de celebrar actos meramente lícitos (V. ACTO LÍCITOS) ( 4 ) , y la de celebrar actos jurídicos. 5. Delimitado el ámbito de esta voz, cabe desarrollar la misma de modo esquemático, remitiendo al lector a las distintas voces que analizan a los incapaces: PERSONA POR NACER, MENORES, DEMENTES, etcétera. El artículo 31, última parte, del Código civil, establece como norma general: "Pueden —se refiere a las personas— adquirir los derechos o contraer las obligaciones que este Código regla en los casos, por el modo y en la forma que él determina. Su capacidad o incapacidad nace de esa facultad que en los casos dados, les concede o niega las leyes". Esa amplia posibilidad surge, pues, de la letra legal, y Vélez Sarsfield le acentúa en la nota al articulo 52 (°). La incapacidad Ilícito practicado durante un Intervalo lúcido (artículo 1070). Sobre este aspecto de la "voluntad" del demente interdicto en intervalo lúcido y su percusión en la sanción anulatoria relativa, puede verse Boffi Boggero, L. M., .Aspectos de la nulidad del acto jurídico, págs. 15-18, ed. de Paraná, 1950. ( 4 ) Es muy interesante el desarrollo que, sobre la aplicación de los principios del acto Jurídico al acto meramente ¡¡cito, traen Enneccerus y Nipperdey. Derecho civil, "Parte general", 13» ed,. t. 2, especialmente págs. 18 y 19. Debe señalarse que estos autores se fundan en su conocida división entre "actos semejantes a negocios" y "actos reales (V. ACTOS LÍCITOS), aplicando a los primeros el requisito de la capacidad de celebrar actos Jurídicos. Cuando se refieren a los segundos, emplean la acepción "capacidad de hecho" en un sentido más natural que Jurídico. De ahí que consideren capaz de hecho a un enfermo mental. Sobre el tema, ver también Orgaz, págs. 184-6. ( 5 ) La nota al art. 52 dice textualmente: "La expresión adquirir derechos, además de comprender implícitamente la posibilidad de contraer obligaciones, abraza en sí todas las fases de los derechos adquiridos, desde <>1 hecho de la adquisición de cada uno de los derechos, hasta el de su pérdida total. "Esas fases pueden resumirse del modo siguiente: "1» Hecho de la adquisición del derecho. "2» Duración y ejercicio del derecho. "3» Conservación o defensa rtel derecho. "4° Pérdida total del derecho. "Y así, cuando las leyes civiles permiten la adquisición de un derecho o cuando no la prohiben, permiten su ejercicio, su conservación y la libre disposición de ese derecho". Esa amplitud legal, que no hace pender la capacidad de celebrar actos Jurídicos de las condiciones particulares de la persona, no traduce, con todo, un principio uniforme en la legislación comparada. Asi, en Francia, aunque no se formulan diferencias con respecto al "goce" de los derechos civiles entre franceses y extranjeros, sí se lo establece, en cambio, con relación al número de esos derechos, ya que los extranjeros solamente pueden "gozar" de aquellos derechos que su propio país «conoce a los franceses por Intermedio de los Tratados (arts. 1" y 11 del Cód. civ.). La misma Itr.Ua, que contenía un principio amplio, lo ha surge, así, por excepción. Si una persona no es capaz, indudablemente debe 'considerársele incapaz para la ley. Por ello es que toda persona tiene, en principio, capacidad para celebrar actos jurídicos. Dice el artículo 52: "Se reputan tales —es decir, capaces— todos los que en este Código no están expresamente declarados incapaces". La incapacidad ha de surgir, entonces, expresamente de la ley y, lo que es más, a modo exclusivo. Esto se explica fácilmente, ya que, si en cada caso hubiere de examinarse la existencia de los atributos en base a los cuales la ley concede la capacidad, nunca podría saberse a ciencia cierta cuándo una persona habría podido válidamente celebrar el acto jurídico y cuándo no lo hubiera podido hacer. Además, tampoco se respetaría la seriedad de esos actos jurídicos, si se permitiera a los particulares graduar o extinguir la capacidad o la incapacidad. Por ello, se ha podido decir que la capacidad descansa en normas imperativas ( c ). modificado en su nuevo Código de 1942, estableciendo el principio de reciprocidad y remitiéndose a reglas especiales en materia de privación de derechos civiles a una determinada raza (art. 6'' de las disposiciones preliminares y art. 1» c'.el Cód. clv.). Ha de consignarse también que el 5 de agosto de 1943 fueron abolidas algunas disposiciones de índole racial. Sobre el tema, puede verse a Spota, A. Q., Tratado de Derecho civil, "Parte general", vol. 3 1, págs. 302 y sigs., así cómo bibliografía que cita. Esta última debe ser dividida cuidadosamente, ya que una parte de ella es ajena al lado jurídico de la cuestión y otra parte de la misma escapa a la materia de la "capacidad" en sí. Ver, asimismo, Boffl Boggero, L. M., Lecciones de Derecho civil, nota 19. (6) Es sabido que el ordenamiento Jurídico se halla armado, constituido, de normas cuya fuerza es bien diferente. Algunas son "imperativas" o "forzosas" o "prohibitivas", imponiéndose a despecho de la voluntad particular de los agentes. Otras normas actúan a modo complementario de esa voluntad privada, sea interpretándola en casos de duda, fuere complementándola en materias que ella no hubiere abordado cuando hubiere podido válidamente hacerlo. Otras, todavía, según la doctrina moderna, actúan a modo de autorización a la voluntad privada para que ésta regle libremente los Intereses particulares (Ver Busso, Código civil anotado, t. 1, págs. 176 y sigs.). La doctrina acostumbra decir que las normas sobre la capacidad encuentran fundamento en el "orden público" (Salvat, ob. cit., pág. 318; ver, asimismo, citas de Busso, pág. 199; etc.), mas algunos autores se Inclinan por conceptuar que se trata c!e un fundamento distinto: la imperatividad: las normas imperativas constituyen el género, y las normas de orden público, una de sus especies. Estas últimas son, pues, reglas imperativas de orden público. Las normas que gobiernan la capacidad e incapacidad serian imperativas, pero al solo efecto de proteger los Intereses privados -de los Incapaces y no para resguardar el orden público. Busso, por ejemplo, se Inclina por esta última tesis en cuanto a la capacidad e incapacidad de hecho, pero por la primera en cuan- 6. La doctrina separa la. capacidad de la figura del poder. Al paso que la primera, tal como se vio, es la aptitud para celebrar actos jurídicos, la segunda, en cambio, es la aptitud parar celebrarlos por cuenta ajena. Además, asi como la primera sólo puede derivar de la ley, la segunda puede serlo de tres fuentes distintas: la ley, la decisión judicial y la decisión privada <n. Es obvio que tal distinción entre capacidad y poder no encuentre dificultades de Índole alguna, ya que, mientras en un caso se trata del propio titular del derecho, en el segundo hay un agente intermedio que vincula a ese titular con otra persona. 7. También se diferencia la capaci- dad y el estado, ambos atributos de la personalidad. (V. ESTADO CIVIL.) El concepto de estado ha sufrido una evolución conceptual que no ha cesado todavía. Los autores discrepan acerca de su verdadero contenido. Para unos, en concepto lato, constituye la posición del individuo dentro de todo el ordenamiento Jurídico. Para otros, a cambio, en concepto más restricto, constituye la posición dentro del orden familiar. Entre ambos criterios extremos, existenf l aún posiciones doctrinarias intermedias ( ). Configurada la figura jurídica del estado como una posición del agente, es fácil distinguirla de la figura de la capacidad. Si aquélla es una posición, ésta es una aptitud. Al ocupar aquélla, el Individuo tiene determinada aptitud, y esta última entraña la existencia de la primera. Asi: el estado civil de padre entraña capacidad para celebrar determinados actos jurídicos. Asi como no se podía carecer totalmente de capacidad ni ser dueño de toda ella, así tampoco se puede carecer de algún estado ni tener todos ellos (°). 8. Una parte de la doctrina acepta, al lado de la capacidad, otro instituto que denomina legitimación. Aun cuando el examen de este último pertenece a su voz respectiva, la circunstancia de constituir to a la capacidad e Incapacidad de derecho. Con especial referencia a la capacidad de las personas jurídicas, se decide por el fundamento de orden público (ver lugar citado). (7) Ver Salvat, ob. clt.. pág. 318. (8) Busso. págs. 407-8; Salvat. págs. 308 y slgs.; Orgaz, paga. 312 y slgs.; Spota. págj. 139 y slgs. (B) Busso, págs. 407-8: Spota, pág». 141-2, donde, aun cuando admite la separación entre la capacidad y el estado, entiende que éste e» un presupuesto de aquélla (ver, asimismo, desarrollo de págs. 303 y slgs.). una figura de reciente 'aparición y . de ser sumamente discutida todavía, hace que deban decirse algunos conceptos sobre ella. Es empleada más comúnmente en Derecho procesal ( I 0 ).« Precisamente, es un procesalista quien se ha ocupado con verdadero interés de esta novedosa figura ( l l ). Cuando la doctrina moderna le acepta en Derecho civil no lo hace siempre con el mismo nombre. Así acaece con Betti («), Houln («), Von Tuhr("), etcétera. Como (10) Debe anotarse el esfuerzo dialéctico de Carneluttl para Imponer la figura en la dogmática procesal. A través de las págs. 367-973 de su Teoría general del Derecho, ed. Madrid, 1941, estudia con amplitud la legitimación, dividiendo el analista en variados subtemas: legitimación directa e Indirecta; legitimación positiva y negativa, etcétera. Reconoce que hay confusión sobre esta figura y dice que se ha comenzado a comprenderla mejor dentro del Derecho procesal "con ocasión del estudio del fenómeno por virtud del cual, pan obtener una decisión del juez, no basta a la persona tener capacidad, sino qoe necesita ser parte en aquel conflicto de intereses sobre el que se solicita el juicio" (pág. 268). (11) Precisamente es Carnelutti quien se ha ocupado de la figura no sólo en la obra que clt» la nota anterior sino también en su Sistema de Derecho procesal civil, págs. 29-31, ed. Bueno» Aires, 1944. (12) Teoría general del negocio jurídico, páginas 167-8, 176 y slgs., trad. de Martin Pérez. Madrid. (13) En las deliberaciones, que aún prosiguen, acerca de las reformas del Código civil francés, Houln acepta la doctrina de la competencia (que toma en el sentido de legitimación, lo que no parece desacertado desde que el mismo Betti define la legitimación de la parte "como su competencia para alcanzar o soportar ios efectos jurídica de la reglamentación de intereses a que se ha aspirado..." (pág. 177). Dice que entre la capacidad y la competencia hay tres distinciones que deben formularse: en cuanto al fin, a su fuente y a su sanción. Mientras que el fin de la incapacidad ei proteger una voluntad deficiente, el de la competencia es proteger intereses extraños al sujeto. notoriamente el de orden público. Al paso que 1» fuente de la capacidad no es voluntarla, la de U competencia puede serlo. Además, mientras la falts de capacidad lleva a la anulación relativa, la falta de competencia lleva generalmente a la anulación absoluta, si no a una inoponibilidad o a una simple responsabilidad civil o penal (V. Travauz de la Commission de Reforme du Code Civil, nía 1945-46, pág. 173). Bodard, por su parte, define la competencia como "la cualidad reconocida por la ley a una persona para hacer un acto determinado". En el seno de la comisión se han suscitado discusiones al respecto. Para Houln, verbigracia, la venta de cosa ajena y la Imposlbllldtd de que la mujer casada ejerciera el comercio mediando oposición marital, constituyen casos de incompetencia. Afirma que se trata del Interés del comprador y del hogar respectivamente, mil que del vendedor o de la mujer (pág. 174). Nlbo- yet objeta el primer caso, diciendo que pan (1 Código francés hay una anulación relativa por error (pág. clt). (14) Von Tuhr dice que los autores distinguen entre capacidad de obrar y poder de disposición. Este serla la posibilidad de producir efectos «n se dijo, constituye una noción sumamente discutible ( l r '). Para decirlo de modo sintético, sería capacidad la aptitud para adquirir derechos o contraer obligaciones; y sería legi- timación la aptitud del sujeto para actuar concretamente sobre cierto objeto. Mientras la primera es cualidad del sujeto en sí, la segunda pertenece por igual al sujeto y al objeto del acto jurídico. La dispersión de ideas que este instituto ha despertado se puede apreciar fácilmente a través de algunos casos prácticos. Así, mientras para unos, la sanción ahulatoria del acto jurídico celebrado por el fallido sobre bienes de la quiebra deriva de su falta de capacidad ('«), para otros, es fluyente del desapoderamiento < 1 7 ) y para otros, aún, lo es por ausencia de legitimación ('«). 9. El Código civil, a manera tácita, y la doctrina, de modo expreso, han aceptado la división de la capacidad en dos grandes y fundamentales ramas: capacidad de derecho y capacidad de hecho. La primera consiste en la aptitud considerada en sí misma; la segunda, en la aptitud del titular para adquirir por si propio el derecho o la obligación. De estos dos grandes conceptos surgen sus reversos: la incapacidad de derecho y la incapacidad de hecho. El Código civil menciona la capacidad e incapacidad de derecho en su artículo 949. Y en la nota puesta al pie del mismo, un» determinada estera jurídica, se» personal o fuere patrimonial (Derecho civil, "Teoría general de! Derecho civil »lcmán". vol. II L>, t. 4. pág. 37). Mientras que la incapacidad opera ni declararse 1» voluntad, la faita de disponibilidad se toma en cuenta ni momento en que se producen los efectos del negocio (pág. 38). Puocie apreciarse, asi. que Von Tuhr viene n equiparar el poder de disposición con la legitimación. (15) Es evidente que la figura de la legitima- ción debe ser revisada con suma cautela por la dogmática. Algunos de los supuestos que parecen explicarse claramente con ella, lo son ya mediante 1« figura de la Incapacidad. 116) Segovia,'t. 1. nota a al art. 55; Llerena t. 1, comentario al art. citado; Freitas. arts. 42, inc. 3, y 44. Inciso 5, así como arts. 132 y sigs., consideran que se trata de tina incapacidad de hecho; al paso que Salvat. pág. 321. y Satanows- ky, M., "Liquidación sin quiebra", en Jurisprudencia Argentina. 1948. t. 2, scc. doct.. pág. 83. conceptúan que es una incapacidad de derecho. Para la moderna tesis de lu "incapacidad", dotad» de otros fundamentos, ver Orgaz, pág. 196, nota 39. (17) Ver bibliografía citada por Orgaz, página 195. nota 38; pueds verse, además, Parry, A. E.. Teoría del crédito en la quiebra y en el concuño, i. 1, pág. 63, Buenos Aires. 1945; Fernández, R. I... Fundamentos de la quiebra, pég. 947. Buenos Aires. 1937; García Martínez, E., El conroriato y la quiebra, t 2. pág. 37. Buenos Aires. 1940; Spota. págs. 370 y stgs.; etc. 116) Betti. pág. 178. añade el codificador: "La capacidad civil de derecho es el grado de aptitud de cada clase de personas para adquirir derechos, o ejercer actos por sí, o por otros, que no les sean prohibidos. Las personas a quienes se prohibe la adquisición de ciertos derechos, o el ejercicio de ciertos actos, son incapaces de derecho; es decir, de esos derechos o de esos actos prohibidos". Como se ve, parte de lo transcrito confunde la capacidad de derecho y la capacidad de hecho. Con "todo, bien puede decirso, como se dijo, que el Código reconoce la clasificación de modo tácito. Refuerza este argumento la circunstancia de que Freitas, su más segura fuente en la materia, consagra expresamente la división en los ar- tículos 21 y 22 de su Esboco O ! >). La doctrina nacional acepta sin discrepancias de fondo la división entre capacidad de derecho y de hecho (-'">, con lo que sigue la corriente doctrinal extranjera ( 2 | > . Entre las objeciones que se han dirigido a la denominación, se encuentra la de que ambas capacidades son de derecho (-'¿). Esta objeción se halla ajustada a la verdad desde un punto de vista estrictamente técnico. Debe, con todo, aclararse que muchas veces el jurista usa vocablos que gozan de una tan extensa tradición porque anotan, en el consenso público, tan claramente la idea que se proponen traducir, que resulta, no solamente difícil sino hasta peligrosa, una sustitución de ellos en aras del purismo técnico. Tal acaece también con la división acogida por los Códigos procesales entre las (19) Busso. t. 1. pág. 247. etc. Este autor, partiendo de la definición de Michoud sobre los dos aspectos del derecho: interés Jurldicarncnte protegido "(con lo que recuerda a Iheríng) y poder de actuación necesario para vivir ese interés, entiende que la capacidad de derecho se vincula ni primer elemento y que la de hecho se relación» con el segundo. Pueden versa, asimismo, los arts. 14 y 699 del Código civil. (20) Salvat. párs. 319-20: Machado, t. 1. páginas 116-17; Orgaz, pág. 177, con reparos en la nota 6; Spota. pág. 148; Guastavlno, Notas al Código civil argentino, t. 1, págs. 90-91. Buenos Aires. 1898: etc. (21) Ver Busso, t. 1. págs. 247 y sigs.: Spota. págs. 162 y sigs., asi como abundante bibliografía que ambos exhiben. Pueden añadírseles, entre numerosas obras: Von Sternberg. Th.. Introducción a la ciencia del Derecho, pág. 266, Bdit. Labor: Oertmnnn, P., Introducción al Derecho civil. pág. 51. Edit. Labor; Loewenworter. Derecho civil alemán comparado con las características del Derecho comercial, pág. 25, Chile, 1943; Rubbianl Galasso. O. L'applicazione dclle leggi in gene rale e in diritto delle persone, págs. 30 y sigs.. 1940. (22) Ya Raúl Orgaz hacía notar que toda capacidad era de derecho, cuando escribió su tesis doctoral. cuestiones "de hecho" y "de derecho", que son siempre "de derecho" en cuanto calificadas por la normatividad jurídica, mas que denotan respectivamente los hechos jurídicos y las referencias normativas que les califican y les asignan sus efectos. Ha de reconocerse, no obstante, que alguna vez debe de ser pulido un concepto, un vocablo, y ello sería bien posible en este caso, por cuanto el mismo Código sólo acepta la división "de hecho" y "de derecho" a modo implícito. El carácter objetivo de esta voz obliga a limitar el problema a las menciones que anteceden. Debe señalarse también que es corriente en la dogmática italiana y en los autores que suelen seguirla, la aceptación de una incapacidad natural. Este concepto parece confuso y algún escritor moderno de Italia toma precauciones frente al mismo ( 23 ). El equívoco del término consistiría en que desconoce la misma esencia de la capacidad. Esta es una pura creación de la ley. Que el jurista se inspire en materiales de la naturaleza externa o humana, es cosa distinta. Puede aclarar más fácilmente este concepto la vinculación estrecha entre el fenómeno del discernimiento y el de la capacidad. Esta se funda muchas veces en aquél, y le acompaña en su evolución (-'•»), pero siempre derivando exclusivamente de la ley. Así: si el menor incapaz es precoz, la incapacidad le será atribuida lo mismo dentro de los términos legales. El demente interdicto en intervalo lúcido o con la mayor recuperación posible de su salud mental, seguirá siendo tan incapaz como lo era desde que se le interdijo y hasta que esa interdicción le sea levantada por pronunciamiento judicial. Más aún: es casi fatal que el enfermo totalmente recuperado pase un lapso de tiempo sin que esa recuperación de su aptitud mental sea acompañada de la (23) Betti, pb. cit., págs. 172 y sigs. Ver conclusiones de Orgaz, A., en "Sobre los actos de los dementes y otros temas conexos", en Estudios de Derecho civil, págs. 250-51, Buenos Aires. 1848. Este trabajo, publicado ya en 1943, fue contestado por Pedro León Inclusive en este aspecto de las incapacidades naturales (V. "A propósito de las disposiciones de última voluntad del Interdicto", en Boletín del Instituto de Derecho Civil, Córdoba, 1044, págs. 7 y sigs.; sobre el tema, las paginas .37 y sigs.; Orgaz, a su vez, contesta a León en la revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires, t. XXH, 1944. nüm. 2, págs. 137 y sigs.. y, sobre el tema de esta nota, págs. 137 y sigs. (24) Véase el ejemplo de los menores: El articulo 821 considera que carecen de discernimiento, bajo la faz de los actos lícitos, los menores impúberes; éstos son, a tenor del art. 127, los que no tuvieren 14 años cumplidos; y el art. 54, inc. 2", los coloca entre los Incapaces absolutos. Ver más adelante la nota 35. aptitud jurídica que entraña la capacidad. Ese período es el que transcurre desde la recuperación mental hasta que el juez, comprobada la misma, levante la interdicción, devolviéndole así la capacidad. Aclarados con estos breves razonamientos los conceptos "de derecho" y "de hecho", "naturales", etcétera, debe manifestarse que ellos son preferibles a muchos otros con que la doctrina extranjera distingue 25 la clasificación que se está analizando ( ). 10. Siendo la capacidad el principio general, el estudio de las excepciones hará resaltar el alcance de ese principio. La incapacidad de derecho es siempre relativa, vale decir, afecta un número determinado de actos jurídicos, porque si la persona no pudiera celebrar ni uno solo, aunque fuera mediante la actividad de un representante, se estaría frente a la bárbara figura de la "muerte civil", o sea ante la negación de la personalidad en el Derecho. En tiempos remotos, según estudios realizados al respecto, algunos seres humanos eran considerados jurídicamente como "cosas" ( 2 C ). En épocas ulteriores, y hasta en algunas cercanas, el respeto por la personalidad humana se vio seriamente afectado í 2 '). El Código civil no agrupa las incapacidades de derecho de modo ordenado, habiendo preferido su legislación en cada una de las materias a la que específicamente pertenecen. Sin ánimo de hacer una mención exhaustiva de esas incapacidades, se han de mencionar las que más comúnmente cita la doctrina: a) Incapacidad de la persona por nacer para contraer obligaciones, salvo que fueren ínsitas de los derechos que ella adquiera por cesión, herencia o legado (art. 64). Sólo impugnan esta hipótesis quienes niegan, como lo hace Orgaz, carácter de personas a los no nacidos. b) Prohibiciones al padre de celebrar contratos con los hijos que se hallen bajo patria potestad (art. 279). (25) También se habla de estos términos: "capacidad de goce" o "capacidad de adquirir" o "capacidad jurídica" por la de derecho; y "capacidad de obrar" o "capacidad de ejercicio" por la de hecho. Ver Orgaz, ob. clt., pág. 177, texto y nota 7 especialmente; Busso, ob. clt. pág. 247. (26) Ver, entre numerosísimas obras, sobre la esclavitud: Mazzarella, J., Los tipoy sociales y el Derecho, Madrid, 1913; además, los escritores romanistas en los estudios sobre la situación jurídica del esclavo (res mancipi) en Boma. (27) Ver, entre buena cantidad de obras, Bodenhelmer. E., Teoría del Derecho, Fondo de Cultura Económica, México, especialmente págs. 25-7. c) Prohibiciones al tutor de celebrar ciertos actos con bienes del pupilo, "aunque el juez indebidamente lo autorice" (artículo 450). d) Prohibición al albacea de comprar bienes de la testamentaría a su cargo (art. 1361, inciso 39). El estudio particular de cada hipótesis pertenece a las voces respectivas. (V. ALBACEAZGO. PATRIA POTESTAD. PERSONA POR NACER. TUTELA.) La capacidad o incapacidad de derecho se presta menos que la capacidad de hecho para una sistematización, dado que esta última surge ya de normas generales que expresan los tipos o casos de esa incapacidad; al paso que la de derecho surge de soluciones parciales dispersas en el Código. Entre estas soluciones, las hay que parecen aludir más a una prohibición del acto por si propio que a una prohibición de él en base a determinadas personas. Una doctrina entiende que los casos de incapacidad de derecho son, en rigor técnico, hipótesis de actos, prohibidos ( 28 ). Con todo, es conveniente operar en la materia de modo cauteloso. Toda prohibición a una persona de celebrar un acto entraña, en cierto modo, una prohibición de ese acto. Ahora bien; como se dijo, la prohibición legal puede alcanzar el acto en sí, vale decir, independientemente de los sujetos que lo celebren; o al acto con referencia particular a esos sujetos. Verbigracia: si la ley prohibe que una persona contrate con otra la comisión de un delito, esa tal prohibición es de tan grande generalidad que comprende a todas las persoaas, no a determinado número de ellas o a determinada persona. Pero si la ley prohibe al padre contratar con su hijo bajo patria potestad, no prohibe tanto el contrato en sí (puesto que el padre y el hijo, éste por medio de su representación legal, pueden celebrar contratos) como ese contrato en atención a las personas que lo celebran. Esta diferencia es de suma, importancia, pues a poco de ahondarse en ella, se ha de apreciar que, en la primera especie, juega un interés supraindividual inmetltoío, mientras que, en la segunda, actúa de modo inmediato un fundamento prirado, en el caso el de protección del menor. Planteadas asi las cosas, puede reservarse la expresión "incapacidad de derecho" a las hipótesis en que la ilegalidad del acto surge exclusivamente de haber sido (J8) Moyano, J. A., Efectos de las nulidades de ¡oí ocíoj jurídicos. Buenos Aires, 1932. prohibido en atención al sujeto que lo celebra. La doctrina argentina atribuye fundamentación de orden público a las incapacidades de derecho, a veces reconociendo que esas incapacidades constituyen, en ocasiones, medidas de protección para el propio incapaz (29). Como se ha visto con anterioridad, tanto la capacidad de derecho como la de hecho se encuentran regidas exclusivamente por la ley. Las partes no pueden graduarlas, atribuirlas o hacerlas desaparecer, ya que se trata de reglas imperativas ( 30 ). Como ya se expresa en la nota seis, parte de la doctrina distingue el carácter imperativo y el de orden público como el género y la especie, respectivamente. De tal modo, toda norma inspirada en el orden público sería imperativa, pero no toda norma imperativa se hallaría inspirada en el orden público. En materia de capacidad, precisamente, tal distinción resulta sumamente útil. La imperatividad de la norma que sanciona la capacidad o la incapacidad hace que no sea derogable mediante la actividad de los particulares. Pero ese carácter imperativo procura la defensa o protección inmediata del interés privado del incapaz. También podria razonarse, empleando el difícil y huidizo principio del orden público en un sentido lato por oposición a interés privado, que él constituya el soporte de la norma que Instituye la capacidad o la incapacidad —lo que la hace inderogable por actividad privada—, pero esa norma jsirve inmediatamente el interés privado del incapaz (31). Alrededor de esta materia, Japiot distinguía entre un orden público de gradación inferior o puramente prohibitivo, mediante el cual se protege a los intereses priva'29) Spota, pags. 174-75 y nota 289, íunda en el orden público a la Incapacidad de derecho, aunque reconoce la protección que implican en el fondo. Salvat, que en su obra, en la "Parte general", sostiene que las Incapacidades de derecho se fundan "siempre sobre una prohibición de la ley, la cual es funda a su vez en consideraciones de orden público", distingue, en su obra Fuentes de las obligaciones. Bdít. La Ley, 1946. I. pág. 214. las hipótesis de los Incisos 1» a 5» como susceptibles de anulación relativa, es decir, de fundamentaclón particular, frente a las restantes hipótesis del art. 1361, que aparejarían anulación absoluta por fundarse en el orden público. A tra- vés de esta manifestación, puede apreciarse la extremada dificultad del tema (ver también nota 34). (30.) La capacidad e incapacidad no puede ser objeto de los actos Jurídicos, sino que Integra el cuadro de los elementos de este último Junto, por ejemplo y precisamente, al objeto del mismo. (31) Esta materia se vincula directamente con la anulación del acto jurídico. (V. NULIDAD DE LOS ACTOS JURÍDICOS.) dos; y un orden público de sentido más alto, en que la ley se coloca por cima de los intereses más egoístas de cada uno para, así, velar:)2en pro de los intereses del cuerpo social ( ); y algún otro autor ha manifestado, a su turno, que los efectos de la violación de las normas de orden público pueden consistir en la nulidad absoluta, en la 'relativa o en la validez del acto, según las hipótesis ( 33 ). Parece lógico sostener, a modo de síntesis, que en todos los casos de incapacidad de hecho hay un fundamento inmediato de interés privado: el del incapaz. Que en los de incapacidad de derecho, es menester la distinción entre las hipótesis donde la prohibición del acto se ha instituido en att-nción a las personas que intervienen —ca.;o de interés privado— y las hipótesis donde !•» prohibición se refiere también a las personas, pero no tanto en atención a las mismas como sujetos privados, sino a ellas como titulares de una calidad o posición que les vincule con la organización estadual, caso de interés público (3<). 11. Así como la capacidad de derecho (32) Japlot, R., Des nullités en matiére d'actes juridiques. Essai d'une théorie nouvelle, páginas 309-13, París, 1909. (33) De Roa, J. O., Del orden público en el Derecho positivo, pág. 90, Buenos Aires, 1926. Esta obra contiene, asimismo, una escogida bibliografía. Parí este autor, a diferencia de las corrientes dominantes, el orden público no puede caracterizarse por oposición de loa intereses generales a los particulares, sino cQmo el estado indispensable para el desenvolvimiento de las distintas actividades humanas. Puede verse, sobre esta materia, la obra de P. Zaballa. especialmente págs. 56-7. Es interesante destacar que Solón, M. V., Théorie sur la nulíité. Des conventions et des artes de tout g'nre en matiére civil, París, 1835, distingue las nulidades de orden público propiamente dichas y de orden público secundarlas (págs. 4-5). Sobre toda esta materia, puede verse a Busso, t. 1, pág. 199, y bibliografía de la pág. 187. Para un análisis de distintos aspectos del orden público, ver fallo registrado en la revista La Ley. t. 59, pág. 580. Y para un examen de la materia con relación al orden jurídico, ver conferencia de Enrique Martínez Paz, pultlicada en la revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires, t. 20. número- 5, pág. 673. (34) No puede dejarse de considerar que, al no especificarse en el Código los casos de anulación absoluta y relativa, se deja buen margen al dogmático. De esa suerte, éste debe pesar con cuidado qué hipótesis de incapacidad de derecho se fundan de modo inmediato en el Interés público y qué casos en el interés privado. En ese sentido, podría verse, en la prohibición del inciso lo del art. 1361, el Interés del menor; y, en la hipótesis del ministro de Gobierno, el Interés público. Segovia. que sostiene la fundamentaclón privada de los casos contemplados por el art. 1361 (pág. 383), distingue como de fundamentaclón públicas las prohibiciones absolutas del tutor (t. 1, pág. 284). Machado se Inclina en favor de la fundamen- no se vincula a la "voluntad" de los agentes, la capacidad de hecho se vincula a ella de un modo directo ( 3r> ). Así también, como en la primera no se encontraba un solo caso de incapacidad absoluta, pues ello equivaldría a la "muerte civil" (•">), en la de hecho hay casos que afectan a ciertos actos jurídicos (incapacidad relativa) y otros más graves que afectan a todos los actos jurídicos (incapacidad absoluta), salvo algunos casos de excepción (art. 10, ley Matrimonio; para algunos autores: art. 345, Cód. civ.). Los principios expuestos sobre la reglamentación exclusiva de la ley al principio de esta voz, y en el capítulo anterior, son perfectamente aplicables a la capacidad e incapacidad de hecho. Lo mismo con referencia al principio de capacidad y a la excepción de incapacidad, de modo que el estudio de esta última también pondrá de relieve la extensión de la capacidad de hecho, reinante en todas las hipótesis no contempladas expresamente como de incapacidad. El carácter de esta voz general exige que sólo se aborden los principios fundamentales, limitándose a la expresión de los casos de incapacidad absoluta y dejando a cada una de las voces respectivas el tratación privada (t. 4, pág. 6G). Salvat, como queda dicho en la nota anterior. De Roa. conceptúa de interés público los casos contemplados por los Incs. 3» a 7» y de interés privado las hipótesis mencionadas por los incisos lo y 2'. Alfredo Orgaz se decide por la fundamentaclón pública. Spota se Inclina también por esa fundamentaclón. Para la mejor comprensión de esta materia, deben verse principalmente las voces NULIDAD DI LOS ACTOS JURÍDICOS y ORDEN PÚBLICO. (35) Ya se na visto que la capacidad de hecho sigue prácticamente la evolución que la "voluntad" del agente. Las excepciones del principio no hacen sino confirmarlo. El jurista toma el antecedente natural: minoridad, enfermedad (demencia, sordomudez) y, adaptando esa realidad al mundo jurídico, le confiere carácter normativo. Este último puede o no coincidir con la realidad natural, pero ha sido constituido tomando los elementos naturales y usándolos en la medida de li necesidad jurídica (Agular, H., La voluntad jurídica, pág. 53. 1950; Busso. t. 1. págs. 410 y slgs.: Spota. pág. 362. Segundo Congreso de Derecho Civil, celebrado en Córdoba en 1937. t. 1, págs. 113 y siga. Ver. asimismo y dada su reciente aparición. Borda, O., "Algunas reflexiones acerca del discernimiento y los pequeños contratos", en Re- vista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de Buenos Aires, t. 8. pág. 421). (36) Ya se vio que, salvo fenómenos más generales de la antigüedad y de algunos más especiales del mundo contemporáneo, ningún ordenamiento jurídico positivo ha negado a las personal el mínimo de capacidad de derecho indispensable para el reconocimiento y la efectiva vigencia de la personalidad. tamiento especial de cada incapacidad de hecho. Eso si, a diferencia de lo acaecido en materia de incapacidad de derecho, en que la mención hubiera empleado un espacio desmedido, en este caso se pueden expresar todas las hipótesis, por ser poco numerosas y por encontrarse, casi todas, ordenadamente agrupadas por el Código civil: Personas por nacer, menores impúberes, menores adultos, menores emancipados, dementes, interdictos, sordomudos interdictos, ausentes declarados tales en juicio, mujeres casadas, personas jurídicas, condenados a reclusión o prisión por más de tres años (esta última hipótesis fue incorporada por el Código penal) ( 37 ). (37) El art. 54 del Código civil emimera las personas con Incapacidad (de hecho) absoluta: las personas por nacer, o sean las que. no habiendo nacido, se hallan concebidas en el seno materno; los menores impúberes, es decir, los nacidos pero menores de catorce años; los dementes. vale decir, los declarados tales por resolución Judicial; los sordomudos que no saben darse a entender por escrito, lo que equivale a decir que son los que el Juez Interdice; y los ausentes declarados tales en juicio, sobre cuya Individualidad existe una discrepancia doctrinarla que puede verse en la voz AUSENCIA CON PRESUNCIÓN DE FALLECIMIENTO. El art. 55 del mismo Código enumera, a su turno, las personas con Incapacidad (de hecho) relativa: los menores adultos, es decir, los que tengan catorce o más años de edad y na lleguen a los veintidós; y las mujeres casadas, o se» las que han contraído matrimonio. Respecto a estas últimas, la ley 11.357 y, según algunos autores, el art. 37, II, de la Constitución Nacional de 1940. reconocen el principio de la capacidad de la mujer casada, lo que vendría a significar que el Indio 2» del art. 55 del Código civil habría quedado derogado. Además de estos Incapaces, existe otra norma M Derecho civil Introducida por el Código penal. B art. 12' del mismo establece que los penados por prisión o reclusión de mas de tres años no pueden administrar sus bienes, ni disponer de ellos por actos entre vivos, ni ejercer la patria potestad, mientras dure la pena que les ha sido Impuesta. £1 Código civil contempla otras categorías de incapaces: la de los menores emancipados, categoría intermedia entre los menores adultos y los mayores de edad, y que sólo advienen tales por matrimonio, son capaces por regla e incapaces por excepción; la de las personas jurídicas, que es de hecho absoluta, según la doctrina dominante, pero que es de imposibilidad de hecho para algunos autores (entre otros. Ferrara, Teoría delle persone giuridique. núm. 73; Orgaz, pág. 178, especialmente nota 8, donde cita a Ferrara y afir- ma que no es posible hablar de incapacidad de personas que nunca pueden tener capacidad, ya que ello seria como hablar del reverso de algo que nunca puede tener anverso). Pnra un ensayo sobre los principios que rigen la materia, ver Boff 1 Boggero. L. M., "La capacidad de la:; personas Ju- rídicas y el Código civil argentino", especialmente páss. 3567 y 3569 de Revista Notarial, órgano del Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires. También el Código contempla, pero no en la "Parte genera!", otras incapacidades: la de los rcllyjojoj pro/esos y !« de los comerciantes /a- 12. Fundándose la incapacidad de hecho en la idea de inaptitud para gobernar los propios intereses, es lógico que el ordenamiento jurídico instituyera un régimen de protección y, a la vez. de representación de los incapaces. Estas dos instituciones, la protección y la representación del incapaz, obedecen al propósito cla.ro de evitar que este último dañe sus intereses mediante su .propia e inhábil actividad y que, privado de esa actividad, deba abstenerse de celebrar actos jurídicos. Poi' olio ha podido decirse con verdad que no hay un incapaz de hecho sin que la ley le haya dotado de representante. Sí el incapaz no pudiere celebrar por sí un acto jurídico ni tampoco lo pudiera celebrar por medio de representante, entonces, a más de ser un incapaz de hecho, sería un incapaz de derecho absoluto, o sea, un "muerto civil" (3S). El Código establece cuáles son esos reHidos. Cada uno de los incapaces de hecho está contemplado en una normación especial minuciosa, salvo algunas excepciones. Ello explica que la protección concedida por la institución de la Incapacidad se estudie en esta voz a través de sus lineas generales, pero deba ser Integrada por el estudio particular sobre cada incapaz, que se hace en Ips voces respectivas. El Código civil no ha considerado incapaces a los ebrios, toxicónianos y otros siMjetos que adolecen de anomalías. Sin defecto de la ya formulada remisión a las voces particulares, pueden verse: Lafaille, M., Derecho civil, "Contratos", t. 8, vol. 1, págs. 172 y slgs., obras citadas; Salvat. K.. Contratos. lugar citado; Spota, lugar citado; Orpaír, lugares citados; Actas de la comisión reformadora del Código civil, t. 1, págs. 242 y slgs.. Proyecto..., t. 1. pág. 4: t. 2. págs. 247-8. arts. 22-5; BÍbilonl, t. 1, págs. 17 y 18; Federación Argentina de Colegios de Abogados. Instituto de Estudios Legislativos, t. 1, págs. 20 y 175. (38) Véase Orgaz, A., obra citada, pág. 198. Ha de consignarse que la representación de incSpaces de hecho no comprende la totalidad de los actos Jurídicos. Una especie de estos últimos requiere la personal participado» del autor: sea en el acto Jurídico mismo, o fuere en el nacimiento de la representación mediante la cual será tenido por presente en el acto jurídico a través de la actuación cíe otra persona: testamento, matrimonio reconocimiento do h i j o natural, etc. Lo mismo puedo decirse de otros notos ajenos al Derecho civil, como ejercicio de acción de "nulidad" de matrimonio o de divorcio, etcétera. En todas esas hipótesis se requiere la manifestación de voluntad del titular del derecho o de la facultad: en algunas, el ucto sólo se puede celebrar por si propio, sin mandato conferido (testamento, según el art. 3619 del Código); en otras, el acto punde celebrarse a través de mandato, por suerte que la manifestación de voluntad siempre habría existido, pero, en lugar de reflejarse directamente en el acto jurídico, se proyecta de modo Indirecto a travos de la actuación del representante (matrimonio, art. 1881. ínc. 59, reconocimiento de /M;O.S naturales, art. presentantes: tratándose de personas por nacer designa a sus padres o curadores; si se trata de menores, impúberes, o adultos, lo hace con sus padres o tutores; si es de dementes, sordomudos o ausentes, se indica a sus padres o curadores; si se refiere a las mujeres casadas (éstas en un aspecto muy limitado ante la sanción de la ley 11.357), son sus maridos; si se da la hipótesis de personas jurídicas, el ministerio de los representantes, lo que sus leyes o estatutos hubiesen constituido. El artículo 12 del Código penal, de su lado, designó la cúratela para el penado incapaz. Además de esa representación necesaria, obligatoria o forzosa, que puede tener origen legal o judicial según los casos, el ordenamiento jurídico establece un control o vigilancia por parte de funcionarios: el juez y el ministerio pitpilar. A este respecto, cabe consignar que el artículo 59 del Código civil, norma fecunda, de una amplitud que no siempre se vive en la realidad de los tribunales de justicia, instituye la representación promiscua del Ministerio pupilar en todo asunto judicial o extrajudicial en que se trate de la persona o de los bienes de los incapaces ( 3 9 >. clt.. Inc. 6»). Se ha discutido si en estas hipótesis no se pone en quiebra a la división entre incapacidad de derucho y de hecho; y si se trata, en todo caso, de verdaderas incapacidades de derecho, porque el Incapaz no podría, igual que si fuera de derecho, celebrar el acto Jurídico, ni por si ni mediante representación. La primera teoría pertenece a Demolombe y otros autores que lo siguen. Le critican: Spota, ob, cit., págs. 285-6, citando en su apoyo la po- sición de Freitas, que transcribe con alguna minucia. En realidad, puede afirmarse que la Identidad entre la incapacidad de hecho para los actos personalislmos y la de derecho, sólo existe en la consecuencia que se expresa: en ninguna de ellas se puede celabrar el acto por sí ni mediante representación. Pero al lado de esta identidad, median diferencias entre la hipótesis que se expone y la de una incapacidad de derecho. En primer término, mientras la primera se funda, como toda incapacidad de hecho, en una causa vinculada por Imposibilidades o inhabilidades del sujeto a quien protege, la de derecho se funda en razones de interés supraindlvidual, o bien de protección, según los casos, pero nunca de protección ni sujeto incapaz de derecho: consecuentemente, si la .persona afectada de Interdicción de hecho ofrece desaparición de la personal inhabilidad (minoridad, demencia, sordomudez, etc.). es decir, se transforma en capaz de hecho mediante el decurso del tiempo o la declaración Judicial, puede celebrar el acto; pero si. en cambio, se tratare de una incapacidad de derecho, no podrís celebrar ese acto de ningún modo. (39) Es abundante la doctrina y son numerosas, también, las decisiones Judiciales que giran alrededor del articulo citado en el texto, así co- mo del art. 494, que le es afín. Su detalle per- Esa intervención es .sumamente importante. El Ministerio pupilar dictaminando y el juez autorizando o denegando, ambos funcionarios actúan en pro de los incapaces a través de las más variadas situaciones ( 4 <>). Otra institución protectora, que también se integra con la actuación de representantes necesarios y promiscuos, asi como de los jueces, es la sanción anulatoria contra los actos jurídicos celebrados por incapaces de hecho sin la respectiva representación o autorización en su caso ( 41 ). Agotado así el esquema de las medidas protectoras y de representación, el que debe ser desarrollado en las respectivas voces particulares, ha de expresarse que el sistema expuesto entraña la eliminación de un antiguo beneficio que se acordaba a los meno es: la in integrum rcstiiutio ( 4 2 ). El codificador expuso las razones que le movieron a suprimir este beneficio («). Asimismo se han suprimido otras ventajas que el Derecho antiguo había instituido en favor de los menores, por no conceptuarlas como adecuadas para la finalidad que perseguían (•<•<). tenece a las voces respectivas. Sin defecto de ello, se ha de expresar: a) La '"representn.ción" del Ministerio Pupllar no alcanza a las mujeres casadas, ni cuando ísía era relativamente incapaz como regla (art. 55, inc. 2'., y art. 60), ni ahora, con mas razón, en que la ley 11.357 sólo deja una zona de Incapacidad notoriamente reducida. b) Como se dice en el texto, el Ministerio Pupilar no ejerce una representación sino solamente una verdadera misión de supervigilancia y asistencia letrada, al margen de la que prestan los profesionales designados por los representantes legales del incapaz, y de la misión que eníraña la actividad del juez. Véase doctrina y fallos anotados por Orgaz, pág. 205; Busso. págs! 431 y slgs.; • Spota, págs. 271 y sigs. A ellos pueden agregarse: Fallos de La Ley, t. 54, págs. 685 y 704; t. 57, pág. 19; t. 66. págs. 638 y 643; t. 72, página 170, y de Jurisprudencia Argentina, t. 1, pág. 644. año 1949. (40) Es fácil concluir en la elevada misión de ambos órganos: el Judicial y el Pupilar. El Ministerio autoriza o no según la legalidad y conveniencia del acto Jurídico para el Incapaz: el Juzgado, oídas las partes, decide merltuando el caso de acuerdo a lo que se ha ventilado en el procedimiento. (41) Esta materia debe verse en detalle a través de la voz NULIDAD DE LOS ACTOS JURÍDICOS. Desde ya puede expresarse que la mayoría de las opiniones- se inclina por ver una sanción anulatorla absoluta en los casos de incapacidad absoluta; y una relativa en las hipótesis de incapacidad relativa. .(42) Este beneficio consistía en la posibilidad de privar de efectos un acto Jurídico porque éste hubiere traducido un perjuicio para el Incapaz. Deben verse detalles de esta Institución en su voz respectiva. Ha de agregarse, de momento, que un fallo reciente se expresó contra esa Institución (ver el registrado en La Ley, t. 72. pág. 170). (43) V. nota del codificador al art. 58. (44) Puede indicarse, entre éstas, la de las hl- 13. Historia y Derecho extranjero: La grande generalidad de esta voz hace conveniente que el examen de la historia y estado actual de la capacidad e incapacidad para celebrar actos jurídicos sea he- debe ser considerada dentro de la transmisión de los derechos niortis causa, lo que a juicio de la doctrina dominante sería una inexactitud, dentro del sistema legal del Código argentino ( 2 ). cho en las voces correspondientes a cada Incapaz de hecho o de derecho. importancia histórica, esta materia, cuan- Importancia de la materia: Tuvo su do la legislación antigua y general declaraba incapaces a los esclavos, los muertos civilmente, los herejes, los judíos y hasta hace poco, en la Europa fascista, a los extranjeros o por motivos de raza. La legisBIBLIOGRAFÍA. — Fuera de las obras citadas en lación en sentido progresista sienta el si desarrollo de esta voz y de todo tratado de Derecho civil, "Parte general", pueden consulprincipio actual de que no puede existir tarse: De Gásperl, Tratado de las- obligaciones: una calificación de incapacidad por los Borda. Tratado de Derecho civil, "Parte genemotivos señalados y de que toda persona ral", Lafaüle, H., Derecho civil, "Contrato", t. 8. es capaz de adquirir por sucesión o por vol. 1. pags. 172 y sigs., Buenos Aires, 1953. cualquier oiro título, salvo excepciones CAPACIDAD PARA HEREDAR. (V. CAbasadas en principios de orden público y PACIDAD PARA SUCEDER.) sociales, que tienen la finalidad de armonizar la convivencia dentro de un estado CAPACIDAD PARA SUCEDER. * En un jurídicamente organizado. sentido lato, es el conjunto u condiciones En nuestro Derecho, el legislador, desde legales para determinar el sujete titular de su notable concepción clásica de la legislas relaciones jurídicas en que se subroga lación civil en el siglo pasado, ha superado al. causante de una sucesión determinada. doctrinalmente en este aspecto la legislaO para ser sujeto pasivo de la transmisión ción, como en otros muchos, y ha eliminado hereditaria O ) El tema queda así delimi- incapacidades legales. Sirvan de ejemplo tado como atinente a la materia de la capa- las siguientes: a) Los religiosos profesos, ya que según cidad y de la personalidad de los sujetos de Derecho, a la teoría de la ley aplicable con la nota del codificador al artículo 3733 del motivo del derecho de sucesión, de la vo- Código civil, se ha quitado el impedimento cación y de los requisitos legales exigidos que existía para que esas personas pudiepor las diversas legislaciones a los herede- sen adquirir por testamento. b) Los extranjeros no están excluidos, ros. En el Derecho civil aclual, desapareciya que no existe el derecho de albinag.io, y das las categorías romanas o status, el concepto de capacidad es general para toda sólo la equitativa limitación del artículo dase de persona jurídica, por el solo hecho 3470 del Código civil. c) Los condenados a penas corporales de serlo. Si se parte del concepto genérico (art. 12 del Cód. penal). de capacidad civil, y circunscribiéndonos al d) Los hijos adulterinos ó incestuosos aspecto que ahora importa, de capacidad (fallo Cám. Fed. La Plata, 19-V-939, en de goce o de derecho, la capacidad para suceder es esa aptitud legal para llegar a ser J. A., t. 66, pág. 431). Distinciones: Con relación a los probletitular de las relaciones jurídicas en substitución del causante, con referencia a una mas de técnica legislativa y de aplicación de las normas civiles extranjeras, se plansucesión determinada. Se puede decir, en lenguaje clásico, que es un derecho subje- tea una cuestión de nomenclatura. En pritivo, en este caso, de gozar de facultades mer lugar, se debe distinguir los conceptos sobre el patrimonio de la persona fallecida de vocación hereditaria y capacidad para y, dada una situación legalmente determi- suceder. La primera se refiere al llamante, de la titularidad de heredero. miento que efectúa la ley a las personas esta materia se debe entender que se que están en condiciones de recoger el haber sucesorio. Esta situación jurídica es anabla de capacidad o incapacidad de derecho, ya que la capacidad de hecho no terior a la muerte del autor de la sucesión. La capacidad para suceder, que sólo se juzga al tiempo de la muerte del causante, • Por el Dr. AEMANDO V. SILVA. es la aptitud o la posibilidad legal del heredero para actuar su vocación heredilegales sobre bienes de tutores y guarda- JURISPRUDENCIA. — La consignada en las notas de esta voz y la que se menciona en las voces particulares de cada Incapaz- de hecho o de derecho. V. nota art. 3115. Asimismo, debe verse la HIPOTECA. U) Prayones, E., Nociones de Derecho civil, "Derecho de sucesión", pág. 49. Buenos Aires, 1920. ( 2 ) Fornieles, S.. Tratado de las sucesiones, t. 1, pág. 101, Buenos Aires. 1950; Lafallle, H., Curso de Derecho civil, "Sucesiones", t. 1, pá ginas 73 y sigs., Buenos Aires, 1932. tarta en un momento dado y beneficiarse De modo que lo que hay que ver es si .la con la herencia. (Asi se Infiere del pre- persona de que se trate es capaz, por la ley cepto consagrado en el art. 3388 del Cód. de su domicilio, en el momento de la aperciv.) tura de la sucesión, aunque en el Derecho Se debe distinguir también el derecho de argentino sea considerada Incapaz. En caso sucesión del concepto que venimos estu- inverso, ai por la ley de su domicilio fuere diando. Comprende el primero, además de incapaz, ya no entraría a regir en su fala vocación hereditaria, las siguientes cues- vor la norma del artículo 3286 y, de ese tiones Jurídicas: 1) El orden de los here- modo, si dicha Incapacidad no está regladeros para suceder, que varia en las diver- mentada por el Derecho nacional, no tensas legislaciones. Es principio generalmente dría ningún efecto entre nosotros (•>). aceptado en Derecho internacional privado, Autores como Fornieles y Lafaille han que la ley que rige lo pertinente a las per- puesto de relieve que el estudio de las sonas, es la ley local en el momento del fuentes del articulo 3286 y concordantes y fallecimiento del autor de la sucesión. las notas respectivas del legislador, hacen 2) Comprende también lo atinente a prevalecer el criterio de la norma especial los derechos y obligaciones de los herede- para la capacidad de que se trata en esta ros. nota, y que la distinción que se propone 3) Las condiciones y formalidades de entre capacidad e Incapacidad, es insostelas disposiciones testamentarlas, etcétera. nible, puesto que en el lenguaje del Código Por lo expuesto se observa claramente civil el vocablo capacidad se emplea geque el derecho de sucesión comprende todo neralmente en un sentido genérico, comlo que se refiere a la devolución heredita- prensivo de los dos conceptos antedichos. ria mortls causa, es decir, el traspaso de Indudablemente, en forma doctrinarla se los bienes y sus formalidades a los herepuede auspiciar la unidad de la legislación deros (8). respecto al derecho sucesorio y a la capaLa ley aplicable: Atento a las aclara- cidad para suceder; pero en el Código viciones que - anteceden y que han sido for- gente se ha dispuesto de otra manera, muladas por la doctrina nacional, queda siguiendo la doctrina en boga en la época en parte solucionado el conflicto de nor- de su redacción, la de la ley del domicilio mas de los artículos 3283 y 3286 del Código del heredero. civil. Si es aplicable a la capacidad para El principio general: Dispone el articulo suceder la ley existente y vigente en el 3288 del Código civil: "Toda persona visidomicilio del de cujus, o sea la ley de la ble o jurídica, a menos de una disposición sucesión, o si es aplicable la ley del domi- contraria de la ley, goza de la capacidad de cilio del heredero según el principio del suceder o recibir una sucesión". estatuto personal de las personas en el Es decir, que toda persona cuya exisDerecho internacional. Esa era la cuestión tencia se pueda verificar al momento de debatida en torno a los dos artículos ci- la apertura de la sucesión, tiene capacidad tados. general para adquirir la herencia. Sin embargo, la disposición del Código Así, verbigracia: "El hijo concebido es es clara literalmente: La capacidad para capaz de suceder" (art. 3290 del Cód. clv.). suceder se preceptúa en el articulo 3286, La persona jurídica de existencia ideal separando esta materia de la que corres- debe tener capacidad en el momento de ponde al derecho de sucesión, que está com- abrirse la sucesión (art. 3287). Se deben prendido, en este aspecto, en el precepto tener en cuenta en esta materia las normas del artículo 3283. de autorización y personería sobre tales Los autores nacionales han ensayado a sujetos de derecho. veces una interpretación un poco artifiAun las personas jurídicas extranjeras, ciosa para explicar la existencia de estos tienen capacidad para heredar, en general, preceptos; asi, se ha dicho, verbigracia, sin que hayan sido reconocidas, ya que une que en el artículo 3286 sólo se habla de cosa es llenar los requisitos para su recocapacidad y no se incluye la Incapacidad. nocimiento y otra que existan como taies personas, y, en ese caso, con la capacidad (3) Pornleles. 8., op. ott., pág. 70. agrega: "No jurídica para suceder. ha? que contundir la vocación hereditaria con la El artículo 3289, en concordancia con el capacidad para suceder. Cuando el Código dice 3288 ya indicado, establece, además del que los descendientes heredan antee que lo» coprincipio general, las excepciones que se laterales, no es que declare capaces a lo* primero» e incapaces a los segundos, sino que acuerda concretan en las siguientes: a), los no a uno» el derecho de heredar que niega a los otros, concebidos; b), los indianos, y e ) , en las lo cual no induce que carezcan de capacidad ni aun con respecto a ese causante, pues si no hubiera pariente* mea próximos, lo heredarían. (4) V. PrayoJMB y Lafaille, op. citi. sucesiones testamentarlas, la incapacidad de ciertas personas, por motivos de incompatibilidad. El principio de que existen incapacidades en el Derecho civil es controvertido, y autores como Fornieles, sostienen que no son tales, salvo la excepción muy discutible, dada la terminología no precisa del Código de los incapaces señalados en último término. Respecto a los no concebidos, se trata en realidad de una cuestión de existencia o no de la persona que puede suceder. Aunque el Código les dedique un precepto, diciendo que no pueden suceder al autor de la sucesión (art. 3290), la afirmación, como bien ae ha hecho notar, es superflua, ya que los únicos que recogen el haber sucesorio a la muerte del causante, son los seres que existen en ese momento. No sucede lo mismo, como se verá, con la teoría aceptada por el Proyecto de Reformas al Código civil, del año 1938. La materia de la indignidad la remitimos a su lugar respectivo en esta Enciclopedia, aclarando solamente que se ha evidenciado que, en puridad de concepto, el indiímo no es un incapaz, a pesar de la calificación del Código civil, ya que puede disponer de los bienes aun a título gratuito y ejercer otros actos que importan el reconocimiento implícito de la capacidad (arts. 3309 y conc.). Asimismo, de acuerdo a la remisión efectuada en la voz ANTECEDENTES PENALES, se tratará el tema en la voz indicada. En el título XV, artículos 3733 y siguientes, se habla de los incapaces para recibir por testamento. Es la materia de la incapacidad testamentaria pasiva.. Pero se trata, como en algunos casos (tutores, curadores, etc.), de verdaderas incompatibilidades para recibir por herencia y para cuidar en nombre de terceras personas los mismos intereses. En general, se debe aclarar que no son incapaces para recibir ob intestato, con relación al testador, salvo una prohibición legal de que éste, los instituya en el testamento, por razones éticas aplicables, que • eviten la captación de la voluntad del causante. Por todo lo cual fulmina con la nulidad las disposiciones que contradigan dicha prohibición. E! fruyccto de Reformas de 1936: En el articulo 1852 se sienta el principio general (je (iue"toda persona, natural o jurídica, go/ii do i;i capacidad para suceder, con la condición de existencia al momento de la muerte del autor de la sucesión. En concordancia con lo dispuesto en el articulo 14 del Proyecto, se entiende que la existencia de la persona natural em- pieza con la concepción y termina con su muerte. En ese sentido, al parecer, el nuevo ordenamiento no innovaría en esta materia, ya que estaría expresando lo dispuesto en les vigentes artículos 3287 a 3290. Sin embargo, el artículo 2075, en lo referente a las disposiciones testamentarlas, expresa en su segunda parte: "De igual modo, podrán adquirir herencias o legados, aun las personas no concebidas al fallecer el causante cuando se tratare de la prole eventual de sujetos claramente determinantes y existentes al abrirse la sucesión". Existe una contradicción, al hablar en la parte general de los entes que no son personas, en este caso los no concebidos (artículo 14) y las disposiciones citadas. Se ha hecho notar, acertadamente, que esta disposición es un transplante del instituto del Código brasileño, que permite la institución fideicomisaria hacia el heredero o legatario, aunque ésta fuere una prole eventual, de las personas designadas, pero con esa razón y condición jurídica que se le ha escapado a la Comisión argentina: que ella es concordante con la institución complementaria que se adopta, es decir, la sustitución fideicomisaria, que integra todo el instituto (s). BIBLIOGRAFÍA — La Indicada en el texto y notas. CAPELLANÍA.* SUMARIO: i. Concepto, clasificación. II. Derecho argentino. III. Derecho español. I. Concepto, clasificación. — A partir de la Edad Media, y sobre todo en el Derecho español, se fueron desarrollando intensamente diversas formas de gravámenes reales sobre la propiedad inmueble, que se designaron, en sentido amplio, "censos". A modo de síntesis, y muy esquemáticamente —pues hubo múltiples variedades—, puede decirse que el censo es una carga real impuesta sobre un bien raíz —"cosa censida"— y consistente en una prestación en dinero o especie debida en forma periódica por un deudor —"censuario" o "censatario"— a un acreedor —"censualista"—, carga que se constituye o con transferencia del dominio del inmueble (el llamado "censo reservativo", en que el enajenante se reserva el carácter de censualista) o sin ella (el denominado "censo consignativo", en que el titular del dominio se obliga como censuario). Por otra parte, también proliferaron por entonces algunos sistemas que se enderezaban a su(6) Faaai, C., La sucesión hereditaria, núma ro 415. Buenos Aires, 1040. • Por el Dr. LOBENZO A. jetar el dominio de los Inmuebles a una serie perpetua de determinados sucesores: eran las "vinculaciones", calificándose de "bienes vinculados" a los que se hallaban en dicho status jurídico-cconómico. Ahora bien, una especie del género "censos" para unos, o del género "vinculaciones" para otros, sería la "capellanía", de la cual nos ocuparemos en el presente trabajo. El nombre de esta institución proviene del latín capella ("capilla"), y hace referencia a la finalidad religiosa de la misma. Definiremos la capellanía diciendo que ella es una carga real establecida sobre un inmueble ("fundo capellánicó"), y que estriba en la celebración de cierto número de servicios religiosos anuales, misas especialmente, atendiéndolos con los frutos de dicho inmueble o los réditos de un capital previamente calculado al efecto. La capellanía puede constituirse por testamento o por contrato, y en su mecanismo encontramos diversas situaciones subjetivas, algunas de las cuales, como se comprenderá al mencionarlas, pueden coincidir en la misma persona. Así, deben contemplarse: el "fundador", o sea quien manifiesta la voluntad de constituir la capellanía; el "patrono", designado para vigilar el cumplimiento de la voluntad del fundador; el "titular del dominio" de la finca gravada; el "censualista" o beneficiario de las cargas capellánlcas; el "censuario" o sujeto sobre quien pesan dichas cargas; el "capellán" o clérigo que atiende los servicios religiosos ínsitos a la capellanía. La clasificación más importante de las capellanías es aquella que distingue entre "laicales" y "eclesiásticas". Las primeras son erigidas sin intervención de la autoridad eclesiástica; sus bienes son poseídos por lagos y conservan la calidad de temporales (de ahí también la denominación de "profanas"); se las designa además como "mercenarias" (porque el clérigo a quien Incumben los servicios religiosos sólo tiene derecho a la "merced" o estipendio respectivo), como "memorias de misas" (porque el objeto de la fundación es, precisamente, perpetuar con las misas la memoria del fundador), como "legados píos" (porque se acostumbra constituirlas por testamento, y tienen una finalidad piadosa), y como "patronato de legos" (porque el patrono es lego). Las segundas son erigidas por la autoridad eclesiástica (sin perjuicio de que la erección tenga, como presupuesto, el acto de fundación), correspondiendo también a dicha autoridad el cuidado de los bienes; se denominan igualmente, por motivos obvios, "religiosas" o "colativas". Como una variedad dentro de la categoría anterior, hablase de capellanías "gentilicias" o "colativo-familiares" con referencia a aquéllas en que el derecho de patronato activo (o facultad de proponer el capellán) corresponde no ya a una persona individual, sino a toda una familia señalada al efecto por el fundador. Para determinar si una capellanía es laical o eclesiástica, debe verse ante todo si hay decretum erecttonis o colación canónica, pues de ser así estaría claro que la capellanía es de la segunda especie; en defecto de esos datos, se consultará la escritura de fundación; no esclareciéndose así la dificultad, deberá considerarse el actual estado de cosas; en fin, enseñan los canonistas que, subsistiendo la duda, la capellanía se reputará eclesiástica. El Código de Derecho canónico, vigente desde Pentecostés de 1918, se ocupa de las capellanías en su catión 1412. Reza esta norma que "aun cuando tengan cierta semejanza con los beneficios, sin embargo, en el Derecho no se da este nombre: ... 