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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACADEMICA DE MÉXICO
MAESTRIA EN CIENCIAS SOCIALES
XVIII PROMOCIÓN
2010-2012
Título de la tesis
El Memorial del 68 como configurador de la experiencia
conmemorativa: las narraciones de la memoria en el presente y sus
tensiones en el tiempo.
Tesis que para obtener el grado de Maestro en Ciencias Sociales
Presenta:
Omar Alejandro Villeda Villafaña.
Director de tesis:
Dra. Eugenia Allier Montaño.
Seminario de tesis.
Sociología cultural y retórica social.
Línea de Investigación.
Discurso e identidades en América Latina y el Caribe.
El programa en el que se inscribe esta tesis fue cursado gracias a una beca
otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
México D.F., Agosto del 2012.
Resumen
En la presente investigación se estudia el Memorial del 68 bajo la perspectiva de la
sociología cultural. Dentro de un renovado interés por la memoria, y
específicamente en Latinoamérica por la violencia y represiones gubernamentales
en la segunda mitad del siglo XX, las formas de representar e interpretar tales
acontecimientos cobran relevancia en torno a sus usos en el presente. Así, en el
Memorial, visto como un medio de difusión y como una nueva capa a la huella de
la memoria del movimiento del 68, se pone atención en las dimensiones de
configuración y experiencia, la primera atiende a las decisiones y contexto de
escritura y construcción del lugar, mientras que la segunda refiere a las formas en
que los visitantes recorren el espacio y el lugar. De forma que lo que sobresale es la
relación de ciertos grupos con tal acontecimiento, es decir, la articulación de
pasado, presente y futuro. Son tres aproximaciones del lugar las que se estudian:
narración y construcción; experiencia del espacio y el lugar; y, producciones de
sentido. A la luz de que tal representación de la memoria se encuentre bajo un
presente extendido, es desde donde se responde a las consideraciones que se
presentan.
Palabras clave: Memorial del 68, mimesis, configuración de la memoria, espacio
y narración, producción de sentido, experiencia conmemorativa y presentismo.
Abstract
In the present research examines the Memorial of 68 from the perspective of
cultural sociology. In a renewed interest in memory, and specifically in Latin
America for governmental violence and repression in the second half of the
twentieth century, ways of representing and interpreting such events become
relevant regarding their use in the present. Thus, in the Memorial, seen as a
broadcast medium and as a new layer to the memory footprint of the movement of
68, pays attention to the dimensions and configuration experience, the first
addresses the context of making and writing and construction the place, while the
second refers to the ways in which visitors cross the space and place. So that what
stands out is the relationship of certain groups such event, ie, the articulation of
past, present and future. Three approaches to the place that study: narrative and
construction, experience of space and place, and production of meaning. In light
that such a representation of the memory is under an extended present, is from
where it meets the considerations presented.
Keywords: Memorial 68, mimesis, memory configuration, space and narrative,
production of meaning, memorial experience and presentism.
ii
A Edith,
Por tu valiosa compañía y tu cariñosa
comprensión; por tu paciente espera y tus palabras
siempre alentadoras; por tu magia para construir
mundos distintos. Ten por seguro que lo que he
logrado es mucho gracias a tu presencia en mi vida.
Nimio plus di ligo.
Us, Sal, Cesar, Gael, Adrian, Vian, Valis y Lui.
Son ustedes parte fundamental en este logro
alcanzado. Sepan que en este camino llamado vida, su
presencia ha sido el mapa perfecto para transitarla.
Cada uno con la enseñanza insustituible de ser ustedes
mismos. Con gran afecto y cariño.
iii
Agradecimientos
El logro de concluir satisfactoriamente el programa de la Maestría en Ciencias
Sociales es el resultado y éxito también del acompañamiento, el apoyo, las palabras de
aliento de personas clave y, por supuesto, de su gran confianza en el buen fin del
proyecto acabado. De tal forma, hoy estoy seguro, que las más grandes batallas son
ganadas con anterioridad a la lucha si se cuenta con un equipo leal y valeroso en que
confiar. Familiares, profesores y amigos son las figuras clave en este proceso, quienes
con su soporte y apoyo confluyeron en el buen término y en llevarlo avante. Sean pues
estas líneas la demostración de una parte del enorme agradecimiento que les guardo.
A mis padres y herman@s, quienes en toda situación mostraron su apoyo, alegría
y consejo: Us, Sal, Cesar, Gael, Adrian, Vian, Vale y Luis muchas gracias. Muy
especialmente a Edith por ser parte no solo de este proyecto, sino de la vida. A la familia
Nájera Villafaña por hacerme sentir como en casa en el tiempo que estuve con ustedes.
A Eugenia Allier, mi directora de tesis, quien con sus revisiones contribuyó en la
formación de este trabajo. A mis profesores Liliana Martínez y Santiago Carassale por
sus certeras observaciones, que dentro de las múltiples pláticas, me ayudaron a construir
y dar avance a la realización de la investigación. A Álvaro Vázquez y su disposición
para leer y comentar el texto.
A mis compañeros y amigos del seminario de tesis, Carlos, Lucas, Isra, Nacho,
Fede, Jorge agradezco por las largas conversaciones y las fructíferas comidas. A quienes
en algún momento me encaminaron en estos horizontes Lidia, Kari, Jaz, Rafa y Jorge;
además a Raúl Rocha por sus múltiples consejos y recomendaciones para mi paso por
Flacso.
A todos mis compañeros de la XVIII, fue un placer compartir las aulas, pero
sobre todo, estos dos años con ustedes, entre clases, fiestas, comidas, partidos, algo de
estrés pero sobre todo la buena onda: Fran, Reynier, Jenny, Juan Guillermo (Parce), Alí,
Braulio, Naco, Male, Isaac, Karla, Agos, Julia, Rosy, Andrea, Lean, Jairo, Cuauh,
iv
Mariana, Fer, Abril, Sandro, Lencho, Jorge, Esther, Andrés, Pablo y Tchux, a todos
ustedes gracias.
También quiero agradecer a todas aquellas personas que con su trabajo
facilitaron el día a día dentro de la Flacso, especialmente a los compañeros de las
fotocopias, la biblioteca y el comedor.
Por último quiero agradecer a la vida misma, que me permite cerrar este ciclo de
crecimiento y aprendizaje.
v
Índice general.
Agradecimientos ...............................................................................................................iv
Introducción. ..................................................................................................................... 1
Capítulo1. Lugar de memoria, configuración y experiencia conmemorativa. ................. 12
1.1.
1.2.
1.3.
Lugar de memoria y presentismo. ......................................................................... 12
Museos de Memoria. ............................................................................................. 16
Museos de memoria en América Latina................................................................ 21
1.3.1. Argentina y el Parque de la Memoria. ............................................ 24
1.3.2. Chile y Villa Grimaldi. .................................................................... 27
1.3.3. Uruguay y el Centro Cultural y Museo de la Memoria-MUME. .... 29
Capítulo 2. El acontecimiento y sus relatos: la contextualización del 68. ....................... 34
2.1.
2.2.
2.3.
Historiografía sobre el movimiento estudiantil de 1968. ...................................... 35
Historización de la memoria del 68. ..................................................................... 46
El Memorial del 68................................................................................................ 54
2.3.1. El proyecto. ...................................................................................... 55
2.3.2. Las ideas rectoras. ........................................................................... 56
2.3.3. Documentales y objetos. .................................................................. 57
2.3.4. Guión curatorial. ............................................................................. 58
Capítulo 3. La configuración del lugar y la experiencia del recorrido............................. 62
3.1. Escritura y construcción. ....................................................................................... 64
3.2. Experiencia del espacio y el lugar......................................................................... 89
3.3. Producciones de sentido. ..................................................................................... 112
Consideraciones finales.................................................................................................. 120
Bibliografía. ................................................................................................................... 126
Anexos. .......................................................................................................................... 130
vi
Índice de ilustraciones.
PLANO 1 CONJUNTO DEL CCUT Y LA LOCALIZACIÓN DEL MEMORIAL DEL 68. ............................................................... 82
PLANO 2 DISTRIBUCIÓN DEL MEMORIAL DEL 68 EN LA PLANTA DE ACCESO .................................................................. 83
PLANO 3 DISTRIBUCIÓN DEL MEMORIAL DEL 68 EN EL SÓTANO. ................................................................................ 84
FOTOGRAFÍA 1 MUESTRA LA COMBINACIÓN DE ELEMENTOS AUDIOVISUALES Y GRÁFICOS................................................ 88
FOTOGRAFÍA 2 MUESTRA LOS MOSAICOS UBICADOS EN LA ENTRADA DEL MEMORIAL DEL 68 .......................................... 90
FOTOGRAFÍA 3 VISTA DE LA SALA DE PROYECCIÓN DEL ÁREA DE PREÁMBULO ................................................................ 93
FOTOGRAFÍA 4 MURO LLAMADO "PERFIL DE UNA GENERACIÓN". .............................................................................. 94
FOTOGRAFÍA 5 VISTA DEL MURO CRONOLÓGICO DEL ÁREA DEL "PREÁMBULO" ............................................................. 95
FOTOGRAFÍA 6 MUESTRA EL ÁREA LLAMADA "LOS ORÍGENES" DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL......................................... 97
FOTOGRAFÍA 7 MUESTRA EL MURO REFERIDO AL "CONSEJO NACIONAL DE HUELGA Y COALICIÓN DE MAESTROS" ............... 98
FOTOGRAFÍA 8 VISTA DE "LA GRÁFICA DEL 68" .................................................................................................... 100
FOTOGRAFÍA 9 MUESTRA LA REPRESENTACIÓN DEL RECORRIDO DE LA MARCHA DEL 27 DE AGOSTO DEL 68...................... 102
FOTOGRAFÍA 10 MUESTRAN LA ZONA DE MONTAJES SOBRE LA MARCHA DEL SILENCIA Y EL INFORME PRESIDENCIAL. .......... 104
FOTOGRAFÍA 11 MUESTRA LA VISTA SOBRE LOS TEMAS DE LA TOMA DE CU Y DEL IPN ................................................ 105
FOTOGRAFÍA 12 MUESTRA EL MONTAJE 2 DE OCTUBRE. ........................................................................................ 109
FOTOGRAFÍA 13 MUESTRA EL ÁREA QUE REPRESENTA EL "CAMPO MILITAR NO. 1". .................................................... 110
FOTOGRAFÍA 14 MUESTRA LA ZONA REFERENTE A LOS JUEGOS OLÍMPICOS DEL 68. .................................................... 110
ANEXO 1. CRONOLOGÍA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968. .......................................................................... 130
ANEXO 2 GUIÓN TEMÁTICO ............................................................................................................................. 134
ANEXO 3 BOCETOS ESPACIALES PRELIMINARES DEL RECORRIDO ............................................................................... 136
vii
Introducción.
El paseante busca un refugio en la multitud. La multitud es el velo, a través del
cual la ciudad se transforma para el paseante en una fantasmagoría. Seamos
paseantes de nuestros lugares de memoria (Walter Benjamin, 1991).
El Memorial del 68 es una acción prevista como parte de la conmemoración del
cuarenta aniversario del movimiento estudiantil de ese año, se inserta en una serie de
representaciones de la memoria expresadas por protagonistas del movimiento,
intelectuales y comentaristas. El Memorial es una manifestación reciente de las
múltiples voces que han influido en la representación de aquel acontecimiento, se
presenta a la sociedad como un homenaje a toda una generación, la del 68, de la cual se
recuperan sus testimonios para mostrarlos al público y, por tanto, hace una nueva
presentación de lo narrado, así ilumina y opaca, con distinta intensidad, lo que ha sido
dicho acerca de ese pasado.
La influencia de lo anterior se refleja, inevitablemente, en la cultura sobre el 68;
es decir, coloca una nueva capa u estrato en la memoria de tal acontecimiento y en las
formas de entender ese pasado. El estudio cultural de esta memoria dirige la mirada a
buscar los lugares, los discursos y los objetos que han condensado y cristalizado
significados para la sociedad mexicana; el Memorial ha comenzado su recorrido en la
significación de su espacio.
Es así como la representación del pasado reciente en el interior de este lugar,
sobre los acontecimientos del 68, se entiende dentro de un proceso de configuración del
relato y del espacio, por medio del cual, se retoma lo ya dicho y lo ya construido en estas
dos dimensiones, que refiguran y disponen claves de lectura y por tanto de abordaje del
visitante en la experiencia del recorrido. Antes de caminar el recorrido y leer el relato, el
discurso y las estructuras generales son dispuestos, y por tanto definidos de antemano
por los agentes a cargo de la creación del Memorial. Estas dos acciones –de recorrer y de
construir–, llevadas a cabo por distintos actores, son las que aquí interesa estudiar,
ubicándolos en un proceso mimético de la memoria del 68.
1
Este interés por la memoria ha surgido en décadas recientes por la importancia
que le han concedido las circunstancias y demandas contemporáneas; y, según el autor,
se caracteriza como una expresión de la crisis del presente, nuestra relación con el
tiempo y una forma de responder ante tal crisis (Hartog, 2007); como un giro al pasado
por la pérdida de confianza en el futuro para encontrar una identidad social (Huyssen,
2002); o como tiranía de la memoria (Nora, 2008). Además la memoria se ha convertido,
también, en un tema central de la cultura debido a causas como la aceleración de la
historia, el crecimiento industrial, la mundialización y la búsqueda de identidad debido a
su carencia. Además de estar motivada por los cuestionamientos hechos por la sociedad
a los pasados violentos que sufrieron diversas naciones (Allier, 2010).
Hechos como el Holocausto en Europa y la instalación de regímenes militares en
América Latina han desatado un debate acerca del ¿qué recordar? y ¿cómo recordarlo? 1
Debate nodal que toma en cuenta las batallas por la memoria que han surgido después
del intento, por un lado, de borrar ciertos acontecimientos y dejar de nombrarlos como
omisión intencional, y por otro, imponer interpretaciones de estos 2 según sean los
intereses de quienes ostentan el poder y quienes luchan por insertar su propia lectura.
De tal forma, y en consonancia con los debates en torno a la memoria en el cono
sur del continente americano y su representación en espacios públicos como los museos,
monumentos y memoriales, el equipo creador Memorial del 68 adoptó determinaciones
propias para mostrar una memoria del 68 que se distribuye en los testimonios de una
serie de protagonistas de movimiento estudiantil, o en otras palabras, una memoria que
1
Un síntoma de este fenómeno es la proliferación actual de creación de memoriales en América Latina,
países como Chile, Argentina, Uruguay, Colombia y, en menor medida, México –por destacar algunos–
han estado en el centro del debate de este movimiento memorial. Parte del interés en la propagación de
estos lugares está relacionado con las historias recientes de violencia, de militarización, de gobiernos
autoritarios y sus consecuencias en la sociedad civil; esto es, la violación a los derechos humanos, la toma
y desaparición de prisioneros políticos y los centenares de asesinatos, lo cual centra la atención en los
debates de la memoria. Hartog (2007, 26) menciona que los crímenes del siglo XX fueron el principal
origen de la oleada de memoria que se vivió en la década de los 80 y 90 y que afectaron a las sociedades
contemporáneas. Sin embargo, esta proliferación ésta también relacionada con la “aceleración del tiempo”
y las diferentes formas de articulación del pasado, el presente y el futuro.
2
El ejemplo en México es el contraste que se dio entre la mayor atención que se le prestó al bicentenario
de la Independencia a diferencia de la mediana difusión de las actividades relativas al centenario de la
Revolución. Esto dado que el Partido Revolucionario Institucional vincula sus orígenes con este hecho
histórico; por tanto al ser que el representante del poder ejecutivo proviene del partido de Acción
Nacional, motiva a una distinción entre la atención puesta a cada uno de estos eventos conmemorativos.
2
se forma a partir de la aportación de testimonios y criterios de selección para presentar
una narración secuencial.
Así el estudio de este Memorial como contenedor y transmisor de nuevos relatos,
como lugar de prácticas conmemorativas, como campo de batalla por la memoria y lugar
de aprendizaje, busca comprender, por un lado, el proceso de escritura por el cual se
configura la representación del pasado y por tanto de los objetivos buscados, y por el
otro, las formas de lectura que emanan de este espacio que crean las formas de transitar
el lugar.
El año 1968 representa, a nivel mundial, un momento importante de crisis y
cuestionamiento al modelo capitalista dominante y el socialismo autoritario, pero
también se contaba con una alternativa socialista para ser implantada y promesas para un
futuro distinto. 3 En Europa y en América se vivieron movimientos de estudiantes que
manifestaban el descontento con la situación económica y política que emergía del
modelo vigente. Dichas protestas, cercanas en el tiempo y alejadas en el espacio,
mantuvieron características similares, 4 que hicieron de estas un hito en Occidente, las
cuales ahora son un emblema de la lucha social y la organización del pueblo. En
México, una de las formas en que se emprendieron y organizaron este tipo de protestas
sociales fue a través del movimiento estudiantil de 1968, que dentro de un panorama
mundial global mantuvieron antecedentes nacionales e internacionales (Ramírez, 1969).
En nuestros días, se ha considerado que dicho movimiento generó importantes
cambios en la práctica democrática y en las manifestaciones políticas del país (Centro
Cultural Universitario Tlatelolco-Memorial del 68, 2011). Sus representaciones y
significados actuales son centro fuerte de interés de ese pasado filtrado por el presente.
Las formas de concebir el movimiento del 68 han atravesado distintas caracterizaciones
3
Promesas, en cierto sentido, en coherencia con las ideas progresistas de la época, a pesar de que fueron
este tipo de nociones las criticadas por el movimiento estudiantil del 68. Según Hartog (2007) en
concordancia con un régimen futurista de la historia que antecedió al presentismo durante el siglo XX.
4
Las características genéricas de los movimientos estudiantiles, que Ramírez (1969) señaló en su análisis,
son su tipo de orientación progresista y democrática, la condena a la política estadounidense, la denuncia
de la injusticia de la estructura social, el rechazo al capitalismo por frenar el desarrollo de capacidades
creativas del ser humano y un contexto de un alto incremento en la matrícula estudiantil y en preparación e
inquietud política propias de la generación.
3
y diversos tiempos que han influido su modo de ser narrado. 5 En los diferentes
momentos –desde los más cercanos al 68 hasta los más recientes a nuestros días– las
circunstancias, los intereses y las principales preocupaciones incorporaron nuevas
versiones a las primeras impresiones que se generaron en los años inmediatos al
acontecimiento, lo cual permitió ir obteniendo conocimiento, pero no de forma
acumulativa, 6 sino de acuerdo a la época en que se constituía este conocimiento.
La relevancia en comprender los dispositivos culturales que se relacionan con la
memoria de tales acontecimientos, se encuentra en que, éstos constituyen la forma de
representar el pasado y de relación de ciertos grupos sociales con este; además porque
reflejan el interés por mantener la memoria de eventos políticos y sociales que marcaron
a los países latinoamericanos en la segunda mitad del siglo XX, en los que se implica a
los debates sobre las narraciones, las representaciones, los lugares, etc., que han sido
abordados en las formas de transmitir estos pasados. El Memorial no se encuentra
exento de estos temas, puesto que, se hace evidente por sus creadores las características
que le fueron implicadas y los objetivos que buscaba, desde el por qué hacerlo presente
y hasta el cómo, su construcción y función se encuentran en una tensión continua entre
las prácticas que en éste se desarrollan y la configuración del espacio.
¿Por qué estudiar la producción cultural de la memoria desde el Memorial?
Porque como se expone, los museos forman un elemento clave en las sociedades
contemporáneas, las cuales buscan en su historia y su memoria comprender su presente.
Junto con el incrementado interés por preservar la memoria, el museo busca evitar el
olvido de hechos históricos claves para su cultura. En este sentido el Memorial responde
a una memoria que se ha hecho neural en la historia mexicana, además de que se ha
constituido en un lugar que funciona como un medio de difusión de tal acontecimiento
para las masas, la representación que hacen de los acontecimientos es vista como una
recodificación del pasado para hacerlo presente, y con un interés por el futuro. De tal
5
Hartog (2007) nombra a estas distintas formas de escribir la historia como regímenes y se refiere con
ellos a las modalidades de relación con el tiempo, las cuales manejan los estilos de escritura de la historia.
Son, según el autor, una versión limitada de cómo trata una sociedad su pasado y cómo se refiere a él.
6
Modo acumulativo que respondería –de acuerdo a Hartog– al estilo de un régimen moderno de la
historia, cuyo objetivo era buscar el progreso de la humanidad a partir de concebir a la historia como una
instructora de la cual se debía aprender para conseguir mejoras en el futuro.
4
manera, el museo coadyuva en la constitución de significados, símbolos y narraciones,
expresiones mediadas y transmitidas por la cultura. Así estudiar las formas en que una
parte de la sociedad mexicana se relaciona con ese pasado por medio de un lugar, busca
entender las interpretaciones y recepciones que se hacen a partir de la representación que
ha sido elegida para mostrar ahí.
Para dar cuenta de lo anterior, el presente trabajo se plantea desde la perspectiva
de la sociología cultural, dado que ésta propone enfocarse tanto en la acción social como
en el significado, de modo que lo que se resalta es claramente la dimensión cultural y
carácter performativo del significado, en tanto que ambos conforman el entorno de la
acción. Entonces, dado que se entiende al Memorial como la manifestación de unos
intereses y prácticas sociales, se aborda desde el plano que conforma la vida social, es
decir, la cultura, tanto que es el elemento capaz que comprenderla y articularla, desde su
composición material a sus
Esta dimensión cultural se analiza con referentes de la sociología clásica y de la
teoría de la historia contemporánea, a partir de las categorías de Durkheim sobre la
función de las instituciones como generadoras de prácticas de representación; se hace
uso del modelo mimético y sus diversas fases propuesto por Ricoeur; las distintas
articulaciones de ordenes histórico-temporales de Hartog; y las categorías de espacio de
experiencia y horizonte de expectativa de Koselleck, abordando así el dispositivo del
Memorial en sus distintas áreas, como son su escritura y construcción, la experiencia del
recorrido y el sentido generado.
Por tanto, aquí se toma como objeto de estudio el Memorial 68 tanto en su
construcción y lecturas que se hacen de la representación de la memoria del 68, así como
sus relaciones con el tiempo histórico. El estudio de la memoria desde el Memorial del
68 conlleva tener en consideración las distintas alternativas de entender el pasado en que
se fundamenta la creación de este espacio; es decir, dar cuenta de las formas en que ha
sido caracterizado el movimiento estudiantil del 68 al paso del tiempo, en los sucesivos
pasados-presentes de cada momento histórico.
5
A través de más cuarenta años de conmemoraciones del movimiento estudiantil,
hemos sido testigos de diversas manifestaciones que relatan y buscan dar cuenta de lo
sucedido en aquel acontecimiento. Tal es el caso de las publicaciones de Ramón
Ramírez (1969), Carlos Monsiváis (1970), Elena Poniatovska (1971), Sergio Zermeño
(1978) y Jorge Volpi (1998), por mencionar las más conocidas entre otras más que han
aportado reflexiones para entender el movimiento.
La conmemoración del cuarenta aniversario del movimiento estudiantil de 1968
muestra también este interés por la memoria, por medio del cual se realizaron distintas
expresiones y eventos que buscaron aproximarse a la comprensión y la reflexión acerca
de lo que significó tal acontecimiento y de las repercusiones que tuvo para la vida
política y social del país. Dentro del programa de actividades y acciones que se llevaron
a cabo estuvo la realización de un memorial que recordara los sucesos del 2 de octubre
de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas (Memorial del 68, 2007). Con lo anterior se
realiza la operación de situar y delinear la memoria del 68 en la actualidad.
De tal forma, se ha convertido en un referente social y un contenedor de la
memoria, donde se representan, a través de testimonios, diversas descripciones de tal
acontecimiento. De acuerdo con su propia definición:
“el Memorial se construye en reconocimiento a la trascendencia social y simbólica del
movimiento en favor de los derechos individuales y colectivos, así como del ejercicio de las
libertades públicas y privadas” (CCUT-Memorial del 68).
Así se confiesa al movimiento del 68 como un momento nodal que debe ser
mostrado y valorado por sus consecuencias en el presente, dentro del Memorial, un
espacio consignado para este fin. Siguiendo a Hartog (2007), el interés por la memoria
evolucionó de maneras diversas según los lugares y los contextos donde el fenómeno
memorístico alcanzó un punto culminante, motivo por el cual las conmemoraciones
también adoptaron variadas formas.
Entonces, el estudio de la cristalización del pasado dentro del Memorial del 68
atiende: por un lado, al acontecimiento origen, que funciona como huella primigenia en
la constitución de un relato que se va desenvolviendo en el tiempo; y, por el otro, a esos
6
modos de narrar y conmemorar el acontecimiento inicial, a partir de los cuales se
condensan los significados en un espacio dedicado al movimiento estudiantil del 68.
La propuesta de estudiar la historia a partir de los lugares de memoria considera
los acontecimientos no solo como eventos ocurridos en un espacio, sino también en el
tiempo, por lo que la categoría propuesta se convierte en principal para su estudio; y, por
tal motivo:
Leer los lugares de memoria desde una perspectiva amplia o de una historia de larga
duración de las relaciones con el tiempo, conduce a cuestionarlos como una manera de
trabajar a partir de este rompimiento (…) dichos rompimientos, llamémoslos incluso brechas
en el tiempo (…) son esos intervalos enteramente determinados por cosas que ya no son y por
cosas que todavía no son (Hartog, 2007).
Entonces, cabe preguntarse qué tipo de régimen de historicidad 7 está mostrando
el Memorial al estar posicionado como parte y dentro de un lugar de memoria que, en
este caso, es Tlatelolco en su totalidad; pero, también, como parte constituyente, el
Memorial comienza a generar significados para su sociedad, por tanto cabe preguntar
cuáles son las tensiones que en el conviven y cuáles son las experiencias de tiempo que
ordena; es decir, cómo contiene dentro de sí y articula el pasado, el presente y el futuro.
Por todo ello, las preguntas principales que aquí se desarrollan son:
¿Cómo se desarrolla en la construcción del Memorial el proceso mimético de la
memoria del 68?; ¿cuáles son los significados y las lecturas que moviliza el Memorial
del 68 en el recorrido de los visitantes?; y ¿cómo entiende la sociedad el movimiento del
68 en su relación con el tiempo a través del Memorial?
Se arriba a la articulación de estas preguntas a partir de concebir al Memorial
como contenedor de las experiencias históricas, a través del tiempo, que ha tenido el
movimiento estudiantil del 68 como acontecimiento primigenio y huella inicial.
7
Para Hartog (2007) régimen de historicidad es la expresión de un orden dominante del tiempo, tejido a
partir de diferentes regímenes de temporalidad que sirve para ordenar las experiencias del tiempo, el cual
se instala lentamente y dura mucho tiempo.
7
Sin embargo, para que estas preguntas sean respondidas deben ser condicionadas
en sus aspectos temporales, situacionales y experienciales. Por ello, se aborda el
Memorial desde las aproximaciones aquí llamadas configuración, experiencia y
sentido. 8
Para tal objetivo me sirvo de instrumentos metodológicos como son: la entrevista
a expertos, el análisis documental y la observación etnográfica como medios para
recabar información relevante para el análisis que se hace del Memorial, a partir de los
cuales, se examina su proceso de definición, de construcción, y sus características
observables; las interpretaciones ofrecidas por los especialistas y por visitantes; y, los
contextos significativos en el recorrido en gran parte elaborados por el analista, para dar
cuenta de, a partir del Memorial, la huella que cristaliza y su construcción en el tiempo,
su transmisión, sus modos de recepción y sus efectos.
La forma en que se estructura el desarrollo de los capítulos va de las propuestas
teóricas y los debates en torno a los espacios de memoria de manera general, lo que se
ha dicho e interpretado del 68, hasta la especificidad del análisis a partir del uso de las
categorías teóricas elegidas, es decir, la construcción, la experiencia y el sentido. Es así
como en el avance del presente trabajo se muestran distintas formas de erigir un espacio
de memoria, las formas de narrar el acontecimiento a través del tiempo, y la conjugación
y análisis de ambas dimensiones en un espacio específico, es decir, en el Memorial del
68, en los capítulos que se desarrollan.
El recorrido inicia acercando el concepto de lugares de memoria y la articulación
de los órdenes temporales al Memorial del 68, sus caracterizaciones principales y sus
modos de amoldarse al contexto de este espacio memorial. Así en el primer capítulo se
exponen los principales debates en torno a la representación de la memoria desde la
posición latinoamericana y, por tanto se define a este tipo de espacios de manera teórica,
formal y social. Entonces, en un inicio, se presentan los argumentos para estudiar la
experiencia de conmemoración dentro del Memorial, tanto los conceptos de lugar de
8
La aproximación de la configuración se relaciona con los aspectos temporales y narrativos propuestos
por Ricoeur en el proceso de mimesis. Experiencia se dirige por las categorías de espacio de experiencia y
horizonte de expectativa, dentro de la articulación de régimen de historicidad propuestas por Koselleck.
8
memoria y presentismo son puestos en consideración para el estudio de este recinto a
partir de su articulación por distintos autores. Para llevar estas aproximaciones
conceptuales a cierta concreción, recupero principalmente las discusiones sostenidas en
el Seminario “Experiencias Nacionales e Internacionales sobre Museos de Memoria”
ocurrido en Chile, algunos textos del libro Monumentos, memoriales y marcas
territoriales compilado por Elizabeth Jelin que describen espacios de memoria y sus
lecturas, además de también recuperar aportaciones hechas en el libro Memorias
urbanas en diálogo: Berlín y Buenos Aires. Así se ejemplifican tres recintos memoriales
en tres países distintos, estos son Argentina y el Parque de la Memoria, Chile y Villa
Grimaldi y por último Uruguay y el MUME.
En el segundo capítulo me enfoco en describir tres abordajes sobre el 68, las
formas aproximarse a la comprensión del acontecimiento en que se fundamenta la
creación del Memorial. Estos son su historiografía, la historización de su memoria y los
procesos de construcción del Memorial, elementos que permiten atender los contrastes y
transformaciones a partir de una primera huella, así como sus modificaciones de
intensidad en el presente. En primer lugar recurro al trabajo de Héctor Jiménez (2011)
para dar cuenta de las formas en que se ha escrito el movimiento estudiantil a través del
tiempo, por medio de seis rutas de interpretación que él propone y que reflejan las
formas en que se ha comprendido aquel momento a través de sus cambios y formas
históricas que ha adquirido. Después, en un segundo apartado, me enfoco en las
memorias públicas que han sido diagnosticadas en los cuarenta años posteriores al
movimiento, las cuales se han caracterizado y dividido en fases temporales, de acuerdo
con Allier (2009), por lo que cada sucesivo presente resalta en su contexto político y
social. La última parte de este capítulo la dedico a hacer una revisión sobre algunos
elementos clave en la creación del Memorial, como son el proyecto, las ideas rectoras, el
guión curatorial, etc., en resumen son las decisiones tomadas y llevadas a cabo en el
proceso de construcción –que han sido ampliamente documentados en el trabajo de
Cintia Velázquez (2010), así como en el libro del museo editado por Vázquez Mantecón
(2007)– y los cuales configuran las representaciones que en este espacio se presentan.
9
En el tercer capítulo me dedico a realizar el análisis del Memorial, a partir
atender a los medios materiales y conceptuales de su producción y sus mecanismos de
difusión, así como las trayectorias y lecturas que se obtienen de este lugar, esto por
medio de tres aproximaciones que son: escritura y construcción; experiencia del espacio
y el lugar; y, producciones de sentido. En el primer apartado de escritura y construcción
se trata el tema de la representación de la memoria en la narración y espacio, es decir, su
construcción vista por medio del proceso mimético señalado por Paul Ricoeur y, que por
tanto, sus fases son reordenadas en la prefiguración, la configuración y posteriormente
en la refiguración. De este modo, estas fases se articulan con las dimensiones señaladas
con el objeto de estudiar las diferentes intensidades colocadas a los elementos utilizados
en la construcción del lugar. En el apartado de la experiencia del espacio y el lugar se
trabajan los tipos de visitante a partir de las trayectorias que crean al transitar el espacio
y al leer el relato del Memorial, lo cual genera sentidos de este desplazamiento y formas
de orientarse dentro de éste, y por tanto, se destacan formas de interpretación, algunas
con más concordancia entre los visitantes que otras, de tal manera que en algunas el acto
configurante es realizado y en otros no, conllevando a oclusiones en la interpretación del
visitante. En el último apartado de este capítulo –producciones de sentido– me enfoco en
textos internos del Memorial – opiniones seleccionadas del libro de comentarios, y las
declaraciones en el libro del museo–, en los cuales se hacen afirmaciones y se colocan
caracterizaciones sobre los objetivos del espacio, de sus funciones y de las
interpretaciones a partir de su recorrido.
Es así como a través de esta articulación de elementos presentados y analizados,
tanto para la configuración como la lectura, se busca hacer inteligible el estudio del
Memorial como dispositivo cultural que tiene implicaciones para la sociedad que lo
contiene.
Por último, cabe señalar que ser un paseante de nuestros lugares, recorrer los
espacios que movilizan conceptos y significados para la cultura a la que pertenecemos,
declarar que se es un visitante que intenta atrapar lo que se ha buscado transmitir en
espacios como el que en este trabajo interesa, y que, más allá de las declaraciones que se
han vertido sobre lo que se proyectó construir por parte de quienes en él trabajaron,
10
puesto que no formé parte del equipo que lo llevó a la concreción, es una apuesta que
pone en juego la profundidad de aprehensión de las experiencias que desatan el lugar, su
disposición y su orientación hacia cierto tipo de interpretación ya estipulada; y, el
encuentro de la novedad hermenéutica, que permite el haber estado allí y haber
recorrido, bajo mis esquemas tácticos, una estrategia general ya planteada, y por tanto en
la divergencia y en la convergencia que comparten los entendimientos del lugar. Sirva
este trabajo para comenzar a comprender los sentidos con que se lee y se habita este
espacio.
11
Capítulo1. Lugar de memoria, configuración y experiencia
conmemorativa.
«Entre las peculiaridades más dignas de mención del temple humano», dice Lotz, «cuenta, a más
de tanto egoísmo particular, la general falta de envidia del presente respecto a su futuro» (…)
Esta reflexión nos lleva a pensar que la imagen de felicidad que albergamos se halla enteramente
teñida por el tiempo en el que de una vez por todas nos ha relegado el decurso de nuestra
existencia (…) Con otras palabras, en la representación de felicidad vibra inalienablemente la de
redención. Y lo mismo ocurre con la representación del pasado, del cual hace la historia asunto
suyo. El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención.
Walter Benjamín, Tesis de filosofía de la historia, p. 2.
