El capital intelectual como esquema de valor en el futuro

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El capital intelectual como
esquema de valor en el futuro
Intellectual capital as a future value scheme
Liliana Santa* Marta-Salas**
Recibido: 20 de octubre del 2010 Aprobado: 19 de septiembre del 2011
Introducción
El capital intelectual es un tema de tratamiento frecuente,
debido a la importancia ya reconocida en estas dos últimas
décadas, sobre todo en los países más desarrollados, desde la
dinámica de la gerencia empresarial, que lo pondera cada vez
más dentro de la creación de valor de las organizaciones. Los
recursos de la información y el conocimiento se han convertido
en el gran diferenciador entre las empresas que han apostado
a la gestión del conocimiento, para generar en ellas ventajas
competitivas sostenibles en el tiempo.
Estas organizaciones han creído firmemente en el recurso
humano, en que este es su fuente primaria y principal de la
creación de valor; colectivamente es responsable de la innovación permanente en su quehacer diario, con una actitud proactiva en función del desarrollo de sus competencias y habilidades,
mediante el uso eficiente y eficaz de las tecnologías de la información puestas al servicio de estas instituciones. Conscientes
de este fenómeno, las organizaciones, tanto públicas como
privadas, han decidido desarrollar estrategias de inversión en la
investigación, con el objeto de aumentar el conocimiento disponible para la innovación y el desarrollo económico.
Resumen
Dada la importancia cada vez más
creciente de los activos intangibles de
la empresa, como generadores de valor
en las organizaciones, en este artículo
se hace una revisión documental
y bibliográfica sobre los aportes
realizados desde los estudios teóricos
y empíricos del capital intelectual. Se
*
Administradora de Empresas de la
Universidad Nacional de Colombia.
Especialista en Gerencia Financiera de la Universidad de La Salle.
Magíster en Ciencias Económicas de
la Universidad Santo Tomás. Docente
de la Universidad Cooperativa de
Colombia, sede Bogotá. Investigadora
y docente de tiempo completo de
la Universidad de La Salle. Correos
electrónicos: gsanta@unisalle.edu.co,
gloria.santa@ucc.edu.co
** Ingeniera Química de la Universidad
Nacional de Colombia. Becada en la
Universidad Nacional de Colombia con
la “Beca Paes”. Correo electrónico:
martaliliana28@gmail.com
Cómo citar este artículo:
Santa, Liliana y Salas, Marta (2012), “El
capital intelectual como esquema de valor
en el futuro”, en Revista Estrategias, vol.
10, núm. 19, pp. 25-31.
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encontró que los modelos de medición
fueron creados en países llamados
“desarrollados” como Suecia, Estados
Unidos, Canadá, Reino Unido, etcétera,
e implementados en grandes empresas,
con uso intensivo de conocimiento
como Xerox, Skandia, Celemi, Dow
Chemical y Canadian Imperial Bank,
entre otras. Los investigadores que
desarrollaron estos modelos comprendieron que si pudieran captar intangibles como talento individual, relaciones
de mercado sinergísticas y capacidad
de manejar el flujo de competencias, se
podrían desarrollar maneras de hacerlos
crecer, y por supuesto, medir.
Palabras clave: activos intangibles,
capital intelectual, uso intensivo de
conocimiento.
Abstract
Given the growing importance of the
companies’ intangible assets as value
generators in organizations, this paper
pretends to make a bibliographical and
documental review of the contributions
of theoretical and empirical research
on the subject of intellectual capital. We
found that measurement models have
been created in countries considered
as “developed”, such as Sweden, The
United States, Canada, United Kingdom,
etcetera, and implemented in large
enterprises with intensive knowledge
use, such as Xerox, Skandia, Celemi,
Dow Chemical, and the Canadian
Imperial Bank, among others. The
researchers that developed these
models understood that if they where
able to detect intangible factors, such
as individual talent, synergetic market
relations and competence flux management capabilities, they would be able
to create methods to make them grow
and, of course, to measure them.
Keywords: intangibles assets, intellectual capital, intensive knowledge use.
Sin embargo, la medición del capital intelectual (ci), producto
del aumento del conocimiento de estas organizaciones, ha sido
una tarea que han emprendido algunos investigadores, para lo
cual han formulado unos modelos teóricos de medición, con el
objeto de reconocer en los activos de las empresas este valor;
no obstante, por ser intangible, ha presentado dificultad en
su medición contable y en el reflejo de esta valoración en los
balances de las empresas.
