1 D E L O S A N T E O J O S A L A R E F R A C T I V A C I R U G Í A Autor: ROGELIO HERREMAN http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/menu.htm Cooperación en armado de Alicia Noel Wilde Prov. Bs, Aires COMITÉ DE SELECCIÓN EDICIONES AGRADECIMIENTO. I. INTRODUCCIÓN II. ESTRUCTURA DEL SISTEMA VISUAL III. EFICIENCIA ÓPTICA IV. AMETROPÍAS PRIMARIAS V. AMETROPÍAS SECUNDARIAS VI. CORRECCIÓN DE LAS AMETROPÍAS SIN ANTEOJOS VII. CORRECCIÓN DE LAS AMETROPÍAS CON ANTEOJOS VIII. CORRECCIÓN DE LAS AMETROPÍAS CON LENTES ...DE CONTACTO IX. PSEUDOFACOS O CRISTALINO ARTIFICIAL X. TRASPLANTE DE CÓRNEA XI. CIRUGÍA REFRACTIVA: QUERATOTOMÍA RADIADA XII. ASTENOPIA XIII. CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA CONTRAPORTADA 2 C O M I T É D E Dr. Antonio Alonso Dr. Gerardo Cabañas Dr. Juan Ramón de la Fuente Dr. Jorge Flores Valdés Dr. Leopoldo García-Colín Scherer Dr. Tomás Garza Dr. Gonzalo Halffter Dr. Raúl Herrera Dr. Jaime Martuscelli Dr. Héctor Nava Jaimes Dr. Manuel Peimbert Dr. Juan José Rivaud Dr. Julio Rubio Oca S E L E C C I Ó N 3 Dr. José Sarukhán Dr. Guillermo Soberón Coordinadora María del Carmen Farías E D I C I O N E S Primera edición (La Ciencia desde México), 1989 Tercera reimpresión 1995 Segunda edición (La Ciencia para Todos), 1997 Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra —incluido el diseño tipográfico y de portada—, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del editor. La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de Educación Pública y del Consejo Nacional de la Ciencia y Tecnología. D.R. © 1989 FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, S. A. DE C. V. D.R. © 1997 FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Carretera Picacho-Ajusco 227, 14200 México, D.F. 4 ISBN 968-16-5347-5 Impreso en México A G R A D E C I M I E N T O . El autor tiene especial interés en agradecer al diseñador ARTURO TREJO la elaboración de las ilustraciones. I . I N T R O D U C C I Ó N EL TÍTULO de la obra que nos ocupa señala los extremos de una larga cadena de logros científicos y técnicos encaminados esencialmente a la corrección óptica de los trastornos de refracción del ojo. Basta con salir a la calle o asistir a cualquier espectáculo para percatarnos de que el uso de anteojos es una necesidad cotidiana para muchos seres humanos. Si miopías, hipermetropías y astigmatismos son sumamente frecuentes en la población en general, sin importar edad o sexo, la edad adulta se acompaña forzosamente de presbicia (vista cansada). Lo anterior explica la inquietud que ha tenido el hombre, por siglos, de encontrar el o los recursos óptimos para corregir estas situaciones y, de ser posible, prevenirlas. Su trabajo no ha sido en vano. Conforme recorramos las páginas que siguen veremos cómo, poco a poco, el ingenio y la tenacidad del hombre han logrado vencer uno por uno todos los escollos, permitiendo así no sólo que la corrección de los trastornos ópticos de la vista sea cada vez más precisa, sino que esté al alcance de todos. Este libro no está destinado a especialistas en la materia: es al público en general a quien va dirigido. Tarde o temprano todos tendremos algún trastorno visual atribuible a problemas ópticos: ésta es una regla que no admite excepciones. Por ello consideramos de suma importancia que el lector encuentre la información necesaria para entender en qué consisten los trastornos de la refracción, cómo se corrigen y cuáles son las indicaciones específicas en un caso en particular. El oftalmólogo y el optometrista llevan a cabo, en el tema que nos ocupa, una 5 función social asistencial bien definida. Quienes acuden a ellos en busca de consejo deben ayudarlos para que cumplan lo mejor posible su trabajo. Entre más amplia sea nuestra información, la acción médica redundará en mayores beneficios para nosotros mismos. Las gafas o anteojos han sido usados por siglos y, sin embargo, el público carece de una clara información sobre sus aplicaciones y restricciones. Las dudas aumentan cuando se trata de lentes de contacto. En las últimas décadas los trasplantes de córnea, la cirugía refractiva y las lentes intraoculares han rebasado ampliamente el ritmo de asimilación informativa del público, y han sido, a veces, pasivamente aceptados como una manifestación científica incomprensible al entendimiento común y en otras como una moda importada cuyos beneficios son más ficticios que reales. Hablar de los trastornos de la refracción y la manera de remediarlos implica adentramos aunque sea mínimamente en la descripción del ojo, del mecanismo de la visión y en nociones elementales de óptica, pues de otra forma sería imposible abordar el tema. Que el lector no se atemorice: lejos de complicar la exposición estas nociones, elementales por cierto, serán de gran ayuda para comprender los temas que nos ocupan. En primer término hablaremos de la estructura del sistema visual, es decir de cómo los ojos, nervios ópticos y cerebro forman un todo conocido genéricamente como sentido de la vista. Nuestra exposición se limitará a los aspectos ópticos de este sistema que pueden, en ocasiones, no funcionar en la forma adecuada. Valorar y medir la eficiencia óptica del sistema visual es imprescindible para poder establecer normas que servirán como patrón de comparación para definir y evaluar lo inadecuado de una función cuando esto ocurre. Así, ha sido posible establecer, dentro de los funcionamientos ópticos inadecuados de los ojos, cuadros característicos que se conocen, en la jerga médica, como ametropías. Miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia o vista cansada son las ametropías que trataremos más adelante, mencionando sus principales características. De lo anterior, el lector se habrá hecho ya una idea de los trastornos ópticos a que esta expuesto. El siguiente punto a tratar es la forma como tales trastornos pueden remediarse o atenuarse. De los profesionales de la salud, son los oftalmólogos y optometristas quienes tienen la preparación necesaria para aconsejarnos sobre la mejor solución de los problemas de la vista. Las soluciones, como veremos más adelante, son muy variadas; algunas son en apariencia sencillas, otras posiblemente muy complicadas. Sea cual fuere el camino a seguir, quien requiere de 6 ayuda debe estar informado sobre las diversas técnicas utilizadas, sus fundamentos, sus características y limitaciones. Lejos está la medicina de poder ofrecer soluciones universales. Es necesario individualizar cada caso, valorar profundamente las particularidades, requerimientos, recursos y otros factores del individuo para poder brindarle la respuesta óptima a su problema específico. En medicina, como en muchos otros renglones de la ciencia, las soluciones no pueden ser impositivas. La cooperación por parte del individuo que solicita la ayuda del médico es fundamental para optimizar las soluciones deseadas. Esta cooperación será siempre más fructífera si se basa no sólo en la confianza sino igualmente en el conocimiento. En la actualidad, la cirugía refractiva y los lentes intraoculares son dos grandes novedades médicas de las que todo mundo habla sin contar con una información veraz al respecto. Con todas las innovaciones siempre ha ocurrido lo mismo. ¿Quién no ha utilizado una calculadora electrónica, alimentada con celdillas solares incluso, sin tener la menor idea de cómo funciona? Lo mismo podríamos decir del horno de microondas, la computadora, el tornamesa de láser o la videocassetera. Todas ellas son innovaciones técnicas más o menos recientes. ¿Pero qué decir de sus antecesores inmediatos? ¿Acaso todos los usuarios de una estufa de gas, de una máquina de escribir, de un tornamesa de aguja o de un televisor conocen, aun superficialmente, los fundamentos físicos en que se basa su funcionamiento? Lo mismo ocurre en el campo de la medicina en general, y en el campo de las ametropías, que es el tema que nos ocupa, en particular. Las encuestas salen sobrando. Preguntemos a cualquier individuo portador de gafas que nos indique qué ametropía tiene, en qué consiste esa ametropía y cómo actúan los anteojos que utiliza con el fin de corregirla para convencernos, si no lo estamos ya, de que prácticamente todos utilizamos cosas sin saber cómo y por qué lo hacemos. Anteojos, lentes de contacto, lentes protectoras y de unos años a la fecha lentes intraoculares, trasplantes de córnea y queratotomías son todos recursos de uso común en la corrección de las ametropías. Se ha dicho, y con cierta razón, que cuando existen muchos recursos para solucionar un problema es que ninguno de ellos es bueno ya que, de lo contrario, sólo éste existiría. Al hablar de las diferentes soluciones para corregir las ametropías veremos cuán cierto es esto. La solución ideal sería impedir que los trastornos de refracción aparezcan; por el momento no existe el menor indicio de que esto sea factible. Sin embargo, cada recurso aislado o la combinación de dos o más de ellos ha permitido ir resolviendo paulatinamente más y más problemas, lo que de ninguna manera es despreciable. Tan es cierto lo anterior que, además de corregir los trastornos ópticos, la investigación se ha 7 abocado igualmente a la solución de otros problemas que, no por ser colaterales, son menos importantes. Comodidad, seguridad, confiabilidad, estética son rubros que el público demanda con la misma insistencia que la mera corrección óptica. En todo este proceso la prudencia deberá erguirse como moderador intransigente para evitar excesos, modas peligrosas, entusiasmos irracionales. Ante toda innovación científica o técnica el público tiende a reaccionar en formas extremas: con un recelo que puede tomar forma de rechazo abierto o bien con una aceptación incondicional que puede rayar en ciega entrega. La historia de la medicina está pletórica de ejemplos tanto de unos como de otros. La vacunación contra la viruela que ha salvado tantas vidas requirió de muchos años para ser aceptada, mientras que la automedicación indiscriminada, tan frecuente en nuestro medio y que ocasiona tanto daño, no ha podido ser erradicada. Dentro de los muchos recursos posibles para optimizar la correcta utilización de los avances científicos y técnicos, la información juega un papel prioritario. Si el profesionista tiene la obligación de dominar el terreno que pisa, el público tiene igualmente todo interés en conocer, por lo menos en forma superficial, los fundamentos de los beneficios que demanda, no sólo para disfrutar al máximo de ellos sino también para justificar en un marco de lógica elemental sus pretensiones. I I . E S T R U C T U R A D E L S I S T E M A V I S U A L ESTRUCTURA ÓPTICA DEL OJO Importancia de los sentidos EL HOMBRE, al igual que la mayoría de los animales, cuenta con el sentido de la vista. Otros sentidos son el olfato, el oído, el gusto, el tacto y el equilibrio. Todos ellos son necesarios para poder llevar a cabo una vida plena y productiva; sin embargo, la ausencia o el mal funcionamiento de alguno tiene muy distintas repercusiones en el individuo. En otras palabras, es muy diferente la valoración de uno u otro de los sentidos. Es difícil imaginar la vida de un individuo que no se ubica en el espacio, que no tiene capacidad de saber en qué posición están sus brazos y sus piernas, que percibe el mundo que lo rodea en constante movimiento y que no puede mantenerse en ninguna posición. Quienquiera que haya tenido un vértigo prolongado puede 8 atestiguar la sensación de desamparo e impotencia totales ante esta situación. Muy distinta trascendencia tiene, por ejemplo, la anosmia o ausencia de olfato, ya que quien la padece vive en un mundo sin olores y si bien esta situación es muy molesta, no es tan incapacitante como la pérdida de equilibrio. La falta de equilibrio, olfato, gusto o tacto son raras, por lo que no se piensa mucho en ellas. No es el caso de los trastornos de refracción, los cuales son sumamente frecuentes. Se presentan a cualquier edad y abarcan una gran variedad de alteraciones que van desde una visión levemente defectuosa hasta una francamente deficiente. Esta última es incapacitante y en caso de presentarse produce una carga emocional importante. Como si esto no fuera suficiente, la presbicia o vista cansada (visión cercana defectuosa del adulto) es una condición irrenunciable, que todo adulto sufre después de la cuarta década de la vida. Lectura, escritura, trabajo fino de todo tipo se ven seriamente entorpecidos por esta situación que, hasta la fecha, la humanidad entera ha tenido que soportar por no poder evitarla. Para el adulto y el anciano, renunciar a los lentes es renunciar al mundo visual inmediato. Si a lo anterior agregamos que el promedio de vida ha aumentado sustancialmente, por lo cual más personas tienen la posibilidad de ser adultos y ancianos y que la vida moderna requiere cada vez más de una adecuada visión cercana, no es difícil concluir que la presbicia es un problema universal. Todo lo anterior ha hecho que, de los órganos de los sentidos, sea la visión la que haya recibido mayor atención por parte de los médicos. En las ciencias, si se pretenden corregir los errores es imprescindible conocer a fondo el sustrato, es decir, las condiciones y mecanismos por los cuales dichos errores se presentan. Por lo tanto, es necesario conocer qué es y cómo funciona el sistema visual para poder pretender corregir o evitar sus alteraciones, defectos o limitaciones. Los primeros estudios sobre los ojos y su relación con el cerebro se remontan a los trabajos de Alcméon de Crotona en el siglo VI a. C. Probablemente, Herófilo de Alejandría (300 a. C.) fue quien describió por primera vez la retina. A partir del Renacimiento surgen los grandes anatomistas y con ello el conocimiento del sistema visual se profundiza. Con la aparición de los microscopios en el Barroco, la estructura del sistema visual en general y del ojo en particular va cediendo paulatinamente sus secretos. En cuanto al funcionamiento óptico del ojo, no podemos dejar de mencionar el famoso Handbuch der Physiologischen Optik del berlinés Hermann von Helmholtz (1821-1894) y los trabajos del sueco Allvar Gullstrand (1862-1930). Semejanzas entre el ojo y la cámara fotográfica 9 La visión, o sentido de la vista, es una función sumamente compleja, en la que intervienen numerosas estructuras. Para las personas en general, ojos y visión son sinónimos. Este concepto es erróneo, ya que los ojos son sólo parte de un amplio sistema que se extiende a la porción más posterior del cerebro. Si analizamos las obras de divulgación científica vemos que tradicionalmente el ojo se ha comparado a una cámara fotográfica. La comparación es afortunada ya que ambas estructuras tienen amplias semejanzas. Figura 1. Semejanzas entre el ojo y la cámara fotográfica. Detengámonos momentáneamente en la figura 1 y comparemos los componentes ópticos del ojo y de la cámara fotográfica. Indudablemente, lo primero que llama la atención es que forma y tamaño son distintos. Ello no debe extrañarnos, ya que existe una gran variedad de cámaras y, si bien estamos acostumbrados a los formatos de uso familiar, las hay de todos tipos y tamaños, según sus aplicaciones y campos de utilización. La lente de la cámara y la córnea del ojo cumplen objetivos semejantes. Ambas son lentes positivas cuya función es la de hacer que los rayos de luz que inciden en ellas enfoquen en un solo punto, película fotográfica o retina respectivamente. Para que córnea y lente trabajen en forma óptima deben ser perfectamente transparentes y tener las curvaturas adecuadas. De no ser así, la imagen proporcionada será defectuosa o no enfocará en el sitio debido. 10 Detras de la lente fotográfica se halla el diafragma, que no es otra cosa que un dispositivo que regula la cantidad de luz. Es sabido que las películas fotográficas tienen distintas sensibilidades (ASA) a la luz. Esta sensibilidad es función directa del tipo de emulsión con la que están fabricadas, por lo cual las que son poco sensibles (números de ASA bajos) requieren tiempos de exposición prolongados y gran cantidad de luz, mientras que las altamente sensibles (números de ASA elevados) requieren poca luz y tiempos de exposición breves. Si el obturador regula el tiempo de exposición, el diafragma controla la cantidad de luz que debe llegar a la película. Existen incluso películas fotográficas sensibles a radiaciones no visibles por el ojo humano, como los rayos X o las radiaciones infrarrojas. A diferencia de la película fotográfica, la retina cuenta con una sensibilidad luminosa muy reducida (limitada sólo al espectro visible). En el ojo, el iris, estructura muscular perforada en su centro (pupila), es el responsable del control de la luz. Así, a poca luz, el iris se dilata creando una pupila muy grande, mientras que si la luz es intensa el iris se contrae cerrando al máximo la pupila. Figura 2. Acomodación. 11 Acomodación Un proceso de suma importancia desde el punto de vista óptico es la capacidad de enfoque o acomodación. Pasemos brevemente a la figura 2 para entender este proceso. Al diseñar una cámara fotográfica el poder y la posición de la lente deben calcularse de tal suerte que los rayos paralelos de luz que la incidan enfoquen exactamente sobre la película fotográfica. En tal caso decimos entonces que el sistema está en foco. Sin embargo, si la fuente de luz se acerca a la cámara, los rayos de luz ya no son paralelos sino divergentes, por lo que la lente, cuyo poder es fijo, ya no puede traerlos en foco a la misma distancia sino detrás de la película fotográfica, tanto más lejos de ella cuanto más cerca esté el objeto por fotografiar. El sistema está entonces fuera de foco. En este caso, basta con alejar la lente de la película fotográfica la distancia necesaria para que el foco caiga nuevamente sobre la película. El sistema está nuevamente en foco. En las cámaras fotográficas esto se logra mediante un fuelle, un sistema de cremallera o un sistema de tornillo que permiten alejar la lente de la película. Con estos sistemas la cámara fotográfica cuenta con la posibilidad de enfocar la imagen. En el ojo, el proceso de enfoque existe aunque el mecanismo es distinto. Inmediatamente detrás del iris se encuentra una estructura en forma de lente biconvexa (lupa) llamada cristalino. Este cristalino es, al igual que la córnea, perfectamente transparente pero, a diferencia de ella, es sumamente elástico en condiciones normales. En toda su periferia el cristalino está sujeto al ojo por unas fibrillas conectadas a un músculo circular (músculo ciliar). Cuando el cristalino está en reposo el sistema óptico del ojo que corresponde a la suma óptica de los poderes de la córnea y del cristalino hace que el ojo esté enfocado al infinito, es decir, a la visión lejana. Cuando el objeto se acerca, los rayos luminosos que llegan al ojo ya no son paralelos sino que paulatinamente se hacen cada vez más divergentes, por lo que el ojo tiene que modificar su fuerza en el músculo ciliar para poder enfocarlos en la retina. Como ya se mencionó, en la cámara esto se obtiene alejando la lente de la película fotográfica. En el ojo, el mismo resultado se obtiene modificando las curvaturas del cristalino, es decir, haciéndolo más y más convexo conforme el objeto observado se acerca. Para ello el músculo ciliar se contrae relajando la tensión a la que está sometido el cristalino, y éste se abomba aumentando por consiguiente su poder óptico. A este fenómeno se le conoce como acomodación y es el que nos permite poder ver con nitidez los objetos cercanos. Fijación de la imagen 12 Volvamos nuevamente a la figura 1. En la cámara fotográfica la imagen del objeto llega a la película y se imprime en ella, es decir, ocasiona cambios físicos y químicos en la emulsión, que serán tratados ulteriormente en el laboratorio para dejar fija en el celuloide de la diapositiva o en el papel la imagen fotografiada. En el ojo, el equivalente de la película es la retina. La retina recibe entonces la imagen en foco gracias a las propiedades ópticas de la córnea y del cristalino, con la intensidad luminosa óptima determinada por el iris. Esta imagen se "fija" en la retina, ocasionando cambios físicos y químicos. La gran diferencia es que esta imagen es transformada por la retina en impulsos químicos y eléctricos que viajarán posteriormente hasta los centros visuales del cerebro para hacer que la imagen sea "vista" por el individuo. De esto nos ocuparemos más adelante. El interior del ojo Finalmente debemos agregar algunas palabras sobre la caja de la cámara fotográfica o el ojo en sí. Al colocar el rollo fotográfico dentro de la cámara hemos visto que la caja de ésta es negra por dentro. Ello tiene como finalidad evitar que la luz que entra a ella produzca reflejos e imágenes parásitas que se imprimirían también sobre la película. El ojo, al igual que la cámara, es negro por dentro. Existe sin embargo una gran diferencia. El interior de la cámara está lleno de aire mientras que el interior del ojo contiene en su mayor parte un gel transparente (humor vítreo) que ocupa todo el espacio comprendido entre el cristalino y la retina, y un líquido igualmente transparente (humor acuoso) que llena la pequeña cavidad comprendida entre el cristalino y la córnea. En resumen, vemos que cámara fotográfica y ojo son similares ya que ambos cuentan con un sistema óptico potente que permite hacer converger los rayos de luz (lente vs. córnea y cristalino); un sistema de enfoque (fuelle o similar vs. acomodación por el cristalino); un sistema regulador de la cantidad de luz (diafragma/obturador vs. iris) y un sistema de registro de la imagen (película vs. retina). Más adelante veremos que si el fotógrafo tiene problemas para obtener fotografías de buena calidad, el ojo tiene igualmente problemas para proporcionar imágenes de buena calidad sobre la retina. Estos problemas se conocen con el nombre genérico de trastornos de refracción o ametropías. VÍAS Y CENTROS VISUALES 13 En el inciso anterior comparamos al ojo con una cámara fotográfica, lo que nos permitió obtener una idea clara de cómo funciona un ojo desde el punto de vista óptico. Claro está que esta descripción es sumamente simplista, ya que, como podrá imaginar el lector, las cosas no son tan sencillas como parecen. A pesar de ello y siendo nuestro objetivo la divulgación, consideramos que lo expuesto cumple perfectamente su objetivo. Semejanzas entre el sistema visual y un sistema de vídeo Siguiendo con las comparaciones, veamos ahora ya no la cámara fotográfica y el ojo, sino el sistema visual completo. El hombre no ve con los ojos sino a través de los ojos. El ojo es simplemente la primera etapa de un sistema sumamente complejo. La visión es una función del sistema nervioso central, es decir es una función cerebral. Para explicar este punto recurriremos a una nueva comparación. Imaginemos ahora que en lugar de contar con una cámara fotográfica, tenemos una cámara de vídeo. El vídeo, como el cine, registra el movimiento, por lo que se parece más al ojo ya que éste además de registrar forma, tamaño y color, registra el movimiento. Con nuestra cámara de vídeo registramos una escena familiar cualquiera, por ejemplo, la fiesta de cumpleaños de uno de nuestros hijos. Si no cometimos errores al filmar y la cámara de vídeo funciona adecuadamente, tendremos registradas en la cinta las imágenes de la fiesta. Hasta aquí los hechos son semejantes a lo expuesto para la cámara fotográfica. Sin embargo, para tener acceso a la información, es decir, para ver el vídeo, necesitamos de otro equipo. Analicemos ahora la figura 3. Para ver el vídeo es necesario llevar la información registrada en la cinta a una videocassetera en donde se procesa la información y se envía a un monitor (aparato de televisión) que traduce esta información en imagen. Sólo contando con el equipo completo podremos ver las imágenes de la fiesta. El sistema visual es en todo semejante al anterior. El ojo corresponde a la cámara de vídeo. 