Recensions contrastar las fuentes con uno de los pocos films que tratan esa época distorsionándola, en la ya antigua producción: La batalla de Maratón (1959), donde se da a entender que la victoria final se debe de nuevo a los Espartanos. El capítulo X, “La palabra filmada: Sócrates”, resalta la posición católica del director del film Sócrates (1969), R. Rossellini, y cómo ello influyó en la resolución de ese film. Prieto argumenta una inclusión de Sócrates entre los oligarcas atenienses, lectura compleja y no del todo unánime, entre los historiadores. En el capítulo XI, escrito en colaboración con el Dr. Borja Antela, “Alejandro Magno en el cine”, se analizan las diferencias de selección histórica contenidas en las dos principales reconstrucciones biográficas realizadas sobre el conquistador macedonio, la de Rossen (1953) y la de Stone (2004). Llegamos a Roma con el capítulo XII, que está dedicado a: “La Segunda Guerra Púnica en el cine”, una temática poco frecuentada, pese a la monumental Cabiria (1914). Aunque hay films norteamericanos, debe reconocerse que fueron los italianos los que más insistieron en ese conflicto, en especial durante los años en que ese país desplegaba pretensiones imperialistas, momento en que se produjo Escipión el Africano (1937). Se prosigue con la República romana en el capítulo XIII: “Miedo, menosprecio y castigo a los esclavos en el cine de romanos: Espartaco”, que conecta de nuevo con el principio del libro, pero ahora sobre los films que han tratado el conocido gladiador tracio sublevado. Es muy interesante leer como el cine ha seleccionado, o en su caso inventado, los castigos que tenemos noticia se aplicaban. Un paréntesis en el discurso del libro es el capítulo XIV “Astérix en Hispania”, que muestra como el autor se interesa también por valorar otras formas de acercarse a la Antigüedad, en este caso a través del cómic. El Imperio romano está representado en el capítulo XV: “Esclavos y libertos en Fellini-Satyricon”. Como indica el autor, es uno de los pocos films donde, a parte de esclavos, también aparecen libertos. Y es que, pese a la esperable proyección del mundo visual felliniano, el resultado es bastante fiel al espíritu de la obra. ¿Qué es un pobre?, la pregunta que se hace el nuevo rico Trimalción, es la clave tanto de la obra de Petronio como de su versión cinematográfica. Finalmente vemos la tardoantigüedad con dos trabajos: “El Franquismo en el cine: Amaya”, estudio sobre el film de Luis Marquina (1952), basado en una conservadora novela decimonónica que inspiró también una ópera, dos obras que, a su vez, se entrelazan con el film y con las modificaciones al gusto oficial del momento. La temática se centra en los vascones del siglo viii, su cristianización, la relación con unos judíos que presuntamente ya estaban allí establecidos y el papel que desarrollarían los vascos en los inicios de la Reconquista, uno de los temas predilectos del franquismo. En el último apartado: “Las transiciones del sistema esclavista al sistema feudal según el cine” se analiza la visión ofrecida sobre ese período de cambio a través de antiguas producciones fílmicas (Constantino el Grande, 1960), las diversas versiones sobre Atila, o las recientes producciones como El rey Arturo (2004) y La última legión (2007). 238 Completa la obra una amplia bibliografía. Es de desear que, en un futuro, podamos tener un nuevo libro que siga recogiendo los trabajos que sobre el cine antiguo continúa desarrollando Alberto Prieto. Ignasi Garcés Universitat de Barcelona garces@ub.edu Knapp, Robert C. (2011). Los olvidados de Roma. Prostitutas, forajidos, esclavos, gladiadores y gente corriente. Ariel. Barcelona. 