ASOCIACIÓN URUGUAYA DE CONFIGURACIONES VINCULARES UN BLUES Seminario: LO VINCULAR: conceptos básicos y diferencias con el enfoque vincular H. Gonzalo Larriera 27/07/2013 El Espiritual, el Góspel y el Blues son tres formas musicales características de la población afrodescendiente que fue traída como esclava a lo que es hoy Estados Unidos de Norteamérica. En el Espiritual cantan todos juntos; en el Gospel, uno lleva el rol protagónico y el coro responde. El Blues es el equivalente profano del espiritual. Es individual básicamente, el ejecutante dialoga con su instrumento e improvisa, y aunque hay blues rápidos y alegres, sus mismos autores dicen que el color básico del Blues es: el color de la tristeza. “Pero dado que cada uno de nosotros, como todo el mundo, es ya varias personas, hay mucha gente en total”. Gilles Deleuze 1 Comienzo a escribir este trabajo luego de haber recorrido cuatro seminarios. Cada uno con su singularidad. Al principio, un viernes de tarde, eramos … “¡trece más uno!” Funcionó el más, por eso pudimos cuantificar. ¿Y ahora cuántos somos? Es una pregunta juguetona, no sé si importa responderla puesto que entre imágenes y afecciones nuestro psiquismo cualifica. Creo que apunta más que nada a poder decir que aquí estamos, como dice el epígrafe, ¡y la cuenta se complica! Interviniendo entre “mucha gente”. Deslumbrados por múltiples imágenes, creando un texto aún no escrito que ya fuga de su propia letra. No tenemos escapatoria, el otro está primero y debemos responderle como dice Levinas. Algo de lo ético-político se puso y se pone en movimiento. Un agrupamiento que dio y da lugar a “generar un espacio para hacer con otro”; y “armar un espacio a crear no es menor”.2 (Gottlieb, N. 2013) Presencia sobre presencia, tomadas como “aquella cualidad por la cual la función de representar es excedida” (Berenstein, I. p104)3, fueron generando haceres que más allá de su fugacidad, produjeron subjetividades novedosas. Nos afectaron a todos dando la posibilidad de potenciar la producción grupal. Se generaron condiciones de posibilidad para narrar experiencias personales; colgar algunas imágenes de cuadros; convocar y sostenernos mutuamente cuando parecía que las tareas nos desbordaban y alguien pensó en dejar el grupo; programar un cierre del seminario con un gesto de apertura y movimiento hacia otro lugar. Todas cuestiones que aluden de modo distinto a un sentimiento de pertenencia y producción de lo novedoso. Fueron seminarios de formación donde se dio curso a lo intensivo, desde un enfoque vincular del cual nos fuimos agenciando colectivamente en los recorridos para habilitar la posibilidad de existencias diferentes. Creaciones que acaecieron en presente, dejaron sedimentos que después producimos subjetivamente como historia sobre la que seguimos produciendo, se estratifican, producen efectos y afectos complejos. Desde la metapsicología vincular podríamos hablar del inter-juego de espacios quizás: lo intrapsíquico, lo intersubjetivo y lo transubjetivo. Lo que traíamos cada uno, fruto de nuestra existencia y devenir anteriores. Lo que se produjo en el espacio vincular grupal donde la realidad tuvo un peso importante -largos viajes, largas jornadas, el almuerzo compartido de los sábados- en el contexto de todo lo que hace a nuestro mundo circundante. Existen ciertas posibilidades de que sean muchas las instancias de la vida cotidiana donde podemos modificar nuestro modo de existencia dando posibilidades de apertura a lo ajeno. Ya aquí en esta pantalla, digital, pensamiento y afectos que devienen píxeles, que a su vez devienen escritura; ojos y manos que la pulsan, e incorporan -hacen cuerpo- lecturas de otros ojos que leen desde/entre otros sustrayéndose a sí mismos como órganos. Rostros que convocan, que impondrán a su vez otras presencias. ¿Y en la clínica? ¿Cómo hacer un lugar al otro? Quiero contar aquí algo que me sucedió en la clínica de niños, hace ya unos años en un dispositivo individual. Una parte de la conexión con lo anterior, ya la hice yo, otra parte les toca a los que lo lean. “Lo