocoso la actitud de los pueblos del Tercer Mundo al pretender alcanzar aquello que en el Primero se
Ibarra, Anaeli y Patricia
Martínez, op. cit., p. 97.
20
considera ‘desarrollo’ ”.20
La empresa —obviamente— carece de los recursos necesarios para compararse con su
referente original, por lo que se explica el uso de la apropiación, el bricolage y el simulacro;
eso la hace diferente a la high tech. En la versión Mango se trabaja con la madera —las ya referidas matrices xilográficas— propiciando que las máquinas sean operadas por los propios
espectadores. Claro que no llegan a funcionar, porque son únicamente la simulación de una
realidad tecnológica, pero a la vez denotan una estrategia de resistencia. En la presentación
de la peculiar compañía comercializadora en la exposición Automóviles del tercer mundo,
se estimulaba la participación del público mediante el eslogan utilizado para la venta de
“autos”: Automóviles para dos personas: uno maneja y el otro empuja, exponente de una ironía
que establece una inmediata empatía con el espectador, consciente de la ridiculización de
un contexto económico de pobreza tecnológica, pero que se sumerge en la diversión que
provocan el ingenio y el humor del artista.
En Technology man (2002) el artista representaba a un personaje que muestra sus habilidades en su propio diseño, ya que están grabadas en su cuerpo: habla quince idiomas,
limpia casas, maneja taxis y hace mojitos. No cabe duda del sarcasmo que alude a los estereotipos sobre el latinoamericano emigrante. Al respecto, comenta el artista: “Humor, ironía,
21
Coussonnet, Clelia. op. cit.
cinismo a veces, son complementos que espontáneamente voy insertando en mis obras”.21
En 2006, Barroso concibe una espectacular y provocadora muestra titulada Se acabó la
guerra fría, a gozar con la globalización. Dispone tres cajas de mecanos en la sala que componen tres imágenes y que para él simbolizan el proceso global: un portaviones cuidando una
torre de petróleo, un avión estrellándose contra las Torres Gemelas y un puente atravesado
por vehículos. En la pared se proyectan imágenes de varias ciudades.
Siguiendo esta secuencia temática, dos años después, el ingenioso creador cubano
concibe Fábrica de la globalización (2009) (fig. 5), una gran instalación desmontable y rústica
que se adapta al lugar donde la mano de obra resulte más barata. Nuevamente la madera y
el cartón servían para representar lo producido en dicha fábrica, con lo que denunciaban la
precariedad tecnológica de las zonas de procedencia y la materia prima subvalorada.
Transitaban por esteras ensambladas los teléfonos celulares, batidoras, memorias usb,
computadoras y mp3, mismos que portaban los nombres de las transnacionales más reconocidas en el mercado: mtv, Mc’Donalds, Chrysler, Sony, Toyota, Burger King, vw, entre otras.
Se recreaban los mecanismos más frecuentes que usan este tipo de empresas en el mundo
contemporáneo, y se reforzaba la intención irónica sobre la distribución al incluir en algunas
cajas de estos productos los nombres de países como Vietnam o Angola, de donde, al parecer, procedían los productos que las transnacionales comercializaban.
Resultados sumamente irónicos, como una licuadora que prepara jugo del Tercer Mundo, o una cámara fotográfica marca Pobreza Digital, llamaban la atención del público, mismo que sonreía y, a la vez, se convertía en cómplice.
Abel Barroso se interesa por desmontar y desmitificar la globalización, y la dosis de burla
que transgrede, que confronta y divierte se constata en sus propias palabras: “Por supuesto
85
nierika
A R T Í C U LO S
T E MÁT I CO S
Fig. 5 Abel Barroso, La
Fábrica de la Globalización, 2009 (foto: cortesía
del artista).
que cuento con que alguna de mis computadoras se pueda romper, pero eso no es problema, tengo los repuestos y son muy baratos”.22
Conclusiones
Buena parte de las prácticas artísticas enunciadas desde América Latina y el Caribe demuestran la operatividad de la ironía para desmontar discursos hegemónicos y para visibilizar las
contradicciones propias de las realidades de la región en torno a las reconfiguraciones de
la historia y de los poderes.
Figuras ya emblemáticas como el brasileño Nelson Leirner y el joven cubano Abel
Barroso, artistas de generaciones distantes en lo geográfico y temporal, nos muestran la
coincidencia de posturas en torno a temas como el multiculturalismo y la globalización, con
relación a sus condiciones de artistas latinoamericanos y caribeños.
La profunda reflexión crítica que subyace en sus propuestas redimensiona el lenguaje
del arte, aporta profundos contenidos simbólicos, y concibe al público como parte inherente de la obra.
La creatividad en el manejo de la ironía como estrategia de subversión de modelos establecidos acerca del arte y la cultura, así como el ingenio en la apropiación de circunstancias
de desigualdad y desventaja en sus respectivos contextos, son rasgos de la producción
plástica de los dos artistas seleccionados.
Ambos mantienen actitudes de compromiso ético con sus realidades, se apartan de
discursos retóricos sobre la historia y estimulan el pensamiento crítico con obras que divierten y a la vez confrontan con estereotipos sobre la identidad latinoamericana y caribeña en
el contexto global.
De igual modo, aunque con sus respectivas particularidades en el lenguaje formal que
asumen, los artistas aquí abordados sugieren agudas transgresiones que devienen en dispositivos de resistencia cultural desde sus realidades.
Binder, Pat y Gerhard
Haupt, “Abel Barrosoentrevista y detalles”,
en Universes in Universe,
disponible en: <http://
www.universes-inuniverse.de/car/habana/
bien7/morro3/s-barroso-2.
htm>. Aparecen imágenes
de las obras comentadas.
22
86
nPERSPECTIVA
ierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
C R Í T ICA
La gran trampa
mexicana de
Daniel Lezama.
Alegoría, ironía, identidad
y sacrificio en la era de
la ensoñación
Sergio Rodríguez-Blanco
Universidad Iberoamericana
sergio.r.blanco@gmail.com
Resumen
En la pintura de Daniel Lezama (ciudad de México, 1968) titulada La gran noche mexicana (2005), donde
conviven personajes de distintas épocas y estratos sociales, la estrategia formal del realismo pictórico
y el procedimiento alegórico de la yuxtaposición y el extrañamiento catapultan hacia una imposibilidad de simbolización (Lacan) que apela a fantasmas de la identidad mexicana (particularmente del
pasado azteca), y que a su vez tienen que ver con la estrategia discursiva irónica que subyace en los
modos ficcionales que enunció Northrop Frye. No hay progreso posible en el teatro de este lienzo: en
esta ficción ilegible, inconexa, pero de apariencia realista, el tiempo no lineal —porque sus personajes
pertenecen a distintas épocas— aparece suspendido en un intersticio eterno entre la ironía y el mito.
Se trata de un gran trampantojo pictórico en la época de la ensoñación de la tecnología, la publicidad, la imagen digital y las redes sociales.
Palabras clave: pintura, ironía, México, arte contemporáneo, identidad
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Abstract
In the painting by Daniel Lezama (Mexico City, 1968) titled The Great Mexican Night —that presents a
range of people from different eras and social strata— a formal strategy of pictorial realism, and the
allegorical procedure of juxtaposition and distancing, effect an impossibility of symbolization (Lacan)
that refers us to the ghosts of Mexican identity (particularly the Aztec past) and is simultaneously
connected to the ironic discursive strategic that underlies the fictional modes that were spelled out
by Northrop Frye. Progress is impossible in the scenario of this canvas; in this illegible fiction, disjointed but realistic in appearance, non-linear time —expressed by the figures from different periods—
seems to be suspended in an eternal hiatus between irony and myth. The painting thus constitues
a pictorial illusion characteristic of the era of technological fantasy, advertising, digital images and
social networks. Key words: painting, irony, Mexico, contemporary art, identity
87
En vano llega tu imagen a mi encuentro
nierika
y no me entra donde estoy quien solo la muestra
PERSPECTIVA
CRÍTICA
Tú volviéndote hacia mí sólo encuentras
En la pared de mi mirada tu sombra soñada
Soy ese desdichado comparable a los espejos
Que pueden reflejar pero no pueden ver
Como ellos mi ojo está vacío y como ellos habitado
Por esa ausencia tuya que lo deja cegado.
Louis Aragon1
De alguna forma La gran noche mexicana es el
tránsito que la identidad mexicana ha sufrido;
una especie de Calzada de los Misterios donde el niño es presentado a la vida futura.2
El hedor “sublime” del deseo
odavía recuerdo aquel mediodía invernal de 2006 en que me dirigí al estudio de
Daniel Lezama para entrevistarlo con la intención de publicar un artículo sobre su nueva exposición. Si tuviera que sintetizar en un solo fragmento de tiempo todos mis recuerdos de aquel día, ya lejano en la memoria, probablemente borraría las palabras que se pronunciaron en nuestra charla, y me quedaría
con la remembranza olfativa, que en mi caso suele ser más poderosa que la visual.
Toco el timbre para acceder a un descuidado inmueble del centro histórico, no demasiado viejo pero sí de aspecto decrépito, que se erige en una de las calles que
circundan la Alameda Central. Hace calor y aún tengo la comida, que ha sido engullida con
rapidez, avanzando por el tubo digestivo, llegando a la boca del estómago. Nadie baja a
recibirme, pero me percato de que la puerta ha sido abierta como respuesta a mi llamada.
Cuando logro entrar, completamente solo todavía, observo una vecindad abandonada y
silenciosa: la primera imagen es una familia de moscas devorando los restos secos de algún
excremento. No me acuerdo del sonido vibrante que seguramente debieron de emitir. Hay
basura, resto de lo que alguna vez fue orgánico, y mucho polvo. Un hedor seco, rancio, escatológico pero sin llegar a ser el de la podredumbre es el que me recibe antes de comenzar a
subir las escaleras que dan acceso al estudio del artista, en el primer piso. Todavía ahora que
me encuentro recreando aquel momento mientras escribo estas líneas, soy capaz de olerlo.
A medida que la planta baja queda atrás y avanzo por las escaleras sombrías, la hediondez a la que mi pituitaria trata de acostumbrarse sin lograrlo se va mezclando con un olor
indudablemente mucho más agradable para un investigador que aprecia la labor pictórica:
el del óleo fresco. Mis vivencias con el aroma a pintura recorren fugazmente mi imaginación.
Pero ese momento real (real con minúsculas, como parte de la realidad) en que la sensación
captada por el olfato —justo antes de que haya sido depurada por el tamiz simbolizante del
intelecto— pasa del displacer al placer pero sin llegar a él; ese instante en que los dos olores
se entremezclan, quizá ubicable físicamente en el último peldaño antes de aquella puerta
roída de madera tras la cual se encontraban Lezama y sus obras; ese lapso en que el olor
“saltó” penetrando mi órgano nasal es el que quiero evocar para arrancar este capítulo sobre
la pintura que presencié minutos más tarde: La gran noche mexicana (fig. 1).
Versos de Louis Aragon
del poema “Contrechant”,
en: Loco por Elsa, y
traducido en Lacan,
Jacques. El seminario 11.
México, Paidós, 2008, p. 86.
1
2
Daniel Lezama, sin fecha.
88
nierika
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
Fig. 1 Daniel Lezama,
La gran noche mexicana,
2005,
Óleo sobre lino,
240 x 320 cm,
colección privada.
Cortesía: Galería Hilario
Galguera.
Fotógrafo: Carlos Alcázar.
Los dos olores —a podrido y a óleo— ya se encontraban en el disco duro de mi cerebro, y soy capaz de describirlos por separado. Pero la mezcla de ambos —o mejor dicho,
el momento de la fusión de los dos— no es simplemente un olor, sino que se transformó
en aquella cosa casual que supuso conocer al artista —en el olor de su estudio y el olor de
su arte— a través de mis sensaciones, pero sin ver nada todavía. Ese momento olfativo previo
a la apertura de la puerta de madera se convirtió por casualidad en lo que Lacan llama el das
Ding, el objeto Real-imposible del deseo —el objeto sublime de deseo— pero se desvanePara Slavoj Žižek,
acérrimo lacaniano,
cuando se da esta
transformación de
un hecho cotidiano
en sublime, por pura
coincidencia, lo que
sucede es que “su lugar
estructural” y no “sus
cualidades intrínsecas”
es lo que le confiere su
sublimidad. Asegura Žižek
que lo que ese objeto
–más bien situación–
encubre mediante
su sólida y fascinante
presencia, no es sino “su
propio lugar, el vacío, la
falta que está llenando con
su presencia”. Ver ŽiŽek,
Slavoj. El sublime objeto de la
ideología. México, Siglo xxi
Editores, 1992, p. 251.
3
Como diría Žižek: “lo que
se oculta es que el acto
mismo de encubrimiento
no encubre nada”, Žižek,
op. cit., p. 249.
4
ció en cuanto ésta fue abierta.3 Al atravesar físicamente la puerta, o parafraseando a Lacan,
al “atravesar la fantasía”, lo que allí había era tan real (de nuevo con minúsculas) y tangible
como el artista sentado en una silla, dispuesta junto a otra silla desocupada, y sus pinturas
aún frescas. Y al entrar, yo mismo llené el vacío del asiento que se encontraba al lado del de
Lezama. Sólo entonces contemplé sus piezas por primera vez.
Detrás de la apariencia de los fenómenos, ¿qué hay oculto? Posiblemente el hecho de
que no hay nada que esconder.4 La sensación olfativa (hedor más óleo) no simbolizaba ni
alegorizaba nada (más bien se trataba de un indicio), no ocultaba nada sino que lo anunciaba, es decir, formulaba una especie de promesa, de ilusión de lo que estaba por venir. Una
materia sensorial efímera que, en este caso, se evaporó para pasar a otra cosa.
Lo Real en la mirada
La narración de este ejemplo olfativo —de un olor deseante que tras pasar por mi nariz culminó con la apertura de la puerta del estudio de Lezama— no es casual. En realidad, funge
como una introducción contrapuesta a la tesis que pretendo plantear en la contemplación
de la pintura de Lezama a nivel visual: la mirada, el ojo y la aparente imposibilidad de cruzar
la pantalla de la pintura.
Estar ante la pieza de Daniel Lezama implica, al menos en una primera instancia, en
un primer vistazo, quedar sumido en la ignorancia sobre qué es lo que está más allá de la
apariencia. Por un lado, La gran noche mexicana de Lezama contiene aparentes códigos
reconocibles por nuestro ojo: la utilización barroca de la luz, la composición teatral, las citas
pictóricas de grandes maestros como Caravaggio, Leonardo da Vinci, Velázquez o Goya.
Todas estas huellas generan la sensación de estar presenciando una pintura clásica que
representa un acontecimiento mítico o histórico, similar al de aquellos cuadros cuyo len-
89
guaje es evocado: la posición de los personajes de La última cena (Leonardo, 1495), la
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
cotidianidad de La vocación de San Mateo (Caravaggio, 1599), el contraluz y movimiento
de La fragua de Vulcano (Velázquez, 1629), la crudeza de Los fusilamientos en la montaña del
Príncipe Pío en Madrid (Goya, 1814). Por otro lado, si el espectador es mexicano, éste seguramente encuentra reminiscencias de escenas cotidianas, pero extrañadas del contexto en
que se produjeron. Parece que lo familiar estuviera ahí pero que significara otra cosa. Todos
estos códigos llaman a la necesidad de tratar de leerlos en un sentido simbólico, como
si estuviéramos ante una pintura de siglos pasados, pero cuando el observante intenta
hacerlo no lo logra porque los signos han sido colapsados. Es como tratar de leer un archivo
en formato pdf desde un procesador de textos en word: aparecerá encriptado, porque el
programa no es el correcto. Sólo si entramos en él a través de Adobe seremos capaces de
examinarlo, estaremos un paso más adelante que en el supuesto anterior; pero el hecho
de que podamos acceder a su contenido no quiere decir que necesariamente vayamos
a acceder a su significado, si es que tiene alguno. Hay algo en aquello que vemos, la apariencia, que encubre una verdad y a la vez la muestra, oculta y revela simultáneamente
la esencia tras su cortina. ¿Pero, encubre algo realmente? ¿Encubre el hecho de que no hay
nada que encubrir?
En Lezama hay muchos indicios que nos invitan a leer la pintura como si hubiera sido
creada bajo cánones mítico-simbólicos, o más bien, como si representara una realidad
simbolizada; pero cualquier contemplación a su trabajo que se efectúe a partir de esta
premisa lo único que engendrará en el espectador es la frustración de toparse con una
iconografía críptica que no es capaz de leer. Esta sensación forma parte, por supuesto, de
la ficción construida en la propia pieza. El anhelo naufragado de aprehender el significado de
sus cuadros se convierte en ese objeto sublime de deseo, cuya consagración —que se daría
en el goce efímero de alcanzarlo— parece que no podemos lograr. Pero aquí —a diferencia
de lo que pasó con el olor que sentí antes de entrar en su estudio—, no es posible abrir
la puerta de madera y encontrar aquello de lo que la sensación olfativa era indicio, para
sentir cómo toda expectativa deseante inscrita en el hedor fundido con el óleo se desvanece.
Por el contrario, en este lienzo la sensación de estar ante una iconografía a causa de los
códigos pictóricos realistas utilizados por el artista (barrocos y neoclásicos) es una trampa
para nuestro ojo que nos enfrenta con lo Real, ahora sí con mayúsculas, en un sentido lacaniano. La categoría filosófica de lo Real fue enunciada en 1953 por el psicoanalista francés
Jacques Lacan, y se refiere a aquello que escapa a la significación, es decir, que se encuentra
fuera del orden simbólico. Lo Real es lo que no encaja en la realidad por estar excluido de ella.5
Es decir, lo Real es aquello que no aparece —o que desaparece— en la representación, pero
que ejerce sobre ella una fuerza de distorsión y que, más aún, se define precisamente
por esa distorsión. Con lo Real ocurriría algo similar a lo que sucede con la detección de los
llamados agujeros negros, que no se pueden “ver”, pero donde sí son visibles las alteraciones
que provocan en las órbitas de los cuerpos que circundan el perímetro de una enorme zona
oscura.6 ¿Qué es aquello que aparece en la representación que nos seduce, pero a la vez nos
disturba, que distorsiona nuestra percepción?
La gran noche mexicana
Efectuemos una pequeña descripción formal de la obra de Lezama que nos ocupa, La gran
noche mexicana, un óleo sobre lino de gran formato (240 x 300 cm.) pintado en 2005, en
el que aparece una treintena de personajes. Juan Gabriel se encuentra extasiado cantando
Ver Lacan, Jacques. “Le
symbolique, l’imaginaire
et le reel”, en Bulletin de
l’Association Freudienne,
número 1, 1982, pp.
4-13. Lacan hablaba de
tres órdenes a la hora
de percibir: lo Real, lo
imaginario y lo simbólico.
Si producimos una
fantasía y podemos
representarla estamos en
el orden de lo imaginario,
lacanianamente hablando.
Si en el momento de
estar ante una obra de
arte establecemos una
relación simbólica con
alguna prohibición o algún
sistema de la ley que acota
el deseo, estamos ante lo
simbólico. Pero si lo que
se produce al tener una
experiencia estética es
la pura pulsión y el goce,
o el residuo de éste, nos
encontramos en lo Real.
5
Aunque no se puede
medir, se dice que “ha
de haber allí un agujero
negro”. Para ahondar en
la relación entre lo Real y
los agujeros negros, Ver
Rojas, Sergio. Imaginar la
materia: ensayos de filosofía y
estética. Santiago de Chile,
Universidad Arcis, 2003,
p. 346.
6
90
uno de sus temas clásicos, probablemente Hasta que te conocí,7 en medio de una muche-
nierika
dumbre de personajes desnudos, todos ellos mujeres, que lucen sobre sus cuerpos las
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
letras de México pintadas a brochazos con los colores de la bandera. Mientras que el intérprete recibe el foco luminoso de la escena, las actitudes de las mujeres, de apariencia
indígena, son pasivas, con los brazos colocados detrás de la espalda, distraídas e incluso
Al menos esto señaló
el artista cuando lo
entrevisté.
7
alienadas. A pesar de que supuestamente están en un concierto no parecen estar divirtiéndose. Su anatomía obedece al realismo que Lezama busca siempre en su pintura. Su
función en el lienzo no es constituir un retrato de personas o colectivos individuales, sino
la de operar como una especie de cuerpo de la nación: una anatomía del pueblo, del mexicano de a pie que, a diferencia de la anatomía que desarrollaron los muralistas, no está
idealizada. Tras ellas, las siluetas de unos mariachis. En el flanco derecho de la composición,
una mujer está vestida con el atuendo rosáceo y el manto estrellado de la Virgen de Guadalupe, que no duda en levantarse el vestido. Delante de ella se extiende una línea de pétalos
de rosa roja, y al observar detenidamente notamos que un par de ellos caen de la mano de
esta Guadalupana. Entre el público se encuentra Vincent Van Gogh, mientras en el lado
izquierdo en primer plano, Gauguin está sentado en la mesa con un charro que fuma pipa
y bebe cerveza Corona. Carlos Slim también está sentado entre los asistentes. A contraluz,
en el primer plano a la derecha, un carnicero o regente de un puesto de hot dogs está de
cuclillas y hace carantoñas a un niño desnudo que porta unas tijeras en la mano, el cual a
su vez se está tropezando con el cuerpo-masa desnudo de una mujer de rostro cubierto. ¿O
es que el vendedor está asistiéndola en su parto, pues la cabeza del neonato asoma por su
vulva, mientras que el niño con las tijeras será quien corte el cordón umbilical? La redondez
de la parturienta es similar a la de una bola del mundo que se encuentra delante de ella,
esfera que en realidad pertenece a otro niño que juega plácidamente con un camión junto
a una alcantarilla, sin notar la escena que sucede a su alrededor. Un tercer infante que porta
una corona floral, también desnudo, irrumpe en la zona derecha del cuadro. Bajo una techumbre portátil, es transportado a hombros sobre una suntuosa tela amarilla mientras un
hombre encorbatado mira atentamente la entrepierna del muchachito. El niño y la Virgen
de Guadalupe mantienen contacto visual. En la composición también figura el cantante
estadounidense Eminem, un músico que, según explicaría el propio Lezama en mi visita
a su estudio, representa —para él—, la utopía del artista capaz de expresarse y de decir
verdades sin tapujos.
La teatralidad de la escena es evidente, pero por más que uno trata de explicarse
racionalmente lo que representan los personajes —si es que está familiarizado con los
registros, algunos muy locales, a los que apela— la tarea se torna complicada. ¿Ante qué
estamos cuando contemplamos este óleo sobre tela? Si ponemos un ejemplo pictórico la
sensación es similar —por supuesto, el engranaje mental que desencadena no es el mismo,
como veremos— a la de un estudiante de hoy que trata de averiguar el significado de los
símbolos que se encuentran en un óleo sacro sobre tabla de Rafael Sanzio, por ejemplo,
Los desposorios de la virgen, una de las obras maestras del Renacimiento del Cinquecento.
Sólo al documentarse en la iconografía simbólica, el estudiante podrá saber que el joven
en primer plano que rompe un bastón con la rodilla es el más desilusionado e irritado de
los pretendientes de María. Todos los otros jóvenes tienen en la mano un bastón delgado,
pero sólo el que porta el marido, José, ha florecido. Según una leyenda pía, ésta fue la señal
que indicó al hombre que había elegido Dios para que fuera el padre de Cristo. En este cuadro italiano, la frustración de no saber no podría provocar jamás un retorno de lo Real, pues
esta ignorancia se debe únicamente al desconocimiento de la iconografía. Sabemos que
estamos ante un símbolo, pero sabemos que no podemos leerlo porque no conocemos su
91
convención. También sabemos que, una vez que el experto nos explique lo que representa
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
ese símbolo, podremos dormir tranquilos. Tendremos la sensación de que el cuadro está
cerrado.8
Ahora bien, vayamos al famosísimo tríptico de El Bosco, El jardín de las delicias (1503),
que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. Durante siglos, los eruditos se han
dedicado a sobreinterpretar los símbolos que teóricamente representarían los casi incontables personajes desnudos que aparecen en esta madera. Entre las teorías que rompieron el
canon del símbolo individual para ofrecer una lectura total, pero muy literal, de la pieza se
encuentra la interpretación de Wilhelm Fraenger,9 para quien el Bosco pretendería expresar
simbólicamente en sus pinturas su concepción mística adamita del reino milenario, como si
el pintor perteneciera a esta secta. Los adamitas, desde el siglo ii, creían en la inocencia original de Adán y se desnudaban para rezar. Pero, ¿y si los personajes, los aparentes símbolos,
no son realmente símbolos? Precisamente ésta es la tesis que defiende Keith Moxey en su
Aunque en realidad,
como postula Hans Robert
Jauss, no es posible
comprender la obra de
arte en su estructura
y en su historia, como
sustancia o entelequia:
por el contrario, la
obra se actualiza
permanentemente.
Ver Jauss, Hans Robert.
Experiencia estética y
hermenéutica literaria,
Madrid, Taurus, 1986.
8
libro Teoría, práctica y persuasión,10 para quien El Bosco habría creado un lenguaje críptico,
prácticamente ilegible, para ascender a un ambiente burgués que no forzosamente buscaría leer sus piezas como si contuvieran símbolos, sino que se fascinaría ante el reto imaginativo que los motivos ilegibles de sus cuadros representarían. Los espectadores a los que
estaba dirigido harían algo parecido a lo que sucede en el cuento del traje invisible del rey,
del que nadie se atrevía a decir que no existía (ni siquiera el propio monarca); o bien —¿por
qué no?— a lo que ocurre también en ambientes elitistas snob del arte contemporáneo del
siglo xxi, en donde pululan varios coleccionistas incapaces de explicarse los giros conceptuales de los artistas, pero los aplauden sin rechistar en pos de lo que manda el mercado
Das tausendjährige Reich,
1947, citado en: Agamben,
Giorgio. Estancias. La
palabra y el fantasma en la
cultura occidental. Valencia,
Pretextos, 2006, p. 91.
9
Ver Moxey, Keith. Teoría,
práctica y persuasión:
estudios sobre historia del
arte. Madrid, Ediciones del
Serbal, 2004.
10
del arte.
Si tomamos como ejemplo esta interpretación antisimbólica que Moxey elucubra del
tríptico El jardín de las Delicias, ¿podríamos decir que los personajes y situaciones presentes
en La gran noche mexicana serían significantes crípticos carentes de significado? No voy tan
lejos, pero es cierto que la imposibilidad de una comprensión automática provoca que la
imagen seduzca y a la vez perturbe el ojo de quien la mira. Tampoco obedecen a una iconografía personal, secreta, del artista, a pesar de que él mismo, al ser cuestionado sobre los
personajes, suele proporcionar una lectura que es incluso incluso más perturbadora, que
sus pinturas. Las situaciones, objetos y personajes son significantes cuyo significado ha sido
tergiversado, vaciado en cierto modo y rellenado con otra cosa. Los personajes y situaciones
funcionan ante nuestro ojo como la operación de extrañamiento de los ready-mades, en los
que, como indica Agamben, la simple transferencia de un objeto de una esfera a otra basta
para hacerlos irreconocibles e inquietantes.11 Pero no son objetos lo que vemos: es una
pintura llena de personajes; estamos ante un jeroglífico, un caos de imágenes disociadas,
un lienzo que funciona como una superficie donde germinan yuxtaposiciones inconexas
pero aparentemente ligadas por su unidad formal. Este es el artificio de la forma disfraz, en
realidad, a la ausencia de nexo entre las figuras, en un sentido similar a la estructura del Libro
de los pasajes, de Walter Benjamin, donde el procedimiento del montaje de citas y párrafos
no es un recurso literario mediante el cual transmitir las intenciones directas del autor, sino
un recurso en que el mundo objetivo, no el sujeto, expresa significado.
Dolores Garnica ha escrito que mirar una obra de Lezama es enfrentarse a un espejo:
“Somos la pintura de Daniel Lezama y somos la minoría que atestigua y avala sus trazos
como epopeya. El pintor pinta la realidad. El peregrino de San Juan de los Lagos, el ayate
de Juan Diego, la vagina descubierta, Juan Gabriel, Benito Juárez, la estética de calendario,
11
Agamben, op. cit., p. 108.
92
«milagrito» y pulsión. La alegoría es el héroe epopéyico de Lezama: espejo: reflejo contem-
nierika
poráneo: realidad: historia”.12 Según esta postura, habría que entender que el espejo nos
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
refleja a nosotros mismos, como en el mito de Narciso. En mi opinión Lezama no pinta la
realidad, sino que construye una ficción con un estilo realista. En todo caso, si el lienzo es un
espejo, éste está resquebrajado, velado, de modo que nos muestra sólo pedazos... Y detrás
de este espejo, como sucede siempre, lo único que nos encontramos es una superficie gris
Garnica, Dolores.
“Epopeya nacional. La
nueva pintura de Daniel
Lezama”, en: Luvina,
suplemento Plástica.
número 54, Primavera
de 2009, Universidad de
Guadalajara, p. 3.
12
y opaca.
Si bien esta metáfora del espejo pone énfasis en que el narcisismo del espectador a
la hora de enfrentarse a una imagen influye en su lectura de la misma, quizá sea más
sugerente construir otra metáfora y decir que ante un cuadro de Lezama el espejo no es
la pieza, sino nosotros, de manera que es la pintura la que se mira y se refleja en el ojo que la
contempla. Como en la poesía de Aragon con la que comencé este texto, nosotros no
podemos ver, sino sólo reflejar la imagen. O quizá, yendo un paso más allá, no somos cualquier espejo, sino aquel que se encuentra dentro de una cámara réflex: nosotros capturamos la imagen fotográficamente pero no podemos reconocernos en ella, porque el espejo
somos nosotros. Propongo aquí para acceder a la pieza de Lezama que recordemos la lectura medieval que hizo Averroes al De sensu et sensibilibus de Aristóteles. Para este pensador
del siglo xiii, en el proceso que va desde la sensación a la imaginación, el ojo aparece como
un espejo en el que se reflejan los fantasmas. Pero se trata de una especulación de espejo en
espejo, “como si un hombre tomase un espejo que tuviese dos caras, y mirando en una de
Paráfrasis de Averroes
al De sensu et sensibilibus
aristotélico, en: Agamben,
op. cit., p. 146.
13
ellas, pusiese la otra en dirección del agua”.13 En esta metáfora el agua son los ojos, el sentido
que refleja la forma del objeto es el espejo de dos caras, pero también es una especulación
la fantasía que imagina los fantasmas en ausencia del objeto, de modo que “conocer es
inclinarse sobre un espejo donde el mundo se refleja, un espiar de imágenes reverberadas
Agamben. Estancias,
op. cit., p. 147.
