IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL Y ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS Dinámica y Perspectivas del Estado de las Autonomías. El Pacto Local Llopis Goig, Ramón Universidad de Valencia Resumen: En España, tras la promulgación plebiscitaria de la Constitución de 1978, se inició un proceso de descentralización del estado, mediante la progresiva aprobación de los estatutos de las diecisiete Comunidades Autónomas y sus subsiguientes reformas competenciales. Este modelo de organización territorial, habida cuenta de su naturaleza cuasi-federal, ha sido y es el vehículo adecuado para el ajuste etnoterritorial. En esta comunicación examinaremos la realidad sociológica que ha resultado de vital importancia en la estructuración y legitimación del proceso de descentralización: la doble identificación territorial, es decir con el nivel estatal (España) y con el nivel autonómico (Comunidad Autónoma), que permite una lealtad compartida a las instituciones estatales y autonómicas: según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y del Centro de Investigaciones sobre la Realidad Social (CIRES), más de las dos terceras partes de los españoles se identifica tanto con la esfera estatal como con la autonómica. En la comunicación pondremos especial énfasis en el análisis de los datos de los indicadores sociológicos y políticos de la Comunidad Valenciana durante los últimos diez años, comentando sus convergencias y divergencias con el conjunto español, así como sus peculiaridades. IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL Y ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS 1.- INTRODUCCIÓN La diversidad étnica, cultural y regional del territorio español ha producido numerosos movimientos políticos nacionalistas y regionalistas en la reciente historia española. No en vano, la organización territorial del Estado ha sido una de los motivos de conflicto más característicos de la historia política contemporánea de España (García Ferrando, M. y López-Aranguren, E. 1994: 115). En esta comunicación pretendemos examinar el sustrato socio-político que, desde nuestro punto de vista, impulsa y legitima el proceso de descentralización y distribución territorial del poder, encarnado en el denominado "Estado de las Autonomías". O dicho de otro modo, analizamos los datos de opinión pública que muestran el encaje entre la multiplicidad identitaria o etnoterritorial de las Comunidades Autónomas españolas y su ordenamiento político-institucional (1). 2.- CONTEXTO HISTÓRICO En el siglo XIX, el liberalismo español dejó pasar la oportunidad de integración territorial de las diversidades regionales. En ese sentido se suele citar el fallido Sexenio revolucionario (18681874), la explosión cantonalista de la I República, la Restauración (1876) y la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Estos dos últimos desarrollaron un programa de asimilación nacional frente a reivindicaciones nacionalistas como la catalana y la vasca. Frente a esto, la II República trató de encauzar el denominado“problema regional”, si bien el dilema centralismo/ descentralización acabó dividiendo a los propios republicanos en el escenario previo a la guerra civil (1936-1939) (Moreno, 1996: XIII). Pese a pretender precisamente lo contrario, uno de los más claros legados de la época franquista fue el desprestigio de la unidad identitaria española: los intentos de regimentación provocaron numerosas reivindicaciones territoriales. En noviembre de 1975, con la muerte del general Franco, el príncipe Juan Carlos de Borbón, que había asumido interinamente los poderes, se convirtió en monarca del estado español. La fórmula de juramento para la sucesión, impuesta por el general Franco antes de morir, del principe sentenciaba al Estado Español a continuar