Presenze darte_SPA:Presenze darte_SPA

Anuncio
Colori compositi
turismo@provincia.rimini.it
www.riviera.rimini.it
M
de Rímini y su provincia
Presencias de arte en los edificios religiosos
I - 47900 Rimini, piazza Malatesta 28
tel. +39 0541 716371 - fax +39 0541 783808
C
Provincia di Rimini
Assessorato alla Cultura
Assessorato al Turismo
Provincia di Rimini
Assessorato alla Cultura
Assessorato al Turismo
cop_Presenze SPA 2-01-2008 11:43 Pagina 1
Y
CM
MY
CY CMY
K
edizione spagnola
Riviera di Rimini Travel Notes
cop_Presenze SPA 2-01-2008 11:43 Pagina 2
C
Rímini
Parroquia rural de San Salvatore
Iglesia parroquial de San Giuliano
Iglesia parroquial de San Fortunato
Iglesia de Sant’Agostino
Templo Malatestiano
Iglesia de la Madonna delle Grazie
Iglesia de la Madonna della Colonnella
Iglesia de la Madonna della Misericordia /
Iglesia de Santa Chiara
Iglesia de los Servitas (llamada de los Siervos)
Verucchio
Parroquia rural de San Martino
Iglesia de Santa Croce (Villa Verucchio)
Colegiata de Verucchio
San Giovanni in Marignano
Iglesia de Santa Maria in Pietrafitta
Iglesia parroquial de San Pietro
Colori compositi
Santarcangelo di Romagna
Parroquia de Santarcangelo di Romagna
Colegiata de Santarcangelo di Romagna
Morciano di Romagna
Abadía de San Gregorio
Montescudo
Iglesia parroquial de Santa Maria
del Soccorso (Valliano)
Montefiore Conca
Santuario de la Madonna di Montefiore
Capilla del Ospedale - Madonna
della Misericordia
Montegridolfo
Capilla de San Rocco
Santuario de la Beata Vergine
delle Grazie (Trebbio)
Saludecio
Iglesia parroquial de San Biagio
M
Y
CM
MY
CY CMY
K
Provincia di Rimini
Assessorato alla Cultura
Assessorato al Turismo
Agenzia marketing turistico Riviera di Rimini
Pier Giorgio Pasini
Presencias de arte en los edificios religiosos
de Rímini y su provincia
en colaboración con
Coordinación:
Valerio Lessi
Proyecto gráfico:
Relè - Leonardo Sonnoli
Fotografías pertenecientes
al archivo fotográfico
de la Diputación Provincial de Rímini
Se agradece la amable colaboración de los fotógrafos:
L. Bottaro, P. Cuccurese, P. Delucca,
S. Di Bartolo, L. Fabbrini, R. Gallini,
L. Liuzzi, G. Mazzanti, T. Mosconi,
Paritani, V. Raggi, E. Salvatori,
R. Sanchini, F. Taccola, R. Urbinati
Traducción:
Maria Pilar Roca-Alsina,
Link-Up, Rímini
Actualización a cargo de:
Marino Campana, Caterina Polcari
Paginaciones y sistemas de la prensa:
Litoincisa87, Rimini
Licia Romani
Primera edición 2003
Reimpresión 2008
Índice
Introducción >
4
Una difusión capilar
Itinerario 1 >
7
Antiguas parroquias rurales
Itinerario 2 >
11
Monasterios
Itinerario 3 >
15
Conventos
Itinerario 4 >
19
Por las huellas de San Francisco
Itinerario 5 >
25
Iglesias marianas
Itinerario 6 >
31
Pequeñas catedrales
Profundizaciónes >
37
Santos locales
Arte y memoria
Bibliografía >
38
Para saber más
www >
Antes de salir de viaje visítenos en
www.riviera.rimini.it
Introducción > Una difusión capilar
La zona del interior de Rímini debe su variada conformación, con
amplios y pintorescos valles, a la presencia de un conjunto de colinas
y de dos ríos, el Marecchia y el Conca. Se trata de un territorio fértil,
habitado por el hombre ya desde la prehistoria, especialmente en la
parte donde los declives son más frecuentes y articulados; que cuenta con pequeños y grandes núcleos y que está recorrido por una tupida red de carreteras que lo acerca a las regiones vecinas. Debido a su
posición geográfica - entre los Apeninos y el mar y frente a la llanura
de Emilia - ha sido desde siempre una zona de paso y, por lo tanto,
de encuentro entre culturas diferentes, así como de contiendas y
enfrentamientos. El paisaje está fuertemente caracterizado, pues, por
las características de tan singular posición.
Son, sobretodo, los restos de un Medievo belicoso y fulgurante
que se asoma aún desde el monte de San Marino y que corona todavía las colinas con sus ruinas de castillos, que ciñe pueblos con murallas derruidas y que señala con fragmentos de torres unos paisajes
que fueron estratégicos. Pero el mismo aspecto de dichos vestigios,
tan antiguos como pintorescos, demuestra ser el fruto de unos acontecimientos ya terminados y casi perdidos a través del tiempo.
Menos vistosos, menos llenos de ruinas y, si bien se mira, más
frecuentes, son unos testigos que cuentan con orígenes diferentes:
los que se refieren a una religiosidad muy difundida, que a veces
ahonda sus raíces en la antigüedad, tal como lo demuestra una cierta
estratificación de elementos en el “lugar sagrado” y a veces en el
mismo edificio, aún hoy lleno de vida; mezclados y, es más, estrechamente relacionados con los signos de una laboriosidad pacífica y
secular. En las colinas, entre campos cultivados y junto a las carreteras locales, es fácil dar con unos pequeños altares votivos que la
devoción popular renueva continuamente; en las afueras de los pueblos se encontrará, con frecuencia, unas capillas que antaño se levantaban junto a unos pequeños hospitales de peregrinos y, en los burgos y pueblos, parroquias de varia forma e importancia, o bien santuarios dedicados a la Virgen.
La última guerra mundial afectó profundamente la zona, en los
límites de la “Línea gótica”, causando innumerables víctimas y daños
enormes a los núcleos urbanos y, naturalmente, a las construcciones
de carácter religioso que, con frecuencia, custodiaban importantes
testimonios; es más, ellas eran ya de por sí testimonio de historia y
tradición, de fe y arte. También el abandono del trabajo en el campo,
que registró su máxima intensidad a principios de los años sesenta,
afectó la conservación de las construcciones de carácter religioso en
todo el territorio. Pero a pesar de todo, todavía hoy los campanarios
4
son elementos muy frecuentes y, en un cierto sentido, los más característicos del paisaje: subrayan la presencia de edificios de culto más
o menos modestos y más o menos bien restaurados y protegidos.
Quien desee visitar la zona encontrará en todas partes interesantes y, con frecuencia, agradables testimonios de arte religioso y a
veces todas unas obras de arte, cuyo significado y belleza se ven exaltados por estar aún en sus lugares de origen y por atenerse todavía a
su función original.
5
Itinerario 1 > Antiguas parroquias rurales
Santarcangelo di Romagna
Parroquia rural de
San Michele
via Celletta dell’Olio
tel. 0541 626109
visita a petición
La parroquia rural bizantina
de San Michele en
Santarcangelo.
7
La difusión del Cristianismo en Rímini y su territorio se vio rodeada,
como en muchas otras partes, de historias fantásticas y leyendas en las
que es difícil distinguir lo verdadero de lo fantástico. Probablemente fue
bastante precoz, si se tiene en cuenta el papel, no de segundo plano,
que tuvo la ciudad y su puerto en los intercambios con Africa y oriente en
época tardorromana: precisamente gracias a la importancia de la ciudad
y su puerto Rímini fue designada por el emperador Constancio, en el año
359, como sede de un Concilio que reunió a los obispos de occidente.
