JUICIO ORDINARIO Nº1.036/13 JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA Nº23 DE VALENCIA. S E N T E N C I A Nº 109/2014 En la Ciudad de Valencia, a cuatro de junio de dos mil catorce. VISTOS por la Ilma. Sra. Dª. DESAMPARADOS ALMENAR BELENGUER, Magistrado-Juez del Juzgado de Primera Instancia número veintitrés de los de Valencia, los autos de juicio ordinario seguidos bajo el número 1.036/13, a instancia de D. GREGORIO PALOMARES PALOMARES, representado por la Procuradora Dª ROSA CORRECHER PARDO y asistido del Letrado D. GONZALO LUCAS DÍAZ-TOLEDO, contra la mercantil BANKIA S.A., representada por la Procuradora Dª ELENA GIL BAYO y asistida de la Letrado Dª MARÍA ASUNCIÓN LLUCH GAYÁN; ejercitando acción de nulidad contractual y subsidiaria de resolución contractual y acumulada de reclamación de cantidad. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO: En 22 de julio de 2013 por el Juzgado Decano se turnó a este Juzgado demanda de juicio ordinario instada en 18 de julio por D. Gregorio Palomares Palomares contra la mercantil Bankia S.A., en la que tras alegar los hechos y fundamentos que estimaron más oportunos, suplicaba se dictara sentencia por la que se declarara la nulidad por vicio del consentimiento de las suscripciones de obligaciones subordinadas de fechas 8 de septiembre de 2009, 4 de diciembre de 2009 y 28 de enero de 2011, así como del posterior canje por acciones de Bankia derivado de la Resolución de la Comisión Rectora del FROB de abril de 2013, y la nulidad de las mismas órdenes de compra por infracción de la normativa bancaria, con más la condena de la demandada a reintegrar al actor la cantidad de 221.000 euros, más intereses legales desde la fecha de la suscripción de las obligaciones, debiendo descontarse las sumas que hubiera percibido el demandante como intereses, a determinar en ejecución de sentencia, haciendo suyas Bankia las acciones entregadas en sustitución de las obligaciones subordinadas objeto de este litigio; y subsidiariamente, se declarara la existencia de responsabilidad contractual derivada del incumplimiento de la demandada respecto de su obligación de ofrecer el debido asesoramiento a sus clientes y de la obligación de actuar con la debida diligencia y transparencia en la contratación y gestión de los contratos objeto de la demanda, y en consecuencia se condenara a la demandada a indemnizar al actor por los daños y perjuicios causados por el incumplimiento, esto es, 221.000 euros, más los intereses legales desde la fecha de la interposición de la demanda, con costas. Admitida a trámite la demanda por decreto de 23 de julio, se ordenó el emplazamiento de la demandada por el término legal. SEGUNDO: En 27 de septiembre de 2013, dentro del plazo señalado, la demandada presentó escrito contestando la demanda en el sentido de oponerse a la misma y solicitar su desestimación, invocando además la excepción de falta de litisconsorcio pasivo necesario por no haber llamado al proceso al Banco Financiero y de Ahorro S.A. y la de defecto legal en el modo de proponer la demanda como consecuencia de aquel. Mediante decreto de 1 de octubre de 2013 se tuvo por contestada la demanda, convocando a las partes a la celebración de la Audiencia Previa para el 2 de diciembre de 2013. TERCERO: En 17 de octubre de 2013 compareció en el proceso la mercantil Banco Financiero y de Ahorro S.A., postulando se le tuviera por parte como demandada. Previo traslado conforme al art.13 LEC2000, en 6 de noviembre de 2013 se dictó auto denegando la intervención voluntaria de dicha mercantil. CUARTO: En la Audiencia Previa las partes se ratificaron en sus pedimentos, desestimándose las excepciones articuladas por Bankia S.A. No existiendo acuerdo, se recibió el pleito a prueba, articulándose la documental, la testifical y el reconocimiento judicial del demandante, admitiéndose tan solo la testifical y parte de la documental y rechazándose el resto. Verificado lo anterior, se señaló para la celebración del juicio el día 3 de junio de 2014. QUINTO: En el acto del juicio se practicó la prueba propuesta y admitida, con el resultado que consta en la grabación audiovisual. A continuación se concedió la palabra a los Letrados, por su orden, para la valoración de la prueba e informe jurídico, tras lo cual, quedaron los autos conclusos para sentencia. SEXTO: En la tramitación de este procedimiento se han observado todas las prescripciones legales. