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2009
GUÍA
AIDIMA
SECTOR
MUEBLE
El efecto
invernadero y La
Huella de Carbono
de los productos.
www.ecodisseny.net
INFORME TÉCNICO
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INDICE
1. CAMBIO CLIMÁTICO ................................................................................................................... 3
1.1. EL EFECTO INVERNADERO. .............................................................................................................. 3
1.2. PERSPECTIVA HISTÓRICA. ................................................................................................................ 5
1.3. GASES DE EFECTO INVERNADERO Y SU POTENCIAL DE CALENTAMIENTO GLOBAL. ........... 9
2. ¿QUÉ ES LA HUELLA DE CARBONO?.................................................................................... 14
2.1. EL CONCEPTO DE HUELLA DE CARBONO. ................................................................................... 14
2.2. DIVERSAS METODOLOGÍAS PARA MEDIR LA HUELLA DE CARBONO...................................... 15
2.2.1. Relación de la huella de carbono con el análisis de ciclo de vida. ................. 15
2.2.2. Protocolo de gases de Efecto Invernadero. .................................................... 16
2.2.3. Carbon Trust ................................................................................................... 17
2.2.4. Normativa ISO 14064 e ISO 14065. ............................................................... 17
2.2.5. La huella de carbono de producto/servicios con la norma PAS 2050. ........... 19
2.2.6. Futura norma para medir la huella de carbono de productos: ISO 14067...... 20
3. VENTAJA DE LOS PRODUCTOS DE MADERA EN EL CÁLCULO DE HUELLA DE
CARBONO. ..................................................................................................................................... 23
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1. CAMBIO CLIMÁTICO
1.1. EL EFECTO INVERNADERO.
3
La atmósfera es clave en el mantenimiento del equilibrio entre la recepción de la
radiación solar y la emisión de radiación infrarroja. La atmósfera devuelve al espacio la
misma energía que recibe del Sol. Esta acción de equilibrio se llama balance energético
de la Tierra y permite mantener la temperatura en un estrecho margen que posibilita la
vida.
Se denomina efecto invernadero al fenómeno por el cual determinados gases, que son
componentes de la atmósfera, retienen la energía que el suelo terrestre emite y una
parte de la misma la reemiten a la superficie de la Tierra. Este fenómeno evita que gran
parte de la energía emitida por la Tierra se trasmita directamente al espacio, lo que
provocaría un continuo enfriamiento de la superficie terrestre e impediría la vida.
En la siguiente imagen se describe el efecto invernadero que se da en la Tierra de forma
natural:
Fuente: UNEP-GRID Arendal.
Figura 1. Efecto invernadero natural de la tierra. Balance energético neutro.
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En equilibrio, la cantidad de radiación solar entrante en la atmósfera debe ser igual a la
radiación solar reflejada saliente más la radiación infrarroja térmica saliente. Toda
alteración de este balance de radiación, ya sea por causas naturales u originado por el
hombre (antropogénico), supone forzamiento radiativo y genera un cambio de clima y del
tiempo asociado.
Los flujos de energía entrante y saliente se juntan en el sistema climático ocasionando
muchos fenómenos tanto en la atmósfera, como en el océano o en la tierra. Así la
radiación entrante solar se puede dispersar en la atmósfera o ser reflejada por las nubes
y los aerosoles. La superficie terrestre puede reflejar o absorber la energía solar que le
llega. La energía solar de onda corta se transforma en la Tierra en calor. Esa energía no
se disipa, se encuentra como calor sensible o calor latente, se puede almacenar durante
algún tiempo, transportarse en varias formas, dando lugar a una gran variedad de
fenómenos climatológicos en la atmósfera o en el océano. Finalmente vuelve a ser
emitida a la atmósfera como energía radiante de onda larga.
Un proceso importante del balance de calor es el efecto albedo, por el que algunos
objetos reflejan más energía solar que otros. Los objetos de colores claros, como las
nubes o la superficies nevadas, reflejan más energía, mientras que los objetos oscuros,
como los océanos y los bosques, absorben más energía solar que la que reflejan. Otro
ejemplo de estos procesos es la energía solar que actúa en los océanos, la mayor parte
se consume en la evaporación del agua de mar, luego esta energía es liberada en la
atmósfera cuando el vapor de agua se condensa en lluvia
La Tierra, como todo cuerpo caliente, superior al cero absoluto, emite radiación térmica,
pero al ser su temperatura mucho menor que la solar, emite radiación infrarroja por ser
un cuerpo negro. La radiación emitida depende de la temperatura del cuerpo. En el
estudio del NCAR han concluido una oscilación anual media entre 15.9°C en Julio y
12.2°C en Enero compensando los dos hemisferios, que se encuentran en estaciones
distintas y la parte terrestre que es de día con la que es de noche. Esta oscilación de
temperatura supone una radiación media anual emitida por la Tierra de 396 W/m2.
La energía infrarroja emitida por la Tierra es atrapada en su mayor parte en la atmósfera
y reenviada de nuevo a la Tierra (efecto Invernadero) y garantiza las temperaturas
templadas del planeta.
Hay un consenso prácticamente unánime en la comunidad científica sobre el hecho de
que el efecto invernadero se está viendo acentuado por la actividad humana,
especialmente la deforestación y la emisión de ciertos gases como el dióxido de carbono
y el metano, que está produciendo un calentamiento en la Tierra.
La imagen adjunta resume el Balance Global anual de energía de la Tierra desarrollado
en 2008 por Trenberth, Fasullo y Kiehl del NCAR (National Center for Atmospheric
Research). Se basa en mediciones del Sistema de Energía Radiante de la Tierra y de las
Nubes de la Agencia NASA tomadas por satélite entre marzo de 2000 y mayo de 2004.
Globalmente la superficie de la Tierra absorbe energía solar por valor de 161 w/m2 y del
Efecto Invernadero de la Atmósfera recibe 333 w/m2, lo que suma 494 w/m2, como la
superficie de la Tierra emite (o dicho de otra manera pierde) un total de 493 w/m2 (que se
desglosan en 17 w/m2 de calor sensible, 80 w/m2 de calor latente de la evaporación del
agua y 396 w/m2 de energía infrarroja), supone una absorción neta de calor de 0,9 w/m2,
que en el tiempo actual está provocando el calentamiento de la Tierra.
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Fuente: Trenberth, Fasullo y Kiehl de la NCAR, 2008.
Figura 2. Balance energético de la tierra actualizado: absorción neta de energía.
1.2. PERSPECTIVA HISTÓRICA.
El cambio climático está considerado como una de las amenazas más graves para la
humanidad y se ha identificado como uno de los máximos retos que afrontan las
naciones, los gobiernos, las industrias y los ciudadanos en las próximas décadas. En
respuesta a esta amenaza, los gobiernos y las industrias de todo el mundo están
estableciendo objetivos para disminuir los niveles de gases de efecto invernadero (GEI).
El primer paso para la mejora y control del clima a nivel mundial fue dado a finales de
1990 cuando se celebró la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima. Esta reunión
fue clave para que Naciones Unidas arrancara el proceso de negociación que condujese
a la elaboración de un tratado internacional sobre el clima.
