Pieza del mes SEPTIEMBRE 2013 Medallón conmemorativo de lava, de Carlos de Gimbernat y Grassot (1820) Sala III: Antesalón Aurelio Nieto Codina Conservador de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales 1 ÍNDICE …. 1.Ficha técnica 2.Introducción a un científico (casi) desconocido 3.Carlos de Gimbernat: la Geología en tiempos del Romanticismo 4.El Grand Tour y la fascinación por los volcanes 5.Objetos conmemorativos. Ciencia y política en tiempos de revolución 6.Conclusión 7.Bibliografía 2 1. FICHA TÉCNICA .... Fig. 1. Medallón de lava Carlos Gimbernat y Grassot Lava y basalto del Vesubio / estampillado, impresión, 1820 Medidas: 13 X 12 cm (7,5 cm, texto impreso) Inv. 1484 “HE JURADO/ESA CONSTITUCION/POR LA CUAL SUSPIRABAIS/Y SERE SIEMPRE/SU MAS FIRME APOYO:/EL REY A LA NACION/10 MARZO 1829” (anverso) “ALIANZA/DEL TRONO Y LIBERTAD/SELLADA CON LAVA/ARDIENTE DEL VESUBIO/10 DE MARZO 1820/POR/C. GIMBERNAT” (reverso) 3 E 2. INTRODUCCIÓN A UN CIENTÍFICO (CASI) DESCONOCIDO .... ntre la diversidad de objetos conservados en el Museo del Romanticismo, destaca por su carácter atípico el Medallón de lava del Vesubio, elaborado por uno de los personajes más curiosos y desconocidos de la historia de la ciencia en España: Carlos de Gimbernat y Grassot (Barcelona, 19 de septiembre de 1768 – Bagneres de Bigorre, 12 de octubre de 1834). Lo más sorprendente de este medallón, procedente del Real Gabinete de Historia Natural fundado por Carlos III en el siglo XVIII1, es que fue realizado sobre un trozo de lava en estado fluido procedente del Vesubio. No sin dificultad, Carlos de Gimbernat dejó impreso sobre el peligroso material un texto de alabanza a la monarquía constitucional de 1820, mediante un estampillado que le permitió repetir la operación creativa varias veces. Gracias a este procedimiento, se conservan varios medallones similares dispersos por museos españoles (en la figura 2 se muestra un medallón procedente del Museo Nacional de Ciencias Naturales), que, como veremos, son un testimonio del impacto que tuvo el Trienio Liberal en la actividad creativa de artistas y científicos. El texto impreso en lava tiene formato circular en el ejemplo que estamos estudiando, en otros casos Gimbernat experimentó también con medallones de forma cuadrada. La fuerza o presión del sello utilizado para imprimir el texto deja por los bordes del medallón una rebaba irregular que da al objeto su peculiar aspecto, y sirve además como elemento diferenciador que da singularidad a unos medallones con respecto a otros. Fig. 2. Medallón de lava del Vesubio Lava y basalto del Vesubio / estampillado, impresión, 1820 MNCN MIN 15928 Museo Nacional de Ciencias Naturales – CSIC, Madrid. 1 El heredero de esta institución ilustrada es el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. 4 La vida del geólogo catalán Carlos de Gimbernat fue azarosa y digna de una novela de aventuras, por este motivo se puede fácilmente inscribir en la época del Romanticismo, pero es sobre todo en su periodo de madurez, cuando el espíritu emprendedor y el gusto por los viajes de nuestro peculiar personaje encuentran en el Romanticismo su contexto más adecuado. A lo largo de su vida, Gimbernat se debatió en una dicotomía existencial entre su tierra de origen y la atracción que sobre él ejercía Europa, si bien nunca se desligó de las vicisitudes y circunstancias por las que atravesaba la vida pública española; lo cierto es que gran parte de su vida trascurrió fuera de España, estando siempre abierto a las diferentes influencias procedentes de Europa. Un repaso a lo largo de su periplo vital nos lleva por diferentes territorios europeos, ya que tenemos testimonios de su presencia de Escocia a Carintia, dejando la impronta de su trabajo en ciudades como Nápoles y Estrasburgo. Aunque