El presente capítulo desarrolla algunas aproximaciones para estudiar la configuración de
la experiencia conmemorativa dentro del Memorial del 68 afines a la sociología cultural,
ya que se trata de un lugar que ha comenzado su camino para cristalizar significados
referidos al movimiento estudiantil de 1968 para su sociedad. Se da cuenta de los
conceptos y abordajes que dan sentido a la construcción de un objeto de estudio en su
orientación histórica y social. Orientaciones que dan acceso, por una parte, a la relación
que establece el Memorial con la representación del pasado-presente y, por la otra, las
prácticas sociales de las cuales es sede este lugar.
1.1.
Lugar de memoria y presentismo.
De acuerdo a Nora (2008), los lugares de memoria nacen como respuesta a la
desvalorización de la memoria colectiva en un mundo cada vez más desritualizado. Se
crean lugares de memoria porque ya no existen ámbitos de memoria. Si aún habitáramos
nuestra memoria no sería necesario destinarle lugares.
Nora sigue algunas de las aportaciones de Halbwachs (2004), en las que señala
que la memoria colectiva mantiene los recuerdos del grupo en que la memoria se
mantiene viva, de manera que, al coincidir las memorias, los recuerdos se construyen
sobre una base común, lo que sólo es posible si han formado parte de un mismo grupo.
Asimismo al irse complejizando las relaciones entre los integrantes de un grupo a partir
12
de su desvinculación, su inserción en sociedades mayores y su diversificación se generan
otras memorias colectivas que se relacionan con los nuevos grupos sociales.
Tal memoria colectiva configura a los grupos que la contienen, a los que fusiona.
En esta misma idea, Halbwachs (2004) en su obra Los marcos sociales de la memoria
postula que el espacio, el tiempo y el lenguaje son marcos sociales de la memoria en
forma general y, en lo específico, los marcos sociales se vinculan con los diferentes
grupos sociales –la familia, la religión, y las clases sociales– que crean un sistema
integral del pasado que permite la rememoración colectiva. Así, los lugares donde se
crean y guardan significados cobran importancia para las colectividades y, a partir de sus
marcos, se delinea lo recordado y lo mantenido en la memoria. Por lo que recordar
implica asumir y practicar una determinada representación de la temporalidad, la
espacialidad y el lenguaje, dentro de un grupo que permite la articulación de esos
recuerdos.
Los elementos materiales y simbólicos son, pues, en esencia, los que se
combinan en la concepción de lugar de memoria para denotar lo que le da sentido a sus
objetos de interés. Son estos lugares, por definición, los puntos de cristalización y
anclaje de nuestra herencia colectiva (Nora, 2008:104).
Lugares precisamente en los tres sentidos de la palabra: material, simbólico y funcional. Un
elemento necesario para que sean lugares de memoria es la voluntad de memoria, basta que
falte esta voluntad y los lugares de memoria son entonces lugares de historia (Nora, 2008:
34).
Toda unidad simbólica, de orden material o ideal, que la voluntad de los hombres o el
trabajo del tiempo convirtieron en elemento simbólico del patrimonio memorial de una
comunidad cualquiera (Nora, 2008:111).
Sin embargo, la forma de utilizarlo en otros casos fuera del contexto francés,
como el latinoamericano, ha sido puesto en entredicho, al cuestionar aspectos teóricos y
metodológicos 9 en la implementación del análisis a partir del concepto, aspectos que
9
Aspectos que son interrogados sobre sí los objetivos e intereses de estudio de los lugares de memoria en
Francia son similares en otras partes del mundo; sí los debates de los tiempos históricos, la identidad y la
nación también se encuentran en otras naciones; sí los diagnósticos de la escritura de la historia y del
13
dirigían a preguntarse sobre la forma en que se relacionan las comunidades con su
memoria y por tanto con su presente. De tal manera, su pertinencia para aplicarlo a
lugares más actuales, que representan pasados recientes y que han sido creados por
individuos o grupos, gira en torno a dos reflexiones: una es sobre sí estos lugares son
referidos a una memoria determinada por los historiadores, y los cuales, son
posteriormente cargados por una memoria simbólica; y la otra, sí estos lugares son
pensados por grupos y colectivos para ser artefactos de la memoria, para recordar a los
integrantes de la sociedad determinado acontecimiento histórico reciente (Allier, 2008).
Respecto al tema de la constitución de los lugares de memoria, Allier (2008)
señala, que la noción debe incluir los lugares donde una sociedad consigna sus
recuerdos, pero además, a toda unidad significativa que ha sido convertida en un
elemento simbólico del patrimonio memorial por la voluntad de los hombres. Por tanto,
se incluyen en estos lugares de memoria, por un lado, los que consignan la voluntad de
memoria sin la necesidad de grupos y otorgada por el tiempo; y por el otro, los lugares
que son creados como artefactos por voluntad de que transmitan la memoria y sin
necesidad de un tiempo largo de duración.
Además, señala sobre la posibilidad de que el concepto sea aplicado a memorias
recientes, a pesar de que sólo se sabrá si sobreviven a la historia de la memoria en largo
tiempo, que resaltando su carácter metodológico antes que conceptual, por su plasticidad
a diversos contextos y su tipificación de un estilo de relación con el pasado y la forma en
que se utiliza en el presente, no parece dirigirse a los sitios creados recientemente,
puesto que sólo se refieren a un periodo histórico y no a lugares de memoria nacional.
Sin embargo, al establecer la validez de la historia del presente, se conjetura que el
concepto de lugar de memoria tiene la posibilidad de sea aplicado a los pasados
recientes, siendo así estos lugares síntoma del actual presentismo.
Una historia nacional única frente a memorias localizables, modernidad frente a
tradición, es lo que se pone de relieve al abordar la comparación entre los conceptos de
historia y memoria, debate que se devela a través de una historiografía más autoreflexiva
presente son dos líneas de análisis en otros casos, y por tanto, según la respuesta a lo anterior, la
posibilidad de importar tal noción a otros contextos (Allier, 2008).
14
en el contexto francés, por lo que, con la acuñación del concepto lugares de memoria, se
propone una forma distinta de escribir la historia francesa; se impone el ambicioso reto
de escribir la historia a partir de los lugares de memoria, es decir, una historia menos
centrada en el pasado y más en dar cuenta de los sucesivos presentes políticos y sociales
que la han condicionado (Allier, 2008).
El lugar de memoria puede abordar, desde el sentido primigenio según Nora, los
aspectos simbólicos y, por tanto rituales, de las prácticas de memoria. En las
caracterizaciones más avanzadas de Hartog, se destaca como un síntoma de presentismo,
el cual ayuda a entender las relaciones que guarda el Memorial con el tiempo.
La relación de los lugares de memoria con el tiempo según Nora era totalmente
presentista, puesto que no marcaba ningún tiempo progresista en su propuesta, –no salía
del círculo del presente –; y centrado en ese presente, ante la desaparición de una
memoria nacional, pretendía realizar un inventario de los lugares en los que se había
encarnado (Hartog, 2007:129).
Así, los lugares de memoria señalan síntomas del actual presentismo, que dentro
de los regímenes de historicidad propuestos por Hartog (2007) ocupa el lugar más
reciente o actual en el tiempo, puesto que lo anteceden la “historia magistra”, es decir, la
historia como maestra de vida en el que el pasado sirve como referencia a un futuro; el
régimen modernista o futurista, que se basa en una idea de progreso y, donde el futuro
mismo, es quien aclara el presente y el pasado. El régimen presentista, impuesto en los
últimos treinta años, es aquel que el presente se ha convertido en el propio horizonte,
puesto que para construirse no puede salir de sí mismo.
De tal manera, con el presentismo, ya no hay relación con el pasado, entonces
éste debe ser inventado. Esto muestra la pérdida del vínculo con el pasado, expresión de
la crisis de identidad nacional y la presencia del presentismo, puesto que, cada momento
es ya un momento histórico, desconfía del pasado y del futuro al no cubrir sus
expectativas, se pone en crisis la idea de progreso, de utopía, de revolución y de
modernidad, al mismo tiempo que la relación con el pasado (Menjivar, 2005).
15
Con el arribo de la modernidad dejaron de existir esas grandes memorias que
generaban orden y posibilitaban comunidades –que implican efervescencia, comunidad
y tradición– y pasaron a ser memorias fragmentadas y contenidas en grupos. Y cuando la
memoria se vive menos desde lo interno, son más necesarios referentes y soportes
externos, tangibles, de una existencia que sólo a través de estos puede dar cuenta de sí.
Hartog (2007) indica que algunas circunstancias de la aparición de este interés
por la memoria tiene que ver, por un lado, con la aceleración del tiempo, puesto que ese
devenir del tiempo hace que las memorias colectivas se fragmenten y se generen
diversos grupos que la contienen y en el que cada uno tiene su propia duración; y, por el
otro, como síntoma del presentismo que vivimos, donde aunque reine dilatadamente el
presente, busca tener un punto de vista sobre sí mismo de manera que éste presente ha
alcanzado a los archivos, a la historia, a la memoria y al patrimonio. El presente, a partir
de la década de los 70, comienza a mostrar su preocupación por conservar monumentos,
objetos y formas de vida como si se quisiese preservar y reconstituir un pasado
desaparecido o al borde de su pérdida para siempre. Hartog (2007:39) señala que la
historia en el régimen contemporáneo, en la segunda mitad del siglo XX, se escribe a
partir del presente, esto es, a partir de considerar las presiones actuales de distintos
grupos y volviendo al historiador al presente para hacer surgir el pasado de éste. Ya que
su análisis se centra en las condiciones de posibilidad de producción de historia, pues –
según dice – el modo de expresión de toda historia presupone, remite, traduce, traiciona,
magnifica o contradice, una o varias experiencias del tiempo.
1.2.
Museos de Memoria.
Un nuevo tiempo de esplendor de la memoria ha surgido en las últimas décadas, un auge
por recordar el pasado que tiene que ver con la pérdida de fe en el futuro. La relevancia
de este tema ha adquirido un amplio y profundo significado en el mundo
contemporáneo, de manera que uno de los fenómenos culturales y políticos más
sorprendentes de los últimos años ha sido el surgimiento de la memoria como una
preocupación central de la cultura y la política de las sociedades occidentales, una vuelta
16
hacia el pasado que diverge con la tendencia anterior de privilegiar el futuro (Huyssen,
2002:13).
De acuerdo a Nora (2008), los lugares de memoria son los referentes para las
memorias colectivas de los grupos contemporáneos. La narración de la historia está
sujeta a sus voluntades y su análisis debe ser la punta de lanza de una historia
contemporánea. Dentro de los futuros lugares de memoria, Nora (citado en Hartog,
2007) localiza lugares topográficos, monumentales, simbólicos, funcionales a partir de
que una sociedad vincula voluntariamente sus recuerdos y decide hacer historia de estos
memoriales.
El museo, como elemento de la cultura de la memoria, pasa a contener los
vestigios y restos que Nora señala como necesarios para aplacar la nostalgia de un
mundo cada vez más desritualizado. La memoria, dice Rilla (2008:10), ha desaparecido
de la convivencia natural y solo puede ser restituida mediante la institución de lugares
públicos que sirvan a ella.
Y son específicamente los llamados museos de memoria los que se han buscado
constituir en un medio de difusión y de generación de memoria colectiva. Al ser un
punto de referencia, como lugar para representar hechos pasados, está asociado,
totalmente, a las prácticas sociales contemporáneas.
Adopto el término de museos de memoria del seminario internacional realizado
en la FLACSO-Chile llamado “Experiencias Nacionales e Internacionales sobre Museos
de Memoria”, realizó en noviembre de 2009 y en el que participaron representantes de
museos como el Museo del Holocausto, en Washington; Distrito Seis, en Sudáfrica;
Museo de Arte y Memoria de La Plata, Argentina; el Centro Cultural y Museo de la
Memoria de Uruguay; además del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, de
Chile. Este tipo de museos fue caracterizado en la conferencia inaugural por representar
memorias a través del relato, exhibiciones y colecciones. Asimismo, se destacó su
interés por preservar y memorializar los hechos que en un determinado momento
cambian el rumbo de los pueblos y, en este sentido, deben cumplir el objetivo de ser
17
museos vivos, testigos de su época y capaces de trascender y mantenerse vigentes para
futuras generaciones.
Se complementa esta caracterización de los museos de memoria con las
funciones y objetivos que establece el Comité Internacional de Museos Memoriales de
Víctimas de Crímenes Públicos y de Lesa Humanidad (ICMEMO por sus siglas en
inglés), a los cuales llama museos memoriales. Tales museos memoriales adoptan las
funciones del museo clásico, es decir, la de preservar, documentar e investigar; pero,
también, sirven como lugares de memoria. El propósito de estos Museos Memoriales es
recordar a las víctimas del Estado, admitidos socialmente, y crímenes motivados
ideológicamente. Las instituciones se encuentran con frecuencia en los sitios históricos
originales o en los lugares elegidos por los sobrevivientes de estos delitos a los efectos
de la conmemoración. Ellos tratan de transmitir información acerca de los
acontecimientos históricos de una manera que mantiene una perspectiva histórica,
mientras hacen fuertes vínculos con el presente.
Necesitamos del pasado para construir y anclar nuestras identidades, además de
alimentar una visión del futuro (Huyssen, 2002). En este sentido el museo de memoria
debe funcionar como renovador de los vínculos con el pasado común y con nuestros
contemporáneos, a través de los actos de rememoración, de aflicción y purificación por
lo acontecido. De manera que el museo de memoria configura y refigura 10 nuestros
vínculos con el pasado, por lo que su importancia radica en cómo las maneras en que
recordamos nos definen en el presente.
A pesar de tener objetivos como los señalados, estos museos son campo de las
batallas por la memoria. Los usos de la memoria en el presente muestran los intereses
corrientes de la sociedad que la alberga y la recrea. Los acontecimientos, en sí mismos,
no son los constituyentes de sus aproximaciones, sino son la construcción de estos
acontecimientos en el tiempo, la saturación y renovación de sus significados, además de
10
Dos de las tres fases que Ricoeur (2002) dimensiona como paralelismos entre espacio construido y
tiempo narrado en su texto “arquitectura y narratividad”. En Arquitectonics. Mind, land & society.
Ediciones UPC. Barcelona.
18
los empleos y desusos que instauraron un orden administrado y economizado por los
intereses del presente (Rilla, 2008:13).
Se entiende al Memorial como parte de un lugar de memoria –Tlatelolco–
forjado por la voluntad de los hombres que lo instituyeron y cada vez más, también, por
el paso del tiempo. La lectura de este museo se da en el contexto nacional, no global, por
lo que estas prácticas de la memoria tienen implicaciones para la tarea interpretativa
(Huyssen, 2002:21). Lo anterior sugiere un lazo único entre lo que se representa dentro
del museo y las prácticas dadas en el grupo social que lo alberga, lo mismo que vincula
creencias, deseos e interpretaciones más o menos similares entre sus miembros.
Específicamente, en el Memorial del 68 se representan acontecimientos de
violencia, de autoritarismo y de ruptura frente a un hermetismo secular mantenido por
muchos años; pero, también, de unión y protesta, lo que ha generado dos lecturas de la
memoria pública dominante: la primera refiere a una memoria de denuncia de la
represión por parte del gobierno; y, la segunda, es una memoria de elogio o de
celebración. Una, referida a la represión que ejerció el gobierno en contra de los
estudiantes que conformaban el movimiento; y, otra, por haber sido un “hito”, un
“parteaguas”, en la historia nacional reciente (Allier, 2009).
Esto permite estudiar y precisar ¿cómo han sido generados estos tipos de relatos
dentro del Memorial del 68? y ¿cuál es el tratamiento dado por los asistentes para
prevenir el olvido y formar un lazo común con lo ahí vertido? Sus respuestas conjugan el
análisis del vínculo social a través de contexto nacional, 11 el performance ritual de los
asistentes y las relaciones temporales y espaciales que este mantiene como puesta en
escena.
Por otra parte, al aceptar que los significados culturales transmitidos por el
museo y los medios, en general, no son neutrales, contienen un carácter normativo
intrínseco y, de forma consciente o inconsciente privilegian ciertos modos de representar
la memoria, se abre la posibilidad de analizar las formas en que el museo constituye un
texto para ser leído, culturalmente, desde su puesta en escena o montaje, su
11
Un contexto nacional de forma general, aunque posiblemente sea más restrictivo y específico el
contexto y el grupo o estrato social desde el que es leído este lugar de memoria.
19
narratividad, 12 hasta su función como lugar que configura experiencias, así como por los
diversos elementos que lo constituyen, los símbolos y significados que conforman el
sistema cultural en que se encuentran. Ricoeur señala (2002) que la memoria, en su fase
declarativa, y a través de los objetos, imágenes y lugares, entra en el campo del lenguaje;
y, así encaminada, la rememoración se dirige hacia el relato, cuya estructura pública es
evidente. Además, el espacio construido y diseñado es un relato que se conjuga en el
pasado y el futuro, a través del presente. En los museos convergen los tres tiempos, de
manera que el pasado es visto desde el presente, para proyectar un futuro.
La revisión de los distintos pasados y la búsqueda de pertinentes futuros colocan
al memorial en el lugar del historiador que se encuentra entre los extremos del pasado y
el presente, justo ahí donde se genera la tensión de espacio de experiencia y horizonte de
expectativa, señalada por Koselleck, y en el umbral y crisis que generan distintos
regímenes de historicidad, como complementa Hartog.
Retomo aquí las aportaciones de Lequin sobre el estudio de la memoria en los
lugares que la promueven y algunos elementos que son de utilidad respecto del tipo de
objeto, método e interés por la memoria, los cuales se centrarían: “no tanto en el análisis
de los hechos y de su memorización, sino de la huella que dejan; escrutar no tanto el
acontecimiento como su construcción en el tiempo; no tanto identificar los
determinantes como sus efectos; no tanto identificar una tradición sino la manera en que
se transmite; no tanto analizar el desarrollo del pasado de forma unívoca y lineal como
identificar y definir las modalidades de su reutilización” (citado en Menjivar, 2005:18).
Las aproximaciones desde las que se aborda son la configuración y la
experiencia, de las cuales emerge el sentido. La primera es el proceso de escritura y
lectura del museo, englobado en el proceso mimético, lo que se resalta en este punto es
el proceso de configuración del museo, el cual está vinculado a la mimesis II,
precisamente el momento configurador. La segunda de estas aproximaciones es a partir
de la experiencia y la expectativa, de forma que se busca entender desde estas dos
12
Por ejemplo, Huyssen (2002) refiere que el Holocausto se ha convertido en un tropo discursivo, tanto un
tropo universal, que sirve como dimensión totalizadora, como para referirse a situaciones específicas y
locales, el cual, a la vez, puede funcionar para activar discursos sobre la memoria traumática y servir como
recuerdo encubridor y de bloqueo para historias locales.
20
categorías su tensión reciproca dentro del Memorial del 68 para conducir sus relaciones
con el pasado, el presente y el futuro. El sentido otorgado es dado por la articulación de
los dos anteriores, de modo que lo que se plasma en el espacio y el lenguaje es
experimentado y, por tanto, representado en alguna dirección de sentido.
1.3.
Museos de memoria en América Latina.
El contexto histórico de acontecimientos violentos y regímenes autoritarios en América
Latina en la segunda mitad del siglo XX, a la par de una explosión de la memoria
diagnosticada en todo el mundo a partir de la década de los años 80, han determinado la
generación de espacios de conmemoración, el rescate de sitios emblemáticos y de
revisión del pasado reciente en esta área del planeta. Este boom por la memoria en gran
medida ha sido reflejado en representaciones públicas como el patrimonio cultural, los
monumentos y museos, cuyas acciones han sido encaminadas a reflexionar sobre el
pasado y están colocadas dentro del debate sobre qué memorias representar.
Sin embargo, la tarea de representar el pasado en Latinoamérica no ha sido fácil,
puesto que ésta conlleva la lucha por implantar descripciones de lo acontecido, a través
del uso de distintos soportes de memoria, mecanismos de elaboración, movilizados por
distintos intereses y grupos opuestos, las cuales han sido llamadas “batallas por la
memoria”, lo que enfrenta, la mayoría de las veces, por una parte, a los representantes de
la memoria oficial –con la cual en muchas ocasiones se busca hacer olvidar el pasado– y
las víctimas, que luchan por el “nunca más” a través del recuerdo y una lucha política.
Diversos países como Argentina, Colombia, Chile, México y Uruguay, por
mencionar algunos casos, se enfrentan con los dilemas de qué pasado representar, dónde
discutir el pasado, qué recordar sobre éste y cómo recordarlo. En cada uno las
características específicas ponen en juego, de distintas formas, estos debates –donde se
preguntan qué estética poner en juego, si los mensajes y objetivos de estos lugares deben
ser explícitos o implícitos, si las descripciones deben ser realistas, figurativas, literales o
tan solo descriptivas, etc.–, que siempre reflejan la relación con los intereses políticos y
sociales que los contienen. La dictadura militar argentina a través de un golpe de Estado
21
en los años 70; la dictadura de Pinochet llevada desde 1973 en Chile; los conflictos
armados en Colombia; la dictadura Uruguaya tras el golpe de Estado en 1973; y, el
autoritarismo mexicano mostrado ampliamente en el año 68 y en la década de los 70,
son los marcos generales de los acontecimientos de donde se desprenden las acciones
memoriales, sin embargo, es a partir del tiempo presente y a través de los motores de
memoria 13 que se llevan a la práctica y se hacen tangibles.
Entonces, las denuncias contra la militarización, la desaparición de presos
políticos, los gobiernos autoritarios, los hechos violentos, la violación a los derechos
humanos, los centenares o miles de asesinatos, y la exigencia de justicia son los
elementos que iluminan la voluntad de memoria en el presente.
Al caer las dictaduras y arribar el tiempo de transición y construcción de la
democracia en estos países, se debieron asumir las consecuencias “dolorosas” y los
problemas emanados de las prácticas represivas, entre los que se encuentran el juicio a
los culpables, la identificación de los desaparecidos, la búsqueda de la verdad a través de
los archivos, documentos y testimonios y, en algún momento, la creación de memoriales
y monumentos, así como el manejo de las marcas territoriales dejadas por las
represiones (Jelin, 2003).
Lugares emblemáticos –que en su mayoría funcionaron como centros de tortura y
desaparición–
como el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y Villa
Grimaldi, en Chile; el Museo de Arte y Memoria de la Plata y El Parque de la Memoria,
en Buenos Aires; el Centro Cultural y Museo de la Memoria, en Uruguay; el Centro del
Bicentenario: memoria, paz y reconciliación y el Centro Internacional de Justicia
Transicional en Colombia, dentro del parque de la reconciliación; y, el Memorial del 68
en México, son algunos ejemplos del creciente interés por el pasado de los países
latinoamericanos a partir de las identidades compartidas y procesos socio-políticos con
rasgos similares.
13
Estos motores de memoria son definidos como “los grupos que buscan que la “memoria” del
pasado sea recreada en la sociedad, aquellos que se involucran personalmente en un proyecto, al mismo
tiempo que comprometen a otros, generando una tarea organizada de carácter colectivo, y nuevos
proyectos, ideas y expresiones” (Allier, 2009:291).
22
La recuperación de la memoria a través de estos espacios tiene que ver, según
Jara (2009), con las demandas históricas –de las organizaciones de víctimas y sus
familiares, sobrevivientes y agrupaciones en defensa de los derechos humanos– contra
la represión, para conservar y crear distintos espacios y mantener el recuerdo de los
hechos acontecidos. En asociación con esto, las acciones locales de cada país han sido
distintas, respondiendo las diferencias particularmente a las formas de exponer sus
experiencias y de representar las memorias. Sin embargo, pese a las particularidades,
existen una serie de elementos comunes: el deber de la memoria como labor inseparable
de justicia y reparación, la condena de las violaciones a los derechos humanos y la
memoria como elemento central de la construcción de proyectos de sociedad. Es en
estos elementos donde los espacios memoriales se encuentran con diversos desafíos
relacionados con la memoria; entre ellos: qué papel debe jugar el Estado en la
representación del pasado, cómo mostrar el pasado en estos museos, cómo ayudan a la
profundización de las prácticas democráticas, cómo representar los hechos en un museo,
qué mostrar y qué tipo de espacios son los más apropiados para la transmisión de la
memoria. Cada caso señala Jara (2009)– es la búsqueda del derecho de cada pueblo de
conocer los acontecimientos pasados que los han formado. 14
En referencia a estos lugares de memoria, existen autores que han reseñado
algunos debates que han tenido lugar en sus países y las principales preocupaciones por
parte de los grupos interesados. A la par, dichos cuestionamientos se han desarrollado en
la práctica de la creación e implementación de los museos de memoria. Aquí se
presentan algunos puntos destacados que se han debatido en Argentina, Chile y
Uruguay, así como la presentación de alguno de sus museos de memoria que
construyeron y adaptaron a la luz de sus contextos políticos y sociales.
Se pretende señalar las convergencias y divergencias de museos de memoria
presentados en el Seminario de Museos de Memoria en Chile y otros en distintas
publicaciones, pero que también muestran sus objetivos y sus dificultades, sus
principales antecedentes y la relación del público con ese espacio, no de manera
14
Ideas pronunciadas por Jara en la conferencia inaugural del Seminario Experiencias Nacionales e
Internacionales de Museos de Memoria el día 5 de noviembre de 2009, llevado a cabo en la FLACSOChile, de la cual se recuperan varias reflexiones y experiencias en torno a este tipo de museos.
23
exhaustiva sino de forma representativa, para mostrar sus principales experiencias en la
creación y representación del pasado. Esto ya que las iniciativas recientes de estos
museos enriquecieron el debate sobre la memoria en los países de esta región, además de
que colocaron la atención sobre las luchas por la memoria y las prácticas sociales y
políticas que los engloban.
1.3.1. Argentina y el Parque de la Memoria.
En la década de los noventa prácticamente fueron silenciados los temas conmemorativos
referentes a las violaciones de derechos humanos y terrorismo de Estado en Argentina,
pero, inscritos también en la explosión de memoria, los debates se incrementaron en la
última década, a partir de que organizaciones de derechos humanos se orientaron a
buscar formas de conmemorar los dolorosos acontecimientos del pasado para que no
cayeran en el olvido. Entre algunos temas se mencionan la tensión entre los lugares de
memoria escenificados, o erigidos exclusivamente para recordar a las víctimas, y los
sitios históricos auténticos y, el equilibrio entre las propuestas artísticas de diseño de
algunos lugares de memoria y la necesidad de conmemoración señalada principalmente
por los sobrevivientes, puesto que la dimensión estética no se encuentra muchas veces
en armonía con la dimensión afectiva del recuerdo y la conmemoración. Asimismo, se
discutieron las maneras de cómo hacer para que sectores amplios de la sociedad
participaran cada vez más de las acciones de la memoria; y qué y cómo heredar el
pasado a las futuras generaciones (Birle, Carnovale, Gryglewski y Schindel, 2010).
Por su parte, Carreras (2010), al hablar de la cultura de la memoria en Argentina
sostiene que los recuerdos de los crímenes en la última dictadura militar se sitúan en un
marco ya condicionado por prácticas anteriores de memoria y, por tanto, de olvido,
puesto que el Estado juega un papel activo en la generación de una cultura pública de la
memoria, 15 con lo que se busca ligar amplios sectores a una identidad nacional; es decir,
15
Cultura de la memoria que Carreras (2010:53) entiende como el modo en que una sociedad recuerda y
representa su pasado. Tres dimensiones son las que la caracterizan: 1) ¿qué sucesos se rememoran
actualmente en el país?; 2) ¿cómo fueron instalados esos sucesos en la memoria colectiva en el ámbito
público?; y 3) ¿en qué medida esas representaciones de la historia argentina han sido puestas en cuestión
por tradiciones o memorias alternativas?
24
instaurar una concepción específica de la nación entre la población. Por lo tanto, algunos
grupos lograron posicionar sus recuerdos como hegemónicos, mientras que otros han
sido expulsados de los espacios públicos.
Es en este contexto donde surge el Parque de la Memoria en Buenos Aires, el
cual nace de un convenio de la Universidad de Buenos Aires, el apoyo de los
organismos de Derechos Humanos y el Gobierno de la Ciudad para la zona del Río de la
Plata, en 1998. La ley por medio de la cual se permitía la construcción del Parque
señalaba las características centrales del monumento, el cual debería contener “los
nombres de los detenidos-desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado
durante los años setenta e inicios de los ochenta hasta la recuperación del Estado de
Derecho” (Tappatá, 2002: 100).
Se decidió erigir el monumento en las orillas del Río de la Plata con los nombres
de las víctimas del terrorismo de Estado, porque fue en este lugar donde fueron arrojados
cientos de cuerpos de los detenidos y, por tanto, guarda un profundo significado.
Asimismo, se especificaba que en un inicio se llamaría “Parque de la Paz” y
tendría tres monumentos: el primero, a la Paz y la Convivencia, que referiría a los restos
de la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina); el segundo, a las
Víctimas del Terrorismo de Estado, el cual incluiría el nombre de las víctimas y un
conjunto poliescultural; y, por último, un monumento a la concordia “Monseñor
Ernesto Segura”, desarrollado por una asociación católica. Hasta el 2010, los avances en
el Parque tenían que ver solamente con el monumento a las víctimas de la dictadura y las
esculturas gracias a la presión de la mayoría de los grupos de derechos humanos que
impulsaron la propuesta y aprobación final (Vezzetti, 2010). Lo anterior –para Vezzetti–
señala un carácter de concesiones y de neutralizaciones de la memoria al incluir
referencias por una parte judías y, por la otra, contenido cristiano.
Por ahora el Parque de la Memoria está dedicado a recordar a las víctimas de la
represión. Vincula tres dimensiones: una artística, una conmemorativa y una pedagógica.
La primera, a través de esculturas; la segunda, de un monumento con los nombres de
25
todas las víctimas; y, la tercera, por medio de un centro de información (Birle et al.,
2010:8).
Entre las decisiones que dieron lugar a la instauración del Parque están los
criterios para decidir qué nombres incluir en la lista de las víctimas, la fecha en que
debía iniciarse la serie y la leyenda que se encontraría en el monumento. Sin embargo,
en estas decisiones poco tuvieron que ver los representantes institucionales de la
sociedad –los legisladores– que integraban la Comisión Pro Monumento 16 y hubo una
limitada participación de la opinión pública, lo cual mostraba los límites y el poco
interés por algunos sectores de la población.
Ya en la construcción del Parque, el camino de las esculturas fue generado a
partir de un concurso internacional de arte –con la recepción de 665 proyectos– en el que
se seleccionaron ocho obras y a las que después se les sumaron otras seis de invitados
previamente seleccionados por su prestigiosa trayectoria y compromiso con los derechos
humanos.
El caminar en el Parque inicia con la Plaza de Acceso cuyo posicionamiento con
la presencia del río anticipa –de acuerdo a Tappatá– un impacto simbólico del proyecto,
elemento que puede ser –para Vezzetti– el único que puede fungir como soporte de la
memoria. Ambas interpretaciones ligadas al hecho de que el lugar es, por su
localización, prácticamente invisible para los habitantes de la ciudad, puesto que se
encuentra en sus orillas, además de que combina un diseño arquitectónico con esculturas
de gran tamaño y la visibilidad del río. Lo anterior puesto que la Ley de creación del
Parque estipulaba que su emplazamiento debería ser en contacto directo con el río.
En el recorrido, se continúa con muros articulados entre sí y cubiertos con
bloques de piedra que contienen los nombres de los asesinados y desaparecidos,
recorrido mediado por una colina de césped que se orienta hacia el río. Para finalizar el
16
La Comisión Pro Monumento a las víctimas del Terrorismo de Estado fue creada en 1998 con la
integración de 27 miembros: el primer vicepresidente de la Legislatura, once diputados, cuatro
funcionarios en representación del Poder Ejecutivo, un representante de la Universidad de Buenos Aires y
un representante de cada uno de los diez organismos de Derechos Humanos.
26
recorrido contemplando el río desde un espacio que también permite ver la escultura
“Retrato de Pablo Mínguez” en una plataforma flotante en el río (Tappatá, 2002).
1.3.2. Chile y Villa Grimaldi.
Los derechos humanos están en cercana convergencia con los lugares de memoria, esto
lo constatan los cerca de 180 lugares memoriales que existen en la actualidad en Chile,
los cuales operan bajo las políticas de reparación simbólica como ejes centrales de la
acción. Es decir, un eje es la construcción de memoriales como respuesta para señalar
los sitios de la tragedia, de construcción de lugares de duelo y de recuerdo de las
víctimas; otro eje es la protección y resguardo de los recintos de detención y
desaparición que se usaron durante la dictadura militar como el caso de Villa Grimaldi
(Sepúlveda, 2009).
El impacto de los museos sobre la construcción de una sociedad democrática se
encuentra dentro de los principales temas en Chile en torno al pasado y sus acciones en
el presente. Para López (2009) esta construcción democrática es un acto de fe, en el
sentido de tener un fuerte sentido de voluntad por que la construcción democrática
suceda. Es a través del carácter testimonial de la Villa dentro de un espacio donde
existieron experiencias violentas, la narración sobre estos lugares de tortura y la
violación de los derechos humanos en la voz de quienes los vivieron, que se interpela
más directamente a los visitantes del museo, lo cual busca el posicionamiento y el
paulatino crecimiento de una cultura democrática, lo cual repercute en la generación
también de una conciencia democrática en las personas.
Villa Grimaldi es uno de los sitios de memoria más importantes de Chile, es un
lugar que fungió como centro de detención y tortura desde 1974 hasta 1978 cuando fue
conocido como el Cuartel Terranova y fue utilizado por la Dirección de Inteligencia
27
Nacional. En este lugar se tiene información de que estuvieron por lo menos 4 500
prisioneros, 229 de los cuales fueron desaparecidos y ejecutados (Romero, 2009). 17
Recién recuperada la democracia en Chile no existían políticas en relación a los
lugares de memoria. Fue a través de un arduo esfuerzo de grupos de personas que
trabajaron en favor de los derechos humanos, sobrevivientes y personas relacionadas con
la iglesia que se pudo recuperar este espacio. Por su parte, el Ministerio de Vivienda y
Urbanismo fue el que convocó a crear el Parque por la Paz.
En la construcción existieron distintas polémicas sobre cómo se debía preservar
el sitio. Tres posiciones fueron las que resaltaron: una proponía dejar a la Villa tal y
como era cuando fungía como centro de detención; otra sugería dejar a la Villa en ruinas
y sólo colocar una escultura como recordatorio de las víctimas; y otra más pretendía
transformar la Villa en un Parque resignificando el lugar de un lugar de muerte a un
símbolo de vida. En marzo de 1997 se inauguró el Parque, siendo éste el primer centro
de tortura abierto al público. Un año antes de la inauguración se conformó la
Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, encargada de gestionar y poner en
funcionamiento el Parque, a partir de los objetivos que le fueron encomendados:
Hacia fines de los ’90 y los primeros años de la década del 2000 se conjugan en este
espacio múltiples funciones asociadas a la memoria y a la formación de los derechos
humanos. A pesar de que el parque está dominado por la memoria del sobreviviente, es
decir, por la versión del pasado sobre lo que ocurría dentro de este ex centro de
detención y tortura, el parque da espacio para múltiples memorias, las de los familiares,
sobrevivientes, vecinos, y personas que buscan conectarse con una visión más altruista
también. Ello se expresa en las distintas intervenciones que encontramos en el parque.