415 págs. ISBN: 978-84-344-1395-5. Toner, Jerry (2012). Sesenta millones de romanos. La cultura del pueblo en la Antigua Roma. Crítica. Barcelona. Con tan solo unos pocos meses de diferencia, ha tenido lugar la aparición de dos traducciones de sendas obras singulares, ambas de temática similar, no estrictamente idéntica, pero sí con muchos puntos en común. Tal temática es por otro lado poco frecuente en la bibliografía sobre el Imperio Romano y además, en los dos casos, la exposición se caracteriza por un enfoque novedoso, desde luego bien diferente a las obras que de alguna forma habían tratado el tema global o parcialmente con anterioridad. Por orden de publicación, la primera es el excelente trabajo del hoy profesor emérito de la Universidad de Berkeley Robert C. Knapp, la segunda el no menos interesante estudio del fellow de Cambridge Jerry Toner. Por lo expresado, hemos considerado coherente la oportunidad de referirnos a ambas en una misma reseña. Naturalmente la personalidad e incluso los objetivos de uno u otro autor, aparte de su formación, hace que el enfoque no sea, por suerte y como era de esperar, mimético, lo que es un acicate más para su lectura, lectura que en ambos casos resulta estimulante y muy recomendable para todos los estudiosos de la Antigüedad Clásica. Quizás lo primero a considerar es que difieren de las obras al uso, en especial las que se podrían incluir bajo el epígrafe de “vida cotidiana”, que suelen ser Revista d’Arqueologia de Ponent 22, 2012, 232-258, ISSN: 1131-883-X Recensions las que en mayor o menor medida se refieren a los estratos más bajos de la sociedad romana y que, en la estela de Carcopino, se siguen publicando con pocas variantes desde hace décadas —alguna recientemente— y que en muchos casos ni siquiera son obra de historiadores. Al mismo tiempo difieren también de los estudios sobre el “pensamiento romano” que no trata sino de la minoritaria elite, por supuesto masculina, que es la que nos ha dejado el legado literario latino. Ambos autores pretenden estudiar la mentalidad, anhelos, vivencias, la cultura en definitiva de la mayor parte de la población, de los aproximadamente sesenta millones de habitantes con que debió contar el Imperio en los dos primeros siglos de la era, la mayoría de los cuales vivirían al límite, literalmente al día sin tener mínimamente asegurado el sustento del mañana, con la angustia, la ansiedad y depresión que ello conllevaba, aumentada por peligros cotidianos como el robo, asesinatos, enfermedades, hambrunas, y la presencia siempre constante y frecuente de la muerte. La vulnerabilidad era en definitiva lo que definía y tenían en común los diversos grupos en que se dividía la sociedad. Para sus objetivos los autores han de basarse en muy escasas fuentes escritas, dado el desinterés de los contemporáneos ante el tema, de las que pueden extraerse algunos datos aunque a veces de forma accesoria, y también sobre todo en el caso de Knapp, de la epigrafía, en la que es, como es bien conocido, reputado especialista. Un acierto no menor es el haber tomado en consideración la documentación provincial que raramente suele ser tenida en cuenta en beneficio casi exclusivo de la capital del Imperio o, como mucho, de Italia. La recurrencia sobre todo a Apuleyo, Petronio, Artemidoro —su “interpretación” de más de 3.000 sueños es una mina para cualquier psicólogo—, e incluso los Evangelios por parte de ambos es presente a lo largo de sus sendas exposiciones y es por ello también mérito de ambos salir airosos de la dificultad que lleva el intentar situarse en la mentalidad de un pueblo aparentemente tan cercano al nuestro pero tan diferente a la vez. Mientras que Knapp se detiene en el estudio independiente de los diversos elementos sociales que aparecen en el título, constituyendo una serie de pequeñas monografías, Toner estudia en conjunto a todos los que no forman parte de la elite que es lo que mejor define a tan diversos grupos. En definitiva los dos tratan de aquellos que no pertenecen a ninguno de los tres ordines, al pueblo, pues su cultura no difiere esencialmente se trate de libres, libertos o esclavos. A todos ellos les unía la citada precariedad y el futuro incierto. No vamos a resumir ni siquiera aludir a toda la rica información y análisis que las dos obras contienen —excelente en el caso de prostitutas, gladiadores o bandidos entre otros—, pero sí a algunos aspectos que nos han llamado la atención. Por ejemplo resulta de interés preguntarnos si al menos una parte del pueblo participaba de los mismos o similares prejuicios que las elites. De ambos autores deducimos que, en general, aparte de la consabida misoginia —la “inferioridad física y mental” de la mujer era algo por lo común aceptado— que encontramos