bajo el signo del autoritarismo (2). Pese a ello, dio un giro completo de rumbo e inició lo que se ha dado en llamar "transición democrática" o "segunda restauración". Se iniciaba así una nueva época de la historia española con el restablecimiento de la monarquía con un gobierno presidido por Arias Navarro que daba paso, dentro de la continuidad del régimen anterior, a una política de prudentes reformas. En julio de 1976 se formó un nuevo gobierno presidido por Adolfo Suárez, que realizó la transición del régimen anterior al nuevo sistema democrático por medio de una serie de efectivas e importantes medidas encaminadas al establecimiento de la democracia (3). En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales para elegir las nuevas Cortes democráticas españolas, formadas por dos cámaras: el Congreso y el Senado. En estas elecciones venció la Unión de Centro Democrático (UCD), seguida del PSOE, el PCE y AP. Las Cortes resultantes se encargaron de elaborar la nueva Constitución española, que sería aprobada por referéndum en diciembre de 1978 con la consiguiente institucionalización del sistema democrático. Tras la promulgación de la Constitución, en 1979, se continuó en la tarea de consolidación del sistema democrático, y en marzo se celebraron nuevas elecciones generales, en las que se repitió la victoria de UCD, y en abril elecciones municipales, estableciendo Ayuntamientos democráticos en todo el país. 3.- LA CONSTITUCIÓN DE 1978 La Constitución española ratificada en referéndum del 6 de diciembre de 1978 fue un punto fundamental en la articulación del nuevo sistema político. A ella se llegó a través de un conjunto de pactos y acuerdos donde intervinieron elementos inimaginables años antes (4). Uno de los aspectos cruciales es que la Constitución emergía dentro de un marco jurídico en el que, entre otros, se trataba de dar solución al conflicto histórico entre el centralismo y los regionalismos y nacionalismos periféricos. La solución que aportaba la Constitución de 1978 al histórico conflicto entre el centro y la periferia, se articulaba estableciendo una distinción entre los conceptos de "nación", "nacionalidades" y "regiones"; lo que se denominó "Estado de las Autonomías". Una vez hecha la distinción entre "nacionalidades" y "regiones" se les reconocía el derecho a la autonomía. El reconocimiento y no la creación implicaba que las nacionalidades y regiones eran preexistentes al texto constitucional, y que lo que se buscaba era cobertura jurídica a un hecho incuestionable. Se acogía el principio de redistribución territorial del poder y se generalizaba el sistema autonómico en todo el territorio español, a través de un modelo semifederal (5). A la hora de analizar la fórmula utilizada por el constituyente para la distribución territorial del poder hay que tener en cuenta el punto de partida: un estado unitario, rígidamente centralizado, dotado de unas administraciones político-administrativas y de un ordenamiento jurídico uniforme; forma de estado, por otro lado, tradicional en el constitucionalismo español que tiene sus raíces en el movimiento centralizador y uniformizador iniciado con Felipe V (Murrillo de la Cueva, P. L., 1986:488 y passim). El periodo franquista había recrudecido el tradicional centralismo llevándolo a sus niveles más elevados, hasta el punto de que la lucha contra el llamado "separatismo" había sido uno de los motivos que habían desencadenado la guerra. Así las cosas, los principales problemas que el constituyente tuvo que abordar en relación con la reforma territorial del estado, fueron, según Raúl Morodo (1984: 199 y passim), los siguientes: (i) Satisfacer las reivindicaciones de autogobierno de los nacionalismos periféricos. (ii) La descentralización del poder político, ya que la mayoría de fuerzas políticas que habían luchado contra el franquismo habían identificado democracia y descentralización. (iii) En tercer lugar, se manejaban razones de eficacia y racionalización de la estructura del Estado para dotarlo de una mayor agilidad. 