El ciclo de crecimiento de Goodwin: Recuerdos y Meditaciones1 Robert M. Solow Recuerdos Llegué a la Universidad de Harvard a los 16 años, en septiembre de 1940. Mi intención era estudiar genética vegetal. No recuerdo de donde me venía la idea; supongo que habría oído que había plazas disponibles en el servicio forestal de los EE.UU. Los estudiantes actuales no se pueden imaginar la influencia que ejercía en nuestras mentes ese factor a finales de los años treinta. En el primer año mis cuatro asignaturas fueron Introducción a la Biología, un primer curso de lengua alemana, Introducción a la Psicología e Introducción a la Economía (“EcA” en nuestra jerga). Recuerdo muy bien por qué me inscribí en el curso de economía. Acababa de salirse de la Depresión y ya había comenzado la guerra en Europa. No se necesitaba tener mucha imaginación para ver que la sociedad tenía problemas y darse cuenta que era un tema preferente comprender cómo funcionaba la economía. Me atraía cualquier enfoque “científico” del estudio de los problemas sociales. Mi interés por la psicología se centraba en la psicología social; en el segundo curso, además, me apunté a un curso de sociología y antropología social. Pero en mi primer curso, como quiera que fuese, comencé a estudiar economía. La EcA se impartía en 'secciones' de aproximadamente 25 alumnos que se reunían durante una hora, tres veces a la semana con un instructor, al que se conocía como “hombre de sección” (Estoy usando el pronombre masculino como una cuestión de hecho descriptivo. Es más, todos los estudiantes también eran varones; en esos tiempos a los estudiantes de EcA de Radcliffe se les enseñaba por separado en sus propias secciones). Todas las secciones tenían los mismos libros de texto, si bien cada “hombre de sección” gozaba de independencia y manejaba la sección a su manera. La mayoría de ellos eran estudiantes graduados avanzados. Dado que hay consenso en que aquellos fueron años dorados para Harvard, no sorprende que todos ellos fueran muy buenos estudiantes. No obstante, no era feliz en EcA. No me parecía estar aprendiendo algo que me permitiera contestar a las preguntas que me habían llevado a realizar ese curso de principios de economía. Empecé a plantear preguntas “disidentes” y tuve la sensación de que se me ignoraba. Los lectores de hoy se sorprenderán al saber que mi disidencia no tenía nada que ver con la economía marxista. ¡Había estado leyendo a Veblen! Eran la Teoría de la clase ociosa, la Teoría de la empresa de negocios, El instinto del trabajo, y Los ingenieros y el sistema de precios, los que habían llenado mi mente de cuestiones impías y pensamientos no ortodoxos. En conjunto, tuve mejores profesores de lo que me merecía; algunos de ellos son ahora economistas célebres. Pero empecé a fastidiarlos (debí de ser un pelmazo ignorante) y empezaron a decepcionarme. Y hablo en plural porque intenté pasar de unas a otras secciones en busca de satisfacción; era perfectamente legal. Pero un día (debía ser mi tercer o cuarto intento) llegué a la sección de Dick Goodwin. Desearía recordar los detalles, o tener el valor de inventármelos. No puedo. Pero puedo recordar que me di cuenta en seguida de que había llegado a casa. No me vi iluminado de repente. Dios sabe lo que respondió a mis “veblenadas” y, aún peores, preguntas. Tal vez no gran cosa, aunque lo dudo. Pero me gustaba su estilo. Era un 1 Título original: Goodwin's Growth Cycle: Reminiscence and Rumination, publicado en Velupillai, J. (ed.) (1990): Nonlinear Multisectoral Macrodynamics, Londres, McMillan, pgs. 31-41. tipo tranquilo y recuerdo que yo, un chico de 16 años procedente de Brooklyn, debí quedar hechizado por lo que debía ser el único espécimen en cautividad con el acento arrastrado de Oxford, Indiana. De todos modos, había algo más importante. Permanece con claridad en mi cabeza que cuando hacía preguntas que me debían parecer endiabladamente inteligentes y profundas, el señor Goodwin no adoptaba una postura altiva, prepotente y defensiva. Sus respuestas dejaban claro que él mismo tenía muchas dudas al respecto. Podría estar inventándome todo esto, pero creo recordar que a veces sugería que bueno, que uno no podía creer en esto o en aquello, sino que se trataba de una línea de pensamiento virgen, que tal vez valía la pena explorar para ver qué se