14
de esfera en esfera”. 14
En aquella entrevista con Lezama, él explicaba que el mexicano vive continuamente
una experiencia artística porque siempre se está viendo a sí mismo como otro, su país como
otro; su raza, su identidad, su religión, su política como otras. Es decir, para Lezama, el mexicano en su cotidianidad se mira en un espejo, pero no se ve a sí mismo, sino que ve a otro. Sin
embargo, las pinturas de Lezama no son el mundo, ni tampoco son un espejo. Entre Daniel
Lezama, que es el pintor, la realidad mexicana y su cuadro no hay una relación de continuidad, sólo que el artista hace trampa porque utiliza el realismo. Sí hay una continuidad entre
la realidad y su representación en un lienzo de Diego Rivera cuando pintó a Silvia Pinal,
o en uno de Goya cuando pintó a la familia de Carlos IV. Pero en La gran noche mexicana
Lezama trabaja con pura fantasía, aunque utiliza el sistema de la representación surgido en el
Renacimiento para introducir elementos que nunca ocurrirían en la realidad: ¿qué va a hacer
Juan Gabriel contra Van Gogh? En este sentido, no coincido con la lectura de Erik Castillo,
que argumenta que Lezama construye nación porque revela sus escondrijos y desnacionaliza las retóricas de lo mexicano al mostrar elementos que “madrean” literalmente a la patria:
Los artistas involucrados en el neomexicanismo apostaron por la enunciación de una imagen
que, aprovechando la carga icónica de los remanentes de lo nacional, articulara imaginarios que
fueran indescifrables, pura superficie simulando una legibilidad semántica siempre imposible y
entregada al espíritu de una época en la que la recuperación de lo individual se obtuvo al precio de la sobresubjetivación y del solipsismo. Daniel Lezama también desnacionaliza lo mexicano moviéndose dentro de su contexto, pero no por la vía de la parodia extravagante o de la
ruptura de la cadena de la sintaxis icónica, pues cree en la factibilidad —ambivalente, polivalente,
eso sí— del proceso del significado. Este desnacionalizar lo mexicano de la pintura de Daniel
93
Lezama, podríamos explicarlo mejor si continuamos jugando por las palabras: es un mentarle
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
(recordarle) la madre a la nación y un madrear la identidad patria (que viene de Pater, padre).15
Los elementos apropiados que aparecen en el lienzo son también una ficción que surge de
la imaginación del artista. Lejos de existir un significado claro, lo que se provoca es un extrañamiento. Esta descontextualización a través del amalgamiento de personajes provoca que
en la experiencia contemplativa ante la obra de Lezama opere también un hoyo negro
que nos afecta, que pincha nuestro ojo: no sólo captura, sino que provoca nuestra atención.
Ese aparente absurdo genera lo que Lacan llama una mancha, un agujero en la pantalla-
Castillo, Erik. “El retorno
de la aurora”, en: Pellizzi,
Francesco, Luis Carlos
Emerich y Erik Castillo,
Daniel Lezama. Ciudad de
México, Galería Hilario
Galguera, pp. 44-45.
15
tamiz de la obra, por la cual se puede llegar a colar aquello que escapa a la simbolización, es
decir, lo Real. La mancha, ese agujero borroso, se encuentra en lo cotidiano, en lo fortuito,
en lo que parece estar ahí sin ninguna razón aparente. Algo similar a lo que sucede en
Desayuno en la hierba (1863) de Manet, en donde la mujer desnuda exhibiéndose ante dos
hombres vestidos en un picnic matutino suscitó en la época el escándalo social y además
provocó el rechazo tajante de un jurado que, si bien admitía desnudos en el Salón de arte,
no permitió una escena que fue tachada como una oda a la vida moderna y libertina.
Pero en Lezama la mancha es mucho más perversa. ¿Qué sucede en un espectador
mexicano cuando mira esta pieza? La trampa tiene que ver con una lectura narcisista;
volviendo a la interpretación medieval del mito de Narciso, como apunta brillantemente
Agamben, el joven Narciso no está enamorado directamente de sí mismo sino de su propia
imagen reflejada en el agua, que él toma por una criatura real.16 Está enamorado de un
fantasma. Desde el punto de vista de un espectador mexicano, o más aún, de un espectador de cualquier otra latitud que tiene en su mente el fantasma de lo que significa lo mexi-
 Agamben. Estancias, op.
cit., p. 149.
16
cano, la mancha se encuentra entonces en ese juego fantasmático de espejos en el que la
imaginación del observador se mira en la pieza y se deja engañar por ella. El espectador no
se ve reflejado, sino que ve la imagen del mexicano que Lezama quiere mostrarle. El artista,
a través de su destreza pictórica, le convence de su verosimilitud, a pesar de que la obra
muestre elementos que serían imposibles en la realidad. El realismo de la paleta hace que
La gran noche mexicana sea una alegoría de fantasmas.
Mitos desmitificados
He insistido en este texto en que la pintura de Lezama no presenta contenidos literalmente
mítico simbólicos, sino alegóricos. Mantengo la misma tesis, pero en este punto aclararé
que la operación se logra a través de la mitificación del propio mito. Para Barthes el mito es
un habla, es decir, todo objeto susceptible de que la sociedad se lo apropie. “Es un habla
elegida por la historia” que “no surge de la naturaleza de las cosas”.17 Barthes explica la mitificación del mito del siguiente modo: “Realmente la mejor arma contra el mito es, quizás,
Barthes, Roland.
Mitologías. México, Siglo
xxi, 2002, p. 201.
17
mitificarlo a su vez, producir un mito artificial, y este mito reconstituido será una nueva mitología. Puesto que el mito roba lenguaje, ¿por qué no robar el mito?”18
Lezama utiliza un lenguaje pictórico que claramente hace referencia al estilo de grandes
pintores del pasado (Caravaggio, Velázquez, El Españoleto, Goya), autores cuyas obras son
hoy un hito y un mito, pero que también han pasado ya al imaginario colectivo, a ser “consumidos” en los museos como parte de la industria cultural propia de la cultura de masas. Este
uso de paletas oscuras, de contraluz, como veremos más adelante es retomado por Lezama,
pero sólo como significante. En cuanto al contenido del cuadro éste es transitado, entre
otros personajes, por algunos mexicanos de a pie, es decir, muestra anatomías no idealizadas
18
Barthes, op. cit., p. 229.
94
presentadas como “naturales”, en contraposición, por ejemplo, al cuerpo de la nación
nierika
postrevolucionario creado artificialmente por Siqueiros, Rivera y Orozco en sus murales, y
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
que respondía a una invención de la mexicanidad construida sobre los postulados de
Vasconcelos en su libro La raza cósmica, publicado en 1925: el mestizaje como salvación.
Como ha explicado Pedro Ángel Palou, después de la Revolución “lo mexicano se unifica,
pasa a ser lo mestizo. Y el Estado, por supuesto, se abroga el derecho de definirlo (y rede-
Palou, Pedro Ángel. El
fracaso del mestizo. México,
Ariel, 2014, p. 15.
19
finirlo) a su conveniencia”.19 En cambio, en el cuadro de Lezama existe una clase social, la
baja, que aparece como terreno de las perversiones. Esta es una visión elitista, pues el artista
no aborda su clase social (clase media-alta), como sí lo hará Daniela Rossell en su serie fotográfica Ricas y famosas o Daniela Edburg en la serie Drop Dead Gorgeous. Lezama presenta a
un estrato inferior al suyo como el lugar de la perversión. ¿Cuál es el lugar de enunciación
y con quién y de qué manera se está comunicando la pieza? Como indiqué, el pueblo, el
mexicano, se reconoce en sus obras porque el artista hace trampa —el realismo—, es decir,
su gran logro en un mundo dominado por el encantamiento de la imagen de la publicidad
y del espectáculo es que Lezama consigue que la pintura, todavía, funja como un trampantojo. Sin embargo, México es mucho más multicultural que lo que este lienzo presenta, una
pintura donde hay un regodeo en ciertas fantasías de la pederastia y la sexualidad perversa.
En México las clases están así y, si uno es pobre, siempre hay otro que está más abajo. En las
familias de clase media, los imaginarios de la perversión suelen construirse en relación con
las clases bajas: la sexualidad polimorfa y perversa no se juega en su propia clase, sino más
abajo. La mirada del artista, por lo tanto, es desde fuera, no desde dentro.
Las pinturas parecen representar acontecimientos, por ejemplo, la celebración en una
fiesta de una suerte de rito. Aunque el cuadro utiliza material de la historia no se inscribe
en la historia, sino que construye una ficción alegórica. Y el acontecimiento sólo puede ser
histórico. Sin embargo, en la pieza de Lezama están presentes elementos que remiten tanto
Ver Badiou, Alain. El ser y
el acontecimiento. Buenos
Aires, Ediciones Manantial,
2005.
a la condición del acontecimiento en el sentido de Alain Badiou20 como en el de Jacques
Ver Derrida, Jacques.
Decir el acontecimiento
es posible. España, Arena
Libros, 2008
sentable, el cual define lo atípico dentro del sistema. Para Derrida, en cambio, el aconteci-
20
21
Derrida.21 Para Badiou, el acontecimiento se materializa políticamente en la figura del
clandestino, pero no pensado como una alteridad, sino como un múltiple singular impremiento se cristaliza en la figura del extranjero, que sí es concebido como el Otro.
Ambas ideas, la clandestinidad y el extrañamiento propio de la mirada del extranjero, se
encuentran en la pintura, como veremos, a pesar de que la pieza en sí misma no representa ningún acontecimiento. Por ejemplo, un cuadro que sí da cuenta de un acontecimiento
es El Guernica, de Pablo Picasso, que no sólo representa el bombardeo del pueblo de
Guernica el 26 de abril de 1937, en plena Guerra Civil Española, sino que en la tela las
figuras desencajadas de las mujeres que corren despavoridas son una subversión al medio
que las representa. Coincidencia compositiva o no, Lezama introduce una lámpara central,
colocada “casualmente” en el mismo lugar que ocupa el foco en el cuadro de Picasso, y
quizá esto puede llevarnos a interpretar que el cuadro mexicano ha sido elaborado a la luz
de cánones similares. Es una trampa visual más de la obra.
No es un acontecimiento, pero las sombras en primer plano sí hacen referencia a los
contextos donde podría generarse la clandestinidad (Badiou). Los desnudos no son extranjeros literalmente, pero debido a la forma en que están pintados, con sus cuerpos exhibidos
como materia, son vistos por el espectador de la pintura como si fueran extraños, alteridades en el sentido de las imágenes de anatomías y prácticas indígenas que fotografiaron los antropólogos del siglo xix desde un punto de vista eurocentrista. En este sentido
La gran noche mexicana es derridiana. En nuestra mirada a estas personas se produce un
extrañamiento y, sin embargo, también son el ciudadano de a pie, la imagen del mexicano
95
gordito con el que la sociedad no quiere espejarse. Ahora bien, no se trata de un exceso de
nierika
realidad que, de tan cercana, provoca la ficción, —como indica Dolores Garnica, que postula
que la ficción de Lezama es un espejo—, ni una muestra de elementos políticamente incorrectos de la realidad mexicana. Lezama construye en sí un canon bajo la trampa del realismo:
el de la cotidianidad, la lonja, las miradas morbosas y el albur, se regodea en lo obsceno —en
el sentido etimológico de la palabra, es decir, fuera de escena— de la clase baja, como lo
hiciera, aunque con otra estrategia de la realidad-ficción, Caravaggio, que tomaba a borrachos y prostitutas como modelos de sus santos y vírgenes. Pero estos personajes de Lezama,
¿representan algo más allá de sí mismos? Y junto a ellos, de manera fortuita, siguen estando
otros personajes que sí encarnan mitos de la cultura de masas y popular, de Eminem a Juan
Gabriel, de la Guadalupana a Van Gogh. El pintor toma todos estos elementos y a través de
la estrategia formal alegórica de la apropiación y la acumulación, los bate en la crema del
lenguaje de los barrocos y neoclásicos para pintar personajes ficticios y personajes históricos, y construir una escena donde convergen la aparente vida real y los imaginarios culturales. Los personajes son trabajados como significantes de un falso acontecimiento, vaciados
de significado y colocados en la pintura como un collage. El artista crea su propia mitología:
en los pedazos, igual que en la vacuna compuesta por trozos de virus, se reconoce lo mexicano: a veces grotesco, otras demasiado crudo o excesivamente teatral. Pero la ambigüedad en el plano simbólico esconde en realidad un “mito artificial” en el sentido de Barthes.
Lezama pervierte deliberadamente el lenguaje de la pintura ejecutándola a la manera clásica
—lo que lo incluye en la estirpe genial y mítica de los grandes pintores—, y sin embargo
el aparato que crea dista de ser clásico: al hilvanar su pintura en el halo alegórico de mitos
de(con)struidos es moderno en el sentido de Andreas Huyssen —coloca en el mismo plano
lo alto y lo bajo, lo ficticio y lo histórico— pero al formar parte de una contemporaneidad
que abreva de todos los mecanismos de representación, Lezama también retoma estéticas que se exploraron en la posmodernidad artística, estéticas de presentación (o yuxtaposición) más que de representación, a pesar de que Erik Castillo haya insistido en separar la obra
de Lezama de cualquier viso posmoderno. El mito construido por Lezama es, en realidad,
una alegoría de fantasmas.
Los límites de lo humano y el fantasma azteca
Desde el punto de vista del cuadro como un territorio ficticio, observamos que la pintura,
si bien está conformada por objetos y personajes del imaginario mexicano, está horadando en los límites de lo probable estrictamente en términos formales, mas no temporales.
No vemos en ella escenarios fantásticos que en el mundo real no podrían existir, como
seres voladores o monstruos, pero la imagen incluye una imposibilidad desde una perspectiva temporalmente lineal, pues resucita a dos pintores, literalmente: los fantasmas
de Van Gogh y Gauguin. Contemplamos una colección de seres humanos que aparentemente cohabitan en un mismo espacio plástico, pero que no necesariamente coinciden
en el tiempo.
El hecho de estar inscrita en esta frontera temporal entre el mundo visual y el imaginario, hace pertinente plantear un cuestionamiento referente a otra frontera mucho más
fantasmagórica que, en este caso, afecta al mundo psíquico que despliega nuestro ojo
ante los personajes: ¿cuál es la noción de lo humano que nos muestra este lienzo en el que
convive la escena de un parto en plena calle detrás de un puesto de hot dogs y un grupo
PERSPECTIVA
CRÍTICA
96
nierika
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
de mujeres desnudas en medio de la muchedumbre mientras Gauguin y un hombre
vestido de charro consumen alcohol?
Un pensador francés tan inquietante como esta imagen de Lezama se planteó esa pregunta hace ochenta años: Georges Bataille. En sus últimas colaboraciones para la revista
Documents (1928-1931) atacó al sistema epistemológico con el que la modernidad europea
Ver Botey, Mariana.
“Hacia una crítica de
la razón sacrificial:
necropolítica y estética
radical en México”, en:
Medina, Cuauhtémoc (ed.)
Teresa Margolles. ¿De qué
otra cosa podríamos hablar?
México, Editorial RM, 2009, p. 131-143.
22
se afirmaba como el paradigma de la civilización22 y, desde este derrotero, en la década de
los treinta escribiría La estructura psicológica del fascismo, donde postulaba que el proceso
de expulsión de lo Otro, lo heterogéneo, al interior de una sociedad (el judío, el gitano, el
comunista, la prostituta, el negro, el homosexual) no es una invención del fascismo, sino
que ésta es la estructura misma del proceso colonial. Es decir, la producción de violencia,
la construcción racial de la alteridad como cuerpo del límite de lo humano es, para Bataille,
una categoría de la colonización cristalizada en el esclavo negro, el nativo y el indio. El nazismo supuso el efecto búmeran europeo, aquello que siempre había sido expulsado del viejo
continente hacia América, África, Asia y Oceanía, empezó a perseguirse en sus poblaciones
heterogéneas internas.
Esta reflexión batailleana fue retomada por los primeros estudios críticos coloniales,
como los de Frantz Fanon, quien en las conclusiones de su texto ya clásico, Los condenados de la tierra, se refiere a todo el periodo de dominación colonial como “la gran noche”,
y alienta a los habitantes de las antiguas colonias a que no busquen construir una tercera
Europa (la segunda Europa serían los Estados Unidos): “Compañeros: hay que decidir desde
ahora un cambio de ruta. La gran noche en la que estuvimos sumergidos, hay que sacudirla
y salir de ella. El nuevo día que ya se apunta debe encontrarnos firmes, alertas y resueltos […]
Dejemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina
Fanon, Frantz. Los
Condenados de la tierra
México, fce, 1961, p.
253. Las cursivas de
“gran noche” son mías,
precisamente porque
tienen que ver con el título
del cuadro abordado en
este capítulo.
23
dondequiera que lo encuentra”. 23
Jean-Paul Sartre, en el prefacio al libro de Fanon, enfatiza que no es la actitud de sumisión hacia los conquistadores sino sobre todo la deshumanización, aquello que constituyó
la esencia de la violencia colonial, pero no mediante la animalización, porque un hombre
de corral acaba por costar más de lo que rinde, sino urdiendo una práctica quizá más perversa: dejarlo en un estado intermedio entre sujeto y objeto. Criticaba Fanon: “Los colonos
se ven obligados a dejar a medias la domesticación: el resultado, ni hombre ni bestia, es
el indígena. Golpeado, subalimentado, enfermo, temeroso, pero sólo hasta cierto punto,
tiene siempre, ya sea amarillo, negro o blanco, los mismos rasgos de carácter: es perezoso,
Fanon.
Los Condenados...,
op. cit., p. 12.
24
taimado y ladrón, vive de cualquier cosa y sólo conoce la fuerza”. 24 En una postura también
radical, Michel Foucault, en su libro Il faut défendre la société, arguye fieramente contra el
proyecto de la Ilustración y critica la noción de lo humano surgida de ella, dando cuenta de
que, paradójicamente, los derechos humanos y la razón son los pilares de la Ilustración, y
a su vez son parte integral de la maquinación de la modernidad que implicó la esclavitud,
la colonización y la masacre de civilizaciones. La estructura colonial, dice, se sostiene en un
aparato de raza que afecta a todas las jerarquías del poder y al estatuto que tienen los seres
humanos.
Con este antecedente me interesa traer a colación un texto mucho más reciente
del camerunés Achille Mbembe, investigador de la Universidad de Witwatersrand en
Johannesburgo, que presenta una original interpretación de cómo se permean en la actualidad estas actitudes coloniales evidenciadas por Bataille y Foucault. En su escrito
Mbembe, Achille.
“Necropolitics”, Public
Culture, vol. 15, no. 1, 2003,
pp. 11-40.
25
Necropolítica,25 Mbembe deconstruye los problemas de violencia, poder, muerte, guerra y
política, incorpora a los estudios postcoloniales la mencionada teorización de Bataille sobre lo humano en la modernidad y relaciona su teoría con la teoría de Foucault de que el
racismo es la mejor herramienta para el biopoder26 (concepto que plantea que el poder lo
97
ejerce aquél que tiene control sobre la vida), y la conecta también con la idea de Giorgio
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
Agamben de que el estado de excepción lleva a la deshumanización.
Aunque Mbembe estudia la construcción del campo de poder político y económico
en la modernidad a través de la práctica de la esclavitud y el apartheid racial en Sudáfrica
que, es cierto, no son problemas específicos de la forma de colonización de México, sus
teorizaciones evidencian que “el racismo es el fin de la humanidad”.27 Esta afirmación afecta
tanto a las formas duras de inscripción de lo racial —a las que Mbembe se refiere directamente en su versión anglosajona—, como al aparato suave de la dominación racial, que
sería el modelo que desarrollaron los españoles y portugueses en América Latina desde el
siglo xv. En ambos casos, el espacio fue la materia prima de la soberanía y la violencia que
ésta trajo consigo. La soberanía implicó ocupación, y la ocupación implicó relegar al colo-
26
Mbembe, op. cit., p. 12.
27
“Race is, politically
speaking, not the
beginning of humanity
but its end […] , not the
natural birth of man but
his unnatural death”,
Arendt, Hanna, Origins of
Totalitarianism, p. 157, en:
Mbembe, op. cit., p. 17.
28
Mbembe, op. cit., p. 26.
29
Palou, op. cit., p. 15.
28
nizado a “una tercera zona entre sujeto y objeto”. La diferencia es que en el primer modelo
(el duro) el conquistador entiende al otro racial como naturalmente distinto (no es humano
sino bestia), mientras que en el segundo (el “suave”), estamos ante el sentimiento que profesó por ejemplo, el “defensor de los indios” Fray Bartolomé de las Casas, que hoy, salvadas
las distancias, probablemente tacharíamos de racista porque en su afán de cristianización
llegó a afirmar que la alteridad es históricamente inferior y debía ser educada, salvada de sí
misma y auxiliada para superar su salvajismo. En este sentido, el sociólogo mexicano Pedro
Ángel Palou ha señalado en su libro El fracaso del mestizo que en la construcción del estado mexicano postrevolucionario, el poder se consolida políticamente en la invención de
la mexicanidad, y que la ficción del mestizaje como una meta suprema supone el “eje del
control biopolítico del siglo xx”.29
Toda esta problemática que indaga en el límite de lo humano, y que en el cuadro se
encuentra presente en los cuerpos femeninos desnudos y en la mujer que está pariendo en
la calle, levanta el fantasma poscolonial del otro salvaje en su versión suave que pervive hoy
en día al interior de México y que todavía marca quién es sujeto de derecho, cuál es la población privilegiada, cuál es la excluida y cuál es la desechable. Pero podríamos ir más allá
y elucubrar que en términos de la mano de obra barata de indocumentados sin derechos
que México proporciona a Estados Unidos, éste funge, hacia afuera, como un estado de
apartheid, al activar ahora sí el fantasma del otro salvaje en su versión dura.
Haciendo notar la extraña coincidencia entre el nombre que eligió Fanon para describir
el periodo colonial (“la gran noche”) y el título del cuadro de Lezama que nos ocupa, La gran
noche mexicana, más allá de los caminos azarosos, considero que activar la perspectiva del
límite de lo humano durante la conquista española de México es revelador a la hora de contemplar al grupo de mujeres desnudas cuyas pieles morenas sirven de lienzo para escribir el
nombre de México. ¿Es ésta la idea de cuerpo de la nación que presenta la pintura? En la historia de la última década en México tenemos ejemplos de cuerpos desnudos que han sido
utilizados como estandarte, por ejemplo las protestas de los campesinos autodenominados
Los 400 pueblos, los cuales acusaban al senador Dante Delgado, que había sido gobernador de Veracruz entre 1988 y 1992, de haber expropiado ilegalmente dos mil hectáreas de
terreno a 14 pueblos y de haber encarcelado a 350 campesinos en 1992. Unos 600 integrantes, entre hombres y mujeres, se desnudaban a menudo en las calles entre 2002 y 2009 para
llamar la atención, hasta que se convirtieron para el transeúnte en algo cotidiano, en parte
de la normalidad del Paseo de la Reforma, incluso en un atractivo turístico para los visitantes
que no dejaban de fotografiar estas anatomías.
98
nierika
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
La forma en que estos cuerpos son presentados en la pintura —desnudas las mujeres,
y uno de los niños con un taparrabos blanco—, resucita una noción elitista o exotizante de
lo indígena —mirado desde una clase social superior— y en este sentido los cuerpos desnudos invocan la problemática del fantasma del nativo bárbaro, que en México es el azteca.
Pero, ¿en qué sentido? Como ha señalado Mariana Botey, se pueden rastrear dos imagos de
30
Botey, op. cit.
este fantasma vernáculo. Por un lado, el más tajante se encuentra en la idea del México indígena que interesó a Bataille como paradigma de la reactivación de la dimensión cancelada
de lo sagrado,30 en textos como L’Amerique disparue (1928) o La parte maldita (1933), donde
el pensador exalta aquella sociedad precolombina en la que mediante el sacrificio el hombre
regresaría deliberadamente a habitar la inmanencia de lo animal. Por otro lado, como
señala Botey, está la tesis opuesta que Octavio Paz vertió en la colección de ensayos Posdata
(1970). Para el Nobel de literatura, la soberanía del México moderno es autoritaria y violenta porque expresa el contenido reprimido de la máquina sacrificial azteca. Es decir, siguiendo
a Botey, en Bataille la fantasmagoría azteca es la del salvaje ejemplar y en Paz la del condenado violento. “Mientras Bataille conjura al fantasma y lo invita a acechar sobre una humanidad
idealizada y activar sus poderes destructivos […] Octavio Paz estaba, claramente, a favor de
Botey, 2009, p. 10 de la
versión del texto traducido
difundida en el seminario
Zonas de Disturbio. Las
comillas son del original.
31
practicar un exorcismo”.31
La actitud pacifista y distraída de las mujeres desnudas, que incluso parecen formar
parte a su pesar del espectáculo del que Juan Gabriel es el centro, cancela cualquier viso de
violencia proveniente de la fantasmagoría del azteca condenado que postulaba Paz: más
bien, estas mujeres completamente antiheroicas, pero dignas, contienen al fantasma batailleano del indígena ejemplar, pero se presentan como la ruina actual de aquel imaginario
posrevolucionario indígena. Pero ojo: a la par de estas dos lecturas del espectro azteca se
erige, como hemos visto en las consideraciones de Fanon y Mbembe, aquélla de la máquina
de guerra de la colonia y el ejercicio del poder a través del concepto de raza y la administración de la muerte (Ricoeur). Y, por supuesto, estas personas producto del mestizaje colonial son también ruinas de ese fantasma colonial.
El mito, veíamos, es todo objeto susceptible de ser apropiado por la sociedad, según
Barthes, Roland.
Mitologías. México, Siglo
xxi, 2002, p. 201
32
Barthes.32 Los mitos dan respuesta a por qué el mundo es como es, cuando una relación
empírica de causa-efecto no puede ser vista o recordada. La melancolía estaría presente
en este lienzo si se centrara en el duelo por una pérdida de algo que no se puede recuperar,
como el mito del Anáhuac. Pero el fantasma de la dominación colonial, que irónicamente
también está presente en sus cuerpos pintados con el nombre de México partido por la
figura de Juan Gabriel, diluye completamente el viso melancólico de lo azteca como un
momento donde todo fue mejor. En el cuadro, estas mujeres, en las que el desnudo aparece
Al confiscar imágenes,
las piezas presentan una
estrategia discursiva
irónica. Me interesa aquí la
ironía como una estrategia
discursiva (no me refiero
a la ironía socrática, ni a
la ironía romántica.
No me refiero al tropo
retórico. Tampoco a
la ironía como una
columna de la poesía, un
paradigma de la crítica,
un modo de conciencia o
existencia o un modo de
vida). Ver Hutcheon, Linda.
Irony’s Edge. The Theory and
Politics of Irony. Routledge,
Londres y Nueva York,
1994.
33
más bien como una suerte de violencia simbólica, son espectadoras pasivas, una especie de
coro casual de Juan Gabriel que participa como aparente maestro de ceremonias de la extraña fiesta, de forma que la solemnidad de los personajes se torna, en cierto modo, cómica.
Ironía y mito. El borde de Hutcheon y la teoría de Frye
En La gran noche mexicana el conjunto de procedimientos formales de yuxtaposición de
imágenes matrices apropiadas convive con otro recurso estético: la ironía. Me interesa
rescatar la práctica o estrategia discursiva, particularmente desde el punto de vista del
intérprete en el sentido en que Linda Hutcheon la desarrolla en su libro Irony’s Edge.33 De
hecho, en la traducción de la palabra edge, que puede significar “borde” pero también “filo”,
se encuentran dos de los paradigmas fundamentales de la ironía: por un lado su carácter
ambiguo (borde), por otro lado, el hecho de que siempre tiene un objetivo, un target, o lo
que podría llamarse una víctima, o como lo dice Hutcheon, “el filo de la ironía normalmente
99
corta”.34 Según Linda Hutcheon, la ironía es una maniobra interpretativa e intencional: con-
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
siste en construir o deducir significado en adición a lo que se enuncia y, a la vez, diferente
de lo que se enuncia, junto a una actitud del intérprete hacia lo que se dice y hacia lo que
no se dice.35 El desplazamiento irónico se desencadena a partir de una evidencia textual o
contextual, o a través de indicios (que ella llama markers, pero que bien podríamos llamar
huellas) que están socialmente extendidos o que son una convención social. Y este proceso
ocurre independientemente de las intenciones del llamado “ironista”, que en el caso que
nos incumbe sería el artista.
Lo que sí es importante aclarar es que lo único que no hace la ironía es, justamente,
aquello que muchas veces se dice sobre ella: la ironía no es una simple sustitución antitética
de lo no dicho (llamado significado “irónico”) por su opuesto, lo dicho (llamado significado
“literal”, que es a veces apartado o a veces parcialmente enfrentado). El verdadero significado irónico no tiene que ver simplemente con la contraposición, sino con la manera en
que lo dicho y lo no dicho literalmente interactúan. Desde el punto de vista del intérprete,
“Irony’s edge is often a
cutting one”, Hutcheon,
Irony’s Edge…, op. cit.,
p. 15.
34
Ver Hutcheon, Irony’s
Edge…, op. cit., p. 11. La
traducción es mía. “Irony
is an interpretive and
intentional move: it is the
making or inferring of
meaning in addition to
and different from what is
stated, together with an
attitude toward both the
said and the unsaid”.
35
en la ironía coexisten lo dicho y lo no dicho, de manera que cada uno tiene un significado en
relación con el otro.
El teórico y crítico literario canadiense Northrop Frye desarrolla la teoría de los modos
de ficción, que conciernen a las relaciones estructurales internas de la fábula, con exclusión de su tema. Estos modos ficcionales se regulan según el poder de acción del héroe,
que puede ser mayor, menor o comparable al del espectador.36 En la relectura de esta teoría
de Frye que efectúa Paul Ricoeur, a la que llama esquematismo narrativo, el autor francés
enuncia los modos de Frye de la siguiente manera:37 el más elevado es el mito, es decir, las
historias de dioses, cuya superioridad les viene dada por naturaleza. El segundo, lo maravilloso (romance, texto fantástico o legendario), en el que el héroe es superior a los hombres
y a su entorno, pero no de forma innata, sino por su grado. El tercer modo, el de lo mimético
elevado, donde la supremacía del héroe es sólo con respecto a los otros hombres, pero ya
no a su entorno. En el cuarto modo, el mimético bajo, el héroe es igual a los hombres. En el
quinto, la ironía, el héroe es inferior a los hombres en poder e inteligencia.
Para cada uno de los cinco modos, Frye establece dos planos paralelos previos: el de
lo trágico, donde el héroe es aislado de la sociedad, y el de lo cómico, donde el héroe es
reincorporado a su sociedad. Así, la versión trágica del mito sería una celebración dionisiaca de dioses que mueren, y la cómica serían los mitos apolíneos en los que el héroe es
recibido en la sociedad divina. En el segundo modo, la tragedia maravillosa incluiría relatos
de tono elegiaco, como la muerte del héroe o del santo mártir, y en el lado cómico maravilloso se encontrarían los relatos idílicos, como el pastoril o el western. En el tercer modo,
lo mimético elevado, como la epopeya o la tragedia, la versión trágica celebra la caída del
héroe, y la cómica es, por ejemplo, la comedia antigua de Aristófanes. En el cuarto, en lo
mimético bajo trágico encontraríamos al héroe patético, desde Fausto a Hamlet, y en su
plano cómico, la comedia de Menandro, la comedia doméstica o la novela picaresca. En
la ironía trágica hallaríamos un humor desprovisto de pasión, desde la víctima expiatoria como Adán en el Génesis o el señor K en El proceso de Kafka, hasta la víctima inocente
como el Cristo de los evangelios; del lado contrario, en el plano de la comedia estaría, por
ejemplo, la víctima expiatoria expulsada, como el usurero judío Shylock en El mercader de
Venecia, o Tartufo, hasta la novela policiaca o la de ciencia ficción.
Desde el punto de vista de la recepción (y siguiendo la afirmación de Lynda Hutcheon
que argumenta que sin una sociedad que comprenda la ironía, ésta no es posible), en el
Ver Frye, Nortrhop.
The Anatomy of Criticism.
Four Essays, Princeton nj,
Princeton University Press,
1957.
