¡Vuelve el calor! José maría martínez garcía El insigne Miguel Delibes dijo: “La máquina, por un error de medida, ha venido a calentar el estómago del hombre, pero ha enfriado su corazón”. Cualquier lector que me siga habitualmente sabe de qué voy a escribir. Recientemente está aflorando en todos los medios de comunicación la palabra “humanización”, en su acepción única de cercanía, calor en las relaciones entre personas, lo que es un gran signo. Quizás el principal portavoz a nivel nacional en este momento sea la Consejería de Sanidad de Madrid, pero otras comunidades también lo están aplicando, sin hacer tanto ruido. Ser humano es detenerse, ser sensible, ayudar a otras personas a encontrar significado a sus crisis, prepararlos adecuadamente para que tengan una muerte digna, propia, adecuada a sus individualidades. Humanizar es transformar a alguien en humano, familiar, afable. Y es algo inmaterial, por supuesto, pero tampoco es una ideología o una filosofía, sino que representa un proceso de actualización de nuestra alianza con las personas que sufren y que están en peligro de perderse en una sociedad cada vez más tecnificada y mecanizada. Aplicado a nuestro mundo de la salud, el compromiso por humanizar pasa por el ámbito político, donde se señalan los modos de proteger a las personas, de prevenir la dependencia, la exclusión, etcétera, sin olvidar que también pasa por el ámbito jurídico, donde se marcan límites de protección y defensa de la persona, y por el ámbito de las decisiones éticas. Hacía mucho tiempo que no se hablaba tanto de humanización. Y uno de los ámbitos privilegiados de ella es la relación interpersonal. Con ella nos hacemos, nos autoafirmamos, nos construimos como personas, intervenimos como profesionales. La realidad de esta resurrección es que, quizás, es un efecto de reacción. Como “lo malo es lo que vende”, lo habitual es escuchar que, conjuntamente con el desarrollo de la técnica, se ha ido instalando de manera progresiva un proceso de deshumanización en el mundo de la salud. Y esta pérdida es real en nuestros días y choca con la propia naturaleza de la tecnología que se crea y se introduce para el bien del hombre y, por tanto, debe ser un medio que contribuya a la humanización, y no al contrario. A menudo, el profesional de la salud y el enfermo se encuentran unidos solamente por aparatos, tu- www.newmedicaleconomics.es -9 Con Ojo Clínico bos y toda clase de instrumentos, en los cuales hemos ido depositando nuestra confianza para el desempeño de actividades terapéuticas o de diagnóstico, dejando de centrarnos en la persona. Resulta paradójico que se hable de “humanizar los servicios de salud” cuando el origen de las instituciones de salud se gestó en la necesidad de que alguien atendiera al enfermo en su dolor o le protegiera para que no se produjese. Pero la tecnificación creciente del servicio de salud, la prioridad por la eficiencia y el control del costo médico han hecho que el personal sanitario sobreponga aspectos administrativos, financieros y procedimentales a la prestación de un verdadero servicio orientado al ser humano. Por supuesto que sigue interesando muchísimo la enfermedad, pero sin ponerle rostro ni nombre, perdiéndose la identidad personal del enfermo y sus valores. Todos estarán pensando ahora mismo en experiencias personales vividas donde algún profesional sanitario nos ha dicho comentarios como: “lo siento, mi turno ya ha terminado” o “no me pagan por esto”, o se han referido a nosotros como "el de la cama 5”, “el del infarto complicado”, “la diabetes descompensada"…en vez de hablar de la persona que presenta estas alteraciones. Ello deja al paciente en una injusta posición de fragilidad e infravaloración personal. No me cansaré de enfatizar que el usuario, el paciente y/o su familia, ante todo, son personas, es decir, que no solamente tienen una dimensión somática, psicológica y sociocultural, poseen también una parte espiritual que les da unidad y los integra al mundo de los valores y principios fundamentales de la vida; son seres con dignidad que merecen respeto. Y es que el conocimiento de la técnica es necesario para atender al enfermo, pero no suficiente si falta el componente humanitario. Ahora bien, la humanización de la salud precisa una preparación específica del profesional y de los voluntarios que se acercan a la persona-paciente para que se sienta atendida en la totalidad de sus dimensiones. No basta con la buena voluntad, aunque sea necesaria, para asistir integralmente a los enfermos. Pero