Considerando luego las estrechas relaciones de la ciudad romana con el territorio que de ella dependía, se puede formular la hipótesis de una difusión bastante rápida del Cristianismo incluso en la
zona del interior. En efecto, los documentos anteriores al s. X nos describen una red bastante tupida de parroquias rurales, por lo menos
dieciséis, que velaban sobre los lugares más poblados e importantes.
Pero todo testimonio, por lo que se refiere a monumentos, quedó
destruido hace siglos; incluso se ha perdido la memoria topográfica
de algunas parroquias rurales, mientras que de otras sólo tenemos
unas reconstrucciones relativamente modernas. Es lo mismo que ha
pasado con la ciudad, en la que todos los edificios religiosos más
antiguos han desaparecido totalmente, incluso la catedral consagrada a Santa Colomba, profanada y arrasada en época napoleónica.
De entre los edificios religiosos que han quedado, el más antiguo
y con mayor encanto es el de la parroquia rural de Santarcangelo di
Romagna, consagrado a San Miguel Arcángel. Se levanta a un kilómetro del pueblo, en una zona llana, y aparece como un edificio con una
única nave muy bien proporcionada y un interior muy luminoso, con
las características que son propias del arte bizantino de Ravenna del
siglo VI; todo en ella, desde el ábside poligonal exterior, hasta la mampostería de ladrillos ligeros y la serie armoniosa de sus ventanas cimbradas, demuestra su pertenencia a la corriente artística de Ravenna.
No hay que maravillarse por ello, ya que todo el territorio de Rímini
estaba comprendido en la pentápolis bizantina, territorio que fue
defendido por largo tiempo frente a la invasión de los bárbaros y también debido al hecho que la iglesia de Ravenna contó durante varios
siglos con numerosas posesiones entre Romaña y Marche. Uno de las
pocas huellas que han quedado de dicha condición es la presencia de
la consagración de varias iglesias a santos bizantinos y longobardos,
ya que incluso S. Miguel Arcángel es uno de esos santos. Nuestra
parroquia rural se presenta hoy sin motivos decorativos pero unas
recientes excavaciones arqueológicas han permitido recuperar unos
fragmentos de los mosaicos que cubrían el suelo y unas incrustaciones
de mármol que documentan una importante riqueza decorativa.
Rímini
Iglesia de San Salvatore
via San Salvatore, 24
tel. 0541 730159
visita a petición
Verucchio
Parroquia rural de
San Martino
via Marconi, 1
tel. 0541 670197
visita a petición
Saiano di Torriana
Iglesia de la Madonna
di Saiano
via Saiano, 14
tel. 0541 675107
• apertura: verano 8:3019:00; invierno 8:30-17:00
Arriba, a la izquierda, fachada
de la iglesia románica de San
Salvatore; a la derecha, el
ábside de la parroquia rural
de Verucchio. Abajo, la torre
cilíndrica y la capilla de la
Madonna di Saiano.
8
Son testigos de su utilización a través del tiempo, el campanario
construido enfrente de la fachada en los siglos XII - XIII, una pintura al
fresco desprendida que representa a San Sebastián (s. XV), un espléndido Crucifijo del siglo XIV, hoy en la Colegiata, y el hito sobre el que
aún descansa la mesa del único altar: una escultura del alto Medievo
con pámpanos de hojas y un ave rapaz que coge con sus garras a un
pequeño cuadrúpedo, representados con un trazado esquemático y un
corte brusco típicamente bárbaro.
Las esculturas medievales tan antiguas son raras en el territorio
de Rímini, si bien se pueden recordar, como mínimo, el bonito plúteo
fragmentario de la iglesia de Santa Maria in Pietrafitta, en el término
municipal de San Giovanni in Marignano, recientemente descubierto,
y algunos capiteles de la parroquia rural de San Salvatore, en el término municipal de Rímini en dirección de Coriano: el primero es de los
siglos VIII-IX y los otros quizás sean más tardíos, a pesar de que aparezcan sobre capiteles bizantinos de los que toman las formas y los
motivos ornamentales. No hay que olvidar que la mejor colección de
esculturas del alto Medievo y medievales, casi siempre fragmentarias y
con frecuencia de origen incierto, se conservan en el Museo della Città.
San Salvatore es una iglesia interesante que, si bien haya sido
objeto de muchas reconstrucciones y restauraciones, conserva a pesar
de todo un aspecto pintoresco, un aire de sólida iglesia “románica”,
con sus formas sencillas y su mampostería desordenada, caracterizada por hileras de piedras y ladrillos, con unos pequeños arcos colgantes a los lados, unas ventanas pequeñas en forma de tronera y algún
que otro fragmento de mármol de “recuperación”, incluso romano.
En las colinas de la zona del interior del Rímini es posible hallar
unos edificios que conservan algún vestigio verdaderamente antiguo,
englobados en unas construcciones relativamente recientes. Pero para
hallar enteros, por no decir intactos, unos monumentos de antigua arquitectura religiosa, es necesario llegar hasta el valle del Marecchia: dejando Villa Verucchio se puede admirar la parroquia rural de San Martino,
con una rústica arquitectura románico - gótica, que se yergue en un declive salpicado por olivos umbrosos, a los pies del promontorio sobre el
que se levanta Verucchio; algo más adelante se ve, pasado el río, la iglesia, con tres coros, de la Madonna di Saiano, que presenta una planta
muy original con tres capillas que forman el ábside, extremamente pintoresca sobre un abrupto promontorio, y a cuyo lado se levanta una torre
cilíndrica de piedra que recuerda mucho las torres bizantinas; más adelante, ya en territorio de Feltre, las iglesias de San Leo, con la parroquia
rural y la catedral, y de Ponte Messa, que forman un precioso conjunto
arquitectónico que probablemente data de los siglos XI al XIII.
Itinerario 2 > Monasterios
Rímini
Iglesia de San Giuliano
via San Giuliano, 16
tel. 0541 25761
• apertura: 7:00-12:00/16:0019:00
Rímini
Iglesia de San Fortunato
via Covignano, 257
tel. 0541 751761
• apertura: verano 9:0012:00/15:00-20:00; invierno
9:00-12:00/15:00-18:00
Arriba, el retablo de Paolo
Veronese con el Martirio de
San Giuliano (1587) de la
iglesia de San Giuliano de
Rímini. Abajo, a la izquierda,
interior de la iglesia de San
Fortunato al Covigliano de
Rímini, antes abadía de los
Monjes del Monte de los
Olivos; a la derecha, el
retablo de Giorgio Vasari con
la Adoración de los Magos
(1547) en el ábside de la
iglesia de San Fortunato al
Covignano de Rímini.
11
En los documentos del alto Medievo que se conservan en Rímini,
es frecuente hallar citaciones de monasterios a pesar de que se trate,
por lo regular, de pequeñas iglesias llamadas así por estar a cargo de
un único sacerdote o, si estaban localizadas en el campo, de pequeños eremitorios. En los alrededores de Rímini, las primeras comunidades de monjes con una vida “regular” fueron benedictinas.
Rímini contaba con dos importantes abadías benedictinas, situadas fuera de la ciudad, junto a sus dos puertas principales: la de San
Pietro, al centro del pequeño burgo de San Giuliano, donde empezaba
la Via Emilia, y la de San Gaudenzo, en las afueras del burgo de San
Giovanni, al final de la Via Flamina. De la segunda, surgida junto a una
antigua necrópolis pagana y cristiana, no quedó nada después de las
demoliciones que siguieron a las supresiones napoleónicas. De la primera ha quedado la iglesia, hoy parroquial, bajo la advocación de San
Giuliano: tiene un sabor véneto muy marcado y se caracteriza por una
gran bóveda de medio cañón que da gran solemnidad al ambiente. Fue
completamente reestructurada en el s. XVI por los monjes de San
Giorgio in Alga, a quienes se debe el retablo de Paolo Veronese con el
martirio del Santo (1587) que se conserva al centro de un importante
marco arquitectónico de madera totalmente recubierto de oro. En la
tercera capilla a la izquierda se puede admirar un espléndido políptico
de Bittino da Faenza (1409) que narra la leyenda de San Giuliano y la
traslación de su cuerpo, a un gran sarcófago romano situado detrás
del altar, desde Istria hasta la costa de Rímini. En las otras capillas hay
unos importantes ciclos de pintura del siglo XVII, entre los que destacan dos retablos de Elisabetta Sirani (La Anunciación) y de Pietro
Ricchi (La entrega de las llaves a San Pedro, 1649).