su formación y sus trabajos más importantes se asocian al campo de la Geología, lo cierto es que su curiosidad científica era amplia de miras. Las realizaciones de Gimbernat en el campo de la Ciencia son muy heterogéneas y tendríamos que emplear un espacio demasiado amplio para reseñar todas ellas. La siguiente enumeración desordenada puede servir como testimonio de la variedad de temas sobre los que en un momento u otro depositó su interés. Tal vez su trabajo más destacado, y el que le permite ostentar un puesto destacado en la historia de la geología española, sea el trazado de los perfiles geológicos de Los Alpes en sus tramos de Suiza y El Tirol (figura 3); la representación cartográfica de los materiales rocosos que componen la estratigrafía de una de las cordilleras más importantes de Europa es indudablemente un trabajo pionero, al tiempo que dibujaba estos mapas, se dedicó a recolectar minerales que debió emplear en sus estudios de la cordillera alpina. La colecta mineralógica también la realizó cuando visitó los volcanes italianos, en cierto modo el Medallón de lava delVesubio se puede considerar un ejemplo de estas prácticas relacionadas con el excursionismo. Fig. 3. Mapa geognóstico de la Suiza según las observaciones de Carlos de Gimbernat Papel / ilustración cartográfica / calcografía en color, 1806. BMNCN 1-1916 Museo Nacional de Ciencias Naturales – CSIC, Madrid 5 Gimbernat también estudió las aguas termales, tanto de manera teórica como en lo que respecta a sus aplicaciones técnicas y medicinales, buscando la manera de aprovechar los efluvios hidrotermales para establecer una nueva forma de estampar tejidos. En relación con este tema, se interesó por las posibilidades industriales de materiales como la lana y, por consiguiente, también se acercó a los cuidados que requerían los corderos merinos, fuente generadora de la materia prima textil utilizada en sus experimentos de estampado. Su acercamiento a los gobiernos liberales de la época le convirtió además en un pionero de los lenguajes cifrados, otra de las variopintas actividades que desarrolló nuestro personaje, en este caso se trataba de elaborar una herramienta clave puesta al servicio de los agentes secretos estatales. A este conjunto de trabajos tan heterogéneos se deben añadir sus acercamientos a la Botánica, la elaboración de un diccionario Español – Alemán, y, al final de su vida, la redacción de un código sanitario, con el objetivo de contribuir a establecer un conjunto de medidas preventivas que evitaran la propagación de enfermedades infecciosas. Para entender una creación tan peculiar como el Medallón de lava del Vesubio, tenemos que acercarnos en primer lugar a las características de la Geología en tiempos de Gimbernat, una época en la que se produce el nacimiento institucional de esta disciplina científica. Hay que hacer referencia también a la particular fascinación que ejercieron los volcanes en el tránsito entre los siglos XVIII y XIX, y, finalmente, dar testimonio de cómo un acontecimiento político tan destacado como la revolución liberal de 1820, dejaría su impronta en numerosos objetos que podemos encuadrar dentro de las artes decorativas de aquel momento. L 3. CARLOS DE GIMBERNAT: LA GEOLOGÍA EN TIEMPOS DEL ROMANTICISMO .... os años que vivió Gimbernat son clave para el nacimiento y desarrollo de una nueva ciencia: la Geología. A pesar de que reconocemos a Gimbernat como un pionero de las ciencias de la Tierra, lo cierto es que sus aportaciones a la Geología son difíciles de calibrar, ya que los documentos escritos que conservamos de su mano son escasos; en realidad, se reducen a unos cuantos mapas, a los citados perfiles estratigráficos de Los Alpes, algunas publicaciones y una correspondencia incompleta. A partir de esta documentación