3. La narrativa a principios del siglo XX: novela noventayochista Si la lírica en los inicios del siglo XX viene marcada por el Modernismo, en el terreno de la ficción narrativa y de la prosa serán los hombres del Grupo del 98 los que sobresalgan. En todos ellos se observan similares sentimientos: angustia, obsesión existencial por el paso del tiempo y por la muerte, y preocupación por el presente y el futuro de España. El tema de España y la preocupación existencial están en la base de esta narrativa. Características fundamentales: - ¿Novela lírica? Emociones personales e íntimas de los personajes. Huida de la representación mimética de la realidad. Pesimismo y nihilismo (Schopenhaur). Discurso (cómo se cuenta) prevalece sobre la historia (lo que se cuenta). Centralización en el interior del protagonista (percepción de su realidad). ¿Cómo es el protagonista? Inadaptado, amoral, no cree en verdades asentadas. Narración fragmentada en estampas, pausas reflexivas y descriptivas, indeterminación de los hechos narrados. En las novelas dialogadas, el narrador se oculta y diluye en la voz de sus personajes. Largos monólogos que harán las veces de narrador omnisciente. 3.1 Miguel de Unamuno Obra La obra de Miguel de Unamuno representa no sólo una referencia fundamental del Grupo del 98, sino de toda nuestra literatura. El escritor vasco cultivó con acierto casi todos los géneros, desde el ensayo a la novela, sin descuidar la lírica o el teatro. - Ensayos. En ellos reflexiona principalmente en torno a dos temas: - El sentido de la vida y el más allá: La agonía del cristianismo y Del sentimiento trágico de la vida. Trata en estas obras el problema de Dios, el sentido agónico de la existencia, la inmortalidad, etc., con un marcado tono existencialista. La preocupación por España: En torno al casticismo, Vida de Don Quijote y Sancho y Por tierra de Portugal y España… Unamuno evoluciona desde un deseo de reforma y modernización del país a una postura contraria, en la que acabará proclamando la necesidad de españolizar Europa. Novelas. Se desarrollan los mismos temas ya citados. Dado que al autor le interesa, sobre todo, el conflicto interno de sus personajes, las novelas carecen, en gran medida, de planteamiento y desenlace. Por este motivo, las novelas de Unamuno se parecen muy poco a las de su época. La crítica del momento negó el carácter novelesco de algunas de estas obras. Por ello, Unamuno las llamó nivolas. Podemos clasificar su producción en tres momentos: Hasta 1897, año de su crisis religiosa más grave, que le supuso la pérdida de la fe y el inicio de sus conflictos religiosos y existenciales. Se trata de una etapa progresista y de ideología socialista. También aparece la preocupación por la inmortalidad. De 1897 a 1914. Es una época de obsesión por el tema religioso. Se fragua en este momento el concepto negativo del progreso. Los temas fundamentales son la angustia, la lucha entre la razón y la fe, y la preocupación por la inmortalidad. De 1914-1936. Es la etapa de sus principales nivolas: Niebla, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir. 3.2 Pío Baroja Obra Pío Baroja es uno de los novelistas más importantes del 98. Su producción literaria está constituida casi exclusivamente por novelas. Consciente de la transcendencia y complejidad de sus obras, el mismo Baroja las clasificó basándose en un criterio cronológico: - Antes de 1912. Etapa prolífica y variada, la crítica considera que Baroja escribe en estos años sus mejores obras: Camino de perfección y El árbol de la ciencia. En ellas, a través de sus dos protagonistas, construye arquetípicas etopeyas (descripción de las costumbres y rasgos morales de un individuo). También es la época de La lucha por la vida, Zalacaín el aventurero o Las inquietudes de Shanti Andía. Esta última pasa por ser una de sus obras más interesantes. Es reconocida como ejemplo de tránsito entre las dos épocas. - Después de 1912. Escribe desde ese año novelas de diferentes estilos y temática, entre las que señalamos la serie titulada Memorias de un hombre de acción, compuesta por veintidós obras. La obra de Baroja también puede agruparse temáticamente en ciclos o trilogías. Los ciclos más destacados son: Tierra vasca: La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz; Zalacaín, el aventurero. La vida fantástica: Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox; Camino de perfección; Paradox, rey. La lucha por la vida: La busca; Mala hierba; Aurora roja. Estilo Baroja