2?, a las capellanías laicales, esto es que no han sido erigidas por la competente autoridad eclesiástica...." De este canon se desprende: a), explícitamente, que las capellanías laicales no constituyen beneficios eclesiásticos ni están sujetas al régimen respectivo; b), implícitamente, que sí se juzgan beneficios en el sentido del Codei, y se rigen por las normas pertinentes, las llamadas "capellanías colativas". Por lo tanto, para conocer el régimen canónico de estas últimas capellanías, y apreciar la validez que a la luz del Derecho eclesiástico puedan tener las normas civiles en la materia, que examinaremos en seguida, consúltense las voces BENEFICIO ECLESIÁSTICO, COSAS ECLESIÁSTICAS y concordantes. Y en general, por la conexión que guarda con todo el derecho capellánicó, interesa también la legislación canónica sobre "pías voluntades" y "fundaciones piadosas" (cánones 1513 a 1517 y 1544 a 1551), para lo cual remitimos al lector a la voz COSAS ECLESIÁSTICAS. II. Derecho argentino. — En este capitulo comenzaremos por estudiar los antecedentes hlstórlcolegislativos del Derecho capellánicó argentino; examinaremos luego el régimen del Código civil en términos generales; consideraremos después dos te- mas de especial interés: patronato y pres' cripción de las capellanías; y terminaremos por referirnos al régimen de reducción de las mismas. 1. Antecedentes históricolegislativos: En la época colonial se instituyeron en las Provincias Unidas del Río de la Plata numerosas capellanías. La Soberana Asam- blea General Constituyente del año XIII, al abolir en su famosa ley del 13 de agosto de 1813 todas las vinculaciones, y en particular los mayorazgos, dejó a salvo aquellas que tuvieran "un objeto religioso o de piedad", de modo que no alcanzó a las capellanías. El 28 de noviembre de 1822, el gobierno de la provincia de Buenos Aires dictó un decreto por el cual se autorizaba la redención de las capellanías mediante acuerdo entre el patrono y el beneficiario; pudiendo citarse luego otras leyes provinciales, como la de 1858 de Buenos Aires, también, la de Corrientes de 1828, la de Córdoba de 1861, la de La Ríoja de 1866. 2. El Código civil: El Código civil argentino, vigente desde el 1? de enero de lo cual se colige que, para este autor, actualmente podrían fundarse capellanías por el plazo del 3articulo 2614 del Código civil. Para Salvat ( ) y Legón (•*), en cambio, las capellanías se catalogan entre las vinculaciones: de donde estarían absolutamente abolidas por el Código de Vélez en cuanto que quieran entenderse como cargas reales. Con todo, y ello al margen de dicha disparidad de criterio, las instituciones de esta especie podrían valer siempre como "constitución de derechos personales, si como tal pudiesen valer" (art. 2502 ira fine del Cód. civ.). Así, proponiéndose respetar a la vez el régimen de derechos reales del Código, y la voluntad del fundador, la jurisprudencia de nuestros tri1871, estableció en su artículo 2502 que "los bunales ha interpretado como cargos soderechos reales sólo pueden ser creados por bre los herederos, o como cláusulas de la ley. Todo contrato o disposición de fundación, ciertas disposiciones testamenúltima voluntad que constituyese otros de- tarias que, en el Derecho antiguo, habrían rechos reales, o modificase los que por este implicado una capellanía o cosa pareciCódigo se reconocen, valdrá sólo como da (5). constitución de derechos personales, si b) Acerca de la vigencia del artículo como tal pudiese valer". A su vez, el ar- 2614 en el tiempo, tampoco hay unanimiticulo 2614 preceptúa que "los propietarios dad en la doctrina nacional. Según Salde bienes raíces no pueden... imponerles vat ( G ) , y exceptuados sólo los mayorazgos, censos, ni rentas que se extiendan a ma- dicha norma no es retroactiva, de modo yor término que el de cinco años, cual- que los derechos reales allí abolidos, que quiera que sea el fin de la imposición; ni proviniesen de la era anterior al Código hacer en ellos vinculación alguna". Esta civil, seguirían en pie con plenos efectos segunda norma, por lo que atañe a las jurídicos (art. 17 de la Constitución de 1853 capellanías, plantea dos problemas: a), y arts. 3 y 4044 del Código); y éste ha sido ¿cuál es su alcance para el futuro?; b), siempre el criterio de la jurisprudencia. ¿funciona ella retroactivamente...? Vea- Según Lafaille, por el contrario, no debe mos por separado ambos asuntos. olvidarse que no hay irretroactividad en a) Sobre la primera cuestión, diremos aquello que interesa al bien social y al que si según la doctrina más en boga el orden público (art. 5 del mismo Código), articulo 2614 permite que se constituyan como ocurre con la materia de que aquí en el futuro censos y rentas como carga se trata: de donde debe entenderse que real por un plazo que no exceda de los cuando el artículo 2614 prohibe ciertos cinco años O), y si por otro lado, y aquí gravámenes, implícitamente declara que no hay duda alguna, él proscribe en abso- los de época anterior son expropiables en luto las vinculaciones, trátase de precisar favor de los titulares del dominio, ya que en qué orden se ubicará a las capellanías, la consolidación de éste beneficiará al inpues de acuerdo con eso, podrá saberse si, terés general; correspondiendo a las leyes siquiera por un quinquenio, podrían consreglamentarias nacionales o provinciales tituirse o no capellanías bajo el régimen precisar los detalles de dicha expropiadel Código civil. Ahora bien, no hay ción ( T ) . unanimidad doctrinaria a este propósito. 3. El patronato de las capellanías en el Para Lafaille, que encara explícitamente Derecho civil argentino: El "patrono" de ese problema de ubicación de las capella- la capellanía es una especie de albacea, a nías, éstas no deben incluirse entre las quien le incumbe velar por que se cumpla vinculaciones, sino entre los censos ( 2 ) ; de la voluntad del instituyente. Según nuestra jurisprudencia, corresponde al patrono: i l ) Salvat, op. cít., sec. bibl., t. 1, pág. 552; a), el derecho de intervenir en los trámites Lafaille, id., t. 1, pág. 35. (2) Cfr. op. cit., t. 2, págs. 386 y 392-393; el autor aclara que la inclusión de las capellanías entre las vinculaciones sólo cabría "a lo sumo en cuanto a las de carácter reservativo y de índole familiar o gentilicia, que impedían la transmisión fuera del círculo señalado por el acto constitutivo". (3) Cír. op. cit., t. 2, pág. 267. (4) Cír. op. cit., sec. blbl., t. 5, pág. 719. (5) V. Jurisprudencia citada por Laíallle, op. cit., t. 1, pág. 49. ( 6 ) CÍT. op. cit., t. 2, núms. 2016 y 2017. (7) Cfr., op. cit., t. 1, págs. 50-52. necesarios para fundar la capellanía; b), la posesión de los bienes capeUánicos; c), la percepción de los frutos o rentas respectivos; d), el derecho de exigir rendición de cuentas a los administradores anteriores. También han dicho nuestros tribunales que en caso de cuestionarse el mejor derecho al patronato, la contienda se debe ventilar ante el Juzgado civil, por via de juicio ordinario, y en un solo proceso, aunque haya varios pretendientes; el titulo de patrono resultará del alcance atríbuíble a las cláusulas del acto de fundación, que se interpretarán de acuerdo con las reglas hermenéuticas generales; en cursó dicho pleito, no cabria trabar embargo sobre los frutos capeUánicos, que se hallan afectados a una finalidad exclusiva y que en el Ínterin serán aplicados a dicha finalidad por aquel de los contendientes que por el momento se halle en posesión del patronato (»). 4. La prescripción de las Capellanías en el Derecho civil argentino: Por lo pronto, hay que distinguir entre la prescriptibilidad de los réditos de la capellanía y la de la carga misma (sea que ésta no tenga una cuantía determinada, sea que se haya designado un capital al efecto). Acerca de las "rentas" o pensiones, se enseña que correspondería la prescripción de los cinco años, que es la que establece el articulo 4027, inciso 3? del Código civil para "todo lo que debe pagarse por años, o por plazos periódicos más cortos": así opinan Lafaille (») y Legón (">), y así lo admite la Jurisprudencia ("). Por lo que concierne a la praescriptio del capital o carga capellánica mismos —que aparejaría la liberación de dicha carga, la definitiva exoneración del deber de oblar las pensiones y la correlativa consolidación de la plenitud del dominio en cabeza del titular del inmueble gravado—, se han esgrimido en pro y en contra fuertes razones. Para dar una versión resumida de la interesante contienda, recordaremos que los propugnadores de la Imprescriptlbilidad arguyen: a), que los derechos capeUánicos son res extra commercium; b), que fundándose la prescripción en la negligencia del acreedor que podiendo accionar no accionó, y en la conveniencia de eximir- al deudor de una (8) Acerca de la doctrine sintetizada en estos párrafos, véanse Salvat. op. cit., t. 9, núms. 2021 y 3092, y Días de Guijarro, nota en Jurisprudencia Argentina, t. 19, pags. 36S y slgs. (9) Cfr. op. cit., t. 2. pag. 391. <10> Cfr. op. cit.. t. 5. pag. 189. (11) Cfr. fallo del Juez civil de la Capital doctor Campos —consentido en esta parte— en autos "Barú, su Insania", que registra Jurisprudencia Argentina, t. 10, pags. 365 y alga. reclamación que sobre él pendió durante largo tiempo, no seria ecuánime y ni siquiera tendría sentido Imaginar una prescripción de la carga o capital capellánico, ya que éste no puede ser en modo alguno exigido por el censualista, ni su entrega es debida en forma alguna por el censuarlo; c), que si dicha prescripción se basara, como se quiere, en el hecho de no haberse reclamado por muchos años los frutos debidos, se está confundiendo entonces la prescripción del capital con la de los réditos ya examinada ut supra C 2 ). A su vez, los defensores de la prescriptibilidad aducen: a), que al menos en tratándose de capellanías laicales, la tesis de la res extra commercium no cuenta con asidero en el Derecho argentino; b), que la prescripción es instituto de orden público, en el mismo va comprometido el interés social, y de él no se puede prescindir sino en virtud de expresa excepción de la ley, que en este caso —véase art. 4019 del Código civil— no incluye a las capellanías; c), que, en el fondo, lo que aquí prescribiría seria la obligación del censuarlo de pagar •las pensiones, correlativa al crédito que para cobrarlas tiene el censualista, de manera que no hay dificultad en que se extinga aquella obligación por el no uso1S de este derecho durante un cierto lapso ( ). Si se admitiera la prescriptibilidad, tratariase aún de saber, agreguemos, qué prescripción rige el caso: si la liberatoria con el término común de los diez o veinte años del artículo 4023 del Código civil, o si habría que esperar aquí, más bien, a que transcurrieran treinta años sin ejercicio alguno de su derecho por el censualista, para que el censuario, asi en pacífica posesión, viese consolidados sus plenos poderes como titular del dominio. Observaremos que, según Salvat, la primera es la solución correcta í 1 *); Legón, en cambio, se inclina por la praescriptio trentañal, que responde a los antecedentes españoles 0 & ) . 3. Redención de capellanías: La legislación nacional ha arbitrado una manera de liquidar los gravámenes capeUánicos, "mHmléndolos" mediante el depósito del equivalente pecuniario de la carga; el derecho del censualista se traslada así a la percepción de las rentas de dicho capital, el inmueble queda liberado, y desapada) V. Lafallle.op. oit.. t. 2. pag. 391. (18) Cfr. Salvat, op. cit., t. 2, núm. 2027; ver también Jurisprudencia Argentina, paga. 366 J siga., fallo y nota de Enrique Díaz de Guijarro. (14) Cfr. op. eit.. toe. cit. (15) Cfr. op. cit., t. 5. pag. 189; sobra loe antecedentes hispanos, véanse el fallo y la de Dlu de Guijarro que se recuerda «t rupra. rece toda restricción o desmembración en el dominio sobre el bien raíz. Hemos recordado ya algunas viejas leyes provinciales sobre la materia. Después de entrar en. vigencia el Código civil, podría discutirse la constituciona'idad de leyes de esa especie, pues ocupándose el Código de los derechos reales, tal como- corresponde por virtud de la Constitución nacional (artículo 67, inc. 11 de 1853, y art. 68, inc. 11 de 1949), sus normas al respecto sólo podrían completarse o modificarse por otras también de origen nacional ( 10 ). Sin embarga, con la tesis de Lafaille, de que el artículo 2614 del Código civil consagra implícitamente la expropiabilidad de las capellanías, no habría dificultad en admitir que la reglamentación del procedimiento expropiatorio incumbiese a las leyes locales ("). Pero veamos, en párrafos aparte, la ley de más interés sobre el tema: la 4123, que en el año 1902 dictara el Congreso-como legislatura local de la capital, y territorios nacionales. Por el artículo 19 de la misma, se establece que "todo gravamen impuesto sobre bienes raíces situados en la capital federal o territorios nacionales, con carácter de capellanía, memoria pía, censo capellánico o fundación piadosa, podrá ser redimido depositando en el Banco de la Nación una suma en títulos de la deuda interna de la Nación del 6 por ciento de renta, con arreglo a lo dispuesto en la presente ley. Cuando los títulos depositados en virtud de esta ley fueran amortizados total o parcialmente, el Banco de la Nación invertirá el importe de los títulos amortizados en nuevos títulos de la deuda interna de la Nación de mayor renta". Se establece allí, pues, el principio de la redención, cuya órbita se extiende a aquellos gravámenes reales que puedan definirse como capellanías, o que a ellas puedan asimilarse ("capellanía, memoria pía, censo capellánico o fundación piadosa"). El artículo 2? se refiere en concreto al derecho de redención en su faz objetiva, estableciendo que "cuando al constituirse un gravamen se haya determinado un capital, deberá redimirse depositando un valor nominal en títulos de deuda del 6 por ciento, equivalente a dicho capital de fundación, aun cuando se hubiera afectado la totalidad del inmueble. Cuando se hubiera afectado la totalidad del inmueble, sin determinar capital, y aun cuando se hubieran determinado las cargas, deberá redimirse (16) Cír. Legón, op. cit.. t. 5. pág. 205; id. chatio, op. cií., t. 7, pág. 13. scc. blbl. (17) Cfr. op. cit.. t. 2. p&gs. 391-392. depositando un valor nominal en títulos equivalente al valor del inmueble en la época de la fundación. Cuando en la fundación se determinaran las cargas y el patronato estuviera vacante, se redimirá, depositando un valor nominal en títulos cuya renta baste a cumplir las cargas, aun cuando estuviera afectada la totalidad del inmueble". El artículo 3? alude al derecho de redención en su aspecto subjetivo, disponiendo que "sólo tendrán derecho a redimir las capellanías, los propietarios de inmueble, los censuarios y patronos legales, que tengan la posesión del bien raíz..." La primera hipótesis es clara: los dueños del fundo capellánico son los interesados más obvios en cancelar la carga, pues así sus derechos de propietarios se consolidan. La segunda hipótesis (censuarios, esto es, deudores del censo capellánico: patronos legales) se refiere a aquellos casos en que el fundador se limitó a gravar la finca designando un obligado por la carga, o un patrono para que la administrase, pero sin transmitirles la. propiedad; entonces, la ley, siempre y cuando los mismos se hallen en posesión del inmueble, autoriza a que ellos lo rediman, con todas las consecuencias que se verán. Acerca del procedimiento redimitorio, el articulo 6"? dispone que el Consejo Nacional de Educación será parte legítima "en todos los expedientes y gestiones que sobre redención de capellanías se tramiten en la capital federal"; y ello en virtud del patronazgo que, según indicaremos, la ley atribuye a. ese organismo respecto de algunas capellanías. En cuanto a los efectos de la redención, ellos son los que puntualiza el articulo 3? in fine: "la redención importa librar al inmueble del gravamen y perfeccionar el dominio a favor de quien la haya realizado". La ley 4124 ha contemplado también, el problema de las capellanías cuyo patronato esté vacante. Según el artículo 49, "corresponde al arzobispo o al vicario capitular en sede vacante: el patronato de todas las capellanías eclesiásticas- y colativas, que se hallaren vacantes por fallecimiento de loa patronos llamados por los instituyentes. siempre que no hubiera prohibición del fundador, de recaer en la iglesia o en el prelado". De acuerdo con el articulo 5°, corresponde al Consejo Nacional de Educación el patronazgo de las capellanías eclesiásticas vacantes, cuando mediara aquella prohibición; el de todas las capellanías laicales vacantes, y el de cualquier especie de capellanía, fundadas en favor de las extinguidas órdenes religiosas o de los regulares que a ellas pertenecían ( I 9 ). El artículo 79, a su vez, dispone que el Consejo "gestionará ante los tribunales la declaratoria de vacancia del patronato, comprobando la extinción de los instituidos por el fundador de la capellanía, por llamamiento de edictos a quienes se considerasen con derecho; -y ante el resultado negativo de la citación, o el rechazo judicial de los pretendientes, obtendrá, sin más trámite, la posesión de los bienes afectados con el gravamen. Cuando se trate de capellanías a favor de órdenes extinguidas o de miembros de las mismas, comprobado ello, obtendrá inmediatamente la posesión judicial de los bienes". Por lo demás, según el artículo 8°, "será a cargo del arzobispo hacer cumplir en todas sus pártesela voluntad de los fundadores de capellanías"; norma que se comprende fácilmente, ya que, en vista de las finalidades religiosas de la institución, razonable es que su vigilancia incumba a la autoridad eclesiástica. Por último, el artículo 10 manda que la renta de los títulos adquiridos por redención de capellanías "y de los que en adelante se depositen provenientes de capellanías cuyo patronato corresponda en virtud de esta ley al Consejo de Educador, o al arzobispo, se entregará por el Banco al prelado diocesano, para que la, aplique al cumplimiento de la voluntad del fundador". III. Derecho español. — En la Edad Me- dia, los monarcas y señores españoles comenzaron a fundar capellanías, cuyo número aumentó más tarde cuando el descubrimiento de las Indias acreciera notablemente la riqueza pública. En la Novísima Recopilación, Carlos ni y Carlos IV prohibieron que se hiciesen estas fundaciones sin previa licencia real. En el siglo xxx, el derecho capellánico sufrió una serie de vicisitudes, hasta que en 1867 se arriba a un acuerdo con la Santa Sede, que se tradujo en una ley y en una instrucción posterior, donde se establece el procedimiento para la redención de determinadas capellanías y un régimen nuevo para las restantes. Destacaremos, en fin, que el articulo XII del Concordato de 1953 establece que "la Santa Sede y el Gobierno español regularán, en acuerdo aparte y lo antes posible, cuanto se refiere al régimen de (18) Esta participación del Consejo se explica porque, según la ley 1420, corresponden al tesoro escolar todos los bienes vacantes de la capital y territorios. Añadiremos que por el art. 11 de la ley 4124 "los fondos que en virtud de esta ley perciba el Consejo de Educación se emplearan en la construcción de edificios escolares". capellanías y fundaciones pías en España". BIBLIOGRAFÍA. — Enciclopedia Universal Esputa voz CAPELLANÍA. — Ferreres, J. B., Instituciones canónicos, Edlt. Sublrana, Barcelona, 1926. — La-' íaille. H., Derecho civil, "Tratado de los derechos reales", Edtt. Ediar, Buenos Aires, 1943. — Legón. P., Tratado de los derechos reales en el Código y en la Re]orma, Edit. Aheléelo, Buenos Aires, 1842. — Machado, J. O., Exposición y comen- tario del Código civil argentino, Buenos Aires, 1922. — Revista Jurídica Jurisprudencia Argentina, t. 19 (con la nota de Enrique Diaz de Guijarro aludida en el texto). — Salvat, R., Trotado de Derecho civil argentino, "Derechos reales", Buenos Aires, 1944. CAPITAL.* SUMARIO: 1) El capital, noción polémica. 2) Etimología. 3) Origen del ca- pital y de su concepto. 4) Posición objetiva y funcional. 5T El capital como Inversión en empresas. 6) Por la contabilidad, método cuantitativo de razonar los fenómenos de empresa, se abstrae un nuevo concepto de capital. 7) Concepto amplio del capital de las empresas. 8) El concepto de capital, como fondo abstracto de valores, trasciende al campo de la Economía. 9) Posición de Plsher. El factor tiempo. 10) Patrimonio, capital y hacienda mercantil. 11) Relación entre capital y renta. 12) Relación entre el valor de Sos bienes y el de los derechos. 13) El capital, noción Jurídica. 14) Nomenclatura corriente del capital. 15) La palabra capital en las leyes. 16) Capital nacional. 17) El capital desde el punto de vista internacional. 1. El capital, noción polémica. Esta palabra, de uso frecuente en la ciencia económica, en el Derecho y en la contabilidad, no ha logrado todavía una significación generalmente aceptada. Así lo hacia notar Sénior a principios del siglo xix. A comienzos del xx, Fisher señaló que "no transcurre un .año sin hacerse una nueva tentativa para fijar la idea controvertida; por desgracia, todas esas tentativas no han llegado a ningún resultado que se imponga; por el contrario, no han servido más que para hacer entrar en la liza un mayor número de combatientes y suministrar más amplia materia a las discusiones". Nuevas definiciones se suceden y las antiguas se retocan sin hallar salida para este estado de confusión y de contradicción. Bóhm Bawerk, que se ha esforzado para poner en claro la noción de capital, señala que se trata de un concepto que amenaza convertir el sector de ios conocimientos que de él se sirve, en una nueva Babel, lo que es bien lamentable tratándose de un término constantemente usado, tanto en ciencias y técnicas, como en la vida diaria. Concurren a mantener la indefinición del capital, por una parte, el desacuerdo • Por el Dr. FRANCISCO BOSADILLA. sobre lo que éste es y, por otra, la dificultad de dar a la idea el adecuado término, el cual cuenta, por tanto, con esa rica vaguedad de que habla Henderson. La oscuridad subsiste y hasta se agrava a causa de que la palabra "valor", que suele caracterizar una noción muy difundida de capital, como fondo constituido por elementos de diversa naturaleza cuyo poder económico, medido en moneda, se destina a la producción, y las palabras "ganancia" o "renta" que, a veces, se oponen a la noción de capital para precisarla, adolecen de iguales inconvenientes. Bohm Bawerk, en el prólogo a la tercera edición de su Teoría, positiva del capital,, advierte que los razonamientos requieren largos encadenamientos de Ideas, y las palabras en que se expresan son los peores enemigos. "La palabra debe-ser el traje, la envoltura de la imagen viviente que trata de evocar. Pero el grado de potencia plástica con el que obedecemos a esta excitación en cada circunstancia, el grado de vivacidad y de fidelidad con que evocamos una imagen de objetos adecuados a la palabra, es cosa aparte, y si somos algo negligentes en la tarea de formación plástica, si, como ocurre muy fácilmente, nos apoyamos con candida seguridad en la palabra que se nos da, en vez de sumirnos en su contenido por un esfuerzo del espíritu, entonces la palabra se suele tornar, en sentido penoso, la "envoltura" que cubre los contornos claros y vivos del verdadero núcleo de la Imagen, al que no llegaremos jamas si nos declaramos satisfechos del esbozo que nos proporciona la im'tación verbal. Y cuando tales palabras, recubiertas, son usadas en un largo encadenamiento de pensamientos, no hay ya seguridad de que los centros de las ideas que revisten, con sus ángulos y sus vértices inflexibles, casen entre si; se llega asi a conclusiones sacadas de palabras, dialécticamente colocadas unas al lado de otras, y, con estas palabras, a fatales aberraciones que, en deducciones prolongadas al infinito, no se presentan en ninguna otra parte tan frecuentemente como las que, a la ligera, se hacen en la teoría del capital". De "valor", el Juez Brandéis, de la Suprema Corte de Estados Unidos, dijo (en "Southwestern Bell Telephone C. v/ Public Service Commission, 262, U. S. 276 a 310 [1623]"), que es una palabra con muchos significados; y de "ganancia", el juez Holraes, de la misma corte (en el caso "Towne v/ Hsner, 245, U. 8. 418 [1918]"), gue "no es necesariamente exacto que tenga el mismo significado en-la Constitución que en la ley de impuesto a los réditos". "Una palabra —señaló, del mismo modo que el profesor de Viena— no es como un cristal transparente e invariable; es la piel de un pensamiento vivo, y puede cambiar grandemente de color y de contenido de acuerdo con las circunstancias .y oportunidad en que se usa". Excluímos de esta exposición el análisis directo de los conceptos "interés" y "ganancias", que serán tratados en las voces respectivas. Aquí sólo aludiremos a ellos en la medida que estimemos necesario para esclarecer el sentido de la palabra "capital". 2. Etimología. La palabra "capital", del latín capitalis, fue al principio un adjetivo para significar lo principal, y en cuanto a lo que nos interesa, lo principal del préstamo o de una deuda (capitalis pers débiti), para distinguirlo de los intereses. Luego, después del siglo xvir, se usó como sustantivo, de .capul o capita pecorum, (cabeza, cabeza de ganado, moneda), para significar inversión en un negocio, caudal, acervo, masa de bienes, fondo, haber pues<to a producir en una empresa individual o colectiva. No hemos üe seguir en sus detalles la historia del vocablo, ni tampoco las controversias doctrinarias que ha suscitado el concepto, pues equivaldría, según Ricci, a repasar por entero la dogmática de la Economía política. Haremos las referencias imprescindibles a la formación del capital y de su concepto, en el campo en que la palabra se origina, para ver luego cómo precisa y perfila su significado pasando de una disciplina a otra (economía, contabilidad y Derecho), deteniéndonos lo necesario para considerar la contribución que el sistema de razonamiento cifrado, usado por los comerciantes, prestó para esclarecer el sentido de capital en la economia privada, y pronosticar el que puede prestar aun si se aplica, como método dé* investigaciones más extensas, a fijar el sentido de "capital nacional". Para este recorrido, que desde ya nos arredra, iremos de la mano de tres economistas, citados en todas las obras sobre la materia —Irving Fisher, Eugen von Bóhm Bawerk y Edwin Cannan—, quienes, en las postrimerías del siglo pasado y comienzos del presente, estudiaron y discutieron la esencia y el concepto del capital, tanto en la ciencia económica como en el Derecho y en las prácticas comerciales. No tenemos la pretensión de valorar sus respectivas posiciones, sino la aspiración de presentar, del modo más neutral, un tema que ha dado lugar a tanta controversia. 3. Origen del capital y de su concepto. Nos enfrentamos aquí con uno de tantos circuios TÍCÍOSOS de las investigaciones científicas. Para establecer el origen del capital es previo saber lo que es, definirlo, y para saber lo que es hay que remontarse a su génesis y rastrear su evolución. Como siempre que asi ocurre, la necesidad impone romper el círculo y entrar al problema por cualquier parte, por la que mejor nos parezca. Wllhelm Roscher, economista alemán del siglo pasado, acude —para darnos la noción de capital— a imaginar el caso de un pescador que, reservando un pescado por dia, aparta del consumo una cantidad que le permite alimentarse, aunque no en muy buenas condiciones, durante el tiempo que destina a construir un bote y a tejer una red, mediante cuya utilización reducirá sus esfuerzos o aumentará su pesca, pudiendo asi continuar aplicando parte de su energía liberada a la acumulación progresiva de bienes. Eugen von Bohm Bawerk piensa en Robinson, en su isla, desprovisto de todo elemento que no sea la naturaleza, y advierte que por el solo hecho de hacer economías sobre sus necesidades, no formará Instrumentos que lo ayuden a producir, y que tampoco podrá formar esta clase de instrumentos si aplica toda su enegia a procurarse alimentos y bienes de 'consumo Inmediato; luego el origen del capital lo encuentra en el ahorro y en la producción reunidos. Es necesario —dice—, para que el capital pueda ser efectivamente formado, "que las fuerzas productivas necesarias para su formación, sean antes economizadas, dejando de aplicarlas a los goces inmediatos de la vida". El capital se forma por la parsimonia (parsimony) —señala Adam Smith— y disminuye por la prodigalidad y mal manejo. Es, por una parte, energía, poder económico y, por otra, bienes destinados a producir, y no al consumo inmediato; es, contando con el ahorro o la espera, el producto del trabajo, ayudado por las fuerzas naturales. El capital se forma, pues, no yendo a la producción de bienes de consumo, o de primer rango, en forma desprevenida o directa, sino con rodeos (Umweg, roundaboutness, detours) mediante los cuales se van creando bienes de segundo, tercero y superiores rangos, según la denominación de Bohm Bawerk, que facilitan y acrecen la producción. Cuanto más largo es el rodeo o espera, mayores son los beneficios o ventajas. Adolphe Landry dice que la noción de capital hay que buscarla en uno de estoa dos aspectos diferentes de su formación: 1), los bienes a los cuales se renuncia poi un tiempo, y 2), los bienes que se adquirirán a consecuencia de ese renunciamiento y de los cuales, de una u otra forma, se obtendrán goces demorados, pero mayores. A tal idea de capital corresponden la mayoría de las definiciones, entre otras la de Adam Smith, para quien es la riqueza empleada para ayudarnos a producir más riqueza, o los medios de producción producidos, frase definitoria que ha circulado con éxito por su sintética expresividad; la de W. Stanley Jevons, que considera capital los salarios del trabajo ya sea en la forma transitoria de dinero o en su forma real de alimentos u otros artículos de primera necesidad. Capital es, según esa misma noción original, el medio de sostener a los trabajadores o fondo de salarios de que habla Mac Culloch; o todo producto reservado para una producción ulterior, ai decir de Roscher. Robertus lo define como un producto (instrumento o materiales) que sirve para producir, o sea trabajo pasado al que se aplicará trabajo actual; para Lasalle es trabajo pasado que se anticipa y es necesario para mantener a los productores, hasta que el producto sea vendido a los consumidores a que está destinado. Para Bohm Bawerk, capital significa el conjunto de productos que sirven de medios de adquisición de bienes, o conjunto de bienes intermediarios creados en cada una de las etapas de un largo rodeo. Si en vez de imaginarnos cómo se forma el capital en los hechos, pretendemos seguir la trayectoria del pensamiento que da origen a la noción de capital, deberemos recorrer las etapas enumeradas por Bohm Bawerk. La primera corresponde a la noción de parte principal de la deuda, extendida luego a toda suma de dinero colocada en una empresa, propia o ajena. Capital —dice el Vocabulario delli Accademici della Cntsca, 1612— es aquella cantidad .^e dinero que ponen los mercaderes en sus negocios. La segunda etapa la marca Turgot, quien en sus Reflextons sur la formation et distribution des rtehesses, dice que "aquél que cada año recibe más valorea de los que necesita gastar, puede poner en reserva el excedente y acumularlo". Estos valores acumulados son los que se llaman capital, siendo absolutamente indiferente que esta suma de valores, o este capital consista en una masa de metal o en otros objetos, ya que el dinero (l'argcnt, la plata) representa toda clase de valores, e Inversamente todoa los valores representan al. dinero. Juan Bautista Say divulga esta clon producidos, de los bienes que la naturaleza entrega sin trabajo. León Walras divide los bienes económicos en capital y en renta, y considera capital, sin atender a su destino, aquellos bienes que pueden ser empleados más de una vez, es decir, los durables, que no se consumen al primer uso. Inversamente, Knut Wicksell considera capital los bienes de producción o de consumo, que se desgastan rápidamente, -mientras no se encuentren en poder de los consumidores, y los opone a los puros bienes naturales que proporcionan una serie infinita de servicios. Friedrlch A. Hayek, siguiendo a Wicksell, llama capital al conjunto de aquellos recursos na permanentes, que sólo pueden ser utilizados de manera indirecta para contribuir a mantener, permanentemente, la producción a un nivel, al que no llegaría sin ellos. Friedrlch Kleinwachter entiende por capital los instrumentos o medios de producción. La preocupación, como se ve, es separar el capital del no capital; la riqueza o los bienes como género, de la renta y del capital que son especies, asi como el capital, de los bienes que la naturaleza brinda en forma generosa, sin esfuerzo y de modo permanente. y abstracta, que proporcionan las diversas En las definiciones precedentes ya se seacepciones con que veremos empleada la ñala que capital son los bienes que el palabra capital en la ley, y conducen al productor, o empresario, destina a la creaconcepto de capital, según los usos y cos- ción de nueva riqueza; sentido funcional, tumbres comerciales, que es el de mayor independiente de la naturaleza objetiva de aplicación en las cuestiones que plantea los bienes, que irá caracterizando, por si la vida diaria, y el que nos permite distin- sólo, la noción de capital. guir, como quiere Vivante, el capital efecStuart Mili señala explícitamente que, tivo concreto, esencialmente mudable, del para reconocer si un objeto determinado capital nominal, jurídico, fijado por eí es capital, resulta necesario tener en contrato. cuenta la intención de quien lo posee, con 4. Posición objetiva y funcional. En el relación a su destino; por tanto, la discamino que venimos recorriendo se insi- tinción entre capital y no capital deja de núan desde ya dos aspectos del capital que depender de su naturaleza objetiva para precisaremos mejor después: uno, que se resultar del pensamiento del propietario, vincula a su origen, al poder económico por lo que define capital como la riqueza ahorrado; y otro, a su destino o Inversión destinada a producir. en bienes concretos afectados a la proRicardo Hildebrand expresa que todo ducción de nuevas riquezas. capital consiste, únicamente, en importes Son muchos, y muy caracterizados, los determinados de valores disponibles para autores que consideran capital los bienes fines de lucro, o empleados en fines utilide una clase o de una naturaleza deter- tarios, cualquiera sea la forma en que minada: instrumentos de producción; bie- puedan encontrarse o se encuentren mones durables; bienes perecederos al primer mentáneamente nunca en valores repreuso o perecederos después de varios usos, sentados por objetos determinados. Henry etcétera. En esta posición, la riqueza se George dice que capital no es una clase divide en bienes de consumo y en capital, diferente de riqueza, sino una parte de o se separa el capital, medios de produc- riqueza que difiere de la otra únicamente en su empleo, que no es satisfacer direc(1) En rae primitivo estado social en el que no hay división del trabajo, en que apenas se cam- tamente los deseos, sino, indirectamente, asociándose a 'la producción de otra ribia y dundo cada persona provee a lo que necequeza. Para Francesco Villa el capital suralta, no haré falta almacenar ningún capital. idea de que el capital no consiste en los bienes en si mismos, sino en su contenido de valor, que identifica cosas de naturaleza heterogénea, idea de la que participan los comerciantes. La tercera etapa la cumple Adam Smith reaccionando sobre la definición de Turgot. El autor de The Wealth of Nations divide los bienes en dos clases, una con destino al consumo inmediato, y otra destinada a procurar ingresos, el capital, a cuya definición ya nos hemos referido. El libro segundo de su obra notoria, dedicado a la naturaleza, acumulación y empleo del capital (stock) comienza así: "In that rude state of society in whlch there Is no división of labour, in which exchanges are seldom made, and in which every man provides every thing for himself, it Is not necesary that any stock should be stored up'^1), párrafo que destacamos para invocarlo más adelante, cuando aludamos a la doble representación del capital en las empresas mercantiles como bienes concretos almacenados, stored up, y como derechos al capital, stock, según la terminología inglesa. Llegando aquí por doble camino, estamos en el umbral por el que pasaremos a considerar las posiciones objetiva, funcional ge de dos hechos: el ahorro y el destino. El dinero es capital cuando se destina a la producción, y lo mismo todos los demás bienes. Marfeo Pantaleonl dice que "el capital no es, pues, una especie de bienes directos sui generis, sino estos mismos empleados de un modo determinado, o sea con un determinado fin"; en una economía de cambio, cualquier agregado de riqueza permutable por bienes directos para el sostenimiento de los trabajadores, equivale a un capital cuya cantidad será determinada por el valor de cambio. La moneda, la tierra, los créditos y todos los bienes con valor de cambio, son capitales por ese valor. Cuando hayamos analizado el capital en el seno de las empresas, y hecho funcionar el mecanismo racional de la contabilidad para registrar su incorporación y movimientos, podremos separar la idea de valer, a que alude alguna de las definiciones precedentes, de los bienes concretos destinados a la producción, y precisar la noción de capital al servicio de las empresas de la más restringida y más jurídica que alude, exclusivamente, al capital perr teneciente al propietario. 5. El capital como inversión en empresas. Empresa es un complejo, una unidad de carácter económico/en la que, en forma organizada, se reúnen personas y bienes con el propósito de producir y llevar al mercado bienes o servicios. Por lo tanto, el "patrimonio" del empresario puesto a producir en la empresa resulta ser "capital", de acuerdo con la mayoría de las definiciones precedentes y las que seguirán. En la empresa no se hace ya distinción de los bienes por su clase o naturaleza; todos contribuyen al fin de la misma, que es la producción; el dinero con el que se pagan los gastos y salarios, la tierra, la planta industrial, las máquinas, las materias primas, todos consumen su productividad y se transformar* en los nuevos bienes producidos, unos de inmediato, otros por fracciones, y todos se reponen y restauran, física o económicamente, a expensas de la nueva producción. La tierra, inclusive, debe ser labrada, abonada, conservada de modo que pueda rendir servicios ulteriores. Así resulta que los patrimonios, en su aspecto dinámico —cuando se los destina a la producción en las empresas—, son capitales. "Todos los bienes que precisa el empresario —dice Joseph A. Schumpeter— se hallan en el mismo nivel, desde su punto de vista". "Un hombre de negocios se extrañaría —comenta Irving Fisher— al ver que un economista aparta como no capital las materias primas, como hace Kleinwachter, los bienes destructibles, como Hermann, los alimentos, como Walras, y sobre todo la tierra, como hacían la mayor parte de los economistas clásicos". El valor actual del conjunto de bienes que forman la empresa es, según veremos, de muy difícil apreciación, por distintas razones, entre otras porque un cuadro estático de valores no puede representar a una empresa en movimiento; porque el valor de cada bien depende de la utilidad que presta en el conjunto y porque el valor está condicionado a los fines de la valuación y al futuro de la empresa. El valor actual del capital económico de una empresa resulta determinado por los servicios futuros que se esperan del conjunto de bienes de capital. El capital de contabilidad o jurídico mantiene nominalmente el valor en dinero que tenían las aportaciones, y sus incrementos, en el momento de ser incorporados a la empresa. A todo lo cual nos referimos en los números siguientes y en la voz CAPITALIZACIÓN. 6. Por la contabilidad, método cuantitativo de razonar los fenómenos de empresa, se abstrae un nuevo concepto 'de capital. "El comercio —hace notar Werner Sombart— habituó al hombre a orientar su espíritu hacia la cantidad, a concentrar su atención e interés en el aspecto cuantitativo de las'cosas. Mientras el productor precapitalista, sea campesino o artesano, siempre está dominado por la categoría de calidad y no ve en los objetos otra cosa que bienes de consumo cualitativamente diferentes, el comerciante renuncia desde temprano a la apreciación puramente cualitativa, por la simple razón de que no hay lazo orgánico que lo ate a los objetos o bienes que compra y vende". Para el comerciante todos son objetos de cambio, valores que se miden en dinero, y ese intercambio sólo es posible por abstracción igualando, sumando y restando matemáticamente las cosas más distintas por su naturaleza. La idea de capital —dice Ludwig von Mises— proviene del cálculo económico, que se localiza en la contabilidad, principal instrumento de una racionalización, perfeccionada, de la actividad económica. El cálculo de valor, medido en dinero, es elemento esencial del concepto de capital. Es a la contabilidad por partida doble, monumento racional del capitalismo renacentista, a la que corresponde haber fijado el doble aspecto del capital, como bienes concretos destinados a la producción, y como poder económico transferido a la empresa por quienes disponen de él. El capital, aunque se mida y exprese en dinero, consiste en máquinas, materiales y otras realidades. Desde el primer tratado de contabilidad, de Fray Lúea Paciólo, De computis et scripturis, XI de la "Summa de Arithmetica Geometría Proportioni et Proportiona.ita", impreso en Venecia en 1494, se alude a esa ecuación fundamental de la partida doble, cuyo primer téfmino representa los bienes concretos, y el segundo el fondo de valor o poder económico transferido a la empresa por el empresario. En el capítulo XII de ese tratado, escribe Paciólo: "Adunque con il nome di Dio comincerai a poneré nel tuo Giornale la prima partita del tuo Inventario, cioé la quantitá dei denari contanti che ti retrovi. E per saper poneré ditto Inventario al Libro Grande e Giornale, bisogna que tu imagini due altre termini, l'uno ditto Cassa e l'altro ditto Cavedale; per la Cassa s'intende la tua propia ovvero borsa, per el Cavedale s'intende tutto il tuo monte corpo di facolta presente" ( - ) . De donde resulta que para registrar el ingreso de capital a una empresa hay que hacerlo imaginando dos términos, uno que corresponde a los bienes o dinero que figurarán en el activo, y otro la cuenta cavedale, capital o caudal, que representa el monto conjunto de poder económico presente transferido a la empresa. El capital en sentido estricto será el valor de los bienes transferidos por los empresarios a la empresa, aunque ciertas acepciones más amplias comprendan también el que transfieren los bancos y prestamistas, sobre todo a régimen consolidado y a largo plazo. A ese capital-valor, en sentido estricto, están referidas las acciones y las cuotas de capital que, con el nombre de "valores", constituyen un mercado especial en donde también se opera con los valoresobligaciones, cada vez más similares. 7. Concepto amplio del capital de las empresas. Desde el punto de vista económico —de economía de la empresa—, el capital suele tener una significación más amplia que la noción corriente de apor(2) Asi. en el nombro de Dios, comenzarás a anotar en tu Diario la primera parte de tu In.ventarlo, esto es. la cantidad de dinero contante que tengas. Y para poder poner dicha existencia en el Mayor y Diarlo es necesario qxie imagines dos términos: uno llamado Caja y el otro Capital; por Caja se entiende tu propio bolsillo y por Capital el conjunto de riqueza o poder actual. taciones de los propietarios o empresarios destacada antes. Esa noción más extensa ha servido para la formulación de algunas definiciones de capital, que exceden a las generalmente aceptadas por el Derecho y la contabilidad. Arthur Stone Dewing, en The finantial policy of corporations, dice que capital es la "parte de la riqueza social, separada con el propósito particular de organizar una entidad, proporcionándole una especie de fondo para sí misma. Desde el punto de vista de este significado fundamental de capital, no hay diferencia entre que el capital pertenezca totalmente a la entidad, o que en parte sea propio y en parte prestado. La distinción entre propio y prestado, aunque importante desde el punto de vista de la política financiera, es, en definitiva, legal y no económica". De la misma idea es Nico J. Polak y los autores que cita en el párrafo 39 de la obra de que nos servimos. Y hasta juristas, como Georges Ripert, sostienen que "la distinción jurídica entre acción y obligación se atenúa en la práctica, ya que el Derecho mercantil admite, en provecho del accionista, el dividendo preferente, e incluso en determinadas condiciones, la cláusula del interés fijo (no en el Derecho argentino) y, además, en provecho de los obligacionistas, la estipulación de interés variable", a lo que podría añadirse el derecho, en determinadas circunstancias, a administrar la empresa (art. 20, ley 8875, de debentures). La ley inglesa, Regulation of raüways act, de 1868, a los fines de la determinación de 'las tarifas, estableció que es capi- tal de las empresas ferroviarias el obtenido en el mercado financiero mediante la emisión de acciones y obligaciones, que se in- vierta en el objeto propio de la empresa. En esa ley se inspiraron, sin duda, el artículo 9 de la ley Mitre, número 5315, el 4° de su reglamento del 30 de abril de 1908, y el 17 de la ley de la provincia de Córdoba, número 2042, de concesión a la Compañía de Luz y Fuerza *. * Con independencia del aspecto doctrinal que se trata en esta voz, y refiriéndonos al meramente legislativo, se ha de señalar que, con respecto al problema del capital en las empresas, el Estado interviene en diversas formas y por variarlos motivos en la forma de valuación y fijación de conceptos. Asi, en materia de sociedades anónimas, queda radicado en la Inspección General de Justicia el control de los balances y aceptación de los montos fijados por las empresas, o modificación en caso de que no se comparta el criterio de los directores. Con la creación de la Superintendencia de Seguros, han quedado sometidos a su control los balances y, consecuentemente, las cuentas de capital de las compañías de seguros, ahorro y capitalización. Para los Bancos e instituciones financieras, es el Banco Central quien 8. El concepto de capital, como fondo abstracto de valores, trasciende al campo de la economía. Correspondió a John Bates Clark desarrollar, en el campo de la Economía Política, el concepto de capital del modo como fue concebido por los comerciantes, usando de la contabilidad como instrumento de mensuraclón racional de los fenómenos de empresa. La atrayente y brillante concepción de Clark es combatida por Bóhm Bawerk, por el peligro que, por eso mismo, significa y por la ambigüedad que le imputa el destacado representante de la escuela austríaca. Karl Menger, sin embargo, había recomendado que, para no perderse en los vericuetos y enredos de las definiciones científicas, era necesario volver al lenguaje popular y atender al sentido que de capital tenían los comerciantes. "El concepto real del capital —dice este autor— comprende el patrimonio de una economía de adquisición, cualquiera sea su naturaleza desde el punto de vista técnico, en tanto que su valor en dinero sea objeto de nuestro cálculo económico, es decir, que este patrimonio se nos presente en la contabilidad como una suma de dinero que goce de intereses". El jurista Kühnast consideró capital el valor de la fuerza productiva contenida en los bienes materiales o en el conjunto de los valores materiales productivos; y el economista Mac Leod "the power its owner has of purchasing what he wants" ( 3 ), pero es Clark quien divulga entre los economistas el doble aspecto del capital destacado por la contabilidad: por una parte los bienes concretos, reunidos en conjunto organizado, pero siempre cambiante, y que se representan en el activo de los balances; y por la otra, el fondo permanente (permanent fund) de riquezas productivas expresado en un valor que los comprende y unifica, que figurará en el pasivo como urr nombre o término abstracto. Dice Clark que cuando existe un cuerpo permanente cualquiera de géneros en constante cambio, se los designa con un término abstracto. ''De una caída de agua compuesta por gotas, que cambian rápidamente, se dice que es una fuerza líquida en razón de que la fuerza es el elemento permanente. Una serie sin fin de seres dicta normas sobre la materia. Por otra parte, j en materia Impositiva, están sujetos al control los balances y cuentas patrimoniales de todos los contribuyentes cuando se trate de Impuesto a loa réditos, beneficios extraordinarios y actividades lucrativa». (N. de la R.) (3) Poder que tiene su propietario de comprar aquello que quiere. humanos se designa con el nombre de humanidad, una serle sin fin de trabajadores se designa con el nombre de trabajo..." y del mismo modo, dice Clark, capital es el fondo durable permanente de riqueza productiva o un fondo de valor que, en contraste con los bienes concretos que cambian y se destruyen, tiene una existencia continua. Entre los economistas que participan de este concepto de capital desentrañado por la contabilidad y por los comerciantes, corresponde citar a von Mises, cuya idea del capital ya dimos en el número 6, a Kdwing Caimán, para quien el mejor método de evitar dificultades es "usar el término capital en el sentido perfectamente definido y útil en que se usa habitualmente por los comerciantes y las personas inteligentes cuyo lenguaje no se ha corrompido por una familiaridad excesiva con los equivocados esfuerzos de los economistas de mejorar su lengua materna", así como a E. H. Knight, a Gustav Cassel, a Nicklisch y otros. La misma idea o noción abstracta del capital, como podef, se encuentra antes y después en las definiciones de Schumpeter, quien considera el capital un fondo de poder adquisitivo o, más precisamente, la suma de medios de pago disponibles en cualquier momento para su transferencia a los empresarios; en la de Komorzynsky, que lo define como una potencia que encuentra su fundamento, sea en la facultad de disponer de las fuerzas productivas a los fines del desarrollo de la economía capitalista, sea en el poder de disposición de un poder de compra, en vista a la adquisición de bienes de consumo; en la de Amonn, para quien el capital es un poder de adquisición individual acumulado, concentrado y abstracto, utilizado en una economía fundada en el cambio; en la de Polak, quien dice que es nina potencia (poder de compra) acumulada que permite adquirir mercaderías que no están aún retiradas del mercado, para ser colocadas a disposición del consumidor; en la de Sombart, que llama capital a la suma de los valores de cambio que sirve de base real a una empresa capitalista; y en la de Marx, .para quien los instrumentos de producción, en manos de los capitalistas, son un poder de explotación y dejan de ser capital,y, por ende, poder de explotación, en manos de los trabajadores. 