Pero que tonto fui yo Yo estaba en una situación crítica. Desde que me puse de novio con Angelina, habíamos soñado tener una casa grande y acogedora, con un patio enorme repleto de plantas y árboles, nuestros hijos jugando y nosotros charlando sobre nuestros proyectos: Construiríamos una vida feliz, disfrutaríamos de cada momento con los niños, les enseñaríamos a andar en bici en aquella plaza en la que nos habíamos enamorado, iríamos al cine los domingos, y los viernes cocinaríamos pizza casera entre todos. Siempre lo habíamos soñado. Lo merecíamos. No lo alcanzamos. ¿Por qué? Porque con la suba de los precios y el hecho de que nuestros salarios no habían aumentado, se nos hizo muy difícil pagar la hipoteca. Y después tuvo que pasar esto. Mi esposa, secretaria, había sido despedida por “cambios en la administración”, yo, con mi salario, no podía llegar a fin de mes, considerando que era docente y ya estábamos medio justos aún con los dos sueldos. Decidí, por desesperación, recurrir a un tipo, que pagaba bien por favores. El me explicó todo con sumo detalle, íbamos a robar una casa. Como los detalles de esto se encuentran más adelante en esta nota, no los voy a explicar. Ya que la recompensa era más o menos ocho mil pesos, decidí aceptar. Pero que tonto fui yo... A las 5 de la tarde, del día siguiente, nos reunimos en una casa de Independencia al 500. El me dijo que tenía que hacer exactamente lo que me indicara para obtener la recompensa. Tiramos la puerta abajo, y él golpeó a una señora de unos 40 años, mientras me decía, en un tono furioso, que recogiera todo lo de valor y que golpeara a todos los que intentaran detenerme. Por suerte, en mi búsqueda encontré muchas cosas y solo tuve que golpear al padre, de unos 40 años también. Cuando volví a la entrada, vi al resto de la familia en el sillón, horriblemente golpeada y a mi compañero diciéndome que me apurara. Mientras cerraba la puerta, pude decir un pequeño “perdón” que no sé si fue escuchado. Entramos al auto familiar rápidamente con las llaves que él había robado y yo conduje hasta una esquina, donde chocamos con otro auto, en el que se encontraba una familia. Cuando salimos del auto, acompañados por el horrible sonido de los gritos del compañero, los vi tratando de salir del lugar. Algunos muertos, otros heridos. Nunca podré borrar esa imagen de mi mente. Mientras corríamos, mi cuerpo sentía algo que nunca había sentido: Mi corazón palpitaba, no podía respirar, y mi vista confundía las luces del cielo con las de la calle, todo acompañado por las furiosas órdenes del hombre que me había contratado. El decidió asaltar a un motociclista sacando su arma, pero para cuando dio la orden, la moto y su dueño ya no estaban. Cuando intente hacerlo con el dueño de un volkswagen, él me desarmó y tuvimos que correr con todas nuestras fuerzas hasta desaparecer del radar. Mi compañero me guió hasta su supuesta guarida. Entramos, nos sentamos en opuestos lados de una mesa y empezamos a charlar todo lo relacionado al pago. En un momento de la conversación, miró a la ventana, se puso más serio de lo normal, y dijo: -”Vuelvo en un minuto” Salió por la puerta trasera. Después de 2 minutos, entró la policía. Me esposaron. Me dijeron mis cargos y mis derechos. Me llevaron en su coche. Después de todo el proceso policial y burocrático, me trasladaron a la cárcel de Batán. Cuando entré a mi celda, me recosté en la cama, cerré los ojos. Lo único que podía ver era la imagen del último cumple de Sofi cuando ella soplaba las velitas. Pasamos un día tan lindo... Pero que tonto fui yo, cambié la vida por la muerte. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Ritmo de vida tum tum, tum tum, tum tum Señora, ¡usted está embarazada! pliiiiiiiiish, pliiiiiiiish Hijo, ¡tiraste todo! tuctuctuctuctuctuctuctuc ¡Manchaaaaaa! tum... tum... tum... ¡Te encontreeee, mala! toc toc, toc toc Disculpe, ¿Puedo ver a su hija? chucuchucuchucuchucu Europa, ¡allá voy! fshhhhhhhhhh... ¡Buena suerte hijo! tuuu, tuuu, tuuu, tuuu Uf, que embotellamiento... pi, pi, pi, pi, piiiiiiiiii... Adiós querida, Dios quiera que nos volvamos a ver. -Intas Captura perfecta Estábamos en un viaje escolar a Sierra de la Ventana, esperando en la fila para la tirolesa. Yo, como siempre, estaba último debido a que me había quedado pensando mientras nuestro grupo iba y tuve que ir después. Mientras esperaba. nuestra profesora me apuntaba con su cámara. Ella dijo: “¡Sonríe!” En ese momento, sentí que mi alma se transportaba y mi vista se oscurecía completamente. Cuando pude recobrar mis sentidos, observé que estaba en un espacio negro en el cual una especie de vidrio proyectaba la imagen de mi cuerpo, y después la imagen del piso. Estaba adentro de la cámara. Sentí mucho pánico, cayéndome al suelo y buscando una superficie para agarrarme, grité, corrí, pataleé. Vi que había otras personas, me acerqué a uno de ellos, y le pregunté si había salida. “¿Se podrá salir por algún agujero?” “Ningún agujero” “¿Romper el vidrio?” “Probamos todos juntos y nada.” Rendido, me apoyé en el vidrio y me relajé. Sentí como la cámara se caía, como la levantaban, vi que la tiraron. vi el sol salir, brillar, y meterse, vi la luna, sentí el ruido de los pastos, vi a la gente pasar, vi a los animales, sentí el frío, el calor, vi la luna, vi a una familia, sentí la lluvia, vi la luna, sentí el viento, vi el sol. Sentí que agarraban la cámara, y decidí llamar la atención del que la agarraba, grité, corrí, pataleé, salté. Escuché una voz que decía: “Qué es este reflejo en la foto?” Y otra voz decía: “La cámara debe estar fallada, tirala, total ni la compramos”. Silencio total.