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO: Se ejercita por D. Gregorio Palomares Palomares y contra la mercantil Bankia S.A., como acción principal, la declaración de nulidad de los contratos de suscripción de obligaciones subordinadas concertados en 8 de septiembre de 2009, 4 de diciembre de 2009 y 28 de enero de 2011 y con ello la nulidad del canje obligatorio: acción que fundamenta en la existencia de vicio en el consentimiento prestado para el otorgamiento del contrato por causa de error, conforme a lo dispuesto en los artículos 1261, 1265 y 1266 del Código Civil y en la infracción de la normativa bancaria postulándose como consecuencia de ello la condena de Bankia, S.A. a la restitución del importe de la compra, esto es, 221.000 euros, más intereses legales, debiendo descontarse las sumas percibidas por el demandante como intereses y debiendo hacer suyas Bankia las acciones entregadas en sustitución de las obligaciones subordinadas. Y de forma subsidiaria, se insta la declaración de que la demandada ha incumplido el contrato suscrito por incumplimiento de su obligación de ofrecer el debido asesoramiento a sus clientes y de su obligación de actuar con la debida diligencia y transparencia en la contratación y gestión de los contratos, solicitándose la condena a indemnizar al actor por los daños y perjuicios causados por el incumplimiento, cuantificados en 221.000 euros, más los intereses legales desde la fecha de la interposición de la demanda, con costas. Demanda ante la cual la mercantil Bankia S.A. se opone, negando tanto la concurrencia de vicio en el consentimiento como la infracción de sus obligaciones contractuales, postulando por ende la desestimación de la pretensión. SEGUNDO: Desestimada en el acto de la Audiencia Previa la excepción de falta de litisconsorcio pasivo necesario –lo que hizo innecesario el examen de la excepción dependiente de la anterior, esto es, el defecto legal en el modo de proponer la demanda-, procede entrar en el examen del fondo del asunto. Así, señala la parte actora que, al socaire de la confianza que el Sr. Palomares tenía en la demandada por tratarse de la oficina bancaria donde realizaba todas sus gestiones financieras desde el año 1968, en septiembre de 2009 D. Isidoro Ballester Anguix, empleado de la entidad, le ofertó un producto nuevo que resultaba más interesante que los plazos fijos al uso, indicándole que se trataba de un nuevo depósito en el que tendría sus ahorros seguros y con liquidez inmediata, pero omitiendo los riesgos que dicho producto llevaba consigo. Añade que, pese a que el test de conveniencia previo a la suscripción ofreció un resultado de no conveniente, el producto se siguió brindando al demandante como adecuado a sus necesidades y a su perfil y concluye indicando que como consecuencia de la orden de compra de 8 de septiembre de 2009 se realizaron tres adquisiciones -23 de noviembre de 2009 por 9.000 euros, 24 de noviembre de 2009 por 81.000 euros y 25 de noviembre de 2009 por 16.000 euros-; que en diciembre de 2009 se procedió a una venta de obligaciones por 100.000 euros y una compra por 125.000; y que en 24 de enero de 2011, con ocasión del cobro del plan de pensiones para empleados de Telefónica –que supuso un ingreso de 84.353’48 euros-, se le vendieron nuevas obligaciones, firmándose en 28 de enero de 2011 orden de compra por 90.000 euros que fue materializada en 1 de abril de 2011. Pues bien, en orden a las obligaciones subordinadas, la sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias, sección 5ª, de 11 de abril de 2014, con cita de la sentencia de la misma Audiencia y sección de 15 de marzo de 2013, manifiesta que las obligaciones subordinadas "constituyen una mutación o alteración del régimen común de las obligaciones, que obedece al exclusivo propósito de fortalecer los recursos propios de las entidades de crédito y muy especialmente de las Cajas de Ahorros, caracterizándose porque en caso de quiebra o liquidación de la entidad de crédito tales obligaciones-préstamos ocupan un rango inferior a los créditos de todos los demás acreedores y no se reembolsarán hasta que se hayan pagado todas las deudas vigentes en ese momento, constituyendo unos de sus requisitos el que dichos fondos deben tener un vencimiento inicial de al menos 5 años, tras dicho periodo podrán ser objeto de reembolso, así como que las autoridades competentes podrán autorizar el reembolso anticipado de tales fondos siempre que la solicitud proceda del emisor y la solvencia de la entidad de crédito no se vea afectada por ello. La idea fundamental desde el punto de vista jurídico reside, como señala el profesor Sánchez Calero, "en que la entidad de crédito prestataria y el adquirente inversor prestamista pactan, entre otras condiciones, que tales préstamos ocupen un rango inferior a los créditos de todos los demás acreedores y no se reembolsen hasta que no se hayan pagado todas las demás deudas vigentes del momento" y es por ello, como señala la doctrina, por lo que la computabilidad como fondos propios no