37
Ver Ricoeur, Paul. Tiempo
y narración II. Configuración
del tiempo en el relato de
ficción. México, Siglo xxi,
1995, pp. 394-403. Las
cursivas son mías.
36
100
cuadro de Daniel Lezama, a excepción del personaje que representa a la Virgen de Guadalupe
nierika
que, por su “condición divina” podríamos situar en un plano mítico, ¿qué personajes son
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
iguales al espectador y cuáles son vistos con inferioridad?
En este cuadro, completamente teatral, uno de los personajes nos mira: los ojos de la
mujer de espaldas que se encuentra en el centro de la pieza ligeramente a la izquierda se
posan en nosotros. Ella rompe la “cuarta pared”, gira su cabeza y nos observa, al igual que
la mujer desnuda en Desayuno en la hierba. Sin embargo, si en el lienzo de Manet la mujer
nos desafía, en el de Lezama parece sorprenderse al descubrir nuestra presencia, de manera que también nos incluye en la composición. Con su ubicación y postura estratégicas,
ella y la mujer de espaldas a medio vestir a quien abraza están transformando en un círculo la
línea de cuerpos desnudos que tienen enfrente. Pero su visión sale del cuadro y capta
la nuestra, por lo que ante nosotros estas mujeres se convierten en el centro de la circunferencia, formándose una línea diametral entre los cuerpos desnudos y nosotros mismos.
Nuestro alter ego compositivo dentro del cuadro, como si se tratara de nuestro espejo, sería
la niña vestida de rosa que se agazapa en el pilar para observar, desde arriba, la escena
que nosotros mismos estamos viendo desde un punto de vista alto opuesto. La mirada de
esta mujer desnuda de cabello suelto nos obliga a entrar en la obra, mientras que su seno
derecho se convierte en el centro geométrico del círculo al que acabamos de acceder. De
hecho, si trazamos una línea oblicua de la zona superior izquierda a la esquina inferior
derecha, notaremos que cruza por el ojo de la mujer, mientras que si efectuamos la misma
operación en las otras dos esquinas, la perpendicular pasa por su pezón. Los parámetros
de composición, como veíamos, obedecen a las reglas de la pintura desarrolladas desde el
Renacimiento.
Si nos consideramos fuera de cuadro pero insertos en la pintura como espectadores, y
nos centramos en el mundo interno del mismo, nos damos cuenta de que no podemos rescatar la trama porque no hay tal, pero sí podemos determinar nuestra posición con respecto
a los demás personajes. Las anatomías desnudas representarían un extrañamiento frente a
la realidad del espectador en su propio mundo visible; sin embargo, si cambiamos el punto
de vista al de las reglas internas del cuadro, los extraños dentro del mismo, en el sentido del
extranjero derridiano, no son los cuerpos desnudos sino el público que observa la obra. ¿Y
quién es, entonces, el clandestino de Badiou? Aquél que está en el espacio ciego del cuadro: precisamente es el espectador, somos nosotros quienes de forma voyerista estamos
contemplando este falso acontecimiento desde fuera del cuadro, sin querer participar en él,
y sin embargo lo estamos haciendo aunque no estemos presentes en la imagen. Además,
otros extranjeros —pero no clandestinos— literalmente en esta noche mexicana son algunos de los artistas presentes: Van Gogh, Gauguin y Eminem, y, siguiendo a Frye, parece que
nos encontramos en el mismo plano que ellos, como espectadores pasivos. Juan Gabriel,
quien recibe el foco luminoso del cuadro, provoca un extrañamiento porque se encuentra
fuera del escenario, por lo que su presencia en la imagen se vuelve absurda e inquietante
al mismo tiempo.
Parece que en la pintura —además del modo mítico en la Virgen de Guadalupe—, conviven dos modos ficcionales que se regulan con base en el poder de acción del héroe: el
cuarto (lo mimético bajo), en el que el héroe es igual a los observadores, es encarnado por
los artistas y los personajes que contemplan la escena central: Gauguin y el charro con la
cerveza, Eminem y Van Gogh. Sin embargo, su presencia inexplicable según los cánones
del mundo real —haciéndola irreal—, acentúa la comicidad de los personajes antiheroicos de la pintura, aquéllos que se ubican en el quinto modo de Frye, los que “miramos con
101
arrogancia”.38 Por un lado, Juan Gabriel: si en un concierto real estaría —por su condición de
nierika
estrella de la música— en un plano de superioridad, en la pintura, a pesar de encontrarse en
PERSPECTIVA
CRÍTICA
la zona más visible de la imagen, está en inferioridad, pues ninguno de los otros personajes
le está haciendo caso a pesar de sus esfuerzos. El supuesto maestro de ceremonias sólo está
ambientando la escena, igual que los mariachis. Es un antihéroe cómico, y su actitud desmitifica la fantasmagoría del espectáculo como anestesiante de la masa, puesto que esta
Ricoeur. Tiempo y
narración II..., op. cit., p. 398.
38
muchedumbre está pendiente de otra cosa. ¿De qué? Está claro que de él no.
Por otro lado, las antiheroínas que lucen “México” escrito en sus pieles se presentan
como anatomías cosificadas, como si fueran un cartel de piel, y además se encuentran desnudas en medio de la muchedumbre. Llevan inscrito el fantasma de la alteridad racial como
límite de lo humano en el sentido de Bataille y Ricoeur, y su cuerpo funge como una vulgar
huella (casi un despojo) del mito de lo que fueron sus ancestros. Personifican un cuerpo de
la nación irónicamente trágico: son víctimas completamente visibles.
El grupo de personajes de la zona oscura del cuadro roza con lo grotesco y fundamenta
su estatuto irónico trágico en la ambigüedad: se trata del nacimiento de un bebé en la calle,
auxiliado por el señor del puesto de hot dogs, que también hace aspavientos sexuales —pedófilos— al infante que asiste el parto, quien a su vez posee las tijeras que decidirán si cortar
el cordón umbilical o más bien convertir al recién nacido, o la placenta, o ambos, en comida
o tamales. No lo sabemos. Esta parturienta funge como una alegoría de las perversidades
que se engendran en un estrato que, por su espectro de lo no humano, aparece como
población desechable.
Y como contrapunto se encuentra el niño que juega con un camión al lado de una
coladera. Si todos los demás personajes han visto vaciado su estatuto original —proveniente de la realidad— para convertirse en ruina alegórica de otra cosa, hasta el punto de ser
inquietantes y casi irreconocibles como significantes, este niño con un juguete, absorto en
su fantasía y las reglas de su propio juego, es precisamente el único personaje que está invocando, deliberadamente, los fantasmas de su imaginación. El juguete, ante la posibilidad
de significar cualquier cosa, se compara con lo alegórico. Como afirma Agamben, “existen
objetos que están desde siempre destinados a un uso tan particular que puede decirse que
se sustraen, en realidad, a toda regla de uso: se trata de los juguetes”. 39
En la teoría de Frye, la ficción en Occidente desplaza su centro desde lo alto hacia
Agamben. Estancias, op.
cit., p. 108.
39
lo bajo, desde el héroe divino hacia el de la comedia y la tragedia irónica. A medida que
decrece lo sagrado del héroe también decrece lo maravilloso, de forma que, según el autor
canadiense, al disminuir ambos se acrecentarían los valores de plausibilidad y verosimilitud.
En la lectura que Ricoeur hace de Frye, el autor francés observa que a pesar de que la ironía
está potencialmente presente en cuanto hay mythos en sentido amplio —y todo mythos
implica un “repliegue irónico fuera de lo real”—, sucede también un fenómeno descendente: “merced a la disminución de poder del héroe, los valores de la ironía se liberan y se dan
libre curso”. 40 Precisamente La gran noche mexicana es un territorio fértil para que la ironía
se despliegue en toda su amplitud.
Frye, además, elucubra una teoría circular en la que la máxima degradación de la ironía
conduciría al renacimiento de la divinidad, pues “la ironía, de una u otra manera, conduce
al mito”,41 bajo la forma de lo que él denomina mito irónico. Con base en esta afirmación, mi
tesis es que la pintura de Lezama se encuentra precisamente en el interludio de ese paso
que indica Frye, es decir, en la frontera entre el modo irónico y la resurrección del mito. En
el rito que están efectuando aquellos personajes que cargan un fantasma cuyo estatuto humano está en entredicho, es decir, los cuerpos desnudos que se encontrarían encarnando el
Ricoeur. Tiempo y
narración..., pp. 398-399.
Aquí Ricoeur entiende
mythos en su definición
aristotélica: la “imitación
de una acción”. Sus
estudios de la trama, más
allá de la conducta de los
protagonistas, se centran
en el destino externo de
los personajes, como su
transformación moral,
crecimiento, o educación.
40
Frye, Nortrhop. The
anatomy of criticism. Four
essays. Princeton, 1957, pp.
59-60 y 66-67, citado en
Ricoeur, p. 399.
41
102
nierika
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
modo irónico trágico, éstos se hallarían entonces, a un paso de culminar el ciclo de regreso
al mito, según la teoría a la vez descendente y circular de Frye. ¿Pero, dónde lo vemos?
La mancha lacaniana de la pintura. Hacia una poética
sacrificial
Frye no nos dice cómo se produce el paso de la ironía al mito. Dediqué una buena parte
de este texto a discutir cómo la pieza presenta una serie de trampas visuales que provocan
una suerte de colapso acerca de la forma en que el espectador debe contemplarla. A pesar
de lo que las pistas clásicas nos indiquen, no es la búsqueda de símbolos, sino el darnos
cuenta de que el realismo es una trampa que esconde la imposibilidad de leer de forma
simbólica una serie de personajes que han sido apropiados, descontextualizados, vaciados
y acumulados, lo que permite acceder al mundo fantasmagórico en la pieza. También dejé
planteada la teoría lacaniana de la mancha, aquel agujero que perturba pero que anuncia la
posibilidad del surgimiento de lo que oculta detrás, pues se fundamenta en una imposibilidad de descorrer la cortina de lo Real (Žižek).
Frye basó sus interpretaciones literarias en los textos clásicos, pero también en la idea
de que la Biblia sería el paradigma de todos los símbolos, mitos, géneros y tipologías de la
literatura. Si partimos de esta condición, y tomamos el ejemplo del modo irónico trágico del
Ricoeur. Tiempo y
narración II, op. cit., p. 398.
42
personaje de Jesucristo,42 el paso de la ironía al mito, o dicho de otro modo, del antihéroe al
héroe divino, tendría que llevarse a cabo a través del sacrificio. ¿Dónde aparece en el cuadro
la idea de un sacrificio?
Menciona Bataille en La parte maldita que el sacrificio es una superabundancia, un gasto
radical que sólo se puede producir después de la acumulación, pero también de la cosificación: “El sacrificio restituye al mundo sagrado lo que el uso servil degradó y volvió profano. El
uso servil hizo una cosa (un objeto) de aquello que, profundamente, es de la misma natura-
43
Bataille, Georges. La parte
maldita. Barcelona, Icaria,
1999, p. 64.
leza que el sujeto, que se encuentra con el sujeto en una relación de íntima participación”.43
Si he plasmado, hasta ahora, el exceso y la convivencia de huellas que despiertan fantasmas
ilegibles en la pintura, enfrentarnos a la búsqueda de un supuesto sacrificio en la pieza
supone el paso más oscuro de todos, porque precisamente la idea de sacrificio no se ve con
los ojos, pero sí se puede sentir su fantasma. Es la mancha.
He reservado, a propósito, dos personajes para este punto: la Virgen de Guadalupe y
el niño desnudo que es portado a hombros. ¿La Virgen camina hacia el niño, hacia atrás
o lo está esperando? ¿Ella se está levantando el manto, o está a punto de desplegarlo? Si
repasamos el mito de la aparición de la “morenita del Tepeyac” que funde las tradiciones
vernáculas de la Coatlicue con lo cristiano, fue un joven indio, Juan Diego, el que, instado
por ella, introdujo en su manto unas rosas que a pesar de ser invierno habían crecido milagrosamente, lo cual comprobaría que la aparición era cierta. Al abrir el manto ante el obispo
en la tela habría quedado impresa, como una pintura, la imagen de la Virgen de Guadalupe.
En la obra de Lezama es la Virgen la que está extrayendo pétalos de su manto, como
podemos observar en la línea floral que ha trazado delante de ella. Es decir, en la pieza se
han tergiversado los mitos que, alegóricamente, se vacían de su contenido original para
significar una cosa distinta. Además, la forma en que la Virgen aparece pintada, al mismo
nivel de los demás personajes, nos hace imposible saber si es una aparición o un personaje
disfrazado. Este camino de pétalos marca el trayecto por el que pasará el niño despojado
de ropa que traen a hombros. Las mujeres desnudas están esperando a que pase el desfile,
mientras que Juan Gabriel, cuyo nombre funde irónicamente el de Juan Diego y el del
Arcángel Gabriel, lo recibiría. ¿Hacia dónde se dirige este niño? ¿Quién es? Son preguntas
de las que nunca tendremos respuesta porque nos encontramos, de lleno, en la zona del
103
cuadro que corresponde a la mancha lacaniana que nos obliga a conjugar los verbos en
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
postpretérito.
A mi juicio, el niño que es llevado a hombros hace referencia a aquél que va a ser sacrificado. Sin embargo, aquí no tenemos a una víctima expiatoria como Jesús, sino que el
fantasma que palpita en él, como en todos los demás personajes desnudos, es el de los
sacrificios aztecas, pero también el de la dominación colonial. Un fantasma mestizo. Por
ello el infante no lleva una corona de espinas sino una corona de flores blancas (Jesucristo,
un emperador azteca, un dios griego).
El propio Bataille abunda en el capítulo titulado “Los sacrificios humanos de México”, de
su libro La parte maldita,44 en el hecho de que los aztecas efectuaban las guerras floridas para
proveerse de población cautiva de la cual obtener flores (corazones humanos) con que ali-
Bataille. La parte maldita,
op. cit., p. 57.
44
mentar a sus dioses. Más de veinte mil víctimas eran sacrificadas anualmente. El pensador
destaca uno de los ritos relacionados con el culto al dios del sol, Tezcatlipoca. Para nutrirlo,
alrededor de la pascua de resurrección se procedía a la inmolación de un hombre joven y
de una belleza perfecta. Un año antes, este bello procedente de las poblaciones capturadas
había sido elegido para personificar a Tezcatlipoca. Durante doce meses gozaba de privilegios de príncipe e incluso la gente se arrodillaba ante él para adorarlo. Veinte días previos al
sacrificio gozaba sexualmente de cuatro doncellas, y cinco días antes se le rendían los honores de un dios. ¿El niño de Lezama es el joven cautivo que representa a Tezcatlipoca?
¿Los pétalos que ha lanzado la virgen hacen referencia a las guerras floridas? ¿El niño es
a la vez Juan Diego y el cautivo que representa a Tezcatlipoca, y que será sacrificado? ¿Es
Guadalupe la sacerdotisa que va a sacar un cuchillo de obsidiana de su manto para sacarle
el corazón?
Sin una sociedad que comprenda la ironía ésta no es posible: la ironía no existe hasta
que no es entendida, y por ello la forma en que Hutcheon problematiza la ironía es como
estrategia discursiva, más allá de estudiar si se trata de un tropo, de una figura retórica de
origen aristotélico o de una actitud hacia la vida. Es decir, como la ironía sucede en este
“discurso” no puede desligarse de aspectos sociales, históricos y culturales, y sobre todo
de una experiencia. Dicho de otro modo, incluso las dimensiones sociales más simples de
la ironía implican normalmente un componente afectivo: “La ironía no crea comunidades,
sino que la comunidad discursiva es la que hace posible la ironía”. 45
La gran noche mexicana es un jeroglífico alegórico que perturba y seduce la mira-
Hutcheon. Irony’s Edge...,
op. cit., p. 19.
45
da al mismo tiempo, deconstruyendo la idea de identidad mexicana como una unidad
formal de fantasmas inconexos de distintas temporalidades, occidentales y vernáculas; del
espectáculo, de la pasión cristiana y del sincretismo religioso; de la calle, del folclor, de la
cotidianidad, que confluyen en una zona oscura, construyendo una mancha de la irrealidad no asimilable, fracturada. Lezama es un coleccionista de huellas que catapultan a un
impulso alegórico en su relación con el tiempo, un tiempo que parece quedarse subsumido en un presente amalgamado de fragmentos de cultura visual.
La alegoría hacia lo sacrificial batailleano es sólo teórica, porque el sacrificio no se
consuma sino que únicamente aparece aludido en el personaje que podría personificar
al príncipe que va a ser sacrificado. Hay que recordar que para Bataille el sacrificado es
a la vez maldito y sagrado, pues “la víctima es un excedente tomado de la masa de la riqueza
útil, y no puede extraerse más que para ser consumida sin provecho, en consecuencia, destruida para siempre”. 46 Es decir, hay que destruir en tanto cosas aquellos animales, plantas
o personas —como los esclavos que sacrificaban los aztecas— que el hombre tuvo que
Bataille. La parte maldita,
op. cit., p. 67. Las cursivas
son mías.
46
104
transformar en una cosa para su uso. El rito tiene la virtud de reencontrar la participación
nierika
íntima del verdugo y la víctima, a la que el uso servil le había puesto fin porque la había
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
transformado en cosa.
Pero en La gran noche mexicana esa descomposición lograda formalmente a través de
la yuxtaposición es sobre todo irónica: no hay sacrificio como tal, sino que la estrategia
Mbembe, op. cit, p. 38. La
traducción es mía.
47
discursiva de la imagen la suspende en una mancha que conduce a un eterno rito sin final,
circular, un caminar eterno hacia el sacrificio, que busca devolver a los objetos degradados
hasta el máximo, a la condición sagrada del mito.
El extrañamiento y la clandestinidad son evidentes, mientras que la violencia que supondría perpetrar el sacrificio queda fuera de cuadro. El niño y la virgen permanecen flotando
en esa búsqueda eterna, quizá porque es un mito perdido al que no se puede retornar,
o quizá porque como Bataille sugiere, el sacrificio en realidad no revela nada. Encubre su
propio vacío. Apunta Achille Mbembe que el sacrificio “no es simplemente la manifestación
absoluta de la negatividad. Es también una comedia”.47 Y mientras tanto, otras comedias
suceden con Juan Gabriel, Van Gogh, Eminem, las mujeres desnudas y los personajes clandestinos del primer plano, que están presentes formalmente en el lienzo pero cada uno en
su mundo, en su propia escena.
Si pensamos en el grabado renacentista de Durero Melancolía I, el ángel pensativo tiene
delante todos los instrumentos para medir el mundo: una esfera, un poliedro truncado de
cristal, una regla, un reloj de arena, una balanza, un cuadrado mágico, una campanilla y una
escalera de siete peldaños. Son todos los instrumentos para asir y racionalizar el mundo,
pero está todo desordenado y no se puede concluir la tarea. El planteamiento de Lezama,
en el sentido de la acumulación, es similar, sólo que los elementos que amalgama no simbolizan nada (como sí sucede en el grabado renacentista). Los fragmentos y huellas que
hallamos en el cuadro, en un registro moderno pero con reminiscencias posmodernas,
tienen una unidad formal, como sucede en el grabado de Durero, y están colocados en
una escena que tiene que ver con el espectáculo, pero el significado que puede extraerse
como espectador es más multifónico que representacional. Sin embargo, la pieza logra, con
todas sus trampas, encantar la mirada del espectador.
El trampantojo, o engaño al ojo, encuentra su origen en la antigua Grecia, en el concurso
celebrado en el siglo v a. C. en que los pintores Zeuxis y Parrasios se disputaron la superioridad artística. Narra Plinio el Viejo en su Naturalis Historia que Zeuxis, orgulloso de haber
pintado unas uvas tan apetitosas que hasta los pájaros llegaron a picotearlas, se dispuso a
correr la cortina que cubría el lienzo de su oponente para darse cuenta, sorprendido y angustiado, que la tela era en realidad la pintura. En un tiempo en que se valoraba el arte por
su grado de imitación, si el primero había engañado a los animales, Parrasios era vencedor del torneo, pues había logrado engañar al ojo de un artista.
Más que desvelar el encantamiento, Lezama, en pleno siglo xxi consigue imbuir al que
mira su cuadro en un gran trampantojo sin solución inmediata. No sólo acumula y se apropia de imágenes de personajes de distintas épocas (de la virgen de Guadalupe a Van Gogh
pasando por Juan Gabriel), sino que también se adueña del uso de la perspectiva renacentista a través del realismo para generar en nosotros la ilusión de que estamos ante una escena que supone una unidad. Las huellas presentes en la pieza no son sólo los personajes que
aparecen en ella, sino que invocan una serie de fantasmas de la identidad mexicana y sus
fricciones —desde el Otro como salvaje ejemplar hasta el paso del modo irónico al mítico,
en términos de Frye—, además de que las huellas se encuentran en la propia técnica pictórica, lo que también juega con la experiencia visual del receptor y su vivencia con las obras
renacentistas y barrocas. Para contestar al encantamiento de las imágenes tecnológicas, Le-
105
zama encanta y engaña al ojo del espectador a través de una composición que, como Me-
nierika
lancolía I de Durero, está tan llena de elementos que provoca una imposibilidad de lectura
inmediata. Si la pintura pareciera estar cada vez más denostada en los ámbitos contemporáneos de México, Lezama nos introduce en su cuadro y nos hace creer que las claves
de la identidad mexicana se encuentran en el reducto de elementos —provenientes de
su fantasía— que aparecen en el lienzo, a pesar de que la realidad del país es mucho más
multicultural de lo que la pieza muestra. No hay progreso posible en el teatro de México
que presenta Lezama, porque en esta ficción ilegible, inconexa, pero de apariencia realista,
el tiempo no lineal —porque sus personajes pertenecen a distintas épocas— aparece suspendido en un intersticio eterno entre la ironía y el mito.
PERSPECTIVA
CRÍTICA
106
nPERSPECTIVA
ierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
C R Í T ICA
Archivos postcoloniales,
raza y escrituras del
cuerpo.
Del filme La Venus Negra a
las grafías visuales de Belkis
Ayón
Yissel Arce Padrón
Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco
yisselarce@yahoo.com.mx
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Resumen
Este artículo explora las relaciones de sentido entre las marcas raciales y el cuerpo femenino en los
procesos de (re)escritura de las narrativas de la nación postcolonial. Para ello, el análisis se centrará en
una selección de las propuestas visuales de la creadora cubana Belkis Ayón, tomando como punto
de partida algunas imágenes del filme La Venus Negra (2010) de Abdellatif Kechiche. Las figuraciones
disruptivas que estos creadores hacen emerger de un cuerpo modelado por la impronta colonial
y por los ejercicios sistemáticos del poder permiten dar cuenta, además, de los modos en que el
cuerpo femenino ha devenido en soporte reflexivo para el ejercicio artístico contemporáneo. Los
regímenes de visibilidad y las políticas de la mirada eurocéntrica serán el eje articulador de los escrutinios críticos de estos trayectos investigativos.
Palabras clave: raza, nación, cuerpo, género y epistemologías postcoloniales
Abstract
This article explores the relationships among racial brands and the female body in the process of
(re)writing the narratives of postcolonial nation. For this, the analysis will focus on a selection of visual
proposals of the cuban artist Belkis Ayon and taking as its starting point some images of the film La
Venus Negra (2010) by Abdellatif Kechiche. The disruptive figurations that these artists make emerge
from a body modeled by the colonial imprint and systematic exercise of power, and allow account of
the ways in which the female body has turned into reflexive support for contemporary artistic exercise. The visibility regimes and the policies of the Eurocentric gaze will be the linchpin of the critical
scrutiny of these research trips.
Keywords: race, nation, body, gender and postcolonial knowledge
Topografías coloniales
uerpo y raza configuran en el campo visual cubano un juego de tensiones y
articulaciones que muestran un espacio de confrontación entre las huellas de
sujeción histórica y las tácticas de resistencia y negociación de diferentes sujetos
en marcos específicos de relaciones de poder. Desde esas coordenadas habría que entender las grafías visuales del cuerpo femenino en la plástica cubana como un dispositivoefecto que permite discutir experiencias, rastros, archivos, traumas, memorias y trayectos de
identificación, así como olvidos, borramientos y complejos procesos de (re)escrituras.
107
El cuerpo, ya lo sabemos, ha resultado históricamente un dispositivo privilegiado de
nierika
disciplinamiento, “un locus de significados culturales que van más allá de las experiencias
PERSPECTIVA
CRÍTICA
subjetivas para operar en un nivel simbólico, siendo útiles también para el mantenimiento
y la reproducción de un orden social específico”. 1 La mirada europea y sus regímenes de
visibilidad, así como sus códigos de representación, inauguraron, o más bien “autorizaron”,
la matriz geopolítica desde la cual emergería el cuerpo racializado y feminizado del sujeto
colonial: un cuerpo-espacio-territorio infinito y virgen que invitaba a ser explorado, medido,
inspeccionado y cartografiado.
En un texto imprescindible para la teoría postcolonial contemporánea, Imperial Leather.
Race, gender and sexuality in the colonial contest, Anne McClintock analiza el mapa de la ruta
hacia las supuestas minas del rey Salomón que el escritor británico Henry Rider Haggard
estampa en las primeras páginas de su novela Las Minas del Rey Salomón, de 1885.2 Allí, en
la geografía simbólica de un mapa que produce e inventa un territorio feminizado, McClintock encuentra algunas de las claves geopolíticas rectoras del imperialismo Occidental: “la
transmisión de un poder blanco y masculino a través del control de las mujeres colonizadas;
la emergencia de un nuevo orden global del conocimiento cultural y la directiva imperial
sobre el capital de materias primas”.3 Un mapa que, al mismo tiempo, pretendía desdibujar
“la presencia de poderes femeninos y nociones africanas alternativas sobre el tiempo y el
Donoso, Carla,
“El cuerpo femenino
como representación
simbólica: reproducción y
violencia” en Vidal,
Francisco y Donoso,
Carla (comp.), Cuerpo y
Sexualidad, Universidad
Arcis, Chile, 2002, p. 80.
1
McClintock, Anne,
“Introduction.
Postcolonialism and
the angel of progress”
en Imperial Leather. Race,
gender and sexuality in the
colonial contest, Editorial
Routledge, New York,
1995, pp. 2-3.
2
3
Ibid, pp. 1-3.
4
Ibid, p. 3.
conocimiento; esos retos al poder imperial resultaban, en el mapa de Haggard, negados,
invertidos y controlados”,4 diría también la autora.
Pero el cuerpo del sujeto colonial no alcanzaría únicamente sus contornos más precisos
en aquellas cartografías visuales que encarnaban el tropo del paraíso, aquel territorio casi
idílico que precisaba ser conquistado. La gestación de la mirada racializada y las relaciones
coloniales también florecerían en las sistemáticas exhibiciones del cuerpo de la mujer negra
en el corazón “civilizado” de la cultura europea: circos, feria de atracciones, baile de disfraces, disquisiciones científicas y exposiciones universales devinieron escenarios privilegiados
para asentar el aparato cultural e ideológico del racismo del siglo xix. Hoy sabemos que se
trata de un constructo que goza de plena vigencia. En palabras de bell hooks,
el cuerpo de la mujer negra estaba allí para entretener a los invitados con la imagen desnuda
de la otredad. Y ellos no estaban para mirarla como un ser humano completo, sino para notar
solamente ciertas partes. Objetificadas de una manera similar a la de las esclavas negras que
estaban paradas en plataformas de subastas mientras los dueños y los mayorales describían
sus partes importantes, vendibles, las mujeres negras, cuyos cuerpos desnudos eran exhibidos
para los blancos en actividades sociales, no tenían ninguna presencia. Fueron reducidas a un
mero espectáculo. Poco se sabe de sus vidas, de sus motivaciones. Sus partes corporales eran
ofrecidas como evidencia para apoyar las ideas racistas de que los negros eran más semejantes
a los animales que otros seres humanos.5
En este sentido es ya muy conocido el caso de la sudafricana Saartje Baartman, apodada la
Venus Hotentote. La protuberante y distintiva anatomía de sus órganos sexuales captó
la atención del hermano de su empleador, en una granja cerca de Cape Town, quien le sugirió a ésta un viaje a Europa para exhibirla a cambio de que los beneficios económicos fueran
compartidos entre ambos. Cuando llegó a Londres en 1810, Saartje inmediatamente fue
puesta en exhibición, y después de una larga gira por las provincias inglesas viajó a París,
donde un entrenador de animales la colocó en un circo, lugar en el que murió en 1815.
Tras su deceso, las partes mutiladas fueron sometidas a un minucioso examen. Sus órganos
hooks, bell. “Vendiendo
bollitos calientes:
representaciones de la
sexualidad femenina negra
en el mercado cultural” en
Revista Criterios, número 34,
2003, Casa de las Américas,
La Habana, p. 31.
5
108
sexuales fueron disecados y se exhibieron hasta el año 2002 en el Museo del Hombre en
nierika
París. De este modo, como subraya Sander Gilman, “el auditorio que había pagado por ver
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
sus nalgas y había fantaseado sobre el carácter único de sus genitales cuando ella estaba
viva, pudo —después de su muerte y disección— examinar ambos”. 6 Esto no haría más que
enfatizar la fascinación europea blanca por los cuerpos de los negros, particularmente con
los cuerpos femeninos negros, pero siempre en una doble condición, o en lo que Homi
Sander, Gilman, “Cuerpos
negros, cuerpos blancos:
hacia una iconografía de
la sexualidad femenina
en el arte, la medicina y la
literatura de fines del siglo
xix”, en hooks, bell. Ibidem,
p. 30.
6
Bhabha, Homi, “Narrando
la nación” en Fernández
Bravo, Álvaro (comp.),
La Invención de la Nación.
Lecturas de la Identidad
de Herder a Homi Bhabha,
Editorial Manantial,
Buenos Aires, 2000, p. 213.
7
Bhabha ha nombrado como “la cualidad fetichista del discurso colonial, en la cual el otro es
simultáneamente reconocido, deseado y repudiado”.7
La historia de Saartje Baartman, y más específicamente su cuerpo y sus sucesivas
mutilaciones, ha devenido en un territorio discursivo y simbólico desde el cual sostener
importantes críticas a los regímenes de la mirada que ha instaurado el orden colonial. En el
epicentro de esas trayectorias tendríamos que situar las prácticas audiovisuales como un
lugar privilegiado de reflexión profunda y de meditación sistemática sobre estos tópicos. El
cine y la potencia expresiva de los elementos del lenguaje cinematográfico que lo constituyen permiten una discusión excepcional —por las figuraciones que de allí emergen— en
torno a las subjetividades contemporáneas y sus trazados históricos. Algunas de estas propuestas fílmicas, además de cartografiar la escritura colonialista de la historia, persisten en
señalar la sobrevivencia y las múltiples formas en que se actualiza la violencia colonial en las
sociedades postcoloniales.
En sintonía con esas premisas, el director tunecino con base en Francia, Abdellatif
Kechiche, realizó su filme La Venus Negra (2010) inspirado en los últimos años de la vida
de Saartje Baartman. Las políticas de la mirada europea sobre África y, más específicamente,
las prácticas de visibilización del cuerpo africano, encontraron en la dramaturgia visual de
esta película un espacio destacado desde donde construir y articular polémicos sentidos.
Justamente en las tesituras múltiples de los procesos de significación que se anudan en la
imagen cinematográfica es que podríamos ubicarnos para “movilizar” o problematizar los
regímenes de la mirada que sostienen su propuesta fílmica.