Nuevo corresponde a una cualidad, a algo no inscripto hasta ese momento y por lo tanto recién presentado al psiquismo…Pero no es algo que inunda sino que se abre camino donde no lo hay, no arrasa con las inscripciones previas, no se pierden las anteriores sino que éstas se reubican en otro orden”4 Viñeta: José es un niño de ocho años, apacible y afectuoso en la clínica. En la sala de entrevista de recepción donde fue atendido la primera vez por otra profesional, José descubrió una guitarra y unos tamboriles. Llega a la primera sesión con un andar cansino, lento, con movimientos semi-desgarbados, descoordinados. En su cara se dibujan una leve sonrisa y unos ojos cuya mirada insinúa tristeza, observan cada detalle. Me pregunta por los instrumentos. Le digo dónde están, pregunto si quiere traerlos, asiente y vamos a buscarlos. Nos movemos, salimos del consultorio, nos cruzamos en el camino con otros profesionales, otros pacientes y la secretaria. Atravesamos la clínica hasta llegar a la sala donde están los instrumentos que en ese momento está desocupada. Llevamos al consultorio un tamboril y una guitarra. José comienza tocando la guitarra y canturreando, inventa palabras que simulan y suenan como en idioma inglés. Palabras que ni para él ni para mi tienen significado aparente, sólo sonoridad, ritmo, musicalidad. Luego me pasa la guitarra y dice: “tocá vos”. Accedo preguntando qué estilo quiere, como no responde, insinúo uno. Es una especie de cumbia o regetón porque pienso: “esto le va a gustar, es de las cosas que le gustan hoy a la mayoría de los niños que vienen”. Me responde de manera pausada: “¡mmmm no!”; insinúo otros y su respuesta se repite: “¡mmmm no!; hasta que toco una especie de ritmo de blues y me dice también suavemente: “ése”. Canta de manera muy dulce y suave, ni susurra ni grita, crea y hace fluir la melodía. Y melodía viene del griego melos y ode y quiere decir algo como “poesía cantada”. Sin duda aquí me surgen muchas cosas que dan para pensar y desarrollar en otra parte, pero que tienen que ver con la musicalidad, con algo de la música que remite a lo fugaz a lo que deviene sin cesar, y a un plus de afecto. Nunca se puede tener una percepción total, sino de algo que transcurre y genera emoción. Y él eligió la música -arte de las Musas- la expresión por medio de elementos sonoros. Además afina bien, compone inmediatamente una canción con dos partes diferenciadas y cuando va por segunda vez a su estribillo me pregunta: “¿Cómo se dice corazón roto en inglés?”. Salto a una región del pasado: The Beatles, “Sgt: Peppers Lonely Hearts Club Band”; mi barrio, un salón de clase, el liceo, la silueta de una profesora de inglés, le digo: broken heart, entonces continúa cantando hasta el final de la sesión. El estribillo es la repetición de esa frase: “broken heart”. Saltamos juntos a regiones de sentido “corazón partido”. En la otra sesión, trajo unas semillas que había pedido a su abuelo y me invitó a plantarlas. Fuimos al fondo, hicimos un hueco en un rinconcito y las plantamos. Luego me pregunta: “¿Y quién las va a regar?” Cada sesión era una propuesta de creación: “¿pintamos?... ¿cantamos?... ¿vamos a regar?” Lo traen sólo algunas sesiones más de manera irregular. Luego, no pueden, se les complica. Hicimos música. Algo pasó. Algo del orden de lo inefable. Fuimos testigos de nuestra existencia, experimentamos juntos la efectuación de un vínculo. Nos afectamos mutuamente e hicimos lo que pudimos. -Hoy pienso que describí algo del dominio de la percepción de su cara pero había algo más, su Rostro: era un blues; un lamento, triste, amable, suave. Un rastro corporal, estético.- Hoy creo que ésa, fue mi primera clase práctica de Psicoanálisis Vincular. Y por supuesto le estoy muy agradecido a José. Bibliografía Deleuze, G. Conversaciones 1972-1990, p.7. Ed. Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. 2 Gottlieb, N. Apuntes del seminario 13/07/2013 3 Berenstein, I. “Devenir otro con otros”, Ed Paidós, Bs. As., 2004. 4 Berenstein, I. “Devenir otro con otros”, Ed. Paidós, Bs. As. 2004