Volumen III - Nº3 - Diciembre 2008 FRONTERAS EN MEDICINA Publicación Científica del Hospital Británico de Buenos Aires EDITORIAL 6 TRABAJOS ORIGINALES Calidad de Vida en Cirugía Antirreflujo Daniel Pirchi, Roberto Cerutti, Nicolás Peral, Pablo Martínez, Pablo Medina, Eduardo Porto 8 Experiencia del Hospital Británico en el Manejo Laparoscópico del Cáncer de Endometrio inicial Gustavo Maya, Juan J. Sardi, Andrés Humphreys 18 REVISIÓN Eritema Multiforme Mario A. Marini, Mariano G. Marini 27 Trastornos Psíquicos del Período Postparto María Fernanda Verdaguer 33 CASO CLÍNICO Tiroiditis de Hashimoto, Acidosis Tubular Renal e Hipokalemia Bárbara Finn, Pablo Young, Julio E. Bruetman, Mariano Forrester, Fernando Lombi, Vicente Campolo-Girard, Horacio Pereyra, Viviana Pomeranz, Horacio Trimarchi DIAGNÓSTICO 45 POR IMÁGENES Quiste Septado Abdomino - pelviano: Uronefrosis Pablo Young, Bárbara C. Finn, Adriana García, Julio E. Bruetman, Laura Bongiovani 49 Endocarditis Aórtica Bloqueo: Auriculoventricular Completo Horacio A. Avaca, José F. Estepo, Cynthia Kudrle, Mauro Gingin, Miguel Schiavone, Christian Smith 51 El volumen III, Nº3 pertenece al mes de diciembre de 2008. La reproducción total o parcial de los artículos de esta publicación no puede realizarse sin la autorización expresa por parte de los editores. La responsabilidad por los juicios, opiniones, puntos de vista o traducciones expresados en los artículos publicados corresponde exclusivamente a sus autores. ISSN: 1851- 3646 STAFF EDITORIAL Sta f f E d i t ori a l Dirección Científica José A. Álvarez Juan Carlos Barreira Jorge Bernaciak Comité Científico Editorial Nicolás Emery Mariano Forrester Hugo Laborde Gonzalo Freire Débora Pellegrini Juan Sardi Hernán Trimarchi Nora Fernández Kudrle Cintia Horacio Avaca Fernanda Greco Diego Bogetti Silvia Quadrelli José Ceresetto Luis Colombato Hernán Del Sel Federico Bottaro Jorge Ubaldini María Verdaguer Gustavo Castagneto Pablo Young Guillermo Migliaro Daniel Pirchi Damián Duarte Noé Gustavo Leiva Maria Lucila Fernie Comité de Redacción Amido, G. Bernabó, O. Bruetman, J. Bullorsky, E. Marini, M. Chertcoff, J. Chimondeguy, D. Misiunas, A. Ebner, R. Errea, F. Ferraro, H. Macadam, J. Malbran, A. Mancini, B. Manuale, O. Spina, JC. Martino, D. Maya, G. Turyk, S. Nolazco, A. Perasso, O. Porto, E. Santa Cruz, J. Schwartzman, J. Sibbald, A. Silva, C. Velásquez, H. Torino, R. Venditti, J. Efron, E. Fernández Pardal, M. Ruggieri, V. Salomón, M. Comité Revisor Mc Lean, L. Emery, J. Humphreys, J. Speranza, J. Mihura, M. Bozzo, J. Consultora de Bioestadística Marina Koury Fronteras en Medicina es una realización de Dirección Editorial Lic. Iris Uribarri Diagramación y diseño Magdalena Morán Eugenia Grané Ayacucho 702, 6ºB - C1026AAH Buenos Aires, Argentina Tel/fax: 4372-0799 / 4373-0751 edicionesdelaguadalupe@fibertel.com.ar Departamento Comercial Jorge Lo Cascio Andrea Preece Comité de Revisión Institucional (CRIHB ) Creado en la institución para revisar y monitorear toda la Investigación Biomédica que involucre seres humanos. Su propósito es asegurar que se han seguido los pasos apropiados para proteger los derechos, la seguridad y el bienestar de los que participan como voluntarios en la investigación. Se evalúa el protocolo de investigación en forma integral, tanto en el diseño científico como en los aspectos éticos, ambos relevantes. El CRI realiza sus actividades según los Normas Internacionales de Buenas Prácticas Clínicas, y en el marco regulatorio de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica). Cumple asimismo con las normas internacionales de regulación que protegen los derechos de las personas cuando participan en Ensayos Clínicos, tales como las Guías Internacionales para la Investigación Médica en seres humanos CIOMS, y las normas establecidas en la "International Conference of Harmonization". EDITORIAL Editorial El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos Pitágoras Cuenta la leyenda griega que el Fénix es un ave originaria de Etiopía, que vive allí durante un período de tiempo que podría estar entre los quinientos y los doce mil novecientos cincuenta y cuatro años y que tiene un aspecto parecido al de un águila, aunque de mayor tamaño. Su plumaje lleva los colores del fuego, azul claro, púrpura y oro, y es indudablemente la más hermosa de todas las aves. El Fénix es único en su especie y por lo tanto no puede reproducirse como los demás animales; cuando se acerca su fin acumula plantas aromáticas, incienso y cardamomo, y fabrica con esto una especie de nido; allí, algunos afirman que el ave prende fuego a esa pira y que de sus cenizas surge un nuevo Fénix; para otros, el ave se acuesta en el nido y muere impregnándolo de su semen; allí nace el nuevo Fénix quien, recogiendo el cadáver de su padre, lo encierra en un tronco de mirra hueco, lo transporta hasta la ciudad egipcia de Heliópolis y lo deposita en el altar del sol, donde es incinerado por los sacerdotes luego de comprobar su autenticidad comparando el aspecto del ave con un dibujo que lo representa en los libros sagrados. El Fénix regresa luego a Etiopía donde vive alimentándose de gotas de incienso hasta el término de su existencia. La tradición judeo-cristiana también tiene su Ave Fénix. Por algunas interpretaciones del versículo de Job 29:18 se lo encuentra explícitamente mencionado en los textos modernos; y los primeros cristianos, influenciados por los griegos, lo tomaron como símbolo de la muerte pura y resurrección. En la versión cristianizada de la leyenda se dice que en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal, floreció un arbusto de rosas; allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro, de bello plumaje y canto incomparable, cuyos principios lo convirtieron en el único ser que no quiso probar las frutas del árbol. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de un Querubín, y el pájaro ardió al instante; pero de las propias llamas surgió una nueva ave, el Fénix, con un plumaje inigualable, alas de color escarlata y cuerpo dorado. La inmortalidad fue el premio a su fidelidad al precepto divino, junto a otras cualidades como el conocimiento, la capacidad curativa de sus lágrimas, o su increíble fuerza. A lo largo sus múltiples vidas, su misión es transmitir el saber que atesora desde su origen al pie del Árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos. En la mitología egipcia el Bennu ("aquel que vuelve") es un ave que se había creado a sí mismo del fuego con que ardía un árbol sagrado en uno de los recintos del templo de Ra; es probablemente el antecesor del Fénix griego y, como a éste, se lo consideraba símbolo de la resurrección. Así, el mito de renacer está incorporado a la propia existencia del hombre y no es otra cosa que la posibilidad de acceder a la inmortalidad a través de la muerte, en Vol. III NÚMERO 3, 2008 EDITORIAL un juego de alquimia en que ésta es nada más que un eslabón en la cadena de acceso al futuro; es la utopía del alma que nos permite dejar lo que tenemos para acceder a lo que anhelamos, es abonar la primera cuota del futuro con el dolor de dejar de ser, para ser otra vez. Hoy presentamos el primer número de una nueva versión de Fronteras (el undécimo de la serie original), que deja de ser una revista de intervencionismo para transformarse en un foro multidisciplinario que pretende llevar a su lectura el arte y la ciencia que rigen el hacer médico en el Hospital Británico de Buenos Aires. Con el orgullo del final, con la esperanza del comienzo, a todos ustedes, lectores y escritores y editores por la historia y el futuro, nuestro profundo agradecimiento. José A. G. ˘lvarez FRONTERAS EN MEDICINA 7 Tr a b a j o O r i g i n a l Calidad de Vida en Cirugía Antirreflujo Daniel Pirchi*, Roberto Cerutti*, Nicolas Peral**, Pablo Martinez**, Pablo Medina**, Eduardo Porto*** Servicio de Cirugía General - Hospital Británico de Buenos Aires * Cirujanos de planta del Servicio - Sector Cirugía Esofagogastrointestinal ** Residentes del Servicio ***Jefe del Servicio Correspondencia: Dr. Daniel Pirchi Perdriel 74, Hospital Británico, Buenos Aires, Argentina. Fax: 011-4309-6400 dpirchi@ciudad.com.ar Resumen Antecedentes: la eficacia de la cirugía antirreflujo laparoscópica (CAL) en el tratamiento de la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) fue demostrada en muchos estudios a corto plazo. El objetivo de nuestro estudio es evaluar resultados alejados de la CAL incluyendo calidad de vida, para los síntomas atípicos (SA), típicos o ambos. Métodos: desde 2002 a 2005, se registraron prospectivamente 81 pacientes operados de CAL en 3 grupos: I (típicos), II (atípicos), III (mixtos). Ellos se evaluaron con score GERD-HRQL y el GIQLI a los que se agregó un cuestionario específico para SA. Resultados: la morbilidad hospitalaria fue del 1,2%, y el 98,7% estuvo libre de reflujo al final del estudio. Quedaron con síntomas, 1 paciente del grupo I (éxito=97,9%), ninguno en el grupo II y 5 pacientes del grupo III que tuvieron SA persistentes pero con pHmetría postoperatoria normal (éxito= 79,1%). Se registró buen desempeño con ambos scores, sin hallarse diferencias entre grupos. Conclusiones: la CAL puede realizarse en forma segura, con baja morbilidad y alcanzando excelentes resultados y calidad de vida en el control de síntomas típicos y atípicos. En el grupo de pacientes con síntomas mixtos existe el riesgo de diagnosticar preoperatoriamente SA no relacionados con ERGE que persistirán en el postoperatorio. Palabras clave: enfermedad reflujo gastroesofagico - cirugía antirreflujo - calidad de vida Abstract Quality Of Life After Antireflux Surgery Background: several studies have demonstrated laparoscopic Nissen fundoplication (LNF) for the treatment of gastroesophageal reflux disease (GERD) to be efficient at short term follow-up evaluations. The aim of this study was to evaluate midterm results for LNF including quality of life, for typical, atypical symptoms (AS) or both. Methods: from 2002 to 2005, 81 patients who underwent LNF were entered into a prospective database in three groups: I (typical), II (atypical), III (both).They were evaluated with the GERD-HRQL and GIQLI survey and an added questionnaire for AS (mean follow up: 4,2 years). Results: hospital morbidity was 1,2%, and 98,7% were free of reflux at the end of the study. Symptoms were still present in 1 patient of group I (success: 97,9%), no patients of group II and 5 of group III who had persistent AS but normal postoperative pH monitoring (success: 79,1%). Good performances of quality of life were recorded with both scores, without differences between groups. Conclusions: LNF can be performed safely with low morbidity, yielding excellent results and quality of life at the control of typical and atypical symptoms. In the group of patients with combined symptoms there is a risk to diagnose AS not related to GERD. Key words: gastroesophageal reflux disease - antireflux Surgery - quality of life Vol. III NÚMERO 3, 2008 Introducción La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es uno de los trastornos digestivos más frecuentes en el mundo occidental22. Esta enfermedad se manifiesta en general por síntomas esofágicos, tales como pirosis y regurgitación. Estos síntomas son conocidos como síntomas "típicos" que excluyen una serie muy dispar de síntomas denominados como "atípicos", algunos propios del esófago, como el dolor torácico no cardiogénico, y la gran mayoría extraesofágicos, tales como síntomas respiratorios u otorrinolaringológicos. Estos síntomas causan un deterioro considerable de la calidad de vida de estos pacientes, condición para que el reflujo se considere como enfermedad40. El tratamiento más indicado de la ERGE es la medicación con inhibidores de la bomba de protones (IBP), con resultados variados de acuerdo al síntoma involucrado40. La cirugía antirreflujo se reservó tradicionalmente para la ERGE complicada con esofagitis severa o refractaria, pero con la llegada en 1991 de la técnica laparoscópica ha ido aumentando sus indicaciones9,41. Estudios han sugerido que esta cirugía podría asociarse con reaparición de síntomas y reinicio de medicación IBP34 o con alteraciones digestivas1. Con tan poco tiempo de desarrollo recién ahora pueden hallarse publicaciones que analicen sus resultados a largo plazo9,23,43. Dado que la técnica laparoscópica ha ido progresando en la última década, faltan aún estudios que evalúen la eficacia terapéutica con técnica actual41 y que incluyan evaluaciones de calidad de vida. Además, pocas publicaciones dividen los resultados de acuerdo al tipo de síntomas (típicos, atípicos o mixtos). Entre ellos, los síntomas atípicos son los más difícilmente evaluables, no incluyéndose los mismos entre los cuestionarios habituales. Ningún estudio en nuestro país ha planteado el efecto de esta cirugía sobre la calidad de vida alejada. El objetivo de nuestro trabajo es evaluar los resultados a largo plazo de la cirugía antirreflujo laparoscópica y determinar el estado de calidad de vida alejado, de acuerdo a los síntomas de los pacientes. Materiales y métodos Entre 1998 y 2008 se realizó se realizó el registro prospectivo de los 308 pacientes sometidos a cirugía antirreflujo laparoscópica en el Hospital Británico de Buenos Aires. De éstos, los intervenidos entre enero de 2002 y mayo de 2005 constituyeron la población en estudio, quienes fueron encuestados en el mes de mayo de 2008, obteniéndose un seguimiento de 3 a 6 años (promedio 4,2 años). De los 82 pacientes operados se excluye uno que no pudo ser encuestado (seguimiento 98,7%). La muestra final fue de 81 pacientes cuya composición se presenta en la Tabla 1. Tabla 1. Población en estudio (n=81) Edad Sexo: - Femenino - Masculino Índice de masa corporal Riego anestésico (score ASA >2): Estudios preoperatorios: - VEDA - Rx seriada - Manometría - pHmetría ERNE (Enf. Reflujo no erosiva) Esofagitis severa Hernia hiatal Barrett Presión del EEI (mm Hg) 48 años (30-79) 42 (54%) 39 (48,1%) 27,2 (21-34) 16 (19,7%) 100% 100% 100% 48,1% 6 (7,4%) 19 (23,4%) 62 (76,5%) 24 (29,6%) 3,5±2,8 Los pacientes fueron divididos en 3 grupos: 48 pacientes (59,2%) fueron del grupo I (sólo síntomas típicos), 9 (11,1%) con asma o laringitis fueron del grupo II (sólo atípicos) y los 24 restantes (29,6%) fueron del grupo III (mixto). Todos los pacientes del grupo III presentaron pirosis como síntoma principal, a los que se asociaban tos (en 6), asma (en 4), laringitis (en 5), dolor torácico (en 3) o varios síntomas atípicos (en 3). Se consideraron como pacientes con síntomas atípicos a aquellos, en quienes una vez confirmada la ERGE, se hubieran descartado patologías neumo y otorrinolaringológicas. Los tres grupos fueron similares en edad, índice de masa corporal, y riesgo quirúrgico; sin embargo hubo una proporción mayor de pacientes de sexo femenino en el grupo II (7 de 9 pacientes, 77,7%). Todos los pacientes realizaron tratamiento previo con inhibidores de la bomba de protones por períodos mayores a 1 año y fueron estudiados preoperatoriamente mediante radiografía seriada esofagogastroduodenal, videoendoscopía digestiva alta (VEDA) y manometría esofágica. Solo se realizó estudio de pHmetría esofágica a 39 FRONTERAS EN MEDICINA 9 pacientes (48,1%); este subgrupo incluye a la totalidad de los 33 pacientes de los grupos II y III, a los que se agregaron otros 6 pacientes sin hallazgos de esofagitis en la VEDA, definidos como Enfermedad por reflujo No Erosiva (ERNE). Todos los estudios pHmétricos confirmaron reflujo patológico. En todos los casos se realizó una fundoplicatura laparoscópica de 360° tipo "floppy-Nissen" con sección de los vasos cortos superiores mediante sellador vascular (bisturí armónico) y cierre de los pilares diafragmáticos mediante sutura irreabsorbible. Todos los pacientes realizaron un control clínico a la primer semana postoperatoria, otro control clínico con radiografía seriada esofagogástrica al mes, otro más VEDA luego de los 6 meses de postoperatorio y luego un control anual. En los controles clínicos se definió a la disfagia como la dificultad para tragar sólidos. Esta variable fue dividida en "temprana" y "tardía o persistente". La primera fue aquella que inicia desde el postoperatorio inmediato y se prolonga sin agravamiento hasta los dos meses de la intervención. La disfagia "tardía" fue aquella que persistió más allá del 2º mes postoperatorio, y que fue registrada