Tras esta iniciativa, hoy, tras numerosos estudios científicos, parece no haber duda
alguna entre los expertos acerca de que las actividades humanas están cambiando el
clima del planeta. Ésta fue, precisamente, la conclusión de los Informes de Evaluación
del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC http://www.ipcc.ch/),
organismo creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con el objetivo de realizar evaluaciones
periódicas sobre el cambio climático y sus consecuencias. Hasta el momento, el IPCC ha
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publicado cuatro informes de Evaluación, en 1990, 1995, 2001 y 2007, que han recogido
el máximo reconocimiento mundial.
Los resultados de estos análisis, y sobretodo del IV y último informe, son realmente
preocupantes: la proporción de CO2 en la atmósfera, por ejemplo, para cuya medida se
ha introducido el concepto de “huella de carbono”, ha aumentado de forma acelerada en
las últimas décadas, provocando un notable incremento del efecto invernadero (Balairón,
2005), rompiendo el equilibrio natural de gases “de efecto invernadero” en la atmósfera
(dióxido de carbono, vapor de agua, óxido de nitrógeno, metano…), y por lo tanto
desequilibrando el ecosistema de la Tierra.
Entonces el problema no está en el efecto invernadero, sino en la alteración de los
equilibrios existentes, en el incremento de los gases que producen el efecto invernadero,
debido fundamentalmente a la emisión creciente de CO2 que se produce al quemar
combustibles fósiles como carbón o petróleo , sin olvidar que hay otros gases, como el
metano, óxido nitroso, clorofluorcarbonos, hidrofluorcarbonos, vapor de agua y el ozono,
que contribuyen también a ese efecto y las emisiones de la mayoría de ellos crecen cada
año provocando el “recalentamiento climático” (Bovet et al., 2008, pp. 44-45), puesto que
el problema no reside en el que la atmósfera esté caliente, sino en que se calienta
demasiado.
Las nuevas predicciones del IPCC para el siglo XXI señalan que las temperaturas
globales seguirán subiendo, el nivel del mar experimentará ascensos significativos y la
frecuencia de los fenómenos climáticos extremos aumentará. El clima se tornará más
errático –lo está haciendo ya- dificultando las previsiones metereológicas. Se habla por
ello de un “shock” climático inédito, por su rapidez e intensidad, para los seres vivos
(Bovet et al., 2008, pp. 46-47).
Como se ha comentado anteriormente, para contrastar este problema hace más de un
decenio, la mayor parte de los países se adhirieron a un tratado internacional –la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – para comenzar
a considerar qué se puede hacer para reducir el calentamiento atmosférico y adoptar
medidas para hacer frente a las subidas de la temperatura que sean inevitables. El 1997,
los gobiernos acordaron incorporar una adición al tratado, conocida con el nombre de
Protocolo de Kyoto, que cuenta con medidas más enérgicas (y jurídicamente
vinculantes) apoyadas por el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático que
examina las investigaciones científicas y ofrece a los gobiernos resúmenes y
asesoramiento sobre los problemas climáticos.
El Protocolo de Kyoto de 1997 fue una extensión de la Convención. Los países
industrializados se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto
invernadero. El objetivo es un recorte conjunto de las emisiones de gases de efecto
invernadero de al menos el 5% con respecto a los niveles de 1990 en el periodo de
compromiso de 2008-2012. Las negociaciones fueron arduas y en 1997 se terminó un
proceso que se había iniciado dos años y medio antes. El compromiso de reducción de
emisiones lo adoptaron solo los países incluidos en el anexo I del protocolo, debiendo
así mismo cada país ratificarlo para que el compriso fuese vinculante.31
Las emisiones que se acordaron limitar correspondían a los siguientes GEI: Dióxido de
carbono (CO2), Metano (CH4), Óxido nitroso (N2O), Hexafluoruro de azufre (SF6), así
como dos grupos de gases Hidrofluorocarbonos (HFC) y Perfluorocarbonos (PFC). Estos
gases deben limitarse en los siguientes sectores: energía; procesos industriales,
disolventes y otros productos; agricultura, cambio de uso de la tierra y silvicultura; y
desechos.
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Descripción
Total Países comprometidos en Kioto (AnexoI)
Total Países sin compromiso en Kioto
Marina
Aviación
Total mundial
1990
8.792
11.578
357
254
20.980
2007
8.162
17.778
610
412
28.962
%
Cambio
90-07
-7,2%
70,8%
71,1%
62,3%
38,0%
Fuente: Agencia Internacional de la Energía.
Tabla 1. Emisiones de CO2 en el mundo procedentes de combustibles fósiles (en millones
toneladas).
De forma desagregada, destacan los grandes ratios de emisiones per cápita
correspondientes a EEUU, Australia y Canadá, mientras que si nos fijamos en los
incrementos respecto a 1990, China, Irán e Indonesia han aumentado en más de un
150%. En valores absolutos, la emisión de CO2 procedente de China y EEUU destaca
llamativamente de los valores del resto de países.
País
CO2 en millones de toneladas
1990
2007
Países comprometidos en Kioto (AnexoI)
Federación de Rusia
2.180
1.587
Japón
1.065
1.236
Alemania
950
798
Canadá
432
573
Reino Unido
553
523
Francia
352
369
Italia
398
438
Australia
260
396
Ucrania
688
314
España
206
345
Polonia
344
305
Países sin compromiso en Kioto
China
2.244
6.071
Estados Unidos
4.863
5.769
India
589
1.324
Corea del Sur
229
489
Irán
175
466
México
293
438
Indonesia
140
377
Arabia Saudita
161
358
Brasil
193
347
Sudáfrica
255
346
% de
cambio
90-07
CO2 per
cápita en
2007
-27,2
+16,1
-16,0
+32,5
-5,4
+4,9
+10,0
+52,5
-54,5
+67,5
-11,4
11,2
9,7
9,7
17,4
8,6
5,8
7,4
18,8
6,8
7,7
8,0
+170,6
+18,6
+124,7
+113,1
+165,8
+49,5
+169,0
+121,7
+79,8
+35,8
4,6
19,1
1,2
10,1
6,6
4,1
1,7
14,8
1,8
7,3
Fuente: Agencia Internacional de la Energía.
Tabla 2. Mayores emisores de CO2 procedente de combustibles fósiles.
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La XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático se celebró en
Copenhague, Dinamarca, desde el 7 al 18 de diciembre de 2009. Denominada COP 15
(«15a Conferencia de las partes»), fue organizada por la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que organiza conferencias
anuales desde 1995 con la meta de preparar futuros objetivos para reemplazar los del
Protocolo de Kioto, que termina en 2012. En la conferencia se acreditaron 34.000
personas entre delegados de los 192 países miembros de la CMNUCC, expertos en
clima, representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) y prensa. Esta
cumbre fue la culminación de un proceso de preparación que se inició en Bali en 2007,
con una "Hoja de Ruta" adoptada por los países miembros.
El objetivo final (a largo plazo) pretendido era la reducción mundial de las emisiones de
CO2 en al menos un 50% en 2050 respecto a 1990, y para conseguirlo los países debían
marcarse objetivos intermedios. Así, los países industrializados deberían reducir sus
emisiones de gases de efecto invernadero entre un 25% y un 40%, respecto a los niveles
de 1990 en el año 2020 y deberían alcanzar una reducción entre el 80% y el 95% para
2050.
