ISSN 0124-7816 No. 6 Julio-diciembre 2008 KATHARSIS Publicación de la Facultad de Ciencias Sociales - Programa de Psicología Institución Universitaria de Envigado ISSN 0124-7816 Nº 6 julio- diciembre de 2008 Rector Jaime Alberto Molina Franco Vicerrector académico Henry Roncancio González Decano Facultad de Ciencias Sociales César Augusto Jaramillo Jaramillo Coordinación de la publicación: María Cecilia Salas Guerra Edición y corrección de textos: Miriam Valencia Echavarría Bibliotecaria: Ladis Frias Traducción de textos: Escuela de Idiomas de la IUE Diseño, diagramación e impresión: L. Vieco e Hijas Ltda. Portada y contraportada: Mes trophés (Mis trofeos), Annette Messager, 1987. Ilustraciones: EXIT, Imagen y cultura, I: Delitos y faltas, y II: Sobre la piel, Madrid, Olivares y Asociados S. L., Enero-marzo y mayo-julio de 2001. Dirección y contactos Cra. 27 B 39 A S 57 Teléfono: 339 10 10, ext 302 revistakatharsis@yahoo.es Solicitud de canje Biblioteca Jorge Franco Vélez, IUE Teléfono: 339 10 10 ext. 118 Las opiniones contenidas en los artículos son responsabilidad de sus autores. Katharsis autoriza la reproducción de los artículos siempre y cuando se mencione la fuente. Contenido No. 6 julio-diciembre 2008 ISSN 0124-7816 Presentación María Cecilia Salas Guerra ....................................................................................... 5-7 I. Memorias del seminario El Cuerpo en la Contemporaneidad La génesis de los cuerpos: de la turba al turbo Juan Gonzalo Moreno V. .......................................................................................... 11-23 El cuerpo: acontecimiento de lenguaje y discurso Juan Guillermo Uribe E. .......................................................................................... 24-33 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea a la idealización de la carne Manuel Bernardo Rojas López ........................................................................ 34-61 II. Producción docente Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación en el contexto del paradigma de la complejidad Olena Klimenko ................................................................................................................. 65-84 Memoria y conflicto armado Beatriz González Bolívar ....................................................................................... 85-99 En los reinos del temblor María Carmenza Hoyos Londoño .......................................................... 100-117 III. Producción de estudiantes El teatro, una herramienta de lectura clínica Eliza Kratc Gil ................................................................................................................. 121-141 Elementos para una aproximación psicoanalítica a la violencia homicida en Medellín Shirley Viviana Cataño Pulgarín . ........................................................... 142-155 Nada tan corporal como el ejercicio del poder Johana Andrea Fernández Ortiz ............................................................. 156-176 Los poetas malditos, una subversión a la moral del siglo XIX Diego Giraldo, Diego González, Lucas Arteaga ......................... 177-189 IV. Diálogos con el cine María Cecilia Salas Guerra El hombre elefante o la categoría moral de lo monstruoso ................. 194-197 El resplandor y los límites de la racionalidad ................................................ 198-202 Zelig o la ironía frente al poder de normalización ................................... 203-208 Magnolia, el azar y lo irreparable ................................................................................ 209-212 Alguien voló sobre el nido del cuco o atrapados en los micropoderes ..................................................................................................................... 213-216 Una habitación con vistas, entre convenciones y pasiones ................ 217-220 Ojos bien cerrados, o cerrados de par en par ................................................. 221-224 Presentación María Cecilia Salas Guerra Docente del Programa de Psicología Institución Universitaria de Envigado E n este número de la revista Katharsis se presenta, en la primera parte, una memoria del Seminario El cuerpo en la contemporaneidad, una mirada multidisciplinaria, organizado por el programa de Psicología en abril del 2004. Dicho Seminario tuvo como pretexto el libro de Richard Sennett, Carne y piedra, El cuerpo y la civilización occidental, donde se muestra cómo cada época define imágenes del cuerpo y modos singulares de relacionarse con él, lo que a su vez determina ciertas formas de construir, transformar y rediseñar los espacios urbanos. De tal manera, la civilización occidental ha propiciado una prolongada complicidad entre la carne y la piedra, tal como lo constata Richard Sennett en su travesía desde la Atenas de Pericles, pasando por la Roma de Adriano, el Paris medieval de los cristianos, la Venecia renacentista de los judíos del gueto, el París y el Londres de la velocidad y el individualismo modernos, hasta la impersonal y frenética Nueva York contemporánea. En este recorrido encontramos claves para pensar la compleja relación que ha existido entre la ciudad y el cuerpo humano, y sobre todo se hacen legibles algunos procesos histórico culturales gracias a los cuales el cuerpo llega a constituirse, actualmente, en el centro de la acción individual y colectiva, en una de las claves del multiculturalismo y del individualismo exacerbado, y en el objeto privilegiado de múltiples prácticas sociales, económicas, políticas, científicas, higiénicas, dietéticas, artísticas y cosméticas. Presentación / María Cecilia Salas La segunda parte está dedicada a la producción académica de los docentes del Programa de Psicología. Se trata de trabajos en diversas líneas teóricas y prácticas y en los cuales –dada la multidisciplinariedad que los caracteriza– se hace evidente la pertinencia del diálogo de la psicología con la literatura, con la pedagogía, con la antropología y con otros saberes sociales y humanos, no de otro modo es posible hoy mantenerse vigente en el campo del saber, pues dicho diálogo es condición para una mirada distinta y problematizadora de la época. La tercera parte recoge algunas producciones de estudiantes del Programa de Psicología: en primera instancia, se presenta un novedoso trabajo de grado –que surge de una práctica psicológica en el Hogar Infantil Club Rotario de Envigado– en el que se considera el teatro como herramienta de lectura clínica –desde el enfoque cognitivo posraciona–, en este caso para el trabajo con niños. Luego, una propuesta que busca construir una lectura psicoanalítica sobre la violencia homicida en Medellín; este plan de trabajo surge en el Semillero de Investigación Derecho, Subjetividad y Criminología, y se consolida como proyecto de trabajo de grado, que además fue seleccionado para participar en los encuentros Regional y Nacional de Semilleros de Investigación del 2008, en el Tecnológico de Antioquia y en la Universidad EAFIT, respectivamente. Y por último, se publican en esta sección dos Trabajos Independientes realizados en las asignaturas de Horizontes de pensamiento I y II (02-07 y 01-08), el primero muestra cómo en la época moderna la corporalidad se construye en las redes de los poderes y los discursos, y el segundo se aproxima a los dos grandes poetas malditos, Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, para interrogar en qué medida esta poética es una deriva subversiva de la técnica de la confesión. Ambos trabajos fueron expuestos tanto en el Foro Del saber de la genealogía a la moral del poder. De Nietzsche a Foucault (y viceversa) –organizado por el Programa de Psicología de la IUE el 30 de mayo de 2008–, como en el Primer Congreso Regional del Colegio Colombiano de Psicólogos organizado por el Colegio Colombiano de Psicólogos y la Fundación Universitaria Luis Amigó, Medellín, 26 y 27 de septiembre de 2008. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 Y en la cuarta parte de la revista se publica una selección de textos generados como material de trabajo para los cineforos que desde el 2007 se vienen realizando en el Programa de Psicología, abiertos a toda la comunidad universitaria, como actividad que complementa el Trabajo Independiente que se desarrolla en tercer y cuarto semestre de la carrera. Se trata de un espacio donde se procura un diálogo de la psicología con el cine, teniendo como mediación crítica el autor y el texto que en cada semestre se discute como fundamento para dicho trabajo de los estudiantes. Para cerrar esta presentación, la revista Katharsis hace un reconocimiento especial al trabajo de Víctor Ignacio Ortega R. y a su compromiso indeclinable con el Programa de Psicología y en general con la Institución Universitaria de Envigado, durante todo el tiempo en que se desempeñó como Decano de la Facultad de Ciencias Sociales. I. Memorias del seminario El Cuerpo en la Contemporaneidad 11 La génesis de los cuerpos: de la turba al turbo Juan Gonzalo Moreno V.* ½ (#1)1998 - Zhang Huan, 1998 ½ (#1), Zhang Huan, * Ingeniero y Magíster en Filosofía. Fue durante muchos años Profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, del Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales. Actualmente es Profesor Especial de la misma Universidad e invitado en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. 2 12 El cuerpo en la contemporaneidad / Juan Gonzalo Moreno V. Resumen Asistimos al quiebre de la rigidez ética, vital y epistémica que se amparaba en una condición marcial y en una imagen del universo fundamentada en el orden tal como se ve en la física moderna. Hoy por el contrario, y por el efecto de bucle, hemos recuperado una imagen distinta, fundada en las consideraciones de Lucrecio sobre la Naturaleza, su carácter erótico, su consideración de que es en la turbulencia en donde se engendran múltiples formas de orden. En este sentido, el retorno de lo trágico, es también el retorno de una afirmación de la vida, y en términos de Nietzsche de una ciencia jovial. Palabras clave: Física, turba, turbo, Lucrecio, trágico, ciencia jovial, Edgar Morin, Michel Serres, pensamiento complejo. Abstract We attend to the breakage of the ethic rigidity, vital and epistemic that use to shelter in a martial condition and in an image of the universe founded in the order as it is seen in the modern physics. Today on the contrary, and by the effect of buckle, we have recuperated a different image, founded in the considerations of Lucrecio about nature, it’s erotic character, his consideration the it is in the turbulence where we generate multiple forms of order. In this sense, the return of the tragic, is also the return of an information of life, and in Nietzsche’s terms, a jovial science one. Key words: Physics, crowd, disturb, Lucrecio, tragic, science, jovial, Edgar Morin, Michel Serres, complex though. Se comprende ahora por que la forma torbellinaria nos ha hecho señas por todas partes, en los cielos galáxicos, en los remolinos de los aires y de las aguas, en las llamaradas del fuego. Es la forma en y por la cual la turbulencia se transforma en bucle. Lleva en sí la presencia casi indistinta del caos y de la génesis, a la vez que es la Forma primera del ser, de la existencia, 13 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 de la organización productora. Gira en la agitación de flujos contrarios, a la vez que es ya el retorno sobre-sí y el motor de sí ... En suma, todo lo que es existencia, todo lo que es organización activa hace la rueda. Edgar Morin En su provocativa presentación de las sociedades postmodernas Michel Maffesoli las hace vivir en lo que él llama “el instante eterno” y las coloca bajo el signo de lo trágico. La figura mítica dominante allí es Dionisio, el puer aeternus, el niño eterno, que “impregnaría modos de ser y de pensar”.1 El libro de Maffesoli es una celebración del destino, el retorno, el juego, la intemporalidad, la apariencia, la máscara, la organicidad, el vitalismo, lo femenino, la empatía, la atracción apasionada, es decir, de lo trágico en sus más diversas manifestaciones: “el sentimiento trágico-lúdico, retorna con fuerza en la vida cotidiana”.2 Nuestros abuelos todavía le apostaban a una visión dramáticaaburrida de la vida. La lucha contra la escasez secó el espíritu de los hombres y es incluso la persistencia de esta visión, la que está a punto de agotar los recursos del planeta. La figura del héroe dominador de la tierra y amaestrador de los elementos encuentra su ejemplo más patético en los personajes de Julio Verne, que cañonean la luna y taladran la tierra, con la misma intensidad con la cual otros menos románticos partieron nuestro continente por un istmo. La vida es un asunto serio, el individuo soberano hijo de la Ilustración debe luchar a brazo partido contra todas las dificultades 1 Michel Maffesoli, El instante eterno, El retorno de lo trágico en las sociedades postmodernas, Barcelona, Paidós, 2001, p. 14. 2 Ibíd., p. 15. 14 El cuerpo en la contemporaneidad / Juan Gonzalo Moreno V. y salir victorioso. Todo hombre debería ser una copia más o menos adecuada de la Idea que alumbra el cielo “estrellado” del capitalismo triunfante: la del self made man. Ahora bien, lo que parece salir a flote hoy en día es el inconsciente mismo del ser y del pensar, el fondo, el abismo, el magma donde todo se “prepara”. La alquimia profunda de las cosas se hace visible e invade la vida cotidiana. El mundo es también un puer aeternus que se renueva sin cesar a medida que perece. El mundo es iuvenex et senex, joven y viejo al mismo tiempo. La coincidencia oppositorium es la divisa de Dionisio y del mundo contemporáneo. Todo fluye y en este fluir se hacen y se deshacen las cosas, como en esos juegos tan de moda, donde miles y miles de fichas de domino caen una sobre otra formando en su caída una serie de figuras de extraordinaria belleza. La palabra latina casus, alude precisamente a la caída, al hado, al destino incontrolable que cae sobre nosotros como lo hace la teja sobre el transeúnte desprevenido, o como le cayó a Edipo su desgracia. Visión trágica de la vida significa promoción del destino, de la moira, de la tyché, “arraigamiento profundo tal como testimonia, para la cultura occidental, la importancia de la tragedia griega, que recalca ampliamente todo lo que los hombres deben a tyché (fortuna) y a moira (destino)”.3 El retorno de lo trágico discurre por el texto de Maffesoli como el hilo rojo que une todas sus “presentificaciones”, puesto que él como sociólogo avant la lettre se niega a representar lo que debería ser y más bien se siente precisado a presentar lo que es, y lo que es ofrece identidades múltiples, carece de una “identidad precisa, de ahí la imposibilidad de las definiciones a priori, o de los conceptos asegurados por los que enloquece el pensamiento moderno: el de la Historia, de lo Político y de lo social racional”.4 3 Ibíd., p. 25. 4 Ibíd., p. 17. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 15 Viejos ídolos caen por sus pies de barro y antiquísimos mitos y ritos reemplazan las figuras estólidas de Dios, la Historia, el Espíritu, el Proletariado, etc. Dionisio retorna como Nietzsche en plena crisis de la modernidad y aflora con gran ímpetu en las sociedades postmodernas: lo trágico hace filosofía con Clement Rosset, física con Michel Serres y sociología con Michel Maffesoli. A ellos dirigiremos nuestra atención, con el fin de comprender algunos aspectos de la gaya ciencia actual, de esa ciencia juvenil, gozosa, que se confunde con su objeto, puesto que, como dice Serres, “el orden de las cosas se construye originalmente de la misma manera que se construye el conocimiento”.5 Trágico y azar son las dos caras de una misma moneda. Quien dice trágico remite al azar en cualquiera de sus manifestaciones: tyché, fortuna, casus, contingencia, etc. El azar es el punto ciego desde el cual lo trágico se hace visible, y es ciego puesto que es condición de visibilidad. El azar constituyente, al cual se refiere Rosset en La lógica de lo peor. Elementos para una filosofía trágica, es el motor de la gaya ciencia que invade al mundo, un mundo gobernado por el Juego: Es lo que podemos llamar el devenir moda del mundo. El ‘juvenilismo’, que no hay porque interpretarlo en un sentido peyorativo, no es simplemente un problema de generación. Ser joven, en su manera de vestirse, de hablar, de ‘construir’ y de cuidar su cuerpo e incluso de pensar y meditar, es un nuevo imperativo categórico que no deja nada ni a nadie indemne. Es agotador y sobre todo en vano, ofuscarse por ello. Es tan cierto, según el adagio conocido, que nada detiene una idea cuyo tiempo llegó. [...] Así como la figura del hombre adulto y realizado, dueño de sí, de la naturaleza, dominó la modernidad, ¿no veremos resurgir, en esta modernidad naciente, el mito del puer aeternus, ese niño eterno, juguetón y travieso que impregnaría modos de ser y de pensar? 5 Michel Serres, El nacimiento de la física en el texto de Lucrecio, caudales y turbulencias, Valencia, Pre-textos, 1994, p. 63. 16 El cuerpo en la contemporaneidad / Juan Gonzalo Moreno V. Es la figura emblemática de Dionisio que se nos impone. Retoma así una idea ya antigua ‘la sombra de Dionisio’ se propaga en nuestras megápolis. De ahí la importancia de lo festivo, la potencia de la naturaleza y del retorno, el juego de las apariencias, el retorno de lo psíquico acentuando el destino, cosas que hacen de la existencia una sucesión de instantes eternos.6 Quisiéramos en lo que sigue, presentar la “física” que está implícita en esa potencia de la naturaleza que menciona Maffesoli. Pero, antes de proceder a ello, veamos dónde dejaron la física nuestros abuelos y a dónde se dirige la nuestra, “es preciso que cambiemos de mundo.” El universo heredado de Kepler, Galileo, Copérnico, Newton, Laplace era un universo frío, helado, de esferas celestes, de movimientos perpetuos, de orden impecable, de medida, de equilibrio. Es preciso que lo cambiemos por un universo caliente, con una nube ardiente, con bolas de fuego, con movimientos irreversibles, de orden mezclado con el desorden, de gasto, despilfarro, desequilibrio. El universo heredado de la ciencia clásica estaba centrado. El nuevo universo es acéntrico, policéntrico. Es más “uno” que nunca en el sentido que es un cosmos muy singular y original, pero al mismo tiempo ha estallado y se ha desmigajado. Lo que constituía el esqueleto y la arquitectura del universo se convierte en archipiélagos que derivan en una dispersión sin estructura. El antiguo universo era un reloj perfectamente reglado. El nuevo universo es una nube incierta. El antiguo universo controlaba y destilaba el tiempo. El universo es llevado por el tiempo; las galaxias son productos, momentos en un devenir contradictorio. Se forman, titubean, se rehúyen, colisionan, se dispersan. El antiguo universo estaba reificado. Todo lo que había participaba de una esencia o de una sustancia eterna; todo –orden, materia– era increado e inalterable. El nuevo universo es desreificado. Esto no quiere decir únicamente que en él todo sea devenir o transformación. Es decir, que está al mismo tiempo, en todo momento, de parto, en génesis, en descomposición. El antiguo universo se instalaba en los conceptos claros y distintos del 6 Michel Maffesoli, Op. cit., p. 14. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 17 Determinismo, la Ley, el Ser. El nuevo universo arroya los conceptos, los desborda, les hace estallar, obliga los términos más contradictorios a acoplarse, sin perder no obstante sus contradicciones, en una unidad mística. ¿Era racional el antiguo universo y el nuevo, irracional?... El nuevo universo no es racional, pero el antiguo lo era menos todavía: mecanicista, determinista, sin eventos, sin innovación, era imposible. Era ‘inteligible’ pero todo lo que en él ocurría era totalmente ininteligible... ¿Cómo no se comprendió que el orden puro es la peor locura que existe, la de la abstracción, y la peor de todas las muertes, la que nunca conoció la vida?” 7. Este texto de Edgar Morin, que aparece en esa gran enciclopedia del saber contemporáneo que es el Método8, tiene el carácter indudable de una proclama. Ya no se trata de la Determinación, el Ser, la Ley, sino de lo indeterminado, la circunstancia, el evento. Se mostrará aquí que el reloj no es más que un epifenómeno de la nube incierta: de la turba al turbo, de la muchedumbre caótica al vórtice, al giro sobre sí mismo, que define tanto a los relojes como a los torbellinos. El mundo está siendo cambiado, y un síntoma de ello es el rescate de Tito Lucrecio Caro, por parte de uno de los autores más “juveniles”, que pueda hallarse en la actualidad. Michel Serres, el marino, el matemático, el meteorólogo, el filósofo, el mensajero, re-lee a Lucrecio y trae a nuestra mirada incrédula el cañamazo sobre el cual se teje la más moza de las visiones del mundo. Lucrecio mira el mundo y escribe un poema, el más trágico que mente alguna pueda concebir y por ello mismo el más gozoso. La naturaleza que describe Lucrecio es la natura naturans, la naturaleza que se hace 7 Edgar Morin, El método I. La naturaleza de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1999, p. 81. 8 Ver bibliografía. 9 Michel Serres, Op. cit., p. 100. 18 El cuerpo en la contemporaneidad / Juan Gonzalo Moreno V. y nunca termina de hacerse. “Lucrecio es nuestro contemporáneo, habla nuestro mismo lenguaje, apoya sus pies en la misma tierra”.9 ¿Qué propone Lucrecio en su poema que a su vez le diga algo a los jóvenes de hoy? En primer lugar, Lucrecio dedica su poema a Venus, la diosa del amor, y no a Marte, el dios de la guerra. El himno a Venus es un canto a la voluptuosidad. A la potencia originaria, victoriosa sobre Marte sin haber combatido. Al placer de vivir, al saber sin culpabilidad. El saber sobre el mundo no es culpable, sino apacible y creador. Generador y no destructivo.10 Habría algo así como dos físicas, la de Marte y la de Venus, la de la caída sin fin de las cosas, y la del desvío azaroso que da lugar a los torbellinos, siempre in-esperados, im-previsibles, in-determinables. Venus es la diosa de las inclinaciones, Marte de las cadenas: La ciencia occidental no ha dejado de hacer la elección contraria a la de Lucrecio, no ha dejado de optar por la guerra y la peste. La sangre, el combate y los cuerpos arrojados a la hoguera. Desde Heráclito hasta Hiroshima, no ha conocido nunca más naturaleza que la marcial.11 Realmente hay dos tipos de caída, la que lleva a la muerte, a la quietud definitiva y la que retorna sobre sí misma y es productiva, “la física de la caída, de la repetición y el encadenamiento riguroso es sustituida por la ciencia creativa del azar y las circunstancias. Ni recta, ni círculo: voluta”.12 Lucrecio sigue a su maestro Epicuro y describe la formación de los mundos y de los cuerpos que lo componen, con un equipamiento que hoy podríamos tachar de minimalista. Átomos, vacío y clinamen, o en otros términos, caos, declinación, torbellinos. Una muchedumbre de átomos se derrama paralelamente en el vacío y sobre ese fondo, de 10 Ibid., pp. 131-132. 11 Ibid., p. 132. 12 Ibid., p. 133. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 19 pronto –incerto tempore, incertisque locis– una mínima desviación (clinamen) da origen a una voluta que gira sobre sí misma como una peonza, he allí el torbellino, forma en movimiento, que fluctúa y avanza con vida propia a medida que comienza a difundirse en la muchedumbre de la cual proviene, que continúa propagándose con la única seguridad de formar nuevos torbellinos, que a su vez se reintegraran a ella y así ad infinitum. Todo lo que existe es una forma en movimiento, incluso ello vale para nuestros estados creadores o psicopatológicos. Como dice Héctor Juan Fiorini en su bello libro sobre el psiquismo creador, “en los procesos creadores una forma encuentra su movimiento y a la inversa un movimiento encuentra su forma. Esta definición nos vuelve a plantear referencias a la psicopatología. Porque en algunos aspectos diría que la psicopatología se presenta algunas veces como movimientos que no encuentran su forma, y otras, como formas sin movimiento. Ejemplo de forma sin movimiento sería la patología obsesiva; es como pura forma, es formalismo y no encuentra movimiento. Ejemplo de movimiento que no encuentra forma serían los sufrimientos histéricos, donde la histeria es movimiento, pero movimiento que no encuentra su forma, que va deambulando de formas en formas sin encontrar una donde detenerse.”13 Ejemplo palmario de psiquismo lucreciano: o bien forma sin movimiento, marcial, que tiende a la catatonía; o bien movimiento sin forma, turba confusa y tumultuosa; o bien forma en movimiento, es decir, torbellino fluctuante y creador. De rerum natura, la obra de Lucrecio, la auténtica naturaleza de las cosas, inanimadas, animadas, psíquicas, etc., se define por el paso de la turba al turbo. “Hay una distinción entre turba y turbo. La primera expresión designa una muchedumbre, una gran población, confusión y tumulto. Es el desorden: la turbé griega que también se aplica a las locas danzas de 13 Héctor Juan Fiorini, El psiquismo creador, Buenos Aires, Paidós, 1995, p. 30. 20 El cuerpo en la contemporaneidad / Juan Gonzalo Moreno V. las Bacanales. Pero el segundo término designa una forma redonda en movimiento, como una peonza: cono que gira o espiral en torbellino. Y entonces no se trata ya de desorden, aunque la tromba sea de viento, de agua, de tempestad. De hecho, el movimiento giratorio que se desplaza es el de los astros, el del cielo, tanto ahora como en los orígenes. Los torbellinos pueden servir como un modelo global del mundo. El origen de las cosas y el comienzo del orden consiste simplemente en esta sutil transición de turba a turbo, incalculable población agitada de tempestades, de perturbaciones y movimientos en torbellino. Posiblemente la diferencia existente en castellano entre disturbio y torbellino es análoga [...] la primera designa un desorden y la segunda cierta forma de movimiento.”14 Nuestros cuerpos, desde las células a los órganos, son el resultado de la relación, de la comunicación, de multitud de torbellinos que se entrelazan y se separan en una danza inagotable. Como dice Maturana en Biology of cognition, “la organización circular del sistema nervioso es la organización básica de todos los organismos vivos; los sistemas vivos (...) [están] organizados en un proceso causal circular cerrado, que permite el cambio evolutivo de modo que la circularidad sea mantenida, pero que no admite la perdida de dicha circularidad.”15 Esto es lo que lleva a Fritjof Capra a decir en La trama de la vida que “metafóricamente podemos visualizar una célula como un remolino, es decir, como una estructura estable con materia y energía fluyendo constantemente a través de ella.”16 Nuestro cuerpo está formado por miles y miles de torbellinos, microscópicos unos, macroscópicos otros e incluso espirituales, puesto que Maturana supo dar el paso decisivo y definió el aparato cognitivo en los mismos términos del aparato viviente, “Maturana dio luego el paso 14 Michel Serres, Op. cit., pp. 48-49. 15 Citado en: Fitjof Capra. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos, Barcelona, Anagrama, 1998, p. 113. 16 Ibíd., p. 184. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 21 radical al postular que el proceso de organización circular en sí mismo –con o sin sistema nervioso– es idéntico al proceso de cognición.” Las espirales galácticas, los ciclones, los torbellinos en las corrientes, nuestros cuerpos, nuestro aparato cognitivo responden al juego del torbellino, la música misma es el producto de fluctuaciones que retienen su descenso durante el tiempo suficiente para formar el ritmo que la define. Si el tiempo musical fuera la pura irreversibilidad o el mero descenso, la música se anularía por sí misma. Necesita lo reversible para existir. El temblor de una cuerda que vibra o la vibración de una columna de aire son movimientos que revierten sobre sí. Toda la acústica no es más que reversibilidad. Esto es general: todo sonido y toda señal pertenecen al orden de lo periódico. Es decir, de lo repetitivo, de lo reversible. La medida que se reitere incesantemente, es, como el ritmo, un retorno [...] la música es lo irreversible que compensa lo reversible y está saturado de ello. Cae, pero retiene su caída [...] circula reteniendo constantemente su circulación.17 Es el ritornelo como expresión esencial de la música. Decir que el cosmos es un conjunto de ritornelos, o que la música es cósmica no es hacer vanas metáforas; es simplemente decir la “naturaleza de las cosas”, aquella que fluye en el poema –forma en movimiento, ritornelo sublime– de Lucrecio. Volvamos al modelo inicial con un ejemplo. Miremos un arroyo que corre calmo bajo nuestros ojos, súbitamente, sin saberse cómo ni cuándo –incerto tempore, incertisque locis– aparece un leve remolino, que a su vez comienza a viajar en la misma corriente que lo ha producido. Este es el modelo de la génesis de todo lo que existe y la pregunta que surge siempre es ¿por qué aparece la turbulencia que genera el torbellino? Se dice que un famoso científico había decidido que esta era la única pregunta que valía la pena hacerle a Dios, cuando uno se encon- 17 Michel Serres, Op. cit., p. 178. 22 El cuerpo en la contemporaneidad / Juan Gonzalo Moreno V. trase en su presencia; las demás tarde que temprano las contestarían los hombres. Este problema es indecidible, es lo no representable que encubre toda representación de la naturaleza. El mundo carece de fundamento, Lucrecio lo vio perfectamente, Nietzsche también y sobre sus hombros Heidegger que termina haciendo descansar la proposición del fundamento en el juego. Maffesoli ya le apuntaba a esa radical contingencia que le da pie a la existencia de todos los cuerpos existentes, incluyendo el mío que desciende por la corriente y perdura mientras no abandone su voluta “esto es lo que, en el marco del ciclo, hace de cada día un momento de intensidad: ese en que el acontecimiento vivido puntualmente no es más que el eco de un advenimiento siempre y de nuevo ocurrido.”18 El tiempo breve –el Aión como lo llamaban los griegos– de una vida, debe ser preservado sin agitaciones inútiles que incrementen la perturbación turbulenta que me pueden des-hacer. No hay otra ética que aquella que me hace propicio a intensificar la existencia. Perseverar en la existencia es el conatus de todos los seres, decía Espinoza. De resto, …nada puedo contra el torbellino del cual nací ni contra su despliegue que causará mi muerte. La ciencia del tiempo, la de las cosas y del mundo, me enseña que la existencia es perturbación destructora. Por ello, mi tiempo se escapa y la muerte está próxima. La sabiduría consiste en evitar añadir más movimiento a la tromba que arrastra los elementos del cuerpo y que violenta los elementos sutiles del alma. Detened el ciclón, intentad escapar de él. Aclarad la turbulencia: ataraxia [...] suave ataraxia, placer, retirarse de esas espirales crecientes y decrecientes que trabajan para la destrucción. Retirarse a la orilla, retirarse a la montaña, retirarse a los templos de la serenidad fortificados por la ciencia, que, precisamente, hace la teoría de esas tempestades. Conocer sus leyes [...] alcanzadlo y seréis como dioses.19 18 Michel Maffesoli, Op. cit., p. 78. 19 Michel Serres, Op. cit., pp. 115-117. 23 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 Seréis como dioses viviendo en el instante eterno y no en la eternidad inmóvil que no tiene nada de divina, que es la de aquellos que “no conocieron la vida”. Esa es la gaya ciencia, la ciencia jovial que se cuela hoy en día entre los jóvenes y el mundo, en el intervalo que forman y por donde circulan todas las cosas que están por-venir. Envigado, abril de 2004 Bibliografía Capra, Fitjof. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona, Anagrama, 1998. Fiorini, Héctor Juan. El psiquismo creador. Buenos Aires, Paidós, 1995. Maffesoli, Michel. El instante eterno. El retorno de lo trágico en las sociedades post­ modernas. Barcelona, Paidós, 2001. Morin, Edgar. El paradigma perdido. Barcelona, Kairos, 1978. ________. Ciencia con consciencia. Barcelona, Anthropos, 1984. ________. El Método. III. El conocimiento del conocimiento. Libro primero: Antropología del conocimiento. Madrid, Cátedra, 1988. ________. El Método. II. La vida de la vida. 4a edición, Madrid, Cátedra, 1998a. ________. El Método. IV. Las ideas. 2ª edición, Madrid, Cátedra, 1998b. ________. El Método. I. La naturaleza de la naturaleza. 5a edición, Madrid, Cátedra, 1999. ________. Introducción al pensamiento complejo. Barcelona, Gedisa. 2003a. ________. El Método. V. La humanidad de la humanidad. La identidad humana. Madrid, Cátedra, 2003b. Rosset, Clement. Lógica de lo peor. Elementos para una filosofía trágica. Barcelona, Barral, 1974. Serres, Michel. El nacimiento de la física en el texto de Lucrecio. Caudales y turbulencias. Valencia, Pre-textos, 1994. 24 El cuerpo: acontecimiento de lenguaje y discurso Juan Guillermo Uribe E.* Horiyosi Horiyosi III & his son, 1984 III &Sandi his sonFellman, - Sandi Fellman, 1984 * Psicoanalista miembro de la Asociación de Foros del Campo Lacaniano. Docente en el Departamento de Psicoanálisis, Universidad de Antioquia. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 25 Resumen El psicoanálisis permite diferenciar entre organismo y cuerpo, entre aquello que sería propio de los animales y sus instintos, en contraposición con la construcción corporal del hombre en donde es lo pulsional y la fuerza del lenguaje los que definen su condición. La corporalidad es pues, un fenómeno estrictamente humano, pero sobre todo, como lo muestra la lectura que Lacan hace de Freud, la construcción subjetiva es una construcción endeble en sí misma, y que se puede manifestar en sintomatologías que en últimas muestran, lo compleja que es la construcción de lo corporal en la inserción en lo simbólico. Palabras clave: organismo, cuerpo, Lacan, Freud, lenguaje, fase del espejo Abstract Psychoanalysis allows to differentiate between organism and body, between those things that would be normal of animals and their instincts, in contrast with the man’s corporal construction, opposite to the corporal construction of men where it’s the pulsional and the force of the language what defines it’s condition. The corporality is then, a strict human phenomenon, but mainly, as it sample of the reading that Lacan does of Freud, the objective construction is an endeble construction in itself, and it could be manifested in symptoms that at the end show the complexity of the construction of the corporal things in the insertion in the symbolic. Key words: organism, body, Lucan, Freud, phase of the morror. El perro hace guau, el gato, miau, el bebé grita y más adelante dice mamá. La diferencia entre estos tres cuerpos, es que el cuerpo del bebé es un cuerpo parlante, un cuerpo que expresa sus sensaciones y sentimientos. Los otros cuerpos no dejan de ser organismos aunque los amaestremos. El cuerpo, entonces, no es el organismo, el cuerpo no es natural. Si bien es el dato más evidente con el cual contamos los mamíferos hablantes, no obstante ser el centro de las sensaciones, puede llegar a ser, en algunas ocasiones, algo extraño a nosotros mismos, o aparecer su imagen en los sueños o el espejo como un cuerpo 26 El cuerpo: acontecimiento de lenguaje y discurso / Juan Guillermo Uribe E . monstruoso, extraño. El caso más extremo se puede escuchar en expresiones de algunos pacientes esquizofrénicos que pueden ver partes de su cuerpo separadas1. La evidencia de tener un cuerpo no nos asegura nuestra identificación como hombres o mujeres. Conocemos la queja de hombres que exigen ser modificados en sus cuerpos al sentirse mujeres y quejarse de una equivocación que no es genética, pues el cuerpo es perfecto en sus funciones sino un equívoco en su identificación y no solamente como un asunto de género sino de deseo: desear como una mujer... Tenemos un cuerpo o somos un cuerpo... Esta proposición nos permite pasar por todos los dilemas de las religiones más antiguas. El cuerpo es mortal, el alma inmortal. El cuerpo es la morada del alma. El cuerpo muere pero el alma le sobrevive. El alma se reencarna en otros cuerpos. La resurrección de los cuerpos al final de la historia es nuestra cultura judeo-cristiana-islámica. Es más, la confrontación actual en Mesopotamia pone de presente un asunto de la cultura que se manifiesta en los cuerpos: el velo, el encierro y repudio de la mujer. Lo que está implícito en las diferencias culturales es la manera como se goza: el modo de comer, lo que se come, la higiene y las formas de la sexualidad producen separaciones radicales. Así, por ejemplo, uno de los fundamentos del racismo es la manera como goza el otro. Esta proposición queda como línea abierta para el debate. Hasta el momento se ha introducido la diferencia entre organismo y cuerpo. Con ello se hace alusión al lenguaje, las formas de gozar y las culturas. Desde la enseñanza de Jacques Lacan en su retorno a Freud, justamente se aprende a diferenciar entre el organismo y el cuerpo. 1 Diversas manifestaciones artísticas y literarias, y estéticas en general, hablan de esa vivencia esquiza del cuerpo, que no necesariamente esquizofrénicas. Edgar Allan Poe se constituyó como un clásico de la literatura del horror con sus cuentos sobre los delirios alcohólicos; la experiencia cubista de Picasso a comienzos del siglo pasado, se puede pensar en este sentido: figuras en las cuales los ojos, la boca y la nariz aparecen en una distribución bizarra, que produjeron sorpresa y rechazo a sus contemporáneos. Pero hoy ningún niño se extraña de un retrato así. Las figuras de las películas de caricaturas en la televisión son humanas, pero sus cuerpos son objetos no naturales: las sillas bailan, los platos se pelean como en Alicia en el país de las maravillas. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 27 El organismo es el conjunto de órganos coordinados en el ser viviente para lograr la supervivencia en el medio y su reproducción. El organismo mantiene una relación de sistema con el medio natural en el que vive: nace, crece, se reproduce y muere. Su reproducción sexuada supone una división del cigoto especialmente en los clasificados como organismo complejos. En el caso de los mamíferos humanos, el paso de organismo a cuerpo se da por un efecto del lenguaje. La criatura humana nace como un organismo provisto de dos características. En primer lugar, una “inmadurez del sistema nervioso” que hace que necesite un tiempo prolongado de cuidados maternales para su supervivencia. No basta solamente la marcha y autonomía de movimiento, es necesario que sus funciones alimenticias y de higiene se perfeccionen para poder tener un grado de autonomía que le garantice la supervivencia. Decimos que el infante humano requiere un ‘útero social’ prolongado por varios años para poder sobrevivir. Es la familia humana la que garantiza estas funciones. Otra característica, en segundo lugar, es que en oposición a la inmadurez y como consecuencia la indefensión, la cría humana es “prematura emocionalmente”, quiere decir esto que sus afectos se modulan tempranamente, es decir sufre de angustia ante el abandono del otro materno y comienza a articular sus demandas mediante signos hasta la conquista del habla. El infante humano pasa de organismo a cuerpo mediante el lenguaje denominado “lengua materna” la que en un comienzo es una lengua arraigada en las necesidades, la satisfacción placentera y el goce que implican sus funciones vitales en relación con el Otro materno las que se ampliarán hasta la inscripción en el lazo social. Esta lengua la denomina Lacan Lalengua para indicar su relación con el goce de las pulsiones. Tenemos así la diferencia entre organismo y cuerpo, y la vía por la cual el organismo gozante, al inscribirse en el lazo social, es amaestrado. Los discursos que vienen del Otro están orientados a una domesticación del organismo para lograr su inscripción en la convivencia y los diferentes modos de producción social: trabajo, artes, cultos, guerra. Se alude aquí a la guerra como producción social puesto que no se pre- 28 El cuerpo: acontecimiento de lenguaje y discurso / Juan Guillermo Uribe E . senta como fenómeno entre otros mamíferos. Entre los mamíferos hay luchas por la preeminencia de la especie y la supervivencia del grupo. Los animales gozan de lo que Lacan nombraba en Caracas en 1980 como “paz sexual”. Si bien el mamífero humano también es producido por la división del huevo fecundado, su vida sexual está totalmente tomada por el lenguaje y sus posibilidades de simbolización. No hay “paz sexual” entre los humanos. De entrada, en los humanos el “instinto” está modificado por el lenguaje. La aparición del lenguaje separa radicalmente lo humano de la naturaleza. El cuerpo humano no es un hecho natural sino un acontecimiento de lenguaje y por esta razón queda inscrito en diferentes formas discursivas que tienen como objeto la regulación del goce de cada uno de los individuos y por consiguiente en las relaciones del lazo social. Dado que el instinto es modificado por el lenguaje, Freud introdujo en la cultura el significante “pulsión” para explicar este efecto del lenguaje sobre el instinto, el paso de organismo a cuerpo. La pulsión según Freud es un concepto entre lo psíquico y lo somático. Es de cierta manera, lo que resta del instinto al ser pasado por el lenguaje. Pero no toda la pulsión es tomada por el lenguaje. Siempre queda una porción, un resto inasimilable por lo simbólico. Esta inmixión2 del significante en 2 El 21 de Octubre de 1966 Jacques Lacan pronunció una conferencia en el Simposio Internacional del Centro de Humanidades John Hopkins (Baltimore-USA) bajo el título “Of Structure as an Immixing of an Otherness Prerequisite to Any Subjet Whatever”. Dicha conferencia –conocida como “la Conferencia de Baltimore”– fue pronunciada en inglés, si bien incluyó algunos términos en francés –fundamentalmente cuando Lacan consideró dificultosa la traducción de los mismos. A los lectores de lengua española se nos presenta un obstáculo serio al intentar traducir el título de la Conferencia: el término inglés “immixing” no tiene un equivalente en nuestra lengua. Las traducciones que se han hecho de esta conferencia se proponen los siguientes títulos:”: “De la estructura como “immixing” del prerrequisito de alteridad de cualquier sujeto” (en: Lacan Oral) y “Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine que non de absolutamente cualquier sujeto”, trad. Leonel Sánchez Trapani, en: Revista Acheronta N° 13 (www.acheronta.org). El término “immixing” (en inglés) supone una mezcla de elementos en la que la esencia misma de tales elementos está disuelta y participa de la mezcla. Esta condición impide, una vez disuelta su esencia, volver al estado anterior (el lector podrá ilustrar esta operación en la mezcla de mayonesa y Katharsis 6, julio-diciembre 2008 29 el organismo es lo que se convierte en el campo fértil para la producción de síntomas. He utilizado la palabra “significante” como equivalente a palabra tal como Ferdinand de Saussure formuló la unidad mínima de una lengua: La relación entre un significante y un significado3. Freud fue el primero en notar que ciertos comportamientos de los sujetos obedecían a una formación de compromiso entre la pulsión que busca su satisfacción y lo que el sujeto reprime por inaceptable en su relación con los otros. Esta fue la primera versión que Freud encontró en su relación con las manifestaciones histérica de sus pacientes: cegueras, pseudo embarazos, parálisis. Esta versión se ampliará hasta mostrar que el hecho de ser hablantes en sí mismo es un síntoma... En el ser humano se puede percibir la diferencia entre lo que es del orden de la “necesidad” –hambre, sed, sueño, etc.–, lo que es del orden de la “demanda” en relación al semejante que implica la posibilidad de amar y ser amado. Lacan mostró cómo entre la necesidad y la demanda existe otro concepto que Freud había aislado como “deseo”. En este sentido se puede decir que el cuerpo es el escenario en el cual se despliegan la necesidad, la demanda y el deseo. Por eso la sexualidad y el amor humanos no se rigen por la paz sexual a la que hacía alusión Lacan. El amor es el campo del malentendido pues su expresión exige pasarlo por la palabra y ésta no logra aprehender su esencia ni agotar su significación. Es una experiencia común entre los que se aman, que la tensión permanente esté alrededor de una manifestación como respuesta a las preguntas: ¿Me amas, no me amas?, ¿qué quieres de mí? Y a pesar de que tengan una respuesta, siempre queda un campo de duda sobre la veracidad de la misma. El deseo del Otro es un enigma. Las manifestaciones ketchup para obtener salsa golf, tanto como en la preparación del clásico “Poxipol” o “Póximas”). En francés existe el término “immixtion”. Se trata de una palabra surgida en el Siglo XVI (del bajo latín, immixtio, de immiscere) cuyo significado es: “acción de inmiscuirse, de meterse”. Ver: Pablo Peusner, Acerca de la entrada del término “immixtion” en la obra de Jacques Lacan; nota filológica, en: www. apertura-psi.org/Textos/apertura/nota.doc 3 Dejo este asunto para avanzar un poco en el concepto de síntoma, del cual se hablará más adelante. 30 El cuerpo: acontecimiento de lenguaje y discurso / Juan Guillermo Uribe E . sexuales tampoco aseguran la respuesta, pues se puede sospechar que en lo más íntimo el otro partener, estando en el acto sexual, goce de una imagen mientras su cuerpo está en el acto. Este punto verificable en la experiencia de cualquiera es precisamente, el campo propicio para toda la sintomatología de la vida sexual y amorosa. Volviendo al cuerpo, tenemos entonces que el cuerpo es acontecimiento de lenguaje y discurso, lo que quiere decir que no es un dato inmediato en los humanos. En este sentido es necesario referirse a lo que Jacques Lacan nombró como estadio del espejo, en un escrito de 1936 que lleva ese título4. Allí plantea como experiencia verificable que el infante humano hacia el octavo mes de su vida puede encontrar su imagen en el espejo y responde a este encuentro con una expresión jubilosa. Lacan examina las experiencias de otros investigadores sobre la relación de los monos con el espejo y constata que el mono busca detrás de espejo como si el engaño del reflejo lo llevara a verificar otro mono detrás. Las consecuencias que saca Lacan de este estadio podemos resumirlas en varios pasos: 1. Se produce una “identificación” en el sentido de la asunción de su propia imagen, configurándose lo que en psicoanálisis de denomina “imago”, es decir una confluencia de lo imaginario con lo simbólico. Dicho de manera simple, no es lo mismo observar la fotografía de un desconocido, que la de un ser querido fallecido. No es simplemente la percepción de una figura como tal, sino la evocación asociativa de muchos sentimientos y recuerdos usualmente olvidados o reprimidos. Esta primera forma del cuerpo coordinado con su correlato de júbilo y con la inclusión de la mirada de la madre o de quien sostiene al niño tiene consecuencias profundas en su psiquismo. 2. La aprehensión de esta imagen especular por el infans (sin palabras), está en relación con la impotencia motriz de la primera infancia debida a la inmadurez neurológica. En este momento se configura una 4 Ver: Jacques Lacan, “EL estadio del espejo como formación del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en: Escritos I. México, Siglo XXI, 1984. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 31 matriz simbólica del Yo en forma originaria aún antes de objetivarse en la dialéctica de reconocimiento e identificación con el semejante y antes de la competencia en el uso del lenguaje. Se puede observar cómo en este momento hay un predominio de los aspectos pulsionales como el agarrar y el chupar. Podemos señalar aquí la dimensión de lo real pulsional, es decir lo que no se somete a lo simbólico y se manifiesta como repetición permanente. 3. Sobre esta forma se produce una separación en el campo psíquico entre un Yo-Ideal como la otra imagen con la cual se compara la temprana aprehensión de la propia imagen en el espejo. El júbilo es la respuesta a una cierta conquista ortopedizante a través de la imagen: la vivencia de control de lo que se vivía como desarticulado a causa de las urgencias de la necesidad física. Este evento permite la separación entre Yo/Yo mismo y el registro posterior del Yo como pronombre personal mediante el cual el sujeto que emerge como efecto del lenguaje puede nombrarse. 4. Esta “imago” originaria se vuelve la matriz de todas las identificaciones secundarias que vendrán en el curso del desarrollo del sujeto y que regularán la economía psíquica: ser una niña, una hija, una campesina, ser bella, etc. El Yo se formará a partir de todo el proceso de identificaciones imaginarias con consecuencias en lo real del organismo como puede observarse en los fenómenos psicosomáticos. Tanto es así que se confunde lo adquirido por identificación con lo genéticamente hereditario. La anatomía, a pesar de su determinación biológica, queda inscrita en el circuito de la demanda. Se puede nacer hombre, pero ser una mujer en el deseo de la madre. 5. La instancia llamada Yo, aún antes de toda determinación social en relación a los otros, es irreductible tanto al concepto de individuo como al de sujeto de lo inconsciente que es efecto de lenguaje y que hace su irrupción a través de las formaciones del inconsciente como es el caso de los sueños y síntomas. El yo tiene que ver con el conjunto de las identificaciones imaginarias que configuran la unidad narcisista. 32 El cuerpo: acontecimiento de lenguaje y discurso / Juan Guillermo Uribe E . 6. Esta anticipación de la imagen que se registra solamente como forma, implica una discordancia estructural ya que el sujeto en juego no alcanza el dominio de su imago. Esta imagen especular es el umbral del mundo visible, nos enseña Lacan. En este momento se experimenta el malestar de la incompletud y la tendencia a completarse mediante el semejante. Se manifiesta así la tendencia original de tensión agresiva, la dependencia estructural del Otro que conlleva la alienación en la demanda. 