Doutrina Internacional La Figura Mexicana del Amparo en Materia de Ejecución de Laudos Arbitrales James A. Graham Director-Fundador del Centro de Resolución de Controversias, Facultad Libre de Derecho de Monterrey, Socio-Fundador de JAG Advocate – Lobo, Graham y Asociados S.C., Fundador y Secretario General del Centro de Arbitraje del Colegio de Abogados de Nuevo León. SUMÁRIO: Introducción; I – La imposibilidad de ampararse contra un laudo arbitral; II – El amparo contra la decisión judicial de ejecución forzosa; a) Exclusión del amparo directo; b) Confirmación del amparo indirecto. INTRODUCCIÓN El “amparo”es seguramente una figura jurídica particular de Mexico. Si unos autores llegan hasta los pueblos orientales y el derecho azteca, 1 es más justo considerar con Alfonso Noriega que la actual figura jurídica del amparo es formada por el azar y la casualidad y no por un criterio razonado o por un plan prefijado, 2 que explica su especificidad. El amparo incluye un control de constitucionalidad de las leyes y de los actos emanados de las autoridades, así como una función de casación. El control de constitucionalidad se hace en el amparo indirecto en donde el acto reclamado se litiga en primera instancia ante el juez de distrito, y en segunda instancia ante el Tribunal de Circuito. El control de casación se hace “directamente” 2 ante el Tribunal de Circuito; de ahí los términos de “amparo indirecto” (o “bi-instancial”) y “amparo directo” (o “uni-instancial”). En relación con la ejecución de laudos arbitrales, dos preguntas surgieren. En primer lugar, es a preguntarse si el tribunal arbitral es una “autoridad” en el sentido de la Ley de Amparo (I). Como lo veremos, tal no es el caso; no hay posibilidad de ampararse contra un laudo. Sin embargo, la figura del amparo reaparece al momento de que el juez ordena la ejecución forzosa; en efecto el derecho mexicano prevé el amparo contra los actos de ejecución de los tribunales mexicanos, aunque aquí existe la controversia procesal en cuanto a la determinación de si se trata del amparo directo o indirecto, quiere decir si el juez interviene como autoridad judicial controlando una decisión judicial que acoge un laudo – y este consecuentemente carece de valor legal sin el “reconocimiento judicial” –, o si el juez judicial únicamente ordena la ejecución y entonces se trata de un acto de autoridad que es sometido al amparo indirecto (II). 2 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL 101 I – LA IMPOSIBILIDAD DE AMPARARSE CONTRA UN LAUDO ARBITRAL ¿El árbitro es una “autoridad responsable” en el sentido de la ley de amparo? En una primera lectura, la respuesta tiene que ser negativa, porque el árbitro de ninguna manera “dicta, publica, ordena, ejecuta o trata de ejecutar la ley”; él dice cual es la ley entre las partes, pero no la ejecuta. En otras palabras, él tiene el jurisdictum, pero no el imperium. Y tal lectura se confirma en la luz de la jurisprudencia en relación al concepto de autoridad. Es así que el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativo del Primer Circuito determinó lo siguiente sobre el concepto de la autoridad: “AUTORIDADES, QUIENES LO SON PARA LOS EFECTOS DEL AMPARO. Si del informe justificado que rindieron las autoridades señaladas como responsables, aparece que tuvieron intervención en la realización de los actos reclamados, “haciendo uso de facultades de imperio”. Esto basta para que se les considere como autoridades para los efectos del juicio de garantías, ya que el carácter de autoridades respónsales no depende de su naturaleza jurídica, sino de la participación que haya tenido, con o sin facultades en la gestación o ejecución de los actos reclamados.” 3 Se puede definir que un “acto de autoridad” constituye una “actividad por el Poder público en ejercicio de sus potestades estatales”, 4 caracterizado justamente por la capacidad de mandar y ordenar: el imperium. De eso, se puede concluir a contrario que los actos de particulares, aunque sean violatorios de garantías constitucionales, no pueden ser objeto de un juicio de 2 amparo. Y tal es la posición de la Suprema Corte: “ACTOS DE PARTICULARES. No pueden ser objeto del juicio de garantías, que se ha instituido para combatir los de las autoridades, que se estimen violatorios de la Constitución.” 5 2 102 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL Aplicando el concepto al arbitraje, la Suprema Corte concluyó desde 1942: “La resolución dictada por un árbitro privado no constituye un acto de autoridad, por tanto no es susceptible de ser combatida mediante el juicio de amparo.” 