LA CONCORDIA, REVISTA MORAL, POLÍTICA Y LITERARIA. Domingo 22 de Noviembre de 1863. Núm. 29. MORAL. Año I. CARTA DE MONSEÑOR DUPANLOUP, OBISPO DE ORLEANS, encabeza sus títulos con este, que en gran manera fija el carácter de su publicación, i^or ello lia dado tanta importancia á la cuestión de bistruccion púl)lica. Pero hay otra, no menos importante y transcendental, que es la [)rivada; no la que inicia, ó más bien, preludia la pública, sino la que la aplica, completa y perfecciona. Esta segunda educación, que empieza cuando so acaba la oficial, para no acabar ya nunca, cada uno la recibe en su casa y en su respectiva situación social, ya dií su familia, ya de sus amigos y compañeros, ya de los hombres, y de los acoatcciinientos de la vida. Nos la exige é impone el deber de progresar como cristianos, como hombres, como ciudadanos; y hemos do pedirla al buen orden y concierto de la vida, á la severidad y á la constancia del método, á los libros, en fm, amigos fieles y complacientes, siempre prontos á responder, y ([ue nunca se cansan, ni varían, ni abandonan. LA CONCORDIA A UiN mOGESANO SUYO. Sobre los estudios que pueden convenir para llenar los ocios de un hombre de mundo. Mi querido amigo: Hay en el estado de nuestra sociedad actual una situación que ha llamado muchas veces seriamente la atención de los hombres reflexivos; esa saber, la del gran número de jóvenes y de hombres do nuestro tiempo, que tienen buen caudal, ó á lo menos disfrutan de cierta comodidad y descanso, y que á consecuencia de circunstancias más ó menos independientes de su voluntad, no han seguido carrera alguna. Ahora bien: ¿en qué emplean, y sobre todo, en qué pueden emplear sus ocios, en favor del cultivo de su entendimiento y para desarrollar sus talentos? Grave preocupación es esta, de que es imposible que se desentienda quien se interesa por su Patria y por su época; cuestión sobre la cual, puesto que así lo queréis, tendré la honra de deciros, en la confianza de una conversación familiar, lo que me han enseñado la experiencia y la meditación, ofreciéndoos al mismo tiempo, primero á vos y después á vuestros compañeros, algunos consejos, que podrán abarcar una esfera algún tanto mayor, y ser útiles á cuantos, persuadidos de su necesidad quieran acogerlos. Sobre esta tan alta y tan importante cuestión ha lijado I. su [)aternal atención uno de los más eminentes Prelados de Hay entre nosotros—¿quién puede negarlo?—una división la Iglesia, el célebre Obisj)o de Orleaus, monseñor DUPANprofunda entre lo que se llama hombres de mundo, y lo que se Loup. De la acreditada Bevista que con el título da Le Cor- llama hombres de letras; es decir, que generalmente en el munrespondcmt SG publica en París, hemos recogido una magní- do, fuera de muy cortas excepciones, el que no es literato ó no ejerce una profesión científica, ni ha abrazado una carrera, cree fica Pastoral, que bajo el título modesto de carta, y en el que no tiene ya que estudiar, y que debe dar de mano desde el tono familiar y de confianza que al género epistolar corres- punto en que sale del colegio á todo trabajo serio intelectual. No pensaba asi ciertamente el ilustre canciller D'Aguesseau, ponde, examina este gran problema social, y le resuelve con cuando en otro tiempo escribía á su hijo estas graves palabras: la sencillez y claridad que son el sello de las grandes obras «No creas que basta, ni que está todo hecho con haber concluicristianas. El ilustre Prelado, lumbrera del Episcopado francés y de la iglesia católica, años Iiá conocido por sus o!)ras sobre la educación, y que acaudilla boy en ¡)rimera fila la altísima cruzada que se ha hecho en Francia á favor del Pontificado, á estos títulos puede añadir en adelante el de la gloriosa, católica y moralizadora emi)resa de la educación de los hombres de mundo, [)ara (pie la adquieran los que desearen tenerla, para que la amplíen ó perfeccionen los que solo aspiran á estudiar para desertar del estudio; á adquirir grados literarios, para abroquelarse detrás de sus títulos, y dormir el más vergonzoso de todos los suc-ños, el del olvido de sí propios. Pero sin más preámbulos, oigamos ya la evangélica doctrina y la autorizada voz del insigne Obispo. do felizmente el curso de tus primeros estudios: á este trabajo debe succeder con otro mayor: otra nueva y más prolongada carrera se abre delante de tí. Todo cuanto has hecho hasta ahora no es más que un escalón, y como una preparación para pasar á estudios de otro orden más elevado.» Yo no sé si ahora hallaríamos muchos padres que hablasen á sus hijos en estos términos; pero á lo menos no se me podrá negar que las palabras de aquel gran Magistrado se aplican á las mil maravillas á los estudios y á los jóvenes de hoy dia, sobre todo, á ese número considerable de jóvenes que no siguen carrera alguna, y de los cuales se dice generalmente en el mundo, que lo que hacen es no hacer nada. No es mi ánimo investigar aquí las causas que han producido esta aversión á las carreras, esta retirada á ocultarse en la modestia de la vida privada; hasta qué punto es legítima y honrosa, y qué compensaciones podrían hallarse en ella. Ya he dicho en otro tiempoysazon, y tal como lo siento, mi pensamiento sobre todos y cada uno de estos puntos. Pero dada la situación, y colocándome aquí bajo el punto de vista particular de los estudios liberales y de aquellos trabajos 58 454 L,A CONCORDIA. de la inteligencia que no solo podrían ofrecer una noble y gloriosa inversión del tiempo que se pierde en el ocio, sino que además cuadran tan perfectamente para dar il hombre un determinado valor personal, yo me pregunto lo que son hoy y han de ser en adelante, bajo este punto de vi5ta, los jóvenes y los hombres, que disfrutando bienes de fortuna, y tiempo y sosiego, no tienen ninguna profesión ni carrert,. Y en primer lugar, y por no hablar ahora más que de los jóvenes, ¿qué hacen estos jóvenes? ¿En qué pasan los dias y los dias? ¿Qué es lo que piden á las ricas facultades con que Dios tantas veces ha querido dotarlos? ¿Qué sabea sacar de sí mismos?—La verdad es que un gran número de ellos, apenas concluidos los primeros estudios, no hacen ya nada, ni estudian con intensidad para la profesión ó facultad á que se dedican, la de jurisprudencia, por ejemplo; porque tanto vale como fio estudiar, hacerlo meramente por cumplir como un cualquiera, sin preparación ninguna, sin elevadas miras, sin profundizar en nada, ni pensar más que en graduarse, para en seguida cerrar de una vez los libros de Derecho, como se cerraron antes todos los demás. Pregunto yo ahora: una juventud que asi se emplea, ya que no deprave y arruine absolutamente su inteligencia, su corazón, su vida entera, ¿qué frutos ha de prodicir? ¿qué talentos puede desarrollar?., ¿qué hombres prepara eu su seno para el porvenir de la Patria? Yo tomo los mejores de esos jóvenes;—aquellos que, gracias á las influencias de la educación y de la familia, han tenido la dicha de conservarse puros y honrados—pssada su juventud, llegados á la edad viril, ¿qué son, para qué sirven? ¿Saben entonces ni siquiera ocuparse en alguna cosadlo: hombres ya hechos, continúan en la misma ociosidad de espíritu en que pasaron SQ primera juventud: ¡gracias siles queta algo de sus estudios clásicos, casi siempre tan escasos!... Y satisfechos con las comodidades y ventajas de una vida segurt y tranquila, se la pasan dando de mano á todo trabajo intelectual, no solo sin producir nada, pero sin estudiar nunca con sustancia, ni aprender á fondo cosa alguna; aparentando los menos ociosos cierto aire de ocupados que á ellos mismos los engtña y distrae, pero que á nada los lleva ni conduce, ni en provscho suyo, ni en el de los demás. Ya sé que muchos leen; y algunas veces mucho más de lo que conviniera. Porque ¿qué leen, y cómo leen? ¿Con qué método, con qué orden, con qué objeto y aplicación? Y no hay que decirme que no: esas lecturas yo las he sorprendido infragauti: he visto á esos jóvenes en su gabinete ó en sus despachos, envueltos en su espléndida bata, tendidos y ar:'ellanados en su butaca, con sus magníficas chinelas en chansla, teniendo entre manos cualquier libro frivolo, una novela cuando menos. Otros escogen mejor sus lecturas; pero leen sin tomar nunca ana nota, sin hacer un apunte, sin darse la más mínima cuenta de lo que han leido, y sobre todo, sin escribir nada, ni aun para sí. Acuerdóme haber visto escritas con letra de M. de Talleyrand estas palabras: «¡Cuánto más dulce y más perezoso es leer que escri\¡\Y19—En efecto: leer, y leer como quien trabaja, leer y aprovecharse de loque se lee, cosas son que no andan hoy de sobra por el mundo! Hé aquí, sin exageración alguna, la verdad de las cosas, respecto á una multitud de jóvenes y de hombres, admirablemente dotados á veces, que podrían sacar tf,nto provecho de si mismos, si supiesen cultivar su inteligencis, y á los cuales, para llegar á ser hombres distinguidos, y acaso ¿o primera línea, solo les falta emplear mejor su tiempo y su vida. Ahora, cuan lamentable sea semejante pérdida del tiempo y de la vida, y cuan profundamente triste esta situación, cosa es que reconocen y confiesan los mismos que á ella se someten. Los placeres continuos pueden divertir y entretener tal vez algunos años, en la edad de la irreflexión y déla ligereza; pero al cabo se siente el vacío que dejan; y de la saciedad al fastidio y al tédio no hay más que un paso, que se da bi3n pronto! No, no es dado apartar siempre de si toda reflexión, ni dejar de decirse á sí propios alguna vez; pero yo ¿para qué quiero la vida? ¿qué soy, ni de qué sirvo sobre la tierra? ¡Un ser estéril, inútil páralos demás y para mí mismo!.... ¡Y para esto ha venido al mundo, vive en él, un hombre y un cristiano! Mas ya que el aguijón de los nobles pensamientos no vengaá sacudir esta triste ociosidad habitual, ni á penetrar esíi corteza de inercia, no puede uno menos de echar una triste mirada sobre sí; y al adquirir la dolorosa conciencia de su inferioridad, conoce uno, y siente visiblemente que se debilita, y se anula. Los más ricos dones de Dios se disipan y perecen : la inteligencia se embota, la actividad del pensamiento se amortigua, todo impulso generoso del alma se entorpece y se hiela! Eu poco tiempo, por más talento con que se haya nacido, so convierte uno en un hombre vulgar; y el que nació siendo solo una medianía, difícil es decir á qué extremo de vulgaridad y de embrutecimiento puede descender, ¿Quién no ha visto, quién no ve esto alrededor de si, sin más trabajo que abrir los ojos? Y luego, sea como quiera, no hay más remedio que tratar con los hombres, y á cada paso en el mundo tiene uno que humillarse, dando á conocer lo poco que es y lo que vale, su incapacidad para dirigir un asunto cualquiera, para ejercer ascendiente ni autoridad en ninguna reunión. Y no hablo aquí solamente de las asambleas, de losConsejos y Congresos: hablo de cualquier reunión, por pequeña que sea, en que se halle uno con sus iguales, y aun algunas veces con sus inferiores; de una junta do beneficencia, de un ayuntamiento, á donde se ve llamado muchas veces por su posición social, por su nombre, por sus títulos, y en los cuales noalcanza á comprender ni defendercontralas sofismas y las sátiras groseras del más oscuro filósofo de aldea, ni los derechos de la Religión, ni los intereses del común, ni las necesidades del pobre, ni los consuelos de la caridad. Pero tal vez se creerá hallar una compensación á esta nulidad en el sosiego de la vida privada, en la felicidad de la famiha. Pues bien: fijándonos ahora en la vida privada, aunque en efecto se posea ese gran bien de una vida de familia feliz; aunque se saboreen las dulzuras de un matrimonio formado en Dios y bendito por El, y el cariño, la tranquilidad y el reposo del hogar doméstico, afirmo y sostengo que esa comodidad, esa dicha, esas tranquilas virtudes, no bastan por sí solas para llenar el alma, ocupar las largas horas de un dia y otro dia, y servir de todo y para todo sobre la tierra. Fuera de que el convencimiento de su inutilidad es para todo hombre de corazón, y principalmente para todo cristiano, una carga insoportable, un hombre que no hace nada, bien pronto acaba por hacer mal; y aun cuando no se deje ir á los excesos que enseña la ociosidad, no por eso dejará á lo menos de hacerse irresistible á sí mismo y á los demás. ¿Quién no sabe cuánto un hombre ocioso y co/nj/iero pesa sobre su mujer, sobre su familia, sobre sus hijos, sobre todo el mundo? Además, da un ejemplo deplorable á estos hijos. La experiencia me ha demostrado más de una vez que nada hay más difícil que educar bien y enseñar á trabajar á un hijo, cuyo padre nada sabe, ni hace nada. Cuando se lo dice «¿qué harás cuandoseashombre? ¿quó será de ti en el mundo?»—tiene la respuesta á mano: «¡Toma! seré y haré lo que mi Padre.» ¡Oh!... ¡cuánta responsabilidad!... ¡qué terrible condenación! Muchas, muclias son las veces que he señalado este peligro, y que he dicho muy alto á aquellos á quienes toca, á dónde viene á parar el horror al trabajo, y á cuánto abismo de degradación y de infortunio arrastran la ociosidad y la inercia á los grandes nombres, á las grandes familias, á los más grandes caudales. No es necesario, pues, insistir más sobre este punto. Pero esta primera categoría de jóvenes y de hombres de mundo no es la única en quien son de notar las consecuencias de este perder el tiempo y de este olvido del ti-abajo levantado del espíritu. Muchas veces se ha detenido también con amargura mi pensamiento sobre otros hombres, sobre otras vidas, más ocupadas sin duda, pero en las cuales, sin embargo, aparecen todavía muchos vacíos; vacíos y lagunas que se suelen emplear muchas veces en pura pérdida; algunas en futilidades y LA CONCORDIA. 