Nº 128 En la ciudad de Venado Tuerto, a los días 16 del mes de Junio del Dos Mil Diez, se reunieron en Acuerdo los Señores Vocales de la Cámara de Apelación en lo Penal de esta ciudad, Dres. Tomás G. Orso, Gustavo D.I. García Méndez y Héctor M. López, con el fin de dictar sentencia definitiva en el proceso seguido a O. A. F., argentino, casado-divorciado, de 42 años de edad, tambero, con instrucción primaria completa, nacido en Sauce de Luna -Entre Ríos- el 24/09/1965, hijo de O. Eusebio y de Lelia María Sala, domiciliado en Juan D. Perón s/n de Miguel Torres, con D.N.I. Nº 17.442.219 como presunto autor del delito de ENCUBRIMIENTO AGRAVADO en Causa Nº 241/2009 de esta Cámara. Estudiando los autos, se resolvió plantear las siguientes cuestiones: 1) ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA? 2) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR EN DEFINITIVA? Practicado el sorteo de ley, resultó que la votación debía efectuarse en el siguiente orden: Dres. Tomás G. Orso, Gustavo D.I. García Méndez y Carlos A. Chasco.A la primera cuestión planteada, El Dr. Orso, manifestó: I) Contra la Resolución Nº 266 de fecha 16 de Octubre de 2009 dictada a O. A. F., demás datos de identidad obrantes en autos, a la pena de Seis meses de Prisión de Ejecución Condicional y las costas, como autor penalmente responsable del delito de ENCUBRIMIENTO (Art. 277 inc. 1º apc del C.P.); interpone recurso de apelación y nulidad la Dra. María Jimena Salgado, representante legal de Fernández, el que fue concedido a fs. 217 por decreto de fecha 05 de Noviembre de 2009.1) La Dra. María Jimena Salgado, en representación de O. Alcídes F., expresa sus agravios. Respecto al primer agravio: dice que se agravia cuando el A-quo considera que su defendido, al momento en que adquirió las herramientas, conocía sobre la procedencia de las mismas. Fernández dejó expresamente claro que adquirió las herramientas, las que le habían sido previamente ofrecidas, y que abonó un precio por ellas. Pero no conocía su procedencia ilícita. No hay en autos un presupuesto que permita inferir que el precio de las herramientas no es real. Ninguna de las consideraciones efectuadas resulta suficiente para afirmar que Fernández tenía conocimiento con grado de certeza sobre la procedencia de las herramientas. El tipo que se le imputa a Fernández requiere dolo directo, es decir, certeza sobre la procedencia delictiva de la cosa adquirida. Cita Doctrina al respecto. Respecto al segundo agravio: dice que se agravia cuando el A-quo considera que el accionar de su defendido encuadra en el delito de encubrimiento y lo condena. Pero ello, atento a que la conducta de Fernández no ecncuadra en el tipo penal de encubrimiento. Por todo ello, solicita se ordene la absolución de culpa y cargo de O. Alcidez Fernández. 2) El Sr. Fiscal de Cámaras Subrogante, Dr. Fernando Palmolelli, contesta los agravios formulados por el apelante, dice que los planteos efectuados por la defensa son una reiteración de los ya expuesto en baja instancia. El propio Fernández, admite haber comprado las herramientas de manera sumamente sospechosa, en razón del modo y la forma en que llevó a cabo la operación. El imputado sospecha de la actividad desplegada por el supuesto intermediario, adquirió igual las herramientas, lo que sin duda descalifica cualquier error de tipo y/o prohibición. A ello, hay que sumarle los dichos del co-imputado Martínez Chemelli. Cita Jurisprudencia al respecto. Por todo ello solicita que se rechacen los agravios planteados y se confirme íntegro el decisorio alzado por resultar ajustado a los hechos demostrados en la causa y conforme a derecho.II) Corresponde en las presentes actuaciones resolver el recurso de apelación interpuesto por la Dra. María Gimena Salgado –defensora de O. A. F.- contra la sentencia n° 266, dictada por el Dr. Fernando Vidal -Juez de Sentencia de Melincuéen fecha 16 de Octubre de 2009, mediante la cual el imputado de anterior referencia fue condenado, en el marco de los hechos juzgados en la causa 159/2008, como autor penalmente responsable del delito de Encubrimiento (Art. 277 –inc. 1°, ap. “c” del Código Penal) a una pena de seis meses de prisión de ejecución condicional, accesorias legales y las costas del proceso. (Arts. 5, 26 y 29 inc. 3°, todos del Código Penal). Examinando los agravios vertidos por la recurrente –quien argumenta que el imputado desconocía la procedencia de las herramientas que adquiría, que pagó el precio convenido y que no consta cotización de las mismas en autos- a la luz de los elementos probatorios obrantes en autos, normativa legal aplicable y réplica del actor penal, considero que los mismos logran conmover parcialmente la condena impugnada. En razón de ello la sentencia apelada debe ser confirmada parcialmente, ya que será modificada la calificación legal de Encubrimiento por receptación dolosa a receptación sospechosa (art. 277 inc. 2° CP)- por las siguientes razones: La Defensa, apoyándose en la versión brindada por su pupilo sostiene la inocencia del mismo. Señala, además de lo anteriormente apuntado, que Fernández adquirió las herramientas a una persona conocida y que los antecedentes que pudiera haber registrado esta persona no pueden obrar en perjuicio del encausado. En función de ello sostiene