arqueología de la muerte y cambio social

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Complutum, 7, 1996: 91-103
ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTE Y CAMBIO SOCIAL
ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LA NECRÓPOLIS
DE CALES COyES, MENORCA
3’. Simón Gornés Hachero*
RESUMEN. - Se presenta, en síntesis, el análisis arqueológico sobre la necrópolis ralayótica de Cales Coyes
(Menorca), desde el estudio de las tumbas a través del análisis matemótico y los elementos que integran las
tumbas, para, a partir de ello, plantear una hipótesis de evolución social de la población talayótica que utilizó
el cementerio.
Aus,na. - In this paper we present a summary of the archaeological analysis of the Talayotic cemetery of
Cales Coyes (Minorca, Spain) through a statistical study ofthe tombs and the elements thatform them in order
to propose an hypothesis ofthe social development ofthe Talayotic people that utilized the burial site.
PALABRAS CLAVE:
Cultura Talayótica, Menorca, Arqueología de la Muerte, Cambio sociaL
Ka- Wo*os: Talayotic culture, Minorca, Archaeology ofDeath, Social change.
1.
INTRODUCCIóN
Siguiendo las premisas anteriores, hemos inuna aproximación teórica a la evolución social de la población talayótica que se enterró en la
necrópolis de Cales Coyes a lo largo del primer milenio a.C., y para ello nos basamos en los datos que hemos extraído tanto del interior de las tumbas como
de la evolución temporal y ubicación topográfica de
las mismas dentro del conjunto del cementerio, sin
olvidar el coste social y energético que supuso la
construcción de las tumbas para averiguar cómo se
desarrolló el proceso de jerarquización social de las
comunidades talayóticas.
tentado
Nuestra investigación sobre la necrópolis de
Cales Coyes ha pretendido confeccionar un modelo
de análisis arqueológico aplicado al estudio de las
necrópolis hipogeicas talayóticas de Menorca con el
fin de lograr una mejor comprensión de la evolución
y cambios culturales experimentados a través del
tiempo por las poblaciones prehistóricas de la isla.
El estudio está enfocado desde los preceptos
de la corriente teórica bautizada como “Arqueología
de la Muerte” que, en términos generales, considera
que la estructura de una sociedad puede conocerse a
través del estudio de sus cementerios, interpretando
el acto funerario como exponente de las conductas
sociales que caracterizan a toda sociedad.
Nuestra idea se ha concretado en el estudio
de las tumbas desde la objetividad del análisis matemático, teniendo como base los diversos elementos
arquitectónicos que conforman la estructura de los
diferentes hipogeos de la necrópolis, por lo que enfocamos la investigación a través de la presentación de
los datos mediante resúmenes gráficos y análisis de
correspondencias y cluster, con la intención de obtener una clasificación objetiva de los hipogeos de la
necrópolis.
*
Servel d’Arqueologia del Conselí Insular de Menorca.
2.
EL MEDIO GEOGRAFICO (fig.
1)
Cales Coyes se encuentra en la costa sur de
Menorca, en un segmento comprendido entre la Playa de Son Bou y la playa de Biniparratx, constituida
por una plataforma carbonatada del Mioceno. Está
formada por una línea de elevados acantilados con
una altura media de 30 a 45 mts, donde los únicos
puntos de atraque son las caías que de trecho en trecho se abren en ella.
La caía está formada por la desembocadura
en el mar de dos barrancos: Sant Domingo y Binia-
3. SIMÓN
92
0
GORNÉS HACHERO
4
* Necrópolis de Cales Caves
j
Fig. 1.- Distribución de las púneipales necrépolis de la isla de Menorca.
drís; la unión de ambos origina una ensenada en forma de Y griega abierta al sur.
El medio geográfico sobre el que se establecid la necrópolis presenta alteraciones morfológicas
accidentadas debido a la presencia de estos barrancus; la máxima ahora, en un radio de 2 kilómetros, es
de 60 mís sobre el nivel del mar, formando un paraje
suavemente ondulado cortado por los barrancos y toreentes que desembocan en dirección sur hacia el mar.
3.
HISTORIA DE LAS
INVESTIGACIONES EN LA
NECRÓPOLIS
Cales Coyes fue explorada ya desde el siglo
pasado por dívenos personajes, aunque el esuidio
más completo que se efectué fue el de C. Veny, publícado en 1982. En ¿1 se presenta el catálogo de todas las tumbas descubiertas hasta el momento en el
sitio, incluyendo planimetrías y contexto arqueológico de aquellas que conservaban sedimentos de inter6s (ftg. 2).
Unos pocos años antes, se habían realizado
diversas prospecciones submarinas en la rada por
parte de M. Belén y M. Fernández-Miranda (1979),
descubriéndose los restos de lo que fue un fondeadero
que estuvo en uso desde el 5. VI a.C. y que tuvo su
apogeo en el 5. IV aL’.. evidenciando la influencia
comercial púnica sobre la isla a partir de este momeato.