455 naderias, que ponen asombro cuando se ven en hombres graves; Seguro estoy de que los hombres notables, que tanto abundan siendo asi que tan fácil les seria consagrar una parte de aque- en el ejército, son los que han sabido poner á logro estos recurllos ocios á acrecentarsusconocimientos y á dar alentcndimien- sos, y aprovechar las horas de descanso. ¿No es verdad también que en nuestras innumerables oficito un cultivo fecundo.—Voy á explicarme. Tengo el convencimiento de que en las carreras, aun en las más liberales, hay un nas, escritorios y dependencias, vejetan gran cantidad de homg r a n perdedero de tiempo y de fuerza, considerables, y que si bres y de jóvenes, que si desgraciadamente no perdiesen el hácada cual quisiera preguntarse á sí propio seriamente sobre este bito del trabajo intelectual, podrían hallar también un tiempo punto capital, muchos hombres, aun de los más ocupados, con- m u y precioso para dedicarlo á los buenos estudios, y entre esfesarían que no hacen lo que pueden hacer, y que por conse- tos, al de la Religión, que es más que todo necesaria? cuencia, no son lo que deberían ser. Pues é n t r e l o s hombres de negocios, loshacendistasy especuRecorred, en efecto, las diferentes carreras sociales, desde las ladores, los del alto comercio, tan ricaftiente dotados á veces de m á s altas hasta las más humildes. Ved ante todo á los magis- talento natural, ¡cuántos hay que con una buena dirección y una trados, á los hombres del foro, carreras ambas eminentemente voluntad perseverante, podrían ponerse dignamente al frente liberales. Pues bien: yo me atrevería á aconsejar á los jóvenes de la administración de su ciudad!—\^ yo p r e g u n t a r é á todos Magistrados, áloshombresdelforo, que no se encastillen en sus estos hombres. Pero esto que os digo ¿no es una necesidad para estudios especiales; que salgan de ellos alguna vez, y lleven á vosotros? Cuando salís de vuestros despachos, de vuestros esotros ramos del saber humano la actividad de un espíritu tan critorios y oficinas, ¿no sentís que os hace falta un aire más bien preparado, por otra parte, para ello por sus estudios mis- puro y un horizonte más ancho? Que vuestra alma fatigada, enmos. No ignoro cuan noblemente ocupada est:í la vida de un Ma- carcelada, necesita y pide respirar y dilatarse más á sus anchas gistrado, de un a))ogado; sin embargo, ¿quién no sabe que gran en una región más elevada? número de ellos tienen ocios, de los cuales podrían sacar un inPero me diréis que después de pasado todo el día en el trabamenso partido para otros trabajos? ¿Á qué, por ejemplo, conduce j o , lo que más necesita uno y desea es verse en el seno de su no unir á la ciencia del Derecho y de los negocios los estudios familia, y buscar en una reunión de amigos cualquier honesta literarios, históricos y fdosóflcos? En estos estudios, en este ele- distracción. Sí, es verdad; y yo admito esta necesidad, y estoy vado cultivo de la inteligencia y de todas las facultades brillan- m u y lejos de contradecirla; pero no por eso es menos cierto tes del alma, todavía hay algo más que el encanto; hay una luz que seria de desear, y que es posible y hasta fácil, hallar algún y un auxilio que se ejercen á favor de la ciencia del Derecho mis- tiempo para la vida intelectual. El cultivo del entendimiento es mo, y por medio del talento de la palabra. ^;Y quién puede negar una necesidad de primer orden, la cual no so debe ni se puede que la palabra de un abogado, de un Magistrado literato, filóso- sacrificar. fo versado en historia y profundamente instruido en su religión, Yo p r e g u n t o de buena fé á todo joven honrado é inteligente, como era Pothier, como lo eran los grandes Magistrados del si- aun á aquellos que trabajan en sus oficinas muchas horas al día: glo XVII, no imprimirían en sus conocimientos una elevación, ¡Vaya! ¿no podríais hallar, ya por la mañana, ya por la noche, un atractivo, una gravedad, una dignidad mayor y n-i:ís alta? l i j a m e n t e , — p u e s el orden y el método lo hacen todo — una ¿Por ventura, éntrelas facultades del espíritu h u m a n o , no hay y ó dos horas, ó a u a q u e fuera mén.os, para estudios seguidos, que se sienten ó adivinan secretas armonías? ¿La ilustración y el os enseñasen una porción de cosas que ignoráis, y que habéis cultivo en todo lo que es elevado, generoso y fecundo, no apro- tanto menester? No, no es el tiempo lo que falta: lo que falta vechan en definitiva al espíritu mismo, y no engrandecen al es buena voluntad. La cuestión es examinar y decidir qué es hombre todo por completo? lo que vale más para vosotros, ¿ó la pereza y el sueño de las Lo que digo de los Magistrados y de los aliogados, ¿de cuán- mañanas y las fútiles diversiones de la noche, ó estudios serios tos otros no podría afirmarlo también? Nobilísima profesión, y que pudiesen llenar tantas lagunas como hay en vuestros coque exige un profundo y serio cultivo del entendimiento, es la nocimientos,—¡y quiera Dios que no sea tamljíen en vuestras de los Ingenieros; pero sus ciencias especiales son las ciencias conciencias!—y daros un precio intelectual que no tenéis, y que exactas. Ahora bien: ¿está todo, se encuentra todo dentro de podíais y debéis tener? Abrazad menos cosas enhorabuena; cirestas ciencias? Pues por más importantes que sean, el a t r i n - cunscribid el círculo de vuestros estudios; pero á lo menos t e cherarse á piedra y lodo dentro de ellas, ¿no seria cerrarse á sa- ned algún trabajo seguido, que mantenga el vigor de vuestra biendas los más grandes horizontes, dejar sin alimento y sin inteligencia, é impida ese moho que á la larga contrae esta vida las más ricas facultades y las más nobles necesidades del cuando no se ejercita, Ya sabéis que el moho ataca, y acaba por alma? Por el contrario, unir á los sabios estudios de los puen- destruir hasta el acero. tes, canales y ferro-carriles, estudios literarios tan bellos como interesantes, de lo cual por fortuna tenemos tan gloriosos ejemplos entre nosotros, ¿no es honrarse á sí mismo y á su profesión, crecer, enaltecerse, elevarse? Pues ¿y los militares? ¿Quién no conoce los ocios, el aburrimiento y Ios-peligros de la vida de guarnición? Sabido es que en semejante vida los jóvenes tan distinguidos y brillantes que salen de nuestras escuelas de todas a r m a s , y especialmente de las facultativas, nada pueden ganar respecto á su desarrollo intelectual. Y yo añadiré que tampoco para su vida moral y cristiana. Los cuales, si desde luego dan de mano á los libros, si pierden la costumbre de estudiar, si solo pasan en el café todo el tiempo que tienen desocupado, á la larga no podrá menos de suceder que su inteligencia decaiga y se vuelva enfermiza, y que á pesar de los modales elegantes que conservan todavía, y que acaso no perderán nunca, al frecuentar su t r a t o , se echará de ver en ellos un inmenso vacío, un pensamiento encerrado ya en el estrecho círculo de un horizonte mezquino, y tal vez hasta un idioma, que no será ya el genuino de su patria, ni de la buena sociedad á que pertenecen. Y sin embargo, ¡cuántosrecursos no ofrecen á un militar aplicado é instruido las bibliotecas y sociedades literarias y científicas de nuestras capitales! Vosotros, artistas, que modeláis el mármol, o que animáis el lienzo, ¿por ventura, no sentís que las artes se dan la mano con las letras, con la poesía, con la historia, con la Religión, y que el comercio con los grandes genios de la antigüedad y del cristianismo no puede menos de elevar nuestras almas, y de hacer prender en ellas el fuego del entusiasmo? ¿No se han visto también en otro tiempo impresores y libreros (los Estienne, por ejemplo, ¡nombre memorable!) que estaban al nivel de los primeros hombres de su tiempo en cuanto á ciencia y educación? Aun hoy mismo tenemos también e n t r e nuestros grandes tipógrafos, á los Sres. Mame, Dldot, H a c h e t te, Delatain, Dézobry (por no nombrar más que á estos), hombres de verdadera instrucción intelectual, al paso que de gran capacidad industrial; pues ¿porqué nuestros impresores y libreros no hablan de ser literatos, á lo menos en cuanto es tan necesario á su profesión? Ya lo veis pues, amigos mios. Invito á los estudios serios, elevados, liberales y religiosos, no solo á los jóvenes y á los hombresde caudal, y dueños de su s u e r t e y de su tiempo, que no tienen carrera alguna, sino también á l o s que la t i e n e n , s e a la que fuere, judicial, administrativa, militar, mercantil ó industrial. Seguramente no vengo yo á aconsejar á estos que abandonen 456 LA CONCORDIA. SU profesión especial; pero lo que digo y sostengo es que de ninguna manera les es perjudicial, y que les seria infinitamente ventajoso dilatar sus horizontes, elevar el nive^ de su espiritu. Á ellos pues, en la medida en que lo necesitin, se dirigen mis presentes consejos. Cierto que también debo añadir que no Siempre es la buena voluntad lo que falta, ni el deseo de trabajar y de ocuparse en alguna cosa. No hay para qué negarlo: coi las distracciones inevitables de la vida del mundo, y en medio del aislamiento en que frecuentemente se encuentra 3ada cual para el estudio serio, bien condiKido y profundo, se tropieza con obstáculos positivos; pero estos obstáculos son, sin embargo, mucho menores de lo se que cree; y esto es b que pretendo demostrar. Verdad es que por lo regular, ni tenemos un estímulo poderoso para este estudio, ni un fin próximo, ni un empleo actual del trabajo, ni sobre todo, lo que tantc importa, un buen plan, un buen método. A veces no se sabe ni aun lo que se debe estudiar, ni los libros que convendría leer. Y todavía se sabe menos cómo se ha de leer y cómo se ha de estudiar, para leer y estudiar con provecho. Asi pues, trabajar aisladamente, cada uro de por si, solo y sin guia, no disiparse en sus lecturas y en sus ensayos, sino antes bien seguir un plan que coordine y dé unidad á todos los. esfuerzos, un método que permita sacar prorecho de cuanto se lee, hé aquí el punto de la dificultad. ;0h, cuántas veces he recibido sobre este punto amargas y desconsoladas confianzas! ¡Cuántos jóvenes, cuántos hombres maduros he visto venir á mí, y decirme con mortal tristeza:—Señor Obispo, ¿qué queréis que yo haga? Me decís que trabaje; ¿pero 3n qué? Que estudie... ¿pero cómo hacerlo? ¿Cuál es el plan, el método, los libros?... Á estas preguntas contestará con alguna extensión el número siguiente. puesto del Reino-Unido, deducidos los gastos de recaudación ('!). '^ •^ co en 00 O r-4 'í^ 00 t^ o -* o o o (Z> —, O <z> •o 00 o O' Cti o o (T^ 1— o a •o CD o ^ 1^ 00 s^ ^ ro o ^~. o o <o o 0o5 o o oó" o o S<) o : CTJ co r~ íO O oo '^ o f O (TÍ GO ^ ^ l^ o t-^ l^ •^ T-' (M ^ o o o o O <z> o co o 1^ •r-^ o -1^ ^ ss t^ CD ^. r-i -* iC —í T ¡ <r^ o CZ5 co ira o M; .rH 00 o •^ •o^ (^T CD ira co + o+ o+ 1 + + 1 + o+ o+ o+ O+ o O o o o O o o co r^ co o C3 00 l^. co oo >o co rj <M >.o t— co co i¡LO t^ l^ 1— o ^^ z¿ c¿ O <7^" oo >o t^ (7-1 oo C2 co TO (M l^ oo <M C 3 ^ - i C5 o m O O' 00 (M + + + 1+ + 1+ + + + O H Q ^ t^ 1- QO o 00 ^ o o co o co o o o ro o CD oo l ^ Tl O1 o »# (M •* 0 0 cr3 cA co ci ^ <M CM •o .rH O -*_ oo" oo o co (^^ """ O H ü Q O 04 o o V H O O* QO co l^ CD M< 03 o c^ o o cz> o cv^ T - H ^ o o '^ JO l O oo 1^ CD -^ CO -* oi (/> (H có o iJO l O co 5~1 t ^ ^ o o o o o ro ira ( N • ^ o o o o o o (T^ 1^ 00 ^ GO o o co o o> o o o l/D o OO o to O CD '^ o •^ lO c-^ o (M ^-f ^C (Se continuará.) =3 a ^ HACIENDA. o « ^^ CO • o > o tí cu o. LOS PRESUPUESTOS DE LA GRAN-BRETAÑA. "o tí -^ "^ CU - . ? ? . - PJ ARTÍCULO 2° QJ QJ INGRESOS. Dice el Barón de Ñervo, que seria tan dificil constituir un presupuesto sin números como un ejercito sin soldados; que los números son los soldados del presupuesto, y que el que mejor sabe aplicar estos números por secciones ó por divisiones á las necesidades del presupuesto, es el mejor táctico; es decir, el mejor hacendista. Nosotros, aunque no lo somos, haremos lo posible por atinar, con el fin de conseguir la ordenación, composición y descomposición de las cifras, para deduci' nuestros cálculos con alguna seguridad de acierto y para r.o cansar la vista de nuestros lectores con miriadas de guarismos que no se adaptan al gusto común. Habiéndonos ocupado, pues, del conjunto, vamos á entrar hoy en los ponxenores. Comenzaremos por los ingresos, comparando los datos relativos á 1847 con los de ISGl, que son los puntos equidistantes de nuestro trabajo, teniendo en cuenta el producto líquido de los diversos recursos que componen el presu- tí -tí cu r! n o Q¡ 5Í ,53 .o o r/i •-a o ce a tí D -tí tí S c^ C^ tí P ce O, S ro O ÍT-: -t-j aj 1aj m a <D r2 o o O) Q o C1) s tí <\i o cu a >> tí O tí a o. o -tí Sí CJ o a si o •+.J c <u cj pie CL, co 0) co o a tí a o co o E tí o es fe (1) Ya tienen en cuenta nuestros lectores que el presupuesto de que nos ocupamos es de los conocidos con el nombre de anuales, y que la cifra á que nos referimos corresponde solo al movimiento de cada uno de los años que se citan. Hacemos esta observación porque no en todas las naciones dura un año el ejercicio de los prosupuestos. En Bavicra y Sajonia-Coburgo-Gotha, dura siete años; en Altemburgo, Brunswick. Ilesse, Sajonia Real, Wcimar y el Würtemberg, cuatro; en Meiningen, tres, y en Badén, dos. TampocoComienzan los años económicos en la misma época. En Austria y Ba viera empiezan el 1." de Noviembre; en los Estados que fueron Unidos y Portugal, el 1." de Julio; en Dinamarca y en la GranBretaña, el 1.