en el control clínico del 6° mes. Se realizó pHmetría de control sólo en los pacientes con persistencia de síntomas en el postoperatorio. Solo se realizó manometría de control en aquellos que presentaran disfagia tardía. Todos los pacientes fueron sometidos a un cuestionario de calidad de vida en mayo de 2008. Se utilizó una combinación de ítems de 2 cuestionarios modelo, el GERD-HRQL (Calidad de vida relacionado a ERGE), y el GIQLI (Calidad de vida gastrointestinal). El GERD-HRQL (de las siglas en inglés Gastroesofageal reflux disease-Health related quality of life) 36 evalúa 10 ítems que focalizan en síntomas típicos (pirosis, disfagia, dolor, meteorismo) mas una evaluación final de satisfacción con su condición actual. Cada ítem otorga un puntaje de 0 (mejor o ausencia del síntoma) a 5 (peor). La suma de todos los puntos individuales lleva a un puntaje final de 0 (mejor) a 50 (peor), considerándose favorable un score final menor a 10. EL GIQLI (de las siglas en inglés GastroIntestinal Quality of Life) 42 consta de 36 ítems que evalúan no solo los síntomas típicos (19 ítems, 0-76 puntos) sino también otras variables como el estado emocional (5 ítems, 0-20 puntos), funciones físicas (7 ítems, 0-28 puntos), función social (4 ítems, 0-16 puntos), y el estrés debido al tratamiento méVol. III NÚMERO 3, 2008 dico (1 ítem, 0-4 puntos). Cada ítem otorga un puntaje de 0 (peor) a 4 (mejor) de modo que la suma final otorga un puntaje final de 0 (peor) a 144 (mejor), considerándose favorable un score mayor a 100. A los ítems de estos 2 cuestionarios combinados se agregaron otros 7 correspondientes a los síntomas atípicos (ronquera, disfonía, necesidad de "aclararse la garganta", tos después de comer o acostarse, tos recurrente, disnea, y globo faríngeo), en caso de pertenecer el paciente a alguno de estos grupos (II o III). Para cada uno de estos 7 ítems se otorgó una escala de 0 (ausencia de síntomas) a 5 (peor). La necesidad de adicionar estos ítems a este grupo de pacientes surge de una de las hipótesis de este trabajo (la falta de adecuación de los cuestionarios habituales sobre el ámbito de síntomas atípicos). Por lo tanto, cada paciente tuvo un máximo de 53 ítems por responder habiendo empleando en ello un tiempo siempre menor a los 5 minutos. Al finalizar el mismo, el paciente fue interrogado sobre su conformidad con la extensión y diseño del cuestionario. Los resultados de calidad de vida se expresan tanto en medias como medianas y desviaciones estándar. Para la comparación de evolución del síntoma principal según los grupos poblacionales se utilizó el test exacto de Fisher, considerándose estadísticamente significativos valores de P<0,05. La fuerza de la asociación se presenta en Odds Ratio con intervalo de confianza del 95%. Los puntajes de calidad de vida obtenidos en cada grupo fueron comparados mediante el test de Wilcoxon. Resultados Resultados intra y perioperatorios Los 81 pacientes analizados fueron operados íntegramente mediante técnica laparoscópica, no requiriéndose conversiones a la técnica convencional. El tiempo operatorio promedio fue de 96 minutos (rango de 48 a 172 minutos). El tiempo promedio de reinicio de la alimentación oral fue de 7,5 horas (rango de 2 a 27 hs). El tiempo de internación promedio fue de 1,15 días. El 8,6% de los pacientes se externó antes de las 24 hs (cirugía de día). Se registró una morbilidad hospitalaria de 1,2% debida a un paciente con sangrado del lecho quirúrgico que requirió la reoperación a las 9 hs de la intervención original. La misma se resolvió mediante hemostasia laparoscópica, con buena evo- lución ulterior del paciente y alta a las 48 hs de la intervención inicial. Evolución clínica Como se evidencia en el gráfico 1, la evolución de los síntomas fue favorable en la mayoría de los pacientes del grupo I (típico) y II (atípico). No hubo diferencias estadísticamente significativas entre estos dos grupos. Sin embargo, la evolución fue desfavorable en 5 de los 24 pacientes del grupo III o mixto (20,8%), en 4 de éstos por persistencia sólo de sus síntomas atípicos. Esta evolución diferente del grupo III fue estadísticamente significativa (p=0,0028), con Odds Ratio de 14,74 (IC 95%: 1,6-134). los síntomas atípicos (3 con tos crónica y 1 con laringitis), presentando también estudios pH métricos normales. La evolución clínica de los 2 síntomas adversos comunes de esta operación, disfagia y meteorismo (gas-bloat syndrome), puede obervarse en el gráfico 2. La disfagia en el primer mes postoperatorio ("disfagia temprana") ocurrió en 61 pacientes (75,3%) mientras que al 6° mes sólo 2 pacientes (2,4%) referían síntomas leves y, luego del año, ninguno tuvo estas manifestaciones. El meteorismo estuvo presente en 48 pacientes (59,2%) en la primer consulta y se mantuvo en 19 (23,4%) luego del 6° mes. Al punto de corte, el meteorismo fue evidenciado sólo en 7 pacientes (8,6%), en dos de ellos asociados a diverticulosis colónica asociada. Gráfico 1. Curva de evolución clínica postoperatoria de acuerdo al grupo sintomático (expresa % de evolución favorable) A continuación se resume la evolución de los pacientes de acuerdo al grupo: I. Grupo típico (n=48): la evolución fue favorable en 47 pacientes (97,9%). El paciente restante, quien presentaba preoperatoriamente una gran hernia hiatal, y que presentó al mes posoperatorio la recidiva de sus síntomas, la reaparición de la hernia hiatal y la confirmación de recidiva del reflujo por pHmetría. II. Grupo atípico (n=9): la totalidad de los pacientes evolucionaron sin reaparición de los síntomas. Los 5 pacientes asmáticos no tuvieron nuevos requerimientos de broncodilatadores luego del tercer mes postoperatorio. III. Grupo mixto (n=24): la evolución fue favorable solo en 19 pacientes (79,1%). De los 5 pacientes con evolución desfavorable, uno refiere reaparición de sintomatología mixta (típica y atípica) por lo que reinició tratamiento con inhibidores de la bomba de protones; este paciente, sin embargo, no presentó alteraciones radiográficas, manométricas ni pH métricas. Los 4 pacientes restantes presentaron desaparición de sus síntomas típicos pero con persistencia de Gráfico 2. Evolución de disfagia y meteorismo en controles clínicos postoperatorios, presentada en % de pacientes (n=81) Calidad de vida Los pacientes manifestaron su conformidad con el diseño y extensión del cuestionario. El estado de calidad de vida alejado de los pacientes se presenta en el Gráfico 3. Con el GERD-HRQL se halló una mediana de 1 y media de 1,48 (0-20). Con el GIQLI se halló una mediana de 132 y media de 134,5 (81-144). Tomando en cuenta los puntos de corte para cada score (expresadas en líneas de puntos), se hallaron resultados claramente favorables en ambos. Sin embargo, con el GIQLI pudo observarse una mayor dispersión de los resultados (percentilo 25 a 75: 100-139). En la Tabla 2 se presentan las medias obtenidas para cada grupo de síntomas de acuerdo al tipo de encuesta realizada. Si bien las medias del grupo mixto han sido peores que las de los grupos típico y atípico, éstas diferencias no fueron estadísticamente significativas. La encuesta de evolución de síntomas atípicos se FRONTERAS EN MEDICINA 11 realizó en los 33 pacientes de los grupos II y III. Al igual que lo expresado en evolución clínica, se constató la persistencia de síntomas atípicos en 5 pacientes del grupo III y ninguno del grupo II. Gráfico 3. Resultados de calidad de vida evaluados con los scores GERD-HRQL y GIQLI En línea de puntos: punto de corte para evolución favorable. Datos expresados en medianas y desvío de percentilos 25 a 75. (n=81). Tabla 2. Promedios de puntajes de calidad de vida postoperatoria obtenidos por cada grupo Encuesta GERD-HRQL (0=mejor, 50=peor) (punto de corte <10) GIQLI (0=peor, 144=mejor) (punto de corte >100) Grupo Típico Grupo Atípico Grupo Mixto Grupo Típico Grupo Atípico Grupo Mixto Discusión Cerca del 20% de la población adulta en los Estados Unidos experimenta síntomas relacionados con el reflujo gastroesofágico al menos una vez por semana22. En cambio, se define como Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) a los síntomas que se asocian con deterioro de la calidad de vida con o sin daño de la mucosa esofágica40. La ERGE implica un gran problema de salud pública con más de 10 billones de dólares gastados por año en medicación inhibidora de la bomba de protones32. Vol. III NÚMERO 3, 2008 0,82 (0-14) 1,57 (0-5) 2,66 (0-20) 138,7 (133-144) 130,5 (117-144) 128,7 (81-144) P=n.s. P=n.s. En 1965, Nissen y Rossetti describieron una técnica para reparación de la hernia hiatal y corrección de la ERGE mediante una fundoplicatura de 360°35. Con el advenimiento de la técnica quirúrgica laparoscópica y miniinvasiva, en 1991, Dallemagne describió un abordaje laparoscópico para las fundoplicaturas de Nissen y esta operación fue rápidamente adoptada en los centros quirúrgicos de todo el mundo9. Las ventajas del abordaje laparoscópico llevaron a una revolución en el manejo de la ERGE. Antes sólo se indicaba la opción quirúrgica en caso de enfermedad severa o complicada luego de tratamiento médico con dosis máximas. En la actualidad la indicación de cirugía se ha ido ampliando a enfermedad no complicada y se estima que se realizan 4,2 a 12 operaciones de Nissen laparoscópicas por cada 100.000 adultos en centros quirúrgicos de todo el mundo13. De este modo, para una técnica que se ha estandarizado recién hace una década, sólo ahora pueden observarse resultados de largo plazo de pacientes operados en centros de alto volumen y esto ha dado paso a grandes controversias. Por un lado, un estudio cooperativo frecuentemente citado señaló que algunos pacientes continúan tomando medicación antisecretoria después de la intervención por lo que la operación antirreflujo ha sido criticada de sobreindicación en el tratamiento de la ERGE en contraposición con la medicación con inhibidores de la bomba de protones (IBP), que es considerada efectiva en el tratamiento a largo plazo de esta enfermedad34. Sin embargo, como ya hemos mencionado, la indicación de la cirugía ha aumentado notablemente en los últimos años, con bibliografía que demuestra sus ventajas incluso en pacientes que estaban bien controlados con IBP15,24,28, lo que indica que existen otros factores a evaluar que posicionan favorablemente a la opción quirúrgica por sobre la médica. Entre ellos, se ha señalado que una de las ventajas de la cirugía es evitar no solo el reflujo ácido sino también el de los ácidos biliares desconjugados, que están implicados en el desarrollo de metaplasia columnar, displasia y eventual adenocarcinoma21. El alivio de los síntomas no necesariamente implica la cesación del reflujo biliar que persiste en el 60% de los pacientes31. Además, una ERGE mal controlada puede llevar a estenosis pépticas y esofagitis intensas dejando sólo como opción de tratamiento a las cirugías más radicales. Sin embargo, el factor más importante es el costo, donde el mantenimiento de la medicación por año por paciente fue estimada en EEUU en u$s2100, mientras que el costo final por calidad de vida por año llega en algunos estudios en esofagitis severas al u$s1.000.00017. Así también se ha demostrado que el tratamiento médico se asocia a mayores fallos terapéuticos, entendiéndose éstos por recidivas sintomáticas que obligan a la medicación sostenida con IBP27, lo que impacta en los costos al compararla con la cirugía; si bien estos estudios han mostrado resultados dispares en el corto plazo25, los análisis a largo plazo señalan que la cirugía es más costoefectiva que el tratamiento prolongado con IBP7. Debe señalarse que este aumento de la indicación de cirugías se debe en parte a los avances de la técnica laparoscópica pero, paradójicamente, también podría deberse a los avances en el tratamiento médico. Al disponerse de terapéuticas altamente efectivas, el foco de atención se ha orientado a reconocer la magnitud del deterioro de la calidad de vida de los pacientes con ERGE que no están adecuadamente tratados18. La magnitud del deterioro de la calidad de vida de estos pacientes se asemeja al de la angina de pecho o insuficiencia cardíaca moderada10, patologías que han incitado mayores esfuerzos de evaluación de calidad de vida que la ERGE. Se ha publicado que hasta el 70% de los pacientes con ERGE en la población adulta no tienen alteraciones esofágicas en la VEDA38. Este grupo de pacientes se ha denominado enfermedad por reflujo no erosiva (ERNE) (de las siglas en inglés NERD, non erosive reflux disease). Estos pacientes, a pesar de no tener esofagitis, sufren de síntomas tan severos como aquellos con esofagitis. Su impacto en la calidad de vida es tan importante como en éstos20,38,39,40 y los IBP logran en ellos menores respuestas14. Estos hallazgos ponen en duda entonces el concepto de restringir la cirugía sólo a los pacientes complicados, sin tener en cuenta otras variables como voluntad de los pacientes18 y su calidad de vida. Contándose sólo con algo más de una década desde la realización del primera intervención laparoscópica, recién ahora se cuenta con estudios de 10 años de evolución8,9, que muestran buenos resultados de la cirugía pero sin evaluar calidad de vida general. En contraposición a la controversia actual, el manejo en el Hospital Británico de Buenos Aires ha priorizado el trabajo en equipo entre gastroenterólogos y cirujanos no realizando tratamientos sistemáticos sino seleccionando "a medida" la mejor opción para cada paciente. Esto permitió contar con una población en estudio con distribución habitual de ERGE y ERNE. No existe una forma estandarizada de evaluar calidad de vida en pacientes sometidos a cirugía antirreflujo por lo cual periódicamente se publican nuevos scores a tal fin8,11,35. Un buen score debe evaluar no sólo los síntomas del reflujo, es decir la eficacia terapéutica, sino también aquellos síntomas de efectos adversos de la fundoplicatura, tales como disfagia, inhabilidad para eructar o vomitar, distensión postprandial, meteorismo y flatulencia. También debería evaluar adecuadamente los síntomas atípicos. Sin embargo, no existe un score que FRONTERAS EN MEDICINA 13 combine los 3 aspectos por lo cual la mayoría de los estudios combinan un cuestionario general de calidad de vida (como el SF312, o el GIQLI42, más apropiado para enfermedades gastrointestinales6,9,19) y uno específico de ERGE (como el GERDHRQL36), dejando sin embargo sin evaluar los síntomas atípicos. Hasta la fecha sólo se han publicado 7 estudios randomizados de calidad de vida, cuyo objetivo fue comparar cirugía convencional y laparoscópica, siendo más favorable en esta última1,5,16,26,30,37. Tanto estos trabajos, como otros que comparan tratamiento médico y quirúrgico24, evalúan en general muestras pequeñas a 2-3 años y no consideran la influencia de los síntomas atípicos. Por este motivo consideramos de gran importancia realizar un estudio en nuestro país, que incluya la pesquisa a largo plazo de los tres factores: el estado general (medido con GIQLI), los síntomas típicos de RGE (con el GERD-HRQL) y la evolución de los síntomas atípicos (mediante cuestionario directo de cada síntoma). Nuestra población incluyó una muestra homogénea de ERGE, complicados o no, hallándose esofagitis severas sólo en el 23% y metaplasias de Barrett en el 29% de los casos. Las intervenciones fueron realizadas en un tiempo operatorio reducido, sin conversiones a cirugía convencional y con sólo 2% de morbilidad hospitalaria. Estos buenos resultados pueden reflejar que esta muestra se realizó con cirujanos ya entrenados en la técnica, por haberse iniciado este trabajo luego de la curva de aprendizaje. Los pacientes fueron externados en su mayoría al día siguiente de la intervención, pero debe destacarse que al final de esta serie se inició el protocolo de manejo ambulatorio, que está vigente actualmente, por el cual algunos pacientes seleccionados preoperatoriamente pueden ser externados el mismo día de la intervención. Nuestros resultados muestran que los pacientes operados presentan calidad de vida muy buena a largo plazo. Esta fue evidenciable en los síntomas de reflujo (detectada en el score específico GERDHRQL) sin desmejorar en los posibles efectos adversos de esta intervención tales como la disfagia y el meteorismo (evaluado en GERD-HRQL) así como las dificultades para eructar o vomitar (evidenciado en los ítems de aspecto físico del GIQLI). La incidencia