Figura 1. Fotograma de
la película La Venus
Negra (2010) de
Abdellatif Kechiche.
La circulación de imágenes en los medios de comunicación ha determinado la pedagogía con que vemos los cuerpos desde la diferencia; esta pedagogía también ha sido interpelada por emplazamientos críticos que emborronan los signos de la imagen imperial y la
109
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
lógica de las relaciones de poder fraguadas en la episteme colonial. En este trabajo seguimos a Robert Stam cuando afirma que “si el cine dominante ha caricaturizado históricamente a las civilizaciones distantes, los medios de comunicación hoy tienen muchos más
centros, y tienen el poder no sólo de ofrecer representaciones compensatorias, sino también de abrir espacios paralelos”.8
Así, La Venus Negra nos presenta la dolorosa experiencia de la Venus Hotentote, pero el
modo repetitivo e irritante con el cual el director satura las imágenes con los detalles de las
sucesivas vejaciones a su protagonista logra que la historia vaya más allá de la simple des-
8
Shohat, Ella y Robert
Stam, “Introducción” en
Multiculturalismo, cine y
medios de comunicación,
Paidós, Barcelona, 2002,
p. 25.
cripción de esas humillaciones físicas y morales para convertirse en una elaboración crítica
en torno a las concepciones éticas y científicas de la Europa del siglo xix. El propio director
resume su propuesta como “la historia de un cuerpo y su mutilación progresiva”,9 así como
la responsabilidad colectiva de los espectadores (pero no sólo los del pasado, sino también
los actuales) ante el escarnio público de un cuerpo que producen y visibilizan desde prácticas de diferenciación colonial que racializan, excluyen y marginan.
9
“Abdellatif Kechiche
sorprende en Venecia con
‘La Venus Negra’”, en Revista
Cinefagia, septiembre
9, 2010, disponible en:
<www.revistacinefagia.
com> (última visita el 2 de
febrero de 2015).
Figura 2. Fotograma
de la película La Venus
Negra (2010) de
Abdellatif Kechiche.
En este sentido, la cámara inestable de Lubomir Bakchev, siempre en encuadres cerrados, sucios, estableciendo un contrapunto constante entre diferentes planos visuales
y entre la narración verbal del dueño de Baartman, nos convierte literal y metafóricamente
en testigos morbosos de la degradación más profunda de todos los involucrados. En la mayoría de los encuadres el público resulta protagónico (aún y cuando su mirada está posada
sobre Saartje Baartman) al entretejer significativamente planos sonoros y visuales como
criterio de articulación que aporta cohesión al relato cinematográfico.
A través del encadenamiento expresivo de las imágenes discurren movimientos
de cámara, juegos discontinuos entre diferentes tipos de planos, ejercicios fotográficos que
exploran metafóricamente las dimensiones conceptuales de los claroscuros y los matices
contrastantes entre luces y sombras. Además se enfatiza de forma desmedida y descriptiva el juego de miradas con un alto contenido simbólico en cada una de las tomas que
110
eclosionan el supuesto silencio, la mudez verbal de Baartman, cuyo mapa más íntimo e
nierika
introspectivo elabora sus contornos en los pliegues y texturas de las dimensiones simbóli-
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
cas de las imágenes y las políticas de las miradas sobre las que se edifica la dramaturgia de
una propuesta como La Venus Negra.
10
Ibid.
11
Lao-Montes, Agustín,
“Hilos descoloniales. Translocalizando los espacios
de la diáspora africana”,
en Tabula Rasa, número 7,
Bogotá, julio-diciembre,
2007, p. 56.
12
Carneiro, Sueli,
“Ennegrecer al feminismo.
La situación de la mujer
negra en América Latina
desde una perspectiva
de género” en Nouvelles
Questions Féministes,
volumen 24, número 2,
2005. Edición especial en
castellano: Feminismos
disidentes en América Latina
y el Caribe, p. 23.
13
Véase Martiatu Terry,
Inés María, “Prólogo” en
Martiatu Terry, Inés María
y Daisy Rubiera Castillo
(sel.), Afrocubanas. Historia,
pensamiento y prácticas
culturales, Editorial de
Ciencias Sociales, La
Habana, 2011, p. 2.
14
Mitchell, W. J. T.,
“Mostrando el ver: una
crítica de la cultura
visual”, en Revista de
Estudios Visuales. Crítica de
la Cultura Visual y el Arte
Contemporáneo, número
1, noviembre, 2003, p.
30. Polemizando incluso
con la propia noción de
interdisciplinariedad de
los estudios visuales,
al nombrarla como
“cómoda y automática”,
Mitchell traza argumentos
metodológicos que
resultan atendibles para
pensar críticamente estos
cruces: “se trata de una
interdisciplinariedad que
es un poco aventurada y
transgresora, pero que en
último término sólo sirve
para desviar la ansiedad.
No posee la ‘turbulencia’, la
‘incoherencia’, el ‘caos’
o la ‘fascinación’ de lo que
le interesa: la indisciplina,
el momento ‘anarquista’
de la ‘fractura o ruptura’,
cuando una forma de
hacer las cosas lleva a
cabo compulsivamente
la revelación de su propia
inadecuación”. Mitchell,
W. J. T., “What do Pictures
‘Really’ want?” en Revista
October, volumen 77,
verano, 1996, p. 74.
Más allá de esta sintaxis compleja de la imagen fotográfica y la corporalidad que
se configura en los entrecruzamientos entre raza, género y poder, lo que me interesa enfatizar con este ejemplo es uno de los elementos de la puesta en escena del filme: la selección
fortuita, pero cargada de sentido, de la cubana Yahima Torres, emigrada también en Francia,
que debuta como actriz al encarnar al personaje de Saartje Baartman. “Si bien el filme exigía
escenas crudas acepté porque se denuncia el racismo que aún existe en el mundo”, 10 admitió en una charla con la Asociación Francesa de Prensa la joven cubana —por entonces
de 30 años—, quien también tuvo que “disciplinar” su cuerpo hasta alcanzar límites insospechados. Esta yuxtaposición de experiencias que desbordan al cuerpo mismo y que apelan
a una convergencia de condiciones de otredad resulta una operación conceptual que reafirma la mirada crítica de Abdellatif Kechiche. En ese gesto, y en las perspectivas críticas que
de allí se derivan, África y el Caribe quedaban anudados en la topografía de una corporalidad abyecta, sistemáticamente producida y actualizada por las coordenadas geopolíticas
de la episteme colonial.
Siguiendo al investigador Agustín Lao-Montes, “la mayoría de los análisis de la diáspora
africana tienden a marginalizar las consideraciones de género y sexualidad”.11 Estos movimientos enfatizan un conflicto centrado en los problemas del hombre negro. Por lo general,
cuando hablan de racismo se refieren al hombre negro y cuando hablan de feminismo se
refieren a la mujer blanca. Entonces resulta obligatorio no sólo “ennegrecer el feminismo”, 12
como subrayaría la pensadora brasileña Sueli Carneiro, sino también feminizar la negritud.13
Al erigir así a Saartje Baartman, y a sus trazados audiovisuales, como el icono de un cuerpo
significante es que quisiera indagar, a partir de algunas de las propuestas visuales de la creadora cubana Belkis Ayón, en los modos en que el cuerpo femenino ha devenido en soporte
reflexivo para el ejercicio artístico contemporáneo y ha producido afecciones políticas
desde narrativas visuales que contestan críticamente los locus de sentido del discurso oficial cubano en torno a las construcciones de raza y cuerpo. A su vez, estas yuxtaposiciones
entre cine y artes visuales, así como los trayectos geopolíticos que unen a África y al Caribe,
se posicionan en los marcos de una metodología híbrida que toma a los estudios visuales
y a sus reflexiones políticas sobre la imagen, como referentes conceptuales que permiten
establecer conexiones significativas. Con esto no hago más que suscribirme a algunos de los
preceptos interdisciplinares más relevantes de los estudios visuales; aquellos que problematizan las fronteras que separan radicalmente los campos de investigación para densificar un
objeto de estudio a partir de la articulación de debates y problemas teóricos de medios
afines. Como nos recuerda W. J. T. Mitchell, “el hecho de que algunos estudiosos pretendan
abrir el ‘dominio de las imágenes’ no supone una absolución inmediata de las diferencias entre ambos medios. Se podría argüir que esas fronteras se hacen únicamente claras cuando
se mira a ambos lados del siempre movedizo límite y se señalan las diferentes transacciones
y traslaciones realizadas entre ellos”.14
Raza, nación y los cuerpos de la diferencia
En Cuba, el cuerpo de la mujer negra y mestiza ha fecundado históricamente los imaginarios sexuales y las narrativas más picarescas, violentas y marginales que habitan las
estructuras raciales asentadas en el país desde la importación masiva de esclavos africanos.
Su mismidad ha sido doblemente subalternizada, primero por los hombres y mujeres
111
blancos en un despliegue de los dispositivos de colonización, y luego (o al mismo tiempo)
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
en las reivindicaciones raciales y estrategias de empoderamiento llevadas a cabo por
aquellos que compartían la misma negritud. A esto habría que añadir la aparición de estas reivindicaciones, sólo como espectros —espectros de la diferencia— en los relatos
y narrativas (históricas, políticas, culturales, etcétera) del siglo xix y principios del xx que
intentaban discutir los procesos de construcción de la nación cubana. La abolición de la
esclavitud en 1886 tan sólo contribuyó a incentivar nuevas políticas racistas en el país, en
un momento de búsqueda de contornos más definidos para una nación que privilegiaba
el origen blanco e hispano de lo cubano. Recordemos, por ejemplo, que en 1877 cuando
se fundó en Cuba la Primera Sociedad de Antropología, empeñada en la tarea de definir
al cubano, se llegó a la conclusión de que se trata de toda persona blanca nacida en la
isla. Es un hecho contundente y paradójico, si tomamos en cuenta que miles de esclavos
africanos estaban luchando en ese mismo período histórico en contra del ejército Español
para lograr la independencia de Cuba.15
La Revolución Cubana de 1959, así como sus aspiraciones y proyectos de igualdad social,
tampoco han podido borrar las numerosas formas de discriminación racial y la acumulación
cultural racista previa, así como las condiciones de desventaja acumuladas por la población negra en el país.16 En ese contexto, las figuras de mujeres negras que han destacado
en el panorama nacional aparecen bajo la advocación de la heroína, la madre patria que
ofrece a sus hijos y los empuja a la lucha por la independencia necesaria. Paradójicamente,
los relatos heroicos que cobijan a estas mujeres invisibilizan los conflictos de su adscripción
racial, lo que produce, desde mi perspectiva, una opacidad en la ya ambigua relación entre
los procesos de blanqueamiento y las narrativas de la historia institucional en Cuba.
Las marcas de esa experiencia histórica de la mujer negra potencian las tesituras de una
discusión más amplia sobre las directrices de silenciamiento en torno a los conflictos que
enrarecen o enturbian los relatos oficiales de la nación en la isla. Pero también nos permiten
articular los ejes de raza y género, imprescindibles para ofrecer una dimensión política y
una perspectiva crítica a la problemática que aquí abordamos. La socióloga cubana Yuleixis
Almeida plantea que:
La noción de raza comparte una lógica genealógica con la de género al hacer depender la condición social de la biología, ya que en ambas diferencias físicas aparentes se superponen construcciones sociales que se tornan una extensión anatómica y conforman
el universo simbólico de cada cultura. En consecuencia, género y raza constituyen constructos sociales que al interactuar conforman jerarquías sociales específicas. El nexo entre
ellas no es unidimensional ni implica una relación de causa-efecto. No se trata de dos sistemas aislados que se entrelazan de manera clara e inteligible en todos los casos. Estamos
hablando de dos categorías que se relacionan de manera compleja, cuya comprensión no
es posible desde un único marco de referencia teórico-metodológico. Ambas actúan en todos
los niveles e interactúan entre sí y con otros ejes de opresión, los cuales dan lugar a combinaciones que estructuran desigualdades sociales cruzadas.17
Así, la interseccionalidad entre género y raza nos abre los caminos para explorar un tema
sensible en el campo político y cultural de la isla. La subjetividad femenina negra sigue
siendo hoy objeto de acercamientos que hacen menos compleja su mismidad y subrayan
el tropo que el relato histórico les ha asignado: una lateralidad inscrita siempre desde la
Véase Lozano Zamora,
Andrés, “La antropología
en Cuba: realidades, retos
y perspectivas” en Batey.
Una Revista Cubana de
Antropología Sociocultural,
Universidad de Las Tunas,
Cuba, volumen 3, número
3, 2012, pp. 87-99.
15
En este punto, resulta
elocuente lo que plantea el
historiador cubano
Fernando Martínez
Heredia: “En Cuba, las
construcciones raciales y
sus efectos han impactado
en la vida de las personas,
han desempeñado
papeles sociales muy
importantes durante
largos períodos históricos
y conservan más peso de
lo que parece, hasta el día
de hoy. Una estrategia
antirracista cubana está
obligada a conocer las
raíces y el movimiento
histórico de nuestras
construcciones raciales. En
nuestro caso, esa historia
arroja una luz muy fuerte
sobre características y
matices que inciden en la
situación actual y revela
potencialidades para
emprender actuaciones
eficaces”. Véase Martínez
Heredia, Fernando, “La
cuestión racial en Cuba y
este número de Caminos”
en Pérez, Esther y Marcel
Lueiro (comps.), Antología
de Caminos. Raza y racismo,
Editorial Caminos, La
Habana, 2009, p.14.
16
Almeida Junco, Yulexis,
“Género y racialidad:
una reflexión obligada
en la Cuba de hoy” en
Martiatu Terry, Inés María
y Daisy Rubiera Castillo
(comps.), Afrocubanas.
Historia, pensamiento y
prácticas culturales, Editorial
de Ciencias Sociales, La
Habana, 2011,
pp. 133-134.
17
112
mirada de otro. Como afirma la antropóloga Rita Segato, “la raza no es una cualidad
nierika
inherente al sujeto racializado, o más específicamente a su organismo, sino una forma
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
de calificar anclada en la mirada que recae sobre él”.18 Entre las identidades políticas que
se amalgaman en la Cuba contemporánea, ser mujer negra significa exhibir las múltiples
capas de una práctica sistemática de subalternización que desdice la usual configuración
18
Segato, Rita, “Raza es
signo” en La nación y
sus otros: raza, etnicidad
y diversidad religiosa en
tiempos de Políticas de
la Identidad, Editorial
Prometeo, Buenos Aires,
2007, p.132.
de cohesión nacional esgrimida por el discurso estatal.
Las interrogaciones se imponen y los cuerpos silenciados desbordan los mutismos del
archivo: ¿cómo (re)escriben, entonces, desde prácticas visuales corporales, las narrativas en
torno a la experiencia de raza las escasísimas artistas cubanas que han trabajado estos tópicos? A diferencia del eje analítico de Abdelatife Kechiche en el filme La Venus Negra (2010),
las propuestas de esta artista insular que aquí presentaremos han hecho emerger, a partir
de variados recursos creativos, otra dimensión del cuerpo femenino: uno que niega y emborrona el énfasis histórico en la trilogía negra-mujer-sexualidad. Precisamente el criterio
rector en la selección del conjunto de obras que analizaremos ha sido el posicionamiento
autorreflexivo de la creadora Belkis Ayón en una corporalidad marcada por los desplazamientos críticos con respecto a las temáticas que aborda. Se trata de un ejercicio político
que hilvana y sutura prácticas de empoderamiento en corporalidades que instituyen regímenes propios de la mirada: cuerpos que devuelven e interrogan a la mirada que coloniza.
Belkis Ayón y las irreverentes paradojas de Sikán
Hay artistas y obras que desde diversas perspectivas se hacen imprescindibles para anunciar el cambio de señales en la expresión de una cultura. Belkis Ayón es parte significativa de esos nuevos enclaves que tipificaron la actividad plástica de los años noventa del
siglo xx en Cuba. Junto a un grupo de destacados creadores, Belkis renueva y amplía las
posibilidades discursivas del grabado, erigiéndose así en una de sus principales cultoras. La
litografía, la calcografía y especialmente la colografía fueron técnicas gráficas que le permitieron experimentar con una amplia variedad de materiales y con grandes planos blancos,
negros y grises. El uso de estos colores no fue mero pretexto compositivo estructural, sino
que también alcanzó una connotación social que mucho tiene que ver con las marcas de
sujetos atravesados por contingencias históricas. La apelación cromática deviene entonces,
en contraste, angustia, traición, insatisfacción, misterio, sacrificio y armónica tensión. Justo,
todo lo que eclosionó cuando en septiembre de 1999 la joven y prometedora artista —de
apenas 32 años— decidió quitarse la vida.
Belkis Ayón construyó su obra a través de la plataforma conceptual y formal de la SoSe trata de una sociedad
secreta que llegó a
Cuba en el siglo xix con
los esclavos africanos
procedentes de la zona
del Calabar, una región del
sureste de la actual Nigeria
y el noroeste camerunés.
Véase Cabrera, Lydia, El
monte, Editorial Letras
Cubanas, 1993.
19
ciedad Secreta Abakuá;19 pero no lo hizo desde la literalidad de sus enunciados teológicos,
sino que se emparentó con aquellos artistas que han utilizado los elementos míticos de las
religiones afrocubanas para canalizar inquietudes que transgreden los límites del propio
campo religioso. Sin embargo, la incursión de Ayón por esos territorios densificó la relación
entre la creación artística y el campo ritual del que se apropió, ya que se trató de una práctica secreta, fraternal y exclusivamente masculina, a la que —por esas mismas razones— se
le ha dedicado una escasa atención en el escenario cultural cubano. La artista encontró un
álter ego ancestral en la figura de Sikán, la mujer que según la tradición reveló el secreto de
los Abakuá y por ello tuvo que ser sacrificada.
Desde esa creencia que la excluye y margina, Belkis Ayón produce y resignifica una iconografía que encuentra en su propio cuerpo (el de mujer negra) un punto de partida para
amplificar las interrogaciones que conectan también las variables de género y raza. Como
Sikán, la creadora profana el silencio y se transmuta en observadora-participante de escenas
que restituyen el protagonismo femenino y desestabilizan las miradas y las interpretaciones
113
autoritarias en ese contexto virtual que el arte simboliza. El mito de Sikán, en palabras del
nierika
PERSPECTIVA
CRÍTICA
crítico de arte cubano David Mateo, “parece enfatizar su propio conflicto. La causa de uno
se fue desdoblando cada vez más hasta convertirse en la causa del otro”. 20 Así, el universo
cerrado Abakuá permitió a Belkis —hoy lo sabemos— trazar una analogía con su yo que
convirtió a su propuesta visual en un microtexto de cuyos imperativos vivenciales, no obstante, podemos participar.
La obra de esta artista se ha leído, por parte de críticos y curadores de arte, poniendo
un énfasis mayor en la experimentación gráfica desde el grabado y sus juegos con lo pictórico que en el aspecto de la subversión de la postura femenina a través del mito de Sikán.
En este sentido me suscribo plenamente a esas miradas analíticas que han potenciado la
Mateo, David, “Volver
sobre los sentidos” en el
catálogo de la exposición
homenaje Siempre Vuelvo:
colografías de Belkis Ayón en
la VII Bienal de La Habana,
Consejo Nacional de las
Artes Plásticas, Ciudad de
La Habana, 2000
20
robustez técnico-temática de la creadora, pero la inflexión crítica que busco resaltar aquí
tiene que ver con el uso del cuerpo femenino como un sitio de (re)escrituras sobre la
nación y sus marcas raciales a partir de las matrices de una religiosidad que entrecruza
a África y al Caribe, específicamente a Cuba, en la yuxtaposición temporal de un pasado
colonial con un presente postcolonial que no termina de serlo. En este trabajo me permito
poner en tensión —en correlato con los propios procedimientos críticos de esta artista—
la conjunción con un post que, como diría Ella Shohat, “alinea lo postcolonial con una serie
de otros posts, con los que comparte la idea de un movimiento más allá […], un tránsito
hacia un nuevo periodo y un cierre de un determinado acontecimiento o época histórica,
sellado oficialmente con una fecha”. Éste es justamente uno de los locus en disputa, una
21
de las ansiedades de la Cuba postrevolucionaria que la creadora con la que aquí estamos
dialogando nos permite explorar y problematizar.
La formación de un discurso nacional e integrador de todas las especificidades culturales, raciales y religiosas del territorio insular, después de 1959, exigió —desde múltiples perspectivas— elevar el componente afrocubano a la dimensión de construcción identitaria de
la nación; pero no así sus prácticas religiosas ni los conflictos históricos con los que esa parte
de la población había lidiado desde su llegada al país en condición de esclavos: una marca
ineludible de la impronta y de la empresa colonial. Ese gesto clausuró cualquier agenda
política que intentara indagar en la persistencia —en el tiempo presente de la nación—
de desigualdades sociales o discriminación racial en contra de la población afrodescendiente en la isla.22 Incluso, cuando a la propia Belkis Ayón el escritor cubano Jaime Sarusky
le preguntara en una entrevista si “el hecho de ser usted mujer y negra, ¿de alguna manera
está reflejando sus personajes desafiantes?”,23 ella llegó a declarar: “En lo absoluto, o por lo
menos yo no me lo propongo. Es que yo nunca he tenido problemas raciales”.24
Sin embargo —y polemizando con su respuesta—, me atrevo a aseverar que esos devaneos y pliegues narrativos entre el pasado y el presente proveyeron a Belkis de las textualidades de un tiempo matérico para erigir, desde la exclusión femenina de Sikán —en el
Tomás Fernández Robaina, investigador de la Biblioteca Nacional de Cuba y acucioso estudioso sobre el tema,
ha escrito: “La discriminación ‘tradicional’ ha desaparecido (segregación social y racial en escuelas, parques, lugares
públicos). Se creyó entonces que esas medidas eran suficientes y que con la educación y el tiempo los prejuicios
disminuirían, y por lo tanto, la discriminación y el racismo se retirarían vencidos de nuestra sociedad. El ‘problema
racial’ fue tratado de modo dogmático y no ha sido vencido ni en el capitalismo ni en el socialismo: la historia nos hace
patente que no es posible la total solución del racismo tradicional y acendrado con sólo el llamado a la conciencia, o
porque se cambian las estructuras sociales y económicas de una formación socioeconómica. Se ha de tomar en cuenta
lo histórico, lo racial, lo económico, lo educacional, lo genérico y lo religioso, y el combate debe hacer participar a otros
grupos sociales oprimidos: mujeres, jóvenes, homosexuales”, en “La prosa de Nicolás Guillén en la defensa del negro
cubano”, Cuba: personalidades en el debate racial, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2008, p. 23.
23
Sarusky, Jaime, (entrevista con Belkis Ayón), “Hablar de los mitos del arte” en Revista Revolución y Cultura, número 2-3,
1999, pp. 68-71.
24
Ibidem..
22
Véase Shohat,
Ella, “Notas sobre lo
postcolonial” en Mezzadra,
Sandro (comp.), Estudios
postcoloniales. Ensayos
fundamentales, Editorial
Traficantes de Sueños,
Madrid, 2008, p. 106.
21
114
tiempo del mito—, un relato tropológico que potenciaba la visibilización de otras negacio-
nierika
nes e interrogaba las temporalidades divergentes y heterogéneas de la nación cubana. La
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
propia ambigüedad desde la cual la artista construía su lugar de enunciación nos hace entender las intersecciones productivas que acontecen en los gestos de reproducción, apropiación y oposición a los dispositivos que maneja el estado para edificar los constructos de
legitimación de la nación postcolonial. Homi Bhabha, al describir el lugar de la nación en el
marco de la temporalidad, señaló que:
La narrativa de la nación se encuentra obligada a afrontar una inevitable ambivalencia, con
dos planos temporales que interactúan. En un plano temporal, el pueblo es objeto de una
pedagogía nacional, ya que se encuentra siempre en construcción, en un proceso de progreso
histórico hacia un nunca culminado destino nacional. Pero en el otro plano, la unidad del pueblo, su identificación permanente (desde y hasta siempre) con la nación, debe ser continua-
Bhabha, Homi,
“Diseminación. El tiempo,
el relato y los márgenes de
la nación moderna”, en El
Lugar de la cultura, Editorial
Manantial, Buenos Aires,
2002, p. 185
25
mente significada, repetida y escenificada.25
Así, desde las coordenadas de esos gestos performativos, Belkis Ayón supo trascender la
bidimensionalidad de las superficies visuales con las que trabajó, para otorgarles volumen,
peso y corporalidad metafórica a las espectralidades de una herencia africana —a esos
fantasmas de la nación—, que emergen cotidianamente en las silenciadas, pero persistentes, herramientas de la violencia colonial. En las palabras del investigador cubano Orlando
Hernández encuentro también un poderoso correlato para sostener mis argumentos: “Lo
Hernández, Orlando, “La
respetuosa arbitrariedad
de Belkis Ayón”, disponible
en el sitio web de Belkis
Ayón: <http://www.
ayonbelkis.cult.cu/belkis_
es/>.
26
Figura 3. Belkis Ayón,
Arrepentida, 1993,
colografía,
93.5 x 67.5 cm.
que Belkis intenta rescatar con su obra es, quizás, ese respeto por prácticas culturales y
estéticas que nuestra sociedad ha marginado y malinterpretado en virtud de nuestra larga
herencia colonial, no sólo demasiado racionalista, sino también demasiado blanca, católica
o atea”. 26
Propuestas como Sálvanos Abasí, de 1989; Aunque vayamos al cielo siempre se acordarán
115
nierika
de nosotros, de 1990; Arrepentida, de 1993; Temores infundados, de 1997; Intolerancia, de 1998;
PERSPECTIVA
CRÍTICA
y Acoso, de ese mismo año, se convirtieron en sitios de reclamo, pero también de interrogación sobre las exclusiones y ausencias de un otra(o) producida(o) como la diferencia. En
todas estas obras el cuerpo se instituye como la matriz y el soporte reflexivo de un juego
con lo visible e (in)visible, con la materialidad y lo (in)material, con lo permitido y lo proscrito. El cuerpo resulta ahí ese espacio liminal sobre el cual transitan los rituales alternativos
que Belkis re-funda y re-inventa. Por ello la presencia de Sikán, su cuerpo, sus ojos y su
mirada inquisidora ocupan de modo protagónico la totalidad de estas creaciones artísticas.
La intensidad escenográfica de ese proceso de reinvención-reconstitución que acontece en el hecho visual que Belkis corporeiza evoca la emergencia de una subjetividad política
que busca indagar o desempolvar aquellos archivos habitados por relaciones de poder y
clasificaciones restrictivas. Justamente su obra Arrepentida, de 1993, explora las tesituras de
un sujeto-cuerpo en transmutación. Al decir de la propia Belkis: “En ella una mujer aparece desgarrándose la piel como símbolo de la ambivalencia entre lo que queremos ser y
lo que somos realmente”. 27 Asimismo, en Aunque vayamos al cielo siempre se acordarán de
nosotros, de 1990, la creadora ya despojaba a Sikán del régimen de verdad que han entronizado los derroteros de una tradición ancestral, para —desde el propio título de su
propuesta—apuntalar la disputa por los sentidos de un conocimiento que ella somete a
Mateo, David, (entrevista
con Belkis Ayón), “En
confidencia irregular” en
Revista La Gaceta de Cuba,
número 2, año 35, marzoabril, 1997, pp. 50-51.
27
vigilancia. Y esto lo hace, no como un grito explosivo de liberación, sino con la potestad de
quien ejerce un poder sobre sus facultades enunciativas.
Aquí no se trata de reproducir los vericuetos del mito fundacional Abakuá, no hay nada
anecdótico en estos gestos visuales; es el encuentro con una espiritualidad —casi filosófica— que potencia, desde el empoderamiento de un discurso femenino, la subversión de
los roles históricos asignados a una Sikán que se multiplica, que crece, que se expresa en
nombre de muchos. La propia iteración de esos rostros sin boca (en franca alusión a Tanze,
el pez, la voz sagrada, el secreto original) nos remiten al silencio, pero no al silencio como
ausencia, sino como la marca de su presencia.
Entonces, el mutismo de esos cuerpos portadores del signo de la otredad resulta violentado por la dupla Belkis-Sikán y éstos se convierten en cuerpos parlantes, cuerpos siluetas, cuerpos testimonios, cuerpos memorias, cuerpos archivos. Siguiendo a Judith Butler,
“Los cuerpos no sólo tienden a indicar un mundo que está más allá de ellos mismos; ese
movimiento que supera sus propios límites, un movimiento fronterizo en sí mismo, parece
ser imprescindible para establecer lo que los cuerpos ‘son’ ”.28
Butler, Judith, “Prefacio”
en Cuerpos que importan.
Sobre los límites materiales
y los discursos del “sexo”,
Paidós, Buenos Aires,
2002, p. 11.
28
Figura 4. Belkis Ayón,
Intolerancia, 1998,
Colografía, 100 x 75 cm.
116
nierika
PERSPECTIVA
C R Í T ICA
La geografía simbólica que estalla en los cuerpos de estas creaciones de Belkis configura un territorio de texturas encontradas y de diversas capas matéricas. Las anaforuanas o
firmas que validan los rituales Abakuá, las escamas del pez Tanze y el moteado de la piel de
leopardo, o de serpiente, se yuxtaponen en una especie de palimpsesto visual. La técnica
de la colografía le permite la experimentación con recortes y relieves, un procedimiento artesanal y casi arqueológico, que también remeda a las inscripciones de un archivo. Por ello,
las escenificaciones cotidianas de la pedagogía del estado-nación, ésas que hacen aparecer
a la cultura religiosa de antecedente africano como ruinas y huellas que habitan el pasado y
que han estado en posición de subalternidad en los relatos constitutivos de la nación cubana, aparecen con una fuerza inusitada sólo para potenciar muchas otras discusiones en las
superficies gráficas de estas figuraciones que Belkis Ayón produce.
Figura 5. Belkis Ayón,
Acoso, 1998,
Colografía, 100 x 75 cm.
La propia inmersión antropológica de la creadora en la Sociedad Secreta Abakuá, el
viaje personal que va del interés por los libros que recuperan testimonios y datos históricos
al proceso de desenterrar los fundamentos genésicos y filosóficos de una práctica vivencial,
significaron un desplazamiento mayúsculo. Esa trayectoria le permitió el posicionamiento
de una mirada crítica de doble articulación: la reivindicación de un discurso femenino en el
entramado de un ejercicio político que interrelaciona género, cuerpo y religiosidad, y
al mismo tiempo la reflexión desde esa coyuntura epistemológica sobre las marcas raciales y la producción de la diferencia —social, cultural y política— en cuerpos que resultan
moldeados por la mirada que coloniza, higieniza y controla. Consciente de esa doble alteridad, Belkis ensucia, desfigura, emborrona la nitidez de los cuerpos con los que trabaja.
En Intolerancia, de 1998, y Acoso, de ese mismo año, ya se materializan esas búsquedas
y esas preguntas incómodas en el juego con las zonas de color; blancos, negros y grises se
amalgaman y superponen en espacios de sombras, plagados de las huellas que la técnica del
grabado le permite explorar. Allí la propia superficie gráfica se dinamiza, pierde el sosiego
que tenían sus producciones anteriores; el cuerpo mismo desaparece y queda su sinécdoque: rostros, manos, ojos, miradas.
En estas incursiones finales de Belkis vuelven a ser pertinentes las indagaciones de Judith
Butler cuando pregunta: “¿Cómo tales restricciones producen no sólo el terreno de los cuerpos inteligibles, sino también el de un dominio de cuerpos impensables, abyectos, invivibles?