° de Abril. LA CONCORDIA. Veamos ahora la proporción que con relación á 100 tienen, en Inglaterra, las rentas y recursos del presupuesto: Aduanas el Sisa Papel sellado Impuestos Id. sobre la propiedad y la renta Correos llamos especiales y derechos de sucesión Fondos sobrantes, títulos de nobleza Tierras de la corona Municiones, pertrechos, empréstitos, etc., etc. . . 35'62 (1) 27'ü2 IS'OO 4'58 15*16 2'12 O'O-l ()'41 ()'46 l'oO lOO'OO Bosqnejado ya el cuadro que [)rcsenta el presupuesto de ingresos de la Gran-1?relaña, pasaremos á ocu[)arnos ác. los pormenores de cada uno de los elementos que forman esa entidad, y no extrañarán nuestros lectores que elijamos |)ara la continuación de nuestro estudio, la pingüe renta de ADUANAS. Sus productos líquidos, sin incluir las colonias, ascienden á más de la tercera parle del presupuesto de ingresos, y no bastan, sin embargo, todos esos rendimientos para cubrir los intereses de la Deuda pública. Allá va la prueba. La cifra que representa el importe del presupuesto de ingresos, es do 6,390.588,1.00 rs. vn., y de 2,270.553,800 el producto líquido de la renta en el mismo año, que, como se ve, es 532.492,200 rs. menor que el importe de los intereses de la Deuda, que ya en ese año subían á 2,(509.020,000 rs. (2). Con lo que bastarla á cubrir todos los gastos generales, provinciales y municipales de España, no tiene bastante Inglaterra para pagar una de las secciones de su presupuesto. Y considérese que en los ingleses no se hallan comprendidos muchos conc(>ptos de gastos que en España son incluidos entre los generales del Estado, y que en Inglaterra abonan los condados y los municipios. Con ellos el presupuesto inglés ascendería á una suma enorme respecto al español, suma enorme que en uno ú otro concepto se paga. Ya sabemos, porque lo hemos visto, que hay diferencia á favor del pueblo inglés sobre el español en la manera de ser servido; pero por más que lo hemos estudiado prácticauíente sobre el [)aís y en los libros, no vemos completamente claro que las ventajas económi(1) La cuota proporcional con cjue esta renta contribuía al presupuesto general de cada nación en 185Í) era la siguiente: Estados-Unidos. . 93*07 por 100. Estados Sardos.. . t2'7r) por 100. Noruega ;''J'02 Francia 11'71 Estados romanos. 55'73 Rusia U'áS Suecia 'M')'22 España 10'5(i Suiza ;!,V4;Í Prusia ll'SS Gran-I?retaña. . . 32'90 Bélgica 8'.52 Hannover 2571 Austria 7'(15 Sajonia 15'31 Würtembcrg. . . . 5'!;) Baviera 13'3() Paises-Bajos. . . . 3'97 (Tarifas comparadas de aduanas.—Blo¡0.) (2) Los pormenores de la Deuda inglesa y su comparación con las demás naciones, se publicarán en el artículo que dedicaremos á esta enorme carga del presupuesto inglés. 457 cas que los ingleses disfrutan estén en armonía con la enorme diferencia que se advierte entre ambas cifras. Loí principales órganos que alientan la vida de la nación británica son la industria, la navegación y el comercio. Estas son las bases de su existencia. Inglaterra no cuenta con la fertilidad espontánea del suelo; pero como cuando la Providencia ha negado á los pueblos un beneficio, lo comiiensa con otros, á la par que negó á Inglaterra las condiciones climatéricas necesarias para ser esencialmente agricultura, prodigóle minerales y metales de riquísima estima. No le dio plata ni oro en abundancia; pero dióle hierro y cobre, plomo y carbones para construir máquinas y alimentarlas (1). Dióle además una posición geográfica inmejorable y una figura á propósito para facilitar el comercio y la navegación. No hay nación alguna que relativamente tenga tantos puertos y bahías como la Gran-Bretaña. Inglaterra posee un camino por donde se va y se viene á todas partes: el Océano. Si buscamos el origen de su industria, de su comercio y su navegación, no tenemos que acudir á épocas muy remotas. Los periodos primitivos de la vida de los pueblos están velados, por regla general, al estudio económico. Entonces el guerrero de más corazón, el de mejor brazo, el que mata mayor nfimero de sus semejantes, es el mejor ciudadano. La fuerza impera sobre la desconocida razón. Todo lo demás es pequeño é indigno de fijar la atención de pro[)íos y de extraños. Ardía sin embargo en el pueblo de esa raza de celtas y bretones, sajones y normandos, la ambición qne engendra el deseo de adquirir. Reprimirle era imposible, injusto y hasta ilógico. I^os qne por circunstancias físicas y morales no podían tomar part'í en esas luchas bárbaras que han venido empapando de sangre el suelo británico, y los que no podían vivir de la escasa producción de un suelo ingrato y casi improductivo, careciendo de vida y atmósf'ra propia, tuvieron que ir á buscarla en suelo extraño, y en débiles esquifes y dejando una muerte cierta por otra menos probable, se lanzaron á todas las regiones conocidas ó ignotas, con esa actividad febril que presta la necesidad, desempeñando durante varios siglos diferentes oficios, más ó menos equívocos, más ó menos censurables, á trueque de facilitar las transaccioni^s. Este ha sido su principio, y tle tal comienzo ha surgido su enseñorea miento sobre algunas regiones indolentes que no se han curado de su porvenir, como el que toma prestado no se cura de aquilatar la inlluencia que va adquiriendo el usurero, quien, como dice Ayala, va lamiendo el capital hasta consumirle; como la llama de una vela va consunriendo ingratamente la materia que le da vida. (1) Para que nuestros lectores juzguen la importancia de la industria extractiva en Inglaterra, anotamos á continuación las toneladas producidas en el año de 1861 y su valor en metálico: Carbón Hierro Cobro Plomo Hojalata Zinc Plata Oro 83.035,214 ton. 2,090.880,300 rs. vn. 3.712,390 928.097,500 15,331 157,248,000 03,034 1-44.525,500 7,450 91.070,200 •• 4,415 7,910,100 569,530 onzas, 14.410,100 2,781 LOS 1,000 {Datos oficiales.) 458 LA CONCORDIA. Así, u n a p a r t e d e A m é r i c a , China*Wa India, y a l g u n a q u e ra, la paz d e U t r e c h t , q u e le ha sido m á s íitil y p r o v e - otra región no tan lejana, están á merced del influyente chosa ('!). dominio y respiran el aire que Inglaterra les da. En t i e m p o s d e Isabel t o d o se prohibía. D e s d e Cromwcll á No hay punto del globo donde los barcos de la Gran- Guillermo IV todo se protegía. La actual Reina Victoria dejó Bretaña no se hallen ejerciendo su comercio y algún otro invocar á los economistas su victorioso nombre, y la banservicio secreto en favor de su nacionalidad; y como las dera del ¡ihre-cambiü vino á tremolar en el suelo británico; birremes de Tyro y de Sydoo, han ido bs Clippers britá- pero todo esto ha sido producto de siglos de trabajo y de nicos peregrinando y obteniendo de la pereza unas veces, estudio. Esas situaciones no se improvisan. de la Ijondad ó de la timidez de las naciones pequeñas Preocu]:)aciones muy arraigadas en todo el globo, consiotras, moléculas de influencia y poderío, que unidas y com- deraciones políticas muy extendidas, eran causa do que pactas, han llegado á formar esa gran masa que hoy es mo- sistemas prohibicionistas y proteccionistas vinieran domidelo de afmidad y coliesion. Los ingleseshan representado nando desde los tiempos florecientes do la Grecia, desde en las diversas naciones del globo lo que en nuestra patria, las famosas cloj'aHa.s', hasta nuestros dias en todas las nacioen las Castillas y las xindalucías los induslriosos emigrantes nes; y el Reino-Unido ha luchado con ellos más que ninde algunas provincias del Norte. Poverttjis the moílier of in- gún otro país, con ocasión de las transacciones comerciales vention(í). que mantenía en tiempos muy lejanos con todos los países Hemos dicho que la posición geográfica de la Gran-Bre- del globo. taña facilita su navegación; la poca fertilidad de su suelo y Y era natural. El monopolio provenia de una aristocrasu chma singular, el principio de su industria. Digamos cia fuerte y poderosa en las Cámaras y de una grande intambién que la manera de acrecer allí la población (2) es fluencia en el seno de las poblaciones. Contra estos resisun elemento impulsor de su comercio. Si estos tres me- tentes elementos tenia que luchar el es])íritu liberal. Sus dios de acción se ponen en juego con e^a actividad inte- armas eran la justicia de su causa y d. esfuerzo d(í hombres lectual y muscular que distingue á la variedad de razas cuyo talento solo puede compararse á la generosidad de que pueblan el Reino-Unido, si tomamos en cuenta el va- sus intenciones. Después de siglos de lucha, de gran perlor de su inteligencia y el de su orgullo, no se nos ocul- severancia y de muchas embestidas, la audaz iniciativa de tará la razón do su apogeo. Husskison, los grandes esfuerzos de la Liga, los brillanTributaria unas veces Inglaterra, y haciendo tributarios tes discursos y heroica constancia de Cobden, Rright, otra, imponiéndose las más y dol)legáadose las menos, Smith y Wilson, vencieron al sistema ¡¡rotector, y las tariviene desde la muerte de Carlos I haciendo esfuerzos inau- fas de aduanas fueron i'eformadas en el sentido que las ditos para llegar al grado de prosperidid económica que nuevas doctrinas exigían. hoy tiene. Este sentido fué impregnando la atmósfera de todas las Grandes esfuerzos ha hecho para conseguirlo, porque de naciones, fué un gas aromático (jue á todos iluminaba y su logro pendía la existencia individual y colectiva del que todos pretendían aspirar, menos esos cuerpos soño¡)ueblo británico. Desde la malhadada época en que los lientos que pasan la vida durmiendo, y cuyos i)ári)ados se gobiernos, sin más derecho que el de la fuerza, regulaban duelen de mirar la luz. Todos los espíritus reformadores se los movimientos industriales y comerciales, monopolizando elevaron, estudiaron, discutieron y dedujci'on para pedir. la libertad en provecho de inolvidables compañías (o) que Todos han ¡pedido, muchos han logrado, otros, como nosno empleaban otras razones económicas que el liierro y el otros, sufren la pertinacia de la mayoría de los hombres de fuego, Inglaterra tendió siempre á saca; las mayores utili- la hacienda que no quieren dar un solo paso. ¡Desdichados dades de su comercio exterior á expensas de las demás de ellos si luego se ven obligados á correr! Nosotros lo sennaciones. Economistas hay que elevan esta idea á principio. tiremos también, porque no queremos la reforma instantáÁ vuelta de grandes amarguras unas veces, de flexibi- nea, la queremos hija de la razón y del estudio, con su lidad otras, y aun de hábiles y h;'róicas empresas, hizo marcha progresiva pero raagestuosa, cual aconseja el buen Inglaterra tres grandes etapas, que fueran las bases de los sentido en toda clase de reformas, y cual suelen imponerla adelantos de hoy. La primera fué casual, en tiempo de la las mismas circunstancias cuando los hombres pretenden Reina Isabel, y la debió á los elementos naturales con la destruir de un solo golpe lo pasado. Así ha sido fecunda pérdida de la armada invencible. La segunda fué la creación en Inglaterra, y así y [tor eso la queremos nosotros. del poder marítimo con el acta de navegación. La terccY no nos preguntéis, señores hacendistas, cuál es nuestro pensamiento de reforma. Preguntadlo al aire que respiráis, á los hombres que os rodean, á vuestras familias, al (1) La pobreza es madre del ingenio. doméstico que os sirve, y ellos os lo dirán. Y si la luz del (2) Las Islas Británicas contaban en 14S5 con 3.000,000 de habitanhogar doméstico no fuera bastante clara para alumbraros tes. Hoy, según el censo de 1861, se eleva esta íifra á 29.334,788. (3) Sabido es que estos privilegios se obtenían á trueque de gran- en este camino, recorred el largo espacio que media desde des préstamos que se obligaban á hacer las compañías ó los gobiernos la península Ibérica hasta la Escandinava, y en todas las que las creaban ó las sostenían. Véase la triste historia de la compañía naciones que atraveséis tendréis respuesta. Si vais á Turde África, la de Turquía, la del mar del Sur, y la de Indias. Nosotros hemos leido más de una vez que los accionistas de la compañía de la quía, allí os lo dirán también, porque allí también hay ecobahía deHudson, que se dedicaba al comercio de peletería, recibían el dos mil por ciento del capital, y tengase en cuenta que al instituirla como á las demás, se hizo en nombre del fomento y de la moralidad del co«nercio. (I) Richelot.—Dictionaire general de la Potitíque. LA CONCORDIA. nomistas (1). Y si no os bastase el anliguo continente, volved los ojos al nuevo, y desde el estrecho de Bering hasta la Patagonia encontrareis millares do inteligencias que os lo dirán. Os dintn la teoría dominante, el clamor de los más; os dirán que quieren la supresión de derechos sobre las primeras materias y sobro los artículos de primera necesidad; os dirán que ([uiercn el levantamiento de la prohibición absoluta, la roíhiccion del impuesto sobre los artículos de gran consumo, la com|)leta supresión de los que producen pocos derechos causando gastos de recaudación; la rebaja en las tarifas de los objetos manufacturados y fabriles y la abolición de los derechos difer.'nciales de bandera. Eso es lo que queremos, eso es lo (juo quieren todos los que ven claro, los quo ven que el globo tiende rápidamente á su regeneración, los que no quieren morir aplastados bajo su peso.—Andad, economistas de la llacionda, andad, andad, si no queréis que os cojan debajo las ruedas de la locomotora; sucediendo entonces, como por desgracia sucede, que con lo injusío se atropello lo justo, y que con el mal do la enfermedad coincida el mal del remedio. Y no nos arguyáis con la especie que parece habéis aprendido en coro, y f[ue os hemos oido repetir cuantas veces os hemos liablado, porque ya el argumento se oye sin irapresioPiar. ¿Da dónde sacaremos, decís, mientras la reforma produce sus efectos, las cantidades con quo el ramo de aduanas contribuye al sostenimiento de los gastos ¡)úblicos?