Jurisdicción: Penal Recurso de Apelación núm. 200/2005. Ponente: Ilmo. Sr. D. Esteban Solaz Solaz IMPRUDENCIA (Delitos de): Accidentes de trabajo. DELITOS CONTRA LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES: Sujeto activo. FALTAS CONTRA LAS PERSONAS: Imprudencia leve causante de lesión constitutiva de delito: existencia: accidente laboral: incorrecta elección del método para realizar una labor de soldadura de cara a lograr la horizontalidad de las planchas, colocando una carretilla cargada sobre las mismas, que acabó cayendo sobre el trabajador que trabajaba de espaldas a ella por no haber puesto su compañero el freno: ausencia de concurrencia de culpas, debiendo ser el trabajador defendido por el administrador o gerente hasta de su propia imprudencia profesional, advirtiéndole de que no trabajara de espaldas a la carretilla y en su línea de posible desplazamiento: responsabilidad del legal representante de la empresa que ejecutaba los trabajos y del encargado de la empresa propietaria de las planchas y dependencias para las que se realizaban los trabajos. El Juzgado de Instrucción núm. 2 de Castellón dictó Sentencia, de fecha 08-03-2004, por la que absolvía a los acusados de los hechos imputados. Contra la anterior Resolución el denunciante interpuso recurso de apelación. La Sección 1ª de la Audiencia Provincial de Castellón estima en parte el recurso y revoca la Sentencia de instancia, en el sentido de condenar a los denunciados como autores de una falta de lesiones imprudentes, a la pena para cada uno de ellos de multa de treinta días con una cuota diaria de 18 euros y que, en concepto de responsabilidad civil, indemnicen conjunta y solidariamente al perjudicado en la cantidad de 18.136,15 euros por incapacidad temporal, en 100.780,25 euros por lesiones permanentes y en 9.000 euros por incapacidad permanente parcial, cantidades que devengarán los intereses legales correspondientes, y de las que se declaran responsables civiles directas a las entidades «Mutua General de Seguros» y «Le Mans, SA» y subsidiarias, a las empresas «Talleres Enrique García, SL» y «Bou y Gali, SL». En la ciudad de Castellón, a diez de junio de dos mil cinco. La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón, integrada por el Ilmo. Sr. Magistrado anotado al margen, ha visto y examinado el presente Rollo de Apelación Penal Núm. 200 del año 2005, incoado en virtud del recurso interpuesto contra la Sentencia dictada el día 8 de marzo de 2004 por el Ilmo. Sr. Magistrado Juez del Juzgado de Instrucción Núm. 2 de Castellón, en los autos de Juicios de Faltas, sobre lesiones imprudentes laborales, seguidos con el Núm. 792 del año 2003 en el citado Juzgado. Han sido partes en el recurso, como Apelante, el denunciante Jesús María, que actúa representado por la Procuradora Doña Carmen Rubio Antonio y asistido por el Abogado Don Luis Enrique Nomdedeu Bachero, como APELADO ADHERIDO A LA APELACIÓN, el Ministerio Fiscal representado por la Sra. Fiscal Doña Ana María García García, y como Apelados, los denunciados Daniel, asistido del Abogado Don Luis Castellanos Martínez, Enrique García Soler, Talleres Enrique García, SL y la entidad Le Mans, SA que actúan asistidos del Abogado Don Mauro Fabregat Dolz, y la entidad Mutua General de Seguros, representada por el Procurador Don Ramón Soria Torres y asistida por el Abogado Don Ramón Nebot Pérez. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO La Sentencia objeto de apelación declaró como probados los siguientes hechos:"El día 25 de mayo de 2001 Jesús María, trabajador de la empresa Talleres Enrique García SL, con categoría profesional de oficial de segunda, se hallaba junto con otro compañero de trabajo en los locales de la empresa Bou y Gali, SL, sita en la carretera N340, Km 62 de Almazora, al haber contratado esta última la realización de un trabajo consistente en soldar unas chapas metálicas de una rampa de carga que tenían ligeramente dobladas las esquinas, para lo cual se acordó, como medio de hacer recuperar la