[…] ¿cómo podrían alterarse los términos mismos que constituyen el terreno ‘necesario’ de
117
los cuerpos haciendo impensable e invivible otro conjunto de cuerpos, aquellos que no
nierika
importan del mismo modo? ¿Qué cuerpos llegan a importar? ¿Y por qué?”.29
PERSPECTIVA
CRÍTICA
El arte cubano contemporáneo, signado por la heterodoxia y por una instruida tradición,
encontró en Belkis Ayón una fiel continuadora de sus preceptos más loables. La experiencia estética y la introspección de su discurso comulgaron en una obra gigantesca que
penetró en los intersticios de nuestros significantes culturales. Sus ojos, los ojos de Sikán,
esos que siempre nos miran, garantizarán el eterno retorno de esta peculiar creadora.
Apuntes para un cierre
Estas incursiones artísticas que van de África a Cuba, de Cuba al Caribe y de ahí de regreso
a África, en un diálogo siempre intertextual y en un recorrido sinuoso y accidentado, conciben al cuerpo de la mujer negra como un territorio de contestación, susceptible de ser
cartografiado en un mapa que revela y al mismo tiempo oculta múltiples historias, con profundas cicatrices grabadas en cada zona. El cuerpo es aquí el sitio de discusión de lo político,
el instrumento de la memoria y el significante activo de trayectorias que encontraron en la
operación de clasificación racial las herramientas discursivas para naturalizar los mecanismos de producción de la diferencia bajo la impronta del designio colonial.
El régimen de miradas y las políticas de visibilización del cuerpo femenino que los gestos creadores de Abdellatif Kechiche y Belkis Ayón hacen emerger desde las especificidades
de sus narrativas visuales contribuyen a evidenciar las tecnologías históricas de dominio
corporal por parte de ejercicios autoritarios. El cuerpo del sujeto colonial —ese que alcanza
sus más desbordantes figuraciones en el de la mujer negra— se reificó (y así se sigue presentando) siempre como el exceso, lo abyecto, lo monstruoso, lo primitivo, la disolución
misma de los límites del cuerpo blanco, masculino y racional de los modelos hegemónicos.
La posibilidad de desestabilizar y perturbar las normativas de esa producción de imágenes
corporales desde sus propios códigos genésicos moviliza el arsenal crítico de las metodologías, también, postcoloniales que estos artistas resemantizan, para mostrar, una vez más, los
pliegues y anomalías de tales constructos.
29
Butler, Judith, op. cit.,
p. 14.
118
nierika
ENTREVISTA
ENTREVISTA
Entrevista a
Eduardo Abaroa,
México, 22 de febrero
de 2015
Marian de Abiega Forcen1
abiega.marian@gmail.com
Fig. 1Eduardo Abaroa,
Stonehenge Sanitario
(Solsticio de otoño),
2006, azotea del Hotel
Sheraton, México D.F.,
impresión fotográfica
(foto cortesía del artista
y Kurimanzutto)
duardo Abaroa es un artista y escritor mexicano. Trabaja en los campos de la
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
escultura, la instalación y el arte de sitio específico. Su trabajo ha sido mostrado en
exposiciones colectivas e individuales en México, Canadá, Estados Unidos, Inglaterra,
Holanda, Corea del Sur, Alemania, España y muchos otros países.
Ha contribuido con textos para catálogos de artistas cruciales para el contexto mexicano como Melanie Smith, Francis Alÿs, Dr. Lakra y Tercerunquinto, entre otros; también para
diferentes publicaciones y revistas como Curare, Código 06140, Moho, La Tempestad, Journal
1
Marian de Abiega Forcen
es maestra en Estudios
de Arte y profesora
del Departamento de
Arte de la Universidad
Iberoamericana
For Aesthetic Protest (eua), la revista Ramona (Argentina) y más. Ha sido crítico de arte para el
periódico Reforma y la Revista DF.
Fue miembro fundador del espacio artístico mexicano Temístocles 44 y coordinador
de cursos en SOMA, un espacio educativo y cultural organizado por artistas de la capital
mexicana.
M.A. Me gustaría comenzar con la idea de “levedad” que Italo Calvino relaciona con
aquello que presentándose en un primer momento como precario, superficial, delicado e
infinitamente mínimo, enseguida se percibe como ingenioso y construido con gran precisión. Pienso en tus obras de hisopos, en las esculturas de popotes, en la plastilina del
nacimiento, en el plástico del obelisco, en los sanitarios móviles y toda esa “levedad” que de
119
una manera inteligente devela la frivolidad del mundo como algo muy pesado. Pareciera
nierika
que a través de tu trabajo intentaras, como Italo Calvino, “quitarle peso a la estructura del
relato y al lenguaje”... ¿Qué piensas?
E.A. Sí, hay que sabotear de diferentes maneras el heroísmo artístico prefabricado. Así
funcionan algunos de mis proyectos, pero otros son bastante pesados. Ambos tipos de
trabajo significan un reto, aunque no lo parezca. En muchos artistas, los trabajos que parecen fáciles son los más valiosos. No sé si es mi caso. En muchos casos la obra sugiere y el
espectador hace el 70, el 80 por ciento del trabajo. Uno debe esperar espectadores sutiles.
M.A. Para Linda Hutcheon la parodia es una posición ideológica, un rasgo formal, una
poética que “une lo moderno con lo posmoderno”, porque son estructuras irónicas que
re-contextualizan obras de arte previas, acentuando las diferencias —más que la similaridad— al mismo tiempo que trabajan como un antídoto a “las toxinas de la admiración”. Estoy pensando específicamente en Obelisco roto transportable y en Stonehenge sanitario, y en
cómo pones en marcha una serie de inversiones que tienen que ver con un marco axiológico
de poder que se legitima como monumental, conmemorativo, imperecedero, místico, y que
tu pones en crisis a la vez que lo refuerzas… ¿Existe en tu trabajo una mirada de nostalgiacrítica que a la vez que se superpone a lo anterior, se inscribe como parte de una tradición?
E.A. Sí; en muchos casos la mejor manera de exhibir o denunciar una práctica es reproduciéndola. En una pieza reciente, plagiando el espíritu de la caja de Brillo de Warhol,
reproduje en mdf diez cajas de pantallas planas. Eran cajas de los modelos de las televisiones que el gobierno regaló a familias de escasos recursos por el apagón analógico. Esto
generó una disputa con la autoridad electoral, ya que muchos partidos lo ven como una
forma encubierta de dádiva electoral. En el caso de mi versión, además de esto me interesa
que los impuestos de los contribuyentes se usaron en primera instancia para pagar las
pantallas, y en un segundo momento para pagar el simulacro de las mismas, por medio
del presupuesto de producción del museo.
M.A. Me parece que tu poética es muchas de las veces iconoclasta; destruyes íconos,
en el sentido amplio de la imagen, lo que incluye imágenes mentales como creencias,
ideologías o estereotipos. Específicamente, Destrucción total del Museo de Antropología, en
la galería Kurimanzutto, y tu intervención en el Museo Tamayo para la exposición Hay más
rutas que la nuestra, desarman el imaginario nacionalista construido por el pri, basado en la
idealización del pasado prehispánico. Pero esta poética de destrucción produce al mismo
tiempo, como explica W.J.T. Mitchell, “imágenes creativas de destrucción de imágenes” que
a su vez se constituyen como una nueva imagen; aquí mi pregunta: ¿esta nueva imagen no
sería una auto-exotización, una estética de lo inconcluso que de alguna manera puede ser
reificada de nuevo por lo que se espera de un “artista mexicano” en el panorama del sistema
artístico internacional?
E.A. Sí, claro; si la reificación es como la gravedad, sólo se escapa a ella por instantes.
Hasta las obras más ligeras son susceptibles de echarse a perder por la sobre-codificación
que se hace de ellas (ver el caso ready made). La ironía no lo hace a uno inmune al desastre,
pero poco a poco va cambiando la consciencia sobre algunos supuestos hegemónicos de
ENTREVISTA
120
la jerarquía cultural. Esta variación se logra poco a poco. La re-inserción de la propuesta
nierika
artística en la estructura social que pretende desestabilizar no sólo sucede al arte crítico,
ENTREVISTA
sino también al periodismo o la teoría crítica, por ejemplo. Incluso el arte participativo
y de interacción comunitaria sufre de una gran cantidad de perversiones no siempre conscientes. En el caso de las obras que mencionaste, creo que Destrucción total del Museo
de Antropología es una idea que, por así decirlo, me tomó por sorpresa. En ese caso la
obra abrió un campo de investigación en el que estoy muy entusiasmado porque sabía
muy poco al respecto. Encuentro que mucha gente se interesa por conocer todo lo que
yo expongo en mis visitas guiadas al museo para explicar cómo sería demolido, porque
como efecto colateral expongo también varias ideas en torno a la obsolescencia y la radical injusticia de una institución como esa... Y al mismo tiempo también recalco su valor. No
me interesa algo que no sea problemático; no me parece productivo proponer al público
una pregunta para la que ya sé la respuesta. Por supuesto que sería monstruosamente absurdo de mi parte pensar que con esta obra resuelvo los problemas de tantas personas
afectadas por la marginación cultural, pero creo que la pieza desafía al espectador (y al
autor) a cambiar sus puntos de referencia. A partir de esa obra estoy haciendo una investigación sobre los diferentes desastres bioculturales en México. Coincido en que es poco lo que hace el arte en el “mundo real”. Pero el trabajo de
la crítica en cualquier medio es así, y quizá el único gesto no reificable en este sentido sería la
violencia real. Algo de esto puede leerse en la Crítica de la economía política del signo,
de Baudrillard. Creo que mi proyecto también tiene su valor en que reactiva afectivamente
la operación del poder, y yo la hice criticando no sólo los procesos culturales que desde
Manuel Gamio desembocan en el museo, sino también el poder presidencial casi absoluto.
Era mi manera de criticar al pri que estaba por tomar el poder de nuevo. Lo mismo con la
pieza del Tamayo. Cuando salió el escándalo del nombre de Hank en la sala del museo,
Felipe Ehrenberg propuso un boicot. Yo propuse tomar el museo, y eventualmente logré
poner algo ahí que trataba de abordar las contradicciones y diferentes sucesos realmente
extraños en tres museos mexicanos para el que quisiera leerlo. Ahí, entre otras cosas,
se vislumbraba a través de una materialidad desordenada y endeble la trayectoria de
la familia Hank desde su rol político en la donación de un terreno para el museo de un artista mexicano cuya imagen indígena tenía unas coordenadas muy precisas y problemáticas,
pasando por un patrocinio cada vez más activo de la cultura, y en el cual hasta hoy el patrocinio empieza a querer ejercer un poder de decisión sobre los contenidos, una situación
que se filtró con la pieza de Erick Beltrán. Carlos Hank Rhon construyó, y según entiendo
administra hoy el Museo del mundo Maya. La gente relacionada al grupo Atlacomulco
tomó la vía política y Carlos Hank la empresarial. Ambas formas de poder desembocan en
productos culturales; hay que pensar en estos procesos culturales de alguna manera.
M.A. Linda Hutcheon señala que la estrategia artística de la ironía pone sobre la
mesa de discusión la situación de “contexto específico” del significado del arte, en cuanto
al necesario código compartido entre el codificador y el decodificador de la ironía para
que ésta cobre sentido. Esta situación permite preguntarnos por posiciones de poder
en tensión en relación a la recepción de la obra: ¿el artista es un productor elitista que
demanda cierta sofisticación del espectador, o el receptor tiene el privilegio de interpretar o malinterpretar la pieza desde su punto de vista, o será que este supuesto elitismo del artista es en realidad una apuesta por la capacidad hermenéutica del receptor?
121
nierika
ENTREVISTA
Fig. 2 Eduardo Abaroa,
Obelisco roto portátil
(para mercados ambulantes), 1997, dibujo,
impresiones fotográficas, metal y lona,
dimensiones variables,
Colección Charpenel
Guadalajara y Colección
Asociada muac-unam
(fotos cortesía del artista
y Kurimanzutto)
E.A. Yo trato de eludir la mistificación de la obra de arte hasta cierto punto. El error
para mí radica en creer en la bola mágica. Mucha gente supone que si un espectador ve
la obra y no se siente transmutado e iluminado instantáneamente, y además no cambia el
mundo, entonces la obra no sirve. No. Así no opera el trabajo. Las obras se viven más allá
del primer momento. Uno sigue pensando en Velázquez, Siqueiros, Jenny Holzer, Jimmy
Durham, Teresa Margolles; reevaluando, rechazando, comprendiendo, sintiendo, étcetera.
No son mensajes que se reciben y funcionan o no en términos de verdad o falsedad. Son
enigmas productivos, generan cosas más allá de ellos, desde el punto de vista de quien
quiere invertirles tiempo y creatividad. Y también son impuros: su valor no sólo es estético
ni sólo político o histórico.
M.A. José Luis Pardo en su ensayo La estética de lo peor percibe una inercia de desestetización —iniciada en el periodo moderno como respuesta a las eugenesias culturales— y explica que esta situación hoy, en esta gran libertad del arte contemporáneo,
122
pereciera ya no tener fin ni tampoco finalidad. Él describe cómo las obras de arte se han
nierika
vuelto “tan éticamente intachables como estéticamente estériles”. Al respecto, a mí me
ENTREVISTA
parece que si bien tu trabajo tiene una fuerte inversión en el registro del agenciamiento,
que tiene que ver con tu postura política, no descuidas el registro de lo afectivo en tu
apuesta plástica ¿Cómo concibes esta relación, la materialidad y estructura de tus piezas
está en una tensión dialéctica con el discurso?
E.A. No estoy de acuerdo con esto que apunta Pardo. Esta equivalencia de la forma
estética como un antídoto al arte de la moralización es una generalización que no genera
nada. No todos los artistas son interesantes, eso es cierto, pero no por las mismas razones.
Creo que las propuestas que valen la pena se salen con la suya, a pesar de los recovecos
éticos y estetizantes en los que puedan caer.
M.A. Muchas gracias, Eduardo.
A veces el arte contemporáneo puede
volverse pintura y a veces la pintura
puede volverse arte contemporáneo:
Francis Alÿs. Relato de
una negociación
Tonatiuh López Jiménez1
tonatiuhlj@gmail.com
123
nierika
RRESEÑA
E S E Ñ A
Tonatiuh López Jiménez
es licenciado en Historia
del Arte por la Universidad
Iberoamericana, ciudad
de México. Ha realizado
distintos proyectos
curatoriales y de arte
y educación; entre
2014 y 2015 fue jefe
del Departamento de
Estudios Educativos
del Museo Tamayo Arte
Contemporáneo en la
ciudad de México.
1
Vista de una de las salas
de la exposición “Relato
de una negociación”, de
Francis Alÿs, en el Museo
Rufino Tamayo de la
ciudad de México, 2015
(foto cortesía del Museo
Tamayo, inba-Conaculta
© Paolo Montalvo).
Si hay aún pintores por venir,
no van a llegar de donde les esperamos.
robert musil, 1936
s una idea recurrente la de proclamar la crisis de la pintura contemporánea y su
separación del resto de las prácticas artísticas de nuestro tiempo. Se trata de una
discusión que viene de lejos y que aún no ha sido superada. La pintura es cosa del
pasado, pero también está más presente que nunca. La pintura se ha estancado hablando sobre sí misma. La pintura no es un medio, sino una manera de organizar el mundo.
La pintura ha perdido cualquier posibilidad de vincularse con la realidad. La pintura no sólo
sirve para representar algo verdadero o ficticio, sino un poco de los dos. La pintura, incluso,
está muerta. ¡Viva la pintura!
La pregunta es: ¿por qué ese estatus de vida o muerte de la pintura se torna tan relevante? Y también, si logramos dejar de lado el debate sobre su vigencia, ¿cómo opera este
medio y cuál es su pertinencia dentro el arte y el pensamiento contemporáneos?
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
Si hay aún alguna pintura por venir,
124
nierika
R E S E Ñ A
La exposición Francis Alÿs. Relato de una negociación, presentada en el Museo Tamayo
Arte Contemporáneo de la ciudad de México entre el 25 de marzo y el 16 de agosto del
2015, da luz para responder estos y otros cuestionamientos. Se trata de una suerte de
antología del trabajo reciente de Alÿs2 construida alrededor de tres grandes proyectos: Don’t
Francis Alÿs (Amberes,
Bélgica, 1959) es un
artista multidisciplinario
que desde 1986 vive y
trabaja en la ciudad de
México, megalópolis que
se convirtió en el pretexto
inicial de su práctica
artística. Su trabajo
hace uso de métodos
alegóricos para referir
realidades sociopolíticas,
como fronteras y
territorios en conflicto,
así como para cuestionar
constantemente los
beneficios y detrimentos
del progreso.
3
Oiticica, Hélio, “Febrero
16, 1961,” en Hélio Oiticica,
Rotterdam, Witte de With
Minneapolis, Walker Art
Center, 1992, p. 43.
4
Fogle, Douglas, “The
Trouble with Painting” en
Painting at the Edge of the
World, Minneapolis, Walker
Art Center, 2001, (pp. 1325), p. 22.
5
Medina, Cuauhtémoc,
“Un arte enjambre” en
Francis Alÿs. Relato de una
negociación, Ciudad de
México, Museo Tamayo,
2015, pp. (25-57), p. 29.
6
Ibid., pp. 31, 43.
2
Cross the Bridge Before You Get to the River (2008), Tornado (2000-2010) y REEL-UNREEL (2011).
A cada uno de estos performances registrados en video les corresponden otras piezas, o
mejor dicho, pretextos y ensayos que forman parte del proceso de su creación: notas, textos,
fotografías, videos, dibujos, objetos, instalaciones y, sobre todo, pinturas.
La exposición deja claro que para Alÿs pintar no es un oficio anacrónico; ser un artista contemporáneo no implica la renuncia al pigmento ni viceversa. De hecho, la muestra
abre con un comentario sobre la pintura: The Cut (1993-2015), acción en la que el artista
parte en dos un cuadro con una sierra y sigue la herida hasta la pared que lo sostiene.
Aunque esto podría parecer un acto de iconoclastia, un aniquilamiento, prefiero relacionarlo con la siguiente afirmación de Hélio Oiticica: “El problema de la pintura se resuelve
con la destrucción del cuadro o con su incorporación en el espacio y el tiempo”.3 En The Cut
asistimos a esto último: a una inserción de la pintura en un campo expandido en donde su
función tradicional “como una ventana al mundo ha sido desairada, o mejor, alguien dejó
abierta esa ventana y un sinnúmero de cosas se han colado por ahí”.4
Para Alÿs la pintura ya no es sólo pintura; de hecho, como afirma el curador de la muestra, Cuauhtémoc Medina, ésta opera “como un medio entre medios”. 5 Uno puede notar esto
a lo largo de la exposición. Los cuadros se suman a las demás piezas —invoco esta palabra
en relación a un rompecabezas—, para generar un tejido complejo a partir de la interacción
recíproca entre el esbozo a pinceladas de una idea y la contemplación de una acciónficción. En palabras de Medina, las pinturas de Alÿs son “autónomas y accesorias al proyecto
que las emite […] son a la vez memoria y boceto, […] una producción de notas al pie visuales de un conjunto mayor”.6
Esto es claro en la serie que acompaña a Tornado (2000-2010), un video performance
en el que Alÿs documenta su intento por llegar al centro de los remolinos que se forman en
Milpa Alta, ciudad de México, como una alusión a las posibilidades de encontrar calma
dentro de la catástrofe. Aquí la pintura sirve a la acción performática al modo que explica el
curador, como una especie de mapa visual que desde la periferia de la puesta en escena nos
permite entenderla mejor. Esto se debe, tal vez, a que éste es el proyecto más críptico de
los tres expuestos. La pintura está ahí para dar dirección al pensamiento, dejándonos detectar cómo se mueve el proyecto general mediante las coordenadas del tiempo y el espacio.
Sin el acompañamiento de un collage que une la imagen de un ahorcado con el recorte de
la noticia sobre un judicial linchado, o sin los diagramas en los que las hélices del tornado
movilizan el caos alrededor de “una situación dada”, la metáfora que analoga la vorágine
con el desconcierto social y político que se vivía en México durante la filmación de esta
acción permanecería casi inaccesible. Sin embargo, algo muy distinto ocurre con las series
que acompañan a los otros dos proyectos; en ellas es evidente cómo “la pintura de Francis
Medina, Cuauhtémoc,
extracto de uno de los
textos presentes en los
muros de la exposición.
7
Alÿs pasa de ser acompañante de sus obras fílmicas a tener un rol inventivo propio”,7 lo cual
revela su potencial y pertinencia.
Una investigación sobre las actividades paralelas del performance y la pintura es el subtítulo
de la exposición. Y es así, en paralelo, como debe de considerarse la práctica pictórica de
Alÿs. Sus pinturas han de ser vistas no ya como suplementos o vestigios arqueológicos
de una acción, sino como investigaciones con un motor y una fuerza propios que problematizan, a partir de las características inherentes del medio, las mismas realidades socio-
políticas que refieren los performances. Con lo anterior no quiero decir que la pintura retorne
125
a una suerte de ensimismamiento, sino que dentro del entramado complejo que deja ver
nierika
R E S E Ñ A
la exposición la pintura no es un coro callado, sino una voz que se eleva para negociar su
lugar entre los otros medios y soportes. Pero ¿cuál es ese lugar?
Alÿs parece reconocer que la pintura posee propiedades muy específicas y que por esto
es más útil que otros medios para decir ciertas cosas. En un texto escrito para el catálogo de
The Liar/The Copy of the Liar (1994), uno de los proyectos en los que el artista se involucra por
primera vez con la pintura, él escribe:
Empecé a jugar con stills en la primavera del año pasado. Parecía que mi trabajo se iba arrinconando dentro del hermetismo de su propia lógica, y ya era tiempo de practicar un desglose de
mis métodos y obsesiones escultóricas por medio de una serie de escenas figurativas. Pensé
primero en la fotografía, pero la mayoría de las escenas eran tan banales que se requería del
aura de la pintura para detener la atención del espectador.8
¿A qué se refiere Alÿs con “el aura de la pintura”? ¿Qué hay en este medio que en otros no?
¿Qué le permite retener nuestra atención aún si lo representado es banal? La respuesta
Alÿs, Francis, The Liar
/ The Copy of the Liar,
México, Arena México, Arte
Contemporáneo, Galería
Ramis Barquet, 1994, p. 11.
8
no es una sola; ha de variar, como veremos a continuación, según las necesidades del
proyecto. Sin embargo, lo realmente importante de este fragmento es que en el momento inicial en el que Alÿs decide acercarse a la pintura hay algo ausente: la pregunta por su
vigencia. A cambio hay un reconocimiento de su pertinencia como una herramienta ad hoc
para resolver cierto problema. Se cierra el debate. Lo de Alÿs no es una reivindicación del
medio, sino una instrumentalización del mismo; la pintura está viva porque es aún territorio
potencial para la construcción de discursos.
En un ensayo titulado Painting: The Task of Mourning, el crítico Yve-Alain Bois concluye
que la vitalidad de la pintura “será puesta a prueba una vez que nos curemos de nuestra
manía y nuestra melancolía, y volvamos a creer en nuestra habilidad para actuar en la historia”.9 ¿Qué significa esta sentencia? Si la melancolía es una falta irresoluble, entonces, ¿cómo
curarnos de ella? La respuesta no está en un optimismo exacerbado, sino en reconocer que
tal vez nunca tuvimos lo que creímos haber perdido. Tal vez nunca Dios, tal vez nunca el
progreso, tal vez nunca el arte, tal vez nunca la pintura.
Al obviar la cuestión sobre el estatuto de la pintura, Alÿs hace caso omiso de su probable imposibilidad y precisamente por eso el medio vuelve a operar. Lo mismo sucede con
el resto de su trabajo, en todos los casos el fracaso se tolera e incluso se sublima. Lo que se
celebra en las obras de Alÿs es la imposibilidad: la imposibilidad de crear un puente entre
dos geografías, la imposibilidad de llegar al centro silencioso de un tornado, la imposibilidad,
también, de un renacer de la pintura. Pero se celebra mediante la acción: uniendo dos puntos con un grupo de niños, enfrentando esa fuerza aparentemente destructiva, pintando.
Y aunque al final el objetivo no se logre, Alÿs se desmarca de la decepción, deja a un lado la
identificación del lugar melancólico donde ya nada queda por hacer y propone espejismos
en los que conseguimos lo que creímos inalcanzable: el borramiento de las fronteras, o
un espacio de calma en medio del caos. Y la sola experimentación de esos momentos deja
la sensación de la libertad viva. Esto es volver a creer en nuestra habilidad para actuar en la
historia. Pero ¿qué papel juega la pintura en esto?
Para Alÿs la pintura es ese territorio en que se logra lo casi imposible, un milagro. Esto es
claro en la serie que acompaña el proyecto Don’t Cross the Bridge Before You Get to the River.
Hileras de barcas que hacen las veces de un puente por el que un individuo cruza un tre-
Bois, Yve-Alain, “Painting:
The Task of Mourning” en
Painting at the Edge of the
World, Minneapolis, Walker
Art Center, 2001, p. 43.
9
126
cho; gigantes que sólo tienen que dar un paso para llegar al otro lado; gigantes que sobre
nierika
su cabeza, o entre sus brazos, llevan botes con multitudes de un lugar a otro; geografías
R E S E Ñ A
paleozoicas que recuerdan los tiempos de un supercontinente indivisible que empieza a
desplazarse en relaciones antagónicas… Son todos ellos ejemplos en los que el aura de
la pintura, a través de lo absurdo-imaginario, da aún más fuerza a la metáfora de trazar uniones entre dos territorios sin reconciliación.
La pregunta que da origen a este proyecto es la siguiente: “Si una fila de niños sale
de Europa hacia Marruecos, y otra de África hacia España, ¿se encontrarán las dos filas en
la quimera del horizonte?” La respuesta es no. Mejor dicho, la respuesta es no en el video
que registra la acción, pero sí en la pintura. El medio pictórico está ahí como un hermano
incómodo que evidencia el fracaso de la puesta en escena. La ironía radica en que si otrora
se le reprochó a la pintura su arrebato de fantasía, Alÿs logra que gracias a él ésta alcance
una vitalidad plena.
Esta última afirmación permite introducir un nuevo cuestionamiento: ¿tiene la pintura
un papel frente a la realidad y la historia o es solamente un mecanismo de evasión?
La serie desarrollada por Alÿs a propósito de su estancia en Afganistán (2011-2013) y
que acompaña el proyecto REEL-UNREEL arroja luz al respecto. Se trata de un conjunto de
pequeños cuadros en los que se recrean escenas de la vida cotidiana en Kabul, basadas
en las fotografías y dibujos del artista; sobre éstas se yuxtaponen barras de colores que
recuerdan a un televisor sin transmisión. La mayor parte de estas obras recurre al collage
para introducir en la composición elementos tomados directamente de la realidad, cámara
fotográfica de por medio. Así, “estas pinturas comunican la variedad de canales [miradas y
10
Paréntesis añadido
Slifkin, Robert,
“Painting / Withdrawing”
en Francis Alÿs: REELUNREEL, Varsovia, Centre
for Contemporary Art
Ujazdowski Castle, 2014,
p. 93.
11
medios]10 a través de los que la realidad material pasa para convertirse en una imagen, ya
sea abstracta, representacional o técnica”.11
¿Cómo representar un evento histórico específico, la guerra en Afganistán por ejemplo,
en un mundo de opiniones ilimitadas y cambiantes? ¿A quién corresponde la tarea
de construcción de estas imágenes? Son sólo algunas de las preguntas que se desatan de
este proyecto; la respuesta, una vez más, no es definitiva.
Las barras de color que obliteran las representaciones de la vida en la capital afgana
—ya sea como presencias extrañas en un espectacular, o como telones de fondo para el
transcurrir de un juego de niños o una caminata—, hacen inevitable la reflexión sobre el
riesgo existente en la creación de imágenes análogas de la realidad. Lo que revelan estas barras es que la realidad del conflicto ocurre siempre más allá de nuestro campo de visión. Ya
sean producto de un proceso fidedigno (como el documental, el reportaje o la noticia), o de
una ficción, como las puestas en escena de Alÿs, la objetividad de las imágenes es siempre
cuestionable. No importa el caso, existirán siempre pérdidas en la traducción. Aludiendo a
uno de los aforismos de Alÿs, en estas situaciones a veces hacer es deshacer y viceversa.
Si respecto al proyecto de Gibraltar hemos dicho que la pintura se vale de la fantasía
para hacernos creer que, al menos en el lienzo, un mundo distinto es posible, en el trabajo
desarrollado a propósito de Afganistán la pintura de Alÿs revela que tal vez no hay una
realidad, sino sólo imágenes que negociar.
Resta hablar de aquellas obras de la serie que muestran exclusivamente el patrón de las
barras de colores. Éstas sugieren una suerte de descanso, “una vacante para el pensamiento
12
Ibid., p. 102.
que da la oportunidad para un sueño que uno llena o un espacio para la introspección”.12
A menudo se habla de esta serie como un reflejo de la voluntad de Alÿs por explorar “la
13
Ibid., p. 93
tradición de la abstracción modernista”,13 pero el uso de la geometría y el color en el lienzo
no bastan para llamar a estas obras abstractas; su referente es concreto: la imagen de una
programación interrumpida. Estamos no frente a un desierto, sino ante la representación
127
de una imagen que es todas las imágenes posibles. Si la pintura moderna “no puede sino
nierika
R E S E Ñ A
entender su nacimiento como un llamado a su final”,14 con estas pinturas-interferencias Alÿs
aplaza indefinidamente la llegada de la imagen, logrando así abolir su conclusión.
Para terminar, supuestamente Alÿs realizó esta serie “como parte de su compromiso
sostenido con la gente y el país de Afganistán”. 15 En La vida instrucciones de uso, de Georges
Perec, el pintor Serge Valène planeaba una obra maestra, un óleo de proporciones gigantescas en el que se representaría el corte transversal de un condominio con todos sus
departamentos, con todos sus habitantes, con todas sus posesiones y hasta sus historias de
Bois, Yve-Alain, op. cit.,
p. 29.
14
Slifkin, Robert, op. cit.,
p. 93.
15
vida. La obra, como era de esperarse, fracasó: a la muerte del pintor lo único que quedó del
proyecto eran líneas perpendiculares sobre un lienzo en blanco. ¿Es esto abstracción? ¿Está
muerta esa pintura o guarda aún una fuerte relación con la vida?
A modo de epílogo, a propósito de la pintura o de cualquier otra cosa: “La pregunta es:
ahora que hemos abierto la conversación, ¿cómo puede continuar?”16
Alÿs, Francis, A veces,
hacer bien sale mal, y a
veces, hacer mal resulta
bien, conferencia en
Kassel, 29 de mayo de
2012.
16
128
n iRESEÑA
erika
R E S E Ñ A
Libros de arte o la
colección delirante.
1
El presente texto es el
resumen de un escrito
mayor realizado en 2013
para el Área de Síntesis
y Evaluación (ase) de la
licenciatura de Historia del
Arte, dirigido por Karen
Cordero, con quien estoy
muy agradecida.
1
Karla Noguez
estudió Historia del
Arte en la Universidad
Iberoamericana (2013)
y se ha dedicado a la
labor educativa y el ocio.
Actualmente colabora
en el Departamento de
Estudios Educativos del
Museo Tamayo.
Karla Noguez2
nn.karla@gmail.com
Conservar algo que me ayude a recordarte
sería admitir que te puedo olvidar.