entones me preguntarán ustedes: ¿cómo lograr que los servicios de una institución sanitaria sean humanizados? Mi respuesta es variada y dependerá mucho de cómo se encare 10 www.newmedicaleconomics.es el problema y la cultura propia que cada una de ellas tenga sobre este servicio humanizado. La gerencia, como verdadera impulsora de las políticas institucionales, debe ser la responsable de que trascienda lo filosófico, y se concrete en un plan de cambio cultural a medio y largo plazo, al cual se le asignen los recursos y el tiempo necesarios. Además, el enfoque debe ser integral con un alcance que logre permeabilizar todos los procesos organizacionales y conseguir que todos los que se involucren en el proceso de atención al paciente lo tengan como referente en los momentos de verdad. Y en ese plan deben figurar, al menos, siete conceptos clave para su desarrollo exitoso: La seguridad del paciente. No podemos hablar de servicios humanizados si estos no la garantizan en todo momento tanto para el paciente como para su familia y el personal sanitario próximo a ellos. Hay que identificar, clasificar, priorizar y administrar los riesgos posibles en cada situación, generando barreras de seguridad para disminuirlos. El mejoramiento continuo y creativo de los procesos. Sobre todo en aquellos que tienen que ver con la atención del usuario y orientados a conseguir la satisfacción de las necesidades del paciente. El manejo del dolor. No es posible humanizar los servicios de salud si no existe un programa específico para ello. Se requiere una oportuna detección y manejo interdisciplinario de los casos que requieren intervención aguda del dolor, independientemente del tipo de atención o servicio que requiera el paciente. La calidez en la atención. Se trata de transmitir al paciente y su familia un verdadero calor humano, generar empatía, tener una actitud diligente y optimista y propiciar un ambiente agradable. Es quizás en este punto en el cual el trabajo con el talento humano de la organización se vuelve una prioridad desde el proceso de selección, capacitación, entrenamiento y generación de cultura. Con Ojo Clínico La atención implica un juicio de valor y un proceso dinámico y participativo para identificar y dar prioridad a las necesidades y decidir la intervención médica, el plan de cuidado de enfermería y/o de otros profesionales de la salud, con el propósito de promover la vida, prevenir la enfermedad, intervenir en el tratamiento, en la rehabilitación y dar cuidado paliativo con el fin de desarrollar, en lo posible, las potencialidades individuales y colectivas. ¿Vivimos quizá en una sociedad menos humana que en el pasado? La comunicación asertiva. Se logra cuando se genera confianza y se establecen canales de comunicación eficaces que permitan escuchar las necesidades, sentimientos, deseos y opiniones del paciente, para transmitirle de una manera clara y cercana la información que se requiere según la condición de cada persona. La información. Esa que se brinda al paciente y a su familia, que debe ser clara, completa y suficiente para que les permita tomar las decisiones más apropiadas para su manejo y cuidado en salud. Además de ser una obligación legal y ética, el consentimiento informado es el mejor de los medios. La fidelización del paciente. Plan para lograr que los usuarios que han recibido los servicios, se conviertan en un cliente frecuente, logrando una relación estable y duradera. Las estrategias de fidelización son de por sí estrategias de humanización, porque buscan además de hacer sentirse bien al paciente, hacerle partícipe del servicio de salud que está recibiendo. Les invito a revisar en su organización cómo se está trabajando la humanización de los servicios, si ya tiene un programa implementado, si lo está evaluando, si ha dado los resultados esperados, cómo se puede desarrollar más. Con perdón y respeto, seguro que le queda mucho por hacer. No hay duda que vivimos en un mundo más humano que en el pasado, en el sentido de que existen más posibilidades de gozar de la vida, de la cual la salud es una de las prerrogativas más importantes. Sin embargo, la situación de nuestro mundo es explosiva. Somos espectadores y, tal vez, protagonistas de una gran revolución: el reemplazo del hombre por la computadora, la mecanización del trabajo, la estandarización de la vida. Vivimos en una sociedad técnico-científica. La ciencia ha prestado un servicio invaluable a la humanidad, salvando muchas vidas. Se han logrado grandes avances en la prevención de las