7. Esta condición de imago determinada desde el Otro se sostiene particularmente por la mirada y la voz. Hay que tener en cuenta que la indefensión e inmadurez de la cría humana, hacen que reciba todo del Otro materno: cuidados, alimentos, amor y lenguaje. Por esta razón la vida está en juego: El bebé vivirá en función y en razón del deseo del Otro materno... Este hecho fundante, permite explicar los estados de confusión y vivencias de fragmentación del cuerpo en casos de situaciones especialmente traumáticas o de extremo duelo. También es percibida en los sueños o en fenómenos alucinatorios como la existencia del doble. 8. El narcisismo primario lo retoma Lacan de esta estructura especular. Es desde el Otro como se configura el amor propio. La explicación freudiana de las extensiones de la libido como si fuera una ameba, la descarta Lacan, para ubicar el narcisismo primario en la estructura del reconocimiento especular. Este escrito del estadio del espejo se continúa en 1948 con el desarrollo de las tesis de la agresividad, en donde Lacan muestra que la agresividad es de estructura en el psiquismo humano lo que nos permite diferenciar agresividad de violencia5. Cuando hablamos del cuerpo como acontecimiento de lenguaje y discurso, se puede ver cómo el campo de la clínica se puede desplegar en muchas dimensiones. Se pueden referir síntomas contemporáneos como la anorexia, la bulimia, el abuso de sustancias y deportes de alto 5 Ver: Jacques Lacan, “La agresividad en psicoanálisis”, en: Escritos I. México, Siglo XXI, 1984. 33 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 riesgo, como espacios en donde la clínica encuentra nuevos retos. La relación entre el desarrollo de la ciencia y las tecnologías tomadas por el mercado a través de la publicidad se convierten hoy en un campo fecundo para la proliferación de los síntomas: venta de órganos, alquiler de vientres, ingeniería genética, cirugías para la creación de cuerpos según cánones de mercado. Estamos asistiendo a una era de la cibercultura con efectos sobre el cuerpo completamente inéditos. Por consiguiente estos efectos afectan la sexualidad. De algún modo de ela importancia de estos cambios, ya había hablado Marshall McLuhan el teórico de las comunicaciones, en 1951: “uno de los aspectos más curiosos de nuestro mundo: la fusión del sexo y la tecnología.” Envigado, abril de 2004 Bibliografía Lacan, Jacques. “Función y campo de la palabra”, en: Escritos I. México, Siglo XXI, 1984. __________. “La agresividad en psicoanálisis”, en: Escritos I. México, Siglo XXI, 1984. __________. “EL estadio del espejo como formación del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en: Escritos I. México, Siglo XXI, 1984. __________. El reverso del psicoanálisis. Barcelona, Paidós, 1992. Peusner, Pablo. Acerca de la entrada del término “immixtion” en la obra de Jacques Lacan; Nota filológic,.en: www.apertura-psi.org/Textos/apertura/nota.doc 34 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea a la idealización de la carne Manuel Bernardo Rojas López* Elena Mar, Alberto García-Alix, Elena Mar - 1987 Alberto * García-Alix, 1987 Profesor Asistente de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Historiador, Especialista y Magíster en Estética de la Universidad Nacional. Candidato a Doctor en Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 35 Resumen Los ideales de belleza contemporáneos señalan quizás, una forma inédita en la historia humana. La belleza siempre ha tenido en la decadencia y la fealdad, su límite y su posibilidad. Así lo muestra la historia de Pigmalión, en donde además se perfila la idea de la belleza como producción, como poiesis; pero también se ve en los juegos del arte, en su fascinación por lo grotesco e incluso, por la conciencia de que lo uno sin lo otro no pueden darse. Sin embargo, ese ideal de belleza –que encontraba sus límites- en la actualidad parece no funcionar: la belleza parece posible en sí misma, sin referencia a un ideal trascendente (como siempre existió desde antiguo) y en vez, lo que hay es una producción y hasta una reproducción serializada de la misma. Palabras clave: belleza, fealdad, producción, grotesco, idealización, estética, cosmética. Abstract The ideas of the contemporaneous beauty might point out an in edit form in the human history. Beauty has always had in decency and in ugliness, it’s limit and it’s possibility. this is the way Pigmalion’s history shows it, where it also outlines the idea of beauty as production, as poetry; but it is also seen in art games, in it’s fascination for the grotesque inclusive, for the consciousness that one thing without the other can’t be. Never the less, that idea of beauty, that used to find it’s limits- in the actuality seems not to function; beauty seems possible in itself, without reference to a transcendent ideal (as always existed since ancient times) and in the other hand, what’s there is a production and even a serialized reproduction of the same. Key words: beauty, ugliness, production, grotesque, idealization, cosmetic. I. Los amores de Pigmalión Cuentan tanto Apolodoro como Ovidio, que Pigmalión, profundamente enamorado de Afrodita, la diosa bella por excelencia, tuvo, por parte de la diosa y como premio a su rendido amor, la posibilidad de que una imagen de marfil que él había fabricado (en donde las formas y la figura de la diosa se representaban), adquiriese vida. Galatea, que 36 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas fue como se llamó la imagen vitalizada, dio a Pigmalión dos hijos: Pafo y Metarme. Hasta ese punto nada parece más extraordinario que el relato, aunque su misma extrañeza la hace maravillosa. Galatea tiene la forma de la diosa, pero no es la diosa; ella le ha brindado una consolación, pero una consolación suficiente para un hombre que no distingue entre lo que aspira y lo que sus manos han realizado efectivamente. ¿Quién era Afrodita para que inspirara tal pasión en un hombre como Pigmalión? Según Hesíodo era la diosa del Deseo, caracterizada por su belleza, y que se formó luego de que Cronos cortó los genitales de su padre Urano y los lanzara al mar: de la espuma que se formó en las aguas, surgió la diosa. Sin duda además, ella es una divinidad compleja, porque encarna la imagen de lo que se desea, de la belleza añorada pero que jamás se alcanza; ella es una diosa que recuerda, a los hombres y a los dioses masculinos, las trampas que trae la belleza. Quizás, Pigmalión sea más que un enamorado, un hombre que ha logrado hacer el quite a las trampas de la belleza por medio de la idea de un amor que se concibe como producción, como trabajo, como poiesis o tecné: un artista del amor, un técnico del amor y su imagen. Pigmalión, si bien no ha alcanzado a la diosa –inalcanzable, porque entonces si lo fuera ya no sería deseable– ha recibido el premio que todos podemos recibir: una encarnación del ideal de lo bello, pero nunca el ideal completo. El ideal se escapa, pero la belleza nos aborda siempre de modo parcial. Pigmalión, artista, poeta, artesano, técnico (recordemos que en el mundo antiguo las cuatro dimensiones no se podían escindir) nos habla de una triple circunstancia, que bien podría servir como soto voce en toda esta reflexión: • Por un lado, muestra que los ideales son inalcanzables y hay un vacío de sentido en todo lo que hacemos; de ahí que sólo nos queda jugar a imitar el ideal que nunca hemos visto. Como no lo hemos visto, muy probablemente podamos decir que ese ideal no es más que nuestra invención y que lo que inventamos lo hacemos al tenor de Katharsis 6, julio-diciembre 2008 37 aquellas condiciones de existencia que a cada uno nos acompañan. Así, la belleza ideal no existe más que en los intercambios que los hombres establecen: con las cosas, con sus instrumentos, con sus congéneres, con sus palabras, con cada una de las circunstancias que los rodean. La belleza ideal, es mudable, variable, lábil, quizás tanto como cada hombre, cada entorno cultural, cada lugar, cada tiempo, cada minuto, cada segundo; la belleza en sí, no existe, no es más que el capricho de nuestro pensamiento, de nuestro lenguaje, de esa profunda fe en el Ser, lo que nos hacer creer en una especie de inmutabilidad de aquello que no es más que contingencia y que nos hace creer en la unidad de lo que no es más que disolución. • Esa relación con el entorno, los instrumentos, las cosas, las personas, y demás, la podemos llamar técnica; es decir, formas de hacer, de producir, de poetizar, de expresar, de traer por un momento lo que se oculta a una presencia que es evanescente. Nuestro pensamiento nos hace creer que la técnica son los aparatos, las máquinas, los instrumentos y en general los útiles; pero la técnica está en todo: en la forma en que usamos la palabra, hablada o escrita; en la forma en que desplegamos las potencias de nuestra memoria (y entonces, hablamos de mnemotécnica); en general, en la forma en que construimos nuestros cuerpos. Pigmalión ha construido el cuerpo de su amada, la forma de su ideal; es un técnico, un artista, un artesano. Pero él a su vez, mientras el buril recorría las superficies del mármol, mientras el golpe del martillo cincelaba la piedra, también se construía a sí mismo. Quien hace algo se hace a sí mismo; toda técnica es una autopoiesis. El enamorado hace bella a su amada, pero él también se hace bello al tenor de las caricias que ella le brinda; las mutuas caricias son los suaves cinceles que construyen la belleza de los enamorados. ¿Acaso Galatea no encontró su ideal cuando abrió sus ojos y contempló a su creador? Pigmalión –que bien podríamos decir que tenía las manos callosas de su trabajo, la barba blanca de las partículas que volaron del mármol mientras tallaba, que quizás no era para muchos el ser 38 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas más bello– resultó la belleza ideal para su amada, el hombre más hermoso y por eso, tuvo con él dos hijos. • Finalmente, algo que vale la pena señalar de modo sutil: la estatua de Galatea que se anima, por voluntad de Afrodita, ¿de qué naturaleza es? Es obvio, que no hay una naturaleza fija en ese ser, que ella es en principio, una materia inerte y luego un ser vivo. Para muchos, un tránsito milagroso, un imposible. Mas lo que allí se revela, en realidad, es que no hay una naturaleza dada de antemano y que permanezca fija; lo que se revela, es que la muerte –la materia inerte– ha producido la vida y que de allí saldrá más vida (los hijos de Galatea y Pigmalión) Sin embargo, lo que el relato no dice, es que el mármol se ha convertido en piel; que Galatea tendrá algún día la piel mustia, que envejecerá; que el amamantar a sus hijos han de convertir sus senos –antes redondos como dos lunas llenas– en la sombra de un astro que se oculta en el horizonte; en fin, que Galatea ha de morir y se tornará otra vez, en materia inerte. Cruel fortuna la de la belleza no poder prescindir de eso que muchos rechazan: la fealdad, lo monstruoso. De un lado a otro, no hay una continuidad, sino una compañía, una sombra: la belleza oculta su rostro monstruoso, la fealdad soslaya la belleza. Un juego similar al que se da entre la vida y la muerte; un juego que nos descubre que eso que nos empecinamos en considerar como antitético es en realidad el par oculto, la pareja indisociable que a todos nos acompaña y que nos descubre el profundo placer de esa dimensión siniestra. Mutabilidad, técnica, monstruosidad, son estos los ejes que acompañarán las distintas y sucesivas etapas de esta consideración; separadas por afanes expositivos, empero no nos pueden hacer olvidar que ellas están entrelazadas, que no se pueden separar: la mutabilidad habla de ese fluir permanente de lo bello a lo monstruoso, del carácter no esencial de ambas dimensiones; la técnica nos hace descubrir que lo uno y lo otro, son producidos de distintas Katharsis 6, julio-diciembre 2008 39 formas y que esas distintas formas de producir explican ese tono lábil del que se habló al principio. II. Sir Gawain y el amor por la bruja doña Ragnell Uno de los relatos del ciclo del Rey Arturo habla de la forma en que éste, una tarde mientras se hallaba de cacería, es retado en el bosque por el Caballero Verde a responder un interrogante que parece fácil pero que en realidad no lo es. El Caballero Verde plantea al Rey Arturo la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que más desean las mujeres? Si no lleva la respuesta correcta, el Caballero tendrá el derecho a asesinar al Rey, y de este modo se cobrará una antigua venganza. Con un plazo de un año, el Rey Arturo se dio a la tarea de buscar aquello que desean las mujeres. Preguntó a todos, tanto hombres y mujeres, cortesanos y plebeyos, hombres de fe y seres profanos, y todos dieron tantas y tan variadas respuestas que pudo llenar todo un libro con ellas. Sin embargo, a pocas semanas del reencuentro con el Caballero Verde, Arturo salió a vagar por los bosques –lleno de inquietud– y se encontró con la bruja más fea que humano alguno se pudiese encontrar en la tierra; un ser desdeñable y asqueroso que inquirió al Rey sobre el motivo de su preocupación. Contándole éste sus razones, ella le dijo que sabía la respuesta, ya que era hermana del vengativo Caballero Verde y por ende, conocía la forma de resolver el acertijo; pero para dar dicha respuesta, ella puso una condición dolorosa: que tendría que casarse con el sobrino del Rey, el caballero Sir Gawain. Como es obvio, Arturo no respondió inmediatamente a doña Ragnell, que tal era el nombre de la bruja, ya que un desasosiego lo embargo ante la posibilidad de embarcar a su sobrino amado en tan malhadado matrimonio. Consultando con éste, quien mucho quería a su tío, decidió sacrificarse por salvar la vida no sólo del Rey Arturo, sino de todo el reino. Apesadumbrado, el Rey fue al bosque y comunicó a la bruja que su sobrino aceptaba tan cruel destino con tal de salvarlo; riendo, doña Ragnell dijo al Rey que lo que las mujeres más deseaban era ‘la soberanía’. 40 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas El día de su cita, al cabo del año, Arturo presentó al Caballero Verde el libro con todas las respuestas y ninguna le satisfizo. Acorralado entonces, y sintiéndose atrapado en las redes vengativas de su extraño enemigo, el Rey dijo al Caballero Verde la respuesta que la bruja le había comunicado y resultó ser la correcta: lo que las mujeres más desean es la soberanía. De este modo, Sir Gawain se tuvo que casar con la esperpéntica doña Ragnell. El contraste no podía ser mayor: la apostura y elegancia del joven caballero frente a la fealdad de la bruja. La noche de bodas, como es obvio, Gawain entreveía una tormentosa jornada. En principio dio la espalda a la mujer, pero ante los reclamos de ésta, de que la besara, tornose y al hacerlo contempló junto a él a una preciosa mujer. Fue entonces cuando doña Ragnell le explicó que ella podía ser tanto bella como fea, alternativamente, pero sólo durante medio día cada vez; es decir, que bien podía ser bella en el día o en la noche, lo mismo que bien podía ser fea en el día o en la noche, pero de cómo se distribuyera esa belleza, era algo que le correspondía decidir a Sir Gawain. Ante tal alternativa, el caballero no sabía qué responder; la alternancia en sí misma era maravillosa, pero también aterradora. Como no supo qué respuesta dar, entonces decidió dejar a doña Ragnell que ella escogiera. Esta era la respuesta que ella esperaba; dejarla decidir, era concederle la soberanía, lo que más desea una mujer de un hombre, y en compensación ella siempre permaneció bella. El relato medieval sin duda, más que un imaginario de la época –que es obvio que de ello da cuenta– también nos revela una de las estrategias sobre las cuales se ha fundado el pensamiento y el hacer humanos: separar lo informe de lo formado, el caos del orden. Esa manera de separar las cosas ha incidido en toda la dinámica constructiva, en toda la dimensión técnica de los humanos, en particular de aquellos que somos herederos del universo cultural indoeuropeo. Las ciudades, por ejemplo, se han construido desde un centro en el cual se establece una especie de sacralidad en donde lo caótico trata de ser mantenido a raya y al mismo tiempo se recuerda a todos, que la ciudad debe imitar Katharsis 6, julio-diciembre 2008 41 el cosmos, el orden divino. En otras palabras, si consideramos a la ciudad como un cuerpo producido –con sus murallas, su templo central, sus edificios– se espera que sea un cuerpo bello que imite la forma en que se han organizado los dioses, y que evite lo monstruoso, lo caótico, la fealdad (que llega del fondo de la tierra o con el enemigo que traspasa las murallas). Así como la ciudad, se ha pensado también el cuerpo: su belleza debe responder a un orden divino, de alguna forma imitar los ideales que están en los cielos. Por ello, no es fortuito que una de las primeras aproximaciones a la belleza en la civilización occidental, trate de definirla desde la idea de orden, armonía y proporción; orden, armonía y proporción que se deben ver en todas partes, y que sobre todo, se ajustan al ideal cósmico. Pitágoras, y su escuela, son los primeros en hacer una aproximación a esta dimensión y son precisamente, los que inauguran toda una forma particular de pensar el asunto; forma de pensar que, bien podríamos decir, que con notables variaciones, ha tenido un profundo éxito hasta nuestros días. Distancia y cercanía a la concepción pitagórica, por al menos, dos razones en el primer caso. Es obvio, en primer lugar, que nuestra belleza no se vincula con algo sagrado, que la exaltación de una armonía no tiene nada que ver con la armonía de las esferas celestes, con la música que tienen los cielos; no lo puede ser, porque nuestra cosmología no se concibe como un orden de esferas sucesivas –del mundo lunar al sublunar como luego lo diría Aristóteles–, sino como un desorden formativo, como un caos que produce órdenes (cosmos) diversos o casi, que emulando la expresión usada por Félix Guattari, se puede llamar como una caósmosis. En segundo lugar, hay una distancia, porque la belleza más importante para los pitagóricos –y en general para mucha parte del pensamiento matemático y geométrico posteriores– estaba en las figuras, en las formas y su mensurabilidad que podían entenderse como expresión de armonía de los sonidos: el triángulo, por ejemplo, era encarnación de esa belleza porque detrás de él se podían leer las notas do, mi, la. Así, la belleza se manifestaba en lo que el hombre hacía, en lo que produ- 42 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas cía, y de ahí, que como productor de formas y figuras, la belleza más importante era la de la ciudad, su armonía, que debía imitar la forma del cielo. No es por ende fortuito, que tanto Clístenes, como Platón posteriormente (aunque con diferencias que acá no vale la pena señalar, ya que sólo interesa el sustrato común), hayan procurado crear formas y planes para la ciudad (la polis) ajustados al orden celeste, al cosmos: la tecné se manifestaría en ese orden matemático, y la ciudad daría cuenta de esa dimensión con su centro (lugar del ágora según Clístenes, del Panteón según Platón) y sus alrededores. En síntesis: la preocupación por la belleza hacía que se privilegiara el cuerpo, pero el cuerpo de la ciudad, mientras que el cuerpo de los individuos, en particular el cuerpo masculino –como bellamente lo ha mostrado Richard Sennett– sólo sería eco de esa forma de realización en la polis. En realidad, el cuerpo de cada uno, en particular el de los ciudadanos, era uno con el cosmos y con la polis; era más importante ser ciudadano, que destacar la personalidad o las características propias. Sin embargo, si esa distancia existe, hay un punto en el cual nos acercamos a esa dimensión pitagórica, pero invirtiendo la perspectiva griega: la belleza de los individuos (propio de nuestro narcisismo desencantado) es más importante que la belleza de las ciudades. Entonces, la armonía y la proporción van en las medidas del cuerpo de cada individuo, y de contera, reencontramos la palabra cosmos, pero en su deriva particular de cosmetología: el cosmos es cada cuerpo, es el de cada uno, y es el artificio que allí se introduce. Es decir, el cuerpo manifiesta al individuo, se separa del cosmos –de todo el orden natural y celestial– y de los otros –de la vida de la ciudad–; es el cuerpo del individualismo. Sin duda, las expresiones más acabadas de ese ideal se ven en las manifestaciones que hay en los reinados de belleza, en la farándula, o en el mundo cruel del modelaje, en donde la forma barbie, con sus medidas imposibles, se impone como expresión de la máxima armonía. En este entorno individualista, la belleza del cuerpo tiene entonces su expresión más lograda en el carácter kitsch de algunas de nuestras manifestaciones estéticas (las telenovelas con sus armónicas Katharsis 6, julio-diciembre 2008 43 protagonistas, la publicidad con su juego de idealizaciones individuales y familiares, las vitrinas y sus maniquíes, o las cibermodelos). Así pues, en un entorno desacralizado, la belleza del cuerpo se vuelve más importante, pero con unos costos que no se pueden desconocer: el de trasladar la producción a sí mismo. La forma ideal ya no es buscada en la tecné del artesano que fabrica ciudades, sino en las manos del cirujano plástico que construye esculturas humanas, o por qué no, monumentos que ayudan a crear el nuevo monumentalismo urbano: la imagen de la modelo reproducida en gran formato en las vayas publicitarias, en los grandes carteles de nuestra imaginería contemporánea. Pero el costo es todavía más alto, si consideramos que ese individualismo nos hace olvidar que la belleza en sí no existe; es decir, que nos olvidamos de la lección de doña Ragnell: lo bello y lo feo conviven, porque el cosmos necesita del caos, porque lo armónico no puede prescindir de lo inarmónico. Los pitagóricos, los griegos, y en general el mundo occidental hasta la Edad Media, siempre supieron que cualquier orden era inestable y que la falta de armonía se podía introducir en cualquier momento: el pitagórico sabía que lo inconmensurable podía emerger en lo mensurable; el griego sabía que su ciudad podía ser vencida por el caos que viniese de la tierra y los elementos (terremotos, tormentas, huracanes) o de fuera (por el persa destructor, o por el espartano militarista); el efebo se volvería adulto y las sombras de la barba y su incipiente bigote le harían menos atractivo y deseable; en la Edad Media las culturas populares sabían que belleza y fealdad convivían, y el mundo teológico sabía que la belleza era uno de los caminos que llevaba a Dios, pero que también podía ser uno de los obstáculos (lo primero señalado en el siglo XIII por Santo Tomás y lo segundo, desde mucho antes, en el siglo XI, por San Bernardo de Claraval1). 1 “Para que haya belleza se requieren tres condiciones: primero, la integridad o perfección: lo inacabado es por ello feo; segundo, la debida proporción y armonía, y, por último, la claridad, y así a lo que tiene un color nítido se le llama bello.” (Tomás de Aquino, Suma teológica, en: Umberto Eco, Arte y belleza en la estética medieval. Barcelona, Lumen, 1997, p. 108) San Bernardo de Claraval, hablando de los ornatos de las iglesias románicas, los condenaba diciendo: “Pero en los capiteles de 44 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas Pero en nuestro mundo, se cree que la belleza en sí se puede dar, que es evitable la fealdad, sobre todo la del cuerpo propio. Como somos hijos del mundo moderno, que volvió el cuerpo asunto de anatomía, como enseguida se verá, existe la creencia –al menos popularmente, y gracias a todas las prédicas mediáticas– de que el cuerpo no guarda relación más que con él mismo: admiramos la belleza de la presentadora de televisión que pasa largas jornadas en cámaras bronceadoras a un costo que ya no es ni siquiera el del peligro, sino el del riesgo. Es decir, la cosmetología –más accesible y por tanto, más común en los sectores más pudientes– es una de las formas de introducir no tanto lo peligroso, cuanto lo riesgoso: el riesgo sólo existe en las sociedades del bienestar, o en los niveles sociales en donde éste se da; un bienestar que se mantiene precisamente, al introducir prácticas riesgosas. Una de ellas es la cosmetología en sus formas más radicales e intervensionistas sobre el cuerpo: se corre el riesgo de morir en un quirófano, de tener cáncer en la piel, de deformar el rostro, con tal de disfrutar del bienestar presente; el riesgo existe porque no existe una idea del futuro y mucho menos, una mirada sobre las incertidumbres del destino; porque creemos que la fealdad no hará lugar jamás en nuestra existencia. los claustros, donde los hermanos hacen su lectura, ¿qué razón de ser tienen tantos monstruos ridículos, tanta belleza deforme y tanta deformidad artística? Esos monos inmundos, esos fieros leones, esos horribles centauros, esas representaciones y carátulas con cuerpos de animal y caras de hombres, esos tigres con pintas, esos soldados combatiendo, esos cazadores con bocinas... Podrás también encontrar muchos cuerpos humanos colgados de una sola cabeza, y un solo tronco para varias cabezas. Aquí un cuadrúpedo con cola de serpiente, allí un pez con cabeza de cuadrúpedo, o una bestia con delanteros de caballo y sus cuartos traseros de cabra montaraz. O aquel otro bicho con cuernos en la cabeza y forma de caballo en la otra mitad de su cuerpo. Por todas partes aparece tan grande y prodigiosa variedad de los más diversos caprichos, que a los monjes más les agrada leer en los mármoles que en los códices, y pasarse todo el día admirando tanto detalle sin meditar en la ley de Dios. ¡Ay, Dios mío! Ya que nos hacemos insensibles a tanta necedad, ¿cómo no nos duele tanto derroche?” (Citado en: Umberto Eco, Op. cit., p. 18). Katharsis 6, julio-diciembre 2008 45 III. Esa muerte que no debe llegar ¿Qué figura se dibuja en este complejo horizonte? ¿Acaso no hay de forma soterrada, una manera de actuar y de valorar que acompaña todos estos fenómenos? Por tanto, se puede decir, para que se entienda: el temor a la fealdad es la punta del iceberg del temor a la muerte; o mejor, es la expresión del anhelo de eternidad y, en particular de eterna juventud. Podría aducirse que ese es un anhelo de todos lo humanos en todas las culturas, en todos los lugares del mundo, pero aunque ello no es tan claro en términos antropológicos, lo cierto es que ese anhelo de eternidad en la cultura occidental –al menos– lo hemos resuelto de muchas formas: creyendo en una vida después de la muerte, en términos de memoria en cuanto a las marcas que logramos imprimir en aquellos que nos sobreviven, en la inmortalidad que produce la obra realizada. Sin embargo, esas formas no niegan que al menos, hay un hecho evidente: toda eternidad o inmortalidad (que no son lo mismo, pero que no viene al caso entrar a detallar) necesitan del acontecimiento por excelencia que es el morir. Es decir, morir resulta inevitable. Lo que ocurre en nuestra época, es que la muerte es negada radicalmente, no se habla de ella, más que como muerte de los otros: los que mueren telemáticamente en la exhibición curiosa de los ataques terroristas, en las guerras de baja intensidad que se libran en distintas parte del mundo, o en la exhibición de los muertos que se han accidentado. La muerte de los otros se exhibe, se promociona, se habla mucho de ella, pero, de hecho, para no hablar de la nuestra. Es como si cada uno de nosotros no tuviera que pensar en esa contingencia; nadie cae en la cuenta, de que efectivamente ha de morir y que aun los más bellos de entre nosotros, algún día, ya no lo serán tanto o francamente no lo serán en modo alguno. De ahí, que la belleza se vuelva una tiranía, no la posibilidad de afirmar la vida; la belleza parece desvincularse de la vida, porque la vida sólo adquiere relieve en la medida en que la muerte se tenga como la compañera; de ahí, que la belleza por la belleza misma, no produzca en muchos de los seres que hoy la portan, 46 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas eso que otrora se llamaba la gracia y el donaire, y que hacía referencia más que a una condición física, a esa casi completud que podía tener ese ser: casi completud de sentido, casi completud para la vacuidad que a todos nos constituye; se dice casi completud, porque nada llena eso que nos pone en las redes de lo simbólico, y porque cuando creemos que estamos plenos es tan sólo en un efímero instante. Ese quiebre, esa distancia que la belleza adquiere con respecto a la vida, se produce cuando aparecen los discursos médicos modernos desde el siglo XVI en adelante. Discursos y prácticas que contribuyen, junto con las reflexiones filosóficas, a configurar la idea del cuerpo como una máquina, como algo que está por fuera del alma. En este momento, el cuerpo se desacraliza, pierde la idea de unidad con el cosmos y con los otros, y se vuelve individuo. Con René Descartes encontramos esa dimensión claramente expresada, cuando la desconfianza por el cuerpo le hace creer que el alma es una virtud que Dios ha puesto al cuerpo de los hombres –alma racional, entre otras cosas– y que ello es lo más importante de todo; cuerpo y alma, que más que una evocación cristiana (que también llevaba al desprecio del cuerpo por vía de la mortificación, pero que no implicaba su negación sino la evidencia de su tormentosa existencia), que se miran como elementos aislables, separables entre sí2. Por eso, el resto de los seres vivos, puede ser objeto de experimentación y aun de maltrato, tal como ocurre en la 2 “De la descripción de los cuerpos inanimados y de las plantas pasé a la de los animales y, particularmente, a la de los hombres. Mas no teniendo aún bastante conocimiento para hablar de ellos con el mismo estilo que de los demás seres […], me limité a suponer que Dios formó el cuerpo de un hombre enteramente igual a uno de los nuestros, tanto en la figura exterior de sus miembros como en la inferior conformación de sus órganos, sin componerlo de otra materia que la que yo había descrito anteriormente y sin darle al principio alma alguna razonable, ni otra cosa que sirviera de alma vegetativa o sensitiva, sino excitando en su corazón uno de esos fuegos sin luz; […] y siendo esas funciones las mismas todas, puede decirse que los animales desprovistos de razón son semejantes a nosotros, pero en cambio no se puede encontrar en ese cuerpo ninguna de las que dependen del pensamiento, que son, por lo tanto, las únicas que nos pertenecen en cuanto hombres; pero esas las encontraba yo luego, suponiendo que Dios creó un alma razonable y le añadió cuerpo, de cierta manera que yo describía”. René Descartes, Discurso del método, Madrid, Espasa, 1997, p. 80. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 47 anécdota del padre Malebranche –lector y discípulo de Descartes–. El padre Malebranche, quien paseaba con sus amigos, encontró una perra preñada a la cual, en principio acarició, y luego para sorpresa de todos, alzándose la sotana, pateó violentamente; todos se asustaron, algunos se indignaron, pero él adujo que ese era un animal, un autómata que obedecía a condicionamientos: una máquina a la cual no sólo bastaba con accionarle ciertos mecanismos para que reaccionase, ya que si se le silbaba acudía, si se le pegaba se alejaba, si se le exhibía un hueso corría presurosa. Animal condicionado, animal de estímulos tal como lo diría, tres siglos después Pavlov en su famosos experimento con el perro; fundamento racional, en últimas, de nuestra psicología conductista que desde Skinner y compañía cree que el hombre mismo actúa por estímulos.3 Dicha dimensión empero, en el hombre tiene una implicación más radical. Descartes mismo, se confundía al respecto y señalaba que el alma y el cuerpo eran sustancias incompletas, que mutuamente se completaban y formaban al hombre; pero ello sólo mientras el hombre estaba vivo, cuando en cambio moría, el alma racional podía seguir existiendo sin necesidad del cuerpo. El cuerpo, en últimas, aparece como algo que se quiere separar, aislar, mas ello no es tan fácil. A pesar de la prédica cartesiana, subyace un temor, una especie de reconocimiento de que el cuerpo no es algo que tan fácilmente se pueda despachar, tratando de plegarlo a unas condiciones maquínicas. Ese temor es lo que se observa en los trabajos de los anatomistas de la época, en Vesalio que es el ejemplo más recurrido, en donde la anatomía humana es mirada de una forma en donde aun se le quiere dar una “humanidad”, un cierto sentido de vida, a las figuras que allí se dibujan. En De humanis corporis fabrica, escrito en 1543, Andreas Vesalio nos presenta las ilustraciones anatómicas de hombres que están rodeados por paisajes, por construcciones y en gestos que parecen reproducir 3 Al fin de cuentas, el mismo Descartes quiso demostrar el carácter racional de las pasiones. 48 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas los que haría un hombre vivo; es como si Vesalio, aun se resistiese a aceptar la premisa de su trabajo: es un organismo, no un cuerpo vivo; es como si el cadáver aun lo tuviera que ver con el respeto que inspira el cuerpo humano y de una forma casi sagrada. Ese temor hacia el cuerpo humano, esa resistencia a verlo como un cadáver, como un simple organismo inerte, muestra que esa construcción moderna de aislar los cuerpos del alma racional, no es tan fácil ni tan obvia: el cadáver no es un pedazo de carne, sino la marca de aquel que tuvo una vida, una vida que buena o mala, implica una cercanía conmigo mismo, un cadáver que me dice que tanto él como el anatomista de turno pertenecen a la comunidad humana, que en últimas el alma no es nada sin el cuerpo. Era tal el temor de Vesalio hacia esa inevitable presencia, casi sagrada del cuerpo, que para hacer sus diseños y para no tener que diseccionar cuerpos humanos, utilizó perros, cerdos y monos; era tal su temor, que cuando al fin hacía estudios sobre humanos, nunca los hizo sobre un cadáver fresco, sino sobre muertos en avanzado estado de putrefacción que al menos no le recordaran quién era ese sobre el cual hacía las incisiones. Un muerto sigue siendo un cuerpo y no un mero organismo; un muerto incluso, puede ser considerado un muerto bello y objeto, como en muchos rituales funerarios, de una cosmetología, de un ornato, para que al fin de cuentas todos sus dolientes tengan de él una última imagen bella. Ese cuerpo yaciente no es tan sólo un pedazo de carne, es aquel a quien se amó y se ama, a quien se odia u odio, a quien en última instancia se reconoce como mi hermano. Una novela de nuestra contemporaneidad, un tanto en deuda en términos literarios, nos ofrece sin embargo una visión interesante de lo que implica el cuerpo y su dificultad de mirarlo como un simple organismo. El escritor argentino Federico Andahazi en El Anatomista nos cuenta la historia de Mateo Colón, un anatomista quien, al igual que su homónimo pero para nada pariente (el famoso Cristóbal) ha hecho un descubrimiento. Ha hallado un dato anatómico hasta entonces desconocido en Occidente: uno de los sitios más placientes del cuerpo femenino está en el clítoris (kleitoris, en griego). Estudia cadáveres (sal- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 49 tando las prohibiciones eclesiales de hacer disecciones) y se da cuenta de que todas las mujeres lo poseen y difunde así, un descubrimiento entonces asombroso; pero pronto pasa de esa experiencia a ensayar con cuerpos vivos y claro, la mejor manera de descubrir si allí hay placer es haciendolo sentir en las mujeres. Termina enamorado de una prostituta y entonces, justo en ese momento, el clítoris ya no será un dato anatómico, sino un símbolo de la pasión, del amor y del deseo; en otras palabras el placer y el amor hacen que ya el cuerpo no sea un simple organismo sino el lugar de su deseo, de un deseo tal que le puede costar toda su carrera y su vida. IV. Del arte y su ocaso Y sin embargo, Occidente ha creído, gracias al discurso médico, afincado con más fuerza desde el siglo XVIII y en particular en el siglo XIX, que es posible separar el cuerpo como si fuese una cosa aparte. De hecho, nuestras prácticas médicas parten de esa premisa: generalizar y tomar el cuerpo como máquina. ¿No es acaso esa experiencia que vivimos cotidianamente, cuando alguien se enferma y debe someterse a exámenes y chequeos, y entonces tenemos la sensación de que el laboratorio, el quirófano, o los aparatos para hacer ecografías son como servitecas en donde se refacciona un automóvil? El cuerpo es una máquina en nuestras prácticas médicas contemporáneas; cuando alguien se enferma no se tiene en cuenta su historia personal, sino los datos orgánicos. En general, se parte de la premisa de que la afección que es algo natural, no tiene nada que ver con la enfermedad que es una construcción cultural.4 4 Es lo que hace también la psiquiatría, cuando cree que la enfermedad mental es un problema tan sólo de sustancias químicas en el cerebro, de trastornos fisiológicos, de conexiones neuronales y no también algo cultural: cierta psiquiatría oblitera el delirio del psicótico, cuando en realidad, como ha demostrado la práctica antipsiquiátrica y la clínica que Félix Guattari desplegó en Francia, se consigue mucho más dejándolo hablar y desplegando su delirio. El hecho de que el loco, como dicen los psicoanalistas, habite el lenguaje mas no el sentido, no quiere decir que deba ser acallado con medicamentos y sustancias químicas. 50 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas Esa situación va a implicar, para la idea de belleza que es lo que acá nos corresponde, un doble destino bastante complicado. Por un lado, la belleza estará como el territorio de la experiencia estética moderna que llamamos arte; por otro, la belleza –sobre todo en el siglo XX– es el remedio a una afección que se llama fealdad. Si decimos que la belleza está en la experiencia artística moderna, no quiere ello decir que sea una belleza en sí misma, aislada del mundo. Es cierto que en el Renacimiento la belleza se convertía en un objetivo en sí, tal como lo podemos ver en las obras de Boticelli, Rafael de Sanzio o Leonardo da Vinci, pero ello no quiere decir que esa belleza sea algo que aparezca separado del entorno; si allí vuelve a aflorar la consideración sobre la armonía, la proporción y la simetría, lo hace en términos que evocan esa idea de unidad con el cosmos y con el entorno. Sin embargo, la belleza no es la búsqueda en sí del arte, sino una belleza que viene acompañada de la presencia de su contraparte y hace juego con la totalidad de las cosas del mundo; ya hacia el final del Renacimiento y en la emergencia del Barroco, la belleza se acompaña de la muerte, de la fealdad, de la degradación; el mismo Miguel Ángel, en su representación del Juicio Final, pinta un autorretrato en donde aparece una de las representaciones más crueles de la historia del arte: el cuerpo de Miguel Ángel está despellejado y lo que el apóstol San Bartolomé lleva, es la piel del pintor cuyo rostro –con las cuencas vacías, y un grito fantasmático que se insinúa– es francamente siniestro. Miguel Ángel, sin duda, era capaz de pintar lo más bello, pero también era capaz –en virtud de la presencia de lo grotesco descubierto en las viejas catacumbas cristianas en Roma– de dar cuenta del carácter doble de toda corporalidad. Esta situación ya marca un destino particular para esa histórica figura que llamamos arte: la belleza no está siempre en la armonía, en la simetría y en la proporción; por el contrario, ella también emerge en lo que se distancia de ese ideal, en los cuerpos no perfectos o incluso en la distorsión de los mismos. Sólo el arte más empecinadamente clasicista se adhiere a esa perspectiva tradicional sobre lo bello, pero el arte más innovador desdeña incluso una consideración sobre lo bello en sí: Katharsis 6, julio-diciembre 2008 51 reconociéndose como simulacro, el arte aparece como un reto, como un desafío, aun en aquellas obras que llamamos maestras. Así, bien podríamos dar tres rasgos generales de eso que llamamos arte e incluso de su ocaso. • El arte en su afán por imitar lo bello, descubre las potencias del simulacro. No es tanto el afán por copiar la realidad, cuanto por crear una realidad distinta. El arte no es reflejo, sino una creación, en principio –en el Renacimiento– por copiar el ideal de lo bello, y posteriormente, por crear figuras que no son, lo bello del mundo, sino un como si fuera el mundo. Es decir, el arte existe (o existió) como una metáfora. Si Pigmalión podía tener a su amada Galatea por voluntad de Afrodita, era porque la imagen hacía continuidad con lo sagrado en lo cotidiano, porque esa imagen no tenía fronteras; mas en el caso del artista del siglo XVI para acá, ya no habrá esa continuidad sino que está como una ventana, con su marco (la imagen del cuadro enmarcado es de esta época), que nos ofrece un mundo creado que no es el nuestro aunque es como si lo fuera: por tanto, una metáfora. • Ahora bien, eso se da cuando cambian las condiciones técnicas. Pigmalión era un artesano; los pintores y escultores modernos por el contrario, son artistas y hombres de ingenio (Leonardo, por ejemplo era ingeniero). Es decir, el artista pertenece a la era de las máquinas, de los autómatas y por eso sus obras se hacen con cálculos matemáticos y guardando las proporciones, en particular la divina proporción, el número 1,618, el número phi. El artista es el mecánico que crea mundos a modo de metáfora; el artesano era quien hacía imágenes en continuidad con el mundo, a modo de metonimia. • La belleza que vemos en el arte, al menos en sus formas más clásicas, es como dice el profesor Pere Salabert un arte anémico, ya que las corporalidades de las cuales parte son las ideales no las que se ofrecen. Con excepciones, sin duda, como en Rubens o en Rembrandt, pero en general son cuerpos inodoros, asépticos y dis- 52 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas tantes. Por eso el arte se hace para contemplar (en el museo) no para tocar y mucho menos para rezarle pidiéndole favores. El panorama se torna entonces bien complejo, porque si el arte –al cual muchos lo creen depositario de lo bello– se configura desde esa distancia, entonces bien cabría la pregunta: ¿en dónde queda la belleza carnal, esa que sí se siente, esa que se palpa, esa que hizo que Mateo Colón terminara en los brazos de una prostituta en la cual exploraba todos los horizontes del placer? Quizás, valga la pena entonces señalar algo: a lo mejor no existe, ni ha existido jamás, la belleza sino las bellezas; las vivencias múltiples de lo bello. Está pues la belleza del artista, que en su momento configura una dimensión clásica; mas también está la idea de lo bello en las culturas populares que nunca olvidaron el carácter dicotómico de la belleza (de ello da cuenta el humor, sobre todo el más vulgar y grosero) y menos aún el carácter cósmico del cuerpo mismo (como dan cuenta las prácticas de brujería, magia y hechicería que perviven hasta hoy en todo el mundo). Junto a éstas, las concepciones de lo bello pero puestas en un más allá, en el alma o en la razón, y claro, al servicio de un ideal de orden: la belleza que el rey mecánico (como llama Régis Debray a la forma del poder en estos años que van de los siglos XVI al XVIII) propugna en la construcción de las ciudades que empiezan a configurarse bajo el ideal mecánico e incluso se asimilan a los estudios anatómicos.5 El cuerpo idealmente bello, la cotidianidad 5 Es lo que nos presenta Sennett cuando establece la relación de los trabajos anatómicos de Harvey y su influencia en la construcción de ciudades que se hará evidente a lo largo del siglo XVIII. “Los vínculos entre la ciudad y la nueva ciencia del cuerpo comenzaron a establecerse cuando los herederos de Harvey y Willis aplicaron sus descubrimientos a la piel. Debemos al médico del siglo XVIII, Ernst Platner, la primera analogía clara de la circulación dentro del cuerpo y la experiencia ambiental del mismo. El aire, decía Platner, es como la sangre: debe circular a través del cuerpo, y la piel es la membrana que permite al cuerpo respirar el aire.” También: “El deseo de poner en práctica las saludables virtudes de la respiración y de la circulación transformó el aspecto de las ciudades así como las prácticas corporales que se daban en ellas. Desde mediados del siglo XVIII, en las ciudades europeas se empezó a limpiar la basura de las calles, y a drenas los hoyos y las depresiones encenagadas con orina y heces, llevando la suciedad hacia cloacas que discurrían por debajo de las calles.” Y más adelante: “Así, los planificadores que intentaban organizar el tráfico según el sistema circulatorio del cuerpo aplicaron términos como ‘arteria’ y ‘venas’ a las calles de la ciudad en el siglo XVIII.” Richard Sennett, Carne y piedra, Madrid, Alianza, 1999, pp. 280, 281-282, 283. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 53 de lo bello, y lo bello de los espacios que ocupan los súbditos y en donde se manifiesta la majestad del gobernante. Las cosas, no obstante, no se quedaron ahí. Esta triple dimensión de la belleza ya no se puede mantener de esta forma cuando la visión maquínica deje de ser la práctica técnica más habitual y cuando, por ende, se alteren las condiciones de ese producir. Se puede destacar el hecho de que los autómatas y las máquinas de Descartes no tenían autonomía y necesitaban que un animal o un hombre les diesen el impulso para que funcionaran; pero a fines del siglo XVIII, la máquina de vapor inaugura una solución energética que les da esa autonomía. Entonces, de lo maquínico pasamos a lo cibernético y pasamos del predominio de la física clásica al de la química. Cuando esta ciencia se vuelve predominante, las condiciones mismas del representar se alteran. No es necesario dar todo el rodeo de este asunto, por cuanto sería dispendioso para los propósitos de esta exposición. Se puede decir simplemente, que es ese saber químico el que ayuda a que aparezca en el siglo XIX, una forma de representar que altera lo que hasta entonces había hecho el arte: la fotografía. El arte se ve puesto en entredicho por el ámbito de la ciencia y es lo que hace que su papel dominante pase a un segundo plano.6 El arte fue tan sólo un momento en la historia humana. Cuando las condiciones técnicas cambian, entonces el arte ya no tiene lugar; en otras palabras, lo que hoy llamamos arte –por una terquedad del lenguaje o por una cierta resemantización de la palabra– no lo sería en el siglo XVII o en el XVIII y en buena parte del XIX; y no lo sería, sobre todo, porque ese arte que se empieza a hacer desde la segunda mitad de la decimonónica centuria ya no tiene nada que ver con la belleza. Si la representación clásica desaparece es porque las condiciones técnicas de una sociedad implican unas nuevas búsquedas. Un ejemplo puede ser en este sentido, aclaratorio. 6 Es lo que con Hegel podemos llamar el carácter pretérito del arte. 54 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas En 1861, Edouard Manet exhibió un cuadro que se llamaba Olimpia que en el París de ese entonces causó escándalo. ¿Qué tiene de particular la obra? • Primero, que es una “cita” de otra obra clásica, un cuadro que Tiziano pintó en el siglo XVI y que se llama la Venus de Urbino. Pero la diferencia, –y por ello es una cita–, es que el cuadro de Tiziano presenta a una mujer que se destaca por su recato a pesar de estar desnuda. El cuadro de Manet, por el contrario, es la exhibición desenfadada de una mujer que al ocultar su sexo con su mano, lo que hace es provocar, máxime cuando la modelo que utilizó para su obra era una reconocida prostituta parisina. • Para su obra, además, Manet se valió de las tarjetas de visita que usaban las prostitutas en París; tarjetas de presentación consideradas como pornográficas y que se hacían valiéndose del, por entonces, muy reciente descubrimiento de la fotografía. En estas imágenes fotográficas, ellas aparecían desnudas ostentando, a modo de mercancía, aquello que vendían a su clientela formada por aristócratas y burgueses. • Al utilizar la fotografía el diseño cambia y por tanto Olimpia es otra cosa. Los contornos son definidos, precisos, y la obra se hace para que se vea rápidamente, al paso. El cuadro mismo, como si fuese una mercancía no se exhibió en un museo (fue rechazado en los salones de arte), sino en una vitrina como una mercadería más. Es entonces, una imagen no tanto para contemplar cuanto para ver al pasar. Manet con este gesto crea –y ello se puede decir sin entrar en consideraciones estilísticas– una serie de rasgos propios de esa manifestación que aún llamamos arte. • El arte no tiene nada que ver con la belleza. Al contrario, si quiere unirse a la vida –que fue el propósito de muchas vanguardias– debe dejar de ser metáfora y más bien, tratar de configurar una neome- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 55 tonimia y hacer parte de la vida. Hay ejemplos maravillosos de ese intento hasta hoy, uno de los más destacados es el Guernica de Picasso que fue una obra que inicialmente se exhibió en las calles en París y que el artista catalán no hizo para se expusiera en un museo, así hoy esté en uno de ellos, el Reina Sofía de Madrid. El Guernica, una obra emblemática de nuestra contemporaneidad, sin duda no es una obra bella, pero sí inquietante; quiere estar cerca del dolor que produce la guerra y la destrucción masiva. • El arte es un simulacro, incluso sigue creando mundos (hoy más que antes), pero porque conscientemente se asume como una técnica que nos habla no tanto de un engaño (lo cual también puede hacer, cabe aclarar), sino porque revela realidades inéditas: fruto de alteraciones perceptivas, de la expresión de las emociones, de la presentación de lo inconsciente, de la organización de lo habitual en forma inhabitual. • Y además, ese arte utiliza técnicas que se vinculan con lo cibernético: la fotografía –como Manet en el siglo XIX–, la litografía (a la manera de Toulousse Lautrec), el cine, el video, o los computadores, como hoy. n este panorama es claro que el problema de eso que todavía se llama arte –a falta de otra palabra mejor– no es la belleza. Pero, si esto es así, ¿en dónde queda entonces la belleza? Si ya dijimos que no había una sino múltiples bellezas, se puede variar el primer esquema que se presentó: • La belleza que tenía el arte se traslada pero al mundo de los medios masivos de comunicación que se configuran desde fines del siglo XIX y cuya apoteosis estará en el siglo XX y en lo que llevamos del XXI. Los actores y las actrices de cine, las modelos de la publicidad, las reinas de belleza, es decir, en todo ese universo kitsch y frívolo que hace parte de nuestra cotidianidad de una manera más intensa que otras experiencias estéticas, como el arte, por ejemplo. 