—De donde lo sacó la Inglaterra, y de donde lo sacasteis vosotros cuando hicisteis en sentido liberal la reforma de lo que llamabais la renta de correos. En los últimos veinte años se han hecho grandes inodihcaciones en las tarifas inglesas (!n el sentido de su[)rimir y reducir derechos, especialmente sobro los artículos necesarios á la alimentación pública, y se han hecho también dos grandes reformas comerciales, cuales son la abolición de las leyes sobre cereales y las de navegación. La cantidad que ha debido perder el fisco inglés [)or haberse suprimido unos derechos y ¡)or haberse abolido otros, ha sido de oOO.OOO,000 de reales, y sin embargo, los productos de Aduanas, que; cuando se hizo la reforma arancelaria (1847) subían á 2,002.4io, 100 rs., produjeron en 1800 la suma de un 2,27G.;ir)5,800; esto es, 274.090,700 de aumento. La positiva utilidad jiecuniaria para el Estado y el país, sin (1) El espíritu de las condiciones projiuestas á la compañía del canal marítimo de Suez por el vircy de Egipto, contenidas en los despachos de Nubar-Pachá, su enviado en l'arís, lechas 12 y 28 de Octubre líltimo, denmestran las miras liberales económicas, tanto de Ismail-Pachá, cuanto del Saltan, que sin aquellas contliciones niega su sanción soberana á la constitución definitiva de la empresa. En efecto, el vircy, después de haber renunciado á las ventajas de no cmpez;ar á entregar los 8(5 millones de francos suscritos por su antecesor en los ocho años de 18(17 á 1874, sometiéndose á las condiciones de los demás accionistas, exige: 1.° Que se liberte de la prestación personal forzosa á sus subditos que hoy perturba y oprime á 720,000 hombres cada año, enviando en cambio un contingente permanente de 0,000 que rebaja de su ejército regular. 2." Que en lugar de un salario reducido y arbitrario, se satisfaga el que corresponde como remuneración legítima del trabajo, en armonía con el que ganan los obreros libres. 3." líevocar la concesión de terrenos á la compañía que ofrece todos los inconvenientes de la posesión por manos muertas, indeinnixándole de los gastos hechos en el canal de agua dulce, que se terminará por cuenta del Estado. 45!jr incluir el aumento de producción en especie y el mayor valor de los prodtictos, es de unos 800.000,000 do reales. Y si no osexplicais este resultado, explicáoslo conlo que pasa hoy entre nosotros. Intentóse la reforma de correos, y el que escribe estas líneas, oyó quejarse á los hacendistas de que (ú -Ministerio de la Gobernación comprometía el presupuesto con la baja que iba á resultar en la renta de correos, porque vosotros jamás le habéis querido reconocer como servicio, que es su verdadero nombre. ¿Y qué sucedió? Que desde el año de 18o4, fecha de la reducción de las tarifas, ha recibido un aumento de 16 por 100 por término medio anual, y de 1~)Ú por 100 en todo el periodo 1854-62; que los valores efectivos de la mal llamada renta de correos, que en el periodo de 1845 á 1855 fueron l)or término medio anual de 23.548,368 rs., en el de 1854 á 1862 han ascendido á 27.093,095; que los productos, que desde 1845 á 1853 aumentaron solo 18 por 100, en igual número de años, desde 1853 á 18G2, han recibido un aumento do 30 por 100. lia sucedido, en ima palabra, lo que tiene que suceder siempre en casos semejantes; que la baratura ha estimulado el consumo y el mayor consumo ha producido mayores rendimientos. Y téngase en cuenta que el Gobierno ha confesado en un documento oficial que hay justos motivos para creer quo existe fraude en el uso de los sellos. En cuanto á los productos lííjuidos, no disponemos de cifras oficiales, pero nos consta de una manera cierta que han recibido también aumento á pesar de los considerables gastos ocasionados por la mayor extensión que do año en año viene recibiendo el servicio de cíorreos, y de la cual es ])rueba la comparación entre la distancia diaria recorrida por los diferentes medios empleados en la conducción de la correspondencia en el año de 1858 y la correspondiente á 1862; pues siendo 47,002 los kilómetros recorridos en el primero de estos años, (!n 1862 han resultado ser 108,206. Bondadosos por demás han de ser nuestros lectores, tolerándonos digresión tan calorosa en gracia de la razón que nos asiste y del fln que nos anima. Contando con su indulgencia, reanudaremos nuestro interrumpido relato. Hemos dicho que la navegación, el comercio y la industria han sido las bases angulares de la itrosperidad de la nación británica y los elementos esenciales que han preparado la reforma económica. Dispersos y girando aisladamente en sus respectivas órbitas sin enlace ni combinación, jamás se hubieran encontrado; pero han sido bien conducidos, y llegados al período armónico, van caminando con desembarazo hacia el de alirmacion, ayudándose mutuamente. Veamos qué elementos ha allegado cada uno para llevar á feliz término las buenas ideas económicas y, aunque ligeramente, indicaremos las relaciones del libre cambio con lo pasado, su significación dentro y fuera del país y su indicación, progreso, desenvolvimiento y triunfo. Comenzaremos por la navegación, tomando como punto de partida el reinado de Isabel I. Antes de esta época y cuando reinaban las dinastías Plantagenet, Lancaster, York y jiarte de la de 'íudor, no vemos más que oscuridad y vacío. Se adivina allá entre la niebla que la población 460 LA CONCORDIA. quono se dedicaba á la guerra, era pastoril; y la que no cabla en uno ni en otro círculo, se dedicaba á la pesca. Lo proceloso de aquellos mares hizo liábiics marineros, de los cuales nacieron atrevidos piratas, que degeneraron luego en diestros corsarios, no ya solo de sus mares, sino de los de Holanda. Estas fueron las bases de la gran marina que hoy impone respeto á los habitantes de todas las costas del globo. Esa marina que tanto ayudó en sus victorias á la Reina Isabel, que tanto contribuyó á la colonización, no prometía entonces llegar á la esplendorosa situacicn en que ahora se encuentra. Sus tradiciones no corresponden á su presente. Si Drake y Cavendish no hubieran vivdo, si el espíritu emprendedor de esos valientes corsarios no les hubiese llevado á hacer sus célebres viajes al terminar el siglo XVI, si los descubrimientos hechos en los ma.-cs del Norte y en la América no se hubiesen realizado, la marina no hubiese tomado incremento, ni los conocimientos náuticos se hubiesen desarrollado (1). ¿Qué marina era esa que un siglo antes no siguió en sus expediciones lüá Colon, ni á Vespucio, ni á Cabral, ni á Magallanes? ¿Por qué no se vio á la bandera británica tomando parte en aquellas gloriosísimas enprcsas? Nosotros no conocemos más expedición que la mandada por Cabot. Tenían que ejercer sin duda una mison más caritativa los marinos ingleses. La de esperar ocultos entre las rocas á los descuidados galeones, ayudándoles á llevar la carga. Tanto servicio, tanta inteligencia ma-ccia galardón; y lo otorgó el espiritual gobierno del i'eligioso y puritano Protector. Este premio fué la cólebre Acta de nacegacion. Era preciso lanzar del país disimuladwnente las masas de turl)ulentos que agitaban á Inglate:-ra, y que terminada la guerra, amenazaban devorar ei [)aís: era preciso un pretexto para alejar de aquellas islas a legiones de bucaneros V corsarios, nietos de aquellos hombres incalificables, que en un día variaron de creencia religiosa, solo por adular la voluntad del más tirano de todos los monarcas do la tierra (Enrique VIH); y bajo el pretexto fie ])roteger la marina, votó el Parlamento de CromweII enlíiol el A':ta memorable (2). Este suceso dcbia ¡)rodufir naturalmente la guerra con Holanda, que monoj)olizaba entonces, con envidia délos ingleses, el comercio con las Lidias Occidentales; y desde aquel díalos S/OO/^Í; británicos comenzaron á hacerlo, llevándose con gran contentamiento de! gobierno á lejanos países una parte de la escoria de la población. Las consecuencias del Acta habrán sido útiles á la marina; no entraremos á disputarlo, aunque opinamos de distinta manera; pero es lo cierto ([ue ha sido también obstáculo grande para la prosperidad y desarrollo moral y material de Inglaterra. Carlos !I confirmó las restricciones rué antes pesaban (1) Richclot. (2) Este célebre documento, que ha vivido de una manera inalterable cerca de 200 años, establecía jla prohibición de importar mercaderías en los puertos ingleses, como no fuesen conducidas en buques construidos en Inglaterra, pertenecientes á sútiditos británicos, mandados por capitanes ingleses y tripulados en su mayor parte por ingleses también. Las procedencias europeas no podían entrar en el Reino Unido si no eran conducidas en buques abanderados en Inglaterra ó en los puertos del país productor. sobre la importación, yaunlas extendió á las exportaciones. Esto irritó tanto el ánimo de las demás potencias, y produjo tales represalias, que Inglaterra tuvo que templar algo su ardoroso rigor. La emancipación de la América del Norte fué otro golpe rudo que le hizo entrar en vias de moderación y pensar seriamente en estudiar el modo de lograr sus propósitos sin exponerseá las iras de los demás. Ambos golpes le fueron muy sensibles; })ero los soportó con heroica resignación, como sabe hacerlo Inglaterra, y el gobierno prestó oídos más benévolos á los economistas que desde la revolución venían luchando por extender la doctrina del libre-cambio. No podemos continuar ocupándonos del Acta, porque nos hemos propuesto no tratar nada en este artículo ([ue sea posterior al año de '1815, en que terminó la guerra euroi)ea con la caída de Napoleón I: enlazaremos la reseña de los hechos relativos al comercio y á la industria para unirlos al vértice de.un ángido que se cierre en el indicado año (1). El comercio estaba ligado á la navegación como la yedra al olmo. Si echamos una ojeada á la época ([uc ])recedió al reinado de la rival de María Estuardo, no vemos más que i'epugaantcs esqueletos de privilegios leúdales , que todo lo impedían, que todo loprohibian, que todo lo tiraní» zaban. Cuando {>n los momentos que dedicamos al estudio, nos atrevemos á penetrar en el osario de lo pasado, creemos oír el eco de los gemidos de los siglos que pr(!cedíeron á nuestros bisabuelo el XVI." Los clamores en favor de la li'uertad comercial resuenan ea el fondo de nuestra alma, y nos hacen sufrir, pensando en los padecimientos de nuestros progenitores. La libertad del comercio supone libertad (ni el individuo, puesto que Dios le ha dado la libertad de acción. Las leyes de la comodidad están ligadas con las leyes de la vida, y restringirlas es atacar una paite de la existencia. Todo esto es demasiado sagrado para que el Estado use algunos de los derechos de fiscalización, que tan iuo[)ortunamente emplea. El libre-cambio es como el sol, y hay que dejar al interés individual la aplicación de sus rayos. Porque algunos quieran vivir á la sombra, no hay que privar á todos de la luz. Hacer llano el camino entre el comprador y el vendedor, armonizar los derechos políticos con los comerciales, enlazar el interés individual con el colectivo, para que recíprocamente se auxilien y formar el lazo cordial que una diferentes móviles, es la generosa aspiración de los verdaderos patricios de todos los siglos. Con más ó menos rudeza en la expresión, este ha sido el deseo unánime de los (1) Para formar idea de la marina mercante inglesa en distintas épocas, anotamos á continuación algunos datos referentes al tonelaje que representalla: Antes de promulgarse el acta de navegación 95,000 ton. Durante la revolución puritana.. 190,000 Reinado de Guillermo III 320,000 Al hacerse la paz de Utrecht. . . 120,000 En tiempo de Jorge 1 500,000 En 1762 700,000 Durante la guerra de América. . 800,000 • En 1734. . . , 960,000 En 1803 1,986,076 En En En En En En En En 1810. . 1820. . 1830. . 1840. . 1850. . 18(10. . 1861.. 1862. . '->.210,(!(il 2.439,029 2.201,592 2.7(iS,2f)2 3 5(;5,!;i3 4.(158,687 4.806,826 4.934,400 (Dalos oficiales.) LA CONCORDIA. hombres pensadores de lodas las éi)6fas y de todos los países. En los tiempos en que arrancan nuestras noticias, predominaba el espíritu proliilñcionista, ó Inglaterra es el país donde más se a[)licaba esta doctrina. Del reinado de Isabel procede la tristemente célebre prohibición de la salida de las lanas y la de la importación de los objetos de metal. Antes del siglo XIV no podian exportarse los cereales sin licencia de la Corona, y desde esta é¡)oca á la en que hemos hjado como término do este artículo, ha habido una serie de variaciones en la esencia y en la forma, que ha puesto en relieve la poca inteligencia rcntíslica tie los hacendistas ingleses. Prohibiciones absolutas ó limitadas, derechos Oséales ó protectores, tasas y li'abas d(í todo género, sujetas casi siempre al ca|)richo de los gobiernos, se han barajado repetidas veces y han figurado en diferentes ocasiones con diversos aspectos á cual más irriíantes, entre vacilacioncis y errores que han causado al |)ais incomensurables daños. Desde la revolución puritana iiasta la época do que venimos ocupándonos, el espíritu mercantil se ha desarrollado lentamente, si bien en todo este tiempo se ha infiltrado en el ánimo de las generaciones que se han venido sucediendo. El comercio es hoy una segunda naturaleza del carácter inglés, y sea cualquiera su clase ó condición, nadie desdeña ocuparse en el cambio, lo cual es un rellejo de su civilización. Verdad es que el espíritu mercantil exagerado de esa nación lia sostenido guerras injustísimas, y que los especuladores de mala le han preparado, calculado y considerado como operaciones mercantiles actos ímnorales que han producido la miseria, el hambre y otras calamidades ])ídjlicas que han afligido y aun suel(;n alligir á determinadas regiones de aquel país singular, pero á pesar de todo esto, el comercio vino creciendo considerablemente á la vez que la marina y la industria, de que vamos á ocuparnos (1). El aprovechamiento de la vejetacion espontánea para mantener la ganadería, fué la primer industria eX])lotada en Inglaterra; el mejoramiento del cultivo comenzó con las lecciones de los llaraencos en tiempo de Enrique VIII, y con el cercamiento de las |)roi)iedades decretado por la reina Ana. Convencidos los ingleses de que por más que refinasen su industria agrícola (2) no conseguirían aumentar la produc- (1) Croemos oportuno consignar íiquí algunos datos acerca del comercio exterioK de la Gran-tJretaña. Sentimos no consignar también los del interior y de cabotaje, sin lo cual no es posible Juzgar de la. riqueza del país. ANOS. IMPORTACIÓN. I(i97 1773 1801 1810 1820 1830 1840 1850 ISBO ISfil 1802 ,348.258,(Í00 1,140,084,100 3J78.