horizontalidad de las chapas metálicas y así poder soldarlas, colocar sobre dicha rampa una carretilla elevadora cargada con un palet, si bien el operario que había dejado la carretilla elevadora cargada abandonó la misma sin accionar previamente el sistema de frenado, lo que provocó que dicha carretilla retrocediera a los pocos minutos deslizándose por la rampa metálica hasta alcanzar a Jesús María que en ese momento se encontraba de espaldas a la citada carretilla y en la línea de desplazamiento marcha atrás preparando los utensilios de trabajo, el cual resultó a consecuencia de ello con las lesiones que constan en el informe médico forense de sanidad. No ha quedado acreditado en juicio si Daniel era el empleado de Bou y Gali, SL que dejó la carretilla en la mencionada rampa metálica. Las empresas "Talleres Enrique García S.L". y "Bou y Gali SL" tenían concertado el Seguro de Responsabilidad Civil respectivamente con las entidades Le Mans Seguros España, SA y Mutua General de Seguros». SEGUNDO El fallo de la Sentencia recurrida es del tenor literal siguiente: «Que debo absolver y absuelvo a D Carlos Manuel, D Pedro Antonio, D Daniel y D Clemente de los hechos denunciados en este procedimiento, declarando las costas procesales de oficio». TERCERO Publicada y notificada en legal forma la anterior Sentencia, se interpuso contra la misma recurso de apelación por la representación procesal del denunciante Jesús María que, por serlo en tiempo y forma, fue admitido en ambos efectos, evacuándose el trámite de impugnación, tras lo cual se remitieron los autos a esta Audiencia Provincial de Castellón para su resolución. CUARTO Recibidas las actuaciones en esta Audiencia Provincial, se turnaron a la Sección Primera, donde se formó el correspondiente Rollo de Apelación, tramitándose el recurso y señalándose su resolución en los diez siguientes al 7 de junio de 2005. QUINTO En la tramitación del presente recurso se han observado, en lo esencial, todas las formalidades y prescripciones legales. HECHOS PROBADOS SE ACEPTAN en lo sustancial con algunas modificaciones, quedando redactados de la siguiente forma: «El día 25 de mayo de 2001, Jesús María, trabajador de la empresa Talleres Enrique García SL, con categoría profesional de oficial de segunda, se hallaba junto con otro compañero de trabajo, Marcos, en las dependencias de la empresa Bou y Gali, SL, sita en la carretera N-340, Km. 62 de Almazora (Castellón), al haber contratado esta última la realización de un trabajo consistente en soldar unas chapas metálicas de una rampa de carga que tenían ligeramente dobladas las esquinas, para lo cual se acordó entre Jesús María, Marcos, Carlos Manuel como encargado y representante de la empresa Talleres Enrique García, SL y Pedro Antonio como gerente de la empresa Bou y Gali, SL, que la mejor y más económica forma de hacer recuperar la horizontalidad de las chapas metálicas y así poder soldarlas, era colocar sobre dicha rampa una carretilla elevadora marca STILL modelo R-70-25 cargada con un palet de azulejos, si bien el operario que había dejado la carretilla elevadora cargada, Daniel, abandonó la misma sin accionar previamente el sistema de frenado, lo que provocó que dicha carretilla retrocediera a los pocos minutos deslizándose por la rampa metálica hasta alcanzar a Jesús María que en ese momento se encontraba de espaldas a la citada carretilla y en la línea de desplazamiento marcha atrás preparando los utensilios de trabajo. Como consecuencia de esta acción, Jesús María, de 31 años de edad, sufrió lesiones consistentes en "diástasis púbica de aproximadamente 1,5 cm., uretrorragia por rotura de uretra bulbomembranosa completa y hematoma pelviano", de las que curó a los 426 días en cuyo período de tiempo estuvo ingresado en el hospital 47 días y resultó impedido para sus ocupaciones habituales otros 167 días más, quedándole como secuelas un estado de ansiedad, con cierta agresividad esporádica (equiparable a excitabilidad y agresividad esporádica), una incontinencia urinaria