56 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas • La belleza de los espacios es algo que se tiende a perfeccionar. De hecho, la planificación urbana –acompañada de una idea de funcionalidad– instauró un modelo en donde, en palabras de Adolf Loos (un arquitecto vienés de principios del siglo XX), lo sencillo era lo más bello. Pero esa sencillez, tal como lo mostró la escuela de la Bauhaus y luego el arquitecto Le Corbusier, no era más que una extrema matematización y un juego cartesiano exacerbado. • Y finalmente, la belleza se torna en un problema de creación técnico-quirúrgica, o más aún, de estrategia médica, en donde la forma de lo bello (que encarna de forma empobrecida el ideal pitagórico) se adquiere en las tramas de una dietética –en virtud de la cual nuestro mundo se ha llenado de anoréxicas y bulímicas–, en las destrezas de una mano que mueve un bisturí o un rayo láser o como se vislumbra ahora, en la intervención genética que en el futuro puede producir (o puede querer producir) una élite de seres bellos y perfectos (o que se creen perfectos)7. V. Una forma de final, aunque no una conclusión Este panorama hasta ahora descrito, puede causar desconcierto o sorpresa, o malestar en algunos. Creo que es necesario, por ende, hacer una serie de precisiones, en donde queden claro que no se trata ni de hacer una queja contra nuestro presente, ni una alabanza al pasado, ni una queja contra la técnica y sus variaciones. Por el contrario, nuestra época no es ni mejor ni peor que las anteriores; mal haríamos en sacar a relucir nuestro malestar, cuando es obvio que ello no es una rareza: toda época y toda cultura producen esas sensaciones; no hay que ser un lector muy agudo de Freud para que hoy lo sepamos. Más bien, cabría señalar una serie de aspectos en donde se abran nuevas inquietudes. 7 Véanse las paradojas de tal situación en una película como Gattaca. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 57 En principio, es claro que el arte no es más que una manifestación estética entre otras. Lo estético involucra todo lo que hacemos y todo nuestro espacio sensible y perceptivo; la idea de belleza quizás no esté ya en el arte, sino en otras manifestaciones que son igualmente legítimas. Ya lo dijimos, está en la publicidad, en los medios, en las intervenciones médico-quirúrgicas, o en la cosmetología; pero lo estético, y eso es lo llamativo, parece seguir –al menos desde estas prácticas– prendado de los sentidos privilegiados en Occidente al precio de desdeñar los otros. Es decir, la publicidad, la intervención médica o la cosmetología privilegian el mundo de la vista y el oído, porque las modelos no huelen (al menos por televisión o en la prensa), lo mismo que las reinas o las divas de los espectáculos mediáticos; el olor no es parte de nuestras concepciones de lo bello, ni tampoco el sabor. ¿Y sin embargo, cuando amamos, o cuando simplemente nos unimos carnalmente –así no haya amor– no están involucrados también el olor, el sudor, el sabor? ¿No hay en esa entrega una especie de fluidificación en donde la aparente unidad de lo que somos se desvanece? El erotismo de los cuerpos (y en general cualquier erotismo) es una vivencia disolvente de sí, es disoluta –como señalara en su momento Georges Bataille– y es allí donde lo que yo creo ser, deja de ser. En ese terreno, la belleza se desvanece, o al menos la belleza tal como se nos presenta: edulcorada, aséptica y dietética. Los cuerpos fusionados en la pasión dejan de ser bellos, porque ya no son dos unidades, sino una disolución común; es posible que la belleza haya sido el camino para llegar a esa disolución, pero no necesariamente la única vía: de hecho, cualquiera de nosotros se puede enamorar de quien menos espera, precisamente porque nunca había considerado que esa forma podía ser deseable –no necesariamente bella–; porque al final se descubre que lo bello allí no es un a priori, sino una construcción lenta y a posteriori; porque de hecho, en esos casos Pigmalión revive en cada uno de nosotros y entonces descubrimos que la tecné no es sólo un producir de objetos, sino también un producir vital de cada uno. En otras palabras, cuando descubrimos que la belleza se produce y no sólo es algo que antecede, entonces saldre- 58 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas mos de la ilusión masturbatoria del adolescente que cree que la mujer de sus sueños es la modelo más famosa, la actriz más insinuante, sin ser capaz de ver la magia que existe en su joven vecina, en la mujer que está al lado o en la encantadora que pasa por las calles montando, con donaire, sobre su bicicleta rosada. Lo estético pues, no es lo bonito ni lo bello ni mucho menos esas melifluas prácticas de nuestros entornos escolares en donde al niño y al joven se le educa para que con sus manos haga cosas ‘bonitas’: exposiciones con carteleras, cositas con las manos, y tonterías así. Más bien, es necesario señalar que existe una estética de lo asqueroso, de lo feo, de lo desagradable. Nuestro arte, en buena parte, se ha movido en esa dirección: es el caso de la tragedia de los cuerpos fragmentados producidos en la guerra pintados por Otto Dix, o las bellezas en decadencia también pintadas por el propio Dix; es el caso de la ironía del arte pop que toma esas figuras mediáticas y revela su condición de mercancía producida en serie (el caso famoso de Marilyn Monroe recreada por Andy Warhol); o el reto de las experiencias del Body-Art con expresiones tan radicales como las de Orlan, quien hace de su cuerpo su propia obra, no para producir algo bello, sino algo monstruoso, una especie de cyborg en donde el cuerpo es “un campo de batalla”. Luego de varias intervenciones quirúrgicas, el rostro y el cuerpo de Orlan son un collage vivo, en donde lo que queda es lo monstruoso, pero no porque se lo proponga, sino porque la artista encarna la cruel ironía de los cuerpos que se reconstruyen diariamente en los quirófanos de todo el mundo; porque ella acepta de modo radical que hoy el cuerpo es intervenido, pero que ello no garantiza en modo alguno que se obtenga la belleza. En estas formas estéticas en parte denominadas arte, además se revela algo: ese ideal de belleza, o mejor, esa idealización de la carne que es lo que efectivamente se da en nuestro mundo, no es más que una manifestación de unas formas de poder que están ancladas en lo masculino. Esa belleza edulcorada, aséptica, y liofilizada es propia de un mundo de hombres, que procuran acallar las exigencias de doña Ragnell. En efecto, si tomamos otra vez la historia de la bruja arriba Katharsis 6, julio-diciembre 2008 59 referida, es claro que allí la mujer toma el poder del hombre para sí; pero en nuestra época a la mujer –por muchos gritos de liberación femenina que se prediquen– se le sigue negando ese poder y se le niega la posibilidad de ser una bruja: es decir, un ser doble, que encanta por el misterio que encarna y no por ser tan solo, como en el cuento de Óscar Wilde, una “esfinge sin misterio”. Es el poder de los hombres el que ha creado esos parámetros contemporáneos de belleza, y las mujeres parecen haber olvidado poner sus condiciones. Por eso, la anorexia y la bulimia contemporáneas se vinculan no con una patología histérica (esa en el fondo es la experiencia de resistencia femenina en el siglo XIX), sino con la vivencia esquiza de un mundo anclado en la producción y el consumo: se consumen formas estilizadas, porque eso ha de garantizar éxito, dinero, fama... pero en el mundo de los hombres. Esos cuerpos son mercancías y su objetivo es que sean competitivos, que respondan a las exigencias laborales, de mercado, de mercadería del mundo contemporáneo; esos cuerpos ya en las redes de la enfermedad, quizás sean la protesta sorda de los individuos femeninos que no son escuchados y cuya singularidad es acallada. La mujer no puede reivindicar para sí otro tipo de eternidad, más que el de una eternidad de las formas que no deben envejecer nunca y que niegan la muerte de un modo radical; la enfermedad nerviosa quizás se pueda mirar como una ironía contra ese proyecto en donde la voz de la mujer no existe: el silencio, o mejor la voz sorda, de aquellas víctimas de la carne idealizada. Finalmente, podemos decir que lo bello es algo que se nos escapa, que es del orden de lo incomprensible, de lo inaprehensible, de lo misterioso. Es posible que en todas las culturas lo bello encarne una forma de armonía y simetría, pero ello no quiere decir que todas tengan los mismos parámetros. Para muchas culturas africanas y caribeñas hoy por hoy, la belleza está en el tamaño del trasero, en una cierta proporción que varía de lugar en lugar; en nuestro medio parece que la belleza se centrara en el tamaño del busto y ahí se concentran las formas de ostentación, de intervención, de miradas, pero ello tampoco es un consenso y la proporcionalidad también es algo variable. Es posible que 60 El cuerpo bello: de la encarnación de la idea... / Manuel Bernardo Rojas Occidente se haya inventado la idea de divina proporción, pero ello no quiere decir que sea lo mismo en todas partes, y mucho menos que esa divina proporción sea una garantía de belleza en sí: más bien, es una estrategia para hacer ciertas representaciones plásticas. Al final, la belleza es algo más que la medida, es algo inasible, es algo que en palabras del poeta, se acompaña de su propio ocaso: ¡Qué dulcemente va cayendo tu belleza! Otoño pleno desordena la armonía de tu pecho; y, en plástica oleada de tristeza, el mar de tu alma alza tu cuerpo de elegía. Hueles a acacia mustia. A veces, nubla un manto tus ojos de poniente; y en avara demencia, recorres, cada instante, el decaído encanto –¡magnolia, azucenón!– de tu rubia opulencia. Pero la permanencia vaga de tu ruina, bella como un crepúsculo reflejo de una gloria, da al amor que a ti vuelve, cual una golondrina al nido, un goce lento, largo, como tu historia. (Juan Ramón Jiménez) Envigado, abril de 2004 Bibliografía Bodei, Remo. La forma de lo bello. Madrid: Visor, 1998. Debray, Régis. El estado seductor; las revoluciones mediológicas del poder. Buenos Aires: Manantial, 1995. Debray, Régis. Vida y muerte de la imagen; historia de la mirada en Occidente. Barcelona: Piados, 1998. Descartes, René. Discurso del método / Meditaciones Metafísicas. Madrid, Espasa, 1997. Duque, Félix. Filosofía de la técnica de la naturaleza. Madrid: Tecnos, 1986. Eco, Umberto. 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Producción docente 65 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación en el contexto del paradigma de la complejidad Olena Klimenko* Ouve-me - Helena Almeida, 1979 * Psicóloga, Magíster en Ciencias Sociales, Candidata a Doctor en Educación; Docente Universidad Cooperativa de Colombia; Coordinadora del Grupo de investigación EDUCACION Y DESARROLLO, UCC; Miembro del Grupo de investigación PLACERSA, IUE. 66 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko Resumen El presente artículo apunta a una reflexión sobre los cambios de los paradigmas del pensamiento en la posmodernidad y su implicación en la realidad educativa, llegando a la conclusión de que, solo trabajando conjuntamente las tres dimensiones del proceso educativo: una epistémia reflexiva, una ética responsable y solidaria, y una estética sensata del ser, podemos contribuir en la formación del hombre como un ser trascendente, impulsando el alcance de un compromiso consciente con la vida, comparable con los avances científicos y tecnológicos, abriendo así la posibilidad de construir una sociedad más justa e igualitaria. Palabras clave: postmodernidad, física cuántica, pensamiento complejo, ejes epistemológico, ético y estético del proceso educativo, conciencia holística y ecológica. Abstract The present article points at a reflection about the shifts of the paradigms of the thought in the postmodernist and its implication in the educative reality, reaching the conclusion that, single jointly working the three dimensions of the educative process: the reflective episteme, the responsible ethics, and a sensible one of the being aesthetic, we can contribute in the formation of the man like an important being, impelling the reach of a conscientious commitment with the life, comparable with the scientific and technological advances, opening therefore the possibility of constructing a right and egalitarian society but. Key words: postmodernity, quantum physics, epistemology, ethical and aesthetic complex thought, axes of the educative process, holistic and ecological conscience. El sabio que está convencido de su sabiduría es un verdadero ignorante y un ignorante consciente de su ignorancia es un verdadero sabio. Proverbio chino Katharsis 6, julio-diciembre 2008 67 1. Introducción El siglo XX fue un siglo muy singular para la historia de la humanidad, porque marcó una frontera entre dos épocas: la moderna y la posmoderna. El cambio de los paradigmas en las concepciones científicas hizo posible un quebrantamiento de los límites interpretativos de las teorías e inauguro la entrada a una nueva manera de entender y dilucidar la realidad. La posmodernidad ha destronado la fe en el conocimiento considerado como la ultima verdad sobre la realidad. La ciencia posmoderna nos ha enseñado que: “El mapa no es el territorio. Es solamente una representación aproximada de la realidad. Hay un hondo cambio de actitud, una revolución real”.1 La época histórica por la cual está pasando la sociedad contemporánea con sus problemáticas preocupantes al nivel ecológico, social y cultural, requiere de unas propuestas y soluciones conscientes y responsables, que permitan ofrecer alternativas para un desarrollo sano y sostenible de la humanidad. Al mismo tiempo los cambios en el pensamiento científico posmoderno con el advenimiento del paradigma de la complejidad exigen imperantemente pensar y vivir el mundo de una manera flexible, abierta a los cambios y creativa. El reto que formula la complejidad del mundo contemporáneo frente a la Educación, la impulsa a reducir los espacios latentes que aún existen entre la academia y las necesidades, cada vez más crecientes, de la sociedad. Además, implica reflexionar frente a la pregunta por el fin formativo de la educación, avanzando en la precisión de las características y cualidades del profesional y el ser humano que se proyecta formar. 1 Fritjof Capra, El tao de la física, Madrid, Ediciones Luis Cárcamo, 1992, p. 57. 68 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko 2. El advenimiento de la época posmoderna y la crisis de los paradigmas del pensamiento moderno Desde el primer instante cuando se abandona la acogedora tranquilidad del vientre materno y se abren por primera vez los ojos para observar el extraño mundo circundante, se emprende un largo y arduo camino de conocimiento sobre este universo. El camino que recorre cada uno de los seres humanos durante su ontogénesis es semejante al camino que realizó y, está realizando aún, la humanidad en su filogénesis. Tanto los objetos culturales, como los fenómenos de la naturaleza o los otros seres, al igual como distintos niveles de la realidad observada, se hacen accesibles a nuestro conocimiento en la medida en que desarrollamos y perfeccionamos nuestros lentes de percepción: esquemas cognitivos, conceptos, ideas, filosofías interpretativas, etc. Si le mostramos a un niño de siete meses un libro de Nietzche, podrá conocer de este objeto solo los aspectos que son accesibles a sus esquemas de asimilación, y seguramente pensará que es un objeto aburrido, que huele y sabe mal, sin color y sin sabor. Un niño de ocho o nueve años que ya sabe leer y posee el concepto sobre un libro, lo tratará como tal, leyendo algunas frases y hojeándolo, pero tampoco podrá asimilar su contenido porque su capacidad conceptual no permitirá todavía hacerse a los contenidos de mayor abstracción. Es probable que un joven de 18 ó 19 años leerá el libro con detenimiento y asumirá lo dicho en él como una verdad absoluta, tomándola como base para sus interpretaciones de la vida. En cambio, una persona adulta con experiencia de reflexión e indagación por la vida, disfrutará de la lectura del libro, pero lo tomará, simplemente, como una de tantas posibles visiones sobre la vida, o como una filosofía particular del autor. Y la lectura le ayudará a esta persona en su construcción responsable de la propia cosmovisión. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 69 De la misma manera, en el proceso de la evolución del pensamiento cultural, la humanidad ha pasado por la etapa del niño, del adolescente y del adulto joven. En este momento histórico estamos entrando en la etapa de la madurez del pensamiento, donde es indispensable la presencia de un alto grado de la conciencia autorreflexiva para darse cuenta de las limitaciones que nos imponen las mismas teorías y conceptos, de los peligros de adhesión unilateral a las creencias y de la división enemiga, producto de las creaciones lingüísticas, tomadas como verdades absolutas. Esta etapa es la llamada época posmoderna que trae consigo una crisis de paradigmas del pensamiento moderno. Antes de pensar en posibles implicaciones que puede representar esto para la educación, tanto en su teoría como en la praxis, es importante precisar un poco sobre los principales paradigmas del pensamiento moderno y sus cambios en la posmodernidad. La época moderna se relaciona con el inicio de la Ilustración del siglo XVIII y se nombra como la época de la razón, debido a la fe en la razón humana y en la capacidad ilimitada del ser humano para conocer y gobernar el mundo. El vertiginoso progreso de las ciencias en la modernidad trajo consigo la instalación de ciertos paradigmas de pensamiento que marcaron esta época. Una de las ideas fundamentales consistía en la fe ciega en el “progreso”: se creía que la humanidad podía progresar indefinidamente si el hombre llegaba a conocer las leyes básicas –físicas, biológicas, psicológicas, históricas, político-sociales, etc.– que rigen la naturaleza y la vida humana individual y colectiva. Se aplicaba una lógica proposicional: el mundo y las leyes de la naturaleza son lógicos y pueden conocerse y predecirse, la relación entre la causa y el efecto el lineal, si se sabe la causa se puede predecir el efecto. La otra creencia básica se refería a la “objetividad de la realidad” física y humana: se creía que había una realidad objetiva susceptible de ser indagada y conocida mediante los procedimientos de las ciencias, dicha realidad involucraba no solo el mundo material sino también el mundo social, histórico y psicológico. Siendo concebida la realidad 70 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko como objetiva y estable, el observador se concebía como subjetivo e inestable. Se aplicaba el control de la subjetividad a través de los procedimientos experimentales objetivos. Las teorías científicas eran elevadas al nivel de las verdades absolutas y casi indiscutibles, el conocimiento sobre la realidad que proporcionaban estas teorías era tomado como un fiel reflejo de esta realidad y no como un simple instrumento para conocerla. Todo parecía ser perfecto: mientras más conocimiento tendría el ser humano como el resultado del desarrollo de las ciencias, más fácil serían las cosas para su proyecto gobernante de la Tierra. Pero las mismas ciencias objetivas y positivistas, que con sus explicaciones definitivas y nada ambiguas de la realidad, proporcionaron durante mucho tiempo un piso firme para la angustia existencial del ser humano, descubrieron una sorpresa enorme y bastante conmovedora en su hermana más lógica y objetiva: la física. La física se esforzaba por ser una ciencia objetiva, y para esto había tratado por largo tiempo de dar una representación del universo que fuera independiente del observador, y en especial de la mente del observador. Para los defensores de esta ciencia objetiva, el universo sería como un hecho dado recubierto por un velo, constituyendo la realidad exterior. El físico iría descubriendo gradualmente más y más lo que estaba debajo de ese velo a medida que se acrecentaba el poder de sus instrumentos de observación, frutos de su saber. Pero no todo es tan simple como parece ser a la primera vista y, poco a poco, a medida que aumentaban los conocimientos de los físicos sobre la materia, el universo y sus leyes, las cosas empezaron a complicarse: “a mayor conocimiento - mayor complejidad”2. Los físicos cuánticos fueron dando cuenta de que una parte del universo se encontraba en la mente del observador mismo, de tal suerte que al querer representar el universo independientemente de la mente había necesariamente que mutilar dicha representación. Si el universo 2 Ibíd., p. 70. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 71 debía ser comparado a un hecho dado oculto por un velo, entonces el observador y su mente formaban necesariamente parte de ese hecho dado, es decir, se encontraban también debajo de este velo, y no era posible obtener una representación completa del universo sin representar en forma fusionada la mente y la materia. En estos términos, como lo ha hecho notar John Archibald Wheeler, renombrado físico teórico: “que se lo quiera o no, la mente es un factor que participa directamente en la representación que queremos proponer del universo.”3 Estas palabras tienen una asombrosa resonancia con lo dicho por Buda hace cinco mil años:”Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo”. O con una frase más contemporánea, del brujo yaqui, don Juan, cuando dijera a Carlos Castaneda: “Sostenemos el mundo con nuestro diálogo interno”4. Esto significa un cambio del principal paradigma del pensamiento moderno sobre la objetividad del mundo y subjetividad del observador. Desde los conocimientos que nos trae la física cuántica no existe la separación entre el observador y observado, entre lo objetivo y subjetivo: toda representación del universo o de las cosas es definida en el instante de observación y está ligada al punto de vista adoptado por el observador. Esto significa, como dice G. Zukav que: “Nosotros mismos damos realidad, hacemos que se realice el universo. Puesto que nosotros formamos parte del Universo esto nos convierte, a nosotros y al universo, en autorealizantes.”5 O como dijo Werner Heisenberg: “Lo que observamos no es la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación.”6 3 Citado por Jean E. Charon, Tiempo, espacio, Hombre. Barcelona: Kairos, 2003, p. 39. 4 Carlos Castañeda, Enseñanzas del Don Juan. Bogotá: Círculo de Lectores, 1999. 5 Gary Zukav, La danza de los maestros del Wu Li. Madrid: Plaza & Janés Editores S.A. 1991, p. 48. 6 Citado por Fritjof Capra, Op. cit., p. 152. 72 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko La física cuántica ha hecho caer al piso todos los paradigmas positivistas de progreso lineal del conocimiento objetivo propios de la época moderna. Por esta razón hoy en día se habla sobre la época porsmoderna que enfrenta al ser humano a un profundo e inquietante cuestionamiento no solo sobre la validez de sus conocimientos acerca del mundo material, sino también (y este cuestionamiento es quizás mas importante) sobre la esencia del ser y los fundamentos de valor y trascendencia de la vida humana. 3. El compromiso formativo de la educación como protagonista de cambios sociales y culturales Toda estas cuestiones nos remiten directamente al asunto de la educación como un saber que se encarga de trasmitir a las generaciones venideras no solamente los conocimientos disciplinares teóricos, prácticos y tecnológicos, sino también una cosmovisión sobre los valores fundamentales de la existencia humana. Es un asunto que adquiere una inmensa trascendencia en el contexto de la historia de la humanidad. La historia nos muestra como los conceptos teóricos, filosóficos o religiosos fueron tergiversados y utilizados por las ideologías dominantes para exterminar a personas, pueblos y naciones enteras. La historia esta llena de ejemplos de Inquisición, Cruzadas, dictaduras y guerras, entre las cuales sobresale la Segunda Guerra Mundial librada por el nazismo alemán. ¿Como naciones enteras pueden ser educadas en el odio y desprecio hacia el resto de la humanidad abanderados por la idea de una superioridad de la propia raza? Estas lamentables lecciones de la historia nos advierten sobre la importancia de un análisis cauteloso y responsable respecto de los peligros que puede producir la crisis de los paradigmas modernos. Esta crisis nos introduce en una realidad mutiparadigmatica con el relativismo y el prularismo epistemológico. En esta situación existe el peligro de que la actitud intelectual superficial, privada de retroalimentación por los valores fundamentales Katharsis 6, julio-diciembre 2008 73 de la existencia humana, pueda generar trampas para una mente pensante. Una de estas trampas es un nihilismo pesimista, con la negación de la cognoscibilidad de la realidad, vacío normativo y critica negativa con énfasis decontruccionista en relación al saber construido históricamente. Otro de los peligros es dejarse llevar por la atracción de un intelectualismo hedonista, con su sobreproducción estéril de teorías, narraciones e interpretaciones impulsadas por el ansia de un poder y reconocimiento intelectual, justificadas por la afirmación de que no existe una verdad absoluta y todos los puntos de vista son verdades relativas e igualmente válidas. Es la tendencia de deleitarse con el pensar determinado por el mismo pensar, detrás del cual se esconde el narcisismo intelectual que genera separación entre teorías, escuelas y seres. La única salida que depara la época posmoderna a las ciencias humanas y sobre todo a la educación es entender toda la profundidad y significado de los cambios paradigmáticos y construir una racionalidad capaz de trascenderse a sí misma para desplegar otras posibilidades de sentido y alteridad que eleven al ser humano a un nivel de consciencia superior. Una consciencia que trasciende la multiplicidad de los fenómenos, producida por el pensar intelectual egocentrista; una consciencia, que permite enfrentar la incertidumbre del saber y de la existencia, sin caer en el aferramiento fanático a las explicaciones teóricas estériles y sin perder el horizonte de lo humano que está detrás de los significados de las palabras, una consciencia que permite comprender al ser humano en todas sus dimensiones, develar todo tipo de proyecciones que hacemos como observadores de realidades humanas, es enfrentar la libertad de creación y asumir la responsabilidad consecuente. La tarea de generar este tipo de consciencia es el reto y el compromiso de la educación en la época posmoderna que debe empezar por los docentes universitarios en su función de formación de formadores, pasa por maestros de colegios como multiplicadores de esta formación y culmina en los alumnos desde el preescolar hasta el bachillerato. 74 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko No es cuestión de tratar de hacer de la educación una “ciencia”, es cuestión de reflexionar sobre la pertinencia del discurso educativo en las condiciones de la sociedad contemporánea, sobre su valor práctico, y la incidencia real en la formación de la consciencia constructiva y no autodestructiva de la humanidad. Como dice el físico G. F. Chew: “Nuestra lucha actual con la física superior podría,... ser tan sólo un anticipo de una nueva forma de conducta intelectual humana, que no sólo está fuera de la física, sino que ni siquiera puede ser descrita como “científica”7. Esta nueva “conducta intelectual humana” supera el pensamiento dicotómico unilateral propio de la cosmovisión mecanicista y positivista de la era moderna mediante un entendimiento de que la realidad es compleja y contiene varios niveles de manifestación. Pasar de la época moderna a la posmoderna no significa olvidar o desacreditar todo lo entendido y creado por la modernidad. El hecho de que ciertos descubrimientos de la física cuántica contradicen a postulados de la física clásica de Newton, no significa que la física clásica no es cierta. Es igual de cierta, solo que cada una refleja distintos niveles de manifestación de materia y energía. La realidad se asemeja a una cebolla que contiene varias capas superpuestas y el conocimiento de cada una de estas capas lleva al observador a un entendimiento cada vez mas profundo, sin desacreditar el nivel de entendimiento anterior. La teoría cuántica nos presenta una forma de concebir al Universo según una perspectiva sistémica, poniendo énfasis en la interrelación e interdependencia de todos los fenómenos, así como en la naturaleza intrínsecamente dinámica de la realidad “física”, lo que nos conduce a la forja de un paradigma que se basa en una concepción del Universo de naturaleza holística, no fragmentada, y ecológica. 7 Ibíd., p. 120. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 75 4. El quehacer pedagógico en una sociedad compleja Aplicando las concepciones anteriores a la pregunta por la orientación pedagógica en el contexto de la complejidad, se hace claro que ésta debe integrar tanto los conocimientos producidos por la época moderna frente al saber pedagógico, como las emergentes visiones de la construcción de la realidad basadas en las teorías de caos y complejidad, principio de incertidumbre, campos mórficos, la no-linealidad, entropía de los sistemas cerrados, el campo energético unificado, etc. Sobre la base de la pedagogía, en tanto un conjunto de saberes que orientan a la educación como fenómeno típicamente social y específicamente humano se ubica una visión determinada sobre el ser humano y su naturaleza intima, como también una representación de un ideal hacia el cual debería de encaminarse la humanidad. La época postmoderna enriquece esta concepción sobre el ser humano proporcionado por la modernidad y de esta manera introduce nuevas orientaciones en el quehacer pedagógico. Una de las mayores paradojas de ciencia postmoderna es el entendimiento que nos ofrece la física cuántica sobre la espiritualidad de la materia. El cambio de la actitud que acompaña el reconocimiento de que nuestro universo es enteramente viviente, porque la materia, desde el nivel mineral –la típica materia inerte– posee una memoria que desde siempre solo se reconoció a los seres vivientes, unido a la consciencia del hecho que el universo es el teatro donde actúa una “psicomateria” y no una materia inerte semejante a un reloj repetitivo, –como nos han hacho creer los materialistas– nos fuerza a hacer en adelante una ciencia espiritualista.8 Este entendimiento sobre la existencia de un plano más profundo de energía que determina las manifestaciones observables de la materia 8 Jean E. Charon, Tiempo, espacio, Hombre, Barcelona, Editorial Kairos, 2003, p. 89. 76 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko –la intuición anunciada desde tiempos antiguos por grandes corrientes místicas y religiosas de la humanidad– posee amplias implicaciones para todas las ciencias humanas y sobre todo para la medicina, la psicología y la pedagogía. La concepción del ser humano como una realidad trascendente cuerpo-mente-espíritu inmerso en un campo energético común a todos los seres, pone en el primer plano la cuestión de la responsabilidad de cada uno por el efecto que adquieren sus actos, decisiones y pensamientos, no solamente para la vida propia, sino también para todo el espacio exterior y para los seres que lo habitan, sin importar su cercanía o lejanía temporal o espacial. El concepto de los campos mórficos, que proporciona la ciencia postmoderna, permite entender esta incidencia de lo particular en lo general y la relación de lo individual y lo colectivo. Los Campos Mórficos se entienden como estructuras inmateriales, por lo tanto no perceptibles empíricamente, que se encuentran en la naturaleza y representan un soporte para que la información fluya entre y por los organismos. Este concepto tiene que ver con la interconectividad, referida tanto a los sucesos de la física cuántica, como a todos los fenómenos de la vida, en los cuales se ha comprobado que no existe “separatividad” entre las cosas. Los campos mórficos no solamente vinculan a los miembros de un grupo, sino que también tienen en cuenta otras cualidades muy importantes como, por ejemplo, la memoria inherente. Los campos mórficos que evolucionan en campos organizados, que pueden ser pájaros, galaxias o personas, o sea, cualquier tipo de sistema autoorganizado, tienen una suerte de memoria. La forma en que se transforma y se traspasa esta memoria, es a través de lo que se denomina la resonancia mórfica que va a través del tiempo. En resumidas cuentas, la repetición de un evento hace que se forme un Campo Mórfico que es determinante para futuras apariciones del evento. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 77 Esta idea permite ver el funcionamiento de la memoria individual, la herencia de los instintos, las capacidades de conducta como aspectos diferentes de un mismo fenómeno. Todos dependen de resonancia mórfica, pero el funcionamiento de la memoria individual es más específico que la herencia de instintos y conductas. La memoria, las capacidades individuales de aprendizaje operan contra el fondo de una memoria colectiva heredada por la resonancia mórfica de los miembros anteriores de la especie. En el reino humano, un concepto de este tipo ya aparece en la teoría junguiana del inconsciente colectivo como memoria colectiva heredada. La hipótesis de la resonancia mórfica permite considerar el inconsciente colectivo no sólo como un fenómeno humano sino como un aspecto de un proceso más general, en virtud del cual los hábitos se heredan en todo el mundo natural.9 Si se miran estos fenómenos desde el punto de vista del desarrollo de la humanidad mediante la formación de nuevos arquetipos que determinan las conductas y orientaciones del ser humano, se puede afirmar que el cambio de actitudes de un determinado grupo de personas termina por formar un campo energético que trasmite esta información a los demás produciendo a mediano y largo plazo cambios en toda la comunidad. En este orden de ideas los propósitos formativos que rigen los procesos pedagógicos deben ser orientados por estas nuevas visiones sobre la naturaleza sutil del universo, permitiendo así abrir nuevos horizontes en la búsqueda de unos nuevos modelos pedagógicos que correspondan a las necesidades de una sociedad atravesada por el paradigma de complejidad. 9 Rupert Sheldrake, El reconocimiento de la naturaleza, Barcelona, Editorial Paidós, 1994, p. 126. 78 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko 5. Tres ejes formativos como elementos indispensables para pensar un modelo pedagógico para una conciencia responsable Las implicaciones que poseen estos planteamientos para la pedagogía como una herramienta poderosa en la formación de una nueva consciencia sobre la vida y sobre los seres humanos son incalculables. Los grandes pensadores y pedagogos de los siglos pasados no en vano han tratado de construir una disciplina, que aunque posee muchas vertientes y ramas como un árbol grande y frondoso, en el fondo esta apoyada por un fuerte tronco que permitió sostenerse durante todo este tiempo. Si se rescata lo esencial en todas las corrientes pedagógicas llegamos a condensar los tres ejes de formación humana que adquieren una sobresaliente importancia en tiempos de posmodernidad. Uno de los primeros pedagogos que habló sobre la importancia de conjugar estos ejes en la formación del ser humano fue Federico Herbart, filósofo kantiano de origen alemán que desarrolló en el año 1806 la primera constitución disciplinar de la pedagogía: Pedagogía general derivada del fin de la educación. Herbart discutió sobre tres elementos constitutivos en la formación del hombre: el plano de la razón, la eticidad y el goce de lo estético. En la perspectiva posmoderna estos tres ejes: epistemológico, ético y estético, adquieren la función de caminos por los cuales la educación puede llegar a cumplir su fin principal: la formación de una nueva consciencia responsable frente a la vida, y que mediante la función de los campos mórficos algún día trasformara las acciones de la humanidad. La pedagogía se enfrenta a una constante reflexión no solamente acerca de qué es necesario formar en cada uno de estos ejes, sino cómo hacerlo, porque la formación de seres humanos en la época posmoderna implica una relación con la epistemia, una posición ética y un darse cuenta sobre el mismo proceso de formación muy diferentes de los aplicados en la época moderna. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 79 El eje epistemológico adquiere una gran importancia teniendo en cuenta la gran cantidad de información que debe manejar el ser humano en estos tiempos. Y sobre todo una información cambiante, con cierto toque de relatividad, lo cual produce la angustia al enfrentarse a la incertidumbre en el saber. El hecho de que el saber deja de ser una fuente de seguridad para el Yo, quien quiere definir y aprehender la realidad con certeza y evidencia, no significa que se anulan todos los conocimientos adquiridos por las ciencias, pasando a ser simples relatos o narraciones sobre la realidad. Al contrario, es necesaria una seria y profunda apropiación de estos conocimientos. Sin embargo, esta apropiación requiere, al mismo tiempo, una toma de conciencia frente al papel que pueden llegar a jugar estos conocimientos en relación con el otro y con la misma realidad cognoscible. Para evitar caer en las proyecciones teóricas y filosóficas propias de la era positivista es necesario formar en los estudiantes y en los educadores la conciencia de que los conocimientos que nos proporciona la ciencia son solo una herramienta mediante la cual podemos indagar e investigar la realidad, y no un retrato terminado de las hechos reales. Es necesario apuntar a un énfasis en la formación de los procesos metacognitivos que permitan dar cuenta sobre la relación que establecemos con nuestros conocimientos y cómo estos últimos adquieren un grado determinado de rigidez conceptual separándonos de la realidad en la cual estamos inmersos. En este eje el pensamiento crítico se debe orientar hacia una reflexión epistemológica de un discurso educativo identificado con el mundo de vida de los sujetos sociales, de lo contrario, los saberes se producen, se distribuyen, se circulan y se consumen como mero protocolo para la acreditación administrativa que otorga la escuela. Lo epistemológico debe asumir un papel acompañante y dialógico con otras lógicas de sentido: del ser, del hacer y del convivir. Esto significa que el saber disciplinar ya no puede tener un valor absoluto por sí mismo en función de su respaldo teórico, sino que adquiere la importancia y trascendencia en función ética, estética y espiritual. El 80 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko conocimiento debe tener una implicación íntima en los procesos de maduración psicológica de quien aprende, de lo contrario no se hace ningún progreso frente a los paradigmas modernos. Es necesario construir el proceso formativo de tal forma que el estudiante desarrolle su propio criterio mediante el proceso de pensamiento critico-reflexivo, movilizando sus inquietudes gnoseológicas, impulsándolo a pensar incluso lo impensable. La creatividad, la posibilidad de jugar con las alternativas, moverse entre las posiciones ambiguas, permite fortalecer propio punto de vista y el sentido de responsabilidad por el aprendizaje. El eje ético de la formación adquiere una mayor importancia en esta época de relatividad de teorías y posturas epistémicos. Ya no es el saber que determina al ser, como se practicaba en la época moderna, sino el ser quien determina el saber y el hacer. Los valores fundamentales de la existencia humana, morales y cívicos, son los que orientan este eje. Es importante entender que la formación en valores para la época posmoderna difiere de la formación religiosa tradicional. No es trasmisión de culpa y de miedo al castigo por no “obrar bien”. Los descubrimientos de la física cuántica sobre el origen energético o espiritual de la materia permiten acercarse a una nueva conciencia de moralidad basada en un entendimiento de profundas implicaciones que poseen los actos, pensamientos e intenciones de todos y cada uno en los destinos de toda la comunidad y humanidad. La relativización de interpretaciones teóricas y filosóficas no lleva, como piensan algunos, a la declinación de los preceptos morales. Al contrario, surge un nuevo concepto de responsabilidad moral que asume cada persona frente a las versiones de la realidad que construye y los propósitos para los cuales las utiliza. La toma de conciencia y crítica reflexiva frente al estado actual de la sociedad, sus valores y el poder manipulativo de los medios de comunicación, filosofía del consumo desaforado, la persecución hedonista de placer, la superficialidad de prioridades vitales fomentada por ideales sociales, permiten tomar dis- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 81 tancia frente a la vida y no caer en la repetición absurda de los estilos de vida que nos impone el poder del capital. La diferencia que existe hoy en día entre el nivel del desarrollo tecnológico y la madurez psicología de la humanidad es inmensa. Es necesario que la pedagogía deje de preocuparse tanto por la formación intelectual de la humanidad y se ocupe de hacer énfasis en la formación ética. Esto significa que hay que repensar el discurso educativo cómo una forma de producción ética con el fin de develar como el conocimiento se traduce en relaciones de poder y destrucción del mismo ser humano. El eje estético también adquiere gran importancia en la época postmoderna. Pero no desde el estetismo estéril de la creación de hermosas narraciones o teorías coherentes. Sino como una orientación estética reflexiva que lleva al ser humano a repensar su propio ser y su existencia. Es la dimensión estética del ser humano entendida como la capacidad profundamente humana de aprehender física, emocional, intelectual y espiritualmente la calidad del mundo, de manera integrada. “Es decir que la experiencia estética, a diferencia de otros modos de experimentar y de pensar la vida cotidiana, es una manera particular de sentir, de imaginar, de seleccionar, de expresar, transformar, reconocer y apreciar nuestra presencia y de los otros en el mundo; de comprender, cuidar, disfrutar y recrear la naturaleza y la producción cultural, local y universal. La experiencia estética conlleva la capacidad de atribuir significación personal, social y cultural”10. La época posmoderna más que nunca exige la necesidad de pensar en un marco de formación responsable desde la pedagogía. Los conceptos sobre el ser humano como un ser autoorganizado o autopoiético no significan que un ser puede desarrollarse en completa libertad, exento de todas las prescripciones o normas, o que puede prescindir de toda formación pedagógica. 10 Ministerio de Educación Nacional, Serie lineamientos curriculares. Indicadores de logros curriculares. 2000, http://menweb.mineducacion.gov.co/lineamientos/ logros/desarrollo.asp, consultado 10.03.2007. 82 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko Poiesis es un término griego que significa producción. Autopoiesis significa autoproducción. Humberto Maturana11, quien introdujo este concepto en la ciencia, interpreta a los seres vivos como sistemas vivientes que se reproducen a sí mismos de modo indefinido. Así, puede decirse que un sistema autopoiético es, a la vez, el productor y el producto. Desde el punto de vista de Maturana, el término expresa lo que él llamó el centro de la dinámica constitutiva de los sistemas vivientes. Para vivir esa dinámica de forma autónoma, los sistemas vivientes necesitan obtener recursos del entorno en el que viven. En otras palabras, son simultáneamente sistemas autónomos y dependientes lo que los convierte en sistemas abiertos que evolucionan hacia una complejidad mayor. La paradoja de la combinación de la autonomía con la dependencia significa que estos dos conceptos no son contrarios y excluyentes. La dependencia es la condición inicial y acompañante de la autonomía. La existencia de un sistema implica la presencia de una estructura. La formación de esta estructura requiere de la condición de una dependencia inicial. Pero la sola presencia de una estructura no garantiza un funcionamiento prolongado de un sistema. Si hablamos de un sistema cerrado que funcione solo según las necesidades que dicta su estructura, se sabe que según la segunda ley de termodinámica o entropía, estos sistemas están destinados a la destrucción y desaparición. La única manera que un sistema funcione y evolucione mediante el proceso de autopoiesis hacia una mayor complejidad, es estar abierto, lo cual significa la presencia de un elemento del azar en el funcionamiento del sistema. El azar permite relación dinámica y dialéctica con el ambiente. La apertura al azar convierte a un sistema en un sistema abierto y autónomo. Si el ser humano es entendido como un sistema abierto con la presencia de estos dos elementos que son la estructura básica y la apertura 11 Humberto Maturana, El sentido de lo humano, Santiago de Chile, Dolmen Ediciones, 1993. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 83 al azar, la orientación pedagógica adquiere gran trascendencia en la formación de esta estructura básica convirtiéndola en flexible y abierta al azar. Una estructura básica pensada como instalación racional y moral que pueda pensarse a sí misma y aceptar que la realidad es cambiante e impredecible, y que está sometida a las leyes del azar y la necesidad, como ya nos enseño Demócrito. La necesidad de estar instalado en la realidad y la imposibilidad de hacerlo, solo se salva con la aceptación de la realidad que interpretamos con un escepticismo moderado y reflexivo, que nos permite vivir en un “territorio interpretativo” sin limites fijos, abierto a todo cambio, pero sin que ello despierte la angustia de sentirse perdido en la realidad. Y esto únicamente se consigue en la instalación racional y moral, que abarque no solo la interpretación del mundo físico, sino de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los demás. A partir de esta instalación es posible un proceso autopoiético del ser humano que permitirá conquistar mas armonía, justicia y equidad social. En esta época posmoderna es indispensable una pedagogía que enseñe al ser humano que “el único valor estable de la vida humana es la vida humana en sí misma, y que ella se justifica a si misma sin la ayuda de ningún ropaje religioso, ideológico o teórico”12. Solo trabajando conjuntamente las tres dimensiones del proceso pedagógico, que son: la epistemia reflexiva, la ética responsable y la estética del ser, podemos hacer que el hombre llegue a ser lo que ya es en su potencia, y que alcance el mismo nivel histórico en todas las facetas de su mente, abriendo la posibilidad de la evolución hacia formas nuevas y desconocidas del ser. Esta tarea solo es posible instalando un diálogo entre la modernidad y posmodernidad, sin desvalorizar la primera y sin vanagloriar la segunda, sino rescatando los saberes y valores que nos dejo la modernidad enriqueciéndolos con el nuevo entendimiento de la realidad huma- 12 Fernando García Rodríguez, El sistema humano y su mente, Madrid, Ediciones Díaz de Santos, S.A., 1992, p. 374. 84 Reflexiones sobre los propósitos formativos de la educación / Olena Klimenko na y la responsabilidad que implica el compromiso con la naturaleza, la sociedad y la vida humana. Bibliografía Capra, Fritjof. El Tao de la física. Madrid: Luis Cárcamo, 1992. Castañeda, Carlos. Enseñanzas del Don Juan. Bogotá: Círculo de Lectores, 1999. Charon, Jean E. Tiempo, espacio, Hombre. Barcelona: Kairos, 2003. García Rodríguez, Fernando. El sistema humano y su mente. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, S.A., 1992. Maturana, Humberto. El sentido de lo humano. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones, 1993. Ministerio de Educación Nacional, Serie lineamientos curriculares. Indicadores de logros curriculares. 2000, http://menweb.mineducacion.gov.co/lineamientos/logros/desarrollo.asp, consultado 10.03.2007. Sheldrake, Rupert. El reconocimiento de la naturaleza. Barcelona: Paidós, 1994. Zukav, Gary. La danza de los maestros del Wu Li. Madrid: Plaza & Janés Editores S.A. 1991. 85 Memoria y conflicto armado* Beatriz González Bolívar** Cher Reath Koon, José Antonio Carrera, 2000 Cher Reath Koon - José Antonio Carrera, 2000 * Este texto hace parte del trabajo de grado para optar al título de Especialista en Estudios Urbanos: “Memorias y Territorio, un ejemplo de Comunidad en Miradores de Calasanz”. El ejercicio etnográfico se realizó entre mayo de 20071y junio de 2008. ** Antropóloga de la Universidad de Antioquia. Especialista en Estudios Urbanos, Universidad Eafit. Docente de cátedra en la Institución Universitaria de Envigado. 