4.- EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS En las Cortes Constituyentes predominaba la opción por la descentralización, pero, del mismo modo, era general la voluntad de asegurar la unidad estatal asumida por propia convicción por la mayoría de las fuerzas políticas presentes en las Cortes. De este modo se configuraba un modelo de organización territorial, denominado "Estado de las Autonomías" (6), que se aproximaba a la técnica de la descentralización del poder que es característica del federalismo que se ha llamado funcional (7). La ponencia constitucional abrió un camino rápido para la autonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia y creó un camino más lento para el resto de las regiones españolas. El ministro de las Regiones, Clavero Arévalo, negoció el artículo 151 de la Constitución que permitía que autonomías consideradas como no históricas se igualaran con las otras mediante un sistema de doble referéndum, primero para acceder a la autonomía y luego para aprobar el estatuto (Clavero, M., 1983). Con la elaboración y discusión de los estatutos de Cataluña y del País Vasco, refrendados en ambas comunidades el 25 de octubre de 1979 culminaba la primera fase del proceso. Tras celebrarse las correspondientes elecciones autonómicas, se constituyeron los respectivos Parlamentos y Gobiernos autónomos en abril de 1980. El Estatuto andaluz llegaría en 1981 y el cántabro, el asturiano y el valenciano en 1982 (8). Ahora bien, en los años siguientes, la cuestión regional siguió cobrando protagonismo, tanto en la década de los ochenta como en la de los noventa. Este es precisamente la circunstancia que concita el interés de los próximos epígrafes de esta comunicación. 5.- AMBITOS DE IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL El título VIII de la Constitución de 1978 es la plasmación jurídica del derecho a la autonomía, anteriormente denegado. Con él, la transición democrática (1976-1979) logró el encaje entre la unidad y la diversidad, entre las culturas políticas regionales y su articulación institucional. Lo cierto es que España, tras una temprana fase de construcción estatal asistió a un incipiente proceso de formación nacional en el que fueron determinantes de su malintegración política su decadencia como potencia internacional y las disparidades entre el centro y la periferia. Este proceso de malintegración estatal ha dado y sigue dando lugar a desiguales lealtades de sus ciudadanos con respecto a las instituciones centrales, al tiempo que ha permitido la pervivencia de profundos ligámenes afectivos respecto a sus nacionalidades históricas (Moreno, L., 1997: XVI). Esta circunstancia es la que produce las diferencias de identificación territorial entre las diversas Comunidades Autónomas, si bien entre dos tercios y tres cuartas partes de los españoles se autoadscriben en modo variable al ámbito español y autonómico sin contradicición ni conflicto. La identificación territorial compartida permite, pues, la existencia de parlamentos y gobiernos dobles y es la condición sociológica de la viabilidad y pervivencia del modelo autónomico vigente. Sin perjuicio de lo dicho y únicamente con el ánimo de profundizar en la naturaleza de esos ámbitos de identificación, cabe añadir que con ellos conviven otros ámbitos tanto menores (pueblo o provincia) como superiores (Europa) como veremos seguidamente. Los individuos en su necesidad de identificación social tienden a hacerlo con grupos sociales y espacios geográficos concretos en los que el individuo ha desarrollado parte de su socialización (Hernández, T., 1997: 367). Así las cosas la identificación territorial se gradúa de menor a mayor dimensión: del pueblo al Estado, pasando por la Comunidad Autónoma. En la tabla 1 apreciamos los altos niveles de identificación local de los españoles debidos, según algunas investigaciones, a la poca movilidad geográfica de los españoles (9) y a la persistencia de la mentalidad agraria. Así también se ha señalado (Garcia Ferrando et. al., 1994: 109) el arraigo histórico del municipio y su importancia como unidad de población y administración (Hernández, T., 1997: 369). TABLA NUMERO 1 Espacio geográfico de identificación territorial para el total estatal 1991 1992 1993 1994 1995 45 41 43 43 45 47 8 9 8 9 10 9 COMUNIDAD AUTONOMA 15 18 15 16 13 15 ESPAÑA 23 24 24 23 23 21 EUROPA 2 2 2 2 2 2 EL MUNDO 5 5 6 6 6 6 NINGUNO 1 1 1 1 1 1 PUEBLO PROVINCIA 1996 Fuente: CIRES: La realidad social en España: 1991 a 1996. BBV-BBK-Caja Madrid Sería necesario realizar el mismo análisis de la tabla anterior eliminando las respuestas pueblo y provincia, es decir, tratando de contraponer realidades políticas, jurídicas y sociales que despierten un sentimiento de ciudadanía con derechos y deberes. Así pues, interesa, sobre todo, comparar la polaridad entre el Estado y las Comunidades Autónomas. En la tabla 2 vemos que la dualidad que supone identificarse con las Comunidades Autónomas y España, ha evolucionado a favor de las primeras, en detrimento de España. Se ha producido una pérdida de 16 puntos por parte de España, un aumento de 4 puntos de las Comunidades y un importante crecimiento de la identidad supranacional. Por otro lado, en una proyección realizada para los próximos 10 años (Tezanos, J.F., 1996), se aprecia el aumento de la identificación supranacional con Europa y el descenso del resto de identificaciones (10). TABLA NUMERO 2 Identificación ciudadana territorial para el total estatal 1975 1995 2005 Comunidad Autónoma 37 41 35 España 55 39 29 Europa 3 3 12 El Mundo 8 15 11 Del Campo, S,: La cuestión regional española, Edicusa, 1975 Tezanos, J.F.: Encuesta de Tendencias Sociales, Sistema, 1996 A continuación analizaremos estos datos por Comunidades. Destaca el indicador de identificación con el pueblo como el más alto en 1996 en la Comunidad Valenciana, lo que demuestra el elevado hiperlocalismo de los valencianos. Por otro lado, la identificación de los valencianos con la propia comunidad es de la más bajas de España (sólo los castellanos-leoneses se identifican menos con su comunidad autónoma). TABLA NUMERO 3 Espacio geográfico de identificación territorial por Comunidades Autónomas Com. Autónoma Pueblo/ciudad 1991 1996 Andalucía 39 56 Canarias 51 Castilla León 51 Castilla La Mancha Provincia 1991 1996 Comunidad España 1991 1996 1991 1996 14 9 25 14 17 15 32 9 13 15 26 17 15 54 12 7 7 2 23 28 60 63 7 6 4 4 21 20 Cataluña 30 30 5 4 30 32 22 22 Galicia 44 44 5 6 25 24 16 18 Madrid 19 26 4 10 8 11 55 40 Pais Vasco 38 49 7 5 26 25 22 11 C. Valenciana 51 64 11 15 11 3 21 13 Total 41 47 9 9 18 15 24 21 CIRES: La realidad social en España: 1991 y 1996. BBV-BBK-Caja Madrid 6.- IDENTIDAD COLECTIVA La identidad colectiva constituye una excelente herramienta para la medición de la expresión de las actitudes de identificación colectiva. Evalúa un nacionalismo periférico que muestra fuertes aspiraciones de autonomía y que no siempre es excluyente del nacionalismo estatal. Es un sentimiento, que varía con el tiempo y según Comunidades Autónomas, y representa la distribución del sentimiento de identificación estatal y autonómica. Los resultados de la tabla 4, muestran los datos del total español para un reciente periodo de tiempo. Podemos ver que para el total español en el periodo 1990-1996, el porcentaje de ciudadanos españoles que se identifica tanto con su identidad