9. Posición de Fisher. El factor tiempo. Quedaría Incompleta toda exposición rela- tiva a la formación del concepto vigente sobre capital si no dedicáramos, por entero, un párrafo a la posición de Irving Fisher, "el gran contador de la economía", es la existente, dentro del cuadro del cacomo le llama Aquiles Loria a título de ' pital, entre el activo y el pasivo, entre la elogio. riqueza, o valor de la riqueza, y el valor Fisher atribuye el fracaso de las defi- del derecho de propiedad. niciones que analiza al afán de hacer En uno de los primeros diccionarios en clasificaciones de la riqueza en capital y que ya se usa la palabra capital, con el no capital, fundadas en sus condiciones sentido de esta nota, se establecía: "capinaturales. El capital comprende toda cla- tale dicitur bonum omne quod possedise de riqueza. La distinción entre capital tur" («). y renta, su principal preocupación, sólo "Riqueza y derecho de propiedad —dice puede lograrse poniendo la riqueza en re- el profesor de Yale— son dos términos colación con el factor tiempo, desde un do- rrelativos. La rique2a es el objeto poseído; ble punto de vista. Si se considera la ri- la propiedad es el derecho abstracto de queza en un momento del tiempo, se tiene posesión. Los dos conceptos mutuamente un stock, un fondo, un capital, y si se la se suponen. No puede haber riqueza sin observa durante un lapso, se tiene una derecho de propiedad a qué aplicarse, ni corriente, un flujo, una renta. El capital derecho de propiedad sin riqueza a qué es, pues, un fondo de bienes, mientras que aplicarse". La propiedad a que aquí se la renta resulta una corriente de servicios. alude tiene un sentido más extenso que Las definiciones de Fisher son, para ca- el derecho de dominio, pues incluye, adepital, un stock de riqueza existente en un más de la posesión y todos los derechos instante del tiempo, y, para renta, un reales, los derechos de crédito y personaflujo (ílow) de servicios durante un pe- les. ríodo de tiempo. La definición de capital Esta correlación entre bienes y propieen Fisher es extraordinariamente com- dad, expresada en valor, es la que permite prensiva, pues incluye bienes de todo gé- encontrar éste, tanto por estimaciones dinero consumibles y durables, la tierra, el rectas de la riqueza patrimonial neta, dinero y hasta el equipo inmaterial for- como de los derechos sobre aquélla, vale mado por los conocimientos y capacidad decir, tanto por el activo como por el pade las personas. Además, como Clark, de- sivo. Las constantes incongruencias que signa capital no precisamente a los bienes surgen al querer realizar prácticamente la que forman el stock o existencia de riquevaluación, no atenían contra la necesaria za, sino a su valor. igualdad "Riqueza = Derechos de propieFisher dice que a los economistas les dad", sino demuestran el fracaso de todos habría bastado, para no caer en la enorme confusión sobre la naturaleza del capital y •de la renta, prestar alguna atención a los libros de comercio. "Los registros comerciales implican un reconocimiento práctico, aunque inconsciente, del principio de tiempo que proponemos aquí. La cuenta del capital (capital account), por ejemplo, nos da la situación de un ferrocarril, en cierto momento., mientras que la cuenta de la renta (inconie account) nos indica sus operaciones durante cierto período". Estas son todavía las dos cuentas fundamentales del sistema de contabilidad por partida los métodos de valuación. En el número 3 ya anticipamos, citando a Adain Smith, la correlación advertida en la terminología inglesa entre existencias (slored up) y acciones de capital (stock, or sharcs of capital), y en el número 12 volveremos sobre este mismo tema. 10. Patrimonio, capital y hacienda mercantil. Patrimonio, capital y empresa o hacienda mercantil, son nociones afines, igualmente indefinidas y polémicas. El orden en que hemos colocado los términos corresponde a su cronología. Patrimonio es una noción clásica del doble que, entre nosotros, se denominan "Balance General" y "Cuenta de Pérdidas y Ganancias", y cuya preeminencia relativa es materia de discusión. La cuenta Derecho civil precapitalísta vinculada, y en la mayoría de las concepciones, inseparable, de la de persona. En el Derecho mercantil se emplea actualmente la expresión patrimonio por analogía y por comodidad de lenguaje, para significar el aspecto concreto y efectivo del capital de los comerciantes, afectado a su comercio y a veces como sinónimo de hacienda mercantil. Patrimonio, capital y empresa son no- primera es el cuadro estático de los valores positivos y negativos de las partidas del capital, y la segunda la relación dinámica de los servicios y deservicios — valga la expresión— prestados por ese capital en el ejercicio, o período de tiempo. Ambos cuadros tienen una vinculación necesaria; se discute, si es de causa a efecto y, en tal caso, cuál es la causa. Otra correlación, destacada por Fisher, (4) poseen. Capital se llama a los bienes que todos clones que se originan en tiempos y en disciplinas diferentes: la primera es antigua y estrictamente jurídica; la segunda, económica, del Renacimiento, y la tercera, moderna, creada por la vida mercantil con el auxilio del Derecho, la economía y la contabilidad, con aspiración a constituirse en el principal sujeto, u objeto, de una ciencia nueva que, con el nombre de Betriebswirtscñaftslehre, se afirma en Alemania a partir de la primera guerra de este siglo. Tanto patrimonio, como capital, como hacienda mercantil o industrial, son nociones abstractas, representativas de un conjunto de bienes o de derechos sobre éstos, valuables en dinero. Las diferencias pueden encontrarse en las clases de bienes y derechos que comprenda el conjunto, en su relación con el concepto de persona natural o jurídica, o en los fines. Son nociones, insistimos, que nacen en épocas y en campos diferentes, para referirse a cosas semejantes, vistas desde distintos ángulos y que luego se influyen y penetran, tendiendo a la unificación. A los fines de esta nota, y sin desconocer esa tendencia, las tomamos como quedaron al llegar a un grado de perfección que las impuso en su respectiva disciplina, sin acercarnos demasiado a teorías modernas que van borrando los rasgos diferenciales. "El patrimonio de una persona —dice Vélez Sársfield en la nota al artículo 2312 del Código civil— es la universalidad jurídica de sus derechos reales y de sus derechos personales, bajo la relación de valor pecuniario, es decir, como bienes. Es la personalidad misma del hombre puesta en relación con los diferentes objetos de sus derechos. El patrimonio forma un todo jurídico, una universalidad de derechos que no puede ser dividida sino en partes alícuotas, pero no en partes determinadas por si mismas, o que, puedan ser separadamente determinadas". El patrimonio es de naturaleza puramente intelectual, según Aubry y Rau; es la idea abstracta de una unidad jurídica, para Zachariae, o un ente de razón distinto de los bienes que lo componen, como dice Demolombe, lo oue tiene mucho de parecido, lógicamente hablando, con la idea abstracta de capital expuesto en los números 6 y 8. La hacienda mercantil es, si nos atenemos a la definición de Francisco Ferrara (hijo), aquella organización económica que tiene aptitud para producir un rendimiento, que posee capacidad para crear riqueza, que representa substancialmente un capital, independiente de la individualidad física de la persona que, en un de- terminado momento, esté al frente de ella. El artículo 2555 del Código civil italiano de 1942 la define como "el complejo de bienes organizados por el empresario para el ejercicio de la empresa". En nuestro Derecho, los artículos 1<? de la ley 11.867 y 11, inciso d, de la ley 12.692, determinan analíticamente, y en forma no del todo concordante, qué debe entenderse por establecimiento comercial. También la noción que se tiene de hacienda es abstracta, y se discute si constituye una universalidad de hecho o de derecho. (Ver la nota de Isaac Halperin sobre transmisión de establecimientos comerciales e industriales en "Anales de Legislación Argentina", Complemento, años 1920 a 1940, La Ley, Buenos Aires, 1953, pág. 524.) Nosotros, por ahora, sólo nos' animaríamos a decir que hacienda mercantil se distingue de patrimonio, en que aquélla es una organización económica de carácter dinámico independiente de persona determinada y que se distingue del capital en que tal organización incluye, además de éste, elementos personales e ideales. El capital forma parte de la hacienda mercantil, pero no es toda ella. El factor organización, cuarto agente de la producción analizado por Marshall, es preponderante y unificador del trabajo y de los bienes, en el concepto de hacienda, y le da la potencia productiva característica. En forma muy sintética podríamos decir que patrimonio es el conjunto de bienes o de derechos de una persona, y hacienda el conjunto de bienes de una organización. Como nuestro propósito es destacar la noción de capital, deberá permitírsenos que descuidemos las otras nociones con que se la compara, que deberán verse en las voces respectivas. Desde el punto en que estamos colocados para hacer esta nota, territorios del Derecho comercial y la contabilidad, advertimos entre capital y patrimonio diferencias que consideramos interesante destacar para reflexiones que han de seguir. El fin del capital es la producción, y el del patrimonio la erogación, al servicio de la persona a que pertenece; el capital se transforma, destruye y reconstruye en el proceso productivo, y el patrimonio se mantiene; lo que se consume o eroga es la renta; positivamente no es posible asociar en el patrimonio a otra persona (art. 1651 del Código civil), y la sociedad en los capitales es cosa normal; a cada persona corresponde un sólo patrimonio, y eri cambio, una persona puede tener diversos capitales y un capital ser de diversas personas; las ganancias o rentas del capital son la resultante de comparar el valor del monto de los bienes existentes al principio de un período con el que tienen al final, y las rentas del patrimonio son los frutos naturales o civiles y los productos desprendidos de la fuente (arts. 2329 y 2330 del Cód. civ.); el crecimiento del patrimonio, físicamente o en valor, es patrimonio y el crecimiento ÜL-I capital, aparente a veces —caso de desvalorización monetaria— es ganancia, aunque, por ciertos escrúpulos, se la clasifique en rubro aparte y se distribuya entre los socios de modo diferente; los capitales son fácilmente transferibles y no asi los patrimonios. El patrimonio adquiere homogeneidad por ser conjunto de derechos pertenecientes a una persona o por tener el mismo fin y la unidad del capital resulta de su valor, o poder económico. Patrimonio es una noción esencialmente jurídica, y capital, idea y palabra de contenido económico y de contabilidad. Respetamos para patrimonio el carácter de universalidad jurídica de honda raigambre histórica, de gran valor sin duda, que tiene la aureola del Derecho romano, pero las abstracciones a que nos referimos en esta nota son conceptos lógicos que sirven para comprender lo que es capital y lo que es hacienda mercantil, sin que le atribuyamos realidad o sustancia. El orden, la proporcionalidad, la correlación, la armonía y hasta la belleza que puede existir en la composición de los elementos de un capital, o en la estructura de una empresa, son aspectos adjetivos, de carácter técnico, que mejoran y dan eficacia al conjunto, pero no quitan a sus elementos la propia individualidad jurídica. Dar a la organización, a la eficacia, al aviamiento del conjunto, la categoría de un "universal", sería reproducir disquisiciones de gran importancia para sutiejercicios dialécticos de consecuencias .eticas, que no estamos en condiciones en momento de abordar. El capital es, sencillamente, un conjunto de bienes concretos, organizados y cambiantes, afectaÍdos a la producción, expresados en el pasivo de las empresas por un fondo permanente de valor. Los bienes del activo no constituyen una universalidad ni jurídica ni de hecho, pues conservan todos su individualidad. El fondo permanente del pasivo no es sino la representación del valor-capital, concepto abstracto de utilidad práctica. La hacienda mercantil es un conjunto de elementos que incluye el capital, que la ley protege y nada más. Dejamos deliberadamente de lado toda cuestión relacionada con la personalidad jurídica, por más que se vincule con la naturaleza, también jurídica, del patrimonio, de la hacienda mercantil y del capital, pues ello será materia de otra voz. 11. Relación entre capital y renta. La noción de ganancia en los negocios es tan polémica como la de capital, y quien quiera tener una idea del estado actual del problema debe consultar los leading case americanos "Eisner v. Macomber (252, U. S., 189-1920) y "Tooey v. Percival Co. (182 N. W., 403.405, lowa, 1921), el informe del Grupo de Estudios sobre las ganancias de los negocios, designado por la "Rockefeller Foundation" con la colaboración del Instituto Americano de Contadores, "Changing concepts of business income" (Macmillan, N. York, 1952), los informes de las comisiones Tucker y Cohén, nombradas en Inglaterra por el canciller del Exchequer en 1949 y 1951, y el informe de la comisión Flanders del Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, constituida en 1948. En lo que se refiere a los patrimonios de erogación, a que en el número anterior nos referimos, la distinción entre lo principal y la renta suele aparecer más clara. Los frutos naturales y civiles son un flujo o emanación que se separa del bien principal en circunstancias fácilmente perceptibles por los sentidos; los productos también pueden verse fluir, pero plantean el problema del agotamiento del bien principal (arts. 2329 y 2330 del Cód. civ.). Separar el capital, de la renta, en las empresas productoras, es siempre difícil. En ellas el capital se vuelca, se disuelve, se sume en el proceso productivo y la separación periódica, siempre arbitraria, es función de contabilidad basada en principios discutibles. Ganancia es el producto neto, después de haber cubierto todos los gastos y haber tomado todas las previsiones para la conservación y reposición del capital, enunciado pacífico con el que es tan fácil concordar como difícil ponerse de acuerda en el modo de realizarlo. La producción anual, dice Adam Smith, se divide en dos partes, una destinada al consumo (la renta) y la otra, frecuentemente mayor, se destina a reemplazar el capital. Don Antonio Maura hacía notar, en su trabajo sobre "El capital y sus productos", leído en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación en 1909, que no hay ganancia sin que se repongan las mermas del capital, sin que se mantengan en buen estado de conservación y de fecundidad y productividad ios bienes. Debe tenerse en cuenta, para ia mejor comprensión de algunas disposiciones o conceptos, que la noción clara de qué hay que cargar a los gastos de explotación, las amortizaciones técnicas (desvalorizaron por uso) y los agotamientos (disminución de sustancia) para determinar la ganancia liquida y conservar el valor capital, no tiene en el medio ambiente mercantil y de las cuentas, antigüedad mayor de un siglo, y su difusión es de reciente data. Aumenta la confusión entre lo que * es patrimonio o capital y lo que es renta, porque a veces se resuelve, o se opina, sobre jo que son ganancias por quienes no pueden desprenderse de sus ideas romanistas de patrimonios estáticos, o sobre lo que son frutos patrimoniales, por quienes tienen una mentalidad formada en los principios del capitalismo moderno, de carácter dinámico, y por el Sistema de cuentas de partida doble. Xilama la atención, a quien se haya formado en las normas de la vida mercantil, lo dispuesto por los artículos 2884 y 2885 del Código civil, de donde resulta que los gastos necesarios para restablecer o'reintegrar el bien productivo son a cargo del capital o, mejor dicho, del nudo propietario, asi como sorprende que se diga por abogados que en una compañía mercantil no todas las ganancias son frutos, y que no lo serán las cantidades que vayan a engrosar e! fondo de reserva, y en ciertos casos, tampoco los que se inviertan para ampliar el capital, criterio que no es compartido por ningún comerciante, industrial o contador. Mercantilmente, los frutos son ganancias. Las reservas son ganancias reservadas y las ganancias, o frutos, que se invierten en ampliar el capital, son, primero, ganancias, aunque después, como todas las ganancias, por el proceso de capitalización, pueden convertirse en capital. Si estuviera resuelto este primer problema, mediante un corte vertical que separe la producción neta, de la riqueza que se destina a reponer el capital, queda un segundo, de no menor envergadura, el de determinar qué parte de esa producción neta remunera al capital y cuál a los demás factores asociados en la producción. Además, el capital, al confundir su sustancia con la de la producción y al reponerse, se reestructura periódicamente, y como el orden y distribución proporcional de sus elementos influye en su valor, esa variación —piensan algunos— tendría que ser apreciada subjetivamente y computada para la determinación de las ganancias o de las pérdidas, lo que —a nuestro juicio— implicaría actualizar resultados futuros. De todo ello surge la importancia que, para la correcta separación de la ganancia, y del capital, tiene el sistema de contabilidad, ei criterio de valuación, la calificación de los egresos y su Imputación, etcétera, etcétera. Sin entrar en detalles complicados de técnica, sobre la distinción entre gasto e Inversión; «obre los efectos de la variación del poder adquisitivo del dinero; sobre la atribución de ganancias a los distintos períodos de tiempo; sobre ganancias de explotación y ganancias de capital, etcétera, debemos afirmar categóricamente, por ser un principio de salud para la economía social y privada, que no hay ganancias "reales" mientras el capital no esté conservado y repuesto, mientras no quede a salvo la sustancia. Salva rerum substantia. Pero qué es ia sustancia; ¿son los bienes concretos o su valor? No pretendemos resolver ahora un problema que, desee siempre, se mantiene en pie. Aplicando principios conservadores del capital, sí nos urgieran un pronunciamiento, diríamos que para que haya ganancia •tiene que haber aumento de las dos clases, de sustancia y de valor. Incluir en el estado patrimonial el mayor valor, que es consecuencia del mejor ordenamiento del capital, la mayor eficiencia, etcétera, es, según unos, motivo de sospecha; según otros, una mancha. Las variaciones de valor de los bienes del activo y más aún d£l activo como conjunto, deben ser ignoradas por la contabilidad —dicen las autoridades en la materia— para la determinación de las ganancias de ejercicio realizadas y líquidas. "El propósito del balance es, ante todo, poner de manifiesto que la posición financiera de la empresa es, por lo menos, tan buena como se establece; no demostrar que no es o no puede ser mejor". (Newton y Bimiinghan, Small Arms Co., 1906-2 Ch. 378.) Existe aún otra relación más intima entre capital y ganancia, que consiste en determinar, según dijimos, cuál sea causa y cuál efecto. Si se repara en los bienes concretos, como instrumentos de producción, el capital seria la causa, pero si el capital es valor, el capital es el efecto, ya que resulta de un cálculo fundado en el valor actual de los servicios netos que ese capital puede proporcionar en el porvenir. Y aquí, apariencias, nos llevarían a la extraña paradoja de que una ganancia mal determinada, por exceso —vale decir, descapitalizante— serviría para calcular un valor del capital, erróneamente mayor. "Una empresa —señala Ceccherelll— que en un ejercicio ha producido un fuerte rédito, puede haberlo producido en detrimento de su funcionalidad futura, mientras que una empresa que ha perdido puede, al mismo tiempo, haber mejorado las condiciones de su futura funcionalidad". Georges Ripert añade que "las sociedades saben hacer uso de esta confusión entre renta y capital, que permite toda clase de combinaciones". 12. Relación entre el valor de los bienes y el de los derechos. Volviendo a aquella ecuación destacada por Fisher a que aludimos al final del número 9: Riqueza o bienes =á= Derecho de propiedad, ecuación fundamental en el sistema de cuentas por partida doble, resultaría que el valor del capital de las empresas tanto puede determinarse por estimación de los bienes, como de los derechas o títulos representativos. La experiencia, sin embargo, demuestra que el valor de los derechos de propiedad a la totalidad del capital de la empresa, establecido por la cotización de estos derechos o títulos en el mercado o Bolsa, nunca coincide (salvo casualidad) con el valor atribuido a los bienes por apreciación directa, lo que da lugar a un sinnúmero de argumentos que apenas vamos a Insinuar. Se advierte, por de pronto, antes de confesar rotundamente el fracaso de los métodos de valuación, como lo hiciera en el número 9, que los bienes del actlVo no valen individualmente sino en función del conjunto de que forman parte, por lo que la suma de los valores aislados no equivale al valor del conjunto organizado, o empresa, de "donde surgen los términos plusvalía, valor de organización, avíamlento, llave, etcétera, de que se hablará en la voz respectiva. El valor capital de las empresas, además, está influido por el fin de la valuación, y no es lo mismo el criterio para valorizar un negocio próspero en marcha que para aquel que está en trance de liquidación, ni lo mismo el valor del capital con fines fiscales, que para una fusión, etcétera (J. C. Bonbright, The Valuation of Property, N. York, 1937, t. I, pág. 3). En cuanto a los valores de los derechos representados por el interés, cuo- tas o acciones de capital se señala, concordantemente, que tampoco puede resultar de atribuir a los títulos un valor homogéneo, superior o inferior al nominal, pues las acciones sueltas que se venden en los mercados no valen lo mismo que los lotes mayoritarios, que no están en los mercados, sin perjuicio de otras alteracio- nes causadas por el interés de concurrir a una asamblea a ejercer ciertos derechos, o por motivos de orden especulativo. (Ver número 4 de la voz CAPITALIZACIÓN.) Por lo tanto, la igualdad: Riqueza o bienes = Derecho de propiedad, sólo es verdad en abstracto por los motivos que se dieron en el lugar antes recordado. En la vida de las empresas, la igualdad se da, real y numéricamente, cuando el activo, en el momento inicial, está constituido por dinero o cuando, en el momento final de la liquidación, el capital de la empresa se ha reducido a dinero. A esta Igualdad, aunque teórica, se le atribuye importancia para garantizar la integridad y fijeza del capital, como veremos después. Como final de este párrafo, dedicado a la relación entre los bienes del activo y los derechos que figuran en el pasivo, y preámbulo del siguiente, relacionado con la naturaleza jurídica del capital, vamos a transcribir expresiones de Milo Kimball sobre el capital. "El capital de una sociedad —dice ese autor— es el valor de los bienes disponibles por la gerencia para la marcha del negocio. Es la caja, la tierra, los edificios, las máquinas, el equipo, las existencias; dicho en forma breve, el activo de la sociedad. El capital en acciones de una sociedad representa el derecho de propiedad o interés de los propietarios en la sociedad. Pero el derecho de propiedad no es propiedad del activo de la sociedad. La propiedad de las acciones de capital es propiedad de la sociedad, la cual, a su vez es la dueña del activo". El mismo pensamiento expresa Georges Ripert a lo largo del libro que tuvimos a la vista, cuando dice que los accionistas no son empresarios ni propietarios, sino acreedores, y que por eso figuran en el pasivo junto con todos los demás que tienen derechos sobre la empresa, como conjunto de bienes, pero no en ningún bien en particular. "El accionista tiene un derecho contra la sociedad, no en la sociedad". "La empresa domina la propiedad". "El balance, dice en otra página el profesor de Derecho de París, señala admirablemente este carácter del capital. La empresa está personificaba; el capital está incorporado al pasivo, es una deuda de la empresa. Encuentra su contrapartida en los elementos del activo. Estos elementos no pertenecen ni -han pertenecido jamás a los accionistas". 13. El capital, noción jurídica. El Código civil argentino define el capital social, en el artículo 1649, como "la totalidad de las prestaciones que consistiesen en obligado- nes de dar", las que a su vez están definidas en el artículo 547. Tales prestaciones han de ser susceptibles de apreciación pecuniaria. Vivante proporciona- una noción de patrimonio comercial y de capital que aunque no la suscribamos enteramente, cuando lo considera universalidad de Derecho, explica bien la relación y diferencia entre los bienes mudables y concretos del capitsl económico efectivo y la noción abstracta y pasiva de capital nominal. (Trattato, t. II, pág. 191, Milán, 1923.) "El patrimonio de una sociedad, dice este autor, es el conjunto de todas las relaciones jurídicas de las cuales aquélla es titular, relaciones de propiedad, de goce, de garantía, sobre cosas corporales o incorporales. Este patrimonio es esencialmente mudable, según las vicisitudes de los negocios, pero representa constantemente los caracteres jurídicos de v.na universalidad de derecho, a nombre y perteneciente al ente social. Su unidad se refleja en el inventario único, en el balance único que la sociedad debe hacer, aunque tenga varias sedes o sucursales; se refleja en la garantía conjunta que todos sus bienes ofrecen a los acreedores sociales. La misma distinción que vulgarmente se hace a propósito de los comerciantes entre patrimonio comercial y patrimonio civil, carece de razón de ser, porque la sociedad no tiene sino un patrimonio comercial". "Frente al patrimonio o capital efectivo, esencialmente mudable, está el capital nominal de la sociedad, fijado por el contrato en una cifra estable, con una función contable y jurídica y una existencia de derecho y no de hecho. Todos los esfuerzos legislativos tienden a hacer coincidir, en el momento en que se constituye la sociedad, el valor del patrimonio social con el monto del capital: después esta coincidencia, momentánea, cambia, favorable o desfavorablemente, según las vicisitudes económicas de la sociedad. La diferencia entre el patrimonio siempre mudable y el capital —cifra constante—, no es acompañada en el balance por variación 'del capital fijo, sino por variación de los fondos accesorios, de las reservas, de las ganancias y de las pérdidas, que sumadas algebraicamente al capital representan el patrimonio íntegro de la sociedad. El capital constituye un saldo fundamental y constante para la formación del balance social; y, como tal, debe figurar en el pasivo de cada ejercicio por la suma establecida en el acto constitutivo, de manera que, contraponiéndose al mismo, se inscri- ba en el activo un fondo equivalente de bienes, créditos, o de pérdidas para garantía o para advertencia de los acreedores sociales. C_mple asi la función de moderador legal y contable de la vida de la sociedad; determina en ésta su función reguladora; cuál es el límite máximo de las utilidades que se pueden repartir; cuál ha de ser el monto de las reservas; cuándo se debe proceder a la disolución de la sociedad o cuándo debe modificarse el estatuto social a causa de las pérdidas sufridas. Diré a modo de imagen, que este capital, nominal y abstracto (nomen juris), cumple frente al patrimonio o capital real, la función de un recipiente para medir áridos que algunas veces superan la medida y otras no alcanzan a llenarlo. La confusión entre estos dos instrumentos de la vida de la sociedad, formal el uno, material el otro, puede dar lugar a muchos equívocos peligrosos para la interpretación de la ley, si no se advierte su diferencia". La generalidad de los comercialistas señalan, como Vivante, que la figuración pasiva del capital es una resultante del sistema de contabilidad por partida doble y que equivale en principio a los valores incorporados al activo destinados al comercio o industria. En las sociedades de capital fijo (anónimas y de responsabilidad limitada) , el capital social, pasivo, no puede variar mientras no sea modificado legalmente el acto constitutivo. "Las acciones pueden aumentar o disminuir de valor, el patrimonio social aumentar o disminuir —dice Alfredo de Gregorio—, pero se mantendrá siempre invariado en el pasivo el rubro del capital social", por ser un elemento fundamental que está en relación con el ordenamiento lagal de la sociedad y representa la parte del patrimonio social ofrecido a la garantía de terceros que detiene y denuncia la descapitalización de la empresa. A la igualdad teórica entre el valor de la riqueza, bienes o patrimonio mercantil neto, y los derechos del propietario sobre aquéllos, representados en la cuenta de capital en el pasivo, a que dedicamos el número anterior, alude también Tullio Ascarelli y muchos otros. Las diferencias exteriorizadas por la gestión se registran, como se ha dicho, en cuentas suplementarias, que llevan al conocimiento de terceros los aumentos o disminuciones del capital original, nominal. Los aumentos o disminuciones de valor, no exteriorizados, constituyen reservas ocultas o pérdidas cubiertas que se pondrán de manifiesto en la liquidación final. El principio ,de la invariabilidad del capital, en las sociedades de capital fijo, cumple, en la mejor forma posible, su función de asegurar la integridad del fondo de valores incorporado a la empresa que sirve de garantía a los acreedores de la misma. Son numerosa;, las disposiciones legales que, fundadas en este principio, impiden que el capital efectivo de la empresa anónima (sociedad de capitales como exageradamente la define el art. 313, Cód. de com.) pueda ser inferior al jurídico o nominal. Lo contrario, no sólo es bien visto por las leyes y principios conservadores de contabilidad, sino que se estimula en toda forma. Veamos algunas: a) El articulo 318 del Código de comercio argentino y la publicidad cumplen, con tal fin, sí bien de modo débil, poniendo topes mínimos a la suscripción y a la integración del capital autorizado. El artículo 8 de la ley española del 17 de julio de 1951 establece, en forma más decidida, que no podrá constituirse sociedad alguna (anónima) que no tenga su capital suscripto totalmente y desembolsado en una cuarta parte por lo menos, con lo que se suprimen las acciones en cartera o a emitir. Tal sistema de suscripción total —que no tiene vigencia en nuestro país—, es, podría decirse, norma del Derecho continental europeo, desde la ley francesa de 1867 —modifica en 1893—, cuyo artículo 1"? así lo dispone. b) El artículo 321 del Código argentino, que sirve a igual propósito, lo hace también de modo imperfecto. El capital, para evitar aguamientos, debe ser integrado con valores productivos, y los promotores o fundadores sólo deberían reservarse una cantidad limitada, en cuanto a la tasa y al tiempo, en los beneficios sociales. Así lo dispone el Código civil italiano de 1942 (art. 2340) y la generalidad de las legislaciones, y ésa es la interpretación que en la vida comercial, generalmente se da a nuestro artículo, aunque no resulte de su texto. (Ver el número 3 de la voz CAPITALIZACIÓN.) c) Los artículos 283 y 334 son, en cambio, más categóricos en defensa del principio de la integridad, que algí ñas otras legislaciones de su tiempo, al disponer que sólo de las utilidades líquidas y realizadas puede acordarse dividendos, aunque sean preferidos. El artículo 181 del Código de comercio italiano de 1882 permitía abonar por no más de tres años, ni en medida mayor del 5 por ciento, intereses "intercálanos" a cargo del capital, en el caso de compañías industriales que tienen un período de construcción largo. d) Los artículos 317 y 354, inciso 4"?, sancionan la reducción o cambio de destino de los fondos sociales. e) Los artículos 363 y 364 obligan a reforzar el capital nominal o jurídico mediante la formación de reservas e impiden su deterioro, prohibiendo la distribución de ganancias que no sean realizadas y líquidas. f) El artículo 343, con el mismo propósito de procurar el mantenimiento de la integridad del capital, prohibe adquirir por cuenta de la sociedad acciones de ésta, salvo que lo sea con utilidades realizadas y las acciones estén pagadas íntegramente. Esta norma está en pugna con lo dispuesto en el artículo 354, y es más rígida que lo que sobre la misma materia se establece en otros países. El artículo 628 del Código suizo de las obligaciones, prohibe, como el argentino, a las sociedades anónimas, adquirir sus propias acciones, pero establece las siguientes excepciones: 1), cuando se trate de una amortización prevista en el estatuto; 2), cuando se reembolse el capital por decisión de la asamblea; 3), cuando tenga por objeto cobrar créditos sociales en mora; 4), cuando se trata de operaciones que, según el estatuto, entren en el objeto social. Alfredo de Gregorio, en la obra que incluímos en la bibliografía, dedica los párrafos 155 al 157 a la amortización financiera del capital, considerando el caso de empresas cuyo objeto económico se agota por el transcurso del tiempo, lo que obliga a pareja reducción del capital jurídico, pues de lo contrario, el objeto original se va sustituyendo por otro. g) El artículo 369 establece la obligación de poner en conocimiento de los interesados la pérdida del 50 por ciento del capital social y declara la disolución ipso jure, si alcanza al 75 por ciento. h) Las buenas prácticas y usos comerciales, concordantemente con normas positivas de Derecho extranjero, suelen establecer como medio de asegurar la integridad del capital, que las primas de emisión no puedan repartirse como beneficios; que las acciones no se coloquen a precio bajo par; que los aportes en dinero sean controlados y valorizados de modo que su estimación ofrezca seguridades para los demás aportantes y acreedores, y que las ganancias por revaluación no se distribuyan hasta la liquidación. Tales normas, y otras muchas, inspiradas en el principio de la integridad del capital, influyen en la jurisprudencia por su racio- nalidad y por lo dispuesto en el número V del título preliminar del Código de comercio. 1) El articulo 354 establece, en su última parte, una norma de derecho excepcional, contraria a la integridad del capital, al autorizar el reembolso de acciones. Lo hace, por cierto, con limitaciones en cuanto a las circunstancias y a la forma de su valuación. (En la Imposibilidad de comentar tan importante norma legal, seguida por muy pocos paises, consideramos útil incluir alguna bibliografía: Eduardo J. Clynton, El derecho de receso. Algunos problemas que suscita su ejercicio, en "Revista Crítica de Jurisprudencia", t. I, pág. 167; Miguel A. Sasot Betes, Derecho de receso, en la revista "Información, año XXI, (1950), n<? 247, pág. 3; Camilo Viterbo, L'art. 153, Cód. com. prevede un caso di arbitragglo légale, publicación separada del "Foro Italiano", vol. LVIII, fase. XII; Giuseppe Donadlo, II ricesso del socio per modifiche statutarie, Qiuffré, Milán, 1940; Alfredo de Gregorio, Los balances de las Sociedades Anónimas, pág. 49, Depalma, Bs. Aires, 1950; Cesare Vivante, Trattato di Diritto commerciale, vol. II, pág. 249, núm. 517/520.) En las demás sociedades de personas y, por ende, de responsabilidad ilimitada (sociedades de nombres y no anónimas), el capital social está afectado preferentemente a las obligaciones sociales y debe ser mantenido en seguridad de las operaciones que, teniendo en vista el capital social, se realizan con terceros. Las Ordenanzas de Bilbao, con vigencia en nuestro país desde la erección del Consulado de Buenos Aires (1794) hasta que fue adoptado para la Nación, el Código de comercio de Dátamelo Vélez Sársfield y Carlos A. Acevedo (1862), establecía expresamente en el número VII del capitulo X: "Del caudal capital que los compañeros pusieren en la Compañía, ni de las ganancias que resultaren de ella, ninguno de los interesados podrá sacar dinero, ni efecto alguno, hasta su conclusión, para negociaciones particulares, ni otros fines, por motivos ni razones que pudiera pretextar, salvo lo que según lo capitulado en la escritura necesitare o fuere indispensable; pena de que asi el que lo sacare, como los demás que lo consintieren, hayan de pagar con los bienes que tuvieren en la compañía, y fuera de ella, los daños y menoscabos que sobrevinieren". En la actualidad, no obstante la obligación Ilimitada y solidaria activa y pasiva, que contraen los socios por los resultados de las operaciones sociales (arts. 302 y 437 del Cód. de com.), se procura la integración y mantenimiento del capital social obligando a los socios a su aportación (arts. 404 y 405); procurando que, cuandc la cuota no sea puesta en dinero, se acredite por su valor efectivo (arts. 406 y 407); dificultando el retiro del capital aportado (arts. 415, 416 y 419 del Cód. de com., y art. 1653, inc. 2?, del Cód. civ.); alejando el capital afectado a las responsabilidades sociales, de las que particularmente contraigan los socios (art. 417 del Cód. de com. y art. 6"? de la ley de Quiebras, n<? 11.719) y de otras contingencias (articulo 428 del Cód. de com.). El capital de la sociedad queda, de ese modo, por la ley y por el contrato, separado del patrimonio individual de cada uno de los socios que lo formaron, aunque, como resulta de los artículos 42, al final, y 44 de la ley de Quiebras, la separación no es tan absoluta como en el caso de dos patrimonios independientes, por pertenecer a dos personas diferentes. En las voces correspondientes a sociedades civiles y mercantiles se darán, sin duda, mayores informaciones sobre la separación y concurrencia de las responsabilidades que afectan al capital social y a los patrimonios individuales de los socios que lo formaron, así como sobre la naturaleza jurídica del ente social. 14. Nomenclatura corriente del capital. La palabra capital, por si sola, resulta a veces imprecisa o poco expresiva, razón por la cual en la economía, en el comercio y en el Derecho, suele ir acompañada de otro sustantivo o de un adjetivo aclaratorio. Capital-dinero y capital-bienes se emplea para representar las inversiones en empresas, ya sea en la forma de dinero o en la de bienes productivos. A esta forma del capital se llama también capital activo, concreto, auxiliar y hasta "real". Capital-valor y capital-derechos, o propiedad, sirve para representar el fondo de valores y los derechos a ese fondo, que en la contabilidad figuran en el pasivo de los balances. También se les llama capital pasivo abstracto, nominal y hasta "Imaginario" o "ficticio", sobre todo cuando se negocia con él en los mercados de valores. Se conocen con el nombre de capitalacciones y capital-obligaciones, las aportaciones realizadas por los socios o accionistas de la empresa, en el primer caso, j por acreedores o titulares de obligaciones, en el segundo, como explicamos en el número 7. Capital original, actual v potencial « usa para aludir, respectivamente, al invertido en la constitución de la empresa, al existente en el momento que se habla, o a aquel en que se convertirá por la gestión lucrativa ulterior. Capital-circulante y capital-fijo (distinto del capital variable y constante de la clasificación de Marx) se emplean en economía para aludir, en el primer caso, a ios bienes que se extinguen física, económica o jurídicamente para el empresario, en su primera utilización: dinero, mercaderías, créditos a cobrar, materias primas, combustibles, etcétera, y en el segundo, para aludir a aquellos que sirven más de una vez a la producción, como los inmuebles, muebles, máquinas, instrumentos, etcétera. En contabilidad se prefiere llamar s estas categorías de bienes, "activo circulante" y "activo fijo", respectivamente, dejando la designación de "capital circulante" para la diferencia entre el activo circulante y el pasivo circulante o exigirle a corto plazo, diferencia que, en la lengua inglesa, se llama working capital, capital que circula o que trabaja. Hay quien no acepta esta distinción de fijo y circulante en razón de que. con mayor o menor coeficiente de rotación, todo el capital circula en las empresas. Desde el punto de vista pasivo se llama circulante, al exlgible a corto plazo, y fijo, al aportado por los fundadores o propietarios de la empresa y por terceros, en régimen consolidado de largo plazo. Se llama pasivo flotante el que correspondiendo a Inmovilizaciones del activo, no tiene un régimen consolidado y es, generalmente, de corto plazo. Son interesantes las correlaciones que, entre el activo y pasivo, fijo y circulante, hacen los contadores para enjuiciar los balances y tomar estos resultados de términos de comparación para años sucesivos. El capital es material o inmaterial atendiendo a la naturaleza física o ideal del bien, en todo caso, productivo. Un bien o capital material es una máquina, y un bien o capital inmaterial es una patente, ana marca, una fórmula industrial que puede ser explotada por su propietario o por otro en beneficio de aquél. La organización, el aviamiento, la clientela, suelen figurar entre los bienes inmateriales, pero no sin discusión. También se suele llamar —con ninguna aplicación en el comercio y en la contabilidad— capital inmaterial a los derechos personales, frente a los derechos reales. Se designa como capital autorizado, capital suscripto y capital integrado en las sociedades anónimas, el que figura en el estatuto y ha sido autorizado por el Poder público; el que los accionistas, por contrato de fundación o suscripción, se comprometieron a aportar, y el aportado, todo respectivamente. Se llama capital emitido al que está en "cartera" en títulos para la suscripción y en expresión más extensa, inclusive al ya suscripto, y capital invertido, el integrado que se afectó al objeto económico de la empresa. Se conoce con el nombre de capital fiscal el determinado por la Administración pública a los fines de la liquidación de los impuestos en que entra, como función, o elemento de la fórmula, el capital. Por mucho que nos esforzáramos no agotaríamos el repertorio de designaciones especiales que tiene el capital. Capital fundiario, mobiliario, humano, de producción, de circulación, de consumo, capital improductivo (?), capital privado, capital nacional, etcétera, etcétera. Dejamos de lado, además, la terminología del valor, más profusa que la del capital y que, por extensión a veces, suele aplicársele a aquél. 15. La palabra capital en las leyes. Esta palabra, con los sentidos a que se refiere la presente nota, no se empleaba hasta el siglo xvn, como dejamos dicho en el número 2. En un recorrido por los índices alfabéticos de las leyes castellanas, no encontramos la palabra capital hasta las Ordenanzas de Bilbao, sancionadas por Felipe V el 2 de diciembre de 1737. Antes de esa fecha, las leyes aludían a bienes, moneda, dinero, peculio, patrimonio, etcétera. El capítulo X de las Ordenanzas emplea preferentemente la palabra caudal para referirse a los aportes en dinero o bienes que puedan hacer los socios (obligaciones de dar). Para las obligaciones de hacer se emplea la palabra industria, como ahora. "Total capital" y "caudal capital" significa en esa ley el capital original o principal con el sentido que desde el siglo anterior (Cannan, pág. 124) se empleaba la expresión "sumas capitales", y la parte de cada socio se denomina porción capital. La palabra cavedale —que puede ser colocada etimológicamente entre caudal y capital— la encontramos en el libro de Paciólo (Venecia, 1494, núm. 6). Un recorrido por los más famosos diccionarios y obras mercantiles a partir del siglo xvi, puede hacerse a través de Repaso a la teoría económica, de Cannan, páginas 122 y siguientes, y en Naturaleza, del capital y de la renta, de Fisher, páginas 80 y siguientes. No es posible realizar una clasificación Se alude al fondo abstracto de valores, completa, y mucho menos perfecta, de cómo está empleada la palabra capital en al capital nominal, pasivo, jurídico a que las leyes vigentes, lo primero por ser tan dedicamos los números 6, 8 y 13, en los artículos 318, inciso 29; 321, 326, 328, variada y extensa aquella legislación, que la pretensión resultaría excesiva y además inciso 29; 348, 351, 354, primera parte;_363, ociosa, y lo segundo porque es realmente di- 369, 381, 383, segundo apartado; 422, incifícil precisar cómo la expresión poliédrica, so 39, del Código de comercio; 36, inciso 89, capital, ha sido-engastada en cada norma. del decreto del 27 de abril de 1923 citado; Sin embargo, con una clasificación, 49, inciso 39; 7, 9, 10, 13, 20 de la ley 11.645; siempre discutible, intentaremos atribuir 19 de la ley 4157 y 9 de la ley 11.719. El artículo 354, al que aludimos al firal qué sentido —dentro de los que se dan a capital— tiene esta palabra en distintos del número 13, emplea la palabra capital, artículos del Código civil, del Código de en el penúltimo apartado, con el sentido comercio y de algunas leyes complementa- . de activo neto (número 10, segundo párrarias. No tendrá más valor que incitar a fo), aclarando que se determinará "conpersona más versada, prolija y paciente, forme al último balance aprobado", o sea por el valor que en el lenguaje comercial para que lo haga mejor. La palabra capital está empleada como y de los valuadores se llama de contabililo principal de la deuda en los artículos dad. Para investigar el sentido de capital 291, inciso 3?; 623, 624, 744, 776, 777, 2030, en ese artículo, ha de tenerse en cuenta 2899, 2900, 3231, 3239 y 3958 del Código su antecedente, el 158 del Código de cocivil; 566, 568, 570, 726, inciso 19; 847, in- mercio italiano de 1882, donde en vez de ciso 29; 1122, inciso 2; 1371, 1375, incicapital se emplean las palabras "activo so 69; 1377, inciso 9"? del Código de comer- social", y el Código civil italiano de 1942, cio. Con el mismo sentido se emplea la cuyo artículo 2437, norma que sucede al palabra "principal" en el artículo 587 del citado 158, contiene la expresión "patriCódigo últimamente citado. monio social". Se emplea la palabra capital como diEn el articulo 35 de la ley 11.719, la nero o numerario en los artículos 425 del palabra capital está empleada para aludir Código civil; 147, 260 y 419, inciso 49, del al monto de los créditos del pasivo comOódigo de comercio, y 7 del decreto del putable. Hubiera sido preferible, aunque i'7 de abril de 1923, que determina las no hay posibilidad de equivoco, usar otra a ribuciones de la Inspección General de expresión más adecuada, pues ni siquiera Justicia. podemos decir que se refiere a lo principal Está usada como dinero, bienes o "cosa de la deuda, ya que en los créditos veriapreciable en dinero", según dice el ar- ficados y computables puede haber intetículo 2070, en los artículos 1705, 2071, reses. 2079 del Código civil; 313, 383 y 1339 del Los códigos y leyes, al mismo tiempo Código de comercio. que la palabra capital, siguen empleando Significa aporte social, porción capital las palabras "principal", "cuota liquida", o derecho de los socios al capital en los "interés", "fondos", "haber", "masa", "cauartículos 1184, inciso 39; 1652, 1653, inciso dal", etcétera, a veces con el aditamento 49; 1659, 1782, 1783, 1785 del Código civil; 291, inciso 49; 372, 388, 404, 406, 407, 408 y 416 del Código de comercio. En muchos casos, los artículos mencionados en este grupo podrían, al mismo tiempo, estarlo en el anterior. Como conjunto de bienes, en su aspecto concreto o efectivo, con el sentido a que nos referimos en los números 5, 6 y en los primeros párrafos del número 10, se emplea la palabra capital, en los artículos 1263, 1264, 1265, 1276 del Código civil; 48, 419, inciso 19, del Código de comercio, y 15 de la ley 11.645, de sociedades de responsabilidad limitada. Le atribuímos un sentido más restringido que en el grupo anterior, pero dentro de la misma significación, que se podría llamar diferencia neta, en los artículos 1315 y 1771 del Código civil. de común o social, para aludir a alguno de los diversos sentidos a que nos hemos estado refiriendo. Véanse, por ejemplo, los artículos 49, 302, 315, 316, 317, 376, 383, 400, 415, 416, 417, 418, 420, 428, 436, inciso 19; 437, 440, 442, 444, 607 del Código de comercio, y 169, Inciso 10, de la ley 11.71». En el número anterior explicamos con qué sentido se emplean en los códigos y leyes las expresiones capital autorizado, suscripto y realizado. 16.° Capital naciqnal. Aunque al principio de esta nota las definiciones de capital se hayan presentado sin suficiente discriminación, la finalidad de la misma nos ha llevado a seguir un curso preferentemente jurídico histórico, según la terminología de Robertus y de Wagner, que conduce a la presentación del con- cepto de capital privado, que se asienta en la organización jurídica vigente. Ese era precisamente el propósito perseguido. Pero la nota no quedaría completa si no dijéramos algo, muy poco, sobre el capital nacional. En la doctrina del capital se distingue el capital privado, o lucrativo, del capital nacional o productivo. El capital privado está constituido por ios bienes y derechos poseídos por las personas, o entidades formadas por aquéllas, que se destinan a la producción y al lucro. Téngase presente, a este respecto, la identidad destacada al final del número 9 y en el número 12, entre los bienes, en su más amplia acepción, comprensiva •de los créditos o derechos personales activos, y el título o derecho a poseer esos bienes. El capital nacional consiste en los bienes productivos de que se sirven los habitantes de un paír, y es una categoría puramente económica, independiente de la legislación y de la organización jurídica vigente en un momento del tiempo. En al capital nacional' están comprendidos todos los medios o instrumentos de producción, tanto los que están poseídos por los particulares como los públicos. En el capital privado se incluyen los derechos personales, y en el capital nacional, los bienes públicos productivos, excluyéndose estos y aquellos bienes, recíprocamente, del otro concepto. Además, la idea de producción, en el orden privado y nacional, es diferente. Las empresas privadas, podríamos decir, en nuestra organización jurídica, capitalista monetaria, lo que producen al final de sus ciclos es poder económico expresado en dinero que reinvierten, y el capital, visto como riqueza nacional, lo que produce es nueva riqueza y servicios para la subsistencia y ^disfrute de la comunidad nacional. el capital nacional, considerado co"conjunto de productos destinados a una producción ulterior", incluye Bohrn Bawerk: 1), las mejoras del suelo en tanto mantengan su individualidad; 2), toda de construcciones que sirvan a la ducción; 3), útiles, máquinas y demás amentos de producción; 4), los anide trabajo destinados a producir; 5), las materias primas y auxiliares de la producción; 6), los bienes de consumo en los depósitos de los productores y comerciantes; y 7), el numerario. Señala el mismo autor que sobre las dos últimas categorías, de primera intención, pueden suscitarse dudas acerca de si deben o no ser incluidas en el repertorio de los bienes que constituyen el capital nacional. Las razones por las cuales él las incluye, son: en cuanto a los bienes en poder de productores y comerciantes, porque en realidad, hasta que no lleguen a los consumidores, no ha terminado el proceso de producción económica que debe ponerlos en manos de aquéllos, y en cuanto al dinero o numerario, porque lo considera, en lo jurídico y económico, un medio de transporte de la riqueza como, en lo físico, los ferrocarriles, barcos, etcétera. Marshall dice que cuando se trata de establecer el capital social, conviene distinguir los recursos de las naciones, que son el resultado del ahorro y trabajo del hombre, de las demás cosas que la naturaleza proporciona libremente. Vale decir, separar el legado de las generaciones, del de la naturaleza. Así como la contabilidad de las empresas privadas sirvió para desentrañar una noción del capital que tiene aceptación general, tal puede ser la finalidad que cumpla la contabilidad económica, para encontrar una noción de capital nacional que cuente con la mayor adhesión mediante la consolidación de los balances de todas las empresas productivas, industriales, comerciales, agrícolas, de seguros, de transportes, financieras, etcétera, públicas y privadas, colectivas e individuales. Por la consolidación de los balances, que consiste en hacer uno único, resultante de todos los que se incluyen en esa elaboración, previa eliminación de los débitos y créditos recíprocos, de las inversiones numerarias y de toda relación económica, valorizada, entre empresas, llegaríamos a un detalle de bienes muy semejante a la relación de Bóhm Bawerk, para el capital nacional, salvo en lo que se refiere al dinero que, de incluir al Banco emisor, sólo quedaría como formando parte del capital nacional el respaldo de la moneda circulante y no las emisiones de papel, lo que puede ser muy razonable, y salvo también que, en cuanto a la tierra, entraría toda la apropiada y por su valor económico, lo- que tampoco nos parece mal. Por supuesto que, en esta consolidación de balances o estados patrimoniales y financieros nacionales, quedarán sin eliminar del activo los créditos que el Estado, personas y empresas nacionales (Bancos inclusive) tuvieran contra los Estados, personas y empresas extranjeras, y del pasivo, los que a la inversa, Estados, personas y empresas extranjeros tuvieran sobre los nacionales. 17. El capital desde el punto de vista internacional. La producción ahorrada por nacionales, que se destina a la producción en el extranjero, es capital nacional para el país a que pertenecen los aborristas o propietarios de los bienes producidos ahorrados. El, movimiento! internacional de capitales se realiza en moneda (capitaldinero o divisas) o en bienes de capital (capital-bienes). El capital inmaterial también es exportable internaclonalmente y ha habido naciones que compensaron su balanza de pagos exportando ideas, organización. Igualmente es exportaBle el capital, como derechos sobre las empresas nacionales (capital-derechos; capital ficticio; capltal-acciones; capital-obligaciones, etcétera). El movimiento internacional de capitales, en bienes, es visible en cuanto se registra por las aduanas; la exportación o importación en divisas es menos visible no obstante su registro en los Bancos y en las oficinas de control de cambios, pero ambos movimientos tienen importancia económica. La importación y exportación de capital inmaterial resulta, en principio, Invisible, aunque se organicen registres para su inscripción y tiene, como las anteriores, importancia económica. El movimiento de capital-pasivo, en títulos y acciones sobre empresas, tiene transcendencia sobre todo desde el punto de vista jurídico y fiscal. En tiempos normales, en que regia un sistema liberal en materia de comercio internacional y cambios, ocurre que "los países de antigua acumulación de riqueza — señala Mario Albertl— son al mismo tiempo de lento o nulo aumento demográfico: el rédito excedente de sus grandes capitales no logra hallar un empleo fructífero satisfactorio y emigra hacia los países jóvenes, donde, ya sea por el desarrollo de la población o por razones de posibilidad de aumentos productivos, el fruto probable parece ser más elevado. Por otra parte, los países jóvenes hallan en el advenimiento de los capitales extranjeros (cuando no van acompañados de una forma de control político y de superposición coartadora en el interés de las industrias extranjeras competidoras) un coeficiente acelerador de los procesos productivos que atenúa y elimina el gravamen futuro de los intereses y de las amortizaciones. Desde un punto de vista realista, un país de fuerte voluntad nacional y política no ha de temer del capital extranjero; éste, y también la experiencia técnica extranjera, aumentan la eficiencia económica del país en que intervienen y entonces económicamente representan una ventaja, si están bien empleados y llegan en condiciones jurídicas y económicas justas. La ley nacional 14.222, del 26 de agosto de 1953, autoriza y estimula la radicación en el país de capitales procedentes del extranjero (art. 1?), los que podrán ingresar en forma de divisas y de instrumentos de producción (2?), previa aprobación del Poder Ejecutivo, para lo que se tendrá en cuenta (3°) que la inversión extranjera se destine al desarrollo económico del país, que los bienes (capital fijo y circulante) guarden proporción y volumen adecuado para un normal funcionamiento de las empresas y los Intrumentos o equipos sean nuevos o en buen estado de conservación, así como razonable y corriente el precio a que se compute la importación. Las empresas que se constituyan deben someterse a la legislación nacional (4"?), etcétera. Esa ley ha sido reglamentada por el decreto 19.111/53, donde se establece el modo cómo deberán ingresar el capitaldinero o divisas y el -capital - bienes y cómo se realizarán las capitalizaciones, transferencias, reintegros y amortizaciones, de modo que, satisfechos los derechos de los inversores extranjeros, se procure la incorporación permanente de los capitales, y de sus frutos capitalizados, a la vida económica nacional. Reglamentaciones posteriores y circulares del Banco Central determinan las condiciones para que sean reconocidos y registrados los capitales materiales e inmateriales, estableciéndose, en cuanto a estos últimos, tres normas fundamentales: 1), que resulten indispensables para el desarrollo específico Integral de la actividad de los inversores; 2), que los inversores acrediten derecho de propiedad sobre los mismos, y 3), que se trate de derechos susceptibles de reivindicación, en el país, conforme con la legislación vigente. BIBLIOGRAFÍA — Ascmrelll, T.. Sociedades y asociaciones comerciales, pags. 47, 74. 90, 184, 269 JP 342. trad. de Santiago Sentís Melendo, Edlir, Buenos Aires, 1947. — Aztlrla, E., El balance en ¡a sociedad 4e responsabilidad limitada, TEA, Buenos Aires, 1953. — Bohm Bawerk. E. von, Théorit posíttve du capital, trad. al francés d« la 3* fu. por Camllle Polack. Glarfl, Parla. 1939. — Brocard. L.. Les conditions genérales de l'activité economlqut, paga. 59, 138 a 153 y 334, Slrey. Parí». 1934. — Caimán, E., Repato a ¡a teoría económica,, págs, 111 y slps., trad. de Javier Marquer, F. C. E.. Méjico, 1946. — Carranza Pérez, R , "Al- gunos aspectos de la definición y teoría del capital", tesis inédita, Córdoba, 1842. — CecchereUl, A., ¡I línguaygio dei bilanci, pags. 61 y slgs., Le Monnter. Florencia, 1939. — Cosak, K., Tratado de Derecho mercantil, p&gs. 44 y 55, trad. de Antonio Polo, Bev. de Derecho Privado, Madrid, 1935. — De Gregorio. A., Los balances de lai tóetedadeí anónima*, pags. 379 a 403, trad. át Francisco Echadilla y Julio H. Cassé, Depalma, Buenos Aires, 1950. — Dewlng, A. 3., The /tnandal policy o¡ corporattons, págs. 10 y siga., y 484 y siga., Ronald. Nueva York, 1934. — Fernández, B. L., Código de comercio de la República Argentina comentado, t. 1, paga. 428 y siga, y 448 y ílgs., Impresora Argentina, Buenos Aires, 1943. — Ferrara, F. Jr., Teoría jurídica de la hacienda mercantil, págs. 64 y slgs., trad. de José María Na- Madrid, 1947 — Zappa. G.. II reddito di impresa, págs. 57 y sigs., Giuffré. Milán. 1946. CAPITALISMO.* Se trata de una expresión de carácter universal de amplias perspectivas, de límites indefinidos y que, a pesar de que se acostumbra a considerarla generalmente como un sistema de organización económica, ha rebasado siempre los límites marcados, para transformarse nimas, 1.1. págs. 184 y slgs.. y t. 2, págs. 181 y slgs.. en una fuerza social de sentido colectivo, Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1652 y 1953. que constituye, en la actualidad, un estilo — Gay de Montellá, R., La vida económica y finande vida, un modo de ser universal, una esciera de las sociedades mercantiles. Consultor Blblográf ico, Barcelona. 1930. — Huyele, F. A , ta teotructura humana, propia de la civilización ría pura del capital, trad. del Inglés por Andrés de Occidente. Sánchez Arbós, Agullur, Madrid, 1946. — HenderDe lo dicho se desprende, de manera son. H. D.. Las leyes de la o/erta y la demanda, páfts. 11, 81, 125 y sigs., trad. de Daniel Costo ViInmediata, que existe una doble concepllegas. F. C. E., Méjico, 1940. — George. H.. La ción del capitalismo. La primera, strictu tienda de la economía política, págs. 338 y 352, sensu, que está referida a un sistema de trad. de Baldomcro Argente, Beltrán, Madrid, 1914. organización meramente económica de la — Goldschmidt. R. Hacienda comercial y competencia desleal, págs. 15 a 38. Universidad. Córdosociedad. La segunda, lato sensu, supone ba, 1950, — Klmball. M., Principies of corporate como base la anterior y que, superándola, tintinee, págs. 28 y slgs. y 152 y slgs., Longmans, representa una concepción del mundo y Nueva York, 1941. — Klelnwachter, P. von. Economía política, págs. 135 y slgs.. trad. de la de la vida humana, una Weltanschauung, 4' ed. alemana por Gabriel Franco. 2» ed. Gilí. Inspirada en principios directivos especiaBarcelona. 1929. — Landry, A., L'intérét du capiles. tal, págs. 1 a 38, G!ard, París, 1904. — Malagarrlga, C. C., Código de comercio comentado, t. 2. El capitalismo es un sistema económico Lajouane, Buenos Aires, 1927. — Marsball, A.. y, además, un estilo de vida, una concepPrincipios de economía, t. 1, págs. 98 y slgs. y 111 ción vital de la sociedad, un modo de ser y siga., trad. de Evenor Hacera, Consultor Bibliodel hombre moderno, que mantiene una gráfico, Barcelona, 1931, y Economía industrial, pág. 51, trad. de Luis A. Vlgll-Escalera. Rev. de adecuada organización colectiva en el sisDerecho Privado, Madrid, 1938. — Marx, C., El tema de las instituciones del grupo, especapital, irad. de Manuel Pedroso, Asrutlar, Macialmente en el orden político y jurídico. drid. 1931. — Navarrlnl. U.. Delle societá e delle Tenemos, así, que muchos aspectos del usíociazioni cammerciali, págs. 52 y slgs. y 396 y iigs.. Vallardl. Milán, s/f., formando parte del Derecho son expresiones definidas y carac"Commentarlo al Códice dt commerclo de Bensa", terísticas del capitalismo, como, por ejemBonelll, etc. — Obarrlo, M., Curso de Derecho coplo, el sentido individualista del Derecho, la mercial, t. 1, págs. 304. 309 y sigs.. A, Martínez, Buenos Aires, 1924. — Onlda. P.. Le dimensioni estructura clásica de la familia, la autoM capitule di impresa, Giuffré. Milán. 1944; II ridad del pater familias, el libre interés en Miando d'esercísio nellc imprese, págs. 61 y sigs. las obligaciones, la omnipotencia de la (hay trad. castellana), Giuffré, Milán. 1945, y voluntad de las partes en los contratos, la Clcmenti di recioneria, págs. 33 y sigs.. Gluffré, Milán, 1947. — Pnntaleonl, M., Principios propiedad absoluta de carácter privado, la ¡e economía pura, págs. 317 y slgs, trad. de herencia forzosa, la plena validez de las Luis Roque Gondra, La Facultad, Buenos Aidisposiciones testamentarias, el carácter res, 1918. — Polak, N. J., La circulation du sagrado de la voluntad del de cvjus, etcécapital dans l'entreprisc, trad. del holandés al trances por Henrl Hornbostel y Plerre Bnel, Dutera. Claro que en los tiempos modernos se not. París. 1935. — Qucsnot. L.. Administración acusa cada vez más la tendencia a establelinanciera, paga. 115 y slgs, trad. de Agustín Vicer limitaciones y restricciones a esta cente Gella, Labor, Barcelona, 1936. — Rlpert, G.. especie de ''capitalismo jurídico", no sólo Aspectos jurídicos del capitalismo moderna, trad. de José Quero Morales. EJEA, Buenos A'res. 1950.. mediante "leyes que reglamentan su ejer— Schumpeter, J. A., Teoría del desenvolvimiento cicio", sino también por obra de los prin^económico, págs. 174 y S!KS.. trnd. por Jesús Pracipios legales, nuevas disposiciones que i Arrartc. F. C. E., MrJIro. 1944. — Smlth. A.. inquiry into the nalnre and causes o/ The introducen modificaciones esenciales al Vttlth o¡ Nations. páps. 259 y slgs.. editada pr>r derecho ilimitado del sujeto, en razón de Edwlng Cannan, Modern Llb . Nueva York. 1937. un interés superior, de carácter público, Sombart. W.. El apogeo del capitalismo, t. 1, 142 y slgs., trad. de José Urbano Guerrero, social o simplemente de un tercero en si, E, Méjico. 