(Í2G,200 3,930,101,200 3,243 805,000 4,02 l.f-.24,100 0,587.311,100 10,040.043,300 21,053 087,300 21,048.502,400 22,059.272,000 EXPORTACIÓN. 351590,00i) 1 170 325,300 3,973.01)5,900 4,843.80^,000 3,042 405,200 3,827.159,700 5,140.043,000 7,136.788,500 10,152,135,100 15,900.249,800 (Dalos oficiales (2) Se ha observado en el mercado de Smithfields de Londres, que es el más importante de Inglaterra, que el peso de las reses ha doblado 4G1 cion hasta el punto de poder cubrir con ella todas sus necesidades y aspiraciones (i), concibieron el proyecto de elaborar todas sus primeras materias (2), comerciar con ellas por sí mismos, y trasportarlas en sus propios buques á los mercados extranjeros, con lo cual multiplicaban en todas las operaciones de las diversas industrias la riqueza nacional. Hoy tenemos un admirable ejemplo do los resultados de este sistema. Inglaterra no exporta más primeras materias que los metales en lingotes que demanda el consumo exterior, y el carbón mineral, que no tiene otra elaboración. Aun así, era preciso atender á alimentar la industria en mayor escala, y á principios del siglo XVIII pensaron en el algodón. Le adoptaron, impusieron la moda y esa suavísima y delicada materia que con tanta abundancia producen la América del Norte y otros países, es hoy causa del prodigioso desarrollo de la industria británica (3). ¿Cómo se verificó esto? El acrecentamiento de la población contribuyó al desarrollo de la industria extractiva, procuróse mejorar la cria de ganados, ya con el cruzamiento de razas, ya con el cultivo de los pastos; fomentáronse las plantaciones de cáñamo, lino y lúpulo para fabricar la cordelería, los tejidos, el aceite de linaza y la cerveza; y procedióse á la importación del algodón, de las materias tintóreas, de las preparaciones químicas, de la seda y otra variedad de artículos en rama, entre los cuales no contamos los de la alimentación. Todo ello se hizo á costa de grandes ])enalidades y sufrimientos, porque los deplorables sistemas económicos que regian en esas épocas impedían el movimiento y la libertad industrial. La servidumbre en que los lores habían colocado á los proletarios desde Guillermo el Conquistador, que se decía señor de vidas y de haciendas, las pretcnsiones despóticas de los barones y señores y las de los malos hacendesde principios del siglo, lo que, entre otras causas, se atribuye ala superioridad de las plantas forrajeras y tuberculosas que constituyen los pastos que se cultivan en los cercados con preferencia á los pastos abiertos ó del común. (1) Adviértase que el fomento de la agricultura se debe en Inglaterra al interés individual. La sociedad de agricultura de Londres, establecida en 1793, ha hecho considerables adelantos. Las teorías de Ba' con, aplicadas por Sainfc-Clair y conducidas hábilmente por lord Somerville y Arturo Young, han sido la base de los resultados que hoy se obtienen. No han hecho menos el duque Bedford y otros ilustres hombres, como Coventry, Anderson, Marchall y Foreith. (2) Para fomentar la industria se establecieron á fines del siglo pasado sociedades que daban bailes públicos, á los cuales los concurrentes se obligaron á asistir con vestidos hilados, tejidos, tefddos y hechos en el mismo condado. (3) La primera importación de algodón hecha en Inglaterra fué de 250 kilogr.amos; hoy llega á 700.000,000, siendo de notar que las manufacturas y productos fabriles de este artículo representan la mitad del valor de todos los productos manufacturados y fabriles que ex porta Inglaterra. riéa(¡uí algunos pormenores sobre la importación de este artículo en 1800: PROCEDENCIAS. KILOGRAMOS. Estados-Unidos Brasil Costas del Mediterráneo Colonias inglesas Otros países Total importado Exportado 557.415,30i 8.013,432 22.018,30.4 102.595,920 4.2()1,300 094.964,320 125,109,520 Exceso de la importación sobre la exportación. . . 509.854,806 59 462 LA CONCORDIA. distas, que han hecho más daño á la humanidad que los su¿ Quien o b r ó este milagro? El genio, el capital, la sagacidad, los odios políticos, la cesos políticos , tcnian abatida , humillada la población agrícola. Al desplegar sus alas el genio de la industria, al tiranía de unos, la humillación de otros, la necesidad, el levantarse fábricas y talleres ante los alnenados castillos espíritu nacional, todos fueron combusti bles que encendieron de los lores, convirtiéronse en opulentísinas poblaciones la hoguera que no pudo apagar la aristocracia. La prensa, aldeas y suburbios, y los labriegos hallaron medio de me- ese poderoso instrmnento de acción do las sociedades mojorar su condición. Agobiados sobre la tierra, sufrien- dernas, fué el motor que unió á los lores de la sangre con do los rigores del clima, por una recompensa miseralile, los nuevos lores de la industria. dejaron el arado por el telar, elevaron su frente y cambiaTal variación en la manera de ser de este país reconoce ron la intemperie natural por el calor artifcial de la máqui- como principio la revolución de 1688, y por término ellibrena de vapor. Mejoraron en alimentos y envestidos y hasta cambio. Lo probaremos. en horas de descanso: tuvieron ocupación por familias, vino Contra nuestro propósito, nos hemos visto obligados á reel sosiego, la ilustración que trae el traljaJD en sociedad, y ferir algunos hechos posteriores al año 1815, que es la feuna gran masa de la población fué perdiendo la rusticidad cha en que suspendemos nuestro relato, porque las dimenen que antes yacian los habitantes de ciertas regiones. siones de Lv CoNCORDi.\no permiten prolongar más este arLevantáronse capitales, á pesar de los grandes esfuerzos tículo. Continuaremos us exposición enlos pn-óximos, y emihechos por la aristocracia para acabar con su nuevo y ter- tiremos nuestro juicio, que [¡rocurarcmos sea tan imparcial i'ible rival; la población destinada á la agricultura dejaba y fundado como la materia lo exige, y como tienen derecho el campo para albergarse en las fábricas; la cruzada pro- á espierarlo cuantos benévolamente nos honran con su ducía buenos efectos; la acción era más cicaz por parte de lectura, la industria, porque los lores estaban representados por sus JOSÉ EMU.IO DE S.^NTOS. tiranuelos administradores, mientras que os fabricantos se hallaban representados por sí mismos. Se elevaron las inteligencias y los instintos de aquel pueblo material, y vinieron ".y\(Vtííft/VW»^ á asombrar al mundo con sus invenciones Newton Wyatt, Arkwright, Hargreave, Watt, Stephensor y otros. DismiEL BOSQUE DE THARAND. nuyó la falanje agrícola para aumentar el ejército industrial; llegó la época en que se reconoció que el dueño de una fábrica ahumada por el carbón valia tanto como el po(Continuación.) deroso propietario de un castillo ennegrecido por el tiempo. Las distancias se estrecharon; y mientras el pueblo deir. jaba en los campos la pulmonía y la fiebre para ir á buscar la tisis á las fábricas, el aristocrático sefor y el laborioso No satisface al verdadero ingeniero la impresión que en él fabricante se estrechaban las manos jurándose amistad en causa la mera vista de un bosque: desea al punto analizar circunstanciadamente el conjunto para conocer cómo obran en lo cambio del antagonismo que los habia separado (1). (1) Quisiéramos poder facilitar á nuestros lectores un resumen estadístico de la industria en Inglaterra, pero nos es imposible hacerlo porque este país, aunque parezca extraño, no ha'ormado todavía la estadística de su industria. No conocemos más ditos oficiales sobre la materia que los que se refieren ala industria textil, cuyo extracto es el Materias elaborables. Kstaljleclniientos. Algodón Lana Estambre Lino Cáñamo Lana de la India. Medias Seda 887 679 532 39» 5 3fi ü9 771 6,378 Jiusüs 30,387,287 2.182,f)09 1 289,171. L21(i,()7i • 2,580 32,982 1.;Í8S,514 36489,828 Oiierarios. 399,992 21,770 13,048 14,792 1 554 » 10,709 490,866 451,509 86,983 86,(iíi;5 87,429 607 5,967 4,487 52,429 775,534 Las últimas noticias oficiales que poseemos rílativas á la industria en general son relativas á la población y las ha tamos consignadas en la clasificación del censo en 1861, de los cuales aparecen dedicados á la industria (solo en Inglaterra y Gales, pues los datos de Escocia ó Irlanda no se han publicado) 3.285,218 varones y 1.584,327 hembras que dan un total de. 4.869,575 que á sus ojos se presenta las leyes de la naturaleza y de la humanidad. Examinado un b o s q u e , parece que las rocas constituyen el fondo, que la vejetacion figura el colorido y que el h o m bre vivifica el cuadro con sus inventos y tareas; la variedad geológica trae consigo paisajes pintorescos, aguas minerales, fábricas y castillos, fuentes inagotables de abundancia y prosperidad. Todas estas cosas se reúnen e u T h a r a n d , pródromo del Erzgebirge, que allí principia á elevarse la Serranía, a l c a n z a n do 1,024 metros en el Fichtelberg, cerca de Oberwiesenthal, y 980 metros en Auersberg, no lejos de Eibenstock. La distribución d é l o s BOSQUES enSajonia no es irregular; la provincia de Zwickau tiene 39,50 por 100 de área forestal, la de Dresde 30 por 100, la de Budisin 28,50 por 100 y la de Leipzig 2 í , 5 0 p o r t 0 0 . L o s particulares miran con desden los bosques, porque conocen la esencia de la producción forestal; sólo poseen trozos pequeños,cuya área variado 50á 5 0 0 h e c t á r e a s , y esto en los llanos y cual parte del cultivo agrario, y los van cediendo poco á poco al Estado, mediante p e r m u t a . Allá, en la divisoria de la Serranía, frontera do Bohemia, envían á las nubes sus proceres troncos varias masas forestales del Estado, que hermosean el territorio desde laBailía á la Suiza sajona, y constit u y e n ocho de los quince distritos forestales en que la administración ha dividido el Reino; es á saber: Plauen, Eibenstock, Schwarzenberg, Crottcndorf, Olbernhau, Bajrenfels, Cunncrsdorf y Schandau. Hállansc en la tierra baja los distritos de Nossen, Colditz, Wermsdorf, M o r i t z b u r g y Dresde,y se encuentran cu el centro los de Zschopau y Grilleburg. También están e n la frontera de Bohemia los bosques de las ciudades de Zittau,, LA CONCORDIA. 403 deja á su izquierda la mayor, porque á la derecha sólo están arboladas las laderas. Llamóse Bistrice, Pistrice, Bistritze, después se ha dicho Weisteritz, y ahora se le nombra Weissritz y Weisseritz. Hasche opina que Bistrice proviene de Bistry, que significa acelerado, rápido, veloz. La etimología de la voz confirma el origen de los primitivos pobladores, porque h a y en Transilvania dos rios homónimos , que surcan el distrito de Biszteritz y que acarrean oro, como lo hace el de Tharand. El valle es delicioso, empinadas las pendientes, que suben á 85 y 140 metros, y estrecha la llanura entre el rio y las raices de los montes. El arte embelleció con adornos rústicos los sitios donde el rio serpea mansamente, y donde corre oprimido, y extendió sus encantos por los collados y l a d e r a s , por los barrancos y los picos, por las cuestas y rodeos, frecuentes allí, como tierra montuosa. En el cuartel de T h a r a n d , uno de los cinco en que se divide el bosque , apenas hay paraje pintoresco donde no se presente unido lo útil con lo agradable. En la parte superior del vallo se encuentra «El Tiro,» campo donde los alumnos aprenden el manejo de las armas de fuego, y por aquellos laberintos intrincados se hallan «El amor solitario,» «La g r u t a de Magdalena,» «La peña de Diana,» «El banco de la amistad,» «Las alOpinan otros que procede de da: tu castillo sé la frontera, tas hayas,» y otros. En la parte media del valle, «El valle de Rand, de Bohemia, ó al decir d e o t r o s , D a R r a n d , sosten el castillo. los Manantiales,» la naturaleza preparó mejores materiales al Los documentos más antiguos donde se habla de aquella localidad, arto. Y en la ribera derecha levántase la montaña de S o m m s son del año 1190, en que un fuego voraz destruyó ei edificio, y dorf, cuya cumbre ostenta nada menos que «El templo del Sol,» se lee en ellos T h a r a n t y lo mismo escribía Dietrich de Meissen, fabricado con cuatro palos y corteza de abeto rojal; caminando ya dueño del castillo, al comenzar á correr el siglo XIIL Desde hacia el Sur se llega al «Banco de Malditz,» dedicado al poeta 1242 á 1279 residió mucho en el palacio Enrique el Ilustre, y de de este nombre y antiguo discípulo de Tharand; más allá se ve «El monumento de Lindemann,» noble por su cuna y por sus los diplomas de aquel tiempo se infiere la falta de fijeza que hahechos, y qne á últimos del siglo pasado promovió la mejora bla respecto al nombre. En uno se lee: «Acta sunt hre.o apud de los paseos de Tharand, y al mismo lado del rio se hallan «El T a r a n t u m , Anno Dom. inoran. 