de disfagia y meteorismo fueron similares a otras series2,43 que muestran, principalmente en el caso de la disfagia tardía, que su presentación luego del año es mínima. Vol. III NÚMERO 3, 2008 Finalmente, se halló un buen desempeño global, anímico y social (a través del GIQLI). Con respecto a los síntomas atípicos (SA), varios estudios han señalado buenos resultados de la cirugía en el control de los mismos29. Llama la atención la ausencia de estudios que comparen estos síntomas por separado, puesto que los mismos aparecen en un alto porcentaje de los pacientes operados (40% de nuestra serie) y pueden condicionar la calidad de vida postoperatoria. Se han publicado algunos scores estructurados para evaluar estos SA, tales como el RSI (Reflux Symptom Index) que evalúa algunos síntomas atípicos junto con la pirosis pero sin evaluar otros parámetros generales de calidad de vida3. De este modo, lo ideal es utilizar cuestionarios que evalúen cada síntoma por separado con una escala categórica y asociarlos con algún score de calidad de vida general4,33. En nuestro trabajo optamos por la combinación de un cuestionario específico de 7 ítems más uno general (GIQLI). Es de destacar que este último, detectó solo a la mitad de los pacientes con persistencia de SA, lo que señala la importancia de asociar al GIQLI otros cuestionarios específicos de SA. Utilizando estos cuestionarios específicos, comprobamos la desaparición de los SA en todos los pacientes del grupo II (atípico puro), lo que señala una alta eficacia de la cirugía en éstos, con resultados similares a los del grupo I (típicos). Este efecto fue claramente evidenciable ya desde la primer consulta postoperatoria. El éxito terapéutico de 97,9% en síntomas típicos y 100% en atípicos puros contrasta con el 79,1% hallado en el grupo mixto, en su mayoría por persistencia de tos crónica. Otros estudios han evaluado al grupo mixto hallando resultados dispares12. Esta diferencia fue estadísticamente significativa, pero no al evaluarlos con GERD-HRQL o GIQLI. Esto señala la pobre evaluación de SA en estudios que utilizan sólo estos scores. Sin embargo, debe destacarse que todos estos fracasos terapéuticos se dieron por persistencia de SA (en un paciente también los síntomas típicos) pero con pHmetrías postoperatorias normales. Si tomamos al resultado pHmétrico como variable de eficacia, ésta estuvo alterada sólo en 1 paciente, que presentó recidiva de la hernia hiatal y de la pirosis, pero no en aquellos con persistencia de sus SA. De este modo nuestro índice global de éxito terapéutico es del 98,7%. Estos resultados llevan a preguntarse ¿debe considerarse fracaso terapéutico al paciente con SA per- sistentes pero pHmetría normal?. En estos pacientes con síntomas inespecíficos como disnea leve, tos o disfonía pudo incurrirse en un error diagnóstico al asociarlos con la ERGE y entonces definirlos como "síntomas atípicos". Por lo tanto sugerimos que, luego de haber confirmado el reflujo mediante pHmetría, siempre debe realizarse una prueba terapéutica con IBP y sólo catalogar como SA a aquellos que respondan a la misma, que son los que también tendrán respuesta favorable a la cirugía29. En caso contrario, particularmente ante tos crónica, debería atribuirse la misma a numerosas otras causas de tos no relacionadas con ERGE y no sugerirse una eventual curación de los mismos con la intervención. El error de interpretación en estos pacientes llevará a posibles persistencias de estos síntomas, a pesar de lograr resultados postoperatorios manométricos y pHmétricos fisiológicos. Conclusiones La operación de Nissen laparoscópica, en nuestra experiencia luego de la curva de aprendizaje y con equipamiento actual, pudo realizarse con tiempos cortos de intervención y de hospitalización, y con baja morbilidad hospitalaria. Estas intervenciones lograron, en nuestra población de pacientes, una curación efectiva y definitiva del reflujo gastroesofágico en el 98,7%. La operación se asoció a un alto nivel de satisfacción de los pacientes, mejoría significativa de su calidad de vida y eliminación de la necesidad de medicación antisecretoria en la mayoría de los pacientes. Esta mejoría fue evidenciable tanto para síntomas típicos como atípicos. El grupo de pacientes con síntomas mixtos, donde el síntoma principal es pirosis, está expuesto a posibles errores diagnósticos. Si en estos pacientes se hallan también síntomas atípicos, no deben atribuirse éstos a la ERGE hasta contar con prueba con IBP y pHmetría que lo confirmen. Bibliografía 1. 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Sardi**, Andrés Humphreys*** Servicio de Ginecología - Hospital Británico de Buenos Aires * Jefe del Servicio de Ginecología ** Médico del Servicio de Ginecología ***Médico de los Servicios de Ginecología y Cardiología Correspondencia: Dr. Gustavo Maya Perdriel 74, Hospital Británico, Buenos Aires, Argentina. Tel: 011-4309-6400 (int. 2640) mayagus@hbritanico.com.ar Resumen Objetivo: el objetivo del presente estudio es determinar la factibilidad, las complicaciones, y la sobrevida en el abordaje laparoscópico del carcinoma de endometrio estadíos clínicos I. Material y métodos: Se realizó un estudio retrospectivo de todas las pacientes que se presentaron a la Sección de Ginecología Oncológica del Servicio de Ginecología del Hospital Británico de Buenos Aires (HB), entre enero de 1993 y junio del 2007, con diagnóstico de cáncer de endometrio, estadio clínico I (enfermedad limitada al cuerpo uterino). Resultados: se analizaron un total de 106 pacientes. Setenta pacientes se incluyeron en el grupo en estudio y 30 en el grupo control. La mediana de la edad para las pacientes del grupo laparoscópico fue de 62 años (DS +/- 10.96) con un rango entre 30 y 76 años; y en el grupo control fue de 65 años (DS +/- 11.82) con un rango entre 47 y 94 años. La mediana del seguimiento en el grupo laparoscópìco fue de 54 meses (DS +/- 32.1) con un rango entre 3 y 123 meses; y en el grupo control fue de 69 meses (DS +/- 30.1) con un rango entre 6 y 127 meses. Cuando se comparó la caída del hematocrito previo a la intervención quirúrgica con respecto al del día siguiente a la misma, observamos que la mediana fue de 8 puntos (DS +/3.85) en el grupo laparoscópico, y de 7.5 puntos (DS +/- 4.087) en el grupo control, no hallando diferencias significativas (p valué: NS). Al comparar la estadía hospitalaria se encontraron diferencias significativas para el grupo laparoscópico (p valué <0.0001), siendo la mediana para este de 2 días (DS +/- 0.76) con un rango de 1 a 5 días; mientras que en el grupo control la mediana fue de 5 días (DS +/- 1.26) con un rango de 3 a 8 días. Se registraron en el grupo laparoscópico las siguientes complicaciones: 6 pacientes con hematoma subcutáneo, una paciente con íleo posquirúrgico y una paciente con síndrome febril. Dentro del grupo laparotómico, se constataron cuatro pacientes con íleo posquirúrgico, cuatro pacientes con síndrome febril, cuatro pacientes con infección de la herida quirúrgica, dos pacientes con eventración y una paciente con tromboembolismo pulmonar (postoperatorio alejado); se encontró una diferencia estadísticamente significativa (p Valué: 0.0016), con un riesgo relativo de 1.346 (IC 95% 1.109 - 1.634). Las recidivas fueron similares en ambos grupos. Conclusiones: el abordaje laparoscópico en el carcinoma de endometrio en estadios iniciales permite una estadificación adecuada, con una reducción significativa en la estadía hospitalaria y con un bajo índice de complicaciones. Los resultados en términos de sobrevida son similares a los del tratamiento convencional. Introducción El carcinoma de endometrio es la lesión maligna ginecológica más frecuente y constituye casi la mitad de todos los cánceres ginecológicos en Estados Unidos de Norteamérica. Cada año se diagnostican cerca de 36100 nuevos casos, lo que origina Vol. III NÚMERO 3, 2008 cerca de 6400 defunciones1. Se estimó para el 2007 según el NCI, 39080 nuevos casos y 7400 muertes por la enfermedad aproximadamente. El tratamiento y la estadificación del carcinoma de endometrio ha sufrido modificaciones en las últi- mas dos décadas. Desde 1988 la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO)2 implementó la estadificación quirúrgica en lugar de la estadificación clínica que se realizaba hasta entonces. Afortunadamente la mayoría de los carcinomas de endometrio se diagnostican en estadios iniciales, debido a que la mayoría de las pacientes presentan sangrado uterino anormal como signo temprano de la enfermedad. La principal línea de tratamiento en las mujeres con cáncer de endometrio en estadios temprano es la anexohisterectomía total, lavados peritoneales y, en los casos en que este indicado, linfadenectomía pelviana y lumboaórtica3. En los últimos años el avance de técnicas endoscópicas menos invasivas como la laparoscopia se han incorporado a la ginecología oncológica. Recientemente, el abordaje laparoscópico de esta patología es tema de discusión permanente, y han sido publicados varios trabajos4-7. El objetivo de este estudio es determinar la factibilidad, las complicaciones, y la sobrevida en el abordaje laparoscópico del carcinoma de endometrio. Material y métodos Se realizó un estudio retrospectivo de todas las pacientes que se presentaron a la Sección de Ginecología Oncológica de los Servicios de Ginecología del Hospital Británico de Buenos Aires, entre enero de 1993 y junio del 2007, con diagnóstico de cáncer de endometrio, estadio clínico I (enfermedad limitada al cuerpo uterino). Se formaron dos grupos de estudio, aquellas pacientes cuyo tratamiento quirúrgico fue abordado por vía laparoscópica formaron parte del grupo en estudio, y aquellas cuyo tratamiento fue abordado por vía laparotómica formaron parte del grupo control. Durante este período, en la mayoría de las pacientes con estadio I clínico se prefirió el abordaje laparoscópico, siempre que la paciente no tuviese una contraindicación formal para realizar dicho abordaje. A los efectos de establecer grupos comparables las pacientes del grupo control fueron aquellas tratadas durante el período previo a la incorporación del uso del laparoscopio y también mediante caso control de cohorte concurrente. Las pacientes incluidas en el estudio debían contar con diagnóstico histológico de carcinoma de endometrio mediante raspado biópsico fraccionado o histeroscopía operatoria. Aquellas pacientes que presentaban extensión cervical de la lesión endo- metrial, extensión extrauterina de la enfermedad (basada en estudios por imágenes preoperatorios), pacientes con diagnóstico de sarcoma uterino, o de presentar tumores sincrónicos (por ejemplo, tumores anexiales), o aquellas pacientes cuyo tratamiento primario fue la radioterapia fueron excluidas del estudio. La decisión de realizar linfadenectomía pelviana y lumboaórtica se basó en el grado del tumor y la profundidad de invasión del miometrio realizado mediante congelación intraoperatoria de la pieza quirúrgica. Ésta se practicó en casos con invasión miometrial profunda (>50%), en los tumores grado histológico 3, extensión al cervix-istmo, en aquellos con histología desfavorable (células claras, seroso papilar, adenoescamoso) y cuando hubo sospecha macroscópica de compromiso ganglionar, siguiendo los criterios establecidos por la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO). La linfadenectomía paraaórtica sólo se realizó en los casos en que la linfadenectomía pelviana había sido microscópicamente positiva o en tipos histológicos desfavorables. Todas las pacientes fueron estatificadas con el sistema de la International Federation of Gynecology and Obstetrics (FIGO) del año 1988. A continuación se describe la técnica laparoscópica utilizada: 1. Todas las pacientes recibieron profilaxis antibiótica. 2. La profilaxis antitrombótica se realizó utilizando heparina de bajo peso molecular más compresión neumática intermitente antitrombótica durante la cirugía y en el período posquirúrgico la utilización de medias de compresión graduada (15-20 mmHg) y la deambulación precoz. 3. La preparación intestinal se realizó con citrato de magnesio. En todos los casos se realizó anestesia general con intubación endotraqueal. 4. La posición de la paciente durante la cirugía fue de decúbito dorsal con ambos muslos abeducidos sostenidos sobre pierneras con Trendelemburg de 30º. 5. En todas las pacientes el abordaje inicial fue con técnica de Hasson. Las vías de acceso fueron dos trocares de 5 mm en ambas fosas iliacas y dos de 10 mm, una suprapúbica y otra umbilical para la videocámara. En la actualidad se utiliza una cuarta vía utilizando una vía paralela entre la umbilical y el trocar de la fosa iliaca izquierda. 6. La metódica utilizada fue: lavados peritoneales, inspección de abdomen y pelvis, y anexo histerecFRONTERAS EN MEDICINA 19 tomía total laparoasistida con utilización de tubo vaginal para la colpotomía, realizándose solo la linfadenectomía en los casos que los hallazgos intraoperatorios lo indiquen. La técnica quirúrgica de la anexohisterectomía se inicia con la electrocoagulación de ambas trompas, siguiendo con la disección del ligamento infundíbulo-pélvico, identificación del uréter, coagulación con bipolar, sección y corte del infundíbulo. Luego se realizó coagulación y sección del ligamento redondo y finalmente se realizó identificación y coagulación bipolar de vasos uterinos. Con el fin de facilitar la apertura de vagina y evitar la pérdida del neumoperitoneo en ese momento y durante la colporrafia se utilizó un tubo de acrílico vaginal y la posterior utilización de un hook monopolar para realizar la colpotomía. La pieza se extrae por vía vaginal y la colporrafia por vía vaginal o laparoscópica. La linfadenectomía pelviana laparoscópica se efectuó con técnica similar a la utilizada por vía laparotómica y solo se realizo linfadenectomía lumboaórtica si había sospecha macroscópica de ganglios pelvianos positivos. Las pacientes a quienes se le realizó laparotomía fueron sometidas a la técnica quirúrgica estándar con incisión mediana, lavados peritoneales, inspección de la cavidad abdominopelviana y anexo histerectomía total y según factores de riesgo se les realizó linfadenectomía pelviana y lumboaórtica. Las pacientes de ambos grupos terapéuticos fueron sometidos a las siguientes comparaciones: 1. Características clínicas, 2. Hallazgos histo-patológicos (tipo histológico, grado tumoral, infiltración miometral, lavados peritoneales), 3. Hallazgos quirúrgicos (tiempo operatorio, número de días de internación, caída del hematocrito, 4. Complicaciones quirúrgicas y posquirúrgicas, 5. Recidiva local, 6. Sobrevida. Las pacientes fueron seguidas cada 3 meses durante los primeros 2 años, cada 6 meses durante los 3 años siguientes y luego en forma anual. Durante las visitas médicas, las pacientes eran sometidas a un examen físico pelviano y abdominal y a la realización de la citología con la técnica de Papanicolaou. Se registraron en la historia clínica de cada paciente el día y el sitio de las recurrencias, si estas ocurrían. El tiempo libre de enfermedad se calculó desde la fecha de la cirugía oncológica hasta el último control registrado en la historia clínica de la paciente. La sobrevida de cada paciente fue calculada desde la fecha de la cirugía hasta la fecha de muerte o el último control registrado en la hisVol. III NÚMERO 3, 2008 toria clínica. Las pacientes que fallecieron por una causa ajena a la patología oncológica fueron asentadas como pacientes libres de enfermedad al momento del deceso. Los datos se recopilaron de la base de datos de pacientes consecutivas del Servicio de Ginecología del Hospital Británico. La información de cada paciente adicional fue recolectada a través de la historia clínica personal. Resultados En el período comprendido entre los meses de enero de 1993 y junio del 2007, 106 pacientes fueron admitidas en la Sección de Ginecología Oncológica del Servicio de Ginecología del Hospital Británico, con diagnóstico de cáncer de endometrio estadio clínico I, de las cuales 76 se incluyeron en el grupo en estudio y 30 pacientes en el grupo control. La mediana del seguimiento para aquellas pacientes que se sometieron al tratamiento laparoscópico fue 54 meses (DS +/- 32.1) con un rango entre 3 y 123 meses; y la mediana en el seguimiento del grupo control fue de 69 meses (DS +/- 30.1) con un rango entre 6 y 127 meses. Cinco pacientes (6.57%) cuyo