Extractado del Libro “Jesús de Nazareth” de J.A. Pagola PRINCIPALES DATOS ARQUEOLÓGICOS Enumeramos brevemente los hallazgos y excavaciones de mayor interés en la investigación actual sobre Jesús Los manuscritos de Qumrán En 1947, un pastor árabe encuentra en una gruta de la ladera norocci-dental del mar Muerto unas tinajas con siete rollos manuscritos de una importancia excepcional. En años posteriores se exploran diez nuevas cuevas y se excava un gran centro “monástico” emplazado en un lugar cerca del mar Muerto llamado Qirbet Qumrán. Los manuscritos encon-trados datan aproximadamente del año 200 a. C. hasta el 70 d. C. Nin-guno habla de Jesús, pues casi todos son anteriores a su nacimiento. Sin embargo, la publicación íntegra de esta “biblioteca” de Qumrán ha per-mitido a los investigadores conocer de primera mano una comunidad religiosa y unos escritos de la época de Jesús y de la misma zona geográfica. Los manuscritos de Qumrán son hoy indispensables para investigar las diferentes corrientes y preocupaciones que se vivían en la sociedad que conoció Jesús. Los códices de Nag Hammadi En 1945, un labrador descubre casualmente cerca de la ciudad egipcia de Nag Hammadi, a seiscientos kilómetros al sur de El Cairo, diversos papiros con cuarenta y cinco textos cristianos. Se trata de transcripciones en lengua copta que datan del siglo IV d. c., aunque las obras originales se remontan a varios siglos atrás. Estos evangelios apócrifos (“apócrifo” quiere decir “secreto”) tienen un carácter heterogéneo, pero casi todos presentan a Jesús desde la perspectiva de un movimiento sectario llamado “gnosticismo”. Son escritos posteriores a los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, y no aportan ningún dato fiable que complete la información de los evangelios oficiales. Las obras de algunos escritores que han pretendido reconstruir de manera fantástica la figura de Jesús, presuntamente “secuestrada” por la Iglesia, no resisten el más mínimo análisis crítico y no están refrendadas por ningún especialista en la investigación sobre Jesús. El único evangelio apócrifo que merece una cuidadosa atención es el llamado Evangelio de Tomás (d. Anexo 3). La inscripción de Pilato En 1962, unos arqueólogos italianos que estaban retirando maleza de las ruinas del teatro de Cesarea del Mar, sede del gobernador romano en tiempos de Jesús, descubrieron una inscripción que lleva el nombre de Poncio Pilato. La inscripción está en latín y conmemora la dedicación que hace el prefecto Poncio Pilato de un edificio público erigido en honor del emperador Tiberio. Extractado del Libro “Jesús de Nazareth” de J.A. Pagola Es el primer testimonio físico de la existencia del prefecto que dictó la sentencia de muerte de Jesús. El osario del sumo sacerdote Caifás En noviembre de 1990, unos albañiles que trabajaban en unas obras al sur de la ciudad antigua de Jerusalén, frente al monte Sión, descubren casualmente un osario ricamente decorado, tal como corresponde al enterramiento de una familia de clase alta de la Jerusalén del siglo l. En una de las arquetas de este osario aparece toscamente grabado en arameo el nombre de Yehosef bar Caiafa. Así llama precisamente Flavio Josefo al sumo sacerdote Caifás. La arqueta contiene los huesos de seis personas: dos niños recién nacidos, otro de entre dos y cinco años, un adolescente, una mujer adulta y un varón de unos sesenta años. Los arqueólogos piensan que se trata de la tumba de la familia de Caifás, sumo sacerdote entre los años 1836 d. c., que tuvo un protagonismo directo en la entrega de Jesús a la autoridad romana. Yehojanán, el crucificado de Jerusalén En junio de 1968, el arqueólogo Vassilio Tzaferis descubre en Giv'at ha-Mitvar (al nordeste de Jerusalén) una tumba del sigloIexcavada en la roca. Uno de los osarios contenía los huesos de un varón de veinte a treinta años, llamado Yehojanán, que murió crucificado. Sus brazos no habían sido clavados, sino atados al travesaño horizontal. Sus pies habían sido separados a uno y otro lado del palo vertical para ser clavados no de frente, sino de lado. Le clavaron cada uno de los pies con un largo clavo que atravesó primero una tablilla de olivo (para que no sacara el pie), luego el talón y, por fin, la madera del palo. Uno de los clavos se torció al ser fijado en la madera nudosa de la cruz y no pudo ser retirado del pie del cadáver. En el