Bastante menos antigua era una tercera abadía benedictina, del
“ramo” de los monjes del Monte de los Olivos, conocidos como “los
monjes blancos”, que se levantaba sobre el collado de Covignano,
cerca de Rímini; sólo ha quedado la iglesia que ahora es la parroquia
de San Fortunato. Fue fundada a principios del s. XV por Carlo
Malatesta, y gracias a la protección de esa familia, extendió rápidamente sus posesiones y derechos a otros muchos lugares de la zona,
adquiriendo también el antiguo monasterio de San Gregorio in Conca
con todas sus pertenencias. La iglesia, a través de los siglos, fue objeto
de importantes transformaciones, si bien conserve aún la planta y la
fachada del s. XV, un bonito techo renacentista y una capilla con excelentes pinturas al fresco de 1512, atribuibles al pintor Girolamo
Marchesi da Cotignola: en el mismo año de 1512 y, en el monasterio
situado junto a la iglesia, se recibió al pontífice Julio II. Pero no hay que
olvidar a otro “huésped”: es decir el pintor Giorgio Vasari que residió
Arriba, restos de la abadía
benedictina de San Giorgio in
Conca en Morciano.
Abajo, el ábside de la iglesia
parroquial de San Giovanni in
Marignano, antes de los
Benedictinos.
12
en el mismo en 1547. Mientras un monje “literato” transcribía y corregía el manuscrito de las Vite de’ più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, impreso luego en Florencia en 1550, el pintor, acompañado
por numerosos ayudantes realizó para la iglesia abacial, que aún conserva el ábside del s. XVII, una espléndida Adoración de los Reyes
Magos, quizás la obra maestra del artista y uno de los mejores cuadros
del manierismo italiano. El origen benedictino de la iglesia es todavía
perfectamente evidente gracias a la presencia de cuatro imponentes
estatuas de santos, monjes del orden del Monte de los Olivos, que dan
vida a la airosa nave y que fueron modeladas con estuco por el P.
Tommaso da Bolonia en 1650, así como de dos hermosos retablos pintados a mediados del s. XVII por el P. Cesare Pronti y que representan
a unos santos monjes vestidos de blanco y al mismo S. Benito.
En esa zona, sólo el valle del Conca ha mantenido aún alguna
huella de las numerosas abadías benedictinas que surgieron en el
Medievo, a las que se debe el primer saneamiento y la primera organización del valle. De la más antigua, consagrada a San Gregorio y
fundada por S. Pier Damiani hacia el año 1060, restan unas importantes y nobles ruinas, hoy casi ahogadas por modernas construcciones,
en las afueras de Morciano. Este pueblo, con toda probabilidad, atribuye sus propios orígenes precisamente a la protección de la abadía
y debido a que era lugar de mercado para todo el valle. Todavía hoy
se celebra una gran feria en la semana de San Gregorio (12 de marzo).
Entre las iglesias de origen monástico que han quedado en el
valle, hay que señalar la parroquia de San Giovanni in Marignano,
dedicada a San Pedro, que perteneció a los benedictinos negros, o
“monjes de Cassino”, y que dependía del monasterio de San Vitale de
Ravenna. Hoy se nos presenta bajo formas del s. XVIII y con buenas
obras de arte; pero ha perdido su carácter monástico y todo recuerdo
benedictino, a excepción del retablo del segundo altar a la izquierda,
que representa a los Santos Benito y Mauro, pintado por Gian Andrea
Lazzarini en 1753.
Los hechos napoleónicos condujeron a la supresión, a finales del
s. XVIII y principios del XIX, de todas las comunidades religiosas de
Romaña: no se reconstruyó ningún monasterio benedictino de la provincia de Rímini cuando se procedió a la restauración y ello fue debido
incluso al hecho de que los edificios habían sido demolidos rápidamente o transformados de raíz, vendiéndose o destruyéndose los
objetos que contenían. Incluso otras muchas órdenes religiosas, antes
muy florecientes y numerosas, no regresaron a la zona de Rímini.
Itinerario 3 > Conventos
Rímini
Iglesia de Sant’Agostino
via Cairoli, 14
tel. 0541 781268
• apertura: invierno 9:0012:00/15:30-17:30; verano
9:00-12:00/15:30-18:30
Verucchio
Iglesia de Sant’Agostino
via Sant’Agostino
Arriba, la iglesia de San
Giovanni Evangelista (llamada
de Sant’Agostino) en Rímini.
Abajo, a la izquierda detalle
de un fresco del s. XIV en el
ábside de Sant’Agostino de
Rímini; a la derecha, detalle
de otro fresco del s. XIV con el
Juicio Universal procedente
de la iglesia de Sant’Agostino
de Rímini, ahora en el Museo
della Città.
15
Entre las órdenes religiosas más importantes presentes en
Rímini a lo largo de todo el siglo XVIII hay que señalar la de los
Agustinos, que se habían asentado ya a mediados del s. XIII, y que
contaban con una gran iglesia situada en el centro de la ciudad, junto
a la que estaban reconstruyendo un imponente convento precisamente por los años en los que el ejército napoleónico invadió las legaciones y cuando el gobierno italiano procedió a su supresión. La iglesia
está dedicada a S. Juan Evangelista, pero generalmente se conoce
por S. Agustín. Es una de las mayores de la ciudad y conserva en el
ábside y en la capilla del campanario los principales y mejores testigos de aquella “escuela” pictórica de Rímini que constituye uno de
los movimientos artísticos más importantes del s. XIV de Italia del
norte y que tuvo como a sus precursores al miniaturista Neri y a los
pintores Giuliano y Giovanni da Rímini. Se trata de unos frescos dedicados a la Vida de la Virgen y la Vida de San Juan Evangelista, y además, en la pared del fondo del ábside, a las representaciones de
Jesucristo y la Virgen en majestad. A los mismos pintores se debe un
Crucifijo pintado sobre tabla de madera, situado en la pared a la derecha de la nave, y una escena grandiosa con el Juicio Universal, que
antes estaba sobre el arco de triunfo y ahora se encuentra en el
Museo della Città. Fue objeto de importantes reestructuraciones a lo
largo de los siglos XVII y XVIII y, actualmente, es de estilo barroco.
Además de los numerosos retablos del s. XVIII destacan las estatuas
de estuco de Carlo Sarti, aproximadamente de 1750, y el hermoso
techo plano de Ferdinando Bibiena con unas pinturas de Vittorio
Bigari (1722) y, sobre todo, en el primer altar a la derecha, una interesante estatua de madera del s. XIII de Jesús depuesto en la Cruz, y
que en origen debía de formar parte de un Calvario, procedente de la
antigua catedral de Santa Colomba.
Siempre de los Agustinos, en la zona han quedado el monasterio
y la iglesia de Verucchio, construidos en una estupenda posición
panorámica, en el límite del promontorio sobre el que se levanta el
pueblo. El convento, ahora de propiedad municipal, se caracteriza por
una arquitectura limpia y sencilla, recientemente restaurada para acoger el importante museo cultural de Villa Verucchio; la iglesia situada
al lado, en espera de ser restaurada, es muy agradable gracias a sus
estucos barrocos y las fantasiosas hornacinas doradas que enmarcan
los interesantes lienzos de los siglos XVII y XVIII.
También los Dominicos, a partir del s. XII, tuvieron en Rímini un
convento importante con una gran iglesia dedicada a San Cataldo,
ahora completamente destruida. De una de sus capillas procede la
elegante tabla de Ghirlandaio que se conserva en el Museo della
Città, que representa a los Santos Vicente Ferrer, Sebastián y Roque
venerados por Pandolfo IV Malatesta con su familia (1494).