14 Figura 3. Semejanzas entre el sistema visual y un sistema de vídeo. Los nervios ópticos transportan, en forma codificada, toda la información registrada en la retina a los centros analizadores del sistema nervioso en el cerebro para que el sujeto pueda ver lo que registran sus ojos. De esta forma, los centros nerviosos corresponden a la videocassetera y al monitor. El sistema visual cuenta además con otras conexiones dentro del mismo sistema nervioso que amplían enormemente sus potencialidades, permitiendo al individuo interpretar la información recibida, conectando ésta con la información de otros sistemas sensoriales, con la memoria, etcétera. Las vías visuales son entonces los nervios que parten del ojo llevando la información visual a los centros cerebrales, y los centros visuales son aquéllos localizados en la corteza occipital del cerebro y son los encargados de decodificar la información y traducirla en una percepción visual que el individuo pueda interpretar. En resumen, podemos decir que la visión es una función compleja en la que intervienen los órganos receptores de las imágenes (los ojos), un sistema que transporta la información (las vías visuales o nervios ópticos) y un centro de análisis de la información en el cerebro. Este sistema no está aislado sino que cuenta con múltiples conexiones con otros centros del sistema nervioso, permitiendo así que la visión forme parte activa e importante de la actividad cerebral del hombre. I I I . E F I C I E N C I A Ó P T I C A 15 DIJIMOS que el sistema visual está formado por los receptores (ojos), sistema de transmisión (nervios) y centros de interpretación (cerebro). Las propiedades ópticas de dicho sistema sólo se aplican a la primera porción, es decir, a los ojos, puesto que no intervienen ni en los nervios ni en el cerebro. Los trastornos de refracción o ametropías son todas aquellas situaciones en las que, por mal funcionamiento óptico, el ojo no es capaz de proporcionar una buena imagen. Claro está que existen muchas otras circunstancias en que la imagen a nivel de la retina es defectuosa, pero que no dependen directamente de un mal funcionamiento óptico. Si ponemos algunos ejemplos el lector podrá entender mejor estas diferencias. Si un individuo es miope, ve mal. Si se corrige esa miopía con lentes, su visión vuelve a la normalidad. Éste es un caso típico de trastorno de refracción o ametropía. Si un segundo sujeto tiene una catarata (este problema será descrito con todo detalle más adelante) su visión es igualmente defectuosa pero no es susceptible de ser corregida con aditamentos ópticos, por lo que no corresponde a una ametropía. Una vez operado de su catarata, la visión se mantiene defectuosa pero ahora sí es factible corregirla con anteojos u otros dispositivos ópticos, por lo que un ojo operado de catarata, si no tiene otras alteraciones, puede y debe considerarse como un ojo con una ametropía. Finalmente, un tercer individuo tiene un desprendimiento de retina que determina que su visión esté seriamente alterada. Esta situación no es susceptible de ser corregida con lentes y, por lo tanto, no corresponde a una ametropía. Si el individuo es operado con éxito la visión se restituye parcial o totalmente sin necesidad de recurrir a dispositivos ópticos, por lo que el desprendimiento de retina no corresponde en ningún momento a una ametropía. Las tres situaciones anteriores tienen una característica común: la visión defectuosa. La miopía, por ser una ametropía, se corrige con lentes. La catarata sólo se corrige con cirugía, pero el ojo operado de catarata se transforma en un ojo con una fuerte ametropía que deberá ser corregida con lentes. Por último, el ojo con desprendimiento de retina sólo puede mejorar mediante una operación. Ni la catarata, ni el desprendimiento de retina son ametropías, si bien el ojo que ha sido operado de catarata sí presenta una. Una vez aclarados estos conceptos, conviene mencionar brevemente qué se entiende por agudeza visual y cómo se mide ésta. 16 FACTORES QUE INFLUYEN SOBRE LA PERCEPCIÓN VISUAL Cuando hablamos de ametropías nos referimos a aquellas situaciones que se traducen en una visión deficiente, específicamente una agudeza visual defectuosa. ¿Significa esto acaso que visión deficiente y agudeza visual defectuosa no son sinónimos? La respuesta es no. Líneas arriba mencionamos la visión deficiente o visión defectuosa, ya que en lenguaje común es así como nos expresamos. Lo correcto hubiera sido decir agudeza visual deficiente o defectuosa. Tratemos de diferenciar una y otra. Visión es un conjunto de funciones. Salgamos a caminar a la calle y analicemos detenidamente la información que nos proporciona la vista. Lo primero que llama nuestra atención es que vemos formas. Además de las formas vemos colores y movimientos. Podemos igualmente, sólo con la vista, hacer juicios de tamaño, distancia, incluso consistencia de los objetos que nos rodean. Asimismo nuestra visión se extiende en el espacio no sólo hacia el frente, sino también en sentido horizontal y vertical. Sin embargo, aunque esto parezca una verdad de perogrullo, nosotros no tenemos visión hacia atrás. Podemos hacer juicios sobre la intensidad de la luz, los contrastes, la precisión con la que vemos los detalles y la capacidad inmediata de pasar de la visión lejana a la cercana y viceversa sin ninguna dificultad. Finalmente, todo lo que vemos tiene un significado definido y una carga emocional que son propios para cada uno de nosotros. Todas estas cualidades constituyen la visión. De todas ellas, sólo el sentido de las formas se toma como parámetro en la medición de la agudeza visual. Cuando el médico mide la agudeza visual de un individuo, mide su capacidad para distinguir formas independientemente de que las demás cualidades de la visión sean o no normales. Si la agudeza visual es anormal y ésta puede corregirse íntegramente con dispositivos ópticos (anteojos, lentes de contacto u otros) la situación corresponde a una ametropía. Para catalogar como ametropía o trastorno de refracción cualquier situación que invariablemente se traduce en una agudeza visual defectuosa, debemos tener siempre en mente dos parámetros: que el trastorno corresponda efectivamente a una disminución de la agudeza visual, es decir, exclusivamente al sentido de las formas, y que éste sea susceptible de corregirse mediante medios ópticos. Por supuesto que existen igualmente trastornos de la visión que no afectan la agudeza visual, como serían, por ejemplo, una reducción del campo visual o una pérdida del sentido cromático y que, por lo tanto, no son trastornos de la agudeza visual. También existen alteraciones de la agudeza visual 17 que no son ametropías, como las ocasionadas por una catarata, una nube en la córnea, un glaucoma o un daño del nervio óptico, ya que ninguna de ellas es susceptible de ser corregida con medios ópticos puesto que su causa no es un trastorno de la refracción del ojo. AGUDEZA VISUAL Para estudiar la eficiencia óptica de un ojo (su agudeza visual), es decir, la capacidad que tiene de enfocar una imagen nítida en la retina, se han ideado numerosas pruebas. Todas ellas presuponen que las demás porciones del sistema visual son normales y que el único parámetro anormal es un trastorno en la refracción, es decir, un trastorno óptico. Todos hemos visto que para determinar la agudeza visual de un individuo, el médico coloca frente a él a una distancia fija una cartilla con letras o figuras impresas que tiene que reconocer visualmente. Las letras o figuras tienen distintos tamaños y el médico registra hasta qué renglón o hilera pudo reconocer el individuo examinado. ¿Qué significado tiene esta prueba? En 1862 Herman Snellen, de Utrecht, Holanda, describió la prueba que se sigue utilizando en nuestros días para determinar la agudeza visual con base en el principio de que "el menor ángulo bajo el cual objetos de tamaño y forma conocidos pueden percibirse, determina el ángulo de agudeza visual". Snellen calculó matemáticamente cuál era, en condiciones normales, la mínima separación entre dos objetos que podía ser reconocida a una distancia determinada y con base en ello elaboró unas tablas de letras de distintos tamaños que debían ser leídas, por un ojo normal, a diferentes distancias. Así, cuando un médico determina la agudeza visual de su paciente, lo que está registrando es la distancia a la que el paciente puede leer las letras o reconocer las figuras impresas o proyectadas, tomando como punto de referencia la distancia normal establecida. Si la agudeza visual no corresponde a lo aceptado como normal se puede inferir que el trastorno se debe a un defecto de refracción, siempre y cuando todas las demás estructuras del sistema sean normales, ya que, como se vio anteriormente, la disminución de la agudeza visual puede corresponder a otras alteraciones que no son de índole óptica. Una vez establecido que se trata de una alteración óptica, el médico se abocará a definir cuál es el trastorno en particular y la 18 mejor manera de corregirlo. Esto nos lleva a hablar de lo que son las ametropías. Hemos revisado brevemente el concepto de agudeza visual, concepto esencial en el tema que nos ocupa, ya que es la piedra angular sobre la que se apoya el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos de refracción. Al hablar de ametropías mencionaremos no sólo las ametropías primarias, es decir, aquellas que se presentan en ojos por lo demás sanos, sino también las ametropías producto de otros trastornos oculares, extraoculares o que se producen como consecuencia de un tratamiento quirúrgi I V . A M E T R O P Í A S P R I M A R I A S LÍNEAS arriba hemos definido los trastornos de refracción como aquellas condiciones en las cuales, por razones ópticas, el ojo es incapaz de enfocar una imagen nítida a nivel de la retina. Estos trastornos se traducen en condiciones perfectamente establecidas, conocidas con el nombre de ametropías y que se denominan miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia. Todos estos trastornos serán descritos con detalle en el presente capítulo. Estos nombres son sólo nombres técnicos que probablemente nada le digan al lector. Sin embargo, conforme vayamos avanzando en la exposición se verá que lo único que indican son situaciones ópticas del ojo, sumamente sencillas, que nada tienen de excepcional y que, nada raro sería, el lector reconocerá en sí mismo, en algún familiar o en algún amigo. AMETROPÍAS ESFÉRICAS La miopía, hipermetropía y presbicia son ametropías esféricas. ¿Por qué? Simplemente porque corresponden a situaciones ópticas que se corrigen con lentes esféricas. ¿Y qué es una lente esférica? Lentes esféricas Una lente esférica puede definirse como una lente que tiene el mismo poder (o la misma curvatura) en todos sus meridianos. Si tomamos una esfera y la cortamos a la mitad, obtenemos dos 19 lentes esféricas que tienen ambas una superficie plana (la superficie de corte) y una curva, convexa, que corresponde a la hemiesfera. Cuando las lentes esféricas tienen una o dos superficies convexas se conocen como lentes convexas o positivas. El ejemplo que todos conocemos de una lente de este tipo es la lupa. Las lentes positivas hacen converger los rayos de luz que las inciden en un punto denominado foco. Cuanto mayor sea el poder de la lente, más cerca de ella estará el foco. Si analizamos la figura 4 vemos cómo la lente A, que es débil, enfoca los rayos lejos de ella mientras que la lente B, que es mucho más potente, los enfoca muy cerca de su centro. Ahora bien, si una lente tiene una o dos superficies cóncavas se conoce entonces como lente cóncava o negativa y tiene la propiedad óptica de hacer diverger los rayos de luz que la inciden. Figura 4. lentes esféricas convexas o positivas. 20 Figura 5. lentes esféricas cóncavas o negativas. Imaginemos un tabique de plastilina sobre el cual presionamos fuertemente una esfera de metal. Al retirar la esfera, la huella que ésta haya dejado en la plastilina es una superficie esférica cóncava. Al igual que las anteriores, entre más potente es una lente cóncava o negativa, más hará diverger los rayos de luz que la inciden. En la figura 5 vemos dos ejemplos de lentes cóncavas. La primera (A) es débil y apenas hace que los rayos de luz que la inciden diverjan, mientras que la lente B, muy potente, tiene un gran poder de divergencia sobre los rayos de luz. Una vez que hemos entendido qué son y cómo funcionan las lentes esféricas, debemos explicar qué son y cómo se corrigen las ametropías esféricas. Miopía La miopía es, sin lugar a dudas, la ametropía más conocida, simple y sencillamente porque es la que se presenta con más frecuencia. Cuando una persona es miope ve muy mal de lejos aunque de cerca vea perfectamente. ¿Qué es lo que ocasiona la miopía? A decir verdad, son muchas las causas que en forma aislada o combinada determinan que un ojo sea miope. Si volvemos al símil de la cámara fotográfica será más fácil entender el problema. 21 En primer lugar dijimos que para que la lente enfoque la imagen sobre la película, esta última deberá estar exactamente en el foco de la lente. Si por algún error de construcción la caja de la cámara es más grande que lo estipulado, la película quedará por detrás del foco de la lente y, al tomar la fotografía, ésta estará fuera de foco. Por lo anterior, una primera causa de miopía consiste en que el ojo es más grande que lo normal en el sentido anteroposterior, o sea que la distancia entre la córnea y la retina es mayor que la normal, lo que hará que la retina esté por detrás del punto donde normalmente la córnea y el cristalino deben enfocar la imagen. Otra causa habitual consiste en que la córnea o el cristalino tengan un poder óptico mayor al que debían. Si la córnea o el cristalino (que son lentes positivas convexas) tienen una mayor convexidad que la normal, harán que los rayos de luz enfoquen por delante de la retina aunque el tamaño del ojo sea normal. El resultado es el mismo que el anterior: el punto de enfoque está por delante de la retina. Por lo anterior, cuando un ojo miope ve al infinito (visión lejana), la luz que lo incide llega en forma de rayos paralelos que enfocan por delante de la retina, por lo que el ojo ve borroso. Cuando este mismo ojo ve un objeto cercano, los rayos de luz que lo inciden son divergentes, por lo que el punto de enfoque se desplaza hacia atrás, cayendo sobre la retina: el ojo miope ve en foco los objetos cercanos. Las figuras 6 y 7 nos explican gráficamente la condición óptica del ojo miope. En la figura 6 vemos un ojo miope que ve al infinito. Los rayos de luz son paralelos y, ya sea por un mayor poder óptico de la córnea y cristalino o por un diámetro anteroposterior mayor del ojo, dichos rayos enfocan en un punto F, colocado por delante de la retina. La imagen que se forma en la retina está fuera de foco: el sujeto ve borroso, tanto más cuanto mayor sea la miopía. En la figura 7 el mismo ojo fija un objeto cercano, por lo que los rayos de luz que lo inciden son divergentes. El poder óptico del ojo no ha cambiado, por lo que el punto F se desplaza hacia atrás, acercándose a la retina o superponiéndose a ella. 22 Figura 6. Ojo miope viendo al infinito. La imagen se enfoca por delante de la retina. Figura 7. Ojo miope viendo un objeto cercano. La imagen cae sobre la retina. La imagen que se forma en la retina está en foco o prácticamente en foco: el sujeto ve una imagen nítida. ¿Cuáles son entonces las molestias que tiene un sujeto miope? En primer lugar, la visión lejana es defectuosa, tanto más cuanto mayor sea la miopía. Para mejorar su visión lejana, el miope tendría que aplanar al máximo su cristalino con el fin de desplazar su foco hacia atrás, para acercarlo lo más posible a la retina. Sin embargo, hemos visto que el cristalino o está en reposo —en cuyo caso está lo menos convexo posible (posición de mirada al infinito)— o bien está abombado por contracción del músculo ciliar (lo más convexo posible) para la visión cercana. Por lo tanto, el ojo humano NO tiene la posibilidad de aplanar el cristalino. Esto hace que el miope no pueda esforzarse para ver mejor de lejos. La visión cercana es normal en el miope, y llega a ser óptima a una determinada distancia, que corresponde justamente a aquella en que el foco se proyecta exactamente sobre la retina. Cuanto mayor sea la miopía menor será esta distancia y por ello quienes tengan una miopía muy aguda deberán acercarse mucho a los objetos que deseen ver con claridad. La miopía puede aparecer en cualquier individuo aunque es más frecuente si existen antecedentes del problema en la familia del sujeto. Habitualmente la miopía se inicia desde la infancia y progresa conforme se desarrolla el individuo hasta estabilizarse en la adolescencia. Hasta la fecha no existen formas de impedir que aparezca y progrese una miopía. 23 Hipermetropía La hipermetropía es mucho menos frecuente que la miopía y, por lo tanto, se le conoce menos. Utilicemos nuevamente el símil de la cámara fotográfica para entender el mecanismo de esta ametropía. Al construir la cámara, su lente fue calculada de tal forma que pudiera enfocar los objetos que están al infinito sobre la película, y se diseñó de tal forma que esta lente pudiera desplazarse hacia delante para enfocar los objetos cercanos. Imaginemos ahora que el constructor cometió uno de tres errores al construir la cámara. En primer lugar, hizo que la caja fuera mas corta, por lo que la película está más cerca de la lente de lo que debiera. Enfocada al infinito, la lente formará la imagen detrás de la película, por lo que la fotografía estará fuera de foco. Otra cosa que pudo haber sucedido es que, en una caja de tamaño adecuado, colocara la lente un poco por detrás de su posición normal, lo que se traducirá en una situación en todo semejante a la anterior. Finalmente, siendo tamaño de caja y posición de lente los adecuados, el fabricante pudo haber equivocado el Poder de la lente colocando una mucho menos potente que la debida. Esta lente hará que los rayos de luz que la incidan enfoquen por detrás del foco teórico calculado, es decir, por detrás de la película. En todos los casos la imagen se formará detrás de la película haciendo que la fotografía esté fuera de foco. Al fotografiar un objeto cercano el problema no desaparece ya que la falla está en la relación potencia de la lente /posición de la lente/ posición de la película. ¿Qué ocurre entonces en el sujeto hipermétrope? Pues bien, el hipermétrope, al igual que el miope, ve mal de lejos pero ve igualmente mal de cerca. Las figuras 8 y 9 nos explican gráficamente esta situación. Figura 8. Ojo hipermétrope en visión lejana. La imagen se enfoca por detrás de la retina. 