1243, IIII Kal. J a n . indictione precipicio de Anita,» «La Peña de la naturaleza,» «El banco de prima. IIujUS rei testes sunt II. praspositus, Meinherus, Burlos Colegas» y «La montaña de Cotta.» En la orilla derecha del chravius Misnensis, Wiricus de Kirchberc Ulricus de Maltitz, valle de los manantiales descuellan «Las Bóvedas sagradas,» loBertoldus Spcculum, Borwinus de Tarando, Burchardus de Dewin milites et alii quam plures.» Se lee en otro: <íl)atum in Ta- calidad forestal popularísima en Alemania,-é inmortalizada por ranto MDÍXILV pridie nonis Junii.» En un documenio, expedido la lira de Kind, y aquel lugar y los demás pintorescos de T h a el 15 de Marzo de 1255, se lee: «/)aí. Taranti.» Léese en otro: ran i por el lápiz de W e i n g a r t , Schlenkert, Becker , Wizoni, <iAcltim in Tharand MCCLXIIX prid.KI. Mart.y En otro, expedi- Richter. Lehmann, y en este mismo año por el de I l e y n , y Neumann en la lujosa obra que el ex-profesor de Tharand , Emilio do el ;ÍO de Abril de 1270, se lee: nDatnm et actum in Taranto.^^ Rossmaessler, acaba de publicar en Leipzig y Ilcidelberg, bajo «Gigeben zum Tarando,» so dice en otro del 10 de Agosto de el titulo : Ifer ]Va¡d, para solemnizar el centenario del naci1272» <(Fecimus {in) Tharant 1279 VI¡ I Kal Maji.-» D é l a s primemiento de Enrique Cotta, y dedicado á este solicito amigo de los ras casas que se agregaron al castillo se dijo apud Tharantuin bosques; al pasearse una mañana de primavera por tan sobersegún Schumann (Lexik. v, Sachs. XI. p. GSO) » Se ha disputado m\icho sobre la ortografía del nombro, y nunca so llegó á bio h a y a l , se recuerda aquello de Virgilio: Tanlum ínter denresultado definitivo. Entre los profesores y alumnos de la Es- sas, umbrosa cacumina. fa'jos; y en una noche de luna la de Si tibi cuela se dice Tharand, y nuestro Montpalau le llama Terane en ocnrril vdnstis arboribm, etc., de Séneca. Al pié de este moderno la quinta edición de su Diccionario geográfico universal, 1793, lucas se perpetuó la memoria de T a m m a u , consejero prusiano que embelleció aquellos sitios con útiles caminos; en la extreII. 46. midad meridional se encuentra el busto de Gessner, y hacia la El bosque, propiedad del Estado, mide más de 5,500 hectá- punta septentrional se hallan «El Banco del minero» y «El Banreas y cubre una meseta situada á la altitud de 311 metros so- co del montei'O.» Desde aquí dos fragosas veredas conducen al bre el mar del Norte. Únicamerite dominan la ondulada phini- Klenberg. Va la una á la cúspide, coronada con «El Templo de cie dos cabezas: Esberg y Landberg. Esberg, notable también paja,» techo de bálago, sostenido por ocho columnas de madepor su arenisca cuadrada, está á 3 10 metros de altitud, y desde ra, y admirable punto de vista, que recompensa ampliamente la sus riscos se descubre vastísimo espacio. A 408 metros sube el fatiga do la subida. Va directamente la otra al «Esquinazo de Landberg, y desde su cumbre basáltica, llamada «El alto de Fe- Enriíiue,» donde al ver los cortes casi perpendiculares y las derico,» se presentan al espectador millares de árboles y diez y cuestas rápidas, sembradas de enormes cantos, que parece van seis pueblos, conjunto que arrebata y deleita el ánimo del aten- á desprenderse, siente el observador la inquietud que inspira to naturalista. Según Schiffner, el Landberg no tiene rival en el riesgo cuando se llega á las alturas; desde allí registra el viaSajortia; hay puntos de vista más preciosos en aquel pintoresco jero con sorpresa la vista más hermosa del pueblo de Tharand. país, pero indudablemente no hay otro que presente mayor núEl bosque es una masa densa, no interrumpida sino por almero de oiyetos. gunos prados, y rodeada de multitud de aldeas; no hace mucho En este bosque se ve con claridad lo difícil que es emplear la que se surtían de sus productos nada menos qne So pueblos. altitud para fijar los limites del bosque montano y del alpino; En su interior se encuentra G r i l l e m b u r g , castillo y palacio de porque tal cual vez á 140 y 15i) metros la vejetacion presenta caza, fundado por Augusto el año 1555, y residencia hoy del el carácter montano, sin que el terreno afecte las formas cor- jefe del distrito forestal. Ocupa el edificio con sus tierras 75 respondientes. El bosque de Tharand está situado ¡i corta alti- hectáreas. tud con respecto al nivel del Elba, y manifiesta ya sin embargo aquel carácter en su rica vejetacion. Respecto al CMMA del bosque, conviene recordar que para las El claro y fresco Weisseritz corta en dos partes el bosque y descripciones forestales admitió la atmosferografía alemana Bautzen, Loobau, Geyer y Schíjeneck, y los de los señores de Schoínburg. Además de las grandes masas hay esparcidos aquí y allí algunos bosques sueltos, tales son: el bosque de Gohnisch, en Grossenhain; el bosque de Timplitz, el bosque de Colditz, el bosque deZoll, enNossen, el bosque de Wansdorf,el brezal de Moritzburg y el mismo bosque de Tharand, que en el orden administrativo constituye el segundo departamento del distrito deGrillemburg. El origen de Tharand, ó mejor, del castillo venatorio y d é l a s casas de la servidumbre, es poco conocido. A principios del siglo VI algunas razas del tronco sorbo comenzaron á poblar las cercanías de Dresde, habitadas hasta entonces por los liermunduros, nómades semi-salvajes, si se da crédito, cual se debe, á las afirmaciones del Dr. Ilasche (Diplomatische Geschichte, Dresdeiix, 1S16,1. 4). Hacen venir unos aquel nombre nada menos que de reminiscencias belicosas de Turando, y atribuyen otros la denominación a un bailio Talando. Schlnkert opina que el sitio donde hoy están las ruinas hubo do ser ara de la divinidad Thor; que and, significado dedicado y que debe escribirse Thorand, y no Tharand; pero ni por el valle nipor los cerros se encuentran testimonios arqueológicos de tan sutil dictamen. LA CONCORDIA. 464 tados satisfactorios el cultivo del centeno estival, y mucho m e nos el de los frutales; crianse en los bosques.de los llanos y de las montañas bajas el abedul y el pino silvestre, y es localidad útil para el abeto rojal, alerce, serbal de cazadores y aliso; se achaparran en sus limites los rodales arbóreos y abunda en ellos ^ «o -^ 1 i J. I la turba. Enrique Cotta {Gnindriss, par. 236, pág. 236, edic. dé 1860) establece la escala siguiente, también de cinco términos:— 1." Clima muy benigno, donde prospera el cultivo de la vid.— 2.° Clima benigno, donde se cultivan todos los frutos de los ir. 00 « ^ < 1 ^ campos y de las huertas de Alemania.—3.° Clima templado, a 2 donde prosperan todas las especies leñosas alemanas.—4." Clima c r u d o , donde ya no se dan los frutales.—Y 5." Clima m u y Jo 1 a crudo, donde á lo más se cultivan las patatas y la avena y cuaa ¿ jan mal muchas veces las simientes de las especies leñosas. o co w / < §. Recorriendo el año pasado los bosques ("e Sajonia el limo. Seo \ sw a < >-' \ ñor D. Constantino Ardanaz, Director entonces de Agricultura, H o<t¡ S Industria y Comercio, y el Sr. D. Miguel Bosch y Julia, ingenie25 o ro jefe del Cuerpo de Montes, consiguió fijar la atención de t a n . "C! d Oí o i . distinguidos funcionarios la obra inédita sobre ordenación, esO ¿ ^ crita por H. Fleck, y en la que se recopila la síntesis novísima wQ J 05 de lo que hasta el dia han sacado de la idea cotáica los discípulos del ilustre Maestro. En las regiones oficiales se hicieron diligencias para adquirir copia de la obra, é ignoro el resultado de tan estimable designio. Ya, gracias á esfuerzo particular, .o 3 circula el manuscrito por España, y no pocas veces nos servirá para el desempeño de nuestra modesta tarea. En el par. 12 traK ta del clima, pero sobre este particular no da luz nueva. El clima del bosque de Tharand es crudo; las heladas tardías M suelen destruir por Mayo y Junio los brotes de los abetos de los valles y hondonadas; también los hielos descuajan las siemO bras y diseminados, y perjudican grandemente á la fiorescencia del haya. Los ventarrones son atroces; todavía se recuerda con dolor la triste m e m o r i a de los dias 12 y 13 de Febrero de 1715, aciagos para los bosques sajones, y señaladamente para ei T h a r a n d é s , donde el viento tronchó 510,000 árboles; no hubo -5 S manos p a r a recoger los despojos. El desastre se ha repetido varias veces, 1834 y 1840, pero o C3 S Á .3 nunca en vasta escala, ni con peligrosas consecuencias, porque á s *c? • 3 -3 .2 i5 •3 üj o OJ pesar d é l a s considerables bajas que en las existencias causaron > J _rit * .S s a a 13 o O c3 c3 los vientos, la Hacienda continuó percibiendo las rentas, pues se n3 "tí 3 _ g '^ compensó el déficit con las reservas; ya la previsión habla tratí lí c3 "S oC c o o zado el modo de volver fácilmente al orden y regularidad h a s ;-( ; < ' o O. OH Á 03 c3 bD ta en los casos extraordinarios. Los vientos dominantes en Ale>í n 3 Q <u 3 s S 3 H H H P ft O í2 mania soplan del O., y la m a y o r parte de las tormentas vienen del mismo punto. Para evitar los estragos se deja en la parte de El clima m u y crudo y el crudo se siente en ,as montañas; el templado en las llanuras del Norte; se observa en las del centro Poniente un m u r o alto y ancho de árboles grandes, W a l d m a n tel, á fin de resguardar con ellos lo interior, ó sea lo colocado á. el benigno y en las del Mediodía el m u y benigno. El clima m u y benigno es de la vid, frutales y trigo: todas las la parte oriental. Las nieves son casi inofensivas para los abeespecies leñosas alemanas prosperan en sus bcsques, y son pro- tos, pero no lo son para el pino silvestre, á causa de su largo fopios de ellos el castaño común (hasta 8°), el roble y el h a y a , y llaje. Frecuentes y perjudiciales los aguaceros, dejaron la h u e lla de sus estragos en la Pasteritzleithe. Se han hecho muchas raros el abedul, pino silvestre y abeto rojal. El clima benigno es del lúpulo y del maiz; aún se cultivan bajo 3u acción los fru- observaciones meteorológicas en Tharand, y últimamente el tales, principalmente peral, manzano y nogal; la vid solo se da Profesor Krutsch publicó (T. IX páginas 211-270, Anuario] el reen los abrigaños naturales; en él prosperan el panicum milia- sultado de sus investigaciones sobre la temperatura de los árceiím y la colza, y como sucede en el clima m u y benigno, se crian boles comparada con la del aire y suelo. Respecto al clima de también en su área todas las especies leñosas alemanas; el cas- la Serranía, según el término medio de observaciones recientes taño, sin embargo, es ya en ella m u y r a r o . El cUma templado hechas cerca de la divisoria, resulta: temperatura media del mes es de los trigos invernizos; se dan en él frítales tempranos, más frió. Febrero, es—-3° 6; temperatura del mes más cálido, principalmente el manzano y cerezo, y es raro el cultivo de la Agosto, + 12, 52 R ; dias completamente despejados 28, dias vacolza; críanse en sus bosques el roble, todavía útil para el des- rios 145, dias varios con lluvias y nieves 117, dias completacortezamiento; el carpe, el álamo negro, algunos sauces y el mente cubiertos 15, y dias con lluvias y nieves temporales 00. Las escuelas de Alemania despiertan en sus discípulos el inspino silvestre; son raros el olmo y el álamo piramidal, y desaparece el castaño. El clima crudo es de los trigos estivales; tinto de curiosidad, precursor del deseo de saber, origen de prosperan en él pocos frutales; criase en los bosques de las lla- la ciencia, al decir de los filósofos griegos, y avivan además el n u r a s el pino silvestre; el roble no se da sino en rodales hete- instinto de novedad, aquel instinto que inspira el deseo del prorogéneos, y es poco ó nada descortezable; excelente localidad greso y la tendencia á la originalidad. De las cátedras, d é l o s para el arce, fresno, h a y a , aliso, temblón, alerce y abeto albar, profesores y alumnos, de aquel común trabajar, brotan planes, y para la producción de turba. El clima muy crudo sólo lleva proyectos, apreciaciones, extravagancias, utopias, hasta losabucebada, avena y patatas, y con peligro; tamixDco promete resul- sos de la espontaneidad intelectual; pero como no hay sabio sin Varias escalas, compuestas generalmente de cinco términos. l i é aquí una, m u y popular en la Confederación germánica: ^ 1 s i I i J. t~A ^.4 LA CONCORDIA. error, la crítica corrige, depura y descubro lo permanente, lo eterno, la verdad. España aspira j u s t a m e n t e á reunir en sus Escuelas la enseñanza do lo ya conocido, con el arte de arrancar el velo, que esconde el saber; pero sin buen material, no son posibles las investigaciones, porque el conocimiento abstracto so extiende y se completa á medida que se extienden sus bases, la observación y el experimento. ¿Quién desconoce la necesidad do Bibliotecas, Laboratorios, Museos, Observatorios y Jardines? ¿Quién niega su importancia? Reconocida de todos, nuestras desgracias é infortunios han debido oponer obstáculos poderosos á su completa realización, cuando no se han llevado más lejos. Mucho se ha hecho en el presente Reinado, ¡pero cu;into faltal Sin embargo, en el estudio del clima camina España á paso largo. Desde últimos del siglo pasado se recogen observaciones metereológieas en la Península; pero hasta 1855 no se sistematizaron, dando unidad al servicio y declarando al Observatorio de Madrid centro de las estaciones creadas y de las