Aunque en la mayoría de los modelos se combinan formulaciones teóricas sobre medición del capital intelectual, tales
como: Balanced business scorecard (Kaplan y Norton, 1996),
Intellectual assets monitor (Sveiby, 1997), Skandia Navigator
(Edvinsson, 1992-1996), Technology broker (Brooking, 1996),
Universidad de West Notario (Bontis, 2001), Canadian imperial bank (Hubert Saint – Onge), Modelo Intelect (Euroforum,
1998), Capital intelectual (Drogonetti y Roos, 1998), y Modelo
de dirección estratégica por competencias: el capital intangible (Bueno, 1998), algunos de estos estudios empíricos han
desarrollado modelos de medición del capital intelectual, como
el de la compañía sueca Skandia, una compañía de seguros y
servicios financieros que, con la intención de diseñar técnicas
y herramientas para medir el capital intelectual humano (cih),
comenzó a medir este factor con el llamado Skandia Navigator, o el de Canadian Imperial Bank, empresa canadiense que
estudia la relación entre el capital intelectual, su medición y
el aprendizaje organizacional. Estos han sido desarrollados e
implementados en organizaciones con un contexto distinto al
de la pequeña y la mediana empresa.
Todos estos modelos han sido aplicados en grandes empresas
como Xerox, Skandia, Celemi, Dow Chemical o Canadian Imperial Bank, entre otras, ubicadas en países como Suecia, Estados
Unidos, Canadá, Reino Unido, etcétera, debido, entre otras
razones, a la importancia que se concede actualmente a la información y al conocimiento como recursos esenciales para elevar la
competitividad de una organización en el mercado.
Aportes realizados desde los estudios teóricos
Algunos de los autores que se relacionan en los siguientes
apartados son tomados del Informe Spring sobre capital intelectual en la comunidad de Madrid (isci), realizado por Merino
y Díaz (2008), quienes, según este informe, realizaron estudios
teóricos sobre capital intelectual.
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Coleman (1990) afirma que las peculiaridades presentadas por los intangibles necesitan
una adecuada “atmósfera” para su desarrollo,
debido a que la información y el conocimiento
mejoran su valor a través de su uso y difusión.
Así, la existencia de nodos y canales que contribuyen a su enriquecimiento son básicos para
presentar un buen índice de capital intelectual.
Roos (1998) considera al capital intelectual
como una de las partes más importantes de
cualquier compañía, por encima de los activos
financieros, inventarios y otros activos; son
los individuos, y no la compañía, en quienes se
encuentra la fuente de la ventaja competitiva.
El sistema de medición de ci debe ser propio de
cada unidad de negocio para que este, por separado, defina sus propios indicadores.
Este autor cree que transformar la creatividad
individual en creatividad corporativa es el gran
reto de la gerencia moderna. La tarea consiste
en optimizar el ci y materializarlo en nuevos
productos, servicios, y procesos que, a su vez,
aumenten el valor patrimonial de la empresa.
Nokana y Takeuchi (1999), en Capital
intelectual, el más valioso recurso de la
producción, afirman que para las empresas
japonesas el saber no es explícito (información
y cifras), sino más bien tácito e imperceptible;
corresponde a interiorizaciones, intuiciones,
presentimientos, ideales, valores, imágenes y
símbolos. El conocimiento explícito se puede
transmitir y almacenar electrónicamente, no
así el conocimiento tácito. El compromiso de
la empresa japonesa es transformar el conocimiento tácito en conocimiento explícito.
Ulrich (1998) aporta otra idea sobre el ci.
Dice que los gerentes deben hacer énfasis en
este como la mejor estrategia para mantenerse
competitivas. El ci se deriva de las aptitudes y
el compromiso de los empleados. Ambos deben
coexistir para que el capital intelectual crezca.
Los líderes interesados en conseguir, afianzar y
expandir el ci deben elevar los estándares, fijar
altas expectativas y exigir más a los empleados.
Revista Nacional de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables
Asimismo, deben proveer recursos para ayudarles
a los empleados a cumplir exigencias mayores.
Entonces, los empleados se comprometerán y
prosperarán, y el capital intelectual de la organización se convertirá en su activo determinante.
Aportes realizados desde
los estudios empíricos
El ci ha sido analizado particularmente en los
últimos años, sobre todo desde el interés de
las empresas, para explicar las diferencias existentes entre el valor contable (información
financiera) y el valor de mercado como posible
fuente básica de ventajas competitivas para
las empresas (Bontis, 2001 y Edvinsson, 2002,
citados en Blanco, 2008, pp. 21-23); desde esta
perspectiva, específicamente en el área financiera, el ci representa un esquema de valor en
el futuro.