24 Figura 9. Ojo hipermétrope en visión cercana. La imagen se enfoca también por detrás de la retina. La hipermetropía se presenta esencialmente bajo dos formas. Si un ojo es ligeramente más corto que lo normal, la imagen enfocada por la córnea o el cristalino caerá por detrás de la retina. De igual forma, el ojo puede ser de tamaño normal pero la córnea puede ser más plana de lo normal o el cristalino menos curvo de lo debido, por lo que el poder óptico de estas estructuras será menor y no podrán hacer que los rayos de luz enfoquen en la retina sino detrás de ella. En la figura 8 se ejemplifica la condición óptica del ojo hipermétrope para la visión lejana. El ojo tiene capacidad de enfocar los rayos de luz que lo inciden, pero ésta es insuficiente, por lo que el foco cae por detrás de la retina: la visión, por lo tanto, es defectuosa. En la figura 9 el mismo ojo observa un objeto cercano. Si normalmente en la visión cercana el ojo tiene que acomodar para enfocar correctamente (abombar más el cristalino), el ojo hipermétrope tiene que hacerlo aún más que el normal, lo cual no siempre es posible. Esto ocasiona la visión borrosa cercana. Las molestias del hipermétrope difieren de las del miope por la sencilla razón de que el hipermétrope sí cuenta con un mecanismo para intentar ver mejor: la acomodación, es decir, el esfuerzo del músculo ciliar para abombar el cristalino, dar con ello mayor poder óptico al ojo e intentar así enfocar la imagen sobre la retina. Ésta es la razón por la cual el hipermétrope que ve mal de lejos y de cerca, presenta con frecuencia fatiga ocular ya que constantemente intenta corregir su problema mediante un esfuerzo de la acomodación. Esto se traduce en malestar e irritación ocular, e incluso en cefaleas (dolores de cabeza). Un dato interesante consiste en que los niños muy pequeños son habitualmente hipermétropes, pero esta situación se corrige espontáneamente conforme el niño crece, ya que los ojos crecen también. La hipermetropía es hereditaria, por lo que los hijos de hipermétropes tienden a ser igualmente hipermétropes. Al igual 25 que para la miopía, no existe en la actualidad forma de evitar que aparezca y se desarrolle. Presbicia La presbicia es lo que popularmente se conoce como vista cansada. En páginas anteriores mencionamos que para ver objetos cercanos el ojo debe acomodar, es decir, aumentar la curvatura de su cristalino para hacerlo más convexo y poder así enfocar sobre la retina los rayos de luz que inciden en él en forma divergente (Figura 2). Se dijo igualmente que esto se logra con la contracción del músculo ciliar, que libera la tensión del cristalino permitiendo que éste se abombe gracias a su elasticidad propia. Para entender mejor este fenómeno, comparémoslo a lo que ocurre con un globo de látex. Inflemos un globo: su forma final es la de una esfera. Tomemos con ambas manos dos puntos opuestos del globo y comprimámoslos, el globo se aplana: ésta es la posición de reposo del cristalino para la visión lejana. Relajando paulatinamente la compresión que ejercemos sobre el globo, éste adquiere poco a poco su forma esférica original: éste es el proceso de acomodación. Ahora bien, con la edad el cristalino se endurece y pierde elasticidad. Si bien el músculo ciliar al contraerse lo relaja, la pérdida de elasticidad le impide abombarse y aumentar así su poder de refracción. El cristalino ya no escapaz de abombarse lo suficiente para enfocar la imagen de objetos cercanos en la retina. El resultado es que el individuo, aun con buena visión lejana, presenta una visión cercana defectuosa. Este fenómeno ocurre, en todo mundo sin excepción, después de los cuarenta años de edad. Si recordamos lo mencionado para el miope y el hipermétrope, es fácil entender que en el miope la presbicia se retrasa ya que él ve bien de cerca sin necesidad de acomodar, mientras que en el hipermétrope la presbicia se adelanta ya que tiene que acomodar en exceso para ver de cerca. ¿Cuáles son entonces las manifestaciones de la presbicia? El sujeto nota que tiene dificultad para leer letras pequeñas, con frecuencia las confunde y tiende a alejar los objetos para verlos mejor. El ama de casa se queja de no poder ensartar las agujas. Conforme avanza el problema la situación se torna más incapacitante. De todos es bien conocida la expresión: "ya no alcanza el brazo" queriendo dar a entender que por más que se aleje el objeto de la vista, la visión sigue siendo defectuosa. AMETROPÍAS ASTIGMÁTICAS 26 El astigmatismo es una situación óptica tan frecuente como la miopía pero no por ello se le conoce por igual. Ello se debe seguramente a que en la vida cotidiana tenemos más contacto con lentes esféricas que con lentes cilíndricas, por lo que nos es más difícil entender el comportamiento óptico de las últimas. Lentes cilíndricas La figura 10 nos será de gran ayuda, más que las palabras, para describir una lente cilíndrica. Imaginemos un cubo de vidrio que cortamos siguiendo la línea continua. Figura 10. Lentes cilíndricas. El resultado serán dos estructuras que tienen, siguiendo el plano de corte, dos superficies, una plana y una curva. Veamos la estructura A. En sentido vertical, la superficie de corte es plana, por lo que no tiene poder de refracción sobre la luz. En sentido horizontal la superficie es curva, cóncava como la de una lente esférica cóncava o negativa, por lo que esta superficie si tiene poder de refracción sobre la luz y se comporta como una lente cóncava. La estructura A es un cilindro negativo que sólo actúa ópticamente sobre la luz que lo incide siguiendo el plano horizontal (haciendo diverger los rayos) sin modificar los rayos de luz que lo inciden, siguiendo el plano vertical que es plano. La estructura B es similar excepto que su superficie curva es convexa y se comporta como una lente convexa o positiva. La estructura B es entonces un cilindro positivo que no modifica los 27 rayos de luz que lo inciden en sentido vertical, pero hace converger los rayos de luz que lo inciden en sentido horizontal. Las lentes cilíndricas son entonces lentes que sólo modifican los rayos de luz que las inciden sobre su cara curva. Astigmatismo El astigmatismo corresponde entonces, en el ojo, a la condición óptica en la que la córnea o el cristalino dejan de ser lentes esféricas para incluir, en mayor o menor grado, un defecto cilíndrico. ¿Cómo puede ocurrir esto? Un nuevo símil ayudará a entender la situación. Para entender la forma de una córnea normal basta con imaginar un balón esférico al que se le secciona una porción cualquiera. Esta porción es una sección de esfera cuyos meridianos tienen la misma curvatura (Figura 11). Figura 11. Córnea como lente esférica. 28 Figura 12. Lente astigmática. Tomemos ahora una llanta de automóvil y hagamos un corte paralelo a uno de sus diámetros (Figura 12). Esta porción de llanta presenta dos curvaturas distintas: la primera, más plana, corresponde a la superficie de rodaje de la llanta; la segunda, más acentuada, corresponde a la sección de la llanta perpendicular al sentido del rodaje. Si esta sección de llanta fuera una lente óptica sería una lente astigmática, ya que no tendría el mismo poder de refracción en todos sus meridianos. Los más planos funcionarían como una lente esférica poco potente, los más curvos como una lente esférica muy potente. El resultado óptico se deduce fácilmente. Si una lente esférica enfoca la luz en un solo punto, una lente astigmática lo hace en parte en un punto correspondiente a los meridianos más planos y en parte en un segundo punto correspondiente a los meridianos más curvos, por lo que es imposible obtener con dichas lentes una sola imagen en foco. Los astigmatismos se presentan esencialmente por modificaciones en la forma de la córnea aunque igualmente pueden deberse a trastornos del cristalino. Este dato es de suma importancia para comprender el funcionamiento de los lentes de contacto, como veremos más adelante. Los astigmatismos pueden presentarse aislados o combinados con una miopía o una hipermetropía. Todas las combinaciones son posibles. De igual forma, al instalarse una presbicia, ésta se añade al astigmatismo previo (en caso de que éste existiera), complicando aún más la condición óptica del ojo. Otro médico holandés, Frans Cornelis Donders, fue quien aplicó al estudio ocular los conocimientos que ya se tenían sobre el fenómeno óptico del astigmatismo. La descripción del 29 astigmatismo ocular de Donders data de 1864, sin embargo, ya en 1670 Newton había descrito la deformación astigmática de los rayos oblicuos y de la luz. Young, en 1801, logra medir por primera vez el astigmatismo de un ojo humano y en 1819 Fresnel describe las lentes cilíndricas para obtener líneas luminosas. ¿Qué manifestaciones tiene el astígmata? Para responder a ello debemos entender perfectamente cómo funciona el ojo con astigmatismo. Volvamos a nuestro esquema mental del ojo al que se le ha reemplazado la córnea esférica por una córnea astigmática. Recordemos que la cornea astigmática, como la sección de la llanta, tiene dos grupos de meridianos de distinta curvatura. Para facilitar la exposición hablaremos de dos meridianos principales, uno más plano, otro más curvo, perpendiculares entre sí, considerando al primero vertical y al segundo horizontal. A título de ejemplo exclusivamente, supongamos que el individuo observa la letra E. Si el meridiano vertical enfoca a nivel de la retina, el horizontal, por ser más curvo, enfocará por delante de ella. El resultado será que el sujeto vea perfectamente en foco el trazo vertical de la E y fuera de foco los tres trazos horizontales. Si por el contrario es el meridiano horizontal el que enfoca en la retina, el meridiano vertical enfocará por detrás de ella (ya que es más plano). El sujeto verá entonces los tres trazos horizontales de la E en foco, y el trazo vertical fuera de foco. Igual puede ocurrir que los dos meridianos estén fuera de foco con respecto a la retina. Si el astigmatismo es leve, la visión no se deteriora mucho, pero si es elevado el deterioro de la agudeza visual es importante. Mediante un esfuerzo de la acomodación, el sujeto con astigmatismo trata de mejorar la imagen visual. Si volvemos al ejemplo anterior de la letra E, el sujeto con astigmatismo, al enfocar el trazo vertical de la E, lleva fuera de foco los trazos horizontales, mientras que si enfoca éstos, desenfoca el trazo vertical. Si la distancia óptica entre ambos no es mucha, el constante juego con la acomodación le permite deducir, al sumar mentalmente las dos imágenes, que se trata efectivamente de una letra E. Esta acomodación/relajación constante cansa, por lo que el astígmata, además de ver mal, tiene constantes molestias debido al constante esfuerzo por acomodar. V . A M E T R O P Í A S S E C U N D A R I A S 30 EN EL capítulo anterior hemos estudiado las diferentes ametropías primarias, haciendo énfasis en la forma en que se presentan y en las causas que las ocasionan. Para tener una idea clara y completa de estos problemas es menester hablar, así sea brevemente, de algunas situaciones oculares que se traducen en ametropías muy especiales, ya sea por la causa que las origina, la forma como se presentan o la magnitud que adquieren. ANISOMETROPÍA. Al hablar de miopía, hipermetropía y astigmatismo, por considerarla obvia no mencionamos una característica común a todas ellas, y es el hecho de que en un mismo individuo la ametropía habitualmente es igual o semejante en ambos ojos. Para que un sujeto vea en forma adecuada, tiene que superponer en su cerebro las imágenes proporcionadas por ambos ojos con el fin de obtener una sola imagen estereoscópica. Para ello es imprescindible, entre otras cosas, que las imágenes sean semejantes tanto en forma como en tamaño. Existe un margen de tolerancia aceptable por el cerebro en cuanto a tamaños de imagen; más allá de este margen el cerebro percibirá sólo una de ellas, eliminando la otra. Las ametropías no sólo hacen que la imagen sea borrosa, sino que modifican también su tamaño. De todos es sabido que las lupas, por ejemplo, tienen distintos poderes de magnificación. Del mismo modo, la imagen retiniana en una ametropía leve tiene distinto tamaño que en una ametropía elevada, considerando que ambos ojos observan el mismo objeto. El poder de las lentes se mide en dioptrías. Una dioptría es el poder de una lente que tiene su foco a un metro de distancia. Una dioptría, ya sea positiva o negativa, determina un cambio en el tamaño de la imagen en una proporción del 1.8%. Cuando la diferencia de tamaños de las imágenes de cada ojo sobrepasa esta cifra, aparecen molestias tales como cansancio ocular e irritación en los ojos. Si la diferencia llega a proporciones del 5% o más el sujeto ve doble o bien suprime la imagen más anormal, perdiendo entonces la visión binocular. No es excepcional que en un mismo individuo el grado de ametropía de un ojo difiera sustancialmente del grado de ametropía del otro, e incluso que sea completamente distinto. El caso más exagerado en este sentido sería un sujeto con miopía en un ojo e hipermetropía en el otro. Para ejemplificar esta situación basta pensar un momento en unos binoculares. Si utilizamos correctamente los binoculares, la imagen obtenida se aprecia de mayor tamaño y más cerca que la realidad. Si, por el contrario, giramos los binoculares, veremos la imagen más pequeña y más alejada. Supongamos ahora que partimos por la mitad los binoculares y colocamos frente al ojo derecho una de 31 las partes en su posición normal, mientras que frente al ojo izquierdo colocamos la otra parte invertida. El resultado final ejemplificaría aproximadamente una anisometropía severa. La anisometropía presenta grandes corrección, como veremos más adelante. dificultades para su QUERATOCONO El queratocono es una enfermedad, no una ametropía, pero se manifiesta entre otras cosas con serios trastornos de la refracción. Veamos qué ocurre en este padecimiento. Por razones hasta la fecha desconocidas, la córnea sufre cambios en su estructura haciendo que paulatinamente se vaya deformando. Esta deformación es en forma cónica (de ahí su nombre) y progresiva. Figura 13. Queratocono. Ópticamente se traduce en miopía y astigmatismo irregular elevados. La traducción óptica de este padecimiento es la de una miopía elevada y progresiva que se acompaña invariablemente de un fuerte astigmatismo. La deformación cónica de la córnea aumenta sustancialmente el eje anteroposterior del ojo, lo que determina la miopía, y al perder su forma esférica ocasiona un astigmatismo que tiene como característica el ser irregular, es decir en el que todos los meridianos son distintos, encontrándose diferencias de curvatura marcadas incluso en un mismo meridiano. Inútil es mencionar que la visión, en estos casos, está seriamente afectada. En la figura 13 se muestra en forma esquemática el trastorno óptico del queratocono. La córnea se ha abombado y su superficie 32 se ha vuelto irregular, y el resultado es una miopía y un astigmatismo elevados. El queratocono, por regla, es bilateral aunque no simultáneo, lo que quiere decir que la presentación y progresión del daño corneal puede ser diferente en ambos ojos. AFAQUIA La afaquia, como el queratocono, no es una ametropía sino el resultado de una intervención quirúrgica que se traduce, entre otras cosas, en una ametropía elevada. Veamos brevemente en qué consiste esta situación. Se mencionó ya que el cristalino es una estructura que se encuentra dentro del ojo, inmediatamente detrás del iris, que se comporta como una lente positiva biconvexa, es decir, como una lupa potente que, junto con la córnea, tiene como función la de enfocar los rayos de luz que inciden el ojo a nivel de la retina. Otra función primordial del cristalino es la acomodación que en él se lleva a cabo merced a cambios en la convexidad del mismo, lo que permite modificar el poder óptico global del ojo con el fin de enfocar los objetos cercanos. El cristalino es una estructura viva formada por una multitud de fibras que, en condiciones normales, son totalmente transparentes. En ocasiones, y por muy variadas razones, el cristalino pierde su transparencia parcial o totalmente. Esta condición se conoce con el nombre de catarata. La catarata puede definirse como la pérdida de transparencia del cristalino. Sus causas son múltiples: puede deberse a una edad avanzada, o bien producirse como consecuencia de una enfermedad ocular del tipo de las infecciones o del glaucoma, a traumatismos oculares, a enfermedades que afectan a distintos órganos y sistemas como es el caso de la diabetes, a intoxicaciones y a diversas causas hereditarias. Independientemente del factor que las origina, las manifestaciones se reducen esencialmente a una pérdida progresiva de la visión hasta llegar a la sola percepción de bultos. La catarata es una enfermedad frecuente que puede afectar uno o ambos ojos y que no respeta edades, sexos o razas. Esta enfermedad se conoce desde la más remota antigüedad y los médicos han intentado para su curación todo tipo de recursos. El único eficaz hasta la fecha es la operación quirúrgica. Sin entrar en detalles, la operación consiste en extraer el cristalino opaco. El resultado final es el libre paso de la luz hasta la retina. Sin embargo, la condición óptica del ojo ya no vuelve a ser la misma. 33 El poder óptico del ojo está dado por la suma de dos lentes potentes: la córnea y el cristalino y al extraer el cristalino sufre una gran reducción ya que, si se extrae el cristalino de un ojo que previamente no padecía ninguna ametropía, los rayos de luz enfocarán muy por detrás de la retina, es decir, el ojo se habrá vuelto fuertemente hipermétrope. Esta hipermetropía resultante de la cirugía será menor si el ojo era previamente miope (ya que ambos defectos se compensan parcial o totalmente) y mayor aún en un ojo previamente hipermétrope. Como quiera que sea, un ojo operado de catarata es un ojo con muy mala agudeza visual hasta que no se corrija el defecto óptico resultante. A ello debemos agregar que, al extraer el cristalino, también se pierde en forma definitiva el poder de acomodación. En la figura 14 se compara el funcionamiento óptico de un ojo normal y de uno operado de catarata (áfaco). Nótese que el ojo áfaco se ha vuelto fuertemente hipermétrope, por lo que el foco cae por detrás de la retina. Figura 14. Condición óptica de un ojo operado de catarata. (a) ojo normal, (b) ojo áfaco. MIOPÍA DE LA DIABETES Cuando hablemos de la corrección de las ametropías con anteojos haremos referencia al índice de refracción, que no es otra cosa que la propiedad que tienen los cuerpos transparentes de refractar la luz. El aire, el agua, el vidrio tienen distintos índices de refracción, por lo que al pasar la luz de uno a otro modifica su trayectoria. En el ojo todas las estructuras transparentes tienen un determinado índice de refracción. 34 En la diabetes, enfermedad de todos conocida que se caracteriza, entre muchas otras cosas, por cantidades elevadas de azúcar en la sangre, puede ocurrir que un fuerte incremento de la glucosa ocasione cambios en el índice de refracción de alguno de los medios transparentes del ojo, aumentando su poder, lo que se traduce en una miopía transitoria. Es transitoria ya que al disminuir el exceso de azúcar en la sangre la condición óptica del ojo se normaliza automáticamente. No es raro entonces que ciertos sujetos diabéticos que presentan cambios importantes y bruscos en sus niveles de azúcar en la sangre tengan periodos de visión borrosa, que corresponden a una miopía transitoria determinada por cambios en los índices de refracción del ojo. V I . C O R R E C C I Ó N D E L A S A M E T R O P Í A S S I N A N T E O J O S EL TÍTULO del presente capítulo es equívoco, ya que da la falsa impresión de que las ametropías pueden corregirse sin lentes. En realidad no es así. Las ametropías, como veremos más tarde, sólo pueden corregirse con el uso de lentes o modificando de alguna forma las estructuras anatómicas del ojo que funcionan como tales: la córnea y el cristalino. Sin embargo, sí existen algunos recursos que permiten mejorar la visión y condiciones que afectan, a favor o en contra, la agudeza visual. Antes de adentramos en la corrección propiamente dicha de las ametropías, consideramos prudente tratar estos temas para aclarar al máximo los conceptos sobre visión normal y ametropías. ILUMINACIÓN En la retina existen dos tipos de células receptoras de los estímulos visuales: los conos y los bastones. Las primeras proporcionan la visión fina (de detalle) y cromática (percepción de los colores), y requieren para su buen funcionamiento niveles altos de iluminación del objeto. Las segundas son las encargadas de la visión gruesa y acromática, y trabajan mejor en condiciones de baja iluminación. La agudeza visual depende esencialmente de las primeras. Hagamos unas observaciones para aclarar mejor estos conceptos. Supongamos que vamos conduciendo un automóvil en una carretera y nos acercamos a un cruce. En ese momento fijamos la 35 vista sobre los letreros de señalamiento para averiguar qué ruta seguir. La lectura de estos letreros se hace con la porción central de la retina, en donde predominan los conos. Si no padecemos una ametropía, distinguimos todos los detalles de forma y color del letrero en cuestión. Al mismo tiempo percibimos el medio que nos rodea: otros autos que cruzan, la presencia de árboles y construcciones al borde de la carretera, el peatón que se apresta a cruzar el camino. Todo ello lo percibimos sin quitar la vista del letrero, sin embargo, nuestra percepción es difusa. No podríamos indicar la marca o el color del vehículo que acaba de cruzar, menos aún los detalles de la ropa del peatón. Esta visión "periférica" está dada esencialmente por las porciones periféricas de la retina, en donde predominan los bastones. El ejemplo se acentúa, todos lo sabemos, en el crepúsculo, cuando la luminosidad ambiente disminuye notablemente, y se hace tajante por la noche. Un paseo de noche por el parque sólo muestra figuras difusas, incoloras. Todo lo anterior nos indica que la agudeza visual es directamente proporcional al grado de iluminación hasta un límite en donde el deslumbramiento impide toda visión. Por ello, y en términos generales, la visión mejora cuando se mejora simultáneamente la iluminación. En relación íntima con la iluminación está el contraste, ya que formas y colores contrastados se aprecian mejor que los no contrastados. PROFUNDIDAD DE FOCO. EFECTO ESTENOPEICO Observemos ahora con cuidado el objetivo (lente) de una cámara fotográfica. Hemos enfocado la cámara a tres metros de distancia y queremos saber qué saldrá en foco y qué fuera de foco. Para ello debemos fijarnos en el diafragma. Si como apertura de diafragma colocamos el número 2 (totalmente abierto), la cámara enfocará de 2.75 a 3.25 metros aproximadamente, es decir, que todo aquello que esté por delante y por detrás de estas medidas saldrá fuera de foco en la fotografía. Si por el contrario, colocamos el diafragma en 16 (máximo cierre), las distancias se modifican a 2 y 8 metros: nuestro campo de foco se ha ampliado en forma considerable. El diafragma de la cámara es el responsable de la profundidad de foco, es decir, de la amplitud de la zona en que la imagen se mantiene en foco. Ello se debe en esencia a que al hacer pasar rayos de luz a través de un orificio pequeño se eliminan todos los rayos periféricos que son oblicuos, permitiendo así solamente el paso de los centrales. En lenguaje óptico, se dice "paso de rayos paraxiales", que disminuyen las aberraciones. A este fenómeno se le conoce como efecto estenopeico y significa, en el tema que nos ocupa, que un sujeto 36 con ametropía incremente notablemente su visión si se le hace ver a través de un orificio estenopeico. La experiencia es muy fácil de llevar a cabo. Quienquiera que padezca una ametropía, perfore con una aguja una tarjeta de visita y observe a través del orificio: su agudeza visual habrá mejorado notablemente. El uso del efecto estenopeico con el fin de mejorar la visión se conoce de tiempo atrás. En 1623, en Sevilla, Daza de Valdés diseñó unos anteojos con una serie de orificios estenopeicos colocados horizontalmente. Estos anteojos fueron aplicados más tarde en la corrección de las ametropías por Serre en París (1857) y por Donders en Londres (1864). Si bien la mejoría visual es innegable con dichos anteojos, el campo visual se reduce notablemente, por lo que su utilidad se limita sobre todo a la lectura. Los anteojos estenopeicos no tienen ninguna propiedad curativa, como se les ha querido atribuir ocasionalmente. El efecto estenopeico nos explica ciertos fenómenos relacionados con la iluminación. El equivalente al diafragma de la cámara fotográfica en el ojo es el iris, por lo que su función es regular la cantidad de luz que llega a la retina. Cuando la luz ambiente es intensa, el iris cierra la pupila, llegando incluso a hacerla puntiforme. Una pupila puntiforme equivale a un orificio estenopeico, por lo que quien padece ametropía ve mejor en condiciones de iluminación ambiental elevada, ya que sus pupilas se contraen y aumenta proporcionalmente su profundidad de foco. Al bajar la iluminación, la dilatación pupilar disminuye el efecto estenopeico, aumentan las aberraciones ópticas y disminuye la agudeza visual. En otras palabras, la disminución de agudeza visual vespertina y nocturna es mucho mayor en quien padece una ametropía que en quien no la padece. ACOMODACIÓN Finalmente, otro factor que debe tomarse en cuenta es la acomodación. El miope ve bien de cerca, el hipermétrope requiere de menor esfuerzo en la visión lejana, el astígmata cuenta con distancias en que mejora su visión. Cada uno de ellos, al utilizar en forma óptima su acomodación (distancia) podrá mejorar sustancialmente su visión. En resumen, si bien las ametropías no pueden corregirse con recursos que no sean ópticos, sí existen condiciones que permiten mejorar, parcialmente por lo menos, la visión. De éstas las más importantes son una buena iluminación y una adecuada distancia de trabajo. 