podía sacar de ella. Uno siempre podía rechazarlas más tarde, teniendo una idea más clara de lo que estaba rechazando. Si no ocurría efectivamente, entonces me estaba adentrando en el modo de pensar del teórico. Sin duda por aquel entonces no me aprovechó nada. Obviamente me quedé en esa sección durante el resto del curso. Y continué estudiando economía. En el año siguiente mis profesores fueron John Dunlop y Paul Sweezy. No volví a estudiar con Goodwin hasta más tarde. Es lógico suponer que de no haber dado con Goodwin en la sección de EcA en el otoño de 1940 yo hubiera dejado la economía en aquel mismo año. Es ésta una abrumadora responsabilidad que él debe llevar. Hacia finales de 1942 decidí que ser estudiante de ciencias sociales –economía y demás– era demasiado aburrido y, dado que había cumplido 18 años, me alisté voluntario en el ejército. Cuando regresé a la Universidad de Harvard en otoño de 1945, aún no graduado, decidí que debía estudiar y me decidí por la economía. No contaré como llegué a tomar tal decisión, ya que solo contribuiría a acrecentar la desgraciada fama que tengo de ser una persona que ve el lado ligeramente ridículo de los asuntos serios. Continuemos. Por casualidad, se me asignó como tutor superior a Wasily Leontief. En los años siguientes fue mi principal maestro e influencia intelectual. Leontief y Goodwin eran amigos, lo que me permitió conocer a Goodwin de un modo menos institucional. Naturalmente, continué aprendiendo de él, tanto en la sustancia de la teoría económica –especialmente la dinámica– como la sutileza de su estilo intelectual. El mensaje tácito era que si merecía la pena alguna cosa había que hacerlo de manera divertida. No me mal entiendan, divertida no significa frívola o baladí. Antes bien, significa que uno puede seguir un rastro como un cachorro de perro, olfateando el suelo, meneando el rabo, ladrando mucho, porque huele interesante y sería divertido ver a donde lleva. En ocasiones como esta siempre existe la tentación de centrarse en detalles personales y de recuerdos de color local. No hay nada malo en ceder a esta tentación (y así lo he hecho) pero hay un límite, y lo respetaré. En el resto de este artículo quiero hablar del trabajo de Goodwin y en concreto de una parte de él. El ejemplo que he escogido es el artículo “El ciclo de crecimiento” que apareció en 1967 en el Festchrift para Maurice Dobb. Lo escogí por varias razones: a) Representa, como indicó el profesor Velupillai en el capítulo 3, la culminación de la importante e insistente investigación de Goodwin sobre un modelo integrado no lineal del crecimiento económico y sus fluctuaciones. b) Tiene la virtud adicional de ejemplificar lo que para mí siempre ha sido una de las características más atractivas del enfoque aplicado por Goodwin a la dinámica económica. Se trata de analizar un conjunto de pequeños modelos, cuidadosamente diseñados, esquemáticos, ninguno de los cuales preludia todos o muchos aspectos del sistema económico, limitándose cada uno de ellos a dramatizar uno o dos aspectos de la vida Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 2 económica. La función de tales modelos no es tanto la descripción como el entrenamiento básico de la intuición. Esta manera de hacer dinámica se observa en sus artículos de inicios de los años 1950 y 1951, cuando yo era estudiante graduado. Fue entonces cuando llegué al convencimiento de que el análisis de pequeños modelos concretos era la única manera de avanzar en la dinámica económica. La profesión tiende a favorecer la generalización por encima de la especifidad. Como Goodwin yo he caminado por ambos lados de esta particular calle. Sé que siempre he estado al lado de “lo pequeño es bello”, pero no estoy seguro que él estuviera de acuerdo conmigo ahora. c) Finalmente, el artículo de 1967 tiene cinco páginas. Realiza su trabajo con claridad, fuerza y concisión. No contiene calorías superfluas. La mayoría de los economistas (traicionando a sus propios principios) escriben como si les pagaran por las palabras a pesar de no ser este el caso. Los duchos en los trabajos de Goodwin conocerán bien el modelo. El mismo ha inspirado bastante literatura (Véase, por ejemplo, la mayoría de los artículos incluidos en el volumen del simposium editado por Goodwin, Krüger y Vercelli, 1984). De los otros puedo dar un