Editorial - Universidad Autónoma del Caribe

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Justicia Juris, ISSN 1692-8571, Vol. 6. Nº 11. Abril - Septiembre 2009 Pág. 3-
EDITORIAL
LA ORALIDAD EN EL PROCESO LABORAL
En Colombia, debido a la congestión de los despachos judiciales, se generó una gran inquietud para un
grupo de estudiosos del derecho laboral y de la seguridad social. Preocupados por esta crisis y presintiendo que la jurisdicción laboral en algún momento podría colapsar, surge la idea de reformar esta jurisdicción tan utilizada por las partes involucradas en los conflictos provenientes de las relaciones de trabajo.
Este grupo de estudiosos del derecho conformado por un magistrado de la Corte, uno del Consejo Superior de la Judicatura, un magistrado del Tribunal Superior, un juez de la república y un abogado litigante,
se trazaron como objetivo modificar el código procesal del trabajo implementando un sistema oral.
Hablar de oralidad en materia laboral no es nuevo, ya en el Código de Procedimiento Laboral de 1948 se
implementaron los principios de oralidad y publicidad, luego con la Ley 712 de 2003 se enfatizó nuevamente sobre oralidad pero sin dejar de lado la escritura. Hasta este momento no se había dado ciento por
ciento la oralidad debido a la insuficiencia de juzgados laborales; a la falta de tecnología y de capacitación
para funcionarios judiciales y jueces; al cambio estructural en el proceso y a la sujeción a una agenda de
audiencias que dilatan el proceso por más de cuatro años.
Nuestro Código de Procedimiento Laboral y de la Seguridad Social, data de 1948 (Decretos 2158, 4133 y
Ley 90), retomó Principios ya existentes como son la oralidad, la publicidad, la conciliación, la gratuidad, la
impulsión procesal, la lealtad procesal, la libre formación del convencimiento, la inmediación, la ultra y extra petita y la preclusión. Sin dejar de lado el principio inquisitivo, y sin olvidar que el proceso laboral está
sometido a los Principios Constitucionales, que son de estricto cumplimiento por ser Normas Superiores.
En Colombia la oralidad ya se ha puesto en práctica en otras ramas del derecho y a futuro se busca que en
todas las demás áreas los conflictos se tramiten mediante el sistema oral.
Con la promulgación de la ley 1149 de 2007 no se busca desplazar plenamente la escritura, ya que no se
podría hablar de una oralidad pura. Siempre va a existir una mixtura en el proceso, debido a que hay
actuaciones procesales que necesariamente deben realizarse por escrito. Por ejemplo: la notificación de
algunas actuaciones cuando no se realicen en audiencia; la primera notificación que se hace al demandado
o a un tercero; los autos que se dicten por fuera de audiencia; la contestación de la demanda, entre otros.
El objetivo de la comisión redactora, ante todo, es agilizar el proceso laboral y para ello se hace necesario
que el juez entre en contacto directo con las partes, así como también con las pruebas. De esta manera se
está dando vida a un olvidado principio procesal, como lo es la inmediación. Muy importante este principio, ya que el juez al tener ese contacto directo con las partes y con las pruebas, puede llegar a emitir fallos
justos y equitativos, y de esta manera ejercer su verdadero papel, que es el de conducir el proceso.
Esta situación es positiva, no sólo por la rapidez con que se tramita el proceso, sino porque los despachos
judiciales estarán más descongestionados. En cuanto a las pruebas, habrá transparencia y éstas se evacuarán de forma más ágil. Además, podrá darse el caso que en una sola audiencia se pueda emitir el fallo.
El Principio de oralidad y el de publicidad van de la mano, ya que el legislador en el artículo 42 del C.P.T.
nos indica que las actuaciones y diligencias judiciales, y la práctica de pruebas, se efectuarán oralmente y
que en caso contrario, se estaría frente a una nulidad procesal.