reside tanto en la titularidad de los recursos captados ni en su funcionalidad, cuanto fundamentalmente en su inexigibilidad". Junto a lo anterior, es preciso tener en cuenta, siguiendo igualmente la citada sentencia de 15 de marzo de 2013, "En este producto se pacta no ya que el crédito carece de privilegio alguno, sino que ni siquiera alcanza el estatus de crédito ordinario, se produce, como señala el profesor Sánchez Calero, un desplazamiento del crédito, de forma que el principio de la "par conditio creditorum" sufre en este caso una excepción contraria a la de los acreedores privilegiados, estamos ante una excepción "en menos" inversa a la de los privilegios, que altera el régimen común de la prelación y que sitúa a las obligaciones subordinadas tras los acreedores comunes del derecho civil citados en el sexto lugar del orden establecido en el art. 913 del Código de Comercio. El precio de la postergación lo constituye el devengo de los intereses más altos que la media del mercado de renta fija privada, de modo que a menor seguridad de tales obligaciones debido a su carácter subordinado debe incrementarse la rentabilidad de las mismas". Asimismo, las obligaciones subordinadas tienen la consideración oficial de producto complejo del art. 79 bis 8.a) de la Ley del Mercado de Valores, si se tiene en cuenta que este precepto considera no complejos dos categorías de valores: una primera, que englobaría a los valores típicamente desprovistos de riesgo y las acciones cotizadas como valores ordinarios, cuyo riesgo es de general conocimiento; y una segunda, que considera valores no complejos aquéllos en los que concurran tres condiciones, a saber: Que existan posibilidades frecuentes de venta, reembolso u otro tipo de liquidación de dicho instrumento financiero a precios públicamente disponibles para los miembros en el mercado y que sean precios de mercado o precios ofrecidos, o variados, por sistemas de evaluación independientes del emisor. Y, finalmente, que no impliquen pérdidas reales o potenciales para el cliente que excedan del coste de adquisición del instrumento y que exista a disposición del público información suficiente sobre sus características, que sea comprensible, de modo que permita a un cliente minorista emitir un juicio fundado para decidir si realiza o no la operación. Siendo ello así, la necesidad de protección del inversor minorista conllevó la trasposición de la Directiva 2.004/39/CE a nuestro derecho mediante la Ley 47/2.007 de 19 de diciembre, que reformó la LMV, y por el RD 217/2.008 de 15 de febrero, que es lo que constituye el marco esencial de la información que deben prestar las entidades de crédito a los clientes minoristas, debiendo comportarse con diligencia y transparencia, cuidando sus intereses como si fueran propios, debiendo también mantener, en todo momento, informados a los clientes; información, la señalada, que ha de ser imparcial, clara y no engañosa y debe versar sobre los instrumentos financieros y las estrategias de inversión, a fin de que permita comprender la naturaleza y los riesgos del tipo específico del instrumento financiero que se ofrece; es decir, tomar decisiones sobre las inversiones con conocimiento de causa. En la misma línea, el art. 60 del citado Real Decreto 217/2.008, de 15 de febrero, dispone que la información deberá se exacta y no destacará los beneficios potenciales de un servicio de inversión o de un instrumento financiero sin indicar también los riesgos pertinentes, de manera imparcial y visible; la información será suficiente y se presentará de forma que resulte comprensible para cualquier integrante medio del grupo al que se dirige o para sus probables destinatarios; la información no ocultará, encubrirá, ni minimizará ningún aspecto, declaración o advertencia importantes. Asimismo, a propósito de la suficiencia y claridad de la información que debe facilitar la entidad de crédito, se debe indicar que es ésta la que debe acreditar que ha cumplido con los deberes de información necesarios a tenor de la legislación vigente, como ya se puso de manifiesto en la sentencia de 4 de diciembre de 2010 de la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Burgos, citada en la de esta misma Sección de 15 marzo de 2.013; debiendo en armonía con ello indicarse que la diligencia que le es exigible a la entidad financiera es la de un ordenado empresario y representante legal, en defensa de los intereses de sus clientes, no la del padre de familia, como también se dejó dicho en la sentencia de 16 de diciembre de 2010 de esta misma Sección 5ª”. Sigue diciendo la sentencia citada que, al hilo de lo argumentado, resulta significativo el contenido de la sentencia del Pleno de la Sala Primera del Tribunal Supremo, de 