permanente y una impotencia coeundi junto a oligoospermia muy severa que dificulta la práctica de tratamientos de fertilización "in vitro". El lesionado presenta una gran dificultad para desempeñar el trabajo que venía desarrollando, dado que su problema de incontinencia urinaria se agrava ante los esfuerzos, lo que supone un impedimento para su desarrollo de forma normal, respecto del cual le ha sido dictaminada una minusvalía del 39%. Las empresas "Talleres Enrique García S.L". y "Bou y Gali SL" tenían concertado y en vigor, seguros de responsabilidad civil respectivamente con las entidades Le Mans Seguros España, SA y Mutua General de Seguros». FUNDAMENTOS DE DERECHO NO SE ACEPTAN los de la resolución recurrida, que expresamente se rechazan y quedan sustituidos por los siguientes, y PRIMERO La Sentencia dictada en primera instancia absolvió a los denunciados Carlos Manuel, Pedro Antonio, Daniel y Clemente de la falta de lesiones imprudentes prevista en el artículo 621 CP ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) de la que venían acusados por el perjudicado y denunciante Jesús María y el Ministerio Fiscal. El Juez a quo basó su fallo absolutorio en la consideración de que la falta imputada había prescrito respecto del denunciado Daniel por haberse dirigido tardíamente el procedimiento contra el mismo y porque, respecto del resto de acusados, concluyó que como encargados de la seguridad no pudieron representarse el concreto peligro que entrañaba la situación de referencia, de modo que no omitieron el deber interno de corrección ni hubo un incremento activo o pasivo de los garantes y resultado producido que justificara el reproche penal, de suerte que no había quedado justificado que se privara al trabajador de una concreta medida de protección que hubiera podido evitar el hecho dañoso. Por no estar conforme con este pronunciamiento absolutorio adoptado en la Sentencia recurrida se alza el perjudicado Jesús María, con la adhesión del Ministerio Fiscal, interesando de esta Sala su revocación y el dictado de otra nueva por la que se condene a los denunciados Carlos Manuel, Pedro Antonio y Daniel en los términos solicitados en el acta del juicio de faltas, cuya pretensión revocatoria ampara y funda en dos motivos de impugnación en los que denuncia el error en la interpretación de la prueba y por infracción de los artículos 19 del RDL 1/95 ( RCL 1995, 997) de Estatuto de Trabajadores, 13 del RD 1495/86 ( RCL 1986, 2375, 3086) , y 14 y 15 de la Ley 31/95 ( RCL 1995, 3053) de Prevención de Riesgos Labores, aunque en realidad, lo que viene a sostener el recurrente es una infracción, por inaplicación, del artículo 621 del Código Penal, en cuanto que los hechos declarados probados son constitutivos de una falta de imprudencia laboral con resultado de lesiones derivada de la forma peligrosa e inadecuada en que se realizó el trabajo de recuperar la horizontalidad de las chapas metálicas que iban a soldarse y la falta de formación en materia de seguridad y salud de los trabajadores que tomaron parte en el trabajo. SEGUNDO Nuestro estudio debe partir del pleno respeto a la doctrina constitucional emanada de la STC, Pleno, núm. 167/2002, de 18 de septiembre ( RTC 2002, 167) , luego reiterada en resoluciones posteriores del mismo Tribunal ( SSTC 170/2002 [ RTC 2002, 170] , 197/2002 [ RTC 2002, 197] , 198/2002, 200/2002 [ RTC 2002, 200] , 212/2002 [ RTC 2002, 212] , 230/2002 [ RTC 2002, 230] , y otras varias) en cuanto que concluye la existencia de vulneración del derecho constitucional a un proceso con todas las garantías cuando una Audiencia Provincial procede a revisar y corregir la valoración y ponderación que el juzgado de lo penal o de instrucción hayan efectuado de las declaraciones de los acusados recurrentes y de los testigos, sin respetar los principios de inmediación y contradicción, pues esta nueva doctrina del Tribunal Constitucional no elimina el tercero de los motivos de apelación previstos en el artículo 790 LECrim ( LEG 1882, 16) (error en la