que entonces se fundaron. La J u n t a de Estadística, en virtud de la ley de 5 de Junio de IS59, estableció 22 estaciones en el año 1800, y de ellas funcionan 19 en la actualidad. La creada en el castillo-palacio de Villaviciosa de Odón, no solo contribuye al conocí miento atmosferográfico de la cuenca del Guadarrama, sino que también despierta en los alumnos de aquella escuela el instinto de novedad y prepara el personal necesario para poder crear en su dia estaciones metereohigicas en los mismos bosques. Útil es sin duda el Observatorio de Madrid, pero ¿por qué no se establecen casetas, al menos en el Hito del Pardo, en el Real de Manzanares, en el Campillo del Escorial, en Cuelgamuros y Cercedilla, en San Benito y Siete-Picos? En uno de los parajes más elevados de la Serranía de Sajonia, á 766 metros de altitud, está situada la casa forestal de Reitzenhain; no se ve en 12 kilómetros á la redonda sino un Océano de árboles; hay allí 70 por 106 de bosques, 10 por 100 de brezales y 20 por 100 de campos y prados; el ingeniero Tiiger, después de muchos años de perseverante actividad, ha estalilecido la característica atmosfcrográflca de aquellos montes. De la opinión pública obtuvo el galardón de sus servicios y el éxito excitó el entusiasmo. Reseñada la posición y atmósfera del bosque, debemos indidicar algo de sus rocas, por donde se venga en conocimiento, asi de la calidad del suelo como del trabajo de sus cultivadores. Encuéntranse dominando en el bosque de Tharand el ortofido, la arenisca cuadrada, el gneis y el basalto, y subordinadas la pizarra arcillosa con el labradóíldo y la arenisca carbonífera. T a n ta variedad de rocas en tan corto treho ha excitado con razón la curiosidad délos naturalistas, y en su consecuencia, Tharand ha sido olyeto do muchas descripciones, distinguiéndose entre ellas la hecha por Bernardo Cotta. Se conoce el área que ocupa, ora cada roca, ora cada terreno; así del cuartel de Tharand, cuya dirección facultativa corre á cargo del Profesor segundo de Dasonomía de la Escuela desde el año 1848, se sabe que el ortofido ocupa 409 hectárias, la arenisca cuadrada 10 L el gneis 166, la pizarra arcillosa con el labradóíldo 25, la arenisca carbonífera 22, y el aluvión 2. El suelo es feraz en lo general y cria por tanto rodales sanos y vigorosos. Muchos esfuerzos se hacen hoy en Alemania para dar carácter matemático á la Geonomia, ciencia fundada allí por Krutzsch, Licbig, Bernardo Cotta, Grebc y Ileyer; se desea descubrir un instrumento sencillo y barato que mida la calidad del suelo, cual el termómetro mide la temperatura del aire y el barómetro la presión atmosférica. También el digno profesor de la Escuela de Tharand, A. Stoeckhardt, ha enriquecido la ciencia con investigaciones importantes sobre las arenas sajonas y sobre otras rocas, hechas p o r v i a de prácticas académicas en el laboratorio químico de aquel Establecimiento, y cuyos resultados han visto la luz pública en el Anuario de Tharand. España puede ya seguir las huellas alemanas, porque en la Escuela de Villaviciosa hay un laboratorio perfectamente organizado y con celo y no menor inteligencia dirigido. ínterin se losra descubrir el medidor de la calidad do las tierras, suminis- 4G5 tra La Geonomia medios estimables, ora con la análisis mecánica, ora con la análisis química. Asi es que en la descripción general do los bosques se usan frases de sentido general, pero la descripción especial emplea palabras de significación algo más precisa. Pedriza llaman allí la tierra que respecto á su volumen tiene como la m i t a d de piedra, m u y pedriza si pasa de esta relación, y poco pedriza si á ella no llega. Cinco grados establecen para aforar el mantillo: 1." de 1 á 5 por 100, 2." de 5 á 12 por 100, :]." de 12 á 20 por 100, 4." sobre esta relación, y 5." ya turboso. Estiman sin escala alguna la cohesión, y respecto á la potencia del suelo se emplean también cinco grados; 1.°, O™ 02 á O™08; 2.°, O™ 08 á O" 14; 3.°, de O™ 14 á O"' 20; 4.°, O™ 20 á O'" 28, y 5.", sobre este último término. Dicen suelo m u y seco de aquel que cuando no llueve está ceniciento y que no adquiere nunca el color negruzco; dicen seco, de aquel cuya h u medad no es sensible al tacto y que es negruzco á cierta profundidad; califican de fresco el suelo negruzco y que al tacto manifiesta frescura; dicen húmedo, si la tierra humedece La mano, y pantanoso, si apretado se rezuma. Respecto á la cubierta, Bodendecke, ó sea la capa formada 'por la hojarasca ó por céspedes de plantas pequeñas, se aprecian tres grados: 1.", de O™ 02 á O™ 08; 2.°, de O'" 08 á 0>" 14, y 3.", de 0"> 14 arriba. Se extiende el gneis por la derecha del Weisseritz, por las dos laderas de la cabecera de su valle, y por la izquierda del Schloitz. Se descompone r;ipidamente aquella roca en tierras granugientas, frescas y profundas, y deléitanse en ellas el abeto albur, las hayas, los arces, los fresnos, los carpes, los alisos, los temblones, los abedules y los tilos. P a r a monte bajo no tiene allí rival, cria cepas vigorosas y de larga y no interrumpida espontaneidad, aloja las quercinas americanas, el castaño común, las acacias, todas las especies exóticas puestas en Tharand para las aplicaciones teóricas. F o r m a laderas escarpadas, pedregosas ó quebradas y cumbres llanas ó abovedas. ¡Qué contraste entre la aridez de las rocas compactas y la alegría del gneis y demás esquistosas! En el gneis, donde está la iglesia, Tharand primitivo, abundan los granates y quizá á tal circunstancia se debe que las casas construidas alrededor del castillo llevasen hacia la mitad del siglo XV el nombre de G r a n a t e n , y que las armas del pueblo sean una flor de granado. Esto por lo que respecta á Tharand, que por lo que hace al resto de Sajonia, abunda el gneis en la Serranía, alternando con granito, pizarra micácea y pizarra arcillosa; en la Suiza sajona impera sin rival la arenisca cuadrada. En el centro del país sobresale el leptinito, y los distritos de Dresde y Moritzburg están casi esc'.usivamente en arenas. Las laderas de ortofido son fragosas y con peñascales, las cumbres truncadas ó cabezudas. Da esta roca tierras pedregosas, sueltas, secas y propensas á llenarse de brezos, al m e n o r descuido se esquilman, hasta el extremo de no llevar ni aun pinos silvestres y de empobrecer los mismos rodales viejos. Cuando posee el grado de humedad que reclama, como sucede en las umbrías, por ejemplo, cria buenas hayas y esbeltos abetos; que tanto el albar como el rojal, son sus privilegiados colonos; puede que no haya roca más caprichosa que el ortofido sajón; en su seno encuentra el observador desde las arboladuras más valientes hasta el chaparro más humilde y m e n g u a d o . I l a y que conservar en los bosques que lo pueblan la sombra á todo trance. La pizarra arcillosa da suelo compacto, sin embargo, cuando es social con el labradofido, caso frecuente, se descompone en tierra suelta ocasionada ;i encharcamientos; dominan en ella los abetos, pero también los robles y arces se deleitan en sus detritus. La arenisca cuadrada ocupa generalmente los altos. Su a r e na tiene en parte ligazón arcillosa, origen de capas impermeables, y causa de que casi en un mismo sitio se encuentren j u n tos suelos m u y secos y suelos m u y pantanosos. La arenisca cuadrada sostiene rodales lozanos; sin e m b a r g o , dio triste celebridad á diferentes sitios, al Porschel, por ejemplo, donde á pinos albares de 'M metros de altura y 0,57 de grueso han su- LA CONCORDIA. 466 •cedido pinos achaparrados; es verdad que el suelo se empobreció con el aprovechamiento de las brozas, pero también es ciert o que suprimido este y corridos muchos años, no se consiguió obtener ni mantillos ni cubierta. H a y que hacer en esta arenisca cortas pequeñas, claras, moderadas y rápidas. Los peñascales de las canteras que en ella se a b r e n , no tienen mantillo, se descomponen breve y radicalmente, y son menos rebeldes al cultivo que los suelos esterilizados por las cortas. La arenisca carbonífera da tierra arenosa, feraz, útil para pinos y robles; suelen estos ponerse puntisecos si falta la h u m e dad, pero en cedual, ó sea monte bajo, duran y creceri m u c h o . El basalto forma parte de la serie de cabezos que corre por Silesia, Bohemia, Lausacia y íajonia; Sii descompone con dificultad, pero da tierra fresca y feraz. El aluvión se compone de cantos gruesos y ile arena menuda y gorda, cuando tiene h u m e d a d , como sucede en el valle del Weiseritz; fomenta mucho la vejetacion. (Se con'hmará.) AGUSTÍN PASCUAL. •>^3&s^ INFIERNO DEL DANTE. CANTO IV. TRADUCCIÓN DEU EXCMO. SEÑOR MARQUÉS DE I.A PEZUELA. 1. Trueno atroz que en mi frente ha restallado, Rompió mi grave sueño, y sacudime Cual hombre que por fuerza es despertado. 2. Y en derredor á reposar pusime. Por conocer los sitios donde estaba, Rectos los ojos que el sopor oprime 3. Y vi que hacia la prora me encontraba De la val del abismo dolorosa, Que de ayes infinitos retumbaba. 4. Era honda, y oscura, y nebulosa, Tanto, que aunque llegaba á lo profundo. La vista á distinguir no alcanza cosa. 5. —Bajemos allá, pues, al ciego m i n d o : (Empezó el v a t e pálido y movido) Seré á entrar el primero, tú el segundo. 6. Mas cuando asi el color le vi perdido: —¡Yo entrar (le dije), si temor tú sientes. Tú, que mi solo aliento y fuerza hís sido? 7. Y él á m i : — L a desdicha de las gentes Que allá en lo bajo están, mi rostro tiñe De piedad, que terror j u z g a n tus mientes. 8. Vamos; que el largo viaje nos constriñe.» Lanzóse en esto, y le seguí al interno Cerco primero que el abismo ciñe. 9. En él, a l o que j u z g o , un eco tierno Sin lloro alguno, de suspiros suena Que el aura agita del espacio eterno. 10. Y' era el dolor que, sin martirio, apena Á varones, á infantes y á mujeres, De que aquella mansión se encuertra llena. 11. Y el maestro exclamó.—¿Saber lo quieres Los que en este lugar son apartaco'.' Óyelo, pues, antes que del salieres. 12. Son los no pecadores, que han raostrado Virtudes: mas en vano!... que el lautismo. Puerta de la fé tuya, no han logrado; 13. Ó si antes fueron ya del cristianismo, No amaron bien á Dios, según yo creo: Y ¡ah! de esos infelices soy yo m'smo. 14. Tal fué nuestro delito, y no otro feo; Y en castigo por él se nos ajusta Vivir sin esperanza y con deseo.» Mi alma de oirlo se entristece adusta. Porque harta gente conocí que gime Suspensa en aquel limbo, grande, augusta! 16. —Dime, maestro mió, señor, dime. Exclamé yo; para vivir mas cierto De aquella fé que todo error redime, 17. ¿Salió alguno del limbo por su acierto O agena mediación, á ser dichoso?— Y él, penetrando mi decir no abierto, 18. —Era nuevo yo aquí (dijo afectuoso) Cuando á uno vide descender fulgente, Coronado de signo victorioso. 19. Y el ánima de Adán sacó potente De Abel, y del que Dios salvó en el arca. De Moisés legislante y obediente, 20. De Abraham caudillo, y de David monarca. De Israel con su prole y Padre a m a d o . De Raquel, por quien tanto hizo el Patriarca, 21. Y de otros muchos, y ensalzó su estado: Pues sabrás que ninguno hasta ese instante De la h u m a n a familia ora salvado.— 22. Á la vez que él hablaba, iba adelante: Mas aun en nuestra via nos rodeaba De almas la espesa selva pululante; 23. Y mucho adentro el pié no penetraba. Cuando vi un resplandor que allá lucia, Y' el hemisferio oscuro iluminaba. 24. Y éramos de él lejanos todavía. Mas tanto no, que no se viera en parte Que alta gente ese espacio contenia. 25. —Y' ¡oh, tu, exclamé, que entiendes ciencia y arte, ¿Quién son esos que logran ¡merced rara!... Que así de los demás se les aparte? 26. —La nombradla, respondió, preclara, Que allí en el mundo tuyo han obtenido Este favor del cielo les despara. 27. E n t r e t a n t o esta voz llega á mi oido: —«Ilonorad al altísimo poeta: Su sombra torna ya que ausente ha sido.» 28. Callada aquí la voz y el aura quieta, Y'í cuatro grandes sombras acercarse Con faz que ni placer ni pena inquieta. 29. Y empezó el buen maestro así á explicarse: —¿Y^es aquel de luciente espada en mano Cual señor á otros tres adelantarse? 30. Homero es ese, el vate soberano: El satírico Horacio detrás viene, Ovidio, luego; el último, Lucano. 31. Y á todos el renombre nos conviene Que el coro á mi me dio, y él por mi vela, Y ora el honor que es justo me previene.— 32. J u n t a así logré ver la insigne escuela De aquel monarca del cantar brillante. Que águila audaz, sobre los otros vuela. 33. Después que hablaron entre si u n instante, Salud m e dan con amigable gesto Que á mi maestro le alcgi'ó el semblante. 34. Y aun obtuve favor m á s manifiesto. Pues el grupo su igual me considera; Conque de escuadra tal hálleme el sexto. 35. Y' fuimos yendo hacia la gran lumbrera, Cosas hablando que es callar sencillo, Cual dulce entonces escucharlas era. 36. Y al pié llegamos de caudal castillo Que alto muro seis veces asegura, Y ciñe de un arroyo el puro brillo. 37. Por él pisamos cual por tierra dura, \ seis puertas pasamos con sus naves, Y á un prado fuimos de eternal verdura. 15. LA CONCORDIA. 38. Allí á muchos con ojos tardos, graves Y magestuosa faz vimos presentes, Y hablando breve y con acentos suaves. 39. Y á un lado nos pusimos eminentes, En sitio abierto, sin que luz nos falte, Y á todas viendo las diversas gentes. 40. Allí derecho sobre el verde esmalte Las grandes sombras me mostraron luego Que hacen que el pecho de entusiasmo salte. 41. Y á Electra y otros muchos vi en sosiego; J u n t o Eneas piadoso, á Héctor osado, Y armado á César, con mirar de fuego. 42. Y vi á Pentesiléa hacia otro lado, Y á Camila detrás y al Rey Latino, Con Lavinia, su hija, allí sentado. 