37 V I I . C O R R E C C I Ó N D E L A S A M E T R O P Í A S C O N A N T E O J O S EN 1267 el fraile Roger Bacon escribía: "Si cualquiera examina letras u otros objetos pequeños a través de un medio de cristal o vidrio u otra sustancia transparente, si éste tiene la forma del segmento pequeño de una esfera con su lado convexo dirigido hacia el ojo, el ojo estando en el aire verá las letras mucho mejor y le parecerán aún más grandes." UN POCO DE HISTORIA Si las lentes convexas se conocían ya desde hacía tiempo tanto en la antigua Grecia como en Roma y en el mundo árabe, es en el Opus Majus de Roger Bacon en donde encontramos la primera descripción de lentes para corregir ametropías (presbicia). Ésta y muchas otras descripciones científicas le ocasionaron al fraile inglés varios años de encarcelamiento por no acatar las enseñanzas de la Iglesia. De la misma época se tiene el reporte de Marco Polo en la corte de Kublai Khan, en donde menciona la utilización de lentes para lectura utilizados en China aparentemente desde el siglo X. Es a Che Hang, carcelero chino, a quien se le atribuye la invención de los Ai-Ti o lentes de cristal de roca. Promotores del uso de estos lentes en Europa fueron Salvino d'Armati y Alesandro di Spina, ambos italianos. Si el uso de gafas para lectura fue visto por la iglesia medieval con franco desagrado por ir en contra de los designios divinos, pronto el mundo científico y la sociedad no sólo lo aceptó sino que difundió su uso, llegando a ser incluso una manifestación de dignidad. Así, como ejemplos, tenemos como primeras manifestaciones pictóricas el retrato de Hughes de Provence por Tomaso da Modena (Treviso 1352) y la pintura de San Jerónimo de Domenico Ghiraldajo (1480), en donde destaca el uso de anteojos convexos. El cuadro de San Jerónimo hizo que éste se volviese más tarde patrono de los constructores de lentes. En los primeros anteojos se utilizó el cuarzo y el agua marina, pero conforme aumentó la demanda fue necesario elaborar vidrio óptico. Los principales centros de manufactura del vidrio óptico fueron Nuremberg y Venecia. El vidrio óptico ha sido perfeccionado debiéndose mencionar las contribuciones de Ernest Abbe y Otto Schott (1855) basadas en los trabajos de Michael Faraday (1791-1867), para llegar al crown glass y al flint glass que se utilizan actualmente. 38 El vidrio óptico puede romperse, por lo que constituye un peligro inminente para el sujeto que utiliza anteojos. Buscando siempre la mayor protección para el usuario, se ha diseñado un cristal endurecido que resiste, hasta cierto punto, los impactos. Desde hace varios años a la fecha se ha utilizado con gran éxito el plástico para la fabricación de anteojos, ofreciendo así un menor peso además de una mayor protección. CARACTERISTICAS DE LAS LENTES Antes de seguir adelante es imprescindible mencionar algunas características de las lentes ópticas para comprender su funcionamiento. Ya hemos mencionado las diferencias existentes entre las lentes esféricas y las cilíndricas. Las primeras enfocan la imagen en un solo punto, las segundas en una línea. Tanto las primeras como las segundas pueden ser convexas (positivas), es decir, las que hacen que la luz que las incide converja, o cóncavas (negativas) las que hacen que diverja. El poder de una lente se mide en dioptrías, término acuñado por el francés Monoyer en 1872. Una dioptría es el poder de una lente que enfoca los rayos paralelos a 1 metro. La fórmula matemática para la dioptría es: D=1/F en donde D expresa las dioptrías y F la distancia focal de la lente. Por lo tanto, si la distancia focal es de 50 cm, la lente tendrá un valor de 2 dioptrías, mientras que si es de 4 metros, su valor será de 0.25 dioptrías. Las dioptrías, claro está, pueden ser positivas o negativas. Otro factor que modifica el poder de una lente es su índice de refracción, es decir, la capacidad que tiene de refractar la luz. Todos recordamos el experimento escolar de la regla y el vaso de agua. Si introducimos una regla en un vaso de agua, ésta se ve partida, ya que la porción sumergida se desplaza hacia la vertical. El fenómeno se explica porque el aire y el agua no tienen el mismo índice de refracción. El vidrio óptico tiene un índice de refracción de 1.523, aunque en ocasiones se utiliza con índice de 1.69. 39 Las lentes utilizadas en la corrección de las ametropías ocasionan igualmente un efecto prismático y una magnificación. Los prismas desvían la luz que los incide hacia su base, tanto más cuanto mayor sea el poder óptico del prisma. Este poder se mide en dioptrías prismáticas, descritas por Charles F. Prentice en Nueva York en 1890. Prentice definió la dioptría prismática como el poder de un prisma que ocasiona una deflección de 1 cm a 1 metro de distancia (Figura 15). Las lentes convexas se comportan como prismas adosados por su base, mientras que las cóncavas lo hacen como prismas adosados por sus vértices (Figura 16). Ahora bien, la desviación prismática depende esencialmente de la distancia focal de la lente y de la distancia en centímetros a la que se encuentra el rayo de luz incidente en relación al eje óptico de la lente (fórmula de Prentice). La fórmula de Prentice se expresa entonces de la siguiente manera: d = cF en donde d es la desviación en dioptrías prismáticas, c es la distancia del rayo de luz al eje óptico de la lente, y F es la distancia focal de la lente. Este efecto prismático, como veremos más adelante, tiene gran trascendencia en la tolerancia a los anteojos, Figura 15. Efecto de un prisma sobre la luz. 40 Figura 16. Efecto prismático de las lentes. ya que si éstos no están perfectamente centrados en relación a los ojos del sujeto producirán un efecto prismático sumamente desagradable consistente en una sensación de visión doble. Finalmente, la magnificación es un fenómeno inherente a todas las lentes. La magnificación depende de dos factores: el primero es el poder de la lente y su posición respecto al ojo, el segundo es la forma en que está tallada la lente (poder del vértice posterior). Sin entrar en detalles matemáticos, podemos decir que entre más se aleja una lente del ojo más aumenta su magnificación, y mientras más convexa sea la cara que mira al ojo del sujeto mayor será igualmente su magnificación. Los datos anteriores son aplicables a todo tipo de lentes, por lo que debe tomárseles en cuenta en la corrección de cualquier ametropía. Veamos ahora aspectos prácticos de la corrección con anteojos de las distintas ametropías. MIOPÍA En la miopía, la imagen del objeto se forma por delante de la retina. Basta colocar entonces una lente esférica negativa (cóncava) frente al ojo, cuyo poder sea equivalente a la distancia entre el foco del ojo y la retina, para corregir el problema. 41 Cuando la miopía es muy elevada la periferia de la lente es muy gruesa, por lo que induce aberraciones que no son otra cosa que deformaciones de la imagen producidas por la lente misma. Esto hace que un miope, cuando no vea por el centro de sus lentes sino por la periferia, perciba las imágenes deformadas. La miopía puede presentarse desde los primeros años de vida y, si es elevada, puede ser incapacitante. En los niños miopes que no han sido corregidos, el entorno visual se ha reducido a unos cuantos metros. Esto interfiere seriamente con su aprendizaje tanto en el núcleo familiar como escolar. La falta de estímulos visuales ambientales crea igualmente un cambio de personalidad en el miope, que con frecuencia se vuelve retraído, rehúye la vida al aire libre, los espectáculos y los deportes, y se consagra a la lectura o a actividades que pueda desarrollar sin problemas. Por todo lo anterior es necesario corregir la miopía cuanto antes, pidiendo al sujeto que utilice sus lentes constantemente. Durante la infancia y la adolescencia la miopía puede sufrir incrementos ya que el individuo prosigue su desarrollo. Por ello es importante que todo miope en esta edad sea revisado por su médico periódicamente, para modificar la graduación cuantas veces sea necesario. HIPERMETROPÍA El sujeto con hipermetropía leve no sufre grandes trastornos en su agudeza visual, pero por tener que modificar constantemente su acomodación, sí sufre numerosas molestias, como pueden ser irritación de ojos, cansancio visual y dolores de cabeza. Quien tiene una elevada hipermetropía no padece molestias ya que no se esfuerza por corregir su defecto, pero en cambio ve mal. Ambas hipermetropías deberán corregirse con lentes, las leves no tanto para mejorar la visión del individuo que puede ser incluso normal sino para eliminar las molestias, y las elevadas para corregir su visión. La hipermetropía se corrige con lentes esféricas positivas o convexas (lupas) que, por ser gruesas, producen una magnificación importante y aberraciones en su periferia, por lo que no siempre son bien toleradas. No es raro entonces que el médico se vea forzado a ordenar graduaciones menores a las requeridas con el fin de mejorar su tolerancia aun a expensas de no corregir totalmente la visión. En los niños hipermétropes la revisión periódica se impone ya que, como se mencionó anteriormente, la hipermetropía puede ser regresiva en los primeros años. Si un niño utiliza anteojos 42 sobregraduados para hipermetropía, se convierte en un miope con todas las desventajas que esto le acarrea. ASTIGMATISMO Las lentes para corregir el astigmatismo son lentes cilíndricas o bien una combinación de cilíndricas y esféricas. La primera aplicación médica de estas lentes se debe al astrónomo inglés sir George Airy, director del Observatorio de Greenwich, quien fabricó unos anteojos para corregir su propio astigmatismo en 1827. Un astigmatismo no corregido produce una baja en la agudeza visual y también, como en el caso de la hipermetropía, ocasiona molestias que pueden llegar a ser importantes. Esto se debe a que el sujeto no corregido tiende inconscientemente, mediante la acomodación, a corregir su defecto sin lograrlo nunca. Recordemos el ejemplo de la E en donde probablemente el sujeto pueda, mediante un esfuerzo de acomodación, ver con nitidez los trazos verticales u horizontales de la letra en cuestión en cuyo caso, al lograr enfocar unos, desenfoca aún más los otros. Los astigmatismos pueden ser muy pequeños, por lo que sólo un estudio minucioso por parte del médico puede detectarlos. PRESBICIA La presbicia se corrige muy fácilmente: basta con poner frente a los ojos lupas de distinto poder hasta encontrar aquella con la que el individuo pueda ver claramente letras u objetos pequeños. Este sistema de adaptación había sido ya descrito en la antigua China por Suen Seumiao (581-682) en su Tratado de Oftalmología (Yinhai tsing-wei). Incluso en la actualidad vemos cómo en numerosos establecimientos comerciales de autoservicio existen estantes de anteojos a los que llega el sujeto a probarse aquel con el que mejor ve. Distinta es la situación cuando el sujeto en cuestión usa ya lentes para corregir la visión lejana. En estos casos la graduación para ver de cerca deberá calcularse en función de la graduación para ver de lejos. En la corrección óptica de estos casos existen dos posibilidades. En primer término, al sujeto pueden medírsele dos pares de anteojos, unos para lejos y otros para cerca. Esto es poco práctico ya que el individuo deberá cambiar constantemente de anteojos, dependiendo de la distancia a la que quiera ver con claridad. 43 La segunda posibilidad es el uso de bifocales. ¿Qué son los bifocales? En 1784 Benjamin Franklin diseñó unos anteojos que le permitieron corregir tanto su visión lejana como cercana. En una carta dirigida a George Wathley fechada el 23 de mayo de 1785, Franklin describe claramente su descubrimiento: "Tengo dos pares de anteojos (para lejos y cerca) que intercambio con frecuencia. En virtud de que encuentro estos cambios molestos y no siempre los realizo con la rapidez deseada, he cortado los lentes por mitad juntando la mitad de cada uno en el mismo armazón. Con ello, ya que llevo mis anteojos puestos constantemente, sólo requiero mover mis ojos hacia arriba o abajo si deseo ver con nitidez de lejos o de cerca..." Más adelante añade para enfatizar lo práctico de su descubrimiento: "así los anteojos que me son más adecuados en la mesa para ver lo que como, no son los más propios para ver las caras de aquellos que me hablan del otro lado de la mesa..." Cien años más tarde se construyen bifocales pegando a la lente la lupa requerida para la visión cercana. En 1908 J. L. Borsch, de Filadelfia, construye los primeros bifocales fusionados, fusionando térmicamente dos lentes talladas por separado. Finalmente en 1910 Bentzon y Emerson en Inglaterra logran, sobre una misma lente, tallar dos curvaturas distintas corrigiendo así tanto la visión lejana como la cercana. Las lentes bifocales son entonces una lente común en la que se ha tallado la corrección para la visión lejana, a la que se talla, en la porción inferior y ligeramente interna, una curvatura distinta equivalente a la lente convexa requerida para la visión cercana. Esta porción es visible, generalmente, en forma de una media luna, y el sujeto que utiliza dichos lentes percibe un salto óptico cuando pasa de una a otra porción de su lente. Para las personas que requieren, por sus actividades, de una posición intermedia de visión fina entre la posición lejana y la de lectura, se han diseñado lentes trifocales. En la actualidad existen lentes bifocales llamados de visión continua, en los que el paso de la graduación para ver de lejos a la graduación para ver de cerca no es brusco sino progresivo. Dichos bifocales tienen más un valor estético que práctico ya que adolecen de numerosas aberraciones. ANISOMETROPÍA Recordemos que por anisometropía se entiende aquella situación en la cual el defecto óptico de un ojo difiere sustancialmente del defecto del ojo contralateral. Si recordamos lo dicho sobre el efecto prismático de las lentes, sobre todo en lo que respecta a su magnificación, podremos deducir con facilidad que los anteojos no pueden corregir satisfactoriamente esta situación. Al corregir con anteojos una anisometropía, la visión aislada de cada uno de los ojos puede ser satisfactoria; sin embargo, la visión binocular se verá muy alterada por el distinto tamaño de las imágenes. En 44 estos casos el cerebro opta generalmente por eliminar la imagen más anormal, con lo que obligamos al sujeto a ver con un solo ojo. Si esto no es posible, el sujeto puede ver doble y tener tantas molestias que termina por rechazar la graduación. Ambos resultados son, a todas luces, inadecuados. Como veremos en el siguiente capítulo, las lentes de contacto han venido a resolver dicha situación. QUERATOCONO El queratocono, como explicamos antes, consiste en una miopía progresiva y un astigmatismo irregular también progresivo. Cuando el queratocono se inicia, los anteojos pueden corregir su manifestación óptica. Sin embargo, conforme avanzan miopía y astigmatismo, los anteojos son insuficientes para corregir el defecto: la visión se deteriora progresivamente. Como en el caso anterior, veremos que las lentes de contacto han permitido modificar drásticamente el pronóstico de esta enfermedad y que el trasplante de córnea se constituye como el último recurso en los casos muy avanzados en donde las lentes de contacto, además de ser difícilmente toleradas, no logran ya corregir la visión del sujeto. AFAQUIA La extracción de una catarata determina una afaquia, es decir, la ausencia del cristalino. Se mencionó que el ojo áfaco se vuelve un ojo fuertemente hipermétrope, por lo que la corrección con anteojos es en todo semejante a la de una hipermetropía elevada. Ya que también se pierde el poder de acomodación, el áfaco deberá utilizar bifocales constantemente. Si en un sujeto los dos ojos están operados de catarata, la solución con anteojos es factible, incluso adecuada, aunque no hay que olvidar las molestias que ocasionan unos lentes potentes para hipermetropía. Sin embargo, hay muchas personas que son operadas de una sola catarata, es decir, individuos en los cuales un ojo es áfaco y el otro normal o con una ametropía cualquiera. Esta situación corresponde a una anisometropía muy marcada, imposible de corregir con anteojos convencionales. En otras palabras, el sujeto operado de catarata de un solo ojo no puede, con anteojos, tener visión binocular. Hemos visto brevemente el uso de los anteojos en las distintas ametropías. Cuando un individuo requiere usar anteojos graduados y no los usa, echa mano de los recursos antes mencionados para mejorar su visión: se acerca a los objetos, aumenta la luminosidad ambiente, busca el mayor contraste. En 45 la presbicia, aleja paulatinamente los objetos buscando la distancia en la que no requiere acomodar. Común denominador a todas las ametropías es el buscar el efecto estenopeico con el fin de aumentar la profundidad de foco. Ello se logra guiñando los ojos, ya que al entrecerrar los párpados se reduce el tamaño de la pupila y mejora la visión. Es importante tener siempre en mente la posibilidad de que un niño pequeño padezca una ametropía. El niño con ametropía desconoce cuál debe ser la visión normal, por lo que rara vez se queja de ello. Un estudio minucioso por el médico al nacimiento y al iniciar la edad escolar evitará pasar por alto ametropías que pueden ocasionar serios problemas de desarrollo. Finalmente, hemos visto también que en ciertos casos los anteojos son insuficientes o inadecuados para corregir una ametropía. En tiempos pasados, muchas personas tenían que conformarse con correcciones parciales, difícilmente tolerables. Debemos señalar que existen también limitaciones e incluso contraindicaciones para el uso de anteojos. Tomemos algunos ejemplos para ilustrar este punto. La edad del sujeto puede ser determinante en el uso de anteojos. Los niños muy pequeños y algunos ancianos son sujetos difíciles en este sentido. La falta de cooperación es otro factor que deberá de tenerse en mente. Son muchos los individuos que por ignorancia, ideas erróneas preconcebidas o vanidad se resisten al uso de anteojos. Finalmente, algunas enfermedades constituyen un serio impedimento para el uso de anteojos. Demencia, epilepsia, enfermedades, cicatrices o mutilaciones en la cara hacen que el uso de anteojos sea peligroso o incluso imposible. Las actividades del sujeto pueden igualmente ser un factor decisivo en el uso de anteojos. Si bien en ciertos trabajos el uso de anteojos permite además brindar protección al individuo (es el caso de los dentistas, torneros, soldadores, carpinteros, etc.) ya que los protegen contra golpes o incrustaciones de rebabas, en otros su uso constituye un problema. Cuando el sujeto trabaja en un ambiente con vapor de agua los anteojos se empañan constantemente, mientras que en el buceo difícilmente pueden utilizarse. Esta última situación nos lleva finalmente a las actividades deportivas, en donde también existen limitaciones de uso o francas contraindicaciones. Box, lucha, fútbol, natación, son sólo algunos ejemplos de actividades deportivas en donde el uso de anteojos es simplemente imposible. 