resumen muy conciso. Se produce un único bien que se puede consumir, o bien, acumular como capital productivo. Para producirlo se utiliza capital y trabajo en proporciones fijas; el cociente capital / output es la constante b. Sea u la parte correspondiente a los salarios incluida en el output. Los beneficios se invierten íntegramente y el capital productivo es utilizado plenamente. Así pues, la inversión es (1–u) veces el producto y la relación de proporcionalidad entre crecimiento, capital y output es (1–u) / b. Supongamos que la productividad del trabajo crece exógenamente con una velocidad relativa constante α; entonces el empleo crece de la siguiente forma: (1–u) b–1–α. Sea v la tasa de empleo (cociente entre el empleo y la población activa); si ésta última crece geométricamente a una velocidad β entonces: v’/ v = (1–u) b–1 – (α +β) (1) donde v’ significa dv / dt. La segunda ecuación del modelo proviene de la curva de Phillips de los salarios reales. La tasa de salarios reales crece más deprisa cuanto mayor sea la tasa de empleo, digamos w’/w =–γ + ρ v. Puesto que la parte correspondiente a los salarios u, es por definición igual a los salarios reales divididos por la productividad del trabajo, se obtiene: u’/u = – (α + γ )+ ρ v (2) Por tanto (1) y (2) son las ecuaciones del modelo. Dividiendo la una entre la otra obtenemos: [– (α + γ) + ρ v] dv / v = [– (α + β) + (1 – u) b-1] du / u que puede ser integrado para dar: uη1 e-θ1 u = Hv -η2 eθ2 v (3) -1 -1 donde, utilizando la notación original de Goodwin, θ 1= b , θ 2 = ρ, η1 = b – (α +β), y H es una constante de integración estrictamente positiva. Todo esto no lo aprendí de Goodwin, sino del libro de N. Minorsky, Introducción a la mecánica no lineal. Eso sí, fue Goodwin quien me indicó que debía aprenderlo. La ecuación (3) describe las trayectorias del modelo, es decir, los caminos seguidos en el plano (u,v) por la solución de (1) y (2). Se ve fácilmente que la trayectoria es una curva cerrada cuya localización general depende únicamente de H. La curva cerrada límite es el punto estacionario en u = 1 – b (α + β), v = ρ -1 – (α + γ) Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 3 Las otras trayectorias cerradas rodean este punto. Así, dadas las condiciones iniciales, u y v oscilan repetidamente. Debe recordarse que v es la tasa de empleo; dado que oscila en torno a un valor fijo medio, el empleo crece a largo plazo a la misma velocidad que la población activa, y por lo tanto, el producto crece a largo plazo a su velocidad natural, la suma del crecimiento de la población y del crecimiento de la productividad. Debe recordarse también que u es la parte de los salarios; el hecho de carecer de tendencias implica que los salarios reales fluctúan alrededor de una tendencia que crece a la misma velocidad que la productividad del trabajo. Es realmente un modelo integrado; y es a partir de esta sencilla construcción que pretendo razonar. Meditaciones 1. Goodwin observó, como otros, que (1) y (2) se corresponde formalmente con el modelo presa – depredador de Volterra. Este “hallazgo” de la interacción depredador – presa como metáfora de los ciclos económicos suele encontrarse atractivo. No se indica con frecuencia, tal vez porque causa desconcierto, que en este modelo los depredadores sean los obreros y la presa los capitalistas. Trataré de ser más claro en lo que quiero decir, el depredador y la presa se distinguen de la siguiente manera: la población depredadora crece más deprisa cuanto más grande es la población de presas, porque hay más para comer. La población de presas crece más rápido cuanto más pequeña es la población de depredadores, porque se comerán menos presas. Al aplicar esta noción metafóricamente al ciclo de crecimiento económico, uno no puede quedarse con que la parte de los salarios y la parte de los beneficios sumen 1: esto es cierto para cualquier modelo. Dadas las variables de Goodwin, parece necesario y natural identificar la tasa de empleo v con la de los trabajadores y la parte de beneficios (1–u) con la de los capitalistas. Se ve, pues, a partir de (1) que la tasa de ocupación crece más deprisa cuanto mayor es la parte de beneficios y a partir de (2) que la parte correspondiente a los beneficios crece más deprisa cuanto menor es la tasa de empleo. De este modo los trabajadores se