podemos averiguar cómo era la mentalidad científica del autor. Se trata de una forma de pensamiento que es consecuencia de una evolución a partir de las cosmogonías elaboradas en el siglo anterior; a partir de ellas, se llega a unas nuevas formas de conocimiento teórico que se irán desarrollando a lo largo y ancho de Europa. Este conocimiento novedoso de la Tierra debe relacionarse además con las nuevas necesidades que imponía el desarrollo industrial y tecnológico. Ya hemos visto como Gimbernat se interesó tanto por aspectos teóricos como por las aplicaciones que los descubrimientos científicos podían aportar al campo de la industria y la técnica. De todos modos, de la 6 consideración del material científico conservado de Gimbernat podemos concluir que su máxima aportación se corresponde con el citado estudio de la estructura geomorfológica de los Alpes, que le ocupó nada menos que treinta y ocho años de su vida. Nos interesa ahora la relación del Medallón de lava del Vesubio con una actividad inherente al geólogo de estos primeros tiempos: la recolección de minerales para su estudio y clasificación. Incluyendo no sólo los fragmentos sólidos recogidos en las salidas al campo, sino también las masas fluidas de lava del monte Vesubio. La recolección de minerales también se realizaba para crear colecciones de especímenes naturales, y esta es una moda que invade el siglo XVIII, un afán por acumular objetos para gabinetes, museos y aulas universitarias que se extendió por Europa sobre todo entre los monarcas y las clases nobiliarias, esto es lo que acertadamente se ha llamado “comprar naturaleza”2. Los coleccionistas de objetos naturales recorren toda Europa en busca de ejemplares que presenten alguna característica especial derivada de sus formas, sus colores o por su especial valor científico; al mismo tiempo, se desarrolla una preocupación investigadora orientada a la realización de una clasificación razonada de los minerales. Como consecuencia de estas prácticas, también se genera un interés novedoso por entender de manera más lógica y razonada la historia geológica de la Tierra. Insistimos que estamos en los inicios de la clasificación razonada de los minerales, un aspecto que en los escritos de Gimbernat queda aún esbozado, ni siquiera se sistematiza aún una nomenclatura efectiva para diferenciar unos ejemplares de otros. El interés de Gimbernat por la geología y la minería se remontan al verano de 1803, cuando emprende por orden del rey Carlos IV su primera excursión a los Alpes con el objetivo de estudiar la estructura física de la cordillera. El desarrollo de este estudio sólo se había producido en fechas previas por investigadores privados, así que es probable que el propio Gimberant disuadiera al monarca para que asumiera los gastos de una iniciativa pública encaminada a este objetivo. Por primera vez, un gobierno europeo subvencionaba el estudio de los Alpes3 y como resultado nuestro geólogo elaboraba los llamados Planos geognósticos de los Alpes y de la Suiza con sus descripciones (figura 3), un trabajo que fue finalizado en Berna. Esta investigación cartográfica fue reconocida por la Sociedad de Naturalistas de Ginebra que le recibe a finales de año. Durante su viaje por los Alpes al tiempo que trazaba los mapas recogió numerosos minerales, que envió en 1804 al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. Resulta problemático identificar en el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales algunos de estos ejemplares, debido a que la azarosa historia del mismo ha generado pérdidas documentales y extravío de ejemplares, pero de todos modos podemos presentar al menos dos minerales, procedentes de las tierras suizas, que probablemente llamaron la atención de Gimbernat. Dentro de las formaciones minerales que llamaban (y llaman hoy) la atención de los coleccionistas de minerales en Centroeuropa, destacamos en primer lugar las denominadas “rosas de hematites” u oligistos, un mineral compuesto de óxido férrico que constituye una importante mena para la extracción del hierro. En su estado más puro los hematites pueden contener un 70% de este metal, 2 La expresión procede de: PARRA DEL RÍO, M. D., Los “planos geognósticos de los Alpes, la Suiza y el Tirol” de Carlos de Gimbernat, Aranjuez, Doce Calles, 1993, pág. 110. 