20 de enero de 2014 en la que se abordan cuestiones como el alcance de los deberes de información y asesoramiento en los casos de concertación de productos financieros, así como el error vicio que de ello pudiere derivarse. Dicha resolución afirma:“Ordinariamente existe una desproporción entre la entidad que comercializa servicios financieros y su cliente, salvo que se trate de un inversor profesional. La complejidad de los productos financieros propicia una asimetría informativa en su contratación, lo que ha provocado la necesidad de proteger al inversor minorista no experimentado en su relación con el proveedor de servicios financieros. Como se ha puesto de manifiesto en la doctrina, esta necesidad de protección se acentúa porque las entidades financieras al comercializar estos productos, debido a su complejidad y a la reseñada asimetría informativa, no se limitan a su distribución sino que prestan al cliente un servicio que va más allá de la mera y aséptica información sobre los instrumentos financieros, en la medida en que ayudan al cliente a interpretar esta información y a tomar la decisión de contratar un determinado producto. Para entender bien el alcance de la normativa específica, denominada MiFID por ser las siglas del nombre en inglés de la Directiva 2004/39/CE relativa a los mercados de instrumentos financieros (Markets in Financial Instruments Directive), de la que se desprenden específicos deberes de información por parte de la entidad financiera, debemos partir de la consideración de que estos deberes responden a un principio general: todocliente debe ser informado por el banco, antes de la perfección del contrato, de los riesgos que comporta la operación especulativa de que se trate. Este principio general es una consecuencia del deber general de actuar conforme a las exigencias de la buena fe, que se contiene en el art. 7 CC y en el derecho de contratos de nuestro entorno económico y cultural, reflejo de lo cual es la expresión que adopta en los Principios de Derecho Europeo de Contratos (The Principles of European Contract Law -PECL-cuyo art. 1:201 bajo la rúbrica "Good faith and Fair dealing" ("Buena fe contractual"), dispone como deber general: "Each party must act in accordance with good faith and fair dealing" ("Cada parte tiene la obligación de actuar conforme a las exigencias de la buena fe"). Este genérico deber de negociar de buena fe conlleva el más concreto de proporcionar a la otra parte información acerca de los aspectos fundamentales del negocio, entre los que se encuentran en este caso los concretos riesgos que comporta el producto financiero que se pretende contratar. (…) 7. Información sobre los instrumentos financieros. El art. 79 bis LMV regula los deberes de información que recaen sobre las entidades financieras que presten estos servicios de inversión. Estos deberes no se reducen a que la información dirigida a sus clientes sea imparcial, clara y no engañosa (apartado 2), sino que además deben proporcionarles, "de manera comprensible, información adecuada sobre los instrumentos financieros y las estrategias de inversión", que "deberá incluir orientaciones y advertencias sobre los riesgos asociados a tales instrumentos o estrategias" (apartado 3). El art. 64 RD 217/2008, de 15 de febrero, regula con mayor detalle este deber de información sobre los instrumentos financieros y especifica que la entidad financiera debe "proporcionar a sus clientes (...) una descripción general de la naturaleza y riesgos de los instrumentos financieros, teniendo en cuenta, en particular, la clasificación del cliente como minorista o profesional". Y aclara que esta descripción debe "incluir una explicación de las características del tipo de instrumento financiero en cuestión y de los riesgos inherentes a ese instrumento, de una manera suficientemente detallada para permitir que el cliente pueda tomar decisiones de inversión fundadas". En su apartado 2, concreta que "en la explicación de los riesgos deberá incluirse, cuando sea justificado en función del tipo de instrumento financiero en cuestión y de los conocimientos y perfil del cliente, la siguiente información: a) Los riesgos conexos a ese tipo de instrumento financiero, incluida una explicación del apalancamiento y de sus efectos, y el riesgo de pérdida total de la inversión. b) La volatilidad del precio de ese tipo de instrumento financiero y cualquier limitación del mercado, o mercados, en que pueda negociarse. c) La posibilidad de que el inversor, asuma, además del coste de adquisición del instrumento financiero en cuestión, compromisos financieros y otras obligaciones adicionales, incluidas posibles responsabilidades legales, como consecuencia de la realización de transacciones sobre ese instrumento financiero. d) Cualquier margen obligatorio que se hubiera establecido u otra obligación similar aplicable a ese tipo de instrumento ". 