apreciación de las pruebas), sino que simplemente lo limita a aquellos errores que puedan ser acreditados en apelación sin necesidad de revisar la valoración de las pruebas practicadas en la primera instancia, cuya naturaleza subjetiva exija la inmediación y la contradicción. Y no se produce esta vulneración constitucional en el presente caso por dos razones: la primera, porque como acabamos de exponer en el fundamento jurídico anterior, aunque el primero de los motivos de apelación se enuncie como error en la apreciación de las pruebas, lo que realmente viene a denunciar es un error «iuris» o de derecho, una infracción legal por no haberse aplicado el tipo penal previsto en el artículo 621 CP ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) , cuyos requisitos llega a describir el apelante, y cuya presencia enriquece con la enunciación de las normas laborales sobre seguridad e higiene que considera también vulneradas en este caso; y la segunda porque, aunque este Tribunal ha procedido ha modificar alguno de los hechos declarados probados, no puede esta modificación afectar al único acusado respecto del que podría llevarse a cabo una valoración probatoria de sus declaraciones -aunque él mismo reconozca que era el conductor de la carretilla-, se trata de Daniel, y no le puede afectar por la sencilla razón de que su absolución en la instancia viene determinada por haber reconocido el Juez a quo que la falta de imprudencia de la que se le acusaba estaba prescrita (por haberse dirigido tardíamente el procedimiento contra el mismo), y esta declaración de prescripción no ha sido combatida en esta alzada por el recurrente articulando el correspondiente motivo de apelación en tal sentido, de suerte que aquel pronunciamiento absolutorio por prescripción de la falta quedó vedado al examen de este Tribunal, resultando por ello firme y definitivo. Así las cosas, partiendo del relato de hechos probados que contiene la Sentencia impugnada, con las solas modificaciones relativas al conductor de la carretilla -que no afectan al propio acusado- y la inclusión del resultado lesivo padecido por el perjudicado, debemos valorar jurídicamente si esta narración fáctica es constitutiva o no de una falta de lesiones imprudentes del artículo 621.3 CP, que es lo pretendido por el recurrente en su escrito de interposición al que se ha adherido el Ministerio Fiscal. TERCERO El tipo penal objeto de este proceso (falta de lesiones imprudentes del artículo 621.3 del Código Penal de 1995 [ RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777] ), deriva de la efectiva producción de una lesión al trabajador por la omisión de las preceptivas medidas de seguridad en el desarrollo de su profesión y trae causa -al igual que todas las imprudencias punibles laborales, ya sean delito o falta, ya sea su resultado homicidio o lesiones - del Título XV «De los Delitos contra los derechos de los Trabajadores», de nueva creación en el vigente Código Penal y que supone el reconocimiento de un interés susceptible de protección, la clase trabajadora en cuanto tal, como sujeto de derechos, incluyendo en dicho título -arts. 311 a 318- el catálogo de acciones que atentan contra los trabajadores en desarrollo del principio rector de política social y económica de velar por la seguridad e higiene en el trabajo -art. 40.2 de la Constitución Española. ( RCL 1978, 2836) -, principio que, de acuerdo con el mandato del art. 53.3º de la Suprema Norma debe inspirar la legislación positiva. Las lesiones imprudentes laborales, sean delito (art. 152 CP) o falta (art. 621 CP) constituyen, en suma, un tipo penal de estructura omisiva o más propiamente de infracción de un deber que protege la seguridad en el trabajo entendido como la ausencia de riesgos para la vida y la salud del trabajador dimanante de las condiciones materiales de la prestación del trabajo, con la producción de una efectiva lesión para aquél -y por este resultado se diferencia del delito previsto en el art. 316 CP-, y en el que el sujeto activo, los