Monumentos, placas, memoriales, jardines, árboles. También acoge diversas funciones,
como las funciones de conmemoración, como los actos que se hacen muchas veces al
año recordando fechas emblemáticas (Romero, 2009:3).
El diseño del parque tiene forma de X, lo cual, según Lazzara (2003:131),
busca pensar el sitio como un lugar de reconciliación, puesto que dos caminos se cruzan
en el centro del parque uniéndose en una fuente. Un camino inicia en la entrada de los
visitantes; y el otro, en una reja metálica por donde metían a los presos políticos, el cual
permanece y permanecerá cerrado para que no se repita la violencia y los “horrores” del
17
Lazzara (2003) da algunos números levemente distintos, señalando que, en ese tiempo, fueron detenidas
al menos 5 000 personas y 240 fueron asesinadas y desaparecidas.
28
pasado. Tres lecturas se proponen del diseño X del Parque: la primera como el “nunca
más”; la segunda, que la X marca el sitio como un lugar importante; y una tercera,
recordando la cruz como simbolismo religioso. Esta última es la que apareció en los
materiales de inauguración del Parque pues según se lee:
Con su doble significado, muerte y resurrección, el cruce de los dos ejes, al centro del parque,
acoge una fuente la cual es un lugar de encuentro y orientación, donde es posible entrar en
contacto con el agua (Lazzara, 2003:132).
Sin embargo, este lugar guarda ambigüedades, puesto que la fuente que une los
dos caminos, con la posibilidad de un significado conciliador y redentor, funcionó para
torturar por lo menos en una ocasión a algún preso político. Asimismo, se pueden
observar –entre todo el intento de embellecer el lugar– los alambres de púas que
rodearon al centro de tortura.
1.3.3. Uruguay y el Centro Cultural y Museo de la Memoria-MUME.
Los debates recientes por la memoria en Uruguay han girado en torno a diversos temas.
Uno de ellos se centra en la relación que la memoria tiene con los monumentos y con la
historia cultural y política reciente de la región (Achugar, 2002). Estos temas adquieren
importancia al terminar la dictadura en 1985 y el enfrentamiento contra el olvido, la
globalización y su transformación de los medios de comunicación y, por tanto, en las
claves de lectura que implican los monumentos 18 y las prácticas realizadas a su
alrededor, puesto que el monumento implica la vinculación del pasado y el futuro a
partir del signo, como una objetivación de la memoria y la reafirmación de un origen.
Sin embargo, el monumento pone de relieve las críticas acerca de la neutralidad de la
memoria y su carácter democrático, que en la fractura que implicó la dictadura en
Uruguay adquiere importancia no solo como una revisión del ideario nacional, sino
como proceso político-teórico –poder para implantar versiones y políticas de
18
Elemento de la memoria que, en el caso del artículo de Hugo Achugar, termina siendo el pretexto para
hablar de los lugares de memoria en Chile y los debates en torno a los monumentos, las placas
conmemorativas, cuadros, archivos digitales, los lugares históricos, etc.
29
conocimiento para representar cualquier acontecimiento– para el estudio de las luchas y
el campo de batalla por lo que se dice del pasado en el espacio público. 19
Por otro lado, también el debate sobre el monumento refiere a observar el lugar
desde el que se habla, el lugar de enunciación; es decir, quien genera la representación
del monumento y desde donde lo hace, tomando en cuenta que es el lugar en que se
configura la memoria a la cual refigura. El lugar de memoria es acompañado por la
enunciación y el horizonte ideológico y político donde se construye dicha enunciación.
En el contexto de estos temas, el 10 de diciembre del 2007, fue inaugurado el
MUME en Montevideo, proyecto que comenzó su realización en el año 2005 y que
recogía las experiencias de otros países en torno a la construcción de la memoria. Según
el coordinador del Centro Cultural Elbio Ferrario (2009), el Estado y la sociedad civil
trabajaron juntos para abordar los temas de su sociedad. En sus palabras:
El Centro Cultural Museo de la Memoria - MUME es una Institución que promueve en forma
activa la paz, los derechos humanos y la memoria de las luchas populares por la libertad, la
democracia y la justicia social, concibiendo estos conceptos como construcciones socio –
históricas dinámicas y en permanente desarrollo. Este Centro es un espacio dedicado a la
recuperación y construcción de la memoria sobre el horror del terrorismo de Estado y los
esfuerzos del pueblo uruguayo en su lucha contra la dictadura, de modo de aportar
conocimiento a las nuevas generaciones sobre la historia reciente de nuestro país para
fortalecer los elementos constitutivos de la identidad nacional (Ferrario, 2009:2).
Con la participación activa de nueve grupos de la sociedad civil y de derechos
humanos –la Asociación de Amigas y Amigos del Museo de la Memoria– el MUME es
localizado en la antigua casa del dictador Máximo Santos, uno de los representantes del
militarismo uruguayo. Este museo se propone colocar los testimonios en el lugar central
de la exposición y ser un lugar de producción de éstos. En el plano museológico, su
guión de exposición se apoya, fundamentalmente, en la riqueza de imágenes y audios, lo
que conlleva la implementación de equipos audiovisuales para su reproducción.
Enfatiza, así, una comunicación interactiva con el público y se propone como un museo
19
Achugar distingue entre la memoria oficial, la memoria pública y la memoria colectiva. La memoria
pública es la que es construida por los medios de comunicación y no por el Estado ni por la sociedad civil;
además la entiende como el campo de batalla en el que la memoria oficial y la memoria popular compiten
por la hegemonía.
30
que mantiene viva la memoria al estarla construyendo permanentemente a partir de la
participación de la comunidad y la investigación.
Por su parte, el diseño museográfico está caracterizado por mantener al MUME
en exposición permanente, y lo organiza en siete unidades temáticas, de forma que
ordena los testimonios y los contextualiza para su comprensión.
Las unidades temáticas son las siguientes: la instauración de la dictadura; la
resistencia popular; el confinamiento: las cárceles; los desaparecidos; el exilio; la
recuperación democrática y la lucha por verdad y justicia, y las historias inconclusas y
nuevos desafíos.
La unidad inicial da cuenta del proceso de transición de la democracia a la
dictadura. Proceso en el cual se rompe el pacto democrático de convivencia social y
donde el golpe de Estado del año 1973 es una parte, pero no su comienzo. La unidad
final señalará los logros, la confianza en el ser humano y las asignaturas pendientes y
nuevos desafíos en la construcción de los derechos humanos.
Como parte de la recolección de objetos, las donaciones forman parte del registro
de testimonios, ya que por cada objeto ingresado se obtiene el relato de la persona sobre
el objeto. De manera que se observa el objeto como vehículo del testimonio. Por último,
Ferrario señala –y no por ser cosa menor– que el MUME forma parte, como institución,
de la Intendencia Municipal de Montevideo y el financiamiento proveniente de esta
Intendencia es del 95%. Es así como:
El 14 de noviembre de 2007 se firma un convenio de colaboración entre la Intendencia
Municipal de Montevideo y el Ministerio de Educación y Cultura cuyo objeto es articular
las políticas nacionales de derechos humanos con las políticas municipales y colaborar en
la concreción del Museo de la Memoria (Ferrario, 2009:9).
Lo anterior muestra la relación directa con el Estado para adecuarse a las
políticas de memoria; sin embargo, la relación estrecha con la Asociación de Amigos
permite orientarlo por la búsqueda de una cultura de la verdad y de la memoria. La
creación del MUME impulsó la creación de Comisiones de Memoria en otros espacios
de Uruguay que buscan la creación de otros museos y sitios de memoria.
31
Los debates abordados en cada uno de los países son cuestionamientos alrededor
de la representación del pasado compartidos en mayor o menor medida por los otros
países, de manera que se tuvieron que generar procesos y formas – a veces más como
forma de lucha por parte de la sociedad civil – para conformar y plasmar el recuerdo de
las violaciones y las víctimas, el clima político y un sentido en el significado actual
como forma de recordatorio y exigencia de justicia, además de la prevención del olvido
para un nunca más. Lo que pone en evidencia es la voluntad de las sociedades
latinoamericanas de mantener la memoria viva por un lado, y como enseñanza para
nuevas generaciones por el otro. Por tal motivo la cultura por la paz, la búsqueda de la
justicia y la dignificación de las víctimas tienen en estos lugares de memoria la tarea de
llevarse a cabo.
Dentro del seminario sobre los museos de memoria llevado a cabo en Chile
surgieron diversas reflexiones en torno a estos museos, entre las que destacan los temas
de memoria y democracia, cuestionando cómo estos espacios de memoria ayudan y
fortalecen la construcción de una sociedad más democrática, su importancia en la
promoción y defensa de los derechos humanos y la forma en que fomentan la
profundización de la construcción democrática y la de los derechos humanos. Asimismo,
se reflexionó sobre qué memorias representar y las formas de mostrarlas al público; es
decir, las preguntas nodales en la discusión fueron: cómo se puede representar la
memoria de pasados violentos y autoritarios y qué soportes contribuyen a la
representación de estas memorias.
Hasta aquí se ha hecho una revisión de los conceptos y debates en torno a la
memoria de pasados recientes, estás reflexiones se enganchan en experiencias
específicas de países latinoamericanos con las particularidades de cada caso. El
Memorial, como se ha dicho, se encuentra dentro de estos debates, de manera que
mucho de lo que se interpreta de éste esta mediado a partir de las decisiones tomadas
respecto al lugar de anclaje del museo, la presentación, la estética, lo simbólico y las
32
relaciones que la sociedad guarda con éste. Por otra parte, el carácter particular de cada
espacio de memoria lo otorga el acontecimiento al que responde cada uno, puesto que
más allá de las formas de representarlo esta lo que se recuerda, o por lo menos las
maneras en que ha sido comprendido el acontecimiento específico. Es a esta parte, la
especificidad del Memorial del 68 lo que se presenta en el siguiente capítulo, puesto que
estudiar la mimesis de una memoria conlleva forzosamente a conocer lo que se ha dicho
y escrito a través del tiempo acerca del acontecimiento fundacional. Las formas de
entender y narrar lo que fue y es el 68 mexicano es lo que a continuación se presenta.
33
Capítulo 2. El acontecimiento y sus relatos: la contextualización
del 68.
El Memorial del 68 se funda en un acontecimiento que posee una importancia neural en
la vida social y política de México, por lo que sobresale entre otros momentos
importantes en el siglo XX mexicano. Éste ha sido caracterizado de distintas formas,
entre las más conocidas: como un parteaguas en la sociedad, como un discurso reciente
de lucha por la democracia y como una fiesta.
En ese pasado histórico se enganchan las representaciones y expresiones del
museo aquí estudiado, por lo que conocer las aproximaciones con que ha sido abordado
el 68 permite tener una pauta de contraste con las maneras actuales de concebir aquel
acontecimiento, de tal manera que se considera necesario reseñar las formas en que ha
sido entendido este momento histórico –tanto en sus cercanías temporales como en el
transcurso del tiempo– y que han posibilitado su análisis otorgándole características
únicas. 20
Las respuestas ante lo ocurrido en México en el año 68 no se hicieron esperar
desde diversos sectores sociales y claramente desde el ámbito académico dentro de los
primeros meses posteriores al 68 y hasta fechas recientes, en que han salido a la luz
pública obras que intentan comprender ese momento en la vida política y social del país.
El estudio de cómo se han interpretado las obras, escritos, declaraciones, etc., en los
cuarenta años que siguieron al 68, es un trabajo que realiza Héctor Jiménez para dar
cuenta de las rutas de interpretación con que se ha entendido el 68. Su trabajo es
retomado aquí para ubicar las formas históricas que ha adquirido aquel acontecimiento
en los debates y representaciones ocurridos, pues sirven como un reflejo y como un
contraste de las interpretaciones que posiblemente se resaltan, se opacan o se
intensifican dentro del Memorial.
20
Para ver una cronología de los sucesos acontecidos en el año del 68 respecto al movimiento estudiantil
ver Anexo 1. Se coloca esta serie cronológica en un Anexo pues lo que aquí interesa no son los hechos en
sí mismos, sino su interpretación y sus representaciones en diversos momentos de la historia del México
reciente.
34
Asimismo se coloca un recuento detallado de la transformación de las memorias
públicas sobre el 68 –realizado en el trabajo de Allier (2009)–, puesto que permiten
observar el cambio en la memoria debido a los contextos políticos y sociales en que ésta
aparece y, por lo tanto, la influencia de los sucesivos presentes en la modificación de las
representaciones que se hacen de éstas. Observar la evolución de la memoria del 68 en
los sucesivos presentes me permite arribar al Memorial del 68 como uno de los
elementos característicos actuales de la evolución de esta primera huella y sus cambios
de intensidades en el presente.
De tal forma que cierro este capítulo citando la amplia documentación y
descripción sobre la construcción del Memorial del 68 –realizada por Cintia Velázquez
(2010)– como el dispositivo conmemorativo presente en la sociedad, los soportes de la
memoria en el museo y sus representaciones.
Se realiza la revisión de la obra de estos tres autores, con el objetivo de obtener
una imagen de la huella del inicio y evolución de tal acontecimiento en la memoria y en
la historia, y atendiendo al criterio en concordancia con Hartog (2002), pues, según él, se
debe realizar una separación de presente para poder mostrar las particularidades y
cambios de la memoria, por tal motivo se hace un contraste para comprender el
momento contemporáneo. Por tanto, se hace un esbozo de la historiografía, de la
historización de la memoria y de la construcción del dispositivo para encontrar las
configuraciones epistemológicas sobre las que funcionaron y se erigieron sus
representaciones, de manera que sirvan como focos organizadores para estudiar la
memoria en nuestros días a través de la instauración del Memorial; es decir, interrogar
las relaciones y prácticas que tiene el museo.
2.1.
Historiografía sobre el movimiento estudiantil de 1968.
En este espacio se rescatan las rutas interpretativas de lo que se ha considerado –en cada
sucesivo presente– ha sido el 68 a través del tiempo, más que la descripción de los
acontecimientos ocurridos en ese tiempo. Las formas de entender el acontecimiento han
35
sido plasmadas en diversos tipos de obras –documentales, obras iconográficas y obras
escritas, etc.,– que narran e interpretan al movimiento.
La obra de Héctor Jiménez (2011) dibuja magistralmente las que él ha llamado
rutas de interpretación dentro de las obras escritas sobre el 68; es decir, delinea lo que
se ha narrado acerca de este episodio de México a través de la historia. Me sirvo de este
trabajo –por su claridad y riqueza– para describir las maneras en que se ha relacionado la
sociedad mexicana con su pasado y, por tanto, cómo ha sido interpretado el movimiento
estudiantil de 1968, reflejado a través de los escritos y las obras estudiadas, siendo ésta
la pregunta principal de dicho estudio.
Bajo el supuesto de que el discurso escrito constituye la materia prima de la
reflexión historiográfica, Jiménez (2011:17) revisa una muestra representativa de obras y
escritos producidos a lo largo de cuarenta años para dibujar las guías de interpretación
del 68, a partir de la identificación de sus recursos teóricos, metodológicos, narrativos,
retóricos y de la relaciones de tiempo y de inteligibilidad que generan; es decir, de las
claves de lectura y escritura de los autores y los lectores que les son comunes en cada
época.
Asimismo, al interpretar el 68 desde su respectivo presente, los escritos
configuran en sí mismos una serie de significaciones que buscan dar una explicación a lo
acontecido a partir de una toma de postura que dota de sentido general a la comprensión
del pasado. Para explicar, comprender e interpretar el pasado, Jiménez (2011:19)
propone rutas interpretativas que agrupan ciertas obras en las que se establecen
relaciones entre ellas, a partir de la identificación de interpretaciones, circunstancias
sociales y temporales que les son comunes. Interpretaciones que se han ido modificando
paulatinamente para generar otras nuevas visiones del 68, no a través de momentos o
rupturas específicas, sino a partir de procesos generacionales, lentos y emergentes de
nuevas sensibilidades para observar los acontecimientos.
Justamente, el criterio para agrupar las obras en sagas que dibujaron las rutas
interpretativas es que compartieran ciertas características en la manera de abordar el 68,
centrándose en libros y escritos publicados en México, así como declaraciones, discursos
36
públicos y opiniones de actores relacionados con el 68, cuyo tiempo de aparición haya
sido entre 1968 y 2008.
Seis son las rutas de que Jiménez identifica en las obras y escritos que refieren al
68 dentro de un rango de cuarenta años. La primera línea interpretativa, los escritos de la
conjura, tiene como eje argumental el discurso gubernamental de descalificación del
movimiento estudiantil, el cual, en franco antagonismo con éste, lo señala como
producto de una conjura contra México. Este implica dos horizontes: una disculpa del
gobierno por los acontecimientos; y, la caracterización de la supuesta conspiración
(Jiménez, 2011:27). Encontradas estas lecturas en ensayos, crónicas, artículos de opinión
y novelas, esta dirección de interpretaciones tuvo su manifestación y hegemonía entre
1968 y 1975, con autores como periodistas, escritores y políticos que apoyaban al
régimen.
La línea se caracterizó por expresarse en un tono moral, aleccionador y
paternalista sobre el movimiento desde una posición condenatoria, posiciones que
controlaron casi toda la opinión pública desde el gobierno mexicano. Este fue el caso de
los periódicos El Universal, Novedades y El Heraldo de México, los cuales se alinearon
al discurso oficial del gobierno y, por tanto, en favor de la teoría de la conjura. Un
ejemplo de este tipo de textos es la carta de Paz Garro –hija de Octavio Paz– publicada
por El Universal, en la que lo criticó por su renuncia como embajador en la India, pues
lo señala de estar del lado de una juventud acorralada entre guías intelectuales
materialistas y oportunistas –seguidores de Marx, Althusser y Marcuse–, y la ausencia
de una causa legitima para sus actos (Jiménez, 2011:35).
En ese sentido, la teoría de la conjura sólo podía comprenderse en un clima de
rechazo y preocupación al movimiento en la opinión pública, frente a las nuevas
expresiones de rebeldía y el arribo de nuevas corrientes ideológicas; y la búsqueda de la
vigencia de un sistema de ideas y valores identificados con el paradigma revolucionario.
Por lo que los escritos que apoyaban a la conjura no dudaban de la vigencia de la
revolución mexicana y los intereses extranjeros que buscaban implantarse en la
juventud. Así, los ataques y las descalificaciones hacia el movimiento fueron gestados
37
no solo por el Estado, sino por la existencia de un bloque conservador a través de todo
tipo de fuentes pagadas en los medios de comunicación (Jiménez, 2011:37-38).
Después de los sucesos del 2 de octubre, el movimiento desembocó en una etapa
de repliegue y de persecución, lo cual fue aprovechado para “confirmar” y “fortalecer”
la supuesta conspiración, a través de folletos como el titulado “Tlatelolco: 2 de octubre”,
el cual buscaba señalar los hilos de la conjura, y libros diversos con la misma intención:
Crónicas como: El Gran Chantaje de Rubén Rodríguez Lozano (1968). Trampa en
Tlatelolco: Síntesis de una felonía contra México de Manuel Urrutia Castro (¿1969?).
Tlatelolco: Historia de una infamia de Roberto Blanco Moheno (1969), ¡El móndrigo!
Bitácora del Consejo Nacional de Huelga (¿1969?). Troya juvenil de Manuel Magaña
Contreras (1971), El estudiante inquieto. Los movimientos estudiantiles 1966-1970 de
Ernesto Flores Zavala (1972). Ensayos como: Tlatelolco. Tres instantáneas de Carlos
Martínez (1972) y México Futuro de Salvador Borrego (1972). Recopilaciones de artículos
de opinión como: Tlatelolco 1968. Díaz Ordaz tuvo razón de Gustavo de Anda (1975),
aparecido también bajo el título de La Máquina Infernal Y hasta novelas: Juegos de
Invierno de Rafael Solana (1970) y La Plaza de Luis Spota (1972) (Jiménez, 2011:39).
Los elementos que estos escritos comparten son: su aparición entre 1969 y 1975
y su determinación de los acontecimientos como un intento de impronta política en la
interpretación de los hechos; asimismo, se trata de obras comprometidas con el presente
de los autores y, por tanto, con su posición respecto al poder. Son escritos cuya ideología
conservadora buscan proteger la estabilidad política y moral de la sociedad. Sus autores
coinciden en su condena al movimiento estudiantil y la infiltración extranjera y
comunista; sus afiliaciones no eran homogéneas, pero creaban un grupo que respaldaba
al gobierno con la llamada pragmática conservadora, con dos perfiles: los que
mantenían una relación con el sistema de poder, y los que aún sin relación con el sistema
mostrabankm alarma ante las ideas comunistas (Jiménez, 2011; 40).
La segunda ruta interpretativa que Jiménez sugiere es la de los escritos de la
cárcel, donde “se reconstruye la historia del movimiento desde el encierro y se
denuncia la violencia contra el movimiento”. Obras con las cuales se plantea una
reivindicación del movimiento estudiantil en contraposición a la persecución y conjura.
Se trata de un grupo de crónicas y relatos, así como documentos jurídicos, generados y
38
publicados, entre 1970 y 1973, los cuales configuran una saga que reconstruye los
acontecimientos desde los propios testimonios de los participantes.
Los testimonios de los activistas del Consejo Nacional de Huelga (en adelante
referido como CNH) presos en la cárcel de Lecumberri constituyen las obras centrales
de reivindicación del movimiento, con lo que sus escritos conforman la voz directa de
los participantes, puesto que estos constituyen obras narrativas como crónicas o
testimonios. Tal material aportó información acerca de los debates internos del CNH y
se mostraron las contradicciones y las discusiones entre las distintas corrientes
ideológicas que participaron en éste. Una hipótesis de Jiménez es que los relatos hechos
desde la cárcel fungieron como la punta de lanza para que los líderes del movimiento
controlaran las reflexiones sobre el 68 y, por tal motivo, se dio la emergencia de un
relato dominante, siendo relevante en este proceso la experiencia carcelaria.
La noche de Tlatelolco (1971), de Elena Poniatowska, fue una obra
representativa con la que estaban de acuerdo buena parte de los activistas encarcelados y
de gran difusión, pues articula diversas voces que relatan el movimiento desde su
conformación hasta la represión, que a veces se contradecían y en muchas ocasiones
coincidían. Resaltan en la obra las voces de los líderes encarcelados como los
principales relatos, buscando darle voz a los que no la tenían y hacer una sistematización
de la memoria silenciada por la represión y la censura (Jiménez 2011:60). Un papel
nodal de la obra fue el deslegitimar la acción violenta del Estado y fungir como punta de
lanza de las acciones reivindicativas del movimiento.
Las obras escritas desde la experiencia de la cárcel daban cuenta de las
reflexiones de los actores del 68 respecto a las experiencias del movimiento y sobre los
alcances de la represión en su contra. Los días y los años de González de Alba (1971), El
otoño de la revolución: octubre y Tiempo de hablar 30 años después de Sócrates Lemus
(1973), La estela de Tlatelolco de Álvarez Garín (1998), La libertad nunca se olvida:
Memorial del 68 de Guevara Niebla (2004) y 1968: la historia también está hecha de
derrotas de Pablo Gómez (2008), entre otras tantas, ofrecieron material para una serie de
interpretaciones, las cuales refieren a: primero, la correlación de fuerzas dentro del
movimiento; segundo, las corrientes ideológicas existentes en el CNH; tercero, la forma
39
de funcionar del Consejo; cuarto, señalamientos sobre al actuar ético y político de
algunos de los activistas; y, quinto, la discusión de la definición de lo que para ellos fue
el movimiento del 68 en términos de naturaleza política e ideológica (Jiménez, 2011:63).
En este caso, la experiencia en la cárcel generó un tipo de autoridad moral de los
líderes del 68 y legitimó la narración de sus experiencias sobre otras.
Una tercera ruta de interpretación se relaciona con las causas estructurales del
movimiento estudiantil y, por tanto, con las conclusiones de que constituyó una ruptura
histórica con los procesos del pasado. Esta ruta es rastreada a través de ensayos
académicos, artículos y capítulos de libros desarrollados en su mayoría entre 1969 y
1978, siendo académicos e intelectuales los autores principales. Con esta se amplía el
horizonte ya que trasciende las dos posturas anteriores; es decir, la de la conjura y el
encierro.
Los ensayos sobre la ruptura enfatizan, entonces, el análisis y la interpretación
académica que a través de algún distanciamiento del acontecimiento, trascendiendo la
inmediatez de los hechos y las posturas, ayudaron a encontrar algunas respuestas en
torno a las causas y las consecuencias del movimiento estudiantil del 68, a partir de
incorporar una perspectiva histórico-social.
Obras como las de Ramírez (1969), Zermeño (1978) y Paz (1996), entre otras,
privilegian un análisis estructural del 68, pasando por perspectivas menos ideologizadas
y una revisión histórica de las estructuras políticas y socio-económicas. A partir de estos
análisis, la interpretación giró en torno de que el movimiento del 68 constituyó un
“episodio de ruptura” de esas estructuras históricas que lo precedieron. Esta postura
coloca a los acontecimientos del 68 como el fin de una época y el inicio de otra, de
modo que lo analizan como un momento coyuntural y, en este sentido, como punto de
contraste entre el “pasado desolador y el futuro prometedor, o viceversa”. Para poder
arribar a estos análisis y conclusiones fue necesario un “desmarcaje epistemológico”
desde el ámbito académico, observado por las críticas a la sociedad mexicana desde
antes del movimiento, puesto que se presentaba un desfasaje entre las formas
hegemónicas intelectuales y artísticas y los proyectos e influencias culturales alternas –el
40
triunfo de la revolución cubana, la aparición de revistas con temas políticos y sociales,
expresiones artísticas críticas, etc.– (Jiménez, 2011:76).
Entonces, la caracterización de ruptura del movimiento estudiantil lo coloca en el
caso de Ramírez (1969) y Wences (1971) como la vanguardia de un proceso necesario
de transformación de la realidad nacional y el planteamiento de nuevas vías para el
desarrollo de la democracia en el país; es decir, de renovación nacional. Por su cuenta, el
texto de Octavio Paz coincide en su Postdada con las ideas de varios de los ensayos
anteriores, en la cual señala y desmenuza la situación paradójica de la historia mexicana;
es decir, la aspiración de progreso y modernidad contra las cuentas del pasado. Desde
esta doble visión, el 68 es visto como un hito en la historia cultural e identitaria de la
nación.
La importancia del ensayo de Paz es: en primer término, porque fue una figura
importante en la intelectualidad mexicana y, con Postdata, pone fin a su carrera como
diplomático; segundo, porque tuvo buenas condiciones para ser puesta al público y para
su recepción; y, tercero, porque se incorpora en la comprensión la variable de los juegos
olímpicos del 68.
En el texto de México 68. Una democracia utópica, de Sergio Zermeño (1978),
se observa también al 68 como un punto de inflexión, pero se hace a partir de nuevas
categorías teóricas. Señala que el análisis que se propone hacer es desde la coyuntura
social y del movimiento social, sin entrar en descripciones históricas. A pesar de lo
anterior, termina declarando la necesidad de un análisis estructural del Estado como
“agente dinamizador” de procesos, que en México sería una sociedad en tránsito
tardíamente desarrollada. Desde lo anterior, el 68 sirve para exhibir el agotamiento o la
falta de un proyecto general de nación.
La cuarta ruta se debe a las interpretaciones militantes, en la cual el 68 se
convierte en el punto nodal para diversas luchas políticas vinculadas a la izquierda. Se
distingue al 68 como el acontecimiento que fundamentaba la lucha política y su
existencia. El rango de tiempo de estas posiciones se encuentra en obras que se
41
generaron entre 1969 y 2005, a través de crónicas, ensayos interpretativos, documentos
políticos, manifiestos, declaraciones y discursos públicos.
Después de la represión hecha el 2 de Octubre y la conclusión del CNH el 6 de
diciembre, el movimiento entró en una fase de repliegue, canalizándose la experiencia
de lucha a las diversas trincheras políticas. Esto significó un cambio en la relación entre
el gobierno y el pueblo; y, el inicio de una nueva fase de movimientos sociales en el
país. En tal sentido, el objetivo era darle continuidad a la lucha ampliando los frentes.
Una primera variante de la interpretación militante fue la de los comunistas que
vieron al 68 como una revolución inminente. Tres obras aparecidas en 1969 aportan a
esta visión: Tlatelolco. Reflexiones de un testigo, de Gilberto Balam; Sobre el problema
estudiantil-popular (Cartas desde la prisión), de Gerardo Unzueta; y, De la Ciudadela a
Tlatelolco (México: el islote intocado), de Edmundo Jardón. Estas comprendían al
movimiento como una muestra de la existencia de lucha de clases y del paso previo a
una revolución. Así, los acontecimientos que antecedían al 68 eran dispuestos y
orientados para mostrar la crisis del sistema político, que desembocaría en un
movimiento revolucionario. Esta posición tuvo fuerte influencia en la generación de
jóvenes activistas, puesto que favoreció la propagación de ideas radicales.
La segunda variante se encarna en una serie de debates entre militantes e
intelectuales, que tuvo lugar en el décimo aniversario del 68, respecto a su naturaleza
ideológica. Tensiones entre progresistas y radicales, expuestos a través de los medios de
comunicación (libros, revistas, cine, teatro, etc.), generaron un espacio de opinión
pública identificado con la izquierda y con cierto grado de autonomía respecto al
régimen, donde no sólo se criticaban las acciones represivas del gobierno sino el propio
sistema político mexicano. Punto Crítico (1972), Cuadernos Políticos (1974), Vuelta
(1976), Proceso (1976), Fem (1976), Unomásuno (1977) y Nexos (1978) fueron algunas
de las publicaciones que hablaron sobre el carácter reflexivo de los acontecimientos del
68 diez años después. El punto de vista militante enfatizó la búsqueda de valoraciones
más rigurosas que ayudaran a superar la recuperación únicamente anecdótica de lo
ocurrido. La naturaleza política y los contenidos ideológicos del movimiento fue lo que
estuvo en juego, de modo que, en un balance final de estas publicaciones, dos son las
42
posturas que sobresalen. Una fue verlo como una autogestión revolucionaria que definía
el contenido crítico, espontáneo y antiautoritario del movimiento; el otro, como una
lucha democrática y reformista, ya que “al no tomar parte de este todo el pueblo, sino
solo una parte pequeño-burguesa, no se trató de un movimiento popular ni
revolucionario” (Jiménez, 2011:120).
La quinta ruta de interpretación está ligada a la forma en que los antiguos
activistas –con mayor reconocimiento– del CNH reformulan algunos puntos de sus
primeras versiones y polemizan sobre la significancia del 68. Dichas reformulaciones
son ubicadas en el periodo de 1988 a 2008. Los llamados ajustes de cuentas con la
memoria muestran las discusiones de estos activistas, a la distancia de los
acontecimientos, a favor de una redefinición del suceso.
A partir de que algunos líderes del CNH hegemonizaron la memoria y
legitimaron versiones sobre el tema, las voces autorizadas generaron campos
significativos con los que caracterizaron al movimiento y que salieron a discusión entre
sus pares. A partir de distintas perspectivas sobre el 68 resaltan caracterizaciones,
algunas más cercanas a otras, que potencian sus interpretaciones sobre otras dentro de un
campo de disputa. Jiménez propone la hipótesis de que la recuperación histórica del 68
se ha convertido en el resultado de una tensión entre los que reconstruyen lo que sucedió
en ese año y los que usan lo ocurrido para fundamentar su trayectoria pública.
En las versiones de los líderes, a través de desencuentros y discusiones y del
distanciamiento temporal, comenzaron a aparecer diferencias en el recuerdo y en la
interpretación. Una primera interpretación tiene que ver con el 68 como parteaguas
democrático, defendida principalmente por Álvarez Garín y Guevara Niebla a través de
sus trayectorias, sus escritos y declaraciones como Pensar el 68, obra publicada en 1988
por la editorial Cal y Arena, y que reúne los testimonios y ensayos de ex-activistas, que
aborda las secuelas políticas y culturales desde distintas perspectivas; La estela de
Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil de 68 (1998), de
Álvarez Garín; y, La libertad nunca se olvida (2004), de Guevara Niebla, para plantear
que el 68 fue una protesta cuyo principal fin fue la apertura democrática del régimen
autoritario priísta.
43
Ambos ex activistas han sido reconocidos como dos de las voces más autorizadas
–legitimidad respaldada por su pertenencia a las filas de la Juventud Comunista de
México, su liderazgo en el CNH, su encarcelamiento en Lecumberri y, más tarde, por su
participación en proyectos comunes como Punto Crítico y sus futuras trayectorias– para
emitir juicios, análisis y reflexiones sobre el 68.
Es así, por un lado, que Álvarez Garín en su libro, después de describir y analizar
a los diferentes actores en el proceso, examina detalladamente temáticas más específicas
del movimiento, como: las militancias de izquierda previas al 68; la lógica de
organización de CNH y los caminos que el 68 abrió para la izquierda; los mecanismos
de violencia ejercida por el Estado en contra del movimiento estudiantil; y, la conclusión
de que se trató de abiertamente democrático “por sus formas internas de organización y
de toma de decisiones y por las vías y los métodos de luchas que desarrolló” (1998:150).
Por su parte, Guevara Niebla resalta, a partir del estudio de los movimientos
estudiantiles en México, el papel de transformación social de los actores en este tipo de
luchas, señalando su capacidad de incidencia y, por tanto, sosteniendo que el
movimiento respondía a un carácter democrático y de masas.
Alternas a estas interpretaciones, también emergieron otras que respondieron al
componente festivo del movimiento, señalando, por ejemplo, Marcelino Perelló, que el
68 se trató de un movimiento de fiesta que iluminó de colores al mundo, pero el
movimiento no fue por la democracia, sino, libertario. Algunos otros resaltaban el
carácter trascendental poniendo en entredicho las interpretaciones anteriores, puesto que
señalaban haber vivido un verdadero movimiento político y transformador y de vocación
democrática y no solo una experiencia anecdótica, rechazando así cualquier mito que
surgiera de tal acontecimiento.