William Shakespeare
Todo objeto tiene dos funciones: una la de ser
2
utilizado y la otra la de ser poseído.
Jean Baudrillard
Voy a comenzar por decir que mi parte preferida del arte es cuando egoístamente siento
que la obra me habla a mí y sólo a mí: “Estimada Karla: me es grato decirte, de la manera más
secreta, que siento el peso de tu mirada sobre mí y quisiera invitarte a platicar un rato, te aviso
de una buena vez que tengo segundas intenciones. No te pido permiso para hablarte de tú,
porque no hay otro modo de hablarte”. Al final de la conversación lo único que me queda es
recordar la pieza con precisión, o bien, cuando consigo una postal, folleto o libro en donde
la encuentre reproducida, conservar ese objeto. Tengo que conformarme con eso: coleccio-
Los irrespetuosos /
The disrespectful / die
Respektlosen, Museo de
Arte Carrillo Gil, ciudad de
México, 2012. Curada por
Carlos Palacios.
3
Oscar Cueto (ciudad
de México, 1976) vive
y trabaja en Austria. Ha
tenido alrededor de nueve
exposiciones individuales,
tres de las últimas han sido
Solitude en Walter Maciel
Gallery, Los Ángeles,
California, EUA; Las 400
vueltas en Museo Ex Teresa
Arte actual, ciudad de
México, ambas en el 2012
y The Garden of Eternal
Return, Casa del Lago,
ciudad de México, en 2014.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
4
Figura 1. Oscar Cueto,
Amo el arte contemporáneo, 2005, óleo sobre
tela, políptico, 25.40 x
15.24 cm. Cortesía del
artista. Tamayo, INBAConaculta ©
Paolo Montalvo).
nar recuerdos y fragmentos racionados de arte que me sirven de placebo.
En cierta exposición3 me encontré con la obra que dio inicio a este texto: Amo el arte
contemporáneo, de Óscar Cueto.4 Inmediatamente pensé que compartíamos algo: él también se complacía con reproducciones. En 2005, Cueto esbozó una forma de gozar el arte
más allá de su simple observación o recuerdo; una manera de penetrarlo sin que esto fuera
un accidente desafortunado. El único inconveniente era que no se trataba de una obra de
arte en sí, sino de un libro sobre arte.
129
nierika
R E S E Ñ A
En la serie Amo el arte contemporáneo, Cueto se autorretrata teniendo varios encuentros
cercanos con algunos libros de arte; pareciera que cada uno le provoca un apetito específico y diferente.
Tal como lo representa en su pequeño políptico, los libros de arte son una posibilidad
que muchos tenemos de poseer la obra que más nos gusta. Tomo esto como el punto de
partida para un análisis sobre el tema de la posesión de arte a través de los libros, y propongo
una posible alternativa al coleccionismo de arte al plantear al libro de arte, coleccionado o
adquirido, como un lugar en donde se genera una estrecha conexión entre la remembranza
de la obra de arte original y una objetividad corpórea que encierra una experiencia directa
y sin mediadores. ¿Es posible saciar la necesidad de tener una obra de arte sustituyéndola por su evocación?
Parto de la idea de que lamer una obra de arte para sentir su sabor no se considera un
acto amoroso, sino más bien un hecho cometido por un partidario de los acusados iconoclastas. Estas acusaciones no serían las mismas si eso que se profana fuera una imagen igual a
otras cientos de imágenes iguales. El arte carga consigo un aura sagrada que los libros
aparentemente no tienen. ¿Qué importa destruir un libro de arte a besos si sabemos que
hay otros miles por ahí, si podemos comprar un reemplazo y arruinarlo de nuevo con saliva?
La conexión con los objetos no es simple. Algo nos atrae a ellos. Evidentemente poseen
algo más que una forma: encarnan algo que no podríamos poseer de otro modo. Pero el
coleccionismo no consiste simplemente en guardar cosas, es más que la simple afición a
juntar objetos; no estamos hablando de un pasatiempo, sino de algo más parecido a una
fascinación. La gracia no es tener muchos objetos y ya, hay que tener los mejores e incluso
desprenderse de unos para conseguir otros, para conseguir al “otro”.
Y sin embargo, al final el coleccionista de arte sólo se atiene a mirar y proteger del
corrosivo tacto eso que tanto ama; la intimidad se encuentra limitada cuando se encuentra
frente a su pieza favorita. Jean-Pierre Lehmann, coleccionista, comenta que intenta ver todo
lo que puede, porque “el arte consiste en mirar, y a veces en tocar, pero sobre todo en mirar.
130
Hay que aprender a mirar”.5 ¿Eso es todo lo que necesito? ¿Por medio de la mirada también
nierika
puedo poseer un objeto, una obra de arte? Podría ahorrarme mucho dinero. A veces no se
R E S E Ñ A
trata de retar a la condición visual del arte, sino de retarnos a nosotros en nuestra noción
sobre la visualidad del arte. Lo anterior no es sencillo por una razón que ya se ha mencionado: el arte es intocable, peligra siempre que exista alguien frente a él.
Ser un resignado “coleccionista de arte en libros” tiene ventajas, y creo que la primera es
Lindemann, Adam,
Coleccionar arte
contemporáneo, HongKong, Köln, Taschen, 2006,
p.185.
5
que podemos tocarlo —tocarlo y lo que sea que se nos ocurra—. Es más, para disfrutarlo
es necesario abrirlo de par en par, partirlo en dos. Es posible una total libertad frente al objeto, no hay que cuidarlo de nadie. Se poseen varias obras con ser dueño de un solo libro,
no se prescinde de nada, podemos llegar incluso a tener una obra repetida; se puede tener
tanto los bocetos como la obra maestra. Tampoco se está en la posición riesgosa del descubridor o aval de arte; el trabajo sucio está hecho y lo que resta es disfrutar, se trata de una
posesión sin compromisos.
Antes de continuar creo necesario aclarar que lo que yo llamo aquí libros de arte no
se debe confundir con los libros de artista ni con el libro objeto o los facsímiles. Los libros
de arte son estos catálogos, retrospectivas de artistas, recopilaciones de estilos y épocas del
arte. En ellos encontramos imágenes que en su origen nada tuvieron que ver con libros,
imágenes que existen independientemente de ellos.
La famosa editorial alemana Taschen crea colecciones en números y volúmenes que
pretende sean adquiridos con la intención de formar pequeñas colecciones privadas de
libros. Sus líneas editoriales van desde la serie menor hasta sus libros Art Edition que incluyen la firma del artista. No tan curiosamente vemos que en los óleos de Cueto los libros
representados son de esta editorial. Aunque el objetivo de la editorial sea una cuestión de
mercado, ésta activa una serie de factores que van más allá de vender papel empastado,
objetos con volumen y peso. Se vende por supuesto la noción extendida del arte.
Una de las acepciones de la palabra objeto encontrada en el Dictionnaire de la Langue
Française del siglo xix es: “Todo lo que es causa, el sujeto de un pasión. Figurado y por exce-
Baudrillard, Jean, El
sistema de los objetos,
México, Siglo xxi Editores,
1999, p. 97.
6
7
Ibid. p. 100
lencia: el objeto amado”.6 No por nada, y sí por mucho, Baudrillard comenta que todos los
objetos cotidianos son en efecto “los objetos de una pasión, la de la propiedad privada […]
otra cosa más, profundamente relativa al sujeto, no sólo a un cuerpo material que resiste,
sino a un recinto mental en el cual yo reino, una cosa de la cual yo soy el sentido”.7
La pasión que se llegue a tener hacia un pieza de arte original es producto de la misma
relación objeto-sujeto que puede generar una afección pasional con un calcetín cualquiera,
que en todo caso dejaría de ser “cualquiera” y estaría despojado de su función original.
Calcetines y piezas de Duchamp pueden coexistir en el mismo glorioso pedestal, sólo hace
falta alguien que quiera colocarlos ahí juntos.
8
Ibid. p. 114.
También se puede decir que el objeto trabaja para representar la ausencia.8 En el libro de
arte la falta está latente; somos conscientes de que tenemos la imagen y no la cosa, pero no
tenemos opción, es eso o no es nada, y la imagen se vuelve “otra cosa”. Muchas veces esta
reproducción funciona como una prolongación de la obra misma. ¿En dónde queda enton-
Groys, Boris , “La
topología del arte
contemporáneo” en Art
Experience, trad. Ernesto
Menéndez-Conde.
Disponible en: <http://
lapizynube.blogspot.
mx/2009/05/boris-groysla-topologia-del-arte_175.
html>, consultado el 18 de
marzo de 2013.
9
ces la noción de obra original, de autenticidad?, ¿a dónde ha ido su aura, ese carácter irrepetible, su unicidad y singularidad, producto del momento epifánico en el que fue creada?
Sería bueno decir que quizás el aura ha mutado y no se ha perdido sino dispersado.
Pongámoslo así: para Walter Benjamin el aura era una cuestión casi únicamente topológica;
como hace notar Boris Groys, es un factor que depende de un aquí y ahora,9 pero el aura
ha tomado menos forma de “algo auténtico” y más forma de “algo autorizado”: “La reproducción está tan infectada por la originalidad como la originalidad está infectada por la
reproducción”;10 al estar contagiada por el concepto de lo original puede poseer los mismos
131
síntomas, y es entonces cuando una reproducción se convierte en diferentes originales,
nierika
R E S E Ñ A
porque cada una tiene su contexto, su lugar, su aquí y ahora.
Por otro lado, podría pensarse que la serie de Cueto es una imagen publicitaria; en ella
vemos tanto a la suculenta mercancía como al afortunado comprador, ambos en sincera
comunión, entregándose el uno al otro. Ese erotismo debería ser necesariamente fragmen-
10
Ídem.
tario, una insinuación, y aquí es donde el políptico ya no cuadra con lo publicitario. Lejos
de complacer, incomoda; más que una asociación sugerente, una “referencia”, es el placer
mismo. No busca promover ningún consumo de libros, lo denuncia; se burla tanto del
fetichista como del aficionado y de la crítica que ofrecen. Explota hacia sus límites la imagen
publicitaria para este fin. Desenmascara somnolientos deseos a medio cumplir con este
anuncio exponencial: aquí no hay metáfora sino pura literalidad. Y fue justamente esta literalidad acusadora la que me hizo preguntarme si así me veo comprando libros...
Figura 2. Oscar Cueto,
Book on fire, 2006, óleo
sobre tela, 119.38 x 99
cm. Cortesía del artista.
Cueto quiere que vean en su iconolatría una iconoclastia, lo que se muestra mejor en su
pintura Book on fire . Recordemos que “la iconoclastia moderna ya no consiste en romper las
imágenes, sino en fabricarlas”:11 acomodar una imagen de tal modo que invalide a otra o le
otorgue a diferentes imágenes el mismo lugar. A Cueto quizás le ofenda que yo me plazca
con un objeto mundano; a mí no me incomoda tanto que el políptico no resulte ser un
“autorretrato” sino un reflejo mío; la obra funciona tan bien que me ha traído hasta aquí tratando de justificarme. Tampoco me ofende que una obra de arte esté en la sala de alguien,
a mí lo que me ofende es que yo no pueda tener una en la mía.
En Amo el arte contemporáneo nos encontramos frente a una imagen que evidencia
lo especular: “un sueño en el que se proyectan las formas de la promesa y el engaño”.12 Pero lo
Jean Baudrillard,
El complot del arte,
Buenos Aires,
Amorrortu, 2007, p. 26.
11
José Luis Barrios,
“Introducción” en Óscar
Espinosa, Francisco
Castro y José Luis Barrios,
Fantasmagorías. Mercancía,
imagen, museo, México,
uia, 2009, p. 6.
12
fantasmagórico no sería tal si no implicara un despertar. A veces el engaño es una forma de
distracción y el libro de arte distrae a la falta, está en lugar de “lo otro”, es el “pues ya qué” o el
“peor es nada”, pero por segundos es el todo. Sólo hay que esperar a que nos pase como a
Pigmalión, que nuestro libro de arte se convierta en una obra de arte y se ponga a ser en vez
de aparentar (recordemos que “la de Pigmalión es la historia de una falta”13):
Victor Stoichita,
Simulacros: el efecto
Pigmalión: de Ovidio a
Hitchcock, Madrid, Siruela,
2006, p.14.
13
132
Los iconólatras eran personas sutiles que pretendían representar a Dios para su mayor gloria,
nierika
pero que en realidad, al simular a Dios en las imágenes, disimulaban el problema de su exis-
R E S E Ñ A
tencia. Cada imagen era un pretexto para no plantearse el problema de la existencia de Dios.14
¿No es el objeto artístico ese Dios, y su imagen la reproducción? ¿Qué no cada discurso
Baudrillard,
El complot del arte,
op. cit.,
p. 27.
14
sobre la reproducción y el original, sobre lo visto y lo no visto, es la inestabilidad jerárquica
de ambos conceptos encontrándose? ¿Su polaridad esfumándose o invirtiéndose? Si bien
en los libros de arte la obra original es la que falta, lo que le falta tanto a la obra de arte como
a su reproducción es un concepto inalterable para ambos, una cosa imposible.
Y en todo caso, si en este texto la falta y la ausencia tienen un papel protagónico, ¿acaso no una colección se funda en la falta?, ¿realmente la colección se hace para quedar
terminada? No hay que pensar en la falta como algo negativo y perjudicial, sino “por lo
Baudrillard, El sistema de
los objetos, op. cit., p.105.
15
demás positivo, puesto que la falta es aquello por lo cual el sujeto siempre se recobra objetivamente”. 15 La colección de arte por medio de libros es tan delirante como la noción misma
de la posesión, la imagen, la reproducción y lo auténtico. No la juzguen sólo de alucinatoria,
como si se tratara de una enfermedad propia de débiles —y sobre todo de desahuciados—,
sino de recreativa, como una capacidad congénita, como la habilidad de crecer más allá de
la forma, o bien, de presenciar ausencias, de encontrar en ellas lo que buscamos, de creer
en el brillo de las apariencias.
Y a falta de espacio, pero no de motivos… aquí termino.
133
Testimonio de perseverancia:
nierika
RRESEÑA
E S E Ñ A
Las cuatro estaciones
del muralismo de
Raúl Anguiano, de Dina
Comisarenco Mirkin
Roberto Rosique1
robertorosique@gmail.com
Roberto Rosique
es un destacado
artista plástico que ha
realizado más de cien
exposiciones colectivas y
otro tanto de individuales
en el país y el extranjero.
Autor de numerosas
publicaciones, entre las
que se encuentran La
otra realidad fotoplástica
(1997), 30 Artistas
Plásticos de Baja California
(1998), El Último Instante
(cuento y dibujos, 2000),
Hacedores de Imágenes.
Plástica bajacaliforniana
contemporánea (2004), y
Del arte en terciopelo negro
al arte instalación. Apuntes
sobre las artes visuales
en Tijuana (2010). Actual
catedrático y fundador de
la licenciatura en Artes en
la Universidad Autónoma
de Baja California, además
cursa un doctorado en
Pedagogía Crítica.
na sociedad justa sólo puede entenderse en la medida en que reconoce su pasado
y reivindica el pensamiento y las obras de quienes con su atrevimiento contribuyeron en los cimientos de nuestra estructura social. El libro testimonial construido
con la investigación, como es el caso del que a continuación reseño, es el instrumento con
el que se reafirman estos esfuerzos, y se vuelve memoria imprescindible que aporta a la
edificación del presente.
Las cuatro estaciones del muralismo de Raúl Anguiano es el título de un libro significativo
a todas luces, dedicado amorosamente por Brigita Anguiano a su esposo, amigo y compañero, el maestro Raúl Anguiano. Es el producto realizado con empeño y entera dedicación editorial por la propia Brigita Anguiano y Lynda Anderson, con la coordinación editorial
de Laura Mendoza Reinert, el diseño gráfico de Claudia Reinert, la traducción de Gonzalo
Vélez y Gus Valdéz, y el prólogo de Gregorio Luke. Esta obra se imprimió en el 2014 en San
Diego, California, por Rush Press, Inc.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
1
134
nierika
R E S E Ñ A
Sus 217 páginas se componen de prefacio, introducción y un cuerpo teórico, desarrollado en seis capítulos escritos por la doctora Dina Comisarenco Mirkin, quien tuvo el privilegio de compartir algunos momentos de su vida con el artista. A la cercanía y veracidad
de las evocaciones vertidas a lo largo del libro se suma la revisión exhaustiva de la producción pictórica del maestro Raúl Anguiano. Estos elementos, tanto personales como profesionales, contribuyen a la construcción de los juicios de valor que la autora emite a lo largo
del libro respecto a la obra del muralista mexicano.
Un prefacio anecdótico a cargo de Comisarenco, que prodiga admiración y agradecimientos, nos lleva a la introducción del recorrido que hará la autora en torno a la producción
muralista de Raúl Anguiano. Un camino que para su estudio se disecciona en dos tiempos.
El primero incluye el marco personal y artístico del maestro, el cual se aborda mediante una
breve reseña de su vida y obra, así como a partir de los inicios del movimiento muralista
mexicano, contexto histórico referencial imprescindible para el abordaje del estudio de
la obra de Anguiano.
Un segundo tiempo, que condensa el corpus crítico, está dedicado al estudio de las etapas del muralismo del maestro, las cuales se dividen en cuatro capítulos metafóricamente
correlacionados con las estaciones del año (de donde emerge el título del libro) y con el
ciclo de la vida. Esto último implica para la autora nacer, formarse, madurar y envejecer, todo
ello a manera de juego alegórico de analogías con la extensa producción mural del maestro.
En el primer capítulo, “Marco referencial y artístico del maestro Raúl Anguiano”, Comisarenco nos conduce por un recorrido vivencial que da cuenta del año y lugar de nacimiento
del autor, así como del entrenamiento artístico profesional que inicia en su natal Guadalajara y continúa hasta su traslado, a los 22 años de edad, a la ciudad de México, lugar donde
se integra rápidamente a la febril actividad artística influida por la efervescencia política
de ese entonces. Asimismo, en esa etapa se unirá, a los pocos años de su arribo, a la mítica Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, colectivo en la cual, algunos de los miembros y colaboradores del maestro Anguiano construyen el mural del emblemático Centro
Escolar Revolución, en ese entonces ejemplo de la visión educativa socialista del México
cardenista.
Su desarrollo artístico también se verá enriquecido gracias a su activa participación en
agrupaciones clave para el desarrollo de un arte con profundas raíces mexicanas; por ejemplo, el Taller de la Gráfica Popular (1938), en el que participaron un importante número
de artistas, hoy ya figuras paradigmáticas, como Leopoldo Méndez, Javier Guerrero, Pablo
O’Higgins y Alfredo Zalce, entre otros, y el Salón de la Plástica Mexicana, del que formaron parte los pintores más representativos del Mexico moderno.
Fue también, por un tiempo parte del staff académico de la Escuela Nacional de Pintura,
Escultura y Grabado La Esmeralda, así como de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Raúl Anguiano se caracterizó por ser un hombre volcado a su producción plástica y a
toda actividad que contribuyera al prestigio del arte mexicano. Fue forjador de una carrera
vertical que suma innumerables reconocimientos, entre los que destacan la insignia José
Clemente Orozco, otorgada por el Congreso del Estado de Jalisco en 1956; la Medalla de
Oro del Salón Panamericano de Arte, en Porto Alegre, Brasil, en 1958; el grado de Comendatore de la República Italiana, en 1977; y en 1988 el nombramiento como Creador Emérito
del Sistema Nacional de Creadores de México. En el año 2000 fue condecorado con el máximo galardón artístico del país, el Premio Nacional de Ciencias y Artes; para el año 2003 se
inauguró el Museo Raúl Anguiano en Guadalajara, Jalisco; y en el 2006, en un reconocimiento
135
póstumo, se le otorgó la Medalla Conmemorativa del Palacio de Bellas Artes, que otorga el inba.
nierika
En el segundo capítulo, titulado “Los inicios del movimiento muralista mexicano”, la escritora hace un recorrido que contempla los orígenes del maestro fincados en las culturas
precolombinas, en la realidad social del México posrevolucionario y en la utopía vasconcelista del hombre universal. Si bien la historia reconoce a José Vasconcelos como detonador
y promotor del muralismo mexicano, la autora rescata del olvido y reivindica la figura señera
del pintor Alfredo Ramos Martínez (1871-1946), director de la Escuela Nacional de Artes
Plásticas y fundador, en 1913, de la pionera Escuela de Pintura al Aire Libre, en Santa Anita,
Iztapalapa, en la ciudad de México. En ella se promueve la creación de un nuevo arte de corte nacionalista que contemple temas relacionados con el pasado prehispánico, la población
autóctona y el paisaje nacional; temas que serán retomados más tarde por los muralistas
mexicanos en su espíritu de lucha que los abandera y justifica.
La autora rescata también como antecedentes artísticos con un enfoque nacionalista,
los trabajos de Guillermo Murillo, José Guadalupe Posada y Saturnino Herrán, figuras sustanciales en la historia de la plástica que serán ensombrecidas por la fiebre creativa del muralismo mexicano. La historia hoy los reconoce por su grandeza y originalidad.
De la extensa lista de pintores que dieron cuerpo al movimiento muralista (Roberto
Montenegro, Ramón Alba del Canal, Fernando Leal, Fermín Revueltas, Jan Charlot, Carlos
Orozco Romero, entre otros) serán las figuras de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David
Alfaro Siqueiros las que obtendrán el reconocimiento internacional que les confiere la etiqueta de “Los tres grandes”. Esta primera generación de creadores que pugnaron por una
obra monumental de propiedad pública hará figurar el arte moderno mexicano en el panorama mundial y su influencia será evidente en las generaciones posteriores; sin embargo,
también será un obstáculo para el reconocimiento del resto de los creadores mexicanos. Es
cierto que la reafirmación de nuestros valores culturales precolombinos y las preocupaciones
de nuestra realidad nacional seguían estando presentes, pero la obra que producen estas
nuevas generaciones lleva implícita la ruta universal y los influjos de las tendencias vanguardistas que mostraban un mundo diferente. De esta camada emergerá Raúl Anguiano.
En el tercer capítulo, “La primavera y el arte al servicio de la Revolución”, Comisarenco
construye una semblanza de los primeros pasos de la vida creativa del autor, su evolución
templada en la práctica de géneros diversos sostenidos en el dibujo como entramado
sustancial del grabado, el cual desarrolla en sus más diversas técnicas, y su profusa obra
de caballete que comulga con diferentes estilos y que finalmente se asienta en el expresionismo figurativo que lo caracterizará. Una producción donde el retrato femenino,
los encargos complacientes y los temas diversos serán un cuerpo común. No obstante,
sobresale en todos sus trabajos la temática que evidencia sus anhelos de cambio y las
preocupaciones por un México desprotegido, el interés por las etnias soterradas en el
más ingrato olvido desde antes y después de la Revolución. Una obra vital que si bien
hace rememorar los afanes del muralismo de la época vasconcelista, no deja de insistir
en la necesidad de reconocer esa realidad lacerante que estigmatizará al México moderno y al actual, pero que también reconoce al país que se alza protagónico y orgulloso de
sus raíces con un porvenir alentador.
Éste es un periodo en el que veremos aparecer su obra mural como asistente de pintores
como Jesús Guerrero Galván y Roberto Reyes Pérez, entre otros, los cuales conformaban la
Alianza de Trabajadores de las Artes Plásticas. Un tiempo en donde el espíritu de la política
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136
nacionalista de Lázaro Cárdenas, con sus inclinaciones socialistas y anticlericales, se refleja-
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ba en las temáticas pictóricas y originaba controversias, y en muchas ocasiones repudio y
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encono por los grupos sectarios ultraconservadores.
La autora destaca el paso posterior del maestro por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, cuyos compromisos por un arte político y antifascista daban cuenta de su
responsabilidad social. Además, su participación en los murales del mercado Abelardo
Rodríguez, del Centro Escolar Revolución, y de la Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo son ejemplos de un periodo de aprendizaje y madurez influido por ese
espíritu crítico, revolucionario y social de la época.
El cuarto capítulo, “El verano y el descubrimiento del México precolombino”, describe
cómo la atmósfera nacionalista de décadas pasadas en los años cincuenta empezaba a suplirse por el universalismo imperante; las vanguardias históricas comenzaban a manifestarse, aunque tardíamente, en el panorama creativo mexicano; el arte de la posguerra, particularmente emanado de las consignas del expresionismo abstracto norteamericano, tomaba
posición en las generaciones rupturistas y daba cuenta de ello con mucha claridad; y el
muralismo que sobrevivía a estos cambios modificaba también sus temáticas. El interés por
la fama adquirida tiempo atrás animaba a constructores, arquitectos y sobre todo a la fuerza
empresarial a contratar los servicios del pintor para cubrir los muros con las proezas, quimeras y esperanzas de las instituciones y empresas. El mural que se demandó y se realizó en
estas décadas comenzó a tener otras connotaciones.
Raúl Anguiano, para ese entonces ya con una vasta experiencia, participó activamente
en este renacer muralista con temas de corte histórico-didáctico, generalmente productos
del encargo, que serán alternados por una obra personal alimentada desde su juventud en
aquella aventura de trabajo en la selva lacandona como dibujante de registros arqueológicos, y por el influjo nacido de la admiración, siempre manifiesta, por la temática mural de
Diego Rivera. Una obra que sigue reflejando nuestro pasado prehispánico y actúa como
recordatorio del presente indígena, que resalta sus valores, pobreza y dignidad, y da cuenta
de la feroz realidad social, su marginación e indiferencia. En este apartado la autora ofrece
un detallado y puntual recorrido por la extensa producción de este momento creativo de
la longeva carrera del pintor.
El quinto capítulo, “El otoño y el revisionismo histórico”, destaca la plena madurez
creativa del maestro en la década de los setenta y ochenta, la cual seguirá manteniendo
prendida la flama muralista y, si bien tendrá reminiscencias de sus temáticas anteriores y
seguirán presentes sus recuentos históricos, se verá enriquecida por los vaivenes de una
sociedad preocupada por adecuarse a una modernidad galopante que veremos reflejada
en tópicos universales de índole cultural y en preocupaciones personales surgidas de lecturas y experiencias vividas en su recorrido por el mundo.
El sexto y último capítulo, “El invierno y el humanismo”, que la autora enmarca desde
la década de fin de siglo hasta el 2006, señala el cierre de una vida de entrega y de trabajo
que alcanza sus últimos momentos, y que se confirma con el mural inconcluso La evolución del Instituto Politécnico Nacional a través de 70 años. En este periodo se subraya la entereza del hombre y el artista en la cima de su carrera y su vida, forjada en un camino pedregoso que, con la experiencia a cuestas y un enorme entusiasmo, realiza una decena más
de murales de diversa índole, en los que plasma su mirada del mundo, su entender de la
naturaleza y la pasión por mantener a flote orígenes y desesperanzas en un anhelo por un
mundo compartido y justo.
Se trata de un libro de arte que como tal ya es hermoso, y que también es testimonio
de un hombre, de su obra y su tiempo, y del anhelo, el sueño y la satisfacción de verlo
consumado. Es memoria de la perseverancia y del convencimiento de que el arte tiene suficientes razones para que se justifique como ejercicio que evidencia nuestras negligencias
y avatares; pero también es recordatorio del compromiso por trazar rutas justas hacia la
construcción de una sociedad crítica y emancipada.
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La ironía feminista de
Christine de Pisan: algunos
fragmentos de Le Livre du Duc
des Vrais Amants (1404)
María Luisa Durán y Casahonda Torack1
luisa.duran@ibero.mx
ntes de dar inicio con la explicación del documento que nos interesa, es necesario
María Luisa Durán y
Casahonda Torack es
doctora en Historia.
Es académica de
tiempo completo del
Departamento de
Arte de la Universidad
Iberoamericana. Su
especialidad es el arte
medieval.
1
abordar ciertas cuestiones metodológicas para comprender las dos palabras de
nuestro título que parecen anacrónicas para el periodo medieval. Por un lado, la
palabra “ironía”, y por el otro, “feminista”.
La disciplina llamada Estudios Medievales, hasta la década de 1970 estuvo al borde del
precipicio dada su inadecuada inserción en los intereses académicos del momento. Las
razones podrían enumerarse en una lista larga; sin embargo, las resumiremos en una débil
e insuficiente metodología que no permitió comprender ese periodo histórico desde la
nueva perspectiva moderna (o posmoderna). Pero todo esto cambió, en gran medida, con
el redescubrimiento de la Historia Cultural durante esa misma década y la creación de la
Burke, Peter, ¿Qué
es la historia cultural?,
Barcelona, Paidós, 2006.
2
Nueva Historia Cultural (nhc) una década después.2
La ventaja de la nhc sobre otras aproximaciones fue el permitir hilvanar metodológicamente varias disciplinas para crear nuevas miradas interpretativas sobre el objeto de estudio. El caso de los Estudios Medievales no estuvo exento a este fenómeno; por ello, hacia
la década de 1980 se popularizó una nueva aproximación interdisciplinar llamada la Nueva
A pesar de que el término
fue acuñado inicialmente
por Umberto Eco desde
1973 en su libro La Nueva
Edad Media, (Madrid,
Alianza, 1973) no fue
hasta las décadas de 1980
y 1990 cuando la nueva
metodología rindió frutos
hacia todas las disciplinas
interesadas en el periodo
medieval.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
3
Edad Media.3 Así, desde la antropología hasta la historia del arte, el objeto de estudio fue
(y ha estado) sometido a constantes revisiones. Ejemplos de éstas han sido los temas de la
ironía y el feminismo, en particular las manifestadas en la literatura y en las artes plásticas.
Estas constantes revisiones nos han permitido vislumbrar la peculiar interpretación que
se tuvo sobre ambos conceptos en la Edad Media. Para el hombre medieval, la ironía se
basó primero en un sentido de certidumbre y después en burla o bufonería. Certidumbre en
la existencia de un solo Dios creador y omnipotente, y en la de que Su Creación era perfecta
y armoniosa; todas aquellas aberraciones del mundo que percibían los hombres eran meras
visiones inadecuadas de lo omnipotente,4 y se debían a su limitado entendimiento sobre
Reiss, Edmond “Medieval
Irony” en Journal of the
History of Ideas, vol. 42, no.
2 (Abril - Junio, 1981), pp.
209 - 226 (Versión digital
en JStor: http://www.jstor.
org/stable/2709317), pp.
212 – 213.
4
5
Ibid.,p. 213.
las razones de Dios.
Como consecuencia inevitable de su condición humana, para el hombre medieval la
ironía fue entonces concebida como burla; pero burla desde la visión del Todopoderoso hacia Su Creación. En el Salmo 2:4 los hombres leyeron: “El que habita en los cielos se ríe, Yahvé
se burla de ellos”. Así, el hombre, irremediablemente ignorante y con limitadas capacidades
intelectuales,5 se vio a sí mismo como objeto de burla, y por tanto de ironía. Para él, su intento
por comprenderlo todo fue considerado irónico, y su intento por representarlo, también. De
este modo, las expresiones plásticas y literarias se convirtieron en el instrumento principal
para mofarse de sí mismo. En otras palabras, considerado como un imperfecto imitador de
Dios, el hombre in imitatione Dei utilizó la ironía para autoevaluarse y reírse de sí mismo ante
6
Ibid., p. 216.
sus limitaciones inherentes.6 Pero no hay que interpretar esta burla como necesariamente chistosa. Esta burla fue fundamentalmente seria, introspectiva, didáctica y hasta salvífica.