abordaje inicial fue laparoscópico, debieron convertirse a laparotómico debido a que en 3 casos por dificultad en la realización de la linfadenectomía retroperitoneal, y en dos por dificultad en la movilización uterina debido al tamaño del mismo. Igualmente el análisis estadístico de estas pacientes fue realizado en el grupo inicial, en este caso las cinco pacientes se analizaron en el grupo laparoscópico. Las características clínicas de las pacientes se describen en la Tabla 1. Como se muestra en dicha tabla no hay diferencias significativas en cuanto a la edad y el peso de las pacientes al momento de la intervención quirúrgica. Dentro de las pacientes del grupo laparoscópico, 30 pacientes (39,47%) tuvieron tumores grado I; 38 pacientes (50%) grado II y 8 pacientes (10,52%) grado III. En el grupo laparotómico 21 pacientes (70%) tuvieron tumores grado I; 6 pacientes (20%) grado II y 3 pacientes (10%) grado III. Con respecto a las variedades histológicas, dentro de las pacientes abordadas por vía laparoscópica, 72 pacientes (94.73%) tuvieron tumores de endometrio del tipo endometroide, de los cuales uno se encontraba sobre áreas de adenomiosis; 3 pacientes presentaron tumor adenoescamoso (3.94%) y una paciente (1.31%) presentó un tumor mixto mulleriano. Dentro del grupo control, el 100% (30 pacientes) tuvieron tumor de endometrio de tipo endometroide. En el grupo laparoscópico se constato infiltración miometrial de < 50% en 61/76 pacientes (80.26%); mientras que en el grupo laparotómico se registró en 25/30 pacientes (83.33%). Hubo compromiso cervical en 2 casos del grupo laparotómico (p valué NS). Los lavados peritoneales fueron positivos en 3/76 en el grupo en estudio y en 5/30 en el grupo control (p valué NS). Tabla 1. Características clínicas Laparoscópico (n:76) Laparotómico (n:30) Ambos (n:106) Edad (años) Mediana + DS Rango 62 +/- 10.96 30 - 76 65 +/- 11.82 47 - 94 62 +/- 10.53 30 - 94 0.093 Peso (Kg.) Mediana + DS Rango 68 +/- 19.98 50 - 135 71 +/- 22.78 45 - 130 70 +/- 20.44 45 - 135 0.12 Características p Valué Tabla 2. Hallazgos histológicos Características Laparoscópico (n:76) Laparotómico (n:30) p Valué Histología A. Endometroide Adenoescamoso Mixto Mulleriano 72 3 1 30 NS Grado Tumoral GI G II G III 30 38 8 21 6 3 NS Infiltración miometrial <50% >50% 61 15 25 5 NS Lavados Peritoneales 3 5 NS El número promedio de ganglios extirpados en el grupo en estudio fue de 14 (6-24), mientras que en el grupo laparotómico fue de 18 (6-28). El número de ganglios extirpados estuvo en relación con la curva de aprendizaje. Cuando se comparó la caída del hematocrito previo a la intervención quirúrgica con respecto al del día siguiente a la misma, observamos que la medida fue de 8 puntos (DS +/- 3.85) en el grupo laparoscópico, y de 7.5 puntos (DS +/- 4.087) en el grupo control, no hallando diferencias significativas (p valué: NS). Al comparar la estadía hospitalaria se encontraron diferencias significativas para el grupo laparoscópico (p valué <0.0001), siendo la mediana para este de 2 días (DS +/- 0.76) con un rango de 1 a 5 días; mientras que en el grupo control la mediana fue de 5 días (DS +/- 1.26) con un rango de 3 a 8 días. Cuando se compara el tiempo operatorio, para las pacientes tratadas con el abordaje laparoscópico la mediana del mismo fue de 160 minutos (DS +/51.48 minutos), con un rango entre 60 y 285 minutos. Para el grupo control la mediana del tiempo operatorio fue de 120 (DS +/- 50.42), con un rango entre 90 y 240 minutos (p valué NS) (Tabla Nº 3). El tiempo está relacionado a la curva de aprendizaje ya que en la institución existe la enseñanza tutorial a la residencia. Dentro del grupo laparoscópico se registraron las siguientes complicaciones: seis pacientes con heFRONTERAS EN MEDICINA 21 matoma subcutáneo, una paciente con íleo posquirúrgico y una paciente con síndrome febril. Dentro del grupo laparotómico, se constataron cuatro pacientes con íleo posquirúrgico, cuatro pacientes con síndrome febril, cuatro pacientes con infección de la herida quirúrgica, dos pacientes con eventración y una paciente con tromboembolismo pulmonar (postoperatorio alejado); encontrando una diferencia estadísticamente significativa (p Valué: 0.0020). Es importante destacar que en ambos grupos no se produjeron complicaciones intraoperatorias (Tabla Nº 4). Cuando se analizan las complicaciones en pacientes mayores vs. menores de 65 años, se observa una diferencia significativa a favor de los primeros (Ver Tabla Nº 5). Las recidivas registradas en el grupo en estudio fueron de 2/76 y de 5/30 en el grupo control. La sobrevida fue del 95% en el grupo laparoscópico y del 87% para el grupo laparotómico, no hallando diferencias estadísticamente significativas. Tabla 3. Hallazgos quirúrgicos Características Laparoscópico (n:76) Laparotómico (n:30) p Valué Tiempo quirúrgico Mediana + DS 160 +/- 51.48 120 +/- 50.42 p: NS Días de Internación Mediana + DS 2 +/- 0.76 5 +/- 1.26 5p < 0.0001 Hematocrito Mediana + DS 8 +/- 3.85 7.5 +/- 4.087 p: NS Laparoscópico (n:76) Laparotómico (n:30) p Valué Complicaciones Quirúrgicas 0/76 0/30 NS Complicaciones Posquirúrgicas 8/76 15/30 p Valué< 0.0020 Tabla 4. Complicaciones Tabla 5. Complicaciones en pacientes menores vs. mayores de 65 años Complicaciones Laparoscópico (n:76) Laparotómico (n:30) p Valué Menores de 65 años 6/46 4/10 NS Mayores de 65 años 2/26 11/20 P < 0.001 Discusión La cirugía laparoscópica ocupa cada vez más frecuentemente un rol importante en el diagnóstico, estatificación y tratamiento de las neoplasias ginecológicas. La laparoscopia permite la investigación completa del abdomen superior y retroperitoneo con exploración macroscópica del peritoneo, la obtención de biopsias y citología peritoneal y linfadenectomía pelviana y lumboaórtica. En el carcinoma de endometrio, la laparoscopía Vol. III NÚMERO 3, 2008 cumple con todos los requisitos necesarios para efectuar todos los pasos indispensables para una adecuada estadificación seguida del tratamiento quirúrgico con criterio oncológico: permite obtener lavados para estudio citológico, acceder a toda la cavidad peritoneal, garantizar la remoción de los anexos, resecar los ganglios pelvianos y paraórticos, y facilitar la extirpación del útero por vía vaginal. Diferentes estudios han evaluado la factibilidad de la cirugía laparoscópica en el cáncer de endometrio4-9. Si bien la mayoría de los casos se trata de estudios retrospectivos, todos ellos demuestran la posibilidad de utilizar el abordaje laparoscópico en las pacientes con carcinoma de endometrio en estadios iniciales. Childers4 publicó la primera serie de 59 pacientes con carcinoma de endometrio estatificadas por vía laparoscópica en 1993, pudiendo realizar la técnica en el 93% de los casos. La obesidad en este estudio fue un factor limitante para realizar la linfadenectomía. En otro reporte retrospectivo de pacientes con carcinoma de endometrio en estadios iniciales, Gemignani y col.6 comparan 69 pacientes tratadas por vía laparoscópica con 251 pacientes tratadas por vía laparotómica. Del análisis comparativo de los dos grupos surge que las pacientes en quienes se realizó tratamiento laparoscópico tuvieron una menor estadía hospitalaria, con un número más bajo de complicaciones, y una sobrevida similar en ambos grupos. En un estudio realizado por Eltabbakh y col.7, en 86 con carcinoma de endometrio estadio inicial que fueron comparadas con un control histórico de pacientes de similares características tratadas por vía laparotómica; los resultados mostraron que la vía laparoscópica fue posible como modalidad de tratamiento en este grupo de pacientes con una menor hospitalización, una recuperación temprana de las mismas y con una mejor calidad de vida. Recientemente, el Gynecology Oncology Group8, publicó una serie retrospectiva de 50 pacientes en quienes se realizó abordaje laparoscópico en el manejo de estadio I de carcinoma de endometrio donde se demostró la posibilidad de estadificación y tratamiento quirúrgico en estas pacientes. Nuestra experiencia conjunta reúne la serie más extensa de pacientes publicada en nuestro país. Los resultados muestran una tasa de factibilidad del método del 95%, cumpliendo uno de nuestros objetivos primarios. Cabe destacar que las poblaciones seleccionadas pertenecían a grupo de pacientes con características clínicas similares. Aunque el peso promedio fue mayor en el grupo laparotómico, un porcentaje importante de las pacientes en el grupo laparoscópico eran obesas. Estudios previos demuestran que este es un factor limitante en la posibilidad de realizar el procedimiento por vía laparoscópica, pero en nuestra experiencia las pacientes obesas que fueron abordadas mediante laparoscopia presentaron menores complicaciones y menor estadía hos- pitalaria que aquellas con similares características sometidas a laparotomía. En cuanto a la técnica utilizada en las diferentes secciones se presentaron algunas diferencias: en el Hospital de Clínicas la anexohisterectomía era realizada en un principio por vía vaginal laparoscopicamente asistida, en la actualidad el procedimiento se lleva a cabo en su totalidad por vía la-paroscópica. En el Hospital Británico la anexohisterectomía total se realizó en todos los casos me-diante vía laparoscópica. El tiempo operatorio fue mayor en los casos del abordaje laparoscópico, pero teniendo en cuenta que el mismo fue cada vez menor en relación a la curva de aprendizaje. En nuestro estudio, el número promedio de ganglios extirpados mediante intervención laparoscópica muestra concordancia con los números reportados previamente9,10. Aun así según algunos autores10, utilizan el número de ganglios como marcador de suficiencia de la muestra no sería ideal ya que este número no sólo depende de la anatomía de la paciente, sino que también varía entre los diferentes patólogos. La mayoría de nuestras linfadenectomías laparoscópicas fueron solo pelvianas con un número promedio de ganglios de 14 comparado con 18 en el caso de las laparotomías, no siendo significativa la diferencia entre ambos grupos. El número de ganglios extirpados estuvo en relación con la curva de aprendizaje. En relación a la estadía hospitalaria, ésta fue significativamente menor en el grupo en estudio, donde el promedio de internación fue 2 días en el grupo laparoscópico con un rango entre 1-3 días; mientras que en el otro grupo el promedio fue de 5 días con un rango entre 4-8 días. Otro de nuestros objetivos fue evaluar las complicaciones relacionadas al método. No se registraron complicaciones intraoperatorias en ninguno de los grupos comparados. En el grupo laparoscópico ocho pacientes tuvieron complicaciones posquirúrgicas leves y ninguna de ellas requirió intervenciones al respecto. Cuando se comparó con el grupo laparotómico se observó que en este último hubo un mayor índice de pacientes con complicaciones severas, cinco eventraciones que requirieron nuevas intervenciones, y otra paciente presentó un tromboembolismo pulmonar. Es interesante que cuando se analizaron los grupos según su edad en pacientes menores y mayores de 65 años, éstas últimas tuvieron una evolución mucho más favorable cuando el abordaje fue laparoscópico. Aunque en este estudio no se midió específicamenFRONTERAS EN MEDICINA 23 te la calidad de vida de las pacientes con abordaje laparoscópico, nosotros pudimos observar mediante nuestra experiencia que las pacientes en quienes se utilizó este método presentaron una con un retorno temprano a su actividad habitual. Esto fue evaluado por Spirtos11y col. en un estudio que analizó la calidad de vida y los costos de la cirugía laparoscópica vs. laparotómica en pacientes con cáncer de endometrio inicial. Este autor concluye que los costos de las pacientes que son sometidas a laparoscopia son menores y que presentan una mejor calidad de vida debido a una menor estadía hospitalaria, menor dolor posquirúrgico y retorno temprano a su vida habitual. Un estudio del GOG, también evaluó la calidad de vida en las pacientes abordadas por vía laparoscópica comparada con la laparotómica, hallando diferencias significativas durante la primer semana, la tercer y sexta semana de la intervención, pero no así al sexto mes12. A pesar de estos resultados alentadores conocemos ciertas limitaciones del método: la imposibilidad de realizar una cirugía citoreductora en casos de extensión extrauterina de la enfermedad o bien cuando se trata de tipos histológicos como el carcinoma seroso papilar del endometrio, el cual tiene una biología similar al carcinoma del ovario, y como tal debe ser tratado. En cuanto a las características clínicas de las pacientes, la presencia de obesidad muchas veces dificulta la realización de la linfadenectomía, en dicha circunstancia puede ser necesaria la conversión a laparotomía; aunque debe reconocerse que las pacientes obesas son en general portadoras de carcinomas de endometrio diferenciados, hormonodependientes, de buen pronóstico. Conclusiones El abordaje laparoscópico en el carcinoma de endometrio en estadios iniciales permite una estadificación adecuada, con una reducción significativa en la estadía hospitalaria y con un bajo índice de complicaciones y en especial en las pacientes mayores de 65 años. Los resultados en términos de sobrevida son similares a los del tratamiento convencional. Las limitaciones de nuestro estudio incluyen el carácter retrospectivo de su diseño y los sesgos que pueden surgir de comparar poblaciones no aleatorizadas. Hasta el momento no hay ensayos clínicos prospectivos y aleatorizados que evalúen sobrevida a largo plazo en pacientes con cáncer de endometrio tratadas por vía laparoscópica. El GOG (Gynecologic Oncology Group) está llevando a cabo un estudio de estas características (LAP-2 trial) en el cual las pacientes son asignadas en forma aleatoria a linfadenectomía pelviana y lumboaórtica laparoscópica con anexohisterectomía vaginal laparoscopicamente asistida versus linfadenectomía pelviana y lumboaórtica mas anexohisterectomía total laparotómica. Los resultados de este estudio podrá establecer el rol de la laparoscopia en el carcinoma de endometrio. Bibliografía 1. Grenlee RT, Murray T, Bolden S, Wingo PA. Cancer statistics, 2000. CA Cancer J Clin 2000; 50:7-33. 2. Shepherd JH: Revised FIGO staging for gynaecological cancer. Br J Obstet Gynaecol 1996 (8): 889-892. 3.-Boronow RC, Morrow CP, Creasman WT, Disaia PJ, Silverberg SG, Miller A, et al. 