El sistema oral ofrece ventajas para las partes involucradas en el conflicto: hay agilidad en los procesos,
transparencia, hay posibilidades de llegar una conciliación en donde todos ganen, ya que uno de los
papeles del juez es incitar a las partes para que lleguen a un arreglo. Para ello se requiere de una mayor
preparación de funcionarios, jueces y litigantes.
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La Ley 1149 de 2007 ofrece ventajas: El proceso debe desarrollarse máximo en dos audiencias y esto es
posible debido a que se está poniendo en práctica el Principio de inmediatez, que con la Ley anterior no
era posible, debido a que en un mismo día se debían practicar más de tres audiencias, al mismo tiempo.
Por esto, al juez no le era posible estar en todas al mismo tiempo; no le era posible estar en contacto directo con todos los sujetos y mucho menos con todas las pruebas. Las locaciones no eran lo suficientemente
amplias para que se diera el principio de publicidad, ya que sólo se permitía la entrada al recinto de muy
pocas personas.
Con la implementación del sistema oral el Estado debe proporcionar los medios técnicos necesarios para
hacer posible la cristalización de lo propuesto por los miembros de la comisión que, en buena hora, tuvieron esta gran idea, cuando ya el sistema estaba al borde del caos. Tanto así, que fue necesario nombrar
funcionarios de descongestión.
Con el nuevo sistema se cambia la estructura del proceso: éste debe desarrollarse en dos audiencias, la primera se denomina audiencia de conciliación, saneamiento, decisión de excepciones y fijación del litigio; la
segunda y última audiencia es la de trámite y juzgamiento. Con este cambio necesariamente debe haber
un comprometimiento por parte del juez ya que no sólo se trata de rapidez en emitir un fallo; lo que se
debe buscar es la calidad, la equidad, la justicia y el respeto de los derechos fundamentales.
El juez como director del proceso debe actuar con rapidez en el desarrollo de cada una de las etapas
procesales. Para ello, se hace necesario que cuando vaya a la celebración de las audiencias, ya debe haber
estudiado el proceso, analizado las pruebas presentadas y rechazar las que considere inconducentes, para
darle curso a las que sean pertinentes, con el fin de llegar a la verdad verdadera.
El juez, luego del estudio de cada caso, debe incitar a las partes para que lleguen a un acuerdo conciliatorio, proponiendo fórmulas de arreglo, sin presionar ni coaccionar a las partes a aceptar las propuestas
hechas. Con el nuevo sistema esto es posible, ya que el juez, como verdadero conductor del proceso, debe
estar presente en las audiencias. Sin él, no podrá desarrollarse la misma.
La segunda y última audiencia es la que se conoce como audiencia de pruebas y de juzgamiento o fallo.
En esta, se evacúan todas las pruebas: al momento de realizar la primera audiencia, el juez ordenará las
pruebas pedidas y las de oficio, así como también rechazará las que considere inocuas. Superada esta
etapa, en la segunda audiencia, las partes presentarán sus alegatos, si lo consideran necesarios, luego el
juez fallará. En cuanto al recurso de apelación, se presentará allí mismo oralmente y de la misma manera
se sustentará. El juez indicará si lo acepta o no. Allí mismo resolverá. Además, es posible la consulta para
los casos específicos.
En lo referente a la segunda instancia, también se dará aplicabilidad al sistema oral.
En cuanto a los procesos iniciados antes de la aplicación de la ley 1149 de 2007, se seguirán tramitando por
el régimen anterior. Es obligación del Consejo Superior de la Judicatura procurar la descongestión de los
despachos judiciales laborales, en lo referente a los procesos iniciados antes de la vigencia de esta ley.
La rama ejecutiva proporcionará los recursos necesarios para la financiación e implementación de este
sistema. De no ser así, se continuará con lo establecido por la Ley 712 del 2003.
Editorialista invitada
ALCIRA ISABEL MUÑOZ OSORIO
Abogada, especialista en Derecho Laboral y derecho administrativo
Docente de la Universidad Autónoma del Caribe
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