LUIS SCOLA, EN LA CIMA DEL BÁSQUETBOL Por primera vez un jugador argentino fue el máximo goleador de un Campeonato Mundial. Promedió 27,1 puntos por partido, con notables actuaciones. También fue elegido en el equipo ideal. Reconocimiento unánime para un ejemplo cabal. Por O.R.O. Nota publicada en la edición octubre 2010 de la revista El Gráfico. NUNCA UN JUGADOR argentino había ganado la estadística de goleadores de un Campeonato Mundial de Básquetbol. Jamás en 11 participaciones. En Turquía 2010 lo logró Luis Alberto Scola, con un total de 244 puntos y 27,1 de promedio, anteponiéndose al neocelandés Kirk Samuel Penney (24,7) y al norteamericano Kevin Wayne Durant (22,8). Lo del argentino no sólo se reduce al frío valor de los números, sino que cobra caliente valoración por sus extraordinarias actuaciones, que le valieron ser elegido en el equipo ideal del campeonato junto a Milos Teodosic (Serbia), Hedo Turkoglu (Turquía), el nombrado Durant (Estados Unidos) y Linas Kleiza (Lituania). La producción superlativa de Luis se potencia integralmente por haber finalizado cuarto entre los máximos reboteros (7,9 por encuentro). Apenas terminó su histórico partido contra los brasileños, un grande del básquetbol argentino, el Tola Cadillac, resumió su obra en una frase: “¡Luis ya agotó el diccionario de elogios, se terminaron las palabras!”. El propio Durant, nuevo campeón mundial, último goleador de la NBA, elegido el Jugador más Valioso de la competencia tras su espectacular partido final, dio su opinión cuando pasaron los octavos de final: “Scola es el mejor. Por lejos debe ser el MVP de este torneo, gane o pierda”. Manu Ginóbili se conmovió en San Antonio por twitter: “Como diría un comediante argentino famoso… Luifa: ¡tengo ganas de darte un abrazo! QUE JUGADOR LPQLP”. El diario deportivo Marca se asoció desde Madrid: “Un celestial Scola se apropia de un monumento al baloncesto”. LOS ARGENTINOS DE LA HISTORIA El primer basquetbolista argentino que se había entreverado en la cumbre de los anotadores mundialistas fue Oscar Alberto Furlong, en la primera edición de 1950. Con 11,2 puntos de promedio, terminó cuarto en la tabla general encabezada por el español Alvaro Salvadores (13,8). Pillín, desde su posición de centro, era la primera vía de definición de aquel equipo argentino que fue primer campeón del mundo. Quinto terminó Ricardo Primitivo González, nuestro gran capitán, con 10,7 de media. Precisamente, el Negro elogió la virtud de Pillín: “Con amagues y habilidad, siempre encontraba la mejor posición para el lanzamiento”. Ese Campeonato Mundial inicial, con 10 participantes, tuvo una rueda preliminar disputada por doble eliminación, la serie final por puntos de todos contra todos y la ronda consuelo para definir del séptimo al décimo puesto. Considerando solamente la rueda decisiva, Furlong fue el máximo goleador con 55 puntos en los 5 encuentros, que contienen los 20 tantos de la memorable noche de la consagración ante los norteamericanos. En los años 60 y 70 fue el tiempo de Ernesto Gehrmann, quien con sus 2,11 metros luchó contra los gigantes de todo el mundo. Finalizó cuarto en Uruguay 1967 y quinto en Puerto Rico 1974. La primera vez, a escasos cuatro años de su aparición nacional, Finito redondeó 18,6 puntos de promedio contra los 19,7 del líder, el polaco Mieczylaw Lopatka. Dos torneos más tarde, el misionero aumentó su media: 23,4 frente a los 27 del mexicano Arturo Guerrero. “La Selección Nacional siempre se debe armar empezando por Gehrmann”, advertía en aquella época el gran Beto Cabrera. Aquí se terminó la figuración de argentinos entre los primeros de la estadística de goleadores. No hubo más hasta este presente trascendente y pletórico de Luis Scola, posibilitando que fuera el máximo anotador. PULVERIZANDO RECORDS El total mundialista de Scola en puntos convertidos llegó a 456 (27 partidos en 3 Mundiales). Pasa a ser la mayor cifra histórica entre los argentinos al superar a Gehrmann, que totaliza 331 (16 en 2). Otra puntuación que batió Luifa fue la de mayor cantidad de puntos anotados en un partido. El tope lo mantenía Alberto Vicente De Simone. Caña le había señalado 35 a México en el segundo encuentro entre ambos efectuado en 1963, en Petrópolis (Brasil), por la ronda consuelo (victoria por 88-86). La apoteótica producción del martes 7 de septiembre de 2010, concretada por Scola en el 93-89 sobre Brasil, entró ya entre las páginas más deslumbrantes de todos los Mundiales. Sumó 37 con una cátedra de básquetbol. Para Chocolate