regional como con la identidad española es superior a los dos tercios, siendo únicamente un tercio el porcentaje de los que mantienen una identidad única. De estos últimos aún podemos inferir que sólo una quinta parte de todos los españoles se identifica sólo como español, mientras que cerca de una décima parte lo hace exclusivamente con su comunidad autónoma. TABLA NUMERO 4 Evolución de identidad colectiva de los españoles Total España 1990 1991 1992 1993 1994 Sólo * 8,7 11,0 9,3 7,7 8,0 Más * que español 16,3 15,0 14,9 15,5 14,2 Tan * como español 39,3 42,6 47,6 49,3 47,3 Más español que * 12,2 8,2 7,2 8,1 8,3 Sólo español 21,0 21,7 20,0 18,3 21,2 No sabe 2,5 1,4 1,0 0,9 1,0 * Andaluz, catalán, gallego, valenciano, vasco, etcétera. 1995 7,6 13,7 47,6 8,7 21,3 1,1 1996 8 14 47 8 21 2 CIRES: La realidad social en España: De 1990 hasta 1996. BBV-BBK-Caja Madrid Dichos porcentajes hablan por sí mismos de la importancia que posee esta dimensión en la estructuración socio-política de la sociedad española, mucho mayor que en otros países de nuestro entorno europeo. En este sentido, en el Estado español los elementos de identidad colectiva son responsables en mayor medida de la cohesión y dispersión social en contraste con otros países de la Comunidad Europea. Las diferencias entre Comunidades Autónomas son importantes y significativas. Sólo en el País Vasco predomina el nacionalismo sobre los otros dos sentimientos, mientras que en Castilla León, Castilla-La Mancha y Madrid predomina el españolismo. En el resto de comunidades predomina la proporción de quienes se consideran tan nacionalistas como españoles, con cierto predominio del nacionalismo sobre el españolismo en Andalucia, Galicia y Canarias La tabla número 5 que exponemos a continuación, muestra estos datos de identidad nacional subjetiva desagregados para cada una de las Comunidades Autónomas que hemos comentado TABLA NUMERO 5 Identidad colectiva en las Comunidades Autónomas Comunidad Autónoma Sólo * Andalucía Canarias Castilla León Castilla La Mancha Cataluña Galicia Madrid País Vasco C. Valenciana Total 4 16 1 2 11 12 1 41 2 8 Más * que español 23 22 5 5 20 25 5 17 3 14 Tan * como Más español español que * 61 48 39 45 40 46 35 22 55 47 6 5 12 9 15 10 6 6 8 8 * Andaluz, catalán, gallego, valenciano, vasco, etcétera. CIRES: La realidad social en España: 1996. BBV-BBK-Caja Madrid Sólo español 5 7 39 37 12 6 48 8 30 21 Los resultados de la tabla 5 muestran valores que no se corresponde con lo que cabría esperar por la mayor intensidad del nacionalismo en las nacionalidades históricas. Sin duda, estos resultados guardan relación con el propio carácter multidimensional de la identidad colectiva, que en su sentido más amplio alberga otro tipo de percepciones, como la insatisfacción con el gobierno autonómico y la percepción de agravio socioeconómico entre otras. La tabla número 6, recoge la evolución de la identidad colectiva de 4 comunidades autónomas, las denominadas "históricas y afines" (Sole Tura, J. 1985). El caso del País Vasco es el de la Comunidad con mayores niveles de identidad autonómica, pasando, en el transcurso de los diez años examinados del 48% al 58%, por encima siempre de la identidad española que permanece en el 14%. En Cataluña la identidad autónomica se sitúa en torno a un tercio de la población de modo estable, mientras que la española aumenta, y pasa del 19% al 27%. En Andalucia algo más del 60% mantiene a lo largo del tiempo una doble identificación, mientras que en Galicia se sitúa en torno al 50% aunque con una tendencia a la baja. TABLA NUMERO 6 Evolución de la identidad colectiva en las Comunidades Autónomas C. Autónoma Andalucía 1986 Sólo * 1996 Cataluña 1986 1996 Galicia País Vasco 1986 1996 1986 1996 2 4 11 11 6 12 28 41 Más * que español 18 23 19 20 27 25 20 17 