8. Evaluación de la conveniencia y de la idoneidad. Además, las entidades financieras deben valorar los conocimientos y la experiencia en materia financiera del cliente, para precisar qué tipo de información ha de proporcionársele en relación con el producto de que se trata, y en su caso emitir un juicio de conveniencia o de idoneidad. La entidad financiera debe realizar al cliente un test de conveniencia, conforme a lo previsto en el art. 79bis. 7 LMV (arts. 19.5 Directiva 2004/39/CE), cuando se prestan servicios que no conllevan asesoramiento. Se entiende por tales, los casos en que el prestatario del servicio opera como simple ejecutante de la voluntad del cliente, previamente formada. Este test valora los conocimientos (estudios y profesión) y la experiencia (frecuencia y volumen de operaciones) del cliente, con la finalidad de que la entidad pueda hacerse una idea de sus competencias en materia financiera. Esta evaluación debe determinar si el cliente es capaz de comprender los riesgos que implica el producto o servicio de inversión ofertado o demandado, para ser capaz de tomar decisiones de inversión con conocimiento de causa. Comoaclara el art. 73 RD 217/2008, de 15 de febrero, se trata de cerciorarse de que el cliente "tiene los conocimientos y experiencia necesarios para comprender los riesgos inherentes al producto o el servicio de inversión ofertado o demandado". Esta "información relativa a los conocimientos y experiencia del clienteincluirá los datos enumerados a continuación, en la medida en que resulten apropiados a la naturaleza del cliente, a la naturaleza y alcance del servicio a prestar y al tipo de producto o transacción previsto, incluyendo la complejidad y los riesgos inherentes: a) Los tipos de instrumentos financieros, transacciones y servicios con los que está familiarizado el cliente. b) La naturaleza, el volumen y la frecuencia de las transacciones del cliente sobre instrumentos financieros y el periodo durante el que se hayan realizado. c) El nivel de estudios, la profesión actual y, en su caso, las profesiones anteriores del cliente que resulten relevantes" (art. 74 RD 217/2008, de 15 de febrero). Contrariamente a lo que entiende el recurrente, estas exigencias propias del test de conveniencia son menores que cuando debe valorarse la idoneidad del producto conforme al art. 79bis. 6 LMV (art. 19.4 Directiva 2004/39/CE). El test de idoneidad opera en caso de que se haya prestado un servicio de asesoramiento en materia de inversiones o de gestión de carteras mediante la realización de una recomendación personalizada. La entidad financiera que preste estos servicios debe realizar un examen completo del cliente, mediante el denominado test de idoneidad, que suma el test de conveniencia (conocimientos y experiencia) a un informe sobre la situación financiera (ingresos, gastos y patrimonio) y los objetivos de inversión (duración prevista, perfil de riesgo y finalidad) del cliente, para recomendarle los servicios o instrumentos que más le convengan. Para ello, especifica el art. 72 RD 217/2008, de 15 de febrero, las entidades financieras "deberán obtener de sus clientes (...) la información necesaria para que puedan comprender los datos esenciales de sus clientes y para que puedan disponer de una base razonable para pensar, teniendo en cuenta debidamente la naturaleza y el alcance del servicio prestado, que la transacción especifica que debe recomendarse (...) cumple las siguientes condiciones: a) Responde a los objetivos de inversión del cliente. En este sentido, se incluirá, cuando proceda, información sobre el horizonte temporal deseado para la inversión, sus preferencias en relación a la asunción de riesgos, su perfil de riesgos, y las finalidades de la inversión. b) Es de tal naturaleza que el cliente puede, desde el punto de vista financiero, asumir cualquier riesgo de inversión que sea coherente con sus objetivos de inversión (...). c) Es de tal naturaleza que el cliente cuenta con la experiencia y los conocimientos necesarios para comprender los riesgos que implica la transacción (...). 