enfermedades, en la curación, rehabilitación de las personas y en la promoción de la salud. Pero es cierto también que la técnica y la ciencia, cuando se absolutizan, tienden a reducir a la persona enferma a un número, un caso clínico interesante, una historia. La relación trabajador de salud-enfermo se convierte en una relación funcional, anónima, que puede llegar a la despersonalización y la masificación. Además, es una sociedad consumista, materialista, donde el tiempo es oro. En una sociedad que vive con estos criterios el enfermo, el anciano, el que no produce, tiende a ser marginado y aislado, y el trabajador de la salud puede también convertirse en una ficha, en un objeto que vale únicamente por el rendimiento y la eficacia en su trabajo. El hospital-empresa es fácil de diagnosticar. Un hospital en el cual las asambleas, reuniones y comités ponen sobre la mesa de trabajo solo indicadores: número de enfermos, días www.newmedicaleconomics.es -11 Con Ojo Clínico de estancia, tarifas, habitaciones libres…, solo preocupaciones económicas... Solo se habla del enfermo como de un medio o cliente que garantice la economía del centro y nivele los presupuestos y balances financieros. El uso inapropiado de la tecnología puede llevar a creer que solo con ello es suficiente para causar satisfacción duradera en la persona a quien se atiende. Los avances en la tecnología han disminuido la necesidad de interrogatorios clínicos detallados o de exámenes clínicos exhaustivos, lo cual ha implicado la pérdida de importancia que se le daba al contacto del profesional de la salud con el paciente, deshumanizando y mecanizando la relación. Es importante recalcar el cuidado que deben tener estos profesionales en cuanto a mantener la calidez y la sensibilidad al dolor. La tecnología debe servir para mejorar la comunicación, para informar, para investigar, para divulgar, para capacitar, para lograr mejores diagnósticos y tratamientos, sin abandonar la relación profesional-paciente, como una relación persona a persona. El problema no lo constituye la tecnología misma sino el uso que de ella hacemos los seres humanos. No podemos estar en contra de la modernización de las instituciones hospitalarias, en las cuales deben tener su espacio los avances de la ciencia y de la técnica con el fin de una mayor eficiencia que ciertamente es un valor. Pero no el único, ni el primero, ni el principal. Pienso que las fórmulas para realizar una efectiva humanización actual de la Sanidad pasan porque las instituciones busquen, permanentemente, los mecanismos para motivar a los profesionales sanitarios y que sientan placer ejerciendo su profesión, así como suprimir las barreras organizativas y administrativas innecesarias. Para ello, habrá que reconsiderar las condiciones laborales que algunas instituciones les ofrecen: contratos por tiempo limitado con incertidumbre laboral, salarios insuficientes que les llevan a la necesidad de tener que contar con varios empleos a la vez y recargo de responsabilidades administrativas que impiden, en muchas ocasiones, poder dedicar el tiempo justo a cada una de las personas que solicitan la atención en salud. El Conocimiento de la técnica es necesario para atender al enfermo, pero no suficiente si falta el componente humanitario Por otra parte, a estas entidades están muy ligadas las instituciones universitarias formadoras, quienes, además de transmitir los conocimientos científicos, las habilidades técnicas, deberán inculcar los valores morales y éticos como eje transversal a través de todo el proceso formativo, con el propósito de lograr la excelencia y el mejor adiestramiento posible. El énfasis en una comunicación adecuada es imprescindible (¡y estamos muy alejados de ella!). Humanizar el hospital, entonces, es intervenir radicalmente en la estructura del mismo, implementar una serie de compromisos operativos que afectan al “poder”, a las relaciones interpersonales, comunicación-información, a la misma vida afectiva y emocional del centro asistencial, teniendo como punto referencial al enfermo, en busca de su bienestar integral. El enfermo es el “centro” del hospital humanizado y quien merece recibir respuestas no solo técnicas y científicas, sino también “humanas”. Quizás pronto vuelva a escribir sobre este tema. Es apasionante, se dirige a nuestro corazón. Hablamos del hospital inteligente, del hospital líquido, pero...¿y del hospital humanizado? director de new medical economics Para contactar: direccion@newmedicaleconomics.es 12 www.newmedicaleconomics.es