86 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar Resumen La experiencia de la guerra, más allá de la búsqueda de olvido por parte de las instituciones, indiscutiblemente deja huellas, la mayor parte de las veces imborrables, que transforman la vida de quienes la padecen. Estas marcas parecen disputarse alternativamente entre la memoria y el olvido, o cuando menos metamorfosearse en la cotidianidad urbana, recreando los espacios y escenificando las historias a través de relatos múltiples que se unen en uno sólo, la supervivencia. Palabras clave: memoria, recuerdo, rememoración, conmemoración, conflicto armado, desplazamiento, supervivencia, historia. Abstract The experience of war, more than the pretentions of forgetfulness from the institutions, undoubtedly leaves marks, most of the time ineffaceable, that change lives of the those who suffer it. These marks seem to alternate between the memory and oblivion, or at least metamorphose on every urban day, recreating the spaces and playing the histories through several tales which become one, survival. Key words: memory, remembrance, reminding, commemoration, armed conflict, displacement, surviving, history. Soy paisa con padres chocoanos, por lo tanto tengo para mí la cultura más alegre del mundo, la que tiene más arrechera, sabor, bunde. La única que baila a los santos y lo hace con alboroto y orgullo. Mi ritmo de baile y el sabor de mis comidas no cambian ni cambiarán porque eso me identificará. Los que se fueron fue mi acento, mi hablado y ya1. Así se refiere Natalia a su experiencia de vivir en el Barrio Miradores de Calasanz2. Así expresa su sentimiento, entre nostálgico y eufórico frente a la convivencia con personas “diferentes”. Su familia, al igual 1 Testimonio de una joven de grado décimo, habitante del barrio Blanquizal. Octubre. 2007. 2 Esta Urbanización está ubicada dentro o en límites con el barrio Blanquizal, en la comuna 13. Responde a un plan de reubicación para familias vulnerables y destechadas, procedentes en su mayoría de Vallejuelos y otros barrios de la ciudad de Medellín. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 87 que la mayoría del sector, es afrodescendiente y el hecho de verse enfrentados a un espacio físico y socio-cultural diferente al “propio” involucra un sinnúmero de retos: desde la cotidianidad hasta la sociabilidad e identificación con una colectividad. Así es el panorama de Miradores de Calasanz después de las migraciones (pasa por no utilizar el término “trillado” y polisémico de desplazamiento) de “Mano de dios”, de “Vallejuelos” y de otros sectores de la ciudad. Espacios colmados de historias, muchas de ellas trágicas, frente a un pasado que amaga terminar, pero que siempre sorprende como un fantasma en la cotidianidad de quienes lo vivieron. Las tardes calurosas de Miradores, la aridez de la cancha de Blanquizal y el polvo de sus calles, sumado al paisaje sonriente del “reguerito de negritos”3 que brotan como “hormiguitas” de los callejones y de los apartamentos, evoca un paisaje costero ajeno a cualquier pretensión turística, pero común a otros escenarios urbanos, que parecen burlar todo esquema urbanístico y oficial, como es el caso de sectores como “los Chorros”, “Los Tubos”, “El Tubo”, “Esfuerzos de Paz”, “La Iguaná”, “El Oasis Tropical” y otros que enriquecen la polifonía cultural de Medellín. La ciudad de Medellín, ha vivido uno de los fenómenos de migración más cruentos en las últimas décadas4. Producto de la presencia de grupos armados en disputa territorial en diferentes zonas del país, se ha generado una explosión demográfica y un recrudecimiento del conflicto armado urbano, el cual se manifiesta en zonas rurales en forma de amenazas, desapariciones, homicidios y desplazamientos. Dichos conflictos se reconfiguran en los diferentes barrios de Medellín con sus “milicias urbanas” y “bloques de autodefensa”5 y ubican, la mayoría de 3 Esta expresión es común en los discursos cotidianos en el barrio, y en especial en aquellas personas que pertenecen a instituciones o los llamados “pobladores antiguos”. 4 Antioquia recibió 61.594 personas en desplazamiento entre 1995 y 2006. (Acción Social, 2006). 5 Aunque con los procesos de desmovilización y la ley de justicia y paz han cambiado sus dinámicas y denominaciones, aun se siguen presentando desapariciones, asesinatos y desplazamiento en diferentes sectores de la ciudad donde grupos armados emergentes poco a poco asumen el control territorial. 88 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar las veces, a la población civil en medio de los fuegos y/o como parte del bando contrario. Es decir, cada habitante de la ciudad, en desplazamiento o no, puede ser visto como un potencial enemigo para sus vecinos o para los actores armados. Este hecho, crea una atmósfera de desconfianza e incertidumbre entre los habitantes de algunos sectores donde llegan o salen “inesperadamente” personas desde y hacia otras regiones del país y donde la estigmatización y marginalidad se constituyen en la manifestación real de un miedo alimentado a través del tiempo por las experiencias tanto individuales como colectivas. De este modo, la conformación socio cultural de la ciudad se hace cada vez más heterogénea debido a los continuos y diversos enfrentamientos entre diferentes actores armados –“ilegales”, “legales” y “paralegales”– los cuales son llevados a cabo en las zonas de disputa territorial, que ocasionan no sólo temor e incertidumbre, sino hambres, separaciones y sentimiento de desprotección e incredulidad frente al Estado. Las personas, entonces, buscan protegerse de las balas, de las minas o del señalamiento, pero cuando entran en juego otras estrategias de poder como el sometimiento, la intimidación, la agresión contra familiares, las amenazas y la escasez de productos para la supervivencia, entonces ya no queda otra “salida” que huir. Pero esta huida, la mayoría de las veces anunciada o presentida, carece de estrategias diferentes a la salvaguarda de la vida, ya que las condiciones del desplazamiento impiden llevar demasiadas cosas o, aun, hacer planes a largo plazo. Lo único que permanece, independientemente de la dirección o ruta que se tome, son las imágenes en la memoria de los eventos vividos, así como la evocación constante de lugares, personas, experiencias y momentos relevantes, que más allá del episodio en sí, se recrean en las mentes de sus actores. Frente a este dinamismo de los recuerdos Serna retoma el carácter colectivo de las memorias de un evento que ha dejado huellas negativas en quienes lo vivieron: “Cada episodio trágico está instalado en unas memorias diversas que acogen selectivamente fragmentos de la historia común, que desenvuelven de manera diferente el tiempo y el espacio de los acontecimientos, que ubi- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 89 can de manera arbitraria las diferentes situaciones sucedidas en esos días, que señalan para ellos desenlaces variados”6. Esta selección se realiza, la mayoría de las veces, de manera inconsciente ya que está condicionada, más allá de los hechos mismos, a sus consecuencias, a las circunstancias en que se llevaron a cabo y las sensaciones que produjo (terror, rabia, dolor, impotencia, culpa), mientras de manera consciente se puede manifestar y/o manipular en la forma cómo se nombra o cómo se narran los sucesos, puesto que al exteriorizarlo ya trasciende el ámbito íntimo del individuo y se enmarca en un contexto social, público. Así pues, no deberíamos hablar de memoria sino de memorias creadas a partir de vivencias asumidas y recordadas por cada individuo según su estructura psicológica, sus experiencias y las formas cómo se han enfrentado como parte de un todo y de un punto, no en la línea, sino en el círculo del tiempo. Félix Vásquez asume la memoria como resultado de una “acción social” más que un proceso limitado al individuo, de tal forma que puede hacerse “simultáneamente familiar, inteligible y común”7, puesto que, según el autor, necesariamente la memoria individual es el producto de un proceso social: “Las memorias individuales, en lugar de ser la expresión de una realidad interior, son construcciones eminentemente sociales”8. Así, la memoria está enmarcada, más que como el resultado de un suceso, en un contexto situacional determinado por unas circunstancias producidas en y por la sociedad. No obstante, debe reconocerse ese margen de elaboración y construcción propia y específica de cada individuo, que si bien tiene que ver con el legado cultural del cual hace parte, es cambiante y responde a las particularidades que lo identifican como persona. 6 Adrián Serna, “El recuerdo del episodio trágico. Memoria y conflicto urbano”. En: Encuentro sobre conflicto urbano. Memorias. Compiladores: María Teresa Cifuentes y Adrian Serna. Bogotá, Universidad Distrital francisco José de Caldas, 2007. 7 Félix Vásquez, La memoria como acción social. Relaciones, significados e imaginario. Barcelona, Paidós, 2001. 8 Ibid., p. 74. 90 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar De este modo, un evento vivido colectivamente, como lo es la experiencia del desplazamiento forzado y forzoso9, puede adquirir varios matices según quien los recuerda, las circunstancias en que se dio y la forma cómo ese recuerdo es reconstruido o modificado en el presente. El recuerdo se forma en la mente de quien lo vivió, pero la imagen creada en la memoria, la “fotografía” del evento, se construye con “trozos” de otras vivencias, de otras percepciones y sensaciones que crean un “terreno” donde el recuerdo se instaura y “siembra”. Entonces, los eventos, los espacios, los detalles se “guardan” en un reservorio que no necesariamente conserva, sino que recrea, “reconstruye” el recuerdo en la memoria y que tiene que ver con las estructuras simbólicas, con los códigos transmitidos socialmente y los imaginarios gestados al interior de cada cultura. En esta medida, sucesos como las intimidaciones, la muerte de un familiar, amigo o vecino, y/o enfrentamientos constantes entre actores armados que propician una atmósfera de miedo e incertidumbre en quienes lo viven, están altamente influenciados por la forma cómo son asumidos por cada sujeto, en un momento y en un lugar específicos. Quien por primera vez lo vive, quien lo ha vivido antes; ya sea en las mismas circunstancias y características, o en otro lugar con actores diferentes y bajo circunstancias determinadas construye una imagen concreta en su mente, que difiere en cierto modo de otras, según la forma en que son vivenciadas por cada sujeto. …teníamos una tiendita, humilde, pero nos daba para vivir bien, entonces un día llegaron los ‘paras’ y nos dijeron que teníamos que pagarles para que nos cuidaran, y así pasó mucho tiempo, hasta que un día nos avisaron que mataron a una gente en un bar, y ahí fue cuando tuvimos que arrancar con lo que teníamos puesto, porque no hubo tiempo de nada10. 9 Diferenciando uno y otro teniendo en cuenta la acción directa o indirecta de los actores armados (amenaza directa o sentimiento de vulnerabilidad generalizado). 10 Lucía, mujer de 55 años, habitante del barrio desde hace más de 12 años, procedente de la región de Urabá. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 91 Así mismo, los recuerdos de momentos vividos en lugares ya “abandonados” hacen que estas imágenes se anclen en la memoria de las personas, configurando episodios que se presentan como una conjunción de experiencias que se yuxtaponen y recrean en la cotidianidad, propiciando escenarios marcados por la rememoración y la conmemoración. Para Lucía, cada detalle de su salida de Chigorodó se refleja en el temor de sus palabras; ninguno se ha perdido. Es como ella lo dice, como “si hubiera sido ayer”, la ropa que llevaban puesta ella y su esposo, las personas con quienes habló, la nota que escribió a su hijo que estaba trabajando en una finca, la mercancía de la tienda, la cadena de oro que quedó en el armario. Cada cosa permanece en su memoria a la espera de un exorcismo que permita borrarlo y liberarla de un dolor que para ella y su familia no cesa, pero que de cualquier modo es compartido con quienes han vivido experiencias similares. Igual que en muchos casos de personas que han llegado en desplazamientos individuales o colectivos a la ciudad, en el caso de Lucía y Carlos la memoria se convierte en ese motor que mueve la cotidianidad y que plantea expectativas y estrategias para la construcción de un nueva vida, de un nuevo territorio, más allá de la supervivencia. En este punto es pertinente recurrir a Adrián Serna en su referencia a los conceptos de “rememoración” y “conmemoración”. El autor plantea el concepto de “Rememoración” para referirse a aquellos recuerdos que permanecen en la memoria y se “reviven” mediante “ritos de duelo que transportan el presente al pasado”11. No se pueden borrar las circunstancias de la partida, el terror de la huida, la incertidumbre del destino en una angustia que parece no disminuir con el tiempo; que no pasa sino que se vivencia cada día. Es frecuente, que a partir de la guerra las personas evoquen de manera constante eventos que marcaron sus vidas, como la desaparición de un pariente o el despojo de su territorio propiciando la huida, lo cual descarta cualquier tentativa de olvido, ya que son situaciones constantes y vigentes tanto en el país como en 11 Adrián Serna, Op.Cit., p. 150. 92 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar el departamento y son recordados en la cotidianidad a través de los medios de comunicación, del lenguaje, el rumor y/o del testimonio de quienes “siguen llegando” o “saliendo” de cada barrio o municipio. La memoria entonces, se manifiesta de diferentes maneras y en cualquier situación que puede servir como pretexto para la evocación. Acogiéndonos a la etimología y al uso del prefijo latino re que indica repetición, asumimos que rememorar significa “volver a”, “traer de nuevo a la memoria un evento”, sin predisposición de espacio ni tiempo, sino que puede ser en cualquier situación, lo cual le otorga un carácter subjetivo. Un evento determinado, como la salida inesperada de Lucía, permanece en la memoria activa de ella y sus hijos, se reelabora cada vez que mira las tejas de su casa, el hacinamiento en que viven o cuando evoca las cosas que tenía y con las que vivía en su municipio: la casa grande, el patio, los amigos, vecinos y paisanos, la confianza en el entorno, los lazos creados. Dicha rememoración puede ser compartida y legitimada mediante la socialización del recuerdo, es decir; trasciende la memoria subjetiva y se convierte en una memoria compartida “prendada a ritos históricos”; la “Conmemoración”12. El prefijo con expresa unión, agregación, compañía. Es decir, la memoria adquiere un carácter colectivo; historias similares vividas de forma individual en diferente lugar y época, o episodios experimentados de forma colectiva en un mismo espacio y tiempo. No obstante, siendo constituida por “fragmentos de memoria“, por puntos de vista, intereses, percepciones o versiones basadas en testimonios o rumores, esas memorias colectivas adquieren matices diversos en cada sujeto, y a la vez adquiere permanencia en el pasado, asumiendo la naturaleza de la rememoración. “Nuestro país no conmemora sino que rememora”13. De tal modo que las colectividades afectadas directa o indirectamente por los enfrentamientos armados y sus diversos modos de operar, viven un eterno pasado, o un eterno 12 Adrián Serna, Op. cit., p. 154. 13 Ibíd., p. 153. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 93 presente, donde las guerras no cesan y sólo son “eliminadas” mediante el uso demagógico del lenguaje; eufemisándolas como conflicto, como reconciliación, como olvido, como si esto redujera el número de muertes, huérfanos, viudas, desplazamientos y recuerdos nefastos para las poblaciones. En el caso de los pobladores del barrio Miradores de Calasanz, existen algunos eventos que han dejado huella tanto en los individuos como en la colectividad. Estas personas llegaron a Medellín procedentes de diferentes municipios de Antioquia y Chocó y se ubicaron en las laderas de las montañas en sectores periféricos de la ciudad donde los precios de los terrenos y la posibilidad de hallar familiares o conocidos permitiera la búsqueda de la supervivencia, si no de mejores condiciones de vida. La salida (la mayoría de las veces traumática) de sus territorios de origen, seguida por la llegada no planeada a la ciudad, con todas sus manifestaciones de conflictos y sus posibilidades de exclusión e inclusión, han marcado “Lugares de Memoria”14 en los sujetos individuales y colectivos. La llegada a Vallejuelos en 1985 mediante un programa de reubicación del municipio de Medellín, el incendio que consumió más de 240 ranchos y la posterior salida del este barrio de más de 100 familias, los enfrentamientos constantes entre milicianos y paramilitares y la angustia de ver cómo eran conducidos sus vecinos hacia “la cancha” o “los chorros”15, el recrudecimiento del conflicto con la Operación Orión en 2002 y sus consecuencias: muertes, desplazamientos, desapariciones y “marca social,” son situaciones que reconfiguran la visión que tiene cada individuo de su realidad, de su futuro, de su pasado, que crean improntas en la vida de las persona y que de algún modo son compartidas por una colectividad. “la historia permite activar memorias particulares en un relato común”16. Así, es fácil pasar 14 Pièrre Nora. En: Gonzalo Sánchez, “Guerras, memoria e historia”. Bogotá: ICANH 2003. 15 Lugares donde eran llevadas y asesinadas las personas perseguidas por los actores armados. 16 Gonzalo Sánchez, Op. cit., p. 23. 94 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar del “yo” al nosotros”: “aquí nos une la memoria de lo que dejamos y el aprecio por los que nos han ayudado a dejar la historia de la guerra y a salir adelante”17. No obstante, ese “fin de la guerra”, ese “salir adelante” constituye una imagen creada a nivel colectivo basada en la necesidad de la supervivencia, de la adaptación, de la esperanza, porque, como muchas personas del sector lo manifiestan, “la guerra no ha terminado”, o “ puede resurgir en cualquier momento”18. Las historias individuales se construyen según “unos esquemas universales de ‘arquetipos’ que permite a los individuos interpretarlos. Estos están dotados de un dispositivo simbólico general y de una estrategia de aprendizaje consistente en buscar por medio de la focalización el trato más coherentes, consciente y sistemático para las diferentes informaciones que se ofrecen”19. Así, la recreación en la memoria de las experiencias pasadas, no continúa “inmaculada” a través del tiempo y el espacio, ya que no dependen exclusivamente de quien las vivió sino que están enmarcadas en un bagaje socio histórico que las determina y que las ubica en un plano colectivo y dinámico. Esta puede ser la razón por la que los diferentes testimonios de un mismo episodio que se enmarca en un contexto específico pueden presentar “matices” variados al momento de ser expresados, pero en esencia conserva unos elementos comunes alrededor de los cuales se teje el recuerdo. Las diferentes versiones o testimonios de hechos ocurridos en el lugar de procedencia de los pobladores, aunque conserven su carácter “episódico” en las historia vividas de manera individual, pueden ser asumidos como parte de un todo que recrea la historia compartida por una colectividad, creando un lazo entre el pasado y el presente media17 Testimonio de un hombre de 63 años, habitante del barrio Miradores de Calasanz. Febrero 2008. 18 Las formas en que se manifiesta el conflicto armado en el sector han variado en intensidad y frecuencia; “son más esporádicos y ya no matan a bala sino a cuchillo o machete”( testimonio de Hombre adulto habitante del sector). De igual modo, el trato que se da a través de los medios de comunicación refleja una imagen relativamente “tranquila” del barrio. 19 Edmund Leach, Cultura y Comunicación, México: Fondo de Cultura Económica, 1985. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 95 do por las huellas que permanecen en las memorias tanto de “víctimas” como de “testigos”. Así mismo, Leach plantea el concepto de “Campos de Evocación”20 para referirse a aquellos aspectos que se instalan en la memoria de una colectividad a través de “informaciones diversas”. Más allá de los hechos recreados en situaciones y fuentes diferentes, existen momentos que se enmarcan como hitos en las historias de quienes los vivieron, que coinciden en manifestarse y cruzarse en una u otra situación, creando un antes y un después, no en el relato sino en la historia misma de sus “protagonistas”21. Pero cada situación, cada experiencia enmarcada en los escenarios creados o transformados por el conflicto armado plantea unas miradas y usos de los espacios que hacen que éstos se dinamicen y recreen como “contenedores” de memorias específicas. Entonces, los episodios experimentados en un contexto socio espacial determinado pueden ser guardados y elaborados en la memoria de una manera singular en cada individuo, aunque el referente circunstancial mismo permita, en cierto modo, identificarse con aquellos que vivieron tal evento en esas condiciones espaciotemporales. Ya sea que procedan de Turbo, Carepa, Zaragoza o de Bojayá, los habitantes de Miradores son todos considerados “los de los apartachos”, ellos han ido creando una historia común, unos recuerdos que se han instaurado en sus vidas como hechos o como huellas. Estas líneas del tiempo compartidas han sido asumidas como parte de la historia de cada individuo, de cada familia, pero que en la cotidianidad son narradas mediante la polifonía que otorga la experiencia compartida. Así mismo, cada historia o cada episodio que se instala en la memoria están enmarcados por unas situaciones concretas que a la vez sirven como mecanismos mnemotécnicos para su posterior evocación. 20 Ibíd., p. 151. 21 Sucesos como el incendio en Vallejuelos en 2000, La operación Orión en 2002, los continuos desbordamientos de la quebrada la Iguaná y otros como incursiones armadas y muertes de habitantes del sector son recurrentes en los testimonios de los habitantes de Miradores de Calasanz. 96 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar Siempre los recuerdos, más allá de las sensaciones que puedan “revivirse” o “rememorarse” en la cotidianidad, involucran espacios, lugares, territorios donde en una época, un día, un año o un momento específico ocurrió algo que marcó la vida de quienes “estaban allí, pasaban por allí, o llegaron allí” justo en esa congruencia de circunstancias. “Yo estaba en la casa y mi marido en la tienda, cuando llegó una vecina, una amiga mía, y me dijo que habían matado una gente”22. Entonces, ya la vida no es la misma; hay una ruptura que cubre como una especie de hechizo las vidas de quienes por experiencia propia, testimonio o por rumor supieron de la masacre de Turbo en 1992, del desplazamiento de 78 familias de Unguía en Julio de 2006, de la muerte de un líder comunitario en “comunidad de paz” de San José de Apartadó, del desborde de la quebrada La Iguaná cada año, etc.”. Cada testimonio refiere a una experiencia siempre anclada a un espacio concreto, a un lugar en particular, que tiene la peculiaridad de que es revestido como un escenario definitivo para el curso de los acontecimientos”23. Entonces, lo que se considera una historia pasada, permanece en la memoria colectica recreando las diferentes formas discursivas que dinamizan los espacios urbanos desde la cotidianidad. De este modo, los sucesos trágicos se conjugan con aquellos que se extrañan y motivan la nostalgia de no vivirlos más. Siempre enmarcados por relatos que expresan la convergencia y coexistencia de muchos tiempos en uno, de muchos espacios en uno sólo. “Allá yo tenía mis gallinitas, mis marranitos y no nos faltaba nada, aquí no tenemos prácticamente nada24”. “Nos íbamos a jugar al río, y era como si estuviéramos en la casa, aquí no podemos salir”25. Así, son comunes expresiones como: “cuando vivíamos allá”, “aquí no es como en mi pueblo”, “no22 Testimonio de mujer adulta habitantes del sector. Entrevista realizada en noviembre de 2007. 23 Adrián Serna, Op. cit. p. 165. 24 Testimonio de una mujer de 65 años, habitante de blanquizal desde hace 10 años. Enero de 2008. 25 Testimonio de una niña de 14 años, estudiante de grado 9º, escuela Blanquizal. Agosto de 2007. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 97 sotros acostumbrábamos”, “allá quedaba mi casa”, “cuando llegamos aquí”, “cuando veníamos del pueblo”. Los eventos, las experiencias, los hechos, las historias, los recuerdos se instalan en la memoria configurados en unos lugares específicos donde se crea una “Espacialización del Tiempo” como “proceso mediante el cual las nociones de tiempo son comunicadas en términos de espacios visualizados”,26 siempre demarcando puntos referenciales que crean rupturas entre una “allá” y un “aquí”, un “antes” y un “después”. Cada suceso está enmarcado en un contexto que sirve de encuadre para su vivencia y para la forma cómo se conserva y elabora en la memoria. Para Natalia, por ejemplo, su proceso de adaptación al nuevo espacio social, como ella lo platea, está motivado por esos recuerdos de su vida en Vallejuelos; de la gente, los lugares, lo que hacían, decían, sentían, y cómo interactuaban. Entre el chocó y Medellín “sólo” median las evocaciones que en vez de alejarla de su familia y origen, la acerca a través de las imágenes y los recuerdos que se recrean en cada lugar, en cada situación, en cada momento. Su vida en Medellín y en Miradores se construye a partir trozos de memoria de lo que vivió en Vallejuelos y de lo vivido por su familia en el Chocó. Para ella a veces se confunde lo narrado por sus padres acerca de su vereda y los recuerdos de un Territorio creado y dejado en Medellín (Vallejuelos) al lado de otras familias afrodescendientes que le han transmitido la memoria viva de su cultura. Pero, como dijera Úrsula Iguarán: “parece que el mundo diera vueltas en redondo”;27 nuevamente, Mónica y su familia, al igual que Lucía y Carlos perpetúan una memoria en un territorio en construcción. Miradores de Calasanz y Blanquizal. 26 Gonzalo Sánchez, Op. cit., p. 98. 27 Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Bogotá: Círculo de Lectores, 1983. 98 Memoria y conflicto armado / Beatriz González Bolívar Conclusión Las dinámicas del conflicto armado en Colombia se hacen sentir más allá de los fusiles, de las masacres y de las minas. Se evidencian en la estigmatización y en la exclusión, en la permanencia del recuerdo y en la insistencia por el olvido. Ha traspasado todas las fronteras geográficas, ha permeado todos los sectores sociales, principalmente en los más vulnerables, y se ha instalado en la cotidianidad y en la memoria de quienes, sin hacer parte de él, lo sufren y padecen. Todas estas historias, vividas directa o indirectamente, dejan huella y condicionan en gran medida las relaciones e interacciones entre individuos y grupos. La cotidianidad se ve afectada por la incertidumbre, el miedo y una actitud defensiva; no sólo como prevención sino como intento de supervivencia. Las identidades individuales y colectivas se hacen “efímeras”28 y cambiantes frente al riesgo que puede representar divulgar el lugar de procedencia, el nombre y ciertos hechos de los cuales se fue testigo. Cualquiera podría ser “un informante” o un actor armado Así, cada persona realiza un filtro inconsciente o consciente a sus vivencias, lo cual se ve determinado también por la forma como algunos eventos son recordados, rememorados, conmemorados o asumidos por personas e instituciones. Las memorias individuales y privadas se hacen públicas, no ya por proceder de eventos creados en un ámbito social específico, sino por la recurrencia de los hechos que las gestaron, por la reiteración de los escenarios y los actores y, sobre todo, por la necesidad de exteriorizarlas, para de algún modo deshacerse de la carga que representan y reconocerlas como una realidad compartida. Si se supone que guardamos en la memoria, aunque de diferente manera, los sucesos que han marcado nuestras vidas sea de forma negativa o positiva, entonces, ¿Qué se recuerda?, ¿Qué se olvida?, ¿Qué 28 Algunas personas que han sufrido el desplazamiento forzado y llegado a la ciudad de Medellín se han visto obligadas a cambiar constantemente de sitio de residencia o de albergue y tratan de ocultar su verdadero nombre y lugar de procedencia para protegerse de la posible persecución de los actores armados. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 99 le sucede al recuerdo al pasar por el lenguaje?, ¿Cómo se recrean los hechos en la memoria? Como lo plantea Gonzalo Sánchez: “el olvido es una manifestación o reafirmación del poder que lo decreta […]”29. Si se ha ofendido a un grupo, nada será más indigno que olvidar. Nada será más digno que no olvidar. Y aquí, la trampa se consuma: no olvidar es conservar la memoria. No olvidar, significa consagrarse a la custodia de las marcas que la ofensa ha ocasionado en los cuerpos y las almas: esas marcas custodiadas son la memoria30. Bibliografía Sánchez, Gonzalo. Guerras, memorias e historia. Bogotá: ICANH, 2003. Serna, Adrián. “El recuerdo del episodio trágico. Memoria y conflicto urbano”. En: Encuentro sobre conflicto urbano. Memorias. María Teresa Cifuentes y Adrián Serna. Compiladores. Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas, 2007. Leach, Edmund. Cultura y Comunicación. México: Fondo de la cultura Económica, 1985. Licona, Ernesto. “La imagen del territorio a partir de la oralidad y el dibujo”. En: Natez Beatriz (comp). Territorio y cultura, territorios de conflicto y cambio sociocultural. Memorias II seminario internacional sobre territorio y cultura. Manizales: Grupo de investigaciones y territorialidades. Departamento de Antropología y sociología. Universidad de Caldas, 2001. http: masterenpsicoanalisis.blogspot. com/2008/04/memoria-víctima-sujeto.html Vázquez, Félix. La memoria como acción social. Relaciones, significados e imaginario. Barcelona: Paidós, 2001. 29 Ibid., p. 98. 30������������������� Jorge Luis Borges, La memoria de Shakespeare. Memoria del sacrificio. En: ���� masterenpsicoanalisis.blogspot.com/2008/04/memoria-vctima-sujeto.html 100 En los reinos del temblor María Carmenza Hoyos Londoño* Sem titulo (Amor), Rosângela Rennó, 1997 Sem titulo (Amor) - Rosângela Rennó, 1997 * Licenciada En Español y Literatura de Universidad de Antioquia. Especialista en Literatura y Producción textual e Hipertextual de Universidad Pontificia Bolivariana. Docente universitaria. 1 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 101 Resumen El poeta colombiano Raúl Gómez Jattin ha sido reconocido, principalmente, por su biografía sardónica; la que sin duda se puede comparar con la de otros grandes poetas malditos, como Barba Jacob, Poe, Rimbaud o Baudelaire. Sin embargo, la obra de Jattin merece la misma atención que se ha dado a la de éstos, pues es vanguardista y profundiza en diferentes estéticas y juegos con el lenguaje, entre los que hay abundantes imágenes sobre la vida, la alegría, la tristeza, la soledad, la muerte, la amistad, el amor por el varón, el amigo y la mujer. La poesía de Jattin es el reflejo de la condición humana en su doble estado de debilidad y fuerza. Este ensayo se aproxima a la obra poética de Jattin, particularmente a la que se refiere a su amor por el varón, pero no desde una perspectiva homosexual, sino mostrando cómo en la obra del poeta se puede apreciar toda una estética, sin pensar en los tabúes culturales o las trasgresiones sociales de un hombre y su poesía. Palabras clave: Poesía colombiana, Raúl Gómez Jattin, Homosexualidad, Amor, Mujer, Erotismo, Amistad. Abstract Raul Gomez Jattin, colombian poet, has been known mainly for his sardonic biography; without a question, it can be compared with other great damned poets like Barba Jacob, Poe, Rimbaud or Baudelaire. Nevertheless, Jattin’s work deserves all thoroughness, because it is avant-garde and deepens in different aesthetics and games with the language among them, there are a lot of images about life, joy, sadness, solitude, death, friendship, love for the men, friends and the women. Jattin’s poetry is the reflection of the human condition in its double state of weakness and force. This paper approaches to the poetic work of Jattin, particularly the one that talks about his love to men, not from an homosexual point of view, but showing how in the poet’s work, you can appreciate a whole aesthetics without thinking about the cultural taboos or the social transgressions of one man and his poetry. Key words: Colombian poetry, Raul Gomez Jattin, Homosexuality, Love, Woman, Eroticism, Friendship. 102 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño El amor por el varón en la poesía de Raúl Gómez Jattin Raúl Gómez Jattin es quizá el más representativo de los poetas malditos colombianos; él mismo dijo con sorna: “Soy el único poeta maldito que se acuesta temprano”. Es cierto que su biografía sardónica se parece a la de otros poetas malditos, entre los que podríamos citar a Paul Verlaine (con quien se asocia el origen del término), Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Edgar Allan Poe o el también colombiano Porfirio Barba Jacob. El uso de la expresión “poetas malditos”, se ha extendido a la poesía universal designando a todo aquel escritor talentoso, independientemente de su nacionalidad, que presenta un halo de incomprensión social y una cierta tendencia provocante a la crítica o al rechazo (suscitada en general por el consumo de drogas, alcohol o sus inclinaciones sexuales) y en cuyos textos, dado su alto nivel de codificación poética, se encuentran oscuros significados que rompen con tabúes y mitos. La mayoría de ellos, por lo demás, muere en circunstancias abruptas y prematuras, antes de que su herencia literaria haya sido ampliamente reconocida. Entonces un poeta maldito no es sólo aquel que lleva una adolescencia escandalosa o que rechaza los valores de una sociedad porque no logra ajustarse a ellos, o el que tiene una vida de la que se habla más a menudo que su obra o donde obra y vida no pueden separarse. Un poeta maldito, como en el caso de Jattin, es aquel en cuya obra vale la pena detenerse para contemplar una vanguardia llena de juegos estéticos y solaces con el lenguaje, de imágenes sobre el amor, la vida, la soledad, la muerte, la alegría y la tristeza. La obra de Jattin es el reflejo de la condición humana en su doble estado, a veces antagónico, de fragilidad y fuerza. de imágenes sobre el amor, la vida, la soledad, la muerte, la alegría y la tristeza. La obra de Jattin es el reflejo de la condición humana en su doble Katharsis 6, julio-diciembre 2008 estado, a veces antagónico, de fragilidad y fuerza. 103 Es en realidad un verdadero placer aproximarse a la poesía de Jattin porque es audaz e impresionante y propone creaciones lúdicas y estéticas con el lenguaje para el gusto de lectores aficionados o aprendices. William Ospina afirma: “La poesía de Raúl Gómez Jattin renuncia a la rigidez, al excesivo formalismo, a la elocuencia retórica poco expresiva de nuestra poesía”1. Jattin aún no ha sido muy explorado en el ámbito educativo, por lo menos en la secundaria o en las formaciones de Dos mujeres Riza-i Abbasi, Dos amantes mujeres amantes pregrado. En las librerías de Medellín Riza-i Abbasi sólo se encuentra el libro Amanecer en el Valle del Sinú (1983-1986;) pese a porque es Es en realidad un verdadero placer aproximarse a la poesía de Jattin que su obra poética es más vasta; otros de sus textos son por ejemplo: audaz e impresionante y propone creaciones lúdicas y estéticas con el lenguaje Retratos (1980-1983), Del amor (1982-1987), Hijos del tiempo (1990) y para el gusto lectores (1993). aficionados o aprendices. William Ospina afirma: “La Esplendor de lademariposa poesía Raúllos Gómez Jattin renuncia a laJattin rigidez, al excesivo a la Caside todos artículos escritos sobre se refieren a suformalismo, aspecto biográfico. Este ensayo se realiza con el propósito elocuencia retórica poco expresiva de nuestra poesía”2de . iniciar lectores y propiciar discusiones en torno a su obra, pues sobre su vida se ha narrado ampliamente. La lectura de Jattin ha sido excluyente y lo Jattin aún no ha sido muy explorado en el ámbito educativo, por lo menos en la ideal es que, siendo un autor colombiano con una fuerza expresiva tan secundaria enreconocimiento las formaciones pregrado. En las librerías dede Medellín sólo grande, logreo el quedehan tenido otros magnánimos sepoesía encuentra el libro Amanecer en Barba el ValleJacob, del Sinú pese a que su la colombiana como Porfirio José(1983-1986;) Asunción Silva o Leónpoética de Greiff. obra es más vasta; otros de sus textos son por ejemplo: Retratos (1980-1983), Del amor (1982-1987), Hijos del tiempo (1990) y Esplendor de la mariposa (1993). 2 en: Columnas periodísticas: columna de jueves 12 de 12 junio de 2008. [En Línea] 1CitadoCitado en: Columnas periodísticas: columna de jueves de junio de 2008. http:// http://idejeguzcoles.blogspot.com/search?updated-min=2008-06-01T00%3A00%3A00-07%3A00&updated-max=2008idejeguz-coles.blogspot.com/ 07-01T00%3A00%3A00-07%3A00&max-results=2. (Sin número de página). 4 104 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño Vida Raúl Gómez Jattin nació el 31 de mayo de 1945 en Cartagena, Colombia. Vivió su infancia entre Cartagena, Cereté, Montería y Pamplona. Fue profesor de Geografía e Historia en un colegio de Cereté cuando tan sólo tenía 19 años. A los 21 años se trasladó a Bogotá donde inició Derecho en la Universidad Externado de Colombia y allí se dedicó al teatro y participó como actor en varios montajes, realizó además adaptaciones de obras literarias. Después de vivir durante ocho años en Bogotá y sin finalizar sus estudios de Derecho regresó a Cereté donde vivió dos años casi aislado del mundo exterior en una finca de propiedad de su padre. Después de la muerte de su padre volvió a Bogotá y avivó sus actividades como actor, pero tiempo después regresó a Cereté en donde deambuló por las calles, pasó varias temporadas confinado en clínicas psiquiátricas y se dedicó a escribir poesía. En 1989 volvió a Cartagena donde vivió en las calles y parques, pasó otras temporadas en clínicas psiquiátricas y fue detenido varias veces en la cárcel de la ciudad. El 22 de mayo de 1997 murió en Cartagena atropellado por un bus sin que haya sido posible determinar si se trató de un accidente o un suicidio, porque es bien sabido que Jattin jugaba a torear buses. A propósito de biografías el mismo Jattin aconseja en Los poetas amor mío2: Los poetas, Amor mío, son unos hombres horribles unos monstruos de soledad evítalos siempre comenzando por mí. Los poetas, amor mío, son para leerlos. Léelos. Mas no hagas caso A lo que hagan en sus vidas. 2 Citado por Pedro Augusto Amaral, “Raúl Gómez Jattin: irregularidad y razón poética”. Revista de cultura #65. Fortaleza Sao Paulo. Septiembre-octubre de 2008. http://www.jornaldepoesia.jor.brag65jattin.htm Katharsis 6, julio-diciembre 2008 105 Pero en contraposición a Jattin, Heriberto Fiorillo en Arde Raúl apunta: “Es imposible seguir este consejo de Raúl. Es imposible leer sus poemas sin que los mismos te señalen su vida. Esa ha sido otra de sus paradojas. Su vida, que está en su obra, es también su obra. Las dos son espejos que se miran.”3 Y es que mucho se ha escrito sobre la vida de Raúl Gómez Jattin; han llamado la atención sus episodios de locura, al parecer presentes en todos los libros de poemas; miles de páginas han hablado sobre su infancia, su Edipo sin resolver, su amor por el Sinú, su divagar por las calles de Cartagena y Medellín, su relación con amigos poetas, pintores o intelectuales, su relación con los alucinógenos, en fin, se han escrito infinitas anécdotas y ensayos que intentan configurar al loco personaje y en ellos casi siempre se asocia poesía con vida. Este ensayo es una aproximación a la poesía de Jattin, particularmente a su amor por el varón, pero no exclusivamente desde una perspectiva homosexual, porque la idea no es moralizar ni realizar un análisis psicológico al respecto, sino mostrar cómo en la amplia obra del poeta se puede vislumbrar toda una estética del amor por el varón sin pensar en los tabúes culturales ni en la poesía transgresora o violatoria de la frontera entre lo que puede ser dicho y lo que está prohibido. Con la pasión que le es característica Jattin invoca:4 Dios —escucha a Raúl— Soy un devorado por el amor Soy un perseguido del amor Cuando se habla de un escritor homosexual o de una historia cuyos personajes centrales son homosexuales, generalmente se habla sobre el amor. Este sentimiento ambivalente a veces confunde al ser humano 3 Heriberto Fiorillo, Arde Raúl. Bogotá: 2003. 4 www.lablaa.org, Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Bogotá. http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti1/bol45/ resek.htm 106 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño y lo sumerge en la desazón, la angustia o el temor por no tener al ser amado; otras veces, lo asusta porque justamente lo tiene; podría pensarse que para Jattin el amor es como estar “En los reinos del temblor”, como lo expresa en el poema Emilia5: Si primero conocí la teta que la bragueta por qué oh dulce madre vivo en los reinos del temblor cuando él está y cuando no en los de la desesperanza. En cambio mi alma si acaso notaría tu desaparición Este poema, dedicado a la madre del poeta, nos permite hacer dos consideraciones importantes para lo que se quiere decir en este ensayo, pues la expresión “En los reinos del temblor” (elegida como título) se ha tomado de él porque nos muestra la ambivalencia sentimental del poeta, producto de sus temores, al tener o no tener al ser amado, y nótese también que se trata del amor sentido por un varón, que incluso desplaza al maternal: “…cuando él está”. Al leer a Jattin surgen evocaciones de otros autores homosexuales y de sus obras. Por ejemplo, en el último párrafo de Alexis o el tratado del inútil combate, escrito en 1927 por Marguerite Yourcenar, Alexis, el narrador, bellamente expresa: “Había adquirido contigo compromisos imprudentes y la vida se cansó de protestar. Te pido perdón lo más humildemente posible, no por dejarte, sino por haberme quedado tanto 5 Raúl Gómez Jattin, Poesía 1980-1989. Bogotá: Editorial Normal. 1995. p. 25. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 107 tiempo.”6 La novela es la carta que Alexis le escribe a su esposa desmenuzando dolorosamente el inútil combate interior que sostiene entre sus inclinaciones y deberes y su vocación que es homosexual, expresión última que no se escribe literalmente; igual lo hace Jattin en el siguiente poema, en donde insinúa el encuentro amoroso entre dos varones: Uno se viene aproximando. El otro espera La piedra al sol relumbra por la carretera Se dan la mano. Camisa roja. Camisa azul. En el aire Ascienden globos de papel7 Jattin usa los artículos “Uno y El” para referirse a los varones que se encuentran, los viste para nombrarlos con “Camisa roja Camisa azul”, los hace tomar de la mano y establece el cielo como testigo de su encuentro. No se menciona la palabra amor, al igual que no se enfatiza en que son homosexuales, porque no es lo relevante. La imagen de los globos de papel en el aire dibuja un paisaje enamorado, común en las imágenes que en la poesía se hacen del amor entre hombres y mujeres. Jattin admite abiertamente en su poesía el amor que siente por el varón, hombre o amigo, como en aquel fragmento de “Yo tengo para ti”8: Yo tengo para ti mi buen amigo un corazón de mango del Sinú oloroso genuino amable y tierno… 6 Margarite Yourcenar, Alexis o el tratado del Inútil combate, Madrid, Suma de Letras, 2000. 7 Raúl Gómez Jattin. Op. cit., p. 95. 8 Ibíd., p. 18. 108 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño Los amigos, incluso aquellos de la infancia, en cuya compañía sostiene haber aprendido que “La gran metafísica es el Amor”9 y aclara además en el mismo poema: “…Eso no me preparó para someter a la mujer sino para andar con un amigo”, están presentes a lo largo de casi toda su obra. Si bien es cierto que su poesía es reveladora, también se admite que es trasgresora de códigos estéticos convencionales y formales, es jocosa, denunciadora y violenta, pero en ella siempre está presente el tema del amor como el sentimiento vital de la condición humana. En la poesía de Jattin encontramos una diferencia entre el amor por el amigo y por el varón; a este último podríamos clasificarlo como erótico en tanto se refiere al cuerpo. En uno de sus poemas más ocurrentes denominado …Donde duerme el doble sexo10 (del que comúnmente ha llamado la atención la travesura imaginativa del narrador cuando “copula” con diversas especies animales, por ser jocosa o enferma, dependiendo de dónde se le mire), el poeta recuerda con su cópula a Walt Witman, diciendo al final del poema, –en un giro que además es inesperado porque de lo puramente sexual pasa al tema del amor–: “Hasta que termina uno por dárselo a otro varón/ Por amor/ Uno que lo tiene más chiquito que el palomo”. Estos últimos versos nos harían afirmar que se trata de un amor desprendido por completo del encanto material, de un poeta que va más allá de lo físico, de un amor no sujeto a lo corpóreo; pero no es completamente acertado afirmarlo en Jattin, ya que en el siguiente fragmento de “Íntimas preguntas”11 se obvia la vulnerabilidad del poeta ante la belleza física de un varón: “…¿De fornicación? /Ángel/ Y ni aún así/ pudo contrarrestar/ El cabrilleo de los ojos de Jorge…”. Este es un poema que habla sobre la ternura entre varones; Jorge es un hombre de espabilo irresistible, que enamora al poeta, que por lo demás está con- 9 Ibíd., p. 103. 10 Ibíd., p. 104. 11 Ibíd., p. 134. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 109 vencido de que es ángel y admite que su condición humana se atenúa ante los ojos de otro varón. Como en un solaz delator, Jattin explora en el homosexualismo y sensualismo de otros poetas o personajes literarios a los que admira; más que sugerir su condición homosexual, se trata de la mirada desprevenida y la palabra sin filtro moralizador del poeta cuando recurre a la mención de los otros para embellecer y fortalecer las imágenes que propone. Es claro además que Jattin los conoce, como su ávido lector; se refiere a Cesare Pavese (Escritor Italiano), Constantino Cavafis (poeta griego), Walt Whitman (poeta norteamericano) y Aquiles en su amistad con Patroclo (héroes del ciclo troyano). Podría decirse que el poeta no quiere sentirse solo, como el único hombre que ama o se deja seducir por otros varones. En Perpetuo agosto12 dice por ejemplo: A Cesare Pavese lo han calumniado Él no ha muerto Vive en una pequeña casa en la mitad de mi corazón alegre y hermoso festejando un perpetuo agosto con un amante juvenil y tierno” En Un probable Constantino Cavafis a los 1913: Esta noche asistirá a tres ceremonias peligrosas El amor entre hombres Fumar marihuana Y escribir poemas…” Y señala en Donde duerme el doble sexo14: 12 Ibíd., p. 138. 13 Ibíd., p. 139. 110 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño …Ese metérselo hasta a una mata de plátano Lo hace a uno Gran culeador del universo todo culeado Recordando a Walt Whitman. También en Homero15 cita: El cadáver de su amante mira Aquiles y se corta los cabellos y apartado y solitario llora… Ya nada tendrá Aquiles sino la muerte del amante en mitad de su joven corazón… Pero como ya se planteó, en este trabajo no se intenta exponer el amor por el varón exclusivamente desde una perspectiva erótica, porque es el error común en el que se incurre cuando se habla de un autor que admira, quiere o anhela a otros varones y más aún si es reconocido como homosexual. La sensibilidad o el amor por el mismo género no siempre deben asociarse con el homosexualismo; recordemos por ejemplo los señalamientos hechos a autores como Hermann Hesse, a quien claramente los hombres llamaban de manera poderosa su atención, escribiendo obras como Damián, Narciso y Goldmundo o Siddhartha, en donde la amistad infranqueable, el respeto y la admiración por otro hombre, han confundido a los lectores entre lo que es místico, contemplativo y loable y lo que es deseado sexualmente. Es propio de la cultura griega pensar en el amor por el varón y Jattin reconoce haberlo aprendido de uno de ellos: “Amor es algo que aprendí en Platón/ y en él quemé una larga adolescencia/ en la que casi siempre se mostró esquivo/ mas en ese tiempo no sabía de poemas…”16. Y este amor a veces es casto, porque en muchos casos el poeta no logra materializarlo y lo deja sólo entre sus sueños: “[…] eras 14 Ibíd., p. 104. 15 Ibíd., p. 164. 16 Ibíd., p. 132. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 111 íntegramente bello porque no toqué/ tu cuerpo aunque tu lo querías y yo también…”17. Es como si para el poeta el erotismo a veces dañara el amor, y lo embelleciera por el contrario, la abstinencia. En el mismo poema se escribe un verso que no sólo refuerza esta última idea de la contención, sino también que le da de alguna manera más fuerza al título a este ensayo: “Pero estaba demasiado enfermo para soportar/ la intimidad de tus caricias/ no hubieras conocido /en mí sino el temblor de un poeta y de su muerte”18. De igual forma en otro poema, Equilibrio19 Jattin sugiere: “Seres queridos/ De cuerpos intocados/ De pieles adoradas…”. De modo que no puede afirmarse completamente que en la poesía de Jattin el amor por el varón sea exclusivamente sexual o pretenda alcanzar la caricia o la cópula; es obvio que se refiere también en buena medida al amor fraternal o contemplativo que no se materializa. Aunque el compromiso en este trabajo es intentar dejar de lado el tema biográfico, es conveniente recordar que en la mayoría de los textos que se han escrito sobre Jattin lo más recurrente es la amistad, en la que viejos amigos del poeta hablan de sus encuentros y desencuentros con él. Uno de ellos es Rafael Salcedo al cual le compuso un poema denominado Que ellas perdonen a Rafael Salcedo; Jattin con una dulzura que es muy suya, asiente: Soy de la mujer y del hombre Me doblega una tierna virilidad Subyuga mi corazón una feminidad fortalecida en el arte aunque siempre he amado más al amigo… Al hablar del amor erótico por el varón, aparece el sentimiento fraternal porque es una temática recurrente en la poesía de Jattin, con hombres y mujeres, al igual que el sexo con ambos géneros, aunque con una cierta inclinación más efusiva por el varón. Al respecto, José 17 Ibíd., p. 141. 