Ya antes de la conferencia, durante las negociaciones previas, surgieron las primeras
disensiones entre países industrializados y países en vías de desarrollo.
Si bien es cierto el giro positivo que ha tomado la actitud de EEUU gracias a la nueva
política de Barack Obama y su propuesta de reducción de emisiones, o los compromisos
de reducción planteados por otros países industrializados, como la Unión Europea, los
países en vías de desarrollo los consideran insuficientes, habida cuenta que consideran
que el problema del cambio climático ha sido causado principalmente por los países
industrializados. Por eso consideran que es injusto penalizarlos por el uso de
combustibles fósiles para fabricar bienes que se consumen en los países ricos.
Así mismo tampoco había consenso en cuanto a la ayuda financiera que debían aportar
los países desarrollados a los más pobres, para que se preparen para las consecuencias
del cambio climático y reduzcan sus propias emisiones.
La perspectiva de los países desarrollados es que, pese a todo, los países en vías de
desarrollo y rápido crecimiento supondrán en un futuro próximo una importante fuente de
emisión de gases de efecto invernadero, por lo que debían también establecer serios
compromisos de reducción.
Tras duras negociaciones (especialmente entre EEUU y China) y poco consenso, la
última noche se gestó el acuerdo final entre cuatro grandes países emergentes (China,
India, Brasil y sudáfrica) y EE.UU. en una reunión convocada por el primer ministro de
China. El texto tiene solo tres folios e incluye de forma orientativa la reducción de
emisiones que cadas país ha presentado a la cumbre; las reducciones definitivas deben
estar el 1 de febrero de 2010. El pacto no incluye la verificación de emisiones que
rechazaba China. La transparencia se limitará a un sistema "internacional de análisis y
consultas" por definir, estableciéndose que cada país comunicará sus emisiones a la
ONU respetándose la soberanía nacional. Las reducciones de emisiones que se hagan
con dinero internacional sí estarán sujetas a un completo sistema de comprobación.
El acuerdo mantiene el objetivo de que la temperatura global no suba más de dos grados
centígrados. Sobre cuando las emisiones deberán alcanzar su máximo solo se dice que
"lo antes posible" y no se establecen objetivos para 2050. Tampoco se ha incluido la
recomendación del IPCC de que las emisiones de los países desarrollados deberían
reducirse para 2020 entre un 25% y un 40% sobre el nivel que tenían en 1990.
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El acuerdo alcanzado entre EE.UU., China y otros 27 países no fue aceptado por
unanimidad en la Convención pues lo rechazaron algunos países como Cuba, Bolivia y
Nicaragua. Por ello los delegados del pleno de la Conferencia de la ONU sobre Cambio
Climático renunciaron a votarlo y acordaron una fórmula de "tomar conocimiento" del
documento. El pacto alcanzado no será oficial pues la Convención de Cambio Climático
funciona por consenso y la oposición de un solo país impide la adopción del acuerdo.
En general, puede decirse que esta conferencia ha decepcionado a muchos, y se está
preparando ya la siguiente Conferencia sobre el Cambio Climático, que se celebrará en
México a finales de 2010.
1.3. GASES DE EFECTO INVERNADERO Y SU POTENCIAL DE
CALENTAMIENTO GLOBAL.
Aunque la atmósfera seca está compuesta prácticamente por nitrógeno (78,1%), oxígeno
(20,9%) y argón (0,93%), son gases muy minoritarios en su composición como el dióxido
de carbono (0,035%), el ozono y otros los que generan el efecto invernadero. Además, la
atmósfera contiene vapor de agua (1%) que también es un gas radiativamente activo,
siendo con diferencia el gas natural invernadero más importante. El dióxido de carbono
ocupa el segundo lugar en importancia.
Los gases invernadero permanecen activos en la atmósfera mucho tiempo, por eso se
les denomina de larga permanencia. Eso significa que los gases que se emiten hoy
permanecerán durante muchas generaciones produciendo el efecto invernadero. Así del
CO2 emitido a la atmósfera: sobre el 50% tardará 30 años en desaparecer, un 30%
permanecerá varios siglos y el 20% restante durará varios millares de años.
Por lo tanto, aunque es comúnmente considerado el dióxido de carbono como única
causa para el efecto invernadero, realmente hay 6 tipos de compuestos que entran en
juego en relación a sus influencias térmicas y cantidades emitidas. Los compuestos
están descritos a continuación:
• Vapor de agua (H2O). El vapor de agua es un gas que se obtiene
principalmente por evaporación o ebullición del agua líquida. Es inodoro e
incoloro.
• Dióxido de carbono (CO2) es un gas cuyas moléculas están compuestas por
dos átomos de oxígeno y uno de carbono.
• Metano (CH4). El metano es el hidrocarburo más sencillo, cuya fórmula química
es CH4. El metano es un gas de efecto invernadero relativamente potente ya que
tiene un potencial de calentamiento global de 23. Esto significa que en una
media de tiempo de 100 años cada kg de CH4 calienta la Tierra 23 veces más
que la misma masa de CO2, sin embargo hay aproximadamente 220 veces más
dióxido de carbono en la atmósfera de la Tierra que metano por lo que el metano
contribuye de manera menos importante al efecto invernadero.
• Óxidos de nitrógeno (NOx). El término óxidos de nitrógeno (NxOy) se aplica a
varios compuestos químicos binarios gaseosos formados por la combinación de
oxígeno y nitrógeno. El proceso de formación más habitual de estos compuestos
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inorgánicos es la combustión a altas temperaturas, proceso en el cual
habitualmente el aire es el comburente.
• Ozono (O3). El ozono (O3), es una sustancia cuya molécula está compuesta
por tres átomos de oxígeno. Cada átomo de oxígeno liberado se une a otra
molécula de oxígeno (O2), formando moléculas de Ozono (O3).
• Clorofluorocarbonos (artificiales). El clorofluorocarburo, clorofluorocarbono o
clorofluorocarbonados (denominados también CFC) es cada uno de los
derivados de los hidrocarburos.
En este sentido, los principales gases de Efecto Invernadero (GEI) - salvo los
clorofluorocarburos (CFC), creados por el ser humano, son de origen natural: el dióxido
de carbono (CO2); el vapor de agua (H2O); el metano (CH4); los óxidos de nitrógeno
(NOx) y el ozono (O3).
De todas formas, no todos los GEI producen el mismo efecto, y de hecho, los científicos
han elaborado unos parámetros para medir su influencia real, de forma que sus efectos
se expresan en cantidades de CO2 equivalente.
Los GEI difieren en la influencia térmica positiva (forzamiento radiativo) que ejercen
sobre el sistema climático mundial, debido a sus diferentes propiedades radiativas y
períodos de permanencia en la atmósfera. Tales influencias pueden expresarse
mediante una métrica común basada en el forzamiento radiativo por CO2.
Una emisión de CO2-equivalente es la cantidad de emisión de CO2 que ocasionaría,
durante un horizonte temporal dado, el mismo forzamiento radiativo integrado a lo largo
del tiempo que una cantidad emitida de un GEI de larga permanencia o de una mezcla
de GEI. Para un GEI, las emisiones de CO2-equivalente se obtienen multiplicando la
cantidad de GEI emitida por su potencial de calentamiento global (PCG) para un
horizonte temporal dado.