43. Y vide á Bruto que arrojó á Tarquino, Y á Lucrecia, y á J u l i a , Marcia, Emilia, Y de todos aparte, á Saladino. 44. Tras pausa breve que mi vista auxilia, Vi después en las ciencias al más diestro Entre la filosófica familia. 45. Todos le admiran y honran por m a e s t r o : Con él están los Sócrates, Platones, Ya al derecho lugar y ya al siniestro. 46. Demócritos C[ue dudan las acciones, Anaxágoras, Diógenes y Tales, Empedocles, Ileráclitos, Zenones. 47. Y á Dioscóridcs vi que naturales Substancias analiza: á Lino, Orfeo Y á Marco Tulio y Séneca morales. 48. Y al geómetra Uclides, Tolomeo, Hipócrates, Galeno y Avicena, Y al árabe Averroes también veo. 49 Mas de todos narrar fuera gran pena, Y el vasto asunto á suspender me exhorta Decir que á veces la verdad no llena. 50. Aquí el coro de seis, de dos se acorta, Y de el lugar sereno el sabio guia A otro me lleva, donde el alma absorta Vuelve al horror de la tiniebla umbría. CRÓNICA. EXTERIOR. Según las últimas noticias que recibimos de Nueva-York, que alcanzan al 9 del corriente, crecía la ansiedad pública r e s pecto á la posición del ejército federal en Ghattanoga. El bombardeo de las posiciones de Hooker hacia creer que los confederados estaban aún en posesión de la montaña de Lookout, y el ejército del general Thomas corría peligro. El general Geary habia sido hecho prisionero con su estado m a y o r . El ejército de Lee estaba reducido á 30,000 hombres, y en Washington deseaban que Meade marchase adelante; asegurábase que este general habia'abandonado el camino de Vasenton á Richmond, y que se preparaba para resguard.arse de los ataques de las guerrillas del Sur, y se ocupaba en t o m a r nuevas posiciones. No es cierta la noticia de la toma del fuerte de Sumpter; todo el ejército de Meade habia pasado el Rapphannock sin hallar g r a n resistencia por parte de los enemigos, y se habia adelantado hasta Baudy. Kilpatrick ha ocupado á Fredericksbourg. El 9 por la mañana se oia un fuego nutrido cerca de Culpeper; Davis ha visitado los trabajos de defensa que se hacían en Charleston, y ha dicho qu.e el fuerte es inexpugnable. El mism o dia 9 llegó Forey á Nueva-York, procedente de Méjico. El cambio quedaba á 160 1/2. El 17 tuvo lugar en Mile-Ind, cerca de Londres, el meeting convocado por la asociación de la Liga nacional para la independencia de Polonia. Lord Campbell, individuo de la asociación. 4Ü7 manifestó vivas simpatías en favor de Polonia; durante su p e r manencia en Varsovia ha oido decir á un jefe revolucionario que la agitación inglesa en pro de Polonia seria m á s útil en invierno. Esta agitación debe tener por resultado que Inglaterra reconozca á los polacos como beligerantes. Según ha manifestado lord Campbell, en una conversación c^ue lord Russell ha tenido con el conde Zamoiski, reconoce el noble lord la justicia déla petición de los polacos, y dice que Inglaterra quiere la independencia de Polonia. El acuerdo del meeting ha dado por resultado declarar que Rusia ha perdido sus derechos sobre Polonia. El gobierno ducal de Gotha h a reconocido ya al príncipe de Augustemberg como heredero legítimo de aquellos ducados; el principe, según la convención de 1852, estaba excluido de la sucesión de Sleswig-llolstein. El gobierno ducal ha dicho á su representante en Francfort que se oponga á cualquier pretensión que le hagan en contra, y que obligue a la Dieta germánica á sostener, por todos los medios necesarios, los distritos del duque de A u g u s t e m b e r g . Baviera y los ducados de Badén y de Weimar sostienen también los derechos de Christion IX sobre los ducados de Sleswig y de Molstein. La mayoría de la Dieta germánica se pronunciará en favor de Christian IX. El rey de Dinamarca ha muerto á principios de este mes. La municipalidad de Copenhague h a elevado una exposición al nuevo rey, pidiéndole la continuación de la política de Federico. El soberano contestó que, en su cualidad de rey constitucional, necesitaba tiempo para examinar la cuestión. El embajador de Prusia ha manifestado á M. Hall que el gabinete de Berlín consideraba el nuevo proyecto de Constitución como agravante en las circunstancias actuales. Los miembros del ministerio danés han convenido en no dar importancia á este dicho, ó insisten en la promulgación de la nueva Constitución. El rey de Italia, antes de su partida de Ñapóles, donde pasó una revista á la escuadra italiana reunida en este p u e r t o , h a firmado una amnistía para los crímenes políticos, delitos de imprenta, contravenciones en los reglamentos de la Guardia nacional, y en fin, para los refractarios; el inglés Bishop está comprendido en la amnistía por delitos políticos. El 18 tuvo lugar en Turin la apertura de la Cámara italiana, siendo bastante escaso el número de diputados que asistieron á esta ceremonia. Víctor Manuel no salió de Ñapóles hasta el miércoles, con dirección á Liorna, y se cree que permanecerá algunos dias en Toscana. La sociedad de caminos de hierro romanos se ha obligado á construir en dos años y medio la línea de Civita-Vecchia á la frontera r o m a n a . La princesa María de Rusia, viuda del duque de Leuchtenberg, llegó á Turin el 17. El 16 descargó en Messina una tempestad horrible, han perecido muchas personas, y ha ocasionado siniestros de consideración. En Nueva-Celandia siguen los aprestos militares; los insurgentes muestran gran aptitud para la guerra, y el fuerte del litoral se hallaba provisto de cañones. Los ingleses esperaban dos regimientos de Calcuta. La invitación del emperador de los franceses para el Congreso, dirigida al rey de Portugal, fué examinada y aceptada el 17, y en Consejo de ministros se designó á D. Antonio José de Ávila para representar al rey de P o r t u g a l en el Congreso europeo. Rusia aumenta su ejército en las provincias meridionales: 160,000 hombres, al mando del general Ludcrs , ocupan la comarca comprendida eatre Crimea y Galitzia. Por cartas fechadas en Atenas el 8, sabemos la decisión de rey respecto á las nuevas elecciones en Grecia, las que no se efectuarán hasta después del arreglo definitivo del asunto de las islas Jónicas. El rey Jorge ha anunciado á los diputados d e l P e loponeso que visitarla las diferentes provincias de su reino á principios de la próxima primavera. 468 LA CONCORDIA. Procedente de Veracruz ha llegado á Ne-w-York el 7 de Noviembre la fragata de vapor Panamá, condudendo á su bordo al general Forey, al que inmediatamente vi5itó el contralmirante M. Keynaud, comandante de la división naval francesa en las costas occidentales de América, debieado visitar ambos reunidos los ejércitos americanos del Norte -jSur. INTERIOR. No habiéndose constituido todavía el Congreso, que sigue ocupándose del examen y discusión de las actas, han tenido comienzo en la alta Cámara los debates acercí del mensaje de contestación al regio discurso de apertura. Ires enmiendas se han discutido, una del Sr. Sierra, otra del Sr. Rodríguez Camaleño, y otra del Sr. Calderón Collantes (D. Fernando). Las primeras han ocupado brevemente, como sabnJn nuestros lectores, la atención del Senado. La del Sr. Calderón Collantes es la que ha merecido verdaderamente los honores de una discusión amplia y trascendental. Su autor ha hecho con este motivo la historia de esta situación, y dirigido diversos cargos al Gobierno. No entraremos, por nuestra parte, en la apreciación de estos cargos; solo nos detendremos un momento á exponer una razón que en contra de estos cargos, examinados en conjunto, se nos ofrece. El Sr. Calderón Collantes ha dirigido esos cargos al Gobierno en nombre de la fracción unionista á que pertenece, y nosotros creemos que, en este sentido, no está su señoría autorizado por un derecho racional, oportuno y lógico. La historia d'» esta situación está últimamen;e relacionada con la de la anterior; la administración última h dejó verdaderamente una mala herencia; y es preciso no olvidar que cuando hoy se habla de confusiones, de obstáculos y de errores, es á la situación anterior á quien se habla, porque son suyos, exclusivamente suyos los que existen. ¿Pudo el Sr. Calderón Collantes probar que el Gobierno actual ha tenido nedios legales, medios constitucionales, medios parlamentarios para aclarar esas confusiones, para salvar esos obstáculos, para deshacer esos errores? Pues siendo esto imposible, el Sr. Calderón Collantes ha hecho uso, en sus notables peroraciones, de un arma contraproducente. El Gobierno actual ha hecha lo que humanamente ha podido hacer; estudiar esas necesidades y esas reformas y presentar á las Cámaras, desde el memento de su apertura, los proyectos de ley que cree bastantes á cumplirlas y satisfacerlas. Esta es la iniciativa ; si la práctica no le sucede, entonces y solo entonces tendrán razón de ser cargos semejantes á los del Sr. Calderón. Pero bueno será que los dirija un hombre público que no sea representante de una política á quien hoy está impuesto el silencio como \i menor expiación de sus culpas. El jueves último fueron los dias de S. M. la Reina, días celebrados por la nación entera, por todos los españoles, por todo el pueblo que se asocia á los sagrados goces de su magnánima Soberana. Hé aquí los discursos que, al felicitarla en nombre de las Cámaras, dirigieron á S. M. sus respecti/os presidentes. El del Congreso, Sr. Rios Rosas, dirigió ala Reina estas elocuentes palabras: «Señora: El Congreso de los diputados nos manda en este fausto día ofrecer á V. M. el respetuoso homenaje de su leal adhesión, para estrechar con nueva solemnilad el vínculo indi, soluble que une en nuestra patria la augusta institución del Trono con las más altas instituciones del Estado. El Congreso, Señora, se congratula hoy más que nunca de esta unión. Ella es en lo exterior la más firme garantía contra los peligros del trabajoso periodo que atraviesa la Europa: ella es en lo interior el más poderoso antemursl á los embates de las opuestas fuerzas que conspiran á abrir abismos entre los principios seculares de nuestra nacionalidad y las condiciones necesarias que la vida moderna impone á la civilización progresiva de todos los grandes pueblos. El nuestro. Señora, identificando sieiripro sus derechos, sus alegrías y sus esperanzas con las esperanzas y las alegrías y los derechos de sus Reyes, ama y venera la institución del Trono, que simboliza á sus ojos, en la continuidad de su existencia, las glorias de lo pasado, las conquistas de lo presente y las aspiraciones de lo venidero. El Congreso, Señora, órgano y partícipe de estos sentimientos, penetrándose de ellos con más intensidad, y elevándolos con más vehemencia hasta el solio de V. M. en esta ocasión solemne, ruega fervorosamente al Todopoderoso acoja los humildes votos que en nombre de la nación le dirige por la felicidad de V. M., por la del Rey, su augusto esposo, por la de su excelsa prole, y por la prosperidad y grandeza de su fausto reinado.» S. M. la Reina contestó: «Mucho agradezco, señores diputados, la felicitación que me dirigís en este dia, y podéis estar seguros de que participo de los mismos sentimientos que acabáis de manifestarme á nombre del Congreso. Desde muy antiguo el Trono y las Cortes se consagraron á procurar la prosperidad de los pueblos , nunca más asegurada que hoy á la sombra de la Constitución del Estado y de las instituciones que le rigen. Quiera Dios misericordioso continuar favoreciendo el progreso leal y tranquilo que va conduciendo á esta nación hidalga y tan digna de ser feliz á la ventura que yo deseo; lo que no es dudoso ha de conseguirse con la cooperación unánime de los Cuerpos colegisladores y la Corona en completo acuerdo.» El Sr. Marqués del Duero dijo á S. M.: «Señora: El Senado, que en la dicha do sus Reyes cifra el cumplimiento de sus más acendrados deseos, tiene hoy la alta ho nra de felicitar á V. M. por sus dias. Las solemnidades de la Monarquía son también las solemnidades de la nación; y el Senado se congratula de que la España entera se asocie, llena de júbilo, á esta felicitación. Los pueblos. Señora, que deben á la ilustrada solicitud de V. M. el progresivo desarrollo de su bienestar moral y material, responden con su profunda adhesión á tanto beneficio, y unánimes piden al cielo continúe derramando sus bendiciones sobre V. M., sobre su augusto esposo, y sobre su real familia. Tales son. Señora, los sentimientos del Senado; iguales también los votos que eleva al Dios de las misericordias para que prolongue el glorioso reinado de V. M. por largos y venturosos años. Dígnese V. M. acoger con su natural benevolencia esta respetuosa expresión de los sentimientos que animan al alto Cuerpo, que también tenemos la honra de representar.» S. M. la Reinase dignó contestar: «Señores senadores: También yo miro mi dicha y la de mi familia identificada siempre á la de la gran nación cuyo destino se dignó encomendarme la divina Providencia, y á la que en tan gran manera contribuye ese alto Cuerpo, compuesto de las eminencias del país y de tantos respetables varones encanecidos en el servicio del Estado. Dichosa yo al considerar que los pueblos prosparan moral y materialmente durante mi reinado: áello sin duda contribuyen grandemente la cooperación de los Cuerpos colcgisladores y las prudentes y meditadas leyes elal)oradas en ellos y sancionadas por mí, con el interesante anhelo de lograr el bien y ventura de esta nación magnánima, cuya historia la hace merecedora de que Dios misericordioso mire por ella y le conceda la ventura que merece y á que mi corazón maternal aspira.» EDITOR RESPONSABLE: D . Santiago Boulade y Altaert. MADRID: 1863.—Imprenta de Manuel Teho, Preciados, 86.