5 REPORTE ROMA 2014. CERVETERI: UNA AFIRMACIÓN MILENARIA DE QUE HAY OTRA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE. Este promontorio es una tumba etrusca. Como ésta, hay miles en sitio ubicado a 45 minutos al noroeste de Roma llamado Cerveteri. Todos los hermanos que seguimos el Programa Amanecer dedicamos el sábado 20 de septiembre para visitar esta necrópolis etrusca. Esta es una parte del interior de una tumba etrusca en Cerveteri. Se llama “dei capitelli” por la trave y la columna que se pueden observar. Los etruscos habitaron gran parte de la parte noroeste y sur de la actual Italia y desarrollaron una gran cultura. Durante siglos convivieron con La Magna Grecia, colonias griegas del sur de Italia, y de los griegos aprendieron un arte refinado. No hay ruinas etruscas. Las ciudades que habitaron los etruscos fueron ocupadas por los romanos, sus conquistadores. Las tumbas etruscas no son ruinas. Son monumentos erigidos a la inmortalidad del ser humano. Así lo demuestran los miles de tumbas tanto en Cerveteri como en Tarquinia, otra gran necrópolis etrusca. Estas edificaciones son excavaciones hechas en el “tufo” (nombre italiano de la piedra propia de la región). El “tufo” es una piedra suave y fácil de moldear pero muy resistente. Esta característica de la piedra permite que podamos ver las tumbas etruscas. Las más antiguas datan del 900 AC. La palabra “necrópolis” significa “ciudad de los muertos”. El nombre responde a la forma organizada en que están distribuidas las tumbas: en calles. Hay una red de ellas. Este es el Hno. Carlos Arrasubi, navarro, que lleva 52 años trabajando en Chile y en Perú. Es el fotógrafo y cronista de nuestro grupo Amanecer. Por estas calles pudimos hacer una gira de unas cuatro horas, hábilmente guiados en instruidos por un excelente guía italiano que hablaba buen español. Actualmente las tumbas están vacías. No hay en ellas restos humanos porque la región es muy húmeda y pronto deshizo las osamentas. Pero los etruscos hacían de sus tumbas una réplica de la casa que habían habitado en esta vida y ponían en ellas todo lo de una casa y más. Hoy, muchos de estos objetos están en museos de Italia, Paris y Nueva York. El pueblo de Cerveteri tiene uno pequeño pero selecto. Sobre esta enorme peña está el pueblito medieval de Ceri. Aquí tuvimos que subir a pie hasta la cima para comer en una “trattoria” (fonda). Después de una caminata arqueológica se imponía recuperar fuerzas. La comida fue abundante y sustanciosa y la sobremesa fue muy amena pero había que continuar nuestra gira. Así que, con mucho menor esfuerzo, bajamos de Ceri y nos acomodamos en nuestro autobús. En él recorrimos los montes y los lomeríos típicos de la región que circunda la ciudad de Roma. Pudimos ver los viñedos en plena producción de uva. ¡Es emocionante ver aquellos racimos enormes de uvas! A mí dan una experiencia profunda de vitalidad. Además de viñedos, abundan los olivares. En esta época la aceituna apenas está creciendo para ser cosechada en el invierno. Gozando de estos bellos panoramas llegamos al lago Bracciano. Es un lago volcánico que, desde tiempos romanos, es una fuente de abastecimiento de agua de la ciudad de Roma. Nuestro autobús se detuvo en Anguillara,(de anguila), un pueblito a la orilla del lago. Aquí nos tomamos media hora para gozar de la tranquilidad que da el mirar el agua. Pero también pudimos ver a los italianos disfrutando de una bella tarde de fin de semana. Después de degustar un café o un helado típico de Italia, emprendimos nuestro regreso a la Casa General. Pocos pudimos mantenernos despiertos en el trayecto. Casi todos estabamos rendidos pero felices, relajados y agradecidos por un bello paseo donde hicimos derroche de fraternidad. Toda la jornada la coronamos con la celebración eucarística, fuente de nuestra vida comunitaria. Hno. José Contreras Landeros. 21 de septiembre de 2014.