¿ES NUESTRA IDENTIDAD NUESTRA COMO CREEMOS? TAN Magdalena García González No hay duda de que nuestra identidad se va fraguando a través del tiempo gracias al contacto con los otros, ya que lo que vamos siendo es, en parte, fruto de las relaciones que establecemos con los demás. Desde esta perspectiva podemos concebir nuestro yo como el centro de una red de relaciones, un tejido social más o menos tupido que sirve de anclaje para construir nuestra identidad propia. Así, puedo ser hijo de un padre atento o desdeñoso, hermano mayor de alguien con el que me enfrento o al que adoro, o amigo de alguien que se lo toma todo a la tremenda o que es un optimista incurable. Y al mismo tiempo vivo en una ciudad y un país peculiares, formo parte de una cultura que valora o rechaza ciertas cosas y participo en distintos grupos sociales, lúdicos o profesionales, a través de los cuales recibo y emito información, veo y soy visto, y , en definitiva, construyo mis convicciones y mi modo de situarme frente a la realidad. ¿Sería yo el mismo si todas esas circunstancias y relaciones hubieran sido diferentes? Seguramente no, y por ello, en cierto sentido, mi identidad personal es la suma de todas esas adscripciones o pertenencias. Naturalmente de entre todas esas relaciones hay algunas que son puramente anecdóticas, otras no pasan de triviales y solo algunas son verdaderamente importantes, pero todas ellas nos constituyen porque representan aquello de lo que nos sentimos parte, el sustrato de nuestra forma de respirar, sentir y pensar el mundo y a nosotros mismos. Es posible entonces abordar el problema de la identidad refiriéndose a esta vertiente social imposible de separar de lo propiamente nuestro. En la filosofía occidental fue Aristóteles el primero en señalar su importancia al definir a los seres humanos como animales naturalmente cívicos, subrayando precisamente que es la convivencia con otros lo que nos permite convertirnos en verdaderamente humanos. Aunque filósofos posteriores, como Hobbes o Locke, despojaran a la sociedad de tal responsabilidad al ver en ella únicamente un apoyo para desarrollar una individualidad perfectamente posible al margen de los demás, los datos que hoy nos aportan la antropología y la sociología parecen corroborar la intuición aristotélica. En un sentido más cultural esta misma importancia también se reconoce en la obra de E. Durkheim, uno de los fundadores de la sociología, para quien la comunidad - como lugar donde cada uno de nosotros nace- determina lo que somos aunque, por supuesto, no de manera cerrada y definitiva. Los individuos se forman a partir de las normas y valores que defiende una sociedad concreta y que se transmiten a cada uno de sus miembros a través de los diferentes mecanismos de socialización. Mediante ellos vamos adquiriendo las pautas culturales necesarias para construir nuestro pequeño mundo privado que -como todo mundo humano- es siempre un mundo simbólico, es decir mediado por los demás. De este modo, nuestra personalidad - ese conjunto de ideas, opiniones, actitudes y vivencias propias que parecen constituir el núcleo de nuestra identidades en último término, la apropiación personal de un mundo esencialmente colectivo. 1 Plan de discusión La identidad y el tejido de relaciones 1. ¿Qué diferencia hay entre ser el benjamín de la familia o ser el primogénito? 2. Si has tenido que cambiar de colegio, ¿te sientes por ello una persona diferente? 3. Si tuvieras que pertenecer a una familia diferente a la tuya, ¿te sentirías una persona diferente? 4. Si tuvieras que dejar tu país, ¿te sentirías una persona diferente? 5. Supongamos que siendo diestro te despertases mañana y descubrieras que eras zurdo ¿Te sentirías una persona diferente? 6. ¿Crees que quienes se quedan ciegos o sordos, se sientes diferentes? 7. ¿Crees que la gente se siente como una persona diferente cuando muere un miembro de su familia? 8. ¿Crees que una persona que se casa tiene un sentimiento distinto acerca de su propia identidad? Tomado de Lipman, M. Investigación social. Ed. de la Torre, Madrid, 1990 TEXTOS Este texto puede servir para reflexionar sobre los componentes socio-culturales desde los que damos significación a nuestro mundo. ORTEGA Y GASSET "Cuando se quiere entender a un hombre, la vida de un hombre, procuramos ante todo averiguar cuáles son sus ideas: Desde que el europeo cree tener "sentido histórico", es ésta la exigencia más elemental. ¿Cómo no va a influir en la existencia de una persona sus ideas y las ideas de su tiempo? (...) (...) Con la expresión "ideas de un hombre" podemos referirnos a cosas muy diferentes. Por ejemplo: los pensamientos que se le ocurren acerca de esto o de lo otro y los