139
Por otro lado, el concepto del feminismo también logró su inserción en el vocabula-
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rio de los medievalistas desde estas nuevas revisiones metodológicas. Investigadores de la
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talla de Georges Duby y Michelle Perrot7 dedicaron varias decenas de páginas para precisar
tan escurridizo concepto. Escurridizo porque no es posible limitar la imagen, o figura, de la
mujer medieval bajo una sola definición; la variedad de roles que desempeñó durante
la Edad Media fue tan amplia como la actual. Pero hay uno en particular que nos interesa para esta breve introducción: el papel de la mujer como creadora y expositora de una
Georges y Perrot, Duby,
Michelle (edit.). Historia de
las mujeres, Madrid, Taurus,
1992.
7
realidad social. Christine de Pisan (c. 1364-1430), autora del documento que nos interesa,
fue considerada la primer autora de Francia8 por ser la primera escritora que vivió de su producción literaria y consiguió mantener a flote a una cuantiosa familia conformada por tres
hijos, su madre y una sobrina, a lo largo de toda su vida laboral. Y decimos que sus obras son
de corte feminista e irónico porque en ellas defendió continuamente la figura de la mujer y
porque en su defensa objetó la sumisión femenina. Sus obras, entintadas de ironía, expusie-
Diana Arauz Mercado,
“Imagen y palabra a través
de las mujeres medievales
(siglos ix – xv), Primera
parte: Mujeres medievales
del Occidente europeo” en
Escritura e Imagen, núm. I,
2005, p. 215
8
ron la doble moral del amor cortés.
El extracto de la obra que a continuación se reproduce son tres cartas de su poco conocido Le Livre du Duc des Vrais Amants (1404). En ellas leemos un hecho verídico: la comprometedora situación del acecho amoroso de un caballero hacia una dama casada. Y, a pesar
de estar basada en una historia real, a Christine no parecieron importarle los detalles de la
historia pues no los recuenta. Lo que a ella le preocupó fue la doble moral que vivieron
sus contemporáneos, en particular contra las mujeres. En estas cartas podemos leer entre sus
líneas la petición de Christine de Pisan por que la mujer tome riendas de su propio destino,
tema preponderante en sus otros libros como La ciudad de las damas (1405) y El libro de las
tres virtudes (1405). Para nuestra autora, la mujer fue símbolo de fuerza, dulzura e irrevocable
moralidad, y no un objeto más para ser conquistada por el hombre. En sus líneas leemos la
ironía que detecta en la contradicción de su discurso moralizante frente a la realidad de
su época.
A lo largo de las cartas, Christine hace un llamado contra la misoginia, la sumisión femenina y la resignación sexual a la cual fueron sometidas muchas mujeres. En la primera carta
leemos la confesión de amor de la dama amada a otra, la “duquesa”. En ella, la dama admite su amor hacia el caballero. En la segunda carta leemos la respuesta de la duquesa
(¿será la voz de Christine?), donde se le explica a la amada lo imposible de corresponder este
amor prohibido. La ironía, disfrazada de moral, expone la realidad bipolar de muchas mujeres nobles, cultas y educadas, pues viven una doble vida interior: se saben adoradas pero,
al mismo tiempo, cosificadas y atacadas por las actitudes misóginas de la época; su posible
amor verdadero es uno prohibido, y su condición de mujer las obliga a una conducta moralizante y santificada aunque sus inclinaciones personales sean otras, pues el castigo divino
impera por encima del amor. En la tercera carta leemos el dolor que le causa a la dama el
rechazar los avances amorosos del caballero.
Le Livre du Duc des Vrais Amants9
(The Book of the Duke of True Lovers)
To my very dear and good friend,
The Lady of La Tour.
VERY DEAR AND KIND FRIEND,—Concerning my estate, be pleased to know that I am in health,
and I pray God to grant the same to you. I write to you because of the desire which I have to
Extracto del libro de
Christine de Pisan. The
Book of the Duke of True
Lovers. Traducido al
inglés del francés medio
e introducción de Alice
Kemp-Welch. Nueva York:
Oxford University Press,
1908, (Versión en línea
de este libro en Proyecto
Gutenberg <https://www.
gutenberg.org>. Licencia
para descargar y usar
este libroelectrónico en
<http://www.gutenberg.
org/license>..
9
140
see you, and to speak with you, for I have not forgotten the good and faithful service which you
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have always rendered me, for the which I hold myself so much bounden to you, that I can never
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repay it. And be sure that you have a friend in me, and you can put this to the proof whensoe’er
you will. Dear lady and friend, you well know how that I am controlled, and held in great subjection and fear, and am harshly treated, and that my lot is a very hard one, and allows me but little
happiness, and that I have no friend to whom I can make plaint and tell my secret thoughts, the
which I would not make confession of to any save to you, from whom I would not hide aught
any more than I would from my confessor, for I know you to be so loyal, that I can trust in you.
You must know, therefore, that it is a very grievous sorrow to a young heart always to live in
disquiet, and devoid of happiness. So I would that you were near me, and I would tell you of
very pleasing things, concerning the which, with good reason, I do not write to you. And thus
I have great need of your aid and good counsel, wherefore I pray you, by all the love you bear
me, that, as soon as you have read this letter, you so arrange your affairs that you may be ready
to come to me within a week from this, and I will send to fetch you with all due honour. And do
not be in anywise troubled about leaving your household, for I pledge you my faith to make so
liberal recompense, that it will always be to the advantage of you and yours. And I pray you not
to fail me in this, and to send me, by the bearer of this letter, your favourable reply. I commend
me to your daughter-in-law. Dear, kind friend, may the Holy Spirit have you in His keeping.
Written in my Castle, the eighth day of January.
La moralizante respuesta de la Dama de La Tour fue la siguiente:
MY VERY REVERED LADY,—In the first place I send you my very humble respects, and may it
please you to know that I have received your very loving and tender letter, for the which, with all
my unworthy heart, I thank you, and in the which you do me so great honour as to have in remembrance the trivial services, in nowise worthy of your honoured and noble self, which I rendered you in the past, and thus I am beholden to you more than I can ever deserve […] But since,
my very revered Lady, I cannot hold speech with you as soon as I would, and I am bound to
counsel you as to your conduct, as one who has been under my guidance from childhood until
now, however unworthy I have been of this, methinks I should be wrong if I kept silence touching that which I knew might bring any trouble upon you if I failed to make it known to you.
Wherefore, dear Lady, I write what follows, for the which I very humbly entreat of you in no way
to bear me ill-will, for you may be assured that very great love, and the desire that your great renown and honour may ever increase, moves me to this. My Lady, I have heard certain rumours
touching your conduct which grieve me from the bottom of my heart because of the fear I have
of the ruin of your good name, to the which, as it seems to me, they tend, for it is right and fitting
for every princess and high-born lady, since she is exalted in honour and estate above others, to
exceed all others in goodness, wisdom, manners, disposition, and behaviour, to the end that she
may be an ensample by the which other dames, and even all womankind, should regulate their
conduct. And thus it is meet that she be devout toward God, and have a tranquil, gentle, and
calm demeanour, and in her diversions be restrained and without excess, that she laugh with
moderation and not without cause, and have a stately carriage, modest look, and dignified bearing, with a kindly response and a courteous word for every one, her dress and attire rich but not
too affected, gracious in her welcome of strangers, in speech restrained and not too familiar,
not hasty in judgment or fickle, never appearing harsh, capricious, or ill-humoured, or too difficult to serve, humane and kind to her waiting-women and servants, not too haughty, in giving
bountiful within reason, knowing how to recognise those who are the most worthy in goodness
and prudence, and her best servants, and to draw all these to her, and recompense them accor-
141
ding to their deserts, not trusting or putting faith in flatterers, but recognising them, and driving
nierika
them from her, not lightly believing gossip, not given to the habit of whispering either to stranger or to intimate friend in any secret or solitary place, and in particular not to any of her retainers
or serving-women, so that none may be able to think that he knows more than another of her
private affairs, never saying in jest to any one whomsoever, in the presence of others, aught
which may not be understood of all, so that those hearing it may not imagine there to be some
foolish secret between them, and keeping herself neither too much confined to her chamber, or
to herself, nor too much in the sight of other folk, but sometimes retiring, and at other times
appearing before others. And although the foregoing conditions, and all other usages befitting
a noble princess, were aforetime observed by you, you now act quite otherwise, it is said, for
you amuse yourself much more, and have become more communicative and mirthful than
was your wont, and it is when the outward signs are changed, that one usually judges the disposition to be altered, and now you desire to be alone, and withdrawn from others save one or two
of your waiting-women, and some of your dependants, with whom, even in the presence of
others, you consult privately, and titter, and talk secretly, as if you well understood one another,
and naught but the company of such pleases you, and the others can in nowise serve you to
your liking, the which things and doings arouse envy in your other servants, and cause them
to think that your heart is enamoured of some one. Ah, my very sweet Lady, for God’s sake remember who you are, and the high position to which God has raised you, and consent not,
for the sake of any foolish pleasure, to be forgetful of your soul and your honour, and do not put
trust in the vain fancy which many young women have, who permit themselves to believe
that there is no wrong in loving with tender passion provided this is not accompanied by any
wrongful act […] And however dishonourable such foolish love is in any woman, be she rich or
poor, it is still much more unbecoming and harmful in a princess or a high-born lady, and the
more so the more exalted she is, and the reason of this is just, for the fame of a princess extends
everywhere, and hence, if there is any stain on her good name, it is more known of in foreign
lands than in the case of simple folk […] And thus it is the more necessary for a noble lady than
for other women to pay great attention to all her words and ways and demeanour, and the reason of this is, that, in the presence of a noble lady, everyone pays attention to her, both to hear
what she will say, and also to attentively take note of all her doings. And thus the lady cannot
look, speak, laugh, or jest, without all being put together, discussed, and borne in mind of many,
and then reported broadcast. Bethink you, therefore, my very dear Lady, that it may have a very
bad appearance when a high-born lady, and indeed any woman, becomes gay and mirthful,
and willing to listen to amorous discourse, more than is her wont, and then, when for any reason
she changes her mind, of a sudden becomes discontented, ungracious, and on her defence, and
no one can serve her to her satisfaction, and she takes no trouble about her dress or apparel.
Certes, folk then say that she must have been in love, but is so no longer. My Lady, this is in
nowise demeanour becoming to a lady, for, whate’er may be her intentions, she should alway
have a care so to demean and conduct herself, that such judgments cannot be passed on her,
and although it may well be that, in a matter of love, it is difficult to maintain such moderation,
the most sure way to this end is to wholly eschew and shun it […] Revered Lady, as I have erewhile observed, I wholly realise and bear in mind that the influence which can dispose a young
woman to incline to such love, is that youth, and ease, and indolence cause her to say to herself,
“You are young, you must enjoy yourself, you can well love without wrong-doing, and this is in
nowise evil when it is without sin, you will make a man valiant, no one will know of it, you will live
more merrily because of it, and you will have won a true servant and a loyal friend, and,
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therefore, all your desire.” Ah, my Lady, for God’s sake have a care that you be not deceived by
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such foolish fancies; for, as far as concerns happiness, be assured that in love affairs there is
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an hundred thousand times more of grief, of care, and of perilous risk, especially for the ladies,
than there is of happiness. Moreover, whiles that love of itself brings in its train many divers troubles, the fear of the loss of honour, and that this may become known (the which makes such
pleasure dearly bought), continually haunts the mind. And as to saying, “There can be no harm
in this, since it will not result in sin,” alas, my Lady, no one can by any means be so sure of herself
as to be certain that, however good her resolution may be, she will always keep herself in restraint in the matter of love made in this wise, or that it will not be discovered, as I have said before.
Of a truth, this is not possible, for never is there fire without smoke, but there is often smoke
without fire […] For if she were in any trouble, he would not dare concern himself in anywise on
her behalf, for fear of her dishonour. Therefore how could such a servant, who would not risk
himself in her service, be of profit to her? And though there are some who say they serve their
ladies when that they achieve great things, either in arms or in other ways, I say that they serve
themselves, since the honour and the profit of it remains to them, and in nowise to the lady. And
yet again, my Lady, if you or any other would make excuse by saying, “Mine is a sad lot, the which
allows me but little freedom and happiness, and because of this I can, without wrong-doing,
have pleasure in another in order to dispel melancholy and to pass the time,” assuredly never,
with submission to your honoured self and all others who speak thus, does such excuse avail
aught, for very foolish is he who sets fire to his own house in order to burn that of his neighbour,
but she who bears with such a husband patiently, and without discrediting herself, so much the
more increases the good renown of herself and of her honour. And as to having pleasure, certes
a noble lady, and indeed every woman, can, if she will, find, without such love as this, enough of
lawful and fitting pleasures to the which to give herself up, and with the which to pass the time
without melancholy […] But in nowise do I say that a young and noble lady may not rightly divert herself, and laugh, and play, at seasonable times, even in the presence of lords and gentlemen, or that she may not, so far as is befitting to her position, do honour to strangers, to each
one according to his rank, but this should be done so soberly, and in such modest fashion, that
there be not a single glance, or laugh, or word, the which is not under due restraint, and within
proper bounds, and she should ever be on her guard that it may not be possible to discover in
her aught that is unworthy or unseemly, either in word, look, or behaviour […] And further, my
very dear Lady, it remains to speak of the perils and difficulties which accompany such love, the
which are without number. The first and greatest is that it angers God, and then if the husband
or kinsfolk discover it, the woman is ruined, or falls under reproach, and never after has she any
happiness. And again, even if this does not come to pass, let us consider the disposition of lovers,
for though all were loyal, secret, and truthful (the which they by no means are, since it is well
known that they are generally faithless, and, in order to deceive the ladies, say that which they
neither think on nor would do), ne’ertheless of a surety it is true that the ardour of such love does
not dure for long, even with the most loyal[…] And, moreover, you and every lady can see what
folly it is to put one’s person and one’s honour at the mercy of the tongues, and in the power,
of such servants, for they call themselves servants, although, for the most part, the ending of the
service is such that, although they have made promise unto you, and have sworn, to keep
the secret, they in no wise hold their peace concerning it, and in the end the ladies are ofttimes
left with the reproach of such love, and the gossip of folk concerning it, or, at the very least, with
the fear and dread in their hearts that those very ones in whom they have put their trust, talk of
it, and make boast of it, to anyone else who knows of the affair, and thus they are delivered over
from free-dom to bondage, and behold the end of such love! […]Very honoured Lady, what
shall I say concerning this? Be assured that as soon as one sifts the matter to the bottom, one
143
discovers all the mischievous perils which this amorous life entails; and do not doubt this, for so
nierika
it is. And because of this, very dear Lady, do not cast yourself into such peril, and if you have any
thought of it, for God’s sake withdraw from it before greater evil to you comes of it, for better is it
to do this betimes than late, and late than never, and already you can see what will be said about
it if that you persevere in your unwonted ways, when even now they are perceived, and in consequence of this are talked of in many places. Thus I know not what further to write to you, save
that, to the utmost of my power, I humbly entreat of you not to take this from me in bad part, but
may it please you to be assured of the good intent which constrains me to say it, and very much
rather would I do my duty by loyally admonishing you, and causing you to be an-angered, than
either counsel you to your ruin, or keep silence concerning it in order to have your goodwill. […]
Very honoured Princess, and my dear Lady, I pray God to give you a happy and long life, and
paradise.—Written at La Tour, this 18th day of January.
Your very humble servant,
Sebille de Monthault, Lady of La Tour.
Acto seguido, la enamorada le escribió a su amado:
MY GOOD FRIEND,—It is indeed true that foolish love, the which deceives many, and the sincere
pity which I had for your plaint, have led me much to forget that which I ought ever to have had
in remembrance, the which is, to preserve my soul and mine honour. And I have fully come to
see how that I have already exposed myself to many great dangers and perils in order to fulfill
your youthful wishes and mine own. Thank God, however, that there has been no evil in it, nor
ever will be as long as I live! Yet the world would in nowise believe this if any ill chance befell
me, from the which may God preserve me! And I well perceive that whosoe’er pursues foolish
love, is in nowise master of himself or of his demeanour, so that it comes to pass that he may be
discovered, as you can see by the long letter which the good and prudent woman, the Lady of
La Tour, has written to me, the which I send you in order that you may perceive the reason which
constrains me to withdraw from it. For, when I gave myself up to this love, I took no thought
for the perils into the which I rushed, but this wise lady has opened mine eyes to examine and
consider my doings, and if I do this not, I shall be defamed and ruined, and this, dear friend,
you could in nowise desire. And because of this, I beseech you to withdraw from it, and know
that I ask this of you in spite of my love, and with my eyes full of tears, for none could be more
loved than I love you. Therefore in nowise believe that this comes to pass through want of love,
for I swear to you on my portion in Paradise, and make promise to you by every oath that can
be made, that, as long as I live, you shall be my only friend, and you alone will I love always,
if this will content you, neither do I withdraw my love from you, for you have in nowise deserved
this, nor could my heart, which loves you, consent to it, but it at least behoves you to cease from
seeing me, because of the harm which might come to me through it, the which, I well know,
will be very grievous to you, and full of sorrow, but whiles that your heart may be sad about
it, in nowise will mine be happy. And I know not what more to say to you, nor can I write more,
for my desolate heart, my eyes, and my face are suffused with tears, and I bid you farewell, my
sweet Love.
Your sorrowing Lady.
DOCUMENTO
144
nierika
DOCUMENTO
DOCUMENTO
Caricatura política:
progresos de la
República Mexicana,1829
1
Rocío Arce Casas2
caxtolli22@yahoo.com.mx
Publicación: El Toro;
Siguen las hijas del Cojo
retozando en el Parián.
Diálogo Tercero entre un
cohetero y un tamborilero;
Escritor: Rafael Dávila;
Grabador: José Mariano
Torreblanca; Hemeroteca
Nacional de México,
Instituto de Investigaciones
Bibliográficas, Universidad
Nacional Autónoma
de México. El Toro (2ª
época, Diálogos 1-14),
15 de julio de 1829,
Hemeroteca Nacional
de México, Instituto
de Investigaciones
Bibliográficas, unam.
1
2
Rocío Arce Casas es
licenciada en Historia por
la Universidad Nacional
Autónoma de México. Se
ha desempeñado como
asesora en el Instituto
Nacional de la Educación
para los Adultos, inea.
a caricatura política como género satírico artístico ha sido a lo largo de su historia un
lazo entre los sectores populares y la crítica a su realidad ha jugado un papel muy
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
importante en la vida político-social y cultural en México desde el siglo xix hasta
nuestros días.
Pocas son las posibilidades que tenemos para conocer la historia de la caricatura en
México a principios del siglo xix. Esto debido a que su producción era limitada y a que en los
primeros años independientes el oficio de caricaturista no estaba consolidado, sino que se
trataba de ilustradores que vendían sus servicios. Los estudios sobre caricatura en nuestro
Véase a Acevedo, Esther,
Historia social de la
producción plástica en la
ciudad de México, 17811910. Vol. II, Cuadernos
Universitarios, Universidad
Autónoma de México,
México, D.F.,1984 y
Acevedo, Esther, La
caricatura política en
México del siglo xix,
Conaculta, México, 2000.
3
país se enfocan hacia la segunda mitad del siglo, cuando este oficio toma fuerza.3 La caricatura política floreció en los periódicos de la ciudad de México a partir de 1861 y expuso lo
que en la correspondencia privada circulaba.
Atendiendo a esta problemática es que la presente investigación expondrá, analizará
y profundizará en una caricatura titulada Progresos de la República Mexicana, publicada en
1829 por el panfleto político El Toro, y los motivos por los que fue denunciada bajo el cargo
de ridiculizar a la incipiente República.
La caricatura está hecha con la técnica de aguafuerte y se publicó el 15 de julio de
1829 en la ciudad de México como anexo del impreso satírico Siguen las hijas del Cojo retozando en el Parián. Dialogo Tercero entre un cohetero y un tamborilero, editado también por
el panfleto El Toro. Esta imagen nos ofrece la posibilidad de reconstruir los hechos que la
145
rodearon y sobre todo de conocer el recibimiento que tuvo entre la población decimonó-
nierika
DOCUMENTO
nica de la ciudad de México y sus alrededores.
La imagen muestra a un cangrejo de cuerpo oval de seis patas, un par de tenazas abiertas y dentadas, los ojos pequeños y circulares, la boca es pequeña y alargada. Parada sobre
el cangrejo se halla un águila de perfil hacia la izquierda, tiene el pico abierto de donde se
asoma una lengua larga, el cuello da la impresión de estar pelado, las alas están abiertas y
observamos las puntas recortadas; las patas son toscas y muestran las garras expuestas aferrándose al cangrejo. Entre el águila y el crustáceo hay una serpiente que a modo de cuerda
enlaza la pata derecha del ave con la tenaza. De la boca de la delgada serpiente emerge una
cinta en donde, en excelente caligrafía, se lee: Progresos de la República Mexicana. El suelo no
muestra ninguna vegetación y el fondo está vacío.
La imagen es poderosa en primera instancia porque para los mexicanos a quienes desde temprana edad se nos ha inculcado el respeto hacia los símbolos patrios, es casi imposible no reconocer la sátira hacia el escudo nacional. No es de extrañarse entonces que haya
sido objeto de denuncia por cómo representa con sarcasmo a la República que hacía poco
se había conformado.
Lo que se buscaba al publicar la caricatura fue hacer una denuncia hacia el gobierno del
país. Pero, por el momento de inestabilidad del año de 1829, una imagen como esta no sería
impresa en los diarios oficiales sino en un panfleto que hacía tiempo existía en la ciudad de
México: El Toro o Torito.
Los primeros años del México independiente estuvieron llenos de conflictos entre los
sectores que se disputaban el poder político. Debido a esta inestabilidad se instituyó primeramente un Imperio, a lo que le siguió una alternancia del modelo republicano federal y
centralista cuyos actores principales fueron liberales y conservadores.
En medio de esta efervescencia política es que surge un periodismo con un auge partidista y comienzan a circular publicaciones de apoyo o ataque a las diferentes logias.4 Aunque la libertad de imprenta fue declarada en la Constitución de 1824, las persecuciones y el
acoso a los periodistas eran frecuentes y, aunque se propugnaba por una libertad de escribir, pronto se creó una Junta de Censura dedicada a vigilar e investigar todo aquel impreso
sospechoso de sedición o que abusara de dicha libertad.5
En el transcurso de la proclamación del Imperio a la República Federal es que aparece
la figura del panfletista político,6 el cual es escritor de fábulas, diálogos y crónicas, que utilizan frecuentemente un lenguaje ordinario. Sus obras representan una traducción de los
proyectos políticos que se confrontaban con las mayorías liberales y conservadoras.7 Uno
de los escritores más importantes dentro de este estilo fue Rafael Dávila, autor de El Toro.8
Los panfletistas estaban inmersos en la turbulencia política y no gozaban de la mejor
reputación. Sus impresos eran explosiones de palabras que ciertamente obedecían a una
lucha de facciones. Rafael Dávila, a quien llamaban también la Rata Güera es ejemplo de
ello: conocido por la agudeza de sus contenidos y porque había escrito para ambas facciones políticas, publicó en 1829 los diálogos Siguen las hijas del Cojo retozando en el Parián.
Dialogo tercero entre un cohetero y un tamborilero, en donde con tono acusador y burlón
critica al gobierno de los yorkinos al comparar tanto al presidente como a su gabinete con un
grupo de prostitutas que juegan a manejar a la nación.
El Toro ridiculizó al gobierno de Vicente Guerrero no solo mediante la palabra escrita,
sino también a través de una caricatura satírica que hacia parodia en el escudo nacional y
esa fue la excusa para denunciarlo ante la autoridad correspondiente.
Véase a Castro, Miguel
Ángel y Guadalupe
Curiel, Publicaciones
Periódicas Mexicanas del
S. XIX, 1822-1855, Fondo
Antiguo de la Hemeroteca
Nacional, unam, Instituto
de Investigaciones
Bibliográficas, México,
661 pp.
5
Entre las funciones
de la Junta de Censura
estaba el de recoger los
impresos denunciados por
sediciosos y decomisar los
ejemplares que aún no se
encontraran circulando.
Esta práctica era poco
efectiva, pues antes de ser
denunciado, el impreso
ya había circulado y el
mensaje había sido leído o
escuchado por gran parte
de la población. Véase a
Chávez Lomelí, Elba, Lo
público y lo privado en los
impresos decimonónicos.
Libertad de Imprenta (18101882), Porrúa, México,
2009, p. 45.
6
Véase Concha, Gerardo
de la, La razón y la afrenta.
Antología del panfleto y
la polémica en México,
Instituto Mexiquense de la
Cultura, Estado de México,
1995, 553 pp.
Chávez Lomelí, Elba, Lo
público y lo privado en los
impresos decimonónicos.
Libertad de Imprenta (18101882), Porrúa, México,
2009, 343 pp.
Reed Torres, Luis y
María del Carmen Ruíz
Castañeda, El periodismo
en México, 500 años de
historia, Edamex, México,
1995, 372 pp.
7
Rojas, Rafael, Una
maldición silenciada. El
panfleto político en el
México independiente,
Centro de Investigaciones
y Docencias Económicas,
Colegio de México, p. 40.
8
Ibíd, p. 42
4
146
nierika
DOCUMENTO
El expediente9 de la denuncia guardó valiosa información para la posteridad: por él sabemos que la imagen suelta fue remitida desde Puebla hacia la ciudad de México y que fue
producida en la imprenta de Alejandro Valdés.10 Además, el oficio contiene las averiguaciones realizadas para saber quién era el responsable de la estampa. A partir de la denuncia se
Archivo Histórico y
Memoria Legislativa de
la Cámara de Senadores,
Congreso 3, libro 17, ff
55-73.
entrevistó en primera instancia a José María Gallegos, quien fungía como responsable de la
En 1816 se ubicaba en
Calle Zuleta s/n y en 1820
estaba en la calle Santo
Domingo esquina con
Tacuba. Véase a Charpenel,
Mauricio, Imprentas de
la Ciudad de México en el
siglo xix, Editorial Bolívar,
México, 1960, 51 pp.
neda, que declaró haber hecho el grabado por encargo de Rafael Dávila. Por su parte, Dávila
El apercibimiento es una
comunicación emitida por
los jueces o tribunales en
la cual se hace un llamado
a alguna de las partes
implicadas en un proceso
judicial. Da una orden
relacionada con el proceso
y, al mismo tiempo, se
hace una advertencia de
las consecuencias que
acarrearía dejar de cumplir
con lo solicitado en la
comunicación.
por ende no le amparaba dicho artículo. Aun así, Dávila se sostuvo y apeló el apercibimien-
9
10
11
El Toro comienza en una
segunda época porque
es continuación del Taller
de Cohetería. Diálogos
Crítico-alegóricos entre un
cohetero y un tamborilero
(1827-1828). Con respecto
a la suspensión aparece el
prólogo titulado “al lector”
en el que Dávila explica
que en 1826 apareció por
primera vez El Juguetillo,
que en 1828 retomó la
pluma pero que tuvo
que suspender debido a
los sucesos de diciembre,
y que El Toro sigue en 1829
año en que “los del triunfo
de la Acordada” intentaron
asesinarlo en cinco
ocasiones.
12
citada imprenta; él declaró que el autor de El Toro le llevó varias estampas para anexarlas en
cada ejemplar del escrito, pero que ignoraba quién las había grabado.
Después se entrevistó a José Mariano Torreblanca, grabador principal de la Casa de Modijo no ser autor de ella ni de los diálogos que la acompañaban, pero aceptó que pidió el
trabajo a Torreblanca. Además, se negó a dar el nombre de quien, según él, le había encargado la caricatura, argumentando que la ley de libertad de imprenta, en el artículo 20, decía
que ninguna autoridad podía obligarlo a decir el nombre sin una acusación previa. El juez
le refirió que no les interesaba saber quién era el autor de los diálogos sino de la lámina y
to.11 Después, cuando se le buscó para una nueva declaración, el autor ya había huido.
Como lo manifiesta abiertamente en su declaración, Dávila estaba enterado de lo que había
declarado Torreblanca; es de suponer entonces que estaba preparado para la indagatoria.
A su huida la publicación dejo de aparecer por un tiempo.12
Ahora bien, si tanto Mariano Torreblanca como Rafael Dávila negaron ser autores de la
estampa, ¿quién sería el responsable de ella? Es de suponerse que debido a la censura y a
las multas impuestas por el Jurado de Imprenta, la caricatura no se encuentre firmada. En
primera instancia porque el autor, Torreblanca, realizó el grabado como un trabajo externo a
su oficio en la Casa de Moneda, y siendo Dávila el autor de los diálogos en donde se hace la
descripción fiel de la imagen, tendría que ser este último el autor de la caricatura. Recordemos que el encargado de la imprenta declaró que las estampas las llevó el autor de El torito,
y que aunque parece ser verdad que no siempre lo que publicaba era de su autoría, era de
dominio popular que Dávila era el editor del panfleto.
José Mariano Torreblanca tenía una larga experiencia como grabador, no solo por su
trabajo en la Casa de Moneda sino también como ilustrador de José Joaquín Fernández de
Lizardi, además es interesante que la misma persona que grabó la portada de la Constitución de 1824 con el escudo glorioso, sea también quién llevo a la ejecución la caricatura del
símbolo nacional.
La imagen diseñada por Torreblanca para la Constitución es por supuesto distinta a la
que se publicó en El Toro. La magnífica águila tiene las alas extendidas y altas, está parada
en su pata izquierda sobre un nopal que emerge de una roca sobre el agua. Con el pico y
la pata derecha aprisiona a la serpiente. En la parte superior se encuentra un gorro frigio
con la palabra “libertad”. Es decir, ambas imágenes son como el día y la noche.
Llama la atención que fuera la imagen y no el escrito lo que fue objeto de la denuncia,
ya que para la mejor comprensión de ella es necesaria la lectura del impreso. Los diálogos,
como ya se ha dicho, están escritos con un lenguaje popular y un tanto vulgar, y hacen una
dura crítica hacia el gobierno de Vicente Guerrero, quien tenía pocos meses de haber sido
nombrado presidente de la República.
En los impresos de El Toro, Cuajo Largo, que así se llama el tamborilero, mantiene una
conversación en la que cuenta asuntos de la vida pública. En “Diálogo Tercero”, describe lo
que la gente cuenta de la expulsión de los españoles. En su relato menciona la conversación que sostiene con un personaje llamado Juan Canilla. Este coloquio sirve como pretexto
para escribir sobre los abusos del “mal gobierno” porque Canilla cuenta que se metió de
147
cívico para vivir a costa de la nación y de que en caso de que España intentara una revuelta
nierika
DOCUMENTO
ya tenían una lista de las casas de los “gachupines” para hacerles saqueos, así como había
sucedido en el motín de la Acordada.13
A causa de todo lo que escuchó, Cuajo Largo cuenta que tuvo un sueño: en el Parián14
se encontraban todas las hijas del Cojo sentadas formando un Congreso. Habían formado
a la presidenta La Empinada, un dosel en el que se veía un cuadro. El tamborilero se negó a
reconocer en la pintura las armas de la nación pues ”tiene un arenal estéril en lugar de
la hermosa y productiva laguna, un seco cangrejo que suple al nopal que sirve de alimento
a los hombres. La hermosa águila […] aquí esta desplumada.”15
El resto del relato describe cómo las hijas del Cojo pelean entre sí discutiendo si seguir
“engañando” a los mexicanos con que vienen los españoles. El aguafuerte que nos ocupa no
es más que la representación de lo que Cuajo Largo vio en su sueño.