3 BARREIRO, A. J., El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935), Aranjuez, Doce Calles, 1992, pp. 388 – 391. 7 también puede presentar trazas de titanio, aluminio, manganeso y agua. En la figura 4 podemos apreciar los atractivos cristales piramidales o prismáticos de una rosa de hematites, que también llaman la atención por su peculiar color gris acero o negro hierro. El segundo ejemplo presenta un cromatismo totalmente opuesto a las anteriores rosas metálicas, se trata de un silicato de colores claros. Al hablar de las rocas de la formación primitiva del Mont Blanc que se presentan como una prolongación en la aguja del Midi, Carlos de Gimbernat hablaba de manera impropia de “rocas graníticas”. En realidad se trata de formaciones rocosas compuestas de feldespatos, ortoclasas con partes accidentales de cuarzo y enstatita, que no son propiamente granitos. En el Mont Blanc son muy apreciados estos ejemplares por los coleccionistas, son las llamadas adularias, abundantes en la zona de San Gotardo, con sus formas cristalinas en forma de tabla (figura 5). Su formación se produce a temperaturas inusualmente bajas en venas hidrotermales, lo que hace difícil apreciar en qué sistema cristalizan, un aspecto que ha dificultado hasta la actualidad su correcta clasificación mineralógica. Fig. 5. Adularia Mineral – Ortoclasa – Tectosilicato / San Gotardo, Suiza/ Siglo XIX - XX MNCN MIN 21049 Museo Nacional de Ciencias Naturales – CSIC, Madrid Fig. 4. Rosa de Hematites Mineral - óxido / Alpes suizos / siglo XIX MNCN MIN 4690 Museo Nacional de Ciencias Naturales – CSIC, Madrid 4. EL GRAND TOUR Y LA FASCINACIÓN POR LOS VOLCANES E .... l coleccionismo de minerales está en los orígenes de la Geología como ciencia, pero no sólo los científicos se interesaron por la colecta de rocas y minerales en las excursiones campestres. No olvidemos que Gimbernat hizo su medallón en Nápoles, y esta ciudad era uno de los puntos 8 imprescindibles para los viajeros del llamado Grand Tour, esos primeros “turistas culturales” de los siglos XVIII y XIX que inauguraron la moda de viajar a sitios lejanos y volver con recuerdos de todo tipo. Estos turistas ilustrados tenían unos intereses muy concretos, relacionados sobre todo con la formación humanista y científica. Se trataba generalmente de jóvenes de las clases altas inglesas que viajaban con sus tutores y que consideraban estos viajes como parte de su proceso formativo personal, era por tanto una experiencia de tipo educativo. Gimbernat debió conocer a estos turistas de clase alta que llegaban a la capital del Reino de las Dos Sicilias. Los viajeros del Grand Tour no sólo compraban obras de arte, libros y objetos curiosos, también mostraban un interés por la recolección de especímenes procedentes de la Naturaleza. En este sentido, he documentado algunos ejemplares de lavas y azufres del Vesubio recolectados por viajeros del Grand Tour, que formaban parte del fabuloso cargamento del Westmoreland. Este fue un barco fletado con objetos comprados en Italia por un joven viajero y que fue confiscado en el contexto del enfrentamiento anglo – francés de 1779, escoltado hasta el puerto de Málaga, fue adquirido todo su cargamento por Carlos III4. Con respecto al tema que aquí nos interesa, el coleccionismo