González de Alba, en su ensayo 1968: La fiesta y la tragedia, revirará sobre las
interpretaciones revolucionarias y democratizadoras señalando que estas justificaciones
son parte de un sistema de creencias y explicaciones que se ha ido instalando sobre el 68
y que, más bien, lo que atrajo a los estudiantes al movimiento fue el deseo de formar
parte de una gran fiesta más que un súbito despertar ciudadano. En lugar de una
explicación de carácter religioso en la que el espíritu santo hacía conscientes a los
44
estudiantes y los colocaba como portadores de las demandas sociales, se realzaba el
carácter lúdico y libertario de las movilizaciones. Por el contrario, Guevara Niebla hace
una suerte de distinción, en su ensayo 1968: Política y mito, entre el espacio de
experiencia de los participantes estudiantiles de base y el de los líderes, puesto que,
según él, en los primeros se construyeron elementos simbólicos lejanos a los espacios de
decisión y, por tanto, propios del cálculo político del movimiento que corresponde a los
líderes.
La sexta ruta de interpretación propuesta por Jiménez gira en torno a la
reconstrucción de la historia de la violencia del régimen en contra de los estudiantes, a
partir de que se hacen públicos documentos oficiales. Desde los trabajos dedicados a los
archivos de la violencia se pueden delinear las características de la represión del
gobierno hacia los estudiantes. El acceso a los archivos del 2 de octubre se autorizó a
partir de las “políticas de la memoria” y la decisión de la creación de la Fiscalía Especial
para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) en medio de un contexto
de debilitamiento del partido de Estado (Jiménez, 2011:174).
En su informe se concluye que “el Estado mexicano, a los más altos niveles de
mando, impidió, criminalizó y combatió a diversos sectores de la población que se
organizaron para exigir mayor participación democrática en las decisiones que les
afectaban, y de aquellos que quisieron poner coto al autoritarismo, al patrimonialismo, a
las estructuras de mediación y a la opresión” (Jiménez, 2011).
Se vuelve a la interpretación de la conjura sobre el movimiento estudiantil,
conjura que provino no de los estudiantes, sino de los más altos niveles del gobierno,
puesto que éste decidió resolver con violencia el conflicto a partir de un operativo
militar y paramilitar reflejado en la tragedia del 2 de octubre.
Para Jiménez estos cambios en las interpretaciones del 68 se posibilitan tanto a
partir de situaciones de orden coyuntural o transformaciones de largo alcance del
horizonte cultural y social, como de la relación de fuerzas del sistema de poder
imperante. La memoria también se encuentra implicada con tales situaciones, las cuales
45
la van modificando en cada presente, como lo demuestra empíricamente Allier, a quien
recurrimos en el siguiente apartado para mostrar la historización de las memorias del 68.
2.2.
Historización de la memoria del 68.
Dentro de los últimos cuarenta años del pasado social y político de México, en sus
diversos tiempos y circunstancias, ciertos actores –políticos, académicos y participantes
del movimiento estudiantil– han aportado, a través de expresiones de la memoria,
categorías epistemológicas (para entender lo narrado) y de acción (para actuar acorde a)
según sea el contexto de su correspondiente presente; y, han hecho públicas
manifestaciones sobre el movimiento estudiantil del 68, las cuales han creado, y a la
postre implicado, formas de entender el acontecimiento a través del tiempo. Tales actos
expresivos han colocado a la memoria de los acontecimientos dentro de la esfera pública
para ser debatidos y negociados en sus significados.
Así, cada sucesivo presente ha instaurado una forma de entender el pasado.
Presentes precedidos por una experiencia y orientados por una expectativa, que en el
transcurso de los años se ha ido modificando a la luz de los intereses vigentes de varios
actores, los cuales, pueden haber buscado imponer ciertas formas de entender el pasado
en coherencia con las formas de actuar en el presente. Las formas de recuperar el pasado
reciente del 68 son múltiples en el espectro temporal, con momentos álgidos y débiles
cada una de ellos, con mayor o menor fuerza y eco en el medio social, pero muestran,
sin lugar a dudas, una parte de esa tensión entre lo que da cabida la experiencia y la
espera.
Tal articulación de los tiempos para el movimiento estudiantil del 68 se trata a
través de su historización de la memoria, con la cual se da cuenta del camino que ha
seguido, por una parte, la descripción hecha de tal acontecimiento, reflejando así las
demandas; y, por otra, las concepciones que se encuentran en cada momento presente,
dichas descripciones dotan de características relevantes al objeto de estudio, las cuales,
al ser identificadas, ayudan a entender el progreso y modificación del espacio de
experiencia del 68.
46
Allier (2009) se dedica, precisamente, a realizar este trabajo de historización de
las memorias del 68 a partir de una amplia revisión documental sobre el ejercicio de la
memoria en los espacios públicos, en la que se centra para señalar las caracterizaciones
que el movimiento estudiantil ha merecido a lo largo de cuatro décadas, estudiando las
traducciones del 68 a los sucesivos presentes y cómo son llevadas a cabo ciertas
acciones en relación con las formas de entender este pasado.
Entonces, al nombrar las formas en que distintos sectores de la sociedad –o por lo
menos una gran parte de ella– entiende su pasado, se hace un recuento de lo que es
común, manifiesto y abierto, a diferencia de lo que es individual, oculto y cerrado; es
decir, lo que se hace público (Allier, 2009:289-290).
Así, la memoria de tal
acontecimiento está en continua construcción, puesto que, lo que ahora se considera
cristalizado 21 y dado, ha sido resultado de un largo trabajo y cambio de las
caracterizaciones en el tiempo. Se pone de relieve que lo que se historiza se trata de
memoria pública, en contraposición a memoria colectiva, puesto que la primera permite
englobar distintos puntos de vista, múltiples memorias de los grupos dentro de una
sociedad, por lo cual este concepto juega el papel de campo de batalla de las memorias
que se buscan imponer en el dominio público.
Allier identifica en su análisis de la caracterización de las memorias del 68 seis
periodos, enfocando su atención en los actores y las representaciones que construyen
éstos; es decir, en los motores de memoria, para dar cuenta de “una historia menos
centrada en el pasado que en los sucesivos presentes políticos y sociales que lo han
condicionado” (2009:289).
La evolución de las representaciones del 68 inicia con el movimiento mismo. En
ese momento se hacen presentes dos intentos por explicar sus orígenes. Por una parte, y
del lado de los propios estudiantes y los grupos que los apoyaban, fue debido a la
respuesta violenta del gobierno ante las riñas entre estudiantes, por lo cual se considera
que el conflicto tuvo como motivo inicial la represión ejercida por el gobierno, con la
que se desató una escalada en los acontecimientos de violencia por parte de éste y de las
manifestaciones por parte de los estudiantes. Las causas de la movilización estudiantil
21
Por ejemplo, los discursos actuales que señalan que este movimiento luchó por la democracia.
47
son, en tal sentido, atribuidas a las acciones del gobierno de Díaz Ordaz en contra de
conflictos entre estudiantes en el mes de Julio de ese año (Allier, 2009:292).
Por otra parte, la explicación que estaba en competencia con la anterior fue la
mantenida por parte del gobierno y de los distintos sectores que lo apoyaban, en la cual
sustentaban que existía una conjura que era orquestada desde el exterior del país y
atribuida al Partido Comunista Mexicano (PCM) y con la cual, según el gobierno, se
intentaba impedir los Juegos Olímpicos a realizarse ese mismo año. Para el gobierno, las
primeras protestas de los estudiantes fueron síntoma de esta conjura, atribuyendo así el
inicio del conflicto a la violencia estudiantil (Allier, 2009; 293).
Estas dos lecturas son las que más influencia tuvieron entre la población y las
que manejaron los puntos de vista de los distintos sectores de la sociedad al tiempo en
que sucedían los acontecimientos estudiados. Sin embargo, la suposición de la conjura
fue la que recibió mayor difusión por parte de los medios de comunicación controlados
por el gobierno (Del Castillo, 2004; Trejo Delarbre, 2004 citado por Allier, 2009:294).
No obstante, lo ocurrido el 2 de octubre ayudó a confirmar la lectura de la represión.
Dentro del periodo de 1969 a 1977, inmediatamente después de finalizada la
movilización estudiantil, se inicia lo que Allier llama la tímida instalación de la
denuncia. La sensación de derrota y fracaso llegó a estar presente entre los participantes
del 68 y si bien en el momento del 68 las demandas no fueron cumplidas, con la llegada
del gobierno de Echeverría algunos puntos fueron atendidos; por ejemplo, poner en
libertar a los presos políticos, derogar los artículos 145 y 145 bis y abrir el diálogo con
los estudiantes. Aunque las demandas permanecieron, el 68 como recuerdo se
encontraba en sus primeras manifestaciones y era difícil de difundir, puesto que esta
tarea no era realizada por partidos políticos 22 u organizaciones amplias, las cuales
representaron más adelante un punto estratégico para fortalecer tal recuerdo. Esta tarea
quedó a cargo de “los estudiantes de las principales universidades del país”, a través de
actos y de las primeras marchas en la ciudad de México que quedaron registradas en el
año 1977.
22
Puesto que como señala Allier, el Partido Comunista Mexicano (PCM) salió muy debilitado de estos
acontecimientos a partir de la represión de que fueron objeto sus integrantes.
48
Las lecturas con que se interpretó el movimiento en este periodo describieron el
acontecimiento como masacre, crimen, matanza, la tragedia de Tlatelolco, uno de los
episodios más negros, instalando así una memoria de denuncia. Sin embargo, los medios
de comunicación que referían tales descripciones se posicionaban respecto a éstas
distanciándose y desvinculándose a sí mismos de ser sus promotores, lo que denotaba un
alejamiento de dichas interpretaciones y poco compromiso con las imágenes que estas
descripciones arrojaban (Allier, 2009:296).
Libertad a los presos políticos fue una de las demandas constantes en los actos
de conmemoración del 2 de Octubre, la cual se reforzó por las continuas represiones y
encarcelamientos llevados a cabo en la guerra sucia de los años 70 por el gobierno de
Luis Echeverría. Así, las demandas del 68 comenzaron a verse reflejadas, también, con
nuevas circunstancias dentro del escenario nacional, vinculando las antiguas pero
renovadas demandas para nuevos actores.
Estos primeros tipos de memoria vinculados con el movimiento del 68 tuvieron
que ver con explicitar y denunciar la represión que ejerció el gobierno, buscando hacerlo
evidente en lo público, esparciendo, aún con dificultades, las demandas que reclamaban
justicia y, por tanto, que adquirían fuerza a través de “convencer y movilizar a otras
personas, con el fin de asociarlas a las protestas” (Allier, 2009:296). A esto respondió la
frase de “2 de octubre, no se olvida”, la cual siguió repitiéndose en cada una de las
manifestaciones subsecuentes.
La ampliación y esparcimiento de la memoria del 68 entre los años de 1978 a
1985, a diferencia del periodo anterior, encontró sus motores de memoria, los cuales
impulsaron y potenciaron la capacidad de manifestación en la sociedad mexicana. Un
elemento importante para que esto sucediera ocurrió con la reforma política de 1977, a
partir de la cual se modificaron las formas de participación en la conmemoración del 2
de octubre, de tal manera que se reconoce a los partidos políticos como “entidades de
interés público”, con lo cual se extienden las acciones conmemorativas de individuos a
agrupaciones sociales que conformaban la izquierda y que dieron nueva fuerza estos
actos. Los principales motores de la memoria son algunos sindicatos; los partidos
políticos como el Partido Comunista Mexicano (PCM), Partido Mexicano de los
49
Trabajadores (PMT) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PTR); las
asociaciones de familiares de víctimas, como el Comité 68 Pro Libertades Democráticas
y otros grupos que también buscaban denunciar la represión, como el Comité Pro
Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos que desde 1984 es
conocido como “Eureka”. Dentro de este periodo no se presentaron nuevas formas de
caracterizar al movimiento del 68, se mantuvieron las demandas y, en cambio, se
movilizó en mayor medida la difusión de esta memoria y los medios de comunicación
comenzaron a hacer suyas –y no solo de los actores– las descripciones del movimiento,
dando así respaldo a las formas de caracterizarlo.
Siguiendo con Allier (2009), en un periodo posterior, desde 1986 hasta 1992, la
memoria del movimiento del 68 marcó y sirvió como mito político para diversas
manifestaciones en la búsqueda de la democracia, de modo que las complejas
circunstancias del país en ese periodo –el terremoto del 85, el movimiento estudiantil de
1986 y 1987, las elecciones presidenciales de 1988– permitieron cambios importantes en
la vida y sentir democrático de México. En este contexto, la transformación de la
memoria del 68 pasó a representar de la cristalización de la represión a la lucha por la
democracia, ya que se señala que el final del debate sobre el socialismo en México
influyó para que el 68 fuese visto de manera diferente desde el correspondiente presente;
es decir, cambió la forma en que se presentó ante la sociedad, puesto que, con la
creciente entrada del tema de la democracia en la cultura política de México, se da la
búsqueda democrática a partir de la reconfiguración de la izquierda. 23 Lo anterior
influye en la redirección de premisas ideológicas y, por tanto, de las demandas de la
izquierda, en este caso, exigiendo una apertura democrática y centrando su atención en
la transición a la democracia.
A partir de estas referencias surge –a través del tiempo– una memoria de elogio y
celebración del movimiento estudiantil a la par de la memoria de denuncia. Para esto fue
necesario desenfocarse de lo acontecido el 2 de octubre y mirar, ahora, el movimiento
23
Reconfiguración de izquierda que se origina a partir de una crisis en el proyecto político en la segunda
parte de la década de los 80, de la cual surge el Partido de la Revolución Democrática (PRD) conformado
después de una serie de rupturas y cambios ideológicos de los cuales participaron principalmente el
Partido Socialista Mexicano y la Corriente Democrática (CD) del PRI, abandonando la idea socialista y en
busca de la transición democrática.
50
estudiantil en su conjunto como ligado a la lucha por la democracia. Allier (2009) señala
tres momentos detonantes en este periodo, que se expresan en las memorias del pasado y
las posiciones de los diferentes grupos. Estos son: el movimiento estudiantil de 19861987 –el cual consiguió un diálogo público y no existió represión a diferencia del 68–;
las elecciones del año 1988 –tomada como una lucha por la democracia al igual que el
movimiento del 68 –; y el vigésimo aniversario de la noche de Tlatelolco –unido al
desprecio por el llamado fraude electoral de ese mismo año–. Entonces, la memoria de
elogio –y, por tanto, el giro representativo del 68 en el presente– se constituía a partir de
“la apertura de cauces hacia la democratización del país”.
En esta progresiva modificación de las representaciones de la memoria del 68, la
memoria de denuncia continúo expandiéndose en el periodo comprendido entre 1993 y
1999 a la par de la memoria de elogio ya mencionada, bajo la influencia de dos nuevos
conceptos conocidos en los años 90: uno de ellos fue el de justicia transicional, por el
cual, a partir del proceso de cambio a la democracia, se sostenía que ésta sólo podría ser
completada sí los responsables de los crímenes en el pasado hubieran sido juzgados y lo
ocurrido fuese conocido plenamente; y, el otro fue el concepto de derecho a la verdad,
que manifestaba que “toda sociedad tiene el irrenunciable derecho a conocer la verdad
ocurrida en el pasado”.
Según Allier (2009), la práctica de estas nociones fue puesta en juego a partir de
1993, cuando se comenzó a exigir “juicio” para los responsables de la “masacre” y la
“verdad” sobre la noche de Tlatelolco. Para estos fines se propusieron dos iniciativas:
una fue la creación de una comisión de la verdad, la cual tuvo su inicio propiamente en
septiembre de 1993; posteriormente, en el año 1997, la Cámara de Diputados mandó
constituir la Comisión Especial Investigadora de los Sucesos del 68, teniendo como
finalidad el solicitar a las autoridades los archivos e información que se tuvieran a
disposición en relación con los hechos del 2 de octubre de 1968. Los resultados de estas
dos comisiones no obtuvieron los alcances esperados debido a las restricciones
colocadas por el gobierno –ya que de acuerdo a éste debían pasar más de 30 años para
abrir los archivos–, pero ayudaron a impulsar tres tipos de demandas. El
“esclarecimiento” y “verdad” fue la primera de ellas; la apertura de archivos fue la
51
segunda; y la tercera fue la de “juicio” y “castigo” a los responsables, la cual se
incrementó con el tiempo en el debate público. A estas demandas también las acompañó
la del “nunca más”, con la cual se buscaba generar conciencia para que no se repitieran
de nuevo estos actos. 24
Sobre las representaciones que adquirió en este periodo la memoria del 68 cabe
señalar que comenzó a usarse el término de crimen de Estado motivado por la idea de
que “la planeación y ejecución de la acción delictiva se produce en los espacios de
decisión política y operativa de los organismos de Estado, y porque se determina y exige
la participación y disciplina personal en el hecho delictuoso precisamente por el puesto y
la jerarquía política de la persona en la estructura de la administración pública” (La
Jornada, 30 de septiembre de 1998, en Allier, 2009).
Asimismo, la memoria de elogio obtuvo una mayor amplitud y fuerza a partir de
que ya no sólo es la izquierda la que la relaciona con la transición a la democracia, sino
que diversos actores políticos y los medios de comunicación asocian el 68 con el
comienzo de nuevas circunstancias de mayor libertad y democratización en el país, por
lo que se ubica al
democráticas.
movimiento del 68 como el germen de las nuevas prácticas
25
La llegada de un nuevo partido político –el Partido Acción Nacional–
al
gobierno federal en las elecciones del año 2000 suponía, señala Allier, una encrucijada
fundamental para la legitimación de las instituciones democráticas. Vicente Fox, al
considerarse como actor fundamental de la transición asumió al movimiento estudiantil
como “el inicio de la lucha por la democracia”, usándolo así para legitimar a su gobierno
y, al proyecto político de un México democrático. Creó la Fiscalía Especial para
Movimientos Sociales y Políticos (FEMOSPP) como una herramienta de investigación
jurídica e histórica de los hechos sucedidos en el 68, en la represión de junio de 1971 y
24
Cuauhtémoc Cárdenas, como jefe de gobierno de la Ciudad de México en 1998 al izar la bandera a
media asta en la conmemoración del 2 de octubre retomaba tal expresión (Allier, 2009).
25
Este tipo de memoria de elogio del 68 sirvió a los distintos actores políticos –en medio de un debate por
la transición a la democracia– para adaptarla de la mejor manera a sus fines e intereses; puesto que se
colocaba al 68 como uno de los orígenes de esta transición, los priistas lo usaban para poner una
separación de los gobiernos anteriores del PRI y a los perredistas y panistas los ayudaba a ubicar al PRI
como el enemigo a vencer para conseguir la transición.
52
la “guerra sucia” de los años setentas y ochentas. Lo anterior renovó el interés por el
conocimiento de la “verdad” y las demandas por la apertura de los archivos y la de
“juicio”.
Con la FEMOSPP el gobierno mexicano como institución “acepta” haber
ejercido represión y se confirma que incurrió en graves violaciones de los derechos
humanos; sin embargo, a pesar de haber señalado responsables específicos, no se obtiene
ninguna sentencia condenatoria. Además, se deslegitima la investigación histórica por
no haber realizado alguna consulta pública durante su elaboración, por lo que este
trabajo quedaba aún corto en relación con el exigido por la sociedad mexicana (Allier,
2009).
Hasta aquí se han reseñado las memorias del 68 que han sido las principales en
distintos periodos del pasado reciente mexicano, las cuales reflejan las características
que sobresalen de cada sucesivo presente, los intereses políticos y demandas sociales; es
decir, las múltiples demandas asociadas primero, con el 2 de octubre y, después, con el
movimiento estudiantil en general, están vinculadas con los cambios en los procesos
políticos e ideológicos en México –al cambio de partido y la transición a la democracia–
respecto a lo que posiblemente se espera con mantener vigentes estas denuncias y
recuerdos, un nuevo y constante proyecto político como puede ser “2 de octubre no se
olvida” y que abre espacios públicos y vías hacia la democracia.
Si bien, en muy buena medida, las caracterizaciones y representaciones que se
han hecho a través del tiempo del movimiento estudiantil del 68 tienen que ver con las
demandas que en los distintos presentes se exigen, éstas están claramente relacionadas
con los momentos e intereses políticos en auge, de manera que lo que hace Allier con
esta historización de la memoria del 68 es también un recorrido a través de los
acontecimientos recientes de la historia de México y de ésta memoria en cada uno de los
presentes sucesivos. Cada uno de estos momentos combinando, dentro de sí, las
experiencias adquiridas.
53
2.3.
El Memorial del 68.
Dentro de las expresiones sobre el 68, se ubica al Memorial del 68 en dos direcciones:
una, en relación a la historiografía; y la otra con la historización de la memoria del 68. El
Memorial forma parte de un nuevo relato e interpretación –pluralidad de puntos de vista
sobre el acontecimiento mostrados en el mismo espacio– así como parte de una
representación de los acontecimientos vistos desde el presente, representación para una
sociedad que es configurada y difundida a través del espacio público.
Como parte de las actividades con motivo de la conmemoración del cuarenta
aniversario de los acontecimientos ocurridos el 2 de octubre del 68, en el año 2007, se
inauguró, por el Dr. Juan Ramón de la Fuente, Rector de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) el Centro Cultural Tlatelolco (CCUT), en las
instalaciones del antiguo edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Dentro de
este recinto, el Memorial del 68 representa el movimiento estudiantil ocurrido en ese
año, junto a su contexto nacional y mundial.
Se caracteriza por ser un museo basado en el uso de testimonios de actores
destacados en la actualidad, que se consideran líderes representativos, importantes
analistas y narradores del 68. Apoyado en soportes audiovisuales y multimedia, series
fotográficas y recursos gráficos se “hace un reconocimiento a la trascendencia social y
simbólica del Movimiento en favor de los derechos individuales y colectivos, así como
el ejercicio de libertades públicas y privadas” (CCUT).
En este apartado se describen los elementos generales del Memorial del 68. 26
Este breve acercamiento al lugar se apoya en el texto de Cintia Velázquez (2010), quien
realiza un ejercicio analítico detallado, de documentación y descripción, de las
experiencias del equipo creativo que desarrolló el Memorial, con lo cual exhibe y hace
explícitos los procesos de construcción, los factores políticos que lo llevaron a
consolidar, las ideas que rigieron el proceso, los caminos tomados en el discurso
expositivo, el manejo del espacio, etc., por medio del cual se constituye el lugar de
26
Puesto que en el desarrollo del proceso mimético dentro del siguiente capítulo se abordan las
decisiones específicas tomadas para la configuración del espacio y el relato.
54
conmemoración y su configuración. Por otro lado también me sirvo del libro Memorial
del 68, editado por Álvarez Mantecón, el cual sirve para entender el proceso histórico y
museográfico en el cual se sustentó la edificación del Memorial.
Uso los temas sugeridos por Velázquez (2011) para reconstruir una “columna
vertebral” del Memorial y así poder dar cuenta del dispositivo y sus características de
manera general.
Cabe señalar que la información recuperada por Velázquez, a partir de las
entrevistas que realizó a los creadores del Memorial, Sergio Raúl Arroyo, Nicolás
Echeverría, Alejandro García y Álvaro Vázquez Mantecón, permitió enfatizar un
aspecto de la creación del Memorial de acuerdo a la experiencia en la construcción y en
el área donde habían tenido mayor responsabilidad. Así con Arroyo, se privilegió la
información respecto a la gestión, el cabildeo político y la concepción inicial del
proyecto; con Echevarría, el proceso de grabación y edición de los testimonios; con
Vázquez, la generación del recorrido y la selección e interpretación de fuentes; y, con
García los procesos de uso y distribución del espacio y la selección de los recursos
expositivos y el montaje. Por tal motivo, cuando se han citado tales nombres se refiere a
sus ideas expresadas en las entrevistas otorgadas a Velázquez.
2.3.1. El proyecto.
La UNAM, a través de su Coordinación de Difusión Cultural, aceptó y llevó a cabo la
realización del Centro para ofrecer eventos culturales en la zona norte de la capital. La
idea de construcción del CCUT se concretó en julio del 2005, a través de la firma de un
acuerdo entre la UNAM y el Gobierno del Distrito Federal (GDF) para crear, en el
antiguo edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Tlatelolco, un memorial
que recordara los sucesos del 2 de Octubre, acuerdo que ya se encontraba estipulado
desde que iniciaron las negociaciones. Cabe señalar que es relevante que en el momento
de tales acuerdos se encontrara a cargo del gobierno de la capital Andrés Manuel López
Obrador, líder del Partido de la Revolución Democrática –partido considerado de
izquierda– (Velázquez, 2011:104).
55
Para esta empresa el Dr. Juan Ramón de la Fuente nombró a Sergio Raúl Arroyo
como director del proyecto. En el equipo de creación se encontraban, también, Álvaro
Vázquez Mantecón (historiador), Alejandro García (museógrafo), Nicolás Echevarría
(cineasta), con la asistencia de Óscar Guzmán, Juncia Avilés, Leticia Neria, Andrea
Navarro, Ximena Molina, Pablo Valverde y Cintia Velázquez.
Después de asignar la dirección general y la dirección museográfica a Sergio
Raúl Arroyo y Alejandro García Aguinaco, respectivamente, a inicios del 2006 se
desarrollaron los posibles planteamientos del Memorial y su traza museográfica (Arroyo
y Aguinaco, 2007).
En un inicio se había planteado el proyecto como la realización de un
monumento al 2 de octubre, idea que no agradó a Arroyo, quien buscó su
replanteamiento, ya que suponía que el 68 no debía ser reconocido a través de objetos,
sino de lo conceptual; es decir, preguntarse por la forma en que sería abordado el 68 en
este espacio. Por tal motivo, a partir de múltiples reflexiones –señala Arroyo–, en primer
lugar, debía plantearse una museografía muy contemporánea, lo que significa
comunicación más directa con los espectadores, a través de los testimonios de las
personas que vivieron el 68 (Velázquez, 2011:105).
2.3.2. Las ideas rectoras.
La formulación conceptual del proyecto inició tomando en cuenta algunas premisas que
después se convirtieron en aspectos relevantes de la formulación histórica y
museográfica del Memorial y, más tarde, en su clave de realización. Estas fueron:
1. Desplegar un recorrido por la cronología del movimiento estudiantil del 68,
permitiendo prolongar la mirada en la línea de horizonte histórico y no limitando la
narración únicamente a los hechos del 2 de octubre.
2. Desarrollar una museografía no convencional para no traicionar el espíritu de
ruptura marcado por la época. El Memorial debería ser una propuesta audiovisual
audaz, que utilizara numerosos recursos tecnológicos y que facilitara la revisión de
fenómenos sociales cercanos en el tiempo.
56
3. Ver al movimiento como un momento de apertura al mundo y no como un
fenómeno interno, asociándolo con expresiones políticas y culturales que describen
el tránsito hacia realidades sociales, económicas y culturales cada vez más
interdependientes.
4. Realizar una verdadera práctica de memoria colectiva y no centrarse en una sola
vertiente del discurso político, donde las diversas visiones mostraran la complejidad
histórica.
5. Homenajear a una generación que emprendió el movimiento estudiantil y no una
apología despersonalizada del movimiento.
6. Reconocer el efecto renovador del movimiento en el mediano y largo plazo en la
historia del país y no reducirlo a una derrota social y política.
7. Ver los acontecimientos del 68 como un proceso inteligible en vez de asociarlos a
un mito e intriga política (Arroyo y Aguinaco, 2007; Velázquez, 2011).
Sobre estas líneas directoras –señala Velázquez– comenzó a trabajar el equipo de
creación en enero de 2006. Sergio Arroyo se encargaría de coordinar y supervisar;
Nicolás Echevarría, de la grabación de los documentales; Alejandro García, de la
conceptualización, producción, museografía y montaje; Álvaro Vázquez, de la
investigación documental, iconográfica y fílmica, la realización de las entrevistas y el
guión curatorial; y Óscar Guzmán, de las visualizaciones multimedia con que iniciaría y
terminaría la exposición.
2.3.3. Documentales y objetos.
El material con mayor importancia en el futuro museo serían los testimonios, por tal
motivo, no era preocupación del equipo obtener objetos originales; “la mina de oro”,
señala Álvaro Vázquez eran las entrevistas, puesto que los testimonios recopilados serán
el centro de la exposición misma.
La decisión de manejar material audiovisual en el Memorial fue importante para
centrarse en las expresiones de los entrevistados, pues a la par de su relato mostraban
diversas reacciones que eran tomadas a través de acercamientos de la cámara. Estas
gestualidades fueron relevantes a partir de que Echevarría privilegió usar la persona
primera persona por la expresividad que se aportaba.
57
Para esta edición de los documentales, Echevarría señala que se enfrentó al
dilema de adjudicar su visión personal del 68 a los testimonios o respetar su integridad.
Por un lado señala que no existió manipulación en estos, pero tiene claro que la edición
de las entrevistas implicó la influencia de un punto de vista personal. La decisión que
tomó para seleccionar los fragmentos se basó en el criterio de “cuando sentía que los
entrevistados estaban llegándole a la gente, cuanto te conmueve un testimonio”
(Velázquez, 2011:120).
Para proyectar los documentales se utilizaron pantallas dobles y monitores como
soportes audiovisuales de las 31 piezas de exhibición, las cuales fueron jerarquizadas
según su importancia en el recorrido.
27
Estas fueron repartidas de manera que las de
mayor jerarquía y duración serían las proyectadas; los videos cortos de menor duración y
también menor jerarquía de acuerdo a guión curatorial se exhibirían en los monitores. Su
localización fue de manera que la mayor parte de los documentales estuvieran en el eje
temático dos –relativo a la cronología del movimiento estudiantil.
2.3.4. Guión curatorial.
De acuerdo al material obtenido por medio de las entrevistas se definió el guión
curatorial y, por tanto, la definición temática del recorrido, la cual establecía dos líneas
de trabajo: por un lado, que los objetos de trabajo eran experienciales; y, por otro, que la
mejor forma de colocar los diversos testimonios era la cronológica (Velázquez,
2011:122).
De tal manera, tomar las experiencias como el elemento de trabajo básico ayudó
al equipo de curaduría a decidir criterios y procedimientos en el Memorial. Un primer
criterio fue el uso de video como soporte para los materiales en que se recopilaron los
testimonios grabados y, por tanto, no se otorgaría importancia fuerte a otros elementos u
objetos comunes en las exposiciones. Específicamente, no se buscaba mostrar en la
exposición objetos originales, sino solo los que transmitieran la idea básica expresada
27
Ver Anexo 2. Guión temático del Memorial del 68.
58
antes en los testimonios, tal es el caso de los múltiples carteles utilizados por los
estudiantes para difundir sus demandas (Velázquez, 2011:124).
De acuerdo a Vázquez, la mejor forma de pautar las experiencias fue la
cronológica, para plasmar una narrativa que permitiera los testimonios divergentes, que
permitiera contar la historia del 68, de su generación y sus experiencias, atendiendo a
que los visitantes serían estudiantes jóvenes con poco conocimiento sobre el tema y con
el objetivo de explicar, detalladamente, lo que había ocurrido y cómo había influido el
68 (Velázquez, 2011:126).
Lo anterior influyó en que el guión temático se plasmase en términos
cronológicos, abarcando contextos anteriores y posteriores al 68, abordando eventos
políticos, sociales y culturales a nivel nacional e internacional, integrando los
acontecimientos ocurridos en México a lo que pasaba a nivel internacional, mostrando al
país como parte del mundo y no como aislado en sus procesos. Para esto se buscaron
imágenes representativas de cada época resaltando lo emblemático de cada una de éstas.
Un criterio curatorial fue que se enfatizará la idea de que la intervención y
participación juvenil ocurría en el acontecer diario y no únicamente mediante
movimientos políticos o estudiantiles, a lo cual respondían las imágenes y audios
elegidos; por ejemplo, las figuras del Che Guevara, Martin Luther King, etc.
Participación que respondía a los malestares de los regímenes autoritarios generados por
la segunda guerra mundial (Velázquez, 2011:128).
Así se definieron dos núcleos temáticos con el objetivo de que el primero
contextualizara y preparara al visitante para el segundo núcleo. El primero corresponde a
la contextualización nacional e internacional, ya señalada. El segundo a un seguimiento
detallado de los días sobresalientes del movimiento estudiantil de manera consecutiva,
atendiendo a todo el movimiento y no solo al 2 de octubre.
Se decidió resaltar, dentro del desarrollo cronológico, los elementos de la
represión policial desmedida, el liderazgo del rector, la importancia del CNH como
organismo democrático, las brigadas como difundidoras de la ideología, el autoritarismo
gubernamental, las consecuencias del 68 y la divergencia de los testimonios.
59
El desarrollo cronológico del núcleo dos se centra entre julio y diciembre del 68
en una revisión de casi día a día. En la división de los rubros a presentar, éstos se
delimitaron a tres: primero se formuló el contexto previo, el cual abarcaba de 1958 a
1968; segundo se presentó el movimiento estudiantil dividido como el inicio, el auge, la
tensión, la represión y el fin; y, por último las repercusiones que van desde desde el año
de 1969 hasta 1973. Como parte de este proyecto de curaduría se desarrolló dentro del
Memorial un esquema de doble arco temporal con tres temas pero con énfasis en el
movimiento estudiantil. El primero de éstos ubicado en el antes y después del
movimiento entre 1958 y 1973 – con referencia por un lado a los movimientos gremiales
en México y por el otro por al golpe de Estado en Chile – de menor densidad pero mayor
extensión; y el segundo referido a este acontecimiento entre el 23 de julio y el 6 de
diciembre, de mayor concentración y menor extensión, acotado por la disputa en la Plaza
de la Ciudadela y el levantamiento de la huelga estudiantil y restablecimiento de las
actividades académicas en la UNAM (Arroyo y Aguinaco, 2007; Velázquez
2011:130). 28
Es así como el guión curatorial y, a la par, el guión temático sirvieron para
orientar la investigación documental y, por tanto, para ordenar y clasificar el material a
usarse en el Memorial.
En síntesis, hasta ahora se han trabajado las aproximaciones de comprensión del
movimiento estudiantil del 68, entre lo que se ha escrito sobre éste, lo expresado en el
espacio público y, las ejes fundamentales con los que se creó el Memorial del 68. Tal
articulación de temas expresa la transición y evolución de la memoria del
acontecimiento, que ha sido influenciada por las tensiones políticas y sociales en cada
presente y, por tanto, por los intereses vigentes de cada momento. Es pues, que al situar
al Memorial como una nueva forma de expresión y capa en la representación de la
memoria del 68, contiene, de cierta manera, a todas estas caracterizaciones previas sobre
el acontecimiento y, siendo así, coloca mayor énfasis en algunas que en otras, denotando
así un significado intrínseco desde las decisiones que guiaran su creación. Por tal motivo
28
Ver Anexo 2.
60
y después de haber revisado las formas de recordar el movimiento del 68 más
recurrentes, paso a analizar, en el siguiente capítulo, por un lado, cómo se conjugan las
decisiones tomadas por el equipo creativo y las prácticas específicas para realizarlas, y
por otro, como son recibidas, de un modo típico esta nueva representación de la
memoria.
61
Capítulo 3. La configuración del lugar y la experiencia del
recorrido.
