El AmpiirclaBés. mm^sas^rasBssaasax los talleres COBOZCO íodos sos dolores y amarguras; sé todo lo que endulzar puede su monòtona existència. Esíe es el secreto de mis cantos. Yo uo soy poeta, no soy musico, soy un invalido deitrabajo corporal qae ensayando en la gaitarra algunas iiotas, con la esperanza de hallar un refugio contra la mayor de las miserias, en la negra noche cuyo terrible velo iba esíendiéüdose à mis ojos, sentí nacer en mi corazon un afan irresistible, el afan de introducir en los talleres la aficion al canto.» Però esto no basta. El mecanisme viviente debe tambien tomar parte en el progreso general; la inteligencia del obrero no puede dejarse inculta; es menester instruiria, alimentaria. Ta! ha sido el intento de algunes de nuestros escritores al dar à luz «El libro del obrero» con motivo de la gran festival. Buenos y sanos consejos bajo la forma de novelitas sencillas é interesantes sacadas de los llogares, de las costumbres, de los hàbitos, de los oficiós, de las familias, de las miserias, de las dichas; espejo en el cual el pueblo se miraria en toda su sencillez, en todo su candor, però que en lugar de reverberar sus viciós y su grosería, reverberaria con preferència sus trabajos, sus virtudes, sus buenos senlimientos, para darle mayor aprecio de si miismo y la aspiracion haciasu perfeccionamiento; tal debe ser la sustancia de los libros dedicados à los proletàries. «El libro del Obreros es uno de esíos libros. En la introduccioTi, el trovador catalan canta la llegada de las sociedades corales à Barcelona. Después cada uno hace vibrar à porfia «na cucrda de este gran instrumento que üaman pueblo. Los unos provocan en éi cl amor à la naínraleza, al arte, à la pàtria, à la religion, à la família, al ahorro; otros le dan algunos coosejos para dirigir su educacion, senalan tambien algunos de sus defectos, de sos errores; algunas novelitas morales é instructivas forman la parte recreativa, y màximas escogidas, verdadero catecismo del pensamiento humano, sirven de remaíe y coronamiento à la obra. Damos las gracias à íodos los que han firmado esta obrita, però mas particularraente al Sr. D. Ceferino ïresserra, como à instigador en EspaÈa de este primero ensayo de literatura popular, Todos los jóvenes que han ido representando à Figueras en la gran festival, íienen «El libro del Obrero» en sus manos, les rccomendamos muyencarecidamente sa lectura en el hogar, pues que encoatraràn en él buenos consejos y útiles ensefianzas. E. AMADÍS. PBSiClIIPCÍI©» DE LA Entre los edificios mas notables de la ciudad de Lieja descuella uno de planta rectangular y de aspecte un castillo feudal, cuyos muros de ladrillo armonizaii ad- Diputació de Girona — Servei de Biblioteques mirablcmente con varias fajas, cornisas y ventanales de piedra, forma do esc genero de arquitectura conocido bajo el nombre de estilo gótigo inglés. Igual aspccto exterior prescntan las càrcelcs de Brusclas y Louvain, però no puedo hablar de sudisIribucion, porque no me ha sido posible visitarlas. Habiendo tenido ocasion do examinar en todos sus detalles la que cxiste eií esta ciudad, ensayaré su dcscripcion, pues cada mejora que se populariza, y que encierra> en sí una verdadera idea del progreso, es una semilla que podrà fructiiicar mas tarde. Dejo al examen de los legisladores la conveniència ó la justícia que enciera el principio de abolicion de la pena de mucrte: si fuera siempre la estadística la comprobacion de las teorias, debiéramos dcsde luego pronunciarnos en contra de ella, pues desde que no se ejecuta en la provincià de Lieja, se han observado ménos crimenes que en las demàs provincias de Bèlgica. Para que no choque, sin embargo, este privilegio, convienc observar que existe en virtud de una gràcia del roy Leopoldo, accediendo à una peticion de! fiscal de esta audiència, à fin de reparar una falta cometida por ella, cual fué la mucrte de un inocente. En las demàs ciudades se levanta raras veces el pallbulo; y ninguna raujer darà el triste espectàculo de su ejecucion, pues por criminal que sca, récibe del rey la conmutacion do la pena. Justo es que el crímen tenga sa castigo, y cue cl hombre do bien se ves, übrado del coEtacto de un asesino; però si la Sociedad tiene el derecho de apartar de su seEO é, los criminalcs, no puede, cuando no se han hecbo acreedoreo à la pena de muerte, hacerlos pereccr lentamente, privèndoles del aire, tíe la luz y del cjercicio que exige su constitucion, anasentando sos padecimientos con la iiumedad de los calabozos. Tampoco puede mezclar el criíaiaal con el inocente que «oa falsa acusacïoa ha conducido à la càrcel; el sslteadoF do camines con el que robo r.