46 Por último, debemos reconocer que en algunas actividades se considera el uso de anteojos como una limitación de tipo estético: por ejemplo, en V I I I . C O R R E C C I Ó N D E L A S A M E T R O P Í A S C O N L E N T E S D E C O N T A C T O INDUDABLEMENTE, la corrección de las ametropías con anteojos dista mucho de ser la ideal, ya que obliga a traer un armazón sobre la cara. Las lentes producen aberraciones, en especial en las ametropías elevadas, y no todas las situaciones pueden corregirse en forma adecuada. Si a ello agregamos el factor estético que puede ser altamente trascendente para muchos individuos, así como las limitaciones que el uso de anteojos tiene en los deportes y ciertos trabajos, estaremos de acuerdo en que otras soluciones podrían ser mejores. Si recordamos los problemas y limitaciones inherentes a los anteojos entenderemos fácilmente cuáles han sido los principales puntos en que se ha orientado el esfuerzo de la investigación óptica. 1) Los anteojos con lentes gruesas producen numerosas aberraciones, especialmente si el eje visual utiliza la periferia de dichas lentes. Si recordamos la forma de las lentes esféricas, tenemos que si el sujeto mira a través del centro de una lente fuertemente negativa verá a través de dos prismas adosados por sus vértices, mientras que si mira a través de la periferia verá a través de un prisma grueso, y la línea de visión será oblicua con respecto al eje del prisma. La deformación de la imagen en esta última posición es mucho más acentuada que en la primera. Al reducir el grosor de la lente y al hacer que ésta se mueva siguiendo los movimientos del ojo se reducirían o desaparecerían las aberraciones. 2) La magnificación de una lente está dada esencialmente por la distancia a la que se encuentra del ojo, por lo que si se logra disminuir dicha distancia al máximo se reducirá en proporción la magnificación, pudiendo entonces corregir anisometropías sin importar su magnitud. 47 3) La mayoría de los astigmatismos son de origen corneal. Si la lente utilizada logra uniformizar la curvatura corneal haciéndola esférica, se corregirá automáticamente el astigmatismo sin tener que recurrir a lentes cilíndricas. Las lentes de contacto han venido a solucionar satisfactoriamente dichos problemas aunque, como veremos más adelante, han ocasionado otros que no existían con los anteojos. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Las lentes de contacto se utilizan en forma rutinaria desde principios de siglo. Para remontarnos a sus orígenes, sin embargo, tenemos que llegar hasta el Renacimiento. En el Códice sobre el ojo (ca. 1508) Leonardo da Vinci describe minuciosamente un dispositivo para eliminar los vicios de refracción del ojo (astigmatismo). El dispositivo consistía en un tubo sellado por una lente por uno de sus extremos que, lleno de agua, se colocaba sobre el ojo. El agua, al uniformizar la superficie corneal, eliminaba el astigmatismo. La misma observación óptica fue hecha años más tarde por Renato Descartes en su Discurso del método, en donde señala que al inmergir un ojo en el agua se anula la refracción corneal. Desafortunadamente los comentarios de Da Vinci y Descartes fueron olvidados hasta 1845, año en que aparece la Encyclopedia Metropolitana, en la que John F.W. Herschel sugiere el uso de una lente de gelatina para la corrección de los astigmatismos. La forma de dicha lente debía obtenerse gracias a un molde tomado directamente del ojo. El primer lente utilizado con éxito se debe a F.G. Muller en Wiesbaden, Alemania. Muller fabricaba prótesis oculares y tuvo la brillante idea de fabricar una cuya córnea fuera transparente (de vidrio). Esta la aplicó a un colega médico suyo para protegerle su único ojo, cuyos párpados habían sido destruidos por un tumor. Ya con fines ópticos, en especial en casos de queratocono, el suizo Eugen Fick reporta en su famoso artículo Eine contactbrille el uso de lentes de contacto fabricados con vidrio soplado (1887). Por esas fechas los trabajos de Helmholtz (1856) y de Javal y Schiotz (1881) permiten calcular ópticamente las curvaturas de la córnea, por lo que se desecha el uso del molde para fabricar las lentes de contacto. En los años siguientes se realizan numerosas mejoras que terminan con las lentes utilizadas hoy día, entre ellas la utilización 48 de plástico (por la firma Farben en 1936), de metacrilato (Obrig, 1938), las lentes ventiladas (Bier, 1943), microlentes (Dickinson, Sohnges y Nell, 1954), lente de contacto bifocal (Collins, 1958) y las lentes hidrofílicas o blandas (Wichterlé, 1964). ¿Cómo actúan las lentes de contacto? ¿Qué ventajas y qué limitaciones tienen? Veamos punto por punto estos aspectos. CÓMO ACTÚAN LAS LENTES DE CONTACTO Volvamos rápidamente a la figura 1. La córnea, junto con el cristalino, son las lentes del ojo. La córnea está en contacto con el medio ambiente, protegida por los párpados y por las lágrimas. Las lágrimas cubren constantemente a la córnea, humedeciéndola, limpiándola, protegiéndola químicamente, lubricándola y permitiéndole la respiración (intercambio de oxígeno con el aire ambiente). La lente de contacto es una lente en todo semejante a la de los anteojos, sólo que su tamaño es muy reducido y su superficie posterior debe amoldarse perfectamente a la córnea para evitar dañarla. De hecho, la lente de contacto no se apoya directamente sobre la córnea sino sobre la película lagrimal que la cubre: así la lente de contacto "flota" sobre la lágrima que cubre a la córnea, adhiriéndose a ella por un mecanismo de ventosa. Para adaptar una lente de contacto es necesario entonces conocer perfectamente la curvatura de la córnea y la ametropía del ojo. La curvatura se calcula mediante aparatos especialmente diseñados para ello y el poder se mide de la misma forma que para los anteojos convencionales. Con los datos anteriores la lente se fabrica en el laboratorio dándole la curvatura y el poder necesarios. Por lo anterior, una lente de contacto no puede ni debe ser utilizada sobre otro ojo para el cual no fue medida. Con las lentes de contacto se obtienen entonces las siguientes ventajas: Al colocar una lente perfectamente esférica sobre una córnea irregular (astigmatismo), la lágrima que se intercala entre la lente y la córnea corrige estas irregularidades de la misma forma como funcionaba el tubo con agua de Da Vinci: el astigmatismo corneal desaparece. En la figura 17 vemos la ilustración del proceso. La córnea es irregular, lo que determina un fuerte astigmatismo. Hay que notar que la irregularidad se asienta en su superficie, siendo su cara posterior normal. Entre la lente de contacto y la córnea está la lágrima que viene a "regularizar" la superficie corneal. El resultado final es una lente cuya superficie anterior es la cara anterior de la lente de contacto, la superficie posterior es la cara 49 posterior de la córnea, formada por tres elementos distintos que son la lente, la lágrima y la córnea. Al haber neutralizado la irregularidad corneal, se ha neutralizado igualmente el astigmatismo. Figura 17. Corrección del astigmatismo corneal mediante una lente de contacto. En caso de existir además un astigmatismo cristaliniano, será necesario tallar sobre la lente la corrección cilíndrica (lentes tóricos) o, si éste es muy elevado, utilizar además anteojos para su corrección. La distancia entre la lente y el ojo es prácticamente nula, por lo que se reduce al máximo la magnificación. Ello hace de las lentes de contacto el método idóneo para corregir anisometropías. Finalmente, ya que la lente se desplaza con el ojo, la corrección óptica es la óptima, independientemente de la posición de la mirada. Se evitan así todo tipo de aberraciones. TIPOS DE LENTES DE CONTACTO Existen esencialmente dos tipos de lentes de contacto: las duras y las blandas o hidrofílicas. Las lentes duras son pequeñas y rígidas, y corrigen tanto miopías como hipermetropías y astigmatismos. Por su tamaño se colocan y retiran fácilmente de la superficie de la córnea. El periodo de 50 adaptación es prolongado ya que, por ser rígidas, constituyen un cuerpo extraño al que el ojo debe habituarse. Las lentes blandas o hidrofílicas son mucho más grandes (diámetro mayor), y son sumamente blandas (pueden doblarse o enrollarse), por lo que no son útiles para corregir astigmatismos corneales elevados, ya que se amoldan a la superficie corneal. Por lo anterior, su uso se restringe a miopías, hipermetropías y astigmatismos leves. Por su mayor tamaño su manejo es más complicado, aunque por su consistencia su tolerancia es mucho mayor. Algunas lentes de contacto blandas son tan delgadas y tan permeables al oxígeno que pueden ser utilizadas por largo tiempo en forma ininterrumpida. Los cuidados de las lentes difieren igualmente. Las lentes duras requieren sólo de un aseo cuidadoso y una desinfección periódica, mientras que las blandas requieren mantenerse siempre húmedas; de lo contrario, pierden sus propiedades ópticas y se rompen, y deben ser desinfectadas constantemente ya que, por su estructura porosa, acumulan todo tipo de basuras y bacterias. Existen igualmente lentes cosméticos que permiten modificar el color de ojos. Su uso está limitado ya que, para cumplir con su objetivo, dichas lentes son gruesas y, por lo tanto, mal toleradas. INDICACIONES DE LAS LENTES DE CONTACTO ¿Qué aplicaciones o indicaciones tienen entonces las lentes de contacto? De hecho, cualquier sujeto que requiere de anteojos es un candidato a lentes de contacto. Candidato sí, aunque no forzosamente la lente de contacto le resolverá su problema. Por lo dicho líneas arriba, las principales aplicaciones de las lentes de contacto pueden resumirse como sigue: Las lentes de contacto, duras o blandas, son ideales para corregir ametropías elevadas, especialmente la miopía y los astigmatismos con las lentes duras, ya que la visión obtenida es mucho mejor que con anteojos por eliminarse la magnificación y las aberraciones. En la afaquia, la lente de contacto evita tener que usar lentes sumamente gruesas y, en caso de tratarse de afaquia en un solo ojo, permite la corrección total sin importar la anisometropía. En todo tipo de anisometropías el uso de lentes de contacto es el indicado ya que prácticamente elimina la diferencia 51 de tamaños de las imágenes, permitiendo así una excelente visión binocular. Finalmente, en los astigmatismos elevados e irregulares, de los que el queratocono es el prototipo, estas lentes constituyen la solución óptima. Hay que recordar, sin embargo, que en estos casos sólo son útiles las lentes de contacto duras. Las lentes de contacto son igualmente de gran utilidad en ciertas situaciones en las que el uso de anteojos está limitado o francamente contraindicado. Por su tamaño, las lentes blandas se sujetan en su sitio no sólo por el mecanismo de ventosa sino igualmente por presión de los párpados. Por ello dichas lentes pueden utilizarse en los deportes sin peligro de perderlas u ocasionar daño al ojo. Las lentes de contacto pueden aplicarse a niños, incluso muy pequeños, siempre y cuando los familiares se adiestren en la técnica de uso para poder colocarlas y retirarlas. En todos los casos, las lentes de contacto funcionan como un material extraño sobre el ojo y esto nos obliga a hablar de las limitaciones y contraindicaciones de su uso. LIMITACIONES Y CONTRAINDICACIONES DE LAS LENTES DE CONTACTO Si bien las lentes de contacto representan un gran esfuerzo técnico por corregir mejor las ametropías, proporcionando una solución a problemas para los que los anteojos poco o nada podían ofrecer, no sólo se han obtenido ventajas de ellas. Existen limitaciones en su uso y francas contraindicaciones, y en ocasiones ellas mismas producen trastornos que no se presentaban con el uso de los anteojos. Los anteojos no tienen limitación de uso en cuanto a horario se refiere. Las lentes de contacto deben retirarse diariamente por la noche para permitir que la córnea se oxigene en forma adecuada, ya que de lo contrario puede dañarse. Por estar en contacto con el ojo, debe darse especial cuidado a la limpieza de estas lentes, y es necesaria su esterilización periódica. Por ello, con excepción de las de uso prolongado, no es prudente dormir con ellas. La irritación ocular con el enrojecimiento consiguiente se presenta si se las usa durante demasiado tiempo, puesto que tanto las duras como las blandas actúan como un cuerpo extraño. Este enrojecimiento se acentúa en ambientes contaminados, como ocurre en las ciudades y en ciertos ambientes laborales. Algunos sujetos tienen intolerancia a las lentes de contacto. Hay unas cuantas personas que reaccionan a la presencia de la lente de contacto mediante una reacción de intolerancia. El lagrimeo, la 52 hipersensibilidad a la luz, el malestar físico, dolor inclusive, impiden la utilización de éstas. En otros casos se trata de córneas sensibles a la disminución de la oxigenación. Si bien en la mayoría de los casos las lentes son permeables al oxígeno, la respiración corneal se ve afectada por el uso de la lente. No es raro que el uso excesivo o incluso normal de lentes de contacto en estos sujetos ocasione ulceraciones sumamente dolorosas que pueden limitar o contraindicar su uso. En numerosas enfermedades de la córnea o de la conjuntiva (la conjuntiva es la mucosa que cubre al ojo ) el uso de lentes de contacto es imposible, ya que produce dolor, ocasiona graves molestias o agrava la enfermedad misma. En estos casos el uso de anteojos es la única solución óptica al problema. Lo mismo sucede en sujetos portadores de lentes de contacto que sufren alguna infección ocular. En estos casos las lentes deberán retirarse hasta que ceda el problema infeccioso ya que, de lo contrario, éste puede agravarse y prolongarse. Finalmente, como en el caso de los anteojos, intervienen en forma decisiva la motivación del sujeto, su edad y su coordinación motora. Si el sujeto no está seriamente motivado, no tolerará las molestias iniciales propias a las lentes de contacto y no acatará los cuidados que debe proporcionarles. Los niños pequeños o los ancianos pueden ser igualmente malos candidatos para el uso de lentes de contacto y difícilmente podrá manejarlas una persona torpe en sus movimientos. Desde el punto de vista laboral, pocas son las condiciones en que es imprudente o contraindicado utilizar lentes de contacto. Como ejemplos, mencionemos a los químicos, quienes están expuestos a vapores o soluciones que, en combinación con las lentes de contacto, pueden ocasionar un daño muy severo a la córnea, y a los pilotos, a quienes les está prohibido utilizar lentes de contacto ya que éstas pueden desplazarse en cualquier momento, propiciando así un accidente. En los deportes, el uso de lentes de contacto duros está restringido ya que con facilidad se desprenden del ojo con los movimientos bruscos. Por su tamaño y mayor adherencia, las lentes blandas son las indicadas en estos casos. Tanto las duras como las blandas no pueden utilizarse en el buceo puesto que pierden su adherencia. Como vemos, las lentes de contacto han aportado numerosos beneficios a los sujetos con ametropías. Día con día mejoran materiales para buscar mayor tolerancia y se instrumentan 53 nuevas técnicas para optimizar sus características ópticas. Sin embargo, su uso no está exento de limitaciones y puede incluso llegar a ocasionar accidentes graves. I X . P S E U D O F A C O S O C R I S T A L I N O A R T I F I C I A L EN EL capítulo V hablamos de la afaquia o ausencia del cristalino. La afaquia corresponde a una situación anatómica y óptica que puede deberse a varias causas. La principal de ellas, por su gran frecuencia, es la que se debe a una operación de catarata. Se mencionó igualmente que la incidencia de esta enfermedad es alta, por lo que la cantidad de personas que ha sido operada o va a serlo en algún momento es enorme. Desde el punto de vista óptico, un ojo áfaco determina una serie de cambios cuyos principales exponentes son: a) Una hipermetropía elevada. Para que un ojo en condiciones normales pueda enfocar en la retina la imagen que proviene del infinito, requiere un poder óptico de 62 dioptrías (el ojo mide aproximadamente 2.5 cm de profundidad). De estas 62 dioptrías, la córnea proporciona 43 y el cristalino 19, por lo que un ojo normal operado de catarata se transforma en un ojo hipermétrope de 19 dioptrías. Claro está que esta situación se modifica con el estado óptico previo del ojo. Así, por ejemplo, si el ojo tenía previamente una hipermetropía de 5 dioptrías, el mismo ojo después de operado de catarata tendrá una hipermetropía de 19 + 5 = 24 dioptrías. Si, por el contrario, el ojo era miope de 6 dioptrías, el resultado final después de la operación sería de 19 6 = 13 dioptrías de hipermetropía. Existe entonces el caso hipotético (que se da ocasionalmente) de un sujeto miope de 19 dioptrías que se opera de catarata y que después de la Operación no requiere corrección óptica, ya que 19 - 19 = 0 dioptrías. b) Pérdida irreversible de la acomodación, es decir de la capacidad del ojo para enfocar objetos a diferentes distancias, en especial de cerca. La acomodación es función del cristalino, por lo que al extraerse éste, la capacidad de acomodación se pierde. c) Se dijo igualmente líneas arriba que para operar un ojo de catarata era necesario llevar a cabo un corte del ojo por el cual se extrajese el cristalino. Habitualmente este corte se lleva a cabo en la periferia de la córnea o cerca de ella. Al cicatrizar esta herida la córnea se retrae ligeramente, ocasionando un 54 astigmatismo más o menos importante, por lo que a la hipermetropía ocasionada por la pérdida del cristalino habrá que añadir la presencia de un astigmatismo inducido por la operación misma. d) La corrección de la afaquia con anteojos es factible, dado que fue por muchos años la única solución óptica a esta situación. Sin embargo las aberraciones, el peso de los anteojos, y la imposibilidad de corregir anisometropías hace que dicha corrección no sea la ideal. Las lentes de contacto modificaron sustancialmente el panorama. La corrección óptica con ellas es óptima pero es necesario recordar dos aspectos importantes. Si un individuo tiene operados ambos ojos de catarata, colocarse la primera lente de contacto es difícil, ya que hemos dicho que la visión del áfaco es muy deficiente. En otras palabras, el sujeto tiene que ver con un ojo áfaco la forma de ponerse el lente de contacto sobre su otro ojo igualmente áfaco. Esto no siempre es fácil. En segundo lugar, se ha dicho que la gran mayoría de los operados de catarata son adultos, y fundamentalmente ancianos. Con sus frecuentes excepciones, los ancianos tienen en general una mala coordinación motora, por lo que se les dificulta la colocación de las lentes de contacto. Por lo anterior vemos que la afaquia, aun corregida con lentes de contacto, no deja de ser una situación molesta, sin llegar a ser incapacitante. ¿Cuál sería entonces la solución ideal a dicho problema? En la imposibilidad total de prevenir la aparición de cataratas, el tratamiento quirúrgico sigue siendo la única alternativa. Pero si en lugar de corregir el trastorno óptico inducido por la operación mediante anteojos o lentes de contacto pudiéramos colocar una lente de todo semejante al cristalino dentro del ojo, la corrección óptica seria la ideal. Para lograr esto fue necesario que se conjugaran varias circunstancias. Veamos cómo ocurrió. HISTORIA DEL PSEUDOFACOS El uso de materiales ajenos al organismo para corregir problemas médicos es de todos conocido. A éstos se les llama implantes o prótesis y desde hace muchos años se han utilizado con diversos resultados. ¿Quién no ha oído mencionar los clavos y tornillos para consolidar fracturas, las válvulas cardiacas, los injertos de tubos para reemplazar arterias o venas dañadas y el marcapaso? Todos ellos son sólo algunos de los implantes que, en forma rutinaria, han venido al cabo de los años a resolver serios problemas que antaño era imposible atender. Los implantes, por su lado, deben llenar ciertos requisitos indispensables para poder 55 ser utilizados, sobre todo el de que sean tolerados por el organismo, que cumplan adecuadamente sus funciones, que no ocasionen daño tanto en el sitio en donde se encuentran como a distancia y que no se degraden con el tiempo. Ya que la operación de catarata se practica desde los primeros tiempos de la historia del hombre, la inquietud por resolver sus consecuencias ópticas es igualmente tan antigua como la operación misma. Debemos recordar al lector que las primeras descripciones de operación de catarata se encuentran en el papiro de Carlsberg redactado en el antiguo Egipto entre los años 1900 y 1200 a. C., en el código de Hammurabi encontrado en Susa en 1901 y fechado en 2000 a. C., mientras que en la India tanto el Ayurveda como los textos médicos de Sushruta mencionan la técnica de esta operación. Ambos textos están fechados aproximadamente en el año 1000 a. C. En el código de Hammurabi puede leerse: "si (el médico) ha abierto la nube (catarata) de un hombre con la lanceta de bronce y ha curado el ojo del hombre..." a lo cual sigue la descripción de honorarios a que tiene derecho el cirujano. Como mencionábamos líneas arriba, sin duda la mejor corrección óptica de la afaquia se obtiene con una lente que tenga las mismas características ópticas del cristalino colocada en el mismo sitio que éste. Los intentos por colocar dicho implante se remontan al año de 1795 en que Casaamata, médico de la corte de Dresde, colocó por primera vez un implante de vidrio con pésimo resultado, ya que por su peso se desplazó de inmediato hacia el fondo del ojo. Mucho tiempo más tarde, en 1940, Marchi fracasa con sus lentes de cuarzo con asas de platino; éstas, unidas al lente, tienen como función mantener la lente en su sitio apoyándola sobre la cara interna del ojo. En 1949, en Inglaterra, Harold Ridley se convierte en el precursor de los implantes de cristalino artificial (lentes intraoculares) al colocar con éxito el primer implante. Ridley utilizó, en la manufactura de sus implantes, un polimetilmetacrilato (perspex) como el que se utilizaba en los parabrisas de los aviones y que había demostrado en más de una ocasión su excelente tolerancia en heridas oculares y prótesis ortopédicas. Para la colocación del implante, Ridley llevaba a cabo dos operaciones. En la primera retiraba la catarata. Posteriormente determinaba el poder óptico del ojo para calcular la lente que debía implantar. En una segunda operación colocaba ya definitivamente el implante. Los resultados inmediatos fueron alentadores, por lo que numerosos cirujanos adoptaron la técnica. Sin embargo pronto aparecieron las complicaciones, severas en la mayoría de los casos. Las dificultades técnicas y las numerosas complicaciones llevaron a los cirujanos a buscar la colocación del implante en otro sitio que no fuera el sitio original del cristalino. 