18 Ibíd., p. 141. 19 Ibíd., p. 140. 112 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño Antonio de Ory en un artículo titulado “Raúl Gómez Jattin, el príncipe del valle del Sinú”20 dice: “Los poemas Del amor son los de un erotismo pansexual que ni se sabe transgresor ni quiere entender de límites o denominaciones. Están ahí sus amores con mujeres imponentes y con hombres viriles, sus escarceos de niño con empleadas domésticas rebosantes de lujuria, las iniciaciones, compartidas con los amigos, con burros y gallinas”. Algunos poemas rememoran encuentros sexuales con mujeres, pero no se analizarán aquí, simplemente se citarán por si algún lector quisiera conocerlos. En varios de ellos por cierto, el encuentro sexual con la mujer se refiere a recuerdos de niñez o juventud y hay una serie de expresiones licenciosas para hablar de los genitales o del encuentro mismo. Se pueden citar por ejemplo: “Polvos cartageneros, Pero no me lo daba y Venía del mercado excitada y dispuesta.”21 No se debe decir que Jattin en sus poemas es más loable con el varón, también la mujer hace parte importante de su obra porque está en su corazón. Hay uno en particular que toca la fibra interior femenina porque en él, Raúl sutilmente propone que en el amor quien hace cosas memorables es el varón. No es que en este poema desconozca la capacidad amorosa de la mujer, más bien se trata de un juego de palabras que habla del cortejo erótico entre varones como iguales. El poema se llama Ella se lamenta22. Me hubiera gustado ser varón para poseerte Para darnos trompadas en señal de ternura y de fidelidad Para ponerme las botas de capataz y cabalgarte desnudo Para amenazarte con un revólver 20 José Antonio de Ory, “Raúl Gómez Jattin, el príncipe del Valle del sinú”. Revista de Nueva literatura. Año N° 6. #34. 2001, pp. 51-56. 21 Raúl Gómez Jattin, Op. cit., pp. 135, 143, 146. 22 Ibíd., p. 108. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 113 Pero yo Una mujer Una simple mujer Qué puede hacer de memorable en la prosecución de un amor? La capacidad creadora de Jattin trasciende los límites de lo descriptivo, estableciendo metáforas hermosas entre las formas del mundo y los hombres. Como en El mes adolescente23, poema que particularmente llama la atención por la metáfora que logra establecer entre el mes de abril, venerado y adorado por los poetas y un adolescente deseable. Es como si el abril que llega se metamorfoseara en el mancebo que se acerca con toda su belleza virginal piel de esmeralda y en él (es decir el mes porque como ya se ha dicho es una metáfora) el poeta pretende derramar “la leche agria del amor que ha esperado”. Este poema debe ser citado porque como se ha dicho, realiza un juego de palabras entre el hombre adolescente y admirable y el mes de abril; ambos poetizables y hermosos para Jattin. También se puede hablar en este ensayo sobre la soledad del alma del poeta azuzada por el recuerdo de un hombre amado, como en Morir a solas24: “Un destino previsible me separó muy pronto/ de ese compañero de escuela en la ciudad/ que no sabe de su ausencia en este mar de blancura”… o en Entre primos25 donde el narrador recuerda la niñez compartida con un pariente suyo, cuando se mostraban el cuerpo con malicia, acompañados de la bicicleta, la cometa y hasta el amor compartido. Se deduce no sólo el recuerdo del amado sino también la soledad en la que ha quedado sumergido el poeta producto de su abandono: 23 Ibíd., p. 83. 24 Ibíd., p. 132. 25 Ibíd., p. 137. sumergido el poeta producto de 114 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño Raúl Jattin RaúlGómez Gómez Jattin …Hay una tristeza en el perfume que me hiere como si tú caballero escarlata Me hubieras olvidado Como si tú mi primo enamorado y tierno de repente hayas decidido abandonar donde te encuentres todo aquello sentido y ocultado… En este sentido igualmente se puede citar: Después de esos días de parranda26, poema en el que al final de sus versos el narrador se pregunta: “… ¿Por qué oh dios de los varones/ siempre nos niegas al más bello?”. En él se describe la belleza física de un joven de boca púrpura y nariz perfecta, que el narrador ha conocido en una parranda y debe resignarse a abandonar una vez ésta se acabe porque pertenece a otras distancias y costumbres. r: “Después de esos días que de puede concluirse que en el alma del poeta quedan De manera rsos el narradormuchas se pregunta: soledades, por los amores idos, furtivos, recordados, consumados obello?”. inconclusos. nos niegas al más En élEs un poeta que lo ha vivido todo en el amor, desde lo corporal y verdadero, hasta lo ensoñado. Las metáforas de Jattin ca púrpura y nariz perfecta, que tocan la fibra interior del lector que ha amado y que sabe que el amor ebe resignarse a abandonar una se relaciona con el cuerpo, la sangre y el alma y que en él todos somos stancias y costumbres. tan frágiles como náufragos. Estos versos de Jattin nos describen la amplitud de su amor por el varón: vidado alma del poeta quedan muchas , recordados, consumados o o en el amor, desde lo corporal y de Jattin tocan la fibra interior del r se relaciona con el cuerpo, la 26 Ibíd., p. 144. 15 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 115 Afianzada en tu voz genital En el giro del carruaje perla y rosa a toda máquina llevándoteme a tu paraje entre algodonales y pájaros y cebúes sagrados Va mi ilusión de un futuro compartido cuerpo a cuerpo que la trama de fatales hechos y el tiempo transcurrido desbordan contra mí como una copa de sexual veneno Qué más quieres hermano de mi sangre si ya estás dentro de mí y lo que escribo Como si fueras mi último aire El velero que pasa por un náufrago en sueños No soy de ti pero tampoco me pertenezco Soy de esos momentos que habitas incluso con violencia Pero la herida es tuya Y el dolor que te imagina olvidándome.27 El amor salva al poeta, incluso de sí mismo; llega intempestivamente para alejar su amargura, como en aquellos versos donde conoce al mancebo que lo rescata del sol que es su enemigo y le permite acostarse en su hamaca que es el lugar desde donde se contemplan las estrellas o se descansa en las tardes de calor, es la cama que comparte con ese amor que bien podría llamarse Príapo. …Hoy estás allí en la intimidad de mi hamaca tendiendo como un fauno priápico y soñoliento el cuerpo de tu virilidad entregada No te amo demasiado pero te necesito más que al poema.28 27 Ibíd., p. 122. 28 Ibíd., p. 147. 116 En los reinos del temblor / María Carmenza Hoyos Londoño Después de leer la obra de Jattin puede concluirse que su amor por el varón es como él mismo lo diría un “lindo amor”; está revestido de intereses, noblezas, soledades, placeres y bellezas similares a las que ocurren entre hombres y mujeres. El siguiente fragmento casi podría considerarse como una síntesis de su propuesta estética, que de seguro es involuntaria porque hace parte de su sensibilidad y no representa un deseo expositivo, de lo que es su amor por el varón, por el amigo o por aquel que se desea eróticamente. …Creí morir de alegría al verte amor mío Al verte se me reventó el alma ante tus ojos Lindo amor Te quiero como el carajo Soy un varón de palabra Te quise desde que nos conocimos junto al río con esas mismas camisas Amigazo de siempre Amigazo de mi vida entera Eres un varón del putas Yo también…29 Así es como asistimos al final del rastreo del amor por el varón en la obra de Jattin, en donde: …Está el jardín oloroso a sudor masculino a saliva de besos profundos que anhelan desatar el torrente del deseo en su cima y que fluyan las savias y que descansen los cuerpos…30 29 Ibíd., p. 116. 30 Ibíd., p. 152. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 117 Bibliografía Amaral, Pedro Augusto. “Raúl Gómez Jattin: irregularidad y razón poética”. Revista de cultura #65. Fortaleza Sao Paulo. Septiembre-octubre de 2008. http://www.jornaldepoesia.jor.brag65jattin.htm Columnas periodísticas: columna de jueves 12 de junio de 2008. http://idejeguz-coles. blogspot.com De Ory, José Antonio. “Raúl Gómez Jattin, El príncipe del Valle del Sinú”, Clarín: Revista de nueva literatura, año 6, Nº 34, 2001, pp. 51-56. _________. Ángeles Clandestinos. Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2004. Fiorillo, Heriberto. Arde Raúl, Bogotá, 2003. Gómez Jattin, Raúl. Poesía 1980-1989. Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1995. Yourcenar, Margarite. Alexis o el tratado del inútil combate. Madrid, Suma de Letras, 2000. III. Producción de estudiantes 121 El teatro, una herramienta de lectura clínica Eliza Kratc Gil* Contorsionista - Alberto García-Alix, 1997 * Estudiante de 10º semestre de psicología de la Institución Universitaria de Envigado. Este texto fue elaborado a partir de la monografía Contorsionista, Alberto García-Alix, 1997para optar al título de Psicóloga. 122 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil Resumen El proyecto de identificación de organizaciones de significado personal desde la perspectiva cognitivo postracionalista, presenta una búsqueda y creación de una ruta metodológica a través de escenas teatrales, obras escritas y cuentos como herramientas narrativas. Este proceso se realizó con un grupo de nueve niñas entre los siete y once años de edad, del Hogar Infantil Club Rotario de Envigado, institución de protección al menor. El desarrollo del proyecto tuvo una duración de ocho meses de praxis continua, que posibilitó hallazgos significativos a la luz de la teoría y la construcción de nuevas herramientas diagnósticas, que amplían el espectro de la experiencia subjetiva y acercan al niño desde las narrativas particulares puestas en escena, al lugar de encuentro del psicólogo y la subjetividad del niño. Palabras clave: niño, teatro, escena, organizaciones de significado personal, apegos, familia, experiencia, ipseidad, trama narrativa, coherencia interna. Abstract The Identification project of Personal Significant Organizations from the cognitive prostration, presents a search and creation of a methodological route through theatrical scenes, written works and tales as narrative tools. This process was made with a group of nine girls between the ages of seven and eleven years of age, from the Infants Home Rotary Club of Envigado, institution for the protection of the minors. The development of the project had a duration of eight months of continuous action, which made possible significant findings to the light of theory and the construction of new diagnostic tools, that amplifies specter of the subjective experience and get closer the child from the particular narrative proposals in scene, to the encounter place of the psychologist and the child’s subjectivity. Key words: Child, tether, scene, organizations of personal significance, attachments, family, experience, ipsedixiy, narrative plot, intern coherence. 123 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 No se dramatiza lo que se quiere sino lo que se puede Lebovici Introducción Este texto presenta una síntesis que conjuga elementos epistemológicos, metodológicos y prácticos acerca del teatro como método diagnóstico, sujeto a la teoría narrativa, y un acercamiento a la experiencia de investigación desde el enfoque cognitivo postracionalista. El teatro posibilita acceder a la experiencia del niño y es la herramienta al servicio del clínico, para leer desde otra forma narrativa las experiencias relatadas por el sujeto. El lenguaje de la representación escénica permite al niño verbalizar aquellos acontecimientos que por su carga emotiva no puedan ser expresados fácilmente en espacio clínico, tal y como lo presentan los niños de la muestra, quienes describen que existen acontecimientos que suelen ser dolorosos por la huella que han dejado en sus vidas, y es más sencillo presentar la historia de vida desde un cuento u obra teatral. Una de las niñas de la muestra dice: “Es mucho mejor contar lo que a uno le pasa en una obra de teatro, porque de ese modo nadie se de cuenta de que eso le sucedió a uno, como en las películas o las novelas.” Tessa Daley considera que: “Simbolizar sentimientos y experiencias a través de imágenes puede constituir un medio de expresión y de comunicación más poderoso que la descripción verbal, y al mismo tiempo, es capaz de hacer que tales sentimientos y experiencias se vuelvan menos amenazadores”1. Aunque el teatro es un género literario, dramático, circunscrito al campo del arte, sin embargo en este trabajo se amplía esta concepción y se muestra cómo este género se puede constituir en una herramienta no de actores, sino de personas comunes que narran historias. 1 Dalley Tessa, El arte como terapia, Barcelona, Editorial Herder. 1984. p. 28. 124 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil Aunque en el ejercicio de la clínica existen ciertas formalidades, donde el paciente es un sujeto que narra de forma oral sus experiencias, sería de considerable riqueza posibilitarle, en especial al niño, la forma de recrear, simbolizar y representar escenas de la historia de vida que han afectado el curso normal de la existencia. Por esto, el dispositivo teatral funciona no sólo como lúdica, sino como espacio creativo donde el niño pone en escena las situaciones más predominantes de su experiencia para que el profesional pueda hacer una lectura diferente de la sintomatología, los significados, las formas de relación vincular del sujeto y la génesis de la problemática psicológica. A partir de estas consideraciones se llega a la pregunta que orienta este trabajo de investigación: ¿Cómo caracterizar las Organizaciones de significado personal desde la perspectiva posracionalista a través de la construcción y representación de escenas teatrales en niñas entre los 7 y 11 años del hogar Infantil Club Rotario de Envigado?2 No se pretende con esta propuesta desvirtuar el rol del psicólogo y la forma de diagnosticar, sino que, más bien, esta herramienta sería la posibilidad de un nuevo espacio de observación y lectura de la subjetividad. Esta prueba piloto llega hasta una fase descriptiva, desde la implementación de una serie de herramientas dramáticas como lo son el bombardeo3, la escritura dramatúrgica de un guión teatral, la escritura de un cuento, e improvisaciones individuales y colectivas, para intentar llegar a un diagnóstico inicial sobre el tipo de relaciones vinculares que hay en esa muestra seleccionada y darle un sentido desde la teoría señalada a los comportamientos escolares de la muestra seleccionada. Aunque la orientación epistemológica que guió esta prueba piloto es cognitivo postracionalista, para comenzar a hablar de postracionalismo 2 Esta es la pregunta de investigación que corresponde al trabajo de grado para optar al titulo de psicóloga, “Proyecto de identificación de organizaciones de significado personal a través de escenas teatrales, desde la perspectiva cognitivo postracionalista en niñas entre los 7 y 11 años del Hogar Infantil Club Rotario de Envigado”. 3 Técnica teatral en la que un sujeto en escena asume un rol neutro y los sujetos que participan de este ejercicio se ubican alrededor en un círculo, para presentarle situaciones dramáticas a partir de una palabra (critica, castigo….) una improvisación Katharsis 6, julio-diciembre 2008 125 es necesario aclarar que el término no alude a una teoría que excluye elementos cognitivos que componen los procesos psíquicos, sino que, por el contrario, tiene una concepción integradora de los elementos racionales con lo emocional, otorgándole mayor énfasis a lo emocional como medio de conocer y acceder a la realidad, ya que unidos permiten generar una construcción de la realidad desde otras formas de procesar y dar significado a los pensamientos y a las experiencias. Por esto, la perspectiva de Vittorio Guidano permite analizar ciertos aspectos de la experiencia humana a partir de las formas de organización de las vivencias y del significado que se le dan a éstas dentro de la trama narrativa, ya no como formas diagnósticas sino como procesos que vinculan la emoción, el comportamiento y la razón para asumir las vivencias. Este proceso centra también su mirada en las formas en que las niñas se vinculan en la etapa escolar (para este caso, desde los 7 a los 10 años), y la incidencia que tuvo la relación con la figura vincular y el cuidador primario, en la formación de cada organización de significado personal. El trabajo de indagación con los niños a partir de la técnica teatral puede ser un medio para llegar a las experiencias más significativas que se han ido vinculando a la trama narrativa particular, pero que por la vía del diálogo terapéutico se hace más complejo, por lo cual se considera parte primordial en este proceso las técnicas que desde la representación, el teatro, la expresión corporal, y la escritura dramática el niño pueda exteriorizar lo que piensa y siente. en la que el sujeto neutro tenga que reaccionar ante la actuación de los actores le propongan. Este ejercicio no tiene tiempo de preparación, se actúa sin previos acuerdos y se pone en acción la pericia de los actores para responder ante el bombardeo de situaciones que le propongan. Aquí la subjetividad carece de defensas psíquicas para reaccionar, se ponen a prueba las representaciones y reacciones más primarais del sujeto. 126 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil Un camino breve, muchos hallazgos A partir de Rosa negro escarlata, obra teatral escrita y representada por Eliza Kratc, se comienza a explorar durante dos años las posibilidades que ofrece el teatro para exponer los conflictos humanos relacionados con la sexualidad, con la mujer en las relaciones de pareja, con la pregunta por el deseo y por la existencia, donde se dilucida que el teatro encierra una herramienta cargada de riqueza, ya que el sujeto puede reconstruir sus significados personales. Esta es una propuesta pertinente dentro del contexto actual de la clínica infantil, ya que brinda mayores elementos para un acercamiento lúdico a la creatividad y a la comunicación intersubjetiva y vincular, de una manera más sencilla para el niño. De igual modo, permite diseñar propuestas de intervención familiar, partiendo de los elementos que están afectando la coherencia interna del niño. Esta herramienta amplía el espectro diagnóstico del psicólogo clínico, y le da la posibilidad de nuevas formas de abordar el síntoma. Una herramienta clínica, el teatro Hablar de teatro en psicología quizás pueda causar desconfianza, en tanto pueda parecer una herramienta carente de cientificidad, lo cual es cierto y por ende requiere de rigor investigativo para generar conocimiento dentro de las convenciones técnicas que acompañan el diseño metodológico y su aplicación en el campo de las ciencias sociales. Teniendo en cuenta la muestra seleccionada y el ambiente escolar en el que se desempeña, el teatro se convierte en el aliado del niño, ya que es una actividad lúdica, que brinda la posibilidad de resignificar aquellos acontecimientos vergonzosos o dolorosos, que salen a escena en forma de personajes e historias cargadas de fantasía e imaginación. Por ello, se privilegió esta herramienta, que no corresponde a los lineamientos dramáticos ya preestablecidos en el paradigma “Stanislavskiano”, pero que retoma elementos de la dramaturgia, el psi- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 127 codrama Moreniano y las narrativas de Jennifer Freeman. Psicología y teatro se fusionan para descubrir un mismo objetivo, la experiencia del sujeto y la forma en que las significa. Las herramientas narrativas y algunas del psicodrama Moreniano aportan valiosos elementos teóricos que permiten pensar en el cuerpo y la representación como formas de estar con el otro y de llegar a la intimidad de la experiencia individual. Lo dramático, según Eduardo Pavlovsky, “A veces reemplaza la palabra como medio resolutivo de interpretación ya que vehiculiza la formulación interna que el terapeuta se ha hecho internamente”.4 Y fue de este modo como las nueve niñas de la muestra entregaron no solo elementos cotidianos, sino la narración de experiencias muy significativas, como abusos sexuales, maltrato físico y psicológico, y duelos por la pérdida de alguno de sus seres queridos. Así, por ejemplo, en uno de los casos, una niña con retraso cognitivo narra desde las acciones teatrales sus vínculos familiares atravesados por el maltrato psicológico. El análisis de las construcciones dramáticas generaron sorpresa en las madres y directivos de la institución que evidenciaron cómo desde las escenificaciones los contenidos más reservados, “olvidados” y encubiertos por la familia, que gritaban la verdad del niño, sus emociones, sus quejas, sus síntomas, sus temores más profundos y sus realidades significativas salieron a flote. Es por esto que la visión postracionalista de Vittorio Guidano se adapta a esta metodología, en tanto incluye una multiplicidad de parámetros emocionales, racionales y procesuales, que permiten dilucidar referentes significativos asociados a la construcción desde las organizaciones de significado personal como los son, la dápica, la fóbica, la depresiva y la obsesiva5, estas plantean formas diferentes en las que el sujeto da explicación a su realidad y se 4 Eduardo Pavlosky, Psicodrama, Cuándo y por qué dramatizar, Madrid, Funda­ mentos, 1981, p. 36. 5 DÁPICA: la calidad del vínculo familiar está lleno de ambigüedades, este es el caso del sujeto dápico, en quien las emociones nunca se expresan directamente. Es por esto que es difícil para un niño percibir cuándo es querido y cuándo no, porque nada es expresado directamente. Fácilmente el niño identifica que ser querido es 128 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil conforma a partir de la relación vincular con la figura de apego, en la dinámica de relaciones sea desde el rechazo, el reconocimiento desde la perfección complaciente, la constricción por el exceso de protección, o el abandono, y generalmente incluye una gama de emociones predominantes en el sujeto. corresponder a las expectativas del padre e identificarse con la imagen que el padre quiere de él. En esta categoría no hay emociones precisas que se diferencien. Lo que se diferencia es un sentido de sí mismo muy oscilante y que es definido solamente cuando uno tiene la sensación de corresponder a las expectativas de los otros. Las expectativas percibidas en el otro significativo se vuelven el sentido de sí mismo. Es la categoría de significado Dápica, que significa desórdenes alimentarios psicogénicos: la anorexia, la bulimia, la obesidad en los que el reconocimiento y la definición del sí mismo está dada por un concepto externo. FÓBICA: La temática central de esta organización de significado personal –según se orienta hacia el control del equilibrio dinámico entre dos necesidades opuestas–, es la necesidad de ser adecuadamente protegido y suficientemente libre e independiente en un mundo percibido como potencialmente peligroso. Esta organización de significado personal se caracteriza por un sentido de sí mismo ligado a la modalidad de pensamiento notablemente concreta, con bajos niveles de abstracción, donde el miedo que es la emoción básica de esta organización, constituye un constante refuerzo del apego, dado que un niño asustado tiende a bloquear el comportamiento exploratorio inducido por la curiosidad y a buscar la proximidad y el contacto con la figura protectora percibida como base segura. Los padres ponen al niño frente a la conducta exploratoria, esto no lo hace directamente desde la prohibición sino que le presenta el mudo como amenazante, y le hacen sentir que necesita de una adecuada figura de protección para sentirse mucho más seguro. DEPRESIVA: La temática central de esta organización de significado personal es la soledad y el sentido de la pérdida real o imaginada sobre el cual recae la culpa. No necesariamente tiene que ser pérdida física, sino también pérdida psicológica, por eso también se debe tener en cuenta la relación antes, durante y después de la pérdida. Los padres del niño depresivo realizan altas exigencias en lo académico y lo social, pero sin darle un soporte emocional lo suficientemente seguro para que él asuma dichas circunstancias. Son aquellos padres que esperan la final del día excelentes notas académicas pero sin habérseles dado un apoyo o acompañamiento suficiente, y si esto resultados no llegan el rechazo y aun la violencia como forma de castigo es bastante fuerte. Logrando un incremento en la baja autoestima ya que su si mismo se ve ambivalente ante los esfuerzos que hace y las respuestas y refuerzos externos que obtiene por parte de los padres. OBSESIVA: Álvaro Quiñones plantea las siguientes características de esta organización de significado personal obsesiva: los niños obsesivos suelen ser aislados en el aspecto social con pocas relaciones afectivas, son niños bastante brillantes en lo académico, pero esto no para satisfacer expectativas exteriores sino como parte de su programación interna. Según el tipo de apego pueden llegar a parecer hiperactivos o demasiado desatentos sin embargo pueden poner atención a quienes ellos deseen. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 129 Los procesos llevados a cabo permitieron a los directivos del Hogar Infantil, una comprensión diferente acerca de las conductas de las niñas, un diagnóstico primario con una gran riqueza de datos, ya que no eran los padres quienes daban explicaciones ambiguas sobre los comportamientos de sus hijas, sino que era en el ejercicio teatral donde se expresaban malestares, conductas aprendidas en la relación vincular y la génesis de muchas de esas conductas que afectan el vínculo pedagógico. Premisas de una herramienta… Hallazgos significativos Para identificar las variables dependientes, como las características de la relación vincular, se construyeron ejercicios dramáticos colectivos e individuales bajo la modalidad de monólogos, unos provenientes de premisas dramatúrgicas propuestas desde la Academia teatral de Antioquia, la Escuela Superior de artes Débora Arango, y desde la teoría del psicodrama. A partir de estos referentes se pudieron crear, dirigir e interpretar las historias teatrales con base en ejercicios dramáticos de caracterización, tales como diálogos entre madres e hijas, monólogos sobre diversos ideales, creaciones o construcciones colectivas, planteamiento de preguntas sobre ¿cómo voy a vivir ahora? Ejercicios dramáticos cuyo propósito era la identificación de aspectos generales de la relación vincular y organizaciones de significado personal a través del trabajo colectivo. Los ejercicios implementados fueron: bombardeo, ejercicio teatral de creación colectiva, construcción y representación de guiones teatrales y cuentos individuales para la identificación de organizaciones de significado personal y apegos. Bajo unas premisas que principalmente evitan inducir a un tema particular, sólo se parte de unos parámetros introductorios basados en una temática abierta: “una familia cualquiera”, sobre la cual cada niña crea una historia. Posteriormente, se hace un montaje de cada uno de los guiones y una lectura dramática de los cuentos. 130 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil Aunque cada caso evidenciaba desde los guiones teatrales características vinculares de cada niña, y la forma como describen su realidad familiar, aun desde propuestas llenas de fantasía como recurso para narrar historias, particularmente hay algunos casos que dejan una huella significativa que posibilita más estudios y la necesidad de profundizar en este tipo de experiencias, se trata de los guiones: El robo de un ser querido y Amor y reconciliación, los cuales se producen como resultado de una premisa en la que se plantea la construcción de una obra teatral, donde es el niño quien construye la historia de “una familia cualquiera”. Mi obra de teatro Esta es la oportunidad para que seas tu quien escribas y dirijas tu propia obra de teatro, podrás ser dramaturga, directora, y actriz de tu propia creación, usa toda tu imaginación. Sigue las siguientes instrucciones: la historia que hagas es so�������� bre una familia cualquiera. A. Escoge el tema central de esa familia B. Escoge los personajes y ponles a cada uno: Nombre: Edad: Característica especial: C. Construye las escenas de la historia, por ejemplo: I ESCENA Todos aparecen en la sala de la casa y comienzan a hablar sobre Julieta. La mamá cuenta que la hermanita menor se enferma. 1. Escribe el comienzo, conflicto y final de la obra. 2. Escribe el libreto de cada uno de los personajes, lo que tiene que decir y no olvides que todos deben participar. 3. Cuando esté escrito el libreto, comienza el montaje de la obra, tú y solo tú escoges los personajes, el vestuario que necesitas, el maquillaje y la escenografía. Recuerda que también debes actuar dentro de tu obra de teatro. 4. Presentación de la obra. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 131 Los criterios para identificar o diagnosticar las formas de relación vincular de las niñas consideran tres aspectos básicos, que se analizan dentro del guión que el niño construye. Estos aspectos se analizan con respecto a la vida real del niño, pero la mirada del psicólogo clínico debe detenerse en el guión y la escena, específicamente, para observar e interpretar de qué manera el niño, en posición de autor y director de una obra teatral, pone en juego de roles las características que le otorga a cada personaje, así: Trama narrativa: forma en que la niña narra, aquí se observa la coherencia y cohesión con respecto a la linealidad de la historia, es decir, el comienzo, el conflicto y el final del guión, y las relaciones entre los personajes. Relación vincular: otredad (roles en los que el niño pone al otro), mismidad (en qué lugar se ubican); coherencia interna, tipo de apego (según las formas en que se relacionan los personajes), temática central emocional a lo largo de la historia. Análisis dramático: se analiza el título con relación a la temática central de la organización de significado personal de la niña y el tipo de apego, los personajes que crea y el tipo de relaciones que asumen entre ellos. Cómo es el comienzo, alrededor de cuál temática se anuda el conflicto y cómo resuelve el final, según el caso. Se observa el tipo de conversaciones que le imprime a cada personaje, las actitudes que les impone, el tipo de trabajo, o rol que debe asumir los personajes que crea. Estos aspectos, unidos a la pericia del psicólogo clínico, quien debe aprovechar todos aquellos elementos subjetivos emergentes del discurso del niño, conforman un conglomerado de información sobre el sujeto, que le dan una idea global de la sintomatología, cogniciones, emociones, percepciones e ideales, y aspectos significativos de la anamnesis del niño. Se presentan algunos de los hallazgos más significativos en tres guiones que evidencian la organización de significado personal de las 132 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil niñas y la explicación a muchas de las conductas disfuncionales de las niñas que crearon los siguientes guiones teatrales: Reconciliación El guión La agresión, forma de cohesión familiar se caracteriza porque la temática central es la agresión, única forma de vincularse. Los personajes de esta historia están todo el tiempo en conflicto, y finalizan con el mismo conflicto, el amor lo escenifica desde el maltrato y la trama de sus cuentos y obras nunca tiene un comienzo o un final. El conflicto es permanente y queda siempre abierto, pues según ella “las cosas nunca se mejoran, antes bien tienden a empeorarse”, éstas características narrativas indefectiblemente hablan de unas dinámicas familiares que crearon este patrón de vinculación, donde la disfuncionalidad conforma la cohesión familiar. La organización de significado personal que se identifica es dápico-fóbica, y el estilo de apego según Guidano es Coercitivo activo, con estrategias de vinculación punitivas. Durante las improvisaciones en las que actuaba los personajes que ocupa son de reconocimiento, pero desde la coerción y estrategias agresivas, en esto halla una ganancia de reconocimiento en tanto la organización de significado personal dápica necesita del reconocimiento de las demás personas pero lo logra de manera disfuncional. Estos hallazgos clarifican muchos de los comportamientos que dentro de la institución eran inadmisibles y que como consecuencia la llevaría a la expulsión del Hogar Infantil; pero al encontrar un argumento basado en la forma de relación temprana donde la familia le enseña a la niña a vincularse a través de la agresión, el diagnóstico cambia, ya no es una niña oposicionista, desafiante. Estos hallazgos insinúan que se debe adelantar un trabajo con la familia para mejorar la calidad de los vínculos afectivos en el hogar y, por ende, para mejorar la calidad del vínculo pedagógico. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 133 Una enfermedad: “El reconocimiento y la seguridad están en el síntoma” En el caso de una niña con organización de significado personal fóbica se encuentra que el síntoma físico une a la familia y las vinculaciones se establecen a partir de la enfermedad en sus miembros, aunque éstas no sean de origen orgánico. Luigi Onnis, teórico sistémico, plantea que el síntoma, desde la teoría postracionalista, es lo que no se puede explicar de la experiencia a través del lenguaje y sus significados y la única una forma de comunicación expresable es un malestar que habla del individuo que lo padece y del contexto en el que se mueve, lo que no requiere de una acción reparativa sino de resignificación del nudo de malestar conformado por componentes biológicos y emocionales, los cuales son comunicantes de un sujeto y su contexto.6 En este sentido, se puede evidenciar desde el título Una enfermedad, la historia de una familia alrededor de una hija enferma, y cómo logra el reconocimiento de toda la familia desde el síntoma que finalmente no tiene origen biológico. De hecho, en sus actuaciones, los roles que ella interpreta son personajes indefensos y con alguna dolencia mediante la cual logra que interactúen con ella las compañeras de escena. Esto corresponde a una característica de la organización de significado personal fóbica en la que las estrategias pasivas como sintomatologías inorgánicas hacen parte de las formas para lograr ser legitimada por la figura vincular, en este caso la madre, de quien la niña refiere no recibir la suficiente atención. 6 Luigi Onnis. La palabra del cuerpo psicosomático y perspectiva sistémica. Barcelona, Editorial Heder, 1997, p. 24. 134 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil Para lograr cierto rigor en la investigación, el referente metodológico más importante para verificar que el teatro se puede contemplar como herramienta clínica, es Jennifer Freeman, quien define la narrativa como posibilidad de resignificar acontecimientos en el niño, quien por su incapacidad de escucha del otro o por no ser tenido en cuenta por sus padres o figuras vinculares, resulta ser importante en el acto curativo. El término narrativa implica escuchar y contar o volver a contar historias sobre las personas y los problemas de su vida. Ante problemas y a veces potencialmente externos, la idea de escuchar o contar historias puede parecer algo trivial. Cuesta creer que en las conversaciones puedan configurar realidades nuevas. Pero así es, los puentes de significado que construimos con los niños ayudan a que produzcan avances curativos y a que estos no se marchiten y se caigan en el olvido.7 El robo de un ser querido: “Abuso sexual paterno no manifiesto que se hace latente en la figura del secuestro” En el guión el Robo de un ser querido, se logra expresar el abuso sexual por parte del padre. La trama narrativa evidencia el momento en que la niña tenía una concepción de un hogar seguro y funcional, situación que le brinda suficiente protección al ser una niña con organización de significado personal fóbica, donde la temática central es la necesidad de protección. Progresivamente narra cómo un familiar, un tío en este caso, intenta secuestrarla, y es precisamente al finalizar la historia donde se evidencia que existe una situación conflictiva, en la cual el padre es el único que no perdona. Éste es el recurso que la niña emplea para contar la única situación que no perdona, aún siendo éste parte de su familia “perfecta” como la hace ver entre sus compañeras. 7 Jennifer Freeman, Terapia narrativa para niños. Aproximación a los conflictos familiares a través del juego, Barcelona, Paidós, 2001. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 135 En este guión, la niña crea figuras simbólicas que pesan sobre el significado que le da a cada miembro de su familia dentro del conflicto que vivió en silencio. Desde el guión teatral se pudo evidenciar cómo la madre llega a “salvarla” (en el personaje de Ejércitos de mujeres) de los constantes abusos del padre a la salida del colegio. Se puede observar que la niña no se ubica en el rol de niña abusada; por el contrario, caracteriza un personaje de bajo perfil que no interviene mucho en la escena. Y esta es una de los rasgos del trabajo dramático, los niños no se ubican como protagonistas de su historia, prefieren tener personajes que estén en la periferia de la escena para no ser detectados en su propia historia. La niña ordena los acontecimientos en una secuencia objetiva, es coherente y crea historias paralelas para distraer al lector de la verdadera intencionalidad que tiene, expresar lo que le sucedió. Esta capacidad de ordenamiento de los acontecimientos posibilita que la experiencia inmediata pueda adquirir consistencia con respecto a la coherencia interna, esta capacidad de ordenamiento funciona como una estructura de una novela donde hay comienzo conflicto y final y posee una estructura que se adapta a la realidad del sujeto y esto corresponde a la capacidad evolutiva del lenguaje subjetivo. Esto evidencia que desde la narrativa esas situaciones que se traen en forma de personajes permiten visualizar no solo la elaboración interna de las experiencias de las niñas sino también resignificarlas desde la narrativa. Amor: “Un guión sin palabras, una familia sin amor” Este texto fue elaborado por una niña de 11 años de edad con retraso cognitivo e inmadurez psicológica, para escribirlo necesitó un lazarillo, es decir una compañera de clase le ayudó a escribir lo que iba pensando, ya que no sabe escribir. Su texto no tiene palabras, los personajes sólo actúan bajo las órdenes de una madre que dispone todo, llama la atención, lleva y trae a las hijas a la escuela (que no es más que su propia historia). No tiene coherencia ni cohesión el texto, no hay tem- 136 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil poralidades definidas, y los personajes sólo ocupan una posición servil en la familia. No hay elementos de fantasía y la estructura es plana, no hay conflicto solo una cotidianidad marcada de acciones repetitivas. A partir del modo de narrar, de construir personajes, de la falta de argumentos y la poca capacidad de crear tramas, se ubica el psicólogo clínico frente a un cuadro de dificultades de lenguaje y pensamiento, y a la vez obtiene información sobre la vida familiar de la niña que desde el discurso oral no logra comunicar. Lo anterior puede evidenciarse desde el guión teatral que narra, y en el cual se puede observar que la única forma de interacción de las hijas con la madre es hacer lo que ésta ordena, no el amor que la niña intenta mostrar y que finalmente no aparece. Este tipo de apego forma una organización de significado personal basada en una temática de rechazo, indiferencia por parte de la figura vincular y un distanciamiento afectivo que solo se logra disminuir en la niña desde las acciones complacientes y de cuidado hacia la madre, pero logran un oscilación continua entre rabia, angustia y melancolía mientras lucha por conseguir ese reconocimiento por parte de las figuras vinculares. Conclusiones Las niñas logran –después de una explicación sobre las bases fundamentales para realizar un esquema dramático– construir sus guiones teatrales, y luego en el análisis que se hace se encuentra que esa “supuesta familia cualquiera” termina por ser la propia, estos son los títulos de los textos creados durante el proceso: • • • • • • Reconciliación Las hormigas hadas La muerte Una enfermedad El robo de un ser querido La muerte de un ser querido Katharsis 6, julio-diciembre 2008 137 • El río mágico • La casa embrujada • Amor Después de ocho meses de investigación, a partir del material producido por las niñas (seis guiones teatrales y tres cuentos), y del sustento teórico de Vittorio Guidano, se logra hacer una lectura en la que lo teórico habla por lo práctico, y le da un sentido claro para concluir lo siguiente: 1. Los ejercicios teatrales, unidos al enfoque cognitivo postracional, permiten identificar las organizaciones de significado personal, apegos, relaciones vinculares, maltrato psicológico y físico. 2. Los ejercicios teatrales no pueden predeterminarse más que por la premisa, es decir, la idea no es que el sujeto haga una representación de una obra teatral preexistente, por el contrario se trata de que él cree y estructure su experiencia desde la escena, sin la imposición de temáticas subjetivas del investigador sino partiendo de premisas objetivas o situaciones cotidianas que planteen la resolución de una situación en la que se pueda evidenciar la estrategias de la organización de significado personal. En la escena, es posible detectar la resignificación de la pérdida física o imaginada, en el caso de las niñas con significado depresivo y fóbico, ya que el sujeto usa como pretexto la escena para evidenciar lo que siente y piensa actualmente según el momento de duelo que se encuentra asumiendo, esto se evidencia en el tratamiento que se le da a las pérdidas que siempre aparecen en escena, sea en la forma de muerte en el caso de las niñas con significado depresivo y un incesante “que pasaría si se muriera…” en el caso de las niñas con significado fóbico. 3. La fantasía, como elemento de lo narrativo, transforma la experiencia inmediata, permitiendo que sea asumida desde un significado personal que le da sentido a la coherencia interna, desplazando esos 138 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil acontecimientos significativos a una instancia de la imaginación que le permiten resignificarlos más allá de lo real que puede no ser muy claro para el niño o demasiado traumático para ser narrado desde un sustrato puramente cotidiano. La fantasía hace parte de la realidad del niño y no se aísla de lo real, sino que corresponde a la realidad interna. 4. Las escenificaciones teatrales no obedecen a un estilo de asociación libre, en el que cada sujeto habla de lo que venga a su mente, por el contrario, se parte de premisas globales de modo que el sujeto sea quien configure sobre esa temática y desde su experiencia personal la forma de dar significado a ese acontecimiento desde su propia vida, y si no es aplicable a su historia, narre desde la escena lo que desde su significado personal piensa. 5. Las experiencias relacionadas con abuso sexual intrafamiliar, se entretejen sutilmente de modo casi imperceptible en los guiones teatrales, pero siempre emergen en forma de historias de terror o de robo, que finalmente representan la pérdida de la intimidad por parte de un sujeto de la familia, construido como un personaje amenazante. Sin embargo, no ubica directamente en ese rol al abusador real; por el contrario, lo desplaza a otra figura familiar que no levante sospechas entre los lectores o la misma familia, al leer el guión teatral. 6. Las temáticas sobre muerte y suicidio se ven reflejadas en el guión teatral por las niñas de organización de significado personal depresivo, quienes dan solución, con la muerte, a las historias que se vuelven difíciles de resolver, ya que no contemplan otra salida. Es por esto que construyen experiencias emocionales donde se cierran las posibilidades; por ende las historias comienzan en una situación de angustia, desesperación, y el punto de máxima tensión es la muerte. De hecho, en las creaciones colectivas tienden a abandonar los ejercicios teatrales cuando ven que no pueden dar soluciones a Katharsis 6, julio-diciembre 2008 139 los conflictos en las escenas. Esto es propio de su organización y ayuda a identificarla. 7. La figura materna es la más fuerte en los hogares de las niñas de la muestra; por el contrario, la figura paterna cada vez pierde más valor y carece del buen concepto de las niñas, pues la mayoría han sido abandonas por sus padres aun antes del nacimiento; esto ha generado un significado de abandono, rechazo y prospectivamente desechan la idea de tener hogares con padre: sus dibujos, relatos y cuentos hablan de familias conformadas por madre e hijas. Esto cambia la perspectiva y el concepto histórico de la familia nuclear. 8. Un hallazgo interesante en dos niñas y sus madres con significado fóbico y que enfrentaron recientemente la muerte del padre por asesinato, es que sus historias están atravesadas por la muerte de un ser querido, no el padre en el cuento, sino otro familiar o ellas se ponen en el rol de muerto, y cierran sus narraciones con el “vivieron felices para siempre y se repusieron de la pérdida rápidamente”. Esto no sólo se observa en las obras que hacen, sino que las madres en las reuniones proyectan eso mismo, ‘no ha pasado nada’, y ofrecen una imagen perfecta emocionalmente. Esto, desde lo teórico, se hace claro en la medida en que esa seguridad que aparentemente asumen, les sirve para no sentirse inseguras, desprotegidas desde su coherencia interna ante una situación de desprotección súbita, tanto para la madre como para la hija. 9. Se puede evidenciar cómo la estructura narrativa de una niña con un retraso en la maduración cognitiva y emocional, es diferente, poco articulada, carece de textos o guiones para que los actores hablen, y los remite a escenas donde enuncia acciones que carecen de conexión espacio-temporal; sin embargo, aunque globalmente parece inconexo, guarda y conserva estrechamente su significado personal, y en el subtexto de la obra dramática tiene pertinencia frente a la “realidad cotidiana” de la niña. Es un texto mudo, pero 140 El teatro, una herramienta de lectura clínica / Eliza Kratc Gil cargado de acciones más significativas que las palabras que la niña no logra articular en su discurso. Este trabajo es el comienzo de un interesante camino por recorrer, en tanto ofrece una propuesta referida a la posibilidad de que el psicólogo salga de su pragmatismo epistemólogo y se ponga de lado del paciente a través de técnicas narrativas que le faciliten a éste expresar su síntoma y sus conflictos subjetivos. Bibliografía Balbi, Juan. Terapia cognitiva posracionalista. Conversaciones con Vittorio Guidano, Buenos Aires, Biblos, 1994. _________. La mente narrativa. Hacia una concepción posracionalista de la identidad personal, Buenos Aires, Paidós, 2004. Bowlby, John, La pérdida afectiva, Buenos Aires, Paidós, 1983. _________. La separación afectiva, Buenos Aires. Paidós, 1976. Camerini, Julio, Obst Blatner, A. Acting-in. 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Este texto es la propuesta de investigación que, desde el semillero Derecho, Subjetividad y Criminología de dicha Institución y como propuesta de trabajo de grado, fue enviado al Encuentro Regional de Semilleros de Investigación, llevado a cabo en Medellín en mayo del presente año en el Tecnológico de Antioquia, y que, posteriormente, hizo parte del Encuentro Nacional de Semilleros, llevado a cabo en la universidad EAFIT, en octubre de 2008. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 143 Resumen El presente texto, desarrollado en tres fragmentos y una reflexión final, parte de la propuesta de trabajo de grado y de la inquietud por la subjetividad de la época. El texto tiene como finalidad proponer, desde el dialogo entre el psicoanálisis y el derecho, el análisis de la violencia homicida que se está manifestando en Medellín en los últimos años. Sin embargo, en el fondo de la escritura, está el cuestionamiento por la ley jurídica, sus funciones y efectos, tanto para la estructura del sujeto como para la de la sociedad. Palabras clave. Sujeto, subjetividad, época, violencia homicida, responsabilidad, culpa, castigo, Ley, Medellín. Abstract The present text, developed in three fragments and a final reflection, parts from work proposal of grade and of the inquietude about the subjectivity of the epoch. The text’s purpose is to propose, from the dialogue between psychoanalysis and the law, the analysis of the homicide violence that has been manifesting in Medellín in the last years. Never the less , at the end of the writing is the questioning about the juridical law, it’s functions and effects, so much for the subject as for the society. Key words: subject, subjectivity, time, homicidal violence, responsibility, guilty, punishment, Law, Medellin. De la violencia de nuestra época somos responsables como sujetos, y de su investigación, nosotros desde un trabajo psicoanalítico, tenemos que hacernos cargo de ella, elaborando un decir sobre ella, o sino, mejor que renunciemos1 1 Jairo Acosta Gallo, Investigación, salud y violencia: un asunto subjetivo. Teoría de la investigación en psicoanálisis. Consultado en http://www.psicomundo.com/foros/investigacion/jairo2.htm 144 Elementos para una aproximación psicoanalítica... / Shirley Viviana Cataño Pulgarín I. Sujeto… esa infinita capacidad para producir y soportar lo inhumano Noticias como “los asesinos apuñalaron a los dos jóvenes, después de que a ambos les solicitaron no orinar dentro del sistema de transporte masivo”2, o “tres jóvenes quemaron a una indigente por el placer de ver como ardía”3 llevan a preguntar por aquello que sucede en el ordenamiento psíquico del sujeto en nuestra época, qué pasa con el control de impulsos, qué es lo que dificulta su regulación o, en términos psicoanalíticos, ¿Qué es lo que está favoreciendo su accionar pulsional sin mediación simbólica alguna? Giorgio Agamben, ilustra una posible manera de pensar lo que subyace a estas formas de lazo social, partiendo de las experiencias que propiciaron los campos de concentración en los sobrevivientes capaces de testimoniar lo ocurrido. Vínculos violentos que se presentan en las relaciones de poder que se dan entre víctima y victimario; fundamentadas en el malestar que genera el vínculo con el otro. Agamben, en su texto Lo que queda de Auschwitz, muestra que, la capacidad del hombre para hacer sufrir o para soportar el sufrimiento, es inherente a este: Quien ha pasado por los ‘campos’, tanto si ha perecido en ellos como si ha sobrevivido, ha soportado todo aquello que podía soportar; incluso lo que no habría debido o querido soportar. Este ‘sufrir llevado a la potencia más extrema’, este agotamiento de lo posible, ya no tiene, empero, ‘nada de humano’. La potencia humana confina con lo inhumano, el hombre soporta también al no-hombre. (…). Esto quiere decir que el hombre lleva en si el sello de lo inhumano.4 2 Tomado de http://noticiasrcn.com.co/content/fueron-recapturados-presuntosasesinos-del-joven-transmilenio, este hecho ocurrió en Bogotá, el 29 de diciembre de 2007. 