legalmente obligados, ocupan una posición semejante a la de garante, y al respecto debemos recordar que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales -Ley 31/95 de 8 Nov. ( RCL 1995, 3053) - en su art. 14.2 impone al empresario un deber de protección frente a los trabajadores para garantizar su seguridad y la salud en todos los aspectos relacionados con el trabajo en términos inequívocos «el empresario deberá garantizar la seguridad y salud de los trabajadores a su servicio», «el empresario realizará la prevención de los riesgos laborales mediante la adopción de cuantas medidas sean necesarias», así lo señala la STS, Sala 2ª, de 5 Sept. 2001 ( RJ 2001, 8340) y para dar cumplimiento a esta exigencia de seguridad no son bastantes generales advenimientos, sino que debe atenderse con el debido cuidado a cada situación ( STS, Sala 2ª, de 28 de septiembre de 1987 [ RJ 1987, 6646] ), pues el trabajador debe ser defendido «hasta de su propia imprudencia profesional ( SSTS, Sala 2ª, de 15 de febrero de 1978 y 21 de febrero de 1979 [ RJ 1979, 680] ), debiendo exigir a los trabajadores «coactiva e imperativamente el cumplimiento cabal y exacto de las cautelas y prevenciones impuestas en las normas de seguridad e higiene ( STS, Sala 2ª, de 9 de mayo de 1977). Resulta, pues, incontestable que los empresarios o titulares de la empresa son los posibles sujetos activos de estas infracciones penales, pero no solo ellos, sino también, desde una perspectiva penal los administradores y encargados del servicio a los que se refiere el art. 318 del vigente CP ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) y «todas aquellas personas que desempeñen funciones de dirección o de mando en una empresa, y tanto sean superiores, intermedias o de mera ejecución, y tanto las ejerzan reglamentariamente como de hecho, están obligadas a cumplir y hacer cumplir las normas destinadas al mantenimiento de la seguridad en el trabajo», en este sentido lo reiteran las SSTS, Sala 2ª, de 19 Oct. 2000 ( RJ 2000, 9263) y la de 10 Abr. 2001 ( RJ 2001, 6808) , con cita, a su vez, de aquella Sentencia más antigua del mismo Tribunal de 15 de julio de 1992 ( RJ 1992, 6375) . Desde estas reflexiones derivadas del estudio del tipo penal que se comenta, debe convenirse que el denunciado Carlos Manuel como legal representante de Talleres Enrique García, SL empresa que ejecutaba los trabajos de soldadura, y el también denunciado Pedro Antonio, en cuanto gerente y encargado de la empresa propietaria de las planchas y dependencias para la que se realizaban los trabajos, les concernía directamente facilitar y exigir de sus empleados, en concreto al soldador Jesús María, la elección de un método correcto de actuación para la soldadura de las planchas y conseguir la horizontalidad de sus extremos, lo que no llevaron a cabo por escoger el método más barato y rápido colocando la carretilla cargada con un palet como medio de hacer recuperar la horizontalidad de las chapas metálicas, y ello agravado por el método incorrecto de actuación del operario conductor de la carretilla que la abandonó sin colocar el freno, e incluso exigiendo al propio trabajador luego accidentado que no se colocara de espaldas a la citada carretilla y en la línea de desplazamiento de la misma, y como no se exigieron todas estas medidas de seguridad obligatorias para trabajar, es por lo que se produjo el accidente laboral enjuiciado propiciado, también, por la falta de formación de estos trabajadores que tomaron parte en el trabajo en materia de seguridad y salud. Y al no haber exigido la adopción del método correcto de trabajo, ni haber comprobado y exigido una correcta actuación del operario conductor de la carretilla o del propio trabajador lesionado respecto de su situación frente a la carreterilla, faltando también la necesaria formación en materia de seguridad y salud de los trabajdores, es claro y evidente que se incurrió en una imprudencia al permitir y no impedir que sus empleados ejecutaran los trabajos con los métodos de