Para una mezcla de GEI, se obtienen sumando las emisiones de CO2-equivalente de
cada uno de los gases. Las emisiones de CO2-equivalente constituyen un valor de
referencia y una métrica útil para comparar emisiones de GEI diferentes, pero no
implican respuestas idénticas al cambio climático.
El Potencial de Calentamiento Global (PCG) define el efecto de calentamiento integrado
a lo largo del tiempo que produce hoy una liberación instantánea de 1kg de un gas de
efecto invernadero, en comparación con el causado por el CO2. De esta forma, se
pueden tener en cuenta los efectos de cada gas, así como sus diferentes periodos de
permanencia en la atmósfera.
Como la degradación del CO2 en la atmósfera sigue un mecanismo diferente al de otros
gases de invernadero, los tiempos de vida juegan un papel importante en los valores del
PCG. Las partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático
(UNFCCC) han estado de acuerdo en usar los PCG basados en un tiempo de 100 años.
Cuanto mas larga sea la permanencia de un gas de efecto invernadero en la atmósfera
mas acumulativo es el efecto de calentamiento. Aunque los PCG son calculados sobre
una base de 100 años, el tiempo de vida se convierte en un parámetro importante
cuando sobrepasa este término.
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PCG - Potencial de calentamiento global de
los principales gases de efecto invernadero
Gas
Dióxido de Carbono (CO2)
1
Metano (CH4)
25
Óxido Nitroso (N2O)
298
Hidrofluorocarbonos (HFC´s)
124 - 14 800
Clorofluorocarbonos (CFC´s)
5 - 14 400
Hexafluoruro de azufre
11
22 800
Fuente:IPPC, Changes in Atmospheric Constituents and in Radiative Forcing.
Tabla 1. Potencial de calentamiento global de los principales gases de efecto invernadero.
Realmente, el CO2 tiene un tiempo de vida muy largo: permanece en la atmósfera
durante algunos miles de años y después de 100 años ha producido menos de un cuarto
de su impacto. En contraste los HFCs son rápidamente eliminados de la atmósfera
debido a sus relativamente cortos tiempos de vida, que pueden ser de décadas o menos.
El cálculo del impacto real sobre el medio ambiente debe tener en cuenta la cantidad
total emitida del gas además del PCG:
IMPACTO= INDICADOR (PCG) x CANTIDAD
Claramente el PCG como única medida no describe satisfactoriamente el impacto de un
gas de efecto invernadero. A pesar del bajo PCG del CO2, las enormes cantidades
emitidas y su largo tiempo de vida significa que éste tiene un mayor impacto que los
HFCs. Actualmente, las emisiones de CO2 contribuyen con un 64% del total de las
emisiones de los gases de invernadero y están creciendo (Fuente: European
Fluorocarbons Technical Committee (EFCTC)).
Así, por ejemplo, si bien los CFC tienen la mayor acción relativa, su contribución real en
el efecto invernadero es de un 5%. En el lado opuesto se encuentra el CO2, con la menor
acción relativa, pero con la principal contribución real al problema: un 76%. Después del
CO2, el gas que más contribuye a incrementar el efecto invernadero es el metano, con un
13%, y los óxidos de nitrógeno, con un 6%.
Según el “Informe Stern” que estudió el impacto del cambio climático y el calentamiento
global en la economía mundial, encargado por el gobierno británico y publicado en 2006,
la distribución total mundial de las emisiones de GEI por sectores es: un 24% se debe a
la generación de electricidad, un 14% a la industria, un 14% al transporte, un 8% a los
edificios y un 5% más a actividades relacionadas con la energía. Todo ello supone unas
2/3 partes del total y corresponde a las emisiones motivadas por el uso de la energía.
Aproximadamente el 1/3 restante se distribuye de la siguiente forma: un 18% por el uso
del suelo (incluye la deforestación), un 14% por la agricultura y un 3% por los residuos.
La concentración de CO2 atmosférico se ha incrementado desde la época preindustrial
(año 1.750) desde un valor de 280 ppm a 379 ppm en 2005. Se estima que 2/3 de las
emisiones procedían de la quema de combustibles fósiles (petroleo, gas y carbón)
mientras un 1/3 procede del cambio en la utilización del suelo (Incluida la deforestación).
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Del total emitido solo el 45% permanece en la atmósfera, sobre el 30% es absorbido por
los océanos y el restante 25% pasa a la biosfera terrestre. Por tanto no solo la atmósfera
está aumentando su concentración de CO2, también está ocurriendo en los océanos y en
la biosfera.
Tal y como puede observarse en la siguiente figura, las emisiones mundiales de GEI por
efecto de actividades humanas han aumentado, desde la era preindustrial, en un 70%
entre 1970 y 2004.
Fuente: Cambio climático, 2007.Informe de síntesis. IPPC.
Figura 3. a) Emisiones anuales mundiales de GEI antropogénicos entre 1970 y 2004.5 b)
Parte proporcional que representan diferentes GEI antropogénicos respecto de las
emisiones totales en 2004, en términos de CO2 equivalente. c) Parte proporcional que
representan diferentes sectores en las emisiones totales de GEI antropogénicos en
2004, en términos de CO2 equivalente.
La siguiente figura muestra las estimaciones de los forzamientos radiativos medios
global y sus intervalos en 2005 para los gases invernadero antropogénicos y otros
mecanismos y agentes importantes.
Comprender el calentamiento global exige entender los cambios en los forzamientos del
clima que han ocurrido desde la revolución industrial. Estos incluyen forzamientos
positivos debidos al aumento en la concentración de los gases invernadero, forzamientos
negativos por el incremento de aerosoles de sulfato y forzamientos con gran
incertidumbre (bien por falta de comprensión física del mecanismo y/o falta de datos
preindustriales) como los producidos por la realimentación de aerosoles indirectos así
como contribuciones menores de la variación solar y otros factores.
Al contrario de la impresión que puede dar esta figura, no es posible sumar simplemente
las diferentes contribuciones al forzamiento radiativo de todas las fuentes y obtener así
un forzamiento total. Esto se debe a que los términos de los diferentes forzamientos
pueden interaccionar entre ellos, amplificando o interfiriendo unos con otros. Por
ejemplo, en términos de gases de efecto invernadero, dos gases diferentes pueden
compartir las mismas bandas de absorción, limitando así parcialmente su eficacia
cuando se toman en combinación.
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13
Fuente: Cambio climático, 2007.Informe de síntesis. IPPC.
Figura 4. Forzamiento radiativo.
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2. ¿QUÉ ES LA HUELLA DE CARBONO?
2.1. EL CONCEPTO DE HUELLA DE CARBONO.
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Los estudios llevados a cabo a nivel mundial evidencian que la mayor parte del
calentamiento global ha sido causado por las actividades de origen humanas. De hecho,
hoy en día, casi la mayoría de las actividades que realizamos (movilidad, alimentación,
etc) y bienes que poseemos y utilizamos (bienes de consumo, hogar, tecnologías, etc)
implican el uso y el consumo de energía para su producción, funcionamiento y
tratamiento a final de su ciclo de vida, lo que significa contribuir a las emisiones a la
atmósfera de Gases de Efecto Invernadero (GEI), ya sea de forma directa o indirecta.