Estudiar la memoria cultural y sus prácticas requiere preguntarse sobre sus condiciones
para convertirse en objeto de una historia posible, por tal motivo se atiende a los medios
materiales y conceptuales de su producción y los mecanismos sociales de su difusión y
no sólo de los hechos y objetos de la tradición cultural y nacional que representa. Lo
anterior lleva a buscar los momentos clave que han sido retomados en el presente para
hacerlos un pasado significativo (Hartog, 2007).
Se entiende al Memorial como una representación de los acontecimientos del 68
que moviliza y participa directamente en la formulación de sistemas simbólicos e
historiográficos para su interpretación. Es decir, obviamente no se trata de una memoria
neutral o natural, sino que, en cualquier caso, sostiene intereses y visiones políticas. De
manera que el grupo de personas que participa en su construcción dispone de claves para
su interpretación y lectura, las cuales se han hecho explícitas; que por un lado conducen
el recorrido de los visitantes y por otro intensifican, en ocasiones, y opacan, en otras,
parte de los relatos sobre el movimiento estudiantil del 68 hasta ese momento.
Tales marcas de interpretación son conformadas por muchas de las decisiones
curatoriales y museográficas tomadas en la instalación del Memorial; sin embargo, no es
sólo eso, sino como bien se ha dicho, el espacio que rodea al lugar, sus vínculos
materiales, lo que se dice sobre lo que es el lugar y las prácticas que en éste se
desarrollan, incorporan y, en su caso, modifican lo que constituye el lugar para su
sociedad, así como la manera en que la sociedad se relaciona con el lugar.
Hasta ahora he hecho un recorrido por las principales expresiones
historiográficas y marcas de memoria que ha tenido el 68 dentro de los cuarenta años
transcurridos, y he descrito la construcción del dispositivo del Memorial a través de su
guión curatorial, su discurso expositivo, las ideas que lo dirigieron y la conversión del
espacio en concepto a partir del trabajo museográfico. Estas aproximaciones a la
memoria del 68 permiten resaltar los formas de lectura con que ha sido construido el
62
Memorial, puesto que, por un lado se continúa y reproduce con alguna de las formas de
narrar tal acontecimiento tanto historiográficamente como en sus expresiones
memoriales, o se inaugura una nueva línea de narración de los hechos y, por tanto, de la
forma de relacionarse con el pasado. Es así que el Memorial, entendido como un
contenedor de las experiencias conmemorativas, retoma los testimonios de varios de los
participantes que han expresado sus comprensiones del movimiento. Este artefacto
cultural coloca una nueva expresión dentro de las representaciones del 68 y,
posiblemente, una nueva forma de relacionarse con aquel acontecimiento. De tal manera
el interés por la memoria en cada presente y las relaciones con el tiempo lleva a entender
el estudio del Memorial a través de la huella que deja en la sociedad, su construcción en
el tiempo, sus efectos, la forma en que se transmiten sus significados.
Las dimensiones a estudiar aquí son las de escritura y construcción, producción
de sentido y experiencia del espacio y el lugar. En un primer apartado se aborda la
narratividad del Memorial del 68; es decir, la memoria puesta en relato a través del
proceso mimético en sus aspectos espaciales y de lenguaje, ya que al entrecruzar la
dimensión de la narración con la de espacio se conjuga la representación de la memoria;
el segundo apartado estudia la dimensión de la experiencia, a partir de la distinción entre
el espacio y el lugar, desde el punto de vista del visitante y las trayectorias que inventa al
desplazarse en el campo preestablecido, como una forma de lectura del lugar; por último
atiendo a las relaciones que se presentan entre la experiencias y la expectativas dentro de
los medios como textos, entrevistas y comentarios, donde se busca resaltar las
caracterizaciones que se hace de este espacio en los tiempos actuales, cuál es su función
y el porqué de su creación, lo que permitirá ir formando una descripción de las
justificaciones y narraciones en el medio social y público del papel que juega dentro de
este, lo cual, a la postre, señalará la forma de relacionarse el Memorial con la sociedad
63
3.1.
Escritura y construcción.
La creación de un espacio para conmemorar el movimiento estudiantil de 1968 conllevó
la realización de múltiples tareas, varias de ellas a la par, mientras avanzaba la
instalación y, por tanto, retroalimentándose entre sí. Sin embargo, dichas tareas tratan de
la implementación de las ideas rectoras y de las decisiones tomadas con antelación por el
equipo de creación, por tal motivo respondían a una forma específica de querer
representar el acontecimiento y, por tanto, de entenderlo. Lo anterior puede parecer algo
obvio a la luz de que se trata de un Memorial, que se basó en un proyecto formado por
un guión curatorial y museográfico, además de un diseño museístico; pero desde mi
punto de vista, no debe ser tomado como algo ya dado y bien merece la pena hacerlo
explícito, puesto que tratar sobre la memoria requiere saber que ésta siempre es influida
por los intereses vigentes y los cambios de las relaciones con el tiempo.
Las decisiones e ideas que rigieron el trabajo surgieron de una posición que ha
sido llamada el lugar de enunciación; 29 es decir, a partir de la colocación, dentro de un
cierto punto de vista en que se organiza la trama y el tiempo de la narración, como punto
de origen del sentido (Rufer, 2010). La importancia de tal lugar reside en la forma que se
moldea la memoria por medio de quien la describe y sus influencias. Lo anterior se
observa en el ejercicio de hacer explícitas las ideas rectoras y las decisiones tomadas, en
este caso, por expertos y profesionales del ámbito académico, museístico y de la
temática del 68. Entonces, sí la memoria sólo puede llegar a la obra mediante el relato,
es que su representación es mediada.
Asimismo, al tratarse de la representación de un acontecimiento histórico
reciente puede analizarse a partir de su intencionalidad narrativa; es decir, la
construcción de un conocimiento histórico puede ser analizado por medio de su
narratividad a través de la operación mimética. Es así como se caracteriza a la memoria
con la cualidad de poder ser configurada, ya que al expresarse en la narración, y siendo
29
Concepto que concuerda con la intencionalidad narrativa, pues ambos tratan de la organización de una
trama narrativa a partir de una posición y configuración de la temporalidad producida entre la escritura y
la lectura o, de otra manera, entre el conflicto del mundo del texto y el de la vida.
64
este el medio por el que se dispone la trama en el tiempo, se realiza en un proceso
mimético. 30 Dicho de otra manera, la llamada configuración es la puesta en intriga en el
estilo de las formas literarias, que surgen de la separación del contexto de la vida
cotidiana. Entonces, desde el lugar en que se enuncia y, por tanto, desde el que se
representa la memoria –pues como se ha dicho ésta sólo puede llegar a las obras
mediante el relato– es donde se orquesta la llamada configuración. Una serie de
decisiones tomadas por el equipo creador de un lugar de conmemoración son las claves
fundamentales para movilizar significados –en disputa– dentro del espacio y, por tanto,
de lo que ahí se trata. Con estas decisiones se privilegia un tipo de discurso que tiene que
ver con la orientación institucional y política de quienes realizan el proyecto; así, al
tiempo en que se definen el guión curatorial y el plan museográfico también se va dando
sentido y configurando las claves de interpretación del lugar, específicamente en la
puesta en intriga o creación de una trama, inteligibilidad e intertextualidad de la
narración.
La estrategia general que aquí sigo es tomar el camino señalado por el proceso de
mimesis con la ayuda de las fases y categorías que éste propone, 31 para que dentro de la
complejidad que implica analizar la planeación, construcción y lectura de un lugar como
el propuesto, un acercamiento por medio de estas guías permite reflexionar sobre la
operación mimética en el Memorial –la representación sobre la disposición de los
hechos– y así extraer las relaciones no sólo de las acciones con la construcción, sino de
30
Paul Ricoeur (2003) entiende la mimesis como la composición de la trama del tiempo o tiempo relatado.
Distingue tres momentos de la mimesis; esto es miméis I, mimesis II y mimesis III –prefiguración,
configuración y refiguración–, de las cuales señala que la mimesis II constituye su eje de análisis de la
mediación entre tiempo y narración. Con su función de ruptura permite la creación poética, dentro del
campo literario, y la configuración de la constitución de la trama ya que se encuentra en una posición
intermedia y de mediación entre un antes y un después. Las llamadas mimesis I y mimesis III – el antes y
el después – hacen surgir la inteligibilidad de mimesis II a partir de su facultad de mediación, la cual – de
acuerdo a Ricoeur – consiste en transfigurar el antes en después por medio de la configuración.
31
Como se ha mencionado las fases propuestas son la prefiguración y la refiguración, ambas son
mediadas o transfiguradas a través de la fase de configuración. Se entiende de manera general por
prefiguración dentro del lenguaje como la preconcepción del mundo de la acción, en la que el empleo del
relato se hace en la vida cotidiana, es decir, en la conversación, para después separarse de ella para
conformar así formas literarias; por su parte en el espacio, la prefiguración está vinculada al acto de
habitar el lugar. La configuración es el tiempo construido o tiempo relatado; en el espacio son los actos de
edificación y construcción. La fase de refiguración en el relato se identifica con la lectura y relectura; para
el espacio es la relectura de los lugares que habitamos (Ricoeur, 2002: 13).
65
las significaciones que se establecen en su interior y sus vínculos con el espacio y el
relato.
Aquí retomo, por tanto, 32 el proceso de construcción del Memorial a través de las
principales decisiones, tanto curatoriales como museográficas, tomadas por el equipo
creativo, ya que permiten entrar en el ámbito de la configuración dentro de la dimensión
del espacio y la del lenguaje, en las cuales se plasma un paralelismo entre el acto de
construir y el acto de narrar. 33 Por tal motivo, la edificación en el espacio y la puesta de
la trama en el tiempo son tomadas como dos acciones que son las realizaciones de las
prácticas comunes del habitar y el conversar, en la configuración, las cuales, como
puesta en relato, proyectan hacia el futuro al pasado rememorado (Ricoeur, 2002).
Habrá que empezar por señalar que aunque estos aspectos de espacio construido
y tiempo narrado se tratan bajo la caracterización de dimensiones distintas, éstas en la
significación de un lugar, se implican una con la otra, por tal motivo éstas pueden
corresponderse o contradecirse recíprocamente.
Así pues, sí se entiende a la prefiguración como la disolución del relato en la
vida real y como práctica anterior a la adopción de una forma literaria, entonces, caben
las preguntas de ¿cómo se puede entender la prefiguración en el proceso de
representación del 68 dentro del Memorial? y ¿en qué forma se presenta en la dimensión
espacial y en la del lenguaje?
En la apertura de un nuevo ciclo mimético 34 iniciado en el Memorial acerca de
las representaciones sobre el 68, donde lo escrito es releído generando una experiencia
32
Con el ánimo de reflexionar sobre el proceso de configuración dentro de la dimensión del relato y el
espacio, me refiero, desde una posición analítica y desde los alcances del estudio, al proceso de mimesis,
lo cual en mi opinión, ayuda –y aporta a lo que ya ha sido escrito sobre el lugar– a hacer inteligible y
comprensible la construcción del Memorial. Tal vez como una forma alternativa de entender el proceso de
construcción, desde su precomprensión hasta el entrecruzamiento de la espacialidad del relato y la
temporalidad del acto arquitectónico.
33
El proceso por el que la configuración media entre la prefiguración y su refiguración es lo que aquí se
despliega. Específicamente, el proceso de mediación entre tiempo y narración es llamado relato; y, entre
espacio y edificación, es llamado construcción (Ricoeur, 2002:11).
34
Se habla de un nuevo ciclo mimético porque se entiende que cada obra y representación sobre el 68 es
un ciclo de este proceso, donde cada elemento es una clausura y un inicio de éste, vinculados a través del
proceso de lectura y conversación, ya que se hace una refiguración de lo escrito para después ser
emprendidas nuevas representaciones.
66
del pasado, se obtiene que el Memorial tiene su punto de partida después de que existen
ya una serie de significaciones generadas por otras narraciones de la trama, las cuales
serán sintetizadas desde su heterogeneidad.
Partiendo de lo anterior se puede pensar que son distintos y variados los
componentes que formaron parte del intercambio de expresiones y conversaciones
ordinarias, como son las expresiones historiográficas, las memorias públicas sobre el 68
y los actos conmemorativos, previos a formar un nuevo relato y, por tanto, una
reformulación del conocimiento histórico. En el plano académico a lo largo de cuatro
décadas se mostraron distintas manifestaciones historiográficas, declaraciones,
ceremonias en el espacio público y actos que conmemoraron el acontecimiento que
fueron construyendo comprensiones para cada tiempo que se experimentaba.
Estas comprensiones han quedado bien asentadas, por el lado historiográfico, en
las rutas de interpretación propuestas por Jiménez (2011), las cuales pueden entenderse
como grupos de relatos que convergen generando seis formas de interpretación: los
escritos de la conjura, los escritos de la cárcel, los ensayos sobre la ruptura, la ruta de
las interpretaciones militantes, los ajustes de cuentas con la memoria y los archivos de
la violencia, los cuales fueron examinados en el capítulo anterior; por parte de las
manifestaciones de la memoria en los periodos propuestos para cada memoria, estos son:
los orígenes: movilización contra la represión versus conjura internacional en el año
68, la tímida instalación de la denuncia del 69 al 77, el encuentro con los motores de la
memoria del 78 al 85, el movimiento como lucha por la democracia del 86 al 92, juicio
y castigo del 93 al 99 y ¿oficialización de las memorias públicas sobre el 68? del 2000
al 2006.
Estos caminos de comprensión caracterizaron cada acción, cada marcha y cada
declaración de forma coherente con lo que proponía cada presente, generando un nuevo
campo semántico con el cual describir el sentido de las acciones, más que para un
pasado, para el presente. Por tal motivo cada ruta de interpretación y cada tipo de
memoria es la composición de una nueva trama que sintetizó y condensó la heterogénea
experiencia del tiempo y, por tanto, una reformulación a través de estas narraciones.
67
Este conjunto de materiales tuvo la función de pre-texto o cuasi-texto 35 en
relación con la construcción del Memorial. Estas formas de entender el movimiento del
68 ya existían y eran reconocidas –como se ha dicho– al momento de plantearse la
construcción del Memorial. Sin embargo, el equipo de creación no optó por presentar –
por lo menos de manera directa– sólo una de estas interpretaciones, una única vertiente
del discurso político.
De tal manera que al buscar transmitir la memoria de lo ocurrido en 1968 a las
generaciones jóvenes, el testigo, fue elegido como personaje principal para llevar a cabo
esta tarea dentro del Memorial. Lo anterior implicó decidir quiénes eran esos
participantes para ser entrevistados, y para que desde la declaración fundamental del “yo
estuve allí”, narraran sus recuerdos más vividos de aquella época. Lo anterior conllevó
que hablaran sobre sus orígenes, sus ideales y su participación en el movimiento
estudiantil, además de lo que pensaban que había implicado el movimiento para el
país. 36
Los casi cuarenta años que transcurrieron antes de que se empezaran a grabar y
generar estos relatos destinados a presentarse en el espacio en construcción, sirvieron a
manera de decantación que separó a los personajes “autorizados” para hablar del 68,
como para filtrar las versiones que, dominantes o no, jugaron un papel explicativo,
según haya sido el acento marcado por el tiempo de los acontecimientos.
La elección de los personajes a ser entrevistados se da a partir de una
negociación entre instituciones y grupos interesados en el futuro Memorial y, por tanto,
en la versión a presentarse. Varios de estos personajes habían ya vertido la experiencia
vivida en diferentes escritos que daban cuenta de su participación y, por tal motivo, no
es extraño que interpretaciones como las ya mencionadas aparecieran constantemente.
Cincuenta y siete testimonios que reunieron más de cien horas de grabación, obtenidos a
35
No porque el material referido no tuviese ya una trama y haya puesto en relato las preconcepciones, de
hecho estas formas de interpretar se formaron precisamente porque ya habían sido plasmadas dentro de
documentos y escritos, sin embargo, aquí se conciben como el acontecimiento, es decir, “el mundo
preconcebido” antes del Memorial.
36
Los testimonios adquiridos para el Memorial alternaron entre la doble articulación entre tiempo psíquico
y tiempo físico, donde se despliega el tiempo del relato de acuerdo a Ricoeur (2002) en que se marcan los
movimientos en el tiempo cronológico y las experiencias respecto al pasado –memoria-, el futuro -la
espera- y el presente -la atención- a partir del momento de vivencia.
68
través de entrevistas por medio de las cuales se expresaron los recuerdos, las
experiencias y hasta los proyectos de los personajes fueron la materia prima para
construir el relato a presentarse. Así, a partir de múltiples voces y un criterio de
selección se formó la composición de la trama, para hacer inteligible la historia a ser
narrada.
Por otra parte, el contexto político y social en que se realizaron las entrevistas, es
decir, el presente que vivían los participantes, sin duda orientaba sus declaraciones. El
fraude electoral de 2006 marcó fuertemente el contexto con el sentimiento de despojo e
injusticia puesto que algunos formaban parte militante del movimiento de López
Obrador.
Así, estos testimonios fueron planeados para ser plasmados en el espacio del
antiguo edificio de la Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE), un espacio que también
debía ser, en primer lugar, habitado y, en consecuencia construido en relación a la
disposición de la trama. La zona de Tlatelolco, al norte de la Ciudad de México, donde
se emplaza el edificio en que se encuentra el Memorial, cuenta con una amplia historia
desde la época prehispánica. En los siglos XIV y XV albergó el Mercado de Tlatelolco,
una de las zonas comerciales más importantes, y un lugar donde habitaron grupos
mexicas que compartieron la zona de Tenochtitlan. En la actualidad esto se observa en la
zona arqueológica que era parte del centro ceremonial. En la época de la colonia –siglos
XVI y XVII– se alzaron en la zona la Iglesia de Santiago y el Colegio de la Santa Cruz
dirigidos por la orden de franciscanos y que utilizaron para la evangelización y el
adoctrinamiento cristiano; en el siglo XIX e inicios del XX la Iglesia pasó a funcionar
como prisión militar y bodega del gobierno y, en la actualidad, puede ser observada la
Iglesia y restos de lo que fue el seminario franciscano. Para los años 60 del siglo XX se
inicia la construcción de la Plaza de las Tres Culturas –nombre que hace referencia a que
en este sitio se encuentran y convergen las raíces de la cultura prehispánica de
Tenochtitlan, la cultura hispánica traída por los conquistadores Españoles y la mestiza,
la del México moderno– la cual era parte del proyecto de vivienda de la Unidad
Nonoalco-Tlatelolco en una superficie de 945 mil metros en el contexto del “milagro
69
mexicano” y la búsqueda de modernización en la planeación urbana, que beneficiaba a
una parte de la población en detrimento de otra (Velázquez, 2011).
Es en este contexto donde se construye, entre 1963 y 1966, el edificio en que se
encuentra el Memorial, edificación que tuvo como objetivo principal ser sede de la
Secretaria de Relaciones Exteriores en un entorno de modernidad y realce de la política
internacional mexicana. La sección en que se encuentra el Memorial es una de las tres
que forman parte del complejo arquitectónico; es decir los cuerpos bajos donde se
expidieron los pasaportes durante cuarenta años. El Memorial se ubica, específicamente,
en la parte que colinda con la zona arqueológica y abarca la parte del sótano y la planta
baja.
La Plaza de Tlatelolco fue justamente el escenario donde acontecieron los hechos
del 2 de Octubre de 1968, lugar que se ha hecho emblemático del movimiento estudiantil
y al que muchas veces se reduce el recuerdo. En este sitio en el año de 1993, se inauguró
un monumento a la memoria de los fallecidos, la llamada “Estela de Tlatelolco”,
colocada para conmemorar el 25 aniversario de la masacre, y que incluye los nombres de
los civiles caídos identificados de aquella tarde.
Las edificaciones que se han descrito y que precedieron al Memorial pueden ser
categorizadas como elementos prefigurativos que narran el espacio, es decir, la
construcción de estos lugares ha tenido que ver con el uso que le ha concedido la acción
de habitar el espacio y, por tanto, adaptar el entorno destinándolo a la necesidad vital de
construir. 37 Por tanto, la transfiguración de mercado y centro ceremonial a iglesia y
centro de formación religioso conjugaron al espacio con los desplazamientos posibles en
el espacio; luego como prisión y bodega se reconfigura el escenario y los movimientos
se rediseñan, modificando las construcciones, los usos y los lugares. Son momentos en
que las aberturas, las distancias, los límites se renegocian con lo existente para ser
modificados en parte o completamente. Asimismo, la incorporación de nuevos
37
Esta prefiguración referida al espacio denota que el acto de “habitar” rodeado por un entorno genera un
acto “constructor”. Este binomio habitar-construir en un sentido pre-arquitectónico depende del fluir de la
vida a través de las operaciones de proteger el hábitat, delimitar el lugar, regular la relación dentro-fuera,
marcar umbrales y límites, asignar lugares y actividades diferentes a cada uno. Entre estas operaciones
también se encuentran las de desplazarse, permanecer y moverse (Ricoeur, 2002:15).
70
elementos al paisaje como la Unidad Tlatelolco, la Plaza y el edificio de Relaciones
Exteriores también forman parte de una relectura y una especialización de las partes del
lugar a través de los ciclos de configuración y refiguración en el transcurso del tiempo y
de los cambios en la ciudad. La circulación y la permanencia, los juegos de luces y
sombras, y la clasificación de lugares de vida componen ritmos de vida, pausas,
fijaciones y desplazamientos.
La amplitud de elementos es lo que caracteriza a esta fase mimética inicial, para
luego ser sintetizada en actos creativos que sitúan a cada miembro como parte de un
todo, cada historia de vida en un espacio de vida, puesto que desde un orden diacrónico
de la historia se posicionan coherentemente las acciones que se disponen en la trama, es
decir, a través de una configuración. 38 Tal progresión del tiempo genera relatos de
memoria, en los que se vinculan los espacios con las acciones, articulación que dirige a
la narración.
Ahora, dentro de la fase de configuración surgen las preguntas de ¿cómo se narra
una historia sobre el 68 en un espacio que no estaba originalmente destinado para ese
fin?, ¿cómo se crea un relato literario en la construcción de un lugar?, es decir, ¿cómo se
relata lo acontecido en el movimiento estudiantil del año 1968 en el entorno de
Tlatelolco? Y, más específicamente, dentro del antiguo edificio de Relaciones
Exteriores; transitando de las prefiguraciones a una composición narrativa, haciendo una
historia coherente y articulada. Ya mucho se había escrito y otro tanto construido en lo
equivalente a las precomprensiones en dimensión del lenguaje y del espacio para ser
transfigurado a una nueva expresión.
Entre los acuerdos por el cual el Gobierno del Distrito Federal cedió el antiguo
edificio de Relaciones Exteriores a la UNAM está el de la creación de un “espacio
museográfico, multidisciplinario, con recursos tecnológicos de vanguardia de carácter
38
Lo que este acto configurativo media es, por un lado, la prefiguración entendida como la
precomprensión del mundo de la acción, a partir de la competencia de identificación de la acción en
general y sus mediaciones simbólicas para después ser portadoras de caracteres temporales que proceden
de la capacidad de la acción para ser contada y quizá hecha; y por el otro, la reconfiguración, es decir,
cuando la acción hecha narración es restituida ya al tiempo del obrar y del padecer, lo que puede llamarse
“la aplicación”, y tiene su cumplimiento en el acto de lectura, esto es, la intersección del mundo
configurado y la acción efectiva que se despliega (Ricoeur, 2003: 140).
71
educativo e informativo, que está orientado a la difusión y comprensión de la historia
contemporánea de México y la temática asociada a los movimientos sociales, tomando
como eje fundamental de este espacio el Movimiento Estudiantil de 1968” (Gaceta
UNAM, 2007); sin embargo, esta orientación fue el resultado de una serie de
conceptualizaciones realizadas por el equipo creativo. En los primeros convenios para la
instalación del Centro Cultural Universitario se encontraba la realización de un espacio
dedicado al 2 de Octubre sin más especificaciones, algo más orientado a la realización
de un monumento, idea que no fue bien recibida por los responsables y que desembocó
en una propuesta diferente.
Conforme se transitó de la idea de un monumento a los caídos del 68 a una idea
de homenaje a la experiencia de los que vivieron el movimiento, se enfocó la atención a
los testimonios de éstos, quienes relatarían lo sucedido a lo largo de los días del
movimiento, pero que también mostrarían la dimensión personal de la vivencia histórica,
es decir, desde dónde provenían y el por qué se habían adherido al movimiento.
Entonces, entre las principales decisiones tomadas en el proceso de construcción
del Memorial, se aprobó la grabación en video de entrevistas a personalidades
relacionadas con movimiento estudiantil; es decir, que las experiencias de algunos
participantes del movimiento, recopiladas a partir de sus testimonios grabados, fueran la
materia prima con que se armaría el relato, así como que la producción de estos
materiales constituiría el eje de los contenidos históricos. Se comenzó trabajando en la
recopilación de testimonios directos de los ex militantes del 68 para la conformación de
la narrativa principal, también se consideró la inclusión de una dimensión estética en el
discurso. El discurso se conformó de la recopilación de 57 testimonios con los que se
inició la edición de documentales.
Entonces, a partir de una
narración global hecha por 57 entrevistados se
ordenaron los acontecimientos que contaban la historia sobre el 68, reuniendo los
múltiples relatos en una sola trama. 39 Se decidió reunir los relatos de estos protagonistas
39
Ricoeur (2002:20; 2003:131) divide el acto de configuración en tres etapas: la puesta en intriga, la
inteligibilidad y la intertextualidad. La primera vista como la síntesis de lo heterogéneo, la segunda como
el intento de esclarecer lo inextricable y la tercera como la confrontación de varios relatos colocados
alrededor de otros.
72
como muestra de la generación a la que representan y como homenaje por haber
emprendido el movimiento estudiantil. A través de la proyección de los testimonios en
documentales temáticos se buscó hacer un ejercicio de memoria que, por un lado,
mostrara la dimensión personal de la vivencia histórica dentro de una explicación
contextual y, por el otro, ofreciera una orientación cronológica.
La lista final de los personajes fue seleccionada considerando propuestas
distintas; entre ellas: las sugeridas por el equipo de construcción del Memorial; las que
provenían de dependencias universitarias; las del Comité del 68; e, incluso, las
realizadas por los entrevistados. Entre los objetivos de la selección de los actores a
entrevistar estuvo: la representatividad en el movimiento; por su protagonismo en el
CNH; la visibilidad por la influencia política y mediática; la presencia universitaria en el
movimiento; el reconocimiento del Comité del 68; la necesidad de un contrapeso a la
postura del gobierno; la complementariedad del soporte académico; alternativas a las
visiones del CNH para enfatizar otras posturas durante el movimiento; e, incluso, las de
tono polémico. Entonces, la materia prima de trabajo del Memorial lo constituyeron los
testimonios, los cuales fungieron como los ejes conceptuales y museográficos de la
representación del 68. Su recopilación, selección, edición, exhibición y su integración en
el discurso, serían los procesos clave en el Memorial (Velázquez 2010; 115).
Sin embargo, no se trataba de que quedaran reducidos a un relato único, lo que se
buscó fue que mostraran la amplitud de puntos de vista y opiniones desde diferentes
posiciones. Se hace explícito que se tomarían las distintas variantes del discurso, de
manera que no se centrarían sólo en una perspectiva y una posición, sino que reunirían,
desde diferentes ámbitos, las voces de artistas, periodistas, críticos, militantes y hasta
representantes del Estado. Como no se podían presentar todas las versiones en su
totalidad en un espacio de 2 000 m², debieron seleccionarse los fragmentos a presentar
en las proyecciones bajo algún criterio. Más de cien horas de grabación de los
testimonios, donde cada entrevista tenía desde una hasta tres horas de duración, deberían
ser integrados al relato cronológico general y al guión curatorial. La forma de sinterizar
toda esta heterogeneidad y amplitud del material recopilado en los testimonios fue a
73
través de un criterio emotivo, por el cual se declara que los fragmentos seleccionados
son elegidos porque contienen un fuerte potencial para comunicar y conmover a la gente
que los ve.
Esta historia que se traza a partir de los elementos testimoniales es la mediación e
integración de los acontecimientos ocurridos; pero, también, de los aspectos de la
acción; es decir, de las maneras en que se produjo y de las causas, los motivos y hasta
las “casualidades” 40 que aparecieron; además de los factores temporales propios, en una
dimensión cronológica y configurante, es decir, diacrónica y sincrónicamente para crear
una síntesis de lo heterogéneo en su aspecto episódico e histórico.
La inserción en el contexto de los procesos políticos y sociales, tanto anteriores
como posteriores al movimiento estudiantil, para mostrarlo de un modo global; y la
exaltación de las vivencias de los participantes, cumplieron, en el esquema propuesto
por Ricoeur, la ordenación del relato, ubicando una serie de situaciones iniciales y otras
finales que envuelven al movimiento estudiantil y que, por tanto, son vistos como
relacionados. De tal manera, fue imprescindible que la puesta en marcha del trabajo de
curaduría estuviera a la par de una investigación exhaustiva en archivos públicos y
privados, para acreditar la rigurosidad del proyecto y el montaje del espacio
museográfico con la intención de abarcar dos arcos temporales con distintas extensiones
pero, también, con distintas intensidades: el primero abarcando quince años del
escenario nacional e internacional, entre 1958 y 1973; y el segundo, con mayor
concentración en un rango de cuatro meses y medio, del 22 de julio al 4 de diciembre de
1968 tiempo de inicio del movimiento y levantamiento de la huelga (Arroyo y
Aguinaco, 2007:15-16).
Además de esta necesidad de puesta en intriga se debe conquistar la
inteligibilidad en los relatos, pues se debe buscar poner en claro lo –por su densidad–
inextricable. Según Ricoeur este es el trabajo y objeto de la narratología, entendiéndola
como el trabajo reflexivo de lo que ocurre con los acontecimientos por parte de esta
40
Un ejemplo de esto es la realización de dos marchas paralelas el día 26 de Julio del 68, una a favor de la
Revolución cubana y otra en contra de la represión estudiantil en la Ciudadela; ambas marchaban por rutas
distintas, confluyeron y fueron reprimidas.
74
puesta en intriga, a la par de los arquetipos y modelos narratológicos. La composición
de este nuevo relato sobre el 68 debe considerarse a la luz de las relaciones con los
tiempos históricos y las caracterizaciones que se les otorgan a éstos. 41
Al vincular a la historia con el lenguaje, la representación y comprensión del
relato quedan de frente con la retórica, a través de su potencial transformador del
lenguaje como constructor de otras perspectivas posibles de lo narrado. Aquí parecería
lógico que la ordenación y la inteligibilidad encontrada dentro del metarelato o relato
generado por el conjunto de testimonios responde a las formas contemporáneas en que
ha sido diagnosticada la relación de la sociedad con la historia y, por tanto, el
resurgimiento de la memoria.
Sin embargo, una serie de consideraciones deben ser tomadas en cuenta al
momento de relacionar el relato del Memorial con algún tipo de relato conocido, puesto
que cada cual contiene implicancias fundamentales, tanto para la forma de representar el
68 como para la forma de ser experimentado en el Memorial por sus visitantes. 42
Entonces la puesta en claro –inteligibilidad, la cual no refiere a la no
contradicción o la falta de confrontación de relatos, de la cual se encarga la idea de
intertextualidad que se analizará más adelante– del relato o del plurirelato es soportado
claramente por tres elementos: los testimonios, el guión curatorial y la selección de
41
Caracterizaciones y formas de comprender a la historia que han sido diagnosticados por diferentes
autores como Hayden White, Paul de Man, Hartog, etc., quienes han señalado, de manera general, el
entrecruzamiento de la escritura de la historia con las formas narrativas y las formas de articulación de los
tiempos históricos. Por ejemplo, Paul de Man (1990) retoma la dialéctica propuesta por Nietzsche sobre
Apolo y Dionisos como lo figurado y lo referencial y, por tanto, la valoración de la historia como la
manifestación de la verdad o de lo metafórico; caracteriza a una de las formas de entendimiento de la
historia como historia monumental, donde cada sujeto o acontecimiento, incluidos los textos, pueden ser
ordenados como un momento de esta conformidad, es decir, la historia e interpretación coinciden, su
principio genético es la totalización. Por su parte, White en su texto de Metahistoria (2002) buscó elaborar
una tipología de los estilos historiográficos sobre la base de las formas de los discursos históricos. Así
pasa de las formas básicas de los actos de prefiguración –metonimia, sinécdoque, metáfora e ironía– a un
nivel superior de los relatos históricos, en los cuales clasifica a la argumentación formal, la implicación
ideológica y la puesta en trama, las cuales logran un efecto explicativo.
42
Por ejemplo, White identifica cuatro tipos de relatos, sin ser restrictivo con ellos, los cuales son: el
romance, la tragedia, la comedia y la sátira. Si el que escribe la historia utiliza la estructura de tragedia
entonces se explicaría el relato de una forma distinta a si utilizara una estructura de relato de comedia. Por
tanto se entiende la puesta en trama como la manera en la que una secuencia de sucesos organizada en un
relato se observa de manera progresiva identificándose con un cierto tipo particular de relato.
75
fragmentos a presentar. Los anteriores parecen ser mecanismos que buscan asegurar la
ordenación de una secuencia de hechos para que sea relatado por múltiples actores.
Una serie de operaciones desempeñan una función de integración. En primer
turno la disposición de los acontecimientos en forma cronológica y la narración en
primera persona de los testimonios sobre lo que se vivió conlleva una mediación entre
acontecimientos o incidentes individuales y una historia tomada como un todo.
Típicamente, desde la precomprensión –y al considerar a la historia como lenguaje
poético– la metáfora y la metonimia aparecen como tropos recurrentes en la conjugación
de los temas y las fechas del recorrido cronológico del 68, –específicamente, la acción
de relatar los acontecimientos en el tiempo es entendido como un elemento metafórico;
la disposición y la elección de los fragmentos de relato en un plurirelato, se entiende
como el elemento metonímico de reducción– en tanto la relación del testimonio con la
historia, puesto que la relación de una parte del testimonio es tomado como el todo y la
perspectiva del relato. Una operación reductiva en el sentido de que al encontrarse con
una amplitud de aproximaciones debe buscarse la expresión representativa del tema que
se aborda por uno o más testimonios, sea que se hable sobre las primeras
manifestaciones contra la fuerte represión, la marcha que encabezó el rector Barros
Sierra, la actividad de las brigadas, las marchas del 27 de agosto y del 13 de septiembre,
el propio 2 de octubre por nombrar algunos acontecimientos.
Las entrevistas realizadas tenían un formato general –contrario a las diversas
experiencias narradas– en medio de una homogeneización de los foros de grabación, lo
que generó un ambiente propicio para los relatos. El guión de entrevista, a cargo de
Vázquez, seguía un formato –con lógicas variaciones adaptadas a cada caso–: primero se
preguntaba el origen familiar y la manera en que se habían involucrado en el
movimiento; luego se les pedía que indicaran –sólo cuando lo hubieran hecho– la forma
en que habían participado –específicamente en algún evento, alguna marcha, algún
enfrentamiento, etc.–; y, al final se les solicitaba alguna reflexión sobre el significado
del movimiento para México y para ellos.