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Quality of life of patients in a randomized clinical trial of laparoscopy versus open laparotomy for the surgical resection and staging of uterine cancer: A Gynecologic Oncology Group Study. Gynecol Oncol 2006; 101, S1, Abst 47. FRONTERAS EN MEDICINA 25 Revisión Eritema Multiforme: Definición, terminología, clasificación y espectro Mario A. Marini*, Mariano G. Marini** * Profesor Titular de Dermatología, Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Británico de Buenos Aires ** Médico del último año de la Carrera de Médico Especialista en Dermatología, Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Sede Hospital Británico Correspondencia: Dr. Mario Marini Perdriel 74, Hospital Británico, Buenos Aires, Argentina. Tel: 011-4309-6400 (int. 6598) mmarini@fibertel.com.ar Introducción Hebra1 en 1860 describió al eritema multiforme menor (EM menor) bajo la denominación de "eritema exudativo multiforme". Fue Bazin2 en 1862 el que le agregó la sintomatología sistémica y el compromiso mucoso, constituyéndose así el eritema multiforme mayor (EM mayor). Feissinger y Rendu3 en 1917 y Stevens y Johnson4 en 1922 reconocieron un síndrome con predominio óculo-mucoso, que hoy lleva el nombre de estos dos últimos autores (SSJ). Thomas5 en 1950 reunió a estas enfermedades en dos grupos: el EM menor por un lado y el EM mayor (con el SSJ como variedad) por el otro; al que en 1956, se le agregó la "necrolisis epidérmica tóxica" (NET), descrita por Lyell6. Con fines didácticos se podría resumir que hasta avanzado el siglo XX, el EM estaba integrado por una variedad clínica cutánea leve, autorresolutiva, con tendencia a recidivar y de muy buen pronóstico: el EM menor; y otra variedad cutáneo-mucosa severa, con compromiso general: el EM mayor; dentro del cual se incluían dos formas clínicas serias: el SSJ y la NET, interpretadas como grados de severidad de una misma enfermedad. Durante esa época, parte de la confusión radicó en considerar al EM mayor y al SSJ como sinónimos, error que aún persiste en algunas escuelas. A partir de 1993, con el advenimiento de estudios cooperativos 7 y con el avance de los conocimientos etiopatogénicos, este capítulo comenzó a sufrir importantes cambios conceptuales. Se reordenaron, desde el punto de vista nosológico las dermatosis existentes; se crearon nuevas entidades como consecuencia de la observación de formas de suVol. III NÚMERO 3, 2008 perposición y pasaje entre las variedades clásicas; se las denominaron con otros términos de acuerdo con la nueva ubicación nosológica y se propuso eliminar a una de las variedades clínicas clásicas. Pero el hecho destacado fue el progreso que experimentó la terapéutica de las formas graves, gracias al advenimiento de nóveles conocimientos en el campo de la patogenia y al mejoramiento de los cuidados generales de estos pacientes. El médico debe estar al tanto de estos cambios, ya que cada una de las ocho formas clínicas de EM tienen sus tratamientos específicos y que las variedades severas son causa de emergencia médica. El profesional debe actuar de manera rápida y con certeza para evitar serias complicaciones y aún la muerte del paciente, con un lógico enfoque médico multidisciplinario. Definición El eritema multiforme (EM) es un síndrome que abarca a un grupo heterogéneo de enfermedades inflamatorias agudas de la piel y las mucosas, con o sin compromiso sistémico. Puede ser desencadenado por múltiples causas (infecciosas, farmacológicas) y obedece a mecanismos inmunes. Compromete a todas las razas y a ambos sexos, con ligero predominio por el masculino. Puede observarse en todas las etapas de la vida, con mayor incidencia entre los adultos y está relacionada con determinados HLA: B12 - B15 - B35 - B62 - A33 DR53 - DQ31 - DQ3. Este síndrome involucra a cuatro formas clínicas clásicas: EM menor, EM mayor, síndrome de Stevens-Johnson y necrolisis epidérmica tóxica, a las que en los últimos años se le han agregado nuevas variedades: inclasificado y de superposición. Es autorresolutivo, con tendencia a recurrir y de acuerdo con las características de las recaídas, se lo puede llegar a clasificar en EM recurrente o EM persistente. El pronóstico es variable según la forma clínica de presentación. Terminología, clasificación y ubicación nosológica En los principales textos dermatológicos de la actualidad8,9,10,11, existe la tendencia a reunir a las cuatro dermatosis clásicas que integran este capítulo en dos grupos separados debido a las características etiopatogénicas; clínicas; patológicas; evolutivas; de pronóstico y tratamiento particulares. Desde el polo leve al severo, por un lado se agrupan al EM menor y al EM mayor y por el otro al SSJ y a la NET (Figura 1). desprenderse y dejar áreas denudadas, debido a una apoptosis masiva de los queratinocitos (vía Fas - Fas ligando, calprotectina, TNF-a - TNF R). En cambio para unos pocos autores12, el SSJ y la NET corresponderían a entidades separadas con rasgos propios que les permitirían mantener cierta individualidad. Hasta aquí, la división en dos grupos separados parecería lógica; sin embargo, la frecuente observación de pacientes con formas de transición entre algunas de estas variedades clínicas (10 - 20 % de los adultos y en mayor porcentaje en los niños)11, hace que aún persista el criterio de incluir a las cuatro variedades clásicas dentro del abanico del EM, a la que se le agregaron nuevas entidades. A la forma que cabalga entre el EM mayor y el SSJ se la denominó EM inclasificado y a la forma de pasaje entre el SSJ y la NET como síndrome de superposición 13 (Figura 2). Figura 2. Figura 1. El EM menor y el EM mayor corresponderían a distintos grados de severidad de una misma enfermedad, desencadenada por infecciones (virus del herpes simple), con una clínica donde predominan las lesiones en escarapela y la histopatología está representada por un patrón inflamatorio liquenoide con exocitosis y mínima necrosis de células basales (vía CD8 +). Poseen tendencia a recidivar y el pronóstico es favorable. El SSJ y la NET, formas clínicas cutáneo-mucosas graves, que para la mayoría de los autores también serían grados de severidad de una misma enfermedad. Son desencadenadas por fármacos, con patrones clínicos de tipo eritemato-purpúricos y ampollares extendidos, con tendencia de la epidermis a Por lo tanto, las variedades que integran actualmente el espectro continuo del EM, que se extiende desde un extremo leve (benigno), al otro severo (en ocasiones mortal) y sus interrelaciones, son graficadas en la Figura 3. Figura 3. FRONTERAS EN MEDICINA 27 Algunos autores reúnen dentro del término EM solamente a las variedades menor y mayor, es decir, cuando se hable de EM se estará mencionando únicamente al EM menor y al EM mayor; prefiriendo denominar a las tres variedades severas (SSJ, SSJ/ NET y NET) bajo el título común de "necrosis epidérmica diseminada aguda", para diferenciarlo del anterior 14 (terminología que no prosperó). De esta manera se está separando en forma terminante a ambos grupos por sus características etiopatogénicas y clínico-patológicas, desconociendo a la forma que cabalga entre el EM mayor y el SSJ (EM inclasificado), siendo ésta una variedad frecuente de observar en la actualidad. Preferimos reservar el término EM únicamente para el menor, el mayor y el inclasificado, utilizando siplemente la denominación SSJ y NET para es-tas dos entidades, sin anteponer EM ("EM tipo SSJNET" o "EM variedad SSJ-NET") y llamar síndrome de superposición a la variedad que cabalga entre el SSJ y la NET. En 2002, una propuesta de clasificación realizada por el Severe Cutaneous Adverse Reactions (SCAR) Study Group13, excluye del capítulo al EM menor como una entidad individual con rasgos propios, a la que luego se le sumaron otros autores12,15. Sin embargo consideramos que existen pacientes, que por las características generales de su enfermedad, se los puede diagnosticar, sin lugar a dudas, como EM menor y ser tratados como tal. Por lo tanto proponemos mantener las seis variedades dentro del espectro continuo del EM, estando el EM me-nor en íntima relación con el EM mayor. A esta enfermedad inflamatoria aguda, también se la puede clasificar desde el punto de vista clínico evolutivo, de acuerdo con las características de las recaídas en EM recurrente y en EM persistente (o continuo). El EM recurrente se caracteriza por brotes que duran en promedio 14 días (generalmente con aspecto clínico-patológico de tipo EM menor o EM mayor), intercalados por periodos de latencia. Se observa en adultos jóvenes (igual en hombres que en mujeres) y se lo relaciona con HLA DQ W3 B35 - B62 - DR53. Presentan un promedio de 6 brotes anuales y una evolución crónica (de alrededor de 10 años), especialmente si reciben fármacos inmunosupresores. El virus del herpes simple (HSV), confirmado en las lesiones cutáneas en más del 90% de los casos, tendría un importante papel protagónico en el desarrollo de las recurrencias de la enfermedad16,17,18,19,20. (Figura 4) La forma persistente o continua, es una rara varieVol. III NÚMERO 3, 2008 dad que se caracteriza por brotes subintrantes de lesiones asimilables a las formas clínicas de EM inclasificables o SSJ, acompañada de neutropenia, hipocomplementemia y complejos inmunes circulantes. La etiología más frecuente es el Epstein Barr virus (EBV) y se deben investigar neoplasias (gástrica-renal), aunque no siempre se puede detectar causa desencadenante19,21. (Figura 4) Figura 4. Espectro del EM Dentro del espectro continuo del EM, se distinguen diferentes variedades clínicas (Figura 4). A las cuatro formas clásicas, desde el polo de menor compromiso al más severo: EM menor, EM mayor, SSJ y NET, se les agregaron dos nuevas formas: EM inclasificado (EM mayor / SSJ) y de superposición (SSJ / NET); quedando el abanico del EM constituido en base a los conceptos actuales, de la siguiente manera: EM menor, EM mayor, EM inclasificado, SSJ, síndrome de superposición y NET. Además, existen dos subtipos evolutivos de EM de acuerdo con las características de las recaídas: EM recurrente y EM persistente. Es importante aclarar que el EM menor se incorpora en parte al EM mayor, como expresiones de una misma enfermedad. Se debe reconocer la existencia de la variedad inclasificada de EM, por la frecuente observación de pacientes con características generales que cabalgan entre el EM mayor y el SSJ. Si bien el EM inclasificado comparte rasgos de ambas entidades, por lo general tiende a inclinarse más hacia el lado del EM mayor que hacia el SSJ, por presentar más puntos de coincidencia con el primero que con el segundo13. Lo destacado del EM inclasificado, es la posibilidad que tiene de reunir distintos aspectos etiopatogénicos y clínico-pa- tológicos de ambos lados del espectro (que serían difíciles de interpretar de otra manera), convirtiéndose de esta manera en el "eslabón perdido" del capítulo y que sin su existencia, el mismo ya se hubiese fragmentado en dos partes. Del lado severo del abanico, se agrupan tres síndromes, que son interpretados como variantes de severidad de una misma enfermedad: SSJ, síndrome de superposición y NET. No es infrecuente observar formas de pasaje entre ellos, evolucionando siempre hacia el extremo de mayor severidad (SSJNET). Lo importante de conocer todo esto y poder encuadrar al paciente dentro de una de las ocho formas clínicas, es que cada una de ellas tiene su tratamiento particular. Otro tópico interesante es reconocer el predominio de las causas desencadenantes de este grupo de enfermedades, para evitar pérdida de tiempo y estudios innecesarios13. (Ver Tabla 1). Tabla 1. Variedades de EM y sus causas desencadenantes EM menor EM mayor EM Inclasificado SSJ Virus de Herpes Simple (I-II) Mycoplasma neumoniae Este grupo de dermatosis aún no encontró el adecuado equilibrio nosológico final; la exacta interrelación entre ellas es controversial, como así también su patogénesis que está incompletamente entendida y el tratamiento de las formas más severas que no siempre responden de la manera esperada. Si bien todavía existen puntos poco claros, los progresos que experimentó este capítulo en los últimos años fueron muy grandes. NET Farmacos EM recurrente Virus de Herpes Simple (I-II) Síndrome de Superposición EM persistente Epstein Barr Virus, Neoplasias 1917; 25:54-58. 4- Stevens AH, Johnson FC. A new eruptive fever associated with stomatitis and ophthalmia. Am J Dis Child 1922; 24: 526-7. 5- Thomas BA. The so-called Stevens - Johnson syndrome. BMJ. 1950; 1:1393-7. 6- Lyell A. Toxic epidermal necrolysis: an eruption resembling scalding of the skin. Br J Dermatol. 1956; 68:355-61. 7- Bastuji-Garin S, Rzany B, Stern RS et al. Clinical Classification of cases of toxic epidermal necrolysis, Stevens- Bibliografía Johnson syndrome, and erythema multiforme. Arch Dermatol 1993; 129:92-6. 1- von Hebra F. Acute exantheme und hautkrankheiten. 8- Fritsch PO, Maldonado RR. Erythema Multiforme en Handbuch der Speciellen Pathologie und Therapie. Erlan- Fitzpatrick´s Dermatology in General Medicine. 5th edition. gen: Verlag von Ferdinand von Enke, 1860:198-200. Volumen 1. Ed. McGraw-Hill. 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Tel: Tel: 011-4309-6400 (int. 6598) mfverdaguer@hbritanico.com.ar Introducción El principio rector de la Psiquiatría de Consulta y Enlace, como brazo clínico de la Medicina Psicosomática, es un concepto anhelante de una visión del ser humano en su globalidad, para que el sufrimiento mental se encuentra en interrelación constante con las perturbaciones físicas1. La indivisibilidad de los aspectos somáticos, psíquicos y sociales de la vida humana se muestra con claridad en los campos de la Ginecología y la Obstetricia. Los desórdenes ginecológicos frecuentemente coinciden con dificultades emocionales o maritales; y estos problemas concomitantes predicen mejor la consulta médica que los factores "orgánicos". Las mujeres perciben la salud y la enfermedad dentro del contexto de su situación vital particular; esperan que sus tocoginecólogos tomen en cuenta sus condiciones personales y familiares, y que promuevan el diálogo sobre estos temas2. A pesar de una relación aparentemente fluida entre las dos disciplinas, destacada por la existencia de sociedades científicas y journals específicos que la fomentan, diferentes estudios han puesto en evidencia, una tasa baja de consultas psiquiátricas originadas en servicios de tocoginecología y el pobre reconocimiento habitual de patología psíquica identificable en las pacientes que son asistidas3. El grupo de los trastornos mentales que tienen lugar en el período postparto, forma parte de un espectro de entidades psicopatológicas vinculadas a la deprivación de estrógenos (menarca, premenstruo, post-aborto); y ninguna de ellas parece escapar a estas circunstancias. La posición nosográfica de estas enfermedades parece alejarlas del foco de atención de la mayoría de los psiquiatras en función asistencial en nuestro medio. No obstante el impacto que producen sobre la salud de una población de mujeres jóvenes y previamente sanas, y el tema sensible de las señales perdurables que su presentación podría deVol. III NÚMERO 3, 2008 jar en el desarrollo neuropsíquico de los niños recién nacidos. Nosología general de los trastornos psíquicos postparto El estudio nosológico de todos los trastornos mentales del período postparto tropieza con dos obstáculos. La cuestión no resuelta de su definición como categorías clínicas independientes, o como manifestaciones peculiares de otros desórdenes psíquicos; y la falta de consenso en la delimitación del período de tiempo considerado con el término postparto5,6. En contraste con la denominación individual que domina en los títulos de la literatura (principalmente europea) sobre el tema ("Depresión postnatal", "Maternity Blues", "Psicosis Puerperales", etc.), los desórdenes psíquicos del postparto no son contenidos en la clasificación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV; DSM-IV-TR - Asociación Americana de Psiquiatría) como entidades particulares, sino como "especificadores" para otros diagnósticos primarios (Tabla 1)7,8; y la opinión de los expertos para el caso de las psicosis puerperales sobre su ordenamiento nosográfico está dividida en varias perspectivas. La extensión del tiempo definido como "postparto" suma otra dificultad para la síntesis integrada de la mayoría de los datos publicados acerca de sus trastornos psíquicos. La delimitación más restrictiva, 4 semanas, corresponde a lo exigido por el DSM-IV y su edición revisada (TR) para el uso del "inicio en el postparto" como especificador de algunos de los trastornos afectivos y la psicosis breve. Muchos investigadores prolongan el lapso hasta cumplidos los 3 meses luego del parto, en coincidencia con el pico de prevalencia y hospitalización informados para el grupo de estos desórdenes. Otros proponen extenderlo hasta los 6 meses para evitar la exclusión de formas psicóticas de inicio más tardío que las afectivas9. Muchos clínicos e investigadores toman el término mucho más inclusivo de 1 año; y, para el caso de la depresión mayor, expertos en psiquiatría postnatal sostienen que el período de riesgo se extiende entre los 3 meses y los 2 años desde el parto10. No obstante estas dificultades para el consenso nosológico, existe un acuerdo en la identificación de los tres más reconocidos entre los síndromes psíquicos del postparto (Maternity Blues, Depresión Postnatal, Psicosis Puerperal), sus principales características clínicas y evolutivas, y las opciones terapéuticas disponibles (Tabla 2). Tabla 1. Diagnósticos del DSM IV con posible especificación "de inicio en el postparto" Código Trastorno Tipo Descriptor de Episodios F32.x F33.x F30.x F31.x F31.6 F31.x F31.8 F23.8x Trastorno Depresivo Mayor - Trastorno Bipolar I Episodio único Recidivante Episodio maníaco único Episodio más reciente maníaco Episodio más reciente mixto Episodio más reciente depresivo II Trastorno Psicótico Breve Tabla 2. Síndromes Psiquiátricos del Postparto. Modificado de Chaudron LH & Pies RW, 2003 Síndrome Maternity Blues Depresión Frecuencia 50 a 75% Frecuencia de presentación máxima entre el 3º y 5º día luego del parto 10 a13% Resuelve entre varios días y hasta en 2 semanas. Presentación dentro de los 6 meses desde el parto, habtualmente entre la 2ª y la 4ª semana 1 a 2% Presentación habitualmente abrupta, dentro de las 