Para medir y calcular el impacto ambiental, específicamente en términos del cambio
climático, de las emisiones de los gases de efecto invernadero debidos a cada actividad
y producto generado por el hombre se ha desarrollado el concepto de Huella de
Carbono.
Según el UK Carbon Trust 2008, La huella de carbono es "la totalidad de gases de efecto
invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización,
evento o producto, incluyendo todo el ciclo de vida del producto, es decir:
ƒ extracción, producción y transporte de las materias primas,
ƒ fabricación o realización del servicio ,
ƒ distribución ,
ƒ uso final,
ƒ depósito en vertedero/reciclaje.”
Para ello el fundamento de los diversos métodos para medir la huella de carbono es
realizar un inventario de emisiones relacionada con cada actividad/producto para llegar a
conocer el tamaño de la huella generada y de esta forma implementar una estrategia
para reducirla.
Al querer determinar la huella de carbono de un proceso, producto o actividad, el
principal problema que se presenta es el alcance de lo que se debe considerar en su
cuantificación. Algunas metodologías incluyen las emisiones indirectas o las asociadas
con las entradas al sistema estudiado (por ej. a la obtención de las materias primas),
mientras que otras sólo consideran las directas (emisiones que se generan dentro de la
cadena de producción).
Esta iniciativa pretende cuantificar la cantidad de emisiones de GEI, medidas en
emisiones de CO2 equivalente, que son liberadas a la atmósfera debido a las actividades
humanas cotidianas (trasporte, producción, servicios, etc.) permitiendo a los
consumidores saber y decidir qué producto comprar en base a la dicha emisión
equivalente generada.
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Este nuevo concepto de medición de la huella de carbono de un producto genera
beneficios y oportunidades para las organizaciones porque con ella se identifican las
fuentes de emisiones de GEI y, por lo tanto, permite definir mejores objetivos, e implantar
acciones de reducción de emisiones más efectivas e iniciativas de ahorro de costes
mejor dirigidas. Todo ello gracias a un mejor conocimiento de los puntos críticos para la
reducción y compensación de las emisiones, que pueden o no pueden ser de
responsabilidad directa de la organización.
La huella de carbono permite que las emisiones de GEI a lo largo de la cadena de
suministro puedan comprobarse y gestionarse. Por lo tanto, permite la comparación de
los valores entre los diferentes productores o simplemente para entre diferentes centros
productivos del mismo fabricante. Además facilita una respuesta más específica a las
presiones de nuevas regulaciones, de las partes interesadas y de los consumidores.
Al proporcionar información sobre los productos, permite a las empresas anunciar sus
esfuerzos para combatir el calentamiento global, así como fomentar la sensibilización de
los consumidores sobre las emisiones de GEI. Sin embargo, para garantizar una
comparación equitativa y evitar interpretaciones erróneas, el etiquetado de la huella de
carbono requiere herramientas de cálculo específico basadas en una metodología
común.
Disminuir el impacto de la Huella de Carbono de una actividad, servicio o producto,
representa una forma de medir la contribución social de las organizaciones o empresas a
ser entidades medioambientalmente responsables y un elemento más de concienciación
para los ciudadanos, enfocado todo ello a una forma de vida más sostenible.
2.2. DIVERSAS METODOLOGÍAS PARA MEDIR LA HUELLA DE
CARBONO.
A diferencia de los inventarios nacionales de gases invernadero, elaborados con las
metodologías del IPCC, aceptadas por todos los países signatarios de la Convención
Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y por los signatarios del Protocolo de
Kyoto, conduciendo a resultados comparables, no existe una metodología única y
mundialmente aceptada para determinar la huella de carbono de un producto, no siendo
posible comparar estos valores para un mismo producto cuando es producido en
distintos países y consumido en un mismo sitio.
Algunas organizaciones han elegido definir sus propias estrategias metodológicas, no
obstante la conveniencia de aplicar una metodología existente que ya haya sido
aceptada y entendida. Obviamente, los resultados obtenidos con una misma
metodología serán más confiables y aceptados, además de permitir comparaciones entre
entidades.
2.2.1. Relación de la huella de carbono con el análisis de ciclo de vida.
En general, las aproximaciones metodológicas se basan en aproximaciones de la
metodología de Análisis de Ciclo de Vida (ACV). En dicha metodología se cuantifican
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todas las entradas (materiales y energía) y salidas (energía, residuos, emisiones,
vertidos y productos) del sistema que comprende los diversos procesos interconectados
del ciclo de vida de un producto, proceso o servicio.
Las etapas contempladas en el ciclo de vida de un producto abarcan desde la obtención
de las materias primas, su transformación y fabricación del producto, así como todas las
etapas de transporte intermedias, su distribución, uso y fin de vida. Sin embargo, según
el alcance del estudio de ACV, el sistema estudiado puede ser acortado, por ejemplo
contemplando únicamente hasta la etapa de producción.
Una vez realizada la tabla de inventario de ciclo de vida (identificación y cuantificación de
las sustancias consumidas y emitidas), se procede a evaluar su impacto ambiental. En
primer lugar las sustancias se clasifican (Clasificación), en función de los impactos
ambientales en los que influyen comúnmente llamados categorías de impacto. A
continuación se transforman las diversas cantidades para una misma categoría de
impacto a una unidad de referencia, mediante la aplicación de factores de ponderación
(Caracterización). Finalmente, algunas metodologías de evaluación de impacto incluyen
de forma opcional una ponderación final de las diversas categorías con el fin de obtener
una puntuación única de impacto ambiental, que suele denominarse ecoindicador
(Valoración).
Por tanto, considerando que una de las categorías de impacto consideradas por casi
todas las metodologías de evaluación de impacto es la de calentamiento global o efecto
invernadero, y que su unidad de referencia suele ser en equivalentes de CO2, podríamos
concluir que en estos casos el resultado de la etapa de caracterización para la categoría
de impacto de calentamiento global o cambio climático, es lo que llamamos huella de
carbono.
De lo anterior se desprende que un análisis de ciclo de vida de producto es un estudio
mucho más completo de los potenciales impactos ambientales que genera un producto
que la huella de carbono del mismo, si bien esta última goza de mucha más difusión y
reconocimiento social, y una interpretación más sencilla.
La comunicación de los resultados de un análisis de ciclo de vida de producto, puede
realizarse mediante una declaración ambiental de producto, o según sus siglas en inglés
EPD (Environmental Product Declaration). Para ello se recomienda a las empresas, así
como a los diversos programas de certificación de este tipo de ecoetiquetas, que sigan
las directrices y recomendaciones establecidas en la norma “ISO 14025:2006, Etiquetas
y declaraciones ambientales. Declaraciones ambientales tipo III. Principios y
procedimientos.”
2.2.2. Protocolo de gases de Efecto Invernadero.
Una metodología comúnmente usada para el cálculo de la huella de carbono es el
Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol), establecida en 1998 por el
World Resources Institute (WRI) y el World Business Council for Sustainable
Development (WBCSD). La metodología fue elaborada para cuantificar las emisiones de
gases invernadero de una organización o compañía, y provee información acerca de
cómo establecer los límites y alcances de cuantificación, definición del año base y las
formas de verificación e informe.