Las últimas investigaciones efectuadas en la
necrópolis fueron dirigidas por nosotros mismos y
consistieron en la ex¿avación de urgencia del hipogeo ~ 21 (Gornés y Gual en prensa a), A pesar del
expolio a que estaba siendo sometido, se obtuvieron
numerosos datos inéditos hasta entonces, como es la
existencia de enterramientos en ataúdes, el hallazgo
de una oquedad funeraria en la roca (“capada de moro9 casi intacta, así como los primeros datos fiables
sobre la población inhumada en el hipogeo, que resultaron 119 individuos de todos los sexos y edades
(Gómez 1994). A pesar de la rernoción, pudimos fijar
el momento en que la tumba estuvo en uso, desde el
siglo VII basta el IV a.C.
ARQUEOLOGIA DE LA MUERTE Y CAMBIO SOCIAL
93
en los que se observa un gran predominio de las
áreas comprendidas entre 1 y 10 m2 y de los volúmenes comprendidos entre 1 y 30 m3. Esta pauta nos seflala la diferencia entre los hipogeos del Talayético 1
y del Talayótico II.
El gráfico n.0 4 muestra la relación entre la
morfología de las cámaras y los volúmenes de los hipogeos. En él se expresa, de nuevo, la diferenciación
entre los hipogeos del Talayótico 1 (de cámaras simples y de pequeño volumen) y los hipogeos del Talayótico II (de cámaras más complejas y volúmenes
mayores). Es decir, las cámaras se complejizan y los
volúmenes son mayores cuanto más modernas son las
tumbas.
En cuanto a la relación entre la morfología
de las puertas y los volúmenes de las cámaras, expresada en el gráfico n.0 5, se observa que los hipogeos
de menor volumen se relacionan con todos los tipos
de puertas, mientras que los hipogeos de mayor volumen se asocian, en exclusiva, con puertas rectangulares verticales.
41.
Análisis de correspondencias
de los hipogeos (fig. 4)
El análisis de correspondencias analiza los
datos según su frecuencia, como por ejemplo la presencia/ausencia de un determinado tipo de objeto. En
nuestro caso, se han tomado partes arquitectónicas de
Fig. 2.- Topografía de la necrópolis.
4.
•
Hipogeos, • Cuevas.
ANÁLISIS DE LAS TUMBAS Y
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN
4.1.
Análisis exploratorio de datos (fig. 3)
Mediante este tipo de análisis se presentan
los datos arquitectónicos de la necrópolis mediante resúmenes gráficos cuantitativos y porcentuales (Shennan 1992: 37). A través de diferentes tipos de gráficos se observa la tendencia morfológica general de
las tumbas del cementerio, donde ya se advierte la división morfológica de los hipogeos en dos grupos
principales.
En el gráfico nY 1 se observa la tendencia
morfológica de las tumbas. Los hipogeos de planta
sencilla (PLAl) y entradas rectangulares verticales
(ENT4) son los que predominan sobre el resto de la
necrópolis, frente a las plantas con pilastra (PLA2) o
complejas (PLA3) que son las minoritarias.
La cuantificación de las áreas y volúmenes
de los hipogeos se expresa en los gráficos n.0 2 y 3,
los hipogeos, interviniendo en este análisis un total
de 11 factores y 31 variables (ver leyenda de fig. 2).
El análisis se divide en dos fases: se confecciona una tabla de presencia/ausencia de todos estos
elementos respecto a los 84 hipogeos que constituyen
la necrópolis y un análisis de correspondencias a partir de los datos de la tabla anterior para determinar
cuantitativamente la división estructural de los hipogeos.
Una ventaja añadida de este sistema es que
permite representar en el mismo diagrama las relaciones entre casos o individuos y variables (Shennan
1992: 282). Para realizar el análisis de correspondencias se acudió al Centro de Proceso de Datos de la
Universidad Complutense de Madrid, donde nos recomendaron el uso del paquete integrado ADOAD
utilizado ya con anterioridad en otros análisis con resultados muy satisfactorios (Din Andreu y Fernández-Miranda 1991).
Una vez obtenido el análisis de correspon-
dencias y el correspondiente diagrama de dispersión
se observa un interesante resultado a pesar de que la
reducción es poco satisfactoria en cuanto a la “inercia”, de la cual sólo se concentra el 15,578% en los
dos primeros ejes. A pesar de ello creemos poder dar
J. SIMÓN GORNÉS HACHERO
94
CALES COYES, ELEMENTOS AROUITECTONICOS
COMUNES HIPOGEOS TALAVOTICO 1 Y II
CALES COYES: HIPOGEOS DEL TALAYOTICO ¡
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Gráfico n’6.