4 semanas posteriores al parto Postnatal Psicosis Puerperal Presentación y Evolución De acuerdo con Brockington11, esta concepción "tradicional" reconoce 3 variedades de trastornos psiquiátricos postparto, resulta una sobresimplificación; y el espectro sería en la práctica más amplia. Entre los problemas que requieren atención clínica, el autor destaca: las perturbaciones del vínculo ma- Cualidades Clinicas Opciones Terapéuticas Labilidad emocional con llanto Habitualmente Autolimitado fácil, irritabilidad. Intervenciones psicoeducativas y de soporte emocional. Episodio depresivo mayor (sin Psicoterapia síntomas psicóticos), con ansiedad, insomnio, alteración del apetito, sentimientos de incompetencia materna, deterioro de la concentración, fatiga. Ocasionalmente cogniciones obsesivas comórbidas. Tratamiento antidepresivo. Minimización de factores medioambientales determinantes de estrés psíquico. Internación para los casos severos. Oscilaciones marcadas del humor, ideas delirantes paranoides, confunsión mental con Internación desorganización formal del pensamiento, alucinaciones de modalidad múltiple (semejanza clínica con delirium), perplejidad o agitación, insomnio. Examen médico multidisciplinario para descartar psicosis secundarias.Tratamiento farmacológico con antipsicóticos atípicos y/o estabilizadores del ánimo. terno-infantil; una variante de presentación puerperal del trastorno por estrés post-traumático; la experiencia de preocupaciones mórbidas diversas (conflicto con la imagen corporal, celos patológicos, querulancia con alguna intervención asistencial obstétrica); la exacerbación o nueva presentaFRONTERAS EN MEDICINA 33 ción de trastornos de ansiedad (panic disorder y ansiedad generalizada) con cualidades específicas del período puerperal; y la manifestación de cogniciones obsesivas (con o sin Trastorno Obsesivo Compulsivo propiamente dicho), con el acento temático puesto sobre la agresión contra el propio hijo (Ver Tabla 3). Reconocido el costo del reduccionismo, tanto co- mo la autoridad en la materia del autor de esta crítica, esta revisión responde al propósito de ser un llamado de atención inicial, para médicos no especialistas, sobre los trastornos mentales que se presentan en el período postparto. A favor de la claridad, entonces, volveremos a recortar del conjunto sus tres elementos más divulgados: los maternity blues, la depresión postparto, y las psicosis puerperales. Tabla 3. Espectro amplio de los Trastornos Psiquiátricos del Postparto 1. Maternity Blues 2. Depresión Postnatal 3. Psicosis Puerperal 4. Perturbaciones del vínculo materno-infantil 5. Trastorno por Estrés Postraumático 6. Trastornos de Ansiedad (panic disorder, ansiedad generalizada) con cualidades específicas del puerperio Maternity Blues Los "Blues" Postparto son un estado transitorio de reactividad emocional exacerbada, que se da aproximadamente en la mitad de las mujeres que han dado a luz recientemente. Su presentación es máxima entre el tercero y el quinto día luego del parto, frecuentemente en coincidencia con el inicio de la lactancia; y persiste durante varios días o algunas semanas12. Aunque impuesto en el título de todas las referencias al tema, de acuerdo con Miller, el término blues (que designa esplín, morriña, murria, melancolía13) resulta un nombre inapropiado para esta condición porque, en rigor, el afecto predominante de las mujeres que la viven es la felicidad, aunque lloren con más facilidad, estén más irritables, y resulten emocionalmente más lábiles que en su estado habitual. Las dificultades leves para conciliar y mantener el sueño, y la experiencia recurrente de fatiga son otras características que definen el cuadro. Para dar cuenta de estas variaciones afectivas, transitorias y tempranas, del período postparto, se han propuesto dos hipótesis principales: De acuerdo con la primera de ellas, los cambios afectivos están determinados por la abrupta caída de niveles hormonales que sigue naturalmente al parto. La ausencia de vínculo observable entre las manifestaciones clínicas del cuadro y los niveles absolutos de estrógenos y progesterona, contrastada con el hallazgo de una correlación positiva entre la magnitud de la diferencia entre los niveles hormoVol. III NÚMERO 3, 2008 7. Preocupaciones Mórbidas (imagen corporal conflictiva, celos patológicos, querulancia hacia el servicio obstétrico) 8. Obsesiones de agresión contra el propio hijo 9. Otras psicosis (complicaciones infrecuentes con psicosis secundarias) 10. Efectos del parto en trastornos psíquicos preexistentes nales del embarazo y el postparto, y la probabilidad de ocurrencia de los blues, se cuentan entre la evidencia que sostiene esta presunción14. Además, en un estudio italiano de 200115 se pudo objetivar que los niveles séricos de allopregnanolone, un metabolito de la progesterona y agonista de GABA con propiedades ansiolíticas, se encuentran significativamente reducidos en las mujeres con blues. Según la segunda hipótesis explicativa, la presentación de los síntomas afectivos de los blues resulta de la activación de un sistema biológico responsable del comportamiento de apego madre-hijo, regulado principalmente por la oxitocina. En múltiples estudios con roedores, se ha observado que la inhibición central de la acción de oxitocina (mediante el uso de antagonistas, anticuerpos, o lesiones celulares específicos), y luego de la estimulación experimental o el parto natural, bloquea la presentación de la conducta materna16. Evidencia indirecta sugiere la presencia de mecanismos similares, pero más versátiles, en los seres humanos y otros primates, profundamente influidos por el nivel de estrés y la calidad del respaldo en el contexto social. Un ámbito general señalado por niveles bajos de estrés y amplio respaldo social, la reactividad emocional del postparto promovería el desarrollo del vínculo madre-hijo; mientras que en la exacerbación del estrés medioambiental y la pobreza o disfuncionalidad de la red de soporte social, los mismos cambios neurofisiológicos podrían resultar en un incremento de la vulnerabilidad a la depresión12. Aunque para algunos autores la propensión para el desarrollo de maternity blues es independiente de factores como la historia de desórdenes psiquiátricos previos, el estrés medioambiental, el contexto cultural, la lactancia materna, y el nivel de paridad; un estudio japonés del año 200017, dirigido a explorar su presentación con las cualidades del desarrollo del vínculo madre-hijo, ofrece alguna evidencia para una asociación relevante con algunos de ellos: Usando la Escala autoadministrada para Depresión de Zung para la variable anímica, y un instrumento propio para medir el apego materno (compuesto por dos factores: "apego materno esencial" y "ansiedad referida a los niños"), los autores destacan entre sus resultados la participación de los eventuales sentimientos maternos de disconformidad con el embarazo y la presencia de respaldo en la red social para afrontar la crianza de los hijos, como factores antagónicos en la vulnerabilidad para el desarrollo de blues. Del mismo modo, su estudio reconoce la intervención de la historia de una reacción positiva del padre ante la noticia del embarazo como un estímulo para el apego materno con el recién nacido, y de la multiparidad como un factor reductor de la ansiedad posparto (Figura 1). Figura 1. Participación de factores psicosociales en el desarrollo de la respuesta de apego materno y maternity blues. Representación esquemática. Modificado de Nagata et al. Depresión postparto La depresión es la complicación más frecuente del parto, y se presenta aproximadamente en 1 de cada 8 mujeres que dan a luz (13%). Para el diagnóstico de Depresión Mayor de inicio en el postparto, los criterios del DSM-IV-TR exigen la presentación de los síntomas característicos dentro de las primeras 4 semanas posteriores al parto (ver Tabla 4). Este período de tiempo se corresponde con los cambios hormonales que tienen lugar a partir del alumbramiento, y son considerados responsables de contribuir al desarrollo de depresión en mujeres vulnerables. Sin embargo, sobre la base de estudios epidemiológicos, y con atención a la participación de factoVol. III NÚMERO 3, 2008 res psicosociales en la patogenia depresiva, la mayoría de los especialistas utilizan un período de tiempo de 3 a 6 meses para su identificación8,12. En una proporción significativa, las mujeres con Depresión Postparto suelen tener pensamientos egodistónicos de agresión contra sus propios hijos. Estas ideas, cualitativamente obsesivas, muy raramente son actuadas en ausencia de psicosis. No obstante, cuando una mujer con severa depresión postparto elabora un plan suicida, es posible que considere la idea de matar al bebé recién nacido y sus otros hijos, habitualmente no motivada por la ira, sino por el deseo de no abandonarlos12. Entre los factores de riesgo para el desarrollo de Depresión Postnatal se han citado: la historia previa de depresión (no necesariamente en el postparto); los antecedentes de Trastorno Disfórico Pre- menstrual (pero no del Síndrome Premenstrual más leve y menos específico); la actualidad de factores psicosociales determinantes de estrés psíquico; el pobre respaldo en el grupo social de pertenencia; y la historia familiar de trastornos afectivos. La probabilidad de desarrollar depresión postparto parece independiente de factores como el nivel educativo de la madre, el sexo del bebé, la lactancia materna, el mecanismo del parto, y la planificación del embarazo. Tabla 4. Síntomas de Depresión Mayor, con las cualidades peculiares del inicio en el Postparto. Modificado de Wisner et al. 2002 y DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto Revisado. La Depresión Mayor se define por la presencia de 5, ó más, de los siguientes síntomas; uno de los cuales debe ser (1) estado de ánimo deprimido o (2) pérdida de interés o de la capacidad para el placer Estado de ánimo deprimido, frecuentemente acompañado o enmascarado por ansiedad severa Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en las actividades Perturbación del apetito -habitualmente, pérdida del apetito y del peso corporal Perturbación del sueño -más frecuentemente insomnio y fragmentación del sueño, aún cuando el bebé duerme Agitación (más comúnmente) o enlentecimiento psicomotor Fatiga o pérdida de energía Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (en particular, sentimientos de insuficiencia en el nuevo rol de madre) Disminución de la capacidad para pensar, concentrarse o tomar decisiones Pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida La mayoría de las investigaciones consagradas a la etiopatogenia de este trastorno sugieren que la caída rápida de los niveles de hormonas reproductivas que tiene lugar luego del parto contribuye al desarrollo de la Depresión Postparto en mujeres susceptibles. En un estudio del año 2000, Bloch y col.19 simularon los cambios hormonales postparto en un grupo de mujeres no embarazadas: indujeron un estado hipogonadal con el uso de leuprolide, luego las trataron con dosis suprafisiológicas de estradiol y progesterona, y, finalmente, retiraron ambos esteroides en condiciones de doble ciego. Como resultado del experimento, 5 de 8 mujeres con historia previa de depresión postparto exhibieron cambios significativos del afecto; mientras que ninguna de las ocho mujeres sin antecedentes mostró cambios anímicos. La herramienta más difundida y aceptada para el screening de la Depresión Postparto es la Escala de Edinburgo (EPDS), un cuestionario autoadministrado de 10 ítems, puntuados de 0 a 3 puntos (puntaje total: 0 a 30), diseñado por Cox, Holden y Sagovsky en 198720. Existe una versión en castellano desarrollada en el Departamento de Psicología de la Universidad de Iowa21. Se ha recomendado un puntaje umbral de 9 a 10 puntos como indicador de la presencia de depre- sión postparto. Si una mujer responde a la EPDS con un puntaje total igual o superior a los 10 puntos, o, en todo caso, elige la respuesta "sí, bastante a menudo", o "sí, a menudo", para el último ítem, "He pensado en hacerme daño a mí misma", se recomienda una entrevista médica para la revisión de los síntomas y la definición del diagnóstico. Si la paciente ha estado considerando un plan para actuar pensamientos suicidas o tiene ideas de hacer daño a su hijo, se recomiendan las urgentes implementación de medidas de seguridad y consulta psiquiátrica. Las pacientes que informan síntomas depresivos sin ideación suicida y sin fallas funcionales acusadas, o las que responden a la EPDS con un score total entre 5 y 9 puntos, deberían ser reevaluadas en 2 a 4 semanas, con el objeto de determinar si su condición ha remitido o evolucionado hacia un episodio depresivo mayor. Una anamnesis completa, un examen físico, y la evaluación de la función tiroidea, son recomendables en estas pacientes, como en todas las depresiones. Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo son más frecuentes durante el período postparto, y podrían contribuir a los cambios anímicos. No obstante, en los casos positivos suele ser necesario el tratamiento combinado de las dos condi- FRONTERAS EN MEDICINA 37 ciones: endócrina y afectiva. La duración promedio de un episodio depresivo postparto sin tratamiento es de 7 meses; y esto resulta inaceptable al tomar en cuenta la calidad de vida de la madre, el impacto de su condición sobre el desarrollo temprano de su nuevo hijo, y el bienestar de la familia en conjunto. El número y la severidad de las secuelas depresivas crece junto con la duración de los episodios. Para la selección de un nuevo esquema terapéutico, y del mismo modo que en todos los casos de trastorno afectivo, resulta un requisito fundamental la consideración de la historia previa de respuesta positiva a un tratamiento antidepresivo. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRI) son los mejores candidatos para el primer ensayo terapéutico, por su seguridad en sobredosis y la facilidad de su administración. Las mujeres con depresión postparto parecen responder mejor a los agentes serotoninérgicos, como los SSRI y la Venlafaxina, que a otros antidepresivos con predominio de otros mecanismos farmacodinámicos. Las mujeres que han dado a luz recientemente son con frecuencia más susceptibles a los efectos farmacológicos colaterales. Por eso, la dosis inicial de todo antidepresivo para estos casos debe ser la mitad de la recomendada habitualmente; y los incrementos deben ser pequeños y espaciados según la tolerancia, hasta alcanzar la remisión completa. Una vez alcanzada una respuesta satisfactoria y sostenida durante un período de 6 a 8 semanas, el tratamiento con la misma dosis debería ser sostenido durante no menos de 6 meses, para la consolidación y la prevención de recaídas. En todos los casos en que la respuesta terapéutica al antidepresivo se demore más de 6 semanas, o se produzca una recaída intratratamiento, deberá considerarse la derivación psiquiátrica. La tasa de recaída depresiva luego de la interrupción del tratamiento de un único episodio oscila entre el 50 y el 85%; y el riesgo se multiplica con el número de episodios previos. Por esta razón debe considerarse el tratamiento profiláctico de largo plazo en todas las mujeres con historia de 3 ó más episodios depresivos. Todos los antidepresivos son excretados en la leche materna. Por eso, el manejo clínico óptimo de la depresión postparto implica el uso de las do-sis mínimas efectivas en todos los casos; y se debe in-formar a las mujeres que alimentan a sus hijos con leche materna que ellos podrían, también, estar ex-puestos a Vol. III NÚMERO 3, 2008 los efectos del medicamento que se es-coja para su tratamiento22. La observación cuidadosa del comportamiento infantil antes del inicio de la farmacoterapia permite reducir la probabilidad de error en la atribución de sus variaciones al tratamiento que reciba la madre. En todos los casos, la toma de decisiones clínicas debe balancear cuidadosamente el impacto de la depresión en la capacidad parental de la madre y los beneficios conocidos de la lactancia materna. La Terapia Electroconvulsiva (ECT) suele ser altamente eficaz, y puede resultar en una remisión clínica más rápida que la alcanzada con fármacos antidepresivos. Resulta la opción terapéutica indicada para los casos en que los síntomas son tan severos que el riesgo se multiplica con el tiempo de latencia del efecto antidepresivo