56 Es así como en 1952 Baron inicia la época de los implantes por delante del cristalino, con lo que se reducen las complicaciones aunque sin llegar a desaparecer. A partir de 1970 se mejora notablemente el equipo para esta cirugía, es posible calcular el poder de la lente antes de llevar a cabo la operación mediante la ultrasonografía, por lo que se coloca la lente inmediatamente después de extraer la catarata. Con ello se reducen al máximo las complicaciones y se obtienen resultados ópticos altamente satisfactorios. CÓMO SE LLEVA A CABO UNA OPERACIÓN DE CATARATA CON COLOCACIÓN DE UNA LENTE INTRAOCULAR Al igual que para cualquier otra cirugía, el paciente deberá estar en las mejores condiciones de salud. Por ello, el médico tendrá especial cuidado en solicitar una serie de estudios para determinar si existe o no alguna enfermedad agregada y, en caso afirmativo, curarla o controlarla lo mejor posible. Si se tiene en mente colocar una lente intraocular, cuyas indicaciones y limitaciones veremos más adelante, el médico solicitará igualmente un estudio de ultrasonografía. La ultrasonografía o ecografía es un método de exploración que utiliza ondas sonoras, muy semejante al radar. Las ondas sonoras de alta frecuencia se dirigen al ojo. Estas ondas atraviesan los diferentes tejidos sin dañarlos, y algunas de ellas son reflejadas en relación directa a la impedancia (resistencia) acústica de los tejidos. Las ondas reflejadas son captadas por un micrófono que las transforma en una corriente eléctrica. Este impulso eléctrico es entonces transformado por un osciloscopio, y proporciona la imagen del ojo. Con esta imagen (semejante a una radiografía) se pueden calcular las distancias a las que están colocadas las diferentes estructuras del ojo y, por lo tanto, determinar su poder óptico. Con ello el médico puede calcular con un grado de precisión asombroso el poder de la lente que será colocada en el sitio del cristalino una vez extraído éste. Las lentes intraoculares son pequeñas lupas de distintos valores ópticos, fabricadas por laboratorios especializados. Los cirujanos y los hospitales tienen habitualmente en existencia toda una gama de dichas lentes para poder ser utilizadas de inmediato. Las lentes tienen igualmente unas asas que, al apoyarse sobre el interior del ojo, les permiten mantenerse firmemente en su posición. 57 Una vez extraída la catarata, el cirujano coloca la lente específica para el caso particular y se da por terminada la operación. El resultado es asombroso. En pocos días el sujeto operado de catarata, sin necesidad de anteojos o lentes de contacto, recupera su visión normal. Es importante indicar al lector que los resultados ópticos de esta operación no son siempre los esperados. ¿Por qué? Sencillamente porque con frecuencia los ojos que padecen de catarata tienen, además, otras alteraciones que pueden afectar en grado variable su visión. Líneas arriba hemos mencionado que la catarata es una alteración frecuentemente atribuible a la edad, pero que se presenta también como complicación de otras alteraciones, como infecciones, golpes, diabetes, glaucoma, etc. Todas estas enfermedades suelen dañar al ojo no sólo a nivel del cristalino sino a nivel de la retina o del nervio óptico. En estos casos, aunque la operación de catarata sea un éxito, la recuperación visual puede verse seriamente mermada como resultado del daño ocular preexistente. INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES El entusiasmo con que ha sido aceptada esta técnica novedosa de corrección óptica de la afaquia se debe esencialmente a los múltiples beneficios que proporciona. Si bien para el cirujano implica una mayor destreza y un dominio absoluto en el uso del equipo requerido, en el enfermo proporciona enormes ventajas que no pueden subestimarse. Todos los trastornos ópticos inducidos por el uso de anteojos o lentes de contacto desaparecen con la lente intraocular. Efecto prismático, magnificación, aberraciones de todo tipo desaparecen o se reducen a límites perfectamente tolerables. El individuo operado, al tener su lente fija, no requiere manipular anteojos o lentes de contacto, lo que representa igualmente una gran ventaja, en especial tratándose de individuos con limitaciones motoras y psicomotoras. En algunas situaciones laborales la superioridad del lente intraocular frente a los demás recursos es obvia, como ocurre con pilotos, mineros o marinos. Lo mismo puede decirse de los deportes y otras actividades en las que los anteojos y lentes de contacto han demostrado presentar serias limitaciones. Desafortunadamente, la colocación de una lente intraocular tiene numerosas limitaciones. Son muchos los casos en los que no es posible utilizarlas ya que no lograrían su objetivo o bien ocasionarían un daño severo o agravarían una enfermedad ocular ya existente. Queda también la posibilidad, aunque remota, de 58 que el ojo no tolere la lente intraocular. Esta situación no es exclusiva del ojo sino que se aplica a todo el organismo. Es bien sabido que, en ocasiones, el organismo reacciona frente a un implante, cualquiera que éste sea, y tiende a rechazarlo. En este caso el único recurso es operar nuevamente al paciente y retirarle el implante con todas las consecuencias que esto pueda ocasionar. Lo mismo ocurre en el ojo. En caso de haber un franco rechazo, el cirujano deberá intervenir nuevamente y retirar la lente intraocular. De esta posibilidad deberán estar perfectamente conscientes tanto el cirujano como el enfermo. Como puede verse con lo arriba expuesto, la lente intraocular es otra posibilidad para la corrección óptica de la afaquia, posibilidad que ofrece grandes ventajas sobre los sistemas tradicionales (anteojos y lentes de contacto). Sin embargo, no es una panacea, ya que no es aplicable a todo individuo con catarata, y puede acompañarse de ciertas complicaciones. X . T R A S P L A N T E D E C Ó R N E A LAS lentes del ojo, lo hemos repetido en varias ocasiones, son la córnea y el cristalino. Hemos visto cómo se corrigen con anteojos o con lentes de contacto los astigmatismos corneales y cómo, tras una operación de catarata, se restituye el poder óptico del ojo mediante distintas lentes que pueden ser anteojos, lentes de contacto o una lente intraocular. Para que el funcionamiento óptico de la córnea sea el correcto, es imprescindible que ésta tenga una curvatura y tamaño adecuados, pero es igualmente indispensable que sea perfectamente transparente. Si retomamos el símil de la cámara fotográfica, podemos entender sin dificultad que, aun cuando la cámara esté perfectamente construida, si su lente está sucia o manchada, la fotografía obtenida será defectuosa. Cualquier opacidad o pérdida de transparencia de la lente hará que los rayos de luz sean detenidos o desviados. Si la catarata es la opacificación del cristalino, la nube o leucoma (leucos = blanco) lo es de la córnea. Cuando la córnea pierde su transparencia el daño visual que ocasiona es en todo semejante al producido por una catarata, es decir, la agudeza visual disminuye en grado variable, pudiendo llegar al extremo de que el individuo sólo perciba luz y bultos. ¿Qué ocasiona una nube o leucoma? ¿Con qué recursos cuenta la medicina para solucionar estos problemas? Veamos uno por uno estos puntos. 59 CAUSAS DE LOS LEUCOMAS O NUBES En el papiro de Ebers (Egipto, ca. 1500 a. C.) se menciona la opacificación de la córnea como un padecimiento frecuente y se recomienda la aplicación de sulfuro de plomo o de bilis de tortuga mezclada con miel para su tratamiento. Con toda seguridad dicho tratamiento jamás logró su objetivo, ya que de ser así se seguiría utilizando. Muchas son las causas que determinan que una córnea se opaque parcial o totalmente. La cicatrización producida por heridas, quemaduras, úlceras o infecciones severas invariablemente se traduce en la formación de un tejido opaco, que si bien es beneficioso en cuanto a la conservación del ojo, es terriblemente nocivo en cuanto a la función óptica. En otras palabras, el tributo que paga la córnea por salvar al ojo es su pérdida de transparencia. En otros casos, como en el queratocono ya mencionado, a la deformación sigue la presencia de leucomas centrales que vienen a dañar aún más la de por sí deteriorada visión del ojo. Cualquiera que sea la causa, el resultado final es el mismo: pérdida de la transparencia corneal con la consiguiente pérdida de la visión. Es lógico suponer que en estos casos, anteojos y lentes de contacto no tienen aplicación alguna ya que el problema reside no en un manejo inadecuado de los rayos de luz sino en una barrera infranqueable. Si a ello añadimos que no existen medicamentos que restituyan la transparencia de los tejidos opacificados, tendremos que aceptar que el único recurso viable consiste en el reemplazo de la córnea dañada por otra transparente. Esto es lo que se llama el trasplante de córnea. EVOLUCIÓN DEL TRASPLANTE DE CÓRNEA Reemplazar la córnea dañada puede lograrse, por lo menos intentarse, mediante dos recursos sustancialmente distintos. El primero, como en el caso del cristalino artificial, consiste en utilizar cualquier material que tenga propiedades semejantes a la córnea. En este caso hablamos de implante o prótesis. El segundo utiliza la misma estructura obtenida de otros seres vivos y se denomina entonces injerto o trasplante. En este caso existen tres opciones. El trasplante que proviene de una especie animal distinta se denomina trasplante heterólogo; si es de la misma especie se llama trasplante homólogo, y si proviene del mismo individuo se denomina autólogo. Pongamos unos ejemplos. Si se pretende reemplazar la córnea por una lente de vidrio, se trata de un implante. Si la córnea humana dañada se reemplaza 60 por una de un animal cualquiera, se habla entonces de un trasplante heterólogo. Si la córnea proviene de otro humano se considera al trasplante homólogo y, finalmente, si la córnea proviene del mismo individuo (por ejemplo de su otro ojo), es entonces un trasplante autólogo. Figura 18. Transplante laminar de córnea. Revisemos ahora la figura 18, que se refiere a un trasplante laminar de córnea. En A ejemplificamos una córnea con una nube en su porción anterior. En B la línea punteada indica el corte que lleva a cabo el cirujano, dando como resultado la imagen de C. Para pasar de B a C se han retirado las capas superficiales de la córnea (las láminas anteriores), y por ello se llama laminar a esta operación. Finalmente, en D se ejemplifica la colocación del injerto trasparente que corresponde perfectamente al lecho preparado con anterioridad. Esta operación es útil sólo en aquellos casos en que la opacidad es superficial. En caso contrario se requiere de un trasplante perforante o total. 61 Figura 19. Transplante perforante o total de córnea. En la figura 19 ejemplificamos el proceso. En A vemos una córnea totalmente opaca en su centro. En B la línea punteada indica el corte que llevará a cabo el cirujano y que dará como resultado el señalado en C, es decir, se ha retirado toda la porción central. En D se aprecia el resultado final, una vez que el cirujano ha colocado un botón de córnea sana sobre la córnea receptora. Tanto en el trasplante laminar como en el perforante, el injerto se fija con suturas, es decir, cosiendo el injerto a la córnea receptora. Una vez revisados estos datos podemos evaluar mejor los innumerables escollos que debieron vencer los médicos en su afán por restituir la visión de quienes padecen leucomas. En 1789 Peltier de Quengsy sugiere reemplazar la córnea opaca por una lente convexa; sin embargo, las limitaciones técnicas hicieron totalmente irrealizable dicho proyecto. En 1824 Reisinger intenta trasplantes en gallinas y conejos sin resultados satisfactorios. Los primeros trasplantes laminares se deben a Muhlbauer y Konigshofer, por esas mismas fechas. Nuevos intentos de trasplantes totales se llevan a cabo por Dieffenbach en Berlín (1830), sin lograr éxito. En 1844 Kissam lleva a cabo el primer trasplante heterólogo que tuvo éxito durante un lapso de seis meses. Sin embargo, fracasos sucesivos hacen que se abandone todo intento en los siguientes 62 diez años. En 1853 Nussbaum y Dimmer intentan, sin éxito, reemplazar la córnea por cristal y celuloide. Un avance importante de tipo técnico se debe a Von Hippel, quien en 1886 inventa el trépano, con lo que se facilita enormemente la operación. El trépano no es otra cosa que un cuchillo circular. Hacia 1894 Fuchs opera treinta casos y alcanza éxito en once de ellos. A partir de 1905 los trabajos de Zirm sientan las bases para el desarrollo de esta técnica, preconizando ante todo que los trasplantes deben ser homólogos. Finalmente, hacia 1930 Filatov utiliza con éxito córneas de cadáver. LA OPERACIÓN EN LA ACTUALIDAD ¿Cómo se lleva a cabo en la actualidad un trasplante de córnea? Por el carácter meramente informativo de este libro, nos limitaremos en el presente capítulo a dar sólo ciertos lineamientos generales ya que, como el lector podrá entender, la explicación de este tema implica emplear numerosos tecnicismos que en nada nos ayudaría exponer. Los trasplantes de córnea se llevan a cabo en los principales centros oftalmológicos del mundo entero desde hace ya varios lustros. La experiencia que se ha acumulado en todos estos años es enorme y, si bien no todos los problemas se han resuelto en forma satisfactoria, se tiene a la fecha una idea muy clara de las condiciones óptimas en que debe llevarse a cabo esta operación. Para comenzar, diremos que la operación implica un ojo receptor (al que se le va a hacer el trasplante) y un ojo donador (el que cede la córnea). Los ojos donadores se obtienen de sujetos que, en forma altruista, han donado sus ojos específicamente para ser utilizados con fines de trasplante. Al fallecer dichos sujetos, una organización médica especializada (Banco de Ojos) es quien se encarga de obtener las córneas y prepararlas para su inmediata o futura utilización. Los diferentes hospitales están en contacto constante con el Banco de Ojos con el fin de poder utilizar las córneas en el momento óptimo. La importancia de los donadores altruistas es, a todas luces, de la mayor trascendencia, ya que si no existieran sería imposible llevar a cabo dicha operación. Los médicos encargados del Banco de Ojos, junto con el personal paramédico altamente especializado, se encargan entonces de analizar las córneas con el fin de descartar aquellas que por 63 distintas causas no conviene que sean utilizadas. Este procedimiento es indispensable ya que la buena voluntad de los donadores no garantiza que sus córneas sean idóneas para el procedimiento. Algunas de las condiciones que están contraindicadas para el uso de las córneas son: muerte por causa desconocida, algunas enfermedades virales, rabia, hepatitis, algunos tumores y SIDA. De no utilizarse de inmediato, lo cual es lo ideal, las córneas son conservadas para su manejo ulterior. Las indicaciones de un trasplante de córnea son fundamentalmente cuatro: óptica, cuando se pretende restituir la visión; tectónica, si el trasplante va encaminado a reparar una lesión; terapéutica, si se trata de buscar solución definitiva a una enfermedad corneal que no ha podido ser controlada con otros medios, y cosmética, que no pretende corregir ningún defecto visual. Sólo la primera, la óptica, nos interesa en este capítulo. Para que un sujeto sea candidato a esta cirugía es imprescindible tener la certeza de que el deterioro visual del individuo se debe exclusivamente o prioritoriamente al daño corneal ya que, de no ser así, la operación tendrá poco o nada que ofrecer. Ello implica una valoración muy cuidadosa por parte del médico, quien decidirá, una vez terminados todos los estudios, si el sujeto es candidato a la operación. En términos generales los resultados dependen fundamentalmente del daño corneal que presenta el paciente. Así, si el daño es central y las orillas de la córnea están sanas, el resultado deberá ser muy superior al obtenido en casos con grandes lesiones corneales, ya que en estos últimos el injerto deberá sostenerse en dichos tejidos. La operación se hace en el momento en que existe una córnea utilizable, por lo que tanto enfermo como cirujano deberán estar disponibles desde el momento en que se ha decidido llevarla a cabo. Bajo anestesia general y mediante un trépano circular el cirujano retira del paciente la porción de córnea dañada y coloca en su sitio la porción equivalente de la córnea donante. Esta última se cose en su sitio con nylon u otro material sumamente delgado. La vigilancia después de la operación deberá ser muy estrecha para evitar y controlar cualquier complicación. Habitualmente el médico indicará el uso de gotas de antibióticos y cortisona por algún tiempo para evitar infecciones y reducir al máximo la inflamación. Es obvio que cualquier actividad física brusca estará proscrita hasta la total cicatrización de la herida, es decir por varios meses. 64 Los resultados visuales son lentos y en ocasiones es necesario esperar de seis a nueve meses para evaluar definitivamente el resultado final. Como en otras operaciones, el trasplante de córnea está sujeto a numerosas complicaciones que pueden, en su mayoría, prevenirse o tratarse. Una de las complicaciones más temidas es el rechazo, ya que, debemos recordar, la córnea injertada es un tejido ajeno al individuo aunque provenga de su misma especie. El organismo receptor tiene una serie de mecanismos de defensa (sistema inmunológico) que le permiten hacer frente a numerosas agresiones del medio externo. Cuando este sistema falla, como en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), el sujeto carece de defensas en contra de las agresiones y fallece víctima de ellas. Al injertar un tejido extraño en un individuo, el sistema inmunológico puede reaccionar frente a esta intromisión tratando de eliminar dicho tejido: ésta es una reacción saludable para el individuo, aunque tratándose de injertos cuya finalidad es la de resolver un problema de salud, constituye más un problema que un beneficio. En el caso de la córnea el problema existe y, ocasionalmente, la reacción de rechazo es tan severa que el injerto se opacifica y pierde por lo tanto su transparencia, dando como resultado el fracaso absoluto de la operación. Si bien existe tratamiento para esta situación, con base en la cortisona y sustancias inmunosupresoras, el pronóstico es reservado por la posible pérdida de transparencia. Hemos incluido al trasplante de córnea dentro de las posibles alternativas para restaurar la visión ya que, en los casos en que la córnea ha perdido su transparencia, permite restituir la permeabilidad a la luz y el paso de las imágenes hasta la retina. Como veremos más adelante, existen muchas otras cirugías que se llevan a cabo sobre la córnea, ya no para restituir su transparencia sino para modificar sus características ópticas y corregir así las ametropías. X I . C I R U G Í A R E F R A C T I V A : Q U E R A T O T O M Í A R A D I A D A LOS ANTEOJOS, las lentes de contacto e incluso las lentes intraoculares son dispositivos artificiales que vienen a resolver las ametropías mediante la corrección de los factores ópticos que las desencadenan. Así, por ejemplo, el miope con anteojos o lentes de contacto tiene una agudeza visual normal siempre y cuando utilice unos u otros, pero en el momento en que retira su corrección óptica la visión vuelve a ser defectuosa. 