El obtener la información de las entrevistas a través de este formato permitió
contrastar y comparar puntos específicos de la historia –de choque y recuerdos
76
contrastantes–, los cuales facilitaban la creación de bloques temáticos para la posterior
realización de los documentales. A partir de los procedimientos anteriores, los
testimonios y sus contrastes, llevados a una narración podían conformar una historia más
general.
De acuerdo a lo anterior, en primera instancia quien maneja la producción del
relato es, pues, el propio protagonista; sin embargo, existe un manejo posterior por el
entrevistador –puesto que enfoca o y/o desvía la atención a ciertos temas y ciertas
formas de relato– y más tarde por el creador de los documentales; ambos –y tal vez sin
intención– implican procesos que exaltan y/u opacan descripciones del relato. Por tal
motivo la estipulación de un guión general funge de manera formal para dirigir el
proceso narrativo por el cual se desarrollan las principales acciones, se abordan las
causas del movimiento y, por tanto, también se vislumbran sus consecuencias.
Por medio de estas dos maneras de puesta en trama –la de los protagonistas y la
del equipo creativo– es que se hace un recorrido temporal de casi día a día resaltando la
parte experiencial de la vivencia y, al centrarse en esto no importó dar una versión más
cercana a la realidad, o “lo que de verdad paso”, sino que responde claramente a la
calidad de quien otorgaba el relato; es decir, los propios protagonistas quienes, a pesar
de tener visiones disimiles, tenían un relato valioso precisamente por mostrar la
complejidad para comprender el acontecimiento en el presente. Sin embargo, cabe
preguntarse para fines de la inteligibilidad: ¿qué trama seguían los relatos originales?,
¿era totalmente cronológica?, lo anterior importa puesto que al insertarse en un relato
más grande dirigido por dos arcos temporales –diacrónico y sincrónico– según su fase
sea contextual o temática, los relatos originales perdían su propia secuencia, con lo que
su relato temporal era absorbido por uno de mayor jerarquía.
La ordenación temporal del relato, así como la emotividad como criterio para
seleccionar los fragmentos del testimonio, resaltaron las descripciones que identificaban
en su especificidad a la generación del 68, puesto que dentro de una configuración que
era asegurada por la parte contextual –enfatizando los procesos políticos y sociales que
se vivian alrededor del mundo–, las descripciones de lo que era ser joven en ese tiempo
–la distinción con los adultos, la música que escuchaban, los textos que leían– y por
77
tanto las cualidades que los distinguían eran parte de la cosificación de la ruptura de la
que se muestran como promotores y parte.
La cercanía del relato con la vivencia, y su potenciación en una narración hecha
de casi día por día, así como una acreditación hecha por el tiempo y su participación les
permitía a los protagonistas del movimiento hacer la afirmación de certezas ineludibles
para ellos, por lo cual caracterizaban a su momento como un cambio de época. Para
observar lo anterior se necesitaba un marco de contraste que resaltara la especificidad de
estos cambios, pero que también permitiera evaluar el futuro, lo que venía después de
esto.
Un tercer elemento necesario para Ricoeur (2002) en la configuración es la
intertextualidad, la cual consiste en confrontar textos que son distintos entre sí, pero que
sin embargo mantienen relaciones en el tiempo, tanto de influencia como de toma de
distancia, tanto en la genealogía de la escritura como en su presente. Este intercambio de
relaciones se muestra a través de puntos de choque y recuerdos contrastados que son
mostrados en el relato, puesto que el Memorial no se centró seguir una sola línea del
discurso político, sino que se buscó mostrar una pluralidad de puntos de vista.
La figura del testigo, por tanto, aporta la capacidad en el relato de que sea
narrado en primera persona, lo que crea un acercamiento con quien lee o escucha el
relato, pues al ser descritos como eventos familiares y hasta cotidianos, posiciona una
lectura de la acción que ya ha sido otorgada, pues permite compartir las concepciones de
experiencia y de espera que posee el que relata. 43
Sin embargo esta serie de relatos tiene como origen a múltiples autores y, por
tanto, puntos de vista igual de numerosos, algunos más cercanos a otros que generan una
narrativa que pudiera tener cierto grado de tensión y contraposición entre las versiones
como en las descripciones.
43
Nietzsche, al hablar sobre el fenomenalismo de la conciencia, señala que la noción de una experiencia
interior entra en nuestra conciencia solo después de que ha encontrado un lenguaje que el individuo
entiende, una situación familiar o conocida, donde entender significa poder expresar algo familiar o
antiguo. El medio por el que se puede dar un juego de inversiones y sustituciones de exterior/interior,
temprano/tarde, etc., y por tanto lo externo causa la producción de efectos internos (De Man, 1990:131).
78
Se muestra también el carácter intertextual de la mediación a través de la
integración de los participantes –con orígenes, participación y ocupación diferentes–
que, como agentes de su propio relato, constituyen una trama general, pues en este
último se vinculan circunstancias comunes de los acontecimientos y desde las que, a
partir de distintas posiciones en su acontecer, construyen su narración en la actualidad.
Los fines y motivos que identifican también son heterogéneos en sus atribuciones pues,
por una parte, pueden encontrarse caracterizados por la politización de la juventud,
como lo hace Paco Ignacio Taibo II, o como una respuesta ante el autoritarismo y la
represión, como lo expresa José Agustín (Vázquez, 2007:51).
La integración de los elementos –tanto vinculatorios como contradictorios– en la
trama crea una experiencia de pluralidad. Entonces, siendo el Memorial dirigido
principalmente a un público joven, que cursa la educación media superior en promedio,
le permitiría conocer y profundizar acerca de tal acontecimiento, su inserción en un
contexto mundial, así como sus implicaciones para la vida del país, de tal manera que
obtendría, desde diversas perspectivas, no sólo una enumeración de acontecimientos,
sino una totalidad inteligible desde una narración de primera mano por los participantes.
Por otra parte, la dimensión de espacio y su proceso mimético en su fase
configurativa, en el Memorial, supone el entrecruzamiento en relato y tiempo de la
construcción museográfica a la par de la narración de lo representado.
La configuración del espacio es realizada, específicamente, por la acción de
construir, de esta manera también sus caracteres temporales y narrativos son puestos de
relieve entendiéndolos dentro del Memorial en el proyecto e implementación
museográfica, 44 es decir, el espacio también cuenta la historia. Por tanto, el museo como
44
Para Ricoeur, el acto constructor es el que configura el espacio y, al igual que la narración con el
tiempo, exhibe una síntesis espacial de lo heterogéneo, entre los espacios, las formas sólidas, las
superficies y los límites; es decir, la construcción tiende a crear objetos en los que diversos aspectos
encuentran una unidad suficiente. La intención de coherencia entre lo discordante, hacerlo inteligible, está
contenida en la inteligencia del constructor, la cual interpela –en la reconfiguración– a la del lector de
signos inscritos en la construcción. El surgimiento de nuevos edificios y construcciones entre otros ahí
ubicados, es decir, el entramado de edificios es lo que guarda la intertextualidad, y son los que otorgan un
contexto al nuevo edificio. Asimismo, al igual que los rasgos de innovación y de tradición, en el acto
constructor cada “arquitecto” se determina en relación con una tradición establecida y, por tanto, en contra
de otra (2002:20).
79
edificio y como relato tiene la posibilidad de ser leído en ambas direcciones, que al final
se entrecruzan, el tiempo y el espacio que al ser habitados y modificados crean una
configuración y refiguración que conllevan una memoria de lo ahí inscrito. Entonces, las
representaciones y las prácticas de la memoria al convertirse en relato, pueden ser leídas
en las formas que configuran y refiguran sus elementos, por tanto existe un paralelismo
entre el espacio y la narración en su proceso mimético.
En las claves de realización del Memorial se declara que se buscaría una
museografía no convencional que respondiera al espíritu marcado por la ruptura, y que
éste se basara en una propuesta audiovisual audaz al utilizar recursos tecnológicos en el
ensayo de un lenguaje novedoso que respondiera a los cambios ocurridos en los años
sesenta (Vázquez, 2007:14).
El manejo del espacio y los materiales, la búsqueda de una orientación
contemporánea para presentar el trayecto, son también analizados a través del avance
anterior desde la puesta en intriga, la inteligibilidad y la intertextualidad, pero en este
caso para la dimensión espacial.
El Memorial está emplazado al norte de la ciudad de México, aproximadamente a
tres kilómetros del centro de la ciudad, en la intersección de las vías vehiculares del Eje
Central y la Avenida Ricardo Flores Magón, en colindancia con la zona arqueológica de
Tlatelolco, la iglesia de Santiago, la Plaza de las Tres Culturas y la Unidad Habitacional
Nonoalco-Tlatelolco (Velázquez, 2011). Para Arroyo y Aguinaco (2007) estas áreas
próximas no deben ser vistas como un marco neutral y distante de la exposición, sino
como un elemento más del discurso que transmite significados culturales y políticos,
además de incidir directamente con el Memorial. Es decir, integrar el espacio al discurso
del Memorial a través de su vínculo, histórico y visual con los sitios mencionados, con la
finalidad de transmitir los significados culturales y políticos que mantienen fue una
premisa
que permitió interpretar, intervenir y adaptar la dimensión arquitectónica
existente en el espacio.
Una síntesis espacial de lo heterogéneo, de los elementos con que ya contaba el
antiguo edificio de Relaciones Exteriores delineado como un espacio administrativo y
80
constituido por tres cuerpos de edificios, además de ser un espacio lleno de oficinas, fue
la forma que contenía el espacio a disposición para comenzar la creación del Memorial.
Estos elementos comenzaron a ser modificados sólo a partir de que se tuvo un proyecto
qué dictaminaría que realizar con cada zona del edificio y a qué función destinarla. Con
la instalación en el edificio destinado al Centro Cultural Universitario Tlatelolco
(CCUT) del equipo creativo en febrero de 2007 se comenzó con los recorridos y la
apropiación del espacio y sus entornos; así se siguió con la exploración espacial y la
incorporación de propuestas para el recorrido y distribución del inmueble iniciado ya
desde enero de 2006. El trabajo consistía en traducir los testimonios, las imágenes y los
objetos al espacio, a partir de un guión cronológico buscando realizar una narrativa que
dejara ver la diversidad de relatos. El espacio destinado para colocar el Memorial fue el
edificio de Relaciones Exteriores, por lo que se debía adecuar un espacio de oficinas
para que sirviera como lugar cultural y para exposiciones (Velázquez, 2011).
De tal manera y en consideración de que también la exposición de la Colección
Blaisten 45 debería ser colocada en el CCUT, el espacio de la planta baja, que colinda con
la zona arqueológica, fue destinado para la colocación del Memorial. Así se conjugaba
en unidad la idea de una museografía novedosa y experimental y las formas solidas que
poseía el espacio. La consideración de factores como la amplitud y la altura del lugar
destinados y dirigidos por los objetivos y conceptos del museo confluyó en la
integración de un proyecto global, donde la representación del relato sería soportado por
un metalenguaje, el cual lo dispuso la museografía (Véase Plano 1).
45
Exposición permanente que se tuvo proyectada desde un inicio al igual que el Memorial del 68 dentro
de la creación del CCUT, en la cual se exhibe colecciones particulares representativas de las corrientes
artísticas nacionales, que representen el desarrollo del arte moderno en México, con más de 6 500 piezas
entre pinturas, obra gráfica y escultura pertenecientes, en su mayoría, al lapso de entre 1900 y 1960.
81
Plano 1 Conjunto del CCUT y la localización del Memorial del 68. Fuente: Vázquez, 2007.
El espacio abarcado por el Memorial es de 1 250 m² divididos entre la planta baja
y el sótano, con 750 m² y 500 m², respectivamente, y donde la elección de este espacio
tuvo que ver con la altura y la distribución reticular de las columnas que dividían el
espacio de forma ortogonal, espacio que originalmente estaba dedicado para oficinas de
emisión de pasaportes (Arroyo y Aguinaco, 2007: 26; Velázquez 2011).
El desarrollo museográfico se presenta en dos direcciones, una de forma
diacrónica –centrada en la cronología– utilizada en su mayor parte en los periodos
anterior y posterior de la cronología del 68; y, otra, de manera sincrónica –enfocada en
el tema– observado dentro del desarrollo de los acontecimientos del 68, lo cual por una
parte servía para contextualizar panorámicamente el acontecimiento principal y, por
otra, para profundizar de forma detallada. De acuerdo a estos abordajes se utilizaron, en
cada caso, los recursos expositivos de la cronología a muro y, por el otro, los módulos
temáticos, de acuerdo al desarrollo de la información.
La parte museográfica, al igual que la curaduría, tuvo como eje principal los
testimonios, de forma que a partir de éstos se designaron las unidades temáticas. La
82
distribución museográfica de espacios llevada a cabo a partir del guión temático se
dividió en núcleos y subnúcleos. Se inicia con el primer núcleo llamado Preámbulo y
contexto político y social, nacional e internacional, de los años sesentas para el cual se
destinó una sala que fungiera como introductoria y contextual; el núcleo más grande,
dedicado a la Cronología del movimiento estudiantil del 68, posee la sala más grande
puesto que se le atiende con mayor detalle y acento; al núcleo de las Repercusiones en la
vida política y social de México también se le otorgó su propia sala diferenciada de las
anteriores. En las siguientes dos figuras se muestra la distribución de los espacios
respecto a los núcleos temáticos. Asimismo, al final del recorrido se incorporó una
cuarta parte destinada a la presentación de diversas obras de consulta y materiales de
documentación para la asimilación de la experiencia del visitante (Arroyo y Aguinaco,
2007; Velázquez 2011).
Plano 2 Distribución del Memorial del 68 en la planta de acceso. Fuente: Vázquez, 2007.
83
Plano 3 Distribución del Memorial del 68 en el sótano. Fuente: Vázquez, 2007.
El edificio mostró, obviamente, una dinámica independiente a la que sería su
próximo destino, pues los límites, las formas sólidas, las células de espacio, las
superficies, etc., no estaban diseñadas para ser parte de una exposición, por tanto se
empezó a proyectar el uso de espacios a través de bocetos, 46 que ensayaran la fijación de
un orden espacial y temporal, de narración y de recorrido. Hacer un proyecto englobante
requeriría un análisis de la lectura del espacio y del mensaje a transmitir, pues al
encontrarse ante una estructura multiforme la tarea de hacer regular lo irregular es, en la
dimensión espacial, la puesta en intriga.
46
Ver Anexo 3. Bocetos espaciales preliminares del recorrido.
84
La incorporación de elementos al análisis que se realizó para el montaje de la
parte museográfica, como los materiales que se utilizarían para la construcción, también
los que habría que eliminar, la relación de los espacios, las dimensiones de longitud y
altura, los caminos ya marcados –pasillos, escaleras, aberturas, etc.– pasaron a
conformar cada uno un “punto de vista”, como si se tratara en el relato de las causas, los
motivos, los agentes, etc., que encontraban la reciprocidad entre el todo y la parte.
Disposición de los materiales que señala el camino a seguir en la construcción, pues no
podría encontrarse una interpretación hermenéutica circular si no se tuvieran las
implicaciones mutuas de los componentes de la museografía; por tanto, la necesidad de
integración del lado curatorial y del museográfico.
De acuerdo a Arroyo y Aguinaco (2007:17-18) cuatro fueron los ejes que
fundamentaron el proyecto museográfico: el primero, la interrelación de los materiales
en exhibición y la estructura del discurso museológico para la presentación y explicación
de cada tema, de este eje se desprende el carácter del discurso expositivo; el segundo, la
interrelación entre obras y soportes; el tercero, la interrelación entre soportes y espacio
arquitectónico –estos dos ejes anteriores resuelven la circulación y la integración de la
muestra en el espacio que la contiene–; y, el cuarto es la interrelación entre obra y
espectador, dicho eje activa las funciones informativas.
Las nuevas funciones del espacio tenían que incorporarse conforme se construía
el Memorial, modificándose a partir del concepto señalado por la curaduría y el
momento de creación para el nuevo museo a través del trabajo museográfico. 47 Por
tanto, la inteligibilidad –como narrativa arquitectónica– se muestra en la propuesta
museográfica, que responde a los estilos de construcción del espacio, como parte de los
movimientos arquitectónicos –en analogía con los procesos narrativos y tropológicos.
47
Esto en concordancia con la idea general de Panofsky (1986) de que los periodos históricos
concuerdan con las expresiones en diversos ámbitos, puesto que tienen cierta unidad intrínseca, el autor se
centra en las áreas del arte y la arquitectura. La relación de la cultura arquitectónica con las formas de
pensamiento dominantes, específicamente la influencia de la escolástica en las catedrales góticas, a través
del monopolio educativo de la escolástica en la época, lo cual trasciende la esfera individual, pero tiene su
concreción “en el arquitecto considerado como una especie de escolástico”. Así, la escolástica a través de
implantar ciertos principios como un principio de transparencia de la fe apelando a los sentidos, la
búsqueda de una organización a través de un sistema de partes homologas y su constante relación entre fe
y razón, permeaban las expresiones y, por tanto, las practicas, para lo cual Panofsky lo estudia en las
catedrales góticas.
85
Trabajo que se propuso ser novedoso desde sus ideas iniciales a la par de lo que
constituyó en su tiempo el movimiento estudiantil. El carácter propositivo y el vínculo
contemporáneo de los museografía con los cambios de los años sesentas son mostrados
en el mayor peso que se le otorgó a los recursos tecnológicos y los soportes
audiovisuales, pues se decidió que se expondrían pocos objetos y que el principal
material serían los documentos en que se describiera la historia del movimiento, como la
prensa, fotografías del momento, cine, radio, televisión, folletos, etc., los cuales
ayudarían a la revisión del fenómeno social.
Es de esta manera que la división de las salas y sus correspondientes temáticas,
se formuló de la siguiente manera:
La sala 1 abarca desde el año 1958 hasta 1968 y está conformada por un cuarto
de proyección donde se presenta una pieza de introducción a la época realizada por
Guzmán, un monitor y muro donde se presenta a los entrevistados, la cronología de los
once años previos al movimiento estudiantil, también se tratan los temas del Milagro
mexicano, Cultura y contracultura y Militancia y vida universitaria como excepción a la
recuperación cronológica, cada uno de estos temas presentados por su título, texto o
cédula, fotografías, un monitor y una vitrina con libros que fortalecían el argumento
curatorial (Velázquez, 2011:158).
La sala dos, que corresponde a la Cronología del 68, contiene los temas de:
inicios del movimiento (enfrentamiento del 23 de julio), las marchas y disturbios en el
centro entre el 26 y el 31 de julio, el bazookazo a la Preparatoria 1, la marcha del
rector del 1 de agosto, el Consejo Nacional de Huelga, el Pliego Petitorio, las Brigadas
y la organización estudiantil, la marcha del 13 de agosto, las manifestaciones del 27 y
28 de agosto y el “desagravio a la bandera”. Existen tres elementos externos a los
temas tratados con el objetivo de romper la monotonía y darles énfasis propio, estos son:
el muro de gráfica, el cual contiene reproducciones de los carteles que se colocaban
durante el movimiento y que contenían las demandas y las caracterizaciones del
movimiento hacia el gobierno; una vitrina que contiene propaganda y difusión, en la que
muestra un contraste entre la versión oficial del gobierno y los medios de los estudiantes
86
para repartir información; y, la proyección de Francis Alÿs que trata, de modo alegórico,
el “desagravio” a la bandera.
Después de los temas de las manifestaciones de los últimos días de agosto existe
una ruptura museográfica, historiográfica y espacial, puesto que es reflejo de los
testimonios; es decir, una separación en el movimiento entre un “auge” como momento
de fuerza y alegría y otro de “represión” donde gobernó el miedo y la persecución, que
se presenta en el sótano de la exposición. Por tal motivo se buscaba crear en la parte alta
de la exposición un ambiente de alegría, energía y fiesta y en el sótano uno de oscuridad
y violencia, por lo cual los temas abordados son los del informe presidencial al fin de la
huelga en diciembre (Velázquez, 2011:161).
Cabe señalar que en el sótano se presentan, primordialmente, las proyecciones de
la marcha del silencio con duración de trece minutos, el 2 de octubre con treinta
minutos, y una proyección que ubica al visitante en medio de la plaza de Tlatelolco.
Asimismo, sobresale el elemento llamada La Celda, el cual es un espacio modificado
que antes fungía como la bóveda de la SRE, por lo que se acopló para representar el
tema de los presos políticos.
La tercera sala, de Las Repercusiones, es muy breve en comparación con las dos
anteriores. Regresa a mostrar panorámicamente la temporalidad de los años posteriores,
a partir de 1969 hasta 1973, con el objetivo de mostrar las implicaciones y lo que dejó el
68.
Cabe resaltar que se mezclaron elementos museográficos distintos con
requerimientos diferentes, es el caso de los soportes para las proyecciones y los soportes
para las fotografías y objetos, puesto que los primeros necesitan aislamiento de luz y de
sonido externo, y los segundos solicitan buena luz y condiciones de exhibición clara.
Estos dos elementos lograron conjugarse proyectando los elementos en 45º y con
variaciones en la altura, además de dirigir el sonido de las proyecciones a través de
campanas acústicas, lo cual marcaba divisiones y espacios (Arroyo y Aguinaco,
2007:26; Velázquez 2011:155).
87
Si la actividad de construir es una operación que se realiza en el tiempo y, por
tanto, lo consume, la construcción del Memorial representa un espacio que condensa el
tiempo. Al ser una exposición permanente la adaptación del espacio permitió ser más
profunda, pues al estar destinada a la representación del 68 para objetivos tanto
informativos como educativos, y con elementos audiovisuales como elementos
principales para comunicar, a través de una puesta en escena, entonces lo que quedó
plasmado en el espacio fue la configuración de una memoria pluralista y de vanguardia
que está y continuará cristalizándose.
Por otro lado, la intertextualidad deja ver la pluralidad de elementos tanto
materiales como conceptuales que interactúan dentro del mismo espacio en la llamada
concordancia-discordante, pues en el interior del Memorial conviven elementos de
naturaleza contraria, como el juego de luces y sombras que se constituye al presentar
material audiovisual –que requiere de oscuridad y aislamiento– y material de obra
gráfica –en el que la luz es indispensable.
Fotografía 1 Muestra la combinación de elementos audiovisuales y gráficos. Fuente: Elaboración propia.
El acto de refiguración y, por tanto, de lectura y de habitar de acuerdo a la
dimensión temporal y espacial de la puesta en relato es con el que el ciclo mimético
concluye la transfiguración y, por tanto, la forma de representación de la memoria
88
manifiesta su realización en el lector, quien despliega su capacidad para inventar sus
formas de recorrer y comprender el relato del espacio-tiempo.
3.2.
Experiencia del espacio y el lugar.
El personaje, para quien se crea una exposición para que informe acerca de lo sucedido
en el movimiento estudiantil del 68, es el visitante. Es tal agente quien recorre los
espacios construidos y quien lee el relato dispuesto a través del trayecto pre-escrito. El
Memorial del 68 es una puesta en juego de concepciones de un relato y una
representación de la memoria, pues la trama se implica por ambos sentidos, de manera
que llega a partir de lo que los testigos describen en sus testimonios proyectados pero
también por medio de la disposición material del espacio.
Es necesario resaltar el carácter corpóreo y su relevancia ante la dimensión
temporal. Así, si existen lugares de memoria, existen lugares de saber, por ejemplo las
bibliotecas, donde el cuerpo se orienta y los dispositivos y mecanismos para acumular y
clasificar la información son los que construyen el conocimiento. Es decir, la forma de
orientarse en un lugar de conocimiento, dirige a centrarse en el hacer, enfocar la
importancia en la corporalidad para la construcción del conocimiento. Al hablar
específicamente de la memoria se tiene la necesidad de utilizar soportes específicos para
poder mantener la transmisión genealógica y del saber. Por tanto, en la actualidad, las
tecnologías de la comunicación y representación audiovisual son un soporte para la
memoria cultural. La memoria social es siempre una política y un espacio de poder; toda
memoria tiene que ver con un espacio de poder, donde se tiene una política y se
estructuran competencias económicas y de orden político (Mendiola, 2012).
Lo corporal en el espacio se despliega en su importancia al orientarse dentro del
lugar del Memorial, pues este lugar ya ha sido conceptualizado, por tal motivo quien
llega al Memorial, desde que ingresa al lugar venido desde el exterior, se encuentra con
un juego de perspectivas, las imágenes que presentan a tres manos en forma de puño,
con la palma abierta y haciendo la v de victoria, atraen la mirada de inmediato, pues la
percepción figura-fondo muestra que son un mosaico de otras numerosas imágenes, que
89
en un juego de tonalidades entre el color blanco, el negro y un contraste de grises
conforman la imagen mayor. Este ir y venir entre perspectivas será un constante
movimiento en el recorrido, pues alternarán entre los testimonios-hecho, gobierno-CNH,
adultos-jóvenes, fiesta-tragedia.
Fotografía 2 Muestra los mosaicos ubicados en la entrada del Memorial del 68. Fuente: Elaboración Propia.
El concepto museográfico y el guión curatorial fueron las dos guías que
conformaron la estrategia de representación del acontecimiento que fueron adoptadas
por los creadores del Memorial, y las cuales ya han sido estudiadas en los apartados
anteriores. Es en éste cálculo de relaciones donde se administró el conocimiento y donde
las líneas institucionales colocaron el camino para ser utilizado el museo; sin embargo,
lo que no se puede estipular son las formas de crear trayectorias por quienes lo recorren.
En tal sentido, aquí se abordan las tácticas 48 llevadas a cabo por los visitantes
ante una estrategia general diseñada; es decir, se atienden las trayectorias dibujadas, los
senderos inventados y los caminos indeterminados que son producidos por los que
48
Michael de Certeau (2000:41) distingue entre estrategias y tácticas con el fin de mostrar, por las
primeras, las formas de disposición cultural construidas a través de técnicas organizadoras de sistemas,
que permanecen encuadrados en el vocabulario y en las sintaxis establecidas; y, las segundas, como los
atajos y caminos de deseos diferentes, es decir, “como olas espumosas de un mar que se insinúa entre los
riscos, los laberintos de un orden construido, circulan, van, vienen, se desbordan y derivan en un relieve
impuesto”.
90
recorren este lugar, los cuales no son totalmente coherentes con lo prefabricado y
escrito. Además se atiende a una dimensión corporal, en las formas de relacionarse con
el espacio y de construir el conocimiento.
Puesto que los visitantes llegan al Memorial con sus propias expectativas y éstas
se ven confrontadas con un orden ya constituido, el rango de posibilidades de recepción
son múltiples y van desde las miradas en concordancia y cómplices con lo ahí mostrado,
pasando por las que llegan a divergir en algunos aspectos y hasta la más hostiles y de
rechazo. En cada una de estos tipos se resaltan huellas y se contrastan intensidades de
aspectos representativos que trastocan las perspectivas con que abordan el lugar y, por
tanto, los significados que extraen del lugar.
De tal manera que son tres las formas de recorrer el Memorial que me interesa
exponer a partir de los actos de leer y habitar el lugar. Uno se desarrolla a la par de los
tipos de asistentes que comúnmente arriban al espacio; otro, es una aproximación
estética de la mirada; y, por último, la relación del espacio con el lugar y los trayectos
dibujados. Los tres están en continua interacción pues son parte del escenario que
experimenta el visitante.
Así inicio con los recorridos estipulados. Según Ricardo Martínez, –en entrevista
realizada por Omar Villeda–, guía de visitas del Memorial, el número mayor de
asistentes lo ocupan los estudiantes jóvenes que están en el rango del nivel medio y
medio superior, es decir, estudiantes de secundaria y preparatoria, justamente una
población que fue objetivo en la planeación del lugar. Ya sea con grupo de escuela, con
algún familiar o con amigos, los jóvenes son los visitantes más recurrentes al Memorial.
Por otra parte, también encontramos a personas que vivieron o estuvieron muy de cerca
el movimiento del 68 como asistentes al Memorial, por tanto a partir de su experiencia
ya cuentan con una concepción de lo que significa lo ocurrido en aquel año.
El estudiante amateur y en formación es posicionado frente a la pluralidad y, por
tanto, a veces a la contradicción del recorrido sobre el 68, jóvenes que han obtenido
información previa por familiares que participaron o vivieron una relación cercana con
el movimiento o que han leído o visto alguno de los libros o documentales más
91
conocidos sobre el acontecimiento. 49 Por su parte, los participantes cercanos de las
marchas de protesta, las movilizaciones, las brigadas y las distintas manifestaciones de
apoyo al movimiento, llegan quizá como una especie de rito conmemorativo y
expiatorio, por medio del cual celebran una creencia común de la cual fueron testigos,
que a la vez expían y festejan, y que, por formar parte de un pasado y una memoria más
amplia de la que ahí se alcanza a representar, las acciones de asistir cada tiempo a la
“capilla” de conmemoración cosifica un acto que mezcla acción y pensamiento. 50 Por
tanto se entiende el arribo de estos visitantes a través de dos metáforas: la de aprendiz y
la de peregrino; así, el Memorial juega el papel de lugar de conciencia y capilla. 51
Tecnología audiovisual, música de los Beatles, bailes novedosos, imágenes de
acontecimientos como la llegada del hombre a la luna, frases como “I have a dream”,
alusiones a la revolución cubana y a expresiones de apoyo a los presos políticos etc.,
elementos reconocidos de forma intergeneracional y mostrados en una multiplicidad
simultánea, son algunos de los primeros acercamientos con los que se encuentra, casi
inmediatamente, al ingresar al museo el visitante, lo que por una parte lo hace
identificarse con su posición de joven a través de los gustos comunes de aquellos
jóvenes de los sesenta; 52 y, por otro, sumerge al contemporáneo del 68 en una red de
recuerdos o en una tensión de conciencia específica para adoptar una actitud de atención
a la vida entre otras. 53
49
Sí se entiende el Memorial como un contenedor de las experiencias históricas a través del tiempo que ha
tenido el movimiento estudiantil del 68 como acontecimiento primigenio y huella inicial, y que ordena los
distintos órdenes del tiempo dentro de él, entonces sus caracterizaciones y materiales que muestran en el
presente encuadran las experiencias y sus narraciones.
50
Sí se asume, de manera general, como Durkheim (2000:595-596) que las grandes instituciones sociales
tienen su punto de partida en la religión, y de las cuales ésta es la más significativa sociológicamente,
entonces se da por hecho que las instituciones –al igual que la religión– contienen cierto número de
representaciones fundamentales y de actitudes rituales. Lo que caracterizaba en tiempos primitivos a la
religión era la unidad inseparable de pensamiento y acción. Según Durkheim la función real de la religión
no es hacernos pensar, sino hacernos actuar.
51
Otras figuras que aquí pueden identificarse son las del visitante como turista, el guía de museo y el
visitante ocasional.
52
Retomo la aportación de Paul de Man (1990:131) ya referida con antelación de que toda experiencia
exterior entra en nuestra consciencia sólo después de que ha encontrado un lenguaje que el individuo
entiende, a través de una situación familiar o conocida.
53
Schutz (2008) habla del cambio de tensión de conciencia en que sugiere que los ámbitos de sentido son
lugares en que centramos nuestra atención, entre los cuales alternamos varias veces al día y por los que
ponemos atención a la vida y acento de realidad a partir de sucesos que aparecen en la cotidianeidad en
nuestro mundo de vida.
92
Fotografía 3 Vista de la sala de proyección del área de preámbulo. Fuente: Elaboración propia.
Asimismo, esta identificación se profundiza al encontrarse de frente a un muro
con el rostro de 57 miembros que buscan ser el perfil de una generación y que son
quienes le narrarán al estudiante lo que en esos años aconteció a través de una mirada
propia y al que le prestará sus ojos para observar –a pesar del tiempo transcurrido– los
desarrollos y las caracterizaciones que han formado su perspectiva. Mientras, los
visitantes que compartieron el tiempo del movimiento ven a estos miembros de la
generación como sus contemporáneos, aunque también existe la posibilidad de que éstos
cuestionen si los cincuenta y siete son representativos de su generación y de lo que
ocurrió. Por tanto se crea una apertura a través de la identificación con el otro –en
distintos sentidos en las figuras mencionadas –, pero no sólo de conocer la vida y las
circunstancias de los que otorgan su testimonio, sino de entenderse a sí mismos como
jóvenes y como provenientes de una cultura del 68.
93
Fotografía 4 Muro llamado "Perfil de una generación". Fuente: Elaboración propia.
La serie cronológica de diez años previa al movimiento estudiantil con inicio en
el año 1958 muestra la diacronía transcurrida a nivel mundial con sus movimientos
sociales, las protestas, sus figuras y los profundos cambios que se fueron produciendo.
Un muro claramente informativo, que pone en contexto dentro de procesos mundiales el
acontecimiento al que se perfila. Para el estudiante forma parte de lo que debe conocer
antes de entrar en materia, pues el tema principal no se puede desligar del campo general
y, por tanto, comprender no sólo la situación a aprender sino sus vínculos con el pasado
son elementos que, por lo menos de paso, tienen que ser conocidos. No se trata de
profundizar en sus particularidades de cada año, más bien de tenerlos en consideración
al buscar entender por qué se gestó un movimiento como el estudiantil en México. Es así
como se comprende la influencia que tuvo un joven de aquella época y lo que coloca al
visitante joven en correspondencia con el ambiente cultural, político y social que se
sentía.
En el proceso ritual de conmemoración, 54 a manera de preámbulo, muestra estos
antecedentes como los actos iniciales de una ceremonia, puesto que antes de entrar en la
54
Según Turner (1985) cada acto ritual puede ser visto a través de las fases del sociodrama. Lo que arriba
se sugiere es que el Memorial del 68 pone en escena efectivamente la forma procesual de social drama de
94
efervescencia del rito, las plegarias anteriores deberán ser desplegadas, teniendo esto su
similitud con las lecturas del antiguo testamento o en los ritos de iniciación –según sea la
comunidad religiosa– como preparación para el fervor religioso del rito, en el cual será
acompañado por esos testigos, quienes ponen en palabras las victorias, los sacrificios y
las fuerzas con las que se enfrentaron y los influyeron. El Partido Comunista, el milagro
mexicano, el ambiente social y universitario, el descontento social, la información por
medio de revistas internacionales, la vida cultural, la guerra de Vietnam, la Revolución
Cubana, el Che Guevara, el movimiento del mayo francés, el movimiento estudiantil de
Estados Unidos, la organización de los Juegos Olímpicos, son algunas de las referencias
que personajes como Gilberto Guevara, Lucy Castillo, Arturo Martínez, José Agustín,
Fernando Solana, Marcelino Perelló, etc., recuerdan y colocan como el contexto que
reinaba en la década de los sesentas a nivel mundial.