6 Sin embargo, a primera vista, falta coherencia en la aplicación del citado criterio de la Suprema Corte, en la medida de que varias decisiones han otorgado el amparo directo contra un laudo no obstante el fallo jurisprudencial de la Suprema Corte. Es así que a penas hace unos años después la tesis Sindicato de Empleados del Puerto de Veracruz, la misma Corte enunció: “LAUDOS DEL TRIBUNAL DE ARBITRAJE, PROCEDENCIA DEL AMPARO DIRECTO CONTRA LOS. Los laudos del Tribunal de Arbitraje son sentencias definitivas contra las que no cabe recurso alguno, por lo que en su contra no procede el amparo promovido ante un juez de Distrito, sino el directo, o sea aquél de que la Suprema Corte conoce en única instancia.” 7 Sin embargo, la contradicción es solo aparente y en realidad se inscribe en la lógica de las tesis que establecen que el amparo se dirige contra autoridades. Si los laudos de particulares no son actos de autoridad, tal no es el caso cuando el laudo proviene de una autoridad. Es por eso que el Dr. Valdemar Martínez Garza, trata de diferenciar entre árbitros “estatales” y árbitros “privados”. 8 Se consideran como árbitros estatales aquellos que son llamados a pronunciarse en el marco de procesos llamados “arbítrales” y previstos por la ley, como es el caso de la Procuraduría Federal del 2 Consumidor o la Junta de Conciliación y Arbitraje en materia laboral. 9 En efecto, en esos casos los “árbitros” actúan como autoridad porque tienen el imperium de imponer el respecto de sus decisiones a través la coacción. Así, el artículo 117 de la Ley del Consumidor prevé que el Procurador Federal del Consumidor puede actuar como árbitro y, en aplicación del artículo 128, el incumplimiento del laudo será sancionado por el mismo Procurador con multa por el equivalente de una y hasta dos mil quinientas veces el salario mínimo general vigente para el Distrito Federal. En otros términos, no estamos en presencia de un verdadero arbitraje, sino en un procedimiento en donde el tribunal “arbitral” en realidad es un tribunal administrativo. Y tal es la posición del Tercer Tribunal Colegiado del Sexto Circuito: 2 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL 103 “PROCURADURIA FEDERAL DEL CONSUMIDOR. CASO EN QUE EJERCE FUNCIONES JURISDICCIONALES. De acuerdo con el artículo 59 fracción VIII de la Ley Federal de Protección al Consumidor se desprende que la Procuraduría respectiva al tratar de satisfacer los derechos de los consumidores, puede desempeñar diferentes funciones, a saber: a) La función conciliatoria; b) La función arbitral; c) La función calificadora. Ahora bien, lo que va a diferenciar la actitud de un juez o tribunal de la que pudiese ejercer cualquier otra autoridad al resolver una controversia, es la función jurisdiccional. ‘De acuerdo a lo anterior y considerando las funciones que ejerce la Procuraduría Federal del Consumidor, se concluye que la única en que realiza la función jurisdiccional, es cuando actúa dentro del juicio arbitral, ya que en éste las partes formulan compromiso con base en el laudo que emita la propia autoridad, una vez seguido el procedimiento respectivo. Es decir, la Procuraduría tiene la facultad de decisión en el asunto que se somete a su consideración’. Situación diferente se presenta en la función conciliatoria, ya que en ésta la Procuraduría simplemente se dedica a ser un mediador entre el consumidor y el proveedor, con el fin de avenirlos y de que lleguen a un convenio. En la función calificadora, la jurisdicción aludida no existe, toda vez que en ésta la Procuraduría no obliga a las partes a formular compromiso alguno, sino que por el contrario, sólo determina si existe o no violación a la Ley Federal de Protección al Consumidor y deja a los contendientes en libertad de ejercer sus derechos en la jurisdicción ordinaria. Por tanto, debe estimarse que la Procuraduría Federal del Consumidor sólo ejerce funciones de tribunal administrativo cuando actúa dentro del juicio arbitral reseñado.” 10 Como se puede apreciar, nos estamos refiriendo a un tipo de arbitraje en el que las partes no tienen la libertad de someterse o no a ese arbitraje pero 2 lo más importante es que se trata de un arbitraje que el Tribunal de Circuito hace equivalente a las funciones jurisdiccionales y de autoridad que ejerce la Procuraduría del Consumidor, lo que hace por otro lado, una distinción fundamental respecto del arbitraje comercial que es objeto de este estudio. Lo mismo sucede con otra figura prevista en la legislación mexicana y que ahora citamos sólo como punto de referencia para señalar que en estos casos, hay una función de imperium por parte del Estado que da lugar a que las resoluciones de estos órganos sean considerados como actos de autoridad para efectos del amparo. 