Fig. 3.- Análisis univariante de diversas variables de la necrópolis de Cales Coyes. Leyendas que participan en los análisis:
1-. Puertas: ENTI: Formas circulares; ENT2: Rectangulares apaisadas; ENT3: Destruidas; ENT4: Rectangulares verticales.
2-. Plantas: PLAI: Cámara simple; PLA2: Con pilastras; PLA3: Compartimentadas.
3-. Areas, en metros cuadrados. en los cuales no se incluyen los cogedores ni los patios exteriores: AREl: deja 10; ARE2: della 20; ARE3:
de 21 a 40; ARE4: de 41 a 60; ARES: de 61 a 80.
4-. Volumen de piedra extrafda de las cámaras y con-adores, en metros cúbicos: VOL!: de 1 a 10; VOL2: de 11 a 30; VOL3: de 31 a 50; VOL4:
deSí a75: VOL5: de7éa lOO; VOL6:de 101 a 125; VOL7: de 126a 150; VOLS: de 151 a 175; VOL9: de 176a200; VOtO:mayorde200.
5-. REPI: cornisa sobre el portal.
6-. BAND: decoración de bandas escalonadas en la puerta.
7-. VENT: ventanas en la fachada.
8-. DOBL: doble puerta en la fachada.
9-. ESPR: espacios diferenciados o reservados en la cámara.
10-. NICH: nichos horizontales en ta cámara.
11-. Escalones en la puerta. ESCI: escalón-murete; ESC2: escalón-peldafio; E5C3: sin escalén.
ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTEY CAMBIO SOCIAL
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Fig. 4.- Análisis de conespondencias de los
hipogeos.
como válido el análisis en vista de los resultados, al
dibujarse una figura en “y” en la dispersión de las
variables y de los hipogeos, de lo que podría sugerirse una división bastante clara de las tumbas de la necrópolis.
Este análisis diferencia dos grupos principales de hipogeos: por un lado, tumbas de entrada rectangular vertical, y por otro tumbas de entradas rectangulares apaisadas y semicirculares de cámara simpíe.
43.
Análisis Cluster de los hipogeos (fig. 5)
Se ha utilizado un método jerárquico y divisivo de análisis a partir de la tabla de presencia/ausencia, integrando, en origen, todos los hipogeos en
un solo grupo, que se subdivide sucesivamente.
El análisis cluster o de conglomerados jerslr-
quicos apoya las primeras observaciones realizadas
sobre el anterior análisis, aunque establece agrupaciones más concretas a partir de los datos anteriores.
Trazando la mediana en el punto 30 de la escala quedan formados 4 grupos. Sin embargo, uno de ellos
—el cuarto— está formado exclusivamente por hipogeos con puerta del tipo 3, es decir, destruida o perdida, lo que significa que en este grupo se mezclan
ti0 14).
pos
de
los
tres
conjuntos
anteriores
(Gráfico
n.
De ello se deduce que la morfología de la puerta de la
tumba es una de las variables de peso que marcan la
división tipológica de los hipogeos.
Finalmente proponemos, como hipótesis de
trabajo, una división morfológica de las tumbas de la
necrópolis en cuatro tipos (fig. 6):
a) Cuevas naturales con o sin muro megalítico.
b) Grupo 1: Hipogeos de entradas circulares o rectanguIares apaisadas y cámaras de reducido tamaño.
J. SIMÓN GORNES HACHERO
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Fig. 5.- Análisis cluster de los hipogeos.
Fig. 6.- Tipos de tumbas de la necrópolis. 1 y 2: cuevas naturales con muro ciclópeo; 3 y 4: hipogeos del Grupo 1; 5 y 6: hipogeos del Grupo u;
7 y 8: hipogeos del Grupo 111.
ARQUFOLOGIA DE LA MUERTE Y CAMBIO SOCIAL
c) Grupo II: Hipogeos de entradas exclusivamente
rectangulares verticales; tres tipos de cámaras: sencillas, con pilastra y compartimentadas; escalones del
tipo 2 (ESC2) y volúmenes diversos.
d) Grupo III: Hipogeos de entradas rectangulares
apaisadas y verticales, doble puerta, cámaras mayoritariamente con pilastra y grandes volúmenes (entre
176 y 200 m3).
5.
SISTEMAS Y
RITUALES FUNERARIOS
Una vez realizada la división tipológica de
las tumbas, procedimos al análisis de los sistemas y
rituales funerarios desglosándolos a partir de su encuadre cronológico, entre el Talayótico 1 o antiguo
(1200-750 a.C.) y el Talayótico II o Final (750-123
a.C.) (Gomés 1995) (fig. 7).
51.
Enterramientos del Talayótico 1
5±1.