de los tratamientos medicamentosos. El riesgo de recurrencia para un 2° episodio de depresión postparto es del 25%; y la opción del tratamiento antidepresivo profiláctico a partir del parto debe ser considerada en toda mujer con historia previa de depresión (de cualquier tipo)27. Las opciones más razonables para este tipo de intervención son la del medicamento para el que la madre tenga antecedentes de respuesta positiva, o alguno de los SSRI; y la recomendación mínima incluye el monitoreo estricto para la detección precoz de una eventual recurrencia, y el diseño de un plan de intervención rápido cuando sea indicado. Se ha postulado la eficacia de la administración transdérmica o sublingual de estradiol en el tratamiento de la depresión postparto (17b-estradiol, 200 µg/día)28,29. No obastante, la información al respecto aún resulta preliminar y entre sus contraindicaciones relativas, es preciso considerar los riesgos de cáncer de mama, hipercoagulabilidad, y embarazo12. Múltiples tipos de intervención psicoterapéutica han sido propuestos como eficaces en el manejo y la prevención de la depresión postparto y circunstancias clínicas relacionadas: planes de tratamiento individual para el episodio depresivo propiamente dicho, programas psicoeducativos para la promoción del apego madre-hijo, esquemas de tratamiento de la pareja parental, grupos orientados a la prevención de la depresión en embarazadas de riesgo, etc. Entre ellos, un régimen de psicoterapia individual (combinado con la intervención médica específica) merece ser considerado entre las exigencias mínimas de un plan terapéutico para toda depresión postparto. Tabla 5. Evaluación y Principales Diagnósticos Difrenciales de Psicosis Postparto. Modificado de: Sit D, Rotschild AJ, Wisner KL, 2006. Diagnóstico Diferencial Evaluación y Examenes Complementarios Enfermedades Psiquiátricas Primarias Trastorno Bipolar Tipo I: Episodio Maníaco, Mixto o Depresivo con Síntomas Psicóticos, de inicio en el Postparto Trastorno Bipolar II Episodio Depresivo Mayor Unipolar con Síntomas Psicóticos Psicosis Breve Esquizofrenia (episodio único), o Trastorno Esquizofreniforme (Primer Episodio Psicótico) Trastorno Obsesivo-Compulsivo Evaluación cuidadosa de presentación actual y antecedentes de: síntomas afectivos, humor depresivo, eufórico o irritable; creencias inusuales, suspicacia, grandiosidad; síntomas obsesivo-compulsivos; suicidalidad y pensamientos de agresión a terceros. Respuesta previa a tratamiento, e historia reciente de interrupción de medicamentos. Historia Familiar de Trastorno Afectivo o Psicosis Puerperal. Psicosis Secundarias (causas "médicas" u "orgánicas") Cerebrovasculares y otras Causas Neurológicas ACV isquémico (arterial o venoso), secundario a preeclampsia o eclampsia, hemorragia severa durante el parto ACV hemorrágico secundario a hipertensión no controlada, malformación arteriovenosa, aneurisma, coagulación intravascular diseminada. Hidrocefalia Normotensiva Epilepsia (Lóbulo Temporal) Gangliosidosis GM2 del adulto Metabólicas o Nutricionales Hiponatrema o Hipernatremia Hipoglucemia o Cetoacidosis Diabética Encefalopatía Urémica Insuficiencia Hepática Enfermedad de Graves (hipertiroidismo) o Mixedema (hipotiroidismo) Enfermedad Paratiroidea Déficit de Vitamina B12 y/o Folato Déficit de Tiamina (Encefalopatía de Wernicke) Tóxicas o Medicamentosas Corticosteroides Narcóticos: Meperidina (Demerol) Simpaticomiméticos: anfetaminas, teofilina, efedrina, fenilefrina, cocaína Antibióticos: gentamicina, sulfonamidas, isoniazida, metronidazol, vancomicina Anticolinérgicos: atropina, benzotropina, difenhidramina, gotas nasales/oftálmicas Antivirales: aciclovir, interferón Benzodiazepinas y Barbitúricos Otras drogas psicotomiméticas de abuso Inmunológicas Lupus Eritematoso Sistémico Infecciosas Sepsis Meningitis HIV Anamnesis cuidadosa, historia de cefalea intensa, preeclampsia durante el embarazo, debilidad en hemicuerpo, déficits sensoriales de presentación reciente, comportamientos sugestivos de actividad comicial; control de TA; EEG; imágenes cerebrales (TAC o RMN); consulta urgente a Neurología. Ionograma Plasmático. Glucemia, HbA1C en pacientes con DBT insulinodependiente, DBT tipo II, intolerancia a la glucosa durante el embarazo. Urea, creatinina en pacientes con historia de disfunción renal. Tests de función hepática en pacientes con historia de hepatitis o enfermedad hepática conocida; AST, ALT, FAL, LDH, bilirrubina (directa e indirecta), lipasa. Tests de función tiroidea,T4 total,T3, "recaptación tiroidea", TSH. Calcemia (albuminemia para corregir), PTH si corresponde Niveles Plasmáticos de Vit B12, folato eritrocitario Niveles de Tiaminano se miden habitualmente en Argentinaexploración de la Tríada Clínica, los factores de riesgo, y tratamiento empírico con altas dosis EV de B1. Anamnesis completa; screening toxicológico urinario de multidrogas Historia de Antecedentes Personales y Familiares, VSG, FAN; consulta con Reumatología Hemograma completo con recuento diferencial de Blancos, ionograma, uremia, creatinina Posible PL o TAC cerebral Serología para HIV Psicosis Puerperales El caso de las Psicosis Puerperales resulta particularmente ilustrativo de la disparidad de opiniones vigentes sobre el ordenamiento nosográfico de los desórdenes psíquicos del período postparto. Entre ellas se cuentan: a) la de quienes interpretan estas psicosis como categorías primarias independientes; b) la de los que ven en ellas sólo una variedad de la enfermedad bipolar; c) la de quienes sostienen que el parto resulta un disparador inespecífico de una amplia variedad de desórdenes psicóticos; d) la de los que, junto con Brockington11, afirman que el único tipo de psicosis primaria postparto que se ve frecuentemente en los países con modernos servicios de Obstetricia, generalmente llamada psicosis puerperal, "adopta la forma" de una de tres categorías: "manía, depresión severa (con ideas delirantes, confusión, o estupor), o psicosis agudas polimorfas (cicloides)"; y e) la del pequeño grupo de seguidores de la tradición nosológica de Wernicke-Kleist-Leonhard, que adscriben el total de sus casos al grupo amplio de las fasofrenias y las formas fasiformes (asistemáticas) de esquizofrenia30, con un nítido predominio de las psicosis cicloides (62%), y, entre ellas, de la psicosis de la motilidad hiperkinética-akinética (38% del total)9, 31, 32, 33. Las Psicosis Puerperales (PP) se presentan en 1 a 2 de cada 1000 mujeres que dan a luz, dentro de las 2 a 4 semanas posteriores al parto; son mucho menos frecuentes que la Depresión Posnatal y los Maternity Blues; la edad media de su presentación es de 26,3 años (el tiempo en que la mayoría de las mujeres suele dar a luz a sus primeros hijos); y su instalación clínica es rápida. Comparadas con mujeres con enfermedades mentales crónicas, las mujeres con PP usualmente han alcanzado niveles más altos de funcionamiento global antes de la presentación de su enfermedad. En general, 2 a 3 días luego del parto, las pacientes desarrollan ideas delirantes persecutorias, grandiosas, o bizarras, variaciones marcadas del humor, actividad intelectual confusa, y comportamiento gravemente desorganizado, que representan un cambio dramático respecto del funcionamiento mental previo34. Los síntomas psicóticos inusuales, entre los que se destacan la grave desorganización cognitiva, las construcciones paranoides frecuentemente incongruentes con el afecto, y las alucinaciones visuales, táctiles y olfatorias, remedan en muchos casos el cuadro clínico del delirium o el de las psicosis secundarias35, 36, 37; y su distinción diagnóstica eVol. III NÚMERO 3, 2008 xige una evaluación clínica exhaustiva (Tabla 5). Entre los factores que posiblemente contribuyen a la presentación de las PP se han destacado: los cambios hormonales abruptos del puerperio; las complicaciones obstétricas; la deprivación de sueño; y el estrés medioambiental elevado (como el propio de un conflicto conyugal). A pesar de que, como señaláramos, la opinión general admite la clasificación de las PP como una forma severa (con síntomas psicóticos) de la depresión mayor, o como la presentación original o la recurrencia de otros trastornos psicóticos primarios, la tendencia preponderante en la literatura especializada sugiere que las PP son una manifestación postparto de los Trastornos Bipolares. El riesgo basal para la presentación de Psicosis Puerperales es de 1:500; y el riesgo para mujeres con un episodio previo de PP trepa a 1:7. Las mujeres con Psicosis Puerperales que representan una fase de T. Bipolar o T. Esquizoafectivo tienen un riesgo mayor al 50% para otro episodio de PP. Entre las mujeres con Trastorno Bipolar reconocido resultarán afectadas por Psicosis Puerperal el 74% de las que cuenten con una familiar de primer grado que haya sufrido PP, y el 30% de aquellas que no tengan historia familiar del trastorno. Con la síntesis de estos datos, es posible definir los tres conjuntos que conforman la población de riesgo para el desarrollo de Psicosis Puerperales: el de las mujeres con Trastorno Bipolar conocido; el de las mujeres con episodio previo de PP; y el de las mujeres con historia familiar de PP. La combinación de manifestaciones psicóticas con la cancelación del insight y de las funciones judicativas puede derivar en consecuencias devastadoras, con riesgo para la seguridad y el bienestar de la madre y su hijo. La conducta suicida es una complicación inusual de los desórdenes mentales que se presentan luego del parto, pero su frecuencia es mayor que la admitida habitualmente; y el suicidio completo, que sucede primordialmente a las formas más graves de estos trastornos (0,02% de las mujeres con psicosis puerperal), y cuyo riesgo basal crece setenta veces en el primer año posterior al parto, representa la primera causa de muerte materna en el Reino Unido durante el mismo período38, 34. Con frecuencia, los métodos autoagresivos empleados por quienes sufren una enfermedad mental del período postparto son más irreversibles y violentos (autoincineración, salto al vacío desde grandes alturas, ahorcamiento) que los más comunes para o- tras poblaciones femeninas: las mujeres completan habitualmente el suicidio por los medios menos cruentos, como las sobredosis farmacológicas. Como hemos señalado el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es uno de los desórdenes de ansiedad que se pueden exacerbar, o presentar por primera vez, en el período postparto; y las mujeres con depresión postnatal experimentan con frecuencia (41-57%) cogniciones obsesivas y compulsiones comórbidas. Los pensamientos intrusivos se centran habitualmente en temas de contaminación, agresión hacia sus hijos, imágenes ofensivas violentas o sexuales, preocupaciones religiosas, necesidad imperativa de simetría. Entre las compulsiones más comunes se cuentan la necesidad apremiante de limpiar, repetir, ordenar, acumular y rituales mentales como contar39,40. Las madres con TOC o cogniciones obesivas se distinguen de las que sufren PP por la preservación de la función judicativa y el reality testing. Habitualmente no actúan sus pensamientos agresivos. En cambio, tienden a evitar objetos y lugares que provocan ansiedad; y se sienten muy incómodas con sus pensamientos indeseables. El comportamiento homicida es una rareza en el contexto de las Psicosis Puerperales. Entre el 28 y el 35% de las mujeres hospitalizadas por psicosis puerperal pone de manifiesto construcciones delirantes acerca de sus hijos recién nacidos, pero sólo el 9% de ellas piensa en agredirlos. Sin embargo, las mujeres con PP expresan ideación homicida (y filicida) con más frecuencia que las que sufren enfermedades postparto no psicóticas, como la depresión postnatal; y su desorganización cognitiva puede resultar en conducta negligente para la satisfacción de las necesidades del niño, o en prácticas inseguras para el mismo. Publicaciones recientes han llamado la atención sobre la necesidad de replantear el problema médico y legal del infanticidio materno (muerte provocada durante el primer año de la vida), en el contexto del conocimiento actual sobre los trastornos mentales del período postparto41. Y un análisis sistemático de 16 casos de neonaticidio (muerte provocada durante las primeras 24 hs de vida) presenta el dominio clínico que tendría en estas mujeres la semiología de la escisión psicopatológica, con negación del embarazo, negligencia perceptual del dolor propio del trabajo de parto, despersonalización, amnesia transitoria, y alucinaciones disociativas42. Comparadas con mujeres en el curso agudo de psicosis no puerperales, las pacientes con un primer episodio de PP tienen mayores niveles de desorientación y confusión oniroide, pero se recuperan con mayor rapidez en respuesta al tratamiento43. Las psicosis puerperales constituyen una emergencia psiquiátrica, la hospitalización resulta necesaria en el diseño del plan de abordaje para la mayoría de los casos44 y en todos ellos el tratamiento debe ser conducido por un médico especialista en psiquiatría. Establecido en la literatura médica más difundida el parentesco clínico de estas psicosis con las afectivas, los principios generales de su tratamiento farmacológico repiten, en líneas generales, el esquema propuesto para los casos de Trastorno Bipolar. Tomados los fármacos individualmente, y con atención a la seguridad de su prescripción durante la lactancia, entre los estabilizadores del ánimo, las sales de litio han sido históricamente contraindicadas para las madres que alimentan a sus hijos con leche materna. Recientemente, el Comité de Drogas de la Asociación Americana de Pediatría (AAP) ha redefinido su categorización, situándolas en el grupo de las "drogas que han sido asociadas con efectos significativos en algunos lactantes y deben ser administradas a madres que amamantan con precaución"22. Las concentraciones del ion reportadas en leche materna oscilan entre el 24 y el 72% de las concentraciones séricas de la madre5. Del mismo modo, la Lamotrigina administrada a las madres podría alcanzar concentraciones terapéuticas en la circulación de los lactantes (amplio pasaje a la leche materna y lento descenso de los niveles séricos en neonatos); la AAP la sitúa entre las "drogas para las que el efecto en lactantes es desconocido pero podría ser de consideración"; y su prescripción no se recomienda en estos casos. Por su parte, tanto el Ácido Valproico y sus sales, como la Carbamazepina, son considerados por la AAP como drogas habitualmente compatibles con la lactancia materna. No obstante, el uso de estos medicamentos no deja de requerir cautela, ya que se ha informado ocasionalmente su asociación con disfunción hepática5. Los datos publicados acerca de la mayoría de los antipsicóticos atípicos (Olanzapina, Risperidona y Quetiapina) son sugestivos de su seguridad para el uso durante la lactancia; pero resultan limitados y confinados a reportes de casos individuales, y la información reunida sobre ellos aún no ha dejado de ser preliminar. Análogamente a lo establecido y propuesto para el caso de la Depresión Postnatal, en las Psicosis Puerperales la Terapia Electroconvulsiva constituye el FRONTERAS EN MEDICINA 41 recurso reservado para el manejo de los casos más graves y refractarios; y el reemplazo estrogénico representa una medida terapéutica experimental con aparente futuro promisorio. Las pacientes con Psicosis Puerperales se diferencian de las que sufren depresión mayor unipolar por la presencia de desorden cognitivo, ideas delirantes y comportamiento desorganizado. Sin embargo, las mujeres con historia previa de depresión psicótica unipolar, pueden exhibir recurrencia lue- go del parto con un episodio de PP. Quienes forman esta subpoblación clínica particular refieren humor depresivo, sentimientos de embotamiento con pobre capacidad de disfrutar la experiencia de un nuevo hijo, enlentecimiento psicomotor, ansiedad, fatiga, concentración deficitaria, y preocupación con ideas y sospechas extrañas. Las mejores opciones de tratamiento para estos casos son la suma de fármacos antidepresivo y antipsicótico, y la Terapia Electroconvulsiva. Conclusiones Las variaciones significativas del estado mental resultan un fenómeno frecuente en las mujeres que han dado a luz recientemente y algunas de ellas configuran trastornos que requieren tratamiento específico. Probablemente reunidas por la cualidad de representar la perturbación mórbida de complejos procesos fisiológicos destinados a brindar sustrato "material" al desarrollo de la relación entre la madre y su hijo, las huellas perdurables de su ocurrencia, determinante de un desorden vincular temprano, en la constitución neuropsíquica de los recién nacidos las distinguen como un espectro clínico especialmente preocupante. Sin embargo, desdibujados para la mirada psiquiátrica detrás del velo de otros trastornos afectivos, y postergados por las exigencias quirúrgicas de los tocoginecólogos, los trastornos psíquicos del período postparto aún parecen lejos de despertar el interés que merecen. Una vez que han sido propuestos los estrógenos como un tratamiento eficaz para este grupo psicopatológico, podríamos aguardar que las hormonas sexuales sean las operadoras del "milagro" integrador: los "efectos fisiológicos de sustancias" y las "enfermedades médicas" suelen exiliar trastornos mentales de las categorías psíquicas primarias en las rígidas clasificaciones dominantes; y, sin duda, un ginecólogo reconocería más "familiaridad" en el estradiol que en un antipsicótico o un antidepresivo. Sin embargo, basta con revisar nuestra experiencia con el hipotiroidismo, la epilepsia del lóbulo temporal, las enfermedades reumáticas y otras muchas causas reconocidas de psicosis secundaria, para admitir que los psiquiatras aún no hemos resuelto el problema de nuestra existencia en la interfase de nuestra disciplina con todo el resto de las especialidades médicas. Entre los reclamos que recibimos los psiquiatras de hospital general, quizá el de adscribirnos a su "comunidad idiomática" sea el más insistente. Seguramente, y para que todos seamos "más médicos", con el mismo lenguaje común con el que los psiquiatras tenemos la exigencia de incorporar señales eléctricas, neurotransmisores, hormonas, citoquinas y vitaminas a nuestra idea de la locura, deberíamos devolver a nuestros colegas palabras para hablar de la experiencia que nuestros pacientes tienen acerca de sí mismos y del mundo. Bibliografía 1. Cottencin O, Versaevel C, Goudemand M. Pour une vi- 2. Rauchfuss M, Kentenich H, Siedentopf F, Danzer G. New sion systémique de la psychiatrie de liaison. Encephale 2006; challenges in medical education. The psychosomatic training 32 (1): 305-314. program for gynecologists in Germany. J Psychosom Obstet Vol. III NÚMERO 3, 2008 Gynecol 2005; 26(2): 85-91. 