1946. — Truchy, E., Tratado eletuación de desigualdad jurídica o de hedc economía política, pág. 113, trad. de Franco, Reus. Madrid, 1935. — Vlvancho. • C., Tratfaío di Diritto commerciali, t. 2. VailorPlanteada asi la doble acepción de cavas, Rev. de Derecho Privado, Madrid, 1950. — Flsher, I.. Economía política geométrica o naturaleza del capital y de la renta, trad. española, La España Moderna, Madrid, s/f. — Carriguec, J., y Urla, B., Comentario a la. Ley de sociedades anó- IMilán, 1923. — Wicksell. K . Lecciones de eco- política, págs. 129, 166 y 423, trad, del Inglés, por Francisco Sánchez Ramos, Agullnr. * Por el Dr. ALFREDO POVIÑA. pitalismo, y buscando de determinar su trascendencia como sistema social, diremos que, a nuestro modo de ver, el segundo punte de vista, la concepción lato sensu, es decisivo y reviste mucha mayor Importancia que la posición económica, la que, aunque le sirve de supuesto y de antecedente histórico, sólo tiene vigencia en un determinado sector de la vida colectiva, que es el dominio de lo económico simplemente. Todavía puede decirse algo más, y es que la concepción social y vital ha eclipsado su validez económica, y que ésta, aunque sea su base, ha sido desbordada por el capitalismo "como forma de vida humana" en el mundo contemporáneo. Por otra parte, debe agregarse que la visión sistemática del capitalismo moderno supone, como antecedente previo, una integración histórica anterior, a través de diversas etapas, de carácter económico, que constituye el punto de vista evolutivo. Son dos posiciones distintas para estudiar el fenómeno, con el fin de ver sucesivamente: 1), cómo se ha ido formando la concepción capitalista a través del tiempo; y 2), cómo está estructurada en su constitución definitiva. El primer punto de vista es de sentido genético, histórico y como idea individual; 3), el capitalismo como fuerza social en el campo económico, y 4), el capitalismo como forma de vida social en el mundo humano. Se acostumbra a iniciar el estudio histórico del capitalismo con la referencia a las primeras manifestaciones en el mundo antiguo y en la Edad Media. Así lo sostiene Salvioli en su libro El capitalismo en el mundo antiguo, y lo expresan algunos al aludir á casos concretos, como Henrl Pirenne al referirse a San Oodrigo en el siglo vn, y otros autores al mencionar a la familia Mairano en el siglo xi, como casos típicos del modo de pensar capitalista. Sin embargo, a nuestro modo de ver, el punto de partida está en la existencia de la mentalidad precapitalista, la que, como regla general de vida, gobierna a la humanidad, no sólo en sus relaciones económicas, sino también en su concepción general del mundo, con referencia al des- tino del hombre sobre la tierra. El supuesto previo es la naturaleza humana, tal como Dios la ha creado y, por tanto, ella es la medida de todas las cosas —mensura omnium rerum bono—. De aquí se desprende que el hombre tiene que vivir conforme a su posición social, sobre de carácter definidamente económico, a la base de la teoría del gasto y de la idea través de sus tres fases: comercia!, finan- de la subsistencia, según la cual el ser debe ciera e industrial. El segundo es de orde- gastar de acuerdo a lo que produce, mannamiento sistemático, estructural y de teniendo el equilibrio entre las entradas naturaleza estrictamente sociológica y hu- y las salidas. mana. Asi como al primero le interesa el Es la aplicación del principio de la suorden de la economía, así al segundo le ficiencia, según dice Sombart, sobre la preocupa la sociedad y la persona humana. base de la licitud de los medios económiLa doble posición anotada tiene su ex- cos, para la subsistencia humana, propio plicación en razón de que el capitalismo de la mentalidad medioeval precapitalista. no ha nacido de un golpe, sino que es el La adquisición de los bienes no está deresultado de un largo e indefinido proceso terminada solamente por un criterio ecode formación histórica a través del tiempo, nómico de utilidad y de provecho, sino en el que se van incorporando —a manera también condicionada por razones extrade depósitos milenarios— los distintos ele- económicas, principalmente de carácter mentos que, integrados en una unidad, lo moral, como criterio dominante y direcconstituyen. triz. Se trata de una concepción social que Para la mentalidad precapitalista, el apareció .en el campo económico y que concepto de la riqueza tenía un sentido supone, como base previa, su carácter co- tradicional, valorativo y colectivo, porgue lectivo. Mientras existió como idea indivi- si bien es cierto que el hombre precapitadual no puede hablarse propiamente de lista podía adquirir cuanto quería —siemcapitalismo. Sólo puede llamarse tal cuan- pre que lo fuera por medios lícitos—, no do toma sentido colectivo, cuando se trans- lo es menos que no podía disfrutarla iliforma en fuerza social, es decir, cuando mitadamente, sino que se encontraba consurge como figura sociológica, aplicada en dicionado por la necesidad de su utilización el mundo económico. social, con relación a los desheredados ¡i* Podemos así, desde el punto de vista fines sobrenaturales, de conformidad a loi genético, distinguir, con criterio racional, principios extraeconómlcos que gobernaban distintos períodos en la formación histó- el mundo económico, principalmente de orrica del capitalismo, a saber: 1), la men- den religioso, moral y aun político. talidad precapitalista; 2), el capitalismo Se nota mejor la mentalidad precapl- talista si la oponemos a la posterior concepción capitalista, en la que, por contraste teórico a aquélla, se dan dos grandes principios, a saber: 1), el criterio económico es la medida de todas las cosas; y 2), el uso individualista y utilitario de la riqueza, sin limitación alguna ni en la adquisición ni en su aprovechamiento. Al criterio tradiuionalista, colectivo y normativo de la mentalidad precapitalista, se opone la posterior concepción capitalista, racionalista, individualista y utilitaria. En el ambiente general de la mentalidad precapitalista aparecen, como excepción, ciertas manifestaciones individuales, que son las primeras y esporádicas expresiones del futuro espíritu capitalista. Las mismas encuentran su forma de expresión, a manera de símbolo, en el libro de L. B. Alberti Del governo della famiglia. Allí aparece el tipo exacto del burgués del Quattrocento, que no es otra cosa que una anticipación de lo que más tarde dirían Defoe y Benjamín Franklin: del espíritu y de las virtudes psicológicas de la plena época de la burguesía. Como dice Sombart, taler- ideas se agrupan en dos conjuntos: 1), el santo espíritu del orden; y 2), la moral de los negocios, que supone la ración;)1 dación de la conducta económica y el espíritu ahorrativo. Pero recién con Benjamín Franklin, como símbolo, la concepción burguesa del mundo alcanza su punto culminante. Este personaje, sobre la base de dos virtudes, representa la figura del burgués perfecto, que es el hombre guiado, en toda su vida, por el buen sentido y por la moderación. Franklin representa ya el período del capitalismo como fuerza social, en el mundo económico. Ha dejado de ser una "pasión individual", para penetrar poco a poco en las concepciones de las nuevas generaciones, a través de las clases dirigentes. Se multiplican los individuos que piensan capitalísticamente, las acciones que llevan su impulso se suceden con mayor frecuencia, la época mencantilista —que es la expresión en forma de sistema del espíritu no capitalista— empieza su decadencia, a través de las críticas de los economistas, •y asi se va desarrollando y fortificando el espíritu capitalista, a lo largo de casi diez siglos, que van desde el noveno al décimooctavo, como dice Fanfani. para pasar de sus primeras tímidas manifestaciones aisladas en individuos excepcionales, a su consolidación en la casi totalidad de las clases dirigentes, en las doctrinas y en su acción en el orden económico, como fuerza social, en función del principio supremo del "máximo beneficio personal con el mínimo de gasto". En cuanto a las manifestaciones del capitalismo económico, diremos que él mismo resulta de la reunión de distintos fenómenos, pertenecientes a diferentes campos de la actividad, referidos a la expansión del comercio internacional, al desenvolvimiento de la gran industria y al triunfo de las grandes empresas financieras. Será preciso hacer referencia a estos distintos aspectos, como lo ha hecho Henri Sée, que son conocidos como el capitalismo comercial, financiero e industrial, respectivamente. El origen del capitalismo comercial, que ha sido la primera manifestación económica, supone tanto la existencia de la vida urbana, como la posibilidad de grandes centros de población o de ciudades; y así se acostumbra a señalar a Italia como la primera nación donde ha surgido, y en ella en especial a la ciudad de Florencia. En Florencia el comercio adquirió asombroso desarrollo, por medio de los mercaderes de géneros y de sedas, agrupados en categorías, de las cuales la más célebre fue la llamada del "arte de Calimala", que eran los vendedores de paños y de tejidos del extranjero. Hacían sus negocios al por mayor, compraban en otros países y llevaban cuentas, usaban la letra de cambio y operaban por medio de Bancos. Este comercio al modo capitalista se extendió por toda Italia, y pronto aparecen las primeras e idénticas manifestaciones en otras naciones, como en los Países Bajos, Francia e Inglaterra. El capitalismo financiero aparece también en la Edad Media, pero sólo, según dice Sée, como sucedáneo del capitalismo comercial, a raíz del comercio del dinero, la práctica de los préstamos a interés, el cambio internacional, que requiere diversidad de monedas, y, por último, el mismo comercio por mar, con su préstamo a la gruesa, el seguro marítimo, etcétera. Estas son las dos principales manifestaciones del capitalismo en el orden económico, a saber: el capitalismo comercial y financiero, que han ido adquiriendo paulatino desarrollo a través de los siglos xvi a xviir en todas las naciones europeas. Sn esta etapa no aparece aún el capitalismo industrial propiamente dicho, que sólo se manifiesta con el maquinismo y el nacimiento de la gran industria, que trae correlativamente, como consecuencia, la existencia de la cuestión social. Se produce, así, el pleno advenimiento del régimen capitalista en el siglo xix, que tiene su más perfecta forma de expresión en los Estados Unidos de América, en la segunda mitad del siglo xix y, especialmente, en la primera mitad del xx. Corresponde entrar a analizar ahora, estructuralmente, el capitalismo, tal como aparece integrado en su conjunto, lo que puede hacerse descomponiendo el fenómeno en sus dos grandes aspectos, a saber: el espíritu capitalista y la organización capitalista, cuya existencia simultánea se presuponen, aunque sea posible fijar una cierta relación de precedencia lógica, que exige primero el nacimiento del espíritu capitalista, para dar lugar, después, a la existencia de la organización correspondiente. Este problema ha sido planteado por Sombart al terminar su obra sobre SI burgués, y asi, se pregunta: ¿el capitalismo nace del espíritu capitalista, o acontece a la inversa? Tiene razón en su respuesta, cuando manifiesta que: sin la existencia anterior de un espíritu capitalista, la organización capitalista no habría podido nacer jamás, porque ana creación no puede preceder a su creador. Las organizaciones son obras humanas; el hombre y el espíritu humano deben necesariamente áer anteriores a ellas. El producto no puede preexístir al productor. Siendo ello asi, digamos ahora que debe entenderse por espíritu capitalista, un espíritu económico correspondiente, entendiendo por tal, como dice Fanfani, "la total actitud interior, consciente o no, gracias a la cual un hombre actúa de una forma determinada en los negocios y se siente justificado". *En cuanto al espíritu capitalista, tenemos que aparece, como condición esencial, el principio de que el dinero es la fuente de toda riqueza y de todo poder, y que se ha hecho para ser gastado, y por medio de él se consigue la satisfacción de todas las necesidades y deseos humanos. De ahí se desprende que el espíritu capitalista se caracteriza por el afán de lucro y la tendencia a la acumulación de las riquezas, a lo que se agrega el espíritu de empresa, entendiendo por tal, de acuerdo con Sombart, a toda realización de un plan a largo plazo, cuya ejecución exige la colaboración de diversas personas, animadas por una sola e idéntica voluntad. Con relación al origen del espíritu capitalista, tenemos la existencia .de diversos factores sociales que han contribuido a su formación. Ya conocemos algunos, especialmente la acción de las diversas creencias religiosas, como el cristianismo y el protestantismo, y algunas influencias de origen étnico, como los judíos, que estudiaremos más adelante. También se menciona, desde el punto de vista político, la acción del Estado, tanto con la complejidad de su organismo cada vez mayor, como asimismo por intermedio de su prédica a favor del ahorro, de la previsión del futuro, de la elevación del nivel cultural del individuo, etcétera. Quedan, por último, los factores técnicos y económicos propiamente dichos, que de modo indudable son más decisivos y efi-1 caces. Tenemos, asi, los mejores medio. de transporte, la mayor seguridad en los mismos, los nuevos inventos, las máquinas y los descubrimientos, en especial el descubrimiento de América, que trae como consecuencia el aumento del capital, la mayor existencia de oro y de plata y las grandes empresas marítimas y explotadoras. Basta lo dicho para darnos cuenta de la complejidad del origen del capitalismo, por la obra de múltiples factores que solamente de su conjugación -armoniosa ha podido surgir la existencia de un espirita capitalista. Este, a su vez, necesita crear un artefacto social correspondiente, que sirva para encarnar su espíritu, para concretarse en la realidad, lo que sólo ocurre mediante la organización capitalista. La organización capitalista nace con la existencia de determinadas circunstancias históricas, que marcan el punto de iniciación del sistema vigente del capitalismo mundial. Tales sucesos son de diverso orden. Hay unos culturales, otros políticos ? los restantes técnicos. Dentro del orden cultural, la organización capitalista supone la existencia de determinados postulados o ideas filosóficas. El racionalismo de Descartes y la teoría de la autonomía de la voluntad en Kant, son sus fundamentos filosóficos. El cogito cartesiano y la existencia kantiana del hombre como fin en sí, son las bases especulativas del capitalismo. En el orden político, es preciso reconocer la influencia de un acontecimiento histórico decisivo, cual es la Revolución Francesa, en cuanto ella representa la iniciación de un nuevo estilo de vida social, y especialmente la modificación sustancial del viejo régimen económico en cuanto al trabajo y a los Instrumentos de producción. También en la Revolución Francesa se encuentra el origen* político de la organización capitalista, al exaltar la figura del ciudadano y conferirle los derechos absolutos de libertad, igualdad y fraternidad los que, a su vez, inspiran el nuevo orden jurídico, sistematizado en el Código de Napoleón. En el campo de la técnica se cumple también una revolución en el orden Industrial,. La máquina desaloja al hombre, surge la fábrica y la gran industria. El artesanado ha cumplido su ciclo; la industria a domicilio desaparece poco a poco. Reina el maqumismo, y aparece una nueva burguesía, al lado de la del terrateniente, que es la burguesía industrial, que pone su fe en el comercio y en la industria, que todo lo espera de la empresa, y nada del Estado, a quien mira con desconfianza. Se inicia asi la última etapa del capitalismo como una concepción de vida en el mundo occidental, en la época contemporánea, la que vamos a estudiar sociológicamente desde un punto de vista sistemático, como complemento del proceso genético fonnativo ya analizado. Dividimos el problema en dos partes: 1), las fuentes del capitalismo, y 2), sus" caracteres y expresiones modernas.,Surgirá así el perfil universal de la figura sociológica del capitalismo, que supera lo meramente económico, porque su organización actual representa, según la excelente expresión de Weber, un inmenso cosmos, que preexlste en cada ano de nosotros y al que somos llamados a vivir sin poder cambiar nada. Desde el punto de vista de las fuentes actuales, el asunto ha sido analizado perfectamente por Sombart, quien sostiene que, siendo elementos de distinta naturaleza, aquéllas tienen que ser necesariamente de diferentes orígenes. Las divide en biológicas, morales y sociales. Con respecto a las bases biológicas, tesemos, como punto de partida, la existencia en el hombre de "predisposiciones particulares"; es decir, propiedades originarias y hereditarias del organismo, que dan determinadas aptitudes para ciertas Junciones y adquisición de ciertos estados, que forman los temperamentos adecuados del empresario y del burgués. Entre ellas hay algunas predisposiciones de carácter étnico que han sido destacaáas muchas veces de manera especial, como es la personalidad de los judíos, quienes, según la tesis de Sombart, son los verdaderos creadores del régimen capitalista, lo que han podido hacer porque existen en ellos dos clases de condiciones: unas, objetivas, tales como su disoersión en el mundo, su existencia extraña en todas partes y no asimilable a los demás grupos, y la privación de muchos derechos que los demás disfrutan; y otras, condiciones subjetivas, derivadas principalmente de sus creencias religiosas. La religión Jodia es producto de la razón y reposa sobre la noción de un contrato entre Dios e Israel. Aconseja la persecución de la riqueza e Identifica la moralidad con la obediencia a Ja ley de Dios. El ideal de ganancia y el racionalismo económico, elementos esenciales del régimen capitalista, no representan en el fondo, según dice Sombart, más que una trasposición, en la vida económica, de las reglas observadas por los judíos en sus creencias religiosas. En este período del alto capitalismo, las fuerzas morales más importantes son las de carácter religioso, habiéndose discutido especialmente la influencia del catolicismo y del protestantismo en la génesis del capitalismo, especialmente por obra de tres grandes maestros, que son: Max Weber, Werner Sombart y Amintore Fanfani. Como resumen de tales interesantes investigaciones, se saca la conclusión de que hay poca afinidad entre las directrices católicas para la adquisición y uso de la riqueza con los principios capitalistas, y que la virtud burguesa de la laboriosidad, la que, según Sombart, el catolicismo habría favorecido, alentando así al capitalismo, es un medio de penitencia, a diferencia de que para el burgués es un medio de éxito. Con respecto al catolicismo, podemos decir, con Fanfani, que su ética es anticapitalista, y que él se ha opuesto a su estabilización, aunque tal vez pudo favorecer de algún modo sus progresos, en un sentido u otro. Con relación al protestantismo, tenemos, por una parte, la opinión generalmente aceptada de que esta religión fomentó la eclosión del capitalismo, fundándose en el juicio de Max Weber, de que la actividad del hombre moderno se halla inspirada por una idea vocacional, aparecida por primera vez con el protestantismo calvinista. Fomentó asi el desarrollo del capitalismo al introducir la idea vocacional, en virtud de la cual cada individuo, por lo menos en sus orígenes, se entregaría en cuerpo y alma a cultivar la actividad a que era llamado, persuadido de que éste era su único deber ante Dios. La opinión de Sombart al respecto expresa que el protestantismo "no ha ejercido en el desarrollo del espíritu capitalista más que una mínima influencia". Y por su parte, Fanfani, negando que el protestantismo pueda haber engendrado un fenómeno que le precedió en el tiempo, sostiene que sólo alentó el capitalismo, ejerciendo "una Influencia positiva, a los efectos de una mayor facilidad en so consolidación". Las condiciones sociales, como fuentes del capitalismo, son las siguientes: la existencia del Estado con su política económica y religiosa, el fomento de la libertad industrial, por su organización en forma de empresa y la existencia de ciertas ramas estatales, como la administración militar y financiera, organizadas al sistema burgués. El segundo fenómeno social que favoreció el desarrollo del capitalismo son las migraciones, especialmente de carácter colectivo, corno la de los hebreos, de los protestantes por las persecuciones religiosas, y la colonización de paises de ultramar, particularmente, los Estados Unidos de América. Por último, se debe mencionar el aumento de la existencia monetaria, la orientación particular de la técnica de la producción y los nuevos y rápidos medios «le transporte, como también una serie de fenómenos humanos y sociales surgidos con el industrialismo, la cuestión social y el cosas. Los negocios los consideraba un medio para arribar al único fin supremo, que no era otro que la vida, admitiendo los progresos de la técnica, mientras no destruyan la felicidad humana.. El capitalista moderno, en cambio, persigue exclusivamente el lucro, el enriquecimiento, los negocios, y piensa que sin rendimiento no hay prosperidad. Es la era de las grandes y colosales empresas, de la especulación, de los trusts, de la despersonalización, de las sociedades anónimas, de los directorios. El triunfo de la riqueza, en definitiva; del "Santo Espíritu del Capitalismo". Es el período del "apogeo del capitalismo" de que nos habla Sombart, pero que ya ha empezado a declinar, al entrar en una nueva etapa. A mérito de las críticas doctrinarias: políticas, jurídicas, económicas, morales y sociológicas, como también por sus inconvenientes que acarrea en la práctica, que buscan remediarse con diversas medidas, como los sindicatos, la participación en las ganancias, la sociología industrial, etcétera, el capitalismo se empieza poco a poco a transformar. Sobre la base de la dignidad de la persona humana, se inicia un nuevo período de decaimiento, de concesiones y de limitaciones, espíritu de la civilización contemporánea. Veamos ahora los caracteres y expresiones modernas del capitalismo, como forma de vida, como "inmenso cosmos que preejdste en nosotros", que es el actual régimen de organización social de las naciones occidentales, tal como se manifies- a partir de la guerra de 1914. Se presentan ya signos de decadencia, ta a principios del siglo xx. Se funda en el principio de que el indi- tales como la tendencia a adoptar una viduo debe obtener el mayor beneficio manera de ser naturalista, fundada sopersonal, con eliminación de toda limita- bre ideas normativas, la atenuación proción natural, social o humana. Sus medios gresiva del deseo de ganancia, la sustituson la libre iniciativa individual, el uso de ción del principio de la libre voluntad en la técnica, la orientación y apoyo de las el orden jurídico por los contratos colecinstituciones del Estado y la creación de tivos y por el nuevo derecho social, etcéórganos particulares colectivos» die fomen- tera. Todos estos hechos constituyen fenómenos de envejecimiento. Como dice to y de cooperación. Supone la racionalización del trabajo, la Sombart, es el primer diente que cae, la financiación y existencia de la empresa, la primera manifestación de obesidad, el priconquista del mercado, la producción en mer cabello blanco. El capitalismo ha enserie y, correlativamente, en el orden po- trado en la "cincuentena". Tres peligros le acechan. Son: la tenlítico, el gobierno parlamentario, la libertad individual y la plena vigencia de la dencia propia a "su inmersión en las aguas economía liberal con sus sistemas de pre- mansas del rentista o la adopción de los ritmos señoriales"; la burocratización crecios, salarios, oferta y demanda. Su forma individual de expresión es el ciente de las empresas, y la disminución "burgués de viejo estilo", al modo de de la natalidad como signo del progreso j Benjamín Franklin, en quien el capitalis- de la civilización. Sin embargo, el capitalismo es "una de i mo ve su punto culminante; y su manifestación contemporánea es "el hombre las formas de expresión más medulosa del económico moderno", al estilo de Rockefe- espíritu europeo", pues es la obra mayor ller, Henry Ford o Edward H. Harriman, de carácter social que haya creado el ser de quien, recuerda Sombart, que el secre- humanó. "Si Lucifer hubiera hecho esta to de su triunfo se explica por su desape- obra, tendríamos que reconocer que también , Lucifer es capaz de hacer grandes go total a todo escrúpulo moral. El viejo burgués se movía impulsado por cosas en el mundo". En cuanto al futuro, aunque no puede el incentivo del lucro, pero todavía creía que el hombre era la medida de todas las desconocerse que es peligroso predecir el ;< porvenir, creemos que tiene razón Sombart al decir que yerran todos aquellos que afirman el dominio de un solo sistema económico; que yerran los que esperan la caída violenta de la estructura social vi- gente, porque los medios violentos pueden destruir-, pero no construir; y que yerran, por fin, los que cuentan con un retroceso rápido al régimen precapitalista, porque los adelantos de la técnica no lo permitirán jamás. El capitalismo durará mucho tiempo todavía. Tendrá cambios, sufrirá limitaciones, hará concesiones. Se hará más humano, sobre todo; pero no desaparecerá, sino que se renovará, al ritmo de los tiempos, para responder a las exigencias de la vida contemporánea en función 'de la humanidad. BIBLIOGRAFÍA. — Panfanl, A., Catolicismo y protestantismo en la génesis del capitalismo. Ediciones Rlalp. S. A., Madrid, 1953. — Orgaz, A.. "La cuestión social", en Sociología, Assandrl, Córdoba, 1950. — Povlña, A., "Werner Sombart", en Revista Mexicana de Sociología, año V, vol. V, núm. 3, y "Sociología económica", en Sociología, t. 2, 3« ed., Assandrl. Córdoba, 1954. — Sée, H., Les origines du capitalisme moderne (Esquiase hlstorlque), 5* ed., Llbrairle Armand Colín, París, 1946. — Sombart, W., El apogeo del capitalismo, 2. vols,, Fondo de Cultura Económica, México, 1946; El burgués (Contribución a la historia moral e Intelectual del hombre económico moderno), versión castellana de Víctor Bernardo, Ediciones Oréame. Buenos Aires, 1953; The jevis and mo- dern capitalism. Trasnlated, with notes, by M. Epsteln. T. Plscher Unwln, London, 1913; El socialismo y el movimiento social en el siglo XIX, trad. de J. M. Navarro de Falencia, La España Moderna, Madrid: La industria, trad. del alemán por Manuel Sánchez Sarto, Labor, Barcelona-Buenos Aires, 1931, y "Capitalism", en Encyclopaedia o/ the Social Sciences, Edlt. Edwin B. A. Sellg- man, vol. 3, The MacMlllan Company, 1942, Nueva York. — Weber, M., The protestan* etMc and ttie spirit on capitalism, trad. por T: Parsons, Londres, 1930, e Historia económica general, versión de Manuel Sánchez Sarto, Fondo de Cultura Económica, México, 1942. CAPITALIZACIÓN.* SUMARIO:^!) Acepcio- nes del término y plan. 2) Capitalización de Intereses. 3) Capitalización económica en las empresas. 4) Estructura del capital. Forma de los balances. 5) Valor capital derivado de rentas o de ganancias esperadas. 6) Algunas fórmulas de capitalización. 7) La capitalización nacional. 1. Acepciones del término y plan. En la voz CAPITAL nos referimos a la raíz de este término. Indicaremos ahora en qué acepciones se emplea la palabra capitalización. Landry, en la nota de la página 5 de su libro L'interét du capital, atribuye a la palabra capitalización dos significados: 1), cálculo por el cual se establece el valor • Por el Dr. FRANCISCO BOSADILLA. de un bien productor de renta, partiendo de la renta que suministra; y 2 ) , diversas manifestaciones de la previsión humana que se traducen en retardar el goce o disfrute de un bien para obtener un goce mayor de la misma o de distinta clase, por ejemplo, realizar trabajos, o invertir ahorros, para mejorar la productividad de la tierra, canalizar las aguas, perfeccionar las vías de comunicación y transporte, fabricar instrumentos, muebles, viviendas, etcétera, demorar el consumo de un bien para que, acrecido o añejado, aumente cuantitativa o cualitativamente la satisfacción que proporciona, o prestar una suma de dinero para que se nos devuelva con los intereses acumulados; prolongar la vida de los bienes dura'bles, en vez de darles destino abusivo; acumular provisiones en la abundancia para satisfacer las ne~ cesidades de la época de escasez, etcétera. A esas dos acepciones añadiremos una tercera, corriente en la vida mercantil y financiera. En el Crowell's Dictionary of Business and /¿nance se dice que es usual, al hablar de las acciones y obligaciones que ha emitido una compañía, llamarles en conjunto la capitalización de la misma. Sin seguir ese orden, al ocuparnos de la primera acepción —número 5—, nos refe-. riremos al valor capital de las rentas y de las empresas; en la segunda acepción, mencionaremos la capitalización de intereses y la formación y el crecimiento del capital de las empresas —números 2 y 3—; en lo relativo a la tercera, describiremos la forma o estructura de los balances — número 4—, particularmente del pasivo, y del capital y de las reservas dentro de aquél. En el número 8 consignaremos, algunas fórmulas usuales de capitalización. Finalmente diremos algo con respecto a la capitalización nacional, concordando con la noción expuesta en el número 16 de la voz CAPITAL, dejando para ser tratado en otras voces, tales como SOCIEDADES o EMPRESAS, lo relativo a las sociedades o empresas de capitalización y ahorro. 2. Capitalización de intereses. El Código civil contiene cuatro disposiciones generales relacionadas con intereses (arts. 621 al 624, inclusives), y varias disposiciones especiales (arts. 1383, 1429, 2030, 2209, 3248, etcétera). Sólo, y muy brevemente, nos referiremos a las disposiciones generales, pues corresponderá a la voz INTERESES tratar en forma desarrollada el tema, en los demás aspectos económicos y jurídicos. El artículo 621 no establece limitación para el interés convencional; sin embargo, la jurisprudencia, aplicando el articulo 21, fija limites condicionados a circunstancias de lugar y tiempo. El artículo 622 se refiere al modo de determinar los intereses en la mora; el 623 prohibe el anatocismo o sea intereses de intereses, salvo que, por obligación posterior, se convenga la capitalización, o que ésta se produzca por resolución judicial; por último, el 624 dispone que el recibo del capital sin reserva sobre los intereses, extingue la deuda de éstos, si la hubiere. El Código de comercio, en general, legisla sobre intereses. en los artículos 560 a 571, con las siguientes particularidades. Convenidos los intereses, y no la tasa, regirá la que cobran los Bancos públicos, y si en la convención se expresó que los intereses serian los corrientes o de plaza, se entiende que son los que cobra el Banco de la Nación. El articulo 569 se refiere al anatocismo en forma mas liberal que la del Código civil, cambiando el tono negativo por permisivo y añadiendo el caso especial de "los saldos líquidos de las negociaciones concluidas al fin de cada año", todo lo que da lugar al cálculo llamado de intereses compuestos. £1 artículo 571 deja a salvo lo establecido en el título de la cuenta corriente, en el que se encuentran los artículos 788 (cuenta corriente mercantil) y 795 (cuenta corriente bancaria), que permiten capitalizar intereses en períodos q;ae no bajen de tres meses, mediando convención, en el primer caso, y sin ella en el segundo. En. el Código de comercio hay, además, otifts disposiciones sobre intereses, tales como la del articulo 737, que establece que desde el día del protesto se deben Intereses de las letras y papeles de comercio, y la del 1130, norma análoga para el préstamo a la gruesa. Resulta, entonces, que interés es la remuneración que el acreedor puede exigir por verse privado de la suma de dinero que se le adeuda, la que se calcula en función de la cuantía de aquella suma y del tiempo de la privación, en forma de "tanto por ciento por tiempo", por ejemplo, 7 por ciento anual; 3 por ciento trimestral; 1 por ciento mensual. Se determinan y cobran, bien por anticipado (prenumerando) o al expirar el período (postnumerando). Son intereses compuestos los que resultan de capitalizar periódicamente los vencidos, aumentando la suma principal que goza de intereses. En el cálculo de renta vitalicia, temporaria o perpetua, como al final del periodo no se devuelve el capital, las anualidades contienen, además de intereses, partes del capital. El fondo se diluye, se pierde. Lo mismo ocurre en los servicios de amortización de ~una deuda. Los Intereses nacen por el transcurso del tiempo, aunque sean sólo exigióles a su vencimiento; difieren en eso de los dividendos, que no nacen hasta que, comprobada la existencia de ganancias realizadas y liquidas, los órganos de la sociedad anónima (asamblea y directorio) los declaran. Se presta, por tanto, a confusión la palabra interés empleada en los a:ticulos 283, última parte, y 334 del Código citado, que debería ser sustituida por pa ticipación y dividendo, respectivamente. Se vincula este tema, del nacimiento y adquisición de derechos a los intereses y dividendos, con lo dispuesto en los artículos 2864 y 2865 del Código civil, y con lo que se decida sobre si los dividendos son frutos industriales (naturales) o civiles, discusión que no podemos reproducir aquí. El Código civil español, en el articulo 475, legisla sobre el momento de adquisición de derechos en los beneficios de las participaciones industriales y mercantiles. Concluiremos diciendo que capitalizar, en el sentido que nos ocupa, significa acumular al capital los intereses devengados de acuerdo con la ley, la costumbre1'y los cálculos mercantiles. 3. Capitalización económica en las empresas. La capitalización de las empresas consiste en transferir a la entidad creada, y luego acrecentar el poder económico material de que disponen para la realización de su objeto. La consideraremos en tres momentos diferentes: el inicial, o de constitución, durante el cual el capital, propiamente dicho, se forma, se integra; durante la gestión, en que el capital debe ser conservado, mantenido; y, finalmente, en los procesos de expansión en que el capital crece, o en los contrarios, de decadencia por descapitalización, en que la potencialidad económica de la empresa se atenúa o extingue. Prescindiremos de algunos aspectos netamente jurídicos, ya tratados en la voz CAPITAL o que lo serán en aquellas relacionadas con las distintas clases y objetos de sociedades, especialmente en la anónima, típicamente capitalista, cuyas normas sobre la formación y conservación del capital merecen ser tenidas en cuenta al organizar las demás sociedades, aunque no resulten impuestas por la ley. Para organizar una empresa es previo determinar cuál es el capital necesario y cuál su más racional y conveniente com- I posición pasiva; qué parte del capital se * ha de obtener de los accionistas y qué parte de! activo de la empresa se financiará por el crédito, emitiendo obligaciones; con préstamos bancarios y por los plazos que acuerden los proveedores de materiales, de materias primas y de mercaderías, etcétera. Igual importancia tienen los planes de inversión del capital en bienes fijos y circulantes. Debe existir adecuada relación entre el activo y pasivo, circulante v fijo, de manera que se asegure la estabilidad y eficiencia de la empresa; la composición financiera debe sor clástica, para lo cual deben quedar abiertas las fuentes de suministro del capital, a fin dn poderlo aumentar cuando la empresa crece productivamente y para, llegado el caso de que exceda a las necesidades, contraer la estructura financiera de la empresa. Un capital excesivo encarece los costos y constituye tentación para negocios especulativos, y un capital deficiente, también los encarece y pone en peligro la estabilidad de la empresa. La tarea de la formación del capital inicial está a cargo de los promotores y fundadores, auxiliados por comisiones o sindicatos de emisión de acciones, así como por comisiones de investigación, de estudios, proyectos e inversiones. Colaboran en esta tarca entidades extrañas, o vinculadas, tales como Bancos y compañías de inversión y de construcción. Las aportaciones para constituir el capital deben satisfacer dos exigencias fundamentales: integridad y realidad; de lo contrario, además del engaño, el capital comenzará, flaco y aguado, sin fuerzas para iniciar y proseguir la marcha de la empresa. Los promotores o fundadores, en compensación do las obligaciones y responsabilidades que contraen, pueden reservarse algunas ventajas que en el capital —en contra de lo que hace suponer el texto del articulo 321 del Código de comercio— no podrán exceder de lo que hayan aportado en valores materiales o inmateriales a la empresa, sin lesionar los principios antes señalados de realidad e integridad del capital. Esas ventajas, por regla general, consisten en participaciones preferentes en los beneficios, limitadas en tiempo y cantidad. Las llamadas acciones de industria y de trabajo, tampoco forman parte del capital y son. como los partes de fundador, un derecho a participar en las utilidades, sin tantas limitaciones como los parles de fundador. Los aportes de los accionistas ordinarios pueden ser realizados en dinero, obligaciones, en especies naturales o en valores inmateriales. Cuando se hacen en dinero, medida común de los valores, no necesita más contralor que el de su ingreso; en cambio, si se aportan obligaciones, no se deben acreditar más que por la cantidad que se cobre; si lo aportado son bienes naturales, deben ser sometidos a un régi- men de tasación que asegure la realidad del aporte, y si son en valores inmateriales, deben ser transferibles y tener una productividad de la que resulte el valor atribuido. 'Estrictamente no hay aportes en industria; esa incorporación de trabajo a la empresa se rige por la contratación de servicios, sobre todo en las sociedades de capital fijo y responsabilidad limitada. Durante la gestión o período de explotación de la empresa, que sigue al de constitución y construcción, el capital debe ser conservado en sustancia y en valor, para lo cual las leyes, como explicamos en el número 13 de la voz CAPITAL, establecen una serie de normas tendientes a asegurar su integridad. La contabilidad industrial o Interna, y financiera o externa, deben ser reguladas por principios que resguarden la conservación e integridad del capital. Todo error en el cálculo del costo, por defecto, importa dcscapitalización. Las amortizaciones que no alcanzan a formar fondos para la reposición de los bienes durables, al final de su vida útil, son descapitalizantes. Se descapitaliza también, realmente, la empresa, siempre que los precios recuperados por la venta no alcancen a reponer, en unidades físicas, las existencias del activo circulante que había al comienzo del ejercicio económico. La variación del poder adquisitivo del dinero, en la inflación, produce un efecto perturbador y descapitalizante en la economía de las empresas, pues siendo menor el poder económico de la moneda en que se miden las recuperaciones, o ingresos —moneda de ganancia— del que tenia aquella en que se midieron los costos, o egresos —moneda de capital— los ingresos monetarios no alcanzan a cubrir los costos reales consumidos, y la diferencia entre ingresos y egresos tiene un sentido nominal, falso, carente de significación si no se ajustan —ingresos y egresos— a poderes o valores económicos homogéneos. El capital de las empresas, finalmente, así como disminuye por malos negocios, o por los efectos descapitalizantes de los hechos a que antes nos hemos referido; por la distribución de dividendos ficticios, calculados a base de ganancias no realizadas y líquidas; por amortizaciones financieras del tipo aludido en el número 13 de la voz CAPITAL al comentar el articulo 343 del Código de comercio argentino y 628 del suizo de las obligaciones: aumenta por .la aplicación de medidas conservadoras que alejan, atenúan o defienden del impacto de aquellos fenómenos, medidas que consisten esencialmente en calcular, lo mejor posible, las ganancias, y en no distribuirlas totalmente, formando reservas ocultas u ostensibles (art. 363 del Cód. de com.). El crecimiento ulterior del capital, y la reducción en su caso, puede ser necesario, voluntario, fisiológico o, por el contrario, impropio, no querido, patológico. El capital debe aumentar en la medida que convenga a la productividad de la empresa y en forma adecuada y correlativa en el activo y en el pasivo. Si el crecimiento de la empresa demanda Inversiones en activo fijo, los fondos que a ello se destinen deben provenir o de los accionistas o de un régimen de crédito consolidado a largo plazo, que permita la amortización y la autofinanciación sucesiva. Además, debe existir una relación adecuada entre el pasivo perteneciente a los accionistas y el pasivo que proviene de operaciones con terceros —banqueros, prestamistas, proveedores— que asegure la .estabilidad y productividad creciente de la empresa. Las empresas suelen comenzar a morir en cuanto detienen o deforman su crecimiento. Tanto la disminución como el aumento del capital, más allá de ciertos topes de elasticidad, previstos en el acto de constitución, imponen la reestructuración técnica, financiera y jurídica de la empresa, reduciendo o ampliando el capital jurídico original. Las modificaciones pueden ser solamente pasivas transfiriendo a capital derechos, valores o números, de reservas o de acreedores o pueden comprender simultáneamente el activo y el pasivo, capitalizando reservas ocultas —mayor valor de los bienes del que figura en el activo— o reduciendo el capital por pérdidas. El crecimiento del capital puede comenzar, o ser estimulado, por la situación del pasivo o del activo, cualitativamente considerada. Cuantitativamente, activo y pasivo son siempre iguales, como explicamos en los números 9 y 12 de la voz CAPITAL. Tal igualdad no sólo es nominal, sino real; el aumento de los valores, exteriorizado o no, aumenta los derechos sobre éstos y la disminución, aun después de trasponer el punto de solvencia, disminuye el grado de cobrabllidad efectiva, primero de los aportes y luego de loe créditos. Si la expansión financiera empieza en el pasivo, porque es necesario reestructurarlo, o a causa de facilidades o baratura., temporaria del crédito, encuentra su natural tope en el activo, cuando las Inversiones, en el objeto de la empresa, dejan de ser remuneradoras. Si el crecimiento económico comienza por el activo, a fin de aumentar la eficiencia, abaratar los costos y lograr ganancias, el tope lo señala el pasivo, cuando aquellas ventajas son absorbidas por el precio y condiciones de los nuevos capitales. En los Estados Unidos de América del Norte se ofrecen casos de extraordinaria capitalización, como el de la Compañía de automóviles Ford, que, de un capital inicial de unos miles de dólares, ha pasadc a tener cientos de millones. 4. Estructura del capital, forma de los balancea. Las cuentas de un sistema de contabilidad patrimonial, al final del ejercicio, previos los debidos ajustes de inventarlo, se dividen en dos cuadros: uno, formado por los rubros que representan valores y obligaciones, se llama balance general, y el otro, de las cuentas que reflejan los resultados de las negociaciones, favorables o desfavorables, pasa a ser el demostrativo de pérdidas y ganancias. La forma y contenido de estos cuadros es materia de técnica contable, pero algunas leyes, en garantía del interés de los inversores y de los terceros, han establecido normas para la formación de los balances de las sociedades anónimas y de responsabilidad limitada. Asi ocurre con los párrafos 129 y siguientes de la ley alemana del 30 de enero de 1937, donde se reproduce en forma más minuciosa lo dispuesto por el Código de comercio de 1900; en el Código civil italiano de 1942, artículos 2423 a 2435 y 2491; y en la ley española de régimen jurídico de las sociedades anónimas del 17 de julio de 1951, artículos 103 a 105. No corresponde estudiar en esta voz aspectos legales y técnicos de los dos cuadra0 mies, aun atribuyendo a la palabra capitalización, en la acepción que nos ocupa (tercera, del número 1), su sentido más extenso, no va más allá de la forma del cuadro del balance general, estado que registra los valores y el origen del capital de las empresas. El activo, en ese cuadro, representa el capital en bienes y derechos, estimado según los valores por los cuales entraron a la hacienda industrial o mercantil, y el pasivo indica qué parte del capital activo ha sido financiada por los socios o empresarios y cuál por extraños o terceros. En sentido amplio, el capital de la empresa está reflejado en todo el balance, pero en sentido más propio y restringido, es la diferencia entre todo el activo y la parte financiada por terceros, que constituye la deuda social o externa de la empresa. De las diversas formas de los balances nos vamos a referir a tres: la de relación continuada, en ¡a que del detalle sumado de las cuentas del activo se resta la suma detallada del pasivo exigible, para dar como resultado la diferencia neta, compuesta por el capital y las reservas libres; la clásica forma de T, a cuya Izquierda se colocan las cuentas deudoras o de activo, y una cuenta general que resume los saldos de las cuentas de resultados en caso de pérdida; y a la derecha, las acreedoras o de pasivo, con la cuenta general que resume los saldos de las cuentas de resultados en caso de ganancia; y la forma natural de Hubber (natürliche bilanzform), que un escritor americano trata de difundir con la expresión vulgar de "zigzag", que se caracteriza por colocar en la izquierda de la T todo el activo, de donde, allí mismo, se le deduce el pasivo con terceros, dejando para balancear del lado derecho la diferencia neta formada por las cuentas de capital y por las de reservas libres de la empresa. De las tres formas, la primera y la última son tripartitas, pues separan Activo, Pasivo y Capital (A — P = O ; la segunda es bipartita, ya que incluye el capital en el pasivo, Igualándolo cuantitativamente con el activo (A = P). Sin embargo, como veremos en seguida, aun en esta forma bipartita se suelen separar en grupos las cuentas del pasivo externo de las del pasivo con los socios o empresarios, llamado interno. Para que la estructura del capital, o capitalización, pueda ser bien percibida, los rubros del activo y del pasivo deben guardar un orden sistemático, dándoles ubicaciones y funciones que eviten abultamientos. Los rubros del activo se ordenan por su grado de liquidez y los del pasivo en orden de exigibilidad, y las cuentas acreedoras que reducen valores del activo (amortizaciones y fondos específicos de riesgos) se restan de esos valores en el activo, de la misma'manera que las cuentas deudoras, que ajustan el pasivo (descuentos; capital pendiente de suscripción o integración), se deducen de las cuentas respectivas de éste. De acuerdo con la nomenclatura clásica del capital, el activo y el pasivo de los balances se suele dividir en dos grupos— circulante y fijo—, lo que permite estable- cer de modo fácil, a simple vista, el fondo de rotación, o circulante neto, de que dispone la empresa, formado por la diferencia entre el activo circulante y pasivo de igual clase (a corto plazo). El cuadro del balance, tal como resulta de una contabilidad de gestión, basada en principios conservadores que tienden a prever toda pérdida y no anticipar ninguna ganancia (arts. 363 y 364 del Cód. de com.), no es fiel expresión del valor del capital. Los valores de las existencias y del activo fijo mantienen el costo histórico (el que tuvieron en el momento de la entrada) menos las amortizaciones o agotamientos de los bienes perecederos, calculados sobre aquel costo, y por eso, los balancés de gestión no sirven, en todo caso, más que para encontrar las utilidades de un ejercicio, y no pueden ser utilizados, sin ajustes, con el fin de determinar el valor capital; y a la inversa, los balances según valores actuales (extraordinarios o de liquidación) exteriorizan incrementos que no son utilidades de explotación y que no podrían llamarse realizadas y liquidas. Sin embargo, la ley (art. 354 del Cód. de com.) establece, y las convenciones (arts. 1654 del Cód. civ., 291, inc. 69 del de comercio, y 4, inc, 6"? de la ley 11.645) permiten que la liquidación de las cuotas del capital social se haga de acuerdo con los valores de los balances de gestión, aprobados por los socios, lo que tiene por fundamento evitar interminables, enojosas y difíciles discusiones acerca de los valores. En sentido restringido se llama capitalización a la parte del pasivo que pone de manifiesto el capital original, en estructura simple o compleja, y las ganancias acumuladas invertidas en la empresa (artículo 315 del Cód. de com.). En los balances consolidados de varias empresas que forman un grupo económico, se llama capitalización, en este mismo sentido, al detalle de las acciones (a veces, también de obligaciones) puestas en circulación por el grupo de empresas. Capitalización simple, en la acepción en que estamos, es la formada por títulos todos de la misma clase (acciones ordinarias) y capitalización compleja, la formada por acciones de diversas clases, ordinarias, privilegiadas, preferidas, con dividendos acumulativos o no acumulativos, y de distintos tipos, con derechos adicionales, etcétera. En esta capitalización compleja se incluyen también las obligaciones (ver número 7 de la voz CAPITAL.) La tendencia racional es hacia las capitalizaciones simples, y así suelen co- menzar originalmente los capitales de laa empresas. Sus alternativas posteriores y las exigencias en los distintos momentos económicos en que se sale al mercado a la búsqueda de recursos para la expansión, son la causa de la complejidad actual de muchos capitales. En las capitalizaciones complejas resulta muy difícil determinar cuál es el valor de un titulo, tanto con independencia como según los valores del balance (art. 354 del Cód. de com.). En laa capitalizaciones simples basta dividir el capital total determinado en forma libre o por el balance, por el número de títulos de igual clase, para encontrar el valor de cada uno; en las complejas, el valor de cada clase de acciones u obligaciones depende de las condiciones de su emisión y del porvenir económico probable de la empresa en el futuro. Por eso, para cada categoría de títulos, hay que hacer un cálculo independiente, capitalizando la rentabilidad futura PASIVO FIJO Deuda a largo plazo Emisión de debentures con garantía prevista para ese titulo y añadiéndole cualquier otra ventaja colateral a la que el titulo dé derecho. Cuando una capitalización se ha complicado excesivamente, conviene pensar en reestructurarla por conversión de sus títulos. Modelos de capitalización en los balances pueden verse en las obras especializadas que citamos en la bibliografía y en las serles de folletos que, con el titulo de "Accounting techiques used in publlshed corporate annual reporta", edita el "American Instltute of Accountants" de los Estados Unidos de América del Norte. Preferimos aquellas formas de capitalización, en las que, en el pasivo fijo, no se lleva a la suma final más que el capital integrado, y si hay deudas a régimen consolidado (debentures, etc.), se deduce de las mismas la parte amortizada financieramente. Asi, por ejemplo: flotante . . En poder del público Capital v reserva» Acciones serie . . . . . . No emitidas . . . . . . . Suscriptas . . . . . Pendientes de pago Reserva legal 1.200.000 300.000 Retirados por amortización . . . . . 900.000 3.000.000 1.000,000 2.000.000 500.000 1.500.000 100.000 1.600.000 2.500.000 En este aspecto de la capitalización, las amortizaciones y los fondos de riesgos no deben figurar confundidos con las reservas. 81 no han sido pasados, como resta, al activo —a veces no se puede por no corresponder específicamente a ninguna cuenta de valores—, deben constituir ua grupo aparte, para no dar lugar a equívocos. 5. Valor capital derivado de renta» o de ganancias esperadas. Además de la capitalización simple y compuesta de intereses sobre una suma principal o capital a que nos referimos en el número 2, la capitalización puede hacerse mediante imposiciones periódicas tendientes a la formación de un capital sobre las cuales se calculan intereses, simples o compuestos. Este género de cálculo constituye la raa- teria de los tratados de matemática financiera. No* ocuparemos, ahora, de la primera de laa acepciones de capitalización mencionada en el número 1, o sea "del cálenlo por el cual se establece el valor de un bien productor de renta, partiendo de la renta que suministra", y que resulta de aplicar una fórmula o procedimiento en cierto modo Inverso al anterior. Conocida! o presuntas una serte de anualidades de renta o de ganancia, hay que determinar el valor actual, o valor capital, de lai mismas. 81 se conocen en su cuantía y número, finito o infinito, las anualidades, el cálculo es cierto, como ocurre en el caso de las rentas temporarias o perpetuas; si se conoce la cuantía de las anualidades, pero no su número, el cálculo es aleatorio o de probabilidades, como en la renta vitalicia; y si no se conoce de un modo cierto ni el número de anualidades ni su cuantía —valor de un fondo de comercio— el caso participa, doblemente, del carácter incierto o de azar. La incertidumbre puede .estar sometida a una ley del acaecer que, si :¿o se cumple en los casos individuales, se da en los "grandes números", en el conjunto o masa de casos individuales. Por tanto el azar, o alea, afecta a los casos individuales, pero en el conjunto se atenúa, por compensación múltiple, hasta llegar a constituir el objeto posible de una empresa como las de seguros, cuyos fundamentos de previsión y ahorro son precisamente contrarios a los del azar. Están sometidos a leyes conocidas del acontecer, aunque varíen de tiempo en tiempo y de lugar a lugar, y se mantengan dentro de ciertos márgenes de error probable, la duración de la vida, los accidentes del trabajo, los riesgos de incendio, naufragio, granizo, robo, etcétera, para los cuales las compañías de seguros disponen de tablas, de tasas o de bárreme. Pertenece a la libre conjetura la estimación de las ganancias —y el tiempo de su duración— que una empresa pueda obtener en el porvenir, por seria y prolija que haya sido la investigación realizada sobre hechos pasados y no hay tablas de probabilidades que puedan utilizarse en la fórmula para computar de algún modo, cuantitativamente, la tasa de incertidumbre. De lo que resulta que el cálculo del valor capital de una renta vitalicia definido en el articulo 2p70 del Código civil, puede hacerse científicamente, incluyendo en la fórmula la vida probable de la persona o personas a que el articulo se refiere, la renta anual y la tasa de interés que se use para la capitalización. El interés, contrariamente a lo que creen algunos autores, no tiene por función esencial cubrir riesgos, ya que éstos se computan en la cifra correspondiente a la probabilidad de vida, dentro de los grandes números, sino que tiene el sentido de todo interés; en este caso constituye una compensación a favor del comprador de la renta que, al pagar el precio, anticipa su valor. A pesar del texto del articulo citado, no es indispensable que la renta sea anual, pues puede ser también mensual, trimestral o semestral. Los franceses llaman a esta clase de rentas á Joñas perdu, porque los herederos no pueden reclamar del deudor de la renta la devolución de la parte proporcional entre la vida supuesta al acreedor y la que realmente vivió, precisamente por la teo- ría de la compensación de las probabilidades en los grandes números de que antes hablamos y porque el capital se va devolviendo junto con las anualidades de renta. En cálculos que participan de la formación de un capital por imposiciones y del goce de una renta vitalicia, se fundan los que hacen las Cajas de jubilaciones y las empresas de seguros y de capitalización y ahorro, para sus fines. Estas instituciones, además de los balances de gestión, suelen hacer balances actuariales computando, por el mismo sistema de cálculos de actualización y capitalización, los derechos y compromisos subsistentes en determinada fecha, de lo que resulta un superávit o déficit actúarial mucho más expresivo de la resistencia o solvencia de las Cajas que el que aparece de los balances ordinarios. Todo cuanto se refiera a rentas vitalicias, jubilaciones, capitalización y ahorro, distinto de la capitalización de imposiciones o de rentas, deberá buscarse en las voces respectivas. La capitalización de las ganancias futuras, probables, de una empresa, para encontrar su precio o valor actual, es problema complicado y de solución incierta. Un tratado bastante completo de los métodos a seguir se ecuentra en la obra de los peritos en cuentas, ingeniería y derecho, Bertrand Fain, Victor Faure y Robert Pinoteau, Les fonda de commerce (comment évaluer les fonds de commerce et les entrepríses industrielles) y en otras que Incluiremos en la bibliografía de esta voz. Comenzaremos por decir que con ese fin se suelen seguir dos caminos; uno por el cual, mediante inspección directa, se valúa el capital de la empresa, excluido el valor de organización, al que se atribuye una tasa, casi sin riesgos, por estar respaldado ese valor por los resultados de la liquidación de la empresa. Esa ganancia que llamaremos normal, con relación a las inversiones no consumidas, que forman el capital de la empresa, se deduce de las anualidades de ganancia que se presume obtener en el porvenir, y la diferencia positiva, si la hay, que se conoce con el nombre de super-renta, se capitaliza a una tasa de interés que incluya los riesgos propios de la empresa, por lo tanto, mayor que la anterior, y el resultado se atribuye al valor de organización, avlamiento o llave. Sumados el valor del capital, por inspección y valuación directa, con este valor de organización, se tiene el de la empresa, como conjunto económico organizado. El otro camino consiste en no hacer discriminaciones entre renta normal y super-renta, capitalizando las ganancias futuras esperadas a una tasa de interés con riesgos, adecuada para este cálculo por derivar del estudio de empresas análogas, y el resultado se considera el valor de la empresa como complejo de bienes materiales y organización. Dewing y otros autores señalan una serie de tasas de capitalización según la naturaleza o ramo de negocios, la composición del capital, activa y pasivamente, y el tamaño de la empresa. Las dificultades del problema no están, por cierto, en encontrar una fórmula, pues hay muchas y buenas, sino en determinar la cuantía de los elementos que van a ser incluidos en ella; 1), beneficio anual medio esperado; 2), tasa de capitalización, con los riesgos propios de la empresa; y 3). tiempo que se espera gozar de esos beneficios. "La media de los beneficios netos normales —dice Fain— que la empresa parece llamada a realizar en el porvenir, es el beneficio medio determinado generalmente sobre la base de los resultados del pasado, computando las modificaciones que, al parecer, el futuro producirá sobre esos resultados". Para encontrar los beneficios netos del pasado hay que deducir las ganancias extraordinarias y las remuneraciones que correspondan al trabajo común y de dirección, que a veces suelen estar incluidas en los resultados, y hacer un promedio ponderado de los últimos años, cinco o menos, si la empresa no tuviera esa antigüedad. Decimos ponderados porque no es lo mismo la media de una rentabilidad creciente que decreciente. La tasa de capitalización, señala el mismo autor, comporta una investigación doble: "la de una tasa correspondiente a inversiones expuestas a un riesgo mínimo y el suplemento que debe aplicarse a esa tasa para que comprenda el riesgo en que van a incurrir los capitales invertidos en la compra de la empresa de que se trate". En cuanto al número de años en que se esperan obtener los beneficios calculados, se deducen del pasado, de la naturaleza de los negocios, moda, prestigio y estabilidad económica de la empresa y del medio ambiente en que actúa. Cabe señalar a este respecto que Pain advierte (página 84) que con una tasa de capitalización del 5 por ciento los valores actuales de anualidades postergadas en más de sesenta años carecen prácticamente de valor y que los especialistas y profesores que constituyeron el grupo de estudios de las ga- nancias dé los negocios, en el libro Changing concepta oí Business Income, que contiene su informe, señalan en la página 46 que al 6 por ciento el valor actual de una serie de anualidades que dure cincuenta años, es sólo el 5 por ciento menos que el que corresponde a una renta perpetua, lo que, además, es fácil comprobar. De lo que podemos sacar la consecuencia que, dentro de los resultados relativos de estos cálculos, siempre que la previsión temporal de renta exceda de cincuenta años, puede aplicarse sin inconveniente la fórmula del cálculo de rentas perpetuas, que es más sencilla. Para la determinación del valor de una empresa en la liquidación del impuesto a la herencia y de otros, la Dirección General Impositiva aplica fórmulas con la tasa del 12 por ciento a partir de la cual, según una ley fiscal, los beneficios son extraordinarios. En las consideraciones que haga el calculista y valuador deben entrar las relativas a la estabilidad o inestabilidad monetaria. 6. Algunas fórmulas de capitalización. La capitalización, a interés simple, se calcula multiplicando lo principal por el monto de un peso o unidad monetaria con los intereses en el período a que corresponda la tasa por el tiempo de la capitalización, en base a la siguiente fórmula: M — C (1 + i.n) en la que M representa el monto total de la capitalización; C, el capital que se destina a la acumulación de intereses; i, el interés de un peso durante el período, y n, los periodos. La capitalización, a intereses compuestos, se calcula multiplicando el capital por el monto de un peso en un período, elevado a una potencia igual al número de períodos de capitalización, mediante esta fórmula: M — C (1 + i)" de igual significación simbólica que la anterior. £1 monto de una serie de imposiciones anuales adelantadas a interés compuesto se calcula con la siguiente fórmula: C <í + i) [(1 + i)n _ 1] M i en la que C significa el importe de cada una de la-s imposiciones que se capitalizan y, las demás letras, lo mismo que en las fórmulas anteriores. Si la imposición, en vez de adelantada, fuera vencida, vale decir, que se entrega a fin de año y no al principio, la fórmula es: C [(l + . i ) n _ i] M = ——————————————— i El valor actual, monto o precio de una renta inmediata se calcula con esta fórmula: C [(1 + i)n _ i] M = ————————————————— i (1 + i)n do la fórmula de la renta que corresponda, temporaria o permanente, con los ajustes que haya que hacer por el valor residual de la empresa al final del período de rentabilidad, si el plazo fuera corto. Algunos autores consideran que el valor hallado no es el que en definitiva debe pagarse, sino sólo una parte, teniendo en cuenta que el comprador recibe un capital valuado en forma discutible, expuesto a riesgos, y el vendedor, dinero que puede colocar en forma segura a interés. Esto no es del todo exacto si se tiene en cuenta que en la fórmula de capitalización de la ganancia se usa una tasa con riesgo y que, a más alta tasa de capitalización corresponde menor valor capital. Otros aconsejan que se hagan promedios de estos resultados con los que se encuentren por otros sistemas, directos o indirectos, de valuación, lo que es muy razonable, como también lo es dejar este resultado matemático librado al juicio definitivo del juez o de las partes, quienes, sin abandonarlo, podrán hacer los aumentos y reducciones que consideren corresponder a aspectos valiosos en la que C representa la anualidad a percibir durante el período de duración de la renta a partir de un año de la contratación. Para calcular una renta vitalicia, se utilizan las mismas fórmulas, inmediatamente precedentes, en las que el exponente "n" se sustituye por el tiempo de vida probable que le resta al acreedor de la renta según las tablas de mortalidad, en uso por las compañías de seguros. Ese tiempo, ya lo dijimos, carece de certeza. En el Tratado de Derecho civil francés, dirigido por Planiol y Ripert (t. XI, página 516, en nota), se cita el caso de la de la empresa que se transfiere no comventa de una colección de antigüedades putados en la fórmula, o a circunstancias por el señor de Waldeck, al Estado;, el no ponderadas e imponderables que aumenvendedor pedía 40.000 francos, siendo este tan los riesgos y desvalorizan la hacienda. precio sustituido, a iniciativa del compra7. La capitalización nacional. Vamos a dor, por una renta vitalicia, equivalente referirnos, finalmente, a la conservación y a ese capital, calculada para una persona acumulación del capital nacional, del que de cincuenta años. Al señor de Waldeck se tratamos en el número 16 de la voz CAle ocurrió vivir ciento nueve. PITAL. "Los bienes y servicios de que goEl valor actual,'monto o precio de una zamos hoy, dice Henderson, los debemos, renta perpetua se calcula dividiendo la sólo en parte al trabajo de la semana, el anualidad esperada por el interés de un mes o el año; aún sólo en parte, a los peso o unidad monetaria, con esta fór- esfuerzos de nuestros contemporáneos. Los mula: hombres, hace mucho muertos y olvidados, C que construyeron nuestros ferrocarriles, que cavaron nuestras minas de carbón, o i que se ocuparon en cualquiera de una gran Cuando las fórmulas tienen potencias variedad de tareas, todavía están contrise resuelven con la aplicación de logarit- buyendo a la satisfacción de nuestras mos. Más fácil todavía es resolver todos necesidades diarias". A tales esfuerzos, estos problemos utilizando tablas en las egoístas o abnegados, debemos el equipo que para cada uno de los casos, y sus po- inmaterial y material que hace posible el sibles variaciones, se dan los resultados nivel de vida alcanzado. La conservación para un peso o unidad monetaria, que no y acumulación del capital nacional se hay más que multiplicar por el capital, debe al ingenio, trabajo y ahorro indiviimposición anualidad o renta de que. se dual, a la conducta, concordante, de los trate. Entre esas tablas citamos las edi- Estados y a factores naturales. tadas en Francia, de P. A. Violeine; en Los hombres se vinculan económicamenEspaña, de Eusebio Sánchez Ramos, y en te unos con otros, dentro de su época y la Argentina, de Lascurain, Lambíase y & través de las generaciones, de modo que Roca. sus obras trascienden los límites de su No es necesario decir que el valor de pequeño interés y de su corta vida. El una empresa, como conjunto económico, a ahorro de unos, es utilizado por otros, y la base de las ganancias esperadas, por tiem- riqueza formada por unas generaciones po limitado o ilimitado y el valor de orga- pasa como legado de las siguientes. nización o aviamiento, se calcula utilizanSe capitaliza, individual y socialmente, por motivos económicos, pero no solamente por ellos. Be capitaliza por el aliciente del interés o renta pecuniaria que resulta de la capitalización y porque hay goces y producciones demoradas que estimamos más útiles que las instantáneas, pero tampoco solamente por eso. Se capitaliza, también, por el ansia de poder, por espíritu de previsión, por amor a la familia, a los hijos, por amor al dinero y las riquezas y porque los grupos humanos a que "se suman continuamente nuevos reclutas jóvenes se consideran a si mismos inmortales". El interés del dinero, como hemos visto en los comentarios y en las fórmulas anteriores, es la fuerza impulsora y reguladora de la capitalización individual y social. La capitalización necesita y disfruta de intereses, porque el capital aumenta la producción de la riqueza y es buscado por los empresarios para sus necesidades, reales o aparentes, en el mercado de capitales, en mayor cantidad que quienes ahorran están dispuestos a transferir para usos futuros, sin compensación económica. La tasa del interés está regulada por la abundancia de poder económico, que quienes ahorran están dispuestos a invertir en empresas, y por la cantidad y calidad de los objetos productivos a que pueden destinarse. La supercapitalización reduce el interés, así como la capitalización deficiente lo aumenta; la expansión económica lo eleva, del mismo modo que la depresión hace que disminuya. La tasa del Interés, que en definitiva se establece por las leyes de la oferta y la demanda, tiene una función reguladora del ahorro y de las inversiones. Las empresas mejor organizadas, las más productivas, son las, que podrán subsistir, pagando los intereses más altos. La capitalización individual y napional requieren ambiente social y económico propicio, además de interés pecuniario. Necesita seguridad jurídica, económica, monetaria y política. Si el valor de la moneda en que se ahorra se debilita con «1 transcurso del tiempo, en medida que no es compensada por el interés, el ahorro se desalienta, lo mismo que si, por cualquier motivo, se corre el riesgo de no recuperar el poder económico transferido. Un buen reparto del poder económico ahorrado entre las empresas productoras y una fácil circulación del capital entre las mismas, aumenta la productividad del ahorro nacional y la capitalización. Un buen régimen fiscal que estimule la capitalización de las empresas, es de beneficio para la capitalización nacional. Las formas liberales de gobierno y el sistema de economía liberal favorecen la formación de capitales o capitalización. "Es indiscutible —dice Brocard— que el régimen de la propiedad privada y de Ubre concurrencia, a pesar de las críticas excepcionalmente vivas a que ha dado lugar el punto, no ha cesado de ejercer sobre la repartición de los capitales influencias grandemente favorables a su acumulación y al crecimiento del poder productivo de la industria y al enriquecimiento general". "El régimen capitalista de distribución —continúa diciendo— favorece desde ya la acumulación del capital, organizando entre los poseedores de medios de producción una competencia que tiende, sin cesar, a eliminar a los incapaces, a colocar y mantener los capitales, los medios de producción, en las manos más aptas", con las consiguientes ventajas en producción, precios y calidad de los bienes de consumo. La sucesión hereditaria no impide que se cumpla esa selección, pues los herederos incapaces transfieren la gestión de su poder económico a quienes tengan mejores condiciones. El Estado puede hacer mucho en bene- , fíelo de la capitalización, con una buena y liberal legislación, garantizando los derechos, reprimiendo abusos, permitiendo u organizando mercados de capitales y su libre circulación nacional e internacional. Su intervención debería esencialmente consistir en —sin desalentar la capitalización— atenuar los conflictos entre el interés individual y el social, ya que, a pesar de lo dicho, al comienzo de este número, sobre la simultaneidad entre la capitalización nacional e individual, la concepción y los intereses que rigen una y otra, son a veces diferentes. La mira individual es limitada, temporal: la de la sociedad es ilimitada, y ese sentido e inmortalidad de que antes hablamos, no se da en todos los casos. Las rentas vitalicias, mediante las cuales el acreedor agota el capital, al mismo tiempo que la vida, muestra que no todos tienen ese sentido de eternidad. Los individuos, además, piensan en términos de ganancias monetarias, que ton las que capitalizan; en cambio, desde el punto de vista nacional, la capitalización se hace en bienes productivos. A la sociedad le interesa no sólo el acrecentamiento de la riqueza, sino su buena y justa distribución, para aumentar el trabajo y la felicidad de los ciudadanos. A pesar de tales divergencias, repetimos, el hombre tiene un sentido social, y de eternidad, que se pone de manifiesto en todas sus obras y en toda su cultura, y no es difícil, por tanto, conjugar su Interés transitorio con los permanentes de la comunidad, sin mayores violencias ni restricciones. BIBLIOGHAFÍA — Ver la nota de la voz CAPITAL y especialmente: Besta, F.. La ragioncria, t. 1, págs. 61 y sigs. y 333 y sigs., Vallardl, Milán. 