3 Isidoro Rebollo Conejo, Violencia, ¿Qué violencia? Consultado en http://www. familiaforum.net/index.asp?page=detact&id=268&sc=&ss= 4 Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz. Valencia, Pre-textos, 2005, p. 80. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 145 A partir de lo anterior se puede decir que la diferencia entre víctima y victimario, es la capacidad de aguantar el sufrimiento, lo insoportable; en el primer caso y en el segundo caso, la habilidad de provocarlo. Agamben considera que lo inhumano estaría en “esta casi infinita potencia de sufrir, no en los hechos, no las acciones o las omisiones”; es decir, piensa la inhumanidad desde la perspectiva de la víctima, a quien sólo le queda el testimonio, en la medida que pueda denunciar y anunciar lo sucedido. Empero si esta calla, si el ofensor es librado de la responsabilidad de su acto, la pregunta es ¿Qué le queda al ofendido?; nuestra inquietud, para el caso colombiano, es: ¿Cómo es posible que una política de perdón y olvido restaure el vínculo roto, si se le libra de la responsabilidad al victimario y de la capacidad de testimoniar a la víctima? En este sentido, el conjunto de las leyes podrían quedar cuestionadas, respecto a si conservan o no, un lugar para interrogar el sujeto; no obstante, sin dejar de lado esa instancia mencionada por Agamben, según la cual uno está en la posibilidad de decidir cómo utilizar dicho poder, por lo que dejar al sujeto sin enfrentar las consecuencias de sus actos, es brindarles la oportunidad de que sigan ejerciendo, sin control alguno ese poder de dominar y “victimizar” al otro. A través de la historia, estas manifestaciones violentas, desde las perspectivas que han sido analizadas, arrojan concepciones sobre la violencia; sin embargo, esto no ha sido suficiente para lograr propuestas de abordaje capaces de intervenir el más allá de lo que las cifras muestran, de lo que los “expertos” manifiestan, de lo que la gente vivencia. Este vacío en las propuestas de abordaje está claramente representado en la Ley de Justicia y Paz, que desde el año 2005 pretende hacerse cargo del conflicto armado colombiano; dicha ley “(…)ha recibido la crítica de amplios sectores nacionales y de la comunidad internacional comprometidos con los derechos humanos y con el cumplimiento de los acuerdos para juzgar a los culpables de crímenes contra el derecho internacional humanitario”5, puesto que es “la configuración de un es5 Silvia de Castro Korgi, “Impunidad venganza y ley (más allá del reverso de la ley del padre)”, Desde el jardín de Freud, Revista de Psicoanálisis, Número 5, Bogotá, 2005, p. 226. 146 Elementos para una aproximación psicoanalítica... / Shirley Viviana Cataño Pulgarín cenario jurídico capaz de encubrir delitos relativos al narcotráfico”6. Mostrando cómo todas las propuestas de abordaje, incluida esta ley, proponen una inquietud: ¿se conserva, en la norma jurídica, un lugar para preguntarse por el sujeto y sus actos? Si bien, las cifras de homicidio han disminuido favorablemente7, señalando una calma aparente, desde el punto de vista cuantitativo; desde el punto de vista cualitativo (las modalidades del mismo) han aumentado; en este sentido se evidencia que “cualquier motivo es excusa suficiente para matar a otro”8; los datos dan cuenta de un aumento o desmesura, en el acto violento. Es por esto que preguntamos por las razones y por las consecuencias de esta desmesura, tanto para el sujeto, para el colectivo como para las formas de subjetivación –entendida ésta como formas, en que el sujeto asume la época que vivencia–. II. Ley - Castigo - Responsabilidad: sus incidencias en el sujeto y en el lazo social Con miras a encontrar caminos comprensivos, Lacan en Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología9, plantea que hay una relación directa entre la ley y el crimen, 6 Id. 7 “En Colombia los muertos fueron 17.206 en 2006, cuando en 1987 la cifra fue de 17.450. Es decir, 20 años después, con más habitantes y una problemática social más acentuada, tenemos hoy este descenso”, comentario hecho por el director Nacional de la Policía, general Jorge Daniel Castro y citado por Elizabeth Yarce, “2006, el menos violento en 20 años” http://www.elcolombiano.com.co/ BancoConocimiento/2/2006_el_menos_violento_en_20_anos/.asp 8 José Guillermo Palacio, “La violencia común, otra vena abierta”, http:// www. elcolombiano.com/historicod/200012/20021229/nrn003.htm,afirmaciones como esta se encuentran en el informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Inml), sobre los hechos de violencia interpersonal en 2001. 9 Jacques Lacan, Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología. En Escritos I, Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores, traducción: Tomas Segovia, p. 118. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 147 evidenciada por los castigos que, de la primera, emergen; siendo así, como la ley, además de definir los grados de transgresión y las formas de reparación, demanda el asentimiento subjetivo de quienes están inmersos en el grupo social, para su realización y validez, dado que en la significación del castigo el sujeto dimensiona su responsabilidad; no ante el derecho, ni ante el Otro, sino la responsabilidad de su acto como sujeto, la cual al articularse a la responsabilidad emanada de las leyes sociales permite cuestionar el equilibrio que sostiene los pactos sociales. Las creencias gracias a las cuales este castigo se motiva en el individuo, así como las instituciones por las que pasa el acto dentro del grupo, nos permiten definir una determinada sociedad lo que en la nuestra designamos con el término de responsabilidad.10 Así, la capacidad de responder por el acto de transgresión realizado depende, entre otras cosas, de la definición que el derecho le otorga al acto, de como el sujeto entiende tales definiciones, de cómo actúa de acuerdo con ellas y como este ente regulador hace cumplir lo dictaminado. Se presenta, entonces, como problema las reformulaciones y “ajustes creativos” que se les hacen a las normas con fines utilitarios y productivos, fines de época; donde parece privilegiarse el exceso individual sobre el beneficio social.11 En esta dirección tiene pertinencia interrogar por la esencia de la época misma, tal como lo propone Heidegger cuando plantea que solo a través de “la meditación sobre la esencia de lo ente y una decisión sobre la esencia de la verdad, se puede fundamentar una época.”12 10 Ibíd., pp. 118-119. 11 Al respecto, Juan Carlos Suzunaga en “Impunidad legislada o Retorno de lo imposible: el padre real”, brinda una amplia argumentación acerca de cómo los ideales del capitalismo: de producción y consumo, llevan a la liberación del goce, de los diques que lo sostienen; donde la ley, antes que prohibir, lo promociona con la condición de que haya producción, que se sea efectivo. En esta línea es la que sustenta, según el texto, la creación de leyes que promuevan la impunidad bajo el manto legislativa. 12 Martín Heidegger, “La época de la imagen del mundo”, Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1997, p. 75. 148 Elementos para una aproximación psicoanalítica... / Shirley Viviana Cataño Pulgarín A partir de lo cual deduce el autor que las manifestaciones del sujeto están mediadas por la época, por los fenómenos que le subyacen y por la decisión que el sujeto toma consiente o inconscientemente acerca de cómo actuar en consecuencia. La época y lo social entonces, “deben ser explicados, también, por un conjunto de procesos que no son el resultado de la elección de nadie y que, al contrario, ponen al hombre en la situación que determina sus propósitos.”13 Por tanto, para no caer en ambigüedades, es necesario estudiar al sujeto y la época en conjunto, pues ambos están mutuamente a merced, es una relación de constante retroalimentación. Ahora, retornando las cosas planteadas y el problema que se trata de enunciar, se encuentra que, con la restauración, modificación y/o creación de normas que regulan al ciudadano (colombiano), en cuya finalidad está la facilitación de procesos de intercambios humanitarios, paz, justicia y reparación, por una parte; y por otra, el favorecimiento de condiciones económicas necesarios para la nación y la inversión extranjera; se deja al ciudadano común, atiborrado de preguntas por aquello que subyace a estas conductas impulsivas, del porqué estas acciones violentas no ceden. Algunas de las preguntas más frecuentes son: ¿Se acabará la violencia con el perdón de los crímenes? ¿No se repetirán este tipo de conductas violentas sólo con la promesa del desarme? ¿Cómo se van a reconocer las víctimas si el victimario no asume la responsabilidad y su consecuente castigo por ella? De todo esto emerge el cuestionamiento por la ley 975 de 2005, conocida como Ley de Justicia y Paz, que promulgada con fines de “intercambio humanitario y finalización del conflicto”, promueve, entre otros aspectos, la disminución cuantitativa de penas por los delitos de lesa humanidad y la disolución de “la culpa en un perdón publico”14; donde, la pregunta se orienta hacia la viabilidad de las políticas 13 Estanislao Zuleta, Psicoanálisis y criminología, Medellín, Editorial Lealón, 2004, p. 26. 14 Wilma Castellanos, “El don del perdón”, Desde el jardín de Freud, Revista de ¨Psicoanálisis, N° 4, 2004, Bogotá. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 149 que buscan finalizar el conflicto bajo figuras de amnistía generalizada, así como la indagación por la función del perdón, el olvido y el castigo en la subjetivación del acto delictivo. Con respecto a lo anterior, Wilma Castellanos en “El don del perdón”, menciona como el perdón busca la restitución del “intercambio roto por el exceso introducido”15, en otras palabras, expresa que perdonar implica que hay una acción que por su “magnitud”, destituye un acuerdo, un pacto establecido y la manera para restablecerlo es desde la reparación de lo ocasionado, lo que implica la necesidad de un otro que asuma lo ocurrido ante el ofendido, puesto que “sin la responsabilidad no hay perdón pensable”16. La vía de esa responsabilización, desde el orden jurídico, lo establece la sanción, la pena; ésta responde ante un colectivo y una norma que dicta la punición por la transgresión: mientras que, en la vía subjetiva “en la significación del castigo el sujeto dimensiona su responsabilidad, de su acto como sujeto”17. Éste –el castigo– es el que garantiza la restitución del pacto social roto y la reparación frente al ofendido, pues, solo cuando el victimario reconoce su acto como tal, lo nombra, le da sentido, significado, “logra inscribirse en el tiempo y proyectarse hacia el porvenir”18 ello es, evitar la repetición; al hacerse cargo reconoce y asume el acto. Esta demanda por la responsabilización y la sanción, del lado de la víctima y del grupo social afectado, transita hacia el derecho a la verdad, al no-olvido, la reconstrucción histórica; como lo menciona Amery, “mis resentimientos existen para que el delito se convierta en una realidad moral para el criminal, para que quede enfrentado a la verdad de su delito,”19 de allí nace la crítica y la consecuente pregunta acerca de lo que lleva, a que un régimen imponga normas que no cuestionan 15 Id. 16 Ibíd., p. 184. 17 Juan Carlos Suzunaga, Op. cit., p. 138. 18 Francisco Perena, citado por Wilma Castellanos, Op. cit., p. 217. 19 Jean Amery, citado por Giorgio Agamben, Op. cit., p. 105. 150 Elementos para una aproximación psicoanalítica... / Shirley Viviana Cataño Pulgarín la impunidad y como esto, al ser implementado por el orden jurídico y aceptado por la comunidad, da formas diversas de subjetivación, origina síntomas en el sujeto e impasses y malestares en el colectivo; siendo así que “la remisión y el olvido provocados por una presión social son inmorales”20 ya que “la asunción de una responsabilidad moral tiene valor solo en el caso de que se este dispuesto a sufrir las consecuencias jurídicas de ella.”21 Todo lo anterior, forma parte del cuestionamiento por las circunstancias que llevan a “diluir la culpa en un perdón publico”22 donde los actores son presentados como “víctimas” de las circunstancias adversas e históricas de una nación y sus víctimas son despojadas de su sentido, de su derecho a testimoniar, de la verdad de los actos que les fueron causados y de la reparación de lo dañado. Siguiendo estos parámetros, en las posibles interpretaciones ligeras del fenómeno y las consecuencias que dicho accionar pueda generar; se encuentra, según un informe publicado por amnistía internacional, una ley que “tiene como objetivo regular la desmovilización concediendo a los miembros “desmovilizados” de los grupos armados ilegales penas de prisión irrisorias; pero la ley, no pide nada a cambio a los miembros de los grupos armados al margen de la ley: aquellos que se nieguen a decir toda la verdad sobre las violaciones de derechos humanos que hayan cometido, pueden seguir disfrutando de todos los beneficios que esta les otorga.”23 Con ello revela que “al garantizar que los responsables de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad no rindan cuentas adecuadamente de sus actos, y al alentar el ‘reciclaje’ de quie- 20 Id. 21 Giorgio Agamben, Op. cit., p. 22. 22 Wilma Castellanos, Op. cit. 23 Informe analizado en el articulo “Medellín saca a la luz los gravísimos defectos de la estrategia de desmovilización del gobierno” este revela como, Antioquia registra el mayor caso de peleas entre desconocidos, ¿será algo mas que la intolerancia?, ¿Por qué, lo que contenía el malestar hacia el otro esta debilitado? Tomado de, http://www.es.amnesty.org/noticias/noticias/articulo/medellin-saca-a-la-luzlos-gravisimos-defectos-de-la-estrategia-de-desmovilizacion-del-gobierno/ Katharsis 6, julio-diciembre 2008 151 nes han cometido abusos contra los derechos humanos, el gobierno no está apartando a los combatientes del conflicto, sino que parece estar negociando contratos de impunidad”24 lo que muestra cómo, antes de “solucionar” el conflicto, éste se está deteriorando; no sólo obtienen beneficios por acciones que se suponen cesaron, sino que siguen operando, llevando la figura de la impunidad mucho más lejos, que, como lo devela el informe presentado por Antioquia se toma la palabra es este “un factor estructural de la violencia que ha generado el debilitamiento de los consensos sociales y la pérdida de legitimidad estatal”.25 Pero ¿cuáles serán las consecuencias de estas acciones?, ¿tendrá relación con el aumento exagerado de los escenarios y las modalidades de violencia, no sólo a nivel local, sino nacional? III. Violencia: el caso de Medellín Con fines de esclarecimiento, Camacho y Guzmán mencionan que “escenarios de violencia, se definen como los espacios de relación entre la acción violenta y las dimensiones estructurales de la sociedad”26; representando, con esto, que hay una relación significativa entre lo que la sociedad, el estado en este caso, dictamina como acción criminal y castigo; la manera como implementa este último y las modalidades delictivas que se presentan en un contexto específico. Juan Carlos Suzunaga, lo menciona cuando citando a Lacan encuentra que la responsabilidad subjetiva –las formas como cada sujeto se hace cargo de sus actos– está directamente relacionada con los ideales de una época, siendo así que: “una civilización cuyos ideales sean cada vez más utilitarios, comprometida como está en el movimiento acelerado de la producción, ya no puede conocer nada de la significación expiatoria del castigo.”27 Por 24 Id. 25 Antioquia se Toma la Palabra, Cartilla No. 9. Consultado en www.lapalabra.gov. co/descarg/CARTILLAS/Cartilla_Homicidio.doc 26 Citado en “Escenarios de homicidios en Medellín (Colombia) entre 1990-2002”. Investigación realizada por Marleny Cardona, Héctor Iván García, et al., p. 2. http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=s0864-3466200 27 Juan Carlos Suzunaga, Op. cit., p. 139. 152 Elementos para una aproximación psicoanalítica... / Shirley Viviana Cataño Pulgarín tanto, los malestares del sujeto están directamente relacionados con la época y el contexto que vivencia; sin embargo, esto no significa que cuanto le acontece al sujeto, se produce sin su decisión; sino que, el accionar de éste, su regulación, su contención, están mediadas por los contextos generales de la ley –psíquica y jurídica o de la ciudad– en este caso, la normatividad actual colombiana. Es decir, no se trata de una simple crítica, sino de propiciar la manera de articular dos saberes específicos en función de los malestares contemporáneos, tanto en el sujeto como en el lazo social. Al respecto, recientes informes periodísticos realizados por El Mundo28 y análisis de cifras hechas por medicina legal29, muestran la desmesura en el acto violento: “en el país todo el mundo parece ‘darle’ a todo el mundo, los padres a los hijos, los hijos a los padres, el atracador al atracado, el atracado al ladrón, la policía patea, los fiscales pegan, las mujeres pegan, el violador pega... Todo, por falta de tolerancia y alta agresividad, parece resolverse con la mano en alto.”30 Son estas manifestaciones de violencia que se han venido presentando y las paradójicas formas de mirarla y asumirla, desde las normativas actuales, las que abren la puerta a preguntas de orden disciplinar, pero sobre todo la necesidad de pensar los límites y establecimientos de saberes como el derecho, la psicología y el psicoanálisis, en tanto saberes que en la actualidad son llamados a responder por la causalidad de estos fenómenos que, aunque recientes, siempre permaneces extraños para el sujeto y, aún, para el experto. Para nosotros, desde el ámbito psicológico, este fenómeno, se ubica desde dos ángulos; por una parte está la indagación a las normas, en la perspectiva de preguntar por la eficacia de la norma jurídica, para contener los actos violentos; el otro lado, en indagar: qué es lo que pasa 28 http://www.colombialibre.org/detallecol.php?banner=6&id=18214., Medellín enfrenta su realidad criminal, 2007. 29 José Guillermo Palacio, Op. cit. 30 Análisis del último informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Inml), sobre los hechos de violencia interpersonal en 2001 http://www. elcolombiano.com/historicod/200212/20021229/nrn003.htm Katharsis 6, julio-diciembre 2008 153 con el sujeto, que no aguanta el malestar que le genera el otro y llega a extremos como los mencionados al comienzo. Se interroga, sin duda, el sujeto en su particularidad y en su relación con el Otro (legal), pero se cuestiona, de manera privilegiada, la época, la producción de malestares contemporáneos que en este caso se verifican por la vía de la trasgresión del semejante con el “amparo” de unas legislaciones que desconocen las consecuencias que la implantación de las leyes deja, justamente, para una comunidad. Todo esto, y retornando al problema que nos convoca: la normatividad colombiana y el problema de la impunidad, encontramos con Juan Carlos Suzunaga que “la impunidad legislada31 viene a ser más un síntoma, que una simple expresión de un gobierno irresponsable; responde a una lógica que se desarrolla con el ideario cartesiano, el cual tiene sus expresiones en el capitalismo, la ciencia y la técnica moderna… donde los nuevos síntomas contemporáneos, ponen en evidencia las respuestas del sujeto ante la universalización del goce”32, agregándose que, podrían ser estas respuestas del sujeto, a la aparente permisividad de los diques que lo contienen y protegen al lazo social, las que darían cuenta de las manifestaciones violentas de un grupo social particular. Lo anterior configura el interés central del presente trabajo: las actuales modalidades homicidas, amparadas bajos ciertas fallas en la regulación pulsional en Medellín, la cual, como lo plantea Jorge Giraldo Ramírez, en su investigación “Conflicto armado urbano y violencia homicida. El caso de Medellín”33, es una ciudad en la que el problema de la 31 Este autor manifiesta que la impunidad legislada, es la figura bajo la cual se están creando las nuevas políticas de perdón y olvido a criminales de guerra como respuesta a la necesidad contemporánea de producción por encima del malestar del sujeto, de allí que la ley mas que prohibir el goce lo promociona: “goza del otro a cualquier costo, con una condición: que produzca”. 32 Id. 33 Jorge Ramírez Giraldo, “Conflicto armado urbano y violencia homicida. El caso de Medellín”, en Análisis del desempeño de la seguridad en Medellín 2000-2005. Centro de Análisis Político de la Universidad Eafit para la Alcaldía de Medellín, Vinculo web. http://www.banrep.gov.co/documentos/conferencias/medellin/2007/ Confl-urb-hom.pdf 154 Elementos para una aproximación psicoanalítica... / Shirley Viviana Cataño Pulgarín violencia es complejo, debiéndose hablar de violencias. En su informe, expone que hay una correlación directa, entre el conflicto armado y las expresiones violentas de la criminalidad organizada, manifestaciones de la violencia difusa (violencia intrafamiliar) e incluso abuso de la fuerza física por parte de las autoridades; explica que las dinámicas violentas que se presentan, son un reflejo, directo, de las que se presentan a nivel nacional. De allí, que sean estas formas de tramitación que propone el “otro social”, las que se trata de indagar; es decir, las posibles incidencias de las legislaciones actuales en el aumento de la violencia homicida en Medellín. Bibliografía Agamben, Giorgio. 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El producto final que aquí se publica fue preparado por Johana Fernández y seleccionado para participar en el Primer Congreso Regional del Colegio Colombiano de Psicólogos organizado por el Colegio Colombiano de Psicólogos y la Fundación Universitaria Luis Amigó, Medelín, 26 y 27 de septiembre de 2008. ** Estudiante de quinto semestre del programa de Psicología, Institución Universitaria de Envigado. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 157 Resumen Los suplicios ejercidos como técnica del poder para castigar el cuerpo, se modifican a lo largo de la historia, dándole paso a una nueva concepción del castigo que recae sobre el alma. La complejidad de este proceso que conduce de los suplicios a la vigilancia (del poder de desmembrar al poder de mirar) necesariamente lleva a una metamorfosis radical del poder en cuanto tal; pues así como lo muestra el mismo Foucault (tanto en su comprensión de lo carcelario social, como en su elaboración sobre la simultánea articulación de saber-poder que en la Modernidad viene a colonizar el sexo) el poder ya no se puede entender desde una perspectiva negativa, excluyente, sino desde una perspectiva positiva incluyente. Es decir, que el poder produce: discursos, instituciones, prácticas, que moldean al individuo. Por tanto, el poder funciona como red de relaciones, no se impone de arriba hacia abajo sino que se ejerce: todo individuo participa en esa red de fuerzas múltiples que recibe el nombre de poder. Este es quizá uno de los efectos más relevantes de lo que supuso el tránsito del suplicio de los cuerpos propiedad del soberano, a la vigilancia y control colectivo de los cuerpos insertos en una sociedad de deberes y derechos. Palabras clave: suplicio, poder de normalización, Michel Foucault, cuerpo, castigo, panóptico, dispositivo de control, alma, sistema carcelario social. Abstract The tortures imposed as a technique of power to punish the body, are modified trough history, allowing a new conception of punishment which relapses on the soul. The complexity of this process which drives towards punishment, to the vigilance (to be able to dismember the power of looking) necessarily takes us to a radical metamorphosis of the power in itself. Enables (as much in it’s comprehension of the social prison, as in it’s elaboration over the simultaneous articulation of knowledge – power that in modernity comes to colonize sex) the power can’t anymore be understood as of a negative perspective, exclusive, but from an inclusive positive perspective. In other words, that the power produces, speeches, institutions, practices, that model the fellow. Therefore, the power works as a relations net. It doesn’t impose from top to bottom, but it’s 158 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz imposed: Every person participates in this net of multiple powers that takes the name of power. This is perhaps one of the most relevant effects of what supposed the punishment transit property of the sovereing, to the vigilance and collective control of the insert bodies of a society of musts and rights. Key words: torture, power of standardization, Michel Foucault, body, punishment, panopticon, control device, soul, social prison system. Hay que ser nominalista, sin duda: el poder no es una institución, y no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada. Michel Foucault Introducción El presente ensayo tiene como finalidad hacer visible la forma en que los suplicios ejercidos como técnica del poder de castigar el cuerpo, se modifican a lo largo de la historia, dándole paso a una nueva concepción del castigo que recae sobre el alma; de esta forma, se toma como referente a Michel Foucault con su obra Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión. Puesto que en ésta se habla de tal modificación. La intención entonces, será considerar cómo la nueva forma del poder para castigar el alma se ejerce en la modernidad, dentro de todo un dispositivo de control articulado. Por tanto, el objetivo será demostrar que el surgimiento de la nueva técnica del poder de castigar cambia de instrumento: ya no será el cuerpo el foco central del castigo sino el alma. El enfoque teórico asumido, da cuenta de un minucioso recorrido bibliográfico que en cierta medida acuñan los conceptos del filósofo Michel Foucault en su obra Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión; tales textos y obras aluden al interés tanto de Foucault como el del presente ensayo: intentar demostrar cómo las relaciones de poder Katharsis 6, julio-diciembre 2008 159 pueden penetrar materialmente en el espesor mismo de los cuerpos y cómo el cuerpo no ha dejado de ser el blanco del castigo sino que se vira sobre el mismo para penetrarlo más a fondo para llegar hasta su alma, su pensamiento y su voluntad; fina y delicada máscara que recubre el castigo, donde el cuerpo sigue estando presente en cada nueva tecnología del poder de castigar, es así como lo hace evidente Michel Foucault en los siguientes textos: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión (1975); Historia de la Sexualidad. Vol. I: La voluntad de saber (1976); Los anormales (Clases del 19 y 26 de Febrero de 1975); Entrevista con Michel Foucault “El ojo del poder” (1980). Pero también los siguientes autores recalcan y avanzan sobre las tesis de Foucault acerca del poder de castigar: Didier Eribon: Michel Foucault, “La lección de las tinieblas” (1992). Françoise Boullant: Michel Foucault y las prisiones, “De los suplicios a las celdas” (2004). Bachere Bruno Lutz: Reseña de “Michel Foucault y las prisiones” de Françoise Boullant. (2005), Miguel Morey: El porvenir de las instituciones totales. Sociedades de control (2005). De igual modo, en el arte, particularmente en la literatura, el cine y la pintura, se encuentra una gran cantidad de referencias donde este tema es un asunto central; así, por ejemplo, es muy pertinente al respecto el relato de Franz Kafka: La colonia penitenciaria (2003). En razón de lo anterior, es posible afirmar que el arte pone en escena los fenómenos sociales. Es así como Giovanni Battista Piranesi, pintor italiano del siglo XVIII, realizó más de 2.000 grabados de edificios reales e imaginarios, estatuas y relieves de la época romana, pero quizá uno de sus trabajos más renombrados y por el cual se le conoce es su colección de grabados bajo el título de Prisiones o Carceri d’Invenzione (1745-1761), en donde transformó las ruinas romanas en calabozos dominados por enormes y oscuros pasadizos. Estos grabados ejercieron una enorme influencia en el Romanticismo y en el Surrealismo. Las obras de Piranesi son visionarias, sus imágenes anticipan lo que Foucault presenta como carcelario social. “la conciencia moderna 160 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz carece de centro –religioso, mítico u ontológico– y, desde este ángulo, la perspicacia de Piranesi (o aquella que le otorgamos a través de lo “piranesiano”) estribaría en el hecho de haber anticipado plácidamente el diagnóstico de aquella carencia: así entendida, la obra de Piranesi se convierte, inquietantemente, en una profecía visual1”. Desde esta lógica, se observa que en la Modernidad, la prisión tiene como modelo instituciones preexistentes como el ejército y la escuela (con sus técnicas de disciplina que recaen sistemáticamente sobre el cuerpo y las conductas); y una vez consolidada la prisión como tal, servirá de modelo con base en el cual se producirán las más profundas transformaciones sociales, políticas y económicas, definitorias de la Modernidad misma; en otras palabras, la prisión se inspira en otras instituciones y a su vez se convierte en gran modelo que se extiende y reconstruye el tejido social urbano en la Modernidad, es esta expansión de dicho modelo en las prácticas, los discursos, las disciplinas, la arquitectura, lo que Foucault denomina: sistema carcelario social. También el cine toma prestados elementos de la literatura y la pintura para escenificar lo social, de ello es testimonio: Los miserables (Bille August, 1998), El experimento (Olivier Hirschbiegel, 2001), y 1984 (Michael Radford, 1984). Estas películas nombradas, cada una desde su perspectiva, muestran cómo la vigilancia y el control colectivo de los cuerpos garantizan que el individuo se inserte en una sociedad disciplinaria. La película Los miserables, al parecer pone de manifiesto la angustiosa preocupación que soporta un hombre al sentir que puede ser descubierto por una sociedad evidentemente de control y vigilancia. Tal preocupación devela la forma en la cual un individuo siente pesar sobre sí una fuerza que busca acusarlo para procurar un encausamiento (de la conducta sin lugar a dudas). Los acontecimientos de esta historia tienen lugar en la Francia del siglo XIX. 1 Rafael Argullol, “La pérdida del centro: Piranesi” Sabiduría de la ilusión, Madrid, Taurus, 1994. pp. 29-30. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 161 El experimento a su vez, simula un ambiente carcelario y muestra claramente cómo es ejercido el poder por instancias superiores. La vida en este lugar se convierte pues en una rutina inacabable. Es preciso indicar aquí la manera como se logra articular lo planteado por Michel Foucault en cuanto al sistema carcelario social; es decir, la forma en que el modelo de prisión se implementa como técnica de castigo y posteriormente se propaga a otras instituciones (concebidas como entes reguladores de la conducta) haciéndose supuestamente útil como técnica de control y sometimiento de los cuerpos. Por último, la película que lleva por nombre 1984, supone una vigilancia total a través de la mirada. Con base en estas fuentes referidas, el presente ensayo se desarrolla en cinco partes, así: la práctica y el declive del suplicio, la humanización utilitaria en la técnica del poder de castigar, hacia el encauzamiento de la conducta, vigilancia global e individualizante y la fábrica de la verdad. Con las cuales se quiere mostrar el tránsito del suplicio de los cuerpos a la vigilancia de la almas; de igual forma, se pretende hacer visible la manera en que los suplicios ejercidos como técnica del poder de castigar el cuerpo, propios de un sociedad de soberanía, cambian de instrumento de castigo, y el alma se convierte en el blanco central del castigo, lo cual responde a una sociedad de vigilancia y de control; en otras palabras, a una sociedad disciplinaria. I. La práctica y el declive del suplicio Foucault devela la forma como el castigo ejerce su poder en la sociedad; muestra que las prácticas de castigo se modifican en el tránsito de la época clásica al siglo XIX. El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de 162 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz sus principios, pierde toda moderación. En los “excesos” de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder.2 La modificación de la técnica del castigo tiene lugar hacia fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuando se produce el inicio del desplazamiento hacia formas de castigo que como lo señala Foucault van dejando a un lado el espectáculo punitivo donde los suplicios manifestaban el poder del soberano. Allí, el castigo era proporcional al delito cometido; tal espectáculo punitivo, propio de una sociedad de soberanía, tuvo vigencia durante los siglos XVI y XVII. El propósito del suplicio, consistía en controlar los crímenes, con el fin de darle un orden estricto a la sociedad; el instrumento sobre el cual se aplicaba era el cuerpo, éste debía llevar consigo la marca del delito. La técnica del poder de castigar el cuerpo se ejercía a través de la guillotina, la hoguera, la mutilación, deshollamiento, desmembramiento, entre otras. Por tanto, se ratifica la acción sobre el cuerpo, y la justicia es la encargada de decidir tal acción. Aproximadamente a mediados del siglo XIX, la técnica del poder de castigar toma un nuevo viraje, no es que este cambio suponga la abolición del suplicio sino que lo disfraza y lo hace cambiar de técnica (de centro). Lo que supone este viraje es, por una parte, que el condenado pierda beneficios en la sociedad, al igual que sirva de ejemplo para advertir y controlar a quienes observan, de esta forma se garantiza y se hace visible la soberanía. Foucault afirma que ambas formas de castigo: perder beneficios y advertir, coexisten “De hecho, la prisión en sus dispositivos más explícitos ha procurado siempre cierta medida de sufrimiento corporal”3. En consecuencia con lo anterior, Foucault pone de manifiesto de qué manera se consideraba que el encarcelamiento era un castigo más 2 Michel Foucault, “La resonancia de los suplicios”, Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI editores, 2002, p. 41. 3 Ibíd. p. 23. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 163 humano que la tortura, además, hizo énfasis en la forma en que la sociedad ordenaba y controlaba a los individuos para producir un cuerpo tanto disciplinado como productivo. El suplicio después de ocupar un lugar privilegiado durante el Antiguo Régimen, se va diluyendo hasta desaparecer, o al menos hasta transformarse, en gran medida ya que, era considerado una producción diferenciada de sufrimientos del cuerpo. Pero ¿cuál es la condición para que los suplicios desaparezcan? A finales del siglo XVIII, al ocasionar más problemas de los que realmente podía solucionar, el suplicio y sus formas de castigo se tornan débiles, incapaces de avanzar, en tanto, es creador de rebeliones, vergonzante y peligroso. De esta forma, surge la necesidad de otro tipo de castigo, y serán los Reformadores4 quienes establezcan otros parámetros para el castigo con el fin de hacerlo supuestamente más humano, es decir, se trataba de suavizar la pena, de castigar sin vengarse ni destruir el cuerpo.5 Al respecto, afirma Foucault: A esto se agrega que si bien lo esencial de la trasformación se ha logrado hacia 1840, si bien los mecanismos del castigo han adquirido entonces su nuevo tipo de funcionamiento, el proceso se halla lejos de estar terminado. La reducción del suplicio es una tendencia arraigada en la gran trasformación de los años 17601840; pero no está terminada, y puede decirse que la práctica del suplicio ha obsesionado durante mucho tiempo nuestro sistema penal, y alienta en él todavía.6 4 Según Françoise Boullant, el discurso de los Reformadores no sólo es negador y crítico de las prácticas punitivas del Antiguo Régimen, sino que comporta también, “una reflexión profunda sobre el derecho de castigar y un ambicioso proyecto de renovación del aparato penal”. 5 Françoise Boullant, “De los suplicios a las celdas”. En: Michel Foucault y las prisiones, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2004. pp. 36-37. 6 Michel Foucault, Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, p. 22. 164 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz II. La humanización utilitaria de la técnica del poder de castigar El cambio que supuso la técnica de castigo, toma valor para los reformadores, quienes tenían como objetivo establecer una nueva economía del poder para castigar, al mismo tiempo que asegurar en éste una mejor distribución. Con esta concepción de los reformadores, el castigo ya no tiene como foco principal el cuerpo sino el alma. A través de este medio, la nueva técnica del poder de castigar, implica algo que va más allá del castigo físico, pues a partir de entonces el castigo se justifica como la función correctiva del alma. Los reformadores pensaban que el espíritu era la superficie donde el poder realizaba su inscripción; trataron de apuntar más al alma que al cuerpo, en tanto, el alma era considerada la prisión del cuerpo.7 Humanizar la pena implicaba establecer una valoración de lo normal en relación con el trato que se le da al culpable, la violencia del espectáculo punitivo va quedando a un lado para que tenga lugar la justicia, la cual se encarga de determinar las conductas normales en las cuales estará basada la pena. Esta nueva forma de castigo, hace del delincuente un individuo productivo para la sociedad, pues se trata de corregir la conducta mediante la adecuada utilización del tiempo: el individuo ya no paga el delito con su vida sino que (mediante la reinserción en la sociedad) cumple funciones dentro del sistema económico, de lo cual también obtiene beneficios. Pero, Foucault aclara que el castigo se ejerce sobre el cuerpo tratando de corregir el alma: “Que la idea del suplicio se halle siempre presente en el corazón del hombre débil y domine el sentimiento que le impulsa al crimen”.8 Por tanto, es imposible aislar el cuerpo en la nueva tecnología del castigo que privilegia el alma. De esta forma, se puede observar que los castigos siguen haciendo presencia, pero no se requiere de una figura que represente el poder 7 Françoise Boullant, Op. cit., p. 39. 8 Michel Foucault, Michel. Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, p. 108. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 165 para dar cumplimiento al castigo, sino que el poder se incorpora de tal forma que el individuo aprende a encauzar su conducta por sí mismo, con el fin de no transgredir la ley. Vigilarse a sí mismo implica, en la humanización de las penas, que la corrección que se haga sobre el individuo, lo convierta en un sujeto moral. Por tanto, racionalizar y humanizar el castigo es ante todo moralizar al individuo. De igual manera, los reformadores traen consigo un ambicioso proyecto de renovación del aparato penal, cuyo objetivo es asegurar una mejor distribución del castigo para que este no quede demasiado concentrado en algunos puntos, ni tampoco demasiado repartido entre instancias opuestas; de esta forma el castigo estará dirigido más al alma que al cuerpo. El aporte de los reformadores al desvanecimiento de los suplicios fue darle al castigo un aire de humanismo: “la humanización de las penas”. “Los reformadores operan en pro de una racionalización del castigo”.9 Ellos defienden una mayor eficacia económica y penal del castigo; es decir, no pretendían abolir éste, sino encontrar una mejor forma de hacerlo: más atenuado, sutil y eficaz, para implantar en el cuerpo social la humanización utilitaria en el poder de castigar. En esto radica pues, el papel fundamental que desempeñaron los reformadores quienes pretendieron que se les adjudicara la abolición de los suplicios, y la apertura hacia el proyecto carcelario. Tal proyecto involucra una nueva tecnología del castigo y una nueva concepción del cuerpo del condenado: su delito se juzgará de forma pública, visible y moral. Tal proyecto, inhabilitaba la forma de proceder del Antiguo Régimen, del juicio secreto y arbitrario sobre un cuerpo que era propiedad del soberano, al juicio público y detallado sobre un cuerpo que es un bien social.10 Los reformadores marcaron una etapa decisiva que produjo una profunda reflexión sobre el discurso del Derecho, la cual al parecer se ha tornado perdurable.11 9 Françoise Boullant, p. 38. 10 Id. 11 Ibíd. p. 40. 166 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz Ahora bien, a partir del proyecto carcelario, Foucault establece que lo carcelario no solo aplica para la prisión, sino que acoge todas las instituciones del cuerpo social. Es así como el régimen carcelario y su forma de proceder en los modelos previos de los hospitales, manicomios, monasterios y colegios, supera y perfecciona los modelos que lo inspiran y termina por prolongar sus efectos más allá de la estructura física del encierro. Para lo anterior, Foucault habla del Sistema Carcelario Social, afirmando que: En efecto, la gran continuidad del sistema carcelario de una y otra parte de la ley y de sus sentencias procura una especie de garantía legal a los mecanismos disciplinarios, a las decisiones y a las sanciones que emplean. De un extremo a otro de este sistema, que comprende tantas instituciones “regionales”, relativamente autónomas e independientes, se trasmite, con la “forma-prisión”, el modelo de la gran justicia. Los reglamentos de las casas de disciplina pueden reproducir la ley, las sanciones imitar los veredictos y las penas, la vigilancia repetir el modelo policiaco; y por encima de todos estos establecimientos múltiples, la prisión, que es respecto de todos ellos una forma pura, sin mezcla ni atenuación, les da una especie de garantía estatal.12 Resulta pertinente traer a este apartado la referencia de lo “piranesiano” –Giovanni Battista Piranesi– en tanto su profecía visual no es simplemente el resultado de una cuidadosa mirada, sino una grandiosa interpretación del pasado, la cual, llega a conformarse como idea del futuro. Piranesi en sus grabados muestra toda una destrucción del espacio tradicional. La obra de Piranesi Carceri d’Invenzione conformada por dieciséis planchas, tiende a reforzar la impresión de que los prisioneros con su trabajo, le dan solidez a la cárcel que los encierra, o quizá muestra que son precisamente los prisioneros los que constituyen la cárcel misma. 12 Michel Foucault, Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión. p. 308. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 167 Piranesi muestra, además, máquinas de destrucción en forma de instrumentos de tortura (no lejos del horror plasmado por Foucault al describir la tortura de Damiens), que recuerdan el permanente castigo de los condenados para que lleven consigo la marca del delito cometido.13 Indiscutiblemente Piranesi plantea lo carcelario en sus grabados y su referente es I Piombi de Venecia, que alude a las antiguas prisiones ubicadas en el Palacio Ducal creadas en el siglo XI.14 Allí los presos eran sometidos a numerosas torturas físicas. La necesidad de Piranesi por representar estos acontecimientos, por medio de la pintura, parece ser la preocupación de Foucault 200 años después, reflejada en la literatura, no en vano le dedica todo un capitulo en su obra Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión. III. Hacia el encauzamiento de la conducta La vigilancia constante que supone un sistema disciplinario ha llevado al individuo a convertirse en su propio vigilante. En la modernidad el individuo se ve inmerso en una sociedad disciplinaria que desde el siglo XVIII, como lo señala Foucault, se ha venido fortaleciendo, con el único fin de fabricar cuerpos dóciles que actúen de forma productiva en la sociedad y que funcionen al mismo tiempo como objeto e instrumento del poder; el individuo moderno por tanto nace de las disciplinas. Ahora bien, en la pintura, la literatura y el cine podemos encontrar la forma en que la sociedad moderna, basada en dispositivos de control y de vigilancia, pretende someter el cuerpo, a través del “buen encauzamiento de la conducta”. Desde esta lógica, es pertinente mencionar la película que lleva por nombre 1984, que es una fiel muestra de la sociedad disciplinaria, cuyo poder de controlar y vigilar está en la mirada, logrando incluso interiorizar en cada individuo el ojo vigilante del gran hermano. No existe un 13 Rafael Argullol, Op cit., p. 32. 14 Id. 168 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz espacio en este lugar donde la mirada no ejerza su poder de dominación, no existe un espacio donde los individuos puedan sentirse libres de tal opresión. En esta película, el director, Michael Radford, ilustra lo que Foucault denomina como sistema carcelario social: vigilancia total que abarca a todo el conjunto social. Tal sistema no busca operar en pro de los individuos, busca clasificarlos, controlarlos, individualizarlos; en otras palabras, busca por medio del buen encauzamiento de la conducta generar cuerpos tanto dóciles como productivos. De allí que Foucault afirme: “El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone”15. Es posible observar entonces, que el sistema carcelario social en tanto abarca todas las instituciones, tiene la capacidad de producir un poder que se extiende a nivel social, para ejercer un enorme control sobre la conducta particular de cada individuo. O sea, este poder pretende encauzar la conducta de los cuerpos mediante una rigurosa y minuciosa observación. Así, la “fiesta punitiva” fue reemplazada por la minucia del detalle. La nueva economía del poder de castigar produce una mayor vigilancia del cuerpo y no el exterminio de éste. El examen como instrumento del poder disciplinario es el reemplazo de métodos de castigo como la guillotina, pero sobre todo cumple la función de una “sanción normalizadora”. Tanto el examen como la mirada se tornan fundamentales puesto que constituyen un medio de vigilancia y control. De este modo, Occidente vivió el transito del suplicio de los cuerpos a la vigilancia de las almas. Pero ¿cómo se produce este tránsito? El cuerpo inicialmente era el objeto de castigo donde la disciplina se propone hacerlo dócil y productivo. Pero luego, en los siglos XVIII-XIX, el castigo y la disciplina se extiende hacia lo intangible del individuo: su moral, su pensamiento, su alma. A partir de allí se complejiza y se renueva la economía del poder de castigar, pues no solo hace dóciles los cuerpos sino que encauza las almas. 15 Michel Foucault,Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, p. 141. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 169 Es importante resaltar, la maestría con la que el filosofo Michel Foucault muestra que la sociedad disciplinaria es ante todo un conjunto de dispositivos, discursos, mecanismos y arquitecturas que bajo su técnica de disciplina, transforman el alma del individuo, para que actúe ante la sociedad de forma “normal”. El alma se convierte en el blanco del poder de castigar desde finales del siglo XVIII: que cada individuo se vigile a sí mismo, que tenga control (mediado por lo establecido como el bien y el mal) de sus comportamientos, que sienta que hasta sus más íntimos pasamientos pueden ser vigilados y descubiertos por un poder que le acusará de anormal, de monstruo, de malvado, de criminal; en otras palabras, de estar por fuera de la ley. Fácil sería concluir diciendo que los suplicios fueron reemplazados por el sistema carcelario, en tanto a partir del siglo XIX éste se convirtió en la única forma oficial de castigo. Sin embargo, esto tiene un trasfondo diferente, si bien es cierto que lo anterior sucedió como es narrado, también es cierto que el castigo se convirtió en mirada –dispositivo panóptico– definiendo así el sistema carcelario (lo carcelario social, las instituciones) que vigila de forma constante. Las instituciones inscritas en el sistema social como: los tribunales, los hospitales, los manicomios, las escuelas, el servicio militar; incluso la prensa, la televisión y el Estado, son instituciones que para Didier Eribon (filósofo, historiador y biógrafo de Foucault) se tornan “insoportables”, puesto que cada una en su discurso disfrazado, tiene por objetivo el control social, la vigilancia permanente, la minucia del detalle de los cuerpos y las palabras; todas ellas giran en torno al discurso carcelario.16 Por tanto, no sólo el discurso carcelario supuso una modificación sustancial de la sociedad moderna, sino que arquitectónicamente se realizaron otros cambios que modificaron radicalmente el paisaje urbano moderno, todo con la finalidad de que el ojo del poder llegase hasta los más oscuros rincones donde los cuerpos ejercen movimiento. 