de especímenes minerales, se conservan en el Museo Nacional de Ciencias Naturales un pequeño conjunto de minerales recolectados en 17765, que son un testimonio del interés por los volcanes napolitanos de los viajeros del Grand Tour (figura 6). Fig. 6. Cuatro ejemplos de lavas y azufres recolectados en el Vesubio en 1776. Basalto, calcita impregnada de azufre, azufre y azufre asociado a calcita. MNCN MIN 15931, 789, 787, 808 Museo Nacional de Ciencias Naturales – CSIC, Madrid Aunque los destinatarios de los medallones de lava no eran los turistas, lo cierto es que Gimbernat creó un “objeto recuerdo” con material geológico, que habría hecho las delicias de cualquier viajero del Grand Tour. La demanda de cuadros, libros, restos arqueológicos, grabados, lavas, etc. en Nápoles fue conocida por el geólogo catalán, aunque su peculiar medallón de lava no tenía por destino ser ofertado 4 La totalidad del cargamento se conserva en diferentes instituciones (Museo del Prado, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Museo del Hermitage, etc.), aunque el grueso más importante del mismo se localiza en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. 5 NIETO CODINA, Aurelio, “Four mineral samples”, en: SÁNCHEZ – JÁUREGUI, M. D., y WILCOX, S., The English Prize. The Capture of Westmoreland. An Episode of the Grand Tour (cat. exp.), New Haven, Yale University Press, 2012, pág. 229. 9 en el mercado de los turistas del Grand Tour, tenía otros destinatarios muy concretos: los monarcas liberales de Madrid y Nápoles. Nos vamos a centrar ahora en saber cómo nació el interés general por las lavas y azufres del Vesubio. La pasión por los volcanes y por los materiales geológicos generados por las erupciones, que afecta tanto a geólogos como a turistas, tiene su punto de partida en un personaje pionero: Sir William Hamilton, embajador inglés en la corte de Nápoles e iniciador de la vulcanología vesubiana. Fue Hamilton el primero que investigó las erupciones del Vesubio y las describió como fuerzas subterráneas que contribuyeron a la formación de la tierra. Pero sobre todo, es realmente el pionero responsable del interés generalizado por la Vulcanología en la transición entre los siglos XVIII y XIX. Hamilton estudió las erupciones y las corrientes de lava en las emisiones de 1767 y 1771, tanto al pie de las coladas basálticas en el monte Vesubio como haciendo observaciones desde la bahía de Nápoles. Regularmente mandaba informes de estos sucesos naturales con bellas ilustraciones a la Royal Society en Londres. Tras hacerse miembro de la sociedad publicó sus trabajos en la revista de esta institución, Philosophical transactions, en 1772. En una de las bellas estampas iluminadas a mano y publicadas por Hamilton (figura 7), se ven grupos Fig. 7. Lámina XXXVIII, A NightView of a Current of Lava, that run from MountVesuvius towards Resina, the 11th of May 1771, publicado en: William Hamilton, Campi Phlegraci. Observations on the Volcanos of the Two Sicilies As They have been communicated to the Royal Society of London, Nápoles, 1776 Pietro Fabris B- 3210 Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Archivo – Biblioteca de curiosos acercándose a las coladas de lava en la erupción del 11 de mayo de 1771; tal vez, en erupciones parecidas acontecidas a comienzos del siglo XIX, Gimbernat pudo participar en grupos de observación similares a los que aparecen en el grabado. Las erupciones del volcán eran un atractivo para los viajeros que se dirigían a Italia y las vistas del Vesubio, junto a las ilustraciones de sus erupciones, eran un lucrativo negocio para pintores y grabadores, ya que se vendían como “recuerdo” del viaje. Un ejemplo de lo provechosas que eran para los pintores las imágenes del Vesubio son los treinta óleos pintados sobre este tema por el gran artista inglés Joseph Wrigt of Derby. La producción pictórica del iluminista británico muestra un marcado interés general por la representación de los diversos fenómenos naturales, entre los que se cuentan las grutas pintorescas, los bosques a la luz de la luna y, por supuesto, los volcanes (figura 8). 