corresponden con los depredadores. No cabe duda acerca de la economía subyacente a esta propuesta. Altos beneficios significan grandes inversiones y, dado que toda la inversión es puesta en marcha, grandes inversiones significan que la ocupación crece deprisa. Por otro lado, bajo empleo significa salarios descendientes y una participación creciente de los beneficios. Una interpretación diferente sería considerar a los capitalistas como no-jugadores pasivos. El conflicto real sería entre trabajadores con empleo (identificados mediante u) y trabajadores en paro (que crecen cuando lo hace v). Entonces los trabajadores con empleo son los depredadores y los parados sus presas. Hay un incómodo timbrazo de verdad en este punto de vista. Tal vez la moraleja de todo esto es que Dios hizo muchas más historias que ecuaciones diferenciales, de modo que uno no debería pasar con demasiada ligereza de la similitud formal a contar historias. 2. Aquí hay un tema relacionado. Goodwin observa, al final de su hermoso artículo, que los salarios reales crecen con la productividad a largo plazo, es decir, tomando el valor medio correspondiente al ciclo, mientras que la parte de los beneficios, el cociente entre capital y producción y, por lo tanto, la misma tasa de beneficios, permanecen todos constantes. Por lo tanto, el trabajo “es el único beneficiario último del progreso técnico”. Me parece que esta conclusión nos introduce en un problema considerable. ¿Es realmente tan malo ser capitalista en este modelo?. La suposición literal es que los capitalistas no consumen nada en absoluto, pero esto podría modificarse permitiendo a los capitalistas consumir cierta Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 4 fracción de sus ingresos. Imagínense ahora a un capitalista que comienza con algún capital y con un determinado nivel de vida. Supóngase que continúa consumiendo e invirtiendo sus beneficios en la misma proporción. Su reserva privada de capital crecerá a largo plazo según la tasa natural, la suma del crecimiento de la población y del progreso técnico. Con una tasa media de beneficios constante también crecerán sus ingresos totales. Con una tasa de ahorro constante, también crecerá su consumo. Tal vez no sea gran cosa ser una unidad de capital en esta economía, pero tampoco está tan mal ser capitalista. El mismo Goodwin atribuye este hecho a la “tendencia del capital, que no de los capitalistas, a reproducirse en exceso” (1967, p. 58). Ese es exactamente el meollo de la cuestión. 3. El modelo adopta la ley de Say. El consumo real es siempre igual a las ganancias reales y la inversión real siempre es igual a los beneficios reales. La demanda agregada es idéntica a la oferta agregada. (En el lenguaje de los libros de texto elementales de macroeconomía, la función C+I coincide con la línea de 45º). Esto es lo que permite al modelo establecer que las fluctuaciones de la producción y del empleo las dictan en primera instancia la evolución de los costes salariales. Los estudiantes suelen relacionar la ley de Say con una situación de pleno empleo, pero están en un error. La ley de Say permite que cualquier nivel de producción se pueda corresponder con una situación de equilibrio; se hace necesario, pues, añadir el supuesto de que es necesaria el equilibrio del mercado de trabajo para garantizar el pleno empleo, y este supuesto, muy prudentemente, Goodwin no lo incorpora. 4. Esta notoria pasividad de la demanda en el modelo de Goodwin me produce desasosiego. Podría haber intentado analizar en qué medida se ve afectada la tendencia del crecimiento. Esto es lo que yo hice, al fin y al cabo, en los años 1950; pero incluso entonces fui bastante explícito al afirmar que el problema de ajustar la demanda a la capacidad productiva quedaba pendiente. Este aspecto de la integración de las teorías de los ciclos y del crecimiento sigue sin respuesta y prácticamente inexplorado. En un modelo que tiene un ciclo característico mantenido en torno a una tendencia, parece aún más arriesgado tratar la demanda como si se adaptara pasivamente a las fluctuaciones de la producción. Pero el vacío no es fácil de colmar al menos de manera sencilla. Cualquier abandono de la ley de Say exige contar con algo deseado que no sea objeto de producción, en que pueda materializarse el ahorro no efectuado en capital real. El