9. Como afirma la STJUE de 30 demayo de 2013, caso Genil 48. S.L. (C-604/2011), "(l)a cuestión de si un servicio de inversión constituye o no un asesoramiento en materia de inversión no depende de la naturaleza del instrumento financiero en que consiste sino de la forma en que este último es ofrecido al cliente o posible cliente" (apartado 53). Y esta valoración debe realizarse con los criterios previstos en el art. 52 Directiva 2006/73, que aclara la definición de servicio de asesoramiento en materia de inversión del art. 4.4 Directiva 2004/39/CE. El art. 4.4 Directiva 2004/39/CE define el servicio de asesoramiento en materia de inversión como "la prestación de recomendaciones personalizadas a un cliente, sea a petición de éste o por iniciativa de la empresa de inversión, con respecto a una o más operaciones relativas a instrumentos financieros". Y el art. 52 Directiva 2006/73/CE aclara que "se entenderá por recomendación personal una recomendación realizada a una persona en su calidad de inversor o posible inversor (...)", que se presente como conveniente para esa persona o se base en una consideración de sus circunstancias personales. Carece de esta consideración de recomendación personalizada si se divulga exclusivamente a través de canales de distribución o va destinada al público. De este modo, el Tribunal de Justicia entiende que tendrá la consideración de asesoramiento en materia de inversión la recomendación de suscribir un swap, realizada por la entidad financiera al cliente inversor, "que se presente como conveniente para el cliente o se base en una consideración de sus circunstancias personales, y que no esté divulgada exclusivamente a través de canales de distribución o destinada al público" (apartado 55)”.” TERCERO: Sentado lo anterior, de la prueba practicada se desprende: 1) En 8 de septiembre de 2009, D. Gregorio Palomares Palomares, nacido en 10 de octubre de 1942 y ya jubilado, suscribió una orden de compra de valores con Bancaja, en mérito a la cual adquiría 106 obligaciones subordinadas Bancaja E.10, 7-19. La compra le fue aconsejada por un empleado de la entidad, D. Isidoro Ballester, quien actuando conforme las instrucciones de Bancaja de que ofertaran este producto a los mejores clientes de cada sucursal, le manifestó al Sr. Palomares que este producto era adecuado para él, dada su alta rentabilidad -folios 82 a 86 y testifical de D. Isidoro Ballester Anguix-. 2) El propio día de la firma se cumplimentó por la demandada el denominado Test de conveniencia, el que obtuvo un resultado negativo al no quedar acreditado que el cliente tuviera conocimientos y experiencia respecto de los riesgos de la compra. A pesar de ello, la compra se llevó a cabo, toda vez que, como asegura el Sr. Ballester, el Sr. Palomares buscaba seguridad y rentabilidad y este producto ofrecía ambas cualidades, puesto que rentaba el doble que un plazo fijo, y en cuanto a la seguridad, el riesgo del producto era la insolvencia de la emisora, no contemplándose que dicha circunstancia pudiera llegar a darse, hasta el punto de que en el resumen de emisión entregado al actor se decía que existía posibilidad de venta en el mercado secundario y que aunque la liquidez dependería de la posible demanda por otros inversores, era previsible que la emisión no tuviera ningún problema de liquidez, dada la remuneración y los altos diferenciales con respecto al euríbor -folios 82 a 86 y testifical de D. Isidoro Ballester Anguix-. 3) Como consecuencia de las explicaciones del Sr. Ballester y con la confianza que le daba el hecho de que sus relaciones con la demandada se remontaban a 1971, el Sr. Palomares firmó la orden de compra, que se hizo efectiva en 23, 24 y 25 de noviembre de 2009, por importe de 9.000 euros, 81.000 euros y 16.000 euros -folios 87 a 90, 273 y testifical de D. Isidoro Ballester-. 4) En 4 de diciembre de 2009 el Sr. Palomares suscribió nueva compra de 125 obligaciones subordinadas E.10 7-19 por importe de 125.000 euros y en 15 del propio mes, el banco procedió a la venta de cien títulos, por valor de 100.000 euros, en forma tal que a 31 de diciembre de 2009 el Sr. Palomares poseía 131 obligaciones, por importe nominal de 131.000 euros -folios 91 a 93-. 5) En 24 de enero de 2011 el Sr. Palomares recibió un abono de 84.535'48 euros procedente del plan de pensiones de Telefónica -folios 78 y 79-, invirtiendo dicha suma y otra más, hasta el total de 90.000 euros, en la compra, en 28 de enero de 2011, de otras 90 obligaciones subordinadas serie E.10 7-19: la compra se hizo efectiva en 1 de abril de 2011 -folios 94 y 95-. En esta ocasión, el test de conveniencia realizado resultó positivo -folios 251 y vto-. 6) En mayo de 2013 las obligaciones fueron canjeadas por acciones de Bankia -folio 273 vto-. 7) La suma percibida por el Sr. Palomares en concepto de abono de cupones por los rendimientos procedentes de las obligaciones subordinadas adquiridas asciende a 41.383'96 euros brutos -folios 268 y 269-. 