1923. — Broceará, L., citado allí, pág. 2S5. — Can- nan. E., citado allí, pág. 111. — De Gregorio, A., citado allí, pág. 189. — Dell'Amore, O., II valore degU impiantt industrian. Oiufré, Milán. 1944. — Dewlng. A. 8., citado allí. págs. 13, 160 y 741. — D'Ippolito. T,, La valutazíons delle aziende in mntamento, Olufíré, Milán. 1910. — Evans, O. H.. y. Bamet. O. E., Teoría de la inversión, p&gs. 13 y slgs., trad. de Teodoro Ortlz, F. C. E., Méjico, 1947. — Faln. B., Faure. V.. y Plnoteau, R.. Les fonos de commerce —comment evaliter les fonda te commercf. et lea entrcprisea industrielles, Payot, París, 1939. — Fernández, B. L., Código de comercio de la República Argentina comentado, t. 2, págs. 588 y sigs.. Impresora Argentina, Buenos Aires. 1945. — Ferrer Jaume. L. Cálculo financiero, Labor, Barcelona, 1947. — Oay de Montellá, R.. citado allí. págs. 219 y alga. — Gonzá- lez Galé, J., Matemáticas financieras, 1» parte. García Santos, Buenos Aires. 1918. — Hatfleld, H. B., Accoitnting its principies and problema, Appleton, Nueva York, 1927. — Hayek. F. A., citado allí, págs. 76 y 300. — Henderson, B. D.. Citado allí, págs. 11 y 125. — Kimball. M.. citado allí. págs. 94 y sigs. y 218 y sigs. — Landry, A., citado allí. — Onlda. P..Elementi. citado allí, pág. 66. — Pantaleonl. M.. citado allí, págs. 319 »337. — Quesnot, L.. citado allí. págs. 115 y sigs. — Reiail. L., L'expertise judicioire en matíere févaluation de fonds de commerce, Dalloz. París. 1928. — Villa, P.. Elementi di ammtnlstraUone e contabilitá, pág. 27 y sigs., Bizzonl. Pavía. 1870. — Zappa, O., citado allí, págs. 82 y sigs. — Zlzzo. N., / valori t ceñid in periodo di eccezior.ale eongiuntvra. Gluffré, Milán. 1946. CAPITÁN DE BUQUE.» SUMARIO: I. Evolución de la empresa naval y la función del • capitán. II. La figura Jurfd'ca del capitán: 1) Ideas generales. 2) Requisitos para el mando. 3) Nombramiento. 4) Naturaleza del contrato de designación. III. Poderes, obligaciones y responsabilidades del capitán: 1) El capitán como comandante de la nave. 2) El capitán como gestor de la carga. 3) Responsabilidad del capitán. TV. La re- lac'ón de servicio: 1) Tiempo de la prestación del servicio. 2) Derechos del capitán. 3) El concepto de. representación y la relación de servicio. 4) Extinción de la relación de servicio. I. Evolución de la empresa naval y la /unción de capitán. En el Derecho marítimo en general se observa un estancamiento en la legislación que no corresponde al progreso experimentado por la industria naval. SI bien las pequeñas empresas de transporte por agua subsisten en la actualidad, y a ellas son perfectamente aplicables las disposiciones • Por el Dr. WÍSLET DE BCMEDBTTI. legales, no sucede otro tanto con las grandes empresas navieras que, por los Ingentes capitales que ponen en juego y la magnitud de los buques, han adoptado tipos de organización y de división del trabajo que no son debidamente contemplados por las leyes vigentes'. La mayor parte de los Códigos que han seguido el modelo francés, atribuyen al capitán de la nave una serie de funciones y responsabilidades que la actual división del trabajo va atenuando, pero que, coma lo señala Scialoja, corresponde estudiar en base a los códigos, "ya sea porque conservan todo su alcance práctico en las pequeñas empresas de navegación, organizadas según las formas tradicionales, ya sea porque, aunque ciertas atribuciones del capitán, de hecho, están desempeñadas por otros agentes, bajo su dependencia o bajo la dependencia directa del armador, siguen en vigor, por lo menos en principio, las normas fundamentales sobre poderes y responsabilidad del capitán, aparte las concernientes a funciones que por ley le corresponden en forma indcrogable". Históricamente vemos que en un principio se concentraban las funciones de propietario, armador, cargador y capitán del buque en manos de una misma persona, comerciante que transportaba sus mercaderías en nave de su propiedad por él comandada. En el Derecho romano, en cambio, se destaca netamente la figura del capitán frente a la del armador, generalmente propietario del buque. Se concedía a terceros el derecho de accionar contra el armador (exercitor) para demandar el cumplimiento de las obligaciones contraidas por el capitán (magister navis), derecho que se ejercía mediante la acfio excercitoria. En las distintas formas de empresa y asociación que se emplearon durante la Edad Media, si bien la figura del capitán aparece algo diferenciada (nauclerus en la columna; senyor de la ñau en la encomienda), sucede que el vínculo asociativo mantiene unidas a todas las 'personas Interesadas en la expedición, entre las que se cuenta al capitán. Como lo destaca Scialoja, la verdadera diferenciación de la función sobreviene con la difusión, a comienzos del siglo xrv, de los seguros marítimos sobre mercaderías. A raíz de la nueva institución, se produce la separación de la empresa comercial j la empresa de transporte, o sea el cargador, por una parte, y el armador, generalmente propietario, por la otra. Al permanecer el armador en tierra, el capitán le representa a bordo y asume todas las fun- clones técnicas y comerciales relativas a la expedición marítima. El nuevo tipo de organización, que se mantiene en vigor al comenzar el siglo xix, inspira el Código francés y al mismo tiempo a todos los otros códigos a los que sirvió de modelo. El gran desarrollo alcanzado por la industria naviera con el advenimiento de la navegación a vapor trajo por consecuencia ia separación de las figuras del armador y del propietario. Surgieron poderosas empresas, con capitales capaces de soportar los enormes costos de construcción, mantenimiento y explotación de las naves modernas. Se organizan rutas, se establecen asientos de las sociedades de armamento y navegación en los puertos mas importantes de ultramar y se' efectúa una verdadera división del trabajo en detrimento del capitán, cuyas funciones quedan disminuidas. No obstante, y como ya se señaló, las disposiciones de los códigos, si bien ajenas a la realidad actual en lo que á la materia se refiere, conservan plena validez, como se verá a través de su análisis, en los capítulos siguientes. . II. La figura jurídica del capitán. 1) Ideas generales: Resulta tarea dificil establecer la naturaleza jurídica de la función del capitán, pues para ello se hace necesario considerarla desde diferentes puntos de vista: en relación a sus funciones técnicas en la dirección y gobierno de ia nave; en su relación de servicio con el armador y como representante necesario del mismo; respecto a los cargadores, cómo gestor de la carga; y en cuanto a numerosas atribuciones de orden público que las leyes delegan en él, atendiendo a intereses del Estado. El articulo 904 de nuestro Código de comercio, en su primera parte, define al capitán como la "persona encargada de la dirección y gobierno de un buque, mediante un salario convenido o una parte estipulada en los beneficios". La definición es completamente limitada y así lo demuestran las siguientes disposiciones del Código sobre la materia. Solamente se contempla,, en ella el aspecto técnico de sus funciones, ya que la figura del capitán es mucho más compleja y para determinarla se requiere el conocimiento de los múltiples aspectos que se dan en ella. En efecto, el capitán que ha asumido él mando de un buque, asume al mismo tiempo la responsabilidad por cuantiosos intereses del armador que ¡o designa y de los cargadores cuya carga se le confia, a la vez que se convierte en el jefe de una pequeña comunidad de perso-. ñas que viven a bordo del buque, bajo" el pabellón nacional, en alta mar o en aguas extranjeras. Por todo ello, las leyes le confieren una serie de poderes y atribuciones de Derecho público y de Derecho privado, todas de carácter particularísimo. En primer término, el capitán es un dependiente del armador, ligado a él por un contrato que se denomina de ajuste y que será materia de especial estudio en el capítulo correspondiente a la relación de servicio. Este contrato es la fuente de la relación jurídica entre el capitán y el armador, cuyo esquema formula la ley en forma imperativa, pudlendo manifestarse la voluntad de las partes solamente dentro de ciertos límites. Una vez creado el vínculo por el contrato y cuando el capitán designado para el mando de una nave asume el mismo, entran en vigor una serie de normas de Derecho público extrañas a la relación privada de servicio, pues surgen de la ley misma. De la misma manera, y también por las disposiciones legales, adquiere autoridad propia y se transforma en representante necesario del armador. Sucede entonces que se dan en la misma figura, reunidas, las características de la locación de servicios y del mandato. Finalmente, como gestor de la carga, el capitán puede y, debe tomar todas las medidas necesarias para la conservación y el transporte de las mercaderías, actos que realiza en beneficio de los cargadores, pudiendo exigir el reembolso de los gastos efectuados. No obstante, no existiendo en • tal sentido un acuerdo de voluntades entre cargadores^y capitán, que impide considerar a éste como mandatario de aquéllos, se dan las formas de la gestión de negocios. 2) Requisitos para el mando: Sostiene Brunetti que el capitán, como conductor de una nave y director de la maniobra, que tiene en sus manos la vida de centenares de seres y de millones de haberes, en contingencias de tiempo y de lugar que pueden ser extremadamente peligrosas, se convierte en un gestor que es objeto de riguroso contralor por parte del Estado, por lo que son precisas para el desempeño del cargo, probadas condiciones de integridad física y moral y de aptitud técnica. Nuestro Código no establece requisitos para poder ser capitán, pero la omisión ha sido salvada en los reglamentos, siendo necesario distinguir entre la navegación de ultramar y la de cabotaje. En el primer caso, para ser capitán de buques que navegan cabos afuera, se requiere: ser egresado de la Escuela Nacional de Pilotos; o de la Escuela Naval desde alférez de navio; o ser oñcial de la Armada; o tener patente extranjera revalidada en el país; una edad mínima de veinticinco años; buena conducta y buena salud. En cuanto a los capitanes de cabotaje, que dirigen buques menores de 500 toneladas, o mayores de 500 cuando faltan capitanes de ultramar, que navegan cabos adentro o en ríos, es necesario tener veintidós años de edad y haber navegado durante tres años en buques de 150 a 200 toneladas. 3) Nombramiento: Las atribuciones, obligaciones y responsabilidades del capitán derivan de su nombramiento o designación para el mando de un buque. Dicha designación constituye en sí misma un acto de voluntad privada que, no obstante ello, se encuentra coactivamente regulado por personas que el mismo Código establece con carácter imperativo, ya que el encargo debe recaer siempre en persona capa i. El artículo 921 dispone: "Si en el momento de la partida sobreviniere al cap'tán alguna enfermedad que lo haga incapaz de gobernar el buque, debe hacerse substituir por otro capitán en el desempeño del cargo, a no ser que el segundo se hallase en estado de hacer sus veces, sin peligro del buque ni de la carga. Si el dueño o armador se encontrare en el lugar de la partida, la substitución no puede hacerse sin su consentimiento". En caso de muerte o impedimento del capitán, recae el mando del buque en el piloto, y en falta o impedimento de éste, en el contramaestre, con todas las prerrolas leyes. gativas, facultades, obligaciones y responSe presentan en la práctica diversas situaciones. En las grandes compañías1" que sabilidades inherentes al cargo de capitán (art. 975); y "en caso de muerte o impediexplotan líneas marítimas fijas, los capitanes pertenecen al personal fijo de aqué- mento de los funcionarios a que se refiere llas, a las que estar ligados por una re- el artículo precedente, el mando del bulación de empleo (dependientes) que es que recaerá en el marinero que por votapermanente. A medida que las necesidades ción designaren los tripulantes". Como es fácil apreciar, se trata de otra del tráfico lo requieren, son designados para el mando de una u otra nave de la de las tantas disposiciones del Código que pecan de inaplicabilidad en la actualidad, compañía. Cuando no hay tal relación de empleo porque el mando de un buque moderno es permanente, el capitán puede ser desig- tan complejo que no puede confiarse a un nado en distintas formas: por un viaje de- marinero elegido por votación de los triterminado, por un tiempo determinado o pulantes. 4) Naturaleza del contrato de designapor un tiempo indeterminado, para una sola nave o para varias naves del mismo ción: Por las características especiales de armador. La relación se establece mediante este contrato, algunos autores, como Henel contrato de ajuste, que por sus caracte- nebicq y Smeesters llegan a considerarlo rísticas especiales puede ser señalado como un contrato sui generis. Sin embargo, es una especie de locación de servicios, en opinión dominante en la doctrina francesa e italiana, que lo consideran en su esencia el que la voluntad de las partes se encuencomo una locación de obra, a la que se tra coactivamente limitada por las disposiciones de la ley, que establece los requi- funden elementos del mandato y de la resitos, el contenido y las obligaciones de las presentación (Lyon Caen y Renault, Danpartes. jon, Scialoja, Brunettí). Si bien el contrato de ajuste del capitán Sostiene Scialoja que el contenido de la y el de la tripulación tienen de común que relación de servicio entre armador y capiambos son formas de la locación de obra, tán no podría explicarse completamente existen notables diferencias entre los miscon el contrato de trabajo, ya que el mismos por la cau;a que los motiva y la par- mo tiene por objeto la realización de actos ticularidad de las funciones del capitán, materiales (prestaciones de índole técnica que está investido de poderes y atribucio- e intelectual), en tanto que forma parte nes de Derecho público y de Derecho pri- de la relación de servicio del capitán la vado. ejecución de actos jurídicos. Señala asiDe acuerdo a lo dispuesto por el articulo mismo que los elementos de la locación de 891 del Código de comercio, en su primera obra son perfectamente conciliables con los parte, corresponde al armador hacer el del mandato, porque también este contrato nombramiento y ajuste del capitán. forma parte de la categoría general de los Ahora bien, siendo la persona encargada negocios que tienen por contenido la presde la dirección y- gobierno de la nave, la tación de un servicio. ley exige continuidad en el mando, de maBrunetti, por su parte, afirma que el nera que si por causas que la ley detercontrato por el cual el capitán queda inmina quedare el cargo vacante, debe llevestido con el mando, no está formado narse de inmediato en la forma y por las por el concurso o la superposición de dos relaciones: arrendamiento de servicios y mandato; sino que es un negocio típico de arrendamiento de servicio, configurado por la ley con elementos extraídos del mandato y de la representación. Se trata de un contrato nominado que presenta la íusión de elementos característicos de diversos contratos, pero no todos los elementos de cada uno de ellos. Agrega que se trata de un contrato mixto típico, materializado fundamentalmente por una relación de arrendamiento de servicios, en el cual conviven compenetrados elementos del mandato y de la representación. Sucede entonces que el contrato compenetrado (arrendamiento de servicios) pierde, por voluntad de la ley, algunos de sus elementos típicos. Se trata de una limitación a la autonomía de la voluntad en los contratos, pues los contratantes son libres de aceptar o no el esquema propuesto por la ley, pero no pueden modificarlo. III. Poderes, obligaciones y responsabilidades del capitán. En toda expedición marítima se ponen en Juego cuantiosos capitales, que hacen sumamente compleja la función del capitán como Jefe de la misma en el aspecto técnico y como custodio responsable de los intereses que se le confían. Ya hemos señalado que a la vez que representante necesario del armador, se convierte, al asumir el mando, en gestor de la carga y en delegado a bordo de la autoridad del Estado, por lo que la ley le otorga poderes y le impone deberes que pertenecen a la esfera del Derecho público, a los que deben sumarse las obligaciones de Derecho privado propias de la función y las consiguientes responsabilidades. Todo ello hace que resulte sumamente difícil sistematizar el estudio de la materia sobre el particular. En términos generales puede afirmarse, como lo hace Scialoja, que los poderes y obligaciones legales de Derecho privado se refieren más directamente al desarrollo de la expedición- marítima y a la protección de los intereses en juega; en tanto que los de Derecho público están vinculados en parte a la función del capitán como comandante de un buque nacional, y como jefe de una pequeña comunidad de elúdanos alejados del territorio del Estado. Decimos que en términos generales puede aceptarse, porque la frontera no es absoluta y en ambos casos entran en juego, amalgamadas, disposiciones del Derecho público y del Derecho privado, pues la función en sí es única y total. A los fines de dar al estudio de la materia una mayor claridad, nos ocuparemos primeramente de los poderes y deberes del capitán como comandante de la nave y luego de sus obligaciones como gestor de la carga, para contemplar, finalmente, sus responsabilidades en cada caso. i) £2 capitán como comandante de la nave: Como jefe del buque, encargado de su gobierno y dirección, a la vez que como delegado de la autoridad pública, la ley otorga al capitán poderes y le impone deberes, en su mayor parte de Derecho público, que la voluntad de las partes no puede derogar. a) Federes de a bordo: Los códigos modernos mantienen una serie de prerrogativas en favor del capitán, que lo convierten a bordo en un delegado de la autoridad del Estado. Para ello se tiene en cuenta que el buque que navega por alta mar o en aguas extranjeras, representa una parte del territorio del Estado, cuya máxima autoridad es el capitán. Tales facultades constituyen lo que en doctrina se denomina poder de a bordo. Dispone el articulo 904 en su segundo apartado: "El capitán es el jefe del buque, toda la tripulación le debe obediencia, en cuanto fuere relativo al servicio del mismo". Es completado por el artículo 905, en cuanto establece que "el capitán es delegado de la autoridad pública para la conservación del orden en el buque y salvación de los pasajeros, .gente de mar y carga. La tripulación y pasajeros le deben respeto y obediencia en cuanto se refiere al servicié del buque y seguridad de las personas y carga que conduzca". Se-trata, pues, de un poder de autoridad o imperio sobre las personas que se encuentran a bordo, sean tripulantes o pasajeros, en aras de la tranquilidad de a bordo, la seguridad de la nave y las personas y efectos que conduce, así como del éxito de la expedición marítima. Este poder se ejerce, por lo tanto: al) Sobre los oficiales y marineros que componen la tripulación de la nave: El capitán puede y debe exigir de las personas enroladas el cumplimiento de las tareas propias del servicio, así como la debida obediencia a sus órdenes relativas al servicio y la disciplina. Dicho poder alcanza al personal que debe prestar servicio, asi se encuentre a bordo de la nave o en tierra. a2) Sobre las demás personas embarcadas: mientras se hallen a bordo, por cuanto el capitán es el jefe de la comunidad viajera por expresa disposición de la ley. El poder de autoridad a que hacemos referencia se refuerza con las atribuciones que el mismo Código confiere al capitán, a saber: 19) Dictar las órdenes necesarias para el gobierno y dirección del buque. 29) Imponer a bordo las penas correccionales establecidas por la ley o reglamentos, a las personas que perturben el orden del buque, cometan faltas de disciplina o rehusen u omitan prestar el servicio que les corresponda. 39) Arrestar a los que se hicieren culpables de algún delito, levantar información del hecho y entregar los delincuentes a la autoridad competente. Las anteriores atribuciones, que surgen de los tres incisos del artículo 906, convierten al capitán en juez correccional, cuando aplica penas a quienes perturban el orden o la disciplina; y en autoridad de instrucción, cuando en el caso de delitos, detiene al autor, levanta información y sumario del hecho y entrega los delincuentes a la autoridad competente. Atribuciones 'como oficial del estado civil: Dentro del poder de" a bordo deben incluirse las atribuciones del capitán como funcionario u oficial público del Estado, para ciertas atestiguaciones del estado civil de las personas, de nacimiento y de muerte. Al efecto, dispone el artículo 927, inciso 59 del Código de comercio, que el capitán debe asentar en el Diario de Navegación los nacimientos y defunciones que ocurrieren a bordo. Dicha disposición concuerda con lo establecido por el articulo 81 y el artículo 104 del Código civil, respecto al nacimiento de las personas o las defunciones ocurridas a bordo de los buques en alta mar, los que se probarán por copias auténticas del acta respectiva que deberán hacer los capitanes de buques mercantes, en la forma preceptuada por la ley respectiva. Funciones notariales: El poder de a bordo comprende también funciones notariales. El inciso 89 del artículo 927 del Código de comercio se refiere a los "testamentos otorgados a bordo, con arreglo a las disposiciones del Código civil", entre los asientos que el capitán debe efectuar en el Diario de Navegación. Las normas del Código civil .que menciona el inciso transcrito del artículo 927 son. las siguientes: De acuerdo a lo establecido por el artículo 3683, en concordancia con el artículo 3679, las personas que forman la tripulación y los pasajeros de los buques que navegan bajo la bandera argentina, podrán testar ante el capitán, su segundo o piloto, y tres testigos, de los cuales dos deben saber firmar. Agrega el artículo 3680 que el testamento será custodiado entre los papeles más importantes del buque, y se hará mención de él en el diario. Por aplicación del artículo 3681 del Código civil, si el buque, antes de volver a la República, arribase a un puerto extranjero en el que haya un agente diplomático o un cónsul argentino, el capitán deberá entregar a este agente un ejemplar del testamento, y el agente lo remitirá al Ministerio de Marina; pero si el buque volviera a la República, deberá el comandante de la nave entregar el ejemplar a que se hace referencia al capitán del puerto, quien a su vez lo remitirá al Ministerio de Marina. El testamento otorgado a bordo puede ser también cerrado, siempre que se observen las solemnidades prescriptas para el testamento marítimo (art. 3682), pudiendo ser también ológrafo (art. 3687). Si el testamento se otorgase estando el buque surto en algún puerto, el mismo no será válido si en esa época había en el puerto un cónsul argentino (art. 3685). Respecto a la validez del testamento, dispone el artículo 3684 que sólo la tendrá si el testador hubiese fallecido antes del desembarco o dentro de los noventa días subsiguientes. Otra de las funciones notariales del capitán es la que surge del artículo 964 del Código de comercio, que establece: "Si durante la navegación falleciese algún pasajero o individuo de la tripulación, pondrá el capitán en buena guarda todos los papeles o pertenencias del difunto, formando un inventario exacto, con asistencia de los oficiales del buque y de dos testigos, prefiriendo a este fin a los pasajeros, si los hubiere. Luego que llegare al puerto de su salida, hará entrega del inventarió y bienes a las autoridades competentes". b) Deberes y atribuciones del capitán como comandante de la nave: A los'poderes ya estudiados, se suman deberes y atribuciones, en su mayor parte de Dere- cho público, que se refieren a la policía de navegación, a la policía de seguridad, a la policía sanitaria y a la policía aduanera, y de las que nuestro Código contem- pla las siguientes: bl) Elección de la tripulación: I Corresponde al capitán formar la tripulación del buque, eligiendo y a justando los oficiales, marineros y demás hombres del equipaje, así como despedirlos en los casos que pueda verificarlo, obrando siempre de acuerdo con eí dueño, armador o consignatarios del buque, en los lugares donde éstos se hallaren presentes. El capitán es responsable, si emprendiere viaje sin que el buque estuviese provisto de la tripulación necesaria. En ningún caso se puede obligar al capitán a recibir en su tripulación per- sona alguna que no sea de su satisfacción. . Supone la ley que nadie es más indicado que el capitán para conocer la competencia de los hombres destinados a formar la tripulación de la nave a su cargo. b2) Obligación de hacer reconocer la nave: Antes de tomar carga y mediando requerimiento de parte interesada, el capitán está obligado a hacer reconocer el buque por peritos para ' determinar si se halla en condiciones para navegar, esto es, provisto de todo lo necesario y en estado de emprender viaje (-irt. 923). Por otra parte, el día antenoo a la salida del puerto de la carga, debe el capitán hacer inventario, en presencia del piloto o contramaestre, de las provisiones, las amarras, anclas, velas y demás aparejos, con declaración del estado en que se encuentren. El inventarlo debe ir firmado por el capitán, piloto y contramaestre. Todas las alteraciones que durante el viaje sufrieran los efectos "mencionados, serán anotadas en el Diario de Navegación, bajo la firma de los tres referidos individuos (artículo 929). b3) Obligación de partir: Una vez que se halle provisto de todo lo necesario, el capitán está obligado a partir en la primera ocasión favorable, sin que pueda diferir eli viaje por enfermedad de alguno de los oficiales u hombres de la tripulación. En tal caso, es su obligación proveer inmediatamente al reemplazo de los enfermos o impedidos (art. 920, Cód. de com.). b4) Obligación de llevar los documentos y libros del buque: El artículo 925 señala los documentos que el capitán está obligado a tener a bordo de su buque, a saber: la escritura de propiedad del buque o un testimonio debidamente legalizado; el pasaporte del buque o carta de mar; el rol de la tripulación; la patente de sanidad; las guías o despachos de Aduana del puerto de la República de donde hubiere salido, verificadas conforme a las leyes, reglamentos e instrucciones fiscales; las pólizas de fletamento, en los casos en que hubiesen tenido lugar, y los conocimientos de la carga que existiera a bordo; y un ejemplar del Código de comercio. El rol de la tripulación, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 928, debe contener: 1?) Los nombres del buque, capitán, oficiales y gente de la tripulación, con declaración de sus edades, estado, naturaleza, domicilio y empleo de cada uno a bordo. 2?) El puerto de la salida y el de destino que el buque tuviere. 39) Los sueldos estipulados, especificándose si son por viaje, por mes, por cantidad cierta o a flete o parte de beneficios. 49) Las cantidades adelantadas que se hubiesen pagado o prometido pagar por cuenta de sueldos. 59) La firma del capitán y de los oficiales y hombres de la tripulación que supieran firmar. El artículo 927 se refiere a los libros que el capitán está obligado a llevar. Se trata de un importante medio de prueba de sucesos ordinarios y extraordinarios del viaje, que las leyes tratan de rodear de las garantías necesarias a su fin. El mencionado articulo 927 impone al capitán la obligación de llevar asiento formal de todo lo concerniente a la administración del buque y ocurrencias de la navegación. Al efecto, debe hacer los correspondientes asientos en tres libros encuadernados y foliados, debidamente rubricados por la autoridad competente (aquella que tiene a su cargo la matrícula de los buques). La falta de tales asientos hace responsable al capitán por los daños y perjuicios que resultaren. En el primer libro, denominado "De cargamentos", debe anotarse la entrada y salida de todos los efectos que se carguen en el buque, con declaración de las marcas y números de los bultos, nombres de los cargadores y consignatarios, puertos de carga y descarga, fletes estipulados y todas las demás circunstancias ocurrentes que pudieran servir para futuros esclarecimientos. En el mismo libro deben anotarse los nombres de los pasajeros, con'declaración del lugar de su destino, precio y condiciones del pasaje y detalle de sus equipajes. El segundo libro, "De cuenta y razón", debe contener el asiento, en forma de cuentas corrientes, de todo lo que él capitán reciba y expenda relativamente al buque y pueda dar lugar a la rendición de una cuenta, o a deducir o contestar una demanda; abriéndose cuenta a cada uno de los individuos de la tripulación, con declaración de sus sueldos, cantidades recibidas por razón de ellos y consignaciones que dejan hechas para sus familias. El tercer libro es el llamado "Diario de Navegación". El mismo articulo 927, a través de trece incisos, detalla las anotaciones que deben llevarse en1 el mencionado diario, a saber: 19), el estado diario del tiempo y los vientos; 2?), el progreso y retardo del buque; 39), el grado de longitud y latitud en que se halle el buque día por día: 49), el estado sanitario de los pasajeros y tripulantes; 59), los nacimientos y defunciones que ocurrieren a bordo; 6'), les servicios extraordinarios prestados por los individuos de la tripulación; 7'), penas correccionales que se hubiesen impuesto, con expresión de sus causas; 8?), las cantidades que haya tomado a la gruesa y los nombres y domicilios de los prestalos testamentos otorgados a bordo con mistas. arreglo a las disposiciones del Código civil; El capitán está obligado también a pedir 99), todos los daños que acaezcan al bu- el dictamen de los dueños del buque, carque o a la carga y sus causas; 10), el es- gadores o sus mandatarios, estando presentado, en cuanto sea posible, de todo lo que tes, y en todos los casos, consultar a los se perdiere por accidente y de todo lo que oficiales del buque siempre que se trate se hubiese cortado y/o abandonado; 11), la de algún acontecimiento importante (arderrota seguida, y los motivos de las se- • tículo 930). paraciones, ya sean voluntarias o forzosas; Ninguna disculpa podrá exonerar de 12), todas las resoluciones tomadas por .el responsabilidad al capitán que mudase la consejo del buque; 13), las despedidas que derrota que estaba obligado a seguir, o que se hayan dado a oficiales, u hombres de la practicase algún otro acto extraordinario tripulación, así como sus motivos. del que pueda provenir daño a las persoEste libro debe ser continuado, datado y nas o al buque o carga, sin haber precedifirmado día por día, por el capitán y su do celiherac ón tomada en junta, comsegundo, si el tiempo y las circunstancias puesta de todos los oficiales del buque, y lo permitieren. Los otros dos libros deben en presencia de los interesados en el buque ser solamente firmados por el capitán. o la carga, si algunos se encontrasen a b5) Obligación de permanecer a bordo: bordo. En tales deliberaciones y en todas El capitán está obligado a "-ermanecer a las demás resoluciones que fuese obligado bordo de su buque desde el n.^ento en a tomar con acuerdo de los oficiales del que comienza el viaje, hasta la llegada a buque, podrá el capitán, siempre que lo buen puerto, sin que durante el viaje le sea juzgue conveniente, obrar bajo su responpermitido pernoctar fuera del buque, a no sabilidad personal, contra el dictamen de ser por ocupación grave, que procada de su la mayoría (art. 933). oficio o de sus negocios. b7) Obligación de seguir la ruta ordiEstá obligado asimismo a tomar los pi- naria: En general, el buque debe mantelotos o prácticos necesarios en todos los ner la ruta habitual y no siendo por molugares en que los reglamentos o el uso de tivos de fuerza mayor, o por caso de asisla prudencia lo exigieren; so pena de res- tencia, en que hay una obligación de ponder por los daños y perjuicios que de prestarla, el capitán no puede desviarse ni su falta resultasen (art. 928). demorar el viaje. El artículo 934 prohibe al El capitán no puede abandonar el buque, capitán entrar voluntariamente en puerto sea cual fuere el peligro, salvo en caso de distinto al de su destino, y le obliga a sanaufragio. Juzgándose indispensable el lir en la primera oportunidad si entró por abandono, está obligado a emplear la ma- fuerza mayor, so pena de responder por yor diligencia posible para salvar todos los los daños y perjuicios que de la demora efectos del buque y carga, con especialidad resultasen al buque o a la carga. los papeles y libros del buque, diaero y b8) Obligaciones en casos de, guerra. mercancías de más valor. Si a pesar de toda Escoltas: La disposición del artículo 935 es su diligencia los objetos sacados del buque clara y no requiere mayor comentario: si o los que quedaron a bordo se perdieren o después de la salida del buque sobreviniefueren robados, sin culpa suya, quedará ra un estado de guerra y la bandera o la exonerado de toda respoíisabillHad (artícu- carga no fueran libres, el capitán está lo 929). obligado a arribar al primer puerto neutral b6) Obligación de informar al propie- y a permanecer en él hasta el restablecitario o armador: El capitán está obligado, miento de la paz, o hasta que pueda salir durante el viaje, a aprovechar todas las bajo convoy o de otro modo -seguro. Lo ocasiones que se ofrezcan para informar al mismo si llegase a saber que el puerto de dueño o armador del estado del buque. Así su destino se encuentra bloqueado, salvo lo dispone el artículo 930 del Código de órdenes expresas en contrario. comercio. El mismo artículo establece que, El capitán cuyo buque viaje bajo la esantes de la salida del puerto al cual se colta de naves del Estado, no puede sepahubiera visto forzado a arribar, o antes rarse del convoy y está obligado a. obedede emprender viaje de retorno, el capitán cer las órdenes y señales del jefe del está obligado a remitir al armador una convoy, so pena de responder por los percuenta firmada que contenga el estado de juicios que sobrevinieran al buque o la la carga, el precio de los efectos cargados carga. por cuenta del buque, los gastos de repab9) Obligaciones en casos de violencias: ración u otros que se hayan ocasionado. Por todos los medios que su prudencia le dictare, el capitán debe resistir cualquier violencia que se intentare contra el buque o la carga. Este deber que le impone el articulo 937 es consecuencia de la diligencia que en todo momento se exige al capitán en defensa de los cuantiosos intereses- a él confiados. Pero si agotados los medios de defensa que su prudencia le aconsejare, fuese obligado a hacer entrega de todo o parte, el régimen publicistico le exige que deje el correspondiente asiento en el libro y justifique el hecho en el primer puerto de arribo (art. 937). La misma diligencia debe desarrollar en casos de apresamiento, embargo o detención. Es su obligación reclamar el buque y la carga, dando aviso al mismo tiempo al dueño o armador del buque y a los cargadores o consignatarios de las mercaderías, sobre el estado del buque y de la carga. Para ello debe emplear todos los medios a su alcance. Una vez comunicado y mientras recibe órdenes, debe adoptar las disposiciones provisorias que sean absolutamente urgentes, para la conservación del buque y de la carga (art. 937, 2» parte). blO) COKS de echazón. Protestas: En caso de echaaóa, la ley estipula la forma en que ¿¿be efectuarse. El capitán está obligado a empezar por las cosas menos necesarias, las más pesadas y de menor precio; luego las mercaderías del primer puente, a su elección, después de haber oido el dictamen de los oficiales del buque. De las resoluciones tomadas al efecto, y tan pronto como le sea posible, ei capitán debe dejar asiento por escrito, con expresión de las causas que hayan determinado la echazón y la enunciación de los objetos echados o averiados. El asiento será firmado por las personas que hubieran sido consultadas o se expresara el motivo por el cual no hayan podido firmar '««rt. 938). Las relaciones o protestas formadas a bordo tendientes a comprobar echazón averias u otras pérdidas ruale&oulera. deben ser ratificadas con juramento del capitán, dentro de las veinticuatro horas útiles, ante la-, autoridad competente del primer puerto adonde llegara 'are 939). En los puertos de la República es autoridad competente el tribunal de Comercio, y en puertos extranjeros el cónsul de la República o, en su defecto, la autoridad competente del lugar (art. -942). Pero sea cual fuere el lugar donde el capitán verifique .su protesta, deberá hacer visar el Diario de Navegación por la autoridad que reciba la protesta. En cualquier tiempo, el capitán está obligado a exhibir ese libro a las partes interesadas y a consentir que saquen coplas o extractos (art. 940). bll) Presentación a las autoridades: Al arribar a un puerto cualquiera, y dentro de las veinticuatro horas útiles siguientes, el capitán está obligado a presentar el Diario de Navegación ante las autoridades que menciona el articulo 942, declarando al mismo tiempo el lugar y época de salida, la derrota seguida y los peligros que haya corrido iot aaños causados en el buque o carga > las demás circunstancias notables de si viaje (art 941), Regresando e. buque al puerto de salida, o arribanac » aoué) en que dejare el mando, e» obligación de) capitán presentar el rol o matricula original en la repartición encargada dr la matricula del buque, dentro de veinticuatro horas útiles, haciendo las mismas declaraciones del caso anterior (art. 943). Transcurridos ocho dias después del referida tiempo, queda proscripta cualquier acción que pueda tener lugar contra el capitán, por falta que hubiera cometido en la matricula durante el viaje. El mismo articulo 943 establece pena de multa para el capitán que no presentare todos los individuos matriculados o no hiciere constar debidamente el motivo de la falta. 2. fl capitán como gestor de la carga: Hasta aquí hemos contemplado las atri- buciones del capitán como comandante del buque. Falta ahora estudiar su situación frente a los cargadores o consignatarios de las mercaderías embarcadas a bordo. Las relaciones frente a éstos, se vinculan por una parte con el contrato de fletamento, cuyo perfeccionamiento y ejecución compete al capitán como representante del armador; y además, con los poderes que la ley atribuye al capitán en cuanto se le confia la custodia y gestión de la carga. (V. CONTRATO DE FLCTAMEMTO.) Se sostuvo por parte de la doctrina francesa que e) capitán es un apoderado o mandatario de los cargadores, y que en virtud de este mandato, debe y puede tomar todas las medidas tendientes a la conservación de las cosas cargadas y al mejor transporte de las mismas. A dicha teoría se ha objetado que el mandato supone acuerdo de voluntades, y que entre el capitán y los cargadores no hay ningún contrato. Sciaioja parte de dicha objeción, que afirma es decisiva, y agrega que excluye hasta la posibilidad de que se reconozca al capitán como representante legal de los cargadores, en la misma forma que lo e« . del armador. Sólo podría hablarse de una i representación legal en caso de una reía- ' clon jurídica voluntarla. En base a talr consideraciones, sostiene Sclaloja que las del armador al remitir sus cuentas (arresponsabilidades y obligaciones del capitán ticulo 931). 3. ResponsaWtdad del capitán: Todas con respecto a los cargadores o interesados en la carga, derivan del contrato de fleta- las obligaciones que la ley impone al camento, que por medio del capitán como pitán son reforzadas por una serie de resrepresentante del armador, Instituye re- ponsabilidades que la misma ley establece laciones jurídicas entre éste y los fletado- hasta por culpas leves en el ejercicio de res; o bien derivan de disposiciones legales sus funciones. En algunos casos de dolo o culpa gravé, existe al mismo tiempo la expresas. No habiendo relaciones jurídicas preexis- sanción penal. La responsabilidad del capitán existe tentes, todo acto del capitán que aparente una representación de los cargadores, debe frente a todas las personas a las que se tenerse como una gestión de negocios y no haya causado daño por su propia culpa, sean propietarios o armadores, cargadores como un mandato. Nuestro Código de comercio considera al o consignatarios, pasajeros o tripulación El artículo 908 dice que está obligado a capitán como depositarlo de la carga y de cualesquiera objetos que recibiere a bordo llenar, cuidadosamente los deberes de un (art. 918). Como tal, tiene obligaciones buen marino, y a Indemnizar al dueño o a relativas a la conservación y a la pronta la asociación, los daños y gastos causado» entrega de las mercaderías. Las primeras por su impericia, negligencia o infidelidad, se refieren a su guarda, buen arrumaje, sin perjuicio de la responsabilidad crimietcétera. En cuanto a la entrega, debe nal que corresponda. Responde de los daños que sufra la carefectuarla tan pronto se le presenten los conocimientos. La responsabilidad del capi- ga, a no ser que provengan de vicio propio tán por la carga comienza desde que la de la cosa, fuerza mayor o culpa del carrecibe, y continua hasta el acto de entrega gador, incluyéndose los hurtos, o cualquier en el lugar convenido (art. 918), salvo daño cometido a bordo por individuos de la tripulación (art. 909). convención expresa en contrario. Se entiende por arrumaje la colocación Asimismo, y como ya se ha señalado, del cargamento en el buque. De la forma responde de todos los daños que sobrevenen que se realice la operación, depende gan a las mercaderías que haya dejado que la carga se conserve en debida forma sobre cubierta sin consentimiento escrito durante el viaje, de acuerdo al tipo de del cargador (art. 910). Esta disposición mercaderías de que se trate en cada caso. reconoce una excepción: la navegación de El capitán puede cargar y dejar merca- cabotaje menor o dentro de los ríos, y derías sobre cubierta únicamente con per- aquella en que fuere de uso cargar sobre miso escrito del cargador (art. 911). cubierta. La diligencia que debe emplear el capiDe la obligación Impuesta al capitán de tán con respecto a las cosas que cargue, proveerse de los papeles necesarios respecto es la misma que se requiere para todos a la carga, y de aquella otra por la que sus actos a bordo, porque en ello se cifra debe hacer declaraciones en los puertos de él éxito de la expedición marítima. Asi, de- arribada, surge su responsabilidad personal be tener cuidado de no cargar efectos frente a los cargadores en caso de que surcuya avería, merma o mal estado de acon- gieran perjuicios a los mismos por su Indicionamiento sea visible, sin hacer expre- cumplimiento. Asi lo establece el articusa mención en los conocimientos, ya que en lo 957. defecto de dicha mención se presume que Las anteriores responsabilidades tienen las mercaderías, en cuanto a su aspecto relación con la carga. El Código ha estaexterior, fueron cargadas en buen estado blecido, a través de diversas disposiciones, y bien acondicionadas (art. 913). otras responsabilidades, a saber: De todos les efectos cargados, el capitán a) Responsabilidad por actos particulaestá obligado a dar recibo, o hacerlo dar res: El capitán que cargare en el buque, por el contramaestre, con designación de aun so pretexto de ser en su propio camasu cantidad, marcas o números, a fin de rote, efectos de su cuenta particular, sin que oportunamente puedan cambiarse por consentimiento del dueño del buque o de los conocimientos respectivos (art. 914). los cargadores, si el buque ha sido fletado (V. CONOCIMIENTO.) por entero, podrá ser obligado a pagar el Es permitido al capitán, antes de em- doble del flete correspondiente (articuprender viaje de retomo, hacer asegurar lo 915). el importe de los efectos cargados y las £3 capitán que navega a flete común, o «urnas desembolsadas por cuenta del bu- con Interés en el beneficio que resulte de que; pero debe ponerlo en conocimiento la carga, no ouede hacer luamdn «T<nmr de su propia cuenta, a no ser que mediare estipulación escrita en contrario. SI lo hiciere, pertenecerá a los demás interesados la utilidad que pueda resultar y las pérdidas serán de su exclusiva cuenta (art. 916). A fin de evitar acuerdos entre el capitán y los cargadores, en perjuicio del armador, la ley prohibe todo pacto público o secreto entre ellos, bajo cualquier titulo o pretexto que íuere. Si el capitán los hiciere, serán de su cventa y de los cargadores todos los daños que sobrevinieren y pertenecerán al dueño del buque los beneficios que resultaren (art. 917). b) Responsabilidad por obligaciones contraídas: Las obligaciones que contrae el capitán para atender a la reparación, habilitación y aprovisionamiento del buque, no le constituyen personalmente responsable, sino que recaen sobre el armador, a no ser que el capitán comprometa expresamente su responsabilidad personal o suscriba letras de cambio o pagarés a su nombre. Sin embargo, el capitán que en los documentos de las obligaciones procedentes de gastos que haya hecho para la reparación, habilitación o aprovisionamiento del buque, haya omitido enunciar la causa de que proceden, quedará personalmente obligado hacia las personas con las que hubiese contratado, sin perjuicio de le, acción que éstas puedan tener contra los dueños del baque, en caao de probar que las cantidades debidas fueron efectivamente aplicadas en beneficio de la embarcación.Vale decir que, de acuerdo a la disposición final del articulo 950, la responsabilidad personal del capitán no elimina la posibilidad de que los acreedores puedan accionar contra el armador: sólo se exige en tal caso que prueben que las sumas debidas se aplicaron en beneficio de la nave. Ello tiene su importancia porque, lógicamente, la responsabilidad material del capitán no ha de ser la misma que la del armador. El artículo 954 contempla un caso de responsabilidad criminal, para cuando el capitán tomase dinero sobre el casco y aparejos del buque, o empeñase o vendiese mercaderías, fuera de los casos previstos por el Código, o cometiere fraude en sus cuentas: además de la correspondiente indemnización por daños y perjuicios, quedará sujeto a la respectiva acción criminal. Similar disposición e idéntica sanción es la del articulo 955, aplicable al capitán que, fuera de) caso de Innavegabilidad legalmente probada vendiere el buque sin automación especial de los' dueños. c) Responsabilidad por incumplimiento en el servicio: El capitán qué siendo contratado para un viaje determinado, dejare de concluirlo sin causa justificada, responderá a los dueños y cargadores por los daños y perjuicios que de esa falta resultaren (art. 956). Por el abandono del servicio existe asimismo la sanción del articulo 195 del Código penal. (V. ABANDONO DE SERVICIO.) d) Inobservancia de leyes y Reglamentos .de Aduana y Puertos: Por las multas que se Impusieren al buque, en razón de inobservancia de los reglamentos de Aduanas y Policía de Puertos, responde exclusivamente el capitán (art. 957). e) Baratería: El dolo y la culpa grave configuran la llamada baratería del capitán que generalmente configura delito y es pasible de sanciones penales. (V. CONTRATO DE FLETAMENTO.) IV LA RELACIÓN DE SERVICIO Corresponde estudiar ahora todo lo relativo a la relación de servicio del capitán designado para el mando de un buque: tiempo de la misma, derechos del capitán frente a los armadores o propietarios de la nave, y finalmente extinción de la relación en las distintas formas previstas por las leyes. 1. Tiempo de la prestación del servicio: Hemos visto ya lo que dispone el artículo 958 sobre el capitán en relación a la obligación impuesta al capitán contratado por un viaje determinado:- debe concluirlo, salvo causa Justificada, so pena de responder a los dueños y cargadores por los daños y perjuicios que de su falta resulten. Sostiene Brunetti, comentando la similar disposición del Código italiano (art. 514), que esta norma no está circunscripta al caso de un capitán obligado per ua solo viaje. Agrega que "su ratio Induce a creer que Incluso el enrolado a tiempo determinado o'indeterminado, no puede abandonar el mando intempestivamente, o sea antes de que el viaje en curso haya sido terminado. Emprendiendo el viaje, hayase enrolado por meses o años, él se obliga para aquel viaje y, por lo tanto, viene obligado a cumplirlo". Al asumir el mando el capitán, se obliga por el viaje íntegro, inclusive de retorno, si el fletamiento se concertó por viaje de ida y vuelta. Por su parte, Ascoli afirma que si la nave debiera hacer recalada forzosa en un puerto, no puede asimismo el capitán entregar el mando en tal oportunidad, alegando haberse vencido el término de su enrolamiento. El viaje no se consideraría cumplido de no completarse en el puerto de destino. 2. Derechos del capitán: Además de las obligaciones y responsabilidades anotadas, asisten al capitán una serie de derechos, en defensa de sus intereses y en salva^guardia de su responsabilidad. a) Derecho a la retribución: Dispone el artículo 965 del Código de comercio: "Acabado el viaje, el capitán está obligado a dar cuenta sin demora de su gestión al dueño o armador del buque, con entrega, mediante recibo, del dinero que tuviere, libros y demás papeles. El dueño o armador del buque está obligado a ajustar las cuentas del capitán luego que las recibiere, y pagar las sumas que le fuesen debidas". A continuación, dispone el artículo 966: "Si se suscitaren dificultades sobre la cuenta, el dueño o armador está obligado a pagar provisoriamente al capitán los sueldos convenidos, dando éste fianza de. devolverlos si hubiere lugar, y el capitán está obligado a depositar en la oficina del Tribunal de Comercio del puerto respectivo su diario, libros y demás documentos". Sobre el particular debe agregarse que las sumas debidas al capitán gozan del privilegio, sobre el buque, del inciso T> del artículo 1377 del Código de comercio. En general han desaparecido en la actualidad algunas formas de pago, como la del capitán que navegaba a beneficio, prácticamente inexistente en nuestros días. De la misma manera, señala Brunetti, han desaparecido el derecho de "capa" y el de "pacotilla". Por el primero, el capitán tenía derecho a una compensación del cargador de la buena custodia de las mercaderías, mientras que por el derecho de pacotilla podía el capitán tomar a bordo por su cuenta y en su exclusivo interés, para negociarlas, algunas mercancías. Ya hemos visto que esto último está expresamente prohibido por los artículos 915 y 916, que exigen, para que pueda hacerlo, el consentimiento escrito del dueño o armador. Para los casos de interrupción forzada del viaje, salvamentos, comportamiento especial, venta de la nave durante el curso de la expedición, enfermedad, etcétera, asisten al capitán los mismos derechos que a los demás oficiales y gentes de la tripulación. Puede acontecer que, durante el viaje, el capitán hubiera realizado gastos en utilidad del buque. Le asiste, en consecuencia, el derecho a ser indemnizado de tales gastos, siempre que hubiese obrado de acuerdo a las instrucciones de los dueños o en uso de las facultades inherentes a su condición de capitán. Así lo reconoce el artículo 952. b) Derecho a la medición: En salvaguardia de su responsabilidad, el capitán tiene derecho a exigir que antes de la descarga, los efectos sean contados, pesados o medidos a'bordo del buque (art. 959). 3. El concepto de representación y la relación de servicio: Existe entre el armador y el capitán una relación interna (mandato) y una relación externa (representación) . Esta última es regulada por la ley. En efecto, como señala Scialoja, una vez designado para el mando, se cftcuentra el capitán investido de poderes que la ley establece y que las partes no pueden modificar. Brunetti, a fin de precisar el concepto de representación legal, sostiene que la ley, del mismo modo que exige un representante para las personas incapaces, para las personas jurídicas o para los patrimonios dados en administración, así también lo exige para los buques en la persona del capitán, al cual están confiados el mando, la dirección y el cuidado del viaje. El contrato representativo va enlazado con los atributos del mando, aplicándose durante el curso del viaje, fuera de la órbita de toda actividad contractual del armador, cuando la nave no tenga otros órganos de defensa del patrimonio y de las personas. El contrato representativo del capitán, puesto en vigor durante la navegación, sólo requiere la prueba de su cualidad de inves tido del mando y del contralor en los límites dentro de los cuales la representación opera. Estos límites están fijados por la ley, por lo que el capitán, al contratar en interés de la nave, no debe firmar por poder ni indicar el poder. Ripert señala que el buque es el signo visible de que el capitán es el representante legal del propietario (armador), sin que los terceros tengan que averiguar en qué forma ha sido designado el capitán. Brunetti señala tres sistemas en materia de contratos estipulados por el capitán y la consiguiente responsabilidad del armador, o sea sobre el alcance y los límites de representación legal y contractual: A) Sistema latino: cuyas características principales son: a), defecto de representación en el lugar de residencia de los propietarios o armadores, salvo especial autorización para contratos determinados; b ) , representación condicionada a la aprobación del armador por el contrato de enrolamiento de los marineros en el lugar de la residencia de éstos; c), representación integral en el curso del viaje para los contratos relativos a la nave y a la.navegación; d), representación en el curso del viaje, condicio- nada a determinadas autorizaciones y aprobaciones, para los contratos de crédito urgentes e indispensables para «1 buen fin de la expedición; e), mandato especial para la venta de la nave. B) Sistema inglés: carece de una reglamentación precisa de la representación y en general el capitán contrae responsabilidad personal. La subsidiaria del armador se da únicamente en los siguientes casos: a), que ni el armador ni sus agentes terrestres se hallen en el lugar del contrato o en lugar vecino a éste; b), que el capitán no tenga forma de comunicarse fácilmente con aquéllos; c), que el contrato de que se trata se refiera al empleo usual de la nave; d), que se trate de un contrato efectivamente indispensable. C) Sistema alemán: Se diferencia 'del sistema latino en que la presencia del armador no aparece admitida de vez en cuando, sino que queda excluida totalmente cuando el contrato haya sido estipulado fuera del puerto de inscripción de la nave. Sus características principales son: a), no existe representación del armador en la nave, en el puerto de inscripción, salvo para el contrato de enrolamiento; b), fuera del puerto de inscripción, el capitán está habilitado para contraer obligaciones necesarias para el armamento, equipo, avituallamiento y manutención de }a nave y asimismo para fletarla; c), en el curso del viaje, tiene poderes para contratar operaciones de crédito para la manutención de la nave y el cumplimiento del viaje, dentro de los limites de una necesidad extrema; d), necesita de un mandato especial del armador para operaciones, incluso cambiarlas, empeñativas del crédito personal de aquél. En todos los casos de representación legal y voluntaria, el capitán no se obliga a si mismo, como al armador, a menos que incurra en exceso de mandato. Consecuencias de la representación: Nuestro Código sigue los lincamientos del sistema latino en lo que a la representación se refiere, vale decir, que hay defecto de representación en el lugar de residencia de los armadores y representación integral en el curso del viaje. En efecto, dispone el articulo 945 que el capitán, en los puertos donde residiere el armador, mandatarios o consignatarios, no puede, sin autorización especial de éstos, hacer gasto extraordinario alguno en el buque. Está facultado, sin embargo, en el lugar de residencia del armador, a formar la tripulación, con el acuerdo de éste (articulo 907). Este defecto di representación del capitán en los lugares en que está presente el armador o sus apoderados se funda en el hecho de que la ley atribuye poderes de representación al c. nitán en tanto lo requieren las necesidades del tráfico. Tales necesidades no pueden subsistir teóricamente en los puertos donde se encuentre el armador o un mandatario suyo. Normalmente, el armador reside en el puerto que constituye la cabecera de la linea, pero puede estar presente por sí o por apoderados, en otros puertos. A fin de evitar abusos a la buena fe, algunas legislaciones (alemana) establecen que la representación del capitán sólo desaparece en el puerto del domicilio del buque. Durante el viaje, en cambio, la representación legal cobra vigor, aunque tratándo- se siempre de casos extraordinarios, debe interpretarse dentro de los límites de la ley, con criterio restrictivo. Es asi que, no encontrándose presentes los dueños o armadores, el capitán está facultado por el Código para; a), contratar por si íos fletamentos, bajo las instrucciones que hubiera recibido, procurando el mayor beneficio para el armador (art. 944). Esta disposición es ratificada por las que contienen los artículos 1022 y 1023 del mismo Código, que consideran válidas las pólizas de fletamento firmadas por el capitán que se haya excedido de las instrucciones recibidas, o por el substituto del capitán, que hubiese subrogado sin estar facultado para hacerlo; salvo en todos los casos el derecho de los dueños o armadores para accionar contra el capitán por los daños y perjuicios que resulten. b), hacer efectuar reparaciones en el buque o adquirir pertrechos, en casos de absoluta necesidad, cuando las circunstancias o la distancia impidan pedir órdenes a los dueños del buque, debiendo que- dar constancia de la necesidad mediante un asiento firmado por los oficiales de a bordo (art. 946). c), adquirir provisiones cuando faltaren en el transcurso del viaje, obligando, de acuerdo con los oficiales, a entregarlos a quienes los tuvieran por su cuenta particu- lar, abonando su importe en el acto o, a más tardar, en el primer puerto de arribada (art. 951). d), contraer deudas, tomar dinero a la gruesa sobre el casco, quilla y aparejos (o en hipoteca, en los casos del art. 032) y, basta en falta absoluta de otro recurso, vender mercaderías de la carga, declarando en los documentos que firmare la cansa de que proceden íart. 947). El articulo 948 fija los requisitos para que pueda tener lugar alguna de las medidas anteriores, a saber: 19), que el capitán pruebe falta absoluta de fondos en su poder, pertenecientes al buque o a sus dueños; 2?), que no se halle presente el dueño del buque, sus mandatarios o consignatarios, y en su defecto, alguno de los interesados en la carga, o que hallándose presentes, hayan sido reqserídos sin resultado; 3?), que la resolución haya sido tomada de acuerdo con los oficiales del buque, haciéndose en el Diario de Navegación el asiento respectivo. La Justificación de estos requisitos debe ser hecha ante el Tribunal de Comercio del puerto donde se tomare el dinero a la gruesa, o se vendieren las mercaderías, y en los países extranjeros, ante los cónsules de la República o las autoridades locales en su defecto. e), constituir garantías por los créditos que solicitare, generalmente sobre el buque o sus aparejos. En todos los casos enunciados se cumple el requisito fundamental de necesidad que señala Sclaloja, la que debe verificarse en cada caso, vale decir, que la ley regula en este aspecto la representación para casos excepcionales y limitados de necesidad y trata de brindar las mayores garantías de verificación. También en caso de necesidad, y en ausencia del dueño o armador, • el capitán ejerce la representación procesal, activa o pasiva (casos de los artículos 958 y 868), puliendo posteriormente ser substituidos en el Juicio por el armador. La necesidad de la representación Justitífica que obre en ciertas circunstancias contra el mandato. Tal el caso del articulo 1023, que faculta al capitán, con autorización judicial, a tomar dinero a la gruesa sobre la parte del copartícipe que, debidamente requerido, dejare de contribuir para los gastos necesarios al equipo y armamento del buque. (V. BUQUE.) Venta del buque en viaje: Expresamente dispone el articulo 874 que los capitanes, maestros o patronos no están autorizados por ratón de su oficio para enajenar los buques de su mando. Pero si el buque que estuviere en viaje llegare al estado de innavegabilidad, podrán solicitar su venta al juez de Comercio del puerto de su primera escala o arribada, ofreciendo justificación del daño que hubiere sufrido, y de que no puede ser rehabilitado para continuar via- je. Comprobados estos extremos, el juez de Comercio autorizará la venta judicial, y encontrándose el buque en alguno de los puertos de la República, ella se hará en la forma prescripta para las ventas judiciales. (V. BUQUE.) 