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2.2.3. Carbon Trust
Dentro de los desarrollos metodológicos para estimar y gestionar la huella de carbono de
productos o servicios individuales, los de mayor impacto son las distintas aplicaciones
del GHG Protocol. Una de éstas es la establecida por el Carbon Trust, constituida en
2001 por el gobierno británico como una compañía independiente, con la misión de
acelerar el tránsito hacia una economía de bajo carbono mediante el trabajo con
organizaciones para reducir emisiones de carbono y desarrollar tecnologías de bajo
carbono. El Carbon Trust ha desarrollado una metodología que cuantifica la emisión total
de gases invernadero de un producto individual, a través de todo su ciclo de vida, desde
la producción de la materia prima, manufactura y distribución, hasta su eliminación,
excluyendo las emisiones por el uso del producto. Aplicar esta metodología, con el
acuerdo del Carbon Trust, no sólo permite rotular productos con su huella de carbono,
sino que también obligar a los productores a reducirla dentro de dos años, so pena de no
poder seguir usando la etiqueta del Carbon Trust.
En líneas generales, la metodología Carbon Trust se basa en que la huella de carbono
de un producto debe:
1. incluir tanto el producto como el embalaje y todos los gases invernadero, no sólo
el CO2, sino que también CH4 y N2O, principalmente;
2. incluir todos los pasos, desde la producción hasta el arribo del producto a puntos
de expendio a público, más la disposición final (emisiones por uso del producto y
por funcionamiento del sitio de expendio, no forman parte);
3. incluir las emisiones referidas a insumos, residuos y procesos directamente
asociados al producto;
4. excluir compensaciones de emisiones por capturas de carbono atmosférico (el
objetivo de la huella de carbono es aportar información sobre las emisiones
totales de un producto, de forma tal de permitir comparaciones entre productos e
identificar potenciales reducciones) y
5. estar focalizada en los insumos, residuos y procesos de la cadena de vida, que
tengan un impacto significativo sobre la huella global de carbono del producto.
2.2.4. Normativa ISO 14064 e ISO 14065.
Un estándar más reciente es el de la International Standards Organization (ISO), con sus
normas 14064 (partes 1, 2 y 3), publicadas el año 2006. Estas normas, orientadas al
control, verificación e informe de las emisiones de gases invernadero proveen a
gobiernos e industria de un sistema integrado para estimar las emisiones, basado en
muchos de los conceptos propios del GHG Protocol.
Si bien estas normas están orientadas hacia la producción industrial, los criterios básicos
son aplicables a cualquier ámbito de la producción y del quehacer cotidiano. Estas
normas complementan las normas ISO-serie 14040 sobre análisis de ciclo de vida, cuya
temática específica es la gestión de los ciclos de vida de los bienes y servicios, y la
evaluación de sus impactos.
Se espera que la norma sea utilizada por los gobiernos y por organizaciones interesadas
en la acreditación y el comercio de créditos de gases de efecto invernadero, así como en
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mejoras en la reducción de gases de efecto invernadero. Para ello, es vital la
confiabilidad que tienen los datos utilizados para fijar esos objetivos y para realizar
declaraciones de reducción de emisiones. El uso de enfoques normalizados para la
contabilización y verificación de datos de emisión aseguran que una tonelada de CO2,
por ejemplo, sea siempre la misma, donde sea que ocurra. Las incertidumbres sobre las
declaraciones de emisiones deberían ser comparables en todo el mundo, pudiendo los
gobiernos, el mercado y otras partes interesadas confiar en los datos presentados y en
las declaraciones realizadas.
La norma está estructurada de la siguiente manera:
La norma “ISO 14064-1:2006 Gases de efecto invernadero - Parte 1: Especificación con
orientación, a nivel de las organizaciones, para la cuantificación y el informe de las
emisiones y remociones de gases de efecto invernadero” detalla los principios y
requerimientos para el diseño, desarrollo, gestión y reporte de los inventarios de GEI a
nivel de una planta o de toda una organización. Incluye requisitos para determinar los
límites de la emisión de GEI, para cuantificar las emisiones y reducciones de GEI de una
organización y para identificar acciones específicas de la organización que tienen el
objetivo de mejorar la gestión de los GEI. También incluye requisitos y lineamientos de
sistemas de gestión sobre la calidad del inventario de GEI, el reporte, las auditorías
internas y las responsabilidades de la organización en las actividades de verificación.
La norma “ISO 14064-2:2006 Gases de efecto invernadero - Parte 2: Especificación con
orientación, a nivel de proyecto, para la cuantificación, el seguimiento y el informe de la
reducción de emisiones o el aumento en las remociones de gases de efecto invernadero”
se centra en proyectos desarrollados por la Organización para reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero o incrementar la absorción de gases de efecto invernadero.
Se incluye benchmarking (línea de base) requisitos, escenarios para la vigilancia,
cuantificación y presentación de informes de rendimiento de proyecto y ofrecen
directrices para la validación y verificación de los proyectos de gas de efecto
invernadero.
La norma “ISO 14064-3:2006 Gases de efecto invernadero - Parte 3: Especificación con
orientación para la validación y verificación de declaraciones sobre gases de efecto
invernadero” describe los procesos de verificación y validación. Detalla los principios de
verificación de inventarios de gases de efecto invernadero y validación y verificación de
proyectos de gases de efecto invernadero. Es la especificación de orientación para la
validación y verificación de las absorciones y reducciones en la emisión de gases de
efecto invernadero, incluidos los supuestos y afirmaciones para un proyecto. Es decir
que esta parte de la norma puede ser utilizada por terceras partes para validar o verificar
los informes o declaraciones sobre GEI.
La norma “ISO 14065:2007 Gases de efecto invernadero - Requisitos para los
organismos que realizan la validación y la verificación de gases de efecto invernadero”
define los requisitos para organizaciones que realizan validaciones o verificaciones de
GEI y proporcionar así seguridad en la correcta realización de los procesos de
verificación y validación. Estas organizaciones pueden realizar verificaciones de datos
gestionados según la norma ISO 14064-3 o según otros criterios específicos tales como
esquemas de comercio de emisiones o normas corporativas.
Los requisitos generales de esta norma se relacionan con temas tales como aspectos
legales y contractuales, responsabilidades, la gestión de la imparcialidad y temas de
financiación y responsabilidad legal. Requisitos más específicos incluyen temas
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relacionados con la estructura, recursos, competencias, gestión de los registros y de la
información, procesos de verificación y validación, apelaciones, quejas y sistemas de
gestión. La audiencia objetivo de esta norma es, por lo tanto, predominantemente
administradores de programas de GEI, reguladores y organismos de acreditación. La
norma les proporciona una base para la evaluación de la competencia de las
organizaciones de validación y verificación.
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2.2.5. La huella de carbono de producto/servicios con la norma PAS 2050.
En octubre de 2008 el British Standards Institution (BSI) publicó la norma PAS 2050,
para ayudar a las empresas a evaluar la huella de carbono en bienes y servicios
individuales. La norma PAS 2050 está disponible gratis online y ha sido descargada en
más de 80 países alrededor del mundo, lo que confirma la necesidad de una norma
común que sea independiente, con la que poder hacer comparaciones a nivel
internacional.