2 104 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL La mencionada posición fue confirmada en 2001 en forma de tesis de la segunda Sala de la Suprema Corte: “COMISIÓN NACIONAL DE ARBITRAJE MÉDICO. SUS LAUDOS ARBITRALES SON ACTOS DE AUTORIDAD PARA EFECTOS DEL JUICIO DE AMPARO. Los laudos que emite la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, en su calidad de árbitro, constituyen actos de autoridad para efectos del juicio de amparo, pues si bien es cierto que actúa por voluntad de las partes, también lo es que ejerce facultades decisorias a nombre del Estado y como ente público establece una relación de supra a subordinación con los particulares que se someten voluntariamente al procedimiento arbitral, ya que al dirimir la cuestión debatida entre el prestador del servicio médico y el usuario de éste, de manera unilateral e imperativa crea, modifica o extingue, por sí o ante sí, situaciones jurídicas que afectan la esfera legal de éstos, sin necesidad de acudir a los órganos judiciales ni de obtener el consenso de la voluntad del afectado.” 11 En resumen, se puede afirmar que en derecho positivo mexicano los laudos de árbitros privados, siempre fueron considerados como actos de los particulares, como fue el caso desde 1881, la Suprema Corte había enunciado que “los árbitros no ejercen autoridad pública, ya que su nombramiento no emana mediata o inmediatamente del origen popular, debiendo su carácter exclusivamente a la voluntad de los litigantes, por lo que el amparo promovido contra algunos de sus actos es improcedente, por faltar en su autor la condición de autoridad, según lo exige el artículo 101 de la Constitución”. 12 Aunque en algunas épocas este criterio que hoy en día se puede considerar definido, fue sujeto a discusión, veamos unos ejemplos. 2 Cuando un Gobernador esta llamado a intervenir como árbitro en un litigio y actúa como particular, el laudo no puede ser objeto de un amparo directo; 13 tampoco si fuera el Presidente de la Republica, si actúa como particular. 14 Unos 50 años más tarde, la Corte reafirmo una vez más su criterio en el sentido de que el árbitro privado no es una autoridad, “aun cuando las árbitros sean verdaderos Jueces de derecho y sus resoluciones produzcan la excepción de cosa juzgada, sin embargo, carecen de imperio para hacer cumplir sus determinaciones, atributo sin el cual, no pueden considerarse como autoridades del orden público”, 15 y que consecuentemente el amparo directo contra el laudo es improcedente. Solo la vía indirecta es procedente, como lo subrayo el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito: 2 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL 105 “LAUDO ARBITRAL, HOMOLOGACION DEL. PROCEDE EN SU CONTRA EL JUICIO DE AMPARO INDIRECTO. La resolución mediante la cual el juez homologa un laudo arbitral, es el acto que constituye el requisito indispensable para su ejecución, por carecer los árbitros de imperio para ejecutar sus propias resoluciones. Por tanto, en su contra procede el juicio de amparo indirecto, ya que el árbitro carece del carácter de autoridad para los efectos del amparo. El laudo una vez que se homologa, se eleva a la categoría de acto jurisdiccional, y a partir de ese momento puede impugnarse ante los tribunales de la federación.” 16 En esta decisión, no obstante se utiliza una terminología que seguramente ha contribuido para aportar elementos de confusión y que por tanto conviene aclarar. La homologación del laudo tiene dos fines perfectamente definidos: su reconocimiento y su ejecución. El acto en el cual el juez declara que el laudo es susceptible de ser reconocido conforme al derecho mexicano sólo se limita a constatar que el laudo cumple con los requisitos establecidos por la ley y es únicamente esa declaratoria del juez, sus motivaciones y fundamentos, los que son susceptibles de ser impugnados en un juicio de amparo y no como la Corte equivocadamente lo señaló en aquella época: que homologado el laudo “se eleva a categoría de acto jurisdiccional y a partir de ese momento puede impugnarse ante tribunales de la federación”, lo cual equivaldría a admitir que su revisión puede ser de fondo cuando ya hemos dejado en claro el carácter inapelable e inmutable del laudo con base en el principio de su definitividad. Una vez que el amparo directo contra el laudo está excluido, continua la pregunta sobre cuál tipo de amparo