10 Fig. 8. Joseph Wright of Derby Erupción delVesubio vista desde Posilippo Óleo / madera B1974.3.34 Yale Center for British Art, New Haven (Estados Unidos) Los turistas del Grand Tour estaban fascinados con el Vesubio, entre los libros que adquirían en el transcurso del viaje a Italia se encontraban por supuesto las publicaciones de Hamilton; el interés por la Historia Natural se completaba además comprando o formando colecciones de minerales, en muchas ocasiones con arriesgadas visitas a las cumbres del volcán. Nos consta que un insigne viajero, Penn Assheton Curzon, adquirió el libro de Hamilton Campi Phlegraci. Observations on the Volcanos of the Two Sicilies y una pequeña colección de minerales que mandó a Inglaterra a bordo del carguero Westmoreland6. 6 SÁNCHEZ – JÁUREGUI, M. D., y WILCOX, S., op. cit., pp. 226 – 228. 11 5. OBJETOS CONMEMORATIVOS. CIENCIA Y POLÍTICA EN TIEMPOS DE REVOLUCIÓN .... E l texto impreso en el medallón de lava por Gimbernat nos orienta sobre las inquietudes políticas del geólogo, unos ideales que valoraban la libertad, como no podía ser de otro modo en una persona que quería ejercer del mejor modo posible la actividad científica. Su cercanía al pensamiento liberal, opuesto al oscurantismo del Antiguo Régimen, le hermana con las propuestas de las Cortes de Cádiz7, que son parte de un proceso revolucionario que se inicia a fines del XVIII y que en 1820 tiene un amplio protagonismo en España y en Nápoles. En 1817, bajo la protección del rey Maximiliano I de Baviera, emprende Gimbernat viaje a Nápoles para estudiar la naturaleza del Vesubio, estaba interesado sobre todo por la dinámica de los gases sulfurosos que emanaban por las grietas del volcán en las inmediaciones de la ciudad, y por el posible uso para fines salutíferos de estas emanaciones en unos casos, y por la posibilidad de usar los gases ácidos para la termoestampación de tejidos. Después de sufrir una enfermedad durante su estancia italiana, Gimbernat pudo contemplar por fin las emanaciones del Vesubio entre octubre de 1818 y marzo de 1819, observando con ansia este fenómeno durante día y noche. El científico, con claro espíritu romántico, asegura: “Ocupado en mi perseverante lucha con el Vesubio, he sacrificado todo por mi pasión geológica: el tiempo, el dinero y otros intereses”, Estas y otras reflexiones las fue registrando en un diario8. En las excursiones que realizó al volcán acompañó en algunas de ellas al emperador y la emperatriz de Austria, al príncipe de Salerno y a la princesa Amalia de Sajonia. Llegando al volcán en plena erupción, el geólogo oficiaba de guía científico. Podemos visualizar como serían estas visitas en el grabado iluminado del ya citado libro de Hamilton, el primer gran conocedor del Vesubio (figura 7). Al tiempo que se desarrollaba esta actividad científica y excursionista, se produjo en la ciudad el estallido de la revolución. Tanto para los austriacos como para el reino de Baviera la información derivada de las revueltas napolitanas era fundamental para el posterior desarrollo de las relaciones externas de los dos países. Aquí vio la ocasión Gimbernat de servir al rey de Baviera, buscando realizar así un trabajo de utilidad para el rey y pudo demostrar su entusiasta pensamiento liberal, aunque fuera de manera oficiosa, ya que en ningún momento fue nombrado agente diplomático de Baviera. 