157 (6): 924-930. 3. Rigatelli M, Galeazzi GM, Palmieri G. Consultation-liai- 20. 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Tel: 011-4309-6400 (int. 2249/2550) pabloyoung2003@yahoo.com.ar Resumen Presentamos dos pacientes con hipokalemia, debida a acidosis tubular renal secundaria a tiroiditis de Hashimoto. En un paciente hipotiroideo con tiroiditis de Hashimoto, si se encuentra hipokalémico, la acidosis tubular renal debe ser sospechada. En los pacientes hipotiroideos el contenido de ATPasas en la membrana celular está reducido a nivel del nefrón distal, lo que altera la secreción de protones, induciendo acidosis metabólica secundaria a acidosis tubular renal. A parte nosotros sugerimos que está asociación está mediada por mecanismos autoinmunes. Palabras clave: Hipokalemia, acidosis tubular renal, tiroiditis de Hashimoto, autoinmunidad, ATPasa Na+, K+ Abstract We present two patients with hypokalemia, in whom the coexistence of renal tubular acidosis and hypothyroidism due to autoimmune Hashimoto's thyroiditis could explain both the electrolyte and acid-base disturbance. In hypothyroid patients with Hashimoto's thyroiditis, if hypokalemia is present, renal tubular acidosis must be suspected. Moreover, in hypothyroidism the cellular membrane content of Na+, K+ ATPases is reduced and the renal handling of acid is altered, worsening the acidotic state initially caused by renal tubular acidosis. We suggest such association may be due to associated immune-mediated mechanisms. Key Words: hypokalemia, tubular renal acidosis, Hashimoto's thyroiditis, autoimmunity, Na+,K+ ATPase Introducción La acidosis tubular renal (ATR) se define como la incapacidad del túbulo renal de acidificar la orina independientemente de cualquier reducción en el índice de filtración glomerular. Un subtipo es la ATR tipo I o distal que se caracteriza por la alteración en la secreción de hidrogeniones (H+) en el túbulo contorneado distal. Este defecto puede ser hereditario o adquirido y resulta en la retención de H+, con la consiguiente disminución del bicarbonato plasmático, la generación de una orina alcalina e hipokalemia secunadria1, 2. Las causas más comunes de ATR I son la diabetes mellitus, el sindrome de Sjögren, el mieloma múlti- ple, la amiloidosis primaria, la sarcoidosis, el transplante renal, la uropatía obstructiva, la enfermedad de células falciformes, los trastornos del metabolismo del calcio y ciertas drogas que producen nefritis intersticial o efecto tóxico de la droga sobre la célula del epitelio tubular1, 2. La hormona tiroidea incrementa las bombas celulares de membrana ATPasa Na+, K+3. En el hipotiroidismo, el contenido y el funcionamiento de estas bombas se ve reducido, lo que lleva a una disminución en la eliminación de H+ exacerbando el estado acidótico producido por la ATR 3, 4. Presentamos dos pacientes con hipokalemia, debiFRONTERAS EN MEDICINA 45 da a ATR secundaria a tiroiditis de Hashimoto. Sugerimos que está asociación es mediada por mecanismos autoinmunes. Paciente 1 Mujer de 29 años con debilidad muscular progresiva y cuadriplejía, acidosis metabólica hiperclorémica con anion gap normal e hipokalemia severa (ver tabla), la cual corrige con potasio endovenoso mejorando clínicamente; se hace diagnóstico de ATR tipo I, con altos títulos de anticuerpos antiperoxidasa (100 U/ml) y una hormona estimulante de tiroides (TSH) >100 mU/ml. A pesar de la apropiada administración de álcalis, el estado ácido-base se corrigió cuando se normalizó la función tiroidea. Luego del tratamiento con levotiroxina y citrato de potasio la paciente permaneció asintomática durante los últimos 8 años. Paciente 2 Mujer de 30 años con retraso del crecimiento pondo-estatural por ATR tipo I de diagnóstico en la adolescencia que es admitida por fractura de cadera espóntanea. Medicación habitual: calcitriol 0.25 mg/día, carbonate de calcio 1 g/día y bicarbonato de sodio 1.5 mEq/kg/día. La paciente refería astenia marcada, debilidad (cuadriparesia) y calambres musculares de dos años de evolución. Al examen físico presentó como únicos hallazgos baja estatura y bocio sin nódulos. El laboratorio mostró una TSH >100 mU/ml, altos títulos de anticuerpos antiperoxidasa 300 U/ml y baja concentración de tiroxina libre (ver tabla). Se comenzó tratamiento con levotiroxina 150 µg/día y citrato de potasio. La densitometría evidenció osteoporosis moderada. Luego de 7 años de reemplazo hormonal la paciente no ha recaído. Tabla 1. Laboratorio inicial de ambos pacientes Paciente 1 Paciente 2 32 142 1,6 122 11 10 7,20 28 7 21 22 32 11 >100 25 139 3,7 106 19 17.7 7,43 29 7 130 42 147 25 >100 0,5 >300 Hematocrito (%) Sodio (mEq/l) Potasio (mEq/l) Cloro (mEq/l) Bicarbonato (mEq/l) Anion gap (mEq/l) pH sanguine pCO2 mmHg sanguine pH urinario Sodio urinario (mEq/l) Potasio urinario (mEq/l) Cloro urinario (mEq/l) Anion gap urinario(mEq/l) TSH (100 U/ml) T4 (ngr/dl) Anticuerpos antiperoxidasa (U/ml) >100 Discusión Nuestros pacientes presentaron hipokalemia marcada, hipotiroidismo y grados variables de acidosis metabolica debido a ATR tipo I. El hipotiroidismo puede contribuir a la acidosis y alterar los niveles de potasio4. En ambas entidades pueden verse involucrados mecanismos autoinmunes. El hipotiroidismo ocurre aproximadamente en el 1% de la población general. La tiroiditis de HashiVol. III NÚMERO 3, 2008 moto es la causa más frecuente de bocio hipotiroideo en las zonas donde existe reemplazo de iodo, afecta del 3 al 4% de la población general de los Estados Unidos. Es un estado autoinmune crónico caracterizado por un agrandamiento difuso de la glándula tiroides y títulos de anticuerpos anticuerpos antiperoxidasa en niveles variables. Se sabe que existen anormalidades en los linfocitos T supresores por lo cual los linfocitos T helper interactúan con antígenos específicos dirigidos contra las células dela glándula tiroidea5, 6. Por otro lado, la tiroiditis de Hashimoto tambíen se asocia con enfermedades autoinmunes no endocrinas tales como la anemia perniciosa o enfermedad de Addison-Biermer, el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoidea, el síndrome de Sjögren, la hepatitis autoinmune, la miastenia gravis y el vitiligo5, 6. Es interesante remarcar que en el hipotiroidismo las alteraciones de potasio en plasma pueden ocurrir debido a la distribución anormal del sodio y potasio a través de la membrana celular debido a la disminución de las bombas de membrana ATPasa Na+, K+3. En el hipotiroidismo, el contenido y el funcionamiento de estas bombas se ve reducido. Este fenómeno tambíen puede ocurrir en la insuficiencia renal, en la insuficiencia cardíaca y en la malnutrición. Sin embargo, en este contexto es el hipertiroidismo y no el hipotiroidismo el que causa hipokalemia3,7-9. Por lo tanto, la hipokalemia en el paciente hipotiroideo es causada por ATR tipo I. La ATR se refiere a un grupo de desórdenes que resultan de daño tubular puro sin daño glomerular concomitante10. Este defecto puede ser hereditario o adquirido, y se han descripto múltiples causas11. Estos pacientes presentan acidosis metabólica hiperclorémica con o sin defectos asociados en la homeostasis del potasio, un pH urinario mayor 5.5 y en ausencia de otras causas identificables de acidemia1. Los pacientes con ATR presentan una imposibilidad de excretar la carga ácida diaria y si no se comienza un tratamiento con álcalis, existe una re- tención progresiva de hidrogeniones lo que resulta en una disminución del bicarbonato plasmático por debajo de 10mEq/l, con la consecuente acidosis metabólica. Los defectos en la acidificación producen diferentes cambios en el balance de potasio. Estos pacientes presentan una disfunción de la bomba H+-ATPasa o un aumento en la permeabilidad a los protones con difusión retrograda lo que provoca una pérdida constante de potasio por orina e hipocalemia. Estas anormalidades y la hiperkaliuria pueden ser corregidas con el tratamiento de la acidemia1, 2, 10. Con respecto a la hormona tiroidea y la acidemia, su rol en la secreción de hidrogeniones permanece desconocida y la información que existe se limita a la acidificación renal en pacientes hipotiroideos. En un estudio de cinco pacientes masculinos con hipotiroidismo primario no tratado y sin evidencia clínica de enfermedades autoinmunes sistémicas, ellos fueron incapaces de disminuir su pH urinario luego de una carga ácida4. Aunque el mecanismo de esta anormalidad permanece desconocido, la deficiencia de tiroxina per se puede en parte ser responsible de la magnificación de la acidosis sistémica. Así como la tiroiditis de Hashimoto es una entidad autoimmune, también se ha relacionado a la ART tipo I con la autoinmunidad3, 10, 11. En este contexto los anticuerpos contra las células de los túbulos colectores podrían jugar un rol destacado, afectando el estado ácido-base y el balance de potasio. Estos son los primeros casos descriptos en la literatura de parálisis hipokalémica debidos a una ATR tipo I como forma de presentación de una tiroiditis de Hashimoto. Conclusiones Se necesitan más estudios para evaluar la frecuencia y coexistencia de ATR con enfermedad autoimmune tiroidea y los mecanismos involucrados en su desarrollo. Considerando que la tiroiditis de Hashimoto es la causa más común de hipotiroidismo con una prevalencia del 1% la ATR tipo I podría ser una condición asociada subdiagnosticada con grados variables de expresividad clínica.. Bibliografía 1. Berl T, Schrier R. Pathogenesis and management of meta- 2. Rose BD, Post TW. Metabolic acidosis, in Rose BD, Post bolic acidosis and alkalosis, in Schrier R (ed): Renal and TW (ed): Clinical physiology of acid-base and electrolyte di- electrolyte disorders (4 edn). Boston, MA, Little, Brown and sorders (5 edn). New York, NY, McGraw-Hill 2001, 612-22. Company 1992, 175-181. 3. Clausen T. 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Al examen físico se observó distensión abdominal a predominio de hemi-abdomen izquierdo con ruidos hidroáereos disminuidos a ese nivel y tránsito intestinal conservado. Se realizó resonancia magnética nuclear (RMN) de abdomen (Fig. 1) con secuencia ponderada en T2 axial en A y sagital en B. Los cortes axiales a nivel hepático, renal y en pelvis muestran una masa hiperintensa con septos en su interior (líquida), su extensión se puede apreciar en los cortes sagitales B. Se observan secuencias ponderadas en T1 gradiente de eco sin contraste en A y con contraste en B (Fig. 2). La masa es hipointensa en T1 lo que confirma su naturaleza líquida, con el contraste endovenoso los septos realzan como se puede apreciar en B. Figura 1. RMN de abdomen en secuencia T2 FRONTERAS EN MEDICINA 49 Figura 2. RMN de abdomen en secuencia T1 Secuencia T1 gradiente de eco con contraste, coronal en A y sagital el B, se muestra la extensión en otros dos planos diferentes, además estos demuestran la ausencia del riñón izquierdo y en su lugar aparece la imagen quística con septos en su porción superior (Fig 3). Se realizó nefrectomía laparoscópica con diagnóstico de bolsa hidronefrótica por estenosis pieloureteral. El riñón derecho se encontró aumentado de tamaño y la función renal fue normal. La anatomía patológica demostró parénquima renal con atrofia, esclerosis estromal, atrofia tubular con tiroidización, marcado infiltrado inflamatorio crónico con acúmulos linfoides y estenosis pieloureteral. Egresó al 5to. día del postoperatorio y evolucionó satisfactoriamente. Figura 3. RMN de abdomen en secuencia T1 Vol. III NÚMERO 3, 2008 Diagnóstico por imágenes Endocarditis Aórtica: Bloqueo Auriculoventricular Completo Horacio A. Avaca, José F. Estepo, Cynthia Kudrle, Mauro Gingin, Miguel Schiavone, Christian Smith Hospital Británico de Buenos Aires 1 Servicio de Cardiología Correspondencia: Horacio A. Avaca Perdriel 74, Hospital Británico, Buenos Aires, Argentina. Tel: 011-4309-6400 (int. 2300) horacioavaca@gmail.com Paciente masculino de 73 años con insuficiencia aórtica severa que se encontraba cursando una endocarditis infecciosa por Estreptococo Víridans sobre la valva aórtica posterior. Presentó en un electrocardiograma de control un bloqueo auriculoventricular completo (BAVC) asintomático (Fig. 1). Ante este hallazgo se realizó un ecocardiograma transesofágico evidenciándose un absceso de la fibrosa mitro aórtica (Fig. 2). Los abscesos miocárdicos complican con mayor frecuencia a las endocarditis aórticas. En el 75% de los casos se presentan con BAVC. El esqueleto fibroso cardiaco proporciona sostén a los anillos de las válvulas aórtica, mitral y tricúspide. La estructura fibrosa compartida por la valva anterior mitral y la valva posterior aórtica se denomina fibrosa mitro aórtica. En el punto de convergencia de los tres anillos valvulares encontramos una zona triangular, el trígono fibroso derecho. Hacia ventral el trígono fibroso se continúa con la porción membranosa del septum interventricular que es atravesada por el haz de His. Esta relación de la valva posterior aórtica, la valva anterior mitral, el septum membranoso interventricular y el sistema de conducción, explica los trastornos auriculoventriculares que acompañan a los abscesos peri aórticos. Figura 1. Flechas: ondas "p". FRONTERAS EN MEDICINA 51 Figura 2. AI: aurícula izquierda VI: ventrículo izquierdo Ao: aorta Flecha: fibrosa mitro aórtica engrosada con imagen de absceso Cursos y Congresos Diciembre 2008 5 de diciembre Jornada para Equipos de Investigación Clinica Licenciada Maria Isabel Fadel Informes e Inscripción: Tel: 4309-6400/6892 fadelmar@hbritanico.com.ar Julio 2009 2 y 3 de julio 2009 Jornadas Científicas Bienales Invitados: Graciela Alarcón (Birmingham Alabama), Luis J. Jara Quezada (D.F Ciudad de Mexico) Vol. III NÚMERO 3, 2008 Agosto 2009 24 al 28 de agosto 2009 7º curso intensivo de actualización para internistas del interior del pais Dr. Juan Carlos Barreira Jefe del Servicio de Reumatología Jefe del Dpto. de Docencia e Investigación Hospital Británico de Buenos Aires Contacto: Tel: (5411) 4309-6839 Fax (5411) 4304-1025 jbarreira@hbritanico.com.ar