Fotografía 5 Vista del muro cronológico del área del "Preámbulo". Fuente: Elaboración propia.
Después de haber recorrido el túnel necesario –tanto temporal como
espacialmente– para llegar al movimiento estudiantil, se arriba a una sala que relata los
manera que lo ahí representado coincide con lo llevado a cabo en el teatro o en las formas rituales. Es
decir, si las fases propuestas por Turner pueden ser análogas a la forma en que han sido montados y
mostrados los acontecimientos del 68 dentro del memorial, existiría una práctica ritual, que encontraría
una fase de remedio o compensación (redressive) y de conmemoración como renovación de un
acontecimiento fundacional.
95
hechos que van de julio a diciembre de 1968. Un anuncio de Así comenzó todo señala la
pauta de inicio del relato, el cual avanza casi día a día a partir del día 22 de Julio y pone
atención particular en temas como la marcha del rector Barros Sierra, el Consejo
Nacional de Huelga, el Pliego Petitorio, la gráfica del 68 en una introducción al
movimiento. Así se muestra como punto de origen una riña en la Plaza de la Ciudadela a
partir de dos fotografías y un fragmento de noticia de la época. Se continúa un recorrido
que coloca un orden de acuerdo a la fecha, pues se observa en tipos de letras blancas con
fondos cuadrados rojos y debajo de estos una descripción concisa de los hechos
ocurridos, omitiendo cualquier tipo de explicación. Estas descripciones siempre son
acompañadas por imágenes sobre lo descrito además de testimonios proyectados en
monitores. Así se sigue en una enumeración de sucesos –la marcha a favor de Cuba y la
que estaba contra la represión, el bazucazo a la puerta de la prepa 1 y la marcha del
rector– que implicaron importancia nodal para el inicio de toda la movilización
posterior.
El carácter represivo y la respuesta exagerada y desbordada del gobierno –Perelló
señala la exageración en la represión cuando dice “llegaron los granaderos madreando
gente” a un pleito de dos prepas; para Trejo es un desbordamiento de la represión contra
los estudiantes; Solana habla de la barbaridad del ejército y el carácter ofensivo de su
acción contra la prepa 1–, 55 pero también la respuesta concisa de los estudiantes y
algunas autoridades ante esta violencia –José Agustín señaló la fuerza de lucha de los
estudiantes en contra de los policías; Monsiváis comenta que el movimiento se logró
gracias al apoyo del Rector Barros, quien creo unidad; Garín, por su parte, destaca la
confianza y protección invaluables del rector; Trejo habla del carácter defensor de la
autonomía y la exigencia de justicia–, la provocación y las violaciones se topan con
capacidad de protesta; la tradición contra la nueva conciencia son los elementos que
remarcan con intensidad el discurso de éstos testigos. Ahora, los visitantes jóvenes se
encuentran con estas fechas y sus hechos que les son contadas a manera de relato en
primera persona por una serie de participantes, entremezclados pero con un camino muy
claro e inteligible, a su vez con la parte emotiva que atrapa y coloca al visitante en clara
55
Los fragmentos de los relatos referidos fueron tomados del documental Memorial del 68 de
Echevarría (2007).
96
perspectiva de quien narra, potencializado por las imágenes que respaldan el relato. Para
los contemporáneos del 68 estos signos resaltan los signos de la decadencia y el
rompimiento de la justicia y virtud entre los jóvenes, las universidades y el Estado; sin
embargo, a partir de esta decadencia se puede pensar en una renovación y las promesas
futuras de cambio; la irrupción y profanación de las restricciones “sagradas” de la
nación. 56
Fotografía 6 Muestra el área llamada "los orígenes" del movimiento estudiantil. Fuente: Elaboración propia.
El recorrido continúa con la muestra sobre la formación del CNH y la Coalición
de Maestros, los medios gráficos, tanto carteles como volantes, y las demandas de los
estudiantes, elementos que conformaron las bases y el amparo principales por el cual el
movimiento cobró cauce y sentido. Así, las fotografías presentadas muestran las sesiones
56
En el social drama hay cuatro fases: la ruptura, la crisis, la compensación y la consumación. En la
ruptura una parte del grupo social rompe una regla deliberadamente o por compulsión interna, en un
contexto público; en la crisis, los conflictos entre individuos, sectores y facciones siguen la ruptura
original revelando enfrentamientos de carácter interesado y de ambición. Estos generan una crisis en la
unidad del grupo y su continuidad, a menos que sea contrarrestado por acciones públicas correctivas; la
acción compensativa es frecuentemente ritualizada, y puede ser llevada a cabo en el nombre de la ley o de
la religión, la primera enfatiza los ámbitos de la evidencia y la razón, la segunda resalta los problemas
éticos; y por último si se llega al final de este proceso, el resultado o la consumación en la cuarta fase
puede ser llevada a cabo por un lado la restauración de la paz y normalidad entre los participantes, o de
otra forma, el reconocimiento de una ruptura o cisma irremediable. En la fase de ruptura es donde se
realizan las lecturas de ambos tipos de visitantes (Turner, 1985:292).
97
y mítines en que se discutía para lograr acuerdos, así como la actividad en las escuelas
en huelga.
Las divergencias y las discusiones, los acuerdos, la buena organización tanto en
las asambleas de cada escuela como en el Consejo –Cabeza de Vaca denota que el CNH
no era homogéneo pues no se trataba de un partido político; Perelló habla de las
discusiones para establecer el pliego petitorio, de la pluralidad de proveniencias
políticas; Martín del Campo indica que hubo propuestas hasta descabelladas pero que
siempre llegaron a acuerdos–, son las premisas que fundamentan la acción y bajo éstos
la forma en que la movilización se manejó, es decir, dentro de las figuras propuestas,
para el visitante joven se trataría de los principios, los fundamentos y el vocabulario
básico bajo los que desarrolla la movilización. Para los contemporáneos conformarían
sus creencias e ideologías en las cuales creyeron en aquel tiempo y en las que basaron
también su accionar.
Fotografía 7 Muestra el muro referido al "Consejo Nacional de Huelga y Coalición de maestros". Fuente:
Elaboración propia.
98
Las expresiones culturales comienzan a mostrarse dentro del Memorial, pues se
hace referencia a festivales con teatro, música, poesía, pintura, creación de murales,
hasta
muestras de las insignias utilizadas, los volantes utilizados para protestar e
informar –contrastados con la información manipulada por el Estado–, propaganda
política de manera gráfica, expresiones en que siempre resaltó la creatividad, el colorido
y la imaginación como manifestaciones primordiales del carácter estudiantil y renovador
del movimiento. La marcha del 13 de agosto es descrita en el Memorial con la
participación de 150 mil personas y la primera manifestación estudiantil hacia el Zócalo
–Martínez Nateras señala que el mes de agosto fue una fiesta libertaria y una borrachera
de libertad; en las descripciones que se hacen sobre las actividades en este día José
Agustín cuenta que el 13 de agosto se conquista el Zócalo y se descubre el poder de la
manifestación masiva dirigida por principios, creándose así una efervescencia increíble–
exigiendo que se cumpliera el pliego petitorio, la acción intensa y concisa de las
brigadas – de acuerdo con Monsiváis lo que hacían las brigadas era propagandizar el
evangelio de la democracia y por tanto tienen un acento misionero enorme, que
mostraba la lucha y las promesas de alcanzar y defender los derechos–, la incorporación
de intelectuales, escritores y artistas.
99
Fotografía 8 Vista de "la gráfica del 68". Fuente: Elaboración propia.
Las imágenes presentadas sobre la marcha del 27 de agosto –la llamada Gran
Marcha– muestran la trayectoria que siguieron los manifestantes, cuyo recorrido inició
en el Museo de Antropología, pasó entre las calles del centro y llegó hasta la plancha del
Zócalo; además de la amplia movilización de personas con carteles y expresiones de
protesta y reclamo que denotan algarabía, el uso de camiones de transporte en los que
llegaron los estudiantes, la llegada de la noche con el Zócalo lleno e iluminado,
estudiantes de medicina tocando las campanas de la Catedral y algunos oradores arriba
de un camión del Politécnico –en las narraciones sobre este momento, Guevara Niebla,
en la primera proyección a doble pantalla dentro del movimiento describe que lo que
existió en el mes de agosto desde la manifestación del rector a la marcha del 27 fue una
explosión de euforia, una conmoción, una cosa fantástica y un oxigeno que agarro el
país por romper con un sistema; Trejo, por su parte, la caracteriza como una
manifestación de ostentación, que otorgaba la sensación única de poder y apoyo popular
envidiable; para Perelló no faltaba nadie pues la gente apoyaba y coreaba los gritos con
100
ellos; Margarita Suzan señala que las calles del centro se convirtieron en una caja de
resonancia de los gritos de manifestación y de cambio de una sociedad.
El poder, la fiesta y la realización joven, por un lado; la efervescencia religiosa,
emotividad y prácticas comunitarias, por el otro, son las representaciones que denotan
dentro del Memorial la disposición del relato. Es decir, para la figura que he estipulado
aquí de aprendiz los eventos del mes de agosto figuran un momento de empoderamiento
de la libertad de disentir, la libertad de expresión, de crítica y el inicio de un proceso de
modificación social de las relaciones con el Estado, por tanto éste es uno de los
principales aprendizajes que pudieran extraer –en concordancia con la metáfora– y/o
reforzar. En tanto, el visitante contemporáneo de los sesenta ingresa al momento de
efervescencia. 57
Aquí cabe preguntarse: ¿qué de religioso puede tener el Memorial del 68?
Explícitamente nada, sino más bien en la forma simbólica en que mantiene unidas y
condensadas creencias sociales de un pasado común ligadas al presente. Creencias como
la utilidad del movimiento estudiantil en el horizonte político mexicano o con la
consigna “2 de octubre no se olvida”, que permite introducirse, ya sea por testimonios,
imágenes, objetos, etc., a lo que se considera como un acontecimiento nodal en la
sociedad mexicana. Y que efectivamente implica una emotividad dentro de los asistentes
al museo, una efervescencia, y que bien puede ser observada en los libros de
comentarios del museo, donde estos “peregrinos” dejan sus propias experiencias después
de haber hecho su “recorrido” por este lugar de memoria.
57
Durkheim (2000: 428-430) señala que en la comunidad religiosa priman las prácticas sobre las
representaciones y estas representaciones hechas dioses emanan entonces de la práctica, por lo que el
origen de la religión es la acción y sólo por la acción emerge lo sagrado. Dicha acción está cargada
fuertemente de emotividad lo que hace nacer a la religión en un marco de efervescencia, pues es sólo en su
duración cuando surge la experiencia de lo sagrado. Y es precisamente ese rasgo de efervescencia lo que
hace efímera la manifestación de lo sagrado. Ya que es a través de un acto de unión de la sociedad como
puede hacer sentir su influencia.
101
Fotografía 9 Muestra la representación del recorrido de la marcha del 27 de agosto del 68. Fuente: Elaboración
propia.
En la proyección de los testimonios sobre la manifestación del 27 de agosto se
resaltan los hechos del izamiento de una bandera rojinegra y el carácter imprevisto del
discurso de Campus Lemus y la votación de una asamblea permanente hasta alcanzar el
diálogo público, ambos actos con una repercusión en los eventos próximos de desalojo
de la plancha del Zócalo por el ejército y al día siguiente un acto de desagravio de la
bandera realizado por burócratas –Elisa Ramírez considera a este momento como un
punto de quiebre.
El desplazamiento marcado por el recorrido es seguido ahora por un descenso,
desde la planta baja al sótano a través de una escalera profunda, lugar que es más oscuro
que la parte alta, y que te pone de frente con la figura de grandes dimensiones, que
aunque hace el gesto de extender la mano, contrasta con la severidad de su expresión, en
una imagen besa la mano de su padre y en otra es ovacionado por una multitud. La
imagen del autoritarismo se encarna en la persona de Díaz Ordaz, quien se refiere en su
cuarto informe presidencial a los estudiantes como “pseudo-estudiantes”, “violentos”,
102
“destructores” y gobernados por “profetas de la destrucción”, llegando al “libertinaje” y
haber “sido tolerantes hasta excesos criticados pero todo tiene un límite” –Monsiváis
califica de grotesco al mensaje de Díaz Ordaz y a él como demagogo–. Esto tuvo su
respuesta por parte del CNH ratificando las demandas del pliego petitorio, por tanto una
profundización de la crisis y la ruptura ya mantenidas.
De acuerdo a Álvarez Garín este fue el trasfondo de la manifestación silenciosa
que tuvo lugar el día 13 de septiembre, y en la que participaron cerca de 250 mil
personas. Las imágenes en representación a tal manifestación muestran carteles con
protestas gráficas con frases como “el silencio no significa ceder ¡aquí nadie se rinde!”,
los jóvenes con las manos en alto y haciendo la v de la victoria, y, d manera individual la
imagen de una joven con ambas manos en el aire y colocada espacialmente de frente a la
de Díaz Ordaz a manera que pareciera estar respondiendo y confrontando los dichos de
provocadores y revoltosos con los que los había calificado.
Álvarez Garín pone, como objetivo de esta manifestación, mostrar al país que
eran mentiras lo que dijo Díaz Ordaz en su informe y. por tanto, la manifestación fue un
acto contundente; Monsiváis resalta que, puesto que ya se ha dicho mucho, ahora lo que
tienen que escuchar es el silencio; para David Huerta ésta fue una manifestación de
dignidad y de decoro profundos y que implicaba responder a las reprobaciones que se le
habían hecho al movimiento; Martín del Campo comenta que fue como la introducción
silenciosa a una pieza musical posterior; para Mario Lavista fue hacer lo contrario a lo
que hace una sociedad que se mueve a través del ruido, por tanto era poner en tela de
juicio no sólo al gobierno, sino al comportamiento mismo de una sociedad (Echavarría,
2007).
De tal forma que en el recorrido tipificado que he seguido hasta aquí, para la
figura de aprendiz esto denota, un acto totalmente decisivo y de contención, el cual
señala un momento valorativo y de madurez que había adquirido el movimiento, pero
también de la confianza y planeación estratégica que adquirió a través de los actos
anteriores. Mientras que para el proceso ritual llevado por los peregrinos al Memorial,
esta manifestación forma parte de un profundo momento reflexivo y de solemnidad que
refleja la unión común y que mantiene su fe ante lo sagrado en un momento de
103
efervescencia, antes del momento de la ruptura sin retorno, del cisma irremediable y la
separación de lo profano ante lo sagrado.
Fotografía 10 Muestran la zona de
montajes sobre la marcha del silencia y el informe presidencial. Fuente: Elaboración propia.
En la sala siguiente se muestra la toma de CU donde se narra al día 18 de
septiembre cómo entra el ejército a Ciudad Universitaria donde son detenidas cerca de
500 personas, las imágenes muestran al ejército sometiendo a los universitarios –Álvarez
Garín indica que siempre estuvo presente la amenaza de la represión, pero no las
dimensiones; según Lucy Castillo ya sabían que iba a entrar el ejército; para Fausto
Trejo se trató de un saqueo y que hubo gran número de presos políticos; David Huerta
refiere que fue un espectáculo sobrecogedor por ver Ciudad Universitaria devastada por
el ejército, humillada y mancillada; Solana describe que fue una impresión muy
devastadora al ver una casa llena de creatividad con una herida muy profunda–. Así en
una descripción de los hechos ocurridos del 19 al 23 septiembre se indica que Barros
Sierra protesta por la ocupación militar y lo califica como “un acto de excesiva fuerza”;
el día 20 hay enfrentamientos en el Politécnico entre estudiantes y policía; el día 23 el
rector de la UNAM renuncia después de una serie de calumnias –pero se le demanda que
retorne– y la policía y el ejército intentan ocupar el IPN pero encuentran una fuerte
resistencia estudiantil; el día 24 por el ejército ocupa las instalaciones del IPN –Campus
Lemus indica que la gente del politécnico ya estaba preparada para defender su escuela y
lista para resistir; Escudero cuenta que los del politécnico fueron ayudados por la misma
gente del barrio–. La ciudad se encontraba en estado de sitio, y rodeada de policías
vestidos de civil, además de que el ejército patrullaba toda la ciudad.
104
El aprendiz observa los signos de intolerancia que señalan el acercamiento de un
duro golpe para el movimiento. Asimismo se pone de relieve la perseverancia del
movimiento, sociedad y funcionarios universitarios en la búsqueda de ser escuchados y
lograr un cambio, observado esto en las duras batallas, la larga resistencia que
presentaron los estudiantes ante la policía y las acciones para restituir al rector de la
UNAM.
Para el peregrino se desatan las acciones de persecución y de violencia que
vaticinan “el momento final”, y que intentan regresar y hacer “un acto correctivo” –de
acuerdo al proceso de sociodrama– antes del acto del ritual de conmemoración, es decir,
el punto cúspide antes de la acción compensativa para la consumación de la ruptura
dentro de la experiencia ritual del visitante –Álvarez Garín señala que el conjunto de lo
ocurrido el mes de septiembre (entre amenazas, ocupaciones y calumnias) sin efecto a
favor del gobierno, se efectúa la represión del 2 de octubre extremando la fuerza para
llegar a una solución definitiva; José Agustín expresa que a partir de septiembre se ve
que se acerca ese final tremendo, puesto que el ataque a las escuelas del IPN anuncia el
desenlace de Tlatelolco.
Fotografía 11 Muestra la vista sobre los temas de la Toma de CU y del IPN. Fuente: Elaboración propia.
El espacio del recorrido muestra ahora una somera descripción del 2 de octubre
antes de ingresar a la sala de proyección, esta descripción señala que ese día se iniciaron
las negociaciones entre representantes del CNH y el gobierno, además de que en la tarde
105
se celebró un mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Con esto y sin más detalle todo está
dispuesto para ingresar directamente a los testimonios que versan sobre lo que ocurrió
esa tarde del 2 de octubre. El relato de la represión dura aproximadamente media hora,
donde los testigos ponen en narración su testimonio, sus emociones, sus conjeturas y su
relato de cómo salvaron la vida, y cómo veían que otros la perdían. Estos relatos
apareados con imágenes que dejan sentir y compartir las reacciones y los pensamientos
que abordaron a los participantes. Múltiples voces que forman un solo relato, que no se
reduce a descripciones sino a sentires de las emociones más profundas del ser humano y
que, por tanto, impactan de igual manera a quien las ve y las escucha.
El relato general del 2 de octubre en la proyección de los testimonios sigue de la
siguiente manera. Álvarez Garín relata que entre las medidas de seguridad que tomó el
CNH fue que no todos los representantes estuvieran en los actos de manifestación por si
había represión; González de Alba señala que a él le tocó estar en el tercer piso, y al
comenzar el mitin le avisaron compañeros que “hay gente muy rara”; Musacchio cuenta
que había mucho nerviosismo en la tribuna y los helicópteros no dejaban de sobrevolar
la Plaza, también había camiones militares y de policía alrededor de Tlatelolco. Sin
embargo, la presencia de los tanques y los helicópteros no era –señala Ana Ignacia
Rodríguez– muy impactante, en su relato indica que entre la gente –después de empezar
a oír el marchar de los soldados– se decía que “algo va ocurrir, algo está pasando”.
Myrthokleia González relata que ella empezó a mencionar a los oradores, y al mencionar
al segundo se oye el helicóptero y del lado izquierdo de la iglesia cae una luz verde;
Campus Lemus, Ignacia Rodríguez y Myrthokleia González relatan que se dijo que era
una provocación y que por tanto se vociferó que no corrieran; el dicho de Lemus es “no
corran compañeros, no corran es una provocación”. El retiro violento de oradores de los
micrófonos, y el inicio de los disparos por una figura de traje negro con guante blanco
hacia la Plaza y los soldados, y por tanto la respuesta de estos últimos con cientos de
armas relata Garín, González y Musacchio; González de Alba y Myrthokleia González
continúan señalando que al querer salir del edificio son bloqueados por los de guante
blanco y los regresaron para tenerlos en el piso; de nuevo, González de Alba relata que
cuando el ejército observó los disparos desde el edificio sacaron sus conclusiones de que
quienes los realizaban eran los estudiantes y por tal motivo contestaron al fuego. Por el
106
ataque a disparos –señala González– que “ellos se espantaron y empezaron a gritar
Batallón Olimpia no disparen”. Ignacia Rodríguez demuestra su impresión al decir “no
puede ser, no nos pueden estar disparando, o sea no puede ser esto cierto, yo no lo
concebía”. Huerta indica la divergencia entre que se decía que las balas eran del salva y
él mismo observar los impactos en el edificio y la caída de un pedazo del éste, y de dos o
tres gentes heridas o muertas, concluyendo que esas no eran salvas. Musacchio habla de
que todos estaban aterrorizados, corriendo al intentar salir de ahí, sin embargo un grupo
de militares lo impedían pues estaban disparando “sin saber contra quien disparaban”.
En la Plaza los obligaron a tirarse al suelo. La emotividad claramente se deja ver cuando
se relata sobre la cercanía con los heridos y caídos por Martín del Campo y sus intentos
por auxiliarlos, con Fausto Trejo en su descripción de la entrada de las tanquetas a la
Plaza deja ver que tenía un miedo terrible, se le entrecorta la voz al decir que las piernas
le fallan y no puede levantarse y califica al relato que prosigue como “aquí viene lo más
tremendo de mi vida, terrible y el compromiso más grande de mi vida”, y cuenta cómo
un muchacho al prestarle ayuda para retirarse del lugar es atravesado por una bala en la
cabeza y concluye que esa bala iba dirigida a su persona. David Huerta muestra que el
grito de “hay que salvar a los muchachos del Consejo” lo tiene aún muy conmovido,
pues señala Álvarez Garín que esta era una idea de que garantizarían la continuidad.
Suzán y Huerta relatan que fueron salvados por vecinos de Tlatelolco, los tiroteos
continuaron hasta que la Plaza quedo hecha un caos. Álvarez Garín y Martín del Campo
hablan de los muchos cuerpos caídos en la Plaza y la limpieza del lugar.
Al salir de la proyección y en el proseguir del recorrido el visitante se encuentra
de frente con una escena dura y fría, una pieza llamada 2 de octubre que representa los
vestigios del acto represivo, zapatos, bolsas, lentes, aretes, casquillos de bala, ropa, son
los objetos que, colocados en el piso, sin aparente orden –sólo el que deja un acto de
represión– emulan una escena que coloca al visitante en una sobre posición de
momentos, el presente y el pasado se enlazan a través de una imagen tangible,
configurada, que a partir de un fenómeno de proximidad –el múltiple relato que acaba de
ser visto– éste se inunde de percepciones y sensaciones evocadas a través de estos
objetos.
107
El resumen de lo relatado en la proyección puede ser visto en el muro adyacente,
las fotografías representan lo que acaba de ser narrado, específicamente a los oradores
en la tribuna y después a éstos en el piso, también se observan a las personas con un
guante blanco dando órdenes, así como la plaza llena de estudiantes sentados.
Imágenes con contenido de violencia son mostradas, en las que aparecen el
ejército en formación y apuntando hacia algún blanco en alto; soldados bajando a
estudiantes de los edificios; estudiantes golpeados y custodiados por el ejército; jóvenes
muertos y colocados algunos en planchas y otros en el piso; así como lo que parece ser
un funeral.
El despertar de la conciencia a través de un momento de incertidumbre, de
cálculo de dimensiones insuficiente, de impotencia y trampa al movimiento,
comprendido a través del uso de la violencia extrema, la maquinación del aparato estatal
en contra de quienes le exigían respetar sus derechos, la pretensión de acallar las voces
disidentes con el pretexto de que amenazaban las olimpiadas, pero a pesar de esto
también de trascendencia y renovación, pues la misma fuerza que se utilizó para
destruirlos es la que resurge para alcanzar nuevos logros. Estos elementos son para el
visitante joven y en formación posibles significados que encuentran en esta parte de la
exposición en el Memorial.
Para el contemporáneo del 68 aquí entendido como peregrino se trata del
momento marcado como apocalíptico y del cual las interpretaciones escatológicas ya
mencionaban, la conmemoración y la recreación moral de los individuos a través del
grupo a través de la representación de la oblación que causa dolor. 58 Asimismo, el
montaje del 2 de octubre ha servido como lugar de ofrenda, donde los visitantes han
dejado algún objeto personal, en una posición de formar parte de ese momento,
entenderlo o haberlo vivido, momento en que hay también quienes han llorado frente a
esta escena –adultos contemporáneos del 68– tomándolo como un espacio de redención
y quizá de purificación.
58
Tal ritual de remedio incluye la adivinación de las causas ocultas de la desgracia, de los conflictos
sociales o personales y de la enfermedad, además incluye un ritual curativo y ritos iniciáticos conectados
con los rituales de aflicción (Turner, 1985).
108
Fotografía 12 Muestra el montaje 2 de octubre. Fuente: Elaboración propia.
Los días posteriores se centran en lo que dijeron los medios de comunicación, los
presos del campo militar, el levantamiento de la huelga y la tregua olímpica. El recorrido
muestra que sólo algunos medios periodísticos dieron cuenta de lo ocurrido el 2 de
octubre mientras que la mayoría lo pasaron por alto, o dieron versiones sobre terroristas
extranjeros.
Las rejas entreabiertas parecen hacer una invitación a pasar, una habitación vacía
iluminada con luz blanca, y sólo una franja de imágenes que recorre tres de sus paredes
y en las que se puede observar multiplicidad de personas de edades diferentes entre
niños, jóvenes y adultos de ambos sexos, de pie y de frente en situación de detenidos,
hace que fácilmente el visitante pueda identificarse con alguna de estas figuras.
Al salir de esta prisión dos imágenes en alusión al luto nacional y al charrismo
mexicano que fueron parte de dos portadas de revista pues una aparece totalmente
cubierta de negro con la pregunta ¿Por qué? y la otra a un charro con gran sombrero
entre figuras de otros países y la frase Todo es posible en la paz. Lo que sigue es lo
relativo a las olimpiadas, sobresaliendo la imagen de premiación donde Smith y Carlos
al haber obtenido primer y tercer lugar respectivamente en la prueba atlética de 200
metros lisos alzaron el puño con un guante negro como una acción a favor de la
reivindicación racial.
109
A partir del levantamiento de la huelga, la constante persecución y la presión en
las negociaciones el movimiento se diluyó y el 4 diciembre se levanta la huelga y el
CNH cierra sus actividades.
De nuevo la identificación pero con la otra cara de esa juventud, la reprimida, la
que había transgredido las prohibiciones a través de los presos, el malestar y protesta
mundial y la falta de veracidad de los medios, es lo que se pone de manifiesto a los
visitantes. Y para los peregrinos una duda y, por tanto, posiblemente una reafirmación
de la fe en lo sagrado, esto al preguntarse: ¿valió la pena el ritual?, ¿de qué sirve
recordarlo? y al ser respondidas vuelven a afirmar la significación del momento.
Fotografía 13 Muestra el área que representa el
"Campo militar no. 1". Fuente: Elaboración propia.
Fotografía 14 Muestra la zona referente a los Juegos
Olímpicos del 68. Fuente: Elaboración propia.
Después de regresar por las mismas escaleras por las que se había descendido,
uno se encuentra paulatinamente con luz cada vez más intensa que pasa por toda una
línea de altos cristales que permiten observar de manera directa la zona arqueológica, la
iglesia de Santiago y el espacio ocupado por la Plaza de Tlatelolco, es una vista que
invita a quedarse a contemplarla por largo rato, tiempo en que las imágenes
recientemente vistas vuelven de forma muy viva. Pues si uno ve el escenario y sabe de
qué trató la obra, puede representarla sin que estén los actores presentes; sin embargo
ahora ese lugar pareciera más amigable de lo que uno tiene en su experiencia.
La última fase de la exposición, denominada Repercusiones, recorre de manera
cronológica del año 1969 al 1973, repasando los acontecimientos más importantes de
cada año de manera similar a como se hizo en el inicio del trayecto. Se contextualiza con
esto las consecuencias e influencias que, a través del tiempo, logró el movimiento
110
estudiantil del 68. La estancia en la cárcel de los presos políticos señala las formas de
intimidación y de “destrucción”, abarca el tema de la soledad, del sentimiento de
abandono, el recuerdo de la lucha, la huelga de hambre, la actividad intelectual, la
organización de seminarios de estudio, las reglas de convivencia, la continuación de sus
estudios, la defensa jurídica y el registro de sus experiencias y reflexiones, además de
los ataques que tuvieron por los presos comunes.
En el muro contrario se muestra un título que indica “Actividad estudiantil en los
70” y otro más que se llama “Impacto del 68 en la cultura”. El primero tiene que ver con
los acontecimientos en que un grupo paramilitar llamado “Halcones” reprime a una
manifestación de estudiantes en la Ciudad de México; la segunda reseña algunos de los
libros que se escribieron teniendo como principal tema el movimiento estudiantil del 68.
La proyección del Epilogo reúne las valoraciones de lo que significa el 68 y sus
influencias en la historia reciente, entre las caracterizaciones se encuentran algunas
como las de Monsiváis, quien dice “estoy convencido de que el movimiento estudiantil
del 68 fue el acontecimiento urbano más importante de México en la segunda mitad del
siglo XX, porque conjuntó o sintetizó todo lo que había de demanda de vida
democrática, de respeto a los derechos humanos de ejercicio de la crítica”; por su parte,
Paco Ignacio Taibo II dice que “es la ruptura democrática con un régimen autoritario…
la gran experiencia organizativa… la convivencia y el contacto con el movimiento
popular… y produce un movimiento social de largo alcance”; para Guevara Niebla la
generación del 68 después de Tlatelolco, tiene una ruptura en su sistema de creencias, es
la quiebra de una generación que pudo haber sido una generación de ciudadanos y
políticos representantes de la democracia; además, Margarita Suzán y Jesús Martín del
Campo indican que siguen pensando que se debe continuar en la lucha por la
democracia, por la equidad y luchando por acabar con el régimen político; siguiendo con
Marcelino Perelló el 68 representó “un madrazo que cuarteó el sistema de poder en
México… la historia futura queda marcada por ese acontecimiento”; el análisis de José
Woldenberg indica que lo que ha impactado fue a la vida social en movimientos como el
feminismo, las reivindicaciones de carácter homosexual, los movimientos ecologistas,
los movimientos políticos y ha hecho más tolerante a la sociedad mexicana; Elisa
Ramírez valora que tal vez si no hubiera sido el 68 hubiera sido el 70, con el 68 se pasó
111
a un uso distinto de las palabras y las ideas; además para Marcelino Perelló el 68 fue el
canto del cisne, el canto del final de ese sueño revolucionario.
Justamente estas caracterizaciones son el principal aprendizaje para el joven
visitante, mientras que para el visitante contemporáneo del 68 puede significar el alcance
y realización de los ideales que se perseguían como el cumplimiento de las promesas
realizadas en aquel tiempo y que siguen siendo un motivo de cambio y, por tanto, de
conmemoración
3.3.
Producciones de sentido.
El objetivo principal de carácter oficial por el que se crea el Memorial, como ha sido
mencionado, es que “está orientado a la difusión y comprensión de la historia
contemporánea de México y la temática asociada a sus movimientos sociales, tomando
como eje fundamental de este espacio el Movimiento Estudiantil de 1968” (Gaceta
UNAM, 2007:24).
Sin embargo este espacio ha recibido distintas significaciones a través de los casi
cinco años que lleva de actividades. Son tres tipos de caracterizaciones en las que divido
y a las que pongo atención, en relación con las figuras del visitante hechas en el apartado
anterior. La primera muestra a los comentarios en concordancia con la figura del
peregrino, la segunda con la figura del aprendiz y la última en relación con la del
turista.
Me centro en las comentarios que dejan los visitantes después de haber realizado
el recorrido por el museo, de modo que del libro de comentarios extraigo las
caracterizaciones de usos y sentido que hacen del espacio. Estas expresiones
caracterizan al Memorial y lo describen a partir de sus usos y proyecciones, como otra
forma de ser leída la obra realizada en este lugar.
Hago uso de la distinción de Rabotnikof (2007) con la que aborda la tesis
presentista de Françoise Hartog para distinguir entre lo histórico y lo político como
dimensiones que posibilitan la observación del espacio de las categorías de experiencia y
horizonte de expectativa, así como sus tensiones dentro de las caracterizaciones de la
112
historia y la memoria. 59 Aquí interesa la relación entre la experiencia y la expectativa,
puesto que como pasado-presente, el Memorial escribe y representa una “marca”, cuyos
acontecimientos se incorporan y se recuerdan, y como presente-futuro este lugar genera
una proyección hacia el futuro que puede tener tintes políticos. Por tanto, las
caracterizaciones que el Memorial recibe sobre los usos e interpretaciones sirven aquí
para comprender las formas en que relaciona a la sociedad con su memoria, traducida
para un presente, de tal modo que se toma a éste espacio como un medio que vincula la
memoria del 68 con la forma en que se relacionan algunos sectores de la sociedad
mexicana con ella.
El objetivo es analizar, dentro de las descripciones que se identifican con estas
tres figuras analíticas, las relaciones que instaura el Memorial y su implicación con los
tiempos históricos, es decir, en medio de estas representaciones se encuentra el tema de
la relación de las nuevas generaciones con las pasadas, específicamente con la
generación del 68 y la forma de narrar los hechos en el presente; y, por otra parte, con la
forma de proyectar el futuro y, por tanto, la formación de proyectos políticos a partir de
lo que aconteció. Son dos muestras que relacionan la historia y la política con los
tiempos presente, pasado y futuro. Sin embargo, también se encuentra la no relación o el
poco énfasis en la atención hacia el pasado y el futuro, donde el presente se extiende.
Siguiendo con los tipos de descripciones que otorgan caracterizaciones al
Memorial, he señalado anteriormente que los libros de comentarios tienen la cualidad de
contener los vestigios del visitante que recorre el espacio del Memorial, puesto que
recoge las significaciones e impresiones sobre éste de manera inmediata, de tal forma se
asume que lo que se encuentra en esas páginas son un reflejo próximo en el tiempo y
directo del visitante de cómo el Memorial se relaciona con la sociedad que lo circunda a
partir del pasado y por tanto sugiere claves de interpretación de ese pasado en el
presente.
59
Françoise Hartog (2007) centra su atención, cuando habla de regímenes de historicidad, en la
articulación que estos hacen de los distintos órdenes del tiempo –pasado, presente y futuro– y sus
movimientos de ida y vuelta que organizan la experiencia conmemorativa. Ubicar y situar las categorías
que organizan dichas experiencias y que permiten expresarlas es el trabajo del historiador. Esto permite
dirigirse hacia las formas de articular el pasado, presente y futuro como modos universales.