trabajo y actuación correctos, infringiendo de este modo lo dispuesto en los artículos 14, 15 y 19 de la Ley 31/1995 ( RCL 1995, 3053) , de Prevención de Riesgos Laborales y los artículos 4.2.d) y 19 del RDL 1/1995, de 24 Mar. ( RCL 1995, 997) que aprueba el TR de la Ley de Estatuto de los Trabajadores sobre utilización medidas de protección personal. Se trata, en definitiva, de la omisión de las debidas medidas de seguridad que, a la postre, motivó que la carretilla alcanzara al trabajador ocasionándole lesiones graves, incurriendo, en definitiva, en el reproche penal previsto en el artículo 621.3 CP, y ello sin que, por cuanto se dice y queda expuesto, podamos apreciar una concurrencia de culpas en la causación del desenlace lesivo para el trabajador, pues éste debe ser defendido por el empresario o encargado «hasta de su propia imprudencia profesional», por todo lo cual, la Sentencia recurrida debe ser revocada en este sentido, considerando adecuada (artículo 638 CP) la imposición a cada uno de los dos acusados referidos de una pena de multa de treinta días, con una cuota diaria de 18 euros, en atención a su condición de administradores o gerentes de empresas con una capacidad económica solvente (art. 50.5 CP). CUARTO En orden a la determinación del quantum indemnizatorio por la responsabilidad civil derivada de la falta, respecto del daño físico padecido por el lesionado Jesús María (de 31 años de edad y oficial 2ª soldador), aunque no nos encontramos ante un accidente de circulación al que resultaría vinculante la aplicación del Baremo introducido por la LRCSCVM ( RCL 1968, 690) en la Ley 30/95 ( RCL 1995, 3046) , sí viene este Tribunal acudiendo a su aplicación analógica u orientativa cuando de daños personales indemnizables se trata, circunstancia ésta que nos lleva a considerar estos baremos para fijar el resarcimiento por los daños personales padecidos por el recurrente, y en particular, por así haberlo solicitado la propia acusación particular, debemos tener en cuenta la actualización de las cuantías operada por la Resolución de la D.G.S.F. de 20.01.2003 ( RCL 2003, 216) . Así las cosas, respecto de los días de incapacidad temporal (Tabla IV), especial mención merece el informe de sanidad médico forense emitido el día 14.08-2002 (F. 128 y 129), cuya objetividad e imparcialidad debe prevalecer sobre cualquier otro documento o informe médico aportados a instancia de parte, y en aquél informe se dictamina que para curar de sus lesiones Jesús María empleó 426 días de los cuales permaneció 47 días ingresado en el hospital (47 x 54,96 euros), estuvo incapacitado para desarrollar sus ocupaciones habituales durante 167 días (167 x 44, 65 euros) y el resto de días, 212, no fueron impeditivos (212 x 24,04 euros), por lo que la indemnización por este concepto debe ser la de 18.136,15 euros. Del mismo modo, consecuencia del accidente laboral, el perjudicado quedó con tres lesiones permanentes o secuelas (Tabla III): 1) estado de ansiedad, con cierta agresividad esporádica (7 p); 2) incontinencia urinaria permanente (40 p); y 3) impotencia coeundi, junto a oligoospermia muy severa que dificulta la práctica de tratamiento de fertilización «in vitro» (40 p); secuelas a cuya puntuación debe aplicarse la formula 100-M x m/100 + M, que suponen 55 puntos (55 x 166,79 euros), por lo que la indemnización básica será de 91.618,45 euros, con un factor corrección por perjuicio económico del 10% (9.161,84 euros), por lo que la indemnización por secuelas será de 100.780,25 euros. Debiendo descartarse, por no haberse practicado ninguna ni estar prevista su próxima realización, la indemnización pretendida por el perjudicado relativa a las futuras intervenciones quirúrgicas. Finalmente, consta informado médicamente (F. 129) que el perjudicado presenta gran dificultad para desempeñar el trabajo que venía desarrollando dado que su problema de incontinencia urinaria se agrava ante los esfuerzos, lo que supone un impedimento para su desarrollo de forma normal, y del mismo modo