Esta norma, desarrollada conjuntamente por el Carbon Trust y el gobierno del Reino
Unido, fue la primera en establecer una metodología consistente con la cual las
organizaciones pueden evaluar la emisión de gases efecto invernadero asociadas con un
producto determinado a lo largo de todo su ciclo de vida. Se trata de una norma de
aplicación general, tanto en lo tocante a diversidad de las características las empresas
como de los productos.
Los consumidores son también clave dentro del proceso de la huella de carbono porque
son parte del impulso a favor del cambio, ya que los están cada vez más interesados en
la huella de carbono de los productos que compraban y en lo que las empresas hacen
con sus emisiones de carbono.
El UKAS, organismo de acreditación del Reino Unido, está actualmente realizando
algunas pruebas piloto de acreditación y certificación con cinco organismos de
certificación, basadas en la norma PAS 2050 y un código de práctica en la comunicación
de los resultados de las evaluaciones.
A largo plazo, parecería probable que la PAS 2050 sea reemplazada pro la ISO 14067,
la norma internacional para la huella de carbono de productos, actualmente en estado de
desarrollo. Paul Smith, gerente de proyectos de huella de carbono y etiquetado del
LRQA, dice que: “Mientras que la PAS 2050 es una buena herramienta, no es perfecta.
No está siendo aceptada universalmente y en algunos países, como Japón y Alemania,
se están desarrollando alternativas. La PAS 2050 es el documento en que se basa la
ISO 14067, y probablemente en el futuro la ISO 14067 la reemplazará en todo el mundo,
una vez que se publique”.
Algunos ejemplos de empresas que han realizado el cálculo de la huella de carbono de
sus productos son TESCO (pasa sus productos de patatas, detergentes, bombillas y
zumo de naranja) o Walkers (patatas).
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http://www.carbonlabel.com/individuals/label.html
Tesco: www.tesco.com
http://www.walkerscarbonfootprint.co.uk/
Figura 5. Etiqueta de reducción de carbono de Carbon Trust (obtenida conforme PAS
2050) y ejemplo de un producto de Tesco. También se muestra el caso de Walkers en el
envase de una bolsa de patatas fritas.
2.2.6. Futura norma para medir la huella de carbono de productos: ISO 14067.
La publicación de la ISO 14067 está planeada para el año 2011 y cubrirá tanto la
evaluación de emisiones de gases de efecto invernadero como la comunicación de los
resultados. Mientras que los detalles de la ISO 14067 permanezcan con un cierto grado
de incertidumbre, cada vez es más importante la necesidad de las organizaciones y
consumidores de conocer las huellas de carbono de sus productos.
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Klaus Radunksy, presidente del grupo de trabajo que está desarrollando la ISO 14067, el
éxito en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero depende de las
decisiones tomadas por individuos.
La importante participación internacional y la respuesta al proyecto de la norma ISO
14067, Huella de carbono de los productos, (tanto por la gran cantidad de comentarios
recibidos al primer borrador, como por la participación de nuevos miembros) es una clara
señal del creciente interés de las empresas de todo el mundo sobre la cuantificación de
gases de efecto invernadero.
Se ha alcanzado un amplio acuerdo en la introducción, alcance y marco metodológico de
las dos partes de la norma ISO 14067. Los participantes coincidieron en que la norma se
ocupará de la comunicación de empresa a empresa (B2B), así como de empresas a
consumidores (B2C), incluyendo alguna orientación sobre el etiquetado. La
cuantificación tratará temas como el sistema de suministro de electricidad, cambio de
uso de la tierra, cambio de carbono del suelo, almacenamiento de carbono, captura de
carbono y secuestro de carbono. Sin embargo, los detalles de estos requisitos aún
deben ser más desarrollados.
Las últimas deliberaciones indican que la norma ISO 14065:2007, podría desempeñar un
papel en la acreditación para ISO 14067. Aunque la ISO no puede proporcionar un
esquema obligatorio, puede ofrecer valiosas herramientas para los administradores de
dichos esquemas.
Otro tema importante es el vínculo entre la norma ISO 14067 y las reglas para categoría
de producto tal como se abordan en la norma ISO 14025:2006, Etiquetas y
declaraciones ambientales - Principios y procedimientos. Las reglas para categoría de
producto son requisito previo para establecer una comparación significativa y fiable de
los cálculos de la huella de carbono para diferentes cadenas de valor y para otros fines.
Estas definiciones serán importantes debido a las diferencias en la naturaleza de los
productos o servicios. Varias organizaciones y países están trabajando para facilitar el
desarrollo de las reglas para las categorías de producto.
La comparación de la huella de carbono es un reto y requiere recursos considerables.
Las soluciones descritas anteriormente tienen como objetivo ofrecer herramientas
asequibles para reducir al mínimo los costos y la complejidad, manteniendo la calidad,
coherencia y comparabilidad.
Uno de los objetivos de la normalización es permitir la aplicación de los mismos datos
para un proceso de producción específico como entrada en cadenas de suministro
diferentes. Esto reduce el esfuerzo de adquisición de datos y hace uso de las sinergias.
Con este fin, la ISO 14067 incluirá el principio de modularidad. El objetivo es que la ISO
14067, para convertirse en una herramienta de fácil uso, debería ayudar a los usuarios
no sólo para tomar decisiones estratégicas (por ejemplo, en el diseño de productos), sino
también las decisiones operativas del día a día para reducir las emisiones de GEI a lo
largo de la cadena de suministro.
Otra área importante es la coherencia con el Protocolo de GEI (GHG Protocol) del
producto y cadena de suministro. Los respectivos responsables han decidido
mantenerse mutuamente informados y participar en las reuniones pertinentes de todos
los procesos con el fin de evitar incoherencias entre los productos de la ISO y de la
WRI/WBCSD. La adopción de un lenguaje común es muy importante. Esto será muy
exigente para el proceso de la ISO, ya que se tienen que consolidar los términos y
definiciones que se han desarrollado en la normativa de las series ISO 14064, ISO
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14040 (evaluación del ciclo de vida) y la ISO 14020 (etiquetado ambiental). Y no sólo los
términos, sino que habrá que desarrollar metodologías estandarizadas relativas a la
adaptación y la evaluación del cálculo de la huella de carbono conforme a la normativa
ISO de análisis de ciclo de vida y la norma PAS 2050 del Instituto Británico de
Normalización (BSI).
La secretaría del Grupo de Trabajo 2 está actualmente en manos de DIN, y ha distribuido
el segundo borrador de trabajo de la ISO 14067 para realizar comentarios. Si se cumplen
todos los plazos, las normas ISO 14067-1 e ISO 14067-2 estarán disponibles a finales de
2011.
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3. VENTAJA DE LOS PRODUCTOS DE MADERA
EN EL CÁLCULO DE HUELLA DE CARBONO.
Este apartado de la guía pretende mostrar cómo la utilización de los productos de
madera, ayuda a reducir el efecto invernadero, ya que éstos actúan como sumideros de
dióxido de carbono.