Raffaelli, otrora figura de la Selección Argentina, uno de sus agentes con Claudio Héctor Villanueva, presente esa noche allá: “El partido será histórico y para tenerlo en dvd como recuerdo para toda la vida por la brillante manera en que jugó Luis”. A dos metros de él, en el Sinan Erdem Dome de Estambul, se encontraba su coterráneo Marcelo Patricio Nicola, que también vistió la camiseta albiceleste y se fue a ver el Mundial. Hoy es entrenador y está radicado en Treviso (Italia). Las miradas cómplices entre los dos rafaelinos, cargadas de gestos de asombro y bañadas por elogios a cada rato, eran otro testimonio del festival único que estaban presenciando. El tope restante que superó Scola fue el de mejor promedio de tantos convertidos en un Mundial. El 23,4 de Finito Gehrmann de 1974 fue barrido por este flamante 27,1 de Scola. REFLEXIONES, SIEMPRE REFLEXIONES Tiene 30 años y formó familia con Pamela, su compañera de toda la vida. Son padres de tres varones: Tiago, Tomás y Matías. En julio de 1995, para el 5º Campeonato Mundial Juvenil llevado a cabo en Atenas (Grecia), se unió al embrión fundacional de lo que sería nuestra Generación Dorada. Con 15 años fue el benjamín de aquel equipo nacional argentino clasificado sexto. Sus compañeros le llevaban entre 2,3 y 4 años de edad, pero llamaba la atención su desenvoltura, su madurez y su capacidad para opinar con fundamentos sobre cualquier tema. Como ahora, desgranando estos conceptos de Turquía 2010: -“Tengo la felicidad de que dimos todo y el quinto puesto es lo que conseguimos. Así como estaba triste y abatido después de los cuartos de final, ahora estoy feliz y exultante. Nosotros -los jugadores-, y ojalá otros lo hagan también, vamos a valorar muchísimo este quinto puesto” (estado de ánimo al terminar). -"Lo personal está atado directamente a lo que hizo el equipo. Es muy difícil separar. Si jugás bien y terminás décimo, el balance va a ser malo. Si jugás mal y salís campeón, el balance será bueno. Está muy relacionado con el equipo" (observación complementaria). -“Yo disfruto de tener protagonismo, pero a la vez sé que es algo malo. A mí me gusta que el juego esté más repartido, porque así tendríamos más posibilidades de ganar” (con relación a su excluyente figuración ofensiva). -“Es muy peligroso esperar a que alguien se ilumine y haga un juego bueno. Los buenos equipos son los que ganan y, cuando se juega bien, es más fácil” (filosofía general). -“Sobreponerse a los problemas que surgen, no es un mérito, es una obligación. Debemos estar preparados para sortear las piedras que se encuentran en el camino” (después de vencer dramáticamente a Australia). - “Para ganar, hay que cerrar bien los partidos. Siempre. No nos vamos con una sonrisa, porque se pudo haber ganado…” (tras el doble abajo con Serbia). -“El balance de la primera fase fue positivo. Jugamos irregular, pero ganamos. Aunque suene ilógico: el partido que jugamos mejor, contra Serbia, lo perdimos. Se pudieron haber hecho cosas mejores, pero se dio así” (opinión sobre Argentina en el grupo de Kayseri). -“Hay que entender que nuestro equipo no era la aplanadora de Indianápolis 2002, ni el balance perfecto de juventud y experiencia de Atenas 2004, ni la potencia de Beijing 2008. Ahora éramos un equipo menos atlético, pero con más experiencia, que no brilló pero hizo jugar incómodos a los rivales a más no poder. Y allí estuvo nuestro juego. No podíamos esperar ganar partidos por 30 puntos ni nada por el estilo. Teníamos que proponer un planteo que incomodara al rival durante los 40 minutos y trabajar la victoria con oficio, experiencia y concentración” (escrito en su página “scola4.com”). -“Si bien todos teníamos la ilusión de pelear por una medalla, el estar entre los seis mejores equipos del mundo es un muy buen resultado”. ESCALERA AL CIELO “Es completo. 1) Juega en la zona de fuego, la más caliente, y es el Nº 1 en el mundo FIBA en el uno contra uno. 2) Adquirió un tiro rápido y casi infalible. 3) Vive y siente el contraataque desde el minibásquetbol. 4) Sin ser un saltarín, es buen rebotero defensivo. 5) Mejora su lectura del juego poniendo asistencias. 6) Su espíritu es inquebrantable”, lo describe el entrenador analista Chiche Gornatti. Con esas virtudes, su crecimiento en los Mundiales, en el más alto nivel, no tuvo techo. A los 22 años, en Indianápolis 2002, promedió 9,2 puntos. A los 26, en Japón 2006, trepó a 14,3. Ahora, con 30 años en Turquía 2010, dio un salto de calidad importante para redondear 27,1 y ser el máximo goleador.