4. Extinción de la relación de servicio: La relación de servicio puede extinguirse por diferentes causas,' a saber: a) Siendo el contrato a término, por el vencimiento de éste, aunque ya hemos señalado que si el vencimiento ocurre estando el buque en viaje, debe prorrogarse hasta el cumplimiento de la expedición); b), si el contrato fuera por viaje, por el cumplimiento del mismo; c), por muerte del capitán; d), por la pérdida de la nave, cuando el mando se hubiera asumido por buque determinado; e), por inhabilitación comprobada de la nave para navegar; f)', por enfermedad, que lo incapacite para las funciones de mando; g), por suspensión o interdicción en sus funciones como consecuencia de condena penal; h), por la venta judicial de la nave, salvo sus derechos de indemnización; i), por despido del armador, sea por revocación del mando, sea por rescisión del contrato de ajuste. De todas las formas enunciadas, lógicamente resulta la más importante el despido, por su vinculación con el Derecho del trabajo. En el Derecho italiano y francés, el armador puede despedir al capitán y no le deberá indemnización alguna si el derecho al resarcimiento del daño no se ha pactado por escrito. Esta arbitrarla disposición, aplicable sólo a los contratos de enrolamiento por viaje (o por varios viajes), carece en la actualidad de importancia frente al tipo de organización de las empresas navales que hacen del capitán un subalterno más. Nuestro Código, al igual que los de España, Holanda y Brasil, distingue entre despido por caussa legítima y despido sin causa legítima o sin expresión de cansa. Dispone el articulo 891 que en estos dos últimos casos se deberán al capitán las mismas indemnizaciones que establece el articulo 993. Dicha indemnización es de un tercio de los sueldos que el despedido hubiera verosímilmente percibido durante el viaje, si se le despide antes de la partida; en el importe de los sueldos que habría percibido desde el despido hasta el final del viaje, y gastos de retorno, si se le ha despedido durante el viaje. Establece el articulo 892 que si el capitán despedido es copartícipe del buque, puede renunciar a la comunidad y exigir el reembolso del valor de su Darte, ouc se determinará por peritos. 31 el capitán copartícipe hubiera obtenido el mando del buque por cláusula especial del contrato de sociedad, no se le puede privar de su cargo, sin causa grave. A. — El urt. 913 de) Código de comercio prevé el caso en que el capitán de un barco recibe carga en mal estado o mal acondicionada, sin hacerlo constar en el conocimiento respectivo. Se crea entonces la presunción de que esa carga ha sido embarcada en buen estado (C&m. Fed. Cap., 26-12-950 L. L. . 62 pág IOS) Se incurre en responsabilidad sj se entregan mercaderías a quien no es consignatario s> se tiene en cuenta que el capitán inviste el carácter de depositarlo de la carga (arts. 585-579 Cód. clv. y 908, 909 y 912 Cód. de com. j iCám Pea Cap., 7-12-950, L. L., t. 63, pág. 556). Dadas las condiciones especiales en que se desarrolla el trabajo a bordo de un buque, máxime cuando éste se encuentra en navegación, el capitán tiene facultades otorgadas por la ley para tomar las medidas necesarias para el mantenimiento de la disciplina de la tripulación, en garantía del buque, del pasaje y de la carga. Dentro de esas atribuciones se halla la de despedir .1 la gente de la tripulación siempre que tenga Justa causa, y «In que el tripulante desembarcado t-.nga otro dereciio que el de reclamar sus sueldos hasta el día «n que prestó servicios (Cám. Fed. Cap.. 38-9-95'J. J. A., 1951, t. 2, pág. 60). A. — Aparicio, N., y Malagarriga, C., Derecho mercantil marítimo, Buenos Aires, 1927. — Ascoll, P., Del Derecho marítimo y de ¡a navegación, trad. de R. 'O. Pontanarrosa y 8. Sentís Melencio, Buenos Aires. 1963. — Brunettl. A., Derecho marítimo privado, trad. de R. Gay de Montella. Barcelona, 1G50. — Carlomagno, J.. Manual de Derecho marítimo, Buenos Aires, 1927. — Danjotí, D., Tratado de Derecho marítimo, Madrid, 1931. — Renneblcq, Principes de Droit marttlme compare", Bruselas. 1904. — Lyon Caen et Renault. Traite de Droit commercial, ts. 5 y 6, Parla, 1901. — Rlpert, o., Droit maritime, París. 1913. — Scla- loja, A., Sistema de Derecho de la navegación, trad. de Delta Viterbo de Frleder y Santiago Sentí» Melendo. Buenos Aires, 1950. CAPITIS DIMINUTIO.* Institución de Derecho romano que se define como el "cambio (en el sentido de disminución) del l anterior estado"; prioris status mvtatio( ) o permutatio (*). Etimológicamente significa, según unos, —"disminución de cabeza", porque se disminuía en una cabeza la ciudad o la clase de los hombres libres (*); para otros, deriva de caput, capitulo que correspondía a cada ciudadano romano en las tablas del censo (*). Estado debe tomarse aquí en el sentido • Por el Dr. Fsxm Ouoftxz CAKABA. U) instituto* de Justiniano. llb i. Ht ICVX (2) Gayo, institución*?. IU. 153. (3) Petlt, K., Tratado de Derecho romano, página 188. (4) Ortolan, M.. Gene.-aiioicion del Derecho romano, pág. U, «n note. de personalidad jurídica («), por oposición a personalidad física ( « > . El Estado del ciudadano romano englobaba tres elementos- libertad 'libertas), ciudadanía (civitas) y familia c?vü (agnatiot <T. De ahí tres clases ae capitis diminvtio- máxima, media o menor, y mínima (*>. Máxima. Consiste en ia perdida de la libertad y ciudadanía, civitas et huertas amittitiír (*), y también, consecuencia lógica de lo primero, del parentesco civil, agnatio (»>). Incurrían en capitis diminutio máxima los hombres Ubres que se convertían en esciavos. lo cual sucedía a: 1 Los caídos prisioneros en la guerra, fistos gozaban del tus pos'limtnium, que les permitía recobrar íntegramente su estado sí volvían del cautiverio. Y &/ ™o"a" durante éste, daba validez a su testamen to mediante la ficción de la ley Cornelia, que lo consideraba muerto11 en el momento de ser hecho prisionero C ). 2. La mujer libre que comerciaba con con un esclava ("). 3. El que no se ha Inscripto en el censo (incensus) ( w ). 4. Los sentenciados a las minas o bestias feroces (serví penas) (i*). 5. El hombre libre que se hacia vender como esclavo por una parte del precio («). 6. Los esclavos manumitidos que demostraban Ingratitud hacia sus patronos («). Las Instituías hablan ya sólo de los tres últimos casos, y el mismo Justlnlano posteriormente suprimió como causa de capi(B) Ortolan, U., op. cit., pág. 34. "es un cambio de familia, de propiedad y de persona"; M. 7. O. de Savigny, Sistemo del Derecho romano actual, t. 1. pág. 343: "la copitis diminutio hace del que la sufre un hombre nuevo". (6) Sohn, R.. Historio e instituciones del Derecho romano, pág. 249, y F&tit, E., op. cit. página 167, en nota. (7) Ortolan, M., op. cit., pac. 35; Naciur. P, Curto de instituciones y de historia del Derecho romano, t. 1, pág. 61. (8) Justlnlano. institutos, llb. I, tit. XVI, 1: triplano, Reglas, XI. 10; Sohn, R., op. cit., llama magna a la capitis diminutio, media, pág. 349. Para una amplia discusión respecto a las designaciones con que se conocían en Derecho romano estas especies, ver Savigny, toe. cit. (9) triplano. Reglas, XI, 11; Justlnlano. instiutos lib. I. ttt. XVI. 1. V. Petlt, op. cit.. 169. 2; Namur, op. cit,, t iOj pág. 61. 2. / Oí) Sohn. R.. op. cit, pág. 248. Petit. op, cit., pág. 81, 2'. (12) (13) (14) (16) (U) Ulplano. Reglas, XI. 11. Ulplano. Reglat, XI. 11. Justlnlano, institutos, llb. I, tit. XVI. I. Justlnlano. Instituto*, llb. I. tit. XVI. 1. Justlnlano, instituías, llb. I, tit. XVI. L tis diminutio máxima, la condenación a las bestias feroces ("). Los efectos de la capitis diminutio máxima atañen a la persona y a los bienes del capite minutus. La persona pierde todos los lazos de parentesco civil (agnatio), derivados del matrimonio civil romano (connubium) y de gentilidad, es decir, los derechos de sucesión, tutela y cúratela, y los derechos de patronato, pero conserva el parentesco natural (*8). Respecto a los bienes, el.capite minutus pierde todo su patrimonio, que pasa al amo. Los derechos vitalicias, uso, usufructo y habitación se extinguen, como también las deudas. Para evitar los abusos que este último producía, el pretor concedió una acción útil contra el que recogía el patrimonio (10). B. Capitis diminutio media. Consiste en la pérdida de la ciudadanía y en consecuencia del parentesco civil (agnatio) ( 20 ), pero retiene la libertad (civitas ami'ssa, libertas retinetur) ( 2 i). Sufrían capitis diminutio media los ciudadanos romanos que se hacían latinos o peregrinos ( 22 ), lo cual sucede en los casos siguientes: 1. £1 ciudadano romano que se trasladaba a una colonia latina (2S). Esta causa desapareció cuando por edicto del año 212 después de Cristo, dictado por el emperador Caracalla, se concedió la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio. 2. El condenado a la interdicción del agua y del ruego ( 24 ). 3. El desterrado y el deportado a una isla (2«). 4. Dicatione, el que por propia voluntad abandonaba Roma para hacerse ciudadano extranjero (2«). Los efectos de la capitis diminutio media respecto a la persona y a los bienes son los mismos que los de la máxima, con una importantísima diferencia, no se pierde la libertad, y en la nueva patria puede el capitis minuto adquirir todos los dere(17) Novelas, 22, c. 8. (18) Petlt, op.. cit., pág. 169, 2; Savlgny. op. cit., pág. 343. (19) Sohn, B., op. cit.. pág. 251 in fine; Savlgny, op. cit., pág. 351. (20) Ortolan, M., op. cit., pág. 34. (21) triplano, Reglas, XI, 12; Justlniano, Institutos, llb. I, tít. XVI, 2. (22) Savlgny. op. cit.. pág. 340, sostiene que también sufren capitis diminutio media los latinos que se hacen peregrinos. (23) Sohn, R., op. cit., pág. 249. (24) Justlniano, Institutos, llb. I, tít. XVI, 2; Ulpiano. Reglas, XI, 12. (25) Justlniano, Institutos, llb. I, tít. XVI. 2; Sohn, R., op. cit., pág. 249. (26) Petlt, op. cit., pág. 91. chos que allí conceden a sus ciudadanos. Capitis diminutio mínima. Consiste en la pérdida solamente del parentesco civil (agnatio), derivado del matrimonio civil (conumbium), conservándose la libertad y la ciudadanía (civitate et libertas salua, status dumtaxat hominis mutatur) ("). Ocurría la capitis diminutio mínima ( 2 ®): 1. A la hija que se casaba y pasaba, de la potestad de su padre a 29 la de su marido, por la manun conventio ( ). 2. Al hijo vendido por su padre como esclavo (mancipado). 3. Al hijo dado en adopción (adoptione) (30). 4. Al hombre sui juris que se hacía adoptar por otro (aarrogatio). 5. Al hijo que era liberado de la patria potestad (emancipatio) ( 31 ). La capitis diminutio mínima no implicaba siempre un cambio desfavorable; en la emancipación mejoraba la32 condición jurídica del capitis minutus ( ).. Por ello, Savigny sostiene (33) que en estos casos se tiene en cuenta para darle ese nombre la ficción del derecho, que hacía pasar al hombre libre a la condición in mancipio, como fórmula intermedia para romper los lazos con su antigua familia y, luego, adquirir los de la nueva. En contra, opina. Ortolan (™) que, aun en la emancipación, la capitis diminutio llevaba consigo una suerte de degradación, basando su aserto en el "carácter vigoroso y enteramente particular de la institución de la familia en la antigua sociedad romana ( 35 ). Los efectos de la capitis diminutio mínima se referían principalmente a la pérdida del derecho de sucesión y de tutela y cúratela. Pero estos derechos se adquirían en la nueva familia a que pasaba el eapitis minutus. Los derechos vitalicios de uso usufructo y habitación se extinguen. Eespecto a las deudas, el pretor concedió una acción, in integrum restitutio contra el deudor capitis minutus ( 3 «). Los créditos no se extinguen, y pasan en su caso a la persona bajo cuyo poder, (27) Ulpiano, Reglas, XI, 13; Justlniano, Institutas, llb. I, tít. XVI. 3. (28) Gayo, Institutos, 1, 162. (29) Ulpiano, Reglas, XI, 13. (30) Ulpiano, Reglas, XI, 13. (31) Justlniano, Institutos, llb. I, tít. XVI, pág. 3. (32) (33) t Sohn, B., op. cií., pág. 251. Tratado de Derecho romano, Apéndice G al t. II. (34) Op. cií., pág. 35. (35) . En igual sentido V. Namur, op. cit., páglna 62, 6. (36) Sohn, B., op. cit., pág. 251; Petit. op. cií,. pág. 170. rnanus, queda en definitiva el capitis minutus (37). Justiniano, en su Novela 118, suprimió el parentesco civil (agnatio), y en consecuencia, desaparecieron los efectos principales de la capitis diminuíio mínima. Para terminar, debemos hacer notar que no constituían capitis diminutiones las siguientes: 1. La manumisión de un esclavo i3*). 2. La expulsión de un senador del Senado ( 39 >. 3. Los sacerdotes íiaminios de Júpiter y las sacerdotisas vestales quedaban ubres de la potestad paterna sin sufrir capitis diminuí io, en honor a su sacerdocio (*°). BIBLIOGRAFÍA. — La «enaiada en el texto y notas. CAPITULACIÓN. Concepto: La capitulación es —según entiende Podestá Costa— "un acuerdo entre jefes militares por el cual se pone término a la resistencia armada de una plaza sitiada o bloqueada o de un ejército copado por el enemigo". Para el autor brasileño Bevilaqua, "las capitulaciones son convenciones puramente militares para la entrega de una plaza, de una posición o de un navio, o para que un cuerpo de tropas en campo raso deje de resistir". Más completa parece la definición de Hurtado cuando dice que "la capitulación consiste en una convención acordada entre autoridades militares de los Estados beligerantes en la que se determinan, con arreglo al Derecho internacional bélico, las condiciones especiales de rendición de las plazas fuertes, fortalezas, de los grandes navios de guerra o de fracciones individualizadas de las tropas". Resulta, pues, evidente que a juicio de los tratadistas la capitulación tiene el carácter de una convención precisamente celebrada entre militares, que no afecta a la situación global de la guerra sino tan solo a los episodios aislados relativos a la cesación de una lucha para la rendición de plazas, posiciones o navios. Competencia para la capitulación. Lógicamente pensando, la convención para capitular ha de ser atribución, desde el punto de vista de las fuerzas, naves, fortalezas, plazas o posiciones que se rinden, del jefe de mayor jerarquía que las mande o que tenga a su cargo la defensa, porque únicamente él está en condiciones de apreciar la posibilidad o la imposibilidad de seguir luchando o resistiendo; sin perjuicio, naturalmente de la responsabilidad que (37) Pettt. op. cit., pAg. C31, en nota. (38) Justtnlano, Instituías, lib. I, tit. XVI. 4. (39) Jiutlntano, Institutos, llb. I. tlt. XVI, 8. (40) Namur, op. cit.. ¿>4g. OS, 7. pueda incumbir al jefe capitulante, frente a su gobierno, en el caso de que, por ejemplo, la capitulación no estuviese justificada. Y desde el punto de vista de las fuerzas que obtienen a su favor la rendición, es indudable que la atribución de pactar corresponde al jefe de las fuerzas a las cuales se hace la rendición, ya que únicamente a él se puede dirigir el otro militar capitulante. Claro es que esa facultad era, con anterioridad a las guerras modernas, a los progresos de la aviación, a las comunicaciones inalámbricas, facultad casi exclusiva de dichos jefes militares. Pero hoy ese concepta »e encuentra un tanto cambiado, por lo menos en lo que hace a la iniciativa y a la aceptación de la capitulación y de sus condiciones, pues aunque formalmente el convenio sea tratado y firmado por los jefes militares de uno y de otro lado, son en realidad los gobiernos respectivos quienes imponen o rechazan la capitulación. No podía ser de otro modo, ya que las posibilidades de socorrer o de abastecer rápidamente a unas fuerzas sitiadas, no es el jefe de las mismas el que las conoce, sino el gobierno y el alto comando. Podestá Costa señala que la capitulación es válida por el simple hecho de su conclusión entre los jefes militares respectivos, bien entendido que "estos jefes deben ser los Jefes superiores de las fuerzas enemigas en el lugar de la capitulación y no otros subalternos de aquellos". A su vez, Eevllaqua entiende que "son competentes para celebrar capitulaciones los oficiales comandantes de plaza, posición, navio o fuerza atacada, y el jefe de la. fuerza atacante". Y para Hurtado, la competencia para concluir capitulaciones reside en los comandantes en jefe de,las fuerzas beligerantes. Contenido y efectos de la capitulación. Todos los tratadistas se muestran conformes en que siendo la capitulación un arbitrio encaminado a solucionar una situación militar circunscrita a un núcleo determinado de fuerzas, a una posición, a una plaza o a un navio, ni debe ni puede contener estipulaciones de carácter político ni administrativo. Tampoco —podríamos añadir— de carácter militar que afecten a otras fuerzas combatientes o que excedan de la jurisdicción de los jefes que la lleven a efecto, pues, como dice Hurtado, "el comandante en jefe de una fuerza está revestido en la relación bélica desuna representación pública internacional, de contenido puramente militar o técnico, no político". No obstante, a juicio del autor precitado, "pue- . de asumir a veces funciones administrati- I vas limitadas, accesorias de las estricta- * mente militares, como ocurre en el caso de ocupación del territorio enemigo", puesto que entonces la competencia para capitular se extiende a tales funciones administrativas, que atañen a la población civil del territorio ocupado. La capitulación puede ser condicionada o incondicional, distinción que depende de la situación de menor o de mayor agobio en que se encuentren las fuerzas que se rinden. Según Podestá Cos+a, esas condiciones pueden referirse a la concesión de honores de guerra, a la conservación de armas o material bélico. También entiende este autor que en toda capitulación, además de tenerse siempre en cuenta las reglas del honor militar, se halla implícita una cláusula por la cual los combatientes serán tratados como prisioneros de guerra, los miembros del personal sanitario y religioso serán devueltos a su país y los no combatientes deben ser respetados. Tal vez esas apreciaciones, que responden a una idea un tanto romántica y errónea de las guerras anteriores a la mundial de 1914, se encuentren bastante contradichas en la práctica de los últimos conflictos armados, entre otras razones porque los bombardeos de las poblaciones civiles que no constituyen objetivo milita- concreto, han borrado la distinción entre correr? tientes y no combatientes. Eevilaqua también señala que las condiciones de la capitulación deben limitarse al trato de los soldados y oficiales, al modo de entrega de la plaza, fortaleza o navio o material bélico, y a la situación de las personas no combatientes que se hallaren bajo la protección de las fuerzas que capitulan. La Convención de La Haya del año 1907, establece en su artículo 35 que las capitulaciones celebradas entre las partes contratantes, deberán tener en cuenta las reglas del honor militar y una vez fijadas deben ser escrupulosamente observadas por las dos partes. Forma de la capitulación: No hay ninguna establecida, y aunque generalmente se concluyen por escrito, nada impide tampoco que se hagan verbalmente. Para su validez y efectividad no necesitan ratificación ni de los altos mandos militares ni de los gobiernos respectivos. Violación de la capitulación: La Convención de La Haya a que nos hemos referido, ya señala el deber de cumplimiento estricto de las condiciones de la capitulación. Hasta dónde sea posible hablar de Derecho internacional de guerra —más ilusorio que real— cabe decir que si por pactos internacionales o por .costumbre se admite la exis- tencia de ciertos deberes, se ha de aceptar también que la violación de los mismos ha de merecer una sanción. Sostiene Hurtado que si el acto contrario a una capitulación ha sido ordenado por un gobierno beligerante, constituye una violación del Derecho internacional; y que si ha sido ejecutado sin tal orden, representa un delito de guerra que puede ser castigado mediante represalias o condenando a los autores como criminales de guerra. Diferencia con otras situaciones de cesación de la lucha: Pueden ser ellas el armisticio, la tregua y la suspensión de hostilidades. Sobre esta cuestión, nos remitimos a lo dicho en la voz ARMISTICIO. (M. O. y F.) BIBLIOGRAFÍA. — Bevllaqua, C.. Direito publico internacional. Río de Janeiro. 1939. — Podesté Costa, Ir. A., Manual de Derecho internacional publico. Buenos Aires, 19*3. — Hurtado. M., voz OAPITULACIÓÍI, en Nueva Enciclojiedia Jurídica, cd. Seix, Barcelona, 1951. — Vedovato, O., Diritto in- ternasíonalt bellico, Florencia. 1948. CAPITULACIONES EN EL IMPERIO OTOMANO (en Derecho internacional privado).* 1. En algunas obras de Derecho internacional privado suele darse doble ubicación a este tema: al tratar de la ley aplicable a la forma de los actos, y especialmente al referirse a los autorizados por agentes diplomáticos o cónsules; y al estudiar la ley aplicable en materia de competencia judicial. Es !o que ocurre, por ejemplo, con la obra de Audinet, titulada Principios de Derecho internacional privado (Madrid, t. 1, págs. 328 y sigs.; t. 2, págs. 36 y sigs.). En otras se estudia el tema al tratar sobre el derecho del extranjero, y especialmente al referirse al que regía en los países de Oriente; y asimismo, al tratar de la ley aplicable a la competencia judicial. Es el caso, por ejemplo, de la obra de Weiss, titulada: Traite théorígue et pratique de Droit international privé (París, 2? ed., t. 2, 1908, págs. 692 y sigs.; t. 5, 1913, págs. -430 y sigs.). En otras, finalmente, el tema es ubicado en la parte correspondiente al domicilio, y especialmente se le estudia al tratar de la situación de los extranjeros domiciliados en los países de Oriente. Tal es el caso de la obra de Despagnet y de Boeck, titulada: Précis de Droit international privé (París, 1909, 5* ed., págs. 506 y sigs.). 2. "Régimen de las capitulaciones" o "capitulaciones" simplemente, significa "el conjunto de derechos, privilegios e inmunidades de que gozaban los extranjeros .. en el Imperio otomano, y en cuya virtud quedaban substraídos casi totalmente a la • Por el Dr. L. D. BONAPARTK. acción de la administración y del fisco, asi como también a ja competencia y jurisdicción de ' los tribunales otomanos" (Répertoire, de De Lapradelle y Niboyet, t. 3, pág. 39). Esta especie de exterritorialidad, lesiva de la soberanía taurca, tuvo origen en 1535, en un acuerdo firmado por Francisco I, rey de Francia, y Solimán II, emperador de Turquía. Ese acuerdo, y los que le siguieron, estaban divididos en capitules y fue por esta circunstancia —según Despagnet— que el uso y la costumbre hicieron que se adoptara la palabra "capitulaciones" para designar dichos acuerdos. El vocablo referido proviene del latín "capitula", que significa capítulos. Discuten los autores sobre las causas que les dieron origen. Quií-ri no tuviera en cuenta las circunstancias históricas que presidieron su aparición, podría pensar en un acto -de fuerza, en una imposición de Francia contra Turquía. Pero este factor debe eliminarse de inmediato, puesto que en la época de la primera capitulación, el rey de Francia era un monarca vencido, mientras que el emperador de Turquía era un vencedor: precisamente Francisco I, en lucha contra Carlos V, había sido derrotado en la batalla de Pavía y había caído prisionero, mientras que el Imperio otomano, con Solimán el Magnífico a la ca,beza, había llegado al apogeo de su podestb. En esas circunstancias, el rey de Francia buscó la amistad y el apoyo del emperador otomano, como un medio para contrarrestar los planes de hegemonía de Carlos V. De este acercamiento surgieron las primeras capitulaciones. Los factores económicos jugaron, sin duda, un papel muy importante más con respecto a Francia que a Turquía. Esta podía entonces despreocuparse del incremento del comercio, dueña como era de enormes territorios y cuantiosas riquezas. Para Francia, en cambio, el comercio con Oriente representaba un elemento de prosperidad de primer orden, y tenía por ello sumo interés en que el tráfico de sus comerciantes con aquella parte del mundo acreciera constantemente en valor y volumen. Por otra parte, el factor religioso influyó asimismo en la concertación de aquellos acuerdos. Sabido es que la legislación otomana tuvo carácter esencialmente religioso hasta la segunda mitad del siglo xrx. Inspirada en el Corán, era inaplicable a los subditos no musulmanes del Sultán, y con mayor razón, a los extranjeros. Se explica así que los ortodoxos griegos — subditos cristianos del emperador de Tur- quía— estuvieran colocados fuera de la jurisdicción de los tribunales otomanos y dentro de la creada por el Patriarca, y fueran regidos por un derecho distinto del derecho musulmán. No había, pues, inconveniente en extender esa exterritorialidad a los extranjeros cristianos, originarios del occidente europeo. Otro de los factores explicativos radica en la concepción de la soberanía, distinta en aquella época de la que hoy se admite universalmente. Ante? (siglos ix a xvr), la soberanía territorial era menos exclusiva que hoy, y los Estados no se consideraban disminuidos ni humillados al reconocer exenciones de jurisdicción a favor de comunidades extrañas al país por su origen o su religión (.Repertorio cit., t. 3, pág. 49 y sigts.). 3. Después de la primera capitulación de 1535, entre Turquía y Francia, hubo cinco renovaciones: en 1581, 1597, 1604, 1673 y 1740. Esta última tuvo carácter perpetuo y rigió hasta 1923, en que el tratado de Lausana abrogó las capitulaciones. Por consiguiente, éstas fueron aplicadas durante casi cuatro siglos. No fue Francia el único país "capitular". Sobre las huellas que la misma trazara, siguieron Inglaterra, Holanda, Rusia, Austria, Bélgica, Estados Unidos, Grecia, Alemania, Italia, etcétera. El único país europeo que no firmó capitulaciones con Turquía fue Suiza, lo cual no significa que permaneciera ajena al régimen instaurado por aquéllas, pues los subditos suizos en Turquía estaban asimilados a los franceses y protegidos por las capitulaciones de Francia (Cap. de 1740, art. 18) (Welss, ob. clt., t. 2, pág. 693, nota 2). 4. Puede haber dudas —y las hay— en cuanto al carácter unilateral o bilateral de las capitulaciones. Véase la opinión de Despagnet (ob. cit., pág. 506 y sigts.): "Propiamente hablando, dice, las capitulaciones no eran verdaderas convenciones, sino más bien concesiones graciosas y unilaterales de parte de los sultanes, pues según las ideas de aquel tiempo, todo acuerdo era imposible entre un príncipe cristiano y los infieles.. Sin embargo, agrega, las capitulaciones han sido confirmadas como compromisos sinalagmáticos en el tratado de comercio franco-turco del 29 de abril de 1881". La opinión precedente —por lo menos, en cuanto al primer párrafo— está contradicha por la existencia, en la capitulación originaria (la de 1535), de disposiciones que consagran la reciprocidad. Allí se lee, en efecto, lo siguiente: "...de manera que todos los subditos y tributarios de dichos Señores (el rey de Francia y el emperador de Turquía), que quieran hacerlo, puedan libre y seguramente, con sus ropas y gentes, navegar en buques armados o desarmados, entrar, transitar, radicarse y retornar a los puertos y ciudades y a cualquier país, los unos y los otros, para su negocio..." Y más adelante: "Que dichos subditos y tributarlos puedan respectivamente, comprar, vender, cambiar, conducir y transportar por mar y tierra, de un país a otro, toda clase de mercaderías, pagando sólo... las gabelas ordinarias, a saber: los turcos en el país del Rey, como pagan los franceses, -y los franceses en el país del Oran Señor, como pagan los turcos, sin que puedan ser obligados a pagar ningún otro nuevo tributo, imposición o recargo". La reciprocidad desaparece en la última nes francesas —que fueron las primeras en aplicarse y sirvieron de modelo a las demás—, y el método y la exposición de Audinet a su respecto (ob. cit., t. 2, página 36 y sigs.). 6. Funciones de los cónsules. Son extrajudiciales y judiciales. a) No sólo ejercían en Turquía las que corresponden a los escribanos públicos y oficiales del Registro civil —admitidas hoy en casi todos los países civilizados—, aplicando al efecto los requisitos de forma establecidos en su ley nacional, por derogación de la regla locus regit actum (V. esta expresión); sino que ejercían además acto esencialmente unilateral" (Repertorio cit., t. 3, pág. 52). En síntesis: hubo capitulaciones bilate- funciones policiales, en cuya virtud podían dictar reglamentos obligatorios para sus compatriotas, detener a quienes los violaran y enviar de retorno a la metrópoli a los connacionales de mala conducta, y especialmente a los que hubieran delinquido. Es evidente que esta última potestad hacía innecesaria la extradición. (Audinet, rales y unilaterales, según la época que se ob. y t. cit., pág. 39). considere, conclusión que concilla las dos tesis opuestas. 5. Francia primero, y después de ella las demás potencias europeas, obtuvieron para sus subditos, mediante las capitulaciones, una serie de derechos y privilegios entre los que se cuentan la libertad de navegación y comercio; la libertad de conciencia y de cultos; la de entrar, transitar, radicarse y salir del territorio; la igualdad impositiva con respecto a los nativos; la inviolabilidad del domicilio y la inmunidad de jurisdicción. El "leiv motiv" de las capitulaciones es la libertad de comercio, hasta tal punto que los demás derechos reconocidos y privilegios acordados, no tienen otra función en cierta medida, que la de asegurar el ejercicio de aquella libertad (Repertorio El poder de policía corresponde en derecho al Estado local, de donfts se deduce que las funciones policiales atiibuídas a los cónsules extranjeros en Turquía, implicaban un avance sobre la soberanía territorial. En cuanto a las funciones del cónsul en su carácter de oficial del Registro civil, una observación cabe formular respecto al matrimonio de sus compatriotas. Cuando el cónsul autorizaba el acto, aplicaba su ley nacional en lo concerniente a la forma del mismo: en este caso se derogaba e) adagio locus regit actum. Pero cuando los contrayentes —compatriotas del cónsul— pertenecían a la religión ortodoxa griega o israelita y celebraban el matrimonio de acuerdo con los ritos de una u otra, según los casos, la regla locus regit actum retomaba su imperio, y el acto era reputado válido si se habían cumplido las formalidades religiosas acostumbradas en el país. En este último caso, el cónsul se limitaba a registrar el matrimonio religioso. b) Las funciones judiciales son de dos órdenes distintos: las de jurisdicción civil y comercial, y las de jurisdicción criminal. Para resolver los litigios en materia civil y .comercial, se constituye un tribunal consular, formado por el cónsul y dos asesores, connacionales de este funcionario. Juzga en única instancia cuando la cuantía del asunto no excede de 1.500 francos, y cuando excede de esta suma, se concede apelación ante un tribunal de la metrópoli, que fue para Francia, en la primera época del régimen "capitular", el Parlamento de Provenza, y luego, la Corte de Aix. capitulación (1740), que se considera "un cit.. t. 3, págs. 55 y sigs.). A pesar del interés del tema, no nos vamos a ocupar de todos y cada uno de esos derechos en particular, pero haremos una excepción con el privilegio de la inmunidad jurisdiccional, por la importancia que reviste desde el punto de vista internacional privado. En virtud de dicho privilegio, las comunidades extranjeras radicadas en territorio otomano estaban exentas casi totalmente de la jurisdicción y leyes locales, y sometidas a la jurisdicción de sus cónsules respectivos, que aplicaban su ley nacional. De este modo, esas comunidades constituyeron pequeños Estados dentro del Estado otomano. Para caracterizar la jurisdicción consu- lar, tomaremos como base las capitulacio- Tres casos pueden presentarse (nos estamos refiriendo a las capitulaciones francesas) : Si actor y demandado son franceses, corresponde sin lugar a dudas la competencia del tribunal consular francés. Si uno es francés y el otro extranjero de un tercer estado, el actor puede ocurrir ante el tribunal consular del demandado (actor sequitur forum reí), o bien ante el embajador que representa al país de este último, quien delega sus funciones en un tribunal mixto, integrado por tres miembros: "dos son elegidos por la legación del demandado y uno por la del demandante". En caso de que mediara apelación, ésta se interpone "ante la jurisdicción competente para conocer en las sentencias dictadas por el tribunal consular del apelante". La jurisdicción del tribunal mixto no es obligatoria y debe ser aceptada por ambas partes; Si hay disentimiento, debe ocurrirse ante el tribunal consular. Si un litigante es francés y el otro otomano, la competencia corresponde a la justicia turca, pero ésta debe actuar en presencia de un intérprete y en unión de asesores designados —uno y otros— por el cónsul francés. Siendo el actor francés, y otomano el demandado, no existe otra competencia que la del juez otomano; pero en el caso inverso, el actor otomano puede optar entre la jurisdicción de su juez nacional o la del tribunal consular, "que se reconoce competente", llegado el caso (autor, ob. y t. clt., págs. 40-1). En privado se admite de un modo uniforme que las normas referentes a la competencia judicial —por referirse al funcionamiento de uno de los poderes del Estado— son de orden público internacional, por cuya razón dicha competencia se rige por la lex fori. (V. COMPETENCIA JUDICIAL.) Dentro del régimen de las capitulaciones, por el contrario, la lex /orí aparece substituida por acuerdos internacionales que instituyen jueces y tribunales extranjeros, den- tro del territorio nacional, mediando además la circunstancia agravante de que esos jueces extranjeros aplican la ley de su patria respectiva en los casos ocurrentes. La soberanía territorial resulta, pues, violada en un doble sentido: en cuanto la justicia es administrada por jueces foráneos designados por otros Estados, lo que importa eximir ríe la jurisdicción nacional a los habitante' extranjeros, y en cuanto esos jueces foráneos administran justicia —no de acuerdo con la ley territorial—, r.ino aplicando su propia ley nacional. Esta doble lesión de la soberanía otomana es apenas atenuada por el principio de que en materia inmobiliaria no son competentes los tribunales consulares, sino los otomanos. Los extranjeros no podían ser propietarios de inmuebles en el Imperio turco. Tampoco podían serlo los subditos cristianos del emperador. Cuando una ley de aquel país abolió esa prohibición, en 1867, se estableció la incompetencia de los tribunales consulares en materia de acciones inmobiliarias. c) En materia criminal, la letra de las capitulaciones limitaba la competencia consular. Así, por ejemplo, la de 1535 establecía que los subditos franceses acusados de un delito —si bien no podían ser procesados y penados por las autoridades ordinarias del emperador otomano—, debían ser conducidos ante la presencia de éste o de su lugarteniente, quienes debían instruir el proceso y dictar sentencia. Se quiso, de este modo, dar a los procesados franceses la garantía de la más alta magistratura turca, pero ello no implicaba, evidentemente, substraerlos a las leyes y autoridades locales (Repert. cit., t. 3, págs. 69-70). Asimismo, la capitulación dé 1765 otorgó a, los franceses y sus protegidos, acusados criminalmente, la garantía de la presencia del embajador de Francia o de sus cónsules o de sus reemplazantes, ante el juez otomano competente, pero sólo éste debía dictar sentencia en el proceso (Repertorio clt., t. 3, pág. 68). De acuerdo con la observación de Audinet (ob. cit., t. 2, pág. 41), "ajustándose estrictamente a las capitulaciones, la jurisdicción francesa no debería ejercerse sino sobre las infracciones cometidas en en perjuicio de un francés". Sin embargo, "el uso ha extendido su competencia a las infracciones cometidas en perjuicio de un extranjero de otra nacionalidad, o también, de un subdito otomano". Si el autor y la victima eran franceses, y se trataba de una contravención, no había duda de que el cónsul francés era el único competente y resolvía en única instancia. En el mismo caso, si se trataba de un delito, entendía el tribunal consular, y de su fallo podía apelarse ante la Corte de Aix, en la metrópoli. En el mismo caso, si lo que se juzgaba era un crimen, el cónsul se limitaba a Instruir el sumario y el tribunal consular resolvía si había o no lugar a proceso. En la primera hipótesis, se dictaba auto de detención y se remitía expediente y procesado ante la Corte de Alx, que no dictaba por si misma la sentencia definitiva, pues ésta quedaba a cargo de un tribunal especial, Integrado por la Cámara correccional de apelaciones y la primera Cámara civil de la Corte de Aix (Audinet, ob. y t. cit., págs. 41-2). Según fue expresado anteriormente, la costumbre amplió la jurisdicción consular a otros casos y no se exigió que el autor y la victima fueran franceses: bastaba que lo fuera el autor, aunque la víctima fuera un subdito otomano. "En la práctica— afirma Despagnet (ob. cit., págs. 510-11)—, los franceses no son jamás juzgados sino por sus tribunales- consulares". Otro tanto podría decirse de los subditos de las demás potencias capitulares. 7. Tribunales mixtos: Estando Egipto, sometido al dominio de los sultanes, era lógico que. dentro de su territorio, rigieran también las capitulaciones. T éstas continuaron en vigor cuando, en 1841, el sultán concedió el gobierno del país, a título hereditario, a Mehemef-Alí. Años después, en 1875, por iniciativa del gobierno egipcio, y con el consentimiento de las naciones interesadas, se crearon los tribunales mixtos, cuya competencia abarcaba las materias civil, comercial y penal. La jurisdicción consular fue restringida como consecuencia de esta reforma, pero no desapareció (Audinet, ob. y t. cit., página 44 y sigts.). Los tribunales mixtos estaban organizados e integrados del siguiente modo: "I"? Un tribunal de apelación en Alejandría, compuesto de once miembros, siete extranjeros y cuatro nativos. V> Tres tribunales de primera instancia, en Alejandría, el Cairo y Mansureh, integrados, cada uno, por siete jueces: cuatro extranjeros y tres nativos... Todos estos jueces son nombrados por el Jedive; los extranjeros con autorización, o más bien por designación de su gobierno respectivo. La jurisdicción civil (y comercial) de los tribunales mixtos se extiende a todas las materias civiles o comerciales, mobiliarias o inmobiliarias, a excepción solamente de las cuestiones relativas al estatuto personal de los extranjeros (esta última materia correspondía a la jurisdicción consular). Son competentes, ratione personae, para juzgar los litigios: I1?, entre extranjeros y nativos; 2?, entre 1extranjeros de nacionalidades distintas; 3 ?, en materia inmobiliaria, entre extranjeros de la misma nacionalidad (con excepción de la materia inmobiliaria, los litigios entre extranjeros de la misma nacionalidad, correspondían a la Jurisdicción consular) (Audinet, ob. y t. cit., pág. 45). La jurisdicción penal era ejercida del siguiente modo: Un miembro extranjero del tribunal mix- to de primera instancia, "juzga las contravenciones imputadas a los extranjeros". "En cuanto a los delitos y crímenes, no se excluye su conocimiento de los tribunales mixtos más que cuando los comete uno de sus magistrados, o constituyen un ataque contra su institución, como, por ejemplo, un ultraje a los jueces" (autor, ob. y t. cit., pág. 46). Para estos casos de excepción, es competente un tribunal mixto especial. ¿Qué ley aplicaban los tribunales mixtos? Este dato importante es omitido por Audinet, pero lo consigna Despagnet en su obra citada (pág. 517). Los tribunales mixtos aplicaban los códigos egipcios, calcados casi íntegramente en los códigos franceses. Estos tribunales, por consiguiente, a diferencia de las jurisdicciones consulares establecidas por las capitulaciones, aplicaban la ley territorial, que, renovada y modernizada por la adopción de códigos europeos, ofrecía las necesarias garantías a los residentes extranjeros. No obstante, el hecho de estar aquéllos integrados por jueces o vocales extranjeros, en mayoría sobre los miembros nativos, asimilaba la nueva institución a las jurisdicciones capitulares, en el sentido de que ambas lesionaban la soberanía local. 8. Antes de la Conferencia de Lausana (1923) —que abolió definitivamente las capitulaciones con el Imperio otomano—. éstas habían desaparecido paulatinamente en muchos países, a medida que se desmembraba el vasto Imperio de los sultanes. Cuando Grecia, Servia, Rumania y Bulgaria pasaron a ser países independientes, abolieron las capitulaciones. Austria las abolió en Bosnia y Herzegovina, región que se había anexado. Inglaterra las suprimió en la isla de Chipre. Francia, en Argelia, Túnez y Marruecos, donde organizó su propia justicia y obtuvo la reforma de la justicia nativa; en Madagascar, cuando esta isla se convirtió! en colonia francesa. El Japón se liberó de las capitulaciones a fines del siglo xix y comienzos del actual: fue un resultado de su rápido progreso. Por el contrario, aquéllas perduraron en China, que ha conocido, además, otra forma de exterritorialidad: la de las "concesiones extranjeras". (V. esta expresión.) En Egipto, la jurisdicción consular y los tribunales mixtos subsistieron con posterioridad a 1922, fecha en que fue reconocida la total independencia del país. BIBLIOGRAFÍA. — La Indicada en él texto. CAPITULACIONES MATRIMONIALES. (V. CONTRATO MATRIMONIAL.) CAPITULARES. Del latín capitulare, que, a su vez, proviene de capitulum., o sea, fragmentos de las leyes de Eurico, descubierta por el catedrático de la Universidad acepciones, como la división que se hace en de Bolonia Augusto Gaucienzi en el códice los libros o en otros escritos para el mejor misceláneo 210 de la Biblioteca Holkham, orden y más fácil inteligencia de la ma- y cuya fecha se remonta a los fines del teria. Capitular tiene, entre otros sentidos, siglo rx o a los principios del x. El profeel de "disponer, ordenar, resolver". Así, sor Oaudenzi publicó un estudio sobre su pues, una capitular era, según expresa descubrimiento en el año 1886. El códice contiene una adaptación del Font Rius, al desarrollar esta voz en la Commonitarium de Alarico, seguida de Nueva Enciclopedia Jurídica (Barcelona, 1951), "una ordenación jurídica integrada unos capítulos en parte desconocidos y en por varios capítulos o prescripciones, na- parte de raíz justinianea; unos resúmecidos y escriturados simultáneamente". En nes de la lex rñsigotkorum; y el Epitome la historia del Derecho se conocen con el de Egidio, además de ocho novelas justlnombre de "capitulares" las leyes dictadas nianeas, según la versión de Juliano. Los por los monarcas carolingios para resol- capítulos gaudencianos se refieren a sucever problemas concretos de índole momen- siones, derecho procesal civil, donación y tánea, ya que en la precitada época de los condición de los siervos. Acerca de sus orígenes existen varias soberanos francos, la verdadera potestad legislativa estaba atribuida a las asam- opiniones. Gaudenzi sostuvo que en los bleas generales, conforme a las normas capítulos había dos partes: una de procegermánicas. De ahí que para que las dencia española, integrada por el Epítome capitulares tuvieran el alcance de gene- de Egidio y las novelas justinianeas, y otra ralidad y perpetuidad de que estaban in- formada por el resto, de procedencia itavestidas las leyes emanadas de las asam- liana; opinión no compartida ni por Pableas, tuviesen que ser sometidas a la tetta, que niega la división en dichas dos aprobación de éstas. partes, reputando que se trata de una obra Entre las colecciones de capitulares fi- totalmente italiana, ni por Courat, que la guran la reunida el año 827 por Angesiso, cree de origen provenzal. Los tratadistas que contiene las de los emperadores Carlo- españoles Ureña e Rinojosa sostienen, resmagno y Ludovico Pío; la De villis et curtís pectivamente, que se trata de la legislaimperialibus, que establece las normas de ción visigoda de Teodorico n, y de la inadministración de las villas y propiedades terpretatio del Breviario y del Edicto d« reales, y que unos autores atribuyen a Teodorico. Zeumer afirma que es un texCarlomagno y otros a su hijo Ludovico, a to de la época de Leovigildo. Brunner sosla sazón rey de Aquitania; la Capitulare tiene que es una obra privada de origen Langobardorum, vigente en Italia a fines provenzal, compuesta en la primera mitad del siglo x; y las de Mersen en el año 874 del siglo vi. Y finalmente Merca, en un y de Kiersy-sur-Oise en el año 377, a las estudio publicado en Buenos Aires, el año cuales se atribuye la importancia de con- 1947, en los "Cuadernos de Historia de Estener los principios del régimen feudal. paña", así como en unos estudios de derecho visigótico (Coimbra, 1948), además de Con relación a España, son de mencionar: la capitular de fines del siglo rx, otorgada rechazar el carácter privado de la obra: se por Carlomagno a los hispanos aliados de pronuncia en sentido favorable al origen los francos, refugiados en la Septimanla español de los capítulos y cree que la comcomo consecuencia de la fracasada expe- pilación se hizo en tiempos de Teodorico dición de Zaragoza; la capitular del año el Grande. (Af. O. v F.) 801, que establece la condición jurídica de los habitantes de Barcelona que contribuCÁRCEL.* Carrara utiliza el término yeron a rendir dicha ciudad a los conquis- detención para comprender o encuadrar tadores francos; la capitular de Ludovico a cualquier tipo de castigo que prive al Pió del año 815, que aplica, con ciertas delincuente de su libertad. Es decir, que en modificaciones, a todos los hispanos emi- su concepto, en el término genérico de grados el estatuto dado por Carlomagno detención estaría subsumido el de cárcel, a los barceloneses; y la capitular de ya quo amplía su concepción en el sentido Carlos el Calvo del año 844, ratificando las de que también es detención no sólo la anteriores de Carlomagno y de Ludovico privación de la libertad del reo, sino cuanPío. (Ai. O. y i1.* do se lo encierra por un determinado tiempo en un local destinado a ello. CAPÍTULOS GAUDENCIANOS. Desígnase Como es de observar, se confunden en en castellano, capitulo, vocablo definido por la Academia de la Lengua, en. una de sus con ese nombre una antigua compilación de Derecho romano y visigodo con algunos * Por el Or. SAKCTKL DAIXN. un mismo término varias aspectos. En primer lugar, privación de la libertad; luego, privación de libertad tomada como castigo; y, por último, el encierro en un lugar apropiado o destinado al cumplimiento de esta sanción privativa de la libertad. Por ello, más adelante expresa con toda amplitud el mismo Carrara, que con el nombre de "detención, expreso pues todas las formas congéneres de castigo, consistentes en encerrar al reo en un lugar de pena, a las cuales se les da el nombre especial conforme al nombre dado al local, que según sus diferencias se llaman: prisión, cárcel, casa de fuerza, casa de disciplina, casa de corrección, galera, ergástula, etcétera. Taies diferencias de nombre no tienen un sentido determinado que pueda ofrecer un criterio uniforme" O). Como vemos, es muy amplio el criterio de Carrara en este aspecto, y ciertamente Justificado dado la época en que actuara. Y mas aún, con no sólo la vigencia de penas mayores como las corporales, sino que la aplicación era más común que las penas privativas de libertad. Podríamos alegar que este tipo de penas, es decir, la, privación de la libertad del delincuente como sanción, es una conquista moderna a la que mucho y muchas luchas tuvo que hacer el hombre para su implantación. Muy atinado y ajustado al moderno delineamiento dado al Derecho penal sobre este aspecto penológico, el concepto formulado por Carrara, al decir que "la sociedad tiene el derecho (salvada la dignidad de la persona humana) a hacer padecer al delincuente", pero también agrega a renglón seguido: "la sociedad tiene el deber de obrar para el mejoramiento del delincuente". Carrara, a su vez, expresa que el sistema penitenciario al que da el nombre de ortopedia moral, se hace remontar por los eruditos católicos al siglo vr de la era cristiana, y encuentra su institución en un monasterio del Sinaíí 2 ). Es verdad que Clemente XI hizo un ensayo en Roma, en el año 1703, en el hospital de San Michele, formando una cárcel para niños delincuentes ajustada al sistema celular con aislamiento e instrucción a la cual puso como lema: parum est coerceré improbos poena nisi probos efficies disciplina. Pero se insistió en que un instituto análogo existía ya en Florencia, en 1701 (en S. Filippo). (1) V. Programa de Derecho criminal, de F. Camra, t. 2. "Parte general", cap. 670, pág. 37. (2) Révue Catholique de Louvain. 1852-1853, pag. 708. Reseña de la historia carcelaria. Todos los antecedentes históricos del Derecho penal sobre este aspecto punitivo nos demuestran que la finalidad de las sanciones era conseguir la inutilización o la eliminación del delincuente. De ahí que las primitivas penas fueran de carácter corporal, que iban en graduación hasta epilogar con la muerte del reo. Pero paralelamente con las penas corporales mutilantes, existían otras como las patrimoniales y aún más como la expulsión, destierro, etcétera. Estos tipos de sanciones formaban casi todo el sistema o régimen punitivo durante la antigüedad y la Edad Media. Pero algunos autores, como L. Thot, admiten que aun en la antigüedad existían penas privativas de la libertad que necesariamente debían cumplirse en establecimientos a los que se les denomina cárceles. Así, nos encontramos en la antigüedad con las cárceles de deudores, que eran destinadas para aquellos sujetos que no pagaban o no cumplían con sus obligaciones, y el Estado tenía interés en asegurar el cumplimiento del pago de impuestos, por ejemplo. También podríamos alegar que existía en esta época la cárcel como medio transitorio de resguardo o aseguramiento para el cumplimiento de la pena aplicada de mutilación o de muerte, a efectos de asegurar su ejecución y, finalmente, debe agregarse que el delincuente individualizado y capturado era colocado bajo custodia. Estas tres formas de privación de la libertad, no eran propiamente una "pena" o "sanción", sino un medio para la aplicación de la verdadera sanción, pero podría alegarse que fueron las semillas que germinaron a la cárcel o sanción propiamente dicha. Un aporte de interés para el estudio del origen de la cárcel como tipo, es el Derecho penal disciplinario de la Iglesia. Así tenemos que existía para los frailes desobedientes o que hubieran delinquido, un encerramiento en celdas solitarias. Aquí podríamos alegar que aparecen los vestigios del sistema unicelular, y luego nos encontramos que como consecuencia de la administración de la justicia penal, se extendió de los jefes de Estado, a los señores de la Iglesia (arzobispos, obispos, abates, etc.) y a los seculares (príncipes, duques, condes). Estos organizaron la administración de justicia penal en sus respestivos territorios, organizando cárceles para custodiar a los subditos, reos y con- denados. Para ella se utilizaban parte de .los monasterios, las murallas de la ciudad, los sótanos de los palacios y municipios. Como complemento de este antecedente, podemos agregar que en el Palacio Ducale de Venecia existían verdaderas cárceles, o lugares de encierro, instalados en los sótanos del mismo. Alli todavía puede observarse la lobreguez y frialdad de estos encierros, lugares desprovistos de luz y de todo contacto con el mundo exterior, casi sepultados bajo el agua. Alli estaban "depositados" los reos que debían cumplir las penas corporales o los condenados a muer- , te. Del lugar de encierro pasaban por el famoso "Puente de los Suspiros" al lugar de aplicación de estas sanciones sobre el cuerpo o la vida. Precisamente este "Puente de los Suspiros", motivo de leyendas y tema de la literatura, era denominado así porque el condenado veía por última vez la luz, el cielo, el sol, suspirando también por última vez, como saludando a la vida terrenal. .. En consecuencia, es un avance de la civilización la imposición de penas privativas de la libertad, pues con éstas se respeta la vida y cuerpo del hombre. Paralelamente con este tipo de sanción, aparecen los primeros gérmenes para implantar las cárceles como organización, pues las penas privativas de la libertad consisten en la "reclusión del condenado en un establecimiento especial" ( 3 ), cárcel, prisión penitenciaría, celda, ergástula, etcétera, todo ello bajo un sistema o régimen determinado. Debe agregarse que este tipo de sanción es el que constituye el sistema penal de los países más adelantados y es, a su vez, la base de los distintos sistemas o regímenes penitenciarios. La cárcel, como sanción o pena propiamente dicha, no fue conocida en el antiguo Derecho; pero en Roma, por ejemplo, existía algún bosquejo de lo que luego se conoce con el nombre de cárcel, ya que se encuentra allí una especie de prisión, o lugar de encierro, como medida de seguridad para los procesados durante la instrucción de sus procesos. Es decir, que allí la cárcel o cárcer, estaba destinada ante todo a albergar y custodiar a los delincuentes destinados al suplicio. Sin embargo, algunos autores como Mommsen, en su Derecho penal romano (trad. española, pág. 402), dicen que en el antiguo Derecho romano se habría conocido la cárcel o ergastulum como pena (3) Cuello Calón, Fenología, pág. 104. propiamente dicha, y consistía en el arresto o reclusión de los esclavos en una habitación cárcel que existía en casa de los señores dueños de los esclavos. En. verdad es Ulplano quien define el carácter que siempre tuvo la cárcel en Roma al decir en su texto: ...cárcer ad continendos homines non ad puniendos haberi debet. Fue en verdad la Iglesia quien se ocupó de la prisión en su forma estructural, organizándola como verdadera pena o sanción. Pero también puede asegurarse que no siempre revistió para el clero esta naturaleza. Así, a veces, este tipo de sanción consistía en una detrusio in monasterium y otras veces se ejecutaba en locales especiales destinados a la reclusión de condenados que se denominaban carceres. Sobre este particular, Cuché, en su Traite de Science et de legislation penitentiaire, dice que el régimen de la reclusión canónica primitiva, según se deduce de los textos, era el siguiente en opinión de Kahn: 1) Unas veces se seguía el régimen celular, comprendiéndose por ello indistintamente a la celia, ergastulum o cárcer, y otras, por necesidades de carácter práctico o por hacer menos dura la detención, la prisión en común. Así, los herejes eran condenados al murus arctus o arctissimus, que era el tipo de aislamiento, o si no al murus largus, que era la prisión en común, según la gravedad del delito. 2) La prisión canónica no llevaba consigo la obligación de trabajar. El trabajo, dice Kahn, es contrario a la esencia de la penitencia canónica; trabajar es participar de la vida del siglo a la que el culpable debe sustraerse para pensar sólo en su falta. Sobre este particular existen varias teorías, a las que luego nos referiremos. 3) El régimen de la prisión podía ser determinado por et juez de la sentencia., 4) Los gastos que ocasionaba el reo corrían por su cuenta; mas si eran pobres eran alimentados a expensas del obispo. Esta exposición del régimen carcelario de la Iglesia presenta a la prisión canónica como más humana y más suave que las penas corporales del Derecho laico, pero el mismo Kahn expresa que seria exagerado quererla equiparar con la cárcel moderna. Y así tenemos que autores como Tlraquello, la juzgaban demasiado rigorosa, al decir: poena omnium misérrima . atque molestissima. Otros, como Pgnam, declaran que en las prisiones episcopales de Francia no era posible vivir más que ocho días .