8) De acuerdo con el histórico financiero aportado por Bankia -folio 273 vto-, el Sr. Palomares es o ha sido titular de los siguientes productos: libreta de ahorro abierta en 26 de noviembre de 1971 y cancelada en 1 de febrero de 2013; libreta de ahorro abierta en 1 de febrero de 2013 y que no consta cancelada; cuenta x más abierta en 17 de julio de 2008 y que no consta cancelada; depósito a plazo de 4 de diciembre de 2000; depósito a plazo de 28 de noviembre de 2011; y cuenta de valores, abierta en 6 de octubre de 1993, en la que han estado depositados los siguientes títulos: Bonos Bancaja Emisión 19, suscritos el 15 de marzo de 2002 y amortizados el 15 de marzo de 2006 y Obligaciones Subordinadas Bancaja 10aemisión, suscritas desde 2009 y canjeadas en mayo de 2013 por acciones de Bankia, que son los títulos que siguen depositados en la actualidad en la cuenta de valores. CUARTO: La declaración de hechos probados determina la estimación de la primera de las pretensiones articuladas por el actor, esto es, la nulidad de las órdenes de compra por vicio en la formación del consentimiento. La regulación del error vicio del consentimiento que puede conllevar la anulación del contrato se halla contenida en el Código Civil, en el art. 1266 Código Civil en relación con el art. 1265 y los arts. 1300 y siguientes. Sobre esta normativa legal, la doctrina del Tribunal Supremo señala que hay error vicio cuando la voluntad del contratante se forma a partir de una creencia inexacta, esto es, cuando la representación mental que sirve de presupuesto para la realización del contrato es equivocada o errónea, exigiéndose, de un lado, que recaiga sobre la sustancia de la cosa que constituye el objeto del contrato o sobre aquellas condiciones de la cosa que principalmente hubieren dado motivo a celebrarlo, esto es, sobre el objeto o materia propia del contrato (art. 1261.2 CC), y de otro, que además de relevante sea excusable, en forma tal que se negará la protección a quien, con el empleo de la diligencia que era exigible en las circunstancias concurrentes, habría conocido lo que al contratar ignoraba, hasta el punto de que en situación de conflicto, debe protegerse a la otra parte contratante, confiada en la apariencia que genera toda declaración negocial seriamente emitida. Doctrina que, cuando se aplica a operaciones financieras como la que nos ocupa, se encuentra íntimamente vinculada al deber de información que pesa sobre las entidades de crédito vendedoras del producto, desde el momento en que la conculcación por parte de las financieras de ese deber de información que sobre ellas pesa -deber generado por la asimetría que se da en la contratación de estos productos con clientes minoristas- puede incidir en la apreciación del error. En el supuesto sometido a litigio se observa que el Sr. Palomares es un mero consumidor sin conocimientos financieros, toda vez que sus actuaciones en este tema quedan reducidas a la existencia de unas libretas de ahorro y la adquisición de unos bonos, no corriendo de su cargo la gestión del plan de pensiones que en su favor -y del resto de sus empleados- tenía formalizado la mercantil para la que estuvo prestando sus servicios laborales -Telefónica-. Esta ausencia de formación en materia financiera y la larga relación existente con la demandada –documentada desde 1971-, le lleva a confiar en los empleados de ésta, a quienes supone lógicamente un mayor grado de conocimientos y quienes hasta la fecha de la compra habían gestionado sus intereses económicos de forma correcta. El producto se le ofrece como algo muy rentable, lo que es visto de forma conveniente por el actor, ya jubilado y por tanto sin más expectativas de ingresos que los que generen sus ahorros, y se ofrece además como algo seguro, puesto que aunque se dice que no es un depósito sino una especie de préstamo a la demandada, su alta rentabilidad permitirá que se pueda liquidar en cualquier momento, lo que facultará al cliente para recuperar su dinero cuando quiera, y además el único riesgo que supone es que el emisor -es decir, Bancaja- caiga en situación de insolvencia: circunstancia que desde luego ni se contemplaba, al menos, cara a los clientes. En ningún momento se le dice al Sr. Palomares que puede perder su inversión -circunstancia que le habría llevado a negarse a la firma, dada la edad del actor y el hecho de que ese dinero lo precisaba para subsistir durante su jubilación- ni se le informa de que esa liquidez puede que no sea inmediata, antes al contrario, se le entrega una especie de resumen -vide folio 82- donde se loan los beneficios del producto, se destacan los intereses que se percibirán, se omite el riesgo de pérdida y se minimiza el de iliquidez, destacándose además que por el importe nominal de cada título (1.000 euros) es “accesible para cualquier ahorrador”, lo que refuerza en el cliente la creencia de que es un producto usual, destinado al público sin limitaciones y por tanto, seguro. Es decir, la información proporcionada