permite atacar la decisión del juez de 2 ordenar la ejecución forzosa del laudo arbitral. II – EL AMPARO CONTRA LA DECISIÓN JUDICIAL DE EJECUCIÓN FORZOSA El artículo 1463 del Código de comercio en materia de ejecución de laudos, prevé expresamente que no hay recursos contra la decisión del juez. Sin embargo, ¿eso quiere decir que las partes no tienen la facultad de ampararse? La respuesta en general es positiva, en la medida que se considere que esté no es un recurso, sino un juicio sobre las garantías constitucionales. Sin embargo, queda por resolverse si se trata del amparo directo o indirecto. En efecto, la Constitución prevé en su artículo 107 fracción V, retomado en el artículo 150 de la Ley de Amparo, que el amparo [directo] [se dirige] contra sentencias definitivas o laudos y resoluciones que pongan fin al juicio; y la fracción III que procede el amparo indirecto contra actos en juicio, fuera de juicio o después de concluido, o que afecten a personas extrañas al juicio, contra leyes o contra actos de autoridad administrativa, precisado por el artículo 114 de la Ley de Amparo, que se trata, entre otros, de “actos de tribunales de cualquier tipo, ejecutados fuera de juicio o después de concluido”. Y es en este sentido que la jurisprudencia excluye el amparo directo (a) para confirmar que se trata del amparo indirecto (b). 2 106 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL a) Exclusión del amparo directo Una tesis del Quinto Tribunal Colegiado en materia Civil del Primer Circuito considero que el arbitraje es un “juicio” que se termina con un acto formal del juez que consistiría en la homologación; consecuentemente el amparo tendría que dirigirse contra este acto en la vía directa, tal como lo prevé el artículo 158 de la Ley de Amparo: “LAUDO ARBITRAL HOMOLOGADO Y ACTOS TENDIENTES A SU EJECUCION, PROCEDENCIA DEL AMPARO DIRECTO Y NO DEL INDIRECTO TRATANDOSE DE. El laudo arbitral y su homologación, así como el auto que ordena su ejecución y el lanzamiento del inmueble arrendado, es improcedente reclamarlos en amparo indirecto, ‘por ser el juicio de amparo directo el que procede contra los laudos homologados que pongan fin al juicio arbitral, y a todos los actos tendientes a la ejecución del mismo, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 158 de la Ley de Amparo’. Por tanto, al resultar improcedente el juicio de amparo indirecto respecto de esos actos, el mismo debe ser sobreseído en términos de la fracción XVIII del artículo 73, en relación con la fracción III del artículo 74 de la Ley de Amparo.” 17 Sin embargo, tal posición contradice el hecho que el laudo tiene automáticamente carácter de cosa juzgada 18 y constituye un titulo ejecutivo: 19 2 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL “ÁRBITRO. SUS RESOLUCIONES 107 SON ACTOS DE AUTORIDAD, Y SU EJECUCIÓN LE CORRESPONDE AL JUEZ DESIGNADO POR LAS PARTES. Para la ejecución de un laudo arbitral es preciso la mediación de un acto realizado por un órgano jurisdiccional que, sin quitarle la naturaleza privada, asume su contenido, de modo que el laudo es ejecutable por virtud del acto jurisdiccional, que sólo es el complemento necesario para ejecutar lo resuelto por el árbitro, ya que el laudo es una resolución dictada por el árbitro que dirime la controversia suscitada entre las partes, con calidad de cosa juzgada y constituye título que motiva ejecución, ante el Juez competente que debe prestar los medios procesales necesarios para que se concrete lo resuelto en el laudo. Por lo tanto, el laudo es una resolución que tiene los atributos de inimpugnabilidad, inmutabilidad y coercibilidad, sólo que la eficacia y realización concreta de lo condenado quedan siempre al Juez competente designado por las partes o el del lugar del juicio. El árbitro carece de la facultad de hacer cumplir, ante sí, el laudo que emitió, porque no tiene la potestad o imperium, que es uno de los atributos de la jurisdicción y que es inherente a los órganos jurisdiccionales del Estado. Ello implica que el árbitro carece de la fuerza del Estado para hacer efectiva la condena, pero el laudo en sí mismo no está despojado de los atributos de la cosa juzgada, puesto que la facultad de decidir la controversia es una delegación hecha por el Estado a través de la norma jurídica, y sólo se reserva la facultad de ejecutar. El Juez ante quien se pide la ejecución de un laudo dictado por un árbitro, para decretar el requerimiento de pago, únicamente debe y puede constatar la existencia del laudo, como una resolución que ha establecido una conducta concreta, inimpugnable e inmutable y que, por ende, debe provenir de un procedimiento en el que se hayan respetado las formalidades esenciales del procedimiento, y que no sea 2 contrario a una materia de orden público.” 