en casi todas las culturas de la Antigüedad, también los estratos inferiores Revista d’Arqueologia de Ponent 22, 2012, 232-258, ISSN: 1131-883-X mostraban escaso aprecio por los más pobres, los soldados o por los mercaderes por ejemplo o, en el caso de la homosexualidad, también hacían suyo el desprecio solo al sujeto pasivo de la relación. Pero en lo que se refiere a hostilidad, era la autoridad la que se llevaba el palmarés. Los esclavos no presentaban grandes diferencias en cuanto a mentalidad con el resto de los desheredados, aunque según Toner ello variaría en diversas partes del imperio. Sobre los libertos es interesante la observación de Knapp, aunque no sea una estricta novedad, de que en la epigrafia de las provincias occidentales cuando no se menciona la condición de tal, suele suponerse a todos los nombres griegos origen servil, lo que es un error. Lo importante en este caso es que el desprecio que podía sentir la elite para con ellos parece exclusivo de esta minoría, pues era perfectamente asumido por la mayor parte de la población considerarlos como iguales: en nada se diferenciaban en cuanto a formas de vida y en cualquier caso, a la segunda generación ya había desaparecido el recuerdo que pudiera restar de su ascendencia. El ejército era, en opinión de Knapp, una solución apetecible, por cuanto, a pesar de la dureza de la vida militar, permitía a buena parte de varones tener asegurada la comida, por lo demás más sana que la que consumía la mayor parte de la plebe, y le garantizaba un futuro con la paga que recibiría al licenciarse. Su postura es la que tradicionalmente se ha venido aceptando en este aspecto. Sin embargo Toner piensa que podía perfectamente ser traumático, por el peligro constante del soldado a perder la vida, a ser herido o vivir situaciones extremas en la lucha no obstante admitir que su principal ventaja era la camaradería, inexistente en otros ámbitos de los humildes en que la competitividad por sobrevivir la hacía extraña. Los soldados, como hemos visto, no eran muy populares, pues con las armas y la fuerza cometían injusticias para con los civiles, sin que, a pesar del gran aparato legislativo romano que en teoría significaba la protección de todos los grupos hiciera nada en la práctica. La utilización no solo de los soldados, sino de los más influyentes en su beneficio de los tribunales era una constante. De la ley siempre desconfiaron los pobres. Interesante también es la forma que tenía el pueblo de explayarse en la termas —donde curiosamente pese a lo creído la higiene era discutible como nos hace ver Knapp—, las tabernas, en el teatro o en las fiestas donde era posible subvertir el orden, sobre todo las Saturnalia, verdadera válvula de escape permitida por el poder —a ellas les da Toner una importancia mayor de la que se suele—, cuando no recurría a los chistes, dichos y fábulas en las que no escasea lo escatológico. La magia podía constituir otro escape. Uno de los puntos de mayor interés es que Toner se preocupe en un capítulo sobre la salud mental. A ella le dedica no poco espacio y concluye que la enfermedad mental no era algo claro para los romanos, bien que la esquizofrenia era desde luego frecuente y el estrés muy generalizado ante una vida tan insegura. En definitiva la existencia era muy dura para la mayoría de habitantes del Imperio. Los sueldos eran 239 Recensions insuficientes siquiera para el sustento mínimo, el trabajo irregular y raramente continuo. Si ello era así para los varones, aún más difícil era para las mujeres, que como mucho podían colaborar con el varón en pequeños trabajos domésticos remunerados, pero si el varón moría, la viudedad venía a equivaler a miseria. Un número no despreciable de jóvenes se veían abocadas a la prostitución, si es que antes ya no tenían marcado este destino desde niñas que, no raramente abandonadas, eran recogidas y criadas para tal fin. Todo ello eran cosas ciertamente sabidas, pero nunca expuestas con la documentación y riqueza de matices con que lo hacen ambos autores. Ello constituye otra característica de ambas obras: a partir de elementos ya dados por sabidos, desarrollan con argumentos y análisis profundos las realidades y las causas que