ü pan para el sustento de sa família; ni cl còmplice ea un asesinato con ei còmpHco en una coBcpiracion, màrtir tal vez en època mas lejaaa. Ce esta comonidad entre los doteiiidos, fea resultado hasta ahora, que las càrcolesy los presidioshan sido la escusladel crímen: con el sistema celular las càrcelcs pueden seria escueladela moral. El que entro inocente sale de las ar.liguas prísiones con el corazon viciado, pues no ha respirado en cilas mas que la atmosfera del mal: con el sistema celnlar el inocente sale como kabia e^trado, y ei criminal todo lo mas con sus primitivos instintos; però en sas oídos ban rosonadío las màximas de la virtud, el ai;>lamieiiio en que se hallaba le ha despertado el amor al trabajo, y sale à £u vez mas instruido, aunque algunos por desgracia adquieren un germen de locura. Poro coníinuemos nuestra descripcion. La fachada de la càrcel de Lieja tiene aspeícto monumental; el muro està coronado p)or una dentadura de siilería à manera dle troneras en las fortalczas, y en sus àngmlos se levantan cuatro almenas, desde las (cualcs el centioela, dominando la mu- ralla, puede evitar toda tentativa de evasion. La parte movible de la puerta consiste en una verja de hierro, formada por elegantes alabardas colocadas de canto, que llegan hasta el arranque del arco demedio punto; el semicírculo superior lo llenan otras dos alabardas invertidas, que imposibilitan la fuga: esta puerta permanece siempre cerrada. Al lado se halla la porteria, y mas adelante las oficinas y el despacho del director, que tiene sus habitaciones en el primer piso de la fachada. Otra puerta de hierro da entrada al corredor principal. Este, de cinco à seis metros de ancho, ocupa el centro de la càrcel, y se extiende paralelamente à los lados mayores del rectàngulo, mas sin llegar hasta los otros dos: hàcia los dos tércios de su longitud hay un muro divisorio, con una puerta, para separar el departamento de los hombres del departamento de las mujeres. Cuatro elegantes escaleras de hierro adosadas à dicho muro y à los extremos, conducen al primero y segundo piso en las dos divisiones del corredor; todo à lo largo de él se extiende delanto de las celdas un gran balcon en cada uno de los pisos y en ambas paredes. I!ay 200 celdas para los hombres y 70 para las mujeres. Las celdas ocupan unos quince metros cuadrados, y en ellas tiene el presó mesa, silla, espejo, jofaina, comun inodoro y agua en abundància con solo abrir una 11ave: un cruciíijo y un rosario cuelgan de la pared, y casi todos adornan con estampas su pequeíïa habitacion: hay tambien un pequeüo armario para guardar sus efcctos, y la cama consiste en una hamaca, que desenganchan al levantarse, doblando cl colchon contra la pared; de suerte que apenas ocupa sitio durante el dia: una plancha agujereada està pues encima de la puerta en la parte que mira al corredor, y en sentido opuesto una reja con cristales cstraidos da vista al jardin, però no està al alcance del presó, que puede, sin embargo, por medio de una cuerda abrir la mitad superior de la ventana para dar la ccrriento de aire necesaria à la ventilacion de su cuarto. Cuando tiene necesidad de algo tira del cordon de una campaniila colocada en cada piso al extremo del corredor: un péndulo se agita entonces, indicando al guarda e^ ladodcdonde llaíaaron, y una plancha de hierro se coloca perpendicular al muro, presentàndole de cara el número de la celda. Las puertas tienen à la altura de un metro una ventanilla cnadrada de 25 centímetres de lado, que se abre desde el exterior, formando una pequeíïa mesita donde se coloca la comida; y ademàs ua pequeno agujero, que se tapa tambien desde fuera, para que el guarda, paseàndose delante de las celdas, pueda ver, sin que lo aperciba el presó, lo que està haciendo dentro de ella. Encima de la mesa tienen todos un mechero de gas. La vida que practican los delenidos està muy léjos de ser monòtona, pues en medio del trabajo hay variedad de ocupaciones. En verano se levantan à las cinco, y en invierno à las siete, leniendo obligacion de acostarsè à las ocho, en cuya