Pertenecía a los Dominicos de Rímini la modesta iglesia parroquial de Valliano, Santa María del Socorro, solitaria y escondida
entre los pliegues de un pequeño valle aislado entre Coriano y
Montescudo. Su ábside está decorado con unas importantes pinturas
al fresco de estilo renacentista que representan a Vírgenes con el
Niño Jesús y a santos y doctores de la Iglesia, realizados en el último
decenio del s. XV por un artista toscano cuyo lenguaje se ha convertido en agradable y accesible gracias a las inflexiones populares. Junto
al ábside, dos frescos votivos, pintados por otro artista, que representan a San Antonio Abad y el Desposorio místico de Santa Catalina.
Arriba, la iglesia de los
Agustinos de Verucchio.
Abajo, las pinturas al fresco
de los últimos años del s. XIV
con los Doctores de la Iglesia,
en la iglesia de Valliano.
16
Itinerario 4 > Por las huellas de San Francisco
Villa Verucchio
Convento franciscano
e iglesia de Santa Croce
via del Convento, 150
tel. 0541 678417
• apertura: 7:00-12:00/15:0018:00
Arriba, el claustro del
convento franciscano de Villa
Verucchio, con el ciprés de
San Francisco. Abajo,
Crocifissione, pintura al
fresco de escuela de Rímini
del s. XIV en la iglesia
franciscana de Santa Croce,
siempre en Villa Verucchio.
19
Mejor enraizado en la sociedad local y más en consonancia con
la mentalidad y la devoción populares, el movimiento franciscano
logró conservar, o reconquistar, muchos de los conventos que poseía
antes de las supresiones. Por otra parte, el mensaje franciscano en la
zona cuenta con raíces profundas y recuerda siempre la presencia de
San Francisco: según la tradición el santo visitó estos lugares en
mayo de 1213, bajando por el valle del Marecchia después de haber
recibido en San Leo, de parte de messer Orlando de’ Cattanei da
Chiusi, la donación del Monte de la Verna. Durante su camino hacia
Rímini se detuvo en un bosque situado a los pies del collado de
Verucchio, donde se levantaba un pequeño eremitorio consagrado a
la Santa Cruz y allí obró algunos milagros: es decir, ordenó a los pájaros que, con su canto, no le distrajeran de sus rezos, hizo brotar una
fuente de agua con propiedades curativas, plantó e hizo florecer su
seco bordón de ciprés. Bien pronto el pequeño eremitorio se transformó en convento y a su lado surgió una iglesia bajo la advocación de la
Santa Cruz, que todavía existe en Villa Verucchio y que es la fundación más antigua de la Provincia Franciscana de Bolonia. El paraje, por
su aislamiento y debido a la presencia de olivos y cipreses, todavía
hoy es muy sugestivo; cerca del mismo brotan unas aguas curativas
que recuerdan el milagro del manantial, mientras que en el claustro
del convento se puede admirar el ciprés plantado por San Francisco:
un colosal y raro monumento vegetal que los botánicos, confrontando
la leyenda seráfica, estiman que pueda tener por lo menos setecientos años. Además del ciprés, cuya altura actual, después de la caída
de su punta el 6 de diciembre de 1980, es de unos 25 m y la circunferencia máxima del tronco es de 7,37 m; en el ámbito del convento se
indica el lugar en que, según la tradición, se levantaba la cueva de
San Francisco. Pero no hay que olvidar la iglesia, con su bonito portal
del s. XIV, un amplio interior neoclásico y un elegante coro renacentista de madera tallada; y, en la pared de la izquierda, entre los arcos del
s. XIX, hay que prestar atención a una pintura al fresco de tenues
colores en la que aparecen muchas figuras: representa la Crucifixión y
fue pintada en la primera mitad del s. XIV por un excelente artista de
la “escuela de Rímini”.
Prosiguiendo en su camino hacia Rímini, el Santo se detuvo a
pasar la noche después haber recorrido unas pocas leguas: este lugar
ha sido individuado como Vergiano; se puede reconocer fácilmente
gracias a dos hileras de cipreses que bordean un breve sendero que
desde la carretera lleva hasta una casa de campo, en cuya fachada
destacan algunos elementos pseudomedievales que corresponden a
una antigua morada. La modesta iconografía franciscana, agradable y
Santarcangelo di Romagna
Iglesia Colegiata
piazza Balacchi, 7
tel. 0541 626109
• apertura: 7:30-12:00/15:0019:00
Rímini
Templo Malatestiano
via IV Novembre, 35
tel. 0541 51130 (sacristía)
0541 439098 (secretaría
diocesana)
www.diocesi.rimini.it
diocesi@diocesi.rimini.it
Es la Catedral de la Diócesis
de Rímini.
• apertura: laborables 8:3012:30/15:30-19:00; festivos
9:00-13:00/15:30-19:00
Arriba, Jacobello di Bonomo,
políptico de 1385 procedente
de la iglesia, destruida, de
San Francesco y ahora en la
Colegiata de Santarcangelo.
Abajo, la fachada del Templo
Malatestiano de Rímini
(1450), obra de Leon Battista
Alberti.
20
pintoresca, es de 1925.
En la región de Rímini, entre Verucchio, Rímini, Santarcangelo,
Montefiore y Cattolica, se cuenta con la presencia de los Franciscanos
en sus tres órdenes: Conventuales, Menores y Capuchinos; naturalmente, todos los conventos cuentan con unas iglesias interesantes
tanto por su arquitectura como por los objetos de culto. Entre las iglesias franciscanas arrasadas hay que recordar, por lo menos, la de los
Conventuales de Santarcangelo, con su enorme mole y sus muchas
obras de arte; de ella procede el suntuoso políptico que ahora se
encuentra en el ábside de la Colegiata de Santarcangelo, una obra de
arte que goza de justa fama debida al veneciano Jacobello di Bonomo
(1385): dentro de unos marcos góticos finamente entallados encierra
dieciséis tablas en las que se representan, sobre fondo dorado, la
Crucifixión y la Virgen con el Niño, junto a varias figuras de santos.
Entre las memorias franciscanas de Rímini, muchas de ellas se
refieren a San Antonio de Padua, que en la ciudad hizo el milagro de
los peces y el de la mula para confundir y convertir a los Patarini. En
recuerdo de este último milagro, en el s. XVI, se levantó el templete
de San Antonio en la plaza mayor de la ciudad, la actual piazza Tre
Martiri. Pero sin lugar a dudas el edificio franciscano más célebre es
el Templo Malatestiano, dedicado exclusivamente a San Francisco
antes de que se convirtiera en catedral, en época bastante reciente,
por voluntad de Napoleón (1809).
Construido durante el s. XIII, pronto acogió las tumbas de los
personajes más ilustres de los Malatesta, que eran muy devotos de
San Francisco y propiciaban la acción pacificadora de los
Franciscanos. A finales del s. XIII o a principios del sucesivo, Giotto
pintó al fresco el ábside, por encargo de los Malatesta, según cuenta
Vasari: de la obra del gran pintor toscano ha quedado sólo un gran
Crucifijo pintado sobre tabla y mutilado en sus extremos. En 1447
Sigismondo Malatesta hizo construir dos capillas patricias y funerarias, para sí y para su amante, luego su esposa, Isotta degli Atti; en
1448 hizo voto de renovar el templo y, en 1450 o poco después,
empezaron las obras según proyecto de Leon Battista Alberti para la
parte exterior, pero continuando con el estilo gótico tradicional de las
dos primeras capillas por lo que se refiere a la parte interior, bajo la
supervisión de Matteo de’ Pasti y de Agostino di Duccio. El edificio,
que debía terminar con una gran rotonda rematada por una cúpula,
quedó por acabar como consecuencia de la excomunión (1461), la
derrota (1463) y la muerte de Sigismondo (1468). El ábside actual es
fruto de las obras conclusivas del s. XVIII y de la reconstrucción hecha
después de la guerra, ya que los bombardeos causaron importantes
De arriba a abajo y de
izquierda a derecha. Detalle
del interior del Templo
Malatestiano: Arca de los
antepasados, columna con
elefantes, bajorrelieve de
Agostino di Duccio, retrato de
Sigismondo por Piero della
Francesca (1451), Stimmate di
San Francesco por Giorgio
Vasari (1548), Crocifisso de
Ghiotto (hacia 1300) en el
ábside.