Dado que las medidas financieras no
son suficientes para determinar el estado de
valor de una empresa, existen otros tipos de
medidas que muestran un esquema de valor
balanceado entre los recursos financieros e
intangibles. El desarrollo de una nueva arquitectura de medición requiere definir qué tipos
de datos necesita medir una empresa acorde
con sus estrategias, cómo estos datos pueden
generarse y qué reglas deben seguirse para
regular su flujo. Estos sistemas de medición pueden ser independientes, ya que las
empresas pueden variar en su apreciación
porque ninguna compañía es igual a otra. Sin
embargo, es posible detectar identificadores
comunes que son válidos para la medición y
reflejar la situación de la empresa, tomar decisiones y apuntalar acciones hacia las estrategias más viables (Roos y Roos, 1998, citado en
Flores, 2001, p. 3).
Indicadores como la habilidad de una
empresa para desplegar sus recursos dentro
de nuevos mercados, para transformar nuevas
ideas en productos y servicios, el tiempo de
respuesta, repetición de clientes leales, rotación
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de personal, percepción de marca y horas de
capacitación, son para Robert Booth (1998,
citado en Flores, 2001, p. 2) una forma de medir
el ci (desde el enfoque de contabilidad administrativa). Para este autor, la dificultad real no
es la clasificación, identificación y medición del
ci, sino entender cómo transferirlo y cómo el
negocio puede usarlo para incrementarlo; más
aún, cómo sincronizar la aceleración del ci con
la generación de valor de la empresa.
Al realizar una revisión documental sobre
la temática objeto de esta indagación, se
encontró que diferentes autores han desarrollado modelos para la medición y valoración de intangibles, algunos desarrollados en
el contexto de empresas. En este sentido, se
puede mencionar la investigación desarrollada
por Edvinsson y Malone (2004) que, a través
de su Teoría de medición del CI (basada en el
Modelo Business Navigator, implementado
en la empresa sueca de seguros y servicios
financieros Skandia), expone cinco enfoques:
humano, financiero, de clientes, de procesos
y de innovación o renovación y desarrollo
(figura 1); estos enfoques funcionan como
elementos del sistema de capital intelectual,
y para cada uno se propone un conjunto de
indicadores que tiene que cumplir un rango de
requerimientos como la relevancia, la precisión, la no dimensionalidad y la facilidad de
medición (isci, 2005-2008, p. 21).
Aunque aún no hay consenso en la literatura sobre las dimensiones del ci, en este
artículo se ha considerado la definición de
Edvinsson y Malone (2004, pp. 97-102), según
la cual los componentes del capital intelectual
son los siguientes:
Enfoque humano: es el centro del modelo y
corazón de la empresa. Se refiere a los conocimientos, habilidades, actitudes de las personas
que componen la organización.
Perspectiva financiera: este modelo considera
que además de los indicadores financieros
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utilizados tradicionalmente para analizar los
niveles de liquidez, endeudamiento, actividad
de los activos y rentabilidad, deben complementarse con indicadores como el de rentabilidad sobre capital, flujos de caja, gestión
del riesgo, rentabilidad de cliente y producto,
entre otros, con el objeto de que reflejen la
realidad empresarial.
Perspectiva de cliente: se deben identificar
los valores relacionados con los clientes,
que aumentan la capacidad competitiva de
la empresa. Se hace necesario previamente
definir el segmento de mercado objetivo y
realizar un análisis del valor y calidad de
estos. En este bloque los indicadores son el
conjunto de valores del producto/servicio
que se ofrece a los clientes (indicadores de
imagen y reputación de la empresa, de la
calidad de la relación con el cliente, de los
atributos de los servicios/productos). Dentro
de los indicadores output, que se refieren
a las consecuencias derivadas del grado de
adecuación de la oferta a las expectativas del
cliente, se tienen como ejemplo la cuota de
mercado, el nivel de lealtad o la satisfacción de
los clientes, entre otros.
Perspectiva de procesos internos de negocio:
forma en que la empresa añade valor a través
de las diferentes actividades que desarrolla.
Analiza la adecuación de los procesos internos
de la empresa de cara a la obtención de la satisfacción del cliente y conseguir altos niveles
de rendimiento financiero. Para alcanzar este
objetivo se propone un análisis de los procesos
internos desde una perspectiva de negocio y
una predeterminación de los procesos clave a
través de la cadena de valor.
Capacidad de innovación: posibilidad de mantener
el éxito de la empresa en el largo plazo a través
del desarrollo de nuevos productos o servicios.
Ejemplo de indicadores: % de productos nuevos,
% productos patentados, introducción de nuevos
productos en relación con la competencia, etc.