7 La importancia de la idea de libertad en las revoluciones burguesas, y en especial en 1820, es puesta en evidencia por Vicens Vives en una nota recogida en: ARTOLA, M. ed., Las Cortes de Cádiz, Marcial Pons, Madrid, 1991, pág. 207. 8 Conservado en el archivo de la Bayerische Staatsbibliothekde, MA 1, nº 219, correspondencia de Carlos de Gimbernat. 12 Las cartas al rey fueron sin embargo interceptadas y por esta causa es por lo que decidió realizar un diario. Tampoco prosperó su posibilidad de conseguir un puesto en el Ministerio del Interior español, para lo que busco intercesión poco fructuosa del embajador de España en la corte de Nápoles. Obligado a permanecer en Nápoles, por mor de la prolongación de las revueltas, Gimbernat se ve en la obligación de continuar escribiendo el diario para en algún momento presentarlo al rey de Nápoles, y expresa curiosos sentimientos en los que conjuga las ideas liberales y la realidad geológica de la erupción volcánica: “Las erupciones más temibles son aquellas de las que no estábamos avisados, y que nos cogen por sorpresa, testigo es el moderno volcán de la Isla de León, que ha sacudido tan violentamente, que ha derruido la estructura sobre la que la malicia y la necedad habían colocado al buen Fernando VII”. Es curiosa la habilidad del geólogo para enlazar la realidad napolitana con la previa revolución liberal vivida en Cádiz, y comparando a los reyes alemán y español como adalides de la monarquía liberal. La larga permanencia del científico en Nápoles, hasta que la entrada en la ciudad de las tropas austriacas acabó con la revolución liberal, la empleó en acuñar los medallones con inscripciones elaborados con lavas del Vesubio. Los medallones servían para ensalzar al rey bávaro y a Fernando VII, que en aquellos años se había visto obligado a aceptar la Constitución de Cádiz. Gimbernat pensaba erróneamente que el monarca español había aceptado el ideario liberal por convicción propia. Continúa el diario diciendo que las denominadas “medallas vesubianas” se realizaron: “aprovechando la eterna lava del Vesubio, que parece estar en erupción permanente para prolongar mi frustración, y mi cautiverio, he hecho unas medallas con ésta que ahora fluye para hacer un homenaje a Su Majestad Fernando VII en conmemoración de la manera libre y espontánea, con la que este monarca benevolente ha aceptado la Constitución de las Cortes. Por un lado la medalla lleva inscritas las palabras memorables que el Rey ha dirigido a la Nación el 10 de marzo. Yo he jurado esta constitución por la que Vosotros habéis suspirado y Yo seré siempre su más firme apoyo. Por la otra cara he inscrito las palabas expresivas del pacto sagrado contraído en el susodicho juramento; la alianza del trono y la libertad impresa con Lava del Vesubio, en 1820, por Gimbernat. He pasado muchas dificultades hasta lograr hacer estas medallas, a causa del largo de la corriente de lava y del calor que no deja acercarse. Seis veces subí al Vesubio para repetir esta operación, que no se logró hasta la séptima vez, e imperfectamente a causa de la poca fluidez de la lava actual. Tendré el honor de enviar este medallón a su majestad tan pronto como logre hacer unas que sean más dignas de serle presentadas”9. Realmente Gimbernat no calibró las verdaderas intenciones absolutistas y represoras de Fernando VII, no pudo o no supo calibrar el posterior giro antiliberal del monarca. 9 Esta página del diario de Gimbernat, así como las otras presentadas a lo largo del texto, y conservadas en los archivos de Baviera, proceden de: PARRA DEL RIO, 1993, pág. 70. 