23
daños al Templo, destruyendo el ábside, el tejado, las sacristías y
arrancando el paramento lapídeo exterior.
A pesar de que no esté terminado, es uno de los monumentos
más conocidos e importantes del primer renacimiento, tanto por su
arquitectura exterior, que se inspira en la antigüedad, como por su
rico interior ornado por unas esculturas de elegante factura de
Agostino di Duccio. Al igual que los antiguos monumentos romanos,
está revestido con piedra clara. La fachada, formada por tres arcos
con medias columnas a los lados, es muy solemne y muestra un profundo conocimiento del Arco Romano de Rímini. Los lados, extremamente severos y armoniosos en su misma sencillez, están formados
por una serie de pilares y arcos bajo los cuales hubieran debido colocarse los sepulcros de las más ilustres personalidades de la corte, si
bien el proyecto se realizó sólo por la parte derecha. Entre los pilares
y la pared del Templo se puede ver una especie de crujía y la escasa
correspondencia con los huecos: falta de exactitud, en ésta y en otras
ocasiones, ya desaprobada por Pasti, a quien Alberti escribía en
1454: “Quanto al fatto del pilastro nel mio modello, ramentati ch’io ti
dissi, questa faccia chonvien che sia opera da per sé, perché queste
larghezze et altezze delle chappelle mi perturbano... vuolsi aiutare
quel ch’è fatto, e non guastare quello che s’abbia a fare. Le misure et
proportioni de’ pilastri tu vedi onde elle nascono: ciò che tu muti si
discorda tutta quella musica” (“En cuanto al hecho de la columna de
mi proyecto, acuérdate que yo te dije que esta parte conviene que sea
obra ya de por sí, porque estos anchos y la altura de las capillas me
preocupan … hay que ayudar lo que se ha hecho ya y no echar a perder lo que queda por hacer. Las medidas y proporciones de las columnas ves donde nacen: lo que se cambia quita armonía al conjunto”).
Son unas frases que confirman la clara visión de los problemas arquitectónicos de Alberti y su concepción de la arquitectura en cuanto
lógica armonía. Otros fragmentos de la misma carta contienen unas
declaraciones explícitas sobre su fe en la razón y en lo ejemplar de la
arquitectura clásica.
Todo el edifico se levanta sobre un podio coronado por una faja
en la que aparecen muchos elementos heráldicos malatestianos, que
encontramos también y con profusión el interior: desde el escudo de
armas de la familia, con unas bandas ajedrezadas, hasta el que lleva
el monograma de Segismondo (S e I), alternados a escudos con la
rosa de cuatro pétalos y el elefante. En el interior del templo, el elefante se utiliza así mismo como base de pilares y sarcófagos, para
rematar los escudos tradicionales y para formar el escaño de la estatua de San Sigismondo: animal simbólico al que se atribuyen muchos
significados, fue uno de los preferidos de Sigismondo y su hermano
Malatesta Novello, que lo acompañó con el lema: “Al elefante indio
no le dan miedo los mosquitos”.
Es muy probable que Leon Battista Alberti hubiera dado importantes consejos incluso por lo que se refiere a la decoración interior
del edificio, de los que quedaron totalmente excluidas las pinturas al
fresco, ya que en parte corresponden a su concepción decorativa,
hecha explícita en el tratado de arquitectura que estaba escribiendo
precisamente por aquellos años. La misma es, de todos modos, de
gusto marcadamente gótico.
Las capillas malatestianas están encerradas por altas balaustradas y se caracterizan por unos pilares de mármol; en la primera a la
izquierda se encuentra el sarcófago “de los Antepasados y los
Descendientes”; la segunda a la derecha es la de Isotta; el sepulcro
de Sigismondo se encuentra en la tumba junto a la puerta, entrando a
la derecha. Las capillas más admiradas son las llamadas de los
Planetas, o del Zodíaco y de las Artes Liberales (o de las Musas), en
origen dedicadas a los santos Jerónimo y Agustín. Dentro de la Celda
de las Reliquias, entre la primera y la segunda capilla a la derecha, se
conserva encima de la puerta la célebre pintura al fresco que representa a Sigismondo arrodillado ante San Sigismondo, firmado por
Piero della Francesca y fechado en 1451. Entre las obras posteriores
al período malatestiano, reviste particular importancia un gran lienzo
en el que Giorgio Vasari pintó a San Francisco recibiendo los estigmas (1548), en la última capilla de la izquierda, pero ya en el altar
mayor, donde ahora se encuentra el Crucifijo de Giotto.
24
Itinerario 5 > Iglesias marianas
Rímini
Santuario Madonna
delle Grazie
via delle Grazie, 10
tel. 0541 751061
• apertura: 7:00-12:30/16:0018:30
Montefiore Conca
Santuario Madonna
di Bonora
via Santuario, 116
tel. 0541 980053
• apertura: 8:00-19:00
25
Muchas iglesias franciscanas están dedicadas a la Virgen y es
franciscano el santuario mariano más antiguo de la diócesis y de los
alrededores de Rímini. Se trata de la iglesia de la Madonna delle
Grazie, que se levanta cerca de Rímini, en la colina de Covignano. Sus
orígenes están rodeados, como en muchos otros casos, de milagros y
leyendas. En 1286 un pastorcillo, que apacentaba su rebaño en la colina, esculpió en un tronco de árbol una Virgen cuyo rostro terminaron
los ángeles debido a la escasa pericia del improvisado artista - pastor.
La imagen, tan prodigiosamente acabada, si hizo a la mar y llegó a
Venecia, donde se venera aún en la iglesia de San Marcial como la
“Madonna di Rimini”. En la colina de Covignano, en el lugar del milagro, se construyó una capilla y luego una iglesia (1391) bajo la advocación de la Madonna dalle Grazie, ampliada, mejor dicho “redoblada”
en el s. XVI. En el altar mayor hay una bonita Anunciación obra del pintor umbro Ottaviano Nelli de principios del s. XV y que hasta poco se
atribuía a Giotto. Tanto el Santuario como el Convento delle Grazie se
vieron gravemente afectados durante la última guerra mundial, pero
el pequeño claustro, si bien reconstruido, conserva el candor y el calor
de toda la sencilla arquitectura franciscana y la nave de la izquierda
de la iglesia - cubierta con un bonito techo aquillado de sabor véneto es de quieta belleza y cuenta con notables obras de arte y una interesante serie de tablillas votivas. La fachada es un importante legado de
la construcción primitiva, bajo el pórtico del s. XVII, con un portal gótico enmarcado por fragmentos de pinturas al fresco que representan la
Anunciación, probablemente de Ottaviano Nelli.
El santuario de la Virgen de Montefiore, el más famoso del valle
del Conca, también estuvo bajo los Franciscanos durante más de dos
siglos. Sus orígenes se remontan a los primeros años del s. XV, cuando un tal Bonora Ondidei hizo pintar al fresco en una pared de la
celda que había levantado entre los bosques una imagen de la Virgen
que amamanta a Jesús. En 1409 el ermitaño dejó a los Franciscanos
su pequeña construcción de la que ha quedado la pared con la imagen religiosa que todavía hoy se llama la Virgen de Bonora. El santuario surgió lentamente alrededor de esta imagen, solemnemente coronada en 1926, si bien el mismo haya sido restaurado y transformado
radicalmente en los primeros decenios de nuestro siglo.