16 Didier Eribon, “La lección de las tinieblas”, Michel Foucault, Barcelona, Anagrama, 1992, pp. 275-291. 170 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz IV. Vigilancia global e individualizante El mecanismo de poder en el cual la mirada ejerce un papel importante se puede evidenciar en la arquitectura urbana moderna. Foucault, muestra el nuevo modelo de sociedad inspirada en el invento del filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832), invento que determina lo que se llama sociedad disciplinaria. Bentham elaboró un modelo de cárcel (el Panóptico) desde el cual se vigilará todo, sin ser visto. Bastaría una mirada que vigile, y cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, terminaría por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo17. Este filósofo inglés se dio cuenta de que “el panóptico” era una gran invención no sólo útil para construir prisiones más eficaces, sino también para otras instituciones sociales. No es gratuito que desde entonces todas las cárceles, hospitales, escuelas y fábricas se construyeron con similitud bajo el modelo panóptico de vigilancia. El panóptico es en esencia un modelo de vigilancia, de control, que a finales del siglo XVIII, se da a conocer como un proyecto para el diseño estructural de las prisiones, que exigía pocos gastos, pues solo requiere el poder de la mirada, no hay necesidad de armas, de violencias físicas, de coacciones materiales. Sin embargo, el Panóptico juega un doble papel “no se sabe a quién beneficia el espacio organizado como Bentham preconiza, si a los que habitan la torre central o a los que vienen a visitarlos. Se tiene la sensación de estar ante un mundo infernal del que no escapa nadie, ni los que son observados ni los que observan”.18 17 “El ojo del poder”, entrevista con Michel Foucault. En: Jeremías Bentham, El Panóptico, Barcelona, La Piqueta, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría. 18 Íd. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 171 Lo que caracterizó a las sociedades que en el siglo XIX se establecieron, fue precisamente esa idea de vigilancia, es decir, ya no se reconoce si un individuo es el que ejerce el poder o es el que está siendo controlado por este. El poder ya no es propio de un individuo en particular, maquinaria inalcanzable de la cual nadie es titular. Vigilancia global e individualizante, es pues, la gran paradoja con la que Foucault define el funcionamiento panóptico, pero se considera pertinente traer como referente del cine la película El experimento dirigida por Olivier Hirschbiegel en el año 2001. De esta forma, quedará bien ilustrada tal paradoja, en tanto, al trascurrir de las escenas no se sabe si son los colaboradores del experimento los que están siendo observados, a través del lente por los investigadores o viceversa. Al respecto afirma Foucault “el funcionamiento del panóptico es, desde este punto de vista, un tanto contradictorio. Está el inspector principal que desde la torre central vigila a los prisioneros. Pero, al mismo tiempo, vigila a sus subalternos, es decir, al personal; este inspector central no tiene ninguna confianza en los vigilantes”.19 Foucault se interesa por esta arquitectura de control, de hecho, en su obra Vigilar y Castigar, le dedica un capítulo fundamental donde muestra como el panoptismo da lugar a un ambiente de vigilancia total, donde todos se sienten vigilados y comienzan a vigilarse a sí mismos. El principio era: en la periferia un edificio circular; en el centro una torre; ésta aparece atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del círculo. El edificio periférico está dividido en celdas, cada una de las cuales ocupa todo el espesor del edificio. Estas celdas tienen dos ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de la torre; y otra hacia el exterior que deja pasar la luz de un lado al otro de la celda. Basta pues situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un alumno. Mediante el efecto de contra-luz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras en las celdas de la periferia 19 Íd. 172 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz proyectadas y recortadas en la luz. En suma, se invierte el principio de la mazmorra. La plena luz y la mirada de un vigilante captan mejor que la sombra que en último término cumplía una función protectora.20 Nuestra sociedad no ha escapado a estos dispositivos de control, por el contrario, los adopta con más fuerza para ser ejercidos. En todo momento la sociedad hace de la visibilidad, un factor indispensable de las estructuras: poder observar todo, tener una mirada global, es la forma del poder de castigo con el cual todavía hoy vivimos. Se pasó del suplico de los cuerpos a la vigilancia de las almas, en la medida en que los acontecimientos históricos narrados con anterioridad, dejaron su huella, y es preciso evaluar constantemente nuestra conducta para no sufrir ningún castigo físico, como el de Damiens o incluso el del condenado de Franz Kafka,21 que por no cumplir con las normas impuestas por sus superiores, tuvieron que ser supliciados bajo las más absurdas torturas sin la posibilidad de defensa alguna y padeciendo todo el peso de la ley. V. La fábrica de la verdad Ser pertenecientes a la cultura occidental supone (al parecer) que somos individuos con una visión profundamente marcada por la moralidad; cabe entonces preguntarse, ¿qué relación guarda la disciplina, más aún, las sociedades disciplinarias nacientes con la tradición moral? Es bien sabido que, la disciplina data de la Edad Media, o un poco antes, “los monasterios, las compañías dedicadas al tráfico de esclavos e incluso la legión Romana, descansan en sistemas disciplinarios”,22 sabemos además que al menos desde la Edad Media, en las sociedades occidentales la confesión hace parte de los rituales de los cuales 20 Íd. 21 Franz Kafka, La colonia penitenciaria, Cuentos completos, Madrid, Valdemar, 2003. 22 Françoise Boullant, Op. cit., p. 43. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 173 se espera la producción de la verdad, convirtiéndose de esta forma a nivel civil y religioso en un papel central. La confesión desde entonces, se convirtió en occidente en una de las técnicas más altamente valoradas para la producción de lo verdadero, no es gratuito entonces, que nuestra sociedad sea singularmente confesante y que Michel Foucault determine que el hombre en occidente es por excelencia un “animal de confesión”.23 La confesión difundió sus efectos: en la justicia, en la medicina, en la pedagogía, en las relaciones familiares, en las relaciones amorosas, en el orden de lo más cotidiano, en los ritos más solemnes; se confiesan los crímenes, los pecados, los pensamientos y deseos, el pasado y los sueños, la infancia; se confiesan las enfermedades y las miserias; la gente se esfuerza en decir con la mayor exactitud lo más difícil de decir, y se confiesa en público y en privado, a padres, educadores, médicos, seres amados; y, en el placer o la pena, uno se hace a sí mismo confesiones imposibles de hacer a otro, y con ellas escribe libros. La gente confiesa –o es forzada a confesar.24 Michel Foucault, muestra que a partir de los siglos XII-XIII, la confesión se concibe como una mecánica del poder eclesiástico; es decir, el sacerdote es el único que tiene el poder de redimir los pecados, de llevar a cabo el ritual de la absolución; cuando el sacerdote habla no es él quien propiamente lo hace, es Dios mismo el que habla y perdona los pecados. En consecuencia, la penitencia pasa a ser un sacramento, acto por el cual el pecador pide a Dios que sus pecados sean perdonados. Es importante resaltar, que no solo hacia finales de la Edad Media sino hasta nuestros días la confesión se caracteriza por tres grandes rasgos a saber: la confesión en el mecanismo de remisión de los pecados, confesar todos los pecados dentro de la minucia del detalle, finalmente la manifestación del poder del sacerdote donde deja ver su saber, su experiencia y sus conocimientos tanto morales como teológicos. De 23 Michel Foucault, Historia de la sexualidad, Vol I: La voluntad de saber, México, Siglo XXI Editores, 1976, pp. 73-76. 24 Ibíd. pp. 74-75. 174 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz esta forma, el mecanismo del poder eclesiástico hace su inscripción, tal mecanismo involucra un poder-saber (claro está) del sacerdote y de la iglesia. La confesión como pieza central de la penitencia se estableció a mediados de la Edad Media, y en la actualidad de nuestra civilización occidental hace presencia y funciona con su mismo rigor.25 Ahora bien, dentro del poder eclesiástico la confesión se consolida y se caracteriza por los siguientes procedimientos de penitencia: En primer lugar, surge la obligación de confesarse regularmente, ya no es preciso confesar las faltas graves sino confesarse de manera regular. Por otra parte, se reclama la obligación de la continuidad, esto implica decir todos los pecados teniendo en cuenta la confesión que le precedió. Por último, la obligación de exhaustividad, confesar todos los pecados tanto los graves como los que no lo son. Aquí el sacerdote hace su incursión para determinar cuáles son veniales y cuáles son mortales.26 Esta relación de regularidad, de continuidad y de exhaustividad, garantiza el sostenimiento de la confesión misma, como eje de la penitencia, a la vez que asegura el poder del sacerdote en el cristianismo, como mediador entre lo humano y lo divino.27 Podemos notar entonces que en la historia poco va quedando del castigo físico (suplicio), lenta pero cuidadosamente se entra en la dinámica de la vigilancia de las almas (al parecer efectiva), a través de la historia de forma estrictamente metódica se inserta en el pensamiento del individuo la presencia de una fuerza divina y poderosa capaz de ejercer sobre cada individuo una mirada global, una fuerza omnipotente y omnipresente llamada Dios. La necesidad de confesar y la función de confesar será un rasgo de la cultura occidental hasta nuestros días; así, ese rasgo se extiende hacia ámbitos que no son exactamente religiosos, como la justicia, la pedagogía, la medicina y la psiquiatría, entre otros. 25 Michel Foucault, Los anormales, México, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 161-162. 26 Ibíd. p. 165. 27 Íd. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 175 El poder de normalización y el poder disciplinario, con los cuales se fabrica el individuo moderno, son poderes donde se conjuga a la perfección toda nuestra larga tradición confesional (con su técnica del detalle, su minucia en el examen y su pasión vigilante), con los dispositivos arquitectónicos y los discursos modernos racionales sobre el hombre. Es decir, que el individuo moderno –producto de la vigilancia, la disciplina, el control– no se puede entender sin la referencia a la tradición confesional que obligó al hombre a interiorizar la mirada de un Dios que todo lo ve y todo lo puede. Al interiorizar la mirada de Dios “Dios os ve” el individuo tiende a sentirse atormentado por algunos de sus comportamientos, esto es precisamente lo que le sucede a Jean Valjean protagonista de la obra de cine Los miserables, dirigida por Bille August en el año 1998, la cual está basada en la novela que lleva su mismo nombre del siglo XIX, escrita por el novelista francés Víctor Hugo, tomando como referente la película, y recordando la angustiosa preocupación de aquel hombre por sus comportamientos pasados, es posible observar la forma en que la moral cristiana se ejerce sobre la voluntad, el pensamiento y el corazón de los individuos, llevándolo a ser prisionero de su alma, “Dios os ve” llega a convertirse en la medida de la moral cristiana que juzga todos y cada uno de nuestros actos. Por tanto, sentirse atormentado es nuestra forma de responder a esa medida y darle vigencia. Éste es quizá uno de los efectos más relevantes de lo que supuso el tránsito del suplicio de los cuerpos propiedad del soberano, a la vigilancia y control colectivos de los cuerpos insertos en una sociedad de deberes y derechos. 176 Nada tan corporal como el ejercicio del poder / Johana Andrea Fernández Ortiz Bibliografía y cibergrafía • Argullol, Rafael. Sabiduría de la ilusión, Madrid, Taurus, 1994. • Boullant, Françoise. Michel Foucault y las prisiones, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2004. • Eribon, Didier. Michel Foucault, Barcelona, Anagrama, 1992. • Foucault, Michel. Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005. • ___________. Los anormales, México, Fondo de Cultura Económica, 2001 • ___________. Historia de la sexualidad Vol I: La voluntad de saber, México, Siglo XXI Editores, 1976. • ___________. “El ojo del poder” (Entrevista, 1980) En: Jeremías Bentham, El Panóptico, Barcelona, La Piqueta, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Álvarez - Uría. • http://images.google.com.co/imgres?imgurl=http://es.geocities.com/bitelabullet/ carceles/piranesi02.jpg&imgrefurl • http:/www.cultura.clásica .com • Kafka, Franz. La colonia penitenciaria, Cuentos completos, Madrid, Valdemar, 2003. • Morey, Miguel. “El porvenir de las instituciones totales. Sociedades de control”, Publicado en La Vanguardia, pp. 1-3. Referencias cinematográficas • El experimento. Director: Olivier Hirschbiegel, 2001. • Los miserables. Director: Bille August, 1998. • 1984. Director: Michael Radford, 1984. 177 Los poetas malditos, una subversión a la moral del siglo XIX* Diego Giraldo, Diego González, Lucas Arteaga** La mano de Camarón - Alberto García-Alix, 1991 * La manoen de Camarón, Alberto García-Alix, 1991 Este trabajo fue realizado las asignaturas de Horizontes de pensamiento I y II (02-07 y 01-08) y fue expuesto en el Foro Del Saber de la Genealogía a la Moral del Poder… De Nietzsche a Foucault (y viceversa), organizado por el Programa de Psicología de la IUE el 30 de mayo de 2008. También fue seleccionado para participar en el Primer Congreso Regional del Colegio Colombiano de Psicólogos, organizado por el Colegio Colombiano de Psicólogos y la Fundación Universitaria Luis Amigó, Medellín, 26 y 27 de septiembre de 2008. ** Estudiantes de quinto semestre del programa de Psicología de la Institución Universitaria de Envigado. 178 Los poetas malditos , una subversión a la moral del siglo XXI / Diego Giraldo et al. Resumen La lectura de Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, de Michel Foucault, permite una aproximación novedosa a la poesía de Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, en la medida en que hace posible reconocer en el arte tanto una sedimentación de la época, como una expresión vitalmente autónoma, crítica incluso de la época en la cual surge. Los poetas malditos, en este caso Baudelaire y Rimbaud, representan una ruptura violenta con la moral, una irreverencia con el progreso, y una repelencia con la decimonónica burguesía. Sus obras son una ‘pintura’ que afirma y niega la época moderna. Su poesía es también un pensamiento crítico que eleva el mal a la categoría de dimensión estética y que como tal pervivirá en Occidente. De esta manera podemos plantear decididamente que, la obra de los malditos subvierte a la moral y las costumbres del siglo XIX. Sus obras se abren paso por un intrincado camino que comporta condiciones y cambios como el nacimiento del frenético urbanismo, el vertiginoso crecimiento de la industria, la eclosión de las masas y las nuevas tecnologías del poder disciplinario. En segunda instancia, hacemos un análisis comparativo de la obra Historia de la sexualidad, Vol. I, del mismo autor, para develar que la literatura, en este caso la poesía, también es un acto confesional, así quiera parecer un acto profano. Palabras claves: Burguesía decimonónica, subversión, moral, poder, confesión, simblismo, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud. Abstract The reading of Watching and Punishing, Origin of prison, of Michel Foucault, allows a new approximation to Charles Baudelaire and Arthur Rimbaoud’s poetry, as far as it makes it possible to recognize in art, so much as a sedimentation of the epoch, as an autonomous vital expression, critical inclusive of the epoch in which it arises. The darned poets, in this case Bauldelaire and Rimbaud, represent a violent rupture with the morale, an irreverence with progress and a repellence with the nineteenth burgess. Their works are a ¨painting¨ that affirms and negates the modern epoch. Their poetry is also a scientific thought that elevates evil to the category of esthetic dimension and that as such it will remain in the west. This way we can propose for sure that; the work of the damned over pours the morale and costumes of the XIX century. Their works make their way trough an intricate path which brings conditions and changes such as the frenetic urbanism, the vertiginous growth of the industry, the eclosion of the masses and the new technologies of the disciplinary power. In second Katharsis 6, julio-diciembre 2008 179 instance, we make a comparative analysis of the book Sexuality’s History, vol. 1, of the same author, in order to say that the literature, in this case poetry, is also an confessional act, even if it wants seem profane. El poeta se vuelve vidente por un logro inmenso y razonado desequilibrio de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él mismo busca, agota en sí todos los venenos... Arthur Rimbaud Un antecedente maldito Buscar los antecedentes de la poesía maldita en Francia, es remontarse al S. XV, a un poeta frenético, desordenado pero brillante. Nos referimos a François Villon, al parecer nacido en 1461, desterrado por el parlamento francés en 1493, y no se sabe a ciencia cierta como murió. Su verdadero nombre era François de Montcorbier, apodado François Villon porque era el protegido del clérigo Guillame de Villon. Fue educado en teología y dogmas religiosos, pero su verdadera vocación la encontró en la artes. Estudió Artes en la Universidad de París y su vida estuvo llena de trifulcas, robos, delaciones, acusaciones, entradas y salidas de la cárcel, de la que finalmente salió gracias a sus capacidades intelectuales. Su vida vagabunda empezó en los burdeles y las tabernas, se dice que se inició en las fechorías cometiendo un robo en un colegio en Paris (La Navarra), experiencia que aprovecha para escribir una de sus composiciones más celebradas, ‘Legado’, en donde hace una fuerte crítica a los nobles de Paris y a sus compañeros de robo. Delación de la cual sus compinches salen mal librados. Con la amenaza de la cárcel, Villon se fuga hacia Sicilia. Después de una larga temporada de palacio, en el trono de René d’Anjou, quien conjugaba el trono de Sicilia con el cultivo de la poesía, Villon es condenado nuevamente a la Cárcel, por nueva fechorías. Deportado hacia París, con la tristeza de la muerte cercana, escribiría la Balada de los ahorcados, que es una elocuente y feroz súplica de todos los condena- 180 Los poetas malditos , una subversión a la moral del siglo XXI / Diego Giraldo et al. dos a la horca, en ella Villon diría: “Mediante una cuerda de dos varas, sabrá mi cuello lo que pesa mi culo.” Finalmente el parlamento Francés, le conmuta la pena por el destierro y abandona su tierra natal en 1493, a la edad de 32 años, se cree que murió tiempo después. La vida y la obra de François de Montcorbier, François Villon, es reconocida por los poetas simbolistas como el antecedente docto de la poesía maldita. Los malditos y las sociedades disciplinares El presente trabajo aborda aspectos de las obras de Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, a la luz de la lectura de Vigilar y Castigar, Nacimiento de la prisión, de Michel Foucault. Para este ejercicio es necesario referir la sociedad descrita este autor, quien explica mediante analogías que las sociedades occidentales modernas están organizadas bajo una estructura disciplinar, en donde las funciones son organizadas por las instituciones y esterilizadas mediante ideales sociales. En esta sentido, el ideal de las sociedades burguesas del siglo XIX funcionaba como una verdad compartida de manera hipócrita y desierta, amparada por la literatura como garante de una verdad, y compartida por un sector de la sociedad. Cuando aparece la poesía de los malditos, o la maldita poesía como la llamaban los burgueses en ese tiempo, surge también otro tipo de verdad: una verdad menos romántica y más gótica, una verdad de suburbio, triste y sombría, una verdad moderna que se las arreglaba con el nuevo modelo social naciente: el orden capitalista. En este sentido, decía Marx que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”. Bajo estos preceptos la poesía de los malditos llega a lidiar ideológicamente con la sociedad de su tiempo, a Baudelaire se le atribuye profetizar “el arte por el arte”, y no lo bello por el arte, o en su sentido más conspicuo, el arte por la verdad. Nuestra tesis es que la poesía de los malditos subvierte la moral del siglo XIX, pues implica una ruptura con los dominios de verdad de las sociedades disciplinares, tal como las que muestra Michel Foucault. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 181 El discurso jurídico-discursivo y la poesía Cuando Foucault afirma que la relación sobre el sexo está dada en un discurso jurídico-discursivo, especifica que la forma pura del poder está en materializar la ley. Para ello, enuncia tres formas en la lógica de la censura1 primero lo inexistente, segundo lo ilícito y tercero lo informulable, siendo éstas, formas positivas de la prohibición. Lo que está prohibido no puede ser dicho hasta que esté totalmente anulado en la realidad, lo inexistente no tiene derecho a ninguna de sus manifestaciones, en consecuencia es informulable e ilícito. Algo similar sucede con la reacción del Simbolismo ante lo clásico, lo romántico o el parnasianismo. El orden del discurso burgués, había creado unos lineamientos estéticos en la literatura, regidos a su vez por los mismos lineamientos de la lógica de la censura que enuncia Foucault. De esta manera, la Ley crea lo que es permitido o digno de ser dicho. Sin embargo, cuando las poéticas malditas incluyen la miseria como componente estético del arte, necesariamente rompen las tres formas de la lógica de la censura: Inexistente, ilícito e informulable, de ahí el prolongado efecto que esta poesía tiene en la Modernidad. En la Historia de la sexualidad, Vol. 1, La voluntad de saber, Michel Foucault hace un pormenorizado recorrido de lo que ha sido la práctica de la confesión en Occidente: los usos, las variaciones, los efectos, la condición de modelo para muchas otras prácticas sociales y disciplinarias en la Modernidad. Incluso se podría pensar que la confesión determina diversas formas de escritura. Según esto, ¿podríamos acaso considerar la obra de los malditos un acto de confesión? Poder, confesión, poesía Es necesario presentar el desarrollo de la confesión y ver el momento exacto en el que se adjunta a la literatura como un elemento 1 Michel Foucault, Historia de la sexualidad Vol I: La voluntad de saber, México, Siglo XXI Editores, 1976, p. 103. 182 Los poetas malditos , una subversión a la moral del siglo XXI / Diego Giraldo et al. de las letras. La confesión como práctica, se inicia en el siglo V, luego en los Siglos IX, X y XI se difunde mucho más entre los laicos incluso, pero su forma definitiva se instaura en el Concilio de Trento, en 1515, a partir de allí se perfeccionan sus efectos, se hacen cada vez más sutiles e impregnan la pedagogía y las nacientes disciplinas sociales, hasta llegar al siglo XVIII. La buena suerte de la práctica de la confesión se debe a que ésta se codificó como una parte esencial de la penitencia, y la penitencia se asoció con la idea de absolución del pecado. Desde la segunda mitad de la Edad Media, hasta principios del Renacimiento, la confesión se vuelve parte importante de la doctrina de la religión cristiana, y en los siglos XVI al XVIII, con la Contrarreforma hay una evolución sustancial de la misma. Poder, confesión, poesía Michel Foucault, en Historia de la sexualidad, vol I: La voluntad de saber, hace un detallado recorrido a través de lo que ha sido la herencia cristiana en Occidente, la técnica de confesión, la cual llega a ser decisiva incluso para la configuración del individuo moderno. Con base en ello nos podemos preguntar incluso si es posible considerar la obra poética de los malditos como un acto o ejercicio de la vieja técnica de la confesión, por ejemplo: ¿Qué confiesan los malditos con relación a los cambios de la época y a los efectos de éstos en lo humano? ¿Qué es lo específico de la confesión propia de malditos con relación a la confesión propiamente cristiana? Nuestro propósito es indagar en qué medida su poesía representa un acto de confesión-crítica-amoral para la posteridad y el contexto inmediato. La obra de los malditos representa un elemento adverso, es decir una contraparte que se resiste y procura desmantelar los criterios morales de una época. Con la obra referida de Foucault, podríamos exponer otra perspectiva más prolija respecto del papel de la literatura. Valiéndonos del elemento de la confesión, su trascurso y cambio a través de la historia podemos vislumbrar cómo la literatura está permeada por la confesión, en fin, podemos apreciar Katharsis 6, julio-diciembre 2008 183 como la confesión va allanando paulatinamente un terreno amplísimo en Occidente, a tal punto de instalarse furtivamente en la literatura. Foucault señala dos Concilios, como los pilares teóricos que configuraron la práctica confesional, el Concilio de Letrán en el siglo XIII y el concilio de Trento en el siglo XVI, antes de éstos la confesión era una pieza contingente de la penitencia, pues el confesor requería mínimamente de unos detalles para establecer la debida pena. Es así como poco a poco la confesión se fue instaurando como piedra angular en las prácticas de penitencia, hasta el punto de llegar a ser la penitencia misma ya que el confesarse implica la vergüenza, el ruborizarse, en fin, un auto-aplacamiento. En esta medida, el catolicismo crea un dominio de verdad a través del instrumento de la confesión. No es pues la literatura un ámbito privilegiado, es decir, ella no logra prescindir de criterios básicos de una moral católica, puesto que en sí misma entraña la confesión. Un ejemplo de esto es la Inglaterra del siglo VXIII, cuando la confesión se equipara al examen de conciencia, los ingleses puritanos introdujeron el género de la autobiografía a la literatura, el cual repercutiría considerablemente en toda la literatura moderna. De igual modo, se hace evidente en las obras de Dostoievski a Kafka, pasando por el Marqués de Sade, entre otros. En este punto podríamos intentar ver una premonición en la obra de los poetas malditos, y premonición en tanto que dibujan a través de una reflexión estética la metamorfosis anímica del siglo XIX. Se podría entender la obra del poeta francés Charles Baudelaire, Las flores del mal, como una simultánea afirmación y negación de la época, una confesión de los aspectos del sentir humano en ese momento de la historia occidental y de la posteridad que hunde sus raíces allí. Si emprendemos un acercamiento a la vida de Baudelaire, encontraremos que a éste, en sus últimos años lo atosigaba una auto-reflexión constante en las noches, el pensar en todos los sucesos y circunstancias que le acaecían con brutal peso, se constituían en piezas infranqueable de su vida cotidiana, y de cierta manera era “un examen de conciencia” que le devenía inflexible. Acaso fue el sufrimiento de Baudelaire el pro- 184 Los poetas malditos , una subversión a la moral del siglo XXI / Diego Giraldo et al. totipo de vida que se instauraría en la modernidad, así como el precoz silenciamiento del cual es objeto Rimbaud, que podría ser también un nuevo horizonte de la vida moderna. El código dialógico y la estructura de la confesión en la que obligatoriamente debe haber un oyente, crea una verdad o un campo de producción de la misma. Para el caso de la confesión católica, la artimaña de ésta es asociar la idea de la confesión con la de libertad: la verdad os hará libres, pero lo que es desenmascarado por Foucault es una relación de fuerzas y una intensión de poder al interior de la confesión. Para el caso de la literatura de los poetas malditos, Baudelaire y Rimbaud, poetizar la realidad es una suerte de confesión. El culto moral de la naciente burguesía del siglo XVIII, tenía maquinada la producción literaria mediante unas formas métricas, un lirismo que armonizaba sus preceptos morales y condicionaba a sus escritores; es decir, antes de los poetas malditos predominaba la forma clásica, la métrica parnasiana y el arte como expresión de lo bello; pero estos poetas llegan como reformadores y críticos, vendrá Baudelaire a decir: “Yo encontré la definición de lo bello, de mi belleza; es algo ardiente y triste, algo un poco vago.” Y Rimbaud, por su parte, considera el universo del hombre como una naturaleza inexplorada, únicamente asequible al desorden de los sentidos, por lo cual dirá: “El poeta se vuelve vidente por un logro inmenso y razonado desequilibrio de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él mismo busca, agota en sí todos los venenos [...]”. (Carta a P. Demeny). En medio de ese culto moral, irrumpen pues violentamente los poetas malditos para crear otro dominio de verdad: la verdad del hombre inmerso en el periplo oscuro de su época, y en cierta medida, llegan a profetizar el sufrimiento del hombre moderno. En este punto, resulta imprescindible revisar la noción de poder, valiéndonos para ello de lo que explica de manera detallada, minuciosa e inteligente Michel Foucault en la Historia de la sexualidad, Vol. I, La voluntad de saber. Remitirse a una concepción negativa, a secas, del poder, es admitirlo dentro de la forma clásica del mismo, o su relación Katharsis 6, julio-diciembre 2008 185 trasversal con la norma jurídica, pero el autor explica el poder como una serie de relaciones de las cuales dependen unos dominios de verdad; la relación dominado dominador no se puede entender de manera absoluta, o negativa (represora), sino como un proceso fértil en consecuencias que procura unas circunstancias para crear nuevas formas de relación, es decir, el poder en Foucault es una relación productora y no netamente represora. En este sentido, la represión literaria formulada por el clasismo goza de un estatus de antecedente para una nueva creación formal que es ocupada por el Simbolismo, y representada por los poetas malditos. La reacción literaria hecha por la poesía presta sus consecuencias para hacer una analogía con la proliferación discursiva de la que ya fuera objeto la sexualidad en el siglo XIX, y es un claro ejemplo de la dinámica positiva del poder. Diremos que la “confesión” de Baudelaire, en Las flores del mal, da cuenta del ennui, del spleen. El ennui de los franceses se traduce a nuestro idioma como tedio. El spleen de los británicos despliega y guarda un significado que tiene que ver con la melancolía. De otro lado, si tratamos de allegarnos un poco al planteamiento medular de la poesía de Rimbaud, encontramos la fórmula que le convirtió en un vidente, que no es más que el desarreglo de todos los sentidos para llegar a lo inasible. Se pone de manifiesto entonces, la necesidad de emprender una nueva forma de experiencia que se agrieta en el siglo XIX, cosa que contrasta con la demanda de Nietzsche: la necesidad de una nueva forma del espíritu, proponiendo para ello la forma propia del niño. En consecuencia con nuestra hipótesis, a saber, la literatura es vitalmente autónoma, en la medida en que carga sobre sí el discurso de su época, y puede ser considerada un acto confesional en los términos expuestos, creemos posibles también los siguientes ejemplos: Justine, del Marqués de Sade En Justine o los infortunios de la virtud (1787), el Marqués de Sade advierte en el mismo prólogo, sobre una falsa filosofía, unos fal- 186 Los poetas malditos , una subversión a la moral del siglo XXI / Diego Giraldo et al. sos sofismas. Justine, apodada Teresa, es un pavoroso relato lleno de trasgresiones sexuales, de parafílicos instintos y sobre todo de perversos sentimientos humanos. El hecho de que se practiquen aberraciones con prisioneras vírgenes y con la misma Justine es una burla recurrente, indignada y quejumbrosa contra la moral de la época. Justine es prácticamente una metáfora que interroga las prácticas ascéticas de la moral, y un tratado sobre las desventuras de la confesión, pues Justine confiesa el legado de su destino, y cada vez que lo hace es víctima de un infortunio más, creyendo que la verdad la hará libre, la verdad es un sello que se inscribe candente sobre su piel con la P de pecadora. A diferencia de su hermana que logra la fortuna, la riqueza y la bienaventuranza mediante la mentira, la prostitución y la negación de su débil estado de huérfana. Algunos críticos consideran la obra de Sade como una autobiografía –más deseada que vivida– de sus placeres y sus excesos; en este sentido, es una obra sobre la confesión y su relación con el placer, pero también da cuenta de las consecuencias siniestras de la práctica confesional. Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski Luria Raskolnicov, el protagonista de Crimen y castigo (1866) es un estudiante asediado por la culpa, interrogado en su imaginario por los ojos ajenos, burlado por la condescendencia de los Guerdames, engañado por la pruebas en su contra y al parecer a su favor. El sentimiento de culpa es una auto-flagelación constante que está presente en sus días y en sus largas noches; el llamado a la puerta, una sonrisa equivocada, una cortesía celosa y suspicaz encarnaban en su imaginario una burla descomunal. Dostoievski presenta la libertad moral como una libertad existencial, hilvanada entre los hilos de la confesión; tan solo de esta manera el protagonista logra escapar a sus fantasmas, confesando el crimen que cometió en razón de un ideal filántropo, pero criminal al fin y al cabo. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 187 El final de la novela presenta a un personaje satisfecho por la delación, confinado a Siberia en donde realiza trabajos forzados, acompañado por una prostituta que es un prisma de su condición. Al final aparece un Rascolnicov confesado y esclavo, pero supuestamente libre. Conclusión A partir de la anterior exposición, se vislumbra que la confesión también es de algún modo un género literario. Así, al observar un autor y su obra minuciosamente, tenemos la oportunidad de hallar una cierta expresión de lo que asilan sus pensamientos más furtivos y las más (in)expresadas circunstancias de su época. Al igual que quien se suicida confiesa un descontento con la vida y con el mundo, quien escribe confiesa sus preocupaciones y consideraciones, ya sean morales, emotivas, existenciales, en fin, toda la conjunción de elementos ocurrentes que confluyen en una época dada. Cada escritor, al menos en el caso de los poetas malditos, condensa, recrea y subvierte, los discursos y la moral de su época, y no lo puede hacer sino en la medida en se confiesa poética o literariamente. La literatura puede apreciarse como una vasta proliferación de discursos, pues esta goza de la potestad requerida para versar sobre temas que el orden corriente del poder mantiene anestesiados. La literatura subversiva puede no considerarse en el carácter estricto de lo adverso, es decir, no se encuentra ubicada fuera de extensiva red de poder, incluso existe cierta incitación a que el discurso afluya, ya que más que ejercer una resistencia es un soporte del poder mismo, lo incita, lo provoca. Michel Foucault, en las obras referidas, permite comprender que el arte es una sedimentación de la época, pero una sedimentación vitalmente autónoma. Los poetas malditos, en este caso Baudelaire y Rimbaud, representan una ruptura violenta con la moral, una irreverencia con el progreso, y una repelencia con la decimonónica burguesía. Sus obras son una ‘pintura’ en la que se afirma la época a la vez 188 Los poetas malditos , una subversión a la moral del siglo XXI / Diego Giraldo et al. que se la cuestiona seriamente. He aquí la brecha y la contradicción de la Modernidad, un pensamiento crítico que se introduce en Occidente y un corpus poético que rotula el nacimiento de la estética del mal, correlativa ésta a la sociedad del mal. Por tanto, se puede plantear decididamente que la obra de los malditos es una subversión a la moral, las costumbres y los hábitos burgueses del siglo XIX. Sus obras se abren paso por un intrincado camino que comporta condiciones y cambios como el nacimiento del frenético urbanismo, el vertiginoso crecimiento de la industria, la eclosión de las masas y una industria del control en la literatura que se perfila en el horizonte de la época. La sociedad capitalista, no rechaza el sexo, mejor crea mecanismos para crear discursos, para generar deseo, y éste es constitutivo de la subjetividad de la época. Es decir, en un deseo creado hay una obvia relación de poder, y esa relación de poder es subvertida por medio artísticos como la literatura. El poder no es un asunto negativo, por el contrario, hace parte de una serie de relaciones de fuerza que implican aspectos positivos o productivos. La paradójica represión social, en la época de los poetas malditos, posibilitó justamente la aparición de una nueva forma de expresión, heterodoxa, subversiva en último término, pues poder y resistencia se requieren mutuamente. Algo que hace eco con las palabras de Foucault, en una entrevista, en un verano en Suecia: “nada más represor, que el exceso de libertad.” Bibliografía Baudelaire, Charles. Las flores del mal, Bogotá, La Oveja Negra. 1982. –––––––––––. Pequeños poemas en prosa, Barcelona, Bosch, 1978. –––––––––––. Curiosidades estéticas, Madrid, Júcar, 1988. –––––––––––. Cartas a la madre, Barcelona, Grijalbo, 1993. –––––––––––. El pintor de la vida moderna, Bogotá, El Áncora Editores, 1995. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 189 Díaz Ordóñez, Leonardo. Poesía y modernidad, Bogotá, Ministerio de Cultura, 1999. Dostoievski, Fiodor. Crimen y castigo, Madrid, Edaf, 2005. Foucault, Michel. Vigilar y castigar, Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI Editores. 1975. –––––––––––. Historia de la Sexualidad, Vol. I. La voluntad de saber. México, Siglo XXI Editores, 1976. Rimbaud, Arthur. Temporada en el infierno, Bogotá, La Oveja Negra. 2000. Sade, Marqués de. Justine o los infortunios de la virtud, Bogotá, Círculo de Lectores, 1979. –––––––––––. La filosofía en el tocador, Málaga, Edimat, 1998. IV. Diálogos con el cine 193 Diálogos con el cine María Cecilia Salas Guerra* Film Still of The Pillow book, Peter 1995 FilmGrenaway, Still of The Pillow book Peter Grenaway, 1995 * Psicóloga y Magíster en Ciencias Sociales con énfasis en Psicoanálisis y vínculo social, de la Universidad de Antioquia. Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Docente del Programa de Psicología de la Institución Universitaria de Envigado. 194 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra A continuación se presenta una selección de textos escritos con ocasión de los cineforos realizados en la Institución Universitaria de Envigado: Los anarmales en el cine, 2007-01; Disciplina y control en el cine, 2007-02; y Moralidades en el cine, 2008-01; programados como actividad complentaria de las asignaturas Horizontes de pensamiento I y II. El propósito en estos espacios es invitar a un diálogo entre la psicología y el cine, valiéndose de la mediación crítica de autores como Michel Foucault, con Los anormales, Vigilar y castigar, e Historia de la sexualidad, Vol. I: La voluntad de saber; y también de Friedrich Nietzsche, con La genealogía de la moral. En este sentido, los siguientes textos insinúan rutas posibles en las que la comprensión de lo humano necesariamente se amplía, se problematiza y se recrea, en la medida en que el cine, la literatura, la filosofía y la historia, aportan elementos fundamentales para una psicología vinculada con la época que nos corresponde vivir. El hombre elefante1 o la categoría moral de lo monstruoso Durante la segunda mitad del siglo XIX, en las grandes ciudades europeas y norteamericanas, se empieza a fomentar a gran escala un peculiar espectáculo de masas: la exhibición de las más variadas expresiones de lo que se consideraba lo anormal en el ser humano: la locura, el enanismo, el gigantismo, las grandes patologías sexuales, las grandes deformidades físicas, lo que hoy llamaríamos enfermedades raras, etc... en torno a rasgos como estos –que le valdrán a sus portadores el calificativo de Fenómeno o de monstruo– se levantará toda una industria creciente: el espectáculo del cuerpo humano, el mismo que conocemos hoy –con otros matices– y del cual seremos partícipes hasta nuestros días. En el siglo XIX estos espectáculos –donde se despliega “el ejercicio arcaico y cruel de la mirada curiosa”– se llevan a cabo en barracas de 1��������������������������������������������������������������������������� Director: David Lynch, 1980. Intérpretes: John Hurt, Anthony Hopkins, Jonh Gielguld, Anne Bancroft. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 195 feria, en circos, en calles atestadas, e incluso en hospitales. El exitoso y lucrativo espectáculo de los monstruos –que también se percibe como feria de órganos o como museo de los horrores- adquiere rápidamente la “banalidad rutinaria de las diversiones familiares.” Se trata de verdaderas “fiestas de la mirada” donde la “curiosidad de los mirones era libre y el ojo inventariaba sin recato la gran exhibición de las rarezas del cuerpo humano.”2 Pero este tipo de eventos y la historia que de ellos podemos conocer hoy a través de estudios tan rigurosos como los de Michel Foucault en Los anormales, permiten rastrear en simultáneo una historia de la mirada, una historia de los dispositivos o estrategias que someten a los cuerpos monstruosos a un régimen singular de visibilidad, es decir, ¿de dónde viene la necesidad de hacer visible lo monstruoso hasta sacar ganancia del mismo? Al servicio de qué finalidad se crea todo el espectáculo? Pero además supone la historia de las más variadas emociones y reacciones como la compasión, la burla, el miedo y el espanto, ante la deformidad humana. La exhibición de lo anormal constituye además uno de los antecedentes más próximos de lo que conocemos como la “industria moderna del entretenimiento de masas.” Con aquellas fiestas de la mirada implacable sobre lo anormal, se inaugura una forma de cultura visual urbana que todavía nos acompaña, con otros matices y variaciones, claro está, dado que los cambios epocales y técnicos inciden directamente en nuestro modo de mirar el cuerpo. A juicio de Michel Foucault, el monstruo humano, se convierte –arbitrariamente en medio de los juegos de poder de los dispositivos discursivos– en el modelo en aumento de todo lo que se viene a juzgar como anomalía: “en ese sentido podemos decir que el monstruo es el gran modelo de todas las pequeñas diferencias. Es el principio de inteligibilidad de todas las formas de la anomalía. Buscar cuál es el fondo 2 Alain Corbin, Jean Jacques Courtine, Georges Vigarllo, Historia del cuerpo, Vol. III: El siglo XX, Madrid, Taurus, 2006, pp. 202-2003. 196 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra de monstruosidad que hay detrás de las pequeñas anomalías, las pequeñas desviaciones, las pequeñas irregularidades: ese es el problema que vamos a encontrar a lo largo de todo el siglo XIX.”3 Es decir, que el monstruo es el modelo de la alteridad, de lo otro más radical, y con ese modelo se va a pensar y a juzgar al individuo llamado anormal: como un “monstruo pálido”, como un desviado de lo natural, de lo normal, el anormal será un “monstruo cotidiano”. David Lynch por su parte, se inspira en una historia real para su película. En 1884, un famoso cirujano del hospital de Londres, Frederick Treves, se interesa por conocer personalmente a un hombre del cual se habla en la cuidad como uno de los fenómenos humanos jamás vistos –a quien exhiben en una barraca de feria–, se trata de (Joseph) Jonh Merrick, un hombre con enormes dificultades y limitaciones físicas a causa de una severa y desconocida enfermedad degenerativa de los huesos –sobre la cual, aún hoy, los investigadores no logran esclarecer del todo sus causas–; esta condición física lo condena al ostracismo, a la segregación y a los maltratos de todo tipo, entre los que se incluye llamarle “Hombre elefante”. Para sorpresa y conmoción del Doctor Treves, John Merrick es el hombre más inteligente, afable y tierno que haya conocido. Merrick (5 de agosto de 1860, 11 de abril de 1890), tenía una gran sensibilidad artística y en su valiosa autobiografía se incluye un hermosísimo poema donde recrea su condición vital: Es cierto que mi forma es muy extraña, Pero culparme por ello es culpar a Dios, Si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo Me haría de modo que te gustase a ti. Si yo fuera tan alto Que pudiese alcanzar el polo O abarcar el océano con mis brazos, Pediría que se me midiese por mi alma, Porque la verdadera medida del hombre es su mente. 3 Alain Corbin, Jean Jacques Courtine, Georges Vigarllo, Historia del cuerpo, Vol. III: El siglo XX, Madrid, Taurus, 2006, pp. 202-2003. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 197 Y no menos inquietante es una nota del Doctor Treves acerca de Merrick: Una cosa que siempre me entristeció de Merrick era el hecho de que no podía sonreír. Fuera cual fuese su alegría, su rostro permanecía impasible. Podía llorar, pero no podía sonreír. En la cinta de Lynch, Treves está protagonizado por Hopkins y Merrick, por Jonh Hurt, estelares interpretaciones ambas, sobra decirlo. Diríamos que la película, en 1980, recrea con toda la maestría digna del director, lo que también Michel Foucault había examinado con el más arduo rigor investigativo solo unos años antes, 1975, en su seminario sobre Los anormales. Ambas elaboraciones constituyen una aproximación crítica a todo el andamiaje de concepciones erróneas y clara y moralmente prejuiciadas que desde el siglo XIX hasta nuestros días pretende legislar y delimitar qué es lo normal y lo anormal, qué es lo humano y qué es lo monstruoso o bestial que violaría las leyes de la naturaleza. Foucault y Lynch permiten plantear la cuestión acerca de cuáles son los los nuevos modos de exhibición del cuerpo, donde evidenciamos un matiz, a saber, que hoy las fiestas de la mirada –en la nueva barraca o el nuevo circo que es la televisión– ya no se deleita tanto con la imperfectibilidad de los cuerpos cuanto con la perfectibilidad de los mismos. ¿Cuáles serían nuestros nuevos hombres elefantes y en qué radicaría su grandeza o la ausencia de la misma? 198 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra El resplandor1 y los límites de la racionalidad El terror es lo que aún siendo de nosotros mismos quisiéramos rechazar, pero que nos fascina al mismo tiempo. Kant, a fines del siglo XVIII, en la tercera de sus críticas dedicadas a la facultad de juzgar, y en donde se encuentran los elementos fundacionales de la filosofía estética moderna, señalaba que lo terrible, siniestro u ominoso, era una forma en la cual se expresaba lo sublime. Y lo sublime, es aquello que nos sobrecoge bien sea por su inmensidad o por su fuerza, y que indefectiblemente nos hace pensar en nuestra condición, incluso en términos éticos: nuestra finitud frente a la infinitud de un paisaje abismal, del mar embravecido, de la Revolución Francesa que asesina a miles (y entonces, surge aquella variación de lo sublime que se llama entusiasmo, como bien lo señaló y desarrolló Jean-François Lyotard en el siglo XX), o frente a las fuerzas misteriosas que aparecen en una noche oscura o en una mente asesina. No es fortuito que el filósofo alemán haya planteado esa dimensión de lo sublime y que en ello haya incluido lo terrorífico; no lo es justamente, porque a fines del siglo XVIII la literatura europea estaba descubriendo el terrible encanto de la “novela gótica” y ya Horacio Walpole había prohijado una saga de imitadores que trataban en las páginas de sus relatos no sólo de ganarse el favor del público lector, sino de ganárselo apelando a sus más escondidos y terribles sentimientos: oscuros personajes, asesinos crueles, monstruos y vampiros, castillos medievales en medio de la tormenta, vírgenes acosadas por fantasmas, mujeres seductoras pletóricas de desenfreno sexual. Esa literatura gótica, desde su denominación misma, quería ser un contrapunto con lo planteado por toda la filosofía de las luces que lentamente se gestó en los resultados de la revolución científica del siglo XVII y que luego en el XVIII llevó a la generalización y vulgarización de dicho ideal científico; es decir, siglo de las luces como este dieciochesco, que a más de sus resultados 1 Director: Stanley Kubick, 1980. Protagonistas: Jack Nicholson, Danny Lloyd y Shelley Duval. Basada en la novela El resplandor, de Stephen King, 1977. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 199 connotados –en el terreno de la filosofía política y moral, en el terreno de la historia, en las primeras reflexiones sobre el manejo de la economía, en la revaluación de la ironía como arma contra los fanatismos, en el cuestionamiento de la autoridad establecida–, en modo alguno tampoco podía soslayar su más terrible faceta: la razón universalizada, convertida en el baremo único para juzgar a todos los hombres y todas las culturas, se moleculariza en múltiples racionalidades que conllevan la elaboración de toda una serie de dispositivos, discursos y arquitecturas que ya en el siglo XIX configurarán lo que Michel Foucault llama una sociedad disciplinaria. Razón devenida racionalidad o mejor, racionalidades, en donde se pone de manifiesto que la procesión que Robespierre hiciera de una prostituta en andas, representando la “diosa razón”, por las calles del París en pleno régimen del terror, no era más que la cara tragicómica que evidenciaba los límites del proyecto ilustrado, que ese límite estaba precisamente en la sinrazón. La novela gótica fascina precisamente porque se ocupa de los cuerpos que sufren con placer, que vinculan sufrimiento y dicha, padecimiento y gozo: la vampiresa que asesina seduciendo –la misma que gracias al cine se convertirá en femme fatale–, la fascinación de la mujer perseguida por su asesino, la atracción hacia el misterio, el goce que produce el develamiento de un secreto que termina matando. Y todo ello ocurre en el cuerpo, en lo sensible, y quizás por esto, la lucidez de un Inmanuel Kant, y la de todos los pensadores estéticos del XVIII, que señalaron cómo gracias a esas vivencias sensibles es posible pensar. A ello ha de sumarse el hecho de que la novela gótica bien puede ser la antesala a la disolución entre lo normal y lo anormal, disolución sobre la cual se regodeará buena parte del Romanticismo; en otras palabras, la novela gótica, denostada por los puristas de la literatura, tiene una potencia disolvente de nuestras más caras certezas: lo normal y lo anormal son entidades imprecisas, y sobre todo, muestra el poder de la imaginación, de la fantasía, que parecía condenada a no ser más que un obstáculo en la imagen consoladora del sujeto trascendental moderno, lleno de los poderes de su conciencia y de su razón. Sin embargo, esa 200 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra capacidad disolvente, fue lo que se quiso poner a buen recaudo por parte de los dispositivos pedagógicos, psiquiátricos, jurídicos y sanitarios; una disolución pues que se volverá a poner en el plano de la distinción, cuando los temas de esa literatura, una vez más siguiendo a Foucault, sean puestos al servicio de procesos normalizadores: el loco, el anormal, el no convencional es quien está ad portas de devorar a sus congéneres o bien está en el despliegue orgiástico de su sexualidad; el anormal es quien hereda las fuerzas de la turba sangrienta que se solaza en el espectáculo sangriento, pero también quien hereda el desenfreno sexual que se le atribuyó a los nobles decadentes antes y después de los procesos revolucionarios. Quizás el siglo XIX y el XX no hicieron otra cosa que afinar este camino, o mejor esta doble perspectiva. Por un lado, la normalización se refinó hasta el punto en que todo podía ser indicio de una anomalía, de una novela gótica en potencia: la pesadilla que cualquiera puede tener, el temor a ciertas nimiedades –de las cuales ninguno de nosotros se libra–, las obsesiones cotidianas, las voces que todos creemos oír. Todos éramos parte de una trama novelesca –que se consagró sobre todo en la forma de psicodrama familiar burgués, con su castillo encantado, la madre seductora y el hijo parricida–, que bien podía ser el fundamento de nuestras más crueles pesadillas que inevitablemente se verían en el terreno social. Por otra parte, la ficción gótica, tanto literaria como visual, se fue enriqueciendo, hasta definir una serie de tópicos y de modos de narrar que siguen siendo cercanos y sobre todo, altamente satisfactorios. Así, las tramas se interiorizaron y ya no era un agente externo, portador del mal, quien causaba el pánico, sino nuestra propia imaginación que nos traicionaba o incluso, ese juego impreciso entre un adentro y un afuera igualmente aterradores. Recuérdense los cuentos de E.T.A. Hoffmann, en donde no sabemos si es la condición mental de los protagonistas o agentes misteriosos venidos del inframundo, los que producen el efecto siniestro; lo mismo en los cuentos de Edgar Allan Poe, con sus mujeres misteriosas que desbordan las pretensiones interpretativas Katharsis 6, julio-diciembre 2008 201 que intentan circunscribir la riqueza de sus imágenes a una pobre perspectiva que lo reduce todo a la de la simple perversión. Pero también está la posibilidad de que el agente externo y terrorífico se humanice y se cargue de fuerza psicológica, como el monstruo que el doctor Víctor Frankenstein –el nuevo Prometeo– produjo a partir de “retazos humanos”, quien busca desesperadamente un afecto y un espacio que lo defina como hombre. Y claro está, la conjunción de sangre y sexo que la imagen del vampiro –masculino o femenino– produjo a lo largo del XIX, hasta llegar a la cumbre literaria que es Drácula, de Bram Stocker, en donde la mujer es lo más temido por cuanto es la que se deja seducir tanto por los encantos del monstruo como por las posibilidades que le brinda la modernidad. A través del siglo XX hasta nuestros días, el cine ha retomado estos elementos. La película El resplandor, de Stanley Kubrick (1980) es testimonio de ello, en particular luego de una década –la de 1970– que produjo muchos de los clásicos del terror visual: El exorcista, La profecía, y El bebé de Rosemary, entre otras. La historia es la de un delirio compartido por una familia, en donde el padre, Jack Torrance (interpretado magistralmente, como siempre, por Jack Nicholson), enloquece mientras se encuentran cuidando un hotel en las montañas que durante el invierno permanece vacío. Allí, y eso es lo que arriba señalábamos de la literatura gótica, no sabemos si es la locura de Jack –facilitada además por el alcohol– o un agente externo, lo que le lleva a una sed de sangre que sólo podría satisfacer con el asesinato de su familia. Esta ansiedad se alimenta de fantasmáticas visiones, como la conversación con un barman que sólo él ve, la de la joven desnuda que sale de la bañera y se convierte en una anciana cadavérica, o la conversación con Delbert Grady, un camarero que es al mismo tiempo el anterior conserje que había asesinado a sus hijas y esposa en el mismo hotel. Estas visiones se complementan con las del pequeño Danny Torrance (interpretado por Danny Lloyd), quien parece tener poderes extrasensoriales o paranormales y desde el principio –cuando su padre acepta el cargo de cuidar el hotel con su familia– entrevé gracias a su 202 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra amigo imaginario, su resplandor, un ascensor que se inunda de sangre, o cuando ya en el hotel ve a las dos niñas que allí fueron asesinadas por el anterior conserje y que le invitan a jugar eternamente. La película además, basada en una novela de Stephen King y que en el guión contó con la colaboración de Diane Johnson –profesora de literatura gótica en la Universidad de California– se valió de los aportes conceptuales del psicoanálisis. Sin duda, de la noción de lo ominoso o siniestro desarrollada por Sigmund Freud, pero sobre todo de Bruno Bettelheim, quien en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas había señalado constancias simbólicas en diversos relatos infantiles y de la tradición popular. Por ello, Jack Torrance en el momento cumbre de su delirio no es sólo un monstruo asesino, sino que evoca al lobo feroz de los cuentos infantiles, y el pequeño Danny logra salvarse como Pulgarcito gracias al laberinto: laberinto que está tanto hecho de abetos y cipreses en el exterior del hotel, como el hotel mismo –y su piso lleno de complicados diseños– que el niño recorre sin cesar en su triciclo. Esta película de Kubrick es sin duda, uno de los momentos más señalados de su filmografía, sobre todo en un director que ya había realizado películas como Lolita, 2001-una odisea en el espacio, o La naranja mecánica. Este filme es pues, digno heredero de la literatura gótica que hemos mencionado, y como tal, es capaz de recusar el intento normalizador para potenciar el poder disolvente de este género, en donde lo normal y lo anormal no son cuestiones ajenas entre sí, sino que por el contrario constituyen una zona indiscernible y siempre presente en nuestra más cotidiana realidad. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 203 Zelig1 o la ironía frente al poder de normalización En la mitología griega, Proteo, hijo de Poseidón, Dios de los mares, tiene como virtud mutar y cambiar de formas. Bien puede ser león, pez, víbora, ciervo, y de ese modo evade a sus enemigos, se pone a salvo de diversos peligros, escapa siempre que lo quieran atrapar. Pero además de ser la divinidad de las formas variables, y de haberse unido con la ninfa Dóride, con quien engendra las Nereidas, Proteo también es llamado “el primer hombre” y por tanto aparece con el seudónimo de Nereo. Es decir, puede ser tanto una divinidad como un humano, y por eso genera tanta inquietud: por su labilidad, por su mutabilidad, porque de cierta forma es indefinible, no depende una identidad definida. Claro está, que los griegos no se plantearon preguntas sobre la identidad en términos subjetivos –aunque sí en términos lógicos y ontológicos–, pues ésta es ante todo una deriva, un aditamento, de ese invento de la racionalidad moderna que es el sujeto (sujeto autor del conocimiento, en pleno y libre uso de la razón, autor de sí mismo, etc.). Es decir, para los griegos la identidad psicológica no puede hacer parte del universo de intereses vitales dentro del cual se inscriben; de hecho, el individuo se caracterizaba por ser parte de una comunidad y ésta importaba más que las particularidades que cada quien exhibiese. Por ello, un mito como el de Proteo da buena cuenta de cómo no es tanto la identidad cuanto la mutabilidad o más aún, la metamorfosis lo que más interesa en el universo de pensamiento griego. Proteo, por el hecho mismo de ser llamado el “primer hombre”, parece caracterizar algo de la condición humana: su capacidad para el cambio, su enorme potencial adaptativo, su labilidad. Por eso, si quisiésemos seguir con el ejemplo, bien podría decirse que este mito muestra bien cómo el hombre se haya atado al devenir y al cambio, mas no a la estabilidad, a la invariabilidad y a la identidad, pues lo más parecido a la identidad sería la muerte si es que tras ella todo cambio cesa. 1��������������������������������������������������������������������� Director: Woody Allen, 1983. Protagonistas Woody Allen y Mia Farrow. 204 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra Pero este no es el único ejemplo de la mitología griega en donde el cambio y la metamorfosis son una cualidad de un dios o un humano; de hecho, Ovidio, el escritor latino, recopiló tres volúmenes con relatos de este tipo, los cuales tituló La Metamorfosis. Y cuando lo hizo, en buena parte terminó haciendo una enciclopedia de la mitología antigua, por cuanto no existe un dios o un héroe que no se valga de alguna estrategia metamórfica; por ejemplo, Zeus puede ser un cisne, un toro o la lluvia; Eurídice está a punto de volver de entre los muertos, cuando Orfeo comete la imprudencia de mirar hacia atrás en el límite entre la tierra y el Hades; Narciso se convierte en flor acuática luego de su muerte; Aqueloo es un dios-río que puede ser tanto serpiente como toro; Ulises, si bien no se transforma, sí se vale de la astucia, la seducción y el disfraz –entre otras herramientas– para llegar a Ítaca… Ahora bien, ¿por qué tanto interés por ese carácter mudable de los dioses, los héroes y los mortales? ¿En dónde reside el valor de reconocer en ello un rasgo fundamental de lo existente? De hecho, los griegos no han sido la única civilización que ha constatado y recreado esa condición, pues casi la sola vivencia de los fenómenos naturales ha permitido a los hombres descubrir no sólo el carácter metamórfico del mundo, sino también el valor que este hecho reviste. Que el gusano envuelto en un capullo se convierta en mariposa, es algo que los hombres siempre han sabido; lo mismo que el agua de la tierra que se vuelve nube para retornar de nuevo como lluvia, no es algo que haya que esperar a la meteorología contemporánea para saberlo, ya que relatos, leyendas y mitos, bajo sus estrategias discursivas, también dan cuenta del asunto. Lo interesante es que los humanos hemos sabido que vivimos en un mundo inestable, móvil y por tanto, en constante devenir, más aun, que no somos sino parte de ese devenir. No obstante, saber esto, no es algo que produzca tranquilidad o sosiego, sino que, por el contrario, es fuente de inquietudes e incertidumbres. Nuestro pensamiento occidental trata de exorcizar ese temor y esa inquietud, hablando del Ser e incluso haciéndose a la idea de que el ser es una esfera redonda y perfecta, inmóvil e imperturbable. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 205 Imaginamos y anhelamos seres y estabilidades por doquier, y por eso le atribuimos el carácter de Ser, por excelencia, a la divinidad; añoramos que cada uno de nosotros, y aun cada objeto que nos rodea, constituyan o estén dotados de un ser, de una esencia, de una constancia. El devenir y el cambio inquieta, incomoda, y hasta terminamos por apelar al ser inamovible; frente a la contingencia y la variabilidad de todo lo que nos rodea y de nosotros mismos, tendemos a mirarlo o bien como efecto de superficie que no afecta en nada la supuesta esencia interior, o bien, como un defecto, un error, una anomalía. En la Modernidad, a esta tendencia la hemos llamado “identidad”, en donde el sujeto conciente –con ribetes de trascendentalidad en Kant– es la garantía de una permanencia y de una constancia que harían del hombre un ser dueño de su destino y del universo en su totalidad. Sujeto conciente, identidad pletórica de razón, que ha hecho que la consideración sobre el devenir no sea tan evidente y que por tanto, éste sea mirado con distancia –cuando no con recelo– como algo que ocurre en la piel de las cosas y de los hombres, y que no concierne por tanto a su sobrevalorada interioridad; identidad que es, se supone, aquello etéreo que la educación ha de ayudar a construir y que han de garantizar distintas instituciones y saberes que a modo de micropoderes, pretenden ser garantes de la razón, burócratas del buen sentido, policías de la identidad; noción de identidad, en fin, que alimenta el rechazo a todo aquello que parezca divertirse en las redes del devenir, a aquel que se entregue al devaneo de la metamorfosis o que simplemente reconozca la inestabilidad constitutiva de todo lo existente. Claro está que si esta noción es fruto de la Modernidad, se la puede rastrear entonces desde más atrás. Ya el cristianismo estaba igualmente interesado en la constancia de sus fieles, en su inmovilidad y por eso, tal como nos lo muestra Michel Foucault, diseñó y consolidó –a partir del siglo XVI, con la Contrarreforma agenciada desde el Concilio de Trento– toda una pastoral que constituye en sí misma una verdadera “técnica de gobierno de las almas”, de dirección espiritual, a saber, la técnica o el dispositivo de la confesión, con todo lo que ello implica, en 206 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra particular, el descubrimiento del cuerpo del deseo y del placer sobre el cual dejará caer todo el peso y el rigor de su poder para arrancarle todos sus secretos, para combatirlo en cuanto que fuente de pecado y de trastorno del plan divino de salvación del alma, finalmente, para prevenir todos los posibles desvíos, todas posibilidades metamórficas del hombre. En ese sentido, la confesión constituye una “economía de la pena y del placer”, y a la vez, prefigura con toda claridad, los criterios, los mecanismos, los objetos y los propósitos que serán heredados por disciplinas decimonónicas normalizadoras como la psiquiatría y la psicología. Por eso, la película Zelig es una ironía tan llamativa frente a esa tendencia –tanto cristiana como Moderna– que pretende frenar las potencias disolutas que habitan al hombre, potencias que recusan la imagen de un ser o de una esencia. Esta película de Woody Allen es sin duda, una obra maestra en un género que en el mundo del cine se llama Mockumentary, es decir, un aparente documental, que no lo es porque todo él es ficción; pero al mismo tiempo, es una muestra magistral de la fuerza de la ironía para poner en duda los discursos y las prácticas normalizadoras típicamente modernas. En esta historia resulta claro que los saberes “psi” constituyen un arma de doble filo: o bien se prestan para las mayores posibilidades de liberación al deconstruir la idea de sujeto conciente, o bien se ponen al servicio de amplios procesos de normalización en la medida en que adoptan claramente las estrategias confesionales. Por eso, en la película, Leonard Zelig, llamado también el “camaleón humano”, tiene que pasar por ese aparato confesional que la doctora Eudora Fletcher (Mia Farrow) le propone como alternativa terapéutica y allí se descubre que el sujeto en cuestión tiene su profundidad en la piel, que no hay nada que lo cristalice en una identidad, pues lo único que sabe Zelig son dos cosas: En primer lugar, que es necesario acoplarse al entorno como estrategia de sobrevivencia. Es decir, algo que todos hacemos cotidianamente –ya que sería hipócrita decir que somos los mismos en todas partes y en todo momento– en el caso de Zelig se vuelve exageración por la continui- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 207 dad metonímica que ello adquiere en su propio cuerpo. Zelig no sólo se adapta (con una palabra que disimule o un gesto que oculte), sino que se transforma, se convierte en aquello que le convenga según la circunstancia. Es decir, la suya es una mutación tanto física como psíquica. Y en segundo lugar, que su transformación-identificación se da ante la presencia de lo masculino. No se convierte cuando a su lado hay animales, cosas o mujeres. Es decir, es el poder masculino quien determina las transformaciones de Zelig, es la condición de unas formas de poder que alertan y excluyen todo aquello que desde criterios normativos y morales se considera peligroso, oscuro y que no es más que el espacio en donde el devenir puede hacer lugar. Por eso, podríamos decir que Zelig es tremendamente femenino, y para sobrevivir en un mundo de hombres, se transforma, se metamorfosea en negro, judío, indio, gángster, irlandés, sacerdote, republicano, demócrata, beisbolista o psiquiatra; pero, irónicamente, la única salida la tiene frente a una terapeuta freudiana que comporta rasgos viriles (fuma permanentemente, discute con sus colegas hombres, quiere sobresalir en un medio que le es hostil por ser mujer), es decir, una psicoanalista que a su vez es una transformista, un ser que ha mutado. Llama la atención cómo mientras el hombre camaleón se convierte en espectáculo y moda para la sociedad, a la vez se mantiene como un fenómeno inexplicable para la sociedad médica; y es tal vez por eso que la doctora Fletcher enfoca su ambición de saber en este hombre reducido a caso, y más que explicarlo pretende curarlo de su condición de camaleón, fijarle quizá una identidad, salvarlo entonces y reincorporarlo a la sociedad. La película además complementa la ironía haciendo que en este pseudo-documental aparezcan figuras de la intelectualidad norteamericana como la escritora y pensadora Susan Sontag, el premio Nobel de literatura Saul Bellow, o el psicoanalista Bruno Betelheim, quien ironiza hablando de las “sesiones del cuarto blanco” –a las cuales fue conducido Zelig por la doctora Fletcher– como un hito fundamental en la historia de la psicología en el siglo XX. 208 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra Entre la ironía y la parodia, bien podría decirse que Woody Allen presenta un anormal, y este no hace más que evidenciar cómo todos somos en mayor o menor medida, camaleones, seres de la metamorfosis, descendientes de Proteo, aquél “primer hombre” que cambiaba de forma bien para sobrevivir, bien para asumirse en el devenir... Proteo, en cuya naturaleza no estaba ser uno, sino una multiplicidad. 209 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 Magnolia,1 el azar y lo irreparable La historia de la filosofía occidental se abre con un acta de duelo: la desaparición de las nociones de azar, desorden y caos. Prueba de ello las palabras de Anaxágoras: “Al principio era el caos, luego vino la inteligencia y lo ordenó todo”. Clement Rosset, Lógica de lo peor Y Jehová dijo a Moisés: --Di a Aarón: “Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, y haz subir ranas2 sobre la tierra de Egipto. Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Éxodo 8:2 Magnolia simplemente recrea “cosas que pasan” un día cualquiera, soleado y tranquilo en principio, en el Valle de San Fernando. Con un tono casual, circunstancial, además de ridículo, discurren nueve historias que en apariencia no tienen conexión alguna, o que se vinculan porque en ellas el azar es determinante o también porque parecen coincidir en que bien “Podrás haberte librado del pasado pero el pasado no se librará de ti.” Nueve historias paralelas se cruzan entre el azar y la predeterminación: el niño prodigio que parece naufragar en medio de un saber vacuo, el agotado presentador de un concurso de televisión, el ex niño prodigio que se hunde en medio de la más anodina de las existencias, el 1�������������������������������������������������������������������������� Director: Paul Thomas Anderson, 1999. ������������������������������������ Protagonistas: Tom Cruise, Julianne Moore, Melora Walters, Jason Robards y Philip Seymour Hoffman, entre otros actores. 2 No deja de ser inquietante la referencia a las ranas en Magnolia, se prestan para una doble lectura: primero como alusión a una de las plagas enviadas por Yahvé a través de Aaron; y segundo, como mediadora entre la vida y la muerte, como lo que en la mitología egipcia simboliza el tiempo infinito, el aire, los millones de años de vida deseables para los humanos. 210 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra anciano moribundo que clama por ver a su hijo perdido, el hijo perdido que protagoniza un show televisivo cuyo lema es “seduce y destruye”, la joven y ansiosa mujer del moribundo que enfrenta con espanto una verdad: reconoce que no vive con este viejo tanto por su herencia como por amor; la joven atrapada en la droga, que sin embargo espera un “Momentum”, el policía que cada mañana se propone hacer el bien a su prójimo, el enfermero del viejo moribundo que se propone traer de vuelta al hijo perdido de éste. Y en todas estas historias, es la vida misma que discurre en un día; de ahí, la proximidad de esta película con otras como Las horas (de Stephen Daldry), Río místico (de Clint Eatswood), Amores perros y Babel (de González Iñárritu) y Vidas cruzadas (de Robert Altman), entre otras. En Magnolia, las historias y los personajes imponen el peso de lo cotidiano, esta es la estrategia que atrapa la sensibilidad del espectador, valiéndose además de la música que irrumpe y se sostiene todo el tiempo como un protagonista más, igualmente determinante en ese mar de azares. Sin la magia de Jon Brion y Aimee Mann, esta película no sería lo que es; así lo podemos experimentar y así lo reconoce Anderson quien toma de la desgarrada voz de Aimee Mann muchas de las frases que pondrá en boca de los protagonistas. Con sobrada razón, en la crítica se destaca con especial énfasis que Magnolia es una película que acompaña la música, que canción y diálogo logran una sintonía tal que, de algún modo, la vivencia del tiempo se trastorna en beneficio de la espacialidad y de la resignificación de lo cotidiano, donde la relación con el otro –marcada por una soledad abismal y por una especie de “asfixia afectiva” que se sostiene a través de todo el filme– cobra la densidad de lo trágico. En Magnolia, las vivencias proliferan de modo imparable, hasta se tiene la sensación de que la película avanza sola, como si se hubiese salido de las manos del director, como si todos estos relatos nos pertenecieran más a nosotros como espectadores que al mismo director y guionista. Y en eso radica la maestría de Anderson, pues es capaz de entretejer magistralmente el arte y la vida cotidiana, y lo hace man- Katharsis 6, julio-diciembre 2008 211 teniendo el efecto del azar como fenómeno capaz de desencadenar relaciones y acontecimientos dramáticamente vinculados: el azar condicionante de la existencia. En ese sentido, la película presenta una serie de individuos arrojados al caos y el desorden generadores de la vida misma y ajenos en todo caso a cualquier propósito de ordenación, normalización, estructuración. Estamos ante el vaciamiento de una serie de estereotipos e ideales en los que se pretende fundar la vida diaria, ante el cuestionamiento de las estrategias contemporáneas que buscan homogenizar los modos de ser. En la perspectiva de Clement Rosset, diremos que no se trata tanto de entregar verdades en un discurso sobre lo humano hoy, cuanto de aproximarse en el lenguaje a lo que puede ser, bordear el orden de las posibilidades “en el espectáculo de lo trágico y del azar”. En Lógica de lo peor, Rosset advierte cómo la conciencia y la tarea del pensar en Occidente ha pretendido desde siempre conjurar el azar sobre un horizonte de orden, es decir, que tarea filosófica y revelación de un cierto orden se han mantenido como sinónimos en nuestra cultura. Ordenar el desorden aparente, hacer aparecer relaciones constantes y dotadas e inteligibilidad, convertirse en señora de los campos de actividad abiertos por el descubrimiento de esas relaciones, asegurando así a la humanidad y a sí misma el otorgamiento de un mayor bienestar con respecto a la desdicha atribuida al vagabundeo en lo ininteligible: este es un programa común a toda filosofía considerada seria; común por ejemplo a empresas tan diferentes, e incluso tan opuestas, como las de Descartes y Freud.3 Pero al margen de estos esfuerzos filosóficos por conjurar lo azaroso se mantienen los llamados por Rosset filósofos trágicos, “cuyo objetivo radicaba en disolver el orden aparente para recobrar el caos enterrado 3 Clement Rosset, Lógica de lo peor, Elementos para una filosofía trágica, Barcelona, Barral editores, 1976, pp. 9-10. 212 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra por Anaxágoras”.4 Filosofía catastrófica que deshace los artilugios con los cuales el hombre se ha dotado a la manera de provisión y remedio contra la desdicha, pero sobre todo contra el caos, el azar y lo irreparable. Y de esta filosofía trágica inaugurada por Lucrecio y con figuras posteriores tan importantes como Pascal y Nietzsche, será heredero directo Michel Foucault en su implacable tarea de poner al descubierto las estratagemas del moderno y cristiano poder de normalización. 4 Id. 213 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 Alguien voló sobre el nido del cuco,1 o atrapados en los micropoderes A quien los dioses quieren castigar, primero lo vuelven loco Eurípides Los locos son, por excelencia, víctimas de la dictadura social Antonin Artaud Cuando Mc Murphy llega al hospital mental, lo hace huyendo, a su modo, de los trabajos forzados que le imponen en la cárcel –en una granja– y que él no está dispuesto a realizar en modo alguno. Lo hace porque, de un lado, el sistema judicial lo califica de vago y ello funda las sospechas sobre su salud mental, y de otro porque él piensa que en el hospital mental podrá tener una estancia más muelle y tranquila. Lo que no sabe (quien juega en la película no es Mc Murphy ni sus compañeros de reclusión, sino todo el sistema de castigo jurídico-psiquiátrico) es que entre un encierro y otro no hay diferencias sustanciales, sino grados de una misma lógica, de un mismo principio ordenador. En el hospital, bajo la mirada impasible de la enfermera Ratched, descubrirá poco a poco las sutilezas de un poder que al ejercer un mecanismo de individuación –que no es más que la clasificación taxonómica bajo la férula de un discurso psiquiátrico– que anula los procesos de expresión más singulares: la individuación termina por inhibir cualquier proceso de expresión subjetiva. Por ello, la película es un juego de colores: la enfermera Ratched, vestida de negro, encarna el poder; los pacientes y los enfermeros vestidos de blanco indican una uniformidad y una anulación de las expresiones singulares (con excepción de Harding, quien como su nombre indica es “Ardiente” y por tanto conserva algo 1 Director: Milos Forman, 1975. También conocida como Atrapados sin salida. Protagonistas Jack Nickolson y Louise Fletcher. Basada en la novela One Flew Over the Cuckoo’s Nest, de Ken Kesey, 1962. 214 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra de sí o “peculiar” como el mismo señala en una de las tediosas terapias de grupo); y el protagonista, Mc Murphy, quien viste de colores y que sólo al final de la película, completamente doblegado, aparecerá con traje blanco. Dicha anulación, que pasa por el mecanismo del encierro, sirve al menos para señalar tres aspectos fundamentales: 1. Que todo poder se define en los micropoderes, o mejor aún, que no es el gran poder del Estado el que se ejerce, sino que éste se sustenta de micropoderes que emergen en las instituciones más diversas: la escuela, la cárcel, el manicomio. Ya Félix Guattari, el psiquiatra francés, y coautor con Gilles Deleuze de El Anti-edipo, había señalado que todo fascismo se construye desde los microfascismos que en estas instituciones y en la cotidianidad, se configuran. El poder no es pues, como señalará en diversos lugares Michel Foucault, algo que viene de encima, sino un pacto entre gobernantes y gobernados, un consenso no explícito que hará del “castigo una función social compleja”.2 De ahí, que a pesar de la sorpresa, sea también comprensible el hecho de que muchos de los pacientes que están en el psiquiátrico junto con Mc Murphy, lo estén voluntariamente, que acepten ese infierno con plena conciencia y aquiescencia, y más aún, que lo consideren necesario: el poder es la mutua convicción, entre el gobernante y los gobernados, de su necesidad, quizás porque el poder no depende de alguien en particular –en la película la enfermera Ratched no es más que un punto en esa red todopoderosa–, sino de un sistema de relaciones. 2. La anulación subjetiva también se facilita, porque el límite, la frontera, entre anormal y normal (distinción que se configuró en el siglo XIX), es endeble, porque de hecho, habernos creado en Occidente esa imagen, quizás ha servido para generar mecanismos de control cuya eficacia no se ve tanto en la represión directa cuanto en la sutil 2 Michel Foucault, Vigilar y castigar, El nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo XXI, 2002, p. 30. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 215 incorporación de esa verdad que ciertos discursos han propalado; hay en cada uno de nosotros, una identificación con esa verdad. En la película, los psiquiatras discuten si el protagonista es psicótico o simplemente peligroso; y en medio de esa discusión se llega a afirmaciones tan inconsistentes, como gradaciones de locura: Mc Murphy esta más o menos psicótico, medianamente loco, pero es definitivamente peligroso. Curiosamente, en este punto, la película nos evoca el objetivo de un libro como Vigilar y castigar, que se propone “construir una historia correlativa del alma moderna y de un nuevo poder de juzgar; una genealogía del actual complejo científico-judicial en el que el poder de castigar toma su apoyo, recibe sus justificaciones y sus reglas, extiende sus efectos y disimula su exorbitante singularidad.”3 3. Hay una relación ineludible entre el saber y el poder; el saber no es algo impoluto que se produce al margen, como si el sabio estuviese en una torre de marfil, sino que depende de unas relaciones de poder: el saber psiquiátrico depende de un poder psiquiátrico, jurídico y político; el saber de las ciencias humanas, emerge en la definición de “humanidad” que desde fines del siglo XVIII, hicieron juristas y penalistas, y cuyos efectos sirvieron para que el siglo XIX configurara esas formas de saber que llamamos antropología, psicología, y cierto modo de hacer y comprender la historia. Por eso, tal como se ve en la película, el afán por retener a Mc Murphy en el hospital mental, a más del sadismo de la enfermera, es expresión de un afán de saber, de un supuesto saber que se podría producir gracias a semejante “espécimen” tan indomeñable. Empero, lo que se manifiesta es precisamente el límite de esa voluntad de saber, ya que lo que se juega allí, es algo que escapa a las condiciones de un discurso, que tiene que ver con vivencias estéticas y vitales, que hacen incomprensible que alguien se defina por su amor a los deportes: por querer jugar baloncesto o por querer ver la final de 3 Id. 216 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra la Serie Mundial de Béisbol. Límite además, que hará que sólo el silenciamiento sea la única posibilidad para aquel que no quiere verse sometido a dicha voluntad de saber tan inquisitorial: el silencio del Jefe Indio –argucia para huir mientras está internado– y el silencio fatal que se impone en el protagonista, Mc Murphy. Alguien voló sobre el nido del cuco,4 o Atrapados sin salida, está basada en la novela One Flew Over the Cuckoo’s Nest, escrita por el escritor de la famosa Generación beat americana Ken Kesey en plena década de los agitados sesenta, y que se convirtió, quizás impulsada por el éxito posterior de su adaptación al cine, en un canto de rebeldía contra cualquier sistema social que oprimiese las libertades individuales. El rodaje se llevó a cabo en un hospital psiquiátrico, la institución Estatal de Oregón, y el reparto estuvo durante diez días literalmente encerrado entre esas cuatro paredes, conviviendo con enfermos reales y asistiendo incluso a terapias de grupo para entender mejor la vida de esas personas. Los actores dormían en celdas individuales, y ensayaban constantemente los diálogos del guión, mientras Milos Forman los filmaba sin parar. Todo ello propició el sobrecogedor aire de realismo que respira la cinta. 4 El título se inspira en un estribillo, que en la novela la abuela del Jefe Indio, le canta a éste cuando era niño y que dice: Uno voló hacia el este, / uno voló hacia el oeste, / y otro voló sobre el nido del cuco. Lo curioso es que el cuco, o cuclillo, es un ave que no hace sus propios nidos, sino que pone sus huevos en los nidos de otros, para que se los empollen; de ahí además, que en francés, el cornudo sea llamado cocu. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 217 Una habitación con vistas,1 entre convenciones y pasiones Una habitación con vistas contrasta de modo sutil e inteligente la insidiosa moral victoriana y todo su alambicado sistema de rígidas convenciones, con una disposición más abierta a la vida, para nada acartonada. En otras palabras, se contrapone la rigidez moral de las señoritas inglesas (Lucy y su prima y dama de compañía Charlotte) con el desenfado característico de los italianos y de quienes sin serlo (como los Emerson, padre e hijo) se dejan impregnar por el alegre canto a las pasiones tan definitorio de la cultura italiana. En este sentido, la novela y la película inspirada en ella constituyen severas críticas hacia el lastre moral heredado del siglo XIX, una moral que negativiza la vida y que muestra cómo la Modernidad también da lugar, paradójicamente a una campaña de (re)cristianización de la vida cotidiana. Por aquello de lo que se ocupa esta historia, tenemos aquí elementos importantes para sostener un diálogo con las respectivas críticas que Nietzsche y Foucault emprenden contra la imagen de hombre moderno tanto en La genealogía de la moral como en la Historia de la sexualidad (vol. I: La voluntad de saber). Para el primer autor, este hombre, inevitablemente judeocristiano, es aquel que cada vez pretende ser mejor y más bueno, valiéndose para ello del reciclaje de todos los valores ascéticos y de toda la moral de la compasión; moral ésta que Nietzsche no puede ver sino como el peligro mayor entre todos los peligros que acechan a la condición humana, y razón por la cual según este autor se declara cansado de ese hombre que además le huele mal. El segundo autor centra su crítica en la socorrida hipótesis represiva, según la cual en la Modernidad, sobre la sexualidad pesa la conminación al secreto, al “celoso silencio general”; más aún, dicha hipótesis funcionaría como “una condena de desaparición, pero también como orden de silencio, 1������������������������������������������� Director: James Ivory, 1985 Protagonistas: Maggie Smith, Simon Callow, Julian Sands, Fabia Drake, Joan Henley, Rupert Graves, Denholm Elliott, Judi Dench, Patrick Godfrey, Helena Bonham Carter, Daniel Day. Adaptación ��������������������������� cinematográfica de la novela que, con el mismo título, escrita por Edward Morgan Forster (1908). 218 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra afirmación de inexistencia y, por consiguiente, comprobación de que de todo eso, nada hay que decir, ni ver, ni saber.”2 Así, solo el burdel y el manicomio quedarían en la periferia de lo ilegítimo –enunciados el uno clandestinamente y el otro crípticamente–, mientras que en el resto de la sociedad, supuestamente, “el puritanismo moderno habría impuesto su triple decreto de prohibición, inexistencia y mutismo.”3. Sin embargo, Foucault sospecha del estatuto de esta hipótesis por cuanto ella no explica, en primero lugar, el abanico de discursos que se alimentan desde el pretendido secreto, proliferación discursiva que en todo caso da cuenta de los beneficios del locutor, de un cierto aire de transgresión liberadora, pues quien habla de la sexualidad en términos de represión cree ponerse por fuera del poder, cree transgredir el orden de la ley y para colmo cree enunciar países de liberación sexual. En segundo lugar, tal hipótesis tampoco explica el modo como esa excesiva puesta en discurso del sexo en plena época victoriana produce a su vez un estallido de lo que el autor denomina sexualidades periféricas, marginales en todo caso a la sexualidad oficial: la que acontece en la alcoba de los esposos debidamente bendecidos y dispuestos a la labor de la reproducción. Esa idea de hombre así fabricada en la modernidad huele mal, es hipócrita y, sobre todo, da lugar a una tupida malla de saberes, poderes y placeres a fin de querer normalizar en último término la vida sexual de los humanos. En este sentido, la historia que narra la película es muy valiosa, en cuanto pone al descubierto –valiéndose de la aguda ironía– una refinada moral que rechaza la vida y las pasiones. Una habitación con vistas saca a relucir la inevitable contrariedad y el ímpetu arrasador inherente a las pasiones, frente a lo cual toda moral es pobre, absurda. Pero quizá el mayor valor de la historia está en determinadas referencias y escenarios artísticos con los que autor y director logran darle mayor brillo a la ironía crítica que ambos pretenden. 2 Michel Foucault, Historia de la sexualidad, vol. I: La voluntad de saber, México Siglo XXI, 1976, p. 10. 3 Ibíd., p. 11. Katharsis 6, julio-diciembre 2008 219 El escenario principal es nada menos que Florencia, Italia, donde Lucy y su prima Charlotte pasan unos días de vacaciones. Allí, en la Piazza de la Signoria, tiene lugar un violento incidente, que, junto con la intervención de George Emerson y la eterna violencia de las esculturas que presiden dicha plaza, terminan por trastornar el rígido criterio moral que determina en principio a la joven Lucy. En efecto, no es gratuito centrar este pasaje de la historia en esta plaza, corazón de Florencia desde la Edad Media, escenario de fiestas laicas, religiosas y políticas; especie de Museo al aire libre, donde se destacan entre otras imágenes, las siguientes: la copia de El David, de Miguel Ángel, y Hércules, de Bandinelli (que representa la “victoria con la fuerza y la astucia contra los malvados”) justo a la entrada del Palacio Viejo; La Fuente de Neptuno3 –de Bartolomeo Ammannati–; al lado de esta fuente tendrá lugar el hecho violento antes referido. Pero también se encuentra en esta plaza –en el corredor de los Lanzi– la imagen de Judith y Olofernes, de Donattello; Perseo con la cabeza de la Medusa, de Benvenuto Cellini; y El Rapto de las Sabinas, de Giambologna. Se entiende entonces, dado el escenario donde acontece el violento incidente, que Lucy no pueda menos que reconocer que “los italianos son amables, simpáticos y muy violentos”. Y el fondo musical de este pasaje de la historia es nada menos que el aria de Puccini O mio babbino caro:4 ¡Oh, mi querido papito, me gusta, es bello, hermoso; quiero ir a Porta Rossa a comprar el anillo! 3 Neptuno, o Poseidón en la mitología griega, es el dios de los mares, que cabalga sobre las olas en sus caballos blancos. Se trata de un dios particularmente poderoso, peligroso y voluble, que tanto puede agitar las aguas desatando toda suerte de inclemencias, como puede retornar a ellas la calma. No es gratuito entonces que en esta historia se acuda presurosamente a las aguas de la fuente y luego a la orilla del rio Arno, donde George asegura que algo ha sucedido y que a partir de ese momento él y Lucy ya no podrán ser iguales. 4 “O mio babbino caro es un aria de la ópera cómica Gianni Schicchi, de Puccini. 220 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra ¡Sí, sí, quiero ir allí! Y si lo amase en vano, iría al Ponte Vecchio, pero para arrojarme al Arno. ¡Me consumo y atormento! ¡Oh, Dios, quisiera morir! ¡Padre, piedad, piedad! ...padre, piedad, piedad!... Con esta aria, se acentúa la contrariedad de Lucy, pues según la moral convencional, una joven bien educada y con principios debe pedir permiso a sus padres si desea casarse, pero ella no está dispuesta, y más adelante deberá tomar decisiones vitales por sí misma. 221 Katharsis 6, julio-diciembre 2008 Ojos bien cerrados,1 o cerrados de par en par La gente puede malinterpretar casi todo para que coincida con sus puntos de vista. Extraen del arte lo que ya opinan. Me pregunto cuantas personas han cambiado de parecer sobre algo importante gracias a una obra de arte. Stanley Kubrick La realidad de una noche, la realidad de una vida entera incluso, puede no ser la verdad. Alice Ojos bien cerrados es la última película que realizó Stanley Kubrick en 1999, quien murió a los 70 años, pocos días después de terminar el rodaje, pero dejó claro que entre todas sus producciones ésta era la que más le gustaba. Estamos, entonces, ante una especie de testamento de uno de los más grandes y perfeccionistas directores de cine de nuestra época. Se trata de un filme voraginoso sobre uno de los vínculos humanos más densos: la vida en pareja, en este caso, se trata de Alice (Nicole Kidman) y Bill (Tom Cruise). La historia avanza en medio de la complejidad psicológica de unos personajes que transitan del ensueño a la vigilia, de la fantasía y la obsesión a la más desgarrada y repentina toma de conciencia acerca de lo más cotidiano y desconocido de sí mismos y del otro. La historia se teje con la tensión de los celos, las quimeras de la infidelidad, la creciente insatisfacción, el silencio sepulcral y la imposible verificación de la verdad amorosa. Es uno de los relatos sobre los celos y la obsesión por el sexo más inquietantes que se hayan llevado al cine, en particular por las formas que adopta dicha obsesión. No es gratuito, en este sentido, que la contraseña para entrar al castillo donde se 1 Director: Stanley Kubrick, 1999. Protagonistas Nicole Kidman y Tom Cruise. Basada en la novela Relato soñado, de Arthur Schniltzer (1926). 222 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra celebra el baile de máscaras sea Fidelio, aludiendo a una obra de Beethoven centrada en las relaciones de pareja y los celos. La película construye un espacio excepcional por cuanto está inspirada en un primer momento en la novela Relato soñado, de Arthur Schniltzer (publicada en 1926), que transcurre en Viena a principios de siglo y que recrea la hipótesis según la cual el sexo estaría reprimido y en lo cual el autor parece coincidir con Freud, de quien además fuera su maestro. No obstante, la película no se ubica allí, sino en el Nueva York contemporáneo donde la pareja en cuestión emprende un vertiginoso viaje a través de nuevas sensaciones y vivencias en los que llegan a desconocerse mutuamente. Llama la atención, en particular, el especial tratamiento que Kubrick hace de la figura femenina, que se muestra en contrapunto con la figura masculina: la primera parece tener claridades que la segunda ignora. La primera se conduce con agudeza y frialdad, la segunda, con ingenuidad y torpeza incluso. Él busca emular las fantasías sexuales de su mujer; par ella sus fantasías son parte fundamental de su amor por su marido, tal como se lo permite descubrir su deseo por el oficial de marina. En fin, la película explora hasta el vértigo en estas dos perspectivas frente a la fantasía y los celos. De igual modo, son evidentes las diferencias entre el relato de Schnitzler y la película de Kubrick, ya que el relato de 1926 a pesar de revelar la fuerza de las fantasías sexuales femeninas, termina por insinuar un predominio de la sexualidad masculina; sin duda, una consideración propia de la Viena de principios de siglo que se revela en distintas manifestaciones artísticas, literarias y teóricas del momento (véanse las obras de Gustav Klimt y Egon Schiele, pero también las consideraciones de Freud sobre la mujer). Mientras que en la película de 1999, Kubrick pinta una condición masculina más atormentada, incluso desorientada sobre su función en el mundo, claramente desfasado acerca del mundo femenino; todo ello como consecuencia de un siglo como el XX en donde los límites entre fantasía y realidad se hicieron cada vez más endebles, en particular para el mundo femenino que de Katharsis 6, julio-diciembre 2008 223 ese modo ha mostrado otro rostro diferente al único que la moral judeo cristiana ha querido y ha podido ver. Ojos bien cerrados, pero también Ojos cerrados de par en par, en la doble traducción que se puede hacer de Eyes Wide Shut. O de cómo la realidad se abre en abanico, cual arco iris (no es gratuito la reiterada referencia a esta imagen: las modelos que intentan seducir a Bill en la fiesta se proponen llevarlo allí donde “termina el arco iris”, y luego, Bill acude a Rainbow donde le alquilan un disfraz para la otra fiesta a la se propone ingresar sin ser invitado). Realidad posible entonces o sentido de la posibilidad que se abre en múltiples perspectivas. La vida en efecto no acontece en blanco y negro, por el contrario es multicolor, diversa, sus sentidos se configuran acorde con cada punto de vista, con cada interpretación: la vida o el juego de las interpretaciones polivalentes. Sin embargo, el tono de la moral convencional tiende a ser blanco y negro, por tanto dicha moral no puede más que cerrar lo ojos al abanico multicolor, al arco iris de posibilidades que surgen de la inagotable fuente de la fantasía. Quizá por ello, la moral convencional, la de lo bueno y lo malo, dice no a la vida como lo advierte Nietzsche, se cierra a la verdadera experiencia que a su vez no puede acontecer más que allí donde el hombre se emancipa de dicha moralidad. La experiencia no es compatible ni con la certeza científica ni con el dogma moral. Ojos bien cerrados a la fantasía son los de Bill: no ve que Alice puede desear y ser deseada sin que por ello deje de amarlo, no ve que una mujer no es un ser doméstico garantizado por el matrimonio, el marido y los hijos; no ve que él mismo puede ser objeto de deseo de otras mujeres; no ve la dimensión de siniestra farsa en la que se desarrolla el extraño escenario de máscaras y excesos en el cual ingresó torpemente; no ve que la fantasía de Alice no se puede medir ingenuamente como infidelidad sino todo lo contrario: como fidelidad a sí misma, al deseo del cual es igualmente partícipe el mismo Bill. Pero ojos cerrados de par en par serán los de Alice, quien asume la fantasía con toda la fuerza deseante que esta implica, asume la fan- 224 Diálogos con el cine / María Cecilia Salas Guerra tasía sin personalizarla, sabe que fantasía y sentido de la propiedad (o seguridad) respecto del otro y de la vida misma son incompatibles; sabe que cuando al otro se le reduce a mera propiedad se cae en el infierno de los celos y en la correspondiente sed de posesión que se consume en sí misma porque es imposible poseer al otro, sobre todo es imposible poseer y dominar sus fantasías. Ojos cerrados de par en par o la posibilidad de una “segunda visión” con la que hacemos del otro una “persona nova”, con la que discernimos que realidad y verdad no necesariamente coinciden, más aún, que ambas son relativas, posibles, inciertas. INSTRUCTIVO PARA COLABORADORES La revista Katharsis, con el ánimo de difundir estudios e investigaciones que desarrollen temas relevantes, novedosos o de interés general, invita a los investigadores en Ciencias Sociales y Humanas, nacionales y extranjeros, a participar en esta publicación. Para ello se deben tener en cuenta los siguientes aspectos: • Los trabajos, estudios e investigaciones deben ser inéditos. • Los trabajos, estudios e investigaciones que se someten a evaluación en Katharsis no pueden simultáneamente ser sometidos a evaluación en otra publicación • Los trabajos, estudios e investigaciones una vez publicados en Katharsis no podrán publicarse nuevamente en otro medio. • Los artículos deben ser enviados al comité editorial, impresos y en soporte digital. • Entregar los trabajos en cualquiera de las versiones de Word, que no excedan las veinte páginas, tamaño carta, en espacio y medio, y en letra Arial número 12. • El articulista debe suministrar en el mismo, luego del título, su nombre completo y a pie de página debe figurar su profesión, publicaciones y distinciones que sean relevantes. • Todo artículo que se envíe debe tener un resumen y entre seis y diez palabras clave. • Todo artículo será evaluado para ser aceptado, para sugerirle cambios y adiciones o para ser rechazado. En este último caso, pasados seis meses, los originales que no se reclamen serán destruidos. • En caso de que fuese necesario, un artículo podrá ser evaluado por personas externas a la IUE , para aceptar, sugerir correcciones y adiciones, o bien para rechazar la publicación del texto • El artículo debe estar escrito en tercera persona del impersonal (se), salvo excepciones justificadas. • El artículo debe estar escrito en español, con ortografía y gramática correctas; si son necesarias correcciones, la revista puede proponerlas. 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