113
Es entonces que de la figura aquí llamada el peregrino se espere que la memoria
de ese pasado sirva para un futuro como progreso, centrada en el rito conmemorativo y
por tanto en la recreación de los hechos en los que se basa la fe en un sueño democrático
y por tanto utópico, pero que sirve para perseguirlo, de tal manera que para el peregrino
vale la pena confiar en esa promesa y recordar a través del rito de conmemoración el
momento por el cual el futuro se torna mejor. Claramente esta significación de la
memoria sobre el 68 responde a la historia como progreso y, por tanto, experimenta
aquellos acontecimientos como el paso para un futuro mejor. Por tanto se resalta el
espacio de experiencia que se ha adquirido, ese pasado-presente que se experimenta y
cuyos acontecimientos han sido incorporados por el peregrino. De forma que se conjunta
la experiencia propia y la transmitida por instituciones y generaciones. Los siguientes
comentarios se acoplan con tales caracterizaciones, pues muestran al 68 como el punto
de inicio de un cambio en lo político y lo social en el país.
Esto es extraordinario por la forma en que vuelven los recuerdos de esa época que marco el
cambio en los que éramos jóvenes en esa época y ahora estamos, como en esos días,
tratando de mejorar al país. Anónimo 60
Es muy triste ver y revivir esa época en que yo fui estudiante y que el pueblo olvida esa
negra historia de México y que todavía se piense en volver a poner a un presidente de
México por el peor partido llamado PRI. Firma ilegible (23 de agosto de 2011).
¡Cuanto ha servido este ejemplo de lucha libertaria! ¡Cuanta falta nos hace recuperarlo!
Contra la fascistracion y militarización neofascista del calderonato ¡Hasta la victoria
61
siempre! Antonio (21 de enero de 2012).
La historia que nos muestran aquí sobre México y el trato a los estudiantes debe
conservarse para información de las siguientes generaciones. Les agradezco todo lo
mostrado porque yo fui una estudiante de la prevocacional # 4. Ana (9 de marzo de 2012).
La realidad del “68” no es la que maneja el político de ahora es la de la gente que murió y
fue golpeada en aquel entonces. Y de las familias que sufrieron la matanza en carne propia.
60
Se respetó la redacción y ortografía en la transcripción de los comentarios. La selección se hizo
del libro 3º de comentarios que inicia del 18 de agosto de 2010 hasta el 9 de marzo del 2012 en el
momento de ser consultado.
61
Se modificaron los nombres reales por pseudónimos en los fragmentos extraídos del libro de
comentarios por razones de confidencialidad y permisos.
114
Y no le sigo porque esto yo lo viví y ver esta exposición me ha dejado muy encab…
Perdonen ustedes. Miércoles 22 de sep de 2010 (tengo 64 años y me acuerdo bien de todo
esto a mí no me cuentan cual fue la realidad de aquel entonces y de este 2010, en que
cambio las formas pero de la barbarie del gobierno de ahora es la misma). Anónimo (22 de
septiembre de 2010).
Los comentarios anteriores señalan parte del significado político que puede ser
extraído del recorrido y relacionado con situaciones actuales, es una traducción que
implica una posición de observación desde el presente, por lo tanto habla de una
necesidad en el presente para rescatar la memoria del 68. Aquí específicamente se habla
sobre el PRI, el Calderonismo, sobre el actual gobierno, la búsqueda de cambio y mejora
del país como fenómenos actuales y que deben ser juzgados a la luz de lo aprendido a
partir lo ocurrido.
La función de traer al presente el recuerdo, desde el punto de vista de los
contemporáneos del 68, para información de los jóvenes, es lo que se pone de relieve en
tales comentarios. Así se busca implicar la continuidad de una historia, la búsqueda de
vínculos de la experiencia de la generación del 68 con las generaciones de jóvenes para
continuar la persecución de un objetivo que aún no se consigue, es decir, de un horizonte
que se aleja y por el cual se sigue orientando las acciones en el presente. Origen –lo
acumulado– y destino –lo que aún no es– son las referencias que se disponen en la
caracterización anterior sobre el 68, puesto que a partir del 68 se genera la
transformación hacia un orden social más justo. Sin embargo, este espacio de
experiencia no es suficiente pero si necesario para la consecución de líneas claras para
transfigurar las circunstancias políticas que podrían parecer como conciliadoras de la
diferencia entre lo que se posee y lo que se busca, es decir, un espacio de experiencia
que se mostraba como insuficiente y un horizonte que se distanciaba. Los ideales o
proyectos políticos de democracia y contenido libertario consistirán, entonces, en los
conceptos que movilizan y aceleran el horizonte, pues anticipan la tendencia histórica y
fungen como herramientas para influirla. Sin embargo, aparecen también comentarios
que no concuerdan con lo que la exposición del Memorial muestra y, por tanto, con lo
que se ha representado en este lugar, tal es el caso del último ejemplo.
115
En tanto para la figura del aprendiz, al tomar claramente a la memoria del 68
como un nuevo conocimiento, que adquiere a partir del recorrido, le sirve esta historia
como maestra y guía, donde quizá, el pasado le permite orientarse en el presente y
prever el futuro. La constancia entre los elementos pasados y los presentes se le presenta
de forma similar y, por tanto ese pasado ilumina el presente. Los siguientes comentarios
plasmados en el libro del museo dejan ver la caracterización acorde a tal figura.
Verdaderamente impactante. Aun conociendo lo que sucedió las imágenes y videos de la
exposición profundizan en el tema, y sacan a flor de piel la indignación del espectador, así
como la esperanza de que esto no vuelva a ocurrir, que los jóvenes y en general las
personas puedan expresarse y ser merecedores de respeto. Vilma, (9 de septiembre de
2010).
Me parece que es injusto que hayan callado a todos los estudiantes que exigían sus
derechos sin tomar en cuenta que los estudiantes somos el futuro del país. Karla y Carlos
(17 de noviembre de 2010).
Un espacio para la reflexión y para el conocimiento de estos sucesos a las nuevas
generaciones. 2 de octubre no debe olvidarse ni repetirse NUNCA MAS. Xochitl y Rene
(30 de Julio de 2011).
Muy interesante para que las generaciones nuevas sepan cómo se luchó para que hoy exista
la democracia”. Roberto.
Muy interesante se puede observar que la historia que refleja es aquella que beneficio solo
algunos pero no aquellos que dieron su vida y de los que participaron para el cambio. Que
la historia no se repita nuevamente ante la falta de oportunidades de las actuales y futuras
generaciones que estudian y luchan por un nuevo México. Mark (26 de enero de 2011).
Yo no conocía mucho acerca del movimiento solo hasta ahora, recuerdo que algo de eso se
represento en películas como rojo amanecer y canoa, yo estuve un rato en una preparatoria
popular y participe. Pero pensé porqué las generaciones nuevas queremos revivir algo en lo
que en ese entonces, ellos lucharon por sus derechos y en cambio los de ahora solo buscan
hacer desmanes? El conocer eso de la historia es para no cometer los mismos errores de
nuestros padres hoy, y pienso que el ver las fotos y comentarios de esas gentes que
sobrevivieron nos dicen lo que vieron con sus propios ojos, eso para mí es un testimonio
importante y para muchos que buscamos un camino a la paz y la democracia esperemos
nunca olvidar esos testimonios y fechas que podamos llegar a conocer en generaciones
futuras. Anónimo (1 de septiembre de 2010).
116
El aprendizaje de las nuevas generaciones se pone de relieve con los comentarios
que precedieron, entonces se comprende una experiencia fuerte para dirigir las acciones
presentes a un futuro, haciendo más prudente la espera, de tal manera que ligada a un
proyecto pueda tomar los rasgos transmitidos por las generaciones pasadas, creando así
un vínculo con ellas. Estos comentarios giran en torno a un aprendizaje que sirve, ya sea
para evitar, para no repetir, para un nunca más, para que no vuelva a ocurrir, en
referencia al movimiento estudiantil del 68 y, tomando la categoría de jóvenes y nuevas
generaciones como el vínculo entre ese pasado y este presente, se articula un tipo de
memoria circular, sin embargo no estática, sino que tiende puentes al futuro en la
identidad de los procesos, entendiendo que el conocimiento de estos acontecimientos
podrá evitar su nueva aparición. Entonces, se acepta lo estrecho del espacio de
experiencia y el horizonte de expectativa, como la consecuencia de uno sobre el otro, sin
embargo, un cambio en el futuro mostrará un cambio en los posibles hechos. Se puede
resumir lo anterior en la frase de “quien no conoce la historia está condenado a
repetirla”. Cabe resaltar, que a pesar de que sea entendida por los aprendices ésta
identidad de procesos pasados y futuros, el último comentario no pone en paralelismo a
las acciones de los estudiantes del 68 con las actuales, pues las califica de distinta forma,
a las primeras como lucha por sus derechos y a las segundas como desmanes.
La identificación de los jóvenes de hoy en día como el grupo al que va
principalmente dirigida la exposición del Memorial implica la transmisión de los
conocimientos de una generación anterior a partir de una entrega que hace la persona
que vivió el acontecimiento y que como testigo se le otorga amplia credibilidad, por
tanto es el personaje principal de la narración en el museo pues es su experiencia, su
pasado-presente lo que conforma fragmentariamente el relato, pues son múltiples aquí
los testigos que dan cuenta de su narración. Además se toma el tema de la violencia en
todo su espectro y por tanto de la indignación, la injusticia, el no olvido y la no
repetición de estos acontecimientos, por tanto los comentarios anteriores hablan de un
fortalecimiento de la conciencia histórica, así se busca saldar una deuda con el futuro y
las generaciones que vienen, por tanto se pasa a traducir la experiencia al presente.
117
La figura del turista es aquí caracterizada como una forma más de aproximación
al Memorial a partir del recorrido realizado por un tipo de visitantes. Aquí el turista se
interesa por el carácter performativo del lugar y, por tanto, se centra en tan solo celebrar
la existencia de un espacio de este tipo, de sus instalaciones y sus elementos. Es decir, la
exaltación de tales elementos son los que le autoconceden inteligibilidad al relato, y por
tanto una ruptura con la fundamentación del pasado y la fe en el futuro. Cabe señalar que
la focalización de tales elementos muestra interés en rendir un tributo de memoria al
pasado, pero además también un intento de controlar el futuro, por tanto, son
instrumentos presentistas, pues vuelven a la memoria al presente.
Buena organización de la exposición. Muy interesante, sobre todo los videos que
complementan toda la información en general. Anónimo (18 de agosto de 2010).
Adecuada colocación de imágenes y datos de fechas importantes, fotografías esplendorosas.
Me agrado mucho muy enriquecedor para la cultura y nuevas generaciones. Enrique (18 de
agosto de 2010).
Muy bueno que se conmemore todo esto como evidencia de como hemos estado siendo
manipulados. Se deberían tomar medidas mas drásticas. Anónimo (24 de agosto de 2010).
Muchas felicidades por hacer esto posible, nos queda claro que fue una época difícil que
nos deja mucho por reflexionar ante esta sociedad y juventud de hoy en día”. Gerardo (19
de abril de 2011).
Una exposición interesante que debe continuar y ser permanente, para que las nuevas
generaciones conozcan la versión no oficial ocurrida durante el movimiento del 68. Es
importante no olvidar lo ocurrido. Luis.
En los comentarios anteriores adjetiva como interesante y bien organizada a la
exposición, de manera que esto es usado para legitimar aseveraciones sobre lo que
significa aquel acontecimiento en la actualidad. Además se destaca a la memoria, el
lugar y la conmemoración, los cuales según Rabotnikof (2007) denotan la fijación de un
clima cultural presentista, que por tanto conlleva un debilitamiento de la conciencia
histórica, la traducción del pasado al presente, el rompimiento con las generaciones
118
anteriores y el estrechamiento del horizonte de expectativas. Aquí las referencias en los
comentarios a sentidos más amplios del 68 como la versión no oficial, lo mucho que nos
deja por reflexionar, la evidencia de que somos manipulados pueden ser vistas como
estas formas de traducción al presente.
Dado que lo que se transmite y resalta aquí es memoria, la cual trae el pasado al
presente, la preservación de los múltiples relatos sobre el 68 y la categorización de éstos
como lugares de memoria intangibles y simbólicos orienta a un enclave en el que
convergen justamente una pluralidad de voces y orígenes que conforman en su
divergencia-convergencia un relato de memoria para el presente.
Hasta aquí se ha presentado el análisis del Memorial, desde una perspectiva
sociológica cultural, a partir de las tres formas de aproximación, en los que se ha
ahondado en los procesos de escritura y lectura del museo, así se ha buscado esgrimir e
interpretar ampliamente la construcción y la recepción del espacio, por tanto, a partir de
este modelo analítico con múltiples propuestas desde la sociología clásica y la teoría de
la historia contemporánea se ha pretendido abordar el espacio en su forma experiencial,
tanto del lado de la construcción como de la lectura, contrastando este juego de
perspectivas y claramente de significados que generan estas dos acciones. En esta labor
analítica se obtienen algunas conjeturas que a continuación se presentan.
119
Consideraciones finales.
El material de este trabajo como parte de un interés general por la memoria de los
acontecimientos recientes y su representación en espacios de memoria atraviesa por
varios tópicos, para dar cuenta del Memorial del 68 y las formas de experimentarlo,
estos van desde los debates sobre el uso del concepto de lugar de memoria para analizar
los espacios en un clima actual de presentismo, las formas actuales de representar la
memoria de hechos violentos en América Latina, específicamente en los países de
Argentina, Chile y Uruguay, cuyas exposiciones han sido abordadas en el Seminario de
Museos de Memoria de la Flacso Chile, los cuales son repasados de manera general con
el motivo de que sean un referente sobre las discusiones y prácticas sobre tales
representaciones.
Siguiendo con el desarrollo, se presentaron los abordajes historiográficos, de
historización de la memoria y de la planeación del Memorial, puesto que se considera
que es de donde se nutren los relatos y perspectivas que se presentan dentro de este
espacio, y por tanto las mismas que se resaltan y/u opacan. Haciendo uso de tres trabajos
que se dedican a estudiar estos abordajes, primero se reseñan las lecturas que se han
hecho de tal acontecimiento en el espacio público y sus escritos, creando caminos de
interpretación y por tanto de entendimiento para ciertos grupos de la sociedad.
El camino de la transfiguración mimética en medio de la escritura y
construcción; la experiencia del espacio y el lugar como forma de entender las
trayectorias inventadas y; por último
y la producción de sentido, a partir de los
comentarios vistos como vestigios después de realizar el recorrido, son los modos en que
se aproxima este trabajo al espacio.
Existen trabajos tanto de las rutas generales de interpretación del 68 como de
documentación del proceso de construcción del Memorial, este trabajo pretende
insertarse en un proceso posterior que sólo con estos como antecesores permiten, es
decir, en el proceso de lectura y por tanto de modificación –el habitar– del espacio, de
120
forma que se crea un contraste entre lo que se ha construido y dicho, y lo que se entiende
de lo dispuesto.
Claramente, el Memorial es una nueva representación de lo dicho sobre el 68;
una capa más en la memoria que implica nuevas significaciones. Una muestra es el
énfasis en el carácter plural de sus testimonios, sus interpretaciones y sus decisiones de
construcción, pues estos responden al clima cultural, político y social actual. Su proceso
de configuración está en concordancia con los debates actuales sobre la representación
de la memoria y despierta preguntas similares a las hechas en Latinoamérica en otros
espacios de memoria, puesto que pretende servir de referencia a las nuevas generaciones
para evitar que se repitan estos hechos. Toma en consideración el lugar de enunciación,
tanto de quienes dan su testimonio, al contextualizar al testigo y resaltar su biografía y
su forma de relacionarse con el acontecimiento, como de quienes construyen el
Memorial, puesto la institución que lo configura –la UNAM– fue protagonista, por
medio de sus integrantes del movimiento; además, promueve fuertemente el proceso de
identificación con la generación del 68, al poner a hablar a los protagonistas, lo que
facilita la toma de posición y relación similar con lo narrado.
Asimismo, incluye valores, subjetivaciones, emociones y motivos dentro de las
“descripciones” de los hechos narrados. Así, las expectativas de lo que fue el
movimiento se comparten y se modifican con la experiencia y expectativas actuales. Las
lecturas que se realizan del espacio no son uniformes –de tal manera concuerdan con la
pluralidad de relatos– porque parten de distintas orientaciones en el tiempo;
configuración que otorga la experiencia y la espera y, por tanto, no es posible catalogar
las representaciones que se hacen del 68 dentro de un régimen histórico, sino que estas
conviven con las experiencias del recorrido de los visitantes.
Así, la traducción del pasado al presente obviamente se hace desde el presente,
pero ello no equivale a un presentismo, puesto que en algunas expresiones aún se
mantiene la posibilidad de aprender del pasado para la implementación en el futuro; y,
además, el uso de algún proyecto político para implementar en el presente –democracia,
justicia, libertad, etc.–, confiando en el valor de la comprensión histórica y la búsqueda
de un futuro distinto. Sin embargo –como en todas las formas de memoria–, esta nueva
121
representación resalta aspectos del recuerdo tanto por el carácter experiencial de quienes
narran sus vivencias en las entrevistas, como por quienes seleccionan los fragmentos a
ser presentados en la exposición; y por tanto, unas representación son remarcadas y,
otras, opacadas. Es decir, la estrategia con que se planteó la construcción del Memorial –
las decisiones generales de equipo de creación–, más el criterio emotivo, dispuesto en
una secuencia cronológica a partir de un guión curatorial, es la parte de la generación de
un nuevo estrato en la memoria.
Lo experimentable depende de las distinciones que hace una sociedad para
observar; en este sentido, el museo dicta una conducta pública de juicios de valor –
aunque no se encuentre dentro de sus objetivos y se intente evitarlo–, lo que explicita las
narraciones que lo hacen tangible, es decir, observaciones construidas que se sitúan
sobre un sistema de referencias que indican las distinciones. De esta manera, el proceso
de lectura –muchas veces no atendido de manera amplia– del espacio es el acto que
completa la esta nueva configuración de la memoria, es decir, la refigura, puesto que se
descubren desde las expectativas de los visitantes, formas amplias de recorrer e inventar
las trayectorias en el espacio general. Estas tácticas son la manera en que cada visitante
decide abordar el espacio, lo cual está por una parte dirigida por la predisposición de la
construcción en el lugar-relato, y por otra, a partir de la conjugación entre la experiencia
y la expectativa que tiene cada visitante.
Lo que aquí se ha hecho es intentar mostrar algunos modos de lectura que el
visitante plasma en su recorrido, dentro de un espacio ordenado, pero que es modificado
a través de su habitar. Por tanto estas trayectorias modifican el lugar a partir de las
necesidades de los visitantes. Los dos tipos de figuras más amplias que se han propuesto
para entender el recorrido son la del peregrino y la del aprendiz, y una tercera que se
aborda con menor frecuencia es la del turista, sin embargo las tres buscan de reflejar los
pasados-presentes y los presentes-futuros que, desde su amplio espectro, conllevan a un
tipo de lectura y una comprensión de lo ahí experimentado. Lo anterior implica claves de
interpretación que se disponen en el relato y en el espacio, los cuales, inevitablemente,
son experimentados en el recorrido, idea general de la constitución de un lugar que
tiende caminos pero modificados por los recorridos.
122
Sin embargo, en el proceso mimético, dentro de la fase de lectura o refiguración,
se pueden encontrar oclusiones o desvíos en la lectura de la configuración de este
espacio, pues como se ha visto en algunos comentarios del libro, no se logra una
representación que pueda ser interpretada según las formulaciones conceptuales para su
creación, muestra de esto son: la crítica a la representatividad de la selección de los
testigos sobre el movimiento estudiantil del 68; la posición del peregrino que reta a la
versión en el lugar relatada, pues señala que él sabe lo que en verdad ocurrió; una
narrativa tolerante y pluralista contra una lectura del visitante de juicio; el entorno como
paisaje y no como escenario de la batalla por la memoria, la cual los visitantes solo
pueden observar desde el Memorial y no habitar. Es decir, puntos ciegos, en los que no
existe una identificación de los visitantes con los testigos y por tanto con los relatos de
testimonios que ofrecen, además de no ser representativos de la generación.
Por tanto, la lectura plural del lugar, de la confluencia de puntos de vista, es, en
sí mismo, un modo de entender a la memoria del 68, en el que nada se da por hecho y
saldado, sino que más bien no se trata de la última palabra sino de una nueva
aproximación y caracterización conjunta sobre lo ocurrido en aquel año. Un tropo
pluralista que puede ser caracterizado como el respeto y tolerancia a los puntos de vista
alternos.
Desde el sentido de ritual de conmemoración se considera que: El Memorial está
basado en creencias, efervescencias, emotividades y prácticas comunitarias vinculadas a
un orden sagrado, el cual refiere a un momento crítico del México actual. Se fundamenta
en un acontecimiento que da forma a un orden sagrado que necesita ser reactualizado y
reafirmado a través de la práctica. Al referirse a hechos violentos, transgresores y
autoritarios, estos merecen ser expiados y remediados por medio de rituales
contemporáneos. El Memorial se constituye en una nueva capilla, donde se renueva el
vínculo de fe, de pertenencia, conmemoración y purificación en torno a la creencia
común. Se concentra en la preservación del vínculo con el pasado, a partir de ser visto,
de igual manera, como un lugar de peregrinación. Desde el sentido del Memorial como
formador de consciencia histórica, a partir de ser un contenedor de las experiencias
históricas a través del tiempo el movimiento estudiantil del 68, se resalta el carácter
123
formador del lugar y, por tanto, el rescate de las experiencias que dejaron aquel
acontecimiento para el presente.
Aquí interesa la experiencia y la expectativa, puesto que, como pasado-presente,
el memorial escribe y representa una “marca”, cuyos acontecimientos se incorporan y
recuerdan; y, como presente-futuro, este lugar genera una proyección hacia el futuro que
puede tener tintes políticos.
El carácter únicamente “descriptivo” de los testimonios permite sobreponer las
lecturas de los visitantes, de modo que se pueden obtener conjeturas propias, implícitas
en la relación de los testimonios. Como se mencionó en la introducción, se puso en
juego la comprensión de los procesos que desata el Memorial a partir de la escritura y la
lectura, la construcción y el habitar, los cuales crean usos y justificaciones a través de
caracterizaciones del lugar que conforman el significado que se crea.
En la actualidad, con los movimientos estudiantiles de hoy en día –como
#yosoy132–, rinden fruto acciones como la creación del Memorial, el cual incide –
aunque sea en parte– en la toma de conciencia de los jóvenes y el descontento con las
injusticias y represiones que siguen existiendo que, sin embargo, encuentran respuesta
en sus formas actuales e innovadoras, tal como ocurrió en aquel año del 68.
Parece interesante saber cómo se relaciona esta memoria en las marchas de
estudiantes que hemos atestiguado en los últimos días y, por tanto, como ha sido la
relación de la sociedad con el Memorial; es decir, cabe preguntarse si subió el número
de asistentes, si llegaron más grupos de visita, si la visión plasmada en los comentarios
lo relaciona con lo que hoy se reclama, o si se destaca o subraya una nueva
caracterización del 68 en las formas contemporáneas de entenderlo.
Cabe reflexionar sobre la condición hegemónica de esta memoria relatada dentro
del Memorial, puesto que se construye a partir de personajes reconocidos en la
actualidad. Sin embargo, como se ha observado en los comentarios del museo, no
siempre están los relatos presentados en concordancia con lo que los contemporáneos
que no figuraron en la lista comprendan y las formas en que caractericen al movimiento.
Asimismo el estudio de la recepción en este trabajo solo queda como una apuesta
124
hipotética a partir de las figuras propuestas, sin embargo, será necesario que en
investigaciones posteriores se pongan a prueba bajo otros esquemas analíticos que den
cuenta de los mecanismos que se están poniendo en juego para la interpretación de los
elementos mostrados.
125
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129
Anexos.
Anexo 1. Cronología del movimiento estudiantil de 1968. Extraída del libro del
Memorial del 68 (Vázquez, 2007).
Origen del 22 de julio al 1 de agosto.
22 de Julio// Se registra una pelea entre estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del IPN y
de la Preparatoria Isaac Ochoterena, en la Ciudadela.
23 de Julio// Continua el pleito, intervienen los granaderos contra los estudiantes de las
vocacionales, de forma violenta. Pese que irrumpen en el edificio de la Vocacional 5, el
general Luis Cueto, jefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal, niega la agresión.
26 de Julio//Una manifestación que conmemora la Revolución Cubana confluye con
otra organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), que
protestan por la intervención en la Ciudadela. Ambas son duramente reprimidas por la
policía, encuentra resistencia en diversos puntos del Centro Histórico.
27 de Julio// Los estudiantes toman las preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM. Se organizan
las primeras asambleas estudiantiles. El general Luis Cueto declara que el fin de las
agitaciones es desestabilizar para dañar la Olimpiada.
29 de Julio// Policía y Ejército ocupan planteles escolares de la Preparatoria Nacional y
del IPN en el Centro de la ciudad. La puerta principal de la Preparatoria 1, de origen
colonial, es destruida con un disparo de bazuca. El Secretario de Defensa, Marcelino
García Barragán, niega este hecho acusando a los jóvenes de causar los destrozos con
bombas Molotov.
30 de Julio// Se suspenden las clases en las escuelas dependientes de la UNAM y el
IPN. En la Ciudad Universitaria, el rector Javier Barros Sierra iza la bandera a media
asta, en protesta por la violación a la autonomía. Las transmisiones de radio UNAM
concluyen temprano, en señal de luto. El regente de la ciudad, Alfonso Corona del
Rosal, promete liberar las escuelas “de no haber más enfrentamientos”.
31 de Julio// Se generaliza la huelga en la UNAM, el Politécnico, la Normal Superior,
Chapingo, la Universidad Iberoamericana, el colegio La Salle, el Colegio de México, en
las escuelas del INBA y algunas universidades de provincia. La policía sale de la
Preparatoria 5.
1 de Agosto// El rector Javier Barros Sierra encabeza una manifestación en defensa de la
autonomía universitaria. La marcha, que sale de CU hasta Félix Cuevas por la Avenida
Insurgentes, retorna al campus por Avenida Universidad. Mientras tanto, el presidente
Díaz Ordaz pronuncia un discurso en Guadalajara en el que lamente los acontecimientos
recientes y ofrece su “mano tendida” a quien quisiera estrecharla.
Auge del 1 al 28 de Agosto.
130
1 de Agosto // El rector Javier Barros Sierra encabeza una manifestación en defensa de
la autonomía universitaria.
La marcha, que sale de cu hasta Félix Cuevas por la avenida de los Insurgentes, retorna
al campus por avenida Universidad. Mientras tanto, el presidente Díaz Ordaz pronuncia
un discurso en Guadalajara en el que lamenta los acontecimientos recientes y ofrece su
"mano tendida” a quien quisiera estrecharla.
2 de Agosto // Se crea el Consejo Nacional de Huelga (CNH), formado por estudiantes
de las instituciones en paro.
Paralelamente se forma la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro
libertades Democráticas.
Se publica un desplegado de 26 directores del IPN y escuelas en apoyo a los estudiantes.
5 de Agosto // El Instituto Politécnico Nacional hace una manifestación masiva a la que
no acude Guillermo Massieu, su director. El PPS acusa a la CIA de estar detrás del
movimiento.
8 de Agosto// El CNH propone su pliego petitorio de seis puntos. Sus demandas eran:
1. Libertad a los presos políticos.
2. Destitución de jefes policiales, los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea y
el teniente coronel Armando Frías.
3. Extinción del Cuerpo de Granaderos.
4. Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que condenaba el
delito de disolución social y funcionaba como el argumento jurídico para las agresiones.
5. Indemnización a los familiares de los muertos y heridos desde el inicio del
movimiento.
6. Deslindamiento de responsabilidades de las autoridades.
13 de Agosto// Se realiza la primera manifestación estudiantil al Zócalo, que parte del
Casco de Santo Tomás y es encabezada por la Coalición de Profesores. Cerca de 150 mil
personas exigen el cumplimiento del pliego petitorio.
15 de Agosto// Una sesión extraordinaria del Consejo Universitario, presidida por el
rector Barros Sierra, nombra una comisión representante de las demandas de los
estudiantes y aprueba tres más, referentes al pago de los daños sufridos a la Universidad.
16 de Agosto// Inicia el movimiento de brigadas, al tiempo que se integra la Alianza de
Intelectuales, Escritores y Artistas.
18 de Agosto// Se realizan los primeros festivales artísticos en Ciudad Universitaria y
Zacatenco.
22 de Agosto // El secretario de Gobernación Luis Echeverría, ofrece un "diálogo franco
y sereno" con representantes estudiantiles. El CNH acepta la propuesta, a condición de
que el diálogo se realice en presencia de la prensa, la radio y la televisión.
131
27 de Agosto // Se realiza una manifestación desde el Museo de Antropología hasta el
Zócalo. Mientras tocan las campanas de la Catedral, en la plaza se iza una bandera
rojinegra a media asta, que luego fue arriada. Se vota la propuesta de establecer una
asamblea permanente hasta que se acepte el diálogo público. En la madrugada, los
estudiantes son desalojados violentamente por la fuerza pública.
28 de Agosto //El gobierno realiza un "acto de desagravio" a la bandera nacional al que
asisten trabajadores al servicio del Estado. Grupos de estudiantes, que realizaban mítines
relámpago, se mezclan con los burócratas. El acto finalmente es disuelto por carros
blindados y tropa de infantería. Regresando de la manifestación, el profesor Heberto
Castillo es golpeado en la puerta de su casa y se refugia en Ciudad Universitaria.
Tensión del 1 al 15 de Septiembre.
1 de Septiembre// En su IV informe de Gobierno, e1 presidente Díaz Ordaz amenaza
con sofocar el movimiento estudiantil: “…hemos sido tolerantes hasta excesos
criticados; pero todo tiene un límite y no podemos permitir que se siga quebrantando el
orden jurídico, como a los ojos de todos ha venido sucediendo…“
3 de Septiembre// El CNH responde a lo planteado por el presidente en su Informe y
ratifica su demanda de diálogo público.
6 de Septiembre// El gobierno propone “diálogo público pero sin exhibicionismo”. En
rechazo a esta propuesta, el día 7 de septiembre el CNH celebro un mitin con 25 mil
personas en Tlatelolco.
9 de Septiembre// El rector Barros Sierra hace un llamado a la comunidad para volver a
clases, sin renunciar a los fines del movimiento.
15 de Septiembre// El ingeniero Heberto Castillo, de la Coalición de Maestros, da el
Grito de Independencia en Ciudad Universitaria.
Represión del 18 de Septiembre al 2 de Octubre.
18 de Septiembre// Alrededor de las diez de la noche, el ejército ocupa Ciudad
Universidad. Son detenidas cerca de quinientas personas.
19 de Septiembre// El rector Javier Barros Sierra protesta por la ocupación militar, a la
cual califica como un “acto excesivo de fuerza”.
20 de Septiembre// Enfrentamientos entre estudiantes y elementos de la policía en
planteles del Politécnico en el norte de la ciudad.
23 de Septiembre// Barros Sierra presenta su renuncia como rector después de ser
culpado por la violencia ejercida en la UNAM. Dice: “los problemas de los jóvenes, sólo
pueden resolverse por la vía de la educación, jamás por la fuerza, la violencia o la
132
corrupción”. Varias instituciones y personalidades cercanas a la Casa de Estudios
rechazan la renuncia y le demandan retornar a la Rectoría.
24 de Septiembre// El ejército ocupa el Casco de Santo Tomás, después de una lucha de
varias horas con los estudiantes.
26 de Septiembre// Barros Sierra retoma la Rectoría de la UNAM y exige la salida del
ejército de sus instalaciones
30 de Septiembre// El ejército desocupa la Universidad.
1 de Octubre// Se reanudan labores de investigación, administración y, parcialmente,
las de difusión cultural en la Ciudad Universitaria. El CNH decide continuar la huelga
escolar y convoca a un gran mitin en la Plaza de las Tres Culturas.
2 de Octubre// Se celebra un mitin en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Tras
una señal luminosa se desencadena un tiroteo que deja un número indeterminado de
muertos y heridos. Cientos de estudiantes son detenidos e incomunicados.
Fin del Movimiento.
9 de Octubre// El CNH responsabiliza al gobierno federal por los sucesos de Tlatelolco
y afirma que no obstaculizará el desarrollo de los Juegos Olímpicos, estableciendo la
Tregua Olímpica.
12 de Octubre// Se inauguran los XIX Juegos Olímpicos en el estadio de Ciudad
Universitaria.
26 de Octubre// Son liberados 63 estudiantes. Quedan 165 inculpados en Lecumberri.
29 de Octubre// El ejército desocupa las instalaciones del IPN ubicadas en el Casco de
Santo Tomás.
4 de Noviembre// Asambleas estudiantiles del Politécnico y la Universidad deciden
mantener el paro hasta que se obtenga solución al pliego petitorio.
5 de Noviembre//Treinta miembros del CNH se reúnen con Julio Sánchez Vargas,
procurador general de la República, y le exigen la libertad de todos los estudiantes
presos desde el 23 de julio.
4 de Diciembre// El CNH acuerda levantar la huelga estudiantil. El paro duró 130 días.
6 de Diciembre // Se disuelve formalmente el CNH.
133
Anexo 2 Guión temático. Extraído de la tesis Velázquez (2011).
Guión Temático del Memorial del 68.
Núcleo
temático
Subnúcleo
Tema
Subtema
Cronología 1958 - 1968
Preámbulo
El
movimiento
estudiantil
La generación (los
protagonistas)
La sociedad y la cultura El
"milagro
en México pre 68
mexicano"
La cultura y la
contracultura
La
vida
universitaria
El enfrentamiento del
23 de julio
Las
marchas
y
El Inicio
disturbios en el centro
del 26 al bazookazo
El bazookazo y la
protesta universitaria
La marcha del rector el
1 de agosto
El Consejo Nacional
de Huelga
El pliego petitorio
La difusión oficial y
la estudiantil
La gráfica
El Auge
Las brigadas
organización
estudiantil
y
la
La marcha del 13 de
agosto
La manifestación del
27 de agosto
134
Las escuelas en
huelga
El festival cultural
en CU y Mural
Efímero
La Tensión
El fin
El mitin del 28 de
agosto y el desagravio
a la bandera
El informe de gobierno
de Gustavo Díaz en
1968
La manifestación del
silencio
(13
de
septiembre)
El 2 de octubre
Los días después del 2 La prensa del 2 de
de octubre
octubre
Los presos políticos
Las Olimpiadas
Las negociaciones y el
fin de la huelga
Cronología de 1969 a
1973
La vida en la cárcel
Las
repercusione
s
La estela del 68
El exilio
La importancia de José
Revueltas y Heberto
Castillo
La
actividad
estudiantil en los años
setenta
La producción artística Las
principales
y cultural
publicaciones post
68
La grieta
135
Anexo 3. Bocetos espaciales preliminares del recorrido. Extraída del libro Memorial del
68 (Vázquez, 2007).
136
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