Cuevas naturales
Por lo que sabemos hasta hoy, éstas son las
ocupaciones más antiguas de la necrópolis’. Se trata
de cuevas naturales, de diferentes tamaños, a las que
—en algunas de ellas— se les ha construido un muro
de aparejo ciclópeo (nY 22, 76, 77, 78 y 91), aunque
otras no lo presentan (n.0 90, 92 y 93). Algunos de
los muros tienen una puerta rectangular formada por
tres jambas o losas planas, ofreciendo el aspecto de
una entrada megalítica.
Los enterramientos practicados siguen el sistema de la inhumación colectiva, sin que sepamos a
ciencia cierta cuantos difuntos podían contener.
En las cuevas naturales de Cales Coyes se
han encontrado algunos objetos que nos remiten directamente al inicio del Talayótico 1, todos ellos
items coetáneos a los enterramientos en navetas de la
fase antigua de la Cultura Talayótica.
Rituales de enterramiento. El hecho de
que, al iniciarse el estudio general de la necrópolis,
las tumbas estuvieran ya removidas, unido al método
de excavación, hicieron imposible la reconstrucción
de las deposiciones efectuadas a través de los años de
uso de la tumba. La disposición de las ofrendas cerámicas junto al muro, deducidas en parte de otros yacimientos contemporáneos, nos avisa sobre la dualidad ritual que se practica en relación al muerto: las
ofrendas dejadas por los vivos y el ajuar que acompaña a los muertos. Las primeras son ollas de perfil
en 5 que, con toda probabilidad, contendrían alimentos u otros elementos orgánicos perecederos; los segundos consistentes en un amplio repertorio de obje-
97
tos de bronce y hueso colocados junto a los difuntos.
Después del análisis efectuado sobre otros
yacimientos de la isla, como el abrigo natural de
Mongofre (Nicolás y Pons 1991), la necrópolis de Binimellá (Carbonelí 1979), o el abrigo de la Punta de
S’Escullar (Plantalamor 1991: 536) podemos encontrar algunas pautas que, junto a los indicios de Cales
Coyes, pueden esclarecer algo más el ritual seguido
en estas tumbas que, a grandes rasgos, serían las siguientes:
1) Enterramiento colectivo de toda la comunidad en
un espacio común.
2) Deposición del difunto en posición fetal, acompañado de algún objeto de bronce o hueso.
3) Deposición de las ofrendas cerámicas a lo largo
del paramento interno del muro megalítico.
El encuadre cronológico que señalan los objetos localizados en estas tumbas se sitúa en un momento indeterminado entre los siglos XI-X a.C., perdurando hasta finales Ací VIII a.C., en cuyo último
momento coincidirían con los primeros hipogeos del
Grupo 1.
51.2.
Hipogeos
Son tumbas de una sola cámara, excavadas
en las paredes de los acantilados. Básicamente se caracterizan por tener una boca de entrada semicircular
o rectangular apaisada, y una cámara pequeña y sencilla, normalmente de forma ovalada. Por lo general
tienen el techo bajo, en forma de ligera bóveda o
aplanado. Su acceso resulta complicado la mayoría
de las veces, puesto que se emplazan a cierta altura
del suelo, y pueden llegar a situarse entre 2 y 20 mts
del suelo.
Nuestra hipótesis es que el conjunto de hipogeos que integra el Grupo 1 puede situarse, cronológicamente hablando, hacia los últimos siglos del
Talayótico 1. Se trata de un grupo que tuvo un uso
temporal muy concreto, ya que los items de bronce
indican una cronología relativa comprendida entre el
5. IX a.C. y el 5. VII a.C.
Entre los hipogeos con puerta de formas circulares (ENTL) y los hipogeos con puertas rectangulares apaisadas (ENT2), no se observa una distinción
cronológica ya que en ambos hallamos ítems de cronología antigua, típicos de los enterramientos en navetas y cuevas naturales con muro megalítico.
Por otra parte, debemos apuntar que en algunos hipogeos que han ofrecido ajuares metálicos
de distinto tipo, no han aparecido, sin embargo, restos de cerámica, ni fragmentos ni piezas completas.
Este hecho resulta difícil de explicar —salvo que los
recipientes fueran de madera—, pero podría obedecer
a causas propias del ritual practicado en ellos.
98
J. SIMÓN GORNÉS HACHERO
Fig. 7.- Distribución de las tumbas de la necrópolis por tipos definidos en la fig. 6.
Los ajuares de estas tumbas indican cierta
riqueza en cuanto a la variedad de items hallados en
su interior. Pectorales, torques y otros adornos, así
como algunos elementos de marcado carácter simbólico o sacro, como son los cuernos de toro fundidos
en bronce (Gornés en prensa a), podrían indicar que
nos hallamos ante una creciente jerarquización social
de estas comunidades.