consideraba la novela como un género abierto que admitía gran cantidad de técnicas diferentes. En cualquier caso, una característica común de las obras barojianas es que carecen de acción. Son, en cambio, novelas de personaje. En ellas, todo queda condicionado a un protagonista en torno a cuya biografía y evolución hacia un fracaso anunciado se construye todo lo demás. Los demás personajes, que a menudo se diluyen en el argumento, no son más que adornos estéticos. Su estilo es preciso, sencillo y sobrio. La sencillez aparente de su pluma, que en ocasiones puede resultar grosera, encierra, como sucede a veces, una medida elaboración. Es un virtuoso de la descripción impresionista y del diálogo, así como del manejo de un humor especialmente amargo. Abundan las frases cortas con escasa subordinación y el estilo conversacional. No empleó nunca demasiadas figuras retóricas. Con todo, debemos indicar que su influencia ha sido decisiva en escritores posteriores de la talla de Camilo José Cela o Luis Martín Santos. 3.3 José Martínez Ruiz, «Azorín» Obra El desarrollo literario de «Azorín» coincide con la misma evolución desencantada de la mayoría de los escritores que le fueron contemporáneos. Todos ellos se lamentan de la realidad que les rodea y reconocen las dificultades para modificarla. Destaca su producción novelística y, en concreto, sus tres novelas «autobiográficas»: La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo. La voluntad manifiesta la intención de «Azorín» de sustituir el modelo narrativo del Realismo y el Naturalismo del XIX por un tipo de novela más cercana a las impresiones personales y a un estilo que hoy podríamos caracterizar como propio de un reportero. Otras obras significativas del escritor alicantino son: Los pueblos o Castilla, en las que aparece una enérgica protesta social, Lecturas españolas, Clásicos y modernos, Los valores literarios y Al margen de los clásicos, en las que pretende revitalizar a los clásicos; o sus libros de recuerdos o semblanzas, como Valencia, Madrid y Memorias inmemoriales. Su estilo se caracteriza por la pureza y la exactitud, por la precisión, y por la frase breve y contundente, de marcado carácter impresionista. 4. La novela novecentista o de la Generación del 14 El comienzo del siglo XX asiste también al nacimiento de la Generación del 14 o Novecentismo. Los escritores que la forman —Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna— procuraron renovar las técnicas novelísticas y poéticas de su tiempo: el lirismo, la ironía o el humor, el intelectualismo o la deshumanización. - Gabriel Miró: Experimentador ante todo, destaca por su cuidada expresión y por su exquisito estilo, a veces incomprendido (sobre todo si su análisis se limita a la óptica tradicional). Sobresale Miró por su temperamento, por su sensibilidad exacerbada y por su excepcional capacidad de captar sensaciones: luz y color, aromas, sonidos, colores… Debido a su lirismo, se le ha denominado «gran poeta en prosa». Su dominio del lenguaje es absoluto y en sus obras prevalece la belleza formal, pasando la acción a ser algo secundario. Sus obras Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926) son las más interesantes. - Ramón Pérez de Ayala: Representante de la novela intelectual, sus obras han sido relacionadas con la técnica del perspectivismo, que implica la bifurcación de la realidad, de los capítulos, de las columnas de texto. Posee un estilo denso, irónico, capaz de reflejar tanto lo culto como lo popular. Entre sus obras, cabe mencionar la tetralogía que narra la vida de Alberto Díaz de Guzmán, personaje barojiano, alter ego del autor: Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G., La pata de la raposa, Tigre Juan y Troteras y danzaderas. - Ramón Gómez de la Serna: Autor de carácter excéntrico, es conocido por ser el creador de la greguería, frase breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: humorismo + metáfora = greguería. Buenos ejemplos de greguerías serían: Las serpientes son las corbatas de los árboles o Hacer símiles parece cosa de simios. Destacan sus novelas El torero Caracho y El caballero del hongo gris. Nos sentimos obligados a mencionar la principal fuente de inspiración en la que está nucleada esta Generación: José Ortega y Gasset. Esta Generación intenta europeizar la literatura española. Se busca un lector con mayor formación estética, que sepa apreciar el buen arte. Supone, también, el primer intento de experimentar nuevas técnicas narrativas.