65 Se antoja entonces que el objetivo ideal en la corrección de las ametropías debería consistir en encontrar una solución definitiva, una acción que, una vez realizada, resuelva para siempre el problema óptico del ojo sin tener que recurrir a ayudas de otro tipo. Recordemos que la causa principal de la miopía consiste en una elongación del eje anteroposterior del ojo o de cambios que equivalen, ópticamente hablando, a dicha situación. De esta manera, la imagen se forma por delante de la retina. Si se logra aplanar la córnea en su porción central, que es la porción útil desde el punto de vista óptico, lograríamos reducir el eje anteroposterior del ojo y, con ello, neutralizar definitivamente la miopía. Debemos igualmente recordar que en el interior del ojo existe una presión de la cual es responsable el humor acuoso, líquido que ocupa la porción comprendida entre la córnea y el cristalino. Revisemos la figura 20. En ella mostramos solamente la porción anterior del ojo. Las flechas llenas nos señalan la dirección en que se ejerce la presión intraocular. Para entender cómo actúa la cirugía correctora de la miopía, imaginemos por un momento lo que ocurre con una pelota de hule. Tomemos una pelota grande de hule o de plástico y cortémosla por la mitad. Metamos ambas manos a la pelota y ejerzamos presión hacia los lados. Con ello haremos que la convexidad de la pelota se aplane en su centro (Figura 21). Lo mismo ocurre con la córnea. Volvamos a la figura 20. Si logramos debilitar la periferia corneal en forma controlable, ésta se abombará bajo el influjo de la presión intraocular haciendo que su centro se aplane proporcionalmente, reduciendo así su convexidad (y por ende su poder óptico) y reduciendo simultáneamente el eje anteroposterior del ojo. 66 Figura 20. Al debilitar la porción periférica de la córnea, ésta se abomba bajo el defecto de la presión intraocular, aplanándose en su centro. Figura 21. Al ejercer presión hacía los lados aplanados del centro de una pelota de hule. En estos principios se basa la técnica original preconizada por Sato, quien publicó a principios de los años 50 en el American Journal of Ophthalmology un artículo titulado "A new surgical approach to myopia" (Un nuevo enfoque quirúrgico de la miopía), en el que vierte su experiencia de diez años en el manejo quirúrgico de la miopía, en especial del queratocono. Los trabajos de Sato proporcionaron resultados no muy alentadores debido en gran parte a la poca corrección óptica que se lograba y a las complicaciones de la cirugía. Más tarde, en la URSS, Fyodorov modifica la técnica y reporta en 1979 correcciones que variaban de 1 a 3 dioptrías. A partir de 1980 y gracias a los trabajos de Bores en los Estados Unidos, se introduce en América la técnica de Fyodorov, logrando modificaciones que permiten correcciones hasta de 6 dioptrías. ¿EN QUÉ CONSISTE LA QUERATOTOMÍA RADIADA? ¿Cómo se lleva a cabo la operación? ¿Por qué se llama así? La operación se ha llamado queratotomía radiada ya que consiste en hacer, en forma radiada, unos cortes profundos en la córnea, como los rayos de una bicicleta. En la figura 22 se muestra una córnea a la que se le han hecho ocho cortes radiados, aunque en ocasiones pueden hacerse hasta 16 cortes. Estos cortes debilitan 67 la porción periférica, que cede a la presión intraocular y se abomba, por lo que la porción central se aplana. Claro está que la longitud, profundidad y número de cortes están en función de la cantidad de dioptrías por corregir. Figura 22. Cortes corneales para la corrección de la miopía. La operación es relativamente sencilla. Se puede llevar a cabo bajo anestesia general o local, según lo aprehensivo del paciente y la preferencia del cirujano. Los estudios previos necesarios se deducen del proceso mismo. En primer lugar hay que valorar el tipo de ametropía, ya que esta cirugía, como veremos con detalle más adelante, sólo es útil para la miopía y el astigmatismo, por lo que no es aplicable a la hipermetropía ni a la presbicia. Es igualmente fundamental valorar el monto de la ametropía, ya que difícilmente se logran correcciones mayores a 9 dioptrías. Ya que los resultados dependen directamente de la longitud de los cortes y de su profundidad, el cirujano deberá medir con todo cuidado los diámetros y el grosor de la córnea para determinar qué tan largos y profundos puede llevarlos a cabo sin riesgo de alguna complicación. Finalmente, ya que la presión intraocular es determinante en el proceso de abombamiento periférico, deberá medirse con toda precisión. Ya que muchos individuos que se someten a este tipo de cirugía son portadores de lentes de contacto y que estas lentes modifican levemente algunos de los puntos arriba mencionados, será necesario eliminar las lentes de contacto varias semanas antes de la medición de estos parámetros. La operación en sí misma consiste en llevar a cabo los cortes programados mediante un bisturí especial de diamante o un sistema láser. Al terminar la operación la mayoría de los cirujanos 68 utilizan la aplicación de colirios antibióticos y antiinflamatorios por algunos días, mientras cicatrizan las heridas. Es necesario realizar algunas mediciones en los días y meses subsiguientes a la operación. El uso de cosméticos y el contacto con sustancias irritantes está formalmente contraindicado en los primeros días. El uso de lentes de contacto está proscrito por un año. Los deportes rudos y ciertas actividades laborales deberán evitarse por un lapso de seis meses aproximadamente. Al parecer, la queratotomía radiada viene a ser la solución tan esperada en la corrección de las ametropías. La realidad no es tal. INDICACIONES Y LIMITACIONES DE LA QUERATOTOMÍA RADIADA Como se dijo anteriormente, la queratotomía radiada sólo permite corregir miopías y astigmatismos. Los hipermétropes y présbitas no son candidatos a ella. De igual modo, no todas la miopías y astigmatismos pueden corregirse. Las correcciones máximas predecibles son del orden de 9 dioptrías, por lo que si la ametropía es mayor sólo podrá corregirse parcialmente, requiriendo de anteojos o lentes de contacto para resolver el problema residual. Otros factores son de primordial importancia en la programación de dicha operación. La edad constituye un parámetro prioritario. En el capítulo IV se hizo referencia a que la miopía es progresiva en la mayoría de los casos hasta la adolescencia, por lo que en ningún caso deberá operarse un sujeto menor de 18 años ni alguien en quien no se haya determinado definitivamente que su miopía ha dejado de avanzar. Por otro lado, las diferentes estadísticas indican que entre menor es la edad del sujeto, menor corrección se obtiene, por lo que cualquier candidato a esta cirugía tiene mucho interés en operarse lo más tarde posible. El estado ocular es otro parámetro que no debe pasarse por alto. Si existen enfermedades corneales u oculares éstas pueden ser una formal contraindicación para la cirugía. El médico, a través de un minucioso estudio general, será quien dictaminará al respecto. Finalmente, y este punto debe ser perfectamente entendido por todo sujeto que pretenda someterse a este tipo de operación, la queratotomía radiada no constituye una indicación médica. Aclaremos este punto. Si un sujeto presenta una apendicitis, es 69 obligación y responsabilidad del médico hacer todo lo posible para que el sujeto sea operado, ya que de lo contrario la salud de éste correrá serios peligros. Por otro lado, como en las operaciones cosméticas, la queratotomía radiada —con sus riesgos y beneficios— es responsabilidad exclusiva del paciente, el médico se limitará exclusivamente a proporcionar la información y la orientación necesarias. En otras palabras, el médico se abocará a determinar si el sujeto es buen candidato a dicha intervención y a informar verazmente de las limitaciones y posibles complicaciones a las que el sujeto está expuesto, y éste será quien diga la última palabra. La queratotomía radiada es una operación que no es obligatoria, en el sentido de que si no se lleva a cabo el paciente no sufre ningún riesgo en su salud; por ello, la responsabilidad última, como en todas la cirugías cosméticas, le compete exclusivamente a él. Las limitaciones han sido ya expuestas: tipo de ametropía, monto de la misma, edad del sujeto, enfermedades asociadas. ¿Qué complicaciones tiene o puede tener esta cirugía? COMPLICACIONES DE LA QUERATOTOMÍA RADIADA Sin ser exclusivas de esta operación, el riesgo de complicaciones severas como infecciones, reacciones impredecibles u otros accidentes es el mismo que para cualquier otro tipo de intervención. La medicina en general y la cirugía en particular no está en posibilidades de proporcionar certificados de garantía. Lo que sí es cierto es que las complicaciones propias de esta cirugía son relativamente poco frecuentes y, lo más importante, poco graves. Los cortes llevados a cabo en la córnea producen con frecuencia una mayor sensibilidad a la luz, deslumbramiento e imágenes fantasmas que habitualmente desaparecen al cabo de unos meses sin ningún tratamiento. Su manejo se hace mediante lentes polarizadas. No es raro que se presente también una fluctuación de la visión, es decir, que la agudeza visual difiera ligeramente de un día a otro, y que haya una distorsión de las imágenes. Estas complicaciones desaparecen, como las anteriores, al cabo de unos meses. Lo que ocurre con mayor frecuencia son las sub o hipercorrecciones, es decir, que la cirugía sea insuficiente para corregir la totalidad de la ametropía (subcorrecciones) o bien que 70 el aplanamiento central sea mayor al esperado, ocasionando una corrección exagerada del problema (sobrecorrecciones) y provocando una hipermetropía en grado variable. En las diversas estadísticas, las subcorrecciones se presentan en un 10% de los casos, y la misma proporción se presenta en las hipercorrecciones. Por lo anterior, alguien que esté catalogado como buen candidato para esta cirugía, debe saber que tiene un 20% de posibilidades de requerir graduación residual, o sea, de tener que utilizar anteojos o lentes de contacto después de la operación para corregir el 100% de su defecto. En resumen, la queratotomía radiada se presenta como el primer intento serio por resolver en forma definitiva las ametropías, aunque se limita exclusivamente a miopías y astigmatismos moderados. Por desgracia, no es aplicable a miopías y astigmatismos elevados, hipermetropías y presbicia. Si bien carece virtualmente de complicaciones severas (que pongan en peligro la vista del paciente) tiene, en la actualidad, un 20% de resultados impredecibles, proporción que, por tratarse de una operación que no es de indicación médica, debe de aceptar quien se somete a ella. OTRAS CIRUGÍAS REFRACTIVAS Con el fin de modificar el estado refractométrico del ojo para corregir las distintas ametropías se han diseñado numerosas técnicas que no han recibido, por parte del cuerpo médico, la misma aceptación que la queratotomía radiada, por lo sofisticado y costoso del equipo requerido, en unas ocasiones y en otras, por lo impredecible de los resultados. Sea cual fuere el motivo, estos intentos merecen toda nuestra atención ya que en ellos o a través de ellos, pudiera llegarse algún día a la solución definitiva de estos problemas. Ya que en nuestro medio estos procedimientos prácticamente no se llevan a cabo, nos limitaremos sólo a mencionarlos. a)Queratomileusis. Para esta técnica se extrae un disco de la porción anterior de la córnea. Acto seguido se talla este disco con base en las especificaciones ópticas requeridas y se sutura nuevamente en su sitio. El cálculo de las especificaciones ópticas y el tallado de la pequeñísima porción de córnea requieren de un equipo altamente complicado. b) Epiqueratoplastía. Técnica semejante a la anterior, pero que utiliza, en lugar del disco tallado, un injerto (córnea donante). Este injerto se coloca entonces sobre la córnea receptora a la que se ha preparado para tal fin. 71 c) Queratofaquia. En este caso se talla una bolsa en la córnea receptora, y dentro de esta bolsa se coloca un injerto en forma de menisco tallado según las especificaciones ópticas requeridas, o bien un implante de acrílico o de un material similar que llene los requisitos ópticos. Este último caso vendría a ser, valga la semejanza, como colocar una lente de contacto en el espesor mismo de la córnea. d) Queratectomía. Finalmente, la queratectomía consiste en hacer cortes en forma de cuña, adosando ulteriormente los bordes, con el fin de aplanar zonas específicas de la córnea. Como vemos, los intentos quirúrgicos por resolver los distintos problemas de refracción del ojo son múltiples y esperanzadores. Si bien la experiencia se va acumulando en función de una gran cantidad de casos, falta aún la observación a largo plazo. La queratotomía radiada tiene apenas 10 años de llevarse a cabo rutinariamente, por lo que no es factible aún saber cómo evolucionarán estos ojos al cabo de 20, 30 o 40 años. Otras técnicas como las mencionadas brevemente líneas arriba no tienen una antigüedad mayor. A pesar de todo, la cirugía refractiva muestra X I . C I R U G Í A R E F R A C T I V A : Q U E R A T O T O M Í A R A D I A D A las lentes de contacto e incluso las lentes intraoculares son dispositivos artificiales que vienen a resolver las ametropías mediante la corrección de los factores ópticos que las desencadenan. Así, por ejemplo, el miope con anteojos o lentes de contacto tiene una agudeza visual normal siempre y cuando utilice unos u otros, pero en el momento en que retira su corrección óptica la visión vuelve a ser defectuosa. LOS ANTEOJOS, Se antoja entonces que el objetivo ideal en la corrección de las ametropías debería consistir en encontrar una solución definitiva, una acción que, una vez realizada, resuelva para siempre el problema óptico del ojo sin tener que recurrir a ayudas de otro tipo. Recordemos que la causa principal de la miopía consiste en una elongación del eje anteroposterior del ojo o de cambios que equivalen, ópticamente hablando, a dicha situación. De esta manera, la imagen se forma por delante de la retina. Si se logra 72 aplanar la córnea en su porción central, que es la porción útil desde el punto de vista óptico, lograríamos reducir el eje anteroposterior del ojo y, con ello, neutralizar definitivamente la miopía. Debemos igualmente recordar que en el interior del ojo existe una presión de la cual es responsable el humor acuoso, líquido que ocupa la porción comprendida entre la córnea y el cristalino. Revisemos la figura 20. En ella mostramos solamente la porción anterior del ojo. Las flechas llenas nos señalan la dirección en que se ejerce la presión intraocular. Para entender cómo actúa la cirugía correctora de la miopía, imaginemos por un momento lo que ocurre con una pelota de hule. Tomemos una pelota grande de hule o de plástico y cortémosla por la mitad. Metamos ambas manos a la pelota y ejerzamos presión hacia los lados. Con ello haremos que la convexidad de la pelota se aplane en su centro (Figura 21). Lo mismo ocurre con la córnea. Volvamos a la figura 20. Si logramos debilitar la periferia corneal en forma controlable, ésta se abombará bajo el influjo de la presión intraocular haciendo que su centro se aplane proporcionalmente, reduciendo así su convexidad (y por ende su poder óptico) y reduciendo simultáneamente el eje anteroposterior del ojo. Figura 20. Al debilitar la porción periférica de la córnea, ésta se abomba bajo el defecto de la presión intraocular, aplanándose en su centro. 73 Figura 21. Al ejercer presión hacía los lados aplanados del centro de una pelota de hule. En estos principios se basa la técnica original preconizada por Sato, quien publicó a principios de los años 50 en el American Journal of Ophthalmology un artículo titulado "A new surgical approach to myopia" (Un nuevo enfoque quirúrgico de la miopía), en el que vierte su experiencia de diez años en el manejo quirúrgico de la miopía, en especial del queratocono. Los trabajos de Sato proporcionaron resultados no muy alentadores debido en gran parte a la poca corrección óptica que se lograba y a las complicaciones de la cirugía. Más tarde, en la URSS, Fyodorov modifica la técnica y reporta en 1979 correcciones que variaban de 1 a 3 dioptrías. A partir de 1980 y gracias a los trabajos de Bores en los Estados Unidos, se introduce en América la técnica de Fyodorov, logrando modificaciones que permiten correcciones hasta de 6 dioptrías. ¿EN QUÉ CONSISTE LA QUERATOTOMÍA RADIADA? ¿Cómo se lleva a cabo la operación? ¿Por qué se llama así? La operación se ha llamado queratotomía radiada ya que consiste en hacer, en forma radiada, unos cortes profundos en la córnea, como los rayos de una bicicleta. En la figura 22 se muestra una córnea a la que se le han hecho ocho cortes radiados, aunque en ocasiones pueden hacerse hasta 16 cortes. Estos cortes debilitan la porción periférica, que cede a la presión intraocular y se abomba, por lo que la porción central se aplana. Claro está que la longitud, profundidad y número de cortes están en función de la cantidad de dioptrías por corregir. 74 Figura 22. Cortes corneales para la corrección de la miopía. La operación es relativamente sencilla. Se puede llevar a cabo bajo anestesia general o local, según lo aprehensivo del paciente y la preferencia del cirujano. Los estudios previos necesarios se deducen del proceso mismo. En primer lugar hay que valorar el tipo de ametropía, ya que esta cirugía, como veremos con detalle más adelante, sólo es útil para la miopía y el astigmatismo, por lo que no es aplicable a la hipermetropía ni a la presbicia. Es igualmente fundamental valorar el monto de la ametropía, ya que difícilmente se logran correcciones mayores a 9 dioptrías. Ya que los resultados dependen directamente de la longitud de los cortes y de su profundidad, el cirujano deberá medir con todo cuidado los diámetros y el grosor de la córnea para determinar qué tan largos y profundos puede llevarlos a cabo sin riesgo de alguna complicación. Finalmente, ya que la presión intraocular es determinante en el proceso de abombamiento periférico, deberá medirse con toda precisión. Ya que muchos individuos que se someten a este tipo de cirugía son portadores de lentes de contacto y que estas lentes modifican levemente algunos de los puntos arriba mencionados, será necesario eliminar las lentes de contacto varias semanas antes de la medición de estos parámetros. La operación en sí misma consiste en llevar a cabo los cortes programados mediante un bisturí especial de diamante o un sistema láser. Al terminar la operación la mayoría de los cirujanos utilizan la aplicación de colirios antibióticos y antiinflamatorios por algunos días, mientras cicatrizan las heridas. Es necesario realizar algunas mediciones en los días y meses subsiguientes a la operación. El uso de cosméticos y el contacto 75 con sustancias irritantes está formalmente contraindicado en los primeros días. El uso de lentes de contacto está proscrito por un año. Los deportes rudos y ciertas actividades laborales deberán evitarse por un lapso de seis meses aproximadamente. Al parecer, la queratotomía radiada viene a ser la solución tan esperada en la corrección de las ametropías. La realidad no es tal. INDICACIONES Y LIMITACIONES DE LA QUERATOTOMÍA RADIADA Como se dijo anteriormente, la queratotomía radiada sólo permite corregir miopías y astigmatismos. Los hipermétropes y présbitas no son candidatos a ella. De igual modo, no todas la miopías y astigmatismos pueden corregirse. Las correcciones máximas predecibles son del orden de 9 dioptrías, por lo que si la ametropía es mayor sólo podrá corregirse parcialmente, requiriendo de anteojos o lentes de contacto para resolver el problema residual. Otros factores son de primordial importancia en la programación de dicha operación. La edad constituye un parámetro prioritario. En el capítulo IV se hizo referencia a que la miopía es progresiva en la mayoría de los casos hasta la adolescencia, por lo que en ningún caso deberá operarse un sujeto menor de 18 años ni alguien en quien no se haya determinado definitivamente que su miopía ha dejado de avanzar. Por otro lado, las diferentes estadísticas indican que entre menor es la edad del sujeto, menor corrección se obtiene, por lo que cualquier candidato a esta cirugía tiene mucho interés en operarse lo más tarde posible. El estado ocular es otro parámetro que no debe pasarse por alto. Si existen enfermedades corneales u oculares éstas pueden ser una formal contraindicación para la cirugía. El médico, a través de un minucioso estudio general, será quien dictaminará al respecto. Finalmente, y este punto debe ser perfectamente entendido por todo sujeto que pretenda someterse a este tipo de operación, la queratotomía radiada no constituye una indicación médica. Aclaremos este punto. Si un sujeto presenta una apendicitis, es obligación y responsabilidad del médico hacer todo lo posible para que el sujeto sea operado, ya que de lo contrario la salud de éste correrá serios peligros. Por otro lado, como en las operaciones cosméticas, la queratotomía radiada —con sus riesgos y beneficios— es responsabilidad exclusiva del paciente, el médico se limitará exclusivamente a proporcionar la información y la 76 orientación necesarias. En otras palabras, el médico se abocará a determinar si el sujeto es buen candidato a dicha intervención y a informar verazmente de las limitaciones y posibles complicaciones a las que el sujeto está expuesto, y éste será quien diga la última palabra. La queratotomía radiada es una operación que no es obligatoria, en el sentido de que si no se lleva a cabo el paciente no sufre ningún riesgo en su salud; por ello, la responsabilidad última, como en todas la cirugías cosméticas, le compete exclusivamente a él. Las limitaciones han sido ya expuestas: tipo de ametropía, monto de la misma, edad del sujeto, enfermedades asociadas. ¿Qué complicaciones tiene o puede tener esta cirugía? COMPLICACIONES DE LA QUERATOTOMÍA RADIADA Sin ser exclusivas de esta operación, el riesgo de complicaciones severas como infecciones, reacciones impredecibles u otros accidentes es el mismo que para cualquier otro tipo de intervención. La medicina en general y la cirugía en particular no está en posibilidades de proporcionar certificados de garantía. Lo que sí es cierto es que las complicaciones propias de esta cirugía son relativamente poco frecuentes y, lo más importante, poco graves. Los cortes llevados a cabo en la córnea producen con frecuencia una mayor sensibilidad a la luz, deslumbramiento e imágenes fantasmas que habitualmente desaparecen al cabo de unos meses sin ningún tratamiento. Su manejo se hace mediante lentes polarizadas. No es raro que se presente también una fluctuación de la visión, es decir, que la agudeza visual difiera ligeramente de un día a otro, y que haya una distorsión de las imágenes. Estas complicaciones desaparecen, como las anteriores, al cabo de unos meses. Lo que ocurre con mayor frecuencia son las sub o hipercorrecciones, es decir, que la cirugía sea insuficiente para corregir la totalidad de la ametropía (subcorrecciones) o bien que el aplanamiento central sea mayor al esperado, ocasionando una corrección exagerada del problema (sobrecorrecciones) y provocando una hipermetropía en grado variable. En las diversas estadísticas, las subcorrecciones se presentan en un 10% de los casos, y la misma proporción se presenta en las hipercorrecciones. Por lo