La identidad grupal que parecen indicar estas tumbas parece bastante clara en cuanto a la normalización de los ajuares y ritos funerarios.
Rituales de enterramiento. El sistema de
enterramiento continuaría siendo la deposición colectiva de las personas fallecidas en la cámara. En estos
hipogeos se documentó la presencia de varios individuos, aunque no sabemos exactamente cuantos; sin
embargo, su número, no puede ser equiparable al registrado en las cuevas naturales o en las del Talayótico II.
Suponemos que el ritual de enterramiento
seria el mismo que para las cuevas naturales: deposición del difunto en la cámara, acompañado de diferentes objetos, y deposición, en algunos casos, de
ofrendas cerámicas que contendrían diversos productos perecederos.
Por primera vez se registra la agrupación de
varias tumbas en un cono espacio de terreno, así como cierta diferenciación en cuanto a la organización
interna del hipogeo, señalada por bancos funerarios.
El hecho de que aparezcan con cierta regularidad objetos de adorno y ostentación —como los
pectorales de bronce— y que se documenten por pri-
ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTE Y CAMBIO SOCIAL
mera vez figuraciones simbólicas (Gornés en prensa
a) de cierta relevancia, nos advienen que ha cambiado algún aspecto social y/o ideológico respecto a la
fase anterior. Las figuraciones plásticas tauromorfas
aparecen a partir del siglo IX a.C., cronología deducida del contexto funerario del hipogeo nY 7 de Cales
Coyes. A partir de este momento, se documenta la
presencia de estos elementos simbólicos, así como la
introducción de los primeros objetos de hierro y de
las técnicas adecuadas para su trabajo y fundición.
También sabemos, por los datos publicados de la taula de Torralba d’en Salord (Menorca) y del santuario
de Son Mas (Waldren y Van Strydonck 1994), que a
partir de este momento podrían empezar a construirse los primeros santuarios de taula y, en definitiva, es
cuando la concentración poblacional de varias famihas se forja en torno aun talayot (Gasulí era/ii 1984),
núcleo a partir del cual irán surgiendo los grandes
poblados talayóticos.
Según nuestra opinión, los hipogeos del Talayótico 1 reflejan cierta transición social respecto a
la fase antigua del Talayótico 1. No se documentan
diferencias significativas entre los modelos tumbales
en cuanto a su forma —continente—, pero sí en cuanto a su tamaño y en los objetos depositados en su interior —contenido——. Sin embargo resulta más evidente la diferenciación social a través de los ajuares
de una misma tumba, que entre las tumbas de este
mismo tipo. De ello podría deducirse que el tipo de
sociedad que refleja la población funeraria se caracterizaría por comunidades familiares locales independientes, de unas pocas decenas de individuos, pero que
estructuralmente y politicamente serían equivalentes.
El tipo de autoridad estaría limitado a la comunidad,
yen la mayoría de las veces ni eso, puesto quese reduce únicamente al ámbito familiar, en base a una jerarquía establecida por el sexo y la edad. En sociedades
de estas características la escala de la producción económica es reducida y se restringe a la mano de obra
disponible dentro del grupo (Sahlins 1984: 38-41).
Una estructura de este tipo se corresponde
bien con comunidades representadas por varias casas
agrupadas en tomo a un talayot. En Menorca, sólo
un modelo de explotación económica ganadera es capaz de garantizar la manutención de estos grupos humanos, por lo que el incremento de población no dependería de la posesión de tierras cultivables, sino de
tierras aptas para el ganado (Fernández-Miranda 1991:
48).
£2.
Enterramientos del Talayótico II
Los enterramientos siguen efectuándose en
hipogeos excavados en la roca, aunque se reutilizan
99
algunas cuevas naturales. Los hipogeos de esta fase
tienen el portal rectangular vertical, al que se accede
a través de un patio exterior excavado en la roca. Son
de acceso fácil y tienen amplias cámaras compartimentadas mediante pilares y pilastras. Los techos son
siempre planos.
En esta fase se englobaría un extenso grupo
de tumbas integrado por los 54 hipogeos que forman
los Grupos II y III y por algunas cuevas naturales que
se reutilizan. Los ajuares depositados son muy variados en cuanto a formas, y abundan los objetos de hierro, siendo menos frecuentes los de bronce, que se reducen a items de prestigio, principalmente “bastones
de-mando”, collares de cadena o brazaletes. El uso de
las armas de bronce disminuye, ya qne sólo las encontramos en dos de los hipogeos (nY 21 y 86). Las
ofrendas cerámicas son escasas, limitándose en la
mayoría de los casos a algún vaso de fondo alto, incensamos y unos pocos vasos troncocónicos de asa de
botón junto a algunas cerámicas de importación. La
diversidad de tipos cerámicos podría indicar una complejización de los ritos funerarios, donde cada tipo de
vaso quizá desempeñaría una función determinada
dentro del ritual.
