www.adaptinternacional.it La vía constitucional de los derechos sociales en México por Patricia Kurczyn Villalobos A partir de la Independencia, México ha promulgado las Constituciones Federal de 1824, de 1857 y la de 1917(RABASA, EMILIO O., La historia de las constituciones mexicanas, IIJ-UNAM, 2000 en www.bibliojuridica.org/libros/libro). En esta última, la inclusión del Título Del trabajo y de la previsión social y las garantías sociales que contiene, se imprime el sello social. Hoy, a noventa y cinco año de vigencia, las reformas constitucionales de 2011 marcan el inicio de otra era en el derecho mexicano. Algunas de las diversas reformas a la Constitución vigente muestran la socialización del derecho. Así ocurre, por citar solo dos ejemplos, con los artículos 3 y 25 (se vea: SÁNCHEZ CASTAÑEDA, ALFREDO, La necesaria evolución del derecho del trabajo mexicano, en Boletín Adapt n. 1). En el mes de junio de 2011(DOF 6 de junio de 2011 y DOF 10 de junio de 2011), se promulgaron reformas cuya relevancia hace considerar la presencia de un nuevo sistema jurídico mexicano que trasciende a los temas laborales y de seguridad o de protección social. Las reformas aludidas cronológicamente se refieren a la protección jurídica vía el amparo y la defensa de los derechos humanos. El reconocimiento constitucional De los derechos humanos y sus garantías, entre los cuales por supuesto se hallan los de la igualdad y de la libertad, sobre los que se construyen los derechos en general, aparecen entre otros, el de trabajo y su libertad, de asociación, de igualdad jurídica de la mujer y del hombre, de protección a la salud, que llevados al terreno laboral despliegan la categoría de los derechos humanos laborales y de seguridad social. La reforma mencionada se corona con el nuevo señalamiento de la supremacía de los tratados internacionales sobre derechos humanos, que hayan sido ratificados por el Estado lo que sin duda alguna modifica sustancialmente el sistema de derecho mexicano y modifica el principio de supremacía constitucional y denota más relieve al dar vigencia a la aplicación de nuevos principios en la interpretación y en la aplicación de las reglas asumidas. Así, el principio pro persona y el control de la convencionalidad vigorizan la protección de los derechos de las personas. En otras palabras, la dignidad del ser humano se rodea de nuevos instrumentos de salvaguarda como es el nuevo amparo cuyo ámbito de aplicación se amplía para la defensa de los derechos por actos ya no sólo provenientes de autoridades sino de particulares, lo que da lugar al ejercicio de las acciones colectivas y a la protección de los derechos difusos. A lo anterior debe agregarse que las reformas constitucionales extienden la competencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para conocer de quejas por violaciones a los derechos humanos en materia laboral. Esta importante reconsideración constitucional robustece la condición humana de la persona en su calidad de trabajador, tanto en el ámbito individual como en el colectivo como coalición, asociación o sindicato. Derechos que igualmente corresponden a los empleadores. Lo esencial de estas novedades radica en la ampliación del resguardo al ser humano cuando se vincula mediante una relación laboral o se subordina a la misma, sea como parte de un contrato de trabajo - individual o colectivo - o como trabajador autónomo o independiente. Podría hablarse de una especie de blindaje jurídico que si bien robustece los derechos constitucionales del trabajador subordinado a un particular o al Estado-patrón, genera seguridad para el trabajador independiente o 1 autónomo, y al que se desempeña en el sector informal, muchas veces enganchado mediante simulaciones que le dejan en completa desprotección y amparo. El reconocimiento constitucional de los derechos humanos, la supremacía de los mismos derivados de normas internacionales y el nuevo control de convencionalidad derivado de la sumisión a la jurisdicción de la Corte Internacional de los Derechos Humanos, expresa su propia importancia por el enfoque sobre la dignidad de la persona humana que se preserva y se protege con la realización eficaz de los derechos económicos, sociales y culturales así como los ambientales en su conjunto, lo cual marca el rumbo para construir un sistema universal de protección social (SÁNCHEZ CASTAÑEDA, ALFREDO, Las reformas a la seguridad social y la creación del Instituto Mexicano de Protección Social: la reformulación de los paradigmas, Cuaderno de trabajo, UNAM, México, 2011, p. 73). Patricia Kurczyn Villalobos Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM Presidente de la Sociedad Mexicana del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social 2