En el Valle del Conca, atravesado por un camino frecuentado por
los peregrinos que iban a Loreto, abundan las iglesias dedicadas a la
Virgen; con frecuencia se trata de construcciones modestas, pero que
revelan siempre la gran difusión del culto mariano en la zona. En el
mismo Montefiore, por ejemplo, también la pequeña iglesia del hospital fundado en s. XV a las afueras del pueblo, está dedicada a la
Montegridolfo
Iglesia de San Rocco
via Borgo
tel. 0541 855059
• apertura: 8:00-12:00/14:0018:00
Arriba, detalle de la
Annunciazione de Ottaviano
Nelli, en el ábside de la iglesia
de la Madonna delle Grazie
al Covignano de Rímini.
Abajo, a la izquierda, detalle
del fresco del s. XV en la
iglesia del Ospedale en
Montefiore; a la derecha,
retablo de Guido Cagnacci
(hacia 1629) de la iglesia de
San Rocco en Montegridolfo.
27
Virgen, que aquí se invoca bajo el título “de la Misericordia”: el
ambiente conserva amplios fragmentos de las pinturas al fresco que
recubrían todas las paredes de la nave y del ábside y que representaban el Juicio universal, la Resurrección de los muertos, el Infierno, el
Paraíso y los Cuatro Evangelistas: fueron realizadas hacia 1475-80
por un buen pintor de la escuela de Urbino. Desde el ábside, dominaba el pequeño ambiente un retablo que representaba a la Virgen de la
Misericordia con los santos protectores del pueblo, de 1485, probablemente pintado por el mismo artista de las pinturas al fresco: fue
atribuido a Giovanni Santi, luego a Bartolomeo di Gentile y recientemente a Bernardino Dolci; desde la posguerra se encuentra en el
altar mayor de la iglesia parroquial, que de su estructura original gótica conserva, sobre todo, el precioso portal de piedra y entre los objetos de culto antiguos un gran Crucifijo pintado sobre una tabla con
bordes irregulares, obra de un pintor ignoto de Rímini en el s. XIV.
En las colinas del sur de Rímini, al otro lado del Valle del Conca y
ya en vistas del Foglia y del confín territorial con Marche,
Montegridolfo es motivo de interés por lo que se refiere al culto
mariano. También aquí, en las afueras del pueblo, hay una pequeña
iglesia que, por su situación y por el hecho de estar dedicada a San
Roque, debería de surgir junto a un hospital para peregrinos. En la
segunda mitad del s. XV, un pintor de Marche pintó al fresco en su
ábside una Virgen con el Niño entre S. Roque y S. Sebastián; un siglo
después, los fieles quisieron renovar completamente la imagen, que
fue rehecha sobre la anterior, siempre con la técnica de la pintura al
fresco y sin cambiar la iconografía, pero mayor y con unas formas que
seguían los dictados del clasicismo del s. XVI, obra de un pintor de
Umbria - Marche; la operación se repitió por tercera vez un siglo después y la imagen contó con unas formas adecuadas a la devoción del
s. XVII por obra de Guido Cagnacci, que la pintó sobre lienzo añadiendo otro santo, San Jacinto, a los anteriores y modificando sensiblemente las relaciones entre las figuras. Con una delicada operación de
separación, los frescos han sido recientemente recuperados, restaurados y valorizados: ahora las tres obras se pueden admirar en la pequeña iglesia y, además de mostrarse en toda su armoniosa belleza, ofrecen más de un momento de reflexión sobre la preexistencia del culto,
sobre la función de las imágenes, sobre la sutil variación de la iconografía con relación a la devoción, sobre el cambio de gustos y estilos.
Siempre en Montegridolfo, en la localidad de Trebbio, se levanta
un santuario mariano consagrado a la Beata Vergine dalle Grazie.
Sus orígenes se relacionan con la aparición de la Virgen a Lucantonio
di Filippo el 25 de junio de 1548 y a Antonia Ondidei el 7 de julio del
Trebbio di Montegridolfo
Santuario Beata Vergine
delle Grazie
via B.V. delle Grazie, 13
tel. 0541 855037
• apertura: 9:00-18:00
Rímini
Iglesia de la Madonna
della Colonnella
via Flaminia
tel. 0541 384545
• apertura: 8:00-12:00/16:0018:00
Arriba, detalle del retablo
de Pompeo Morganti (1549)
en la iglesia de la Beata
Vergine delle Grazie de
Montegridolfo. Abajo, interior
y detalle de la iglesia del
s. XVI de Santa Maria della
Colonnella de Rímini.
28
mismo año; pocos meses después una bula de Pablo III autorizaba la
construcción de una capilla que luego fue reconstruida y ampliada
gracias a la participación de numerosos fieles. De la construcción primitiva ha quedado bien poco, pero sobre el altar mayor aún se puede
admirar la pintura realizada por el pintor Pompeo Morganti, nacido
en el valle de Fanes (Dolomitas) en 1549, sobre la narración de los
dos videntes: representa La aparición de la Virgen a Antonia, una
mujer de sesenta años; sobre un fondo, verdaderamente bello y en el
que aparece un retrato fiel de Montegridolfo y del paisaje rural de la
zona, y narra también el milagroso encuentro de Lucantonio con “la
piu’ bella donna che io abbia visto, et era de statura grande” (“la
mujer más bella que nunca he visto y muy alta”).
Montegridolfo no es el único santuario mariano del territorio de
Rímini erigido en el s. XVI para conmemorar un milagro. En efecto, se
levantaron varios más, incluso en Fiumicino, en el término municipal
de Savignano (1524) reconstruido y ampliado en 1729 y en la posguerra, en Casale di San Vito, en el ayuntamiento de Santarcangelo
(1593), ampliado en 1603 y completamente destruido durante la guerra y reconstruido con formas modernas, y en la Colonnella, en la Vía
Flaminia aproximadamente a un kilómetro de Rímini.
La iglesia de la Virgen de la Colonnella es, desde un punto de
vista cronológico, el primero de los grandes santuarios marianos del
s. XVI, ya que fue construido por el ayuntamiento hacia 1510 en honor
de una imagen de la Virgen con el Niño pintada (1483) en una pequeña hornacina junto al camino, y convertida en milagrosa en 1506 por
haber salvado de la horca a un peregrino acusado injustamente de
homicidio. El edificio sufrió graves daños durante la guerra pero ha
sido perfectamente restaurado. Se trata de una verdadera obra maestra del Renacimiento gracias a la armonía de su planta arquitectónica
y a la mesurada riqueza de los motivos ornamentales, formados por
lesenas y aleros de barro cocido finamente adornados con decoraciones grutescas. Estas últimas son de Bernartino Gueritti, de Ravenna,
que construyó también unos edificios de Forlí proyectados o directamente inspirados en Marco Palmezzano, a cuyo arte armonioso y
ornamentado puede remitirse la ideación arquitectónica del conjunto.
En Rímini, también dentro de su casco antiguo, hay un importante santuario mariano dedicado a la Virgen bajo el título “de la
Misericordia”. Es uno de los más recientes, puesto que se fundó después del prodigioso movimiento de los ojos de la imagen de la Virgen,
advertido por vez primera en 1850. La iglesia, conocida como “Santa
Chiara”, es ecléctica y se debe al arquitecto de Rímini Giovanni
Benedettini: en el centro del ábside se encuentra la imagen milagro-
Rímini
Santuario Santa Chiara
via Santa Chiara, 28
tel. 0541 785560
• apertura: 12:00-16:00
30
sa, copia, debida al pintor Giuseppe Soleri Brancaleoni, de una imagen también milagrosa gracias a un idéntico prodigio manifestado
medio siglo antes, y que la Confraternita di San Girolamo (Cofradía de
San Jerónimo) conserva aún en la capilla de San Giovannino.