El uso temporal de los hipogeos de esta fase
viene dado, por una parte, por las puntas de flecha de
tubo facetado, con una cronología a caballo entre el
5. VII-VI a.C. (Delibes 1983), o por los collares de
cadenita y carneros, datables entre el 5. VI-IV a.C.
(Veny 1982: 342-343; Maluquer 1987: 147-148), y
por otro, por las cerámicas de importación, fechables
todas ellas hacia el 350 a.C.
En los hipogeos de la fase anterior veíamos
que la estructura espacial de la tumba era uniforme,
pero en este momento asistimos a una complejización del continente o tumba; se compartimentan con
pilastras, se construyen bancos, hornacinas, escalonamientos, pilares, etc.
Debe comentase, sin embargo, que también
ha variado la tipología del equipaje artefactual que se
deposita en las tumbas de este momento. Desde el
1000 a.C. y hasta el 750 a.C., aproximadamente, se
rastrean a lo largo del tiempo los mismos ítems, con
mayor o menor abundancia según el momento, tanto
en las navetas de enterramiento, como en las cuevas
naturales, o como en los hipogeos del grupo 1 de Cales Coyes (cuentas esferoidales, botones tipo Ría de
Huelva, colgantes bicónicos, tapones de hueso decorados con círculos concéntricos, espiraliformes, ollas
de perfil en 5 y vasos troncocónicos).
Sin embargo, a partir del siglo VII a.C. se
observa un cambio brusco en el equipaje artefactual
funerario. Aparecen los collares de cadenita, los denominados bastones de mando y los torques, todos
J. SIMÓN GORNÉS HACHERO
100
ellos de bronce, así como un amplio repertorio de útiles de hierro como cuchillos, espadas, cuchillas semicirculares, tijeras, etc., y desaparecen todos los ítems
de bronce característicos de los hipogeos del Grupo 1.
Rituales de enterramiento. Básicamente se
practicaron dos tipos de ritos coetáneos: inhumaciones en cal y enterramientos en ataúdes. En Menorca,
las inhumaciones en ataúdes sólo se han documentado, por ahora, en el hipogeo n.0 21 (Gornés y Gual en
prensa a). Consistían básicamente en troncos de árbol vaciados y parihuelas hechas de palos —todos
ellos de acebuche silvestre— entrelazados mediante
clavijas. Sin embargo, algunos huesos humanos de
este hipogeo presentaban pequeñas zonas con un aspedo negruzco e incluso, en un par de casos, carbonizados. Este hecho nos remite a un ritual parecido
practicado en dos cuevas de Mallorca (Guerrero 1986:
355), donde los restos de carbones, calcinaciones parciales de huesos y maderas podrían responder a un
ceremonial funerario practicado en el interior, en el
que la purificación del fuego desempeñaría un importante papel’.
El otro sistema de enterramiento es la inhumación en cal, por la cual el difunto es depositado en
la cámara junto a su ajuar y recubierto por una capa
más o menos espesa de cal viva, con lo que se constgue la práctica destrucción del cuerpo y de los objetos
que le acompañan. Este es el ritual de enterramiento
más extendido en la necrópolis y en la isla en general.
Las ofrendas animales debieron desempeñar
un importante papel dentro del ritual, y forman parte
de él numerosas vértebras caudales de toro, los denominados “taps” de hueso’, así como restos de ovicaprinos —mandíbulas, fémures, etc—y moluscos mannos.
En los hipogeos del Talayótico II se constata, por primera vez, la deposición diferenciada de algunos individuos respecto al resto. En primer lugar,
existe una diferenciación entre los recien nacidos o
fetos respecto al resto de la comunidad. Éstos, colocados dentro de urnas pithoides, se depositan en unas
pequeñas oquedades circulares excavadas en las paredes rocosas llamadas “capades de moro” (Gornés
1994; Gornés y Gual en prensa b).
El carácter colectivo de la tumba sigue respetándose, ya que, por lo general, las agrupaciones
de “capades” se localizan tanto dentro como en el exterior de las tumbas, pero es la primera vez que se
identifican áreas de deposición diferenciales, o incluso “ricas” —que vienen macadas por la propia estructura interna del hipogeo— frente a otras que no
lo son tanto. Los enterramientos más pobres o bien
no iban acompañados por ningún objeto o bien lo
eran por un tapón de hueso, un punzón de hierro, etc.
-
Así, en el hipogeo n.0 19, un torques de bronce y uno
de los bastones de mando iban asociados a un mismo
individuo (Veny 1982: 95).