resulta acreditado documentalmente (F. 231 a 233) que el lesionado tiene reconocida un grado de minusvalía del 39%, de tal manera que desde el punto de vista laboral sufre esta minusvalía y ello supone, según informa el médico forense en su dictamen de 10.0204 (F. 352) un grado de incapacidad permanente parcial para la profesión habitual -que no incapacidad total como sostuvo el recurrente el día del juicio de faltas-, aunque actualmente trabaja como «almacenista» sin realizar esfuerzos en la propia empresa en la que anteriormente trabajaba, razón por la cual consideramos adecuada fijar una indemnización por incapacidad permanente parcial (Tabla IV) de 9.000 euros. A estas cantidades indemnizatorias le serán de aplicación los intereses legales correspondientes contemplados en el artículo 576 LECiv ( RCL 2000, 34, 962 y RCL 2001, 1892) , y no los intereses moratorios del art. 20.4 LCS ( RCL 1980, 2295) como solicitó el perjudicado, por no resultar aplicable este tipo de intereses a siniestros distintos de los derivados de accidentes de circulación. De las indemnizaciones civiles referidas responderán directamente los acusados Carlos Manuel y Pedro Antonio (artículo 116 CP [ RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777] ) y la entidades aseguradoras Mutua General de Seguros y Le Mans, SA (artículo 117 CP), y subsidiariamente las empresas Talleres Enrique García, SL y Bou y Gali, SL (artículo 120 CP). CUARTO En atención a las razones expuestas procede, con la parcial estimación del recurso de apelación formulado, la revocación de la sentencia recurrida y el dictado de otra condenatoria de la denunciados en los términos antes expuestos, lo que conduce a que las costas de la instancia, si las hubiere, se impongan a los denunciados en sus cuartas partes, y que no se haga especial declaración sobre las costas devengadas en esta alzada, todo ello de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ( LEG 1882, 16) . VISTOS los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación al caso de autos, FALLO Que estimando en parte el recurso de apelación interpuesto por la representación procesal del perjudicado Jesús María, contra la Sentencia dictada el día 8 de marzo de 2004 por el Ilmo. Sr. Magistrado Juez del Juzgado de Instrucción Núm. 2 de Castellón, en los autos de Juicio de Faltas Núm. 792 del año 2003, de los que este Rollo dimana, debo revocar y REVOCO la expresada resolución, y en su lugar, debo condenar y condeno a Carlos Manuel y Pedro Antonio como autores responsables de una falta de lesiones imprudentes, a la pena para cada uno de ellos de multa de 30 días con una cuota diaria de 18 euros, con responsabilidad personal subsidiaria del artículo 53 CP ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) , y pago cada uno de R de las costas procesales de instancia, absolviendo líbremente a Daniel y Clemente de las faltas de que fueron acusados, con declaración de 2/4 de costas de oficio. Asimismo, en concepto de responsabilidad civil derivada de la falta, los acusados Carlos Manuel y Pedro Antonio deberán indemnizar conjunta y solidariamente a Jesús María en la cantidad de 18.136,15 euros por incapacidad temporal, en la cantidad de 100.780,25 euros por lesiones permanentes, y en la suma de 9.000 euros por incapacidad permanente parcial, cantidades que devengarán los intereses legales correspondientes, y de las que se declaran responsables civiles directas a las entidades Mutua General de Seguros y Le Mans, SA, y subsidiarias a las empresas Talleres Enrique García, SL y Bou y Gali, SL. Todo ello sin hacer especial declaración sobre las costas de esta alzada. Notifíquese esta Sentencia a las partes y, con testimonio de la misma, devuélvanse las actuaciones originales al Juzgado de procedencia, para su ejecución y cumplimiento. Así por esta Sentencia, de la que se unirá certificación al Rollo, lo pronuncia, manda y firma la Audiencia Provincial de Castellón, Sección Primera, constituida con el Magistrado reseñado al margen del encabezamiento.-