(*)'. <4) Sobre el particular puede consultarse I& En la Edad Media, el Derecho laico no empleó la cárcel como pena, sino como medio para la custodia de los delincuentes hasta la imposición de la pena a que fueron condenados (azotes, mutilación, muerte, etc.). Es decir, que la cárcel en ese tiempo era o bien un lugar donde se esperaba, o bien donde se aguardaba la aplicación de la sanción propiamente dicha, porque generalmente eran las penas corporales las que se aplicaban. Es así que para tal objeto se encerraba al reo sin preocuparse por su higiene física ni moral; se aprovechaban los calabozos y estancias de los palacios y fortalezas, utilizándose también parte de grandes edificios construidos para otros fines. Todas estas grandes prisiones, dice Cuello Calón —inmortalizadas por la tradición y la literatura—, no eran edificios levantados para albergar delincuentes, sino que estaban destinados a fines muy diversos. Así, por ejemplo, la famosa Torre de Londres era originariamente un palacio con fortificaciones. La Bastilla de París era también una de las grandes puertas fortificadas de la ciudad de París. El asilo de alienados de Bicetre, que antes de ser como actualmente un asilo para dementes, era una prisión, fue construido para residencia episcopal. La Salpetriere, también asilo para alienados en la actualidad, fue edificada por Luis XIII para fabricar pólvora. Otro de los famosos edificios con prisiones lo constituye el castillo de Spielberg, de Austria, y a los ya citados recintos cabe añadir el de "Los Plomos", en el famoso Palacio Ducal de Véncela. Los primeros pasos para implantar cárceles en forma consciente fueron dados recién en las postrimerías del siglo xv y a principios del siglo xvi. Es así como puede citarse en ese orden a un establecimiento penitenciario construido en Amsterdam, en 1595, para hombres, y en el año 1598 otro para mujeres. Continuando con este orden cronológico nos encontramos que en 1609 se construye un edificio penitenciario en Bremen, otro en Subeck, en 1813, en Hamburgo en 1622, en la localidad de Dantzig en 1629, en Breslau en 1870, en Munich en 1687 y, fuera de AleBlgulente bibliografía: Kahn, Etude sur le dellt et la peine en Droit canon, págs. 53 y slgs., París, 1893; Pessina, t. 1. pág. 784; Lea, Histotre de la Inquísition au Mojjen Age, pág. 549. Como elemento bibliográfico donde se presenta a este tipo de cárcel como más suave y humana que las prisiones laicas, puede consultarse el libro del padre Jerónimo Montes El crimen de herejía (Derecho penal canónico), págs. 340 y slgs., Madrid, 1919. mania, posteriormente se construyen cárceles en Bruselas, Milán, Ñapóles, etcétera En estos institutos, ya que no pueden denominarse propiamente cárceles, el trabajo era obligatorio. Así, en el de Bruse- las, se dedicaban a la manufactura de papel; en los establecimientos alemanes, a fortificaciones de calles y pulimentos de mármoles o lentes, etcétera. Por ello y otras circunstancias, estos establecimientos no eran prisiones o cárceles en el sentido moderno, o como se los conoce y concibe hoy. Eran, en realidad de verdad, especie de asilos para recluir a prostitutas, mendigos, vagos, malvivientes, etcétera. Continuando con este itinerario histórico tenemos que en el siglo xvni (1704), el Papa Clemente XI fundó en Roma el Hospicio de San Miguel, que era, como dice Cuello Calón, una mezcla de casa de corrección para delincuentes jóvenes y a su vez para asilar huérfanos y ancianos inválidos. Este tipo de establecimiento sirvió de base para la fundación posterior «ie un gran número de prisiones, especialmente en Italia. Basado en este sistema de aislamiento nocturno y trabajo en común diurno, el burgomaestre Juan Vilain, en el año 1775, levanta en Gante'un tipo de prisión que se ha hecho célebre. En verdad, lo que contribuyó a la formación de sistemas o regímenes de cárceles, luego de las grandes campañas para el mejoramiento de los presos, a lo que nos referiremos posteriormente, fue la implantación en las distintas leyes penales, de las penas privativas de la libertad. Pero antes de hablar de los diversos sistemas y de luchas encauzadas por verdaderos apóstoles carcelarios, como Howard, Beccarria y Marat, haremos un breve compendio histórico sobre las cárceles en el antiguo Oriente, para continuar con Grecia, Roma, etcétera. Reseña histórica de las cárceles en el antiguo Oriente. De la compulsa de antecedentes analizados podemos aseverar que en el antiguo Oriente y Medio Oriente, los pueblos que tenían sitios o lugares que podrían ser considerados como especie de cárceles eran los chinos, babilonios, hindúes, persas, árabes, egipcios, japoneses y hebreos. China. — Según nos refiere L. Thot, en la antigua China (cuya historia se remonta al siglo xxv antes de nuestra era), vemos cómo ya, en el siglo xxrn, durante la época del emperador Sun, se habría instituido la pena de cárcel, complementándola con un cierto régimen. En el año de 249 a. de J. C., cuando se promulgó el Código penal chino, el mismo contenía un reglamento carcelario. Durante el gobierno del emperador Hiao Ven Ti se Instituyeron0 los trabajos forzados y trp.uajos público, , para los condenados por lesiones. Podemos señalar que el desarrollo del sistema saneionatorio en China aumentó en crueldad y rigor al través de los siglos, pues en los años 1154-1134 a. de J. C., durante la dinastía de los Chang, el emperador Cho se hizo famoso por su crueldad en el sistema punitivo. Así tenemos que fue él quien inventó el tormento de la caña de hierro candente (pao-Zo), con que se mandó picar los ojos a los delincuentes. Los sabios combatieron a este emperador por sus castigos y por haber extendido las sanciones a la familia del reo. Durante la dinastía de los Cho, el emperador Vu-Vang (1134-1115), expuso principios jurídico-penales interesantes. Sostuvo que las penas deben aplicarse con "reverencia e inteligencia". Suprimió la pena de muerte para los delitos leves. Aconsejó precaución a los jueces cuando debian aplicar la pena ce muerte o penas corporales mutilantes. Pero cuando luego de la reflexión de seis o siete días a que estaban obligados los jueces antes de aplicar la pena capital, llegaban a imponerla, sostuvo que esta sanción debía ser ejemplarizadora, por lo que la completó con la accesoria de que sea expuesta .en publico la cabeza de los delincuentes ejecutados. Sobre este particular, y habiéndose practicado esta forma de ejecución5 y exposición de cabezas en América ( ), corresponde señalar el interesante origen de donde el hombre lo ha captado. Veamos: Se dice que este emperador chino Vu-Vang tomó como modelo la costumbre de cierta clase de pájaros que existían en aquel tiempo. Hubo en China —alegan— dos clases de pájaros de naturaleza sumamente cruel; se les denominaba a unos "nio" y a los otros "klen". Los primeros devoraban a su madre y los segundos a su padre... En la época de nacimiento, la madre trataba de procurar por todos los medios la alimentación a sus pequeñuelos; pero cuando éstos tenían alas y podían volar y procurarse por sus propios medios los alimentos, la madre se ponía muy débil y enceguecía. Entonces sus hijos, para no (5) V. el artículo de Constancio Bernaldo de Qulrós "Nuevas noticias sobre picotas americanas", publicado en la revista de Derecho penal dirigida por el doctor Eusebio Gómez, año 1949. núm. 2, pág. 131. varia sufrir, la mataban, decapitándola y colocando su cabeza sobre la rama de un árbol, donde quedaba expuesta. Así se devolvía a las madres lo que a su tiempo habían hecho con las suyas. He. aquí una rápida noticia del origen de estas penas capitales, y de ella se deduce que el hombre obtiene de la naturaleza sus actos de corrección. Continuando con el temario sobre las cárceles en China, vemos que se seguía desarrollando ya en nuestra era. Así, en el siglo vi se exigió el trabajo rudo en las cárceles chinas, y en el siglo vii ¡a pena de cárcel con o sin azotes. Luego, el Código penal -de la dinastía de los Ming, promulgado en el siglo xrv, instituyó la pena de cárcel con grilletes en los pies y en las manos. En cuanto al estado de las cárceles chinas durante el siglo xiv, el fraile español Mendoza las califica de "malas y horribles, muchas y muy grandes en las que los presos debían ejercer sus oficios para procurarse el sustento". Babilonia: En Babilonia también existían cárceles. Se las denominaba "lago de leones". En realidad, agrega Thot, no eran otra cosa que cisternas profundas, en las cuales se encerraba a los condenados. India: Se llamaba cárceles, en la India; a los lugares donde se ejecutaban las penas corporales, donde se encerraba a los condenados a la pena de muerte o para los tormentos. La característica que podemos anotar es q\ie se encontraban expuestos a la vista del pueblo. Manú estimó que una forma de intimidación para evitar los delitos, era tener la cárcel a la vista. Los presos estaban sujetos de manos y pies con gruesas cadenas y se les atormentaba o sitiaba de hambre y sed. Debían dejarse crecer, según las prescripciones del Código de Manú, los cabellos, las uñas y la barba. Persia: Durante el reinado del rey Nuchirvan se dio preferente atención a las cárceles. Se caracterizaba porque el ladrón reincidente era conducido con cadenas a la cárcel, pero el número de cadenas variaba según la gravedad del delito cometido. Para la aplicación de las sentencias de muerte existían cárceles especiales, donde se ejercía custodia hasta el momento de la ejecución. El célebre Tamerlan, durante la época del Islam en el siglo xiv, destinó las cárceles para ciertos delincuentes políticos, "los cuales debian permanecer en aquéllas hasta tanto hubiesen abandonado el mal , camino". En los siglos xv a xvín se les I aplicó a los reos el trabajo forzado en favor de las víctimas del delito. Arabia: Fue el Corán la legislación que influyó durante largo tiempo en Arabia. En consecuencia, las cárceles se utilizaban para recluir a las mujeres adúlteras y a los autores de delitos contra la religión. Así, el califa Ornar castigaba la falta de pago de impuestos con la pena de cárcei. Instituyó una legislación humana. Mandó construir cárceles en Bagdad y prohibió que los presos fueran encadenados y maltratados. Egipto: Aquí las ciudades fueron utilizadas para retener a los presos, a los cuales se los utilizaba para realizar trabajos. En algunas circunstancias los condenados eran retenidos en casas privadas. Las penas privativas de la libertad entre los egipcios fueron de dos clases: e^í trabajo público y el trabajo en las minas. Japón: En el antiguo Japón, las leyes establecieron dos tipos de cárceles. Unas situadas en la región meridional, y otras en la parte septentrional del país. Los condenados por delitos de menos gravedad se los trasladaba al sur. En el Derecho hebreo: Según las opiniones de los rabinos, la prisión asumía entre los hebreos dos funciones bien distintas. Primero: Se utilizaba, para asegurar al delincuente a efectos de que no pudiera fugarse, y así poder juzgarlo oportunamente. Segundo: También íué empleada como una sanción o verdadero tipo de pena, a la que se puede comparar una especie de prisión perpetua moderna. Así tenemos que, según nos refiere el marqués de Pastoret («), "...al hombre que había cometido un delito se lo miraba como indigno de vivir en sociedad, y por lo mismo se lo encerraba en un calabozo que no tenía más de seis pies de elevación y era tan estrecho que no podía extenderse en él el delincuente, a quien se lo mantenía solamente a pan y agua, hasta que su extrema debilidad y flaqueza anunciaban una muerte próxima, pues entonces se le añadía un poco de cebada". La Biblia ( 7 ) ofrece numerosos ejemplos de la. doble función asignada a la prisión hebrea. El Génesis refiere el encierro a que se sometió a José mientras sus hermanos se encargaban de traer a Benjamín de Egipto. El Levítico se refiere a la prisión del blasfemo, y el libro de Jeremías y de loa Reyes hacen mención de la cárcel de los profetas Jeremías y Miqueas. También pueden citarse los casos de José, enviado (6) llardo, (7) de la 1948. Moisés, con prólogo de Ángel Ossorlo y Gapag. 261, 1946. Oolsteln, M., El Derecho hebreo a través Biblia y el Talmud, pág. 148. Edít. Atalaya, a la cárcel por haberse resistido a las caricias de la mujer de Futifar, aunque era otro el delito que se le imputaba, y el del desgraciado Sansón, a quien se atormentó hasta la barbarie de privarle, en un mismo tiempo, de la vista y la libertad, así como muchos casos que nos enseña la historia santa y otros recopilados por Calmet. De donde se deduce la existencia de cárceles en los orígenes del Derecho hebreo. Es de interés destacar que existían en el Derecho hebreo distintos tipos de cárceles, según las personas delincuentes que debían ser motivo de encierro. Así, los levistas y los cohanim tenían una cárcel distinta de los demás israelitas. También existían prisiones donde no se restringía totalmente la libertad. Existían, además, cárceles especiales para los que habían cometido delitos "monstruosos"; otras para los delitos de menos cuantía y para simples faltas. La ley rabínica procuró introducir normas humanitarias, reduciendo al mínimo el número de los delitos que exigían la restricción de la libertad del individuo. Una mishna ( 8 ) disponía que si un sujeto había sido condenado dos veces a la pena de fuego (hoguera), se le pusiese en prisión y se le diese de comer cebada hasta que su vientre estallase: He aquí una prueba de que para la ley talmúdica, igual que para la bíblica, la prisión era un castigo que se aplicaba preferentemente a los reincidentes. Idéntica pena existía para el individuo que había asesinado a otro sin que existiesen testigos que lo hubiesen presenciado. En este caso se ponía al acusado en una prisión, donde se lo alimentaba a pan y agua "de miseria", según alega el texto. Finalmente, debe señalarse la institución de las ciudades de asilo, que figuraban en la Biblia y en el Talmud. Esta interesante creación legal que constituye el inmediato antecedente del Derecho de asilo moderno, trataba de proteger de la atroz venganza de los parientes de la víctima a aquel desdichado que había cometido un homicidio por descuido o imprudencia. El marqués de Pastoret (») refiere al respecto lo siguiente: "Luego que llegaba el homicida involuntario a una de las ciudades de asilo, se presentaba ante los magistrados que las gobernaban, a quienes refería lo que le había pasado y las pruebas de su inocencia, sobre cuya relación se le recibía y se le señalaba una habitación dentro de la ciudad. Si los parientes del (8) Tratado del Sanedrín, t. 4, cap. 9. (9) Marqués de Pastoret, Moisés, ob. clt. difunto, deseosos de vengar la muerte, venian a perseguirle, se cuidaba de que no cayese entre sus manos; pero podían matarle impunemente hallándose fuera de la ciudad". Dentro de la ciudad de asilo, el homicida involuntario no estaba sometido a ninguna restricción, a tal punto que hasta podía participar de la dignidad que la ciudad ofrecía a sus propios ciudaianos. Como es de observar a través de este breve resumen histórico, se percibe que entre los pueblos del antiguo Oriente existió lo que aún hoy se conoce con la voz cárcel, pero con fines y destino muy diversos al actual contenido y misión. Primero teníamos que servía como lugar de custodia o, si no, como lugar propio donde se cumplía la expiación del delito. Pero en la mayoría de los pueblos se adoptó la forma más severa de la pena de la cárcel, cual era el sometimiento a cadenas y los tormentos. Grecia: Con respecto a Grecia, podemos citar las ideas de Platón referente a las cárceles. Para él, cada tribunal debía tener su cárcel propia, para que los que delinquían fuesen encerrados de por "vida"; vestigios de las penas privativas de libertad en Grecia. Propuso que fueran construidas tres clases de cárceles. Una en la plaza del mercado, a la que denominaba "cárcel para custodia"; la segunda, una cárcel en la misma ciudad, a la que denominaba sofronisterion ("casa de corrección") , y la tercera, "lugar de suplido", que debía erigirse en una reglón sombría y desierta en el centro de la provincia. La casa de custodia serviría de depósito general para seguridad de los que fuesen encerrados en ella. Ahora bien, según la información, en la antigua Grecia, la cárcel era un medio para prevenir la fuga de los acusados. Pero las leyes del Ática atribuían a la cárcel otro sentido. En efecto, ordenan que los ladrones, además de la indemnización que debían abonar, debían cumplir "cinco días y cinco noches de cárcel con cadenas". También existía la cárcel para los que no pagaban los impuestos, es decir, para los deudores del Estado. Los que perjudicaban a un comerciante o a un "propietario de buques" y no abonaban las deudas, debían quedar en la cárcel hasta tanto cumpliesen con sus pagos. Las cárceles en Grecia recibían los nombres según donde se encontraban emplazadas. También debe anotarse que el Derecho penal griego aplicó la prisión a bordo de un buque, como también el sistema de caución, prestándola a los encausados para no ser encarcelados (">). En Esparta: Ya se conocía también la cárcel, pues sabemos, por Polibio (llb. 5, cap. 11), que hubo varias cárceles en Esparta. Por él nos enteramos que el conspirador Cleomenes fue encerrado "en una gran casa donde estaba bien custodiado, con la sola diferencia, respecto de otros prisioneros, de que vivía en una prisión más espaciosa". Según Plutarco, hubo en Esparta, durante el reinado de Agis (mil años a. de J. C.) calabozos a los que denominaba rayada, y allí se "ahogaba a los sentenciados a muerte". Como se ve, en Grecia la cárcel era una institución muy incierta, acota Thot, ya que sólo se aplicaba a los condenados por hurto o a los deudores que no cumplían con sus obligaciones. Roma: Con respecto a este antecedente carcelario en Roma, debemos considerar dos faces, a saber: durante los tiempo del antiguo Derecho romano, es decir, la época de los reyes y de la República, y la otra, durante la época de los emperadores. Algunos autores como Hugo, sostienen que la primera cárcel que hubo en Roma fue la que creó el emperador Alejandro Severo, pero agrega que la pena de cárcel no fue adoptada en la República. Las cárceles romanas durante el antiguo Derecho eran empleadas para recluir a los condenados donde éstos debían cumplir sus penas. Así tenemos que una fue la erigida en el centro de la ciudad, en el Poro, por el rey Anco Marcio (siglo vn a. J. C.), y más tarde fue ampliada por el rey Tullo Hostilio, quien hizo construir un subterráneo o lugar secreto, que sirvió para poner freno, como dice Cicerón, al crecido número de delitos. El historiador romano Salustio Crispo describe este subterráneo diciendo que tenia más de cuatro metros de longitud. En la época de la República existían tres cárceles célebres, a saber: la cárcel tuliana, a la que también se la denominaba Latomla (Tullianium); la cárcel claudiana y la cárcel mamertlna. La cárcel tuliana fue construida por Apio Claudio, en el año 454 a. J. C. Luego llega un momento en la evolución de Roma, en donde nos encontramos con el tipo de cárceles privadas. En la segunda faz arriba anotada, es decir, durante la época del Imperio, hallamos penas privativas de la libertad. Así podemos anotar la esclavitud de por vida; el trabajo en las minas y la obligación de (10) Siglo V a. J. C. (V. Jenofonte, Historia griega, llb. I. cap. 7). luchar con Jas fieras en los circos o "arenas". Las cárceles en Roma fueron puestas bajo la autoridad de los triunviros nocturnt, magistrados creados originariamente para prevenir los incendios, y encargados más tarde para la inspección de las cárceles y las ejecuciones capitales. El emperador Constantino hizo construir un sistema de cárceles. Los emperadores Teodosio y Valentlniano dispusieron que los condenados fueran distribuidos en las cárceles según el delito, según la edad y tomando otros elementos o circunstancias para efectuar clasificaciones. Corresponde reiterar la frase de Ulpiano, cuando consignaba en su Digesto: "La cárcel debe servir no para el castigo de los hombres, sino para su guarda". Antecedentes carcelarios de los países de Europa anterior a la reforma: Italia: Como en la mayoría de los países europeos, la Iglesia fue la que orientó en Italia las ideas sobre las prisiones. Asi tenemos que allí se crearon lugares denominados "carceres" eclesiásticas, que se desarrollaron en el siglo vi. En los monasterios se dividían ciertas partes por medio de una lápida para recluir a los condenados, a los que se suministraba sólo pan y legumbres. El abate del monasterio de San Martino del Campi, en el siglo xn, hizo construir la primera cárcel subterránea. Esta cárcel tomó celebridad y se la denominó vade in pace (vete en paz), pues el que ingresaba en dicha "cárcel túnel" era considerado muerto. También el derecho estatutario impuso la cárcel como pena grave y principal. Así tenemos que el Estatuto de Como (año 1279), el de Lucca (1399) y el de Padua (en el mismo año 1399) impusieron la pena de cárcel por tiempo indeterminado, graduándola según la gravedad del delito cometido. Se pueden citar como cárceles de importancia, durante la Edad Media en Italia, las de Pisa, Monza, Florencia, Milán y Véncela (aquí de nuevo recordemos a los "pozos" y los "techos de plomo" del Palacio Ducal). Debemos destacar que ya en esa época existían hospitales en las mismas cárceles. Los primeros hospitales fueron creados a mediados del siglo xv. Las cárceles pertenecían a las comunidades y a las ciudades. Su vigilancia e Inspección era confiada, en los primeros tiempos, a guardias especiales, pero luego se delegó esta función a Instituciones de beneficencia. Cabe destacar que los inspectores de cárceles eran sorteados, como eran sorteados en aquella época todos los funcionarios o empleados públicos. El Papa Eugenio V estableció la llamada "visita graciosa", por medio de la cual los magistrados judiciales y los procuradores de los pobres podían trasladarse a las cárceles dos veces al mes, para escuchar a los condenados y ver si se les podía disminuir ¡as penas originariamente impuestas. Vemos aquí el precedente histórico de las disposiciones que poseen actualmente los Códigos sobre las visitas a las cárceles por parte de los magistrados judiciales. El Papa Sixto V, en el siglo xvi, dictó un reglamento sobre cárceles. Felipe Franci, en Florencia, en el año 1677 (siglo xvn), fundó una cárcel basada en el sistema celular. En ese mismo siglo se dicta el famoso reglamento carcelario de San Carlos Borromeo. Durante el año 1703 se da mucha preferencia a la construcción y sistematización carcelaria en Italia. Así tenemos que el Papa Clemente XI fundó la conocida "Casa de Corrección" —establecimiento San Miguel—, que tenía por finalidad devolver a los delincuentes jóvenes con costumbres arregladas para que pudiesen desenvolverse en sociedad. Especie de reformatorio. En dicho establecimiento sólo podían ser internados menores de veinte años y menores reacios a la disciplina paterna. El lema era el siguiente: "preferible disciplinar a los buenos que cubrir con penas a los malos". Característica del sistema era la educación religiosa. Se introdujo el sistema del trabajo en común y el aislamiento nocturno. Cuando reingresaban a la colectividad, los presos debían prestar Juramento de continuar la vida como buenos cristianos y ciudadanos. Como característica del régimen interno de estas cárceles italianas, diremos que los presos debían costear de su peculio su permanencia en la cárcel. La obligación del trabajo fue una de las bases en que se apoyaba el régimen interno. Pero durante el siglo xvii este requisito fue facultativo, haciéndose luego obligatorio, como en la cárcel de Ñapóles en el año 1683. Francia: Como Francia se caracterizaba en que sus penas eran de tipos corporales o capitales, observamos que al comienzo de su evolución no existían cárceles propiamente dichas, sino que existían lugares destinados a las ejecuciones. Pero en la Edad Media comienzan en Francia a construirse cárceles que se ha- liaban bajo la jurisdicción obispal, del tipo subterráneo "vade In pace". Existían también las cárceles de los señores feudales y las cárceles del Estado (cárceles oficiales). Estas últimas se hicieron famosas, como, por ejemplo, las de la Bastille, Vincennes, el Grand Chatelet (construido en el siglo xir), el Petit Chatelet y la Tur du Temple. Las cárceles especiales estaban destinadas para la ejecución de las penas perpetuas de cárcel, y las casas de fuerza, como las de Bicetre, Saint Lazare, la Salpetriere, la Conciergerie y Saint Pélagle, fueron verdaderas prisiones. La célebre Ordenanza criminal de 1670 realizó modificaciones en el orden carcelario, prescribiendo las visitas oficiales de Inspección y velando por el mantenimiento de las reglas carcelarias. Debemos señalar que, junto con las penas de cárcel y de prisión, existió también en Francia durante mucho tiempo la pena de "galeras". La Revolución francesa, que llevaba en sí la dignificación de los Derechos del Hombre, modificó como lógica consecuencia el estado y régimen de las cárceles. Así, la Asamblea Nacional dispuso la separación de los sujetos que se encontraban bajo proceso y los condenados, fijándose establecimientos y regímenes distintos. A tal efecto se dispuso la construcción de "prisión para encausados". Luego se procedió a la construcción de cárceles especiales para mujeres y otros establecimientos destinados para menores de dieciocho años que hubieran delinquido. Finalmente, debe agregarse que, en Francia, fue Napoleón I quien implantó el sistema celular. España: Los primeros vestigios sobre la Implantación de cárceles en este país se remontan al período del Fuero Juzgo. Los reinos de Castilla y Aragón son los que en la Edad Media se destacan en materia carcelaria. En Castilla, los fueros municipales establecieron diversas clases de cárceles, como ser: las cárceles reales o públicas, las feudales o de los grandes señores, las de abadengo o monasterio y las de concejo o municipales. En Aragón las cárceles eran comunes y manifestadas. Las primeras dependían del juez de la ciudad y las últimas del juez supremo del Reino. En la cárcel de los manifestados se internaba a los reos que se encontraban detenidos en una cárcel real y que denunciaban ser víctimas de opresiones. Se les alojaba allí hasta tanto se aclarara el caso. Alfonso XI, en el siglo xv, realizó ciertas reformas carcelarias de importancia, co- mo prohibir los tormentos y aumentar la alimentación de los presidiarios. En los siglos xvi y xvn se implantó la separación de sexos en distintas cárceles, como así también se comenzaron a emplear camas en las celdas y se autorizaron las visitas carcelarias. La reforma carcelaria. El deplorable estado de las cárceles, su tristeza, el hacinamiento, los malos tratos y la impiedad con que se ejecutaban las penas, hizo que se constituyera un fuerte movimiento renovador, en donde hombres de Estado, filósofos, sociólogos, literatos, etcétera, conmovieron la opinión pública a efectos de llevar la necesidad inmediati de una profunda y seria reforma penitenciarla. En verdad, las antiguas cárceles constituian una demostración de la falta de sentimientos humanos, de la ausencia de moral, de higiene y de disciplina. No se respetaba la diferencia de sexo, de edad, ni la naturaleza de los delitos cometidos. Los delincuentes se confundían junto con los dementes. Hay autores que alegan que las cárceles antiguas eran focos de Infecciones y vicios. Contra ese estado se reacciona por medio del movimiento renovador, que como muy acertadamente expresa Jiménez de Asúa, constituye una época que él denomina la época de las luces O 1 ). Al respecto dice este gran maestro español que "todo el Derecho penal, que está cubierto de sangre y que amadriga en su recóndito seno tanto sadismo, es un espejo donde se reflejan los esfuerzos liberales de la humanidad. La renuncia a la venganza y al sadismo no se cumplen sin haber dejado tremendas cicatrices en el alma humana, reveladas hoy por la psicología profunda. De este tremendo esfuerzo iba resultando el Derecho penal liberal"; y continúa .agregando el insigne penalista: "Que a pesar de los esfuerzos de Beccarla y Howard, al alborear el siglo xix todavía no existe un Derecho penal liberal, pues en la linde del setecientos al ochocientos todavía se torturaba como método Inquisitivo, a pesar de que se propugnaba la humanización penitenciaria y la dulcificación de las penas". Ya en la época del Renacimiento existe este deseo humanizador de las sanciones (12). ' Podemos considerar dos aspectos de este (11) Jiménez de Asúa, L.. Tratado de Derecho penal, t. 1. pág. 211. (12) V. Utopia, obra de Tomes Moro, y La ciu- dad del Sol, de Campanella; Jiménez de Asúa, ob. clt., t. 1, pág. 212. gran movimiento renovador que trajo como consecuencia, nuevas orientaciones so- bre la estructuración del Derecho penal y principalmente en lo que respecta al régimen o sistemas carcelarios. Ellos son la reforma legislativa y la reforma en la literatura. Sobre la reforma legislativa ya expresamos algo al recoídar las distintas etapas de la legislación histórica europea, como ser la estructuración de la prisión de Gand, las casas de Hilandería, "las de Raspa", la "Casa de Corrección de San Miguel", en Roma, etcétera. Asimismo, en este aspecto pueden citarse la reforma legislativa que comenzó en Estados Unidos de Norteamérica a iniciativa de la "Sociedad de Fíladelfia", para suavizar las miserias de las cárceles públicas. Esta entidad, fundada en el año 1787,- fue en verdad la precursora de la reforma carcelaria en Estados Unidos, basada en un aspecto eminentemente moral, religioso, como una consecuencia de la denominación de los cuáqueros de Pensilvania, sobre los que nos referiremos más adelante. En cuanto a la reforma literaria reformista, debemos citar: a John Howard, César Beccaria Bonesana (marqués de Beccaria), Marat y Filangieri; luego a enciclopedistas y filósofos como D'Alambert, Montesquieu, Rousseau y Voltaire en Francia; Sonnenfelds en Alemania, y ya en el siglo xix, al rey de Suecia Osear II,. etcétera. De los citados merecen consideración especial Howard, Beccaria y Marat, quie» nes, al decir de Jiménez de Asúa, son las tres figuras de la época "que más que edificar un Derecho penal y carcelario nuevo, censuraron lo existente, procurando destruir lo ya caduco", y por eso son revolucionarios (13). César Beccaria Bonesana, marqués de Beccaria: nacido en Milán el 15 de marzo de 1738, de familia de nobles. Su libro, que lo hizo famoso, fue escrito a la edad de veinticinco años, y lo intituló Dei delitti e délle pene (Tratado de los delitos y de las penas). Este libro, que apareciera en sus orígenes sin fecha y sin el nombre del autor, alegándose por algunos tratadistas que intervinieron en su redacción los hermanos Alejandro y Pedro Verri, quienes colaboraban junto con Beccaria en el periódico "U Caffe", en torno del cual se agrupaban los intelectuales de la época, ejerció gran influencia y cobró inusitada notoriedad, pues en sus capítulos exigía (13) Ob. cit.. pág. 227. una reforma a fondo. Beccaria, siguiendo a Grocio, proclamaba que la justicia humana es cosa muy distinta de la justicia divina, y que la justicia penal no tiene nada que ver con la de Dios, pues la justicia penal encuentra su fundamento en la utilidad común, en el interés general y en el bienestar del mayor número. Este libro, que constituía un panfleto en su tiempo, vale, más que por su aspecto constructivo, dice Jiménez de Asúa, por su valiente crítica al sistema represivo del anden régime. Postula Beccaria que el rigor de las penas de nada sirve si no va acompañado de la certidumbre del castigo. La necesidad de humanizar las leyes penales que preconizaba el marqués de Beccaria ejerció seria influencia en monarcas, quienes, inspirados en sus ideas, introdujeron reformas a las leyes penales de sus respectivos pueblos. Así, Catalina II de Rusia ordena, en 176?, la elaboración de un nuevo Código penal, debiendo citarse también a Pedro Leopoldo de Toscana y a José II de Austria. El gobierno austríaco requirió el parecer de Beccaria sobre las reformas penales y, en particular, sobre la pena de muerte. Beccaria sostenía que la pena de muerte no podía tener lugar sino sólo cuando se conspiraba contra instituciones políticas, reputándola innecesaria para los demás casos. Corresponde señalar que en nuestra Constitución ocurre lo adverso, pues el artículo 29 expresa que "quedan abolidas para siempre las penas de muerte por causas políticas...". En el capítulo referente a la prisión, Beccaria sostiene que "la prisión es una pena que por necesidad debe, a diferencia de las demás, preceder a la declaración del delito", agregando que "sólo la ley debe señalar los casos en que el hombre es digno de esta pena". El libro de Beccaria ejerció amplia influencia en los espíritu reformistas y fue fuente de inspiración renovadora sobre la humanización de las sanciones. Eeccarla fallece r. la edad de cincuenta y seis años, el 28 de noviembre de 1794 ("). John Howard: Este gran penitenclarista, reformador y renovador profundo, que ex(14) Para bibliografía sobre Beccarla, ver: Saldafla. Q., El Derecho penal por César Bonesana, marqués de Beccaria, Madrid. 1930; Terán Lomas, R., "Beccarla y los conceptos fundamentales del Derecho penal", en La Ley, 21 de octubre de 1943; Cabanellas, O.,, "Beccarla y su obra", en Atalaya, Buenos Aires, 1945: Garlbaldl t ddo. A., "César Beccarla", en Revista de Derecho Penal, 2» trimestre 1945; Cantil, C.,César Beccaria e il Dirtita -pénale, Florencia, ílfáS; ¡- toda, let ttlttUograffa que cita Jiménez de Asúa en au Tratado de Derecho penal, t. 1, págs. 215 y 216. pone hasta su vida en favor de la causa sobre la humanización de las penas, nació en Enfleld (hoy arrabal de Londres), en 1726. Fue un hombre de arraigados sentimientos humanos. Bernaldo de Quirós expresa al respecto: "Tan lejos estaba de ser un hombre de ciencia que, por el contrario, los abominaba, principalmente alguna materia como la geología, pues le parecía impío a su alma de puritano el intento del hombre de pretender la histora de la creación en las estratificaciones de la tierra, cuando era la sagrada escritura quien se la refería día por día. Llevaba su piedad hasta el punto de tener pendiente del cuello el documento que contenia su declaración de sumisión a la voluntad de Dios". En cierta oportunidad, volviendo" desde Lisboa a su patria, a la altura de Brest, cerca de la entrada del Canal de la Mancha, es apresado por un corsario francés,' teniendo asi por primera vez propia experiencia de la cautividad. En el año 1773 es nombrado Juez de paz (sheriff) del condado de Bedford. Es precisamente desde esa función que conoce los serios problemas de las prisiones. Sobre el particular acota Jiménez de Asúa: "La experiencia propia y la vista del dolor ajeno anidaron en su espíritu, donde se formó el inquebrantable propósito de entregarse a la reforma de los infames establecimientos penitenciarios. Desde entonces su vida sólo fue un largo itinerario, recorrido a través de la "geografía del dolor". En verdad fue un inquieto propulsor del movimiento reformista carcelario, viajando por todos los países en donde podía encontrar elementos que le servirían para concretar las bases renovadoras. Así cumplió su misión en Inglaterra y en Gales y en la Península ibérica. En Madrid visitó, en el año 1783, la cárcel de audiencia. Luego recorre en Francia los principales establecimientos carcelarios de Paris, y es allí donde se le negó el acceso a la cárcel de la Bastilla. Pero, en cambio/ pudo visitar Bicetre y la prisión de La Forcé. Estuvo en Alemania y Austria. Atravesando los Balcanes, llega a Turquía, y al cruzar el Mar Negro desemboca en Crimea, y es asi como se dedica a estudiar el estado de las prisiones del Imperio de los zares. Para hacer una mejor exploración solicita permanecer encerrado en una cárcel de Kerson, donde contrae el "tifus exantemáticao", fiebre carcelaria, que determinó su muerte el 20 de enero de 1790. En .su famoso libro The State of Prisoñs in Enyland ("El estado de las prisiones"), Washington, 1770, enfoca el problema de las infectas prisiones europeas, sin luz, sin aire, con población carcelaria enferma. Para remediar ese estado aconseja: 19 Higiene y alimentación. 2<? Disciplina distinta para los detenidos y para los encarcelados. 3° Educación moral y religiosa. 49 Trabajo. 5° Sistema celular dulcificado («=). Marat; Parece que fueron Voltaire y Federico II quienes estructuraron las bases de un concurso para la presentación de trabajos tendientes a reformar el estado de las prisiones en Francia. Es así como aparece el 15 de febrero de 1777, en la "Oazette de Berne", el siguiente anuncio: "Un amigo de la humanidad que, satisfecho de hacer el bien, quiere sustraerse al reconocimiento público ocultando su nombre, ha hecho llegar a la sociedad económica de esta ciudad, un premio dé cincuenta luises en favor de la memoria que la sociedad juzgue mejor sobre el tema siguiente: Componer, y redactar un plan completo y detallado de legislación criminal desde este triple punto de vista: I, de los crímenes y de las penas proporcionadas que se trata de .aplicarles; 2, de la naturaleza y de la fuerza de las pruebas y de las presunciones; 3, de la manera de adquirirlas por vía del procedimiento criminal, de manera que la benignidad y la instrucción de las penas sea concillada con la certidumbre de un castigo pronto y ejemplar y que la sociedad civil encuentre la más grande seguridad posible para la libertad y la humanidad". Marat, que fuera luego el gran revolucionario francés, se puso a trabajar con todo empeño y es así como confeccionó su Plan de Legislation criminelle. Marat, que, como se sabe, era médico, autor de Las cadenas de la esclavitud y de El discurso preliminar, sostenía que todas las leyes existentes de nada valían si van contra la moral y el buen sentido, siendo, en cambio, ilegítimas y arbitrarias. Revolucionario por temperamento, criticaba el estado social de la época y, por ende los regímenes o sistemas carcelarios. Es asi como expresa que todo lo disfrutan los ricos y nada los pobres, y advierte a éstos que deben prepararse a la reconquista de sus derechos. El primero de éstos es el de asegurar su existencia material. Ante todo es preciso que el hombre pueda subsistir, pues el cuidado de su propia conservación es el primero de sus deberes. (15) Para bibliografía sobre Howard, ver piginas 221 y slgs. del Tratado Ae Derecho penal de Jiménez de Asúa, t. 1. Por eso, "el que roba para vivir, cuando •no puede hacer otra cosa, no hace más que usar de sus derechos": El jurado de Berna, ante las Ideas de Marat, otorgó el premio a dos Juristas sajones, von Olobing y Huster. Pero en el año 1790 se publica en París el Plan de Legislation críminelle, que fuera traducido al castellano bajo el título de Principios de Legislación penal (Madrid, 1891). Debemos recordar también entre quienes lucharon en favor de la dignificación del hombre, al doctor Phillip Pinel, médico francés a cuya sabia conducta se debió que dementes y reclusos en general sean considerados en forma más humana. Pinel fue un precursor de la jerarquización de las sanciones y de los lugares de encierro y hacinamiento para los delincuentes, muy especialmente .para los dementes o enajenados, o sea de la época de la reforma (Beccaria y Howard). Sistemas, regímenes y organizaciones penitenciarias. Las distintas ideas expuestas por los autores que constituyen el gran edificio de la reforma carcelaria, sus orientaciones y las bases sobre la humanización de las sanciones, principalmente sobre las penas privativas de la libertad, hacen que se adecúen esas ideas a la realidad. A tal efecto, algunos hablan de una sistemática penitenciaria, que tendría como objetivo el estudio de los sistemas o regímenes carcelarios tendientes a asegurar para los reclusos un tratamiento humano, moral e higiénico (18). Se elaboran diversos sistemas, de los cuales corresponde señalar los siguientes: Sistema filadélfico o celular: El sistema tüadélfico o celular ha sido también denominado pensilvánico, en virtud de la siguiente razón: Williams Penn fue el cuáquero fundador de la colonia que. llevó luego su nombre (Pennsylvania). Después de haber estado preso por sus Ideas religiosas en cárceles inglesas —cuyo estado era' deplorable— visitó Holanda y quedó gratamente sorprendido por el estado de esas prisiones. Filo le indujo a llevar una campaña reformatoria de las prisiones. Y es así como pronto aparecieron -en Filadelfia sociedades que tenían por misión aliviar la suerte de los encarcelados. Así surgió la Philadelphia Society for Relieving Dístressed Prlsioners. Luego, en el año 1787, aparece (18) V. de Jiménez de Aaúa "Orígenes de la filosofía penal liberal", en XI Criminalista, t. 4. paga. 31-35, y Tratado de Derecho penal, t. 1. página 234. del mismo autor. The Philadelphia Society for AlleviatingThe Miseries of Public Prisons. Esta sociedad mantuvo correspondencia con John Howard y contribuyó a difundir en América sus ideas humanas sobre las prisiones. Refiere Howard Wines que existía en Filadelfia una cárcel denominada cárcel de la calle Walnut, y en su patío surgió la primera prisión celular. En 1790 se .construyeron cierto número de celdas, en las que se sometió a los presos al aislamiento absoluto nocturno y diurno; no se organizó ningún género de trabajo, lo cual produjo serios trastornos en la salud física y moral de los reclusos. Dado que los cuáqueros eran de severas costumbres y de gran arraigo religioso, implantaron un sistema para corregir a los delincuentes, basado en el aislamiento permanente de la celda de encierro, haciéndoles leer o explicar la Sagrada Escritura u otras obras religiosas o morales. De esta manera, los culpables se reconciliaban con Dios y con la sociedad. Debido al aislamiento también se le denominó solitary system. Los- presos no podian recibir visitas. Los paseos se realizaban en pequeños patios separados entre sí por murallas. Sin embargo, la alimentación era abundante. En la propia Inglaterra fue decisivo el Influjo cuáquero. Un decenio después de la muerte de Howard, las prisiones inglesas, incluso de mujeres, seguían siendo pésimas. Fue una mujer —nos refiere Jiménez de Asúa (pág. 223)— que se hizo llamar Ellzabeth Fry, hija del banquero John Guerny, quien emprendió la tarea. Pertenecía a los cuáqueros y, como Howard, hizo el penoso recorrido de las cárceles británicas y del continente. Su idea era ésta: una persona que hubiese cometido un mal, debería ser tratada de un modo que no se le hiciese peor, sino mejor. La prisión no es para castigar, sino para corregir. (V. la Encyclopedia, de Arthur Mee.) Este sistema provocó un gran entusiasmo entre penalistas, publicistas y políticos de la época. Fue asi como se implantó en París, para la Penitenciaría de delincuentes jóvenes de la Roquette, siendo igualmente adoptado en Dinamarca, Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda y, en general, en gran parte de Italia. El sistema de Auburn o régimen del silen- cio: En el año 1820 se Introdujo en Auburn, Estado de Nueva York, un nuevo sistema sobre el aspecto penitenciario denominado Auburn, o régimen del silencio. Este régi- men fue implantado en la cárcel de SingSing. Sus características son: vida diurna en común bajo el régimen estricto del silencio y aislamiento celular nocturno. El trabajo de los penales se efectúa en común, castigándose con suma severidad la violación del silencio. La prisión construida en Auburn se hizocon la mano de obra de los mismos penados. Contenía celdas y locales para aglomeración. Existían 28 celdas, y cada una podía recibir a dos reclusos. Esta organización no dio buenos resultados, motivo por el cual el director de la prisión, Willlam Brittain, adoptó la separación absoluta por celda individual para cada penado. Se construyeron asi 80 celdas. Pero este sistema de aislamiento absoluto produjo varios inconvenientes, y algunos autores, como Howard Wines("), dicen que cinco penados murieron en el término de un año y otros se volvieron "locos furiosos". En consecuencia, fue detestable para la salud de los reclusos. De ahí que el capitán Elam Synds introdujese modificaciones sustanciales, como ser el trabajo diurno en común, bajo la regla del silencio y el aislamiento nocturno en celda individual. Este sistema del silencio, característica esencial de la prisión de Auburn, fue criticado, aduciéndose que el régimen del silencio no contribuye a la reforma del penado ni elimina la necesidad de comunicarse por medio de gestos. Además, idiotiza a la población carcelaria, y algunos médicos alegan que resulta peligroso para los pulmones. Este sistema, implantado en la cárcel de Baítimore en Estados Unidos, luego fue aceptado en casi la mayoría de los Estados de la Unión. En Europa fue adoptado en Cerdeña y en Suiza, como así en la cárcel de Brucksal en Baviera y en la de Coldbathfiel en Inglaterra. Sistema de marcas-boletas o del capitán Maconochie: Este sistema denominado mark system se le atribuye al capitán Maconochie, que fuera gobernador 'de la isla de Norfolk (cerca de Australia). A esta isla se destinaban los condenados a las penas de transportación de Inglaterra a Australia. Los penados enviados eran los más temibles y peligrosos. Pero <a disciplina y la severidad impuestas por Maconochie fue (17) Howard Wln«s. Punish.rn.ent and reformation. Nueva York, 1910; Cuche, Science et legislation ptnitentaire; Fraderlck Q. Pettlgrove, The State prisona o) the United States under sepárate and congrégate ayitien». Nueva York, 1910. tal, que le hizo decir: "Encontré la Isla de Norfolk convertida en un infierno, y la dejé transformada en una comunidad ordenada y bien reglamentada". El capitán Maconochie introdujo entre estos penados de deportación y peligrosos, el sistema de boletas, según ei cual cada penado debía recibir, en compensación o trueque de su trabajo diario, una boleta o marca en la que se consignaba numéricamente su conducta. De manera quu consiguiendo el recluso cierto número de boletas por su esfuerzo personal, recibía algunas atenciones o privilegios hasta orientar poco a poco su libertad en forma condicional ("). Por medio de este sistema, Maconochie colocaba la suerte del penado en sus propias manos, dándole una especie de salarlo, imponiéndole ciertas penas pecuniarias, por faltas cometidas en la prisión, haciendo recaer en él la obligación y el peso de su manutención y despertando en él hábitos que después de libertado le preservarían de caer nuevamente en delito. Sus características son: Periodo de prueba con aislamiento celular diurno y. nocturno por espacio de nueve meses. Durante este tiempo puede imponerse al penado trabajo obligatorio. El segunde período transcurre en establecimientos, llamados public workhouses, en los que se aplica el régimen o sistema auburneano, es decir, trabajo en común durante el día y aislamiento celular por la noche. Entonces comienza para la graduación el empleo de las marcas o vales. Se dividen en cuatro clases, que son: la de prueba; la tercera; la segunda; y la primera. Una vez que han llegado a la primera clase y han permanecido un lapso, pueden obtener el ticket o/ leave, o sea la libertad en forma condicional ( 1 B ). El sistema progresivo irlandés o de Crofton: Sir Walter Crofton organizó, en su carácter de director de las prisiones de Irlanda, un sistema progresivo entre log años 1854 y 1864, que consistió en introducir un grado más al sistema del capitán Maconochie. Asi, estableció un período intermedio entre la estancia en los publícworkhouse y la "libertad condicional". Durante este período, Crofton intentaba probar si el condenado era ya apto para la vida en libertad. A tal efecto, imponía a los provenientes de ¿asas de trabajo una (18) Sobre libertad condicional ver Dalen, 8.. Régimen jurídico y social de la libertad condicional. Buenos Aires, 1947. (19) V. Cuello Calón, Fenología, pag. 114. estancia de seis meses de duración en Luzk, en donde los reclusos trabajaban como obreros libres en campos y en fábricas Inmediatas al lugar. Asi se estableció otra en Smithíield, que era para trabajos industriales.- Este sistema también fue aplicado en la prisión de Lepoglova en Hungría, pudlendo citarse otros sistemas que contribuyeron en una u otra forma a hacer efectivas las reformas penitenciarias tendientes a humanizar la aplicación de las sanciones privativas de la libertad. En ese aspecto podemos citar el sistema bávaro o de Abermayer, donde imperaba el régimen de silencio y obligaba a los presos a controlarse entre sí, debiendo los reclusos denunciar a sus propios compañeros que no cumplían con las reglas establecidas en tS. prisión. Los presos estaban en contacto con los empleados de la cárcel. Este sistema fracasó, pues estimulaba la delación y el espionaje entre los reclusos. Luego tenemos el sistema progresivo inglés, que surgió como consecuencia de haberse suprimido en Inglaterra la pena de transportación. Se aplicó en base a grados de conducta. También debe señalarse el sistema del coronel Montesinos, en Valencia, en el año 1835,. que consistía en separar los presos de buena conducta de los de mala conducta, y en el mantenimiento de una severa disciplina. En este sistema se encuentran las bases originarias de la individualización penitenciarla, puesto, que se estudiaba en cada preso sus vicios, cultura, educación, estado, moral y religión. Todos los sistemas o regímenes señalados se refieren a la aplicación y ejecución de las penas privativas de la libertad, por medio de la prisión, cárcel o celda. Al respecto cabe puntualizar que estos sistemas basados en la celda o cárcel fueron objeto de críticas y defensas. Así, Carlos David Augusto Roeder (20) expresa que: "La celda ayuda y despierta el sentido de la moral, pues propende al desarrollo de todo lo bueno que hasta entonces se hallaba en el delincuente latente y obscurecido, tranquilizando sus irritadas pasiones, promoviendo su reflexión, su recogimiento y regreso en sí mismo, su impulso y gusto para el trabajo, haciéndole dócil y receptivo para todo el bien que otros le hacen o halla a su alrededor, especialmente merced a la simpatía de sus visitadores, cuya amistosa asistencia y consuelo interrumpe benéficamente su soledad, a los libros gratos e instructivos, a las prácticas religiosas y a la enseñanza escolar y tecnológica". Este optimismo de Carlos David Augusto Roeder, discípulo de Krause, que junto con Giner de los Ríos y Dorado Montero, son los partidarios de un sistema denominado correccionalista, es observado e impugnado por autores como Enrique Ferri, quien critica acerbamente el sistema celular. Así, por ejemplo, como la celda produce lamentables efectos sobre la salud del recluso, con enfermedades propias de las cárceles, las prisiones son verdaderos focos de tuberculosis, según se ha declarado en. el Congreso Penitenciario Internacional de Budapest. Se reprocha que también la celda produce la "locura p psicosis carcelaria". Todo ello dio lugar a que en algunos países, como en Bélgica, . se construyesen celdas con amplias comodidades, lo que hizo decir a Ferri "que la construcción de celdas tan confortables para los asesinos son un insulto a la miseria de las cabanas y de los tugurios donde viven los jornaleros del campo y los obreros de las ciudades". Se ha objetado también que el sistema celular no favorece la adaptación tíel delincuente a la vida social, pues su encierro debilita el sentido o sentimiento de sociabilidad que debe poseer toda persona (21). Entre las críticas y observaciones al sistema celular están, además de otras, las formuladas por Concepción Arenal —ilustre penitenciarista española—, cuando expresa "que dentro de este sistema celular no se sabe si la obediencia es voluntaria u obligada. La voluntad del penado, que fue débil, que cuando esté libre deberá ser fuerte, que era necesario, indispensable fortificar, se debilita necesariamente porque no se ejercita. El ser que fue activo para el mal, se convierte en un ser pasivo, para todo, y la energía moral que debe robustecerse, se enerva". Pero frente a estas objeciones, principalmente sobre el aspecto de que la celda es foco de Infecciones, reacciona el Congreso Penitenciario Internacional de Bruselas de 1900, diciendo que la celda no es perjudicial para la salud física ni mental de los reclusos, y que causa los mismos efectos que el alojamiento de los reclusos en prisión en común. También fue objetado el régimen celular por el costo y porque no llena la esperanza cifrada originariamente sobre sus fines moralizadores y (30) Roeder, C. D. A., Estudios de Derecho penal, y sistemas penitenciarios, Madrid, 1875, y tas loctrínas fundamentales sobre el delito y la pena, (31) Al respecto puede consultarse a Pr-ns, Science pénale et Droit positif, pag. 440; Ferri. Sociología criminal, pég. 898; Concepción Arenal, Estudios penitenciarios, t, 2, pág. 42, Madrid, )4g. 351. ' 1895 éticos. En fin, la cárcel, llámese prisión, penitenciaria, celda, ergástulo, etcétera, trae aparejados problemas internos, de organización y colaterales, algunos todavía sin solución, como, por ejemplo, el serio problema sexual (**). Todo ello ha dado como resultado que frente a los sistemas que denominaremos antiguos, se levantaran regímenes o sistemas modernos, en donde tienen ubicación, planteo y solución los problemas expues- tos. Muchos son los ensayos efectuados al respecto, y así podemos señalar el sistema de reformatorios, como base del sistema penitenciario moderno. También aparecen las colonias hogares, principalmente para menores delincuentes, complementados con la creación de Tribunales especiales de Juzgamiento para menores, correccionales asilos, etcétera. En todos ellos se estudian las formas de menor aplicación de la pena privativa de la libertad, que se confunde en su ejecución con la cárcel como lugar donde debe ser ejercido tal tipo de sanción. De ahí que también se hable y estudie sobre los métodos adecuados para la aplicación integral de este tipo sancionatorio, y asi surge la técnica penitenciaria, que es la parte de la ciencia penitenciarla que estudia los principios y las reglas concernientes a la forma de construir los establecimientos carcelarios y de administrar y dirigir interiormente los mismos. Por ello, esta técnica penitenciarla se divide a su vez en arquitectura penitenciaria, administración penitenciaria, pragmática penitenciaría y geografía penitenciarlo.. Y finalmente conviene expresar que. como complemento para una mejor y más eficaz aplicación de la sanción privativa de libertad en cárceles, corresponde educar y preparar un personal técnico, formando cuadros y cuerpos de profesionales carcelarios (*>). Ciencia penitenciaria y fenología ( « < ) . Podría asegurarse que esta ciencia nace con las lecciones y obra del profesor de la Universidad de Heidelberg N. H. Julios, quien sistematizó los principios técnicos sobre preparación técnica del personal y (33) Sobre este tópico del problema sexual carcelario puede consultarse Jiménez de Asúa, "La vida sexual en las prisiones", en £1 Criminalista. t 3, pág. 265. (33) Con respecto a los distintos problemas carcelarios, puede consultarse el interesante trabajo de parcelo Final, publicado en Revista i» Derecho Penal, 2* trimestre de 1950, pág. 327. titulado "El problema carcelario Italiano visto por ex reclusos". (34) V. Thot, L.. "Ciencia penitenciarla", en Xevúta del Muteo Vucetick. núm. 32. año 1937. p*«*. 8 y slgs. régimen carcelario en un libro titulado: Lecciones previas sobre la ciencia penitenciaria (Heidelberg, 1828). También puede complementarse esta bibliografía con la labor desarrollada por el profesor y gran jurista francés Charles Lucas, quien publicó un tratado sobre Los sistemas penitenciarios en Europa y Estados Unidos. Nace luego un serio movimiento literario, que hace eco en los países civilizados, produciendo una extensa literatura penitenciaria, que surge como consecuencia de lo que podríamos llamar una nueva rama científica del Derecho penal, que se denominó "penoiogía". <*obre i» penoiogía (penology>, en lo que respecta a su denominación, podemos alegar, según expresa Cuello Calón (Fenolo- gía, pág. 11), que parece que fue Francis Lieber quien por primera vez, en el año 1834, empleó la palabra "penoiogía" (penology), y se afirma para ello en una carta que enviara Lieber a TocouevUie, en donde define a esta ciencia como "la rama de la ciencia criminal que se ocupa o debe ocuparse del castigo del criminal". Para esto puede consultarse el libro de Howard Wlnes Prisión reform and criminal law (Nueva York, 1910, pág. 140). Pero según el doctor Thot, tanto en los Estados Unidos como en Inglaterra, al ocuparse del estudio de los principios y de la doctrina relativa a las clases de penas y de las instrucciones y establecimientos que llenan las finalidades de la prevención y represión, surgió esta ciencia, ¿a que denominó penology (penologia), término técnico que obtuvo aceptación general. Debemos aclarar que la penologia es más amplia que lo que se llama "ciencia penitenciaria". Agregamos esto, puesto que algunos autores entienden que la penologia formará parte de la ciencia penitenciaria. Asi, podemos citar a tratadistas como Thot y Cuello Calón, que sostienen que, en efecto, la penologia posee un campo más amplio que la ciencia penitenciaria. Para ello encuadran la ciencia penitenciaria con el siguiente contenido: 1. Organización a&tigua de la pena. 2. Organización presente de la ejecución de las penas privativas de la libertad. 3 Reclamaciones penitenciarias modernas Es decir, que la ciencia penitenciarla estudia: a) Historia penitenciaria. b) Sistemática penitenciarla. O Técnica penitenciaria (v. L Thot, rev. cit., pág. 9). d) Policía penitenciaria. Asi también Cuello Calón dice que la penología comprende lo siguiente: 1. Estudio de las penas propiamente dichas. 2. Estudio de las medidas de seguridad. 3. Estudio del patronato post-carcelario y post-asilar (Cuello Calón, ob. cit., pág. 10). En cambio, otros autores como Cuche ( 25 ), sostienen que ciencia penitenciaria y penologia son una misma cosa y tienen el mismo contenido, sólo que adiciona a la penología como integrante de la ciencia penitenciaria al de la política criminal. En consecuencia, la ciencia penitenciaria tiene el doble carácter jurídico y administrativo, este último técnico. LEGISLACIÓN ARGENTINA Antecedentes históricos. Época colonial. Durante la época de la dominación española podemos citar como fuentes que se refieren a esta materia las siguientes: las Leyes de Indias, las Partidas y la Nueva Recopilación. Asi tenemos que en el libro VII, ley 1*. títulos 6 y 7 de las Leyes de Indias se consignaba que "las cárceles se hagan para custodia y guarda de los delincuentes y otros que deben estar presos". De acuerdo con esta disposición, sirvieron como establecimientos carcelarios las "cárceles públicas", las "casas de alguaciles", los "ayuntamientos" y las "galeras". En las cárceles propiamente dichas, se ejecutaban las penas corporales. En cuan- to a su organización, las Leyes de Indias disponían que deberían existir cárceles separadas para mujeres y para varones, rigurosamente Incomunicadas entre sí y guardando toda honestidad y recato. En lo referente al personal carcelario, se componía de acuerdo con estas disposiciones de los alcaides, carceleros y capellán. Tanto los alcaides como los carceleros debían residir en la propia cárcel y estaban obligados a tratar "bien a los presos". Corresponde señalar que en las Leyes de Indias se encuentran vestigios de la individualización de las penas, ya que "la encarcelación se hacia conforme a la calidad de las personas y de los delitos". Con respecto a las Partidas, la séptima legislaba sobre cárceles. En la misma se establecían disposiciones reglamentarias sobre el régimen y administración carcelario. Fue en estas disposiciones en donde (35) Cuche, Traite de science et de legiílation ftnítentiaireí, paga. 49 y siga.. Paria. encontramos el principio de la separación entre mujeres y varones. Disponíase que las mujeres arrestadas deberían cumplir su arresto en un monasterio de monjas, hasta que no hubiese una cárcel especial para mujeres. La ley prohibía que los guardia- nes ejercieran crueldades contra los presos, y asimismo, en caso de que un preso hubiera huido de la cárcel por culpa o negligencia del guardi:,n, éste debía ser castigado con la misma pena que le fuera impuesta a! preso. En cuanto a la Novi:ima Recopilación, puede alegarse que en materia carcelaria tenía casi las mismas disposiciones que las legislaciones anterioi.ríante citadas. Como complemento de esta época colonial, podemos agregar que con motivo de la gran peste que azotó a la ciudad de Buenos Aires en el año 1796, el Ayuntamiento elevó un informe ai Cabildo en el que pedía medidas y proponía reformas sobre el régimen carcelario imperante, debido al grave peligro que traía el hacinamiento de los presos. Época de la Independencia: Las disposiciones españolas continuaron rigiendo aún después de 1810. Pero los sucesivos gobiernos patrios decidieron reformar am- pliamente todos los sistemas coloniales. Es así como, con relación a esta materia, en el año 1848 fue expedido un decreto por el que se creaba una casa de corrección para mujeres. Luego se estableció la casa cárcel, en la cual se implantó el trabajo obligatorio, recibiendo en compensación un "salario regular". Las mujeres detenidas se dedicaban a la confección de ropa para el ejército. El 5 de febrero de 1855 se dicta el Reglamento para cárceles de las ciu- dades y villas del territorio federalizado. La característica principal de este Re- glamento es la división en cinco clases de los presos. El personal estaba integrado por el alcalde, alguacil mayor y la guardia. Luego, el 27 de diciembre de 1860, se dictaba el decreto número 1867, por medio del cual se habilita la antigua Universidad de Buenos Aires para cárcel, y el cuadro de la Residencia para penitenciaría. Interesa señalar los considerandos de este decreto, que disponía que "la cárcel pública llamada del Cabildo era insu- ficiente para albergar a los reos, presos, procesados y condenados a presidio, que permanecían en ella esperando la senten- cia, y que la falta .de una buena separación entre los detenidos procesados 7 delincuentes aumentaba la depravación de unos o pervertía a los otros que por de- Utos leves estaban detenidos". Por tales motivos de política criminal, e; decreto aludido disponía que la antigua Universidad fuese destinada para cárcel de deudores, para los detenidos por la policía, y para los procesados por el juez correccional que debía trasladar allí su Juzgado. El cuadro de la Residencia, que en aquel momento era ocupado por dementes, se .destinó a penitenciaria. En el año 1389 se proyectó la construcción cíe un nuevo establecimiento penal concorde con Ion modernos principios de la ciencia penitenciaria de la época. Este edificio fue una gran Penitenciaria, que perteneció a la provincia de Buenos Aires y que empezó a funcionar recién el 28 de mayo de 1877, y que pasó a la Nación en vir'ud de ía federalización de Buenos Aires en 1830, Este establecimiento es la actual Penitenciaría Nacional. ASPECTO CONSTITOCIONAI, Corresponde señalar las disposiciones constitucionales sobre el tema que estamos desarrollando. En ese aspecto tenemos que ya la Constitución argentina de! año 1853, en la última parte del artículo 18, disponía: "...Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que lo autorice". La Constitución de la provincia de Buenos Aires de 1934, establecía en su artículo 26: "Las prisiones son hechas para seguridad y no para mortificación de los detenidos. Las penitenciarías serán reglamentadas de manera que constituyail centros de trabajo y moralización. Todo rigor innecesario hace responsable a las autoridades que lo ejerzan". Como es de observar, los postulados constitucionales citados, como asi toda la legislación argentina, se caracterizan por la tendencia humanlsta y moralizadora de los regímenes carcelarios. Complementando esta tradición, la Constitución Nacional de 1949 toma una orientación bien definida, de sana política penitenciarla, al establecer claramente que las cárceles argentinas tienen una función específica tendiente a recuperar y rehabilitar al delincuente. En efecto, el articulo 29, último apartado, dispone: "Las cárceles serán sanas y limpias y adecuadas para la reeducación social de los detenidos en eüas; y toda medida que, a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que la seguridad exija, hará responsable, al juez o funcionario que lo autorice". Tomando esc misma orientación reeducativa penitenciaria, la Constitución de la provincia de Buenos Aires adaptó su tex- to anterior a la moderna doctrina de la Nación, estableciéndose en su actual articulo 25 lo siguiente: "Las prisiones son para seguridad y no para mortificación de los detenidos. Las cárceles serán reglamentadas de modo que constituyan centro de trabajo y de reeducación. Todo rigor innecesario hará responsables a las autoridades que lo impongan". De acuerdo con lo dispuesto en el articulo 5 de la Constitución Nacional, el régimen o sistema penitenciario argentino es federativo, es decir, local. En efecto, dicho articulo, entre otras consideraciones, dispone que cada provincia debe "...asegurar su administración de Justicia..."; de ahí que entendemos que no sólo las provincias pueden organizarse sus tribunales y dictarse sus Códigos procesales, sino que también deben y tienen atribuciones para crearse y sistematizar sus propias cárceles, pues de nada servirla que el juez dictara la condena y no pudiera ejecutarse la misma. En consecuencia, los establecimientos carcelarios de la República Argentina se dividen en nacionales y provinciales. Los de carácter nacional comprenden asimismo las penitenciarias ubicadas en la Capital Federal y en los territorios nacióles. Ahora bien; corresponde señalar que st bien.es cierto que las penas son aplicadas por los jueces o tribunales dependientes del Poder judicial, la ejecución de esas condenas, de acuerdo con las normas y reglamentaciones vigentes, corresponde al Poder administrador: es decir, que los escarecimientos carcelarios, tanto nacionales como provinciales, dependen del Poder Ejecutivo. En tal mérito, las cárceles, en sus respectivas jurisdicciones, son controladas y organizadas poi medio de organismos especiales llamados comúnmente Dirección de Establecimientos penales en algunas provincias, o Dirección general de Institutos penales, como ocurre en la Nación. Una de las medidas legales más importantes en este tópico, es la ley nacional 11.833, dictada en octubre de 1933, sobre la organización carcelaria y régimen de la pena. A su vez, la provincia de Buenos Aires posee un Código de ejecución penal, por medio de la ley 5619, promulgada el 7 de noviembre de 1950. do la prisión no excediera de seis meses, podran ser detenidas en sus propias casas El titulo II del Código penal se refiere las mujeres honestas y las personas maa las penas. De acuerdo con el articulo 5?, yores de sesenta años o valetudinarias". Si bien es cierto que de acuerdo con las tenemos que las penas que este Código esdisposiciones constitucionales es local la tablece son: reclusión, prisión, multa e creación y sistematización de los estableinhabilitación. E! artículo 8<? establece, a modo de di- cimientos carcelarios, np.es ver.dad que en ferenciación entre las penas de reclusión mérito a lo dispuesto en' el artículo 18 del y de prisión, las siguientes alternativas; Código penal, las provincias pueden enviar Artículo 69 "La pena de reclusión, perpe- a sus condenados cuando se les impone una tua o temporal, se cumplirá con trabajo pena mayor de cinco años, (prisión o reobligatorio en los establecimientos desti- clusión) a establecimientos penitenciarios nados al efecto. Los recluidos podrán ser nacionales. En efecto, dicho artículo 18 empleados en obras públicas de cualquier prescribe: "Los condenados por Tribunales clase, con tal que no fueren contratadas provinciales a reclusión o prisión por más por particulares". En cambio, el artículo 99 de circo años serán admitidos en los resdispone: "La pena de prisión perpetua o pectivos establecimientos nacionales. Las temporal se cumplirá con trabajo obli- provincias podrán mandarlos siempre que gatorio, en establecimientos distintos de no tuvieran establecimientos adecuados". Como cumplimiento de estas disposiciolos destinados a los recluido?". Como es de observar, en la >1ecución de nes del Código penal referidas a ia voz que estos dos tipos de penas privati. "-. de la estamos analizando, debe citarse lo dislibertad se impone el trabajo como obliga- puesto en el artículo 51, en donde se disción, pero no se ie ha dado todavía el pone que "el reincidente ñor segunda vez, sentido a lo expresado en el artículo 9?, condenado a pena privativa de la libertad cuando dice: "... en establecimientos que excediera de dos años, cumplirá su condistintos de los destinados a los recluidos". dena con reclusión en un paraje de los Con respecto al producto del trabajo, e! territorios del sur". Este artículo se commismo Código sustantivo dispone en el plementa con el 52, que fuera modificado artículo 11: "El producto del trabajo del por decreto-ley número 20.942, el 3 de condenado a reclusión o prisión se aplica- agosto de 1944. Citamos estos últimos artículos porque rá simultáneamente: 1. A indemnizar los daños y perjuicios tienen relación directa con: La cárcel de Ushuaia: Este establecicausados por el delito que no satisficiera miento, como cárcel, fue creado en virtud con otros recursos. 2. A la prestación de alimentes según de la ley número 8385, del 19 de diciembre de 1895. En ella regía como Reglamenel Código oivil. 3. A costear los gastos que causare en to general el establecido para la Penitenciaria Nacional de Buenos Aires, y se el establecimiento. 4. A formar un fondo propio, que se enviaban alli a los condenados con la pena accesoria citada, cumpliéndose con el arentregará a su salida". ticulo 51 en la parte que dispone que la En concordancia con el sentido humano reclusión reincidente se cumplirá en de la ejecución de las penas, encontramos un parajedel de los territorios del sur. sn el Código penal argentino disposiciones Pero de acuerdo con las nuevas orientacomo el artículo 79, que establees: "Los hombres débiles o enfermos y los mayores ciones dadas a la política carcelaria en de sesenta años que merecieran reclusión, nuestro país, entendiendo que la cárcel sufrirán la condena en prisión, no de- tiene una función especifica de corrección biendo ser sometidos sino a la clase de y rehabilitación del delincuente, y aten2 trabajo especial que determine la direc- diendo a justos y humanos reclamos ( «), el Poder Ejecutivo de la Nación, por deción del establecimiento". creto número 7577, del 21 de marzo de 1947, Asimismo, se mencionan establecimientos la cárcel de Ushuaia en Tierra especiales para el encierro de menores de suprimió del Fuego. Entre otras disposiciones de sus edad y mujeres delincuentes. Así, el ar- considerandos, consigna: "Que no existen ticulo 8? dice: "Los menores de edad y disposiciones legales ni razones de técnica las mujeres sufrirán las condenas en es- penitenciaria que obliguen a mantener la tablecimientos especiales". Como medida de sentimiento preferen(39) V. Ricardo Hojas, Archipiélago, paga. 101 dal hacia la,/mujer y personas mayores de a 138. y Tierra del fuego, cap». 37 al 31, Sdtt. Lo. sesenta añoy, el artículo 10 dispone: "Cuan- Muta. 1947. El. CÓDIGO PENA!. ARGENTINO Y LAS MSPOSINES VINCULADAS CON EL TEMA cárcel de Ushuala, ya que el Código penal sólo impone, para ciertos casos, la reclusión en un paraje de los Territorios del Sur". Y agrega que no se vulnera el articulo 51 al disponer que la población penal alojada en dicha cárcel sea trasladada a otros establecimientos penitenciarios de la Nación. Algunas consideraciones. Como vemos, existe federalismo en cuanto a la ejecución de las penas privativas de la libertad; pero en las normas fundamentales en cuanto a la naturaleza y los ordenamientos de los establecimientos penales, existe una unidad por medio del Código penal que rige para toda la Nación. Asimismo corresponde acotar que, aun cuando las provincias tienen atribuciones para legislar sobre sus cárceles, cuando se aplica la accesoria al reincidente, esta sanción punitiva parecería que debiera ejecutarse en establecimientos nacionales, de donde existiría una unificación en cuanto a este tipo sancionatorio (reclusión en un paraje de los territorios del Sur). Entre los movimientos de reforma sobre sistemas o regímenes carcelarios argentinos, podemos traer a colación los proyectos que tendían a sustituir los establecimientos carcelarios, por las denominadas colonias penales. (V. Proyecto del doctor Coll y Colonia Penal de Santa Rosa, la Pampa, hoy provincia Eva Perón.) Naturaleza jurídica de la cárcel propiamente dicha: Del acopio .if c s antecedentes expuestos, del "reco. ido geográfico histórico del dolor", cr/respondería fijar, aunque más no Tuen a titulo de ensayo, cuál es la naturaleza jurídica del término sustantivo de cárcel, desde el ángulo estrictamente jurídico penal. Al respecto, entendemos que al expresar la voz cárcel, estamos ya implícitamente Invocando una sensación privativa de la libertad. Se identifican cárcel y pena. Pero la pena es de una categoría especial, la única que debe y puede identificarse con el término cárceles. La sanción que priva de libertad al delincuente. De ahí que objetemos técnicamente la denominación que no concuerda con la realidad penológica, al expresarse, por ejemplo, con el rubro de Cárcel de encausados, el establecimiento o lugar donde se alojan los procesados. En verdad, el sujeto que se halla procesado, o encausado, no está propiamente en la cárcel; se encuentra en determinadas circunstancias alojado y privado de su libertad, mientras dure su pro- ceso, el cual puede epilogar en una condena o en una absolución. En el primer caso, es decir, -cuando exista pena privativa de la libertad, la misma deberá entonces ejecutarse en una cárcel. De ahí que pena privativa de la libertad y cárcel se encuentran mancomunadas, siendo esta última una faz complementaria de la sanción, donde se ejecutará la misma de acuerdo con la técnica penitenciaria establecida al respecto; debiéndose agregar que esa sanción privativa de la libertad, cuando es mayor de tres años, de acuerdo con el artículo 12 del Código penal argentino, trae aparejada la inhabilitación al disponer que: "La reclusión y la prisión por más de tres años llevan como inherente la inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena, la que podrá durar hasta tres años más, si así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole del delito. Importan además la privación, mientras dure la pena, de la patria potestad, de la administración de las bienes y del derecho de disponer de ellos, por actos entre vivos. El penado quedará sujeto a la cúratela establecida por el Código civil para los incapaces". Por ello, Identificamos cárcel con pena privativa de la libertad, aplicada por el juzgador, con las restricciones a los derechos de los reos y con la aplicación de las disposiciones reglamentarias vigentes en los establecimientos penitenciarios, como ser el régimen de visitas, ordenamientos del trabajo, disciplina, comida, etcétera. Es otra de las características típicas del contenido técnico de la cárcel. Estas limitaciones, Inhabilitaciones, pérdida de derechos, y el ajustamiento de un sistema disciplinario, no deben regir para los procesados ni en los locales donde éstos se encuentren transitoriamente alojados, pues el procesado privado de su libertad no está cumpliendo ninguna sanción. Se encuentra en esa situación mientras dure su procesamiento, del cual puede salir absuelto y obtener su amplia libertad o en su defecto aplicársele una pena privativa de la misma, la cual debe, entonces si, ser cumplida o ejecutada en una cárcel, por ser ésta propiamente dicha la medida complementaria de la sanción impuesta. Además, la sanción fijada, en su cumplimiento o ejecución, tiene por finalidad u objetivo, de acuerdo con las prescripciones constitucionales (art. 29 de la Constitución Nacional), la recuperación o rehabilitación del delincuente, es decir, que a su vez la cárcel cumple con una función social de política correctiva. Por estas motivaciones, también ob- servamos las denominaciones impuestas a ciertas instituciones procesales, como cuando dentro del instituto de la libertad provisional, se habla de la excarcelación o de la eximicíón de prisión; siendo así que, en realidad, el procesado no ha estado técnicamente en la cárcel, ni en la prisión, pues de acuerdo con el ensayo que sobre la naturaleza jurídica de la cárcel estamos desarrollando, la misma debe aplicarse cuando existe una pena o sanción privativa de la libertad y en el caso de los procesados no hay pena o sanción impuestas. En consecuencia, al identificar el término cárcel con la sanción o pena privativa de ía libertad, deseamos expresar en este ensayo acerca de la naturaleza jurídica de la misma, que de acuerdo con la concepción de Carrara sobre este tema peñológico, si bien es cierto que la sociedad tiene el derecho de aplicar una sanción al sujeto que delinque, éste tendría a su vez el derecho de que la sanción impuesta sea ejecutada en la cárcel tipo, en donde regiría un ordenamiento disciplinado al cual se ajustaría para la ejecución de la pena impuesta. En esta forma también se cumpliría la concepción carrariana de que "la sociedad tiene el deber de obrar para el mejoramiento del delincuente". Y en este aspecto la cárcel cumple una función terapéutica correccionaústa de rehabilitar al reo. Asimismo, correspondería agregar que puede admitirse una excepción del término con referencia a los'menores que delinquen. Sobre estos sujetos antisociales, las sanciones que se les imponen van más allá de la simple privación de la libertad. Aquí tenemos ya establecimientos especializados. Sobre los menores de determinada edad (arts. 36, 37, 38 y 39, Cód. pen. argentino), hasta los catorce años no son punibles en sus actos delictuosos, es decir, que su conducta antisocial no puede constituir delito para la ley penal; pero procede legalmente por parte del tribunal correspondiente la internación del menor en establecimientos correccionales. De ahí que por ello no se utilice el término cárcel para estos casos, sino el de reformatorios, instituto, colonia, casa hogar, etcétera. Definición: En mérito al compendio de todo lo expuesto, y en concordancia con la finalidad específica de la voz e institución cárcel podríamos definir a la misma en el siguiente concepto: "cárcel es el recinto donde se ejecuta una pena privativa de la libertad ajustada a un régimen determinado". En consecuencia, con la definición ex- puesta queda vinculada la ejecución de la sanción impuesta con la cárcel. Por eso de- bemos señalar que si bien es cierto que muchas son las disposiciones legales vigentes y los proyectos presentados y demás reglamentaciones que tienden todas a mejorar y jerarquizar los sistemas penitenciarios argentinos, no es mt-nos verdad que entre la arquitectura legal y la realidad existe una gran distancia. Así, por ejemplo, tenemos dentro del sistema penológico argentino confusión y hacinamiento entre procesados y penados, técnicamente dicho. No existen establecimientos especiales para encausados, y cuando se construyen se utilizan también para alojar a penados. Se observa cómo los procesados se alojan en las alcaldías de las jefaturas de policía, o bien en las mismas cárceles, de donde, lejos de hacerles un bien, se produce todo lo contrario, pues el encausado, mientras dure su proceso, del que puede salir absuelto, se vincula alojado en la cárcel con delincuentes profesionales que pueden influir sobre su carácter o temperamento. Por ello, ahora que se reglamenta especialmente incluso el personal penitenciario, creando hasta una especie de "fuero penitenciario", tendiente a obtener un personal técnico, correspondería complementar esta sistemática con un plan adecuado de establecimientos carcelarios y de locales especiales para encausados, marcadamente separados. En esta forma podría también aclararse, en cuanto a su ejecución en consonancia con la motivación expuesta, lo expresado en el artículo 24 del Código penal argentino, que tiene en cuenta para el cómputo de la pena impuesta la "prisión preventiva". Como complemento, podremos citar algunos establecimientos penitenciarios, como la "Penitenciaría Nacional", sita en la Capital Federal, y la denominada "cárcel de encausados de Villa Devoto", también en la Capital Federal. Luego tenemos, en la provincia de Buenos Aires, la "cárcel de encausados de Lisandro Olmos", que a. pesar de denominarse para encausados aloja condenados. También se encuentra en la misma localidad de Olmos la cárcel para mujeres, que posee dos pabellones, uno para mujeres delincuentes y otro para mujeres que al bien no han cometido delitos, se encuentran internadas a disposición del Tribunal de Menores o de la Dirección de Protección de Menores. También en la provincia de Buenos Aires tenemos la cárcel de Sierra Chica. Debe citarse —si bien no es propiamente car- col— a la Colonia de Marcos Paz, creada pos, decreto del 28 de junio de 1905, establecimiento modelo para menores varones, con sistema de colonias hogares, etcétera. Asimismo podemos citar a la "cárcel modelo de Coronda", de la provincia de Santa Fe, etcétera. BnuooiArfA. — Arenal. C.. El derecho de grada ante ta justicia, Madrid. 1896. — Atenaza C. D , "Libertad vigilada", en Seo. í n f . y Juv., Buenos Aires. julio-septlembre 1943. y 'Establecimientos destinados a la detención provisional, observación y clasificación", en Rtv. ínf. y Juv., Buenos Aires, octubre-dtclembre 1942. — Arl. F. "Libertad condicional", en Revista Forence. Rio de Janeiro, 1942. — Augustos, .J., First probation o/ficer reprint of the original, report oí publlshed in Boston In 18S2, wltb an Introduction by Shéltfon Oluek. in O» y My 104 pp.. New York. 1939. — Ballvé. A.. Regímenes penitenciarios. Bueno* Aires, 1908. — Bates, 8., "Parole as Protetlon (Federal Crime Control )", en Year Books'of the National Associatton, pág. 235, Nueva York, 1935. — Beccarla. C., De tos delitos y de las penas, Madrid. 1879. — Bernaldo de QUITOS, Alrededor del delito y de la pena, Madrid. 1904, y Las nuevas teorías de la criminalidad, 2* ed.. Madrid. 1908. — Casaldo, F.. Instituciones penitenciarias y similares en España, Madrid, 1922; I:\stituciones —penitenciarias en los Estados Unidos, Madrid. 1913: Principios de la colonización y colonias penales. 1898; Educación del personal penitencia- rio; La libertad condicional, el indulto y la amnistía, y Disciplina en las prisiones. Madrid, s/f. — Bernaldo de Qulrós. C., Eugenesia jurídica y social ¡Derecho eugenésico argentino), Edlt. Ideas, Buenos Aire», 1943. — Carranza, A. S., Régimen carcelario argentino. Buenos Aires. 1900. — Carrr.ra, F.. Programa del curso de Derecho criminal, adicionada con el Derecho penal moderno y espa- ñol, por Luis Jiménez de Asúa. Madrid, 1925. — Ceniceros, J. A., "Las penas privativas de la libertad de corta duración", en Criminalia. núm. 5, 1911. México. — Córdova, F.. "La libertad condicional en Cuba", en Criminalia, de México, nov. 1940, y en Revista Jurídica de la Universidad "Simón Bolívar". Solivia. 1941. — Cuello Calón. E, Fenología. Las penas y las medidas de seguridad. Su ejecución, Edlt. Beus, Madrid, 1920. — Cuello Calón. E., El nuevo Derecho penal juvenil europeo y el tratamiento de los jóvenes delincuentes en España. — Daten, 8., Régimen jurídico y social ds la libertad condicional, Edlt. Bibliográfica Argentina. Buenos Aires. 1947. — Del Veochio. O.. "Sobre el fundamento de la Justicia penal", publicado en la Revista de Legislación y Jurisprudencia, diciembre de 1946, Instituto Editorial Beus. 1947. — Dorado. P., El Derecho, protector de los criminales, Madrid, 1915. — Drapkin. I., "La libertad condicional en Chile", ar- ticulo publicado en. la Rev. de Ciencias Penales de Chile, t. VIII. núm. 2. abrU-junlo 1946, Cbile, págs. 103 a 112. — Exner, F., Biología criminal en sus rasgos fundamentales, trad. directa del alemán, prólogo y notas por Juan del Rosal, Edit. Bosch, Barcelona, 1946. — Ferrl, E., Los hombres y las cárceles, Barcelona, s/f.. trad. de Francisco Lombardla. — Florettl. O., "Della llberazione condlzlonale studl di...", en Completo tratlato teó- rico e prattico di Dirítto pénale, t. VI. 1* 2» parte, págs. 4O8 y 475. Milán, 1888. — Plorián. E.. "El ambiente hostil y la transgresión del que se halla sometido a la libertad vigilada", en La Scuola Positiva, enero-febrero 1940, II, 4", reseña en La Ley, t. 19, pág. 40. — Frías, J., "Proyecto de ley complementarlo del Código penal, reglamentando el régimen de la libertad condicional", en Revista Penal y Penitenciaria, oct., iv~w. y dic. 1940, paga. 26 y 536. — Greffler. Z, "De la llberatio condl- tlonaelle". en Les Jnstittttions Penitentiatres de la france en 1895. pág. 918. In 8' My, Parlo, 1895. — Qrlllault-Larroche, "Lea mesures que la chambre du Consell peut prendre a I'egard du mineur de 13 ans en vertu de la lol du 23 Julllet 191.1". These. Sur les trlbunaux por enfants et adolescente et sur la liberté sur velllé, In 8' My 47 pp. Saumur, 1921. — Howars Wlnea, F., Punish- ment and reformation (a study of the peniten- ciary system). Nueva York, 1898. — Jiménez de Asúa, L., La sentencia indeterminada. El sistema de penas determinadas "a postcrtori", Madrid, 1913. — Kampann, E.. "Organización de la libertad vigilada en Dinamarca", en Boletín del Patronato de Recluidos y Liberados, Buenos Aires, enero 1936. año u, núm. 6. pág. 8. — Karman, E. von. Delincuencia infantil, Edlc. Imán, Buenos Aires, 1937. — Laplaza. F., y Landaburu, L, Có- digo penal brasileño (trad.). Decreto-ley 2848 del 7 de diciembre de 1940. Revista Penal y Penitenciarla, núm. 26, oct., nov. y dlc de 1942. — Ltszt, F. von, Frotado de Derecho penal, trad. de la 2» ed. alemana por Luis Jiménez de Asúa. adicionado con el Derecho penal español, Q. Saldaría, Madrid, 1017. — Lombroso. C.. El delito. Sus causas y remedios, Madrid, 7902. — López-Rey y Arrojo. M.. El dictamen rn-ninológico. Publicaciones de la Facultad de Derecho núm. 32 Cochabamba. Solivia, 1945. — Loudet, O.. "Libertad condicional y patronato de liberados. In. 8» My, en Rev. de Crim Psiq. y Mea. Legal, t. XXII, págs. 367-373, Buenos Aires, 1935. — Manzzlnl, V., Trattato de Diritto pénale italiano, Mllán-Turfn, 1010. — Mezger, E.. Criminología, trad. del ale- mán por José Arturo Rodríguez Muñoz, Edit. Revista de Derecho Privado, Madrid. 1942. — Mollnaiio, A. J., Derecho penal, 1937. — Montero, H., SI tratamiento correctivo, Montevideo, 1934. — Moreno. R., El problema penal, Edlt. Rosco, Buenos Aires, 1933. — Maurlce Parmelee, P. D., Criminología, versión española de Julio Cesar Cerdelras. Edlt. Reus, 1925. — Peco. J., Proyecto de Código penal, presentado a la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina en 25 de sep. de 1941. La Plata, 1942. — Pollltz, P. Psicología del delincuente, Barcelona, 1933. — Porto. J E., La pena de muerte. Sociedad Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1943. — Beca, T., "Organización de la libertad vigilada. Preparación técnica de los delegados del tribunal". In 8» My 665-674 pp. en Rev. de Crim. Psiq y Med. Legal, t. XY. Buenos Aires, 1933. — Boc- eo, A,, Commento teórico prattico del nuevo Códice pénale. Con prefaslone del guardlslgilll Alfredo Roceo, Romano di Falco, Turtn, 1931. — Romero de Águila, D.. Ciencia penitenciaria, Madrid. 1935. — Rulz Funes. M.. El delincuente y te justicia; "La celda" en la Rev. del Col. de Abogados de La Habana, año VII, vol. VH, oct. 1944; Cuba: "La prisión del futuro", en la Rev. del Col. de Abogados de La Habana, nov.-dlc. 1944, Cuba, y "La libertad condicional", en la Rev. del Col. de Abogados de La Habana, Cuba, julio 1943. pág. 405. — Saldafia. Q.. Los orígenes de la criminología, Madrid. 1914. y Nueva penologia, Madrid. 1931. — Salellles, R.. Individualización de te peno. Katudio de ¡a ,-riminalidad social, 2« ed., Edit. Hijos de Reus, Madrid, 1914. — Salinas, R,, Evolución penitenciaria en España, Madrid, 1918. — Salvagno Campos, C., "La última orientación de reforma en el Derecho criminal", en Revista de Derecho Penal, ano m, núm. 3, Ser. trimestre de 1947. pág. SO7. Director, doctor Euaeblo Gó- mez. — Soler, 8., Derecho penal argentino, Bu*- nos Aires, 1944. — Von Ihering, R., El fin en el Derecho, Edit. Atalaya, 1946. — Von Henting, H.. Criminología: Causas y condiciones del delito. Edit. Atalaya, Buenos Aires, 1948. — Wilcox, C., "The parole oí adults Irom state penal instltutlon In Pennsylvanla and In other commonveal Its". A thesls present to the Faculty oí the Gra- dúate School oí the Unlversity of Pennsylvania in partial lulfellment of the requierement for the Degree oí Dr. of Philosophy. Ir.. 8" My. 259. Philaclelphia, 1927. Aftalion, E., y Alfonsín, J. A., La ejecución de las sanciones penales en la República Argentina, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1953. — D'Acevedo Castello Blanco, "Criminología y Sistemas Peni- tenciarlos", en Revista de Legislación Universal, Madrid. — FerrI, E., Los nuevos horizontes, Edit. Góngora, Madrid, 1887, y Sociología criminal. — Carrara, F., Programa del curso de Derecho criminal, t. 2, Edit. Depalma, Buenos Aires, 1944. — Boeder, C. D. A., Estudios de Derecho penal y sistemas penitenciarios, Madrid, 1875. — Arenal, C., Esludios penitenciarios, Madrid, 1895, y El visitador del pobre, Edit. Emecé, Buenos Aires, 1944. — Gómez, E., La Penitenciaria Nacional de Buenos Aires, 1935, y "El trabajo en la Penitenciaria Nacional", impreso en los talleres grá- ficos de la Penitenciaria Nacional, Buenos Aires, 1927. — Paz Anchorena, J. N., "Tratamientos penitenciarlos especializados. Las colonias penales", en Revista Penal y Penitenciaria, abrll-mayo-junio 1941, núms. 19 y 20, Buenos Aires. — Ramos, J. P., "La acción del Patronato de Liberados", en Revista Penal y Penitenciaria, Julio-dlclembre 1943, núms. 29 y 30, Buenos Aires. — Klim- p«l Alvarado, P., "Cárceles de mujeres. Un proyecto de cárcel reformatorio para Amérloa Latina", en Revista Penal y Penitenciaria, núms. 4346, enero-dlclembre, 19V7. — Prins, A., La de- fensa social y 'las transformaciones del Derecho penal, Edit. Reus, Mad-id,. 1912. — Thot, L., "Ciencia penitenciaria", en Revista de Identificación y Ciencias Penales, Museo Vucetich, UnivcrCasiello, L., Cárceles y encarcelados, Edit. Ciencia, Eosario, 1949. — Jiménez de Asúa. L., TYaíatio'de Derecho penal, t. 1, Edit. Losada, 1950; El criminalista, t. 3, Edit. TEA, Buenos Aires, 1949, y El criminalista, t. 4, Edit. TEA, Buenos Aires. — Marqués de Pastoret, Moisés, como legislador y moralista, con prólogo úe Ángel Ossorlo y Ga- llardo, Edit. Glelzer, Buenos Aires, 1946. CÁRCEL PRIVADA.* Afirma Carrara (i) que ese título figura entre los delitos contra la justicia pública y se le puede llamar cárcel privada propia si su fin es hacerse justicia e infligir castigo. Si cambia el fin, cambia el delito, y podría llamarse cárcel privada impropia (o, más acertadamente, detención arbitraria), que resulta del encierro o sujeción de una persona que se opone a ello, ejecutada con fines de odio, o de lucrar con su cuerpo. Desaparece el delito si hay causa justificada, como sería el encierro de un joven por su padre o tutor con fines correccionales, o el encierro de la mujer por el marido para impedir desarreglos ( 2 ) , o el de un maniático para * Por el Dr. MANUEL OSSORIO Y FLORIT garantizar la seguridad propia o ajena, o el de un ladrón sorprendido en flagrante para entregarlo a la fuerza pública. La cárcel privada —sigue diciendo Carrara— es de ordinario- una forma especial que toma el plagio (en la acepción de secuestro de una persona); pero puede subsistir como delito autónomo, cual sucedería, por ejemplo, si una persona que se encuentra sola en una casa de campo y es encerrada desde fuera por otra con propósitos de venganza y mantenida en esa forma durante varios días o varias horas, o si quien va de visita a una casa es encerrado en ella o encadenado, ya que en ninguno de esos casos ha habido sustracción de la persona. La cárcel privada constituye una figura de delito a que, según Carrara, hubo necesidad de acudir cuando en el Derecho penal no se había formado una clase especial con los delitos contra la libertad individual y constituía simplemente una lesión del derecho del individuo aprisionado. La detención arbitraria o cárcel privada impropia, pasa luego a integrar aquella "clase especial de maleficios que se determinan por el objetivo de la libertad individual violada". Afirma Soler ( 3 ) que la figura contenida en el artículo 141 del Código penal constituye la base de una serie de disposiciones cuyo núcleo central se encuentra en el hecho de privar a otro ilegalmente de su libertad personal; fórmula general que tiene una razón de ser reconocida, porque con ella se daba expresión legislativa única a figuras diversas no siempre bien delimitadas entre sí. "Esos delitos —dice Soler— eran la cárcel privada, el secuestro, las detenciones ilegales, etcétera. La cárcel privada se caracterizaba por el encerramiento, aparte del fin particular de admi.nistrarse justicia por sí mismo. Es una usurpación de autoridad". Y añade que tal forma delictiva no podía comprender los casos de secuestro, consistentes más bien en hacer desaparecer a la persona, ya que este delito puede subsistir sin verdadero encerramiento, según la antigua fórmula fórmula de Farinacio generaliter quocumque modo quis inclusus, seu non inclusus, curtí vinculis vel sine vinculis retinetur, ut tamen recedere non possit, semper dicitiir sub carcere privaio inclusus. Señala también, de acuerdo con Pacheco, que la forma pura del delito de cárcel privada corresponde a otras épocas históricas en que pervivían las costumbres medioevales en virtud de las cuales algunos particulares ( 1 ) Programa. ( 2 ) El ejemplo y sus términos corren de cuenta de Carrara. (3) 1951. Derecho penal argentino, Buenos Aires. se reservaban poderes sobre las personas. Dentro de ese aspecto histórico, señala Cuello Calón («) que la lex Julia de vis publica et prívala penó, entre otros hechos, la detención arbitraria de un hombre libre (carcer prívatu»), delito que en los últimos tiempos del Imperio romano se consideró como de lesa majestad. £3 Fuero Juzgo (Lib. vm, tit. I, ley 4?) sanciona el encierro del señor con penas pecuniarias, y el Fuero Real (Lib. IV, tit. IV, ley 12 y tit. V, ley 4») impone penas, también pecuniarias, al que encerrare o prendiera a cualquiera otro. La Partida VII, titulo XXIX, ley 15, consideró como de lesa majestad punible con la muerte, el hecho de encerrar en la cárcel o de poner en cepo o cadena a cualquier persona sin permiso del rey. Con independencia de la relación entre el delito de cárcel privada y de todos los relativos a los que afectan a la libertad de las personas (que se examinarán en los lugares correspondientes a los mismos), aluden concretamente a la privación de libertad mediante cárcel privada el ar- ticulo 148 del Código penal del Brasil y el 384 del Código mejicano. — La citada en el texto. CARDENAL.* BOMABIO: I. Concepeto, antecedentes histórico*. II. Composición y «•tructura del ' Sacro Colegio de Cardenales. III Elección de loa cardenales. IV. Derechos. deberes y privilegios de loa cardenales V Los Consistorios. VI. Protección canoolco-penal de la dignidad cardenalicia. Vil. Derecho estatal: a) legislación procesal argentina; b) el Concordato español de 1963. c) loa Pactos de Letran y el Código de procedimiento penal Italiano d* 1930. I. Concepto. Antecedentes históricos. Para daí un concepto acerca de los cardenales, reproduciremos el canon 230 del Código de Derecho canónico, según el cual "los cardenales de la Santa Iglesia Romana constituyen el Senado del romano Pontífice y le asisten como consejeros y colaboradores principales en el gobierno de la Iglesia"; asi, pues, ellos detentan la máxima dignidad eclesiástica después de la papal, y forman un colegio oficialmente erigido para cooperar con el Santo Padre en la administración de los negocios de toda la Iglesia, y para proceder a la elección de nuevo Pontífice cuando vaca la sede apostólica. Etimológicamente, "cardenal" proviene del latín cardo, cardinis, <*) Derecho penal, Barcelona, 1040. Por el Dr LOKENZO ANTONIO vale decir, "quicio"; pues en los primeros tiempos del cristianismo llamábase "cardenales" a todos los clérigos adscriptos permanentemente a una iglesia, y en especial al clérigo que la encabezaba; sea porque ellos podían considerarse como el "quicio" sobre el que giraba la respectiva iglesia, sea, al revés, porque ellos dependían de la Iglesia, que representaba su cardo. Esa costumbre de que los clérigos agregados a una iglesia, y sobre todo el que la presidia, se designaran "cardenales", fue general. Y en Roma, particularmente, corresponde advertir que se denominaron así, por lo pronto, los jefes de los veinticinco "títulos" o iglesias más importantes de la urbe, quienes eran presbíteros que actuaban al modo de los párrocos de nuestros días; asimismo, recibieron igual nombre los "diáconos" que encabezaban las siete reglones o "diaconias" en que, a los fines de caridad y asistencia social, los Papas dividieran la Ciudad Eterna; por último, también se llamaron cardenales los obispos de las ciudades aledañas de Roma, pues se entendía que ellos estaban adscriptos o "incardlnados" en el templo romano de San Juan de Letran, que es la sede episcopal del Papa y la madre de todas las iglesias del mundo. El referido proceso concluye en el siglo xvi, cuando el Papa Pío V, por decisión del 17 de febrero de 1568, dispuso que el titulo de cardenal se reservara exclusivamente para los de la Iglesia de Roma; aunque hubo hasta tiempo después, por privilegio pontificio, algunos otros eclesiásticos que podían ostentar dicha denominación. u. Composición y estructura del Sacro Colegio de Cardenales. Según disciplina que proviene de fas Constituciones Postquam verus —1586— y Religiosa sancionan —1587— del Papa Sixto V, y que mantiene el actual Código de Derecho canónico en su canon 231, el número de cardenales es, de iure, de setenta; por más que no siempre esté cubierta de hecho esa cantidad. La cifra referida recnerda la de los ancianos que menciona Moisés en el Libro de los Números (cap. XI, vs. 24-30). Dichos prelados constituyen el Sacro Colegio de Cardenales, que es persona moral eclesiástica, que puede adquirir bienes, que tiene capacidad para estar en juicio y que puede ser sujeto activo o pasivo de delito. El Colegio está dividido en tres órdenes: a), el orden episcopal, al que pertenecen los seis cardenales que gobler- nan las diócesis "suburbicarias", o de los suburbios, de Roma (Ostia, Aíbano, Frascati, Palestrína, Porto, Sabina y Velletri: las diócesis son siete, pero la de Ostia, que corresponde siempre al jefe del Colegio, o cardenal-decano, se agrega a la que éste ya poseía antes de asumir el decanato); b), el orden presbiteral, que comprende cincuenta cardenales —el nombre de "presbiteral" se funda en la tradición histórica, poro aquí no Se trata necesariamente de presbíteros: antes bien, hay muchos obispos que integran este orden cardenalicio—; c ) , el orden diaconal, que incluye catorce cardenales (también acá el nombre tiene sólo sentido histórico, ya que norcsnriamonte todo cardenal debe ser al menos presbítero —más que diácono—, y ya que pueden figurar en este tercer orden cardenalicio obispos inclusive). Esta división del Sacro Colegio, consagrada hoy por el canon 231, párrafo 1<? del "Codex", tiene su origen, según se habrá comprendido ya, en el proceso histórico que antes recordáramos: los actuales cardenalesobispos derivan de los obispos de las antiguas iglesias suburbicarias de Roma; los cardenales-presbítcros, de los presbíteros que regían las principales iglesias romanas: los cnrdenales-diáconos, de aquellos "diáconos" que atendían las viejas "diaconías" de la Ciudad Eterna. Señalaremos que el cardenal promovido a una diócesis suburbicaria es allí verdadero obispo (canon 240, párrf. 1<?); y que a cada cardenal-presbitero se le asigna un "título", y a cada cardenal-diácono una "diaconia": esto es, alguna iglesia de Roma que se considerará como propia del respectivo cardenal, y donde éste podrá comportarse como si fuera ordinario de la misma, salvo en lo que atañe al orden judicial y a cualquier forma de jurisdicción sobre los fieles (cánones 231, párrf. 2<? y 240, párrafo 2 < ? ) . Cabe entre los cardenales la llamada "opción", que consiste en el derecho de progresar en categoría, dentro del mismo orden o pasando de un orden a otro, según la antigüedad y a medida que vacan los grados más altos. En el orden episcopal ese derecho se ha suprimido, de modo que en la actualidad no se admite el pase de una a otra iglesia suburbicaria (canon 236, párrf. 4?), cosa que ocurría en la disciplina antigua, y que se fundaba en la existencia de una escala jerárquica entre esas iglesias. Pero en el Código de 1917 se mantiene el derecho de opción por lo que toca: a), al pase de un titulo a otro dentro del orden presbiteral, o de una diaconia a otra dentro del orden diaconal; b), al pase del orden diaconal al presbi- teral, o del presbiteral al episcopal (ver canon 236, párrfs. 1 a 3). La presidencia del Colegio de Cardenales la ejerce el denominado "cardenal-decano", o sea el cardenal más antiguo en la promoción a una sede suburbicaria; pero no tiene él jurisdicción alguna sobre los demás cardenales, debiendo considerárselo primus ínter aequales (canon 237, párrago 1?). Existe también el "cardenal-subdecano", título que corresponde a quien en el referido orden de antigüedad sigue al decano y que sucede a éste cuando se produce la respectiva vacante (canon 237, párrf. 2<?). Tiene el cardenal-decano el privilegio de ordenar y consagrar al Papa elegido, si éste necesitara de ordenación o consagración; privilegio que en su defecto ejercerá el cardenal-subdecano, y a falta de éste también, el cardenal suburbicario más antiguo (canon 239, párrf. 2<?). En fin, el Colegio cuenta con un secretario y un camarlengo o tesorero, que administra los bienes de la corporación. III. Elección de los cardenales. "Los cardenales son elegidos libremente por el Romano Pontífice", preceptúa el canon 232. En la Edad Media, acostumbraban los Papas requerir la opinión del Sacro Colegio para hacer un nombramiento; y en el scudo-concilio de Basilea se llegó a pretender que el Pontífice procediera en tales casos con el consentimiento de aquel cuerpo. El régimen actual, ya se dijo, es de plena libertad del Papa para hacer los nombramientos que le plazcan, atendido lo que a su juicio apareje el mayor bien de la Iglesia. No es menester tampoco que los cardenales pertenezcan a ésta o aquella nacionalidad, o que todos los pueblos se hallen representados en el Sacro Colegio; por más que, en la práctica, los Pontífices procuran que asi ocurra. A ese propósito, interesa recordar que tanto en el Concilio de Constanza como en el de Basilea se solicitó dicha representación nacional: y que lo mismo se recomienda en el Concilio de Trento. Interpretando a su manera dicha recomendación trentina, España, Austria, Francia y Portugal pretendieron contar con asientos permanentes en el Sacro Colegio (los llamados "cardenales de la corona"); tales reclamaciones se han extinguido con el tiempo. También desaparecieron, a raíz del ulterior desarrollo del sistema de embajadores y del derecho diplomático, los denominados "cardenales-protectores" (España, por ejemplo, los tuvo a partir del siglo xv): tratábase de cardenales oriundos de Estados cristianos, que asumían para con su res- pectivo país la misión de gesifemt el asiudio y decisión rápidos y laverattíw te los asuntos eclesiásticos peaáSeale» en Roma y que interesaran a dicho país. Sn la actualidad, el nombre de "cardenal protector" corresponde a ana Institución diversa: la del patrocinio de las comunidades de religiosos (ver EKUOIOSOS), encomendado a cardenales que con su consejo y apoyo deben promover el mayor bien de aquéllas.. Para ser elegido cardenal se precisa: a), pertenecer al sexo masculino; b), estar ordenado al menos de presbítero; c), golar de dotes sobresalientes en doctrina, piedad y prudencia; d), no padecer niní?t:rt;! de las causales de exclusión, que comprenden: a los hijos ilegítimos, incluso legitimados por ulterior matrimonio; a los demás irregulares o impedidos de recibir las órdenes sagradas (ver voz Oran» SACHADO), aunque por dispensa apostólica hubiesen podido recibir dichas órdenes y hasta la dignidad episcopal; los que tengan prole, aunque se haya habido en legitimo matrimonio, o los que posean algún nieto; los que sean parientes en primero o segundo grado de consanguinidad con algún cardenal viviente (canon 232). Los cardenales los "crea" o designa el Papa en consistorio secreto; y una vez asi designados y publicados sus nombres, adquieren todos los privilegios respectivos, lo mismo que el derecho de elegir Sumo Pontífice (canon 233, párrí. 1?). Ahora bien, por razones especiales puede convenir que el Papa anuncie en consistorio la creación de algún o algunos cardenales, pero que postergue la publicidad de sus nombres: s« dice entonces que el Pape ha reservado el nombre in pectore ("en el pecho"), y el respectivo cardenal quedará asi ignorado hasta que el Sumo Pontífice rompa sa silencio; en tal caso, el designado obtendrá todos los derechos y privilegios cardenalicios sólo desde la fecha de la publicación, salvo el derecho de precedencia del que gozará desde que fue reservado in pectore (ver canon 233, párrf. 29). IV. Derechos, deberes y privilegios de los cardenales. 1. El cometido esencial del Colegio cardenalicio y de sus miembros, en sede papal llena, es la cooperación con el Romano Pontífice en el gobierno de la Iglesia, obrando como senado del Santo Padre. A esos fines, los cardenales constituyen la columna vertebral, por asi decirlo, de' la curia romana (ver voz CURIA ROMANA) ; y dentro de ella aparecen, por ejemplo, el eardenftl-canciller, que está al frente de la Caaeffleria apostólica; el marSsago, que preside la Cámara lica; el cardenal-datario, qu« dirige la Dataría apostólica; el cardenal-secretario de Estado, que equivale a wn ministro de Relaciones exteriores; el cardenal-penitenciario mayor, que encabeza la Sagrada Penitenciaria; los respectivos prefectos de las sagradas congregaciones son cardenales (*); y cardenales también son los miembros del Supremo Trlbunft} de la Signatura apostólica. Entre eli«w, asimismo (aunque no es indispensable) suele escoger el Papa sus legados. Y, según se explica en la voz CONCILIO, es derecho y deber de los cardenales —incluso de los no obispos— la participación con voto deliberativo en los concilios ecuménicos. Vacante la sede apostólica, el Colegio de Cardenales debe preparar la elección pontificia, y es competente para resolver aquellos asuntos que no admitan demora alguna; pero no se subroga en la jurisdicción papal, ni puede disponer de los derechos de la Santa Seda, ni puede modificar o dispensar las layes pontificias (Constitución Vacantis Apostólicas Seáis, dada por Pío XU el 8 de diciembre de 1945). Según la misma Constitución, en el periodo de interregno papal actuarán dos "congregaciones" o agrupaciones de cardenales: una "general", que comprende a todo el Colegio y que tratará de las cuestiones de más monta, incluso preparación del Conclave; y otra "especial" para los negocios menores, que se compondrá de los tres cardenales más antiguos —uno de cada orden—• y del cardenal-caraarlengo. Acerca de la elección pontificia, nos remitimos a la voz ROKAHG PONTÍFICE, bastando recordar aquí el texto de la Constitución Vacantis Apostólicas Seáis, número 32: "El derecho de elegin al Romano Pontífice compete única y exclusivamente a los cardenales de la Santa Iglesia Romana, de forma que ninguna otra dignidad eclesiástica o potestad civil puede intervenir en modo alguno". 2. Si alguien es promovido a la dignidad cardenalicia hallándose ausente de Roma, recibe el birrete rojo que corresponde a dicha dignidad allí donde resida, bien de manos del Jefe de Estado si median relaciones con la Santa Sede, bien del delegado apostólico; pero en esa ocasión ''debe jurar... que dentro del año se presentará al Romano Pontífice, a me( • ) 8a'»o «n aquella* Congregaciones en que al Papa mismo «jerce la prefectura (V. roe Cotí* •OMÁN*) . nos que se to impida una causa legítima" (canon 234). De acuerdo con el canon 235, y a menos que la Santa Sede disponga en caso particular lo contrario, por la promoción a la dignidad cardenalicia "no sólo vacan ipso facto todas las dignidades, iglesias y beneficios que el promovido posea, sino que también pierde las pensiones eclesiásticas". Alcanza a los cardenales el deber de residencia, según el cual tienen que residir en la Curia Romana y no pueden ausentarse de ella sin permiso del Papa (canon 238, párrf. 19). Pero se dan estas excepciones: a), para los cardenales-obispos de las diócesis suburbícarias, que sin restricción alguna pueden trasladarse a su diócesis siempre que lo estimen oportuno; b), para los cardenales que sean obispos de diócesis no suburbicarias, que están del todo eximidos de aquella obligación, pero que en viniendo a Roma deben visitar al Sumo Pontífice y no deben marcharse de la ciudad sin previa licencia papal (canon cit., párrfs. 29 y 39). 3. Muchos son los privilegios de que gozan los cardenales. Haremos una sistematización de los mismos mencionando los más importantes. a) Privilegios inherentes a la misa, y que se refieren al tiempo, lugar y forma de celebración del sacrificio (canon 239, párrf. !•?, inca. 4. 7/8, 9, 10, 14, 15; cánones 811, 812). b) Privilegios concernientes a la confesión, dé oir en cualquier parte del mundo confesiones, incluso de religiosos de ambos sexos; de elegir confesor para si y sus familiares (canon 239, párrf. 19, Inés. 1 altos eMJan para sí y sus familiares (id., inc. f?); aax oratorios están exentos de las visitas del ordinario (id., inc. 18); no rigen para ellos las normas sobre respeto de la clausura de casas religiosas (cánones 800 y 604); no los afecta la prohibición de libros (canon 1401); y salvo los casos expresamente exceptuados, tampoco los alcanza la ley canónica penal (canon. 2227). f) Privilegios en materia Judicial: el único tribunal eclesiástico que puede Juzgar a los cardenales es el Papa mismo (canon 1557, párrf. 19, inc, 29); con relación a los tribunales civiles, los cardenales no pueden ser emplazados ante ellos —según la ley canónica— mientras no haya venia del Romano Pontífice (canon 120, párrf. 29); si se requiere su testimonio en causa canónica, están eximidos de comparecer ante el tribunal, pudiendo elegir el lugar donde declararán (canon 1770, párrf. 29, inc. 19), y asimismo, su testimonio hace fe en el fuero externo cuando se refieren a concesiones hechas de viva voz por el Papa (canon 239, párrf. 19, inc. 17). g) Privilegios acerca de la predicación: en cualquier parte del mundo pueden los cardenales predicar la doctrina cristiana (canon 239, párrf. 19, inc. 39). h) Privilegios respecto de los bienes: pueden los cardenales disponer libremente de las rentas beneficíales (id., inc. 19), siendo de señalar que según el canon 1298 todos los utensilios sagrados y demás objetos de culto de pertenencia de los cardenales difuntos con domicilio en Roma —salvo pectorales y anillos—, cualquiera sea el origen de las rentas con que se comy 2). praron, pasan a ser propiedad de la sac) Privilegios relativos al orden sagra- cristía pontificia, a menos que los hubiedo y confirmación, de conferir la tonsura sen regalado o legado a una iglesia u y las órdenes menores, y de administrar oratorio público, a un lugar piadoso o a el sacramento de la confirmación (canon alguna persona eclesiástica o religiosa 239, párrf. 19, incs. 22 y 23). (aconsejándose que si los cardenales usan d) Privilegios en lo que tocante a sa- de esta facultad, en parte al menos precramentales e indulgencias, es decir, re- fieran las Iglesias que tenían en titulo, ferentes a la facultad de impartir bendi- administración o encomienda). ciones, ganar y conceder indulgencias, i) Privilegios eu punto a insignias y consagrar iglesias y objetos de culto (ver derechos honoríficos: la dignidad cardecanon 239, párrf. 1?, incs. 5, 8, 10, 11,' 12, nalicia es distinguida con diversos derechos 20 y 24). honoríficos e insignias, como, por ejemplo, e) Privilegios en lo que atañe a penas el derecho de recibir dondequiera que se eclesiásticas y normas restrictivas de De- encuentren las honras que se. acostumbra recho canónico: los cardenales pueden ab- tributar a los respectivos ordinarios; el solver de todos los pecados reservados y de usar ciertos distintivos; el de recibir censuras, salvo aquellas reservadas de es- sepultura en las iglesias, y con determipecialísimo modo a la Santa Sede, y las nados honores; el derecho de precedencia anejas a la revelación del secreto del San- respecto de todos los prelados' (ver cánoto Oficio (canon 239, párrf. 19, inc. 19); nes 239, párrf. 19, incs. 13, 16 y 21, y cáigual facultad adquiere el confesor que nones 1205, 1219 y 1230). V. Los consistorios. Llámase "consistorios" a las reuniones de cardenales bajo la presidencia del Sumo Pontífice. Normalmente, ellos se celebran en el palacio pontificio; mas se dieron casos de consistorios realizados en el extranjero, por hallarse allí el Papa, o en el palacio de algún cardenal enfermo o impedido por otra causa. Los asuntos a tratarse ios prepara la Congregación Consistorial (canon 248, párrf. 29; V. voz CORIA ROMANA). Los cardenales asistentes sólo tienen voto consultivo, de modo que el dictamen consistorial no obliga para nada al Sumo Pontífice. Hay consistorios secretos, semipúbllcos y públicos; a los primeros asisten exclusivamente los cardenales; en los segundos intervienen, además, arzobispos y obispos; de los terceros participan otros prelados, e incluso laicos. En los consistorios secretos delibera el Papa con los cardenales acerca de graves asuntos de la cristiandad, y también en ellos acostumbra crear nuevos cardenales, designar obispos, erigir o dividir diócesis. En los consistorios semlpúblicos se prepara lo relativo a la canonización de los beatos (Y. voz BEATIFICACIÓN). En los consistorios públicos se entrega a los cardenales el "capelo" encarnado, se reciben embajadores, se oyen loa discursos sobre beatificación de los Siervos de Dios. VI. Protección canónicopenal de la dignidad cardenalicia. El Código de Derecho canónico contiene dos normas enderezadas a proteger penalmente la dignidad cardenalicia: los cánones 2341, 1* parte, y 2343, párrf 39, que se refieren, respectivamente, a los atentados judiciales y físicos contra los cardenales. El canon 2341 dispone que "si alguien, en contra de lo que prescribe el canon 120, se atreviere a llevar ante un juez laical a un cardenal de la Santa Iglesia Romana... cae ipso facto en excomunión reservada de un modo especial a la Sede Apostólica..." Dicho canon alude, pues, al llamado "privilegio del fuero" —para más detalles, ver voz CLÉRIGOS—, que ampara en este caso a cualquier cardenal, y que se viola cuando por cualquier causa civil o criminal dichos eclesiásticos son llevados ante jueces laicos como reos o como demandados (no como actores ni, según opinión corriente, como reconvenidos, ni tampoco como testigos). La pena para este delito es la de excomunión, especialmente reservada al Papa y latae sententiae, tema este que se relaciona con la parte general del Derecho canónico. Por otra parte, el canon 2343 menciona a quien "pusiere manos violentas... en la persona de un cardenal de la Santa Iglesia Romana" (párrf. 29); esto es, a quien' incurra respecto de un cardenal en graves injurias reales contra su cuerpo (por ejemplo, homicidio, lesión), contra su libertad (por ejemplo, secuestro), o contra su dignidad (cualquier acto afrentoso). Según la misma norma, las sanciones para el caso son éstas: I1?), excomunión, latae sententiae y reservada especialmente a la Sede Apostólica; 29), se cae también automáticamente en infamia de Derecho; 3*), por sentencia debe ser privado el reo de los beneficios, oficios, dignidades, pensiones y cualesquiera cargos que tenga en la Iglesia. Vn. Derecho estatal. En el Derecho positivo de algunos Estados se tiene en cuenta la dignidad cardenalicia en lo que se refiere a la prestación de testimonio por los cardenales, a su eventual enjuiciamiento, a -su libertad personal, y demás. Recordaremos al resrespecto: a), la legislación procesal argentina; b), el Concordato español de 1953; c), los Pactos de Letrán y el Código de procedimiento penal italiano de 1939. a) Los Códigos de procedimientos argentinos mencionan a los "prelados" o los "prelados eclesiásticos", o las "dignidades eclesiásticas" entre las personas que, por razón de su calidad, están eximidas de comparecer a prestar testimonio al tribunal, pudiendo expedirse ellas por informe (art. 202 del Código de procedimientos civiles para la Capital Federal; art. 191 del Código de procedimientos civiles de Santa Fe; art. 257 del Código de procedimientos en lo criminal de la misma provincia; art. 335 del Código procesal civil de Jujuy, de 1949; etc.). Pues bien, se entiende que en esa categoría figuran los cardenales, fueren o no obispos. b) Según el artículo XVI, inciso 1 del Concordato suscripto entre la Santa Sedé y España en 1953, "los prelados de quienes habla el párrafo 2 del canon 120 del Código de Derecho canónico, no podrán ser emplazados ante un juez laico sin que se haya obtenido previamente la necesaria licencia de la Santa Sede". El canon referido alude en forma expresa, según ya sabemos, a los cardenales, y proscribe su emplazamiento ante juez no eclesiástico "sin la venia de la Sede Apostólica"; de modo que el Concordato español ha reconocido sin reservas el "privilegio del fuero" que establece dicha norma canónica. c) Los Pactos celebrados en Letrán en 11 de febrero de 1929, entre la Santa Sede e Italia, y que hoy integran el Derecho constitucional italiano, de acuerdo con el' artículo 7° de la Carta de 1946, contemplaron la situación de los cardenales. En efecto, el artículo 21 del Tratado dispuso que "los cardenales serán tratados en Italia con los honores debidos a los Príncipes de la Sangre. Los que residan en Roma, inclusive fuera de la Ciudad Vaticana, son para todo intento y propósito ciudadanos de la Ciudad Vaticana. En periodos de vacancia de la Sede Papal, Italia pondrá especial cuidado en que no haya obstáculo alguno para el libre acceso de los cardenales al Vaticano, o para su paso a través del territorio italiano y que no haya impedimento o interposición alguna con su libertad personal..." Como se ve, el Tratado resuelve tres cuestiones: reconoce la ciudadanía vaticana de los cardenales residentes en Roma; garantiza especialmente para las épocas de vacancia de la sede papal (que es cuando el asunto cobra más grave interés) la libertad personal de los cardenales, su derecho de tránsito por territorio italiano y su derecho de acceso a la Ciudad Vaticana; y, por fin, concede a los cardenales ciertos derechos honoríficos. El Código de procedimiento penal Italiano de 1930, en sus artículos 356 y 453, exceptúa a los cardenales del deber de comparecer ante el juzgado para prestar declaración como testigos, correspondiendo que en tales casos el tribunal se traslade al lugar que el testigo indicara para declarar. El régimen, así, pues, es idéntico al que preceptúa el antes recordado canon 1770 (párrf. V>, inc. 1°) para el testimonio de los cardenales en causas canónicas. Brai-iooRAriA. — SSchmann, E., Manual de. De- recho eclesiástico. Edlt. Bosch. Barcelona, 1931. Enciclopedia Universal Esposa, voces CABDEHAI.. CONSISTORIO. — Ferreres, J. B.. Instituciones canónica*, Edlt. Sublrana, Barcelona, 1926. — Mlguélez-AIonso-Cabreroa, Código de Derecho canónico. Edlt. BCA, Madrid. 1045. — Montánchez. J., Teología moral, Edlt. Poblet. Buenos Aires. 1947. —•Montero y Gutiérrez. E.. Jf anual de Derecho canónico, Edlt. Perrot, Buenos Aires, 1950. CAREO. I. Concepto: Fuera de todo marco legislativo, y en una generalización conceptual, puede decirse que el careo es un medio complementario y negativo de comprobación, al que se recurre para despejar una situación de incertidumbre provocada por moni/estaciones discordes. Consiste en el enfrentamlento de sujetos intervinientes en el proceso, durante la etapa probatoria del mismo y sólo para dos medios: el confesional y el testifical. U. Antecedentes históricos: La primera versión del careo, de que se tenga noticia, la proporciona una referencia bíblica. Entre los hechos del profeta Daniel, cuenta el libro sagrado su intervención en el caso de "la casta Susana". Susana, mujer casada, era requerida de amores no correspondidos por tres ancianos. El despecho hizo que ellos la acusasen de adulterio con un tercero. Vista la causa, afirmaron que el delito había tenido lugar debajo de un árbol. Contestes en sus dichos, hicieron éstos plena prueba contra Susana, que, de acuerdo a la rígida ley mosaica, fue condenada a la lapidación. El profeta consiguió que la sentencia fuese revisada. Hizo comparecer luego a loa ancianos separadamente, preguntándoles qué árbol era aquel debajo del cual Susana habia ¿delinquido. Ninguno de ellos acertó con la misma especie de árbol, y puesto» uno frente a otro, tuvieron que reconocer la falsedad de sus Imputaciones (»). Hasta aquí lo que dice el Antiguo Testamento. Pero el más lejano antecedente, según lo señala Tejedor, parece hallarse en el Derecho canónico, del que lo habrían tomado las antiguas ordenanzas militares de España, aunque admite que el careo estaba arraigado en la costumbre inmemorial <*). Por lo que hace a la legislación española, el mismo autor cree que las leyes de las Partidas presuponen la figura. Sin embargo, la fuente a que recurre no autorizaría esa afirmación. Se apoya en la ley 16, titulo II de la Partida ni, que, en lo que interesa, dice así: "Otrosí dezimos que si el demandador dixere que el sieruo del demandado, o algund otro su omfe del, nin lo puede conocer, a menos de lo ver, e posende pide, quel muestre toda su compaña, para saber sU conocerá entre ellos". Estaríamos, tratándose de los siervos, ante una exhibición de cosas, puesto que integraban el patrimonio del amo y en cuanto a "algund otro su orne del" seria un caso de "reconocimiento" para hacer efectiva la responsabilidad indirecta, como se diría hoy. Mas en ninguna de las dos situaciones surge la discordancia de los dichos, que es de la esencia del careo ( 3 ). Los antecedentes ciertos que hasta ahora (1) Daniel, 13, 5. (2) Tejedor, C., Curso de Derecho criminal. pág. 114. 2« parte. Leyes de formas, 2* ed. Buenos Aires, C. M. Joly, 1871. (3) Jurisprudencia: Para que proceda la prue- ba de careo es requisito esencial que exista discordancia acerca de algún hecho o circunstancia que Interese a la causa (Cám. Crlm. Cap., J. A., t. 69. pág. 337; L. L, t. 16. pág. 1229). se conocen en la antigua legislación española son dos Ordenanzas de Fernando e Isabel: la de Madrid, de 1502 (cap. 39) y la de Alcalá, de 1503 (cap. 10), ratificadas por otras.de Carlos I (emperador Carlos V ) : la de Toledo, de 1525 (cap. 3°, provis. 2») y la de Granada, de 1526. Esas ordenanzas son recogidas por la Nueva Recopilación de las Leyes de Castilla, bajo Felipe II, en 1567 (Ley 57, tít. 2, Ilb 1I> y pasan luego a la Novísima Recopilación, de 1805 (Ley 3», tit. 6°, lib XU). Dispone esta última que los jueces, en caso de deposición falsa o divergente, averigüen la verdad careando unos testigos con otros en las causas civiles y en las criminales. El careo entre el Imputado y los testigos recién se abre paso en las Ordenanzas militares (Trat. 8, tít. 5, art. 23), como lo recuerda Ellzondo('). III. Recepción del careo en el Derecho argentino. Durante el periodo indiano rige en nuestro país la Nueva Recopilación. Con ella 8e introduce la figura procesal del careo. Esto surge para el proceso penal de la exposición de Tejedor ( 5 ) y para el civil, a pesar de no referirse a él Manuel Antonio de Castro en su Prontuario de práctica forense (i), se puede recurrir a las escuetas palabras de Este ves Sa™uí ('). La fuente legislativa inmediata del primer Código argentino de enjuiciamiento, que lo fue el de Santa Fe de 1373 —comprensivo de todos los tipos de proceso— («) y que se ocupa del careo en les articules 164 del libro I y 118-125 del libro U, pueden haber sido el reglamento provisorio español de 1835 o el Código cíe procederes de Santa Cruz de 1832 (arts. 919922) (»). El Código de procedimientos en materia criminal para la justicia nacional ( 10 ), (4) Ellzondo, F. A. de. Práctica universal forense de España y de las Indias, t. 4. pág. 364, núm. 56, 4» impresión. Madrid, Marín, 1703. (5) Tejedor, op et loe. cit. (8) Conlr. Castro, M. A. de. Prontuario de práctica forense, págs. 56-59, Imprenta de ¡a Independencia, Buenos Aires, 1832. (7) Esteves Sagul, M., Tratado elemental de los procedimientos civiles en el joro de Buenos Aires, pág. 288, Imprenta Americana, Buenos Aires, 1850. puede haber tomado el careo de la ley española de 1872, que fue la base de Obarrio —autor del proyecto—, a través de la cbra de Hermenegildo María Ruiz y Rodríguez: Tratado general de procedimientos criminales ("). Trece años antes de dictarse la ley federal número 50, cuyas disposiciones sobre el procedimiento civil todavía están en vigencia, afirmaba Esteves Saguí que el careo en1 2 esa mrisdicción no era casi utilizado < ) No obstante, y pese al silencio de la ley española de 1855, que le sirvió de antecedente por intermedio de Caravantes( 13 ), la ley 50 consagró el careo civil en el articulo 132. IV. Naturaleza jurídica: De acuerdo a la metodología adoptada por los Códigos argentinos, tanto el careo civil como el penal son medios de comprobación, si bien de Índole complementaria por cuanto vienen a integrar las pruebas confesional y testifical ("). Manzlni en cambio, se niega a reconocerles ese carácter, diciendo que el careo (penal) no es un medio de prueba, sino un expediente para la valoración de una prueba ("). V. Fundamento. Cabal y Atienza piensan que la facultad de carear atribuida a los jueces por los Códigos de enjuiciamiento civil resultaría idéntica a la que les permite dictar 2373. El nombre usual del Código le fue dado por la comisión legislativa que tuvo a su cargo la edición oficial. (11) Conlr. Rulz y Rodríguez, H. M., Tratado general de procedimientos criminales, 2 vols, y apéndice. Revista de Legislación, Madrid, 18771879. La influencia de ia Le; de enjuiciamiento criminal española de 1872 sobre el Código para la justicia nacional, ha sido destacada por AlcaláZamora y Castillo en su Derecho procesal penal, escrito en colaboración con Ricardo Levene (h.. (V. t. 1, pág. 176, núm. 92). (12) Eateves Sagul, op. et loe. cit. (13) Vicente y Caravantes. J. de, Trotado histórico, critico filosófico de procedimientos judiciales en materia civil, 4 t? en 2 vols. y un apéndlce.Oaspar y Roig, Madrid, 1856-1879. Lo que debe el Código de la Capital a la obra de Caravantes ha sido puesto de relieve muchas veces en la doctrina, refiriéndose a ello, entre otros, el magistrado español Santiago Sentís Melendo, en su trabajo "La ciencia procesal argentina", publicado en la Revista de Derecho Procesal, año I, 2» parte, pág. 80, Bueno» Aires, 1943. (14) Jurisprudencia E) careo que celebra el (8) Santa Fe (provincia). Código de enjuiciamiento civil, mercantil y criminal, Imprenta del "Eco del Pueblo", Santa Fe, Argentina, 1873. (9) Bollvlá, Código de procederes Santa Cruz procesado Implica en el fondo una de las tantas declaraciones que pueden recibírsele subsiguientemente a la indagatoria y que forman un todo (Chuquisaca), Imprenta Chuquisaqueña. 1833. t. 14, pág. 330) (10) La que se consigna en el texto es la verdadera denominación del llamado Código de pro* cedimientos en lo criminal de la Capital Federal y Territorios Nacionales, consagrada por la ley (15) Manzinl. V., Tratado de Derecho procesal penal, t. 4, pág. 214, núm 3S5. traa. del Italiano por Santiago Sentís Melei"»o y Marino Ayerra Redln, Ediciones Jurídicas Europa-Aménc», 1953. S con ésta... (Cám. Com. y Crim Mendoza, L. L., i g u i e n t e P á g i n a