El capital intelectual como esquema de valor en el futuro
Enfoque Financiero
Enfoque Cliente
Enfoque Humano
Enfoque de Procesos
Enfoque de Renovación y Desarrollo
Figura 1. Navigator de Skandia
Fuente: Edvinsson y Malone (1997)
Valor de mercado
C. Intelectual
C. Financiero
C. Humano
C. Estructural
C. Clientes
C. Organizativo
C. de Innovación
C. de Procesos
Figura 2. Esquema de valor de mercado de Skandia
Fuente: Edvinsson y Malone (1997)
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La figura 2 ilustra los elementos que, según
Edvinsson y Malone, son los componentes del
ci. La principal argumentación de estos autores
es que los valores que presenta la contabilidad
tradicional en libros difieren sustancialmente de
los valores de mercado. Esta diferencia se debe a
la no valorización de un grupo de activos intangibles que generan valor a la organización y que
le representan a esta futuros flujos de caja que el
mercado reconoce. Leif Edvisson argumenta que
para poder gestionar estos valores, es necesario
hacerlos visibles.
La síntesis del ci y la dimensión financiera y
temporal quedan recogidas en el modelo denominado “Navigator”. Según Bontis (2001, p. 50),
la contribución más importante de este modelo
radica en que además de considerar la perspectiva financiera de la empresa, toma en cuenta
el ámbito organizativo de esta y, mediante la
integración de estos dos aspectos, busca calcular
el valor de mercado de la empresa.
Otro modelo relevante y aplicado al
contexto empresarial es el de Bontis (2001),
“University of Western Ontario”. En este
modelo el autor desarrolla un análisis en el
que estudia las relaciones causa-efecto entre
los diferentes elementos del sistema de ci, y
entre su utilización y los resultados empresariales. La contribución más relevante es, por un
lado, la verificación acerca de la importancia y
explicación del bloque de capital humano como
el componente más sustancial en comparación
con el resto de elementos; de otro lado, la consideración de las relaciones entre los diferentes
bloques de ci (isci, 2005-2008, p. 22).
Otro modelo importante de los modelos de
capital intelectual aplicados al entorno empresarial, es el “Intellectual assets monitor”,
propuesto por Sveiby (1997, citado en isci2005-2008). En este, el autor expone unas
premisas básicas relacionadas con la determinación del propósito de la medición, permitiendo
realizar un mayor esfuerzo en algunas variables e indicadores, dependiendo del usuario
—que puede ser interno o externo—.
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Sveiby (1997, citado en isci, 2005-2008)
clasifica los activos intangibles en tres categorías, dando origen a un balance de dichos
activos intangibles, que son los siguientes:
Habilidad de los empleados. Incluye las competencias de la organización como son planificar,
producir, procesar o presentar productos o
soluciones.
Estructura interna. Es el conocimiento estructurado de la organización como las patentes,
los procesos, los modelos, los sistemas de información, la cultura organizativa,... así como las
personas que se encargan de mantener dicha
estructura.
Estructura externa. Comprende las relaciones
con clientes y proveedores, las marcas comerciales y la imagen de la empresa.
Sveiby intenta conseguir un balance de intangibles, representado por un esquema tradicional
de contabilidad. Su contribución más importante es la diferenciación entre capital humano
y capital estructural, que ha sido utilizado en la
mayoría de los modelos sucesivos.
Conclusiones
En las organizaciones de hoy en día, la mayoría
de los cambios necesarios para el incremento de
la productividad y la calidad de todos los procesos
están vinculados estrechamente con el conocimiento y su gestión. El recurso humano se
constituye, para la mayoría de los modelos, en
el componente más valioso para generar valor a
las empresas. La gestión del conocimiento, el ci
y la administración de la información, sin duda,
están cambiando la forma en que se maneja
hoy la economía de las organizaciones en un
mundo globalizado. Los modelos descritos
tienen grandes semejanzas. Todos resaltan la
importancia de los activos intangibles o capital
intelectual y tratan de clasificarlos y medirlos,
con el objeto de asegurar su desarrollo de
manera consistente, y así configurar organizaciones competitivas, con gran capacidad para
adaptarse, ser creativas y críticas.
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Referencias
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review of the models used to measure intelectual
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Coleman, J.S. (1990), Foundations of social theory,
Boston, The Belknap Press of the Harvard Business School.
Edvinsson, L. y Malone, M. (1997 y 2004), El capital
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de los recursos intangibles de su empresa,
Bogotá, Norma.
Revista Nacional de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables
Flores, P. (2001), Capital intelectual: conceptos
y herramientas, Centro de sistemas de conocimiento, Monterrey, Tecnológico de Monterrey.
Merino, M. y Díaz, E. (2008), Informe Spring sobre
capital intelectual en la comunidad de Madrid,
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Tecnología de la Comunidad de Madrid, pp.
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Nokana y Takeuchi (1999), Capital intelectual, el
más valioso recurso de la producción, Bogotá,
Norma.
Roos, J. (1998), “El capital intelectual”, en Revista
clase empresarial, núm. 57, pp. 86-89.
Ulrich, D. (1998), “Capital intelectual = aptitudes x
compromisos”, en Summa, núm. 130, pp. 70-75.
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