20 En la lógica del Quinto Tribunal Colegiado, la decisión de los árbitros sería nada más que un proyecto de laudo, que tendría que ser controlado sobre el fondo por los jueces. Sin embargo, se le olvido al Quinto Tribunal que la homologación interviene solamente en materia de laudos extranjeros, y no para los laudos que fueron pronunciados en México: “[Es] doctrina nacional uniforme (subrayado por nosotros) que los laudos pronunciados en nuestro país no requieren de la aprobación judicial para que puedan ser ejecutados.” 21 2 108 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL Con respecto a la homologación de los laudos extranjeros – en realidad el resultado del procedimiento de la exequatur 22 –, tiene únicamente por función de recibir el laudo en el orden jurídico nacional, y de ninguna manera autoriza al juez de revisar de nuevo el laudo. 23 Consecuentemente, para retomar la fraseología de la Ley de Amparo, no es facultad del juez de poner fin al juicio, sino que interviene únicamente para acordar la ejecución forzosa; acto, que es sometido al amparo indirecto. b) Confirmación del amparo indirecto Como lo subraya la doctrina, es el amparo indirecto del artículo 114 de la Ley de Amparo que se aplica, 24 al ejemplo del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito: “LAUDO ARBITRAL, HOMOLOGACIÓN DEL. PROCEDE EN SU CONTRA EL JUICIO DE AMPARO INDIRECTO. La resolución mediante la cual el Juez homologa un laudo arbitral, es el acto que constituye el requisito indispensable para su ejecución, por carecer los árbitros de imperio para ejecutar sus propias resoluciones. Por tanto, en su contra procede el juicio de amparo indirecto, ya que el árbitro carece del carácter de autoridad para los efectos del amparo. El laudo una vez que se homologa, se eleva a la categoría de acto jurisdiccional, y a partir de este momento puede impugnarse ante los tribunales de la Federación.” 25 Una vez que las posiciones del Quinto Tribunal y del Segundo Tribunal fueron irreconciliables, la Tercera Sala de la Suprema Corte decidió pronunciarse sobre la contradicción de tesis y estableció que es el amparo 2 indirecto el que procede: “LAUDO ARBITRAL, ACUERDOS DE HOMOLOGACIÓN Y EJECUCIÓN DEL. PROCEDE EN SU CONTRA EL JUICIO DE AMPARO INDIRECTO, EN TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 114, FRACCIÓN III, DE LA LEY DE AMPARO, Y NO EL DIRECTO A QUE ALUDE EL 158 DEL MISMO ORDENAMIENTO. Cuando se reclama en juicio de garantías un laudo arbitral homologado a los acuerdos tendientes a declararlo, así como los actos de ejecución con relación al mismo, ‘el procedente es el juicio de amparo indirecto’ ante los Jueces Federales, atento lo que al respecto dispone el artículo 114, fracción III, segundo párrafo, de la Ley de Amparo, ya que por la complejidad de los mismos actos que se impugnan no se está en el caso de la sola sentencia definitiva que constituye el laudo arbitral homologado, para reclamarlo en amparo directo, conforme al señalamiento del artículo 158 del mismo cuerpo legal.” 26 2 RBAr – Nº 4 – Out-Dez/2004 – DOUTRINA INTERNACIONAL 109 En resumen, para oponerse a un laudo rendido en Mexico, la parte puede en un primer paso buscar la nulidad del laudo en virtud de las causas previstas en el Código de comercio (o en los tratados internacionales); y en segundo paso, ampararse “indirectamente” contra la decisión del juez. Si tal acción no tiene éxito, o si el laudo fue rendido fuera de Mexico, la parte en contra la cual se dictó el fallo, puede oponerse contra la ejecución coactiva según las disposiciones del Código de comercio (o tratados internacionales) y en el caso, ampararse “indirectamente” contra la decisión del tribunal judicial. Si la figura del amparo es compleja, la situación en el derecho mexicano sin embargo no es distinta a lo que pasa en Europa con los recursos sobre la Convención Europea de Derechos Humanos. 27 En efecto, después el agotamiento de los recursos judiciales, más y más casos buscan “ampararse” sobre el fundamento del artículo 6 de la mencionada Convención invocando una violación de la versión europea de la “due process”. Si por si mismo es lógico que tales mecanismos existan, es verdad también que facilitan a la parte de mala fe tener oportunidades de recurrir a “juegos procesales” que impiden la buena ejecución del laudo arbitral. Es a las partes de tomar sus responsabilidades. 2