llevaban a ellas en una etapa tan trascendente para la historia occidental. Se suele considerar que el cristianismo vino a transformar el panorama, aunque quizás lo hiciera menos de lo que pueda parecer a primera vista, pues aunque, como dice Toner, aumentó la caridad y la filantropía, “el culto de los santos terminó reflejando el sistema secular del clientelismo”. Nos resta referirnos a la calidad de las traducciones, no muy frecuentes en los últimos tiempos y en que las referidas a términos latinos son aún menos frecuentes. Tan solo en la obra de Knapp, se traducen los ordines como femeninos (la orden...). Un pequeño detalle que afecta muy poco a la totalidad del conjunto. Arturo Pérez Almoguera Universitat de Lleida aperez@historia.udl.cat Bonet, H. i Vives-Ferrándiz, J. (eds.) (2011). La Bastida de les Alcusses 1928-2010. Museu de Prehistòria. Diputació de València. València. 328 pàgs. ISBN: 978-84-7795-590-0. 240 Ens trobem davant d’un títol de referència i això resultarà evident per a totes les persones mínimament introduïdes en el món ibèric, perquè són excepcionals el jaciment que se’ns presenta, l’equip que l’investiga i la llarga tradició de recerca sobre la qual es basa el treball dels autors. Efectivament, la Bastida de les Alcusses de Moixent, Monument Històric-Artístic des de 1931, és un oppidum ibèric més que singular per la qualitat de la informació recollida durant els antics treballs del SIP, que ha fet possible l’explotació per la recerca moderna, malgrat el temps transcorregut, gràcies al fet que s’han conservat els conjunts i les referències espacials. I excepcional, també, per l’extraordinària riquesa del registre, conseqüència del seu final sobtat i violent, i per la singularitat de l’assentament, ocupat durant tres generacions des de finals del segle v i al llarg del segle iv aC, fet que el diferencia dels nombrosos oppida que van patir els estralls de la Segona Guerra Púnica a la darreria de la tercera centúria. Però si, com diem, els arxius del SIP —diaris d’excavació, dibuixos, inventaris— varen permetre recuperar les antigues excavacions extensives sobre més de 17.000 m2 d’Isidro Ballester i Lluís Pericot (1928 i 1931), els posteriors estudis i una nombrosa bibliografia han consolidat la presència de la Bastida de les Alcusses en el panorama ibèric: és el cas, entre d’altres, dels treballs de Domingo Fletcher i Enrique Pla sobre els cent primers departaments —no arribaren a veure la llum els cent cinquanta restants— (1965 i 1969), de Nino Lamboglia sobre la vaixella de vernís negre (1954), d’Enrique Pla sobre l’instrumental agrícola i artesanal (1968 i 1972), d’Enrique Llobregat amb noves lectures sobre l’arquitectura, qüestions socials i de gènere (1972) o de J. A. Santos Velasco sobre l’estructura social (1986). Sobre aquesta herència s’ha construït des de 1991 el nou projecte dirigit, primer, per Helena Bonet i Enrique Díes i, després, per Helena Bonet i Jaime Vives-Ferrándiz, ara orientat de forma preferent a l’estudi de l’urbanisme, del sistema defensiu i d’aspectes socials i paleoambientals. I això no és tot. L’excel·lència de la recerca efectuada a la Bastida de les Alcusses aquestes darreres dues dècades s’alimenta a la vegada d’un entorn investigador, tan ric com productiu, generat pels iberistes valencians associats a la Universitat i la Diputació de València. L’estudi paradigmàtic del territori d’Edeta, seguit uns anys després pel de Kelin, així com els treballs de recerca, conservació i posada en valor del Tossal de Sant Miquel, Llíria (Helena Bonet 1995), Castellet de Bernabé, Llíria (Pierre Guérin 2003), Puntal dels Llops, Olocau (Helena Bonet, Consuelo Mata 2002) i Los Villares, Caudete de las Fuentes (Consuelo Mata des de 1991), a més dels estudis monogràfics sobre la ceràmica (Consuelo Mata, Helena Bonet 1992), la societat edetana a través dels vasos pintats de Llíria (Carmen Aranegui 1997), l’economia (III i IV reunions d’economia, Saguntum-PLAV 2000 i 2010) i la flora ibèrica (Consuelo Mata 2010), entre d’altres, en són una bona mostra. A més de l’aportació dels directors i editors, Helena Bonet i Jaime Vives-Ferrándiz, el volum recull Revista d’Arqueologia de Ponent 22, 2012, 232-258, ISSN: 1131-883-X