Aunque El Toro escribía que la amenaza de una invasión española era un pretexto para
darle facultades extraordinarias al Ejecutivo, tales como ahorcar, desterrar y expulsar a las
“excepciones”,16 o sea a los españoles exceptuados por la ley de expulsión17 publicada meses
atrás, en 1829 ocurrió lo que se esperaba: México afrontó una invasión que sin embargo no
prosperó.
Dávila, la Rata Güera o la Rata Pálida,18 había sido reprendido en diversas ocasiones por
la naturaleza de sus escritos. En 1820 fue juzgado por el fiscal de imprenta por el escrito La
verdad es amarga, pero es preciso decirla.19 El caso fue publicado en la Gaceta de Gobierno,
donde también se especificó que se encontraba preso por otro motivo. En 1827 el Águila
Mexicana20 publicó un acto conciliatorio entre Dávila y José Antonio López García, que lo
demandó por injurias en el impreso Concluye el Monte Parnaso.21
Como se ve, Dávila no era ningún novato en el fino arte de levantar ámpula. Acosado
y perseguido por el filo de su palabra escrita esta fue, tal vez, la primera ocasión en la que
se le juzgó por una imagen. Pero, ¿por qué una caricatura se consideró más ofensiva que el
impreso mismo siendo que la imagen es exactamente lo que se describe en los diálogos?
Y sin embargo el panfleto no es juzgado. Valdría la pena entonces hacer un análisis de los
alcances de hacer parodia con un símbolo nacional en una época tan temprana.
En el proceso de fortalecimiento de identidad toda nación genera distintivos que conjugan los valores y las experiencias producidas al paso de su historia.22 Los símbolos tienen
un significado más profundo de lo que se expresa. En cada etapa se buscó una imagen que
sirviera como estandarte, ya fuera de la lucha armada o del gobierno establecido. El escudo
17
En 1824 se expulsaba a los españoles de cualquier cargo público que ocupasen. Se les negaba la posibilidad de
retirar capitales, se les obligaba a abandonar sus lugares de residencia y se emitían contra ellos leyes particulares según
cada caso. El 10 de mayo de 1827 se promulgó la ley de empleo, por la que ningún español de nacimiento podría
ocupar cargo alguno en la administración pública, civil o militar. En agosto se propuso la primera ley de expulsión de
todos los españoles sin excepción, con un plazo de 30 días y la condición de poder sacar del país únicamente la tercera
parte de sus bienes. En 1829 se promulgó una segunda ley de expulsión. A consecuencia de esas leyes, entre los años
1827 y 1829 fueron expulsados de México en razón de su origen español.
18
Prieto, Guillermo, Memorias, citado por Rojas, Rafael, op. cit. p 53.
19
Gaceta del gobierno de México, Ciudad de México, 19 de octubre de 1820, Hemeroteca Nacional. Instituto de
Investigaciones Bibliográficas, Universidad Nacional Autónoma de México.
20
Águila Mexicana, Ciudad de México, 8 de septiembre de 1827, Hemeroteca Nacional. Instituto de Investigaciones
Bibliográficas, Universidad Nacional Autónoma de México.
21
Rafael Dávila demandado por José Antonio López García Salazar, promotor fiscal de la curia eclesiástica. Dávila
declara que se pone a disposición no porque le falte modo de defenderse y explicar su escrito, sino porque no quiere
aparecer con la nota criminal de enemigo del estado eclesiástico. Accede a publicar un impreso retractándose, dar cien
ejemplares para repartir a las personas que al agraviado le parezca y a no tocar de nuevo su reputación. En caso de
fallar será acreedor a una multa de 300 pesos a favor del demandante.
22
Carrera Stampa, Manuel, El escudo nacional, Academia Mexicana de la Historia, México, 1960.
Se conoce con el
nombre de Motín de la
Acordada a los disturbios
iniciados el 30 de
noviembre de 1828 frente
a la cárcel de la Acordada,
ubicada frente a la actual
Alameda central, en lo que
hoy es la Avenida Juárez.
Fue una protesta por los
resultados electorales de
las segundas elecciones
presidenciales en México.
Los amotinados apoyaban
al general Vicente
Guerrero, quien había
perdido los comicios
frente al ministro de
Guerra Manuel Gómez
Pedraza, y tras desplazarse
al Zócalo saquearon los
comercios del Parián y de
los alrededores.
14
Mercado en la ciudad
de México Construido
durante el Virreinato.
15
El Toro, Hemeroteca
Nacional Digital de México,
15 de julio de 1829.
16
Bonilla, Helia, Las
indagatorias en torno a una
caricatura denunciada en
1829, Anales del Instituto
de Investigaciones
Estéticas, Vol. 28, Número
88, México, marzo
2006, p. 170-187. Véase
también Bonilla, Helia,
“La gráfica satírica y los
proyectos políticos de la
nación: 1808-1857” en
Los pinceles de la historia:
De la patria criolla a la
nación mexicana: 17501860, Museo Nacional de
Arte-unam, Instituto de
Investigaciones Estéticas,
México, 2000, p. 177-178.
13
148
nierika
DOCUMENTO
nacional ha tenido una serie de modificaciones23 y da una legitimidad al gobierno por ser la
representación de la magnificencia del pueblo mexicano.
La caricatura que acompaña al Diálogo Tercero es la representación de un sentir con el
que se identificó un sector de la población decimonónica. El país estrenaba símbolos na-
La imagen tiene su
origen en el período
prehispánico con la
fundación de México
Tenochtitlán y donde
el águila posada sobre
un nopal devora a una
serpiente. La leyenda
no fue representada
uniformemente en códices
y fuentes históricas.
24
Fue un abogado,
historiador, escritor y
periodista. Nació en
Antequera, Oaxaca, en
1774; murió en la ciudad
de México el 21 de
septiembre de 1848.
25
Bustamante, Carlos
María de, Diario Histórico
de México, 1822-1848,
Josefina Zoraida Vázquez
(ed), cd rom, Colegio de
México-Centro de
Investigaciones y
Estudios Superiores en
Antropología Social, Vol. 1,
2001.
26
De acuerdo con Manuel
Toussaint, quien a su vez
cita a José María Heredia,
el periódico circulaba
en los cuarteles para
deleite de soldados y era
subvencionado por Lucas
Alamán desde la Secretaría
de Relaciones, se dice que
Dávila era panfletista a
sueldo de gabinete. En
tanto, la Enciclopedia de
México describe a El Toro
como prensa asalariada
por el gobierno de
Anastasio Bustamante.
23
cionales que no sólo eran necesarios para hacer sellos o crear monedas. Los símbolos dan
testimonio de la libertad e independencia en el sentimiento de la población. Cuando se
cree en ellos, los símbolos son sagrados.
Carlos María de Bustamante,24 como fuente de primera mano, escribió acerca de la publicación de la caricatura como una representación de la pobre República que describía la
miseria. Según Bustamante, la ilustración dio mucho que decir y no fue poca la impresión
que hizo en el pueblo de México por “el efecto mágico de la caricatura.”25 Cabe mencionar que Bustamante, como muchos otros autores, no siempre se expresó bien de Dávila.26
La historia de la caricatura en México del siglo xix cuenta con una gran cantidad de trabajos de investigación sobre caricaturistas más establecidos en la segunda mitad del siglo,
pero los primeros años de México independiente aún tienen mucho que ofrecer. Como
mencioné, en los primeros años después de la Independencia no existía propiamente dicho
el oficio de caricaturista sino ilustradores que vendían su oficio y las pocas imágenes no estaban firmadas, tal vez como manera de protegerse de la censura y el acoso. Es hasta 1861
que caricaturistas como Constantino Escalante, José María Villasana entre otros, firmaron su
trabajo y se conviertieron en los padres de la caricatura mexicana. El período que consolidó
la caricatura se estableció entonces entre 1826, con la introducción de la litografía por Claudio Linati, y 1876, año en que Porfirio Díaz desaparece El Ahuizote.
Lo anterior no quiere decir que antes de 1861 no hubiese una producción gráfica satírica, pero por lo temprano de las fechas y la censura es muy difícil su investigación. Recordemos que la Junta de Censura tenía las facultades para decomisar los impresos que
fueran denunciados y que “atentaran” contra los principios establecidos, lo cual no impidió
su difusión pero sí las investigaciones posteriores.
La denuncia efectuada hacia el aguafuerte Progresos de la República Mexicana nos dejó,
tal vez por accidente, la posibilidad de recrear la vida pública de esos años. Esta es una época en la que el sentimiento antihispano estaba en pleno apogeo, así que la aparición de una
imagen que hace mofa de un símbolo nacional dentro de una publicación inconforme con
las expulsiones de los españoles pudo tanto hacer reír como hacer enojar a su público, esto
debido precisamente a que la población se encontraba fraccionada.
La burla aparece también en la inconformidad y nace de la observación. La caricatura es una oposición, un ir y venir en contra de lo establecido. Progresos de la República
Mexicana es un cuestionamiento de las relaciones sociales mediante la sátira y el uso de
formas simbólicas.
Esta caricatura de principios de siglo xx funciona también como una alegoría de la
decadencia de la nación. La composición de la imagen no muestra rasgos exagerados,
sino que es el conjunto lo que nos transmite todo el concepto satírico. La caricatura está
contrapuesta con la escena de la supremacía del águila devorando a una serpiente en una
hermosa laguna que todos los mexicanos tenemos en la mente. El ave de este aguafuerte
está lejos de ser símbolo de superioridad o realeza: es más bien la imagen de la derrota. El
cangrejo, que sustituye al nopal, es ese ir y venir entre liberales y conservadores porque,
así como lo hace el crustáceo, se está caminando de un lado a otro pero no se avanza. Este
es el poder de las caricaturas, su capacidad de transmisión: no es sólo lo que se ve en ellas,
sino todo lo que comunican.
Cincuenta tonos de güera
149
nierika
DOCUMENTO
Alejandra Junco1
juncoalejandra@hotmail.com
e equilibra imposiblemente sobre unas sandalias de tacón entre las piedras del
acotamiento de la carretera de Puerto Vallarta a Guadalajara. Sostiene la correa
del perrillo amodorrado por el calor de medio día que, si pudiera, buscaría hasta la
sombra de su sombra para ponerse a salvo del sol. Ella lo sujeta junto al coche, cuyo cofre
ha levantado en señal fraudulenta de socorro. Lo que es cierto es que ella está en riesgo. El
pelo enmarañado, de un color indefinido por el abuso de tinte; la mirada perdida, expuesta
para ser vista sin ver; la mujer detiene con su mano un pareo que la envuelve como una
toalla. Un mínimo movimiento hará caer la tela. No lleva nada bajo ese retazo. Muda, ofrece
una recompensa comprada.
Alejandra Junco es
licenciada y maestra
en Historia por la uia.
Cursó diplomados
en creación literaria y
cine con el escritor y
periodista cubano Manuel
Pereira. Desde hace
ocho años escribe en el
taller de la ensayista y
novelista Cecilia Urbina.
Ha publicado en Ciclo
Literario.
1
No es gringa, es una mexicana de los Altos de Jalisco. Una de las que hizo de su
estado el mayor consumidor de tinte para pelo en el país. Siempre quiso ser rubia. Y siempre
quiso vivir del otro lado y llevar una vida convencional. Un buen hombre, un buen trabajo,
unos hijos. Lo que no quiso fue el pueblo, ni a los hombres del pueblo, ni la única marca de
tinte de pelo que conseguía en el pueblo. No había encontrado al hombre que la sacara
de ahí. Las compañeras de juegos, con las que después fue a la única estética —un cuarto
con olor a amoníaco en la casa de doña Purificación— se habían ennoviado una a una.
Casadas o arrejuntadas, todas tenían ya su hombre, aunque fuera de manera intermitente.
Ella no. No ambicionaba mucho, se decía. Lo mismo que las demás. Y las demás se decían
que nunca estaba contenta con el color de su pelo, que parecía que nadie era suficiente
para amarrarle los huaraches, que el pueblo era su pueblo, y ya batallaban para aquerenciar
a los hombres que se iban del otro lado. No anticipó nada cuando alguno que al regresar
encontró la casa sin mujer, le hizo una insinuación. Se convenció de que era mucho mejor
no haber amarrado marido y se atrevió a dejar pueblo, amigas y salón para ir a Guadalajara.
Dio con una agencia de empleo que le exigió el pelo más rubio con la oferta de un trabajo
decente del otro lado. Pero no llegó, al menos no en el primer viaje.
Recordaba sólo fragmentos de las visitas del hombre que la había sacado de aque-
lla casa en Tijuana, entre balazos y promesas, para llevarla a otra igual donde le daban aún
menos de comer y ya ni siquiera le pintaban el pelo.
“Las que estamos aquí, estamos porque nacimos para esto,” —le decía una vecina de
cuarto—. “A más de una hija de la chingada la ha sacado un buen cliente para darle mejor
vida. Pero así como hay unas que nacieron para salir, así nacimos otras para quedarnos.”
Volvió al pueblo a intentar partir de cero. Empezó a cambiar lo más obvio, lo repeti-
do en las retahílas de su madre y sus amigas: otra ropa, otros andares, otra mirada, más palabras, menos palabras, más sumisión, menos sumisión, más recato, menos recato… Había
intentado otras rutas para otros destinos: la ciudad de México, Michoacán, Texas y California, pero lo único que le pidieron fue el pelo cada vez más rubio.
Ahora, de pie en la carretera, trata de recordar lo que ha hecho. Lo que no ha hecho.
Cada nimia decisión, cada salto descomunal. Lo repasa todo, revive todo, mientras que en
la cajuela se calientan cajas de tinte que debe cambiar pues, desde que las latinas han tomado Hollywood, la cabellera negra está in.
NIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
150
nierika
DOCUMENTO
#ArtMeme: nuevos discursos
y consumo de arte
Ana María Torres Valle Pons1
Estudiante de la
licenciatura en Historia
del Arte en la Universidad
Iberoamericana.
1
Entre broma y broma, la verdad se asoma.
Anónimo
na de las formas en las que circula el humor por Internet son los llamados memes,
fórmulas visuales digitales donde una imagen y un texto entran en tensión para
generar un tipo híbrido de comedia e interpretación artística. El presente análisis
se enfoca específicamente en los memes formados por la unión de la imagen
de una obra de arte con un enunciado, bautizados como #ArtMeme para efectos de esta
investigación. Los diversos elementos que entran en juego apuntan a un fenómeno complejo de consumo artístico que transita las fronteras del arte y la crítica irónica, fundado en
las posibilidades de la imagen digital. Por sus cualidades únicas, y ante la ausencia de investigaciones previas sobre el tema, la aproximación al #ArtMeme requiere la delimitación
de un campo teórico específico que establezca una distinción respecto a otras dinámicas
artísticas y de la imagen digital.
Las formas de consumo y recepción del #ArtMeme aparecen gracias a la introduc-
ción de los medios digitales al mundo del arte, permeando los ámbitos de reproducción,
digitalización y disponibilidad de las imágenes de obras de arte en Internet. La pantalla
permite poseer al arte, mas no en su forma corpórea, sino en su versión fantasmal, en una
imagen destinada a una proyección fugaz donde el medio original de la obra es descartado en favor de su imagen fotográfica. Los medios digitales permiten la apropiación y alteración de la imagen artística, a la vez que la comparan y contextualizan con otros millones
de imágenes. Por lo tanto, las imágenes deben ser vistas desde la perspectiva novedosa de
la imagen-arte, una imagen digital que mantiene el carácter referencial (la carga simbóNIERIKA. REVISTA DE ESTUDIOS DE ARTE, Año 4, Núm. 8, julio-diciembre 2015 / ISSN: 2007-9648
lica y ciertas cualidades sígnicas) a una obra de arte con la que ha perdido la conexión
corpórea.
#Artmeme a partir de la
obra de Marina Abramovic, Nude with Skeleton,
2002-2005, fotografía
en blanco y negro, 127
x 203 cm. (Fuente de la
imagen: memesartisticos.tumblr.com).
151
nierika
DOCUMENTO
#Artmeme a partir de la
obra de Agnolo Bronzino, Alegoría con Venus
y Cupido, 1545, óleo
sobre tabla, 146,5 x 116,8
cm, National Gallery de
Londres. (Fuente de la
imagen: sassyarthistory.
tumblr.com).
De acuerdo con Hans Belting, los medios son “un equivalente de lo que la escritura
es en el caso del lenguaje”.2 Sólo podemos conocer el lenguaje visual a través del medio
en que se manifieste la imagen; es decir, el lenguaje visual no es distinto a la medialidad
de las imágenes.3 En este sentido, los medios digitales funcionan como condición de posibilidad del #ArtMeme como fantasma, por lo que su descripción resulta inherente a la de
Belting, Hans,
Antropología de la imagen,
Bs. As., Katz Editores, 2007,
p. 36.
2
3
Ibid., p. 39.
la imagen-arte. Estas formas visuales parecen indicar la adaptación del arte a los nuevos
entornos tecnológicos, de tal manera que la imagen-arte funciona como un nuevo modo
de representación que, almacenada como información digital y disponible en Internet,
trastoca las barreras espaciales tradicionales, recordando la noción de “la sociedad para la
redistribución de la realidad sensible a domicilio” planteada por Paul Valéry.4
En el escenario de los medios digitales, donde muchos medios pueden ser inclui-
dos y analizados,5 la imagen-arte tiene la característica de ser manipulada por el usuario,
cuyo papel ya no es más el de espectador, sino que ha transitado hacia el portador de la
Brea, José Luis, Cultura
Ram: Mutaciones de la
cultura en la era de su
distribución electronica,
Barcelona, Gedisa, 2007,
p. 194.
4
imagen.6
5
Belting, op. cit., p. 49.
6
Ibid., p. 16.
Ahora bien, mientras que los medios digitales permiten una nueva dinámica de
percepción, el discurso verbal del #ArtMeme activa una resignificación especial de la imagen-arte. En cada imagen los enunciados proponen un giro a las narrativas tradicionales
lanzando una burla contra ellas, de tal modo que es posible inferir la conciencia sobre la
parcialidad de dichas estructuras narrativas disciplinares para proponer otras construidas
desde el tropo de la ironía, lo cual revela procesos de interpretación y socialización interesantes en la imagen-arte.
Para Hayden White, el tropo irónico revela una duda sobre la capacidad del len-
guaje para caracterizar los procesos de la realidad, es decir que demuestra consciencia
de lo problemático del lenguaje.7 En la ironía, el lenguaje se pliega sobre sí mismo para
evidenciar una distorsión de la percepción8 donde no es posible eludir al “...mundo como
una prisión de lenguaje, como una selva de símbolos”.9 La lectura irónica del meme des-
White, Hayden,
Metahistoria: la
imaginación histórica
en la Europa del siglo xix,
México, Fondo de Cultura
Económica, 1992, p. 46.
7
obedece, omite o se resiste a decir lo ya narrado en torno al arte, volcando su mirada de
8
Idem.
nuevo hacia la obra, no como arte sino como imagen.
9
White, op. cit., p. 225.
152
nierika
DOCUMENTO
La configuración irónica del #ArtMeme está basada en la reflexión sobre la imagen
y la propia historicidad; lo histórico pasa a ser un hecho de la conciencia y una realidad
vivida,10 planteada en el presente, en la experiencia singular. La atención de su discurso se
dirige a la sensibilidad cotidiana, a la prosaica, sobreentendiendo la capacidad del lector
10
Ibid., p. 105.
para percibir el absurdo señalado.11 Este aumento en la complejidad gracias al pensamien-
11
Ibid., p. 46.
to irónico evidencia procesos meta-artísticos y de contextualización crítica.
12
Ibid., p. 224.
13
Idem.
Puesto que la ironía rechaza al heroísmo y a las visiones romantizadas, contrapo-
niéndolas con elementos del lado oscuro de la vida,12 el #ArtMeme busca constantemente
al “gusano en la fruta de la virtud”13 dentro de la imagen-arte. Hay en su humor una resistencia a endulzar o censurar aquello de la imagen que cabría en lo inmoral, inapropiado
o ridículo. El #ArtMeme regresa con una carcajada a la imagen-arte, introduciendo explícitamente en su narración a lo vulgar, lo sexual, lo irreverente y lo ofensivo. Estas reflexiones llevan la máscara de la verdad: dicen una cosa para significar otra, develando así algo
14
Idem.
silenciado en la obra, algo en el terreno de lo prohibido.14 El #ArtMeme resiste y subvierte
el discurso de las instituciones que se albergan, exhiben, comercian y estudian el arte, reclamándolo como propio.
La descripción de la imagen de W. J. T. Mitchell como una unidad de imagen, texto
y múltiples signos resulta útil para entender la construcción semiótica compleja y polisémica del #ArtMeme; sin embargo, resulta problemático al trazar la frontera entre imagen
y texto, por lo que se debe trabajar en una la doble significación: la de lo verbal y la de lo
visual. Es entonces que tenemos que tomar en cuenta a la prosaica y la experiencia viviMandoki, Katya, Prosaica:
introducción a la estética de
lo cotidiano, México, D. F.,
Grijalbo, 1994, p. 112.
15
da como presupuestos de la poética y el lenguaje.15 Para ello resultan relevantes tanto el
modelo semiótico de Ferdinand de Saussure, que no niega la dependencia del lenguaje
a hechos no lingüísticos, como la condición inherente entre lenguaje y estética de Katya
Mandoki:
Las palabras no imitan o representan fragmentos preestablecidos de la realidad, sino que los
establecen conceptual y sensiblemente. La realidad, sin lenguaje, aparece indistinta. [...] No se
puede pensar sin ideas; el pensamiento está conformado por las unidades discretas del len
16
guaje, por enunciados finitos. [...] Lo experiencial genérico es amorfo.16
Idem.
Por lo tanto, la condición del lenguaje debe ser estudiada en su dimensión discursiva textual y en la semiótica de las propias imágenes, así como en las alteraciones a la percepción
que resultan de dichas condiciones, mismas que podrían caracterizarse como la comunicación estética teorizada por Mijaíl Bajtín, para quien toda comunicación estética es un
diálogo de un sujeto concreto que “considera sensiblemente lo dicho con lo no dicho, lo
que puede decirse con lo que no puede decirse, lo que se ha dicho antes con lo que se
17
Mandoki, op. cit., p. 96.
podría decir después.”17 De esta manera, tanto la comunicación estética como el ejercicio
del pensamiento irónico constituyen la condición latente del lenguaje de un #ArtMeme.
Así como el funcionamiento del tropo irónico en el #ArtMeme implica una cierta
autoconsciencia histórica-narrativa, la mirada sobre la comunicación estética implica un
contexto espacio-temporal específico donde se enfatiza el carácter subjetivo de la percepción. El #ArtMeme es una realidad novedosa frente la experiencia contemporánea del
arte, en la que los usuarios simultáneamente se apropian de la imagen-arte para ponerla
en circulación dentro de diversas comunidades virtuales de Internet.
18
Brea, op. cit., p. 193.
La potencia del #ArtMeme radica en su carácter dialéctico, como posibilidad de
producir conocimiento siempre y cuando se conviertan en imágenes colectivas.18 Al ser
compartido, el #ArtMeme explota los efectos de sociabilidad de la imagen digital y genera
153
intersubjetividades comunitarias, donde la imagen-arte es consumida por su re-significa-
nierika
DOCUMENTO
ción desde lo prosaico, lo irónico y lo contemporáneo. En el #ArtMeme es posible tener un
individualismo conectado, las personas pueden ser ellos mismos juntos.19
Las comunidades virtuales (en sitios como Tumblr, Reddit, 9gag, entre otros) que
consumen los #ArtMeme construyen relaciones de identificación y reconocimiento
20
que los carga de memoria y los vincula con imaginarios colectivos. Siempre manteniendo un modelo de consumo comunitario, la experiencia es compartida, auto-gestionada
y extra-académica. Son comunidades de los usuarios para los usuarios.
Si el consumo del #ArtMeme es efectivamente una plataforma para el consumo de
arte, Internet permite que cada usuario diseñe su experiencia a la medida de sus necesidades e intereses, es su propia voz la que narra a las imágenes. En este sentido, son el lugar
donde se re-configura la recepción artística más allá de las barreras espaciales, culturales e
institucionales para dar paso a formas híbridas y experimentales de creación/distribución/
recepción concretadas como discursos humorísticos que dan luz a una nueva forma de
vivir el arte.
El #ArtMeme construye entonces un nuevo modelo de sistema artístico. Este carácter subversivo implica un cambio de dirección entre los agentes del mundo del arte por la
aparición de la figura del creador-consumidor de #ArtMemes, autor de críticas historiables y
diversas en torno al arte. En el #ArtMeme se encarna una mirada crítica en imagen.
El #ArtMeme nos invita a re-imaginar y expandir los límites de la experiencia y el
discurso artístico; nos llama a experimentar el arte de forma polisémica, abierta a la interpretación y vivida desde la colectividad.
Shifman, Limor, Memes in
Digital Culture, Cambridge,
The mit Press, 2014, p. 34.
19
20
Brea, op. cit., p. 193.
154
n AUTORES
ierika
R E S E Ñ A
Ma. del Pilar Aja Pérez
Es profesora de asignatura del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana; su carrera
docente abarca 14 años impartiendo clases de Historia, Historia del Arte y Estética. Es licenciada en
Historia del Arte y maestra en Filosofía por la Universidad Iberoamericana, obteniendo en ambos
grados reconocimiento; su tesis de maestría obtuvo mención honorifica.
Participó en las exposiciones temporales Luca Giordano y Cinco Siglos de Arte Europeo. Colección
Grupo Santander en el Museo de San Carlos (2004). También en Sujeto a cambio (2007) y De lo terrenal
a lo espiritual: el Arte de los Ejercicios de Ignacio de Loyola (2014), así como en el seminario de investigación Textos, texturas y textualidades (2006-2007), y en la edición del libro Ejercicios para el alma: fronteras del imaginario. De lo terrenal a lo espiritual: el Arte de los Ejercicios de Ignacio de Loyola (2014-2015)
en la Universidad Iberoamericana.
Emilia Ismael Simental
Es profesora e investigadora del departamento de Letras, Humanidades e Historia del Arte de la Universidad de las Américas Puebla (udlap); es coordinadora académica de la Licenciatura en Humanidades y Estudios Culturales del mismo departamento; además es miembro del Sistema Nacional
de Investigadores, nivel C, del Conacyt.
Es maestra en Estudios de Música rusa por el Goldsmiths College de la Universidad de Londres,
Inglaterra, y doctora en Creación y Teorías de la Cultura por la Universidad de las Américas de Puebla.
Es miembro del Grupo de investigación en Teorías del Arte y los Medios Contemporáneos de la
udlap.
Su producción abarca artículos académicos en revistas y libros nacionales e internacionales,
traducciones para editoriales de prestigio, reseñas en medios de divulgación nacionales e internacionales y notas de programa para producciones musicales en cd.
Karina Alvarado Matteson
Karina Alvarado Matteson es licenciada en Historia del Arte por la Universidad Iberoamericanay realizó estudios de maestría en Historia del Arte en la Universidad de Barcelona, España. Fue beneficiaria
del programa Apoyo para estudios en el extranjero otorgado por el Fondo Nacional para la Cultura
y las Artes, y recibió la beca de La Fundación-Colección Jumex para sus estudios en Barcelona. Actualmente, como doctoranda en Historia del Arte, realiza la tesis doctoral La conciencia histórica del
cuerpo y sus vías de significación en el arte de las primeras y segundas vanguardias (1909-1978) para la
Universidad de Barcelona, bajo la dirección de Pere Salabert.
Ha sido profesora titular de tiempo completo desde 2009 en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, La Esmeralda, inba, México, D. F. Entre sus actividades más recientes se incluye la organización y coordinación del Congreso Internacional Sobre Educación en Artes Visuales en La
Esmeralda (2013) y su último ensayo lleva el título “El documento, la alegoría y un hermafrodita,” publicado en el libro L´accionisme en els límits de l´art contemporani editado por la Universidad de Barcelona y l’Institut del Teatre de la Diputació de Barcelona (2014).
Ximena Escalera Zamudio
Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Intercontinental; tiene una maestría
en Historia de Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México, durante la cual realizó una estancia de investigación en la Universidad de Barcelona y también una maestría en Museología por la
Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. Ha realizado investigación documental e iconográfica para distintos proyectos editoriales de arte. De 2011 a 2013 fue investigadora de
la Coordinación de Exposiciones del Museo del Palacio de Bellas Artes. Actualmente cursa el quinto
semestre del Doctorado en Historia del Arte en la unam.
Mariana Pérez Bobadilla
Historiadora de Arte dedicada principalmente a los medios y las intersecciones de arte, ciencia y
tecnología. Ha presentado su investigación en ISEA 2012 y en otras publicaciones. Ha colaborado
con diversos espacios de arte, entre ellos el STUK Kunstcentrum en Lovaina, Bélgica, para el festival
Artefact y el Laboratorio Arte Alameda. Ha estudiado la maestría Erasmus Mundus en Estudios de
Género en la Universidad de Bolonia, Italia, con una tesis sobre epistemología feminista y arte contemporáneo. Su formación incluye cursos con Rosi Braidotti, Magali Arreola y el curso internacional
de curadores de la Bienal de arte de Gwangju, Corea del Sur, con Ruth Noack. Olga María Rodríguez Bolufé
Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, Cuba; maestra en Estudios de Arte
por la Universidad Iberoamericana (uia), México, y doctora en Historia del Arte por la Casa LammUniversidad Autónoma del Estado de Morelos, México. Es especialista en arte latinoamericano y
caribeño; miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, nivel 2; del Latin American
Studies Association (lasa) y de la Asociación Mexicana de Estudios del Caribe (amec). Es académica
de tiempo completo del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana y autora de varios
libros, artículos y ponencias. Actualmente es consejera académica de investigación y coordina la
Maestría en Estudios de Arte de la uia.
Sergio Rodríguez-Blanco
Es investigador, ensayista y periodista. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Realizó sus
estudios de maestría y doctorado en Historia del Arte por la unam en ambas con mención honorífica.
Además estudió la maestría en Estudios Avanzados de América Latina y la licenciatura en Periodismo
en la Universidad Complutense de Madrid.
Ha recibido el Premio Nacional Bellas Artes Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas
en 2009 y el Premio Nacional de Ensayo sobre Fotografía en 2014. Es autor de los libros Palimpsestos
mexicanos (2015) y Alegorías capilares: cabello sobre papel en la obra de Gabriel de la Mora (2011). Es
profesor de Teoría del Arte en el posgrado en Historia del Arte de la unam y profesor investigador titular en el Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana. Investiga los límites
entre estética, política, sistemas de representación, narrativas y dispositivos de poder.
Yissel Arce Padrón
Es profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Xochimilco. Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana; realizó sus estudios de maestría y
doctorado en el Centro de Estudios de Asia y África en El Colegio de México y su especialidad es el
Arte Africano Contemporáneo. Ha sido profesora de Teoría de la Cultura Artística y Arte africano en
la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Fue editora de la Revista Artecubano
y del tabloide Noticias de Arte Cubano, ambos del Consejo Nacional de las Artes Plásticas de Cuba.
En 2001 recibió en Cuba el Premio Nacional de la Crítica de Arte Guy Pérez Cisneros por el texto Alguien tiene que despertar al avestruz, una reflexión sobre la obra de Sandra Ramos. Entre sus líneas de
investigación se encuentran las prácticas visuales contemporáneas, la postcolonialidad y el poder,
los Regímenes discursivos de la imagen, el cine y el ejercicio político, los estudios culturales y las
relaciones arte-política.
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