A partir del 5. VII a.C., aproximadamente,
observamos que el modelo tumbal ha variado respecto a la fase anterior. Tanto la morfología arquitectónica de la tumba ha variado como los ritos de enterramiento son distintos, lo que junto a la distribución
espacial destacada de algunos difuntos dentro de la
tumba indica, al menos, una diferenciación social bien
establecida.
Este cambio social puede vislumbrarse mediante el gasto de energía empleado en la construcción de los hipogeos. En el gráfico n0 6 de la figura 2
se refleja la media de los dias invertidos en Ja excavación de las tumbas, así como la media de los volúmenes y áreas de los hipogeos. De su lectura puede
deducirse que la inversión de espacio y tiempo en la
tumba es inversamente proporcional a la antigUedad
de los hipogeos. En el Talayótico 1, la media del tiempo invertido en la excavación de una tumba es de 29
dias, mientras que, en el Talayótico II es de 198 y
266 dias según el grupo de tumbas.
Como vimos, los ítems de alta significación
ideológica y ritual parecen reservados a algunas personas concretas, e incluso, podría pensarse que un
determinado ritual de enterramiento —en ataúdes de
madera— y algunos elementos simbólicos —la columna— son propios de una determinada familia o
grupo social4. Evidentemente hemos pasado de un
modelo social segmentario horizontal a otro tipo de
estructura social de tipo vertical. Podríamos definir
esta situación como el tránsito de una sociedad tribal
segmentaria a una sociedad tribal caciquil, donde los
grupos de descendencia están distribuidos jerárquicamente, aunque no pueda hablarse propiamente de
una sociedad de clases5. Según Shalins, es frecuente
que sociedades de economía pastoralista den origen a
cacicatos, caracterizados por una fuerte cohesión, el
tribalismo y cierta centralización a determinados niveles (Sahlins 1984: 62).
Es posible que la influencia comercial púnica sobre las comunidades talayóticas acelerara este
proceso de desigualdad social, y que a partir del 5.
V-IV a.C. pudiéramos hablar ya de jerarquías sociales bien establecidas.
El culto a los antepasados que se deduce de
las ofrendas y por algunos rasgos morfológicos de
ciertas tumbas concretas —pe. el altar situado frente
a la columna del hipogeo n.0 4 de Cala’n Morell6
(Plantalamor ú a/ii 1989)— sería un refuerzo del
sistema social de tipo caciquil mencionado más arriha, puesto que nos encontraríamos con la reproducción del sistema social más allá de la muerte’.
ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTEY CAMBIO SOCtAL
De hecho, el control social que ejercerían
las jerarquías existentes en el Talayótico II sobre el
resto de la población se basaría en el control o administración de diferentes medios de producción o de
los excedentes —control de la tierra o del ganado—;
además se servirían de diversos atributos ideológicos
y rituales para legitimar su posición social (Braithwaite 1984). El uso restringido de algunos elementos
simbólicos, o la gestión de los rituales practicados en
los santuarios, al ejercer como intermediarios entre
lo divino y lo humano, sólo redundaría en beneficio
de estas élites, amparadas de este modo por toda una
estructura semi-divina ante el resto de la sociedad.
6.
CONSIDERACIONES FINALES
El modelo de evolución social que proponemos para la cultura talayótica nos plantea algunas
cuestiones que deberán resolverse en el futuro, empezando por una profundización en el estudio de los
procesos sociocconómicos que caracterizaron a las
comunidades talayóticas durante 1500 años.
En el caso concreto de nuestro análisis, nuestra labor será averiguar si los miembros enterrados
en los hipogeos del Grupo 1 de Cales Coyes representan a toda una comunidad o grupo familiar o, por el
contrario, sólo son enterrados en este tipo de tumbas
determinados personajes. Para ello precisamos de amplios estudios antropológicos que nos permitan comparar tumbas asociadas espacial y temporalmente.
Precisamos concretar, también, la fase cronológica de
uso de estas tumbas mediante las correspondientes
dataciones radiocarbónicas.
tO 1
Tampoco sabemos cómo se produce, exactamente, el paso de los hipogeos del Talayótico 1 a los
del Talayótico 11, ya que el cambio nos parece muy
brusco, tanto desde el punto de vista de los contenidos como de los continentes, para que pueda deducirse una evolución lineal de un tipo de cumbas a otro.
Creemos que este cambio habrá de referenciarse respecto a la introducción del hierro y la mayor presenciade contactos comerciales con el exterior, si no desde la posibilidad de una profunda transformación social y/o aporte humano desde el exterior.
Deberá investigase la razón y origen del
aumento del tamaño y complejización de las tumbas
del Talayótico II en comparación a otras necrópolis
de la isla, hecho que podría suponer desde la presencia de especialistas a tiempo completo en la construcción de los hipogeos, a una expansión demográfica, a
un cambio en el modelo familia en el que toda la comunidad pasara a enterrarse en la tumba o que éstas
tuvieran una mayor perduración en el tiempo y que
se necesitara un mayor espacio para las deposiciones
funerarias.