Itinerario 6 > Pequeñas catedrales
Rímini
Iglesia de los Servitas
(llamada de los Siervos)
corso d’Augusto, 200
tel. 0541 27930
• apertura: 8:30-11:30/15:3017:30
31
El período barroco dejó muchas huellas en el arte religioso de
Rímini. Mientras que en el s. XVII, gracias a una sincera exigencia piadosa y de adhesión a los dictados de la Contrarreforma, se renovaron
casi todos los retablos, en el s. XVIII fueron enteramente transformados o reformados muchos edificios de culto, por lo regular con unas
formas grandiosas y prestando siempre particular atención tanto a los
motivos decorativos como a la elegancia. La pintura religiosa del siglo
XVII al XVIII pasa de los fuertes acentos naturalistas de Cagnacci y
Centino, que trabajaban en la primera mitad del s. XVII tanto en la ciudad como en sus alrededores, a los de inspiración clásica y a las piadosas composiciones de Guercino y de los pintores de escuela boloñesa, para llegar a las arcaizantes academias barrocas de Giovan
Battista Costa, un pintor local muy activo hasta 1767; cuenta también
con numerosas obras maestras importadas de Roma, Venecia y
Urbino. Por lo que se refiere a la arquitectura, evita los excesos del
barroco pletórico de fasto y fantasía, para seguir una línea romano boloñesa con algún rasgo racionalista en la segunda mitad del s. XVII,
si bien toda su obra tenga prácticamente por marco el s. XVIII.
En el s. XVIII, en efecto, se renuevan las principales iglesias de
los alrededores y de la ciudad. En Rímini surgió la iglesia de los
Jesuitas, y fueron reconstruidas o profundamente modificadas, dotándolas con nuevos retablos y estucos, las de los Agustinos, los
Carmelitas y los Siervos de María. Esta última, reconstruida con proyecto del boloñés Gaetano Stegani, entre 1777 y 1779 fue enriquecida por unos estupendos estucos rococó debidos a Antonio
Trentanove, modelados y dorados en 1887; cuenta con unos cuadros
de Francesco Albani (1621), Lucio Massari (1620), Ubaldo Gandolfi
(1779) y Giovan Battista Costa (1440).
Recorriendo la zona hay por doquier capillas de modestas
dimensiones pero de elegantes proporciones y parroquias rurales
extremamente pobres pero llenas de estucos y pinturas. La capilla llamada “de la escuela” en San Giovanni in Marignano, la iglesia parroquial de Mondaino y la de San Vito, la iglesia de las Monjas de
Santarcangelo y la del sufragio de Verucchio, por ejemplo, son unos
edificios deliciosos y unos monumentos de gran interés artístico gracias a su arquitectura y a las obras que arte que contienen. Pero enumerarlos todos sería demasiado largo y, en definitiva, inútil.
Aquí hay que señalar el tentativo, realizado en el s. XVIII en los
principales centros de la diócesis, de valorizar y racionalizar de algún
modo el ejercicio del culto y la vida del clero reuniendo y reduciendo
el número de los edificios religiosos con la creación de las iglesias
colegiatas. En Savignano la Colegiata fue fundada en 1732, en
Santarcangelo di Romagna
Iglesia Colegiata
piazza Balacchi, 7
tel. 0541 626109
• apertura: 7:30-12:00/15:0019:00
Verucchio
Iglesia Colegiata
via San Martino
tel. 0541 670197
• apertura: 7:30-12:00/15:0019:00
Arriba, interior de la iglesia
de los Siervos (s. XVIII) de
Rímini, obra de Gaetano
Segati. Abajo, detalle de la
iglesia llamada de la Scuola di
San Giovanni en Marignano.
33
Santarcangelo en 1744 y en Verucchio en 1796, pero debido a toda
una serie de retrasos y dudas, no se edificó hasta 1865 y 1874. Estas
iglesias fueron concebidas casi como unas catedrales, no sólo por la
constante presencia del coro de los canónigos, sino por sus importantes dimensiones y sus formas aúlicas.
La Colegiata de Santarcangelo es uno de los edificios del s. XVIII
más importantes de toda la zona de Rímini; construida entre 1744 y
1758 por Giovan Francesco Buonamici, arquitecto de cámara y también arquitecto de la catedral de Ravenna, cuenta con un interior
grandioso y elegante, que recuerda con sobriedad las formas romanas y boloñesas. En la amplia cuenca del ábside hay un hermoso retablo que representa a los santos protectores del pueblo, obra de
Giovan Gioseffo Dal Sole; en la sombra discreta de las capillas laterales, sobre los altares de varias cofradías, con unos doseles del s. XVIII
de escayola policromada, se pueden admirar unos retablos de notable belleza, por ejemplo, el del segundo altar a la izquierda, realizado
para la cofradía de carpinteros y herreros por Guido Cagnacci en
1635: representa a San José, Jesús y San Eloy. En la capilla a la derecha se conserva un Crucifijo pintado sobre tabla por un desconocido
pintor de Rímini en el segundo cuarto del s. XIV y procedente de la
parroquia rural. También cabe destacar el exterior de esta iglesia,
privo de adornos y con una calibrada estereometría.
Más rebuscada y afectada, pero siempre imponente y solemne,
es la colegiata de Verucchio, construida muy tarde por una serie de
circunstancias desfavorables, entre las que cabe contar la ocupación
napoleónica y los hechos del Risorgimento italiano, con sus muchas
supresiones y consecuencias relativas a problemas internos y a las
dificultades para recuperar los bienes patrimoniales indispensables
para su construcción. El proyecto de esta iglesia es de Antonio
Tondini, natural de Verucchio, artista erudito con gustos elécticos y
arquitecto aficionado: el proyecto, en efecto, fue firmado en 1863 por
Giovanni Morolli, de Rímini, ya que Tondini no disponía del “permiso” necesario. La planta se inspira en los motivos barrocos y renacentistas y, en origen era azul y blanca, con unos motivos decorativos
dorados: es decir, tenía una apariencia mucho más neoclásica y más
“de estilo imperio” que ahora; los modernos repintados han acabado
por alterar incluso el sentido del espacio, exaltado gracias al frío
reflejo de la luz sobre el enlucido de color y los perfiles pronunciados.
En la colegiata se recogen varios retablos y objetos de culto procedentes de las iglesias de Verucchio; entre todos ellos cabe destacar el
lienzo del altar mayor San Martino que da su capa al pobre de Giovan
Francesco Nagli, llamado el Centino, (1650, aproximadamente).
Saludecio
Iglesia de San Biagio
piazza Beato Amato
tel. 0541 982100
• apertura: 8:00-12:00/15:0018:00
Arriba, Guido Cagnaci, San
Giuseppe, Gesù e Sant’Eligio
(1635) de la Colegiata de
Santarcangelo. Abajo, a la
izquierda, interior de la
Colegiata de Verucchio; a la
derecha, Giovan Francesco
Nagli, llamado el Centino, la
Carità di San Martino (1650),
retablo del altar mayor de la
Colegiata de Verucchio.
35
Pero las verdaderas obras maestras de esta iglesia son dos
Crucifijos pintados sobre unas tablas con molduras: el primero está
colgado en el presbiterio y es de un artista desconocido, natural de
Rímini, de la primera mitad del s. XIV, conocido como el “Maestro di
Verucchio”; el segundo es una obra veneciana, de Catarino, por lo
que se refiere a la carpintería de madera, y de Nicolò di Pietro, por la
parte pictórica; la firma de Catarino y Nicolò, fechada 1404, aparece
en la base de la cruz. La Colegiata de Verucchio fue concebida como si
fuera la “catedral de Valmarecchia media”.