dinero es la opción tradicional, pero no tiene por qué ser la mejor. Dentro de este marco de trabajo es posible hallar formulaciones particulares que dejarían el comportamiento cualitativo del modelo más o menos intacto. (Véase por ejemplo el artículo de M. di Matteo en la publicación previamente citada). Pero ese razonamiento es poco robusto, ya que variaciones aparentemente triviales en la formulación podrían hacer que los resultados cambiasen cualitativamente. Mis experimentos parecen indicarme que un tratamiento más “keynesiano” de la demanda agregada, con una ecuación Ahorro = Inversión, sustituirá o enriquecerá la ecuación (1) e introducirá importantes cambios en el modelo. Incluso una modificación directa del modelo original de Goodwin parece conducir al mismo tipo de problemas. Supongamos, por ejemplo, que la ley de Say es correcta (los capitalistas consumen todo lo que no invierten) y que las inversiones dependen del beneficio obtenido, de modo que (1) se convierte en: v’/v = i0 + u b–1 (1 – u – k u’) – (α + β) (1’) expresión que se reduce a la ecuación (1) cuando i0 = 0, u = 1 y k = 0. Se puede sustituir u’ en (2), pero se ve que la atractiva propiedad conservativa del modelo de Goodwin se Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 5 desvanece. No voy a analizar el modelo formado por las ecuaciones (1’) y (2) ya que no tiene nada especial que lo haga particularmente atractivo. Resulta, pues, que las consideraciones hechas acerca de la demanda efectiva son difíciles de incluir en el modelo de Goodwin. Caso de poderse llevar a cabo tal inclusión conllevaría modificaciones drásticas en este resultado típicamente “goodwiano”. Tal vez el ciclo de crecimiento de Goodwin no sea un modelo del ciclo de los negocios y, en todo caso, no sea un modelo de las fluctuaciones a corto plazo en la actividad económica de las que hablan la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas y la prensa financiera. Esas fluctuaciones realmente, parecen dominadas, por regla general, por movimientos exógenos y endógenos en la demanda agregada. Esta noción se ve reforzada por la observación que su período debería ser aproximadamente de 2π /(b-1ρ u*v*) 1/2 años, es decir, entre 8 y 10 años, incluso tomando para ρ valores superiores a 2. Los ciclos de Goodwin son por lo tanto algo más. ¿Qué podrían ser?. Aquí presupongo que tomamos en serio la historia que nos cuenta el modelo: (a) Que hay períodos o episodios durante los cuales el empleo crece porque los salarios son relativamente bajos y los altos beneficios resultantes mueven ávidamente a la inversión y a la producción. (b) Estos se alternan con períodos que incluyen episodios durante los cuáles los salarios reales son relativamente altos en comparación con la productividad, y el empuje de los beneficios al crecimiento capitalista más rápido que la media, se ve frenado. (c) La alternancia es endógena, inducida por la curva de los salarios reales de Phillips.Tengo la sensación que el modelo refleja algo real. Al menos hay hechos que parecen seguir este esquema. Pienso que esto es todo lo que se puede decir y debe decirse sobre un modelo pequeño. No es ninguna contradicción decir que los ciclos de negocios en la realidad marchan al son de otro redoble de tambor. Goodwin puede proporcionar (y ha proporcionado) modelos para eso también. Esa es la razón por la cual, metodológicamente hablando, lo pequeño es bonito. 6. ¿Se ajusta el modelo de crecimiento de Goodwin a los hechos?. Debo admitir que planteo esta pregunta esencialmente para crear la oportunidad de discutir lo que significa que un modelo deliberadamente simple se “ajuste a los hechos”. No creo que venga a cuento el uso y abuso de coeficientes de correlación múltiple. La moda actual del “test económico”, llevada hasta el grado de epidemia por el uso de los ordenadores personales, es a mi parecer una perversión que daña tanto a la teoría económica como a la econometría. El filósofo John Austin dijo una vez (cito de memoria) que uno podía sentirse tentado a describir la sobre-simplificación como la dolencia ocupacional de los filósofos, cuando no como su ocupación. Esto es en gran parte aplicable al caso de los teóricos económicos, y debe tenerse en cuenta al juzgar sus construcciones. La prueba de fuego de un modelo es ver si nos ayuda a dar sentido al