Todas estas cuestiones tienen difícil respuesta hoy por hoy debido a la falta de datos contrastados
procedentes de yacimientos arqueológicos menorquines. La inexistencia, hasta hace poco, de un programa coherente de investigación que determinara unos
objetivos prioritarios, ha contribuido a que los esfuerzos de los arqueólogos se dispersaran en inútiles tntentos por comprender los monumentales yacimientos arqueológicos como elementos aislados dentro del
desarrollo cultural de las comunidades prehistóricas
que habitaron la isla.
J. SIMÓN GORNS HACHERO
102
NOTAS
‘Recientemente (enero de 1995) se han localizado algunos fragmentos de cerámicas pretalayóticas en un pequeño abrigo rocoso situado
en el barranco de Sant Domingo.
2 Cabe mencionar un dato interesante recogido por Veny (1982: 95)
en el Hipogeo nY 19 de cales Coyes, hallazgo de una bola de color
amarillento y superficie negruzca, que atribuye a alguna sustancia resinosa. Por nuestra parte. planteamos la posibilidad deque se trate de
un ‘Clinker”, es decir, el tormo que forman los cabellos humanos
cuando sufren una cotuiación. Éstos se recogen en una bola de aspecto esponjoso de color amarillento, fácilmente confundible con sustancias resinosas (Reverte 1990: 333).
‘Los “taps” —esta palabra, traducida literalmente del catalán significa ‘tapón”— son cabezas de fémures de bóvidos y ovicápridos que se
tallan por su unión al hueso largo, y a los que posteriormente se les da
forma mediante diversos cortes que dejan a la vista su estructura esponjosa, dejando siempre en la parte superior el casquete esférico de
la primitiva superficie articular. Generalmente se les ha atribuido un
carácter ritual o apotropaico.
Debemos mencionar que, de los 54 hipogeos encuadrables en el Talayótico II, sólo uno tiene un pilar exento en la cámara (Hipogeo 21).
En este sentido debemos remitimos a cienos aspectos sociales detectados en el Talayótico Final de Mallorca, donde gracias al
anáJisis de los restos funerarios se han detectado desigualdades sociales dentro de un mismo ámbito tumbal, que lleva a pensar en una estn,ctura jerárquica de la sociedad. Por ejemplo, en la cueva natural de
enterramiento de Son Boronat, datada por C- 14 como de mediados
del 5. y a.C. sólo los ancianos fueron inhumados en el interior de los
ataúdes de madera, mientras que los adultos y los jóvenes lo eran sobre el suelo; o los enterramientos de Sa Punta, donde seis personajes
tuvieron el honor de inhumarse en ataúdes de madera que repodo-
(Guerrero en prensa); el caso de la necrópotis de Son Real también es
paradigmático. CoIl (1995) la considera como una necrópolis de alto
rango, donde sólo se enterraría un determinado segmento de la población. El análisis antropológico ha deparado otra sorpresa, al documentaruna alta proporción de braquicéfalos en las tumbas antiguas y
ricas de esta necrópolis, cuando el conjunto de la población es mayoritariamente doli-mesocranea mediterránea.
‘En ningún momento hablamos de formación de clases sociales, que
es incompatible con el sistema familiar de producción autónoma
(Sahlins 1984: 122). Por los datos que conocemos, parece que no
existió, dentro del ámbito cultural talayótico menorquín, una apropiación significativa de los recursos productivos importantes por parte de
determinados segmentos de población hasta bien entrado el siglo IV
a.C.
6En este sentido hemos de apuntar la semejanza formal que hay entre
muchos hipogeos del Talayótico II de Menorca y los templos o Santoados de Tauta. Ambos repiten la forma de la columna o pilar central, incluido el capitel, la división del recinto mediante pilastras, elevación del suelo desde la puerta al fondo de la cámara, e incluso la
ubicación de las ofrendas es parecida, ya que en ambos casos se sitúan en el centro y a la izquierda del pilar central, aunque en el caso
de los recintos funerarios se trate de las deposiciones de los enterraasientos más ricos, de lo que a su vez pueden deducirse interesantes
relaciones sociales y simbólicas.
Lulí y Esteva (1986: 446) opinan que tas estructuras sagradas son
continentes de ideología que permanecen en el mismo lugar incluso
cuando los hombres que las utilizaron son olvidados, continuando con
su papel de continentes sagrados. Una cita realmente adecuada a este
tema la propuso Sahlins: “Los muertos sobreviven en los parentescos
de las vivos” (Sahljas 1984: 166»
cían figuras tauromorfas completas, fechadas por C-t4 en et 320 a.C.
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