Tan * como español 63 61 48 40 52 46 36 22 Más español que * 7 6 8 15 7 10 4 6 Sólo español 7 5 11 12 5 6 10 8 CIRES: La realidad social en España: 1986, 1991, 1994 y 1996. BBV-BBK-Caja Madrid Seguidamente nos ocupamos del caso de la Comunidad Valenciana. Del análisis detallado de una amplia serie de datos recogidos para el indicador de identidad colectiva en la década de los ochenta y noventa, destacan varias circunstancias. En primer lugar, en torno al 50% de la población (este porcentaje fluctúa dentro de los límites del error muestral) mantiene una identidad dual perfecta, es decir, se identifica del mismo modo como español que como valenciano. Ahora bien, si nos referimos al concepto más amplio de identidad dual (los que se identifican en mayor o menor medida con cada ámbito, pero, en cualquier caso, con los dos) los porcentajes se sitúan entre los dos tercios y los tres cuartos de población en que también se mueve el conjunto de la población española. La única excepción a la tendencia señalada se produciría de 1990 a 1992, periodo en el que se produce un importantísimo incremento de la identificación española por circunstancias ya analizadas en otras investigaciones (Llopis, R., 1996) TABLA NUMERO 7 Evolución de la identidad colectiva en Comunidad Valenciana 1984-a 1984-b 1985-a 1985-b 1988 1990-a 1990-b 1990/1 1991-a 1991-b 1991/2 1992-a 1992-b 1992/3 1993-a 1993-b 1994 Sólo Valenciano Más Valenciano que español Tan Valenciano como español Más español que Valenciano Sólo español Ns/nc 1995 1996 1 1 1 1 2 2,7 2,6 2 2 1,5 3 1,9 2,6 2 2,3 2,1 3,4 2,9 2 10 10 9 9 9 14 11 8 7,6 5,4 10 10 11 11 9,3 9,5 5,9 4,1 3 53 51 53 54 43 38 39 34 31 28 35 40 40 46 54 50 52 56 55 15 15 18 18 12 14 15 13 12 12 11 11 12 12 8,7 9,7 9,8 11 8 21 20 17 18 29 30 30 41 47 52 39 36 34 26 25 28 28 26 30 3 2 5 2,3 2,3 1,1 1,2 0,5 0,3 1,2 0,6 0,6 1,4 2 1984-a y 1985-b Torcuato Pérez de Guzmán: "Cultura Política" En García Ferrando, M. (coord.): La sociedad valenciana de los 90. IVEI, 1992. 1984-b, 1985-a y 1988: CIS. 1990-a, 1991-b, 1992-b y 1993-a: Luis Moreno: La federalización de España. Siglo XXI, 1997. 1990-b, 1990/1, 1991-a, 1991/2, 1992-b, 1992/3, 1993-b, 1994, 1995 y 1996: CIRES 7.- SENTIDO DE LA CIUDADANÍA Finalmente presentamos el último indicador sociológico, obtenido a partir de los datos proporcionados por la pregunta ¿Qué ciudadanía le gustaría declarar en su pasaporte? La tabla 8 muestra los datos desagregados por Comunidades. Resulta ilustrativo el hecho de que la Comunidad Valenciana sea la que obtiene el mayor porcentaje de individuos que declaran preferir la ciudadanía española en su pasaporte (83%). Por otra parte y en relación con lo anterior, los valencianos son, con la excepción de los madrileños, los que en menor porcentaje preferirían llevar en su pasaporte la ciudadanía de su comunidad autónoma (8%). TABLA NUMERO 8 Evolución del sentido de ciudadanía por Comunidades Autónomas C. Autónomas Comunidad España Europa Otro Ns/nc Andalucía 32 61 4 2 1 Canarias 33 48 6 9 3 Castilla León 10 78 7 1 3 Castilla La Mancha 16 74 6 2 3 Cataluña 41 45 7 5 1 Galicia 47 41 7 5 Madrid 6 80 8 4 2 País Vasco 56 29 6 4 6 C. Valenciana 8 83 4 4 2 Total 27 61 6 4 2 CIRES: La realidad social en España: 1996. BBV-BBK-Caja Madrid La tendencia detectada se muestra estable durante los noventa, confirmándose pues, la escasa orientación autonomista de los valencianos, así como su mayor orientación españolista. institucional. Hemos profundizado en el caso valenciano, mostrando su menor orientación autonómica en detrimento de las identificaciones española y local. BIBLIOGRAFIA Clavero, M. (1983): España, desde el centralismo a las autonomías, Barcelona, Planeta. García Ferrando, M., López-Aranguren, E. y Beltrán, M.