¿Afecta el Proyecto de Código Procesal Civil al derecho de dominio?

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¿Afecta el Proyecto de Código Procesal Civil al derecho de
dominio?
Jorge Larroucau
La justicia que propone el último Proyecto de Código Procesal Civil (PCPC)
ingresado al Congreso hace un par de semanas (Mensaje N° 432-359) debería mejorar la
litigación civil. Basta una lectura para notar que en aprendizaje procesal el PCPC es un
artefacto muy atractivo. Pero algo cambia al leer la misma propuesta a la luz del derecho
privado. Es el caso de la propiedad, la acción reivindicatoria y el precario. Cuando se
enumeran las formas de protección al dominio en Chile siempre se cuenta al precario,
incluso si uno cree que éste apunta en otra dirección (probar la entrega de la cosa en un
contrato real), porque durante más de medio siglo nuestros jueces han interpretado el art.
2195 inciso 2° del Código Civil como una acción real que protege al dueño del bien. El
ingenio de alguien cuyo nombre no hemos conocido alcanza hoy un reconocimiento
procesal: el precario deberá tramitarse como un juicio sumario (art. 352 inciso 3°, N° 6).
El punto es que esta orden no sólo zanja un asunto debatido por décadas en el
ámbito procesal, sino que afecta al dominio. ¿Por qué? La explicación desborda lo que
pueda decirse sobre las acciones de dominio y apunta al modo en que se ha pensado la
reforma en curso.
Cuando el PCPC aborda el debate de si el precario puede tramitarse de forma
sumaria “por su naturaleza” (art. 680 inciso 1° CPC) o debe serlo por analogía con el
comodato precario (art. 680 inciso 2°, N° 6 CPC) pasa por alto dos cosas: que esta
discusión vale hoy porque sólo en el primer caso el tribunal puede cambiar el
procedimiento a ordinario si alguien lo pide y hay motivos fundados (art. 681 inciso 1°
CPC), y que la jurisprudencia enseña que se demanda de precario tanto al mero tenedor
como al poseedor del inmueble. El resultado de este panorama es que si el demandado
alega posesión inscrita, o incluso posesión material (si se permite hablar de posesión
material de inmuebles inscritos a nombre de otro), el juez no falla el fondo del asunto,
porque el precario (léase: porque el juicio sumario) no es la instancia procesal para
determinar de quién es el bien. Para ahorrarse el costo de emplazar nuevamente al
demandado la salida pudo ser el cambio al juicio ordinario, y que ello al parecer no
ocurriera en más de un siglo nada tuvo que ver con el ya viejo Código de Procedimiento
Civil, sino con sus usuarios. Como un Iphone 4 sujetando papeles en la oficina, la
conversión de procedimiento civil es el claro ejemplo de una norma procesal útil y
desaprovechada.
¿Está bien zanjado este debate en el proyecto? A primera vista sí, porque el juicio
ordinario por audiencias que se ofrece, aunque menos rápido que el sumario, es ágil y
concentrado, lo que debería quitarle atractivo al precario como acción real. La buena
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Abogado, Doctor en Derecho, Universidad de Chile. Profesor de Derecho Civil, Universidad Alberto
Hurtado (jlarrouc@uahurtado.cl).
noticia del Libro II del PCPC para los propietarios sería el retorno de la acción
reivindicatoria. El problema es que esta posibilidad no es la única puerta que abre el
proyecto legislativo.
En el texto que ha ingresado al Congreso se dispone que el juicio será sumario
“cada vez que las partes convengan en ello” (art. 352 inciso 1°), y que “se entenderá que el
demandado conviene en sujetarse al procedimiento sumario si no se opone a ello en la
primera presentación a la causa” (art. 352 inciso 2°), de modo que perfectamente podría
ocurrir que un dueño se decida a reivindicar en un juicio sumario, apostando por la rebeldía
de su demandado. El PCPC no contempla ninguna sanción específica para el actor que
especula con esta posibilidad y las causales para declarar inadmisible la acción tampoco
piensan en este supuesto (art. 258 inciso 2°). Sólo si el demandado opone una excepción el
juez “podrá declarar la improcedencia del juicio sumario” (art. 352 inciso 2°). ¿Pero
significa esto seguir un juicio ordinario sin otro emplazamiento? No, porque el proyecto
prescinde de una regla como el actual art. 681 inciso 1º. Pero más aún, sin pensar en la
“chicana judicial” (el nombre es tan feo que consigue evocar por sí mismo su sentido), si
los propietarios insisten en demandar de precario –los hábitos no se cambian por ley– lo
más probable es que el escenario de hoy perdure mañana: si el demandado de precario dice
poseer el bien y aporta algún dato que haga plausible discutir el dominio, nuestra
jurisprudencia dirá lo ya sabido: que el dominio necesita de un juicio con otras reglas (en
cuando al tiempo para discutir y en el análisis de las pruebas), de modo que la acción
intentada se perderá.
Visto así, el regreso de la reivindicatoria no es más que un espejismo, aunque
existan buenas razones en el derecho civil para que sea ella –y no el precario– la acción
elegida en tribunales. La cuestión de fondo, entonces, es si ese tipo de razones deben
escucharse en una empresa que se estrenó el año 2005 con el no menos interesante
Anteproyecto de Código Procesal Civil.
El actual proyecto afecta directamente a la propiedad. Y esta es sólo la punta del
iceberg. Dado que una parte de los derechos procesales son ellos mismos derechos
sustantivos, tan relevante es que el Código Civil consagre la propiedad como que en el
Código Procesal Civil se permita discutirla por vía sumaria. ¿No convendría, entonces,
resolver también el tema de la legitimación activa y pasiva del precario? El proyecto
autoriza al juez para que declare de oficio “la falta de capacidad para ser parte” (art. 21),
pero, ¿lo autoriza para que se pronuncie sobre el procedimiento aplicable? La reforma
inglesa de fines de los noventa sí lo hizo y parece sensato que un tribunal que puede
determinar quién es parte opine también sobre el procedimiento. Nótese que todas estas
dudas, siendo procesales, apuntan a derechos.
El puente entre el sumario y la propiedad es uno de los tantos ejemplos que
muestran que la reforma procesal civil no es ‘técnica’, ni puede serlo. ¿Acaso no es
elocuente ver cómo una regla procesal excelente, esa que incentiva al demandado a
colaborar con la justicia (art. 352 inciso 2°), puede alterar todavía más al ya confuso
sistema chileno de protección del dominio? El precario como un caso típico del juicio
sumario no puede explicarse –a menos que se tolere la falacia naturalista– como un
espaldarazo normativo a lo que ocurre en tribunales. Creo que esta regla expresa una
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dimensión que debe ser cada vez más visible y es la invitación a pensar la justicia en
términos de derechos. Si esto es así, entonces el Proyecto de Código Procesal Civil no
solamente ofrece al mercado una justicia 2.0, sino que abre un nuevo horizonte para la
disciplina procesal.
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