En los apartados anteriores se ha dicho que el uso energético de los combustibles
fósiles libera el dióxido de carbono entre otros y que provoca el efecto invernadero. Los
combustibles biológicos (madera, etc.) también liberan dióxido de carbono, pero en este
caso, el dióxido de carbono ya forma parte del ciclo natural del carbono, de hecho, tanto
si la madera se quema como si se deja que se descomponga en el bosque, la cantidad
de dióxido de carbono liberado es la misma. Estas emisiones de CO2 serán fijadas en un
futuro en la madera de árboles en crecimiento, de allí la definición de renovable porque
lo que se emite servirá para el crecimiento de otra madera viva. Por este motivo los
combustibles biológicos empleados por la industria de la celulosa, están en equilibrio con
el ciclo natural del carbono en la naturaleza, y no contribuyen al efecto invernadero.
Cabe también destacar que, desde la formación de la madera hasta que finaliza su vida
útil, los muebles (y en general los productos) de madera, contribuyen a la reducción del
efecto invernadero por secuestro o inmovilización de CO2. Dicho periodo varía en función
del producto de que se trate, pudiendo considerar como media de 20 a 30 años, al que
habría que añadir el tiempo de vida del árbol.
Análogamente, en su final de vida, la madera liberaría el carbono en forma de CO2, en el
caso de descomposición aerobia o combustión completa o, si no fuera suficiente el
aporte de oxígeno en dicho proceso, parte se liberaría como monóxido de carbono (CO).
En el caso de los vertederos, donde puede asumirse una descomposición anaerobia, se
generaría metano (CH4), que también es un gas de efecto invernadero.
En cualquier caso, ese carbono que estaba en la atmósfera, ha sido retenido durante un
largo periodo de tiempo, evitando su contribución al efecto invernadero, lo cual supone
un efecto global positivo a lo largo de todo el ciclo de vida del mueble.
En las siguientes imágenes se muestra la comparación de tres tipos de paletas con una
capacidad de carga estática de 1000 kg, de madera o de plástico, en concreto de
polietileno de alta densidad. En este último caso se ha diferenciado entre emplear
polietileno virgen o reciclado. La paleta de madera es del tipo Eur-palet, y pesa 23 kg de
los cuales 400 gr corresponden a los clavos. Las paletas de plástico pesan 18 kg,
conforme a datos obtenidos en el mercado.
A continuación se muestran los resultados correspondientes a la producción de las
paletas Se muestran valores relativos respecto al de la paleta que presenta valor máximo
para cada categoría tomándolo como 100%.
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Fuente: AIDIMA, obtenida con el programa SimaPro.
Figura 5. Comparación de los resultados de caracterización de la etapa de producción de las tres
paletas empleando la metodología de evaluación de impacto CML2000V2.1.
En primer lugar se aprecia que la paleta de polietileno virgen es la que presenta mayor
impacto en todas las categorías a excepción de reducción de la capa de ozono, donde el
impacto de las dos paletas de plástico se debe al uso de ciertas sustancias en el proceso
de inyección, y por lo tanto son iguales.
Cabe remarcar así mismo la notable diferencia que presenta la paleta de madera
respecto a las otras dos de plástico en la categoría de calentamiento global, ya que en
su caso el valor es negativo. Esto cual implica que la absorción de CO2 realizada por el
árbol durante su crecimiento, supera la correspondiente emisión debida a procesos de
transporte de materias primas y de producción.
Por el contrario los otros materiales no gozan de dicho valor negativo o de absorción,
para contrarrestar el resto de procesos. Únicamente en el caso del residuo de polietileno,
se realiza la asignación de cargas de que los impactos de su generación corresponden al
ciclo de vida del producto del que formaba parte, y sólo se contabilizan las emisiones a
partir de la operación de reciclaje en adelante. Esto es lo que establece la diferencia
entre los resultados del plástico virgen respecto al plástico reciclado.
Cuando se considera el ciclo de vida completo de los materiales de madera y vegetales,
hasta su degradación final (descomposición, valorización energética…) se entiende que
el carbono de su estructura que se emite proviene del anteriormente fijado, y por eso
suele decirse que son materiales neutros en CO2, o que su balance de CO2 es cero, pero
ello no implica que las actividades asociadas a su ciclo de vida sean nulas en cuanto a
emisiones de CO2, o gases de efecto invernadero (lo cual no es lo mismo como ya se ha
visto anteriormente). Por lo tanto, el balance global CO2 de todo el ciclo de vida de
cualquier producto siempre tendrá una huella de carbono asociada que no será nula.
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Los valores obtenidos para esta categoría en kg de CO2 equivalente (lo cual incluye
todos los gases de efecto invernadero), se muestra a continuación. Estos valores son los
que se emplean para el cálculo de la huella de carbono de un producto.
60
54,39
50
25
40
kg CO2 equivalente
30
20,88
20
10
0
Paleta de madera
Paleta de PE reciclado
Paleta de PE virgen
-10
-20
-30
-33,56
-40
Fuente: AIDIMA, obtenida con el programa SimaPro.
Figura 6. Comparación de los resultados de caracterización de la categoría de calentamiento
global en la producción de las tres paletas. Metodología de evaluación de impacto CML2000V2.1.
En caso de analizar el resto del ciclo de vida del producto, se tiene que la cantidad de
CO2 equivalente iría aumentando debido a etapas de transporte, uso y fin de vida. En el
caso de la paleta de madera se iría tornando positivo.
Sin embargo, y pese a que es importante realizar el balance para todo el ciclo de vida,
para no trasladar cargas ambientales de una etapa a otra, podemos concluir que en
materia de emisiones de CO2 los productos de madera (u otros materiales vegetales)
parten con una clara ventaja.
En la base de datos de Ecoinvent, los cálculos que se realizan para conocer la absorción
de CO2 están basados en el siguiente supuesto: el contenido en carbono de la materia
seca de la madera es el 49,4 %, es decir, 1,81 kg de CO2 fijados por cada kg de madera
seca. Esto implica que conociendo la densidad de la madera y su contenido en
humedad, se puede calcular la cantidad de C que contiene por m3 y de ahí la cantidad
correspondiente de CO2 que se ha fijado. Se considera también la corteza del árbol.
De forma similar, en las reglas de categoría de producto de tableros de madera del
sistema de ecoetiquetado sueco tipo III (EPD), para la fase de crecimiento del árbol se
facilitan las siguientes reacciones para calcular la cantidad de CO2 fijada:
8,4 CO2 + 12 H2O + 3.8542 MJ energía solar → C8,4 H12O5,4 + 8,7O2+6H2O
(1851 kg CO2 + 1082 kg H2O + 19271 MJ energía solar → 1000 kg madera seca + 1392 kg O2 +541 kg H2O)
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Sin embargo, al realizar un inventario de CO2 para un producto concreto no se puede
cuantificar únicamente la cantidad CO2 fijado en el peso seco de la madera que contiene
el producto. Hay que considerar además de las emisiones en las etapas de transporte y
procesos productivos, e incluso la eficiencia en materia prima de los diversos procesos
(corteza, serrín, recortes, etc.) y los tratamientos que se realizan a dichos residuos de
madera que se van generando desde la tala del árbol hasta tener el producto final.
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