que se le ocurren al prójimo y el repite y adopta. Estos pensamientos pueden poseer los grados más diversos de verdad: incluso pueden ser "verdades científicas". Tales diferencias, sin embargo, no importan mucho, si es que importan algo, ante la cuestión mucho más radical que ahora planteamos. Porque sean pensamientos vulgares o "teorías científicas", siempre se tratará de ocurrencias que en un hombre surgen, originales suyas o insufladas por el prójimo. Pero esto implica evidentemente que el hombre estaba ya ahí, antes de que se le ocurriese o adoptase la idea. Ésta brota, de uno u otro modo, dentro de una vida que preexistía a ella. Ahora bien: no hay vida humana que no esté constituida por ciertas creencias básicas y, por decirlo así, montada sobre ellas. Vivir es tener que habérselas con algo: con el mundo y consigo mismo. Mas ese mundo y ese "sí mismo" con que el hombre se encuentra le aparecen ya bajo la especie de una interpretación, de "idea" sobre el mundo y sobre sí mismo. Y aquí topamos con otra clase de ideas. Pero ¡qué diferente de todas aquellas que se le ocurren o adopta! Estas ideas básicas que llamo "creencias" no surgen en tal día y hora dentro de nuestra vida, no arribamos a ellas por un acto particular de pensar, no son pensamientos, 2 en suma. Todo lo contrario: esas ideas que son, de verdad, creencias constituyen el continente de nuestra vida y, por ello, no tienen el carácter de contenidos particulares dentro de ésta. Cabe decir que no son ideas que tenemos, sino ideas que somos. Más aún, precisamente porque son creencias radicalísimas, se confunden para nosotros con la realidad misma: son nuestro mundo y nuestro ser.” Ortega y Gasset, J.: Ideas y creencias. Espasa Calpe 1986 1. ¿Son nuestras ideas (o conocimientos) siempre las mismas? 2. ¿Qué ideas has cambiado a lo largo del tiempo? ¿Qué motivos te han llevado a cambiar de ideas? 3. ¿Son nuestras creencias (o convicciones) siempre las mismas? ¿Cuáles has cambiado a lo largo del tiempo? ¿Qué motivos te han llevado a cambiarlas? 4. ¿Influyen los conocimientos que poseemos en nuestras convicciones? ¿Influyen nuestras convicciones en las ideas que adoptamos? 5. ¿Qué es más fácil modificar, nuestros conocimientos o nuestras creencias? 6. ¿Y qué crees que es más importante para definirnos? Este texto puede ser útil para reflexionar sobre los múltiples componentes de nuestra identidad y los problemas derivados de considerarla única. AMIN MAALOUF “Desde que dejé Líbano en 1976 para instalarme en Francia, cuántas veces me habrán preguntado, con la mejor intención del mundo, si me siento «más francés» o «más libanés». Y mi respuesta es siempre la misma: «¡Las dos cosas!». Y no porque quiera ser equilibrado o equitativo, sino porque mentiría si dijera otra cosa. Lo que hace que yo sea yo, y no otro, es ese estar en las lindes de dos países, de dos o tres idiomas, de varias tradiciones culturales. Es eso justamente lo que define mi identidad. ¿Sería, acaso, más sincero si amputara de mí una parte de lo que soy? Por eso a los que me hacen esa pregunta les explico con paciencia que nací en Líbano, que allí viví allí hasta los veintisiete años, que mi lengua materna es el árabe, que en ella descubrí a Dumas y a Dickens, y Los Viajes de Gulliver, y que fue en mi pueblo de la montaña, en el pueblo de mis antepasados, donde tuve mis primeras alegrías infantiles y donde oí algunas historias en las que luego me inspiraría para mis novelas. ¿Cómo voy a olvidar ese pueblo? ¿Cómo voy a cortar los lazos que me unen a él? Pero, por otro lado, hace veintidós años que vivo en la tierra de Francia, que bebo su agua y su vino, que mis manos acarician todos los días sus piedras antiguas, que escribo en su lengua mis libros, y por todo eso nunca podrá ser para mí una tierra extranjera. ¿Medio francés y medio libanés, entonces? ¡De ningún modo! La identidad no está hecha de compartimentos, no se divide en mitades ni en tercios, o en zonas estancas. No es que tenga varias identidades: tengo solamente una, producto de todos los elementos que la han configurado mediante una dosificación singular que nunca es la misma en dos personas. En ocasiones, cuando he terminado de explicar con todo detalle las razones por las que reivindico todas mis pertenencias, alguien se me acerca para decirme en voz baja, 3 poniéndome la mano en el hombro: «Es verdad lo que dices, pero en el fondo, ¿qué es lo que te sientes ?» Durante mucho tiempo, esa insistente pregunta me hacía sonreír. Ya no, pues me parece que revela una visión de los seres humanos que está muy extendida y que a mi juicio es peligrosa. Cuando me preguntan qué soy «en lo más hondo de mí mismo», están suponiendo que «en el fondo » de cada persona hay una sola pertenencia que importe, su «verdad profunda» de alguna manera, su «esencia», que está determinada para siempre desde el nacimiento y que no va a modificar nunca; como si lo demás, todo lo demás - su trayectoria de hombre libre, las convicciones que ha ido adquiriendo, sus preferencias, su sensibilidad personal , sus afinidades, su vida en suma- no contara para nada. Y cuando a nuestros contemporáneos se los incita a que «afirmen su identidad», como se hace hoy tan a menudo, lo que se les está diciendo es que rescaten del fondo de sí mismos esa supuesta pertenencia fundamental, que suele ser la pertenencia a una religión, una nación, una raza o una etnia, y que la enarbolen con orgullo frente a los demás. Los que reivindican una identidad más compleja se ven marginados. Un joven nacido en Francia de padres argelinos lleva en sí dos pertenencias evidentes, y debería poder asumir las dos. Y digo dos por simplificar, pues hay en su personalidad muchos más componentes. Ya se trate de la lengua, de las creencias, de la forma de vivir, de las relaciones familiares o de los gustos artísticos o culinarios, las influencias francesas, europeas, occidentales, se mezclan en él con otras árabes, bereberes, africanas, musulmanas... Esa situación es para ese joven una experiencia enriquecedora y fecunda si se siente libre para vivirla en su plenitud, si se siente incitado a asumir toda su diversidad; por el contrario, su trayectoria puede resultarle traumática, si cada vez que se confiesa francés hay quiénes lo miran como un traidor, como un renegado incluso, y si cada vez que manifiesta lo que lo une a Argelia, a su historia, su cultura y su religión, es blanco de la incomprensión , la desconfianza o la hostilidad.” MAALOUF, A; Identidades asesinas. Alianza Editorial 2004 1. ¿Cuáles son los componentes de tu identidad? ¿Puedes enumerar algunos de ellos, tal como se hace en el texto? 2. En el caso de querer hacerlo, ¿cómo te definirías mejor a ti mismo?, ¿Utilizarías todos esos rasgos que has subrayado o uno sólo con el que te identificas especialmente? ¿Por qué? 3. ¿Puede convertirse ese rasgo único de la identidad en algo peligroso? ¿Cuándo? ¿por qué? 4. ¿En qué consiste afirmar nuestra identidad personal? Para " afirmar" nuestra identidad personal ¿tenemos que "negar" la de otros? 5. Amin Maalouf, autor de la obra de donde hemos extraído el texto - que aparece reseñada más abajo- mantiene que gran parte de los conflictos de nuestro mundo globalizado, proceden de una "concepción simplista que reduce toda identidad a una sola pertenencia que se proclama con pasión". ¿Puedes identificar alguno de esos conflictos? ¿Crees que pueden explicarse de esa manera? 4 PELÍCULAS “This is England” Dirección y guión: Shane Meadows. País: Reino Unido. Año: 2006. Duración: 98 min. Género: Drama. “This is England” está ambientada en la Inglaterra de principios de los ochenta. Shaun, que tiene 12 años, es un niño solitario que crece en un pueblo costero muy gris, cuyo padre ha muerto en combate en la guerra de Las Malvinas. En el transcurso de esas vacaciones, encuentra nuevos modelos masculinos cuando le “adoptan” los cabezas rapadas locales. Con sus nuevos amigos, Shaun encuentra un mundo de fiestas, conoce su primer amor y descubre los encantos de las botas Dr. Martins. Es entonces cuando conoce a Combo, un skinhead racista, mayor que él, que acaba de salir de la cárcel. Mientras la banda de Combo acosa a las minorías étnicas locales, todo parece preparado para el arranque de un proceso de maduración que llevará a Shaun de la inocencia a la experiencia. (ref: la butaca.net) Puede ser útil como material para reflexionar sobre la construcción social de una identidad "tóxica". 5 “La Ola” Direccion: Denis Gansel País: Alemania Año. 2008 Duración: 108 min Género. Drama Alemania hoy. Durante la semana de proyectos en un instituto, al profesor Rainer Wenger (Jürgen Vogel) se le ocurre la idea de un experimento que explique a sus alumnos cuál es el funcionamiento de los gobiernos totalitarios. Comienza así un experimento que acabará con resultados trágicos. En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: La Ola. Al tercer día, los alumnos comienzan a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, "La Ola" se ha descontrolado... (ref: la butaca.net) LITERATURA “Identidades Asesinas” Maalouf, Amin Alianza Editorial Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, analiza en este libro el complejo tema de la identidad en un mundo globalizado y multicultural. Desde su vivencia como emigrante, pretende ser una llamada de atención contra la simplificación del otro y contra el empleo sectario de la identidad. 6