13 Es curioso, que en este momento aparezcan también fruto de otras manos diferentes objetos, como grabados o abanicos, que al igual que el medallón de Gimbernat dejan testimonio del triunfo de la revolución liberal de 1820. En el Museo del Romanticismo se conserva un abanico compuesto por un país de papel pintado que tiene una representación alegórica alusiva a los acontecimientos de 1820, simbolizando en la representación pictórica de manera destacada la abolición de la esclavitud (figura 9). Asimismo, una caja- polvera, con un ejemplar de la constitución de 1812, representa al rey Fernando VII como un gobernador romano y un texto alusivo a los mismos acontecimientos ensalzados por Gimbernat (figura 10). Resulta realmente sorprendente que, coincidentes en el tiempo, surjan un conjunto de objetos tanto artísticos como científicos, que son un manifiesto plástico de un acontecimiento que fue un hito en la historia de España y de Europa. Objetos que son fruto de una ilusión, ya que la llegada de las libertades en España e Italia no comenzaron a prosperar hasta avanzado el siglo XIX. Fig. 9. Abanico conmemorativo de la Constitución de 1812 Madera, hueso y papel / tallado, aguafuerte, pintado, ca. 1820 Inv. 2470 Fig. 10. Caja – polvera conmemorativa de la Constitución de 1812 Metal, cuero y papel / fundido, curtido y pintado, ca. 1820 Inv. 1192 Museo del Romanticismo Sala III (Antesalón) 6. CONCLUSIÓN 14 .... E l medallón de lava del Vesubio es un documento interesantísimo en relación a una serie de circunstancias que llenan la historia europea de las primeras décadas del siglo XIX. En primer lugar, el interés por la Vulcanología y el coleccionismo de minerales que nos sitúa en la vía de una nueva ciencia desarrollada según criterios racionales: la Geología, aun balbuciente. Por otro lado, Gimberbat, que como buen científico, valora los regímenes políticos que se basan en la libertad y se identifica con los ideales liberales del siglo XIX. Un conjunto de nuevas ideas, frustradas de momento, pero que inician una imparable trayectoria hasta su aplicación definitiva en el viejo continente. En memoria de mi padre, Juan Nieto 15 7. BIBLIOGRAFÍA .... ARTOLA, M. ed., Las Cortes de Cádiz, Madrid, Marcial Pons, 1991 AA. VV., El arte de gobernar, 1812-1992 (cat. exp.), Madrid, Tecnos, 1992. BARREIRO, A., El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935), Aranjuez, Doce Calles, 1992. 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Diseño y maquetación: Carmen Cabrejas, Álvaro Gómez González. 16 LA PIEZA DEL MES EN LAS REDES DEL MUSEO En nuestro canal de Youtube, podéis encontrar todos los meses un resumen de la pieza analizada, en la que su propio autor explica los detalles más interesantes: Canal de Youtube del Museo del Romanticismo: Piezas del mes Mensualmente dedicamos un día a tuitear de modo monográfico las curiosidades más destacadas relacionadas con la pieza del mes en nuestra cuenta @MRomanticismo Este mes, dedicaremos el jueves 26 de septiembre a contaros todos los secretos del Grand Tour con el hashtag #GrandTourMR 17 LA PIEZA DEL MES. CICLO 2013 .... Enero Almudena Cruz Yábar EUSEBIO JULIÁ (1826-1895), FOTÓGRAFO EN MADRID. SUS CARTES DE VISITE EN EL MUSEO DEL ROMANTICISMO Febrero Silvia Villaescusa García RETRATOS DE LOS MARQUESES DE LAS MARISMAS, de Francisco Lacoma, 1833 Marzo Isabel Ortega Fernández BUSTO DEL MARQUÉS DE LA VEGA-INCLÁN, de Mariano Benlliure y Gil, 1931 Abril Luis Gordo Peláez LA CAPILLA DE SAN ISIDRO EN LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS DE MADRID, de Jenaro Pérez Villamil, ca. 1843 Mayo Belén Fernández de Alarcón TOCADOR, ca. 1820-1830 Junio Mercedes Rodríguez Collado MESA DEL CAFÉ DEL POMBO, ca. 1901-1950 Septiembre Aurelio Nieto Codina MEDALLÓN DE LAVA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812, de Carlos Gimbernat, 1820 Octubre Vanesa Quintanar Cabello MESA VESTIDA DEL COMEDOR Noviembre Paloma Dorado Pérez ÁLBUM DE TOMASA BRETÓN DE LOS HERREROS, 1842 Diciembre Carolina Miguel Arroyo SÁTIRAS DEL SUICIDIO ROMÁNTICO, de Leonardo Alenza y Nieto, ca. 1839 18 19