anterior, alguien que esté catalogado 77 como buen candidato para esta cirugía, debe saber que tiene un 20% de posibilidades de requerir graduación residual, o sea, de tener que utilizar anteojos o lentes de contacto después de la operación para corregir el 100% de su defecto. En resumen, la queratotomía radiada se presenta como el primer intento serio por resolver en forma definitiva las ametropías, aunque se limita exclusivamente a miopías y astigmatismos moderados. Por desgracia, no es aplicable a miopías y astigmatismos elevados, hipermetropías y presbicia. Si bien carece virtualmente de complicaciones severas (que pongan en peligro la vista del paciente) tiene, en la actualidad, un 20% de resultados impredecibles, proporción que, por tratarse de una operación que no es de indicación médica, debe de aceptar quien se somete a ella. OTRAS CIRUGÍAS REFRACTIVAS Con el fin de modificar el estado refractométrico del ojo para corregir las distintas ametropías se han diseñado numerosas técnicas que no han recibido, por parte del cuerpo médico, la misma aceptación que la queratotomía radiada, por lo sofisticado y costoso del equipo requerido, en unas ocasiones y en otras, por lo impredecible de los resultados. Sea cual fuere el motivo, estos intentos merecen toda nuestra atención ya que en ellos o a través de ellos, pudiera llegarse algún día a la solución definitiva de estos problemas. Ya que en nuestro medio estos procedimientos prácticamente no se llevan a cabo, nos limitaremos sólo a mencionarlos. a)Queratomileusis. Para esta técnica se extrae un disco de la porción anterior de la córnea. Acto seguido se talla este disco con base en las especificaciones ópticas requeridas y se sutura nuevamente en su sitio. El cálculo de las especificaciones ópticas y el tallado de la pequeñísima porción de córnea requieren de un equipo altamente complicado. b) Epiqueratoplastía. Técnica semejante a la anterior, pero que utiliza, en lugar del disco tallado, un injerto (córnea donante). Este injerto se coloca entonces sobre la córnea receptora a la que se ha preparado para tal fin. c) Queratofaquia. En este caso se talla una bolsa en la córnea receptora, y dentro de esta bolsa se coloca un injerto en forma de menisco tallado según las especificaciones ópticas requeridas, o bien un implante de acrílico o de un material similar que llene los 78 requisitos ópticos. Este último caso vendría a ser, valga la semejanza, como colocar una lente de contacto en el espesor mismo de la córnea. d) Queratectomía. Finalmente, la queratectomía consiste en hacer cortes en forma de cuña, adosando ulteriormente los bordes, con el fin de aplanar zonas específicas de la córnea. Como vemos, los intentos quirúrgicos por resolver los distintos problemas de refracción del ojo son múltiples y esperanzadores. Si bien la experiencia se va acumulando en función de una gran cantidad de casos, falta aún la observación a largo plazo. La queratotomía radiada tiene apenas 10 años de llevarse a cabo rutinariamente, por lo que no es factible aún saber cómo evolucionarán estos ojos al cabo de 20, 30 o 40 años. Otras técnicas como las mencionadas brevemente líneas arriba no tienen una antigüedad mayor. A pesar de todo, la cirugía refractiva muestra un panorama prometedor del cual seguramente todos saldremos beneficiados. X I I . A S T E N O P I A EN EL recorrido que hemos hecho a través de los recursos con que contamos para la corrección de las ametropías, hemos analizado uno tras otro los anteojos, las lentes de contacto, las lentes intraoculares y las distintas operaciones cuyo fin es normalizar la refracción del ojo. Ahora bien, con o sin ametropía, corregida ésta con cualquiera de los recursos arriba mencionados, la visión puede ser normal y expresarse como una agudeza visual óptima sin que ello implique que sea confortable. Ver es una actividad del organismo que implica una determinada armonía entre un sinnúmero de factores, entre los cuales indudablemente destaca una adecuada agudeza visual. Sin embargo, si en la interrelación de todas las funciones involucradas en el acto de ver, una o varias fallan, la agudeza visual podrá ser normal pero la visión no será confortable. A esta situación se le conoce con el nombre de astenopia y tanto su génesis como sus manifestaciones son pleomórficas. Las condiciones de vida del hombre moderno han modificado sustancialmente los requerimientos visuales del individuo en un lapso tan breve que el sistema visual no ha podido evolucionar al ritmo que se han modificado las demandas. El hombre actual ha reducido paulatinamente su entorno visual. Si analizamos nuestra 79 vida diaria veremos que en la mayoría de las actividades nuestras necesidades visuales se reducen a un entorno de sólo unos cuantos metros. Las horas pasadas en el interior de una casa, de una oficina o de una fábrica, los reducidos sitios de esparcimiento son sólo algunos ejemplos que nos señalan que, para la mayoría de los humanos, la visión se desenvuelve fundamentalmente en un espacio de unos cuantos metros. Si a ello agregamos el uso cada vez más frecuente de iluminación artificial, el incremento en las actividades que implican una visión fina (como son la lectura y la escritura), la tensión propia de la vida moderna y la contaminación ambiental creciente, entre muchos otros factores, no es extraño que, aun con una agudeza visual óptima, sean numeroros los individuos cuya visión no sea lo confortable que debiera. Las manifestaciones de la astenopia son características. El esfuerzo sostenido por mantener una visión lo más adecuada posible no puede mantenerse en forma constante por lo que, al ceder, el individuo experimenta una disminución en su visión o una confusión visual que si bien son transitorias no por ello pasan inadvertidas. El cansancio ocular, producto de un esfuerzo muscular sostenido, puede evolucionar a dolor ocular e incluso cefalea (dolor de cabeza) que no en pocas ocasiones se acompaña de mareos de intensidad variable. El enrojecimiento ocular y el lagrimeo son acompañantes obligados de estos trastornos. Para entender mejor la astenopia analicemos brevemente algunas de sus principales causas. FACTORES OCULARES PROPIAMENTE DICHOS En este rubro destaca por su importancia la presencia de una ametropía. Lo hemos ya repetido en varias ocasiones. Si la agudeza visual es deficiente, el individuo, al esforzarse constantemente por mejorar su visión, caerá en la astenopia. La corrección óptica de la ametropía no es garantía para evitarla, ya que ésta puede ser inadecuada. Una graduación óptica impropia puede ser la causa de una astenopia o agravar una ya existente. Lo limitado del entorno visual hace de la acomodación una función imprescindible en la vida moderna, por lo que cualquier trastorno en esta función será igualmente motivo de astenopia. Acomodar implica igualmente converger. Acerquemos un objeto a nuestros ojos y veremos como éstos deben converger para seguir observándolo. Si la convergencia es deficiente o francamente inadecuada, aun en presencia de visión y acomodación normales, la astenopia estará presente. Finalmente, en capítulos anteriores mencionamos que para obtener una 80 adecuada visión binocular, el cerebro tenía que recibir las imágenes proporcionadas por ambos ojos con un mínimo de semejanza en cuanto a tamaño y forma. Si ello no ocurre, la confusión creada se traduce con frecuencia en astenopia. Brevemente enunciadas, todas estas situaciones que son ajenas propiamente a la agudeza visual del individuo, se convierten en factores prioritarios en el desarrollo de una astenopia. Pero existen además, otros factores. Un individuo con visión normal o con ametropía que ha sido corregida en forma adecuada y que carece de trastornos en la motilidad ocular y en la acomodación puede igualmente presentar astenopia. Ello se debe a que en la génesis de este trastorno intervienen igualmente otros factores. FACTORES AMBIENTALES La naturaleza del objeto que se observa puede ser motivo de astenopia. El tamaño del objeto en sí, el número y dimensiones de sus detalles y la presencia o ausencia de contrastes hacen que el objeto sea fácil o difícilmente visible. Ejemplos de ello los tenemos en las cadenas de montaje de equipo electrónico, en los talleres de costura o en la actividad del relojero. En este capítulo adquiere especial importancia la iluminación. En la iluminación intervienen varios factores tales como su cantidad o intensidad, su calidad, distribución, reflexión del material, contraste, tamaño del objeto, etcétera. La cantidad de luz requerida dependerá esencialmente de las necesidades particulares de la actividad y de los individuos que la desempeñan. Numerosos estudios se han llevado a cabo para determinar la iluminación óptima requerida en diferentes actividades, ya que una iluminación defectuosa o excesiva redunda invariablemente en astenopia. El lector no tendrá ninguna dificultad en reconocer que dentro de una casahabitación las necesidades de iluminación en la cocina, la estancia, el estudio o la sala de baño son distintas, y que en una escuela los requerimientos de iluminación son mayores que en un restaurante. La calidad de la iluminación, es decir el tipo de luz, es asimismo un factor determinante en el bienestar visual. Se reconoce en la luz natural la mejor fuente de iluminación, aunque tiene el gran inconveniente, para las necesidades modernas, de ser muy variable en las diferentes horas del día y en función de las condiciones atmosféricas, por lo que su control es difícil. Por otro lado, la iluminación artificial puede normalizarse en función de las demandas sin importar las condiciones ambientales. Los focos 81 incandescentes (filamento de tungsteno) proporcionan una iluminación estable de buena calidad, teniendo como posible defecto el ser igualmente una fuente importante de calor. Es necesario recordar que el polvo y el tiempo disminuyen progresivamente la eficiencia de los focos. La luz neón y fluorescente no dan un espectro de iluminación continuo y presentan fluctuaciones, por lo que con frecuencia inducen cansancio visual. En todos los casos deberá tenerse especial cuidado en la colocación y distribución de la fuente de luz, que nunca deberá incidir directamente sobre los ojos del usuario, ni crear sombras o reflejos. FACTORES INDIVIDUALES Es de todos sabido que un sujeto debilitado, cualquiera que sea el motivo, tiene dificultad para llevar a cabo actividades que en condiciones normales podría ejecutar sin esfuerzo alguno. De igual forma, tensiones y trastornos emocionales hacen que el funcionamiento normal del individuo se vea afectado en mayor o menor grado. Debilidad física y trastornos psicológicos pueden ser también fuentes de astenopia. En resumen, podemos decir que la astenopia es un trastorno que se presenta con creciente frecuencia debido a los requerimientos visuales de la vida moderna y que, si bien las ametropiás son causa habitual, existen muchos otros factores que intervienen en su génesis que poco o nada tienen que ver con las ametropías. La adecuada corrección de una miopía o de un astigmatismo, por ejemplo, puede hacer que disminuya o desaparezca una astenopia, pero si en su origen intervienen otros factores tales como iluminación incorrecta y trastornos en la motilidad ocular, la corrección de la ametropía no producirá una mejoría en la astenopia. Entre las medidas que han demostrado ser útiles en estos casos, considerando los parámetros arriba señalados como normales, el control de la luz es sin duda la más importante. CONTROL DE LA LUZ En ocasiones puede ser necesario modificar la cantidad o la modalidad de luz que llega a los ojos. En otras es imprescindible filtrar las radiaciones peligrosas, como las ultravioletas e infrarrojas. 82 Mecánicamente es factible reducir la cantidad de luz que llega a los ojos. Los esquimales conocen desde antaño los grandes beneficios que proporcionan unas gafas estenopeicas. Estas gafas son confeccionadas con madera o con costillas de foca a las que se les ha tallado una pequeña hendidura transversal. Sostenidas frente a los ojos, permiten ver a través de la hendidura reduciendo al máximo el paso de luz. Sin embargo, el recurso mayormente utilizado es teñir los vidrios o micas. El exceso de luz y las radiaciones dañinas se reducen o eliminan mediante filtros, que se elaboran con óxidos metálicos que se incorporan a la mezcla del vidrio óptico o se colocan como una fina capa uniforme ya sea en su superficie o en su espesor. Los óxidos metálicos son coloreados, por lo que el vidrio óptico así tratado adquiere un determinado color que dependerá de la naturaleza del metal utilizado. Cuando para tal fin se utilizan cristales de plata, el vidrio óptico modifica su color cuando se pone en contacto con radiación ultravioleta. Dichos cristales se conocen como fotocromáticos. Pueden igualmente utilizarse cristales dicroicos incorporados a la lente, orientados de tal manera que polarizan la luz, es decir, que desvían parte de la luz que los incide. Por último, pueden utilizarse espejos sumamente delgados (del orden de 10 a 15 micras de espesor) que permitan el paso de luz al tiempo que reflejan parte de ella. Todos estos sistemas están encaminados a reducir la cantidad de luz o bien a filtrar determinadas longitudes de onda. Sus aplicaciones son múltiples. La luz solar intensa es molesta para la vista, en especial si es reflejada por grandes superficies como ocurre en el mar, el desierto o la nieve. Por otra parte, la iluminación ambiente puede ser normal pero el ojo estar mal protegido contra ella, como ocurre en el albinismo, en el cual está hipersensible, o como en algunas enfermedades de la retina, o bien si está desprovisto de ciertas estructuras que filtran la radiación, como es el caso de las personas áfacas (operadas de catarata), o si sufren un control deficiente de la cantidad de luz que entra al ojo en trastornos del iris que se traducen en una gran pupila. En estos casos el uso de anteojos teñidos (oscuros) hará que la visión sea mucho más confortable. La radiación infrarroja ocasiona daños irreversibles en la retina y el cristalino. Los grandes hornos para fundir metales y vidrio son fuente importante de dicha radiación. Debemos recordar también las grandes quemaduras que ocasionan los eclipses solares en quienes los observan sin la protección debida. Finalmente, la radiación ultravioleta, que es invisible y está presente en la luz solar y en la que emite la soldadura de arco, ocasiona quemaduras severas de la córnea. Tanto el primero como el 83 segundo tipo de luz pueden eliminarse utilizando los filtros adecuados. En algunas situaciones no es el exceso de luz el que deberá controlarse sino más bien su modalidad. En la fotografía, fluoroscopia y navegación, por ejemplo, es deseable o necesaria una rápida adaptación a la oscuridad. Es sabido que los bastones de la retina, aquellos que nos permiten la visión nocturna, son prácticamente insensibles a la luz roja. Por ello, si colocamos frente a los ojos de un individuo filtros rojos, éste puede desarrollar sus actividades normales al tiempo que se adapta artificialmente a la oscuridad. Como se ha visto, la astenopia es un acompañante habitual de las ametropías no corregidas o mal corregidas. Sin embargo, muchos otros factores intervienen en su génesis, por lo que quien la padece deberá tener especial cuidado al analizar uno a uno estos factores y corregir, en lo posible, las fallas o limitaciones que éstos manifiesten. Con ello, además de obtener una agudeza visual óptima, el individuo podrá tener una visión confortable. X I I I . C O N C L U S I O N E S FRENTE a la gran incidencia de ametropías el hombre ha buscado la forma de resolverlas para obtener los mejores resultados posibles. Si bien su prevención es imposible hasta la fecha, hemos visto en las páginas anteriores que su corrección, y en algunos casos su curación es un hecho indiscutible. La visión es una función del sistema nervioso que requiere un aprendizaje y un entrenamiento prolongado para desarrollarse en forma óptima. Los primeros años de vida son críticos en este sentido. Para que el niño desarrolle plenamente sus funciones visuales es necesario que vea bien. Si en la primera infancia la presencia de una ametropía no corregida impide el desarrollo de ciertas funciones visuales, la agudeza visual podrá recuperarse más tarde pero con el fuerte riesgo de lograr sólo una recuperación parcial. Lo anterior obliga a tener presente la importancia que implica un estudio visual temprano para detectar una posible ametropía y, de ser posible, tratarla antes de que ocasione daños irreversibles. 84 En el ejercicio diario de nuestra profesión hemos visto cómo numerosos adolescentes, adultos incluso, se percatan tardíamente de ser portadores de una deficiencia visual importante. Es una verdadera lástima que durante años un individuo haya tenido que tolerar una visión francamente defectuosa cuando hubiera podido, gracias a cualquier dispositivo óptico, corregirla parcial o íntegramente. La vida escolar primero y la vida laboral más tarde exigen cada vez más de una visión óptima. Con gran frecuencia, un mal aprovechamiento escolar o conflictos en el trabajo se deben exclusivamente a una mala visión. Cuando un sujeto acude en busca de consejo profesional, debe estar plenamente consciente de que el oftalmólogo o el optometrista optarán por resolver lo mejor posible su problema con el recurso óptimo, aunque dicho recurso no corresponda siempre a lo esperado por el individuo. Por ello es importante que éste tenga una idea clara de su problema y de las posibilidades y limitaciones de los recursos con que se cuenta en la actualidad para poder resolverlo. Cuando se tienen estos conocimientos, la ayuda que el médico puede proporcionar es más eficiente ya que contará con la plena colaboración del individuo y éste obtendrá mayores beneficios. Muchos fracasos en la corrección de las ametropías se deben esencialmente a esta falta de cooperación, ya que el individuo piensa, por no conocer el tema, que el médico le impone una solución que no es la que él esperaba. Cuando se desconocen los hechos, las necesidades y demandas del individuo no siempre son acordes y ello merma sustancialmente la capacidad de ayuda del médico. Día con día más profesionistas se interesan en la investigación de estos problemas y más recursos se destinan a solucionarlos. La cirugía refractiva y el uso de lentes intraoculares en las personas operadas de cataratas constituyen éxitos reales de las últimas décadas. Quedan aún muchos problemas por resolver y la ciencia médica lo sabe. Para beneficio de nosotros y de nuestros hijos, todo indica que pronto B I B L I O G R A F Í A Brightbill, F. S. Corneal surgery: tecnique and tissue. C.V. Mosby Co., 1986. Duke Elder, S. D. Abrams. System of ophthalmology. Ophtalmic optics and refraction. Henry Kimpton, Londres, 1970. 85 Herreman, R. Manual de refractometría clínica. Salvat Mexicana de Ediciones. México, 1981. —. Historia de la Medicina. Editorial Trillas. México, 1987. Jaffe, N., M. A. Galin, H. Hirschman, Pseudophakos. C. V. Mosby Co., 1978. H. M. Clayman. Lebensohn, J. E. An antology of ophtalmic classics. Williams & Wilkins Co., Baltimore, 1969. Sanders, D. R., R. F. Hofmann, Refractive surgery: a text of radial keratotomy. Slack Inc., 1985. C O N T R A P O R T A D A La mayoría de los seres humanos padecemos, o tarde o temprano vamos a padecer, una ametropía, esto es, un trastorno de refracción que incapacita al ojo para enfocar una imagen nítida a nivel de la retina (miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia). Es excepcional que alguien escape a esta regla, por lo que mientras mejor entendamos en qué consisten estos trastornos y los recursos con que cuentan los médicos para hacerles frente, en mejor posición estaremos para resolverlos. La intención del doctor Rogelio Herreman es que la obra presente cumpla con tales objetivos. De los anteojos a la cirugía refractiva no está destinado a los especialistas sino al público en general; por eso el autor evita en lo posible los nombres técnicos y emplea en su exposición un lenguaje en extremo claro que hace accesibles al lector conceptos en apariencia, y de hecho, oscuros. Así, inicia su trabajo haciendo una descripción de la estructura del sistema visual y, para ilustrar el tema, lo compara con un sistema de video: el ojo corresponde a la cámara de video; los nervios ópticos transportan, en forma codificada, la información registrada en la retina a los centros analizadores del sistema nervioso localizados en el cerebro de modo que el sujeto pueda ver lo que registran sus ojos. La descripción minuciosa de los trastornos visuales y de la manera de corregirlos va acompañada de un considerable aparato científico e histórico: Che Hang, un chino cuya profesión era la de carcelero, fue, de acuerdo con los escritos de Marco Polo, el 86 inventor de los ai-ti, lentes de cristal de roca en época tan remota como el siglo X. San Jerónimo, quien aparece con anteojos en el cuadro que le hizo el pintor Ghirlandaio en 1480, se convirtió por tal motivo en el patrono de los constructores de lentes. En los primeros lentes se utilizó el cuarzo y el agua marina, mas su precio hizo necesaria la fabricación de un vidrio óptico especial que merced a la callada labor de numerosos científicos y artesanos ha culminado en el crown glass y en el flint glass, así como en el plástico, que se usan actualmente. De los lentes hasta el estudio de las técnicas modernas de cirugía refractiva, pasando por supuesto por los lentes de contacto, corre el campo al cual el doctor Herreman, con paciencia y sabiduría, nos introduce. Rogelio Herreman es médico oftalmólogo egresado de la UNAM. Por más de veinte años ha combinado la labor asistencial con la docencia. Es autor de numerosos artículos publicados en México y en el extranjero, así como de siete libros sobre oftalmología e historia y filosofía de la medicina.