(1994): La conciencia regional y nacional en la España de las Autonomías, Madrid, CIS. Hernández, T, (1997): "Identificaciones ciudadanas territoriales", en Tezanos, J. F., Montero, J. M. y Diaz, J. A. (eds.): Tendencias de futuro en la sociedad española. Madrid. Sistema Llopis, R. (1996): Cultura política e identidad en la sociedad valenciana. Tesis doctoral inédita, Universidad de Valencia. Moreno, L. (1997): La federalización de España, Madrid, Siglo XXI. Morodo, R. (1984): La transición política española. Madrid, Tecnos. Murillo de la Cueva, P.L. (1986) "El Estado de las Autonomías", en Hernández, F. y Mercadé, F.: Estructuras y cuestión nacional en España, Barcelona. Ariel. Sole Tura, J. (1985): Nacionalidades y nacionalismos en España. Autonomías, federalismo, autodeterminación. Madrid, Alianza Editorial. Tezanos, J. F., Montero, J. M. y Diaz, J. A. (eds.) (1996): Tendencias de futuro en la sociedad española. Madrid. Sistema NOTAS (1) Esta temática la hemos desarrollando en: Ariño, A. y Llopis, R. (1993): "La C. Valenciana. Un problema de identidad". Simposium Internacional: Identidades Colectivas en el Mundo Contemporáneo. Bilbao; Llopis, R.(1995): El valencianismo a la luz de su sistema de grupos de referencia. Universidad de Valencia; Ariño, A. y Llopis, R. (1995): "La identidad colectiva en la C. Valenciana". V Congreso Español de Sociología. Granada; Llopis, R. (1996): Cultura política e identidad en la sociedad valenciana. Tesis doctoral inédita. Universidad de Valencia; Pérez de Guzmán, T., y Llopis, R. (1997): "Dialecto e identidad colectiva: los casos valenciano y andaluz". Revista de Antropología Social, nº 6. 1997. (2) La fórmula de juramento fue "Juro por Dios, y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino, y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional". (3) En concreto, la Ley de Reforma Política en diciembre de 1976, amnistía para los presos políticos, regreso de exiliados y legalización de los partidos políticos y sindicatos obreros. (4) Como ha indicado Sole Tura (1985) la transición a la democracia sólo era posible si se daban conjuntamente tres elementos: un factor de estabilidad personal e institucional, una capacidad de negociación entre las distintas fuerzas en presencia y la capacidad de integrar a todas las significativas en un mismo proceso de discusión y consenso, y en tercer lugar, una movilización activa de grandes sectores sociales en favor de los mismos objetivos. (5) Autores como Luis Moreno (1997: 141 y passim) consideran el modelo autonómico como cuasi-federal o federalizante. La naturaleza de contrato abierto del título VIII constitucional, relativo a la organización territorial del Estado, permite varias construcciones teóricas en torno a la descentralización; sin embargo todas ellas asumen el derecho a la autonomía de nacionalidades y regiones, así como la composición plural del Estado de las Autonomías. (6) La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional adoptó esa expresión a partir de la sentencia 64/1982 de 4 de noviembre. (7) Antonio La Pergola (1984: 191 y passim) considera el federalismo funcional, como una descentralización de funciones. A diferencia del federalismo clásico, sólo trasfiere el ejercicio de la función legislativa y administrativa (no la judicial). (8)En julio de 1982 se publicaba en el Boletín Oficial del Estado la ley orgánica 5/1982 que incluía el texto completo del Estatuto de Autonomía valenciana, aprobado en Benicassim. El Decreto de Nueva Planta quedaba anulado, habida cuenta de que las leyes del estatuto de Autonomía derogaban a aquellas que se le opusieran. (9) Según datos ofrecidos por CIRES (1992), este hecho se relaciona con la escasa movilidad geográfica de los españoles. (10) Los ciudadanos piensan en la Europa de la moneda única, la apertura de fronteras y la libre movilidad de ciudadanos.