mundo (Marx estaba, evidentemente, muy equivocado en este punto. Hemos cambiado el mundo de muchas maneras con resultados diversos: el quid de la cuestión es interpretarlos). Una correspondencia razonable con los hechos es sin duda una condición necesaria para que un modelo nos sirva para interpretar el mundo. Pero el tipo usual de sistemas de ecuaciones sobredeterminadas o la autoregresión vectorial, acompañado de test de significación mecánicos e inapropiados, no parecen ofrecer ninguna pista. En el extremo opuesto está la comparación cruda con los datos reales. No apruebo tampoco este tipo de proceder. Pero mi intención no es ofrecer un test del modelo sino tratar de ver si cuadra con alguna de las evidencias disponibles. Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 6 En la figura 4.1 he usado los datos anuales desde 1947 hasta 1986, correspondientes a los negocios no relacionados con la ganadería, con el fin de confeccionar el diagrama de fases del modelo del ciclo del crecimiento en el plano (u, v). Si el modelo fuera una descripción exacta para ese lugar y ese período, los sucesivos puntos empíricos se distribuirían en el sentido de las agujas del reloj sobre una órbita cerrada. Sin embargo no lo hacen, ni tampoco la discrepancia se puede describir como un ruido. ¿Entonces qué?. Para empezar, sugiere un movimiento predominantemente en el sentido de las agujas del reloj, dividido en tres episodios diferenciados: las primeras ocho observaciones, van seguidas de un desplazamiento; las veinte, más o menos, observaciones siguientes van seguidas de otro desplazamiento aún mayor y de duración más larga, seguidas de media docena, más o menos, de observaciones. Los desplazamientos son bastante amplios y sugieren que el modelo de Goodwin no puede ser el único mecanismo que gobierne la relación entre la parte de los salarios y la tasa de empleo. No quiero adivinar de qué otro mecanismo se podría tratar; este es un trabajo para los goodwianos más jóvenes e implicará sin duda algo de econometría, espero que controlada con inteligencia. Sin este tipo de explicación será muy difícil aplicar el modelo de Goodwin a eventos concretos. FIGURA 4.1 También vale la pena observar que el diagrama de fases contiene una insinuación de una sola onda grande de período largo en el sentido de las agujas del reloj. Tan solo es una insinuación, como mucho una pista. Un ciclo no es un movimiento periódico. Aquí también habría trabajo para los goodwianos, tanto teóricos como prácticos. Tendría más sentido para mí si el mecanismo de Goodwin se pudiera aplicar en una escala de tiempo Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 7 considerablemente más largo que los ciclos económicos ordinarios. Dado que el modelo determina su propio período, hay espacio para alguna interacción entre los hechos y la estructura teórica. Tercero y último, debería observar que los EE.UU. podrían no ser un buen banco de pruebas para este modelo. Parte del folklore es que los EE.UU. tienen una curva de Phillips de salarios nominales, mientras que la mayoría de países europeos tienen efectivamente una curva de Phillips de salarios reales. La diferencia es esencial para la interpretación del modelo. En una economía con una curva de Phillips de salarios nominales, la parte de los salarios se verá significativamente afectada por fuerzas como la velocidad y la intensidad con que los precios nominales responden a la oferta y la demanda (como viene expresado por el comportamiento de marcar precios por encima del coste) y el comportamiento cíclico de la misma productividad (simplemente obviada en el modelo formal). Sería esclarecedor contrastar este modelo con datos similares procedentes de algunos países europeos. He visto uno o dos de estos ejercicios, pero no plantean las preguntas en la forma fuertemente restrictiva que yo empleo aquí. ¡Y todo esto es a partir de un artículo de cinco páginas¡ Si la brevedad es el alma del ingenio, como sostenía Polonio, entonces este es uno de los artículos más ingeniosos de nuestra disciplina. Espero que los alumnos más recientes de mi viejo profesor le harán el honor de llevar este modelo más lejos, empleándolo para interpretar el mundo, tal vez de alguna de las maneras que sugiero aquí. Robert M. Solow: El ciclo de crecimiento de Goodwin. Recuerdos y Meditaciones 8