que no existe certeza para condenarlo por un delito que exige dolo directo para su configuración. Del análisis del decisorio impugnado surge que el juez de grado tuvo en cuenta para condenar al imputado -en orden a los hechos que conformaron la causa 159/2008- la posesión de parte de la res furtiva en manos de Fernández, evaluando además, para arribar al juicio de responsabilidad penal del mismo, el precio cuasi vil pagado por las herramientas, los conocidos antecedentes –por parte del sometido a proceso- de quien oficiaba como vendedor y las demás circunstancias en que se produjo la aludida compra. Tal valoración, a entender del suscripto, resulta irreprochable ya que surge palmariamente de autos que la operación en la que participara el inculpado presentaba ribetes que la tornaban particularmente dudosa o sospechable ya que la misma se produjo en la vía pública, sin extensión de recibo por parte del comprador e interviniendo una tercera persona prácticamente desconocida –al menos el imputado no brindó mayores datos para identificarla o localizarla- y se vendían herramientas nuevas a un precio inferior al de mercado, extremo reconocido por el propio justiciable. Respecto a ésta última cuestión entiendo que el menor valor de las cosas compradas por Fernández –extremo que fuera tenido en cuenta por el sentenciante al momento de resolver la situación procesal del premencionado- surge no sólo de los propios dichos del inculpado sino también del conocimiento común que toda persona posee sobre ciertos bienes de uso corriente, tal como sucede en el caso de autos. En razón de ello considero que la objeción formulada por la apelante -en cuanto cuestiona que no se haya incorporado cotización o presupuesto de las herramientas- no puede tener cabida. Además de lo expuesto el fallo recurrido también se apoya en otras circunstancias admitidas por el involucrado, quien conocía a lo que se “dedicaba” Martinez, persona a la que ya le había comprado otras cosas tiempo atrás. Por todo ello, si bien comparto lo señalado por la recurrente respecto a que el delito por el cual se condenara a su pupilo se configura a través de un dolo directo por parte del agente, extremo que no surgiría de autos en grado de certeza, sí se desprende de lo actuado y de la interpretación de la prueba antes efectuada que el implicado tenía elementos como para sospechar de que los efectos que adquiría provenían de un delito precedente, al punto tal que el propio Fernández reconoce que “ como (las herramientas) eran muy baratas sospeché de que fueran robadas”. Dicho estado abastece plenamente el tipo penal regulatorio de la receptación sospechosa –normado en el segundo inciso del art. 277 CP- razón por la cual corresponde confirmar parcialmente la sentencia condenatoria apelada, modificando el encuadramiento legal de la conducta desplegada por el sometido a proceso, la que de encubrimiento (por receptación dolosa) queda desplazada a encubrimiento por receptación sospechosa. En este sentido la doctrina ha dicho: “El tipo penal tiende fundamentalmente a subsumir en él la conducta de quien ha centralizado su actividad en la receptación de cosas de origen dudoso poniendo condiciones tan favorables que estimulan la producción de hechos delictuosos, sabiendo, sin concierto previo, que tendrán un lugar seguro para negociar o reducir el producto del delito sin que se les exija la acreditación del origen de los mismos. El autor, técnicamente, no es partícipe del delito cometido para obtener las mercaderías, por falta de promesas anteriores al mismo o porque no es quien ha determinado a otro a cometerlo, y de allí que el legislador entendiera necesario prever un tipo especial que abarque estas conductas. Por ello, también la agravante cuando el autor haga de ello su actividad habitual”. (OSSORIO Y FLORIT, Manuel, Código Pena de la República Argentina, 1996, Editorial Universidad, pag. 587). En función de lo anteriormente señalado, atento la ausencia de antecedentes computables (art. 51 CP) del imputado, el recupero de buena parte de lo que le fuera sustraído a la víctima y demás circunstancias contempladas en los arts. 40 y 41 del Código Penal, corresponde establecer nueva pena, la que se fija en el mínimo de la escala penal legalmente establecida, es decir un mes de prisión de ejecución condicional (art. 277 inc. 2° C.P.). A la misma cuestión el Dr. García Méndez, dijo: El Sr. Vocal, Dr. Orso da a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la presente cuestión. Por ello, me expido en igual sentido. A la misma cuestión el Dr. López, dijo: Habiendo dos votos concordantes, me abstengo de votar. (Art. 26 L.O.P.J.) En definitiva, leídas que han sido las partes, la Cámara de Apelación en lo Penal RESUELVE: I) Confirmar parcialmente el fallo apelado, en cuanto condenara a O. A. Fernández, encuadrando la conducta desplegada por el mismo en el delito de Encubrimiento por receptación sospechosa (art. 277 inc. 2° CP) y adecuando en consecuencia la pena que le fuera impuesta, la que queda fijada en un mes de prisión de ejecución condicional y las costas del proceso. (Arts. 5, 26 y 29 inc. 3° CP). Insértese copia autorizada, hágase saber y bajen. Dr. Tomás G. Orso Dr. Gustavo D.I. García Méndez Dr. Héctor M. López (Art. 26 L.O.P.J.) Dr. Sergio R. Fenice