osario se han encontrado todavía unidos el talón, el clavo y la tablilla de olivo. El cadáver de Yehojanán, llamado entre los arqueólogos el “crucificado de Giv'at ha-Mitvar”, arroja una luz siniestra sobre el suplicio que padeció Jesús. Localización del pretorio y del Gólgota Las excavaciones llevadas a cabo en Jerusalén han logrado precisar mejor el emplazamiento de algunos lugares. Los arqueólogos sitúan hoy el “pretorio” o residencia oficial de Pilato enJerusalén no en la torre Antonia, sino en la parte alta de la ciudad, en el antiguo palacio de Herodes el Grande; Jesús escuchó su sentencia de muerte seguramente en la pequeña plaza que había ante el palacio, que estaba pavimentada con grandes losas (lithóstroton). Por otra parte, el estudio de las antiguas murallas de Jerusalén ha confirmado que Jesús fue crucificado con toda probabilidad sobre la pequeña roca que actualmente se halla dentro de la Iglesia del Santo Extractado del Libro “Jesús de Nazareth” de J.A. Pagola Sepulcro. Se ha podido comprobar que, en tiempos de Jesús, esta roca (Gólgota) se encontraba fuera de las murallas. Jesús pudo ser enterrado en las inmediaciones. Excavaciones en Séforis y Tiberíades Las excavaciones llevadas a cabo en Tiberíades (bastante limitadas) y sobre todo en Séforis por cuatro equipos de arqueólogos durante las últi-mas décadas han permitido comprobar la importancia de ambas ciuda-des en tiempo de Jesús (aunque el teatro romano, el acueducto subterrá-neo y la villa de Dionisos hallados en Séforis son posteriores). La investi-gación actual atribuye gran importancia a la construcción de estas dos ciudades en el corto período de veinte años, durante la vida de Jesús. Este fenómeno urbano creó una nueva situación socio-económica en Ga-lilea, provocando la crísis y el empobrecimiento de no pocas familias. En este contexto concreto anunció Jesús su mensaje del reino por las aldeas galileas, sin entrar ni en Séforis ni en Tiberíades. Las aldeas de Jodefat y Gamla Jodefat (o Jotapata), situada en la Baja Galilea, y Gamla, en las alturas del Golán, fueron destruidas por las legiones romanas el año 67 d. C. y han permanecido enterradas e intactas hasta las excavaciones llevadas a cabo estos últimos años. El trabajo de los arqueólogos ha sacado a la luz numerosas pruebas de cómo era la vida de un poblado judío en tiempos de Jesús. Hoy podemos aproximarnos mejor a la vida concreta que pudo él conocer en Nazaret. Excavaciones en Galilea Excavaciones llevadas a cabo en diferentes lugares de Galilea han permitido confirmar el carácter judío de su población. Las vasijas de piedra, las piscinas para las purificaciones rituales (miqwaot), los enterramientos con osarios de piedra y la dieta en la que falta el cerdo han demostrado la etnicidad y religión judía de los galileos del tiempo de Jesús. Estos indicadores aparecen también en Séforis y Tiberíades, por lo que se puede decir que, aunque estas ciudades estaban más helenizadas que las pequeñas aldeas de campesinos, sus ocupantes eran en su mayoría judíos. Restos en Nazaret A pesar de las dificultades que ofrece la ciudad moderna de Nazaret para llevar a cabo excavaciones sistemáticas, se han hecho desde hace algún tiempo diversas prospecciones al este de la Nazaret del siglo l. Se han podido encontrar unas terrazas bien construidas para plantar vides en una ladera, una torre redonda relacionada también con alguna viña y un lagar excavado Extractado del Libro “Jesús de Nazareth” de J.A. Pagola en la roca. ¿Trabajaron José y Jesús en este tipo de construcciones? No es descartable. La embarcación de pesca del lago de Galilea Con ocasión de una grave sequía que hizo descender el nivel de las aguas del lago hasta cotas muy bajas, dos miembros del kibbutz Ginnosar observaron, en enero de 1986, el contorno de una embarcación enterrada en el limo de la ribera que había quedado al descubierto. Las vasijas y lámparas halladas en su interior y el análisis con carbono 14 han permitido datada como del siglo I d. C. Es de madera de cedro y mide 8,12 metros de eslora por 2,35 de manga. Debía de tener un mástil central para colocar una vela cuadrada, pero también llevaba remos. En ella caben unas trece personas. Se trata de una barca de la época de Jesús, del tipo utilizado habitualmente para la pesca o para cruzar el lago. Tal vez se hundió en alguna tormenta a principios del siglo l.