Valconca cuenta también con una iglesia que puede ser considerada como la “catedral” del valle: se trata de la parroquia de
Saludecio, dedicada a San Blas. Se construyó entre 1794 y 1802, es
decir, en unos años verdaderamente difíciles, debido a la grave crisis
económica y política, gracias al valor y la constancia de un ilustre
párroco local, don Antonio Fronzoni, y al entusiasmo por la beatificación oficial (1776) de Amato Ronconi, venerado desde el s. XIV como
protector del pueblo. Esta iglesia, proclamada “santuario” en 1930,
presenta unas formas muy elegantes y armoniosas, fruto de una inteligente reelaboración y racionalización de unos esquemas centralizados de gusto barroco. Su autor es Giuseppe Achilli, natural de
Cesena, y que en la misma dejó su obra maestra y quizás la obra
maestra de toda la arquitectura los últimos años del s. XVIII de la
zona de Rímini. Los estucos de la iglesia, colocados muy sobriamente
para enriquecer la estructura arquitectónica, son del modelador
Antonio Trentanove, nacido en Rímini, mientras que las pinturas pertenecen a buenos artistas de Romaña y Marche de los siglos XVII y
XVIII. Entre ellos destacan dos espléndidos retablos de Guido
Cagnacci que representan a San Sixto Papa y La procesión del
Santísimo Sacramento (1628).
En la sacristía se puede admirar una buena colección de paramentos, objetos de culto y cuadros, sobre todo de los siglos XVII y
XVIII, procedentes de iglesias y capillas de la zona suprimidos a finales del s. XVIII, así como varios testimonios del culto al Beato Amato.
Profundizaciones > Santos locales
Está en curso el proceso de beatificación del beato Amato; pero
no es el único beato de la zona, ya que casi cada pueblo cuenta con
uno, más o menos antiguo y venerado, y más o menos reconocido oficialmente por la Iglesia: se pueden recordar, entre otros, a los beatos
Giovanni Gueruli, Gregorio Celli y Bionda da Verucchio (de Verucchio),
al beato Alessio Monaldi (de Riccione), al beato Simone Balacchi (de
Santarcangelo), al beato Cipriano Mosconi (de Saludecio), al beato
Enrico Ungaro (de Passano di Coriano).
Pequeñas o grandes capillas o sencillos altares en las iglesias
parroquiales de cada pueblo custodian sus reliquias y recuerdan su
vida y sus prodigios. Con frecuencia su culto, muy limitado por lo que
se refiere a la extensión territorial, se basa en leyendas ingenuas, en
narraciones populares llenas de milagros con los que se entremezclan
fe, poesía y fantasía. Lo mismo se puede decir de los antiguos santos
de la ciudad, como Arduino y Chiara de Rímini, y de los más antiguos
patronos, los santos Innocenza, Gaudenzo e Giuliano.
También la edad moderna ha dado hombres con una vida ejemplar, cuyos ejemplos de santidad son bien conocidos y están bien
documentados: entre los beatos modernos podemos recordar a fray
Pío Campidelli y sor Elisabetta Renzi; también están en curso de beatificación los venerables Alberto Marvelli y Carla Ronci, laicos, y las
religiosas Angela Molari, Faustina Zavagli y Bruna Pellesi.
Arriba, interior de la iglesia
parroquial de San Biagio en
Saludecio, obra de Giuseppe
Achilli. Abajo, Guido
Cagnacci, detalle del cuadro
Processione del Santissimo
Sacramento (1628), Museo
de Saludecio.
37
Profundizaciones > Arte y memoria
Esta breve reseña quiere ser una sencilla invitación a descubrir
Rímini y su provincia sobre las huellas de una religiosidad que ha
dejado por doquier, en los edificios dedicados al culto, unos importantes y valiosos testimonios. La corriente elegida para el recorrido
trazado no es tan sólo un pretexto exterior u ocasional; permite
aunar, en efecto, historia, arte y cultura. Ni que decir tiene que dentro
de dicho filón podrán hacerse unas distinciones y explicarse unas
diferencias sobre todo por lo que se refiere a las temáticas artísticas.
En todo caso, para poder vincular en un discurso histórico de una
cierta envergadura unos elementos ya de por sí fragmentarios, será
oportuno integrarlos recurriendo a lo conservado en Rímini en el
Museo della Città, formado por obras casi enteramente procedentes
de su provincia y casi todas de carácter religioso.
Se podría sugerir aquí dos temas que forman una corriente cuyo
interés artístico valdría la pena profundizar. El primero es, sin lugar a
duras, el de la pintura de Rímini del s. XIV, y que representa un fenómeno de gran importancia en el marco de la pintura italiana del
Medievo; unas obras significativas de dicha “escuela” se encuentran
en Villa Verucchio y Verucchio, en Santarcangelo y Montefiore, en
Misano y Rímini.
El segundo tema es el formado por la pintura de Rímini del s.
XVII, muy original y que tuvo un importante papel en el cuadro del
naturalismo italiano gracias a la presencia de Guido Cagnacci y
Giovan Francesco Nagli, llamado el Centino. Sus obras se encuentran
en Saludecio y Montegridolfo, en Montefiore y Santarcangelo, en
San Vito, en Verucchio y también en Rímini.
Pero también nos podríamos dedicar, por ejemplo, a la búsqueda de los reflejos del Renacimiento elaborado en los centros principales, desde Venecia hasta Florencia y Roma, o bien a individuar las tendencias procedentes de otras ciudades y también la influencia de las
capitales del arte barroco, como Roma y Bolonia.
De todos modos, no hay que olvidar que, ya en la ciudad y sus
alrededores, tanto junto el mar como en la parte que ya empieza a
encresparse porque está cerca de los Apeninos, o donde empieza a
abrirse la gran cuenca del Po, las iglesias “son un amasijo gigantesco
de trabajo e historia del trabajo, unos coágulos de piedad individual y
colectiva, unos signos de devoción pero también de sublime norma
estética”, tal como escribía Andrea Emiliani subrayando “la alta dignidad cultural y artística” que distingue los edificios de culto, tan frecuentes y tan llenos de recuerdos; y así “incorporados y encarnados
en aquella trascendencia vital que los técnicos llaman territorio, pero
que nosotros deberíamos más bien denominar ciudad y campo, diar38
quía tan exquisitamente italiana, oposición de poderes y de funciones
…” Precisamente teniendo en cuenta esa “consistencia” de memorias
y su valor para conservar y valorizar las específicas identidades culturales, como adición y potenciación de las medidas llevadas a cabo por
la Dirección General de Bellas Artes y la Diócesis, la Diputación de
Rímini ha financiado toda una serie de restauraciones de las obras de
arte que se encuentran en las iglesias del territorio, prestando particular atención a los pequeños centros.
39
Bibliografía > Para saber más
A. Emiliani
Chiesa città campagna
Rapporto della Soprintendenza
per i Beni Artistici e Storici,
n. 27, Alfa ed., Bologna 1981
Autori vari
Figura Culto e Cultura, i dipinti
votivi della diocesi di Rimini
Coop. Supergruppo ed.,
Ravenna 1981
Autori vari
Natura e cultura
nella Valle del Conca
Biblioteca Comunale
di Cattolica e Cassa
di Risparmio di Rimini,
Rimini 1982
C. Curradi
Pievi del territorio riminese
fino al Mille
Luisè ed., Rimini 1984
Autori vari
Arte e santuari
in Emilia Romagna
Silvana ed., Milano 1987
P. G. Pasini
Guida per Rimini
Maggioli ed., Rimini 1989
Autori vari
Storia illustrata di Rimini, I-IV
Nuova Editoriale Aiep,
Milano 1990
40
P. G. Pasini
La pittura del Seicento
nella Romagna meridionale
e nel Montefeltro,
in La pittura in Emilia
e in Romagna. Il Seicento
Nuova alfa ed., Bologna 1992
P. G. Pasini
Arte in Valconca, I-II
Silvana ed., Milano 1996-1997
Autori vari
Medioevo fantastico
e cortese. Arte a Rimini
fra Comune e Signoria
a cura di P. G. Pasini,
Musei Comunali, Rimini 1998
P. G. Pasini
Testimonianze d’arte
fra XIV e XIX secolo,
in Il Montefeltro, 2,
Ambiente, storia, arte
nell’alta Valmarecchia
Pesaro 1999
P. G. Pasini
Arte e storia
della Chiesa riminese
Skira ed., Milano 1999
E. Brigliadori, A. Pasquini
Religiosità in Valconca
Silvana ed., Milano 2000
Descargar