por la demandada genera una situación de error en el actor, quien compró un producto desconociendo su verdadero contenido y pensando que era una inversión plácida y ventajosa para sus ahorros de toda su vida laboral. Afirmación que se ratifica en el hecho de que efectuado el test de conveniencia, el mismo dio un resultado adverso a la compra –que fue obviado por la demandada- y en el hecho de que, pese a que vista la doctrina jurisprudencial sentada por la sentencia del Tribunal Supremo, del Pleno, de 20 de enero de 2014, de acuerdo con la cual estaríamos próximos a una labor de asesoramiento, la demandada no llevó a cabo ninguna diligencia en orden a comprobar la idoneidad del producto respecto de la situación personal y patrimonial del Sr. Palomares, afirmándose que estamos ante una labor de asesoría desde el momento en que es la entidad de crédito la que llama al cliente y le ofrece el producto como adecuado a su perfil. En estas condiciones, debemos concluir que el Sr. Palomares se vio abocado a un error provocado por la demandada en relación a la naturaleza de lo que suscribía y los riesgos que entrañaba la operación. Y ese error le llevó a contratar aquello que no quería y que excedía ampliamente el riesgo que estaba dispuesto a asumir, lo que nos sitúa en la figura del error excusable. Afirmación que determina la estimación de la primera de las acciones ejercitada en la demanda, declarándose la nulidad de las órdenes de compra de las obligaciones subordinadas de 8 de septiembre y 4 de diciembre de 2009 y 28 de enero de 2011, lo que producirá como efecto, conforme al art. 1303 Código Civil, la obligación de la demandada de restituir a la parte actora la cantidad invertida, esto es 221.000 euros, con más los intereses legales desde las fechas de entrega de los diversos principales, y la obligación de la parte actora de reintegrar a la demandada las sumas abonadas en concepto de rendimientos (=41.383’96 euros) con más los intereses legales de cada uno de ellos desde la fecha en que fueron abonados por la entidad demandada: operaciones que serán cuantificadas en fase de ejecución de sentencia. QUINTO: Finalmente, la nulidad de las órdenes de compra llevará consigo la nulidad del canje de participaciones preferentes por acciones de Bankia, ordenado por Resolución de la Comisión Rectora del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria de 16 de abril de 2013, con la consiguiente obligación del demandante de restituir esas acciones y la obligación de Bankia de asumir su titularidad. SEXTO: La estimación de la demanda determina que, de conformidad con el principio objetivo del vencimiento del art.394 LEC2000, se impongan a la demandada las costas del procedimiento. Vistos los artículos citados y los demás de general y pertinente aplicación FALLO Que ESTIMANDO la demanda deducida por D. GREGORIO PALOMARES PALOMARES, representado por la Procuradora Dª ROSA CORRECHER PARDO, contra la mercantil BANKIA S.A., representada por la Procuradora Dª ELENA GIL BAYO, DEBO DECLARAR Y DECLARO LA NULIDAD, por concurrencia de vicio en el consentimiento, de las órdenes de compra de las Obligaciones Subordinadas Bancaja Emisión 10ª, 07-19, suscritas en 8 de septiembre de 2009, 4 de diciembre de 2009 y 28 de enero de 2011, Y DEBO CONDENAR Y CONDENO a BANKIA S.A. a restituir a la parte actora la cantidad invertida, esto es DOSCIENTOS VEINTIÚN MIL EUROS (221.000 euros), con más los intereses legales desde las fechas de entrega de los diversos capitales, minorándose dicha suma con el importe de las cantidades abonadas por Bankia a D. Gregorio Palomares Palomares en concepto de rendimientos (=41.383’96 euros), con más los intereses legales de cada uno de ellos desde la fecha en que fueron abonados por la entidad demandada: operaciones que serán cuantificadas en fase de ejecución de sentencia, DECLARÁNDOSE la nulidad del canje de obligaciones subordinadas por acciones de Bankia S.A. ejecutado por Resolución del FROB, quedando las acciones objeto del canje en poder y bajo la titularidad de la demandada. Se imponen a la demandada las costas del procedimiento. Contra esta sentencia, que no es firme, cabe recurso de apelación para ante la Audiencia Provincial, que deberá interponerse ante este Juzgado en el plazo de veinte días contados desde el siguiente a la notificación de esta sentencia, debiendo exponerse las alegaciones en las que se base la impugnación, además de citarse la resolución apelada y los pronunciamientos que se impugnan (art.458.1 y 2 LEC2000). Y con sujeción además a lo dispuesto en la Disposición Adicional 15ª LOPJ en orden a la necesidad de efectuar depósito para recurrir. Así por esta mi sentencia, juzgando en primera instancia, lo pronuncio, mando y firmo.